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Conclusión

Históricamente la economía de Guatemala ha venido presentando una serie de elementos


característicos en su estructura económica, que han venido condicionando la particular forma en que ha
tenido lugar el desempeño económico de este país centroamericano. Los elementos que, en este
sentido se han considerado más destacables son: la alta especialización productiva y las características
propias de dicha especialización, la fuerte concentración del ingreso y la dependencia externa.

Este trabajo pretende analizar cómo la evolución de la economía guatemalteca tanto en su proceso de
producción como en el de distribución y consumo, han ido afectando estos elementos, configurando la
estructura económica guatemalteca actual. En el periodo reciente y, especialmente, en la última década,
cambios de relativa importancia se han venido experimentando; algunos de estos, tal vez los de mayor
importancia, han sido políticos y sociales (finalización del conflicto armado); otros han estado
relacionados con la aplicación de una serie de políticas de ajuste, con la inmigración, el comercio, la
agricultura, importación y exportacion… Aunque algunos de estos cambios han resultado significativos y
han alterado, en cierta medida, algunos de los elementos señalados anteriormente, se muestra que han
resultado insuficientes para alterar las condiciones en las que se lleva a cabo el proceso económico en
Guatemala, condiciones que marcan el carácter concentrador y excluyente del crecimiento
experimentado durante los últimos años.
Alemanes en Guatemala
La inmigracion alemana a Guatemala se inicio con la critica situacion socio-economica en la transicion a
la era industrial. Los alemanes llegaron primero a la colonia belga de Santo Tomas en la decada de 1840,
pero luego se asentaron en la Capital y en muchas partes del interior de la Republica y se dedicaron a
sus profesiones artesanales, a los negocios y al comercio. Esta inmigracion aumento significativamente
en las ultimas decadas del siglo XIX por la expansion industrial y comercial del Imperio Aleman como por
las necesidades y posibilidades de desarrollo de Guatemala bajo los regimenes liberales Los alemanes se
dedicaron en especial al cultivo del cafe y al comercio de importaciones y exportaciones. A fines del siglo
controlaban una tercera parte de la produccion cafetalera de Guatemala y explortaban dos terceras
partes del mismo a Alemania. Tanto el floreciente mercado del cafe de Hamburgo, con altos precios
entre 1887 y 1896, como las ventajas obtenidas bajo del Tratado de Comercio de 1887 entre Guatemala
y el Imperio Aleman, mas el espiritu empresarial, la preparacion profesional y el trabajo tesonero de los
inmigrantes alemanes, favorecieron las inversiones alemanas en la agricultura, comercio, industria e
infraestructura del pais y aumentaron las comunicaciones maritimas con Alemania Hacia fines del siglo
vivian en Guatemala unos mil alemanes, cuyo numero crecio a 3,000 en la decada de 1920. Ellos
fundaron asociaciones, clubes, colegios, una iglesia protestante y un periodico aleman. A traves de estas
instituciones conservaron las caracteristicas de su nacionalidad, lengua y cultura. Hacia 1940 la
comunidad alemana era una fuerza visible y de influencia en la sociedad y economia guatemaltecas
Durante la Segunda Guerra Mundial, bajo la fuerte presion economica y politica de Estados Unidos, el
gobierno de Guatemala confisco todos los bienes y propiedades de esta minoria, siendo deportados y
repatriados muchos de ellos a Alemania Esta disertacion esta basada en investigacion en archivos
estatales y privados en Alemania, Guatemala y Estados Unidos, asi como testimonios orales, memorias
manuscritas, periodicos y obras secundarias

La colonia alemana que arribó a Guatemala en el siglo XIX encontró, en las selvas agrícolas del país y en
las bases de un Estado nacional en construcción, las condiciones naturales y los privilegios necesarios
para iniciar rápidamente sus negocios y operaciones con el objetivo de acumular capital. Los alemanes
beneficiados por la expropiación estatal de propiedad comunal a los indígenas se convirtieron en
grandes propietarios de fincas cafetaleras y lograron de esta forma instalarse dentro de las élites
guatemaltecas que constituían la clase dirigente y ostentaban el poder económico, cuya visión era
ordenar y organizar el Estado para la protección y el fomento de sus intereses.

