Está en la página 1de 135

Historia del arte

~
~
~
~

H. W. Janson / A.- F. Janson


TERCERA
PARTE

enacimiento

. '
. ' .. .
La «Nueva Era»

Al analizar la transición entre la Antigüe- dividía simplemente en «a.C.» y «d.C. »; des-


dad clásica y la Edad Media, pudimos refe- de ese punto de vista, la historia se hace no
rirnos a una gran crisis, el auge del Islam, tanto en la tierra como en el cielo. En cam-
que separaba las dos eras. Ningún aconte- bio, el Renacimiento no dividía el pasado
cimiento comparable diferenciaba la Edad de acuerdo con el plan divino de salvación,
Media del Renacimiento. Los siglos xv y sino sobre la base de la acción humana.
XVI presenciaron acontecimientos de largo Veía la Antigüedad clásica como la era en
alcance: la caída de Constantinopla y la la que el hombre había alcanzado la cima
conquista turca de la Europa meridional; de su capacidad creativa, era que tuvo un
los viajes de exploración que condujeron a fin repentino por causa de los bárbaros que
la fundación de imperios de ultramar en el destruyeron el imperio romano. En el inter-
Nuevo Mundo, Africa y Asia, con la consi- valo de 1.000 años de oscuridad que vino
guiente rivalidad entre España e Inglaterra después fue muy poco Jo que se logró, pero
como primeras potencias coloniales; la pro- ahora, por fin, ese tiempo de «intermedio»
funda crisis espiritual de la Reforma y la o «Edad Media» había dado Jugar a un res-
Contrarreforma. Pero no podemos atribuir tablecimiento de las artes y las ciencias que
a ninguno de esos acontecimientos la causa habían florecido en los tiempos antiguos.
de la nueva era. Cuando se produjeron, el . Por tanto, podía etiquetarse en justicia el
Renacimiento estaba ya en marcha. Por presente como un renacimiento. El origen
tanto, no resulta sorprendente que los estu- de esta revolucionaria visión de la historia
diosos que analizan las causas del Renaci- puede rastrearse hasta el decenio de 1330,
miento no estén de acuerdo, como los cie- en los escritos del poeta italiano Petrarca,
gos del proverbio que trataban de describir el primero de los grandes hombres inicia-
a un elefante. Aunque descartáramos a los dores del Renacimiento. El hecho de que
que negaban totalmente la existencia del hubiera tenido su principio en la mente de
animal, seguirían quedándonos una amplia un hombre es ya un eficaz comentario so-
variedad de opiniones. Cada rama del estu- bre la nueva era, pues Petrarca encarna dos
dio histórico ha desarrollado su propia ima- rasgos sobresalientes del Renacimiento: in-
gen del período. Esas imágenes se superpo- dividualismo y humanismo. El individua-
nen, pero no coinciden, por lo que nuestro lismo, una nueva conciencia de sí mismo y
concepto del Renacimiento puede variar se- una confianza en sí mismo, le permitió afir-
gún nos centremos en sus bellas artes, la mar, frente a toda autoridad establecida,
música, la literatura, la filosofía, la políti- que la «era de la fe» era en realidad un
ca, la economía o la ciencia. Quizá el único tiempo de oscuridad, y que los «ignorantes
punto en el que están de acuerdo la mayo- paganos» de la Antigüedad representaban
ría de los expertos es en que el Renacimien- la fase más iluminada de la historia. Para
to había comenzado cuando la gente se dio Petrarca, el humanismo significa la creen-
cuenta de que no vivía ya en la Edad Media. cia en la importancia de lo que .seguirnos
Esa afirmación no es tan simple como pa- llamando las «humanidades» o «letras hu-
r~ce, pues el Renacimiento fue el primer pe- manas» (en contraste con las letras divinas,
nodo de la historia en ser consciente de su o el estudio de las Escrituras): la búsqueda,
Propia existencia y acuñar una etiqueta en las lenguas, la litcrnturn, la historia y la
Para sí mismo. El hombre medieval no pen- filosofü,, del aprcmlizajc por si mismo, den-
;aba ~ue pertenecía a una era diferente de tro de un contexto seglar en lugar de reli-
a Antigüedad clásica; para él, el pasado se gioso. En esto estableció un modelo, pues
J74 EL JrnNAC:I Mll1N 'lll

los human istas, la nueva raza ck estud iosos estaba lejos de ser ilimitada. Los humanis-
que le siguieron, se convirticro~ e~ los di- tas no se convirtieron en neopaganos, sino
rigentes intelectuales del Renac1m1cnlo._ que hicieron un gran esfuerzo tratando de
Mas Petrarca y sus sucesores no quenan reconciliar la filosofía clásica con el cristia-
revivir Ja Antigüedad clásica totalmente. Al nismo; y los arquitectos siguieron edifican-
interponer el concepto de <e mil años de os- do iglesias, no templos paganos, pero para
curidad» entre ellos mismos y los antiguos, ello utilizaron un vocabulario arquitectóni-
reconocían, a diferencia de los clasicistas co basado en el estudio de las estructuras
medievales, que el mundo grecorromano clásicas. Los médicos renacentistas admira-
había muerto irremediablemente. Su gloria ban los manuales anatómicos de los anti-
sólo podía restablecerse en la mente, a tra- guos, pero descubrieron errores al compa-
vés de la barrera de los «tiempos oscuros», rar los libros con lo que les enseñaba la ex-
redescubriendo la plena grandeza de los lo- periencia directa en la mesa de disección, y
gros de los antiguos en el arte y el pensa- aprendieron a confiar en la evidencia de lo
miento, y tratando de competir con ellos en que veían con sus propios ojos. En una pa-
un plano ideal. El objetivo del Renacimien- radoja fundamental, el deseo de regresar a
to no era duplicar las obras de la Antigüe- los clásicos, basado en un rechazo de la
dad, sino igualarlas, y quizá sobrepasarlas. Edad Media, no produjo el renacimiento de
Ello significaba, en la práctica, que la au- la antigüedad, sino el nacimiento del hom-
toridad concedida a los modelos antiguos bre moderno.
Pint11ra del gótico tardío al 11orte de los Alpes

RENACIMIENTO FRENTE A «GOTICO italianos, lo consideraban más bien como


TARDIO» su punto de partida, por lo que la ruptura
con el pasado fue menos abrupta en el nor-
Al estrechar nuestro foco de atención des- te que en el sur. Nos recuerda también que,
de el Renacimiento como totalidad al Re- en el siglo xv, la arquitectura del nor~e _s,e-
nacimiento en las bellas artes, nos enfren- guía firmemente enraizada en la trad1c1on
tamos a algunas cuestiones que siguen sien- gótica. Con independencia del nombre que
do objeto de debate: ¿Se originó, como el decidamos dar al estilo de los pintores del
norte de aquella época, su entorno era cla-
arte gótico, en un centro específico, o lo hizo
en varios lugares al mismo tiempo? ¿Debe- ramente el gótico tardío. ¿Cómo pudieron
mos pensar en él como en un estilo nuevo crear en ese contexto un estilo auténtica-
y coherente, o más bien como en una acti- mente posmedieval? ¿No sería más razona-
tud nueva que podría encarnar en más de ble considerar su obra, a pesar de su gran
un estilo? Por lo que concierne a la arqui- importancia, como la fase final de la pintura
tectura y a la escultura, existe un acuerdo gótica? Si los consideramos aquí como la
general en que el Renacimiento comenzó en contrapartida septentrional del primer Re-
Florencia poco después del año 1400. Pero nacimiento, lo hacemos por varias razones.
en relación con la pintura, la situación no Los grandes maestros flamencos, cuya obra
es tan clara. Algunos estudiosos creen que vamos a examinar, eran tan admirados en
el primer pintor renacentista fue Giotto; su patria como en Italia, y su realismo in-
afirmación comprensible, puesto que sus lo- tenso tuvo una influencia visible sobre la
gros (y los de sus contemporáneos de Siena) pintura del primer Renacimiento. Tuvie-
habían revolucionado la pintura en toda ron, además, un estrecho paralelismo en el
Europa (ver pág. 154). Sin embargo, para campo de la música: de~de el año 1420, los
que la pintura renacentista naciera se nece- Países Bajos produjeron una escuela de
sitó una segunda revolución, un siglo des- compositores tan revolucionaria que domi-
pués de Giotto, y esa revolución se inició in- naría el desarrollo de la música en toda Eu-
dependientemente en Florencia y en los Paí- ropa en los cien años siguientes. Un contem-
ses Bajos. Las revoluciones gemelas estaban poráneo dijo de ellos que antes de su tiem-
unidas por un objetivo común, la conquista po no se había compuesto nada digno de es-
de un mundo visible más allá de los límites cucharse. Una afirmación análoga podría
del estilo gótico internacional; pero se ha- haberse hecho con relación a la nueva es-
llaban absolutamente separadas en casi to- cuela de pintores flamencos.
dos los otros aspectos. Mientras el nuevo
realismo de la pintura florentina posterior
El Maestro de Flémalle
al año 1420 forma parte, claramente, del
movimiento del primer Renacimiento, no La primera fase de la revolución pictóri-
podemos encontrar un nombre satisfactorio ca de Flandes está representada por un ar-
para sú contrapartida del norte. La etique- tista conocido con el nombre de Maestro de
ta de «Gótico tardío» que se le aplica con Flémalle. Se trata probablemente de Ro-
frecuencia apenas hace justicia a su carác- bert Campin, el pintor principal de Tour-
ter especial, aunque dicho término tenga al- nai, registrado allí desde el año 1406 hasta
guna justificación. Indica, por ejemplo, que su muerte, en 1444. Entre sus mejores obras
en Flandes los creadores del nuevo estilo no . está la Anunciación, la tabla central del Re-
rechazaban el estilo internacional a dife- tablo _de Merode, realizado poco después de
rencia de lo que hacían sus contem~oráneos 1425 (fig. 165). Si comparamos esta obra
l7(1 11 111 N 1\l ' I I\III 111

crn, lo s pi11t11r¡1s frn11 ·o - llanH:11c: 1s d ·1 es til o pintores d e l estilo internacional no se pro-


illt('l'lllll'ic,11111 (ver f'i¡r . 16 1), r ' CU IHlCC Hl üS pusieron nunca esa consistencia; sus pintu-
que 1wrt c n1.·Cl' :, esa 1rndiL'ió 11; p ·rn enco 11 - ras tienen la cualidad encantadora de los
t rn111os 1a111hié11 :iq11í 1111a 1111eva cxpericn- cue ntos <le hadas, en donde la escala y la re-
da pict ú ric:i. Por primera vez te nemos la lación de las cosas se puede variar a volun-
s •11sacit'l11 lk 111irar rcal111e111 c, " través de la ta d y los hechos y fantasías se entremezclan
superficie <.k l:1 t:ihla, a u11 mundo espac ial sin conflicto. En cambio Campin se ha pro-
con todas las ·11alidacks esenciales ele la puesto decir la verdad, toda la verdad y
realidad cotidiana: profundidad ilimitada, nada más que la verdad. No logra hacerlo
estabilidad, r011ti11uidad y complitud. Los con comodidad: sus obje tos, excesivamente

165. F.I l\l;H•stni d1• Fl1111alh- (¡_RolJL•rt Ca111pi11 ?). ,\111111ciac icí11, tabla central del Retahlo de Merode. c . 1425-28.
Oh-o ~olm· tabla, c14 e,~ l' lll. Me 1ropoli1a11 M11se11111 ul' /\rl, Nueva York (adquisición de la Colección Cluistcrs).
l'I Nºl l lHA llEI. 1;11n c o TA IIDIII Al. NORTE llE 1.0S Al.PES 177

1•.~1'111 111d11 'i , 1 1•11d1 •11 1 l ' lllj)lt j 11':,L' llllCJ:' U


1110 y d simbo lismo? Es evidente que para
111111
.,l,tl',r ,11d11 :,11 t·:,pJ1 1'111 , P1·ro 11 ,;nmbio é l ambas cosas eran interdependicntes, en
ckl lni•, 11111 d1•ll •rnll11 1r i1'111 oh s 1•1-dv11, 1odus lugar de hallarse en conflicto. Debió pensar
In., 11,111 •1 ·111•, d1· l11u lll t•I ,·it1i111<1 ul>,ie lu : la que, para hacer una pintura digna , tenía
lnnn ¡ ,\ ' t1111111n11 l11dlvid1111I, ,·1 L"nlor, 111:il L'- que «santificar» la realidad cotidiana con
1¡111. 11•~1111'11 ,v ~" 11111do dt· n·sponder :i la el m{1ximo de significado espiritual. Esa ac-
11,1. (ohM l'\/t'lHi1' los l't•lll'jos d1· l11s s11pc rfi - t i I ud profundamente reverencial hacia el
rh's ~, l11s 1,11111hrns 11g11d111n ·111 e d •finidns). universo físico, como espejo de la verdad di-
11.11 r,•1.illlH'II. 111 1\111111 ·iud JI/ d,· !vfrmtle nos vina, nos ayuda a entender la razón de que
Ir ,:,;porta 11hr11p111111e111 • dl·sdc d 111unuo en la ta bla hasta los detalles menos visibles
11rls1rn·1·1i 1kn <h·I t•st llo l11ternucionnl hasta sean tratados con la misma concentrada
111 r11s11 dd h11rg11 s f'111111c 11cu. Es la prime- atención que las figuras sagradas; todo es
ni J\111111d11d(m 1' 11 pi11turn suhrc tabla que un símbolo, al menos potencialmente, y me-
si· prod11 ·e ·n 1111 int e rior do111ést icu cum- rece por tanto un análisis igualmente exac-
ph·1u11wnt • cq11ip11do. ampin se ha cnfrcn- to.
111do nquf n 1111 prohlcmn co11 el que nadie Si comparamos la ilustración a color de
11111cs s • l111hlo II t I' •vido: cómo trasladar un la Anunciación de Merode con la de una pin-
n ·ontcclmi •ntu sobre nalurnl (el ángel tura sobre tabla anterior (ver fig. 161), to-
11mmcln11du n Mnl'lu que nacen\ de ella el tamos conciencia de otra cualidad revolu-
l lljo de Dios) desde un marco simbólico a cionaria de la obra de Campin. La brillan-
un enlomo colidinno, consiguiendo que no tez de joya de la pintura más antigua, su es-
pnn!z ·11 trivinl ni incongruente. Solucionó quema de tonos brillantes y el abundante
ese prohlemn medinnle un método que re- uso del dorado han dado paso a un esque-
cihc el nombre de c,simbolismo disfrazado» , ma de color mucho menos decorativo, pero
consistente en que cualquier detalle del mucho más flexible y diferenciado. Los to-
cundro, por cnsual que pueda ser, transmi- nos apagados -verdes suavizados, grises
to un mensaje simbólico. Aqu_í los lirios de- azulados o marronáceos- muestran una
notnn In cnslidad de la Virgen, mientras el nueva sutileza, y la escala de los tonos in-
brillante recipiente de agua y la toalla que termedios es más suave y de gama más am-
cuclgn de Ju percha no son simples objetos plia. Estos efectos son esenciales para el es-
domésticos, sino atributos e.le María como tilo realista de Campin; fueron posibles gra-
el «recipiente más limpio» y el «pozo de las cias a la utilización del óleo, medio que fue
aguas vivas». El símbolo más misterioso es, uno de los primeros en explotar. La técnica
posiblemente, la vela situada junto a los li- básica de la pintura medieval había sido el
rios. Acnbu de apagarse hace ~n momento; temple, en la cual los pigmentos en forma
¿pero por qué había sido encendida bajo la de polvo se mezclaban («temperaban» o
luz del día y qué es lo que apagó la llama? «templaban») con yema de huevo diluida.
¿Acuso In irrudiación divina de la presencia Se obtenía así una capa delgada, resistente
del Sci'tor extinguió la luz material? ¿O la y de rápido secado que convenía admirable-
llama representaba la luz divina, que aho- mente al gusto medieval por las superficies
ra se ha extinguido para mostrar que Dios de color planas y fuertes. El óleo, en cam-
se ha hecho hombre, que en el Cristo «el bio, es un medio viscoso que seca lentamen-
Verbo se hizo carne»? Resulta evidente que te. Puede ofrecer una vasta gama de efec-
en la pintura sobrevive toda In abundancia tos, desde películas delgadas y translúcidas
d~J simbolismo medieval, pero se ha sumer- (llamadas «vidriados») hasta el más espeso
gido tanto en el mundo de las ap. ariencias impasto (una capa densa de pintura cremo-
COt'd'
1 tanas que a menudo dudamos e.le que sa y gran cuerpo). El óleo permite también
un .determinado detalle cxiJ'a una interprc- la mezcla de los colores directamente sobre
tnc16 11• s1m
· b ólica . ¿Cómo, nos preguntamos, la tabla, técnica que produce una escala
Pudo intentar Campin simultáneamente lo continua de tonos, incluyendo unos oscuros,
que nosotros consideramos generalmente ricos y aterciopelados que no se conocían
como obJct1vos
' · ·
opuestos, es decir el rcahs- anteriormente. Sin el óleo, el logro de una
1 ti 11 1,1 "' '1 111 ,,,11 11

r,•¡didad i, lil1: 1 í 1rl<: cfo lw 1 1:1 ·', I re,•,


JHll ' pa rc ntc. Incluso en el día más claro, el aire
íl 111w1w<1'i 1í1d,, n1111.:h1J m{, t llmí~
l11il111!1 ;, 1· que ~e interpone entre nosotros y las cosas
1 ,do, 1•,,r 1;,1111,, 1;,111hi(:11 d,~1idc d p1111Lo de que e:s tamos mirando actúa como una pan-
vh 111 ll c11ir11 l1wn111 lrn, "r:,dl'<: d · l;.1 pin - talla neblinosa que interfiere nuestra capa-
1ura 111,1dcl'IIIP•, p111 : , t11· c<n1vc r1irfar1 e n 10- cidad de ver claramente las formas y colo-
d:ih parll', c11 c:l n1t·di,, hfi1iko cJ ·l plnLor. res dis tantes; cuando nos aproximamos al
límite de visibilidad, hace desaparecer to-
Vuu Eyck talmente las formas y colores. Para nuestra
pcrccpci6n del espacio profundo, la pers-
Nu <=r ·o n ·c,:1'H1rio d ·dr que la gama com- pccti va aérea, es más fundamental que la li-
pl •ta de d<·ctw q11(! poti ihlliLt, el /,leo n(J fue neal, que registra la disminución del tama-
,ksc11hl,·rta de 11nH Hola vez ni por un solo ño aparente de los objetos conforme aumen-
hombre. La (.!CJlltrihuci{,n de Campin fue ta s u distancia con respecto al observador.
Hl ·nor 4ue In ele Jan vHn f!.yck, artista algo Su eficacia no se limita a las vistas aleja-
mñs Jvvcn y mucho m(rn famoso, considera- das; en La Crucifixión, hasta el primer pla-
do durnntc 11111 ·ho tiempo como el verdade- no parece envuelto en una neblina que sua-
ro «Inventor" de la pintura al (,leo. Es mu- viza los contornos, sombras y colores. Toda
cho lo que sabernos Robre la vida y carrera la escena tiene una continuidad y armonía
de Jon, pern su hermano mayor, Hubert, que está más allá de la gama pictórica de
que, por ICJ visto, eru también pintor, sigue Campin. Es evidente que los Van Eyck uti-
siendo unn figura discutida. Hay varias lizaron con refinamiento extraordinario el
obrns que podrf an haber sido pintadas por óleo.
cwdquicrn de los dos, incluyendo las dos ta- Considerada en conjunto, la Crucifixión
blns en lus que representan la Crucifixión y parece singularmente desprovista de dra-
el Juicio Hnal (fig. 166). Los estudiosos es- ma, como si la escena se hubiera suavizado
tán de acuerdo en fecharlas entre 1420 y mediante algún hechizo mágico. Sólo al
1425, pero no en cuanto a sí el autor fue Jan concentrarnos en los detalles nos damos
o Hubert. El estilo de estas tablas tiene mu- cuenta de ]as emociones violentas de los
cho en común con el de la Anunciación de rostros de la multitud que hay bajo la cruz,
Merotle: la <levoción ,1bsoluta por el mundo y del dolor retenido, pero profundamente
visible, el espacio profundo, los pliegues an- conmovedor de la Virgen y sus compañeros
gulares de los ropajes, menos graciosos, en el primer plano. En el Juicio Final, este
pero mucho más realistas de los lazos dis- aspecto dual del estilo eyckiano adopta los
continuos del estilo internacional. Sin em- dos extremos: por encima del horizonte
bargo, las formas individuales no son tan todo es orden y tranquilidad, mientras pre-
tangibles, parecen menos aisladas, menos domina la condición opuesta por debajo, so-
•csculturalcsn, y la sensación de profundi- bre la tierra y en el reino de Satán. Los dos
dad del espacio procede no tanto del escor- estados se corresponden de ese modo con el
zado violento como de cambios sutiles de la Ciclo y el Infierno, la bendición contempla-
luz y el color. Al inspeccionar lentamente la tiva frente a la turbulencia física y emocio-
Crnci(ixión, desde las figuras del primer nal. El mayor desafío a la capacidad imagi-
plano hasta la distante ciudad de Jerusalén nativa del artista se produce, claramente,
y las cimas nevadas del fondo, vemos una en la mitad inferior. Los muertos, que se le-
disminución gradual en la intensidad de los vantan de las tumbas con gestos frenéticos
colores locales y en el contraste de la luz y de miedo y de esperanza, así como los con-
la oscuridad. Todo tiende hacia un tinte denados, despedazados por monstruos dia-
uniforme de luz gris azulada, de modo que bólicos más terribles que todo lo que hubié-
la cadena montar1osa más lejana se funde ramos visto anteriormente, comparten la
con el color del ciclo. Este fenómeno óptico realidad pavorosa de una pesadilla; pesadi-
recibe el nombre de 1<perspcctiva atmosfé- lla que es "observada» con el mismo cuida·
rica o aén.'.a ", puci, se debe al hcchu de que do infinito que se puso en el mundo natu-
la atmósfera no es nunca totalmente trans- ral de la Crucifixión.
66
~ · Húbert y/o Jan van Eyck. Cru!:i/txi;;,; Ji/ J~id (J Final, ,:, 14W,2~ , T,•mpl~ y út.•ü t4,f1n: lít:r,¡11 rranflforldo
1: tabla; 56,S x .19,5 cm. Metmpolíwn MuM.'um ,,, An , :-:w:~JJ 'í~rt Cf.1,..t, h .,. flim,f, IIJ.HJ.
IIW 11 1:1 -.! ,H l\lll 1 1•

167-69. Hubert y Jan van Eyck. El Retablo de Gante. Completado en 1432. Oleo sobre tabla, 3,40 x 4,40 m.
St. Bavo, Gante. 167. (arr iba a la izquierda) retablo abierto; 168. (arriba a la derecha) deta lle de Adán y Eva;
169. (abajo) retablo cerrado.

El Retablo de Gante (figs. 167, 168 y 169), trato vemos en el exterior del altar. La re-
el mayor monumento de la primera pintu- construcción del orden de estos aconteci-
ra flamenca, presenta problemas tan com-
plejos que tenemos que limitar el análisis a
lo más esencial. La inscripción nos informa
que la obra, iniciada por Hubert, fue com-
pletada por Jan en el año 1432. Como Hu-
bert murió en 1426, suponemos que el reta-
blo fue realizado en los siete años trans-
curridos entre 1425 y 1432. Podemos espe-
rar, por tanto, que nos introduzca en la fase
siguiente del nuevo estilo, después de las
pinturas que hemos visto hasta ahora. Aun-
que la forma básica es un tríptico, un cuer-
po central con dos laterales con bisagras,
cada una de las tres unidades se compone
de cua tro tablas distintas, y como los late-
rales están pintados por ambos lados, el re-
tablo tiene un total de veinte partes compo-
nentes, de formas y tamaños diversos. El
conjunto constituye lo que con justicia se
ha denominado un «superaltar», abruma-
dor pero nada armonioso, que no podía ha-
b er sido planificado de ese modo desde el
p rincipio. Parece ser que Jan se hizo cargo
de las tablas que Hubcrt. dejó sin terminar,
hu. c_o mplctó, a iíadió a lgunas suyas y las
rcumó po r orden del rico donante, cuyo re-
l' I N I 1/fi.A lll:1. (,11'1 l <:1 1 TAIWIO Al. !\'OHTE IJE LOS Al.PES 181

lentos, del ·n11iri;111do ln par'll: de ead:1 ba, :,; ino e n e l lerd o inferio r. Los dos San
JII . f' '
]lcrrTléll10, es llll .JIIC/'CJ •.,s ' llltllll'
,~_crn lrai- J 1wncs (pinta d os cJc gri s simul a ndo escultu-
cioncrn. Baste co11 d ·c 11· q111: l:1 l1 g11ra de ras , c.:orn c1 las escenas c.le Caín y Abe)), el do-
Hubcrt sigue siendo al go w; ·ttra; s11 es tilo, n:.r nl c y s u esposa, ca da uno en hornacinas
cubierto por retoques d · Jan, se crrc uc nlra sepa rac.las , son los parientes más inmedia-
probnblemc11tc en las ·ua1n, tablas cc11tra- tos e.le las tabl as de Ca ín y Abel. El tercio su-
lcs, aunque éstas 110 cstuvicrnn junlas ori - pcriCJr tiene <los parejas de paneles e.le an-
ginariamente. Las tres superiores, con fi g u- chura <lifcrentc; el artista ha convertido en
ras enormes, que en la <lis posici(H1 final una virtucJ la exi gencia c.lc combinar a los
aplustan u .l a mulLitucJ de pcqueiias fi guras cualru en un interior. Recordemos que ese
que huy abajo, du la impresión c.lc que hu- efec to había si<lo creado casi un siglo antes
bieran sido pensadas para un tríptico: el Se- (comparar con la fig . l 58), pero Jan, no
ñor entre la Virgen María y San Juan Bau- contentándose sólo con los dispositivos de
tista. La tabla inferior, con las cuatro que la perspectiva, potencia la ilusión al pintor
lo flanquean, constituían probablemente un las sombras que producen los marcos de las
retablo separa<lo, el e.le la Ac.loraci6n del tablas sobre el suelo de la cámara de la Vir-
Cordero o el Cordero Místico, como símbo- gen. Es interesante que, en sus detalles do-
lo de la muerte sacrificial de Cristo. Los dos mésticos, esta Anunciación se asemeje al
paneles con ángeles músicos debieron ser Retablo de Merode, proporcionando de ese
pensados por Hubert como cerradores de modo una valiosa vinculación entre los dos
un órgano. Si esta serie de conjeturas es grandes pioneros del realismo flamenco.
~certada, las tablas alargadas, en las que En los retablos de Merode y de Gante ocu-
vemos a Adán y Eva (fig. 168), son las úni- pan posiciones visibles los retratos, de es-
cas que añadió Jan al conjunto de Hubert. pléndica individualidad, de los donantes.
~on, ciertamente, las más osadas de todas: A mediados del siglo XIV se había produ-
los desnudos monumentales más antiguos cido un renovado interés por el retrato
de la pintura sobre tabla septentrional (casi realista, pero el retrato no tuvo un papel
de tamaño natural), magníficamente obser- importante en la pintura septentrional has-
vados y acariciados por un delicado juego ta el Maestro de Flémalle. Además de los de
de luces y sombras. Su tranquila dignidad los donantes, empezamos a encontrar aho-
y el lugar prominente que ocupan en el re- ra en número creciente retratos pequeños e
tablo sugieren que no han de recordarnos independientes, cuya - peculiar intimidad
tanto el pecado original como la creación sugiere que eran recuerdos atesorados. Uno
del hombre a imagen y semejanza de Dios. de los más fascinantes es el Hombre del tur-
Como contraste, el mal real está represen- bante rojo, de Jan van Eyck (fig. 170), de
tado en las escenas pequeñas, pero violen- 1433, que bien pudiera tratarse de un au-
tamente expresivas e.le arriba, que muestran torretrato, pues la ligera tensión de los ojos
la historia de Caín y Abel. Todavía más ex- parece deberse a que está mirando a un es-
traordinario es el hecho de que Adán y Eva pejo. Todos los detalles de forma y textura
fueran diseñados para ocupar esas posicio- han sido registrados con precisión micros-
nes en el conjunto. Consciente de que se pre- cópica. Aung_ue Jan no suprime la persona-
sentarían realmente de ese modo al espec- lidad del modelo, este rostro, como el de to-
tador, cuyo nivel ocular está por debajo de dos sus retratos, es un enigma psicológico.
la parte inferior del retablo, Jan van Eyck La tranquilida<l estoica de sus retratos re-
los ha ·representado de acuerdo con ese pun- fleja seguramente más su ideal consciente
to de vista anormal, estableciendo con ello del carácter humano que indiferencia o fal-
u.na relación nueva y directa entre el espa- ta de percepción.
cio pictórico y el real. Las ciudades flamencas en donde floreció
Es evidente que las superficies exteriores el nuevo estilo de pintura -Tournai, Gante
~e los dos laterales (fig. 169) fueron pensa- y Brujas- rivalizaron con Florencia en
Aas por J.an como una unidad coherent~. cuanto que centros de l comercio y la banca
quí las figuras más grandes no están arri- internacional. Entre sus residentes extran-
182 EL RENACl:\IIF.N"fO

de simbolismos sutilísimos y disfr


.
que transmiten 1a naturaleza sacraazadas,
. . L , . rnental
del matnmomo. a umca vela que h
el candelero, ardiendo a la luz del d'ay en
. d l ia, re.
presenta a 1 ensto que to o o ve; los 2
. d 1 . apa.
tos que se h a qmta o a pdareJa nos recuer.
dan que es «terreno sagra o» (ver pág. 23)·
hasta el pequeño perro es un emblema de fi~
delidad marital. Lo mismo que en la Anun-
ciación de Merode, aquí el mundo natural
con tiene de tal modo al mundo del espíritu
que ambos llegan a convertirse realmente
en uno.

Rogier van der Weyden

En la obra de Jan van Eyck, la explora-


ción de la realidad, que se hace visible por
medio de la luz y del color, había alcanza-
do un límite que no será sobrepasado hasta
pasados dos siglos. Rogier van ~er We~den,
el tercer gran maestro de la primera pmtu-
ra flamenca, se propuso una tarea diferen-
te, pero igualmente importante: vol~er_ a
captar, dentro del marco del nuevo est1lo
170. Jan van Eyck. El Hombre del turbante rojo creado por sus predecesores, el drama emo-
(¿Autorretrato?). Oleo sobre tabla, 26 X 18 cm. cional el pathos del pasado gótico. Vemos
' ' bra
National Gallery, Londres (Reproducido por cortesía esto de inmediato en su temprana 0
de los Trustees). maestra el Descendimiento de la Cruz
1
1
(fig. 173) pintada aproximadamente en 1ª
jeros había muchos hombres de negocios misma época' que los Desposonos· de Amo·
· 'ó es·
italianos. Para uno de ellos, quizá un miem- fi. Aquí el modelado tiene una precisi n .
bro de la familia Arnolfini, Jan van Eyck cultural con frágiles pliegues en los ropa
pintó su retrato más grande y famoso, los jes coro~ los de Campin, mientras los su~~
Desposorios de Arnolfini (fig. 171). En el ves semisombreados muestran la inflhuenrnc~s
cuadro, la joven pareja intercambia solem- · de Jan van Eyck. Pero Rog1er· es mue odece·
nemente los votos matrimoniales en la in- que un simple seguidor de los dos rr:s que
timidad de la cámara nupcial. Parecen es- sores· utiliza lo que les debe para in•rnien·
tar solos, pero cuando miramos el espejo , . El acontec1
son exclusivamente suyos. d Cristo
que hay tras ellos descubrimos que han en- to exterior (la bajada del cuerpo :orno el
trado otras dos personas en la habitación. de la Cruz) no le interesa tanto os· lOS
. . t s human .
Una de ellas debe ser el artista, pues las pa-
labras que hay encima del espejo, en flori-
mundo de los sent1m1en ° rostros Y
antecedentes artísticos de esos, nen la es·
da caligrafía jurídica (fig. 172), nos dicen gestos sobrecogidos de dol_or e~ta aonn (ve~
que «Johannes de eyck fuit hic» (Jan van cultura gótica como la Pi eta e ntan de
Eyck estuvo aquí), añadiendo la fecha de ' lame R.
fig. 148) y los ángeles que se f g 149), ~
1434. Entonces el papel de Jan es el de un 1
Pozo de Moisés de Sluter (ver ·a hornac 1~
testigo; la tabla trata de mostrar exacta- a en un si
gier ha dispuesto la escen t do, coillO .
me~t~ lo que vio, y tiene la función de un 0
na arquitectónica de poco ~readaS, ce~-
cert1f1c~do de matrimonio pictórico. Pero a sus figuras fueran estatuas co.1 , 0 en el pr
pesar de su realismo, la escena está repleta trando así toda nuestra atencio
l'I NTl /ll/\ II F. 1. (:OTI CO T/\ltlllO Al. NOllT E UF. LOS ALPES )83

l 7 t. Jan
(repr d van · d e A n,u ¡¡··1111·. 1434 • 01 co su b re t a bl a, 84· x 57 cm . N a 1·1011a 1 Ga 11 cry, Lun d res
. Eyck •· Desposorros
0
ucido por cortesía de los Trustccs).
t , .¡ l I tll 'l. \ t i 11 11

,· n~a l !ano. No _es extrnüo que el arte de Ro-


.,~<.: ~' I 'r, 1u.~ .ha s1 lo adecuadamente descrito
'
' 1
• ) 111 , · hs1~n mcnt c m ás desnudo que el de
. 11 h (;·,
' ¡,' J :rn Ya n Ey k. p ero espiritualmente m '
. . . d . 1 as
\ n e ~. strn crn e.1emp o para un número
in 'n i ulabl e de artistas. Fue tan grande la
nut ori dnd de su es tilo que entre 1450) 1500
tm·o una influencia suprema, al norte de los
Ali es, no sólo en la pintura sino también en
la es ulturn.

Hugo ,,an der Goes; Geertgen

Pocos de los artistas que siguieron a Ro-


gier Yan der \\ eyden lograron escapar de la
sombra del gran maestro. El más dinámico
de éstos fue Hugo, an der Goes, un e:enio in-
- -
feliz cuyo trágico fin sugiere una personali-
dad inestable, que hov en día nos resulta pe-
culiarmente interesante. Tras un espectacu-
172. Jan van Eyck. Desposorios de Amolfiui (detalle lar ascenso a la fama en la atmósfera cos-
de la fig. 171).

173. Rogier van der Weyden.


El Descendimiento de la Cmz. c. .
1435. Oleo sobre tabla, 2,19 x 2,83 m.
El Prado, Madrid .

.____ - ·. .~
174. Hugo van der Gocs. Tabla cent ral del Raab.'o Poni,:.;;ri. c . 1..:, c-. O.e..'-> _- b n_, ta
Galería Uffizi. Florencia .

mopolita de Brujas, en 1478, cuando tenía dad de la tabla central, que comparten la
unos cuarenta años, decidió entrar en un misma escala gigantesca. Se da un notable
monasterio como hermano lego; siguió pin- contraste entre la frenética excitación de los
tando durante algún tiempo, pero ataques pastores y la solemnidad ritual de las otras
depresivos cada \'CZ más intensos le lle,·a- figuras. Esos trabajadores del campo. que
ron al borde del suicidio, v moría cuatro miran maravillados al niño recién nacido,
años más tarde. Su obra má~ ambiciosa, un reaccionan al milag1 o dramatico de la Na-
enorme retablo que completó hacia 1476 tividad con unos ojos desorbitados v con-
para Tommaso Portinari, es un loero sobre- centrados que nunca anteriormente "se ha-
cogedor (fig. 174). Aunque no sea -necesario bían intentado. En el último cuarto del si-
buscar en él indicios de la futura enferme- glo X\ no hubo en Flandes pintores compa-
dad ~ental de Hugo, evoca sin embargo rables a Hugo van der Goes, y los artistas
~na personalidad tensa y explosiva. En los más originales aparecieron más al none. en
;.~f rales, por ejemplo, los miembros arro- Holanda. A uno de ellos Gecrtgen tot Sint
~ ad~s ~e la familia Poninari quedan em- Jans de Haarle.m. debemos la encantadora 'a-
p qucncc1dos por sus santos patronos cuvo tivida.d reproducida en la fig. 175. tan osa-
tarn• ñO • • -
da . a su modo tranquilo. coma la tabla cen-
ªi gigantesco les caracteriza como se-
~ s , cu n ord en superior. como José Y la\ ir-
. tral del Rt?tablo Portinari. La idea de una
en Maria, y por los pastores de la· Nativi- Natividad nocturna, iluminada sobre todo
186 EL RENACIMI ENTO

por la irradiación <lel Niño Cristo, nos de-


vuelve al estilo internacional (ver fig. 164)
pero Geertgen da una reali<la<l nueva e in~
tensa al tema al aplicar los descubrimien-
tos pictóricos de Jan van Eyck. El efecto
mágico de este pequeño panel aumenta
merced a las formas suaves y simplificadas
que registran con sorprendente claridad el
impacto de la luz: el pesebre es un abreva-
dero rectangular; las cabezas de los ánge-
les, el Niño y la Virgen son tan redondea-
dos como objetos torneados.

