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DAVID THOMSON ee REVIARIOS e@ Fondo de Cultura Econémica ‘Traduccién de Epmunpo O’GorRMAN HISTORIA MUNDIAL de R SS 1914 a 1968 S é b por Davip THOMSON An v ge = ny iG; WW Q } G Fonpo DE CuLTuRA ECONOMICA MEXICO-ARGENTINA-BRASIL-COLOMBIA-CHILE-ESPANA ESTADOS UNIDOS DE AMERICA-PERU-VENEZUELA INDICE GENERAL Prejiioesiad |: res, ¢ xt Ss Introduccién Qué es la “historia mundial”? I. El panorama mundiat en 1914, IL. La primera Guerra Mundial, 1914 a 1918 1 Las cuestiones implicadas, 69; 2. Rn aras de Marte, 80; 3. Los ajustes de la posguerra, 90; 4. Reperctisiones sociales, 98 TIL. La década de la posguerra, 1919 a 1929 1. Cisma en el socialismo, 106; 2, Organizacién internacional, 117; 3. La crisis econémica, 128} 4. Desintegracién’ cultural entre las dos’ gue, tras, 135 IV. La década de ta preguerra, 1929 a 1930 1, Los estados de partido tinico, 44; 2. La fue sién del nacionalismo ¥ del socialismo, 157; 3. Cooperacién internacional, 168 V. La segunda Guerra Mundial . 1. Los factores en juego, 182; 2. La carga de la Ruerra, 196; 3. El nuevo equilibrio de poder, 205 VI. El tnundo contempordneo, 1945 a 1968 1. Economfa mundial, ar 2 Difusion de la beneficencia, 225; 3. La revolucién colonial, 229° 4. Organizaciones mundiales, 237 Nota bibliogréfica. . . . “ % 7 ML 23 69 106 144 182 218 249 6 1: BL PANORAMA EN 1914 cena mundial en 1914, en los més amplios Hdonines, fue la de una més intensa interdepen- dencia econémica combinada con un més radical separatismo politico; la de un progreso social y ico, en el sentido de més altos patrones Ge vida y bienestar, combinado con la creciente tension entre el capital y el trabajo en cl seno de Ja sociedad; la de un enorme progreso material combinado con el empobrecimiento y la confu- sién culturales. Claramente se trata de un mun- do en estado de fusion y de r4pida transformacién. Sin embargo, en la mayoria de los paises occi- dentales, en comparacién al mundo de 1950, fue una época de seguridad y optimismo. Los pasos mediante los cuales aquel mundo se convirtié en el de 1950 es el tema en que se ocupan los capitulos restantes de este libro. CAPITULO 11 LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, 1914 a 1918 1, LAS CUESTIONES IMPLICADAS Hay muchos motivos por los cuales la guerra de 1914-1918 no tuvo precedentes y por los cuales, en la historia humana, fue un suceso completa- mente novedoso. Guerras anteriores, tales como Jas revoluciones francesas y napoleénicas, habian sido de mayor duracién e implicado igual mi mero de pueblos. Pero ésta fue la primera guerra de las masas, las cuales, segiin ya se mostrd, ha- bian aumentado tanto desde 1815. Fue el primere conflicto general entre los Estados nacionales al- tamente organizados del siglo xx, capaces de apro- vechar las energias de todos sus ciudadanos o stibditos, de movilizar la capacidad productiva de Jas industrias pesadas y de utilizar todos los re- cursos de la tecnologia moderna en la busqueda ede nuevos medios de destruccién. Se trata, tam- bién, de la primera guerra en escala suficiente ® como para dislocar la cconomfa mundial que, du- rante el siglo anterior, se habfa entretejido tan reciamentc. Desde su inicio parecié probable que semejante guerra resultarfa, no s6lo mds destruc- tiva de vidas y bienes que cualquier conflagracién pasada, sino de mayor alcance, mds incalculable y més incontrolable en sus consecuencias. Es la primera de las grandes guerras en la historia en que hubo tanta disparidad entre sus efectos y lo- gros y las intenciones y propdsitos confesados de Jos que primero se lanzaron a ella. Por esta razén es necesario distinguir cuidadosamente las cues- o ” IT: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL tiones que en un principio se admitieron como las implicadas de aquellas que se introdujeron an- tes de que terminara, y también es necesario dis- tinguir de ambas las consecuencias que ahora sabemos se siguieron de ella. Cuando el Imperio Austro-Hiingaro le declaré la guerra a Servia en 1914 y cuando Rusia movi- Jiz6 sus fuerzas del lado de Servia, la “Cuestién Oriental” de la diplomacia del siglo xix habia al- canzado su culminacién. El imperio dindstico multinacional de Austria-Hungria no podfa tole- yar el crecimiento de Servia sin incurrir en el riesgo de seguir desintegréndose en sus compo- nentes nacionales. El imperio dinastico de la Rusia de los zares no podia tolerar la expansion austriaca en los Balcanes sin perder su propia atraccién sobre los pueblos eslavos de la Europa Oriental. Cuando Alemania movilizé del Jado de ‘Austria-Hungrfa y Francia del Jado de Rusia y Ser- via, fue porque ninguna de los dos podia atreverse a perder el apoyo de su aliado en sus cdlculos de idad respecto al otro. Cuando Alemania in- vadié a Bélgica, cuya neutralidad habian prome- tido respetar los alemanes y las demas potencias occidentales, fue porque, segun el Plan Schlieffen, elaborado afios antes para hacer frente a una tal contingencia, era imperativo que el ejército alemdn intentara un golpe decisivo contra el nor- te de Francia y Paris antes de que Rusia pudiera atacar y antes de que Ja ayuda britdnica pudiese ser efectiva. Cuando la Gran Bretafia declaré Ia guerra a Alemania, fue en parte porque ésta habia violado la promesa mutua de respetar la neutralidad belga y en parte porque, tanto los acuerdos navales con Francia como el temor del poderio marftimo alem4n, obligaron a Inglaterra a colocarse al lado de Francia en vista del ataque de los alemanes. Cuando el Japén declaré la gue- LAS CUERSTIONES IMPLICADAS a rra a Alemania fue para apoderarse de las conce- siones que tenfa en China y asimismo de sus islas en el Pacifico. Cuando, después de una es- pera, el Imperio Turco Otomano y Bulgaria unic- ron sus fuerzas a Alemania, fue porque aquél era enemigo de Rusia y ésta tenia agravios contra Ser. via: Cuando, en 1915, Italia eniré a la guerra del lado de la Gran Bretafia, Francia y Rusia, fue porque se le habian prometido, en el tratado se- creto de Londres de ese mismo afio, ventajas te- rritoriales a costa de Turquia y de Austria y en el siglo xxx, el comercio constituia un vinculo de interés y amistad entre las naciones, Alemania y Ja Gran Bretafia no se habrian colocado en la- dos opuestos, y aquélla habria mantenido las me- jores relaciones con casi todos sus vecinos euro- peos. Como lo sefiala Lord Keynes: “Nosotros envidbamos mds exportacién a Alemania que a cualquier otro pais del mundo, salvo a la India, y le comprébamos més que a cualquier otro pais del mundo, salvo a los Estados Unidos.” + Alema- nia era el mejor comprador de Rusia, Austria. Hungria, Italia, Suiza, Bélgica, Holanda y Norue- ga, y el tercer mejor comprador de Francia. Todos Jos paises al este de Alemania tenfan con ella mds de una cuarta parte de la totalidad de su comer- 1M. Keynes: Tne Economic Consequences Peace (1919), p. 15. . ve eae n I: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Ja dislocacién econémica que sobrevino Sy aortas alemana en 1918. Estas cuestiones tuvieron mucho que ver respecto a los mutuos temores y desconfianzas del continente de Euro- pa, pero muy poco respecto a las rivalidades co- foniales fuera de él. Porque si bien es cierto que se recurrié a los territorios de las colonias para Ia leva de tropas y que los Dominios de Ultramar se pusieron al Jado de la Gran Bret Por sta razén st etiqueta original de “‘la Gran G ose, Cai mds adecuada que la etiqueta subsiguien- te de “primera Guerra Mundial”, Si bubiera ter- minado, como deseaban y habian pensado los alemanes, en 1915, con la derrota de Francia y el colapso financiero y administrativo de Rusia y sin la participacién de la Gran Bretafia, habria resultado de ella la consolidacién de los imperios Gindsticos continentales de la Europa Central y Oriental, Su consecuencia principal habria sido la enorme ampliacion del poderio aleman en los Balcanes y en las regiones orientales, con puerta