Los alemanes radicados en Guatemala jugaron un rol fundamental en el proyecto de las élites, que
giraba en torno a una política autoritaria y a la producción, la comercialización y la expansión del sector
primario de la economía. Su labor fue principalmente posicionar el café en el régimen de exportación
para que fuera el vínculo de Guatemala con el mercado mundial, desarrollar el sistema de
comunicaciones inmediato (ferrocarril alemán) y diversificar el sector primario, para lo cual fueron
emprendedores con la producción y la exportación de cardamomo, miel, algodón y pimienta. El trabajo
de los alemanes como propietarios les permitió tener capacidad de ahorrar capital que luego invirtieron
en la compra de selvas, cuyas extensiones de tierra convirtieron en plantaciones cafetaleras.

El éxito alemán en profundizar el modelo agrícola, sustentado primordialmente en la expansión


cafetalera, se debió a que los alemanes eran buenos administradores y los indígenas los trabajadores
perfectos. Con la llegada de los alemanes se configuraron relaciones semicapitalistas, y ya no
estrictamente coloniales, entre propietarios y trabajadores, basadas en un sistema de pago por
recompensas que tuvo su mayor expresión en la ley de vagancia decretada por Jorge Ubico. La colonia
alemana ha sido muy unida, con estrechos lazos de solidaridad y respeto, que van desde la cooperación
en negocios hasta el reconocimiento público y privado de los logros de las viejas familias alemanas y de
otras familias de la colonia.

Al principio, la colonia alemana constituyó un círculo cerrado, que solo permitía la reproducción entre
alemanes. Pero el mestizaje entre alemanes, indígenas y ladinos finalmente se dio y puso fin a esa
conservación exclusiva del origen étnico. Sin embargo, el mestizaje alemán-indígena no significó
necesariamente movilidad social para los indígenas, por mucho que los alemanes integraran los sectores
medios y altos de la estratificación social. La movilidad vía el matrimonio no fue una regla social, ya que
había reproducción, pero no casamiento, lo cual resulta curioso si se considera que la colonia alemana,
conservadora y mayoritariamente católica, habitaba un país con estructuras sociales e institucionales
igual de o más conservadoras. Sin duda, el racismo a flor de piel impedía que los alemanes formalizaran
una relación amorosa con indígenas, al menos durante el siglo XIX y hasta mediados del siglo XX.

A partir del siglo XIX, Guatemala se convirtió en un espacio clave para los intereses económicos
alemanes, lo cual los ha llevado a ocupar cargos públicos y en las cámaras organizadas del sector
privado, de modo que han influido en el rumbo de la economía nacional. Han reinvertido capitales y en
la actualidad han mantenido el negocio del café, pero también han incursionado en otras áreas de la
economía, desde el mercado automovilístico hasta la industria manufacturera. Pero su condición de
integrantes de las élites tampoco ha permitido que desarrollen una visión más capitalista del siglo XXI,
por lo que muchas veces guardan una mentalidad empresarial y política del siglo XIX. Muchos añoran
dictaduras, mano dura, hombres fuertes y la necesidad de un sistema basado en el miedo para
establecer orden y disciplina. Visualizan al indio como fuente de riqueza si es bien explotado, pues de lo
contrario es un obstáculo para el desarrollo. Mantienen una lógica paternalista que abandera la
educación del indio, saber manejarlo y occidentalizarlo. Todo esto, bajo la lógica de que sean ellos (los
indios) los que se ganen sus derechos humanos de forma progresiva para que sean valorados.

La época en la que llegaron los alemanes (siglo XIX) y las condiciones antidemocráticas y antiestatales
que encontraron y que son particulares de países de enclave, así como la cultura de conservación y
reproducción que los alemanes han guardado respecto a la formación racista, elitista, autoritaria y
nacionalista de sus antepasados inmediatos que llegaron al país, explican por qué aún persiste la
mentalidad colonial, la visión conservadora y de superioridad racial de la colonia alemana en Guatemala,
principalmente en aquellos que integran las élites guatemaltecas y que han antepuesto la protección de
intereses privados y sectoriales al desarrollo integral del Estado. La configuración y el comportamiento
de la colonia alemana permiten comprender aún más las estructuras políticas y económicas del país, ya
que los alemanes han sido parte de la construcción y el desarrollo del Estado guatemalteco: han
gobernado, han administrado asuntos públicos y han sido parte del control de la economía nacional para
la acumulación privada de capital.

