Está en la página 1de 2

VIRGINIA BRINDIS

DE SALAS

La poeta Virgina Brindis de Salas desarrolló su actividad durante uno de los períodos más


fermentales de los colectivos de afrodescendientes en Uruguay, entre 1930 y 1950. Por esos años
las mujeres tomaron la palabra e iniciaron un proceso de activa participación en la esfera pública.
Desde las páginas del semanario La verdad (1911-1914) y luego en Nuestra raza, surgen las
figuras de María Esperanza Barrios, María Selva Escalada, María Felina Díaz, Iris Cabral y Maruja
Pereyra Barrios. 

Sus dos libros –Pregón de Marimorena (1946, con una segunda edición en 1952) y Cien cárceles
de amor (1949)- están desde 2009 en dominio público y pueden descargarse desde el
sitio autores.uy. 
Su primer poemario fue recibido con entusiasmo por los intelectuales reunidos en torno a la
revista Nuestra raza. Decía Alberto Britos Serrat:
Virginia Brindis de Salas es nuestra primera y única poetisa negra quizás de todas
estas regiones y se presenta con un libro lleno de hermosura, rebeldías y conciencia
revelada, alerta, captando su posición de lucha como la de todas las conciencias
conscientes, válgame la redundancia… De un ritmo acelerado, plenos de musicalidad
todos sus poemas tienen un encanto nuevo. De rebeldía, de justicia, de cantos, de
sones y formas de ciudad y selva, de campo y de fábrica de calle y de café

Los versos de arte menor de los pregones de Marimorena, una canillita afrodescendiente y
analfabeta, elevan a un sujeto popular dentro de la cadena productiva de un diario:
Pregón, tu pregón pregonera
de toda la prensa diaria,
Marimorena, morena
de mirada estrafalaria.
Tú haces más que las rotativas
y más que las linotipos
que cantan en los talleres.
Su poesía se asocia a la sencillez y al «realismo», de hecho el prólogo de Julio Guadalupe a la
edición de 1952 va en ese sentido. Pero en su aparente simpleza, la poesía de Virginia Brindis de
Salas trabaja una cuidadosa composición, que se nutre del canto y de otras formas orales como el
pregón, y marcada por la voluntad de comunicación.
En su poema “Es verdad, sí señor” (20-22), la poeta se inscribe en una tradición
hispanoamericana:
¿Que yo soñé en los caminos
como Antonio y Federico
y Nicolás del Caribe
y Palés de Puerto Rico?

En esta pregunta rinde homenaje a Federico García Lorca y Antonio Machado, al mismo tiempo
que se entronca en una tradición afrolatinoamericana que incluye a Nicolás Guillén, quien estuvo
por el Río de la Plata en 1947 y que ya por esos años propone no una poesía de la negritud (como
se planteaba en el caribe francófono a partir de la obra de Aimé Cesaire) sino una poesía mulata,
fusión de su pasado africano e hispano (ver su poema “Balada de los dos abuelos”); y luego el
negrismo del puertorriqueño Luis Palés Matos, cuya poesía vanguardista simulaba un habla
popular asociada a los afrodescendientes.
En su segundo libro aparecen algunas referencias religiosas, tanto católicas como africanas, así
como la continuidad con el cruce entre las cuestiones de clase, género y etnia. Así en «Negro:
siempre triste”:
Espíritu vuelto de los cañaverales
del Tafiá, Padre, del rencor
y de la ira,
negro: implora al
Legbá, Dembolá, Uedó, Avidá.
Yo negra soy,
porque tengo la piel negra.
¡Esclava no! . . .

No solamente se dibuja una geografía más allá del Río de la Plata, también la voz poética articula
la colonialidad y la perspectiva de una mujer negra («¡Esclava no!»), animando al hombre negro a
emanciparse.  Desde este punto de vista es erróneo el planteo de Guadalupe, cuando afirma que
la poeta se aparta de su «yo femenino» para dirigirse “a todos los seres del llano”. Es desde su
lugar como mujer y afrodescendiente que Virginia Brindis de Salas construye su discurso poético. 
A partir de los años 90 se produce un movimiento curioso: mientras se publican estudios sobre su
obra en los Estados Unidos, de la mano de investigadores como Carol Young o Marvin Lewis, en
Uruguay Alberto Britos Serrat intenta borrar de la literatura uruguaya la obra de la poeta,
atribuyendo sus poemas a Julio Guadalupe. En 2013 Isabel Oronoz publica su ensayo Rompiendo
silencios en el que reúne la obra de Virginia Brindis de Salas,  vuelve a colocarla en un lugar de
destaque entre los intelectuales y artistas afrodescendientes, como ocurrió en su época, además
de insertarla en la historia de la literatura uruguaya.
Ubicada entre los escritores del Centenario, rechazados en parte por la autodenominada
«generación crítica» o «del 45», Virginia Brindis de Salas corre la suerte de casi todos los
escritores y escritoras afrodescendientes en Uruguay: el silencio o la indiferencia. Su poesía, sin
embargo, introduce una voz social en la «poesía femenina» modelada en Uruguay por autoras
como Juana de Ibarbourou o Delmira Agustini.

También podría gustarte