abierta para el Cercano y Lejano Oriente y para Ja expansién colonial ultramarina. En tal caso, la guerra habria aparecido historicamente, no como ja primera Guerra Mundial, sino como la cuarta guerra imperial alemana? y casi seguramente ha- fra preparado una quinta que, por cierto, po- dria haber sido una guerra mundial. En este sentido, fue ante todo Ia participacién de la Co- munidad Britdnica, la potencia de mayor exten- sién terrestre, la que la convirtié en una guerra mundial. La negacién de los britanicos de perma- 2 Las tres primeras son las guerras de Bismarck de 184 contra Dinamarca, de “1868 contra Austris- Huneria y de 1870 contra Francia. LAS CUERSTIONES IMPLICADAS B necer neutrales, contrariando asi las esperanzas de Alemania, significé, ademas, que los Estados Unidos tendrian que abandonar su polftica de neutralidad, porque, como la participacién de la Comunidad aseguraba que seria una guerra larga, Jos norteamericanos no podian permitir que el biombo protector de la armada britdnica se de- dilitara mucho sin que ellos intervinieran para garantizar su propia seguridad, Pero si ahora, gracias a la ventaja de una vi- sién a posteriori, podemos ver que todas esas implicaciones estaban ya presentes en 1914 en el momento cuando fracasé el Plan Schlieffen, lo cierto es que entonces no se habfan revelado. Una vez empezada la guerra los motivos para continuarla fueron otros. Francia tenfa que se- guir combatiendo por razones obvias de mera supervivencia y porque se hallaba invadida. Lo mismo les acontecfa a Rusia y a Servia. Alema« nia, encarada con el peligro tradicional de la guerra de dos frentes, tenia que atacar primero desesperadamente en el oeste y después en el este, para evitar la invasién y el colapso. Los Im- perios Austriaco y Turco no tenfan mds alterna- tiva que la guerra o el desmoronamiento interno. Sélo la Gran Bretafia gozaba en cierta medida del poder de eleccién, aunque sin correr el ries- go de una victoria alemana, en el sentido de que podfa decidir en favor de una guerra larga de blo- queo y desgaste sin el peligro inmediato de verse invadida. Por igual razé6n, los Estados Unidos gozaban de un mayor margen de eleccién y con- taban con mas tiempo para hacer uso de ella. Hasta 1917 la manera en que se distribuyeron los dos lados beligerantes no permitia deducir ningunas consecuencias ideolégicas claras. Los Estados parlamentarios y democraticos, la Gran Bretafia, Francia y Bélgica estaban aliados al mas 4 I: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL jonario de todos los imperios dindsticos, ja zeceinaro de todo 1s pecs se antiguo enemigo y rival, Austria Hungria, ya $u victima en potencia, el Imperio Otomano. Las potencias occidentales aseguraban que combatfan el militarismo e imperialismo de los alemanes, pero ellas mismas eran potencias imsperiatintas co Joniales, y, por tradicién, Francia era una naciones més militaristas de Europa. Las pre- tensiones idealistas solamente eran ciertas en la medida en que las potencias occidentales defen- dian de hecho la causa de la autonomia de Servia y-el importante principio del respeto debido a las obligaciones pactadas en Jos tratados en el caso Bélpica. Por lo demés, semejantes pretensio- ero a partir de 1917 ya era posible hal ae dew un conflicto de ideologias. Cuando Ru- sia, ya agitada por una interna revolucién, firmé el tratado de Brest-Litovsk y se salié de la guerra, y cuando los Estados Unidos entraron del lado de Jos aliados occidentales, la posicién se hizo clara. Desde ese momento Esta cane ‘cién de Ja indole de la guerra, que acaecié en titercen afio, no sélo predetermind su desenlace, puesto gue el peso de los Estados Unidos garanti- JO la victoria occidental, sino-que preparé el es- Genario de aquel aparente triunfo de los ideales democraticos y de sus instituciones gubernamenta- les que dominé la década de los 1920. ‘Ecte desenlace, conviene repetirlo aquf, no har LAS CUESTIONES IMPLICADAS B bia estado en los propésitos de ninguno de los par- ticipantes originales en 1914; y de esta manera la mas grande de las guerras nacionalistas del si- glo xix se convirtié dramdticamente en la primera de las guerras ideolégicas del siglo xx. La guerra duré cincuenta y dos meses, lo cual, en comparacién con las Bliizkriegs de Bismarck, fue largo, pero en comparacién con otras guerras europeas fue breve. Lo novedoso no fue la dura- cién sino su feroz y concentrada intensidad: la rapidez con que las grandes potencias industria- Jes demostraron su capacidad de movilizar nuevos ejércitos y abastecimientos, transportarlos a gran- des distancias y arrojarlos unos contra otros en violenta autodestruccién. Ambos lados se mostra- ron tan parejos en su habilidad para hacer eso, que el rasgo principal de la guerra en el occidente fue el estancamiento, con tanta potencia concen- trada de cada lado que parecfa como si la fuerza irresistible habia encontrado el obstaculo iname- vible. de Esta naturaleza peculiarmente agotante de la guerra moderna tuvo importancia para la indole de las cuestiones implicadas. Cada uno de los gobiernos se vio obligado a apurar mas y mas el esfuerzo, no sdlo de las fuerzas armadas, sino tam- bién del frente civil y de la produccion industrial. La Gran Bretafia no introdujo la conscripeién has- ta 1916, y Francia no establecié el impuesto sobre la renta para financiamiento de la guerra hasta 1917; pero ambas naciones tuvieron que recurrir finalmente a esas medidas esenciales a toda gue- tra total. El bloqueo naval de Alemania y los hun- dimientos por parte de los submarinos alemanes de las importaciones de alimentos, vitales para la ll 6 TI: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Gren Bretafia, abrieron las _hostilidades en los } Bl | Fes esfuerzos no sélo intensifies los sentimientos ' nacionalistas, sino que fue acompatiado de cre- cientes promesas en favor de medidas en pro de una justicia social mas plena para después de la guerra: de “hacer al mundo seguro para la demo- cracia”, de “ofrecer casas adecuadas para héroes”, de un reconocimiento plenario de los “derechos de autonomia” y muchas otras de esa indole. De esta manera la naturaleza misma de la se escuchaba el argumento de que si la organiza- | cién humana y el empefo eran capaces de lograr | tanto en Ja guerra, un esfuerzo comparable en la paz podria terminar todos los malestares sociales. Fue asi como la guerra amplié mucho el inven- tario que el siglo xix habia hecho de aquellos ma- Jes de la sociedad considerados como curables por el esfuerzo humano, y que no eran de tolerar- se como inherentes a unos designios providencia- les malignos. Alenté la fe en el perfeccionismo y en la voluntad de entregarse a la experimentacién social y a la planeacién econdémica, lo cual, a la 'se vio fortalecido por el mo ito bol ‘La derrota y cancelacién de Rusia sirvieron para demostrar que los Estados absolutistas no eran aptos para sobrevivir a las tensiones de ese tipo de guerra, y esta leccién se vio corroborada pron- to por el parecido colapso de Austria-Hungria y del Imperio Otomano. Al mismo tiempo la entrada de los Estados Unidos infundié un nuevo y ain LAS CUESTIONES IMPLICADAS nT més optimista idealismo en las metas de paz de los aliados. El presidente Wilson se convirtié a si mismo, de modo especial, en el portavoz del idea- lismo y del perfeccionismo. Sus famosos “catorce puntos” de enero de 1918 han sido muy mai enten- didos por quienes Jos discuten sin haberlos leido. Lejos de contener declaraciones generales de va- gos principios morales, incluyen uma lista de propésitos bastante concretos que los aliados ya habian proclamado como metas de los arreglos después de la guerra; propésitos tales como la devolucién de Alsacia y Lorena a Francia, la libe- racién de Bélgica, la reconstitucién de Polonia y Ja evacuacién alemana de territorios rusos y bal- cnicos. Pero junto a estas finalidades, tan indis- cutiblemente justas como realizables, habia una