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Karla Michelle Cerrato Cáceres 202010060173

Enfoque de ampliación es sustentado por Hart:

Es posible que para los oprimidos no haya en el sistema nada que los llame a
la lealtad, sino únicamente cosas a temer. Ellos son las victimas del sistema,
no sus beneficiarios. (Concepto de derecho de Hart).
Conforme a la metáfora de las fases de la luna que hemos venido utilizando, es
con Hart con quien empieza a verificarse una aplicación del concepto del
derecho. Para Hart el derecho es un sistema normativo compuesto por reglas,
las cuales pueden ser de dos tipos: normas primarias y normas secundarias.
Las primeras establecen derechos y obligaciones; las segundas, permiten
modificaciones a las normas primarias y dan facultades a las autoridades para
aplicar estas normas. Para Hart, el cumplimiento de las reglas, por parte de sus
destinatarios, pueden obedecer a una adhesión moral a las mismas y no solo al
miedo al castigo.
El filósofo nos pide imaginar una sociedad que puede vivir solo con reglas
primarias. Para que ello sea posible deben cumplirse dos condiciones. Priora,
las reglas deben restringir el uso libre de la violencia, el robo, y el engaño;
segunda, si bien en esta sociedad puede existir una tención entre los que
aceptan las reglas y los que las rechazan, este último grupo debe ser solo una
minoría, de lo contrario encontraría muy poca presión social.
Falta de certeza.
Con una forma de control que solo contara con reglas primarias, estas serían
solo pautas de conducta disgregadas, es decir, no formarían un sistema, por lo
que surgirían dudas respecto a cuáles son las reglas a obedecer y cuál es su
alcance, pero no habría un procedimiento para solucionarlas. Lo anterior
requiere entonces de reglas distintas a las primarias, las cuales resuelvan estas
dudas mediante la referencia a un texto con autoridad o bien a un funcionario
cuyas opiniones estén revestidas de ella. El remedio a este defecto son las
“reglas de reconocimiento”, las cuales determinan las características que debe
tener una regla primaria para considerar que pertenece al grupo, es decir, que
es válida. Puede tener diversas formas, por ejemplo, puede consistir en un
documento escrito o en un monumento que contiene una serie de reglas, el
cual es dotado de cierta autoridad. Hart señala que, en las sociedades
modernas, hay varias reglas de reconocimiento y por lo tanto varias fuentes del
derecho, las cuales pueden consistir en una constitución, una legislación y las
decisiones de los jueces. Entre estas fuentes se establece una subordinación
para evitar conflictos.
El carácter estático de las reglas.
En una sociedad con un control tan básico, el único modo de introducir una
regla nueva sería el lento proceso mediante el cual un curso de conducta
optativo se trasforma en habitual y luego en obligatorio. Igualmente, la
declinación de una desviación pasaría por un proceso largo, en el cual, primero
la conducta es tratada con severidad, después es tolerada y más tarde pasaría
inadvertida. Con un control social simple, no habría forma de adaptar las reglas
a las circunstancias cambiantes, no existiría un mecanismo para eliminar
normas o para introducirlas. Para subsanar esta deficiencia Hart propone la
creación de “normas de cambio”, estas normas especifican que persona o que
cuerpo de personas está facultada para introducir nuevas reglas primarias al
grupo social, así como la forma en que se verificará dicho procedimiento. Las
normas de cambio tienen una relación estrecha con las “reglas de
reconocimiento” pues, si estas establecen las características definitorias que
una norma debe tener para pertenecer al grupo, es a ella a la que se debe
atender al introducir una nueva regla.
La ineficiencia.
A consecuencia del control mínimo en una sociedad compleja, habría una vaga
presión social para hacer cumplir las reglas, se generarían también discusiones
sobre si una regla ha sido o no violada, disputa que continuaría ante la falta de
un órgano especial con autoridad que determinara su violación. Aunado a ello,
al no contar con un órgano destinado a la aplicación de castigos por la violación
de las reglas, esta tarea se depositaría en el grupo en su conjunto o en el
individuo afectado, lo que se traduciría en brutales venganzas. La solución
ofrecida por Hart es la “regla de adjudicación” mediante la cual se otorgan
facultades a los individuos que pueden juzgar, así como el procedimiento que
deben seguir, lo que evitaría la justicia por propia mano. Hart considera que, si
