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Liberación
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■de la Mujer
e G iro u d , Blanca V areta, Jean Franco
Debate
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Libre
Revista crítica trimestral

JOSÉ CORRA LES EGEA del mundo de habla española

Número 4 -1972

Colaboradores //
Claribel Alegría Salvador Garmendia Joá- Emilio Pacheco
Rubén Bareiro Saguier Jean Genet Octavio Paz
Carlos Barral Jaime Gil de Biedma Teodoro Petkoff
Alfredo Bryce Adriano González León Nélida Piñón
Fernando del Paso Juan Goytisolo Sergio Pito!
Albina du Boisrouvray Luis Goytisolo Angel Rama
Italo Calvino José Agustín Goytisolo Julio Ramón Ribeyro
Ernesto Cardenal Rodolfo Hinostroza Vicente Rojo
José María Castellet Noe Jitrik Severo Sarduy
Antonio Cisneros Roberto Juarroz Jean Paul Sartre
Femando Claudín Enrique Lihn Jorge Semprún
J. G. Cobo Borda Luis Loayza Susan Sontag
José Donoso Pompeyo Márquez Nicolás Suescún
Carlos Droguen Plinio Apuleyo Mendoza Antoni Tapies
Jorge Edwards Carlos Monsiváis Freddy Téllez
Hans Magnus Enzensberger Daniel Moyano Marta Traba

CeDInCI Darwin Flakoll


Carlos Fuentes
Carlos Franqui
Gabriel García Márquez
CeDInCI
Freddy Muñoz
Juan Ñuño
Julio Ortega
José Migue] Oviedo
José Angel Valente
Mario Vargas Llosa
Manuel Vázquez Montalbán
Saúl Yurkievioh

Este número aparece bajo


la dirección de
Mario Vargas Llosa

Jefe de redacción
Plinio Apuleyo Mendoza

Secretaria administrativa
Grecia de la Sobera

Un volumen de 567p a g in a s: 18 Fr.

ediciones hispano america nas Publicación


Oficina de
de Editions Libres S.A.
Información en Francia

26, rué Monsieur Le Prince, PARIS 6e 26, rué de


Sede social
Suiza.
Biévre, París (5e). Teléfono 325.26.45
: Oomaine de Sien. Echandens (Vaud)
Entrevista
con Jean-Paul Sartre

L. — Sin que haya habido premeditación de nues­ la China rehusó la ayuda al Tercer Mundo, eli­
tra parte ni de la suya, nuestra entrevista coin­ gió el apoyo a los gobiernos constituidos, rati­
cide con la terminación de la reunión soviético- ficó una masacre. Y la URSS, por su parte,
americana en la «cumbre». Y hace tres meses ha escogido una alianza en torno a ciertos pun­
tenía lugar la «cumbre» chino-americana. tos con el imperialismo americano. Y es el im­
La experiencia histórica desde la revolución de perialismo americano el vencedor de la reunión
octubre, y sobre todo desde la segunda guerra entre Breznev y Nixon. Cualesquiera que sean
mundial, pone de relieve el enorme peso que las ventajas logradas por la URSS, en realidad
las relaciones internacionales han adquirido so­ los Estados Unidos salen ganando. Por eso los
bre la evolución interior de los pueblos, y en par­americanos, a pesar de una acogida que se ha
ticular sobre los procesos revolucionarios. juzgado un tanto fría, salieron de esa confe­
Las dos «cumbres» de este año marcan, sin du rencia muv satisfechos.
da, la entrada en una nueva etapa de tas rela­ L. — «La révolution se fera contre les deux sys-
ciones internacionales. temes ou l’homme est foutu», dice usted en uno
Nos interesaría conocer sus reflexiones a este de sus escritos recientes.. Y la misma conclu­
propósito. sión, formulada más o menos explícitamente,
Sartre. — Ciertamente se ha entrado en una nue­ se encuentra en otros textos suyos posteriores al
va etapa, etapa muy enojosa, por cierto. En par­ año 68.
ticular la conferencia en la cumbre americano- ¿Quiere decirse que para usted el sistema exis­

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soviética me parece una cosa lamentable, dado tente en la URSS y países de su órbita no tiene
que al mismo tiempo que se habla de paz en nada de socialista y no puede transformarse más
Moscú se intensifican los bombardeos en Viet- que por vía revolucionaria?
nam, que es un aliado de Moscú, un aliado di­ Y si es asi, ¿qué es, según usted, ese sistema?
recto. De modo que yo considero que este nuevo ¿Cómo caracterizarlo?
estado de las relaciones internacionales no in­ Sartre. — Digamos que el sistema soviético es
fluye solamente en el interior de un país sino el de una burocracia en el poder. Infortunada­
en los pequeños países. Significa que existe una mente, la mayoría de la población quiere con­
tolerancia de parte de los países socialistas para servar esta burocracia; no estamos en presencia
permitir que uno de ellos sea bombardeado con de una situación revolucionaria. Las personas
tal de que subsista cierto tipo de alianzas a alto que en la URSS denuncian el sistema son los
nivel. Se trata, parece, de un nuevo Yalta, lo­ intelectuales, y no hay país, incluyendo los Es­
grado a costa de los vietnamitas. No es que yo tados Unidos, donde el intelectual se encuentre
piense que los rusos dejarán de suministrarles más desvinculado de las masas que en la URSS.
armas a los vietnamitas, sino que no actuarán Yo he estado allí cierto número de veces (siete
sobre los Estados Unidos como habrían podido u ocho) y he entrado en contacto con intelectua­
hacerlo para disuadirlos de continuar los bom les que me han hablado libremente, pero que no
bárdeos. tienen ninguna clase de relaciones con el mun­
Se buscan, pues, nuevos equilibrios, sin que por do obrero. Tampoco el intelectual extranjero in­
ello dejen de presentarse aquí y allá conflictos. vitado logra hablar con un trabajador. He ha­
Existe, por ejemplo, el conflicto del Medio Orien­ blado con mucho más obreros en Francia que
te, del cual se habló ciertamente. Pero en estas en la URSS. Allí nunca conseguí ser invitado a
conversaciones entre Estados, es la razón de Es­ casa de una familia obrera, nunca vi trabajado­
tado la que prevalece, como ocurrió también en res, salvo en la calle. Toda mi información co­
Grabada en cinta magnetofónica, esta el caso de Bengala. Pues los Estados socialistas, rría a cargo de los intelectuales y éstos me in­
conversación con el escritor y filósofo francés en lugar de desaparecer, tienden a reforzarse. formaban a su manera, esto es, reclamando para
lean Paul Sartre, tuvo lugar a mediados de junio La China ha escogido el Estado de Ceylán, que sí prerrogativas mayores. Gran número de ellos
en su apartamento de París. Libre fue es visiblemente contra-revolucionario, y aunque están contra el régimen, hasta el punto de pen­
representada en esta entrevista por el asunto de Bengala era muy confuso, en los sar que la revolución de 1917 se hizo demasiado
Albina du Boisrouvray, Fernando Claudín, dos casos abandonó su política orientada a de­ pronto, sin atravesar una etapa burguesa. Pues
Juan Goytisolo y Plinio Apuleyo Mendoza. fender el derecho de los pueblos a disponer de bien: esas gentes jamás me informaron acerca
su destino libremente. En Ceylán y en Bengala, de los obreros, porque mantienen con ellos un
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divorcio completo. Los campesinos, por su parte, está camino de escapar al destino de la revolu­ dente que la revolución cultural es un fenómeno rias en uno y en otro deberían aunar su labor,
resisten a su manera al régimen (basta recordar ción rusa? nunca visto. tanto en el plano teórico —asimilación critica de
lo sucedido en los años 35 y 36), resisten simple­ la experiencia acumulada desde la revolución de
mente produciendo menos. Los intelectuales pro­ Sartre. — En cierto modo sí. Pienso que en la I. — ¿No existe una contradicción entre la fina­ octubre, búsqueda de nuevas soluciones— como
testan en privado, ni siquiera se atreven a ha­ revolución cultural hay algunos elementos nue­ lidad aparente de la revolución cultural —libe­ en el de la acción política concreta.
cerlo por teléfono. Los obreros, en la medida en vos, muy positivos, como el propósito de rom­ rar la iniciativa de las masas— y la imposición Sin embargo, existe muy poca comunicación.
que ahora ganan más, no protestan, están satis­ per el viejo molde del partido y controlarlo ape­ de un pensamiento único, el pensamiento de Mientras los Breznev y los Nixon se entienden,
fechos con el régimen, aprueban sus medidas; lando a las masas. Para la URSS es como si las Mao? los revolucionarios de uno u otro lado apenas
muchos aprobaron, por ejemplo, la intervención contradicciones desaparecieran. Mao, en cambio, se conocen... ¿Puede explicarse sólo por las di-
de los soviets en Praga. No hay, pues, en la considera que las contradicciones continuarán, Sartre. — Sí. Pero el pensamiento de Mao es muy ficultades policíacas? ¿Ño hay también un pro­
URSS actualmente una masa dispuesta a actuar en la medida en que el propio socialismo engen­ general, está expresado en el librito rojo, y cada blema de incomprensión reciproca? En la iz­
como podría encontrarse en Europa occidental; dra contradicciones que a veces resulta necesa­ cual lo interpreta a su manera. De modo que los quierda revolucionaria occidental es frecuente
no hay nada. Hay intelectuales, intelectuales que rio resolver por medio de una revolución cul­ conflictos no provienen de un enfrentamiento en­ ver con recelo las reivindicaciones democráticas
no disponen de los medios de expresarse como tural. En su opinión, habrá en el futuro muchas tre quienes comparten las ideas de Mao y quie­ de los que luchan en el Este contra las dictadu­
tales; luego, una burocracia. Y es ésta justamen­ revoluciones culturales. nes no las aceptan, sino de las distintas inter­ ras burocráticas. Otros consideran que la crítica
te quien define el carácter de la sociedad sovié­ Ahora bien, es posible también que tras esta con­ pretaciones que de ellas se hacen. Allí radica abierta de esas sociedades hace el juego de la
tica, la que le da su aspecto de dictadura pe- cepción general haya un conflicto entre dos ten­ todo el problema. Habría que determinar dónde burguesía occidental, del imperialismo; y vice­
queño-burguesa. Pero en realidad no es peque- dencias del partido: la tendencia de Mao de ir está exactamente la contradicción. Es curioso versa, entre los elementos que luchan por la de­
ño-burguesa, sino burocrática. Cuando a uno le adelante y la de Liu Chao Shi de contemporizar. comprobar, por ejemplo, como Lin Piao hasta mocracia y la libertad en el Este es frecuente
hablan de sus privilegios, no hay que interpre­ Naturalmente si se trata de un conflicto inter­ último momento compartía las concepciones de también la desconfianza frente al «gauchisme».
tarlos en términos de riqueza, sino de arrivismo. no del partido, sin intervención de las masas, el Mao y no obstante un día en nombre de ellas
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Lo que importa, lo que cuenta, es situarse y si­ asunto es menos interesante. Pero lo que este
tuarse bien. Para obtener un buen cuarto de ho­ proceso tiene de capital es que las masas en un
tel, un puesto, cualquier cosa, hay que estar bien momento dado se declararon contrarias a los
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quiso promover un golpe de Estado. Es, pues,
muy difícil determinar cuáles son las diferentes
corrientes.
¿Qué piensa usted al respecto?
Sartre. — Sí, es evidente que hay dificultades pa­
ra el entendimiento que ustedes mencionan, y
ubicado en la jerarquía burocrática. abusos del poder, es decir, contrarias a la buro­ ello no se explica sólo por el terror policial, sino
Cuando estuve en la URSS, advertí que el par­ cracia. Ello significa indudablemente un paso L. — En relación con la actual política exterior también porque el pensamiento, la ideología de
tido casi no se renovaba, o se renovaba mal. adelante. Habría que preguntarse, sin embargo, china de coexistencia pacífica ¿no hay un ele­ quienes luchan por la democracia en el Este, a
Quienes entraban en él eran evidentemente arri- qué queda hoy de la revolución cultural china. mento positivo importante, contribuir a romper falta de textos esenciales, de conocimientos esen­
vistas, no gentes convencidas de que el partido Según parece, muchos de los que cayeron en la bipolaridad mundial en torno a las dos super- ciales, se orientan más hacia el liberalismo que
podía hacer algo. No sé cómo será ahora. Pero desgracia durante la revolución cultural se en­ potencias creadas desde Yalta? hacia la democracia. Cuando uno habla con los
lo que quiero decir es que si esta burocracia cuentran actualmente a salvo en lugares donde Sartre. — Es evidente que existe ese elemento. intelectuales que critican
el régimen soviético es
tiene el aspecto de una pequeña-burguesía, no se les reeduca, esperando una oportunidad de Pero está probado, desde la época de Kruschev, sorprendente advertir
que confunden liberalismo
debe sin embargo concluirse que sea una clase, ser reintegrados; o bien, han sido transferidos que la coexistencia pacífica sólo le ha servido a burgués con democracia.
Es decir, están más in­
para mí no es todavía una clase. No debe espe­ a otros cargos. Habría que hacer un balance, los Estados Unidos. Cada vez que el imperialis­ teresados en obtener libertad para escribir lo
rarse por tanto una revolución, en el sentido en cosa que nadie ha hecho hasta el momento. To­ mo norteamericano ataca a una nación, obtiene que quieren
que promover el desarrollo de un
que una revolución significa la sustitución en el davía estamos en la etapa de explicar la revo­ revolucionario. Escribir sólo lo que uno
en nombre de la coexistencia pacífica que los proceso sin tener en cuenta lo que sucede a su
poder de una clase por otra, sino más bien un lución cultural, pero seria necesario saber si el
movimiento reformista, reformista pero violento. proceso terminó; si terminó, por ejemplo, con países socialistas no intervengan para impedirlo. quiere, es burgués. Vivir en un país revolu­
Es lo que acaba de ocurrir una vez más. De alrededor,y querer
No creo que la revolución sea factible todavía. la caída de Lin Piao; no es posible saberlo aún. qué sirve, pues, una coexistencia con el imperia­ cionario
participar en la revolución, no
La URSS necesitaría una revolución cultural. Allí Y luego existe el peligro de que en el plano de supone escribir en un sentido revoluciona­
se han apropiado de los medios de producción, las relaciones exteriores se desarrolle una polí­ lismo si con ella se le permtie ganar terreno. No sólo sino también reclamar que la realidad se
pero, por decirlo así, de una manera capitalis­ tica de intereses de estado y no una política re­ olvidemos que este elemento positivo existe efec­ rio, de acuerdo a una concepción igual­
ta, esto es, conservando las formas, las jerar­ volucionaria. En una época Jos chinos cometie­ tivamente, pero los dos encuentros en la cumbre transforme Esta debería ser esencial­
quías, los poderes que existen en este último sis­ ron torpezas en Malasia y sobre todo en Borneo con países socialistas han tenido lugar mientras mente revolucionaria.
su aspiración, pero no es así: se limitan
tema. De suerte que finalmente se trata de una V Java, pero al menos actuaban allí como revo­ se arrojan millones de toneladas de bombas so­ mente el derecho de escribir.
especie de capitalismo de estado administrado lucionarios. Ahora, los encuentros a alto nivel de bre el Vietnam. La coexistencia pacífica parece a reclamar
significar: «ustedes pueden golpear allí donde En términos generales, es lamentable ver cómo
por la burocracia, y no de socialismo. Por esta que hemos hablado, y los reconocimientos diplo­ a imitar
razón aprobé y encontré muy bien lo que pude máticos en cadena, parecen actuar con la lógica quieran, nunca nos pelearemos al nivel de las los intelectuales del Este sólo aspiran
grandes potencias». Esto me parece muy grave, a Occidente, aunque por falta su de información
comprender de la revolución cultural china, en de un Estado como la URSS; un Estado con in­ muchas veces ni siquiera logran propósito. Lo
la medida en que implicaba un rechazo de la tereses de estado, que abandona el punto de vis­ sobre todo para el Tercer Mundo.
que llaman pintura abstracta, por ejemplo, es
jerarquía burocrática. ta revolucionario. Todo esto no son sino supo­ L. — Si la revolución es una necesidad histórica apenas una pintura figurativa un tanto defor­
L. — ¿Cree usted, pues, que la revolución china siciones, claro está. De todas maneras es evi­ en los rdos sistemas», las fuerzas revoluciona­ mada. Intentan hacer algo pero carecen de una
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ideología. Lo mismo ocurre con la novela. Inclu­ plo, que en Bolivia el error cometido fue el de
socialistas —llámense Solyenitzin, Kundera, Ko- so. Por lo demás, esta revolución reformista está creer que los campesinos estaban listos para dar
sive aquellas que son rechazadas por las edito­ lakovsky— como expresión de un espíritu de apoyada por el partido comunista chileno, que
riales y circulan en copias más o menos clandes­ cuenta con la anuencia de Moscú, y Moscú no su apoyo a la guerrilla. En realidad, ellos habian
casta o si se quiere de un mandarinato? recibido del gobierno ciertas ventajas medio­
tinas, no se apartan del realismo socialista; sim­ desea ahora ninguna revolución que altere su cres, de modo que no estaban dispuestos a se­
plemente en vez de ser un realismo favorable al Sartre. — Depende de los individuos que ustedes política de coexistencia pacífica.
régimen, es contrario a él. El resultado de todas citan. Pienso que la observación puede ser vá­ cundar la lucha armada, como ocurrió con cier­
Con todo, es evidente que las fuerzas revolucio­ tos sectores agrarios en Cuba, al principio. Sí,
maneras no es bueno. Los intelectuales son re­ lida en el caso de Kolakovsky, porque nunca ha narias que surgen hoy en América Latina, cons­
sido marxista. Su libro, muy bello por cierto, es evidente que los campesinos son diferentes
volucionarios en la medida en que expresan un tituyen un fenómeno de enorme interés. según las regiones. Por ejemplo, en el nordeste
rechazo personal, se arriesgan a ser transporta­ sobre los cristianos tiene un sentido simbólico
muy claro; tengo la impresión de que él sólo as­ L. — Tal vez uno de los aspectos más interesan­ brasileño hay posibilidades de una guerrilla.
dos a un asilo o a un campo de trabajo, pero su
concepción artística sigue siendo tradicional. In­ pira a ser un intelectual. El caso de Solyenitzin tes de este fenómeno, en contraste con etapas Los campesinos allí son más revolucionarios
clusive Solyenitzin no escapa a esta norma. es mucho más difícil de juzgar, pues a él le co­ anteriores, es la gran diversificación de formas que los obreros del sur, los obreros de Sao
rrespondió vivir épocas muy duras desde los de lucha que está produciéndose después de Paulo, los cuales son ex-campesinos, a quienes
L. — Esa desorientación, la falla de perspectivas años 30, y quiere narrarlas. Me parece que So­ que, por una lado, la táctica tradicional de los la situación actual les inclina más bien hacia el
políticas revolucionarias de intelectuales forma­ lyenitzin pertenece a la clase de escritores que partidos comunistas y, por otro, la concepción réformismo.
dos ya dentro del sistema, a más de medio siglo podrían ser consecuentes con una trayectoria re­ foquista, llevaron a un impasse. L. — A los cuatro años de los acontecimientos
de la revolución de octubre, ¿no es en sí misma volucionaria, aunque aún está muy influido por Sartre. — Claro, por ejemplo, Marighela conce­ de mayo del 68 en Francia, ¿qué perspectiva cree
un signo elocuente de que allí no hay realmente los cristianos ortodoxos. Kundera es. a mi jui­ bía la guerrilla urbana como medio de.neutra­ usted que han abierto a la lucha revolucionaria
socialismo? cio. quien está más cerca de reivindicar el de­ lizar la presión militar sobre los focos surgidos en los países capitalistas desarrollados?
Sartre. — Claro que sí, ustedes ven que mi opi­ recho de crítica para el conjunto de la sociedad. en el campo, y de esta manera protegerlos. Su Sartre. — En los países capitalistas desarrollados
CeDInCI
nión sobre la URSS es muy categórica. Los par­
tidarios de Mao, cuya opinión comparto, consi­
deran que la sociedad soviética no es ya una
sociedad socialista. Se trata de una experiencia
Es evidente que sin ese derecho una socie­
dad socialista no puede existir, como ocurre en
la URSS. CeDInCI
gran concepción es que si se comienza por crear
focos en las ciudades, el ejército debe inmovili­
zar allí muchos de sus efectivos, lo que facilita
más tarde la acción de los grupos armados del
creo que cada movimiento juvenil ha tenido su
propia modalidad. No puede decirse que mayo
del 68 tenga mucha relación con lo que ocurre
L. — En los últimos años hemos asistido a un en los Estados Unidos. La juventud americana
frustrada, que no obstante debe ser tomada en fenómeno de diversificación de las formas de lu­ campo. Parece claro que ahora en América La­ sigue su propio desarrollo con distintas alterna­
cuenta. Vivo, pues, en medio de gentes para cha revolucionaria en América Latina. Después tina la concepción foquista ha desaparecido; es tivas. De todas maneras allí los acontecimientos
quienes tal situación está clara; hay una socie­ de la experiencia cubana y los reveses sufridos decir, la concepción del foco con un comando de mayo del 68 fueron recibidos como una no­
dad burocrática en la URSS, quizás un día allí por una asimilación acrítica de la misma, tene­ militar y político localizado en el campo, como ticia, exactamente como en 1940 pudo haberse
lo sabrán; por ahora, no hay posibilidad alguna mos la victoria electoral de la Unidad Popular lo preconizaba Debray en su libro. Hoy en día, recibido la noticia de la caída de París. Italia
de cambio. En lo que a nosotros se refiere, mayo en Chile, el proceso peruano, la guerrilla urbana cuando se habla de guerrilla se piensa en la gue­ ha tenido igualmente un movimiento distinto al
del 68 significó una ruptura con todas las for­ en el Uruguay y la aparición de nuevos grupos rrilla a la vez urbana y campesina, porque la nuestro. En realidad, todos esos movimientos
mas estratificadas, burocratizadas de la revolu­ como el MAS en Venezuela, etc. ¿Cuál es su va­ primera puede tener mucha movilidad y fluidez, tienen evidentemente causas profundas análogas,
ción inspiradas en la orientación soviética. El loración de todo este proceso? nunca se sabe dónde se encuentra. Evidentemen­ pero no creo que tengan mucha influencia en­
partido comunista francés no se propone tomar te en Brasil esta táctica fracasó porque allí los tre sí. Los sucesos de Francia de mayo del 68
el poder, ni es un partido revolucionario. Por Sartre. — Por ahora, v en términos generales, mi revolucionarios tuvieron que enfrentarse a gran­ han revelado a muchos el hecho de que la re­
consiguiente, nuestro juicio sobre la política del apreciación es muy positiva, lo que no excluye des dificultades. Pero los tupamaros represen­ volución se hace en la ilegalidad, es decir, que
partido francés, muy influida por la URSS, es ciertos temores. En el caso de Chile, por ejem­ tan ahora una alternativa; son lo suficientemen­ cada paso de los obreros y aun de los intelec­
más bien negativo. plo, no creo en la posibilidad de llegar al socia­ te fuertes como para que la situación se defina tuales se enfrenta con la ley burguesa, lo que
La diferencia entre nosotros y quienes en los lismo por la vía legal. La violencia, cierta forma entre ellos y el gobierno. lleva consigo una serie de riesgos evidentes. Aho­
países del Este combaten la burocracia, consiste de violencia, es necesaria. Me parece que la si­ L. — ¿No cree usted que las formas de lucha in­ ra es habitual hacer manifestaciones prohibidas,
en que aquí la revolución está por hacerse y la tuación actual difícilmente podrá mantenerse. surreccional deben analizarse en función de las y los grupos sociales, los campesinos, los obre­
de ellos fue ya realizada pero se frustró. De mo­ Puede haber una guerra civil o bien vendrá el condiciones específicas de cada país y de circuns­ ros, saben que es necesaria su presencia en las
do que no pudiendo actuar sobre las mismas fascismo. Mi punto de vista, muy simple, es que tancias políticas determinadas? Usted habla de calles para apoyar sus reivindicaciones. ¿Por
bases, es difícil entendernos. No nos parece vá­ no puede haber revolución sin revolución, es la guerrilla urbana como de una forma superior qué? En primer término, porque el gobierno
lida la objeción de que denunciar el sistema de decir, sin violencia. ¿Cómo pretender que quie­ de lucha, y esto es probablemente cierto en el no está dispuesto a aceptarlas de buen grado y
la URSS es hacerle el juego al capitalismo. Para nes poseen las riquezas se dejen despojar de caso de Uruguay, que es un país más urbano que porque no se puede obtener mayor cosa a tra­
nosotros es más importante en este caso decir ellas tranquilamente? Una revolución supondría rural. ¿Pero qué diría usted del caso de Bolivia, vés del juego de las instituciones burguesas.
la verdad que ocultarla. Quizá no sea siempre la supresión de fortunas industriales y del con­ por ejemplo? ¿No cree que la táctica insurrec­ En segundo lugar, porque es el propio gobier­
cómodo, pero es conveniente. texto social que las hace posibles, y lograr esto cional tendría que plantearse allí de modo dife­ no el que se sitúa frecuentemente fuera de la
por la vía legal me parece francamente utópico. rente? propia legalidad cuando se trata de hacer frente
L. — ¿Juzga la reivindicación del derecho de crí­ En ese terreno los capitalistas tienen fuerzas,
tica por intelectuales de las sociedades llamadas Sartre. — Ciertamente. Pero vea usted, por ejem­ a ciertas exigencias.
fuerzas poderosas capaces de obstruir un proce­
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L. — En su entrevista con II Manifestó y en otras personas tomaban conciencia de una contradic­ en los Estados Unidos trabajan para la guerra puede dejar de serlo, salvo por medio de una
ocasiones usted se ha referido al problema de ción en su trabajo los consideraba intelectuales. del Vietnam, trabajan realmente para ella (en revolución, o en un caso sobre 10.000, y traicio­
la organización revolucionaria. ¿Cómo concebir­ Por ejemplo, un científico norteamericano que fábricas o laboratorios). De acuerdo a mi anti­ nando a su clase, mientras que un intelectual
la, qué hacer para contrarrestar las inevitables trabaja para la bomba atómica no es un intelec­ guo concepto, se les podría considerar intelec­ puede muy bien bajar (él lo llamará subir) has­
tendencias a la burocratización, a reproducir en tual sino un técnico del saber práctico, pero si tuales porque al salir del trabajo se limitan a ta el pueblo cambiando su oficio por uno en
ella misma las estructuras que combate y aspi­ este tipo de trabajo le plantea problemas de decir a los amigos: «Es repugnante lo que ha­ las fábricas. Ustedes me preguntarán por qué
ra a destruir? conciencia, si dice: «Cuidado, nuestro trabajo es cemos». Pero ahora yo me pregunto: ¿qué cam­ no estoy trabajando yo en una fábrica... Bueno,
peligroso, es criminal», entonces se convierte en bia esto? Igual cosa podría decirse del médico porque tengo 67 años y ninguna fábrica querría
Sartre.— ¡Si yo lo supiera!... Infortunadamente un intelectual. ¿De qué se ha dado cuenta? De que se contenta con exclamar: «¡Lástima que contratarme. Pero, en fin, si tuviese 20 años, es­
compruebo, por ejemplo, que en el movimiento que un intelectual es un hombre instruido, for­ seamos tan pocos para tantos, y que los reme­ taría dispuesto. Así concibo el asunto. Esto no
trostkista francés subsiste esta tendencia, y que mado, educado en función de lo universal; pero, dios sean tan malos!» lo despoja a uno de cierta cultura: sólo la cam­
acabaremos por tener otro partido burocrático, educado por los burgueses, su libertad se limita En suma, pienso que lo que un intelectual debe bia, es decir, que uno tendría dos culturas, la
como sucedió con el partido comunista, liqui­ a un uso particular. Un médico, por ejemplo, hacer ahora es suprimir su conciencia desgra­ cultura del proletariado formada por el oficio,
dado por la burocracia. No sabría decirles, sin está condicionado para diagnosticar y curar en ciada, es decir, no colocarse al margen del pue­ y luego la que da la burguesía. Lo que, en su­
embargo, qué debería hacerse para remediar di­ lo universal, para curar tanto a la cocinera o al blo y declarar que hay una contradicción entre ma, supone una nueva cultura, algo que es muy
cha situación. millonario afectados por determinada enferme­ lo particular y lo universal en un caso deter­ interesante. En conclusión, hoy por hoy el obre­
Los camaradas de II Manifestó habían señalado dad. En la práctica, reclutado por otro médico o minado, sino estar con el pueblo y comprender ro no puede devenir intelectual, pero el intelec­
posibles antagonismos entre los sindicatos y las el gobierno, no está en condiciones de atender el género de universalidad que éste reclama, tual puede muy bien convertirse en obrero.
asambleas obreras locales, especie de soviets a todos los enfermos que padecen este mal, de dándole, si se le pide, una forma particular. En
que surgieron en Milán y en Turín hace unos modo que se convierte en instrumento de la L. — Hace algunos años unas declaraciones su­
todo caso el intelectual es un hombre del pue­ yas en Le Monde originaron una viva polémica.

CeDInCI
tres años. Estas asambleas representaban una clase burguesa, la cual le permite también ocu­
forma de democracia directa, pero con una vi­ parse de los proletarios, aunque en condiciones
sión limitada del conjunto social. El sindicato, determinadas, desfavorables. Si comprende que
a pesar de su burocracia y de todo un juego de el carácter universal de su trabajo está en opo­
CeDInCI
blo como cualquier otro. No tiene por qué ais­
larse. Debe estar movido por los mismos senti­
mientos que los demás. Si el número de aloja­
mientos, por ejemplo, es insuficiente, no basta
Usted decía que frente a un niño que muere de
hambre, La Náusea no tenia ningún valor y que
le parecía comprensible y hasta aconsejable que
intereses creados, representaba, en cierto modo, sición con la realidad particular a que lo han un escritor de país subdesarrollado dejara de
denunciar la política oficial; es mucho más in­ escribir para servir de manera más útil e inme­
a la sociedad italiana, o al menos a los obreros reducido, es un intelectual. teresante ocupar de hecho los departamentos
en su conjunto. Esta experiencia fue interesante, Así pues, hasta 1968, defendí a los intelectuales, diata a su país. ¿Sigue pensando lo mismo?
vacíos. Hay, pues, formas de acción concretas
en la medida en que los sindicatos presionados es decir, a aquellos que se daban cuenta de su en las que el intelectual puede participar. En Sartre. — Se trata de una entrevista que no me
por las asambleas obreras iban progresivamen­ contradicción, del contraste permanente entre el caso de los alojamientos que cito, puede pro­ satisface mucho. Inclusive le hice algunas rec­
te desburocratizándose y la lucha por las reivin­ lo infinito y lo finito, entre lo universal y lo par­ mover las ocupaciones forzosas, permanecer en tificaciones. En todo caso hay un punto que es
dicaciones en los talleres y empresas cobraban ticular, si se quiere, como lo definía Hegel; y el sitio ocupado si hay riesgo de desalojo poli­ muy claro para mi: pienso que un intelectual
mayor amplitud. Desgraciadamente, como uste­ que por lo consiguiente, tenían una conciencia cial, etc. revolucionario, en un país que ha hecho la re­
des saben, las viejas modalidades de la lucha desgraciada. Pero entonces comprendí que de volución, puede, en un momento dado, hacer én
sindical tienden a imponerse de nuevo. La si­ nada servía exhibir una «conciencia desgracia­ L. — Pero la situación del intelectual que usted
describe es también, en cierto modo, la del obre­ favor de ella algo más útil que escribir novelas
tuación actual en Italia es difícil porque la fé da», sobre todo cuando de esa conciencia des­ o poemas. Desde el punto de vista del revolucio­
rrea política del gobierno capitalista, que puede graciada se obtenían ventajas. Para mí, un in­ ro consciente. Sus intereses son contradictorios
con los del capital, su lucha va dirigida a cam­ nario, el éxito de la revolución cuenta por enci­
en cualquier momento derivar al fascismo, exi­ telectual clásico es un tipo que saca provecho ma de cualquier cosa. Un hombre que pueda
ge una organización sindical fuerte; y no obs­ de su situación: va a los mitines, por ejemplo, biar el sistema, pero un trabajo en la produc­
ción contribuye a perpetuarlo. Es también la decir: he contribuido a hacer una sociedad re­
tante, las dificultades de organización, a las que y está bien o mal visto por los revolucionarios, volucionaria, tiene razón de estar más satisfecho
me acabo de referir, subsisten. conciencia desgraciada. ¿Debe dejar de trabajar,
poco importa, pero de todas maneras tiene con­ de ser obrero? que aquel que ha escrito un buen poema. Son
L. — De sus escritos posteriores a mayo del 68, tacto con la gente, escribe libros sobre todo es­ cosas completamente distintas, de acuerdo, pero
parece deducirse una concepción distinta de la to, etc. ¿Pero por qué mantener esta conciencia Sartre. — En cierta manera tiene usted razón, de todos modos, en la medida en que lo real
que usted tenía acerca del compromiso del inte­ desgraciada y sobre todo por qué sacar prove­ puesto que uno y otro son productos de la so­ prima, es preciso ponerse ante todo a la dispo­
lectual. ¿Podría usted preóisarnos esta diferen­ cho de ella? Porque efectivamente se trata de ciedad capitalista actual. La única diferencia es sición de la sociedad, lo que no excluye, natu­
cia? un privilegio. Usted va a un mitin, como es in­ que el intelectual ha buscado soluciones, ha he­ ralmente, el derecho a la crítica.
telectual puede hablar y ser escuchado, puede cho estudios, tiene una formación y accede a su
Sartre. — Sí, mi concepción del compromiso ha decir que las cosas andan mal, que es infortu­ oficio voluntariamente. Esto se vio muy clara­ L. — En América Latina renace actualmente en
cambiado. Yo defendía al intelectual clásico, en­ nado que sea así... Es una actitud absurda, pues mente en el 68, cuando muchos estudiantes se algunos países un cierto nacionalismo cultural,
tendiendo por tal no a quien se define por cierto consiste en conservar un estado de cosas, lamen­ permitieron rechazar puestos muy ambiciona­ la ambición de forjar una cultura autónoma,
tipo de actividad, sino por la conciencia que ha tándose, sin que ello signifique políticamente dos. Hoy también hay intelectuales dispuestos distanciada y hasta enemistada con las de Eu­
adquirido de ella. Había, por una parte, la gen­ ninguna ayuda. Por ejemplo, muchos intelectua­ a hacer un trabajo manual, es decir, a ejercer ropa y las del resto del mundo. ¿Piensa usted
te que yo llamaría «técnicos del saber». Si estas les, profesores, químicos, físicos o estudiantes otro oficio. En otras palabras, un obrero no que esta aspiración cultural nacionalista y au-
10
Narrativa

túrquica pueda ser considerada una meta re­ me hablaba, pero no esta especie de descompo­
sición cultural que parece advertirse hoy, esto
A lfredo Bryce Echenique
volucionaria, un objetivo de izquierda?
es, el que haya podido ocurrir una escena como Muerte de Sevilla en Madrid
Sartre. — De ninguna manera, dado que no hay la autocrítica de Padilla sin que la gente pro­
cultura que no se haya constituido con el apor­ rrumpiera en carcajadas. Es evidente que la Peruano, autor de Huerto Cerrado,
te de otras. Las culturas se interpenetran. Es cultura en este plano no es sino un hecho entre que se publicó en La Habana, y de la
cierto, sin embargo, que a menudo la cultura del otros, pero existe el riesgo de que sea símbolo novela Un mundo para Julius
país dominante se impone. Por tanto no me de una situación general. No lo sé; no tengo (Parral Editores, 1970).
parece mal, teniendo en cuenta la influencia do­ elementos suficientes para discutirlos. En todo El presente relato fue escrito en París en 1971.
minante de los Estados Unidos sobre América caso nada de esto ocurría la primera vez que fui
Latina, preservarse de ella. Cuando fui por pri­ a Cuba.
mera vez a Cuba, recuerdo que una de las prin­
cipales preocupaciones de los cubanos era la de L. — ¿Piensa usted que los movimientos de libe­
ración femenina deban considerarse como un Fernando del Paso
resucitar su antigua cultura, que infortunada­
mente es española, para oponerla a la absor­ fenómeno que se inscribe en el cuadro de los Esta casa de enfermos
bente influencia de los Estados Unidos. En el movimientos de liberación de las minorías opri­
fondo éste es un problema de matices. Declarar midas? ¿Piensa usted que dicha liberación pue­
Mexicano, novelista, autor de
que un país debe tener sólo la propia cultura, da lograrse por medio de una revolución cul­
José Trigo (Siglo XXI).
y que esa cultura no tiene relación con ningu­ tural?
El capítulo que presentamos pertenece
na otra, es falso. Declarar que hay que defen­ a su novela inédita Esta casa de enfermos
Sartre. — Pienso, con las mujeres, que este pro­

CeDInCI
derse de ciertas culturas que representan la
influencia de un estado imperialista dominante,
es legítimo. Por esta razón, la posición de los
cubanos no me pareció en modo alguno conde­
blema debe ser resuelto por ellas mismas. Es
evidente que en los movimientos políticos son
los hombres quienes dirigen. Por lo demás, con­
CeDInCI
Salvador G arm endla
sidero que no están lo suficientemente politiza­
nable.
das. Las homosexuales, por ejemplo, afirman su Dos cuentos
L. — A propósito de Cuba, en los últimos meses derecho a serlo, lo que está muy bien, pero sin
darle a su reivindicación ningún alcance políti­
ha habido un gran debate principalmente en el Venezolano, narrador, autor de las
mundo intelectual latinoamericano sobre la evo­ co. Otras se acercan a nosotros, hacia los maoís-
tas o movimientos similares. Creo que hay que
novelas Los pequeños seres. Los habitantes.
lución de la revolución cubana y particularmen­ La mala vida y de los libros de cuentos
te de su política cultural. ¿Qué piensa usted al ponerse en contacto con ellas, pero sin preten­
der dirigirlas. Les corresponde a ellas politizar
Doble fondo y Difuntos extraños y volátiles.
respecto?
sus movimientos. Nosotros debemos limitarnos
Sartre. — Estoy demasiado lejos de los aconte­ a ponemos a su disposición, si lo quieren, por­
cimientos para darles un juicio definitivo. Ten­ que a menudo no les interesa. A veces son ame­
go la impresión, sin embargo, que ciertos hechos nazantes... Cuando tuvieron lugar las jornadas
como el «affaire» Padilla revelan un control de del M L F * en París, una de ellas le preguntó a
la cultura que no existía cuando yo estuve allí. Simone de Beauvoir: «¿Sartre no vino? Enton­
Había una forma de auto-censura, de la cual se ces es que no está de acuerdo, le salaud!»

• Movimiento de Liberación Femenino.


13
A lfredo Bryce Echenlque
M uerte de S evilla en M adrid

tían como locos a seguir al ómnibus del Villa a veces eran rubias y Sevilla sabía por qué. La
A Alicia y Julio Ramón Ribeyro famoso sorteo que terminaría con su breve y María. Sevilla no. El partía a pie y, mientras cosa venía de lejos, de principios de siglo y,
brillante carrera de ejecutivo. avanzaba por la Diagonal para dirigirse hacia ahora que lo pensaba, ahora que lo consultaba
La compañía venía dispuesta a instalarse con un sector antiguo de Miraflores, se cruzaba con con Salvador Escalante, Sevilla deseaba profun­
todas las de la ley. Para empezar, mucha sim­ Pudo haber sido otro el resultado, pudo haber damente que todo hubiera ocurrido a princi­
las chicas que bajaban del ómnibus del Villa
patía sobre todo. Bien estudiado el mercado, sido todo muy diferente porque en realidad Se­ pios de siglo cuando de esas casas recién cons­
María o que bajaban de sus automóviles para
bien estudiadas las características de los lime­ villa ni se enteró de lo del sorteo. Y aun ha­ truidas salían rubias hijas de ingleses. Qué pasó
entrar a una tienda en Larco o en la Diagonal.
ños que gastan, se había decidido que lo con­ biéndose enterado, jamás se habría atrevido a con esos ingleses era lo que Sevilla no sabía
En los últimos meses de colegio empezó a mi­
veniente era una publicidad, un trato, unas pu- participar. El había triunfado una vez en Huan- muy bien cómo explicarle a Salvador Escalan­
rarlas, trató de descubrir a una, una que fuera
blic relations bastante cargadas a lo norteame­ cayo, antes de que muriera Salvador Escalante, te. Por qué tantos inmigrantes se enriquecieron
extraordinariamente bella, una que sonriera aun­
ricano pero con profundos toques hispanizantes, y desde entonces había vivido triste y tranquilo en el Perú y en cambio esos ingleses envejecie­
que sea al vacío mientras él pasaba. Si una hu­
tal como éstos pueden ser imaginados desde le­ con el recuerdo de aquel gran futbolista es­ ron bebiendo gin y trabajando en una oficina.
biese sonreído con sencillez, con dulzura, Sevi­
colar. Ahora sólo algunas de sus descendientes tenían
jos, en resumen una mezcla de Jacqueline Ken­ lla habría podido encontrar por fin a la futura
nedy con el Cordobés. Y ya iban marchando las Miraflores ya había empezado a llenarse de ave­ el pelo rubio pero esto era todo lo que quedaba
esposa de Salvador Escalante.
nidas modernas y de avisos luminosos en la del viejo encanto británico que pudo haber pro­
cosas, ya estaban instaladas las modernas ofi­ Buscaba con avidez. Casi podría decirse que
cinas en modernos edificios de la Lima de hoy, época en que Sevilla partió rumbo al colegio ducido una esposa ideal para Salvador Escalan­
ésta fue la etapa sexual (aunque sublimada) de
Santa María, donde sus tías, con gran esfuerzo, te. Para qué mentirle a Salvador Escalante, ade­
tú entrabas y la temperatura era ideal, las se­ la vida del joven estudiante. A pesar de que
ñoritas que atienden encantadoras, ni hablar de habían logrado matricularlo. Se lo repetían todo más. Bien sabia Sevilla que con pelo rubio o
Salvador Escalante había muerto años atrás, él
el tiempo, ellas no eran más que dos viejas po­ castaño o negro esos chicas iban a otros cole­
los sillones y de los afiches anunciando vuelos continuaba buscándole la esposa ideal. Lo de la
bres, ¡ah!, si tus padres vivieran, pero a sus gios, terminaban de secretarias y se morían por
a Madrid y a otras ciudades europeas desde dulce sonrisa y el pelo rubio parecían interesar­
padres Dios los tenía en su gloria, y a Sevilla subir pecaminosamente a carros modernos de
lo particularmente, y hasta hubo unos días en

CeDInCI CeDInCI
ciudades tan distintas como Lima y Tokio. Tu sus tías lo tenían en casa con la esperanza de
vista se paseaba por lo que ibas aceptando como que se demoró en llegar a casa; se quedaba en colores contrastantes. Todo un lío. Todo un lío
que los frutos de una buena educación, en uno y una sola esperanza: la llegada triunfal del
la oficina ideal, tu vista descubría por fin aque­ las grandes avenidas miraflorinas, se arrinco­
de los mejores colegios de Lima, lo sacaran ade­ gran futbolista escolar, convertido ya en flaman­
lla elegante puerta, al fondo, a la derecha, GE­ naba para buscar sin que se notara, pero la
lante en la vida. Abogado, médico, aviador, lo te ingeniero agrónomo. Una tarde, después de
RENTE. gente tenía la maldita costumbre de pasar y pa­
que fuera pero adelante en la vida. romperle el alma a todo aquel que llegara por
Para gerente de una compañía de aviación que sar. Cada vez que Sevilla veía venir a una mu­
No fue así. La tía más vieja se murió cuando esos barrios con afán de encontrar una medio
entraba a Lima como española, vinieran de don­ chacha, alguien pasaba, se la tapaba, se queda­
el pobre entraba al último año de secundaria, ba sin verla. Siempre se le interponía alguien, pelo, Salvador Escalante vendría a llevarse a la
de vinieran los capitales, nada mejor que un y la pensión de la otra viejita con las justas si
la cosa realmente empezaba a tomar caracteres muchacha que Sevilla le iba a encontrar, Sal­
conde español. No fue muy difícil encontrarlo dio para que Sevilla terminara el colegio. Tuvo
alarmantes, por nada del mundo lograba ver a vador Escalante tenía las haciendas, la herencia,
además, y no era el primer solterón noble arrui­ que ponerse a trabajar inmediatamente. Todos
una chica, la mujer para Salvador Escalante el lujoso automóvil, la chica era buena y en
nado que aterrizaba por Lima, llenando de es­ sus compañeros de clase se fueron a alguna una de esas viejas casonas amarillentas algún
peranzas el corazón de alguna rica fea. Ya ha­ podría haber pasado ya ante sus ojos mil ve­
universidad, peruana o norteamericana, todos viejo hijo de ingleses, pobremente educado en
bían llegado otros antes, parece que se pasaban ces y siempre un tipo le impedía verla, siempre
andaban con el problema del ingreso. Sevilla Inglaterra, extraviado entre el gin y la nostal­
la voz. Lima no estaba del todo mal. Acogedora una espaldota en su campo visual.
no, pero la verdad es que esta apertura hacia Así hasta que decidió que por la Diagonal y gia, volvería a sonreír. Valía la pena. Salvador
como pocas capitales y todo el mundo te invi­ lo bajo, hacia un puestecito en alguna oficina Escalante aceptaba, después de todo siempre
ta. Como era su obligación, el conde de la Ave­ Larco era inútil. Por su casa tal vez. Claro que
pública no lo entristeció demasiado. Ya hacía había que consultarlo con Salvador Escalante. jugó fútbol limpiamente, sin despreciar a los de
nida llegó bronceado, con varios ternos impeca­ tiempo que él había notado la diferencia. La los colegios nacionales, después de todo siempre
Fueron varios días de meditación, varios días
bles y un buen surtido de camisas de seda. El falta de dinero hasta para comprar chocolate comulgó seriamente los primeros viernes. Insta­
en que el recuerdo del gran futbolista escolar
titilo de conde lo llevaba sobre todo en la nariz a la hora del recreo, día tras día, lo fue prepa­ lado en su vetusto balcón, Sevilla vio avanzar
que le hizo caso, que no se fijó que en sexto de
antigua, tan aguileña en su angosta cara cua­ rando para todo lo demás. Para lo de las chi­ por la calle a la que, vista de más cerca, podría
primaria a Sevilla ya se le caían unos pelos gra­
rentona (cuarenta y siete años, exactamente) que cas del Villa María, por ejemplo. El no se sen­ sosos, varios días en que el recuerdo del amigo llegar a ser la esposa de Salvador Escalante. Se
en su tercer almuerzo en el Club de los Cón­ tía con derecho a aspirar a una chica del Villa dio tiempo mientras la dejaba venir para vivir
mayor, el del momento triunfal en Huancayo
dores, aceptó sonriente el apodo que ya desde María. Las pocas que veía a veces por las calles creció hasta mantener a Sevilla en perenne es­ el momento triunfal en Huancayo, fue feliz pero
meses atrás le habían dado silenciosamente en de Miraflores eran para Salvador Escalante. El tado de alerta. La gran Miraflores, Larco, Dia­ entonces un automóvil frenó y siete muchachos
un club playero sureño: el Aguila Imperial. se las habría conquistado una por una, él habría gonal, esas avenidas eran inútiles. Quedaba lo se arrojaron por las puertas y Sevilla se quedó
Con tal apodo el mundo limeño que obligato­ tenido un carro mejor que los bólidos que sus que Sevilla había sentido ser el pequeño Mira- sin ver a la muchacha, imaginando eso sí que
riamente iría circundándolo se puso más curio­ compañeros de clase manejaban los sábados o, flores. Pocos captaban esa diferencia como él. sonreía rodeada por sus siete compañeros de
so todavía y las invitaciones se triplicaron. El por las tardes, al salir del colegio. Eran todavía Pero en efecto existía todo un sector de casas clase. Sintió que era el fin muy profundo de
conde de la Avenida, para sus amigotes el Agui­ el carro de papá o de mamá y lo manejaba de barro con rejas de madera, casas amarillen­ una etapa que había vivido casi sin darse cuen­
la Imperial, debutó en grande. La oficina de siempre un chófer, pero cuando llegaban a re­ tas y viejas como la de Sevilla. Las chicas que ta, pero lo que más le molestaba, lo que más
Lima se abrió puntualmente, y para el vuelo coger a sus compañeros de clase, éstos le de­ vivían en esas casas no iban al Villa María pero lo entristecía no era el haberse convencido de
inaugural, el Lima-Madrid, puso en marcha el cían al cholo con gorra hazte a un lado, y par­
14 15

que le era imposible lograr ver a una mujer her­ mano le hablaba, le decía Sevillita, pero Sevi­ cada mueble iba reforzando cada frase de la amigo. El mismo Diccionario Enciclopédico Ilus­
mosa, lo que más le molestaba era el haberse llita no había logrado integrarse aquí tampo­ anciana tía, cargándola de razón. No viajaría. trado que ya entonces había heredado de sus
quedado momentáneamente sin proyectos para co. Aquí triunfaba un criollismo algo amargado, Bastaba, pues, con armarse de valor y con pre­ padres. Lo trajo hasta su cama recordando que
Salvador Escalante. los apodos eran muy certeros y se vivía a la sentarse a las oficinas de la Compañía de Avia­ era una edición de 1934. Leyó lo que decía so­
Porque desde tiempo atrás el gran futbolista es­ espera de un sábado que siempre volvía a llegar. ción para anunciar que no podía viajar. Le daba bre Huancayo, pensando nuevamente que aho­
colar había quedado para siempre presente en Salían todos y cruzaban un par de calles hasta miedo hacerlo, pero lo haría. Llamar por telé­ ra tenía que ser mayor el número de habitan­
la vida de Sevilla. Con él resistió el asedio su­ llegar a un bar cercano. Sábado de trago y tra­ fono era lo más fácil; sí, llamaría por teléfono tes...
frido durante los últimos años de colegio. Lo go, cervezas una tras otra y unas batidas terri­ y diría que le era imposible viajar por motivos «H uancayo. Geogr. Prov. del dep. de Junín,
del pelo, por ejemplo. Se le seguía cayendo y bles al que se marchaba porque marcharse que­ de salud. Pero algo muy extraño le sucedió mo­ en el Perú. 5.244 km ?; 120.000 h. (Pero ahora
siempre era uno solo y sobre alguna superficie ría decir que en tu casa tu esposa te tenía pi­ mentos después. Salvador Escalante le aconsejó tenían que ser m ás que entonces). C om pren­
en que resaltaba lo grasoso que era. Cata un sado. Gozaban los solteros burlándose de los viajar mientras estaba rezando el rosario con de 15 d istr. Cap. hom ónim a. Coca, caña, ce­
pelo ancho y grasoso y la clase entera tenía casados, luego siempre algún soltero se casaba su tía, y por primera vez en años no pudo rezar reales; ganadería; m inas de plata, cobre y
que ver con el asunto, pero Sevilla llamaba si­ y tenía que irse temprano quitándose como fue­ tranquilo. Su tía no notaba nada pero él sim­ sal; quesos, cocinas, curtidos, tejidos som bre
lenciosamente a Salvador Escalante porque con ra el tufo y los solteros repetían las mismas plemente no podía rezar tranquilo, no podía ros de lana. 2 // D istr. de esta prov. 11.000
él no había sufrimiento posible. Sólo un triste bromas aunque con mayor entusiasmo porque continuar, hasta empezó a moverse inquieto en hab. cap. hom ónim a. //3 C. del P erú, cab. de
aguantar, una tranquila tristeza limpia de com­ se trataba de un recién casado. Sevillita nunca el sillón como tratando de ahuyentar la indes­ este distr. y cap. de la provincia antedicha.
plejos de inferioridad. Un solo estado de ánimo participó, nunca fue al bar y nunca nadie le criptible nostalgia que de pronto empezaba a 8.000 h. Minas.»
siempre. Un solo silencio ante toda situación. pidió que viniera. Se le batía rápidamente a la invadir a borbotones la apacible tristeza que
Por ejemplo la tarde aquella en que los siete hora de salida pero de unas cuantas bromas no era su vida. Mil veces había revivido los días en No pudo ocultar una cierta satisfacción cuando
que le impidieron ver a la última mujer que pasaba la cosa, luego lo dejaban marcharse. A Huancayo con Salvador Escalante pero todo den­ Salvador Escalante le convidó un chicle. Salva­
miró en su vida llegaron a su casa. Sevilla es­ los matrimonios asistía un ratito. tro de una cotidianidad tranquila, esto de aho­ dor Escalante era un ídolo, el mejor futbolista

CeDInCI
taba en la cocina ayudando a su tía, estaban
haciendo unos dulcecitos cuando sono el tim­
bre. Salió a abrir pensando que eran ellos por­
Un día se le tiraron encima los compañeros de
trabajo y el jefe sonrió. Sevilla fue compren­
diendo poco a poco que una flamante compañía
CeDInCI
ra era una irrupción demasiado violenta para él.
Tampoco cenó tranquilo, y por primera vez en
años se acostó con la idea de que no se iba a
del colegio y estaba en el último año de secun­
daria. Viajaba para acompañar al hermano Fran­
cisco y ayudarlo en la tarea de cuidarlos. El
ómnibus subía dando curvas y curvas y, cuan­
que lo habían amenazado con pedirle prestado dormir muy pronto. Cuántas veces había pen­
una carpeta de trabajo para copiársela porque de aviación iba a realizar su vuelo inicial, Li- sado en sus recuerdos, pero esta noche en vez do llegaron a Huancayo, Huancayo resultó ser
andaban atrasados. Abrió y le llovieron escupi­ ma-Madrid, y que para mayor publicidad había de traerlos a su memoria era él quien retroce­ completamente diferente a lo que decía el dic­
tajos disparados entre carcajadas. Al día si­ organizado un sorteo. Entre todo peruano que día hacia ellos, dejándose caer, resbalándose por cionario. Lo que decía el diccionario podía ser
guiente, toda la clase se mataba de risa con lo llevara de apellido el nombre de una ciudad es­ sectores de su vida pasada que lo recibían con cien por ciento verdad pero faltaba aquella sen­
de Sevilla con el mandilito de mujer. No era pañola, un ganador viajaría a Madrid, ida y vuel­ nuevas y angustiosas sensaciones. Volvía a vi­ sación de haber llegado a un lugar tan distinto
mentira, era el mandilito que se ponía cuando ta, todo pagado. La cosa era en grande, con fo­ vir quinto, sexto de primaria cuando empezaron a la costa, faltaba definitivamente todo lo que
ayudaba a su tía y era de mujer pero también tografías en los periódicos, declaraciones, etc. los preparativos para el viaje a Huancayo. Tía lo iba impresionando a medida que recorría esas
era cada vez más fácil fijar la mirada en un Sevilla miró profundamente al agujero por don­ Matilde vivía aún y dominaba un poco a tía An­ calles pobladas de otra raza, esas calles de ca­
punto determinado de la pared: Salvador Es­ de llegaba hasta Salvador Escalante, pero la gélica pero en este caso las dos estaban de sas bastante deterioradas pero que resultaban
calante surgía siempre. imagen de su vieja tía lo interrumpió brusca­ acuerdo en que debía asistir: el Congreso Eu- atractivas por sus techos de doble agua, sus te­
Y ahora que trabajaba en un oscuro rincón de mente. carístico de Huancayo era un acontecimiento jas, sí, sus tejas. Techos y techos de tejas rojas
la Municipalidad de Lima, perdido en una habi­ Por lo pronto a su tía le costó mucho más tra­ que ningún niño católico debía perder. Qué bue­ y un aire frío que los obligaba a llevar sus pija­
tación dedicada al papeleo, lo único que había bajo comprender de qué se trataba todo el asun­ na idea de los padres del colegio la de llevar­ mas de franela. Sevilla nunca pensó que los pi­
cambiado era aquel punto determinado de la to. Por fin tuvo una idea general de las cosas los. Una reunión de católicos fervientes y un jamas pudieran ser tan distintos. Dormían en
pared. Sevilla encontraba a Salvador Escalante y aunque atribuyó inmediatamente el resultado enviado especial del Papa para presidir las ce­ un largo corredor de un moderno convento y
con sólo mirar a un agujero del escritorio que a la voluntad de Dios, lo del avión la aterrorizó. remonias. Por primera vez en su vida Sevilla realmente cada compañero de clase tenía un
alguien, antes que él, había abierto laboriosa­ Ya era muy tarde en su vida para aceptar que se acostó con la idea de que no se iba a dor­ pijama novedoso. Definitivamente el de Santis-
mente con la uña. Eso era todo. Lo demás se­ su sobrino, su único sustento, pudiera subir a mir muy pronto. Como ahora, en que volvió tam­ teban parecía todo menos un pijama y el de Al-
guía igual, una tranquila tristeza, un pelo gra­ un monstruo de plata que volaba. En la vida bién a encender la lamparita de la mesa de no­ varez Calderón sólo en una película china. No
soso sobre cada papel que llegaba a sus manos no había más que un Viaje Verdadero, un Ulti­ che y a salirse de la cama con la misma curio­ le importó mucho tener el único vulgar pijama
y una puntualidad que desgraciadamente nadie mo Viaje que para ella ya estaba cercano y para sidad de entonces, el mismo miedo, los mismos de franela porque, además, ya había habido toda
notaba. Y esto más que nada porque Sevilla te­ el cual desde que murieron sus padres había es­ nervios, por qué como que caía al presente de esa larga conversación con Salvador Escalante
nía jefe pero el jefe no tenía a Sevilla. No le tado preparando a Sevilla. sus recuerdos, por qué años después volvía a durante el viaje. El nunca trató de hablarle, Sal­
importaba tenerlo, en todo caso. La vida que se — No viajarás, hijito. Creo que el Señor lo pre­ atravesar el dormitorio en busca del Dicciona­ vador Escalante le hablaba.
vivía en aquella oficina llegaba hasta él con­ fiere así. rio Enciclopédico para averiguar temeroso cómo Lo mismo fue al día siguiente. Ayudaba al her­
vertida en un papel que se le acercaba a me­ Estaba bien, no iba a viajar. La oscuridad de era la ciudad a la que iba a viajar con unos mano Francisco con lo de la disciplina pero a
dida que pasaba de mano en mano. La última aquel viejo salón, la destartalada antigüedad de campañeros entre los cuales no tenía un solo la hora del almuerzo se sentó a su lado y vol-
16 17

vió a h ab larle. Sevilla se m oría de ganas de cle de m anos del ídolo. «E ntram os», dijo Salva­ villa h ab ía e n tra d o a la tra n q u ila triste z a que m osa casa fre n te al m a r en B a rran c o y esa sóli­
ag reg arle algo a sus m onosílabos y fue en uno d o r E scalan te y él com o que no com prendió, e ra su vida sin S alvador E scalante, había en­ da fo rtu n a so b re la cual al cab allero español ya
de esos esfuerzos que sin tió de golpe que S al­ en todo caso se quedó a trá s contem p lan d o có ­ tra d o a u n a e ta p a de selección de sus recuerdos, no le q u e d ab a d u d a alguna. E so, d e n tro de tre s
v a d o r E scalan te lo quería. Fue com o p a sa r del m o boletera, c o n tro lad o ra y aco m o d ad o ra se eso e ra todo p a ra él, n ecesitab a o rd e n a r defini­ años. O sea que qu ed ab a tiem po p a ra c o n tin u a r
frío se rra n o que ta n to m o lestab a en los luga­ ag ru p ab a n p a ra a d m ira r la e n tra d a de su am i­ tiv am en te su soledad. d isfru ta n d o de los tre s clubs de los cuales ya
re s so m b read o s a uno de esos espacios a b ie r­ go. Fue cosa de un in stan te , una especie de r á ­ P ero S alv ad o r E scalan te volvió. Vino com o ex e ra socio: El Golf, Los C óndores, p a ra el bro n ­
to s donde el sol cae y calien ta agradablem ente. pido p acto e n tre las tre s cholitas guapas y el alum no y jugó fútbol y m etió dos goles y ca­ ceo invernal, La E sm erald a p a ra los coctelitos
Fue m acanudo. Fue el fin de su in q u ie tu d an te ru b io jo v en de Lima. S alvador E sc alan te pasó m inó desde el cam po de fú tb o l h a sta los carne- c onversados que preced ían al baño de m a r o
todos esos p ija m a s tan caros, tan d istin to s, tan de frente, no pagó, no le pidieron que pagara, riñes con Sevilla al lado. Volvió tam b ién a ju ­ de piscin a y al am uerzote ro d ead o de am igos.
poco h um ildes com o el suyo. lo d e ja ro n e n tr a r regalando al aire su so n risa de g a r baloncesto, alum nos c o n tra ex alum nos, y Y p a ra la in tim id a d o p a ra las invitaciones co­
C laro que m ie n tra s a sistía n a las cerem onias siem pre, m ie n tra s Sevilla sen tía de golpe la p ro ­ h a b la b a de agronom ía y allí e sta b a Sevilla, a rresp o n d ien d o a invitaciones, el p en th o u se en
del C ongreso, Sevilla era uno m ás del m ontón, funda triste z a de h a b er q uedado a b andonado un ladito, escuchándolo. O sea que la vida po­ el m o d ern o edificio de la avenida Dos de Mayo,
un so lita rio alum no del S a n ta M aría, aquel qjte en la calle. día volver a ten e r in te rés en el S a n ta M aría. San Isidro. Lo h ab ía d ecorado con g u sto y te­
n o p odía olvidar que p a ra su s tía s todo este Y desde en to n ces revivió h a sta la m u erte el m o­ Sevilla com prendió que S alv ad o r E scalante era n ia so b re todo el sun tu o so baño ése, plagado
v iaje h ab ía rep re se n tad o un g asto ex tra, el que m ento en que S alvador E scalan te no lo olvidó. u n ex alum no fiel a su colegio, uno de esos que de rep isas y lavandas, se lev a n tab a cad a m aña­
no m etía vicio ni su b u rla b a de los indios, el Ya e stab a en la e n tra d a a la sala, él en la ve­ volvía siem pre, sólo b a sta b a con e s ta r a te n to a n a y se deslizaba p o r u n a a lfo m b ra que le iba
m ás b e ato de todos p o r supuesto. L as ap aricio ­ to d a actividad que co n cern iera a los ex alum ­ aca ric ian d o los pies, calen tán d o selo s m ie n tras
reda allá afu era, cuando volteó y le hizo la seña
nes del enviado especial del P apa le causaban n o s: S alvador E sc alan te volvería a cam in ar p o r se a ce rca b a al p rim e r espejo del día, e sta b a lis­
aquella, e n tra , significaba, y Sevilla se encogió
verd ad ero s escalofríos de c ristia n a hum ildad. el colegio com o cam inaba en H uancayo c u an ­ to p a ra a fe ita rse pero se d e m o rab a siem p re un
to d ito y c erró los ojos, log ran d o p a s a r h o rro ­
P ero h ab ía los m om entos lib res y S alvador Es­ do caían pañuelos, so n risa s y flores. poco en e m p e za r porque le g u sta b a o b se rv ar
roso fren te a las tre s se ñ o rita s del cine. Fue desde allí aquella m o n u m en tal águila de p lata

CeDInCI
calan te podía disp o n er de ellos solo, haciendo
lo que le viniera en gana. El h e rm a n o F rancisco
lo d e ja b a irse a d e am b u la r p o r la ciudad, sin
uniform e, con ese saco sp o rt m a rró n de alpaca
u n a especie de breve vuelo, un in sta n te de ti­
m o rato c o raje que, sólo cuando a b rió los ojos
y descu b rió a S alvador E sc alan te esperándolo
sonriente, se convirtió en el in sta n te m ás feliz
CeDInCI
No d u ró m ucho, sin em bargo. S alv ad o r E sca­
lan te e ra h ijo de ricos p ro p ie ta rio s de tie rras,
p erten ecía a u n a de las g ran d es fam ilias de
Lim a y los periódicos se o cu p aro n b a sta n te de
ubicada so b re u n a m esa especial en el d o rm ito ­
rio, un águila con las alas abrién d o se, a p u n to
de in ic ia r vuelo, algo ta n p a rec id o a todo lo
que él e sta b a haciendo desde que llegó a Lima.
y la cam isa verde. Sevilla lo vio p a r tir una, dos de su vida. E n tró gratis, g ratis, g ra tis. P o r unos su m u erte. Debió o c u rrir de noche (el a utom ó­
veces, ja m á s se le o c u rrió que, a la tercera, Sal­ vil n o fue localizado h a sta la m ad ru g a d a p o r Y L im a re alm en te le seguía tra ta n d o bien, m uy
segundos h ab ía co m p a rtid o a fondo la vida bien, ni u n a sola q ueja. E n c ie rto s a su n to s ya
v a d o r E sc alan te le iba a d ecir vam os a huevear triu n fa l de S alvador E scalante. S a lv ad o r E sca­ unos p a sto res). El joven y m alo g rad o estu d ia n ­
u n ra to , ya le d ije al h e rm a n o F rancisco que te te de agronom ía reg resab a de u n a h acienda en e ra to d a u n a a u to rid ad . E n su penthouse, p o r
lante no le falló nunca, y cuan d o volvieron a ejem p lo (y en o tro s cócteles), a la b ó los vinos
venías conm igo. H uancayo, víctim a del sueño p e rd ió p ro b a b le ­
Lim a contin u ó preg u n tán d o le p o r sus n o ta s en de la rio ja alavesa com o c om plem ento indispen­
S im plem ente cam inaban. V agaban p o r la ciudad m ente el co n tro l de su vehículo y fue a c ae r a
y to d as las chicas que iban a los m ejo res cole­ el colegio, aconsejándole h a c e r d e p o rte y tres sab le p a ra a co m p añ a r d e te rm in a d a cocina esp a ­
veces m ás ese año le regaló un chicle. un b arra n c o , p erdiendo de in m e d iato la vida.
gios de H uancayo se disforzaban, se ponían co­ Sevilla c o m p ró todos los perió d ico s que n a rra ­ ñola, h a s ta con v ertirlo s en o b lig ato rio s d e n tro
m o locas, p erd ían c o m p letam en te los papeles Luego se m archó. T erm inó su q u in to de m edia de todo u n círculo de a m ista d es. G regorio de
y se m arc h ó a seguir estudios de agronom ía, b a n el tris te suceso, re co rtó los a rtícu lo s y las
cuan d o p asa b a S alv ad o r E scalante. T enían un fo to g rafías (creía reconocer el saco m arró n de la T o rre p ro d u jo u n a noche siete botellas de
estilo de disfo rzarse m uy d istin to al de las li­ con lo cual Sevilla em pezó a seleccionar sus re­ M arqués de R iscal, bu t... No, m i am igo; ni si­
cuerdos. Lo del cine en H uancayo lo reco rd ab a alpaca), to d o lo guardó cuidadosam ente. Pensó
m eñas, algo que se d e b atía e n tre m ás bonito, que, de u n a m anera u o tra , la vida lo h a b ría quiera M arqués de R iscal. E l Aguila Im p erial
m ás h uachafo y m ás antiguo. P o r ejem plo, de com o un b reve vuelo p o r encim a de tre s choli­ p re fe ría los de don Agustín. Sí, señores, don
alejad o p a ra siem pre de S alv ad o r E scalante, lo
m ás de u n balcón cayó una flo r y tam b ién hubo ta s y h acía un destino m uy seguro y feliz. H a­ Agustín. Don Agustín, un h o m b re ta n generoso
bía sido todo tan rápido, su indecisión, su en­ de los ex alum nos fieles no p odía d u ra r e te rn a ­
esa vez en que una dejó c a e r u n pañuelo que m ente. Con apacible tris te z a volvió a o rd e n a r com o sus vinos y que tiene sus bodegas en La-
Sevilla, sin co m p re n d er bien el jueguito, recogió trad a , que sólo podía re co rd a rlo com o un breve serna, u n lugar cercano a L aguardia, ¡ah!, ¡La-
aquellos m aravillosos re cu e rd o s que las cálidas
a n te la m ira d a so carro n a de su ídolo. La chica vuelo, u n a ligera elevación, no re co rd a b a haber g uardia!, ¡pueblo inolvidable! Dios sabe cóm o fue
dado pasos, re co rd ab a h a b e r e stad o solo en la reap aricio n es de S alvador E sc alan te p o r el San­
siguió de largo y Sevilla se q uedó p a ra siem pre a c ae r él p o r L aserna u n a noche, sem an as a n tes
vereda y luego, in stan te s después, m uy confor­ ta M aría h abían in te rru m p id o m o m en tán ea­
con el pañuelo. P orque S alvador E scalan te sim ­ de p a r tir al Perú. E l tr a to quedó c erra d o poco
table ju n to a S alvador E scalante. Y e ra tan agra­ m ente.
plem ente cam inaba. A vanzaba p o r calles donde ra to de sp u é s: don A gustín le e n v ia ría m ensual­
siem p re h ab ía un grupo de m uchachas p a ra dable p e n sa r en todo eso m ie n tra s cam inaba La vida lim eña hab ía tra ta d o al conde de la m ente aquel delicioso vino c asero que h a sta el
sonreírle. Sevilla se c o rta b a, se qu ed ab a a trá s, p o r las canchas de fútbol donde S alv ad o r Es­ Avenida com o a un águila im perial. V olaba alto, p ro p io Ju a n L ucas y su a d o rab le esposa Susan
pegaba u n a c a rre rita y volvía a in sta la rse a su calan te h a b ía m etido tan to s goles. Sevilla ya volaba con elegancia y d e n tro de tre s años, al a la b a ro n con a d jetiv o s novedosos. P ara vinos,
lado. no le ped ía a b so lu ta m en te nada m ás al S anta c u m p lir los cincuenta, todo e sta b a calculado, iba desde entonces, h a b ía que c o n su lta r con el con­
Una tard e S alvador E sc alan te se detuvo a con­ M aría. Sus c om pañeros de clase podían b u rlar­ a c ae r sobre su ya d ivisada p re sa, A nunciata de de la Avenida. Y h a b ía que in v ita rlo m ucho.
te m p la r los afiches de Quo V adis, los m ártires se de él h a sta la m u e rte : nada, no su fría. Los V alverde de Ibarguengoitia, tre in ta y nueve años Mucho.
del cristianism o. «Una buena película p a ra e s­ pelos g raso so s p odían c o n tin u a r cayendo sobre m uy bien llevados, un d e sa fo rtu n a d o m a trim o ­ B ebía lo ju s to y fu m ab a lo acon sejab le y en las
to s días», pensó Sevilla, m ie n tra s recibía un chi­ las p áginas blancas de los c u a d e rn o s : nada, Se­ nio, un sonado y olvidado divorcio, la m ás h e r­ agencias todo e sta b a listo p a ra p o n e r en m archa
18 19

la C om pañía. Desde ay er el fam oso so rteo tenía ñ o r lo p refiere así.» C óm o ib a a h a c e r p a ra ch as sonrisas, cada flash a n u la b a ia realidad, la p a la b ra m om entáneo em pezó a d u ra r con la
u n g a n a d o r y hoy, a las once de la m añana, la d ecirle a los de la C om pañía de Aviación que no cada flash d e sd ib u ja b a el pelo ralo y grasoso sensación de que iba a d u ra r ya p a ra siem pre.
oficina p rin cip al se lle n a ría de p e rio d ista s, ch am ­ iba a v ia ja r y cóm o iba a h a c e r p a ra decirle de Sevilla, sus cayentes y estrec h o s hom britos, Con un g ra n esfuerzo el Aguila Im p erial deci­
p á n a d ie s tra y sin iestra, esa e ra la culm inación a su tía Angélica que sí iba a v iaja r. A dem ás te­ la b a rrig a fofa y sobre todo las c a d e ras chiqui­ dió im itarse, se im aginó a c tu an d o a y er y em ­
de u n a b rilla n te cam paña p u b lic ita ria . El conde n ía que p e d irle p e rm iso al jefe p a ra u s a r uno ta s com o todo lo dem ás p e ro m uy a n ch as de pezó a co p iarse igualito. «Siéntese, jovencito...
de la Avenida se e stab a a feita n d o . Lo de ano­ de los teléfonos de la oficina. Y ten ía que m en­ ese cuerpo, tris te m e n te eunocoides. Y la ausen­ Ante todo m is felicitaciones», p e ro la m ate ria
che h a b ía sido gracioso con la ch o lita ta n gua­ t ir diciendo que p o r m otivos de salu d no iba a cia total de culo. P ublic R ela tio n s h ab ía cum pli­ im itab le se le acab ab a se le acababa, tenía que
pa. Lo h ab ían invitado a c asa de uno de esos v ia ja r y m e n tir e ra pecado. T enía que h a b la r do su tarea, sólo e sp erab a que Sevilla tuviera a b re v ia r: «F irm e u sted estos docum entos.» Esa
lim eños que les da p o r lo a u tó c to n o y re su ltó p o r teléfono con un hom bre al que no conocía cuando m enos u n te rn o y u n a cam isa m ejo r fue la co n tin u ació n del fin, de algo que había
que había nada m enos que una so p ra n o de colo- p a ra m en tirle co n vincentem ente un pecado y p a ra el viaje. C ucho S a n tiste b a n po d ía volver em pezado cuando la co tid ian a d efo rm id ad de
r a tu ra . E ra n canciones b o n ita s p e ro ella dale S alv ad o r E sc alan te que se hab ía p asa d o toda la a cagarse en la noticia, a h o ra las firm a s y for­ Sevilla so b re la alfom bra ro ja , cuan d o los nu­
que dale con agregarles b a jo s b a jísim o s y altos noche acon seján d o le el viaje, cóm o le iba a de­ m alid ad es con el Aguila Im p erial. P ero un re­ m erosos signos de d e cre p itu d en un hom bre
altísim os, to d a clase de p ito s y a larid o s, hacía lo c ir a su tía que sí iba a v iajar. Lo últim o que p entino e incóm odo sen tim ien to em pezó a m o­ veinte añ o s m en o r que él d e stro za ro n un siste­
que le d a b a la gana con la g a rg an ta. «E sto es sin tió al lle g a r a la oficina fue un ligero m a­ lesta rlo . La vida lo e sta b a tra ta n d o m agnífica­ m a de vida cuya base eran lu jo y belleza día y
lo indígena», le explicaron p o r ahí, p ero eso a le s ta r esto m acal y u n inevitable pedo que se le m en te bien, p ero p o r un in sta n te ni su perenne noche. «¡No puede ser!», g ritó angustiado. Se­
él le in te re sa b a m uy poco, la v e rd ad que a él venía. Se d etuvo un ra tito p a ra tira rse el pedo so n risa disim uló una sú b ita ra b ia : Sevilla se­ villa palideció y la so m b ra de su b a rb a se puso
sólo le in te resab a la ch o lita en sí, «Cóm o dem o­ a n te s de e n tr a r y re su lta que fueron dos pedos. guía siendo escupible y sin e m b arg o llega una m ás sucia todavía. El conde ejecutivo se incor­
nios se a b o rd a a este tipo de gente», se pregun­ Al le v a n ta r la c a ra p a ra seg u ir avanzando, y época en la vida en que algo, algo, ¡m aldita poró, fue h a sta la am plia v en tan a de su despa­
ta b a el Aguila Im perial. m ie n tra s co m p ro b a b a que el estó m ag o le m oles­ sea!, nos im pide escupir. cho. c o rrió luego h a sta el e sp ejo de su baño
D ebió hacerlo m uy m al p o rq u e p o r toda res­ tab a aún, reconoció al im pecable jo v en que, ju s­ Lo a n u n ciaro n y, ahí d e n tro , en la gerencia, se privado, p o r fin allí se detuvo y, a b rie n d o g ran­