serie de proposiciones wilsonianas mas debati- bles: “convenios abiertos, negociados abiertamen- te", que equivalia a poner fin, no slo a tratados secretos, sino a la diplomacia prudente; “Ti de los mares, igual en paz y en cién de barreras tes en las posesiones y pretensiones coloniales ; un nuevo trazado del mapa europeo, especialmente de las regiones orientales, inspirado por el princi- pio de la autonomia de los pueblos, y sobre todo, la creacién de un nuevo organismo internacii 2 Especialmente los “Cuatro principios” (febrero), los “Cuatro propésitos” (julio) y Ins “Cinco particu: Jaridades”. Estas ultimas declaraciones mostraron un creciente idealismo y tono de vaguedad, y hasta se Ile- 26a hablar de “Ja destruccidn de todo poder arbitrarlo B II: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL para un nuevo modo de hacer la paz. Esta vigoro- sa formulacién de metas pacifistas morales con- cordaba con el contraste mds realista entre las potencias aliadas y sus enemigos. Del mismo modo que la cinica violacién_alemana de los derechos de Bélgica metié desalifiadamente a la guerra a la Gran Bretafia, asi los Estados Unidos entraron por la inhumana proclamacién de la guerra incondi- cional submarina. Los aliados pudieron atraer directamente, como parte de sus hostilidades psi- colégicas, a las divididas y reprimidas nacionali- dades de la Europa Oriental, porque su triunfo acarrearia autométicamente la desorganizacion y rompimiento de los imperios dinasticos, y seme- jante atraccién podia ejercerse con mayor fuerza después de la derrota rusa, cuya alianza, a este respecto, era un impedimento para los aliados. De este modo fueron varios los factores que cons- piraron para que los aliados convirtieran Ja gue rra, entre 1917-1918, en uma cruzada moral en favor de los caracteristicos ideales liberales de res- peto hacia los compromisos internacionales, de independencia nacional y autonomfa y de los valo- res democraticos, Esta vigorosa corriente de idealismo se sobre- impuso, por decirlo asf, a los mas antiguos de- ses de separatismo nacional sin que, sin embar- go, los hubiere sustituido, En modo alguno los aliados estaban dispuestos a aceptar todas las pro- puestas de Wilson. Francia, como que habia sido el principal campo de batalla en cl occidente, in sistié en que Alemania deberfa pagar reparaciones de todos los dafios de la guerra. La Gran Bretafia yefa con recelo el principio de libertad de los en donde se encontrara...” y de que ya habria “ligas © alianzas 0 convenios y arreglos particulares dentro de la general y comin familia de la Sociedad de Na- ciones”. LAS CUESTIONES IMPLICADAS B mares “en paz y en guerra”, que habria hecho im- posible su bloqueo a Alemania. Tanto Frencia como la Gran Bretafia tenfan sus dudas acerca de la conveniencia de convertir Ja autonomia na- cional en Io que Wilson gustaba describir como “wn principio de accién imperativo”, y prevefan Jas dificultades de tratar de aplicarlo légicamente al enredo de las nacionalidades en los Balcanes. Los franceses condicionaban cualquier arreglo, no tanto a la conformidad respecto a valores de jus- ticia abstracta, cuanto a la medida en que se ajus- taba a los fines fundamentales por los cuales habian combatido: su supervivencia como un Es- tado nacional y su seguridad contra la amenaza de una nueva invasién alemana. La Gran Bretafia lo juzgaba por el grado en que removia de un modo permanente el peligro de la rivalidad naval alemana y en la medida que establecia un balance de poder mds equilibrado en Europa. Italia lo apreciaba segin el grado en que llenaba los pro- pésitos que se estipularon en el Tratado de Lon dres, y desde ese punto de vista se manifesté des- de el principio como una potencia insatisfecha. Las nacionalidades balcdnicas lo juzgaban por la me- dida en que les permitfa realizar sus aspiraciones nacionales en favor de la unidad y la independen- cia, y aqui también era inevitable que algunos se sintieran defraudados puesto que sus deseos en- traban en conflicto con otros, Fue’ /asi)//entonces) que, si bien Ja guerra a medida que se desarrollé paso de una fase de lucha nacionalista a una de idealismo moral y liberal, terminé siendo una mezcla de ambas cosas, y el rasgo principal de los problemas que se présentaron a los encarga- dos de hacer la paz en 1919 fue, precisamente, esta confusa combinacién de pretensiones morales y realistas. 80 I: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 2, EN ARAS DE MARTE Para apreciar el lugar que ocupa Ja guerra de 1914-1918 en la historia moderna mundial es nece- sario hacerse cargo del esfuerzo humano y del sacrificio que significé: la guerra estaba mucho menos mecanizada de lo que fue en tiempo de la segunda Guerra Mundial, de manera que al prin- cipio fue un conflicto de soldados, de infanteria y artilleria. Hasta los transportes motorizados eran novedad. A pesar de que se recurrié al blo- queo naval por ambos lados, el combate entre unidades de gran potencia fue casi nulo después de la batalla de Jutlandia en 1916, de suerte que fue mas una guerra de soldados que de marinos. La aviacién se empleé para reconocimientos, para ob- servaciones de artilleria y ocasionalmente para bombardeos; pero el bombardeo de zonas de retaguardia sélo se Ilevé a cabo durante los ulti- mos meses. Atinque los esfuerzos del frente na- cional en materia de produccién y de moral de los civiles revistieron una importancia consi- derable, y fueron de mucho mayor aleance que en guerras anteriores, se traté de todos modos de una guerra mds de soldados que de civiles. Hasta que se extendié el hambre en Rusia y en Alemania y hasta que sobrevino la gran epidemia de influen- za al fin de la guerra, fueron los soldados y no los civiles los heridos y los muertos. Los ataques de los zepelines alemanes a Londres causaron pocos dafios. Dada la polongacién de la guerra de desgaste en el occidente y los encuentros de enor- mes grupos de tropas en el frente oriental, el pro- plema decisivo para ambos Jados consistia en el reclutamiento, el entrenamiento, el transporte y el equipo de millones de hombres uniformados, Los esfuerzos de los gobiernos por hacer frente a ese problema fueron los que hicieron sentir pro- EN ARAS DE MARTE 81 fundamente los efectos de la guerra en el corazén mismo de casi todas las familias de cada una de Jas naciones. Con la excepcion de los Estados Uni» dos, que en cl momento del armisticio tenfan 4 millones de hombres armados, pero que habian entrado a buen tiempo para ser decisivos y sin embargo lo suficientemente tarde para sélo tener 115 000 muertos, la contribucién a Marte en Euro- pa significé la destruccién sistemdtica de 10 mi- llones de hombres, y principalmente de hombres que no habfan cumplido los cuarenta afios. Hasta la ultima fase de toda la guerra Ja ventaja esttuvo del lado de la defensiva, aunque tanto en Alemania como en Francia, Ja teoria militar pre- dominante era favorable a una estrategia ofensiva. La razon principal de la guerra de desgaste fue la ametralladora. Contra esta arma, la infanteria, provista de fusiles, bayonetas y granadas, sdlo podia avanzar después de larga y costosa prepara cin por parte de la artilleria. Por lo tanto, cada Jado cavaba trincheras defendidas con alambres de pias y ametralladoras, y s6lo podfa ser des- alojado después de largas operaciones prepara- torias y al precio de muchas vidas. En abril de 1915 los alemanes emplearon en Ypres gases vene- nosos como medio auxiliar del fuego de artilleria como preparacién del ataque. No resulté decisivo, pero desde entonces ambos beligerantes usaron el gas hasta el fin de la guerra. La batalla del Somme en el verano de 1916 ejemplifica el pro- 4+ De éstos, menos de Ja mitad murieron en combate. El resto murié principalmente de enfermedad, inclu- yendo 25 000 solcados que perecieron en la gran epide- mia. El Reino Unido perdié 744000 y cl resto de la Comunidad unos 202000. Francia y sus colonias per- dieron casi 