Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sanar La Herida de Mamá
Sanar La Herida de Mamá
Dìa 1
LA HERIDA MATERNA.
O, sea “El dolor de ser mujer pasado de generación a generación”
Todos los mecanismos de defensa que aprendimos para lidiar con el dolor
de las mujeres de nuestras líneas generacionales.
Aspectos de la herida:
Comparación: nunca sentirnos suficientes
Vergüenza. La sensación constante de que algo está mal en nosotras
Minimizarnos: sentir que tenemos que hacernos pequeñas para ser amadas.
Culpa: Sensación persistente de culpa por querer más que lo que nuestras
madres, abuelas tuvieron.
Esta herida se puede manifestar de las siguientes maneras:
No ser tú en su totalidad para no lastimar a otros
Tener una alta tolerancia al trato abusivo de los demás
Cuidar emocionalmente a los demás
Competir compulsivamente contra otras mujeres
Auto Sabotaje
Ser muy rígida y dominante
Condiciones tales como desórdenes alimenticios, depresión y adicciones.
Es la sensación de sentirnos “menos que” que hemos internalizado y ahora
pasamos a nuestras hijas.
El Conflicto de las hijas:
Lealtad a mamá y auto inmolación VS realización del potencial y rechazo
materno.
ESTEREOTIPOS QUE PERPETUAN LA HERIDA MATERNA
Estereotipos acerca de madres e hijas que frecuentemente perpetúan y
exacerban la Herida Materna.
“El único amor incondicional es el de la madre”.
“Mira todo lo que tu madre hizo por ti”. (de otras personas)
“Mi madre sacrificó tanto por mí. Sería terriblemente egoísta de mi parte
hacer lo que ella no pudo”.
“Debo lealtad a mamá, sobre todas las cosas. Si la molesto, pensará que no
la valoro”.
Ante estas creencias y muchas más, la hija experimenta terror de trabajar en
su potencial por el miedo a dejar a la madre detrás-. El miedo a que la madre
se sienta amenazada por los sueños y ambiciones de la hija.
EL DOLOR DE LA MADRE
Todas hemos sentido el dolor que nuestras madres llevan. Y tristemente
muchas crecemos con la idea de que al menos en parte, somos culpables
de ese dolor. Allí reside nuestra gran culpa. Esto cobra sentido al considerar
el limitado desarrollo cognitivo de una niña, la cual se ve a si misma como la
causa de muchas cosas. Si no reconocemos y trabajamos con esta creencia
inconsciente ya de adultas, andaremos por la vida cargándolo y
limitándonos como resultado del mismo.
Gran parte de nuestra sanación es entender que NINGÚN NIÑO O NIÑA
PUEDE SALVAR A SU MADRE.
No hay sacrificio de la hija, por grande que este sea que puede compensar el
precio que quizá tuvo que pagar nuestra madre por sus decisiones, por sus
pérdidas, por sus propios sacrificios a lo largo de los años.
Y sin embargo muchas mujeres lo hacen por sus madres durante su niñez:
inconscientemente tomar la decisión de no abandonar o traicionar a sus
madres por perseguir sus sueños. Al volverse “demasiado exitosas,
demasiado inteligentes o demasiado a aventureras”.
Esta decisión infantil se hace desde el amor, la lealtad y una necesidad real
de aprobación y apoyo emocional de la madre. Aún las relaciones entre
madre e hija más sanas, apoyadoras y amorosas se llevan con algún grado
de esta dinámica por simplemente ser mujeres en esta sociedad.
El costo de no sanar la Herida de la Madre es indefinidamente vivir tu vida
con:
Una sensación vaga y persistente de “hay algo mal conmigo”.
No vivir tu potencial por miedo al fracaso o a la desaprobación.
Tener límites débiles y un sentido poco claro de quién eres.
No sentirte capaz ni merecedora de crear esa vida que anhelas.
No sentirte segura para tomar tu espacio y hablar tu verdad.
Acomodar tu vida para no “hacer olas”.
