Está en la página 1de 12

4.1.1.

Saber y conocimiento
Saber es todo decir sobre un orden del conocimiento. Establecer el orden del
mundo es una manera de ordenar la realidad (Michel Foucault, 1999). Cada
lengua es una forma de ordenar el mundo porque refleja la manera de crear un
concepto sobre lo que percibimos, y lo expresamos en las estructuras que la
lengua permite. Nuestra identidad desde la conciencia del mestizaje de
América sabe que la lengua común es occidental. Y desde allí no hay una
posibilidad de renunciar a la interpretación por dos razones. Primero, las
estructuras que vienen de la lengua son las que dan forma a la versión del
mundo personal; con esas estructuras coloreo el mundo y, por tanto, hay que
interpretar cómo se utilizaron esas estructuras y así qué conocimiento
proporcionan. Y la segunda es más importante, las estructuras de la lengua nos
preceden: espacialmente son inyectas. Y, por tanto, las estructuras hacen una
red, un discurso que nos permite ver la realidad como unos lentes que nos
permiten comprender hasta dónde las estructuras alcanzan.

La occidentalidad que ejercemos no depende en dónde estamos, sino en cómo


vemos, cómo comprendemos la realidad. Son genes culturales trasmitidos
desde la lengua castellana. El vector de ingreso de la cultura europea es la
lengua: ella nos hace semejantes a Europa, porque tiene una semántica,
sintáctica, pragmática que nos determina en tanto posibilidad.

El conocimiento ya habita un hábitat (un mundo interpretado), ya construye el


significado. El hábitat es la incorporación de la interpretación de la cosa por un
viviente. Hay multifacialidad para las cosas porque los hábitats pueden ser
paralelos, diversos, divergentes. El mundo está sujeto a los perceptores que
necesitan de un acuerdo para poder comunicarse.

Por eso, ante las varias versiones de la percepción de una realidad, se


establece un sistema de búsqueda que certifica los pasos y permite distinguir lo
que es de lo que no es. Cuando percibimos una realidad, vamos a lo esencial,
a lo que podemos conceptualizar, lo que se repite y buscamos una manera de
certificar lo que es. Allí generamos el conocimiento y decidimos lo que
consideramos un saber válido y diferente de todo lo demás que no constituye
conocimiento.

4.1.2. Episteme y doxa


Sentenciar la diferencia entre la mera opinión que no corresponde a la realidad
y un conocimiento válido es el eje de la epistemología. La tradición filosófica se
remonta a los debates entre los sofistas y los filósofos descritos por Platón en
sus Diálogos (Platón, 1988). Era la opinión de los constructores de falsedad o
Sofistas que hacían solo doxa, emitían solo opiniones sobre lo que percibían y
el conocimiento verdadero de los filósofos que se conoce como episteme.

La idea de episteme nace en Grecia alrededor del siglo III AC y se desarrolla


los dos siguientes siglos. La episteme fue traducida por SCIENTIA en el mundo
latino y usado en el medievo como conocimiento científico. La episteme, en
Grecia, es un tipo de pensamiento que se refiere a lo que es de verdad. Se
conectó con la Ciencia, en tanto es el intento de explicar la physis, la
naturaleza de las cosas.

Entre el hombre y la realidad siempre media la significación y la significación


que se refiere a hechos de verdad es episteme. La cientificidad no viene de
manera natural, es una propuesta histórica que nace en un tiempo y con
determinados pensadores. La ciencia no pertenece al ámbito de lo natural, sino
de lo cultural.

Episteme se refiere al conocimiento comprobado y experimentado, es la verdad


que se puede demostrar y se puede observar. Suele ser el resultado de un
método que garantiza la obtención de verdad. La episteme es la interpretación
de la verdad que usa el mundo de la ciencia.

La doxa es la mera opinión sobre un tema, que no sustenta el porqué del


concepto ni de la percepción. La doxa se aleja de la verdad en tanto se cierra
en la significación de una persona individual y no en la comunicación ni en la
interpretación.

