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1 Rehabilitación psicológica del traumatismo

físico y la incapacidad
David W. Krt,eger, M.D.

Introducción
Durante su infancia, niñez y adolescencia, los individuos van
dominando sus cuerpos, su realidad y sus emociones siguiendo una
secuencia. A partir de la mitad de la vida, los escalones conducen en
dirección contraria (Valliant, 1979). No son sólo los niños y los viejos
quienes han dc luchar por dominar sus cuerpos; también han de hacerlo
los incapacitados físicos. Las cosas que antes se daban por supuestas
(inclinarse, subir a una acera, darse la vuelta en la cama duranteh noche,
limpiarsc una lágrima con la mano) no pueden ya considerarse como cosa
hecha, como conductas automáticase El ciclo mismo dc la vida se
contempla desde una nueva perspectiva, ya que quizá décadas de vida
que de otra forma transcurren lentamente se comprimen en unos meses o
en unos momentos.
Hacia la mitad de la vida las personas reconocen que cl número de
días del ayer es superior al de los que quedan por venir. Cuando se
padece una incapacidad traumáticamente inducida, también los días del
mañana se hacen cualitativamente distintos.
Cuando se sufre una amenaza sobre la propia vida o una experiencia
que se asemeja a la muerte, la ilusión de intemporalidad e inmortalidad
se desvanece cruelmente. El valor adaptativo que supone prever la
gradual disminución dc la función física conforme avanzan los años
resulta claro cuando se hacen estudios de pacientes a los que no es
aplicable tal adaptaciÓn.
En la vejez, la tarea constste en «sustituir los ultrajes de la decadencia
física por un sentido de la propia valía capaz dc resistir todos los emba
tes» (Valliant, 1979). Cuando se padece una incapacidad física, el
proceso de duelo y adaptación graduales que dura toda una vida y
permite adaptarse al envejecimiento y a la disminución de las funciones
suele quedar comprimido traumáticamente a unos instantes. En igual
medida, las tareas, tanto emocionales como físicas, de la rehabilitación
han de condensarse en un breve espacio de tiempo.

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etnoctoti.ll

El efecto de física sobre la autoformación

Es bien conocida la fortna en que tina enfermedad o deformidad


del tiltio ee integra en un concepto dcl propio «yo» y se convierte, con
frecuencia, en el punto focal dc una atribución de anormalidad y
deficiencia, La respuesta a una deformidad o incapacidad física suele
ser, para cl niño, un trato especial desde una actitud de que es «algo
especial". Ese trato especial puede consistir en considerar al niño
como algo delicado, frágil y necesitado de un exceso de protección,
con lo que se le imbuirá de un doble sentimiento, dc ineptitud e
inadecuación, y a la vez dc tener derecho a todo.
Cuando salió dc la universidad, una paciente afectada de deformidad de la
columna vertebral que había sido corregida quirúrgicamente varios años atrás,
experimentó el resurgir dc sus sentimientos infantiles,
creyéndose con derecho a todo y considerándose un ser especial; en
consecuencia, esperaba que los empresarios llegarían a su puerta para ofrecerle
un puesto especial a medida de sus esperanzas. Cuando no ocurrió tal cosa, su
desencanto y-strrabia fueron„tremendos a respuesta de cada uno de los
miembros de la familia del paciente la conforman componentes que se tejen
en un punto _de_ vista del_propio «yo» que incorpora, además, la incapacidad
o el defecto. Lo importante para el ruñcrno es-sólo.el trauma y la pérdida, sino
su interpretación personal de la causa y el significado de tales
acontecimientos.
Un defecto adquirido tempranamente tiene Importancia
organizativa para gran parte del desarrollo del niño (Niedcrland,
1965)- Los defectos físicos que se contraen cn los primeros años de la
vida seguirán siendo con toda probabilidad un área de conflictos no
resueltos y su resultado vendrá dado con frecuencia por una imagen
corporal y una autoimagen deformadas.
Para cl niño, un factor de capital importancia en la percepción
psicológica de un defecto físico cs la actitud que muestren sus padres
ante éste (Lussicr, 1980). Lussicr hace hincapié en el hecho de que la
actitud de los padres, y de la madre en especial, puede tener más
importancia que el propio defecto. Ilustrando esta teoría con un
paciente de trece años que había nacido con los brazos muy cortos,
Lussicr dice: «Parecía que el chico había necesitado la confianza de
su madre mucho más que (...) unos brazos normales. Su prolífica
vida fantástica resultó ser un heroico intento por darse a sí mismo la
confianza y el ánimo que no lograba proporcionarle su madre,
constituyendo una vía segura para obligar al mundo exterior a darle
satisfacción, De una falta de orgullo por parte de su madre, de una
tremenda ausencia de estímulo primario en su progenitora, es de lo