el sistema jurídico es equitativo y vela por los intereses vitales de todas las
personas a quienes les exige obediencia, conseguirá el respeto de la mayoría,
lo que generará la estabilidad del sistema. En contraste, si el sistema es un
instrumento para servir a los intereses del grupo dominante, habrá sectores
que no lo respetarán y que amenacen con levantarse, lo cual hará al sistema
tanto represivo como inestable. Desde esta perspectiva, la diferencia entre
sociedades con sistemas simples de control y las sociedades con un sistema
jurídico, que cuentan con “su legislatura centralmente organizada, sus
tribunales, funcionales.
Influencia de la moral en el derecho.
Hart señala que la existencia de un sistema jurídico supone, ante el mismo, dos
tipos de actitudes por parte de la sociedad: la de aquellos que ven sus reglas
desde el punto de vista interno y la de aquellos que las ven desde el punto de
vista externo. Los primeros aceptan y usan las reglas del sistema, las
consideran guías para su conducta, más allá de las predicciones sobre lo que
los funcionarios podrían hacerles en caso de que las desobedezcan. En
cambio, los segundos no aceptan las reglas de la sociedad, ya sea porque son
delincuentes o porque son víctimas del sistema, por lo que las reglas tienen
que imponérseles mediante amenazas o por el uso de la fuerza y es sólo en
ese sentido que se interesan por las reglas, es decir, sólo como fuentes de
posibles sanciones.
Contenido mínimo del derecho natural.
Hart no sólo acepta que existen mil puntos de influencia de la moral en el
derecho, sino además que en todas las sociedades hay ciertos principios de
conducta universalmente reconocidos, que tienen como objetivo la
supervivencia del ser humano y constituyen un elemento común tanto del
derecho como de la moral. A estas reglas, Hart las denomina: el contenido
mínimo del derecho natural. Para el profesor de Oxford, este contenido está
determinado por “verdades elementales referentes a los seres humanos, a su
circunstancia natural, y a sus propósitos. Estas verdades son enunciadas en
cinco puntos:
Vulnerabilidad humana.
Según Hart, para hacer posible la vida en sociedad, las exigencias de
conducta, formuladas tanto por el derecho como por la moral, se refieren a
abstenciones, las que se expresan en forma de prohibiciones. La más
importante prohibición, en atención a la vulnerabilidad de los seres humanos,
es la que restringe el uso de la violencia, que se traduce, por ejemplo, en no
matar o causar daños corporales. Para este filósofo, la importancia de esta
prohibición puede ser develada mediante la pregunta ¿si no hubiera estas
reglas de qué nos serviría, a seres como nosotros, tener reglas de cualquier
otro tipo.
Igualdad aproximada.
Un sistema de abstenciones y concesiones mutuas se hace necesario, en
ambos ámbitos normativos, al considerar la igualdad aproximada de los seres
humanos. Hart considera que, aunque somos diferentes en fuerza, agilidad y
capacidad intelectual, ninguno es tan poderoso como para poder dominar a
todos sin su cooperación.
Altruismo limitado.
Para Hart es falso considerar a los hombres como absolutamente egoístas, sin
ningún interés en la supervivencia y bienestar de los demás. Sin embargo, el
altruismo de los seres humanos es limitado, además de que tendemos a la
agresión, lo que puede imposibilitar la vida social, por lo que el sistema de
abstenciones mutuas se hace necesario.
Recursos limitados.
Los seres humanos tenemos necesidad de alimentación, ropa y resguardo, sin
embargo, estos bienes no se encuentran a nuestro alcance en forma ilimitada,
al contrario, son escasos. Para obtenerlos se requiere de un esfuerzo humano,
ya sea para tomarlos de la naturaleza o para producirlos. Esto demanda cierta
protección del apoderamiento ajeno, por ejemplo, en su proceso de crecimiento
en la naturaleza, los alimentos tienen que protegerse del apoderamiento ajeno
para que este proceso pueda culminar. Para Hart, esto hace indispensable
instituir alguna forma de propiedad, aún mínima, apuntando que no
necesariamente debe tratarse de la propiedad individual.
Comprensión y fuerza de voluntad limitadas.
La mayoría de los seres humanos son capaces de comprender la necesidad de
ciertas reglas para hacer posible la vida social y los beneficios mutuos que de
ella derivan. Sin embargo, no en todos los hombres se verifica esta
comprensión, hay quienes prefieren sus intereses personales inmediatos contra
los intereses de una comunidad a largo plazo.

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