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LAS MUJERES EN LAS CULTURAS PREHISPANICAS

LA COYA EN LA ORGANIZACIÓN DEL TAHUANTINSUYO

La historiografía vinculada al estudio del papel que jugaron las mujeres en la historia peruana es

aún limitada y de hecho, el caso andino no es una excepción y son pocos los trabajos que tratan sobre la

presencia de la mujer en el ejercicio del poder andino.

Definitivamente, una opinión distinta frente a esta temática es la de Espinoza Soriano para quien la

mujer estuvo subordinada al varón y dedicada exclusivamente a las tareas domésticas. Sin embargo,

menciona que, en algunos espacios políticos cuando el varón se ausentaba, era reemplazado por la

mujer en las tareas políticas. Espinoza Soriano, se refiere a la existencia de mujeres curacas en la costa

norte, como un caso en el que probablemente hayan llegado a tener autoridad debido a la ausencia de

herederos varones y porque los hombres del grupo se lo permitieron, puesto que, en general, postula

que las mujeres andinas no gozaron de tales privilegios .

Ahora bien, aun cuando nos parece, que si bien no es posible demostrar que las mujeres andinas en la

época prehispánica tuvieron una presencia política similar a la que ejercieron los varones, se puede

rastrear determinadas funciones políticas en las que la mujer de la elite participaba activamente y con

implicancias significativas.

En este trabajo nos interesa básicamente el caso de las mujeres incas y particularmente el de la Coya.

por ese camino, habría que entender que la división de tareas según el género que existía en los Andes

hacia la época incaica, implicaba también una distribución de las obligaciones relacionadas con el

poder, por lo que de la misma forma que se puede encontrar una dualidad «sexual» operando en el

mundo sagrado y en el universo socioeconómico, dentro de la organización del poder se da también

este dualismo sexual y existían atributos que se relacionaban tanto con hombres como con mujeres.
En ese sentido, parecería que la participación de la mujer en el manejo del poder estaba relacionada

principalmente con un protagonismo en los ritos que permiten el funcionamiento del poder , pues es en

el espacio de socialización que precede a cualquier convocatoria de energía y en la ampliación del

parentesco donde las mujeres tuvieron su más importante rol.

Y es que como vimos, pese a que un gran sector de la historiografía sobre los incas ha dado por hecho

que el poder político en el mundo andino e incaico estuvo vinculado básicamente al varón, en la

sociedad incaica la mujer de la elite tuvo mayor vinculación con el poder que la planteada por las

crónicas y los estudios al respecto.

La Coya

La Coya ha sido tradicionalmente entendida como una Reina a la manera europea. De hecho,

fue la esposa principal del Inca y definitivamente tuvo en el llamado Tahuantinsuyo determinadas

funciones que en el estado actual de las investigaciones sólo podemos intuir. Sobre el tema,

anteriormente Pease había planteado que se debía asociar a la Coya con un contexto ritual vinculado a

su vez con la emulación de la pareja primordial y los ritos agrarios de renovación que eran celebrados

anualmente .

Para Silverblatt la Coya, al igual que el Inca, debía ser elegida y asumía esta función la más capaz .

Al respecto, Betanzos nos manifiesta las posibilidades de casamiento que tenía el

Inca cuando se trataba de escoger a la Coya, y menciona que:...el ynga que ansié a ser señor tiene una

mujer principal y esta ha de ser de su deudo e linaje, hermana suya o prima hermana suya a la cual

mujer llaman ellos Piviguarni y la gente común como de tal mujer principal del señor llaman cuando

ansia la entran a saludar Paxxa Yndi Usus Capaicoya Guacchacoyac luna e hija del sol e sola reina

amigable a los pobres... .


Como se puede apreciar, la que se convertiría en hija del sol debía pertenecer, al igual que el Inca, a la

elite cuzqueña y además a su misma generación, pues la afirmación de Betanzos en el sentido de que la

Coya debía ser hermana del Inca, más parece una referencia a la generación a la que pertenecen que al

parentesco real como manifiesta Regalado .

