EL PERIODISMO REPUBLICANO EN TENERIFE
(1868-1936): ALBORADA, PLENITUD Y OCASO
DE UNA PRENSA POLITICA.
JULIO ANTONIO YANES MESA1. EL PERIODISMO REPUBLICANO EN TENERIFE (1868-1936):
ALBORADA, PLENITUD Y OCASO DE UNA PRENSA
POLITICA
El perfodo existencial de la prensa republicana tinerfefia transcurre
entre la gestacién y la disipacin de las dos experiencias republicanas
que, hasta el momento, ha vivido el Estado Espafiol. Un mero repaso a
la evolucién politica y a la libertad de expresién en los afios colindan-
tes a ambos periodos hist6ricos, nos brinda una primera explicacién a
tal acotamiento. Pero si nos paramos a observar con detenimiento, perid-
dico a periddico!, Ia trayectoria espeeifica del sector, distinguimos, como
si de un ciclo vital se tratara, unos balbuceos iniciales propios a todo
nacimiento, una madurez subsiguiente no menos tipica en todo ciclo
vital y, finalmente, el irreversible ocaso que culmina en Ia inevitable
extincién por propia caducidad. La evolucién espectfica de su promo-
tor, el republicanismo de Ia Isla?, no resulta satisfactoria para explicar
en profundidad tal trayectoria, pues el perfodo mas brillante de su anda-
dura, los afios de la II Reptiblica en los que hegemoniz6 la vida puibli-
ca de Ia Isla, coincidié con la dltima etapa, la del ocaso, del periodis-
mo republicano en Tenerife.
En los renglones que siguen, pretendemos demostrar que la trayee-
toria de Ia prensa republicana tinerfenia, mas que a los avatares del repu-
1. Para elaborar el presente trabajo, hemos consultado todos los petiddicos republica-
‘nos que conservan In Hemeroteca de la Universidad de La Laguna y Ia Biblioteca Municipal
de Santa Cruz de Tenerife, Para evitar una excesiva sucesi6n de notas a pie de pagina sin
renunciar a la verificabilidad de nuesiro relato, hemos reducido las espectficas de los peris-
dics al respaldo de los datos determinantes.
Se trata de una apreciacidn atisbada por nosotros en el desarrollo de nuestra investi-
gacidn, pues el republicanismo tinerfefio hasta el momento sélo ha merecido el estudio de
su etapa inaugural en la obra de Alberto SANCHEZ DE ENCISO: Republicanismo y repu-
blicanos en el Sexenio Revolucionariv, El caso tinerfefo, Cabildo Insular de Gran Canaria,
Las Palmas de Gran Canarias, 1991
7blicanismo, a la censura, a la madurez politica 0 a cualquier otra consi-
deracién externa, debe atribuirse a la evolucién espectfica del periodismo
canario, que en aquellos afios presencié el inicio y finalizacién de su
etapa ideoldgica®. De ahf su paraddjica evolucién tras nacer con el Sexe-
nio Revolucionario, alcanzando su cenit en afios tan poco propicios para
el republicanismo como los centrales de la Restauracién y quedando
relegada del panorama periodistico de la Isla, precisamente, en los afios
de la II Republica, cuando el republicanismo tinerfefio conocfa sus
momentos mas boyantes. Y es que repasar el ciclo vital de la prensa
republicana en Tenerife, supone algo asf como ilustrar los contornos €
interioridades de la etapa ideolégica del periodismo canario.
EVOLUCION HISTORICA DE LA PRENSA REPUBLICANA
TINERFENA
2.1. En los albores de la politizacion del periodismo islefio: los prime-
ros balbuceos.
Para buscar los origenes mas remotos de la prensa republicana tiner-
fefia, debemos retrotraer nuestra atenciGn al despertar de la prensa poli-
tica en las Islas y, mas en conereto, a la gestacién de “E] Progreso de
Canarias”, periédico que aparecié en Tenerife en 1868, en una fecha tan
significativa como el 2 de mayo, rindiendo tributo a la Constitucién de
1812. Para esgrimir tal declaracién de principios, sus mentores habfan
satisfecho la fianza de diez mil reales de vellén exigida por la ley de im-
prenta vigente, requisito que hasta entonces habfa constituido un valla-
dar casi infranqueable para Ia creacién de prensa politica en las Islast
3, Véanse al respecto los articulos de Julio Antonio YANES MESA: “El periodismo tiner-
feiio en el siglo XIX” y “El periodismo tinerfeiio en el siglo XX", en Historia de Tenerife,
Cabildo Insular de Tenerife. tomos de los siglos XIX y XX, respectivamente, Santa Cruz,
de Tenerife, en prensa.
4. En efecto, s6lo en dos breves paréntesis en los que no estuvieron vigentes la prohi-
bitivas fianzas, Tenerife habja presenciado la gestacién de periddicos con cierta vocacién
politica. La primera secuencia data del inicio de 1837, en concreto, de los dias comprendi-
dos entre la Revolucién de La Granja y la promulgacién de la Jey de imprenta de 22 de mar-
zo, cuando estuvo vigente la legislacién de! Trienio Liberal, lo que permitié que surgieran
“El Atlante", moderado, y “El Tribuno” y “El Pigmeo”, éstos progresistas. La segunda
secuencia Hegé a comienzos de 1841. tras la renuncia de Maria Cristina a la Regencia, cuan-
do Ia Junta Gubernativa de Canarias restableci6, por su cuenta y riesgo, Ia legislacién del
‘Trienio Liberal, lo que permitié Ia aparicién de “Folletin de Noticias Politicas”, que presu-
de progresista, y de “El Daguerrotipo”. de talante moderado, luego sucedido por “El
cercenando la coyuntura el restablecimiento de Ia ley de 22 de marzo de 1837 tras
a oportuna aclaracién de Madrid, Al margen de estos dos perfodos, en los precedentes de
Ja prensa politica tinerfeia también figuran “La Asociacién’' y “La Fe", ambos nacidos en
el Bienio Progresista sin explicitar abiertamente sus tendencias ideolégicas.
28Tanto su director, el marqués de la Florida, como buena parte de sus re-
dactores, caso de Miguel Villalba Hervds, Emilio Serra y Darfo Cullen,
habian formado parte del comité progresista de Santa Cruz que, agluti-
nando al sector mas inquieto de la sociedad tinerfefia del momento, a
comienzos de 1866 habia promovido el periédico “El Insular”> satisfa-
ciendo, por vez primera en la Isla, el hasta entonces prohibitivo depési-
to de los periddicos polfticos. La inmediata disolucién del partido y, a
raiz de la suspension de los 6rganos progresistas por los sucesos de
Madrid del 22 de junio, la retirada de sus miembros de la redaccién del
periddico®, habfa desembocado, dos afios mas tarde, en la gestacién de
“EI Progreso de Canarias”. Mientras tanto, “El Insular”, que no estaba
reconocido como 6rgano oficial del partido en Madrid’, habfa prosegui-
do hasta finales de 1866 en calidad de periédico de intereses materiales,
porque con la desercién de sus bases habfa visto esfumarse la fianza.
Meses més tarde, en visperas de la aparicién de “El Progreso de
Canarias”, “El Insular” reaparecia estancado en su orientacién progresista
fundacional, como si nada hubiera cambiado en el pais, para convertir-
se, tras la inmediata revolucién de septiembre, en el mas enconado ene-
migo de los primeros periddicos tinerfefios de orientacién republicana.
Nada mis saltar a la palestra periodistica, “El Progreso de Canarias”
empez6 a reclamar para las Islas un protagonismo en la politica del
Estado que contradecfa a los sectores que propugnaban la mds estricta
neutralidad. En tanto en cuanto duré el régimen isabelino, el neéfito
sufrié toda suerte de secuestros y mutilaciones, por lo que a menudo
aparecié con amplios espacios de su paginado en blanco. Luego, tras los
sucesos del puente de Alcolea, sus redactores, junto a algunos de sus
antiguos compafieros de redaccién de “El Insular”, tales como Bernabé
Rodriguez y José Suarez. Guerra, y otros personajes que supieron poner-
5. En efecto, a los pocos dfas de su ay 1 Insular” publicé una carta de adhe-
sién del Partido Progresista de Santa Cruz. al manifiesto de 20 de noviembre de 1865 det
comité central del partido, Entre los firmantes, ademas del marqués de Ia Florida, Miguel
Villalba Hervas, Emilio Serra y Dario Cullen, figuraban Pedro Joaquin Vergara, Luis Marin
del Corral, Patricio De la Guardia, José Sudrez Guerra, Fernando Pérez, Gregorio Carta Cas-
(co, Antonio Tutzo, Rafael Perales, Germn Ramos , el director de "EI Insular”, Salvador Vidal.
En La Laguna también surgié un comité local bajo el liderazgo de Gaspar de Vargas, Sebas-
tidn Alvarez y Fernando Final. Muchos de los precitados, habrian de jugar un papel funda-
‘mental en los primeros balbuceos de la prensa republicana en Tenerife (véase: El Insular,
17-1-1866. p.0.