4.2.1. El concepto
El conocimiento necesita una estructura que permita transmitir verdad. Aunque
se pudiese ejecutar la ciencia, sin saberla, para construirla y hacer episteme se
necesita una estructura. La consolidación del conocimiento no depende de que
se pueda poner el nombre a un determinado hecho o fenómeno, sino que ese
concepto entre en juego con otros, en tanto categorías, clases, tipos y
jerarquías, establecidas para permitir su comprensión.

Cada día, los hombres viven múltiples acontecimientos e incluso pueden ser
alterados por algunos de ellos. Los hombres pueden volver a nacer ante un
hecho que no puede comprender. La eventualidad tiene la capacidad de
irrumpir y construir un conocimiento. Se percibe todo de una manera distinta
cuando una estructura integra un nuevo conocimiento.

Saber más hace que se viva más. Cada vez que se accede a un saber, se
accede a un mundo de la realidad que le era oculta. Saber distinto me lleva a
vivir distinto. Permite un descubrimiento de un mundo que estaba vedado. Uno
se convierte por una experiencia no por una idea: la doblez de lo cognitivo con
lo sensitivo. Lo experiencial es fuerte, aunque no tenga una definibilidad bien
dirigida. Pero se necesita construir un concepto que recoja ese conocimiento y
se pueda transmitir.

La significación solo se aprende encarnada: lo que sucede en nuestra


individualidad se vive corpóreamente, pero necesita hacerse presente en la
comunidad con una construcción lingüística llamada concepto. El concepto es
la expresión de un conocimiento, es la delimitación de la identidad de una
realidad a través de un sistema organizado de palabras.

Las características del concepto, más allá de los hechos que perciben una
realidad y el objeto que produce la percepción, son:
CONCEPTO          ‡ HECHO             →            OBJETO

UNIVERSAL INDIVIDUAL         →    PARTICULAR

REGLA INDICIO                   →   CASO

A-TEMPORAL TEMPORAL  

ABSTRACTO CONCRETO  

TEÓRICO SENSIBLE  

INOBSERVABLE OBSERVABLE  

UNÍVOCO MULTÍVOCO  

Por tanto, el concepto es:

 Esencia: qué
 Fundamento: por qué.

La ciencia es un producto de Grecia: en otros lugares, no había ciencia, sino


otros modos de conocer, otros modos de conocimiento. La ciencia es un modo
de conocimiento. El evento de Sócrates rompe con el modo no conceptual de
pensar. No es lo mismo el concepto que la metáfora.

o La ciencia y la filosofía usan el concepto.


o El arte, la religión usan la metáfora.

Las ideas y las obras de arte constituyen mundos diferentes. Estamos


constituidos por las ideas y por las obras de arte del tiempo. Las unas
estructuran lo que sabemos, las segundas lo que sentimos.

Ratio
Lo racional Lo irracional

Europeo Extranjero (“salvaje”)

Poeta inspirado,
Científico Religioso, Místico,
Artista Pop, LOCO

Varón Mujer

Adulto Niño

 HOMBRE

CONCIENCIA Cuerpo

Razón Sentimiento

4.2.3. Las teorías


Las teorías son estructuras que se producen intersubjetivamente.
Etimológicamente viene del griego: θεωρία o theōría, que significa observar,
mirar. Es un conjunto de normas que intentan explicar un fenómeno o un hecho
o una realidad. Llegan a establecer hipótesis que deberán ser revisadas y
sometidas a métodos para alcanzar la objetividad (está vinculada con la
intersubjetividad). Así se constituyen en una ley y que es la aplicación de una
teoría a las cosas.
La discusión es sobre la teoría, es ideológica, es sobre la mejor versión que
explique la realidad. La teoría nos tiene a nosotros: cuando uno ejerce una
singularidad hace una mixtura de lo precedente con lo que observa. Cada
teoría se tiene que acreditar frente a los demás. Lo que se dice tiene que poder
ser entendido por toda la comunidad. Es la condición sine qua non de la ciencia
y de toda teoría.

El objeto es el hecho más la teoría (Sistema de conceptos). La ciencia es un


tipo de conocimiento. Y cada teoría tiene un reglamento. Tiene un proceso que
permite emitir juicios sobre la realidad. Si un juicio no tiene una razón, ese
juicio no es verdadero en el modo de certeza.

