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ESQUEMA
1.- Introducción.
2.- La Guerra de Sucesión Española (1702-14).
3.- Reformas militares en el reinado de Felipe V (1700-1746).
4.- El reinado de Fernando VI (1746-1759).
5.- El reinado de Carlos III (1759-1788).
6.- El reinado de Carlos IV (1788-1808).
1.- INTRODUCCIÓN
El siglo XVIII empieza en España con el cambio de la dinastía de la Casa de Austria,
con casi doscientos años de antigüedad, por la de Borbón, de origen francés. Este cambio no
va a ser pacífico, ya que dilucidar quién va a ser el sucesor de Carlos II va a originar una
guerra en la que participan las potencias occidentales europeas; lo que, teniendo en cuenta sus
posesiones de ultramar, conferirá al conflicto un carácter mundial. Su resolución abarcará
escenarios terrestres y marítimos, y para España supondrá librar en suelo peninsular una
cruenta guerra civil.
La entrada de Felipe V en España supone un cambio profundo en las estructuras de la
nación, con una fuerte influencia del modelo francés, a las que el Ejército no va a ser ajeno. En
este caso, la reforma será obligada, por cuanto la herencia dejada por Carlos II consiste en un
Ejército en crisis, falto de moral, disciplina, armamento y equipo; poco adiestrado y de mala
reputación. Los efectivos apenas rondaban los 30.000 soldados (12-15.000 en la Península),
de múltiple procedencia y con una minoría española. La flota para mantener el Imperio era
escasa. Se hacía urgente una reorganización, sobre todo ante la guerra que se avecinaba,
siendo necesario incrementar los efectivos y colocarlos en situación de afrontar con éxito las
operaciones.
La monarquía de los Austrias había tocado fondo en las últimas décadas del siglo XVII.
Sin embargo, en estos últimos años, se asiste a una cierta recuperación demográfica, debido a
la disminución de las epidemias y a una mejora en la producción de alimentos. Entre 1670-
1680 el aumento demográfico permitió repoblar pueblos y roturar nuevas tierras, si bien es
cierto que habrá una redistribución poblacional en el espacio peninsular: Castilla ha empezado
su declive demográfico, mientras que los reinos periféricos se despegan y crecen en hombres y
en recursos. Esta diferente recuperación se manifestó en la toma de posiciones ante el
conflicto sucesorio de 1700 entre Austrias y Borbones. Los territorios periféricos, donde la
situación parecía mejorar, prefirieron apoyar la causa austracista que, además, siempre había
respetado los fueros, pactos y tradiciones propias. Sin embargo, la mayoría de los castellanos
consideraban cualquier opción mejor que la Casa de Austria a la que consideraban que había
esquilmado sus recursos.
Al largo reinado de Felipe V (1700-46) le sucederá el de Fernando VI (1746-59), cuya
política de neutralidad hará que España viva un periodo conocido como “La Paz del Siglo”. Su
reinado va unido a la labor del marqués de la Ensenada, que llevó a cabo un programa de
reformas interiores. Al fallecer Fernando VI, le sucederá Carlos III (1759-88), hijo de Felipe V y
de su segunda esposa. Supondrá un cambio de política exterior y España estará inmersa en
una actividad bélica casi permanente. En política interior, el modelo de despotismo ilustrado de
Carlos III, abordó reformas en el plano económico, social y religioso de la mano de una serie de
primeros ministros: Esquilache, Conde de Aranda y conde de Floridablanca. Carlos IV sucedió
a su padre (1788-1808), un año después estalló la revolución francesa y ello complicó mucho
su reinado. El rey prefirió dejar su gobierno en manos de sus ministros que, al principio eran los
del reinado anterior, hasta que accedió Godoy, el favorito de la corte.
En la actualidad, hay varias resoluciones de la ONU señalando la necesidad de llevar a cabo el proceso de
descolonización y negando la aspiración británica a la autodeterminación de los gibraltareños, cuestión ésta que
aparece taxativamente negada en el tratado de Utrecht al recogerse la prioridad de España a recuperar la soberanía
en caso de que Gran Bretaña dejase de ejercerla.
3.1.- Generalidades
A comienzos del siglo XVIII, el estado del ejército español era más bien deprimente. La
nobleza yo no estaba interesada en nutrir sus filas y las pocas tropas que quedaban se
hallaban faltas de moral, deficientemente equipadas y, lo que es peor para un ejército, mal
disciplinadas. Ya desde comienzos del siglo XVII se estaba produciendo una verdadera
revolución en el empleo táctico de la Infantería. Gustavo Adolfo de Suecia, en la Guerra de los
Treinta Años, había introducido el orden lineal frente a las grandes masas de infantería que
representaban los Tercios. El orden lineal daba a las tropas mayor movilidad y mayor cadencia
de fuego, este tipo de formaciones más flexibles combinaban mejor la acción de la Infantería:
fuego, movimiento y choque.
Paulatinamente el nuevo rey fue introduciendo una serie de reformas a través de
Ordenanzas, según las cuales pretendía modernizar el ejército que encontró en España.
Reorganizó la milicia dotándola de disciplina, buscando la profesionalización de sus miembros,
estableciendo una sólida jerarquía en los cuadros y un método de reclutamiento obligatorio
entre la población nacional. La Armada se fortaleció con la construcción de una base naval en
Ferrol, mejorando la infraestructura portuaria de importantes ciudades, construyendo
numerosos barcos y activando las industrias auxiliares de la navegación.
Ante la guerra que se avecinaba, inició de inmediato la reforma de sus estructuras
(organización, armamento, tácticas, enseñanza militar, etc.) y del reclutamiento, siguiendo el
modelo francés. Las reformas comenzaron por los estados de Flandes, para extenderse luego
al resto de los territorios. Se sucedieron una serie de Ordenanzas generales y particulares
desde la Ordenanza de Flandes de 1701, dedicada a la disciplina, o la de 1702, que
reorganizaba la composición de las Unidades, Cuadros de Mando y empleos. El conjunto de
Ordenanzas publicadas en los primeros años del reinado serían refundidas en la de 1728, que
más tarde serviría para que Carlos III realizara la gran reforma de 1768.
Entra las principales preocupaciones de la nueva monarquía borbónica estaba la de
dignificar la figura del militar español, bastante deteriorada ante los ojos de la sociedad.
Mandos Superiores u Oficiales Generales: Capitán General, Teniente General y Mariscal de Campo
(con mando indistinto sobre Caballería, Infantería o Dragones).
Oficiales mayores: Brigadier, Coronel (que sustituyó al Maestre de Campo), Teniente Coronel y
Sargento Mayor.
Oficiales menores: Capitán, Teniente, Segundo Teniente (lugarteniente o subteniente), Ayudante y
Mariscal de Logis (tenientes con estos cargos)
Clases de Tropa: Sargento, Cabo y Segundo Cabo.
3.2.- Infantería
La Ordenanza de 1703 hacía desaparecer definitivamente la pica, el arcabuz y el
mosquete, siendo sustituidos por el fusil de chispa con bayoneta. Todos los infantes llevaban
así un arma de fuego a la que se podía acoplar un arma blanca. Una primitiva versión de la
bayoneta se empleaba para caza ya a finales del siglo XVI; se insertaba en el cañón de forma
recta, por lo que no podía disparar, haciéndola poco útil para el campo militar. Su invención
para fines militares se sitúa en Bayona hacia 1640-42; atribuyéndose al francés Vauban (otros
lo hacen a prusianos o ingleses) la invención en 1688 de un mecanismo de fijación mediante
un cubo y un codo que permitía disparar con la bayoneta calada. De aquí que indistintamente
se llame bayoneta de cubo o de codo. El conjunto medía unos dos metros, siendo el calibre del
fusil de 16-18 mm y utilizando el cartucho de papel, que incluía la medida de pólvora y la bala.