CeDInCI CeDInCI
p u e sta obtu v o u n a frase de lo m ás d iv ertid a: to en ese in stan te , e stab a p e n sa n d o : «Me lo te­ in te rru m p ió un ta ra re a r. Al Aguila Im p erial se dazos los ojos, declam ó
«E sta noche p a rto de v iaje con el P residente m ía; ten ía que se r este Sevilla.» P ero u n b ri­ le h a b ía pegado u n a de las canciones de la so­ Soprano de coloratura
de la R epública y con to d o s su s m inistros.» H a­ lla n te jefe de relaciones pú b licas n u n c a debe p ra n o de c o lo ra tu ra y se se n tía de lo m ás bien V inos de don A gustín
b ía dos m in istro s en la reu n ió n y ninguno de tem erse n a d a y Sevilla fue recibido con un en­ rep itién d o la. Su op tim ism o tenía u n a canción Playboy
los dos ten ía p in ta de p a r tir de g ira ni m ucho tu siasm o que a u m e n tó su m a le sta r estom acal. m ás que ta r a r e a r y era tan a g rad a b le a n d a r ta ­ Life begins at fo rty
m enos. S im plem ente la so p ra n o de c o lo ra tu ra C ucho S a n tiste b a n lo había escupido u n día, la ra re a n d o en esa oficina de g ru esa alfo m b ro ta, G reen g o lf and beauties
n o h a b ía c ap tad o quién e ra él, la d istan cia era ta rd e a q u ella del m an d ilito de m u je r, y ah o ra con los a d ita m e n to s esos p a ra que n ad a suene, R ioja alavesa
m uy g rande, es verdad, p ero el conde de la Ave­ venia en n o m b re de la C om pañía de Aviación, im p idiendo todo ru id o que no fu e ra el de su N ariz aguileña
nida h a b ía o p tad o p o r a c o rta rla al m á x im o : le ya e stab a todo a rre g lad o en la oficina, ya es­ voz, su sana voz h ispánica. E n to n c es apareció. Aguila Im p eria l
m o stró su ta r je ta de v isita y le hab ló in m edia­ ta b a to d o listo. C ucho S a n tiste b a n venía a lle­ Sevilla com o que cayó de algún sitio y a p a re ­ A nunciata V alverde de Ibarguengoitia
ta m e n te de tre s c a b a re ts fam osísim os en Ma­ várselo al cóctel p ublicitario. Sevilla quiso h a ­ ció p a ra d ito en la a lfo m b ro ta, ahí, delan te de E ste últim o nom bre lo hab ía asociado varias
d rid . Se e sta b a term in a n d o de a fe ita r cuando b la r pero C ucho S a n tiste b a n venia a llevárselo él. El conde de la Avenida pensó en la so p ran o veces con unos versos de A ntonio M achado, lo­
la so p ra n o de c o lo ra tu ra vino a despedirse, te n ­ sim ple y llan am en te. D esde el je fe h a sta el penúl­ de c o lo ra tu ra y sin tió u n a ausen cia casi angus­ gró decirlos
go que g ra b ar, te llam o el jueves, deján d o lo con tim o del fondo, el que le alcan zab a los papeles tiosa. V olteó buscando la m esa con el águila «Y R EPIN TA R LOS, BLASONES/HABLAR DE
u n a deliciosa sensación de fo rtalez a física. Se a Sevilla, todos d e ja ro n so n rie n te s que Cucho de p lata y no e stab a ahí. A nunciata V alverde de LAS TRADICIONES» pero al final ya casi no
se n tía bien, excesivam ente bien, ta n to que tra jo S a n tiste b a n se lo llevara. Ib a rg u e n g o itia se esfum ó d esesp era n tem e n te pudo, le tem b lab a la voz. M achado había en­
el águila de p lata al baño y le fue a rro ja n d o Y q u iso h a b la r todo el tiem po, es decir, que de su s proyectos definitivos, ni los tre s años de vejecido y h ab ía m u erto y ahí e sta b a su c ara
agua m ie n tra s se duchaba, ey, F rancisco Piza- quiso d e cir a cada m om ento, e n tre cad a foto­ vida de so ltero noble e in te re s a n te que tenía fre n te al espejo, tra n sfo rm a d a , tra n sfo rm á n d o ­
rro , le dijo, de p ronto, h o w are yon feeling grafía, e n tre cada flash que le e ra im posible p o r delante fueron algo que lle n a ra su pecho se, la na riz aguileña sobre todo au m en tan d o
today? a b a n d o n a r a su tía Angélica, v ieja e n ferm a sola de alguna energía, defin itiv am en te la pa la b ra h a sta ro m p e r su bo rd e h a b itu a l, su ju sto lím i­
M ien tras ta n to el po b re Sevilla h ab ía hecho su incapaz de q u e d arse sola d u ra n te ta n to s días. op tim ism o envejeció, in m e d iatam e n te o c u rrió lo te im p e rial y él siem pre h a b ía ten id o los ojos
d iario re co rrid o M iraflores-L im a en su diario E n cam bio los p e rio d ista s a n o ta b a n que se sen­ m ism o con la p a la b ra ejecutivo, M adrid by night h u n d id o s p e ro no estos de ahora, dos ojos hun-
E x p reso de M iraflores, p e ro hoy no se sentía tía feliz con el re su lta d o del so rteo , que e stab a e ra una estupidez dep rim en te. Y Sevilla p a ra ­ didisim os e n tre a rru g a s y sin e m b a rg o saltados,
com o siem pre. H oy se se n tía algo distin to . P or orgulloso de p o d e r v o lar en los m o d ern o s ap a ­ d ito ahí, h o rrib le, negando to d a la escala de va­ saltones, dos huevos d u ro s h u ndidos y salientes
lo general no sen tía n ad a, iba al tra b a jo y eso ra to s de la C om pañía, que e ra la o p o rtu n id a d lores p o r la que el conde de la Avenida venía al m ism o tiem po.
e ra todo. Pero e sta vez la noche la h a b ía pa­ de su vida, sí, sí, tal vez la ú n ica o p o rtu n id a d de subiendo desde que llegó a Lim a, destrozando Aún le qu ed ab an la fran e la inglesa de su te r­
sado m a l: si d o rm ía era casi d e sp ierto y con conocer el M adrid que c an tó A gustín L ara. Todo su fe en aquel libre, Life begins at fo rty, enve­ no y la seda de su cam isa. Con eso tenía tal
u n a m escolanza de recu erd o s so b re el S a n ta esto m ie n tra s Cucho S a n tiste b a n le colocaba co­ jeciéndolo, envejeciéndolo dolorosam ente. Sevi­ vez p a ra volver a su esc rito rio , sí, sí, im itarse
M aría, so b re S alvador E scalante; si d e sp e rta b a pas de c h am p án en la m ano, p en sa n d o que si lla p a ra d ito ahí. «Un d e te rio ro m om entáneo, pen­ an teay er, ay er ya no le q uedaba, que Sevilla
seguía m edio d orm ido y se e n fre n ta b a al p roble­ Sevilla h a b ía sido feo en el colegio a h o ra era só el Aguila Im perial. . algo com o a tro p e lla r a firm e ráp id o , la ú ltim a esperanza, u n últim o es­
m a del viaje que el ídolo esc o la r ta n to le reco­ un m o n stru o . B u t Public R elations tenía que u n m endigo e n tre los C óndores y el G olf... Sí, fuerzo. .
m en d ab a. «No v iaja rá s, h ijito . C reo que el Se­ em bellecer el a su n to com o fuera, so n risas, m u­ un d e te rio ro m om entáneo; eso es todo.» Pero —F irm e aquí, jovencit
20 21

P e ro Sevilla e stab a desconcertado con la for­ no e stab a de acu erd o con sus deseos. La p r o ­ d aba preocupado, a n te su s o jo s h a b ía ocurrido p rim e r dom ingo en E sp a ñ a h a b ía excursión p re ­
m a en que cada rasgo en esa c a ra decaía, se n unciaba despacio, en voz b a ja , m ira n d o siem ­ un fenóm eno b a sta n te ex trañ o , p e ro todo lo ol­ v ista a T oledo y en el pro sp ecto no se h ablaba
ace n tu a b a entristecien d o . Sevilla e sta b a tím id a­ pre hacia a rrib a , com o quien ha e n co n trad o una vidó cuan d o volvió a s e n tir que d efinitivam ente de m isa p a ra nada. E sto e ra m e jo r ocultárselo
m ente a su sta d o y no a tin ó a sa c a r u n lapicero. m an e ra de com unicarse con Dios y no preten d e lo del estóm ago lo m o lestab a cad a vez m ás. a su tía. P ero lo o tro , lo del estóm ago, conti­
H ubo entonces o tro últim o esfuerzo del conde: o cu ltarla. T am bién p o r ella hizo algunos esfuer­ Así fue el p rim e r día a n te s del viaje, silencio n u a b a tam b ién a to rm en tá n d o lo . N orm alm ente
alcanzarle el suyo p a ra que firm e rápido. Tan zos la C om pañía, pero cuando vinieron a con­ y silencio m ie n tra s tía y so b rin o d e ja b an que iba al b añ o todas las m añ an as, a las seis en
ráp id o que el conde dejó el brazo extendido tarle lo o c u rrid o , a e n tr a r en d etalles, a h ab lar el destin o se filtra ra en ellos, a ver qué p asab a punto, p e ro al día siguiente al cóctel publici­
p a ra que se le devolviera, so b resalía el puño de de indem nizaciones y cosas p o r el estilo, fue luego. P ero el segundo d ía todo em pezó a cam ­ ta rio se d e sp e rtó a las cinco y no tuvo m ás
o tra su reacción. C laro que a ú n le q u e d ab a n biar. P or lo pro n to , la tía se llenó de ideas acer­ rem edio que ir al baño en el acto. T ra tó de ir
seda de su cam isa con el gem elo de oro y él
los m eses o los años de vida que el S e ñ o r le ca de lo que era un viaje y de lo que e ra un de nuevo a las seis p o r lo de la co stu m b re, pero
lo m ira b a fijam ente, el sol brilla so b re la paz
m an d ara, y h a b ría adem ás que ir al m ercad ito hotel. Un hotel, p o r ejem plo, e ra u n lu g ar don­ nada. N ada tam poco una sem an a después, n ada
de u n cam po de nieve... Pero so b re el puño de
y c o m p ra r que com er, p ero e sta vez la tía An­ de c en ten ares de perso n as se a cu e stan en la a las cinco y n ada a las seis, y se fue al tr a ­
seda de su cam isa con el gem elo de o ro cayó
gélica rechazó todo co n ta cto con las voces h u ­ m ism a cam a y utilizan las m ism as sáb an as, sabe b a jo sin ir al baño. De p ro n to el a su n to fue a
el pelo grasoso cuando Sevilla inclinó un poqui­
m anas, con las cifras que e ran el m o n to de la Dios qué infecciones puede te n e r esa gente. No, las tre s de la tard e y dos días a n te s de la p a r­
to la cabeza para devolverle el lapicero.
in dem nización: la tía Angélica se se n tó en uno él no podía u tiliza r las m ism as sá b an as que tid a fue a las ocho de la noche, algo flojo el
T res sem an as m ás tard e, un avión de la fla­ de su s v etu sto s sillones, alzó el brazo con la o tra p ersona p o r m ás lavadas que estén, nunca estóm ago, adem ás. Fue o tra cosa que le ocultó
m an te co m pañía ab an d o n ab a la p rim a v era li­ m ano e x ten d id a en señal de « basta, b a sta de se sabe, hijito. E lla se en ca rg aría de d arle un a su tía. P or fin la víspera del viaje, p o r la
m eña ru m b o a E spaña, m ie n tras que o tro avión detalles, b a sta ya», y c o rtó p a ra siem p re con p a r con su co rre sp o n d ie n te fu n d a de alm oha­ tard e, e stan d o ya la m aleta lista con sus sá­
a b an d o n a b a el otoño m adrileño ru m b o al Perú. los hom bres. Ib a a p ro n u n c ia r la p a la b ra «re­ das. Y la m isa. ¿Cómo h a ce r p a ra e n te rarse banas, su s m edallitas, su ropa, en fin con todo
E n el p rim e ro viajaba, defin itiv am en te a ca b a ­ signación» con fuerza, com o si hubiese descu­ dónde q uedaba la p a rro q u ia m ás c ercan a al ho­ m enos con el m isal y el ro sa rio que a ú n tenía
do, el conde de la Avenida; en el segundo tra ía n que u sa r, Sevilla decidió a c u d ir donde u n a n ti­

CeDInCI
el c ad á v er de Sevilla. Casi p odría d ecirse que
se cruzaron. Y que Lim a ha olvidado p o r com ­
p leto ai Aguila Im perial, y que lo del suicidio
b ierto su definitivo y ú ltim o significado, pero
sin tió que los brazos de su sillón la envolvían
llevándosela un poco. A su d erecha, so b re una
m esa, e sta b a su grueso m isal cargado de pala­
CeDInCI
tel y a qué h o ra s hab ía m isa? E se e ra o tro p ro ­
blem a, eJ m ás grave de todos. Lo aconsejable
e ra lla m a r al p a d re Joaquín, que e ra español,
explicarle la ubicación del h o tel y que él les
guo p ro fe so r del S anta M aría y ped irle perm iso
p a ra v iaja r. Ib a a v ia ja r de to d as m an eras, m a­
ñ a n a a las once en pun to venía Cucho S a n tis­
teb a n a recogerlo p a ra aco m p añ a rlo al aero ­
de Sevilla, si bien dio lu g ar a c o n je tu ra s e in­ b ras católicas, p a la b ras com o la que a cab ab a d ije ra cuál e ra la iglesia m ás cercana. T otal
vestigaciones, fue tam bién rá p id a m e n te olvida­ de e s ta r a p u n to de p ro nunciar. T an tas pala­ que, poco a poco, el v iaje em pezó a lle n a r la p u e rto , en no m b re de la C om pañía (h a b ría m ás
do p o r todos, salvo quien sabe p o r la vieja tía b ra s y recién a los ochenta años se r u n a de m ente de la tía Angélica y nuevam ente se le fotos y to d o eso), pero Sevilla decidió v isita r
Angélica, hu n d id a p a ra siem pre en la pa la b ra ellas. «B asta, b a sta de detalles, b a sta ya», les vio desplazándose de un ex tre m o a o tro de la ca­ el c o n su lto rio de su antiguo p ro fe s o r de a n a to ­
resignación. Es c ie rto que la C om pañía hizo indicaba con la m an o en alto. El im bécil de Cu­ sa, m uy ocupada, m uy p reocupada, com o si m ía, que e ra m édico tam bién, y ped irle perm iso
m ás de un esfuerzo p o r re c u p e ra r al conde, por c am in ar y c am in ar y su b ir y b a ja r escaleras la p a ra viajar. No le contó lo del estóm ago. Sim ­
cho S a n tiste b a n insistía en h a b la r y ella le hizo
volverlo a te n e r al fren te de sus oficinas, pero ay u d ara a e n c o n tra r u n a solución p a ra cada plem ente se sentó tiesecito y con las m anos ju n ­
las ú ltim as señas, pensando al m ism o tiem po
m uy p ro n to los tre s p siq u ia tra s que lo tr a ta ­ uno de los m il d etalles que e ra indispensable ta s so b re sus rodillas en u n a p o stu ra que cada
«Aléjense que ya yo estoy lejos». A cababa de
ro n en los días p o ste rio re s al p rim e r a ta q u e de resolver an te s de la p a rtid a. día e ra m ás la p o stu ra de Sevilla, com o si tu ­
h u n d irse en un significado, su p a la b ra de siem ­ v iera su m isal cogido e n tre a m b a s m anos. Allí
a n g u stia o p ta ro n p o r d a rle gusto, es decir, o p ­ pre la h a b ía llam ado e sta vez, se se n tía m ás Sevilla lo a cep tab a todo com o cosa necesaria,
ta ro n p o r enviarlo de regreso a E spaña. E ra lo d ejab a que su tía se e n ca rg ara de cada porm e­ estuvo se n tad o unos quince m in u to s c ontando
cerca de Algo en su resignación de a h o ra, quizá en voz m uy b a ja todo lo que le h a b ía ocu rrid o
único que quería, un deseo de enferm o, de hom ­ po rq u e todos re co rre m o s un cam ino en p ro ­ nor, en el fondo le p a rec ía que ella tenía ra ­
b re que sufre terrib lem en te , y p o r qué no con­ zón en p reo cu p arse ta n to pero h ab ía algo que, en los ú ltim o s diez o doce días y el ex pro feso r
fu n d id ad con los significados de las p alabras, lo e scu ch ab a m irándolo so n rien te. Lo d e ja b a h a ­
cedérselo si e ra tan obvio que se tra ta b a de é stas no son las m ism as con el tra n s c u rso del a m edida que p asab an los días, em pezaba real­
un h o m b re inútil, de una p e rso n a que sólo de­ m ente a a to rm en ta rlo . El estóm ago. D urante b la r y sonreía. Sólo se puso serio cuando Sevi­
tiem po, la tía Angélica sin duda había r e c o m i ­ lla le d ijo que p a rtía m añ a n a p o r la m añana,
seaba seguir envejeciendo y m o rir de triste z a do su cam ino pero h asta tr a s p a s a r los lím ites c u a tro días no d u rm ió m uy bien p en san d o có­
en un sa n a to rio de E spaña. Se le traslad ó , pues, m o iba a h a c e r p a ra c a m b ia r las sábanas sin y en seguida le p re g u n tó si le a co n sejab a o no
hum anos de su vieja y católica palabra. viajar.
a su país, se puso a o tro b rilla n te ejecutivo al que la p erso n a en carg ad a de hacerle la cam a
fre n te de la C om pañía y a esto se debe, tal «R esignación», dijo la tía Angélica, cu an d o Se­ se d iera cuenta. T endría que re m p lazarías p o r —P ro fe so r —agregó—, q uiero que m e dé u sted
vez, que en Lim a se le o lvidara ta n pro n to ; en villa le qonto que no le q u ed ab a m ás rem edio las suyas cada noche a n te s de aco sta rse pero el perm iso p a ra viajar.
todo caso a este trasla d o se debe que nunca que v iajar, que lo h abían en tre v istad o , que lo verd ad ero p roblem a e stab a en re p o n e r las del —V iaje u ste d no m ás —le d ijo el ex p ro feso r—;
m á s se su p ie ra de su suerte, del tiem po que h abían fo tografiado, que no lo h ab ían d ejado h otel cada m añana. T endría que a rru g a rla s co­ y si le va bien no se olvide u sted de tra e rm e
su cu erp o re sistió vivir así, so p o rta n d o esa re ­ explicarles que, en el fondo, p re fe ría no p a rtir. m o si h u b iera dorm ido con ellas y te n d ría que uno de esos p u ñ alito s de Toledo. Uno pequeño.
p e n tin a invasión de la nada, del decaim iento y, Algo le d ijo tam b ién sobre el gerente de la Com­ e sconder las suyas,, todo esto co rrien d o el ries­ Vea u ste d , años que tengo este con su lto rio y
com o él solía tr a ta r de explicarle a los m édi­ pañ ía de Aviación, el señ o r p a rec ía e s ta r muy go de que la persona en carg ad a de la lim pieza m e fa lta un cortapulum as.
cos. del «deterioro». enferm o, tía, pero la viejita co n tin u a b a aún m i­ las e n co n tra ra a rrin c o n ad a s en algún arm a rio Del con su lto rio fue a despedirse de sus com pa­
«R esignación», e ra la p a la b ra de la vieja tía ra n d o hacia a rrib a , com unicándose con o tro se­ o algo así. E n esta p reo cu p ació n se le encajó ñeros de tra b a jo pero llegó ta rd e y ya se h ab ían
Angélica, y la p ro n u n ciab a cada vez que algo ñor, y no le p re stó m ayor atención. Sevilla a n ­ o tra y el q u in to día d u rm ió p ésim o: p a ra el ido. De allí regresó a M iraflores, d irec ta m en te
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a la p arroquia para con fesarse con el padre había v iaja d o a H uancayo con S alv ad o r E sca­ ñola, en T ok io sobre todo. Pero tam bién habían al pajarito» porque un gesto de m ister A lford
Joaquín. La penitencia, casi nada, tuvo que ter­ lante. De golpe S evilla se sintió bien, m uy bien, llegado a M adrid en un vu elo inaugural de la d e jó definitivam ente establecido que odiaba a
m in arla en el baño m ien tras su tía Angélica y si no sonrió de alegría, m ostrand o en su m an­ flam an te com pañía. m uerte a los japoneses. A chikaw a soltó una bre­
esp eraba im paciente para lo del rosario. E l es­ díbula saliente el tablerito salien te que eran No bien entraron al hotel, A chikaw a estalló en vísim a carcajad a, tem b ló ín tegro y p rácticam en ­
tóm ago un poco flo jo o tra vez y hacia las siete sus dientes inferiores, fue p or m iedo a que el una extraña, nerviosa carca ja d a , pero S evilla no te se m etió la m áquina al culo. Al fin a l allí el
y m edia de la noche. p eca d o r de la derecha lo creyera loco o se m e­ único sonriente era R elaciones Públicas qu e no
logró verlo de in m ediato porqu e un fla sh lo
tiera con él. E l asiento de su izquierda estaba cegó súbitam ente. Pensó que eran los p eriodis­ cesab a de darles in struccion es, de trad u cirlas
No se le ocu rrió p regu n tarse cóm o h abría sido
vacío y, aunque sintió una brusca tim idez, fue tas otra vez, era A ch ik a w a y fue A chikaw a tres inm ediatam ente al in glés p ara A chikaw a, que
todo un viaje dialogando feliz y tím ido con S al­
una sorp resa m uy agradable que S alv ad o r E s­ veces m ás m ientras S evilla seguía al Cucho San­ p o r suerte hablaba m uy bien este idiom a, y para
v ad o r E scalante, en com pañ ía de S alvad or E s­
calan te le dirigiera la palabra, siendo tan m ayor, tisteban español rum bo a la recepción, lu gar al m ister Alford. S evilla pudo co m p rob ar que del
calante. Cuando al señ or de enfren te se le an­ sobre to d o : «Tom a un chicle, le dijo; es muy cual llegó com pletam en te ciego y sin lo grar ver inglés que le habían enseñado en el S an ta Ma­
to jó cam b iar de sitio y se in staló en el asiento
bueno para la altura porque im pide que se te al culpable de su estado. S ólo oía sus ca rc a ja ­ ría casi no le quedaba una palabra. Al term inar
donde em pezaba a v ia ja r S alv ad o r Escalante,
tapen los oídos. La subida a H uancayo es m uy das. Eran c arca ja d a s breves, m uy breves, y fi­ la com ida, a la cual sólo la perenne sonrisa
S evilla aceptó esta repentina invasión de las
brusca. ¿C óm o te llam as?...» Pero un señ or que ján d ose bien, tenían a lgo de llanto. Por fin S e­ del n uevo San tisteban daba algun a unidad, que­
co sas de la vida com o años antes, al desbarran ­
ocu p ab a el asiento de enfrente decidió cam b iar­ villa pudo llen ar los papeles de reglam en to y dó m uy claram en te establecid o que el grupo
carse el autom óvil del ídolo escolar, había acep ­
se y se le instaló a su izquierda, ju s to allí don­ enterarse, p or la ta rje ta que le dieron, que es­ de cinco se había dividid o y a p o r lo m enos en
tado la repentina invasión de la m uerte. Lo úni­ de e stab a su conversación. S ev illa se dio cuenta taba en el H otel R esid en cia C apítol, en la ave­ dos su bgru p os: el de M urcia y S egovia, a qu ie­
co distinto a su habitual, tran qu ila tristeza fue
entonces de que se le había caíd o el San C ris­ nida José Antonio n ú m ero 41, y qu e le tocaba nes los otro s tres les im p ortaban tan poco com o
una especie de angustiosa sensación, sintió por
tóbal, p ero se dem oró un ra tito en agacharse la habitación 710. L o ú ltim o que vio escrito, en el itin erario artístico, y el de m ister A lford,
un instante com o si e stu viera haciéndole adiós a recogerlo porque em pezó a sen tir la angus­ la parte in ferio r de la ta rje ta , fue una inscrip­ quien, llevado p or su p earlharborian o odio a
a un pasado cálid o y em ocionante. T odo esto

CeDInCI
había sido cosa de m inutos, todo había ocu rri­
do m ientras el avión se aprestaba a despegar y
una aerom oza les daba las in struccion es de siem ­
p re y les deseaba feliz v ia je con un tono de
tiosa sensación de estarle haciendo adiós a un
v iejo -ómnibus que subía, cu rva rtas curva, rum ­
bo a H uancayo.
E n el a erop u erto de M adrid, adem ás de los pe­
CeDInCI
ción que decía «C IE R R E LA PU ERTA AL SA­
L IR PULSANDO E L B O TO N D EL POMO». Se le
hizo un m undo lo del «botón dei pomo», qué
diablos era el «pomo», pero ju sto en ese ins­
A chikaw a y su desinterés e ignorancia p o r todo
lo que ocu rría al su r del Río G rande, se man­
tu vo fiel a su fiel com pañera, la cerveza.
E l tercer subgrupo se veía venir. A p esar de la
rio d ista y sus flashs, lo recibió un Cucho S an tis­ tante vio que un botones iba a coger su m aleta incom unicación casi total al nivel del lenguaje,
voz digno de S alvad or E scalante. Por fin esta­ teban español y tam bién lo felicitó un gerente y sintió te rro r p o r lo de las sábanas. H asta el S ev illa parecía ser el único cap a z de so p ortar
ban en e l avión, p o r fin había term inado toda m uy elegan te y con algo de águ ila en la cara, ascen sor llegó a tien tas porque el jap o n és lo el asedio foto grá fico del nipón y y a una vez du­
la alh araca del vuelo in augural y el oham pán y bastan te parecido al señ or tan ra ro que lo ha­ volvió a foto gra fiar, qu iso h a c e r lo m ism o con ran te la cena le había m o strado el ta b lerito sa­
los v iaje ro s invitados, allí en el gran hall del b ía atendido en fo rm a p o r dem ás extrañ a en liente en la m andíbula saliente, que era su son­
aeropuerto, m ás lo del ga n ad o r del sorteo, S e­ e l venezolano y con el ecu atorian o pero am bos
L im a, tan parecido que S evilla se quedó un po­ lo m andaron cortésm en te a la m ierda y se m e­ risa. C laro que A ch ik aw a nunca llega ría a saber
villa foto grafiado m il veces arrinconándose ho­ co pensativo al verlo m archarse rapidísim o. Pero tieron tam bién al ascen sor donde, entre m ira­ las terribles repercusion es que, entre otras co­
rrible. Cucho S an tisteban se dirigía a su auto­ .n o había tiem po p ara pensar, no había un m i­ sas, su bien intencionado aunque im placable
m ó vil con las m e jilla s adolorid as de tan ta son­ das y breves frases, dejaron establecido que
nuto que p erd er y para eso estab a allí esta nue-' form aban un dúo cap az de llevarse m uy bien fla sh acabaría p or ten er en el estóm ago de S e­
risa a diestra y siniestra, y una aerom oza cerró va versió n de Cucho S an tisteban. P o r lo pron­ villa. E l domingo, p o r ejem p lo, cuando la vi­
la puerta del avión. S evilla se santiguó dispues­ y que a Sevilla, con su cara de cojudo, no le
to p resen tarle a S evilla a los otro s ganadores queda m ás que ju n ta rse con los otros. sita a la iglesia de S an to Tom é, en Toledo, con­
to a rezarle a San C ristóbal, p atró n de los au­ del sorteo que habían venido en e l m ism o vue­ clu yó en el instante en que em pezaba la m isa
tom ovilistas, a falta de un san to que se ocupara T odo esto se con firm ó en la cena. La cena en
lo. Uno había subido cuando e l avión hizo es­ realidad fue rapida p orque los cinco ganadores con S evilla sin m isa aún, la ap licación casi sos­
de la gente que vuela (tía Angélica había bus­ cala en Quito y se llam aba M urcia (23 años), y tenida del flash delante de la fach ad a fu e real­
del con cu rso tenían que e sta r cansados del via­
cad o aunque sea un b e a to que se ocu p ara de el venezolano, un tal S egovia (25 años), había m en te inoportuna. S ev illa v olvió a ensuciarse,
je y era p reciso a co sta rse tem prano. «Mañana,
este m oderno tipo de viajeros, p ero en su gas­ subido en la escala en C aracas. L os otros dos p ero A chikaw a ignoró p o r com p leto que algo se­
les anunció el C ucho S an tisteban español, em ­
tado santoral no figuraba ninguno y no hubo gan adores ya estaban en el hotel, esperándoles. m ejan te había ocu rrid o y en p a rte p or su culpa,
pezam os con nuestros itin erarios m adrileños,
m ás rem edio que re c u rrir a S an C ristóbal, ha­ Al hotel, pues, en el m icrobú s que la Com pañía adem ás.
que durarán tres días. Em pezam os con el iti­
ciendo exten sivas sus funciones á las grandes había puesto a su disposición. E n el trayecto el T am bién esa prim era noche ign oró que Sevilla,
n erario artístico que com pren de la visita al Pa­
alturas azules y a las nubes). Y en ésas andaba P u blic Relations español les fue explicando quié­ luego de ir dos veces al baño, se había acosta­
lacio Real y, a con tin uación , la visita del Mu­
S evilla, m edio escondiendo el m edallón de San nes eran los otros dos ganaderos. Un norteam e­ do pensando en él. C am bió su s sábanas, escon­
seo del Prado. E m pezarem os a las once de la
C ristó bal del pecador que tenía sentado a su rican o de sesenta y tres años, m ister A lford , de dió en el arm ario las del hotel, rezó, record ó a
m añana y term inarem os h acia las seis de la tar­
derecha (llevaba un e jem p lar de Playboy para S an F rancisco, y un m uchacho japon és, un tal su tía A ngélica y se m etió a la cam a pensando
de.» M urcia y S egovia pusieron cara de abu ­
entretenerse), cuando cap tó que el asiento de A chikaw a, que todo p arecía en con trarlo com i­ en A chikaw a. M urcia y S egovia habían h ablada
rrim iento y S evilla no supo dónde m eterse. En
su izquierda estaba vacío y que, adem ás, los quísim o. C laro que en el caso de ellos, habían cuanto a m ister Alford., lo único que d ijo (en de putas, el señ or A lford b eb ía en exceso, el en­
asientos se parecían en lo del esp ald ar alto con ganado un sorteo establecid o sobre otras ba­ cargad o español m ucha son risa pero a él lo
inglés, siem pre) durante toda la com ida fue que
su co jin cito para ap o yar la cabeza, a los del ses y a que a nadie se le iba a o cu rrir encon­ había pisado y no le había p edido disculpas, lo
quería m ás cerveza. A chikaw a lo fo to gra fió tres
óm nibus in terp rovin cial en el cual años atrás tr a r de apellido el nom bre de una ciud ad espa­ am edren taba lo am edren taba... A chikaw a era el
veces, la cuarta fo to g ra fía se quedó en «m ira
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que más daño podía causarle con esos súbitos tada como babero en el cuello de la camisa. Lo ban realmente prohibidas, y que ya era hora de la Cruz («Obsérvese la expresión del rostro de
e inmotivados ataques de risa, entre flashs y cierto es que también Sevilla le respondió con marcharse. Sevilla se había mantenido pegadito Jesús y lo ingrávido de la cruz que apenas sos­
carcajadas prácticamente lo embestia, pero algo alegría, se le asomó el tablerito dental en la al guía para no perder un solo detalle de la tienen unas delicadas manos», le dijo casi al
de bondad había en esas embestidas, algo para mandíbula saliente al ver a Achikawa saliendo cultura de ese señor, hasta que el sol que pe­ oído un guardián que se le acercó de puro ama­
lo cual no encontraba la palabra o es que aún del mar... «Vaya con el japonés para chato y netraba por un gran ventanal le produjo por ble), y su necesidad.de acercarse a la sala XXX
no sabía lo que era... Achikawa es peligroso. chueco. Tiene las rodillas a la altura de los to­ segunda vez un efecto de lo más extraño. Calen­ donde había más Grecos a la vez que se estaba
Es japonés .. Y entonces Sevilla recordó las pe­ billos y los muslos a la altura de las rodillas, taba igualito al de Huancayo y, por más que algo más cerca de la ansiada redondelita. Se
lículas de guerra que había visto: siempre los el torso es desproporcionadamente grande y ni hizo por concentrarse en las palabras que iba equivocó Sevilla. Miró a su plano y la sala XXX
japoneses eran malos y traidores y en plena hablar de la cabezota cuadrada que lo corona diciendo el guía, desde ese momento las cerá­ estaba al lado de la XI y de pronto Achikawa
selva tupida te clavaban un cuchillo por la es­ todo. De la cintura para arriba parece enorme micas y las alfombras, sobre todo, por Tatitos soltó una carcajada porque descubrió que, re­
palda al pobre actor secundario que se había y sin embargo el resultado es chiquitito...» pertenecían al Palacio Real y por ratitos él las trocediendo un poco, se llegaba a la sala X don­
quedado rezagado unos metros, al íntimo amigo En el hall del hotel esperaba el Cucho Santis- estaba viendo expuestas sobre la vereda en la de había más Grecos todavía. Sevilla se sintió
de Errol Flinn John Wayne Montgomery Clift teban. Sevilla y Achikawa fueron los primeros Feria Dominical de Huancayo. Lo peor fue cuan­ perdido, miraba un cuadro y miraba a su com­
Burt Lancaster Dana Andrews... al pobre Alian en bajar. Murcia y Segovia se hicieron esperar do vio una vasija de barro un instante en un pañero y miraba al plano y calculaba cuánto
Ladd que había dejado a Verónica Lake en Mi­ sus buenos minutos, pero el más tardón de to­ espejo pero era el enorme florero de porcelana tiempo más podría aguantar. Muy poco a juzgar
chigan... dos fue mister Alford quien, en vez de aparecer sobre esa consola, en la pared de enfrente. Por por lo que sentía, dolores, retortijones, acuosos
Esa noche se durmió por primera vez en su .vida en el ascensor, entró por la puerta principal di­ suerte el estómago no lo había fastidiado. derrumbes interiores. Con lágrimas en los ojos
a las tres de la mañana, ignorando que era un ciendo que tenía el reloj un poco atrasado y El almuerzo sí que le cayó pésimo y, cuando les se detuvo ante La Sagrada Familia, El Salvador,
buen fruto de todo un cine norteamericano e que había estado en la cafetería de la esquina. obsequiaron los planos de las tres plantas del La Santa Faz (sala XI), y ante La Crucifixión,
ignorando también que algo en las breves y Olía a cerveza, cosa que Sevilla encontró de­ Museo del Prado, lo primero que hizo fue ubi­ E l Bautismo de Cristo y San Francisco de Asis

CeDInCI CeDInCI
dramáticas carcajadas de Achikawa le habían plorable en un invitado, y que aumentó el mal car en cada una de ellas la redondelita que sig­ (sala XXX). Fue entonces que Achikawa lo notó
abierto el camino de una solitaria, inútil y, en humor del Jefe de Grupo, mal humor debido al nificaba SERVICIOS, LAVABOS Y W.C. Public tan conmovido, tan profundamente emocionado
su caso, totalmente innecesaria rebelión. Todo cambio de funciones, a verse transformado de Relations les dijo que era imposible verlo todo de encontrarse frente a tanto lienzo católico,
quedaba aún en una especie de simpática tinie- especialista en relaciones públicas en una espe­ en una tarde, que cada uno podía visitar las que soltó una carcajada feliz al descubrir que
bla qué tampoco el sueño que tuvo esa madru­ cie de guía turístico. salas que deseaba, pero que él les recomenda­ un poquito más atrás había otra sala con más
gada logró aclarar. En una playa desconocida Algo en el clima de esa mañana de finales de ba ver sobre todo los cuadros de los pintores cuadros del mismo pintor. Prácticamente lo
estaban Achikawa, él y Salvador Escalante. Una octubre sorprendió a Sevilla mientras se diri­ españoles más famosos. Les mencionó al Gre­ arrastró hasta la sala X, donde Sevilla lloró y
muchacha para Salvador Escalante apareció en gían al microbús. Era algo agradable, casi có­ co, a Velázquez, a Murillo y a Goya, pero mister emitió toda clase de extraños sonidos ante San
la playa (una playa que Sevilla murió sin saber modo y estaba esperando que influyera benefi­ Alford ya había terminado con la sala núme­ Antonio de Padua y San Benito y ante El ca­
cuál era), y casi lo echa a perder todo porque ciosamente sobre su malestar estomacal, cuan­ ro I y se perdió en busca de la cafetería. Murcia pitán Julián Romero con San Luis Rey de Fran­
Sevilla fue el primero en divisarla, a lo lejos, do un porrazo de la nostalgia lo trasladó a las le dijo a Segovia que Rubens pintaba mujeres cia.
y quiso señalársele a Salvador Escalante pero soleadas veredas de Huancayo y a los fríos es­ desnudas y se fueron a escondidas en busca de La carcajada que soltó Achikawa al ver que la
Achikawa se le interpuso. No pudo verla y la pacios serranos donde no cae el sol. Igualito... Rubens. Sevilla se fue en busca del Greco, Ve­ desaforada carrera de Sevilla por todo el museo
muchacha se esfumó, dejándolos a los tres echa­ La visita al Palacio Real transcurrió apacible­ lázquez, Murillo y Goya, seguido por Achikawa había concluido en el baño, le impidió escuchar
dos tranquilamente en la arena. Achikawa se mente y les tomó el resto de la mañana. Un muerto de risa con las fotos que acababa de hasta qué punto andaba mal del estómago su
metió al mar y Sevilla siguió conversando con guía les habló de la magnificencia de sus pin­ entregarle. Eran las del almuerzo (la cámara de amigo peruano. Sevilla reapareció minutos des­
su amigo horas y horas. «Mira, le dijo Salva­ turas y de sus tapices y de sus cerámicas y et­ Achikawa era una de esas que te entrega la foto pués con el rostro demacrado pero con las me­
dor Escalante, señalando a Achikawa que por cétera, etcétera, traduciendo al inglés y todo, un ratito después), y a Sevilla le cayeron pési­ jillas secas. Empleó un tono de voz convale­
fin regresaba hacia donde estaban ellos. ¿Te pero se estrelló contra la silenciosa y absoluta mo, ni más ni menos que si volviera a empezar ciente al silabearle Ve-láz-quez, a su compañero,
has fijado en el cuerpo del japonés?» Se lo es­ indiferencia de Segovia y de Murcia, y contra con toda esa comilona típica, con todo ese acei­ y con un dedo tembleque le señaló las salas XII,
tuvo describiendo mientras el otro se acercaba la tardía e inesperada obstinación de mister Al­ te y tardísimo además. XIII, XIV, XIV-A y XV. Nuevamente había que
lentamente. Después continuaron conversa y ford, quien declaró con una solemnidad inte­ Aún había sol y se filtraba por algunas venta­ alejarse bastante de la redondelita.
conversa y había mucha paz en esa playa bor­ rrumpida por un cervecero eructo, que no estaba nas, al extremo de que Sevilla se repitió tres Pero a Velázquez pudo verlo tranquilamente,
deada de árboles frondosos que anunciaban una dispuesto a abandonar el palacio hasta que no veces en voz baja que en Huancayo no había sala por sala, cuadro por cuadro. Sólo el asun­
selva tupida. le mostraran las habitaciones privadas de los visitado ningún museo. Pero otra realidad me­ to de Las Meninas resultó un poco desagradable
Estaba despierto cuando llamaron a despertar­ reyes. Se puso insoportable el gringo gritó que nos confusa y mucho más urgente lo instaló e incómodo. El quería apreciar el cuadro y ha­
lo y rápidamente procedió al cambio de sába­ había trampa en la visita, a Achikawa le dijo angustiado en plena pinacoteca y nada menos bía adoptado una postura casi reverente, las ma­
nas. Luego se vistió y tomó el desayuno que le son of a bitch porque soltó tres carcajadas al que en la sala XI (El Greco), es decir, lejísimos nos recogidas sobre el vientre como un sacer­
trajeron a la habitación. Estaba terminando hilo, y sólo los argumentos muy sabios del Jefe de la sala XXXIX, al lado de la cual se hallaba dote que se acerca al púlpito con sus evangelios.
cuando apareció Achikawa con su cámara foto­ de Grupo (argumentos en los que de cada tres la redondelita que significaba SERVICIOS, LA­ También quería comprender la exacta utilidad
gráfica. Se mató de risa de verlo sentadito de­ palabras dos eran «cerveza»), lograron conven­ VABOS Y W.C. Allí estuvo debatiéndose entre del espejo colocado al otro extremo de la sala,
sayunando, quizá por lo de la servilleta incrus­ cerlo de que las visitas a esas habitaciones esta­ su devota admiración por el Cristo abrazado a pero Achikawa parece que ya empezaba a can-
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sarse de tanto arte occidental y lo arrastró has­ tían y cada vez más un elemento de llanto se fotografiarlo sentado sobre la cama, retardan­ forma en que sucedieron las cosas. Hacia las
ta jd espejo para que viera Ja cantidad de mo­ mezclaba en ellas, la gente protestaba, Ja falta do así el oculto cambio de sábanas y el oculto cuatro o cinco estaría de regreso en el hotel
risquetas que era capaz de hacer por segundo. de .respeto del japonés, la insolencia, joven, dí­ lavado del calzoncillo que no se había atrevido para descansar un buen rato antes de lo de la
«Ahora te toca a ti», le dijo con señas y japo­ gale usted a su amigo que a ver si se calla. Un a dejar para que se lo lavasen en el hotel. Y noche. Terminada la taza de té, se incorporó y
nés, con algo que tenía su poco de sordomu- guardián intervino pero sólo sirvió para que hoy día tocaba la visita panorámica de la ciu­ fue al baño para afeitarse. Definitivamente se
desca comunicación. Sevilla accedió, accedió por Achikawa se riera más todavía, no lograba con­ dad. Partieron en el microbús a eso de las once sentía mucho mejor al pie de la ventana que
temor a que el asunto tomara mayores propor­ tenerse, Sevilla hundía la quijada en el pecho, (mister Alford llegó de la calle diciendo que te­ en el baño, tal vez porque hasta allí no llegaba
ciones y sonrió. Ver en el espejo el tablerito se moría de vergüenza, «ssshiii ssshiii», le hizo nía el reloj atrasado y apestando a cerveza). el sol, no lo sabía bien, pero algo como un imán
dental en la mandíbula saliente le encantó al a su compañero, pero éste nada de callarse y Achikawa fotografió a Sevilla en la Plaza de la lo atrajo de nuevo hacia la mesa del desayuno.
de Tokio. Soltó una extraña mezcla de carca­ lo del estómago. No era posible irse dejando a Moncloa, en el Arco del Triunfo, en la Ciudad Volvió a sentarse como si fuera a desayunar y
jada y llanto que atrajo a un guardián de por Achikawa en tal estado de disfuerzo, además Universitaria, ep el Parque del Oeste, en el Pa­ la verdad es que allí se sentía muchísimo mejor.
ahí y que dejó a Sevilla un poco pensativo. El lo de Achikawa no parecía ser tan sólo disfuer­ seo de Rosales, en la Plaza España (al pie del Le costó trabajo abandonar las cercanías de la
guardián les puso mala cara y Sevilla, abando­ zo... Qué hacía... Sevilla no pudo contenerse: monumento a Cervantes), dos veces en la Plaza ventana cuando vino la persona encargada de
nando su preocupación acerca de la utilidad estaba buscando el camino más corto hasta la de Oriente (delante del edificio del Palacio y arreglar la habitación.
del espejo, le señaló a Achikawa en el plano redondelita cuando sintió que empezaba a es­ del Teatro Real); tres veces durante el almuerzo El día transcurrió más o menos como lo había
de la planta baja, la sala LXI, «Mu-ri-llo», le si­ capársele caca incontrolablemente. (en una de ellas aparecía Sevilla de espaldas, planeado, con excepción de la diarrea que, a
labeó, contando para su adentros uno, dos, tres, Por suerte lo de Achikawa se limitó a esa sala corriendo hacia el baño). Por la tarde lo foto­ pesar de té y nada más, continuó atormentán­
cuatro... Estaba a cinco salas de la redondelita. y nadie más se enteró de lo ocurrido. Eran ya grafió en la Puerta de Toledo, en la Plaza de dolo, y del incidente de la Plaza Callao, donde
La historia volvió a repetirse. A dos salas de casi las seis y el señor de la Compañía les había Atocha, en el Paseo del Prado, en el Parque del un automóvil dio una curva sobre un charco de
distancia tuvo que salir disparado rumbo al dado cita a las seis. Cuando llegaron a la puer­ Retiro (frente al Lago, y al pie del monumento agua y le empapó zapatos, medias y pantalón,

CeDInCI
baño, pero esta vez Achikawa no lo siguió. Achi­
kawa se quedó haciendo unos movimientos tan
raros con la cabeza, algo así como unos «no» ro­
tundos, rapidísimos e inclinados a la izquierda,
ta Murcia y Segovia tenían cara de haber es­
tado esperando hace mil horas. El Cucho San-
tisteban apareció y les recalcó una y mil veces
lo importante de la visita que acababan de rea­
CeDInCI
a Alfonso XII), en la calle de O'Donell, en la
Plaza de Toros, en la Avenida del Generalísimo
y, por último en la Plaza de Colón, al pie del
monumento al descubridor de América. El pa­
las tres cosas pertenecientes a la indumentaria
prevista para la noche. Es decir, los mejores
zapatos, las mejores medias y el pantalón del
mejor terno. No hubo, pues, reposo previo al
que el guardián estuvo a punto de apretar un lizar. En cuanto a mister Alford, nunca se sa­ seo terminó a las mil y quinientas y con el Jefe Madrid by night sino un estar frota que frota
botón de alarma. brá en qué cafetería anduvo metido, lo cierto de Grupo furioso porque ni la mitad de las pa­ en la habitación para que sus cosas estuvieran
Con lo de Goya las cosas empeoraron notable­ es que llegó diciendo que tenia el reloj atrasado radas estaban previstas. Unas veces fue porque listas a las nueve de la noche.
mente. Sevilla, recién salido del baño, estudió y y con un fuerte tufo a cerveza. Sevilla necesitaba ir al baño y otras (las más) Pudo haberse tomado mucho más tiempo por­
comprobó, no sin cierta satisfacción, que los — Bien — dijo el Jefe de Grupo— , ahora al hotel porque mister Alford «tenía sed». En fin, ma­ que mister Alford llegó tambaleándose ligera­
cuadros del pintor «sordo y atormentado», como a descansar un poco, y a las diez en punto cita ñana día libre para todos, aventura personal, mente a eso de las diez, diciendo como siempre
decía en su guía, se hallaban en la planta baja. en el hall principal para ir a cenar. Para esta podían efectuar sus compras y pasearse tran­ que tenía el reloj un poco atrasado. Murcia y
Lo de la satisfacción provenía de que, habiendo noche se les ha preparado cocina típina fili­ quilamente por la ciudad. Mañana sábado la Segovia furiosos porque para ellos éste prome­
visto los cuadros de Goya, habrían cumplido pina. cita era recién a las nueve de la noche para lo tía ser el mejor de todos los programas, había
con lo que el Jefe de Grupo les indicó, sin ne­ — Yo no podré ir — se descubrió diciendo Sevi­ del Madrid de noche, Madrid by night. cabaret en perspectiva. Nuevamente convertido
cesidad de subir para nada a la planta alta don­ lla. Se armó de mayor coraje y agregó tímida­ Como en los días anteriores, Sevilla ya estaba en guía muy a pesar suyo, el Jefe de Grupo los
de, según el plano, no había redondelita por mente— : Tengo diarrea. despierto cuando llamaron a despertarlo, ya ha­ llevó hasta el corazón del Madrid del siglo xvi.
ninguna parte. Con el estómago momentánea­ — De eso no se muere nadie, mi amigo. Usted bía efectuado el rápido cambio de sábanas. Acá El itinerario continuó con la visita de un local
mente tranquilo, lo más sensato era empezar lo que necesita es una buena cena filipina, lue­ baba de esconderlas cuando le trajeron el de­ de cante y baile flamenco y con una comilona
por la sala más alejada del baño e ir acercán­ go una buena taza de té, y mañana como nuevo. sayuno y se lo dejaron en la mesa aquella al que a Sevilla le anuló cualquier buen efecto lo­
dose poco a poco a la redondelita. A Achikawa En el microbús, rumbo al hotel, el silencio fue pie de la ventana. La altura de su habitación grado en todo un día a punta de té y nada más.
lo encontró en una sala en que había tres guar­ absoluto. El Jefe de Grupo abrió la ventana le impedía ver las calles y casas, abajo, sin aso­ Por fin aterrizaron en un cabaret. Hubo niñas
dianes, contemplando tranquilamente un cuadro por lo del tufo de mister Alford y mister Alford marse, pero en cambio la ausencia de grandes en plumas a granel, para Murcia y Segovia, cer­
llamado La Sagrada Familia del Pajarito. Con abrió la ventana porque este vehículo huele a edificios por ese lado del hotel permitía que un veza en cantidades para mister Alford y las car­
un dedo tembleque le señaló la sala LVI-A. «Pin­ mierda. agradable sol otoñal iluminara un buen sector cajadas verdaderamente exasperantes de Achi­
turas negras», decía entre paréntesis, y Sevilla Nada pudo la taza de té contra la comida fili­ de la amplia habitación. De todo lo que había kawa. Sevilla soportó todo el espectáculo pen­
buscó en su guía y pudo leer mientras llegaban pina y, al día siguiente, Sevilla estaba peor aún. en el azafate Sevilla tomó tan sólo la taza de sando que mañana Dios no lo olvidaría y que
eso del «Sueño de la razón produce monstruos». De todo lo de anoche, y de todo lo que en los té y, mientras lo hacía, decidió que a la una en alguna de las iglesias que iban a visitar en
La frase lo asustó, lo desconcertó, le corrió días sucesivos le iría ocurriendo, Achikawa iba tomaría otra taza de té en la cafetería de la Toledo habría misa y confesión. Por ahí an­
subterráneamente por el cuerpo, y cuando lle­ entregándole un fiel testimonio: las mil y una esquina, luego escribirle una carta a la tía, y daba su mente cuando de pronto se dio cuenta
garon a la sala sintió que había cometido un fotografías instantáneamente reveladas. Anoche en seguida darse un paseo solo hasta el Museo de que alguien lo había cogido del brazo, era
lamentable error. Achikawa se puso nerviosísi­ le había aplicado el flash hasta el cansancio, del Prado para comprar unas postales del Gre­ mister Alford, y que de todas las mesas lo aplau­
mo, sus carcajadas ante cada cuadro se repe­ hasta se le había metido a la habitación para co que ayer le fue imposible comprar por la dían entre risas y exclamaciones. Recién enton-
28 29

ces captó que minutos atrás un hombre con un habitación. Sevilla fue el último en subir por­ Era un hotel de primera o sea que el mozo se del Conde de Orgaz y termino en el instante
monito en guardapolvo y con una especie de que tuvo una nueva urgencia. Minutos más tar­ limitó a mirar hacia la cama, y a dejarle el en que Sevilla vio que un sacerdote seguido por
media bicicleta habían aparecido en el escena­ de una voz lo llamó cuando se dirigía por fin azafate con Ja taza, la tetera, las tostadas, la dos acólitos se aprestaba a dar comienzo al
rio. Eran de lo más divertidos y hasta Murcia a dormir. Mister Alford se había olvidado de mermelada y la mantequilla. La servilleta la co­ santo sacrificio. Se arrodilló pero el Cucho San­
y Segovia parecían haber olvidado momentánea­ cerrar la puerta, Sivila, lo volvió a llamar. locó al borde de la mesa y se marchó. tisteban hispánico Jo tomó del brazo y le dijo
mente a las calatayús. El hombre se montó so­ Estaba sentado en uno de los sillones junto a Ese día Sevilla no se afeitó. No tuvo ni tiempo que aún faltaba visitar esta mañana la Casa y
bre la rueda con sus pedales y su asientito enci­ la mesa del desayuno, y a su lado tenía una ni fuerzas. Estuvo en el baño frente al espejo Museo del Greco y que tenían mesa reservada
ma y estuvo dando vueltas y vueltas y haciendo caja llena de botellas de cerveza. Sevilla pensó pero no había dormido en toda la noche y en para una hora fija en un restaurante. Sevilla
de pronto como que se caía, se cae, no se caía. que eran más de las dos de la mañana y que su agotamiento sentía que el lugar ese, al pie insistió agarrándose bien del reclinatorio, pero
Luego el monito se trepó hasta llegar al asiento la cita para lo de Toledo era a las diez en pun­ de la ventana, lo atraía realmente con la fuer­ entre la simpatía del Jefe de Grupo y la fatiga
y fue la misma cosa, vueltas y vueltas y nada to. Recordó la palabra en inglés que necesitaba, za de un imán. Volvió a su sillón, dejó que el de Murcia y Segovia, que anoche habían encon­
de caerse. Después todo sucedió muy rápido, el sleep, pero el gringo nada de dormir y lo obli­ sol que también hoy se filtraba por entre los trado lo que siempre habían buscado, lo saca­
hombre pidiendo un voluntario de entre el pú­ gó a tomar asiento frente a él. Una hora más visillos lo relajara, y esperó que fueran las diez ron prácticamente arrodillado en el aire hasta
blico, Sevilla pensando en los horarios de las tarde la misma canción seguía sonando en la de la mañana para bajar al hall. Esperó pen­ el atrio. «Una vez al año no hace daño», fue la
misas en Toledo, y mister Alford levantándole grabadora de mister Alford y ya no quedaba la sando que en Toledo también el sol tendría un explicación qúe le dieron allí afuera, cuando in­
el brazo. Del resto se encargaron Murcia y Se­ menor duda de que era la único que había en benéfico efecto sobre su persona. tentó una protesta, mientras Achikawa y su cá­
govia, vamos, vamos, hombre, también el Cucho la cinta... No fue así. E s decir, no fue así y sí fue así por­ mara fotográfica iban dejando gráfico testimo­
Santisteban hispánico, a divertirse, amigo, cla­ que allá en Toledo el sol calentaba casi como nio de lo que allí ocurría, de una cara impreg­
ro que lo de gilipollas no lo podía decir. La car­ I lost my heart in San Francisco... en Huancayo y en los lugares sombreados el frío nada a fondo de retortijones, primero, de una
cajada de Achikawa brilló por su ausencia. era penetrante y serrano. Sevilla, agotado por la cara que se aliviaba preocupada, instantes des­
pués. En el hotel iban a pensar que nunca se

CeDInCI
Pero no la del público. Sevilla subió al escena­
rio con el misal invisible entre las manos reco­
gidas sobre el vientre. En el último escalón se
tropezó y ahí hubo inmediatamente una carca­
...E n San Francisco había perdido también a
su esposa, a sus padres (hacía veintisiete años),
y a sus hijos que eran unos hijos de puta que
lo habían mandado a la mierda diciendo que
CeDInCI
noche en blanco, aterrorizado por lo de la sá­
bana y con la sensación de que en cualquier
momento iba a necesitar un baño, se dejaba
empujar hacia una realidad que le era menos
cambiaba de calzoncillo pero éste tampoco se
atrevería a darlo a lavar, nuevamente sería él
quien se encargaría de hacerlo a escondidas.
jada. Otra cuando trató de hablar ante el micro Lindon B. Johnson era un farsante y que se lar­ dañina v, aparte de lo de la misa que continua­ La comida del mesón no hizo más que empeo­
y no le salieron las palabras. «Cuéntemelo a mí, gaban a hacer el amor y no la guerra y que no ba siendo una preocupación toledana, se entre­ rar las cosas. El Cucho Santisteban español se
le dijo el animador, después yo se lo cuento había nada más falso y caduco en el mundo gó por completo a los efectos de este sol y som­ animo porque uno de los platos era su plato
al respetable.» Se agachó para pegarle el oído entero que su escala de valores... Había perdi­ bra, dejándose arrastrar por los lisos corredo­ favorito y estuvo habla que habla con Murcia
a la boca: «Cuéntemelo a mí.» Sevilla logró ha­ do a su esposa y hacía veintisiete años a sus res de su memoria hasta llegar a un pasado y Segovia, traduciéndoles de vez en cuando a
blar y salió todo lo del sorteo y lo de la fla­ padres y lo que ambos necesitaban ahora era mejor. Sin embargo, el bienestar no era tan Achikawa y a mister Alford con su cerveza, lo
mante Compañía de Aviación, aplausos y aplau­ otra cerveza y a Sevilla se lo iba acercando cada grande como aquel que experimentaba sentado de mañana sí que sería cosa seria, ya iban a
sos del público, y ahora había llegado el mo­ vez más (había cogido el sillón de Sevilla por al pie de su ventana... No, no: lo de Toledo no ver lo que era el lechón asado del Mesón de
mento de hacer lo que hasta un mono puede el brazo y se lo iba acercando, haciéndole girar era lo mismo, era tan sólo una confusión por Cándido en Segovia, ya iban a ver lo que era el
hacer. Murcia, Segovia y el Cucho Santisteban poco a poco alrededor de la mesa). A las cinco momentos agradable de lugares y épocas entre cocido de los lunes en Casa Anselmo, allí cena­
intercambiaron coincidentes y sinceras opinio­ de la mañana lloraba que daba pena y a las las cuales él navegaba casi a la deriva. E n una rían de regreso a Madrid. Los efectos del futu­
nes sobre Sevilla, mister Alford como si nada, siete continuaba profundamente dormido sobre tienda en que vendían objetos de acero, por ro revelado fueron fatales para el presente cada
sonriente pero mirando a su cerveza, y Achika­ el hombro de Sevilla que aparte de Lindon B. ejemplo, compró tres cosas: el puñalito-corta- vez más insoportable de Sevilla. Darle té y unas
wa de pronto igualito que ayer frente a las Johnson, Vietnam y alguna que otra palabra plumas que le había encargado su ex profesor pastillitas fue la única respuesta a sus quejas.
pinturas negras de Goya. Por fin a la tercera como mother y wife, no había entendido ni jota del Santa María, un crucifijo para su tía An­ Nadie le hacía caso, nadie le daba importancia,
caída de Sevilla, público y animador se dieron de la historia que mister Alford le repitió mil gélica y un segundo puñalito para Salvador Es­ estaba tan feo, tan demacrado, se le habían
por vencidos, sobre todo este último que pensó veces mientras sonaba lo de... calante. Y hubo otro momento en que pensó caído tantos pelos sobre tantos manteles que en
que el mono se le había cagado en plena fun­ en lo sola que se había quedado su pobre tía, el g-upo ya nadie lo consideraba parte del gru­
ción, pero no, era el peruano. I lost my heart in San Francisco... pero la visión de sus tías Matilde y Angélica, po. Los seguía horrible, en eso se había conver­
No quedó testimonio fotográfico de este asunto. rezando el rosario juntas, lo consoló inmedia­ tido su viaje a España.
Achikawa se abstuvo por completo de tomar fo­ Lo estaban llamando para despertarlo cuando tamente. Los seguía sin que nadie supiera que, hacia las
tografías, y no bien llegaron al hotel subió y se entró a su habitación y luego, minutos más tar­ Pero también había sucedido ya lo de la misa. cuatro de la tarde, su único deseo en este mun­
encerró en su cuarto. Murcia y Segovia, siguien­ de, el encargado del desayuno tocó y entró en En la catedral, por más joya gótica que fuera, do °ra regresar al hotel y sentarse al pie de la
do algunas indicaciones secretas del Jefe de el momento en que Sevilla se dirigía al armario nadie estaba celebrando misa. A Santa María la ventana. Pero tuvo todavía que soportar la vi­
Grupo, se fueron en busca de lo que habían a esconder una de sus sábanas. La dobló, la Blanca llegaron en plena comunión, demasiado sita de «un impresionante monumento judío»,
estado buscando desde que llegaron a Madrid, arrugó como pudo, se introdujo un trozo en el tarde, pues. La única esperanza era la iglesia según les dijo el Jefe de Grupo. Había faltado
y mister Alford se tambaleó hasta el ascensor cuello de la camisa y se sentó a desayunar con de Santo Tomé, pero la visita se limitó a estar a misa por primera vez en su vida, y los re­
y luego por los corredores que llevaban a su la enorme servilleta colgándole hasta los pies. un rato contemplando el cuadro del Entierro mordimientos que sintió mientras visitaba la
30 31

Sinagoga del Tránsito crecieron sofocándolo co­ y una sobrehumana fatiga se había apoderado día, pero en ese instante Sevilla se encogió to­ Me siento sumamente nervioso. A veces sien­
mo si de golpe su culpa lo hubiese acercado a de él. Trabajo, gran trabajo le costó levantar­ dito y cerró los ojos, logrando pasar horroro­ to que ya no puedo más.
las fronteras del infierno. se de su sillón cuando llegó la hora de la cita so frente a las tres señoritas del cine. Fue una
Madrid era la ciudad del hotel y de la ventana para cenar. Y cuando regresó, no recordaba especie de breve vuelo, un instante de timora­ Achikawa hizo sí sí con la cabeza desesperada
y tenían horas libres para descansar, tenia tres haber cenado en ninguna parte ni haber ido al to coraje que, sólo cuando abrió los ojos y des­ y pronunció algunas palabras en japonés.
horas libres para cambiarse de calzoncillo, la­ baño dos veces ni haber soportado el flash de cubrió a Salvador Escalante sonriente, se con­ Claro que es demasiado pronto para hablar de
varlo a escondidas, y sentarse al pie de su ven­ Achikawa incesantemente. Tampoco leyó el pa- virtió en el instante mas feliz de su vida. una buena marcha de la Compañía de Avia­
tana. Sevilla avanzaba por el corredor que lle­ pelito que, con tanto cuidado, Achikawa había El alarido de Achikawa se escuchó hasta los ción pero lo menos que se puede decir es que
vaba a su habitación y no lograba explicarse lo hecho traducir al castellano para entregárselo bajos del hotel. Minutos más tarde la habita­ los aviones van y vienen de distintas ciudades,
que ocurría. Toda una cola de muchachos de­ como explicación, como disculpa casi por su ción estaba repleta de gente que hacía toda cla­ Madrid y Lima, por ejemplo y que lo hacen ge­
lante de su puerta abierta. Algún malentendido, extraña y fatigante conducta. E l propietario del se de conjeturas, cómo podía haberse caído, que neralmente llenos o bastante llenos de pasa­
sin duda, pero él así no podía entrar, no había restaurant había tenido la amabilidad de tra­ había estado tratando de hacer. Las cosas se jeros. Lima fue Ja plaza en la que hubo que su­
ducirle unas cuantas frases, y al llegar al ho­ fueron aclarando poco a poco. perar el mayor número de contratiempos pero
cómo además porque los que esperaban su tur­
tel, él le había entregado el papelito a Sevilla __ El señor era muy raro —dijo el encargado ya las cosas desagradables empiezan a caer en
no podían y definitvamente iban a protestar.
pero éste se limitó a ponerlo como una estam­ del desayuno— ; ayer lo encontré cambiando de el olvido. N o fue precisamente otro conde el
Eran norteamericanos y acababan de llegar de
pa entre las páginas de su misal y esa noche ni sábanas. que remplazó al conde de la Avenida pero, entre
Aranjuez y se les había helado los pies allá en la gente de la ciudad, el nuevo ejecutivo espa­
los famosos jardines. Lo cierto es que decidieron siquiera cambió sus sábanas. Se olvidó de ha­ __ No usaba las del hotel —intervino la encar­
cerlo o es que ya... La atracción de la ventana gada de la limpieza—; usaba unas que había ñol, Don José Luis de las Morenas y Sánchez-
meterse a orinar al primer baño que encontra­ Heredero, ha caído muy bien. A la gente le en­
ron y la puerta de esa habitación estaba abier­ fue definitiva esta vez. Sevilla se instaló junto traído y que de día escondía en aquel armario...
a la mesa del desayuno y ahí pasó toda la no­ Momentos más tarde había ya gente de la po­ canta su nombre. Cucho Santisteban espera tan
ta y además la habitación parecía desocupada sólo salir del asunto Sevilla para volver a son­
che como si estuviera esperando algo. A me­ licía; también el Cucho Santisteban había lle­

CeDInCI
porque la mujer de la limpieza se estaba lle­
vando las sábanas. En realidad las estaba cam­
biando con algún atraso porque su compañera
se había enfermado. De puro buena gente dijo
dida que un cierto alivio lo invadía fue conven­
ciéndose de que en su sillón se descansaba me­
jor que en la cama. Podía por lo tanto dejar
allí encima el inmenso crucifijo y los desme­
CeDInCI
gado, listo a acompañarlos a Segovia. Achika­
wa, haciendo unos gestos rarísimos con la ca­
beza, les entregó la última fotografía de Sevilla.
—No cabe la menor duda; se ha suicidado —di­
reír ininterrumpidamente, lo malo es que es
casi imposible entenderse con la vieja de mier­
da ésa.
—Se negaba a escuchamos, don José Luis; no
sí, cuando los de la excursión le preguntaron surados puñales toledanos. Recordaba vagamen­ nos dejaba hablar...
jo el administrador del hotel.
algo en inglés, algo que ella por supuesto no te haberlos dejado bastante más pequeños —Está más en el otro mundo que en éste —con­
A esa prueba se añadió una última. Fue uno
entendió. Querían saber si podían usar ese baño cuando salió a cenar, en cambio ahora los man­ firma el abogado.
de Jos investigadores el que la encontró mien­
los norteamericanos, y allí estaban, pues, en fila gos de los puñales reposaban sobre su almoha­ —Bueno —dice el gerente— ; habrá que encon­
tras revisaba algunos efectos personales de Se­
de a uno y Sevilla no tuvo más remedio que da y las puntas sobresalían por los pies de la trar la manera de hacerle llegar una indemniza­
villa. De su misal cayó el papelito que le había
ponerse al final, después de todo también tenía cama. La idea de que sería imposible transpor­ ción... Pobre vieja; no es nada gracioso tener
entregado anoche Achikawa.
necesidad de ir al baño. Pero las cosas no salie­ tarlos a Lima lo estuvo preocupando durante un —Miren esto señores —dijo: Y leyó que quedarse sola a esa edad.
ron como él esperaba. El creyó que con poner­ rato, pero con el alivio y las horas esta idea —Qué se va a hacer —añade Cucho Santiste­
se al fin de la cola sería el último en entrar a fue disminuyendo hasta convertirse tan sólo Le ruego por favor disculpar mi conducta. ban— . Tendrá que resignarse...
su habitación, cierro la puerta y ya está. Se en un problema de exceso de equipaje. Hacia
equivocó lamentablemente porque llegaron más el amanecer era un asunto que no lo concer­
excursionistas y se le colocaron detrás, de tal nía en absoluto.
manera que no le quedó más remedio que en­ Lo demás fue cosa de segundos y sucedió a eso
trar, orinar y no cagar, porque si te demorabas de las nueve de la mañana. Su visión, al aso­
había bromas y protestas, y volver a salir. Per­ marse finalmente a la ventana, fue la misma
maneció en el corredor hasta que vino la en­ que, meses más tarde, durante el verano, tu­
cargada de la limpieza y lo encontró paradito vieron otros dos peruanos, el escritor Bryce
ahí, cabizbajo hasta más no poder. ¿Qué ha Echenique y su esposa, a quienes, por pura
ocurrió? ¿Po qué deja usté que esto sucea, se­ coincidencia, les tocó la misma habitación.
ñor?.. Cada uno de esto jóvene tiene su habita- —Mira, Alfredo —dijo Maggie, abriendo la ven­
cid... No tiene el menú derecho de entró a la tana—; esta vista me hace recordar en algo a
de usté.. Mientras la mujer, con la mejor vo­ la sierra del Perú...
luntad del mundo, armaba un lío a la andalu­ —Parece Huancayo... Me hace recordar a algu­
za, el último de la cola terminó de orinar y Se­ nos barrios de Huancayo...
villa pudo entrar en su habitación sin pregun­ Achikawa irrumpió en la habitación y empezó a
tarse siquiera cómo se había producido el mal tomar miles de fotos de su amigo parado de
entendido. espaldas, delante de la ventana abierta. Esta­
Y es que ya era demasiado tarde para todo ba a punto de soltar su primera carcajada del
Fernando del Paso 33
Esta casa de enfermos

llas que se apagan en la tina del baño y faisa­ ro y agite su estetoscopio en el aire, si así lo pide de rodillas que vayamos al mar, y el ruido
¡Miren ustedes cómo es de admirar la situación voluntario de los ríos que se alzan por las ven­
privilegiada de esta gran casa de enfermos! nes que cruzan el cielo, llevando en su pico las desea. Mientras nos acercamos al pabellón acús­
uvas con las cuales serán cocinados bajo fuen­ tico, debo agregar que los otros ataques que tanas, sabrá de qué estoy hablando. Estos niños,
—Alvaro Mutis: “Pregón de los Hospitales». hemos recibido son inconsistentes y podemos, con coqueluche, imitan al inspirar, el canto de
tes de plata almibarada. Me parece casi inútil
por lo mismo, olvidarlos, así como olvidamos un gallo. Y a esta otra pequeña la hemos inter­
advertirle, doctor, que sus ideas han sido obje­
la teoría de los quantum y las sonrisas calvas nado porque padece de una laringitis diftérica
I to de ataques enconados y abiertos por parte
de las que habla Michaux. No vale la pena men­ que la hace respirar como caballo con huélfago.
de numerosos higienistas y sociólogos, algunos
cionar que acusan a esta clasificación de gro­ Y a propósito de animales, tenemos a otro jo­
eminentes, por cierto. La envidia crece en todos
los lugares, doctor: en las agallas de los chale­ tesca barroca e inhumana. Deberían tomar en ven con voz perruna, a causa de una laringitis
Buenos días, doctor Palinuro. Y cuando digo estridulosa con disnea y espasmos de la glotis.
cos, en la profundidad de las baterías solares. cuenta estos críticos, que lo grotesco y lo inhu­
«buenos días», sepa usted que quiero decir eso La difteria ya no es la grave enfermedad que se
Mire usted, por ejemplo, estos zapatos nuevos, mano, por ejemplo los tumores en delitescen-
exactamente. Hay días, doctor, como fábricas llevó al sepulcro a dos hermanas mías, geme­
de charol, que me compré la semana pasada. cia, la sangre vertida al espacio exterior y los
de sidra, que navegan sobre las nubes y espu­ gusanos que estremecen a la tierra con su sua­ las, cuando tenían cuatro años. Lo único que
rrean burbujas y olores a manzana: son los días Pero permítame colgarle su estetoscopio del cue­
vidad, se dan por sí mismo en muchas dolen­ recuerdo de ellas es la imagen de un torso do­
en que nos emborrachamos hasta matar la idea. llo, doctor, y ponerle los guantes de hule que
cias, independientemente de nuestros afanes ta- rado que se hunde en la nieve. Ahora venga us­
En mi calidad de subdirector médico del hospi­ William Steward inventó por amor a las manos
xológicos, que no hacen sino dramatizarlos. Y ted para acá. Saluden al doctor Palinuro, ni­
tal, he venido a darle la bienvenida a nombre de Carolina. Le decía, doctor, que las objecio­
deberían, asimismo, tomar en cuenta que nada ños, es el director del hospital y es muy bueno
de todos los doctores, las enfermeras, los ofici­ nes más sólidas han sido, naturalmente, las que
hay más inhumano que las enfermedades en si: con todos ustedes. Mire, doctor, aquí tenemos
nistas y los mozos. Otros días, a uno le dan ga­ tienen que ver con la asepsia, el aislamiento de a una mujer que le ha dado por despedir, a
los infecciosos y la moral de los pacientes. Lo las invasiones de microbios, las fugas del pen­
nas de mandar al mundo por un tobogán, con través de la vagina, ciertos gases que hacen un
que sucede, en otras palabras, es que la huma­ samiento que denuncian aconteceres psicodélicos
todas sus corresponsalías, doctor, sus automóvi­ ruido semejante a los eructos. Desconocemos la
y las leucemias que transforman a nuestros ni­

CeDInCI
les, sus estadísticas románticas y el oropel he­
lado de los pasteles de bodas: son esos días co­
mo lagartos inmóviles que se trasladan a la ve­
locidad de la tierra, y uno se queda en la cama,
nidad, mientras espera la iluminación de una
limosna, ha dado media vuelta para regresar al
período de la historia en la que ha sido más in­
feliz: mire usted, doctor, por ejemplo, esta fo­
CeDInCI
ños en amorcillos de la escuela de Buches y
Vanloo, doctor, y, en fin, todo aquello que aten­
ta contra el maravilloso mecanismo que es el
cuerpo humano, y perdone usted si caigo en lu­
causa, pero podemos afirmar que en este caso
no se trata tan sólo de la gratitud del vientre.
A propósito, y como usted sabe, el timpanismo
se caracteriza por la hinchazón y distensión exa­
leyendo, dibujando un amanecer entre las rui­ tografía de cuando yo tenía 20 años. Inútil de­
cirle que los resultados obtenidos hasta ahora, gares comunes, pero cuando usted dice: el cielo geradas del vientre, el cual se transforma en un
nas, durmiendo. Hemos preparado un tour por verdadero tambor. Vea usted a este pobre viejo
han debilitado esos argumentos: los conta­ es azul zafiro, lo que hace usted, ni más ni me­
todos los pabellones a fin de mostrarle cómo he­ que se echa unos pedos formidables como úni­
gios han sido escasos; Jos pacientes, en su in­ nos, es asistir al encuentro de los gallardetes.
mos realizado los proyectos que usted concibió co medio de expresión, pues hace tiempo que
desde su exilio en el ministerio, doctor Palinuro mensa mayoría, tienen oportunidad de paladear
ha perdido la voz, y si gusta, doctor, tamborilee
y yo me permitiré ser el cicerone de esta gira. las enfermedades de sus vecinos de cama, y por
II con sus dedos en el estómago del paciente para
Otros días, por último, quizá la mayor parte, otra parte les resulta edificante, en los desenla­
confirmar el diagnóstico: así, rataplán, rataplán
son grises, doctor: consolidan una arquitectura ces fatales, ver que los otros se mueren de en­
planplán. ¿Tiene usted frío, doctor? Es extraño:
desaliñada, la ciudad se espina de campanarios, fermedades distintas y no de las que ellos pa­
Pasando a nuestro asunto, lo primero, quizá, hasta aquí no llegan las faldas carbónicas del
un lictor turbio donde flotan miles de suéteres decen. invierno. ¿Verdad, amigos? Les llamo asi, ami­
Pero comencemos nuestra visita, doctor, permí­ que notará usted en la Sala Acústica, y confir­
verdes y tristes inunda las calles, las apisonado­ gos, a este grupo de pacientes con garrotillo en
tame que lo tome del brazo v caminemos por mará más adelante a medida que visitemos el
ras desparraman el excremento de los perros, los que se puede observar el ruido que produ­
este corredor que regurgita el bullicio gris de resto de los pabellones, es la arquitectura sin­
y por un descuido espectroscópico, el arcoiris se cen los colgajos de mucosa que se desplazan
multitudes de enfermeras y practicantes que ha­ gular de todos ellos. No tiene objeto describirle
cae en los charcos de petróleo: son los días sin con la respiración. Como usted sabe, se le llama
blan y cantan, se besan bajo los umbrales de lo que usted verá con sus propios ojos, así que
remedio, las horas mediocres que atesoran ni­ ruido de bandera en términos médicos. Y ahora,
los quirófanos y empujan convoyes de curación me limitaré a enfatizar de vez en cuando al­
miedades. inventarios inofensivos y olvidados. si me permite continuar, le diré que todas esas
que contienen ramos de claveles, jeringas dora­ gunos detalles notables como la construcción en
En nuestro recorrido por los pabellones, nos toses cavernosas que escucha usted, son de en­
das y frascos tintineantes, y le abren paso a nues­ caracol de esta primera sala, que seguramente
acompañarán los más destacados cirujanos y es­ le recordará a usted sus visitas a un famoso mu­ fermos que desde luego tienen los pulmones
pecialistas de nuestro personal, entre los cua­ tra comitiva y lo saludan, doctor. Sabrá usted atestados de cavernas y espeluncas donde los
que Torcuato Tasso cuenta cómo los hechiceros seo y por consiguiente, las ráfagas verdes y so­
les figuran algunos patólogos que han tomado virus han formado verdaderas estalactitas. Me
viajan en carros arrastrados por unicornios blan­ noras de Kandinsky que recorren el Parque Cen­
cursos de karate para controlar a los maniáticos, dejará usted ofrecerle mi pañuelo de seda para
cos, en medio de las nubes. Quiero decirle, con tral de Nueva York en el día de San Patricio.
y fisiólogos encuadernados a las teorías de San­ que se libre de un contagio prematuro. Sí, en
esto, que nuestro viaje no será, por lo tanto, En esta primera sala, y de acuerdo con un con­
tiago Ramón y Cajal. Y olvidaba decirle, doctor, cepto que hará de nuestro hospital el más origi efecto, doctor, encontrará usted en esta sala a
que hay días también, como éste, para visitar menos maravilloso: ni las esponjas que hume­ muchos enfermos provisionales que en realidad
decen el desvarío, doctor, ni las navajas de afei­ nal de la tierra, hemos agrupado a todos los
^osn'tales. para comprender que si existen los pertenecen a otros pabellones. Aún no hemos
pacientes que por uno u otro motivo, emiten rui­
níicrosccpios bañados con babas y los bisturíes tar que me persiguen en mis sueños, echarán resuelto la clasificación de muchos, y éste es
a perder el gusto que me causa acompañarlo: dos especiales. Quien alguna vez ha escuchado,
puestos en frascos de alcohol para conservarlos uno de nuestros problemas más graves, hasta
doctor, el viento virtuoso del concierto que nos
vivos hasta el año dos mil, también hay estre­ corresponda usted a sus saludos, doctor Palinu­
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muy orgulloso del nombre de su enfermedad, lo tantas otras que tienen oclusiones intestinales
tal punto, que muchas veces me hace preguntar­ mucosos, que producen sonidos de flautín, de
mismo que los pacientes, por ejemplo, que pre­ y hernias... ¿Pero me está usted escuchando,
me dónde dejé el alma, doctor, en qué pesebre chirimías, de pífanos; algunos estridentes, otros,
sentan el signo de Auenbrugger, la enfermedad doctor? Cambio. Tantas otras con hernias es­
calcinado se ahogó, si la perdí entre las tarje­ melodiosos y dulces, otros monótonos, aquéllos
de Strümpell-Marie o el síndrome de la arteria tranguladas, le decía, o que sufren los críme­
tas de felicitaciones de Año Nuevo, o quizá lo sordos y roncos. Todos, en fin, los habidos y por
cerebelosa pósteroinferior de Wallenberg. Por nes gelatinosos de los marines. ¿Cómo, cómo
que sucede es que la guardé en una cápsula de haber. Recuerdo que mi madre, entonces —digo
fortuna, en este caso no se trata de un padeci­ dice, doctor Palinuro? Cambio. O basta un cóli­
cobalto 60, qué sé yo. doctor, en estos tiempos. entonces en los tiempos de mi graduación— ,
miento grave, doctor: uno de estos días, nues­ co renal o biliar, una fractura conminata. ¿Que
¿Cómo dice usted? Sí, naturalmente: a los pa­ enemiga de los monogramas consanguíneos, ¡Se
tro pequeño se levantará de la cama e irá al no me oye? Cambio. Y no se diga una neuralgia
cientes que por lo regular están en la Sala de negó a bordar los diplomas. Ahora venga con­
jardín a confirmar que los crisantemos tienen de todas las ramas del triángulo. Ah, que sí me
Deyecciones o en la Sala Optica, los traemos migo, doctor Palinuro. Me gustaría que hablara
en la cintura una suave y fragante chimenea. oye. Cambio. ¿Cómo? Cambio. Claro, doctor,
aquí en cuanto los dolores los hacen gritar. con algunos pacientes para que observe sus vo­
¿Le gustan a usted los versos? Yo soy el tene­ aquí también traemos a las mujeres que van a
Esos alaridos, por ejemplo, pertenecen a los en­ ces. Desde luego, debemos ser prudentes y no
broso, doctor — el Viudo— , el inconsolable. Yo dar a luz en cuanto les comienzan los entuertos
fermos en el último grado de cáncer. Quien haya hacerles sentir su gravedad a aquellos que la
improviso poemas cuando estoy en el baño, uterinos, y sólo nos las llevamos cuando el bebé
tenido un padre, un tío o un soldado muerto de padecen. Buenos días, buenos. ¿Cómo amaneció está a punto de nacer. Espero, en honor a esta
hoy la enfermita? Conque mañana es su cum­ cuando vengo camino del hospital y contemplo
proliferaciones malignas, también lo sabe. Por sala, que usted perdone este clamor, que es apro­
pleaños, ¿eh? ¿Cuántos cumple? ¿Cincuenta y la inclinación de los amaneceres, o cuando voy
otra parte acostumbramos trasladar a esta sala ximadamente insoportable, y apenas una mues­
tres? La administración le enviará una caja de al cine con mi novia y me doy cuenta que sus
a enfermos que presentan diversas clases de es­ tra, humilde, de los aullidos, los lamentos, los
chocolates, ¿qué le parece? Habrá visto, doctor, pechos dibujan su conducta en el fondo de las
tertores y entre ellos a los agónicos. Digamos alaridos y los ululatos que encuentra uno to­
que la paciente habla con dos voces completa­ palanganas. Pero perdone usted mis desviacio­
que este muchacho de 22 años, estudiante de Le­ dos los días debajo de la escalera, y que al igual
mente distintas. Cuando contestó a mi saludo nes, doctor, que no tuvieron otro objeto que
yes, presenta un estertor ronco causado por que el grito de Villaurrutia, doctor, se transfor­
y dijo «buenos días, doctor», su voz era profun­ ahorrarle algunos sentimentalismos. No hay ne­
paso del aire a través de los bronquios que los man en eco, en muro, en espejo, en una esta­
da como la voz de esas mujeres que usan cor­ cesidad de sentirse afectado por los gritos de