Los alemanes han estado presentes en Guatemala desde el siglo XIX hasta en la actualidad. Hacia 1940,
en Guatemala vivían 8000 alemanes.2 Actualmente se estima que viven alrededor de 4000 alemanes
registrados ante el Consulado de Alemania en Guatemala, sin embargo no se considera la numerosa
población de ascendencia alemana. Guatemala continúa siendo el país centroamericano que posee la
mayor comunidad alemana.
Expulsión
A los alemanes se les permitió la doble nacionalidad, los hijos de alemanes podían ser
guatemaltecos por nacer y tenían seguridad de que no dejarían de ser alemanes por sus padres. El
historiador Francis Polo Sifontes cuenta que durante la Segunda Guerra Mundial muchos alemanes
fueron llamados para prestar servicio militar en su país. Después de la guerra, los alemanes
quedaron prisioneros en los campos de concentración de Rusia, y algunos alegaban que eran
guatemaltecos para evitar la prisión.
Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial empezó el fin de esta colonia europea: Estados
Unidos pidió la salida de todos los alemanes de Guatemala. Pese a que el presidente Jorge
Ubico era simpatizante de la Alemania nazi, no pudo resistir a las presiones estadounidenses, por lo
que se dio la intervención y expropiación de los bienes, así como la repatriación de los ciudadanos
menores de edad y mujeres, mientras que los hombres fueron encerrados en campos de
concentración en los Estados Unidos.9 Más tarde la mayoría de los terratenientes alemanes, fueron
expulsados por el gobierno (bajo presión de los Estados Unidos), para apoyar el partido Nazi.4
Además era de esperar que al producirse las dos guerras mundiales todos los alemanes de origen
fueran obligados a abandonar sus propiedades. Por ejemplo, a Otto Mittelstädt, uno de los
alemanes que llegaron a Alta Verapaz, tuvo que dejar el país durante la Primera Guerra Mundial. Se
lo llevaron a México, pero pudo regresar.10

Economía
El capital alemán dio origen a los latifundios neocoloniales en Guatemala, convirtiendo los antiguos
feudos coloniales en propiedad capitalista, 11 convirtiendo a Guatemala en una semicolonia del
imperialismo alemán de finales del siglo XIX.12 Los alemanes en Guatemala abrieron el mercado en
su país para el café guatemalteco y poco a poco se fueron convirtiendo en empresarios agrarios
que se hicieron ricos por medio de las leyes que favorecían el uso de mano de obra indígena a muy
bajo costo.13
La producción de café para exportación que llevaron a cabo los alemanes se basaban en un
sistema de origen feudal impulsado por el gobierno liberal de Justo Rufino Barrios que no pretendía
mejorar las condiciones de vida de los campesinos indígenas sino que la propiedad comunal
indígena pasara a manos de propietarios privados que acumularan el capital agrícola. 14 Es más, las
tierras comunales fueron adjudicadas preferiblemente a extranjeros después de ser declaradas
baldías pues el propio Barrios consideraba que «un alemán valía por doscientos campesinos
guatemaltecos».15
Alta Verapaz fue en donde los alemanes se concentraron: a fines del siglo XIX los finqueros
alemanes llegaron a acumular en sus manos tres cuartas partes de la extensión total de los 8,686
km² que tenía el departamento. Además se constató que los campesinos huían de sus pueblos para
no caer en manos de los finqueros, quienes además de despojarlos de sus tierras los obligaban a
trabajar en las plantaciones y beneficios de café.16
Para garantizar el suministro de «mozos colonos» para las fincas cafetaleras, Barrios decretó
el Reglamento de Jornaleros que establecía lo siguiente para los indígenas:

1. Quedaron obligados a trabajar en las fincas cuando los dueños de éstas los
necesitaran y sin importar en donde se encontraran.
2. Quedaron bajo la tutela de las autoridades locales, quienes se encargaban de velar
porque los contingentes de indígenas fueran enviados a las fincas.
3. Quedaron sujetos a la habilitación: paga forzada anticipada, endeudadora del
trabajador y justificadora de su envío a las fincas y de su retención en ellas.
4. Creación del libreto de jornaleros: documento probatorio de la solvencia del
trabajador frente a su patrono, y sin la cual el trabajador estaba sujeto al rigor de las
autoridades y de los dueños de fincas.17
Como resultado de este reglamento, hubo un notable aumento de las exportaciones, y se activó el
intercambio con los países capitalistas; tanto los antiguos conservadores aristócratas como los
nuevos terratenientes cafetaleros se vieron beneficiados con estas medidas. 18

