CONSAGRACIÓN

La Virgen María es el camino más fácil, corto y seguro para llegar

a Jesucristo. Cualquier bautizado puede realizar esta consagración total
de sí mismo a la Madre de Dios, basado en el antiguo método desarrollado

TOTAL A JESÚS
por San Luis María Grignon de Montfort.

¿EN QUÉ CONSISTE?

POR MEDIO DE La palabra consagrar procede del latín consecrāre y significa

“hacer totalmente sagrado”. Mediante esta práctica, la persona se entrega

MARÍA
completamente a la Santísima Virgen María, se vuelve esclava por amor,
para así poder llegar a ser plenamente fiel a Jesucristo. Se trata de una
entrega de todo nuestro ser, en todos sus aspectos. Por su parte, María nos
acoge de manera especial bajo su manto, quedando “obligada” por su
amor a nosotros.

Esta devoción fue redactada por San Luis María Grignon de

Montfort (1673 – 1716), en su libro “Tratado de la Verdadera Devoción
a la Santísima Virgen María”. Consta de una preparación de 33 días en
los que se debe realizar una serie de oraciones, a medida que se reflexiona
y medita sobre diversos temas, con el fin de vaciarse del espíritu del
mundo y crecer en conocimiento de uno mismo, de María y de Cristo.
Finalmente, el fiel se confesará, recibirá la Comunión y leerá la fórmula
de la Consagración en algún día especialmente elegido, que coincida con
alguna fiesta mariana (por ejemplo, 15 de agosto, día de la Asunción).

¿POR QUÉ CONSAGRARSE?

Por amor al Amor, por el deseo del cumplimiento de Su Voluntad.

