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Qdoc - Tips - Mariano y La Botella Magica
Qdoc - Tips - Mariano y La Botella Magica
UN ARBOLITO EN EL DESIERTO
En un barrio muy
pobre, a mitad de un
cerrito, vivía Pedrito.
Un día su mamá vio que
guardaba la semilla de
la palta que acababan
de comer. Cuando le
preguntó por qué lo
hacía, él le respondió
que la iba a sembrar,
pues la maestra les
había dicho que si cada
persona sembrase un
árbol salvaríamos
nuestro planeta, ya que
los árboles brindan el
oxígeno que respiramos.
Pero su mamá le
advirtió que era inútil
sembrar porque vivían en una zona arenosa y seca, y que ellos no iban a
desperdiciar el agua que con tanto trabajo subían en baldes para regar un
arbolito; además tampoco le iba a dar dinero para comprar abono ni
fertilizantes para la tierra.
Todos le decían que ese árbol no iba a crecer, pero él usó su ingenio y cada
día regaba su plantita con el agua que se usaba para lavar las verduras.
También chancaba bien los residuos de cascaras o restos de comida y los
ponía en una bolsa para que se descompusieran, hacía compost, es decir, lo
convertía en abono que mezclaba con la tierra alrededor de su arbolito.
A los cinco años, ¡sorpresa! El arbolito dio cincuenta paltas. El niño estaba
contento, vendía las paltas y ganaba dinero, pero sobre todo se sentía
orgulloso porque muchos vecinos lo imitaron y ahora el arenal estaba lleno
de árboles que purificaban el ambiente. Pedrito les decía a todos: "Si cada
persona siembra un arbolito, habremos salvado nuestro planeta".
EL PRÍNCIPE PICAFLOR
El príncipe Picaflor vivía
en un parque en medio de
la ciudad, era muy guapo,
pero también muy
engreído. Sus papas el
rey Picaflor y la reina
Colibrí le habían hecho
creer que él era el mejor
en todo y siempre tenía
que ser el primero en
escoger las flores para
alimentarse. Ellos se
sentían felices porque los
demás los miraban con
admiración.
Un día Diez, el pulpo juguetón, vio una mancha verde flotando, pensó
que era una anémona y nadó para tomarla, pero era una bolsa de
plástico y antes de que se diera cuenta le cubrió la cabeza y comenzó a
ahogarse. El caballito de mar, muy asustado, avisó a los demás pulpos
y todos lo ayudaron y lo salvaron de una muerte segura.
La bolsa era parte de la basura que los hombres tiraban al mar, por eso
los animales marinos, con el pulpo Diez a la cabeza, ¡untaron todas las
bolsas y las llevaron a la orilla del mar. Esa mañana las personas no
podían creer lo que veían, toda la costa llena de millones de bolsas,
eran tantas que los barcos no podían salir a navegar.
Entonces las personas entendieron el daño que le hacían al mar al
arrojar basura y bolsas, así que limpiaron la playa y no volvieron a tirar
desperdicios. Poco a poco el mar se fue limpiando y Diez, el pulpo
juguetón, volvió a organizar carreras con los demás pulpos, ahora en
un mar limpio y sano ¡qué divertido!.
EL LEÓN Y EL CARPINTERO
Un día un pato partió de su isla que se
hallaba situada en medio de un caudaloso
río. Se fue en busca de aventuras hacia
otros países. Nadando alcanzó la orilla del
río. Con mucho esfuerzo arribó a tierra
firme y, oteando el horizonte, descubrió
todo un mundo frente a él. Como estaba
muy cansado se durmió junto al río. En su
sueño oyó una voz que decía: "Pobre
pato, has llegado al país de tus sueños,
tierra magnífica y grande pero no olvides
que aquí vive el hombre. Desconfía de él
porque es capaz de todas las astucias
imaginables". El pato despertó
sobresaltado.
Abrió los ojos como platos, vio el horizonte y a lo lejos unas montañas.
Se encaminó a ellas.
Tras mucho andar llegó a una gruta donde dormía un león que le
preguntó por el motivo de su viaje. El pato le contó los motivos. El león lo
escuchó y luego le dijo que él también había tenido un extraño sueño
similar, pero confesó que él no tenía miedo a los hombres, porque era
fuerte. Y para demostrarlo, al día siguiente iría a atrapar uno. Esto
consoló al pato que, al lado del león, se sentía seguro.
Al otro día, león y pato se pusieron en camino.
A lo lejos vieron una nube de polvo. Un borriquillo trotaba hacia ellos.
Cuando llegó hasta ellos le preguntaron que por qué corría. El asno dijo
que iba huyendo del poder de los humanos.
El león le dijo que no tuviera miedo, que fuera con él porque a su lado
serían invencibles. Y continuaron los tres el camino.
Vieron otra nube de polvo, está la hacía un caballo que también huía del
hombre. El león le dijo que no tuviera miedo, que junto a él sería un
animal invencible. Y el caballo se unió al grupo.
De nuevo se vio otra nubecilla de polvo. Era un camello cuyos amos lo
habían oprimido y obligado a cruzar cientos de veces el desierto.
El león volvió a repetir que él era muy fuerte, y convenció también al
camello para que se uniera a aquella comitiva de animales.
Juntos caminaron hasta que a lo lejos vieron a un hombre, un sencillo
carpintero que cargaba unas tablas a quien el león preguntó: "¿A dónde
te diriges, insignificante humano?"
El hombre dijo que iba camino de la guarida de la pantera, la reina de los
animales, quien le había mandado construir una casa con aquellas tablas.
El león, furioso, rugiendo ordenó al carpintero que le hiciera primero una
casa a él. Ante las amenazas, el hombre comenzó a construir las paredes.
Solo faltaba el techo. Entonces el carpintero le dijo al león: "Está tu casa.
Entra para que el tejado se calcule a tu altura".
LA NARRACIÓN EN TRES
MOMENTOS
DON SAUCE Y LOS
BARQUITOS DE PAPEL
Muy cerca de una laguna
muy hermosa Vivian Rosita
y Felipe, eran dos
hermanitos que les gustaba
jugar a recortar papel, ellos
hacían figuras de aviones y
de soldaditos, pero su
juego favorito era hacer
barquitos. Ambos cogían
un papel muy blanco y
brillante que les daba su
papá y hacían concursos
para ver cuál barquito
aguantaba más en el agua
sin deshacerse.
El árbol llamado don Sauce les preguntó a los niños “¿Ustedes no saben
que al usar el papel nuevo de papel provocan que se corten muchos
árboles? Los árboles talados van a una máquina que se llama
desfibradora, se le echan químicos, pasan por rodillos hasta tener una
pasta del que se hace el papel. Por eso hay menos árboles en el mundo
que purifiquen el aire.