CeDInCI
espasmos han estrechado. Leyes, me hubiera gus­
tado estudiar Leyes, doctor, y quizá lo haga al­
gún día, antes de que la muerte me dispense su
recia caravana y me lleve de la mano, en un au­
batas de tela escocesa para sugerir que desean
líos de faldas, doctor, y cuando dijo «mañana
es mi cumpleaños», su voz era delgada, crista­
CeDInCI
estos niños, que van de los tres a los siete años
de edad, imagínese usted, los pobres. Por favor,
no los escuche usted. Bueno, bueno, si usted in­
siste, está bien. En efecto, doctor Palinuro, ese
tua asesinada que se muere de sueño.
Luego, doctor, sigue el silencio. Yo tuve un maes­
tro de música, en la escuela secundaria, con bi­
gotes porfirianos blancos y largos, espolvoreados
tobús, rumbo a la flora de las ciudades... Venga, lina, como caída del cielo. «Cincuenta y tres», con el oro del Sí Bemol, que en ocasiones, deses­
respondió la voz profunda, y fue la voz crista­ grito breve y penetrante es el grito hidrencefá-
usted para atá, si es tan amable, y escuche este perado, gritaba: ¡Quiero oír silencio! Un día al
lina la que dijo «Gracias, doctor». Es casi inútil lico característico de los niños con meningitis
otro estertor, provocado por el estallido de bur­ fin, nos callamos, cuando cayó muerto en el
contarle, doctor, que esta clase de enfermos se tuberculosa, usted lo ha dicho mejor que nadie.
bujas muy finas, y semejantes, claro, al ruidito salón de clases, y desde entonces aprendí que
entretienen horas y horas dialogando consigo Cuando oigo ese grito húmedo, pegajoso y mi­
que hacen los cabellos cuando se frotan con los el silencio se puede escuchar. Esto le sucederá
mismos, hasta el punto, peligroso, en que las serable, pienso en el alto tributo que se le exige
dedos. Permítame arrancarle una cana, doctor a usted, sin duda, doctor, cuando le muestre
voces se enamoran una de la otra. Se trata, des­ a esa carne tan tierna: estos niños, al contrario
Palinuro. Tiene usted muchas canas, para ser esta subdivisión del Pabellón Acústico de la que
de luego, de una voz bitonal causada por la pa­ que nuestro ángel, conocerán quizás muy pron­
tan joven. ¿Oye usted? Se trata, como es natu­ estamos especialmente orgullosos. Como usted
rálisis del nervio recurrente, debida, a su vez, to el contorno de la muerte, o bien nunca pasa­
ral, de un estertor crepitante. Cuidado con ese puede apreciar, las paredes y las puertas son de
a un aneurisma de la aorta. Sigamos caminando, rán de la infancia y el minutero de la fama ja­
orinal, doctor. Eso es, así es, muy bien, es us­ corcho, las alfombras son gruesas, y todo el di­
doctor: tenemos por delante toda la mañana, más los nombrará ingenieros electrónicos o con­
ted muy ágil, doctor Palinuro. Lamento la falta seño, en general, corresponde ni más ni menos
toda la tarde, y en cierto sentido, toda la vida. tadores públicos.
de espacio. Mire: inclínese sobre esta paciente, al diseño de un estudio de radio. Con la dife­
Este otro caballero, veamos cómo se siente, Ahora le suplico que haga usted uso, como yo,
y dígame qué le parece este gran estertor sub­ rencia que aquí no escuchará usted el Andante
mmmmm, muy bien, la gráfica de la tempera­ doctor, de un woki-toki, porque vamos a pasar
crepitante... ¿Verdad que le recuerda a uno Cantabile de la Sinfonía Número 4 para órgano
tura ha descendido notablemente, lo felicito, por una división especial de otros pacientes,
cuando soplaba en una pipa jabonosa y luego de Charles-Marie Widor, o un boletín de noti­
pronto podrá usted, de nuevo, seguir a las mu­ también provisionales, y que traemos aquí mien­
se iba al parque a patinar y comer algodones tras esperan turno para ser operados o clasifi­ cias que le habla de la dinamita triunfal que
de azúcar? Lo tenemos en varios grados: fino, chachas de medias color de miel que atraen a destruye los almacenes y las casas públicas de
los zánganos. Ahora díganos usted algo, lo que cados en otras salas. Yo hubiera querido, doc­
mediano y grueso, y es causado por el aire cuan­ Londonderry: aquí, doctor, escuchará usted tan
guste, para que lo oiga el doctor Palinuro. ¡La tor, ahorrarle a usted los crematorios y los ban­
do pasa a través de las mucosidades y el pus sólo una serie de sonidos, delicadísimos, suaves
comedia del arte, doctor! Los actores que se ori­ quetes tardíos. Yo hubiera querido ahorrarle
acumulado en los bronquios. Uno de éstos es como el mar que se asolea en las playas infini­
nan en el público, arlequín que sirve a dos pa­ Hiroshima y Vietnam, y darle el mundo ya he­
un caso grave de tuberculosis pulmonar. Le tas, o como el carillón de una ciudad miniatu­
cho para que usted sólo tuviera que cerrar los
diré, para abreviar, que me gradué Magna Cum trones, doctor... y el inolvidable polichinela: sí, ra encerrada en un pisapapeles de la infancia.
ojos para olvidarlo, o abrirlos para soñarlo,
Laude a los 21 años, doctor, con las calificacio­ le llamamos voz de polichinela, por razones ob­ Así de tenues y afilados como el ámbito de la
doctor, pero me fue imposible: hay tantas per­
nes más altas, y luego me fui a pescar, durante vias... y adivino su diagnóstico: pleuresía con seda, son los sonidos que producen esta clase
derrame, ni más ni menos... Ah, y aquí, en esta sonas que todos los días son arrolladas por au­
todo un mes, a los ríos del Canadá: siempre he de enfermos y que gracias a la conformación
camita linda, tenemos a un ángel de 12 años que tomóviles en los viaductos de Los Angeles y de
sabido adaptarme a las circunstancias con una acústica de la sala son audibles a simple vista,
tiene una campanita de plata en el pecho. ¿Có­ nuestra propia ciudad, tantas otras que reciben
calentura domesticada. De modo que, le de­ o si usted me permite la expresión, doctor Pa-
puñaladas en medio de una noche republicana.
cía, tenemos estertores sibilantes, traqueales, mo va ese neumotorax, pequeño amigo? Está
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linuro, a simple oído. Acerqúese usted a esta jo ­ evitar a nuestro paso por esta última sala, que es­
ven paciente, cuyos brazos blancos y largos pa­ cucháramos los murmullos vesiculares e insonda­ salarios, y amenazan con formar un sindicato. gusto de arquitectos especializados que cono­
recen una continuación de mis deseos de ado­ bles causados por latidos del corazón y también Pero por fortuna, en cuanto aparece la corteza cen el significado etimológico de la palabra pa­
lescente, y aprecie usted la crepitación nivea del uno que otro chapoteo gastronómico que el vul­ del segundo semestre, cambiamos el sistema. Le bellón, que como usted sabe, significa mariposa.
efisema subcutáneo. Como su nombre lo indica, go denomina ruido de tripas. Sí, doctor. No, doc­ iba a contar, querido colega, que por razones El techo, altísimo, recuerda la forma de un in­
el sonido que escuchamos es igual al sonido que tor. Tal vez, doctor. Pero le recuerdo que por cualitativas nos fue imposible crear la sala que menso coleóptero, no sólo por las dos vertien­
hace la nieve cuando se la comprime. ¿Se acuer­ una vez, al menos, nuestro juego es obvio y que pudo llamarse Pabellón Olfativo y en el cual, tes que imitan las alas, sino además por la dis­
da usted de los inviernos en Milwaukke, doctor, por lo mismo tengo distintos nombres. Le daré como su nombre lo indica, hubiéramos agrupa­ posición y las formas irregulares de los cris­
y de cómo la vida se fue como la nieve entre una colección de tarjetas para que elija el que do a los enfermos que despiden olores peculia­ tales que lo integran. Como usted puede obser­
las manos y las muchachas tenían en el cuello más le guste de acuerdo con el día de la sema­ res. A falta de esto, en su recorrido lo asaltarán var, doctor Palinuro, todo en esta sala es blan­
bufandas amarillas que revolotearon en los bai­ na, la longitud de su humor y la agresividad algunos aromas que usted podrá identificar fá­ co: los cristales del pabellón y las paredes, los
les del Paper Dolí? Ya lo dice el dicho: las oca­ que en un momento dado pueda sentir hacia cilmente. Y no me refiero a los que son tan co­ mosaicos del piso, lo^ muebles metálicos y las
siones son pocas, y no vuelven de la ira. Tene­ un servidor. Todo está previsto, inclusive el munes como el olor del pus o la fragancia del telas de los alezos, las sábanas y las cobijas. Y
mos también un caso de artritis seca: basta aburrimiento mortal que nos hace recurrir a los papel de Armenia que usamos para disfrazar al­ no hablo de un blanco de alabastro, o de un
que nuestro enfermo abra y cierre la mano, para orfeones infantiles. gunos hedores. Y menos aún a los olores eté­ blanco marfil, o de un blanco perlino: se tra-
que escuchemos la crepitación almidonada que reos y alcohólicos que inundan de sabiduría a co, del blanco que absorbe toda la luz y los
la caracteriza. Y también distinguirá usted, sin todo hospital que se precie de serlo. Por ejem­ ta del más puro de los blancos, del blanco-blan-
necesidad alguna de su estetoscopio, todos los III plo, a nuestro paso por la sala de fotografía le espectros del mundo. Ya sé lo que usted pien­
soplos pulmonares y cardiovasculares habidos llegará el olor al hidrógeno arsenicado donde sa, doctor, y está en lo cierto: dígamelo a mí,
y por haber. Tenemos algunas quinceañeras clo- se ahogan y revelan las instantáneas destinadas que soy lo que se llama un hombre bien vesti­
róticas que emiten soplos intensos: un poeta Pasemos ahora, doctor, al Pabellón siguiente, si­ a consagrar a nuestros enfermos en los tratados do y que procuro siempre ponerme una corba­

CeDInCI
despistado los confundiría fácilmente con sus­
piros a la disposición de los altares. Y para abre­
viar, le diré que contamos con un obrero que
padece un trastorno del músculo cardíaco el
tuado al final de este corredor donde encontrará
usted algunos doctores absortos en la ausculta­
ción contemplativa de las radiografías y algu­
nas monjas que han abdicado a la flagelación y
CeDInCI
de Patología. Con suerte, también, le llegará un
olor a heno recién cortado y usted pensará, con
razón, que proviene de la orina de un paciente
inyectado con carmín de índigo. Y con más suer­
ta púrpura y fértil que contraste con mi uni­
forme blanco: en efecto, esto lo hicimos para
lograr un contraste, a fin de que los matices
violáceos, grises o sonrosados de enfermedades
cual produce un soplo clasificado como musical vienen aquí a matizar sus arrepentimientos. Pa­ te todavía, podrá apreciar el olor a chocolate tan diferentes como la viruela, la elefancía o las
de acuerdo con la terminología médica, varios saremos cerca del territorio ácido de los qui­ cocido que despide el cuerpo de un enfermo in­ reumáticas, alcancen la expresión más brillan­
soplos pleuríticos e inorgánicos, y por último un rófanos y le llegará el tufillo de los desinfec­ toxicado con oxicloruro de carbono, o el clásico te de su policromía. El máximo contraste, des­
bello caso de canto de las arterias, ¡canto de las tantes. Por cierto, le haré una sinopsis jovial olor detectivesco a almendras amargas de los de luego, lo constituyen las gotas de sangre
arterias, doctor, nuestra profesión nos permite de una de nuestras frustraciones mayores. Pero envenenados con cianuro. Para qué hablar aho­ fresca sobre un pañuelo, pero aquí entramos en
penetrar en las exhalaciones de la sangre! y que antes debo decirle que no perderé el tiempo ra, doctor, de los esputos fétidos de la gangrena terrenos románticos que no interesa enfatizar:
como usetd bien sabe, también llamamos el do­ mostrándole las oficinas del hospital. Baste de­ del pulmón. En cuanto a nuestro personal, lo soy un médico, un compañero, doctor, en el es­
ble soplo de Duroziez. Sí, doctor Palinuro: adi­ cir que contamos con expertos que conocen las notará usted oloroso a lavanda y antiséptico de toicismo. Aunque puedo disfrutar, también, de
vino su crítica. Naturalmente, doctor Palinuro. distintas oscilaciones de la administración y que cidronela, y quizá también pueda usted apreciar una exhibición fotográfica. Pase usted, doctor,
Desde luego, querido colega: no hemos podido llevamos una contabilidad altruista que dignifi­ el aroma deportivo de la vaselina con la que Palinuro. Le suplico que corresponda nuevamen­
evitar ese ruido constante de fuelles cornudos, ca nuestro negocio. Le suplico que no ponga edifican sus peinados. Puedo afirmar, doctor, te a los saludos de los enfermos. Como le dije
tambores de guerra y borborigmos monstruosos atención a ciertas personas de ojos entornados que el único mal olor que hemos tolerado de con anterioridad, nuestro sistema, como todo
que nos sirve, entre otras cosas, para recordar­ que pasean por los corredores: se trata de emi­ parte de ellos es el olor de pies, por considerar­ lo humano, es imperfecto, y hemos tenido que
nos que estamos hechos de carne y huesos, de sarios asexuales pagados por otras clínicas, que lo una manifestación de la rebeldía natural. aplicar criterios cualitativos. Así verá usted, a
aire y gases y que a donde quiera que nos con­ nos tienen una ojeriza ortodoxa y tratan de ino­ nuestro paso por las distintas salas, a muchos
duzcan los funiculares o nuestras aspiraciones culamos virus espías. De vez en cuando les ad­ enfermos provisionales y notará la ausencia de
intelectuales, estamos destinados a llevar con ministramos una seductora dosis de alcanfor IV otros; una ausencia, le diré, que en realidad no
nosotros la carga de estrépitos, chasquidos y para que se pasen de nuestro lado: usted lo es tan significativa como aparenta ser si se
runrunes de nuestras visceras y nuestros cartí­ sabe, la curiosidad involucra revoluciones inte­ piensa en otras manifestaciones más importan­
lagos. Nada puede evitar, mientras leemos en riores. Pero cuando se tiene un espíritu hipote­ Pase usted doctor. No, no, después de us­ tes. Por ejemplo, en esta sala hemos prescindi­
voz alta El Hombre Aproximativo, de Tristán cario bien balanceado, doctor, y se sabe aplicar ted. Gracias, doctor, pero dije: después de usted. do de los enfermos de fiebre amarilla y peste
Tzara, o contemplamos en voz baja la Catedral a tiempo las máximas fumigatorias, el problema Eso está mejor. La cortesía, querido amigo, no negra por considerar que los vómitos y las dia­
en Explosión de Disideriu Monsu, que el bolo desaparece. Ese colapso de afanadoras gesticu­ es una obligación: es un privilegio, sobre todo rreas que los caracterizan constituyen una ma­
alimenticio se deslice por el cardias, convenien­ lantes encargadas de la reseña de las jaboneras en este edificio en el que hay tantas puertas gi­ nifestación más importante que el color de su
temente impregnado de mucina, o que la pre­ y el recuento de las sábanas no tiene tampoco ratorias que si uno se distrae, vuelve a entrar piel o el nombre de la enfermedad. Perdóneme
sión del líquido que contiene la vejiga, nos in­ ninguna importancia: nos han hecho confrontar al mismo pabellón diez veces. No será nuestro que no haga más hincapié sobre el asunto, pero
duzca a la micción. Del mismo modo, nada pudo un chantaje aséptico pidiendo un aumento de caso, no se alarme. Es fácil apreciar, por otra deseo reservarme algunas sorpresas para más
parte, que este pabellón es el resultado del buen adelante.
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negras y peludas atacadas por los hongos del de diferentes colores. Lo invito a pasar por el
Venga, venga usted, doctor Palinuro, y permí­ bién cáncer de Arán, y que con frecuencia se cuarto azul, por el cuarto verde, por el cuarto
género oospora; pénfigos acuosos amarillo li­
tame presentarle nuestro primer caso. ¿Cómo presenta en la leucemia. ¿Qué tal, muchacho, ultravioleta. Lo invito también a que observe
món y numerosos enfermos que presentan las
amaneció usted hoy, eh? ¿Todavía no ha ido al cómo va ese crucigrama? Vamos a ver. Trece los clavos sifilíticos de este hombre, que en otras
diversas variedades rojas, azul, violeta y ama­
baño? Tsst, tssst. Eso está malo. A ver, saque vertical, comienza con C y tiene diez letras. épocas, del obscurantismo, cuando no había gas
rilla del mal del pinto. ¿Cree usted que estoy
la lengua para que la vea el doctor Palinuro. Se Mmmmmmm. Childerico, fundador de la dinas­ neón que dibujara en el cielo, intempestivamen­
tía merovingia. ¿Eh, qué tal decía yo? O este abusando, doctor Palinuro? Quizá nos conviniera
trata, ya lo ve usted, de una lengua amarillen­ más seguir de largo y visitar otra sala. Bueno, te, los gorjeos de una Pepsi-Cola, se le hubiera
ta: ¿Quién no ha estado estreñido alguna vez? otro caso, doctor Palinuro: el azar nos lleva aho­ creído un estigmatizado sobre la tumba del diá­
ra por el camino de las lilas: este hombre, amo­ sí, como usted quiera. Respeto su sentido pro­
Basta salir de vacaciones, doctor, a los memo­ fesional, su espíritu de sacrificio. En realidad, cono París: vea usted las pápulas callosas y ro­
randa azules de las Bermudas o los bautizos de ratado desde la punta de los párpados hasta jas que presenta en las palmas de manos y pies,
los dedos de los pies, se asfixia por causa de un sólo así se llega a ocupar puestos de tanta res­
Acapulco, para que uno no sepa dónde dejar sus ponsabilidad como el suyo. Los pies de esta mu­ y que Teresa Neumann hubiera envidiado. Apre­
desechos. Este caso de estreñimiento común y edema pulmonar. Nada podemos hacer ya: cada cie este caso clásico de enfermedad azul, doc­
segundo que transcurre, se reduce su capacidad jer de treinta y siete años presentan una gan­
corriente, se cura con un laxante. Claro, doctor, grena simétrica de las extremidades, de ahí los tor. Sí, usted lo ha dicho: la causa es la estre­
este hombre es un empleado del hospital: de de oxígeno, y por lo tanto, también su capaci­ chez congénita de la arteria pulmonar. Tuvimos
tegumentos violáceos y negros, rodeados por tre­
otra manera no tendría por qué estar interna­ dad para encariñarse con el correo, los gorrio­ la semana pásada un caso de púrpura fulminan­
guas blancuzcas y rosicleres bárbarcos. ¿Cómo
do. Este otro caso es también muy simple: Gu­ nes o la gasolina. Y desde luego, este bebé, to­ te. E s una pena que usted no haya estado con
dice, doctor? ¿Que se le hace conocida esta en­
rí, gurí, gurí: este niño lindo recién nacido, pre­ talmente amarillo, también se nos muere: icte­ nosotros. Estos enfermos no duran mucho, co­
ferma? Debe haber una confusión. Pasemos al
senta unas placas blancas en las encías, gurí, ricia congénita. No faltan aquí, como es de su­ mo el nombre de la enfermedad lo indica. Ahora
vecino de cama, si le parece oportuno. A ver,
gurí, las cuales revelan un estado febril que ponerse, los enfermos con síntomas que llama­ sí. doctor, ¿ya está usted preparado? Venga con­
a ver, abra la boca y diga ah. Así, ¡aaaah! Ese
muy pronto cederá, ¿verdad, pequeño? Otra de mos invisibles, como esta muchachita anémica migo, vengan, muchachos, acompáñenos. Salu­
barniz espeso y negro que cubre las encías se
mis grandes ilusiones, fue la de ser locutor, que­ cuyos glóbulos rojos insisten en colorearse so­ daremos primero a este hombre que tiene el

CeDInCI
rido colega. ¿Se acuerda usted?: Esta es la B B C
de Londres... ésta es una vista panorámica de
las fábricas de nilón, en Nueva Jersey. ¡Ea, pe­
queño! Permítame que lo tome del brazo nue­
lamente por el azul de tuolidina, ¿qué dice esa
sangre azul, mademoiselle? O este otro joven,
que padece anemia plástica y por lo tanto su
médula ha tomado el color amarillo del saúco.
CeDInCI
debe a una grave infección; sí, sí, ya le van a
traer su pastilla. Le ahorraré el glaucoma, doc­
tor, que es tan conocido, los sudores negros de
la cianopatía cutánea y las manchas negras es­
cabello y las barbas verdes a causa de una in­
toxicación crónica por el cobre, y luego, doctor
Palinuro, le suplicaré que se incline para obser­
trelladas que causan la atrofia amarilla de la var de cerca los ojos de esta anciana. ¿Ve usted
vamente, doctor, inclusive permítame que ca­ Pero no estudié leyes, querido colega. Y no fui esa infinidad de partículas y resplandores pe­
pupila. Pero lo hago a mi pesar, debido a que
minemos abrazados como dos amigos de secun­ locutor, tampoco. Por último soñé con ser un queñísimos que forman una constelación flo­
no tenemos ninguno de estos ejemplos. En fin,
daría que comparten los mismos capítulos del cirujano famoso, Gran Caballero de la España tante? ¿Ve usted ese maravilloso polvo de oro
hay cosas que no se pueden lograr y es necesa­
libro de biología y la misma novia: es muy im­ Pequeña: el bisturí, doctor, de quien alguien dijo que se desplaza con el movimiento del ojo? Este
rio resignarse. Me encantaría, digamos, tener
portante que los enfermos se den cuenta que que tenía nombre de pájaro azulado'. Por des­ milagro se debe al reblandecimiento del cuer­
una fiebre purpúrea de las Montañas Rocosas,
entre todo el personal existen espléndidas rela­ gracia, heme aquí transformado en un humil­ po vitreo. Las partículas son cristales de coles­
pero se dan tan lejos. A cambio de esto, no
ciones amistosas aparte de las jerarquías que de médico clínico. Puedo abreviar su paso por terina y tirosina, y el polvo está formado por
puedo resistir la tentación de mostrarle las co­
sabemos respetar. No pertenezco a la genera­ esta sala, doctor, enumerándole algunos casos los fosfatos. Tengo que confesarle en seguida,
lecciones de pus y de orines de diferentes en­
ción, por desgracia, que tuvo como maestro al que sí, claro, usted ya ha pensado en ellos. Gra­ doctor, la satisfacción que he sentido al dar­
fermos, que le traerán a usted un mundo de
sabio Isaac Ochoterena, pero en una ocasión hice cias, doctor, por recordármelos: tenemos aquí me cuenta que su visita coincide con un caso
recuerdos a colores de sus primeras clases de
un retrato de él, con tinta china, que me valió a enfermitos con toda clase de erupciones, he­ grave que presenta características envidiables.
microscopía: Rojo de Burdeos para los cortes
un grado honorífico: al maestro le interesaba morragias intradérmicas, enantemas, chancros, Pase usted, pasemos al cuarto oscuro. Este hom­
de tejido testicular; Escarlata de Briebich para
más la ortografía que la Phitosophie Zoologique liqúenes y vitÍligos, úlceras verdes que avanzan bre, que se debate en esa camilla en medio de
los islotes de Langerans, doctor. Ah, pero el doc­
de Lamarck, la dicción que la decoloración de como serpientes, ántrax debidos a la acción del tor Sampietro me advierte que estas coleccio­ diarreas y vómitos, es un caso de envenenamien­
los clorénquimas por ausencia de la luz, y el estafilococo dorado, sarcoides rosados de origen to con fósforo. ¿Quieren ser tan amables de apa­
nes fueron trasladadas hace unos días a otro
significado original de las palabras que los mis­ tuberculoso, lepras y cuanta enfermedad de la gar las luces? Eso es. ¿Ya se adaptó su pupila,
pabellón que conoceremos más adelante. Así es.
terios dinásticos de las flores, en cuyos interio­ piel presenta una coloración especial que pue­ De modo que por el momento, no podrá usted doctor? ¿Observa usted esas maravillosas cas­
res, según se sabe, se celebran los sponsalia de ir desde el rojo langosta al verde bandera, cadas fosforescentes, esos efluvios verdes que
contemplar una bella muestra de pus azul co­
plantarum. Es una verdadera lástima que no pasando por la costra negra y aureolada de loreado por el bacilo piociánico, y una prueba parecen enjambres de luciérnaga? Como usted
todos nuestros casos sean curables, doctor, pero pus de los palafreneros, doctor, y la estomati­ lo adivina, se trata solamente de los vómitos y
de tuberculosis pulmonar mediante la aplica­
es algo a lo que todo médico tiene que enfren­ tis nacarada de los fumadores. Así, vemos estos ción, en la orina, de unas gotas de permanga- las diarreas de este pobre hombre, que el fós­
tarse con cierta sangre fría. Vimos ya una len­ cloasmas amarillos en la cara de esta mujer, que nato en solución de 1 ai m il... como usted sabe, foro se ha encargado de volver luminiscentes.
gua amarilla y unas placas blancas. Este caso, nos revelan un trastorno de la matriz; a este se forma un halo pálido, luminoso, que parece Muy bien, muchachos, prendan la luz. Así se ha­
doctor Balinuro, es verde: las prominencias de trabajador de la industria eléctrica con el cuer­ la aureola de un santo caído en desgracia. Pero ce. Suminístrenle al enfermito una solución de
tejido verdoso que este muchacho presenta en po tapizado de imágenes y aforismos de Lich- caparrosa azul.
en este pabellón hay sorpresas. Algunos de nues­
la cara, principalmente alrededor de los ojos y temberg causados por una fulguración; lenguas tros colegas creen aún en la cromoterapia, o
de las fosas nasales, no son otra cosa sino el rojas con papilas grandes como frambuesas que sea la curación por medio de rayos luminosos
resultado de un cloroma linfático, llamado tam indican el principio de una escarlatina y lenguas
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V vet, doctor, b izco ch itos de R eim s o buñuelos desde luego en esa sala ten drem os cuand o m e­ dor M edina. Y para usted, ahora, el p ostre que
de vien to con p a sta lio n esa: ¿se acu erd a usted, nos un caso de a cro m egalia: u sted sabe, el lla­ puedo o fr e c e r le : los tres casos de los q u e p ro ­
q u erido colega? E sos p ostres m ara villo so s colo­ m ado gigan tism o del adulto. U sted lle g a a los m etí h a b la rle : Uno de los fetos, es un edocé-
Le p ropon go ahora, doctor, que h agam os una cados en el a n tecom ed or de las casas p orfiria- trein ta o cu aren ta años, y es un h o m b re feliz fa lo : la n ariz recu erd a la fo rm a del pene, y las
escala en la c afetería del ho sp ital p ara fu m ar­ nas, sobre una m esa de trap ezóforos y en m an­ v norm al. Y de p ron to, de la noche a la m añ a­ o reja s, situ ad as en la nariz, recuerd an la form a
nos un cigarro . C om o usted sabe, se trata de teles b o rd ad os con Punto de P a lestrin a y festo ­ na, le com ienzan a c recer los huesos de los pies, de la bo lsa testicu lar. Sin com en tarios, doctor.
una c afetería self-service y p or lo m ism o ten­ nes al bies. C asi m e sien to fem enino, de pensar de las m anos, de la s m an díbulas, d o ctor. De B on ito p isa corb atas, colega D ávalos, ¿dónde lo
drem os que h a c er cola com o cu a lq u iera de nues­ en esto. P ero el pastel de m oras es bueno. Con hecho con tam os ya con algun os p acien tes, de di­ com p ró u sted? E l otro, sim plem ente, es un feto
tro s em pleados, para d em o stra r que sabem os su perm iso, d o cto r N avarro. ¿A lgo m ás, d o ctor versas edades, que presen tan tu m ores, orzuelos, que lo gró in m o rta liza rse antes de n a ce r y para
d e m o cratizar al tocin o. T om e usted su charola, Palinuro? Perdón, me p arece que lo he pisado. tubérculos, forú n cu los, bo cio s y n eop lasias de esto se llenó de in crustacio n es calcárea s, trans­
doctor. S eñ ores, el d o cto r Palinuro, d ire c to r del ¿N o fu e así? ¡Qué alegría! A unos, com o es su­ todos los tam añ o s y pesos im agin ab les. G usto en form án d o se en una te rra co ta digna de A m b ro­
hospital. A grad ezca los ap lau sos, d o ctor, no te­ ponerse, les fa lta n la cara. ¿A quiénes, pregu n ta saludarla, p atólo ga N avarrete. D iga u sted una sio Paré. E l c a fé estaba un poco frío , ¿no les
m a que su estetosco p io llegue al suelo. A ver, u sted? M e re fiero a los m onstruos, d o ctor, a cifra, doctor. C ualqu iera, sí. ¿V ein te? E fe ctiv a ­ p areció? El tercero, que hu biera hecho la s deli­
ech ém osle un v ista zo al m enú. M m m . A ja. n uestros m on struos. O tros no tienen lengua. No m ente, h a y tu m ores que pesan vein te kilos. ¿M il cias de G eo ffro y Saint-H ilaire, el gran estu d io so
M m m m m m m . A ja. Le tocó un día in tern acion al, p odrían go zar, com o yo, del p la ce r de d e c ir en doscientos? T am b ién hay tum ores, d o ctor, que de los siam eses, es un m onstruo doble, unido
doctor, hau te cusine. S iem p re que esté usted voz a lta : pesan m il do scien tos gram os. C óm o le va, poli­ desde la bo ca h asta el om bligo, que sim bo liza
can sado, d o ctor, y ham brien to, ten drá op o rtun i­ Personne ne connait ¡'origine dram atique des cía Berum en. R ecuerdo, cuando y o iba a la se­ el am or in cestuo so al que se en trega ron dos
dad de d is fr u ta r aquí de un a lm u erzo m ullido. d ents! Pero p erdone u sted : le decía que otro s cundaria, y tom aba todos los d ías un tren rum ­ gem elos, varón y hem bra, en el p ro p io vientre
N o tará u sted, desde luego, la am bigüedad de los pequeños m on struos nacen con cu a tro nalgas y bo a la p rim avera, que el co n d u cto r tenía en m aterno, y el con siguien te castigo a p erp etu i­
m anteles, p ero no haga caso. ¿C óm o está, d o c­ c u a tro piernas. O tros, a cam bio, con dos cab e­ el cuello unas gran des bolas, co m o si se hubie­ dad. No h icim os la autop sia de la pequeña hem ­

CeDInCI CeDInCI
to r R o dríguez? ¿Q ué dice esa sin u sitis? Y o m uy zas, dos tórax, y una sola pelvis. H em os llegado ra tragado v aria s m an zan as de Adán. U sted ha bra, doctor. Me gu sta p en sar que de h aberlo he­
bien , gracias. E n tiem pos de la gu erra, doctor, a la c a ja . Puede usted p a g a r con pesos, dólares, v isto esos testícu lo s con e lefan tiasis que llegan cho, qu izá hu biéram o s encon trad o en su vien­
las cosas eran d istin ta s: no v eía usted sino ta­ lib ras o m a rco s alem anes, com o guste. O bien hasta el suelo, esos pechos del tam añ o de una tre a o tra p a re ja dim inuta, y así h asta la eter­
llarin es lin fá tico s, m o ja rra s d esfa llecien tes y al­ algunos p resen tan las piern as u n id as co m o las sandía. A p ro p ósito de p e c h o s : tenem os a una nidad. ¿Qué o tra cosa es el am or, q u erid o co ­
cach o fas acrib illa d a s. Pues bien, com o le decía, sire n a s: Partén ope, Ligia, Leucosia, que cantan m u jer que se in yectó p a rafin a en los senos. Con lega, sino la prolon gación de una m ism a im agen
se im agin ará u sted que desde luego hem os des­ en las ro ca s de E scila. N ecesitam os servilletas, el tiem po, la p a rafin a em igró y la p ob re m u­ a través de la s inundaciones, los ta tu a je s y las
tin ad o un p abellón a las m on struosid ad es, y doctor, y cu b iertos. O b serve el diseño de estos chacha se llenó de pechos, esto es, de parafi- Irlan d as d esven turad as? M m m m ... A já. M m m .
ten drá razón. M ire usted en cam b io, ahora, qué c u c h illo s: extraord in ario , ¿no le p arece? Y o di­ nom as m align os en los sitios donde m enos lo Perdónem e. T en go la m ala costu m b re de h a b la r
h erm oso beefsteak . T rín ch elo p o r el istm o , que­ ría que en ellos podem os a p re cia r los cim ien tos hubiera deseado. H aría fa lta se r V isn ú para solo. ¿T iene usted c igarro s? No, gracias, yo no
rid o d o cto r: no le rem ord erá la con cien cia. Sien­ n iqu elados de los in strum en tos q u irú rgico s del am arla. P o r cierto, da la coin cid en cia de que fum o. S ó lo le p regu n té p o r cu riosid ad . S eg u ra ­
to decirle, sin em bargo, que no hem os inaugu­ futu ro. B u en as tard es, d o cto r Sam u els. C om o us­ estas fre sa s han sido im p o rta d a s de Isra el, doc­ m ente n otó usted, doctor, la tristeza con la que
rad o el p a b ellón ... Pero cóm o, ¿dice u sted que ted ve, aq u í segu im os la p o lítica de d arle un tí­ tor. H ay casos, tam bién, de jó v e n e s in exp erto s hablé de n uestro s feto s con servad os en fenol.
no tiene ham b re? E s una lástim a. T o m a rá us­ tu lo a todo el m undo. A otro s Ies nacen brazos con el glan de cu b ierto p o r la s v egetacion es ve­ Es, en efecto, una traged ia que la m a y o r p arte
ted café, cuand o m en os... N o lo hem os inau­ en la cabeza, com o a los pulpos. Q ué tal, a fa ­ rrugosas que llam am os cre sta s de gallo; lep ro­ de los m on struos nazcan m u ertos o m ueran casi
gurado, le decía... ¿un poco de c rem a? p o r con ­ n adora G arcía. N o falta n los enanos, c laro está. sos con tu b ero sid ad es en la cara que form an al m om ento de nacer. Y se desperdicien , p o r el
sid e rar q u e nos faltan aún v ario s ejem p lares C om p artam os la m esa de lo s d o cto res Henrí- una m á scara leonina y una ancian a con un clí- resto de la etern idad, en los lim b os m a ltu sia ­
valiosos. ¿A zú car, d o ctor? B uenas tard es, enfer­ quez y D ávalos. Ups, perdón, he regado la mi­ toris d esm esu rad o que la hace p arecer, en rea­ nos. Me e n can taría con servarlos vivo s com o una
m era M artínez. En los tiem pos del racion am ien ­ tad del café. S ién tese usted. B uenas tard es. Y lidad, un anciano. En lo que se re fiere a algu ­ m u estra de lo que quizá no es una regresión
to, m is tía s abuelas solían d e cir que los pavos niños con los diverso s estigm as de la heredo- nos e jem p lo s de señores resp etables con m aris­ de la especie, sino los albores de una evolución
asados h abían em igrad o, y que las v a cas se to­ sífilis : a n o m alías dentales, n ariz cón cava o en cos en el ano, o sea hem orrides v ie ja s y rese­ hacia lo in fin ita m en te variado. S i todos los se­
m aban su p ro p ia leche m edian te invenciones silla de m on tar, la b io s leporinos, g a rga n ta s lu­ cas. no los m en cionaré pues com o u sted sabe res hum anos tenem os cara, y voces d istin tas;
p ro lon gatrices. En cam bio, ahora, y tan sólo en pin as y fren tes olím p icas. E n fin , bo n ito día, son m ás com u n es de lo que se piensa, y su ce­ le tra diferen te, do ctor, y una fo rm a diferen te
n u estra hu m ild e c afetería, los o ro s del sa b o r se ¿verdad, d o cto r D ávalos? T od a c lase de m on s­ den en las m e jo res fam ilias. ¿Q ué tal sus fre ­ de en ten d er los a cró stico s, y de im p o rtu n ar a
desprenden in term in ablem en te. P o r lo pronto, tru o s con ocid o s y entre e llos tres de los que es­ sas, d o ctor? S up ongo que a usted, com o m édico, los elefan tes, doctor, ¿no seria p osib le una hu­
tenem os una colección p riv ad a de feto s en con ­ tam os esp ecialm en te orgu llosos, p ero de e llos le no le m o lesta h a b la r de todo esto m ien tras m anidad donde todos tu viéram o s una fo rm a ori­
serva y p igm alio n es tran sfo rm a d o s en aborto s h ablaré cuand o term inem os n u estro refrigerio . com e, d o ctor, así que cóm ase usted sus fresas. ginal, ú nica y m a ra villo sa ? B uenas ta rd es, d oc­
congénitos. A quí llegam os a los p ostres. Le re­ ¿N o desea u sted p ro b a r las fre sa s con crem a Para qué ir a b u sca r a las m itolo gías, al can ­ tores, y buen provecho. D igo yo, la gen ética, esa
com ien do esp ecialm en te el pastel de m oras, doc­ después del p a stel? L as fre sa s con crem a, en opi­ cerbero que O rfeo ad orm eció con su lira, al Le- cien cia dem iú rgica que nos legó M endel, la m is­
tor. ¡Ah, las m o ras que se recogen cuando el nión de un am igo m ío, ju d ío , que estu v o p risio­ viatán que preside la cu a rta p a rte del m undo: m a que le p erm itió a H ugo de V rie s en Ams-
sol ha d estila d o el vino de los dan delion es, por n ero en B uch en w ald , son el sím b o lo de la abun­ en n uestro s frascos, con servad os con fen ol, te­ terd am hace y a casi cien años re a liza r m ila­
los cam in o s que nos llevan a L a n gfo rd Court! dancia. V o lvien d o al pabellón de los m on struos, nem os m o n stru o s qúe superan todas las p revi­ gros con los h íb rid o s... con perm iso, señores.
No esp ere u sted en con trar un B udín a la Gani- cóm o le va, c iru ja n o A rredondo, le decía que siones im agin ativas. L o veré m ás tarde, con ta­ Sí, aquí ten go fó sfo ro s, doctor. Al c ru z a r entre
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sí diversas especies de estramonio, adormidera, nos de grumos y espumas, de glcrosidades que las mañanas? ¡Qué asco, doctor, qué compara­ Los dientes, uno por uno: cada colmillo, cada
Celedonias, onagras y tréboles... No tiene usted se deslizan por la barbilla o las mejillas y mo­ ciones de tan mal gusto! El queso derretido y molar, cada incisivo, y requiere una limpieza
qué agradecerme, doctor. ¿No podrá la genéti­ jan la almohada, o inundan las vías respirato­ la sustancia grisácea que le sale a este joven- especializada. Le ahorraré la visita de un pa­
ca algún día, buenas tardes a todos, sí claro, rias y matan al cónsul. Sólo a una mente es­ cito por la nariz, no tienen nada que ver: éste ciente atacado por temblores y sacudidas, que
darnos una hija, después de usted, doctor, bella trecha y morbosa, doctor, se le puede ocurrir es el líquido cefalorraquídeo, y me atrevo a de­ expulsa por la nariz, a borbotones, toda clase
como un manatí, adiós, a la que tengamos que asociar estas manifestaciones con los alimentos cir es la razón y los pensamientos, la vida, en de mariscos verdes y parduzcos, y saludaremos
poner en un estanque, muchas gracias por su terrestres que existían fuera de nosotros. El vó­ fin, que abandona el cuerpo del desafortunado a este jovencito que, como usted ve, se nos está
compañía, y alimentarla, doctor, con lotos vivos mito representa tan sólo la interrupción del pro­ muchacho. La harina, doctor, a la que debemos quedando en los huesos, de tal manera que sus
y ardientes, por aquí, por la derecha, para en­ ceso maravilloso mediante el cual la carne del el santo olor de las panaderías, como dijo nues­ clavículas parecen arpones nacientes, y todo a
vidia de nuestros amigos, buenas tardes, los cí­ cordero se transforma en nuestra propia carne. tro poeta, y los millones de pequeñísimos cris­ causa de tanta pérdida seminal mezclada con
clopes verdes? Es el quimo, doctor, el pan y las verduras líqui­ tales blancos que cubren la piel de estos enfer­ sangre. La culpa de estas masturbaciones invo­
das bañadas de ácido clorhídrico, de pepsinas, mos, tampoco tienen ningún parentesco. En los luntarias la tiene, desde luego, una tuberculosis
de secretagogos; es un paso — no exagero, doc­ enfermos urémicos del período agónico, los cris­ pulmonar. Otra manifestación incontrolable y
VI tor— hacia la entelequia de la zanahoria y de tales; semejantes también a la arenilla transpa­ por demás curiosa, es la que presenta este otro
la sal gema. Los vómitos verdes, como los de rente que cubre las hojas de la belladona, apa­ enfermito. Usted se preguntará por qué llora
esta solterona, son simplemente vómitos bilio­ recen después de una crisis, cuando se evapora este hombre, qué le hemos hecho, qué le ha pa­
Mucosidades, pus, orina, excremento, jugos gás­ sos. Por otra parte, los venenos corrosivos, las el sudor viscoso y amarillo, como mantequilla sado, y yo le contestaré, simplemente, que pa­
tricos, vómitos, exudados: éste es el pan nues­ úlceras del estómago, la ruptura de las venas rancia, que les cubre el cuerpo. Y volveré al dece de una esclerosis múltiple que lo obliga
tro de cada día, doctor. Dejémosle a las viudas esofágicas y las proliferaciones de células, pro­ tema excrementicio por una sola vez más, doc­ a llorar en forma constante, aparte de sú es­
las tertulias que se improvisan en los cadalsos ducen vómitos con sangre. Y existe también el tor, para mostrarle un caso que sólo es grave tado de ánimo que por lo general era optimista.

CeDInCI CeDInCI
y a los astrónomos, a los que se ocupan del re­ vómito color pardo oscuro: es aquel que contie­ en apariencia. ¿Cómo van esas funciones fisio­ Usted sabe: las ironías de la vida. Yo le diría
lleno de la atmósfera y los engaños de Marte, ne materias fecales. Quizás el caso más notable lógicas, mi señora? ¿Un poco alteradas? No se a usted que le contara un chiste, que le dijera
dejémosles los clamores sismológicos. Que sea que tenemos en el hospital, en lo que a vómi­ preocupe, el doctor Palinuro la va a examinar. por ejemplo que cuando uno muere el estóma­
para nosotros, los médicos, que seguimos el ca­ tos se refiere, es el de este anciano con cáncer Vamos, vamos, no le dé pena. Abra las piernas. go se digiere a sí mismo y vería cómo se suel­
mino de Félix Plantee de Basilea, la gloría de intestinal. Pero digo mal, doctor, no se trata en Así, así. ¿Ve usted, doctor? Uno tiene oportu­ ta llorando. Pero esto iría en contra de la polí­
trabajar al nivel de nuestros nervios y nuestros realidad de un vómito, sino de una tergiversa­ nidad de observar, con frecuencia, diversas cla­ tica del hospital, ya que como usted sabe, doc­
humores y el privilegio de asombrarnos de las ción de los procesos fisiológicos. Si esperamos ses de flujos uterinos: algunos son blancuzcos, tor Palinuro, por supuesto, desde luego, claro
reacciones del líquido cefalorraquídeo ante el unos minutos, doctor, verá usted cómo el pa­ como crema agria diluida. Otros son ambarinos está, bien dicho: lo admiro por su perspicacia,
oro coloidal. Nos encontramos, naturalmente, ciente expulsa por la boca sus materias excre­ y transparentes, como la miel de las abejas. doctor Palinuro. En efecto, estos dos casos ilus­
en el Pabellón de las Secreciones o Deyeccio­ menticias, sólidas y perfectamente moldeadas, Otros, en fin, son viscosos e incoloros como la tran, por primera vez, una de las teorías que
nes, como usted quiera llamarle. Algunas per­ tal como salen por el ano. Hace dos días que clara del huevo: es el caso de esta enferma; aplicamos en este hospital, gracias a sus gene­
sonas se deprimen cuando visitan este pabellón comenzó y parece que ya está resignado: el úni­ venga usted, y contemple sus grandes labios y rosas sugestiones, doctor, y que consiste en lo
y otras sufren accesos de vómitos que las inte­ co momento de angustia verdadera que padece, el resto de los órganos genitales exteriores, que que yo podría llamar la anulación de las posi­
gran provisionalmente al grupo de pacientes. es cuando el excremento sube por el esófago y parecen recién enjabonados... el flujo seroso bilidades conceptualistas de la enfermedad. Sin
¿Recuerda usted lo que comentábamos en la lo asfixia. Pero una vez que llega a la boca, nos indica un cáncer del útero. Quizás una his- embargo, este sacrificio está compensado por
cafetería? Usted y yo, decíamos, en la calidad sale con suavidad, casi naturalmente, diría yo. terectomía la pueda salvar. Pero regresemos a el aprovechamiento de las posibilidades metafó­
de hombres de ciencia estamos muy por enci­ Luego las enfermeras le limpian los labios, los nuestra primera enfermita, a quien dejamos tres ricas de la misma. Por ejemplo, cuando nos di­
ma de esas reacciones y asociaciones de ideas cuales presentan algunas úlceras sangrantes que camas más allá. Usted diría que el caso de mos cuenta del enorme desperdicio de lágrimas
que yo llamaría pequeño-burguesas. Notará us­ de alguna manera extraña recuerdan a las he­ esta mujer es grave. Bueno, usted no, porque es que sufre este paciente, decidimos, todos los
ted, aquí también, la ausencia de enfermos con morroides. Para completar la ironía magistral un médico, pero lo diría un profano. Sí, sí, ya días, contarle historias tristes y desgarradoras.
padecimientos característicos de otras latitudes. que el destino le ha jugado a este hombre, doc­ le dije, mi señora, que se trata de una fístula Crímenes, injusticias, incestos, fraticidios, explo­
Sin embargo, y como usted lo verá, aun estos tor, le estamos administrando alimentación por que comunica al recto con la vagina, y que ma­ radores que se pierden en el Polo Norte y con­
males están representados en el pabellón. ¿Pre­ rectum: bromuro de potasio, cloral, paraldehí- ñana la vamos a operar. Por supuesto, mi se­ vertidos en témpanos, flotan por los sueños de
gunta usted cómo, doctor? Un poco de pacien­ do, etc. Ahora dígame, doctor, cuando usted ñora, yo también me asustaría mucho si de la muerte. Casos de antropofagia, estupro, ñi­
cia y lo sabrá. Los vómitos, por ejemplo. Los examina un excremento semisólido, ¿se le ocurre pronto comenzara a expulsar excremento por la ños huérfanos que buscan a sus padres desde
hay violentos, como el vómito en proyectil. El pensar en el relleno de los pasteles de calaba­ vagina. Inclusive, por razones anatómicas, me los primeros capítulos de las novelas de Dickens,
enfermo está tranquilo, sentado, digamos, le­ za? ¡Por Dios! ¿Cuando usted contempla un ex­ asustaría más que usted. No lo quiero pensar, y cuanta tragedia pueda usted imaginar. Y, no
yendo el periódico dominical y de pronto surge cremento bien formado, como el de este hom­ doctor. Mí padre decía que nada mejor para necesito decírselo, doctor, porque usted lo ha
un chorro incontenible que salpica las cortinas, bre, le pasan por la imaginación algunas salchi­ levantar los ánimos, que un poco de abuso. En visto: las paredes del cuarto de nuestro joven
la alfombra, las lámparas y la armadura del chas flotantes? ¡Qué horror! Cuando usted ob­ cambio, yo heredé la pulcritud de mi abuelo: masturbador involuntario, están tapizadas con
príncipe Valiente. Otras son los vómitos de re­ serva un excremento líquido y amarillento, ¿re­ gracias a él, todos los días me lavo los ojos, los los playmates del año en curso y los dibujos
gurgitación: brotan despacio, en borbotones lle­ cuerda usted el jugo de naranja que toma por labios y cada pliegue de la oreja y de los pies. eróticos de Audrey Beardsley. Le hemos obse-
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su sangre, le hará un frotis de garganta, ah, los dientes. Como usted puede suponer, lo que
quiado una edición de lujo del Kama Sutra, y ceraciones del cancroide de la cara. Noli me doctor, qué alivio sentarse y estirar las piernas,
tangere, doctor. En esta otra bombonera, tene­ más nos interesa, doctor, es que su orina de­
los domingos le proporcionamos matinées de y le tomará, del esternón o dé la cresta ilíaca, muestre la prosperidad de sus riñones por su
películas, pornográficas. mos una colección de esputos rectales de Trélat, de donde guste, una muestra de su medula ósea, contenido normal de uratos que forman un de­
Las moscas revolotean en círculos viciosos, doc­ que como su nombre lo indica, tienen todo el y le hará una punción, pero ah, doctor, permí­
aspecto mucoso de los escupitajos, salvo que pósito rojo; que su excremento no esté mezcla­
tor: personifican a la envidia. Y allá, lejos, las tame que me quite los zapatos para estirar los
presentan estrías de sangre. Mire: doctor, ésta do con el moco verde característico de la di­
casas con sus techumbres rojas de miedo: no dedos un momento, así, así, despacio. Su medu­
es una muestra impresionante de las heces ne­ sentería; que sus esputos no presenten el color
tengo nada en contra de las moralejas, colega. la espinal también, doctor, sus jugos gástricos. herrumbroso causado por la neumonía; que su
Al contrario. Abran las puertas, muchachos, gras de los enfermos tratados con bismuto: yo Ah, debo decir que es una enfermera bella como
diría que así es el excremento del diablo. Y por sangre tenga cuando menos 5 millones de eri­
ábranlas de par en par. Esta inmensa sala, doc­ esa muerte disfrazada con una hermosa piel de
blanco y puro, diría yo que así es el excremen­ trocitos y cada una de sus eyaculaciones con­
tor, llena de augurios inmóviles y de pócimas veinte años que se me escapó de los brazos y tenga de 3 a 5 centímetros cúbicos de semen y
suntuosas, le recordará a usted las neverías de to de los ángeles: como las heces de los que de los testículos hace algún tiempo, doctor, pero la cifra promedio de 250 millones de esperma­
su infancia, los frascos llenos de jarabes y esen­ sufren de insuficiencia hepática. Pero venga us­ que encontraré algún día sentada en un auto­ tozoides sanos, vivitos y coleando. Ah, doctor,
cias de frutas, las bomboneras de cristal de las ted conmigo para admirar esta hilera intermina­ móvil blanco, la maldita. Ah, doctor, qué alivio qué placer es estirar las uñas. En otras pala­
cocinas de nuestras abuelas. Descorran las cor­ ble de frascos de colores, cuya ausencia hice no­ estirar los ojos. Pero le pegaré tal susto ¡le bras, lo queremos a usted en el estado hígido
tinas, levanten las persianas, enciendan las lu­ tar en el Pabellón Optico y que nos enseñan los pondré tales cuernos! Mientras llega nuestra en­ de los antiguos, doctor, deseamos que su orga­
ces fluorescentes. Aquí, en estos anaqueles, doc­ distintos y variadísimos colores que puede ad­ fermera y yo me permito echarme una siesta nismo alcance la eucinesia. Pero desde luego, si
tor, que cumplen con el requisito de la iridis­ quirir la orina humana, por causa de diversas breve, doctor, le suplico pase usted al cuarto alguna de esas secreciones o líquidos presenta
cencia, tenemos la colección más completa del enfermedades o cuando se la somete a reaccio­ del fondo. Encontrará usted un frasco de boca una anormalidad, tendremos el gran placer de
mundo en su género: una exhibición permanen­ nes químicas que determinan su parecido con ancha, donde depositar su excremento. Puede incorporarla a nuestra colección, y la destina­
te de secreciones, exudados, derrames, flujos, et­ la cerveza irlandesa, los vinos blancos de Alsa- usted ayudarse con una cucharita de madera. remos para ilustrar la portada de nuestro pró­

CeDInCI
cétera, que permanece abierta al público de do­
mingo a viernes, durante cuatro horas diarias,
y el sábado lo dedicamos a pulir los frascos y
a sacudir los anaqueles. Se aceptan contribucio­
cia, los rojos de Burdeos y los rosados espu­
mosos de Coimbra. Y para terminar con esta
breve visita a nuestra exhibición, le diré que tal
como le advertí, también las enfermedades aje­
CeDInCI
Habrá un tubo de ensayo donde dejar su orina.
Otro frasco para sus esputos y uno más para
sus secreciones nasales. También encontrará us
ted una cápsula para su esperma, pero tal vez
ximo catálogo. Me olvidaba decirle, doctor Pa­
linuro, que en el cuarto encontrará también un
frasco con propenol cuyo olor, como usted sabe,
causa un intenso lagrimeo. Háganos el favor de
nes espontáneas: un litro de sangre color de nas a nuestro hemisferio están representadas usted desee que nuestra bella enfermera le ayu­ olerlo, y depositar sus lágrimas en esta pla­
rosa proveniente de un niño leucémico, moco- aquí; este frasco encierra una muestra del vó­ de a obtener esta muestra. Y si usted no padece queta. Más tarde las examinaremos al micros­
pus y falsas membranas de los enfermos de mito negro de la fiebre amarilla, y este otro, de eritrofobia, un tumulto rubicundo le bajará copio para averiguar qué clase de infusorios co­
bronquitis. Pero vea, vea usted y aprecie los que nos obsequiaron nuestros colegas asiáticos a los pies cuando ella, con sus dedos largos y habitan con las niñas de sus ojos. ¡Ah, doctor,
esputos aromáticos de los enfermos de asma, en la última Navidad, contiene cerca de dos li­ finos como el pánico, le desabroche los botones qué sueño tengo!
que contienen filamentos espirales, pequeñas tros de la diarrea característica del cólera: co­ de la bragueta. Ah, doctor, qué alivio estirar
perlas y los famosos cristales de Charcot-Ley- mo usted ve, se trata de un líquido incoloro que
den constituidos por aminas muy semejantes a contiene innumerables copos blancos del tama­
la cadaverina y la putrescina. Y a propósito, ño de los granos de arroz. Si usted agita el fras­
esta papilla espesa de tejidos necrosados que co, doctor, verá cómo forman un remolino de
se forman en el curso de la gangrena, no es nieve, exactamente como en el Ciudadano Kane,
otra cosa sino una muestra de putrílago. Por y luego se depositan, con lentitud, en la base
otra parte, el contenido de este frasco abomba­ del frasco. Ah, pero sentémonos un momento,
do, que recuerda al vino negro de Corinto, es doctor, el cansancio tapiza mi cerebro. Ah, cómo
un ejemplo de la sangre deglutida que los niños me duelen las piernas. Pero soy feliz. Lo fue
sifilíticos expulsan por la boca. Y por supuesto, para Buda la miseria de nuestro cuerpo, lo que
esta otra es una muestra humilde, común y co­ fue para él, porque le diré que así lo describe
rriente, del mocopus bronquial en el que se en uno de sus Gáthas, un cuerpo deformado por
observan los tapones de Dittrich: ¿los ve usted? las lágrimas, la transpiración, la humedad, la
esas pequeñas cabezas de alfiler, blanquecinas... orina; lleno de gotas de sangre y de inmundi­
quién diría que están formadas por leucocitos, cias de vientre, de médula, de sangre y líquidos
residuos de hematíes, cristales de ácidos grasos cerebrales... para mí es la mayor riqueza, doc­
y leptothrix pulmonalis. Sigamos adelante. A ver, tor. Y no le insistiré más. Tenemos aquí un ca­
a ver, a este frasco se le ha caído la etiqueta, tálogo ilustrado, con 16 láminas a colores, y 70
pero el doctor Solís nos dice que estos gusanos en blanco y negro, que vendemos a 25 pesos el
que ve usted son los famosos vermiotes, o sea, ejemplar. Para usted es gratis, doctor, con una
doctor, los filamentos de materia corrupta que condición: dentro de algunos minutos vendrá
salen cuando se presionan con los dedos las ul­ una enfermera que le tomará una muestra de
S a lva d o r G arm en d ia 47
Dos cuentos

có y le prop uso: «vam os a aso cia rn os tú y yo; sociedad y con tin u ar resucitan d o p o r su cuenta nerales, ríg id o s e im p erturbables, sin siquiera
El mocho, mata-hambre con el p ro p ó sito de hacerse ric o en p oco tiem ­ a p a rta r las go ta s de su do r de sus pestañas,
¿qué te parece?».
y los resucitados — E stá bien. po. L legó así a un pequeñ o p aís go bern ad o por aguard ab an algu n a in dicación de su je fe .
— E n ton ces vam o s p o r ahí a re su cita r gente. un dictad o r. Q uince m il gen erales fu ero n in­ C om o e ra d e rig or, m ata-ham bre fu e conde­
L a h isto ria del m ocho, m ata-ham bre y los re­ form ados de la n oticia y llam ad os a p resen ciar n ad o a m u erte. E l p u eb lo re cib ió la orden de
e h a cía falta p ara resu cita r gen te e ra es­
su citad os, com ienza cuando m ata-ham bre, lla­ L o qu el esp ectáculo , m edian te el p ro ced im ien to m ás sa lir de su s ca sa s p ara se r con du cid o d e inm e­
m ado así p o r ser dueño de un ham b re antigua to: tres ra ja s m edian as de leña, una lata de
tres oraciones: un p adren uestro , un sim ple y e fic a z en estos casos: se p ren d ía un d iato a la p laza m ayor.
y eru dita sobre la que se h abrían e scrito no po­ kerosén, regu ero de p ólvora y el o lo r los a tra ía en el E n m edio de su trance, p á lid o y con la soga al
cos tratado s, salió al cam p o un día llevan do un cred o y un a ve m ana, y un fra sco pequeñ o de
y se acto. cuello, m ata-h am b re sien te que el v ie jo la garto
p edazo de qu eso y un trozo to d avía m ás peque­ agua bendita. S e prende la leña, se reza Fue traíd o un c a d á v er de la reserva person al que h a b ita en e l saco de su estóm ago , se des­
ño de panela. E n tre am bas vian das, no había riega el agua bendita en cru z sobre e l cad á­
tate ca­ del dictad o r. M ata-ham bre com en zó a rep etir p ierta y sop la. E l a ire se le escap a, va a que­
m ás allá de un m ordisco. M ata-ham bre bu sca­ ver repitien do, leván tate cad áver, leván lo que había v isto h a cer al m o ch o sin olvid ar darse d orm ido, cuand o en m edio de la m u ltitud
ba un sitio so lita rio y tran qu ilo donde con su­ dáver, levá n tate cadáver. detalle; sin em bargo, una ho ra después, m ien­ ve a l m ocho, su m aestro, reco stad o a un poste.
m ir su alim ento. E l ham b re que le llen aba por A sí llegaron, pues, a un reino y el re y m andó a
tras el ca d á v e r a ch an tad o en su rig id ez iba — ¡M ocho, y o n o sé nada; ayúdam e, y o no sé
com p leto la cueva del vien tre era un lagarto p rego n ar la n oticia; se bu scó un cad áver, fue
tom ando un a sp e cto risible, m ata-h am bre toda­ nada! — le g rita en el ú ltim o in stan te.
de co lo r de barro, revestido de la m ás sólida d isp uesto todo lo n ecesario en m itad de la p la­
lo con ve­ vía grita b a d esesp erad o, c o m p leta m en te ronco, D esde e l p oste, el m o ch o le son ríe y lo despide
cap arazón , que de tiem po en tiem po desp erta­ za y el m och o, en un m om ento, hizo leván tate cad áv er, leván tate cad áv er, leván tate sacud ien do la m ano.
b a y lanzaba un soplido. E l a ire le salía a mata- nido. De acu erd o a Jo p revisto, el cad áv er se
cadáver, sin re su lta d o alguno, m ien tra s los ge­
h a m b re p o r el m ás ocu lto de sus huecos y el levan tó de un brin co ante m illares de espec­
arom a que se esp arcía alred ed o r llegaba a ador­ tadores excitad o s que pedían a gritos la m uerte
m ecerlo p o r m ucho tiem po. En ese estad o de p ara p od er re su cita r d e un brinco.

CeDInCI CeDInCI
in ocen cia sus sueños eran leves aunque ob sti­ E l resu citad o, lib rad o p or g racia a sa tisfa c er
nados. Las cosas — que en realidad venían a su volu ntad , c o rrió a la despen sa del p alacio y
ser un solo ganso h ervido gotean do un cald o estu vo tres días con sus noches com ien do sin
espeso— carecían de m asa y con sistencia, de parar, h asta que reventó en pedazos y salp icó
fo rm a que se le escapaban de las m anos com o la m itad del reino.
globos; no ob stan te la visión se rep etía con una — ¿C uán to qu ieres? — d ijo el rey.
in sisten cia tan m onótona (el gan so regresaba — R eal y m edio — con testó el m ocho.
a sus m an os escurrien d o ju g o ), que llegaba a A si llegaron a una jo v en rep ú blica y el presi­
d esp ertarlo de golpe. O cu rría enton ces que el dente hizo difu n d ir la n oticia p o r todos los m e­
m u n do a su alrededor había cam b iad o; el as­ dios de com u n icació n social. De la m o rgu e tra ­
p ecto y la d isp osición de los árbo les, el le ja ­ je ro n un c a d á v er con ven ien tem en te higien izado
no d ib u jo de las m ontañas que podían o no lu­ que p resen taba dos p erforacio n es en el crá ­
c ir cre sta s de nieve, cam in os o aldeas en m i­ neo.
n iatura, m o straban a sus o jo s un p aisaje des­ Una vez m ás, el m ocho hizo lo con ven ido y en el
con ocid o y excitan te, y sin em bargo m ata-ham ­ a cto el cad áv er se levantó de un brinco. L a s dos
bre con tin uaoa sentado en una piedra en me b alas salieron de sus cáp sulas, cayero n al sue­
dio del cam po, disponiéndose a con su m ir su lo p erfectam en te frías e in ofen sivas y el m i­
alm uerzo. n istro del interior, hom bre p u lcro in clin ado al
Y a había tom ado el gran ito de queso entre el perdón, se en ju gó una lágrim a con su pañuelo
p u lgar y el índice, cuando un m och o se le acer­ blanco.
co y le dijo: «tengo ham bre; dam e la m itad de R estitu id o al goce de sus derechos, el resu cita­
tu com ida, anda». do co rrió a las bóvedas del ban co cen tral y
C om p artieron y m ata-ham bre se a le jó en bus­ estu vo tres días con sus noches d evoran do di­
ca de un lu gar m enos concurrido. visas h asta que reventó en pedazos y la m itad
S e halla b a otra vez sen tado en u na piedra en de la rep ú blica se estrem eció.
m edio del cam po, cuando un m och o se le acer­ C in co m il jó v e n e s m arin es que cu id aban la
c ó y le dijo: «tengo ham bre; dam e la m itad de p rosp erid ad y e l'o r d e n de la nueva república,
tu com ida, anda». frun cieron el ceño p ero no p asó de ahí.
C om p artieron y m ata-ham bre se a lejó en bu s­ — ¿C uán to quieres? — d ijo el presidente.
ca de un lu gar m enos concurrido. — Real y m edio — con testó el m ocho.
S e halla b a o tra vez sentado en una piedra en O currió enton ces que m ata-ham bre can sado ya
m edio del cam po, cuando un m och o se le acer­ de aquella p aga m iserable, decidió ro m p er la
48 49

La luz de los mechurrios movida por el viento, hizo temblar el suelo al caer de rodillas, llo­ teñirse de sangre. La mujer esperó a que se se­
Don Pancho El Pájaro esparcía por todo el contorno la sombra del­ rando junto a aquella forma blanca cuyas patas caran sus lágrimas, abrió un hueco en la tie­
gada del equilibrista, haciéndola pedazos entre quebradas se estremecieron con movimientos rra, eohó dentro el cuerpo, lo cubrió y apisonó
Don Pancho El Pájaro entraba al pueblo una las ramas de los árboles y alargándola sobre cada vez más entrecortados, hasta que se que­ la tierra con sus manos. Después cayó una llu­
mañana, vestido de blanco, de un blanco de los techos y las paredes vecinas. Más de una daron rígidas, mientras un ala abierta a media via ligera que borró el rastro por completo.
piedra caliza resistente al polvo y cruzado de vez, alguien pudo notar que los pies de Don De la mujer nunca volvió a saberse.
grietas, andando con su paso menudo que ape­ asta cuyas plumas rozaban el polvo, empezó a
nas quebrantaba la hierba. Viéndolo de lejos, Pancho nohacia tocaban la cuerda.
su casa en el mismo solar don­
se podían detallar a perfección sus ojos de un La pareja celebraban las funciones. Colgaban telas
verde licuado que absorbía la luz, lo mismo que de se
entre los cujíes y dormían en el suelo. De ma­
sus manos largas y nudosas. Traía en la mano drugada, la gente se trepaba a los techos para
una maleta negra atada con correas y lo se­
guía su burro cargado con los dos baúles de verlos. la mujer se sintió invadida por
latón. Su mujer les venía detrás tapando el sol. Una mañana, animal que de tiempo en tiempo
Le ataba la cabeza una especie de turbante, cu­ una furia de
de sus carnes como un vaho de
ya tela floreada de colores vivos, lo mismo que se desprendía de ser su época de celo. Don
sido hecho cubil. Debía
el largo camisón que pudo haber que había estudiado la índole de aque­
de retazos, se habían desteñido casi del todo a Pancho, arrebatos y estaba seguro de que en cosa
ser la mu­ llos
causa de las lluvias y el sol. Debía de pocos minutos la bestia tonta volvería a apa­
jer más fuerte del mundo; era tan grande y tan
tomaba una ciguarse, se puso a reír y a dar saltos delante
pesada, que todo a su alrededor se de sus manos, mientras un
apariencia quebradiza y frágil. de ella escapándo
En el solar donde iba a
se prendían mechurrio
entrando por el portón
s
tener
de
de
CeDInCI
lugar
aceite
campo
y la
la función,
gente
trayendo
iba
sus
agudo
a
tud de
escozor
empezar un
hacerla
le
juego
caminaba
reír.
que
En dos
por la espalda. Iba
otras veces tuvo la vir­
o tres ocasiones,
se lo había pedido, en medio del
CeDInCI
sillas al hombro. La mujer daba comienzo al ella misma dejando oír un tono de voz extraño que
acto vestida de gitana, bañada de collares y campo,
todos a un mismo tiem­ inexplicab lemente se aproximaba al de una ni­
abalorios que sonaban ña. Pero esta vez Don Pancho se hallaba domi­
po como si los moviera el viento. En una guita­
nado por un regocijo banal e incontrolable.
rra encordada de alambres, pintada con figuras «¡A que no me agarras!», chillaba, desesperán­
de colores, se acompaña ba unas canciones grue­
con unos gorjeos burlones que cada vez
sas que le salían de adentro como grandes tron­ dola
eran más agudos y trinantes. Cuando ella qui­
cos redondos. atraparlo contra un tronco, él desplegó las
La cuerda para el número de Don Pancho era so
de un árbol a otro. Don Pancho salía alas, valiéndose de un movimiento expansivo
tendida que le tiñó de sangre las meji­
vestido de rojo candela. Era tan flaco que se le de los brazos
veía el dibujo de los huesos en la tela ceñida llas, levantó ahí!», vuelo y se posó en una rama alta.
como una media. Don Pancho era el «¡Bájate de le gritaba ella con toda su ca­
al cuerpo
volatinero de su tiempo y él mismo no ja torácica. Don Pancho se trasladó en un solo
mejor hasta un árbol vecino. Ella
podría decir cuanto mundo había recorrido. vuelo horizontal árbol con tanta fuerza que hizo caer
Como no conocía el peligro, su número encan­ sacudió el de hojas y con ellas unos frutos se­
taba a la gente, sin que el temor al riesgo o el una lluvia que al golpearla en la cara y los
más ligero sobresalto pudiera oscurecer, siquie­ cos y fibrosos enfurecieron todavía más. Entonces
ra por instantes, la emoción de verlo bailar la pechos la
Don Pancho, a quien comenzaba a dominar cier­
cuerda floja extremando toda noción del equi­ se remontó a la copa de una cei­
librio con la más tranquilizadora soltura, como ta inquietud, inmenso que ella trató de sacudir
si realmente estuviera en su elemento. Era evi­ ba, un árbol Enardecida se armó de una pie­
dente, que una caída ocasional no hubiera po-' sin resultado. al aire con todas sus fuerzas.
dido causarle el menor daño. Sus evoluciones dra y la arrojó las hojas, hizo un blanco
en el aire hacían el efecto de una música agu­ El proyectil atravesó se precipitó inmediata­
da y deslizante que podría recordar el glissando perfecto y Don Pancho sordo
producido por un dedo al resbalar sobre una mente al suelo. Se escuchó un ruido
cuerda que ha sido pulsada. atenuado por la envoltura de las plumas. Ella
Luís Loayza
Ensayos A p ro xim a cio n e s a G a rcilaso

¿05 oportunidades m ascar el freno de pariente pobre en casa del


Luis Loayza herm ano de su padre. E sa quietud del retiro
E l Inca G arcilaso, com o m uchos grandes es­ provinciano, la larga preparación, la herencia
A p ro x im a c io n e s a G a rcila so que trajo un cierto desahogo económ ico, la bi­
critores, parece señalado por el destino, toda
su vida es una preparación para la obra. M u ­ blioteca, el silencio en que volvían a él los
Peruano, autor del libro de cuentos chos ven un sím bolo en este h ijo de princesa años del Perú — que sin duda le parecían feli­
E l avaro (Lima, 1957), de la novela india y de conquistador español, en este niño ces, con el resplandor de lo perdido— todo lo
Una piel de serpiente (Lima, 1962) y de que en la clara m añana del C u zco escucha los que levantó o reforzó en él su resignada sensa­
diversos ensayos. Reside actualmente relatos m ilitares de la conquista y las crónicas ción de fracaso, lo ayudó al m ism o tiem po a
en Ginebra. E l presente estudio analiza llorosas del Im perio perdido. Sucede que cono­ escribir los C om en ta rios Reales.
aspectos de la obra y la personalidad cemos el futuro, la tarde creadora de los C o ­ E ra un hom bre triste, se sentía desengañado.
del Inca Garcilaso. mentarios R eales después de esa m añana. Pero E n el Proem io de L a Florida dice:
es im posible im aginar para el gran escritor Que cierto, confesando toda verdad, digo que,
del Perú una infancia m ejor, un «material» para trabajar y haberla escrito, no me movió
más espléndido. Luego viene el viaje a España, otro fin sino el deseo de que por aquella
Juan Bosch a la vitalidad y la inteligencia de España en el tierra tan larga y ancha se extienda la re­
siglo X V I . M ás tarde nuestros autores im ita­
El caso de los P anteras Negras, rán a los im itadores de Góngora o a los m edio­
ligión cristiana; que ni pretendo ni espero
por este largo afán mercedes temporales;
una le cción de S o cio lo g ía P o lítica cres rom ánticos españoles: G arcilaso, en cam ­ que muchos días ha desconfié de las preten­
bio, llega a Esp añ a en uno de los m om entos siones y despedí las esperanzas por la contra­
más extraordinarios de la literatura del idiom a