Inca, este es el caso de Pachacutec, a quien el día que recibió la borla,... sus padres e deudos rogaron al

nuevo señor Pachacuti Ynga Yupangue que la tuviese por bien de rescibir por mujer de la tal su hija e

deuda y el nuevo señor como viese que era cosa que le convenía a él perteneciente dijo que la rescebía

por la tal su mujer... .

Se puede notar en esta referencia cómo la elección de la Coya involucraba necesariamente una

reestructuración de la elite, al encontrarse los parientes de la misma, luego del matrimonio,

probablemente en una situación de mayor privilegio al interior de elite cuzqueña. No debemos perder

de vista que definitivamente la alianza con los parientes de la Coya era algo que el Inca tenía en cuenta

a la hora de aceptar la propuesta, en este caso, el propio Betanzos afirma que Pachacutec vio que le

convenía aceptar a esa mujer por esposa.

León menciona que Inca Roca se casó con Nicay Coca cuando aún su padre era el Inca y que su hijo

Ynga Yupanqui, se casó con Mama Chiquia cuando Inca Roca todavía "gobernaba" .

Y es que tanto el Inca como la Coya posiblemente actúen juntos en el proceso sucesorio y, como la

propia Coya influía en la posición de su marido dentro del proceso sucesorio, su elección debía ser

anterior. Por ello es posible que lo que los cronistas describen como el matrimonio del Inca el día en

que asume la borla, sea simplemente el ritual de formalización de la pareja principal del Tahuantinsuyo,

y que la unión se realizaba probablemente cuando éstos se encontraban en la segunda diarquía10.


En los últimos años, amén de la tesis de la doble descendencia, se desarrolló la idea de la existencia de

una organización jerárquica liderada por la Coya y que involucraba a todas las mujeres del

Tahuantinsuyo.

Cieza al mencionar que luego de "pacificar" el Collao, Topa Ynga fue recibido en el Cuzco con una

fiesta: "...y la Coya, su mujer y hermana, llamada Ocllo, hizo por sí grandes fiestas y vayles." . Sin

embargo, debemos tener presente que, pese a existir referencias en las que se encuentre a la Coya a la

cabeza de determinadas celebraciones en las que se encuentra únicamente a mujeres, éstas pueden

corresponder a un mismo ritual en el que se involucraba a hombres y mujeres y que expresaba, en la

división, la existencia de la oposición ritual masculino-femenino.

Funciones de la coya

Obviamente, parte de estas informaciones pueden vincularse con una probable influencia

occidental en la que la Coya estaría actuando como una Reina europea y, por tanto, interviniendo en

ciertas acciones de gobierno.

Sobre las funciones de la Coya, Betanzos menciona el caso de Tupac Inca

Yupanqui, quien al estar anciano encargó...que tuviesen cuidado de mirar por su mujer Mama Ocllo

madre del Guaynacapac y que la respetasen todos como a su señora y madre y que lo que ella dijese y

rogase pareciéndoles que era cosa que conviniese al bien del Cuzco y sustentación que lo hiciese el

tiempo que ella viviese y después de sus días que le hiciesen bulto de oro y que le hiciesen la fiesta de

Purocaya con todas sus solemnidades y sacrificios..." . -cómo le vieron- que ayunase lo acostumbrado y

recibiese la borla que darle querían.

Ciertamente no se puede asumir que realmente la sola intervención de la mujer mencionada en la cita

anterior -seguramente la Coya- haya solucionado el problema de la sucesión, pues se sabe que este

asunto requería de un complejo proceso de selección. Sin embargo, lo que sí parece claro es la radical
intervención de la mujer en este contexto, situación que nos confirma su participación política.

Guamán Poma como una desidia en la actitud de las mismas como el caso de Mama Cora Ocllo Coya,

quién, en opinión del cronista,... de puro mísera no estaba bien con sus vasallos, y de ello no le hacía

tanto caso los señores y principales grandes; de todas las riquezas y comidas mandaba encerrar en el

depósito, allí se pudría y acababa .