6. Véase: El Insular, 7-7-1866, p. 1, donde Miguel Villalba Hervés y Emilio Serra
comunican a Salvador Vidal su intencién de abandonar la redaceién del peridico.
7. Ibidem, 14-4-1866. p. 2. donde varios miembros del ya extinto comité local del Par-
tido Progresista de Santa Cruz, reconocen que el periédico no habfa sido reconocido como
6rgano oficial por el comité central de Madrid
29se a tono con los nuevos tiempos, compusieron la Junta Superior de
Gobierno de Canarias*. A resultas de Ia coyuntura, nacié el primer perié-
dico que dio claros indicios de orientacién republicana, “La Libertad”,
de momento ocupado en intentar que toda la Regign acatara a la nacien-
te Junta de Santa Cruz pues, no sélo en Las Palmas sino en otras loca-
lidades de las Islas, habfan surgido entes similares.
Mientras las embrionarias facciones politicas islefias pugnaban por
el control de la situacién, “La Libertad” entraba en discrepancias con
“E] Insular” que, sin evolucionar un dpice desde su nacimiento en 1866,
se habia convertido en portavoz de los sectores mas conservadores de
la revolucién?. Las mayores polémicas fueron a cuenta de la renovaci6n
de ayuntamientos y organismos diversos de las Islas, cuando “El Insu-
lar” defendié la actuaci6n del Gobernador Civil, representante del Gobier-
no Provisional, Camilo Benitez de Lugo, Luego, en el fragor de la bata-
Ila, el pionero de los periddicos aperturistas de la Isla cometi6 la torpeza
de cuestionar la legitimacién de la junta santacrucera, dominada por los
sectores mas avanzados de la revolucidn, para imponer su autoridad
sobre todo el Archipiélago, lo que fue inteligentemente utilizado por sus
rivales para, arrastrando a las publicaciones despolitizadas, endosarle un
undnime manifiesto de repulsa de toda la prensa de la Isla por poner en
tela de juicio los derechos de la capital de Canarias sobre todo el Archi-
piélago'”.
Al menos en Santa Cruz, la junta controlé plenamente la situacién,
pues las inmediatas elecciones municipales, celebradas en diciembre, fue-
ron ganadas por la candidatura de “La Libertad”, que se decfa repre-
sentar a un partido progresista-democratico'!. Dias mas tarde, hablamos
de comienzos de 1869, a las subsiguientes elecciones a Cortes Constitu-
yentes, concurria una original conjuncién islefia, sin parangén a nivel de
8. Véase: El Progreso de Canarias. 5-10-1868.
9. Tras la huida de Isabel I, “EI Insular” abog6 por Ia unién de “todos” los impulso-
res de la revolucién para. a los pocos dias. apoyar Ia fusidn de los sectores liberales de Santa
Cruz bajo el liderazgo de Fernando Viejobueno, Juan Garcfa, Eduardo Domfnguez, Nicols
Alfaro y Ramén Gil-Roldén (véase: EF Insular, 28-9-1868, p. 3)
10. "EI manifiesto no s6lo fue suscrito por los periédicos politicos de izquierda, caso
de “El Eco del Comercio”, “El Guanche”, “EI Progreso de Canarias” y “La Libertad”, sino
también por la publicacién pedagégica “El Auxiliar” y Ia revista literaria “El Museo Cana-
rio” (véase: El Insular, 2-12-1868. p. I: y peti6dicos citados en tal fecha).
11. En efecto, los concejales electos. todos con un nimero de votos muy similar, pues
basculaban entre los 869 y los 879. fueron: José Suérez Guerra, Manuel Garcia Calveras,
Patricio De Ia Guardia, Emilio Serra, Juan Carta, Juan Barriuso, Nicolas Hernéndez, Ceséreo
Baudet, Antonio Tutzo, Francisco Hernandez. Gumersindo Robayna, Manuel Ferreyra, Cirilo
Romero, Germén Ramos. Manuel Garcfa Andueza, Domingo Machado, Carlos Miranda y
Miguel Sarmiento (Véase: La Libertad, 27-12-1868, p. 1).
30todo el Estado, que aglutinaba a un recién constituido partido demo-
critico-republicano de Tenerife con el “progresista avanzado”?, Los
candidatos, que a un tiempo representaban tendencias politicas y demar-
caciones territoriales, eran el ya republicano Bernabé Rodriguez, el “pro-
gresista avanzado” marqués de la Florida y el independiente Valeriano
Fernéndez Ferraz. En la candidatura rival, promovida por el partido
monarquico-democratico de Santa Cruz, figuraban Feliciano Pérez
Zamora, Francisco Monteverde Leén y Juan Moreno Benftez. Unos y
otros, pues, daban cuerpo a un dilema politico que los tinerfefios, como
el resto de los espaitoles, se dispusieron a dilucidar, por vez primera, a
través del sufragio universal masculino.
Esta vez, los periédicos de la Isla, al amparo de una legislacién que,
ademas de dar libertad de prensa, pretendia estimular la creacién de ca-
beceras politicas con la supresién del depésito previo, el abaratamien-
to del papel y la reduccién de los derechos de timbre', tomaron partido
por una u otra opcién. Las amplias expectativas sociales que abrié la
revolucién y el fiel clientelaje que ofrecfan las embrionarias formacio-
nes politicas islefias, también contribuyeron a la politizacién del perio-
dismo islefio. Con tales bases, “La Libertad”, “El Progreso de Canarias”
y el adherido “El Guanche”, por las izquierdas; y “EI Insular” y su afin
de reciente gestacién “La Correspondencia Islefia”, por las derechas, se
enzarzaron en las primeras, aunque tibias, polémicas politicas a instan-
cias del credo republicano, pues, en esencia, no hacian otra cosa que
sopesar, aunque con pareceres encarados, los pros y contras de tal op-
cién para el pafs. Al final, las votaciones evidenciaron la dicotomfa que
existia, y existiria por mucho tiempo, entre Santa Cruz, donde gané la
candidatura de izquicrdas, y el interior de la Isla, que al final dio las tres
actas de diputado a los candidatos mondrquicos.
Lejos de amilanarse por la derrota, el ala més avanzada del sector
que promoviera “El Insular” allé por 1866, una vez decantada por la
opcidn republicana, consolid6 su organizacién como partido politico.
Asi, mientras de cara a tiempos venideros gestaba una asociacién juve-
nil aneja, para afrontar el dfa a dfa reforzaba su proselitismo en la Isla
con la promocién, al calor de las libertades, de varios érganos en pren-
sa. En un principio, el naciente republicanismo tinerfento se conforms
con el concurso del viejo periédico “El Eco del Comercio”, que bajo
el subtitular “demécrata” actué de portavoz oficioso del naciente comi-
12. Véase: La Libertad, 15-\-1869. p. 1.
13. Véase la obra de Marfa Cruz SEOANE: Historia del Periodismo en Espaiia, 2. El
sigle XIX, Alianza Editorial. Madrid. 1983. pp. 266-268
14, Véase: El Eco del Comercio. 19, 26 y 29-5-1869, p. 2
31té republicano de Santa Cruz!
ganos en prensa. En La Orotava presencié la irrupcién del semanario “La
Asociacién” que, bajo la direccion de Joaquin Escudero, debié ser expre-
sién de la minorfa intelectual ajena a la clase dominante islefia que por
entonces promovié comités republicanos en diversas localidades del
interior de la Isla'*. El paso mas decisivo vino a continuacién, cuando
“El Progreso de Canarias”, hasta entonces neutral dentro de los secto-
res demécratas de izquierda, adopté el subtitular “Diario Republicano™”.
El proceso culmin6 a los pocos dfas tras la fusién de “La Libertad”, “El
Guanche” y “El Progreso de Canarias” para dar vida a “La Federacion”,
el primer drgano oficial del naciente Partido Republicano de Tenerife.