En este último tiempo, tanto Benedicto XVI como San Juan Pablo II han
impulsado esta práctica de manera especial. Éste último entendía esta
devoción como “la renovación perfecta de las promesas bautismales” a
través de las manos de Ella. La Virgen misma, en Fátima, nos ha pedido
la consagración a su Inmaculado Corazón. El Magisterio de la Iglesia,
especialmente a través de los Sumos Pontífices, ha alabado, recomendado
y exhortado a todos los cristianos a que se consagren a la Santísima
Virgen María.
A continuación, se ofrece una síntesis del libro “Tratado de la
verdadera devoción a la Santísima Virgen María”, donde el santo autor
nos acerca al misterio de la figura de María y la necesidad imperiosa de
esta devoción.
* es. Afirmo, sin embargo, que -dadas las cosas como son-, habiendo
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NECESIDAD DEL CULTO A MARÍA
Por medio de la Santísima Virgen María vino Jesucristo al mundo
y también por medio de Ella debe reinar en el mundo.
Los santos proclaman de María que la altura de sus méritos,
elevados por Ella hasta el trono de la divinidad, es inaccesible; la anchura
de su caridad, es inconmensurable; la grandeza de su poder, que se
extiende hasta sobre el mismo Dios, es incomprensible; y, en fin, que la
profundidad de su humildad y de todas sus virtudes y gracias es un abismo
insondable.
¡Qué portentos y misterios ha ocultado Dios en esta admirable
creatura!, como Ella misma se ve obligada a confesarlo –no obstante su
profunda humildad–: ¡El Poderoso ha hecho obras grandes por mí! El
mundo los desconoce, porque es incapaz e indigno de conocerlos.
Confieso con toda la Iglesia que, siendo María una simple creatura
salida de las manos del Altísimo, comparada a la infinita Majestad de
Dios, es menos que un átomo, o mejor, es nada, porque sólo El es El que
querido Dios comenzar y culminar sus mayores obras por medio de la
Santísima Virgen desde que la formó, es de creer que no cambiará jamás
de proceder; es Dios, y no cambia ni en sus sentimientos ni en su manera
de obrar.
Es, por tanto, justo y necesario repetir con los santos: María no ha
sido aún alabada, ensalzada, honrada y servida como debe serlo. Merece
mejores alabanzas, respeto, amor y servicio.
 MARÍA COMO MEDIADORA
Jesucristo dio mayor gloria a Dios, su Padre, por su sumisión a
María durante treinta años, que la que le hubiera dado convirtiendo al
mundo entero por los milagros más portentosos. ¡Cuán altamente
glorificamos a Dios cuando para agradarle nos sometemos a María, a
ejemplo de Jesucristo, nuestro único modelo!
Dios Padre creó un depósito de todas las aguas, y lo llamó mar.
Creó un depósito de todas las gracias, y lo llamó María.
Dios Espíritu Santo comunicó sus dones a María, su fiel Esposa,
y la escogió por dispensadora de cuanto posee. Ella distribuye a quien
quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere todos sus dones y
gracias. Y no se concede a los hombres ningún don celestial que no pase
por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios, que quiere
que todo lo tengamos por María. Estos son los sentimientos de la Iglesia
y de los Santos Padres.
Cuando el Espíritu Santo, su Esposo, la encuentra en un alma,
vuela y entra en esa alma en plenitud, y se le comunica tanto más
abundantemente cuanto más sitio hace el alma a su Esposa. Una de las
razones de que el Espíritu Santo no realice ahora maravillas portentosas
en las almas es que no encuentra en ellas una unión suficientemente
estrecha con su fiel e indisoluble Esposa.
MARÍA Y EL FIN DE LOS TIEMPOS
“¡Señor, para que venga tu reino, venga el reino de María!”
La salvación del mundo comenzó por medio de María, y por
medio de Ella debe alcanzar su plenitud.
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Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable hostilidad,
que durará y se intensificará hasta el fin. Y es entre María, su digna
Madre, y el diablo. De suerte que el enemigo más terrible que Dios ha
suscitado contra Satanás es María, su santísima Madre. Ya desde el
paraíso terrenal –aunque María sólo estaba entonces en la mente divina–
le inspiró tanto odio contra ese maldito enemigo de Dios, le dio tanta
sagacidad para descubrir la malicia de esa antigua serpiente y tanta fuerza
para vencer, abatir y aplastar a ese orgulloso impío, que el diablo la teme
no sólo más que a todos los ángeles y hombres, sino, en cierto modo, más
que al mismo Dios. No ya porque la ira y poder divinos no sean
infinitamente mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones
son limitadas, sino: 1. porque Satanás, que es tan orgulloso, sufre
infinitamente más al verse vencido y castigado por una sencilla y humilde
esclava de Dios, y la humildad de la Virgen lo humilla más que el poder
divino; 2. porque Dios ha concedido a María un poder tan grande contra
los demonios, que tienen más miedo a un solo suspiro de María en favor
de una persona que a las oraciones de todos los santos, y a una sola
amenaza suya contra ellos más que a todos los demás tormentos.
El poder de María sobre todos los demonios resplandecerá, sin
embargo, de modo particular en los últimos tiempos, cuando Satanás
pondrá asechanzas a sus humildes servidores y pobres hijos que Ella
suscitará para hacerle la guerra. Serán pequeños y pobres a juicio del
mundo; humillados delante de todos. Pero, en cambio, serán ricos en
gracias y carismas, que María les distribuirá con abundancia; grandes y
elevados en santidad delante de Dios; superiores a cualquier otra creatura
por su celo ardoroso; y tan fuertemente apoyados en el socorro divino,
que, unidos a María, aplastarán la cabeza del demonio y harán triunfar a
Jesucristo.
 FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS DE ESTA DEVOCIÓN
Si establecemos la sólida devoción a la Santísima Virgen, es sólo
para establecer más perfectamente la de Jesucristo y ofrecer un medio
fácil y seguro para encontrar al Señor.
El Señor está siempre con María, y María está siempre con Él, y
no puede existir sin Él; de lo contrario, dejaría de ser lo que es. Ella se
halla tan íntimamente unida al Señor, que sería más fácil separar la luz
del sol, el calor del fuego; porque Ella le ama más ardientemente y le
glorifica con mayor perfección que todas las demás creaturas juntas.
Nada hay entre los hombres que le haga a uno pertenecer más a
otro que la esclavitud. Nada hay tampoco entre los cristianos que nos haga
pertenecer más completamente a Jesucristo y a su santísima Madre que la
esclavitud aceptada voluntariamente, a ejemplo de Jesucristo, que por
nuestro amor tomó forma de esclavo, y de la Santísima Virgen, que se
proclamó servidora y esclava del Señor. Afirmo entonces que debemos
pertenecer a Jesucristo y servirle no sólo como combatientes, sino como
esclavos de amor, que, por efecto de un intenso amor, se entregan y
consagran a su servicio en calidad de esclavos por el único honor de
pertenecerle. Antes del Bautismo éramos esclavos del diablo. El
Bautismo nos transformó en esclavos de Jesucristo.
Lo que digo en términos absolutos de Jesucristo, lo digo,
proporcionalmente, de la Santísima Virgen. Habiéndola escogido
Jesucristo por compañera inseparable de su vida, le otorgó, gratuitamente
- respecto de su Majestad- todos los derechos y privilegios que Él posee
por naturaleza: “Todo lo que conviene a Dios por naturaleza, conviene a
María por gracia”, dicen los santos. De suerte que, según ellos, teniendo
los dos el mismo querer y poder, tienen también los mismos servidores y
esclavos.
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Podemos, pues -conforme al parecer de los santos y de muchos
varones insignes-, llamarnos y hacernos esclavos de amor de la Santísima
Virgen, a fin de serlo más perfectamente de Jesucristo. La Virgen
Santísima es el medio del cual se sirvió el Señor para venir a nosotros. Es
también el medio del cual debemos servirnos para ir a Él. Pues María no
es como las demás creaturas, que, si nos apegamos a ellas, pueden
separarnos de Dios en lugar de acercarnos a Él. La tendencia más fuerte
de María es la de unirnos a Jesucristo, su Hijo, y la más viva tendencia
del Hijo es que vayamos a Él por medio de su santísima Madre. Obrar así
es honrarlo y agradarle, como sería honrar y agradar a un rey el hacerse
esclavo de la reina para ser mejores súbditos y esclavos del soberano.
¡Hacerte y llamarte esclavo de Jesucristo es hacerte y proclamarte esclavo
de la Santísima Virgen! Porque Jesucristo es el fruto y gloria de María.
He aquí otro fundamento: nuestras mejores acciones quedan, de
ordinario, manchadas e infectadas a causa de las malas inclinaciones que
hay en nosotros. Cuando se vierte agua limpia y clara en una vasija que
huele mal, el agua clara se daña y toma fácilmente el mal olor. Del mismo
modo, cuando Dios vierte en nuestra alma, infectada por el pecado
original y actual, sus gracias y rocíos celestiales o el vino delicioso de su
amor, sus bienes se deterioran y dañan ordinariamente. Es, por tanto, de
suma importancia para alcanzar la perfección –que sólo se adquiere por
la unión con Jesucristo – liberarnos de lo malo que hay en nosotros. Por
consiguiente, debemos escoger entre las devociones a la Santísima Virgen
la que nos lleva más perfectamente a dicha muerte al egoísmo, por ser la
mejor y más santificadora.
Al mismo tiempo, es más perfecto, porque es más humilde, no
acercarnos a Dios por nosotros mismos, sino acudir a un mediador.
Porque no sin razón nos ha dado Dios mediadores ante sí mismo. Vio
nuestra indignidad e incapacidad, se apiadó de nosotros, y, para darnos
acceso a sus misericordias, nos proveyó de poderosos mediadores ante su
grandeza. Pero ¿no necesitamos, acaso, un mediador ante el mismo
Mediador, Jesucristo? Si por amor infinito se hizo nuestro fiador y
mediador ante el Padre para aplacarlo y pagarle nuestra deuda, ¿será esto
razón para que tengamos menos respeto para con su majestad y santidad?
Digamos, pues, abiertamente, con San Bernardo, que necesitamos un
mediador ante el Mediador mismo y que la excelsa María es la más capaz
de cumplir este oficio caritativo. Por Ella vino Jesucristo a nosotros, y por
Ella debemos nosotros ir a Él.
Si tememos ir directamente a Jesucristo-Dios a causa de su infinita
grandeza y de nuestra pequeñez o pecados, imploremos con filial osadía
la ayuda e intercesión de María, nuestra Madre. No es el sol, que con la
viveza de sus rayos podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad.
Es hermosa y apacible como la luna, que recibe la luz del sol para
acomodarla a la debilidad de nuestra vista.
Por último, es muy difícil, dada nuestra pequeñez y fragilidad,
conservar las gracias y tesoros de Dios. Es difícil perseverar en gracia, a
causa de la increíble corrupción del mundo. Corrupción tal que es
prácticamente imposible que los corazones no se manchen. Hasta el punto
de que es una especie de milagro el que una persona se conserve en medio
de este torrente impetuoso sin ser arrastrado por él.
Sólo la Virgen fiel, contra quien nada pudo la serpiente, hace este
milagro en favor de aquellos que la sirven lo mejor que pueden. Al confiar
nuestro tesoro a una Virgen fiel y poderosa, Ella lo guarda como si fuera
propio, y hasta se compromete a ello en justicia.
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ALGUNOS ERRORES COMUNES EN LA DEVOCIÓN
He aquí las más frecuentes falsas devociones que se practican, que
es importante conocerlas para evitarlas, y así hacer una buena elección de
la verdadera devoción a la Santísima Virgen.
Los devotos escrupulosos: son personas que temen deshonrar al
Hijo al honrar a la Madre, rebajar al uno al honrar a la otra. Toleran
penosamente que haya más personas arrodilladas ante un altar de María
que delante del Santísimo Sacramento, ¡como si esto fuera contrario a
aquello o si los que oran a la Santísima Virgen no orasen a Jesucristo por
medio de Ella! Nunca se honra tanto a Jesucristo como cuando se honra
a la Santísima Virgen. Efectivamente, si se la honra, es para honrar más
perfectamente a Jesucristo; pues, si vamos a Ella, es para encontrar el
camino que nos lleva a la meta, que es Jesucristo.
La Iglesia, con el Espíritu Santo, bendice primero a la Santísima
Virgen y después a Jesucristo: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre, Jesús”. Y esto no porque la Virgen María sea mayor
que Jesucristo o igual a El -lo cual sería intolerable herejía-, sino porque
para bendecir más perfectamente a Jesucristo hay que bendecir primero a
María.
Los devotos exteriores: son personas que cifran toda su devoción
a María en prácticas externas. Sólo gustan de lo exterior de esta devoción,
porque carecen de espíritu interior. Rezan muchos rosarios, pero
atropelladamente. Oyen muchas misas, pero sin atención. Sólo gustan de
lo sensible de la devoción, sin buscar imitar las virtudes de la Santísima
Virgen. De suerte que, si no experimentan algo sensible en sus prácticas
piadosas, creen que no hacen nada, se desalientan y lo abandonan todo o
lo hacen por rutina.
 Los devotos presuntuosos: son pecadores aletargados en sus
pasiones o amigos de lo mundano. Bajo el nombre de cristianos y devotos
esconden el orgullo, la avaricia, la lujuria, la embriaguez, el perjurio, la
maledicencia o la injusticia; duermen pacíficamente en sus costumbres
perversas, sin hacerse mucha violencia para corregirse, confiados en que
son devotos de la Santísima Virgen; se prometen a sí mismos que Dios
les perdonará, que no morirán sin confesión ni se condenarán, porque
rezan el rosario, utilizan el escapulario, etc. Cuando se les dice que su
devoción no es sino una ilusión diabólica y perniciosa presunción, capaz
de llevarlos a la ruina, se resisten a creerlo. Responden que Dios es
bondad y misericordia; que no nos ha creado para la perdición; que no
hay hombre que no peque; que no morirán sin confesión; que basta un
buen “¡Señor, pequé!” a la hora de la muerte.
Nada es tan perjudicial como esta presunción diabólica. Porque
¿cómo puede alguien decir con verdad que ama y honra a la Santísima
Virgen mientras con sus pecados hiere, traspasa, crucifica y ultraja
despiadadamente a Jesucristo, su Hijo?
Confieso que para ser verdadero devoto de la Santísima Virgen no
es absolutamente necesario que seas tan santo, que llegues a evitar todo
pecado, aunque esto sería lo más deseable. Pero es preciso al menos: 1.
mantenerte sinceramente resuelto a evitar, por lo menos, todo pecado
mortal, que ultraja tanto a la Madre como al Hijo; 2. violentarte para evitar
el pecado; 3. inscribirte en las cofradías, rezar los cinco o los quince
misterios del rosario u otras oraciones, ayunar los sábados, etc.
Los devotos inconstantes: son los que honran a la Santísima
Virgen a intervalos y como a saltos. Ya fervorosos, ya tibios... En un
momento parecen dispuestos a emprenderlo todo por su servicio, poco
después ya no son los mismos... Más vale no recargarse con tantas
oraciones y prácticas devotas y hacer menos, pero con amor y fidelidad.
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Existen, finalmente, los devotos interesados: son aquellos que sólo
acuden a la Santísima Virgen para ganar algún pleito, evitar un peligro,
curar de una enfermedad o por necesidades semejantes, sin las cuales no
se acordarían de Ella. Unos y otros son falsos devotos, en nada aceptos a
Dios ni a su santísima Madre.
CARACTERÍSTICAS DE LA VERDADERA DEVOCIÓN
Primero, la verdadera devoción a la Santísima Virgen es interior.
Es decir, procede del espíritu y del corazón, de la estima que tienes de
Ella, de la alta idea que te has formado de sus grandezas y del amor que
le tienes.
Segundo, la devoción es tierna, vale decir, llena de confianza en
la Santísima Virgen, como la confianza del niño en su querida madre.
Esta devoción hace que recurras a la Santísima Virgen en todas tus
necesidades materiales y espirituales con gran sencillez, confianza y
ternura, e implores la ayuda de tu bondadosa Madre en todo tiempo, lugar
y circunstancia.
Tercero, la verdadera devoción a la Santísima Virgen es santa. Es
decir, te lleva a evitar el pecado e imitar las virtudes de la Santísima
Virgen.
Cuarto, es constante. Te consolida en el bien y hace que no
abandones fácilmente las prácticas de devoción. Te anima para que
puedas oponerte a lo mundano y sus costumbres y máximas; a lo carnal y
sus molestias y pasiones; al diablo y sus tentaciones.
Quinto, por último, la verdadera devoción a la Santísima Virgen
es desinteresada. Es decir, te inspirará no buscarte a ti mismo, sino sólo a
Dios en su santísima Madre. El verdadero devoto de María sirve a esta
augusta Reina únicamente porque Ella merece ser servida y sólo Dios en
Ella. Ama a María, pero no precisamente por los favores que recibe o
espera recibir de Ella, sino porque Ella es amable. Por eso la ama con la
misma fidelidad en los sinsabores y sequedades que en las dulzuras y
fervores sensibles. La ama lo mismo en el Calvario que en las bodas de
Caná.
ESENCIA Y MOTIVOS DE LA CONSAGRACIÓN
Cuanto más te consagres a María, tanto más te unirás a Jesucristo.
La perfecta consagración a Jesucristo es, por lo mismo, una perfecta y
total consagración de sí mismo a la Santísima Virgen
Consiste, pues, esta devoción, en una entrega total a la Santísima
Virgen, para pertenecer, por medio de Ella, totalmente a Jesucristo. Hay
que entregarle: 1. el cuerpo con todos sus sentidos y miembros; 2. el alma
con todas sus facultades; 3. los bienes exteriores, presentes y futuros; 4.
los bienes interiores y espirituales, o sea, los méritos, virtudes y buenas
obras pasadas, presentes y futuras. En dos palabras: cuanto tenemos, o
podamos tener en el futuro, en el orden de la naturaleza, de la gracia y de
la gloria, sin reserva alguna –ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la
menor obra buena–, y esto por toda la eternidad, y sin esperar por nuestra
ofrenda y servicio más recompensa que el honor de pertenecer a
Jesucristo por María y en María, aunque esta amable Señora no fuera -
como siempre lo es– la más generosa y agradecida de las creaturas.
Por esta consagración le entregas y consagras todo, hasta el
derecho de disponer de tus bienes interiores y satisfacciones que cada día
puedes ganar por tus buenas obras, lo cual no se hace ni siquiera en las
órdenes o institutos religiosos. En éstos se dan a Dios los bienes de
fortuna por el voto de pobreza, los bienes del cuerpo por el voto de
castidad; la propia voluntad, por el voto de obediencia, y algunas veces la
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libertad corporal, por el voto de clausura. Pero no se entrega a Dios la
libertad o el derecho de disponer de las buenas obras, ni se despoja uno,
cuanto es posible, de lo más precioso y caro que posee el cristiano, a
saber: los méritos y satisfacciones. Una persona que se consagra y entrega
voluntariamente a Jesucristo por medio de María, no puede ya disponer
del valor de ninguna de sus buenas obras; todo lo bueno que padece,
piensa, dice y hace pertenece a María, quien puede disponer de ello según
la voluntad y mayor gloria de su Hijo.
Jesús, nuestro mejor amigo, se entregó a nosotros sin reserva, en
cuerpo y alma, con sus virtudes, gracias y méritos. ¿No será, pues, un
deber de justicia y gratitud darle todo lo que podemos? El fue el primero
en mostrarse generoso con nosotros; seámoslo con El.
Esta Sabiduría infinita, inmensamente deseosa de glorificar a
Dios, su Padre, y salvar a los hombres, no encontró medio más perfecto
y rápido para realizar sus anhelos que someterse en todo a la Santísima
Virgen durante treinta años. Y durante este tiempo de sumisión y
dependencia glorificó más al Padre que si hubiera empleado estos años
en hacer milagros, predicar por toda la tierra y convertir a todos los
hombres. ¡Que si no, hubiera hecho esto! ¡Oh! ¡Cuán altamente glorifica
a Dios quien, a ejemplo de Jesucristo, se somete a María! Teniendo, pues,
ante los ojos ejemplo tan claro y universalmente reconocido, ¿seremos
tan insensatos que esperemos hallar medio más perfecto y rápido para
glorificar a Dios que no sea el someternos a María, a imitación de su Hijo?
La Santísima Virgen es Madre de dulzura y misericordia, y jamás
se deja vencer en amor y generosidad. Viendo que te has entregado
totalmente a Ella para honrarla y servirla y te has despojado de cuanto
más amas para adornarla, se entrega también a ti plenamente y en forma
inefable se constituye tu fiadora, tu suplemento y tu todo ante Jesús. Por
último, dado que como consagrado perteneces totalmente a María,
también Ella te pertenece en plenitud.
Es, pues, muy justo imitar la conducta de Dios, “para que -añade
el mismo San Bernardo- la gracia vuelva a su autor por el mismo canal
por donde vino a nosotros”.
Por el camino de María se avanza más suave y tranquilamente.
Claro que también aquí encontramos rudos combates y grandes
dificultades a superar. Pero esta bondadosa Madre y Señora se hace tan
cercana y presente a sus fieles servidores para iluminarlos en sus tinieblas,
sostenerlos en sus combates y dificultades que -en verdad- este camino
virginal para encontrar a Jesucristo resulta de rosas y mieles comparado
con los demás.
Se adelanta más en poco tiempo de sumisión y obediencia a María
que en años enteros de hacer nuestra propia voluntad y apoyarnos en
nosotros mismos.
Esta devoción a la Santísima Virgen es camino perfecto para ir a
Jesucristo y unirse a Él. Porque María es la más perfecta y santa de las
puras creaturas, y Jesucristo, que ha venido a nosotros de la manera más
perfecta, no tomó otro camino para viaje tan grande y admirable que
María. El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible y EL QUE ES ha
querido venir a nosotros, gusanillos y que no somos nada. ¿Cómo sucedió
esto? El Altísimo descendió de manera perfecta y divina hasta nosotros
por medio de la humilde María, sin perder nada de su divinidad y
santidad. Del mismo modo, deben subir los pequeñuelos hasta el Altísimo
perfecta y divinamente y sin temor alguno a través de María.
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Santa Cecilia, que acompañaba a la Santísima Virgen, le dijo:
“¡Dichosos los fieles esclavos de la Reina del cielo, porque gozarán de la
verdadera libertad! ¡Servirte a ti es libertad!”
Puede movernos a abrazar esta práctica el considerar los grandes
bienes que reporta al prójimo. Efectivamente, con ella se ejercita de
manera eminente la caridad con el prójimo, porque se le da, por manos de
María, lo más precioso y caro que tenemos, que es el valor satisfactorio e
impetratorio de todas las buenas obras, sin exceptuar el menor
pensamiento bueno ni el más leve sufrimiento. Se acepta que todas las
satisfacciones adquiridas hasta ahora y las que se adquieran hasta la
muerte sean empleadas, según la voluntad de la Santísima Virgen, en la
conversión de los pecadores o la liberación de las almas del purgatorio.
De suerte que, aun cuando por esta devoción no se sacase en toda
la vida más que a un alma del purgatorio o no se convirtiese más que a un
solo pecador, ¿no sería esto motivo suficiente para mover a todo hombre
caritativo a optar por ella? Nótese, además, que nuestras buenas obras, al
pasar por las manos de María, reciben un aumento de pureza y por lo
mismo, de mérito y valor satisfactorio e impetratorio. Con lo cual se
hacen mucho más capaces de aliviar a las almas del purgatorio y convertir
a los pecadores que si no pasaran por las manos virginales y generosas de
María. Lo poco que ofrecemos por medio de la Santísima Virgen y por
caridad pura y desinteresada, llega a ser realmente poderoso para aplacar
la cólera de Dios y atraer su misericordia. De suerte que una persona que
haya sido enteramente fiel a esta práctica, encontrará a la hora de la
muerte que ha liberado a muchas almas del purgatorio y convertido a
muchos pecadores por medio de esta devoción, aunque sólo haya
realizado las obras ordinarias de su propio estado. ¡Qué gozo en el día del
juicio! ¡Qué gloria en la eternidad!
 San Bernardo dice en términos formales lo mismo para
inspirarnos esta práctica: “Si Ella te sostiene, no caes; si Ella te protege,
no temes; si Ella te guía, no te fatigas; si Ella te es favorable, llegas hasta
el puerto de salvación”. San Buenaventura parece decir lo mismo en
términos más explícitos. “La Santísima Virgen no solamente se mantiene
en la plenitud de los santos; Ella mantiene y conserva a los santos en su
plenitud, para que ésta no disminuya; impide que sus virtudes se
debiliten, que sus méritos se esfumen, que sus gracias se pierdan, que los
demonios les hagan daño, que el Señor los castigue cuando pecan”.
¡Almas predestinadas, sé que me han entendido! Pero quiero
hablarles aún con más claridad. No confíen el oro de su caridad, la plata
de su pureza, las aguas de las gracias celestiales ni los vinos de sus méritos
y virtudes a un saco agujereado, a un cofre viejo y roto, a un vaso
infectado y contaminado, como son ustedes mismos. Porque serán
robados por los ladrones, esto es, por los demonios, que día y noche
asechan y espían el momento oportuno para ello; y porque todo lo más
puro que Dios les da lo corromperán con el mal olor de su egoísmo, de la
confianza en ustedes mismos y de su propia voluntad. Guarden más bien,
viertan en el seno y corazón de María todos sus tesoros, gracias y virtudes.
Ella es Vaso espiritual, Vaso de honor, Vaso insigne de devoción. Desde
que el mismo Dios se encerró en él personalmente y con todas sus gracias,
este vaso se tornó totalmente espiritual, y se convirtió en morada
espiritual de las almas más espirituales; se hizo digno de honor y trono de
honor de los mayores príncipes de la eternidad; se tornó insigne de
devoción y la morada de las almas más insignes en dulzuras, gracias y
virtudes; se hizo, finalmente, rico como una casa de oro, fuerte como la
torre de David y puro como torre de marfil.
Ella, como dice un santo devoto, “por un huevo te dará un buey”,
es decir, por lo poquito que le damos nos dará, en retorno, mucho de lo
que ha recibido de Dios. Por consiguiente, si te entregas a Ella sin reserva
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y pones en Ella tu confianza, sin presunción y trabajando por tu parte para
adquirir las virtudes y domar tus pasiones, Ella se dará a ti totalmente.
LOS HIJOS DE MARÍA
Estos viven sumisos y obedientes a la Santísima Virgen como a
su cariñosa Madre, a ejemplo de Jesucristo.
Ella los ama con ternura, con mayor ternura que todas las madres
juntas. Reúnan, si pueden, todo el amor natural que todas las madres del
mundo tienen a sus hijos, en el corazón de una sola madre hacia su hijo
único: ciertamente, esta madre amaría mucho a ese hijo. María, sin
embargo, ama en verdad más tiernamente a sus hijos de cuanto esta madre
amaría al suyo. Los ama, no sólo con afecto, sino con eficacia.
Y ¿qué hace esta tierna Madre cuando le entregas y consagras
cuerpo y alma y cuanto de ellos depende sin excepción alguna? Lo que
hizo Rebeca en otro tiempo con los cabritos que le llevó Jacob: 1. los mata
y hace morir a la vida del viejo Adán; 2. los desuella y despoja de su piel
natural, de sus inclinaciones torcidas, del egoísmo y voluntad propia y del
apego a las creaturas; 3. los purifica de toda suciedad y mancha de
pecado; 4. los adereza al gusto de Dios y a su mayor gloria. Y como sólo
Ella conoce perfectamente en cada caso el gusto divino y la mayor gloria
del Altísimo, sólo Ella puede, sin equivocarse, condimentar y aderezar
nuestro cuerpo y alma a este gusto infinitamente exquisito y a esta gloria
divinamente oculta.
Esta bondadosa Madre y poderosa Princesa celestial enviará
legiones de millones de ángeles para socorrer a uno de sus hijos antes que
pueda decirse que un fiel servidor de María –que puso en Ella su
confianza– haya sucumbido a la malicia, número y fuerza de sus
enemigos.
 Sí, en el seno de María se encuentra abundancia de gloria para
Dios y de riquezas para los hombres.
EFECTOS QUE LA CONSAGRACIÓN PRODUCE EN EL FIEL
Los santos son moldeados en María. Existe gran diferencia entre
hacer una figura de bulto a golpes de martillo y cincel y sacar una estatua
vaciándola en un molde. Los escultores y estatuarios trabajan mucho del
primer modo para hacer una estatua y gastan en ello mucho tiempo. Mas
para hacerla de la segunda manera trabajan poco y emplean poco tiempo.
San Agustín llama a la Santísima Virgen molde de Dios: el molde propio
para formar y moldear dioses. Quien sea vertido en este molde divino,
quedará muy pronto formado y moldeado en Jesucristo, y Jesucristo en
él; con pocos gastos y en corto tiempo, se convertirá en Dios, porque ha
sido arrojado en el mismo molde que ha formado un Dios.
¡Hermosa imagen y verdadera comparación! Pero acuérdate que
no se echa en el molde sino lo que está fundido y líquido; es decir, que es
necesario destruir y fundir en ti al viejo Adán para transformarte en el
nuevo en María.
Por último, siempre que piensas en María, Ella piensa por ti en
Dios. Siempre que alabas y honras a María, Ella alaba y honra a Dios. Y
yo me atrevo a llamarla “el eco de Dios”, ya que no dice ni repite sino
Dios. Si tú dices María, Ella dice Dios. Cuando Santa Isabel alabó a María
y la llamó bienaventurada por haber creído, Ella -el eco fiel de Dios-
exclamó: “Proclama mi alma la grandeza del Señor”. Lo que en esta
ocasión hizo María, lo sigue realizando todos los días; cuando la
alabamos, amamos, honramos o nos consagramos a Ella, alabamos,
amamos, honramos y nos consagramos a Dios por María y en María.
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El avemaría es el más perfecto cumplido que pueden dirigir a
María. Es, en efecto, el saludo que el Altísimo le envió, por medio de un
arcángel, para conquistar su corazón, y fue tan poderoso –dados sus
secretos encantos– sobre el corazón de María, que, no obstante su
profunda humildad, Ella dio su consentimiento a la encarnación del
Verbo. Con este saludo debidamente recitado, también ustedes
conquistarán infaliblemente su corazón.
PASOS PARA REALIZAR LA CONSAGRACIÓN
Este método consta de cuatro partes, dentro de las cuales se
deberán realizar las oraciones indicadas para cada día, junto con alguna
reflexión particular. En este texto se ofrecen una serie de meditaciones, a
modo de sugerencia. Puede hacer uso de otras si así lo desea. Lo
importante es perseverar con espíritu fiel y entregado, realizando todas
las obras por amor a Dios, para su mayor gloria, y que estos actos de
piedad vayan calando hondo en el corazón para lograr una auténtica
conversión. Nuestra Madre toma en serio nuestras promesas, y se
compromete también Ella a nosotros. Procuremos que la semilla caiga en
tierra fértil y de fruto abundante.
Pasado este tiempo (33 días), el fiel se confesará (se aconseja
hacer una confesión general de la vida) y comulgará con la intención de
entregarse a Jesucristo en calidad de esclavo de amor, por medio de
María, y después de la comunión recitará la fórmula de consagración, que
convendrá escribirla, si no está impresa, y firmar el mismo día que la
haga. Bueno será que en ese día se pague algún tributo a Jesucristo y a la
Virgen. Este tributo será según la devoción y la capacidad de cada cual,
como un ayuno, una mortificación, una limosna; aun cuando no se diera
más que un alfiler, es bastante para Jesús, que sólo atiende a la buena
voluntad. Todos los años, el mismo día, se renovará la misma COMIENZO DE FECHA DE
consagración, observando estas prácticas durante tres semanas. LA CONSAGRA- FESTIVIDAD
PREPARACIÓN CIÓN
Primera parte (12 días): vaciarse del espíritu del mundo. Segunda 28 noviembre 1 enero Santa María Madre de Dios
parte (7 días): adquirir el conocimiento de uno mismo. Tercera parte (7 22 diciembre 24 enero María, Reina de la Paz
días): adquirir el conocimiento de la Santísima Virgen María. Cuarta parte Presentación del Niño Jesús en el
31 diciembre 2 febrero templo - Virgen de la Candelaria
(7 días): adquirir el conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
9 enero 11 febrero Nuestra Señora de Lourdes
Debido a que es necesario realizar la consagración en alguna fecha 14 febrero 19 marzo San José, esposo de la Virgen María
litúrgica dedicada a la Virgen María a continuación, se ofrece un cuadro 20 febrero 25 marzo Anunciación del ángel a María
28 marzo 29 abril Nuestra Señora del Valle Catamarca
con las principales festividades, y el correspondiente día en que sería
6 abril 8 mayo Nuestra Señora de Luján
necesario iniciar la preparación para la consagración (33 días antes,
11 abril 13 mayo Nuestra Señora de Fátima
ininterrumpidos). 21 abril 24 mayo María, auxilio de los cristianos
28 abril 31 mayo Visitación de María a su prima Isabel
Reiteramos nuevamente el esquema general pero utilizando un 22 mayo 24 junio Reina de la Paz. Medjugorje
ejemplo para que resulte más sencillo comprenderlo. En este caso 6 junio 9 julio Nuestra Señora de Itatí. Corrientes
utilizaremos como fecha de consagración, el 15 de agosto, día de la 13 junio 16 julio Nuestra Señora del Carmen
Asunción de María (es tan solo un ejemplo, usted puede elegir la fiesta 13 julio 15 agosto Asunción de María a los cielos
mariana que le plazca, con sus respectivas fechas): 20 julio 22 agosto María Reina
6 agosto 8 septiembre Natividad de la Virgen María
13 de julio: empezar con el día 1, realizando la meditación y 13 agosto 15 septiembre Nuestra Señora de los Dolores
rezando las oraciones correspondientes a la primera parte (indicadas más 22 agosto 24 septiembre Nuestra Señora de la Merced
adelante). 23 agosto 25 septiembre María del Rosario de San Nicolás
25 de julio: comienzo de la segunda parte, se rezan otras 4 septiembre 7 octubre Virgen del Rosario
oraciones. 5 octubre 7 noviembre María Mediadora de todas las gracias
1 de agosto: comienzo de la tercera parte, se rezan otras oraciones 19 octubre 21 noviembre Presentación de María en el Templo
para esta semana. 25 octubre 27 noviembre Nuestra Señora de la Medalla
8 de agosto: comienzo de la cuarta parte, se rezan otras oraciones Milagrosa
para esta semana. 5 noviembre 8 diciembre Inmaculada Concepción
9 noviembre 12 diciembre Nuestra Señora de Guadalupe
14 de agosto: se realiza el último día de meditación y oración, el
22 noviembre 25 diciembre Nacimiento de Nuestro Señor
número 33.
Jesucristo
15 de agosto: Confesión, Comunión y consagración.

