Cada 6 de agosto conmemoramos el nacimiento de nuestra querida Bolivia, como república
soberana, libre e independiente, esta fecha tan importante nos permite rendir homenaje a aquellos que han ofrendado su vida por la libertad para las nuevas generaciones, es muy importante saber de dónde venimos, conocer la historia para reflexionar la realidad de nuestro presente y proyectar los alcances de nuestro futuro, somos herederos de la lucha incansable de los pueblo milenarios, que defendieron con valor, paciencia y humildad al colonialismo, que puso un sistema de expulsión a los indígenas y explotaron nuestros recursos naturales, un sistema que nos esclavizó y nos impuso creencias. Cada 6 de agosto rendimos homenaje a próceres indígenas que lucharon por la independencia de nuestra patria, Tomás, Dámaso, Nicolás Katari, Túpac Katari, Bartolina Sisa, Gregoria Apaza y tantos indígenas que dieron su tiempo, su vida por esta patria, Alejo Calatayud, José Manuel Vaca, Eustaquio Méndez, Pedro Domingo Murillo, Juana Azurduy de Padilla, Manuel Asencio Padilla, Tambor Vargas, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, que consolidaron la independencia de nuestra Bolivia. Pero la historia nos enseña que esa lucha por la libertad, fue utilizada por la reposición de un nuevo sistema de vulneraciones contra nuestro pueblo, la república de Bolivia logró su independencia y libertad gracias al sacrificio de los pueblos indígenas, pero se fundó sin tomar en cuenta a los propios indígenas. El 6 de agosto de 1825 nos liberamos de la colonia española, pero las oligarquías reprodujeron el sistema de expulsión y segregación, nuevamente el indígena fue reducido a una condición inferior y fuimos excluidos de ese estado de privilegiados. Esta forma de función llegó al fin de su siglo, el año 2000, con la guerra del agua, desde Cochabamba nuestro pueblo dio su mensaje claro contra la privatización de este recurso natural, unidos campesinos, regantes, trabajadores, profesionales, empresarios y estudiantes, salieron a las calles para decirles basta a las políticas neoliberales, basta a la privatización de nuestros recursos naturales, así se confirmó la movilización colectiva por la defensa de nuestros recursos naturales, una de las más grandes movilizaciones contra el DS 21060 de 1985 y la injerencia de EEUU y sus organismos en la política económica de nuestro país. Gracias a la conciencia del pueblo y la defensa de nuestros recursos naturales, Bolivia empezó con la lucha por la libertad, dignidad y por la identidad. Pasamos de las protestas, a las propuestas, se planteó la demanda, la refundación de Bolivia en una Asamblea Constituyente, como Estado Plurinacional, digno, fuerte e incluyente. Gracias a la unidad del pueblo hemos desterrado el racismo y la exclusión para construir el Estado Plurinacional, con tolerancia e inclusión, dejamos atrás la república que favorecía a minorías, para construir un Estado fuerte que trabaja para todos, sin cúpulas ni oligarquías. Bolivia, tierra de contrastes y matices, somos la encarnación de la pluralidad en su máxima expresión. Desde los antiguos tiempos, nuestras tierras han sido hogar de innumerables pueblos y civilizaciones. Desde las alturas imponentes de los Andes hasta las llanuras interminables de los valles, cada rincón de Bolivia cuenta una historia única y valiosa. Las huellas de nuestros antepasados se encuentran en cada paso que damos, en cada tradición que mantenemos viva. Hemos luchado a lo largo de los siglos para afirmar nuestra identidad y preservar nuestras raíces. La descolonización ha sido un pilar fundamental en esta búsqueda, un acto valiente de resistencia contra las cadenas del pasado. Al rechazar las narrativas impuestas y al abrazar nuestra herencia indígena, hemos demostrado al mundo que somos una nación recipiente y decidida. La pluralidad es el alma misma de Bolivia. La diversidad de nuestras etnias, lenguas y costumbres es un tesoro inestimable que enriquece nuestra sociedad. Caminamos sobre las huellas de héroes y líderes que sacrificaron sus vidas por la causa de la justicia y la libertad. Debemos sentirnos orgullosos de ser bolivianos, de ser portadores de una herencia que nos define y nos une, heredamos una historia de luchas, derrotas y triunfos, debemos ser defensores incansables de la justicia, la igualdad y la libertad. Debemos estar dispuestos a escuchar, a dialogar y a aprender de aquellos que piensan de manera diferente a nosotros. Solo así podremos construir un futuro en el que todas las voces sean escuchadas, esté es un llamado a construir puentes en lugar de levantar muros, a valorar la diversidad de opiniones y a encontrar soluciones porque a pesar de nuestras diferencias políticas y regionales, ante el mundo, hoy, somos un solo cuerpo compacto y unificado. Hoy, Bolivia es más próspera, es más rica, es más estable, es más seria, es más digna, es más industrial y es más soberana que todo lo que habíamos conocido en estos últimos 198 años de vida patria. Hoy, los bolivianos hemos aprendido a soñar colectivamente y a cumplir nuestros sueños. Soñamos en grande porque somos capaces de construir cosas grandes. Ya no nos lamentamos de nuestro destino porque hemos aprendido a cambiar el destino. Recordar el día en que se creó el país implica mucho más que una celebración como cualquier otra. Se trata de reafirmar la más clara voluntad de consolidar nuestra presencia geográfica, política, cultural y social en el mundo contemporáneo, con toda la diversidad que ostentamos y con una vocación de unidad democrática que trascienda los obstáculos que se presentan a lo largo del tiempo. Recordar el 6 de agosto es recordar nuestra historia, nuestro origen, nuestra lucha y nuestra vida.