2.2. En torno a la I Reptiblica: el despertar de las ideologias.
“La Federacin” aparecié en Santa Cruz de Tenerife el 3 de agosto
de 1869 bajo la direccién de Miguel Villalba Hervas. Nada mas saltar
a la palestra periodistica, el neofito encontré en el Gobernador Civil de
Canarias, Eduardo Garrido Estrada, un valladar infranqueable a Ia hora
de defender sus puntos de vista, suftiendo, junto a los otros érganos
republicanos del momento, un fuerte acoso que culminé con un cierre
generalizado de la prensa del sector y 1a deportacién en masa de sus
redactores a otras islas del Archipiélago'®. Meses més tarde, reaparecfa
“La Federacién” para, anunciando el derrotero que tomarfa la faccién
dominante del republicanismo tinerfefio, adoptar una postura mucho mas
pragmatica. A partir de entonces, defendi6 su ideologia republicano-
federal con campaias periodisticas dentro de la legalidad, cesando con
la desaparici6n de la I Reptiblica
Coeténeo a “La Federacién” y, por tanto, compafiero en venturas y
desventuras, fue el semanario “El Pueblo”'’, que aparecié a comienzos de
15. Véanse detalles del momento histérico en la obra de Alberto SANCHEZ DE ENCI-
SO: Republicanisma y republicanos durante el Sexenio Revolucionario, El caso tinerfeno,
‘opus cit, pp. 21-51
16. Por ejemplo. en Giifmar. el médico Miguel Espinosa promovi6 un comité local repu-
blicano (véanse detalles en: El Progreso de Canarias, 1-7-1869)
17. Véase: El Progreso de Canarias, editorial del 7-6-1869.
18. Véase: La Federacisin, 3-8-1871. ejemplar que rememora tales hechos. hace balan-
ce de su trayectoria y traza propuestas de futuro, Entre los deportados figuraban: Miguel
Villalba Hervas, Antonio Félix Daroca, Dario Cullen, Claudio Sarmiento, Rafael Calzadilla
y Patricio De la Guardia,
19. Aunque los ejemplares conservados de uno y otro no van més allé de 1871, por Luis
Maffiotte sabemos que ambos prosiguieron hasta 1874 (véase la obra de Luis MAFFIOTTE:
Los periédicos de tas Islas Canarias. Apuntes para wn coudlogo, Biblioteca Canaria, Madrid,
1905. tomo I. p. 129).
321870 bajo la direccién de su propietario, Antonio Félix Daroca, con Ia
colaboracién de Patricio De 1a Guardia, ambos miembros de la ejecutiva
del Partido Republicano de Tenerife. El ne6fito, que no era érgano oficial
del partido, nacié con el exclusivo propésito de difundir sus tesis en
favor de una Repiblica Federal, para lo cual recurrié con reiteracién, al
igual que los restantes periédicos politicos del momento, a la transcrip-
cidn de articulos procedentes de periédicos peninsulares de ideologia
afin, Obsesionado por su cometido proselitista, a lo largo de su existen-
cia procuré ignorar las provocaciones de “El Insular” y “Las Canarias”??
para eludir polémicas que, normalmente, degeneraban en enfrentamien-
tos personales.
Con un latente republicanismo-federal?!, aunque tefiido del suficien-
te pragmatismo como para aceptar la Constitucin de 1869, el 2 de sep-
tiembre de 1871 aparecié “La Propaganda” bajo la direccién de Gabriel
Izquierdo Azcérate. El que habria de ser presidente de I Republica, Manuel
Ruiz Zorrilla, era su referente a escala estatal, mientras que Emilio
Serra, por entonces alcalde de Santa Cruz, y el marqués de la Florida
lo eran a nivel local. Informativamente hablando, el ne6fito adopté un
semblante frfo en base a colmatar su primera pagina con datos proceden-
tes del movimiento portuario, del registro civil, cuando no con alguna
poesfa o reportaje; mientras en las paginas interiores descubria una fuer-
te virulencia en su linea editorial y en sus polémicas con los periédicos
de ideologfa contraria. A poco de comenzar 1872 renové la redaccién”,
que no la Ifnea editorial, cesando en agosto para reaparecer antes de
finalizar el aiio bajo la cabecera “El Radical de Canarias”. Esta vez, fue
reconocido como érgano oficial por el comité radical de Madrid que
presidia Ruiz Zorrilla’’, conservando su consabido pragmatismo y dis-
crepando con los sectores demécratas que rechazaban la Constitucién de
1869. Tras la proclamacién de la I Repablica, ces6 para que sus correli-
gionarios redefinieran con absoluta libertad sus posicionamientos ideo
lgicos.
Otros drganos republicanos de esta etapa inaugural movieron su Iinea
editorial a los extremos ideolégicos de los periddicos precitados. A la
izquierda estuvo “La Justicia” que, promovido y redactado en 1873 por
Eduardo Ramos, Salvador Mujica, Salvador Gonzalez, Santiago Gonzé-
lez y Francisco Martfn Flores, fue algo asf como el portavoz del ala del
20. Véase su postura ante las polémicas de “La Federacién” con “La Vor. del Teidi
y asimismo, las directrices de su Itnea editorial en: EI Pueblo, 3-1-1871, p. 3.
21. Véase: La Propaganda, 6-7-1871. p. 2.
22. Ihidem, 22-2-1872.
23, Véase: El Radical de Canarias, 1
1873.
33republicanismo tinerfefio con mayor preocupacién social, radicalizando
su postura con la posterior entrada en la redaccién del joven abogado
Emilio Monasterio, En el otro extremo del abanico ideolégico estuvo
“EI Estado Canario”, que nacié a mediados de 1873 para respaldar, por
considerar que era la dnica forma de salvar el régimen, el giro a la dere-
cha que Salmerén dio a la Repiblica. Comoquiera que por entonces
sobrevivia el grucso de los periddicos precitados, el periodismo repu-
blicano tinerfefio alcanzaba cl cenit de su despliegue inicial para, con
Ja crisis del régimen republicano, entrar en declive. Atin asf, la semilla
republicana habfa calado con tanta profundidad en la sociedad tinerfe-
fa, que pronto surgié una nueva cabecera: “E] Memorandum”.
2.3. En el tramo inicial de la Restauracién: los primeros debates
ideologicos y estratégicos dentro del republicanismo.
“El Memorandum” aparecié en Santa Cruz de Tenerife bajo la direc-
cién de José Manuel Pulido como 6rgano oficial del Partido Republi-
cano de Tenerife. Criptorrepublicano en los primeros afios de la
Restauracién, lo que no quiere decir ajeno a las polémicas con los érga-
nos monarquicos, sus correligionarios de Santa Cruz de Tenerife, La
Laguna, La Orotava y Santa Cruz de La Palma decidieron salir, poco a
poco, del anonimato en la primavera de 1879 para adherirse a la recien-
te circular de abril elevada por el periddico madrilefio “El Tribuno” a
todos los demécratas del Estado*’. Luego, tras el acceso de Sagasta al
poder y, mas atin, desde la promulgacion de la permisiva ley de impren-
ta de 1883, actué abiertamente como érgano oficial del Partido
Republicano de Tenerife, en cuya ciispide figuraban los ya histéricos
José Suarez Guerra, Miguel Villalba Hervas y José Manuel Pulido, sus-
cribiendo con posterioridad todos los Ilamamientos de Ja prensa demé-
crata de Madrid. Con una linea editorial esencialmente pragmitica, a
remedo de la emprendida afios atrds por “La Federacién”, lo que le oca-
sioné mas de un encontronazo con periddicos tinerfefios de ideologia
afin, prolongé su trayectoria hasta 1895 ocupando un lugar de privilegio,
al calor del fuerte enraizamiento del republicanismo en Santa Cruz, en
el panorama periodistico de Tenerife.
La primera oleada de periddicos gestados por sectores afines al repu-
24, Dado que la Biblioteca Municipal de Santa Cruz slo conserva un Gnico ejemplar
de este perisdico, el del 15-3-1873 (n° 20), para introducimos en sus interioridades no hemos
tenido mAs remedio que confiar en la obra de Alberto SANCHEZ DE ENCISO: Republica-
nismo y republicanos durante el Sexenio Revolucionario, El caso tinerfefio, opus cit, pp.
177-178
25. Véase: El Memordindum, 10-7-1879, 5-8-1879 y 15-8-1879.
34blicanismo en los afios de la Restauraci6n, llegé a Tenerife tras el estio
de 1879, esto es, a rafz de la circular de “El Tribuno” de Madrid. Alguno
que otro, remedando actitudes propias de la etapa inaugural, movié su
linea editorial en el terreno demécrata sin explicitar abiertamente su
opcidn. Tal fue el caso del semanario “El Progreso” que, bajo la direc-
cién de Manuel Angulo Laguna*, aparecié en la Ciudad de los Adelan-
tados con un semblante despolitizado, Sus inmediatas polémicas con el
no menos engajioso, pues evidenciaba un fuerte substrato conservador,
“Ja Unién Lagunera”, hicieron aflorar en “El Progreso” su latente orien-
tacion politica con la adopcién del subtitular “Periédico Democratico™’.
Tras ver multiplicado cl ntimero de sus enemigos, el pionero de los
periddicos republicanos de La Laguna ces6.
En la misma ciudad, aunque con un trasfondo republicano-federal
fuertemente cimentado, a los pocos meses aparecié “El Popular”. Dirigido
por Patricio Estévanez. con la colaboracién de los hermanos Elfas, Anto-
nio y Toms Zerolo, nada mas hacerse piblico el manifiesto del 1 de
abril de 1880 del Partido Democratico-Progresista de Madrid en favor
de Ia unién de todos los demécratas bajo los principios de la Consti-
tuci6n de 1869, se apresuré a reafirmar sus tesis federales y a proponer,
en lugar de una fusion, una coalicién respetuosa con todas las tenden-
cias’*, De inmediato empez6 a polemizar con los periédicos republi-
canos partidarios de la integracién, caso de “El Memoréndum”, al que
acusaba de carecer de ideario, y del peninsular “La Asociacién”, del
que, a su vez, recibia criticas por ut6pico, Tras conseguir el apoyo del
comité local de un autonominado Partido Democratico, cesé.