El Bosco

Si las formas «abstractas» de Geertgen


nos atraen especialmente hoy en día, otro
artista holandés, Jerónimo Bosco, apela a
nuestro interés por el mundo de los sueños.
Poco es lo que sabemos de él, salvo que pasó
su vida en la ciudad provinciana de Her-
togenbosch. Sus pinturas, llenas de una
imaginería extraña y aparentemente irra-
175. Geertgen tot Sint Jans. La Natividad c. 1490.
cional, han sido tan difíciles de interpretar
Oleo sobre tabla, 34 x 25 cm . National Gallery, que muchas de ellas siguen siendo un enig-
Londres (reproducido por cortesía de los Trustees). ma. Esa dificultad se ve inmediatamente si
estudiamos el tríptico llamado el Jardín de
las delicias (figs. 176, 177). De las tres ta-

176. Jerónimo Bosco. El Jard(n de las delicias. c . 1500. Oleo sobre tabla; centro 2,19 x 1,95 m.; laterales
219 x 95 cm. cada uno. El Prado, Madrid.
l'INTUlt,\ II E I. G OT J(;O 'J'/\IIIHO /\l. N IJJC'J'I', IJI'. 1.IIS /\ 1.1'1'.H JH7

177. Jerónimo Bosco. Tabla central de El Jardín de las Delicias (detalle de la fig. 176).

bias, sólo la de la izquierda tiene un tema significa la tabla central? Tenemos un pai-
claramente reconocible: el Señor presen- saje muy semejante al del Jardín del Edén,
tando el Jardín del Edén a Adán y Eva, que poblado por incontables mujeres y hombres
a~aban de ser creados. El paisaje, casi eyc- desnudos que realizan una variedad de ac-
ki~no por su aérea amplitud, lo pueblan ciones peculiares: en el centro, desfilan al-
animales y monstruos híbridos de tipo ex- rededor de una cuenca circular a lomos de
traño Y s1mestro.
· · La tabla de la derec h a, todo tipo de animales; muchos retozan en
un_a escena de pesadilla de ruinas ardiendo lagunas; la mayoría están estrechamente
e instrumentos fantásticos de tortura, re- vinculados a enormes pájaros, frutos, flores
presenta seguramente el infierno. ¿Pero qué o animales marinos (fig. 177). Sólo unos
\

188 EL RENACIMIENTO

pocos se dedican abiertamente a hacer el que reprod~cimos en la fig. 178. A juzgar


amor, pero no cabe duda de que las delicias por los ropaJeS, su contacto con Campin de-
de este «jardín» son las del deseo carnal, bió ser estrecho. Pero lo que atrae nuestra
aunque extrañamente disfrazado. Los pája- atención, más que las figuras, es la escena
ros, frutas, etc., son símbolos o metáforas y en esto la influencia de Van Eyck paree~
que utiliza el Bosco para representar la vida dominante. Sin embargo, Witz era un ex-
del hombre en la tierra como una repetición plorador por propio derecho que sabía más
interminable del Pecado Original de Adán que cualquier pintor de su tiempo acerca de
y Eva, por el cual todos estamos ~estinados las propiedades ópticas del agua (obsérvese
a ser prisioneros de nuestros apetitos. En especialmente, en el primer plano, el fondo
ninguna parte sugiere la posibilidad de sal- de la orilla del lago). También el paisaje es
vación; la corrupción, al menos en el nivel una aventura original, pues se trata de una
animal, se ha afirmado ya en el Jardín del parte concreta de la orilla del lago Leman
Edén (como atestiguan los monstruos de la de Ginebra, y se trata del «retrato» de pai-
tabla izquierda), y todos estamos destina- saje más .antiguo que conozcamos.
dos al Infierno, el Jardín de Satán (fig. 176, Un estilo flamenco, influenciado por el
derecha). Mas a pesar del profundo pesimis- arte italiano, caracteriza al más famoso de
mo del Bosco, en este panorama de la hu- todos los cuadros franceses del siglo XV, la
manidad pecadora hay una inocencia, in- Pieta de Aviñón (fig. 179). Como indica su
cluso una belleza poética inolvidable. Cons- nombre, la tabla procede del extremo me-
cientemente, era un moralista duro que pin- ridional de Francia. Fue pintado, probable-
tó un sermón visual, llenando todos los de- mente, por un artista de esa región, pero no
talles de un significado didáctico. Pero in- lleva el nombre de ese importante maestro
conscientemente debía estar tan embelesa- y no conocemos otras obras de su mano. Lo
do por el atractivo sensual del mundo de la único que podemos decir acerca de sus an-
carne que las imágenes que acuñó tienden tecedentes es que debía estar plenamente
a celebrar lo que pretenden condenar. Se- familiarizado con el arte de Rogier van der
guramente es ésa la razón de que hoy en Weyden, pues el tipo de las figuras y el con-
día, aunque no entendamos ya todas las pa- tenido expresivo del cuadro no podrían de-
labras del. sermón, el Jard{n de las delicias rivar de otra fuente. Al mismo tiempo el di-
siga provocando una respuesta tan pode- bujo, magnífico por su simpleza y estabili-
rosa. dad, es más italiano que septentrional (ya
vimos estas cualidades en el arte de Giot-
to). También es meridional el paisaje de-
PINTURA FRANCESA Y SUIZA sierto y sin rasgos, que pone de relieve el
aislamiento monumental de los personajes.
Veamos ahora brevemente el arte del si- Las edificaciones distantes que hay tras el
glo XV en el resto de la Europa septen- donante, situado a la izquierda, tienen un
trional. Desde 1430, el nuevo realismo de sabor islámico inequívoco: ¿pretendió el ar-
los maestros flamencos empezó a extender- tista situar la e·s cena en un entorno autén-
se hacia Francia y Alemania, hasta que a tico de Oriente Próximo? De cualquier
mediados de siglo su influencia era supre- modo, con todos esos rasgos ha creado una
ma desde España hasta el Báltico. Entre los imagen inolvidable de pathos heroico.
incontables artistas (muchos de ellos toda-
vía anónimos) que produjeron adaptaciones LAS ARTES GRAFICAS
provincianas de la pintura de los Países Ba-
jos, sólo unos pocos estaban lo bastante do- Imprenta
tados para transmitirnos hoy en día una La principal contribución de Alemania al
personalidad distinta. Uno de los primeros 1 arte del siglo xv fue el desarrollo de la i~-
y más originales, fue Conrad Witz de Basel pren ta, tanto para imágenes como para l~-
cuyo retablo para la catedral de Ginebra' bros . Los primeros libros impresos con ll·
pintado en 1444, incluye la notable tabl~ pos fueron producidos en Renania poco des·
, •,,1 1 11 1 11 11 ( () IJ ·
. l () l .\ llfJJ O .\l. ,<rnTJ : IIJ-: I.OS ALPES 189

178, Conrad Witz. La Pesca Milagrosa. 1444. Tabla, 1,29 x 1,65 m. Museo de Ginebra.

pués de 1450. La nueva técnica se extendió la civilización occidental. Pero no fue me-
por toda Europa y se convirtió en una in- nor la importancia de la impresión de imá-
dustria que produjo un profundo efecto en genes; sin ella, el libro impreso no habría
sustituido tan rápida y completamente la
!'~· Maestro francés meridional. La Pieta de Avi11ón.
. 470. Oleo sobre tabla 1 62 x 2 18 m Louvre
labor de los iluminadores y escribanos me-
dievales. La técnica de impresión pictórica
París. ' ' ' . ' más antigua es el grabado en madera, o xi-
lografía, en la que se graba un relieve sobre
tablas de madera, ahuecando las zonas que
han de quedar en blanco. Los primeros
ejemplos muestran todos las cualidades fa-
miliares del estilo internacional (fig. 180),
pero tienen un dibujo plano y ornamen~al;
las formas son definidas por con tornos sim-
ples y gruesos. Como los perfile~ tenía1:1 que
ser rellenados con color, estas 1mpres1ones
recuerdan a menudo a las vidrieras (ver
fig. 153), más que a las miniaturas a las que
sustituían. Fueron un arte popular, que no
atraJO. a los grandes maestros hasta poco
~·~
180. Santa Dorotea. c. 1420. Grabadn en mad.ua. JHI. M,,rtfri , d1(;r1v,,1 iu:r , /,a ~ 'frntr11: /1,rw ~ t/1• ,<hm
Staatlíche Graphí.sche Sammlung, Muních . Antr,n/11. e, l4k(J,9(J . (ir;,n;,d,, , M ~: lt(1(111Jlt:w Muc:ctHfl
r,f Art, Nu¡:v;, York (1 10v. ·ri; l 1uud, l 1J í (J) ,

antes del 1500. Una sola tabla de madera


permitía la producción de miles de copíaR, pué , y huy en día conoccrriu i r,ur ~;u num•
que podían venderse por unas cuantas mo- hrc a lo grahadorc,. m{J t¡ írnpc,rtMHc1: de fí.
nedas, poniendo por primera vez en nue,v nalcf) del iglo xv. P:I
rrmyor de todu cllc,11,
tra historia la propiedad individual de imá- Martín Sch<Jngaucr, pucJrhi 1;cr ll,11nacJ" el
genes al alcance de casi todo el mundo. Rogícr van dcr Wcydcn c.fcl ~rah&cJu, pues
1,w, ímprcRíonc~ e 1t{.in llcm11¡ de rnotívoti Y
díHpo,;itívc, cxprc iívo rugícríÍ,;lmm. Pero
Grabado: Schongauer
Schongaucr po· cfa también 1l U propia capa·
El grabado, algo más joven que la xílo- ciclad inventiva; uu,i rncjorc,: grabíldug
grafía, fue desde el principio un medio más guardan una cquívalcr1ch1 plena cun las
sofisticado. A diferencia d.e és ta, los graba- píntura w hrc tahla grada i a lt.1. cornplejl·
dos no se imprimen a partir de un dibujo dad del dibujo, la profundidad ct1padal Y la
elevado, sino de acanaladuras en forma riqueza de textura. La, Trmtadone.'I de San
de V conadas en una placa de cobre reali- Antonío (fl g. 181 ) combi nan ma8i1,tralmcn·
zadas con una herramienta de acero llama- te la cxprc ívída<l , alvajc y ht prccitMm f~,~-
da buril, por lo que n..~ ulta muc ho más fá- mal, el movimiento víolcntu y la e rnh1lr·
cil obtener líneas finas. Los cjcmpl01i má dad <Jrnamcntal. Cuanto mfi mín.srnc; este
antiguos que conocemos, datados hacía el 1rahadu, rnáff no, maravíllamu > de ,u gam~
año 1430, mw..-stran ya la influencia de 1 de valurc turntlC,', la belleza rHmíca de la
grandes píntorC'i flamencos . Además, lo línea grabada y la cé:lpé:lcí<fad cJcl íJrti ta
~hados no comparten el anonimato de la · para lograr toda tcxturn de .upcrfic:íc con·
x1LograHas: puede distínguír~ casi de de el cchíhlc variando el mudo de awcar J;,i pla·
principío el trabajo de man04, índívíduale • ca con el buril, A e te re, pecto rw ~.crfo r.o·
las fechas e ínícíalcs aparecen poco dcS.: hrcp'1 ado por ningún graba.dur povtcrfur,
El primer renacimiento en Italia

cuando analizábamos el nuevo estilo de ca, teoría musical), dialéctica, gramática,


intura que surgió en Flandes hacia el año retórica y filosofía; las bellas artes queda-
}420, no tratábamos de explicar los moti- ban excluidas, por ser un «trabajo manual»
vos de que dicha revolución ocurriera pre- no basado en la teoría. Por tanto, cuando el
cisamente donde y cuando se produjo. Ello artista logró ser admitido en el grupo selec-
no quiere decir, sin embargo, que dicha ex- to, hubo de redefinirse la naturaleza de su
plicación sea imposible; simplemente signi- trabajo: vino a ser considerado como un
fica que todavía no entendemos plenamen- hombre de ideas, no un mero manipulador
te la relación existente entre los grandes de materiales, y la obra de arte era vista
pintores flamencos y la situación social, po- como la manifestación visible de su mente
lítica y cultural en que trabajaron. En me- creativa, lo cual significaba que esas obras
jor posición nos encontramos con respecto no tenían que ser juzgadas por los niveles fi-
a los orígenes del arte del primer Renaci- jos de la artesanía. Bien pronto, todo lo que
miento en Florencia. Hacia el 1400, Floren- llevaba la huella de un gran maestro era co-
cia se enfrentaba a una grave amenaza a su leccionado ansiosamente: dibujos, esbozos,
independencia, proveniente dél poderoso fragmentos y piezas sin terminar. También
duque de Milán, quien trataba de poner las propias perspectivas del artista sufrie-
bajo su mando a Italia entera. El único obs- ron un cambio; en compañía ahora de hom-
táculo serio a su ambición era Florencia. La bres de saber y de poetas, el artista se trans-
afortunada resistencia de la ciudad dio lu- formó a menudo en hombre de conocimien-
gar a un nuevo tipo de humanismo cívico- tos y cultura literaria, que podía escribir
patriótico, que aclamaba a Florencia como poemas, una autobiografía o tratados sobre
a la «nueva Atenas», adalid de la libertad y teoría del arte (hasta entonces los artistas
hogar de las artes y las letras. Tal es la ra- sólo habían tenido libros de dibujo). Otra
zón de que, en medio de la crisis, los floren- consecuencia de su nuevo estatus social fue
tinos se embarcaran en una vasta campaña que los artistas tendieron a identificarse
para embellecer la ciudad con monumentos con uno de estos dos tipos contrastantes de
dignos de la «nueva Atenas». Las enormes personalidad: el hombre de mundo, que se
inversiones no eran en sí mismas garantía encontraba a gusto entre la sociedad aris-
de calidad artística, pero proporcionaban tocrática, o el genio solitario, que probable-
una oportunidad espléndida para todo tipo mente entraba en conflicto con sus patro-
de talento creativo. Las artes visuales fue- nos. Es notable la prontitud con que esta vi-
ron consideradas desde el principio mismo sión moderna del arte y los artistas se con-
co~~ esenciales para el resurgimiento del virtió en una realidad viva en el primer Re-
espintu florentino. Durante toda la Anti- nacimiento florentino .
gf_üedad Y la Edad Media habían sido clasi-
1cad ·
. as Junto con los oficios o «artes meca-,
nicas»·
l , y a hora rec1'b'1an, por vez primera,
·
ESCULTURA
e__rango de artes liberales. Esa reivindica-
c1on ga naria, aceptación genera1 un s1g . 1o
~?s t~rde en el mundo occidental. ¿Qué im- Donatello
sel~aciones tenía eso? Por una tradición que
La edad heroica del primer ~ enacimien-
les emontaba hasta Platón, las artes libera-
to es la primera mitad del siglo xv. El art_e
les comprendían las disciplinas intelectua-
ballnccesarias
· para la educación de un ca- fl oren·t 1·no , dominado por los creadores· don-
'
. les del nuevo estilo ' mantuvo una m 1s-
gma
ero: matemáticas (geometría, aritméti-
192 EL RENACIMIENTO

ti empu la ·;. t i !,,, d · 11 u rrH ;1 r , ·; r-. t1r1,y , 1,r-,


1

escultural ·!,.
Dunatcl lu Ju · ·1 ·!,ct dl 11 r rrr {,; l,,,pu11,,n1,:
cJcl siglc, xv. Entn1111<Jr. ·!;ir au, ·11 1 • •ti w,:,
nueva é poca c.;u;H1c.l
. J u rní ntt rH,:i
/ :u., San Jr,y,,.11,
(fi g. 182), esc ulpí u en 11 1i.1rtrH1 fli1n, t111,1
hornacin a de la í~Je< í,.1 c.l c <Jrnurllní ·I, ·1· h:;..
cía cl afio J 41 5. De::cJ e lw tíernp<n d · ),; í.m•
tígüec.lacJ , es la primera e ,latLw que v,;rrur-.
que se sostiene a sí mí1;rr1a; ,, <.lídH, d • otru
moc.lo, la pdmera c.¡ue vuelve a e.1plar ·l 1Ít·
nifícado pleno cJcl contrapcHu cl:í~.íw (parn,
un análisi s del contrapcHU, r,a ;ar í.1 J,1
pág. 61 ). De un solo guipe , d artí ,lí.l ~,;, d,,.
minado el logro decis ivo cJe la eM.:ulturn a11 ,
ligua: ha tratado el cuerpu hurm.trHJ (:{>mu
una estructura articulada capaz cfo rrl(JYÍ ·
miento. La armadura y el rupaje w n una e,..
tructura secundaría a la que da /urma el
cuerpo que hay debajo; a cJífcrench·, de cual-
quier estatua g6tica, este San Jorge ~ puc~
de desvestir. Y difcrencíánduse también de
cualquier estatua gótica, se le puede alejar
de su posición que ocupa en el conjuntu ar•
quitcctónico sin que pierda nada de su in·
mensa autoridad. Su posici6n, con el peso
colocado sobre la pierna adelantada, trans•
mite la idea de disposici6n para el combate
(originalmente sostenía un arma en la
mano derecha). La energía contrulada del
cuerpo encuentra eco en los ojos, que pare,
cen escudriñar el horizonte esperando la
llegada del enemigo. Pues este San Jorge,
que mata dragones, es un heroico y orgullo·
so defensor de la «nueva Atenas11 ,
El profeta sin identificar (fig. 183), ap<r
dado Zuccone («Cabeza de Calabaw11) por
una razón que resulta evidente, fue esculpí·
do unos ocho años después para el campa·
..
. ~

~~ nario de la Catedral. Ha gozado desde hace


,í •
,.
-~-•
-~ ,

182. Donatello. San Jorge. c. 1415-17. Mármol, 2,7 m.


.....
tiempo de fama especial como ejemplo no-
table del realismo de Donatello, y es cícr!a·
mente realista; mucho más que cualqui~r
Orsanmichele, Florencia (la estatua está ahora en el
Museo Nacional, y ha sido sustituida en su lugar de estatua antigua o que sus rivales más próx•·
origen por una copia en bronce). mos, los profetas de El Pozo de Moisés (~cr
fig . 149). Mas cabe preguntarnos, ¿qué 1tpo
cutida posición de liderazgo. Para rastrear de realismo tenemos aquí? En Jugar de se·
sus orígenes debemos analizar primero la guir la imagen tradicional de los profo_ta.s,
escultura, pues el gran resurgimiento del tal como hizo Slutcr en El Pozo de Motsé::
mecenazgo del arte cívico se inició con un Donatcllo ha inventado un tipo totalrncn e
. scgu·
concurso por las puertas del Baptisterio nuevo; ¿cómo lo concibió? No lo htz~, • le
(ver pág. 152-53), y fue durante algún ramcnte, observando a las personas que
t:l. PIIIM E R ll E N..\Cl:\111: :'IITO E N ITAI.IA )93

1,1d1111h1111 , lb 111,\ . jll ,1\1,hi.: l} I ' 1111ni\1 1r \


111 111 1\ :, 111111 lt1d d11 l1 h ¡H·,,l,·111, 1 p 1r1 lr 1k
1,,.1 l\.' 11111-i h1bll1·,1. . ;,,11hr,1 11 \lt,s, l\1d,•111,1s s 11-
l'i\lWI' q11, 1 1111111\'ll h1 l1111m':il n111k 111111s 11rn-
d,11,1:-. i11~111i',11h1~ 11111' In d l\'l nld Hl \tll' ll't' I\·
~l\h1111 :1 In 11H1lll1wl , lo 11111 l,, l'1' l' m h\, 1 s11
~\ •:,, In~ 1mhl111 1:-. 1 111u11H1s qu,· h 1hín \'istn
(' II \1\ \1:l, 1 \ll1111·1111n1l~\1H1 , \)1• nhí ,1 l 1,11m.i1' clú-
sk,) d11I : 11,'1' 111iJ, ,•11y11 11,nntn l' lll' d1•sd1• t'I
h,1n1h1, 1 ' ''""'' 111m 10~11 l "''" flµ. 7~>), ~· ln
fns d111111h 1 1·nlw1 n 1 f,•11 1wro nilhlt', romo In
~h' lns r,1 tl' lllt1s 1•1rnH11ws tnrdíos (\'él'
n~, . ), t,,,s J'l'Oplns nm,'nl lnns oh1idnron
p1\,nlo (l\h' ,•I ' ,111'1'011v p1,'l1'1Hlín St'I' 1m pm-
lNII , ~· pnstll'OI\ n 1•011sitl1 rnrlo 1·omn In rc-
1

111,'Sl'IH:wh\n d1• 11111) dt' s11s 1'stnctis1ns. Por


ln ql\t' S(' \'\'1'11 1'\' 11 Ornm1t 1ln, pnr~cé s1'r que
1 1

~·011shk•rú ,,,m org11llo ni Z,wcmw l;omo un


h)~I\) trnlH\lnsnnw111c~ gnnndo, pues es In
prhm. 1·:1 de' sus uhrns q111' llevn su firmn.
1

l)onntt•lln hnhín np1't ndido In tú ·nicn de


1

hl t'Sl'11l1m·n t'I\ hmnc~• en su juv 'ntuct tm-


ht\jnndn hnJo lns órdcm's de Ghibcrt i (,,cr
p:\~, l!1 ). 'on t'Slt mnlt'rinl ~sculpió, unos 183. (i::.q11ierda) Donatello. Profeta (Z11ccone). en el
m11,_,s 1,_ksp111's ch. 1 Zm·cottt', el DaPid (fi-
1
cnmpnnário dt• la Catedral de Florencia. 1423-25.
~urn t ~4), 1 1 prinwr lksnudo <le bulto re-
1
l\tt\rmol. 1,94 m. de altura (el original se encuentra
dondo tk tnmni\o nnturnl desde ln nntigüe- nctuulmente en el Museo de la Catedral, Florencia).
dnd, l.u fülnti IVkdin hnbrín ·c.msidcmdo se-
gumnwnlc ni / a\'id corno un ídolo, ~' tnm- 184. (derecha) Donatello. David. c. 1430-32. Bronce,
bi~n los contcmpon\n~os d" Donntcllo de- l ,SS m. de altura. Museo Nacional. Florencia.
bieron s1.~ntit· nlgunn inquietud n este res-
pe to, pues durnnt muchos ni\os fue In úni-
cu obrn én su tipo. 1.n cstntun debe ser cn- lloso contrapeso. Si, pese a ello, la figura si-
t ndidn "omo un monumento ptiblico cívi- gue transmitiendo una atmósfera profunda-
co-pntrióti 'O que id ntificn n David-débil, mente clásica, la razón está más allá de su
p 'l'O fo vol'' ido por d Sci\or- con Florcn- perfección anatómica; como en las estatuas
cio, y n Golint ·on Mili\n, que hnbín amc- antiguas, el cuerpo nos habla con mayor
1rn1.ndo n Fkn 'ncin hncin ,¡ aúo .1400 y vol- elocuencia que el rostro, el cual, para lo que
vio n g11c1Tc.'!W contrn clln n mcdindos del es habitual en Donatello, se halla extraña-
decenio d' t 4-0. Ln desnudez del David se mente desprovisto de individualidad.
cxplicn mós fl\cilrncnt · omo referencia ni En 1443 Donatello fue invitado a ir a Pa-
ori~r'n ch\sko de Floren ·in, y su gorro co- dua para hacer un monumento ecuestre de
ronndo por guirnnldns como una oposición Gattamelata, comandante de los ejérci-
nl os'o de .,olint: pnz rr~ntc n guerra. Do- · tos venecianos recientemente fallecido
nntello prefirió modclnr a un muchacho (fig. 185). Esta estatua, la mayor obra de
ndolcsccnt ', no n un joven plenamente dc- bulto redondo en bronce del artista, se man-
snrrolludo, por lo que aquí In cstru 'tura dd tiene todavía en su lugar original sobre un
esqueleto csti\ menos o ·ultn por unos mús- elevado pedestal cerca de la fachada de la
culos trnbn,indos; tnmpoco nrticulu el torso iglesia dedicada a San Antonio de Padua.
s:"'gl\n. el moddo 'lñsico (compnrnr con la Conocemos ya su principal precedente, el
f,g. 5()). En 1-cnlidnd su Dm id sólo se ase- Marcus Aurelius montado de Roma (ver
mejo n unn cstntun antigua por su mnrn\'i- fig. 76). Sin ser una imitación directa, el
194 EL RENACIMIENTO

tada sin embargo de una nobleza de ca rae.


,
ter verda d eramente romana.

Ghiberti

Lorenzo Ghiberti fue, tras la ausencia de


Donatello, uno de los escultores más impor-
tantes que quedaron en Florencia. Después
del gran éxito de sus primeras puertas para
el baptisterio, le encargaron otras dos, que
serían conocidas como las «Puertas del Pa-
raíso». Sus relieves, a diferencia de los de
las primeras (ver fig. 152), eran grandes y
se asent~ban en marcos cuadrados y sim-
pl~s (fig. 186). La insinuación de profundi-
dad espacial que veíamos en El sacrificio de
Isaac, se ha desarrollado ahora, en La His-
toria de J acob y Esaú, en un escenario com-
pleto para las figuras, las cuales retroceden
hasta donde alcanza la vista. Podemos ima-
ginar a los personajes abandonando la es-
cena, pues el espacio profundo y continuo
de este «relieve pictórico» no depende en
modo alguno de su presencia. ¿Cómo consi-
guió Ghiberti ese efecto? En parte lo hizo
variando el grado de relieve, modelando
185. Donatello. Monumento Ecuestre del Gattamelata.
1445-50. Bronce, escala superior al tamaño natural.
casi tridimensional y aisladamente las for-
Piazza del Santo, Padua. mas más cercanas al espectador; método
éste con el que estamos familiarizados des-
de el arte antiguo (ver figs. 54, 79 y 80). Mu-
Gattamelata comparte con ella el material, cho más importante es, sin embargo, la dis-
su impresionante escala y su sentido del minución cuidadosamente controlada de
equilibrio y la dignidad. El caballo de Do- las figuras y la arquitectura, lo que hace
natello, un animal robusto que puede llevar que su tamaño aparente disminuya siste-
a un hombre con su armadura completa, es máticamente (y no fortuitamente, como se
tan grande que el jinete debe dominarlo con hacía antes) conforme aumenta su distan-
su autoridad, más que con la fuerza física. cia con respecto al espectador. Este siste-
Según la nueva moda renacentista, la esta- ma, al que damos el nombre de perspectiva
tua no forma parte de una tumba, sino que científica, fue una de las innovaciones fun-
ha sido diseñada exclusivamente para in- damentales que distinguen el arte del p~i-
mortalizar la fama de un gran soldado. mer Renacimiento de todo lo que se babia
Tampoco es la estatua con la que un sobe- hecho antes, así como de los grandes maes-
rano pretende glorificarse a sí mismo, sino tros flamencos del realismo, quienes habían
un monumento autorizado por la Repúbli- logrado en sus cuadros el efecto de profun-
ca de Venecia para honrar unos servicios didad ilimitada por medios empíricos, gra-
fieles y distinguidos. Donatello ha acuñado cias a gradaciones sutiles de la luz Y eldco·
con tal fin, una imagen que es una unió~ lor. La perspectiva científica no fue un es·
completa del ideal y la realidad; la arma- cubrimiento de Ghiberti ni de un pint~
dura del general combina la construcción sino de Filippo Brunelleschi, el ~re_ado~ (la
moderna con el detalle clásico; la cabeza, la arquitectura del primer Renacn!uent fi·
poderosamente individualizada, no está do- edificación del relieve de Ghiberu de la
EL l' IU:\I E H lt ENAC L\II E;IITO E, IT ALIA J 95

186. Lorenzo Ghiberti. La Historia de Jacob \' Esaú, panel de las «Puertas del Paraíso». c . 1435. Bronce
dorado, 80 cm. de lado. Baptisterio, Flore_n cía.

gura 186 está diseñada en este estilo nue- bre la película. Su rasgo central es el punto
vo). Su finalidad fue, evidentemente, encon- de fuga, hacia el que parecen converger una
trar un método de realizar representaciones serie de líneas. Si esas líneas son perpendi-
v~suales de la arquitectura en una superfi- culares al plano pictórico, su punto de fuga
cie plana, de tal modo que la profundidad se encontrará en el horizonte, correspon-
de los flancos en escorzo de los edificios se diéndose exactamente con la posición de los
pudiera medir con tanta precisión como la ojos del espectador. El descubrimiento de
~ltur? o anchura de la fachada. Los detalles Brunelleschi era en realidad más científico
del _s istema no nos interesan ahora, salvo que artístico, pero tanto escultores como
I ccir que se trata de un procedimiento aná- pintores lo aceptaron entusiásticamente.
ogo al modo en que la lente de una cáma- ¡Por fin tenían a su disposición una base
ra Proyecta una imagen en perspectiva so- teórica para la representación del mundo
196 F.L ll ENA<.:IMIENl'O

187. Luca della Robbia. La Resurrección. 1442-45. Terracota vidriada, de aprox. 2 X 2,60 m. Catedral,
Florencia.

visible, demostrando que las bellas artes El busto


eran ahora realmente «liberales» en lugar
de «mecánicas»! Para el año 1450 había terminado la gran
campaña cívica del mecenazgo artístico,
por lo que los artistas tenían que depender
Luca della Robbia sobre todo de los encargos privados. Esto
ponía en desventaja a los escultores, los
Tras la ausencia de Donatello, el único es- cuales, como las tareas monumentales eran
cultor significativo en Florencia aparte de escasas, se concentraron en obras de tama-
Ghiberti fue Luca della Robbia. Se dedicó ño y costo moderado destinadas a mecenas
casi exclusivamente a la escultura en terra- individuales, como bustos y estatuillas en
cota, un medio más económico y menos exi- bronce. Un bello y temprano ejemplo de
gente que el mármol, que él cubría con un esta nueva clase de «escultura doméstica»
vidriado semejante al esmalte para enmas- es el busto en mármol de Giovanni Chellini
carar su superficie y volverla impermeable (fig. 188), realizado por Antonio Rossellin~,
a las condiciones climáticas. Sus más her- maestro que se elevó a posiciones prom1•
mosas obras realizadas con esta técnica I nentes en el decenio de 1450. Representa a
como La Resurrección (fig. 187), poseen dig-
nidad y encanto. El vidriado de color blan-
co crea la impresión del mármol, reservan-
un médico muy estimado y de edad avan·
zada, cuya personalidad, a un tiempo
clónica y amable, ha sido observada con e-
sr·
do un tono azul oscuro para el fondo. Los licada precisión. Comparándolo con las ca·
demás colores estaban limitados casi total- bezas romanas (ver figs. 74, 75, 77), ve~~s
mente al marco decorativo de los relieves. que el doctor florentino irradia una indivi·
l'.I. l'IHI\I Elt llENAl'II\II E NTO E N ITAI.IA 197

hechos por ellos «n la manera de los anti-


guos» . Una pi ·za de e tc tipo particularmen-
te hennosa (lig. 189) pertenece a Antonio del
Poll11iolo, representant e de un estilo escul-
tórico muy distinto al de los tallistas en
mnrmol de los que hablamos antes. Forma-
do como orfebre y trabajador e.le metales,
prolrnblcmcntc en el taller de Ghiberti , que-
dó profundamente impresionado por los es-
tilos úlLimos de Donatello y Castagno (ver
pf1g. 206 y fig. 198), así como por el arte an-
tiguo. Partiendo de esas fuentes llegó a esa
manera característica que aparece en Hér-
cules y A11teo. La creación de un grupo tri-
tSS. Ant\min Ross\·lli1111, (;it,1rn111i Cl,t'l/i11i. 1456.
dimensional de dos figuras en lucha violen-
M:\rmnl, :iO,R \'I\\ , \ ktmln 11ml Allwrt lVht$l:lllll, ta, aun a peque1ia escala, resultaba ya una
l(1nch'\•s, idea osada; pero todavía es más sorpren-
dente el modo en que Pollaiolo dota de un
impulso centrífugo a su composición: los
chmlidnd y cnlidcz humnnn que van mucho miembros parecen irradiar en todas las di-
nu.is lejos de todo lo alcanzado en tiempos
mas nntiguos, Sólo se , incula con sus pre-
decesoras romnnns por In idea de una escul- 189. Antonio del Pollaiolo. Hércules v A11teo.
tura rcprcscntntivn tridimensional como c. 1475. Bronce, 45 cm. de altura (c~n la base).
sustituto cficnz, y durndcro, de la presencia Museo Nacional, Florencia.
real del modelo.

Pollaiolo

La popularidad que adquieren los bustos


a partir del a110 1450 sugiere una demanda
de obras que pudieran exhibirse en los ho-
gares de los mecenas individuales del arte.
El coleccionismo de esculturas, muy fre-
cuente en la antigüedad, parece ser que cesó
durante la Edad Media; el gusto de los re-
yes y señores feudales -los únicos que po-
dían permitirse el coleccionismo como pla-
cer personal- se, io atraído por las gemas,
la joyería, la orfebrería, los manuscritos ilu-
minados y las telas preciosas. Pero la cos-
tumbre se restableció en la Italia del
siglo XV como un aspecto más de la « reapa-
rición de la antigüedad». Humanistas y ar-
tistas coleccionaron primero escultura an-
tigua, especialmente los bronces pequeños,
numerosos y de tamaño conveniente; no
pasó mucho tiempo antes de que los artis-
tas de la época comenzaran a abastecer las
necesidades planteadas por la extensión de
esa moda con bustos y bronces pequeños
J98 EL RENACl~UENTO

recciones a partir de un centro común, y


sólo vemos la complejidad plena de sus m~-
vimientos cuando hacemos girar la esta~u~-
lla ante nuestra vista. A pesar de su act1v1-
dad esforzada, el grupo se halla en perfecto
equilibrio. Para enfatizar e_l eje central, Po-
llaiolo injerta, por así decirlo, la parte su-
perior de Anteo sobre la parte inferior de su
adversario. No hay precedente alguno de
este diseño en ningún grupo estatuario an-
terior de ningún tamaño, ni antiguo ni re-
nacentista; nuestro artista ha dado una ter-
cera dimensión a una composición pertene-
ciente al campo del dibujo o la pintura. El
mismo era pintor y grabador, además de es-
cultor en bronce, y sabemos que hacia 1645
realizó una gran pintura de Hércules y An-
teo, actualmente perdida, para el Palacio
Médici (la estatuilla pertenecía también a
los Médici).

Verrocchio

Aunque en los últimos años de su carrera


Pollaiolo realizara dos sepulcros monu-
mentales en bronce para San Pedro de
Roma, no tuvo nunca la oportunidad de
realizar estatuas de bulto redondo de gran 190. Andrea del Verrocchio. Putto con De/fin.
tamaño. Para ello hemos de dirigir nuestra c. 1470. Bronce, 68 cm. de altura (sin base). Palazzo
atención' a un contemporáneo ligeramente Vecchio, Florencia.
más joven, Andrea del Verrocchio, el mayor
escultor de su tiempo y el único en compar-
tir en parte el alcance y la ambición de Do- (plural «putti») designa a uno de los niños
na tello. Modelista y tallista -tenemos desnudos, a menudo alados, que en el arte
obras suyas realizadas en mármol, terraco- antiguo acompañan a sujetos más impor-
ta, plata y bronce-, combina en una sínte- tantes; personifican a espíritus de diversos
sis única elementos de Antonio Rosssellino tipos (como por ejemplo el espíritu del
y Antonio del Pollaiolo. Fue también un amor, en cuyo caso se llama cupido), usual-
pintor respetado y el maestro de Leonardo mente de un modo alegre y juguetón. Fue-
da Vinci (en cierta manera una desgracia ron reintroducidos durante el primer Rena-
para él, pues desde entonces ha sido objeto cimiento, tanto en su identidad original
de comparaciones despectivas). como en la forma de ángeles-niños. El del-
Su obra más popular en Florencia, tanto fín relaciona el Putto de Verrocchio con los
por su situación en el patio del Palazzo Vec- del tipo clásico. Sin embargo, artísticamen-
chio como por su encanto perenne, es el Put- te está más cerca de Hércules y Anteo de Po-
to con delfín (fig. 190). Fue diseñado como llaiolo que del arte antiguo, a pesar de su
centro de una fuente -el delfín lanza un tamaño superior y de la sensación de ma-
chorro de agua, como si se tratara de una yor volumen. De nuevo las formas escapan
respuesta al abrazo que tiene que sopor- desde un eje central en todas las direccio-
tar- para una de las villas de los Médici nes, pero aquí el movimiento es gracioso Y
cercana a Florencia. El término «putto» continuo, en lugar de desigual y disconti-
El. l' HI I\IElt ltENAC II\II ENTO EN IT ALIA 199

cos de los antiguos y se cree que fue el pri-


mcru en realizar mediciones exactas de esas
cstrncturas. Su descubrimiento e.le la pers-
pectiva científica quizá se debiera a su bús-
queda de un métu<lo preciso de registra r so-
bre el papel la apariencia de esas edifi-
caciones .
Tal como queda reflejado en el interior de
la iglesia de San Lorenzo (fig. 191 ), la ar-
qui lectura de Brunelleschi nos sorprende
ante todo como una vuelta consciente al vo-
cabulario de los griegos y los romanos, ar-
cos de medio punto en lugar de ojivales, co-
: J!:: :::
lumnas en lugar de pilares, bóvedas de ca-
I' 11.:JIHJI ñón y cúpulas de preferencia a las bóvedas
- ,.-
p !- - -
de crucería. Pero Brunelleschi no revivió es-
tas formas por simple entusiasmo por loan-
~
..
- /
l 1) ( )
=
( ) ( ) 1 1 ( )_ ( tiguo. Lo que le atraía de ellas era aquello
que desde un punto de vista medieval debió
""'.J ser su principal defecto: la inflexibilidad .
'-. Una columna clásica, a diferencia de una
(

- -¡ 1- 1l
s n.:
1 1 )
--
1) 1 1) 1 ,¡ 1 columna o pilar medievales, está estricta-
mente definida y es independiente, pudien-
.
1
1
-
1 1m íl
do variar la forma sólo dentro de unos lími-
tes estrechos (recordemos que los antiguos
,,l t~:::::
,, 11
:L~-
pensaban que era comparable al cuerpo hu-
··:::~J mano); el arco de medio punto clásico sólo
l 1
tiene una forma posible, un semicírculo, y
191. Filippo Brunelleschi. Interior y planta, San el arquitrabe clásico, con todos sus detalles,
Lorenzo, Florencia . 1421-69. está sometido a las normas estrictas de los
órdenes de la arquitectura antigua. El ob-
jetivo era la racionalización del diseño ar-
nuo; la pierna estirada, el delfín , los brazos quitectónico, para lo cual necesitaba del vo-
Y las alas forman una espiral ascendente cabulario regular y estandarizado de los an-
que hace que la figura parezca girar ante tiguos, basado en el círculo y el cuadrado.
nuestros ojos. El secreto de esos edificios, pensaba Brune-
lleschi, estaba en la proporción armoniosa:
ARQUITECTURA las mismas ratios de los números simples y
enteros que determinan la armonía musi-
Bnmelleschi cal, pues son recurrentes en el universo y
deben tener por tanto un origen divino. Si
Aunque Donatello fue el maestro más im- se nos permite expresarlo de este modo, la
~ortante y osado, no creó por sí solo el es- · teoría de las proporciones le proporcionó la
tilo escultórico del primer Renacimiento. sintaxis que regía el uso de su vocabulario
E~ cambio la nueva arquitectura debe su arquitectónico. Al mirar el interior de San
~: 1ste~cia .ª un solo hombre, Filippo Brune- Lorenzo sentimos inmediatamente su cua-
B1 ~ch1. Diez años mayor que Donatello, lidad fría y controlada: a diferencia del in-
runelleschi se había iniciado como escul- terior de una iglesia gótica, que nos invita
de· se d'ice que, al no ganar el concurso
tor a adentrarnos más~• explorar lo que nos pa-
1~Ol-2 para las primeras puertas del rece un milagro arquitectónico, San Loren-
bªPhst · se marchó a Roma con Donate- zo se .nos revela completamente en cuanto
ll eno,
o. Estud 1•o• los monumen tos arqu1tectom-
· · · ponemos un pie dentro de la iglesia.
Con :,;u nrtl.':-onado de madera sobre la
nn\'c, Snn Lort'nzo n::cucrda el interior de
' antt, Croce (\'cr fig. 139) trasladado a los
t~rminos dd primer Renacimiento. Un pro-
t'SO similar ck racionalización dio forma \
nu1..'\·a a otro edificio tradicional, el «palaz-
zo )'. Cuando en los aúos 1440 los Médici, la
familia mús poderosa de Florencia, constru-
Ycron un nuevo palacio (fig. 192), el arqui-
tl.'Cto. Michelozzo, realizó un diseño que re-
cordaba a las antiguas estiucturas pareci-
da~ a fortalezas (\';r fig . 142; las ventanas
de la planta baja del Palacio Médici se aña-
dh:'I'On un siglo más tarde). Pero los tres pi-
sos se halla~1 en una secuencia graduada,
cada uno completo en sí mismo: la planta
baja está construida en mampostería «rús-
tica» , toscamente labrada, como el Palazzo
Vecchio; la segunda, de bloques de faz ali-
sada con las uniones endentadas; la super- -
ficie de la tercera es continua. Sobre la es-
tructura descansa, como una pesada tapa- ~~- ;;:i.,,,
- -=--~- -~,~ =-. ----~ -~
dera, una cornisa muy sobresaliente inspi- 192. Michelozzo. Palazzo Médici-Riccardi, Florencia.
rada en la de los templos romanos, ponien- Iniciado en 1444.
do de relieve la finalidad de los tres pisos. 193. Léon Battista Alberti. San Andrea, Mantua.
Diseñada en 1470.

