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Evidentemente Feuerbach no ignoraba este concepto. Pero, como Marx lo hace notar muy
justamente, no lo concebía ni definía sino “en su sórdida manifestación judaica”. En efecto, a
diferencia de los griegos, que “contemplaban la naturaleza con sentidos teóricos”, los judíos,
según Feuerbach, solo abrían a la naturaleza sentidos vulgarmente gástrico.
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“En Fichte sólo dos filosofías entraban en cuestión, el realismo y el idealismo. De modo análogo en Marx sólo cuen-
tan dos filosofías, el materialismo y el idealismo. Pero no se trata ya de escoger entre ellas, sino de superarlas y de-
jarlas atrás en la única filosofía que realmente cuenta, su nuevo materialismo dialéctico e histórico. En efecto, el
materialismo antiguo reconocía la realidad concreta y sensible, pero la consideraba estáticamente, como un objeto
opuesto al sujeto. El idealismo, en cambio, procedía dinámicamente, pero no ponía este dinamismo en la realidad
material sino en la conciencia. En uno y otro caso, realidad y actividad humana, materialismo e historia, estaban
separados. Ni siquiera Feuerbach fue capaz de unir ambos extremos. «En la medida en que Feuerbach es materialis-
ta no hace intervenir la historia, y en la medida en que toma en consideración la historia no es materialista. Materia-
lismo e historia aparecen en él completamente divorciados»'". Cuando Feuerbach piensa como materialista y conci-
be al hombre como un ser sentiente, cuyos sentidos apuntan a la realidad concreta y sensible, considera esta rela-
ción de manera teórica y contemplativa, prescinde, pues, de la historia, del devenir de la sensorialidad humana. Se
trata ahora de introducir en el materialismo feuerbachiano el devenir que Hegel en la Fenomenología puso en el
haber de la conciencia. Allí la conciencia se transformaba y se conocía mejor al transformar y conocer mejor a su
objeto. Ahora el hombre ha de transformarse y conocerse mejor a sí mismo, a medida que con su actividad sensorial
transforma y conoce mejor la realidad concreta y sensible en que se inserta. Hay que concebir, pues, la actividad
sensorial humana como actividad objetiva (gegenständliche Tätigkeit), por la que el hombre no sólo transforma un
objeto, sino que, al transformarlo, se objetiva en él, se hace objeto para sí mismo. Sujeto y objeto se encuentran así
en la praxis transformadora, en la que el sujeto deviene objeto y el objeto sujeto, el hombre se objetiva y el objeto
se humaniza. El materialismo que lo ponía todo a cuenta del objeto es corregido por el idealismo que lo ponía todo a
cuenta del sujeto. El resultado es un nuevo materialismo dialéctico e histórico, una teoría crítico-práctica de lo real.
La verdadera realidad se encuentra sólo en la praxis, en la actividad transformadora del hombre sobre la naturale-
za”. (Colomer, de Kant a Heidegger, Tomo III, pág. 183-184)

Hay que advertir que Marx utiliza en alemán dos términos para designar objeto: la primera vez dice Gegenstand; la
segunda, Objekt. Con esta diversa designación, Marx quiere distinguir el objeto como objetivación no sólo teórica
sino práctica, y el objeto en sí que es el que entra en la relación cognoscitiva de acuerdo con el materialismo.Objekt
es el objeto en sí, exterior al hombre y a su actividad; el objeto es aquí lo que se opone al sujeto; algo dado, existen-
te en sí y por sí, no un producto humano. La relación que corresponde ante este objeto exterior y subsistente de por
sí es una actitud pasiva por parte del sujeto, una visión o contemplación. El sujeto se limita a recibir o reflejar una
realidad; el conocimiento no es sino el resultado de la acción de los objetos del mundo exterior sobre los órganos de
los sentidos. El objeto es captado objetivamente, es decir, no como producto de la actividad práctica, no de un mo-
do subjetivo. ( Sanchez Vasquez)

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