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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DEL NORTE

Nos 56 y 57

CONTENIDO

CONSEJO DE DIRECCIÓN 3 EDITORIAL

JESÚS FERRO BAYONA - Director 5 ESBOZO DE UNA ETNOLOGÍA SOBRE EL MODO DE SER COSTEÑO
VILMA GUTIÉRREZ DE PIÑERES - Editora Jesús Ferro Bayona
ALFREDO MARCOS MARÍA - Editor 11 BARRANQUILLA Y LA HISTORIA
Alvaro Cepeda Samudio
CONSEJO DE REDACCIÓN 12 GÉNESIS DE BARRANQUILLA
Y OTROS ESCRITOS SOBRE EL CARNAVAL
RAMÓN ILLÁN BACCA Alfonso Fuenmayor
AMALIA BOYER
PAMELA FLORES PRIETO 19 EL CARNAVAL DE BARRANQUILLA
José Félix Fuemmayor
RUBÉN MALDONADO ORTEGA
24 CARNAVAL DE AYER Y DE HOY
Juan Goenaga
EDITORES ASISTENTES

27 CARNAVAL: CEREMONIA PANTEÍSTA, DELEITE PAGANO


GUSTAVO J. GARCÍA Evaristo Sourdis
GISELLE MASSARD
30 ÓRDENES IMPERATIVAS AL CORAZÓN
Judith Blanco D’Andreis

31 COSME O UNA INTRODUCCION AL SIGLO XX DE BARRANQUILLA


Gustavo Bell Lemus

35 ROMANCE DE BARRANQUILLA
Meira Delmar

36 BARRANQUILLA EN LA VISIÓN DE MARVEL MORENO:


REFLEXIONES DE UN HISTORIADOR DE LA CIUDAD
Eduardo Posada Carbó
>>>
HUELLAS es una publicación de la Universidad del Norte que pone al alcance
de la comunidad nuevas perspectivas y potencialidades de la Costa Atlántica.
Se autoriza la reproducción total o parcial de su contenido citando la fuente.
La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los
colaboradores. Licencia del Ministerio de Gobierno Nº 001464, ISSN 0120-
2537. Apartado Aéreo 1569, Barranquilla, Colombia.
E. Mail: huellas@guayacan.uninorte.edu.co
Ilustración de la portada:
Carnaval del 2005 Impresión: Gráficas Lourdes Ltda., Barranquilla.
de HERNÁN DÍAZ
(collage fotográfico) Meses de aparición: Abril (04) - Agosto (08) - Diciembre (12).

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 1-422: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
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45 EL CARNAVAL COMO DESACRALIZACIÓN DE LA FIESTA
Carlos Julio Pájaro M. 163 CRÓNICA DE TE OLVIDÉ
CONTADA POR SUS PROTAGONISTAS
53 LA MÚSICA DE CARNAVAL: Adlai Stevenson Samper
ESPÍRITU SONORO Y RÍTMICO DE NUESTRA FIESTA
Jairo Solano Alonso, Rafael Bassi Labarrera 167 LA DANZA EN EL CARNAVAL DE BARRANQUILLA
Carlos Franco Medina
67 VIÑETAS SOBRE EL CARNAVAL DE BARRANQUILLA
Adolfo González Henríquez 171 EL ABC DEL CARNAVAL DE BARRANQUILLA
Pepe Enciso
73 EL CARNAVAL: VIDA PARA VENCER A LA MUERTE.
CRÓNICA DE UNA “CACHACA EN CURRAMBA” 175 EN TIEMPO DE CARNAVAL. UNAS MIRADAS BIZCAS
Paloma Pérez Sastre SOBRE LA BARRANQUILLA DE MIS NOVELAS
Ramón Illán Bacca
76 DOCUMENTOS PARA UNA HISTORIA
DEL CARNAVAL DE BARRANQUILLA 184 DISFRÁZATE COMO QUIERAS:
Luis Alarcón Meneses LA HISTORIA COMO VÉRTIGO Y CRUCIGRAMA
Adalberto Bolaño Sandoval
90 UN POCO DE HISTORIA DEL CARNAVAL
DE BARRANQUILLA Y SUS DANZAS 190 UN VIEJO CUENTO DE ESCOPETA
Emiliano Vengoechea Díaz Granados José Félix Fuenmayor+

96 LO POPULAR EN EL CARNAVAL DE BARRANQUILLA 195 YO FUI JESUCRISTO


Rodrigo Vengoechea Dávila Claudine Bancelin

102 ASÍ ERA NUESTRO CARNAVAL: 197 EL HOMBRE QUE RECOGÍA SUS PASOS
TRADICIONES Y COSTUMBRES Aníbal Tobón
Alfredo de la Espriella
200 EL ENTIERRO DE LA FIESTA
106 VISIÓN DE LA MUJER BARRANQUILLERA Luz María Cabrales Llach
Manuel Góngora Echenique
201 LUNES DE CARNAVAL
113 TRES CULTURAS EN EL CARNAVAL DE BARRANQUILLA Mariamatilde Rodríguez
Margarita Abello Villalba, Mirtha Buelvas Aldana,
Antonio Caballero Villa 202 EN CASA DEL PATO RAFAEL
Rubén Maldonado Ortega
118 EL CARNAVAL DE BARRANQUILLA. UNA FILOSOFÍA
DEL CARNAVAL O UN CARNAVAL DE FILOSOFÍAS 203 CUMBIAMBERA
Mirtha Buelvas Aldana Martha C. Alonso

125 EL CARNAVAL EN LAS SOCIEDADES HISPÁNICAS 204 PROBLEMA SOCIAL Y AMOR DE MADRE
DEL CARIBE Manuel Barrios Lizcano
Raquel Brailowsky
216 CARNAVAL: SOÑAR, AMAR Y OLVIDAR
139 CELEBRACIONES PARA LA VIDA Y LA MUERTE. Hernán Díaz
CARNESTOLENGOS EN CARTAGENA DE INDIAS
María Cristina Navarrete 217 FOTOS DEL CARNAVAL DE BARRANQUILLA
144 SEMIÓTICA DEL SANCOCHO: AGLUTINADOR SOCIAL 259 EL PLAN DECENAL DE SALVAGUARDA Y PROTECCIÓN DEL
DE LA COSTA CARIBE COLOMBIANA CARNAVAL: UN EJERCICIO DE CIUDADANÍA
Adela de Castro, Vilma Gutiérrez de Piñeres Pamela Flores

148 DINÁMICA DEL CARNAVAL DE BARRANQUILLA 264 CARNAVAL DE BARRANQUILLA: PATRIMONIO DE LA


Balseir Guzmán Baena HUMANIDAD. BREVE HISTORIA DE UNA PROCLAMACIÓN
Martha Sofía Lizcano, Danny González Cueto
153 LO COTIDIANO Y EL CARNAVAL
Moisés E. Saade Márquez 275 Dossier: CARNAVAL DE BARRANQUILLA.
OBRA MAESTRA DEL PATRIMONIO ORAL E INTANGIBLE
158 EL CARNAVAL, UNA ACTIVIDAD SALUDABLE DE LA HUMANIDAD.
Jaime Abello Banfi

2
EDITORIAL

Las huellas del Caribe

Jesús Ferro Bayona

Publicar una revista cultural en Colombia, en un Así lo escribimos en el primer editorial de la


contexto mediático de agendas noticiosas que les Revista. Decíamos que la década de los 80 nos
da un segundo plano a las artes y la estética es, planteaba grandes responsabilidades para la re-
de por sí, una proeza. Y mantenerla durante un gión. En esa misma dirección, Colciencias daba
cuarto de siglo exige, por lo menos, un tributo a la a conocer su primer Plan Nacional de Ciencia y
constancia. Ése, entre otros, es uno de los gran- Tecnología.
des méritos de la revista Huellas.
La cultura era para nosotros, como hoy, una
En 1980, la ciudad de Barranquilla acunaba expresión del Caribe colombiano; y el saber cultu-
una extraordinaria actividad cultural, que se ma- ral lo proyectamos desde entonces como las raí-
nifestaba en los lienzos que los pinceles de artis- ces de una auténtica formación universitaria.
tas jóvenes consentían en las esquinas o en los
relatos que nos daban la bienvenida en los libros El Caribe nos ha permitido una pluralidad de
aún tibios por la rotativa. manifestaciones que van desde lo cultural y artís-
tico, pasan por lo religioso, se detienen en lo
Estábamos apenas a dos años del reconocimien- ecológico, y abordan lo político y lo económico.
to cumbre de las letras del Caribe colombiano,
como lo sería el premio Nobel de literatura a Somos un nicho permanente de imaginación,
Gabriel García Márquez. intelectualidad y espíritu creativo. Estamos, des-
de lo académico, comprometidos con el desarrollo
En contraste, los medios ofrecían reducidos es- de la región Caribe, a través de la formación pro-
pacios al noble oficio de imaginar al mundo, em- fesional y el desafío por consolidarnos como la
belesados, como estaban, por pasajes efímeros de universidad investigativa en la sociedad del cono-
la actualidad informativa. cimiento.

Pero, en palabras del Nobel, la cultura no era Como no hemos perdido de vista nuestro en-
tan aburrida ni olía tan mal y, mejor aún, podía torno inmediato ni nuestra realidad regional, man-
ser sentida por los intelectuales puros. Así que tenemos una permanente interlocución con los ac-
nos dimos a la tarea de abrir un espacio que mira- tores sociales para incorporar el conocimiento en
ra de frente aquella ebullición cultural, o al me- los procesos políticos, económicos y culturales.
nos, estimulara nuevas producciones.
Podríamos decir, también, que somos entusias-
El primer ejemplar de la revista Huellas circuló tas en la formación de profesionales que liderarán
en agosto de 1980. El Centro de Investigaciones el crecimiento y la modernización del norte del país.
de la Universidad del Norte (Ciun) quiso así ini- Pero nuestro principal activo es que vivimos, sen-
ciar la tarea de “crear, analizar y divulgar la cul- timos y proyectamos el Caribe, como una forma
tura científica del futuro”. Nos proponíamos, desde viva de hacer patria en un entorno que reclama
entonces, señalar las huellas que orientaran el pro- más patriotas.
greso de la ciencia y la tecnología para la Costa.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


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La revista Huellas, plantada en la región, ha cepción, como arte, música, poesía, historia local y
sido una plataforma marítima adonde llegan y de regional, a partir de voces literarias y ensayos pro-
donde parten los efluvios intelectuales y cultura- fusos. La cultura, la tecnología y la ciencia van
les del mundo. Por eso mismo, no nos contenta- avanzando de la mano.
mos con ser una expresión de nuestro acontecer,
sino que hemos ido más lejos, y buscamos ser un El escenario de estos 25 años de Huellas no
mirador desde donde la reflexión sobre el hom- podía ser otro. Nuestro Caribe: único espacio po-
bre y su destino, nos hermane con las ubicuas sible para verificar nuestra identidad cultural y
inquietudes del las culturas de ayer, de hoy y de mantener en pie las razones por las que vivimos
mañana. en medio de la dicha.

Para la Universidad del Norte, Huellas ha sido Eso es lo que hace universales a los habitantes
una plataforma que le ha permitido presentarse de la región, para quienes la globalización que
al público o la comunidad como un centro de es- encarna la cultura no es extraña, acostumbrados
tudios donde no sólo la ciencia y la tecnología ocu- como estamos a comunicarnos con el mundo a
pan un lugar importante. Con la revista hemos través del mar y las navegaciones donde se teje la
privilegiado a la cultura en su más amplia con- red de un universo multicultural.

4
Esbozo de una etnología
sobre el modo de ser costeño*

Jesús Ferro Bayona

La pregunta sobre si que la etnología está


existe un modo de ser impregnada de leyen-
costeño se podría res- das, de mitologías, es
ponder con un rotun- un inventario de si-
do sí, fruto del senti- luetas históricas, de
miento provinciano, documentos perdidos
producto de una re- en los baúles, de es-
beldía nacida también cenas rústicas y de
del sentimiento de la paisajes descritos en
tierra olvidada, no las páginas de los no-
tanto la costanera, velistas. «La adivina-
sino más bien la ribe- ción del literato puede
rana de los ancestra- servir de precursor y
les ríos Magdalena, de lazarillo al análisis
Cesar, San Jorge, científico.»1
Cauca y Sinú, para
mencionar sólo aque- Al elegir el contra-
llos que se filtran no- punto de la etnología
toriamente en las de- Foto de Vivian Saad no me estoy matricu-
presiones y sabanas lando en una escuela
en donde terminan las cordilleras del sur, especie determinada, sino que me abrigo al amparo de un
de signo geográfico que determina la denomina- método de observación y descripción de los fenó-
ción común de región costeña y que diferencia al menos culturales persiguiendo las leyes que expli-
altiplano andino y al poblado interiorano de estas can sus configuraciones. Me adentro en el fenóme-
zonas inundables y cenagosas que llegan hasta el no costeño por la vía de sus conformaciones socio-
inconmensurable mar que nos define. culturales, no sin antes describir someramente un
marco de referencia del método empleado.
Pero otro es el objeto de esa pregunta, y se debe
buscar el cauce de una metodología que nos guíe Si emprendemos el camino de la observación
rigurosamente a la respuesta que ya intuitivamente de un grupo social en virtud de su identificación
conocemos. Ese cauce no será otro que el de la grupal, el modo de ser costeño se nos vuelve, en
etnología viajera, esa observación directa cambian- cierta forma, cuestionable. Pero en el cuestiona-
te, marginal, enhebrada en notaciones que hicie- miento está la clave de la respuesta. La cultura
ron los cronistas y también los narradores; por- está internamente caracterizada por la diversidad
1
* Tomado de Huellas, Revista de la Universidad del Norte, CABALLERO, Enrique. América, una equivocación. Bogotá,
nº 2, Barranquilla, marzo de 1981. Hispana, 1978, p. 277.

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de los individuos y de los grupos, muchos de los
cuales están en continuo y abierto conflicto con
un sistema o un subsistema, y en activa coopera-
ción con otro. Esta última idea, tomada de A.F.C.
Wallace,2 es esencial para entender el tipo de or-
ganización sociocultural propio del modo de ser
costeño contrapuesto al modo de ser andino.

Hay una organización política y administrativa


que vertebra el quiebre geográfico de Colombia,
que es un país de regiones y, por tanto, de diversi-
dades, como lo afirma el profesor Luis López de
Mesa, que distingue a la región costeña como una
de las siete regiones nacionales.3

La diversidad en las motivaciones, en las cos-


tumbres, en el sistema de valores, en las concep-
ciones colectivas, para no hablar del medio no hu-
mano y geográfico, serviría para definir, en con-
traposición, el modo de ser costeño con respecto
al resto de las agrupaciones del país.

Pero no nos satisface esa contraposición, por-


Foto de Vivian Saad

que no es suficiente. Aunque no queda uno com-


pletamente libre de la tentación cuando lee en las
páginas del libro de Enrique Caballero, hipnotiza-
do con el embrujo del Brasil, a donde lo llevó el
viento de la diplomacia: «El Brasil es el triunfo de
lo mestizo. El Brasil contradice, pues, el prejuicio
de que es imposible aclimatar la civilización occi-
dental en el trópico. Lo que pasa es que no ha im- «Es un país de nostalgia para todos los que están
plantado la civilización de la clámide griega sino de hastiados del museo histórico de la Vieja Europa.»5
la tanga mulata.»4
Dejemos constancia también de que existe un
No entremos a discutir lo propio y lo impropio de sistema político y administrativo que refuerza los
tal afirmación, en cuanto desconoce la realidad tro- lazos originales de lengua, historia y patria, esos
pical de la región Caribe colombiana, y en cuanto puntos de referencia que unen a esas diversida-
confirma la frase irónica de Borges de que «la reali- des que es Colombia. Desde el punto de vista de
dad no es continuamente criolla», gracias a Dios, las referencias, podemos dejar sentado que la re-
pero dejemos constancia de que la conciencia de gión que denominamos costeña se contrapone a la
un andino, por no decir sus hábitos y expresiones andina en el marco de una unidad basada más en
culturales, está situada a la otra orilla del trópico, lo político-administrativo que en lo sociocultural.
en las mesetas frías donde se suspira todavía, en-
tre balandranes y edredones, por los antiguos Habíamos dicho que la expresión «modo de ser
virreinatos de solemnidades emperifolladas, contra- costeño» se vuelve cuestionable. Porque si deja-
riamente al furor del Caribe, sensual, violento y exu- mos atrás las cordilleras y concentramos la aten-
berante, lugar donde se cumple la definición que ción etnológica en la región costeña, surgen de in-
Hegel daba de América como tierra del porvenir: mediato múltiples interrogantes. Fals Borda lo pre-
cisa en su libro sobre Mompox y Loba.6 «Determi-
2
WALLACE, A.F.C. Cultura y personalidad. Buenos Aires,
nar regiones como elementos dinámicos de una
Paidós, 1963, p. 41.
3 5
LÓPEZ DE MESA, Luis. De cómo se ha formado la nación HEGEL, G.F. Lecciones sobre la filosofía de la Historia Uni-
colombiana. Medellín, Bedout, s.f. versal.
4 6
CABALLERO, op. cit., p. 262. FALS BORDA, Orlando. Historia doble de la Costa. Mompox
y Loba. Bogotá, Carlos Valencia, 1980, p. 19B. y Loba. Bogotá, Carlos Valencia, 1980, p. 19B.

6
Debo dejar consignada la observa-
ción que me hizo un coterráneo de que
no se debiera hablar de lo costeño,
sino más bien insistir en lo caribe, o
si se quiere, en la dimensión caribe
de nuestra cultura. Añadía que, ade-
más de ser utilizada como una expre-
sión peyorativa en el interior, coste-
ño era empleado como una categoría
administrativa que facilitaba el ma-
nejo del norte colombiano. Así, por
ejemplo, se dice que en el gabinete
actual la Costa está representada por
un ministro costeño, aprovechando
esa categoría, en este caso reductora,
para los siete departamentos de la
Costa, mientras se sigue hablando de
antioqueño en iguales proporciones,
Fotos de Raquel Caridi se pide, se reclama y se nombra mi-
nistro para Antioquia, sin incluir el
formación social concreta es un problema que no Viejo Caldas en la misma representación, porque
se ha resuelto satisfactoriamente.» De ahí se dedu- se considera administrativamente distinto. Este
ce que la región costeña puede estudiarse como tipo de falacias se traduce en pérdida de control y
una interacción de regiones y subregiones vincula- de influencia en el ejecutivo.
das, sin duda alguna, histórica y políticamente, pero
sobre todo como entes naturales y geográficos que Veamos a la región costeña como unidad no so-
se recomponen como entidades sociales, culturales lamente en términos culturales y sociales, sino
y económicas que tienen una base especial común. también determinada, y definitivamente, por el fac-
tor geográfico. Cuando hablamos de este último,
El problema de la diversidad de regiones coste- debemos tomarlo en toda su amplitud: la Costa es
ñas, que puede ilustrarse con las diferencias en la al tiempo región que toca el mar Caribe y también
concepción del honor que tiene un guajiro y la que las zonas interiores surcadas por ríos que van al
tiene un cordobés, o con los matices del habla en- Caribe. Fals Borda hace un estudio pormenoriza-
tre un barranquillero y un sampuesano, o con la do de la depresión Momposina y su región en el
diferente catalogación social cartagenera y since- que se sitúan claramente los valores, las tradicio-
lejana, no es, sin embargo, un problema que ata- nes y esa cultura que él llama «anfibia» de los
que las bases socioculturales de la identidad cos- riberanos de la región. Si bien se puede discrepar
teña, no obstante la conciencia opuesta que sus en algunos aspectos de su particular visión ideo-
miembros manifiesten sobre la cuestión. Porque lógica, no se puede desconocer el valor científico y
si bien es cierto que ha habido un desarrollo des- técnico de su análisis sobre los aspectos socio-cul-
igual a nivel regional, es igualmente comprobable turales y especialmente en el modo de producción
que la diversidad de motivos, personalidades y aun que se instaura con la Conquista y la Colonia en
de costumbres de una subregión a la otra es un la Costa: «La intensa mezcla de cultura, la adop-
fenómeno de coexistencia estructural y dinámica ción de innovaciones y la importación de esclavos
que corrobora la común identificación grupal cos- negros [fueron] hechos que tuvieron lugar como una
teña, lo cual supone una dialéctica interna a la avalancha de sucesos y elementos a finales del si-
vida costeña que confirma la tesis de Durkheim glo XVI en la Costa y en la subregión momposina.» 7
de que la integración de la sociedad depende de
los sentimientos comunes de sus miembros. Una auténtica definición del modo de ser coste-
ño debe abarcar la amplitud geográfica de la Cos-
Dentro de ese marco de referencia, hay que de- ta y, lo que es obvio, su historicidad. Al aspecto de
cir que la identidad regional costeña está dada por la amplitud geográfica que está determinada por
elementos dinámicos internos y exógenos a la re-
gión del Caribe colombiano. 7
FALS BORDA, op. cit., p. 44B.