Es probable que algunos de los "cambios de Coya" que se mencionan en las crónicas sean producto de

un descuido en las "funciones" que éstas tenían dentro de los rituales relacionados con la redistribución.

En ese sentido, cuando Guamán Poma menciona a Cusi Chimbo Mama Micay Coya, la sexta Coya en

su relación, afirma que era:...amiga de cantar y música y tocar tambor, hacer fiestas y banquetes y tener

ramilletes en las manos. Gran señora y gobernaba y hacía mercedes y fue casada con Inga Roca.

Rimay Coya, tomó luego por Coya a Raua Ocllo pues la anterior no le había dado un hijo varón; por

eso es que Topa Cusi Gualpa, hijo de ésta última se convirtió en el Inca 

La sacralidad de la coya

De hecho, como vimos anteriormente, la sacralidad es una de las características de la autoridad

andina. En este caso, el carácter sagrado de la Coya, es bastante preciso y la identificación de la misma

como huaca, la encontramos, por ejemplo, cuando luego de la muerte de Mama Ocllo , se celebró la

fiesta de Purucaya, y luego de dos meses de celebraciones,...hicieron un bulto desta Mama Ocllo y

pusiéronlo en su casa y pintaron una luna en el lugar do estaba la cual quería decir que aquella señora

iba do el sol estaba su padre y que era otra luna.


Definitivamente, es clara la asociación que se hace entre la figura de la Coya y la luna, la misma que

corresponde formalmente a la dualidad que forman el Inca y el Sol, hecho que concuerda con la idea de

huaca con la que se puede asociar a la figura de la Coya. Asimismo, las plumas, que aparentemente se

relacionan con el poder, dada su asociación con lo femenino son usadas también por las Coyas hecho

que registra Murúa al mencionar que Ipahuaco tenía en el palacio donde vivía aves para sacar plumas

de ellas.

Evidentemente, lo que Cieza menciona es el proceso de conquista ritual del Inca como la Coya realizan

este proceso acompañados de hombres y mujeres de elite respectivamente.

Existen asimismo otras asociaciones que permiten definir claramente la sacralidad que encierra la

figura de la Coya, por ejemplo Martínez señala, a partir de la información de Oviedo, que cuando

Chimpu Ocllo salía el camino era cubierta de mantas «porque no pisase la tierra»" hecho que

concuerda plenamente con la idea de "aislar" a las autoridades y huacas.

LA PROSTITUCIÓN EN EL INCARIO

Pampayruna era la «mujer pública», según el Inca Garcilaso de la Vega. Sorprende la

afirmación del mestizo cronista, dado que todos conocemos que su tendencia es más bien a idealizar el

Incario, a verlo en la forma en que seguramente lo entendían los aristócratas orejones imperiales

cuzqueños, de quienes descendían por línea materna. Por otro lado, también tuvo fallas de

temporalidad.

La Prostituta
La mejor definición sigue siendo la de Justiniano, el emperador de los códigos romano-

bizantinos: «mujer que se entrega por dinero y no por placer».

En la sociedad incaica no hubo dinero, ni nada que se le pareciera. Tampoco se requería de prostitutas

en los palacios, donde menudeaban las favoritas y ciertas accllas estaban para favorecer la poligamia

señorial.

Además, las fiestas religiosas y las demás celebraciones agrícolas y ganaderas ayudaban la liberalidad

en las costumbres, como en todas las sociedades más antiguas y como venía ocurriendo hasta hace

poco tiempo en zonas quechuas, aimaras y selváticas del país.

Es confusión de conceptos muy propia de rígidas sociedades patriarcales: él tenía herencia incaica y

española, ambas con predominio del varón.

También resulta muy factible que las prostitutas que aparecieron tras la Conquista Española, a las

cuales se llamó, en efecto, con el quechuismo pampayrunas, aumentasen la confusión señalada. Hecho

que, además, es el resultado del recato que tuvo siempre Garcilaso en torno al sexo.