SINTÁCTICO:
signo
PLANO
Si la cosa no tiene
LINGÜÍS
apoyo, cae.
TICO
SEMÁNTICO: 
Significado

PLANO
Si p     ⇒        q.  
LÓGICO

Obser Obser
vable vable

SM CM
EXPERIM
CAUS Eficien  
ENTO
A te

Ejemplo: Fuerza
Gravitatoria

La entidad inobservable, Fuerza Gravitatoria, la propone un sujeto. El


conocimiento se descubre por postulación, no por descubrimiento: Se propone
una hipótesis. Se utiliza un proceso como la deducción. Este proceso es
una observación, una teoría.

Cuando yo busco una determinada realidad, es porque la busqué. Y la busco,


porque previamente la he buscado. El hecho determina una teoría preexistente,
si no fuese por lo ya establecido por la ciencia no podría encontrar nada. El
poder de la observación y del experimento es el ejemplo: y tienen una potestad
fuertemente convincente y educativa.

4.3. El problema del conocimiento y la verdad


La verdad es el esfuerzo de los vivientes por entender el mundo. Sin
entenderlo, no puede habitarlo y por tanto se esfuerza por “la verdad”.  La
verdad es la coherencia entre el concepto y el objeto o el hecho o la
descripción del sujeto.

La verdad objetiva es posible en tanto se refiere al objeto, dice al objeto o el


concepto indica el hecho mismo.  Es la adecuación con el objeto. La
adecuación del pensamiento con el objeto. Pero el objeto es distinto al hecho.
Por el objeto es la suma del hecho con la teoría. El objeto es una construcción:
no porque hice el objeto, sino porque lo interpreto como quiero.  Por esto se ha
buscado que la cientificidad garantice la verdad.

Los juicios sí pueden ser verdaderos o falsos. El corazón del método son los
razonamientos.  

 Un concepto es una unidad de sentido.


 Un juicio es una relación entre conceptos. Matemático o físicos.
Formales o fácticos.
 Un razonamiento es una relación de juicios.

Hay cuatro tipos de razonamiento:

 Deducción
 Inducción
 Abducción
 Analogía

El razonamiento es una cadena de juicios. Se expresa lingüísticamente a


través de la argumentación. La deducción parece o se presenta como el único
razonamiento. Se acredita como el paso de lo particular a lo universal. Lo
particular queda incluido en lo universal y quedan incluidas todas las
características.  La verdad será un razonamiento, que implique un juicio de un
concepto que corresponda a un fenómeno, un objeto o un hecho.

4.4. El conocimiento y la diversidad de los saberes


Ontológicamente, hay una preeminencia de lo fenoménico a la conceptualidad,
porque el conocimiento está en muchas dimensiones humanas que proveen
información que puede volverse un conocimiento. Los cúmulos de estos
conceptos se constituyen en saberes.  Saber sería una forma de conocer la
realidad en cada uno de sus aspectos, con sistemas diferentes y validaciones y
verdades divergentes (Frigerio, Diker, & Compiladoras, 2010).  

La expresividad es un síntoma, es inequívoca: se puede dudar de la


conceptualidad, pero no de los tonos y de lo fenoménico. Los saberes se
vuelven conceptos desde experiencias distintas, asumidas con paradigmas
individuales. Es la construcción que logra la palabra, que es conceptual y
musical, para crear conceptos de varios y diversos aspectos y fenómenos
diferentes. El saber es representativo y expresivo, como la palabra misma. La
palabra tiene un mensaje performático: tiene una actuación además de la
presentación de un concepto. Por eso el ser humano adquiere información de
muchos órdenes que se vuelven saberes diferentes.

La música y el arte explotan en el ser humano. Uno presta el cuerpo al arte.


Una cosa es entender. Otra es sentir: la vida se encarna. Tenemos una
experiencia que no manejamos y no la controlamos, que acontece en
nosotros.  No se recibe lo igual, pero sí lo mismo. Es un saber artístico.  