Para cargar el fusil, el tirador mordía el cartucho, introducía por la boca del fusil la pólvora, la
bala y el envoltorio, atracando todo con la baqueta. Inicialmente de madera, a mediados del
siglo XVIII ésta se hizo de metal. El infante llevaba, además, una espada.
3.3.- Caballería
A la llegada de Felipe V la Caballería ya se encontraba dividida en dos grandes clases:
Caballería y Dragones, organizados respectivamente en Trozos y Tercios. En 1704 ambos
pasaron a ser Regimientos, al igual que la Infantería. Se dividían en Escuadrones (2 a 4 según
la época) y éstos en Compañías (3-4 por escuadrón, de 25 a 50 jinetes según la época). Hacia
1715 apareció la Brigada, que agrupaba dos o tres regimientos.
En vez del fusil, el soldado de Caballería de Línea portaba una carabina de cañón liso, y
además dos pistolas largas de arzón (en la silla del caballo). Ambas eran armas secundarias,
ya que la principal era una espada larga (un metro), recta y de doble filo. En 1722 se dispuso
que una de las 13 Compañías que tenía un Regimiento fuera de Carabineros de arma rayada,
siendo separadas en 1732 para formar una Brigada de Carabineros Reales, dentro de las
tropas de la Casa Real. A partir de 1766 se formaron unidades de Caballería Ligera, que
portaban carabina, espada y una pistola.
Por su parte, los Dragones portaban fusil como la Infantería, bayoneta de doble filo, una
pistola y sable curvo de un filo. Los dragones, dada su versatilidad eran utilizados en la batalla
campal para reforzar los puntos débiles del despliegue, si bien su mayor contribución consistió
en dar protección a los convoyes e interceptar las líneas de abastecimiento enemigas Como
curiosidad, su equipo incluía una estaca con un mazo para dejar el caballo al combatir a pie.
Algunos de sus Regimientos incluyeron Compañías de Granaderos a caballo, suprimidos en
1732. Otras clases de Caballería fueron los Húsares (tropa ligera de origen húngaro), armados
de carabina y sable curvo y empleados para exploración y cobertura; los Coraceros, similares a
los jinetes de Línea, pero con el torso protegido por una coraza. Ya entrado el siglo XIX
aparecerían los Lanceros, jinetes cuya arma principal era una lanza de 250-300 cm.
3.4.- Artillería
La Artillería se hallaba organizada a la llegada de Felipe V en dos grandes grupos:
Territorial o defensiva, que comprendía las piezas asentadas o almacenadas en plazas fuertes,
baluartes, etc.; y Operativa u ofensiva, que acompañaba a los ejércitos en campaña. Felipe
mantuvo esta división, aunque el deplorable estado en que estaba y las necesidades de la
guerra obligaron a una gran reforma que culminaría en 1710 con una Ordenanza que puede
considerarse el origen del arma de Artillería.
Además de organizar un Estado Mayor de Artillería, se creaba el Regimiento de Real
Artillería de España, “para guarda y servicio de mis trenes de Artillería”. Inicialmente se
compuso de 3 Batallones para apoyo de los Ejércitos de Aragón, Extremadura y Andalucía,
contando cada uno con 12 compañías: 3 de artilleros (cañones) y bombarderos (morteros y
pedreros) para manejo y mantenimiento de piezas; 1 de minadores (ataque y defensa de
minas) y 8 de fusileros (dar seguridad y auxiliar a los artilleros). Con el tiempo la orgánica iría
modificándose, aunque sin afectar a su esencia.
La gran variedad de materiales heredada hizo que al acabar la Guerra de Sucesión se
agruparan en tres clases: cañones (tiro tenso), morteros (tiro curvo), y pedreros (lanzadores de
metralla, bolas). Dado el grado de especialización requerido, al mismo tiempo se crearon
Escuelas de Artillería y Bombas para el adiestramiento práctico y teórico del personal. También
fueron creadas Maestranzas para fabricación de materiales, logrando una gran calidad.
3.5.- Ingenieros
A principios del siglo XVIII no había Ingenieros Militares. Al igual que en otros países,
cuando era necesario se recurría a oficiales de los Ejércitos con instrucción científica adecuada
(matemáticas, arquitectura, fortificación, etc.) o se contrataban paisanos. En 1710 se organizó
un Cuerpo Facultativo de Ingenieros, al modo de los que ya tenía en Francia Luis XIV, pero
todavía dependiente del Capitán General de la Artillería. Para ello se contrató al ingeniero
flamenco Jorge Próspero Verboom, nombrado al efecto “Ingeniero General”. Además, se
dispuso que las Planas Mayores de Artillería contaran con Ingenieros, y que en cada uno de los
Batallones del Real Regimiento de Artillería que se creaba hubiera una compañía de
Minadores. También se prescribió la presencia de los Pontoneros, formando parte de los
Trenes de Artillería. Esta organización quedaría unificada con la creación del Cuerpo de
Ingenieros el 17 de abril de 1711; transformándose en 1803 en el Regimiento Real de
Zapadores-minadores.
3.9.- Reclutamiento
A comienzos del siglo XVIII, el reclutamiento estaba basado en el sistema de levas, que
podían ser voluntarias o forzosas. Reclutadores profesionales se desplazaban firmando contratos
voluntarios de cuatro o cinco años a los españoles de entre 18 y 45 años. Su carácter voluntario
evitaba tensiones con la población y, sobre todo reducía el riesgo de deserción. Si el sistema
fallaba, se acudía a la leva forzosa, alistamiento sobre la masa de mendigos, vagabundos o
malhechores. Poco a poco se implantará el servicio militar obligatoriamente para todos los
súbditos del rey, algo que en reinados anteriores se había vislumbrado, pero ahora su
implantación se hace obligatoria por la falta de vocaciones militares.
También a principios de siglo se instauró el sistema de quintas, consistente en la
elaboración de una nómina de posibles reclutas de cada pueblo, entre los que se sorteaban uno
de cada cinco jóvenes en edad militar (18 a 40 años) para incorporarse a filas, designándose su
suerte por medio de papeletas blancas y negras (al que le tocaba la negra debía incorporarse). Si
se necesitaban con urgencia tropas veteranas e instruidas se recurría también a la contrata de
extranjeros (irlandeses, suizos...), pero su importancia fue disminuyendo, ya que las nuevas
guerras del siglo XVIII, ya no eran tanto de religión sino por causas dinásticas cuyos intereses no
podían dejarse en manos de tropas cuya lealtad era dudosa.
La Intendencia
Institución genuinamente borbónica, la Intendencia fue la encargada de canalizar el
peso de las reformas. Destinada a cuidar los aspectos económicos de la administración militar,
con el tiempo, sus atribuciones se ampliaron a aspectos judiciales, sociales y municipales. En
1711 se creó una Superintendencia de Ejército y Provincias organizada al modo francés. A su
frente figuraba un Superintendente General, que operaba sobre las 26 Intendencias que dirigía
un Intendente.