República bananera
La expresión peyorativa «república bananera» se utiliza para describir un país que es considerado
políticamente inestable, empobrecido, atrasado, tercermundista y corrupto, cuya economía depende de
unos pocos productos de escaso valor agregado (simbolizados por las bananas), gobernado por un
dictador o una junta militar legitimado de manera fraudulenta, sometido a la hegemonía de una
empresa extranjera, bien sea mediante sobornos a los gobernantes o mediante el ejercicio del poder
financiero. Se suele usar también la expresión «republiquetas bananeras» (que no se debe confundir
con el término histórico «republiqueta»).

La expresión «república bananera» fue acuñada a inicios del siglo XX por O. Henry, humorista y escritor
de cuentos cortos estadounidense que pasó varios años en Centroamérica, para referirse a Honduras, 3
país en que O. Henry se refugió tras ser acusado de malversación de fondos en Austin, Texas. En aquel
entonces, el término «república» era también un eufemismo de dictadura. La expresión podría también
haberse referido a Guatemala, la cual tenía convenios con la United Fruit Company, compañía que
básicamente controlaba la economía del país.

Así pues, la expresión «república bananera» fue inventada originalmente como una referencia muy
directa a una «dictadura servil», que favorece (o apoya directamente a cambio de sobornos) la
explotación de la agricultura de plantación y monocultivo a gran escala, sin atender a mejorar las
condiciones de vida de los habitantes del país. La situación se podía generalizar al resto de
Centroamérica y a la explotación de su principal producto (el banano o plátano) por parte de la United
Fruit Company, empresa estadounidense que ejerció una influencia enorme sobre la política interna de
América Central desde finales del siglo XIX hasta la década de 1970, ya sea mediante el abuso de su
poder económico, amenazas de violencia o sobornos a gobernantes, y que incluso preparó un golpe de
Estado apoyado por la CIA contra el presidente guatemalteco Jacobo Arbenz.

Aunque el término suele emplearse como eufemismo de “dictadura”, se le han asociado varias
peculiaridades. Al principio se usaba para acusar a la clase gobernante de estos países de permitir la
explotación de la industria agrícola a empresas extranjeras a cambio de sobornos. Con el tiempo, se ha
utilizado para tachar a regímenes caracterizados por la desorganización política e institucional, la
corrupción generalizada y la tolerancia a la ilegalidad. Por su origen, el término hacía referencia a la
mayoría de países de Centroamérica, pero su uso se ha extendido a países de Asia Central y del este de
Europa, sobre todo tras la caída de la Unión Soviética. Incluso se ha utilizado en referencia al país donde
nació la expresión, Estados Unidos, a consecuencia del asalto al Capitolio en 2021.

Un ejemplo de república bananera fue la Guatemala de principios del siglo XX. Desde 1901, el dictador
Manuel Estrada Cabrera otorgó concesiones a la United Fruit Company, que controlaba un 40% de los
terrenos agrícolas. La empresa conservó su influencia tras el apoyo de Estados Unidos al golpe de Estado
en Guatemala de 1954 contra el presidente Jacobo Árbenz, que impulsaba una reforma agraria. La
United Fruit, también conocida como “el pulpo”, extendió además sus tentáculos a otros países
latinoamericanos como Cuba, Colombia o la República Dominicana. Para la década de 1930, ya
dominaba el 90% del mercado regional de bananas, una fruta por entonces al alcance de muy pocos en
países no tropicales.

Muchos de estos países han heredado parte de las estructuras sociales, políticas y económicas corruptas
del siglo pasado. La United Fruit Company, sin embargo, renovó su imagen en 1970, mejoró las
condiciones laborales de sus trabajadores y contribuyó a una regeneración del mercado de bananas.
Con todo, aún se habla de “repúblicas bananeras”, un término considerado por muchos como racista e
imperialista.

Economía de enclave
Se denomina economía de enclave a un modelo económico donde, en un mercado globalizado, se
localizan actividades productivas en países subdesarrollados destinadas a la exportación y sin integrarse
en el mercado local.1 El término ha sido ampliamente usado para describir relaciones postcoloniales de
dependencia en países en desarrollo, especialmente en América latina.2 Se suele mencionar como parte
de modelos más amplios como la teoría de la dependencia que fueron muy populares en las décadas de
1960 y 1970. Suele ser asociado al marxismo debido a las obras de Paul A. Baran3 y Theotônio dos
Santos,4 aunque los vínculos a la teoría marxista clásica son tenues.

