El patio de atras
Carlos Gorostiza
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En un barrio portefio de clase media, la escasez de ingresos y la falta de trabajo obligan a una
familia a alquilar parte de su casa para sobrevivir. El hermano menor ha optado hace afios por
el exilio en busca de mejores condiciones de vida. Los otros cuatro prefieren refugiarse en el
“patio de atrés”. Un émbito de rutinas, frustraciones e incomunicacién.
Primera parte
Escenografia:
Es el fondo de una casa modesta de
suburbio en cuyo frente, a la calle y
oculto a la vista del puiblico, se supo-
ne hay un local donde funciona un
Club de Video; el espacio que vemos
¥ que los hermanos ocupan cuando
el buen tiempo lo permite es el patio
de atrds de esa casa. Casi todo el lu-
gar esta cubierto de malezas y su es-
tado general revela el abandono
que viven sus ocupantes. En pleno
centro del escenario, en el prosce-
nio, hay un resto de jardincito olvi-
dado, cubierto de tierra. Restos mas
‘Pequetios de viejos canteros se ven
en otros rincones del patio.
Frente al puiblico esta la pared tra-
sera de la casa; tiene una pequefia
‘puerta que da al interior y algunas
ventanas cubiertas con persianas
vencidas y visillo fuera de lugar.
A Ja izquierda, la pared termi-
‘nha antes del lateral y alli se inicia
un corredor que comunica con el
exterior.
Del techo de la pared parten hacia
el proscenio restos desflecados de
un toldo. Las malezas no dejan ver
Ja medianera derecha y allé atrés
se ve el resto de una escalerilla en
espiral ya en desuso. A lo largo del
otro lateral corre, como medianera,
un alambrado que separa este lu-
gar de la casa vecina.
Formando algo as{ como cuatro 4m-
bitos privados, en el patio hay una
jilla de ruedas para Maximo; una
‘ieja silla de paja y varias ollas y
Pesronavn
cacerolas lenas de lanas celestes
sobre una mesita para la Nena; una
méquina Singer de coser fuera de
uso para Pancho; y pilas de revis-
tas sobre los escalones de la esca-
Jerilla, uno de los cuales Clemen
usa para sentarse. También hay un
viejo mueblecillo, una vieja man-
guera, etc.
Los cuatro personajes son herma-
nos. Todos usan alguna prenda de
Jana tejida de color azul celeste:
‘Maximo, una manta; Nena, un cha-
Jeco; Pancho, medias; Clemen, un
sweater. El color de las prendas es
desparejo, ya que las lanas provie-
nen de diferentes partidas a través
del tiempo.
Son més de las seis de una tarde ti-
bia, casi fresca de otofio. Al subir la
Juz se oye una voz que entona mal
y entre dientes, aunque en alta voz,
el bolero “Quizds”.
iC)
Al subir la luz se ve a la Nena,
quien canta mientras teje mecani-
camente con lana de color celeste,
sentada en un extremo del patio.
(.)
En el otro extremo esté Maximo,
también sentado pero en una si-
Ila de muedas a la que fue adosada
una tabla en forma de pupitre, la
que podria levantarse para permi-
tir el paso del ocupante. Tiene una
manta de Ja misma lana sobre sus
rodillas. Sobre el pupitre juega un
solitario con barajas espatiolas.
(4)
ora puerta que da al interior de la
asa, caminando con displicencia,
mirando a su alrededor como quien
busca algiin objeto olvidado, apa-
rece Clemen. Va de un lado a otro
siempre lentamente. Buscando
algo con la mirada, abre la puerta
del mueblecito, mira adentro y bus-
ca alguna revista entre otras viejas
ali guardadas. No la encuentra,
echa una ojeada por debajo de los
muebles y contintia revisando por
Jos alrededores.
Por la misma puerta, también pe-
sadamente, entra Pancho, Trae un
diario y una valijita. Camina lento
mirando hacia arriba como consul-
tando el estado del tiempo. Se de-
tiene mirando el cielo.
En ese momento, Clemen decide
‘seguir buscando en el interior de la
casa y con el mismo paso cansado
sale por la misma puerta que utiliz6
para entrar.
Después de haber revisado el cielo,
‘Pancho va hacia su lugar; se sienta
frente a la Singer y levanta la tapa,
en cuyo dorso hay clavados varios
ganchitos. Luego, abriré la valiita,
sacaré unas tarjetas y las colocaré
en los ganchos, consultando el dia
disgustada por no encontrar lo que
busca. Se detiene en el centro del
Jugar y mira a su alrededor Des-
pués camina revisando a cada uno
de sus hermanos. La Nena termina
su canto. Entonces Clemen vuelve
al aparador a revisar los cajones.
‘Méximo junta al fin todas las bare
Jas, aburrido, y Jas deja caer sobresrante toda esta situa-
a pt jproiongarse el Mayor
pl, tal ve hasta Ponet
e0P? POW spectador, cada uno de
. srdidamente 4 cada uno
wrrias veces y sil EXDIE-
gees 0 , Hasta que al fi:
on lth“ jauien me puede al-
MAXI ati? (LO miran por un
zo nadie contesta. Maxi-
Est sobre mi mesita
0 ist mismo; Maximo insist)
cone (Oi Estoy pidiendo que
axe ame traiga la radio.
algae pespues de mirar a uno ¥
NENA [y— Dejate de radio. Con
ino se puede conversa.
io Maximo, estan de
otro lad}
aio
tros ici
()
HO (Interrumpe desde
Ne a proposito de conversar..
2 aD Pancho crea algo
Ur como un suspenso), “POT que
‘pose callan un poco?
NENA (A Maximo) — Ahora este
tambien. Miré con Jo que sale.
PANCHO— Por favor, necesito
concentrarme.
NENA.— gNecesitas concentrar-
16? (A Maximo) {Lo oiste? Si, tenés
razon, hermanito. Mejor traigo la
ratio, (Se va disgustada pero con
paso lento al interion.(...)
Segunda parte
En la oscuridad, las
das han variado su ritmo y sue na,
tas son diferentes. Tal vez estén
tocando el Angelus. Después de
unos segundos, las campanadas
cesan mientras se va oyendo la voz
de la Nena que canturrea el bolero
“Quizds". Sube la luz.
_ Maximo, siempre en su silla,
interrumpié un solitario y aho-
ra duerme con las barajas en su
mano. La Nena sigue tejiendo en
el mismo lugar. Sin dejar de can-
turrear camina hasta el corredor y
alli espia hacia la calle.
NENA— ¢Cuénto hace que se
fueron? (Maximo duerme y no con-
testa. Nena lo mira y lama fuerte).
iMaximo! (Maximo da un respingo),
MAXIMO.— Eh? Si, si, claro, claro.
NENA.— Claro qué.
MAXIMO.—No...digo que si. Si.
NENA.— Contestame la pregun-
ta.