Hay arte que se abre camino a sí mismo por entre los hombres. La montaña te
quita la pretensión de todo lo que sabemos, somos, hay obras de arte que
destituyen los saberes previos y nos constituyen de una manera nueva y
singular.  La experiencia de arte es una experiencia habitacional. El tiempo que
se vive es cinematográfico. Te saca del lugar de la confortabilidad.  El arte tiene
una garantía de preservación. El arte guarda una distancia.  

El otro es la máxima de las aventuras: es la posibilidad de dejar de ser lo que


soy. No deja de tener una violencia primaria, una violencia constitutiva. No lo
decido yo, lo decide el otro. Y tengo la libertad absoluta de dejar de ser lo que
soy. Hay que saber del hombre con la ciencia, pero también del arte y los
religiosos.  La fe aún tiene principio biológico desde una interpretación de la
confianza.

El  modo de saber en Occidente tiene una intuición básica de Aristóteles:


“todos los hombres por naturaleza desean saber” [Met. I, 980b, 20].(Aristóteles,
1994), pero este saber, considerado como parte de la naturaleza humana, no
es una actividad que se dé espontáneamente, sino que la percepción, los
contenidos, la organización y validación de los mismos, tiene elementos que los
consolidan y alguno de ellos –tal vez el más importante- va más allá del campo
epistemológico.

La suposición que todos los seres no solo desean conocer, sino que tienen la
capacidad de ello es el inicio de la compresión del conocimiento en Aristóteles
y marca la perspectiva del modo de conocer en Occidente. Si bien el deseo y la
capacidad de conocer son elementos claves de la constitución del saber, existe
un abanico de posibilidades a los que llamamos Saber y conocimiento, que van
desde la percepción manifiesta en los sentidos y se traduce en la experiencia
humana, es decir que incluyen lo inmediato de lo sensitivo hasta la conciencia
de lo sublime o de lo trascendente. Pero también conocer y saber incluyen los
procesos de validación y diferenciación de ese mismo conocimiento, que se
traducen en distintas taxonomías o en descripciones de las en especificidades
de esa gama de posibilidades cognoscitivas.

El saber concibe niveles, unos más profundos y necesarios; otros más


inmediatos y reales. Cada saber tendrá un objeto específico de conocimiento.
Cada nivel provee las condiciones de llegar a la comprensión del objeto que
provee de sustancia a ese saber en sí mismo. Por esto, hay que descubrir en
cada saber el objeto mismo que lo constituye y manifiesta en qué grado o en
qué nivel se ubica ese saber en la consideración de la adecuación del objeto
con esa descripción: ahí está la verdad. Es el momento de surgimiento de las
teorías, entendidas como observación que se hacen del mundo, para identificar
el objeto, tema del saber (Boido, 1996). Las observaciones pueden ser de
prima facie como la percepción primera de las sensaciones –inmediatas, en
bruto, sin discreción- o con método –catalogadas, reglamentadas, sumisas-,
pero ellas son caminos para alcanzar el saber al definir el objeto. Es obvio que
en ciertos casos las observaciones solo son meramente pasos precoces del
proceso de generación válida de conocimiento. En otros, son elementos
esenciales del discurso de verdad.

La posmodernidad atiende lo que la modernidad desatendió: los saberes


religiosos, el niño, lo femenino, el extranjero, el loco. Hay un estado de apertura
de incluir lo excluido. La contemporaneidad ha sido más justa con lo que la
antigüedad fue injusta. Interpretar es poner al descubierto algo que esté
operativo pero que está ocultado. (Antelo, 2015)

4.5. El conocimiento científico


El saber privilegiado desde la modernidad fue el conocimiento científico. Por
esto, antes como ahora (tal vez mucho más necesario en nuestros días), se
buscó un patrón generador una forma de descifrar la verdad, un intérprete o un
código. Era necesario un árbitro que no solo descifre la información, sino que
distinga los saberes, un acto que genere la clasificación del modelo de
conocer.  Esta misión se la encomendaron los griegos a la razón.