Alberti

La muerte de Brunelleschi, acaecida en


1446, trajo el primer plano a Léon Battis-
ta Alberti, cuya carrera como arquitecto se
había visto muy retrasada. Alberti, huma-
nista de gran formación, al principio sólo se
interesó por las bellas artes como teórico;
estudió los monumentos de la antigua
Roma, redactó los primeros tratados sobre
escultura y pintura e inició un tercer trata-
do, dedicado a la arquitectura. Comenzó en-
tonces a practicar el arte, corno un diletan-
te, pero se convirtió en un arquitecto de no-
table capacidad. En su ,última obra, la igle-
sia de San Andrea =de Mantua (fig. 193),
consiguió una hazaña aparentemente impo-
sible: sobreirnpuso un frontispicio de tem-
plo clásico sobre la fachada tradicional de
la basílica (ver figs. 120 y 141). Para armo-
nizar este «matrimonio», utilizó pilastras
en lugar de columnas, poniendo así de re- queñas sustentan el arco que hay sobre la
lieve la continuidad de la superficie de la gran hornacina central , mientras las másn
pared. Las hay de dos tamaños: las más pe- grandes forman lo que se conoce corno u
EL YR l.\1EP. RE..'ló"AC.L\IIF.S1 O FS 1T AJ.IA 20)

n «colosal », e incluyen a las tres pl an- ejemplo temprano y distinguido es Santa


ordede Ja facha d a. T anta a tenc16n
.
tas . . presta ba María dell e Carceri, de Prato (fig. 194), cer-
Alberti a las proporciones a rmoniosas que ca de Florencia, realizada por Giulíano da
inscribió el diseño entero dentro de un Sangallo. Se ajus ta estrechamente al ideal
cuadrado. de Albcrti: salvo la bóveda, toda la estruc-
Sin embargo, corno iglesia tipo basílica, tura cabría dentro de un cubo, pues su al-
San Andrea no se adecua a la forma ideal tura (hasta el tambor de la cúpula) iguala
de los edificios sagrados tal como se define a su longitud y su anchura. Cortando las es-
en el tratado de Alberti sobre arquitectura. quinas del cubo, Giuliano ha formado una
Explica allí que la planta de esas estructu- cruz griega. Las dimensiones de los cuatro
ras debe ser o bien circular o bien de una brazos mantienen la relación más simple
forma derivada del círculo (cuadrado, hexá- posible con las del cubo: la longitud es una
gono, etc.), porque el círculo es la única for- mitad de la anchura, y la anchura una mi-
ma perfecta, y por tanto una imagen direc- tad de la altura. Tienen bóvedas de cañón
ta de la razón divina. Señala el Panteón y la cú'pula descansa sobre esas bóvedas. Es
como precedente (ver fígs. 70, 71). A Alber- indudable que Giuliano quería que su bó-
ti no le preocupa el que esa estructura de veda concordara con la viejísima tradición
planta central se adapte mal al ritual cató- de la Bóveda del Cielo; la única abertura es-
lico; cree que una iglesia debe ser una en- férica en d centro y las doce del perímetro
camación visible de la «proporción divina», se refieren claramente a Cristo y los Após-
y que sólo la planta central permite lograr toles.
ese objetivo. Cuando formuló esas ideas, sin
embargo, no podía citar ningún ejemplo
moderno. No obstante, hacia finales de si-
PINTURA
glo, cuando su tratado se había divulgado
ampliamente, la iglesia de planta central
había obtenido aceptación general. Un Masaccio

Aunque la pintura del primer Renaci-


miento no apareciera hasta principios del
194. Giuliano da Sangallo. Santa María dcllc decenio de 1420, algunos años después de
Carccri, Prato 1485.
los primeros diseños de Brunelleschi para
San Lorenzo, sus inicios son de lo más ex-
traordinario; el nuevo estilo fue creado, sin
ayuda de nadie, por un joven genio llama-
do Masaccio, quien sólo tenía veinticuatro
años cuando pintó el fresco La Trinidad en
Santa María Novella (fíg. 195). En esos mo-
mentos el nuevo estilo estaba bien estable-
cido en escultura y arquitectura, facilitan-
do su tarea, pero eso no quita mérito a su
logro. Aquí, como en el caso de la Anuncia-
ción de Merode (ver fig. 165), nos parece su-
mergirnos en un entorno nuevo, una esfera
de grandeza monumental, en lugar de la
realidad concreta y cotidiana de Robert
Campin. Lo que nos trae a la me~te el f_res-
vo de la Trinidad no es el pasado mmed1ato
(ver fíg. 164), sino el arte de Giott~, con su
sentido de la amplitud, su sevendad de
composición y su volumen escultural. Las
diferencias, sin embargo, son tan notables
\.

202 EL RENACIMíENTO

195. Masaccio.
la Trinidad. 1425.
Fresco, Santa María Novella
Florencia. '
EL PRIMER RENACIMIENTO EN JT ALIA 203

como las semejanzas: en el caso de Giotto, obras previas. Debió de simpatizar, sin em-
uerpo y ropaJe forman una sola unidad, bargo, con el espíritu del arte del primer
eomo si am bos tuvieran
. la misma
· sustan- Renacimiento, pues rápidamente y por pro-
~ia, mientras que las figuras de Masaccio, pia elección se convirtió en un florentino de
lo mismo que las de Donatello (ver cuerpo entero, y en un maestro de gran im-
fig. 183), son «desnudos ~estidos», con el portancia en su nueva patria. Su Virgen con
ropaje cayéndoles como s1 fuera una tela el Niño y Santos, que vemos en la figu-
auténtica. El escenario, igualmente puesto ra 196, es uno de los primeros ejemplos de
al día, revela un dominio completo tanto de un nuevo tipo de retablo, que tendría una
la perspectiva científica como de la nueva popularidad tremenda desde mediados del
arquitectura de Brunelleschi. La cámara, siglo XV en adelante, la llamada Sacra Con-
con bóveda de cañón, no es una simple hor- versazione ( «conversación sagrada»). El
nacina, sino un espacio con profundidad en plan incluye a una Virgen en un trono en-
el que las figuras podrían moverse libre- marcada por una construcción arquitectó-
mente si lo desearan. Y además, por prime- nica y rodeada de santos que pueden con-
ra vez en la historia, se nos dan todos los da- versar con ella, con el espectador o entre
tos necesarios para medir la profundidad ellos mismos. Mirando la tabla de Domeni-
de ese interior pintado, para trazar su plan.: co Veneziano es fácil entender el gran atrac-
ta y duplicar la estructura en tres dimen- tivo de la Sacra Conversazione. La arquitec-
siones. Es, dicho en una palabra, el ejemplo tura y el espacio que ésta define resultan
más antiguo de un espacio pictórico racio- absolutamente claras y tangibles, pero, sin
nal. Para Masaccio debió ser también un embargo, se elevan por encima del mundo
símbolo del universo regido por la razón cotidiano; mientras que las figuras, aunque
divina. . repitiendo la solemnidad formal de su si-
tanto en la Trinidad de Masaccio como tuación, se relacionan entre ellas y con no-
en el posterior panel de relieve de Ghiberti, sotros por una conciencia completamente
el nuevo espacio pictórico racional es inde- humana. Somos admitidos en su presencia,
pendiente de las figuras; éstas lo habitan, pero no nos invitan a que nos unamos a
pero no lo crean; pero si se quita la arqui- ellas; como a los espectadores de un teatro,
tectura se elimina el espacio de las figuras. no se nos permite «subir a escena». (En con-
Podemos ir un poco más lejos y decir que traposición con esto, en la pintura flamen-
la perspectiva científica depende no sólo de ca el espacio pictórico parece una extensión
la arquitectura, sino más bien de este tipo directa del entorno cotidiano del especta-
particular de arquitectura, tan diferente de dor; comparar con la fig. 15.) Los elemen-
la del Gótico. tos básicos de nuestra tabla estaban ya pre-
sentes en el fresco de la Trinidad de M.a sac-
cio; Domenico Veneziano debió estudiarlo
cuidadosamente, pues su San Juan nos
Venezlano ~ira señalando hacia la Virgen, repitiendo
la mirada y el gesto de ésta. La perspectiva
Masaccio había muerto demasiado joven de Domenico es digna de su maestro, aun-
para fundar una «escuela» (a la edad de que las proporciones más esbeltas y las in-
veintisiete años), y su estilo era demasiado crustaciones coloreadas de su arquitectura
audaz para ser adoptado inmediatamente no sean tan brunelleschianas. También las
por sus contemporáneos. Sus obras combi- figuras están equilibradas y dignificadas
nan en su mayor parte su influencia con ele- como las de Masaccio, pero sin tanto peso
mentos persistentes del estilo internacio- y volumen. Los cuerpos vigorosos y delga-
nal. Pero en 1493 un pintor de talento pro- dos de los santos varones, de rostros muy
ve · ' . individualizados y expresivos, muestran la
lI niente de Venecia, Domenico Venez1ano,
hegó a Florencia. Sólo conjeturas podemos influencia de Donatello (ver fig. 183). Pero
t acer con respecto a su edad (probablemen- en el uso del color Domenico no debe nada
e había nacido hacia 1410), formación Y a Masaccio; a diferencia del gran maestro
20.J El. HE A 11\IIENT O

196. Domenico Veneziano. Virgen con el Nif10 y Santos. c. 1445. Pintura al temple sobre tabla, 2 x 2,10 m.
Galería Uffizi, Florencia. ·

florentino, trata el color como parte inte- pecie de patio inundado por la luz del sol,
grante de su obra, de modo que la Sacra que procede de la derecha (observe la línea
Conversazione es igual de notable por la de sombra que hav detrás de la Virgen). Las
composición como por el colorido. La tona- superficies arquit~ctónicas reflejan con tan-
lidad rubia, su armonía del rosa, verde cla- ta fuerza la luz que hasta las zonas enso~-
ro y blanco, resaltada por puntos rojos, azu- brecidas brillan por el colorido. Masa~cio
les y amarillos estratégicamente situados, · había logrado una similar calidad de bu~--
reconcilia la brillantez decorativa del reta- En esta Sacra Conversazione, e 1 d es~.u n-a
blo gótico con las exigencias de luz natural miento del maestro más antiguo se ap ic~
y espacio con perspectiva. Normalmente, 1
una serie más compleja de formas Y se ; ;
·una Sacra Conversazione es una escena de
interiores, pero ésta tiene lugar en una es-
tegra con el exquisito sentido del ~ol0
Domenico. La influencia de su tonahda ca
J_
m. 1'1111\ll(U IU(NACIMIP.NTO I\N ITAI.IA 205

l, 7. N~l\l lid\:, F\~m~s ,\, 6/ llolla:.go .,. c-om¡1mlmci<~11 de fo Vt·rdad,.ra


· -.... e , 1460 . Fresco. san Franc1sco
... Cn,7 ·
,'\l'\'~"\l, •

ruct~ristka se deja sentir en todn ln pintu- Las figuras de Piero tienen todas la podero-
11\ tlm~ntinn de ln ·egundn mitnd del siglo. sa grandeza de las de Masaccio (ver
fig. 195). Parecen pertenecer a una perdida
raza heroica, hermosa y fuerte ... y silencio-
Pfero della Francesca; Castngno sa. La vida interior no se transmite median-
te la expresión facial, sino por las· miradas
Cuando Domenico Veneziano se asentó en y gestos. Pero, por encima de todo, los per-
Florencia, tuvo como ayudante n un joven sonajes tienen una gravedad, tanto física
pro..~entc dcl sw~te de la Toscana llnmndo como emocional, que les asemeja a los de la
Piero della Francesca, quien se convirtió en escultura griega clásica. ¿Cómo llegó Piero
su discípulo más importante y en uno de los a estas imágenes memorables? Utilizando
artistas verdaderamente grandes del pri- su propio testimonio, podemos decir que
mer Renacimiento. Sorprendentemente, nacieron de su pasión por la perspectiva.
Piero abandonó Florencia a los pocos años Creía en la perspectiva científica como base
y no regresó nunca. de la pintura en mayor medida que cual-
La obra más impresionante de Piero, un quier artista de su época; en un tratado lle-
ciclo de frescos que realizó en la iglesia de no de matemáticas rigurosas, el primero de
San Francesco, en Arezzo, data de 1450 a su tipo, demostró cómo se aplica la perspec-
1460. Sus numerosas escenas nos cuentan tiva a los cuerpos estereométricos y formas
la historia de la Verdadera Cruz (el origen arquitectónicas y a la forma humana. Este
,. la historia de la .Cruz utilizada para la punto de vista matemático invade toda su
Crucifixión de Cristo). La sección ilustrada en obra. Contemplaba una cabeza, un brazo o
la figura 197 muestra a Elena, la madre del un trozo de ropaje como variaciones o com-
emperador Constantino, descubriendo la puestos de esferas, cilindros, conos, cubos y
\ erdadera Cruz v las de los dos ladrones pirámides, y dotó al ~un~o visible con la
permanencia y la claridad impersonal de la
trudficados a a~bos lados de Cristo (las matemática. Podemos considerarle como el
tres cruces habían sido ocultadas por los primer antepasado de los artistas abstr~c-
fne.migos de la fe). A la izquierda las están tos de nuestro propio tie.~po, yues t~mb1én
~,·antando del suelo v a la derecha es iden- ellos trabajan con simphf1cac1ones sistemá-
hfica da la Verdadera • - Cn1z por su poder.
ticas de las formas naturales. Por esa razón
Para devol\'er a la vida a un jO\ en muerto.
-- ~ - ..:-..u.;_•;!".:. _~.,;:_ ,:. :
.,

206 EL RI::-IACI\IIE~'TO

Botticelli

Este estilo lineal y dinámico dominaría el


arte florentino durante la segunda mitad
del siglo e influiría poderosamente en el úl-
timo pintor importante del primer Renaci-
miento florentino, Sandro Botticelli, cuyas
pinturas más conocidas las ejecutó para el
llamado círculo de los Médici. Dicho círcu-
lo estaba compuesto por los nobles, letra-
dos y estudiosos que rodeaban a Lorenzo el
Magnífico, jefe de la familia de los Médici
y, a efectos prácticos, gobernante de la ciu-
dad ..Para un miembro de este grupo pintó
Botticelli su Nacimiento de Venus (fig. 199).
El modelado superficial y el énfasis puesto
en los contornos produce un efecto más de
bajorrelieve que de volúmenes tridimensio-
nales; observamos una despreocupación
por la profundidad del espacio; el bosque-
cillo que hay a la derecha de Venus actúa
como pantalla ornamental. Es evidente que
a Botticelli no le interesaba mucho el rigor
anatómico. Los cuerpos de sus personajes
están atenuados, desprovistos de peso y po-
tencia muscular; incluso aunque toquen el
suelo parecen estar flotando. Todo estopa-
rece ser una negación de los valores básicos
de los padres fundadores del arte renacen-
tista. Y, sin embargo, la pintura no parece
1 198. Andrea del Castagno. David. c. 1450-57. Pintura
medieval; por etéreos que sean, los cuerpos
sobre cuero, 1,15 m. de altura. National Ga llery of
Art, Washington, D.C. (Widener Collection). mantienen su voluptuosidad, y gozan de
plena libertad de movimientos. Para enten-
der esta paradoja, debemos considerar la
utilización general de los temas clásicos en
no nos sorprende que hoy Piero tenga más el arte del primer Renacimiento. Durante la
fama que nunca. Edad Media, las formas utilizadas en el arte
Los florentinos debieron considerar ~nti- clásico se habían divorciado de los temas
cuado el estilo de Piero, pues en el decenio clásicos; las imágenes de los dioses paganos
de 1450 apareció una nueva tendencia en su se habían basado en descripciones literarias
pintura. Podemos contemplarla en el nota- en lugar de en las imágenes clásicas. Sólo
ble David de Andrea del Castagno (fig . 198), hacia el año 1450 volvieron a unirse las for-
obra contemporánea a los frescos que pintó mas y el contenido clásico. Desde los tiem-
Piero en Arezzo. El volumen sólido y la in- pos romanos, la Venus de Botticelli es la pri-
movilidad estatuaria dejan paso a un mo- mera imagen monumental de la diosa des-
vimiento gracioso que transmiten tanto la nuda derivada de las estatuas clásicas de
pose como los ropajes y cabellos agitados Venus. Además, resulta evidente que el
por el viento; el modelado se ha minimiza- tema pretende ser serio, solemne incluso.
do, por ·\o que el David parece estar en re- ¿Cómo podían justificarse esas imágenes en
lieve más que en tres dimensiones, definién- una civilización cristiana? Durante la Edad
dose principalmente ahora las formas por Media, a veces los mitos clásicos habían
sus perfiles ondulantes. sido interpretados didácticamente como
EL PRIMER RENACIMIENTO E N ITALIA 207

199. Sandro Botticelli. El nacimiento de Venus. e 1480. Pintura al temple sobre lienzo, 1,75 x 2,78 m. Galería
Uffizi, Florencia.

alegorías de las ideas cristianas. Por ejem- celestial, se decía, habita la esfera de la
plo, el rapto de Europa por el toro podía to- mente, mientras su gemela, la Venus ordi-
marse con el significado de que el alma era naria, engendra el «amor humano». En re-
redimida por Cristo. Pero la fusión de la fe lación con lo anterior, el cuadro de Bottice-
cristiana con la mitología antigua exigía lli tiene un significado casi religioso. Así
una argumentación más sofisticada que la como el bautismo es un «renacimiento en
d .
e Interpretaciones tan forzadas. Y esa ar- Dios», el nacimiento de Venus evoca la es-
f1111entación la proporcionaron los filóso- peranza de «renacimiento» del que toma su
os neoplatónicos, quienes gozaron de un nombre el período (ver pág. 173). Gracias a
Presrigio · inmenso
· desde finales del siglo XV la fluidez de la doctrina neoplatónica, las
en _adelante. Pensaban éstos que la vida del asociaciones posibles con nuestro cuadro
Universo · l
llab . ' 1nc uyendo la del hombre, se ha- son casi ilimitadas. Todas ellas, sin embar-
c· ª. vinculada con Dios por medio de un go, «habitan en la esfera de la mente», por
ircuno .. lo que difícilmente hubiera sido la Venus de
COnti espintual que ascendía y descendía
era lanua_mente, por lo que toda revelación Botticelli un recipiente adecuado para ellas
Platónrni~ma, ya ~e tratase de la Biblia, de de haber sido menos etéreo.
O
han d e los m1tos clásicos. Y proclama-
Za, el arn °
, e rnod · ·1
sim1 ar, que una era la belle- Piero di Cosimo; Ghirlandaio
ses de or ~ la beatitud, por tratarse de fa-
ese c1rc
COs p,..,,1. · Por eso los neoplatóni-
. Uito. La figura 200, una tabla de :ier? d_i Cosi-
V V\.uan mvoc mo, contemporáneo de ~ott1cclh, 1~ustra
enusdes d ar a la «Venus celeste» (la
calllbiabl nu a nac1.d a del mar) como inter- una visión de la mi tolog1a pagana ~1~mc-
%e fuent: ~º7 la Virgen María en cuanto
e «amor divino». Esta Venus
tralmen te opuesta a la de los ncopl~tomcos.
En lugar de «espiritualizar» a los dioses pa-
208 El. HENAl:IMI EN'IU

200. Piero di Casino. El descubrimiento de la miel. c. 1498, Oleo sobre tnblu, 80 X 128 cm. Worccstcr Art
Museum, Massachusetts.

ganos, los baja a la tierra como seres de car- compañeros no se asemejan a los borrachos
ne y hueso. Según esta teoría alternativa, el frenéticos e.le la mitología antigua. Tienen
hombre se ha elevado lentamente desde un un aire extraiiamentc doméstico, que nos
estado de barbarie por medio de los descu- sugiere un amable grupo familiar en una
brimientos e invenciones de unos indivi- excursión campestre. La luz del sol brillan-
duos excepcionalmente dotados; recorda- te, los colores ricos y el paisaje que se pier-
dos con agradecimiento por la posteridad, de en la lejanía convierten la escena en una
se concedió finalmente a esos hombres el es- extensión plausible de la realidad cotidia-
tatus de dioses. El descubrimiento de la miel na. Es evidente que Piero di Cosimo, en con-
remite al episodio central, un grupo de sá- traste con Botticelli, admiraba a los gran-
tiros alrededor de un viejo sauce. Han en- des realistas flamencos, pues este paisaje
contrado un enjambre de abejas y tratan de sería inconcebible sin la poderosa influen-
recoger la miel para hacer hidromiel. Tras cia del Retablo de Portinari (comparar con
ellos, a la derecha, otros miembros del gru- la fig. 174).
po van a descubrir el origen de otra bebida Piero no fue el único artista receptivo al
fermentada; están subiéndose a unos árbo- realismo de los flamencos; también com-
les para coger uvas silvestres. Detrás hay partía esta actitud Domenico Ghirlandaio.
una roca desnuda y a la derecha suaves co- Su tabla de un anciano con su nieto
linas y una ciudad. Este contraste no quie- (fig. 201), aunque carece de la delicadeza
re decir que los sátiros sean habitantes de pictórica de los retratos flamencos, refleja,
la ciudad; simplemente yuxtapone la civili- no obstante, su atención precisa a la textu-
zación, el objetivo del futuro, con la natu- ra de superficies y los detalles faciales. Pero
raleza no dominada. Aquí el «héroe cultu- ningún pintor del norte habría sabido tra-
ral» es Baco, quien aparece en la esquina ducir como Ghirlandaio la tierna relación
derecha inferior, con una sonrisa achispada humana entre el niño y su abuelo. Psicoló-
en el rostro, junto a su amada Ariadna . A gicamente , esta tabla indica con claridad su
pesar de su apariencia clásica, Baco y sus origen 'italiano.
E L l'ltlMElt IU!NACIMIENTO EN ITALIA 209

fue ta mbi én un genio precoz, plenamente


capnz de realizar encargos propios a la edad
de di ecisiete años, como los frescos de la
iglesia Eremitani de Padua. Fueron destrui-
dos casi por completo en 1944, lo que quizá
sea la más grave pérdida artística de la Se-
gunda Guerra Mundial. La escena de la fi-
gura 202, San Jaime conducido a su ejecu-
ción, es la más espectacular del ciclo por su
osada perspectiva de «ojo de gusano», ba-
sada en un nivel visual real del espectador
(el horizonte está por debajo del fondo del
cuadro). La escena arquitectónica parece
grande, como en la Trinidad de Masaccio
(ver fig :· 195). El rasgo principal, un arco
triunfal, no es una copia directa de ningún
monumento romano, pero parece tan au-
téntico que podría serlo. También en las
vestimentas de los soldados romanos se
puede ver la devoción de Mantegna hacia
los restos visibles de la antigüedad, su de-
seo_de una autenticidad casi arqueológica.
Pero los antepasados de estas figuras, flacas
y de firme constitución, son claramente flo-
201, Domcnil:o Ghlrlundnlo. Rt!lrato de un anciano
c.'011s1111ict<1. c. 1480. Temple sobre tubla, 62 x 45
rentinos; Mantegna tenía una enorme deu-
cm. Lo11vrc, Pnrls . . da para con Donatello, quien había pasado
diez años en Padua. La gran masa de curio-
sos genera una poderosa tensión emocional,
la cual se convierte en la zona derecha en
violencia física real, con la espiral del es-
Muntcgna tandarte como reflejo de la turbulencia in-
ferior .
. P~1scmos ahora al arte del primer Rena-
c1m1cnto en el norte de Italia. Sólo se de-
sarrolló hacia el año 1450, pues en esta zona
la tradición gótica era poderosa. Dejaremos Bellini
aparte la arquitectura y la escultura del
norte de Italia entre 1450 y l 500, pues las Si el estilo de Mantegna nos impresiona
0 por su fuerza dramática, su cuñado en Ve-
bras más importantes son de inmigrantes
0.ore nt'mos. Sí debemos echar una ojeada, necia, Giovanni Bellini, fue un poeta de la
:;~e~mba~·~o, a la pintura de Venecia y sus luz y el color. Maduró lentamente; sus cua-
¡ edoi es, pues en esos años nació una dros más hermosos, como San Francisco en
t~lortantc tradición que florecería duran- éxtasis (fig. 203), datan de las últimas dé-
floreos t'tres sigl os s1gmentes.
. . Los maestros cadas del siglo, o aun de después. Aquí el
Vent. tnos habían llevado el nuevo estilo a santo es tan pequeño en comparación con
de el ci~ Y ª la ciudad vecina de Padua des- la escena que parece casi accesorio, pero su
íllida ano
re 1420 , pero . s61 o provocaron una
, tí- embeleso místico ante la belleza del mun-
del 145 iPucsta l?cal hasta que, poco antes do visible provoca nuestra respuesta ante la
diente el' .ªPareció como maestro indepen- vista que se extiende ante nosotros, amplia
cl Pinto. Joven Andrea Mantcgna. Este fue e íntima al mismo tiempo. Ha dejado de-
d:
e·11llicnto1 rn 1,s~ i mportante del primer Rena-
cspués de Masaccio, y como él,
trás los zuecos de madera y pisa con los pies
.descalzos el suelo sagrado, como Moisés en
210 EL RENACIMIENTO

202. Andrea Mantegna. San Jaime conducido a su ejecución. c. 1455. Fresco. Capilla Ovctari, iglesia ele los
Eremitani, Padua (destruido en 1944).

presencia del Señor (ver. pág. 23). Segura-


norte) y compartía su tierno respeto por to-
mente Bellini conocía y admiraba la obra
dos los detalles de la naturaleza, y el uso
de los grandes pintores flamencos (Venecia
tenía fuertes .vínculos comerciales con el del óleo en lugar del temple. A diferencia,
sin embargo, de los septentrionales, snbía
EL PRIMER RENACIMI ENTO EN ITAI.IA
211

º
2 3
· Giovanni Bcllini. San ·Francisco en éxtasis: c. 1485. Oleo sobre tabla, 1,23 x 1,39 m . Frick Collection,
Nueva York (Copyright) .

cómo definir la relación especial del espec- ciclo de escenas del Viejo y el Nuevo Testa-
tador con el paisaje; las formaciones roco- mento encontramos a los pintores más im-
sas del primer plano son claras y firmes, portantes del centro de Italia, incluyendo
como la arquitectura transmitida median- no sólo a Botticelli y Ghirlandaio, sino tam-
te las normas de la perspectiva científica. bién a Pietro Perugino, que pintó La entre-
ga de las llaves (fig. 204). Nacido cerca de
Perugia, en la Umbría (la región del sureste
Pentglno de la Toscana), mantuvo estrechos vínculos
con Florencia. Al principio estuvo muy in-
el ~o_m.a, tanto tiempo despreciada durante fluenciado por Verrocchio, tal como sugie-
cx1 1to papal
tirs. . en Avmon,
.. , vo l vw
. , a conver- re todavía la solidez y el equilibrio estatua-
ccn~ ª finales del siglo xv en un importante rio de las figuras de La entrega de las llaves.
tnás
<:i6n
r~ic.
d
~ccenazgo. El proyecto pictórico
~1cios? de esos años fue la decora-
La fuerte simetría de la composición trans-
mite la importancia especial del tema de
1 esta escena~particular (la autoridad de San
trc lcJ ~ ª _Capilla Sixtina, hacia el 1482. En-
s clrttsta s, que 11 evaron a cabo este gran Pedro como primer Papa, y la de todos los
212 EL RENACIMIENTO

204. Pietro Perugino. La entrega de las llaves. 1482. Fresco. Capilla Sixtina, Vaticano, Roma .

sucesores, se basa en que han recibido del quitectura de Alberti. La claridad espacial,
propio Cristo las llaves del Reino de los Cie- la perspectiva matemáticamente exacta de
los). Varios contemporáneos, de rasgos po- esta vista, son herencia de Piero della Fran-
derosamente individualizados, son testigos cesca, quien durante una importante parte
del acontecimiento solemne. Igualmente de su vida posterior trabajó para clientes de
notable es la amplitud del fondo, dos arcos la Umbría, sobre todo el duque de Urbino.
triunfales romanos (modelados ambos se- Y también de Urbino recibió Perugino, poco
gún el Arco de Constantino) flanqueando antes del año 1500, un pupilo cuya fama os-
una estructura abovedada en la que recono- curecería pronto la suya: Rafael, el maestro
cemos la iglesia ideal del Tratado sobre Ar- más clásico del Renacimiento pleno.
~ l , •
ul renacumento pleno en Italia

Solía darse por supuesto que el Renaci-


l~gar de en las normas uni versalmen e vá-
miento pleno, o Renacimiento sin adjetiva-
h~as reconocidas por el pri mer Renaci-
ciones, seguía al primer Renacimiento con
miento (tales como la perspectiva científi-
la misma naturalidad con que el mediodía
ca y la ratio de la armonía musical). Esa
sigue a la mañana. Se pensaba que los gran- puede ser la razón de que los 2:randes anis-
des maestros del siglo XVI -Leonardo, Bra- tas del Renacimiento no es t;blecieran un
mante, Miguel Angel, Rafael y Tiziano- «estilo de período» de base amplia que pu-
. compartieron los ideales de sus predeceso- diera ser practicado en todos los nh ·eles de
res, pero los expresaron de modo tan com- calidad. El Renacimiento produjo muy po-
pleto que sus nombres se convirtieron en si- cos maestros menores v murió con los hom-
nónimo de perfección; que representaban el bres que lo crearon, o ·incluso an tes. De las
cénit del arte renacentista, su fase clásica, grandes personalidades antes mencionadas.
del mismo modo que los arquitectos y es- sólo Miguel Angel y Tiziano vi\; eron des-
cultores de Atenas habían llevado el arte pués del 1520. Sin embargo, aJ señalar la
griego a su punto más alto a finales del si- naturaleza precaria y limitada del Renaci-
glo v a.C. Ese punto de vista explicaba tam- miento no pretendemos negar el impacto
bién la extrema brevedad de esas dos fases tremendo que tuvo sobre el ane posterior.
clásicas: si el arte se desarrolla siguiendo el Tanto descollaron, durante la mayor pane
modelo de una curva balística, no se puede de los trescientos años siguientes, las gran-
pensar que su punto más alto dure más que des personalidades de principios del si-
un momento, al que debe seguir una fase glo XVI, que sus predecesores parecían per-
decadente, llamada «helenística» en un tenecer a una era olvidada. Cuando fueron
caso y «renacentista tardía» en otro. finalmente redescubiertos, se seguia consi-
Hoy en día tenemos una opinión menos derando el Renacimiento pleno como eJ
segura, pero también menos arbitraria, punto decisivo, refiriéndose a todos los p~
acerca de lo que seguimos llamando, a fal- tores anteriores a Rafael con el nombre ae
ta de un término mejor, el Renacimiento «primitivos ».
pleno. En algunos aspectos fue la culmina-
ción del primer Renacimiento, pero en
otros representó una divergencia. Nunca LEONARDO DA VINCI
fue tan poderosa la tendencia a considerar
al artista como un genio soberano. Se pen- Uno de los aspectos más extraños del Re-
s~ba que los hombres de genio se diferen- nacimiento es el hecho de que sus obras ~la-
c~aban de los mortales ordinarios por la ins- ve fueran elaboradas todas entre 149: .~·
1520, a pesar de las diferencias de edad de
piración divina que guiaba sus esfuerzos, Y
los hombres que las crearon (Bramante h~-
fueron llamados «divinos», «inmortales» Y
bía nacido en 1444 y Tiziano en l 490~. Sm
((~readores» (antes del año 1500, la crea-
ser el más viejo del grupo. Leonardo es_e~
c~ón, a diferencia de la fabricación, había
81 0 noló icamente el primero de los maestros
~ un privilegio exclusivo de Dios). E st e g . . t Cuando tras <..--omplet3.r
cu to al genio produjo un efecto profundo del Renac1m1en
., o.V ,.rrocchio las cond ºra·o-
en
s los . p ropios
· artistas:
. ·
les esumu l'o a per - su form;f~~~n~~: n: le favon--ck~n, a la
metas vastas y ambiciosas, a menu- nes en _ __ f trabaJar para
d~g~ir edad de treinta_ ~no~~: ~nizeniero m ili-
no0 dinal c~nzables; y su fe en el origen d 1vi-
º ·
nif la Inspiración les hizo confiar en unos
ve es subjetivos de verdad y belleza, en
el duque_de M1lan ltor y pint;r-. dejando
tar, arquitecto. escu
214 EL NESACl~IIEYro

205. Leonardo da Vinci. Adoración de los Magos (detalle). 1481-82. Primera capa de pintura sobre tabla, el
tamaño real del detalle es aproximadamente de 61 x 76 cm. Galería Uffizi, Florencia.

atrás, sin terminar, una gran Adoración de elocuencia conmovedora la realidad del mi-
los Magos. El rasgo más notable de la tabla, lagro que han ido a contemplar, el Cristo re-
verdaderamente revolucionario, es el modo cién nacido.
en que está pintada. En el detalle de la fi- Hacia el final de su estancia en Milán,
gura 205 se ve el área situada a la derecha Leonardo trató de aplicar este método de
del centro, casi más terminada que el res- pintar a un fresco, el de la Ultíma cena
to; las formas parecen materializarse suave (fig. 206). Desgraciadamente, el artista ha-
y gradualmente, sin apartarse nunca del bía experimentado con un medio de óleo y
todo de un realismo oscuro. A diferencia de temple que no se adhirió bien a la pared y
Castagno o de Botticelli, Leonardo no pien- el mural empezó a deteriorarse a los pocos
sa nunca en contornos, sino en cuerpos tri- años de haberlo pintado. Lo que queda es
dimensionales que la luz hace visibles en di- más que suficiente, sin embargo, para ex-
versos grados. En las sombras, estas formas plicar el motivo de que la Ultima Cena co-
permanecen incompletas, con los contornos brara fama de ser la primera afirmación
simplemente insinuados. Con este método clásica de los ideales del Renacimiento,
de modelado, denominado claroscuro, las Considerando la composición en conjunto,
formas ya no sobresalen abruptamente una vemos de inmediato su estabilidad equílí-
al lado de otra. Se da también una conti- brada; sólo después descubrimos que ese
nuidad emocional comparable: los gestos y equilibrio se ha conseguido reconcílíando
rostros de la multitud transmiten con una pretensiones que entran en competencia, en
El. RENACII\II E NTO l'LENO F.N ITAUA 215

freto
1
incluso. En el arte del primer Rc-
con_ 11·ento la arquitectura amenaza a mc- sum_isión , Y ofrenda, a la voluntad divina.
1ncin ' . Sugiere el acto principal de Cristo durante
' do con sobreponerse a las figuras (ver
la Ultima Cena, la institución de la Euca-
nu l86 y 202). En cambio, Leonardo co-
fi1gs. ' . . . d l . ristía («~esús tomó el pan ... y dijo, tomad y
m1•e11 za. con la compos1c16n
. e as figuras , comed; este es mi cuerpo. Entonces tom6 la
dejando a la ar~mtectura, desde el princi- copa de vino ... diciendo, bebed todos de él;
pio mismo, un simple papel de apoyo, aun- pues ésta es mi sangre ... »}. Y los Apóstoles
que cumpla todas las normas de la perspec- no se limitan a responder; cada uno de ellos
tiva científica. El punto de fuga central está revela su personalidad, su propia rel ación
detrás de la cabeza de Cristo, en el centro con el Salvador. (Obsérvese el perfil oscuro
exacto de la pintura, que se carga así de sig- y desafiante de Judas, que le diferencia de
nificado simbólico. Igualmente evidente re- los demás.) Ejemplifican lo que escribió el
sulta la función simbólica de la abertura artista en uno de sus libros de notas: que el
principal de la pared trasera: su cornisa es objetivo supremo de la pintura consiste en
el equivalente arquitectónico de un halo. representar «la intención del alma del hom-
Por tanto tendemos a ver el escenario casi bre» mediante los gestos y los movimientos
totalmente en relación con las figuras, más de los miembros; frase que se refiere no a
que como una entidad preexistente. Pode- los estados emocionales momentáneos, sino
mos comprobar esto si tapamos el tercio su- al conjunto de la vida interior del hombre.
perior de la pintura: la composición parece El ducado de Milán cayó en 1499 en ma-
entonces un friso, el agrupamiento de los nos de los franceses, y Leonardo regresó a
Apóstoles es menos claro, y la tranquila for- una Florencia muy distinta de la ciudad que
ma triangular de Cristo se vuelve pasiva, recordaba. Los Médici habían sido expulsa-
dejando de actuar como foco físico y espi- dos y por un breve período Florencia era de
ritual. Cabe presuponer que el Salvador nuevo una República. Allí pintó Leonar-
acaba de pronunciar las fatídicas palabras do su retrato más famoso, 1\ifona Lisa
(«Uno de vosotros me traicionará») y que (fig. 207). El claroscuro que habíamos ob-
los discípulos preguntan: «Señor, ¿soy servado en la Adoración se ha perfecciona-
yo?». Mas la consideración de la escena do tanto que les pareció milagroso a sus
como un momento particular de un drama contemporáneos. Las formas están cons-
psicológico apenas hace justicia a las inten- truidas con capas de vidriados, tan delga-
ciones de Leonardo. El gesto de Cristo es de das como gasas, que hacen que toda la ta-

206. Leonardo da Vinci . La Ultima Cena. c. 1495-98. Mural, Santa Maria del le Grazic, Milán.

1
'1
1
~
216 EL RENACIMIENTO
EL RENACIMIENTO PLENO EN ITALIA 217

,zca brill a r con un..a ouav · luz intc-


b.la pare " . e.lo'. la. esencia de la femineidad. Incluso el
p ro Ja forna de la Mona /.,1su, u !..a Cio- pa1saJc, formado principalmente por rocas .
nord eno procede s6lo de cs..a wti lc.: za pí c- Y agua, sugiere fuerzas generadoras ele-
eo~ ª'. más interesante resulta todavía su mentales.
•nación ps1.co16g1ca.
tórica, . ¿ p· or qué, entre to- En los años finales de su vida, Leonardo
~cJos rostros sonrientes que se han pinta- se dedicó cada vez más a sus intereses cien-
oscn el mundo, s6lo éste ha sido síngulari- tíficos. Arte y ciencia se habían unido por
dodo como «m1stenoso
. . ") Q . ,1,
11 • u iza porque, en vez primera en el descubrimiento de la
za 3010 que retrato, el cuadro no se ajusta a perspectiva que hizo Brunelleschi. La obra
cu cstras cxpcctatJvas.
. Los rasgos son d ema-
de Leonardo es el cénit de esa tendencia.
"·~do individuales para un tipo ideal, pero Pensaba él que el artista debía conocer to-
s;n embargo el elemento idealizador es tan das las leyes de la naturaleza, y que la vis-
fuerte que emp.a ña el carácter de la mujer ta era el instrumento perfecto para la ob-
del retrato. Una vez más el artista ha unido tención de ese conocimiento. Los cientos de
dos opuestos en un equilibrio armonioso. dibujos y notas, que esperaba incorporar a
También la sonrisa tiene dos lecturas: como una serie enciclopédica de tratados, atesti-
el eco de un estado de ánimo y como una ex- guan el extraordinario alcance de sus inves-
presión simbólica e intemporal. Es eviden- tigaciones. Su originalidad como científico
te que la Mona Lisa encarna una cualidad sigue siendo tema de debate, pero hay un
de ternura maternal que era, para Leonar- campo en el que su importancia resulta in-
discutible: fue el creador de la ilustración
científica moderna, herramienta esencial
207, Leonardo da Vínci. Mona lisa. c. 1503-5. Oleo para anatomistas y biólogos. Un dibu-
sobre tabla, 76 X 53 cm. El Louvrc, P,rfs. jo como el de Feto humano en el útero
(fig. 208) combina una observación viva
208. Leonardo da Vlncí. Feto hummw en el útero. con la claridad de un esquema, o, parafra-
c. ISIO. Colección Real de Windsor (Copyright de la seando las palabras del propio Leonardo,
Corona, reservado). percepción exterior e interior.