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incapacidad
que se quejaba en lo más profundo de su ser, y no de su incapacidad
física.»
La percepción individual del propio cuerpo, así
como la realidad exterior a la que responde el individuo, hombre o
mujer,sdesde el momcnto de su nacimiento, es singularmente
subjetiva. El propio individuo

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'l'raumatismo físico c

la crea y le da fortua. Los niños llegan a percibirse a sí mismos en gran


medida tal y como sus padres les perciben. Por Otra parte, no sienten un
cuervo defectuoso como tal, sino como algo «normal», pues no cn
vano cs la única realidad que conocen. Cualesquiera aspectos de un
niño qué sus padres no reconozcan, y a los que no respondan ---como
la ira, el deseo de autonomía o un defecto físico— no puede
garantizarse que adquieran existencia psicológica para el niño, y no
se pueden incorporar a su autoimagen y repertorio dc respuestas. Los
niños dependen de las respuestas cnfáticas reflejas de sus padres para
desarrollar un sentido coherente de sí mismos, y en gran medida llegan a
verse tal y como perciben que sus padres les ven,
A Io largo de muchas y extraordinarias odiseas dc la vida, las
personas con deformidades físicas han sido capaces de adaptarse a
circunstancias anormales y extremas con extraordinaria visión y éxito
cuando, durante su crecimiento, fueron tratadas dentro de lo posible en
términos de igualdad con los demás. Un ejemplo de lo que decimos
fueron los hermanos siameses originales. Su madre, al tiempo que les
cuidaba celosamente, se preocupó de que crecieran tan normales y tan
similares a todos los demás niños como las circunstancias Ilo
permitieran. Bien puede suponerse que sus vidas, activas y llenas de
éxito, sus matnmomos y sus familias, y la ausencia de aparentes
neurosis o trastornos mentales se basaron en este tipo de aceptación en
sus edades precoces.
Con una mayor estabilidad, una edad más avanzada y una madurez
del desarrollo, está garantizada uní mayor inmunidad ante los
trastornos emocionales graves debidos a una pérdida física. El impacto
de un defecto debe ser reconocido por su influencia actual sobre cl
funcionamiento y por las consecuencias subsiguientes sobre el
desarrollo en cualquier edad y fase de la vida.

Se puede considerar la Importancia psicológica de los defectos


físicos merced al grado de incapacidades emocionales y aspectos
compensatorios que producen, según los defectos físicos sean
menores, moderados o graves (Castelnuovo-Tedesco, 1981).

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Entre los defectos menores se incluyen los labios apenas dibujados,
una ligera escoliosis, una mancha en la piel, las orejas sobresalientes o
incluso una visión defectuosa que exija usar gafas. Estos defectos no
causan una incapacidad física propiamente dicha, y su Importancia es
más emocionalmente simbólica que físicamente realista. Tales
defectos menores podrían convertirse entonces en el recipiente, o en la
explicación, de otros problemas percibidos, reales o creados, con lo
que se llcga a un proceso causa-efecto. Es importantereconoceren
quéforma_tiene consecuencias cualquier defecto físico o situación
física extrema, por

muy pequeños que scan, sobre la propia estima, cl autoconcepto y el


narcisismo_dc un

Entre los defectos de moderada gravedad se encuentran los


congénitos o perinatales, como por ejemplo un pie deforme, la
escoliosis grave o la carencia de extremidades; todos ellos son
visibles y representan un