1 400 000; Alemania, 1 855000; Austria-Hun- gria casi 1500 000, —————— rrr 82 II; LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL blema. Los aliados concentraron 2000 piezas de artilleria pesada tras de un frente de diez millas, y durante una semana continuamente bombardea- ron las trincheras enemigas. En Jos primeros dias del ataque, los britanicos perdieron 60000 hom- bres. Después de un mes habfan avanzado sélo dos y media millas. Toda Ja batalla costé a los alemanes 500000 hombres, y 600000 a los brita- nicos y franceses. Cada avance encontraba una nueva resistencia de trincheras a una o dos millas atras, de manera que tenia que empezarse de nuevo el proceso entero de bombardeo prepara- torio por parte de Ja artilleria. Las ofensivas de mayor importancia requerian, pues, mucho tiem: po en prepararse y por lo general Ja ganancia territorial era insignificante. Pero mantener seme- jantes Iineas de defensa y més atin montar ata- ques tan costosos requeria millones de hombres. El empleo de ejércitos enteros, concentrados como arietes, tal fue la forma mds ingeniosa de hacer Ia guerra que pudo ocurrirse al arte del genera- Jato de ambos lados. Por rareza se rompia la linea de“ensiva, y en el mejor caso lo mAs que se con- seguia era lograr un retroceso de unas cuantas millas. Solamente dos armas eran capaces de arreba- tarle la ventaja a la defensiva. Una era el tanque con Ja columna motorizada. Los britdnicos inven- taron el tanque y lo emplearon experimentalmen- te en la batalla del Somme. Pero la mentalidad de los militares no percibié pronto las posibilida- des de esa arma, y el papel que desempeiié no Ie- g6 a ser decisivo. La otra fue el empleo de la aviacién como medio de bombardeo, el cual, sin embargo, s6lo se adopté al final de la guerra. Entre tanto, quizd ninguna de Jas grandes batallas del frente occidental libradas entre la primera batalla del Marne en septiembre de 1914, que frustré cl EN ARAS DE MARTE, 8 Plan Schlieffen, y la ttima batalla del mismo nombre en el verano de 1918, que logré romper Ja defensa, pueden calificarse de verdaderamente decisivas. La mayoria de esos encuentros no repre- sentaban ganancia, porque los avances y objetivos logrados no guardaban proporcién con su costo. En 1916 los franceses contuvieron el ataque de Jos alemanes en Verdun al precio de, aproxima- damente, un tercio de mill6n de hombres por cada lado. En 1917, en la batalla de Passchendaele, los britanicos avanzaron cinco millas hacia Ypres a un costo de 400.000 hombres. De aqui la ironia y la paradoja de que el llamado jaque mutuo y la gue- rra de desgaste en el occidente devoré hombres como pasto de cafién en una proporcién mucht- ue en cualquier conflicto anterior. No porque la guerra en el frente oriental haya sido de mayor movilidad pucde decirse que su costo en vida humana fue menor, bien que las ra- zones son algo distintas. Ademds de que el frente era demasiado extenso para mantenerse con tri cheras, los rusos carecian de ametralladoras y ar- tilleria. Los alemanes, provistos de un armamento superior y mejor organizados pudieron, por lo tanto, lograr avances dramaticos. Pero las mayo- res ventajas de Rusia eran la amplitud del terri- torio y la inmensidad de sus recursos en hom- bres, de suerte que podia malgastar ambos con més libertad sin por eso sufrir una derrota, Slo en el afio de 1915 perdié dos millones de hom- % II: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL bres, entre muertos, heridos y prisioneros, y los alemanes habian penctrado profundamente en Lituania y Ja Rusia Blanca. En 1916 perdié otro millén; pero los ejércitos rusos se encontraban atm en el campo de batalla y se negaban a nego- ciar un armisticio. La absorcién de numerosos ejércitos alemanes en el frente oriental, pese a la habilidad en el rapido transporte de hombres y viveres de un frente al otro, fue sin discusién una gran ventaja para los aliados occidentales. El pro- pésito de éstos era, naturalmente, que, a cualquier precio, Rusia no se retirara del conflicto y para lograrlo se mostraron anuentes a prometerle ga- nancias a costa de Turquia al terminar la guerra, y asimismo a auxiliarla financieramente en los gastos de su esfuerzo bélico. En esta politica los aliados obtuvieron un éxito considerable. En 1917, cuando abdicé el zar y se formé un gobierno provisional, éste prosiguié la guerra, y no fue sino hasta después de la revolucién bolchevique cuan- do Trotsky recibié la comisién de negociar la paz con Alemania, que fue firmada en Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918. Los grupos nacionalistas dentro de las fronteras occidentales de Rusia, apo- yados por Alemania, ya habfa afirmado sus preten- siones de independencia, y en el tratado los bolche- viques accedieron a perder Finlandia, la Polonia rusa, Ucrania y los tres territorios balc4nicos de Lituania, Latvia y Estonia. Aunque Alemania toda- via tenia que mantener algunas fuerzas armadas en el oriente para hacer efectivo lo pactado, se vio libre de la guerra en dos frentes y pudo movilizar ejércitos enteros al frente occidental. Obtuvo, ademas, viveres adicionales de Ucrania que ali- viaron los efectos del bloqueo. Pero estas ventajas llegaron tarde para poder contrarrestar el refuer- zo americano del otro lado. Fueron contrarrestados, también, por el colapso EN ARAS DE MARTE. 85 de todos los principales aliados de Alemania. Toda- via en 1917, tanto Turquia como Austria-Hungria se mantenfan firmes y lograban victorias. Asisti- dos por oficialidad alemana, los turcos habian Jogrado defender con éxito los Dardanelos contra el ataque militar y naval de los britdnicos y fran- ceses en 1915. En 1916 Servia y Rumania (que reciente e inoportunamente entraron a Ia guerra) fueron conquistadas por Alemania y Austria-Hun- gia, y en 1917 los italianos padecieron Ia derrota de Caporetto. Pero en el interior de ambos im- perios los aliados habian logrado levantar movi- mientos nacionalistas insurgentes, y existfa una grave tensin interna. Esperaban el momento en que la derrota fuera inminente para rebelarse y causaban mucha ansicdad a los alemanes. Por estos motivos, cuando sobrevino el final, acaecid répida y catastréficamente. Y asi como en 1914 ninguma de las potencias tenfa planes para una guerra larga, as{ también, en 1918, ninguna espera- ba que terminara tan repentinamente. La paz en 1918 sorprendié sin preparacién a los estadistas atm més que los habia sorprendido la guerra de 1914 en las mismas condiciones. La guerra en el occidente terminé como habia empezado: con una decisién trascendental del Alto Mando Aleman. En cada afio del conflicto habian ideado un nuevo plan con el propésito de poner fin a la guerra de un modo rapido y deci- sivo, El Plan Schlieffen, segtin lo ejecuté Moltke, habia intentado envolver la parte septentrional de Francia y a Parfs de un solo golpe definitivo. Fracasé porque el general aleman se vio obligado a distraer fuerzas para el frente oriental con lo gue se debilité el golpe, y porque la Fuerza Expe- dicionaria Britdnica y los franceses lo pararon. El empefio de Hindenburg, en 1915, de poner fuera de combate a Rusia también se frustré. El ataque 86 IL: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL a Verdin, cuya finalidad era “desangrar a Fran- cia hasta Ja muerte”, fue detenido por Pétain. La campafia submarina’ de 1917 estuvo a punto de tener éxito al principio, pero fue contrarrestada por medidas antisubmarinas eficaces y por la ayuda americana. El Plan Falkenhayn, de 1918, calculado para provocar una fisura entre las fuer- zas britanicas y francesas, resulté inutil en vista del mando unificado bajo Foch y de la contribu- cién de poderosos esfuerzos de contingentes y viveres britanicos y americanos. Ahora, con Ale- mania casi exhausta, sus aliados capitulando y con el desembarco en Europa de tropas america- mas a razon de 250000 hombres por mes, el Alto Mando Aleméan notificé a su gobierno que no podia ganar Ja