Está en la página 1de 2

A través de mi ventana

Cuando salía a montar bicicleta en el parque recordaba cuando lo hacíamos él y yo, era
algo tan especial, tan hermoso, me hacía lagrimear, ahora todo es diferente y el ambiente
es frío, nunca olvidaré el alocado día que Luis llegó a mi vida.

Mi esposa Sandra estaba a punto de cumplir 9 meses de embarazo estábamos muy


emocionados por la llegada de nuestro hijo, Luis, nos queríamos mucho, pero yo estaba
muy concentrado en mi trabajo para poderles ofrecer a ella y a Luis la mejor vida ¡Ah!
¿Por qué no le presté más atención? Un día yo acababa de ganar un caso, y saliendo del
juzgado mi cliente me quería invitar a almorzar, yo lo iba a acompañar, pero recibí una
llamada de Sandra diciendo: -Ya es hora- Por lo que fui lo más pronto posible hasta el
apartamento y la llevé al hospital, se la entregué a los médicos y le dije “Todo va a salir
bien amor”. Esa sería la última vez que hablaría con ella…

Habían pasado solo 6 meses desde que milagrosamente llegó Luis y ya me iba a volver
loco, era demasiada responsabilidad, trabajaba de sol a sol, primero cumplir mis labores
como abogado y segundo estar pendiente de mi hijo en todo momento, pero cuando me
sentía agotado recordaba las palabras de Sandra: -La vida nos hará felices, pero primero
nos hará fuertes- Esa era mi motivación para seguir.

4 años después empezarían los problemas, puesto que la falta de leche materna y el
consumo temprano de leche artificial empezaron a afectar a Luis, sufría constantes
ataques de neumonía y gastroenteritis, él siempre me preguntaba ¿Voy a estar bien
papá? Y yo le decía -Por supuesto- Para darle tranquilidad, aunque en realidad me
preocupaba ya que esto se estaba volviendo reiterativo y los médicos no me decían nada,
pero bueno, igual no tenía tiempo para estar en citas médicas todo el tiempo, porque tenía
mucho trabajo y Luis tenía clases en su jardín.

El último día de clases en el jardín Luis y sus compañeros participaron en la clausura,


todos los padres debían asistir, afortunadamente pude ir, fue algo muy bonito, lo que pasó
después marcaría un punto y aparte en nuestra vida, al salir de su presentación Luis se
acercó a mí y me preguntó: -Papá, ¿Por qué todos mis compañeros tienen a su madre y
yo no?- La pregunta me agarró desprevenido, pero aun así fui sincero con él y le dije: -Tu
madre se fue al cielo cuando naciste, ella ya no está, pero antes de irse nos dejó una
misión: mantenernos siempre fuertes, cumplir nuestras responsabilidades y sobre todo
querernos mucho el uno al otro, y si lo hacemos te seguro que ella estará muy orgullosa-
“Quiero que sepas que aunque ella se fue, yo siempre voy a estar aquí contigo sin
importar nada” Y lo abracé mientras él dejaba caer sus lágrimas, me acerqué a su oído y
le dije “Perdón hijo, pero debemos dejarlo atrás” Y él me respondió entre sollozos -Te
perdono papá, vamos a cumplir la misión de mamá como los mejores-

Desde ese día estuve más cerca de él y mejoramos nuestra relación, hasta ese entonces
era muy distante, gracias a esto me enteré que quería una bicicleta, por esto le conseguí
la mejor y se la di como regalo de navidad, él estaba muy emocionado, y la empezó a
montar aprovechando sus vacaciones, la primera vez que salimos él ni siquiera se podía
montar, se caía y se frustró rápidamente, pero yo le dije -Tu madre siempre me decía: La
vida nos hará felices, pero primero nos hará fuertes- A partir de allí salíamos todos los
días a practicar, siempre volvía a la casa con golpes, raspones y moretones, pero volvía
feliz, ansioso que llegara otro día para practicar más, eso me hacía sentir muy orgulloso.

Llegó el día donde Luis aprendió a montar bicicleta y me pedía que hiciéramos carreras,
donde él siempre me ganaba. Cuando nada podía ir mejor, a Luis le diagnosticaron
Leucemia, pero seguía esforzándose y actuando como si estuviera bien, yo guardaba la
esperanza que mejoraría, hasta que los doctores me confirmaron -Ya no se puede hacer
nada- Traté de darle lo mejor de mí en sus últimos días, acompañándolo y dándole
fuerzas, en su última noche le dije: “Estoy muy orgulloso de ti, eres el mejor hijo” Al día
siguiente Luis falleció, aunque sé que está mejor montando bicicleta con su madre.

Samuel Andres Rey Marquez 8E

También podría gustarte