7
la muerte de las cordilleras, la continuidad de los cual y a través de la cual el indio y el esclavo se
ríos, las ciénagas, las sabanas y el mar Caribe, reconocieron y llegaron hasta cantar sus sueños y
hay que añadir la visión histórica costeña: Mom- desventuras, como en las poesías de Candelario
pox, Cartagena, Santa Marta, Tolú y San Benito, Obeso (1849-1884), el momposino mulato de la
se configuraron como símbolo de la naciente for- «Canción del boga ausente».
mación social que demarcaría el posterior desa-
rrollo socio-cultural de la región costeña. Qué trijte que ejtá la noche,
la noche qué trijte ejtá;
La Costa estaba ligada, antes del descubrimien- no hay en er cielo una ejtreya…
to, a las culturas mesoamericanas, y después de remá, remá.
éste se vio envuelta en el proceso de pluralidad
cultural propio del Caribe. Piénsese en esa parti- El español trajo la religión, pero aquí la plurali-
cular región que baña el mar Caribe, piénsese en dad cultural se la apropió, y en esa apropiación se
las Antillas, en Puerto Rico, en Cuba, en todo eso encontraron el indio, el mulato y el español: «Diego
que Germán Arciniegas llama «el archipiélago de del Corral, presbítero, brujo y amante de la célebre
los siete colores», y refrescaremos la memoria de Paula de Eguiluz, era la persona de que ésta se ser-
nuestro pasado. Latinos, ciertamente, pero tam- vía para llegar hasta la iglesia y abrir la caja del
bién indios y posteriormente africanos, son los Santísimo Sacramento y obtener las hostias indis-
elementos raciales que se encuentran en esta re- pensables para los rituales de brujería […] Exte-
gión del Caribe a la que pertenece la Costa. Pen- nuados y sudorosos entregábanse, después de co-
semos en el conquistador ávido de oro: «Oro en mer alimentos aderezados sin sal, a inconfesables
trozos brutos, casi del tamaño de una mano; oro goces carnales [...] Por los aires regresaban a la
en diminutas mascarillas; oro en filigranas debi- ciudad las brujas con un trapo blanco en la cabe-
das, sin duda, a alguna idolatría que por ahora za.»10 Son las crónicas de la época, según consta
tendría el buen cuidado de callarme…»8, escribe en los archivos de la Inquisición, del testimonio
Alejo Carpentier en El arpa y la sombra. Ese con- dado por el mulato Diego López.
quistador siguió río arriba buscando el oro, que
siempre le parecía menos oro a medida que lo en- Tenemos así que con la confluencia de las ra-
contraba, pero también se fue estableciendo en zas, se confunden bajo la denominación de lo que
la Costa. Pensemos en los indios, pobres paga- hoy llamamos latino, las sangres indígena, hispá-
nos que no entendían ese animal centáurico com- nica y africana. El resultado es la cultura plural
puesto de hombre y caballo. Pensemos en los es- del Caribe colombiano, que en términos abrevia-
clavos cazados en Guinea, Angola, Dahomey, Con- dos se conoce como cultura mestiza, y que para
go, Elmina, a partir de 1600, traídos para reem- nuestro propósito no es otra cosa que el producto
plazar la mano de obra india que ya se agotaba, del concubinato cultural de las tres razas, fenó-
esa presencia negra que «ha quedado visible, po- meno único en la Costa Atlántica colombiana.
derosa, influyente hasta el día de hoy.»9
Esa misma cultura fue posteriormente desple-
De allí provenimos, de esa mezcla de razas y gándose o concentrándose con las corrientes in-
culturas nació la Costa Caribe. De esa pluralidad migratorias. En los pueblos del río Magdalena se
y mutuo influjo se originó el modo de ser costeño. oyen leyendas de italianos profesores de piano, se
El indio le enseñaba al negro el uso de las plantas identifica al turco vendedor de telas y se recuerda,
para fines medicinales, la hechicería, la agricultu- como en una especie de síntesis de europeos aven-
ra de la yuca, el maíz y el cacao. El negro le ense- tureros, al «judío errante». Yo lo vi pasar, y con eso
ñaba al indio desde cantar y bailar hasta luchar digo todo.
por su libertad. El negro cimarrón, huido, oculto
de sus amos, era un rebelde. Enseñó al indio la El modo de ser costeño está determinado, pues,
libertad construyendo caseríos defendidos por es- por un entrecruzamiento racial, lingüístico y cul-
tacadas y trampas llamados palenques. El espa- tural con sus características propias: hasta en los
ñol trajo el señorío pero también la lengua, hasta más recónditos y lejanos pueblos del sur de Sucre
imponerla como lengua vernácula «natural», en la se puede encontrar la misma inclinación al uni-
versal personaje que resulta de las incesantes co-
8
CARPENTIER, Alejo. El arpa y la sombra. México, Siglo XXI,
1980, p. 133.
9 10
FALS BORDA, op. cit., p. 45A. CABALLERO, op. cit., p. 256-257.

8
En 1949, después de la
batalla de flores, Carlota
Solano Andrade llevó a su
hija Virginia Comas
Solano a retratarse en la
Foto Leo. Años más
tarde, se abren paso
rumbo a otra batalla de
flores, como lo capta la
«instantánea» y lo atesti-
gua el gorro que lleva su
amiga, Eneria Cortez.

rrientes migratorias. El gitano Melquíades es una teños un asunto sin problemas, ni siquiera en el
invención popular más que novelesca. aspecto social jerárquico.

El criterio del entrelazamiento de razas no es El asunto había comenzado mal, porque en 1504
el único. Tampoco lo es el de la confluencia de rindió un informe don Antonio de Herrera ante el
culturas. Pero sí son el punto de arranque de una Consejo de Indias. Las expresiones eran las justas
dinámica del mestizaje que, vista en su desplie- para un exorcismo: que era sodomitas, idólatras y
gue histórico, le fue dando forma al modo de ser caníbales; que eran inconstantes; no guardaban
costeño. Es cierto que la sangre seguía renován- fe ni orden, ni guardaban lealtad maridos y muje-
dose al compás del amor libre —con lo cual que- res ni mujeres y maridos; que no tenían barbas, y
dó la región costeña marcada con un sello impe- si les nacían se las arrancaban. Pero el tiempo de
recedero, una especie de fatum tropical sin trage- la acomodación pasó dejando sus huellas indele-
dia—. Todo empezó con el amancebamiento: «Los bles, hasta que la actitud del «dejar pasar» se fue
más de los españoles vivían amancebados con las imponiendo aun en aquellos que parecían menos
indias: se daban el lujo de poseer varias a la ma- predispuestos a ello: los grande nombres como los
nera de los caciques […]», anota Fray Severino de Mier, los Torre Hoyos, los Santa Coa, se fueron
Santa Teresa.11 La historia india precolombina le metiendo en esa inercia del dejamiento vital que
quedó gustando a los españoles. El marqués Juan erróneamente algunos criollos siguen interpretan-
Bautista de Mier y la Torre —uno de los apellidos do como apatía, desinterés o incapacidad. Lo que
más sobresalientes— admitió que había tenido sie- pasa es que no heredamos por ninguna parte la
te hijos naturales en la región de Mompox. Se culpabilidad calvinista, ni el sentido de predesti-
diría que los cansados españoles del Viejo Mundo nación luterano para hacer fortuna como preludio
se dieron a buscar sangre fresca: con indias, con del paraíso eterno, ni el afán helvético del reloj.
mulatas, con negras, y mulatos con zambos, y el
cuarterón con el quinterón y tente-en-el-aire y No hay que mirar ese sentimiento vital del tiem-
salto-atrás. Aquello era una fiesta de la sexuali- po que pasa, sin «menearlo», con una óptica pesi-
dad, que ha sido tradicionalmente entre los cos- mista y negativa. «Se trata de un sentido de adap-
tación realista al ritmo de los procesos normales de
11
la vida del río y del ambiente tropical […] Se debe
DE SANTA TERESA, Fray Severino. Historia documentada de
originalmente a la certeza de que la feracidad de la
la iglesia de Urabá y el Darién, vol. 11, p. 283.

9
tierra, la plenitud de los caños y en Colombia. 13 El individuo
la abundante caza no dejará pa- siente un respaldo a través de
sar hambre o ninguna necesidad ese sistema descrito, un respal-
básica. Es, en cierto modo, vivir y do que lo acompaña desde que
dejar vivir.»12 nace hasta la muerte, pasando
por los rituales del matrimonio,
Todo eso nos puede escanda- el amancebamiento, la desgra-
lizar de pronto. Pero se dice en cia y la agresión. Si bien hay ele-
América, una equivocación: «Se- mentos comunes con otros sub-
dienta de trabajo y amor», para Foto de Fernando Mercado
sistemas culturales colombia-
definir al grupo cultural del Bra- nos, la tradición socio-cultural
sil. Válido también para las ciu- costeña se caracteriza por la fle-
dades y pueblos de la Costa, si xibilidad que le imprime a esa
no hubiera una concentración solidaridad, producto de su ac-
de los poderes centrales. El titud vital, que Fals Borda des-
modo de ser costeño está mar- cribe como «la naturaleza anti-
cado por esa inercia histórica solemne, alegre, franca, directa
que no le impide levantarse de y ruidosa del costeño.» Un velo-
la hamaca para entablar una rio costeño en los pueblos del
guerra de mil días; atravesar a Magdalena es un suceso que in-
palo seco una región plagada de vita a la solidaridad, aparente-
mosquitos; descuartizar terne- mente festiva, pero que es en el
ros y comerse de un tirón siete fondo la manifestación nada trá-
platos de sancocho para volver gica ni solemne del destino co-
a dormitar en la hamaca. Es una mún de la muerte tomada como
concepción de la vida que mere- un descanso natural. Lo mismo
ce analizarse no con espíritu de puede decirse del sentimiento de
ejecutivo, sino con la conciencia la igualdad que subyace en la
histórica de un destino geográ- Foto de Vivian Saad
solidaridad común del costeño.
fico que es rico y abundante en Cuando aquí se le dice «señor» a
recursos para volver a recuperar lo que perdimos. alguien, nadie se fija en el color de la piel ni en la
jerarquía social: se saluda así a la persona intuida
La confluencia de las razas definió desde los tropicalmente y sin los alambicamientos de las abs-
orígenes un sentido de la participación social, de tracciones tomistas de la materia y la forma en un
la acción comunitaria que se refleja desde el sim- ente racional, ni tampoco con las categorías del
ple gesto de compartir los domingos una partida señorío feudal.
de dominó, hasta ese marcado e imborrable senti-
miento del «ñerismo». A lo anterior se añade, a otro A todo ese conjunto de actitudes vitales, de fran-
nivel, el de la parentela, tan compleja en la estruc- co mirar a la vida, de naturalidad en el comporta-
tura de queridas, hijastros, entenados, hijos miento, aun en aquellos aspectos mirados como
adoptivos, hermanos de padre y hermanos de ma- nefandos en otras culturas, impregnado ese siste-
dre, tías honorarias y la invulnerable y sólida es- ma por la música, el fandango, lo «carnavalesco»,
tructura del «compadre». lo lúdico, que caracteriza el modo de ser costeño,
se le puede calificar de sistema de una cultura flexi-
Este sistema amplio de solidaridad y apoyo que ble. Una definición que no tiene ninguna preten-
se encuentra en las estructuras mencionadas del sión didáctica.
«amor libre», el «ñerismo» y el compadrazgo, proce-
de, en su más honda historicidad, del sentimiento Con ello no he pretendido tampoco abarcar la com-
de grupo indio anterior a la conquista. Virginia plejidad urbana de la actualidad que ha trastocado
Gutiérrez de Pineda señala, con lujo de detalles estos modelos o sistemas y que merece un estudio
históricos, estas tradiciones en su libro La familia aparte que no es objeto de este breve esbozo.
12 13
GUTIÉRREZ DE PINEDA, Virginia. La familia en Colombia. GUTIÉRREZ DE PINEDA, Virginia, op. cit., p. 40 y ss.
Bogotá, Iquema, 1963, p. 40 y ss.

10
Barranquilla y la historia*

Alvaro Cepeda Samudio

Barranquilla es una ciudad sin leyendas ni blaso- ros. Sin embargo, Bolívar deja a su paso el pretexto
nes, y parece que hasta ahora no le han hecho de una placa: «Aquí durmió el Libertador», que fue
mucha falta. Temas de menos para los malos poe- víctima inocente de las inquietudes progresistas de
tas, y campo estéril para los historiadores. No fue nuestros gobernadores. Pero nada más.
teatro de caballerescas aventuras ni su viento cáli-
do fatigó la infancia de ningún prócer. (Aquí lo ab- Y entonces, ¿cómo explicar su fundación? Por-
surdo del verso de su himno: «Barranquilla prócera que ni eso tenemos, ni una leyenda de sonora fun-
e inmortal...») Tampoco las noches cobijaron en su dación que nos distinga de las existencias casua-
oscuridad ninguna conspiración o intriga funam- les. Se dice que fueron los soledeños y galaperos
bulesca que hiciera cambiar el curso elástico de la quienes fundaron a la ciudad. Pero esto es muy
historia. Ni tuvo la fortuna de que sus arenales fue- prosaico. De esta suerte se fundan las ciudades
ran hollados por las gastadas botas de un barbudo sajonas, no las hispánicas. España no funda una
conquistador español. La Colonia de los virreyes ciudad sin el aparato del fundador endomingado
aparatosos, de los oidores intrigantes y del naci- con estandarte y latinajos y curas. Así que hay
miento de los tinterillos, de los pasquines y los co- que buscarle leyenda a Barranquilla. Y debió de
muneros en la inquieta y dudosa Manuela Beltrán, ser mitológica: Yo veo marchar trabajosamente una
de Humboldt y del casto Caldas, no tuvo lugar para torada sedienta que busca en vano una hoja verde
Barranquilla. No oyó la ciudad las pisadas raudas entre los yerbazales resecos. Los hombres que la
del fijodalgo que en aventuras de amores recorría siguen no cuentan. Los agonizantes ternerillos
las callejas. Tampoco se estremecieron de miedo repatingados en el yermo, mientras los más fuer-
las gentes de buenas costumbres, cuando en la tes cabecean las menguadas ubres con insisten-
noche cerrada sonaba el choque de los aceros de cia desesperante. Veo la angustia y desasosiego
los nobles que se peleaban por la bella dama, que de la manada que busca un lugar donde saciar su
se recataba tras de las celosías mientras el marido sed. Los ojos, siempre tristes, de las vacas, están
roncaba. Por no tener conventos de altos paredo- fijos en las órbitas llenas de polvo. Unas horas más
nes y de estrechas celdas donde se aburrían pen- de marcha, quizás días. Y mientras la vacada se
sando en un hombre las monjitas vivarachas, a recobra por la vista de agua y chapalea el barro
quienes el clima de la costa les hacía encender las que enmarca el río y moja sus belfos sedientos en
orejas y les ponía tensos y brillantes los labios in- la corriente rubia, un toro soberbio, de luciente
útiles por donde se resbalaban las plegarias sin dejar pelo negro y afiladas astas, lanza un bramido re-
huella en su pulpa amoratada. Por no tener con- tumbante y, hundiendo su pezuña hendida en el
ventos, no hubo un elegante caballero que huyera barro fresco, toma solemne posesión de las barran-
con una morena Marichuela. O tal vez todo esto lo cas en nombre de su grey. Es de tal suerte, resig-
tuvo Barranquilla, pero por no ser empedradas sus nada y mansa, la condición de los barranquilleros
calles no se oyeron los ruidos. a semejanza de sus fundadores los vacunos.

La Independencia, pródiga en héroes y heroínas, La historia es lo más fácil de hacer: sin prejui-
fue apenas un rumor lejano para los barranquille- cios y con un poco de imaginación hasta los him-
nos se justifican.
* Tomado de Huellas, Revista de la Universidad del Norte,
n° 51-53.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


pp. 11-11: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
11
Génesis de Barranquilla
y otros escritos sobre el carnaval *

Alfonso Fuenmayor

La historia de la fundación de Barranquilla carece leían la marcha del tiempo en el desvío nocturno
de documentos. Fue ésta una empresa sin nom- de las estrellas altas y adivinaban la lluvia en el
bres propios y puede decirse que, más que por de- vuelo de las aves o en cierta intensidad melancóli-
terminación de sus anónimos gestores, fue funda- ca de los ojos de las bestias que holgaban tranqui-
da por una voluntad bestial que los arrastró a la las en la abundancia de los prados.
obra en momentos en que el cielo probaba la tran-
quilidad de una campiña. No se encuentra ningún No faltaba allí una música primitiva que en la
acta en archivo alguno que nos muestre ese gesto desolación desamparada de los crepúsculos trata-
arrogante, infantil, heroico y bárbaro, a un tiempo se vanamente de restañar la inmensa herida con
mismo, del conquistador español, padre de ciuda- que la tarde hiere el corazón del hombre y en que
des, que trazaba, abiertamente, a todo aquel que el cielo parece compadecerse de la humana cria-
se opusiera a acto tan solemne. tura. El delgado flautín tocado más bien con las
propias penas profundas, cuyo son todavía suena
Nada de eso hubo en esta ciudad. No fue la co- en las fiestas vernáculas, retenía sobre los párpa-
dicia del oro el origen de sus muros. Ni la ambi- dos tristes la llegada del sueño que traería prendi-
ción insaciable de un encomendero que hablara a do en la despierta voz de los gallos, el regalo de
nombre de la Majestad ausente. No hubo caballos otra aurora.
marciales que relincharan su gloria. No hubo hie-
rro humillante. Eran tiempos casi bíblicos. Hombres y anima-
les renovaban la hermandad clamada piadosamen-
Barranquilla surgió casi al azar. Independiente te por el de Asís. El nacimiento de un recental era
de toda voluntad humana, apoyó con fuerza sobre tan alegre como el nacimiento de un niño. El pri-
la tierra su vaga decisión de vivir. El escondido mer balido de la pequeña bestia tan dulce y grato
milagro de su surgimiento no denunciaba su vi... como la sonrisa de un niño que abre los brazos
Su fundación recuerda... [mutilado en el original misteriosamente en medio del día.
consultado] esos troncos de los cercados que olvi-
dando la razón por qué fueron sembrados, empie- Allí estaban, como lugares familiares, los ca-
zan a echar flores y hojas y verdes retoños ante el ños de agua sonriente y tranquila y los jayanes
asombro del inesperado sembrador. enmarcados de verdura rebosante en donde el ga-
nado abrevaba la sed de la canícula. Las aves
Barranquilla, hecha al principio de paupérri- nómades hasta allí llevaban sus trémulos itinera-
mas chozas de paja, miserables, de pobreza apos- rios en los que vestía de nuevos colores y nuevas
tólica, esperaba por muchos años, su entrada de- voces la soledad de los cielos. Más allá, la hierba
finitiva a la vida del mundo. verde, prolongada en serena pradería, cantaba la
juventud de la tierra con el orgullo ingenuo del
Baranoa, Galapa y Malambo eran aldeas donde árbol que descansa al lado del camino. La ambi-
primaba, como ocupación, la cría de ganado. Las ción humana era diminuta y se mostraba, indo-
poblaban rústicos pastores de vida patriarcal que lente, en la misteriosa intención divina que seña-
laba en la bondad de las lluvias y en la abundan-
* Tomado de Huellas, Revista de la Universidad del Norte,
cia de las cosechas. Ésa era la patria del sol.
n° 63-66.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


12 p. 12-18: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
Hasta que para estas dulces aldeas de vida plá- tendidas sobre el campo y bajo el cielo, semejaban
cida y despreocupada llegó, como en el verso de una enseña de sumisión al rigor de la época.
Coleridge, “a weary time, a weary time.”
Lejos, al norte, confundiéndose con el horizon-
Finalizaba el primer tercio del siglo XVII. El cielo te, se adivinaba un gran río, hondo y oscuro que
apretaba, hostil, donde antes fue generoso en el ex- corría con ronco rumor entre las riberas
ceso de sus dones. Ya la lluvia no descolgaba sus deshabitadas.
húmedos cordajes sobre la inocencia de los prados.
La fiel ofrenda pluvial cada día era más escasa. Has- Una noche, ya avanzada, casi al alba, el gana-
ta que cesó. Los jagüeyes reducían su líquido anillo do rompió, como una débil caña, la urdimbre pre-
como un puño crispado de ira. La vida parecía huir visora de los corrales y huyó hacia el río que, en
como ante un espanto fatídico. Empezaba a flaquear la distancia, mantenía los pastos siempre verdes,
la esperanza de los hombres que había sido reno- como en un cuadro. El ganado huía y la mugiente
vada como un óleo sagrado. El verano con toda su polvareda señalaba el norte y fue una carrera de
amargura resumía la desesperación. Los bramidos fatigas sostenida por el pavor a la muerte y la
de los animales se hicieron queja y lamento y fúne- miseria.
bre presagio. El verano avanzaba, obstinado, segu-
ro, como un destino inexorable. Los hombres corrieron detrás de su hacienda.
Y las bestias guiaban a los hombres en su cegue-
El hambre y la sed inauguraban su imperio don- ra. Y corrieron mucho a través de la espesura como
de la fuerza del hombre se doblaba bajo una poten- una luz entre tinieblas. Y llegaron al gran río que
cia insuperable. Y el carrizo fluctuante, penoso, con- al fracasar contra las rocas de la orilla se deshacía
tinuaba su queja sin consuelo en medio de la tarde. en hilos de algodón, espuma y niebla sutil. Allí
sobre el Magdalena los animales tendieron sobre
Con voz más triste que el crepúsculo el ganado el agua la larga angustia de sus fauces. Y los toros
se quejaba. Y vinieron las primeras muertes que, padres, alzando la cornuda cabeza, lanzan, ade-
Foto de María Páez

De los barrios populares rumbo a los desfiles de carnaval.

13
lante, mugidos que cuajan su fuerza en tierra y aire Con hierro y encaje, con sueño y con brazo,
y son cimientos inconmovibles de la futura ciudad. Barranquilla fue construida. Es fuerza y es gra-
cia. El río ancho que lame sus laderas, el mar cer-
Desesperadamente lento fue el desarrollo de esta cano cuyo rumor llega, tranquilizador, hasta la
aldea que nacía al mundo con la candorosa ino- ciudad, y el cielo azul, siempre azul, han tenido
cencia de la estrella de la tarde. Su perfil de ciu- sobre la ciudad un encanto sutil de embrujamiento
dad tardó mucho en dibujarse. y magia tan grato como un recuerdo grato.