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 ORACIONES Y LETANÍAS Jesús siempre juntos nos gocemos. Sea alabanza a Dios Padre, al sumo
Cristo esplendor, con el Espíritu Santo, a los Tres un solo honor. Así sea.
VENI CREATOR
LETANÍAS AL ESPÍRITU SANTO:
Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles llena con tu
divina gracia, los corazones que creaste. Tú, a quien llamamos Paráclito, Cristo, ten piedad de nosotros. (Bis)
don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tú Señor, ten piedad de nosotros. (Bis)
derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, dedo de la diestra del Cristo, óyenos. (Bis)
Padre; Cristo, escúchanos. (Bis)

Tú, fiel promesa del Padre; que inspiras nuestras palabras. Ilumina Respondemos: Ten Piedad de nosotros
nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu Dios, Padre Celestial,
perpetuo auxilio, fortalece la debilidad de nuestro cuerpo. Dios, Hijo Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé nuestro Trinidad Santísima, un solo Dios,
director y nuestro guía, para que evitemos todo mal. Por ti conozcamos al Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
Padre, al Hijo revélanos también; creamos en ti, su Espíritu, por los siglos Espíritu del Señor, que al comienzo, de la creación planeando sobre las
de los siglos. aguas las fecundaste,
Espíritu por inspiración del cual han hablado los santos hombres de Dios,
Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó, y al Espíritu Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas,
Consolador, por los siglos de los siglos. Amén. Espíritu que das testimonio de Cristo,
Espíritu de Verdad que nos instruyes sobre todas las cosas,
AVE MARIS STELLA Espíritu que sobreviene a María,
Espíritu del Señor que llena todo el Orbe,
Ave estrella de la mar, augusta Madre de Dios, permanentemente Espíritu de Dios que habita en nosotros,
Virgen, puerta del cielo, feliz. Recibiendo Tú aquel Ave por la boca de Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
Gabriel, cimentamos en la paz, mudando el nombre de Eva. Desata el lazo Espíritu de consejo y de fortaleza,
al culpable, muestra la luz a los ciegos, líbranos de todo mal, consíguenos Espíritu de ciencia y de piedad,
todo bien. Que eres Madre muéstranos, reciba por Ti las preces quien, Espíritu de temor del Señor,
nacido por nosotros, quiso ser el fruto tuyo. Virgen única, sin par, entre Espíritu de gracia y de misericordia,
todas la más dulce, librados de nuestras culpas haz que seamos mansos, Espíritu de fuerza, de dilección y de Sobriedad,
castos. Concédenos vida pura, vía segura prepara: para que, viendo a Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz,

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Espíritu de humildad y de castidad,
Espíritu de benignidad y de mansedumbre,
Espíritu de multiforme gracia,
Espíritu que conoces hasta los secretos de Dios,
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables,
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,
Espíritu en el cual renacemos,
Espíritu por el cual se difunde la
Caridad en nuestros corazones,
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los discípulos apareciste,
Espíritu por el cual fueron los apóstoles henchidos,
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres,
Sednos propicio, perdónanos Señor.
Sednos propicio, escúchanos Señor.
Respondemos: Líbranos Señor
De todo mal,
De todo pecado,
De las tentaciones e insidias del demonio,
De toda presunción y desesperación,
De la resistencia a la verdad conocida,
De la obstinación y de la impenitencia,
De la impureza de la mente y del cuerpo,
Del espíritu de fornicación,
De todo espíritu malo,
Respondemos: Te rogamos, óyenos
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo,
Por la Concepción de Jesucristo, hecha por tu operación,
Por tu descenso sobre Cristo, en él Jordán,
13
Por tu advenimiento sobre los Discípulos,
En el día del juicio, por nosotros pecadores,
Para que, así como vivimos por él espíritu, obremos también por él
espíritu,
Para que, recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo
profanemos,
Para que, viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la
carne,
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne,
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios,
Para que seamos solícitos en guardar la unidad de espíritu en el vínculo
de la paz,
Para que no creamos a todo espíritu,
Para que probemos a los espíritus si son de Dios,
Para que te dignes renovar en nosotros el Espíritu de rectitud,
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de
nosotros.
Oremos: Te pedimos Señor, nos asista la virtud del Espíritu Santo, para
que purifique clementemente nuestros corazones y nos preserve de todo
mal. Por Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.
 LETANÍAS A LA VIRGEN MARÍA
Señor, ten piedad de nosotros. (Bis)
Cristo, ten piedad de nosotros. (Bis)
Señor, ten piedad de nosotros. (Bis)
Cristo óyenos. (Bis)
Cristo escúchanos. (Bis)
Respondemos: Ten piedad de nosotros
Dios, Padre celestial.
Dios Hijo, Redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo.
Trinidad Santa, un solo Dios.
Respondemos: Ruega por nosotros
Santa María.
Santa Madre de Dios.
Santa Virgen de las vírgenes.
Madre de Cristo.
Madre de la divina gracia.
Madre purísima.
Madre castísima.
Madre virginal.
Madre concebida sin pecado original
Madre Inmaculada.
Madre amable.
Madre admirable.
Madre del buen consejo.
Madre del Creador.
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima.
Virgen digna de veneración.
Virgen digna de alabanza.
Virgen poderosa.
Virgen clemente.
Virgen fiel.
Espejo de justicia.
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría.
Vaso espiritual.
Vaso digno de honor.
Vaso insigne de devoción.
Rosa mística.
Torre de David.
Torre de marfil.
Casa de oro.
Arca de la Alianza.
Puerta del cielo.
Estrella de la mañana.
Salud de los enfermos.
Refugio de los pecadores.
Consuelo de los afligidos.
Auxilio de los cristianos.
Reina de los ángeles.
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Reina de los patriarcas.
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles.
Reina de los mártires.
Reina de los confesores.
Reina de las vírgenes.
Reina de los santos.
Reina concebida sin pecado original.
Reina asunta al cielo.
Reina del Santísimo Rosario.
Reina de la paz.
Cordero de Dios que quitas el pecado del
mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del
mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del
mundo, ten misericordia de nosotros.
Oremos: Te suplicamos Señor, Dios nuestro,
que nos concedas a nosotros tus siervos, gozar
de perpetua salud de alma y cuerpo; y por la
intercesión gloriosa de la Bienaventurada
Virgen María, líbranos de la tristeza presente
para poder gozar de la eterna alegría. Por
Cristo Nuestro Señor. Así sea.
 ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN
Eres Cristo, Padre mío Santo, Dios mío piadoso, Rey mío grande.
Pastor mío bueno, Maestro mío único, Auxiliador mío óptimo, Amado
mío hermosísimo. Vivo pan mío, Sacerdote mío eterno, Guía mío hacia
la patria, Luz mía verdadera. Dulzura mía santa, Vía mía recta, Sabiduría
mía preclara, Simplicidad mía pura. Concordia mía pacífica, Custodia
mía toda, Porción mía buena, Salvación mía sempiterna. ¡Oh, Cristo
Jesús! amable Señor, ¿por qué amé y deseé algo en toda mi vida fuera de
ti, Jesús mío? ¿Dónde estaba yo cuando con la mente no estaba Contigo?
Ya desde ahora, deseos míos todos, inflamaos y desbordaos en el Señor
Jesús. Corred, cuando hasta ahora tardasteis, daos prisa a donde vais,
buscad a Quien buscáis. Jesús, sea reprobado quien no te ama, quien no
te ama se llene de tristezas. ¡Oh, dulce Jesús! Que yo te ame. En ti se
deleite, en ti se admire todo buen corazón preparado para vuestra Gloria.
Dios de mi corazón y porción mía, Cristo Jesús, desfallezca en lo más
íntimo mi corazón y seas Tú quien vivas en mí. Arda en mi espíritu la
brasa viva de tu amor y crezca hasta ser fuego perfecto, arda
perennemente en las aras de mi corazón, hierva en mis médulas e incendie
las entrañas de mi alma. En el día de mi consumación sea hallado yo
consumado junto a Ti. Amén.
LETANÍAS AL SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS
Señor, ten piedad de nosotros. (Bis)
Cristo, ten piedad de nosotros. (Bis)
Señor, ten piedad de nosotros. (Bis)
Cristo, óyenos. (Bis)
Cristo, escúchanos. (Bis)
Respondemos: Ten piedad de nosotros
Dios, Padre Celestial,
15
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios,
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre,
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu
Santo,
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios,
Corazón de Jesús, de infinita majestad,
Corazón de Jesús, templo santo de Dios,
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo,
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo,
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad,
Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor,
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor,
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes,
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza,
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,
Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y
de la ciencia,
Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad,
Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace,
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido,
Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados,
Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia,
Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan,
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad,
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, colmado de oprobios,
Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza,
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, Jesús, esplendor del Padre,
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, Jesús, pureza de la luz eterna,
Corazón de Jesús, víctima por los pecadores, Jesús, Rey de la gloria,
Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan, Jesús, sol de justicia,
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, Jesús, Hijo de la Virgen María,
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, Jesús, amable,
Jesús, admirable,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor. Jesús, Dios fuerte,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Jesús, padre del siglo futuro,
Jesús, manso y humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al Jesús, mensajero del plan divino,
tuyo. Jesús, todopoderoso,
Jesús, pacientísimo,
Oremos: ¡Oh Dios todopoderoso y eterno! Mira el Corazón de tu Jesús, obedientísimo,
amantísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los Jesús, manso y humilde de corazón,
pecadores te ofrece y concede el perdón a éstos que piden misericordia Jesús, amante de la castidad,
en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo Jesús, amador nuestro,
por los siglos de los siglos. Amén. Jesús, Dios de paz,
Jesús, autor de la vida,
LETANÍAS DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS Jesús, modelo de virtudes,
Jesús, celoso de la salvación de las almas,
Señor, ten piedad de nosotros (Bis) Jesús, nuestro Dios,
Cristo, ten piedad de nosotros (Bis) Jesús, nuestro refugio,
Señor, ten piedad de nosotros (Bis) Jesús, padre de los pobres,
Cristo, óyenos (Bis) Jesús, tesoro de los fieles,
Cristo, escúchanos (Bis) Jesús, pastor bueno,
Jesús, verdadera luz,
Respondemos: Ten piedad de nosotros Jesús, sabiduría eterna,
Dios, Padre celestial, Jesús, bondad infinita,
Dios Hijo, Redentor del mundo, Jesús, camino y vida nuestra,
Dios Espíritu Santo, Jesús, alegría de los ángeles,
Santísima Trinidad, un solo Dios, Jesús, rey de los patriarcas,
Jesús, Hijo de Dios vivo, Jesús, maestro de los apóstoles,