Los Hechos

Garcilaso, que se alejó joven del Perú, en 1560, tuvo algunos olvidos y yerros, como todo ser

humano, y a veces se guio por referencias de terceros, no suficientemente comprobadas o imposibles de

verificar.

Resulta así inevitable confrontar lo que sostiene Garcilaso con lo que afirman otros cronistas muchos

más antiguos que él. Lo que resulta incontrastable es que recién tras la Conquista Española y a través

de una economía que empezaba a monetizarse y, sobre todo, con el derrumbe cataclismo de las

prostitutas indígenas solo pudieron surgir tras la conquista española, y a través de una economía que

empezaba a monetizarse y, sobre todo, con el derrumbe cataclísmico del antiguo régimen social

surgieron las prostitutas en buen número debido a la miseria generalizada. Poma de Ayala incluye en su
obra dos dibujos en los cuales un negro pasa una moneda a una india, demandándole sus mejores

caricias; y a un español o criollo haciendo un gesto obsceno a una mesalina mestiza muy bien ataviada.

Otras Fuentes

Imperio de los Incas; al contrario, muchas son las que expresamente lo niegan. Guaman Poma

expresaba con orgullo que en el Incario no había "ni putas, ni putos", aunque por cierto no negaba

festines y liviandades de la nobleza cuzqueña.. El conquistador Mancio Sierra, que falleció de avanzada

edad, no puede menos que reconocer, aunque exagerando, que en el Imperio que ayudó a subyugar "no

había ladrón ni mala mujer". Reparemos en que los españoles, al principio, usaron sin escrúpulos

determinadas creencias ingenuas de la población nativa; en este caso la convicción inicial de que los

conquistadores eran semidioses y que nada malo había en unirse con ellos; al contrario, fue sentimiento

muy común, inicialmente, entre mujeres de etnias sojuzgadas por los Incas. Era, además, la ley del

vencedor. El más famoso caso es el de la orgía realizada en la misma iglesia principal del Cuzco por el

capitán de todos los ejércitos españoles del Perú, Hernando Pizarro, el auténtico dueño del país, mucho

más que su ilegítimo, iletrado y dubitativo hermano, Francisco, el

Gobernador, muchísimo mayor.

No Hubo Prostitutas En El Incario

El más antiguo entre los españoles que tocaron el tema de la prostitución es Cristóbal de

Molina, llamado «El Almagrista», quien en 1553 afirmaba con toda razón y con extremada claridad:

«...y la india más acepta a los españoles; tendencia insultante hacia las mujeres. En realidad, tal

sustitución de conceptos ha existido en toda la historia patriarcal de la humanidad, merced a un doble y

absurdo código ético. Garcilaso fue arrastrado por esta tendencia, pues era cristiano muy observante y
hasta pudoroso frente a las mujeres, y fue quizá el factor que lo llevó finalmente a vestir hábito

religioso.

Livianas, Nada Más

Esta hipótesis aparece confirmada por el hecho singular de que el primero que escribe la palabra

pampayruna es Pedro Cieza de León en 1551, sesenta años antes de Garcilaso.

Seguramente muchísimas de ellas - como hemos dicho ya - creyeron hallar su libertad yéndose tras los

españoles, vistos, además, como semidioses en aquella etapa inicial de la desintegración del Incario.

Máximo, Rumiñahui las acusó de infieles y hasta ligeras.

Tanto Mujer Como Hombre

La segunda referencia cronológica a pampayruna es lingüística. Tampoco en este registro

quechua indica prostitución. Al igual que en el ejemplo de

Cieza, el vocablo apenas revela liviandad y, asunto importante, liviandad tanto femenina como

masculina.

Santo Tomás señala que pampayruna es «hombre dado a mujeres o mujer dada a hombres». Alúdase

pues a liviandad y aún lujuria, en cualquier sexo. Ni remotamente se refiere a la prostitución, que como

hemos señalado, tiene como eje el cobro de los servicios sexuales.