Acontecimientos de índole diversa entre los cua- La historia de Barranquilla no se encuentra en


les juegan papel preponderante el favor de la na- efemérides pobladas de charreteras. La historia es
turaleza, el lugar excepcionalmente privilegiado en hija de los hombres y esta ciudad ha sido produc-
que está ubicada la ciudad, y la tendencia natural to de la tierra misma, ha sido determinada en os-
de sus hijos al trabajo y el amor a la tierra, consi- curo designio y claro fulgor por la naturaleza. El
guieron, en un plazo pasmosamente breve, hacer hombre no ha hecho más que acompañarla. (Es-
de ella la segunda ciudad nacional. tampa, n° 161, Bogotá, dic. 20/41)

El barranquillero

Cuando alguien se refiere al origen de Barranqui- padres —ya sería mucho pedir que sus abuelos
lla siempre habla de unas vacas y de unos pasto- también— nacieron en Barranquilla.
res que en una época imprecisa y en un verano
excesivamente cruel buscaron la proximidad del El barranquillero no es un producto étnico de
agua. De este modo se acercaron al agua dulce y buena o mala calidad. Tampoco es un tipo racial
al agua salada y se quedaron. Pero la verdad es más o menos definido. Es un hombre que gasta el
que Barranquilla no tiene historia. dinero mucho antes de pensarlo, que habla casi a
gritos porque quiere que se le entienda, que se con-
Al lado de unas pocas chozas fueron agregándo- sidera lo suficientemente joven para tomar nada
se otras y otras y esa agregación informal no ha ter- en serio, que indefectiblemente y como una cuba
minado y es evidente que ya no podrán seguir lla- que pudiera gritar, se emborracha durante el car-
mándose así sin ofender a los arquitectos. El habi- naval, que inicia industrias exóticas en el país y
tante de las chozas de antaño y de las modernas que las abandona cuando se convence que son un
casas de ahora ha tenido siempre
una manera de ser que podría de-
nominarse barranquillera.

Para ser barranquillero no es


del todo indispensable haber na-
cido en una ciudad distinta de Ba-
rranquilla. Aunque los barranqui-
lleros suelen venir al mundo en
Ocaña, en cualquier municipio de
Antioquia o en no importa qué po-
blaciones del viejo o del nuevo con-
tinente, aunque actualmente estén
naciendo y vayan a nacer en el fu-
turo innumerables barranquilleros
en quién sabe qué lugares del pla-
neta, hay, sin embargo, barranqui-
lleros nacidos en Barranquilla y
hasta, incluso, hay algunos cuyos
Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)

14
buen negocio, que se aburre de llamar a las cosas poca cosa entre los millares de compatriotas que
siempre por un mismo nombre. El ron blanco, por padecieron atrocidades que ya son recuerdos, sino
ejemplo, que ha tenido incontables y fugaces nom- que nueve de ellos eran liberales y cinco conserva-
bres, se llama ahora, y desde hace unos cuantos dores y que compartían la piedad de un mismo
meses, “gordolobo”. techo y fraternalmente comían de una olla común.
Esos hombres que huyeron del infierno del inte-
MEJOR LOS HECHOS
rior y que lamentaban, no sin desesperación, la
Es también, el barranquillero un hombre al que le pérdida de sus bienes y de queridos miembros de
gusta expresarse por medio de rotundas metáforas su familia, trasladados nuevamente a cualquier lu-
rabelesianas de las cuales no exige tanto lirismo como gar de Santander, del Tolima, de Boyacá, de An-
exactitud. Su sentido del humor se resuelve en es- tioquia, se hubieran exterminado mutuamente y,
pléndidas, en trepidantes y milagrosamente inofen- casi con seguridad, sin repugnancia. Esta hipóte-
sivas carcajadas en las que cabrían con generosa sis es más fácil de concebir que la contraria.
amplitud todas las sonrisas que ha tenido Bogotá
desde que fue fundada. Su manera de hacer chistes Esos señores, en quienes debía operar el rencor
no estriba en los matices de las palabras, en la petu- y la venganza como un estímulo de singular fuerza,
lante suntuosidad de los retruecanos, sino que se se habían hecho barranquilleros en la manera de
desprende de las situaciones de la vida, de la urdim- ponerse de acuerdo, de cordializar, de quitarle la
bre esquiva y compleja de los episodios humanos. absurda y abrumadora importancia que le habían
Es un humor, para designarlo de algún modo, de dado al hecho de ser conservadores o liberales.
hechos y no de palabras.
Si un barranquillero, que desempeña la hono-
El barranquillero es un hombre que entiende rable y progresista profesión de conductor de buses,
las cosas al vuelo, que expresa sus pensamientos no tiene inconvenientes para detenerse en cual-
tan sintéticamente —no le gusta pronunciar to- quier esquina, bajarse del vehículo mientras el
das las letras de las palabras— como le sea posi- pasajero lo espera, y ponerse a conversar con un
ble, completando sus mensajes por medio de ges- amigo, galantear una dama o tomarse un vaso de
tos, cuya inclusión en los diccionarios debería ser guarapo helado, por lo cual pagará con gusto cual-
estudiada con seriedad. No le gusta lo minucioso quier multa, en cambio es incapaz de hacerle el
y procede convencido de que no hay nada mejor menor daño a nadie porque no comparta sus ideas
que la celeridad. Hay que ponerse eléctrico: es un y menos todavía si esas ideas tienen algo que ver
dicho popular que resume esa convicción y que con la política. Exactamente, esto no quiere decir
puede explicar por qué la gente anda tan de prisa que respete las ideas ajenas, aunque en la prácti-
por la calle aunque no oriente su rumbo hacia nin- ca así pueda considerarse, sino que no le impor-
gún lugar determinado. tan ni le interesan.

DE ACUERDO COMPRENSIVOS

Los hombres inmemoriables que tan excelentes fue- El precoz cosmopolitismo de Barranquilla ha hecho
ron para encontrar el agua, hallaron también lo que de sus habitantes gentes comprensivas y les ha per-
acaso es la mejor virtud del barranquillero: su capa- mitido saber cómo son los demás y lo que hay de-
cidad para ponerse de acuerdo. Esta manera de ser trás de las cosas. Cuando, en los comienzos de la
no parece extraña al hecho de que Barranquilla sea segunda guerra mundial un altoparlante instalado
una ciudad de comerciantes, de extenderos o de ten- en el Paseo Bolívar informó que Inglaterra le había
deros en potencia. El comercio es la insuperable uni- declarado la guerra a Alemania, un hombre descal-
versidad de la cordialidad, porque, para su existen- zo que oía las noticias, comentó: “Ahora sí se fregó
cia, presupone una obvia capacidad transaccional. Hitler, con esa concha que tienen los ingleses.”

Cuando la violencia política le conquistaba a la El barranquillero que está acostumbrado a ver


república una celebridad desconocida que hoy re- de pronto sobre el mar, sobre el río o sobre el aire
pugna hasta a aquellos que la estimularon, un ba- cosas nuevas, es también un hombre que, como
rranquillero podía mostrar en un galpón de su pro- Micawber, espera siempre que algo surja, que un
piedad, casi con la satisfacción del científico que acontecimiento inesperado cambie las cosas, aun-
ha tenido éxito en un experimento, a catorce refu- que sea para no seguir yendo donde el mismo pe-
giados políticos. Lo importante no es el número, luquero. (El Heraldo)

15
Hablando como barranquilleros

Ninguna entre el centenar de personas que aproxi- no tiene importancia, y no tiene importancia por-
madamente habla todo los días con el responsable que no se las “come” cuando escribe. En cambio el
de estas líneas, tiene la entonación, ni el acento ni bogotano no domina la conjugación. “Enderézcase”
la modulación de las “cuñas” de radio que en es- me dijo una cultísima señora bogotana para invi-
tos días se propagan como “reclame” electoral. Esas tarme a que me sintiera cómodo en su imponente
cuñas son una ultrajante caricatura de lo coste- sofá. Esa y otro señor cualquiera dicen como la
ño, una deformación inaceptable de nuestro len- cosa más natural del mundo la “casa de junto” o
guaje común y corriente. Es una caricatura que “ven para vamos a cine” o “vení acá” o “día y no-
debe ser rechazada. chemente” o “charol” por azafate.

Es posible encontrar gentes que imitan a la per- Nosotros los costeños somos tan infortunados
fección el modo de hablar de un pastuso, de un que hasta el hecho incuestionable de que maneja-
antioqueño, de un bogotano, pero quien esto escri- mos el idioma con más o menos corrección se nos
be nunca ha encontrado a nadie que imite el modo niega y se nos niega agresivamente. Parece ser
de hablar del barranquillero que, en verdad, casi nuestro sino.
carece de acento y tiene una voz neutra. No en vano
don Gustavo Santos prefería como locutores para De todos modos es bueno recordar que el señor
la Radio Nacional a gentes nacidas en este lugar. Cuervo escribió sus Apuntaciones críticas sobre el
lenguaje bogotano, porque consideró ese “lenguaje
El padre Félix Restrepo, cuya autoridad en acha- bogotano” incorrecto, y no se le ocurrió ser el au-
ques de idiomas nadie va a discutir aunque ya haya tor de unas apuntaciones críticas sobre el lengua-
fallecido, decía que el mejor castellano de Colom- je costeño. Quizá le hubiera hecho falta material y
bia se hablaba en la Costa. Y esto parece indiscu- no habría alcanzado a escribir las seiscientas pá-
tible. El hecho de que el costeño se coma las “eses” ginas de su célebre libro. (El Heraldo)

El carnaval

Una tradición barranquillera, seguramente vieja y países vienen a esta ciudad, no para ser especta-
quizá inmemorial, empieza a tener lugar en este dores, sino para ser actores de una festividad in-
día, cuando se inicia, propiamente hablando, el comparable.
antruejo. El carnaval, que un mes atrás se inicia-
ra con algunos signos de timidez, muy propios de El carnaval es una espontánea prolongación,
un desprendimiento demorado de la rutina, entra una manifestación natural del espíritu de los ba-
ahora, delirante, en su clímax, a su altísimo pun- rranquilleros y es esta circunstancia, precisamen-
to culminante. te, la que le da un sabor único, inimitable, y la
que hace, la que ha hecho por décadas innumera-
Hasta hace unos pocos años el carnaval que bles, que esta festividad sea alegre y sana, extra-
disfrutaron con buen humor y sencillez nuestros ña por completo a las turbiedades que suscitan
antepasados, era una festividad estrictamente lo- los malos instintos.
cal, circunscrita a las gentes aquí nacidas o aquí
radicadas. Pero esta vocación que se toma el espí- Los barranquilleros, desde luego, tienen en el
ritu, con el tiempo fue ampliando, en un avance carnaval una ineludible responsabilidad y el de-
seguro, inexorable, el campo de su influencia y ber incuestionable de que este año, como todos
fue subyugando, con la inmanente fuerza de su los años anteriores, sea un certamen de alegría y
propia fascinación, núcleos humanos cada vez más de tranquila convivencia.
amplios. Hoy día, el carnaval barranquillero es un
acontecimiento nacional y hasta gentes de otros Junto con los millares de turistas de buena fe

16
que en estos días son nuestros huéspedes, segu- que forma parte del patrimonio de la ciudad y que,
ramente llegan maleantes con la esperanza de en- por lo mismo, hay que preservar.
contrar aquí un campo propicio para sus fechorías,
aprovechando, desde luego, la inveterada despre- Tenemos no ya la esperanza sino la certidum-
vención de nuestras gentes. bre de que este carnaval, que se inicia con los más
promisorios auspicios, podrá colocarse sin menos-
Cada barranquillero tiene que ser un colabora- cabo al lado de todos los carnavales que hasta aho-
dor de las autoridades y de la policía para garanti- ra han transcurrido en Barranquilla. (El Heraldo,
zar el sosegado discurrimiento de esta festividad feb. 8/64)

¿Se desnaturaliza el carnaval?

El carnaval, esa fiesta vernácula, que enloque- don Miguel de Unamuno denominó “el recuerdo
ciera en sus amplios pliegues de alegría a tantas de lo que nunca fue”.
generaciones de barranquilleros, se internacio-
naliza y en cierto modo deja de ser una cosa pro- Mentalidades progresistas que trabajan febril-
pia para convertirse en algo que pertenece a to- mente hasta en las horas del sueño, se ocupan
dos. Y no es difícil advertir en esta festividad infatigablemente en cambiar el carnaval, y en su
incoativos gérmenes de extra- celebración quieren intercalar
ña procedencia, que al ser in- delicados ballets, abanicados
jertados en el cuerpo de esa por los alígeros pasos de ingrá-
gran sinfonía de colores y vo- vidas ondinas. Y piensan, tam-
ces, la transformen y, en con- bién, agregarle corridas de to-
cepto de no pocos, la adulteren ros con novilleros de “cartel”,
e, inclusive, la desvirtúen. con carrozas que sean feéricos
castillos, con princesas dormi-
El exotismo es uno de los ele- das ycon cisnes prestados a los
mentos que se ha filtrado en la estanques de los jardines de
gran celebración. Y hay bailes Europa. De esta manera, muy
que se llaman “Una noche en el elegante muy refinada, se lle-
Oriente” para darle paso a si- gará a convertir el carnaval de
nuosas odaliscas, a encantado- Barranquilla en el carnaval de
res de serpientes adornados con cualquier otra ciudad ilustre en
el convencional turbante, a el impalpable mundo de la le-
enigmáticas Sherezadas, a fero- yenda.
ces Alí-Babas. Disparadas las
gentes en este azaroso itinera- “La Burra Mocha”, “El To-
rio de errabundez geográfica, se rito”, “El Congo Grande”, “El
olvidan, inclusive, del lugar que Congo Reformado” y tantas dan-
Barranquilla ocupa en el plane- zas y comparsas están de capa
ta, y es así como en un presti- caída, y no parece lejano el día
gioso centro social se efectuó un en que, con sus banderas blan-
baile que llevaba por nombre — Foto de Vivian Saad cas al viento, desaparezcan para
porque los bailes se humanizan, siempre en una polvorienta ca-
los bailes son criaturas que se bautizan— nada lle de la vieja Barranquilla. Y Joselito Carnaval en-
menos que “Una noche en el Trópico”. Y el trópico tonces sí va a morir de “verdá-verdá” y no de muerte
quedaba mágicamente convertido en algo exótico. natural sino asesinado por la gente con “ideas”.

Es curiosa esta nostalgia, por lo que no se ha Pero a cambio de todo esto vendrá el turismo.
experimentado, esta evocación por lo desconoci- Ojalá que esto ocurra, al menos. Y que todo sea
do. Quizá está ocurriendo en estos casos lo que por el turismo. (El Heraldo, feb. 12/64).

17
Hablemos de carnaval

Para no meternos en honduras que pudieran colo- de angustiosos insomnios y de obsesionantes ca-
carnos en situaciones desairadas, empecemos por vilaciones. Su “parto de los montes” consistía en
decir, simplemente, que el carnaval de Barranqui- programar primero para la Batalla de Flores y des-
lla es único en Colombia y que a él poco o nada se pués para el día en que se entierra a Joselito,
parecen las fiestas, ya numerosas, que en el curso corridas de toro con figuras de postín. A horcaja-
de cada año tienen como escenario distintas co- das sobre la autoridad de que estaba investido, el
marcas de la nación. destacado funcionario tomó inicialmente las me-
didas del caso para que Barranquilla, que no es
Nuestro carnaval tiene su propia densidad, su una ciudad taurófila, reemplazara durante unas
particular y no compartido peso específico, su ex- cuantas horas de su carnaval, sus ancestrales
presión característica, refleja, en fin, con no interfe- flautas de millo y sus maracas y sus tambores
rida autenticidad, el alma de un pueblo. En su for- con los aires solemnes y petulantes, llenos de
mación no se disciernen elementos artificiales, yux- “reventones claveles” del Relicario y del Currito
tapuestos, agregados, como que exuda, en cada una de la Cruz.

La brillante idea, que en el fondo trataba de


convertir nuestro carnaval, ese que conocieron los
abuelos, en una feria de Cali o de Manizales, se
desplomó sin remedio cuando Guillo Carbonell, que
en ese momento se desempeñaba como director
seccional de turismo, dijo que a una corrida de
toros, aquí en Barranquilla, durante el carnaval,
ni siquiera se presenta el toro.

Quizá lo que hace del carnaval un fenómeno


fascinante, irresistible, retorcido dentro de su pro-
pio enigma, es que al hombre le permite, transito-
riamente, tener acceso a una vida distinta, a una
vida que ya no es la ordinaria, la que impone, no
sin tiranía, la santa rutina, esa a la que se en-
Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)
cuentra cosido, como Lemuel Gulliver, cuando des-
de sus manifestaciones, una nota sincera, intrans- pertó una mañana en las playas de Lilliput para
ferible, inalienable. Tiene, digámoslo así, su propia y su asombro y desconcierto.
exclusiva identidad, su indeformable acento. Rechaza
cualquier alteración que se quiera introducir en su Ahí, todo lo indica que así es, está el meollo del
desarrollo, y se han dado con una piedra en los dien- asunto, el quid de la cuestión. Aceptada esta idea
tes quienes en un momento dado pretendieron “me- que se propone como explicación, entonces las co-
jorarlo” con ideas y con iniciativas que sus autores, sas marchan de otra manera y se tornan más bien
sin mayor humildad, creyeron geniales. fáciles y el carnaval, es decir, todo el conjunto de su
expresión y de sus manifestaciones, se vuelve una
Hubo un director nacional de turismo, de esos realidad menos elusiva para los sociólogos, esos
que en todo momento están provistos de un ar- merodeadores sin sosiego que andan detrás de una
senal de ocurrencias, que con las mejores inten- explicación que ponga fin a sus angustias que están
ciones aportó una idea que era el probable fruto a punto de emparentarlos con Pascal.

18
El carnaval de Barranquilla*

José Félix Fuemmayor

Hace ya muchos años, Barranqui-


lla naciente, ciudad en botón, creó
su carnaval, el Carnaval de Ba-
rranquilla. Ningún apunte histó-
rico —que conozcamos— registra
datos de su origen ni ilustra las
fases de su proceso. Pero podría
aventurarse la conjetura de que
nació en la cabeza de algún con-
sultor de almanaques o calenda-
rios, fresco, de una ocurrencia ori-
ginal, pues tenemos por cierto que
no se le encontraría antecedentes
ni semejanzas entre fiestas de su
género en parte del mundo. Es
mucho decir, pero está dicho. Y
claro que nos referirnos al carna-
val de hace muchos años, muchos.
Porque después, ya fue otra cosa.

Entonces, en aquel entonces, el


carnaval tenía color de motín, y tal
vez fue ideado a imagen de la revo-
lución. Distintos grupos planeaban
en secreto sus golpes, designaban
jefes y aclamaban sus reinas para
las cuales levantaban tronos públi-
cos en los barrios de la población.