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Jesús, doctor de los evangelistas, Repetimos tres veces
Jesús, fortaleza de los mártires, Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de
Jesús, luz de los confesores, nosotros.
Jesús, pureza de las vírgenes,
Jesús, corona de todos los santos, Que el nombre del Señor sea bendito ahora y siempre por los siglos de los
siglos.
Sednos propicio, perdónanos, Jesús
Sednos propicio, escúchanos, Jesús Oremos: Señor Jesucristo que dijiste, “pidan y recibirán, busquen y
encontrarán, llamen y se les abrirá”, te pedimos nos des el afecto de tu
Respondemos: Líbranos Señor divinísimo amor, para que te amemos con todo el corazón, palabra y obra,
De todo mal, y nunca cesemos de alabarte. Tú que vives y reinas por los siglos de los
De todo pecado, siglos. Así sea.
De tu ira,
De las asechanzas del demonio,
Del espíritu impuro,
De la muerte eterna, ¿QUÉ ORACIONES REZAR CADA DÍA?
Del menosprecio de tus inspiraciones,
Por el misterio de tu santa encarnación, Primera semana (días 1 a 12): rezar cada día: Veni Creator. Ave Maris
Por tu Natividad, Stella.
Por tu infancia,
Por tu divinísima vida, Segunda semana (días 13 a 19): rezar cada día: Letanías al Espíritu
Por tus trabajos, Santo. Ave Maris Stella. Letanías a la Virgen María.
Por tu agonía y Pasión,
Por tu Cruz y desamparo, Tercera semana (días 20 a 26): rezar cada día: Letanías al Espíritu
Por tus sufrimientos, Santo. Ave Maris Stella. El santo rosario.
Por tu muerte y sepultura,
Por tu Resurrección, Cuarta semana (días 27 A 33): Rezar cada día: Letanías al Espíritu
Por tu Ascensión, Santo. Oración de San Agustín. Letanías del Santísimo Nombre de Jesús.
Por la institución de la Santísima Eucaristía, Letanías al Sacratísimo Corazón de Jesús.
Por tus gozos,
Por tu gloria,