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Rehabilitación
emocional

impedimento definido y concreto. Paradójicamcntc, estos defectos sue_


len llevar asociada una menor patología neurótica o narcisista que los
menores. Tatnbién pueden incluirse en esta categoría los defectos adqui_
ridos, tales como la paraplejía, la amputación dc un miembro y las en_
fermedades neurotnuscularcs, Con un defecto moderado dc este tipo, la
persona, hotnbre o tuujer, puede delimitar y circunscribir con mayor
precisión su dificultad y percibir con más claridad qué es lo
que Sc debe, y qué cs lo que no se debe, a la incapacidad. Se halla ante la
posibilidad de hacer hincapié en superar las limitaciones impuestas por la
realidad y con ferir menos valor a la importancia simbólica del defecto, El
acento lo puede poner cn la incapacidad real y en la posibilidad de una
adaptación máxima mediante un esfuerzo especial. En este grupo se
encuentran, por lo general, aquellas personas que han alcanzado
importantes logros, fuera delo comÚnv pese a su limitación física. Se
pueden crear mecanismos alternativos y compensatorios a partir de la
reanudación de los compromisos vitales, profesionales y familiares, hasta
lograr sorprendentes mctas Intelectuales y creativas. Lord Byron cruzó a
nado el Helesponto pese a su pie deforrne. A pesar de su ceguera, Sam
Millsap logró el récord nacional norteamericano en los 100 metros lisos. La
historia está repleta de ejemplos semejantes.
Los defectos graves son evidentes. en casos como los del paciente
que ha sufrido quemaduras con pérdida dc miembros y marcas faciales,
el cuadripléjico que ha perdido parte de su capacidad intelectual a causa
de un traumatismo, u otros sujetos con deformidades mutilantes y
desfigurantcs. Con estos pacientes sólo será posible uêê
recuperacióxvlimitada, pese a_los masivos—esfuerzos per rehabilitarles.
Los logros compensatorios en este grupo son más raros. Muchos de estos
sujetos, incluyendo el enfermo crónico y progresivo, están afectados y
absorbidos en sí mismos i a causa dc su enfermedad.
Como se ha demostrado cn muchos encuentros terapéuticos con
pacientes, para que se origine una imagen corporal deforme, incompleta
o frágil en la que el individuo, hombre o mujer, se vea a sí mismo
inestable, imperfecto o particularmente vulnerable, no es preciso que
exista un daño o defecto físico. Algunos de los problemas terapéuticos
más persistentcs se dan cuando la impresión de ser imperfecto o frágil
se apoya en un daño o defecto físico, ya que éstos aportan una
evidencia irreductible de incapacidad.

e Importancia del traumatismo o defecto

Castclnuovo-Tedesco (1981) señaló que la importancia y el impacto


de las consecuencias psicológicas de un traumatismo y defecto físico
pueden depender de alguna combinación de los siguientes elementos:

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físico incapacidad
1) momento en que se contrajo el defecto (especialmente con
respecto a la etapa del ciclo vital)

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Traumatismo e

2) tamaño y localización del mismo


3) efecto sobre la salud en general
4) alcance dc la lesión
5) dcfccto intcrno/cxtcrno; visible/invisible
6) permancntc/tcmporal/puede recuperarse físicamente
7) predecible/impredecible
S): si implica pérdida/adición de partes corporales
9) naturaleza dcl traumatismo
10) posible recuerdo consciente del traumatismo
11) personalidad/psicopàtología previa del individuo
12)? pérdidas anteriores"
Las cuestiones referidas a pérdida y traumatismo adquiridos no Vienen al
caso si el defecto es congénito o perinatal. Aun cuando la pérdida propiamente
dicha no constituya un problema en sí mismo, el defecto seguirá tejiéndose
intricadamcntc cn la autoimagen. También puede convertirse en una especie
de percha dc la que se cuelgan diversas dificultades y fallos, además de ser
una fuente de comparación con los demás y de envidia hacia éstos.
En Jas lesiones adquiridas hay Siempre un elemento de traumatismo físico
y de trauma emocional. Las pérdidas físicas (de sensación, movilidad,
funcionamiento sexual,' facultad cognoscitiva y control de los intestinos y la
vejiga) pueden ser simultáneas con las pérdidas emocionales de status y
función laboral, cambios en las metas presentes y futuras y
descenso dc la propia estima.
Si el defecto físico se adquiere por un proceso traumático o pat016gi• co, es
importante conocer con qué fase del desarrollo interfiere, y si estuvo precedido
o no por pérdidas importantes. Teniendo presentes los factores citados en su
calidad de determinantes del impacto emocional del traumatismo y la
incapacidad, las fases del ajustc psicológico de cada individuo cobran una
elevada significación en el trabajo clínico.