Desde el primer día —el domin-


go— columnas de facciosos patru-
llaban las calles y perseguían y apre-
saban a los civiles exigiéndoles res-
cate para restitución de la libertad.
Principalmente —y esto relieva me-
jor la asonada— corrían a las auto-

*Tomado de la revista Carnaval de


Barranquilla, edición de 1967. El artí-
culo apareció por primera vez en la mis-
ma revista, edición de 1945.» Niní Munárriz, reina del carnaval de 1944.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 19-23: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
19
ridades del lugar; y más de una vez se halló un alcalde En la Batalla de Flores todas las armas se estima-
atado al palo de Vara Santa lleno de feroces hormigas, ban nobles o al menos válidas: las flores mismas, cás-
que los conjurados llevaban consigo para tal uso. caras de huevo rellenas de anilina, confetis, maizena,
virutas, serpentinas, confites y guineos pelados. Des-
Más tarde, se iniciaron las primeras transforma- de luego, a las damas se les trataba con todo mira-
ciones. Barranquilla se iba abriendo en flor. Pero aún miento; aunque en más de una ocasión algún guar-
propia para que los enamorados se consolaran con el dia de las Carrozas de la Corte, echando pie a tierra,
«de domingo en domingo te veo la cara.» La cara, y no tuvo que fajarse a trompadas con un impertinente.
más; porque el resto salía a misa muy tapado. Y to-
das las mañanas al levantarse, y todas las noches al Al fin, la oscuridad de la noche niña —diremos
tenderse en la cama, los barranquilleros nos decía- así, pues se ha aceptado el niño día— ordenaba la
mos: «Está lejos el carnaval»; o «se acerca el carna- disolución de la Batalla de Flores. Y poco después se
val», o «ya tenemos encima el carnaval». Hasta que daba un gran baile.
una mañana el sol, después de su baño en el mar y
en el río gritaba —y todos lo oímos—: Veinte de enero, Si la mañana siguiente al veinte no era la de un
día de san Sebastián, el mismo en que: domingo, todos volvían a su ordinario trabajo, se en-
tregaban a su labor rutinaria; pero su espíritu era
Cumplió un año Tomasita otro. En su alma quedaba encendida una gran luz; el
y este maldito caimán recuerdo de la Batalla de Flores; aquella época ro-
viene ahora y me la quita. mántica. ¿Cómo explicar HOY que aquellas batallas de
flores dejaban en el pecho la felicidad hasta la em-
Era el día de apertura de la temporada, al cual se briaguez por causas tan leves, tan bellas como el sur-
daba solemnidad con la Batalla de Flores. En la tar- tidor de colores de una serpentina que nos solazaba,
de, por las cuatro, comenzaban a aparecer en dos o una sonrisa distante que sentíamos cerca, una flor
vías del Camellón Abello los primeros jinetes de la aérea que volaba hasta nuestras manos? Del día de
cabalgata —la cabalgata que, según el gran Horacio San Sebastián al domingo de quincuagésima iba un
Alarcón, terminaba siempre en cabal perra—. Chiste trecho más o menos largo, pues tal domingo era en
de otras épocas, pero una verdad de carnaval, es de- fiesta movible. Ahora esa separación la hizo fija —de
cir, una verdad para todo tiempo. treinta días justos— una ordenanza que convirtió en
fiesta movible también la fecha inicial del carnaval.
Se veían allí caballos de todos los pelos y trazas,
desde bayos con parte de burro, hasta arditos con Y aquel trecho era el período de los asaltos que
humo de león; y desde el penco o jamelgo hasta el tenían sus leyes de honor, como la de que no se ata-
corcel. Y los había caracoleros y coceadores mas no caba a las familias pobres y la de hacer siempre gue-
con peligro: la arena blanda, recibimiento mullido, rra avisada. También formaba parte de ese catálogo
los seguía por debajo de todas las calles. de normas «echar el resto» los asaltados. Persistían
en estos actos las imágenes marciales: presentábanse
A eso de las cinco llegaban la reina y sus danzas las huestes a las puertas de la fortaleza; un emisario
en las carrozas, y a ellas acudía la cabalgata dividién- prevenía al enemigo; a confetis y serpentinas se enta-
dose en escoltas para guardarlas. El desfile general blaba la lucha primero en las afueras, luego dentro
arrancaba del Camellón Abello y recorría la ciudad. de la propia plaza, y al fin la banda de música tocaba
Los coches iban todos adornados, unos de cualquier el himno de la victoria.
modo y otros artísticamente, semejantes a canastas
de rosas, o a cisnes, o a mariposas, o a barcas en un También en esos días las Danzas se dedicaban a
pedazo de mar. En ninguno se montaban los mons- ensayos generales, por las calles de la población las gran-
truos o espantajos del carnaval de Venecia, pues en des, y en los patios las pequeñas. Los pasos, evolucio-
cuanto a ese renglón de extravagancias nos confor- nes y maniobras de estas danzas eran muy complica-
mábamos con alguna que otra cabeza de cochero con dos y convenía que los veteranos, desoxidándose ellos
bigotes que sobresalía entre las flores. —También mismos del año de inactividad coreográfica, instruye-
aparecían los humorísticos, y para éstos se utiliza- ran a los reclutas sobre el terreno. En estos ensayos se
ban más los carros de mula. Tal vez algunos señores usaban los vestidos corrientes. La enseñanza de cómo
ya viejos o medio viejos, recuerdan uno que descara- llevar los arreos de carácter se practicaba en privado.
dos jóvenes arreglaran como jaula, y, metidos dentro,
se hacían los turpialitos y bebían alpiste en botellas. Pero... los tres días constituían la cuestión.

20
Al amanecer del Domingo de Carnaval se desarro- Generalmente los paseos iban a dar al Teatro
llaban en los barrios las ceremonias de las pilande- Emiliano, donde se bailaba hasta las doce o una. En la
ras. Un pilón y su mano se llevaban de puerta en tarde volvían algunos al misino sitio. Otros paseaban
puerta para despertar a los vecinos y remolones. en coche con disfraces charros. El Camellón Abello,
Majaban fuerte y cantaban: las calles, los establecimientos públicos zumbaban con
un trajín de colmena en momentos de enjambrazón.
Pila, pilandera
que nos coge el día. Congos y Negros del Toro, sueltos, maquinaban
Los bollos calientes ardides y empleaban pequeñas máquinas de su in-
son pa’ Rosalía. vención y fabricación para ganarse en buena lid de
ingenio, cuartillos y reales. Abundaban los Monos,
No se encuentra fácilmente el propósito de esta dicharacheros de mil tonterías y groserías con voz de
estrofilla en tal ocasión, fuera del verso «que nos coge falsete. Los perros ladraban dando a pasos cortas
el día». Pero, pensándolo mejor, hallamos oportuno lo carreritas intermitentes. Bramaban los tigres bárba-
de los bollos calientes. De todos modos, es lo cierto ramente colmillados y hacían con la cabeza
que la canción y los golpes de pilón llenaban de júbilo amenazantes movimientos de lado —como el león de
la mañana; y los perezosos durmientes levantándose la Metro Goldwyn. Y mugían los toros, levantando un
presurosos, salían y se sumaban a la bulliciosa tropa poco con las manos la pesada máscara provista de
de las Pilanderas. auténticos cuernos. Nadie había quien no sintiera un
momento de inquietud cuando un toro lo encerraba
Las gentes del centro estaban listas desde muy y retrocedía como tomando terreno para embestir.
temprano sin la llamada de la mano pilón, en espera
de la hora de los paseos. Consistían éstos en andar a Las pequeñas Danzas y las Comedias actuaban en
pie las calles por parejas, con el Capitán y la Capita-
na al frente. Para la gente menuda —los mosquitos—
el jefe era siempre una persona de edad que magnáni-
mamente se prestaba al papel y era garantía, ante la
familia de las niñas, del buen comportamiento de los
revoltosos muchachos. Los mayorcitos y mayores tam-
bién tenían sus paseos. Unos y otros allanaban las
casas de las remisas y de grado o por la fuerza las
arrastraban al desorden.

En ocasiones los cerrojos se corrían al acercarse los


del reclutamiento; pero algún acróbata saltaba la pa-
red y abría desde adentro la puerta de campo. Por allí
inundaban el patio como
una entrada de agua, se
colaban en el comedor, en
la sala, y llamando a gri-
tos y golpes a la puerta
de los dormitorios, asus-
taban a los recluidos que
temblaban de miedo de
que echaran las puertas
abajo y las hallaran a
ellas... como estaban. To-
dos eran reducidas a ce-
der y tenían que sufrir en
vez de la acostumbrada
ducha matinal, un baño
de almagres, ocres, alba-
yaldes y otras polvaredas
por el estilo.
Carroza de Niní Munárriz.

21
las salas de las casas. Eran notables por la propiedad de las labores del campo —banquetas, calabazas, ti-
y el arte del disfraz las Danzas de los Patos Cucharos, ras de carne salada— representativo todo esto, pu-
los Collongos, los Gallinazos los Pájaros. En la Danza diera ser, del «bohío tutelar».
de los Diablos se representaba la caída de Luzbel y su
transformación en Lucifer; y un gran Diablo con peli- Por la noche continuaba el discurrir callejero de
grosas uñas de lata y tremendas espuelas bailaba lo danzas, comparsas y mimos o máscaras solitarios; y
más satánica-mente que le era posible. se llenaban los salones de baile; el Teatro Emiliano
con los de «primera»; el Fraternidad y el Blasón con
Entre comedias, era solemne y de mucho aparato los de «segunda», y el Burrero y las plazas de
la de los Siete Pares de Francia. Con sombreros Cumbiamba con los de «tercera». —Por cierto que esta
emplumados, casaca, calzón corto, ahogados entre división de clases no se fundaba en un derecho social
encajes y deslumbrantes lentejuelas, decla-maban muy sino en un hecho de Carnaval.
tiesos versos heroicos maltrechos por los copistas.
Dábanse también muchas fiestas privadas de Círcu-
Tales comedias eran de variados géneros, y sosas lo, pues no pocos preferían organizarse en sociedades
o ingeniosas, ligeras o recargadas; pero, al fin, todas que «pedían la Sala» de alguna familia para sus bailes.
divertidas. Porque solía suceder, tratándose de las más
tontas, que el actor principal, a veces único, y autor Celebrábanse, además —aunque esto no era nú-
solapado o confeso a la vez, casi siempre era un hom- mero natural de la típica fiesta— los Cantos de Guita-
bre ya bien metido en años y reconocido en la vida rra, teatro de las hazañas de nuestro gran improvisa-
corriente como persona muy seria, de temperamento dor que se anunciaba:
aguado e incapaz de travesura alguna. Y resultaba de
irresistible comicidad el oír a tan grave ciudadano re- Yo soy Catalino Llanos,
citar versitos llorones y el verlo adornado con flores un hombre de mucha fe;
que se secaban instantáneamente en la sequedad de soy el que pinta la huella
tal florero. He aquí una muestra de aquellas poesías: antes de poner el pie.
Estas flores son marchitas Fue en un Canto de Guitarra —y vaya esto como
salidas del corazón; un paréntesis cualquiera— donde se oyó a un inge-
la niña que se las ponga nuo y mordaz trovador vengarse de algún esquinazo
no sufrirá de más mal. o cosa parecida con estas cuartetas:

También en comedias de esta laya, reventaban de Yo no te hago responsable,


pronto sorpresas emocionantes, como ésta: niña, no me digas ná,
yo sé que la femenina
Ella: —Para reparar mi honor tiene eso en su naturá;
debes casarte conmigo
maldito, vil seductor. porque mujeres y gatos
Él: —¿Me insultas? ¿Es eso amor? son de la misma opinión,
Antes morir, que contigo que aunque tengan su comía
casarme. ¡No tendría nombre! siempre cazan su ratón.
[del bolsillo saca una lezna y la ofrece]
¡Húndeme eso en el ombligo Los bailes del Teatro Emiliano eran maravillosos, el
[se vuelve al publico cómo para soplo de la divinidad los llenaba de gracia. Tiempos de la
dar una explicación] adoración a la dama, tiempos del abanico, diapasón emo-
que es parte noble del hombre! cional ya para siempre callado, y cuyos juegos de plumas
y oros se han sustituido por la movilidad del punto de
Las grandes Danzas eran: los Congos, los Negros fuego y las cabriolas de humo de los cigarrillos.
del Toro, el Torito Ribeño, el Torito Bajero. Como se
ve, prevalecía el Toro, acaso como un símbolo: el Toro La platea del Teatro había sido levantada hasta la
Padre, guía primero de la ciudad. Y en estas danzas altura del escenario. Servidores acuciosos raspaban
de Toro iban al centro el Viejo y la Vieja —tal vez los velas de esperma en cantidad fabulosa sobre el vasto
vaqueros fundadores—; alrededor de ellos piso de tablas. El campo de baile era una amplísima
congregábanse la familia y los Perros, los Burros, las herradura brillante, próvido criadero de resbalones.
Vacas; y se exponían el menaje doméstico y los avíos

22
Los palcos y la galería —ésta de entrada libre— eran y sus ruidos y formaban un solo gran rumor de agua
ocupados por los espectadores. En el espacioso pasillo despeñada, fondo brumoso de los gritos y los cantos
del primer alto se extendían largas mesas rústicas don- que lanzaban los intrépidos danzantes. Y al fin llega-
de se servían cenas. En sillas que circunvalaban el ba para la Conquista un momento trágico.
salón sentábanse las bailadoras. Los caballeros pasa-
ban ante ellas con andar estilizado o se les acercaban Porque había allí Danzas del Barrio Arriba y Dan-
para concertar las piezas, por un total nominal de doce. zas del Barrio Abajo, y entre uno y otro Barrio gru-
—Pero tales compromisos se cumplían sólo hasta la ñían todo el año rivalidades curiosas, ya borrados. Y
quinta: porque de ahí en adelante, las «repeticiones» sucedía que en la Conquista, bajeros y ribeños ce-
atropellaban los tratados o pactos del carnet, del lindo dían a los incitamientos de hallarse en son de gue-
carnet, ya tan muerto como los abanicos. rra y a la mano. La tentación se hacia irresistible y de
pronto trabábanse a pa-
Antes del baile, seduc- los las Danzas del Barrio
toras comparsas corrían Arriba y las del Barrio
el júbilo de su desorden. Abajo.
Éstas eran como un en-
tremés. Y el papel de sopa Mientras tanto, por
lo hacían los elegantes y las calles, Joselito Car-
técnicos lanceros. naval —un grotesco

Foto de Fernando Mercado


muñeco yacente— era
Al fin daba el Basto- paseado y llorado cómi-
nero la señal del valse camente. Sin embargo,
inicial. Veníanse los ca- entre las lamentacio-
balleros hasta las damas, nes burlescas una era
tendíanle la mano con realmente sentida y sin-
silenciosa sonrisa en cera:
discreta acción de gracia.
Andando luego de brazo con la pareja un trecho con- ¡¡Cuándo volverá a vení
vencional, se detenían; y entre mucho delicado Joselito Carnavá...!!
monkey-bussines ceñían el talle que era entonces de
palmera y se lanzaban al vals como a un remolino. Y José, como todos los años, vestido de Muerte, se
nos acercaba en silencio con paso cauteloso, balan-
La duración de cada pieza se media exactamente y ceaba su calavera y retrocedía de espaldas señalán-
el Bastonero mantenía el orden... mientras podía. Pero donos con la guadaña alzada; y José, bajo la horrible
como a las doce de la noche, las reglas eran transgre- máscara, reía del susto que intentaba darnos; y no-
didas aun por el mismo severo funcionario: habían sotros reíamos también del fracaso de su mala inten-
llegado las repeticiones. Y casi siempre era don Luis ción de aguarnos la fiesta. Pero muchos no volvieron
Gieseken el primero en desarticular la rígida cartilla. A a reír. Y José, el buen José, tampoco ríe ya.
don Luis le apasionaba «Sobre las olas» y plantándose
bajo el palco de los músicos, gritaba: —¡¡¡Cuatro Olas!!! Impertérritos, los barranquilleros habíamos expri-
mido hasta el último jugo loco los tres días y las tres
Cuando apuntaba el sol, el baile se extinguía. Y noches de Carnestolendas. El Miércoles de Ceniza iría-
pocas horas después volvían los paseos. El Lunes se mos todos con unción a la Iglesia. Pero aún ese mis-
repetía el programa del Domingo, y el Martes el del mo día suspiraríamos: ¡Está lejos el nuevo Carnaval!
Lunes. Pero el martes, el último día, se daba en el
Teatro Emiliano, como final de fiesta, el baile de la Algo queremos añadir para dar término a estos
Piñata. apuntamientos. Y es la anotación de que los coche-
ros, ocupados día y noche, no bajaban tiros; de modo
También era el martes, el último día, cuando se que, a falta de otra oportunidad inmediata, como la
celebraba la Conquista. En un extremo de la ciudad querían, el miércoles de Ceniza era el Carnaval de los
—donde es ahora la Plaza del 7 de Abril—, se reunían cocheros. Cometían grave pecado, pero estamos se-
en la tarde las Danzas. Bailaban denodadamente, con guros de que nuestro bondadoso Padre Valiente los
arrebatado entusiasmo —tambores, tamborcitos, ca- perdonaba.
ñas de millo, maracas, latas, mezclaban sus sonidos

23
Carnaval de ayer y de hoy*

Juan Goenaga

En todos los tonos y en todas las latitudes se ha que cobijó nuestra cuna, era el centro de las gran-
escrito que el carnaval de Barranquilla es único des danzas. Los hermanos Barrancos, tenían en
en Colombia. esta ciudad la dirección única de los conjuntos tí-
picos del carnaval. Entre ellos recordamos a Eladio
El carnaval de Barranquilla pasará a la histo- Barranco, a Mana Ría Pabla, a Pablo Barranco, a
ria como el carnaval auténtico por excelencia. Eustasio y a otros ejemplares de esa familia de
bailarines y de “cantaores”. El Torito, La Chiva, El
Cuentan ancianos que vivieron el carnaval del Congo Grande, El Perro Negro, salían de casa de
año [18]60, que entonces, la ciudad, que no es la los Barrancos como si saliera una familia. Y es
gigantesca de hoy, se apretujaba entre sus casas que todos eran de la generación “de Pablo Barran-
pajizas, entre su camellón Abello, entre sus pocas co”, el “más mayor” de los “Congos”.
calles centrales, para admirar la danza de las indias
chimilas que entre gaitas y tambores cantaban. Enriquitico de Castro, que sobresalía por sus
bailes tradicionales de carnaval, y Manuel Do-
Adiós carnaval del año 60 nado, ambos ya en el seno del Señor, convertían
la danza chimilla sus mansiones en sitios apropiados para que
contigo se ausenta. Terpsícore exteriorizara todos sus atavíos. La fa-
milia Escorcia, los Fuenmayor, los Rubios, Gui-
El carnaval de hace 50 años no podía ser más llermo Roa, los Malabet, Antonio Vilar, el gene-
interesante. Las calles aparecían vestidas de ral Amaya, en fin, todas esas nobles familias,
festones multicolores. Había carreras de ensaca- cuyos jefes han desaparecido pero con descen-
dos, las mujeres aparecían con sus vestimentas dientes que siguen siendo honra y prez de esta
siglo XVIII, en lujosas victorias tiradas por fuertes sociedad, todos domiciliados en aquel gran sec-
caballos. La anilina constituía un motivo de atrac- tor jubiloso de Barranquilla, abrían las puertas
ción. Por nuestras calles deambulaban miles de de sus hogares de par en par cuatro días y cua-
“encaretados” como monos, con baldes llenos de tro noches y por ellas desfilaban las “comedias”
aguas colorantes, con las cuales salpicaban al pri- que cerebros creadores organizaban con verda-
mer “enlevitado” que apareciera por la esquina del dera selección; los disfraces más raros; las dan-
Cañón Verde. zas más nutridas y los versificadores más genia-
les. Aquí un homenaje a Turquel, el irreempla-
Yo sé por mis mayores que el carnaval de “en- zable Enriquitico de la Rosa.
tonces”, como ellos dicen, era algo atractivo y ori-
ginal. Las gentes de entonces, más sencillas, más No puedo olvidar mis horas de niñez cuando
dadas a la fiesta hogareña, celebraban verdaderos una noche, a la luz débil de la bombilla que había
“saraos” en sus mansiones, que lucían a sus puer- en San Juan, Hospital, apareció la figura de la
tas palacios hechos de palmas de cocos. La calle Muerte, el hombre que hacía entonces 25 años (ha-
San Juan, hoy carrera 35, carrera Hospital, hoy blo de 1920) se disfrazaba todos los años de es-
carrera 36, por donde está emplazada aún la casa queleto. Aquello no pudo ser más patético. Ahora
la Muerte no causaría estragos en las mentes in-
* Tomado de Estampa, n° 320, Bogotá, sáb. 3, feb. 1945. fantiles, porque por todas partes aparece, en car-

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


24 p. 24-26: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
Coronación de Niní Munárriz.

teles, en avisos luminosos, en cines. Antes, el dis- zas... y al final de cuentas, ya al atardecer del día
fraz de muerte sí era un verdadero disfraz. Apare- de la Conquista, el Garabato del Barrio Abajo, daba
cía esquelética, con su lamparilla de luz tenue. Y de palos a un congo del Barrio Arriba (entonces no
andaba sola, solitaria, con su guadaña en alto, bus- había reboleros) siendo llevado el malferido a una
cando víctimas... dicen que el martes de carnaval sala del ya Hospital de Caridad.
a las 12 de la noche, cuando ya la ciudad apagaba
sus iras vernáculas, iba al Cementerio Universal, Aquello, sí repetimos, era una conquista. Las
entonces en el monte, a rezar por sus antepasa- “danzas” ahítas de ron blanco, hacían crujir sus
dos... Esa sí era la Muerte... Hoy la muerte apare- dientes al aire para pedir carne morena. Aquellos
cería con un disfraz de papel celofán, con una gua- hombres broncíneos, destrozados por los cuatro
daña hecha de roble esmaltado, con una lámpara días de juerga, con las caras más bien descolori-
de neón, con un bolso lleno de dólares al 175. das que multicolores, hacían relucir sus instintos
de hombres, de machos, de gitanos...
¿Y qué recordamos de la Conquista? Sí era una
verdadera conquista. La Plaza Siete de Abril, hoy El carnaval ha cambiado mucho. Se “abren siem-
cercada por la mano progresista de distinguido in- pre las esclusas del guacherismo”, como dijera en
dustrial, brindaba sus cinco hectáreas para que frase lapidaria Osorio Lizarazo una noche en el de-
por ella desfilara la cuidad, sus disfraces, sus dan- molido Teatro Colombia, en donde tres mil parejas

25
bailaban a los com- El carnaval de
pases de la Banda Barranquilla po-
Colombia; y desde dría sintetizarse
el sábado hasta en estas dos pala-
cuando los vientos bras: es vida. Vi-
de la madrugada virlo, admirarlo,
del miércoles de cantarlo, elogiar-
Ceniza hacen des- lo, debe ser la mi-
colgar de los alam- sión de todos los
bres eléctricos las hijos de la Costa.
últimas serpenti- Carnavales en Ba-
nas, la ciudad toda rranquilla son los
se lanza a sus ca- únicos en Colom-
lles, avenidas y sa- bia. Sólo hay una
lones. victima: el bolsi-
llo, la economía,
Hay que admi- de quienes parti-
rar lo que es un sa- cipan en él, que
lón de carnaval. El Fedora Escolar, reina del carnaval, 1973 somos todos...
Carioca, el Paraíso,
el New Royal, los Bolos de este año, el viejo Teatro En otras ciudades han degenerado en tragedia.
Colombia, el Cabaret Colonial, todo se torna an- Aquí en Barranquilla finalizan con la misma flora-
churoso como el mar y espléndido como el río. En ción como nacen el día de san Sebastián. El carna-
esos salones han convivido horas de interrumpi- val de Barranquilla a medida que la técnica se va
da dicha prohombres de Colombia. Carlos Lleras imponiendo toma contornos de precioso. Realizado
Restrepo, Julio Roberto Salazar Ferro, Jorge Eliécer dentro de una programación, a ella se contrae, es-
Gaitán, Cuéllar Durán, Fernando Londoño, Silvio trictamente. Cuando esta revista circule por nues-
Villegas, Alberto Lleras Camargo, han llegado has- tras rúas tropicales, la ciudad estará empavesada,
ta esos sitios en donde el pueblo “bota la pelota”, almidonada, vuelta al revés. Todas las personalida-
luciendo sus apergaminados sacos levas. Nues- des se transforman. Los clubes sociales estarán con
tros salones de carnaval en estos días tienen un sus bombillas prendidas a la admiración del públi-
poder de atracción inigualable. Allí se estira la eco- co, noche y día; nuestras calles serán (a pesar de la
nomía, allí nadie piensa en la inflación, allí todo escasez de llantas) filas de vehículos adornados de
es convivencia, señorío, armonía, cordialidad. mil modos; habrá críticas a la escasez de material
Nuestra Batalla de Flores nada deja que desear. rodante. De seguro que David Gómez, el hombre de
Las carrozas son cada año más interesantes. El las décimas aparecerá con su clásico carro de mula,
trineo del año pasado, en el cual iban tiradas de arrastrado por un buey en cuyos cascos aparecen
retador ciervo clarísimas damas de nuestra so- dos pedazos de llantas de las que la seccional de
ciedad, aún está grabado en las mentes de los ba- transportes no puede dar; y el carro llevará radio,
rranquilleros. claxon, antenas, etc., para demostrar que la tradi-
ción de un pueblo no se pierde a pesar de los años
Y qué podríamos decir de las carrozas de las y de los siglos. El viejo guacal y el tardo carro de
Reinas? ¿Quién no recuerda la carroza que ocu- mula siguen imponiéndose.
para la belleza imponderable de Lolita Obregón,
hoy señora de Echeverri Olózaga? ¿Quién ha olvi- Que la ciudad termine felizmente sus carnava-
dado las columnas marmóreas que cercaban el jar- les como todos los años y que cuando la brisa del
dín dentro del cual iba la espléndida personalidad mar y del río rompan la hoja del almanaque, el 13
de Aurita Navarro Donado? ¿Acaso no se recuer- de febrero, Barranquilla amanezca, después de los
da, aún no hace 365 días, que Niní Munárriz pa- cuatro días de culto a la fantasía, a Pierrot y a
seó toda su áurea belleza en una de las carrozas Colombina, dispuesta a seguir siendo la ciudad
más sublimes que la imaginación de mujer haya poderosa, progresista y ejemplar de Colombia por
creado? Y lo mismo hacen las casas industriales. el coraje de sus hijos y por la grandeza espiritual
Todas se esmeran en superarse, en distinguirse. de sus mujeres.