Acuartelamientos. Fortificación
En 1718 el teniente general Jorge Prospero Verboom redactó el Proyecto General de
Cuarteles, donde se indicaban las características y modelo de estos edificios. El objetivo era
contar con edificios capaces de alojar espaciosamente a la tropa, caballería y armamento, al
tiempo que proporcionar las debidas condiciones de seguridad e higiene. Se dispuso se
localizaran en zonas fronterizas y puntos estratégicos (como salidas de los centros urbanos),
que facilitaran las operaciones militares. Encomendada su construcción a los ingenieros
militares, inicialmente se acondicionaron algunos
edificios para, desde 1735, realizarlos de nueva
planta. Es de destacar además la contribución de
los Ingenieros al progreso científico y técnico
nacional, participando en la mejora de la red viaria
y fluvial, los centros urbanos, dependencias
hospitalarias o carcelarias, etc.
En lo que a fortificación se refiere, se
continuó con el sistema de fuertes abaluartados
ideado en el siglo anterior, que permitía defensas
activas; en una época en que la guerra de sitios
tenía gran importancia.
TEMA IV
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
ESQUEMA
1.- Antecedentes: de la Paz de Basilea a la invasión francesa (1795-1808)
2.- Los ejércitos
3.- Fases de la guerra
Nelson en 1799) y asumir el pago de deudas contraídas durante su participación con España
en la Guerra de la Convención. El resultado fue la breve Guerra de las Naranjas (20 mayo-6 junio
1801). Aunque no intervino en su totalidad, se movilizó un importante contingente español (60.000
hombres), al que se sumaron tropas francesas (unas 15.000), estando el propio Godoy al frente
de la campaña. Las operaciones, que se desencadenaron entre el Tajo y el Guadiana, finalizaron
con la derrota portuguesa y la firma del Tratado de Badajoz. Portugal cedía en el asunto de los
puertos y España se quedaba con la plaza de Olivenza (hoy provincia de Badajoz). El nombre que
recibió la guerra se debió a unas ramas que cortaron soldados españoles de los naranjos
plantados en los fosos de la muralla de la ciudad de Elvás durante el asalto a la ciudad, y que
fueron llevadas a la Corte española junto con la noticia de la victoria.
Agotados por años de guerras constantes, Francia y Gran Bretaña, junto con sus
respectivos aliados, firmaron en 1802 la Paz o Tratado de Amiens (27 marzo 1802). Gran Bretaña
devolvía a España definitivamente Menorca pero se quedaban con Trinidad. Ello significó un
respiro para nuestra maltrecha economía, ya que el comercio con las colonias americanas
prácticamente se había paralizado y apenas se había repuesto después de la derrota de Cabo
San Vicente. En lo que respecta a Portugal, se garantizaba su integridad, restituyéndose las
condiciones anteriores a la invasión excepto Olivenza.
Sin embargo, la paz fue muy corta porque la presión de los ingleses no cesó en las costas
americanas y los incidentes fueron constantes. De hecho, desde mayo de 1803 las hostilidades
habían vuelto a aparecer entre Francia y Gran Bretaña, aumentando justo un año después
considerablemente cuando Napoleón se declaró Emperador de Francia y en Gran Bretaña era
nombrado Primer Ministro el belicista William Pitt "el Joven". España se había mantenido a duras
penas como "no beligerante", pero la presión diplomática francesa, y sobre todo diversos ataques
ingleses a buques, llevaron a Carlos IV a declarar de nuevo la guerra a Gran Bretaña en diciembre
de 1804. El incidente más grave se produjo frente al cabo de Santa María (S de Portugal) en
octubre de 1804, cuando los británicos se apoderaron de una pequeña flota procedente de Río
de la Plata, sin previa declaración de guerra.
Tras una serie de pequeñas escaramuzas frente al cabo Finisterre (Coruña), la escuadra
combinada franco-española mandada por Villeneuve se enfrentaba a la británica conducida por
Nelson en la decisiva Batalla de Trafalgar (20 de octubre de 1805). La flota franco-española fue
estrepitosamente derrotada, perdiéndose lo mejor de la oficialidad española (Churruca, Gravina,
Alcalá-Galiano). También Nelson fallecería en el combate. Los ingleses quedaron dueños de los
mares y de ahí que planearan diversas operaciones para conquistar algunas posesiones
españolas en América. Sin embargo, los fracasos en Buenos Aires (agosto de 1806 y febrero de
1807) y el comienzo de la Guerra de la Independencia Española cortaron las posibilidades de una
explotación estratégica británicas en el Atlántico, trasladando el campo de batalla a la Península
Ibérica. Trafalgar fue la última de una serie de operaciones navales iniciadas en 1804. Los
británicos se aseguran la superioridad naval, lo que les permite controlar el comercio y el
movimiento marítimo.
Con los británicos dueños de los mares, Napoleón decretó en noviembre de 1806 el
Bloqueo Continental a Inglaterra, prohibiendo todo comercio y comunicación entre Europa y Gran
Bretaña y considerándose enemiga a toda nación que no lo respetase. España se iba a sumar en
febrero de 1807, accediendo incluso al envío de un Cuerpo Expedicionario a las costas de
Hannover (Alemania), la "División del Norte" de D. Pedro Caro Sureda, Marqués de la Romana.
Este envío correspondía a una exigencia francesa para proteger las costas alemanas de
un posible desembarco inglés. La División se formó con tropas que salieron de la Península y
las que desde 1805-06 se hallaban en Etruria, reino italiano creado por Napoleón y que
entonces estaba bajo la regencia de Mª Luisa, hija del rey español Carlos IV. Los efectivos
totales alcanzaron así 10.000 infantes (4 Rgtos y 2 Bons), 4.000 jinetes (3 Rgtos de línea y 2
ligeros), 25 piezas de artillería (2 Bías a pie y 1 a caballo) y 1 Cía de zapadores. Llegados en la
primavera de 1807, una parte del contingente lucharía inicialmente contra los suecos, aliados
de los ingleses, reuniéndose todos en Hamburgo en agosto de 1807. Dinamarca, aliada de
Francia, declaró la guerra a los suecos en febrero de 1808, por lo que las tropas francesas
destacadas en Hamburgo, que incluían a nuestra "División del Norte", acabaron desplegadas
allí. La geografía danesa es muy complicada ya que, aparte de la península, el país se
compone de multitud de pequeñas islas, siendo las tropas españolas distribuidas en varias de
ellas. Cuando llegaron a los oídos del Marqués de la Romana los sucesos del Dos de Mayo y de
la rebelión española, esta dispersión fue el mayor problema para poder organizar una evasión
generalizada. En un principio, dada su delicada situación, el Marqués aparentó seguir siendo fiel a
Francia para poder ganar tiempo y después protagonizaron una épica escapada hacia la
Península con ayuda de buques británicos.
Dado que Portugal optó por seguir en el bando británico, Napoleón decidió su conquista, lo
que debía hacer por tierra, a través de España, debido a que el dominio británico del mar
imposibilitaba esta vía. De este modo, el 27-29 de octubre de 1807 España y Francia suscribían el
Tratado de Fontainebleau, por el que Portugal quedaría dividido en tres partes: Norte (entre Miño
y Duero) para la reina de Etruria, a quien Napoleón quitaba su reino; Sur (el Algarve) para Godoy;
y el Centro quedaría en manos francesas. Además, para la operación, España debía permitir el
paso de un Cuerpo francés, al mando del mariscal Junot, de 25.000 infantes y 3.000 jinetes que
marcharía directamente sobre Lisboa. A éste se le uniría un Cuerpo español (8.000 inf, 3.000 cab
y 30 cñs), mientras una División española (10.000 h) actuaría por el Norte y otra (6.000 h.) lo haría
por el Sur.