Quechua, en 1619, dijo que la «hayhayñic huarmi» es la «mujer de todo, vil y fácil» y señala ya a la

pampayruna como «ramera» momento en el cual tenemos, nos parece, el asentamiento por escrito,

definitivo, del quechuismo colonial que, usado antes sólo oralmente, había llegado ya a España, a

través de cartas, en su nueva significación, engañando a Garbillado. Ya circulaban por entonces en el

trato diario entre españoles y mestizos, negros y seguramente indios y se refería a las prostitutas
propias de la Colonia, vale decir, en el quechua hablado por los mestizos, criollos y seguramente un

sector nativo impresionado con el poder casi mágico de las monedas.

Conviene, asimismo, reiterar que runa, como bien se sabe, es voz quechua que designa al ser humano

en general y no solamente a la mujer.

LA MUJER EN LA VISIÓN DE LOS CRONISTAS

LA MUJER INCA EN LA CRÓNICA DE GUAMAN POMA DE AYALA

La historiografía latinoamericana emplea cada vez con mayor frecuencia las crónicas del siglo

XVI y XVII, como importantes documentos para el estudio tanto de la época de la invasión como de la

colonización española, hecho que se revela en la permanente publicación de nuevas ediciones gracias al

esfuerzo de investigadores, que en el caso de la región andina, se dedican a la Etnohistoria.

Francisco Toledo en el siglo XVI; y también en el siglo XVII cuando el Duque de la Plata organizó

nuevas visitas generales en el virreinato del Perú. La historio-grafía andina y más claramente

historiadores como Pease, Rostworowski, Ossio, Murra, Lohmann Villena y otros, le asignan una gran

importancia a la combinación entre crónicas y visitas para obtener una mayor fidelidad histórica.

Pero en este trabajo hemos optamos por las crónicas de un autor, otorgando más peso al aspecto

descriptivo y etnográfico como a la complementación icono-gráfica de las cuestiones que abarca, sin

preocuparnos mucho por su fidelidad histórica. En este sentido, abordamos solo la cuestión relativa a la

mujer inca en la sociedad andina descrita en Nueva Crónica y Buen Gobierno, sin considerar que

Felipe Guaman Poman de Ayala es uno de los más discutidos cronistas de la época por tratarse de un

nativo; es decir, de un verdadero hombre andino. Pretendemos mostrar la mirada de este cronista sobre
la sociedad en la que vivió y describió, tomando en cuenta su ambigua identidad cultural en su

intención de retratar a las mujeres de los Incas.

Al estudiar a este cronista, a través de la historiografía andina, afrontamos un reto para tratar con

precisión las informaciones tanto de su vida como de sus escritos respecto de la sociedad andina, sobre

todo en la edad que posible-mente escribió esa obra convertida en una de las fuentes fundamentales

para el entendimiento de la sociedad andina de la época inca y del siglo XVI, a pesar de sus

contradicciones.

Según gran parte de la historiografía, estamos frente a un "escritor" andino que pretendía escribir al rey

de España Felipe III, dando cuenta de los abusos cometidos por los españoles. Pero la ambigüedad de

su relato no permite saber si acusaba o defendía a los españoles1, y cual era su posición frente a la

invasión y la colonización. Franklin Pease, en su excelente prólogo al libro de Raúl Porras

‘hijos del sol’? Es posible que el arreglo narrado por el Inca escritor sea obra del propio Garcilaso,

como una manera de presentar el mito a los lectores europeos. Por ello conviene buscar otras versiones

más andinas del relato de la fundación"5.

Y, cita como el mito más andino sobre el origen de los Incas, – y por consiguiente más auténtico - el

mito de los "hermanos Ayar", que salieron de una gruta llamada Pacaritambo, que traduce como Posada

de la producción, Posada del Amanecer o Casa del Escondrijo. Los hermanos, cuatro mujeres y cuatro

hombres, cuyo origen también fue explicado por diferentes cronistas como de generación espontánea,

habrían iniciado un largo camino por los Andes en busca del lugar ideal para crear su civilización.