CeDInCI
Ex-presidente de la República Dominicana,
cuentista y ensayista político. E s autor
de Bolívar y la guerra social, Cuba la isla
fascinante. E l calumniado Trujíllo:
CeDInCI
y bebe de las fuentes del Renacim iento. E l via­
je a Italia es posible aunque no com probado;
basta saber que su prim era experiencia de es­
dición de mi fortuna. Aunque, mirándolo
desapasionadamente, debo agradecerle muy
mucho el haberme tratado mal, porque, si de
sus bienes y favores hubiera partido larga­
causas de una tiranía. E l Pentagonismo, critor es traducir del italiano los D iálogos de mente conmigo, quizá yo hubiera echado por
un sustituto del imperialismo y de varias amor de León Hebreo, un libro característico otros caminos y senderos que me hubieran
obras narrativas. E n este artículo de la cultura europea de la época H ay que agre­ llevado a peores despeñaderos o me hubie­
estudia el movimiento de los Panteras Negras gar: un libro que no tiene ninguna relación
ran anegado en ese gran mar de sus olas y
tomando como base el libro de Bobby Seale, directa con Am érica. G arcilaso no ha sido el
tempestades, como casi siempre suele anegar
Seize the Time. perpetuo nostálgico de su patria que puede
a los que más ha favorecido y levantado en
suponerse; la vuelta espiritual al Perú pasa por
grandezas de este mundo; y con sus disfavo­
Italia, para escribir el libro peruano por exce­
res y persecuciones me ha forzado a que,
lencia G arcilaso gana sus m edios expresivos en
habiéndolas yo experimentado, le huyese y
Masud R. Khan la escuela de Europa. E s prudente, tiene tiem ­
po, su estrategia es soberbia. E l paso siguiente me escondiesen el puerto y abrigo de los de­
sengañados, que son los rincones de la sole­
P ornografía: P o lítica es la H isto ria de la Florida, ya una obra histó­
dad y pobreza, donde, consolado y satisfe­
rica pero basada en el testimonio de Gonzalo
de su bve rsión y ra b ia Silvestre, un viejo conquistador. E n fin, G ar­ cho con la escasez de mi poca hacienda, pa­
cilaso escribe los Com en ta rios Reales en ple­ so una vida, gracias al Rey de los Reyes y
Inglés, bibliotecario del Instituto Señor de los Señores, quieta y pacífica, más
na m adurez, seguro de sí y en la posesión ca­
de Psicoanálisis de Londres y director de envidiada de ricos que envidiosa de ellos. En
bal de su talento.
varias revistas especializadas en temas Hasta en su historia íntim a habrá tenido suer­ la cual, por no estar ocioso, que cansa más
psicoanaliticos. (Ver nota que el trabajar, he dado en otras pretensio­
te G arcilaso. Todo, aun la postergación y la
de Max Hernández). soledad lo llevó a su vocación de escritor. H a ­ nes y esperanzas, de mayor contento y re­
bía ido a E sp aña con ilusiones de una pen­ creación del ánimo que las de la hacienda,
sión, de una vida de corte, que pronto queda­ como fue traducir los tres Diálogos de Amor
ron disipadas. ¿Q ué hubiera escrito de haber de León Hebreo, y, habiéndolos sacado a luz,
llegado a cortesano, acaso a burócrata en la di en escribir esta historia, y con el mismo
adm inistración de Indias? Tam bién intentó sin deleite quedo fabricando, forjando y liman­
éxito una carrera en la m ilicia, aunque por un do la del Perú, del origen de los reyes incas,
rápido ascenso deducim os que se portó honora­ sus antiguallas, idolatrías y conquistas, sus
blemente. Pronto tuvo que volver a M ontilla, a leyes y el orden de su gobierno, en paz y en
52 53

guerra. En todo lo cual, mediante el favor nos en la Universidad de Salamanca y en cier­


ta forma Garcilaso llegó a ella, al menos pu­ ellas. Un indio no puede tratar temas tan ele­ de lo que narra o recogió testimonios de pri­
divino, voy ya casi al fin. Y aunque son tra­ vados se entiende aquí como: yo, aunque indio, mera mano. Todavía no es mucho decir, por­
bajos, y no pequeños, por pretender y atinar do formarse y escribir en un medio cultural
más rico. El Lunarejo estuvo siempre más li­ no voy a aburrirme ni a aburrir al lector con que varios de los cronistas españoles estuvie­
yo a otro fin mejor, los tengo en más que estas cuestiones que tratan otros autores. ron en el Perú, algunos fueron no sólo testi­
las mercedes que mi fortuna pudiera haber­ mitado, aunque gracias a la profesión eclesiás­
tica logró una cierta posición en una sociedad A la condición de indio añade su escasa ins­ gos sino actores de la conquista y las guerras
me hecho cuando me hubiera sido muy prós­ trucción: «Al discreto lector suplico reciba mi civiles. Pero Garcilaso es indio, emparentado
pera y favorable, aunque espero en Dios que que postergaba a los hombres de su raza No
es sólo que le faltasen mejores maestros y li­ ánimo, que es de darle gusto y contento, aun­ por su madre con la familia real, heredero de
estos trabajos me serán de más honra y de que las fuerzas ni la habilidad de un indio, na­ las muchas virtudes de los Incas — entre otras
mejor nombre que el vínculo que de los bie­ bros, más posibilidades de escribir y publicar.
La condición colonial lo llevó al formalismo, cido entre los indios y criado entre armas y la veracidad— que luego describirá minuciosa­
nes de esta señora pudiera dejar. caballos no pueden llegar allá» (I, 19). El lector mente, y puede dar fe de lo que dice: «De lo
a la cultura entendida como un simple juego;
Así se ve a sí mismo Garcilaso ya embarcado no podía enfrentarse, ni siquiera ver claramen­ verdaderamente discreto no tarda en darse cual yo, como indio Inca, doy fe de ello» (I, 5).
en su carrera de escritor. Como siempre que te, la realidad de su país, que era su propia rea­ cuenta que a este indio poco instruido no le Los españoles han encontrado, desde un primer
hace una confidencia, se reserva; este estoicis­ faltan lecturas ni meditación. Como muchos momento, una resistencia obstinada, incompren­
lidad de postergado de «desterrado de la luz».
mo de quien se proclama tan desasido de los En su obra las menciones del Perú son rapidísi­ escritores Garcilaso tiene la coquetería de pre­ sible en los indios que se callan o inventan lo
bienes del mundo no parece muy de fiar; ya ad­ mas. El Lunarejo quería parecer un europeo, sentarse como un hombre de acción y no como que suponen quiere oír el conquistador; en
vertimos que se siente víctima de una injusti­ convertirse mediante la cultura en un europeo, un intelectual. Quiere que le creamos bajo pa­ cambio a Garcilaso «por ser hijo natural, no me
cia, que se creía destinado a cosas mejores. porque Europa era el centro del mundo y el labra que es un militar sin letras ni capacidad negarán, como lo han negado a los españoles»
Sin embargo sería apresurado ver en esta de­ Perú nada más que una provincia distante. Gar­ para la investigación: «no lo sé ni es de solda­ (V, 29). El los conoce desde dentro porque es
cilaso, que pasó casi toda su vida en España, do como yo inquirirlo» (II, 7) dice cuando se uno de ellos, habla de lo que ha visto y vivi­
claración una simple fórmula de resentimien­
estuvo siempre más cerca del Perú que el Lu­ trata de un detalle que prefiere omitir, aun­ do. «Esto afirmo como indio que conozco la
to, y a creer que para él la literatura fue una
natural condición de los indios» (II, 5). Argu­

CeDInCI CeDInCI
elección forzada y no la más íntima vocación. narejo en el Cuzco. Garcilaso se sentía toda­ que en otros casos abunda en precisiones. Re­
cuerda también su infancia de pocos libros mentos peligrosos: está bien invocar su condi­
Una de las palabras claves del texto es el «de­ vía muy próximo de los Incas, y defiende el
leíte»; «y con et mismo deleite quedo fabrican­ para disculpar su escaso latín: «porque lo poco ción de indio para justificar sus limitaciones,
pasado peruano contra el menosprecio y el ol­
que de ella sé [la lengua latina] lo aprendí en con ironía que tal vez escapa a sus lectores,
do, forjando y limando la del Perú»; compren­ vido, fue testigo de los años agitados de la
el mayor fuego de las guerras de mi tierra, en­ pero su identificación con los indios, que sin
demos que, a pesar de su natural dado al desa­ conquista, participó en la creación de una cul­
tre armas y caballos, pólvora y arcabuces, de duda les permite conocerlos mejor, lo hace tam­
liento que lo lleva a lamentarse aun cuando tura. A pesar de su cortesía, de sus precaucio­
que supe más que de letras» (II, 27). Todavía va bién sospechoso de parcialidad. Mientras dure
se declara satisfecho, que estamos ante un nes, de su humildad defensiva, se descubre en
más allá. Con astucia evidente en quien son tan la opresión de los indios cada uno de ellos
hombre que se ha encontrado a sí mismo y hace él el orgullo: un peruano habla del Perú movi­
claras la voluntad y el esfuerzo de estilo, se ex­ es, en potencia, un enemigo de los españoles, un
lo que quiere hacer, un escritor en el ejercicio do, como él mismo dice, por el «amor natural
cusa por su incapacidad expresiva: «El P. Vale­ heredero desposeído de los Incas. Garcilaso
de su vocación. de la patria». Lo que le interesa no es tanto
ra... dice en su galano latín lo que sigue, que yo no es una excepción y tiene conciencia de este
Garcilaso tuvo muchos contemporáneos mesti­ Europa sino la forma como Europa llegó al
como indio traduje en mi tosco romance» (I, 6). posible cargo de parcialidad. Ya en La Florida
zos como él, algunos — como el padre Blas Perú para crear algo nuevo, el mundo visto des­
También habría que creerle que no domina había dedicado todo un capítulo (II, 1, 27)
Valera— llegaron a España y tuvieron libros y de el Perú, el Perú como el centro del mundo.
bien el español, que su verdadero idioma es el a responder a quienes creyeran exagerados sus
tranquilidad, pero sólo él escribió los Comen­
quechua: «he procurado traducir fielmente de elogios de los indios norteamericanos, pues el
tarios Reales. El genio literario no puede re­
mi lengua materna, que es la del Inca, en la lector podía imaginarse «que lo hacemos, o
ducirse a factores sociales, ni siquiera biográfi­ Las defensas
ajena, que es la castellana...» (I, 17). por presumir de componer, o por loar nues­
cos. Pero no es menos cierto que Garcilaso tu­
Así pues Garcilaso se presenta como un indio, tra nación, que, aunque las regiones y tierras
vo esas oportunidades que ya los escritores pe­ Desde las primeras páginas de los Comentarios
un viejo soldado sin letras a quien no puede estén tan distantes, parece que todas son In­
ruanos no volverán a tener durante mucho Reales Garcilaso se declara indio - y, con cierta
pedirse que escriba muy bien el español por­ dias». Al igual que en esta ocasión, en los Co­
tiempo: no viajarán a España, no entrarán en modestia que es al mismo tiempo defensiva e
que su lengua materna es el quechua. Compone mentarios Reales admite su necesidad de apo­
contacto directo con la cultura europea, su ac­ irónica, pretende admitir la inferioridad de su
un personaje que está hecho de verdades a yarse en autores españoles, que expresa muy
titud frente al Perú no podrá ser la misma. condición de indio en la que, como luego se
medias, de usos de buena educación literaria claramente: «de cuya autoridad y de los demás
Recordemos por ejemplo el caso de Juan Espi­ verá claramente, no cree. Disculpándose de tra­
y de ironía. Desde luego él mismo no cree en historiadores españoles me quiero valer en se­
nosa Medrano, llamado el Lunarejo, el mejor tar «conforme a la común costumbre de los
su personaje y no puede esperar que muchos mejantes pasos contra los maldicientes, porque
escritor peruano del siglo xvn. Para él, que escritores» si hay muchos mundos, si el cielo
lectores lo acepten. Pero tanta modestia tiene no me digan que finjo fábulas en favor de la
tal vez ni siquiera llegó a Lima, estaba muy le­ y la tierra son redondos o llanos y otros te­
un valor táctico. Este personaje rudo y senci­ patria y de los parientes» (V, 6).
jos Europa, el centro radiante de la cultura mas en verdad no menos inútiles, anuncia que
llo dirá seguramente la verdad. Garcilaso a pe­ Al parecer en su condición de indio natural del
como lo recuerda, con amargura discreta, con ese no es su principal intento «ni las fuerzas
sar de ser indio, por precisamente por ser Perú está su fuerza y su debilidad de historia­
ironía, en uno de sus sermones: «Predico en de un indio pueden presumir tanto» (Comen­
indio, puede decir la verdad, tiene una ventaja dor y ambas, a primera vista, se anulan. Pero
el Cuzco y no en Consistorio de Cardenales». tarios Reales I, 1). Es evidente que esas pedan­
enorme sobre los historiadores españoles, la hay algo más, el golpe decisivo que inclina la
El cura español que enseñó las primeras letras terías no le interesan, las toca porque es el uso
experiencia directa de su material; ha vivido partida en su favor, la jugada maestra: el co­
a Garcilaso' deseaba ver a sus alumnos perua­ erudito pero no quiere perder el tiempo con
veinte años en el Perú, fue testigo de mucho nocimiento del idioma quechua.
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haber tenido en España con quien hablar mi tia es sincero. Garcilaso está pensando en sus
Su idioma materno es el quechua, por el que peruano, Garcilaso pretende que ni siquiera los lengua natural y materna, que es la general lectores peruanos y ante ellos se descubre, se
declara su aprecio desde las primeras páginas propios indios conocen bien el quechua, pues el que se habla en todo el Perú, aunque los entrega, depone la actitud defensiva que adopta
de los Comentarios Reales: «que cierto es lás­ Cuzco fue el único centro efectivo de cultura incas tenían otro particular que hablaban ante los españoles: «...mis parientes, los in­
tima que se pierda o corrompa, siendo una len­ en el Perú prehispánico: «cuanto se engañan en ellos entre sí unos con otros, se me ha olvi­ dios y mestizos del Cuzco, y todo el Perú se­
gua tan galana» (Advertencias...). En algún lu­ declarar el lenguaje del Perú los que no lo dado de tal manera que, con saberla hablar rán jueces de esta mi ignorancia, y de otras mu­
gar, como hemos dicho, lo recuerda para dis­ mamaron en la leche de la misma ciudad del tan bien y mejor y con más elegancia que chas que hallarán en esta mi obra; perdónen­
culpar su pretendida torpeza en el manejo del Cuzco, aunque sean indios, porque los no na­ los mismos indios que no son incas, porque melas, pues soy suyo, y que sólo por servirles
castellano, en la que ningún lector puede creer. turales de ella también son extranjeros y bár­ soy hijo de palla y sobrino de incas, que tomé un trabajo tan incomportable como éste
Más importantes es que su conocimiento del baros en la lengua como los castellanos» (V, 21). son los que mejor y más apuradamente le lo es para mis pocas fuerzas (sin esperanza de
quechua le permite rectificar cuando quiere a Así pues, con un criterio cultista, más extraño hablan por haber sido lenguaje de la corte galardón suyo ni ajeno)» (VIII, 11).
los españoles sin poner en duda su buena fe, para nosotros que para sus primeros lecto­ de sus príncipes y haber sido ellos los prin­ Más de una vez Garcilaso nos manda estos
es decir que puede refutarlos dulcemente, des­ res, Garcilaso afirma que los cuzqueños son cipales cortesanos, no acierto ahora a con­ mensajes a los peruanos. Se ha recordado mu­
truirlos sin ofenderlos: «de manera que no de­ los únicos que conocen a fondo el idioma del certar seis o siete palabras en oración para chas veces el encabezamiento del prólogo de
cimos cosas nuevas, sino que como indio na- Perú. Por poco se queda en los Incas, en la fa­ dar a entender lo que quiero decir, y más, su Historia General: «Prólogo a los Indios, Mes­
ural de aquella tierra ampliamos y extende­ milia real del Cuzco casi exterminada por Ata- que muchos vocablos se me han ido de la tizos y Criollos de los Reinos y Provincias del
mos con la propia relación la que los historia­ hualpa, es decir en él y sus familiares. memoria, que no sé cuáles son, para nom­ grande y riquísimo Imperio del Perú el Inca
dores españoles, como extranjeros, acortaron Ya puede apreciarse la amplitud del movimien­ brar en indio tal o tal cosa. Aunque es ver­ Garcilaso de la Vega, su hermano compatriota
por no saber la propiedad de la lengua, ni ha­ to táctico. Garcilaso es un indio de pocas fuer­ y paisano, salud y felicidad» que bastaría para
dad que, si oyese hablar a un inca, le enten­
ber mamado en la leche aquestas fábulas y ver­ zas, como todos los indios, y un viejo soldado probar como piensa en nosotros. No es me­
dería todo lo que dijese y, si oyese los voca­
dades, como yo las mamé» (II, 10). Los pobres sin letras: primera retirada aparente que de­ nos cierto que escribe también para los otros,

CeDInCI CeDInCI
blos olvidados, diría lo que significan; empe­
españoles no entienden nada a derechas, «casi sarma a los posibles críticos. En tanto que pe­ para quienes no son peruanos, como lo dice
ro de mí mismo, por mucho que lo procuro,
no dejan vocablo sin corrupción, como larga­ ruano conoce bien a los hombres y a las cosas inmediatamente: «por dar a conocer al universo
no acierto a decir cuáles son. Esto he sacado
mente hemos dicho y diremos más adelante» de su tierra, aunque por esto mismo se le po­ nuestra patria, gente y nación» y, en efecto, con­
por experiencia del uso o descuido de las
(VII, 5). Es natural que así sea, porque se les dría acusar de parcialidad y para evitarlo sue­ sigue lo que se propone pues su obra encon­
lenguas, que las ajenas se aprenden con usar­
escapan ciertos matices de pronunciación de le buscar él apoyo de los historiadores espa­ trará una resonancia extraordinaria en Europa.
las y las propias se olvidan no usándolas.
los que carece el castellano, y que muchas ve­ ñoles: primer ataque y defensa inmediata para Pero es importante señalar que tos distingue
ces alteran por completo el recto entendimien­ cubrirse el flanco. Ahora viene la maniobra en­ Es evidente que Garcilaso ha perdido en gran de sus demás lectores, de quienes no son de
to de un término. «De la cual pronunciación volvente: el secreto de un país, de una cultura, parte el uso activo del quechua, aunque supo­ esta tierra: «Nombrar las provincias tan en
y de todas las demás que aquel lenguaje tienen está en el idioma y los españoles no conocen ne que recobraría al menos un conocimien­ particular es para los del Perú, que para los de
no hacen caso alguno los españoles, por curio­ ni pueden conocer la lengua del Perú, tan dis­ to pasivo si tuviese oportunidad de conversar otros reinos fuera impertinencia; perdóneseme
sos que sean, con importarles tanto el saber­ tinta a la suya, con sonidos que no alcanzan a con un peruano. ¿Dónde quedan entonces las que deseo servir a todos» (II, 16).
las, porque no las tiene el lenguaje español» distinguir. Es prácticamente imposible que en­ muchas discusiones que resuelve apelando a su Garcilaso se llama a sí mismo, innumerables
(II, 5). El mismo Cieza de León, con haber via­ tren en contacto con los indios y, aunque lo conocimiento del idioma? ¿No es posible que veces, indio. Más exactamente es un mestizo.
jado tanto y ser observador digno de fe «por consigan, su éxito no es seguro: sólo la gente trocara las pronunciaciones de matices tan su­ Quienes ven en él un símbolo racial de recon­
ser español no sabia la lengua tan bien como del Cuzco sabe a fondo el idioma, sólo ellos tiles, y con ellas el sentido de algunas pala­ ciliación, tan cerca de los españoles como de
yo, que soy indio Inca» (II, 2). Aquí estamos tienen la clave. No hace falta más, a cual­ bras? En los propios Comentarios Reales vol­ los incas, aseguran, con la visión idílica de lo
muy lejos de quien se disculpaba por sus esca­ quier contraataque Garcilaso podría responder veremos a encontrar textos semejantes: «Re­ colonial, que estaba orgulloso de ser un mestizo,
sas fuerzas de indio; durante un instante breví­ con las palabras de otro peruano: «Así se dice prendiendo yo mi memoria por estos descuidos, que se llamaba este nombre a boca llena y se
simo Garcilaso descubre el orgullo de su civi­ en el Perú, me excuso». El conocimiento del me responde ¿que por qué la riño de lo que honraba con él. Pero esto no es tan claro. Cuan­
lización. Los españoles pueden imaginarse que quechua es fundamental para su autoridad de yo mismo tengo la culpa? Que advierta yo que do Garcilaso se refiere a sí mismo como mesti­
han aprendido el idioma de los Incas pero se historiador de la cultura peruana. ha cuarenta y dos años que no hablo ni leo zo, caso excepcional, dice algo más: «A los
equivocan, como aquel dominico que fue du­ Pero solamente ahora viene lo más sorpren­ aquella lengua. Válgame este descargo para el hijos de español y de india, o de indio y de es­
rante cuatro años catedrático de quechua y no dente. Garcilaso construye esta argumentación que quisiera culparme de haber olvidado mi pañola, nos llaman mestizos por decir que so­
conocía las distintas pronunciaciones del nom­ tan sutil en los Comentarios Reales pero él mis­ lenguaje» (VIII, 18). O, aún más explícitamente: mos mezclados de ambas naciones; fue im­
bre «pacha». «¿Habiendo sido maestro en la mo se ha encargado de desbaratarla. Ya en «...el nombre que los indios les dan se me ha puesto por los primeros españoles que tuvieron
lengua ignora esto?» (II, 5) le dijo Garcilaso, La Florida (II, 1, 6) había confesado que olvi­ ido de la memoria, aunque fatigándola yo en es­ hijos de Indias; y por ser nombre impuesto
palabras que en su impecable cortesía suenan daba el quechua: te paso muchas veces y muchos días, repren­ por nuestros padres y por su significación, me
como una explosión. En fin, si ya «se ve larga­ diéndola por la mala guarda que ha hecho y lo llamo yo a boca llena y me honro con él.
mente cuanto ignoran los españoles los se­ Porque, con el poco o ningún uso que entre
hace de muchos vocablos de nuestro lenguaje, Aunque en Indias si a uno de ellos le dicen
cretos de aquella lengua» (II, 15) por las razo­ los indios había tenido de la lengua castella­
me ofreció por disculparse este nombre cacham sois un mestizo o es un mestizo, lo toman por
nes que se han dicho, lo extraordinario es que, na, se le había olvidado hasta el pronunciar
por pepino; no sé si me engaña...» (VIII, *11). menosprecio» (C. R. IX, 31). Como vemos Gar­
para cuidarse las espaldas, para que no se in­ el nombre de la propia tierra, como yo po­
«No sé si me engaña...» Este acto de modes­ cilaso declara honrarse con el nombre de mes-
voque contra su opinión el testimonio de otro dré decir también de mí mismo que por no
56 57

tizo pero añade que éste ha sido impuesto por bra en el sentido de ignorancia del idioma, cas, la versión heroica, justa y feliz del Impe­ cias es porque es nuestro, si ante nosotros se
los españoles, que él lo acepta por su signifi­ aunque quizás con una punta de ironía. Pero, rio. afirmará que, a pesar de su derrota, el Perú presenta sin defensas es porque no las nece­
cación aunque también por respeto filial y que más claramente: «Los españoles, com o extran­ fue también una civilización. Si nos pide per­ sita.
en las Indias puede ser insultante. La declara­ jeros, no han hecho caso de semejantes gran­ dón a los peruanos por sus olvidos e ignoran­
ción queda inmediatamente matizada y no creo dezas, ni para sustentarlas, ni para estimar­
que pueda llegarse a una conclusión sólo a par­ las, ni aun para haber hecho mención de ellas
tir de ella. Lo innegable es que Garcilaso se en sus historias; parece que a sabiendas o con
llamaba a sí mismo no mestizo sino indio. Con sobra de descuido, que es lo más cierto, han
el mismo derecho pudo recordar la otra mitad permitido que se pierdan todas» (V , 24). Está
de su sangre y llamarse español. No lo hizo ni hablando de la conquista, de la época tumul­
una sola vez. En cambio no es raro que al pen­ tuosa de las guerras civiles que él recordaba
sar en los incas se identifique con ellos. En bien; el paso a la colonia, es decir a la explota­
los diálogos de infancia el niño Garcilaso pre­ ción ordenada y sin heroísmo, a la postergación
gunta a sus parientes: «¿Quién fue el primero sistemática y sin esperanza de los indios, no
de nuestros In cas?... ¿Qué origen tuvieron nues- hará sino ahondar su desánimo. Cuando men­
ras hazañas?» (I, 15). Cuando se refiere a la ciona al virrey Toledo, una de las figuras más
conquista no hay una identificación semejante características del nuevo régimen, es sin ningu­
con los compañeros de su padre: «Yo nací ocho na simpatía y casi burlándose de él (V II, 17).
años después que los españoles ganaron mi tie­ Todo esto es síntoma de algo más profundo.
rra» (I, 18). Garcilaso siente, aunque nunca se lo haya ex­
Naturalmente acudiremos a la Historia Gene­ plicado, la condición colonial. La advierte en

CeDInCI
ral para precisar la visión que tiene Garcilaso
de la conquista. Pero ya en los Comentarios
Reales hay varias referencias al encuentro de
su país, en la destrucción y el desconocimiento
de la grandeza incaica, en la explotación ins­
taurada con el virrey Toledo y en su propia vi­
da. Ha tenido muchas oportunidades que ya no
CeDInCI
las dos culturas. Garcilaso justifica la con­
quista porque con ella se ganó el Perú para la tendrán los peruanos durante siglos, sobre todo
religión cristiana, tesis oficial que estaba prác­ la posibilidad de entrar en contacto directo con
ticamente obligado a defender, si bien no hay la cultura europea, pero es un hombre colo­
porque dudar de su sinceridad. Esboza tam­ nial, es decir en situación de inferioridad fren­
bién algunas débiles críticas. Ya en las conti­ te a los colonialistas. Está convencido de que
nuas acusaciones de desconocimiento del que­ la sangre que le ha transmitido su madre es
chua que hace a los españoles hay una críti­ ilustre pero esa herencia no cuenta, Garcilaso
ca implícita: los conquistadores no han po­ desciende de reyes pero de reyes muertos de
dido —tal vez no han querido— comprender un reino que ya no existe, aunque lo hará sur­
Ja civilización que tenían ante los ojos y que gir otra vez en su imaginación poderosa y tier­
en gran medida destruyeron. Garcilaso defien­ na. Tal vez soñó un momento con insertarse en
de las conquistas que hicieron los Incas aducien­ la sociedad española pero fracasó siempre y no
do el estado de barbarie de los pueblos vecinos, por culpa suya: en sus pretensiones de corte,
en lo cual recoge la única versión de que dis­ en la carrera militar, en ese nombramiento de
ponía, versión interesada e injusta para las representante de la ciudad de Montilla que el
culturas preincaicas. En cambio su obra hará señor de la región no confirmó. Tenía concien­
imposible valerse de las mismas razones en fa­ cia de su propio valor pero no era sino un
vor de la conquista española, pues la escribe indio, pertenecía a un pueblo conquistado: asu­
para enaltecer la cultura del Imperio. Los es­ mió su condición, fue un indio y lo repitió cien
pañoles estaban destinados a vencer por su su­ veces en sus libros, orgullosamente se llamó el
perioridad militar y técnica y, argumento espi­ Inca, Garcilaso descubre lo peruano y en ese
ritual, por su calidad de portadores del cristia­ momento lo peruano es lo colonial. Construye
nismo. Pero los Incas no eran bárbaros. Más sus defensas, no compite abiertamente con los
aún, los bárbaros, los ciegos en relación con la españoles, les reconoce todas las superioridades
cultura del Perú, pueden ser los españoles. salvo la única que realmente le importa, el co­
Cuando Garcilaso dice que los no naturales del nocimiento del Perú. N o quiere otra libertad
Cuzco son «bárbaros en la lengua como los que la del escritor: recobrará su infancia en
castellanos» (V, 21) usa seguramente la pala­ la creación, inventará el gran mito de los In-
Juan Bosch 59
El caso de los Panteras Negras,
una lección de S ociología P o lítica

En su libro S eize the Tim e, B o b b y Seale, pre­ esa capa social podían ser útiles a la revolución no organiza el lum pen p ro letariad o... la es­
si se les d irigía adecuadam ente. que designó a B o b b y Seale p residente y se de­
sidente del p artid o de los Panteras N egras, hace tru ctu ra del p od er organizará esos tip o s con­ signó a sí m ism o M inistro de D efensa, «Vam os
la h isto ria de esa organización y al m ism o tiem ­ tra uno». Y a fin de que no haya lu gar para a ten er clases de educación p olítica los m iérco­
p o esboza la de su fun dador e ideólogo, Huey la con fu sión , el presidente de los Panteras les en la noche, pero antes de que reciban
P. N ew ton.* Aunque se tra ta de una h isto ria y E l lum pen proletariado negro
N egras exp lica que el lum pen p ro le tariad o es­ educación p olítica tienen que (estu diar) duran­
u n esb ozo bio gráfico m uy vagos, en los que a de los Estados Unidos
tá com p u esto p or chulos, p o r gente agresiva, te una hora el u so y la seguridad de las arm as,
m enudo se da la hora y el día de la sem ana de que no tra b a ja ; los degradados, los ladrones, y, y en las reuniones de los sábados aprenderán
u n hecho sin p re cisa r en qué día de qué mes En un país com o la R epública D om inicana, el
lum pen p ro letariad o proviene de la b a ja peque­ en fin, los que no tienen con cien cia p olítica durante una ho ra el u so y la segu rid ad de las
y de qué año sucedió este hecho, a lo largo del (w ho’s not politically conscious). arm as». Un ex soldado que aco stu m b rab a em ­
lib ro de B obb y Seale puede verse con claridad ña burguesía, en sus e stratos p obre y m uy po­
bre. ¿S uced e lo m ism o en la sociedad negra En la págin a 34 el a u to r dice que él y H uey bo rracharse, y a quien N ew ton le d ijo que no
que los Pan teras N egras eran, o son, el partido P. N ew ton tenían el libro de Fanón subrayado, podía ir bebido a la oficin a del p artid o, resul­
del lum pen p ro le tariad o de los gh ettos negros norteam ericana? Si se lee cuid adosam en te el
libro de B o b b y Seale, parece que sí. E l propio y explica: «Desearía tener ahora los libros con tó «el m e jo r hom bre para enseñarles a los her­
n orteam ericanos; p ero ni siquiera es necesa­ las págin as subrayadas: todo lo que Fanón di­ m anos a desarm ar un rifle M-l y a tir a r con
rio sa c a r esa conclusión de la lectu ra de S eize B obb y Seale trab aja b a en uno de los p rogra­
m as con tra la pobreza que sostien e el gobier­ jo sobre la violencia y la espontan eidad de la él»; y los Panteras N egras com enzaron a reu­
th e Tim e, p u esto que su a u to r lo dice de m a­ violencia, cóm o la violencia educa a aquellos n ir arm as (págin as 77-9). P o r ú ltim o, H uey P.
nera fran ca en la p rim era p ágin a del prólogo; no. E n ningún m om ento recibe el le cto r de
S eize the T im e la im presión de qu e uno de los que están en posición ... de g u ia r al pueblo en N ew ton m ezcló la enseñanza del uso de las
y he aq u í cóm o lo dice: lo que debe h acerse... M alcom X h abló sobre o r­ arm as con lo que dijeron Fanón, y M alcom X
«Marx y Lenin p robablem en te se rem overían en a filia d o s al p a rtid o es ob rero o h ijo de
ganización y (la m anera de) h acer las cosas». y M ao Tse-tung. «Huey in tegró todos esos prin­
su s tum bas si pudieran v e r al lum pen p roleta­ obrero, y ni siquiera de o b rero parado. En el
Seale cuen ta cóm o nació el p ro gram a del par­ cipios»; y donde el Libro R o jo de M ao decía
riad o afro am erican o com poniendo la ideología caso de los negros, el índice de desem pleo en
los E stados U nidos es el m ás alto; pasa de 10 tido; allá «entre el 1 y el 15 de octu bre, en el «el pueblo chin o del Partido C om un ista, Huey
del P artid o P an tera N egra. M arx y Lenin de­

CeDInCI CeDInCI
p o r cien to cuando el prom edio general, inclu­ cen tro de la pobreza en el norte de O akland, decía: C am bien eso (y pongan) P artid o Pante­
cía n que e l lum pen p ro letariad o no haría na­ H uey y yo com enzam os a e scrib ir un plan de ra N egra. D onde dice p u eblo chino pongan pue­
da p o r la revolución. Pero hoy, en una socie­ yen d o a los blancos, es de 6; de m anera que
debe h ab er un n úm ero im p ortan te de jóven es trab ajo y el p rogram a del P artid o P an tera N e­ blo negro»; p orque «dónde él (H uey P. N ew­
dad m odern a y altam en te tecn ificada, con su gra. H uey m ism o lo a rticu lab a p alab ra p o r pa­ ton) veía un prin cip io p a rticu la r dicho en tér­
CIA , su F B I, su vigilan cia electrón ica y sus po­ en edad de hacerse m iem bros de los Panteras
N egras que son hijos de ob rero s desem plea­ labra. T od o lo que yo hice fueron (algunas) m inos chin os él quería cam b iarlo p ara a p licar­
licías arm ados y equipados p ara m a ta r m ás de sugestiones». Luego, M elvin N ew ton, el herm a­ lo a n osotros. A p a rtir de ahí p asam os a usar
lo n ecesario (overkilV), aquí estam os los ne­ dos; sin em bargo, esos jóven es no aparecen en­
tre los que describ e B obb y Seale com o a filia­ no de H uey, le hizo las n ecesarias correccio­ el Libro R o jo, ...h ab láb am os de él y H uey nos
gro s am erican os reclam ando nuestros derechos nes gram aticales. «Lo reunim os (tod o) y co ­ tenía p ractican d o sus principios» (págin a 82).
con stitu cio n ales, y reclam ando que se sa tisfa ­ dos a su partido.
De una m an era exp lícita, B obb y Seale dice (pá­ gim os el papel que necesitábam os de la o fici­ A lo largo de todo el libro salta a la v ista que
gan n uestro s deseos básico s y n uestras necesi­ na de la pobreza, tarde en la noche»; esto es, los Pan teras N egras eran lum pen p roletarios;
dades, con virtiénd on os, p or esa razón, en la gina 64), que H uey P. N ew ton, el líd e r de la
organización , qu ería reu nir en él «herm anos de se hicieron de papel en el lu g a r donde tra b a ja ­ p e r o adem ás B o b b y Seale lo reafirm a. P o r ejem ­
v an gu ard ia de una revolución, co n tra todos los ban; y a sí fue com o «el P artid o fue o ficial­ plo en la págin a 179, al h ablar del periód ico
p ro p ósito s de d e ja m o s a fu era (de ella)». la cárcel preven tiva, herm anos que habían es­
tado p or ahí robando bancos, herm an os que m ente establecido el 15 de octu b re de 1966, en que ed itó el p artid o, exp lica que «Es un órga­
Así, pues, los Panteras N egras eran, o son, el la oficin a de un p rogram a con tra la pobreza, no que producen los herm anos y las herm anas
p a rtid o del lum pen p ro letariad o negro de los habían e stad o chuleando, herm anos que habían
estad o ven dien do drogas... herm an os que ha­ en la com u n idad negra de O akland, C aliforn ia. lum pen proletarios»; y dice que «E ldridge Clea-
E sta d o s Unidos; o p o r lo m enos el m ás con o­ Reunim os a mi m u jer y a L a Verne, am an te de v er es el d irec to r..., p ero la calid ad y el desa­
cido de los partid os del lum pen p ro letariad o de bían e stad o peleando con los p olicías (pigs, cer­
dos, en e l len gu aje de los P an teras Negras)». Huey, y ellas lo m ecan ografiaron en sten cils en rro llo de ese periód ico ha venido de herm anos
ese país. Y consciente de eso, su presidente la oficin a del program a con tra la pobreza. E n que p reviam en te estuvieron en p rision es, her­
B o b b y S eale com ienza su h isto ria de los Pan­ E l p rim ero de los ideólogos de H uey P. New­
la n oche siguien te... sacam os unas m il copias...» m anos que antes estuvieron en la cárcel preven­
teras N egras enm endándoles la plana a M arx y ton, y en con secuencia del p artid o, fu e Franz
Fanón, el revolu cio n ario m artiniqueñ o que des­ (páginas 59-62). Y o tro día «Bobby H utton dijo: tiva, lum pen proletarios afro am erican os de ca­
a Lenin, y afirm an do, al hacerlo, que su p a r­ Y o so v un m iem bro del P artido Pan tera Negra. da día que vinieron a qu ed ar p olíticam en te or­
tid o se ha con vertid o en la van gu ardia de una pués de su p articip ación en el m ovim ien to de
Y Huey d ijo: E res el p rim er m iem b ro ... Reu ganizados y p olíticam en te conscientes».
revolución, a p esar de que M arx y Lenin dije­ A rgelia h abía escrito Los D esgraciados de la
Tierra, un libro en el cual vertía sus recuer­ nim os n uestro s cheques (que recibíam os) del
ron que el lum pen p ro letariad o no podia d iri­ p rogram a con tra la pobreza, B o b b y H utton,
g ir una revolución, si bien M arx y Mao-Tse- dos de esa lucha feroz. Fanón m erece m ucha
estim ación com o revolu cionario, pero a nadie H uey y yo. Pusim os ju n to todo n uestro dine­ ¿Puede form ar el lum pen proletariado
tu n g con sid eraron que algunos m iem b ros de ro y pagam os el p rim er a lq u iler de nuestra una vanguardia revolucionaria?
se le ha ocu rrid o pensar que lo que él d ijo tie­
ne la catego ría de lo que dijeron M arx y Lenin p rim era oficina. A lquilam os esa p rim era ofici­
* La edición que he utilizado p ara este tra b a jo en na en 150 dólares p or mes en la (calle) C incuen­ ¿E ra posible, y es posible orga n izar al lumpen
la prim era de Vintage Books, colección que pu­ Y según cu en ta B obb y Seale (págin a 30), «Huey
ta y seis esquin a a G rove, en Oakland». p ro letariad o hasta con vertirlo en la van gu ar­
blica en New York Random H ouse, Inc. Esa edi­ entendió el sign ificad o de lo que e stab a dicien­
ción fue im presa en septiem bre de 1970, sobre o ri­ E sa prim era oficina quedó a b ierta el día de Año dia revolu cio n aria de un país, o en el caso con­
do Fanón acerca de (que había que) organi­
ginales escrito s por su a u to r en la cárcel del con­ N uevo de 1967, y tenía un le tre ro en la ventana creto de los E stad o s Unidos, de una p arte del
dado de San F rancisco, donde se halla cum pliendo za r antes que nada al lum pen p ro letariad o, p or­
con estas palabras: Partido Pantera N egra p a­ pueblo, esto es, de los negros?
condena desde el año 1969. que Fanón ap un taba exp lícitam en te que si uno
ra la A utodefensa. Allí, de acu erd o con Huey, Al elab o rar la d octrin a del so cialism o cientíñ-
60 61

una conciencia de clase; en ú ltim a in sta n c ia lu ­ d isp e n sa b le s) p a r a e s ta r e n el p a rtid o ...» .


co. M arx y E ngels se d ieron c u en ta, n a tu ra l­ d eb id o a q u e los m edios de p ro d u c ció n de que chará p o r su a scen so p e rso n al, no p o r el de Pues bien, eso es un lu m p en p ro le ta rio en un
m en te, de q u e el lum pen p ro le ta ria d o q u e d ab a d isp o n en esas dos cap as de la b a ja peq u eñ a una clase, y n o puede lu c h a r p o r u n a clase p o r­ g h e tto neg ro d e u n p aís a lta m e n te d e sa rro lla ­
f u e ra .d e las relaciones de p roducción; e ra una b u rg u e sía son ta n lim ita d o s en cad a caso que
p o rció n de la sociedad que no to m a b a p a rte en que no es m ie m b ro de n in g u n a clase, a u n q u e do com o son los E sta d o s U nidos. Pues sucede
no p ro p o rc io n a n m ed io s de vida p a ra to d a s las a veces su re se n tim ie n to social p re se n te la a p a ­
el p ro c eso p ro d u ctiv o , que no o c u p a b a lu g ar fam ilias de esas capas, y en térm in o s generales, q u e a u n q u e a m b o s sean lum p en p ro le ta rio s, no
alg u n o en el se c to r c a p ita lis ta y no lo ocu p ab a riencia d e u n a conciencia de clase. a c tú a e x ac ta m e n te igual el de la R ep ú b lica Do­
no los p ro p o rc io n a n en c a n tid a d su fic ie n te p a ra Com o en ú ltim a in stan c ia la lu ch a d el lu m ­
en el s e c to r o b re ro ; y p re cisa m e n te, del hecho todos los m ie m b ro s de cada fam ilia. Así, u n pe­ m in ican a q u e el de O akland, C alifornia, E sta d o s
de no te n e r u n a posición d e te rm in a d a en las re ­ pen p ro le ta rio e stá im p u lsa d a p o r su necesidad Unidos. El d e un p aís po b re com o la R epública
q ueño p ro p ie ta rio cam p esin o que tien e seis o de a sc e n d e r p e rso n alm en te , si halla que n o p u e ­
laciones de pro d u cció n p a rtía su n a tu ra le z a de siete h ijo s no p ro d u c e p a ra m a n te n e rlo s a to­ D om inicana tiene los m ism o s im p u lso s, y la
d eshecho social y la d iv ersid a d de in te reses y de lo g ra r el a sc en so a trav é s de la lu ch a re ­ m ism a necesid ad de a sc e n d e r so cialm en te, pe­
dos; p a ra d a rle s com ida, sa lu d y educació n a volucionaria se p a sa rá con a rm a s y b a g a je s al
de fines de los que fo rm an el lum p en prole­ todos, de d o n d e viene a su c e d e r q u e dos, tre s ro no tiene los m ism o s vicios que uno de N or­
ta ria d o . E n cam bio, de la p osición q u e ocupan enem igo si é ste le ofrece ese asc en so o algún team érica; p rim e ro , p o rq u e no e s tá to ta lm e n te
o m ás d e esos h ijo s a b a n d o n a n el cam p o y se tipo de seg u rid ad . De ahí que la p olicía n o rte ­
en las relacio n es de pro d u cció n p a rte , n ecesa­ tra s la d a n a los c e n tro s u rb a n o s, y ahí p a sa n a a lie n ad o y n o es víctim a de la d isc rim in ac ió n
am ericana c onsiguiera, com o lo consiguió, que racial, p o r lo m enos en igual g ra d o q u e el lum ­
riam en te , la id en tid ad de clase de los tr a b a ja ­ in te g ra r el n ú m e ro de los lla m ad o s m arg in a ­
d o res y c o n se cu e n te m en te la u n id ad de in te re ­ cientos d e m ilita n te s de los P a n te ra s N egras pen p ro le ta rio negro n o rtea m e rica n o ; y segun­
dos, de los c u ales algunos p a s a rá n a se r lu m ­ se p a s a ra n a su s filas y se d e d ic a ra n a com ba­
ses y de fin es de los que fo rm an e s ta clase. pen p ro le ta rio s. A hora bien, esos lu m p e n p ro ­ do, p o rq u e sus m edios no le p e rm iten h acerse
S o b re esa id en tid ad de clase y so b re esa u n i­ tir a su s a n tig u o s com p añ ero s. E se p a so de de 30 a 50 d ó lare s d iario s p a ra fu m a r m a rih u a ­
leta rio s, cuyo o rigen e stá en la b a ja p equeña cientos de m ie m b ro s de la «van g u ard ia de una
d a d de in te re se s y de fines de los tra b a ja d o re s b u rg u esía c am p esin a pobre, co m o puede es­ na, aun si se d e d ic ara , com o lo hace el ja cka ­
revolución» a ag en tes del enem igo o c u rrió des­ nape de C hicago, a « p a rtic ip a r en a sa lto s m ien ­
p o d ía p la n e a rse un tr a b a jo se rio p a r a in tro ­ ta rlo en la b a ja peq u eñ a b u rg u e sía de las ciu­ pués que la policía liq u id ó a v a rio s líd e res del tra s m ilita en el p a rtid o de las P a n te ra s Ne­
d u c ir en su s ideas los p rin cip io s rev o lu cio n a­ dades, e sp e cialm en te e n los niveles p o b re y partid o , e n los ú ltim o s m eses del a ñ o 1969 y los gras».

CeDInCI CeDInCI
rio s so cialistas, que no e ra n ni po d ían se r el m uy pobre, n o se in te g ra n y no p u e d en in te ­ p rim ero s de 1970. E n tre los m u e rto s so b re sa ­
p ro d u c to n a tu ra l de la clase, d ad o que los tr a ­ g ra rse en u n a cap a social p o rq u e su co ndición Al d a rse de b ru c es con la m u ra lla de la re a ­
lieron F re d H a m p to n , que te n ía 22 añ o s y era lidad, los P a n te ra s N egras se h icie ro n carg o
b a ja d o re s no tenían la c u ltu ra in d isp en sab le de d esp lazad o s o m arg in ad o s los d e ja fu e ra del p re sid en te del P a rtid o en el E sta d o de Illinois,
p a ra c re a rlo s ni d isp o n ían de facilid ad es para o rd e n im p u e sto p o r las re lacio n es de p ro d u c ­ de q u e h a b ía n frac a sa d o en su a sp ira c ió n de
a quien la p olicía m a tó en su c a sa d e C hicago se r «la v a n g u ard ia de u n a revolución», y a sí lo
e la b o rarlo s; y e ra n a tu ra l que los tra b a ja d o re s ción, y en co nsecuencia cada u n o tir a r á p a ra al c o m e n za r el m es de d icie m b re d e 1969. F re d
se a d h irie ra n a esos p rin cip io s p o rq u e tales donde lo lla m e su n e ce sid ad de vivir. dio a e n te n d e r el je fe e ideólogo del P a rtid o ,
H am pton se ha lla b a todavía d u rm ie n d o , pues H uey P. N ew ton, en las p rim e ra s d e clara c io n e s
p rin cip io s co nducían a su lib e rac ió n en tan to ¿Y h acia dónde llam a a los lum pen p ro le ta rio s el a ta q u e se p ro d u jo a las 5 de la m añ a n a, y a
clase; los llev arían de la posición de e x p lo ta ­ esa necesid ad de vivir? que hizo p a ra los p eriódicos d e sp u é s d e h a b e r
las 5 de la m a ñ a n a , en C hicago y en invierno, sido p u e sto en lib e rta d a m ed ia d o s de diciem ­
dos a la de a m o s del p o d e r político, económ ico Ni ellos m ism os io saben. N acen y crecen en es tan o sc u ro com o a m ed ia noche. E n c u an to
y social. un m ed io d o n d e no a d q u ie ren nin g ú n conoci­ b re de 1971. Las d eclaracio n es d e N ew ton a p a­
a o tro s líd e res, el fu n d a d o r del P a rtid o , H uey P. re ciero n en T h e M iam i H erald del 31 de en ero
M arx y E ngels llegaron a una conclusión se­ m ien to p a ra p ro d u c ir, de m a n e ra q u e te n d rá n N ew ton, h a b ía caíd o p reso al te r m in a r el m es
v e ram en te científica, pues, c u an d o e stab lec ie ­ q u e c o n v e rtirse en todólogos, com o dicen los de 1972. Se co p ian a seguidas los cin co p rim e ­
de o c tu b re de 1967, y el p ro p io B obby Seale, ro s p á rra fo s de e sas d e clara c io n e s p o rq u e en
ron que la revolución so c ialista se ría hecha venezolanos p a ra d e sc rib ir a los q u e se h a ­ a u to r de S ize th e T im e, e stá ' to d av ía en la
p o r la clase o b re ra ; y L enin a c tu ó c ie n tífica ­ llan d isp u e sto s a d e se m p e ñ a r c u a lq u ie r tipo ellos se re su m e la situ ac ió n a c tu a l del P a rtid o :
cárcel. O akland, C alifornia. El P a rtid o de los P a n te ­
m ente tam b ién cuan d o o rganizó al P a rtid o B ol­ de tra b a jo , y al final la m ay o ría b u sc a rá segu­
chevique com o un p a rtid o de o b re ro s que p a­ rid ad en u n em pleo de p olicía o so ld ad o o es­ ras N egras a b a n d o n ó las a rm a s y e s tá tra b a ­
sa ro n a se r la v a n g u ard ia p o lítica de su clase, pión, ese d esh ech o social ai q u e el p u e b lo do­ ja n d o en el c o n te x to del siste m a . Así lo a n u n ­
Al final, el fracaso ció el sá b a d o su c o fu n d a d o r H u ey P. N ew ton».
e sto es, de to d o s los tra b a ja d o re s de su país. m in ic an o lla m a calié; o se d e d ic a rá n a revo­
¿H u b iera pod id o h acerse eso con los lum pen lu cio n ario s de oficio p o rq u e n e c e sita n tra n s fo r­ E n u n a e n tre v is ta exclusiva de d o s h o ra s en
De b u e n as a p rim e ra s, B obby S eale d ed ica to d o su a p a rta m ie n to de 8 650. m en su ales e n un ra s­
p ro le ta rio s ru so s com o p ro ced iero n a hacerlo m a r el m edio social, p e ro en la ta re a revolu­ un c ap ítu lo de su lib ro a los P a n te ra s N egras
los fu n d a d o re s de las P a n te ra s N egras en el c io n a ria a c tu a rá n com o individuos, n o com o cacielos d e O ak lan d , el a n tig u o m in istro de de­
traid o res, a g en tes p ro v o c ad o re s y renegados, fensa d e 29 añ o s d ijo que el P a rtid o a ú n consi­
caso de los negros n o rte a m e ric a n o s? m ie m b ro s d e u n a clase, p o rq u e n o fo rm a n ni y dice que «mil de ellos tu v ie ro n q u e s e r expul­
C laro que no, y p o r una razón m uy sim ple: P or­ pued en f o r m a r u n a clase. Y sucede q u e en la d e ra b a la «revolución» com o u n hech o inevita­
sados del p a rtid o » (p á g in a s 389-90). Al t r a t a r de b le en los E sta d o s U nidos y q u e po d ía se r de
q u e deb id o a que el lu m p en p ro le ta ria d o no m edida en q u e a c tú e n com o individuos e sta rá n da rle se n tid o a u n a p a la b ra del a rg o t de los
a c tu a n d o p a r a sa lir in d iv id u a lm e n te de su si­ c a r á c te r violento.
ocupa n in g ú n lu g ar d e te rm in a d o en las re la ­ P a n tera s N egras, la p a la b ra ja ck a n a p e dice:
ciones de p roducción, no es u n a clase. Es m ás, tu ac ió n de m iseria e in c e rtid u m b re , lo que en P ero al p re se n te , dijo, las P a n te ra s «organiza­
«Un necio que e stá a lie n ad o p o r la fu m a d e ra de rá n la c o m unidad», p iq u ete an d o los co m e rcia n ­
no llega a se r ni siq u iera una capa. E n la Re­ fin de c u e n ta s es u n im p u lso típ ic am en te pe­ m a rih u a n a m ie n tra s vende el p e rió d ico La Pan­ tes p a r a fo rza rlo s a c o n trib u ir con d in e ro o
p ública D om inicana el lu m p en p ro le ta ria d o , al q u eñ o b u rgués, y gente con esos im p u lso s no tera N egra o p a rtic ip a en a sa lto s m ie n tra s m i­
que el pu eb lo llam a lig u e ra je o tígueres, p roce­ m erc an c ías, y h a rá n un nuevo re g is tro n a cio ­
puede c o n v e rtirse en v a n g u ard ia de u n a revo­ lita en el p a rtid o de las P a n te ra s N egras. A él nal p a ra v o ta n te s que se e x te n d e rá h a sta los
de de las dos c ap a s in ferio res de la b a ja pe­ lución; gen te así puede o b e d ec er cieg am en te a no se le ve com o a u n p e rv e rso o com o a un m ás a p a rta d o s rin co n es del S ur.
q u e ñ a b u rg u e sía, de la cap a p o b re y de la m uy un jefe, com o lo hace c u an d o se e n ro la policía, tra id o r del p a rtid o . Se le ve com o a u n o que
pobre, p e ro se d e sp ren d e de su cap a de origen A nunció q u e los P a n tera s re ch a za ro n la filoso­
soldado, esp ió n o calié, p e ro nunca o b ed ecerá a no tiene la discip lin a n ece sa ria o los sesos (in ­ fía de «levantar-el-arm a-ahora» q u e la facción
62 Masud R. Khan
Pornogra fía: P olítica
de subversió n y rabia

rival de Eldridge Cleaver mantiene y al cual Cleaver era m inistro de información del Parti­
do cuando Newton fue sentenciado a prisión Traducción y
Newton llam ó «delincuente, traidor y renega­ Pornografía: escritos o pinturas obscenos di­
do». En su primera entrevista desde que ca­ en 1968 por la muerte de un policía, viajó a Presentación de Max Hernández rigidos a provocar excitación sexual (The Pen-
yeron los cargos que pesaban sobre él en 1967 Argelia y en meses recientes Cleaver ha acusa­ guin English Dictionary).
por la muerte de un policía, Newton d ijo que do a Newton y a David Hilliard, Jefe de Perso­ Masud R. Khan es Bibliotecario del Instituto
la inscripción de votantes había comenzado en nal del Partido, de desbaratar las Panteras y de Psicoanálisis de Londres, Editor de la Inter­ Acepto esta definición como apropiada y he de
dice que Cleaver regresará a los Estados Uni­ national Psychoanalytical Library, Director de intentar explorar la naturaleza de la «provoca­
Oakland y la vecindad de Berkeley y que se
extenderá a las áreas de Atlanta, Carolina del dos para iniciar una guerra de guerrillas. Freud Copyright y Co-Director extranjero de la ción» y la cualidad de la «excitación sexual»
En los Estados Unidos o en la República Do­ Nouvelle Revue de Psychanalyse . Su pensamien­ engendradas por la literatura y la imaginería
Norte, New York y Chicago. pornográfica s. Para poder ilustrar lo que in­
«No me siento optimista acerca de los resulta­ minicana, el lumpen proletariado no puede ser to se inscribe en la tradición psicoanalitica bri­
organizado en vanguardia de una revolución, tánica, esa tradición a la que tanto han contri­ tento decir ofrezco dos ejemplos de escritos
dos que podamos obtener a través del proce­
aunque muchos de ellos pueden tom ar parte en buido emigrados y refugiados centroeuropeos, pornográfico s, tomados al azar.
so electoral, pero creo que en algunas áreas
obtendremos algunos beneficios, y en aquellas una revolución y pueden llegar a destacarse en galeses y escoceses y a la que Londres ha pro­ «Sí, encantador— ». Su voz llegó hasta él
áreas donde no podamos obtenerlos mostrare­ ella. Su condición de clase, o dicho de manera visto el ámbito de apertura y tolerancia que hi­ casi en un grito cuando algo como un vaho
mos lo que la política electoral pueda dar­ más propia, el hecho de no pertenecer a una zo posible el diálogo entre el crítico empirismo caliente giraba y empezaba a envolverlo. «Sí,
nos.» Newton acusó a Cleaver de tratar de ale­ clase debido a que no tiene un lugar dado en nativo y la tendencia racionalista e intelectua- SI, ENCANTADO R» dijo ella. Su brazo se
ja r el Partido de su «visión original» aprove­ las relaciones de producción, le impide inte­ lista del psicoanálisis. El curso de la Sociedad deslizaba y penetraba casi hasta el codo. El
chando la ausencia de Newton m ientras estu­ grarse en una vanguardia revolucionar ia. Psicoanalitica Británica con sus grupos, arti­ sudaba como un bruto. Casi fuera de sí em­
vo en ju icio o en prisión. culados más en estilos que en parroquias, ha pezó a golpear. E l golpeaba y golpeaba, ella
determinado la coexistencia — pacifica mas no se retorcía bajo el golpe que semejaba al
silente— del pensamiento ortodoxo, de la es­ de una bomba. El golpeó más y más rápido

CeDInCI CeDInCI
cuela kleiniana, y de los analistas independien­
tes, cuya posición fue resultante tanto de un
curso propio cuanto de la necesidad de arti­
cular posiciones, respuestas y dudas frente a la
sintiendo que lo más profundo de ella en­
contraba su puño amante cada vez que él
lo hacía avanzar hacia adentro. El golpea­
ba y golpeaba, ella empezó a gritar, él esta­
evolución, polarizada en algún momento, de los ba en un sueño salvaje, el sudor corriendo
otrcs grupos. a mares por su cuerpo, ella no podía estar
Khan es una figura importante del grupo inde­ más empapada. El se hundió aún más y gol­
pendiente. Winnicott, A. Freud y M. Klein, re­ peó hasta el codo. (F. Pollini: Pretty maids
presentantes eximios de los tres grupos, fue­ all in a raw).
ron sus maestros. Además de aprender de los
libros que tanto ama, ha aprendido también Un hombre a quien nunca habíamos visto,
de sus pacientes y de sus discípulos. Cuando dijo aquella amable puta, vino a la oasa y
enseña habla, como él suele decir, dejando ha­ propuso una ceremonia desusada: quería
blar al campesino de Punjab que se maravi­ que lo atasen a una escalera. Nosotras ama­
lla de todo lo que debe maravillar y al señor rramos sus muslos y su cintura al tercer tra­
feudal que cuida, busca el orden y vive su mo­ vesano y, levantando sus brazos por encima
dernidad chapado a la antigua. de su cabeza, atamos sus muñecas al escalón
Khan ha escrito varios artículos sobre las per­ más alto. Estaba desnudo. Una vez que estu­
versiones continuando la tradición de Freud, vo firmemente amarrado fue expuesto a la
Abraham, Glover, Lacan y Greenacre. E l aná­ tunda más feroz, golpeado con el látigo has­
lisis de las formaciones perversas le ha permiti­ ta que los nudos de las puntas se deshicie­
do captar ciertas formas de alienación en las ron. Estaba desnudo, repito, y no hubo ne­
que el desgobierno de una subjetividad enten­ cesidad de ponerle un dedo encima, ni él
dida sólo como dato mental tiende al descono­ mismo se tocó, pero cuando terminó de re­
cimiento del otro, situaciones en que la vida cibir esta paliza salvaje, su instrumento
semeja una sórdida caricatura de la metapsi- monstruoso se elevó como un cohete, se me­
cologia freudiana. El presente artículo enfoca ció y péndulo entre los travesañas de la es­
la pornografía desde este punto de mira y se­ calera y al poco tiempo lanzó su chorro al
ñala una posición que no puede ser ignorada. medio del cuarto. Lo desatamos, pagó y se
marchó. (Sade: Les 120 Joumées de So­
MAX HERNANDE Z dome).
64 65

El m á s ligero e xam en de los e v en to s so m á ti­ a la p o rn o g ra fía m á s allá del d om inio de la é ti­ m itado de p a la b re ría o m n ip o te n te , in sin u ad a d e cir que la d ific u lta d crucial de la p o rn o g rafía
cos d e sc rito s revela, m ás allá de to d a d u d a , lo ca y la m o ral. Sólo p u e d e se r e v alu ad a e sté ti­ y m a n u fa c tu ra d a a m a n e ra de eventos so m á ­ resid e en la in ca p ac id ad p a ra la e n tre g a sensual.
im p o sib le d e su realizació n física p a r a u n a ca y psico ló g icam en te, n o ju d ic ia l ni é tic am en te . ticos con sus falsos clím ax y o rgasm os, c a ra a H e a q u í la fa scin a n te p a ra d o ja que se h alla en
m u je r y u n h o m b re. M eter un p u ñ o y u n b r a ­ Ya que la p o rn o g ra fía es exclu siv am en te un los cuales el có m p lice puede co m p la ce rse y ex­ la raíz de lo p o rn o g ráfic o : e n lo m an ifiesto se
zo d e n tro de los' g enitales p ro d u c iría u n a vio­ ju eg o m en ta l p e rv e rtid o q u e tien e poco o n a d a citarse. El genio, si cabe u sa r la p a la b ra , de la d edica con devoción m ilita n te a d e sc rib ir es­
len ta r u p tu r a y u n e n o rm e daño. N ad a de esto que h a c e r con las ex p erien cias sexuales o rd i­ porn o g rafía yace en el g ra n cuento. Se alinea tad o s de se n su a lid a d e x tá tic a y de a b an d o n o al
es to m a d o e n c u e n ta p o r el a u to r. P o r el con­ n a ria s, es n ece sa rio e x am in arla e sté tic a y psi­ con la in c a p a c id a d de u n individuo y u n a c u l­ p lac er o rg ástico . P ero todo lo que a ctu aliza
tra rio , la sen sació n re fe rid a es la d e u n é x ta ­ coló g icam en te de m ás cerca. R a ra m e n te la p o r­ tu ra p a ra a c tu a liz a r ex p erien cias a p a r tir de no es sino una p e ric ia o rg á stic a en la m an ip u ­
sis p lac en te ro . Ig u a lm en te , el p e rso n a je de Sa- n o g ra fía es lite ra tu ra . Con los d ebidos re sp e to s una in iciativ a p e rso n al —ta n to en la vida real, lación física del p ro p io yo c o rp o ra l v de los
de, luego de la paliza recib id a n o se sie n te de­ a A pollinaire, Je a n P a u lh an , G eoffrey G orer, cuanto en la lite r a tu r a . E s la venganza q u e el ó rg an o s c o rp o ra le s del otro. P o r ello la n a rra ­
b ilita d o o dolido, b rio sa m e n te se m a rc h a al te r ­ G eorges B a ta ille y R olan d B a rth e s n a d ie p u e ­ e sc rito r in c a p a c ita d o se to m a c o n tra la tr a d i­ tiva p o rn o g ráfic a e s tá in festa d a de u n a cie r­
m in a r. Y he c ita d o un eje m p lo q u e p a ra S ade de re c la m a r n in g u n a v irtu d p a ra el e stilo de ción lite ra ria en u n a c u ltu ra . Si son siglos los ta c u alid ad m an iá tica . Si uno lee los dos pa­
es m oderado. Pues, gentes h erid as, m u ch a ch a s Sade. Uno d e b e a d m itir que la écritu re d e S a­ que n ecesita una c u ltu ra p a ra a c tu a liz a r a tr a ­ sa je s c ita d o s no puede d e ja r de c a p ta r u n al­
m u tila d a s d u ra n te las o rg ías —con los dedos de es a b u rrid a , o p re siv am en te re p e titiv a y c a ­ vés d e uno de su s m ie m b ro s las C onfesiones de go p a rec id o a un a ta q u e apoplético.
c o rta d o s, etc.— a p are ce n , de ru tin a , e n la écri­ re n te de invención —los m ism os eventos so­ un R ousseau y los C uatro C uartetos de un E liot; La siguiente p re g u n ta es ¿cuál es la n a tu r a ­
tu re * de Sade. No im p o rta que es lo que se le m ático s tra m a d o s en el m ism o esp acio claus- basta con una adicció n d e se sp era d a a la aflic- leza del a fec to q u e e sto s eventos so m á tic o s
haga al c u e rp o h u m a n o pues nunca se rá verda- tro fó b ic o con in sisten c ia in fatig ab lem e n te obse­ W illiam B u rro u g h s. tr a ta n de a ctu a liz a r, e x te rio riz a r y d istrib u ir
dei a m e n te d a ñ ad o o in ca p ac ita d o . C ada p e rso ­ siva. H ay tam b ién p o c a im aginación o inven­ El pecado c ap ita l de la p o rn o g ra fía —y p u esto (u n o no puede d e c ir c o m p a rtir)? Mi re sp u esta
n a je p e rm a n e c e d esp u és del a co n tec im ie n to ción o c a ra c te riz a c ió n en la p o rn o g ra fía y, de que la p o rn o g ra fía se h a vuelto sa g ra d a uno de­ es: rabia. El único re al logro de la p o rn o g rafía
igual a com o e stu v o a n te s de él. E l d o lo r n o im ­ nuevo, S a d e es el e je m p lo típico. Y n o h a y be u s a r el con cep to — es que no es lite ra tu ­ es que tra n s m u ta la ra b ia en eventos so m á ti­

CeDInCI CeDInCI
pide n ad a, tam p o c o en se ñ a n a d a. L a Ju s tin e nunca n in g u n a em oción, relación o vivencia de ra p ro p iam en te . No, p e o r aun, es que su in te n ­ cos eró tico s. Uso in te n c io n a lm e n te la p a la b ra
de Sade p e rse v e ra c o m p le ta , in o cen te e ig n o ra n ­ sí. P ero m e e sto y a d elan ta n d o , e sto c o rre sp o n ­ ción y su logro es el de d islo ca r la lite ra tu ra de « tran sm u ta » y no «sublim a» p u e sto que debido
te de p rin cip io a fin de la n a rra c ió n . de al a b o rd a m ie n to psicológico de la p o rn o ­ ción p e rso n al p a ra o c a sio n a r u n S ade o un al uso p e cu liar de las p a la b ra s en e sta écritu re
Si los eventos so m á tic o s d e sc rito s en u n a écri­ grafía. su v e rd ad e ro p a p el en la vida del individuo y en ella no o c u rre n a d a de la asim ilació n y ela­
ture p o rn o g rá fic a —p re fie ro el c o n cep to fra n ­ E s a p a r tir de u n a co n sid era ció n e sté tic a d e la de la c u ltu ra . La p o rn o g ra fía niega la im agi­ b o ra ció n del a fec to de la ra b ia que la su b li­
cés de écritu re a la p a la b ra inglesa w ritin g p o rn o g rafía q u e u n o d e sc u b re que es ta n fal­ nación, el e stilo y la trad ició n de la lu ch a del m ación im plica. Lo q u e hace es a ir e a r y e n ca p ­
p o rq u e im p lica una in te n c ió n e sp e cífic a en el sa e n sus p re te n sio n e s de se r lite r a tu r a c u an hom bre p o r u s a r el lenguaje p a ra co n o cerse v s u la r la ra b ia tra n s m u ta d a en eventos c o rp ó re o s
uso de las p a la b ra s— son c la m o ro s a m e n te im ­ m en g u ad a e n su d e m a n d a de s e r u n vehículo de realzarse. p lac en te ro s p ero con la violencia de la ra b ia
p o sib les en los térm in o s d el c u e rp o h u m an o ex p erien cias in stin tiv a s a u m e n tad a s. Los e s c ri­ Veam os a h o ra los a sp e cto s psicológicos de la a u n p re sen te . Bien, com o B a rrin g to n C ooper
y sus cap a cid a d es, cabe p re g u n ta rse , ¿de dónde to re s p o rn o g ráfic o s h a n ten id o la su e rte de e n ­ p ornografía. Lo q u e h e de o fre c e r es un p u n ­ m e d ijo en u n a ocasión, la violencia no es una
e x tra e n e sto s «eventos som áticos» su a u te n ti­ c o n tra r el g rite río h isté ric o d e los u ltra ja d o s to de v ista p e rso n al, p a r a u s a r la frase de em oción p le itista , tr a e consigo la exigencia de
c id a d y su p o d e r d e e s tim u la r se x u a lm en te al e u ro p eo s c ria d o s en la s tra d ic io n e s p u rita n a s . N ietzsche, una «ficción no rm ativ a» . Mi fo rm a ­ u n a a b so lu ta sum isión. Lo que en la salu d pue­
lec to r? La re sp u e s ta es: del u so especializad o De e ste m o d o se p e rd ió la p is ta del p ro b lem a. ción y m i p rá c tic a a n a lític a s m e h a n o rie n ta ­ de vivirse co m o e n tre g a sensual, en la p o rn o ­
de las p a la b ra s en la p o rn o g rafía ; e lla s n o d e s­ El a su n to n o e s q u e la p o rn o g ra fía sea in m o ­ do, n a tu ra lm e n te , en c ie rta d irecció n y h a n d a ­ g ra fía se vuelve, m e d ia n te eventos violentos,
c rib e n vivencia h u m a n a a lguna, sim u la n o c o n ­ ral, es d e sv e n tu ra d a m e n te m ala lite ra tu ra . E n do un giro c o n ce p tu a l específico a m is «fic­ ■abyecta sum isión. C uan p erce p tiv o re su lta el co­
feccionan u n ev en to so m á tic o to ta l no-hum ano. las c u ltu ra s e u ro p e a s c o n te m p o rá n e a s h a s u r­ ciones». Yo c re o q u e la p o rn o g rafía a lie n a a m e n ta rio de Jill T w eedie «El m ódulo esencial
Lo a b s u rd o e im p o sib le del ev en to le o to rg a gido u n a situ a c ió n iró n ic a y a b su rd a fre n te a sus có m plices —u n o no p u e d e h a b la r de lec­ de la p o rn o g rafía es el de una larga y penosa
u n nuevo po d er, h a tra sc e n d id o los lím ite s físi­ la p o rn o g rafía y, m ie n tra s los e sc rito re s p o rn o ­ tores— ta n to de su p ro p io se r c u a n to del otro. saga de la d e g rad a ció n de la m ujer». P e ro co­
cos in n a to s d e n tro d e los q u e el c u e rp o h u ­ gráficos se e n fra sq u e n e n in te rm in a b le s d e b a ­ Lo que se d isfra za de u n a m u tu a y e x tá tic a m o vem os en el e je m p lo de Sade, n o sólo de la
m an o vive el d o lo r y la excitación. tes con los m o ra lis ta s c u ltu ra le s —los c u sto ­ intim idad, lo g rad a a trav é s de eventos so m á ­ m u je r, tam b ién del h o m b re. G enet nos ha b rin ­
E ste u so e sp e cializa d o de las p a la b ra s tie n e o tra dios e m a sc u la d o s y a n a c ro n ístic o s de la m en ­ ticos, no es sin o u n a m ix tu ra m en ta l e sté ril y dado, igualm ente, el e x tra ñ o e sp ectácu lo de la
cualidad: la m en ta liza c ió n del in stin to . Lo que g u a n te v ita lid a d de la c u ltu ra — re sp o n d e rá n alienada. E s e sta la c a ra c te rís tic a que m e hizo d egradación, m u tilac ió n y sum isión v iolenta en
se de sc rib e n o son las e x p erien c ias sexuales e s­ con m ás in to le ra n c ia y d o g m atism o a la m e­ a firm a r alg u n a vez q u e la p o rn o g rafía es u n a térm in o s vividos, h ierá tic o s y alu cin ad o res.
p o n tán e as, c o m p a rtid a s, h u m a n a s sin o even­ n o r su g eren cia de q u e la p o rn o g rafía es m en u ­ lad ro n a de sueños. E n ella n o h a y e sp acio ni La c ap a cid a d de la p o rn o g rafía p a ra tra n s m u ­
to s sin tético s, a la m b ic a d o s y elab o rad o s, p ro ­ deo de u n a p o b re lite r a tu r a y u n a psicología p a ra el e n su e ñ o ni p a ra las relaciones (de o b ­ t a r la ra b ia la te n te en v io len to s eventos e ró ti­
d ucidos p o r la m e n te a tra v é s de las p a la b ra s . e n ferm iz a p a ra los in d iv id u o s que, c a re n te s de jeto). Todo h a sid o a p risio n a d o con p a la b ra s cos e n ca p su lad o s en len g u aje le o to rg a tre s p o ­
Aun c u an d o a p a re n te m e n te se su p o n e q u e las re cu rso s, n o p u e d e n e v a lu a rla y r e s u lta n en su s en un ju eg o tirá n ic o y v iolento con el yo c o r­ d e ro sas fu nciones: sub v ersiv a, te ra p é u tic a e
ex p erien cias son físicas y c o n cre ta s, de hecho d e sd ich a d o s cóm plices. poral y con el otro. Su tie m p o es el del p re ­ in stru ctiv a. E s su b v e rsiv a en ta n to que nie­
tale s eventos sólo p u e d en p a s a r e n la m en te y E sta e s el á re a c u ltu ra l p o r excelencia e n d o n ­ sente e stá tic o y p e rp e tu o ... d e aquí su a tm ó sfe ­ ga a la persona a tra v é s de su p ericia so m á­
en aquel vacío ev ocativo q u e es el te rre n o d e la de la p o rn o g ra fía es m ás subversiva. N o u ti­ ra nostálgica. tica. El c ó m p lic e /le c to r alcanza y p a rtic ip a en
p o rn o g rafía . E s e s ta la c a ra c te rís tic a que sitú a liza ni e x tien d e la im a g in ac ió n n i la sen sib ili­ Anna F re u d ha d iag n o stic ad o que la d ific u lta d este tipo de é critu re sólo en in stan c ias m u y e s­
d a d del le c to ría ), só lo le o frece u n m u n d o li­ esencial en las fo rm ac io n e s p e rv e rsa s se h alla pecíficas de e sta d o s de d esp erso n alizació n y
* En francés en el original. en el p a v o r a la e n tre g a em ocional. Se p o d ría disociación. E s te ra p é u tic a en la m edida en que
66 67

transmuta la amenaza de violencia y destruc­ pornografía es usada general, si no exclusiva­ he dado dos clases de ejemplos de ellos. Pero la pornografía. No se puede negar, sin embar­
ción totales existentes en la rabia latente de mente, para la masturbación. uno necesita examinar el carácter de tales even­ go que se ha llevado a cabo, mediante la por­
un individuo y una cultura en un lenguaje do­ Sartre en su masivo estudio Saint Genet - Co­ tos con mayor detalle. Aun cuando pretenden nografía, una revolución cultural, desde el Di­
sificado y erotizado, y por ende, distribuible. medien et martyr, dice cuando discute la fun­ ser de naturaleza sexual, la sexualidad es mera­ vino Marqués a San Genet. A estar por lo que
De un modo macabro la terapéutica de la por­ ción de la masturbación en la obra de Genet: mente explotada para expresar violencia y ra­ sé, nadie ha tratado de dar cuenta de ello se­
nografía logra aquello que Freud demanda del Buscando excitación y placer, Genet empie­ bia bien contra el yo corporal propio bien con­ riamente y uno no puede escamotearlo como
tratamiento psicoanalítico: «donde el ello estu­ za por envolverse en sus imágenes como tra el cuerpo del otro. Los campeones de la si se tratase de un fenómeno fatuo. La porno­
vo el yo debe estar». En la pornografía todo es un zorrino se envuelve en su olor. Estas imá­ pornografía y los autores pornográficos han sos­ grafía es a la vez un síntoma de procesos espe­
el yo y sólo el yo, no hay ello, no hay cuerpo, genes traen palabras que las refuerzan, a tenido a menudo que están tratando de poner cíficos de la desvitalización del instinto en una
no hay persona. El ello, la persona y el cuer­ menudo las imágenes permanecen incomple­ remedio a las inhibiciones de la experiencia ins­ cultura y en el individuo y un intento de cura
po son simplemente explotados para estable­ tas; las palabras deben completar la obra; tintiva individual impuestas por los prejui­ del síntoma. Por ello es que pongo énfasis
cer y actualizar la maquinaria de eventos so­ las palabras exigen ser pronunciadas y final­ cios y la pacatería cultural. Claman que es­ en lo terapéutico de la pornografía. Es necesa­
máticos. Su función instructiva yace en que mente escritas, la escritura ocasiona y crea tán tratando de liberar al individuo para que rio ahora entender mejor la naturaleza y el
tiene que enseñar los trucos al cómplice/lector su audiencia. El narcicismo onanista termi­ viva más vital, lozana, sentidamente los aspec­ funcionamiento del síntoma, por una parte, y
para que éste pueda participar de su peculiar na por estancarse en palabras. Genet escri­ tos instintivos sexuales de su ser. Y sin em­ el carácter de la revolución que la pornogra­
realidad. Y aquí es de nuevo el Divino Marqués be en un estado de sueño y, para poder con­ bargo lo que la pornografía consigue es pre­ fía ha creado en las culturas europeas, por
quien señala el camino cuando escribe con to­ solidar sus sueños, sueña que escribe; enton cisamente fo contrario de lo que se propone. Co­ otro. De nada vale decir que el síntoma y la
da lucidez La Philosophie dans le boudoir. Al ces escribe que sueña y el acto de escribir mo Sade y Sartre han apuntado, la mente y la revolución serán corregidos por acción legisla­
hacer postular a Madame de Saint-Ange lo si­ lo despierta. La conciencia de la palabra es palabra usurpan la función natural del instin­ tiva. Como mi cita de Gorer indica, la porno­
guiente: un despertarse parcial dentro de la fanta­ to en la experiencia humana apropiándose ma­ grafía adviene con la lectura y en las décadas
sía; él se despierta sin cesar de soñar. lamente de la urgencia sexual en una confec­ recientes los medios de difusión y publicidad

CeDInCI
Que las atrocidades, los horrores, los crí­
menes más odiosos no te asombren, Euge­
nia mía, pues lo más sucio, lo más infame,
lo más prohibido es lo que mejor excita el
Yo no estoy tan convencido como Sartre de
que el fenómeno del sueño tenga que hacer mu­
cho con la obra de Genet, yo diría que es al
CeDInCI
ción ultra-mental de una imaginería a menudo
brutal para poder establecer eventos somáti­
cos que obliteran y desconocen la persona y el
ser de los personajes.
han añadido un vasto y novedoso vocabulario
de imaginería visual a la pornografía.
Todos los pensadores serios — sean poetas, psi­
cólogos o filósofos— de este siglo se han
intelecto... es lo que nos permite más el de­ revés. Todo el fantasear onanista compulsivo Así uno puede ver un tipo de escisión especí­ preocupado de la indudable deshumanización
licioso desfogue. de Genet es una manera de compensar su in­ fico que participa en la confección de estos que afecta la relación del hombre consigo mis­
Sade expuso con clara comprensión la ausen­ capacidad de soñar y de relacionarse con el eventos. Primero, el impulso sexual instintivo mo. Tengo para mí que con la revolución indus­
cia del instinto y el papel omnipotente del in­ otro. Y la pornografía, en este sentido, es una es desociado de su natural expresión corporal, trial y la aparición de la tecnología científica
telecto en estos eventos somáticos. objetivación de estas incapacidades de sus au­ y de su satisfacción en la relación y participa­ en las culturas europeas, el hombre empezó a
Este hiperfuncionamiento específico del inte­ tores Uno podría, exagerando, decir que la por­ ción con el otro. Segundo, esta mutilación del considerarse no a la imagen de Dios ni a la del
lecto, cuando crea eventos somáticos aprisio­ nografía no es más que escrito masturbatorio. deseo sexual es usada entonces para crear me­ hombre, sino a la de la máquina que era su
nados en palabras, no sólo aliena sino que ais- O, en el postulado de Sartre «el onanista quie­ diante el lenguaje un tipo específico de violen­ propia invención. La écriture y la imaginería
la al cómplice/lector como ha aislado a los per­ re tomar la palabra como objeto». cia, una violencia que debe erotizarse más para pornográfica tratan de hacer del cuerpo huma­
sonajes de la obra pornográfica. Geoffrey Go- Si en lo estético la pornografía carece de ima­ que sea agradable. Pero el hecho sigue siendo, no una máquina ideal capaz de ser manipulada
rer en un artículo sobre «La Pornografía de la ginación y en lo psicológico de emoción y rela­ tercamente, el mismo: negación del ser perso­ hasta producir un máximo de sensación. Esas
Muerte» da cuenta de este fenómeno de una ción con el otro — y si, en lo físico es sintomá­ nal y del otro. Es en esta particular redistribu­ sensaciones son derivados instintivos pero de
manera interesante: tica de la ausencia de ímpetu y deseo instinti­ ción de los impulsos instintivos sexuales y intención esencialmente agresiva. Lo que Da­
vo espontáneo— entonces uno puede definirla agresivos que se encuentra la real patología de vid Holbrook ha llamado «el circuito del culto
Por otra parte la pornografía, la descripción como algo sectariamente preocupado con la
de actividades tabú para producir la aluci­ la pornografía. Ha reemplazado la libertad y la a la muerte» en ciertos tipos de literatura mo­
búsqueda mental de sensaciones y que excluye posibilidad de compartir la sexualidad por un derna es sólo un lado de la moneda, el otro
nación o la delusión parece que es un fe­ emociones y relaciones. Apunta a conjurar even­ acto mental de coerción ai sometimiento y hu­
nómeno más raro. Probablemente sólo puede es el circuito pornográfico. Ambos son esencial­
tos somáticos a través de palabras y éstas son millación extremos impuesto al yo corporal y mente nihilísticos en lo que respecta a la rea­
aparecer en sociedades letradas y cierta­ su única realidad. Si un cómplice/lector toma al otro. En este contexto la política de la por­
mente no tenemos constancia de su existen­ lización del potencial psíquico del individuo,
su afición a la realidad de la pornografía en nografía es inherentemente fascista. tanto en él mismo cuanto en su relación con
cia en sociedades no letradas, pues mientras adicción, pone en riesgo de ruptura sus capaci­
que el gozo de la obscenidad es predominan­ Hasta ahora he tratado del aspecto negativo de los otros.
dades de desarrollo y personalización, de ser
te social, el gozo de la pornografía es pre­ un hombre (o mujer) adulto. El problema de la
dominantemente privado. pornografía no es que esté contra la ley de
Mi proposición es que este requisito de apar­ Dios sino contra la ley de la naturaleza en tanto
tamiento, o dicho en mis palabras, de aisla­ que subvierte el progreso del adulto hacia su
miento, otorga otra función subversiva a la por­ realización personal.
nografía. El hecho vulgar y silvestre es que la He usado el concepto de «eventos somáticos» y
Testimonios Ricardo Muñoz Suay
E xperiencias M arginales
de un hom bre culto