Previamente, el Valle de La Orotava también habia presenciado el aflo-
ramiento de prensa republicana, pues en 1879 la Villa habfa visto cir-
cular por sus lares el fugaz periddico “El Cosmopolita”.
Apenas habfa entrado en reflujo la oleada de 1879, cuando Ia pren-
sa demécrata y republicana volvié a conocer otra notable expansién en
la Isla. El pionero de esta etapa fue “La Democracia” de Manuel Ferrey-
ra, que aparecié en febrero de 1881 para reclamar la tan ansiada unién
de todos los demécratas de Canarias en base al manifiesto del 1 de abril
de 1880. Con ello entré en polémica con el viejo periddico “las Noti-
cias” que, en manos de Patricio Estévanez, Rafael Calzadilla y Alfonso
Dugour, habfa adquirido un fuerte tono republicano-federal. Mientras
tanto, habfa aparecido “El Propagandista” que, contradiciendo a los que
26. Se trata de un dato desvelado por “La Unién Lagunera”, pues “El Progreso” siem-
pre oculté ef nombre de sus redactores (véase: La Unién Lagunera, 16-9-1879., p. 3).
27. Véase: El Progreso de La Laguna, 13-8-1879.
28. Véase: El Popular, 16-5-1880, “Aclaracién” en p. 1.
35propugnaban un proceso gradual por inmadurez del pueblo espafol,
habfa reclamado la inmediata democratizacién de la vida publica del Es-
tado. No sin ciertos roces, los tres periédicos aproximaron pronto pos
ciones para, a continuacién, secundar a “El Memoréndum” en su papel
de érgano del Partido Republicano Tinerfeito.
En el verano de 1881, la prensa republicana y demécrata tinerfefia,
por entonces con una amplia representacién en base a cuatro cabeceras,
entré nuevamente en discordia, aunque ahora més por estrategias poli-
ticas que por diferencias ideolégicas. El detonante fueron las inmedia-
tas elecciones a Cortes, cuando el Partido Conservador, en su tenaz opo-
sicién al liberal, acordé dar su apoyo al candidato republicano Miguel
Villalba Hervas para perjudicar a Francisco Fernandez Bethencourt.
Nada mis hacerse ptiblica tal resolucién, “La Democracia” y “El Propa-
gandista’™’ pidieron, al Partido Republicano Tinerfefio, la retirada de la
candidatura y, a sus correligionarios, ¢] voto testimonial para Manuel
Ruiz Zorrilla; a lo que se opuso cl 6rgano oficial, “El Memorandum”,
con el apoyo de “Las Noticias”. Una vez que Villalba Hervés obtuvo el
escaiio en compafifa del conservador Feliciano Pérez Zamora, los cua-
tro periédicos se enzarzaron en reproches mutuos en base a que sus ini-
ciativas habjan beneficiado, segtin cl caso, al “contubernio” o al “fusio-
nismo”. Con posterioridad, todos ellos se fueron adhiriendo a los
sucesivos manifiestos que elevé la prensa demécrata madrilefia a sus afi-
nes de provincia, lo que no significé que desapareciera el feroz inter-
cambio de descalificaciones.
Acto seguido, los redactores de “Las Noticias”, tras entrar en dis-
cordia con el propietario del periddico, promovieron “Las Novedades”?
para, dejando en segundo lugar sus tesis federales, proseguir su campafia
en favor de la unién de todos los sectores del republicanismo, lo que hicie-
ron hasta finales de 1890. Mientras tanto, “La Democracia” cesaba tras
el amarre del cable; en tanto “El Propagandista”, que habia suspendido
la edicién a mediados de 1882, habfa reaparecido en la primavera de
1884 con él tinico propdsito de desacreditar la candidatura de su viejo
enemigo Feliciano Pérez Zamora a las inmediatas elecciones municipa-
les*!, Pero el asalto y destrozo que sufricra su establecimiento tipogra-
fico, la imprenta que Francisco Solfs instalara por entonces en La
Laguna, precipi por segunda vez su cese. Meses mds tarde volverfa a
reaparecer en Santa Cruz, aunque no menos efimeramente, para propug-
nar la formacién de un partido politico regenerador en La Laguna; pro-
29, Véanse: El Propagandista, 13 y 20-8-1881: y La Democracia, 17-8-1881.
30, Véase: Las Novedades, editorial del 25-7-1883.
31. Véase: El Propagandista. 26 y 29-4-1884,
36tagonizando su ultima ctapa a mediados de 1885, ya como érgano de un
partido demécrata-monarquico de Tenerife, tras lo cual cesé definitiva-
mente. Otras cabeceras proximas al republicanismo en aquellos afios
fueron “El Democrata”, que sobrevivid a caballo de 1884 y 1885, y el
que fuera su apéndice informativo, luego su sucesor, “Ultima Hora”, que
combinando su militancia ideolégica con un cierto afan informativo, con-
siguié sobrevivir hasta 1889 con una singular linea editorial.
En aquellos afios nacieron otros periédicos republicanos con lineas
editoriales muy particulares, lo que les hizo protagonizar trayectorias atf-
picas dentro del periodismo tinerfefio. Tal fue el caso del semanario “La
Verdad” que, nacido en 1886 sin el mas minimo comedimiento, sufrid
un inmediato acoso del Fiscal de la Audiencia de Canarias que provo-
6 su cese cuando apenas habia editado una docena de niimeros*. Mas
singular atin, aunque en sentido contrario, adoptando una linea editorial
que serfa emulada por otros periédicos republicanos con el paso del
tiempo, fue el “Diario de Tenerife” de Patricio Estévanez. Nacido el 1
de noviembre de 1886 con el arropamiento de la seccién de comercio
de Santa Cruz, el ne6fito abrié sus paginas al exterior y adopt un talan-
te esencialmente ecudnime, que no neutral, lo que Ie valié el mote de
6rgano “republicano de salén”®. A tono con su singular Ifnea editorial,
adopté un semblante noticioso y despolitizado, abogando en favor de su
credo republicano con suma elegancia. Pronto, al apoyo de sus correli-
gionarios unié el de los raquiticos sectores letrados de Santa Cruz inte-
resados en conocer la actualidad, con lo que se encaramé al primer
puesto del periodismo de entonces en detrimento de “El Memorandum”,
desfasado por su discontinuidad y desatencién a las posibilidades que
ofreciera el cable desde su amarre. En tanto en cuanto las fuerzas del
sistema no clarificaron su bifurcacién, lo que ocurrié con el cambio de
siglo a remolque del “Pleito Insular”, “Diario de Tenerife”, con esa sin-
gular Ifnea editorial, ejercié una clara hegemonia en cl periodismo tiner-
fefio del momento.
En vfsperas a la desaparicién de “El Memordndum” en 1895, cuan-
do el periodismo republicano tinerfefio habia nuevamente cafdo en horas
bajas, la nueva savia del partido, aglutinada en la Juventud Republicana
de Santa Cruz, promovié varios rganos de prensa. El pionero de esta
etapa fue “El Pueblo” que, bajo la sucesiva direccién de Francisco Ro-
driguez Lopez y Gundemaro Baudet Gamez, aparecié a mediados de
1894 blandiendo la bandera de un radical tinerfeflismo™. En su redac-
32. Véase: La Verdad. “Semanario Libre-pensador”. 13-11-1886.
33. Véase, por caso: La Opinién Lagunera, 6-7-1896.
34. Véase: El Pueblo, editorial del 8-9-1894.
37ci6n inicial figuraban Bernardo Chevilly, Alfonso Dugour, Mario Arozena
y Alfonso Delgado Lorenzo. Tras la desaparicién de “El Memorandum”,
1a novel publicacién asumié el papel de érgano del Partido Republicano
de Tenerife, para lo cual amplié formato, mejoré composicién e ilustrs
su paginado con grabados. Cuando iba a cumplir su tercer aniversario,
y tras suscribir el manifiesto de varios sectores del republicanismo esta-
tal en favor de la unién de todas las tendencias, ces6°>. Afios mas tarde,
hablamos de la primavera de 1899, el grueso de los redactores de “El
Pueblo” promovié “La Palestra”, periddico literario que no podfa disi-
mular el republicanismo que latfa en su redaccién. Esta vez, a instan-
cias de Luis Rodriguez Figueroa, la publicacién atemperé tanto su tiner-
feftismo que abogé por un entendimiento entre las islas centrales del
Archipiélago™, para lo cual organizé una comida de confraternidad con
periodistas e intelectuales de ambas islas*’. Remarcando la crisis que por
entonces atravesaba el republicanismo tinerfefio, la publicacién ces6 al
cumplir su primer aniversario.