La razón ha jugado un papel importante en el saber y conocer, porque es la


garante de la verdad como tal, en tanto es el instrumento que fabrica la
argumentación, establece las normas y llega a la verdad: eso fue la lógica
desde Aristóteles hasta nuestros días. “Establecer la validez de una forma de
razonamiento es la forma de poder asegurar o garantizar que este proceso de
razonamiento es el que puede conducir a las conclusiones verdaderas”
(Marafioti, 2005). Si los conceptos que se generan como tales son productos de
la razón, se habrán evitado las ambigüedades y las interpretaciones falaces.

El proceso de razonamiento es una búsqueda de verdad y la formulación de un


camino para ella.  La verdad debía estar garantizada en el proceso. Se acude
incluso a una divinidad que precautele el camino de la verdad desde fuera. El
mismo Descartes –con Bacon formuladores del método científico- en
las Meditaciones metafísicas aún parecía necesitar de un Dios que sea garante
de los conceptos claros y distintos al impedir que el genio maligno introduzca
error (Descartes, 1977). La modernidad parece que no pierde la fe, sino que la
polariza en la confianza, en la razón y establece al método que la contiene
como el único camino válido de alcanzar verdad.

4.5.1. Verdad y pautas de cientificidad


La verdad no es patrimonio de la ciencia, pero para garantizar el camino a la
verdad hay ciertas pautas de la cientificidad. El conocimiento no reclama
verdad para aceptar los enunciados en sus filas, pero debemos diferenciar
entre un conocimiento que corresponda a la verdad. Las pautas para ver que
un conocimiento es científico y por tanto estuvo en el método científico son:

a) Conceptual. Pertenece al mundo de los conceptos y reclama por sí mismo


un carácter de universalidad. Además, es unívoco y es definitivo.

a. Propiedades. El concepto cumple tres funciones.

 i. Explicar: dar el por qué de la identidad que define.


ii. Describir: mostrar el cómo se presenta el fenómeno. Implica también
clasificar, ponerlo en la categoría que le otorga el    método. Clasificar es una
forma de describir.
iii. Predecir: qué o cómo será los acontecimiento que entran en el mismo
concepto.

b) Sistemático. Constituye un sistema conceptual, una teoría. Implica


sintácticamente hablando coherencia. No hay contradicción. Y semánticamente
hablando, compatibilidad, que se vincula a la característica de Popper:
Falsabilidad (Popper, 1980). Ser falsable es que pueda ser falso: la realidad
puede falsear a la teoría. Mi afirmación corresponde a la realidad y es
referencial a ella. Por esto la realidad puede contravenir a la teoría.

Lo ambiguo o lo vago no pueden falsarse. Tampoco puede falsearse lo


tautológico. De allí que la lengua natural es multívoca y no puede ser falseada.
Esto lleva al campo de la cosmovisión, ideología, astrología. La forma es
portadora de un contenido.

El sistema se enuncia en un lenguaje artificial. La ciencia no tiene o no hace


uso exclusivo de la lengua natural (ella está cargada de términos vagos o
ambiguos). La ciencia construye este lenguaje artificial para enunciar sus tesis.

c) Método. Viene del griego meta (más alla o a través de) y hodos (camino o


viaje). El método es público, preciso, universal por sí mismo. Es ejercible por
cualquier entidad. Es un procedimiento pautado, intersubjetivo, para justificar o
descubrir conocimiento.

a. Un método de justificación
b. Un método de descubrimiento

Se han colado ideas en el fundamento. Los poderosos dominan desde el


fundamento. Hay una circularidad. Por ejemplo el razonamiento deductivo
conserva en su tipo de razonamiento esa circularidad. La lengua sirve para
hacer enunciación matemática. La verdad es un discurso intersubjetivo que se
obtiene de un concepto que tiene características de cientificidad.

En el método científico, el conocimiento solo se establece por postulación, no


por descubrimiento: el proceso de hipótesis, deducción (incluso inducción),
observación, se enmarcan en lo previo y sus parámetros de validación y
certificación nunca tienen que ver con la novedad misma –ni está preparado
para acogerla-, sino con el acoplamiento y engranaje con el saber previo. De
esta manera se crea una cadena que establece una sola vía a la verdad. Las
maneras de expresar la unión entre el conocimiento previo y el nuevo tendrán
ya un itinerario que cumplir y una intención que plasmar y la validez y la verdad
solo medirán la consistencia de lo nuevo con lo previo.