26
CARNAVAL:
ceremonia panteísta, deleite pagano*

Evaristo Sourdis

Serenísima Majestad: Aunque exteriormente ata- de sus raíces en el sensualismo de las religiones
viado con el rigor protocolario que la tradición se orientales. En su origen fue una ceremonia pan-
ha complacido en exigir para ritos suntuosos y efí- teísta, mitad invocación y mitad deleite pagano,
meros como el que aquí nos congrega, confieso, que los griegos se apropiaron para celebrar la dei-
Señora, que llego hasta el recinto augusto de su dad que en concepto de ellos presidía la abundan-
reino, sin pretensiones de elocuencia ni aspiracio-
nes líricas, calzando mis posibilidades oratorias
con modestas sandalias de emoción.

Si acepté complacido esta difícil empresa, es por


que tú, Judith de Barranquilla, soberana por el
querer unánime con que fuiste aclamada, eres para
mí, garantía de éxito reflejo, porque tu sola pre-
sencia basta para colmar los corazones de alegría,
y arrancar, a la fidelidad de tus súbditos, los aplau-
sos que por mí solo sería incapaz de conquistar.

Acepté, también, porque no tengo del carnaval


—y especialmente del carnaval de Barranquilla—
el concepto desviado con que algunas inteligen-
cias suelen apreciar estas fiestas de entrañable
sabor popular.

En la vida de los pueblos, como en la biología


animal, nada se produce por saltos ni caprichos
ocasionales. Los pueblos, como los seres, tienen
su personalidad afirmativa y sus ciclos depresivos
y delirantes. Y si Barranquilla, anualmente, se dis-
tancia del bochorno de sus calores para embria-
garse de música y de baile, es porque así evita
que, por el resto del calendario, despierten en su
conciencia colectiva las dormidas serpientes de los
designios proditorios.

Y claro que el carnaval no es cosa exclusiva-


mente barranquillera, porque históricamente hun-

Judith Blanco D’Andreis, reina del carnaval de 1945. La revista


* Discurso de coronación de Judith I, en el Teatro Apolo, bogotana Estampa le dedicó su portada, de donde tomamos
tomado del diario La Prensa, edición 5.255, Barranquilla, enero esta foto.
22 de 1945, p. 5ª.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


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cia de la vendimia. Es Dioniso satisfecho y triun-
fal, con el rostro embadurnado de mosto, recu-
bierto de sarmientos los brazos, y la boca torrencial
y ancha, encendida por el chorrear de jugosos ra-
cimos y el beso fugaz de aturdidas bacantes.

Con el correr de los años aquellas fiestas si-


multáneamente limitadas a un circuito sagrado y
hermético, se apoderan de la ciudad, llegan hasta
las multitudes, y Dioniso pasea su rostro de más-
cara por entre apretados enjambres humanos que
deliran y gritan, que danzan como posesos y mo-
dulan cantos de accidentados compases. La cítara
apaga entonces sus querencias apolíneas, y el rit-
mo clásico y pulido de danzarinas amaestradas
cede el paso al vaivén desbordado en que florecen
caderas de escultórica perfección heridas en sus
nervios motores por la música mordiente de rústi-
cas zampoñas. Lanzando estrepitosas carcajadas
desde la proa de su carroza en forma de nave —
que los griegos llamaban carrus navalis—, y de allí
la palabra “carnaval”.

Dioniso se proyecta en la entraña del pueblo, y


a través de aquel hilo cordial llega hasta nosotros.
La pasión dionisiaca, con el desplazamiento de las
culturas invade la península itálica, y Roma y
Florencia, y Nápoles y Milán y Venecia, ya en ple-
no Renacimiento, convierten en fiesta nacional, el
rito pagano de los griegos. El contacto de los pue-
blos dilató el reinado de Momo, que había destro-
nado a Dioniso, y es entonces cuando España, con
la Cruz, con su idioma y con sus defectos y virtu- rencores, a responder por nuestras faenas en el
des, nos trae la fiesta del carnaval. El trasunto puesto que nos asigne el deber.
helénico sufre entre nosotros una nueva metamor-
fosis: es un vino importado al cual se mezclan fuer- Acaso esta frase nos da la clave de lo que espiri-
tes condimentos indígenas. A la guitarra española tualmente significa el carnaval para el pueblo de Ba-
que florece en manolas, se suman la maraca y el rranquilla: el miércoles de ceniza retornamos a nues-
tambor del negro africano, y se le incorpora el ca- tras obligaciones, con el alma purgada de rencores.
ramillo melancólico del indio irredento. Así surge
ese conjunto instrumental que todos conocemos, Esta frase encierra una verdad y es preciso des-
maquinaria de porros y merengues, de cumbias y correr la intención que pueda velarla. Para este
de rumbas, y de toda esa serie de acentos popula- pueblo batallador, que no sabe del reposo y que
res, levadura auténtica de nuestras murgas calle- desconoce la fatiga, el carnaval no es un capricho
jeras y de los sones que dirigen las piruetas ino- absurdo ni un artificio colectivo, elaborado en las
centes del Congo Grande y del Congo Chico, de la retortas de la holgazanería.
danza del Garabato, del Torito Ribeño y del Torito
Bajero, de las pilanderas y de la negra timba que Sociológicamente estimado, es una válvula de
brilla en mitad de la calle, como una flor de ébano seguridad contra el desbordamiento zurdo de los
cuajada de rayos solares. instintos. Durante los días del antruejo la ciudad
olvida sus graves y apremiantes problemas como
Y esa es Barranquilla en estos días, y lo será si sobre su alma atónita la cúpula del cielo reso-
hasta el amanecer fatigoso y agrio del miércoles nara de embriaguez canora o en torno de nosotros
de ceniza, en que todos retornamos, purgados de sintiéramos girar el universo.

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comprometer su decoro ni su corazón, rinde tri-
buto a la armonía de la vida y a la salvaje inocen-
cia con que el primer hombre contempló la prime-
ra flor, se asombró ante la primera estrella y can-
tó a la primera mujer que hirió su pupila virgen.

Y si todo cuanto dejo dicho es evidente y cierto,


¿por qué te aclama, como soberana suya, este pue-
blo que en esta noche viene a ungir tus sienes con
el óleo de su fervor y a ceñir tu frente con la real
corona de sus afectos?

En tropel acuden las razones y algunas de ellas


saldrán de mis labios, con temblor de asustadas
palomas, porque así anidaron en lo más profundo
de mí ser emocional. Este pueblo te ha aclamado
como reina, serenísima señora, porque en ti palpi-
ta el vibrante espíritu de nuestras noches de vera-
no; porque surges, Judith de Barranquilla, de la
entraña de la ciudad con la sencilla majestad de
una flor nacida en el costado más fértil de la au-
rora; porque en ti retoza la sal de nuestro océano
y en tus cabellos se cuaja el castaño oscuro de
nuestros campos, tostados por la canícula de bra-
vos estíos; porque, cuando hace unos instantes
ascendías hacia este trono, ritmabas tu andar con
la gracia de tus escasas primaveras y te encerra-
bas en tu propia belleza, como en divina coraza
fundida en los talleres de la virtud; porque tu frente
brilla de candor como un yelmo sobre el cual juga-
Fotos de Jairo Buitrago (El Heraldo) ra la lumbre dulce de una mirada arcangélica; por-
que tu sola presencia hace resonar timbres victo-
Durante estas fiestas, Barranquilla entera, así riosos e inéditos en el clavicordio íntimo de nues-
en el club aristocrático, como en el salón popular; tras almas; porque en las líneas acusadas y fir-
lo mismo en la mansión que la opulencia escuda, mes de tu rostro se adivina un carácter de temple
como entre los cuatro muros en donde brilla por irreprochable como las espadas batidas en frío; por-
su pulcritud una pobreza decorosamente llevada; que tus manos finas y marmóreas parecen dibuja-
Barranquilla, repito, deja de ser, durante cuatro das para que entre sus dedos pasen la luz y el
días seguidos, la colmena zumbadora en donde se agua con suavidad de dóciles crines; porque todos
destila la miel del progreso nacional, para conver- presentimos que en tus horas de íntimo repliegue
tirse en ciudadela del canto, del esparcimiento y espiritual, el rocío es menos tenue que las pala-
del baile; para transformarse en una vasta made- bras que musitas en tu plegaria; porque el cielo y
ja multicolor de músicas populares, en cuyas ca- el mar, al reflejarse en tus ojos, requiebran su mu-
dencias frescas naufragan los malos pensamien- tua hermosura con inocencia de hermanos; por-
tos y los nefandos deseos; para metamorfosearse que cuando avanzas entre tu grey, el aire parece
en una hirviente hoguera dionisíaca, en donde el cargado de miel e imprimes a tu cuerpo la ondula-
espíritu de la raza crepita como gema que se di- ción íntima de la llama; y en fin, señora, porque
suelve en locas pompas de alegrías, al beso apa- eres encarnación humana de Barranquilla, en lo
sionado y múltiple de la carnestoléndica flama. que ella tiene de clara, de buena, de alegre, de
abierta y generosa.
Y en todo esto no hay pecado ni punible frivoli-
dad, como muchos pudieran suponer. Cuando un Quisiera seguir haciéndote, ¡oh Judith!, la ofren-
pueblo suspende por entero sus afanes para en- da de mi devoción, pero no tengo palabras ni acierto
tregarse al vértigo de la danza y la charanga, sin a encontrarlas. Ante este irreparable vencimiento

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de mi inteligencia, es necesario que acuda al poe- melancolía y de los pensamientos sombríos!
ta, único ser capaz de decir verdades eternas so-
bre la tierra y guiado por su inspiración repetir Eres, Judith de Barranquilla, el polo magnéti-
con él: co de la alegría que este carnaval nos tiene reser-
vada, y hacia él enderezamos los bajeles clamoro-
Quisiera que todas las rosas blancas, que to- sos de nuestros corazones.
das las rosas rojas, que todas las rosas de oro que
esta noche ruedan a tus plantas, ¡las hubiera bro- ¿Dónde, señora, buscar inspiración para forjar
tado mi alma! la joya que simbolice tu imperio? O en el verde
cambiante de nuestras aguas marinas, y tu coro-
Habla el libro de los Siete Sellos de una Judith na sería entonces de neptúnicos tesoros; o en el
providencial, que de certero golpe de alfange des- oro pomposo de nuestros robles en flor, que un
tronó la cabeza de un general licencioso y sangui- Dios alado y gracioso retuerza para tus sienes im-
nario, para librar a Israel de los crímenes de una periales; o abandonar la tierra, y en un arranque
pérfida tiranía. lírico hasta celestiales alturas, descender trayén-
dote en ofrenda una corona de auténticos luceros.
Con la daga de tu sonrisa matinal, oh Judith
de Barranquilla, ¡degüella el dragón de nuestros Judith Primera, en tus manos queda el cetro
pesares y libra a tu pueblo del pesimismo, de la del carnaval de Barranquilla. Tuya es la ciudad.

Órdenes imperativas al corazón

Judith Blanco D’Andreis

Yo, Judith I, la reina y soberana del carnaval Aspiro a que mi reinado quede grabado
de 1945, elegida por la Junta, con el asenti- en vuestros corazones como un valioso rega-
miento de mis súbditos, pido inspiración de lo de nuevo año. Para mi pueblo, el más no-
lo Alto, en esta noche de gala, para todo el ble y sencillo de cuantos conozco, aspiro a
término de mi mandato y especialmente para que estas festividades sean algo así como una
este momento inolvidable de mi coronación, invitación a seguir viviendo con su acostum-
que por feliz coincidencia, es el de mi apari- brada alegría.
ción en el escenario de la vida.
El mandato será corto: suave y blanda
Ordeno la total movilización de todos los mi autoridad. Mis órdenes, serán imperati-
habitantes de mi reino, para darle así, mayor vas al corazón, sin forzar la voluntad. Con
esplendor al lujoso programa que arranca de mi Corte, mis ilustres Princesas, no habrá
este preciso momento. Os conjuro a seguir el tristeza sin consuelo, ni necesidad sin sa-
ejemplo de alegría y sano esparcimiento que tisfacción. Todo para el pueblo y por volun-
vuestra Soberana va a daros. tad del pueblo.

30
Cosme
o una introduccion al siglo xx
de Barranquilla*

Gustavo Bell Lemus

Al ver cuán pocas veces han dado los novelis- mente que la ciudad no tiene páginas escritas en
tas cubanos, con la esencia de La Habana, me los libros que se alimentan del pasado, simplemen-
convenzo de que la gran tarea del novelista te porque a ella no llegaron las “gastadas botas de
americano de hoy está en inscribir la fisono- un barbudo conquistador español”, o porque ella
mía de sus ciudades en la literatura univer- no fue escenario de batallas por la independencia.
sal, olvidándose de tipicismos y costumbris-
mos. Alejo Carpentier La historia de Barranquilla no tiene apellidos en
mayúsculas, ni tampoco está ligada a héroes na-
La idea generalizada de que Barranquilla no cuen- cionales, su historia está escrita —porque lo está—
ta en su haber histórico con fulgurantes leyendas o por su personaje central: el hombre común de nues-
caballeros empolvados, ni con blasones empotra- tro tiempo. Y ese hombre no fue precisamente el que
dos en las paredes de casas coloniales, ni con apo- derribó el sistema colonial con pólvora ni con cons-
sentos de virreyes u tituciones, ese hom-
oidores, es una ver- bre fue quien prepa-
dad que se constata ró y levantó un nue-
fácilmente cuando vo sistema de pro-
hacemos, no sola- ducción y de vida, el
mente un recuento que le dio una confi-
por su pasado, sino guración peculiar al
incluso cuando cami- siglo XX liquidando
namos por todas sus sin tapujos las for-
calles y escondites: mas apacibles del si-
Barranquilla no es glo XIX.
hija de la colonia.
Barranquilla fue
Foto de Vivian Saad

Pero este hecho y es exponente de


no nos lleva a con- un cambio de siste-
cluir que la ciudad mas de producción y
no tiene historia, o de vida, ella es hija
que no tiene un per- nacida a finales del
fil propio que la sin- siglo XIX y desarro-
gularice. No se pue- El carnaval genera su industria.
llada con los trastor-
de afirmar impune- nos propios de la
adolescencia duran-
* Tomado de Huellas, Revista de la Universidad del Norte, te la primera mitad del siglo XX. Y ese parto y desa-
nº 2, Barranquilla, marzo de 1981. rrollo han sido recreados para nuestra historia real,

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bien inaugurándolo, alcanza una visión válida de
las transformaciones sociales que se operaron en
la villa de Barranquilla y que fueron producto a su
vez de la instalación, en la orilla occidental de la
desembocadura del río Magdalena, de nuevas for-
mas de producción. Mientras agonizaba el siglo XIX,
la pequeña población asentada en las barrancas
de San Nicolás vivía un transcurrir de los días en
forma quieta y sosegada. La vida de los personajes
centrales de Cosme, don Damián y el doctor
Patagato, se consume en largas conversaciones
sobre los más variados temas ambientales en for-
ma tal que es de presumir la presencia de un aire
pacífico rodeando sus estancias.

Con el anuncio del futuro nacimiento de Cosme


empieza a cambiar el ritmo de vida en la casa de
sus padres; unas expectativas, nuevas hasta en-
tonces, aparecen en el panorama de don Damián.
¿Cuál será la educación apropiada para un niño
en esos tiempos? ¿Acaso la clásica? De ninguna
manera. Veamos por boca del doctor Patagato lo
que le sucedió a un amigo suyo que se dedicó a
estudiar griego, a Esquilo, Heráclito y Aristófanes,
descuidando las exigencias del momento:
Revista Barranquilla Gráfica, 1971

en la novela de José Félix Fuenmayor titulada Los amigos de Picón no gustaban de su compa-
Cosme. ñía, porque a Picón no le importaban los últimos
libros, los estrenos teatrales, los acontecimien-
No en vano un crítico español dijo: “En Cosme tos políticos del día, los progresos recientes del
está Barranquilla [...] una Barranquilla transfigu- comercio y la industria; y mucho menos el es-
rada, una Barranquilla sublimada, naturalmen- cándalo de ayer y las fiestas de mañana.
te”; lo que ha corroborado Alfonso Fuenmayor: “En
efecto, allí está Barranquilla, la de hace cincuenta Estamos en la década de los años veinte. Los
años, de cuerpo entero.” nuevos vientos provenientes de ultramar imponen
nuevas exigencias, la industria y el comercio no
Una obra artística alcanza su mayor expresión requieren de mentes formadas en los antiguos mol-
cuando consigue captar y hacer trascender, a tra- des clásicos, y aquel que insista en ello correrá la
vés de un lenguaje al alcance de cualquier mortal, suerte del aislamiento como lo sufrió don Picón.
el contenido universal que encierra un fenómeno En el quehacer económico, es una nueva ley la que
particular. La novela revela todas sus posibilida- impera, la ventaja impulsa a los ya ciudadanos en
des cuando hunde sus palabras en el subsuelo de su lucha por la ganancia, la forma mercancía ha
los hechos que narra y desentraña —o por lo me- traído al puerto colombiano sus imposiciones y
nos nos brinda los elementos para hacerlo— esas sanciona a quienes las ignoren, y eso es ni más ni
corrientes que atraviesan la tierra y el alma de los menos lo que le sucede a don Damián:
hombres. Así como el árbol florido nos revela toda
la riqueza que yace en el subsuelo, asimismo una Y aconteció que, antes de terminar las vacacio-
buena novela pone en evidencia toda la riqueza y nes, los negocios de don Damián, bastante com-
complejidad del alma humana, todas esas corrien- plicados hacía algún tiempo, empeoraban de tal
tes que permanecen detrás del telón social y que suerte, que el meritorio farmacéutico tuvo que en-
explican en gran parte el comportamiento del hom- tregarse a sus acreedores.
bre en relación con sus semejantes.
El nombre de los acreedores tampoco es gra-
La obra de Fuenmayor, sin agotar el tema y más tuito y señala otro de los rasgos que habrán de

32
marcar a Barranquilla durante su futu-
ro: las migraciones externas. Los acree-
dores de don Damián son Richardson
and Williamson y el abogado de éstos,
Mr. Perheth.

Las nuevas relaciones económicas se


le presentan a don Damián demasiado
crudas, no puede introducir ánimo a su
hijo en los gajes del comercio pues se
considera nulo en ese campo, y señala
como ejemplo de ello la forma como per-
dió a manos de sus acreedores su esta-
blecimiento económico. “A mí me espan-
tan esas luchas que requieren audacia
y estar en todo momento vigilante y
como sobre las armas.”