En estos aiios finales del siglo XIX, el Valle de La Orotava también
presencié la gestacién de algunas publicaciones republicanas a iniciati-
va de los sectores mds inquietos de su juventud, En pleno estio de 1896,
en el Puerto de la Cruz aparecié el semanario “Iriarte”, que dirigieron,
sucesivamente, Agustin Estrada Madan y Andrés Torrents. Al compds
del Partido Republicano de Tenerife, el neéfito suscribié las tesis unita-
ristas de Fusién Republicana*, que a escala estatal lideraban Gumersin-
do Azcérate y Nicolas Salmerén. Su oposicién al gobierno conservador
en el tratamiento de la cuestién cubana, le hizo transcribir de “La Con-
ciencia Libre” el articulo “més carne”, que propugnaba una repiblica
social en Espaiia federada con Portugal y los paises iberoamericanos, lo
que provocé el procesamiento de su director fundacional. En politica
local adopté una Ifnea combativa mucho mds directa, sobre todo en los
procesos electorales, cuando denunciaba con reiteracién los endémicos
fraudes de entonces. Ces6 a finales de siglo para, poco después, entregar
el relevo a “El Iriarte” que, dirigido por Agustin Martin Armas, cono-
cié una trayectoria inmersa en dificultades similares.
Previamente, y bajo la direccion de Juan Jacinto del Castillo, en la
Villa de La Orotava habfa aparecido el fugaz semanario “El Orden”, que
35, Ibidem, 6-4-1896,
36. Véase: La Palesira, editoriales del II y 18-6-1899,
37. Para mas detalles sobre “El Pueblo” y “La Palestra”, véanse las anéedotas que cuenta
uno de sus redactores, Bernardo Chevilly. en su obra: Recuerdos del tiempa viejo, Impren-
ta Garefa Cruz, Santa Cruz de Tenerife, 1932, pp. 49-66.
38, Véase: Iriarte, 2-8-1897
38apenas tuvo tiempo para proponer a su coetdneo lagunero, “La Luz”, la
reorganizacién del republicanismo en la Isla®. Pero éste, de reciente ges-
taci6n, estaba inmerso cn una insostenible crisis por su forzada edicién
en Santa Cruz tras un encontronazo con las altas jerarqufas eclesidsticas
de la Isla. Ditigido por José Manuel Arozena y redactado, entre otros,
por Luis Rodriguez Figueroa, Domingo Manrique y Bernardo Chevilly,
tras comprobar en carne propia las horas bajas que atravesaban sus
correligionarios, ces6 acuciado por las estrecheces econémicas. Pero los
anhelos reorganizativos del republicanismo tinerfefio no cayeron en saco
roto, pues a poco de comenzar el siglo un nuevo Srgano recogié la
antorcha de la reorganizacién: “E] Ideal” de Santa Cruz.
2.4. En visperas de la guerra europea: los aiios de esplendor.
Bajo la direccién de Manuel de Camara, “El Ideal” aparecié en Ia pri-
mavera de 1901 con el animo de dar cauce a la tan ansiada reorganiza-
cién del republicanismo isleiio. Como hicieran sus antecesores, el neé-
fito afronté su cometido proselitista alternando las colaboraciones de la
nueva savia republicana de la Isla, destacando Luis Rodriguez Figueroa
y Mario Arozena Arozena, con fragmentos de obras y articulos de figuras
hist6ricas del republicanismo espafiol, tales como Pi y Margall, Emilio
Castelar o Nicolas Salmerén. Sus fuertes campaiias contra el caciquis-
mo y la corrupcién, le reportaron continuas denuncias del Fiscal de la
Audiencia de Canarias. A los dos ajios del inicio de su andadura, vio pre-
miados sus esfuerzos con el concurrido mitin que sus correligionarios
celebraron en el Teatro Guimerd. Poco después, al acoso de las autori-
dades locales se unieron los reproches antitinerfefistas de “La Opinién”
por su incauto discurso regional" y, acaso, a instancias de ello, la pérdi-
da de los anuncios de algunas casas comerciales, no pudiendo proseguir
més alld del otofio de 1904.
No habia transcurrido un aio, cuando el vacio que dejé “El Ideal”
fue cubierto por el diario “El Progreso”. Dirigido por Santiago Garcfa
Cruz con la jefatura de redaccién de Leoncio Rodriguez, el nedfito vol-
vio a plantear la necesidad de reorganizar el republicanismo en las Islas
a remolque de anhelos que tenfan escala estatal. A tal fin, se presenté
como sucesor de “La Federacidn”, “El Memordndum” y “Las Noveda-
des”, en cuanto a medio de aglutinacién del republicanismo, que no de
expresién de una determinada faccion. A tono con la linea editorial de
su antecesor, centré sus campaias iniciales contra el caciquismo y el
39. Véase: La Li
40. Véase: El Ideal, 3!
28-1-1900. p. 4: y editorial del 1-4-1900,
1904,feroz enfrentamiento que, a cuenta del pacto con el politico grancanario
Leén y Castillo, sostenian el diario conservador “El Tiempo” y el ahora
liberal “La Opinién™', Luego, a medida que el “Pleito Insular” adqui-
rid virulencia, cerré filas con las fuerzas tinerfeflistas en el conglome-
rado “Unién Patridtica” dejando en segundo término su cometido repu-
blicano. En el otofio de 1910, cuando en Portugal triunfaba la Reptiblica,
Leoncio Rodriguez decidié abandonar la redaccién de “El Progreso” para
fundar, confiando la jefatura de redaccién a Joaquin Fernandez Pajares,
un nuevo diario republicano: .”. De inmediato, el naciente
periddico, con una pulcra composicién, una inusual atencién a la noticia
y un tinerfeftismo de claro trasfondo archipieldgico, se aupé a la cuspi-
de del periodismo tinerfefio. Con ello, 1a prensa republicana alcanzaba
su cenit en la Isla, pues disponfa ni més ni menos que de tres cabeceras,
“Diario de Tenerife”, “El Progreso” y “La Prensa”, que en nada tenfan
que envidiar a los 6rganos de las fuerzas del sistema restauracionista.
A continuacién, en el seno del republicanismo tinerfefio surgié una
corriente partidaria de conseguir la tan anhelada unién mediante la inte-
gracion en una fuerza politica de ambito estatal. El primer paso lo dio
la Juventud Republicana a comienzos de 1911 cuando, sin estar diluci-
dada atin la “cuestién canaria”, acordé ingresar en las filas de Alejandro
Lerroux®, Para demostrar a sus mayores la oportunidad de tal decisién,
lo primero que hizo fue pedir apoyo al comité del partido en Madrid para
la causa tinerfefia. Fuera por ello o por las amplias expectativas que por
entonces suscitaba Lerroux, a los pocos meses nacfa en Santa Cruz una
comisién organizadora del Partido Republicano Radical de Canarias*? con
el propésito de aglutinar a todo el republicanismo isleiio, De inmediato,
“El Progreso” se apresuré a dar su apoyo a los promotores de tal ini-
ciativa, pero también a salvaguardar su papel integrador y, por tanto, su
derecho a representar también a las facciones disidentes; mientras “La
Prensa” y “Diario de Tenerife” observaban los movimientos de sus corre-
ligionarios desde sus peculiares atalayas ideolégico-informativas.
Pero el proyecto radical no debié resultar muy atrayente, pues la tan
ansiada integracién a nivel insular volvié de inmediato al tapete, dis-
Al. Véanse detalles del enconado enfrentamiento de ambos y, de paso, del periodismo
tinerfefio en su conjunto, en el articulo de Julio Antonio YANES MESA: “El diario con-
servador “El Tiempo": una victima informativa del “Pleito Insular” en los affos de la
Restauracién”, en Amari de Estudios Atldnticas, n.* 40, Patronato de la “Casa de Colén”,
Madrid-Las Palmas, 1994, pp. 547-593.
42. Véase: El Progreso, 26-1-1911. p. 1
43. Ibidem. 25-7-1911, p. 1. Firmaron el manifiesto: Francisco Delgado Martin, Evaristo
Rodriguez, Basilio Martinez, Antonio Delgado Lorenzo, Tomds de Armas Quintero, Fernan-
do Arozena y Francisco Martinez Viera
40crepando “El Progreso” y “La Prensa” en cuanto al modelo a seguir,
pues mientras el diario de Leoncio Rodriguez proponia la creacién de
un partido republicano homogéneo con estructura democrdtica', el de
Santiago Garcia Cruz defendfa una coalicion de todas las tendencias a
imagen de “Unién Patristica”. El dilema de entonces, por lo demas, que-
d6 dilucidado en la reunién que, poco después, se celebré en el despa-
cho de Emilio Calzadilla, donde salieron triunfantes las tesis de “El Pro-
greso”S, Pero las inmediatas elecciones municipales dejaron nuevamente
en evidencia la persistencia de la atomizacién, con todos sus males en
el campo politico, que no en el periodfstico, del republicanismo tinerfe-
fio. Previamente, “El Progreso” habfa conseguido que “Unién Patriética”,
en irreversible declive tras la resolucién de Canalejas, diera libertad a
sus integrantes para que cada cual concurriera a los comicios defen-
diendo sus puntos de vista ideolégicos, alegando que “...para practicar
el patriotismo, no es necesario abdicar de los principios que cada cual
sustente en punto a formas de gobierno...”“. Los republicanos, por 1o
dems, escindidos en unionistas, radicales e independientes, cosecharon
una estrepitosa derrota.