Ricardo Muñoz Suay Este texto, con leves variaciones, compone el I


prólogo que he escrito para la edición del
E xperiencias m arginales guión cinematográfico de Alfonso Ungría «El Esto que vais a leer, en esta especie de dossier,
hombre oculto», primera película de este nue­ aparentemente descompuesto, no es sino una co­
de un hom bre oculto mo introducción al batallón de las sombras,
vo realizador español. La edición consta de mi
contribución, que ahora reproduzco, del trabajo ese formado por los hombres que huyen, que
Español, ensayista, realizador de Ungría y de una serie de reportajes apare­ han huido, o que, todavía, permanecen ocul­
y crítico cinematográfico. Este articulo cidos en los diarios españoles, testimonios rea­ tos. Ahora, en este mismo instante, un hombre,
ha sido originalmente escrito como prólogo les de hombres ocultos, salidos a la luz de «la en cualquier parte del mundo, en cualquier plie­
del guión Del hombre oculto, paz nacional» al cabo de treinta años y publica­ gue de la tierra, se encuentra escondido, ocul­
película dirigida por Alfonso Ungría. dos, como es natural, con toda clase de limi­ to, intentando transformarse en piedra, vaso
taciones, pero que constituyeron los elementos o mueble, en vegetal o en tela, en libélula, en
provocadores de la película *. perro, antes de caer en manos de lo que se lla­
Atfc-nso Ungría, con su film, ha conseguido crear ma la injusticia. Un hombre, huyendo de los
Tullo Bayer la única obra cinematográfica española en la vencedores, está oculto ahora (él quisiera que
que se plantea el análisis minucioso, intimo, ha­ para siempre), evitando caer en manos de sus
M em orias de la cárcel cia dentro, de la vida de un hombre oculto de enemigos, antes de ser vencido por los vence­
cara a la eternidad de las cosas y los sentidos, dores. Ahora, en este instante.
Colombiano. Médico y escritor, convertidos en hábitos, en costumbre. En su
reside en París. En 1965 se asiló película, Ungría mezcla la tradición esperpén-

CeDInCI
en la Embajada de México como consecuencia
de su participación en un movimiento
insurreccional. Los textos que publicamos
constituyen fragmentos de un libro inédito
CeDInCI
tica con sus propias y austeras lucubraciones.
Los personajes (el escondido, su esposa, el
amante de ella, la ciega concubina, el mutilado
milite) entornan la historia que, a su vez, en­
II

Hay hombres ocultos entre seis paredes, dentro


del cubo, incubándose durante unos días — son
titulado Gancho ciego, en el cual gendran otras que, cada una de ellas, van pa­ los que mueren o son muertos pronto— , o du­
refiere sus experiencias como recluso riendo otras y otras, hasta volver a fusionarse rante unos años — son los que tal vez sobrevi­
en la Cárcel Modelo de Bogotá. en la Historia, esa mayor, la de la realidad que ven— , o durante muchos años —son los que se
no por deformada deja de ser menos autentica. salvan, si es que antes no se han trasvasado
Cuando a los meses del inicio de la guerra civil desde el cubo al ataúd, víctimas de una mala
nuestra, o sea la española, comenzamos a co­ enfermedad o de una esperada vejez. También
nocer los testimonios de algunos amigos que los hay que se ocultan en la selva, en los bos­
se habían ocultado en zona franquista, para es­ ques, en la montaña, aunque para ellos los
capar del fusilamiento, o cuando al volver a ver límites abiertos, les convierten, en la mayoría
a otros que, atravesando las líneas de fuego, de las veces, en robinsones, en guerrilleros, en
testimoniaban, con sus experiencias, lo que ha­ cazadores furtivos o, como dicen en mi pueblo,
bía supuesto para ellos el permanecer ocultos en roders («aplícase la voz valenciana al fugi­
(recuerdo a aquellos hermanos granadinos es­ tivo que anda huyendo de la justicia»). Tal vez
capados dentro de unos cajones de madera, la sea Shoichi Yokoi, el nipón que ha pervivido
de aquel conocido comunista sevillano que vi­ oculto en la jungla de Guam, durante veintiocho
vió mucho tiempo dentro del hoyo abierto en años, un buen ejemplo de ese robisonismo a
el corral de unos vecinos, etc.) yo no podía la fuerza y contra la fuerza. Pero, salta a la
plantearme entonces el que al cabo de los años, vista, que los hombres ocultos al aire libre
treinta y pico, todavía algunos seguirían es­ desparraman la tragedia, no caen en la espiral
condidos en algún punto peninsular, ¿dónde y sin fin de la íntima y cotidiana existencia, ca­
hasta cuándo? y que el mal era endémico y uni­ da vez más pequeña, cada vez más cristalizada
versal. En todo caso, aquellos recuerdos, mi como la de esos hombres encerrados volunta­
experiencia, los hechos actuales y la película riamente entre las seis paredes. Son estos los
de Ungría, me han llevado a escribir estas li­ hombres más ocultos, los que vuelven al esta­
neas, cuyo contenido depasa los limites nacio­ do fetal, plegándose, por miedo a la muerte, a
nales y deviene como un amargo testimonio. lo que más se parece a la maerte, la existencia
embrionaria. Uno que ha sido hombre oculto,
percibe que el paso de la libertad a esa otra li-
70
71

bertad limitada y oculta, produce cierto pla­ IV años, en un extraño espermatozoide, de cola trañas, vuelven los ruidos a ser diversos, los
cer que no se encuentra, todo lo contrario, en estrecha y cabeza gigantesca, casi sólo cabe­ monólogos y diálogos no funcionan de la mis­
el encierro obligatorio de una cárcel, de una La vida del hombre oculto tiene unas fases bien za). Y lo mismo sucede con sus sentimientos ma forma que durante los tiempos transcu­
comisaría o de un campo de concentración, eta­ definidas. En el primer instante de acomodo a y pensamientos, convertidos en macro-necesida- rridos en el escondite. El acto sexual tiene otras
pas que uno ha vivido antes o después de ser la nueva vida, que si no es la buena es la me­ des cotidianas. El hombre oculto intenta violar valencias. Y hay algo que te tira hacia dentro
hombre oculto por la gracia de la historia, cuan­ nos mala, todavía sigue, en su escondite, vi­ todo lo que está a su alcance e, incluso, lo que y mucho que te empuja hacia afuera: la nue­
do el medioevo, en el siglo de las luces o en viendo de los recuerdos y fragmentos anterio­ se le escapa. Viola el secreto de un armario va vida volverá a generar los recuerdos del cu­
los tiempos totalizadores. De la caverna pre­ res. Vive viviendo lo de antes. En cuando la olvidado y polvoriento, la tripa de un receptor bo, hasta terminar por devorarlos. Otra vez
histórica al cortijo andaluz o a la casa ciuda­ vida de antes todavía invade la nueva, casi de radio o la de una cucaracha que, por fortu­ Saturno concluye por zamparse una parte de
dana sólo hay un paso en la vasta e ininterrum­ sin transición, como algo que deviene así. En na, ha caído entre sus manos. Viola el mis­ sí mismo. El hombre oculto tiene mucho de
pida existencia humana. los primeros meses o durante los primeros terio de un reloj, destripándolo. En breve: vio­ geología pero termina por volver al seno bioló­
años, en el nuevo juego del escondite, la vida la todo lo que cae en sus manos, sea carne o gico.
interior es como la bolita de mercurio que va madera, libro o papel, tela o hierro, harina o
III desde el más olvidado recuerdo de cuando niño sueños. Y cada día suyo, que no es como el de
a la vivencia más reciente, en el umbral de la los demás mortales, contiene una violación o V
Cuando el hombre libre se decide a convertir­ los recuerdos con las alteraciones cotidianas un intento. Y al cabo de los miles de días de
se en hombre oculto, el tránsito de uno a otro transformación. En esa fase se entremezclan vida oculta, el hombre oculto sólo vive casi Erasmo de Rotterdam, que se pasó toda la vi­
estado de vida y de cosas, viene impuesto por y todavía peligrosas: los pasos en la escalera, del recuerdo de las observaciones, de los des­ da huyendo, sin poder ocultarse, escribió (1509):
el miedo a la tortura o a la muerte violenta, a el ascensor en las altas horas de la noche, la cubrimientos, de las violaciones que ha conse­ «¿Acaso encontráis alguna diferencia entre los
la indefensión en último extremo. Por eso, noticia familiar, la leída en el diario del día o guido al cabo de los años ocultos. que en la caverna de Platón se dejaban fascinar
entonces, el miedo se encuentra bajo el sol, ba­ en el que salió un mes antes. Y será mucho más tarde, cuando traspasa, aho­ por las sombras e imágenes de las cosas, sin

CeDInCI
jo la luz y no dentro de la oscuridad, de las
tinieblas del cubo, del habitáculo. Un día, al
derrumbarse la vida colectiva, en la que los
miedos se repartían coralmente, el hombre que
Luego, más tarde, los recuerdos, las sensacio­
nes de peligro, van dejando paso a una exis­
tencia que, en ocasiones, se transforma en es­
pecie de magma en el que se componen y des­
CeDInCI
ra hacia afuera, el dintel del escondite, cuando
uno se enfrenta con una sociedad que, en lí­
neas generales, tiene poco que ver con la que,
años atrás, se abandonó. Muchas cosas son ex­
desear nada y sin estar satisfechos de sí mis­
mos y aquel sabio que, habiendo salido de la
cueva ve las cosas en su verdadera realidad?»
(Elogio de la locura).
va a ocultarse y que, incluso, pudo ser eso tan componen las nuevas sensaciones, los nuevos
extraño que se llama héroe, se encuentra, de tactos, los nuevos gustos y regustos, los olores,
pronto, súbitamente, frente a la muerte, no an­ las necesidades. Pasan años y la vida ya es otra,
te la incógnita. Y es en ese instante (tal vez en ésta vivida tanto tiempo hacia dentro y con las
un día luminoso, transparente, a orillas de un mínimas exigencias externas. Es cuando un bo­
mediterráneo), cuando uno se convierte en hom­ tón-descosido, una uña cortada, un grano en
bre solo, indefenso, empapado de uniformes la nuca o un mondadientes adquieren la dimen­
hostiles. Y decide ocultarse. Es el momento del sión de un primer plano. Y nacen las macro-vi-
acoso, real o supuesto, casi siempre real. Y se das del cuerpo, las de los pensamientos, las de
decide a defender su vida convirtiéndola en al­ los objetos, las de la ranura de luz, las de la cor­
go insólito, en vida vegetativa para tiempo o tina, las del ojo de la cerradura, las de la
para siempre. grieta del techo. Ya no hay vida de tapias afue­
El hombre se oculta, entonces, para, paradóji­ ra, pues cuando se huye de la tapia de los ce­
camente, ser libre. Se encierra en el mutismo menterios y se levantan otras, acaba uno en­
del rincón más oscuro para poder hablar consi­ tramado por un crucigrama de pequeñas ta­
go; mismo o para poder dialogar con el recuer­ pias interiores que terminan por fundirse con
do y con el ensueño. Y, si tiene suerte, incluso los genes personales e intransferibles.
para poder hablar con algún otro hombre que, Un hombre oculto escudriña, observa, analiza,
si no está oculto, ya no es su semejante sino construye y destruye las piezas no sólo sólidas
el espejo dejado atrás, antes de haberlo tras­ y materiales de un entorno sino las cósmicas
pasado y antes de caer en el recinto maravillo­ y las sensoriales, las intelectuales y físicas, to­
so de la otra vida que no es, en esta ocasióp, la das las de su alrededor. El hombre oculto toma
mortal sino la inmortal por necesidad. El hom­ unas tijeras, o un pedacito de cartón, o un cor­
bre se oculta para seguir siendo hombre, para taplumas o un moco, y como si tuviera un mi­ * Alfonso Ungria: «Los hombres ocultos»
no transformarse en carnaza, en número o en croscopio observa la vida, las vidas de cada co­ (Tusquets Editor; Barcelona, 1972. «Serie co­
hueso mondo y lirondo. sa. Y las cosas se agrandan y se proyectan, tidiana»).
enormemente ampliadas, en su cabezota (pues
el hombre oculto se convierte, al cabo de los
Tullo Bayer 73
Memorias de la cárcel

La geografía física de la cárcel Modelo es atí­ sean grandes. sus celdas por períodos calculados de antema­ «muy en alto el prestigio de la Institución». El
pica con relación a la del globo terrestre. Tie­ Los asesinos y los homicidas son los obispos, no, mientras se adelantan investigaciones que rumor sobre estas visitas oficiales llega a los
ne con relación al sol solamente un polo. Po­ los grandes sacerdotes del templo carcelario. nunca desembocarán a una condena. El traba­ patios unas doce horas antes del comienzo de
see en cambio dos zonas ecuatoriales. Los otros delincuentes hacen papeles subalter­ jo ha sido bien hecho. Dentro de la cárcel, ellos la visita, que es anunciado por el Director a
El tercer patio, ombligo de la cárcel, es el polo. nos: presbíteros, sacristanes, monaguillos. adelantan otros estudios y son el servicio di­ través del sistema de altavoces que cubre toda
Es gélido. Es un rectángulo encementado, con El pueblo está compuesto de estafadores biso- plomático que suele ayudar a zanjar los pro­ la superficie carcelaria.
altos muros húmedos, cubierto a trechos de ños, de asaltantes frustrados, de honestos sin­ blemas entre los dirigentes. La lengua verde de las prisiones ha designado
un liquen verdoso con algunos parches del co­ dicados de bigamia; de acusados de cohecho, Cárcel de detenidos, por definición, la Modelo con un nombre -a los que no hacen parte activa
lor de la sangre seca. Estando allí uno tiene la de estupro y de abuso de confianza; de paca­ aloja siempre un gran número de condenados. de la cofradía militante del hampa. Los llaman
sensación de haber descendido al fondo de un tos malversadores de fondos públicos, de de­ Generalmente todos los «astros» de la delin­ zanahorias. La palabra se deriva de sano, esto
pozo. lincuentes ocasionales en varios géneros meno­ cuencia. Ellos disfrutan así de un régimen mu­ es simple, no contaminado, pero ha sido fe-
El sol sale poco en Bogotá, pero cuando sale res, de inocentes en el delito que se les atri­ cho menos severo que el de los presidios, como minizada, violentada en su ortografía, hortali-
no llega jamas al tercer patio. Sus primeros ra­ buye, de inocentones y de ganchos ciegos. el de «La Picota» por ejemplo, prisión mucho zada para asimilarla a Ja raíz fusiforme favo­
yos son para el primero y para una zona pro­ Hay un bajo pueblo deshumanizado: son las más alejada del centro de Bogotá. La expli­ rita de los conejos. Puede ser porque la más
hibida del quinto, cercana a la puerta trasera. ratas, los viciosos, consumidores habituales del cación epidérmica de esta excepción es que los monstruosa de las ingenuidades la suministra
Los del mediodía caen sobre este quinto pa­ opio de las cárceles columbovaticanas: la ma­ abogados de «los astros» son siempre repre­ la población campesina de las cárceles, el la­
tio y luego todos los de la tarde. Estos últimos rihuana. sentantes a la Cámara de Diputados, Senado­ briego que creyó en las palabras blandas del
llegan al primer patio solamente a una zona, Las llamadas autoridades carcelarias, desde el res de la República, Ministros de Estado. La juez instructor, que no dudó de la clemencia
también prohibida, protegida por una alambra­ Director hasta los guardianes, no hacen otro pa­ comodidad de sus defendidos es también la de que podía alcanzar a través de una confesión,
da, resultando así que las áreas soleadas son pel que el de mantener dentro de ciertos lí­ ellos. y le contó, detalle por detalle, todo su crimen.
los dos extremos de la prisión. Ello explica que mites la verdadera, la auténtica jerarquía intra- De otra parte, la presencia de condenados que De todos modos, de la pesada a las zanahorias,

CeDInCI
la masa de prisioneros esté animada de un mo­ carcelaria, que ejerce sobre ellas una fuerza
vimiento de translación alrededor del sol. Por centrípeta. La función del Director es mantener
la mañana los reclusos se agolpan a las rejas una órbita entre la fuerza de gravedad intra-
buscando el paso hacia el primer patio. Por carcelaria y la atracción planetaria y bobalico-
CeDInCI
han conocido los horrores de otros presidios
juega un papel persuasivo para que la amenaza
de translado sea una medida eficaz en el com­
plejo mantenimiento de la disciplina, y de es­
cerebros o analfabetos de la delincuencia, la
estructura del mundo de adentro no se diferen­
cia de la estructura del mundo de afuera: es
una sociedad de clases, una gran Sociedad c o
la tarde, hacia el quinto. El reglamento carce­ na del Ministerio de Justicia, órbita variable, te modo, la anomalía se presenta como una lumbovaticana, en miniatura.
lario gira en tomo al patio: el prisionero debe con eventuales escapes por la tangente, que ha­ herramienta de trabajo en los malabarismos
tomar el sol en su propio patio, aunque este ce de este puesto un verdadero problema de del gobierno carcelario modelo. La pesada y sus
patio no exista (como ocurrió cuando unos mecánica celeste: los tres cuerpos en movimien­ subalternos, el gremio de los saqueadores de
contratistas se pusieron a hacer un hospital to. La jerarquía interna es estricta, aceptada apartamentos, llamados apartamenteros, los pe­ La cárcel se construyó sobre una antigua lagu­
en el segundo patio), o aunque el sol nunca lle­ por todo el mundo. Se compone de un Estado queños contrabandistas y los compradores de na que se acabó de rellenar, de modo que toda
gue a él. Sin embargo, la masa de prisioneros Mayor del que hacen parte los más eminen­ objetos robados conocidos como, reducidores, excavación se topa con agua a los sesenta cen­
se mueve... Este movimiento de translación tes en las grandes especialidades: asalto a ma­ los carteristas y los falsificadores modestos, en tímetros. Esto hace impracticable la fuga por
— gobernado también por otras leyes menores no armada, contrabando de estupefacientes, ro­ suma, los que han trabajado siempre en el ham­ el método tradicional del túnel, al menos pa­
sin relación con el evidente desplazamiento del bo y contrabando de automóviles, grandes esta­ pa, ejercen su gobierno sobre un pueblo cuyo ra prisioneros que no puedan proveerse de
sol— es el movimiento carcelario aparente de fas, abigeato motorizado. Este Estado Mayor estrato inferior es el de los rateros y apren­ equipos de perforación y de navegación sub­
masas. Hay otro gran movimiento de rotación: se agrupa casi todo en el primer patio, en cel­ dices. acuática como lo hacen en las películas los pri­
el que hace cada prisionero alrededor de sí mis­ das comunes que no se diferencian de las otras Copia del mundo de afuera, los de la pesada sioneros norteamericanos.
mo, de «su causa», de «su negocio», de «su sino en que están estupendamente abarrotadas administran Jos diversos negocios de la cár­ No obstante, «el tunelero» es apenas uno de
problema». Es un movimiento íntimo, soterra­ de colchones, almohadas, frazadas, cocinillas cel: billares en algunos de los patios, peque­ los métodos de fuga, y la sabiduría carcelaria
do, invisible, pero constante. Es este movi­ eléctricas, radiotransistores, tocadiscos, libros ños ventorrillos en todos los patios y dos ne­ enumera otros- el garrochero, el ventanero, el
miento el que da a un cierto número de prisio­ y útiles de escritorio. Se conoce como «la pe­ gocios clandestinos: la introducción de lico­ tarabitero, el de confianza, el de burundanga,
neros un aire místico como si estuvieran en re­ sada». res y de marihuana. el de disfraz, y el armado. Y los expertos se
tiros espirituales. Uno acaba por descubrir que En cada patio, en cada pasillo, hay un reclu­ Un poco al margen del mundo del hampa pe­ cuidan de enumerar el más frecuente, con el
este aire caracteriza más a los novatos que a so que es el jefe natural y que está en cone­ ro siempre sometido a sus leyes, están los de­ que se fuga cada mes por lo menos un preso,
los veteranos. Pero también descubre que los xión con la pesada. tenidos transitorios, los arrepentidos, los ino­ sin que sea posible identificar al fugitivo, una
grandes criminales son unos místicos y los pe­ Alrededor de la pesada se mueve un cierto nú­ centes, los zonzos y los viciosos que, en los úl­ especie de fuga jurídica, una fuga sin fuga. Es
queños delincuentes unas beatas. Los primeros mero de colaboradores, dentro y fuera de la timos estadios de la degeneración, se pasan la la especialidad columbovaticana.
le dan a la prisión su ambiente trágico, su cárcel, que asegura la información y diversos vida deambulando por pasillos y corredores Se podría hacer una clasificación de las fugas
autenticidad. Los segundos su alegría, su ridi­ tráficos. Es el servicio secreto y el engranaje como sonámbulos. Cuando se anuncia que un a partir del elemento que le sirve de base
culez y su folklore. Como afuera, son los gran­ administrativo. Hay un sector de esta jerarquía alto funcionario va a hacer una visita sorpre­ (aire, tierra, fuego, agua), o de su modalidad
des los que hacen la historia y los de abajo que es alegre y respetado como sesudo: el de siva, la pesada y las autoridades carcelarias (psicológica, farmacológica, jurídica, etc.), y ela­
tejen la leyenda que permite que los grandes los estafadores profesionales. Vienen a ocupar colaboran para esconderlos y mantener así borar así una serie de esquemas posibles, pe-
74 75

ro la combinación de los métodos es frecuen­ fijo), pero por allí se evadieron uno a uno, can­ que detenido y guardián salen juntos por mu- ron con escéptica simpatía las evoluciones de
te y las variantes, los matices, son infinitos. tando. Hay una versión en prosa que asegura ohas veces, se separan por el tiempo del permi­ la pesada máquina que no creían capaz de le­
Analicemos las fugas tradicionales: que lo que realmente ocurrió fue que la noche so, y en una de las salidas, la última, el prisio­ vantarse del fondo del patio. No recordaron
Contando la triple hilera de alambre de púas, del asesinato de Guadalupe entró a la cárcel nero no cumple la cita con su guardián para re­ que ningún artículo del Código carcelario pro­
electrizado, el salto con garrocha exigiría la una patrulla del Ejército al mando de un capi­ gresar juntos a la cárcel. hibiera elevar cometas.
capacidad de saltar cinco metros (campeonato tán de Orden Público y subió hasta el piso de Estos sistemas, así como el violento que con Al fin, la máquina lanzada porfiadamente en
mundial) cayendo sobre terreno duro, aparte los llaneros que se habían constituido allí en siste en que cómplices de afuera ataquen al uno y otro sentido y gobernada por varias
de otros inconvenientes como los disparos que República Independiente. Después se oyeron guardián y permitan la fuga del compañero, cuerdas como un títere, se escapó de los cua­
podrían provenir de las garitas. No hay noti­ descargas de fusilería. son realmente métodos extra-carcelarios, que tro muros y comenzó a navegar por el cielo
cia de ninguna fuga con garrocha. Al día siguiente los guardianes anduvieron re­ en nada afectan el prestigio de la seguridad cuadrado del patio como un ave monstruosa
El «ventanero» es un término de antaño, apli­ clutando zanahorias analfabetos de) quinto pa­ carcelaria, en sí misma, esto es, la historia de del paleolítico. Fue tal su fuerza que levantó
cable a cárceles de pueblo que tengan venta­ tio para que subieran al quinto piso del tercer que nadie ha logrado fugarse de la Modelo. a su piloto-prisionero varios centímetros del
nas que den a la calle. En la Modelo es reali­ bloque y lavaran con lejía y agua caliente unos Es el método del disfraz el que ha hecho pe­ suelo y le hizo dar algunos pasos muro arriba.
zable para quien se oculte en las oficinas si­ letreros pornográficos que había dejado es­ dazos el mito. Los reclusos rieron. Catalogado como chifla­
tuadas en el bloque exterior (a las que tienen critos allí unos visitantes mal educados. Los Un prisionero llevó su fingida amistad con un do, el hombre de las cometas siguió con su
acceso algunos prisioneros para hablar con el limpiadores no pudieron descifrar la pegajosa guardián hasta el momento en que pudo admi­ deporte por algunos días, hasta que en todos
Asesor Jurídico), y logre ganar así un potrero caligrafía de los muros con incrustaciones de nistrarle una golosina cargada de burundanga, los patios resultaron reclusos ansiosos de ju­
adyacente. Ha sido intentado, pero no logrado. hueso, ni la del piso trazada con inmensos hi­ narcótico de origen vegetal proveniente de la gar con el viento. Los ratos soleados de la
El método llamado «tarabitero» tiene a su fa­ sopos y cubierta por un goloso enjambre de noble y venosa familia Borgia de la botánica: prisión se transformaron en bulliciosa fiesta
vor todos los factores teóricos que lo hacen po­ moscas azules. Les llamó la atención que todo las solanáceas. Una vez dormido, lo acostó bo­ de colegiales y los cielos de los patios se po­
sible: algunos bloques de celdas están relati­ se detenía en las escaleras y que se continuaba nitamente en su camastro y salió vestido con blaron de cometas multicolores y frágiles co­

CeDInCI
vamente cerca de los muros exteriores y estos
no sobrepasan en ningún punto la altura de 5
metros, en tanto que los edificios con cinco
pisos cada uno, miden 16 metros. De modo que
en cambio por una ventana rota, allá abajo y
allá lejos, en grandes manchas negras como gi­
gantescos puntos suspensivos. Por esos mismos
días el centinela de una garita no pudo tolerar
su uniforme.
CeDInCI
Un veterano al caer nuevamente a la cárcel, se
recluyó en su celda casi todo el tiempo, su
rostro familiar a los guardianes fue desapare­
mo mariposas audaces contra el viento co­
mo gaviotas, sin que faltaran las cometas pi­
ratas armadas de cuchillas de afeitar. Todo el
espectáculo era seguido por los cautivos con
con modesta ayuda del exterior es posible ten­ los dolientes murmullos que se levantaban de ciendo bajo la barba y se puso a estudiar la­ ojos nostalgiosos de infancia y de libertad. El
der una cuerda del hastio a la libertad, des­ un cierto piso vacío, después de la media no­ tín. El día en que el equipo de fútbol de la pri­ Director explicó entonces por la red de alta­
lizarse por ella como un alpinista o un bombe- che. No quería m irar hacia ese lado, pero cuan­ sión tuvo como contrincantes a los seminaris­ voces que según el espíritu de las leyes, las
bero, o hacer el viaje en oroya como pasando do miró, vio pasar por el aire una legión de tas, se salió con ellos, con su rostro rasurado y cometas violaban la incomunicabilidad de las
un río. fantasmas. Disparó su fusil, desencadenó todos su sotana nueva, haciendo rebotar el balón con­ prisiones con el exterior y que inclusive po­
Fragmentos dispersos de una leyenda flotan en los sistemas de alarma, y todos los reflectores tra el suelo al pasar frente a la Guardia Ex­ dían causar transtornos a la navegación aérea
la tradición carcelaria a propósito de este sis­ de la prisión se dirigieron hacia el cielo, en bus­ terna. Cuando al fin las pesquisas llegaron al de un aeropuerto vecino. Todos comprendi­
tema de fuga. Se dice que en la noche en que ca de los espíritus. En vano. Seminario Mayor, los seminaristas apenas si mos más o menos confusamente que para el
asesinaron a Guadalupe Salcedo', doscientos El asunto pasó al Director, al Ministro, y final­ se acordaban de que habían perdido solamente gobierno las cometas no eran un juego de ni­
llaneros que tiritaban de frío hacinados en cel­ mente al Psiquiatra Mayor de la Columbia Va­ por dos goles en su encuentro con los reclusos, ños en manos de hombres privados de liber­
das del quinto piso del tercer bloque sintie­ ticana que declaró signo inequívoco de locura pero ninguno sospechaba del Reverendo Padre tad y que había algo subversivo en toda in­
ron de pronto, a un mismo tiempo, el impacto la caza de fantasmas con armas de fuego. Al Visitador Pontificio de Prisiones que había al­ tentona colectiva de ascenso, en todo impulso
de las balas sobre el cuerpo de su jefe a quien guardián alucinado se lo llevaron amarrado pa­ morzado ese día en la mesa del Padre Rector de abajo arriba, así fuera pueril o poético.
estaban ametrallando a varios kilómetros de ra el manicomio. De todo esto puede concluir­ y que había deslumbrado al Prefecto de disci­ AI hombre-cometa le decomisaron su gigan­
allí. Entonces se lanzaron como un solo hom­ se que el método tarabitero está todavía en el plina con sus hondos conocimientos de teología tesco murciélago y todos lo vimos pasar arras­
bre sobre las rejas que se despedazaron como dominio de la ficción o que no ha sido utiliza­ moral. trado por dos guardianes, un poco tristes, co­
si fueran de caramelo, hicieron con los guin­ do por las autoridades legítimas. Hubo alguien que se empeñó por muchas se­ mo cuando sacaban un muerto.
dos de sus hamacas (único equipaje que lleva­ Si los métodos anteriores son históricamente manas en Ja vía aérea. Dado que soplaba siem­ Calladamente, el hombre-pájaro pensó enton­
ban encima) una larga cuerda que lanzaron a decepcionantes, los buenos éxitos comienzan pre el viento en las terrazas y que era posible ces en el globo.
la noche de plomo de Bogotá, con tanta fuerza con ¡os métodos «de confianza» «de disfraz», y llegar a una de ellas sin ser visto, durante la Meditando en su celda, halló que el globo
que el cabo libre comenzó a girar en el alto es­ «de burundanga» por separado, o combinados. noche el aprendiz de pájaro comenzó a cons­ tenia la ventaja de poder gobernar el descen­
pacio como un satélite, se enredó finalmente «El de confianza» consiste en inspirársela a un truir cometas. Sus modelos experimentales, ca­ so. Y merodeando por la prisión encontró que
en la cola de un cometa, en los anillos de al­ guardián durante una salida a un juzgado o a da vez más aerodinámicos, llegaron a ser una en los talleres había la posibilidad de obtener
gún planeta, en la luz de una estrella o en un un permiso vigilado, y escapársele en un des­ de las diversiones de su patio. Cada vez más el hidrógeno para inflarlo. En su nueva em­
cable de alta tensión (ello no se sabe a punto cuido. Incluye generalmente una invitación a grandes, cuando apareció una super-cometa que presa gastó sigilosamente muchos meses. Se
tomar cerveza con escapada en el momento de recordaba la forma de un vampiro con dobles pensó que había olvidado su manía voladora.
1. Dirigente guerrillero de los Llanos Orientales, en salir al orinal. En algunos casos la confianza alas translúcidas surcadas de nudosas nerva­ Una noche logró quedarse fuera de su celda
los años cincuenta. ha sido largamente cultivada hasta el punto de duras de mimbre, hasta los guardianes siguie­ cuando pasaron la reja corrediza, logró trans-
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Las componentes de esta visita son siempre se marginaban de estas orgías que llegaron a
portar su equipo hasta un cierto lugar del pa­ Cuando con el pan y con los guardianes del ser un rito carcelario, como la colgada. Muy
tio, logró trepar con peligrosas piruetas has­ tumo de la media noche a las 6 de la maña­ una dama vieja, supermaquillada y roncoparlan-
te que explica que ha arruinado su garganta en pocos ingresados de esas épocas lograron de­
ta una de las terrazas, y logró finalmente te­ na entraron en la prisión los primeros dia­ fender exitosamente sus retaguardias. La tra­
ner todo listo para el vuelo. rios, el aeronauta arrepentido concluyó su lar­ el apostolado, aunque fuma más que un re­ dición carcelaria recuerda algunos mártires y
Abrazado al voluminoso globo de tela negra ga y lúcida agonía desangrándose en la enfer­ cluso la víspera del juicio público. Tampoco
cesa de proclamar que a ella no le da miedo señala con el dedo, discretamente, a ciertas
se tendió en la terraza y contempló la más mería, en espera de una ambulancia para tras­ víctimas que quedaron marcadas con ¡a afrenta.
triste ciudad del mundo que estaba a sus pies. ladarlo a un Hospital. Solamente se quejó de entrar a la prisión porque todos los detenidos Entretanto, doctores grandilocuentes y legisla­
Un silencio de yermo helado, un millón de que el guardián lo hubiese matado sin nece­ son muy decentes. A su lado marchan unas mu­ dores de cuellos proconsulares hacían discur­
luciérnagas agonizando en un pantano inmen­ sidad. chachas, frescas orquídeas de invernadero de la sos, y discutían con obispos de doble papada
so. Por algunos instantes, muy arriba, en uno La Prensa traía en primera página una no­ oligarquía, tan temerosas de todos nosotros co­ sobre el problema sexual en las prisiones. El
de los cerros que hacían masa con las tinie­ ticia sobre un platillo volador, acondicionado mo secretamente convencidas de que van a Sociólogo Vitalicio de la oligarquia columbo-
blas apareció una cruz iluminada presidien­ para el espionaje nocturno, que había sido a- ser violadas en algún pasadizo. Al cortejo lo vaticana escribió un extenso tratado que algu­
do el paisaje fúnebre. El hombre-pájaro com­ batido con fuego antiaéreo cuando pasaba vo­ acompaña por todas partes el Director, el sub­ nos consideraron la obra maestra sobre el pro­
prendió entonces que lo que debía ser su ho­ lando a baja altura sobre el Batallón Caldas. director, y una numerosa escolta compuesta blema: era un curioso galimatías constelado de
gar no era ninguna de las lucecitas titilantes, La noticia añadía que «el misterioso artefac­ de guardianes y de miembros de la policía interpretaciones etimológicas y semasiológicas,
ni siquiera las más débiles y lejanas espar­ to» había estallado en el aire y que sus frag­ secreta. El Director procura complacer a las que principiaba hablando de Venus, aludía en
cidas al sur. Supo que para escaparse ver­ mentos eran minuciosamente estudiados por gazmoñas damitas llevándolas a conocer, más
o menos discretamente, a los reclusos estre­ términos esotéricos a la libido, mencionaba na­
daderamente tendría que volar lejos, muy le­ las autoridades militares. turalmente a Sodoma y Gomorra, y concluía
jos, hacia un País ignoto y soleado, en donde En la última página de uno de los periódicos llas, a los que más han figurado en la Prensa con una descripción incompleta del modo par­
no estuviera levantando un patíbulo en cada se informaba que durante la noche había sido en los últimos días. Las curiosas se acercan
a ellos, (los encuentran siempre mucho me­ ticular como se reproducen los gasterópodos.
cerro, un convento en cada esquina, una igle­ herido un preso de la cárcel Modelo que in­
CeDInCI
sia en cada barrio, un basurero para vivien­
da de los pobres; un lontano País, en el que
la vida no estuviera envuelta en un sudario,
encerrada en los prejuicios, altos como mon­
tentaba una fuga.
CeDInCI
nos terribles de lo que imaginaban), y les re­
galan medal litas de aluminio con las imáge­
nes del Sagrado Hígado de Jesús, del Doble
Corazón de María, y las últimas estampitas
El Gobierno hizo entonces una edición de me­
dio millón de ejemplares, distribuyó doscientos
mil entre los altos funcionarios y los diplomáti­
cos de los países amigos, envió dos ejemplares
de la moda litúrgica. especiales, uno al Santo Padre y otro a la Bi­
tañas, y tejida de sordidez y de melancolía. La visita de las Damas de la Acción Católica blioteca de Washington, y construyó un edifi­
Decididamente, el hombre-pájaro tuvo la cer­ es anual. Para la visita general de los domingos la gen­
te del pueblo es bombardeada por las agujas cio especial para guardar el resto. Por extraño
teza de que en cualquier sitio en donde ca­ Para prepararla, el capellán la anuncia a los que parezca, estos esfuerzos no cambiaron la
yera su globo, no encontraría sino la perse­ de hielo del amanecer bogotano, desde las
reclusos por la red de altavoces, ocho días tres de la madrugada. situación dentro de las prisiones.
cución y la miseria de siempre. Solamente en­ antes. Los exhorta al buen comportamiento: El Senado columbovaticano decidió buscarle
tonces sintió el intenso frío y añoró la tibie­ Cuando se abre la visita, a las ocho de la ma­ una solución al problema. La cámara de repre­
ni torsos desnudos, ni palabras obscenas. ñana, la larga cola es una inmensa culebra
za de su celda. A su vez, el Director, como todos años, prohí­ sentantes, que algunos llaman a la inglesa los
Oponiéndose con todas sus fuerzas a la vio­ medio adormecida que se extiende por todo
be terminantemente y de una vez por todas, el barrio, circundada de un vaho hecho de bos­ comunes, protestaron diciendo que tan magno
lencia del viento, infló completamente el glo­ las imágenes pornográficas en las paredes de problema debería tratarse en ambas Cámaras,
bo, le fijó el cilindro de acero y cortó las las celdas. tezos y de neblina. Con frecuencia, a las tres en sesiones extraordinarias del Congreso. Por
amarras. Borradas las huellas de un acto larga­ Día de la visita: un coro de reclusos canta de la tarde, al sonar el primer toque de fin de entonces las sesiones eran radiotransmitidas a
mente esperado que en el momento de la eje­ en la capilla «La Marchitez Inmarcesible» la visita, los últimos de la cola no han aca­ todo el País, pero muy pronto la discusión se
cución le pareció sin sentido, experimentó el himno columbovaticano, y después el himno bado de entrar. Tienen que resignarse a re­ tornó tan prolongada que interfirió la transmi­
temor del descenso, sonrió pensando en que de la Acción Católica que después de la lle­ gresar a la ciudad con Jos comestibles y las sión de las radionovelas, y por otro lado hubo
tal vez era el único hombre que iba a correr gada a la silla pontificia del Papa Juan XXIII (rutas largamente estrujadas entre las manos, protestas por lo escabroso del tema. Se deci­
el peligro, no ya para fugarse, sino para re­ el cuerpo fatigado, y la boca llena de palabras
tiene un poco la letra y un poco la música de de decepción. dió en consecuencia hacer las sesiones secretas
gresar a la cárcel. Ya en uno de los patios la Internacional. para no lastimar la moral de las novelas ra­
resbaló en una laja, y su silueta fue vista por A continuación, un recluso que ha compuesto diales, y no hacerle desleal competencia a las
uno de los guardianes de las garitas que lo un pequeño discurso corregido por el cape­ historias de las señoras que podían contar dis­
derribó de un disparo. llán, le entrega a las distinguidas visitantes Otra vertiente del amor carcelario es el ho­ cretamente cosas mucho mejores. Y como era
Esa noche fue memorable. Después del dis­ unos humildes obsequios consistentes en ces­ mosexualismo. necesario mantener democráticamente informa­
paro se pusieron en funcionamiento todos los tas de fique tejidas a varios colores. Para la Antes de la visita conyugal, el homosexualis­ dos a los electores, las discusiones secretas se
reflectores, sonó la sirena de alarma, desperta­ señora Presidenta hay un regalo especial: un mo estaba extendido por toda la cárcel. La publicaron en los diarios. Dada la publicidad
ron los guardianes dormidos en las garitas, sa­ pájaro de cuerno y uno de Jos cofres fabri­ entrada de un detenido joven era casi inva­ de las sesiones secretas se pudo saber que pa­
lieron al pasillo los de superespeciales, y se en­ cados por los artesanos del quinto patio. riablemente seguida de su violación por un sada la etapa erudita, esto es una especie de
cendieron las luces en casi todas las celdas, so­ Terminado el discurso, el orador entrega un grupo enardecido de reclusos poseídos por to­ desfile de modas en el que cada parlamentario
bre todo cuando se escucharon explosiones y memorial firmado por centenares de prisio­ dos los demonios de la lujuria. Muy pocos procuró demostrar que había leído a Sigmund
ráfagas de ametralladora. neros, pidiendo una rebaja de penas.
78
Debate

Freud, a Amiel y que ya había encargado a Pa­ la U. S. Navy. Esta intervención dio rienda
rís el último libro de Andró Gide, comenzaron suelta a la imaginación de los legisladores que
La liberación
a presentarse las soluciones, al parecer no muy sugirieron sucesivamente: la visita de las mu­ de la mujer
concordantes con el credo filosófico de cada jeres presas a las cárceles de varones, la visi­
proponente: así un Senador que se decía mar­ ta de los prisioneros a las cárceles de mujeres,
xista declaró que todos los prisioneros pertene­ ¿Qué contenido darle al concepto de
las cárceles mixtas, la adición de una droga emancipación femenina? ¿De qué m anera
cían a una especie de basura humana que los anafrodisíaca a la comida de los prisioneros,
tratadistas llaman lumpen-proletariat (esta pa­ la revisión total de la legislación de prisiones, debe contem plarse esta lucha? Libre
labra la llevaba apuntada en un papelito), y y finalmente, después de varios duelos a muer­ abre el debate. N uestro cuestionario, que
que en consecuencia, como lo había dicho muy te entre Senadores, en los cuales no pereció incluye 10 preguntas sobre el tema,
bien Carlos Marx, en su libro «Mi Lucha», lo ninguno de ellos, el problema se dejó en ma­ fue propuesto a seis escritoras de
que debería hacerse era meter toda esa gen­ nos de una comisión. nacionalidades diversas:
tuza en cámaras de gas y después hacer jabón Al año siguiente, un sacerdote joven que había
con ellos. Esto suscitó una gran protesta, se estudiado en Lovaina propuso sencillamente, en
cruzaron apuestas sobre si había sido Carlos un púlpito durante una Semana Santa, que se
Marx o Adolfo Hitler el que había escrito «Mi permitiera la entrada de las mujeres a las cár­ ROSANA ROSSANDA, escritora, uno de los
Lucha», un representante caldense aprovechó celes de varones. Entonces el Cardenal Prima­ principales dirigentes de la organización
la oportunidad para recitar la «Balada de la do, sabedor de que los cismas los hacen siem­ m arxista italiana vinculada a II M anifestó.
Cárcel de Reading» de Oscar Wilde, y por pre los sacerdotes que hablan más de la cuen­
varias semanas las sesiones se hicieron alrede­ ta, decidió suspender al predicador a divi-
dor de la pena de muerte, y se repitieron los nis. Empero, la propuesta del sacerdote y el

terior. CeDInCI
grandes discursos hechos al respecto por los
parlamentarios columbovaticanos del siglo an­
La Prensa hizo gran alboroto con la ignoran­
castigo al que fue sometido causaron sensa­
ción, y el Nuncio Apostólico italiano anunció
que la Santa Sede se ocuparía del problema de
CeDInCI
SUSAN SONTAG, ensayista y novelista
norteam ericana, au to ra de
Against interpretation (ensayo),
las amadas cárceles columbovaticanas. Después The benefactor y Death k it (novelas)
cia del marxista, pero él hizo unas declaracio­ de algunos meses de estudio, la Santa Sede en­ Viajes a Hanoi (reportaje)
nes diciendo que él era marzista, con zeta, esto contró la solución: se dejarían entrar cada cier­
es partidario de las elecciones en marzo, y to tiempo a las esposas legítimas de los reclu­
que su intervención había sido un recurso dia­ sos, previa presentación de la partida de matri­
léctico para no entrar en un tema que, por el monio eclesiástico. MARTA LYNCH, n arrad o ra argentina
momento, no era prudente tratar. Los talleres de falsificación de la cárcel Mode­ autora de La alfom bra roja, Al vencedor,
Las mayores obscenidades se oyeron cuando lo se ocuparon entonces del suministro de las
un Senador conservador propuso, después de Cuentos tristes y La señora Ordóñez.
partidas de matrimonio eclesiástico, a precios
citar a Santo Tomás de Aquino y de hacer un razonables. Los guardianes se cansaron de exi­
prólogo sobre el mal necesario, que se compra­ gir un documento que presentaban hasta las
ra a una compañía norteamericana unos mode­ más sospechosas, y nació así la visita conyu­ FRANQOISE GIROUD, francesa, directora
los de mujeres de caucho, infiables a volun­ gal de los jueves, una visita de mujeres, tal del semanario L’Express.
tad, que habían dado excelentes resultados en como lo havía previsto el levita anatematizado.

BLANCA VARELA, poetisa peruana,


autora de Ese puerto existe, Luz de día,
Valses y otras falsas confesiones.

JEAN FRANCO, inglesa, profesora


de literatura latinoam ericana
de la Universidad de Essex. Autora de
Introducción a la literatura
hispanoamericana.
Respuesta de 81
Rosana Rossanda

Prefiero hablar claro para que no haya equivo­ go diferente expresa en esta idea no su supe­ constituyan una clase, en el sentido marxiano
visionismo» y de una ideologización premarxista de la palabra. Para Marx, clase es una forma­
co alguno sobre las respuestas que doy a con­ y burguesa que separa las relaciones de dos rioridad mosculina (y es aquí donde las mu­
tinuación. De ninguna manera creo en un pro­ jeres de ciertos movimientos de liberación se ción social directamente ligada a las. relacio­
personas de las relaciones sociales, y a éstas nes de propiedad y de producción. Si se quiere
blema femenino separado, paralelo, indepen­ de las relaciones de producción. Se trata, a mi equivocan) sino su propia alienación a los mass
diente del mecanismo social fundamental, que media, a las ideologías de derecha, etc. utilizar esa palabra en otro sentido se la des­
modo de ver, de una posición estéril y reac­ poja de todo significado y no veo la necesidad.
sigue siendo, para mi, el de las relaciones de cionaria, cuya presencia se explica por el he­
producción. Hoy, los movimientos más radi­ L. — ¿En el proceso de la emancipación de la Atribuir a la opresión patriarcal el carácter de
cho de que, por un lado, la crisis general de mujer, le asigna usted un valor igual a la eman­ contradicción principal (la cual no se despren­
cales de emancipación femenina lo plantean co­ la capacidad de integración en la sociedad ca­
mo un problema en sí mismo, porque reducen cipación económica que a la emancipación se­ dería de la división social del trabajo) es colo­
pitalista superindustrializada hace estallar, con carse fuera del pensamiento marxista. Ahora
una interpretación marxista a la interpretación un carácter radical y violento, cuestionador, re­ xual?
dada por los partidos comunistas y los países bien, ¿en qué campo se sitúa esta idea? Se cae
volucionario, la necesidad de las mujeres de no R. R. — Parecería derivarse de lo que he dicho en una metafísica biológica o sicológica que no
«socialistas». Es fácil advertir que, en estas aceptar más su alienación; por otro lado se que no atribuyo gran significado a la eman­
concepciones y en estos países, salvo en el as­ me interesa para nada y que además sería pro­
explica también por el hecho de que la cri­ cipación económica. ¿Qué sentido tendría? Si fundamente negativa puesto que no ofrece sa­
pecto material — y aun— la situación de la mu­ sis del pensamiento marxista en los partidos la mujer gana un salario, permanece alienada:
jer (y la de la familia) ha cambiado muy poco, lida.
obreros, la involución de las sociedades del claro, creo que es mejor que trabaje, pues de
y que tanto la subordinación femenina a lo que Este, la pobreza teórica y práctica de las solu­ todas maneras hay una diferencia eptre una es­ L. — Se considera que el trabajo remunerado
los movimientos de liberación de la mujer lla­ ciones socialistas (peor aún, la sobrevivencia del clava y una obrera — aunque más no fuera por es alienante, dadas las condiciones en las cua­
man un «modelo masculino» de la sociedad, co­ estado, de las policías, de las estructuras repre­ la posibilidad de tomar conciencia de su aliena­ les se desarrolla en nuestras sociedades. ¿A
mo las formas de relación en el plano psicoló­ sivas, de una concepción autoritaria de la pe­ ción. Pero aun así sigue alienada como el obre­ pesar de esto, lo aconsejaría usted a las mu­
gico y sexual, permanecen inalterables. Con­ dagogía de la educación, de una verticalización ro o cualquier trabajador de esta sociedad. No jeres como medio de liberación?
cluir de esto que el socialismo no esboza una de los poderes, etc.) no pueden dar ninguna
CeDInCI
solución del problema me parece absolutamen­
te abusivo, pues equivale a admitir que el so­
cialismo seria lo que es en esos países, es decir
una modificación no de las relaciones de pro­
respuesta a esta eclosión de una necesidad al­
ternativa. Todo lo contrario.
A partir de estas premisas responderé a sus
CeDInCI
comprendo tampoco lo que se entiende por
emancipación sexual sino en términos de una-
plena reapropiación del cuerpo, es decir de una
desacralización y en consecuencia también una
R. R. — He dicho que el trabajo en una socie­
dad capitalista es alienante. El ocio también
lo es. No se escapa al mecanismo del capi­
tal (y esta es una de las debilidades de la iz­
preguntas. Tengo clara conciencia de que los reducción afectiva del problema sexual. Creo
ducción sino de las relaciones de propiedad. movimientos femeninos más radicales tienen que es muy importante que esto ocurra pero ello quierda espontaneísta americana, de las gentes
¿Acaso el obrero no vende su fuerza de traba­ una posición diferente: separatismo, etc. Pero no impediría que en otro plano la mujer siga que creen poder rechazar el sistema capitalis­
jo en la Unión Soviética? ¿Acaso la reificación esto responde a lo que me parece ser la crisis siendo reaccionaria (como la gran Catalina...) ta poniéndose aparte). En el trabajo se puede
de los valores mercantiles no se mantiene en más grave de nuestro tiempo, la del pensa­ o alienada, pues no puede escapar individual­ encontrar el mundo de los demás alienados, pro­
todas las sociedades socialistas, incluyendo a miento revolucionario. Sin una «revolución mente, y como «mujer» o «mujeres» tampoco, yectar en otra dimensión los problemas propios
la que ha ido más lejos en la destrucción del cultural» — y por eso soy «pro-china»— nun­ a Ja división social del trabajo. y ampliar la conciencia de lucha. Esto es todo.
antiguo modo de producción, la sociedad chi­ ca llegaremos a captar el alcance de las rela­ No libera, pero puede dar más conciencia.
na? ¿Acaso, con igual razón que las mujeres, ciones interpersonales, y el que se refiere al L. — En su opinión, ¿cuál es la relación entre
el obrero no podría decir que la lucha de clases la lucha por la emancipación de la mujer y la L. — ¿De qué manera contemplaría usted la
problema de la mujer, de acuerdo a una pers­ lucha por la emancipación de la mujer: a) en el
deja sin resolver el problema de su alienación? pectiva «comunista», la única que no sería elu­ lucha de clases? ¿Cree usted que la primera
El hecho es que el modo de producción capita­ siva. debe subordinarse a la segunda? cuadro de una organización política y revolu­
lista y la división del trabajo, y la jerarquiza- cionaria; b) exclusivamente en un movimiento
ción de la sociedad, las superestructuras jurí­ R. R. •— La primera no implica la segunda femenino?
dicas, culturales, sicológicas que derivan de L. — ¿Qué contenido concreto da usted al con­ sino en su concepción más radical — es decir,
cepto de emancipación femenina? R. R. — En el cuadro de una organización po­
ellos, constituyen una «civilización» sumamen­ la revolución total, tal como Marx la contem­ lítica y revolucionaria. No creo en el separatis­
te compleja, que es necesario destruir y reem­ R. R. — El mismo que doy a la emancipación pla, por ejemplo, en La ideología alemana. mo. Los partidos comunistas ya lo habían in­
plazar por otra. El simple traspaso del poder del hombre. Plena reapropiación de sí mismo, ventado, creyendo que las mujeres son más
de estado de una clase a otra (y ni siquiera, L. — Tomando en cuenta que el trabajo domés­
de su trabajo, de su cuerpo. Fin de la aliena­ tico es gratuito y sin valor de cambio, se po­ valientes solas, cuando se encuentran solas. La
pues generalmente se trata de una institución ción y de la reificación. Comunismo. Para la guerra hay que librarla allí donde sea nece­
que dice representarla: el partido), de la pro­ dría considerar a las mujeres como una clase
mujer, es más largo el proceso, pues es doble­ aparte, fuera de las existentes. Esto supondría sario.
piedad privada a la propiedad de estado, no mente subalterna: la división del trabajo le
afecta en modo alguno al conjunto de las re­ que la opresión patriarcal debe entenderse co­ L. — ¿Considera usted que la familia es una
asigna una forma de esclavitud hacia quien mo contradicción principal y no secundaria. ¿Es­
laciones sociales inherentes a la división del ya es un esclavo (el hombre reificado). Al mis­ traba para la emancipación de la mujer?
trabajo. Así pues, si la subordinación de la mu­ tá usted de acuerdo con este análisis? R. R. — Imagino que la reconstrucción de las
mo tiempo, su condición descubre la «falsa
jer se mantiene, es porque aquel nivel de re- emancipación» del hombre en las sociedades R. R. — No. Sería mejor no enredarse con los relaciones interpersonales sobre una base de
volucionarización no se ha alcanzado aún; y to­ socialistas europeas, en los partidos copiunistas, conceptos. El hecho de que las mujeres tengan igualdad sería provechoso. Dichas relaciones
da posición que no tome conciencia de esto se en muchos de los grupos revolucionarios. El una condición social aparte no significa que no pueden edificarse sobre la familia actual.
sitúa al mismo tiempo en el terreno del «re­ hombre que considera a la «hembra» como al­
82 Respuesta de
Susan Sontag

Entre la lucha para liberar a las mujeres y la cias equivalgan a sus ojos a una inferioridad
Por lo demás, me gustaría precisar estos con­ L. — Usted que es precisamente una mujer li­ real. El que las mujeres difieran de los hom­
ceptos. No hay «la familia», sino la familia berada y por consiguiente ha establecido gra­ lucha para liberar a los esclavos hay algunos
paralelos sorprendentes — por ejemplo, los argu­ bres, arguyen, no significa que no sean sus
judeo-cristiana, la familia del modo de produc­ cias a esta situación un nuevo tipo de relación iguales. Dicho argumento es pura hipocresía
ción asiático, las familias africanas... Noso­ con los hombres, ¿cómo ve la actitud de ellos mentos expuestos contra su emancipación. Du­
rante miles de años, prácticamente todo el —como el de «iguales pero separados» emplea­
tros hablamos generalmente con nuestro pro­ hacia usted? do por los sudistas en los Estados Unidos para
vincialismo «blanco», de la familia judeo-cris­ mundo daba por supuesto que correspondía
a la «naturaleza» de la especie humana el que defender el sistema de enseñanza pública ra­
tiana. Puntualizarlo no es escamotear el pro­ R. R. — Siempre me han ayudado. Son capa­ cialmente segregado. Pues el contenido espe­
blema: al contrario, es darse cuenta hasta qué ces de amistad. Sospecho incluso que se sien­ algunos pueblos fuesen superiores (y destina­
dos por tanto a ser los amos) y otros inferio­ cífico de estas supuestas diferencias innatas
punto está ligado a toda la estructura ideoló­ ten muy aliviados cuando a todo nivel pue­ entre mujeres y hombres implica una escala
gica «moderna», lo que nos vuelve más aten­ den tener una relación con una mujer libera­ res (y condenados por ello a ser esclavos).
Hace unos ciento cincuenta años tan sólo que de valores en la que las cualidades atribuidas
tos a ciertos valores, en los cuales se expresa da ... que en general es menos cargante. ¿Pero a la mujer son claramente menos estimables
también la necesidad de emancipación, pero que mi experiencia sirve acaso de algo? He vivi­ algunos elementos importantes de las clases
gobernantes empezaron a sospechar que la es­ que las asignadas al hombre. «Masculinidad»
constituyen igualmente un reflejo o un equi­ do en una situación familiar muy particular, es sinónimo de competencias, autonomía, do­
valente de este universo ideológico del cual y en el trabajo no frecuento sino la extrema clavitud no era, a fin de cuentas, «natural».
Súbitamente pareció plausible explicar el inne­ minio de sí, espíritu de riesgo, ambición, inde­
es muy difícil evadirse. No se vive en un «va­ izquierda. En II Manifestó, tres mujeres se en­ pendencia, racionalidad; «feminidad» es sinó­
cío», en una inocencia o renovación ideal en cuentran absolutamente al mismo nivel que gable carácter «servil», «sumiso» y sicológico
y culturalmente «subdesarrollado» de los escla­ nimo de incompetencia, debilidad, irracionali­
medio de un sistema de producción que, co­ cuatro hombres (hablo del grupo inicial), y en dad, pasividad, ausencia de competividad, be­
mo el del capital, ha generado toda una civi­ nuestro periódico estamos en mayoría. Cierta­ vos por el hecho mismo de que Jo eran y de
que habían sido educados para ello — en lugar lleza. La mujer es educada para ser un adulto
lización, quizás la más atroz pero también la mente en la vida política he sido atacada por de segunda clase, para una agradecida y con­
más compleja de la historia. adversarios que invocaban mi condición de mu­ de usarlo como argumento de que merecían
su condición. Y que, puesto que su inferiori­ cienzuda dependencia del hombre. No se espe­
jer, pero finalmente esa misma condición da

nina? CeDInCI
L. — ¿Qué importancia concede usted al abor­
to libre entre los objetivos de la lucha feme­

R. R. — Una gran importancia en la vía de la


una cierta ventaja publicitaria... Una disputa­
da que habla en la Cámara, en un mitin o en
una plaza pública atrae la curiosidad, lo que
puede aprovecharse. He sufrido mucho más
CeDInCI
dad no era «natural» sino aprendida e impues­
ta, el desarrollo completo de su potencial
humano emergería tan sólo el día en que se
les permitiría tener una historia enteramente
ra de ella que sea veraz, o puntual, o experta
en el manejo y reparación de máquinas, o fru­
gal, o fuerte, o físicamente valiente. (Ello sig­
nifica que todas las mujeres que poseen estos
«reapropiación del cuerpo». Los límites son los rasgos o habilidades son catalogadas como
por mi condición de intelectual que por mi distinta. «excepcionales».) No es extraño pues que los
del punto 2. No debe olvidarse que toda una condición de mujer, e ignoro lo que sería yo Esta intuición audaz, que acompaño la aboli­
capa privilegiada ha abortado siempre en li­ ción mundial de la esclavitud, nos parece hoy hombres acepten a las mujeres como asociadas
sin la ayuda intelectual, práctica, de mis ca­ y compañeras, no como iguales — y nunca
bertad (gracias al dinero) y ya se sabe con maradas hombres. Por todo esto, afectuosa­ obvia. Si algo nos sorprende es el por qué
qué resultados. Ciertamente obtener un derecho tomó tanto tiempo en abrirse paso a través como superiores. La mayoría de lo que se ce­
mente, pienso también en su emancipación: lebra como conducta típicamente «femenina»
gracias a una batalla confiere madurez a un cuando las mujeres sean libres, su pobre vida ue las teorías baratas usadas para justificar
movimiento. racionalmente la esclavitud. Pero podemos es simplemente una conducta infantil, servil,
«viril» será menos siniestra. débil, inmadura. En realidad, mientras las mu­
mostrarnos más indulgentes con la miopía de
nuestros antepasados si advertimos que la opi­ jeres presten atención a los estereotipos de
nión acerca de la emancipación de las muje­ conducta «femenina» (que, de modo insultan­
res se halla hoy en el mismo punto en que te, se atribuyen a su «naturaleza») no podrán
se hallaba la referente a la emancipación de llegar a ser adultos independientes y plena­
los esclavos hace dos siglos. Como durante mente responsables.
los milenios de aceptación indiscutida de la Cada generación produce unas cuantas muje­
esclavitud, la antiquísima opresión de la mu­ res de genio — o meramente de tan irreme­
jer se justifica invocando a la «naturaleza» diable excentricidad— que obtienen para si
—a presuntas desigualdades «naturales» de un status especial. Pero se sobreentiende que
la especie humana que todavía parecen ob­ si las hermanas Trung, Juana de Arco, Santa
vias y verdaderas. La inmensa mayoría de las Teresa, Mademoiselle Maupin, George Eliot,
gentes de este planeta — tanto mujeres como Louise Michel, Isabelle Eberhardt, Marie Cu­
hombres— están profundamente convencidos rie, Rosa Luxemburgo, y los demás miem­
de que las mujeres poseen una «naturaleza» bros de esta pequeña banda de mujeres que
distinta de los hombres, y que estas diferen­ llegó a ser históricamente visible hicieron lo
cias «naturales» hacen que la mujer sea infe­ que hicieron fue precisamente porque poseían
rior. Las personas educadas en los países de cualidades de las que normalmente las muje­
civilización urbana, especialmente las que se res carecen y se les atribuye una energía, inte­
consideran a sí mismas como liberales o so­ ligencia, voluntad de poder y valor «mascu­
cialistas, niegan a menudo que estas diferen­ linos». De este modo, los ejemplos insólitos
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de mujeres capaces y genuinamente indepen­ sible sino en último término imperativo que la liberación de la mujer es la parte más «radi­ ción de la mujer no puede tener lugar sin la
dientes no alteran más la presunción general mayoría de las mujeres se liberen de toda re­ cal» de este nuevo proceso revolucionario. liberación del hombre. Hasta cierto punto, este
de la inferioridad femenina que el descubri­ lación, excepto la mínima, indispensable, con Como debería deducirse de lo expuesto, creo clisé es verdadero. Mujeres y hombres compar­
miento (y favorable trato) de esclavos intelec­ su responsabilidad biológica. Una vez que el que hay una «cuestión de la mujer» totalmente ten el mismo objetivo final: obtener una auto­
tualmente dotados hizo dudar a los esclavis­ destino reproductivo de la mujer se reduzca independiente de los problemas planteados por nomía real, lo cual significa participar (y que
tas romanos cultivados de antaño de la natu­ a dos, uno o ningún embarazo (con todas las les sea permitido hacerlo) en una sociedad que
el análisis marxista clásico. Marx, Engels, Le-
ralidad de la esclavitud. El argumento de la probabilidades de que, a diferencia de los an­ nin, Trotzky, Luxemburgo y Gramsci sostuvie­ no se funde en la alienación y la represión.
«naturaleza» es una creencia que se autocon- teriores periodos históricos, todos los niños al­ ron que la liberación de la mujer no era un Pero el clisé es también peligroso pues niega
firma. Las vidas individuales que no cuadran canzarán la edad adulta) el fundamento racio­ problema aparte, sino que debía resolverse en implícitamente la existencia de diferentes fases
con dicha creencia serán consideradas siem­ nal para la definición represiva de la mujer en la lucha que hay que sostener. Como mu­
el contexto de la lucha de clases y la creación
pre excepciones dejando por consiguiente el en términos de ser servil y doméstico, desti­ del socialismo. No estoy de acuerdo con ellos.chos clisés verdaderos, desarma el pensamiento
estereotipo intacto. nado ante todo a la maternidad y a la crian­ Es un hecho que ninguno de los países que y apacigua la cólera. (Así, muy hábilmente, el
Históricamente, la opresión de la mujer debe za, se derrumbará. Del mismo modo que la pretenden actuar conforme al legado marxista slogan oficial de la política eminentemente su­
provenir de algunos acuerdos prácticos desti­ Revolución Industrial indujo a la gente a re­ ha replanteado radicalmente el problema de perficial del gobierno sueco para obtener la
nados a asegurar responsabilidad biológica: la plantearse la «naturalidad» de la esclavitud, la la condición de la mujer. Al revés, todos los igualdad de las mujeres dentro del marco del
maternidad. Las complicadas formas —sicoló­ nueva era ecológica en la que ha entrado el países comunistas (con la excepción limitada sofisticado capitalismo liberal es «la emanci­
gicas, políticas, económicas, culturales— que planeta a mediados del siglo xx permite a la de China) se han contentado con ofrecer a las pación de las mujeres equivale a la emancipa­
reviste la opresión femenina se remontan to­ gente reconsiderar el problema hasta ahora mujeres simples mejoras «liberales» a su si­ ción de los hombres».) Todos los seres -huma­
das a esta división biológica del trabajo. Pero auto-evidente de la «feminidad» de la mujer. tuación, como un creciente acceso a la educa­ nos en este mundo imperfecto necesitan, claro
el hecho que las mujeres den a luz mientras La «feminidad» de la mujer y la «masculini- ción y a los empleos, pero manteniendo intactoestá, ser liberados — tanto los amos como los
que los hombres no, prueba difícilmente que dad» del hombre son concepciones moralmente esclavos, los opresores como los oprimidos.
el monopolio avasallador del poder político por

CeDInCI
unos y otros sean fundamentalmente diferen­ defectuosas e históricamente anticuadas. La
tes e indica más bien cuán débil es la base opresión de la mujer es un anacronismo. Como
de esta supuesta diferencia y hasta qué punto de costumbre, la cultura va a la zaga de la
es concreta esta diferencia «natural». (Así, la tecnología. Pero la emancipación de la mujer
CeDInCI
parte de los hombres y dejando incólumes las
estructuras fundamentales de represión que
caracterizan las relaciones privadas entre los
dos sexos. Pero no es a causa de este sorpren­
Pero no puede concebirse correctamente una
sociedad justa, ni luchar por ella, de un modo
unitario o universal. Toda luoha es concreta
y debe llevarse a cabo concretamente.
fisiología reproductiva de la mujer se convier­ me parece una necesidad histórica tan primor­ dente fracaso de todos los países en los que No es lo mismo liberar a un campesino de Tai­
te en una vocación que abarca su vida entera, dial como la abolición de la esclavitud, y que gobiernos revolucionarios izquierdistas ocupanlandia que a un obrero blanco de una fábrica
con sus normas adecuadamente angostas de está destinada a tener incluso consecuencias el poder, en hacer algo «radical» en favor de de Detroit. El camesino tailandés es oprimido
carácter y temperamento.) Pero incluso la más duraderas en el decurso de la historia las mujeres por lo que rechazo el análisis mar­tanto por ser campesino como por el hecho de
«naturaleza» fisiológica no es un hecho inmu­ humana. xista. Lo hago por razones teóricas. Ninguna ser oriental. (Su mujer sufre de una triple
table de perennes consecuencias. Forma tam­ No obstante, por anacrónica que sea, la opre­ de las numerosas declaraciones edificantes opresión: en tanto que campesina, en tanto que
bién parte de la historia, y evoluciona con sión de las mujeres se halla arraigada en los hechas por los principales teóricos de la revo­oriental y en tanto que mujer.) Un obrero del
ella. Si toda la diferencia entre mujeres y hom­ niveles más profundos de la cultura indivi­ lución proletaria en favor de la emancipación automóvil de Detroit es oprimido como obrero,
bres radica a fin de cuentas en el hecho que dual y social. Aunque sea inevitable, su libe­ de la mujer ha abarcado nunca la verdadera pero como miembro de la raza blanca y como
la maternidad ocupa a las mujeres, entonces ración no se llevará a cabo sin una lucha muy complejidad del problema. El marxismo no ha norteamericano pertenece a los grupos opre­
las circunstancias en las que cumplen dicha dura. Las mujeres se emanciparán sólo me­ calibrado de modo correcto la profundidad del sores, no a los oprimidos. De un modo aproxi­
vocación han cambiado de cabo a rabo; si diante una revolución general que cambiará «sexismo» del mismo modo que tampoco ha madamente similar, la opresión de las mujeres
la «naturaleza» ha servido de pretexto para la profundamente las conciencias y trastornará analizado correctamente la rotundidad del ra­ no se asemeja a la de los hombres en térmi­
esclavitud de la mujer, la historia procura las estructuras más básicas de la sociedad. cismo. Pero no sugiero con ello que un análi­ nos de estructuras fundamentales. Por muy ra­
ahora las condiciones objetivas para su libera­ Esta revolución debe ser a la par radical v sis marxista de la represión de la mujer no zonable que suene la idea al oído, es simple­
ción sicológica y social. Pues es precisamen­ conservadora. Conservadora, en el sentido que mente falso que la emancipación de los hom­
sea factible. La reciente obra de Juliet Mitchell
te esta importancia de la diferencia fisiológica debe rechazar la ideología del desarrollo eco­ en Inglaterra y de Reimut Reiche en Alema­ bres y de las mujeres sean parte de un proce­
entre hombres y mujeres la que está en ca­ nómico ilimitado (niveles de productividad y nia dan unos primeros pasos aproximados en so recíproco. Pues por mucho que los hombres
mino de volverse anticuada. La revolución in­ consumo cada vez mayores; la destrucción sal­ sean deformados sicológicamente por los este­
esta dirección. Pero ciertamente dicho análisis
dustrial sentó las bases materiales para una vaje del medio ambiente); dicha ideología, me­ queda por hacer. Y cuando se haga deberá pro­ reotipos sexistas, estos estereotipos les confie­
reconsideración de la esclavitud: con el in­ rece la pena señalarlo, es compartida con bablemente tanto a las ideas de Fourier y ren innegables privilegios. El hombre tiene a
vento de máquinas que eran más productivas igual entusiasmo por los países que pertenecen Wilhelm Reich como a las de Marx y los mar- su disposición una mayor variedad de proce­
y eficientes que el trabajo no estipendiado, al boque capitalista que por los que forman xistas. deres y mucha más libertad de movimiento que
pareció razonable liberar a la gente de su ser­ parte del campo socialista. Debe ser radical la mujer. (Basta considerar el hecho que en
vidumbre legal al trabajo. Ahora el Cambio de en el sentido que debe desafiar y rehacer los L. — ¿Qué contenido concreto da usted al con­ la mayoría de los lugares donde puede ir por
Rumbo Ecológico (creciente longevidad, más hábitos morales tradicionales, fundamental­ cepto de emancipación femenina? el «mundo», una mujer sola corre el riesgo de
explosión demográfica, más rápido agotamien­ mente autoritarios comunes tanto a los países la violación o de la violencia física. Fundamen­
to de los recursos naturales) hace no sólo po­ capitalistas como comunistas. La lucha por la S. S. — Uno oye decir a menudo que la libera­ talmente, una mujer está a salvo en «casa»,
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humano o justo. Los hombres pueden hacer la historia. Pero ahora que las mujeres han
o cuando la protege un hombre.) En el sentido hombre. Su emancipación no sólo significa cam­ concesiones, otorgar a regañadientes más de­ emprendido su larga marcha hacia la libera­
más estricto, en que no necesita andar siem­ biar la conciencia y las estructuras sociales de rechos civiles a la mujer. Desde hace unos 50 ción, el prejuicio sexista de la gramática actúa
pre en guardia contra una agresión rapaz, un manera que transfiera a las mujeres gran parte años, en la mayoría de los países, ésta tiene como una fuerza plúmbea, contaminadora, de
hombre se halla siempre en una situación muy del poder monopolizado por los hombres. La acceso a las instituciones de educación supe­ retraso cultura. La lucha liberadora de la mu­
ventajosa con respecto a una mujer. Hay hom­ naturaleza misma del poder cambiará así, pues- rior y puede adquirir entrenamiento profesio­ jer hará que el prejuicio sexista de la gramá­
bres (y mujeres) oprimidos por otros hom­ to que a través de la historia el poder ha nal. En los próximos 20 años obtendrá salario tica resulte diariamente ofensivo y, más tar­
bres. Pero la totalidad de las mujeres son opri­ sido definido en términos «sexistas»: identifi­ por trabajo igual y conseguirá la propiedad de, anacrónico. La gente debe sensibilizarse
midas por todos los hombres. Así, el clisé de cándolo con un normativo y supuestamente in­ efectiva de su propio cuerpo (mediante el uso con respecto al sexismo del lenguaje, de igual
que cuando las mujeres se emancipen, los hom­ nato gusto viril por la agresividad y la coer­ legal de contraceptivos y el derecho al aborto). modo que en los últimos tiempos se ha sensi­
bres se emanciparán también pasa desvergon­ ción física, y con las ceremonias y prerrogati­ Pero estas concesiones, por muy deseables que bilizado a los clisés racistas del mismo (y del
zadamente por alto la cruda realidad de la do­ vas de agrupaciones exclusivamente masculi­ sean, no desafían las actitudes fundamentales arte). La gramática y el uso común tienen que
minación viril — como si ésta fuera de hecho nas en guerra, gobierno, religión, deporte y co­ que mantienen a la mujer en la categoría de cambiar. En términos más generales, la gente
un convenio establecido por nadie, que no con­ mercio. Todo lo que no implique un cambio ciudadano de segunda clase; los privilegios del debe adquirir conciencia de la profunda miso­
viene a nadie y que no funciona en provecho respecto a quien tiene el poder y a la natura­ hombre permanecerán intactos. ginia que se manifiesta en todos los niveles de
de nadie. En realidad, exactamente lo opuesto leza de éste, no es liberación sino apacigua­ Un cambio «radical» (en el sentido en que se intercambio humano, no sólo en las leyes sino
es la verdad. La dominación del hombre sobre miento Los cambios que no son profundos so­ opone al «liberal») en el status de la mujer en las menudencias de la vida diaria: en las
la mujer se realiza en provecho del hombre; bornan el resentimiento que amenaza a la auto­ abolirá la mística de la «naturaleza», y la lu­ formas de cortesía y en el decorado (vestidos,
la emancipación de la mujer se hará a expen­ ridad establecida. Mejorar un gobierno inesta­ cha tendría que orientarse hacia este objetivo gestos, etc.) mediante el cual la gente polariza
sas del privilegio viril. Quizá más tarde los ble y descaradamente opresor —como cuando sin compromiso alguno. Las mujeres deben la identidad sexual; en la invasión de «imáge­
hombres se emanciparán también, con un re­ los viejos imperios sustituyen las formas de exigir el fin de toda clase de estereotipos, ya nes» (en arte, informaciones y anuncios) que
sultado feliz, de la cargante obligación de ser explotación colonialistas por otras neo-colonia­ perpetúa los estereotipos sexistas.

