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La familia de Charlie era muy pobre. Apenas tenían para comer.

Vivían en
una casa pequeña de dos habitaciones.
En una dormían los cuatro abuelos en una cama. En la otra Charlie con sus
padres en un colchón en el piso. La peor tortura para Charlie era que en la
ciudad que vivía había una fábrica de chocolates. Todo el día había olor a
chocolate en el aire. Eso le daba más hambre.
A Charlie le gustaba escuchar historias que sus abuelos le contaban. Una
de ellas fue sobre el dueño de la fábrica, Willy Wonka. Para ellos era un
genio y la fábrica hacía los mejores chocolates. En uno de esos cuentos un
príncipe indio buscó a Wonka para que le construyera un castillo de
chocolate. Lo hizo, pero se derritió muy rápido.
Los abuelos le contaron que hacía diez años que Wonka no salía de su
fábrica. Que no se veía entrar ni salir a nadie de ella. Todo había ocurrido
porque los dueños de otras fábricas habían metido empleados como
espías para robarle los secretos de los chocolates.
Entonces Wonka decidió correr a todos sus empleados. Nadie sabía desde
ese momento quienes trabajaban como obreros. Solo se veían pequeñas
sombras en las ventanas de la fábrica. En ese momento llegó el padre de
Charlie con el periódico. Leyeron que la fábrica se abriría para unos
cuantos afortunados.
Willy Wonka había escondido 5 boletos dorados en el interior de sus
chocolatinas. Los 5 chicos que las encontrasen podrían entrar a la fábrica
por un día. Además, les daría de regalo chocolates gratis para toda la vida.
Para Charlie era importante encontrar uno de esos boletos para evitar que
su familia siguiese con hambre. Pero solo le daban un chocolate al año,
para su cumpleaños debido a que eran muy pobres.
El primer chico que encontró el boleto fue Augusto Gloop, un niño de 9
años muy gordo que le encantaba comer. Un día antes del cumpleaños de
Charlie, otra niña encontró el segundo boleto. Era Veruca Salt. Una niña a
la que los padres malcriaban. Había comprado miles de chocolatinas.
El día del cumpleaños de Charlie le dieron su chocolatina, pero la misma
no tenía el boleto. Otros dos chicos encontraron ese día dos boletos más.
Eran Violet Beauregard y Mike Tevé. La primera era una niña que
masticaba todo el tiempo un chicle que tenía hacía tres meses. Cuando no
lo usaba se lo pegaba detrás de la oreja. El otro niño se pasaba todo el día
mirando televisión. Quedaba solo un billete.