En estos afios marcados por el “Pleito Insular”, la Juventud Republi-
cana de Santa Cruz continué promoviendo sucesivos y fugaces semana-
rios para secundar las campajias de sus hermanos mayores. A finales de
1909 habfa aparecido “El Radical”; en la primavera de 1911, “Germinal”
que bajo la direccién de Enrique Carrasco, estuvo muy marcado por la
coyuntura tinerfefista del momento; y en el otofio de 1913, “Juventud”
que, bajo la direccién de Francisco Martinez Viera, centré su Iinea edi
torial en conseguir la tan ansiada aglutinacién de todas las facciones del
republicanismo tinerfefio. Por entonces, una vez que la desaparicién de
“Unidn Patristica” habia permitido a la vida politica islefia recobrar la
normalidad, “Diario de Tenerife”, “El Progreso” y “La Prensa” proseguf-
an en la ctispide del periodismo tinerfefio con sus peculiares posiciona-
mientos al calor de la robusta, aunque politicamente escindida, cliente-
la que generaba la fuerte implantaci6n del republicanismo en Santa Cruz.
En definitiva, eran aiios de fuerte politizacién para el periodismo isle-
fio que, ante el subdesarrollo socioeconémico, las altas tasas de analfa-
betismo y el estado embrionario de la publicidad, no tenfa otra opcidn
44, Véase: La Prensa. 27-7-1911.
45. Véase: El Progreso, 3 y 7-8-1911. Entre los asistentes a la reunidn, ademas de los
siete firmantes del manifiesto de adhesin al Partido Radical (véase nota n° 43), figuraban
José Naveiras Zamorano. Francisco Naveiras Zamorano, Miguel Rodriguez Sacramento,
Ramén Gil-Roldén, Joaquin Estrada Pérez. Enrique Carrasco, Joaquin Feméndez. Pajares,
Ildefonso Maffiotte, Leoncio Rodriguez. y Santiago Garcfa Cruz.
46. Véase: El Progreso, editorial del 17-10-1911
4lque medrar al amparo de las fuerzas politicas de las Islas para poder
sobrevivir en un entorno tan poco motivador. Por entonces, cuando la
prensa republicana ocupaba un lugar de honor en el panorama infor-
mativo de la Isla, un inesperado acontecimiento trastocé, stibitamente, las
bases del periodismo islefo: el estallido de 1a guerra europea.
2.5. Con la llegada de la guerra europea: el principio del fin
Tras el estallido de la guerra curopea, la siempre anodina politica
local entré en horas bajas arrastrando, en su declive, a los portavoces
de los partidos y facciones*” que, por entonces, eran los principales
periddicos de la Isla. En la misma medida que los correligionarios des-
cuidaban a sus érganos en prensa, éstos vefan como, espontinea y crecien-
temente, atrafan un piiblico heterogéneo, no amalgamado por credos polf-
ticos o por compromisos como hasta entonces, al calor de la curiosidad
general por los sucesos europeos. Los periédicos tinerfefios, pues, sibi-
tamente presenciaban como el entorno que los habfa engendrado y desa-
rrollado cambiaba espontdneamente. Ante la coyuntura, los tres diarios
republicanos reaccionaron con medidas diferentes obteniendo, asimismo,
resultados muy distintos
EI de tirada mas amplia, “La Prensa”, consciente del nuevo rumbo:
que tomaba el periodismo tinerfefio, opté por renovar la orientacién de
su redaccién sustituyendo a Joaquin Fernandez Pajares para, poco des
pués, adoptar el subtitular “Diario de Informacién General” con el éni-
mo de satisfacer la creciente demanda de noticias sobre la guerra. A
resultas de ello, con el arropamiento de su creciente clientela se encara-
m6 de inmediato al primer puesto del periodismo canario. Por su parte,
“Diario de Tenerife”, que atin conservaba el tono frio de su Ifnea edito-
rial y el cardcter vespertino de su edicién, entraba en una profunda crisis
por quedar obsoleto en aquella crucial coyuntura. Por tiltimo, “El Progre-
so” optaba por permanccer fiel a su linea aglutinadora dentro del repu-
blicanismo tinerfefio incorporando, como tnica novedad, al exjefe de
redaccion de “La Prensa” Joaquin Fernandez Pajares’. En coherencia con
47. En el otofio de 1915. fue noticia la que debié ser diltima reunién de estos afios para
reorganizar el partido republicano en Tenerife. Entre los asistentes con actividades en el
periodismo figuraban: Manuel Garefa Cruz, que en algin momento habia asumido la direc-
cién de “EI Memorandum”; Enrique Carrasco, exdirector de “Germinal”, Francisco Marti-
nez Viera, exdirector de “Juventud”; y Joaquin Ferndndez Pajares, por entonces redactor-jefe
de “El Progreso” (véase: El Progreso, 12-10-1915, p. 1.).
48. Joaquin Ferndndez Pajares, que habfa abandonado la redaceién de “La Prensa” cuan-
do ésta iba a relajar su compromiso politico (véase: Gaceta de Tenerife, 4-11-1914, p. 3).
tun mes mas tarde asumié la jefatura de redaccién de “El Progreso” (véase: El Progreso, 4-
42el mantenimiento de su compromiso politico, el diario de Santiago Garcia
Cruz, en vez de dar primacfa a la informacion sobre la guerra, acentuaba
su carécter de plataforma de reivindicaciones politicas, sociales y eco-
némicas, lo que le ocasioné mas de un disgusto con las autoridades
locales.
A renglén seguido, cuando Ia crisis de la guerra y postguerra incidié
en el periodismo islefo, los tres diarios republicanos recogieron el desi-
gual fruto de su determinacién. El mas antiguo de los tres, “Diario de Tene-
rife”, fue el peor parado, pues no tuvo otra opeién que suspender la edicién
a finales de 1917. La renovacién de su linea editorial y el adelanta-
miento de su hora de aparicién a instancias de Francisco Martinez Viera,
Ramén Gil-Roldan, Andrés Orozco y Rubens Marichal, que habfan que-
dado a su cargo tras cl desplazamiento de Patricio Estévanez a la Penin-
sula por motivos de salud’, no pudieron evitar el anunciado descalabro.
Por su parte, “El Progreso” sobrevivia acentuando su arrinconamiento
en el republicanismo tinerfeio sin desviar ni un dpice Ia orientacién po
litica y la virulencia de su Ifnea editorial’!. “La Prensa”, en contraposi-
cidn, salfa airosa de la coyuntura con autonomfa al calor de su plural
clientela, a la que seguia atendiendo con una informacién que, cada vez
mas, prevalecfa sobre su residuo ideolégico.
En aquellos afios de transicién, el periodismo tinerfefio presencié la
gestacién de nuevas cabeceras republicanas, algunas de tendencia sociali-
zante y todas de vida efimera y modesta, Obra de la Juventud Republi-
cana de Santa Cruz fue “La Linterna” que, bajo la direccién de Rubens
Marichal, aparecié en el otofio de 1915 arremetiendo contra los secto-
12-1914, p. 2) para, antes de los dos aos, abandonar éste e intentar seguir con “El Impar-
cial", peridédico que fund6 el 15 de diciembre de 1916, el camino que Leoncio Rodriguez
adoptara dos afios atras. Pero no pudiendo competir con “La Prensa”, dio orientacién libe-
ral al periédico para buscar amparo en la tradicional clientela del desaparecido “La Opi-
nién’”, teniendo finalmente que suspender su edicién en los dificiles afios de Ia postguerra
Posteriormente, Joaquin Fernéndez. Pajares volvié a la redaccién de “La Prensa” para, bajo
su habitual pseudénimo “Jacinto Terry”, dar vida a secciones tan celebradas como sus
“comentarios breves” (véanse algunas referencias a su figura en la obra de Antonio MARTI:
70 anos (de ta vida de un hombre y de un pueblo), Imprenta Editora Catdlica, Santa Cruz
de Tenerife, 1975, pp. 86 y 87).
49. A mediados de 1917. en concreto. entre el 28 de julio y el 4 de octubre, estuvo bajo
suspensin gubernativa por espacio superior a los dos meses.