MIGUEL ANGEL

En nadie se ejemplifica más plenamente


que en Miguel Angel el concepto de genio
como inspiración divina, como una facultad
sobrehumana concedida sólo a unos pocos
y que actúa a través de ellos. No só!o s~s ad-
miradores le vieron de ese modo; el mismo,
impregnado de neoplatonism?, aceptó la
idea de su genio como una realidad, aunqu_e /

en ocasiones le pareciese más una ~ald1-


ción que una bendición. Las convenc10nes,
normas y tradiciones quedaban pa~a la ob-
servancia de los espíritus me?ores; el n~ po-
día reconocer ninguna autoridad s~penor.a
la de los dictados de su genio .. A d1ferenc::
uien la pmtura era
de Leonard 0 , para q barcaba to-
más noble de las ~r.t~fe~':er::ndo, Miguel
dos los aspectos. v1s1 nte un escultor; o más
Angel era esenc1almet 111·sta de estatuas de
espec1'f'ica mente' l un
1 .ate no era una ciencia,
. ·
mármol. Para e e ar
materia obsti nada a los cuerpos reales y tri-
dimensionales. Pensaba que la pintura el(;..
bía imitar la redondez de las formas esc:u).
tóricas, y que también la arquitectura e](;..
bía compartir las cualidades orgánicas de
la figura humana. La fe que tenía en la ima.
gen del hombre como vehículo supremo de
la expresión le daba una mayor afinidad
con la escultura clásica que la de cualquier
otro artista renacentista, aunque admiraba
a Giotto, Masaccio y Donatello. Pero como
neoplatónico consideraba el cuerpo como la
prisión terrenal del alma; sin duda noble,
pero sin embargo prisión. Ese dualismo es
el que dota de esa extraordinaria emoción
a sus figuras; exteriormente tranquilas, pa-
recen agitadas por una energía psíquica
abrumadora que no encuentra auténtica Ji.
beración en la acción física.
Las cualidades únicas del arte de Miguel
Angel se hallan plenamente presentes en el
David (fig. 209), la primera de las estatuas
monumentales del Renacimiento pleno, en-
cargada en el 1501, cuando el artista tenía
veintiséis años de edad. La enorme figura
fue colocada a la izquierda de la entrada del
Palazzo Vecchio (ver fig. 142) como sím-
bolo cívico-patriótico de la República Flo-
rentina (actualmente el original ha sido
sustituido por una copia moderna). Ese pa·
pel le convenía al David. Sin la cabeza de
Goliat, parece desafiante: no es un héroe
victorioso, sino el campeón de una causa
justa. Desnudo como el David de bronce de
Donatello (ver fig. 184), se enfrenta audaz-
mente al mundo, vibrante de energía con·
tenida. Pero el estilo de la figura revela un
ideal muy diferente del .de Donatello. Mí·
guel Angel acababa de pasar varios años en
Roma y había quedado fuertemente ímpre·
sionado por los cuerpos musculosos y llenos
de emoción de la escultura helenística. La
escala heroica de ésta, su belleza y poder so-
brehumanos, pasaron a formar parte del es-
tilo de Miguel Angel, y con él del arte rena·
209. Miguel Angel. David. 1501-4. Mármol. 4,09 m. centista en general. A pesar de ello, el Da·
de altura. Academia, Florencia. vid no podría nunca ser considerado corno
una estatua antigua. En el Laocoonte (ver
fig. 64) y obras similares, el cuerpo «repre·
sino l~. «ob~a_de los hombres», análoga a la sen ta» la agonía del espíritu, mientras _qu~
crcac1on _d1vma. Su fuerte deseo interior lo característico del David es que este, ª
sólo pod1a satisfacerse «liberando» de la mismo tiempo, eri calma y en tensión.
EL R ENAC l~II E :-.ITO P LE:\:11 E :'11 ITAI.I.\ 2 11)

la Capilla Sixuna
leo. Sin embargo, pocos u1)os dcspth.'.•s el
POco·d Papa cambió de idc:a y d ;1nista empezó a
a Roma espués, Miguel Angel fue llamado trabajar, a desgana, en lo!'i frcscus dd techo
1
ante y ¡:;:~_el_ Papa Julio 11, el más impor- de la Capilla Sixtinn (fig. :? 10). Impulsado
tas, Para _icioso de los Papas rcnaccntis- por su dcsl.'o de reanudar el pro~1ecto del
quien Proyectó un enorme mauso- mausoleo, Migud Angel terminó todo el re-
21 l. Mi~ud :\n~d, l.o ('1,·ad1111 d,· .·\.l,111, pnrtl' dl' la lió\'l'da lk la Capilla Sixtina, 1508-12. Fresco.
\'Mk mo, Ronm,

cho en cuntro mios (1508-12). Rcnlizó una Creación, la Caída del Hombre y su recon-
obra mnestrn de importnndn trascenden- dliadón final con el Seflor? Se ha dicho que
tal. El techo es un t:normc orgnnismu con Miguel Angel es un mal colorista, pero esa
cientos de figuras rítmicttmcntc distribui- designación es injusta, tal como ha puesto
das dentro dd mnt ·o nrquitcctónko pinta- de manifiesto la limpieza de los frescos re-
do. lns cunl 'S cmpcqueúeccn los murales cientemente realizada. La gama de su pale-
anteriores de ln pnrtc inferior nu sólo por ta es sorprendente . Contrariamente a lo que
su tamntio , sino sobre todo por su imponen- se pensaba, de las figuras heroicas puede
te unidad interior. En d árcn central de ln decirse cualquier cosa salvo que tienen una
bóvcc.fo, subdh ididns por cinco pares de vi- calidad de escultura pintada. Llenas de
gas arqueadas. hay nue, e escenas del Géne- vida, representan sus papeles épicos en
sis, desde ln Creación del Mundo (en d ex- imaginarias «ventanas» que horadan el es-
tremo de la Capilla) n la Embriaguez de cenario arquitectónico.
Noé. No ha quedado plenamente explicado Un análisis detallado de la bóveda exigi-
el plan teológico en el que se basa la elec- ría un libro entero, por lo que tendremos
ción de esas escenas ni el rico programa que que contentarnos con la Creación de Adáu
las rodea -los jóvenes desnudos, los meda- (fig. 211 ), la más famosa de las escenas im-
llones, los profetas y sibilas, las escenas de portantes. No nos muestra el modelado fí-
los ritiones dt! la bóveda-, pero sabemos sico del cuerpo de Adán, sino la transmisión
que relaciona la historia del principio del de la chispa divina, el alma, logrando así
hombre con la llegada de Cristo, d princi- una yuxtaposición espectacular del hombre
pio de los tiempos y su culminación (el Jui- y Dios que no encuentra riyal en nin~ún
cio Fi11al en el muro situado arriba del al- otro artista. La relación entre Adán, unido
tar). ¿En qué medida fue Miguel Angel res- a la tierra, y Dios, que se precipita atrav~-
ponsable del programa? No era un hombre sando el cielo, resulta aún más significa~i-
que se sometiese fácilmente a los dictados va cuando nos damos cuenta de que Ad~n
de otros. y en conjunto el tema conviene tan tiende no sólo hacia su Creador, sino haci~
perfectamente a su temperamento que no Eva, a quien , e, aunque no haya nacido,ª
crccn.1os que sus deseos estuvieran en grave abrigo del brazo izquierdo del Scflor.
coníl,cto
. con
i. los de su mecenas. (.·Que tenn• .
C uan d o vcmtc - mas
anos . tai·de •·••gresaba
"'
mas gnrnc 1usu podría desear que el de la Miguel Angel a la Capilla Sixtina. el mun·
1(1, ll t-:N1\l'l ,\ lll' N'l'O l'l l 'N
' · ', O EN ITAI.IA 221

do ü'l.:idl.'11t·'I " t, nn í 1, , • ·
! t I' l:1 ·risi -' • . .. · ., Lllc11c1611 abwrbida
-
l 11·111·1

(VCI'· •'11 ·)csl ' p111t11
') 'º)
'·d y 1, 0 lí lH.:a
· ue ., 1·, l)c
1:ll 1 rndhnt , ¡ 11- • b· ---t;, . 1\I pas·u· f . I ·
· • e e a vita . 11-.L ' -

., · e t • rcsco de la b<, , I· · . 1 •
S ll)ll SlJ111brín del .lt1ic:iv Fi,u,/ vocl c.:1 a a v1-

~~i-
• >1

.' .111~
l1
nota >,e ~lnridad cómo ha cambiado cJ
de an11110. La humanidad, juntos los
· , ,servamos

tone. cnados y los bendecidos, se aprieta en


_m o1,1to11es. compactos suplicando piedad
.~ntc un D10s colérico (figs. 210-212). Sen-
t.1do en una nube debajo del Serior está el
apóS t0 1Bartolomé, sosteniendo una piel hu-
11.1ª11ª que representa su martirio (había
sido de~pdlcjado). Sin embargo, el rostro
d~ esa_p1d no es el del santo, sino el del pro-
pio Miguel Angel. En ese autorretrato seve-
ramente sardónico ha dejado el artista la
c~nfosión personal de su culpa e indig-
mdad.
... . .... ... t

aut m.>tr.lto). 1:-~ l. . . b:tinn,


V:nirnn . Roma.

La CapilJa de los MédicJ

213. "ligud ...\ngd . i\bu." k dc- Giuli:mo dt." M~dici. El intervalo entre la bóveda sixtina y el
1'•2+~- .\lárrn l. altura <! la fümra :-..·ntr:11. 1,80 m . Juicio Fi11al coincidió con los papados de
Sacristía nu..,.,-:1, S:m l ~nz , Flon.·ncia. León X y Clemente VII; miembros ambos
de la familia Médici, prefirieron emplear a
Miguel Angel en Florencia. Centró sus acti-
vidades en San Lorenzo, la iglesia de los
Médici, en donde León X había decidido
construir una capilla con cuatro mausoleos
monumentales destinados a miembros de la
familia. Miguel Angel trabajó catorce años
en el proyecto, lo que le permitió terminar
la capilla y dos mausoleos. Es la única obra
del artista en la que las estatuas permane-
cen en el lugar pensado específicamente
para ellas (ver el mausoleo de Giuliano en
la fig. 213). El proyecto del monumento es
extrañamente impersonal: no hay ninguna
inscripción, dos figuras alegóricas (el Dfa a
la derecha y la Noche a la izquierda) están
reclinadas sobre el sarcófago, y la estatua
de Giuliano, de uniforme militar clá~ico, no
guarda ningún parecido con el fallecido. (Se
;uenta que Miguel Ange~ comentó: «Dentro
. años a nadie le importará cuál era
d e m1 1 ' . ·r·ica d o d e1
su aspecto real».) ¿Cuál es e l s1gm
monumento? Esta pregunta, que se ha plan-
. tables veces no ha encontrado
t •a d o mcon
e, . . La definitiva.' Fueron tantos los
una respues
114. Dn nu tu llrn11mn1c. El T~•mpicttu, San Pk•tru in Montorio, Roma. 1502 .
1·L lll ' NAI IMll·N 1( 1 1' 1 l'NII r·N r I M 1/\ 'U,,\

camhios que 1 11f'rl(!l'<J11 lo:. pl : 11 w i d1 · M f'.lll •l


Angel para loll mu111,11lt:11 : d 1· 1011M •d l, •I ,1 11
rantc el ti empo q11 ' d11 n 11•11n 11111 oh1·n , ,pw
el cs tíH.lo acLUal cJ •I n1<1111111 w 111 , , 1 l' ll t: p, wu,
posibilidades cfo H·r In o l1 wilH1 ll1 11d: 1idi!•
más, el proceso dinflrn k o d(· 1·, 11111 11·,u~ •lt,11
quedó arbilrarinmenl c d c l(!tildo c! tl 1~;\~
por la marcha del arl iHI a II llo,rn1. Lw, í'l g11 •
ras dcJ Dfa y la Noc/u1c1 lahan p ·111 r,d 111 con ,. "'
___ -.. .,
"
seguridad para supcrficicH hurlz1111IHI •tt , , 10
para la tapa curva del s11rcM11go pi' •11c11t ,,
Quizá ni siquiera es tuvieren pen1,ud1w p:1ni
ese mausoleo. El nicho de Giulinno es de-
..
masiado estrecho y e.le eHcn1-1 n HUfH:rfici c
para que quepa cómoda mente. Se proyec-
1
.
taron otras fi guras y relieves que no fuc:rnn
nunca ejecutados. A pesar de toe.lo eso, el
mausoleo de Giuliano manlicne unu unidad
. J.·
visual impresionante. El grnn triúngulo de
las estatuas se mantiene merced a unn red
21!5, 1>0111110 lka 111t111te . 1'111111 11 origi11al de Sa 11 Pedro ,
de verticales y horizontales cuyas formas l<ornu (Ncgún Ge,v111üllcr). 1506.
esbeltas y bordes afilados aumentan la re-
dondez y el peso de la escultura. La amena-
za entristecida del Dla y el suefio pe1'lurba-
do de la Noche expresan con inolvidable cinns «excn vacfos » profunda mente en pesa-
grandeza el dualismo del cuerpo y el alma. das masas de mampostería . Esas cavidades
se equilibran con la forma convexa de la cú-
pula y la gran proyección de molduras y
cornisas. En consecuencia, el Tempietto po-
BRAMANTE see un peso monu mental que contradice su
Lamaii o modesto.
Durante los últimos 30 aflos de su larga El Tcmpielto es la primera de las gran-
carrera, la arquitectura se convirtió en la des obras que hicieron de Roma el centro
preocupación principal de Miguel Angel, del arte italiano durante el primer cuarto
pero para entender sus logros en ese campo del siglo XVI. La mayoría de esas construc-
debemos analizar primero a Donato Bra- ciones datan del decenio 1503-1513 , duran-
mante, su predecesor más importante, te el papado de Julio II. Fue él quien deci-
quien había trabajado para el duque de Mi- dió sustitui r la primitiva basílica cristiana
lán, junto con Leonardo, en el decenio por una iglesia tan magnífica que cnsom-
de 1490. A la caída de Milán fue a Ruma, hrecicra todos los monumentos de la anti-
en donde se convirtió en el creador de la ar- gua Roma imperial. La tarea le correspon-
quitectura del Renacimiento pleno. El nue- dió, naturalmente, a Bramante. Conocemos
vo estilo resulta totalmente evidente en su proyecto, de 1506, sobre todo por un pla-
su Ternpietto de San Pietro in Montorio no (fig. 215) que confirma las palabras que
(fig. 214), proyectado poco después se dice utilizó Bramante para definir su ob-
de 1500. Merece bien su apodo, ((el tcmpli- jetivo: <e Pondré el panteón encima de la ba-
tc,,,, pues con su plataforma de tres cscalo- sílica de Constantino» (ver figs. 70-72). El
.ncs, Y el severo orden dórico de la colurn- proyecto <le Bramante posee una magnifi-
r~.ata, recuerda mús que cualquier edifica- cencia verdaderamente imperial: una enor-
c'(,n •cJlel. siglo XV a la arquitectura del tem- me cúpula corona el cruce de los brazos de
J') ? clas1co. Igualmente nota ble es el trata- la bóveda de car"tún de una cruz griega , con
miento «escultórico " de los muros: horna- cuatro cúpulas menores y altas torres en las
224 lll. R11N/\Cll\ll l!NTO

Bramante ti ene las dimens io nes de la basí-


lica de Cons ta n tino . No es ex tra1io que la
cons trucción de San Ped ro a vanzara a paso
de tortuga. A la muerte de Bramante, en
1514, sólo se había n cons truido los cua tro
pila res del crucero.
Dura nte los tres decenios s iguientes , ar-
quitectos formados con Bramante llevaron
adelante la campa ña entre vacilaciones. La
fase nueva y decis iva sólo se inició en J 546,
cuando Miguel Angel se hi zo ca rgo de ella.
Simplificó el complejo pla n de Bramante
sin alterar su carácter bás ico; proyectó de
nuevo el exterior, utilizando un orden colo-
sal para poner de relieve el cuerpo compac-
to de la estructura, resaltando más de ese
modo la espectacularidad de la cúpula.
Aunque ésta fue construida en gran parte
después de su muerte, en todos los aspectos
216. Caradosso. Medalla con el proyecto de importantes la cúpula r efleja las ideas de
Bramante para San Pedro. 1506. Museo Británico, Miguel Angel. Bramante hahía pensado en
Londres. un hemisferio escalonado similar a la cúpu-
la del Panteón, que hubiera dado la impre-

esquinas rellenando los ángulos. Este plano


cumplía todas las exigencias establecidas 217. Miguel Angel. San Pedro (vista d esde el este),
por Alberti para la arquitectura sagrada Roma. 1546-64 (cúpula completada por Giacomo
della Porta, 1590).
(ver pág. 201); basándose totalmente en el
círculo y el cuadrado, tiene una simetría
tan rígida que no podemos saber en qué áb-
side irá el altar mayor. Bramante pensaba
en cuatro fachadas idénticas a la del meda-
llón de 1506 (fig. 216), dominadas por el
mismo repertorio de formas severamente
clásicas que vimos ya en el Tempietto: cú-
pulas, semicúpulas, columnatas y fronto-
nes. Sin embargo, en el interior de la igle-
sia no predominan esas formas geométricas
simples. Tienen supremacía ahí los «muros
escultóricos»: el plano no muestra superfi-
cies continuas, sino grandes «islas» de
mampostería de formas extrañas, justa-
mente descritas por un crítico como tosta-
das gigantes medio comidas por un espacio
voraz. Su tamaño real sólo puede visuali-
z~rse si comparamos las medidas de la igle-
sia de Bramante con las de las edificaciones
anteriores. Por ejemplo, San Lorenzo en
Florencia, tiene una longitud de 80 me;ros
menos de la mitad del nuevo San Pedr~ ,
(165 m .). Cada brazo de la cruz griega de
F.L Rt::-;A l\ll [STO PLE.._-O E_._- ITALI 225

218. Rafael. La escuela de Arenas. 1510-11. Fresco. Stan7.a della Signatura . Palacio Vat icano, Roma .

sión de pesar sobre la iglesia; la cúpula de por las columnas dobles del tambor. conti-
Miguel Angel transmite la sensación opues- núa en las nervaduras y culmina en la lin-
ta, un impulso poderoso que lleva la ener- terna). La lógica de este proyecto e tan per-
gía hacia arriba, desde el cuerpo principal suasiva que pocas cúpulas construidas en-
de la estructura. Todo contribuía a la ver- tre 1600 y 1900 dejan de reconocerlo.
ticalidad a expensas de las horizontales: el
alto tambor, los sobresalientes contrafuer-
tes acentuados por columnas dobles, las RAFAEL
nervaduras, la curva elevada de la cúpula, Si Miguel Angel ejemplifica al genio soli-
la alta linterna. Nos recuerda la cúpula de tario, Rafael pertenece al tipo opues to: el
la catedral de Florencia, de Brunellcschi artista como hombre de mundo. Aunque
(ver fig. 140), de la que es evidente que Mi- cada uno tenía sus partidario~, ambos go-
g~el Angel tomó prestadas muchas cosas. El zaban de igual fama . Ho · en día nuestra
faceto, sin em_bargo, es totalmente ~ístin!o: simpatías se hallan meno uniformemente
de Florencia no sugiere las tensiones in- divididas:
ternas •
, mientras que Miguel Angel encuen-
tra u r
na ,orma esculpida para esas fuertas En la sala las mujl!rcs van y vienen
en confl•icto y las relaciona con las del resto hablando de Miguel Angel
del ed"f• · (el impulso de las pilastras co-
1 1c10
1
(T. S . ELIOTI
osales emparejadas de abajo es absorbido
226 m. 111'.NACIMll(N'l'O

de Jl.;d w;I ¡,,:, di ·re;n a Jo;, cuatro domínío,;


J ·l ,tp , ; r1 ízaj ·: w_ol,Jgfa, fí l<J ofia, lcyc1, y
arWtí. U no de ·w n, f re co ', Ja E,c;cuela de Ate,.
no:, (fj g. 2 18), hu Hí<lo rcc.:.onoci<lo d.csdc
hace t íern ro comu lí:1 cncarnacíón perfecta
ucl espíritu clásico del Rcn acímícnto. E.I
tem a, la escuel a e.le pensamiento atcnicn-
(t

sc r) , representa a un grupo e.le fam osos (i)ó.


sofos griegos reunidos alrcc.lcc.lor ~e Platón
y Ari stóteles, cae.la uno en ~na actitud o ac.
tívíc.lacJ caracterh;tíca. Rafael debía haber
vis to ya la b6veda Sixtina, a ~unto enton-
ces e.le finalizarse, pues debe cv1c.lentemcntc
a Miguel la .pnergía expresiva, el poder físi-
co y el agrupamiento dramático de sus fí.
guras. Pero Rafael no se limita. a tomar
prestado del maestro un repertorio d: ges-
tos y de poses; Jo absorbe en su prop10 es-
tilo, dándole por tanto un significado dife-
rente. Cuerpo y espíritu, acción y senti-
miento, se equilibran en él armoniosamen-
te, y todos los elementos de ese gran con-
junto juegan su papel con una claridad
219. Rafael. Ca/atea. 1513. Fresco, Villa Farncsína, magnífica y llena de intención. La Escuela
Roma. de Atenas, más que el espíritu <le la Bóveda
Sixtina (fíg. 210), sugiere el de la Ultima
Cena de Leonardo (fig. 206). Decimos esto
Lo mismo nos sucede a muchos de noso- por el modo en que cada filósofo revela «la
tros, incluyendo a los autores de novelas intención de su alma" , por el ritmo formal
históricas y biografías ficticias, mientras con que se relacionan individuos y grupos,
que de Rafael sólo suelen hablar los histo- por el diseño simétrico y centralizado y por
riadores del arte. Al compararse con el he- el escenario arquitectónico. Pero en compa-
roísmo trágico de Miguel Angel, su carrera ración con la sala de la Ultima Cena, el edi-
resulta demasiado triunfal, su obra está ex- fício clásico de Rafael comparte más la car-
cesivamente repleta de gracia conseguida ga compositiva. Inspirado por Bramante,
aparentemente sin esfuerzo. Como innova- parece una vista previa del nuevo San Pe-
dor, la contribución de Rafael es menor que dro (ver fig. 215). Su precisión geométric~
la de Leonardo o Miguel Angel, pero aun así y grandeza espacial llevan al ·cenit la tradi-
es el pintor más importante del Renaci- ción iniciada por Masaccio (ver fig. 19?),
miento; nuestra idea del estilo renacentista continuada por Domenico Veneziano Y Pie·
se basa más en su obra que en la de cual- ro della Francesca y transmitida a Rafael
quier otro maestro. Su genio tenía un poder por su maestro Perugino.
de síntesis único que le permitió fundir las Rafael nunca volvió a realizar un marco
cualidades de Leonardo y Miguel Angel, arquitectónico tan espléndido. Más que en
creando un arte que era al mismo tiempo lí- las vistas en perspectiva, para crear ~l es·
rico y dramático, pictóricamente rico y es- pacio pictórico se basó de modo creciente
cultóricamente sólido. Cuando Miguel An- en el movimiento de las figuras humfºª~
gel empezaba a pintar la bóveda de la Six- En su Ca/atea (fig. 219), el tema vu~ veen
tina, Julio 11 hizo venir a Rafael desde Flo- ser ~lásico -la ninfa Gala tea, perseg_u11~gía
rencia para que decorara una serie de salas vano por Polifemo, pertenece a la m 1t? es el
del Palacio Vaticano. En la primera de
clásica-, pero lo que se celebra ª~~~edad,
ellas, la Stanza della Scgnatura, los frescos aspecto alegre y sensual de la anugu
El. RE.'-._\ lll!E." ffO PLE.'\O E.'\ IT \ LU 227

iº..-ScueJ~
contraste con d austero idealismo de la
de Atenas. La rompos··ición recuerda
dro de Botticelli. las figuras no generan el
m0\1imiento, sino que éste les es impuesto
'" 1 acr · desde fuera, por lo que nunca se separan de
noc:¡a mremo de Venus ver fig. 199) que co-
Pe Rafael por su estancia en Florencia. la superficie del lienzo.
düero ese .m1·~mo
· · pone de rehe,·e
parecido • su
v d,,.~ncia profunda. Las figuras diná micas GIORGIONE, TIZIAl'10
•· '- CUern,,,. -
tnovin-i; t"' ~~~leto de Ra:ael absorben_ ~u
Vigorosa ~to t:~p1ml expansn-o de la tors1on La distinción entre el Renacimiento pri-
e la J)OStura de Gala tea; en el cua- mero y el pleno, tan marcada en Florencia
228 EL RENACIMIENTO

221. Tiziano. Bacanal. c. 1518. Oleo sobre lienzo 1,77 x 1,92 m . El Prado, Madrid.

y Roma, es menos característica en Vene- ojos de San Francisco, como una pieza de
cia. Giorgione (1478-1510), el primer pintor la creación de Dios. En cambio, las figuras
veneciano perteneciente al nuevo siglo XVI, de Giorgione no interpretan la escena para
sólo se separó de la órbita de Giovanni Belli- nosotros; pertenecientes ellas mismas a la
ni en los años finales de su corta carrera. naturaleza, son testigos pasivos -casi víc-
Entre sus escasísimas obras de madurez, la timas- de la tormenta que va a envolver-
Tempestad (fig. 220) es la más individual y las. ¿Quiénes son? Hasta ahora, el joven sol-
la más enigmática. La primera mirada al dado y la madre desnuda con su bebé no
cuadro nos muestra poco más que una re- han revelado su identidad, y el terna de la
flexión particularmente encantadora sobre pintura permanece desconocido. El título
las cualidades belliniescas, con las que es- presente es una confesión de desconcierto,
tamos familiarizados por San Francisco en aunque no resulte inapropiado, ya que la
éxtasis (ver fig. 203). La diferencia es de es- única «acción» es la de la tempestad. ~er?
tado de ánimo, que en la Tempestad es sutil con independencia de su pretendido s1gm-
y penetrantemente pagano. El paisaje de ficado, la escena es corno un idilio encanta-
Bellini pretende ser visto, a través de los do, un sueño de belleza pastoral que va ª
l' l. HI:. ACIM ll:/\i Tll PI.E. ' íJ f _', ITA U A 229

22i, 1'1~111110, /111111/,rf! ,•,111 ,:11a11u-, e, 1520. Oleo sobre


ll~uzo, 1 ' o.~~ 11\, UI l, OIIVl'tl, Pnrls.

' Cl' bnrridu pronto. Hnstn este momento,


sólo los poctns hnblnn cnptndo esa atmós•
fcm de rnso1'\nción nostálgica; desde enton- 223. Ti ziano. Cristo coronado de espinas. c . 1570.
~cs cntm ·11 el repertorio de los pintores. La Oleo sobre lienzo, 2,79 x 1,82 m . Alte Pinakothek
Tempcsrcul inkin uno nuevo tradición que Múnich. •
llcgorfu n sel' importuntc.
Giol'gionc murió antes de poder explorar
plennmcntc el mundo de sensual lirismo
que hubfa crcndo en In Tempestad. Conti• bién la influencia del arte clásico. Sin em-
nunr[u esa tnrcn Tiziano, artista de talento bargo, el modo en que enfoca Tiziano la an•
semejante, que estaba influido decisiva• tigüedad se diferencia mucho de la manera
mente por Giorgione y dominó la pintura en que lo hace Rafael; visualiza la esfera de
veneciana durante el medio siglo siguiente. los mitos clásicos como parte del mundo
Lu Bacanal de Tiziano (fig. 221 ), pintada natural, habitado no por estatuas anima-
nproximudamcnte en el 1518, es un cuadro das, sino por seres de carne y hueso. Las fi-
fr~ncumcntc pagano, inspirado en la des• guras de la Bacanal se hayan idealizadas.
c~·•pción que hucc un autor antiguo de esa traspasando los límites de la realidad co-
Situación. El paisaje, rico en contrates de tidiana, para persuadirnos de que pertene-
i .nos fríos y cálidos, tiene toda la poesía de cen a una Edad Dorada perdida hace tiem-
•orgonc, pero las figuras son de otra raza: po. Nos invitan a compartir su estado de
act •vas
· , Y musculosas se mueven con una bendición de una manera que hace que la
go1.o.sa l'b
de· '
1 crtad que nos recuerda la Galatea
Galatea de Rafael nos parezca, en compara-
ción, fría y remota.
1 Rafael. Por aquel tiempo se habían he•
Además de todos sus otros logros. Tizia-
c,10
,• . ya· gra bados de mucl1as de las compo•
Sic¡ · •' no fuc también el mayor retratista del si•
d o~cs de Rafael, y gracias a esas rcpro•
glo. Su Hombre c~n guante (fig. ~22) no
e ucc1onc·•s T'1z1ano
. se ha l,fa fami·1 ianza
· . do
1i~ el Renacimiento romano. Algunos de
s celebrantes de la Bacanal rcílcjun tam-
ofrece, a diferencia de Mona Lisa (ver
fig. 207), misterios inquietantes, sino un
230 EL RENACIMIENTO

profundo sentido de la individualidad del de )a obra terminada. Tiziar10 parece, a cstc


modelo. Como si estuvjera posando por ca- respecto, infinita111c11Lc más «moderno,,
sualidad, y perdido en sus pensamientos, que Rafael, Miguel Angel o Leonardo.
ese hombre joven parece totalmente incons- Los nuevos modos del Hombre con gua11 •
ciente de nuestra presencia. La intimidad te se llevan al límite en Cristo coronado de
soñadora de este retrato, la sugerenc;:ia de espinas (fig. 223), obra maestra de la vcjc7.
un estado de ánimo melancólico, los perfi- de Tiziano. Las formas que surgen de la sc-
les suaves y las sombras oscuras dan al re- mioscuridad se componen ahora totalmen-
trato un atractivo poético que recuerda a la te de luz y color; a pesar del fuerte impac-
Tempestad de Giorgione. En manos de Ti- to, las superficies brillantes han perdido
ziano, las posibilidades de la técnica del todo rastro de solidez material y parecen
óleo, tonos ricos, cremosos y oscuros, pero translúcidas, como si irradiaran desde el in-
transparente y delicadamente modulados, terior. En consecuencia, la violenta acción
se realizan ahora plenamente; las pincela- física ha quedado milagrosamente suspen-
das separadas, que antes apenas eran visi- dida. Lo que permanece en nuestra mente
bles, se vuelven cada vez más libres; por lo no es el drama, sino una extraña atmósfera
que el ritmo personal de la «escritura» de1 de serenidad, que es engendrada por un
artista se convierte en un elemento esencial profundo sentimiento religioso.
El manierismo y otras tendencias

·Qué sucedió después del Renacimiento? algunos pintores Jovenes florentinos. En


H1ce unos cincuenta años la respuesta ha- 1521, Rosso Fiorentino, el miembro más ex-
bría sido: el Renacimiento tardío, domina- céntrico de este grupo, expresó esa actitud
do por los imitadores superficiales de los nueva con plena convicción en el Descendi-
grandes maestros de la generación anterior, miento de la Cruz (fig. 226). Nada nos ha
el cual duró hasta que apareció el estilo preparado para el impacto tremendo de
Barroco a finales de siglo. Actualmente te- este enrejado de delgadas formas que se ex-
nemos una opinión bastante más positiva tiende sobre el cielo oscuro. Las figuras son
de los artistas que llegaron a la madurez agitadas y sin embargo rígidas, como si hu-
después del año 1520, aunque seguimos ne- bier~n quedado congeladas por una repen-
cesitando de un nombre con el que descri- tina tormenta de hielo; hasta los ropajes tie-
bir los 75 años que separan el Renacimien- nen planos de bordes cortados y quebradi-
to pleno del Barroco. Cualquier ·etiqueta zos; los colores ácidos y la luz, brillante
implica que el período tuvo un estilo, y na- pero irreal, refuerzan el efecto de pesadilla
die ha conseguido hasta ahora definirlo. que produce la escena. Lo que hay aquí in-
Pero si no existió un estilo unitario, ¿por duce a una revuelta contra el equilibrio clá-
qué considerar como un período los años sico del arte renacentista; un estilo visiona-
transcurridos entre 1525 y 1600? Quizá rio, voluntarioso y profundamente inquie-
pueda resolverse la dificultad si pensamos tante que expresa una ansiedad profunda-
en ese período como en una época de crisis mente asentada.
que dio lugar a varias tendencias confron-
tadas, más que a un ideal dominante; o
como un tiempo repleto de contradicciones Pontormo; Parmigianino
internas, no muy diferente a nuestro pre-
sente y, por tanto, peculiarmente fascinan- Pontormo, amigo de Rosso, tuvo una per-
te para nosotros. sonalidad igualmente extraña. Introspecti-
vo y tímido, se encerraba en sus habitacio-
_nes durante semanas permaneciendo inac-
PINTURA cesible incluso para sus amigos. Sus dibu-
jos, de maravillosa sensibilidad, como por
Entre esas tendencias, la más discutida ejemplo el Estudio de una joven (fig. 224),
actualmente es la del Manierismo. El alcan- reflejan bien estas facetas de su carácter; el
ce Y significado del término no deja de ser modelo, que mira melancólicamente al es-
problemático: su significado original era es- pacio, para apartarse del mundo exterior,
trecho y despectivo, por cuanto que desig- como si estuviera por el trauma de alguna
naba a un grupo de pintores de Roma y Flo- experiencia a medias recordada.
r~ncia, cuyo estilo conscientemente «artifi- Este estilo «anticlásico» de Rosso y Pon-
~ial» derivaba de algunos aspectos de Ra- tormo, la primera fase del Manierismo, fue
tel Y Miguel Angel. En fechas más recien- sustituido pronto por otro aspecto del mo-
des, se ha reconocido que el formalismo frío vimiento. Este, menos abiertamente anti-
ti s~ obra formaba parte de un movimien-
riomas amplio que colocaba la «visión inte-
clásico, menos cargado de emoción subjeti-
va, se hallaba sin embargo igualmente ale-
ci~», ;unque subjetiva y fantástica, por en- jado del mundo estable y confiado del mo-
za /d e la doble autoridad de la Naturale- vimiento pleno. El autorretrato de Parmigia-
ªPar e los antiguos. Los primeros indicios nino (fig. 225) no sugiere un torbellino psi-
eccn poco antes del 1520, en la obra de cológico; la apariencia del artista es suave
232 EL RENACIMIENTO

y bien cuidada, y se halla velada por una de-


licada neblina leonardesca. Las distorsio-
nes son objetivas, no arbitrarias, pues la
'
pintura registra aquello que veía Parmigia-
nino cuando miraba su reflejo convexo. y
i sin embargo, ¿por qué estaba tan fascinado
,, - . '
{~ ' por esa visión « a través del espejo»? Los
i· ~ .,,,.
.. pintores anteriores, como Jan van Eyck,
que utilizaron el mismo mecanismo como
ayuda a la observación, habían «filtrado)>
las distorsiones (tal como se ve en la
fig. 170), salvo cuando la imagen especular
se contrastaba con una visión directa de la
misma escena (ver fig. 171 y 172). Pero Par-
migianino 'sustituye su pintura por el pro-
pio espejo, empleando incluso una tabla
convexa especialmente preparada. ¿Acaso
quería demostrar que no existe una reali-
dad única y «correcta» que la distorsión es
tan natural como la apariencia normal de
las cosas? Es característico que su distan-
ciamiento científico se transformara pron-
to en su mismo opuesto. Vasari nos cuenta
que Parmigianino, hacia el final de su bre-
ve carrera (murió en el año 1540, a los 37
años de edad), se hallaba obsesionado por
la alquimia y se convirtió en un hombre
224. Pontormo. Estudio de una joven. c. 1526. Dibujo
barbudo, de largos cabellos, descuidado de
en yeso rojo. Galería Uffizi, Florencia. aspecto y casi salvaje. A decir verdad, su ex-
traña imaginación resulta evidente en su
225. Parmigianino. Autorretrato. 1524. Oleo sobre obra más famosa, la Virgen del cuello largo
tabla, 25 cm. de diámetro. Kunsthistorisches (fig. 227), pintada después de haber regre-
Museum, Viena.
sado a su Parma natal tras varios años de
estancia en Roma. Había quedado profun-
damente impresionado por la gracia rítmi-
ca del arte de Rafael (compárese con la
fig. 218), pero había transformado las figu-
ras de los viejos maestros en una raza no-
tablemente nueva: sus miembros alargados
y suaves como el marfil, se mueven con una
languidez carente de esfuerzo, encarnando
un ideal de belleza tan apartado de la na-
turaleza como el de cualquier figura biz~n-
tina. su escenario es igualmente arbitran_o,
con la hilera de columnas gigantescas, sin
propósito aparente, que surgen tras la pe·
queña figura de un profeta; Parmigiamno
parece decidido a impedir que podamos
medir nada en ese cuadro siguiendo las nor·
mas de la experiencia ordinaria. ~ 0
aproximamos aquí a ese estilo «artl•f'ic 1a,1
5
)> ¡
para el que se acuñó originalmente el ter· 1
1
1
EL .\1...\..,..-IERlS.\IO y OT"..._....,
, e T E.,OE:--CI.\.S
. 2 33

22 .
Rosso .Fiorc
V 61.!erra . n 1·mu. El desce11d1mw11to
- . de la cm:. 1521 . Olc:u sobre tabla . 3 ,35 X 1.94 m . Pinacut~a.
0
• 11 a 11a . .
2]4 l !I. Ht.r A< I M H: ~,'fll

227. Parmígíanin.o. La Virgen del cuello largo. c. 1535. Oleo sobre tabla, 2,15 x 1,31 m. Galería Uffizi,
Florencia .
EL !\·I ANIERI S,\1 0 y tl l H 1 , 1 1 , 1,1 '\( 1 1, 235

iino Manierismo. La Virgen del cuello larg


~s una visión de una perfección no terren:
con una elegancia fría que no resulta me~
nos convincente que la violencia del Descen-
dimiento de Rosso.
La fase «elegante» del Manierismo italia-
no, relacionada con un gusto sofisticado i _
cJuso enrarecido,
. , atrajo
. particularmen¡e na
mecenas anstocrat1cos, como el gran ducue
de la Toscana y el rey Francisco I de Fran-
cia, por lo que pronto se internacionali ,
(ver fig. 247). El estilo produjo retratos e:~
pléndidos, como el de Eleanora de Toledo
la espos~ de Cósimo I de Medici, realizad~
por el pmtor de la corte de Cósimo Agnolo
1

Bronzino (fig. 228). La modelo aparece


aquí como miembro de una casta social
exaltada, no como una personalidad indivi-
dual; congelada en una posición inmóvil
tras la barrera de su omadísimo vestido
Eleanora_ p~re~e más semejante a la Virge~
de Parm1g1anmo, compárense las manos 2~8. Ag~olo Bronzino. Eleanora de Toledo y su hijo
que a una mujer ordinaria de carne y hueso'. Gwvannz de Médici. c. 1550. Oleo sobre lienzo, 1 14
X 0,95 m. Galería Uffizi, Florencia. '

Tintoretto
con lo sobrenatural, pues también hay cria-
En Venecia, el Manierismo sólo apareció dos_ celestiales: el humo de la lámpara de
a _mitad de siglo. Su principal exponente, aceite se transforma milagrosamente en nu- ·
Tmtoretto, fue un artista de prodigiosa bes de ángeles que convergen sobre Cristo
energía e inventiva que combinó en su obra en el momento en que él ofrece a sus discí-
los elementos del Manierismo «anticlásico» pulos su carne y su sangre en la forma del
Y los del «elegante». Decía querer «pintar pan ~ del vino. L~ preocupación principal
como Tiziano y dibujar como Miguel An- de Tmtoretto ha sido la de hacer visible la
institución de la eucaristía, la transubstan-
gel», pero su relación con esos dos maes-
ciación del alimento terreno en divino; ape-
tros, aunque real, era tan peculiar como la
nas sugiere el drama humano de la traición
de Parmigianino con Rafael. La última obra
de Judas (Judas es la pequeña figura situa-
importante de Tintoretto la Ultima cena
da detrás en el lado más cercano de la
(fig. 229), es también la ~ás espectacular;
mesa.)
es una negación total de los valores clásicos
de la versión que hace Leonardo del tema
(ver fig. 206) un siglo antes, Cristo sigue El Greco
o~upando el centro de la composición, pero
ª ora la tabla se halla situada en ángulo El último pintor manierista, quizá el más
recto con el plano pictórico, por lo que su . importante, se formó también en Venecia.
~~q~eña figura, a media distancia, sólo se Domenicos Theotocopoulos, apodado el
·his~ngue por el halo brillante. Tintoretto Greco, procedía de Creta. Debió formarse
a ado a la escena un entorno cotidiano, primero con un maestro local que seguía
ene 1qu trabajando aún según la tradición bizanti-
ci . e se amontonan los criados, los re-
pilcntcs de comida y de bebida y los ani- na, pero una vez en Venecia, absorbió rápi-
rn damente las lecciones de Tiziano, Tintoretto
coa es domesticos.
• • Pero eso sólo sirve para
ntrastar espectacularmente lo natural y otros pintores venecianos. Posteriormen-
236 l!L RENACIMIENTO

229. Tintoretto. La Ultima Cena. 1592-94. Oleo sobre lienzo, 3,65 X 5,68 m. San Giorgio Maggiore, Venecia.

te, en Roma, conoció el arte de Miguel An- propio Tiziano. Justamente encima, el alma
gel, de Rafael y de los manieristas del cen- del Conde (una figura pequeña, semejante a
tro de Italia. En 1576-77 fue a España y se una nube, como las de los ángeles de Tinto-
asentó en Toledo, en donde vivió hasta el retto en la Ultima cena) es llevada a los cic-
fin de sus días. Sin embargo, siguió siendo los por un ángel. La reunión celestial cubre
un extranjero en su nueva patria. Aunque el la mitad superior del cuadro y está pintada
clima espiritual de la Contrarreforma, espe- de un modo muy distinto a la mitad infe-
cialmente intenso en España, pueda expli- rior: todas las formas, nubes, miembros Y
car la exaltación emocional de su obra ma- vestimentas son parte del movimiento fla-
dura, su estilo se había formado ya antes de mígero dirigido hacia la figura distante de
llegar a Toledo. Tampoco olvidó nunca los Cristo. Aquí se funden en una visión única
antecedentes bizantinos. Hasta el final y extática, más incluso que en el arte de
de su carrera firmó sus cuadros en griego. Tintoretto, los diversos aspectos del Manie-
El encargo mayor y más importante de El rismo . El lienzo ocupa una pared entera de
Greco es el Entierro del Conde de Orgaz la capilla, como si fuera una enorme venta-
(fig. 230); el enorme lienzo honra a un be- na, por lo que tenemos que inclinar mucho
nefactor medieval de la iglesia, tan piadoso la cabeza hacia arriba para ver la mitad su-
que San Esteban y San Agustín aparecieron perior del cuadro. El escorzo violento de
milagrosamente en su funeral para bajar el El Greco está calculado para conseguir la
cuerpo a la tumba. El Greco describe el en-
tierro como un acontecimiento contempo-
ráneo representando entre sus asistentes a
perior, mientras que las figuras del
plano parecen hallarse en un escenario (
~ri:~~
ilusión del espacio sin límites de la parte su-

muchos de los miembros de la nobleza y el ,


servese · estan
que sus pies , cor t a dos por e1
clero local. La sorprendente exhibición de marco). La tarea de El Greco puede co;~~;
color y textura de la armadura y las vesti- rarse con la de Masaccio en su mural. : In
mentas no podría ser superada ni por el Trinidad (ver fig. 195). El contraste mide '
EL MANIERISMO y OTRAS TENDENCIAS 237

l '

El Greco. El Entierro del CondJ Orgaz. 1586. Oleo sobre lienzo, 4,87 x 3,60 m . Santo Tomé, Toledo,
España.
230.
238 EL RENACIMIENTO

m.s ta , u n espado
· vLJ ~to y luminoso replete,
de figuras encumbrac.h.1s . Aunque se muevan
con ta l faci lic.Ja c.J q ue hace que . . la f ucrza <le
la gra vedad no parezca ex1sllr para el his,
seres d e ca rne y hueso, saluda bles y
so~ . no espíritus d escarnados, y 1,c
energ1c 0 5 , . .1
lacen de s u a usencia ue peso. Parc1
co m p · h a bi'a poca d 11•rcrcnc1a en re e1ex-
· . 1 ,
eorrcgg1 0
· es pi·r1·1ual y el fís ico, co mo . ve.r emos si
tas1s
s Ja Asunción de la Virgen con su
compa ramo . d
Jú itere lo (fig. 232), un lienzo ~ una se-
. p e ·1ustra ]os amores de los. diosesb clá-
nc qu 1
·
SICOS. La n1•nfa , desmayada baJo e 1 a razo
d e u n Júpiter en forma de nube, es el para-
. ]os Jubilosos
· · ✓, l es de lfres-
1 1O directo de angc
e La atmósfera Jconardesca, combinada
c~~ un sentido veneciano de] color y la lcx-
~ura, produce un efecto de voluptuosida~
exquisita que excede con rr.iucho a la de T1-
ziano en su Bacanal (ver f1g. 221). Correg-
gio no tuvo sucesores inmediatos ni un~ in-
fluencia duradera sobre el arte de su siglo,
231. Correggio. La Asunción de la Virgen (detalle). pero hacia el 1600 su obra_ empezó ~ s~r
c. 1525. Catedral de Parma. muy apreciada. Durante el s1gl~ y medio si-
guiente, fue admirado como el igual de ~a-
fael y de Miguel Angel; mientras los mame-
evolución dinámica del arte occidental des- ristas, que tanta importancia tuvieron an-
de los inicios del primer Renacimiento. tes, fueron olvidados en su mayor parte.