Fases de ajuste psicológico

El individuo se abre paso y progresa pasando por las fases normales y


esperables de adaptación en un momento de traumatismo e Incapacidad
físicos; Todas las fases expuestas, cinco, suelen estar presentes, de una u
otra forma, en la• elaboración psíquica saludable y adaptativa de la
incapacidad física. Sin embargo, estas fases no son, por lo general,
nítidas, precisas y progresivas. Los obstáculos para la rehabilitación
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Rehabilitación
emocional suelen manifestarse a través de dificultades para hacer frente a una dc
csas fases, o de una persistencia de alguna de ellas que impida avanzar hacia las
restantes. Según Kruegcr (1981-1982) se pucdcn conceptualizar
como:
1) shock
2) rechazo

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etnocton.ll

3) reacción (leprcstva
4) reacción contra la independencia 5) adaptación.

«shock»

El shock cs la reacción inmediata ante un traumatismo. Se trata de un


estado caracterizado por una evidente falta de integración de un nÚmero
excesivo de estímulos. Inicialmente, el individuo es incapaz de asumir o
comprender la magnitud o gravedad de lo sucedido o sus consecuencias.
Tal estado de embotamtento pucdc scr tanto emocional como físico y durar
desde unos instantes hasta varios días. Los miembros del equipo de
primeros auxilios suelen ser los únicos, aparte dc la familia, que observan
lo que le sucede al paciente.

Rechazo Una reacción omnipresente es la de rechazo. La no


aceptación de los hechos resulta, inicialmente, bastante
lógica, ya que acoger un cambio corporal tan repentino y riguroso en
su.propia imagen corporal y en el concepto que el paciente tiene de sí
mismo escapa ala capacidad de muchas personas. Es casi imposible
que el sujeto comprenda que permanecerá incapacitado para siempre.
El rechazo puede incluir la idea de mantener que la recuperación será
vigorosa y completa. Es importante que el profesional que ha de tratar
al sujeto afectado reconozca que el rechazo es un mecanismo de
defensa necesario en las fascs iniciales de la recuperación. El período
de rechazo se puede prolongar durante unos pocos días o varias
semanas, aun en el caso dc que el proceso de adaptación sea normal.
Junto a la negativa a aceptar que el defecto sea grave o irrcversible se
presenta la esperanza de que en el futuro podrá solucionarse la
incapacidad.
El rechazo permite que el individuo actúe como si nada hubiese
cambiado, como si no hubiera sufrido pérdida alguna. La aceptación

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físico incapacidad
de la realidad y el rechazo o la renuencia por las que pasa no son
repentinos y totales, no plantean una alternativa todo o nada, sino que
tienden a oscilar con arreglo a una pauta que se va dibujando
gradualmente y. que responde en esencia a rasgos individuales (Horowitz
y Kaltreider, 1977). Dc hecho, estas experiencias intrusivas de rechazo y
aceptación alternativos son los elementos esenciales de los trastornos
postraumáticos (Steiger, 1976).
Hasta el momento, durante esta fase dc la respuesta no hay depreSión.
El rechazo ha asegurado que ésta no exista ya que no hay conocimiento
consciente de la permanencia o gravedad de la pérdida. La depre Sión, es
decir, la respuesta al reconocimiento de la pérdida sufrida, se