'50._Véase la obra de Francisco MARTINEZ VIERA: El antiguo Santa Cruz. Crénicas
de la Capital de Canarias, Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1967,
pp. 195-205.
51. Por ejemplo, tras el golpe militar de Primo de Rivera, Santiago Garefa Cruz, sem-
piterno director de “El Progreso”. fue condenado por la Audiencia de Canarias a dos meses
de arresto mayor y al pago de una multa de quinientas pesetas (véase: La Voz de Junonia,
10-3-1924, a propésito del indulto que solicité Santiago Garefa Sanabria).
4Bres politicos que habfan utilizado la “cuestién canaria” en beneficio pro-
pio. Dos afios mas tarde, en el Puerto de la Cruz apareeia “El Clamor
Paiblico” que, bajo la direecién de Domingo Pérez Trujillo, adopté una
valiente Ifnea editorial. A finales de 1917 en Santa Cruz nacfa “El Socia-
lista”, rgano de la agrupacién homénima de reciente creacién en Tenerife
que, bajo la direccién de Manuel Bethencourt del Rio, sobrevivid, al
menos, hasta la primavera de 1921 al calor del maltrecho proletariado
islefio. Por entonces, hablamos de los duros afios de postguerra, Santa
Cruz habfa presenciado la aparicién de “El Carécter”, éste centrado en
la problematica espectfica de la isla del Hierro.
Conforme decursaron los “felices” afios 20, ya sin el acicate de la
guerra, otros factores respaldaron el rumbo informativo que el periodis-
mo tinerfefio habia tomado desde el inicio de las hostilidades en Europa.
Tal fue el caso del crecimiento econémico de la década y, en particu
lar, del desarrollo de Ia publicidad que, poco a poco, generaba ingresos
mas suculentos que las ventas para los periédicos; también, de la regre-
si6n del analfabetismo con el incremento de las potenciales clientelas de
lectores. Con tales bases, “La Prensa” renové talleres, amplié pagina-
dos, hermoseé ediciones y, como colofén, adquirié la dimensién de una
auténtica empresa periodistica auténoma®, La aparicion de “La Tarde”
cn 1927 emulando el tono informativo y sensacionalista de “La Prensa”,
para lo cual dejé en segundo plano el latente republicanismo de su direc:
tor, Victor Zurita, y su inmediata ascensi6n a la cdspide del periodismo
islefio®, cuando “El Progreso” continuaba agazapado y sin evolucionar
al amparo de sus més fieles correligionarios, ilustra magnificamente la
evolucién que experimentaba cl periodismo tinerfefio por entonces
2.6. Con la llegada de la II Repiblica: el ocaso.
Tras la reinstauracién de la Reptiblica, el periodismo republicano tiner-
fefio, en progresivo declive desde el estallido de la guerra europea y, por
entonces, reducido al vetusto “El Progreso”, vio cambiar el sino de su
suerte con Ia stibita irrupcién de una nueva oleada de cabeceras. A tal
52. Véanse detalles en ta obra de Julio Antonio YANES MESA: Leoncio Rodriguez y
“La Prensa”: una pagina del periodismo canario, Cabildo Insular de Tenerife, Caja General
de Ahorrros de Canarias y “Editorial Leoncio Rodriguez, S.A.”, Santa Cruz de Tenerife,
1995, pp. 95-153.
53. Para comprender tan fulgurante ascensién, conviene precisar que Victor Zurita tuvo
la perspicacia de complementar la linea editorial de su diario con el gancho tinerfeftista que
demandaba a Isla ante el reciente “despojo” que supuso la divisién provincial (véase el art
culo de Julio Antonio YANES MESA: “El feroz tinerferiismo del diario “La Tarde’ en su eta-
pa fundacional”, en Tebeto Vil. Anuario del Archivo Histérico Insular de Fuerteventura,
Cabildo Insular de Fuerteventura, Puerto del Rosario, 1994, pp. 83-110).
44resurgimiento, que no era otra cosa que un canto de cisne, contribuyeron
varias publicaciones modestas gestadas en el seno de los sectores politi-
cos, culturales o sindicales afines al republicanismo; pero también otras
gue, haciendo ofdos sordos a la modernizacién del periodismo tinerfe-
Ao, intentaron recuperar el papel que la prensa republicana desempefiara
en [a Isla alld por los aftos de anteguerra. Cuando atin reinaba la euforia
por el advenimiento de la Repdblica, “El Progreso”, anticuado en medios
tecnolégicos, en hora de edicién y en linea editorial, pues conservaba
su impresién en maquina plana, su cardcter vespertino y su vocacién
aglutinadora dentro del republicanismo™, no tuvo otra opcién que poner
el punto y final a su vieja andadura.
El abanderado de 1a nueva, y tiltima, oleada de publicaciones repu-
blicanas fue “En Marcha”, semanario promovido por la Federacién Obre-
ra de Santa Cruz en una fecha tan significativa como el 1 de mayo de
1930, esto es, cuando atin estaba en pie la dictadura. Un afio més tar-
de, tras las elecciones de abril de 1931, nacié “Proa”, obra de Elfidio
Alonso, Domingo Molina Albertos, Ernesto Pestana Nobrega y Antonio
Guillermo Cruz en el seno de la Juventud Republicana, adoptando un
inequivoco posicionamiento de izquierdas que, en materia regional, Ie
llev6 a propugnar un consenso, lo que le valid fuertes censuras del
periddico tinerfefista por antonomasia de entonces, “La Tarde”, ¢ incluso
de su affn, inmerso en un mayor sosiego, “El Progreso”’®. Meses mds
tarde, hablamos de finales de julio, reaparecfa “El Socialista”, érgano
de las agrupaciones homédnimas de la provincia; y poco més tarde,
“Rebelién”. Con orientacién, asimismo, socializante, en el Valle de La
Orotava nacié el semanario “Decimos...” Otras publicaciones republi-
canas de entonces fueron el semanario “Izquierdas” que, promovido en
la primavera de 1933 por el ala mas avanzada de la juventud de entonces,
pretendia organizar una resistencia ante el avance del fascismo en la
Isla; y, dos afios mas tarde y con los mismos propésitos aglutinadores,
e] también semanario “14 de Abril”. En definitiva, se trataba de un vas-
to y atomizado mundo de publicaciones muy ideologizadas que, al igual
que otras de orientacién antagénica, nacieron aquellos afios de liberta-
des sin otra pretensién que servir de cordén umbilical y de altavoz
social a sus correligionarios.
54. Véase: El Progreso, editorial del 14-11-1931, donde da Ia raz6n al Partido Republi-
cano Tinerfefio que, una vez habia decidido fundar “Hoy”, en sendas notas habfa negado
que “El Progreso” fuera su Grgano en prensa (véanse: La Prensa y Gaceta de Tenerife, 14-
11-1931 en ambos).
55. Véase: El Progreso, editoriales del S y 12-5-1931.
45Con mayores pretensiones y, por ello, marcados por un fuerte mode-
rantismo, aquellos afios nacieron otros periédicos republicanos en la Isla.
A comienzos de 1932, aparecié el semanario, especie de miscelinea con
un benigno tirdn republicano, “Actualidades”. Obra més que probable de
sectores ajenos al viejo republicanismo tinerfefio, pues en su redaccién
destacaba el antiguo director de “La Opinién” Policarpo Niebla Mora, el
neéfito adopté una linea editorial ambigua, muy critica con los ediles repu-
blicanos del Ayuntamiento de Santa Cruz, que tomé en puro amarillis-
mo conforme vefa fracasar su empefio en encontrar acomodo en el repu-
blicanismo de la Isla, Huérfano de lectores y anunciantes, 1a publicacin
acus6 el agravamiento de su endémica crisis cuando, con motivo del pri-
mer aniversario de la proclamacién de la Republica, a periodicidad diaria
aparecié un nuevo, y més pretencioso, érgano republicano en la Isla.
“EI Dfa”, que tal era su intitulacién, salt6 a la palestra periodistica,
segtin evidenciara en dias sucesivos™, militando en las filas del politi
co grancanario Franchy y Roca. Dirigido por el que fuera redactor
fundacional de “La Prensa” alla por 1910, Ildefonso Maffiotte’*, el na-
ciente diario adopt6 una linea editorial conciliadora y transaccional con
el propésito de reclutar a las principales figuras politicas de Ia Isla para
la causa republicana. Guiado por tal voluntad, a los pocos dias, y bajo
la firma del propio Ildefonso Maffiotte, ensalz6 al que fuera alcalde de
Santa Cruz en Ios afios de la dictadura, Santiago Garcia Sanabria, soli-
citando su incorporacién a la vida piblica de la Repiblica. Pero éste,
censurado por haber dejado exhaustas las areas municipales, no sélo
rechaz6 la propuesta sino que, aprovechando 1a ocasiGn, marc6 distan-
cias con el republicanismo islefio”. Para colmo de males, los piropos dit
gidos a Garefa Sanabria, reportaron a “EI Dfa” fuertes censuras de amplios
cfreulos del republicanismo tinerfefio e, incluso, de “La Tarde” que, aun-
que marcadamente informativo y alejado de la politica de partido, en los
primeros aiios de la Reptiblica mostré un inequivoco compromiso con
el régimen. Por entonces, el diario de Ildefonso Maffiotte, tras recono-
cer que habfa salido malparado en la lucha politica®, habfa entrado en
56. Véase, por caso: Actualidades. editorial del 7-3-1932.
57. Véase: El Dia, 7 y 24-6-1932. p. 1 en ambos. En el primer numero arremete con-
ira Alejandro Lerroux; en el segundo elogia a Franchy y Roca a propésito de una entre-
Vista sobre el Estatuto Regional Canario.