El Protobarroco: Correggio
Realismo: Savoldo; Veronés
Si el Manierismo produjo las personali-
dades que hoy nos parecen más «moder- Una tercera tendencia de la pintura ita-
nas» -la fama de El Greco es mayor ahora liana del siglo XVI se relaciona con las ciu-
que antes-, su importancia estuvo, sin em- dades del límite septentrional de la llanura
bargo, cuestionada en el siglo XVI. Otra ten- lombarda, como Brescia y Verona. Varios
dencia que apareció también hacia el artistas de esa región trabajaron un estilo
año 1520 anticipaba tantos rasgos del esti- basado en Giorgione y Tiziano, pero con
lo Barroco que podría etiquetarse como mayor interés por la realidad cotidiana.
Protobarroco. Su representante de mayor Uno de los más antiguos y atractivos de es-
importancia, Correggio, era un pintor de tos realistas de la Italia septentrional fue
enorme talento que pasó la mayor parte de Girolamo Savoldo, de Brescia, cuyo San
su breve carrera en Parma. Absorbió la in- Mateo (fig. 233) debió ser contemporáne~
fluencia de Leonardo y los venecianos, lue- de la Virgen del cuello largo de Parmigiani-
go la de Miguel Angel y Rafael, pero el ideal no. Su modo de pintar amplio y fluido re-
del equilibrio clásico no le atraía. Su arte fleja la influencia dominante de Tiziano; no
está lleno de un movimiento que recorre la obstante, el gran maestro veneciano no ha·
composición, arrastrando con él a las figu-
ras. Su obra más grande, el fresco de la
bría colocado nunca al Evangelista en
entorno doméstico. La humilde escena de
J~
Asunción de la Virgen, que realizó en la cú-
pula de la catedral de Parma (fig. 231 ), es fondo muestra un medio del santo verda
ramente bajo, lo que convierte en ~ob ~-

una obra maestra de la perspectiva ilusio-
mente milagrosa la presencia del ange ·
EL l\lA N I E RIS l\10 Y OTRAS T ENDENC IAS 239

233. Girolarno Savoldo. San Mateo. c. 1535. Oleo


sobre lienzo, 93 x 124 cm. Me tropolita n Museurn of
Art, Nueva York (Marquand Fund, 1912).

Geertgen tot Sint Jans (ver fig. 175). Pero


la fuente principal de la iluminación en el
papel de Geertgen es la divina irradiación
del Cristo niño, y Savoldo utiliza una lám-
para de aceite ordinario para ese efecto si-
milarmente mágico e íntimo.
En la obra de Paolo Veronés el realismo
de la Italia septentrional adopta el esplen-
dor de un brillante desfile. Nacido y forma-
do en Verona, el Veronés se convirtió en el
pintor más impor tante de Venecia después
de Tintoretto; aunque ambos eran de estilos
profundamente distintos, los dos encontra-
ron el favor del público. El contraste resul-
ta evidente si comparamos la Ultima cena
de Tintoretto (ver. fig. 229) con el Cristo en
la casa de Levi del Veronés (fig. 234), pintu-
ras que tratan un tema similar. Veronés evi-
ta toda referencia a lo sobrenatural; a pri-
mera vista, el cuadro parece una obra del
Renacimiento pleno producida con 50 años
de retraso. Nos perderíamos, sin embargo,
32
un elemento esencial: la concepción eleva-
~,.e · Correggio. Júpiter e lo. c. 1532. Oleo sobre da e ideal del hombre que subyace en la
nzo 1 63 o
Viena: ' _x ,70 rn. Kunsthistor isches Museurn, obra de los maestros del Renacimiento ple- ·
no. Veronés pinta un banquete suntuoso,
una verdadera fiesta para la mirada, pero
Esta t d . no «la intención del alma humana ». Ni si-
lllie en enc1a a visualizar los aconteci-
dos ntos sagrados entre edificios destartala- quiera estamos seguros de cuál es el acon-
rístj~ P~rsona~ simples había sido caracte-
tecimiento de la vida de Cristo que original-
mente quería representar, pues dio al lien-
Volctoªde~ ·l·a Pintura del gótico tardío; Sa-
zo su título actual sólo después de haber
la ilu . 10 sacarlo de esa fuente. También
n11na · · sido.citado por un tribunal religioso acusa-
Pintura dcion nocturna recuerda algunas
s el norte, como la Navidad de do de haber llenado su pintura de «bufo-
234. Paolo Veronés. Cristo en la casa de Levl. 1573. Oleo sobre lienzo, 5,53 X 12,80 m . AcacJc m ia, Vcm:c;í,,.

nes ... y vulgaridades semejantes», inconve- mejor conocido de este estilo es Benvenulo
niente para su carácter sagrado. El rechazo Ccllini, orfebre y escultor florentino que
tenaz de Veronés a admitir la justicia de la debe una gran parte de su fama a su auto•
acusación, la insistencia de su derecho a in- biografía picaresca. El salero de oru que
troducir detalles directamente observables, hizo para el rey Francisco 1 de Francia
por «inadecuados» que fueran, y su indife- (fig. 235), la única obra importante de Cc-
rencia por el tema de la pintura derivan de llini en este metal precioso que escap6 a la
una actitud tan notablemente «extroverti- destrucción, muestra perfectamente las vir-
da• que no sería aceptada de modo general tudes y límites de su arte. Evidentemente,
hasta el siglo XIX. Veronés parece decirnos la función de mantener los condimentos es
que el dominio del pintor es todo el mundo la menos importante de esta lujosa pieza,
visible y que no reconoce otra autoridad que representa una convcrsaci{m. Puesto
que la de sus sentidos. que la sal procede del mar y la pimienta de

235. Bcnvenuto Ccllini. Salero de Francísc:o l .


ESCULTURA 1539-43. Oro y esmalte, 25 x 33 c:m .
Kunsthistorisc:hcs Muscurn, Viena.

CelllnJ; Bologna

Los escultores italianos de finales del si-


glo XVI no consiguen los logros de los pin-
tores de la época. Quizá fuera porque la
abrumadora personalidad de Miguel Angel
quitara estímulos para la aparición de nue-
vos talentos en el campo, pero una razón
más lógica es la escasez de nuevas tareas
que representaran un desafío. En cualquier
caso, la fase anticlásica del Manierismo, re-
presentada por el estilo de Rosso y Pontor-
mo, no tuvo paralelo escultórico .
. Si aparece, sin embargo, en incontables
CJcmplos escultóricos, la segunda fase «ele-
gante ,, <le) Ma nicrismo. El representante
EL I\IANIERISMO Y OTRAS TENDENCIAS 24 J

la tierra, Cellini colocó este salero en forma


de barca bajo la defensa de Neptuno, mien-
tras el pimentero, colocado en el otro lado,
en un pequeño arco triunfal, es guardado
por la personificación de la tierra. Alrede-
dor de la base hay figuras que representan
las cuatro estaciones y las cuatro partes del
día. De este modo, todo el objeto refleja el
significado cósmico de las tumbas de los
Médici (comparar la fig. 213), pero con
esta escala en miniatura el programa de Ce-
llini se convierte en un juguete del capri-
cho; quiere impresionarnos con su ingenio
y habilidad y encantarnos con la gracia de
sus figuras. El significado alegórico del di-
seño es simplemente un pretexto para esa
exhibición de virtuosismo.
Cellini y los otros italianos empleados por
Francisco I convirtieron el Manierismo en
el estilo dominante de mediados del si-
glo XVI en Francia, y su influencia traspasó
la corte real. Debió llegar hasta un joven es-
cultor de talento procedente de Douai, Jean
de Boulogne, quien fue a Italia hacia el
año 1555 buscando mayor formación y se
quedó allí hasta convertirse, con el nombre
italianizado de Giovanni Bologna, en el es-
cultor más importante de Florencia duran-
te el último tercio del siglo. Su grupo mar-
móreo de tamaño superior al natural, el
Rapto de la Sabina (fig. 236), fue particular-
mente aclamado y ocupa todavía su lugar
de honor cerca del palacio Vecchio. En rea-
lidad, el artista produjo el grupo sin tener
ningún tema específico en la mente, para si-
lenciar a aquellos críticos que dudaban de
su capacidad como escultor monumental en
mármol. Eligió lo que le parecío la tarea
más difícil, tres figuras de carácter contras-
tante unidas en una acción común. La iden-
tidad de ésta fue discutida por los ilustra-
dos de la época, quienes finalmente consi~
deraron que el título más conveniente era
el del Rapto de la Sabina. Nos encontramos
aquí a otro artista sin ningún compromiso
con respecto al tema, aunque su falta de
preocupación tenga una motivación dife-
rente de la del Veronés. La tarea que se im-

236. Giovanni Bologna. El Rapto de la Sabina.


Completado en 1583. Már_mol, 4,11 m. de altura.
Loggia dei Lanzi, Florencia.
2~2 ' L RE.N/\l: IM I El'l.'1'0

puso Giovanni Bologna fue la_de esculpir en


mármol. en una escala grandiosa, una com-
posición escultural que debería verse no
desde un sólo lado, sino desde todos; hasta
entonces eso sólo se había intentado en
bronce y en una escala mucho menor (ver
fig. 189). Solucionó este problema pura-
mente formal, pero sólo aislando a su gru-
po del mundo de la experiencia hum~na.
Estas figuras que · ascienden en espiral,
como si estuvieran encerradas dentro de un
cilindro alto y estrecho, realizan un ejerci-
cio coreográfico bien ensayado, cuyo signi- 237. Andrea Palladio. Villa Rotonda, Vicenza. 1567-70.
ficado original sigue siendo oscuro . Admi-
ramos su disciplina, pero no encontramos
rastro alguno de auténtico patetismo. tados no sean necesariamente de estilo clá-
sico, podemos denominarlos «clasicistas»
(expresando un esfuerzo consciente de con-
ARQUITECTURA
seguir las cualidades clásicas); ése es, cier-
Pallaclio tamente, el término que se utiliza habitual-
mente tanto para la obra de Palladio como
La mayor parte de la arquitectura del úl- para su actitud teórica. La Villa Rotonda
timo período del siglo XVI tiene poco de (fig. 237), una de sus edificaciones más fa-
manierista. La obra de Andrea Palladio -el mosas, ejemplifica perfectamente el signifi-
arquitecto más importante del período des- cado del clasicismo. Es una residenci¡i de
pués de Miguel Angel- pertenece a la tra- campo aristocrática cercana a Vicenza
dición del teórico humanista Léon Battis- compuesta de un b\oque cuadrado termina-
ta Alberti (ver pág. 200). Aunque centró su do en una cúpula y dotado en los cuatro la-
carrera en su ciudad natal de Vicenza, no dos de porches idénticos en forma de fron-
alejada de Venecia, sus edificaciones y es- tales de templo. Alberti definía la iglesia
critos teóricos le dieron pronto renombre ideal como una planta absolutamente simé-
internacional. Según Palladio, la arquitec- trica y centralizada; evidentemente, Palla-
tura debía estar regida por la razón y por dio veía los mismos principios en la casa de
ciertas normas universales que quedaban campo ideal. ¿Pero cómo podía justificar la
perfectamente ejemplificadas en las edifica- utilización dentro de este contexto ·de un
ciones de los antiguos. Compartía por tan- motivo tan solemne como el frontal _de un
to la perspectiva básica de Alberti y su fir- templo? Aunque resulte sorprendente, esta-
me fe en el significado cósmico de las pro- ba convencido de que las casas privadas ro-
porciones numéricas. Se diferenciaban el manas tenían pórticos como éstos (las exca-
uno del otro en el modo en que cada uno de vaciones que se han hecho desde entonces
ellos relacionaba la teoría y la práctica. han demostrado que estaba equivocado).
Mientras que para Alberti dicha relación Sin embargo, la utilización que hace aquí
debía ser ligera y flexible, Palladio creía Palladio del frontal del templo no era una
que había que practicar literalmente lo que simple búsqueda de lo antiguo; probable-
predicaba. En consecuencia, su tratado de mente estaba convencido de que era algo le-
arquitectura es más práctico que el de Al- gítimo, porque lo consideraba deseable por
berti, lo que ayuda a explicar su enorme su belleza y utilidad. En cualquier caso, los
éxito, y sus edificaciones están relacionadas porches de la Villa Rotonda, en perfe~ta
más directamente con sus teorías. Se ha di- correlación con los muros que hay <letras,
cho que Palladio sólo produjo lo que desde forman parte orgánica de su planta y danª
su punto de vista quedaba sancionado por la estructura una atmósfera de dignidad se-
los precedentes antiguos. Aunque los resul- rena y gracia festiva.
~~l re11acin1ien.to en el 11orte

L mayoría de los artistas del siglo xv ALEMANIA


ªvivían al Norte de los Alpes se habían
que trado indiferentes ante las ideas y for- Grünewald
mo! italianas. Desde la época de Robert
~:mpin y los Van Eyck habían buscado Empecemos por Alemania, el hogar de la
1 guía en Flandes, no en la Toscana. Este Reforma, en donde tuvieron lugar las bata-
:slamiento termina de pronto hacia el llas principales de la «guerra de los estilos»
ªño 1500. Corno si se hubiera roto una pre- durante el primer cuarto de siglo. Entre
·:a la influencia italiana fluye hacia el nor- 1475 y 1500 había dado maestros tan im-
te'en una corriente que se amplía constan- portantes como Schongaucr (ver pág. 190),
temente, y el arte renacentista septentrio- pero éstos apenas nos preparan para el sor-
nal comienza a sustituir al Gótico tardío. prendente estallido de energía creativa que
Sin embargo, ese término no está tan bien iba a producirse. Los logros de este período
definido como el de Gótico tardío, el cual se -comparables por su brevedad y brillo a
refiere a una sola tradición estilística clara- los del Renacimiento pleno italiano- se
mente reconocible. La diversidad de las ten- miden por la personalidad contrastante de
dencias es mayor aún al norte de los Alpes sus artistas más importantes, Matthias
que en la Italia del siglo XVI. Tampoco la Grünewald y Alberto Durero. Ambos murie-
influencia italiana proporciona un denomi- ron en 1528, probablemente a la misma
nador común, pues esa influencia es en sí edad. Durero o Dürer, obtuvo rápidamente
misma diversa: primer Renacimiento, Re- fama internacional, mientras que Grüne-
nacimiento pleno y Manierismo, cada uno wald mantuvo su oscuridad hasta el punto
con alguna variante regional de Lornbardía, de que su auténtico nombre, Mathis Got-
Venecia, Florencia o Roma. Y sus efectos hart Nithart, sólo se descubrió reciente-
pueden ser superficiales o profundos, direc- mente. Su fama, corno la del Greco, perte-
tos o indirectos, específicos o generales. nece casi exclusivamente a su propio siglo.
Además, la tradición del Gótico tardío per- Sólo él, en el arte septentrional de su tiem-
maneció viva en gran parte, cuando no era po, nos sorprende con su obra principal, el
dominante, por lo que su encuentro con el
arte italiano produjo una especie de Guerra
de los Cien Años de los estilos, que sólo ter-
minó cuando, hacia el 1600, apareció el
Barroco como movimiento internacional.
El curso de esta «guerra» se vio afectado de
mo?o decisivo por la Reforma, la cual tuvo
un impacto mucho más inmediato sobre el
~t~f del norte de los Alpes que sobre el de
1
ª· Nuestro relato debe ser por tanto
[muy
asesh •
simplificado poniendo de relieve las
'
en eroicas de la lucha a expensas de los
cuentros menores.

238 M
· atthias G ·· /
de lsenh . runewald. La Crucifixión, del Retab o
1
; : (cerrado). c. 1509-15. Oleo sobre tabla,
8
' X 3,06 m. Musée Unte rlinden , Colmar.
·ó · del Retablo de
239. Matthias Griinewald. La Anunciación; la Virgen y el Niño con los ángeles; la Resurrecc, n, x 4¡
1 2 68 31
Jsenheim (abierto). c. 1509-15. Oleo sobre tabla; cada ala mide 2,68 x 1,41 m.; la escena centra, ·
m. Musée Unterlinden, Colmar.

ecto es rnuY
Retablo de Jsenheim (figs. 238-239), con se ha pintado nunca. En un asp_ d Cristo,
un poder semejante al de la Capilla Sixti- medieval: la insoportable agoni~ e san
la Virgen,
na. Pintado en 1509-15 para la iglesia del y la pena desespera d a d e d 0 )as an·
monasterio de la Orden de San Antonio de Juan y María Magdalena recuer ª 0 )as de
Isenheim, en Alsacia, se encuentra ahora en tiguas imágenes devocionales, com0 el cuer·
el museo de la ciudad cercana de Colmar. la Pietá de Bonn (ver fig. 14 s). Per 10rc¡doS,
· mbros ,
El retablo tiene tres fases o «vistas». La pri- po de la Cruz, con sus mie eñoS n°5
mera de ellas, cuando todos los lados están
. y pequ se
innumerables laceraciones1 heroic . a que .
cerrados, muestra la crucifixión (fig. 238); de sangre tiene una esca ª hurna00·
probablemente la más impresionante que ' . 1 mente
eleva más allá de lo simp e
lil, 1t11.Nt\CIMIEN'l'O l! N IU, NOHTE 245

de ese modo quedan reveladas las dos na- montaña que se eleva por encima de las ci-
turalezas de Cristo. Las figuras de los lados mas menores. La Crucifixión se convierte en
t~ansmiten el mismo mensaje: los tres tes- un acontecimiento solitario que marca su
tigos históricos, situados a la izquierda, la- silueta sobre un paisaje desértico y fantas-
mentan la muerte de Cristo como hombre, mal y sobre un ciclo negroazulado. Según
mientras que Juan el Bautista a la derecha, los Evangelios, la oscuridad ha caído sobre
señála hacia él con énfasis tr~nquilo como la tierra, pero sin embargo una luz brillan-
al Salvador. Incluso en el fondo se sugiere te baña el primer plano con la fuerza de la
esta dualidad: este Gólgota no es una coli- revelación repentina. Esta unión del tiem-
na Situada
· fuera de Jerusalén, sino una po y la eternidad, de la realidad y el simbo-
2+6 EL RES..-lCl~TO

lismo, da a la Crucifixión de Grünewald su


tremenda grandeza.
Cuando los lados exteriores están abier-
tos, el ánimo del Retablo de Isenheim cam-
bia dramáticamente (fig. 239). Las tres es-
cenas de esta segunda «vista,, -la Anuncia-
ción, la Virgen y el niño con los ángeles ) la
Resurrección- celebran acontecimientos de
espíritu tan jubiloso como austero era el de
la Crucifixión. Lo más notable es la sensa-
ción de movimiento que in\ acle estas ta-
blas: todo gira y se retuerce como si tuvie-
ra vida propia. Esta energía vibrante ha
dado nueva forma a los contornos quebra-
dizos y puntiagudos y a los ropajes angula-
res del arte del Gótico tardío; las formas de
Grünewald son suaves, elásticas y carnosas.
La luz y el colorido muestran el correspon-
diente cambio: domina todos los recursos
de los grandes maestros flamencos, pero los
emplea con una flexibilidad y con una au-
dacia desconocida. Su gama de colores es
ricamente iridiscente, y sólo tiene igual en
los venecianos. Y la utilización de la luz de
color carece de paralelo en aquella época. 240. Alberto Durcro. Auto"etrato. 1500. Tabla , 6h /
48 cm. Pinakothck, Munich .
En los ángeles luminiscentes de la Virgen y
el niño, y más espectacularmente en la irra-
diación con tonos de arco iris de Cristo ele- wald parece haber compartido el espíritu Ji.
vándose a los cielos, el genio de Grünewald
bre e individualista de los artistas del Re•
ha conseguido una luz milagrosa que ni si- nacimiento italiano. Asimismo, la osadía de
quiera hoy se ha vuelto a lograr. su visión pictórica sugiere que confiaba en
¿Cuánto debe Grünewald al arte italiano? sus propios recursos. Por tanto, el Renací·
Nos sentimos tentados a contestar que nada miento tuvo sobre él un efecto liberador,
en absoluto; sin embargo, debió aprender pero no cambió el molde básico de su ima·
varias cosas del Renacimiento: su conoci-
ginación. Más bien le ayudó a resumir los
miento de la perspectiva (obsérvense los ho-
aspectos expresivos del Gótico tardío con
riwntes bajos) y el vigor físico de algunas un estilo de individualidad e intensidad
de sus figuras no pueden exp1ícarsc median-
únicas.
te la tradición del Gótico tardío. Sin embar-
go, posiblemente cJ efecto más importante
que tuvo sobre él el Renacimiento fue psi- Durero
cológico. Sabemos poco sobre su carrera,
pero parece ser que no 1Jev6 la vida asenta- El Renacimiento tuvo un significado dis·
da de un pintor artesano controlado por su tinto y más rico para Alberto Durero, q_uc
gremio; fue también un arquitecto, ingenie- visitó Venecia cuando era joven y regresoª
ro y contratista que trabajó para muchos su ciudad natal, Nüremberg, con una nuc·
patronos diferentes sin quedarse demasia- va concepción del mundo y del lugar que en
do tiempo en ningún Jugar. Sintió simpatía él ocupa el artista. La fantasía desen frena·
por Martín Lutero (quien desconfiaba de las da del arte de Grüncwald era para e•1 " un ár·
d
imágenes religiosas por considerarlas "idó- · ba e.
bol salvaje y sin podar» que necesita
latras»), aunque como pintor dependía del la disciplina de los niveles objetivos Y rr
mecenazgo católico. En resumen, Grünc- cionales del Renacimiento. Acepta nd º ª
EL RENACIMIENTO EN EL NORTE 247

opinión italiana de que las bellas artes per-


t~~ece~ a las artes liberales, adoptó tam-
b1ei:1 el ideal del artista como caballero y es-
tudioso humanista. Cultivando sin cesar su
mente llegó a dominar una gran variedad
de técnicas y temas. Y como fue el impre-
sor más importante de su época, tuvo una
gran influencia sobre el arte del siglo XVI
mediante sus grabados en madera y otros
materiales, los cuales circularon por todo el
mundo occidental. Durero, el primer artista
que quedó fascinado por su propia imagen,
fue a este respecto una personalidad del Re-
nacimiento en mayor medida que cualquier
italiano. Su primera obra conocida, un di-
bujo que hizo a los 13 años de edad, es un
autorretrato, y siguió pintándolos a lo lar-
go de toda su carrera. Más impresionante y
reveladora es la tabla que pintó en el
año 1500 (fig. 240): pictóricamente, perte-
nece a la tradición flamenca (compárese
con la fig. 170), pero la posición solemne y
frontal y la idealización crítica de los ras-
-~-:Q
,n,- gos reafirma una autoridad que está más
241. Alberto Durero. Los cuatro jinetes del allá de toda la gama de retratos ordinarios.
Apocalipsis. c. 1497-98. Xilografía. En realidad, el cuadro parece un icono se-
cularizado, reflejando no tanto la vanidad
242. Alberto Durero. El Caballero, la Muerte y el de Durero, como la seriedad con que consi-
Diablo. 1513. Grabado. Museum of Fine Arts, Boston . deraba su misión como reformador artís-
tico.
El aspecto dialéctico del ~e de Durero re-
sulta evidente en muchos de sus grabados
más importantes. La visión horripilante de
. los Cuatro jinetes del Apocalipsis (fig. 241)
parece en principio devolvernos al mundo
del Gótico tardío de Martin Schongauer
(comparar con la fig. 181). Sin embargo, la
energía física y el volumen sólido y de cuer-
po redondo de estas figuras_ hubiera _res~l-
tado imposible sin la anterior expen~ncia
de Durero en Italia. En esta f~se el estil? de
Durero tiene mucho en comun c?~ Grune-
wald. Sin embargo, la comparac1on con la
Tentación de San Antonio, de Sch~ngauer,
es instructiva desde otro punt~ de vista: de-
muestra que o'.....
,rero ha redefimdo completa-
. •,
medio la xilografía, ennquec1en-
men t e Su ' . 1 d 1 rabado .
d lo con las sutilezas lme~ es. e g
Eo sus manos las xilografias pierden su an-
n. , orno arte popular, pero g~-
tenor enc~nto c_ , recisa de·un estilo gra-
nan la articulacion ~ ro implantando unos
• 1
fico plenamente ma u ,
niveles qut! pronto transformaron In técni- recordado hoy por sus re tratos y sus es .
n de In xilografía en toda Europa. nas m1· to ló g1cas,
· d e11c10sa
· · mentc inc ce-
. . d on.
El -nl>llllem, la mu<!rtc y d diablo (fig. 242) grucntcs. En su J u1cw e Paris (fig . 24 3)
es uno de los grnbndos nu\s hermosos de nada podría ser menos clásico que la sinuo-
Dm '1'0. El enlmlkro que vu en su montura, sa desnudez de esas tres damas coquetas.
en unn postura y con una confianza seme- Paris es el caballero alemán vestido con la
jantes a las de una cstatun ecuestre, encar- armadura de moda, semejante a los nom.
na un itknl tanto moral como estético: es el bres de la corte de Sajonia, que eran los me-
Soldndo Cristiano, que recorre el camino de cenas del artista. El erotismo juguetón, su
la fe hacia In Jerusalén celestial, sin que le pequeño tamaño y los detalles precisos,
frenen los horribles jinetes que amenazan como de miniatura, de la pintura, la con-
con cortttrle el paso ni los grotescos diablos vierten en pieza de coleccionista, lo que sin-
que hav tras él. El perro, símbolo de la vir- tonizaba con los gustos de una aristocracia
tud, sigue fielmente a su dueüo a pesar de provinciana.
los lagartos y cráneos que hay en el cami- Igual de remota con respecto al ideal clá-
no. La forma renacentista italiana, unida a sico, pero mucho más impresionante, es la
la herencia dd simbolismo del Gótico tar- Batalla de lsso, de Albrecht Altdorfer, un
dío (ya sea abierto o disfrazado), adopta pintor bávaro algo más joven que Cranach
aquf un significado nuevo y característica- (fig. 244). Se le conoce también con el nom-
mente septentrional. El tema de El caballe- bre de la Batalla de Alejandro, pero si no lee-
ro, la muerte y el diablo parece extraído de mos el texto que hay en la tabla suspendi-
un libro llamado Manual del soldado cristia- da en el cielo, no podemos identificar el
no, escrito por Erasmo de Rotterdam, el tema: la victoria de Alejandro sobre Darío.
más importante de los humanistas del nor- Altdorfer trató de seguir las descripciones
te. Las convicciones de Durero, que eran antiguas sobre el número real y tipo de los
esencialmente las del humanismo cristiano, · combatientes, lo cual le obligó a pintarla a
le convirtieron pronto en un seguidor entu- vista de pájaro, con lo que los dos protago-
siasta de Martfn Lutero, a pesar de que, nistas se pierden en la masa hormigueante
como Grünewald, siguió trabajando para de los ejércitos (véase como contraste, la re-
mecenas católicos. En el decenio del 1520 presentación helenística del mismo tema,
intentó crear un arte monumental que en- fig. 45). Además, las armaduras de los sol-
carnara la fe protestante, pero sus esfuerzos dados y la ciudad que hay en la distancia
fueron condenados por los dirigentes espi- pertenecen inequívocamente al siglo XVI.
rituales de la Reforma, quienes lo conside- La pintura podría mostramos alguna bata-
raban con indiferencia o, más a menudo, lla contemporánea salvo por un rasgo: el
con abierta hostilidad. Durero se volvió, por cielo espectacular, con el sol que aparece de
tanto, a la teoría del arte, dedicándole una modo triunfante entre las nubes y «derro-
buena parte de sus últimos años. Su obra ta» a la luna. El drama celeste que se pro-
incluye un Tratado sobre geometría basado duce por encima de un vasto paisaje alpi-
en un estudio completo del discurso de Pie- no, relacionado obviamente con el enfren-
ro della Francesca, Sobre la perspectiva. tamiento humano del nivel inferior, eleva la
escena al nivel cósmico. Altdorfer puede ser
considerado como un Grünewald posterior
Cranach; Altdorfer y menor; aunque también él fue un arqui-
tecto familiarizado con la perspectiva Y el
La esperanza de Durero de un arte monu- vocabulario estilístico italiano, sus pinturas
mental que encarnara la fe protestante que- muestran la imaginación ingobernable, f~-
dó incumplida. Otros pintores germanos, miliar ya en la obra del maestro más ant1¡
especialmente Lucas Cranach el Viejo, tra- guo. Pero a diferencia de Grünewald, en e
taron también de dar forma visual a las caso de Altdorfer la figura humana pa~ec_e
doctrinas de Lutero, pero no crearon ningu- accesoria a su escenario espacial. Los duni-
na tradición viable. Lucas Cranach es más . en
nutos soldados de la Batalla de /sso uen
1· 1, 1'1' 1/,', ( I M ll' l /1111 '1/ 1' 1 •1• 11• 11' '/1\' I

!
4 ~: ~ucas ~ranach el Viejo, E/ Juicio d,t Parls. 1530. Oleo sobre tubla, 0 ,34 >< 0 ,22 m.
la,11liche Kunsthallc, Karlsruhe, Alemania .
I •111
'l I 1 1 11 \ 1~ 1 1 1111 \ \ 1t 1 ' \ 11

\1 1\ 1111 ,, " ,¡ \ lfq 1 ,,, ~ \1


,, 1\1,¡ III Jttt- 1 l\111il l 11 ,, ., ,,11 , , ,
. (Al ludo) Albn:cht Alt<lorfcr. l a B ata lla de Jssos. EL RENACIMIENTO EN EL NORTE 251
244
~ Oleo sobre tabla. 1.57 x 1, 19 m. Al te
1,29 . . 1
Pinakothck, Munic l .

245. Hans Holbein el Joven. Erasmo de Rotterdam.


c. 1523. Oleo sobre tabla, 41 x 31 cm. El Louvre, 246. Jean Clouet. Francisco J. c. 1525-30. Oleo sobre
París. tabla, 95 x 73 cm. El Louvre, París.

su contrapartida en otros cuadros. Además, pintado poco después de que el famoso au-
este artista pintó por lo menos un paisaje tor se asentara en Basilea, nos da una ima-
sin ninguna figura, que es el primer ejem- gen verdaderamente memorable del hom-
plo «puro» de paisaje. bre renacentista: este doctor en letras hu-
manas, pintado de modo íntimo y, sin em-
bargo, monumental, posee una autoridad
Holbein y el retratismo intelectual que anteriormente se reservaba
Aunque de gran talento, Altdorfer y sus para los doctores de la iglesia. No obstante,
contemporáneos alemanes no aceptaron el Holbein debió sentirse confinado en Basi-
desafío del Renacimiento, al que con tanto lea, pues en 1523-24 viajó a Francia con la
valor, aunque no siempre con maestría, se intención, suponemos, de ofrecer sus servi-
enfrentó Durero: la imagen del hombre. El cios a Francisco I. En 1526, cuando Basilea
esti_lo de los alemanes, antimonumental y se hallaba en medio de la agonía de la cri-
casi miniaturesco, abrió el camino a doce- sis de la Reforma, fue a Inglaterra, buscan-
~as _de maestros menores; quizá el rápido do encargos en la Corte de Enrique VIII. Al
[ ethnar del arte de Durero se debiera a una regresar a Basilea, dos años más tarde, vio
~ ta de ambición en los artistas y mecenas. al populacho fanático que destruía imáge-
nes religiosas considerándolas como «ído-
.. ú . carr~ra de Hans Holbein el Joven -el
. n1co Pinto . . los», y en 1532 se asentó de modo per-
.\ confir r en qmen esto no e~ ~1ert~ manente en Londres como pintor de la Cor-
·, .-.. más . ma la regla general. Veint1se1s anos
te de Enrique VIII. Su retrato del rey
·..::· Aug bJoven que Durero, Holbein se crió en (fig. 247) comparte la frontalidad rígida del
. d d .
r'·;'·: fidionaJ
s urgo
p ' ~na cm a de la Alemama me- autorretrato de Durcro (ver. fig. 240), pero su
~ .... rena . articu 1armen te abierta a las ideas propósito es el de transmitir la autoridad
· . ' · ccntistas l · ·, I
.'.~, ·.Píitici al : . Y uego ~e conv~rt10 en e . divina del gobernante absoluto: la pose
\ ,,ltato ~ artista de Bas1lea, Suiza. Su re- ~:;óvil, el a ire de inabordabilidad, la exhi-
···: ·: 1_:: · e Erasmo de Rottcrdam (fig. 245),
; 1 '
" J-¡ ~;: •
2!'1 H Nl! N.4CIMIIJN1'0

247. Hans Holbein el Joven. Enrique VIII. 1540. Oleo y temple sobre tabla, 82 x 73 cm . Galería Nacional,
. Roma.

l . mo tipo
bición de joyas y bordados de oro represen- ledo (ver fig. 228) pertenecen a lm~~ entre
tados con precisión, crean una poderosa de retrato cortesano. La vincu H acion
lb in po·
en _ ación de la presencia exigente e impla-
cable del monarca. El retrato que hace Hol-
el cuadro de Bronzino Y el de O fran· 1
dría estar en obras francesas como ~olbein
bcín de Enrique VIII y el de Eleonora de To- cisco j de Clouet (fig. 24ó), que

¡
1
j
E l. HE-"ll\l: 1~111·.:,n O E:-- 1.1. !'l;Ol{l E 253

•. .r.:..:1. OJ

.
. -,;{'
•'·

248. Pieter Bruegel el Viejo. La Tierra de Jauja . 1567. Oleo y temple sobre tabla , 52 x 78 cm. Pinakothck,
Munich.

pudo haber visto en sus viajes. (Ver en la pá- españolas. La lucha religiosa y política
gina 240 a Francisco I como mecenas de los pudo haber tenido un efecto catastrófico so-
manieristas italianos.) Este tipo de retrato bre las artes, pero aunque parezca sorpren-
fue acuñado, evidentemente, en la corte real dente no fue eso lo que sucedió. Si bien los
de Francia, obteniendo aceptación interna- Países Bajos no tuvieron pioneros del Rena-
cional entre los años 1525 y 1550. cimiento septentrional comparables a Du-
rero, absorbieron los elementos italianos con
mayor riqueza que Alemania. Entre 1550 y
LOS PAISES BAJOS
1600, su período más turbulento, los Países
Bruegel Bajos dieron los pintores más importantes
de la Europa septentrional, los cuales pre-
En el siglo XVI los Países Bajos tuvieron pararon el camino a los grandes pintores
la historia más turbulenta y dolorosa de holandeses y flamencos del siglo siguiente.
todos los situados al norte de los Alpes. Bajo Además de la asimilación del arte italiano,
el gobierno de Carlos V, que era también los pintores de los Países Bajos del siglo XVI
rey de España, formaron parte entonces del tuvieron una preocupación principal: de-
exten
t ·
so imperio de los Habsburgo. La Re- sarrollar un repertorio de temas que sirvie-
por_ma se hizo rápidamente poderosa en los ra de complemento, y finalmente reempla-
zara a los temas religiosos tradicionales. El
a1ses
rep . Bajo
. s Y 1os intentos
. de l a Corona por
conrtinurla produjeron la revuelta abierta proceso fue gradual, y tomó forma menos
ra el do . . por los logros individuales que por'\a nece-
grient mimo extranjero. Tras una san- 'd d de satisfacer el gusto popula~, pues
1
les (1 ~ ucha, las provincias septentriona- s1 a e la Iglesia se h'1c1eron
. ca da
dcnc: ol~nda de hoy) ganaron la indepen- los enea rgos d 1 v· · 1
vez más escasos. Pieter Bruege1 e ieJº: e
llarnacÍa ~t~m~ras las meridionales (ahora único genio entre esos pintores, exploro el
elgica) permanecieron en manos
,?~.¡ HI. " l,N.At'IMII N'l 11

fi g.. 177); simplc m ·11te no son lo h·,si


• • ,·, ntc
av,sndos pura suhcr q11é ·s lu <.Jlll' 1nf,s les
convic11 ·. J\I convcrt irse e n ·sdavos del e;.
l<'>nrngo, h11n abandon:H.lu toda aniliici6ri
todo autorrespcto a ca mbio de u11 tipo tic r/
liddad a11i111ul: el cahall cru ha dejado caer
su lanza, el campesi110 su mayal y el estu-
dioso sus libros. «Tener c uidado con el pa-
raíso de los ~ocos», parece_ d~_<.:irnos Bruegcl,
«es más peligroso que el tnl1crnu, porque a
la gente le gusta ir allí». El dibujo monu-
mental de la pintura, en forma de una gran
rueda puesta de costado, demuestra que de-
249. Pil·ter Brucgd d Viejo . F/ Retomo tlt• los bió considerar que su tema era serio e
rnzadorí.'s. 1565. Temple sobre tabla, 1, 16 X 1,61 m.
importante.
Kunsthistorischcs Muscum, Viena.
El paisaje majestuoso del Regreso de los
cazadores (fig. 249) pertenece a una serie de
paisaje, la vida campesina y la alegoría mo- pinturas que representan los meses del año.
ral, como en la Tierra de Jauja (fig. 248). Recordemos que este tipo de series se ini-
Muestra un paraíso de locos en donde las ció con las ilustraciones medievales de ca-
mesas están cargadas siempre de sabrosos lendarios, y esta escena invernal demuestra
platos, las casas tienen tejados hechos con su procedencia de la pág. Febrero del riquí-
pasteles, y los cerdos y los pollos corretean simo Libro de las horas del duque de Berry
ya asados. La lección que nos enseña aquí (fig. 162). Sin embargo, ahora la naturale-
Bruegel es más filosófica que religiosa: los za es algo más que un escenario para las ac-
hombres que están bajo el árbol no son pe- tividades humanas; es el tema principal de
cadores en manos del mal, como los del la pintura. Los hombres, dedicados a las ac-
Bosco en el Jardín de las Delicias (ver tividades propias de la estación, son una

250. Pierre Lescot. Patio cuadrado del Louvn:, París. Iniciado en el 1546.
E L RENACIMIENTO EN EL NORTE 255

presencia casual ante el mayestático ciclo


anual de muerte y renacimiento, que es el
ritmo respiratorio del cosmos.