Traunv,ltjsrno e
detnora hasta que cl paciente se da realmente cuenta del alcance dc su dilema
y reconoce que ha sufrido una pérdida irreparable.
Aunque cl proceso dc rechazo es adaptativo y protector para ascgurar que
el paciente no se vea abrutnado inicialmente, es necesario que con el tiempo se
suavice a fin de permitir que el sujeto comprenda y asuma la pérdida,
reconociendo sus consecuencias. Sólo en caso de que el rechazo resulte difícil
de adaptar c interfiera con los esfuerzos rehabilitadores deberá optarse por la
intervención. Su persistencia puede hacerse evidente en los sueños dcl paciente,
cn los que actúa como si nada hubiera pasado; en la persistencia de dolores
inexistentes más allá de su alcance físico, que aseguran cierta sensación dc que
el miembro sigue estando intacto, o en la manifestación de fantasías que
resaltan que la función perdida continúa presente. El rechazo se traduce
igualmente en el comportamiento.
El paciente que ha sufrido una lesión en la columna vertebral puede olvidar
que debe erguirse para aliviar el punto de presión, dando lugar a ulceraciones
en la piel, o tal vez olvide vaciar la vejiga cn cl momento apropiado (Stewart,
1978). El que ha perdido un miembro tenderá a levantarse de la cama y
descender de ella, y lo único que conseguirá será caerse y enfrentarse al hecho
de que la pierna con la que intentaba apoyarse en el suelo ya no está allí.
Puede que la familia entre en colisión con este rechazo por falta. de adaptación
dándole falsos ánimos y asegurándole que todo volverá a la normalidad,
resistiéndose a adaptar el hogar a las necesidades del lesionado.
Hay que diferenciar entre las expresiones de esperanza y las de rechazo. Si
aquéllas están basadas cn cosas potenciales y metas realistas, no deben tratarse
como falta de adaptación. La esperanza realista, que actúa como fuerza
motivadora positiva, a veces es disminuida peg_el pysonal clínico que actúa
con falta de tacto, interfirtcndo así la plena
dedicación a la actividad rehabilitadora. Se puede transmitir una esperanza
realista sin reforzar el rechazo o la falta de adaptación. Las expresiones de

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Rehabilitación
esperanza tendentes a establecer el auténtico potencial no deberían ser
motivo_de confrontación.

Reacción depresiva
El rechazo da paso gradualmente a un reconocimiento y una comprenSión
más plenos de la gravedad y alcance de la pérdida o enfermedad. En este
momento surgen el duelo y la depresión. Hasta entonces, el rechazo no se ha
producido sobre la realidad del acontecimiento, sino sobre su iryportapçjg,
gravedad y Puede que el paciente haya tenido la sensación de que
el miembro o función perdidos siguen hallándose intactos o presentes, aunque
quizá no estén activos o no se puedan tocar realmente. Los sueños y
ensoñaciones han constituido una fantasía reparadora en la que el individuo sigue
funcionando intacto. Es frecuente que

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emocional

los esfuerzos rehabilitadorcs vigorosos enfrenten bruscamente al paciente con


la innegable evidencia de una pérdida irreversible.
En este momento dcl reconocimiento de la pérdida se encuentra presente la
depresión. Sc trata de una rcspucsta normal, esperable como reacción ante una
enfermedad grave o ante la pérdida de una parte del cuerpo o de una función. Si
no sucede así, aun cuando sea transitoriamente, debería sonar una alarma ya
que la ausencia de depresión indica que no se ha reconocido emocionalmente la
realidad de la pérdida. Otro aspecto es cl sentimiento dc desamparo en lo que
hace referencia al mantenimiento de la autoestima, Es importante discernir
cómo. era la autoestima del pacienteantes de sufrir su lesión
y cómo la pérdida padecida alterará este nivel interno del' psiquismo.
Conviene determinar la importancia emocional de la pérdida en cada
paciente. Una pérdida que interfiera con los procesos cognoscitivos es más
devastadora para aquel paciente cuya carrera, ocio, autoestima y mecanismos
de defensa y actuación estén basados en la función intelectual. El paciente cuya
csama, trabajo, actuación, intereses y forma de vida estén centrados en torno a
actividades físicas experimentará una teacción más marcada y una mayor
dificultad de ajuste cuando se produzc:r un debilitarmento físico.
Son de esperar lasdepresión, la ansiedadda tristeza, el duelo y la ira como
reacciones naturales-y apropiada* También se producirá cierto menoscabo de
la propia estima que se manifestará como sensación de desamparo. Los
disminuidos físicos piensan a veces de sí mismos que son una carga para los
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físico incapacidad
demás, y tienen la sensación de que nada pueden ofrecer. a. los otros. Las
depresiones causadas por la incapacidad fisica están más basadas en la realidad
que los desarreglos depresivos fundados en mecanismos neurÓticos de
culpabilidad, hostilidad latente o vaciedad

narcisista (Stcigcr, 1976), La sensación de desamparo y la depresión van


acompañadas de una súbita falta de efectividad en el comportamiento del
individuo.para. atracrsc respuestas gratificantes de los demás, ahora que está
incapacitado.
Durante esta fase de la depresión, el paciente puede exteriorizar hostilidad y
culpar a todos: familia, amigos, jefes, personal clínico y médicos, de su
pérdida. En ese momento hay que canalizar la hostilidad y la ira del
individuo hacia una actividad productiva a fin de lograr avances en la
rehabilitación. Es el momento de mayor peligro de reacciones
contratransferenciales cn el personal médico. Cuando un miembro de
éstc se convierte en el vehículo receptor de la ira y las quejas del paciente,
surge un impedimento difícil en la relación laboral si el primero lo toma como
cosa personal cn vez de comprender sus orígenes y finalidad. Si esta lucha
entre cl paciente y el miembro del personal llega a exteriorizarse y actuarse,
ello impedirá que aquél reconozca y afronte su ira como componente que es de
su propia respuesta interior.
'l'raumati5tno c