CeDInCI
«masculinos». Pero permitir que los opresores
se desembaracen de sus cargas sicológicas es
un objetivo completamente distinto, secunda­
rio a la liberación. La prioridad esencial es li­
listas— sirve en realidad para regenerar las
formas existentes de dominio.
Preconizar como hacen socialistas y comunis­
tas, que las mujeres formen un frente común
CeDInCI
sean positivos o negativos, que conceden iden­
tidad sexual a la gente. Cambiar las leyes que
discriminan a la mujer en situaciones especí­
ficas (con respecto al sufragio, a negociar con­
A la mayoría de los hombres no les gusta la so­
ciedad con las mujeres, ni las respetan, ni se
sienten cómodos con ellas por mucho que pue­
tratos, al acceso a la educación y al empleo) dan amarlas o desearlas individualmente. La
berar a los oprimidos. En ningún momento de con los hombres para llevar a cabo su mutua no basta. Las estructuras básicas del trabajo, mayoría de las mujeres tampoco se gustan y
la historia las demandas de oprimidos y opre­ liberación me parece un planteamiento super­ los hábitos sexuales, la idea de la vida familiar respetan a sí mismas. Estas actitudes cambia­
sores han resultado ser, si las sometemos a ficial y «reformista», en la medida en que corre deben cambiar también. Los cambios tienen rán sólo cuando las mujeres se libren de su
examen, totalmente armoniosas. Dudo mucho un velo sobre las duras realidades de las rela­ que extenderse al lenguaje mismo, en la medi­ «naturaleza» y empiecen a crear y a habitar
que esta vez lo sean también. ciones de poder que determinan todo diálogo da en que avala groseramente el prejuicio mi­ otra historia.
Todas las mujeres viven en una situación «im­ entre los dos sexos. La mujer no tiene por qué lenario contra la mujer. Pues, pensemos lo que
perialista» —en la que los hombres son los co­ asumir la tarea de liberar al hombre cuando pensemos, seguimos afirmando, cada vez que L. — En el proceso de la emancipación de la
lonos y las mujeres los indígenas. En los lla­ tiene primero que liberarse a sí misma —lo hablamos, la superioridad (actividad) del hom­ mujer, ¿le asigna usted un valor igual a la
mados países del Tercer Mundo, la situación cual implica explorar las bases de enemistad, bre y la inferioridad (pasividad) de la mujer. emancipación económica que a la emancipa­
de las mujeres respecto a los hombres es tirá­ no endulzadas de momento por el sueño de la Es «gramaticalmente correcto» dar por supues­ ción sexual?
nica y brutalmente colonialista. En los países reconciliación. Las mujeres deben cambiar por to que los agentes, las personas activas so’n
económicamente avanzados (tanto comunistas sí mismas; deben cambiarse unas a otras, sin hombres. La gramática oculta la existencia mis­ S. S. — La pregunta revela en mi opinión la en­
como capitalistas) la situación de la mujer es preocuparse de si ello afectará a los hombres. ma de la mujer, excepto en situaciones concre­ deblez fundamental del concepto de «emanci­
«neo-colonialista». En ellos, la segregación de La conciencia de las mujeres cambiará sólo tas. .Así, en inglés, decimos «él» cuando aludi­ pación». Sin un contenido más específico, la
la mujer se presenta en forma suavizada; los cuando piensen en sí mismas y se olviden de mos a una persona que puede ser de cualquie­ «emancipación» es una meta huera, que empa­
hombres delegan parte de su autoridad, el uso lo que conviene a sus hombres. Imaginar que ra de los dos sexos; la palabra «hombre» en­ ña además el foco y diluye la energía de la
de la fuerza física contra ella ha disminuido, estos cambios pueden llevarse a cabo en «co­ globa a todos los seres humanos; el pronombre lucha de la mujer. No estoy segura de que
el gobierno de los hombres ha sido institucio­ laboración» con los hombres minimiza (y tri- que sustituye a substantivos como «estudian­ éstas sean dos clases diferentes de emancipa­
nalizado de modo menos visible. Pero las mis­ vializa) el alcance y profundidad revolucionaria te», «trabajador», «ciudadanos», «artista», «fun­ ción. Pero supongamos que lo sean, o al me­
mas razones básicas de inferioridad y superio­ de su lucha. cionario público», «atleta», «industrial», es nos que puedan ser consideradas separada­
ridad, de impotencia y poder, de subdesarrollo Si la mujer cambia, el hombre se verá obliga­ «él». La gramática es la última arena del lava­ mente. A menos que estemos claros acerca del
y de privilegio cultural prevalecen entre mu­ do a cambiar también. Pero estos cambios del do de cerebro sexista. El lenguaje no es, natu­ de qué y para qué de la emancipación, no tie­
jeres y hombres en todos los países. Todo pro­ hombre no acaecerán sin considerable resis­ ralmente, la fuente del prejuicio que identifica ne ningún sentido preguntar si una y otra, la
grama serio de liberación de la mujer debe tencia. Ninguna clase gobernante ha renuncia­ a los hombres con la raza humana y asocia económica y la sexual, son igualmente impor­
partir de la premisa que la liberación no toca do jamás a sus privilegios sin lucha. La estruc­ únicamente a ellos la mayoría de las activida­ tantes.
sólo a la igualdad (la idea liberal-burguesa de tura misma de Ja sociedad se funda en el privi­ des de ésta. El lenguaje expresa meramente el No estoy segura de qué significado dan a
liberación) sino que afecta el poder. La mujer legio viril, y los hombres no lo abandonarán orden sexista que ha dominado a lo largo de «emancipación económica». Si es el de que las
no puede emanciparse sin reducir el poder del por el simple hecho de que hacerlo es más
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mujeres tengan acceso a una gran variedad de maridos e hijos. Cuanto hagan en el «mundo» mujer carece de sentido sin una modificación nos que la tendencia arraigue en niveles más
trabajos fuera del hogar con los cuales sean tiende a reproducir su imagen de seres «domés­ de las normas mismas de la sexualidad. El sexo hondos.
pagadas justamente, esta es sin duda alguna, ticos», destinados a servir y cuidar. Se les per­ en sí no libera a las mujeres. La des-polarización más profunda de los sexos
su demanda más básica. La clave del subdesa­ mite raras veces hacer trabajos físicamente pe­ El problema es ¿de qué sexualidad hay que li­ debe llevarse a cabo en el mundo del trabajo
rrollo sicológico y cultural de la mujer radica ligrosos y se les juzga inaptas para amplias berar a la mujer para que disfrute? La única y, de forma creciente, en las relaciones sexua­
en el hecho de que la mayoría de las mujeres responsabilidades administrativas. Por tanto, no ética sexual liberadora para la mujer es la les mismas. Conforme la «alteralidad» se re­
no se soportan a sí mismas — ni en el sentido puede hablarse de emancipación económica de que desafia la primacía de la heterosexualidad duzca, parte de la energía de atracción sexual
literal (económico) ni en metafórico (sicológi­ las mujeres hasta que se acepte el hecho de genital. Una sociedad no represiva, una socie­ entre los sexos declinará. Mujeres y hombres
co, cultural) del verbo «soportar». Pero es a que realicen todas las actividades que ahora dad en la que la mujer sea subjetiva y objeti­ continuarán sin duda haciendo el amor y for­
todas luces insuficiente asegurar para las mu­ desempeñan los hombres, en las mismas condi­ vamente igual de verdad al hombre, será nece­ mando parejas. Pero ya no se definirán entre sí
jeres la posibilidad de ganar dinero: mediante ciones que éstos respecto a salarios, nivel de sariamente una sociedad bisexual y andrógina. ante todo como potenciales colaboradores se­
el acceso a mayor número de trabajos y la ejecución y riesgos — abandonando así las pre­ ¿Por qué? Porque el otro único medio plausi­ xuales. En una sociedad no represiva ni sexista,
creación de instituciones gratuitas para el cui­ rrogativas de los necios, los ñiños y los sirvien­ ble que puede poner fin a la opresión de la la sexualidad tendrá en cierto modo un papel
dado de los niños. El trabajo no debe ser sim­ tes. Y su emancipación económica no es mera­ mujer es que hombres y mujeres decidan vivir más importante que hoy, por el hecho de que
plemente una opción, una mera alternativa a la mente esencial al bienestar sicológico de cada aparte; y esto es imposible. El separatismo será más difusa. Las preferencias homosexua­
todavía más común (y normativa) «carrera» de caso individual. Las mujeres no tendrán los sigue siendo una alternativa válida para poner les serán, por ejemplo, tan válidas y respeta­
madre y ama de casa. Hay que dar por supues­ medios de ejercer el poder político, el cual fin a la opresión de los pueblos de «color» por bles como las heterosexuales. (Ambas proven­
to que la mayoría de las mujeres trabajarán implica obtener el control de las instituciones, la raza blanca. Puede concebirse que las dife­ drán de una genuina bisexualidad. La homo­
y que serán económicamente independientes y una intervención efectiva en la evolución de rentes razas que habitan las distintas partes sexualidad impuesta o exclusiva — que como
(estén casadas o no) exactamente igual que los la sociedad en las próximas décadas, hasta que del planeta puedan decidir vivir separadamen­ la heterosexualidad exclusiva es algo inculca­
hombres. Sin trabajo, las mujeres nunca rom­ ocupen un papel importante respecto a la eco­ te (con los hábitos y mentalidades de cada una do— sería indudablemente menos común en

CeDInCI
perán las cadenas de su dependencia respecto
a los hombres — el prerrequisito mínimo para
llegar a ser realmente adultas. A no ser que
trabajen y que su trabajo sea tan válido como
nomía y posean en gran número las profesio­
nes y especialidades directivas fundamentales.
Repitámoslo: emancipación significa poder — o
no significa nada.
CeDInCI
de ellas estrictamente protegido contra toda
incursión imperialista tanto «cultural» como
económica). En cambio, no cabe la menor duda
de que hombres y mujeres cohabitarán siem­
una sociedad no sexista que en la actualidad.)
Pero en dicha sociedad, la sexualidad será por
otra parte menos importante que ahora — en
la medida en que las relaciones sexuales ya no
el de sus maridos, las mujeres casadas no tie­ La noción de «emancipación sexual» me parece pre. Pero puesto que en el sexismo (a diferen­ serán un substitutivo, anhelado histéricamente,
nen ni siquiera la posibilidad de obtener un po­ aún más sospechosa. El viejo doble esquema, cia del racismo) el separatismo no es ni si­ de la auténtica libertad y de muchos otros go­
der real sobre sus propias vidas — esto es, el que atribuye a la mujer menor energía sexual quiera concebible, defender las diferentes «tra­ ces (intimidad, intensidad, sentido de entrega,
póder de transformarlas. Las artes de coerción y menos apetitos sexuales que a los hombres diciones» morales y estéticas de cada sexo (a blasfemia) que esta sociedad frustra.
y conciliación sicológicas en las que tanto so­ (y las castiga por una conducta que aprueba en fin de preservar algo equivalente al «pluralis­
bresalen —halagos, encanto, carantoñas, seduc­ éstos) es claramente un medio de mantener a mo» cultural) y atacar el criterio único de ex­ L. — En su opinión, ¿cuál es la relación entre
ción, lágrimas— son el substitutivo servil de las mujeres «en su lugar». Pero rechazar para celencia intelectual o racionalidad como «impe­ la lucha por la emancipación de la mujer y la
una influencia y autonomía reales. ellas los mismos privilegios de experimenta­ rialismo cultural» masculino (para revalidar la lucha de clases? ¿Cree usted que la primera
No obstante, el simple hecho de poder traba­ ción sexual que los hombres no basta, dado que desconocida y despreciada «cultura femenina») debe subordinarse a la segunda?
jar significa difícilmente que una mujer sea la concepción misma de sexualidad es en sí son tácticas erróneas en la lucha por la libera­
«emancipada». Gran número de ellas trabajan un instrumento de represión. La mayoría de ción de la mujer. El objetivo de la lucha no S. S. — Veo muy poca relación al presente en­
ya, y una minoría gana salarios que garantizan las relaciones sexuales representan las actitu­ consiste en proteger las diferencias entre los tre la lucha de clases y la lucha por la eman­
su independencia económica; con todo, la mayo­ des que oprimen a las mujeres y perpetúan el dos sexos, sino en minarlas. Crear una rela­ cipación de la mujer. La sustancia de la polí­
ría de estas mujeres siguen dependiendo como privilegio viril. Eliminar simplemente el opro­ ción no represiva entre mujeres y hombres sig­ tica revolucionaria moderna, 1) el derrocamien­
siempre de los hombres. La razón se halla en bio que pesa sobre la manifestación sexual de nifica borrar en la medida de lo posible las lí­ to de una clase por otra dentro de una nación
que el empleo mismo está cortado conforme la mujer es una victoria superficial si la sexua­ neas de demarcación convencionales que han y 2) la liberación de los pueblos colonizados
a patrones sexistas. La división sexista del tra­ lidad a la que accede sigue siendo la misma sido establecidas entre los dos sexos, reducir del yugo imperialista, es fundamentalmente in­
bajo confirma y, a decir verdad, fortalece el — la que convierte a las mujeres en «objetos». la tensión entre ambos que procede la «alteri- aplicable a la lucha de la mujer en tanto que
status colonizado de las mujeres. Estas no par­ Las costumbres de la actual sociedad urbana dad». Como es notorio hoy día, hay una viva tal. Las mujeres no son una clase ni una na­
ticipan ventajosamente en las economías mo­ capitalista tienden desde hace algún tiempo tendencia en esta dirección entre la gente joven ción. Las mujeres políticamente radicales pue­
dernas, industriales, en pie de igualdad con a una sexualidad «tolerante», que penaliza mu- en los últimos años — la de reducir y aun con­ den preferir la participación en movimientos
los hombres, sino desempeñan un papel auxi­ oho menos a las mujeres por sus aventuras ex­ fundir las diferencias de sexo en vestido, pei­ revolucionarios de orientación marxista a limi­
liar, de mero sostén. Las mujeres pueden eje­ tra-matrimoniales. Pero esta sexualidad «más nado, gestos, gustos. Pero este primer paso tar sus energías a la lucha por su propia libe­
cutar trabajos humildes, escasamente especia­ libre» consiste principalmente en actos de mu­ hacia la despolarización de los sexos podría ración. Pero obrando así, deberían percatarse
lizados en la industria ligera. Pueden ser secre­ tua «ego-masturbación», fundados en una idea ser muy bien recuperado dentro de las formas de que lo máximo que esta multiproblemática
tarias, asistentes sociales, prostitutas, nurses, expúrea de la libertad. Resumiendo: es el de­ capitalistas de consumo como mero «estilo» política revolucionaria ofrece a las mujeres, son
maestras, telefonistas — empleos que miman los recho de cada persona a explotar y deshuma­ (el comercio de boutiques unisex) y mantenido ventajas de índole reformista, la promesa de
papeles que las mujeres desempeñan con sus nizar a otra. La emancipación sexual de la al margen de sus implicaciones políticas, a me­ una «igualdad» formal.
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No tengo una posición general acerca de cuál ¿Está usted de acuerdo con este análisis? que las arranca de su limitación a la domesti-
de los dos niveles debería ser prioritario. Las da ser considerada como cualquier otra clase cidad y parasitismo. Las mujeres no serán tra­
prioridades de la lucha varían no sólo de un S. S. — No. La cualidad normativa de la explo­ de contradicción, ya sea principal o secunda­ tadas nunca como adultos autónomos a menos
país a otro sino también según el momento tación económica de la mujer —el hecho de ria. Al revés, la estructura de esta sociedad está que participen, en términos de completa igual­
histórico y dependen incluso, en un contexto que el «trabajo doméstico», definido como pro­ fundada precisamente sobre la «opresión pa­ dad en el «trabajo» de dicha sociedad.
nacional determinado, de la raza y la clase so­ pio de las mujeres, es humilde y, a diferencia triarcal», y su eliminación suprimirá los hábi­ El comprometerse a trabajar es, naturalmente,
cial. Nadie discutiría que la emancipación de del trabajo heoho afuera, gratuito— no basta tos más arraigados de amistad y amor, la con­ sólo un primer paso. Las mujeres deben esca­
la mujer vietnamita debe subordinarse hoy día para situar a las mujeres en una clase econó­ cepción del trabajo, la capacidad de hacer la par de los ghettos de trabajo en los que están
a la guerra nacional de liberación y a la luoha mica aparte. La opresión de una clase por guerra (la cual es alimentada profundamente confinadas: los empleos que explotan primor­
de clases. En los países prósperos, en cambio, otra es sólo una forma de opresión. Las muje­ por ansiedades «sexistas») y los mecanismos dialmente su sempiterno adiestramiento a la
la liberación de la mujer es un problema per­ res, como los hombres, no forman una clase de poder. La naturaleza misma del poder en servilidad, a ser a la vez sostén y parásito, a elu­
tinente de un modo mucho más inmediato —a en bloque. Como ellos, componen la mitad de las sociedades organizadas se funda en mode­ dir toda especie de riesgo. Para una mujer,
la vez en sí y por su utilidad para radicali­ cada clase social. Las esposas, hermanas e hijas los «sexistas» de conducta. El poder se define, dejar el hogar para ir al «mundo» y trabajar
zar a la gente respecto a otras formas de de los ricos participan en la opresión de los y se mantiene, en términos de machismo. constituye raras veces un marco dentro del
lucha. La comprensión profunda de la índole pobres. En virtud de su pertenencia de clase El problema de la liberación de la mujer no es cual podrá realizarse; en la mayoría de los
de la opresión de la mujer, ayuda, por éjem- más bien que de su sexo, una minoría de mu­ explotar una contradicción, sino desembara­ casos, es justo un medio de ganar dinero, de
pío, a entender mejor la índole del imperia­ jeres oprime a otras mujeres. Si hubiese nece­ zarse de las estructuras más profundamente complementar el presupuesto familiar. Las mu­
lismo. sidad de una etiqueta, diría que las mujeres arraigadas. Exige un ataque a la naturaleza jeres ocupan muy pocos puestos administrati­
La emancipación de la mujer requiere una re­ pueden ser consideradas como una casta. Pero del estado mismo. ¿Quiénes son los lideres de vos o políticos, y proporcionan sólo un contin­
volución cultural que sacudirá las actitudes y esto es sólo una analogía. En realidad, ningún los países avanzados, los países que controlan gente minúsculo a las profesiones liberales, fue­
hábitos mentales que de otro modo podrían término prestado a los otros vocabularios de casi toda la riqueza del mundo, que arrojan ca­ ra de la enseñanza. Exceptuando los países co­
muy bien sobrevivir a la reconstrucción de nue­ si toda la basura del mundo, que consumen
CeDInCI
vas relaciones económicas que es el objetivo
de la lucha de clases. La posición de la mujer
en tanto que tal puede ser afectada apenas por
análisis social se adapta bien a ellas. Suponer
que las mujeres constituyen una clase es tan
absurdo como suponer que los negros forman
también una. La especie humana está dividida
CeDInCI
casi todos los recursos naturales del mundo,
que disponen, con su tecnología y sus armas
y sus medios masivos de comunicación, de la
munistas, están virtualmente excluidas de los
trabajos que implican una experta, profunda
relación con las máquinas o un uso agresivo
del cuerpo, o llevan consigo algún riesgo físi­
un cambio en las relaciones de clase. Como en dos sexos (y relaciones de tipo «castizo» vida misma de la humanidad y del destino de co o sentido de aventura, o compiten directa­
Marx y Engels eran «humanistas», herederos fundadas en la identidad sexual) del mismo todo el planeta? Son, casi sin excepción, hom­ mente (en vez de auxiliar) con los que reali­
de la Ilustración, protestaron contra la opre­ modo que en la pluralidad de razas (con rela­ bres. Son, casi sin excepción, blancos, hetero­ zan los hombres. Aparte de ser peor pagados,
sión de la mujer bajo el capitalismo, pero el ciones «castizas» basadas principalmente en sexuales. casados, de edad mediana o viejos. la mayoría de los empleos asequibles a las
«feminismo» tradicional de la tradición mar- el color). Las estructuras creadas en torno a La tiranía del estado patriarcal es el modelo mujeres tienen un techo de promoción bajo y
xista no se relaciona lógicamente con el análi­ la existencia de dos sexos, como las creadas atenuado de la tiranía del estado fascista. Pues dan escasa salida al deseo normal de ser acti­
sis marxiano. (Como tampoco el vulgar «anti­ en torno a la de la pluralidad de razas, son lejos de ser un fenómeno aberrante cuya ma­ vo y tomar decisiones. En la práctica, todo
feminismo» de Freud se relaciona lógicamente irreductibles a las montadas en torno a la exis­ yor posibilidad se limitó a Europa entre las trabajo importante heoho por mujeres es vo­
con las ideas básicas de la teoría sicoanalítica.) tencia de clases sociales aunque, como es obvio, dos guerras mundiales, el fascismo es la con­ luntario, pues pocas desafían la desaprobación
No creo que el socialismo traerá consigo de las opresiones se entrecruzan a menudo. dición normal del estado moderno, la condición que se desencadena en cuanto se desvían del
modo inevitable la liberación de la mujer. Pero Creo descubrir en esta pregunta la piadosa es­ a la que todos los países industrialmente avan­ estereotipe de Ja sumisión y falta de lógicas
pienso que sólo en una sociedad socialista se­ peranza de que la opresión de la mujer pueda zados tienden naturalmente. El fascismo es el «femeninas» (así, es denigrante describir una
ría posible inventar e institucionalizar for­ atribuirse a una forma específica de sociedad, desenvolvimiento lógico de los valores del es­ mujer como «ambiciosa» o «dura» o «intelec­
mas de vida que la liberarían. Por consiguien­ a un determinado conjunto de disposiciones tado patriarcal aplicados a las condiciones (y tual»; y por una conducta que sería conside­
te, aunque la lucha para construir el socialismo clasistas. Pero no puede ser así. Si el socialis­ contradicciones) de las sociedades de masa del rada en un hombre como una agresividad nor­
y la causa de la liberación femenina son difí­ mo —cuando menos el que existe hasta hoy— siglo xx. Así, como Virginia Wolf señaló a fi­ mal e incluso saludable se le llama «castra-
cilmente idénticas, las militantes feministas no es de modo evidente la solución, tampoco nes de la década de los años 30, la lucha por tiz»). Dando por sentado que casi todos los tra­
tienen un interés real en la suerte de un movi­ el capitalismo es de modo evidente el culpable. la liberación de la mujer es una lucha contra bajos que ofrecen las sociedades modernas son
miento revolucionario socialista y buenas razo­ Las mujeres han sido tratadas siempre como el fascismo. «alienadores», me impresiona más la doble alie­
nes para ser sus aliadas, aunque no sea más inferiores, han sido siempre marginadas polí­ nación de que sufren las mujeres por el hecho
que por razones tácticas. tica y culturalmente. La opresión de la mujer L. — Se considera que el trabajo remunerado es de verse privadas incluso de esas satisfacciones
constituye la estructura represiva más funda­ alienante dadas las condiciones en las cuales limitadas que los hombres pueden extraer del
L.— Tomando en cuenta que el trabajo domés­ mental de todas las sociedades organizadas. se desarrolla en nuestras sociedades. A pesar trabajo. Entrando en el mundo del trabajo,
tico es gratuito y sin valor ide cambio, se po­ Esto es, es la forma de opresión más antigua, de esto, ¿lo aconsejaría usted a las mujeres aun en su forma actual, las mujeres tienen
dría considerar a las mujeres como una clase anterior a todas las opresiones basadas en mo­ como medio de liberación? mucho que ganar, adquieren conocimientos
aparte, fftera de las existentes. Esto supondría tivos de clase, casta y raza. Es la forma más gracias a los cuales pueden cuidarse de sí mis­
que la opresión patriarcal debe entenderse primitiva de jerarquía. Teniendo en cuenta S. S. — Sí. Por muy alienadores que sean la ma mas y organizarse mejor. Y conquistan un
como contradicción principal y no secundaria. yoría de los trabajos en la sociedad actual, son terreno específico de lucha en cada trabajo o
esto, no veo cómo la «opresión patriarcal» pue- todavía para la mujer un medio de liberación
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profesión, en el que pueden plantear sus exi­ terios sexuales: los hombres son considerados
gencias de liberación. tes del comienzo de la lucha armada. Pero ge­ No dudo que en los años 70, las mujeres que
los «productores» que usan las herramientas busquen su propia liberación y la de los de­
Dichas exigencias deben ir más allá de la mientras que las mujeres (y adolescentes) son neralmente este franqueo es sólo temporal.
«igualdad» que puede obtenerse a nivel indivi­ definidas en términos de «consumidores». Hay Cuando la luoha concluye, ya sea con una victo­ más podrían encontrar más aliados que nunca
dual en las situaciones laborales a las que las que destruir esta distinción. De otro modo, la ria o con una derrota, las mujeres son invaria­ entre los hombres radicales. Pero el trabajo
mujeres tienen acceso. Mucho más importante plena admisión de la mujer al trabajo mascu­ blemente «desmovilizadas» con gran rapidez y dentro de las organizaciones revolucionarias
que obtener salario igual por trabajo igual lino no hará sino duplicar, o casi, Jas filas de alentadas a volver a su papel tradicional, pasi­ existentes no basta. En este punto ni siquiera
(aunque esta mínima reclamación «liberal» no ese gran ejército de «productores» sicológica­ vo y ahistórico. (Más tarde, su participación es capital. Ahora y en el futuro próximo creo
ha sido satisfecha en ningún país del mundo mente alienados reclutados ya en la campaña será ignorada y encubierta por historiadores que el papel fundamental corresponde a los
¡excepto China!) es acabar de una vez con el ecológicamente suicida de fabricar cantidades e ideólogos — como, por ejemplo, en Francia, movimientos de mujeres. Por numerosos que
modelo sexista conforme al cual funciona el ilimitadas de bienes (y desperdicios). donde hay un pasmoso silencio hoy día acerca sean los militantes radicales con los que se
mundo del trabajo. Las mujeres deben llegar El necesario replanteamiento del trabajo po­ de las numerosas combatientes y mártires de puede contar como aliados (y de hecho no son
a ser ingenieros de sonido, cirujanos, agróno­ dría ser obra de las élites que actualmente exis­ la Resistencia.) Y la ruptura radical con los muchos), las mujeres deben asumir por sí mis­
mos, abogados, mecánicos, soldados, electricis­ ten, y las mujeres pueden encontrarse con que estereotipos sexistas, incluso si no es más que mas el esfuerzo principal de la lucha. Tienen
temporal, parece producirse fácilmente entre que formar grupos en cada clase, cada profe­
tas, astronautas, gerentes de fábricas, directo­ los hombres han tomado las decisiones capi­
res de orquesta, ajedrecistas, obreros de la tales sin contar con ellas. Las nuevas estruc­ los revolucionarios sólo cuando emprenden la sión, cada comunidad; sostener y animar dife­
construcción, pilotos aéreos —y en número su­ turas de trabajo que habrá que forjar en las insurrección, la «guerra popula», la lucha gue­ rentes niveles de lucha y de formación de
ficiente como para que su presencia no llame dos próximas décadas (parte de cuyo carácter rrillera o la resistencia clandestina o la ocupa­ conciencia. (Por ejemplo, colectividades profe­
la atención (cuando Jas mujeres llegan a cons­ será determinado por la necesidad de reducir ción extranjera. En situaciones que no presen­ sionales exclusivamente femeninas — de docto­
tituir la gran mayoría de un trabajo monopo­ toda una serie de trabajos) podrían perpetuar tan caracteres de urgencia de tipo militar, el res que tratarán tan sólo a pacientes mujeres,
lizado antes por los hombres, como Ja profe­ aún, intacto, el sistema sexista, reduciendo a trato dado a las mujeres en las organizaciones de abogados y contables cuyos clientes serán
sión médica en la Unión Soviética, el desafío las mujeres al papel de auxiliares parasitarias, políticas radicales dista mucho de ser ejemplar. únicamente de su sexo— así como conjuntos de

CeDInCI
al estereotipo-sexo es mucho menor. El resul­ sin voz ni voto. Las mujeres pueden impedir
tado es que el hasta entonces papel «mascu­ esto solamente si invaden desde ahora el mun­
lino» de doctor, se ha convertido en un papel do del trabajo, cuando todavía es «alienador»
«femenino»). Mientras el sistema de segrega­ con un alto grado de conciencia feminista mi­
CeDInCI
A pesar de sus frecuentes proclamaciones fe­
ministas la vida interna de casi toda las orga­
nizaciones radicales ya ocupen el poder o no
— desde los Partidos Comunistas oficiales a la
rock, granjas, equipos cinematográficos, peque­
ños negocios, etc.) Políticamente hablando, las
mujeres no encontrarán una voz militante has­
ta que se organicen en grupos dirigidos por sí
ción sexual en el trabajo funciona con fuerza, litante. Nueva Izquierda y los grupos gauchistes acti­ mismas, de igual modo que los negros en los
la mayoría de la gente — tanto mujeres como vos desde los 60— ratifica y promueve de modo Estados Unidos no encontraron su verdadera
a-crítico toda clase de «costumbres» sexistas. militancia política mientras fueron representa­
hombres— continuará justificándolo «racional­ L- — ¿De qué manera contemplaría usted la lu­ dos principalmente por organizaciones integra­
mente», insistiendo que las mujeres carecen de cha por la emancipación de la mujer: a) en el Así, la presente ola de feminismo ha nacido
fuerza física o de capacidad de juicio o de auto­ cuadro de una organización política y revolu­ realmente del penoso despertar de las mujeres das, lo que en la práctica, equivalía a ser diri­
dominio emocional para desempeñar muchos cionaria: b) exclusivamente en un movimiento en el seno de la mayor organización estudian­ gidos por blancos benévolos, bien educados y
cargos. Conforme el sistema se debilita, las femenino? til radical norteamericana de los 60, el S. D. S., liberales. Uno de los objetivos de la acción
mujeres adquirirán mayor competencia. Y cuan­ al hecho de que eran tratadas como miembros política es educar a quienes la organizan. En
do no sean simplemente toleradas, sino se es­ S. S. — Aunque me alegra siempre que una or­ de segunda clase. En los mítines, las mujeres este punto de subdesarrollo político de la mu­
pere de ellas el desempeño de esos cargos a los ganización política radical apoye la causa de la nunca eran escuchadas con la misma seriedad jer, trabajar con hombres (aun simpatizantes)
que hoy no tienen acceso, gran número de mu­ liberación de la mujer, no soy pesimista en que los hombres; era siempre a una de ellas frena el proceso mediante el cual las mujeres
jeres serán de hecho capaces de realizarlos. a quien se le pedía llevar las actas de la reunión aprenden a funcionar como adultos autónomos
cuanto a los beneficios a largo plazo. Esta o abandonar ésta a la mitad para ir a la coci­ y políticamente maduros. Las mujeres tienen
Cuando el trabajo llegue a ser totalmente de­ alianza parece más natural de lo que en reali­
segregado sexualmente, las mujeres estarán me­ dad es. La lucha revolucionaria tiende habitual­ na a preparar café. Aunque sus camaradas que aprender ante todo a hablar entre sí. Como
masculinos las protegían muy caballeresca­ los negros y otros pueblos colonizados, tienen
jor calificadas para unirse a sus compañeros mente a franquear a las mujeres en tanto que problemas de organización y experimentan di­
de trabajo masculinos para poner en tela de agentes históricos y a anular los estereotipos mente de la violencia policíaca durante las de­
mostraciones, las excluían invariablemente de ficultades en respetarse unas a otras y en to­
juicio sus condiciones fundamentales, en los sexistas de un modo rápido y espectacular. marse en serio. Están acostumbradas a la di­
términos en que hoy se presenta. El estilo bu­ Piensen en lo que las mujeres han hecho (o los puestos directivos. La complacencia sexis­
ta de las organizaciones radicales ha dismi­ rección, o al menos al apoyo y aprobación de
rocrático conforme al que se trazan las normas se les ha «permitido» hacer) en la Comuna, la los hombres. Es por consiguiente de la mayor
de trabajo en la sociedad moderna debe ser Revolución Rusa, la Resistencia francesa e ita­ nuido bastante, claro está, al menos en los
Estados Unidos, precisamente a causa de la pro­ importancia que aprendan a organizarse políti­
remodelado a fin de que permita medios de liana durante la Segunda Guerra Mundial, la camente por su cuenta y traten de movilizar
planear y tomar decisiones más democráticos Revolución cubana, los treinta años de guerra testa de las mujeres. Aunque al comienzo eran
sólo una minoría aislada y ridicula, se con­ a otras mujeres. Sus errores, al menos, les
y descentralizados. Más importante aún: el nacional de liberación en Vietnam, el movi­
ideal mismo de «productividad» (y el de con­ miento guerrillero palestino, la guerrilla urba­ virtieron en la avanzada de un nuevo nivel de pertenecerán y podrán aprender de ellos.
conciencia de parte de muchas mujeres, que, En términos más generales: los presuntos ra­
sumo) debe ser puesto a prueba. La econo­ na en América Latina, en relación a lo que se dicales que preconizan en esta fase de la lucha
mía de los países ricos lleva a cabo una divi­ les permitía hacer (por muy capaces que fue­ tras comenzar en América, se está extendiendo
sión de funciones que actúa conforme a cri­ sen) en cada una de esas sociedades justo an- ahora tardíamente por Europa Occidental que las mujeres trabajen para su liberación
(aunque en una versión más limitada y dócil). de acuerdo con los hombres están negando táci-
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lamente las realidades de la opresión femeni­ nerse a la defensiva respecto a actitudes sexis­ hombres, o que sólo un número simbólico de danos de segunda clase, puede permanecer in­
na. Tal política garantiza que toda la Jucha tas hasta entonces apenas conscientes, acostum­ mujeres que son profesionales altamente espe­ tacto!
en nombre de la mujer será moderada, y a fin brándoles a la idea de que estas actitudes dis­ cializadas ocupen posiciones gerentes y se me­ Hay que emprender una profunda lucha para
de cuentas recuperable. Es un medio de ase­ tan mucho de ser evidentes. (Tampoco excluyo tan en política. Cuando la mitad aproximada conseguir un cambio de conciencia. Las muje­
gurarse de antemano que no ocurrirá nada «ra­ la utilidad de una violencia guerrillera real.) de quienes realizan cualquier clase de trabajo res deben aprender a sentir y expresar su cóle­
dical» que la conciencia de las mujeres no Obviamente ninguna acción individual es «ne­ sean mujeres, cuando todas las formas de em­ ra. Deben comenzar planteando exigencias con­
cambiará de modo profundo. Pues las acciones cesaria». Pero todos los tipos de acción se jus­ pleo y responsabilidad pública lleguen a ser cretas — en primer lugar a sí mismas (para con­
integradas, realizadas junto con los hombres, tifican. Sin dejarse disuadir por el temor de totalmente co-educacionales, los estereotipos se­ ducirse de modo adulto) y luego a los hombres.
limitan a la fuerza la libertad de las mujeres confirmar los clisés sexistas (vgr. los que las Para empezar, pueden mostrar su aceptación
a pensar «radicalmente». La única oportunidad xistas terminarán, y no antes.
representan como seres emotivos, incapaces de Al subrayar esta diferencia de nuevo, no estoy del status plenamente adulto mediante meros
que tiene la mujer de llevar a cabo este cambio objetividad y despego), los grupos militantes sugeriendo que las mejoras «reformistas» sean actos simbólicos, como no cambiar de apellido
profundo de conciencia necesario a su libera­ deben comprometerse a adoptar conductas que desdeñables. Al revés, la lucha por ellas es su­ cuando se casan. Pueden desprenderse poco a
ción es la de organizarse separadamente. La violan los estereotipos de feminidad. Un medio poco de la opresora preocupación por su aspec­
conciencia cambia tan sólo a través de la con­ mamente importante, como lo demuestra el
muy común de reforzar Ja pasividad de las mu­ hecho que estas demandas son aún, para la ma­ to personal, por la cual consienten en conver­
frontación, en situaciones en las que la conci­ jeres, ha sido el decir que serán más efecti­ tirse en «objetos». (Abandonando el maquillaje
liación no es posible. yoría de la gente, demasiado «radicales». Por
vas e influyentes políticamente si actúan con otra parte, distan mudho de haber sido satis­ y los servicios tranquilizadores de ios salones
Así hay ciertas actividades que únicamente gru­ «dignidad», si no infringen el decoro y se mues­ de belleza, renunciar simbólicamente al narci­
pos exclusivos de mujeres pueden —o desea­ tran encantadoras. fechas. Incluso el reformismo es una larga sismo y vanidad que de modo insultante se les
rán— realizar. Sólo grupos enteramente com­ Las mujeres deberían manifestar su desprecio marcha en lo que respecta a la mujer. En este atribuye.) Pueden rehusar el ritual de la galan­
puestos por ellas diversificarán conveniente­ por esta forma de intimidación disfrazada de lento proceso hacia el cumplimiento de las exi­ tería masculina que escenifica su posición in­
mente sus tácticas, y serán suficientemente consejo amistoso. Las mujeres serán mucho gencias reformistas, los países comunistas van ferior y la metamorfosea en seducción. Lo más
«extremos». Las mujeres deberían cabildear, más eficaces si son rudas, chillonas y —con­ claramente en cabeza. Después, pero muy de­ a menudo posible, deberían encender los ci­
CeDInCI
demostrar, hacer marchas públicas. Deberían
tomar lecciones de karate, silbar a los hom­
bres en las calles, hacer incursiones en los sa­
forme a standards sexistas— inatractivas. Tro­
pezarán con el ridículo, y no bastaría con que
lo soportasen estoicamente. A decir verdad, de­
CeDInCI
trás de ellos en términos de grado de ilus­
tración «liberal» en materias de política públi­
ca, vienen los países capitalistas de educación
protestante, especialmente Suecia, Dinamarca,
garrillos de los hombres, cargar sus maletas y
ayudarles a reparar sus neumáticos pinchados.
Incluso los actos más triviales que ignoran los
lones de belleza, piquetear a los fabricantes de berían regocijarse de ello. Cuando se moteja modelos «femeninos» preestablecidos, tienen su
juguetes sexistas, adoptar en gran número un sus acciones de «ridiculas» y se rechaza sus Inglaterra, Holanda, Estados Unidos, Canadá y peso y ayudan a educar tanto a las mujeres
Iesbanianismo militante, manejar sus propias demandas como «exageradas» y «absurdas», las Nueva Zelanda. Muy rezagados con respecto a como a los hombres. Son el prólogo indispen­
clínicas de siquiatría y aborto libre, pro­ mujeres militantes pueden estar seguras de ellos, siguen los países de formación cultural sable a toda consideración seria por parte de
curar asesoría en materias de divorcio ideoló­ que andan por buen camino. católica, como Francia, Italia, España, Portu­ la mujer del marco de su liberación. Esta re­
gico, establecer centros de desintoxicación para gal, México y los países de Centro y Suramé- flexión debe coincidir con la creación de ins­
el maquillaje, adoptar los nombres matemos L. — En este último caso, ¿cuáles serian los ob­ rica, donde las mujeres casadas no pueden tituciones experimentales dirigidas por y para
como apellido, sacarse y ponerse sus sostenes, jetivos a corto y a largo plazo? poseer y disponer de sus bienes sin la firma mujeres — comunidades de vida y trabajo, es­
desgarrar afiches publicitarios insultantes para de sus maridos y donde el derecho al divorcio, cuelas, guarderías infantiles y dispensarios—
la mujer, perturbar actos públicos entonando S. S. — La diferencia que realmente cuenta no por no mencionar la legalidad del aborto, si­ que encarnarán su solidaridad de mujeres, su
canciones en honor de las dóciles esposas de es entre objetivos a breve y largo plazo sino, gue siendo un problema duramente controver­ creciente conciencia política y sus estrategias
las celebridades masculinas y de los políticos, como ya hemos indicado, entre los objetivos tido. Y todavía detrás de los países latinos, prácticas para sustraerse al sistema de este­
colectar promesas de renuncia a las pensiones que son «reformistas» (o «liberales») y los que casi perdidos en la lejanía, los países de cultu­ reotipo sexista.
alimenticias y a las risitas nerviosas, querellar­ son «radicales». La mayoría de los objetivos ra musulmana, en los que las mujeres siguen La liberación de la mujer tiene un significa­
se por difamación contra las «revistas feme­ que han perseguido las mujeres, desde el sufra­ aún sometidas a una serie de formas de se­ do político a corto como a largo plazo. Cam­
ninas» de gran tiraje, llevar a cabo campañas gio en adelante, han sido «reformistas». Un gregación social, explotación económicas y vi­ biar el status de la mujer no es sólo un obje­
de acoso telefónico contra siquiatras de sexo ejemplo de la diferencia: la petición de que gilancia sexual increíblemente estrictas y, a me­ tivo político en sí: prepara (y forma parte de)
masculino que tienen relaciones sexuales con las mujeres reciban salario igual por trabajo nudo, físicamente coactivas... Pero a pesar de este cambio radical en la estructura de con­
sus pacientes del otro sexo, organizar concur­ igual es «reformista», mientras que la de exi­ la irregularidad cultural con la que mejora la ciencia y la sociedad que es —a mi entender—
sos de belleza para hombres. Los actos «extre­ gir acceso a todos Jos empleos y profesiones situación de la mujer, no tengo la menor duda el socialismo revolucionario. No es simplemen­
mistas» son válidos en sí, porque contribuyen sin excepción es «radical». La existencia de sa­ de que, incluso si no interviene ningún ele­ te que la liberación de la mujer no tenga por­
a elevar la conciencia de las mujeres. Y, aun­ lario igual no ataca el sistema de estereotipo mento nuevo, todas estas exigencias reformis­ que esperar la victoria del socialismo: es que
que mucha gente pretenda que tales actos les sexista. Pagar a una mujer el mismo salario tas serán satisfechas en la mayor parte de los no puede esperarla. No creo en una victoria
chocan o los sacan de sus casillas, su retórica que recibe un hombre si ella ejerce el mismo países dentro de los próximos 50 años. Mi opi­ del socialismo a menos de que no vaya prece­
tiene un efecto indudablemente positivo sobre trabajo, establece una clase de equidad mera­ nión es que, entonces, la lucha no habrá hecho dida por grandes victorias de] feminismo. La
la mayoría silenciosa. Consideremos el teatro mente formal, pues no garantiza que no habrá más que empezar. Pues incluso después de ello, primera fase, la liberación de la mujer, es una
de guerrilla. Aun ejecutado por una pequeña más que unos cuantos empleos que realmente el completo sistema de esterotipo sexista, que preparación necesaria para la victoria del so­
minoría, obliga a millones de personas a po­ las mujeres ejerzan tan a menudo como los reduce a las mujeres a la condición de ciuda­ cialismo, y no al revés, como han pretendido
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siempre los marxistas, pues si ocurre así, es nada que ver con sus familias. Pero la solu­ su haber algunas experiencias positivas. Sobre
la responsabilidad de la compra, cocina, limpie­ todo en las sociedades capitalistas de hoy, la
más que probable que las mujeres se encuen­ za e hijos cuando vuelven del trabajo no han ción implica algo más que ajustar el grado de
tren con que su liberación es un fraude. Si la participación de los hombres: el ideal es un familia es el único lugar donde es todavía po­
hecho sino duplicar su tarea. Este es el aprieto sible algo que se aproxime a las relaciones per­
segunda fase —la transformación de la socie­ de casi todas las mujeres casadas que trabajan, reparto por igual de todas las cargas y respon­
dad conforme al socialismo revolucionario— sabilidades. Dichas actividades deben a su vez sonales no alienadas (calor, confianza, diálogo,
tanto en el mundo capitalista como en el co­ ausencia de competencia, espontaneidad, placer
ocurriese sin un movimiento de mujeres inde­ munista. (La opresión de la doble carga que ser objeto de un planteamiento nuevo. La fami­
pendiente y militante previo, las mujeres des­ lia no tiene que ser una molécula hermética, sexual). No es casual que uno de los slogans
pesa sobre ellas es particularmente visible en diseminados por el capitalismo —el gran res­
cubrirán que han pasado meramente de la la URSS, en razón de la mayor diversidad de cuyas actividades incumben sólo a ella. Muchas
hegemonía de una moral opresiva a otra. actividades domésticas podrían realizarse de un ponsable de las condiciones que provocan la
los empleos a que tienen acceso, que, ponga­ mayor alienación en el trabajo y en todos los
mos por caso, en Estados Unidos, con su estilo modo más eficiente y ameno en un espacio
L. — ¿Considera usted que la familia es una comunal, como sucedía en las sociedades ante­ vínculos comunales— es el del carácter sagra­
de vida de sociedad de consumo que marcha do de la familia. (Por familia entienden tan
traba para la emancipación de la mujer? y se halla apenas equipada de centros de ayu­ riores a la época moderna. No hay ningún be­
neficio real en que cada familia tenga (o pu­ sólo, aunque nunca lo digan, la familia «nu­
da social.) Incluso cuando la mujer ejerce un clear» patriarcal.) La vida familiar es exacta­
S. S. — Tal como hoy se concibe, la familia —la empleo tan honorable o físicamente agotador diera tener) su baby-sitter privada, o su mu­
moderna «familia nuclear»— es ciertamente un chacha au pair o su criada, esto es, mujeres mente la reserva anacrónica de estos valores
como el de su marido, cuando ambos vuelven «a la escala humana» que la sociedad urbano-
instrumento de opresión de la mujer. Pero ob­ a casa parece todavía natural al marido (y independientes pagadas para compartir o reem­
plazar el gratuito y no oficial papel de servi­ industrial destruye, pero que debe agenciárse­
tendríamos escaso consuelo si examináramos las habitualmente a la mujer) ponerse a descansar las para conservar de algún modo. El capita­
otras formas conocidas que ha adoptado en mientras ella prepara la cena y, después, hace dor de la esposa. Igualmente, tampoco hay
ninguna razón (aparte del egoísmo y temor) lismo no puede presentarse sin máscara. Para
el pasado y que tiene hoy fuera de las so­ la limpieza. Tal explotación continuará, aunque sobrevivir, esto es, para extraer el máximo de
ciedades de tipo «europeo» (la mayor parte aumente el número de mujeres que se incor­ para que cada familia tenga su máquina de
lavar la ropa y los platos, su televisor, etc. productividad y apetito de consumo de su
de Europa y Norte y Suramérica). poran al trabajo, mientras éste desafie excep­ njasa de ciudadanos, el capitalismo (y su pri­

CeDInCI
Virtualmente todas las formas conocidas de fa­
milia definen a la mujer en términos que la
subordinan al hombre, la mantienen dentro del
«hogar» y confieren el poder público exclusi­
cionalmente la noción del papel «femenino». En
la medida en que los empleos que obtienen son
concebidos conforme a sus aptitudes «femeni­
nas» de asistir a los hombres, la mayoría de
CeDInCI
Mientras el servicio doméstico privado (espe­
cialmente de mujeres) está desapareciendo del
mapa, excepto en el caso de familias muy ri­
cas, y mientras los países pasan de la econo­
mo hermano, el comunismo de estilo soviético)
tienen que continuar a conceder una existen­
cia limitada a los valores de la no-alienación.
Por ello, les concede un status privilegiado y
vamente a los hombres, los cuales organizan hombres y mujeres no ve ninguna contradic­ mía pre-moderna a la de industrialización y
consumo, los servicios mecánicos privados tien­ protegido en una institución, la familia, que
grupos enteramente masculinos fuera de la fa­ ción entre el «empleo de la mujer» y las artes es económica y políticamente inocua. Este es
milia. En la cronología de las vidas humanas, tradicionalmente «femeninas» (asistente, nurse, den a proliferar. La mayoría de los nuevos
instrumentos mecánicos de servicio cuya ad­ el secreto ideológico oculto detrás de la forma
la familia es la primera y sicológicamente más cocinera) que se les exige en casa. Sólo cuan­ misma de la familia «nuclear»: una unidad
irrefutable escuela de sexismo. Desde la infan­ do numerosas mujeres ocupen toda clase de quisición por cada familia «individual» es el
primer artículo de fe de la sociedad de consu­ demasiado pequeña en términos numéricos, de­
cia más tierna, mediante los métodos sistemá­ empleos dejará de parecer natural al marido masiado desollada, demasiado confinada a su
ticamente opuestos en que se trata a niños y que su esposa haga todo o gran parte del tra­ mo, podrían muy bien ser propiedad común de
grupos de familias, y ello reduciría la innecesa­ espacio vital (arquetípicamente, el piso urbano
niñas (vestido, modo de hablarles, elogiarles bajo doméstico. Hay sobre el tapete dos exi­ de tres o cuatro habitaciones) para ser viable
y castigarles) se inculca en ellas las normas gencias que son totalmente distintas, aunque ria repetición del trabajo, moderaría el espíri­
tu de competencia y atesoramiento y evitaría como unidad económica o relacionarse políti­
de narcisismo y dependencia. Al crecer, los ni­ posteriormente puedan llegar a fundirse. Una: camente con las fuentes del poder. A comien­
ños de los dos sexos aprenden del modelo de que el alcance del empleo no sea fijado ya el derroche. Democratizar las faenas domésti­
cas es uno de los pasos indispensables para zos de la era moderna, el hogar perdió su an­
su padre y de su madre la diferente conducta conforme a líneas de identidad sexual. Otra: tiguo papel como emplazamiento de altares y
que se espera de ellos: la clase fundamental­ que los hombres participen plenamente en el cambiar las definiciones opresivas del papel de
mujer y marido, madre y padre, ayudaría a ritual; las funciones religiosas pasaron a ser
mente distinta del compromiso de mujeres y tradicional mente «femenino» trabajo domésti­ enteramente acaparadas por «iglesias», y los
hombres con respecto a la vida familiar. co. Ambas demandas tropiezan con una resis­ derribar los muros que en todas las modernas
sociedades industriales separan a una familia miembros de la familia comenzaron a asistir a
La familia es una institución organizada en tencia intensísima. sus ritos como individuos fuera del hogar. Des­
torno a la explotación de las mujeres en tanto Los hombres las juzgan a la par molestas minúscula de otra, con devastadoras tiranteces
sicológicas sobre los miembros de cada una de de fines del xvni, la familia se ha visto forza­
que moradores permanentes del espacio fami­ y amenazadoras; aunque en el día de hoy pa­ da a ceder sus derechos de educar (o no edu­
liar. Trabajar significa por tanto para las mu­ rezcan soportar algo mejor la primera que ellas. car) sus hijos al estado-nación centralizado, el
jeres liberarse cuando menos de una parte de la segunda, lo que demuestra que la gramá­ La moderna «familia nuclear» es un desastre
sicológico y moral. Es una cárcel de represión cual mantiene «escuelas públicas» que los niños
su opresión. Al hacer un trabajo pagado, cual­ tica de la vida familiar (como el lenguaje mis­ de cada familia están legalmente obligados a
quiera que sea, una mujer deja de ser exacta­ mo) es la fortaleza más profunda y terca de sexual, un terreno de juego para un inconsis­
tente relajamiento moral, un museo del espíri­ concurrir como individuos. La familia nuclear,
mente una criatura doméstica. Pero puede con­ las suposiciones sexistas. igualmente llamada familia básica, es una fa­
tinuar todavía siendo explotada como tal, aho­ tu de posesión, una fábrica de sentido de cul­
En una vida de familia que no sea opresiva pabilidad, una escuela de egoísmo. Con todo, milia inútil, una invención ideal de la sociedad
ra parte del tiempo y cargar sobre los hom­ para la mujer, los hombres tomarán parte en industrial urbana. Su función es justamente
bros con casi dos tareas permanentes. Las mu­ todas las actividades domésticas, mientras que a pesar del precio terrible que pagan sus miem­
bros en forma de ansiedad y acumulados sen­ ésta, ser inútil, ser un refugio. Despojada de
jeres que han ganado la libertad de salir al las mujeres consagrarán gran parte de su tiem­ toda función económica, religiosa y educativa,
«mundo», pero que deben apechar todavía con po a obligaciones «exteriores», que no tienen timientos de odio, la familia moderna tiene en
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existe solamente como una fuente de calor emo­ exactamente como un niño. Las mujeres, como peso político es reducido o problemático de­
tivo en un mundo helado. respecto por decreto. E, indudablemente, algu­
los niños, son esencialmente consideradas me­ na forma de vida de familia continuará. Lo pende del lugar donde aquella tiene lugar. Por
La glorificación de la familia no es sólo una nores; son pupilas de sus maridos, como los regla general, cuanto más dura es la lucha,
profunda hipocresía; revela también una ver­ niños son pupilos de sus padres.) Incluso la deseable no es destruir la familia, sino la opo­
mayores son las posibilidades de politizarla. Asi,
dadera contradicción estructural en la ideolo­ moderna familia nuclear en su forma «libera­ sición (especialmente arraigada en los países
capitalistas) entre el «hogar» y el «mundo». Di­ una campaña en favor de la legalización del
gía y funcionamiento de la sociedad capitalis­ lizada» del Norte de Europa y del Norte de aborto y los contraceptivos tiene mayor dimen
ta. La función ideológica de la familia moder­ América se funda todavía, aunque de modo cha oposición es decadente, resulta opresiva
para la m ujer (y los niños) y asfixia y sangra sión política en Italia o Argentina que en No­
na es manipulativa, más exactamente, auto-ma- menos flagrante, en el hecho de tratar muje­ ruega o Australia. . En sí mismo, el dereoho al
nipulativa. Esto no significa que podamos re­ res y niños como bienes. Hay que abandonar estos sentimientos comunitarios y fraternales
sobre los que puede edificarse una nueva so­ aborto no tiene ningún contenido político serio
chazar cuanto entra en escena en la vida de de una vez este tipo de familia. Las mujeres no a pesar de su carácter sumamente deseable en
familia como totalmente fraudulento. La fami­ deberían ser tratadas como bienes. Los adultos ciedad. el terreno humanitario y ecológico. Pero se
lia nuclear encarna sin duda genuinos valores. exigencia válida cuando se
no deberían ser tratados como menores. Pero
A decir verdad, si no hubiese siquiera esa for­ ciertas formas de autoridad tienen sentido en L. — ¿Qué importancia concede usted al abor­ convierte en una
formula como un paso en una cadena de de­
ma mezquina de vida familiar que florece hoy, to libre entre los objetivos de la lucha fem e­
la vida de familia. El problema es qué clase mandas y acciones que puede movilizar y hacer
la gente llevaría una vida más alienada que la nina? avanzar la conciencia de gran número de muje­
de autoridad, lo cual depende de la base sobre
que ya lleva. Pero la estrategia no funcionará legitimidad. La reestructura­ res que no habían empezado a pensar aún se­
indefinidamente. La contradicción entre los va­ la que funda su S. S. — La legalización del aborto es una exi­
riamente sobre su propia opresión. La situa­
ción de la familia necesaria a la emancipación gencia reformista, como la eliminación del es­
lores que la vida de familia tiene la misión de la mujer, implica sustraer a la autoridad ción fundamental de la mujer no cambiará en
preservar y los valores promovidos por la so­ otorgada a los acuerdos familiares una de sus tigma sobre las madres solteras y los llamados
absoluto cuando obtenga cualquiera de esos de­
ciedad capitalista en general es, en último tér­ principales formas de legitimidad: la autoridad hijos ilegítimos y el establecimiento de guarde­ rechos. El hecho que el divorcio sea virtual
mino, insostenible. En realidad, las familias rías infantiles gratuitas para las madres que
que tiene el hombre sobre la mujer. Aunque mente imposible en España mientras se obtie­
resultan cada vez menos capaces de cumplir la familia es la institución que encama origi­ trabajan. Y como todas las demandas reformis­ ne fácilmente en México no hace que la mujer

CeDInCI
bien la tarea que se les asigna, la tarea que nalmente la opresión de la mujer, la elimina­
justifica la familia en su forma moderna. La ción de la opresión no disolverá la familia.
función de la familia como «museo ético» de la Tampoco una familia no-sexista existirá sin al­
sociedad industrial se está deteriorando; in­ guna idea de autoridad legítima. Cuando los
CeDInCI
tas hay que sospechar de ella. La historia nos mexicana sea substancialmente m ejor que la
muestra que cuando la cólera de las mujeres española. Pero la luoha por estos derechos pue­
se canaliza en la lucha por tales demandas se de constituir un paso importante en el entrena­
deja desarmar fácilmente. (Un ejemplo: ¿qué miento para un nivel de lucha más profundo.
cluso en ella, los valores «a escala humana» ocurrió con el movimiento creado en tom o al
acuerdos familiares dejen de ser una jerarquía sufragio en Inglaterra y Estados Unidos cuan­ L. — Usted es precisamente una mujer libe­
se evaporan. El capitalismo atesora los valo­ dictada por el papel sexual, habrá todavía
res de la no-alienación en un lugar seguro, ciertos rasgos jerárquicos dictados por la dife­ do las mujeres obtuvieron finalmente el voto
rada y por consiguiente ha establecido gracias
una institución que es (por definición) apolíti­ rencia de edad. Una familia no-sexista no care­ después de la Primera Guerra Mundial?) Dichas
a esta situación un nuevo tipo de relación con
ca. Pero no hay lugar seguro. Los ácidos del reformas tienen a reducir y luego a dispersar
la actitud de ellos ante
mundo exterior son tan fuertes que la familia
cerá completamente de estructura por el hecho de modo abrupto energías militantes. Puede los hombres, ¿cómo ve
de ser «abierta». argüirse asimismo que fortalecen directamente usted?
se está envenenando. La sociedad la contami­ Precisamente a causa de que la familia es una
na cada día más, introduciéndose directamente, el sistema represivo en la medida en que me­
por ejemplo, mediante las voces homogéneas
institución singular — la única institución que joran alguna de sus penalidades. Contrariamen­ S .S .— Encuentro la pregunta un tanto extraña
del televisor en cada sala de estar.
la sociedad moderna, por las razones antedi­ te a lo que se siente con tanta pasión, en espe­ Da por supuesto que mi respuesta será el ejem­
que, en virtud de
Patrocinar la «destrucción» de la familia, por
chas, insiste en definir como «privada»— su cial en Jos países latinos, es mucho más plau­ plo de una mujer «liberada»
su autoritarismo, es un clisé fácil. El vicio de
reconstrucción es un proyecto sumamente de­ sible que la legalización del aborto — como el la identidad que ustedes me confieren, debe
licado, que se adapta menos a los planes de uso legal de contraceptivos a bajo precio— disfrutar de un «nuevo tipo de relaciones» con
la vida familiar a través de la historia no es cambio establecidos de antemano que uno pue­
el autoritarismo en sí, sino el que la autoridad ayude a conservar el actual sistema de matri­ los hombres. Pero luego me piden que diga
piensan de mi.
de aplicar a las demás instituciones. (Resulta
se funda en relaciones de propiedad. Los mari­ mucho más claro, por ejemplo, decidir lo que monio y de familia. De este modo, tales refor­ cómo creo que los hombres
dos «poseen» esposas, los padres «poseen» sus mas refuerzan realmente el poder de los hom­ Si he establecido realmente una nueva clase
hay que hacer en las escuelas para eliminar bres y mantendrán por un tiempo igualmente de relación con los hombres, la respuesta pa­
hijos. (Esta es sólo una de las muchas seme­ el sexismo y disminuir su autoritarismo en recería obvia: a saber, que tengo una mejor
janzas existentes entre el status de las muje­ otros senderos.) La reconstrucción de la vida largo la sexualidad licenciosa que explota a las
y humana, menos de­
res y el de los niños. Por eso, el sexo cuyos mujeres y que se considera normal en esta so­ (esto es, más completa
de familia debe ser parte de la construcción formante y opresiva) relación con los hombres
miembros son definidos adultos y por consi­ de nuevas, aunque todavía a escala reducida, ciedad. sino fuese una mujer «libe­
guiente, responsables' de sí mismos, ordena ga­ formas de comunidad. Allí es donde el movi­ No obstante, dichas reformas corresponden a de la que tendría
las necesidades reales, concretas e inmediatas rada», y que los hombres tienen una relación
lantemente «primero mujeres y niños» cuando miento de las mujeres puede ser particular­
un navio se hunde. En España, ninguna mu­ mente útil, creando, dentro del contexto de la de centenares de millones de mujeres, con ex­ positiva correspondiente respecto a mí. Pero
jer casada, cualquiera que sea su edad, pue­ sociedad de hoy, instituciones «alternativas» cepción de las ricas y privilegiadas. Con una naturalmente las cosas no son en absoluto tan
adecuada conciencia teórica en el movimiento simples.
de ejercer un empleo, abrir una cuenta ban­ que serán las pioneras del desarrollo de una mujer de una clase distin­
cada, solicitar un pasaporte o firmar un de las mujeres, la mejora de sus condiciones No sabría ser una
nueva praxis de vida de grupo. puede conducir a otras demandas. Gran parte ta de la que soy. Cuando tenía cinco años, mi
contrato sin el permiso escrito del marido. En cualquier caso, no puede hacerse nada al ambición era llegar a ser bioquímica y ganar
del valor de la lucha por tales objetivos cuyo
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el Premio Nobel (acababa de leer una biogra­ liberal en la que la vasta mayoría de las muje­ convirtiéndose en cómplices suyos para deni­ La primera responsabilidad de una mujer «li­
fía de Madame Curie). Seguí con la química res no lo son es embarazosamente cómoda. Con grar a las demás mujeres menos desenvueltas berada» es llevar la vida más completa, libre
hasta los diez diez años, cuando decidí que se­ una dosis de talento y buen ánimo, o mera­ y minimizando deshonestamente las dificulta­ e imaginativa que pueda. La segunda, manifes­
ría mejor un médico. A los quince, supe que mente una ausencia obstinada de auto-concien­ des con las que ellas mismas han tropezado tar su solidaridad con las otras mujeres. Podrá
iba a llegar a ser un escritor. Desde el comien­ cia, una puede eludir (como yo) los obstácu­ a causa de ser mujeres. Con su conducta dan a vivir y trabajar y hacer el amor con los hom­
zo, nunca se me ocurrió que podían impedir­ los iniciales y la irrisión que probablemente entender que todas las mujeres podrían hacer bres. Pero no tiene derecho a representar su
me actuar en el mundo por el hecho de haber afligen a la mujer que persiste en su auto­ lo que ellas han hecho, si solamente se lo situación más simple, o menos sospechosa o
nacido hembra. Quizá a causa de una infancia nomía. hubieran propuesto; que las barreras levanta­ menos llena de compromisos de lo que real­
enfermiza que transcurrió principalmente entre Y para una mujer que se encamina hacia una das por los hombres son débiles; que son sobre mente es. Las buenas relaciones con los hom­
libros y en mi laboratorio químico instalado en vida de independencia las cosas no sólo le pa­ todo las propias mujeres quienes retroceden. bres no deben adquirirse a costa de traicionar
el garage vacío de mi familia, en una parte muy recen relativamente llevaderas: incluso puede Esto es simplemente falso. a sus hermanas.
provinciana de Estados Unidos, con una vida cosechar considerables ventajas profesionales
de familia tan mínima que podría describirse del hecho de ser mujer —llamar más la aten­
como «subnuclear», era tan inocente que igno­ ción, etc.— si es realmente competente y dota­
raba incluso la existencia de una barrera. Lue­ da. La buena suerte de dicha mujer es como la
go dejé el hogar a los quince años para ir a la buena suerte de unos cuantos negros en una
universidad, emprendí varias carreras y encon­ sociedad liberal, pero todavía racista. Cada gru­
tré que las relaciones que tenía con los hom­ po liberal (ya sea político, profesional o artís­
bres en mi vida profesional eran, salvo raras tico) necesita su «mujer simbólica», su mujer
excepciones, uniformemente cordiales y respe­ excepcionalmente inteligente y enérgica que ac­
tuosas. Así, durante muchos años de mi vida túa en un mundo de hombres.

CeDInCI
adulta continué ignorando que había un proble­
ma hasta el punto de no saber siquiera que era
feminista, tan pasado de moda estaba este pun­
to de vista en aquellas fechas, cuando me casé
Lo que he aprendido en los últimos cinco años
—y de ello soy enormemente deudora al movi­
miento de liberación de las mujeres de los Es­
tados Unidos— es a situar mi propia experien­
CeDInCI
a la edad de 17 años (en 1951) y conservé mi cia en una perspectiva política. Mi buena suer­
apellido. Me pareció una decisión igualmente te no viene al caso. ¿Qué prueba en realidad?
«personal» de mi parte, cuando me divorcié de Nada de nada.
mi marido siete años después, el rechazar con Ahora veo que cualquier mujer ya liberada que
indignación la tentativa automática de mi abo­ acepta de buen grado su privilegiada situación
gado de obtener una pensión alimenticia, inclu­ participa directamente (aun sin saberlo) en
so aunque no tenía un centavo, ni bienes, ni la opresión de las demás mujeres. Y acuso jus­
empleo alguno en aquel entonces y debía man­ tamente de ello a la abrumadora mayoría de
tener a un niño de seis años. Pues aun con mujeres con carreras en el campo de las artes
toda esta conducta bastante valiente y de bue­ o las ciencias, en las profesiones liberales y en
nos principios (así la veo ahora) mi valentía la política. A menudo me ha sorprendido ver
y mi posición de principio sufrían gravemente cuán misóginas son la mayor parte de las mu­
con todo de una especie de insensibilidad polí­ jeres que han triunfado, y el afán que tienen
tica y moral. Durante muchos años, cuando la de decir cuán tontas, aburridas, superficiales
gente aludía a las supuestas dificultades de ser o cargantes encuentran a las demás mujeres
una mujer «liberada», la miraba con asombro. y lo mucho que prefieren la compañía de los
El problema no existía para mí excepto en la hombres. Como casi todos los hombres, que
envidia y resentimiento que sentía ocasional­ profundamente desprecian y tratan con aire
mente de parte de otras mujeres, las esposas protector a las mujeres, la mayoría de las mu­
educadas, pero ociosas, inmovilizadas y sin jeres «liberadas» no aprecian o respetan a las
medios de salir del hogar de los hombres con demás. Cuando no las temen como rivales
quienes yo trabajaba. Era vagamente conscien­ sexuales, las temen como rivales profesionales,
te de que constituía una excepción, pero acep­ y desean conservar su status especial de muje­
taba como un derecho propio las ventajas de res admitidas en un mundo profesional casi
que disfrutaba. Ahora conozco las cosas mejor. exclusivamente masculino. La mayoría de las
Mi caso no es infrecuente. De un modo menos mujeres «liberadas» son desvergonzadas repre­
paradógico de lo que podría suponerse, la po­ sentantes de una mentalidad «Tío Tom», an­
sición de la mujer «liberada» en una sociedad siosas de halagar a sus colegas masculinos,
Respuesta de 103
Marta Lynch

forma en que gran parte del mundo femenino


1. — Qué contenido concreto da usted al con­ 3. — Tomando en cuenta que el trabajo domés­ trata de liberarse de su inseguridad natural,
sarse. En América Latina, las condiciones del tico es gratuito y sin valor de cambio, se podría
cepto de emancipación femenina? proletariado son tan agobiantes, las mujeres es­ de un apego ancestral a la protección masculi­
considerar a las mujeres como una clase apar­ na. Esto es, sin embargo, sólo un paso interme­
tán de tal modo concatenadas al grado de ex­ te, fuera de las existentes. Esto supondría que
—Esa pregunta se contesta mejor con la fo­ plotación que también sufre el hombre por su dio ya que en la sociedad socialista del futuro
tografía de cualquier barriada. Las escenas de la opresión patriarcal debe entenderse como no será el factor económico el que mueva la
parte y la familia en consecuencia, que este pro­ contradicción principal y no secundaria. ¿Está
pobreza familiar son comunes en mi país y mu­ blema de la emancipación es tan gratuito como intención de la mujer sino la dinámica de su
cho más comunes en el resto de América Lati­ sofisticado. Sumergidas en la miseria o inver­ usted de acuerdo con este análisis? vocación o de su responsabilidad. También en
na, continente que funciona ensamblado en nadas en ia estulticia y la ignorancia (en las América Latina subsiste la bárbara política del
cuanto a subdesarrollo, desamparo y miseria. clases pudientes) las mujeres de mi continente —No. por cierto, ya que es difícil considerar la hombre como UNICO y obligatorio sostén de
Sería poco responsable de mi parte contestar tienen otras etapas que recorrer antes de en­ existencia de la mujer (especialmente si es ama la casa, la mujer y los hijos. Y es en esas cla­
en nombre de otras mujeres no argentinas. carar su «emancipación»; me refiero a la eta­ de casa) separada del contexto familiar en el ses compasivas (las medias y las oligarquías)
Pero mientras lo hago, no puedo olvidar a las pa de las revoluciones nacionales, paso impres­ cual entran marido e hijos. La significación de donde se encuentran mayor número de mujeres
mujeres peruanas —por ejemplo— a las que cindible y único sin el cual toda clase de re­ este grupo como elemento productivo en la so­ insatisfechas. En las madres proletarias el tra­
he visto reiteradamente en tal situación de hi-flexión es un regodeo intelectual gratuito. Es ciedad impide tomar al ama de casa en una bajo significa una emancipación concreta que
posuficiencia económica y moral que hablarles Cuba el único país de Sur América en el que he forma aparte. La opresión patriarcal a la que consiste en comer, vestirse, tener donde dormir
de «emancipación» casi sería una broma surrea­ visto dar a la mujer un trato igualitario, justo, hice mención en la primera respuesta, no se­ y proporcionar los mismos elementos a los hi­
lista. En el mundo en el que vivo —como tan­ gratificante y promisorio. Y es asimismo Cuba ría pues una contradicción principal sino se­ jos. Es cuestión pues de sobrevivencia. En las
tas sudamericanas, intelectuales o no— hay que el único país que podría tener derecho de ha­ cundaria, ya que la explotación se ejerce tam­ otras olases, el trabajo remunerado puede ser
empezar por dar de comer a la gente para de­ blar con fundamento de la «emancipación» fe­ bién sobre el grupo dentro del cual se maneja un remedio contra la neurosis. De todos mo­
dicarse luego a las especulaciones. Hay que dar­
menina. Protección en el trabajo, protección la mujer ama de casa. Dicho en otras pala­ dos ya ve usted que todo se reduce a las exigen­
les de comer, hay que vestirlas, hay que ase­ en la maternidad, espectaculares regímenes de bras: la mujer de la casa es explotada en la cias del sistema y que lo que urge desde cual­
CeDInCI
gurar sus funciones biológicas (en Bolivia, la
mortalidad infantil alcanza el 230 por mil), hay
les posibilidad para que puedan adscribirse a
protección a la madre y a! hijo, guarderías, es­
cuelas, hospitales modelos, respeto y justicia
que enseñarles a leer y a escribir. Hay que dar­
en el contrato de matrimonio como en los di­
CeDInCI
misma forma que lo es su marido en la fábrica
o su hijo en el campo. Hilando más fino po­
dría llegarse a una doble explotación en la que
encajaría el carácter patriarcal de algunos ti­
quier punto de vista —al menos en mis lati­
tudes— es la Revolución, no la emancipación
sufragista.
vorcios y en el reconocimiento de los hijos; su­
la problemática que preocupa, al parecer, a laspresión de la prostitución, resguardo a la ancia­ pos de familia, el machismo latinoamericano, 5. — ¿De qué manera contemplaría usted la lu­
mujeres de los países más afortunados. Como nidad no son sino pasos que la Revolución Cu­ por ejemplo. Pero creo que esta opresión no es cha por la emancipación de la mujer: a) en el
una paradoja, son los dos países explotadores bana ha dado para que la mujer se incorpore a sino un factor secundario ya que el hombre cuadro de una organización política y revolu­
por excelencia —EE. UU. de Norteamérica y la vida no con un absurdo y rencoroso empuje al fin —machismo o no, en vigencia— no hace cionaria; b) exclusivamente en un movimiento
Gran Bretaña— los que más énfasis han puesto de girl scout sino con todo el esplendor de sino sufrir a su vez las imposiciones y las de­ femenino?
en el movimiento de liberación de la mujer. la especie. formaciones del Sistema.
¡Como si no se supiera que la situación de in­ —Creo haber sido clara: en el cuadro de una
ferioridad de ésta es hoy parte de la. lucha 2. — En su opinión, ¿cuál es la relación entre 4. — Se considera que el trabajo remunerado organización política y revolucionaria. Con los
de clases! La única profesión que se nos ha la lucha por la emancipación de la mujer y la es alienante dadas las condiciones en las cua­ hombres y junto a los hombres, en la revolu­
permitido es la de cortesana. Aún hoy, el mun­ lucha de clases? ¿Cree usted que la primera les se desarrolla en nuestras sociedades. A pe­ ción. El hombre es sin duda, la mitad de nues­
do del consumo, nos ha cosificado a tal punto debe subordinarse a la segunda? sar de esto, ¿lo aconsejaría usted a las muje­ tro cuerpo. ¿Por qué habríamos de renegar de
que ninguna de nosotras ignora el beneficio es­ res como medio de liberación? él? En mi país las muchachas guerrilleras se
truendoso que puede proporcionar un buen par —No creo necesario reiterar que la lucha por hacen matar a la par de los hombres, sufren
de piernas o unos pechos generosos. La reli­ la emancipación de la mujer es parte de la lu­ cárcel y torturas a la par de ellos. ¿De qué mo­
gión hizo otro tanto para subestimar la condi­ cha de clases. Y que la primera debe subor­ —El trabajo remunerado no es alienante. Ali­ vimiento femenino me está hablando?
ción femenina atribuyéndole toda la respon­ dinarse —sin lugar a dudas— a la segunda. No neantes son las condiciones en las que se de­
sabilidad del mal y del pecado; y la mitad mas­ subordinarse, precisamente: una es consecuen­ senvuelve el trabajo en los países capitalistas. 6. — En este último caso ¿cuáles serían los ob­
culina de la humanidad se ha sentido cómoda cia de la otra. El estado de sometimiento de la No es lo mismo —sin duda— manejar un car­ jetivos a corto y a largo plazo?
en este estado de las cosas. Nadie puede extra­ mujer ha sido el resultado de un sistema que guero en los EE. UU. que hacerlo en Cuba; ni
ñarse que la emancipación de la mujer sea pues la sometió de acuerdo a una tabla de valores manejar un ascensor en Argelia que subir y ...?
un problema de su interioridad, vale decir que falsos y perversos. La toma de conciencia revo­ bajar junto con él en Liverpool. O en Dussel­ 7. — En el proceso de la emancipación de la
es adentro de ella misma donde han de es­ lucionaria en' una mujer es su primer paso para dorf. Pero aunque así fuera, lo aconsejaría siem­ mujer, ¿le asigna usted un valor igual a la
tructurarse las condiciones de su independen­ quebrar ese vicioso estado de cosas. Es la lu­ pre a la mujer como medio de liberación. He emancipación económica que a la emancipación
cia. Es la mujer quien debe elevarse a) ran­ cha lo que en forma especial libra a la mujer visto mujeres sumergidas, histéricas y medio
go de ser humano perdiendo definitivamente su de Ja carga de prejuicios con la que fue some­ chifladas recuperar su salud moral y su entu­ sexual?
inclinación a dejarse tomar como un objeto, tida. En la Jucha ella es un ser humano com­ siasmo existencial con el fácil expediente de —Por todo lo expresado creo que queda bien
inclinación que, dicho sea de paso, conserva pleto. acudir todos los días a un trabajo que las ha­ en claro que considero de mayor valor la
más número de mujeres de lo que podría pen­ ce sentir vivas. La seguridad económica es la
104 Respuesta de
Fran<?oise Giroud

emancipación económica de la mujer que la se­ pues sin castración sino con posibilidad colec­ L. — ¿Qué contenido concreto da usted al con­ los elementos constitutivos de la relación mu­
xual. tiva y personal. cepto de emancipación femenina? jer-hombre, y no tratarla sino en términos de
lucha de clases y de relaciones de producción,
8. — Considera usted que la familia es una tra­ 9. — ¿Qué importancia concede usted al aborto F. G. — Una mujer es emancipada cuando, en se llega a decir muchas tonterías. Olvidando, en
ba para la emancipación de la mujer? libre entre los objetivos de la lucha femenina? la ley y en los hechos, pero sobre todo en la particular, que si, colectivamente, las mujeres
representación que se haae de ella misma, son oprimidas por los hombres, individualmen­
— Desgraciadamente sí. Y es lamentable porque — La mujer debe ser dueña de su cuerpo, reza se ha liberado de toda la parte artificial, ad­ te, en la pareja misma, la opresión se ejerce a
no se ha creado aún una forma superior de con­ la cantilena a la que nadie puede ya oponerse. quirida, «cultural» de la feminidad. Resulta en­ menudo en sentido inverso, casi como una ti­
vivencia. Y la existencia de la relación madre- La m ujer debe ser dueña de tener su hijo don­ tonces un ser humano que no puede ser supe­ ranía.
hijo, al menos, constituye desde el comienzo de, cómo, cuando y con quien quiera, sea cual rior o estúpido, capaz de asumir con serenidad
y satisfacción su especificación femenina, la L. — Se considera que el trabajo remunerado es
un principio ineludible de familia. En Amé­ fuere su situación económica, civil o social.
rica Latina tal cualidad condicionada y aun cual no supone ningún límite a su desarrollo y alienante dadas las condiciones en las cuales
Como tiene el derecho de procrear, debe tener
se desarrolla en nuestras sociedades. A pesar
frustradora de la familia se ve agravada por el el derecho al aborto. Pero ocurre que las cosas a su rol social. de esto, ¿lo aconsejaría usted a las mujeres co­
machismo y mencionado. Hace unos días un no son tan simples: que no se tiene un hijo por
L. — ¿En el proceso de la emancipación de la mo medio de liberación?
colega me comentó la célebre frase con que Ce- obra y gracia del Espíritu Santo sino con un
line despidió a una muchacha que quiso com­ hombre, en la mayoría de los casos, un hombre mujer, le asigna usted un valor igual a la eman­
F. G. — Hagamos la pregunta de otro modo.
partir con él un trabajo: ¿Las mujeres? ha­ determinado al que se una cada cual por ra­ cipación económica que a la emancipación se­
¿Qué no es alienante? ¿Quién es capaz de no
bría dicho Celine, furioso. — A hacer «strip- zones que van más allá del simple impulso xual? alienarse en esto o en aquello? ¿En qué socie­
tease». Mientras me refería la anécdota no pu­ biológico. Ese hombre, pues, tiene tanto dere­ F. G. — La emancipación económica es priori­ dad asistimos a semejante milagro? Inoran­
de menos que pensar en qué medida el que me cho como la m ujer a opinar. Un chico no es la taria, pues sin ella la emancipación sexual po­ do la respuesta a estas preguntas, insisto en