El modelo de economía de enclave

De acuerdo al modelo, una firma grande y bien capitalizada, a menudo localizada en Estados Unidos o
Europa Occidental, invierte en la producción de un bien de exportación destinado a los mercados de
origen de la empresa inversora. A menudo el país de origen de la inversión, era la antigua metrópolis
colonial del país que producirá los bienes.5 La empresa usa tanto su capital como sus contactos
(explícitos e implícitos) para adquirir tierras y solares, contratar mano de obra y recibir subvenciones
públicas en el país receptor de la inversión, subordinar líderes locales, lo que disminuye su capacidad
para generar actividad económica no orientada a ese mercado externo. El inversionista externo exporta
super- ganancias hacia su país de origen o las re-invierte en la misma actividad en lugar de generar
actividades nuevas. Además, los insumos manufacturados y la tecnología son principalmente
importados de países capitalistas avanzados. Ello favorece el desarrollo económico del país origen de la
inversión pero impide la diversificación productiva y la industrialización del territorio anfitrión; la
especialización puede incluso hacer al país receptor más vulnerable frente a los ciclos de precios
mundiales y locales.

Un ejemplo paradigmático son las antiguas plantaciones coloniales, que terminaron generaron un
monocultivo en países de África y Asia con vista a satisfacer la demanda de la metrópolis europea en vez
del auto-abastecimiento del país productor. Este modelo se puede generalizar a actividades industriales
deslocalizadas al tercer mundo en busca de salarios más bajos y cuya finalidad es la exportación al ser
insignificante el mercado interno del país.Otro modelo clásico es el de enclave minero, que además, al
agotar la explotación de un yacimiento, deja una herencia de zonas abandonadas, medio ambiente
contaminado y una agricultura destruida que daña a los pueblos pre-existentes.
En los enclaves tradicionales, muchas actividades industriales y de servicios eran realizadas por el propio
inversionista externo debido a los altos costos de transporte internacionales, al bajo desarrollo
económico del país anfitrión, y a la demora que implicaba importar algunos insumos desde el Norte del
planeta. Sin embargo, es probable que en los enclaves modernos actuales, muchas de estas actividades
sean importadas o adquiridas en el mismo enclave a contratistas mediante el sistema de out-sourcing, lo
cual favorece a pequeñas empresas proveedoras locales y a la mano de obra local. Además, grandes
conglomerados empresariales, nacionales y extranjeros son abastecedores de la logística. Sin embargo,
las empresas locales y estos conglomerados, se especializan en actividades de bajo valor agregado,
mientras que las empresas externas proveen al enclave de los bienes que incorporan la última
tecnología. Se genera así un nuevo tipo de enclave que persiste en la tradicional división internacional
del trabajo que perjudica a los países pobres6

Recientemente se ha incluido bajo el término de economía de enclave a comunidades étnicamente


definidas y provenientes de países poco desarrollados que, de formas legales o ilegales, residen y
trabajan en países en desarrollo.

Implicaciones políticas y sociales

Este modelo productivo presenta una disyuntiva, pues si bien sirve para atraer capitales e inversiones al
país (como en las maquiladoras) y mejorar la balanza comercial, genera una dependencia de mercados
extranjeros y puede ser perjudicial a largo plazo para la viabilidad económica del país.

En algunos casos, las firmas operando en economías de enclave llegan a tener la suficiente influencia
para lograr que los gobiernos locales les permitan suprimir la resistencia sindical a bajas condiciones
laborales. Este tipo de relaciones entre empresa privada y gobierno suelen vincularse a corrupción local
y proteccionismo por parte del gobierno del país anfitrión, que suele proteger la inversión realizada.

Algunos académicos han defendido que algunos de los incentivos para atraer empresas bajo este
modelo como los rebajas fiscales suelen ser temporales y que los puestos de trabajo generados están
mejor pagado que las alternativas preexistentes. Algunos han sugerido que los vínculos entre los
trabajadores, el país que lo promueve y la empresa puede tener algunos efectos beneficiosos que la
teoría original no consideraba.7

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