Rc%tcctón cont%t independcnct,t

Confottne el paciente va hactenclo progresos en su rehabilitación y en cl


cuidado dc sí tutst110 Ita.sta el punto dc lograr independencia y ser dado
dc alta del hospital, puede producirse una reacción tendente a oponerse a
dicha independencia o a impedirla. Esto puede implicar desde una
ambivalencia sobre si sustituir o no un ambiente hospitalario protegido y
seguro por la incertidumbre de volver a casa, hasta evidcntcs maniobras para
impedir el progreso y pcrmancccr cn cl hospital durante más tiempo.

Tal reacción contra la independencia es particularmente notable en dos


grupos de pacientes. Uno incluye a los adolescentes tardíos y los adultos
jóvencs, para quienes la autonomía, la separación y la independencia son cosas
tan nuevas, no probadas y recientemente alcanzadas, que se ven amenazados
por cualquier regresión hacia una postura dependiente. Cuando se adopta esta
postura dependiente crece la dificultad de la separación y autonomía en
relación con el hospital. Para otro grupo de pacientes que sufren conflictos dc
larga duración, latentes o manifiestos, de dependencia, inclinar la balanza hacia
la supeditación a la necesidad de cuidados físicos hace que la retirada gradual
de los cuidados totales tenga un carácter problemático, ya que aparecerán
protestas ante la retirada de atenciones.
Los rasgos normales de la personalidad se exagerarán en un momento de
estrés, especialmente en el caso de un ataque tan amplio a la integridad
corporal y emocional del individuo. Cualquier estrés da lugar a un incre

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Rehabilitación
mento en el uso de los mecanismos de defensa. El paciente dependiente lo será
aún más; el consciente y responsable intensificará estas defensas en 'un
esfuerzo por compensar su incapacidad. Algunos rasgos favorecen el papel dc
paciente; cs el caso, por ejemplo, de la voluntad o predisposición a ser
dependiente y a.scr cuidado dentro de unos límites sin marcadas protestas.
Otros dan mejor juego en los esfuerzos rehabilitadores y se manifiestan en la
tendencia a ser exageradamente conscientes luchando por ll independencia.,
Otros rasgos no funcionan de ninguna manera, como lo demuestra el paciente
fronterizo que carece de un firme sentido interior de su propio «yo» o de sus
metas. Las formas particulares a través de las cuales se demuestra la aflicción
varían igualmente según cuál sca la personalidad del paciente.

Adaptación

Las emociones que siente una persona ante la pérdida de un miembro o una
función motora son análogas a las que se experimenta ante la muerte de un ser
querido, Existe duelo por la función, por la imagen corporal, por las
satisfaccioneS que proporcionaba dicha función y que ahora le son negadas, y
por la pérdida de las esperanzas que se basaban en

etnocional

el supuesto de que se disponía de ella. Tras la aflicción y el duelo por estas


pérdidas, que progresan hasta dejar de lado toda esperanza de retorno, se
pueden alcanzar nuevos papclcs basados en los potencialcs que acaban dc
adquirirse y que tienen ya en cucnta las distintas limitacionesz
Un enfoque inicial consiste en valorar las estrategias que para
afrontar su situación ha utilizado el paciente en anteriores estados de
estrés (Stewart, 1978). Afrontar la situación propia consiste en desplegar
conductas estratégicas destinadas a solucionar problemas y a reducir
cstrés. Las conductas de un paciente para afrontar su situación pueden
ser mejoradas para ayudarle con su rehabilitación. Las conductas
empleadas para afrontar la situación propia se pueden descubrir tomando
como punto de partida la forma habitual de afrontar otras tensiones
importantes. Al igual que los mecanismos de defensa, tales conductas
suelen cobrar consistencia con el tiempo, y un aumento de estrés genera
una intensificación de las conductas estratégicas para hacer frente a la
propia situación.