CeDInCI
la relataba participaba del denuesto. Quizá en
una máxima medida. La facilidad sexual para
los hombres, sostenida durante siglos, la poca
preparación de la mujer, la carga sin alivio
excrecencia o el producto de una mujer. Un
chico es producto de una unión de pareja en el
acto más importante y formidable que nos da la
vida física. No veo, pues, cómo se puede le­
plementaria para los hombres.
CeDInCI
dría no ser más que una simple comodidad su­

L. — En su opinión, ¿cuál es la relación entre


pensar que el primer paso hacia la liberación,
tal como quedó definida en la respuesta a su
pregunta núm. 1, consiste en transformar la
representación que una se hace de sí misma, es
de los niños no han sido sino factores que han gislar sólo en ayuda de una de las partes. Más la lucha por la emancipación de la mujer y la decir — entre otras cosas— sentirse capaz de
agravado estas condiciones masculinas, tan de­ bien sería deseable que los «grandes» países, lucha de clases? ¿Cree usted que la primera de­ asegurar económicamente su existencia, y, si
tonante como unánimemente aceptadas. Sin em­ en vez de gastar tanto dinero en viajes a la be subordinarse a la segunda? es preciso, la de sus hijos. Si esta noción no se
bargo, en las familias modernas puede obser­ luna o en repartirse el botín de los vietnami­ inculca a las muchachas desde su primera in­
tas, se ocuparan de profundizar los estudios F. G. — La emancipación de la mujer pasa por
varse ya una saludable reacción por parte de un cambio de las estructuras mentales, el cual fancia, resulta vano esperar su emancipación.
acerca de los anticonceptivos para dar, final­
ambos cónyuges en la medida que uno y otra mente, con el que pueda usase sin temor a cán­ como es sabido ofrece las más profundas re­ L. — ¿De qué manera contemplaría usted la
son igualmente necesarios para la dura lucha ceres y demás desastres futuros en el organis­ sistencias, más que por un cambio de las es­ lucha por la emancipación de la mujer: a) en
por la sobrevivencia. La sicología, el análisis, mo de la mujer. Y finalmente, señor, yo vivo tructuras sociales y económicas. Decir que lo el cuadro de una organización política y revo­
esos formidables aliados de la vida, también en un país de tres millones de kilómetros cua­ segundo trae como consecuencia lo primero lucionaria; b) exclusivamente en un movimien­
coadyuvan a transformar el sentido de la fami­ es, a mi entender, hacer gala de un optimismo to femenino?
drados, con sólo 24 millones de habitantes. Tan­ que la experiencia no justifica en absoluto. La
lia, lejos ya de constituirse en una construc­ tos kilómetros de pampa y desierto literalmen­ F. G. — En los países desarrollados, y en todo
Argelia revolucionaria y revolucionada es uno
ción monolítica. Con esquemas más flexibles te vacíos de vida por una explotación irracio­ caso en Francia, las organizaciones políticas
de los países más retrógrados en materia fe­
cada día, con mayor espíritu de justicia y por nal de la riqueza y una exploración sin entraña minista. La Suecia neo-capitalista es el más no son revolucionarias y las organizaciones re­
las exigencias económicas de los tiempos que por parte de los imperialismos de tumo. ¿No volucionarías no son políticas. Serían más bien
cree que lo que hay que hacer es propiciar las evolucionado.
corren, la m ujer tiende a realizarse aun con poéticas.
la formidable carga de responsabilidad que sig­ condiciones necesarias para que las mujeres se L. — Tomando en cuenta que el trabajo do­ La organización política y el movimiento feme­
nifican los hijos, carga que el hombre parece sientan protegidas y quieran cumplir con su méstico es gratuito y sin valor de cambio, se nino son útiles, si no necesarios para hacer
decidido a sostener del mismo modo. Quizás condición maternal, a gusto y en paz, para po­ podría considerar a las mujeres como una clase avanzar las cosas. No tienen la misma función.
blar esa pampa y ese desierto en vez de ter­ aparte, fuera de las existentes. Esto supondría En la primera, hay alianza con los hombres.
los tiempos futuros traigan otra forma de vi­ minar bajo el bisturí de la partera? ¿No cree que la opresión patriarcal debe entenderse co­ En el segundo, hay combate contra los hom­
da. Yo aún no conozco otra. Y es también en que lo que hay que hacer es crear un mundo en mo contradicción principal y no secundaria. bres.
Cuba donde he visto funcionar con mayor duc­ el que valga la pena tener hijos y no una so­ ¿Está usted de acuerdo con este análisis?
tilidad las relaciones de padres y de hijos, de ciedad estrangulada en la que se legitime ese L. — En este último caso, ¿cuáles serían los ob­
parejas y de ex-parejas, relaciones familiares acto antinatural? F. G. — Si, con reservas. ¿La mujer proleta­ jetivos a corto y a largo plazo?
ria del hombre? De acuerdo. Pero nunca se ha
visto un obrero enamorado de su patrón ni un F. G. — Los objetivos a corto plazo son tan
patrón enamorado de su obrero. evidentes que no sería necesario enumerarlos
Con esa voluntad de eliminar la afectividad de en detalle. Aborto terapéutico ampliamente fa-
106
Respuesta de
Blanca Varela

cilitado, pensión alimenticia pagada directa­ L. — ¿Qué importancia concede usted al aborto sión patriarcal» me parece que constituye una
mente por el Estado, dejando a su cargo la fun­ libre entre los objetivos de la lucha femenina? L. — ¿Qué contenido concreto da usted al con­ contradicción principal no sólo en este caso.
ción de cobrársela a quien ha sido obligado a cepto de emancipación femenina? Pienso, por ejemplo, en la juventud y en la abo­
pagarla, conservación del apellido de soltera, F. G. — Me parece que es algo importante y a minable educación que se Je ofrece; pienso en
igualdad real de salarios, estudio de diferentes la vez simbólico. Pero el aborto concebido co­ 1 — El contenido que doy al concepto de eman­ los siervos de todo el mundo; pienso en los
fórmulas para el cuidado de los niños, obliga­ mo solución al hecho de ser mujer, y como cipación es general, puesto que no puedo con­ mismos hombres que se suponen liberados en
ción impuesta a los partidos, a los sindicatos, una especie de negación de la participación mas­ templar el problema, por principio, sino como las democracias y en otros sistemas, en el
a las municipalidades, a los consejos de admi­ culina a la fecundación, expresa más bien el alguien que por lo menos individual, intima e monstruoso mito de las ideas-padre (padre-es­
nistración, etc. de mantener un porcentaje im­ odio de sí que una madurez del individuo intelectualmente ha accedido a considerarse un tado, padre-iglesia, etc.) y en la gran farsa de
portante de mujeres en los puestos elevados. emancipado. El aborto debe ser, en los hechos, ser humano cabal y profundamente exigente con la autoridad que se erige por la fuerza en pro
A largo plazo, yo no sé. Es imposible aislar, en el remedio siempre accesible ante un acciden­ respecto a sus libertades y las ajenas. de intereses personales o de grupo en cualquier
una perspectiva de porvenir a largo plazo, te. En un lapso relativamente corto, el proble­ plano.
la evolución de las mujeres de la evolución ma debería ser resuelto por la prostaglan- 2. — En su opinión, ¿cuál es ta relación entre
de la sociedad y más generalmente del mundo dina. la lucha por la emancipación de la mujer y la 4 — Se considera que el trabajo remunerado
en el cual tendrá lugar esta evolución. lucha de clases? ¿Cree usted que la primera es alienante dadas las condiciones en las cua­
De una manera vaga y general, yo diría: no te­ L. — Usted que es precisamente una mujer li­ debe subordinarse a la segunda? les se desarrolla en nuestras sociedades. A pe­
ner que determinarse más en relación con los berada y por consiguiente ha establecido gra­ sar de esto, ¿lo aconsejaría usted a las' muje­
hombres, ni a juzgarse en relación a criterios cias a esta situación un nuevo tipo de relación 2. — Pienso que existe una relación de secto­
res, ya que como he respondido anteriormen­ res como medio de liberación?
establecidos por y para los hombres, ni a con­ con los hombres, ¿cómo ve la actitud de ellos
ducirse en función de valores exclusivamente ante usted? te el problema de la emancipación femenina 4. — Me parece que si las mujeres somos por
masculinos. no me parece sino un aspecto, tan singular co­ tradición una inmensa clase no reconocida to­

CeDInCI
¿Por qué los trabajos que exigen destreza y agi­
lidad son menos bien pagados que los traba­
jos que exigen fuerza, por ejemplo? Porque la
fuerza es un valor masculino. La destreza un
F. G. — Yo no soy una mujer que se haya libe­
rado. Por razones familiares, y también a causa
de la educación recibida, permanecí al mar­
gen de lo que llamo la feminidad artificial.
CeDInCI
mo cualquier otro —el obrero, el campesino,
el racial— , de un problema mayor que atañe al
género humano. De esto puede deducirse que
crea que la lucha por la emancipación femeni­
talmente, un primer paso natural para consti­
tuirse en una clase apta para reclamar dere­
chos sería tratar de integrarse dentro del siste­
ma; y si el sistema es pésimo es dentro de él
valor femenino. Siempre tuve la convicción de tener «un desti­ na no tiene por qué subordinarse a la lucha de
clases, sino que es un aspecto más de ella, y que que hay que cambiar las cosas.
En este aspecto, como en muchos otros, tendrá no», un destino personal que realizar y no un Suena paradójico, pero en este caso la aliena­
destino ligado al de un hombre. Jamás me he en consecuencia debe integrarse, como un as­ ción del trabajo remunerado constituye un es­
que elaborarse una nueva escala de valores, lo pecto tan importante como cualquier otro, en
que significa una nueva moral. encontrado en situación de dependencia econó­ calón de base para reclamar cosas mayores. Las
mica con respecto a un hombre, nunca he lle­ un programa total que contemple este tipo de mujeres debemos trabajar, tratar de no ser de­
vado otro apellido que el mío, aun estando reivindicaciones. pendientes en el plano material. Las otras con­
L. — ¿Considera usted que ta familia es una casada.
traba para la emancipación de la mujer'? domés­ quistas tendrán que venir por añadidura, por
¿El resultado? Tengo la impresión de que los 3. — Tomando en cuenta que el trabajo
hombres se acomodan a mi existencia dicién­ tico es gratuito y sin valor de cambio, se podría gravedad.
F. G. — Sí, ciertamente, sobre todo en la me­ dose, «como consuelo», que no soy «como las considerar a las mujeres como una clase apar­ 5. — ¿De qué manera contemplaría usted la lu­
dida en que la familia se convierte en una ex­ otras». Lo que, según los casos, los atrae o los te,' fuera de las existentes. Esto supondría que cha por la emancipación de la mujer: a) en el
cusa. repele. la opresión patriarcal debe entenderse como cuadro de una organización política y revolu­
contradicción principal y no secundaria. ¿Está cionaria: b) exclusivamente en un movimiento
usted de acuerdo con este análisis?
femenino?
3. — Definitivamente en la práctica las muje­ 5 — Es evidente que en el cuadro de una or­
res constituyen una clase aparte, menos afor­ y revolucionaria.
tunada y menos atendida que cualquier otra, ganización política
tradicionalmente situada en un limbo de des­ 7. — En el proceso de la emancipación de la
consideraciones y mentiras; mentiras de cate­ mujer, ¿le asigna usted un valor igual a la
goría universal, mentiras históricas y filosóficas, económica que a la emancipación
que permiten la existencia de absurdos como emancipación
la «opresión» patriarcal», entre otros. Pero que sexual?
quede constancia que digo «en la práctica» y La libertad de un individuo debe ser total.
que insisto en no aceptar que el problema de la 7. —pueden haber recortes ni zonas intocables.
emancipación femenina se reduzca a un sim­ No mujer consigue emanciparse económica­
ple debate de orden familiar y doméstico, ni Si una su relación con el sexo opuesto tiene que
tampoco a limitadas y débiles revueltas de ti­ mente No será dependiente ni de un padre ni
po «feminista». Y debo agregar que la «opre­ variar.
108 Respuesta de
Jean Franco

de un marido. Será, sí, dependiente de ella mis­ visar muchas cosas: el matrimonio, el divorcio, mo persona, que la esclaviza a la sociedad de
ma, del género de moral que fabrique, de sus El problema principal del movimiento de la li­
la educación de los niños, las cunas materno- beración de la mujer es cómo convertirlo en mo­ consumo pero que le ofrece una vida más des­
sentimientos y de sus instintos. Creo que será infantiles, los horarios de trabajo, etc. Ahora cansada. Es una solución individual que expli­
libre a la larga para comprometerse como me­ vimiento político. Como se carece todavía de
bien, si hablamos de la familia dentro del ac­ estudios básicos que permitan una teoría, ofrez­ ca la despolitización de la mujer obrera, que
jor le convenga y sienta en cualquier campo, tual estado de cosas, ciertamente no es una tra­ explica también la razón por la que se utiliza a
el sexual también, y eso es asunto de cada in­ co tres aspectos del problema desde distintos
ba sino una lápida, y tanto para la mujer como ángulos de mi experiencia personal. las mujeres de los trabajadores contra las huel­
dividuo. para el hombre. gas. (Los periódicos, por ejemplo, explotan el
«sufrimiento» de la mujer como elemento de
8. — Considera usted que la familia es una tra­ propaganda anti-huelguista).
ba para la emancipación de la mujer? 9. — ¿Qué importancia concede usted al aborto Inglaterra. La mujer obrera El problema principal por lo tanto, es cómo
libre entre los objetivos de la lucha femenina? a la mujer obrera sobre todo cuando
8. — No debería serlo en absoluto, si hablá­ Nací en la zona industrial de Inglaterra, la zo­ politizar
no trabaja y no puede entrar en un sindica­
ramos de una familia ideal, constituida por se­ 9. — Tiene una importancia capital. Todo ser na de las grandes fábricas de algodón, en las to. La solución es encontrar formas de organi­
res libres y responsables. La maternidad no humano debería tener derecho a decidir si quie­ cuales la mayoría de los trabajadores son mu­ política que se basen en el barrio y en la
me parece una carga, sino por el contrario una re o no tener hijos. Las razones que lo asistan jeres. El trabajo era y es abrumador. Trabaja­ zación manzana. En Cuba y en algunas poblaciones chi­
forma de realizarse dentro del orden natural pueden ser numerosas y diversas. En el caso ban desde las ocho de la mañana hasta las cin­ lenas se conoce este tipo de organización,
de las cosas. Si marido y mujer convienen en particular de la mujer es más evidente esta ne­ co y media de la tarde; cuidaban de los hijos que esyaparticularmente efectivo, como instru­
formar una familia sabiendo que eso implica cesidad, puesto que es ella quien soporta el como podían. Casi nunca cocinaban durante la mento de politización de la mujer, primero
una cierta dosis de esfuerzo extra de ambas par­ mayor peso —en todo sentido— de esa res­ semana sino compraban pasteles de carne ya porque se puede tratar directamente problemas
tes, no veo por qué esto sería una traba ni ponsabilidad. A la larga, el aborto libre sería preparados. Salían de la fábrica como harpías, domésticos y segundo, porque la mista tarea
para el hombre ni para la mujer. Me parece, una garantía en todo sentido para los niños que el pelo lleno de algodón, las voces roncas. No de organización permite una formación polí­
tenían nada que ver con el supuesto ideal «fe­ tica. En Inglaterra se han visto esfuerzos aisla­
CeDInCI
más bien, que el problema trasciende a la pare­
ja —que puede ser perfecta— para convertir­
se en un problema social. Se tendrían que re­
nacieran, que por lo menos vendrían al mun­
do con una categoría más digna de su especie:
la de hijos deseados y no impuestos.
que hubiera podido significar un
CeDInCI
menino». Dentro de la fábrica se producía una dos
pelea feroz contra la violación o la seducción luchadecontra
hijo ilegítimo.
del
organizar a la gente casa por casa en la
Norte
el alza de los alquileres. Irlanda
ofrece otro ejemplo de cuán mayor
Para ilustrar lo que esto podía traer como con­
recordar la noticia que apa­ es la participación de la mujer cuando se or­
secuencia, basta ganiza la lucha desde la comunidad y no des­
reció aquí en Inglaterra hace un par de me­
ses. Se descubrió a dos mujeres encerradas de la fábrica.
desde 1913 en un hospital para enfermas men­
tales. Perfectamente normales, se les había con­
siderado como «atrasadas morales» por tener Inglaterra. La mujer profesional
hijos ilegítimos, y —hasta ahora, 1972,— na­ Comencé la
die había cuestionado su presencia allí. Yo cre­ Por profesión soy universitaria. algo especiales as­
cí en una comunidad que, si ya no encerraba carrera tarde y por razones encon­
a las madres en el hospital, por lo menos las cendí el escalafón rápidamentela hasta única mujer
consideraba como parias. El puritanismo de la trarme en la situación de ser
obrera era, por lo tanto, una defensa nece­ en el cuerpo directivo había de la Universidad. Duran­
saria y, al mismo tiempo, como veremos, la te los primeros añoslugar especialmente considerado la Uni­
privile­
única seguridad para su futura liberación. La versidad como unpara leer libros, me dijo al­
obrera madura, en cambio, practicaba una ex­ giado (te pagan avanzada me encon­
traña venganza sobre el hombre. Cuando llega­ guien). Pero mientras más problemática resultó
ban los jóvenes aprendices a trabajar en la fá­ tré en el escalafón más terna dificultades
brica, los «violaban» simbólicamente con un mi posición. Como mujeralgunos colegas eran
lenguaje brutal, lleno de alusiones sexuales. La inesperadas —por ejemplo, de una mujer.
violencia, la brutalidad de este ambiente es lo incapaces de recibir indicaciones
que no puede imaginar la clase media que tam­ Es cierto también que la mujer en mi deposi­ las
poco entiende el odio intenso de muchos traba­ ción se encuentra muy aislada, separada
jadores al trabajo. Pero he allí la gran dife­ discusiones entre «hombres».por No me gusta mu­
rencia entre la mujer y el hombre en la fábrica, cho el papel de pionera y sé experiencia que
porque, mientras el hombre no tiene ninguna otras mujeres en la misma posición se Sin vuelven
posibilidad fuera de la lucha colectiva, la mu­ excéntricas o se las considera «locas». em­
jer tiene la posibilidad de salvarse por el casa­ bargo, considero estas dificultades secundarias
miento. Es una salvación que la neutraliza co­ con respecto a la crisis de la Universidad que
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110 111

afecta al hombre tanto o más que a la mujer. ria tenga problemas en común con la mujer pecie de problema «fantasmal». No quiero de­ creo que el problema político es más inmedia­
Esta crisis se debe al aislamiento de la Uni­ del pueblo es un hecho positivo. cir que los machos no existan sino que im­ to. Nunca ha sido la reanimación del ideal so­
versidad, aislamiento que esta fomentado por portan menos de lo que se cree. Cualquier cialista tan necesaria. Tradicionalmente con­
el gobierno. Es un hecho significativo que, en mujer ya tiene un grado de conciencia supe­ siderada como una fuerza reaccionaria y con­
Inglaterra, en el siglo diecinueve, se construían rior a ellos; así el problema más urgente es servadora, la guardiana del hogar, la mujer só­
La mujer latinoamericana lo puede liberarse por medio de la acción po­
universidades dentro de las grandes poblacio­ cómo encontrar la forma más activa de la
nes. En el siglo veinte, por el contrario, se Me casé con un latinoamericano y sobreviví al acción. Sería impertinente de mi parte seña­ lítica, por una nueva orientación hacia el futu­
construyen las nuevas Universidades fuera de choque de encontrarme en una situación victo- lar tareas, sobre todo cuando ya existen gru­ ro, hacia la Utopía.
las ciudades, en el campo. Se tiende así a ais­ riana después de haber vivido años como mu­ pos de mujeres liberadas en América Latina, Las personas burguesas sentimentales o asus­
lar a la Universidad de la vida nacional y crear jer «emancipada». La anécdota personal es me­ que son realmente «mujeres nuevas» que han tadizas, no deben leer este soneto porque es
intelectuales y administradores que se consi­ nos interesante, sin embargo, que la enormidad tenido que enfrentarse a la censura social y a verdaderamente espeluznante.
deran «internacionales», que pasan más tiem­ del problema de la mujer en América Latina. la mofa. Estos grupos de mujeres, cuando se Ayer me sentí un hombre de cien metros de
po en aviones y aeropuertos que en el aula. Es­ Soy perfectamente consciente de que hablar de reuna su conocimiento con la experiencia de la [altura
te tipo de intelectual tiende a ser apolitico y a la «mujer latinoamericana» es tan absurdo co­ mujer de la barriada, formarán una nueva un hombre fuerte, bravo, tremendo y regular;
despreciar el trabajo didáctico de la Univer­ mo hablar de la mujer europea. He vivido en fuerza política en América Latina. Digo esto el cráneo de cemento, la vista recia y dura
sidad, viéndola como centro de investigación Guatemala, en México, conozco Argentina, Pe­ con toda seriedad. Yo misma he observado en y en el cerebro ideas como olas en el mar.
«desinteresada». Al mismo tiempo, son los más rú, Chile, Cuba, Brasil y Venezuela. Cada país el Perú que es más fácil para la mujer pro­
susceptibles a* las presiones de «fuera», de la tiene problemas distintos y en dos naciones fesional y la mujer del pueblo comunicarse Mi poderoso sexo buscaba con locura
hegemonía dominante sobre la Universidad. Por —Cuba y Chile— la sociedad y la condición que para el «intelectual» y el hombre del pue­ una mujer que fuera capaz de procrear
lo tanto se puede considerar a estos intelec­ de la mujer están en proceso de transforma­ blo. Lo importante seria evitar todo concepto un hijo de mi semen, superhombre. Perdura
tuales «internacionales» como intelectuales «or­ ción. Además, sobre las clases más bajas, es de «paternalismo» (o «matemalismo») en el tra­ en mi mente la idea de tal hijo forjar.

más tecnificada y avanzada. CeDInCI


gánicos» de la sociedad burguesa en su etapa

Es exactamente aquí que la mujer podría te­


ner una influencia en dirección contraria. Tra­
decir, las más explotadas, se carece todavía
de mucha información. Los trabajos de Oscar
Lewis, aunque criticables, representan un pri­
mer esfuerzo para conseguir la información
bajo mutuo para la liberación.
CeDInCI
Casi todo lo escrito sobre la liberación de la
mujer pone énfasis en los problemas sexuales.
Por eso los libros sobre la liberación tienden a
Y la encontré: la Tierra. Mojada por la siembra
un olor despedía, como de sexo de hembra.
Los montes eran senos erectos. El placer
me provocó y entonces sobre la Tierra, mudo
dicionalmente la mujer y sobre todo la mujer básica. Pero inclusive dentro de la clase me­ repetirse monótonamente. La «experiencia» que me tendí febriciente y en un espasmo rudo
casada está más arraigada a la comunidad; es dia la condición de la mujer es generalmente allí se describe se imita a la experiencia sexual. la besé con lujuria. Me pareció mujer.
difícil que pierda contacto con la realidad. En más limitada y con menos opciones que en las No quiero negar la importancia de cualquier
este sentido, el movimiento de liberación de la sociedades avanzadas. Como señala Vania Bam- esfuerzo de entendimiento, pero personalmente Alberto Hidalgo
mujer entre estudiantes, ha sido de lo más po­ birra', una de las primeras mujeres que es­
sitivo, pues de todos los grupos estudiantiles, tudió el problema, faltan mujeres en las pro­
es el que ha tenido más vínculos con la co­ fesiones «teóricas» — economía, sociología, cien­
munidad. Ha ayudado a romper el aislamiento cias, etc.— aun en una sociedad relativamente
de la Universidad y del estudiante. Sin embar­ desarrollada como Chile.
go, podría hacerse mucho más. En primer lu­ El verdadero peso de la lucha por la liberación
gar es urgente conseguir que más mujeres en­ de la mujer en América Latina cae por lo tanto
tren en las carreras universitarias y por eso hay en un pequeño grupo de mujeres profesiona­
que luchar por condiciones especiales. La mu­ les que ahora están regresando de escuelas de
jer nunca puede trabajar a! mismo ritmo que sociología, de medicina, de ciencias. Tienen
el hombre en cuanto tiene que interrumpir la frente a ellas una tarea abrumadora, porque
carrera para tener hijos. en muchos países (a diferencia de Europa y los
La «igualdad» es inútil; lo que se necesita son Estados Unidos) faltan organizaciones estata­
condiciones superiores. Pero tampoco se pue­ les o privadas que den información y ayuda
de plantear la «superioridad» de condiciones sobre los problemas apremiantes de la habi­
dentro de un contexto liberal. La carrera no tación, la familia, la anticoncepción, etc. Así,
representa la realización de la persona sino en cierto modo, un movimiento de liberación
otra forma de enajenación. Por eso la libera­ de la mujer en América Latina tendrá que pre­
ción de la mujer dentro de la Universidad tie­ parar un terreno que en muchos países ya es­
ne que realizarse dentro de un marco más am­ tá trabajado. Es una tarea más dura y menos
plio que consiste en la restauración de los vín­ vistosa que enfrentarse directamente con el
culos de la Universidad con la comunidad en machismo, que constituye en realidad una es-
general. El hecho de que la mujer universita­ 1. P u n to F in a l, m a r z o 22. 1971.
112 Pe re G im ferrer
Luz de otoño

Con tanta luz, el cielo no restaña por este precio? Y al caer la tarde
la oscuridad del mar. ¡Astros, vencidas como hatillo de trapos ¿qué nombráis,
espadas! Luz de leños y traviesas sino la muerte, oscuras cualidades
en el cielo de grajos. Es más negro del sentido, techumbre ya roída
y más alicaído, con la piel por Jas lluvias de invierno?
No, no pueden
CeDInCI
Gabriel Ferrater----------------------------------------
moteada de rojo, sobre el bosque
dando señales. Porque el cazador CeDInCI
siente un sabor más áspero, y conoce
resistir los sentidos tanto tiempo
la verdad. Comprended: no me refiero
a verdades intelectivas: voz
Se dirá que la muerte voluntaria de Gabriel que ha llegado el otoño. ¿Es una sola
la hora del lobo y la del alce? ¿Y esta que es nuestra propia voz, la antigua flauta
Ferrater ha privado a las literaturas hispánicas de madera, la flauta más antigua
de la madurez de un gran poeta. Yo creo que hora mía y la otra? ¿El viento y yo?
a lo sumo nos ha privado de la continuidad de ¡Más negro, un fuego roza las mejillas, aún que esta luz, más fácil que este hombre
una obra perfectamente vigente y suficiente tal de labio a labio un fuego, y no se acerquen de comprender, o de no comprender.
como queda. Los poetas suelen envejecer mal a él las manos! ¡Fuego de tinieblas, ¿Y hay que comprender algo? Porque ahora,
y Gabriel Ferrater no quiso correr ese riesgo. conoce abismos y horcas aplastadas, cuando huyendo en los bosques se ha aden-
Su ausencia nos priva, eso si, de otros muchos [trado
dones culturales, precisiones, definiciones, de­ atajos de muy mala muerte, surcos
que no verá quien pase, porque oculta el ciervo, y los mastines en jauría
senmascaramientos, que hubieran podido que­ —porque ha robado la visión del cuerpo
dar precisamente formulados, definitivamente el verdor de la encina los estragos!
escritos o, las más veces, simplemente dichos, Halcones en octubre. Con ropajes desnudo, el fuego divino, el interludio
conversados, lujosamente sugeridos. Los que verdes, del tiempo antiguo, ya la casa entre el tiempo y la nada—, y ya las aguas
conocimos y tratamos a Gabriel Ferrater, la no era la misma, y no, ¡no se le acerque no pueden más, no pueden más, y brillan
mayor parte de las gentes dedicadas a la vida ya nadie más! ¡Cal en los muros, uñas, y centellean, y lá’ luz es tanta
intelectual, los letraheridos, como él decía, que herrumbre en el jardín, broza en los charcos, que ya no pueden más, y es sólo un vidrio
habitábamos en su ciudad, echaremos por todo todo es ocaso y oro y subterfugio, el cielo, y ya la luz no puede más
Jo que nos queda de vida, de menos, la inmen­ ser luz, y el día es un fragor de vidrios
sa capacidad de sugestión de su conversación ropa negra al sentido! ¡Y ahora el agua
es su elemento, y siempre este rumor y ya no puede más, de tanta
agresiva, culturalmente riquísima sin ser eru­ claridad ya no puede, porque rompe
dita, extrañamente sabia y forzosamente arbi­ al caer y romperse, y ahora el agua
traria. Y ello es un irreparable malogramiento en este corredor, como un navio los cuerpos, y es escudo, ya las aguas
que nada sustituirá en el futuro. Pero su obra o como un velo leve, que las manos son un escudo, el de mi pecho, tanta
y lo mejor de su personaje queda. En cuanto a no encontraban su escama! Este camino claridad que no puede más, la luz
lo demás, Madame se meurt, parodiaba Gabriel no es el mar, no es una sombra el césped es un escudo, así mi pecho, un vidrio,
con frecuencia. un vidrio sólo que la luz quemaba.
¿y voy a serlo yo? Monedas, mala
Carlos Barral moneda de! sentido ¿me vendiste
(Traducido del catalán por el autor)
Notas y reseñas José Angel Valente
Palabras de la tribu

En Las palabras de la tribu (a las que quie­ casi en las otras partes del libro dedicadas
José Angel Valente re dar un sentido más puro), libro englo­ directamente a poetas contemporáneos. Allí
Palabras de la tribu bante, con nutrido índice de autores citados, se practica una lectura tradicional, el co­
enciclopédico, José Angel Valente reúne su mentario de textos, la crítica temática, el
producción crítica compuesta entre 1955 y enfoque histórico-cultural en sentido amplio,
1970. Un proceso continuo de escritura, no la exégesis personal, pinteligente, sensible,
Gabriel García Márquez exento de desniveles y contradicciones, en­ aguzada por una prolongada experiencia co­
torno a la teoría literaria y sobre todo de la mo leotor y productor literario, pero sin
La increíble y triste historia poesía contemporánea en lengua española. El
de la cándida Eréndira y de desarrollos sistemáticos ni metodología dis­
libro se ordena por núcleos temáticos: una cernióle, salvo en las interpretaciones mito­
su abuela desalmada primera parte consagrada a la problemática
de la literatura, una segunda que recorre cro­ lógicas de García Lorca y Aieixandre. Las
nológicamente a los principales poetas des­ palabras de la tribu se mueve entre dos po­
de Rubén Darío hasta Miguel Hernández, los opuestos: teoría actualizada y práctica
Severo Sarduy una tercera de miscelánea complementaria interpretativa tradicional. Por momentos. Va-
Cobra de la anterior, y una última parte con ensa­ lente, en la tercera parte de su libro, reduce
yos sobre Rainer María Rilke, Constantino al mínimo la diferencia entre discurso crí­
Cavafis y Lautréamont. tico y palabra poética evocando a Borges
En los ensayos iniciales, Valente propone una y a Lezaina Lima en prosas poemáticas.
valoración epistemológica de la poesía don­ Valente no ignora que la poesía es una for­
Rodolfo Cardona de trata de restablecer el vínculo entre cono­ malizad ón específica del lenguaje donde el
y Anthony Zahareas cimiento científico (que opera sobre la rea­ medio es a menudo más significativo que el

CeDInCI
Visión del esperpento
CeDInCI
lidad experimentable y cognoscible) y cono­
cimiento poético (que capta la realidad ex­
perimentada, pero no conocida, aquélla que
rebasa la conciencia de quien la registra),
mensaje. Cita dos veces esta frase de Goe­
the: «La suprema, la única operación del ar­
te consiste en dar forma.» Luego, define el
estilo como «la conversión del lenguaje en
J. Leyva considerados ambos como sistemas simbóli­ un instrumento de invención, es decir de ha­
cos complementarios. Para la poesía, el ac­
Leitmotiv to de expresión esiel acto de conocimiento,
llazgo de la realidad»; denuncia, parafrasean­
do a Lukács, la sobreabundancia en la poe­
éste no existe previamente a la forma que sía española de posguerra de la tendencia
lo objetiva. Desde tal perspectiva, el estilo en perjuicio del estilo, pero rechaza toda
Carlos Meneses es la capacidad del verbo para infundir for­ autonomía del medio verbal, toda experi­
ma comunicable a un determinado contenido
Oquendo de Amat, de realidad. Cada contenido reclama su for­
mentación formal, toda auténtica vanguar­
del sueño a la realidad dia. Rubén Darío es menospreciado como es­
ma pertinente. La comunicación poética es
para Valente primordialmente sobreintencio- teta que abunda en lo superfluo; su paped es
nal, reveladora de lo que la conciencia o reducido al de nexo necesario pero pronto
la ideología ocultan. Toda institucionailización superable de una evolución que lo sobrepa­
Marta Traba o fijación ideológica tiende a anular el mar­ sa. Según Valente, los superadores de Darío
México: La venganza no son los poetas de la primera vanguardia
gen creador de la sobreintencionalidad, vio­ (sobre todo Huidobro, Vallejo y Neruda),
de la Coatlicue lentadora, violadora de las limitaciones re­ no los que provocan una verdadera ruptura
presivas, de ahí el perpetuo enfrentamiento del discurso tradicional, los que practican
entre discurso dogmático y palabra libera­ la discontinuidad, la disociación, la disonan­
dora. cia, para acentuar la crisis de los valores
Valiente plantea las dificultades de la inter­ burgueses y para comunicar una visión del
pretación de textos poéticos. Dada la rique­ mundo aleatoria, relativa, inestable, sino los
za significativa que el poema concentra, pro­ poetas medulosos, los serios, los filosóficos,
pone en lugar de la crítica considerada co­ es decir Unamuno y Maahado. O sea, no los
mo análisis de la forma visible, el comenta­
rio o hermenéutica de los contenidos ocul­ formalistas sino los contenidistas. Así Hui­
tos, del lenguaje segundo, alusivo de las re­ dobro es también descalificado ignorando lo
sonancias semánticas. Las perspectivas esti­ ‘que su obra tiene de intento, de incitación
lística, lingüística, semiológica, sociológica, a una práctica revolucionaria, y Vallejo es
ideológica que, manifiestas o sugeridas, ins­ recuperado como inspirador de la genera­
piran la teorética de Valente, desaparecen ción española de posguerra, pero aplanán-
116 Gabriel García Márquez
La increíble y triste historia
de la cándida Eréndira
y de su abuela desalmada
(B arral Ed., M onte Avila - 1971)

dolo, om itiendo su radicalism o verbal, su exclusivam ente en el plano de los significa­ Después de un silencio de cinco años, in­ imagen que él mismo ha puesto en circu­
descalabro de la coherencia discursiva para dos. Hoy, desde concepciones del m undo a n ­ terrumpido sólo por la publicación del lación— nos obliga a considerar su obra
expresar la arb itrariedad de la existencia, de] tagónicas, poco podem os extraer de ellos en Relato de un náufrago —que era, en rea­ no por los momentos menos brillantes si­
m undo y de los signos que lo representan; función de una poesía actualizada, en fun­ lidad, un reportaje hecho en 1955— García no, justamente, por los más altos. El «li­
se lo considera exclusivam ente a través de ción de n uestro horizonte de conciencia, de Márquez ha publicado su primera obra bro», como hecho material y como aven­
su hum anism o de raíz cristiana, de su bús­ nuestros presupuestos ideológicos, de nues­ narrativa posterior a Cien años de sole­ tura de un escritor, sólo en contadas oca­
queda de la solidaridad social, es decir a tra situación histórica. dad. La increíble y triste historia de la siones —¿Rimbaud? ¿Lautremont?— reco­
través de lo que m enos p ertu rb a y lo que No puedo extenderm e en este terreno, el que cándida Eréndira y su abuela desalma­ ge la totalidad de su experiencia; en la
m enos lo singulariza El enfoque de Va- he estudiado con perseverante pasión, aquél da ', para los que han seguido más o me­ mayoría de los casos, la sucesión de li­
lente es em peñosam ente etnocéntrico, bien donde m e sitúo com o poeta y como críti­ nos de cerca la vertiginosa carrera de bros ha de ser vista como un viaje, como
hispánico, entroncado a m enudo con el cas­ co. Valente reclam a «una exégesis de la inno­ Cien años... —que ha envuelto al autor, un itinerario. Un argumento más a favor
ticismo, con una tradición que tolera ciertas vación, tan to m oderna com o postm oderna»; inclinado por naturaleza a una vida le­ de esa verdad de perogrullo de que hay
revisiones pero ninguna revolución. Desde lo rem ito a mi M odernidad de Apollinaire y jos de la publcidad, en el turbión de los que saber ver siempre, tras la obra, al au­
esa vertiente conservadora, nadie pudo ver a mis Fundadores de la Nueva poesía lati­ premios, los viajes, el éxito, y hasta un tor; García Márquez es en la actualidad,
entre los oropeles, entre la utilería palacie­ noamericana, deseoso de establecer un diá­ doctorado honoris causa— es una prueba a la edad de cuarenta y cuatro años, el
ga, al Darío precursor de la vanguardia, con logo m utuam ente esolarecedor. No quiero ser fehaciente de su inexorable vocación de espectáculo de un escritor que se enfren­
su conciencia desgarrada por la crisis del injusto en lo que a Las palabras de la tribu escritor. ta a puñetazo limpio con su propio pasa­
idealism o rom ántico, sus tensiones disonan­ se refiere, que deja traslucir una am plia Desde que, recién aparecida Cien años..., do, que se ha convertido en el desafío de
tes, su disolución de las form as regulares, sus ap ertu ra cultural, una inteligencia vivaz, vi­ algún crítico importante planteara a Gar­ sí mismo, que avanza sobre la cuerda flo­
incipientes ru p tu ras de] continuo lógico, su gilante, penetrante. Su lectura es provecho­ cía Márquez el callejón sin salida al que ja de un destino literario que ineludible­
incongruencia enriquecedora, su abolición de sa, esclarecedora del contexto en que surje lo abocara la novela —la necesidad de re­ mente llevará a hablar del «segundo Gar­

CeDInCI
las censuras, su hum or irreverente, su am ­
pliación de lo decible, su internacionalism o.
Darío inaugura la m odernidad, proseguido en
H ispanoam érica po r un avance encadenado,
y se nutre la generación del 98; del intento,
irónico y hum orístico de M achado p ara su­
perar, m ediante sus apócrifos, el egocentris­
CeDInCI
comenzar de cero, y no sólo argumental,
ya que la «ciudad de los espejos (o los
espejismos) sería arrasada por el viento»,
cía Márquez» y, lo peor del caso, que no
puede eludir el ser observado a hurtadi­
llas, espiado, no sólo por sus amigos, si­
no también, de una manera impersonal,
mo y la sentim entalidad rom ántica; del pa­ sino también estilísticamente, ya que su
ininterrum pido que pasa por Lugones y He­ pel catalizador y urticante de Unamuno; de lenguaje tenía en los manuscritos del sa­ por un público, por la raza de los comen-
rrera y Reissig hasta desem bocar en Hui- las lim itaciones de la obra de Miguel H er­ bio Melquíades, por así decirlo, su acta ristas y los críticos a los cuales, según se
dobro y en Vallejo, cuyo aporte es justam en­ nández; etc. Valoro sobre todo sus ensayos de defunción— ha reinado una gran es- sabe, detesta...
te lo que Valente caracteriza com o estilo acerca de la relación entre ideología y len­ pectativa respecto a la obra futura del Un interrogante nos podríamos plantear a
funcional: la creación de un nuevo in stru ­ guaje. Valente, a través de ejem plos que van gran escritor colombiano. Para los sim­ propósito de La increíble y triste histo­
mento expresivo para com unicar u n a nueva de Sófocles a B recht, m uestra cómo la pa­ plistas que, por miopía o impotencia per­ ria de la cándida Eréndira... ¿Es un epí­
representación del m undo, bien siglo XX, labra poética puede su p erar contingencias his­ sonal, andan a la caza de pretextos pa­ logo al libro ya escrito, en sucesivas en­
propia del contexto urbano y de la era tec­ tóricas restrictivas, exceso de determ inism o ra «torcerle el pescuezo» al Boom —con­ tregas, por García Márquez, o más bien,
nológica, con todos sus conflictos y co n tra­ y conciencia alienada. Coincido con Valente fundiendo lo que sería el Boom literario la introducción a un nuevo libro, cuya
dicciones que siguen siendo los nuestros. No cuando define la función social del arte co­ con el Boom editorialista— La increíble primera entrega sería el esperado Otoño
es casual que nuestros tres m ás grandes mo restauración de un lenguaje com unita­ y triste historia ., no tendrá más signi­ del patriarca? La secuencia de hechos
poetas contem poráneos: Huidobro, V allejo y rio deteriorado o corrupto, cuando se yer­ ficado que el de un libro justificatorio, de portentosos, el clima fantástico, exótico y
N eruda sean ideológioameríte progresistas, gue c o n tra las cristalizaciones ideológicas un escritor que ha dado ya su mejor carnavalesco, que viola, por así decirlo, la
que a la vez hayan practicado la renovación que pretenden in sta u ra r el discurso único, «flautazo» y se halla, por asi decirlo, apa­ convención de lo real (de lo «real objeti­
form al y que adhieran al socialismo, a la cerrado, institucionalizado po r la fuerza. bullado por su propia hazaña. No es éste, vo»), podría ser un hecho a favor de lo
revolución integral. De pocos poetas del 98 Frente a iglesia o p artid o dogm áticos, el por supuesto, nuestro punto de vista; hay primero. Representa un común denomi­
o del 27 puede decirse lo mismo. Casi todos ejercicio de la conciencia y de la im agina­ un momento en la trayectoria de todo nador con Cien años..., en cuya desapa­
ellos sacra! izan a la poesía com o privilegia­ ción creadoras es una práctica de d estruc­ gran escritor en el que su obra accede a rición no se podría cifrar la esperanza de
do cam ino hacia la trascendencia, casi to ­ ción del lenguaje ofcial, para restablecer la una cima que impone al lector devoto una un «segundo García Márquez»; en efecto,
dos ellos consagran sus m isteriosos pode­ movilidad histórica, la diversidad, el libre consideración unitaria de toda una obra. dicho elemento, que adquirió plena car­
res reveladores y purificadores, m ás que acceso en toda dirección. Coincido con Va- Tal es el caso de García Márquez: el li­ ta de ciudadanía en esta novela, apenas si
epistemológicos, ontológicos, escatológicos, su lente en este elogio a las poéticas inventi­ bro que, en sucesivas entregas, había es­ aparecía de una manera balbuciente en
rango de decir suprem o. Casi todos, em pe­ vas, descubridoras, subversivas. tado escribiendo hasta ahora —según la las anteriores —a excepción de los cuen­
dernidam ente idealistas, han operado casi tos... A favor de lo segundo está no
Saúl Yurkievich sólo el hecho de la hipertrofia de lo ima­
1. Gabriel García M árquez: La increíble y ginario («la característica común más acu­
triste historia de la cándida Eréndira y su
abuela desalmada (B arral Editores, 1972). sada en estos textos es el predominio de
118 119

lo im aginario sobre lo real objetivo» 2 se­ ra el vínculo e n tre los dos textos: «Cada com o p a ra que su c o n traste con lo real sible superficialidad o profundidad del
ñala V argas Llosa), sino tam bién el de ficción se com pone de fragm entos que, m aravilloso haga n a ce r la profundidad, estilo barroco. En el terreno de la m úsi­
que de la defunción de M acondo tam po­ al d esarrollarse, generan las ficciones si­ cree el espesor narrativ o . La increíble y ca, la experiencia de varios com positores
co se puede deducir la novedad del posi­ guientes, las que, a la vez, m odifican las triste historia — el cuento, no el lib ro ...— (que sería dispendioso m encionar aquí)
ble rum bo que podría seguir G arcía M ár­ ficciones a n te rio re s y sientan las bases de representa ciertam en te un paso adelante nos perm ite com prender, m ás rápidam en­
quez: m ás que en los tem as, en los esce­ las ficciones fu tu ras, que las m odifica­ en la vía de lo im aginario, pero, en nues­ te que en el terre n o propiam ente literario,
narios geográficos, este nuevo rum bo es­ rán: esta dialéctica de la fragm entación tra opinión, bordea peligrosam ente el abis­ que se tra ta de un estilo que puede au to ­
taría dado, com o en La Hojarasca, El y proliferación e stá en la esencia m ism a m o del re la to nóm ada, desanclado, e rra ­ m atizarse, despersonalizarse, en su afán
Coronel... o Cien A ños..., p o r una sóli­ del a rte n a rra tiv o de G arcía Márquez.» bundo y extraviado a perp etu id ad p o r los de convertirse en un festín p a ra los sen­
da, fértil com penetración en tre la anéc­ Al detenernos en este episodio, queríam os laberintos de una im aginación delirante, tidos. No obstante, si quisiéram os apli­
dota, el tem a, y la técnica, en tre un «m un­ c o n sta ta r varios hechos; el relato n o só­ relato en el cual ya no hay pues ninguna c a r esto al últim o libro de G arcía M ár­
do narrativo» y un lenguaje apropiado. lo m ás extenso sino tam bién, en n u e stra fricción que haga nacer el espesor, que quez nos en co n traríam o s con que, a pe­
Uno solo de los cuentos que cóm pone opinión, el m ás sólido y com pacto del ju stifiq u e esa grieta p o r donde se pueda sa r de la hip ertro fia del ingrediente «ar­
el nuevo lib ro de G arcía M árquez, «El nuevo libro de G arcía M árquez, es un «de­ m irar, cara a cara, a la soledad. Las «bou­ tificial» y «lúdico», que autom atiza un
M ar del tiem po perdido», es a n te rio r a talle» am pliado de esa gran fresco que es tades de un b a ró n de M unchhausen —en tan to la n arración, que la despersonaliza,
Cien Años. —siendo que en él, com o ya Cien años... ¿S erá esta novela una e nor­ el libro colectivo que em pezará a escribir sigue conservando la huella inconfundi­
lo ha señalado su m ejo r exégeta, V argas m e c an tera de la cual podrían su rg ir por E rich R aspe— las m inuciosas m áquinas ble de su au to r, y es en esta p arad o ja
Llosa, vagam ente se perfilan algunos de proliferación, un sinnúm ero de relato s de de un R aym ond Roussel, incluso las fan­ en la que cifram os la esperanza d e un
los ingredientes que m ás tard e ingresa­ la m ism a especie? Potencialm ente, sí... y tástic as recreaciones de un B oris Vian nuevo «deicidio» que responda al desa­
rían en la saga de los B uendía... P or o tro si fuese ésta una em presa m ás defendible. —p a ra no m encionar ningún a u to r de fío de Cien años...
G arcía M árquez podría o cupar el re sto de ciencia ficción— apelan a una «capacidad

CeDInCI CeDInCI
lado, La increíble y triste historia... A propósito de La increíble y triste his­
—que es el relato m ás largo del libro— su vida dedicado a ello. Pero el hecho im aginativa, a un po d er de ingenio que, toria... no h ablaríam os de un «puro p ro ­
surge así m ism o de un episodio de Cien es que, a m edida que las histo rias se ale­ en sí m ism o, no es sinónim o de geniali­ ducto estético», según la expresión de
A ños... (págs. 50-53); en una ocasión en ja n de Ja a rm a tu ra inicial, pierden en dad... Pero, sin proponérnoslo, no hem os V argas Llosa, sino de un virtuosism o des­
que todo el pueblo se reunió en la tien­ profundidad lo que ganan en diversifica­ hecho m ás que re p e tir a n uestro m odo lo arraigado, expósito, en busca de una nue­
da C atarino p a ra escuchar los relato s can­ ción plástica, espacial; hay una e n tro p ía que ya c o n sta ta ra V argas Llosa cuando, a va p a ternidad —m ás cercano al autom a­
tados de F rancisco el H om bre, «Llegaron que volatiliza el nervio de la h isto ria de­ propósito de cinco relato s de los que com ­ tism o de una reserva de trucos y mala-
con él una m u je r ta n gorda que c u atro jan d o sólo su espectro, elevando a un p ri­ ponen este libro, escribiera: «En las cinco barism os que a la gestación dolorosa, ce­
indios tenían que llevarla cargada en un m er plano su valor plástico. C iertam ente, ficciones hay un aumento, igualm ente im ­ rem onial, de una obra m edible en profun­
m ecedor, y u n a m ulata adolescente de as­ el fugaz episodio de la «m ulata adolescen­ p o rtan te de lo "exótico" (...) el tra ta m ie n ­ didad y no en extensión. Por su p arte, el
pecto desam p arad o que la protegía del te», de «teticas de perra», tiene en Cien to re itera d o y m eticuloso de lo "pinto­ lector avisado se a rro g a rá la lib ertad de
sol con un paraguas». Aureliano, que esa años... la solidez que le confiere la augus­ resco local", convierte a esa m ateria en reaccionar de m an era diferente frente al
noche fue a la tienda de C atarino y que ta soledad de Aureliano. La increíble y un puro, p ro ducto estético, es decir, m en­ encandilam iento de los juegos artificiales,
luego, por incitación de la obesa m atrona, triste historia de la cándida Eréndira, en tal, es d ecir "irreal", com o ocurre en los del espectáculo que a tra e por su sim ple
intentó h acer el am o r con la «m ulata ado­ cam bio, es el relato b u rb u jean te, risueño, cuadros localistas co stu m b ristas de un condición de espectáculo, y frente a la he­
lescente», de «teticas de perra», quedó carnavalesco de una «tragedia» que ya no "naif". En la obra an terio r, este procedi­ lada convicción de una nueva realidad
tan vivam ente im presionado cuando cono­ avanza estigm atizada p o r un aura de «so­ m iento era uno, y no el principal, p a ra que —hum orística, pintoresca, p o rten to ­
ció su trágica h istoria, que a la m añana ledad», sino p o r u n a vena hum orística, e n tro n izar lo im aginario en la realidad sa, esperpéntica, ello n o im porta— a tra p a
siguiente fue a b u scarla con el propósito sem brada de «boutades», en la cual el es­ ficticia: en estos textos es el principal, y distrayendo, co n tro la liberando, señala
de casarse con ella, pero no la encon­ c rito ya no se vuelca totalm ente sino que en algunos el único. Cosa parecida oc u rre ocultando. E sta doble a ltern ativ a se plan­
tró ... Podría decirse que la fru strac ió n de perm anece a distancia. Es esta distancia con el hum or, que aquí ya no es tru cu ­ tea al a rtista que tra n s ita los terrenos del
Aureliano, en Cien Años... se ve relativa­ la que p a rticu la rm e n te nos interesa aquí; lencia o a n tíd o to c ontra lo «irreal», sino, b arroco y su solución depende —como
m ente desagraviada en La increíble y tris­ hu m o r d istanciador, p irotecnia distancia- esencialm ente, agente "des-realizador”, se ha visto rep etid am en te— de su disci­
te historia... por. el obstinado propósito dora, virtuosism o que aleja... G arcía M ár­ in stru m e n to d e Jo im aginario (...) Se plina hacia sí m ism o, de su actitu d frerfte
de Ulises, el furtivo novio de E ren d ira, y quez es un v irtuoso de lo fantástico, de trata, p o r eso, de u n hu m o r un poco fo r­ a un público siendo que los m om ento de
el asesinato esperpéntico que éste lleva lo real m aravilloso, y ese virtuosism o no zado, en el que son ingredientes clave el soledad intensa son, en él, los m ás pro­
a cabo en la persona de la abuela d esal­ ha de convertirse en un fin en sí m ism o artificio y el juego.» picios al silencio reconcentrado que nos
m ada, que tiene «sangre verde»... V ar­ sino que siem pre h a de se r un m edio. Artificio y juego, ciertam ente... En G ar­ habla desde las grandes creaciones.
gas Llosa com enta de la siguiente mane- Lo m aravilloso sólo puede «elevarse» en cía M árquez coexisten el virtuosism o y la La «soledad», tem a co n stan te de G arcía
la m edida en que perm anezca anclado a genialidad, y la hip ertro fia del ingredien­ M árquez —desde La Hojarasca, pasando
2. Mario Vargas Llosa: García Márquez: lo «real objetivo», es decir, en la m edida te «artificial y «lúcido» en La increíble p o r El Coronel, h a sta Cien años...— se
Historia de una deicidio (Barral Editores, en que la balanza quede lo suficiente­ y triste historia de alguna m anera resu ­ halla un tan to extraviada en los relatos
1971). m ente inclinada a favor de este ú ltim o cita la vexata queslio que plantea la po­ de la cándida E rendira, y m irado desde
120 Severo S arduy
Cobra
(E ditions du Seuil, 1972.)

este p unto de vista, el final del re la to que de una m an era m ás explícita los otro s, E n un texto sobre Góngora, Sarduy decía guida que la re-creación de Philippe Sollers
lleva el título del libro adquiere u n valor que la vena de «soledad» continúa, a u n ­ que éste elude siem pre el prim er grado del es espléndida.
sim bólico. La huida asum ida, la fuga co­ que p o r el m om ento se lim ite a se r la enunciado, que p a rte de un terreno ya co­ La novela se divide en dos partes. Prim ero,
m o ú ltim o red u cto de una condición h u ­ sim ple llam a que m antiene vivo el fuego rroído, constituido p o r las m etáforas trad i­ nos encontram os en casa de la Señora, pa-
m ana —que nos hace p e n sa r en el ya clá­ del cual p odría surgir, en un fu tu ro p ró ­ cionalm ente poéticas, ésas que, p ara los otros trona del T eatro Lírico de M uñecas, que p a ­
sico final de Los 400 golpes, de T ruffaut, xim o la llam arad a de E l O toño del Pa­ poetas son hallazgos; que el poeta cordobés sa el dia atareada con sus «internas», tren­
y en el de El Dios y el Diablo... de Ro­ triarca. Un nuevo c o n ta cto con la «sole­ se eleva de ese nivel, como los o tro s del zando m oños, reduciendo con m asajes de
cha— es un intento de re an u d a r el vín­ dad», com o se trasu n ta en lo poco que el nivel hablado, p ara llegar, en las Soledades. hielo aquí un vientre, allá una rodilla, ali
culo extraviado; no nos atrevem os a creer a u to r h a dejad o sab er de este libro, nos a una inm ensa proliferación hiperbólica en sando manazas, afinando con inhalaciones de
que el acta de defunción de M acondo sacaría de la incertidum bre en la cual la cual los ejes de la naturaleza han sido cedro los vozarrones rebeldes, disim ulando
—que corre p aralela al acta de defunción nos hunde aún m ás La increíble y triste borrados. los pies irreductibles con una plataform a
de un lenguaje— sea tam bién el acta de historia... que es, an te todo, u n p a rén ­ Igualm ente, en Cobra, el relato, se sustrae, doble y un tacón piramidal, distribuyendo
defunción de dicha soledad, y que el «se­ tesis, un ejercicio de m anos, una peque­ se retira de lo real —de todo relato preexis­ aretes y adjetivos, dando un gin-tonic a las
gundo G arcía M árquez» vaya a se r una ña d em ostración de alguien que, segura­ tente— y substituye sus personajes con m u­ sedientas y a las que im pacientaba la espe­
especie d e , B lacam an asediado y repu­ m ente, se p re p a ra p a ra un asalto m ayor. ñecas esplendentes de artificio que represen­ ra entre com presas de terebentina ardiendo
diado p o r un público... R elatos com o Un ¿Qué es lo que viene d etrás? ¿Qué clase tan el espacio independiente de la creación y em plastes de hojas machucadas, su con­
Señor m u y viejo con unas alas enorm es, de «soledad» se fragua en las dependen­ litraria. Cobra, en ese relato eludido, en ese cepto predilecto: sean brechtianas.
El M ar del Tiem po perdido, E l ahogado cias secretas de este e sc rito r que se h a relato n atu ral que aún la retórica no ha Cobra es su logro m ejor, su fetiche. Sin
m ás herm oso del m undo, ju n to a los m e­ visto som etido a la m ás ro tu n d a de las depravado, sería un «travestí», una vedette em bargo, nada es perfecto: como B erta, la
jo re s trozos de La increíble y triste his­ pruebas, la del éxito y la del público? Y cualquiera de cualquier C arrousel parisino; favorita tiene los pies dem asiado grandes y
toria..., nos p erm iten suponer, de una m a ­ m ás aún: ¿es u n a soledad d istin ta o una

CeDInCI CeDInCI
pero en el texto de la novela no la vem os es por eso que pasa el día —desnuda, sobre
nera quizás algo balbuceante los unos. nueva versión de la m ism a soledad? m ás que com o substancia m etafórica: Cobra una piel de alpaca, entre ventiladores y m ó ­
es la Reina del T eatro Lírico de Muñecas. viles de Calder— gim iendo en su cam erino,
R icardo Cano Gaviria (Así com o Góngora evitaba la p alabra «hal­ tratando de reducirlos p o r todos los m e­
cones» y hablaba de «los raudos torbellinos dios —desde arm ad u ras ortopédicas h asta
de Noruega»). la magia— : un día los invade una erupción
Si hablo de Góngora a propósito de Sarduy blanca, una escarcha que iba ascendiendo,
es porque me parece que el poeta cordobés sarna arborescente que form aba en los to­
es sin lugar a dudas su m aestro. Es en Gón­ billos dibujos coptos.
gora donde Sarduy ha aprendido que la es­ Teatro en que toda aparición es posible, el
c ritu ra es un proyecto de cultura, que se relato, inm ensa hipérbole, seguirá prolife-
sustenta en la cultura y que todo lo que es rando incesantem ente. La escritura será lo
exterior a ésta tom a con relación al len­ mismo «el arte de la elipsis» que «el de la
guaje connotación de referencia Es en Gón­ disgresión» que el de «restituir la historia»,
gora donde Sarduy ha aprendido su pasión que el del «remiendo» o el de «descom­
p o r las frases irreductibles. poner un orden y com poner un desorden»,
H ay obras im portantes en la lite ra tu ra la­ pero siem pre se rá la cerem onia de la tran s­
tin o am eric an a de nuestro tiem po de las cu a ­ form ación, de la m etam orfosis.
les no podríam os reconocer el au to r si le­ Descifrando herbarios, preparando cocim ien­
yéram os sólo unas líneas. Se tra ta de au to ­ tos de sem illas, Cobra y la Señora conti­
res reconocibles p o r sus obsesiones; en ellos nuarán, frenéticas, sus experim entos de mi-
las palabras sirven un m om ento y luego se niaturización. Así Surge Pup, reducción de
borran, son puram ente utilitarias. AI contra Cobra, raíz cu adrada, doble enano.
rio, basta con leer una línea, algunas pala­ Cediendo al vértigo del cam bio constante,
bras asociadas p o r Sarduy, p ara identifi­ la escritura, espacio del transvestism o, se
carlo. Su lenguaje es uno de los m ás bellos ha alejado definitivam ente del relato n a tu ­
de n u estros días y, ya que se tra ta de la ral. H asta les descripciones de los paisajes
versión francesa de Cobra, digam os ense- que ven p asar la Señora, C obra y Pup es­
tán hechas a p a rtir de paisajes pintados,
de cuadros. Las seguimos en sus peregrina­
ciones p o r retablos barrocos, atravesando
1. S u r Góngora, de Severo Sarduy, en Tel
Quel, núm . 25 y en español en E scrito so­ las severas planicies del Greco, h asta lle­
bre un Cuerpo, E ditorial Sudam ericana, 1969. gar a T ánger, donde Cobra va a realizar su
122 R odolfo C ardona y A nthony Z ahareas
V isión del esperpento
(E d . C a sta lia , 1970)

m e ta m o rfo s is en m an o s de u n « a u n q u e o c u l h o rrib le y lo d ivino p a ra que al fin se c o n ­


Lo d ijo C ern u d a en uno de su s e n sa y o s : n in ­ p o s te rio re s el e stu d io del s en tid o y fo rin a de
to señ a la d o galeno, el releva n te d o c to r K ta- su m a la a b so rc ió n del c u erp o en a ra s del
g u n a o b ra ta n digna de a d m ira c ió n , n in g u n a tre s m u e stra s sign ificativ as.
zob, q u e en ta im a d o ra sp a d ero ta n g erin o vacio. figura ta n noble, com o la de R am ó n del Va-
arranca de un ta jo lo su p e rfin o y escu lp e en D ru g to res y m ito s tib e ta n o s. B otas, m a rig u a ­ M ucho se ha e sc rito , a la h o ra de a n a liz a r el
lle -In clá n : s in g u la rid a d a ú n m ás d e sta c a b le e sp e rp e n to , de los fam osos e sp e jo s del Ca­
su lugar lú b rica raja d u ra , co ro n a n d o el in­ na, m o to c ic le tas y m a n d a la s . Y en el c en ­
p o r c o n tra s te con la vida y o b ra de sus c o m ­ llejón del G ato, de su có n ca v a n a tu ra le z a y
g en io con p u n tu r a s de u n bá lsa m o m a h o m é ­ tro , C obra, v íc tim a s e ñ a la d a —p re d e s tin a ­
p a ñ ero s d e gen eració n . de sus p ro p ie d a d e s d e fo rm a to ria s . La c ríti­
tico q u e tru ec a en m e liflu a sifla u tilla hasta d a —, c u erp o del sacrificio. E n la cim a de
El p rim o ro so A zorín, U na m u ñ o el do lien te, ca ib é ric a —con e sa fa c ilid a d ta n n o to ria p a ­
la voz de un b rig a n te n a p o lita n o , achica a u n a co lin a s u s c en izas se rá n e sp a rc id a s al
el h osco B a ro ja , M achado el bueno, h a n ido ra p e ro ra r en to rn o a lo an ec d ó tic o , p a ra
lo M ing los pies, b iza n tin iza el g e sto y en v ien to , p a ra los p á ja ro s.
e n c o n tra n d o e n c a je poco a p o c o o p o co a d is c u r rir p o r los cau c e s de lo m e ra m e n te s u ­
el p e ch o h in c h a dos tu rg en cia s nacaradas, Con él nos h u n d im o s en el esp a c io o scu ro
m u c h o en las ta m b ié n sin g u la rís im a s c o o r­ p e rfic ia l e irre le v a n te , p a ra triv ializa r todo
rem e d o s de las q u e en un p la to o ste n ta S a n de la novela, en su o tra v e rtie n te . D e trá s de
d e n ad a s c u ltu ra le s de la E sp a ñ a a c tu a l. P e ro aquello que n o e n tie n d e — to m a n d o lite ra l­
ta Olalla». E l d o c to ra z o re a liz a rá la in te r­ su tranca v e rb a l que ig n o ra b a to d a id eo lo ­
difícil e n c o n tra r a c o p la m ie n to , p e lia g u d o pro- m ente lo que sin d u d a e ra tro p o en L uces
vención, seg ú n sus, p rin c ip io s, sin a n e s te ­ gía, q u e se re ía de to d o , u n a b re c h a se ab re
m o c io n a r a c lásico, al in c la sifica b le e s c rito r de B o h em ia , c re y ó h a lla r en los m a n id o s es-
sia, y p a ra ello e n se ñ a a C o b ra có m o tr a n s ­ hacia el silencio. U n so n id o grave c u b re los
y e x tra v a g a n te p a isa n o . Y sencillo, c la ro es, p e jito s cab al ex p lic ac ió n a ia te o ría esper-
f e rir su d o lo r a P u p , q u e m u ere. Y de m o ­ juegos, las d ia b lu ra s , el c h isp o rro te o p a r ó ­
releg arle al lim b o de lo g ra c io sa m e n te c a s ­ p é n tic a. No son Z a h a re a s y C ard o n a los p r i­
m en to , c u a n d o el largo m a rtir io d e P u p te r ­ dico. ¿Y si el m a la b a rista , el b u rló n cuyas
tizo o p in to re s c o , c o n v e rtirle en in a g o ta b le m eros en lla m a r la a te n ció n so b re ta m a ñ o
m in a, en ese re la to que e ra com o u n re m o ­ a stu c ia s nos s e d u je ro n a lo largo del lib ro
fu e n te de in g e n io sas a n é c d o ta s y e spañolísi- sim p lism o , p e ro sí q u iz á los que m ás h a n
lino de p a rtíc u la s d o ra d a s, su eñ o de u n Bi- no fu e ra m ás que u n g n ó stic o que e sp e ra , en
mos d e sp la n te s . N o d eb e s o rp re n d e rn o s, p ues, p ro fu n d iz a d o la c o m p le ja relació n H isto ria-
zancio del le n g u a je en el q u e a veces un su o b se sio n a n te s u b s titu c ió n de im ágenes,
que to d a v ía carez c am o s de u n a c o m p le ta e d i­ d is c u rso en la o b ra d el ú ltim o V alle, de sv e ­
a d je tiv o u n a b s u rd o v o lu n ta rio o u n a n a ­ que d e trá s de los d isfra c e s m ú ltip les, d e­
ción de su s o b ra s , ni es de e x tra ñ a r q u e v a ­ la n d o tra s el m e ta fó ric o e sp e jo la sociedad
trá s de la ú ltim a m á sc a ra , se p ro d u z c a u n a

CeDInCI CeDInCI
c ro n ism o nos h a b ía n hech o re ír, en el q u e rios d e su s m e jo re s e sp e rp e n to s no h ayan esp a ñ o la del p rim e r te rc io de siglo y to d a
to d o n o s d iv e rtía y m a ra v illa b a , h a y co m o revelación? ¿Y si, en d e fin itiv a , la p a la b ra
sido ja m á s re p re s e n ta d o s en E sp a ñ a —p a ís su c ap a c id a d de d is to rs ió n .
un a r u p tu r a . La m u e rte de la e n an a no s e sc o n d id a d e trá s d e las p a la b ra s —co m o los
ta n fa lto de a u té n tic o s v alo res d ra m á tic o s y U na vez re a firm a d a la e stim u lac ió n re c íp ro ­
conm ueve. ¿ P o r q u é? H a b ría q u e re fe rirse a h alcones de G ó n g o ra d e trá s de los «rau d o s
ta n s o b ra d o de a n a to m is ta s de u n a c h a ta ca e n tre m ito y a c o n te c e r social, ob lig ad o
ese re la to q u e califiq u é de p re e x iste n te , ése to rb e llin o s de N oruega»— no fu e ra o tra que re a lid a d con o lo r a frita n g a . era d o c u m e n ta r el c a r á c te r g e n u in a m e n te h is ­
qu e la e s c ritu ra h a a b o lid o y, c o rrie n d o el Dios, o su «negativo», s u g ra n ausencia?
Los p ro fe s o re s C ard o n a y Z a h a re a s h a n v e­ tó ric o de las tra g e d ia s e s p e rp é n tic a s : es é sta
riesgo de p a re c e r g ro s e ra m e n te n a tu ra l, p re ­ No p u e d o e v ita r a s im ila r a un de sa fío a los
n id o d e d ic an d o u n buen n ú m e ro de añ o s a la o tra de las a p o rta c io n e s que el lib ro n o s p r e ­
g u n ta rs e si P u p no es el ú ltim o a v a ta r, el d io ses im p ro b a b le s la ex p lo sió n de R osa, la
la b o r de exégesis y c o m p ila ció n de la o b ra senta, e v ita n d o al m ism o tiem p o el a fá n p o ­
ú ltim o fra g m e n to de C o b ra a n te s de su in i­ vid en te, c u a n d o e x clam a : «¡H ay que te a tra -
de V alle. A los ex celen tes re s u lta d o s ya o b ­ sitiv ista —ta n c o m ú n — del d a to p o r el d a ­
ciació n al tra n s v e s tis m o , el ú ltim o re sid u o lizar la in u tilid a d de todo!»
ten id o s a ñ a d e n a h o ra su V isió n d el e sp e r­ to con la u tiliz a c ió n d el d o c u m e n to p a ra m e­
d e su se r p ro g re s iv a m e n te sac rific a d o , ése El lib ro te rm in a con u n D iaro In d io q u e se
p e n to : e stu d io te ó ric o de la e sté tic a d e fo r­ jo r p e n e tra r la in te n c ió n e sté tic a de d on R a ­
q u e ella p ie rd e p a ra siem p re al d iso lv erse sitú a , com o u n d e s p e r ta r b ru sc o , m ás acá
m a n te y a n á lisis de L u c e s d e B o h e m ia , Los m ón al d a r la fo rm a q u e d io a sus ú ltim o s
en p u ra m e tá fo ra de sí m ism a. del re la to . N o h a y e s tr u c tu ra s n o v e lística s
cu ern o s de D on Friolera y M artes de C ar­ e sc rito s, y e n c o n tra r p le n o sen tid o a la p r o ­
E n la seg u n d a p a rte de la novela, C obra, m e ­ en la vigilia de lo re a l c u b ie rto de signos, s i­
naval. g ra m á tic a c o rre s p o n d e n c ia e n tre fa n ta sía li­
tá fo ra al c u a d ra d o , es u n m u c h a ch o a qu ien no to p o g ra fía, c a r ta de sp le g a d a , b a jo rre lie v e
d o n d e se a m p lía n las tra z a s de u n a civiliza­ Don R am ó n , p o r b o ca de sus p e rs o n a je s , en te ra ria y re a lid a d h is tó ric a , e n u n ciad a p o r él
el re la to h a rá re c o rre r —en u n a sín te sis
c ió n que ,aun m u rie n te , c o n tin ú a viviendo el un c la ro in te n to de h a c e rn o s c o m p re n d e r m ism o.
p a ró d ic a de las n o cio n es c u ltu ra le s d e to d o s la n e ce sid a d y ra z ó n de se r de su n u e v a p o é ­ T e rm in a V isió n del e sp e r p e n to con un a p é n ­
los tie m p o s y a p a r tir de u n e ro tis m o de p a ­ su eñ o irre a liz a d o de O c c id e n te : el de la c o n ­
c iliació n de la v id a c o n sig o m ism a , el de la tica, d e claró en 1924 que «el s en tid o trá g ic o dice d o c u m e n tal d o n d e se incluyen c o m e n ta ­
c o tilla h a s ta un e ro tis m o s a c ra m e n ta l— to ­ de la v id a e sp a ñ o la sólo p u e d e d a rse con u n a rio s d isp erso s del V alle so b re su p ro p ia o b ra .
d a s las e ta p a s de u n a in iciació n a las d o c ­ calm a en la m u e rte a ce p ta d a .
T riu n fo de la s o fistic ac ió n com o s a b e r n e g a ­ e sté tic a s is te m á tic a m e n te d efo rm ad a» ; « E s­ In te lig e n te m e n te sele c c io n ad o s p a ra ilu s tr a r
trin a s del ta n tris m o . B ú sq u e d a de la fu ­ p a ñ a es u n a d e fo rm a c ió n g ro te sca de la c ivi­ las tesis e x p u esta s en el e stu d io , se rá n ú ti­
sió n de los c o n tra rio s , del o b je to y el s u je ­ tivo y, al nivel d e la e s c ritu ra co m o c ateg o ­
ría e sté tic a , e ste lib ro , que p a re c ía no ser lización europea». Los a u to re s cuyo lib ro c o ­ les ta m b ié n p a r a qu ie n e s en el f u tu r o e m ­
to, de lo m a sc u lin o y lo fe m e n in o , del m u n m e n ta m o s, p a rtie n d o de e sa c o rre la c ió n e n ­ p re n d a n la a p ro x im a c ió n a V alle-Inclán co m o
do de los fe n ó m e n o s y el de la tra s c e n d e n ­ m ás q u e u n a p u ra s u p erfic ie e sp e je a n te , o c u l­
ta en sus pliegues los p ro b le m a s m á s g ra ­ tre m ito e h is to ria , a p u n ta d a p o r el m is­ teó rico del a rte , ta re a c rític a en gran p a r ­
cia, de lo p e rm itid o y lo p ro h ib id o . F u sió n , m o V alle-Inclán, esbozan la te o ría del e s p e r­ te p o r h acer.
ves, los q u e n o tie n e n re s p u e s ta , d e sv e lá n d o ­
a b o lic ió n de to d o d u a lism o re a liz ad o en el p e n to en ge n eral p a ra a b o rd a r en pá g in a s A n to n io R a m o s G ascón
nos u n a faz n o c tu rn a , s ec re ta , m o s trá n d o n o s
exceso, en la tra n s g re sió n y h a s ta en el c r i­
u n a d e n sid a d g ra b a d a com o g ra ffitis in m e ­
m en ritu a l q u e a n u la la d is ta n c ia e n tre lo
m o riale s.
H é c to r B ia n c io tti
J. Leyva 125
Leitmotiv
(Seix Barral.)