FRANCIA

Arquitectura y escultura

Los países septentrionales tardaron más


en asimilar las formas italianas en la arqui-
tectura y la escultura que en la pintura.
Francia, vinculada más estrechamente con
Italia que los demás países (recordemos la
conquista francesa de Milán), fue la prime-
ra nación en conseguir un estilo renacentis-
ta integrado. En 1546 el rey Francisco I,
quien había mostrado su admiración• por el
arte italiano invitando en época temprana
a Leonardo a que fuera a Francia, decidió
sustituir el viejo castillo real gótico, el
Louvre, por una estructura nueva y mucho
más grande situada en el mismo lugar. El
proyecto, que apenas se había iniciado en
el momento de su muerte, no fue completa-
do hasta más de un siglo después; pero
su parte más antigua, de Pierre Lescot
(fig. 250), es el ejemplo superviviente más
bello de la arquitectura renacentista sep-
tentrional. Los detalles de la fachada de
Lescot derivan de Bramante y sus suceso-
res y tienen una pureza clásica sorprenden-
te; sin embargo, no cabe tomarlo errónea-
mente por una edificación italiana. La cua- 251. Jean Goujon. Relieves de la Fuente de los
Inocentes. 1548-49. París.
lidad que le distingue no procede de las for-
mas italianas superficialmente aplicadas,
sino de una auténtica síntesis del castillo del tercer piso. Estos relieves admirable-
gótico tradicional con el palacio renacentis- mente adaptados a la arquitectura son de
ta. Lo italiano, desde luego, son los órdenes Jean Goujon, el mejor escultor francés de
clásicos sobreimpuestos, los marcos de ven- mediados del siglo XVI. Por desgracia están
tana afrontonados y la arcada a nivel del muy restaurados. Para obtener una idea
suelo. Pero la continuidad de la fachada se más precisa del estilo de Goujon debemos
ve interrumpida por tres pabellones sobre- mirar los paneles en relieve de la Fuente de
salientes que ocupan el lugar de las torre- los inocentes (pueden verse dos en la
tas del castillo, y el tejado inclinado es tam- fig. 251), los cuales han sobrevivido intac-
bién tradicionalmente septentrional. Por tos, aunque se haya perdido su marco ar-
tanto, los acentos verticales superan a los quitectónico. Estas figuras graciosas re-
horizontales (obsérvense los arquitrabes cuerdan el manierismo de Cellini (ver
discontinuos), reforzándose su efecto con fig. 235). Las figuras de Goujon combinan,
!as ~entanas altas y estrechas. Tampoco es como la arquitectura de Lescot, los detalles
Italiana la rica decoración escultórica que clásicos con una delicada esbeltez que les
cubre casi toda la superficie de los muros da una elegancia exclusivamente francesa.
f

Barroco ha sido el término que han utiliza- masiado complejo, abstracto y sistemático
do los historiadores del arte durante casi un para poder ser compartido: In gravedad, el
siglo para designar el estilo del p!.!ríodo cálculo y el cógito ergo s11111 no podían esti-
transcurrido entre el año 1600) el 1750. Su mular va su imaginación. Por tanto, el arte
significado original -«irregular, contorsio- Barroc~ no fue simplemente el resultado de
nado, grotesco»- se ha olvidado ya casi los acontecimientos religiosos, políticos 0
plenamente. También se acepta de modo . intelectuales. Seguramente hubo interco-
general que el nuevo estilo nació en Roma nexiones, pero todavía no las entendemos
hacia el año 1600. Lo que sigue siendo ob- plenamente. Hasta que lo hagamos, pense-
jeto de debate es el impulso que hay tras mos en el estilo Barroco como uno más de
este estilo. Por ejemplo, se ha afirmado que los rasgos básicos que distinguieron el pe-
el estilo Barroco expresa el espíritu de la ríodo de 1600-1750 de lo que había sucedi-
Contrarreforma; sin embargo, la Contrarre- do· antes; es decir, la fe católica recién for-
forma, movimiento dinámico de autorreno- tificada, el estado absolutista y el nuevo pa-
vación dentro de la Iglesia Católica, ya ha- pel de la ciencia.
bía realizado su obra en el 1600; el protes-
tantismo se hallaba a la defensiva y ningu- Roma: Caravaggio
na de las partes tenía ya capacidad para
deshacer el nuevo equilibrio. Los príncipes Roma se convirtió en la fuente principal
de la Iglesia que apoyaron el crecimiento del Barroco, al igual que lo había sido del
del Barroco fueron conocidos más por el es- Renacimiento pleno un siglo antes, reunien-
plendor mundano que por su piedad. Ade- do a artistas de otras regiones para que rea-
más, el estilo nuevo penetró en el norte pro- lizaran tareas complicadas. Una vez más, el
testante con tanta rapidez que hay que to- papado fue el mecenas del arte a gran esca-
mar precauciones para no enfatizar en ex- la, al intentar convertir a Roma en la ciu-
ceso el aspecto de la Contrarreforma. Igual- dad más hermosa de todo el mundo cristia-
mente cuestionable es la afirmación de que no. Al principio contó con artistas del Ma-
el Barroco es «el estilo del absolutismo», re- nierismo tardío que poseían escasos valo- .
flejando el estado centralizado gobernado res, pero esa campaña atrajo pronto a los
por un autócrata con poderes ilimitados. maestros más jóvenes y ambiciosos. Entre
Aunque el absolutismo alcanzó su clímax ellos estaban los creadores del nuevo estilo.
en Francia a finales del siglo XVII, durante El más importante de todos fue un pintor
el reinado de Luis XIV, había existido des- de genio, llamado Caravaggio, por su lugar
de el 1520. Además, el arte Barroco floreció de nacimiento, cercano a Milán, quien hizo
en la burguesa Holanda tanto como en las varios de los lienzos monumentales para la
monarquías absolutas, y el estilo patrocina- iglesia de San Luigi dei Francesi, incluyen-
do oficialmente por Luis XIV era un tipo do la Vocación de San Mateo (fig. 252). El
de Barroco clasicista y notablemente atem- estilo de este extraordinario cuadro está
perado. Nos enfrentamos a dificultades si- alejado tanto del Manierismo como del Re-
milares si tratamos de relacionar el arte nacimiento pleno, su realismo es tan poco
Barroco con la ciencia y la filosofía del pe- comprometido que se necesita un nuevo tér-
ríodo. Ese vínculo existió ya en el primer mino, «naturalismo», para distinguirlo_de
Renacimiento y en el Renacimiento pleno: los del tipo anterior. Nunca se había vi 5 ta
un artista podría ser entonces también hu- un tema sagrado representado de modo tan
manista y científico. Pero ahora el pensa- general en el contexto de la vida contempo-
miento científico y filosófico se volvió de- ránea de las clases bajas. Mateo, el recau-
11 l fi\ 1111111 111 11 1 I A, 11 N III ~ \ r .S l'A N 257

2!12. C,::11 a YIIJ-!l{ Í•1. /,,1 V1J1 '11dl111 ,/,• .'i,111 M11t,•t1 , e , IS'JCl-')X. ült•o sohrl' lknw, .'\,37 x .,,47 m . Ca pilln Contardli.
St111 l.11lJJ,l dd l 1rn11 ·,·~I, H•11111t .

dador de i1111>11 •r-; lori , :; • h:dla sentado co11 al - sible qtll' fá cilmente podríamos no haber
uu11os lio111bn:ij ar111a<l<H-i, •vldcnt ·mente visto. En cambio, nuestra vista queda pren-
sus .1gc11t •s, •11 lo c¡u • pare·• ser 1111a tahcl'• dida de su gesto de autoridad, tomado de la
nu t-1J111...111a <:mnt'111; ha · • s •1)as l11q11isitiv:,- Crcaci(m de Adá11 de Migud Angel (\'er
mcntc 111i •11t1w; dol'i figuras H • nccrcan por fi ,, 211), que sirve de puente qul.' cubrt! el
lu dcr ·dw. So11 pobre:¡ cuyos pies J •scalzos vacío entre los dos grupos . Sin embargo, lo
Y vc., tldos ijímpl cH ·,mtnistun vívumcntc más importante de todo es d potente haz
' l,ii ·I colorí do v ' !'i t uario d • Ma t •o y sus de luz que hay por encima de Cristo e- ilu-
f¡°'~ 1Pa ~c~·o_H. ¿ Por tf11 '• J">I' •sentimos una ~ua - mina su rostro :v mano en ese sombrío inte-
rior, transmilil.·ndo así su llamada a Mateo.
d,id_' ·11 10:;a c11 •sta •s · •1w? ¿Out! lu11.:c
<.!" · Id ·n1 lfiqu ·•mtm u una d • lns figuras Sin esa luz, tnn m\turnl y al mismo tiempo
'·t• 11 ~ a Cri sto'! S •g11ram •11tc no es el halo tnn cargndn de significado simbólico, el
cuadro perdería su magia y su poder de ha-
'el S:ilvad,,,-, 1111a ha11da dorndn apenas vi-
258 EL RENACIMIENTO

cernos conscientes de la presencia d~vina.


Caravaggio nos da aquí una forma dire~ta
y conmovedora a una actitud compartida
por algunos de los gran?es s_antos de la Con-
trarreforma: que los misterios de la fe no se
revelan mediante la especulación intelec-
tual, sino espontáneamente, mediante una
experiencia interior a la que tienen acceso
todos los hombres. Sus pinturas tienen un
«cristianismo lego», no teñido por el dog-
ma, que atrajo a los protestantes tanto
como a los católicos. De ahí su profunda in-
fluencia, aunque indirecta, sobre Rem-
brandt, el más importante artista religioso
del norte protestante.

Artemisia Gentileschi

Hasta ahora no nos habíamos encontra-


do con una mujer artista; eso no quiere de-
cir que no hubiera ninguna. Por el contra-
rio, los nombres de mujeres artistas en Gre- 253. Artemisia Gentileschi. Judith y la doncella con la
cia y Roma y las descripciones de su obra cabeza de Holofernes. c . 1625. Oleo sobre lienzo, 1,83
aparecen en la Historia natural de Plinio (li- X 1,40 m . The Detroit Institute of Arts (Fift of Leslie
bro XXXV) y hay datos sobre los logros de H . Green) .
mujeres durante la Edad Media. Debemos
recordar, sin embargo, que hasta el perío-
do Gótico tardío la mayoría de los artistas ción importante fue Artemisia Gentileschi.
permanecían en el anonimato, por lo que ha Hija de Orazio Gentileschi, discípulo de Ca-
sido difícil identificar las obras hechas es- ravaggio, nació en Roma y se convirtió en
pecíficamente por mujeres. La mujer co- una de las personalidades y pintoras prin-
menzó a aparecer con una personalidad ar- cipales de su tiempo. Sus temas caracterís-
tística concreta hacia el año 1550, pero has- ticos son Betsabé, infortunado objeto de la
ta mediados del siglo XIX se vio limitada en pasión del rey David, y Judith, quien salvó
gran parte a pintar retratos, escena de gé- a su pueblo decapitando al general asirio Ho-
nero y bodegones. Además de otros obstá- lcfernes. Estas y otras heroínas trágicas fue-
culos, raramente se le permitía a la mujer ron temas populares de la época barrocá, la
dibujar en las clases a los modelos desnu- cual se complacía en escenas eróticas y vio-
dos, práctica que se hallaba en el corazón lentas, pero el que Artemisia las represen-
de la formación académica tradicional y tara con frecuencia a lo largo de su ventu-
proporcionaba la base de la pintura narra- rosa carrera puede deberse también al he-
tiva. Pero dentro de las otras esferas, mu- cho de que fuera violada a los 15 años de
chas mujeres tuvieron una carrera de éxito edad por su maestro, quien fue acusado de
y se presentaron a menudo como igual o su- su delito en un juicio sensacionalista.
periores a los hombres en aquellos estilos Las primeras pinturas de Judith realizad~
en que se había formado. En las escasas ex- por Artemisia toman como punto de parll·
cepciones a esta regla general estuvieron las da, comprensiblemente, la obra de su padre
mujeres italianas que eran miembros de fa- y de Caravaggio. Nuestro ejemplo, sin em·
milias artísticas; su papel de importancia bargo, Judith y la doncella con la cabe~a de
comenzó en el siglo XVII. Holofernes (fig. 253), es una pintura m_d~-
La primera artista que ocupa una posi- pendiente y plenamente madura. Artemisia
El. BARROCO EN ITALIA, FLANDES y ESPAÑA 259

domina el drama interior, y tiene también


una gran capacidad para representar con manierista desde el 1580. Entre 1597 y 1604
moderación el valor de .Ju<lith. En lugar de produjo su obra más ambiciosa, el fresco de
la propia decapitación, la artista ha prefe- la bóveda de la galería del palacio Farnese,
rido ilustrar el momento posterior, cuando el cual adquirió pronto tanta fama que se
)a doncella está metiendo la cabeza de Ho-
le consideraba en segundo lugar después de
lofernes en un saco . El espectador del cua- los murales de Miguel Angel y de Rafael. El
significado histórico de la galería Farnese
dro no puede ver el objeto de la atención de
es grande, aunque nuestro entusiasmo por
las dos mujeres, lo que aumenta la atmós-
él en cuanto que obra de arte no carezca de
fera de intriga. La postura activa y silencio- controversias. En el detalle que hemos ele-
sa, bajo la luz de la vela, forma un estado gido (fig. 254) se ve el rico e intrincado di-
de ánimo de misterio exótico que transmi- seño de Annibale: las escenas narrativas,
te con incomparable comprensión las emo- como las de la Bóveda Sixtina, están rodea-
ciones complejas de Judith. das de arquitectura pintada, escultura si-
mulada y jóvenes desnudos sosteniendo
guirnaldas. No obstante, la galería Farnese
Carraccl y sus seguidores
no se limita a imitar la obra maestra de Mi-
Aunque la obra de Caravaggio fue acla- guel Angel. El estilo de los temas principa-
mada por artistas y aficionados de Italia, les, los amores de los dioses clásicos, recuer-
para el hombre de la calle, a quien esta?ª da la Galatea de Rafael (ver fig. 219), y el
conjunto se mantiene unido por un plan ilu-
destinada, carecía de decoro y reverencia.
sionista que refleja el conocimiento que te-
A las personas simples no les gust_aba en-
nía Annibale de Correggio y de los pintores
contrar a sus semejantes en las pmturas;
venecianos importantes. Con un cuidadoso
preferían una imaginería _religios_a de un escorzo y una iluminación desde abajo (ob-
tipo más idealizado y retón~o. Artistas me- sérvense las sombras), el joven desnudo y la
nos radicales que Caravaggio, y de_ 1?:nor escultura y las arquitecturas simuladas pa-
talento satisfacieron esos deseos, dirigidos recen reales; sobre este fondo, las mitolo-
por otr~ recién llegado en~re los pi~tores ro- gías se presentan como pinturas de caballe-
manos Annibale Carracc1. Procedia de Bo- te simuladas. Todos estos niveles de reali-
lonia, ;n donde él y otros dos mie~bros d_e dad son manejados con una habilidad con-
su familia habían elaborado un e stilo anti- sumada y el conjunto de la bóveda pos~e
una exuberancia que la distingue del Mame-
rismo y del arte · del · Renacimiento pleno.
Más que un revolucionario, Annibale
Carracci fue un reformador; como Caravag-
gio, con quien se llevaba muy bien, pensa-
ba que el arte debía volver a ~a naturalez~,
pero su enfoque fue menos umlateral, eqm-
librando los estudios tomados ~e. la vida
n una recuperación de lo clas1co (que
co
para él significaba el arte_ d e la ant1gu~
· ·· d ~ d
también el de Rafael, Miguel Angel, T1zia- .
~o Correggio). Logró fusiona:_ esos ele~
meJtos diversos, aunque esa um_o n resulto
. al o recaria. La galena Farnese
siempre f g p a sus discípulos dos alterna-
~are~ía_o :e~~:n el estilo rafaelesco de los
uvas. SI s. g , . d , n llegar a un cla-
1 1tolog1cos po na ..
pane
• ·
es m r· . l
«o 1c1a » del1'berado·'
pero tamb1en l
s1c1sm0 1 ilusionismo sensua
podían basarsle en ~ La primera elección
presente en e marc .
El. 111\IIHOl;O EN IT/\1.11\, 1' 1.1\Nl>l'.S Y f.S l'ANI\ 261

, . c.: ·,c.:mplificada por Nicol.'ts Poussin


11 pie litc.:raln1entc. Aquí el estilo Barroco al-
(jlllC' . 1 1
. ¡"·\\Y 281 ), v a segutH a por Pil't ro da
(n:1 ,. t-· .• • canza un clímax tempestuoso.
Cortona. La ligur;' 255 mu~st ra un detalle
j ·l frc.:sco de la boveda de l 1ct ro c.:11 la gran
San Pedro: Madcrno, Bcrnini
:.~1¡, dd palacio Barbcrini de Roma, glori-
flcando el reinado del Papa 13arberini, Ur- Los principios del estilo barroco en la ar-
bano VIII. Como en c! caso <le la galería Far- quitectura no pueden definirse con la mis-
nc.:sc.:, el úrea de la bovc<la cstú subdividida ma precisión que la pintura. Dentro del vas-
por un marco pintado con esculturas y ar- to programa e.le edificación de iglesias que
quitectur~1s s~m~iladas, p~ro vemos detrús ~l se llevó a cabo hacia el 1600, el joven arqui-
espacio sm lmutes del ciclo. Grupos de fi- tecto de más talento f uc Cario Madcrno; en
guras subidas sobre nubes o flotando libre- 1603 se le encargó la tarea de completar,
;nente en d aire, giran por arriba y por de- por fin, la iglesia de San Pedro, después de
bajo de este marco, creando una ilusión do- que el Papa hubiera decidic.lo añadir una
ble: algunas figuras parecen hallarse sus- nave' convirtiendo en una basílica el edifi-
pendidas dentro de la sala, peligrosamente cio de planta central e.le Bramante y Miguel
cercanas a nuestras cabezas, mientras otras Angel (ver fig. 256). El diseño de Maderno
retroceden en una distancia infinita y llena para la fachada sigue el modelo estableci-
de luz. Su dinamismo casi nos hace perder do por Miguel Angel para el exterior (com-

256. San Pedro (vista aérea), Roma. Nave y fachada de Cario Maderno, 1607-15; columnata de Gian Lorenzo.
Bernini. diseñada en 1657
262 EL R!;SACIMIESTO

Lorenzo Bcrní11i, el escultor y <.1rc_¡uit,,,..


.
1mporlanlc de I s1g
. 1o. Fue él qui en C.:(~ to .'TJ'~~
el espacio abierto que había c.lclan;?v 1rt 1<1
.. e (1t 1·
facha da en un magn if 1co « palio cxt. . t<
<.:n rir ~
ova Ia do enmarca c.! o por co 1umnatéis qu.
prop10· Bernm1. . re 1ac1ona
. b ccJ
. I . a con 108 br-a,,(¡ .
8
malerna Ies c1 e 1a 1g cs1a, que todo lo abélr-
can. Ese m~do de cargar el espacio con una
energía activa es un rasgo clave del arte:
Barroco. Caravaggio lo había conseguido en
su San Mateo, ayudándose con un haz de luz
muy enfocado; Bernini fue un maestro a es~
respecto, y no sólo en la arquitectura sino
también en la escultura. Si comparamos su
David (fig. 257) con el de Miguel Angel (ver
fig. 209), y nos preguntamos por qué Bcr-
nini es barroco, la respuesta más simple se-
ría: por la presencia implícita de Goliat. El
David de Bernini está concebido no como
una figura completa en sí misma, sino como
«la mitad de una pareja», centrando toda
su acción en el adversario. ¿Acaso el artis-
ta, podemos preguntarnos, tenía pensada
una estatua de Goliat que completara el
grupo? Nunca la hizo, pues su David nos
dice con suficiente claridad dónde ve al ene-
migo. Así, el espacio que hay entre el David
y su oponente invisible se carga de energía:
257. Gian Lorenzo Bernini . David. 1623. Mármol,
«pertenece» a la estatua. Si nos colocamos
tamaño natural. Galería Borghese, Roma. directamente delante de ese combatiente
formidable, nuestro primer impulso es el de
apartarnos de su línea de fuego. Por tanto,
párese con la figura 21 7), pero poniendo un la escultura barroca renuncia a la autosufi-
énfasis espectacular en los portales. Se da ciencia de la del Renacimiento mediante
aquí lo que podría llamarse un efecto de una ilusión: la ilusión de presencias o fuer-
crescendo desde las esquinas hacia el cen- zas implícitas en la conducta de la figura es-
tro: el espaciamiento del orden colosal se culpida. Por este «complemento invisible»,
vuelve más próximo, las pilastras se con- la escultura barroca ha sido acusada de un
vierten en columnas y el muro de la facha- «tour de force», al procurarse efectos ilusio-
da se proyecta paso a paso. El ritmo acele- nistas que están fuera de su dominio. La
rado se convirtió en el principio dominante acusación es inútil, pues la ilusión es la base
de las fachadas diseñadas por Maderno, no de toda experiencia artística y no es posible
sólo la de San Pedro, sino también las de considerar que determinados tipos o grados
las iglesias más pequeñas; sustituyó la no- de ilusión sean menos legítimos que otros.
ción tradicional de fachada de iglesias Sí es cierto, sin embargo, que el arte barro-
cómo superficie continua por la de «facha- co no reconoce una distinción clara entre
da en profundidad», relacionada dinámica- escultura y pintura. Ambas entran en un~
mente con el espacio abierto que había ante simbiosis anteriormente desconocida; o di·
ella. Las posibilidades implícitas en este cho de modo más preciso, ambas pueden
nuevo concepto no se agotarían durante 150 combinarse con la arquitectura formando
años. El trabajo de Maderno en la fachada una ilusión compuesta, como la del escena-
de San Pedro fue completado por Gian rio. ·Bernini consiguió sus mayores logros
E l. ll i\ HlW l 'O EN ITA LIA , Fl.1\ :-.ID ES \' ESPA:iJ A 263

dolor durara para siempre ». Bcrnini ha


<l_a<lo _un~ ~cnsua lida d ta n real a esta expe-
nenc1a v1s1onaria como Corrcgg io en Júpiter
e lo (ver fig. 232); en un contexto di stinto ,
el ángel no podría distinguirse de Cupido,
Y el éxtasis de la santa es pa lpablemente fí-
sico. Sin embargo, las dos figuras se ha llan
iluminadas de tal modo en su nube fl otante
(desde una ventana superior que permane-
ce oculta) que casi parecen desmatcrializa-
das en su reluciente blancura. El especta-
dor las experimenta como visionarias. En
este caso, el «complemento invisible», me-
nos espedfico que el del David, mas igual-
mente importante, es la fuerza que trans-
porte a las figuras hacia el cielo, producien-
do la turbulencia de sus vestimentas. Su na-
turaleza la sugieren los rayos dorados, pro-
cedentes de un punto situado por encima
del altar: en un fresco ilusionista de la bó-
258. Gian Lorenzo Bernini. El Extasis de Santa veda de la capilla, la gloria del cielo se re-
Teresa. 1645-52. Mármol, tamaño natural. Capilla vela como un estallido de luz deslumbran-
Cornaro, Santa Maria della Vittoria, Roma. te, del que caen nubes de ángeles jubilosos.
Esta «explosión» celestial da fuerza al im-
259. Ludovico Burnacini. Diseño de escenario para
pulso de la flecha del ángel y hace creíble
«La Zenobia di Radamisto», ópera de G. A. Boretti,
Viena, Hoftheater, 1662 (grabado de F. van den el éxtasis del santo. Esta exhibición, desti-
Steen). Colección Teatral de la Houghton Library, nada a abrumar emocionalmente al espec-
Harvard University, Cambridge, Massachusetts. tador, bien podría denominarse «teatral»,
tanto por su espíritu como por algunos de
los dispositivos empleados. El propio Ber-
nini sentía un interés apasionado por el tea-
tro. Si miramos una escena barroca típica
con todos sus dispositivos ilusionistas,
como la de la figura 259 de Ludovico Bur-
nacini, comprendemos su afinidad con la
capilla Cornaro.

Borromini

Bernini representa la personalidad del


cuando pudo fundir de este modo las tres hombre de mundo expansivo y confiado. Su
artes. Su obra maestra es la capilla Corna- gran rival en la arquitectura, Franccsco
:r• en la_ que está el famoso grupo llamado
i t~ta s is de Santa Teresa (fig. 258), en la
Borromini, representa lo opuesto: un genio
emocionalmente inestable y reservado que
g edsia de Santa María della Vittoria. Tere- se suicidó. El contraste temperamental en-
Sa e A ·1 tre los dos resultaría evidente sólo por sus
l VI a, una de las santas de la Con-
hr:rr~~orma, había descrito que un ángel obras, sin necesidad del testimonio de sus
rara do su corazón con una flecha flamíge- contemporáneos . Ambos ejemplifican la
lan~ orad~: «el dolor era tan grande que más alta cota de la arquitectura barroca en
una~ ut gnto; pero al mismo tiempo sentí
u zura tan infinita que deseaba que el
Roma, pero el diseño de Bernini para la co-
lumnata de San Pedro es dramáticamente
264 H IU:N ('11\IIENTO

simple y unifi cad' o ,• mi e ntra s t¡. ue h(_ .~, '•< ·t


" ' ' J u ·-
tu ras de. Borromrn1
. .
so n ex trava1. :
,
.,
,.u,t•·n" 1cr, t ,
complejas. Bernirn, encerrado en ht teorí·1
la práctica renacent is _
ta , segú n' '"' cu·,J '-
¡.ildf•
~y
quitectura debe rcf lejar las prCJporch,,,c1,
del cuerpo humano, se mustr(J de ac.: ucrc.k,
con aquellos que acusaban a Burnmiírti d(;
no tener en cuenta la tradición dú!lic.:,1,
Comprendemos esa acusación cuandc, vc.;-
mos el primer proyecto de Borruminí, lít
Iglesia de San Cado alle Quatro Fcm térnc
(fig. 260). El vocabulario no nos es dcscú-
nocido, pero la sintaxis es nueva e inquí(;-
tante; el juego incesante de superficies cún-
cavas y convexas hace que toda la es tructu-
ra parezca elástica, «deformada T, pur pre-
siones que ninguna edificación anterior po-
dría haber resistido. La planta es un óvalo
estrujado que sugiere una cruz griega dis-
tendida y medio fundida, como si estuviera
hecha de goma. En la fachada, diseñada
casi 30 años más tarde, esas presiones y
contrapresiones alcanzan su intensidad
máxima. Incorpora, característicamente,

261. Guarino Guarini. Palazzo Carignano, Turín.


Iniciado en el 1679

260. Francesco Borromini. Fachada y planta, San


Cario alle Quattro Fontane, Roma. 1638-67

t
263. Pedro Pablu Rubcns. Marfa de Mérlír:í, /foína de
Francía, desembarcando en Mane/la. 1622-23. Oleo
262. Pedro Pablo Rubens. La Erección de la Cniz. sobre tabla, 7,62 X 6,01. Altc I'ínakCJtbck, Muních
1609-10. Tabla, 4,62 X 3,40 m. Catedral de Amberc~

esculturas; y hasta una pintura que sostie- Rubens


nen arriba los ángeles volantes. San Cario
alle Quattro Fontane bastó para establecer Aunque su lugar de nacimiento fuera
la fama local e internacional de Borromini. Roma, el estilo barroco se internacionalizó
El dirigente de la orden religiosa para la pronto. Entre los artistas que ayudaron a
que se construyó la iglesia escribió: «No ello ocupa un lugar de especial importan-
puede encontrarse nada semejante en nin- cia el pintor flamenco Pedro Pablo Rubens.
guna parte del mundo». Podríamos decir que terminó lo que Dure-
La riqueza de ideas nuevas introducidas ro había comenzado: la demolición de las
por Borromini fue explotada no en Roma, barreras artísticas entre el norte y el sur.
sino en Turín, la capital de Saboya, la cual Rubens se crió en Ambcres, la capital de los
se convirtió en el centro creativo de la ar- «Países Bajos españoles» (ver. pág. 253), y
quitectura barroca de Italia hacia finales siguió siendo un católico devoto toda su
del siglo XVII. En 1666 la ciudad atrajo a l su- vida. Formado por los pintores locales, se
cesor más brillante de Borromini, Guarino convirtió en un maestro en 1598, pero sólo
G_u arini, un monje con un genio arquitectó- desarrolló un estilo personal cuando fue a
nico profundamente enraizado en la filoso- Italia dos años más tarde. Durante su estan-
fía Y las matemáticas. Su diseño de la fa- cia en ese país, que duró 5 años, estudió an-
c~ada del Palazzo Carignano (fig. 261) re- siosamente la escultura antigua, las obras
Plle, a gran escala, el movimiento ondulan- maestras del Renacimiento y la obra de Ca-
te de San Cario alle Quatro Fontane, utili- ravaggio, absorbiendo la tradición italiana
zando un vocabulario muy individual. Aun- más plena mente que cualquier otro artista
q~e parezca increíble el exterior del edifi- del norte anterior a él. De hecho, compitió
cio st ' con los mejores italianos de su tiempo en
ta eel ·¡á ·hecho totalmente de ladrillos, has- términos de igualdad, y podría haber hecho
u timo detalle ornamental.
264. Pl.'dro Pablo Rubens, el JcmU11 del a111ur. c. 1632-34. Oleo sobre lienzo, 1,98 x 2,83 m . El Prado, Madríd

cnrrcra en Italia. Prefirió, sin embargo, más heroica que cualquier obra septentrio-
asentarse en Amberes como pintor de la nal anterior, pero Rubens es también un
corte dd Regente español, designación es- realista flamenco meticuloso en detalles
pedal por la que él y su taller quedaban como el follaje, la armadura del soldado y
exentos ck los impuestos locales y de las el perro de pelo rizado del primer plano. Es-
normati,·as de los gremios. De este modo, tos elementos variados, integrados con so-
Rubcns tenía lo mejor de ambos mundos: berana maestría, constituyen una composi-
en la corte, era \'alorado no sólo como ar- ción de tremenda fuerza dramática. La
tista, sino también como diplomático, por inestable pirámide de cuerpos, en precaria
lo quL' tenía entrada a las casas reales de las oscilación, rompe los límites del marco de
principales autoridades, mientras estaba en un modo característicamente barroco, ha-
libertad para realizar numerosas obras des- ciendo que el espectador sienta que tam-
tinadas a la ciudad de Amberes, a la iglesia bién él participa de la acción. En los años
v a los mecenas privados. 20, el estilo dinámico de Rubens llegó a su
· En la Erecci(m de la Cmz (fig. 262), el pri- más alta cima en sus enormes planes deco-
mer retablo importante que pintó Rubens a rativos de iglesias y palacios. El ciclo más
su rc.;• greso, se contempla todo lo que debe famoso es el del Palacio Luxembourg de Pa-
al arh.: italiano. Las figuras musculosas, rís, en donde glorifica a María de Médici, la
modeladas para mostrar su fuaza física y esposa de Enrique IV y madre de Luis XIII.
:-us ~cnt imicntos apasionados, nos rccuer- En la fig. 263 podemos ver el esbozo al óleo
drrn la Bún·da Sixtina y la Galería Farncse; del artista para un episodio, la llegada de
la ilumina ·ión sugien: a Caravaggio. En la joven reina a Marsella. Difícilmente P?·
cu:i nto a L'S ala y concepción, la tabla es dría tratarse de un tema excitante, pero sin
El. BARROCO EN ITAI.IA, FLAND ES Y ES PA Ñ A 267

r
b go Rubens lo convierte en un espec-
e?1 de esplendor sin precedentes. Mien-
tacu ~aría de Médici baja por la pasarela,
nal del norte con la mitología clásica de Ti-
ziano, creando una esfera encantada en
donde mito y realidad se vuelven una sola
fama sobrevue1a por encima
tras . h ac1en
. d o re-
cosa. Este cuadro debió tener un significa-
1a ar en triunfo dos trompetas, y Neptuno
do especial para él, pues acababa de casar-
soneleva del mar con su tnpu . l ac1on
. , d e cola
se con una hermosa joven de 16 años (su pri-
~: pez; habiendo guar~~do a la reina du- mera esposa había muerto en el 1626). Ha-
rante el viaje, se regoc1Jan de su llegada. bía comprado una casa de campo, el Chá-
Todo fluye aquí en un movimiento de tor- teau de Steen, y llevaba una vida ociosa de
bellino: el cielo y la tierra, la historia y la propietario. Ese cambio le indujo un inte-
alegoría; incluso el dibujo y la pintura, pues rés renovado por la pintura paisajística,
Rubens utilizaba este tipo de esbozos al que antes sólo había practicado intermiten-
óleo para preparar sus composiciones. A di- temente. Tampoco aquí disminuye el poder
ferencia de artistas anteriores, prefería di- de su genio. En el Paisaje con el Cháteau de
señar sus pinturas en términos de luz y co- Steen (fig. 265) se extiende un magnífico es-
lor desde el principio. Esta visión unifica- pacio abierto desde el cazador y su presa,
da, a la que se acercaron sin conseguirla del primer plano, hasta las colinas veladas
nunca del todo los grandes pintores vene- por la niebla del horizonte. En cuanto que
cianos del siglo anterior, fue el legado más paisajista, Rubens es heredero de Pieter
precioso que dejó Rubens a los pintores Bruegel y de los venecianos (comparar con
posteriores. las figs. 249 y 220), creando de nuevo una
Hacia el 1630, el drama turbulento de la síntesis de los orígenes septentrionales y
obra precedente de Rubens se transforma meridionales.
en un estilo posterior de ternura lírica, ins- El otro único artista flamenco que obtu-
pirada por Tiziano, a quien Rubens redes- vo fama internacional fue Anthony van
cubrió, por así decirlo, en el Palacio Real Dyck, el ayudante más preciado de Rubens.
durante su visita a Madrid. En el Jardín del Su fama se basa principalmente en los re-
Amor (fig. 264) combina un tema tradicio- tratos; por ejemplo el Retrato de Carlos I ca-

265. Pedro Pablo Rubens. Paisaje con el Chdteau de Steen. 1636. Tabla, 1,34 x 2,36 m. National Gallery,
Londres (reproducido por cortesía de los Trustees)
268 U . Rl'.NACT\II ENTO

mente impresionado por el estilo de Car _


vaggio; Rubens le ayudó a descubrir la bª _
lleza de Tiziano y a desarrollar una nue:
fluencia y riqueza. La pintura que más ple~
namente muestra el estiló maduro de Ve-
lázquez es la de las Meninas (fig. 267), un
retrato de grupo y a la vez una escena coti-
diana. Podría subtitularse «el artista en su
estudio», pues Velázquez se pinta a sí mis-
mo trabajando sobre un enorme lienzo; en
el centro está la princesa Margarita, que
acaba de posar para él entre sus compañe-
ras de juego y damas de honor. En el espe-
jo del muro posterior aparecen los rostros
de los padres, el rey y la reina. ¿Acaban de
entrar en la sala viendo la escena como lo
hacemos nosotros, o refleja el espejo una
parte del lienzo en el que el artista ha estado
trabajando, posiblemente un retrato de
cuerpo entero de la familia real? Esta am-
bigüedad es característica de la fascinación
de Velázquez por la luz. En las Meninas, la
266. Anthony van Dyck. Retrato de Carlos I de caza.
variedad de la luz directa y la reflejada care-
c . 1635. Oleo sobre lienzo, 2,71 x 3,64 m. ce casi de límite, y el artista nos desafía a
Louvre, París. encontrarla. Se espera que nosotros armo-
nicemos la imagen del espejo con las pintu-
ras de esa pared y después con la «imagen»
zando (fig. 266), realizado mientras el artis- del hombre que hay en el pasillo, tras la
ta era pintor de la corte de Inglaterra, en- puerta abierta. La iluminación lateral (pro-
tre 1632 y 1641. Podría describirse como un veniente de la derecha) y los fuertes con-
«retrato ecuestre desmontado», menos rígi- trastes entre luz y oscuridad sugieren toda-
do que un retrato de estado formal, pero no vía la influencia de Caravaggio, pero la téc-
menos grandioso. Van Dyck ha puesto al día nica de Velázquez es mucho más variada y
el retrato cortesano manierista, remodelán- sutil, con vidriados delicados que acentúan
dolo con el lenguaje de Rubens y de Tizia- el empasto de los toques de luz y pincela-
no. Creó una nueva tradición retratista aris- das aún más libres que las de Tiziano o Ru-
tocrática que continuó en Inglaterra hasta bens. Los colores tienen una calidez y un
finales del siglo xvm y tuvo también una in- brillo veneciano. Sin embargo, Velázquez
fluencia considerable en el continente. no parece interesado en captar el tiempo en
un segundo; su objetivo no es mostrar las fi-
guras en movimiento, sino el movimiento
Velázquez de la propia luz y la gama infinita de sus
efectos sobre la gama y el color. Para Veláz-
En Madrid, Rubens se hizo amigo de Die- quez es la luz lo que crea el mundo visible;
go Velázquez, pintor de la corte reciente- Hasta dos siglos más tarde, no encontrare-
mente designado. Este joven artista, sober- mos pintores capaces de comprender las
biamente dotado, había quedado profunda- implicaciones de este descubrimiento.
!> Vt•I ✓(4U<,, / ,us M1·1111u" 1ó'i6 Oleo ~obre lienzo, 3, 17 X
272 EL RE /\CI MIE TO