Guman Poma de Ayala también se refiere a ese mito y lo describe lleno de ricas imágenes no sólo

literarias sino iconográficas. Se trata de una pareja de hermanos que tras mucho deambular llega al fin a
una especie de "tierra prometida" que sería llamada de Cusco, la capital del gran Estado Inca. Y, de una

relación incestuosa entre madre e hijo, se inicia la etnia de los Incas y sus Coyas.

Sin embargo, lo más interesante en Poma Ayala, es la analogía que hace del origen del mundo andino y

de las especies con los relatos bíblicos de los colonizadores. Otorgando así, un carácter sincrético a la

descripción sobre el origen de los Incas, lo que se observa en toda su obra. En otras palabras, confunde

los mitos de su cultura incaica y los mitos que le transmitieron los españoles al presentar el mito inca

como la representación de Adán y Eva en los Andes.

También queda evidente en su relato que pretendía impresionar al monarca español, a veces tratando de

valorar la cultura inca, y otras criticándola, como cuando describe la vida ‘sin reglas’ de los ‘capitanes’.

Tawantinsuyo. María Rostworowski advierte que este es un concepto eurocéntrico y que los Incas

nunca constituyeron un imperio o reino, sino un gran Estado: el Tahuantinsuyu.13

Los cronistas de la época de la invasión fueron unánimes al usar términos eurocéntricos para escribir

sobre el Tawantinsuyo, porque su único paradigma era el europeo, y además porque no tenían la menor

noción de alteridad, desconociendo o no queriendo reconocer a otra cultura y otra sociedad, cuya

originalidad, riqueza y sofisticación cultural sobrepasaba a su mundo europeo.

Señala que la elegía a Atahualpa sólo aparece en el siglo XVIII y que el mito de respecto a las mujeres,

Guman Poma de Ayala no consignó en su crónica a las del pueblo, sino que describe solamente a las

mujeres de los Incas. Así, su relato es una sucesión de las Coyas, esposas principales de los Incas, pero

sin mencionar a las ‘esposas secundarias’, puesto que la clase dominante incaica practicó la poligamia.
 Fue casada con Sinchi Roca Inga , y con alegre cara gobernaba a sus vasallos y le regalaba, y

muy querida de su marido.

Ocllo, y Cápac Uari Tito Inga, y Topa Amaro Inga. Esta señora fue muy rica, dejó toda su hacienda al

Sol y a la Luna. En su tiempo de su marido y de ella nació Nuestro Señor Jesucristo y murió y resucitó

y subió a los cielos y fue enviado el Espíritu Santo y se repartió a todo el mundo los apóstoles y así

vino San Bartolomé a este reino de las Indias en este tiempo de Chinbo Urma".

Fue casada con Lloque Yupanqui Inga y así tuvo infantes hijos Mayta Cápac Inga, Curi Chinbu, Mama

Yachi Urma, con ello tuvo otros infantes, los cuales sus hermanos ellos los mataran por quedarse en el

reino solo su marido; y por mandado de su marido; esta señora hacía muy grandes daños.

Coya y del mismo padre Sinchi Roca Inga. Tal vez por ser hijos de Incas, el cronista veía ese

casamiento como una tradición cultural, sin hacer ninguna comparación con la cultura europea que

tanto admiraba.

"La cuarta coya Chinbo Mama Yachi, reyna coya, fue algo fea y morena y bizarra; amiga de salir a la

visita de otras señoras principales y holgarse con música; fue mujer de Mayta Capac Inga; esta mujer

dicen que siempre hurtaba hacienda de su marido para darles a las viejas y viejos y a los pobres, pero

servía a los pobres que no a los principales.

" y se cubrió todo de luto cuando murió su marido en tiempo de la conquista de los cristianos. Y no se
escribe de su hijo ni hija, ni lo había legítimos ni bastardos, y así en este rey y reina, Inga, Coya, se

acabaron los reyes Ingas".

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