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 REFLEXIONES DIARIAS
PRIMERA PARTE DE LA CONSAGRACIÓN - DÍAS 1 A 12:
VACIARSE DEL ESPÍRITU DEL MUNDO
Rezar cada día: VENI CREATOR. AVE MARIS STELLA.
DÍA 1: LLENARNOS DEL ESPÍRITU SANTO, COMO MARÍA
“Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio,
ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que
lo aman. Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el
Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios” (1 Corintios 2, 9 -
10. 12)
San Pablo nos habla de dos tipos de espíritu: El espíritu del mundo
- El Espíritu de Dios
Estos espíritus generan una oposición, una lucha. El espíritu del
mundo busca apartarnos del Espíritu de Dios. A su vez el Espíritu de Dios,
obra en nosotros con muchas gracias que nos fortalecen y nos ayudan a
no caer en la tentación que, como dice San Pablo, nos llevará a la ruina.
El Espíritu Santo sondea hasta lo más profundo de Dios y de los hombres,
está destinado a nosotros para, por un lado conocer las gracias que Dios
nos ha concedido, y por el otro poder captar realidades espirituales
superiores, y de esta manera juzgar nuestro entorno con mirada de fe.
Cuando nosotros iniciamos este camino hacia la Consagración a
María, es algo muy importante analizar cuánto de este espíritu del mundo
vive en nosotros, cuánto de este espíritu nos está alejando efectivamente
de Dios. Esto nos ayudará a liberarnos de las ataduras del mundo que nos
18
llevan a pecados, tibiezas y omisiones, que constantemente aparecen
como piedras en nuestro camino de santificación.
Para finalizar el primer día, te recomendamos llevar este tema a la
oración personal, y hacer una oración al Espíritu Santo para que te otorgue
la gracia del discernimiento de Espíritu.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 2: ¿CÓMO VACIARNOS DEL ESPÍRITU DEL MUNDO?
“No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario,
transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que
puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le
agrada, lo perfecto.” (Romanos 12, 2)
Si bien las palabras de San Pablo son ciertas, no podemos evitar
ni renegar del hecho de que vivimos en el mundo. Muchas veces se nos
hace difícil vivir según "los criterios de Dios", y esto es decir, hacer su
Voluntad, cumplir los mandamientos y obedecer a la Iglesia, madre y
maestra.
La pregunta entonces es: ¿cómo puedo hacer para vivir mi vida
según el Espíritu de Dios, en mi vida diaria, en todos mis entornos? La
respuesta es muy simple: vivir santamente tus deberes según tu condición
de vida: seas casado, soltero, viudo, o bien consagrado. Ser lo que somos
para ser sal de la tierra, luz del mundo y levadura en la masa. Su
cumplimiento correcto nos aparta del espíritu del mundo. En pocas
palabras, y como decía la Madre Teresa de Calcuta: hacer las cosas
ordinarias, con amor extraordinario. Tal como lo hizo Jesús: vivió oculto
30 años, en el anonimato absoluto, vidas más ordinarias y humildes si las
hubo... tan solo para santificar nuestras vidas diarias. La Palabra nos
invita a amar al mundo como necesita ser amado, hablarle al mundo con
esperanza del cielo, de la tierra prometida. Es dejar y ayudar para que
Cristo sea el centro de nuestra vida y del mundo.
Es un buen momento para reflexionar: ¿Cómo vivo "mi estado"
según lo que Dios me pide en sus Mandamientos? ¿Cuáles son mis
prioridades? ¿Cómo distribuyo mi tiempo? ¿Cómo distribuyo mi dinero?
Siempre el primer puesto en las obligaciones las ocupa Dios. Dios
debe ser el centro de nuestra vida, nuestro último fin y nuestra primera
prioridad. Si cumplimos este aspecto en nuestra vida, será fácil, poder
cumplir equitativamente el resto de las obligaciones.
Propósito del día: Piensa en la Virgen María, ¿Cómo vivió "su
estado" siendo joven, siendo esposa, siendo Madre? ¿Qué virtudes
acompañaron su vida? Medita en ejemplos concretos de la vida de María
de servicio, de obediencia, de silencio, de entrega y abandono en las
manos de Dios, que vos podrías imitar.
¿Qué me está impidiendo llenarme de Dios y dejar un lugar
especial para Él? ¿Qué situaciones y espíritus "del mundo" hacen que me
aleje de mis deberes?
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 3: LIBERARNOS DEL ESPÍRITU DE LA DISTRACCIÓN DE
DIOS
“Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes
para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud. ¡Ustedes andaban tan
bien! ¿Quién les impidió mantenerse fieles a la verdad?” (Gálatas 5, 1,7)
19
Al ser Dios el centro de nuestra vida, al tomarlo como única y
primera prioridad, todas nuestras actividades deben girar en torno a Él. Si
cumplimos en este aspecto de nuestra vida, será fácil poder cumplir
equitativamente, con el resto de las obligaciones. Si tomamos cada día la
decisión de poner a Dios como el eje de nuestra vida, naturalmente
nuestra vida se irá acomodando alrededor suyo. Cambiarán nuestras
relaciones, nuestros intereses, nuestros proyectos, nuestra manera de
divertirnos, ¡hasta nuestra manera de sufrir!
Pero ¿cómo se logra esto? Tenemos que buscar estar
permanentemente en la presencia de Dios. Principalmente con la oración,
obras de caridad, de sacrificio o de penitencia. Procuremos empezar,
desde el primer segundo de nuestro día, rezando. Puede ser con la Palabra,
el Rosario, la Liturgia, Santa Misa, o simplemente repitiendo una breve
jaculatoria que nos devuelva la mirada al Cielo.
Sin lugar a dudas, hoy por hoy todos nos vemos amenazados por
la cantidad de información, de estímulos audiovisuales, de ruido, palabras
sin sentido. De la misma manera se ve amenazada la “presencia de Dios”
en nosotros, porque todos estos medios y actividades nos hablan de cosas
que no son Dios, y que no se relacionan en nada con Dios.
Trata de pensar... ¿hay algún momento de tu día que no esté
contaminado con algún ruido o distracción del estilo del mundo? ¿Buscas
esos momentos de silencio y contemplación? ¿Hay más ruido afuera, o
dentro tuyo? ¿Le dedicas el tiempo que merece? ¿Estás seguro que lo que
te falta es tiempo? ¿O es amor?
Es cierto, a veces es muy difícil encontrar esos momentos de
silencio y contemplación sobre todo para los que estamos llamados a
vidas tan activas, constantemente en movimiento y en comunidad. Por
eso te propongo no solo continuar y reforzar tus momentos de oración,
dedicándole momentos y horarios especiales en tu día, sino intentar traer
la presencia de Dios aún en esos momentos donde estás ocupado/a.
Quizás podes elegir una jaculatoria breve que te ayude a recordar que,
aunque vos no lo tengas siempre presente, Dios sí está siempre presente
en tu vida. Puede ser algo como “Jesús, en vos confío”, o “Jesús manso y
humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo”, “Ave María
Purísima, sin pecado concebida” ... En fin, la que más te guste y más te
haga sentir la presencia real de Dios en tu vida.
Propósito del día: Reflexionemos qué nos distrae diariamente en
nuestros tiempos reservados para Dios. ¿Reservo en mi día un espacio de
tiempo para Dios? ¿Qué cosas prefiero, antes que hacer oración? ¿Soy
capaz de hacer el propósito de vaciarme de estas distracciones y darle a
Dios el tiempo que es y ha sido de Él?
Busca en María el ejemplo de oración perfecta. Imagina los
tiempos de oración que Ella habrá tenido. Imítala, únete a Ella en estos
días donde nos preparamos para consagrarnos a su Corazón y reza el
Rosario o aquellas oraciones que te lleven a enamorarte más y más de
Dios... como María. Que Ella interceda por los anhelos de este día.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 4: LIBERARNOS DE LA INDIFERENCIA HACIA DIOS
“Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos
los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y
las concupiscencias del mundo, para vivir en la vida presente con
sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la
Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad,
20
purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno en la práctica del
bien.” (Tito 2,11-14)
Hagamos un espacio para Dios. Brindémosle un tiempo de las 24
horas que tiene el día. Recemos en este tiempo, buscando un momento
tranquilo y sin interrupciones. Pidamos al Espíritu Santo, que es maestro
de oración, la gracia de poder rezar con el corazón, para que nuestras
oraciones no sean repeticiones sin sentido y sin amor. Pidamos el don de
la fe, del amor y del conocimiento de lo que Dios quiere para nosotros.
Empecemos a recorrer este camino de consagración poniendo en las
manos de Nuestra Madre, la Virgen María, todos nuestros deseos,
nuestros planes, las metas que nos hemos fijado, con la disposición de
que no se haga nuestra voluntad sino la de Dios. Purifiquemos nuestro
espíritu, despertemos a esta nueva realidad del Espíritu de Dios que nos
mencionaba San Pablo. Pero antes, con firme voluntad, pidámosle que
nos ayude a abandonar todas las situaciones que nos ha impuesto el
espíritu del mundo y que, sin darnos cuenta, nos apartan de Dios.
¡Tengamos ánimo! Que si logramos quitarnos de encima, aunque sea leve
o brevemente las cosas del mundo, podremos experimentar y disfrutar en
mayor medida de lo bueno que nos regala el Espíritu de Dios, y ya no
descansaremos hasta lograr que Dios nos colme de este Espíritu en cada
momento de nuestra vida.
Propósito del día: Propongámonos firmemente renunciar a las
cosas que puedan estar ocupando el lugar de Dios y nos hacen ser
indiferentes con Él. Hagamos un examen de nuestra vida preguntándonos:
¿Existen aún en nosotros, cosas o situaciones que nos impidan descubrir
a Dios como el Señor de nuestra vida? ¿Creemos y vivimos intensamente
en nuestro corazón las verdades de la fe? ¿Las ponemos en práctica o
somos indiferentes a lo que la Iglesia nos pide? ¿Postergamos la salud de
nuestra alma por los gustos del mundo?
 Al reflexionar sobre las actitudes de María Santísima, pensemos:
¿qué lugar ocupaba Dios en su vida? ¿Ella fue indiferente a la Voluntad
de Dios? ¿Se quejó de sus planes rehusándose a cumplirlos? Imitemos a
María en su “SÍ” y su voluntad de servicio, que el amor a Dios y a nuestros
hermanos se note en gestos solidarios. Pidamos en este día liberarnos del
espíritu de la indiferencia hacia Dios y sus cosas. Pidámosle al Espíritu
Santo que ilumine nuestra alma para descubrir aquello que nos impide
que Dios sea el primero en nuestra escala de importancia. Entreguémoslo
a María para que Ella lo transforme en virtudes de obediencia, fidelidad
y amor a Dios.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 5: LIBERARNOS DEL ESPÍRITU DE IRA
"Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si ustedes se están mordiendo
y devorando mutuamente, tengan cuidado porque terminarán
destruyéndose los unos a los otros. Yo los exhorto a que se dejen conducir
por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la
carne”. (Gálatas 5, 14-16)
¡Qué difícil se nos hace, a veces, el camino! La carne desea contra
el Espíritu. Guardamos en nuestros corazones rencores, faltas de perdón,
enemistades, peleas y celos. ¡Cuántas veces, a diario, somos víctimas de
las sombras del espíritu de la ira! Muchas veces, nuestro corazón es
prisionero durante años, de rencores y broncas hacia algunas personas.
Tal vez, estas personas nos hicieron mucho daño, pero si permanecemos
en esta actitud, siempre el más afectado será nuestro corazón. Nuestro
espíritu está herido por la llaga que provoca no perdonar, el rencor
aprisiona y castiga nuestro propio corazón. Jesús nos enseña a "perdonar
para ser perdonados" y a "no juzgar, ni condenar". Más bien nos invita a
21
despojarnos de esa vestidura de odio, rivalidad, enemistad y discordia,
para vestirnos del hombre nuevo. Para consagrarnos al Corazón
Inmaculado de María, debemos ir vaciándonos cada día de todo aquello
que no proviene de Dios y ocupa su lugar en nuestro corazón.
Propósito del día: Hoy, examinemos nuestro corazón con la luz
del Espíritu Santo y entreguémosle a María aquellas sombras y faltas de
perdón, rencores y odios que no nos dejan ser plenamente libres.
Preguntémonos: ¿Sentimos rencor o falta de perdón a personas?
¿Tenemos culpas que nos cueste perdonarnos en el corazón? ¿Tenemos
algún enojo con Dios o creemos que tiene la culpa por alguna situación
especial?
En oración, entreguémosle al dulce corazón de María aquello que
hemos descubierto: esa herida, sombra o tristeza en nuestra alma.
Pidámosle que nos ayude a vaciarnos de la falta de perdón hacia otras
personas y romper las cadenas que aprisionan nuestro corazón y que,
durante este día y este tiempo de preparación para Consagrarnos, vaya
sanando las heridas provocadas por este espíritu de ira. Mirémonos hoy
en el Corazón Inmaculado de María, y pidamos las gracias de la bondad,
la dulzura y el amor para con aquellas personas que nos han herido y
lastimado.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 6: LIBERARNOS DEL ESPÍRITU DE LA LUJURIA
Reflexión: El Catecismo dice: “La sexualidad abraza todos los
aspectos de la persona humana”. Por lo tanto, si nos encontramos bajo la
influencia de un pecado sexual que domina tu vida, como la adicción a la
pornografía, las impurezas del cuerpo, pecados de seducción o aquellos
pecados que atentan contra la castidad de la mente y del cuerpo;
necesitaremos la ayuda de Dios para tomar medidas radicales y reorientar
nuestra vida. El corazón humano es un Tesoro que hay que cuidar. Está
hecho para donarse ordenadamente, para así encontrar la felicidad. Los
pecados de lujuria nos desordenan, nos encierran en nuestro mundo
egoísta de placer y nos hacen menos humanos. Nos hacen ver a los demás
como objetos de deseo y no como personas dignas de nuestro amor. La
Santísima Virgen nos debe enseñar a vivir en una actitud de constante
donación de nuestro corazón en un amor a todos, especialmente a los más
cercanos: esposa, esposo, hijos, hijas, padres, hermanos, prójimo.
“La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos
las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz.
Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la
comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni
envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se
preocupen por satisfacer los deseos de la carne.” (Romanos 13,12-14)
Los vicios y las virtudes se fortalecen con la práctica. La
alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o
se deja dominar por ellas y se hace esclavo.
Propósito del día: Pensemos, ¿qué situaciones evitaremos desde
hoy, para conservar la pureza de nuestros pensamientos y obras? ¿Cómo
es nuestra forma de expresarnos cuando estamos con amigos? ¿Cuidamos
la pureza de nuestras palabras? ¿Cómo es nuestra manera de vestir,
deseamos seducir con ella o con nuestra forma de actuar? ¿Conservamos
la castidad en el matrimonio, somos fieles a nuestro cónyuge?
¿Valoramos lo que nuestra Santa Madre Iglesia nos propone con respecto
a la castidad y vida en pareja antes del matrimonio? ¿Sabemos aconsejar
bien sobre estos temas?
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Luego de haber reflexionado sobre nuestra manera de ser en estos
aspectos, pidámosle a la Virgen María que Ella nos regale la gracia de
ocupar nuestros pensamientos en deseos santos; que nos ayude a
fortalecer la pureza de todo nuestro ser, tomando gusto por las cosas del
cielo: sea rezar el Rosario, meditar las Sagradas Escrituras o leer libros
de vidas de Santos, para ir así, creciendo en virtud y debilitando las
fuerzas que nos llevan a actuar contrariamente a los deseos del Espíritu
de Dios. "Ocupen sus mentes con buenos pensamientos, o el enemigo las
llenará con malos pensamientos. Desocupadas, no pueden estar." Santo
Tomás Moro.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 7: LIBERARNOS DE LA AVARICIA Y EL ORGULLO
“El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, el
amor no hace alarde, no es arrogante; no obra con dureza, no busca su
propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la
injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta”. (1 Corintios 13,4-7. 19)
La avaricia y la soberbia nos impiden amar libremente. Nos
encierran en buscar riquezas, glorias, aplausos y de pronto olvidamos que
el único que nos hace felices es Dios. Cuántas veces nos comportamos
con prepotencia, autoritarismo, o queremos tener siempre la razón.
Cuántas veces deseamos tener más cosas, no compartimos ni
somos serviciales con lo demás. Estas son distintas caras de ese espíritu
que nos hace buscar la felicidad fuera de Dios, en el tener, en el ser “más”
que otros. Pidamos hoy a Dios que nos libere de lo que nos impide amarlo
a Él y a los demás libremente. Este es el objetivo supremo de la vida:
dejar todo el espacio de uno mismo, a la libre disposición del Espíritu
Santo, de modo que éste se convierta de verdad en la fuente viva de donde
broten las relaciones, pensamientos, opciones y acciones. Pidamos a Dios
ser más humildes y desprendidos. Decía Santa Faustina Kowalska: “Si
hay en la tierra un alma verdaderamente feliz, ésta es solamente un alma
verdaderamente humilde”. El alma humilde y desprendida es feliz porque
confía en Dios y Él es su riqueza y su gloria que nadie le puede quitar.
¿Te animas a hacer esta experiencia? Como la Virgen María que, vacía
de todo deseo de superioridad o vanagloria, se dejó colmar plenamente
del Espíritu Santo que fue haciendo de Ella, la más hermosa criatura de
Dios. Animate hoy a ofrecer a María esas cosas que te alejan de Dios. Ese
espíritu de orgullo y avaricia que sutilmente entra en nuestras vidas. Ella
es nuestra Madre y como buena Madre nos limpia y prepara para
presentarnos a Dios. Examinate y llenate del Espíritu que colmó
completamente a María.
Propósito del día: No solo pidamos el don de la humildad y el
desprendimiento sino también pongámoslos en práctica. Te invito a que
hoy sirvas en tu hogar o en tu trabajo, especialmente en algo que te cueste.
Ponete al servicio de los demás como lo hizo Jesús y María. Hoy Dios
nos llama a la santidad y al amor en las obras. Te invito a hacer un acto
de generosidad y compartir tus bienes con los demás dando una limosna
generosa o compartiendo algo que te cueste. Por último, podes repetir
durante el día esta pequeña oración: “Jesús, manso y humilde de Corazón,
haz mi corazón semejante al tuyo”.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 8: LIBERARNOS DE LA TRISTEZA Y SOLEDAD
“La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó
la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que
siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora
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están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les
podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo
lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. Hasta ahora, no
han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría
que será perfecta.” (Juan 16,21-24)
“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, maledicencia...”
(Efesios 4,31)
Hoy pedimos a Dios que nos libere de la tristeza y la soledad. No
estamos vacíos, ni solos. Desde el día de nuestro Bautismo, somos
morada de Dios. ¿Por qué sentirnos solos? ¿Por qué sentirnos tristes? ¿Por
qué sufrir la soledad?. Tal vez todavía no comprendemos el hermoso
dinamismo del amor Trinitario. Dios nos llena de gozo, a la vez que nos
ayuda a liberarnos de temores y complejos. Nos regaló su Espíritu y nos
convirtió en sus hijos. Así es el dinamismo del Espíritu, que desplaza de
nosotros toda soledad, melancolía, tristeza, nostalgia, desconsuelo y nos
permite disfrutar en la calidez de un hogar en cuyo centro reside la
Trinidad, nuestra Familia, con mayúscula. ¿Por qué estás triste? La
amargura es una angustia, una preocupación o tristeza del alma que afecta
todos los sentidos del cuerpo de una persona y hace que se sienta sin
esperanza. Si estás triste, incluso sin motivo aparente o si los problemas
hacen que no puedas tener paz, entonces es tiempo de despojarte de esos
espíritus que te arrastran a la melancolía y a la desesperanza. Medita
lentamente estas palabras: “Vengan a mí, todos lo que están cansados y
agobiados, que Yo los aliviaré” (Mateo 11, 28).
Ninguna de tus tristezas y amarguras son ajenas a Dios. Confiale,
en un diálogo de corazón a corazón, tus tristezas y aquello que no te deja
ser feliz o lastima tu corazón. Él nos invita a descansar sobre su pecho,
en su corazón. Mirá a la Virgen María en este día, ¡cuánta soledad y
silencio santo vivió! Una soledad convertida en oración y abandono
absoluto a la voluntad de Dios. Y si es el dolor lo que aflige tu corazón,
también contemplala a los pies de la Cruz en el Calvario, o medita en las
espadas de dolor que atravesaron su Inmaculado Corazón. Entregale tu
dolor, tus tristezas y aquello que no te deja ser pleno en la vida. Vacíate
de desesperanzas y pedile a María que ponga en tu corazón paz, para que
como Ella, sepas sobrellevar toda dificultad.
Propósito del día: En este día te invito a que tengas un momento
de oración de al menos treinta minutos en el que puedas conversar con
Jesús y contarle qué es lo que te preocupa y entristece.
Meditá la lectura de Juan 16, 21-24. Jesús nos dice que la alegría
es un don, hay que pedirlo. Él nos dice “Pidan y se les dará”. También
ponete en manos de la Virgen para que te libere de lo que te entristece.
Recordá las palabras que dijo ella misma a Juan Diego: “No se turbe tu
corazón ni te inquiete cosa alguna ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?”
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 9: ABRIR NUESTRO CORAZÓN AL DON DE LA ORACIÓN
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración
y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios,
que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus
pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4,6-7)
Consagrarnos al Corazón Inmaculado de María es volver a sentir
profundamente que somos de Ella y en Ella de Jesús. Es pertenecer a
María y que ella nos pertenezca, es una entrega mutua de amor. Para esto,
necesitamos todos estos días volver a vivir como hijos recién nacidos
necesitados de sus cuidados de Madre. María desea que le pertenezcamos
totalmente, porque Ella hará que le pertenezcamos por completo a Jesús,
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esto significa Consagrarse a los Corazones de Jesús y María. El Amor
necesita comunicarse, por eso en este día, pidamos el don de la oración,
para que podamos experimentar la alegría profunda de abrir de par en par
las puertas de nuestros corazones y dejar que el Espíritu Santo vaya
tomando todo lo que nos aflige y llenándolo de deseos de santidad para
ser hijos consagrados al Corazón de María. Pidámosle hoy a la Virgen
María, el don de la oración; a Ella que supo ser “Mujer orante” que supo,
en la contemplación y el silencio, responder a Dios en todos los momentos
de su vida con la oración perfecta de un corazón enamorado.
Propósito del día: Hoy te proponemos tener un momento de
oración. Te invito a que hoy puedas vivir la Misa: porque ¿Cómo
podemos decirle a Jesús que lo queremos si lo recibimos con tan poca
frecuencia? Y, ¿Cómo podemos responder a la sociedad de hoy como
verdaderos hijos de Dios si nos falta el Alimento: Jesús?
Si no podemos recibir la comunión diaria, podemos comulgar
espiritualmente en casa. Le diremos a Jesús que queremos recibirlo
espiritualmente en nuestros corazones. La oración es una cuestión de
amor. Al que amamos no podemos serles indiferentes o sólo dirigirle
algunas palabras por la noche, debemos buscar su presencia durante el día
en nuestros quehaceres. Como decía Santa Teresa, la oración “no es otra
cosa, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con
quien sabemos nos ama.”
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 10: ASPIRAR SIEMPRE A LOS BIENES CELESTIALES
“Aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra.”
 ¡Qué difícil se nos hace en estos tiempos aspirar a los bienes del
Cielo! Nos preocupamos mucho por nuestra situación económica,
vivimos corriendo, llenos de horarios y obligaciones. Buscamos que no
nos falte nada y hacemos lo que sea para que nuestros ingresos nos
permitan esa comodidad. Y así, poco a poco, permitimos que entren a