A Dupont no le quedaba más alternativa que la rendición de sus fuerzas, a pesar de que
las fuerzas de Vedel estaban llegando a Bailén desde la sierra, iniciando un ataque sobre las
cinco de la tarde, ataque que tuvo que ser suspendido al recibir la orden de Dupont de rendir
las armas. Comenzaron entonces unas negociaciones que concluyeron el día 22 de julio, con la
generosa aceptación por parte del general Castaños de repatriar las fuerzas francesas por mar.
Las capitulaciones otorgadas no pudieron ser respetadas porque las autoridades españolas no
disponían de buques suficientes para repatriar a la gran cantidad de soldados capturados, de
manera que solo los generales alcanzaron Francia, mientras que la mayoría de los soldados
acabaron en la isla de Cabrera donde más de la mitad pereció de inanición y enfermedades.
La victoria de Bailén desbarató todos los planes franceses. Las consecuencias de Bailén
fueron el levantamiento de los sitios de Zaragoza y Gerona, la retirada general francesa a sus
plazas fuertes detrás de la línea del Ebro, la proclamación por toda Europa de que los Ejércitos de
Napoleón eran vulnerables. Además los franceses aprendieron que la ocupación de España no
iba a ser un “paseo militar”. Paralelamente Junot, se vio aislado en Portugal y obligado a
retroceder hasta Lisboa por el avance del inglés Sir Arthur Wellesley, fue derrotado en la Batalla
de Vimeiro y firmó el 30 de agosto las Capitulaciones de Sintra, por las cuales el Ejército Francés
debía abandonar Portugal. A su vez, y desde la perspectiva nacional, el marqués de la Romana
pudo embarcar el 21 de agosto en la isla danesa de Langeland con 400 oficiales y 9.000
soldados para reintegrarse a España. Además de todo ello, se estimuló en los españoles el
espíritu de resistencia; también en Europa sometida al imperio napoleónico emergió el ánimo
de liberación
Para oponerse a estas fuerzas estaba un Ejército español al mando del General Castaños,
designado por la Junta Central Suprema, que se organizó en seis Ejércitos:
· Izquierda.- Mandado por el General Blake desplegado en Vizcaya y luego en León.
· Extremadura.- Con el Marques de Belvedere en Burgos.
· Centro.- Siendo su jefe el General Castaños, entre Calahorra y Tudela.
· Reserva.- Al mando del General Palafox, en Aragón.
· Derecha.- Del General Vives, en Cataluña.
· Guadarrama.- al mando del General Benito San Juan, constituyendo una Reserva.
· Además se contaba con una fuerza inglesa desembarcada en Portugal a las órdenes
de Sir John Moore, con la intención de cortar las comunicaciones francesas
El Plan de Napoleón consistía en atacar el punto más vulnerable del despliegue español
que era el Centro, una vez rota la línea central envolverlos, desplegando su ejército por ambos
costados para alcanzar la retaguardia de los Ejércitos españoles. Iniciados los combates, Blake
será derrotado en Zornoza (Vizcaya) el 31 de octubre y en Espinosa (Santander) el 10 de
noviembre. Napoleón vence en Gamonal (Burgos) a mediados de noviembre al Ejército de
Extremadura, mientras el Mariscal Moncey vence a Castaños y Palafox en Tudela el 23 de
noviembre. Napoleón había conseguido dispersar a lo mejor del ejército español aunque no había
conseguido una victoria espectacular.
Desde allí, continuó el camino hacia Madrid forzando el paso de Somosierra. El 4 de
diciembre entró en Madrid. Estando allí recibió la noticia de que el ejército inglés, al mando de
John Moore, había llegado a Salamanca desde Portugal y se dirigía a Valladolid, por tanto decidió
abandonar la idea de adentrarse más en el país y salió al encuentro de los ingleses. Moore,
temeroso de que le cortaran la retirada a Portugal, se dirigió hacia La Coruña.
Estando Napoleón en Astorga recibió la noticia del Alzamiento en Austria, lo que le hizo
salir urgentemente a primeros de enero de 1809 y delegar la operación en Soult, que persiguió a
Moore hasta La Coruña, reembarcando éste a sus tropas no sin antes reñir un fuerte combate en
el que murió el propio general inglés. En Cataluña la suerte también favoreció a las tropas
francesas. El Mariscal Saint Cyr pasó los Pirineos y acudió en socorro de Duhesme, bloqueado en
Barcelona por el Ejército del General Vives, y el 15 de diciembre levantó el sitio de Barcelona.
Durante esta fase tienen lugar el Segundo Sitio de Zaragoza (21-XII-1808 / 21-II-1809) y
puede considerarse similar el tercer Sitio de Gerona (mayo a diciembre de 1809), que acabarán
con la caída de estas ciudades. Zaragoza y Gerona, costaron la vida a miles de españoles, pero
también desgastaron a los ejércitos franceses, poco acostumbrados a este tipo de lucha de
guerrilla urbana
Las Operaciones
La marcha de Napoleón y la llegada de Sir Arthur Wellesley fueron dos males para los
franceses. Por un lado, José I carecía de autoridad, y por otro el inglés practicó una táctica
"ofensiva - defensiva" presentando batalla en posiciones elegidas sobre las que se estrellaban las
columnas francesas. Las líneas británicas, capaces de sostener un fuego preciso y continuado,
podían rechazar el asalto de las columnas francesas. Formaba sus unidades en líneas pero,
cuando era posible, lo hacía en las crestas de las elevaciones para esquivar la artillería enemiga.
Wellington no se fio de las posibilidades de vivir sobre el terreno, manteniendo sistemas de
abastecimiento. En el orden táctico, colocaba delante de la formación una larga línea de infantería
ligera encargada de neutralizar a los voltigeurs.
En esta tercera etapa los franceses centraron sus esfuerzos en tres frentes distintos:
Andalucía; la Zona Oriental (Aragón, Cataluña, Valencia) y Portugal.
Después de la batalla de La Coruña, Soult entró en Portugal hasta Oporto, donde fue
rechazado; dirigiéndose posteriormente a reunirse con el Rey José en el valle del Tajo, mientras
en Galicia se producía un levantamiento popular que expulsaba a los franceses, que ya no
volverían a ocupar esa región en toda la guerra. Al tiempo, Wellesley entraba en España para
operar en combinación con las tropas españolas. Los días 27 y 28 de julio de 1809 se libró la
Batalla de Talavera, victoria aliada tras la cual Wellesley fue nombrado Duque de Wellington. No
obstante, va a replegarse a Portugal dejando solos a los españoles, que serán derrotados
posteriormente, en noviembre, en la Batalla de Ocaña. Desde allí se inició la campaña de
Andalucía. José I dispuesto a aprovechar esta victoria, toma personalmente el mando del Ejército
en enero de 1810. En diez días se llega a Andújar, donde se dividen las fuerzas francesas hacia
Granada y Málaga y hacia Sevilla, que cae a primeros de febrero. Ante este avance el Ejército
Español se refugia en Cádiz, que va a resultar inexpugnable a pesar del largo asedio a que se ve
sometida. La flota conjunta hispano-británica suponía una gran fuerza artillera flotante, además
de las baterías de la ciudad. La ciudad de Cádiz no llegó a ser invadida.