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físico incapacidad

Estrategias predominantes para afrontar gna situaaÓn

La lista de conductas estratégicas, más o menos eficaces, que sigue, es

una adaptaciÓn de la de Weisman (1974):

I. Afectivas
A. Pasividad, aislamiento de afectos y ausencia de preocupaciÓn.

B, Rechazo e inversión del afecto (por ejemplo, reírse de éste).


C. Sentimientos y reacciones compartidos con otros charlando am
pliamente sobre la adaptación, II. De comportarmento
A. Desplazamiento y distracción con actividades.
B. Confrontación con el propio «yo» y adopción de una acción
concertada.
C. Conducta sin inhibiciones.
D. Repetición, utilizando los nusmos planes y actividades que en
anteriores situaciones de estrés.
E. Rehuir y apartarse físicamente de los demás como situaciones
potenciales adaptativas.
111. Cognitivas
A. En el área racional-intelectual, búsqueda de información y control
intelectual.
B. Racionalización por redefinición : aceptar la necesidad y convertirla en
una virtud.
C, Fatalismo: aceptación estoica y preparación para lo peor. D.
Proyección y exteriorización, incluyendo echar la culpa a Otros. E.
Estricta obediencia: hacer todo lo que se le diga.
F, Rendición masoquista: búsqueda de un culpable, expiación y
autosacrificio,
Traumaustno e

Una de las misiones más itnportantes del profesional dc la rehabilitación


consi<tc cn (Icternunar si las cstratcgias empleadas por el pacicnte para
afrontar una Situación determinada servirán a una finalidad positiva en la
rehabilitación. Entonces apoyará, y canalizará posteriormente hacia la
actividad rehabilitadora, aquellas estrategias quc aumenten y mejoren la
rehabilitación, mientras que conferirá una nueva dirección a las quc no
sirvan a tal propósito. Así, por ejemplo, el paciente que hace uso del
desplazamiento y se sumerge en actividades, bien podría beneficiarse de
una terapia ocupacional y recreativa temprana y extremadamente activa.
para hacer frente a sus mayores necesidades psicológicas y físicas se puede
organizar un programa completo de terapia de rehabilitación con un
ritmo más acelerado. A los pacientes que utilizan la
intelectualización
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Rehabilitación
como principal mecanismo se les puede permitir tanto control y conocimiento
de los procedimientos rehabilitadores como se considere razona ble. Causar
estrés a dichos pacientes supone una amenaza por cuanto limita su capacidad
para mantener el control. A los pacientes con orientación intelectual se les
puede permitir el control mediante su participación en la planificación del
tratamiento, coordinación de sus esfuerzos rehabilitadores y explicación de
las condiciones y los procedimicntos de aplicación. Por otra parte, un paciente
que necesite rehuir a los demás y retirarse, podría salir mejor librado,
inicialmente, con una cama en un rincÓn que con simples explicaciones. A
todo lo largo del proceso rehabilitador es necesario continuar con la
valoración de los mecamsmos que emplea el paciente así como de su
capacidad para emplearlos con efectividad cn respuesta a sus estados
cambiantes durante el tratamiento.

Resumen
El proceso y contenido de los aspectos emocionales de la rehabilitación se
entreteJen con Va recuperación física del paciente. El impacto del
problema físico implica al mismo tiempo un trauma psíquico y un traúmatismo
físico. La rehabilitación emocional es tan necesaria como la
médica y física. La resolución por parte del paciente de fases tales como el
shock, el rechazo, la reacción depresiva, la reacción contra la independencia, y
la adaptación, desempeñarán un papel principal a la hora de
facilitar o impedir el curso de su rehabilitación.

Los síntomas emocionales pueden incluir síndromes evidentes, como


depresión, ansiedad o abuso de fármacos, o bien implicar cuestiones más
complejas, tales como Interferencia en el progreso de la actividad
rehabilitadora, incapacidad para alcanzar metas factibles o dificultades de
interaccion entré el paciente, el personal clínico, las familias y los médicos. El
cuidado de los aspectos emocionales de la rehabilitación merece un estudio
profundo ya que para algunos pacientes se trata de un factor de primer orden en
la determinación del beneficio producido por toda la actividad rehabilitadora.

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