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LUXACIÓN
Es la pérdida permanente de contacto de las superficies articulares. Puede ser traumática y ortopédica
(luxaciones congénitas, patológicas, etc). Cuando la luxación es prolongada es capaz de provocar la muerte
celular del cartílago, artritis postraumática, anquilosis y necrosis avascular.
Las luxaciones articulares grandes (ej: hombro, codo, cadera, tobillo o rodilla) son especialmente
preocupantes por el elevado riesgo de lesión neurovascular.

La mayoría de las luxaciones cursa con hallazgos clínicos característicos. Con la luxación los músculos que
rodean la articulación se vuelven típicamente espásticos, limitando así el arco de movimiento mientras que la
extremidad adquiere una posición característica. a. En la luxación posterior de cadera, el muslo está en
flexión y rotación interna. La extremidad afectada suele estar acortada y no es posible la extensión pasiva.
Una luxación anterior de hombro causa la posición en rotación externa y aducción del brazo. Las luxaciones
de codo y rodilla (con más frecuencia posteriores) provocan que la extremidad se quede fija en extensión.

Clínicamente, fuera del dolor y de la dificultad o impotencia funcional, los signos más importantes son:
- deformación: casi siempre típica por desplazamiento de los extremos articulares.
- resistencia elástica al cambio de posición, ya sea por enclavamiento de los extremos óseos, por tirantez de
los medios de unión que han quedado indemnes, o por contractura antálgica o por las tres causas.
- posición especial del miembro: típica para cada luxación.
- la Rx confirma la lesión.

Pueden presentar algunas de las complicaciones de las fracturas, pero son más propias las rigideces
articulares y las calcificaciones periarticulares. Estas pueden deberse en gran parte al tratamiento
inadecuado, ya sea por el retardo en la reducción, maniobras de reducción incorrectas o bruscas o a la
institución de masajes y movimientos forzados en la etapa de recuperación.

Las luxaciones de cadera y rodilla exigen una mención especial por las graves consecuencias asociadas a la
ausencia de diagnóstico y tratamiento en el momento adecuado. En las luxaciones de cadera, la demora
terapéutica puede provocar lesión del nervio ciático, muerte celular del cartílago y necrosis avascular. De
estas complicaciones, la más devastadora es la necrosis avascular, por su tendencia a causar el colapso de
la cabeza del fémur y el consiguiente desarrollo de una artropatía degenerativa. Este problema puede
conducir a la necesidad de recambio total de cadera o artrodesis de cadera a una edad temprana. La necrosis
avascular suele producirse con dependencia temporal. En la posición luxada, la tensión en los vasos
sanguíneos capsulares limita el flujo sanguíneo a la cabeza femoral. Si la cadera permanece luxada 24 h, se
desarrollará necrosis avascular en el 100% de los casos. Aunque es posible que se haya producido un daño
irreversible al aporte sanguíneo en el momento de la lesión, por lo general se cree que la reducción antes de
6 h reduce la incidencia de alteraciones isquémicas.
Las luxaciones de rodilla son una causa frecuente de lesión arterial por la proximidad de los vasos poplíteos.
Los vasos están unidos proximalmente en el hiato del aductor y distalmente cuando salen de la fosa poplítea,
y soportan una gran cantidad de fuerza cuando se produce una luxación de rodilla. La reducción rápida de
estas lesiones es obligatoria, seguida de reevaluación del estado vascular.

La luxación debe ser reducida lo antes posible y con el mayor cuidado para evitar graves secuelas
funcionales. Cuando existe una luxación más una fractura lo urgente es reducir la luxación. La fractura puede
esperar y hasta puede corregirse tardíamente con procedimientos incruentos o quirúrgicos.
Se la debe inmovilizar el tiempo necesario para que cicatricen la cápsula y los ligamentos desgarrados. Y
deben ejercitarse activamente los segmentos vecinos durante la inmovilización, y los afectados después de
suprimida la misma.
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En general, para reducir una luxación, se actúa en cuatro etapas:
a. vencer la contractura, suprimiendo el dolor mediante anestesia.
b. suprimir la tensión exagerada de músculos y ligamentos, llevando la articulación a una posición
intermedia que los relaje.
c. contando con una contracción adecuada, que casi siempre ejerce un ayudante, se efectúan maniobras de
tracción suavemente progresivas.
d. por último, pueden requerirse maniobras manuales en el foco para completar la reducción.

La reducción de luxaciones requiere con frecuencia sedación i.v. para disminuir el espasmo muscular en la
articulación. Por lo general, la técnica adecuada en todas las luxaciones supone reproducir la lesión, tracción
suave y revertir la lesión.
Es importante emplear una tracción suave constante en vez de tirones con fuerza, porque aquella permite la
relajación del espasmo muscular y mejora el bienestar del paciente. Si no es posible reducir una articulación
mediante técnicas cerradas y la sedación apropiada, se precisa anestesia general. Se intenta la reducción
cerrada de la articulación en quirófano, con personal e instrumental preparados para realizar una reducción
abierta si fracasa.

En general, se considera que si una luxación traumática pasa inadvertida los primeros días, cada vez es más
difícil su reducción incruenta. Transcurridos los 10-15 primeros días, debe efectuarse una preparación de los
tejidos retraídos mediante tracción esquelética intensa previa y luego intentar la reducción incruenta, si no se
obtiene éxito, operar. De los 30-60 días sólo cabe considerar la reducción quirúrgica de esas luxaciones
envejecidas sin haber sido reducidas exitosamente. Pero el problema es diferente según cada articulación,
así, en una luxación envejecida de hombro de una persona de más de 40 años de edad conviene no operar.

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