TEMA V (III)
ESQUEMA:
1.- Introducción
2.- Etapas
3.- Historia de las insurrecciones en Cuba
4.- Historia de las insurrecciones en Filipinas
5.- La guerra hispano-norteamericana
1.- INTRODUCCIÓN
El “Desastre del 98” será el acto final de una serie de acontecimientos que se
desarrollarán en la segunda mitad del siglo XIX que tendrán como resultado la pérdida para
España de las colonias asiáticas (Filipinas, Palaos, Carolinas y Marianas) y americanas (Cuba
y Puerto Rico), que todavía se conservaban tras la generalización independentista
sudamericana del primer cuarto de siglo. Los acontecimientos en ambos escenarios se
desarrollarán de forma parecida, iniciándose con un proceso insurreccional que culminará con
la intervención de una gran potencia emergente, los Estados Unidos, que aprovechará la
debilidad de España para comenzar a ocupar un lugar destacado en el nuevo orden mundial
que había empezado a establecerse tras la Conferencia de Berlín de 1884.
2.- ETAPAS
1ª.- Insurrecciones en Cuba
- Guerra Larga o de los Diez Años (1868-78)
- Guerra Chica (1879-80)
- Guerra de la Independencia cubana (1895-98)
2ª.- Insurrecciones en Filipinas
- Motín de Cavite (1872)
- Guerra de la Independencia filipina (1896-98)
3ª.- Guerra Hispano-Norteamericana. Cuba, Puerto Rico, Filipinas (1898)
8.700 km
Cuba
Filipinas Marianas
Puerto Rico
Carolinas
Palaos
14.500 km
En noviembre de 1876 Martínez Campos llega a la isla con 25.000 hombres de refuerzo
y plenos poderes del Presidente del Gobierno, Cánovas del Castillo, para acabar con la guerra.
Los éxitos militares españoles y el cansancio de los insurrectos, llevan al entonces jefe militar,
Máximo Gómez a pedir el fin de las hostilidades.
El 12 de febrero de 1878 se firma la Paz de Zanjón, entre Martínez Campos y Vicente
García, presidente de la República Cubana, poniendo fin a la guerra. En ella se concedía a
Cuba las mismas condiciones políticas, orgánicas y administrativas que a Puerto Rico,
pasando a ser una provincia española, con representación en Cortes, libertad de prensa,
libertad para los esclavos combatientes en ambos bandos, el olvido de los delitos políticos
pasados y libertad para salir de la isla a los insurrectos que quisieran. Algunos líderes, como
Antonio Maceo, que se exilió a Jamaica, no aceptaron la paz, al no abolir los acuerdos
firmados la esclavitud ni contemplar la independencia de Cuba.
Durante los diez años de guerra, se enviaron a Cuba 180.000 soldados, de los que
80.000 murieron en ella (sólo el 8% en acción, el resto de enfermedad) y más de 25.000 fueron
repatriados enfermos o heridos.
consiguen algunos éxitos importantes, como la Batalla de Mal Tiempo, en la que una columna
española sufre más de 200 bajas en una carga a machete. En enero de 1896 Maceo cruza otra
trocha más al oeste, la de Mariel-Majana. Martínez Campos se fortifica en La Habana, a la
espera del ataque final.
En vista de los acontecimientos, el 20 de enero de 1896 el gobierno que preside
Cánovas, partidario de acabar con la insurrección invirtiendo si es preciso “hasta el último
hombre y la última peseta” nombró al general Valeriano Weyler Capitán General de Cuba, tras
aceptar la dimisión de Martínez Campos y su recomendación de que le sustituya aquél.
Weyler, hombre de línea dura, tomó impopulares medidas, como la compartimentación del
terreno para aislar a los insurrectos por medio del perfeccionamiento de las trochas
fortificadas, la reconcentración de la población rural en torno a los pueblos ocupados por las
tropas y el cierre de los ingenios de azúcar y tabaco de las zonas más peligrosas, para
ahogar económicamente a los mambís. Fueron muy criticadas por algunos sectores en España
y sobre todo en EEUU, donde se inició una campaña de prensa antiespañola y a favor del
intervencionismo (sin embargo, curiosamente, los EEUU apoyarían décadas más tarde
medidas similares en Vietnam). Las medidas adoptadas, junto con el importante aumento del
contingente (hasta los 200.000 hombres, van resultando efectivas. Máximo Gómez logró
retirarse hacia Oriente, mientras Antonio Maceo, acorralado en Pinar del Río, murió en
diciembre de 1896 en combate mientras trataba de recruzar la trocha de Mariel-Majana. A
mediados de 1897, los rebeldes sólo actuaban ya en la zona oriental.
El combate entre las tropas de Antonio Maceo y las mandadas por el comandante
Cirujeda, en las que el primero perdió la vida es conocido como la Acción de San Pedro de
Abanto, y tuvo lugar en Punta Brava, cerca de La Habana. Aunque el combate tuvo un
resultado incierto para la causa independentista, la muerte de Maceo supuso un duro golpe
para las fuerzas insurrectas. En esta época de la guerra participó como voluntario, a las
órdenes del general Suárez Valdés un joven teniente inglés, llamado Winston Churchill.
En agosto de 1897 Cánovas es asesinado en San Sebastián por el anarquista
Angiolillo, hecho considerado por la prensa USA como el despeje del camino a la
independencia cubana. Con un nuevo gobierno liberal en España, presidido por Sagasta, y por
temor a una cada vez más amenazante intervención USA, Weyler es sustituido el día 9 de
octubre por el general Ramón Blanco, el mismo que un año antes tuvo que hacer frente a la
insurrección filipina. De talante más liberal, detiene la reconcentración e inicia la negociación
con algunos líderes rebeldes, concediéndose a partir del 1 de enero de 1898 la autonomía a
Cuba; aunque el Gobierno elegido no tendrá legitimidad ante los jefes de la insurrección, y
voluntarios e integristas españoles provocarán por otro lado un importante motín en La Habana
en oposición a la autonomía. Ante la inestable situación existente, los EEUU se inclinan cada
vez más por la intervención armada.
El 25 de enero llega a La Habana el acorazado Maine, reanudando, a propuesta
norteamericana, el intercambio de visitas de cortesía de buques de la Armada que había sido
suspendido dos años antes. El Vizcaya y el Oquendo visitarían, por parte española, Nueva
York y Nueva Orleans respectivamente.
El 15 de febrero una explosión, a las 21:35 h. en el Maine provoca 262 muertos. La
prensa USA rápidamente atribuye a España la autoría del supuesto atentado. La prensa
jugará, tanto en España como en Estados Unidos un importante y decisivo papel como medio
para influir en la opinión pública. En EEUU se establece una gran competencia entre dos
diarios, el Journal, de Randolph Hearst, y el World, de Joseph Pulitzer, por la noticia y el
aumento de las ventas, utilizando si era preciso la mentira y manipulación de la verdad. Por su
parte, en España, la prensa favorecerá un sentimiento antiyanqui y una confianza en las
posibilidades de victoria militar española que tendrá gran importancia en la sorpresa y
frustración posteriores. Una comisión española determinó, sin embargo, que la explosión fue
debida a una espontánea combustión en las carboneras que se propagó al contiguo pañol de
municiones. El informe estadounidense atribuyó la explosión a una mina y, aunque no acusaba
de ello a España, sí la hacía responsable de no haber sabido garantizar la seguridad del buque
en su puerto.
El 20 de abril de 1898 el Congreso y el Senado USA aprueban una Declaración Conjunta
en que se reconoce el derecho a una Cuba independiente, se pide a España la retirada de la
isla en 72 horas y amenaza con la intervención militar de no cumplirse. Al día siguiente,
España expulsa al embajador americano y retira al suyo de EEUU, declarando dos días más
tarde nulos los Tratados entre ambos países. El 25 de abril, EEUU declara la guerra a España.