269. Frans Hals. las regen1as del Hospicio de Ancia11os de Haarle111. 1664 . Oleo sobre licnLo, 1,70 x 2,4
Fra ns Hals Museum , Haarlem .

maduro, que puede verse en obras como el 270. Judith Ley ter. Ch ico con flawa . 1630-35 , Oleo
Alegre bebedor (fig. 268), combina la ampli- sobre lienzo, 74 X 6 1 c m. Museo aciona l,
Estocolmo
tud y la robustez de Rubens con una con-
centración en el «momento dramático» que
derivaba de los seguidores de Caravaggio
asentados en Utrecht. Aquí todo transmite
una espontaneidad total: los ojos que pes-
tañean y la boca medio abierta, la mano le-
vantada, el vaso de vino oscilante y, lo más
importante de todo, el modo rápido de es-
tablecer las formas. Hals trabaja con pince-
ladas rápidas, cada una de ellas tan clara-
mente visible como una entidad distinta
hasta el punto de que casi podemos contar
el número total de «touches ». Con esta téc-
nica abierta y rápida, el cuadro completo
posee la inmediatez de un boceto. Pero la
impresión de una carrera contra el tiempo
es desde luego engañosa; en estos lienzos de
tamaño natural Hals empleaba horas, no
minutos, pero mantenía la ilusión de haber-
los hecho en un segundo. En los últimos
lienzos del artista estos fuegos de artificio
La Edad de Oro de la pinturn holandesa

En contraste con Flandes, donde la pin- realistas: el verdadero valor de una obrad.
tura estuvo dominada por la personalidad .
arte es siempre .
mesta bl e y depende dele
mayestática de Rubens, Holanda produjo tiempo y las circunstancias; incluso los que
una sorprendente variedad de maestros y crean en los valores intemporales del arte
. estilos. La nueva nación estaba orgullosa de aceptarán que éstos no pueden expresarse
la libertad que tan duramente había gana- en dinero. Puesto que el mercado del arte
do. Aunque los vínculos culturales con Flan- refleja el gusto dominante del momento, en
des siguieron siendo fuertes, diversos facto- lugar del más penetrante, obras de artistas
res estimularon el crecimiento rápido de las consideradas ahora como mediocres pudie-
tradiciones artísticas holandesas. A diferen- ron estar en otro tiempo muy sobrevalora-
cia de Flandes, en donde toda la actividad das; y otras que hoy se valoran mucho pu-
artística irradiaba desde Amberes, Holanda dieron venderse por un precio excesivamen-
contó con numerosas escuelas locales flore- te barato. Sin embargo, el sistema que pre-
cientes: además de Amsterdam, el centro dominaba en la Antigüedad y en la Edad
comercial, encontramos grupos de pintores Media, por el que los artistas eran pagados
importantes en Haarlem, Utrecht, Leyden, según las normas de la artesanía, difícil-
Delft y otras ciudades. Holanda era una na- mente podría ser más justo en cuanto a la
ción de comerciantes, campesinos y mari- recompensa al mérito estético. El mercado
nos, con la fe reformada como religión ofi- forma una barrera entre artista y público1
cial; por tanto, los artistas holandeses no pero en esa situación hay tantas ventajas
contaban con los encargos públicos a gran como contratiempos. El someter al artista
escala patrocinados por la Iglesia y el Esta- a la presión de la oferta y la demanda no es
do, de los que disponían los artistas del necesariamente peor que hacerle depender
mundo católico. En consecuencia, la princi- del favor de los príncipes. Los hombr~ ~e-
pal fuente de apoyo del pintor fue el colec- nores tenderán a convertirse en especialis-
cionista privado. La producción no fue es- tas y a producir de modo uniforme unos
casa; por el contrario, el público holandés cuadros convenientes para el mercado,
desarrolló un apetito tan insaciable de cua- mientras que los artistas de espíritu ind~-
dros que todo el país llegó a estar sometido pendiente, enfrentándose quizás a una SI·
a una especie de manía de coleccionista. tuación económica difícil, pintarán como
Todo el mundo invertía en pinturas, del gusten buscando el apoyo de 1a mmor · ía ca·
mismo modo que millones de americanos paz de discernimiento. En el siglo XVII, por
jugaron al mercado de valores en los años la manía del coleccionismo, Holanda tub~~
veinte de nuestro siglo. Esta comparación una efusión de talento artístico compara t'
no es inverosímil, pues los cuadros se con- so, 1o a 1a d e l primer
. . . to floren
Renac1m1en .. .ran•·
virtieron en un importante bien en Holan- no, aunque muchos holandeses quisienza
da, y su comercio siguió la ley de la oferta convertirse en pintores con una esrera )os
y la demanda. En lugar de esperar los en- de éxito que no se cumplió. Inc us~eces
cargos de mecenas individuales, muchos ar- maestros más importantes pasa.ron \ 1que
tistas producían «para el mercado». Se ha por momentos difíciles (no era inus~Jevara
dicho que el mecanismo del mercado de un artista regentara una taberna O ·.,¡croo
arte levanta una barrera entre artista y pú- ' - . ) SobreVlw
a lgun otro pcqueno negocio · . d ero con
blico y falsifica el «auténtico valor» de la sin embargo; con menos segunda P
obra de arte. Tales acusaciones son poco más libertad.
1 ••. • .. • ., ..: •.; .;_r. ,¡ . ,,,.• , , ,;, . 11 • •

L,\ E D AD UE O ll.O IJE L A PIN T UltA 1101.ANDE SA 273

•ctórico se transmutan en un estilo auste- encantador Niño con flauta (fig. 270). El
p• de gran profundidad emocional. Su re- músico extasiado es una expresión memo-
~~ to de grupo, las Regentas del hospicio de rable de un estado de ánimo lírico. Para
ancianos de Haarlem. (fig. 269), la institu- transmitir ese estado de ánimo, la artista
ción en la que pasó sus últimos años, tiene investiga la cualidad poética de la luz con
una perfección del carácter humano que una intensidad tranquila que anticipa la
sólo se encuentra en el estilo último de obra de Jan Vermeer, de una generación
Rembrandt (comparar con la fig. 272). La posterior (ver pág. 277).
experiencia diaria del sufrimiento y la
muerte ha atacado de tal modo los rostros
Rembrandt
de estas mujeres que parecen haberse con-
vertido en imágenes de la muerte: suave, Rembrandt, el mayor genio del arte ho-
inexorable e intemporal. landés, se vio estimulado al principio de su
Tal fue el virtuosismo de Hals que no carrera, como Hals, por el contacto indirec-
pudo ser imitado fácilmente, por lo que sus to con Caravaggio; sus primeras pinturas
seguidores fueron escasos. El único de im- son pequeñas, agudamente iluminadas e in-
portancia fue Judith Leyster. Como muchas tensamente realistas. Partiendo de ellas de-
otras mujeres artistas de antes de la época sarrolló, en los años 30, un estilo barroco
moderna, la maternidad fue una cortapisa como tal. En Sansón cegado por los filisteos
parcial a su carrera. Su obra maestra es el (fig. 271) vemos el mundo del antiguo tes-

271. Rembrandt. Cegando a Sansón. 1636. Lienzo, 2,36 x 3,02 m. Instituto Staedel, Frankfurt
LA EDAD l>E OHO DE
• . I.A l'INTUHA 1101.ANDESA 271

268. Frans H 1
ª s. El alegre bebedor. 1627. Oleo sobre lienzo, 80 x 66 cm. Rijksmuscum, Amsterdam

1-Ials; Leyster cuales fueron holandeses. Unos de Jos pri-


meros en beneficiarse de esta experiencia
El estilO B fue Frans Hals, el gran renacentista de
Arnb arroco llegó a Holanda desde
desdeeres
R a tra vés d e l a obra de Rubens, y Haarlem. Nació en Ambcres y lo poco que
ravagg· oma por el contacto directo con Ca- se conoce de su obra temprana sugiere Ja in-
10 Y sus seguidores, algunos de los fluencia de Rubcns; sin embargo, su estilo
274 EL RE.' IIA('l~tlE:\' TO

Esa propiedad se agot ó en los a üos 40, aun-


que la pérdida del favor público del artista
fue menos catastrófica y romá ntica de lo
que sus admiradores romá nticos nos han
hecho creer. Los años 40 fucron sin embar-
go un período de crisis, de incertidumbre
interior y problemas externos. Las perspcc-
t ivas de Rembrandt cambiaron profun-
damente : aprox i madamcn te desde el
año 1650, su estilo evita la retórica del
Barroco y adopta la sutileza lírica y la am-
plitud pictórica. Comprendemos la diferen-
cia en su último Au/01,etrato (fig. 272). Aun-
que se halla parcialmente en deuda con los
suntuosos retratos de Tiziano (comparar
con la fig. 222), Re mbrandt se analiza a sí
mismo con la franqueza típicamente sep-
tentrional que encontramos en el Hombre
con turbante rojo de Jan van Eyck (fig. 170).
Este enfoque autoanalítico explica la digni-
272. Rembrandt. Autorretrato. c. 1660. Oleo sobre
dad simple que vemos en el artista hacia el
lienzo, 1,14 x 96 cm. Iveagh Bequest, Kenwood, final de su vida.
Londres En sus últimos años, Rembrandt adaptó
a menudo, de un modo muy personal, las
273. Rembrandt. Cristo predicando. c. 1652. ideas pictóricas del Renacimiento septen-
Aguafuerte. Metropolitan Museum of Art, Nueva trional, como por ejemplo en el Jinete pola-
York (legado de Mrs . H . O. Ha\·emeyer, 1929).
co (fig. 274). No podemos estar seguros de
que el jinete sea polaco -el título se lo pu-
sieron más tarde- aunque su vestimenta
sea del tipo que llevaban las tropas locales
que combatían entonces a los turcos en la
Europa Oriental. Tampoco está claro el pro-
pósito exacto de Rembrandt. Pero el famo-
so grabado de Durero, El caballero, la ,nuerte
y el diablo (fig. 242), que Rembrandt admi-
ró seguramente, puede ser la clave del cua-
dro. ¿No es el jinete polaco otro soldado
cristiano que se abre paso valerosamente en
un mundo peligroso? En este caso nos
corresponde a nosotros imaginar los peli-
gros existentes en el sombrío paisaje, pero
tamento con el esplendor y la violencia la mirada seria y alerta del jinete sugiere
oriental, cruel pero seductora. El torrente amenazas invisibles. Con tal relación de for~
repentino de luz brillante que se derrama ma y contenido, las diferencias entre la pin-
en la tienda oscura es descaradamente tea- tura y la impresión permiten un fructífero
tral, llevando el drama a la altura de Ru- estudio. El jinete de Durero, encajado en la
bens en la Erección de la Cruz (ver fig. 262). composición, se halla equilibrado e inmóvil
Rembrandt fue un coleccionista ávido de como una estatua ecuestre; el de Rem-
la parafernalia de Oriente Próximo, la cual brandt, ligeramente escorzado y descentra-
le servía de accesorio para esas pinturas. do, se halla en movimiento; impulsado, por
Era ya el retratista más solicitado de Ams- así decirlo, por la luz proveniente de la iz-
terdam, y hombre de considerable riqueza. quierda. El camino curvo que sigue le lle-
1
' ', r 1.\ ,,, TI A Br,1 ,. m "" 27'5

.S.S _O,eo sobre lienzo, 1,1 6 / 1,34 m . Frick Collection, Nueva York

' marco. Este dese- llena por el profundo sentimiento de com-


un e pa ío mucho pasión del artista hacia los pobres y pros-
rcádo en el cuadro y critos que formaban el público de Cristo .
rand t en el Barro- Rembrandt tenía una simpatía especial por
ñale más e\·identes los judíos, en cuanto que herederos del pa-
cabe decir de las e - sado bíblico y víctimas pacientes de la per-
garon un papel tan secución; fueron a menudo sus modelos.
erior de Rem- Este aguafuerte sugiere poderosamente al-
•e Cristo predi- guna esquina del gueto de Amstcrdam .
n á: ranquila Como en el Jinete polaco , es la magia de la
276 EL RENACIMIENTO

luz de Rembrandt lo que dota al Cristo pre- mente en la p lé.H:a d · (.l>l1 1 · , el • ,,l¡f q,w J:, Ji.
dicando, de significado espiritual. nea de un aeua f uerle H ·t.1 t1 1{, r; IH,11: , í11,Jí.
Aunque de este único ejemplo no poda- vidua lizada que la líriea cJ · ur, grn1J;, J11 , L,t
mos obtener más que unos indicios, la im- principa l vir tud del aguafu ·r te e:; ::u :w,plfo
portancia de Rembrandt como artista grá- gama tona l, íncl uyencJu t<m v, r1{ ; r lit< #; í1 t,_;r.,
fico sólo es superada. por la de Durcro. Debe- ciopelados qu e no 5()11 pu ;íblc:, en l<J'-; gr;.i~
mos añadir sin embargo unas palabras so- hados ni en la xilografía . í11~ú r1 arthtt.1 ~1,.
bre su medio. En el siglo XVII, .las técnicas plot6 nunca es ta <.; Ua lícJ,.,cJ cJel a~uaf U!;t t •
de la xilografía. y el grabado se empleaban con mayor sutileza (l UC Hcm hn.w Jt,
principalmente para reproducir otras
obras. Los impresores creativos, incluyendo
a Rembrandt, preferían el aguafuerte. Un Van Ruisdacl; Heda
aguafuerte se hace cubriendo una placa de
· cobre con resina para formar una « base» re- Los cuadros rclígíusos c..l e Hcm brn11dt (..7.Í•
sistente al ácido, en la cual se realiza el di- gen una perfección que s6lu eHtaha al úlem,-
bujo con una aguja dejando al descubierto ce de unos cuantos colcccíunís tab. LGt ma-
la superficie metálica inferior. Después se yoría de los compradores c..l c úrlc <le f Iulém-
baña la placa en un ácido que «se come» las da preferían temas que estuvieran ccrcétnu·
líneas de cobre al descubierto . Es evidente a su propia experiencia: paisajes , bue.lego-
que hacer un dibujo en la base resinosa re- nes~ escenas de la vida cotidiana. Estos L.'ÍétJJ
sulta más sencillo que recortarlo directa- producidos en volumen y variedad s iempre

275. Jacob van Ruisdael. El cementerio. c. 1655 . Lienzo, 1.42 x 1,88 m. Dctroít lns títu tc 0f Arts
LA f:U A D LIE Ul{U DE LA PI NT HA IIOL.AN U ESA 277

el contexto humano de estos objetos agru-


pados, la sugieren el vaso roto, el limón a
medio pelar, el plato de plata volcado;
quien estuviera sentado en esa mesa se vio
obligado de repente a abandonar su comi-
da. La cortina que, por así decirlo, ha he-
cho bajar el tiempo sobre la escena da a los
objetos un carácter extraño. Recupera aquí
una forma nueva el simbolismo disfraza-
do de la pintura del Gótico tardío (ver
pág. 177).

276. Willem Heda. Bodegón. 1634. Oleo sobre tabla,


43 x 57 cm. Museo Boymans-van Beuningen,
Steen; Vermeer
·,
Rotterdam.
Los cuadros de la vida cotidiana (llama-
dos también cuadros de «género») van des-
crecientes por los especialistas, por lo que de las trifulcas de taberna hasta refinados
sólo incluiremos aquí una pequeña mues- interiores domésticos. La Víspera de San Ni-
tra. Posiblemente la más rica de las «espe- colás (fig. 277), de Jan Steen, se encuentra
cialidades» recién desarrolladas fue el pai- a medio camino entre estos extremos.
saje, en tanto que representación tanto de San Nicolás acaba de hacer su visita pre-
vistas familiares como de una visión imagi- via a la Navidad a la casa, dejando jugue-
nativa de la naturaleza. Al último tipo per- tes, dulces y pasteles para los niños; todo el
tenece el Cementerio (fig. 275) de Jacob Van mundo está alegre, salvo el niño malo de la
Ruisdael: todo crea un estado de ánimo de izquierda, quien solo ha recibido una· vara
melancolía profunda. Las nubes tormento- de abedul. Steen cuenta esta historia con
sas que pasan sobre un valle montañoso, entusiasmo, adornándola con muchos deta-
salvaje y desértico, la ruina medieval, el lles deliciosos. De todos los pintores holan-
torrente que se abre camino entre tumbas deses de la vida diaria, fue el observador
antiguas; nada dura en esta tierra, nos dice más agudo y de mejor humor. Para suple-
el artista, el tiempo, el viento y el agua lo mentar sus ingresos regentaba una taberna,
convierten todo en polvo, tanto las débiles lo que quizás explique su afilada percep-
obras del hombre como los árboles y las ro- ción de la conducta humana. Su sentido de
cas. Esta visión de la impotencia del hom- la cronología nos recuerda a menudo a
bre frente a las fuerzas naturales tiene una Frans Hals (comparar con la fig . 268),
cualidad aterradora en la que basarían los mientras su modo de contar historias deri-
románticos su concepto de lo sublime un si- va de la tradición de Pieter Bruegel (com-
~!0 más tarde. Incluso un bodegón puede te- parar con la fig. 248).
r•rse de un sentido melancólico del paso de En las escenas de género de Jan Vermeer
bos placeres terrenos, a veces mediante sím- apenas si hay narración. Suelen ser figuras
olos establecidos como cabezas muertas y únicas, usualmente mujeres, dedicadas a
~~la~ apagadas, o con medios más sutiles. tareas simples y cotidianas; cuando hay dos
(r eJemplo que incluimos de Willem Heda figuras, como en la Carta (fig. 278), no ha-
tg. 276) pertenece a un tipo extendido que cen otra cosa que intercambiar miradas.
:ue5tra los restos de una comida. Los ali- Existen en un mundo intemporal, en el que
qu:n~os Y l~ bebida reciben menos énfasis «la vida se ha detenido», calmada aparen-
copas°~ 0 hJ~tos lujosos, vajillas de plata y temente por algún encanto mágico. La luz
cuidad e cristal, los cuales se yuxtaponen fría y clara que se filtra desde la izquierda
mas ~samente por el contraste de sus for- es el único elemento activo, realizando sus
mo ~t\~re~ Y texturas. No era el virtuosis- milagros sobre todos los objetos que se en-
o Jctivo único del artista: su historia, cuentran en su camino. Cuando observamos
277. Jan Steen. La Víspera de San Nicolás. c. 1660-65. Lienzo, 81 x 70 cm. Rijksmuseum, Amsterdam.

la Carta, sentimos como si nos hubieran perficies coloreadas; o quizá sea más preci-
quitado un velo de los ojos; el mundo coti- so decir que traduce la realidad a un mo-
diano brilla con una frescura semejante a saico cuando la pone sobre el lienzo. Vem~s
la de una joya, hermoso como nunca antes la Carta como una «ventana» en perspecU·
lo habíamos visto. Ningún pintor como Jan va, pero también como un plano, como un
va~ Eyck vio esto con tanta intensidad. Pero «campo» compuesto por campos más p~-
Vcrmeer, a diferencia de sus predecesores, queños. Predominan los rectángulos, ~l_i-
percibe la realidad como un mosaico de su- neados cuidadosamente con la superficie
l.\ l:IJJ\ IJ lll·. 0110 IJI . f.¡\ f' I N ºf Id(,\ 11111 .A ' flf •.i,,\ 279

278, Jan Vermeer. La carta. 1666. Oleo sobre lienzo, 43 X 38 cm. Rijksmuseum , Amsterdam

P!ctórica, y no hay «agujeros», no hay espa- allí hasta que murió a los 43 años. Los se-
f10
s vacíos sin definir. Estas formas entre- guidores holandeses de Caravaggio le ha-
tzadas dan a la obra de Vermeer una cua- bían influenciado, pero esto apenas explica
idad exclusivamente moderna. ¿Cómo la la génesis de su estilo, tan audazmente ori-
consi gu10.
·, :> Sabemos muy poco de él, salvo ginal que su genio no fue reconocido hasta
que nació en Delft en 1632 y vivió y trabajó hace un siglo.
La época de Versalles

Al estuwar el arte Barroco en Flandes, Es- 1685, pero en esa época el arte francés del
paña y Holanda, nos hemos limitado a la siglo XVII tenía formado ya su propio esti-
pintura; en esos países, la arquitectura y la lo. A los franceses no les gusta darle el nom-
escultura no tienen una importancia básica bre <le estilo barroco; para ellos es el estilo
para la historia del arte. En Francia, sin em- Luis XIV; a menudo, describen también
bargo, la situación es distinta. Con el reina- como «clásico» al arte y la literatura del pe-
do de Luis XIV, se convierte en la nación ríodo. Este término, tan frecuentemente
más poderosa de Europa militar y cultural- utilizado, tiene tres significados: como sinó-
mente; a finales del siglo XVII, París ha nimo de «consecución superior» significa
reemplazado a Roma como capital mundial que el estilo de Luis XIV se corresponde
de las artes visuales. ¿Cómo se produjo este con el Renacimiento pleno italiano o con la
cambio sorprendente? Por causa del Pala- época de Pericles en Grecia; el término hace
cio de Versalles y otros vastos proyectos referencia también a la emulación de las
destinados a glorificar al rey nos vemos ten- formas y temas del arte antiguo; finalmen-
tados a pensar en el arte francés de la épo- te, «clásico» sugiere las cualidades de equi-
ca de Luis XIV como en la expresión del ab- librio y freno, como las del estilo clásico del
solutismo. Esto es cierto para la fase de ma- Renacimiento pleno y la antigua Grecia.
yor auge del reinado de Luis, entre 1660 y Los significados segundo y tercero descri-

279. Louis Le Nain . Familia ca111pesi11a. c. 1640. Lienzo, 1,13 x 1,58 m. Louvre, París.
1 1 1'11 1'¡\ lll . \1 1 l! S Al.l .l'S 2H 1

lu que podría llamarse, ~on ma~•or prc-


hc'tl Sl'S 1..•st:1h:111 1ml:1 ví:1 ;1~,illli la11do :, Carava¡r-
dsi n clasicismo'. Y pm'sto qu1..' l'I l'St ilo gio. Al gu11os chis:, rrol larn11 c~ t i lo~ sorprc11 -
Luis XI\ rdlcja d ark barnxo italiano, dcn1cni ·111c origi11:des. L, Fo111ilío c,1111¡1 ,_,;.
aunque modificado, podríamos clasificarlo 11a, de Louis Le Nai11 (fig. 279), 1ra11 s lllil <.:
como Barroco -lasicista > o «Clasidsmo una dignidad humana y una corn¡w si(m por
barroco . los pobres que parece afín a Re mbran dt. La
vela que suslicne Jesús en ]usé e:/ carpi11lem
(fig. 280) de Georgcs de la Tour, da a la es-
PINTURA cena la intimidad y la ternura de la Na vi-
dad e.le Gccrtgen (ver fig. 175), en la que la
Este clasicismo fue d estilo oficial de la luz reduce también las formas a una s im-
corte entre 1660 y 1685, pero su origen no plicidad geométrica. Tanto Le Nain como
fue político. Surge más bien de la tradición De la Tour tuvieron que ser redescubiertos
persistente del arte del siglo XVI, que en en tiempos modernos, lo mismo que Ver-
Francia se , io más estrechamente vincula- mcer. En su tiempo fueron pronto olvida-
do con el Renacimiento italiano que cual- dos porque desde 1650 el clasicismo ocupó
quier otro país septentrional (ver página un papel supremo en Francia, y ninguno de
251). El clasicismo se vio nutrido también ellos era clasicista.
por el humanismo francés, con su herencia
intelectual de la razón y la virtud estoica.
Tales factores retrasaron la extensión del Poussin; Lonrain
Barroco en Francia y modificaron su inter-
pretación. Por ejemplo, el ciclo Medid de El artista que más colaboró para la pro-
Rubens no produjo efecto alguno sobre el ducción de este cambio de gusto fue Nico-
arte italiano hasta casi el final del siglo; en lás Poussin. Este, aunque fue el pintor fran ·
los años 1620, los jóvenes pintores france- cés más importante del siglo, y el primero
280. Georges de la Tour. José el carpi11tero. _c. 1645.
en obtener fama internacional, sin embar-
Oleo sobre lienzo, 97 x 64 cm. Louvre, Pans. go llevó a cabo casi toda su carrera en
Roma. Allí, bajo la inspiración de Rafael
(ver figs. 218 y 219) formuló el estilo que
acabaría convirtiéndose en el modelo ideal
de los pintores franceses de la segunda mi-
tad de siglo. Sus cualidades se exhiben per-
fectamente en el Rapto de las Sabinas
(fig. 281): las figuras, muy modeladas, que-
dan «congeladas en su acción», como si fue-
ran estatuas, y muchas de ellas derivan en
realidad de la escultura helenística (compa-
rar con la fig. 64). Tras ellas, Poussin ha co-
locado reconstrucciones de la arquitectura
romana que él consideraba arqueológica-
mente correctas. Como en la estatua del
mismo tema realizada por Giovanni Bolog-
na (ver fig. 236), la emoción resulta eviden-
te, pero no llega conmovernos por la falta
de espontaneidad. Todo atractivo sensual
ha sido conscientemente suprimido por
causa de la disciplina severa de un estilo in-
telectual. Poussin nos da la impresión de ser
un hombre que conocía muy bien su propia
mente, impresión que confirman las n~~e-
rosas cartas en las que expone sus opm10-
281. Ni ul ás Pu11ssi n . /:"/ lt1fl/!I d,· /11., Sc1/,;1111.,. l'. ICJ36-37 . ük·o ~ohn· lk111.o, 1,54 x 2,09 m. Mctropolítan
Mmt·um uí An. Nul·,·n York (Dkk F1111d, 1946)

nes. Pensaba que el objetivo supremo de la trc pintura y literatura, ni la había puesto
pintura era representar las acciones huma- en práctica de forma tan coherente.
nas nobles ~- grnves. Dichas acciones <leben Poussin pintó incluso paisajes según esta
mostrarse de una manera lógica y ordena- opinión teórica, y con resultados sorprende-
da; no como sucedieron realmente, sino mente impresionantes. El orden cuidadoso
como debieran haber sucedido si la natura- de los espacios en Paisaje en el entierro de
lcz ÍUl'ra perfecta. Con ese fin, el artista Fucio (fig. 282) es casi matemáticamente
debe csforza1-sc pur buscar lo general y tí- preciso. Sin embargo, el efecto de la clari-
pico; ap lar a In mente mús que a los sen-
0
dad racional tiene una sombría calma. Este
tidos. para lo cual se suprimen trivialida- estado de ánimo sintonizaba con el tema de
dl'S tales como un culor brillante, poniendo Poussin, el entierro de un héroe griego que
en cambio el énfasis en la forma y la com- murió por negarse a ocultar la verdad: el
posición. En una buena pintura, el especta- paisaje se convierte así en recordatorio de
dor debe ser capaz de < leer» las emociones la virtud estoica. Aunque quizá no podamos
c~~lctas de cada figura, rclacionúndulas con ya leer esa escena de modo tan específico,
el a contecimiento reprcsenta<lo. Estas ideas seguimos respondiendo a su austera be-
no eran m1t:v.1s - recordemos la afirmación lleza.
le l.co1rnrdo de que el objetivo supremo de Si Poussin fue el que celebró los aspectos
l. pintur. ('S rcpn:Sl'lltar « la intención de heroicos de la antigüedad, Claude Lorrain,
, lmo hunwnn •- , pero antes <le Poussin na- el gran paisajista francés, se encargó de sus
di • e hnh l \ an·rcado tanto a la analogía en- aspectos idílicos. También él pasó casi toda
l./\ 1:1•0 C /\ lll•: VE l!S /\1.I.F.S 283

282. Nicolás Poussin. Paisaje co11 el e11tierm de Foc:io. 1648. Oleo sobre lienzo, 1,13 x 1,74 m . Louvrc, Pa rís

283. Claudc Lorrain. U11a pastoral. c. 1650. 40 X 54 cm . Yale Univcrsity Art Gallcry , Ncw Havcn, Connecticut
2M í!I, JU:NAC.:IM IP.NTO

su carrera profesional en Roma, exploran- Pero cuand u Ju ~rtí .l.á.~. 0t u·:í 1 ·Hm d t:'.· ·4

do el campo cercano, la Campagna , de tu ~ de la~ ark ~ líb!.:n1k·. frcr ~,í:~. J«;, J, u:~
modo más completo y afectivo que cual- sea r0n af1adír u c1Jnv.:ír1 í~n t J td1 · u; á _ ,
quier italiano. Incontables dibujos, realiza- forma cí6n ,, mtc "-níca .,,. Fundáruri UJ; '.:'.1.;
dos todos en su lugar correspondiente, ates- fin <,a cademia." ck á rt{;,,, "h!uíe -C.hJ d '.,-
tiguan su extraordinaria capacidad de ob- delo de las ac<1demíc15 cfo Ju~ huma Í'.t...::·. d
servación. No obstante, esos esbozos sólo nCJmbn.: deri va de;) b<r1qu!:d1Ju de: Acáck-u.!.:,
eran la materia prima de sus pinturas, que en donde Pla tón :,e cn rontrnba o m sui, di_·,..
no apunta a la exactitud topográfica, sino a cípulos). La5 <1ca demía." de arte: a.parc:dc:u,
evocar la esencia poética de un campo ha- por primera vez en h alía; parf.:.cc ~ r qU!.:
bitado por los ecos de la antigüedad. A me- fu eron asocíacíones privadas de artí~tá.~
nudo, como en Una Pastoral (fig . 283), las que se reunían peri6dicamenté par& dibu-
composiciones están cubiertas por la at- jar a un modelo y debatir ~ü bre CU!..-Stío .t.-s
mósfera neblinosa y luminosa de primeras de teoría de) arte. Pos teric.,rmente, díchzs
horas de la mañana y últimas horas de la academias se hicieron cargo de a lgunas ch:
tarde; el espacio se extiende serenamente, las funciones de los grem ios, pero sus ense-
en lugar de retroceder paso a paso como en ñanzas estaban limitadas y se encontraban
los paisajes de Poussin. En esas vistas hay lejos de ser siste máticas. Asi era la Acade-
un aire de nostalgia, de experiencia del pa- mia Rea) de Pintura y Escultura de Parí ,
sado atesorada por la memoria; atrae por fundada en 1648; cuando Lebrun se com·ir-
tanto a los septentrionales que sólo han vis- tió en director en J 663, estableció un currí-
to Italia brevemente ... o que quizá no la han culum rígido de instrucción obligatoria en
visto nunca. cuestiones prácticas y teóricas basado en un
sistema de «reglas 7, . Ese sistema sin·ió de
ARQUITECTURA
modelo para todas )as academias poster io-
res, incluyendo a sus sucesoras modernas,
Entre tanto, en la propia Francia, el Cla- las escuelas de arte de hoy . Una gr an parte
sicismo barroco arquitectónico se convirtió del cuerpo doctrinal derivaba de )as opinio-
en el «estilo real» oficial cuando el joven nes de Poussin, pero llevadas a extremos ra-
Luis XIV tomó las riendas del Gobierno en cionalistas. La Academia ideó incl uso un
el año 1661. Colbert, principal consejero del método de clasificar, en grados numéricos,
rey, construyó el aparato administrativo en los méritos de los artistas pasados y presen-
el que se apoyaría el poder del monarca ab- tes, en categorías tales como dibujos, expre-
soluto. En este sistema, que trataba de so- sión y proporción. Es innecesario decir que
meter los pensamientos y acciones de toda los antiguos recibieron las puntuaciones su-
la nación a un estricto control superior, las periores, que después de ellos \enían Rafael
artes visuales tenían como tarea la glorifi- y Poussin; los venecianos, que tanto énfasis
cación del rey. El pintor Charles Lebrun se ponían en el color, ocupaban una posición
convirtió en el supervisor de todos los pro- baja, pero no tanto como la de los flamen-
yectos artísticos reales. Como otorgador cos y holandeses. Los temas fueron clasifi-
principal del mecenazgo del arte regio, fue cados de modo similar, desde los históricos
tanto el poder que tuvo que a efectos prác- (clásicos o bíblicos) en la escala superior, a
ticos se convirtió en el dictador de las artes los bodegones en la inferior.
en Francia. El control centralizado de las Sabemos que Luis XIV se decidió delibe-
artes visuales no lo ejerció Lebrun sólo me- radamente por el Clasicismo desde el gran
diante el poder del dinero; incluyó también primer proyecto de su reinado, la finaliza-
un nuevo sistema de educar a los artistas ción del Louvre. Los trabajos en el palacio
en el estilo oficialmente aprobado. Durante se habían realizado intermitentemente, si-
la Antigüedad y la Edad Media, los artistas guiendo las líneas del plano de Lescot (ver
se habían formado mediante el aprendiza- fig. 250), durante más de un siglo; faltaba
je, y esa costumbre, honrada por el tiempo, cerrar el patio por el lado este, con una fa-
siguió predominando en el Renacimiento. chada impresionante. Colbert invitó a Ber-
··' ''' .. -·

LA E rocA D E V ER SAi.LE S 285

284. Claudc Pcrrault. Frontal este Louvrc, París. 1667-70.

nini a que fuera a París, esperando del fa- talla de la columnata. El diseño completo
moso maestro del Barroco romano lo que combina grandeza y elegancia de un modo
ya había realizado con tanta magnificencia que justifica plenamente su fama.
para la iglesia. Bernini envió tres planos, to- Irónicamente, este gran ejemplo del Cla-
dos a una escala que hubieran dejado pe- sicismo resultó demasiado puro. Perraul t
queñas las partes que ya existían del pala- desapareció pronto de la esfera arquitectó-
cio. Tras muchas deliberaciones e intrigas,
Luis XIV rechazó esos planos y encargó el
problema a un comité de tres artistas, Louis 285. Jules Hardouin-Mansart, Charles Lebrun v
Antaine Coysevox. Salón de la Guerra, Palacio de
Le Vau, arquitecto de la corte quien ya an- Versalles. Iniciado en el 1678
tes había trabajado en el proyecto; Charles
Lebrun, su pintor de corte, y Claude
Perrault, quien no era arquitecto profesio-
nal, sino estudioso de la arquitectura anti-
gua. Los tres fueron responsable de la
estructura que acabó construyéndose
(fig. 284), aunque suele concedérsele a
Perrault la mayor parte. El plano sugiere en
cierto modo la mentalidad de un arqueólo-
go, pero con capacidad para saber seleccio-
nar aquellos rasgos de la arquitectura clá-
sica que vincularían a Luis XIV con la glo-
ria de los césares sin dejar de ser compati-
bles, al mismo tiempo, con las partes más
a_ntiguas del palacio. El pabellón central
tiene un frontal de templo romano, y las
alas aparecen como los flancos de aquél, do-
bladas hacia afuera para formar un plano.
El tema del templo exigía un orden único
~e columnas de bulto redondo, pero sin em-
argo el Louvre tenía tres pisos, dificultad
resuelta habilidosamentc tratando la plan-
ta b ªJª
· como la base del templo y haciendo
retroceder las dos superiores hacia la pan-
286 EL RENACIMIENTO

nica y los rasgos del Barroco reaparecieron El Palacio de Versallcs, a unos 20 Km. de)
en la mayor de las empresas del rey, el Pa- centro de París, fue iniciado por Le Vau .
lacio de Versalles. Luis XIV no estaba tan Tras su muerte, el proyecto se amplió mu-
interesado por la teoría arquitectónica y los cho, bajo la dirección de Julcs Hardouin-
exteriores monumentales, como por los in- Mansart, para acomodar a la casa real, cuyo
teriores lujosos que sirvieran de escenario número crecía constantemente . El frontal
apropiado para sí mismo y para su corte. de jardín, pensando como vista principal
El hombre a quien escuchó realmente no del palacio, llegó a adquirir una enorme
fue a un arquitecto, sino al pintor Lebrun. longitud (fig. 286), por lo que el diseño de
Este había estudiado en Roma con Poussin, la fachada, una variante menos severa que
pero también le impresionaban los grandes la columnata del Louvre de Perrault, pare-
planes decorativos del Barroco romano. Se ce repetitiva y fuera de escala. El bloque
· convirtió en un decorador soberbio utili- central contiene una sola dependencia, el
zando el trabajo combinado de arquitectos, famoso Salón de los Espejos. Y a sus lados
escultores, pintores y artesanos para con- se encuentran el Salón de la Gucrre y la
juntos de un esplendor desconocido hasta Paix. Aparte de su interior magnífico, el as-
entonces, como el Salón de la Guerre en pecto más impresionante de Versalles es el
Versalles (fig. 285). El hecho de subordinar parque que se extiende durante varios kiló-
todas las artes a un único objetivo, en este metros por el lado oeste del frontal del jar-
caso la glorificación de Luis XIV, era ya dín (en la vista aérea de la fig. 286 solo pue-
Barroco en sí mismo; si bien Lebrun no fue de verse una pequeña parte). Su creación,
tan lejos como Bernini, sin embargo sí se debido a Andre Le Nótre, se correlaciona
basó libremente en sus recuerdos de Roma. tan estrictamente con el plano de palacio
En algunos aspectos el Salón de la Guerre que se convierte en una continuación del es-
parece más cercano al diseño escenográfico pacio arquitectónico. Lo mismo que el in-
de Burnacini (fig. 259) que a la fachada de terior de Versalles, estos jardines formales,
Louvre de Perraul t. Y, como en numerosos con sus terrazas, cuencas de agua, setos re-
interiores barrocos italianos, los ingredien- cortados y estatuas tenían que proporcio-
tes separados resultan menos impresionan- nar un escenario apropiado para las apari-
tes que el efecto de la totalidad. ciones públicas del rey. Esta regularidad

286. Louis Le Vau y Julcs Hardouin-Mansart. Palacio de Versalles (vista área desde el oeste). 1669-85 .
(Jardines de André Le Nótre, 1664-72)
I.A El'OCA IIE \I E l!SAl .1.1•:s 287

287. Gian Lorenzo Bernini. Modelo para estatua


ecuestre de Luis XIV. 1670. Terracota, 76 cm. de
altura. Galería Borghese, Roma

geométrica impuesta a todo un área rural


transmite el espíritu del absolutismo en
mayor medida que el propio palacio.
288. Franc;ois Girardon. Modelo para estall/a ec11estre
de Luis XIV.¿ 1687? Cera, 76 cm. de altura. Yalc
University Art Gallery, New Haven, Connccticut
ESCULTURA (donación de Mr. y Mrs. James W. Fosburgh, 1933)

El «estilo real» oficial se logró en la es-


cultura mediante un proceso muy semejan- en la Revolución Francesa; sólo los conoce-
te al de la arquitectura. Mientras estuvo en mos por grabados, reproducciones y por
París, Bernini esculpió un busto en mármol modelos como el Franc;ois Girardon
de Luis XIV y recibió también el encargo (fig. 288), quien hizo también numerosas
de realizar una estatua ecuestre del rey. esculturas para el jardín de Versalles. Se
Este proyecto, para el que hizo un esplén- trata en este caso, característicamente, de
dido modelo en terracota (fig. 287), com- una adaptación de la estatua ecuestre de
partió el destino de sus diseños para el Marco Aurelio, que se halla en la colina Ca-
Louvre. Aunque representó al Rey con pren- pitolina (ver fig. 76). Aunque puede parecer
das militares clásicas, la estatua fue recha- estática, en realidad poco convincente,
zada; parece ser que resultaba demasiado comparándola con el diseño de Bernini,
dinámica para salvaguardar la dignidad de pueden verse claramente sus cualidades
Luis XIV. barrocas si la comparamos con su prototi-
Esta decisión tuvo consecuencias de lar- po antiguo: el modelado fluido y el manto
go alcance, pues posteriormente se levanta- del rey movido por el viento. Incluso se su-
rían estatuas ecuestres del Rey por toda giere un «complemento invisible»: en lugar
Francia a modo de símbolos de la autoridad de mirarnos a nosotros, el rey eleva la ca-
real, Y el diseño de Bernini, si hubiera triun- beza y se inclina hacia atrás como si estu-
fado, podría haber servido de modelo a esos viera comunicándose con algún poder ce-
monumentos. Quedaron todos destruidos lestial.
l{ococó

Arquitectura: Alemania y Francia

El desenvolvimiento final del estilo in-


\'entado por Borromini se produjo al norte
de los Alpes; en Austria y sur de Alemania.
En estos países, asolados por la guerra de
los 30 años, hubo poca actividad construc-
tora hasta casi finales del siglo xvn; el
Barroco fue un estilo importado que prac-
ticaron principalmente los italianos visi-
tantes. Los artistas nativos no aparecen en
primer plano hasta los años 1690. A partir
de entonces se produjo un período de 50
años de actividad intensa que dio lugar a al-
gunas de las creaciones más imaginativas
de la historia de la arquitectura. Tendremos
que contentarnos con una pequeña muestra
de esos monumentos, levantados para glo-
rificación de príncipes y prelados, que, ha-
blando en términos generales, sólo merecen
ser recordados como mecenas generosos de
las artes. Johann Fischer von Erlach, el pri-
mer gran arquitecto del barroco tardío de
la Europa central, se relaciona directamen- 289. (Arriba) Johann Fischer von Erlach. San Carlos
Borromeo, Viena, 1716-37.
te con la tradición italiana. Su creación
para la iglesia de San Carlos Borromeo
290. (Al lado) Balthasar Neumann . La Kaisersaal,
en Viena (fig. 289) combina reminiscencias Palacio Episcopal, Würzburg . 1719-44 .
del exterior de San Pedro y del pórtico del
Panteón con dos enormes columnas que
sustituyen aquí a las torres de las fachadas. el plan de color favorito de mediados del si-
Con estos elementos inflexibles del arte ro- glo XVIII. Los elementos estructurales,
mano imperial, instalados en las curvatu- como columnas, pilastras y arquitrabes, se
ras elásticas de su iglesia, Fischer von Er- minimizan; las ventanas y segmentos de la
lach expresa, con más audacia que cual- bóveda se marcan con molduras continuas
quier arquitecto barroco italiano, la capa- semejantes a cintas y las superficies blan-
cidad de la fe cristiana para absorber y cas son recorridas por dibujos ornamenta-
transfigurar los esplendores de la antigüe- les y regulares. Este repertorio de motivos
dad. de encajes y rizados, inventados en Francia
Los arquitectos de la generación siguien- hacia el año 1700, es la marca de fábrica de
te, entre los cuales el más prominente fue estilo Rococó, el cual combina aquí feliz-
Baltasar Ncumann, tuvieron una tendencia mente con la arquitectura del barroco tar-
hacia la ligereza y la elegancia. El proyecto dío alemán. La bóveda, semejante a una
más grande de Ncumann, el palacio episco- membrana, tiene tantas aberturas ilusionis-
pa) de Würzburg, incluye la imponente Kai- tas de todo tipo que ya no sentimos que sea
scrsaal (fig. 290), un gran salón ovalado de- un límite espacial. Sin embargo, estas aber-
orado on tonos blancos, dorados y pastel: turas no muestran ya avalanchas de figuras
ROCOCO 289
290 EL Rf- 'IÍACl.\fl E~íO

se remonta e n es ta expansi ó n ilimitada . L .