La literatura española de hace algunos de 1967— pasa por ser una de las expe­ las cuales, en nuestra opinión, es cierta­ to de referencia para establecer un lími­
años parecía responder a unas pautas riencias más arriesgadas dentro del ac­ mente la última (El Viaje)— esta cons­ te, ante el cual detenerse El novelista-bri-
más definidas que la actual. Desde la re­ tual panorama de la narrativa española. tante narrativa adquiere rostros diversos: coleur corre evidentemente el riesgo de
creación dialógica de un Sánchez Ferlo- Un impresionante volumen de seiscien­ no hay que dejarse desconcertar pues por sobrepasarse (y es esto lo que creemos
sio, pasando por el escrupuloso buceo en tas páginas que no sólo por su exten­ los momentos que, en la novela, parecen le ha sucedido a Leyva en varios pasajes
una realidad histórica y social de Juan sión sino también por la vocación suicida ceñirse a un planteamiento metafísico; de su novela, sobre todo en la segunda y
Goytisolo, hasta Ja mayor summa de la que se agita ya, entre bambalinas desde ningún Joseph K nos acecha detrás de tercera parte), porque no hay ninguna
novelística española contemporánea, las primeras páginas, implica un serio de­ Arturo Can con el contenido de una con­ válvula en su código, ni en su léxico, que
Tiempo de silencio, de Luis Martín San­ safío a la ingenua tarea del lector; hay dición humana comprensible en térmi­ le indique el probable punto de satura­
tos se trataba siempre de una literatura que tener un mínimo de coraje para sor­ nos filosóficos. ción. Sin embargo, con relativa frecuen­
que, por diversos motivos, se atenía a la tear con éxito el oleaje de este insólito Un elemento lúdico, de parte del nove­ cia es este desbordamiento mismo el que
convención de la realidad. La obra de mar agitado... Pero la figura es menos lista mismo, nos llama más la atención; constituye el encanto de muchas obras de
Martín Santos sería, en última instancia, gratuita de lo que parece; bajo la inne­ su método de trabajo no es la construc­ arte (La maison du Facteur Cheval, por
la que más intensamente se suscribiría a gable tutoría de un Kafka, los personajes ción coherente y lógica de un modelo na­ ejemplo). La creación del bricoleur —ar­
una de las principales corrientes de la li­ de Leyva no participan, sin embargo, de rrativo animado por un principio de rea­ quitecto, pintor, novelista— introduce
teratura contemporánea: la realidad co­ la misma vocación metafísica y angustia­ lidad constante y específica, aglutinado pues el azar dentro de su obra a condi­
tidiana redimida por un lirismo que apun­ da de los del escritor checo. Hay un in­ por una concepción del hombre y del ción de que, ya en ella dicho azar no se
ta hacia el mito, en la novela joyceana. grediente ajeno, distinto, que los edito­ mundo, sino un simple arte de la combi­ transforme en necesidad (como sucede
Es el momento, asimismo, en que una li­ res han tenido la buena puntería de acer­ natoria que, partiendo de una realidad en todos los demás casos) sino de que
teratura adquiere conciencia de sus posi­ tar en Jarry pero no, ciertamente, en previamente climatizada (codificada), le siga siendo azar y, más aún, necesidad
bilidades, que son, paradójicamente, sus
CeDInCI
propias imposibilidades, volteadas al re­
vés; el «silencio», habiendo adquirido car­
ta de ciudadanía, deja de ser tal, y habla.
Gombrowicz; la vena picarescá que corre
subterráneamente en Leitmotiv se halla
bastante lejana de la premeditada astu­
cia de los personajes del autor de Cos­
CeDInCI
permite mezclar los términos entre sí,
guiándose por su buen sentido, por su
qspíritu de bricoleur. El novelista es,
ante todo, el explorador de las posibi­
de! azar. Es por eso que la realidad evo­
cada surgue confusa, caótica, metamor-
foseante, más cercana al fluir de la pe­
sadilla que al transcurrir de la vigilia.
Reivindicación del Conde don Julián, de mos y La seducción, y mucho más cer­ lidades de un lenguaje y de la explora­ En cada una de sus cuatro partes, Leit­
Juan Goytisolo, tiene a este respecto un cana a la absurda y negra comicidad de ción misma, que tiene todas las caracte­ motiv somete a una nueva experiencia el
significado especial; el asalto premedita­ los personajes de un Jarry. Varios as­ rísticas de una aventura, surge la nove­ punto de vista del lector; la perspectiva
do a una realidad que ya no es sólo rea­ pectos de esta novela, como son no solo la... Lo anterior ilumina, aunque de una y el enfoque, que son los mismos del au­
lidad real sino también realidad de un la ausencia de una trama lineal sino tam­ manera indirecta, la peculiaridad de su tor, hacen variar la realidad enfocada,
lenguaje institucionalizado. Es únicamen­ bién de una continuidad en la identidad lenguaje; neutro, imparcial, aséptico, pe­ que aparece entonces dotada de un insó­
te a partir de la «explosión» de este «si­ de los personajes, la reiterada transmu­ ro al mismo tiempo minucioso, sensual lito dinamismo.
lencio» que se podría comprender la di­ tación de climas y ambientes y sobre en el detalle, astuto en los matices, man­ Se hace laberinto, modelo del mundo, ré­
versidad de caminos y de pautas por las todo la importancia del lenguaje en la tiene un justo equilibrio entre la simple plica de incompatibilidad. Cada momento
que se lanzan los más recientes novelistas solución anecdótica, nos sugieren, antes función informativa y la buflente proli­ en la trayectoria de Arturo Can es la re­
españoles; desde el discutido (y discuti­ que un modelo literario, un modelo plás­ jidad de la anécdota. De tal modo que sultante de un nuevo juego de luces y
ble) faulknerianismo — que a veces, en el tico, pictórico: un amplio retablo, som­ aquello que parece ser rechazado, en prin­ de sombras, en un colorido que varía
tratamiento, se insinúa vagamente prous- bríamente épico, fundamentalmente gris, cipio, por sus pautas internas, es justa­ siempre de acuerdo a una realidad inte­
tiano— de Juan Benet, considerando al habitado por seres distorsionados, evadi­ mente lo que moviliza la anécdota, pues­ rior a la novela que, a manera de un ca­
margen la obra de otros ya consagrados dos de todos los condicionamientos que ta a su servicio. Leitmotiv es un produc­ lidoscopio, exige no uno, sino muchos
como García Hortelano, Marsé, y Luis no sean los de una realidad limítrofe con to híbrido entre una vocación aséptica puntos de vista. En un mundo que resulta
Goytisolo, hasta la obra de los más re­ la pesadilla. Arturo Can, el «personaje del lenguaje y una desbordante actividad tan confuso, sinuoso y complicado como
cientes, Guelbenzu, volcado más que to­ central», no es siquiera un «personaje», fabuladora. El hecho es que, en esta no­ un altar barroco, la identidad de los per­
do hacia la experimentación lingüística, en el sentido tradicional de la palabra vela, todo gravita sobre aquella zona se­ sonajes se metamorfosea con la misma fa­
Ana M. Moix, tradicionalista en sus téc­ — un personaje definible según una pro­ creta en la que el lenguaje, sin atentar en cilidad con que se caifibia una máscara
nicas pero audaz en la evocación del mun­ blemática psicológica, social y hasta me­ lo mínimo contra la integridad de la por otra, y más que de la identidad de
do del pasado, y otros como el recien- tafísica... A propósito de él habría que anécdota, llega a ser no sólo médium si­ los personajes habría que hablar de la
tísimo Martínez Torres, F. A. Molina, y J. hablar, más bien, de una constante narra­ no también mensaje — lo cual quiere de­ identidad de las situaciones, que surgen
Leyva, verdaderos creadores de mundos y tiva (¿un leitmotiv?) que se realiza, siem­ cir que de alguna manera la anécdota se las unas de las otras no por continuidad
atmósferas, que por lo tanto hay que pre de una manera apriorística, a partir halla sobredeterminada por él. En este lógica sino por combinación de posibi­
considerar por separado. de la situación que le rodea. Podría inclu­ punto podría plantearse pues un interro­ lidades narrativas; el autor, él mismo,
Dentro de este panorama J. Leyva es uno so decirse, de acuerdo con lo anterior, que gante; ¿si no hay argumento, si la anéc­ no detenta la omnisciencia de los pun­
de los casos más insólitos; Leitmotiv, su en cada una de las cuatro partes que dota está encapsulada dentro de las fron­ tos de vista, y es por eso que su tarea,
primera novela — cuya redacción data constituyen la novela —la más lograda de teras del lenguaje, de donde sacar un pun­ al ir trazando los contornos de la reali-
126 Carlos M etieses
Oquendo de Amat,
del sueño a la realidad

dad, es simétrica y equidistante a la del distinguir la de Rull, quien impartía ór­ El poeta peruano Carlos Oquendo de Amat, quien vive, o m ás preciso es decir, quien ace­
lector... denes para que arrastraran el vagón has­ nacido en Puno en 1904, alcanzó a escribir leradam ente se acerca a la m uerte, es el po­
El mayor secreto de esta novela, como ta cierto lugar; por fin, cuando aquellos en sus trein ta y dos años de vida, escasa­ lítico, el irreductible luchador que solam ente
ya lo hemos insinuado, surge de esa rara parecieron concluir el trabajo, se sintió m ente, veintiún poem as, de los cuales die­ cede ante la asfixia producida por la tu b er­
simbiosis entre un lenguaje neutro, trans­ hundido en la soledad. "Estoy en una vía ciocho aparecieron en un libro publicado en culosis.
lúcido, sometido a su propia inercia, y m uerta”, se dijo.» Una «vía muerta» del 1927, bajo el título de Cinco m etros de poe­ H ablar de un poeta-político, o de un político-
la combinatoria de una anécdota que, lenguaje, que es al mismo tiempo una mas. C uatro de dichos poem as habían sido poeta, no es lo propio en este caso. Al m e­
abocada a una fría comicidad, plastifica «via muerta» de la anécdota, las cuales, escritos en 1923, y los catorce restan tes es­ nos, hasta la fecha ha sido im posible encon­
la narración, haciendo de ella un retablo en su secreto maridaje, nos recuerdan que taban fechados en 1925. De los poem as de tra r nada escrito p o r Oquendo fechado en
en el que la ironía se une a lo grotesco, no todo en literatura es tierra colonizada, este segundo período de inspiración, m edia los años treinta. E so perm ite considerar con
y que hay que contemplar con la espec­ país de jauja, sino también delirio y sui­ docena están dedicados a expresar su am or, gran claridad la vida del poeta ente los die­
iante seriedad con que se contempla un cidio de la realidad — provechosa lección, el am or que produce en él (a la sazón un cinueve y los tre in ta y dos años, que era la
cuadro del Bosco; la carcajada, que mue­ insólita en la literatura peninsular. Con joven de veintiún años) una m u jer a la que edad que tenía cuando falleció en un sana­
re antes de estallar, se convierte en pun­ esta novela, J. Leyva (último premio Bi­ denom ina, sim plem ente, «bella» o «com pañe­ torio de las sierras de G uadarram a.
to de vista... Para finalizar, digamos que blioteca Breve, con La circunscisión del ra», así com o la gran tern u ra que despierta
habría que considerar a Leitmotiv co­ señor solo) se coloca a la vanguardia de el recuerdo de su m adre, herm osa m u jer li­
esa corriente, perceptible ya en la más meña con la cual el poeta com partió, d u ran ­ OQUENDO Y SU GENERACION
mo una gran novela frustrada, en la que
la «frustación» se halla implícita en su reciente literatura española, que se pro­ te su adolescencia, una m ísera y tris te vida.
pone traducir en un lenguaje inteligible Los otros poem as que no aparecen en el El au to r de «cinco m etros de poemas», de­
propio planteamiento. El pasaje final de
el mensaje de una realidad «vacía», esqui­ libro, son tres y fueron escritos después de bió haber m archado a su tierra natal, Puno,
la novela nos parece muy ilustrativo a es­
a la m uerte de su m adre, y ya en pleno 1923

CeDInCI
te respecto; «Días más tarde, Arturo Can
escuchó unas voces, entre las que creyó
zofrénica, silenciosa y, ai mismo tiempo,
ventrílocua...
Ricardo Cano Gaviria CeDInCI
1927, publicándose en la revista A m anta en
1929 Su corta producción se com pleta con
unos brevísim os versos que deben pertene­
cer a su prim era época de poeta y que nun­
reaparece en Lima. Solo, m edroso, distante
de la poca fam ilia q u e le queda, sin recur­
sos económ icos, sin haber concluido sus es­
tudios secundarios que seguía en el colegio
ca fueron publicados, pero que supo conser­
var su buen am igo y tam bién poeta, E nrique N uestra Señora de G uadalupe, recorre las ca­
Peña B arrenechea. A p a rtir de 1929 el poeta lles de la capital peruana y es X avier Abril
cede la iniciativa al político y nada escrito el prim ero en en tab lar am istad con él.
por él se h a podido encontrar, afirm ándose E nrique Peña B arrenechea recordando esos
por tan to que Oquendo finaliza su tray ecto ­ años escribió: «Se inició nu estra am istad en
ria poética en ese 1929. 1924. Fue X avier Abril quien nos presentó.»
A la m uerte de su m adre, en 1922, Carlos Y párrafos m ás adelante: «D urante años nos
Oquendo de Amat, em pieza a deam bular por encontrábam os todas las noches en la Bi­
las calles de Lima, com o buscando quien in­ blioteca de San M arcos. El leía a los su rrea­
terprete la dim ensión de su dolor y es, ju s­ listas, especialm ente a B retón y Aragón. Así
tam ente a p a rtir de 1923, cuando se le sabe m ism o a Paul E luard y a A pollinaire» 2.
El núcleo de poetas de esos años, llegó a
incluido d en tro de la generación d e poetas
ser am plio. A los ya m encionados se sum a­
jóvenes que lo cobijan espiritualm ente, que
ban, Rafael Méndez Dorich, A dalberto Vara-
lo alientan, y lo ayudan en sus prim ero s pa­
sos de poeta. llanos, Jorge B asadre, Manuel Beingolea, que
aunque de generación an terio r p articip ab a en
Oquendo de Am at, desde el fallecim iento de
estas reuniones, E m ilio Armaza, Guillerm o
su m adre, h asta 1936, año en que m uere M ercado, Francisco X andoval, E rnesto More,
él, divide su vida en dos p artes perfecta­
Alberto Hidalgo, m uchos poetas provincia­
m ente diferenciadas. De 1923 —año en que es nos que pasaban algunos días en Lima, cuan­
acogido po r el grupo de poetas jóvenes de
do no visitantes de m ás lejanas tierras, como
entonces— a 1929, año en que m uere el cé­
el patriarcal B arba Jacob y el exiliado valen­
lebre pensador peruano José Carlos Mariá-
ciano Pérez Doménech.
tegui. Más allá de 1929, hasta m arzo de 1936,
Es a través de X avier Abril que Oquendo
el poeta prácticam ente ha desaparecido y
de Amat conoce a José Carlos M ariátegui,
que aunque no m uy m ayor que los c o m p o
I. «El ángel y la rosa»; «Poema surrealista
del elefante y del canto»: «Poema de la niña
y de la flor», revista AMAUTA, núm s. 20 y 2, 3, 4, 7. Correspondencia m antenida con el
21, Lim, 1929. a u to r de esta nota.
129
128

te que el jo v e n p u n e ñ o h a y a p re fe rid o el d e ab a el esta b le c im ie n to .»


n e n te s d e esa g en eració n , se h a erig id o en Com o V alle-Inclán, O quendo d e A m at c o n s ­
exilio, u n a rie sg o sa a v e n tu ra —trá g ic a , com o El p o e ta fu e a rra n c a d o d el c au tiv erio g ra ­
s u m a e stro . E s co m o co n se c u en c ia de e sta s tru ía , o bligado p o r la vida, u n delicioso anec-
en re a lid a d re s u ltó — a la cárcel. cias a los e sfu erzo s y la decisión de su a m i­
re u n io n e s, q u e so n fin a lm e n te las q u e m ás d o ta rio , que con los años a y u d a ría a s itu a r­
Se ig n o ra con q u é d in e ro c o m p ró el b illete go, q u e no s o la m e n te lo sacó de ese c am p o
h u e lla d e ja n en él, p o r la a d m ira c ió n q u e lo d e n tro de los c a ra c te re s del m ito.
de b a rc o , p u e sto q u e el g o b iern o p e ru a n o no de c o n c e n tra c ió n , sino que, de in m e d ia to , on
llega a s e n tir h a cia M ariáteg u i, q u e a u m e n ­ e sta b a d is p u e s to a e fe c tu a r n in g ú n d e se m ­ el a u to m ó v il del A y u n ta m ie n to de la c iu d a d
ta su p re o c u p a c ió n p o r co n o cer a los p o e ta s CAMBIO RADICAL bolso. S o la m e n te se sabe q u e c u a n d o fue d e P a n a m á , lo tra s la d ó a la c iu d a d de D a­
fran ceses; q u e lee con v o ra c id a d a los ul- a d e sp e d irse d e su p rim o el Dr. E m ilio Ro­ vid, al n o rte de P a n a m á , desde d o nde J u a n
tra ís ta s; y, p rin c ip a lm e n te , q u e em p ie za a Se h a dich o q u e fue la m u e rte de Jo sé C ar­
m ero , é s te le p re g u n tó si llevaba a b rig o y B. S oto y J u lio E . R ivera, a q uienes fu e re ­
se n tirse a tra íd o p o r la d o c trin a m a rx is ta . Aun los M ariáteg u i, la que d e te rm in ó o p re c ip i­ la re s p u e s ta de O q uendo fu e : «Salgo con lo
cu an d o , e sto ú ltim o , s o lam en te p ro s p e ra ría co m e n d ad o p o r De la R osa, lo a y u d a ro n a
tó la decisió n de O q uendo de to m a r mili- q u e llevo pu esto » , p o r lo q u e R o m ero le c ru z a r la fr o n te ra y lle g a r h a sta S an José
o se h a ría re a lid a d m u ch o tie m p o d esp u és. ta n c ia p o lític a y a c tu a r m u y vivazm ente en o b se q u ió el suyo. de C o sta Rica.
A lo la rg o de eso s seis a ñ o s, O q u e n d o , tím i­ p ro de su p a rtid o . C oinciden las fechas, el El p rim e r tra m o del v iaje d e O quendo, d e­ D iógenes de la R osa explica alg u n o s d e ta ­
do y h a m b rie n to , e n h e b ra p ic a ra s a n éc d o ta s p e n sa d o r y p o lític o , a u to r de S ie te ensayos bió tr a n s c u r r ir sin novedad, ig n o ra n d o este lles m ás con re sp e c to a la evasió n de O q u e n ­
co n m o m e n to s de b la n c a in g e n u id a d . De esa d e in te rp re ta c ió n d e la realidad peruana, p a s a je ro sui g en eris la té tric a c ita h a cia la do del c am p o de c o n c e n tra c ió n : «C om o el
c o rta e ta p a de su v id a, e m e rg e n los m ito s m u ere en 1929, y es d e n tro de ese a ñ o c u a n ­
cual se d isp o n ía a c o n c u rrir. Q uién sabe si a u to m ó v il p o rta b a p lacas oficiales de la R e­
qu e, con el c o rre r del tiem p o , lo c o n v ie rte n do O q uendo d e ja de fr e c u e n ta r las te rtu lia s , al p a r tir del C allao, y aso m a d o a la b a ra n ­ p ública del P a n a m á p o d ía c irc u la r p o r la zona
en u n a fig u ra d e leyenda. P o rq u e m u c h o s de re c o rre r las c alles lim e ñ a s e inicia o tra s d illa del b a rc o , re c o rd ó sus p ro p io s v e rso s: del c an a l en h o ra s de la noche sin d e sp e r­
a ñ o s m á s ta rd e y, re firié n d o se a 1923-29, se activ id ades. «E n el m u e lle / de tod o s los p a ñ u elo s se ta r sosp ech as. T odo se realizó c o n e x a c titu d
hab ló del fa n ta sio so O quendo; del in g en u o De lo s seis añ o s que ta m b ié n d u ra su e ta p a hizo u n a flor.» y p u n tu a lid a d .» Y en o tro p á r r a f o . «En fin,
O quendo; co m o d el ex q u isito , el dandy-po- de p o lític o , se conoce a ú n m u c h o m enos que S o la m e n te al lle g a r a B alboa, p u e rto de in­ sacam os a O q u e n d o y m uy de m a d ru g a d a lo

CeDInCI
bre, y del a ris tó c ra ta en d ecad en cia, p o sib le ­
m en te, c o n sid e ra n d o q u e s u s a b u elo s h a b ía n
a lc an z a d o la o p u len cia eco n ó m ica, q u e el p a ­
d re y los tío s del p o e ta d e ja ro n en P arís,
de su hexágono poético. A penas si se dice
que en 1931 el p o e ta se a le ja de L im a y se
d irig e a l s u r del P e rú , p a ra c u m p lir m isio ­
nes e n co m e n d a d a s p o r el p a rtid o co m u n ista.
cidez de la tra v e sía. O quendo es ob lig ad o
CeDInCI
greso al c an a l de P anam á, se q u ie b ra la p la ­

p o r las a u to rid a d e s de la zona del cana! a


a b a n d o n a r la nave. Se h a d e sc u b ie rto , al re ­
e m b a rc am o s en un vehículo de tra n s p o rte co ­
lectivo q u e lo llevó a la c iu d a d d e David,
en n o ro e s te d e la R epública, cerca d e la
fro n te ra con C o sta R ica. Me p a re c e que allá
d u ra n te u n a la rg a p e rm a n e n c ia de casi v ein ­ Se sab e, ta m b ié n , que llega a B olivia, in te r­ v isa r su p a s a p o rte y, p o sib le m en te , c o n fro n ­ se e n c a rg a ro n d e h a ce rlo seg u ir h a s ta S a n J o ­
te años. viniendo en m ítin e s y re u n io n e s p o lític á s. ta rlo con la s lista s s ec re ta s, que se tra ta sé los c o m p a ñ e ro s J u a n B. S o to y J u lio E.
A parte d e las in flu en c ia s de su s m a e stro s, Una v e rd a d e ra n e b u lo sa re c u b re to d o s esto s d e u n c o m u n is ta . Ig n o ra n que el G obierno R ivera, a m b o s fa llecidos ya»
M ariáteg u i o B arb a-Jaco b ; de su s am ig o s hechos que, so la m e n te a lcan zan c la rid a d en p e ru a n o lo h a d e ja d o s a lir y lo c re en eva­ T ras u n a c o rta e sta n c ia en San José de C os­
B eingolea —q u e e sc rib ió u n c u e n to u tiliz a n ­ 1935, c u a n d o b a jo la d ic ta d u ra del M ariscal dido, p o r lo que c o n sid e ra n o p o rtu n o devol­ ta R ica, se d irig ió p o r vía te rre s tre , a t r a ­
do la fig u ra de O q u e n d o co m o p e rs o n a je B enavides, y d u r a n te u n e n fre n ta m ie n to de v erlo al P e rú . Y m ie n tra s se a clara su s itu a ­ vés del istm o , h a s ta M éxico, en d o n d e , una
c e n tra l—, X a v ie r A bril, R afael M éndez Do- dos p a rtid o s p o lític o s p e ru a n o s es a p re sa d o , ción, es e n c e rra d o en una m a z m o rra . vez m ás, sus relacio n es p o lític a s y c u ltu ra ­
rich; E n riq u e P e ñ a B arre n ec h e a; A d a lb erto so m e tid o a to r tu r a y, fin a lm e n te , d e p o rta d o El p o e ta h a p e rd id o n u e v am en te la lib e rta d , les, lo a y u d a ro n a s u b s is tir y le p e rm itie ro n
V a ra lla n o s —co n q u ie n fu n d ó la re v is ta ci­ del p a ís. e s ta vez e n u n p a ís e x tra ñ o , e s tá solo y c o n tin u a r s u in te rru m p id o v iaje a E u ro p a.
n e m a to g rá fic a C elu lo id e— ; p o r so b re sus Lo m ás d ifu n d id o con re sp ec to a s u salid a en fe rm o , ta l vez m u c h o m ás e n fe rm o que
le c tu ra s , su s d iscu sio n es y la ideología hacia ded P erú, es que O q u e n d o so licitó el v iaje solo, p o rq u e al s a lir de L im a, su s am igos
la q u e se e n c a m in a b a , se s itú a n a q u ello s fu ­ com o ú n ic a fo rm a d e c o n se g u ir su lib e rta d , EN EUROPA
le h a n d ad o c a rta s de re c o m e n d ac ió n p a ra
n e sto s d ías —los m ás de su v id a — e n q u e la a u n q u e en m u c h a s o casiones in s in u a ra que e sc rito re s y político s que re sid en a lo largo
im p e rio sa n e ce sid a d de a lim e n ta rse , b u s c a r am igos suyos lo h a b ía n tra ic io n a d o y h a b ía n de la ru ta . E n tre su s a p u n te s h alla u n n o m ­ E ra ya p len o d ic ie m b re c u an d o el p o e ta d e s­
techo, te n e r co n q u e c u b rirs e , lo o b lig a ro n in flu id o p a ra q u e él saliera de su país. N o b re q u e s e rá la clave de su d ra m á tic a e s­ e m b a rc ó en p u e rto fran c é s, según m a y o ría de
a las m ás difíciles m a n io b ra s d ig n as de ser o b s ta n te , a ju z g a r p o r las op in io n es de sus ta n c ia en ese país, es D iógenes de la R osa, sus c o n te m p o rá n e o s , en La R ochelle. S u es­
in c lu id a s en la m e jo r a n to lo g ía p ic a re sc a . a m ig o s m á s c erca n o s, la v e rsió n que tiene a q u ie n h ace a v isa r la situ a c ió n en q u e se ta n c ia en ese lu g a r debió h a b e r sido de e s ­
Q ué e n tre m e z c la rs e e x tra ñ o y m ú ltip le de m a y o r fu erza es la p rim e ra , la de su solici­ e n cu e n tra . c asa s h o ra s , p o sib le m e n te e l tie m p o que ta r ­
e le m en to s, en la p e rs o n a lid a d d el p o e ta . H a ­ tu d de exilio, co m o m al m en o r, a p e s a r de ■AI re c ib ir ©1 m e n sa je , c om isioné al m is­ dó en a v e rig u a r de d ó n d e salía el tre n p a ra
b la d o r, p a ra u nos; c au to , p a r a o tro s . A to r­ h a lla rse en ta n m a l e sta d o de salud. m o o b re ro (el que h a b ía serv id o de c o n ta c ­ París.
m e n ta d o y, a la vez, su til c a u tiv a d o r de to) p a r a q u e c o m u n ic a ra a O q u e n d o que h a ­ El can sa n cio que se le a c e n tu a b a m á s y
a cre e d o re s. E l jo v e n so ñ a d o r, el ilu so , el in­ V IA JE HACIA LA M UERTE ría m o s u n e sfu erzo p o r s a c a rlo de allí», c u e n ­ m ás, q u e lo d o b le g a b a to ta lm e n te , no e sta b a
d u d a b le m e n te , tím id o , d u rm ie n d o u n a n oche ta De la R osa. «C onvenida la h o ra , p a sa d a s m o tiv a d o so la m e n te p o r la larga y difícil t r a ­
en la c ó m o d a cam a del N uncio A postólico; Fue en s e p tie m b re d e 1935, c u an d o el m e la n ­ las nueve d e la noche, tra s el to q u e de q u e ­ vesía, p o r la em o ció n de ver P a rís, p o r los
co m ien d o , co m o ú n ic o a lim e n to , u n a ra c ió n cólico p o e ta q u e h a b ía e s c rito «se p ro h íb e da en la c u a re n te n a , lo g ra m o s que el m is­ ay u n o s a que c o n tin u a b a so m etid o , sin o que
de p e p in o s, q u e le regaJaba B eingolea; h u ­ e sta r triste*, a b a n d o n ó su p a tria e inició su m o in te rm e d ia rio le h ic ie ra a O q u e n d o un e ra n o tra s , m u y d u ra s y p o d e ro sas, las r a ­
y e n d o c in e m a to g rá fic a m e n te de la p e n sió n a vía c ru c is in te rn a c io n a l. P a ra m u c h o s e ste c ro q u is , p a ra que s u p iera el lu g a r d o n d e lo zones. El m in is tro del P e rú en F ran c ia , F r a n ­
la q u e a d e u d a b a v a ria s se m a n a s de a lo ja ­ v iaje es in explicable, d a d a su p re c a ria sa ­ e sp e rá b a m o s, fu e ra del a la m b ra d o q u e ro­ cisco G a rc ía C ald eró n , d e sc u b rió fá c ilm e n te
m ien to . lud. S in e m b a rg o se c o m p re n d e p e rfe c ta m e n ­
130 131

la gravedad del m al y vio la im posibilidad que en los prim eros días se sintió m uy re­ cribió su defunción: «D. Carlos Oquendo de año, se pudo señalar á l fin la tum ba del
de poder hacer algo por ese extraño visi­ cuperado y él se creyó ya salvado, pero .pa­ Amat, de veintisete años (edad equivocada), poeta y ayudar a que todas las dem ás tu m ­
tante, y a lo único que atinó fue a aconse­ sado el efecto psicológico, finalizado el pe­ natural de Lima, provincia del Perú, hijo de bas pertenecientes a ese año, y carentes de
jarle que m archara a España, para lo cual queño ciclo en que el espíritu indesmaya- D. Carlos Oquendo y de doña Aída Amat, lápida, pudieran ser reconocidas.
se dice que le proporcionó el dinero sufi­ ble pudo más que la carcom ida m ateria, todo domiciliado (está en blanco), de profesión Las señas del lugar donde se halla la tu m ­
ciente. volvió al cauce anterior. Se cuenta que el estudiante y de estado soltero. Falleció en el ba de Carlos Oquendo de Amat, son: «Cuar­
Al llegar a M adrid, en los prim eros días poeta im precaba contra la fatalidad de su S anatorio del G uadarram a, el día seis de tel 2; fila 7; sepultura 11». Sobre este sen­
de 1936, Oquendo orienta sus dificultosos pa­ destino. Que tratab a de autoanim arse, de re ­ marzo a las diez, a consecuencia de “Pará­ cillo y breve túm ulo de tierra habrá que co­
sos hacia la em bajada peruana, en busca de conquistar las esperanzas que ya se m archi­ lisis bronquial" —tuberculosis pulm onar— locar la lápida en piedra viva que lo re­
apoyo, deseoso de recuperar la salud, con taban. Insistem ente solía llam ar a Porras, según resulta de certificación facultativa y cuerde p ara siempre, y en la que se podría
esa ingenua esperanza de que hablan todos para que le procurase un nuevo sanatorio, reconocim iento practicado, y su cadáver ha­ grabar la siguiente inscripción: «Oquendo,
los que lo conocieron. Se le consiguió una seguro de que un nuevo cam bio sería deci­ brá de recibir sepultura en el Cementerio Oquendo / tan frágil que el olor / de una
cama en el hospital San Carlos, situado en­ sivo en su curación. Municipal de esta Villa.» flor te desvanecía», versos que escribiera un
tonces ju n to a la Facultad de Medicina de Precisam ente el día que se había decidido contem poráneo suyo ya hace muchos años.
Madrid. realizar un nuevo cam bio, dentro de la mis­ LA TUMBA RECONQUISTADA
H asta allí llegan algunos amigos del poeta. ma zona de G uadarram a, y p ara lo cual el INTERPRETACION DE OQUENDO
Hasta el pabellón en que se halla interna­ consulado había enviado al estudiante de me­ Tanto el libro Cinco m etros de poemas co­ A TRAVES DE SU POESIA
do va Xavier Abril, quien m ás tard e conta­ dicina, tam bién peruano, E nrique Chanyek, m o su au to r estaban recubiertos por una es­
rá : «Yo m e enteré de su llegada a la capi­ el poeta dejó de existir. «La m añana en que pesa capa de olvido. El libro era práctica­ Convertido en un legendario personaje que
tal de E spaña por un recado que me hizo fueron por él, el 6 de marzo, m urió, siem pre m ente inhallable en el Perú; en cuanto al un día apareció en Lima, escribió un extraño
llegar Armando Bazán, p o r interm edio del rebelándose co n tra su suerte», añade Po­ recuerdo del poeta m uerto y enterrado en libro y, así com o apareció, desapareció, para

CeDInCI
escritor puertorriqueño Emilio Delgado» *.
En una de las oportunidades que Abril fue
a visitarlo, el m édico que lo atendió se acer­
có a él al abandonar el pabellón p ara con­
rra s 5.
Después de su m uerte, cuatro meses m ás ta r­
de, se inició la guerra civil española y, des­
de entonces, se aseguró que la tu m b a de
CeDInCI
N avacerrada, se perdía en la distancia de
los años. El discurso de Mario Vargas Llosa,
durante la cerem onia de entrega del prem io
«Rómulo Gallegos», en 1967, fue el tábano
no volver m ás al Perú; situado en el m ás
enrevesado entrecruzarse de versiones, acer­
ca de su estancia en E uropa. Para unos, há­
bil vividor refugiado en una buhardilla del
fiarle que Oquendo ya no se recuperaría más. Oquendo. que se hallaba en el cem enterio que hizo despertar a todos los que algo te­ barrio latino de París; para otros, contun­
En una patética carta escrita p o r el histo­ del pueblo de N avacerrada, había desapare­ nían q u e decir sobre Oquendo. A p a rtir de dente conferenciante político, durante la Re­
riador y diplom ático peruano Raúl Porras cido com o consecuencia de los bom bardeos. entonces surgen los investigadores, los críti­ pública española. Oquendo de Amat em pe­
Barrenechea, y dirigida al poeta E nrique Pe­ Roca Arciniega, que se hallaba por esos años cos, los cronistas, pero si se reedita la obra, zaba a ser considerado como un personaje
ña, le cuenta que Oquendo: «Estaba exte­ en España, escribió en 1937, en La Prensa si se hace justicia al genio poético de O quen­ de novela, y, de no haber m ediado la presen­
nuado y roído por la tuberculosis. Sus am i­ de Lima: «En vez de unas florecidas silves­ do, y se conoce m ucho de lo que hizo en cia de m uchos contem poráneos suyos, hubie­
gos y cam aradas lo habían abandonado por tres depositadas sobre su tum ba en la m on­ vida, en cam bio, se sigue creyendo que sus se term inado p o r ingresar de lleno en el
completo. Me llam ó o me hizo llam ar desde taña —sobre aquella m ontaña y sobre aque­ restos han desaparecido, que su tum ba ha m undo de la fábula y por llegarse a dudar
el hospital en que había sido recluido. Fui lla tum ba donde quedó sepultado el poeta volado bajo el cruel im perio de una gra­ de si alguna vez existió.
a verlo inm ediatam ente y lo encontré en una peruano Oquendo de Amat—, llueve, hoy, nada. De lo que jam ás se pudo dudar, fue de la
sala general de aspecto pavoroso. E staba com pacta, la m etralla que siega vidas; y llue­ Pero la tum ba de Oquendo de Amat exis­ calidad de su dim inuta obra. A casi cin­
echado vestido sobre un lecho inm undo y se ve, adem ás, u n a lluvia pertinaz, hecha con te. S obre el pueblo de Navacerrada no caye­ cuenta años de escrita sigue teniendo vigen­
asfixiaba por la destrucción de sus pulm o­ rojas gotas de sangre que nacieron herm a­ ron ráfagas de m etralla ni estallaron sono­ cia y siendo pieza m edular en la literatura
nes.» nadas» 4. ras granadas. En el dim inuto cem enterio pu­ peruana. Sus poem as de am or son, posible­
No obstante su estado, Oquendo repetía sin Xavier Abril, escribió: «La m etralla franquis­ dimos encontrar —Antonio Cillóniz y José A. m ente, los q u e . m ás se recuerdan y, tam ­
cesar que cuando cam biara de clínica m ejo­ ta destruyó el cem enterio donde Oquendo Bravo, acom pañaban al autor de esta nota— bién, a través de los cuales m ejor se puede
raría. El m ism o Porras B arrenechea expli­ había sido enterrad o » 7. Y Porras B arrene­ el breve túm ulo, desprovisto de lápida, de in terp retar a su autor.
chea en aquella docum entada y triste carta: recuerdos m aterializados en flores, un túm u­ En «Compañera», se refiere a una m ujer, a
ca: «Conseguí el apoyo de una m ujer boní­
«Meses después tronaba sobre su tum ba el lo más, entre los muchos que se hallaban una amiga, quién sabe si de la adolescencia,
sim a —la m arquesa de la Conquista— y con
su ayuda, la de la Legación y algunos am i­ cañón de la lucha de clases.» en ese estado. tal vez si solam ente soñada, a la que evo­
gos, pude satisfacer el deseo del enfermo.» En el Ayuntam iento de Navacerrada, se ins- La com probación fue larga, lenta, pero pre­ ca sin la acritu d que podrían diotarle sus
Continúa la carta contando cóm o fue el cisa. Con la ayuda de Herm enegildo Verde- continuos ayunos y le dice, con afecto, verda­
viaje, el triste viaje hacia G uadarram a, en 5. C arta de Raúl Porras B arrenechea a E n­ soto, m ás conocido en el pueblo por «Vedri- deram ente emocionado, «ah, y tus sonrisas
donde quedó instalado en uno de los, para rique Peña Barrenechea, fechada en París el nes», fam oso aviador de los años veinte, se­ m aravillosas som brillas para el calor / tú
entonces, m ás m odernos y cóm odos sa n a to 8 de octubre de 1938, y cuyo original se halla pulturero del lugar entre los años 1923 y que llevas prendido un cine en la mejilla.»
en los archivos del Instituto Porras Ba­ Nada de su tétrico tran scu rrir por el m undo
rios para enferm os del pulmón. rrenechea. 1960, y la colaboración del señor José Na­
En este lugar perm aneció alrededor de cua­ 6. Rosa Arciniega: «Llanto de quenas sobre varro, del Ayuntam iento de N avacerrada, que llega hasta esta expresión enam orada. El ver­
tro sem anas, las últim as de su vida. Se sabe la sierra castellana», «La prensa», Lima, 1937. consultó las listas de defunciones de aquel so perm anece limpio, im poluto, sin que sus
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calamidades terrenas alcancen a empañarlo. otro. Llevarla a través de su imaginación:


paz. Y finaliza manifestando la magnitud callan las rosas y la canción».
Incluso, su serenidad es conmovedora, hasta «En tu ventana / cuelgan enredaderas de los
del amor en ese ser inefable, y proyectando
resulta ilógica. «Tus dedos sí que saben pei­ volantes de los automóviles / y los expen­ su ternura, hasta el infinito, «Porque ante ti Carlos Metieses
narse como nadie lo hizo / mejor que los dedores disminuyen el precio de sus mer­ Palma de Mallorca
peluqueros expertos de los transatlánticos». cancías.»
En el poema «Campo», el poeta sitúa a su La necesidad de ternura, el continuo pre­
amada en un maravilloso escenario que fa­ cisar de calor y paz, aparecen una vez más,
cilita el rito de su adoración. La ceremonia «ríos bondadosos» dice en el poema «Obse­
consiste en fundir la realidad de la belleza quio». No solamente la belleza de los ríos
femenina con esa otra majestuosa hermo­ discurriendo alegremente, sino arrastrando
sura que es la naturaleza. «El paisaje salía bondad en sus aguas. Pero también quiere
de tu voz / y las nubes dormían en la yema romper un mito. Colocar a nivel más huma­
de tus dedos». Ella está por encima de todo. no algo que está muy distante. Se niega a
«De tus ojos cintas de alegría colgará / la aceptar la promesa y a conformarse con
mañana». Pero de pronto esa deliciosa se­ aguardar a que se haga realidad la hora de
renidad del poeta se trunca, un ramalazo eró­ disfrutar del cielo, cuando dice: «ríos bon­
tico altera bruscamente la cadencia de los dadosos y cielos palpables». A la alegría,
versos: «Tus vestidos / encendieron las ho­ al lujo, prefiere la sencilla hermosura de la
jas de los árboles». Para más adelante ceder naturaleza: «Cambiaría un tapiz antiguo /
paso a la pesadumbre, aceptar que en la vida que trae / una cesta de sonrisas / con ro­
impera la fatalidad «En el tren lejano iba sas despreocupadas». Todos esos trueques
sentada / la nostalgia.»
CeDInCI
«Poema del mar y de ella» es la denun­
cia de su ilimitado cariño hacia esa mujer
real o de ensueño, ¿amante, amiga, parien­
fabulosos, no determinan sino la superación,
la búsqueda de lo mejor para entregárselo
a ella, «de tus cabellos saldrá agua dulce»,
e inmediatamente pronostica una de las más
CeDInCI
te, compañera? es impenetrable su confesión. hermosas fantasías: «y habrá voces de co­
Simplemente es una mujer que de pronto lo lor en la luna».
emociona por su pureza: «Tu bondad pintó Pero es el poema «Madre» el manojo de ver­
el canto de los pájaros», y prácticamente en sos más conmovedores. Es de tan alto grado
forma simultánea le arranca notas ígneas su su amor, su ternura, que opaca esas for­
belleza, «eres una sorpresa perenne. / DEN­ midables sinfonías de colores vertidas por
TRO DE LA ROSA DEL DIA». Y el mar, aquella que llama su compañera. «Tu nom­
ante esa mujer, es un sumiso elemento: «y bre viene lento como las músicas humildes /
el mar venía lleno de tus palabras». y de tus manos vuelan palomas blancas».
En «Poema», el júbilo del poeta es total, se En la madre se reunen la ternura, la humil­
libera completamente del acento de tristeza dad, la divina paz simbolizada por las palo­
que suele aparecer muy brevemente en otros mas, ella lo es todo, justamente todo lo que,
poemas. Esa compañera, esa mujer, ya no en el momento en que escribe, le falta, «Mi
despierta en él razonamientos, no reflexiona recuerdo te viste siempre de blanco / como
acerca de su belleza o bondad, sino que le un recreo de niños que los hombres miran
arranca jirones de emoción dentro de un desde aquí • distante». Tenía veintiún años
canto de pautas elegantes, con diluidas no­ cuando escribió este poema, que denota cuán­
tas modernistas, donde flotan las palabras to entrañaba la ternura maternal, «A tu
«japón», «fruta», «mapa», «río», «fiesta». El lado el cariño se abre como una flor cuando
poeta se inclina fervoroso, contrito y en el pienso», no el cariño suyo, solamente, sino
instante mismo de la venia, exclama: «Para es el concepto cariño el que «se abre como
ti / tengo impresa una sonrisa en papel una flor». Sin embargo el poeta sabe que la
japón». Por momentos parece imposible que palabra no basta para alcanzar la dicha,
aquella a quien le pide: «déjame que bese «Entre ti y el horizonte / mi palabra está
tu voz», sea solamente un sueño, una ilu­ primitiva como la lluvia o como los him­
sión. Se hace necesario situarla en la rea­ nos». A un lado está la madre, al otro, el lí­
lidad, buscarla en la vida diaria. Pero Oquen- mite, el horizonte, y en medio, sin fuerza,
do parece hacerla transitar de un ámbito a su palabra, como cayendo impotente, inca-
Marta Traba 135

México: La venganza
de la Coatlicue

ser analizado. No puede ser sino padecido yo por Paz o la de Cuevas por Fuentes (jun­
Aunque ya es bien sabido que México no son grarlo desfigurar los netos significados si- o vituperado. Da dolor presenciar cómo lo to a los habituales inertes trabajos mono­
los aztecas y que detrás de las maravillosas queiranos—, se delata tanto en la propia re­ padece el indefenso público de los domin­ gráficos), hasta intentos de totalizar la vi­
plumas de quetzal de la tiara de Mocte­ ja como en su basamento de material. La sión de un movimiento, a la manera honesta
gos, las familias y los niños de caras im­
zuma, hay un enorme camino en reverso que reja se lanza a un cerramiento puntiagudo penetrables que miran hacia todos los lados y literaria de Luis Cardoza y Aragón en
lleva hasta más sutiles, espléndidas y des­ y desaforado, mientras el basamento echa guardando su inescrutable reserva. Pero tam­ México pintura activa, o según un rigu­
concertantes visiones precolombinas, la ima­ mano de recursos de relojería aplicados en bién da cólera comprobar que, mediante la roso propósito investigativo como resalta del
gen de la Coatlicue sigue homologándose, fa­ un gran friso donde se copia descaradamen­ construcción de un edificio sin pies ni ca­ libro de Ida Prampolini sobre el surrealismo
talmente, con las concepciones del México te pero sin su ajuste —y desde luego sin beza. netamente antiestético, hecho para so­ en México, o de acuerdo a la intención ex­
moderno. Su voluntad compacta, su tremen­ su intencionalidad—, el mural realizado por la gloria de Siqueiros, la opinión pública, presa de relievar el trabajo de un grupo,
dismo, su brutal dominio de vida y muer­ Felguerez años atrás para una firma comer­ la crítica de arte y el periodismo mexicano como ha hecho Juan García Ponce con los
te, su estructura ordenada, maciza y cíclica, cial de Ciudad México. vuelven a caer en la trampa, reiteran una artistas de la galería Juan Martín. Pero ja­
¡a decisión de sus significados, han alimen­ Entrando al Poliforum, el espacio de ja r­ polémica de valor o desvalor que ya debía más estos artistas son noticia, en un país
tado, desde que comenzó la revolución ins­ dines y exteriores queda acaparado por la estar muerta y enterrada, y, sobre todo, re­ cada vez más habituado a que sólo el es­
titucionalizada, gran parte de los horribles fuente donde se inmortalizan (más apropiado caen en la horrible fascinación del adefesio. cándalo sea noticia. Esta situación conspira
monumentos cuadrados, rotundos, destinados seria decir, se asesinan), los más conspicuos De esta manera, Siqueiros, que carece de to­ contra todo propósito de formación progresi­
a cubrir la apología de la revolución, los in­ muralistas mexicanos. ¡Siguiendo da vjieja dos los argumentos estéticos necesarios pa­ va de un público con criterios de juicio, a la
dios y los héroes. tradición muralista de la concepción jerár­ ra su supervivencia, pasa a llenar argumen­ vez que desalienta a los creadores. Invento­
En todas estas trasposiciones de los «efec­ quica de los tamaños, las cabezas de los mu­ tos sociológicos. Sigue siendo el seductor res >solitarios como Ricardo Martínez se
tos» de la Coatlicue, no alcanzaba a verifi­ ralistas, subrayadas por un grueso material, de un público aterrado e ignorante que se mantienen en el anonimato, e inventores tu­
carse más que un desesperado esfuerzo por emergen de la fuente como verdaderas proe­ multuosos como José Luis Cuevas salen a

CeDInCI CeDInCI
detiene paralizado ante esta obra suntuaria,
asimilarse a su tremendismo y apoyar los ac­ zas de decapitación; sin embargo, su sólo ofensivamente suntuaria en un país con ba- las planas de los periódicos por motivos ex­
tos revolucionarios sobre la hipertrofia del alineamiento no bastó a los autores, que, jísimos niveles de vida y necesidades endé­ trapictóricos, jalonados por los episodios tra
valor y la amplificación retórica de patria, empujados nuevamente por la angustia de la micas de mejoramiento social. gicómicos de un combate fatigante, estéril.
coraje y sacrificio. La omnívora representa­ modernidad, incrustaron en medio de las ca­ La venganza de la Coatilicue en este panteón Durante el tiempo que estuve en México per­
ción de la diosa azteca irrigó asimismo toda bezas varios arabescos sosteniendo una se- de lujo el muralismo mejicano, queda mar­ manecieron abiertas al público, sin pena ni
esa enorme zona del muralismo entregada a mifigura de chatarra, suspendida en el es­ cada, específicamente, en la exasperación de gloria, dos excelentes exposiciones; una de
las hipérboles, el tremendismo, los amena­ pacio como un ex-abrupto, dentro del crite­ todos los elementos empleados y en su ten­ dibujos de Von Gunten, en la Galería Juan
zadores «closed up» que dieron a la historia rio acumulativo que siempre rigió el mura­ dencia convergente a afirmar una condición Martín, y otra de cajas y dibujos de Alian
su deliberado tono espectacular. Pero en nin­ lista mexicano y lo indujo a promover, co­ energuménica; así empujadas hacia un va­ Glass, en las Pecanis. Von Gunten es un
guna de estas obras de décadas pasadas la mo si fuera un valor, el defecto de las acu­ cío gratuito, hacia una operación irreal, las gran dibujante, que a una primera ojeada
venganza de la Coatlicue aparece más neta, mulaciones indiscriminadas de seres, cosas articulaciones que sostienen el poder de la funciona dentro de los parámetros de línea
menos diluida o metamorfoseada, que en el y materiales. Entre la reja y el edificio del Coatlicue, se desmoronan aquí en la inani­ entrecortada, afiebrada y beilicosa del holan­
Poliforum de Siqueiros. Podiforum media un espacio que permite le­ dad. Todo este vano escándalo del Polifo­ dés-norteamericano De Kooning. Sin embar­
El Poliforum debe considerarse como un au­ vantar la vista y tropezar con las paredes rum es inmoral y obsceno y revierte, por an­ go, revisándolo con más atención se confirma
téntico fenómeno de la arquitectura y la de­ que se abren hacia arriba, íntegramente cu­ títesis, sobre la grandeza silenciosa de los que el dibujo no es, como para De Kooning,
coración contemporánea. Siqueiros lo pro­ biertas de composiciones murales. Siqueiros mitos. un prolegómeno de la pintura, sino una es­
yectó y llevó a cabo con un equipo de cola­ siempre fue un hombre sin tino entre el pa­ Pasar por alto la existencia del Poliforum tructura coherente y autosuficiente, que afi­
boradores cuyos nombres importan poco, ciente «descriptor» de la historia pasada, también me parece un error, porque el pú­ na sin cesar sus medios y defiende cuidado­
porque todos quedan aplastados y nivelados presente y futura que encarnó Diego Rivera, blico vuelve a ser expoliado por los desa­ samente sus elipses para expresarse con
al estilo del viejo maestro. Describir el Po­ y el expresionista enérgico, a ratos realmen­ fueros del muralismo, cuando ya éste pare­ iguales dosis de economía e intensidad.
liforum es una tentación horrible y también te iluminado, que fue Orozco. Esta falta de cía una historia envejecida, deteriorándo­ En la Pecanis, la muestra de Alian Glass,
un desafío para el crítico. Una gigantesca tino ha dejado testimonios irreversibles; su se en los muros de Vasconcelos; vuelve a artista canadiense radicado en México, es
reja separa al Poliforum de la calle, y en ferocidad operática, sus mescolanzas indiscri­ ser degradado y des-educado, vuelve a ser de las más bellas exposiciones que pueden
ella ya están impresas las características que minadas de descripción y abstraccionismo, empujado por fuera de los límites de la e< verse en medio de esa sucesión insoportable
reinarán en el edificio y sus soluciones exte­ su desprecio por las estructuras reflexivas tética trazados con tantas dificultades y con­ de exabruptos, actos gratuitos e improvi­
riores o sea el tremendismo, la gratuidad de una obra de arte. Pero en las paredes del tratiempos por los artistas plásticos me­ saciones sin talento que nacen y mueren en
y el ansia descomedida de modernización. Poliforum, en los ambientes interiores y en xicanos, desde Tamayo a Toledo. las galerías de todo el mundo. La caja es
Esta ansia —ya vividamente presente en las su indescriptible espectáculo de luz y sonido, Para saber qué ha pasado en el arte mexica­ uno de los medios más seductores del arte
últimas obras muralistas del maestro, don­ alcanza la perfección de sus defectos y ca­ no contemporáneo que sigue siendo igno­ moderno, no digo del arte actual, ya que
de las acrobacias espaciales llegan a pun­ rencias. Como el adefesio no está presidido rado por el gran público es preciso llevar a el concepto de encerrar un mundo imagina­
tos casi inverosímiles y dolorosas, y donde por ningún criterio de composición, de or­ cabo un trabajo de investigación, que va des­ rio en un espacio desconectado con la reali­
una constante turbulencia que convulsiona ganización imaginaria o propósitos repre­ de monografías brillantes como la de Tama­ dad exterior —espacio que a su vez tiene la
y vuelve janeantes las paredes intenta sin lo­ se mat ivos coherentes, no es susceptible de
136 Documentos

firme voluntad de absorber al espectador por una extraña poesía inclemente, que no «antisubversivas» o «anticomunistas», el de las
hasta que acepte su arbitrariedad, su fanta­ Argentina: Represión y tortura
les deja ser lo que son, que las seduce y prisiones, barcos u otros sitios que sirven para
sía y sus relaciones internas— prevaleció en transforma hasta que se rinden a la común la detención y tortura de inculpados por hechos
Después de los acontecimientos del pasado 10
la extraordinaria obra de Schwitters y en la atmósfera de esa poesía. Se ve, hasta don­ terroristas o conexos. Mientras el gobierno pro­
no menos extraordinaria del norteamericano
de abril — muerte de Oberdan Sallustro, geren­
de es posible seguir el paso del artista, que clama la normalización institucional, la toleran­
Joseph Cornell. Pero en la actualidad la caja te de Fíat-Argentina, y ejecución del general
Glass acepta todas las libres asociaciones y cia ideológica, el respeto a las libertades funda­
como medio ha sufrido el mismo proceso Juan Carlos Sánchez por un comando del ERP
todas las cosas ínfimas, aun cuando preva­ mentales, comete toda clase de violaciones con­
veloz de deterioro y degradación que los de­ lezcan de pronto huevos, de pronto botones, y del FAR— , se ha producido un recrudecimien­
más sistemas y ha pasado a ser un objeto to de la represión gubernamental contra toda tra los detenidos políticos.
difícilmente reconocibles al ser convertidos Paradójicamente, el anuncio de elecciones
más que engrosa un repertorio formal que en piezas de su constante proyecto poético; actividad considerada como subversiva. Una
sólo logra ser impresionante por la acumu­ campaña de intimidación multiplica arbitraria­ con la participación de sectores peronistas, la
también se ve una atención casi ansiosa ha­ promesa de restablecer la democracia constitu­
lación de la novedad. Yo me atrevería a res­ cia el color, diluido a ratos pero de repen­ mente las detenciones, torturas y desaparicio­
catar a plena conciencia sólo el trabajo de nes. Mientras el gobierno del general Lanusse cional y el hecho de haber incorporado al go­
te imperioso y vibrante, sacudiendo el mun­
tres cajistas, por cierto muy diferentes en­ organiza el Gran Acuerdo Nacional, un plan de bierno a ministros liberales, obligan al régimen
do fluido de los sueños. Pero analizar las
tre sí pero igualmente capaces de cons­ conciliación .política destinado a producir el pa­ argentino a permitir, a diferencia del brasileño,
cajas de Glass resulta, netamente, «contra-
truir pequeños universos originales; la nor­ saje de la dictadura militar a un gobierno par­ una relativa libertad de prensa. Desde hace por
riosensu». Si Glass propone algo, aparte del
teamericana Mary Bauermeister, el colom­ lamentario de representación controlada, que io menos dos años, abundan en diarios y revis­
encantamiento indeclinable de ojo, es una
biano Bernardo Salcedo y Alian Glass. No conserve las mismas estructuras de poder, or­ tas testimonios sobre la crudeza de la represión
descodificación poética de tal amplitud y va­
obstante, a diferencia de la Bauermeister y ganizaciones guerrilleras, sindicatos revoluciona­ y las torturas. Por otra parte se ha constituido
riedad imaginativa, que sólo puede originar
de Salcedo, que han escogido una familia de una literatura paraleda, en la cual no quie­ rios, grupos universitarios y clero tercermun- en Buenos Aires el Foro por la Vigencia de los
Derechos Humanos, que congrega un muy vas­

CeDInCI CeDInCI
elementos formales para construir su lengua­ ro caer en modo alguno. Lo que sí me im­ dista desarrollan en múltiples frentes una ac­
je (elementos transparentes y ajustes de re­ porta subrayar es la antítesis vertical entre ción tendiente a promover un cambio radical, to espectro político; este Foro reúne y da a pu­
lojería en el caso de Baurmeister; fragmen­ dos concepciones estéticas que trabajan en a desbarajustar la componenda oficial, a denun­ blicidad toda documentación probatoria de vio­
tos de muñecos y objetos alineados dentro profundidad, tal como los dibujos de Von ciar la explotación del pueblo, su empobreci­ lencias, desde declaraciones directas de los tor­
del blanca, en el caso de Salcedo), Alian Gunten y las cajas de Glass, frente al es­ miento acelerado, el desquiciamiento económico turados, peritajes médico-psiquiátricos, hasta
Glass acepta un repertorio enorme e indis­ pectáculo circense organizado por Siquei- y social del país, la perpetuación de la entrega fotocopias de legajos judiciales. La Comisión
criminado de cosas, que parecen simplemen­ ros que tantas gentes desprevenidas toman, al capital extranjero y a atacar a los causantes Internacional de Juristas con sede en Ginebra
te alineadas o expuestas en el interior de las todavía, por arte. de la situación: el poder militar y financiero. ha protestado ante el gobierno argentino por
cajas y que sin embargo han sido dominadas Marta Traba El gobierno, con la complicidad de los par­ intimidaciones, vejámenes y encarcelamientos
tidos tradicionales, busca destruir estos focos sufridos por abogados que defienden a los dete­
de rebelión por todos los medios a su alcance. nidos políticos. En Francia e Italia, el Comité
La policía federal y las policías provinciales han de Defensa de los presos políticos argentinos,
sido puestas bajo control militar. Emulando al integrado por varios colaboradores de LIBRE,
brasileño, el ejército argentino ha organizado organiza una campaña de información, asisten­
meticulosamente una fuerza represiva que in­ cia jurídica y ayuda material. La lista publica­
cluye grupos paramilitares y parapoliciales; és­ da en el último boletín de CODEPPA incluye
tos actúan clandestinamente y gozan de impu­ los nombres de más de seiscientos presos polí­
nidad judicial. El allanamiento, el secuestro, la ticos, detenidos en cárceles de todo el país; en­
tortura y el asesinato son prácticas cada vez tre ellos, hay ochenta y uno cuyo paradero se
más frecuentes. Las garantías constitucionales, ignora.
las disposiciones del Código Penal, los recursos La progresión de la violencia represiva aumen­
de babeas Corpus cesan cuando se trata de de­ ta. Esta represión se ejerce a través de múlti­
tenidos políticos. Estos, si no son eliminados ples recursos. Por un lado, la matanza en ma­
antes de que su detención pase a conocimiento nifestaciones populares por supuestos encuen­
público, son puestos a la disposición del Poder tros armados con fuerzas militares o policiales.
Ejecutivo; ocultados, incomunicados, sujetos a En los recientes levantamientos populares de
toda clase de apremios y violencias, quedan eri Mendoza para protestar contra el abusivo au­
manos de organismos especialmente creados pa­ mento de las tarifas eléctricas, mataron a cua­
ta la represión que gozan de fueros excepcio­ tro manifestantes e hirieron a una cincuentena;
nales y que pueden hasta decretar la pena de hubo además más de quinientas detenciones.
muerte, abolida por la constitución. Una legis­ Otro medio represivo es el asesinato a perso­
lación paralela, ilegal, de tacto, otorga a las nas secuestradas por organismos de seguridad
fuerzas armadas el control de las operaciones del estado. Desde diciembre del 70 han matado
138 139

a Néstor Martins, Nilo Zenteno, Marcelo Verd, nuevamente torturada, uno de los tortu­ asistencia jurídica, traslados sin autorización Jozami fue secuestrado, maltratado y liberado
Sara Palacio de Verd, Juan Pablo Maestre, Mir- radores me lamía el pecho entre jadeos, judicial. Once abogados han sido encarcelados gracias a un vasto movimiento de protesta y
ta Misetich de Maestre y Luis Enrique Pujáis. se me picaneaba varias partes del cuerpo por intentar la defensa de los presos políticos a la oporfuna intervención de la Asociación Sin­
Eduardo Pablo Monti y Juan Lachowsky, dos simultáneamente, tenía abundantes pérdi­ y otros han sufrido allanamientos de sus domi­ dical de Abogados de Buenos Aires. En mayo
obreros, murieron por abuso de torturas. En das de flujo a consecuencia de la aplica­ cilios. último, el Dr. Silvio Frondizi fue víctima de un
ambos casos, los médicos forenses dictamina­ ción de la picana en la vagina, me viola­ La libertad de prensa, la posibildad de denun­ atentado; una bomba de grueso calibre destru­
ron deceso por causas patológicas y no traumá­ ron y me decían que me iban a «reven­ cia tiene un límite que el gobierno no permi­ yó el local de su revista Nuevo Hombre; inme-
ticas. tar», que tenía media matriz afuera. Per­ te franquear. He aquí una cronología que ilus­ diaL mente después la revista fue decomisada.
En cuanto a las torturas, las comprobaciones dí el conocimiento..., volví a ser picanea­ tra una censura violenta. lEn junio de 1969, el La libertad de prensa es atribuida sólo a cier­
son escalofriantes. Tortura psicológica median­ da, golpeada, amenazada; entre otras ame­ periodista Emilio Jáuregui, militante del sindi­ tos sectores políticos, y dentro de márgenes ce­
te toda clase de recursos de intimidación: ame­ nazas me decían que me iban a colocar cato de la prensa, fue asesinado en plena calle losamente controlados.
naza de muerte, de represalias a familiares, si­ un aparato mediante el cual me iban a de Buenos Aires. En diciembre de 1971, Casia- El último heoho ilustrativo de la represión en
mulacros de ejecución, presenciar las torturas picanear la matriz. Volví a desvanecerme, na Ahumada, directora de la revista Cristianis­ todos los sectores críticos de la vida nacional
al cónyuge, encierro en celdas completamente cuando recobré el sentido estaba nueva­ mo y Revolución fue encarcelada y la revista es la clausura de uno de los sindicatos más poli­
oscuras, interrogatorios sorpresivos, etc. Exis­ mente en la celda con fiebre y deliraba. clausurada. En marzo de 1972, el periodista Ig­ tizados, más activos, más radicales: CITRAC-
ten todas las variantes, todas las gradaciones, Luego me comunicaron que el resto de las nacio Ikonicoff fue detenido y torturado (V. SITRAM de Córdoba, que congrega a los traba­
desde la tortura bárbara, manual, artesanal, a detenidas habían sido trasladadas y que documentación publicada por el Foro de Buenos jadores de las fábricas FIAT. El régimen elimi­
golpes, hasta la tortura metódica, científica, ba­ lo iban a hacer conmigo y que me fusila­ Aires por la Vigencia de los Derechos Huma­ na violentamente toda verdadera amenaza de
jo control médico, con aparatos especiales y re­ rían. Me era imposible caminar para lle­ nos). En abril, el periodista Eduardo Horacio cambio.
cursos farmacológicos. Un aparato de proce­ gar al celular que me trajo a Devoto, me

CeDInCI
dencia estadounidense se instala en la boca
abierta de la víctima y lanza con espantosa
fuerza una pelota de plástico (declaración de
Guillermo Oscar Garamona, diario La Opinión
arrastraron.

Transcribimos otro testimonio que prueba la


práctica de la tortura tecnificada. Dice Mirta
CeDInCI
del 12-1-72). He aquí el testimonio de Elena Cortese de All, detenida el 1." de julio en Ro­
Codán, difundido por el Foro de Buenos Aires: sario:
Soy Elena Codán, fui detenida el 1.° de Recurrieron a otros métodos desconoci­
abril e incomunicada. En DIPA fui tortu­ dos. Me colocaron cables en los ojos cu­
rada. Se me desnudó totalmente, fui ata­ biertos por papel y alrededor de la cabe­
da fuertemente con los piernas y brazos za otros cables que me oprimían el crá­
estirados al máximo y totalmente separa­ neo fuertemente. Estos cables me quema­
dos. Con los ojos vendados y mientras se ban, sintiendo un dolor muy agudo. Mi
me picaneba en los genitales, planta de cuerpo iba resistiendo cada vez menos;
los pies, axilas vientre, esas preguntas que tuve hemorragias por efectos de los gol­
se me hacían iban acompañadas de gol­ pes y de la picana. Cuando desfallecía, re­
pes en la cabeza. Si al preguntar algo yo currían a las drogas puestas en cigarri­
me quejaba, me pasaban la picana por las llos, ampollas, algodones y pastillas que
encías y dientes. AI cabo de una hora me me reanimaban para seguir aguantando
transportaron a una celda donde me de­ este tipo de interrogatorio. Pasaban por
jaron tirada en el suelo sobre diarios. A mi piel un disco pequeño que irradiaba
las dos horas me volvieron a llevar a la calor, produciéndome quemaduras en al­
cámara de tortura donde se repitió la se­ gunas partes. En otras sesiones me apli­
sión anterior pero por cinco horas. Al ca­ caban los rayos infrarrojos que me pro­
bo de las mismas, quedé con las piernas dujeron dos grandes quemaduras en la
y brazos paralizados, el vientre cubierto zona glútea. (La Opinión, 12-1-72).
de llagas con pus, estuve en esas condicio­
nes por cuatro días. Durante las noches Los abusos, los apremios ilegales no se redu­
me amenazaban constantemente o me de­ cen a la tortura directa. Ella se practica indirec­
jaban escuchar los gritos de los otros de­ tamente a través de pésimas condiciones de en­
tenidos que estaban siendo torturados. carcelamiento: incomunicación, dietas de ham­
Al quinto día me volvieron a llevar. Fui bre, encierro total, insalubridad, prohibición de
141
Cuba: Política cultural
Reseña de una conferencia de prensa

da por el gobierno cubano. Se pregunta qué expresa sólo tem áticam ente, que no sólo
Frente al auditorio están Juan Marinello, según Portuondo, necesita ante todo poner el se entiende por literatura contra-revoluciona­ juegan factores ideológicos sino tam bién la
em bajador cubano ante la UNESCO, José acento en lo auténticam ente nacional, bre­ ria; si algunas tendencias, como el arte abs­
Antonio Portuondo, profesor universitario y sensibilidad revolucionaria, infalible para
gar por la independencia en todos los ór­ tracto (evidente alusión al compulsivo rea­
vice-presidente de la UNEAC (Unión Nacio­ detectar lo anturevolucionario. Toda crítica
denes, incluido el cultural. La am plitud, la lismo soviético), son censuradas; cuáles son que constituye una valoración de la Revolu­
nal de Escritores y A rtistas de Cuba), Cin- receptividad de la Revolución se puede medir las críticas adm itidas y cuáles las condena­
tio Vitier, poeta, co-director de la Sala Mar­ ción no es contra-revolucionaria, lo es si nie­
por la diversidad de autores editados en das; cuál es la situación del artista, su es­
tí en la Biblioteca Nacional de La Habana, ga la Revolución o si explícita o solapada­
Cuba, el vasto repertorio de sus grüpos tea­ tatuto; si todo arte debe ponerse incondi­
Guillermo Castañeda, redactor de El Caimán mente pretende restaurar el capitalismo. Las
trales, de sus conjuntos musicales (inclusa cionalm ente al servicio de la Revolución; cuá­
Barbudo. Todos ellos han participado en el disidencias o desviaciones dentro de la Revo­
existe en La H abana un laboratorio de m úsi­ les son las relaciones entre artista y públi­
coloquio sobre José M artí organizado por ca expermiental), la m ultiplicidad de ten­ lución están en discusión, no son objeto de
la Universidad de Burdeos. La Asociación co; si lia habido, junto con el desarrollo de prohibición previa.
dencias que coexisten en todas las activi­ la conciencia crítica, un desarrollo del en­
«France-Cuba» aprovecha de su presencia en dades artísticas. E n Cuba pueden encontrarse diversas m ani­
París para realizar esta conferencia de pren­ sayo como género literario. festaciones críticas. El premio de novela en
El problem a cultural com prende todos los
sa sobre el siempre candente tem a de la po­ Según las respuestas, form uladas de m anera el concurso Casa de las Américas de 1971 —La
niveles; en Cuba no puede separarse de la
lítica cultural cubana. Se inicia con una in­ franca y directa, la Revolución no privile­ últim a m ujer y el próximo combate de Ma­
cam paña de alfabetización, cuyo propósito gia ninguna forma artística, no pretende im­
troducción de Portuondo; su objetivo es re ­ fue llevar los bienes de cultura a toda la po­ nuel Cofiño López— presenta la desorganiza­
señar los lincamientos generales de la cues­ poner recetas en cuanto a la utilización de ción de una granja colectiva. El cineasta To­
blación y sentar las bases de una cultura re­ los medios expresivos. No hay una estética
tión y suscitar preguntas. volucionaria. La isla entera se convirtió en más Gutiérrez Alea m uestra en sus filmes
Portuondo señala como textos básicos que oficial, considerada como dogma imperativo. una aguda crítica contra el exceso de buro­
una gran escuela. Este esfuerzo nacional
orientan la práctica cultural cu b an a: los es­ Antonio Portocarrero, uno de los m ejores pin­ cracia en un socialismo naciente. La UNEAC
aportó u n a nueva experiencia que exigió el
tores cubanos, ha ejecutado frescos abstrac­

CeDInCI CeDInCI
critos d e José Martí, sobre todo Nuestra reajuste de la política educacional del país. es un foro donde tiene lugar una crítica per­
América, el discurso de Fidel Castro de 1961, tos en edificios públicos. Nadie le pide que m anente sobre los problem as cubanos.
Para ello se convoca el Prim er Congreso Na­
pinte tractores o alegorías patrióticas. Nadie Inevitable es la referencia al caso Padilla,
titulado luego Palabras a los intelectuales y cional de Educación y Cultura, preparado
El socialismo y el hombre en Cuba de Er­ exige a Alicia Alonso que baile Giselle en tra­ motivo de conflicto entre el gobierno cu­
desde las bases, a través de m últiples reu­
nesto Che Guevara. El lema acuñado por je de miliciana. La expresión de la Revolu­ bano y un grupo im portante de intelectua­
niones regionales para que adquiera el m á­
Fidel —«Dentro de la Revolución, todo; con­ ción está por encontrarse. A los artistas les les extranjeros. José Antonio Portuondo
ximo de representatividad. Allí se elaboran
tra la Revolución, nada»—, sintetiza básica­ corresponde hallarla, pero éste es un proce­ aclara que se trata de un fenómeno aislado
las disposiciones que guiarán la futura acti­
mente la posición del gobierno cubano, esta­ so que no se (puede forzar sin peligro de dis­ (atípico). Hay que distinguir dos etapas, sin
vidad educativa y cultural. Se analiza allí
blece el m argen de libertad perm itida. Este torsión. Actualmente se lleva a cabo un es­ confundirlas: la prim era corresponde al pre­
tam bién el problem a de los intelectuales ex­
axioma no debe interpretarse ni capciosa ni fuerzo de integración de todas las formas mio que otorga a Fueral del juego un ju ­
tranjeros que tom aron ingerencia en los asun­
mezquinamente; no se lo puede desgajar del artísticas, de todos los estilos. Esta plurali­ rado internacional, por considerarlo, entre
tos internos de la Revolución J . El Congreso
contexto en que se aplica y que le confiere hizo el balance de lo realizado en este cam ­ dad estilística, esta coexistencia y fusión de los libros propuestos, el más valioso estéti­
su apropiada significación. Portuondo conde­ po. Los resultados son positivos: por un la­ múltiptles recursos form ales es sobre todo no­ camente. La dirección de la UNEAC, no con­
na el neocolonialismo cultural, la desnatu­ do la creación y m ultiplicación de escuelas toria en el cine cubano actual, el arte de más forme con el contenido, lo publica precedido
ralización de los intelectuales epidérm icam en­ en todos los grados de enseñanza; por otra vasto alcance en cuanto a público y el que de un prólogo aclaratorio de su disidencia.
te sujetos a las m odas y a la aprobación de parte, los éxitos culturales obtenidos por es­ ha logrado m ayor adecuación al contexto La segunta etapa nada tiene que ver con
las m etrópolis culturales: París, Nueva York, critores y artistas cubanos en el ám bito cubano, sin mengua de su calidad estética. la literatura. Heberto Padilla es encarcelado
Roma, Londres. Esto no quiere decir que la internacional. Lo mismo puede decirse del afiche cubano, por haber pasado información a los enemigos
Revolución dé la espalda a la cultura uni­ Después del proemio de Portuondo, se da lu­ form alm ente avanzado y m uy popular. de la Revolución. El escritor no goza en Cu­
versa!. Como lo propuso M artí, se trata de gar al interrogatorio. Las preguntas form u­ Hay que absorber las form as artísticas de ba de fueros especiales ante la justicia. Lo
in jerta r lo universal en un tronco que nun­ ladas tienden sobre todo a tornar más ex­ legítima novedad, que constituyen un factor mismo se hubiera hecho si el acusado fuese
ca debe d ejar de ser nacional. La revolución, plícitos los m árgenes de libertad consentí- de elevación cultural, social, y asimilarlas a ingeniero, cañero o lustrabotas. C onfronta­
lo que es propia y profundam ente nacio­ do con las pruebas durante un mes y una
nal. La Revolución no reclam a un arte exclu­ semana de prisión, se descubre que la infor­
1. En este discurso, Fidel Castro definió así sivamente m ilitante sino, ante todo, expre­ mación de que Padilla disponía carece de
la actitud de la Revolución: «Que cada cual derecho del Gobierno Revolucionario, tan
escriba lo que quiera, y si lo que escribe no respetable como el derecho de cada cual a siones de alto nivel artístico. valor. Sus informes fueron imprecisos y fan
sirve, allá él. Si lo que pinta no sirve, allá expresar lo que quiera expresar.» En cuanto a los criterios de evaluación de taseosos. En la cárcel no sufre aprem ios fí­
él. Nosotros no le prohibim os a nadie que 2. Al respecto, la alusión de José Antonio lo contra-revolucionario, se deduce, según sicos. Luego, liberado, pide hacer su auto­
escriba sobre el tema que prefiera. Al con­ Portuondo es neutra y escueta. Contrasta crítica en sesión pública de la UNEAC. Esta
trario. Y que cada cual exprese en la forma las declaraciones expresadas en esta confe­
con la virulencia con que tanto el congreso rencia, que son empíricos (y por ende, no sesión es presidida justam ente por P ortuon­
que estim e pertinente y que exprese libre­ como Fidel Castro, en su discurso de clau­
m ente la idea que desee expresar. Nosotros sura, se refirieron a los intelectuales extran­ dogmáticos), basados en los hechos, en la do, quien considera la confesión de Padilla
apréciarem os siempre su creación a través del jeros, sobre todo a los latinoam ericanos en coyuntura y en la experiencia. Cintio Vitier indudablem ente sincera, como fueron since­
prism a revolucionario. Este tam bién es un el exilio. señala que e! apoyo a la Revolución no se ros sus errores. Padilla recupera su traba-
142

jo precedente de traductor de! Instituto Na­ tos de aficionados para interesarlos por un
cional del Libro. arte más elevado que el que transcurre «en
Cuba ha sido en la época prerrevoluciona- el nivel de la cintura» (o sea la rumba). Pe­
ria uno de los países más penetrados por la ro lo más interesante en la Cuba de hoy es el
influencia extranjera. Se le planteó con es­
pecial primacía el problema del imperialis­
mo, también en el orden cultural. La pene­
proceso total, la ebullición, el estado febril
de germinación en todos los estratos, en to­
dos los ámbitos.
de un
DUVALIER
tración imperialista ya había sido denuncia­ Tales son las declaraciones que los cubanos
da por los primeros ideólogos del america­ formularon en su conferencia de prensa. He
nismo: José Martí, José Enrique Rodó, Pe­ procurado transmitirlas con las mínimas ex­
dro Enríquez Ureña y José Carlos Mariá- clusiones o deformaciones. Concluyo que pue­
Ya está a la venta
tegui. Pero no se deben hacer exclusiones in­
discriminadas. Hay que saber diferenciar ami­
gos de enemigos. Se admira, por ejemplo, a
de considerarse a esta delegación, dada su re­
levancia, como portavoz calificado del go­
bierno de Cuba. Ateniéndose a estos testi­
la traducción a la lengua castellana
del principe de los literatos a otro
Hemingway; su casa cubana ha sido conver­
tida en museo; su influencia es notoria en
monios, lo expuesto indica que no se han
producido variantes fundamentales de la po­
del Extremo Oriente, de LESLIE
varios narradores cubanos. Se procura estar
al corriente de todo cuanto se hace en Esta­
lítica cultural oubana, en relación con las di­
rectivas impartidas en los inicios de la Re­
MANIGAT
wX
dos Unidos; pero se prohíbe la difusión de volución; que existe por parte del gobierno Z • 47
historietas, series televisivas, literatura por­ de Cuba, a través de estos autorizados re­ i T 13 g
nográfica y de todas aquellas manifestacio­ ¿ • BU
presentantes, la voluntad de asegurar un con­

CeDInCI
nes que constituyen una propaganda del
«american way of Iife». Contrarrestar las in­
fluencias nocivas, no es sólo cuestión de vi­
gilancia y de denuncia. El más eficaz antídoto
siderable margen de libertad de expresión; la
voluntad de disipar malentendidos o resque­
mores que pudiesen haberse producido en el
extranjero por información insuficiente o
» n
• 1
s •
íí
CeDInCI &

a
es compenetrarse de los mejores valores na­ distorsionada; el deseo de provocar un des­ 0 n?
cionales. ti
hielo después de la tensión ocasionada por iit • V
No se puede hacer mucho en tiempo tan bre­ el caso Padilla. Creo que debemos conside­
ve. No se puede crear rápidamente un nue­ rar lo expresado en esta conferencia como
vo escritor, un nuevo poeta. La mayor par­ constancia y compromiso de la Revolución
te de los descollantes se formaron antes de cubana para con sus intelectuales y artistas.
la Revolución. Es más fácil convertir a un Queda por esclarecer la relación con los la­
campesino en revolucionario dándole la pro­
piedad de la tierra que trabaja.
Se intenta no sólo elevar el nivel de la pro­
ducción cultural, sino también hacer exten-
sible a todo el pueblo. Los poetas van a los
centros de trabajo a leer y discutir su obra.
Se han creado talleres artísticos y talleres li­
tinoamericanos en el exilio, problema no
suscitado ni dirimido en la conferencia. Ha­
go votos por el total restablecmiento de un
diálogo mutuamente respetuoso, por el pasa­
je de la invectiva al análisis, del enervamien­
to a la crítica constructiva, coincidente en los
principos y tolerante con respecto a las po­
CHÜANG-TZÜ
La Paz y la calma taoísta
en la alta quietud del gran Tao...
el itinerario de un
fascismo del subdesarrollo
terarios regionales. Se organizan movimien­ sibles divergencias en las prácticas.
Saúl Yurkievich Monte Avila Editores Bs.20
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MONTE AVILA MONTE AVILA


1972 AÑO INTERNACIONAL DEI. LIBRO
1972 AÑO INTERNACIONAL DEL LIBRO
Sumario

José©01 *0 *0
l a s t a x s s ' ' e ‘ ÍE «'O W í
3 E ntrevista con Jean Paul Sartre. 105 Respuesta de Frangoise Giroud. « ,u e,> « P ' u s í t f " « " C F
12 Alfredo Bryce Echenique 107 Respuesta de Blanca Varela.
Muerte de Sevilla en Madrid 109 Respuesta de Jean Franco
32 Fernando del Paso 113 Pere Gintferrer
E sta casa de enfermos Luz de otoño.
46 Salvador Garmendia 114 Notas de lectura.
El mocho, m ata-ham bre y los resucita­ 115 Palabras de la tribu, de José Angel Va-
aUma
JO$éuaa««
dos. Don Pancho el pájaro. lente
51 Luis Loayza por Saúl Yurkievich.
Aproximaciones a Garcilaso 117 La increíble y triste historia de la cán­
58 Juan Bosch dida Eréndira y de su abuela desalm a­ ir de ceü* P°ü f
El caso de los Panteras Negras, una da, de Gabriel García Márquez et d é » * * * M ONO£
lección de sociología política. por Ricardo Cano Gaviria.
63 Masad R. Khan 121 Cobra, de Severo Sarduy
Pornografía: Política de subversión y por Héctor Bianchotti.
rabia. 124 Leitmotiv, de J. Leyva
69 Ricardo Muñoz Suay por Ricardo Cano Gaviria.
Experiencias marginales de un hom bre 127 Carlos Meneses
oculto.
72 Tulio Baver
Memorias de la cárcel. CeDInCI 134
Oquendo de Amat, del sueño a la rea­
lidad.
Marta Traba i fiarcta fAa , q u e X
•CeDInCI
79 Debate: La liberación de la m ujer.
80 Respuesta de Rosana Rossanda.
83 Respuesta de Susan Sontag.
102 Respuesta de M arta Lynch.
137

140
México: la venganza de la Coatlicue.
Documentos: Argentina, represión y
tortura.
Cuba: política cultural.
Gabne'G a i x
Libre Paraguay Estudio 70, Presidente Franco 670, Asun­ ,.. CO ^O H— O »” 6
Revista crítica trimestral ción. C
para el mundo de habla española. Perú Norma Angles, General Cordova 1766, Lince,
C'
Un .W.
Oficina de Información: Lima.
26, rué de Biévre, París 5r , tel. 325.26.45 Puerto Rico Librería La Tertulia, Amalia Marín
Sede social: Domaine de Sien, Echandens, Vaud, esq. av. González, Río Piedras.
Suiza. República Dominicana Librería Paz y Alegría, Apar­
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