La honradez de los sujetos económi-


cos varía y el derecho viene en su apo-
yo, dice don Damián cuando su amigo Foto de Vivian Saad
el galeno lo consuela diciéndole que a
pesar de todo es un hombre honrado. “¿Y qué será En su lugar de trabajo, nuestro personaje vivi-
ser honrado? ¿Lo soy yo? Tú lo dices. Pero tal vez rá con todo rigor los ataques continuos de sus com-
mi botica te desmiente. Los propietarios de boti- pañeros de labores, la competencia por las mejo-
cas, ferreterías, papelerías y otros negocios que ras traerá traiciones por doquier, no habrá vetos
pueden llamarse cositeros no prosperan reposa- morales para perjudicar a las demás en el afán
damente por una larga suma de pequeñas lesio- constante de mejorar las posiciones en la empre-
nes enormes.” sa. Cosme, levantado con ideales de rectitud, se
verá abatido por la rapiña de la competencia.
Despojado de sus medios de producción, a los
cuales estaba ligado indisolublemente como un ar- Días más tarde, don Damián es despojado de
tesano, don Damián inicia el camino hacia la po- su casa completando el camino hacia la pobreza
breza arrastrando consigo a su querido hijo, que total; de su antiguo modo de vida no le queda nada,
no ha podido ingresar a la Universidad por falta de solamente le quedaría como único sustento mate-
dinero. Cosme, sintiendo el impacto de la realidad rial su fuerza de trabajo, pero entendida ésta como
que lo rodea, escribe un poema titulado “La Miseria mercancía, es decir, sólo le quedaría el remedio de
Rondante”, que se inicia con estas palabras: emplearse, como su hijo, para sobrevivir. Mas la
muerte llega primero y lo sustrae de este mundo
La pobreza llegó. ¡Ya la esperaba! terrenal.

El porvenir de Cosme queda sellado: será em- Con un esquema bastante sencillo, que limita
pleado por el resto de su vida. Su empleo quedará a veces con la simplicidad, la novela de José Félix
sometido a unos criterios nuevos que impone un Fuenmayor tiene el mérito de ilustrar suficientes
mercado laboral incipiente; criterios que en boca elementos sociales, económicos y culturales de un
del señor Pechuga, patrón de Cosme, recuerdan el período clave en la historia de Barranquilla, su
sonido de ciertas leyes de bronce: paso de pueblo a ciudad y con ello los rasgas de su
fisonomía peculiar: Barranquilla es ante todo una
Le estay pagando una insignificancia, como a to- ciudad comercial. Y aparte de lo que ello significa
dos, y en eso se quedará. La experiencia me ha en sus valores sociales, significa además que nues-
ilustrado sobre el problema de los salarios, éstos tro asentamiento participa, antes que cualquier
deben bajarse todo lo posible. Al empleado debe otro colombiano, de la trama que se venía consoli-
tenérsele con hambre y esperanzado. dando en todo el mundo occidental. Por eso, con
Barranquilla se inicia la verdadera vida urbana

33
de Colombia, en ella se presentan las primeras
transformaciones sociales que originaron las nue-
vas formas de producción, el desplazamiento de gen-
tes de sus antiguas formas de sustento a la mo-
derna: el trabajo asalariado.

Por los lados de la novelística colombiana, Cosme


es sin lugar a dudas la primera novela urbana es-
crita en lenguaje articulado que contiene la fiso-
nomía de las ciudades colombianas. Es su narra-
ción la que descubrió que la realidad colombiana
no era exclusivamente campesina, y que la clase
media urbana también formaba parte de la reali-
dad. Captando esto, Cosme inaugura en las letras
nacionales el paisaje urbano, paisaje común en
todo nuestro mundo actual. Esto lo podemos ver
en un aparte de la novela cuando Cosme sale un
31 de diciembre a buscar fiesta:
Foto de Vivian Saad
Cosme anduvo a la ventura mientras se trazaba
un plan de operaciones. Lo primera era llegar a
un barrio desconocido para asegurar mejor su li-
bertad.

La noción de barrio es un fenómeno propio de


las ciudades, es lo que marca la diferenciación en-
tre espacio rural y espacio urbano, y es en Cosme portamiento humano están insuperablemente re-
donde por vez primera se hace referencia a dicho gistrados en las páginas de La comedia humana.
concepto. La trascendencia de la obra radica en
haber podido penetrar el mundo en sordina que La historia épica de Barranquilla la escriben a
existe detrás de la mercancía, la cual moldea no diario miles de hombres en el anonimato. Sobre
solamente las ciudades sino también las clases so- ellos no pesan blasones ni los mencionan las his-
ciales, los valores culturales y hasta la literatura. torias oficiales. Es la historia del hombre común
García Márquez al hablar sobre la escritura de su de los tiempos de la mercancía, que no admite jui-
maestro José Félix Fuenmayor, dice: “Se va al fon- cios morales ni éticos. Es la realidad dura de los
do, a la esencia de lo nuestro, y saca a flote nues- días bajo el sol y la lluvia, bajo la amenaza cons-
tras características nacionales. Pero solamente las tante de la pérdida de lo que tenemos: es la vida
que tienen valor universal. ¿Y las otras para qué?” del siglo XX, la vida de Barranquilla.

Los dramas humanos ante las exigencias de los BIBLIOGRAFÍA


nuevos tiempos fueron infinitos y complejos, y fue-
José Félix Fuenmayor, Cosme, Bogotá, Carlos Valencia Edi-
ron prácticamente universales, como que ellos se
tores, 1979.
dieron en todos los países del mundo. Estos dra- Alejo Carpentier, Tientos y diferencias, Calicanto Editores.
mas alcanzaron en Balzac su testimonio más pa- Gabriel García Márquez, Obra periodística, vol. 1, Textos cos-
tético y eterno; los nuevas tipos sociales de com- teños, Barcelona, Bruguera, Narradores de hoy, 1981.

34
Romance de Barranquilla*

Meira Delmar

1 seda de la acacia roja,


seda de las campanillas,
Porque nació frente al alba
que tienen fugaz el aire
y en el sitio de la brisa,
y como el aire palpitan...
le dieron un nombre claro
Rodea sus altas sienes
de flor o de lluvia fina.
un vuelo de golondrinas,
Un nombre para decirlo
y abre jacintos de oro
en medio de la sonrisa,
su diestra mano clarísima.
enamorados los ojos
Porque nació frente al alba
y el corazón: ¡Barranquilla!
¡y el alba es buena madrina!
Porque nació frente al alba
¡y el alba es buena madrina!
4
2 El mar de gritos azules,
el mar de habla encendida,
Con lino de sol y sombra
le trae canciones remotas
tejieron años los días,
y barcas de otras orillas.
y una mañana sin nubes
El río, tenaz viajero,
despertó moza la niña.
con largo asombro la mira,
Con los cabellos al viento,
y le regala blancura
la dulce piel encendida,
de garzas estremecidas
y en el andar sin descanso
que suben a la comarca
tal aire de gallardía
donde la estrella se inicia.
que el alma de las palmeras
Y el viento pirata, el viento
arrodillóse vencida...
de clara estirpe marina,
Porque nació frente al alba
le ciñe el talle redondo
¡y el alba es buena madrina!
con brazos de lejanía.
¡Y se la lleva consigo
3
donde la tierra limita
Breves jazmines alados con el batir de campanas
—casi de luz desteñida— de la triunfal alegría!
crecen con gracia delgada
cuando sus pasos atisban... 5
La tarde cuida su gozo,
Porque nació frente al alba,
la noche su sueño cuida,
y porque el alba marina
y ella se viste con seda
le dio aquel nombre que pide
de flores amanecidas
para decirlo, sonrisa...
sobre la cumbre del árbol
El nombre que puede ser
tan sólo para vestirla...
de flor o de lluvia fina.
Seda dorada del roble
Y que también lleva el Ángel
con hebras de melodía
del Júbilo: ¡Barranquilla!
*Tomado de la revista Carnaval de Barranquilla, 1959.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


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35
Barranquilla en la visión de Marvel Moreno:
Reflexiones de un historiador de la ciudad*

Eduardo Posada Carbó

«La historia nunca será el do- señalado Alan Knight, «no son
minio exclusivo de los historia- equivalentes a los textos de fic-
dores; la literatura no debería ción.» En aquéllas, es cierto,
ser el monopolio de los críticos también juega la imaginación;
literarios», escribió Walter Lac- pero la «fidelidad a la eviden-
queur en 1967.1 Lacqueur ob- cia», no ha dejado de ser su
servaba entonces cómo la es- componente esencial, a pesar
tricta división entre escritores de nuevas corrientes historio-
e historiadores no vino a desa- gráficas.2
rrollarse sino sólo a partir de
mediados del siglo pasado, al Estas observaciones preli-
tiempo que defendía la necesi- minares sirven para delimitar
dad de volver a establecer vín- los propósitos de este ensayo
culos entre ambas disciplinas. sobre la obra de Marvel More-
La existencia de novelas que re- no (1939-1995). En particular,
flejaban los grandes temas de me interesa explorar la posi-
su tiempo, o que retrataban ble utilidad que su visión de
una sociedad en un momento Barranquilla tendría para un
determinado, no podían pasar historiador de la ciudad, sobre
desapercibidas para el historia- todo a partir de la lectura de
dor. Ellas podían convertirse en su novela En diciembre llega-
fuente importante para la in- ban las brisas.3 Buena parte de
vestigación histórica. El diálo- esta narrativa —tanto en esta
go entre escritores e historia- Portada de la revista Carnaval de Barranquilla novela como en otros de sus
dores, tan necesario como lo dedicada a Marvel Luz I, reina de 1959. cuentos—, parece ser de na-
planteó Lacqueur, no significa, turaleza autobiográfica. 4 Y
sin embargo, que deba borrarse toda frontera en- buena parte de esta narrativa se desarrolla en Ba-
tre los que siguen siendo, a mi modo de ver, dos rranquilla. Algunas referencias permiten además
géneros distintos. «Las narrativas históricas», ha identificar el tiempo en que transcurre la obra: alu-
siones a los años cincuenta, a los libros del Che y
* Este ensayo fue escrito para el coloquio sobre la obra de Marvel Mao, o a las camionetas de los marimberos, sugie-
Moreno organizado, en 1997, por Jaques Gilard en la Universidad de
Toulouse, Francia, conjuntamente con Fabio Rodríguez, de la Universidad ren que la Barranquilla de Marvel Moreno se ubi-
de Bérgamo, Italia. Fue publicado originalmente en el libro editado por caría entre las décadas de 1950 y 1970, es decir,
Gilard y Rodríguez, La obra de Marvel Moreno. Viareggio-Lucca: Mauro
Baroni editore, 1997. Posteriormente, formó parte de la colección de desde su adolescencia hasta su traslado a París.
Eduardo Posada Carbó, El desafío de las ideas: ensayos de la historia Esta dimensión temporal condiciona de alguna ma-
intelectual y política en Colombia. Medellín: Banco de la República /
Fondo Editorial Universidad Eafit, 2003. p. 279-294. Se publica con la nera mis reflexiones. Se trata de un período poco
autorización del autor. © Reservados todos los derechos.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


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estudiado por los historiadores, dado su carácter
contemporáneo. Mis propias investigaciones sólo
llegan hasta 1950.5 Estas reflexiones, por lo tanto,
se inspiran más en mis propias impresiones y re-
cuerdos de esa Barranquilla recreada por Marvel
Moreno, que en el esfuerzo sistemático por recons-
truir el pasado de la ciudad a través de las diver-
sas fuentes que ordinariamente sirven al historia-
dor en su tarea. Nos distancia tal vez una genera-
ción. Pero mis evocaciones de Barranquilla, como
las de su obra, son también en parte fruto de una
creación del exilio. Barranquilla es, sin lugar a
dudas, el escenario de su novela. El nombre de la
ciudad aparece repetidamente en el texto. Marvel
Moreno la ubica geográficamente, «junto a un río,
muy cerca del mar» —esa doble condición portua-
ria que determinaría su naturaleza mercantil.6
También identifica muchas de sus calles más po-
pulares: no sólo la 72 sino, quizá más significati-
vamente, aquellas del casco tradicional que se co-
nocían aún por sus nombres, y no por esos núme-
Archivo de Liz Palacios
ros que se impondrían con la nueva nomenclatura
que trajo el crecimiento urbano.7 Así aparecen la
calle San Blas, donde el padre de Lina Insignares
—la narradora central de la novela— tenía su mo-
desta oficina de abogado; la del Comercio, con las
tiendas de telas de los judíos; y otras más: 20 de
Julio, Cuartel, la calle del Crimen.8

Es cierto que la narrativa transcurre primordial- Marvel Luz Moreno.


mente en espacios privados o en los vecindarios de
gente acomodada —las casas de El Prado, esa ur- como lo llamó Julio Olaciregui, cuya vanidad se sin-
banización diseñada por los hermanos Parrish en tió halagada al descubrir la mención a su barrio en
la década de 1920, alrededor del club que sirvió de la obra de Marvel Moreno.11 Y al Barrio Abajo, don-
jalón para atraer residentes de los barrios tradicio- de, según la novelista, «ninguna mujer blanca ha-
nales del Centro.9 Al cerrar sus memorias, Lina In- bía puesto nunca los pies.» Por lo demás, hay que
signares contrasta el mundo caribeño de sus abue- advertir que el carnaval, esa fiesta en que «hom-
las con el «ligero y fácil» de su existencia que giraba bres y mujeres [...] en la batalla de flores, todos
«siempre en torno a la piscina de un club y a los pintorreteados» echan maizena y beben «a pico de
bailes del carnaval.» Sin embargo, el horizonte de botella», transcurre en espacios públicos donde los
la novela desborda con alguna frecuencia las fron- papeles sociales se invierten. Las comparsas de los
teras del club. La sociabilidad de los protagonistas clubes ganarían notoria espectacularidad desde fi-
transcurre también en otros lugares públicos de nes de la década de 1970; pero en 1959, bajo el
recreación y de cultura que pasan desapercibidos reinado de Marvel Luz, el verdadero espectáculo ocu-
en la lectura de Miguel Arnulfo Ángel: el parque rría el sábado de carnaval, el día cumbre de la fes-
Sagrado Corazón, los teatros Rex y Murillo, la Es- tividad, en la batalla de flores.12
cuela de Bellas Artes, el mismo Puerto Colombia.
Si la Plaza de San Nicolás no aparece claramente Además de las referencias geográficas, a las ca-
como ese «centro simbólico... casi sagrado» de otras lles y vecindarios de la ciudad, la novela de Marvel
ciudades latinoamericanas, se debe precisamente Moreno evoca otras características que permiten
al desarrollo peculiar de Barranquilla, ajeno a mu- identificar con claridad a Barranquilla. Repite el
chas de las características urbanas de la Colonia.10 mito de su fundación, de ese lugar donde llegaron
Además de El Prado, hay referencias a otros ba- «las vacas... huyendo de una sequía», y obligaron
rrios. Al San José, «extramuro de clase media baja», así «a sus propietarios a instalarse en aquel infier-

37
no tres siglos atrás.»13 Repite esa idea sobre la ciu- me cementerio, un lugar de desolación y ruina.»
dad, desafortunadamente popularizada, la de ser Es aquella ciudad «que tenía necesidad de tan poca
«un ardiente caserío sin historia.» En la descrip- cosa para hervir de maledicencia.» Los inmigrantes
ción de los personajes y sus contornos surge tam- extranjeros se habían instalado allí «contra su pe-
bién el retrato de una ciudad de inmigrantes. Abun- sar». Gustavo Freisen «aborrecía» la ciudad. Gio-
dan los extranjeros: judíos de la calle del Comer- vanna Mantini sólo pudo sentir horror a su llega-
cio, enigmáticos franceses evadidos de Cayena, ale- da, cuando comenzó a apreciar las enormes dife-
manes y españoles, italianos como Giovana rencias entre Turín y Barranquilla: «frente a sus
Mantini, los chinos que trabajan en el kilómetro ojos se extendía ahora un río de color de fango,
dos. También los hay nacionales: de Sabanalarga, inmenso, despidiendo un tufo podrido de caimán,
de Usiacurí, de Cartagena, de la Guajira, o del in- de animal muerto, de mangles descomponiéndose
terior andino, como el doctor Vesga, «un santan- desde el comienzo de los siglos.» Entre los casi ra-
dereano que se había refugiado en Barranquilla... biosos sentimientos hacia la ciudad —una rabia
huyendo de la violencia.» Pero hay así mismo va- identificada a ratos con la nostalgia por una ciu-
cíos: no hay «turcos» una omisión de interés si se dad que va dejando de existir—, sobresalen las frus-
tiene en cuenta que, entre todos los grupos de traciones del espíritu en un medio supuestamente
inmigrantes que llegaron a Barranquilla, los sirios, hostil a la contemplación, el rechazo a unos círcu-
libaneses y palestinos fueron los mas numerosos.14 los sociales decadentes y dominados por la trivia-
Tampoco hay vallenatos, quienes se integraron con lidad y las apariencias, y, por encima de todo, los
muy buen éxito en la élite de la ciudad. tormentos de un universo femenino agredido por
la brutalidad de una sociedad en transición. En la
El cuadro de Barranquilla lo complementan Barranquilla de Marvel Moreno no hay espacio para
otras referencias también explícitas como el cli- la cultura o el arte; sus pocas manifestaciones se
ma, inconfundiblemente tropical excepto por la au- confunden con la mediocridad. Otros novelistas
sencia de aguaceros. Pero hay alusiones al «ar- anteriores habían sido similarmente críticos. Emilio
diente resplandor de la mañana», al calor feroz y, Bobadilla, un escritor cubano que llegó a la ciu-
por supuesto, a «las brisas de diciembre que po- dad a fines del siglo pasado, destacó el desdén del
nían un sabor de sal sobre la vajilla.» Hay así mis- «gangeño» por el teatro: «Lo que en rigor le gusta-
mo alusiones a algunas costumbres de los tiem- ba... era empinar el codo.»15 Pero los personajes de
pos de las abuelas —los castigos con la penca—, a Marvel Moreno resienten con más fuerza el am-
las diversiones de los adolescentes —el «prohibido biente de una ciudad «donde el recogimiento re-
juego de la botella»—, a los periódicos de la ciudad sultaba imposible y la reflexión ineficaz.»
—El Heraldo y el Diario del Caribe— y hasta a al-
gunos alimentos y bebidas del folclor local: el ron En Barranquilla, «cualquier pensamiento... en-
blanco, las arepas, los chicharrones y los huevos contraba en la gente una apatía burlona»; aquí no
de iguana. Hay finalmente alusiones que evocan parece haber «nadie inclinado a considerar las co-
olores familiares: el «pañuelo apestado de Menticol», sas del espíritu.» Doña Giovanna Mantini lucha con-
el «Flit que Berenice rociaba con una bomba roja tra «el empobrecimiento intelectual, en un conti-
apenas se anunciaban en el atardecer las prime- nente que nunca había elaborado una sola idea.»
ras nubes de mosquitos.» Para Gustavo Freisen todo era allí «vanidad y co-
rrupción y las obras de los hombres estaban con-
Con todo, Marvel Moreno apenas nos ofrece una denadas a perecer.» Hasta el clima atenta contra el
Barranquilla a pincelazos, meras referencias, alu- arte. Las acuarelas traídas por Freisen desde Euro-
siones y evocaciones. No hay descripciones preci- pa «se habían descompuesto en horrible amalgama
sas de esas calles ni de esos vecindarios, ni de de colores por la maléfica acción de un hongo tropi-
esas casas, ni del Country Club que tanto parece cal: cómo vivir en un país donde los cuadros se
obsesionarle. Tampoco hay un cuadro detallado cubrían de lepra...» Hay así mismo algunas alusio-
de su sociedad y sus complejidades. No es ésta nes que parecerían referencias más directas a una
una novela de costumbres. Ni mucho menos una realidad cercana: esa «vida artística de Barranqui-
novela histórica. No lo pretende. Marvel Moreno lla, reducida a su ilusoria academia de música, sus
nos revela sí una gran pasión por la ciudad una hirvientes teatros convertidos entonces en sus sa-
contradictoria pasión que parecería traducirse con lones de cine y sus poetas hambrientos celebrando
frecuencia en profundo rencor y hasta desprecio. el progreso industrial o escribiendo sainetes para
Barranquilla se le antoja entonces como «un enor- halagar la vanidad de los señores locales...»