La declaración de guerra de los EEUU está relacionada con el expansionismo que
habían iniciado unos años antes. Ya en 1823, el presidente Monroe había dictado su Doctrina
“América para los americanos”, advirtiendo de su intervención para impedir ocupaciones
coloniales en el continente. La proximidad de la isla de Cuba, su potencial económico y el afán
expansionista de la nueva potencia, hacen que EEUU desee anexionarse la isla. Los primeros
intentos son de comprarla, haciendo en 1854 su primera oferta de compra, y declarando a
Cuba en su zona de influencia (Declaración de Ostende).
Durante la Guerra de los Diez Años, el apoyo a los insurrectos fue más moral que
material, siendo en la guerra de 1895 cuando ven la oportunidad de poder anexionarse no sólo
Cuba, sino también Filipinas, bajo la apariencia de proteger los intereses de los insurrectos y
apoyar la causa del independentismo, lo que motivará una ayuda más efectiva. En febrero de
1898 se hará una última y secreta oferta de 300 millones de dólares por la isla, que será
rechazada por España.
Pero la “cuestión cubana”, como quedaría de manifiesto más adelante, no era más que
un pretexto para unas ambiciones mucho mayores , como lo demuestra el hecho de que,
derrotada España, Estados Unidos se apropiara de algunas de las colonias que ésta poseía,
exigiéndolas en los acuerdos de paz como indemnizaciones de guerra; Puerto Rico, cercana a
Cuba pero por la que no había mostrado interés hasta entonces ni había movimiento
independentista al que apoyar; las Filipinas, en el Extremo Oriente, por la que tampoco había
manifestado interés, salvo para reavivar el movimiento independentista contra España que
utilizaría en la guerra, a cambio de una promesa de independencia que luego no cumpliría; la
isla de Guam, excelente base intermedia dos mil kilómetros al Este de Filipinas, y las islas
Hawai, que no eran españolas pero que las anexionó de camino hacia la guerra.
Tal tendencia se explica por la influencia de las ideas del almirante norteamericano
Mahan, que desarrolló su teoría del poder marítimo en los últimos años del siglo XIX. Analizó
al imperio predominante en su época (el británico), llegando a la conclusión de que el control
del mar es fundamental para dominar el mundo. Tuvo gran influencia en su país, que se volcó
en la construcción de una gran flota, para la que era preciso asegurar unas rutas con puertos
en los que poder repostar. La primera consecuencia de tales postulados fue la guerra contra
España (1898), con la que se consiguió libre acceso a los principales océanos; pocos años
más tarde, Estados Unidos se embarcó en la construcción del Canal de Panamá.
Los barcos españoles fueron saliendo en hilera y pegados a la costa por la entrada de
la bahía a primera hora del día 2 de julio, siendo cañoneados y destruidos. Las bajas
españolas fueron de 350 muertos y 160 heridos, más 1.670 prisioneros. Por parte americana
un muerto y un herido dan idea del desigual combate. El día 13 de julio, la presión sobre
Santiago hace que la ciudad capitule, firmándose el documento tres días más tarde.
5.3.- La guerra en Puerto Rico
Las tropas que defendían la isla ascendían a unos 7.500 hombres, en su mayor parte
en la zona de la capital, San Juan, al norte de la isla. Tras los combates de Santiago, cuatro
expediciones americanas, 14.000 h, desembarcaron entre el 28 de julio y el 7 de agosto en la
parte sur de la isla, apenas guarnecida, mientras San Juan era bloqueado. El avance
estadounidense se produjo en dos columnas, hacia el norte, con escasa resistencia y número
de bajas, alcanzándose el fin de las hostilidades el 12 de agosto de 1898.
5.4.- El fin de la guerra. La Paz de París.
El 22 de julio se inician las conversaciones de paz por iniciativa española, actuando
como mediador por parte hispana el embajador francés en Washington, Jules Cambon, que
culminaron en la Conferencia de París, en octubre, firmándose el tratado definitivo el 10 de
diciembre. Por el mismo, España renunciaba a la soberanía sobre Cuba, cedía a Estados
Unidos las islas de Puerto Rico y adyacentes que poseía en las Antillas; y cedía, a cambio de
20 millones de dólares, todo el archipiélago de las Filipinas y la isla de Guam en las Marianas
(hoy todavía estadounidense). De la importancia estratégica de estos enclaves en el Pacífico
nos da idea el hecho de que en Guam y en Filipinas (precisamente en la bahía de Subic) se
encuentren dos importantes bases militares de los EEUU.
Tras la guerra con España, EEUU ocuparía Cuba hasta 1902, alcanzando la
independencia a cambio de un Gobierno pro-estadounidense que tendría que recurrir en
alguna ocasión a la intervención amada americana para hacer frente a crisis internas. Puerto
Rico quedó bajo administración estadounidense, hasta que en 1952 pasó a ser Estado
Asociado a la Unión. Los filipinos, por su parte, tuvieron que continuar la lucha, esta vez contra
la ocupación americana, alcanzando la independencia tras la Segunda Guerra Mundial, en
1946.
BIBLIOGRAFIA
- BARÓN FERNÁNDEZ, José. La Guerra Hispano-Norteamericana de 1898. Edicios do
Castro. A Coruña, 1993
- ESLAVA GALAN, J. y ROJANO ORTEGA, D. La España del 98; el fin de una Era. Ed.
EDAF. Madrid 1997
- FUSI, J.P. y NIÑO, A. Vísperas del 98. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid 1997
- LAIN ENTRALGO, Pedro y SECO SERRANO, Carlos. España en 1898. Las claves del
Desastre. Eds Galaxia Gutemberg y Círculo de Lectores. Barcelona, 1998.
- NUÑEZ FLORENCIO, Rafael. El Ejército español en el Desastre del 98. Ed. Arco Libro.
Madrid 1997.
- PLAZA, J. Antonio. El maldito verano del 98. Ed. Temas de Hoy. Madrid 1997
- VALDÉS SÁNCHEZ, A. (coord.). Aproximación a la historia militar de España. Ministerio
de Defensa, 2006. Vol. 2: … Los ejércitos expedicionarios y coloniales de España en el
siglo XIX.- Los ejércitos en el sexenio revolucionario (1868-1874).- El ejército en la
Restauración.- Guerra cubana de los diez años.- … Guerra en Cuba y Filipinas (1895-
1898).
TEMA VI (II)
EL EJÉRCITO EN EL SIGLO XX
ESQUEMA:
1.- Situación política del Imperio Marroquí
2.- La Campaña del Rif (Melilla, 1909)
3.- La Guerra del Kert (Melilla, 1911-12)
4.- El cambio en el Servicio Militar
5.- Constitución del protectorado español de Marruecos (1912)
6.- El protectorado español hasta 1919
7.- Del nombramiento del general Berenguer como Alto Comisario al desastre de Annual (1919-21)
8.- El Desastre de Annual (21-22 de julio de 1921)
9.- Operaciones de recuperación.
10.- El desembarco de Alhucemas (1925)
Los pactos y tratados entre España y el Imperio Marroquí habían sido frecuentes, bien
de mutuo agrado o como consecuencia de campañas militares. El primero se firmó en 1767, no
en vano la presencia española en el norte de África se remontaba al siglo XV.
La Conferencia de Algeciras (1906). Entre enero y marzo de 1906, doce naciones
europeas, EEUU y Marruecos ponían fin a la Primera Crisis de Marruecos con la firma en
Algeciras del Tratado que determinaba el “status quo” marroquí. En el acta final se admitió de
alguna manera la supremacía de Francia en la cuestión marroquí, aunque se declaraba
explícitamente la soberanía del sultán. Se reconoció el sur de Marruecos como área de
influencia francesa, mientras España ocuparía la zona al norte de la cordillera del Rif.