4.5.2. Relación sujeto-objeto: subjetividad y objetividad


La lógica del conocer trasmitía la idea que el saber y el conocimiento, al estar
regulados por la razón, transitaban una secuencia metódica e inquebrantable
que objetivaba el deseo de saber y la capacidad de explicarlo al convertirlo en
palabra social al alcance de la comprensión de todos: el saber era solo la
consecuencia del principium reddendæ rationis, el principcio de razón
suficiente, de la razón que había que darse.  Este ejercicio de constitución
semántica y epistemológica, que ata el pensamiento a la realidad, es regida por
el árbitro del modo de conocer, que es la razón, y guiado por el principio rector;
pero parece que encierra un ejercicio mucho más fuerte y dinámico, que no
llega a la verdad como tal, sino a una verdad que se predetermina por motivos
que escapan a la constitución misma del saber.  El sujeto y el objeto se
generan en el mismo hecho.

La historia del saber en Occidente tuvo un momento en la modernidad, que


drásticamente patentó lo que había venido pasando en el modo de conocer.  El
conocer se ha convertido en un discurso. El intento de atrapar el objeto del
saber (la cosa) y plasmarlo en un concepto y conectarlo con la dinámica de la
acción que conlleva es un ejercicio del poder de forma discursiva.  ¿Qué es un
discurso?  Es una forma, un ordenamiento que tiene una forma proposicional
que moldea al ser en perspectiva de los conceptos y de la determinación de
verdad. Esta inversión es una arquitectura del saber y el sujeto que cree poseer
el saber, cuando es el saber el que realmente lo posee.  Entonces, el poder,
aquel ejercicio que nace de la relación entre seres humanos (Michel Foucault,
2004), transita horizontalmente y establece el saber, vigila el discurso, lo valida
y define lo que es verdadero y por tanto real en toda la estructura del mundo y
de la sociedad.

Además, ata la conciencia del individuo a este desarrollo reflexivo y práctico. 


El discurso convierte al saber en un ente sumiso más, en una unidad semántica
y operativa que puede construye y deconstruye al ser humano y lo vuelve en
mero sujeto.  El funcionamiento del discurso hace inteligible el corpus del
pensamiento, lo vuelve transmisible y le marca con un orden y una lógica
preestablecidas:

Tales son las nociones de desarrollo y de evolución: permiten reagrupar una 


sucesión de acontecimientos dispersos, referirlos a un  mismo y único principio
organizador, someterlos al  poder ejemplar de la vida (con sus juegos de
adaptación, su capacidad de innovación, la correlación incesante de sus
diferentes elementos, sus sistemas de asimilación y de intercambios) ,
descubrir, en obra ya en cada comienzo un principio de coherencia y el esbozo
de una unidad futura, dominar el tiempo por una  relación perpetuamente
reversible entre un origen y un  término jamás dados, siempre operantes. Tales
son, todavía, las nociones de ‘mentalidad’ o de ‘espíritu’, que permiten
establecer entre los fenómenos simultáneos o sucesivos de una época dada
una comunidad de sentido, lazos simbólicos, un juego de semejanza y de
espejo, o que hacen surgir como principio de unidad y de explicación la
soberanía de una conciencia colectiva (M. Foucault, 2010).

De esta manera, podemos entender que el discurso alinea el poder con el


saber en la verdad.  Los conceptos generados por un saber se ligan y de
eslabonan con un estricto orden hasta convertirse en una regularidad y
normalidad que adquiere en sí misma la capacidad de compartirse y validarse. 
El saber se somete a la voluntad de verdad al punto de modificar su posición y
su objeto por la adaptación a ese poder y a esa validez. La verdad dada de
esta manera –sujeta por el poder- destruye nuestra voluntad de saber, la
somete, la sujeta, la reprime. La corrige y valida.  Todas las actitudes, gestos,
práctica, ritos, pausas, se someten a un proceso de validación que no se
restringe a la ciencia, sino que quiere abarcar el todo de la normalidad vigente.