38
Otras descripciones de Barranquilla no ofrecen con alguna periodicidad, alcanzaron cierto signifi-
este cuadro tan desolador, de extrema pobreza cul- cado. A fines del siglo pasado existía ya un mundi-
tural y artística. Entre quienes visitaban Barran- llo literario del que se destacaría nacionalmente el
quilla, muy pocos se llevaron las favorables im- cronista, historiador y periodista Julio H. Palacio.18
presiones de ese viajero anónimo que, tras ocho En la segunda década del siglo veinte aparecía la
meses de residencia en la ciudad en 1893, retrató revista Voces (1917-1920) que, bajo la orientación
un mundo donde «el amor por la lectura está tan del catalán Ramón Vinyes, tendría notable influen-
desarrollado que es muy rara la persona que no cia en las letras barranquilleras.19 En 1928 se pu-
tiene entre sus manos un libro», donde había gran blica Cosme, la novela de José Félix Fuenmayor.20
afición por el teatro, y donde los conciertos y las La filosofía tendría pronto un vocero en Julio En-
veladas eran frecuentes.16 Ni todos tenían la opor- rique Blanco;21 y la historia y el derecho en Luis
tunidad, ni quizá tampoco el deseo, de encontrar- Eduardo Nieto Arteta. A mediados de la década de
se con esa «bohemia resplandeciente», ese grupo 1940 se abría por primera vez una universidad en
de intelectuales y poetas con quienes Porfirio Bar- Barranquilla. La literatura y el arte ganarían re-
ba Jacob leía «a Darío y a Carlos Marx, a Valencia nombre con el trabajo de quienes integraron lo que
y a Edgar Quinet.»17 Estas ocasiones podrían qui- más tarde vino a conocerse como Grupo de Ba-
zá considerarse como excepcionales en una ciu- rranquilla —Alfonso Fuenmayor, Álvaro Cepeda
dad caracterizada tradicionalmente como «fenicia». Samudio, Germán Vargas y, sobre todo, el premio
O como las expresiones de un pasado glorioso y ya Nobel de la literatura, Gabriel García Márquez.22
perdido que se percibe en esa «nostalgia de una Durante la década de 1950 la ciudad vivió momen-
cultura olvidada» recreada por Marvel Moreno. Pero tos culturales particularmente ricos, cuando no
la cultura no estuvo totalmente ausente en el pa- había necesidad de añorar pasado glorioso algu-
sado barranquillero. Ni es posible identificar una no.23 Desde Bogotá, algunos reconocían esta rica
«edad de oro» que marcara de forma extraordina- actividad en el arte, en la música, y en la literatu-
ria la vida intelectual y artística de la ciudad. A ra.24 Las paradojas de la vida cultural de la ciudad
pesar de sus obvias limitaciones, sorprenden las
manifestaciones culturales de Barranquilla que,
Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)

39
serían muy bien descritas por García Márquez
cuando, al reseñar el primer libro de cuentos de
Cepeda Samudio en 1954, observaba que «en Ba-
rranquilla —donde las apariencias indican que no
se lee, [...] hay tres librerías en las que Faulkner
se agota en 48 horas.»25

¿Podría hablarse de decadencia a partir de los


fines de los años cincuenta? No lo creo, aunque la
respuesta no es sencilla. Las actividades de algu-
nas instituciones, como las del Centro Artístico, de-
cayeron. Sin embargo, en este caso, los esfuerzos
por estimular una cultura musical continuaron con
la organización del Concierto del Mes, que en 1992
celebraba 34 años de vida consecutiva, sin «aporte
alguno de Colcultura.»26 Pero la desaparición de la
Orquesta Filarmónica de Barranquilla se lamentó
siempre como una pérdida que comenzó a simboli-
zar la supuesta existencia de una histórica «edad
de oro». La universidad pública, y con ella Bellas
Artes, entrarían en crisis desde la década de 1970.
A esta crisis, no obstante, se contraponía la funda-
ción de nuevas universidades privadas.27 A fines de
la década de 1970 se inauguraba, por fin, el Teatro
Municipal, esta vez con ayuda del gobierno central
pero fruto de una obstinada y persistente campaña
de presión pública. La actividad intelectual alrede-
dor de los periódicos, además de El Heraldo, se in-
tensificó con la aparición del Diario del Caribe a fi-
nes de 1950 y de sus revistas literarias, el Suple-
Marvel Moreno, 1956.
mento primero, desde la década de 1970, e Interme-
dio, años más tarde.28 chifles”, sin ninguna cultura, cuyas únicas diver-
siones son los carnavales, los reinados de belleza,
Estos desarrollos, cuya importancia no debe los tés canasta... o el “gordolobo”.»29
exagerarse, se sucedían en medio de un crecimiento
urbano desbordado frente al cual la estructura so- Assa se quejaba contra quienes se quejaban:
cial no permaneció intacta. De alguna forma, el quienes no cesaban de denunciar la falta de cul-
progreso conquistado por Barranquilla hasta me- tura no asistían «ni a conciertos ni a conferen-
diados del siglo se movía dentro de las limitadas cias.»30 Fue una queja insistente en quien siem-
fronteras de una vida citadina apacible, con ca- pre hizo público su desprecio por la «charanga-
racterísticas aún de «pueblo grande», en el que el pachanga-machanga», como solía llamar al car-
mundo cultural se definía casi exclusivamente en naval. Y cuyo Concierto del Mes gozó siempre de
los círculos sociales altos y medios altos. Este es- «un público mixto de distintas capas sociales, en
cenario se modificaría acelerada y hasta brusca- su mayoría ajeno a los eventos de sociedad.»31 Es
mente desde la década de 1960, trayendo consigo esta «sociedad» la que recibe mayor atención en
nuevas diferenciaciones sociales. Desde algunos la obra de Marvel Moreno. Cualquier lector des-
sectores tradicionales, donde también se vivían prevenido de En diciembre llegaban las brisas po-
procesos de diferenciación, los cambios se identi- dría concluir fácilmente que Marvel Moreno sólo
ficaron con la decadencia, precisamente esa deca- está describiendo una sociedad barranquillera ce-
dencia que aparece retratada en la Barranquilla rrada, rígida y exclusiva, compuesta por una «pe-
de Marvel Moreno. Ya en la década de 1950, Al- queña burguesía racista y prodigiosamente incul-
berto Assa volvía sobre el tema de la supuesta fal- ta [que] dormitaba en un pantano de frustracio-
ta de cultura de Barranquilla: «Hay quienes... se nes», «una gente que hablaba a gritos y de mane-
imaginan que esta ciudad es un antro de “merca- ra enfática.» La «alta sociedad» la componen sólo

40
dos grupos de personas: «los verdaderos señores, en una «ciudad de mestizos», llena de «arribistas»,
descendientes... de hidalgos españoles», y los una ciudad capaz de absorber a «inmigrantes, bu-
arribistas, «individuos de poca clase cuyo trato honeros y prófugos de Cayena», y hasta los «ma-
debía evitarse en la medida de lo posible redu- rímberos... que... se dispararían tiros en las ca-
ciéndolo a formalidades mundanas.» lles», en fin, en una sociedad donde «nada se per-
petuaba», un «mundo sin memoria ni pasado».
Se trata de una sociedad pequeña y simple. Que
busca mantenerse pura, a través de la unión en- No existe un historia moderna completa de las
tre primos con el fin de evitar el mestizaje. Es tam- élites barranquilleras, de su formación y desarro-
bién una sociedad «secreta», en la que «el verdade- llo.32 El historiador del nuevo milenio que quiera
ro poder se ocultaba», y a la cual «no pertenece- acercarse al pasado de la ciudad encontrará en la
rían jamás del todo» los extranjeros. Sus hijos se novela de Marvel Moreno un esfuerzo por retratar
educan en dos colegios, el Biffi y La Enseñanza, círculos de esa «sociedad» y sus contradicciones
donde «sólo entraban las niñas de buena familia o en épocas de cambios acelerados, donde los valo-
las herederas de los grandes terratenientes de la res tradicionales se confunden con la decadencia
Costa». Sus miembros se encuentran dominical- o se ven enfrentados al desplazamiento por la
mente en la Iglesia del Carmen a las once de la irrupción de nuevas fuerzas. Cualquier intento,
mañana, en «la misa que servia de identificación sin embargo, de identificar exclusivamente la «so-
social.» Pero, por encima de todo, la comunicación ciedad» barranquillera con la «sociedad» de Marvel
social se sucede en el Country Club, allí donde Moreno sería, por supuesto, inadecuado. Se trata
«pertenecer al club constituía el signo por excelen- aquí de un cuadro apenas fragmentado que, aun-
cia de distinción.» que abre puertas hacia un universo más amplio y
complejo, se limita a ratos a bosquejar un mun-
Una lectura más detenida revela, sin embargo, dillo muy particular.
una «sociedad» más compleja y contradictoria. Pa-
recería, en efecto, que estuviesen varias socieda- Por lo demás, las constantes evocaciones a una
des en juego, simultáneamente, aunque en direc- sociedad colonial y soñolienta remiten a un espíri-
ciones contrarias: la de Lina Insignares, atada al tu ajeno a ese republicanismo que, por lo general,
pasado, llena de evocaciones tradicionales, y la que ha caracterizado a una ciudad cuya formación y
la misma Lina observa desarrollarse a su alrede- desarrollo tiene escasísimos vínculos con el pasa-
dor, con todas las señales del cambio y sus apa- do colonial —como lo reflejan su tardío significado
rentes horrores. El propio mundo familiar de Lina urbano, su temprano apego por el comercio y el
no ha sido tampoco inmutable. La línea materna, ethos capitalista, su arquitectura, esa misma me-
la de las abuelas, conduce generalmente a las «año- moria efímera que resalta Marvel Moreno, y hasta
ranzas de las ciudades más antiguas del litoral la composición de sus élites. Es cierto que a esta
Caribe», a los antepasados de la España colonial, «sociedad» se incorporaron algunas familias de vie-
a la presencia dominante del catolicismo. Pero la jas ciudades coloniales —Cartagena, Mompós o
de su padre se mezcla con distantes inmigrantes Santa Marta—, de donde trajeron sus baúles y re-
judíos. Las transformaciones a su alrededor son, cuerdos. Pero, a mediados del siglo veinte, es difí-
por supuesto, más inmediatas y abruptas En las cil identificar la existencia de esas viejas familias
tres vidas paralelas, cuya trama Lina Insignares que se retratan en la novela, ancladas en un su-
desenvuelve en la narrativa, sobresalen los matri- puesto pasado colonial, «creyéndose parientes de
monios con inmigrantes, hijos de extranjeros u Alfonso XIII», y rodeadas de óleos que las remon-
oriundos de otras zonas caribeñas. No son todos taban a la corte española. Y si existían, no creo
matrimonios entre una misma clase, ni cerrados que fuesen representativas de una élite que histó-
del todo al mestizaje. Muchos de los protagonistas ricamente supo acomodar e integrar a tantos
practican típicas profesiones de la clase media, inmigrantes, nacionales y extranjeros, quienes muy
como la medicina. O son hijos de gamonales de pronto perdían su condición de extraños.
pueblos cercanos. O de industriales. Hay algunos
abogados. Pero escasean los comerciantes, la clá- Hay, es cierto, algo de mítico en la idea de la
sica actividad de la burguesía barranquillera. Ni «Barranquilla cosmopolita», tal como lo ha sugeri-
hay políticos ni gobernantes. La supuesta socie- do Jacques Gilard.33 En la ciudad nunca se esta-
dad hidalga se convierte muy pronto en burguesa, blecieron masas de inmigrantes, como en Buenos
una burguesía que queda, en el fondo, sumergida Aires. No obstante, llegaron en números relativa-

41
mente significativos como para ejercer una nota- lidad. Y por su relativa apertura. Se destacan, así,
ble influencia en su conducta social. Cualquier su falta de tradiciones notables: «nada duraba allí,
asomo a la historia de las élites barranquilleras nada se perpetuaba.» Si algo comenzó a caracteri-
no tardaría en descubrir la presencia evidente de zar a esa sociedad fue su rápida disponibilidad a
estos extranjeros.34 Sobre todo durante el siglo die- aceptar lo novedoso, con la que parecía perpetuar
cinueve. Los judíos sefarditas provenientes de su condición de ser una «sociedad de aluvión». El
Curazao tuvieron aquí un lugar prominente.35 Sus reconocimiento de estas características cambian-
nombres se encontraban no sólo entre los comer- tes no debe negar, sin embargo, la existencia de
ciantes líderes de un puerto en expansión, sino continuidades, menos visibles pero no por ello des-
también entre las autoridades de la ciudad a me- vanecidas del todo. Ellas han recibido muy poca
diados de siglo, entre los fundadores de los prime- atención. Los relatos de Marvel Moreno invitan a
ros bancos, las primeras industrias y los primeros reflexionar sobre la persistencia de lo que podría-
clubes sociales. Al lado de sus nombres sobresa- mos llamar una Barranquilla profunda, en la que
lían así mismo los de familias venezolanas, holan- logran sobrevivir unas tradiciones a pesar de las
desas, alemanas, francesas, italianas, españolas olas de cambio, una Barranquilla que absorbe y
de origen más reciente —en ocasiones cubano. Y que no deja absorberse por los inmigrantes, pero
también, evidentemente, los de muchos naciona- nuevamente expuesta al embate transformador del
les, incluidos los de «viejas» familias barranquille- progreso a mediados del siglo veinte y quizá, esta
ras.36 No surgió de aquí una sociedad fragmenta- vez, con menos fuerzas de resistencia. Marvel Mo-
da en ghetos étnicos. En el establecimiento de em- reno nos descubre aquí un rico horizonte para ex-
presas comerciales y en los matrimonios pueden plorar históricamente. Aunque creo que la reali-
identificarse las más claras expresiones de su in- dad descubriría una «sociedad tradicional» con in-
tegración en la ciudad. No parece, pues, exagera- tereses mucho más diversificados, con círculos de-
do referirse a una «burguesía cosmopolita» en Ba- cadentes mas también con elementos renovado-
rranquilla, relativamente similar a la que Charles res, una sociedad más compleja cuya vida no gira
Jones estudió en otros puertos de la época, como sólo alrededor de un club social.
Buenos Aires.37
La ciudad de Barranquilla, sus élites y su en-
Este proceso continuó durante el siglo veinte, torno son, por supuesto, el contexto de ese uni-
aunque bajo otras condiciones e influencias. La verso femenino que Marvel Moreno explora de ma-
presencia norteamericana, por ejemplo, se hizo más nera más sistemática.38 Contra ese mundo se vuel-
visible. Y comenzaron a predominar nuevas co- can particularmente los ojos críticos de quien des-
rrientes migratorias, sobre todo las del Medio cribe con desdén y rechazo a ese «círculo de mu-
Oriente, los sirio-libaneses que, si bien fueron ob- chachas destinadas a presentarse juntas algún día
jeto de alguna resistencia, lograron en poco tiem- en sociedad», que se reúnen en las vacaciones «a
po integrarse con muy buen éxito en la sociedad. jugar canasta» y a «bordar toda suerte de trapos
Es cierto que después de la segunda década proli- inútiles para los pobres», cuyas conversaciones se
feraron clubes sociales con nombres de otras na- reducen «a repetir chismes» y «a pasarse dispara-
ciones —el Alemán, el Francés e Italiano, el He- tadas versiones del acto sexual.»
breo, la Unión Española. Pero dudo que su objeti-
vo fuese el de «impedirle a sus hijos relacionarse Como la sociedad que lo rodea, es un mundo tam-
con la gente de Barranquilla.» Sospecho que en bién en transformación. Que lucha contra las atadu-
casi todos esos clubes había más socios naciona- ras de la educación religiosa, en una ciudad que siem-
les que extranjeros —por lo menos tal es mi re- pre se ha tenido por pagana. Un mundo que, por en-
cuerdo de mis visitas a los clubes Alemán y Fran- cima de todo, lucha por liberarse de una sociedad
cés e Italiano. Ellos fueron más bien otra expre- dominada por hombres como Benito Suárez, «previsi-
sión de una clase media en expansión, en la que ble marido despótico, agresor de ancianos, asesino
tal vez algunos inmigrantes extranjeros tomaban de perras, hacedor de malos versos... hombre calcu-
la iniciativa, como lo había hecho Karl C. Parrish lador que organizaba su violencia con perfidias de cor-
al promover la fundación del Country Club. tesano florentino.» En un viraje curioso, la lucha de
este mundo femenino contra la violencia masculina
La formación de las élites durante el siglo dieci- parecería representar la confrontación entre esa so-
nueve se había caracterizado por su extraordina- ciedad barranquillera tradicional, envuelta en ensue-
rio dinamismo y por grados importantes de movi- ños, y los elementos externos que la corrompen. Los

42
personajes que agreden al mundo femenino son casi Kellner, A new philosophy of history, Londres, 1995.
3
M. Moreno, En diciembre llegaban las brisas, Barcelona,
todos de afuera. O recién llegados. Álvaro Espinoza
Plaza & Janés, 1987. A menos que se exprese lo contrario,
es un «niño mimado de la burguesía cartagenera». todas las citas que siguen se refieren a esta obra.
Los Freisen son unos «franceses medio locos». Benito 4
R. Illán Bacca ha recordado episodios de una fiesta en el
Suárez es el hijo de una italiana que un buen día se patio Andaluz del Hotel del Prado en 1959, presentes en el
cuento «La noche feliz de Madame Yvonne» en M. Moreno, Algo
encontró casada con un hijo de un gamonal de
tan feo en la vida de una señora bien, Bogotá, Ed. Pluma, 1980.
Sabanalarga. El barranquillero más «genuino» de la Véase R. Illán Bacca, «Cuando se llamaba Marvel Luz»,
novela parece ser el padre de Lina Insignares, un «abo- Caravelle, 66, 1996, p. 128. Para una nota biográfica, véase
gado para quien la Ley es una expresión de respeto», F. Rodríguez Amaya y J. Gilard, «Breve biografía», en M. More-
no, Qualcosa di brutto nella vita di una signora perbene, Mila-
«hombre pacífico que jamás había sentido en sus ma-
no, Jaca Book-Università di Bergamo, 1997, p. 274-282.
nos el peso de un arma», a quien se le podía siempre 5
Véanse en particular Posada Carbó, Una invitación a la
ver «remontar la calle San Blas en su blanco vestido historia de Barranquilla, Bogotá, 1987, y The Colombian
de lino... sonriéndole a mendigos, emboladores y ven- Caribbean: A Regional History, Oxford, 1996.
6
Para la historia portuaria de la ciudad, véase T. Nichols,
dedores de chucherías.» Es una interesante parado-
Tres puertos de Colombia, Bogotá, 1973.
ja. Que revela tal vez las pasiones contrarias de Marvel 7
El profesor Alberto Assa era insistente en su nostalgia
Moreno. La novela que desde algunos ángulos se «por la nomenclatura real que va desapareciendo ante la inva-
muestra como un furioso ataque contra las tradicio- sión de números y más números.» C. de Campo Alegre (Alberto
Assa), Los rincones de
nes de la ciudad, es
Casandra, Barranquilla,
desde otros la de- 1994, vol. 1, p. 407 y
fensa de una socie- vol. 2, p. 107.
8
dad en vías de des- Todas estas calles
escaparon a la atención
trucción.
de M. A. Ángel, quien en
su lectura de la novela
«My old friend, sólo logró identificar
stop and think:/ «una calle, la calle 72»;
véase su «Barranquilla,
you’ll get used to it
en las líneas apretadas
little by little. / Your de En diciembre llegaban
nostalgia has cre- las brisas», Huellas, nº
ated / a non-exis- 43, Barranquilla, Uni-
versidad del Norte, abril
tent country, with
de 1995, p. 10.
laws / alien to 9
Para las activida-
earth and man.» des de los hermanos
Así le hablaban los Parrish y la Compañía
Urbanizadora El Prado,
versos de Seferis al
véase E. Posada Carbó,
exiliado que, a su Foto de Claudia Cuello (El Heraldo) «Karl C. Parrish, un em-
regreso después de presario colombiano de
muchos años, buscaba vanamente su añorado los años veinte», Boletín Cultural y Bibliográfico, Bogotá, XXIII,
8, 1986, p. 3-20.
jardín, su vieja casa y sus amigos.39 Lina no volvió, 10
Para una lectura de la novela que encuentra un énfasis
ni creyó que volvería nunca, aunque en su narración casi exclusivo en los espacios privados, véase M. A. Ángel en
nos estaría diciendo a ratos que nunca se fue. Otros «Barranquilla, en las líneas apretadas de En diciembre llega-
hemos regresado. Y como el exiliado de Seferis hemos ban las brisas», op. cit., p. 10.
11
J. Olaciregui, «Que viva Marvel Luz», en Caravelle, nº 66,
recorrido la ciudad en busca de la ciudad que ya no
Toulouse 1996, p. 139.
existe, esa ciudad siempre recreada en el exilio, tal 12
La importancia del carnaval como experiencia social sig-
vez con más espacio para la alegría y el amor que nificativa fue resaltada durante el coloquio por Consuelo Po-
en la Barranquilla de Marvel Moreno, pero no por sada, Ramón I. Bacca y Teresa de Cepeda. Otra reina del car-
naval, Gladys Rosanía, estimuló el siguiente texto de Gabriel
ello menos inexistente.
García Márquez en 1952: «...Barranquilla podía conocerse con
solo conocer a Gladys Rosanía... Está empeñada en una cam-
NOTAS paña cívica... Ha vuelto a los micrófonos, a las calles... con el
mismo sentido... que ha presidido sus festividades públicas,
1
W. Lacqueur, «Literature and the historian», Journal of sus bazares y sus actos sociales. Todo esto, en una mujer que
Contemporary History, nº 2(1), 1967, p. 14. disfruta en silencio el placer de una buena lectura; que asiste
2
A. Knight, Latin America. What price the past? An inaugu- a las exposiciones; que va a los conciertos y a los estadios. Un
ral lecture delivered before the University of Oxford on 18 temperamento que, quienes conocemos a Barranquilla, tene-
November 1993, Oxford, 1994, p. 32. Para una discusión de mos razones para decir que es el... temperamento de mujer
las nuevas corrientes historiográficas, véase N. F. Partner, que más se parece a la ciudad», G. García Márquez, Obra pe-
«Historicity in an age of reality-fictions», en F. Ankersmit y H. riodística. Textos costeños, (ed. a cargo de J. Gilard, Barcelo-