nuestro corazón, la ansiedad y el miedo, perdiendo la paz que nos da Dios.
¿Vale la pena correr tras estas falsas seguridades? ¿No sería mejor buscar
las cosas celestiales? Buscar primero el Reino, las cosas de Dios y
recordar que el Señor nos prometió que si buscábamos primero su reino,
antes que todo, lo demás se añadirá. No olvidemos esta promesa, porque
Dios es fiel y la cumplirá. Si en vez de preocuparnos por lo que nos falta
nos enfocamos en lo que tenemos y esperamos en paz las promesas del
Señor, cambiamos la ansiedad por agradecimiento y las cosas buenas
comienzan a pasar. Puede que no sean las que esperamos pero sí las que
necesitamos. Recordemos siempre que nos espera la vida eterna, ese es el
bien más preciado que debemos anhelar y buscar. No creas que Él no está
pendiente de tus necesidades materiales. El mismo Jesús nos dice: “No se
inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo,
pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la
comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos
no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el
Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que
ellos?”
Mirá en este día a la Virgen María, con cuánta diligencia sirvió a
su prima Isabel cuando la necesitó, la solidaridad y la prontitud en
responder a la necesidad del otro fue su mejor acto de amor. ¡Con qué
belleza supo aspirar a los bienes eternos! María puso la mirada en Dios:
Por la obediencia con que supo decir "sí" a su plan, por el espíritu de
humildad con que se hizo servidora de Dios, por su constante vida de
oración y silencio.
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Propósito del día: Leer y meditar: “Por tanto, si han resucitado con
Cristo, busquen los bienes del Cielo, donde Cristo está sentado a la
derecha de Dios, piensen en las cosas del Cielo.”
Buscar algún pequeño propósito que podamos hacer para cambiar
actitudes, actividades donde se evidencie con claridad que aspiro a los
bienes del Cielo. Como por ejemplo, la Adoración Eucarística, la lectura
de la Biblia en familia, las obras de misericordia, etc.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 11: ENTREGAR MI VOLUNTAD
“Hágase Tu Voluntad, en la tierra, como en el Cielo”.
¿Cuántas veces hemos rezado el Padre Nuestro? ¿Entendemos
realmente el sentido profundo de esta oración? Ser instrumentos de Dios
en la tierra implica vencer a nuestro propio interés, haciendo que nuestros
pensamientos y nuestras acciones estén totalmente inspiradas por la
Voluntad de Dios. Cuando uno llega a entender que sólo Dios importa,
entiende que ni siquiera los afectos más profundos por nuestros seres
queridos, pueden ser interpuestos a la realización de la Voluntad de Dios.
¿Por qué? Porque solo Dios Es, solo Dios cuenta, solo Dios basta. Todo
lo demás debe ser puesto a su entera disposición, a su Voluntad, uniendo
nuestro querer al querer de Dios. ¡Cuánto tenemos que aprender de la
Virgen María! Mujer siempre obediente y fiel a los planes de Dios en su
vida. Cuánto hay por aprender de su "Sí" sin pretextos; cuánto nos enseña
su obediencia, su entrega, su silencio. Pidamos hoy, al Corazón
Inmaculado de María, aprender de sus silencios de amor, aprender de las
respuestas de Dios que no siempre son las que esperamos, pero sí son las
más perfectas. Ayúdame Madre, a mirar a Cristo con tu misma mirada,
enséñame a amar la Voluntad de Dios y aceptarla sin quejas ni
mezquindades. Hoy te doy mi corazón y te entrego mi voluntad, recibila
como ofrenda; que ame tanto la voluntad de Dios que ya no exista más
mi voluntad sino la suya en mí.
Propósito del día: Reflexiona: ¿Cuántas veces al día nos miramos
a nosotros mismos desde los ojos de Dios? ¿Le preguntamos en oración,
cuál es Su Voluntad en mi vida? ¿Actúo según la Voluntad de Dios cada
día, cumpliendo los Mandamientos y lo que me enseña la Santa Madre
Iglesia?
Rezar el Padrenuestro pausadamente. Buscar en el Catecismo de
la Iglesia Católica, en los números 2822 al 2827, la explicación de esta
hermosa oración, para que aprendamos a rezarla con todos sus sentidos.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 12: REVESTIRNOS DEL HOMBRE NUEVO
“Es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del
hombre viejo, para renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse
del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la
verdadera santidad. Por eso, renuncien a la mentira y digan siempre la
verdad a su prójimo, ya que todos somos miembros, los unos de los
otros.” (Ef. 4, 22-25)
Para consagrarnos a María debemos revestirnos del hombre
nuevo, debemos revestirnos de Cristo. Él se puso nuestros vestidos: el
dolor y la alegría de ser hombre, el hambre, la sed, el cansancio, las
esperanzas y las desilusiones, el miedo y todas nuestras angustias, hasta
la muerte. Y nos ha dado sus "vestidos”. Ya en el Bautismo nos hemos
"revestido de Cristo", como dice San Pablo en la carta a los Gálatas. Pero,
es necesario que día a día renovemos nuestra opción por Cristo, volvamos
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a elegir revestirnos de ese hombre nuevo. Para esto, nuestro corazón debe
abrirse dócilmente a la palabra de Dios. Si estoy con el Señor, entonces
al escuchar, hablar y actuar, debo hacerlo según lo haría Cristo. Debemos
"vestirnos de amor", del amor que Cristo mismo se ha vestido. Hay que
saber también, que para revestirnos de Cristo tenemos que ser capaces de
despojarnos de lo que hoy anula nuestra alma, la entristece, opaca la
mirada, le quita fuego al ardor del entusiasmo María siempre estuvo
vestida de Amor. Supo ser dócil a la acción del Espíritu Santo en todo su
ser. Fue TODA de Dios. Pidámosle como gracia, poder revestirnos de
Amor como Ella.
Propósito del día: Reflexiono: ¿Llevamos puesto este vestido del
amor? Pidamos especialmente hoy, de gustar de las cosas de Dios y sobre
todo, el don de la sabiduría para elegir siempre lo que agrade a su
Voluntad.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
SEGUNDA PARTE DE LA CONSAGRACIÓN - DÍAS 13 A 19:
ADQUIRIR EL CONOCIMIENTO DE UNO MISMO
Rezar cada día: LETANÍAS AL ESPÍRITU SANTO. AVE MARIS
STELLA. LETANÍAS A LA VIRGEN MARÍA.
DÍA 13: ENTREGARLE A MARÍA LOS OJOS DEL ALMA
Sin conocernos a nosotros mismos, los cristianos estamos
condenados a equivocarnos a la hora de valorarnos nosotros mismos y a
nuestros actos. A veces consideramos nuestras cualidades como
insuperables y pecamos por soberbia, otras veces creemos que nuestros
errores son irreparables y nos hundimos en la desesperación. Sin conocer
nuestro propio ser, rebotamos una y otra vez en estos extremos y
seguimos errando en la búsqueda de la fuente de nuestros males. Muchas
veces atribuimos a otros lo que es nuestra responsabilidad, aunque
tampoco es raro sobrecargarnos de culpas que sólo nos llevan a la
amargura. Y es lógico que un corazón que está bajo el peso de esta
ignorancia se halle a sí mismo ciego para la obra de la gracia. Que en
estos días previos a consagrarme a María pueda aprender a mirarme con
mis luces y sombras; que pueda ver todo lo bueno que Dios puso en mí.
cada día Dios vuelve a decirnos: “Te tengo esculpido en la palma de mi
mano, tú eres precioso para mí"; (Is 49,16; 43,4). Cada vez que Dios mira
la palma de su mano, me ve a mí en ella. Y también te ve a vos. Es algo
hermoso para recordar día a día: todos somos únicos para Él. En cada
segundo, Dios nos está mirando y nos está contemplando como lo más
valioso del universo.
Pidámosle en este día a la Virgencita, que nuestra mirada se
asemeje cada día un poco más a la de nuestro Padre del cielo.
Propósito del día: Meditar en oración este versículo: “Porque tú
eres de gran precio a mis ojos, porque eres valioso, y yo te amo [...] No
temas, porque yo estoy contigo”. Mirarme con total sinceridad y hacer
una lista de mis dones y carismas para aceptarlos, amarlos y darle gracias
a Dios por ellos. Pedirle a la Virgen que nos ayude a ponerlos de una
manera más concreta al servicio de los demás.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 14: QUIERO CONOCERME, MIRARME COMO TÚ ME MIRAS
Aprender a conocernos es una tarea de la que nadie debe excluirse.
Cuanto antes nos conozcamos a nosotros mismos, antes vamos a conocer
nuestras debilidades y antes podremos buscar remedios que nos ayuden a
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fortalecernos ahí donde sentimos que lo necesitamos. Probablemente
todos conozcamos el viejo refrán que dice “no se puede amar lo que no
se conoce”. Y si no podemos amarnos a nosotros mismos, ¿cómo vamos
a amar a nuestro prójimo? ¿Y a Dios? Conocerme para poder amar. Para
no atarme al miedo, para poder ser libre. Conocerme para no vivir al azar
de las circunstancias, al vaivén de las modas. Conocerme para aprender
que, en mis debilidades, cuento con la ayuda de la gracia de Dios para
superarlas.
Una vez que logramos realmente valorar todo lo que recibimos de
Dios, el paso que sigue es contemplar de qué maneras correspondimos
(en actos de amor y desamor), a este Padre que tanto nos ama. Ver si
fuimos capaces de explotar todos esos regalos para beneficiar a nuestros
seres queridos y a nuestros hermanos. Cuando hayamos completado –con
la ayuda del Espíritu Santo- el conocimiento sobre nosotros mismos y la
obra de Dios en nosotros, vamos a estar listos para seguir en el camino de
entrega de nuestras vidas a María. Sabemos que vamos a dar, en esta
consagración, tanto las cosas buenas como las malas. En esta entrega,
pidámosle a María Santísima que nos ayude a dejar atrás nuestros
pecados, los grandes y los pequeños. Roguémosle nos conceda la gracia
de perseverar y aumentar nuestras buenas acciones, virtudes y talentos.
Propósito del día: Meditar el versículo 16 del evangelio de San
Lucas, que reza: "El que es fiel en lo poco, lo será también en lo mucho".
Soy un humilde servidor a quien Dios le confió talentos, riquezas. ¿Cómo
las administro? ¿Valoro los talentos de los demás? ¿Soy consciente de
que si me consagro a María, tengo que ser “servidor de los servidores”
como Ella nos enseña?
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 15: ¿CÓMO LLEGAR A UN CONOCIMIENTO PROPIO DESDE
EL CAMINO DE DIOS?
Conocernos también implica ver nuestros errores, las faltas
cometidas; en primer lugar, hacia Dios y después hacia nosotros mismos
y hacia nuestro prójimo. Es aprender a mirarnos con el amor con el que
Dios nos mira, pero también con rectitud y firmeza, para que, con la Luz
del Espíritu Santo, vaya poniendo nombre a esos pecados que nos alejan
de la Voluntad Divina. Hay errores y pecados que cometo “siempre”, o
mejor dicho, muchas y repetidas veces tengo la desgracia de caer en ellos.
Es necesario tomar en serio nuestro examen de conciencia y seguir con
firmeza sus pasos. ¿Qué pecados he cometido? ¿Qué mandamientos he
quebrantado?
Considerarme y verme como el hijo pródigo puede ayudarme
mucho a la hora de hacer un buen examen de conciencia, recordando
siempre la inmensa bondad y misericordia que tiene nuestro Padre
celestial. Decir: “¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!,
heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el
hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo
a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que me llamaste cuando huía de
Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco”.
Propósito del día: Meditar la parábola del hijo pródigo.
Es necesario para mi vida de Fe, hacer en mi corazón un propósito
de que, a partir de hoy, mis confesiones van a ser diferentes. Me propongo
firmemente hacer verdadera oración antes de acercarme a recibir este
sacramento. Examinar mi conciencia a la luz del Espíritu Santo. Me
propongo sentir deseos profundos de cambiar y de evitar todas las
ocasiones de pecado. Me propongo prepararme dignamente y con alegría
para el Santo Sacramento de la Misericordia de Dios. No dejar pasar
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mucho tiempo para confesarme. Ir preparando un examen de conciencia
durante los días previos a la Consagración, para entregarle a la Santísima
Virgen un corazón puro y contrito que aspira a la santidad. Meditar sobre
la misericordia divina con la frase “Dios no se cansa; y por mucho que
nos alejemos de Él, cuando deseamos volver, ahí está con los brazos
abiertos esperándonos con un corazón lleno de amor."
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 16: ESTA ES MI POBREZA SEÑOR, ESTO TE DOY
Si nos juzgamos a nosotros mismos desde los Diez
Mandamientos, nos vamos a descubrir muy pobres, y podemos tomar dos
caminos: Arrepentirnos sin esperanza, es decir desanimarnos ante nuestra
pequeñez. Tomar una actitud de Fariseo: consolarnos a nosotros mismos
pensando que hay otros que son más pecadores que nosotros. En cambio,
si nos medimos con el proyecto de amor que Dios tiene para cada uno de
nosotros (que tiene para mí), nos veremos infinitamente pobres, pero al
mismo tiempo animados a tener una relación de confianza y de paz con
el Señor. Pensemos ¿Qué encuentro en este último tiempo en mi corazón
que no quisiera que estuviera? ¿Qué me hace sentir mal frente a Dios y
no quisiera que hubiera sucedido? ¿Qué es lo que no funciona entre Él y
yo? ¿Qué cosas me impiden amar bien a mis hermanos? Ejemplos: Siento
mucha antipatía hacia esa persona; no quiero esto, pero lo siento y no sé
cómo frenarlo. Siento que no puedo vencer la pereza, la sensualidad, me
cuesta mucho hacer una buena oración. La idea no es nombrar solo faltas
puntuales, sino también ir más profundo, ser consciente de lo que soy,
reubicarme frente a Dios, volver a meterme en su proyecto de amor.
Reconocerme débil, pero confiado en su Misericordia, sabiendo que “El
Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran
misericordia” (Salmo 103). Por otro lado, es importante tener en cuenta
que esta consagración nos exige una cosa: no tener reservas con Jesús ni
con María: les ofrecemos nuestros pensamientos, palabras, acciones,
sufrimientos y alegrías. Por medio de esta consagración confiamos a
María todo lo que tenemos y todo lo que somos. Y Dios, que es
inmensamente generoso recibirá lo que le ofrecemos de manos de María.
Propósito del día: rezamos meditando: Todo esto lo entrego al
Señor: esta es mi pobreza, este soy yo. Esto es lo que tengo para ofrecerte,
Jesús. Me gustaría ser diferente, pero confío en Tu misericordia. También
se lo ofrecemos a María: “María, nada soy y nada tengo, pero espero todo
de ti. Ten piedad de mí.”
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 17: TE ENTREGO AQUELLO QUE AÚN ESCONDO
¿Qué es lo que todavía necesito entregarte Jesús, para poder ser
plenamente libre y consagrarme a la Madre de Dios? ¿Qué escondo en mi
corazón? ¿Qué está tan aferrado y oculto que hasta duele reconocer que
está ahí? A veces pueden ser pecados que no confieso, pueden ser errores
que trato de esconder para que no duelan y no me sienta culpable. ¿Por
qué los guardo, sabiendo que son la causa de muchas de mis tristezas, de
mis silencios y de mis insatisfacciones? ¿Será vergüenza? ¿Será temor?
¿Será dolor? Hoy es el día para que, en silencio y con el alma elevada en
oración, mires el lado oscuro de tu corazón, pero dejándote guiar por la
luz del Espíritu Santo, por la luz de Jesús. Él nos dijo: "Yo soy la Luz del
Mundo". Dejá que la Luz de Jesús ilumine esos rincones que escondes.
Dejá que Él ponga luz, donde hay oscuridad. Dejá que la Luz de Jesús
ilumine y la dulce Mano de María limpie esas zonas descuidadas y heridas
de tu corazón. Aprovecha este día y hacé silencio para abrir solamente las
puertas del corazón, para que Ellos puedan entrar a iluminar y hacerte
"ver" lo que tenés que entregar.
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Propósito del día: hacer silencio y en oración dedicarle el tiempo
que sea necesario para tener una mirada "hacia adentro" con la ayuda del
Espíritu Santo. Pedirle que sea Él quien guíe este momento de oración.
Es importante conocerte para poder entregarte en la Consagración plena
y total de todo tu ser.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 18: LIBERARME DE LAS COMODIDADES DEL PECADO
¿Me siento cómodo pecando y haciendo lo que es contrario a la
Voluntad de Dios? ¿Retraso el tiempo en acercarme al Sacramento de la
Confesión por pereza, falta de fe o simplemente es comodidad? ¿Me
acostumbré al pecado? ¿Me da igual? Hoy con tristeza, nuestra sociedad,
muestra modelos de vida y valores que no se ajustan al estilo de vida
propuesto por Jesús. Hoy, muchos cristianos "se acomodan" a la vida de
pecado con mucha facilidad. ¿Soy yo uno de ellos? ¿Hago un verdadero
propósito de enmendar mis errores o debilidades, soy sincero en mis
confesiones? ¿Soy consciente de que cada día es una nueva oportunidad
de aferrarme a la Gracia de Dios y caminar intentando con todas mis
fuerzas agradar a Dios? Quizás...sea yo, este cristiano tibio, que se
acomodó a las estructuras de pecado: "Pero, todos lo hacen", "Es una
mentirita nomas", “¿Confesarme yo?... ¿Para qué?"; Meditemos hoy las
palabras de Jesús: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia” (Jn. 10,10). Él nos invita a no acomodarnos al pecado, sino
por el contrario, a tener una nueva Vida a través de los Sacramentos.
Pidámosle hoy a la Virgen María, que nos ayude a descubrir en nuestros
corazones, esas raíces de pecado que achicamos o justificamos. ¡No te
desanimes y confia! María acompañará este deseo y anhelo de aspirar a
los dones más perfectos en nosotros.
 Propósito del día: En espíritu de oración, implorando la asistencia
del Espíritu Santo, meditar en un momento del día la Pasión de Jesús para
comprender a qué alto precio Jesús nos ha dado la verdadera "Vida". Esta
práctica es muy recomendada durante este tiempo de Consagración para
experimentar en nuestra alma, cuánto me ha amado Dios, hasta el extremo
de dar la Vida.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 19: APRENDER A MIRARME COMO DIOS ME MIRA
Aprender a conocerme también implica verme como me ve Dios.
Jesús nos ha enseñado su rostro amoroso. A través de muchos textos
evangélicos nos ha contado como es el Amor que Él nos tiene. La venida
de Jesús es prueba del deseo que tiene Dios de que todos los hombres se
salven, que se conviertan y alcancen el cielo. Nos ama a todos -¡porque
somos sus hijos!- y para todos quiere lo mejor. Uno de los capítulos más
llenos de amor del Evangelio es el capítulo 15 de San Lucas. Allí
encontramos las parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la dracma
perdida y el hijo pródigo. Las tres comparten características muy
similares y quieren dar a entender una sola idea: la forma de perdonar de
Dios, totalmente distinta a el concepto que manejamos nosotros. Sería de
gran provecho para nuestras almas que en este día nos pongamos en los
ojos de Dios. San Ignacio de Loyola en su obra, propone este ejercicio de
“mirarnos como Dios nos mira”. Esto permite que después de comprender
nuestra debilidad, podamos entregarnos a Dios, sabiendo que solo Él tiene
la capacidad de sanarnos. No es algo fácil, pero nos hará comprender que
aun con nuestras fragilidades y errores cometidos, aprendamos a aceptar
lo débiles que somos, pero que bajo su dulcísima Mirada todo queda
perdonado si con verdadero arrepentimiento imploramos su misericordia.
Sentirme mirado por Dios me ayudará también a amarme más y a
30
aceptarme tal cual soy, para que, en ese Amor entre Él y yo, pueda
aprender a amar a mis hermanos.
Propósito del día: Elegir una de las parábolas de la Misericordia y
meditarla: la oveja perdida, la dracma perdida o el hijo pródigo (Lucas
15). Valorar la misericordia: amarla, admirarla. No es una trampa para
zafarse o un engaño para seguir pecando. Es amor puro: acogerse a la
misericordia divina implica valorar el amor, no usarlo como salvavidas.
Supone rechazar el pecado.
TERCERA PARTE DE LA CONSAGRACIÓN - DÍAS 20 A 26:
ADQUIRIR EL CONOCIMIENTO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
MARÍA
Rezar cada día: LETANÍAS AL ESPIRITU SANTO. AVE MARIS
STELLA. EL SANTO ROSARIO.
DÍA 20: MUJER ESPERADA DESDE SIEMPRE Y COLMADA DE
VIRTUDES
¿Cómo conocemos mejor a la Virgen María? En la Biblia ya nos
hablan de Ella en el Antiguo Testamento, es profetizada en el Libro del
Génesis (3,15): "Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y
el suyo; ella te aplastará la cabeza y tú estarás al acecho de su talón".
María es la Mujer por excelencia "Pura y sin mancha"; que tuvo el poder
dado por Dios de no estar vinculada con ninguna raíz de pecado. María
es la fuente sellada, en la que sólo puede entrar el Espíritu Santo, cuya
esposa fiel es Ella. El corazón de María es el santuario de la Santísima
Trinidad, donde Dios mora más magnífica y maravillosamente que en
ningún otro lugar del universo. María fue pensada desde el principio
como la mujer que trae consigo el milagro más grande que es Jesús. Dios
nos regala a María como modelo de virtudes y de ternura, afirmando una
vez más que el amor más común, que es de una madre a un hijo, es la
mejor representación del amor infinito que Dios nos tiene a nosotros sus
hijos. Por eso, San Jerónimo exhorta a que si amamos a María tratemos
de imitarla, pues este es el mejor obsequio que podemos brindarle. Y San
Bernardo nos enseña: Procure pues, el hijo, imitar a la Madre si desea sus
favores, porque al verse honrada como Madre, lo tratará como verdadero
hijo. Ella fue la Mujer llena de virtudes: humildad, obediencia, amor a
Dios y al prójimo, esperanza, castidad, fe, pobreza, disponibilidad,
pureza, paciencia y oración. Por eso también en este camino de
consagración le ofrecemos nuestro corazón a Ella, porque como dicen los
santos, “María engrandeció la misericordia de Dios”, ya que Dios se
sirvió de Ella para poder manifestarla. Pidámosle hoy a Nuestra Madre
Inmaculada que despierte en nuestros corazones el verdadero amor para
que así podamos parecernos a Ella y tengamos un corazón más parecido
al de Jesús.
Propósito del día: Imitar a la Virgen María en sus virtudes. Tratar
de que este propósito se repita durante los próximos siete días. Elige una
virtud y ve haciéndola hábito en tu vida.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 21: LA HUMILDAD FUE LA VIRTUD MÁS HERMOSA DE
MARÍA
“Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí, según Su Palabra"
(Lc. 1, 38). Con este acto de entrega, María ha presentado toda su vida a
Dios, como una hoja en blanco, para que Dios escriba sobre ella lo que
quiera y como quiera. Sin trabas ni condiciones acogió a Dios en su
corazón y en su vida entera. Se entregó del modo más absoluto para que
Dios haga en ella la Voluntad Divina. María ya no tenía desde ese
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momento voluntad propia. Era instrumento exclusivo de Dios. Creyó en
Dios y a Dios porque “no hay límites en el plan Divino”. Por eso San
Bernardo afirma que “por su fe, María concibió primero a Cristo en su
corazón y luego en su vientre”. Ése fue el “fiat”, en latín, “hágase”, de
María. María hizo de su libertad, la Voluntad de Dios. ¡Qué gran ejemplo
nos enseña nuestra bella Madre! Hacerse "toda" de Dios. Nuestra
consagración también debe convertirse en una verdadera "donación".
¡Qué gran privilegio y gozo deben experimentar nuestros corazones! Ser
"todos suyos".
Propósito del día: Leer y meditar: Lucas 1, 26-38. Luego
reflexionar el Magnificat (Lc. 1, 46-55)
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 22: UNA REINA QUE SE HIZO ESCLAVA
Ante el anuncio del ángel, María respondió: “Yo soy la esclava
del Señor: que se cumpla en mí tu palabra" (Lucas 1, 38). ¡Cuánta belleza
en este versículo! ¡La Reina de los Cielos, la Mujer vestida de Sol, la
Madre del Salvador... se hizo esclava! ¡Cuánta grandeza en el alma de la
Virgen María, cuánta belleza capaz de enamorar y cautivar al mismo
Dios! La palabra “esclava” para nosotros está llena de connotaciones
negativas por todo lo que implica en la historia de la humanidad. Pero
tenemos que saber que no es lo mismo ser esclavo de los hombres o de
un vicio que ser esclavo de Dios, de un Dios que es amor. Tampoco es lo
mismo ser esclavo por la fuerza que ser esclavo por amor. Tratemos de
comprenderlo. Ser esclavo de Dios por amor, como lo fue María, es