guerra y recomendé que Alemania soli- citara el armisticio. El general Ludendorff reco- mendé la formacién de un gobierno democratico especial con ese fin, pero cuya constitucién con- tuviera reformas de suerte que Ja responsabilidad de aceptar los términos de la derrota no reca- yera en el ejército y en la aristocracia que eran jos verdaderos responsables. Al mismo tiempo, por motivos muy distintos, el presidente Wilson también insistia en que la paz sdlo se negociara con un gobierno mas democrtico en Alemania. El principe Max de Baden, hombre liberal, enca- bez6 una coalicién que incluia a los socialistas. El Alto Mando “sf la victoria de la irresponsabilidad de la derro- ta. La guerra terminé con los ejércitos alemanes ocupando el territorio de Francia y sin que Ale- mania hubiere sido invadida, de manera que se EN ARAS DE MARTB 81 pudo fabricar 1 mito de que el ejército alemén no fue derrotado; y en la nueva reptblica demo- cratica gravitd la culpa de haber firmado el armis- ticio y de haber aceptado las condiciones de la paz. La casta militar, que supo hacer de Prusia el alma del Reich, sobrevivid el desastre para in- tentar mas adelante otra guerra. Hasta el Kéiser, a quien pronto se le condenaria como un criminal de guerra, vivid sin molestias en Holanda hasta 1942, Tal fue la revolucién alemana de 1918 de don- de surgié la Republica parlamentaria de Weimar. Mientras tanto, antes de que se reuniera en Pa- ris la prometida conferencia de la paz, otras nacio- hes se habfan encargado por si mismas de su destino. En octubre de 1918 los aliados recono- cieron los diversos comités nacionales que re- presentaban los grupos nacionalistas del Imperio Austro-Hiingaro. El 13 de noviembre, el ultimo de los emperadores Habsburgos fue al exilio, Aus- tria y Hungrfa se convirtieron en sendas republi- cas. En el mapa aparecieron los nuevos Estados de Checoslovaquia, encabezado por los checos, de Yugoslavia, encabezado por los servios, y una Po- Jonia resucitada. La organizacién de sus gobiernos y los limites de sus territorios no estaban bien definidos en detalle, pero sus pretensiones a cons- tituirse y a ser reconocidos como nucvos Estados nacionales ya no podfan negarse. De parecida ma- nera en el Cercano Oriente un grupo de Estados arabes surgié de las ruinas del Imperio Turco. La lucha armada prosiguié en Turquia por algan tiempo después de la firma del armisticio, porque los griegos invadieron Anatolia con la ayuda de los britanicos y de los franceses. La resistencia turca fue organizada por Mustapha Kemal, quien, en 1923, auxiliado por el nucvo gobierno sovictico de Rusia, logré expulsar a los griegos y a sus aliados de la peninsula invadida. En ese mismo 88 II: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL afio se proclamé una nueva repé el vigoroso régimen de Kemal. Considerada en amplia perspectiva his- torica, esta iltima circunstancia constituye, qui- zés, la mudanza més trascendental, como hecho aislado, provocada por la guerra en Europa. La condicidn de posibilidad de cambio tan de- cisivo fue el extraordinatio hecho de que, tanto le manera que surgié a lo largo de la zona oriental Jo que ha sido Namado un {Waciodelpoder”. La suerte de Estados intermedios como Polonia, situa- da entre vecinos poderosos, Alemania y Rusia, ba dependido normalmente de los arreglos que logren hacer con uno de ellos. Pero removida simultanea- mente la presién de ambos lados, esos Estados pudieron afirmar su completa independencia res- pecto al uno y al otro, aunque incvitablemente con Ja esperanza puesta en las potencias occiden- tales, con particularidad en Francia, como punto de apoyo externo. Francia, deseosa de encontrar aliados en el este, tanto como dique para contencr el avance del bolchevismo, cuanto como arma contra cl resurgimiento de Alemania, se presté gustosa a desempefiar el papel de padrino de esos nuevos Estados. En esa medida estaba dispuesta a apoyar el principio wilsoniano de Ia autodeter- minacién nacional en cuanto aplicado a la Europa de orient lo de Limnit EN ARAS DE MARTE a9 to de que ese “vacio de poder” en el Oriente podfa mantenerse, o-par lo menos, Ilenarse adecuada- mente con los nuevos Estados. Pero es claro que la recuperacién de poderio militar y econémico por parte, ya de Alemania, ya de Rusia, tendria que significar un reto a esos nuevos arreglos. De hecho, ambas naciones recuperaron su potencia en 1936, de donde inevitablemente se siguié una serie de crisis europeas que acarrearon un segun- do conflicto mundial cuando Alemania y Rusia se unieron para repartirse a Polonia. De este y de otros modos, Jas semillas de la segunda Guerra ya estaban sembradas al culminar la primera. El cambio de poder en 1918 en el Pacifico mos- tr6 ser casi de igual trascendencia. Seguin ya se dijo, el Japén se apoderé en los primeros’ afios de Ja guerra de Jas concesiones alemanas en China y de las islas que posefa Alemania en el Pacifico: las Marshall y las Carolinas. En 1915 obligs a China a aceptar las més de sus ‘Veintitin peticio- nes”, lo que le otorgé en buena medida el control sobre la China septentrional y la Manchuria del sur. Prosper6 al aduefiarse de los antiguos mer- cados europeos en Asia y en Sudamérica, y su flota mercante transporté la mayor parte del co- mercio asidtico. También en el Pacifico, con una China debilitada, con una Rusia en derrota y con los Estados Unidos y la Comunidad Britanica preoctipados, se produjo un “vacio de poder” pa- sajero que nadie mejor que los japoneses podian Ilenar y que nadie més que ellos lo deseaban tanto. Los convenios firmados en la Conferencia de Washington de 1921 aplazaron el conflicto du- rante diez afios al fijar la paridad naval entre la Comunidad y los Estados Unidos, y la potencia japonesa en acorazados de gran tonelaje a un 60 por ciento de las cifras britdnicas y americanas. Parecfa que el equilibrio de poder de la preguerra 90 II: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL en el Pacifico se habfa restaurado; pero aqui, también, el legado de la guerra, prdcticamente jnalterable por quienes hicieron la paz, contenia Jas condiciones de un futuro conflicto. El sacrifi- cio a Marte quedaba comprometido en un contra- to a largo plazo. 3, LOS AJUSTES DE LA POSGUERRA Los representantes de “Jas potencias beligeran- tes aliadas o asociadas” se reunieron en Paris en enero de 1919 con el propésito de establecer las condiciones de la paz. La asamblea no solo inclufa portavoces de los principales aliados y de los Es- tados sucesorios, sino también de aquellas po- tencias que, en fases mas tardias, habian roto relaciones diplomaticas con las potencias enemi- gas. Habian sido Bolivia, Ecuador, Pert y Uruguay. China y Siam, por haber declarado Ja guerra en el Ultimo momento, quedaron incluidos entre los aliados beligerantes. Los Estados que fueron enc- migos se excluyeron, de modo que todos los tratados, con excepcién del de Lausana con Tur- quia en 1923, fueron impuestos y no negociados. El manejo y Ja orientacién general de los ajus- tes estuvo en manos de Jos “Tres Grandes”: el presidente Wilson, de los Estados Unidos ; Georges Clemenceau, de Francia, y David Lloyd George, el Primer Ministro de la Gran Bretafia. En un prin- cipio el Japén e Italia fueron incluidos en el circulo interno de las potencias directoras, pero pronto se ausentaron. Los propésitos fundamen- tales de Wilson cran asegurar la aplicacién de Jos principios generales que habia proclamado como esenciales para el logro de una paz justa y para organizar y establecer Ja Sociedad de Na- ciones. A fin de obtener un asentimiento general LOS AJUSTES DE LA POSGUERRA 91 respecto a la Sociedad, se vio precisado a tran- sigir en Ja aplicacién de sus principios generales en los ajustes de orden territorial, consoléndose con la idea de que los arreglos geogrdficos y po- liticos que no eran de su gusto podrian modifi- carse, con mds calma, mediante el funcionamiento de la Sociedad como agencia de conciliacién