58. Curiosamente, cuando Ia dictadura de Primo de Rivera daba sus primeros pasos, en.
concteto, a comienzos de 1924, Ildefonso Maffiotte habia promovido una cabecera de
titulacién antagénica, “La Noche”. que hacia gala a su hora de edicién, con la que también
suftié un rotundo fracaso.
59. Véase: El Dia, 13 y 15:
60. Ibidem, editorial del 7~
'-1932, p. | en ambos.
1932,
46una irreversible ¢ insostenible crisis que desembocé, como habria de
ocurrir al semanario “Actualidades”, en su desaparicién tras la irrupcién
del nuevo y flamante érgano del Partido Republicano Tinerfefo, el dia-
tio “Hoy”.
En esta ocasién, se trataba de un periddico gestado en el seno de un
partido que, en espectacular expansién tras In proclamacién de la Repti-
blica, ejercfa una hegemona apabullante en la vida piiblica, no sélo de
Santa Cruz, sino de las islas occidentales del Archipiélago. Dado que el
republicanismo en los afios de anteguerra, cuando estaba escindido y
confinado en Santa Cruz, habfa sostenido varios diarios que se codea-
ban con los principales periédicos del momento, los mentores del perié-
dico debieron pensar que en las condiciones de entonces habfa més razo-
nes para ejercer tal hegemonfa en la prensa tinerfefia. Para Nevar a cabo
su ambicioso proyecto, el partido promovid la sociedad “Editorial
Tenerife, S. A.” que, bajo la presidencia de Maximino Acea Perdomo,
doté al periédico con una infraestructura tecnolégica e informativa que
en nada tenfa que envidiar a la de los periédicos punteros del momen-
to. Dirigido por José Maria Benitez Toledo, el neéfito eché mano del
gancho del sensacionalismo abriendo, a su vez, sus paginas a la pro-
blemdtica extraislefia, aunque, evidentemente, tamizando todo ello a tra-
vés del prisma ideolégico de su compromiso. Con tales bases creyé que
podia hacerse un hueco entre “La Prensa” y “La Tarde”.
Pero de inmediato, “Hoy” entré en una paulatina crisis por la auto-
limitaci6n de su difusién a instancias de su militancia polftica, lo que le
rest6 ventas, captacién de anuncios y, en definitiva, recursos para asumir
su costosa edici6n. Para intentar salir del atolladero, sus mentores inten-
taron toda suerte de estrategias, tales como dar una batida en pro de
ptblico y publicidad, acentuar el sensacionalismo con recursos Itidricos
y tétricos, adquirir un cierto amarillismo, aumentar su paginado en una
vana huida hacia adelante y, cuando ya estaba exhausto, distender sus
ataduras polfticas*'. Su agénica existencia perduré mientras “Editorial
Tenerife, S.A.” equilibré, con derramas extraordinarias, su endémica cri-
sis presupuestaria. Pero tras Ja escisién del Partido Radical en Madrid
y, a resultas de ella, del Republicano Tinerfefio en la provincia, el inme-
diato descalabro en las elecciones de febrero de 1936 aconsejé a
“Editorial Tenerife, S.A.” acabar con la pantomima poniendo el punto
y final a la crénica de un anunciado fracaso periodfstico. Escarmentando
en cabeza propia, pues, el periodismo republicano comprendié que en
61. Véanse detalles en el articulo de Julio Antonio YANES MESA: EI diavio politico “Hay”.
tm anacronismo informative en Tenerife durante la I! Reptblica, en Anuatio de Estudios
Auldnticos, nv 38, Madrid-Las Palmas, 1992, pp. 603-640.
a7el panorama informativo islefio jamas podria recuperar el rol que juga-
ra en los aflos de anteguerra. Luego, con la desaparicién de las publi-
caciones sindicales y politicas del republicanismo tras la sublevaci6n del
general Franco, desaparecié todo rastro de periodismo republicano en la
Isla.
3. CONCLUSION
El somero repaso que acabamos de dar a la prensa republicana tiner-
feiia, nos ha puesto en contacto con mas de medio centenar de cabece-
ras gestadas, en coherencia con la desigual difusién del periodismo y del
republicanismo en la Isla, en un 78% en Santa Cruz; procediendo el
22% restante de La Laguna, La Orotava y el Puerto de la Cruz. Sincr6-
nicamente, se traté de unas publicaciones muy heterogéneas, unas dota-
das de un tfmido, y casi irreconocible, barniz republicano; otras mar-
cadas por un fuerte compromiso con la causa federal; algunas salpicadas
de un republicanismo de sesgo romantico, ajeno a la politica de parti-
do, que sofiaba con aglutinar a las fuerzas extrasistema; y otras, las més
humildes, reducidas al papel de portavoces de un determinado partido
o faccién. Pero todas, con ansias de encontrar una alternativa al falsea-
do turno de partidos. Diacrénicamente, hasta los afios de la guerra euro-
pea, sin poder ocultar los vaivenes coyunturales del republicanismo, el
sector vivi6 una tendencia alcista que reports a las publicaciones perio-
dicidades més continuas, formatos més robustos, permanencias mds pro-
longadas y orientaciones mas definidas, trayectoria imposible de trasla-
dar a gréficas por Ja gran cantidad de variables en juego. La coyuntura,
empero, tocé a su fin tras el estallido de la guerra europea, cuando el
periodismo republicano conocié un fuerte estancamiento que ningiin
nuevo acicate, ni la reinstauracién de la Reptiblica, pudo frenar.
Tal evolucién de la prensa republicana tinerfefia, tanto en ntimero
como en consistencia de cabeceras, es un indicador que, en modo algu-
no, resulta satisfactorio para calibrar la trayectoria global del republ
canismo en la Isla. En efecto, mientras su inicial explosién en los aiios
del Sexenio, cuando apenas habia tenido tiempo para asimilar su fun-
damento ideoldgico, nos habla de las enormes expectativas sociales que
abrié la opcién republicana tras el derrumbamiento del régimen isabe-
lino; el bache subsiguiente nos evidencia una crisis forzada por la cen-
sura, pero también por la defraudacién de las ilusiones que habia con-
citado el régimen republicano. Como si de un movimiento pendular se
tratara, con la permisiva ley de imprenta de la Restauracin recuperé
48importancia la prensa republicana para, poco més tarde, conforme cl
republicanismo comprobaba que el monolitico sistema del turno no deja-
ba resquicio alguno a las fuerzas extrasistema, entrar nuevamente en una
decadencia que la inmediata crisis finisecular acentué. Luego, confor-
me decursé la primera década del siglo actual, el sentimiento regenera-
cionista que invadié al pats sacé del letargo al periodismo republicano
hasta el punto de generar su periodo mas boyante. Pero a partir de
entonces, el republicanismo y el periodismo republicano disociaron sus
trayectorias.
La paulatina obsolescencia de la prensa republicana tras el estallido
de la guerra, debe atribuirse a la creciente importancia de los periédi-
cos informativos en la Isla, hasta entonces meras quimeras, que poco a
poco desplazaron a los politicos de la ciispide del sistema informativo
tinerfefio. Tal aspecto intrinseco a la Historia del Periodismo Canario,
més que la evolucién de la censura o los avatares del republicanismo,
marcé el sino ulterior de la prensa republicana en la Isla. Asf, cuando
la instauracién de la II Reptiblica volvi6 a resultar una alternativa ilu-
sionante en una coyuntura que, por si fuera poco, presenciaba el apo-
gco del republicanismo tinerfefto, la prensa republicana no pudo aban-
donar el papel marginal que el modernizado sistema informativo de la
Isla reservaba a la prensa politica. Y cuando intenté hacerlo, sufrié un
estrepitoso fracaso que a los propios contempordneos debié sorprender
pues, desde dentro de la coyuntura, carecieron de la perspectiva ade-
cuada para comprender que la etapa ideolégica del periodismo tinerfe-
jio, tras nacer desplazando a la literaria previa alld por los afios del
Sexenio y madurar en los de anteguerra, habia tocado a su fin en favor
de otra informativa. Y es que el periodismo tinerfefio vivid su propia
historia, la cual es necesario conocer para calibrar cualquier aspecto cola-
teral a su existencia.
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