I os d e r·1guras so' Io se cncucntr Os
grupos so' lºd
en los extremos (fig. 291). La fase últirnaªn
más refinada de la decoración ilus ionista l
techos está representada por su maes tro
m ás importante , Giovanni Battista Tiépolo.
Veneciano por nacimiento Y formaci ón, Tié-
polo combinó la tradición del ilusionismo
barroco con el boato del Veronés. Su domj.
nio de la luz y del color, la gracia y fel ici-
dad de sus pinceladas, le hicieron famoso
más allá de su tierra natal. En los frescos
de Würzburg, su capacidad alcanza la cima.
Posteriormente fue invitado a decorar el pa-
lacio real de Madrid, donde pasó sus últi-
mos años. En Francia, la máquina adminis-
trativa centralizada que había creado Col-
bert se detuvo tras la muerte de Luis XIV.
La nobleza, unida hasta entonces a la corte
de Versalles, se vio más libre de la vigilan-
cia real. Muchos de los nobles decidieron no
regresar a las casas de sus antepasados en
provincias e irse a vivir a París, en donde
construyeron elegantes casas urbanas que
291. Giovanní Battís ta Tíépolo. Fresco del techo recibieron el nombre de hoteles. Como es tos
(detalle). 175 l . Kaísersaal, Palacio Episcopal, solares urbanos eran usualmente irregula-
Würzburg res y limitados, ofrecían escasas oportuni-
dades para los exteriores impresionantes;
292. Germaín Boffrand. Salón de la Princesa, Hotel por tanto, la preocupación principal del ar-
de Soubise, París. In iciado en el 1732
quitecto se centró en el trazado y decora-
ción de los salones. Como las edificaciones
patrocinadas por el Estado escaseaban,
tomó nueva importancia el campo de la
«creación destinada a viviendas privadas ».
Los hoteles exigían un estilo decorativo me-
nos grandilocuente que el de Lebrun: un es-
tilo íntimo y flexible que permitiera mayor
capacidad al capricho individual sin las in-
hibiciones del dogma clasicista. Como res-
puesta a esa necesidad, los diseñadores
franceses crearon el estilo Rococó. El Roco-
có fue un refinamiento en miniatura del
Barroco curvilíneo «elástico» de Borromini
y Guarini, por lo que pudo combinarse así
felizmente con la arquit ectura del Barroco
tardío austriaco y alemán . Los principales
ejemplos del estilo en Francia , como el Sa-
lón de la Princesa en el Hotel de Soubise,
y cstalfídos dramá tícos de luz, como Jas de de Germain Boffrand (fig. 292), son menos
las bóvedas romanas (comparar fig . 255), exuberantes y de escala menor que los de la
s ine, el ciclo azul y nubes iluminadas por el Europa central; los frescos de los techos Y
sol, con alguna ocasional criatura alada que la escultura decorativa de los palacios Y las
ROCOCO 291

. sias no resultaban convenientes para los


ie1e d , . l . ~ues Yescenarios semejantes . Es caracterís-
i~teriores omesticos, por muy UJosos que tico en él que entrelace el teatro y la vida
fueran. Debem?s recordar, por tanto, que real de modo que no pueda trazarse una dis-
en Francia la pmtura y la escultura del Ro- tinc!ón _clara entre ambos . Pero la Peregri-
cocó están menos estrechamente relaciona- nación mcluye otro elemento, la mitología
das con su escenario arquitectónico que en clásica: las jóvenes parejas han llegado a Ci-
Italia, Austria y Alemania, aunque reflejen terea, la isla del amor, para prestar home-
el mismo gusto que produjo el Hotel de naje a Venus (cuya imagen enguirnaldada
Soubise. aparece en el extremo derecho). Cuando el
día del encantamiento toca a su fin, suben
en una barca acompañados de numerosos
Pintura: Francia cupidos, para ser transportados de regreso
al mundo cotidiano. El estilo recuerda en
No podemos sorprendemos de que el cor- seguida el Jard(n del amor, de Rubens (ver
sé del sistema académico francés no produ- fig. 264), pero Watteau añade un tono con-
jera artistas significativos. Su rigidez ab- movedor, un toque propio poético y sutil.
surda generó una contrapresión que se de- Sus figuras no tienen la vitalidad robusta
sahÓgó cuando la autoridad de Lebrun co- de Rubens, esbeltas y graciosas, se mueven
menzó a declinar. Hacia el 1700, los miem- con la seguridad estudiada de los actores
bros de la Academia formaron dos faccio- que interpretan su papel de modo tan so-
nes enfrentadas por la cuestión del dibujo berbio que nos conmueve más de lo que po-
y frente al color: los conservadores (o dría hacerlo la realidad.
«poussinistas») contra los «rubenistas». Los Watteau señala el cambio en el arte y la
primeros defendían la opinión de Poussin sociedad francesa. La mayoría de los pinto-
según la cual el dibujo, que apelaba a la res rococó franceses posteriores sigue_n el
mente, era superior al color, mientras que estilo «rubenista» de Watteau, de escala de-
los últimos afirmaban que el color era más tallada y deliciosa sensualidad en las for-
fiel a la naturaleza. También señalaban que mas y el tema, aunque sin la profundidad
el dibujo, aunque basado en la razón, sólo emocional que distingue el arte de Watteau.
atraía a unos cuantos expertos, mientras El mejor pintor de este grupo fue Jean Ho-
que el color atraía a todos. Esta argumen- noré Fragonard; nos basta aquí su Bañistas
tación tuvo implicaciones revolucionarias, (fig. 294) para representar a los de su gru-
pues proclamaba que el profano era el juez po. «Rubenista» más sincero que Watteau,
último de los valores artísticos, poniendo en Fragonard pinta con una espontaneidad y
cuestión la idea renacentista de que la pin- amplitud fluida que nos recuerda los esbo-
tura, en cuanto que arte liberal, sólo podía zo al óleo de Rubens (ver fig. 263). Sus fi-
ser apreciada por la mente educada. En guras se mueven con una gracia flotan te
1717, poco después de la muerte de que la relaciona también con Tiépolo, cuya
Luis XIV, los «rubenistas» consiguieron un obra había admirado en Italia (comparar
triunfo final cuando Antoine Watteau fue fig. 291).
a~mitido en la Academia por su Peregrina- Hubo sin embargo otros pintores cuyo es-
ción a Citerea (fig. 293). Esta pintura viola- tilo sólo puede denominarse Rococó con re-
ba todos los cánones académicos y su tema servas, como por ejemplo Jean Baptista Si-
~f ~ conformaba a ninguna categoría esta- meón Chardin. Los «rubenistas» habían
preparado el camino para un interés nuevo
btci_d a. Pero la Academia, que_ ahora _se ha-
v/ vuelto muy acomodadiza, mvento para por los maestros holandeses, Chardin fue el
mejor pintor de género y bodegones repre-
atteau la nueva categoría de fétes galan-
~~ (e_ntretenimientos o fiestas galantes). El sentante de esta tendencia. Sus escenas de
nnino no se refiere tanto a este lienzo género, como el Regreso del mercado
como a la obra del artista en general, la cual (fig. 295), muestra la vida en una ~as? pa-
muestra pnnc1pa
dad · · 1mente escenas de la soc1e-· risina de clase media con tal sentimiento
elegame, o actores de comedia, en par- por la belleza oculta en los lugares comu-
'J'IJ 11 111 N I IMII 111
ROCOCO 293

_93_ .\! l,1dt>. 11111/,,¡¡ \ nllllt1l' \\ ,llll'au. Pt•1eg1111<1cw11 a Citaeu. 1717. Oleo sobre lien1.:o, 1,29 x 1,94 m . Louvre,
1'.111,

294. r \l l1do <Jbt11n.J .k,111 Honor~' Ftagnna rd Bali1s1u., . 1765. Oleo sobre lienzo, 64 x 80 cm. Louvre, Parí

295 . Jean B.1pw,1a imc:on Cha1din . Oc n:weso del 111e1cado. 1739. Oleo sob re lienzo, 46 x 37 cm . Louvrc,
Pans
294 EL RENACIMIENTO

nes y un sentido tan claro del orden espa-


cial que sólo podríamos compararlo con
Vermeer. Pero su notable técnica es muy
distinta de 1!3, de cualquier artista holandés.
Desprovistas de bravura sus pinceladas
transmiten la luz sobre las superficies de
color con un toque cremoso que es al mis-
mo tiempo analítico y sutilmente poético.
Sus bodegones suelen reflejar el mismo en-
torno·modesto, renunciando a la «atracción
por el objeto» de sus predecesores holande-
ses. En los ejemplos de la figura 296, sólo
vemos los objetos comunes que pertenecen
a cualquier cocina: jarras de arcilla, una ca-
zuela, un cazo de cobre, un trozo de carne
cruda, arenque ahumado y dos huevos. ¡Pero
colocados cada uno de esos objetos en rela-
ción con los demás, qué importantes pare-
cen, cada uno de ellos digno de la atención
del artista y de la nuestra! A pesar de su
preocupación por los problemas formales,
evidente en el dibujo detalladamente equi-
librado, Chardin trata estos objetos con un
respeto cercano a la reverencia. Para él son,
más que formas, colores y texturas, símbo- 297. Marie Louise Elizabeth Vigée-Lebrun. Princesa
los de la vida del hombre ordinario. En es- de Polignac. 1783. Lienzo, 98 x 71 cm. National
píritu, ya que no en los temas, Chardin es Trust, Waddesdon Manor
más semejante a Louis Le Nain que a cual-
quier pintor holandés. tados con la ilusión del carácter como atri-
La mayor comprensión del Rococó fran- buto natural de su posición en la vida, de-
cés la podemos obtener de los retratos, pues rivada de su nacimiento noble. Pero los me-
la transformación de la imagen del hombre jores logros del retratismo Rococó se reser-
está en el corazón de la época. En los retra- varon para la mujer, hecho éste que no debe
tos de la aristocracia los hombres eran do- sorprendernos en una sociedad que convir-
tió en ídolos el culto al amor y la belleza fe-
menina. Una de las mejores practicantes de
296. Jean Baptista Simcón Chardin. Bodegon en la
cocina. c. 1730-35. Lienzo, 31 X 38 cm. Ashmolean
este estilo fue una hermosa mujer: Marie
Museum, Oxford Louise Elizabeth Vigée-Lebrun.
Gozó de gran fama durante toda su larga
vida, lo que le hizo recorrer todos los rinco-
nes de Europa; incluso Rusia, a donde huyó
durante la revolución francesa. La Princesa
de Polignac (fig. 297) fue pintada pocos
años después de que Vigée se hubiera con·
vertido en la retratista de la reina María An·
tonieta, y sirve ampliamente para demos·
trar su capacidad. La princesa tiene el en·
canto eternamente juvenil de los Baflistas
de Fragonard (ver fig. 294), mucho. más
persuasiva por el encantador tratam1en_to
que da el artista a sus ropas. Hay, al mis-
mo tiempo, una sensación de transitoriedad

1
ROCOCO 295

L'll el estado de á_nimo que ejemplifica la Arquitectura: Inglaterra


teatralidad capri c hos a d e l Rococó. In-
teITumpida en su canto la princesa lírica No habíamos considerado la arquitectu-
se conderte en la contrapartida, en la Yida ra inglesa desde que habíamos hablado del
real. de las criaturas del P regrinaje a Cite- es tilo perpendicular (,·er pág. 144). Esta
ra. de \\atteau (,·er fig. 293). por medio de forma insular del Gótico tardío resultó ser
los sentimientos delicados que comparte extraordinariamente persistente; absorbió
con la jO\·cn dd Regreso del mercado, de el Yocabulario estilístico del Renacimiento
Chardin (,·er fig. 295). italiano durante el siglo XVI , pero en el año
298. Christopher Wren . Fachada oc idt'nta l. Catt'dral dt' San Pablo, Londres. 1675-1710
296 EL RESACIMIE:>,.TO

través del canal, y uy udú a produci r h .


1600 las edificaciones inglesas s~guían con- • • I • Pn.
mera escuc 1a <.Je pintura mg esa dcs<l
ser\'ando una «sintaxis pcrpend1cul~r». Lo
que finalmente puso fir~ a esta. persistente
Edad Mc<lia con una importancia qu/ 1
ª
brepasara lo local. El primero de esto~ p·'1n.>-
trndición gótica fue la mílucncia de Pall~- 1
tores, William Hogart 1, apa reció en 1,i'i
dio sustituyéndola por una lealtad al clas1-
años 1730 con un nuevo tipo de pintura ~uc
cis1~10 igua.lmentc poderosa. Podemos ver
describió como « temas morales moderno
es te clasicismo en algunas partes de la cate-
dral de San Pablo (fig. 298), de Sir Chris- similares a las representaciones de la ~'.
tophen Wren, el gran arquitecto inglés de fi- na». Dijo que deseaba ser juzgado come,
nales del siglo XVII: la bóveda parece una dramaturgo , aunque sus «a c tores• sólo pu,
\'ersión mu,· ampliada del Tcmpietto de dieran «representar una pantomima •. Tan.
Bramante (n~r fig. 214 ). En otros aspectos, to estas pinturas corno los grabado que
San Pablo es un disc1io banoco puesto al día hizo de ellas para su venta popula r la rea-
·que refleja un conocimiento completo de la lizó en series, con detalles recurrentes en
arquitectura contemporánea en Italia y cada escena que sirvieran para unificar la
Francia. Sir Christopher estuvo cerca de ser secuencia. Las «obras de moralidad • de Ho-
la contrapartida ba1Toca de los artistas garth enseñan, mediante ejemplo horri•
científicos del Renacimiento. Intelectual bles, las virtudes de la clase media sólida:
prodigioso, estudió primero anatomía, lue- muestran una joven del campo que sucum-
go física, matemáticas y astronomía, sien- be a las tentaciones de la moda londinen e;
do muy estimado por Sir Isaac Ne,vton. Su los males de las elecciones corrupta ; los li•
interés serio por la arquitectura no empezó bertinos aristócratas que sólo viven para un
hasta que tenía 30 años. Sin embargo, no placer ruinoso casándose con mujerc · ri a
parece haber una vinculación directa entre de estatus inferior por su dinero (que en s ·•
sus ideas científicas y las artísticas. Si el guida dilapidan). En la Orgfa (fig. 299), pcr•
gran incendio de Londres de 1666 no hubiera teneciente al Progreso del libertino, d jov 'º
destruido la catedral gótica de San Pablo, derrochador se permite vino y mujen: ~o
así como otras muchas iglesias menores, Sir exceso. La escena se halla tan repleta de in·
Christopher no habría pasado de ser un ar- dicaciones visuales que s u de c:rip ió n com·
quitecto aficionado. Pero tras la catástrofe pleta requeriría varias p á ginas . udcmi " d '
fue designado por la comisión real para la referencias constantes a episodio · n:lacio-
reconstrucción de la ciudad y pocos años nados con ésta. Pero a pe ar <le la fa lta <l •
después empezaba sus planos para San Pa- imaginación, la pintura tiene un gr.rn t\trm:•
blo. En su único ,·iaje al extranjero había vi- tivo. Hogarth combina parte <le In \'ivcz. de
sitado París en la época de la disputa sobre Wattcau <:on el gu s to nnrrntivo de Jun
la finalización del Louvre, y debió ponerse Stccn , con lo que nos entretiene p.trn que
al lado de Perrault, cuyo diseño parn el pocJnmos goznr de s u sermó n sin cntirn
frontal de éste queda claramente reflejado abrumados por su mensaje . Es prob¡,blc·
en la fachada de San Pablo. Sir Chris topher mente el primer Hrtista de la his toria qu'"
no se mostró indiferente ante los logros del se convirtió también en crítico socinl par
Barroco romano. Debió desear q1,1e lu rllll'· propio derecho.
va San Pablo fu era como el San Pedro <le la La únic,i fuente cons tante dr ingn·s , ,k
Iglesia de Inglaterra, más sobria y menos los pintores ingleses fue el re tra to. T ambién
grande, pero igualmente impres ionante. en este caso el sig lo XVIII produjo un f'!itu·
dio que diferenció lus tr.1<lícíunrs ·ont ln~n·
tales de las que habían dumínndu ~ ' t~ cnm·
Pintura: Inglaterra po desde la é poca de I lolhdn . Su mac ·tro
m ás importante , Thomas Gain. borot!gh.
Inglaterra no aceptó nunca el estilo Ro- comcnz.6 pínrnndo paisajes y terminó_sacrd
c~có en su arquitectura . Por otra parte. In do el rctrntista favorito de la alta soc1cdn
pmtura rococó francesa proc.lujo un efecto brítáníca. Sus primeros retratos, como el de
decisivo, aunque no se haya reconocido, a . •n
Ruhcrt Amlrews y su esposa (fig. 300), ucnc
l{{){'l)(' () 297

299. Willi:im Ho~~uth , /.,i 0/):111, l'Sl'l'IH\ 111 dl' Tia• Rnk.·'s Pm~n·ss (El progrl'SO dd libertino), c. 1734, Lil.'nzo,
62 x 74 cm, Sir John Sl>:lnl''s l\foSl'\111\, Llmdn.'s

un encanto lírico que no se encuentra siem- que nos recuerda a Rubens. Gainsborough
pre en sus pinturas posteriores. Comparán- pintó t\Jrs. Siddons como un acto de opo;i-
dolo con el artificio de Van Dyck en Carlos ción consciente a su gran rival en la escena
I ele caza (ver fig. 266), estas dos personas, londinense, Sir Joshua Rcynolds, quien un
miembros de la aristocracia terrateniente, mio antes había retr~ltado a la misma mo-
se encuentran a gusto en ese escenario, de delo para que representara a la musa trági-
~10do natural y sin pretensiones. El paisa- ca (fig. 302). Reynolds, presidente de In Ro-
Jc, aunque deriva de Ruisdacl y su escuda, yal Acackmy desde su fundación en el año
tiene un aire hospitalario e il~minado por 1768, fue el protagonista del enfoque aca-
el sol que nunca fue logrado (o deseado) por demicista del arte, que él había adquirido
los maestros holandeses; y la gracia casual durante dos mios de estancia en Roma.
de las figuras nos recuerda indirectamente Como sus predecesores franceses, formuló
el estilo de Wnttcau. Los retratos posterio- en su famoso Disco11rses lo que consideraba
res de Gainsborough. como el magnífico que eran las teorias y reglas necesarias.
'}~e realizó a la gran actriz Mrs. Siddons Esencialmente, sus opiniones eran las de
( _ig. 301). tienen otras virtudes: una elegan- Lebrun. pero atemperadas por el sentido
cia fría que traduce las poses aristocráticas común británico. Lo mismo que Lebrun,
de Van Dyck a los términos de finales del si- pt!nsaba que era dificil dar \'ida a esas teo-
glo XVIII, y una técnica fluida y translúcida rías en la prúctica real. Aunque prefería la
298 EL RDIACI.\IIE.'\'TO

300. Thomas Gainsborough. Robert Andrew y su esposa. c. 1748-50. Oleo sobre lienzo, 69 X 119 cm.
National Gallery, Londres (reproducido por cortesía de los Trustees)

pintura histórica en el gran estilo, la gran 301. Thomas Gainsborough. Mrs. Siddons. 1786.
mayoría de sus obras son retratos «ennoble- Oleo sobre lienzo, 125 x 99 cm.
National Gallery, Londres
cidos», siempre que era posible, por adicio-
(reproducido por cortesía de los Trustees)
nes o disfraces alegóricos, como los de su
pintura de Mrs. Siddons. Su estilo debe mu-
cho más a los venecianos, al Barroco fla-
menco e incluso a Rembrandt (obsérvese la
iluminación en Mrs. Siddons) de lo que él
aceptaría en la teoría. Los dos retratos de
Mrs. Siddons tienen un carácter claramen-
te inglés, pero su relación con el estilo ro-
cocó francés es inequívoca; observese su pa-
recido con la Princesa de Polignac de Vigée
(ver fig . 297), de aproximadamente el mis-
mo período.
Uno de los miembros fundadores de la
Royal Academy fue la artista de origen sui-
zo Angelica Kauffmann. Pasó 15 años en
Londres entre los neoclásicos ingleses, a
quienes había conocido en Roma en el cír-
culo del crítico e historiador de arte Johann
Winckelmann (ver pág. 308). Tenía las am-
biciones de una pintora narrativa. Una de
sus obras más hermosas, Safo (fig. 303), es
notable por su encanto y contenido perso-
nal. Inspirada por Eros, la legendaria poe-

......
ROCOCO 299

303. Angelica Kauffmann. Safo. 1775. Oleo sobre


lienzo, 1,39 x 1.45 m. Ringling Museum of Art,
Sarasota, Florida

tisa griega es contemplada mientras escri-


be una línea (en griego) de uno de los ver-
sos de su Oda a Afrodita: «Vuelve y líbrame
del dolor insoportable». El artista John
Henry Fuseli dijo de Kauffmann que «sus
heroínas son ella misma», y esta pintura
debía tener un particular significado para
ella. Safo era el símbolo de los logros de la
mujer en las artes; logros que Kauffmann
se esforzó felizmente por conseguir. El que
302. Sir Joshua Reynolds. Mrs. Siddons como la
Musa Trágica. 1784. Oleo sobre lienzo, 2,36 X 1.46 la artista diera al rostro de Safo algunos de
m. Henry E. Huntington Library and Art Gallery, San sus propios rasgos atestigua su identifica-
Marino, California. ción con la poetisa.
r
] abla si nÓplica [11

IIISTOIUA l'OU'l'lt:A RELIGION, LITERATURA CIENCIA, TEGNOLOGIA


1400
(i1 111dsnu1 pnpnl (dr~1k IJ 7:<) fllll' fin Sil· l.l•u1111rdu IJ111ni (e 1374-1444), /listoria ele El príncipe de Portugal, Enrique el Nave-
hn·k1nmln: t•I l'npn l\'t!l\'s:1 11 Ru11111 [,'/on•11dc1 gante (1394-1460) promueve la explora-
C,i-~inlll 1k Mulkl, du.t:i.111110 prindp11I dl: 1hm IJat t isla Albert i ( 1•104-1472). Sobre e1r- ción geográfica
rlurcndn l' n 1434-(1•1 q11i1cc1,m1; Sobre ¡,i11111m Gutenberg inventa la impresión con tipos
Jan 1lus, n:funnndor checo, que111ado en la móviles, 1446-50
hoguern por herej !n en 1415; Juana de
,\rrn, que1nada en la hoguern por here-
jfa ~• hn1Jeria l'n 1431
El Concilio de Flurem:ia intenta unir las fes
católica y ortodoxa, 1439

1450
El dominio dl' los llnhshurgo suhl'e el Sa- Marsilio Ficino, filósofo neoplatónico ita- Bartulomco Díaz rodea el cabo de Buena
cro l1111wrio Ro111ano cu111il'n1.a el 1452 liano (1433-1499) Esperanza, 1488
Fin de In Guerra de los Cien Ai\os, 1453 Pío 11, Papa humunista (r. 1458-64) Cristóbal Colón descubre América, 1492
Constnntinopln me nntc los turcos, 1453 Sebastiñn Brnnt, La 1wve de lus locos, 1494 \lasco de Gama llega a la India y vuelve a
Lorcn:w dt· l\h\lid, •el M11gnffico•, gober- Savunurulu, virtual gobernante de Floren- Lisboa, 1497-99
1rnnt<' d,· lwl'l10 de Florcnc:in, 1469-92 cia, 1494; quemado en la hugucrn por he-
Frmnndo e lsalwl unen Esp:11,11, 1469 rejía, 1498
Espnii11 y Portugal se dividen el Nuevo
l\hmdo llll'l'idional, 1493-94
Cnrlos \1111 de Frnncia inv11de Italia,
1494-99
Enrique \111 (r. 1485-1509), primer rey Tu-
dur 1.k Inglaterra

1500
Carlos V es elegido Sacro Emperador Ro- Ernsmo de Rottcrdam, Elogio de la locura, Vasco de Balboa avista el Océano Pacifico,
mano, 1519; saqueo dl• Roma, 1527 1511 1513
Hemnn Cortés gana parn Espa,ia, en Méxi- Thomas Muro, Utopía, 1516 Primera circunnavegación del globo, por
co. el lmpaiu A1.t<'l'a, IS 19; Francisco Pi- Martín Lutero (1483-1546) plantea las 95
1a,..-o conquista Paú, 1532 Fernando Magallancs y su tripulación,
tesis en 1517; excomulgado en 1521 1520-22
Enrique \1111 de Inglaterra (r. 1509-47) fun- Cnstiglionc, El Cor1esa110, 1528
da la lgksia Angl kana. 15.H Copérnico refuta la visión geocéntrica del
Maquiavclo, El Prf11cipe, 1532 universo
Guaras de principes luh.• ranos y c:1tólicos Ignacio de Loyola funda la orden jesuita en
en Al<·mania ; Pa1. de Augshtll"go (1555), 1534
Jll'rmitt· a r ada sohl-ranu tkcidir la rl'li- Juan Cal vino, lnstitllfo de la religión cristia-
¡;ion d,~sus súbditos 1111 , 1536
SOTA : LA 111micraci<5n de _la reprvd ucciones en blanco Y negro se indica con caracteres en cursiva, mientras ue la de las láminas
de cvlor se !tace co,1 ,_,eKntas. .. q
11 duraci611 de los remados Y los pont1(tcados se expresa con la abreviatura «r.».

ARQUITECTURA ESCULTURA PINTURA


1400
Bninclleschi empieza su carrera como ar- Donatello, San Jorge (182); Profeta (Zucco- S. Doro/ea, xilografía (180)
quitecto, 1419; cúpula de la catedral de ne) (1 83); David (184) Hubert y/o Jan van Eyck, Crncifvción; Jui-
Florencia (140; San Lorenzo, Florencia Ghiberti, «Puertas del Paraíso», Baptistc• cio Final (166)
(19/) rio Florencia (1 86) Masaccio, Santísima Trinidad, fresco, Sta .
Michclozzo, Palazzo Mc<lici-Riccardi, Flo- Luca della Robbi a, Resu" ección (187) Maria Novella, Florencia (195)
rencia (192) Donatello, es tatua ecuestre del Gattamcla- Maestro de Flémalle, Retablo de Merode
ta, Padua (185) (165)
Hubert y Jan van Eyck, Retablo de Gante
(167-69); Hombre del turbante rojo (1 70);
Desposorios de Arnolfi (111, 172)
Rogier van der Weyden, Descendimiento de
la Cruz (173)
Conrad Witz, retablo de la catedral de Gi-
nebra (178)
Domenico Veneziano, la Virgen y el N iño
con santos (196)
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 1450
Alberti, S . Andrea, Mantua (193) Antonio Rossellino, Giovanni Chellini (1 88) Castagno, David (l 98)
Giuliano da Sangallo, Sta. Maria delle Car• Verrocchio, Puto con el delfín, Florencia Mantegna, frescos de la Capilla Ovetari,
ccri, Prato (194) (190) Padua (202).
Pollaiolo, Hércules y Anteo (189) Piero della Francesca, frescos de Arezzo
(197)
Maestro francés mer idional, Pieta. de Avi-
ñón (179)
Hugo van der Goes, Retablo de Portinari
(174) .
Botticelli , Nacimiento de Venus (199)
Ghirlandaio, Viejo con su nieto (201)
Schongauer, Tentaciones de San Antonio,
grabado (181)
Leonardo, Adoración de los Magos (205)
Perugino, Entrega de las llaves, Capilla Six-
tina, Roma (204)
Giovanni Bellini, S an Francisco en éxtasis
(203)
Geertgen tot Sint Jans, Natividad (175)
Leonardo, Ultima Cena, Sta. Maria delle
Grazie, Milán (206)
Durero, Los cuatro jinetes del Apocalipsis,
xilografía (241)
Piero di Cosimo, Descubrimiento de la m iel
(200)
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 1500
Bramante, Tempietto, Roma (214); planta Miguel Angel, David (209), sepulcro de Giu- Durero, Autorretrato (240)
para San Pedro, Roma (215,216) liano de Medici, Florencia (213) Bosco.]ardín de las delii;ias ( /76, 177)
Miguel Angel es nombrado arquitecto de Ccllini, Salero de Francisco 1 (235) Leonardo, Mona lisa (207)
San Pedro, Roma, 1546 (217) Goujon, Fuente de los Inocentes, París (251) Giorgione , la tempestad (220)
Lcscot, Patio Cuadrado del Louvrc, París Miguel Angd, bóveda de la Capilla Sixti-
(250) na, Roma (210, 2JJ , 2121
Grüncwald, Retablo de l senheim (238, 239)
Leonardo, Embrión en el útero (208)
Rafael , Esc11ela de Atenas fresco, Stanza d~-
lla Signatura (218) , Villa Farncsina,
Roma (219/
Durcro, Caballero, 11111erre y diablo, grabado
f2·W
Tizianu, Bacanal (221); Hombre con g11a111e
(222)
Raimondi (de Rafael ), J11icio de París. gra -
bado (339)
Rosso Fiorcn ti no, Desce11di111ie1110 de la
Cm~ (226)
Holbein, Erasmo de Rotterdam (245)
Parmigianino, Auro"etrato (225)
Corrcggiu, Asunción de la Virgen , fresco, ca•
tcdral de Parma (23 /)
RELIGIO~ y LITERATüRA CIENCIA Y TECNO.l..OGJA
HISTORIA POLITICA
1500
icont.)

1550
Iván el Terrible de Rusia (r. 1547-84)
Carlos V se retira en 1556; su hijo Felipe 11
es rey de España, los Países Bajos y el
!'\uc\'o .\tundo
.Montaigne, ensayista frana~ (1533-1592)
Concilio de Trento para la reforma católi-
ca, 1545-t,3
Santa Teresa de Avila, santa española
----
Isabel I de Inglaterra (r. 1558-1603) (1515-1582)
El luteranismo se con\'iene en la religión Giorgio Vasari, Vidas, 1564
es tatal en Dinamarca en el 1560 y en William Shakespcare, dramaturgo inglés
Suecia en el 1593 (1564-1616)
Los Países Bajos se rebelan contra España
en 1586
La Armada española derrotada por la in-
glesa, 1588
Enrique IV de Francia (r. 1589-1610); Edic-
td de Kantes (1598), que establece la to-
lerancia religiosa
600
Se funda Jamestown, Virginia, en 1607; Miguel de Ccn-antes, Don Quijote, 1605-16 Johannes Kepler establece el sistema pla-
Plymouth y Massachusetts en 1620 John Donne, poeta inglés (1572-1631) netario, 1609-19
Guerra de los Treinta Años, 1618-48 Biblia del rey Jaime, 1611 Galíleo (1564-1642) inventa el telescopio,
El Cardenal Richelieu, consejero de René Descartes, matemático y filósofo 1609; estáblecc el método científico
Luis XIII, consolida el poder del rey, francés (1596-1650) Wíllían Harvey describe la circulación de
1624-42 la sangre, 1628
El Cardenal Mazarino gobierna Francia
durante la minoría de edad de Luis XIV,
1643-61 (guerra civil, 1648-53)
Carlos I de Inglaterra es decapitado en el
1649; República bajo Cromwell. 1649-53

1650
Carlos II restaura la monarquía inglesa, Moliere, dramaturgo francés (1622-1673) Isaac Newton (1642-1727), teoría de la gra-
1660 Bla ise Pascal, cien tífico y filósofo francés vedad, 1687
El Parlamento inglés acepta el Habeas Cor- (1623-1662)
pus, 1679 Spinoza, filósofo holandés (1632-1677)
Federico Guillermo. el Gran Elector Racine, dramaturgo francés (1639-1699)
(r. 1640-88) funda el poder de Prusia John Mihon, El parafso perdido, 1667
Luis XIV rey absoluto de Francia John Bunyan, Pilgrim's Progress, 1678
(r. 1661-1715), revoca el Edicto de Nan- John Locke, Ensayo concerniente al conoci-
tes, 1685 miento humano, 1690
La Gloriosa Revolución contra Jaime II de
Inglaterra. 1688; Ley de los Derechos

1700
Pedro el Grande (r. 1682-1725) occidentali- Alexander Pope, Rape of the Lock, 1714 Carolus Linnaeus, botánico sueco
za Rusia, derrota a Suecia Daniel Defoc, Robinsón Crusoe, 1719 (1707-1778)
Inglaterra derrota a Francia en Blenheim, Jonathan Swift, Viaies de Gulliver, 1726
1704 Los hermanos Wesley fundan el Metodis-
Robert Walpole es el primero que ocupa el mo, 1738
cargo de Primer Ministro, 1721-42 Voltaire, autor francés (1698-1778)
Federico el Grande de Prusia derrota a Aus-
tria, 1740-45
1750
Guerra de los Siete Años (1756-63). Ingla- Thomas Gray, Elegy, 1750 James Watt patenta la máquina de vapor,
terra .v Pmsia frente a Austria v Francia. Diderot, Enciclupedia, 1751-72 1769
llamada Guerra Francesa e · India en Samucl Johnson. Dictionarv, 1755 Priestley descubre el oxigeno 1774
Am('rica: Francia es dcrro1ada en la Ba- Edmund Burke, rcfurmado·r inglés
talla ,k Ouéb,·c, 1769 Se perfeccionan los altos hornos alimenta-
( 1729-1797) dos con coque, c. 1760-75
C.:at.1lina lit Grande (r. 1762-96) extiende el
poder de Rusia al Mar Nq;ro
ARQUITECTURA ESCULTURA PINTURA
1500
Clouet, Francisco I (246) (con t.)
Pon tormo, Estudio de una joven (224)
Alt<lorfcr, Batalla de l ssos (244)
Cranach, Juicio de París (243)
Corn:ggio, JIÍpiter e lo (232)
Parmigianino, la Virgen del cuello largo
(227)
Girolamo Savol<lo, San Mateo (233)
Holbcin, Enrique VIII (247)
1550
Palla<lio, Villa Rotonda, Vkcnzn (237) Giuvanni Bologna, Rapto de la Sabina, Flo- Bronzino, Eleanora de Toledo y su hijo Gio-
rencia (236) varmi de Medici (228)
Bruegel, el Retomo de los cazadores (249);
la Tierra de Jauja (248)
Tiziano, Cristo coronado de espinas (223)
Veronés, Cristo e11 la casa de Lev( (234)
El Greco, Elllierro del conde Orgaz (230)
Tintoretto, Ultima Cena (229)
Caravaggio, Vocación de San Mateo Capi-
lla Contarclli, Roma (252)
Annibale Carracci, bóveda de la Galería
Famesio, Roma (254)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 1600
Maderno, nave y fachada de San Pedro, Bernini, David (257); Capilla Cornaro, Rubens, Erección de la cruz (262); María de
Roma; columnata de Bemini (256) Roma (258) Médici, Reina de Francia, desembarcando
Borromini, S. Cario alle Quattro Fontane, en Marbella (263)
Roma (260) Artemisia Gentileschi, Judith y la doncella
con la cabeza de Holofemes (253)
Hals, el Alegre bebedor (268)
Leyster, Niño con flauta (270)
Rubens, Jardín del amor (264)
Pietro de Cortona, bóveda del Palazzo Bar-
berini, Roma (255)
Heda, Bodegón (276)
Van Dyck, Retrato de Carlos I de caza (266)
Rubens, Paisaje con el ChiJ.teau de Steen
(265)
Rembrandt, Cegando a Sansón (271)
Poussin, Rapto de las Sabinas (281)
Le Nain, Familia campesina (279)
De La Tour, José el carpintero (280)
Poussin, Paisaje con el entierro de Focio
(282)
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -- 1650
Perrault, frontal este del Louvre, París Bemini, modelo para la estatua ecuestre de Lorrain, Pastoral (283)
(284) Luis XIV (287) Rembrandt, Cristo predicando (273)
Hardouin-Mansart y Le Vau, Palacio de Girardon, modelo para la estatua ecuestre Ruisdael, El Cementerio (275)
_Versalles, iniciado el 1669 (286); Salón de Luis XIV (288) Rembrandt, Jinete polaco (274)
de la Guerra (285) Velázquez, Meninas (267)
Wren, Catedral de San Pablo, Londres Steen, Víspera de San Nicolds (277)
(298) Hals, Las regentas del hospicio de ancianos
Guari ni, Palazzo Carignano, Turín (261) de Haarlem (269)
Vermeer, La carta (278)
Rembrandt , Aworretrato (272)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -- - - - 1700
Fischer von Erlach, San Carlos Borro- Watteau, Peregrinaje a Citerea (293)
meo, Viena (289) Chardin, Bodegón en la cocina (296)
Ncumann, Palacio Episcopal, Würzburg Hogarth, Progreso del libertino (299)
(290) Chardin, Regreso del m ercado (295)
Boffrand, Hotel de Soubise , Pa rís (292) Gainsborough, Roberto Andrew y s11 esposa
(300)

1750
Tiépolo, fresco de la bóveda de Würzburg
(291)
Fragona r<l , Bmiistas (294)
Kauffmann, Safo (303)
Vigée-Lebrun, Princesa de Polignac (297)
Reynolds, Mrs. Siddo11s como la Musa trd-
gica (302)
Gainsborough, Mrs. Siddons (301)

También podría gustarte