renunciar a toda voluntad propia, es abandonarnos confiadamente en las
Manos de nuestro Señor, en Su voluntad, que es infinitamente más sabia
que la nuestra. Sólo Dios merece que seamos sus esclavos, porque la
plenitud y felicidad a la que nos quiere llevar supera todo lo que nosotros
podemos pensar, imaginar y planear. María quiere lo que Dios quiere. Por
eso Consagrarnos a Jesús por María es convertirnos en sus esclavos, no
en servidores. Porque el servidor está sólo por un tiempo al servicio de su
señor, en cambio el esclavo está para siempre. Y nosotros queremos
entregarnos para siempre. No darse para siempre es no darse por entero.
Un gran amor, un verdadero amor, apunta directamente a una entrega
definitiva, aspira a una unión durable e indisoluble. Por eso, a María, nos
damos por toda la eternidad. ¡María! Enséñanos a ser esclavos de tu
Corazón Inmaculado. Envuélvenos con lazos de amor a ti para que nunca
nos alejemos ni olvidemos el dulce nombre con que Jesús nos ha
nombrado en la Cruz: "Tus Hijos".
Propósito del día: ¿Qué es ser un esclavo de amor? ¿Deseo ser
esclavo por Amor a María y en Ella a Dios, como lo fue Ella? ¿A qué
cosas aun debo renunciar para ser libre y aceptar esta entrega definitiva y
completa a María?
Durante el día repetiré esta hermosa jaculatoria: ¡Todo tuyo
María, todo tuyo!
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 23: VIRGEN PURA Y SIN MANCHA
En la obra de la redención, Dios eligió tiernamente a la Virgen
María, preservándola de toda mancha de pecado desde siempre, para que
fuera la Madre del Salvador. Esta característica fue reconocida por la
Iglesia en el Dogma de la Inmaculada Concepción que dice que María fue
concebida sin mancha de pecado original. ¡Qué importante es conocer y
valorar esta enseñanza! Amar a María, implica conocerla. Ella es la
“Llena de Gracia", esto significa que su alma está unida con el mismo
Dios, llena de su Presencia. Nada en ella es obstáculo para que Dios la
32
habite. María es la Mujer esperada ya desde el Antiguo Testamento, la
nueva Eva, fiel y purísima. La Llena de gracia estuvo también inmune de
todo pecado personal, incluidos los pecados leves, durante todo el tiempo
de su vida. Al consagrarnos a María, Ella nos guarda en Su Corazón
Inmaculado, y se nos ofrece como Madre y guía en la pureza que estamos
llamados a vivir, con la mayor fidelidad posible, para ver a Dios. Ya que
Jesús dijo: “Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios”.
El corazón de Inmaculado de María es el lugar más limpio, cálido,
claro y seguro que nos podemos imaginar. El amor puro y tierno que nos
rodea cuando nos metemos en su Corazón es el antídoto que necesitamos
contra los falsos amores, contra el egoísmo y la impureza. Cuando nos
sintamos tentados, no nos olvidemos que contamos con su poderosa
ayuda. Sabemos que no conviene dialogar con la tentación, ni negociar
con el tentador. De esa manera siempre perderemos. El único lugar seguro
es el corazón de María. Vayamos siempre a él con nuestra imaginación y
con nuestro corazón y Ella nos defenderá y nos llenará del amor que en
verdad necesitamos. Confiémosle todas nuestras faltas de pureza y
pidámosle que en su corazón nos volvamos puros.
Propósito del día: Durante el día, imaginar e intentar imitar la
pureza de María, en mis palabras, pensamientos y actos. Imaginar el
corazón de María de amor verdadero y de cálida claridad. Depositar en él
todo lo que necesitamos limpiar.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 24: MADRE DE DIOS Y MADRE MÍA
"Mujer, ahí tienes a tu hijo" (Juan 19, 27). Como cristianos es
necesario que conozcamos los fundamentos de aquello que creemos. El
dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es
verdadera Madre de Dios. Fue definido por el Concilio de Éfeso (en el
año 431). Jesús en la Cruz nos dio la demostración más grande y sublime
de amor: darlo TODO, hasta a su propia Madre. Por eso ya no sólo es
Madre de Dios, sino también es Madre nuestra, Madre mía. ¿Lo habías
pensado alguna vez así? ¡Con cuánto amor nos amó Jesús, que nos regaló
lo que más amaba: ¡Su Mamá! Desde ese momento, dice el Evangelio,
que Juan la recibió en su casa, como a su madre. No rechacemos nosotros
este inmenso regalo. Llevarla y recibirla en la morada de nuestro corazón
para amarla, honrarla y gozar de su presencia. En estos días previos a la
Consagración, sintámonos verdaderamente sus hijos, que no sean solo
palabras que pasan rápidamente por nuestra mente.
Propósito del día: Meditar el siguiente texto: ¡María es mi Madre!
Bajo su manto me amparo, con sus frutos me alimento, con el Pan
Eucarístico que me proporciona. ¡Ella es mi Madre! Me arrojo en sus
brazos y Ella me estrecha contra su corazón. La escucho y su palabra me
instruye. La miro y su belleza me alumbra. ¡Ella es mi Madre! Si estoy
débil, me sostiene, la invoco y su bondad me atiende. Si estoy enfermo,
me sana; si muero por el pecado, me da la vida de la gracia ¡Ella es mi
Madre! En la lucha me socorre, en la tentación me auxilia, en la angustia
me consuela, en el trabajo me sostiene, en la agonía me acompaña ¡Ella
es mi Madre! Cuando voy a Jesús, me conduce. Cuando llego a sus pies,
me presenta. Cuando le pido favores, me protege ¡Ella es mi Madre! Si
soy constante en mi súplica, me escucha; si la visito me atiende. En la
vida me guía al cielo y en la muerte recibiré de sus manos la eterna corona
¡Ella es mi Madre! ¡Qué buena es María! ¡Qué dulce y hermosa es! ¡Ella
es mi Madre!
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
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DÍA 25: MEDIADORA Y ABOGADA UNIVERSAL
“Tres días después, se celebraron unas bodas en Caná de Galilea,
y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus
discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen
vino”. Él le respondió: Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora
no ha llegado todavía. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo
que Él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de
purificación de los judíos que contenían unos cien litros cada una. Jesús
dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”, y las llenaron hasta
el borde. “Saquen ahora,” agregó Jesús, “y lleven al encargado del
banquete”. Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino,
y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían
sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el
buen vino, y cuando todos han bebido bien, se trae el de peor calidad. Tú,
en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento.”
Seguramente todos conocemos esta hermosa historia en el
evangelio de San Juan, y deberíamos hoy trasladarla a nuestra vida.
¿Cuántas veces hemos estado también como los novios de la fiesta, hasta
que se nos acabó el vino del bienestar? Llevábamos una vida feliz,
cómoda. Abundaba el vino de la alegría, no había situaciones que nos
hicieran perder la calma. Y tal vez apareció de repente una enfermedad
difícil, un problema, una pérdida, una situación que nos quitó la paz. Y
tú, Madre, estuviste allí, dándote cuenta de mi necesidad. Estuviste allí
para calmar mis ansias, para devolverme la paz, para indicarme qué es lo
que debo hacer. ¡Eres Madre atenta y delicada! No necesitaste mi
llamado, sólo acudiste ante mi necesidad y la solucionaste de la mejor
manera: llamando a Jesús para que me Él me ayude. ¡Cuánto amor de
Madre, cuánta delicadeza de Mujer que está tras todos los detalles!
Gracias por ser Mediadora entre nosotros y tu Hijo. Gracias por acudir,
sin ser llamada, en los momentos en los que lo necesitamos, y enseñarnos
Quién es la única solución a todo aquello que nos quita la paz: Jesús. Lo
que dijiste a los servidores en aquellas bodas habrá sido en tus labios una
dulce melodía, como en el momento en que le dijiste "sí" al ángel Gabriel.
En ese momento, en Nazaret, dijiste "hágase", y hoy, nos dices: "hagan".
Hoy nos toca imitarte en tu sí, y, como tú, seguir la Voluntad de Dios. Tú
nos indicas el camino: "Hagan todo lo que Él les diga".
Propósito del día: Ser en este día, también mediador como María
en las necesidades de nuestros hermanos, y recordar sus palabras: “hagan
todo lo que Él les diga”, para intentar entender qué es lo que Dios me pide
y qué le puedo ofrecer.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 26: REINA DE TODO LO CREADO
En María encontramos, después de Jesús, el modelo perfecto de
obediencia a Dios. Su "sí" delante del ángel Gabriel nos enseña la perfecta
docilidad de un alma entregada a la Voluntad del Padre, que aun sabiendo
las dificultades que se le podían presentar, aceptó y consideró una
inmensa ganancia, un inmenso regalo, los planes trazados para Ella. El
Corazón de María estaba prendado por Dios, comprado a precio de amor
eterno y Ella así lo entendía y vivía.
Propósito del día: Meditar Filipenses 3,8 - 14. ¿Es Cristo para mí
una ganancia, como lo fue para María? ¿Estoy dispuesto a dejar aquello
que me aleja de Dios? Nuestra Madre supo elegir a Dios por sobre todas
las cosas, y hoy goza como Reina de todo lo creado. Que sepamos hacerlo
también nosotros, pues Él es y será siempre nuestra mayor ganancia. ¡Que
María nos acompañe con estos santos anhelos!
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
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CUARTA PARTE DE LA CONSAGRACIÓN - DÍAS 27 A 33:
ADQUIRIR EL CONOCIMIENTO DE JESÚS
Rezar cada día: LETANÍAS AL ESPÍRITU SANTO. ORACIÓN DE
SAN AGUSTÍN. LETANÍAS DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE
JESÚS. LETANÍAS AL SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS.
DÍA 27: ¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?
“Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus
discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen
que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan Bautista; otros,
Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas. “Y ustedes”, les
preguntó, “¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro
respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo:
“Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo”.” (Mt. 16, 13-17)
En los Evangelios, podemos descubrir diversos nombres que se le
dan a Jesús: Camino, Verdad, Vida, Pastor, Rey, Maestro, Compañero de
camino, Resurrección, Salvador, Mesías, Cordero de Dios... Y en todos
ellos encontramos la inmensa riqueza que encierra su corazón. Jesús ha
sido el Hombre más grande y más amado de la historia. Millones de
personas dieron por Él su sangre, y centraron en Él su vida. Hoy
necesitamos preguntarnos: ¿Quién es este Hombre por quien, dos mil
años después de su muerte, tantos siguen entregándose sin dudarlo?
¿Quién es este Hombre, que aún descoloca a tantos con el inmenso poder
de su Amor? Que hace que los ciegos vean y los sordos oigan, pero que
también devuelve la esperanza al desanimado y da sentido al que se ha
apartado del camino. ¿Quién es Jesús?. Aún resuena en nuestros oídos la
pregunta que el mismo Cristo formuló hace dos mil años: “¿Quién dicen
que soy Yo?”
Propósito del día: ¿Creo y vivo de acuerdo a la certeza de que
Cristo es el Hijo de Dios, de manera profunda y auténtica? ¿Creo que la
Iglesia es mi Santa Madre que, junto con María, me guía en cada paso
hacia Él? Rezar especialmente por las intenciones del Papa y de toda la
Iglesia.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 28: JESÚS ES DIOS VERDADERO
Hoy meditemos con las palabras de Pedro: "Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios". Si afirmamos y creemos que Jesús es verdaderamente
Dios, es muy importante conocer cómo es nuestro Dios. La Biblia nos
ilumina mucho respecto a este tema: Nos dice que Dios es uno, y no tiene
límites. Es infinito. Sabemos que no tiene principio ni fin, ni sucesión de
tiempo. Esto no significa que el tiempo sea irreal para Él, reconoce la
sucesión de los hechos, pero tanto lo presente, lo pasado y lo futuro está
vívidamente presente a Él. La Palabra además nos dice que Dios no puede
cambiar. Que en Él no hay movimientos, fases ni sombras. Y que está en
todo lugar, pero no en todas las cosas, ni se puede confundir con ninguna
cosa. Es el supremo rector del universo. Conoce todo, lo posible, lo que
podría ser, lo que es, lo que fue y lo que será. Y no solo conoce todo, sino
que lo puede todo. Y, siendo omnipotente, todopoderoso, busca siempre
el bien más alto libremente, porque es el Amor, es nuestro Santo Señor,
lejano a todo mal. Y así, es también infinitamente justo, equitativo con
todos sus hijos, y es la Verdad, porque todo lo que es, dice y hace está
siempre en armonía. Cuando leemos el anuncio a los pastores el día del
nacimiento del Niño Dios, vemos que los ángeles aclaman: “Ha nacido
para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor”. Allí descubrimos
35
los otros atributos de Cristo: es nuestro Salvador, Mesías y Señor. ¡Cuánta
grandeza y belleza en la sola persona de Jesús!
Propósito del día: Rezar y meditar cada una de los atributos o
cualidades de Dios, y pensar acerca de su paso por mi vida, dándole
gracias por todas las personas que me han manifestado su eterno Amor y
grandeza.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 29: JESÚS ES VERDADERO HOMBRE
"María dio a luz a su Primogénito y lo envolvió en pañales” (Lucas
2, 1). La imagen de María envolviendo a Jesús en pañales nos ayuda a no
olvidar que Él fue verdaderamente hombre. Jesucristo es verdadero Dios
y verdadero hombre: este es el misterio central de nuestra fe. Jesús tuvo
un cuerpo sometido al cansancio y también al sufrimiento. Un cuerpo que
sufrió las torturas del martirio mediante la flagelación, la coronación de
espinas, hasta la crucifixión. Durante su agonía, mientras moría en el
madero de la cruz, Jesús pronunciaba aquel "Tengo sed" (Juan 19, 28), en
el cual está contenida una última, dolorosa y conmovedora expresión de
su verdadera humanidad. Sólo un verdadero hombre ha podido sufrir
como sufrió Jesús en el Gólgota, sólo un verdadero hombre ha podido
morir como murió verdaderamente Jesús. Esta muerte la constataron
muchos testigos oculares, no sólo amigos y discípulos, sino, como leemos
en el Evangelio de San Juan, los mismos soldados que "llegando, a Jesús,
como lo vieron ya muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de
los soldados le atravesó con su lanza el costado, y al instante brotó sangre
y agua" (Juan 19, 33-34). En este contexto, el hacerse semejante a los
hombres significó una renuncia voluntaria, una renuncia a los
"privilegios". Efectivamente, asumió "la condición de siervo". No quiso
pertenecer a las categorías de los poderosos, sino que quiso estar entre
nosotros como el que sirve: ya que "el Hijo del hombre no ha venido a ser
servido, sino a servir" (Marcos 10, 45). No cabe ninguna duda de que
Jesús fue verdadero Dios y verdadero Hombre. "Dios encarnado, no
creado, de la misma naturaleza del Padre..." dice nuestro Credo.
¿Creemos esto? Avivemos nuestra fe y nuestra confianza en Él. Pidamos
cada día la gracia de creer en su humanidad y en su divinidad, sin
olvidarnos de ninguna de las dos. No olvidemos que él es capaz de
entender nuestros sufrimientos porque también fue Hombre.
Propósito del día: Rezar y meditar por unos instantes, el Credo
Niceno-Constantinopolitano para fortalecer más aún nuestra Fe.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 30: SE HIZO NIÑO, SE HIZO HOMBRE
En este día vamos a recordar el gran misterio de la Encarnación.
Una gran locura de amor. ¡Cuánta grandeza la de Jesús, cuánto Amor que
nos ha demostrado con su vida en la Tierra! Medita con frecuencia en
esto. Todo nos lo ha demostrado por amor. Reflexionemos con las
palabras de Benedicto XVI. En la audiencia general del 9 de enero de
2013 nos dice: “Es importante entonces recuperar el asombro ante este
misterio, dejarnos envolver por la grandeza de este acontecimiento: Dios,
el verdadero Dios, Creador de todo, recorrió como hombre nuestros
caminos, entrando en el tiempo del hombre, para comunicarnos su misma
vida (cf. 1 Jn 1, 1-4). Y no lo hizo con el esplendor de un soberano, que
somete con su poder el mundo, sino con la humildad de un niño. Dios, en
aquella noche santa, haciéndose carne, quiso hacerse don para los
hombres, se dio a sí mismo por nosotros; Dios hizo de su Hijo único un
don para nosotros, asumió nuestra humanidad para donarnos su divinidad.
Este es el gran don. Encontramos aquí el modelo de nuestro donar, para
36
que nuestras relaciones, especialmente aquellas más importantes, estén
guiadas por la gratuidad del amor.
El hecho de la Encarnación, de Dios que se hace hombre como
nosotros, nos muestra el inaudito realismo del amor divino. El obrar de
Dios, en efecto, no se limita a las palabras, es más, podríamos decir que
Él no se conforma con hablar, sino que se sumerge en nuestra historia y
asume sobre sí el cansancio y el peso de la vida humana. El Hijo de Dios
se hizo verdaderamente hombre, nació de la Virgen María, en un tiempo
y en un lugar determinados, creció en una familia, tuvo amigos, formó un
grupo de discípulos, instruyó a los Apóstoles para continuar su misión, y
terminó el curso de su vida terrena en la cruz. Este modo de obrar de Dios
es un fuerte estímulo para interrogarnos sobre el realismo de nuestra fe,
que no debe limitarse al ámbito del sentimiento, de las emociones, sino
que debe entrar en lo concreto de nuestra existencia, debe tocar nuestra
vida de cada día y orientarla también de modo práctico. Dios no se quedó
en las palabras, sino que nos indicó cómo vivir, compartiendo nuestra
misma experiencia, menos en el pecado. La fe tiene un aspecto
fundamental que afecta no sólo la mente y el corazón, sino toda nuestra
vida.
Propósito del día: Meditar los Misterios Gloriosos, contemplando
la grandeza y belleza de nuestro Dios.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 31: JESÚS AMIGO, PASTOR Y MÉDICO DE ALMAS
“Pasó haciendo el Bien". (Hechos 10,38) Enseñaba con sencillez
parábolas para pudieran entender, curaba las enfermedades del cuerpo y
del alma, perdonaba ofensas, desconfianzas y calumnias, se compadecía
de los doloridos. ¡Hacer el Bien! Eso lo distinguió de todos. Jesús no sólo
hablaba o predicaba, sino "hacía”. Su Palabra era confirmada por sus
acciones. No nos pide nada que él no haya hecho, Jesús actúa. Y actúa de
un modo que muchas veces nos deja sin palabras, nos desconcierta, así
como desconcertaba a sus apóstoles. ¿Por qué? Porque nos enseña del
amor sin medidas, amor de Dios. Dios todopoderoso, infinito,
omnipotente, que se hace hombre y se entrega, para que estemos con Él,
y tengamos vida eterna. “Yo soy camino, verdad y vida” nos dice el
Señor. No nos plantea una idea, una lista de metas a alcanzar, nos habla
con su mirada, este encuentro es con un rostro, una persona, que da un
horizonte nuevo a nuestra vida.
Jesucristo nos muestra ese corazón misericordioso que se adentra
en las profundidades de las miserias humanas para buscar a la oveja
perdida y cargársela sobre sus hombros. En él se nos descubre el amor
que transforma, que levanta, que dignifica. Nosotros estamos invitados a
conocerlo, como ese buen pastor, que nos llama a cada uno por su
nombre. Salvar una vida; salvar la vida de todo hombre y de toda mujer;
salvar al niño preso de la muerte, curar a los leprosos tocándolos; devolver
la vista al ciego en el borde del camino... con toda sencillez, con mucho
amor.
Propósito del día: Meditemos, ¿cómo es mi "paso" en la vida?
¿Paso haciendo el Bien como me enseñó Jesús? ¿Lo vivo como un
verdadero ejemplo en mi vida? Ojalá que cada día meditemos esta cita
bíblica: "Pasó haciendo el Bien" y que cada día, también nosotros
pasemos haciendo el bien sin excusas egoístas, dándolo todo, como él
hizo por nosotros en la cruz. Que María nos ayude en estos santos anhelos
de ser más como él.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
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DÍA 32: SE DIO A TODOS LOS HOMBRES
“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. (Juan
15, 9-17). Jesús, es un AMIGO de verdad que no midió las consecuencias
de su entrega y de su Amor. El Amor verdadero encuentra en Jesús el
espejo perfecto en donde reflejarse pues, Él mismo fue y es el Amor. Nos
donó todo: Su Libertad, Su dignidad, Su derecho, Su Madre, Su Vida, Su
palabra Viva, Verbo encarnado, Palabra que transforma al que la escucha,
Palabra que salva y que da vida, Su insondable Misericordia.
¡Cuánto por descubrir aun en nuestras vidas, de las
manifestaciones de su Amor! Es increíble como Jesús está presente de
distintas maneras en nuestra vida cotidiana, manifestando su Amor por
nosotros. Tantos detalles que a veces pasan inadvertidos y, sin embargo,
su Amor no varía. Así como sus pequeños pero grandes momentos de
demostración de amor en los evangelios; Jesús era detallista, porque su
amor era inmenso. Él descubre cosas que los demás no, como las dos
monedas de la viuda. Qué lindo volver a las Escrituras, y saber leer con
el corazón los distintos detalles de amor que Jesús tiene por los demás,
por sus amigos, que también somos nosotros. Y así como Jesús nos ama
y se entrega a sí mismo, para la salvación de todos y cada uno de nosotros,
María con su sí al ser la madre de Jesús, dice “hágase” a todo el plan de
salvación. Esto implica el ser la madre de todos los hombres, ser madre
nuestra. María toma parte como corredentora en la salvación de todos los
hombres, guiándonos maternalmente a Jesús, su hijo.
Propósito del día: En oración y meditando el Amor de Dios
enumerar lo que recibes día a día y agradecerlos. También, practiquemos
en este día las obras de Misericordia, para ser reflejo del Amor
Misericordioso de Dios en nuestros hermanos.
(Rezar oraciones diarias de esta semana)
DÍA 33: EUCARISTÍA AMOR DE DIOS A LOS HOMBRES Propósito del día: Intentemos visitar a Jesús en el Sagrario y
participar de Misa cuántas veces pueda, para hacer de Cristo Eucaristía el
"Yo Soy el Pan que da la Vida". (Juan 6). Finalmente, Jesús, centro de mi vida y mi día. Seamos también cada día nosotros "pan que
después de tanta entrega, quiso quedarse prisionero en el Sagrario se parte y se reparte" por amor a Jesús y a los hombres. Y, sobre todo,
esperando que sus hijos vayan a visitarlo en la Eucaristía, esperando que pidámosle a nuestra madre que nos enseñe en esta devoción, y así crecer
sus sacerdotes transformen el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre. en fervor a Jesús Eucaristía, hacia el pan de vida.
Misterio grande, Misterio de misericordia. ¿Qué más podía hacer Jesús
por nosotros? Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que (Rezar oraciones diarias de esta semana)
llega «hasta el extremo» (Juan 13, 1), un amor que no conoce medida.
San Luis Grignon de Montfort nos dice que Jesús “encuentra un secreto
admirable para morir, y al mismo tiempo, seguir viviendo y permanecer
con ellos hasta el fin de los tiempos: es la amorosa institución de la
Eucaristía.” El sacrificio eucarístico es «fuente y cima de toda la vida
cristiana». «La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien
espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de
Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo». La Misa
es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa
el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo
y la Sangre del Señor. Contemplar a Cristo implica saber reconocerle
dondequiera que Él se manifieste, en sus multiformes presencias, pero
sobre todo en el Sacramento vivo de su Cuerpo y de su Sangre. La Iglesia
vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. La
Eucaristía es misterio de fe y al mismo tiempo, «misterio de luz». Cada
vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la
experiencia de los dos discípulos de Emaús: «Entonces se les abrieron los *
ojos y le reconocieron». Podemos decir que María es el alma eucarística
por excelencia, Ella se encuentra postrada al pie de cada altar adorando a
su hijo inmolado, ella al pie de cada sagrario, acompañando y consolando
a Jesús, ella al pie de cada alma que comulga para enseñarle a adorar con
fervor a su hijo Jesús. El alma que se consagra a María es contagiada, por
esta dulce madre, de un profundo amor y respeto hacia Jesús Eucaristía.