De esta manera, el discurso científico construye al sujeto y al objeto, en un


mismo acto. Los delimita. Los clasifica y permite la construcción de la verdad.
La subjetividad y la objetividad solo son dimensiones de un diálogo. No son
necesariamente naturalezas preliminares. El conocimiento se construye desde
la pregunta del sujeto y se involucra con una cultura, con un tiempo, con las
posibilidades del momento.  Los límites del sujeto y el objeto se establecen por
el método científico, no por esencias previas.

4.5.3. El problema de la construcción del objeto de


conocimiento
El conocer es discursivo como lo hemos manifestado. Pero también es
actividad: “aprendemos las cosas gracias a nuestra actividad –actividad que
nos es innata- gracias a un montón de estructuras que nos son innatas y que
estamos capacitados para desarrollar: aprendemos las cosas a través de la
actividad”(Candelero, 2012). Y la acción se vincula a los conceptos en el
discurso. Aprendemos con la actividad y utilizamos la palabra para hacer
conceptos. La actividad sujeta y dirigida se concentra en el cuerpo que instaura
desde los conceptos que lo limitan. El cuerpo (materia) adquiere los conceptos
(forma) que le dan inteligibilidad y realiza su acción.

La perspectiva moderna puso énfasis en el elemento clave del pensamiento


cartesiano: la conciencia. La res cogitans es quien maneja y ejerce el discurso.
Sin conciencia no habría ni saber ni conocimiento. Pese a que esa conciencia
está sujeta también al discurso, tiene la intención de construir el discurso, de
establecerlo y validarlo.  La conciencia es el agente del discurso y por tanto del
saber y del conocer. La conciencia es la cognoscente más allá del ser humano
y adhiere en sí como responsable de la verdad y del conocimiento en tanto tal.
Es la trampa de la modernidad que convence al ser humano y lo subyuga con
una nueva fe racional, formal, fundante, que tiene un precepto de creencia
novedosa: el hombre puede conocerlo y puede dar razón de todo lo que puede
conocer y porque puede dar razón de una cosa, ésta es real.

Si bien los antiguos mitos intentaban explicar a un dios dueño de la sabiduría o


el conocimiento inmanente y trascendente (como las Moiras o Atenea), es el
hombre como un nuevo demiurgo que construye la realidad con su razón y los
conceptos que organizan sus saberes, de los que puede dar razón. Lo
conveniente sería que descubra que el discurso no le pertenece y es un
ejercicio de poder que manifiesta la sujeción con toda su fuerza. No es un
creador de libertad de ser como se le ocurra, sino artífice de sujeción a
verdades que no le pertenecen. El modo de conocer en Occidente está
atrapado por un juego de lenguaje, por una actividad ubicua y por conceptos
heterónomos que se dirigen por una verdad predeterminada. El objeto de
conocimiento está determinado por esa conciencia y es construido desde allí.

4.5.4. Consideraciones éticas sobre el discurso de las ciencias


y el conocimiento
El mundo contemporáneo lleva inscrito un nuevo carácter de impaciencia y de
inquietud, de rapidez, de abismo, de inmediatez ante toda la información que
comparte cada individuo en los nuevos foros públicos (Bauman, 2017). Se ha
vuelto muy complicado discernir tanta información y encontrar en medio del
ingente bombardeo de datos lo que es efectivamente conocimiento, saber,
validez, verdad:

La información más precisa y actual se puede poner a disposición de cualquier


persona en la superficie del mundo, a menudo en tiempo real, y llega a las
regiones más apartadas. Muy pronto la «interactividad» permitirá no sólo emitir
y recibir información sino también dialogar, conversar y transmitir información y
conocimientos sin límite de distancia ni de tiempo de operación (Delors & Alia,
2008).

Es deber ético y político de cada individuo y sociedad indagar por los diversos
saberes. Cada uno aporta algo a la vida humana. Y es una tarea cotidiana no
depositar la fe en conceptos ajenos, sino indagar por los propios. Y más como
docentes: es una tarea primordial unida a la vida misma del magisterio intentar
crear circunstancias para que cada estudiante critique los conceptos y genere
los propios.

También podría gustarte