y de cambios. Resulté, entonces, que el ajuste final fue una serie de regateos y transacciones entre los deseos de altos vuelos, pero no siempre realistas de Wilson, las exigencias nacionalistas e intensa- mente prdcticas de Clemenceau y las metas un tanto vacilantes y oportunistas de Lloyd George. El ajuste, y especialmente la parte incluida en el Tratado de Versalles celebrado con Alemania, ha sido motivo de frecuentes criticas en cuanto se le considera el abigarrado resultade de opuestos deseos. Esa circunstancia, sin embargo, no cons tituia necesariamente una falla. ¢Qué otro pro- pésito podia tener una asamblea internacional tan compleja, que no fuera establecer el nivel comin més alto de asentamiento entre Estados cuyos deseos e intereses eran opuestos en més de un modo? Los principios generales proclamados por Wilson, de haberse aplicado sin contradicciones, habrian producido resultados desastrosos y, en muchos casos, absurdos. A pesar de eso, su enor- me prestigio personal y su insistencia logré in- fundir en los convenios un punto de vista mds generoso y permanente. Las exageradas peticiones de Clemenceau y de Lloyd George, de no haberse moderado, habrian resultado en una paz carla- ginesa; sin embargo, sirvieron para hacerle pre- sente a Wilson las mds torvas realidades de la politica en Europa. Una critica més seria consiste en que el ajuste no sdlo era un parche abigarrado, sino que fue severo donde no debié serlo e indul- gente en la manera en que no convenfa. Hasta 2 If: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL qué punto es valida semejante critica podré juz garse examinando los principales puntos del arre- glo y el grado de permanencia que demostraron poser. Se establecié la independencia de Belgica, y se devolvieron a Francia las provincias de Alsacia y Lorena que Alemania le hab{a arrebatado en 1871. Esto era indiscutiblemente justo. Francia también obtuvo la propiedad de las minas carb niferas del Sarre, regién que habria de adminis- trarse durante quince afios por una comisién de la Sociedad de Naciones. En 1934, después de efec- tuado el plebiscito convenido, volvié a Alemania. Este arreglo, también, funcioné sin demasiados tropiezos. Se convino que Ia zona de las Provincias Renanas quedarfa durante quince afos bajo la ocupacién militar aliada, para garantia del cum- plimiento del Tratado por parte de Alemania. Esto se debid a una transaccion que, desde el punto de vista francés, era muy satisfactoria. En un princi- pio Clemenceau, aconsejado por Foch, pidié el control indefinido de las cabezas de puente del Rin como garantia militar de la seguridad para Francia. Los Estados Unidos y la Gran Bretafia se negaron y persuadieron a los franceses a acep- tar en cambio una conjunta garantia angloameri- cana en el sentido de prestar ayuda inmediata a Francia si de nuevo era atacada por Alemania. Pero cuando el Senado norteamericano se rehus6 a ratificar el Tratado, la garantia quedo sin efec- tos por parte de los Estados Unidos, y la Gran Bretafia alegé entonces que esa circunstancia la relevaba de la obligacién. En vista de ello, Francia sintié que habia sido victima de una jugada que Ja oblig6 a renunciar a su seguridad a cambio de Jo que resulté ser una mera promesa diploma- tica sin valor alguno. De allf su febril empefio de encontrar, durante los afios entre las dos gue- LOS AJUSTES DE LA POSGUERRA 93 rras, modos més firmes de garantizar su seguri- dad nacional. A este respecto la ocupacién militar de las Provincias Renanas por el periodo de quince afios resulté igualmente ilusoria: significaba que las tropas aliadas se retirarian justamente des- pués del intervalo que Alemania necesitaba para renovar sus ambiciones y para recuperar su po- tencia militar. Puede, pues, afirmarse que las garantfas de seguridad material exigidas a Alema- nia fueron del todo insuficientes. Por otra parte, los intentos encaminados a que Alemania aceptara la llamada “cldusula de culpa- bilidad bélica” fueron un tanto fantasmagéricos. Era imposible crear un sentido de responsabili- dad moral por el solo hecho de incluir una declaracién al respecto en un documento que los representantes alemanes se vieron obligados a firmar; y Ja demanda de reparaciones por dafios de guerra causados por los ejércitos alemanes, condicionada a aquella declaracién, alcanzaba ci- fras astronémicas sin ninguna consideracién seria acerea del modo en que Alemania podia pagar, ni acerca de como los aliados recibirfan semejan- tes riquezas. No se fijé una suma de reparacién en el Tratado, aunque Francia, Bélgica y la Gran Bretafia presentaron demandas de enorme cuan- tia. Se establecié una Comisién de Reparaciones a la que incumbfa la tarea de fijar el monto exi- gible y el modo y el término para el pago. Otras formas de reparaciones, sin embargo, fueron inmediatamente cxigidas. Alemania perdié todas sus colonias, la mayor parte de su armada, la casi totalidad de su flota mercante y asimismo la propiedad en el extranjero de los ciudadanos alemanes. Las tripulaciones barrenaron a Ja ma 94 IL: LA PRIMBRA GUERRA MUNDIAL yorfa de los barcos de guerra en Scapa Flow. Se prohibié la conscripcién en Alemania,.y su ojérci- to quedé limitado a 100 000 hombres. Se le negé el derecho de tener artillerfa pesada, aviacién y submarinos. De todos modos no habria podido costear la fabricacién de esas armas, por lo menos durante algunos aiios después de la guerra, y para cuando ya pudiera hacerlo no faltarian muchas ma- neras de evadir la vigilancia de las comisiones de desarme. En cambio, puesto que su pequefio ejér- cito tenia que ser de reclutamiento voluntario y de tipo profesional, se conservé el poder de la casta de la oficialidad, con lo que se permitié Ja elaboracién de un plan para aumentar rapida- mente la potencia militar alemana a la primera oportunidad. Toda esta serie de medidas puniti- vas y compensatorias estuvicron mal pensadas y eran impracticables. Sirvieron para consolidar ¢l tesentimiento nacional alem4n, sin prover nin- guna garant{a eficaz contra la posibilidad de que fal resentimiento se Ilegara a expresar de hecho, El ajuste en la Europa Oriental, contenido en los otros cuatro convenios redactados y conclui- dos por la misma asamblea, se ocupé principal- mente en trazar de nuevo el mapa politico y en buscar la manera de proteger las minorias nacio- nales que, aun después de las particiones territo- yiales mds ingeniosas, todavia quedaban situadas del lado equivocado de las fronteras. Aqui fue donde hubo un sinfin de transacciones y sutilezas ante la necesidad de aplicar Ja doctrina de la “autodeterminacién nacional”. En términos gene- rales, se dio satisfaccién a las exigencias del mo- vimiento surefio eslavo al amalgamar en Yugos- javia a Servia, Eslovenia y Croacia, aunque fue jecesario darle Trieste y algunas de las islas de Dalmasia a Italia, segin Jo pactado en tratado secreto de 1915. Polonia fue reconstruida como LOS AJUSTES DE LA POSGUERRA 95 Estado independiente, y se le concedié una salida al mar a través del “Corredor Polaco” de Posen y de la Prusia occidental. Estas regiones contenian minorias alemanas y el haberlas otorgado a Po- Ionia tuvo el efecto de separar Ja Prusia Oriental del resto de Alemania. Rumania aumenté su te- rritorio con regiones que habian pertenecido a Ru- sia y a Hungria, Grecia crecid a costa de Turquia. Se creé una nueva reptiblica en Checoslovaquia poblada por checos, eslavos, rutenos y_alema- nes sudetinos. Se reconocieron como Estados independientes a las naciones balcdnicas de Fin- landia, Latvia, Lituania y Estonia. Austria y Hun- grfa se convirtieron en pequefios Estados separa- dos sin salida al mar. Turqufa acabé por transfor- marse en un nuevo y fuerte Estado bajo el régimen de Mustapha Kemal, pero limitado a Constantino- pla y Asia Menor. Siria y el Libano quedaron con- finados a Francia, y Palestina, Transjordania e Irak a Inglaterra en calidad de mandatos. Esto significé que esas