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1- La cita de Umberto Eco plantea que la semiótica es la disciplina que estudia todo lo que

puede usarse para mentir. Según esta perspectiva, si algo no puede usarse para mentir,
tampoco puede usarse para decir la verdad ni para comunicar en absoluto. Esta afirmación
nos lleva a reflexionar sobre el papel de la semiótica en la comprensión de la comunicación
humana.
En la semiótica, el signo es un concepto central. Los signos son entidades que representan
algo más allá de sí mismos, y su significado depende de las convenciones culturales y
sociales. Los signos pueden ser palabras, imágenes, gestos o cualquier otro elemento que
pueda ser percibido y asociado con un significado.
La noción de "substituto significante" se refiere a cómo los signos pueden sustituir o
representar a otras entidades. Los signos nos permiten comunicar y transmitir significados a
través de la sustitución de un elemento por otro. Por ejemplo, una palabra escrita o hablada
puede ser un substituto significante de un objeto o una idea.
El proceso de "culturizar" implica que los signos y su significado están arraigados en
contextos culturales específicos. La cultura influye en cómo interpretamos y comprendemos
los signos. Por lo tanto, la semiótica reconoce la importancia de considerar el contexto
cultural al analizar la comunicación y el significado.
La "actitud semiótica" es una postura de atención y análisis hacia los signos y su
significado. Implica un enfoque crítico y reflexivo para desentrañar las capas de significado y
entender cómo los signos funcionan en diferentes contextos comunicativos.
La "significación" se refiere al proceso de atribución de significado a los signos. Los signos
no tienen un significado inherente, sino que adquieren significado a través de la
interpretación y el consenso social. La semiótica nos ayuda a comprender cómo se
construyen los significados y cómo se transmiten a través de los signos en la comunicación.

En conclusión, la cita de Eco nos invita a reflexionar sobre el papel de la semiótica en el


estudio de la comunicación humana y el significado. La semiótica nos permite comprender
cómo los signos y los substitutos significantes son utilizados para comunicar y transmitir
significados, reconociendo la importancia de la cultura, la interpretación y la reflexión crítica
en este proceso.

2- "El valor de una entidad lingüística no está en sí misma, ni en su relación con un objeto,
sino en su relación con las otras entidades del sistema". Saussure (1986),
La cita de Saussure señala que el valor de una entidad lingüística, como una palabra o un
signo, no reside en su significado intrínseco o en su relación con un objeto específico, sino
en su relación con otras entidades dentro del sistema lingüístico. En otras palabras, el
significado de una palabra no se encuentra en su contenido individual, sino en cómo se
diferencia y se relaciona con otras palabras en el sistema.
Para ilustrar este concepto, podemos considerar el término "perro" en el idioma español. El
valor de esta palabra no proviene de su relación directa con el objeto físico "perro" en sí,
sino de su contraste con otras palabras en el sistema lingüístico. Por ejemplo, si
comparamos "perro" con "gato", podemos entender su significado en función de la
diferencia entre ambos términos. Además, el valor de "perro" también depende de su
relación con otros términos relacionados, como "ladrido", "collar" o "hueso".
Este enfoque resalta la importancia de la estructura y la interdependencia en el lenguaje.
Las palabras adquieren significado a través de su posición y relación con otras palabras en
el sistema, formando un entramado complejo de asociaciones y contrastes. De esta
manera, el valor de una entidad lingüística radica en su lugar dentro de la red de relaciones
y diferencias lingüísticas.
En resumen, según Saussure, el valor de una entidad lingüística se encuentra en su
relación con las otras entidades dentro del sistema lingüístico. Esto implica que el
significado de una palabra no se encuentra en su contenido individual, sino en su
diferenciación y asociación con otras palabras en el sistema. La comprensión del lenguaje
requiere considerar la estructura y las interconexiones en lugar de enfocarse únicamente en
los elementos aislados.

3. a. Los dos autores mencionados son J.L. Austin y Émile Benveniste.

- J.L. Austin: En su obra "Cómo hacer cosas con palabras", Austin aborda el lenguaje desde
una perspectiva pragmática. Su enfoque se centra en cómo el lenguaje no solo describe la
realidad, sino que también actúa como un mecanismo para realizar acciones y producir
efectos en el mundo. Austin sostiene que las palabras tienen un poder performativo, es
decir, que pueden realizar actos y cambiar la realidad a través de su uso adecuado en
contextos específicos.

- Émile Benveniste: En su obra "Problemas de lingüística general II", Benveniste analiza el


lenguaje desde un punto de vista estructural y funcional. En el capítulo IV, "El lenguaje y la
experiencia humana", Benveniste explora cómo el lenguaje es una herramienta fundamental
para la construcción y comunicación de la experiencia humana. En el capítulo V, "El aparato
formal de la enunciación", se adentra en la estructura de la enunciación y cómo el lenguaje
opera como un mecanismo que pone en marcha y regula los actos de habla.

3.b. Citas de los autores:

- J.L. Austin: "Decir algo es hacer algo: afirmar, preguntar, ordenar, prometer, dar gracias,
felicitar, describir, denunciar, etc. En cada uno de estos casos, las palabras no solo se
utilizan para transmitir información, sino que también se emplean para realizar actos
performativos que tienen un impacto directo en la realidad" (Austin, 1955).

- Émile Benveniste: "El lenguaje no es solo un medio para comunicar y representar la


realidad, sino que es un sistema estructurado que nos permite construir y organizar nuestra
experiencia. A través del lenguaje, los seres humanos pueden dar sentido al mundo y
compartir significados, estableciendo así una relación entre el individuo y su entorno"
(Benveniste, 1999).

3.c. La lengua como un mecanismo puesto en funcionamiento se refiere a cómo el lenguaje


no solo cumple una función descriptiva, sino que también actúa como una herramienta
activa para realizar acciones y generar efectos en el mundo. Tanto J.L. Austin como Émile
Benveniste abordan esta perspectiva en sus obras.
Austin sostiene que las palabras tienen un poder performativo, es decir, que al ser utilizadas
en contextos específicos, tienen la capacidad de llevar a cabo actos y cambiar la realidad.
Según Austin, cuando decimos algo, también estamos haciendo algo, ya sea afirmar,
preguntar, ordenar, prometer, entre otros. El lenguaje se convierte así en un mecanismo
para realizar acciones concretas.
Por su parte, Benveniste se enfoca en la estructura y función del lenguaje. Él señala que el
lenguaje no es solo un medio de comunicación y representación de la realidad, sino que es
un sistema estructurado que nos permite construir y organizar nuestra experiencia. A través
del lenguaje, podemos dar sentido al mundo, compartir significados y establecer una
relación entre nosotros y nuestro entorno.

En conclusión, la lengua como un mecanismo puesto en funcionamiento implica entender


que el lenguaje va más allá de la mera descripción y comunicación. Es un instrumento
activo que nos permite realizar acciones, influir en los demás y dar forma a nuestra
experiencia y comprensión del mundo. Tanto Austin como Benveniste contribuyen a esta
perspectiva al destacar el papel performativo y estructural del lenguaje en la interacción
humana.

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