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 En la página siguiente, se presenta la fórmula de la Consagración,
para leer luego de la Comunión. Recordamos la necesidad de confesarse,
comulgar y hacer algún ofrecimiento particular en este día (ver pág.10).
En lo posible, es bueno que cada uno imprima o transcriba esta fórmula,
y luego la firme.

Para cualquier necesidad, consulta, inquietud, deseo de compartir

la experiencia o solicitar más bibliografía y textos sobre esta devoción,
así como la versión digital de este libro, por favor escribir un mail a la
siguiente dirección: consagracionadrogue@gmail.com

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para que seamos cada día más los que formemos parte de este ejército de
hijos de María Reina.

AD MAIOREM DEI GLORIAM

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 FÓRMULA DE CONSAGRACIÓN
¡Oh Sabiduría eterna y encarnada! ¡Oh amabilísimo y adorable
Jesús! verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo único del Eterno Padre
y de María, siempre Virgen, os adoro Padre, durante la eternidad y en el
seno virginal de María, vuestra dignísima Madre, en el tiempo de vuestra
Encarnación. Os doy gracias de que os hayáis anonadado a Vos mismo,
tomando la forma de un esclavo, para sacarme de la cruel esclavitud del
demonio. Os alabo y glorifico porque os habéis dignado someteros a
María, vuestra Santísima Madre, en todas las cosas, a fin de hacerme por
Ella vuestro esclavo fiel. Más ¡ay! ingrato e infiel como soy, no he
guardado los votos y las promesas que tan solemnemente hice en mi
bautismo; no he cumplido mis obligaciones; no merezco ser llamado
vuestro hijo, ni vuestro esclavo, y como en mí nada hay que no merezca
vuestra repulsa y vuestra cólera, no me atrevo por mí mismo a acercarme
a vuestra augusta Majestad. Por eso recurro a la intercesión y a la
misericordia de vuestra Santísima Madre, que me habéis dado como
mediadora ante Vos; y por su intermedio espero obtener de Vos la
contrición y el perdón de mis pecados, la adquisición y la conservación
de la Sabiduría. Os saludo, pues, ¡oh María Inmaculada!, tabernáculo
viviente de la Divinidad, donde la Sabiduría eterna escondida quiere ser
adorada por los ángeles y los hombres. Os saludo ¡oh Reina del cielo y de
la tierra! a cuyo imperio está sometido todo lo que está debajo de Dios.
Os saludo, ¡oh refugio seguro de los pecadores!, cuya misericordia a nadie
ha faltado; escuchad los deseos que tengo de la divina Sabiduría, y recibid
para eso los votos y las ofrendas que mi bajeza os presenta. Yo ……,
pecador infiel, renuevo y ratifico hoy, en vuestras manos, los votos de mi
bautismo. Renuncio para siempre a Satanás, a sus vanidades y a sus obras,
y me doy todo entero a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, para llevar mi
cruz en su seguimiento todos los días de mi vida, y a fin de que le sea más
fiel de lo que hasta aquí le he sido, os elijo hoy, ¡oh María!, en presencia
de toda la corte celestial, por Madre y Dueña mía. Os entrego y consagro,
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en calidad esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y
exteriores, y el valor mismo de mis buenas acciones pasadas, presentes y
futuras, dejándoos entero y pleno derecho de disponer de mí y de todo lo
que me pertenece, sin excepción, según vuestro beneplácito, y para la
mayor gloria de Dios, en el tiempo y en la eternidad. Recibid ¡oh Virgen
bendita! esta pequeña ofrenda de mi esclavitud; en honor y unión de la
sumisión que la Sabiduría eterna se ha dignado tener a vuestra
maternidad; en homenaje del poder que tenéis ambos sobre este pequeño
gusanillo y este miserable pecador, y en acción de gracias por los
privilegios con que os ha favorecido la Santísima Trinidad. Protesto que
en adelante quiero, como verdadero esclavo vuestro, procurar vuestro
honor y obedeceros en todas las cosas. ¡Oh Madre admirable!,
presentadme a vuestro querido Hijo, en calidad de esclavo eterno, a fin
de que, habiéndome rescatado por Vos, me reciba por Vos. ¡Oh Madre de
misericordia! concededme la gracia de obtener la verdadera Sabiduría de
Dios, y de contarme, por ende, en el número de los que Vos amáis,
enseñáis, conducís, alimentáis y protegéis como a hijos y esclavos
vuestros. ¡Oh Virgen fiel!, hacedme en todas las cosas tan perfecto
discípulo, imitador y esclavo de la Sabiduría Encarnada, Jesucristo,
vuestro Hijo, que llegue por vuestra intercesión, a ejemplo vuestro, a la
plenitud de su edad sobre la tierra y de su gloria en el cielo. Amén.