regiones estaban administradas por dichos paises, los cuales respondian por ellas ante la recién establecida Comisién Permanen- te de Mandatos de la Sociedad de Naciones. An- tiguas posesiones coloniales alemanas quedaron distribuidas sobre bases semejantes: el Africa Sudoccidental alemana le tocé a la Unién Sud- africana, y las demas colonias africanas fueron divididas entre la Gran Bretafia, Francia y Bél- gica. Al Japén se le dieron en mandato Jas islas del Pacifico septentrional; la Nueva Guinea ale- mana a Austria, y a Nueva Zelandia la Samoa alemana. La critica de la cordura de esos arreglos debe distinguirse de la critica a quienes los idearon en Paris. Habia muchas cuestiones en las cuales no te- nfan libre eleccién. Antes de que celcbraran sus reuniones los nuevos Estados orientales de Euro- 96 II; LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL pa ya existian, y Jo més que podia hacerse en Paris Peaasegurar que las nuevas fronteras fueran ade- fuadas. De parecida manera, las respectivas po- tencias ya habian ocupado los terrilorios que ahora so les encomendaban en mandato, y la asa lea no podia hacer otra cosa que estipular las condiciones de la manera en que serian adminis- trados. Aun suponiendo que se hubjera querido testablecer los imperios de la preguerra, habria sido imposible porque de hecho se habfan des- integrado. Tampoco puede culparse a los encar- gados de hacer Ia paz de la continuacion de gran- Ges y molestos grupos minoritarios en la Europa Oriental. Ahora eran menos que antes las perso- nas que vivian bajo Jos que consideraban regt Tienes extrafios. La novedad consistia en que se habian trocado los papeles, y eran alemanes ¥ hhingaros los que constituian minorias bajo domi- nacién polaca, checa 0 italiana. Quizd debié con- cederse con mas frecuencia el ‘peneficio de la duda a las naciones derrotadas, pero por lo demas las gosas no se habrian podido arreglar de modo muy diferente, La trasplantaci6n sistematica de mino- rias a distintos lados de las fronteras fue una fnedida que con justicia no quiso aceptarse por Considerar que provocaria més sufrimiento y opre- eign a poblaciones ya dafiadas por la guerra, bien que. se registraron migraciones esponténeas, de fod que la huida de minorfas griegas de Tur- quia y la traslacién de minorias turcas de Grecia en 1923 sirvieron a aquella finalidad. Inherente- mente nada habia de injusto en la determinacion de dejar poblaciones de nacionalidad diferente dentro de un Estado, con tal de que recibieran in trato justiciero por parte de la mayoria domi- tunte de ese Estado. Los Estados sucesorios, segin fueron Hamados los de nueva creacién, firmaron eee eos con las potencias aliadas, comprome- LOS AJUSTES DE LA POSGUERRA ” tiéndose a no dafiai tHéndose ax ra las minorias, blen intencionada medida, que concedia el dere Gebicera? iminorias agraviadas de quejarse de a gobierno ante una auloridad extemaa que mi 0. Beg modo de protegerias, no resulté un camino . recoucili o es ciliar los grupos de un Estado Casi todas las criti ticas a Io |; iguis fj s fargo de I scan tg se sre de la guerra, se debieron a la disparidad entr a gxcesivas esperanzas que se pusieron en el y el aeons Tunes inspiradas transacciones’ Lo to, sin embargo, es que io sad nas, ly, snes cat principios racionales 0. morales anos eee toros fragmentados de Europa. Ea. asumt a 7 Teen justicia no podia menos ae senalee tiva, pero a pesar de eso el ambi “a ¢ ic esa es] i intel i i Shan Intereses nacionales, siempre han sido recusltos me icra 0 #8 habito y de acomodos pase ae Bieta , Sin Bau: Bsa, sin embargo, eta To que tantos esperaban gue re 1 los representantes al arls; pero si se foman en cuenta las eens S 98 II: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL as por una guerra de més de cuatro re ie iaechutlidad Ge algunos problemas y las ignoradas consecuencias que guardaba el porve- nit, debe admitirse que los encargados de hacer Ios ajustes lograron mas de lo que podria parecer probabic cuando se reunieron. 4, REPERCUSIONES SOCIALES jderada aisladamente, la consecuencia ms ene Ja guerra, desde el punto de vista so- cial, fue el aliento que recibieron Jos sentimientos y las pasiones nacionalistas, de las que los prin- cipios de autodeterminacién sélo eran un reflejo. Las movilizaciones y las pérdidas en masa, Tas amargas pasiones provocadas por la carnicerfa de diez millones de hombres, la prolongada ee sida en el sostenimiento de Ja guerra, la partic ‘i pacién de las desgracias en la adversidad y de triunfo en la victoria, Todos, salvo los revolucionarios qnés extremosos, abandonaron la tesis marxista de avallos obreros de todos los paises nada tenfan que perder que no fueran sus cadenas econémi- cas, y de que Jas guerras eran conflict listas en que los obreros no participarian._ ‘a lucha, i iz botaje ‘en Rusia, no se paralizé por huclgas y sal peuciey La resistencia a los esfuerzos de guerra REPERCUSIONES SOCIALES 9 quedé en manos de unos pocos socialistas indivi- duales 0 pacifistas, n mas poderosos del mundo moderno, continuaria presionando, en formas diversas, a lo largo de los afios subsiguientes, El triunfo en Rusia del grupo extremista amplié y perpetud la disidencia dentro de Jas filas socialistas. Los socialistas parlamen- tarios no podian aceptar los métodos brutales empleados por los bolcheviques, del mismo modo ae que, para que i poumia se y profunda, fueron necesarios los acontecimien- tos de la siguiente década. El fortalecimiento del socialismo y del socia- lismo de tipo nacionalista se vio acompafiade por lo que puede denominarse la nacionalizacion del capitalismo, Cada gobierno tuvo que ejercer en proporcién considerable el control y asumir Ja direccién de toda la vida econémica del pais. Fue necesario regular el comercio y las inversiones extranjeras, y Ja produccién agricola e industrial tuvieron que sujctarse a planes y orientaciones a fin de poder hacer frenté a las éxigencias, de la movilizacién de los suministros de guerra. Fue preciso podar la produccién para usos civiles y no esenciales; se hizo necesario asegurar la en- ® El simbolo de la futura disidencia fue el “progra- ma Zimmerwald” de 1915, cuando los grupos minori- tarios socialistas antibélicos de cada pais se reunieron para formular la peticién en pro de una paz inmediata sin anexiones ni indempizaciones. Este movimiento, en el cual Lenin tomé parte muy activa, fue el em- brién del futuro Comintern. 100 I: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL de materias primas, y hubo de encauzarse Gitenaimiento de mano de obra en cada pais que, en proporcién cada vez mayor, inclufa el trabajo de las mujeres. Los capitalistas que apro- vechaban la escasez de los articulos 0 que obte- nfan demasiadas ganancias con los contratos de guerra se granjearon ol odio como “explotado- Fes"; y la siempre m4s pravosa carga de los im- puestos tendfa a nivelar las entradas y a depositar en manos de los gobiernos un inusitado e inmen- so poder. Cada Estado organizé la manera de alcanzar esas finalidades y asimismo el modo de racionar los comestibles y de controlar los precios. Esto acarreé nuevos problemas adminis: frativos, poderes burocraticos y manejos. A causa de la tardia entrada de los Estados Unidos a la guerra y en vista de su economia en expansion, aquel proceso no se extremé tanto en ese pais como en los europeos, pero de todos modos hizo algunos avances. Sus relaciones con Europa sufrieron, por otra parte, una profunda revolu- cién, Los ciudadanos britanicos y franceses y las compafiias de esas nacionalidades habian hecho cuantiosas inversiones en los Estados Unidos, y asimismo otros paises europeos. En 1914 dichas inversiones llegaban a algo asi como 800 millones de libras esterlinas. Durante Ja guerra los gobier- nos decomisaron csos intereses y los vendieron en Estados Unidos para poder comprar provision nes, compensando a los interesados en libras 0 Trancos. Ademds, los gobiernos europeos