Asimismo, se establecieron las normas de permanencia de los europeos en Marruecos,
se dispuso la creación de un Banco Estatal de Marruecos y se encomendaba a España y
Francia la organización del Cuerpo de Policía Cherifiana (2.000-2.500 hombres), aportando
ambos países los oficiales y suboficiales necesarios, en calidad de instructores. Una de las
consecuencias inmediatas fue la reactivación de la acción militar española, algo pasiva desde
la campaña de 1893-94 en la zona de Melilla.
La misión se desarrollaría durante cinco años y, aunque no suponía el mando directo
policial, entre sus cometidos figuraba el de "prestar a las autoridades marroquíes investidas del
mando de dichos Cuerpos su concurso técnico para el ejercicio del mismo"; lo que suponía en
realidad dirigir la protección policial y el orden. En Tetuán y Larache los instructores serían sólo
españoles; en Casablanca y Tánger mixtos; y en Rabat y otros tres puertos por determinar,
sólo franceses. En esta situación se producirían las campañas de 1909 y 1911-12, hasta que en
1912 Francia y España firman “El Tratado de Protectorado” de Marruecos.
Esta campaña de 1893-94 está muy ligada a la Historia de la Academia General Militar,
pues en ella falleció el primer alumno salido de sus aulas, Vicente García Cabrelles, y dio la
Cruz Laureada de San Fernando al que sería el primer general formado en la Academia, el
entonces capitán Miguel Primo de Rivera.
2.2.- El socorro a Melilla. El Barranco del Lobo (1909).
En 1909 España había obtenido el permiso para explotar unas minas de hierro al sur de
Melilla, lo que implicaba la construcción de una línea férrea de 32 km. En medio de una
revuelta interna entre el Sultán y algunos cabecillas de las kabilas (tribus) orientales del Rif, el 9
de julio de 1909 eran atacados unos obreros que trabajaban en el ferrocarril de la Compañía de
Minas del Rif, resultando varios muertos y heridos. El general Marina, Comandante General de
Melilla, envió tropas en su socorro, ocupó puntos defensivos en el exterior de la ciudad y
solicitó refuerzos a la península.
El Gobierno de Madrid decidió enviar un fuerte Cuerpo Expedicionario, cuyas filas se
debían nutrir, fundamentalmente, por reservistas de Cataluña. La resistencia popular a esta
movilización desencadenó graves disturbios en Cataluña entre el 24-31 de julio, especialmente
en Barcelona, que constituyeron la Semana Trágica, como se describió en el capítulo anterior.
El contingente catalán llegaría finalmente a Melilla, donde tuvo, como el resto de los españoles
destacados, un ejemplar comportamiento.
Por si fuera poco, durante los incidentes en Cataluña tendría lugar la mayor derrota de
esta campaña y que iba a causar gran impresión en la opinión pública española. Dentro de la
acción iniciada para ocupar el Gurugú, monte que domina Melilla desde el sur, el 27 de julio de
1909 tuvo lugar la acción en el Barranco del Lobo, en la que la Brigada de Cazadores de
Madrid (mandada por el general Pinto, que sucumbió en la acción), recién llegada de la
Península, sufrió 1.284 bajas (más de 400 muertos). La conquista del estratégico monte se
alargaría hasta final de septiembre, con la consolidación de la posición por el entonces coronel
Miguel Primo de Rivera y el izado en su cima de la Bandera española.
La nueva Ley derogó la redención a metálico y la sustitución, debiendo todos los mozos
ingresar en filas a los 21 años, sin otra excepción que por razones físicas. Sin embargo,
aparecía la figura del “soldado cuota”, consistente en que, por el pago de una cantidad de
dinero se podía reducir el tiempo de Servicio, elegir Arma o Cuerpo y el lugar donde prestarlo.
Además de la cantidad (entre 1.000-2.000 pts según el modelo elegido) había que presentar un
“certificado de instrucción militar básica”, que se realizaba en Escuelas de Preparación Militar
ubicadas en cada Región Militar, y superar un examen de suficiencia en el cuartel.
acabar las operaciones en la occidental, Silvestre consiguió permiso del gobierno para avanzar
hacia Alhucemas.
visitaban las kabilas, compraban a los jefes de los poblados para conseguir su apoyo o su
neutralidad, e iban ubicando los destacamentos. Con esta política de penetración pacífica
muchos kabileños se sumaban a la tropa, recibían instrucción y fusiles y, apoyados por sus
compañeros de la Policía Indígena, avanzaban hasta el siguiente poblado, donde los jefes
conseguían dinero y ganado del gobierno español.
Con este procedimiento, las
tropas de Silvestre van avanzando de
manera metódica, ocupando Dar Drius
(junio de 1920), Tafersit (agosto), y
Ben Tieb (diciembre), Afrau (enero
1921) y Sidi Dris (marzo 1921). Se
está lejos de Melilla, pero por el
momento el abastecimiento de las
posiciones se desarrolla con facilidad,
en profundidad y sin apenas bajas. Sin
embargo, las tropas de Silvestre van
diseminándose en unas 144
posiciones, los blocaos, de muy diversa
entidad, la mayoría se encontraban
guarnecidas por un total de entre doce
y veinte hombres, otras como Dar Drius
o Annual, sobrepasaban los ochocientos. Además, en su avance, Silvestre no ha desarmado a
las kabilas dominadas y ha alargado demasiado sus líneas de abastecimiento. Por otra parte,
muchos blocaos estaban en posiciones altas, mal escogidas, mal defendidas y pero
comunicadas, con aguadas en ocasiones muy separadas, haciendo las condiciones de vida muy
difíciles. Estos blocaos estaban de 20 a 40 kilómetros según el terreno, y con unas fuerzas tan
repartidas que no era posible hacer frente a un ataque enemigo. Al producirse el desastre,
estas pequeñas posiciones, quedarán irremediablemente perdidas, al quedar sumergidas en un
océano hostil, incomunicados entre ellos, sin posibilidad de ser socorridos y muchas veces sin
acceso a una fuente de agua.
Por su parte, la opinión pública española se mostraba contraria a la presencia española
en el norte de África por las bajas que suponía entre la juventud, por ello, se reclutaba muchas
veces a soldados indígenas que estaban mal preparados y que, en ocasiones, se volvieron
contra sus mandos españoles. El armamento era antiguo: viejos Mauser provenientes de la
guerra de Cuba y viejas ametralladoras Colt.
Silvestre disponía para esta campaña de 4 Regimientos de Infantería, 2 de Artillería, 1 de
Caballería, 1 de Ingenieros, 1 Grupo (Regimiento) de Regulares, varios Tábor (Batallones) de
Policía Indígena y Unidades de Intendencia y Sanidad. En total, alrededor de 26.000 hombres
(8.000 indígenas) teóricos, pero entre 2.500 y 4.000 estaban licenciados o de permiso indefinido
en la Península. Pero además, los regimientos tenían las diferentes compañías alejadas a
muchos kilómetros de distancia, lo que llevaba a no tener su serie de jefes naturales, pues
algunas veces estaban de permiso oficial en la Península o en Melilla.
En marzo de 1921, el Gobierno autorizó a Silvestre a cruzar el río Amekran, límite que
Abd-el Krim había puesto a la expansión española. En abril se organizó un gran campamento
en Annual (a unos 120 km de Melilla), estableciéndose el 1 de junio sin resistencia la posición
de Abarrán, al otro lado del Amekran. Al mando de la posición de Abarrán queda el capitán
Salafranca con una harka amiga de unos policías indígenas y soldados españoles.