RESUMEN CHARLIE Y LA FABRICA DE CHOCOLATE - Roald Dahl


El abuelo Joe da a Charlie sus ahorros a escondidas para que comprase
otro chocolate. Pero no tuvieron suerte.
El padre de Charlie pierde su trabajo en la fábrica de dentífricos. La familia
comienza a pasar más hambre.
Era pleno invierno. Ya habían pasado varias semanas del cumpleaños de
Charlie.
Una tarde cuando Charlie volvía de la escuela encuentra en la calle una
moneda. De tanta hambre decide comprarse dos chocolates.
En el segundo encontró el último boleto. Charlie regresa a la casa y se lo
cuenta a la familia. Leen el boleto.
Se enteran por él que podía ir acompañado por uno o dos familiares y que
cada vez que se quedasen sin chocolate con el boleto dorado podía ir a
pedir más.
La entrada a la fábrica sería el 1 de febrero que era el día siguiente.
Todos deciden que quien acompañaría a Charlie sería el abuelo Joe.
Llegado el día todos los niños fueron con sus padres menos Charlie que
fue con su abuelo. Wonka los recibió en la puerta de la fábrica. Llevaba
una galera negra, un saco de terciopelo color ciruela, pantalones verdes,
guantes, un bastón, y una pequeña barba.
Todos ingresaron en la fábrica. Eran 9 y Wonka. Dentro hacía mucho calor.
Wonka les explicó que era porque a sus empleados debía tener
temperaturas altas o se morirían. Caminaron hasta llegar al “RECINTO DE
CHOCOLATE”.
En este recinto todo era comestible: río de chocolate derretido, cascadas
de chocolate, árboles y pasto comestible. Ahí conocen a los empleados:
eran los Oompas Loompas.
Los Oompas Loompas eran pequeños hombrecitos que Wonka había
traído de África luego de cerrar su fábrica por los espías. Como a ellos les
encantaba el cacao que es de donde se hace el chocolate y no podían
conseguir mucho en África, Wonka les ofrece que les dará todo el cacao si
le trabajaban para él. Estos aceptan y se los lleva a trabajar a todos a su
fábrica.
Augusto Gloop por ser tan glotón se pone a tomar chocolate derretido del
río y se cae en él. Luego unos tubos los succionan y se lo lleva a otra parte
de la fábrica. Wonka ordena a uno de sus Oompas Loompas que lleve a los
padres de Augusto a esa zona para que lo recuperen. Los otros Oompas
Loompas cantan y dicen que Augusto tendrá una lección: que comer
tantos dulces no es bueno y que saldrá más flaco.
Siguieron el paseo y se fueron por el río en un barco hacho de caramelo
rosa. Los que remaban eran muchos Oompas Loompas. Llegaron a una
habitación nueva: “SALA DE INVENCIONES”. Allí Wonka les enseña unos
caramelos que son eternos para los niños que reciben poca plata. Además,
les muestra un toffee (chocolate) capilar que al comerlo hacía crecer el
pelo. En esa pieza había también una máquina de chicle. Este aparato
fabricaba una tableta de chicle gris que contenía todas las comidas del día.
Violeta por ser tan fanática del chicle le quita a Wonka la tableta y la
mastica. Como no estaba terminada, Violeta comienza a ponerse violeta y
se hincha como un globo. Wonka les ordena a los Oompas Loompas que la
lleven rodando a la sala de exprimidos y que la exprimiesen. Se van con los
padres de ella. Los Oompas Loompas cantan y dicen que la chica
aprenderá una lección: que masticar tanto chicle no es bueno.
Continuaron el paseo por otras habitaciones hasta llegaron a una donde
había 100 ardillas. Estas se ocupaban de separar las nueces ENTERAS de
sus cáscaras. Primero las golpeaban con sus dedos para ver si no eran
huecas y si eran buenas las separaban. Si eran malas las tiraban en un
pozo.
Veruca se encapricha con tener una de esas ardillas amaestradas e ingresa
a la habitación para agarrar una. Las ardillas se enojan, un le golpea la
cabeza para ver si era hueca y deciden todas tirarla en el pozo. Luego el
padre y la madre de la niña son empujados por las ardillas también. Los
Oompas Loompas cantan y dicen que aprenderán una lección: los padres
que no es bueno malcriar tanto a los hijos y que la niña aprenderá que no
siempre se puede tener todo lo que se le ocurra.
Continúan el paseo y suben en un ascensor de cristal lleno de botones en
las paredes y en el techo. Con él se podía ir en todas las direcciones:
arriba, abajo, a los lados, en diagonal. Cada botón llevaba a un lugar
diferente de la fábrica. Wonka les permite a los niños que quedaban que
presionen un botón. Mike Tevé elige un cuarto que tenía televisores.
Llegan a la habitación. Era toda blanca y tenía en una punta una cámara
para filmar. En la otra punta había una televisión. Charlie les explica que
mediante este invento se podría enviar chocolate a través de la televisión.
Primero se debía filmar un chocolate que debía ser más grande de lo
normal.
Después este se dividía en millones de partes pequeñas que viajaban por
el aire hasta llegar a una antena de tele. Mike Tevé pregunta si se podría
enviar a personas. Wonka le dice que nunca probaron.
Mike corre hasta el frente de la cámara se filma para ser el primer humano
en ser enviado por tele. Pero cuando llega a la tele se había hecho muy
pequeño, medía 2 cm. Wonka le ordena a un Oompa Loompa que los
lleven a la habitación para estirar chicles para hacerlo grande de nuevo y
después como quedaría flaco le darían un caramelo que lo haría engordar.
Se van los padres también. Los Oompas Loompas cantan y dicen que
aprenderá una lección: que ver tanta televisión es malo.
Solo queda Charlie y el abuelo Joe. Wonka se pone contento y los lleva en
su ascensor de cristal hasta arriba y fuera de la fábrica. Rompen el techo y
quedan volando como un helicóptero. Desde allí ven a los otros niños que
se iban a sus casas. Bajan y los ven.
Augusto salió más flaco, Violeta estaba desinflada pero violeta, Veruca
toda sucia, y Mike medía tres metros. Todos se iban con sus camiones de
chocolate como Wonka había prometido.
Vuelven a subir en el ascensor y Wonka le dice a Charlie que por ser el
último en quedar era el ganador. Que de premio le regalaba la fábrica de
chocolate. Le cuenta que era muy viejo y que no tenía familia ni herederos.
Por eso había hecho ese concurso. Como Charlie fue el ganador Wonka
decide traer a toda la familia a vivir a la fábrica hasta que sea grande. De
esta manera todos lo ayudarían a manejar la fábrica. Buscaron a la familia
y los metieron a todos en el ascensor.
A los otros abuelos con la cama y los padres. Así se cambian de casa.

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