contra- jeron enormes deudas en los Estados Unidos, de Tnanera que este pafs se convirti6, al final de la guerra, en el mayor acreedor mundial al que J paises eurepeos: debian casi 2000 millones de Ii ‘bras. El pago de estas deudas de guerra iba a convertirse en uno de los problemas mas espino- sos en la década siguiente. REPERCUSIONES SOCIALES 101 Los trastornos sociales causados por la guerra fueron enormes. El equilibrio normal de los gru- pos de edades y de sexos de la poblacién fue al- {erado, porque durante la movilizacién se desor- ganizé la vida doméstica, millones de hombres jévenes sucumbieron, y el indice de nacimientos decayé marcadamente sélo para clevarse de un modo igualmenie notorio después del fin de Ja gucrras Las mujeres, que habian desempenado con patriotismo trabajos en Jas fabricas y en las fuerzas armadas, ingresaron en el mercado de la mano de obra en proporcién antes desconocida: al encontrar as{ una base econémica para poder gozar de mayor independencia, muchas siguieron en él. El papel que desempefiaron en auxilio del esfuerzo bélico, especialmente en la Gran Bretafia, fue una razon irresistible |paralacceder despues de la guerra a sus demandas en favor del voto femenino, E| cambio en la situacion social de la mujer en todo el mundo constituye una de las mds sordas e inadvertidas revoluciones de los tiem- pos modernos. De una situacién de servidumbre legal y social, en el peor caso, y de dependencia econémica y politica en el mejor, las mujeres fueron conquistando en un pais tras otro una po- sicién de mayor igualdad respecto de los hombres, Esta revolucién ha cundido aun en el Asia y es probable que, con el tiempo, se extienda al Africa. La guerra fue un elemento importante, en Ja Gran Bretafia y en la Europa Occidental, en el desarro- Io de todo ese proceso. Otras repercusiones so- ciales fueron provocadas por la inflacién de los precios y por el aumento de los impuestos que trajo consigo cl periodo después de Ia guerra. Todos aquellos ctiyo modo de subsistencia depen- dia de rentas fijas de inversiones, de pensiones o de ahorros, o cuyos sueldos no eran de facil ele- vacién se vieron obligados a bajar el nivel de 102 Il: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL {dalla tension y las privaciones, la histeria y el agotamiento provocados por la guerra dejaron unas naciones emocionalmente sobreexcitadas y Gesequilibradas con la carga de tener que ajustar Jas enojosas consecuencias del conflicto. ‘Pero sobre todo, las relaciones econémicas en tre Europa y los otros continentes sufrieron una revolucién. En el mundo de antes de la guerra todos los pafses avanzados de Europa habian im- portado més de lo que exportaban, compensando la diferencia con intereses sobre inversiones ex- tranjeras y con el transporte maritimo y otros servicios. De eso dependia su alto patrén de vida. Ahora los paises europeos, para poder pagar sus deudas de guerra y para recobrar su comercio exterior en tm periodo de alza de precios, te- nian que lograr una exportacién de mercancias mayor que la importacién. Sus patrones de vida padecieron proporcionalmente. En el mundo de la preguerta, segim el esbozo que se hizo antes, la produccién industrial habia gravitado sobre Europa y el grueso de sus importaciones de otros continentes habia sido de materias primas y de alimentos. En términos generales, los paises no europeos habjan dependido de las exportaciones de Europa por lo que toca a mercancias clabo- radas, de la misrna manera que dependfan de sus inversiones para obtener capital y de sus emi- grantes para su roano de obra técnica. Semejante interdependencia orgénica, que suponia una po- sicién de privilegio para los paises de Europa frente a los demés, ya estaba minada parcialmen- te en 1914; pero la répida expansion industrial de los Estados Unidos, de los Dominios, del Ja- pon y de algunos Estados de Sudamérica provo- tada por las exigencias insaciables de la época de la guerra, acabé para siempre con aquella po- sicién privilegiada de Europa. Los patses de ul- REPERCUSIONES SOCIALES 103 tramar se unicron a Jas filas de los exportadores internacionales de bienes manufacturados, o pu- dieron satisfacer en proporcién mas elevada sus necesidades internas, Se habian establecido re- laciones comerciales nuevas que dejaban fuera a los paises europeos. Los Estados Unidos comer- ciaban més directamente con Sudamérica y con el Lejano Oriente. El Japén comerciaba mas di- rectamente con Sudamérica, Australasia y la In- dia. Europa seguia siendo uno de los centros industriales mas grandes del mundo, pero ya no era el foco de la produccién industrial. Durante las dos siguientes décadas Europa pudo, hasta cierto grado, recuperar su posicién mundial, pero jamés pudo alcanzar de nuevo las alturas privi- legiadas de 1914. Y asf como el balance de las ventajas econémicas, antes de 1914, se trasladaba de una potencia europea a otra, asi ahora la mu- danza era entre continentes, de manera que todos los paises de Europa padecieron una relativa de- clinacién en importancia mundial. Todos estos cambios y su indole revolucionaria no fueron plenamente percibidos en 1919. Los problemas inmediatos de recuperarse de las de- vastaciones y de la dislocacién de la guerra eran demasiado urgentes. fueron las viejas dinastias las que cayeron derrotadas y desechas, fueron los Estados democraticos occidentales los que quedaron en pic, victoriosos. Pero es més, salvo pocas excep- ciones, los nuevos Estados adoptaron constitucio- nes altamente democraticas, Alemania inclusive, Realmente parecia que el mundo habia asegurado la democracia. Esto era més aparente y parecta més importante que los triunfos del nacionalismo. 104 Tl; LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL dicaba la esperanza de un orden internacional futuro mas racional y pacifico, el remedio de esa Jlamada “anarquia internacional” de 1914 que, segiin opinién de muchos, habfa producido la gue- rra. Dentro de la Asamblea de Ja Sociedad y su Consejo, representantes de la légica extension de los principios democraticos a la organizacién in- ternacional, las naciones del mundo podian reunir- se para barrer aquellos obstaculos a sus buenas relaciones y prosperidad que, en el pasado, habfan sido la causa de las guerras. El presidente Wilson logré que el Pacto de la Sociedad fuera incluido en el texto de todos los tratados, de manera que quedé6 reciamente entretejido en la estructura de los arreglos de la paz. Otros gobiernos, especial- mente el francés y el briténico, se mostraron en um principio escépticos acerca de su eficacia; pero cada uno empezé a creer que podria servir algu- nos de sus intereses nacionales por conducto de Ja Sociedad, de modo que aprendieron a darle su apoyo y a utilizarla, Sutrié un rudo golpe cuando el Senado de los Estados Unidos, rehu- sAndose a ratificar los tratados, impidid que los Estados Unidos se unieran a la Sociedad. Su prin- cipal padrino Ia habia abandonado. Puesto que su Asamblea representaba gobicrnos nacionales y los Estados sucesorios la consideraban como parte del atreglo total al que debfan su cxisten- cia oficial, pudo recurrir a nuevas fuentes de en- tusiasmo y apoyo, Durante la siguiente década, a medida que los problemas de reconstruccién de Ia posguerra abrumaban a todos los pafscs, sur- gio una especie de misticismo de la Sociedad en RBPERCUSIONES SOCIALES 105 la Europa Occidental. Parecia ser el tinico cami- no hacia un futuro mejor, Sin embargo, en esos mismos afios otras fuerzas Ja minaban, fuerzas ultranacionalistas y bélic; fi jombres de \ : las fronte- ras orientales el Occidente le dio la bienvenida como la barrera que impedirfa la extensién de ese nuevo espanto. En esto los forjadores de la paz de 1919 no se equivocaron en el diagnéstico aunque sus remedios fueron ineficaces. Aqui, cier- tamente, aparecia el fenémeno politico de mayor alzada en el mundo de la posguerra.

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