Ese mismo día, cumpliendo su advertencia, los rifeños atacan la posición. La policía indígena
se unió a los rifeños atacando a las fuerzas europeas de su columna. De los 250 efectivos, 179
murieron, incluido el capitán Salafranca, jefe de la posición. La posición estaba defendida por 1
Compañía de Regulares, 1 Mía (Compañía) de la Mejala, 1 Batería (4 cañones) de Artillería y
una estación óptica. Atacada en masa, la posición, que no contaba con ametralladoras, resistió
cuatro horas, hasta que se acabaron las municiones y la resistencia de los defensores. Abarrán
había quedado cercado sin poder ser socorrido. Gran parte de los indígenas habían desertado
o pasado al enemigo. Sólo se salvó el teniente Flomesta, jefe de la Batería, al que exigieron los
rifeños que les enseñara el manejo de las piezas. Pero Flomesta prefirió morir de hambre antes
de acceder a su petición. Ese mismo día Sidi Dris, en la costa también fue atacado, si bien
pudo resistir gracias al auxilio de la Escuadra. Las bajas españolas entre muertos y heridos
rondaron el centenar. Pese al fracaso en Sidi Dris, la victoria en Abarran ha demostrado la
vulnerabilidad española y más harkas van a unirse a las tropas de Add el Krim.
Con el avance español frenado en seco, Silvestre y Berenguer tuvieron una entrevista a
bordo del crucero Princesa de Asturias. El primero reconocía la dureza del golpe y solicitaba al
Alto Comisario refuerzos para fortalecer la línea alcanzada y seguir el avance, a lo que
Berenguer se negó. A pesar de todo, Silvestre aún ocupó el 7 de junio la posición de Igueriben, a
hora y media de Annual, con la idea de defender Annual desde el sur.
El 17 de julio Add el Krim ataca todas las líneas españolas con sus harkas y partidas de
guerreros, en un terreno que es propicio para la guerra de guerrillas. Igueriben fue atacada desde
la altura llamada Loma de los Árboles, y cercada. Desde Annual se intentó enviar ayuda, no
consiguiéndose abrir paso. Tras cuatro días de asedio, en que la falta de agua obligó a los
sitiados a beber orines mezclados con azúcar, la posición, mandada por el comandante Julio
Benítez fue arrasada, la mayoría fueron pasados a cuchillo. De los casi 300 hombres (2
compañías de fusiles, 1 batería y elementos de Ingenieros, Intendencia y Sanidad), sólo 25
lograron llegar a Annual, de los que 16 murieron víctimas del agotamiento y del shock que
sufrieron por beber de golpe gran cantidad de agua.
La caída de Igueriben desencadenó el ataque general. La posición de Annual está
cercada, sin agua, sin municiones más que para un día de combate. El 22 de julio hay en
Annual unos 5.000 hombres, formados en 3 batallones y 18 compañías de infantería, 3
escuadrones de caballería y 5 baterías de artillería. Sobre ellos se lanzarán 18.000 rifeños al
mando de Abd el-Krim. Silvestre comunicó a Berenguer la desesperada situación y pidió
refuerzos. En esos momentos, Silvestre tiene noticia de la llegada de tres columnas rifeñas de
unos 2.000 hombres cada una. Ante esta situación, la mañana del 22 de julio se ordenaba el
repliegue de las posiciones del anillo defensivo de Annual sobre el campamento principal, para
luego retirarse a Ben Tieb y Dar Drius, posición que reunía las características para albergar
gran cantidad de tropas y con abastecimiento de agua. La retirada se organiza en dos
convoyes, uno para material y otro para el grueso de la tropa. Las alturas de la posición están
dominadas por los rifeños. Nada más abandonar el campamento comenzaron los disparos y la
retirada se transformó en
desbandada general, con los
soldados indígenas
desertando o pasándose al
enemigo, logrando muy
pocos soldados escapar de
la persecución rifeña. El
mismo Silvestre
desapareció, no siendo
encontrado jamás su
cadáver. Las posiciones son
literalmente barridas y sus
hombres brutalmente
asesinados.
En Ben Tieb la guarnición, después de destruir el polvorín, se retiró a Dar Drius, donde
el General Navarro, segundo en el mando, intentaba organizar las tropas que de todas partes
acudían. Navarro sopesó la posibilidad de resistir en Dar Drius, pero en vista del estado de las
tropas decidió retirarse en dirección a Melilla. El 23 de julio, Navarro inició su periplo a través
de la llanura de Garet, Batel, el 27 Tistutin, para llegar el 29 a Monte Arruit.
En esta retirada se destacó el Regimiento de Caballería, Cazadores de Alcántara, que
realizó varias cargas al sable, chocando con los rifeños en Metalsa. Enviado al paso del
Izzumar para cubrir la retirada, protegió los flancos de la riada de unidades que se replegaban.
El día 23 el Regimiento cubrió el movimiento de las unidades que estaban alrededor de Dar
Drius bajo intensa presión enemiga. Esa misma tarde, el Regimiento protegió el repliegue de la
columna de Navarro hacia Batel, sufriendo gran número de bajas en su afán de evitar que el
enemigo alcanzara la columna. Así combatieron los cazadores del Alcántara, hasta su total
extermino. Sin caballos y casi sin efectivos, Alcántara dio su última carga a pie. Su jefe el
Teniente Coronel Fernando Primo de Rivera (hermano del que sería dictador), murió en Monte
Arruit, víctima de las heridas. El Regimiento Alcántara recibió por esta acción la Laureada
Colectiva en junio de 2012. De los 695 efectivos (presentes) del Regimiento, sólo quedaron 70
heridos y 5 prisioneros. Gracias a esta acción muchos soldados lograron ponerse a salvo.
Detenido Navarro en Monte Arruit el día 29, al no querer abandonar a los heridos, quedó
cercado por la presión de las kabilas. De nuevo se repitió la tortura de Igueriben: la sed, el
manantial más cercano estaba a 500 m. fuera de la protección de los muros. Sus tropas están
agotadas y desmoralizadas. En estas circunstancias, el 9 de agosto, Navarro fue autorizado a
rendirse. De conformidad con lo pactado los españoles entregaban las armas, a cambio de la
vida de los soldados. Cuando salieron tirando las armas, los rifeños, no respetando lo pactado,
comenzaron la matanza, la posición fue masacrada. Tras la caída de Monte Arruit, sólo
quedaba Melilla, a la que confluían los escasos supervivientes del ejército. Inexplicablemente,
los rifeños se quedaron a las puertas de Melilla. Los refuerzos comenzaron a llegar de inmediato
desde la Península y desde Ceuta, donde tuvo que suspenderse la acción sobre El Raisuni.
Realizado el balance del Desastre de Annual, había alrededor de 14.000 muertos o
desaparecidos.
BIBLIOGRAFIA
- VALDÉS SÁNCHEZ, A. (coord.). Aproximación a la historia militar de España. Ministerio
de Defensa, 2006. Vol. 2: … Los militares en el poder. El Ejército durante la Dictadura
de Primo de Rivera.- Las campañas de Marruecos…
LECTURAS RECOMENDADAS
- BAREA, A. La forja de un rebelde. Múltiples ediciones.
- FRANCO, F. Diario de una Bandera. Múltiples ediciones.
- SENDER, R. J. Imán. Múltiples ediciones.
- SILVA, L. El nombre de los nombres. Ed. Destino, 2001.