Auto sabotearte cuando te acercas al resultado deseado.
Inconscientemente vivir esperando el permiso o la aprobación de mamá
para reclamar tu propia vida.
Nuestra madre solo podía amarnos de la manera que podía amarse a ella
misma. Nosotras aprendimos a tratarnos de la misma manera que nuestra
madre se trató a ella misma, forma que replicó en nosotras.
Nuestra tarea como mujeres es transformar esa madre interna creada a
partir de nuestra madre biológica.
Hoy podemos convertirnos en la Madre que hubiéramos necesitado y así
cuidar y sanar a nuestra Niña Interior.
SANAR A LA MADRE INTERNA (NUESTRO JUEZ INTERIOR)
Uno de los factores más fuertes que hoy nos mantienen ligadas a la
creencia que somos mujeres inadecuadas, incapaces, nunca suficientes es
nuestro JUEZ INTERNO. Este es el otro lado de la vergüenza. Y está allí para
asegurarse que sigamos los estándares, lineamientos, reglas de nuestros
condicionamientos, especialmente de esos que tomamos de MAMÁ.
Cuando no lo hacemos, nos llena de miedo y culpa. Esta energía que empuja
llega en la forma de voces internas, que pueden ser verbales o simplemente
energéticas. Nunca es suficiente a los ojos de este juez interno
Para desarrollar una voz interna saludable, la “guía interna” necesitamos
reglas flexibles, estándares razonables que estén en tono con quien somos
como individuos, valores basados en el amor, límites firmes pero amorosos
y un apoyo contante para aprender a confiar en nosotras. Muy pocas
tuvimos esto, pero podemos empezar a dárnoslo a nosotras.
“La Herida Materna no es algo que nos deba avergonzar o que necesitemos
evadir. Es una puerta a nuestro poder y potencial totales. No es
ultimadamente acerca de tu madre. Es acerca de abrazar tu Ser y tus dones
sin vergüenza” Bethany Webster.
Es muy importante tener una buena relación con tu mamá, ya que esto fortalece los
lazos afectivos y mejora la salud emocional de la familia. El primer punto que hay
que entender para sanar la relación madre-hijo, es que ser madre no es una tarea fácil
y no hay que juzgarlas a la ligera si han cometido errores.
Recordemos que ninguna madre hace daño as u hijo por hacerle daño, solamente dá
lo que tiene y hace lo que sabe hacer, pues repite los patrones que ha aprendido de
generaciones atrás.
SANAR LA HERIDA DE MAMÁ. Dìa 2
La relación con mamá influye en muchas esferas de tu vida,
que van desde la percepción de tu cuerpo hasta tu pareja y tu
economía.
Por ello, sanar la relación con el vínculo materno NOS permiirá
que avancemos y abramos a nuevas posibilidades de vida.
Las cosas que no te gustan de tu cuerpo representan las dificultades que tienes
para vincularte con mamá.
Mientras estuviste en el vientre materno tenías todo lo necesario para vivir, todo
te llegaba sin esfuerzo y era más que suficiente, mamá te proporcionaba todo
hasta el día que naciste. Por ello tu relación con el dinero está también ligada a tu
lazo con tu madre.
Al nacer todo cambia, dependes de más personas para vivir, tener seguridad y
protección; si agradeces y reconoces que durante tu gestación tuviste todo, este
simple hecho te lleva a asimilar que ahora también tienes todo para sobrevivir,
por el simple hecho de estar vivo.
Al comprender esto te abres a todas las posibilidades que nuestra madre tierra,
nuestra madre simbólica nos proporciona todo lo que necesitamos, pero no desde
la carencia, sino desde la suficiencia y el merecimiento.
Sin embargo, la relación de pareja requiere mucho más que entender su vínculo
con el lado materno.
Por ejemplo, si estás en desacuerdo con la relación pasada y presente entre tus
padres o si entre ellos hay discordia y tomas partido por alguno de los dos, te
estás negando ese movimiento que te dio la vida y te estás negando a ti mismo
ese movimiento.