43
na), 1981, vol. 1, p. 778-779. Todos estábamos a la espera, Bogotá, 1993, p. 11.
13 26
Sobre este mito, véase J. Gilard, «La prensa al servicio Los rincones de Casandra, vol. 2, p. 477. El buen éxito
de una mitología urbana: el caso de Barranquilla», Toulouse, de esta organización se debía al esfuerzo individual del profe-
1993, mimeo. Sobre los orígenes de Barranquilla, véanse: N. sor Alberto Assa, quien lograba —a pesar de muchas frustra-
Madrid Malo, Barranquilla, el alba de una ciudad, Bogotá, 1986, ciones— conseguir aportes de las embajadas extranjeras y de
y J. A. Blanco Barros, El norte de Tierradentro y los orígenes algunos empresarios para sus iniciativas.
27
de Barranquilla, Bogotá, 1987. No todas, es cierto, similarmente comprometidas con la
14
Aparecen «turcos», sin embargo, en su cuento «El hom- educación ni la cultura. Pero las labores de la Universidad del
bre de las gardenias», en El Encuentro y otros relatos, Bogotá, Norte —sobre todo a través de su revista Huellas y de su emi-
El Áncora Ed., 1992. Sobre la inmigración sirio-libanesa, sora radial desde la década de 1980— merecen destacarse.
28
véanse: L. Fawcett de Posada, «Libaneses, palestinos y sirios Este periódico lamentablemente desapareció en 1992.
en Colombia», Documentos, nº 9, Barranquilla, Universidad Hay que advertir, no obstante, que «en toda la década de los
del Norte, 1991, y su versión en inglés publicada en A. Hourani sesenta, Barranquilla no tuvo un suplemento literario» —como
y Nadim Shehadi, ed., The Lebanese in the world: A century of lo ha notado R. Illán Bacca, para quien la ciudad por lo tanto
Emigration, Londres, 1992. sufría de «orfandad literaria» en esa década. El Suplemento
15
E. Bobadilla (Fray Candil), A fuego lento, fue publicada del Caribe apareció en 1973. Véase de Bacca sus Crónicas
originalmente en Barcelona en 1903. La gobernación del casi históricas, Barranquilla, 1990, p. 64.
29
Atlántico la reeditó en Barranquilla en 1994. Los rincones de Casandra, vol. 1, p. 29.
16 30
Viaje de O Drasil. De Bogotá a Barranquilla en tren, mula y «¿Dónde estaban el viernes por la noche los “intelectua-
a bordo del vapor Francisco Montoya, y estadía en esa ciudad por les” de Barranquilla?», preguntaba el profesor Assa tras per-
ocho meses - 1893, Barranquilla, 2ª edición, 1994, p. 70-71. catarse de su ausencia en el concierto del pianista francés
17
P. Barba Jacob, El corazón iluminado, Medellín, s.f., p. 41. Bernard Flavigny en Bellas Artes. «¿Dónde los centenares de
18
En la década de 1940, cuando publicaba en El Tiempo “doctores”, abogados, médicos, ingenieros? ¿Dónde los direc-
dominical sus memorias, Julio H. Palacio seguía aún activo. tivos, profesores y estudiantes de ambas universidades? ¿Dón-
Una primera selección de estas crónicas apareció en Bogotá de los profesores y alumnos de Bellas Artes? ¿Dónde los pe-
en 1942, bajo el título Historia de mi vida. Ésta ha sido com- riodistas, los escritores y los poetas de bolsillo?... Nada más
plementada ahora por dos nuevos volúmenes, uno editado triste oír tanto de cultura, a quienes más a menudo la deser-
por la Universidad del Norte, La Historia de mi vida. Crónicas tan.» Hubo, sin embargo, «bastante gente» en el concierto. Los
inéditas (Barranquilla, 1992); y otro editado por el Senado de rincones de Casandra, vol. 1, p. 41.
31
la República, Historia de mi vida (Bogotá, s.f.). Diego de la Ibídem, p. 396.
32
Peña (qepd) me contó que por muchos años había intentado Hay, sin embargo, algunos interesantes acercamientos.
infructuosamente que Colcultura se interesase por reimpri- Véanse, por ejemplo, S. Solano y J. Conde, Élite empresarial y
mir estas valiosas memorias. desarrollo industrial, 1875-1930, Barranquilla, 1993, y J.
19
Sobre Vinyes véanse J. Gilard, «Voces (1917-1920): Un Restrepo y M. Rodríguez, «Los empresarios extranjeros de
proyecto para Colombia», Huellas, nº 31, abril de 1991, p. 13- Barranquilla, 1800-1900”, Desarrollo y Sociedad, mayo de
22; y R. Illán Bacca, «Presencia de Voces en la narrativa del 1982. El texto de F. Baena y J.R. Vergara, Barranquilla, home-
Atlántico», Huellas, nº 36, diciembre de 1992, p. 36-49. naje del Banco Dugand, Barranquilla, 1922, es de consulta
20
Véanse los ensayos de R. Illán Bacca, «El mundo de obligada. También hay muchos datos útiles en M. Goenaga,
Cosme» y «El mundo de Cosme, II», en Huellas, nos 30 y 31, Lecturas locales. Crónicas de mi vieja Barranquilla, Barranqui-
diciembre de 1990 y abril de 1991, p. 21-29 y 29-38, respec- lla, 1953. Un retrato de la élite económica de la ciudad en la
tivamente. tercera década de este siglo se encuentra en Directorio comer-
21
J. Núñez Madachi, «Dimensión espacial y temporal ori- cial pro-Barranquilla, Barranquilla, (ed. a cargo de E. Rasch
ginaria en la vida de Julio Enrique Blanco», Huellas, no 28, Isla), 1928. Los excepcionales Recuerdos de Barranquilla de
abril de 1990, p. 5-18. Jacinto Sarasúa son también muy útiles, Barranquilla, 1988.
22 33
J. Gilard, «El grupo de Barranquilla», Revista Iberoame- J. Gilard, «La prensa al servicio de una mitología urba-
ricana, nos 128-129, julio-diciembre de 1984, p. 905-935. na», op. cit.
23 34
Muchas de estas actividades, sobre todo las musicales J. Restrepo y M. Rodríguez «Los empresaros extranje-
que organizaba el Centro Artístico, pueden seguirse a través ros», op. cit.
35
de la columna de A. Cepeda Samudio en El Heraldo, «La brú- Véase E. Posada Carbó y L. Fawcett, «Jews and Arabs in
jula de la cultura», en A. Cepeda Samudio, En el margen de la the development of the Colombian Caribbean», Immigration
ruta (ed. a cargo de J. Gilard.), Bogotá, 1985, p. 367-460. Sobre and Minorities, forthcoming, 1997.
36
el florecimiento cultural de estos años y sus posibles vínculos Véase, por ejemplo, la lista de los mayores contribuyen-
con la economía de la ciudad, véase el interesante artículo de tes del impuesto a la renta en Barranquilla en la década de
J. Villalón, «Barranquilla en el tiempo de la prosperidad de 1870: Gaceta de Bolívar, Cartagena, 9 de abril de 1871.
milagro, 1947-1957», Huellas, no 40, abril de 1994, p. 14-30. 37
C. Jones, International business in the nineteenth-century.
24
P. Morales Pradilla, «Barranquilla llega a las letras», El The rise and fall of a cosmopolitan bourgeoisie, Brighton, 1987.
38
Tiempo, 28 de noviembre de 1954, citado en Gilard, El grupo Este es el objeto de otras ponencias de este coloquio.
39
de Barranquilla, p. 906. G. Seferis, Collected poems (trad. E. Keeley y P. Sherrard),
25
El Espectador, 15 agosto de 1954, en A. Cepeda Samudio, London, 1982, p. 221-225.

44
El Carnaval
como desacralización de la Fiesta

Carlos Julio Pájaro M.*

«Todo lo que es profundo ama el disfraz... Todo de Atenas con la efigie de Dioniso encaramado en
espíritu profundo tiene necesidad de una más- una alegórica carreta en forma de navío. Esta em-
cara». Nietzsche barcación fue trasladada a Roma con el nombre
de carrus navalis, expresión que, por obra del
Los orígenes de las fiestas de carnaval han deja- tiempo y de las costumbres, pudo luego evolucio-
do de ser, en gran parte, un asunto con residen- nar hasta fundir la palabra carnaval.
cia en la oscuridad. Hoy sabemos que desde las
épocas más remotas de su celebración occidental Carnaval designa propiamente, en la tradición
—en territorio griego (siglos XII-XI a.n.e.)— han de algunas iglesias cristianas, un lapso de tres días
estado asociadas a diversos ritos religiosos de los (transformados en cuatro por algunas culturas) que
pueblos. Las bacanalia, expresión festiva con que precede a la exigente austeridad y ascetismo de la
griegos y romanos practicaban su culto a Dioniso; Cuaresma —los cuarenta días en que Jesucristo
las lupercalia, pompa y regocijos consagrados al guardó ayuno y abstinencia—; este lapso conclu-
dios Pan los 15 de febrero, y las saturnales, fies- ye con el martes de absolución o, en su defecto, el
tas en que los romanos tributaban homenajes a «miércoles de ceniza». A partir de este día, por ejem-
Saturno los 17 de diciembre, son festejos re- plo, el ritual católico somete a su comuni-
gistrados en el mapa cronológico de dad a una fuerte prohibi-
celebraciones de la religión an- ción de la carne («vier-
tigua. Afirman los inves- nes de vigilia» o
tigadores que, a la llega- «días de pes-
da de la primavera, los
atenienses salían duran-

Archivo de Darío Moreu, 2001


te tres días a las calles a
festejar el goce de vivir,
sumergidos en banque-
tes náufragos del vino.
Un cortejo recorría los
ardientes callejones

* Nació en Barranquilla. Fi-


lósofo y magíster en Filosofía de
la Universidad Nacional de Colom-
bia. Investigador y ensayista. Profe-
sor del Departamento de Filosofía de
la Universidad del Norte desde
1992. Este artículo fue escrito es-
pecialmente para Huellas.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 45-52: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
45
cado»); en Roma esta disposición toma el nombre
de carnes tollendas («deben suprimirse las carnes»),
abreviación de la frase latina dominica ante carnes
tollendas: «domingo antes de suprimir las carnes.»
El ayuno adopta también el nombre de carnem
levare («quitar la carne»), todo lo cual nos propor-
ciona razones etimológicas para imaginar también
una evolución lingüística originaria de las pala-
bras carnestolendas y carnaval, respectivamente.

Este período de tres desenfrenados y delirantes


días de tolerancia pura, además de parecer coinci-
dir en el calendario con la fiesta antigua de las lu-
percalia —ofrecidas en honor de Pan, el fauno de
los romanos—, tiene en común con ésta y con las
saturnales —rito igualmente precristiano—, el he-
cho de que la sociedad se toma un respiro en la
aplicación de sus normas para dar lugar a la
desinhibición y a la locura colectiva. En una
Archivo de Darío Moreu, 1998
kathársis que le dispone a soportar los rigores de la
Cuaresma, puede el hombre ser un estallido ele-
mental de pasiones, apetitos y animalidad, porque
todo le está permitido. Los símbolos sexuales y eró-
ticos de toda índole (lingüísticos, gestuales, orna-
mentales...) se ven asociados a las manifestaciones
folclóricas y danzarias, pero toda esta prodigalidad
voluptuosa, que para cualquier otra época del año
amenazaría con la condena de sus protagonistas al
eternamente flamígero infierno, será evaporada con popular. El hombre envejece y muere, mientras
la absolución que da comienzos a los ritos de la que la serpiente emerge de su arrugada piel y re-
Cuaresma. cobra la juventud. La herencia espiritual de los
pueblos cristianos ha atribuido esta dolorosa des-
Las fiestas de carnaval, desde aquel entonces, ventaja del hombre al hecho según el cual, una
tienen como peculiaridad el uso de máscaras — vez Dios «hubo acabado de hacer todas las cosas
ligadas al ritual del canto y la danza— con trajes preguntó: ‘¿quién puede mudar su piel? Si hay al-
extravagantes y de ridícula figura: el disfraz. La guno que lo sepa hacer, ese no morirá.’. Sólo la
máscara y el disfraz comenzaron a usarse en es- serpiente le oyó y contestó: ‘¡Yo puedo!’ « (Gaster-
tas festividades de «consagración de la primavera» Frazer).
en el mundo griego, como imitación de la natura-
leza por el hombre, pues deseaba lucir así una nue- Aquí se confunden el mito agrario arcaico y el
va y vivaz fisonomía como aquella. Pero, en la ver- mito bíblico, enderezando los actos del hombre a bus-
sión cristiana, la máscara y el disfraz, propios de car su propia forma de muda-piel. El disfraz y la
estas fiestas en que griegos y romanos veneraban máscara son una alegoría por la que el hombre, mu-
a la siempre-viva naturaleza, se convierten en em- dando su piel, se hace inmortal recobrando la ju-
blema religioso, resultado de los designios de Dios. ventud y las fuerzas como las plantas y la serpiente.
El mito agrario es un componente esencial de esta
La primavera simboliza la perenne «edad tem- forma antigua de Religión —también agraria—, y
prana» de la naturaleza, fenómeno que aflige pe- ésta, así como constituye el lugar de origen de los
netrantemente al hombre al meditar sobre su pron- ritos de donde deriva el teatro griego (acontecimien-
ta e inexorable decrepitud tras los años vividos. to que goza de amplia bibliografía producida por es-
También la serpiente renueva su apariencia cam- pecialistas), asimismo es el lugar original de la fiesta
biando de piel persistentemente, lo que le ha dota- de carnaval —prolongación del teatro en un escena-
do del envidiable don de la inmortalidad o, al me- rio descomunal—, como podemos constatarlo me-
nos, de la eterna juventud, según el imaginario diante un acercamiento a sus elementos.

46
aspecto o imagen ideal del mundo, el cual contras-
ta con ese presente desgraciado. Por esta razón le
venera bajo la tutela de uno de los grandes dioses
a quien esté asignada la fiesta y que, generalmen-
te, son representados mediante una de las figuras
predominantes en estos rituales: Eros o Dioniso.
Estas dos divinidades tienen en común el ser po-
tencias que arrastran al hombre fuera de su nor-
malidad y le transportan mediante la manía (locu-
ra) liberadora y obsequiosa de felicidad; le condu-
cen a reconquistar su justo pasado perdido, le ale-
jan el miedo y el riesgo y le unen a un mundo su-
prasensible; todo esto ha dado lugar a que se les
llame «fiestas dionisíacas». Estas características,
además, fueron heredadas por la Comedia, origi-
naria también de estas fiestas, como se ha dicho
del teatro en general.

También el llanto y el dolor tienen libre expre-


sión en la fiesta, pues en ella convergen diversos
aspectos de un conglomerado de ritos y celebra-
ciones que pueden igualmente destacar tanto los
aspectos dolorosos de la vida, como los de creci-
Sátiro alado, 1998. miento y triunfo; ello siempre referido por igual a
la vida vegetal —el ciclo de la muerte y el naci-
LA FIESTA AGRARIA miento de la vegetación— o a la vida animal y hu-
mana. La crítica, el sarcasmo y la violencia nece-
La religión antigua es «religión de la naturaleza», saria que les asiste, presentes en la festividad, apu-
por ello, sus ritos expresan una espiritualmente ran ese proceso de muerte, y el posterior de resu-
profunda veneración a fenómenos naturales. Los rrección y alegría; pero siempre dominan el tema
elementos de esta religión agraria se pueden com- del dolor y la muerte y el de su superación en una
prender partiendo del sondeo de los que, al mismo liberación: ello, tanto al nivel mítico como al de la
tiempo, son los elementos de la fiesta agraria, como fiesta misma, que es en sí liberación y felicidad.
serie de rituales organizados en un orden deter-
minado y a través de los cuales el hombre antiguo En la fiesta agraria el mundo humano es asimi-
comparece ante la divinidad. En la fiesta agraria lado al elemento central de aquélla, la fecundidad
provisionalmente se detiene el curso monótono de de campos, plantas y animales. Esto puede expli-
los acontecimientos, se trastocan el tiempo y el car la atmósfera de la fiesta dionisíaca, alejada de
espacio y la personalidad, y se suprimen las res- todo sentimiento bélico y que subsume al hombre
tricciones de la vida ordinaria. Por eso, la fiesta en un orden de abundancia, ebriedad y sexo, que le
agraria constituye una pausa atemporal tras el nor- apartan de sus limitaciones y problemas individua-
mal ciclo del tiempo, la cual habría de lograr una les. Este estado de normalidad sexual rota, el cual
renovación de la vida —nueva cosecha, nueva feli- da licencia a la aceptación de todas las obscenida-
cidad— y una liberación de la impureza deposita- des que cooperan a su efecto, tiene un poder puri-
da en ella por el curso de los días. Este efecto ex- ficador provocado por el éxtasis o vértigo que su-
piatorio (catártico) de la fiesta agraria es produci- merge al hombre griego en la colectividad, tornán-
do por la introducción en ella de la parresia dose uno con ella en un mundo intemporal.
[Ðáññçóßá] o ‘libertad de palabra’ de origen religio-
so, que posibilita una descarga emocional y se ex- Una síntesis de los elementos de la fiesta agra-
presa en la forma de libre expresión de la crítica y ria —los cuales están en consonancia con los de
la sátira contra un presente desgraciado. las fiestas de carnaval, pese a las críticas que esta
afirmación pueda suscitar—, nos la permite el ci-
El orden de la naturaleza, como equilibrio y ar- tar las siguientes aseveraciones de un extraordi-
monía del cosmos, muestra al griego antiguo un nario especialista, el presidente de la Sociedad Es-

47
pañola de Estudios Clásicos, Francisco Rodríguez naval que muestran su clara semejanza con la fies-
Adrados: «La fiesta es un tiempo fuera del tiempo ta agraria en la cual hunden sus raíces y, concre-
en que el hombre se pone en comunicación con lo tamente, con diferentes celebraciones y productos
divino. Todas las limitaciones del presente desapa- culturales griegos.
recen: son libres el llanto y la risa, son diferentes
y sin tasa las comidas, diferentes los vestidos, que- Primero, la máscara, que con todo y no ser crea-
dan abolidos los tabúes sexuales y otros tipos de ción exclusivamente griega, era un elemento bási-
restricciones. El poder y la santidad pueden ser co en los ritos preteatrales de la fiesta agraria, y
parodiados, así en las fiestas del tipo de las satur- su uso teatral —que para el caso que nos ocupa es
nales (Saceas de Babilonia, por ejemplo). Es el tiem- un producto cultural eminentemente griego—, es
po mítico, concebido como caos y como felicidad, también una derivación de aquéllos. La máscara
del cual emerge el otro. El futuro es concebido como confiere en Grecia la identificación forzosa con lo
un pasado feliz; toda idea de reformismo, utopismo, extraño y lo divino, obteniéndose el don de «ser
rotura de límites, se abre paso. Se dan ejemplos otro» y de lograr poderes más allá de los limitados
como los sacrilegios e incestos a la muerte del rey alcances humanos. La máscara pertenece origi-
(islas Sándwich), las orgías y cambios de vestidos nariamente al mundo de los muertos y las divini-
entre hombres y mujeres en las fiestas del invier- dades infernales —que característicamente son
no chino, en varias fiestas griegas.» también, de modo corriente, divinidades agrarias
de las que dependen la vegetación y la vida toda—
Sobresale, como parece obvio, que dentro de las . De este modo, la mímesis [ìéìçóéò] constituye un
unidades elementales de la fiesta agraria se pro- elemento esencial de la fiesta agraria y pasa a serlo
duce la conjunción, sin oposiciones, de lo lúdico y de la misma manera en el teatro y, en su prolon-
lo religioso —así como otras unidades de opues- gación, el carnaval.
tos— a tal nivel, que resulta prácticamente impo-
sible demarcar líneas fronterizas entre lo uno y lo Si por su carácter extático la fiesta agraria su-
otro. La vecindad de estos elementos es la que, prime el tiempo e identifica al individuo con todos
alcanzado el predominio por la religión cristiana, los de su comunidad y a ésta con el todo cósmico,
facilita el desplazamiento del ritual de la fiesta a lo se deduce entonces que tienen cabida en ella to-
meramente lúdico, quedando reducido a juego pu- dos los elementos miméticos y todas las interpre-
ramente gratuito. El resultado de este giro no es taciones miméticas posibles: el sacerdote, en vir-
otro que la aparición de la fiesta carnavalesca (los tud de la máscara, se transforma en Deméter du-
carnavales) de carácter eminentemente pagano, la rante su ritual evocativo de la divinidad; también,
cual, necesariamente, conserva rasgos de las ce- gracias a la máscara, al perder el individuo sus
lebraciones rituales de la religión agraria, aunque confines y limitaciones, los hombres pueden sen-
casi siempre de manera encubierta, en las nacio- tirse como mujeres o viceversa o bien como seres
nes cristianas de Europa y en las nacidas de ellas animales o semianimales (antigua encarnación de
en otros continentes. Por ejemplo, tiende a produ- lo divino); en ciertos casos, la máscara simboliza
cirse una polarización por la que se eliminan de lo el revestirse de elementos nuevos y no comunes
carnavalesco los rasgos dolorosos y «serios», de necesarios para realizar el rito y, en otros, gestos
modo que la presencia del llanto, asociado a la y rasgos horribles, entre amenazadores y grotes-
muerte, se ve tan sólo «representada» mediante pa- cos, normalmente destinados a alejar el mal (apo-
rodias de funerales, riesgos, luchas o muerte (del tropaicos). Y todo esto llevado a la formidable am-
carnaval), aunque la acción se reviste con sus dos plitud de ceremonias miméticas —con o sin más-
caras teatrales de tragedia y comedia, propias del cara— que permite la combinación de Música,
carnaval. De este modo, estamos en capacidad de Canto y Danza, que es lo que las fuentes donde ha
afirmar que los temas del carnaval derivan de los sido hallada la información aquí presentada iden-
de la fiesta (agraria) y, en muchos sentidos, no tifican como mímesis, y que atraviesa por igual a
hacen otra cosa que continuarla, dándole quizá el la fiesta agraria, al teatro y al carnaval.
carácter y el semblante a que tendía.
El segundo es la Comedia. Se puede asegurar
LA MÁSCARA Y LA COMEDIA sin temor a equivocarnos que el nacimiento de la
comedia antigua tiene lugar en el seno de la fiesta
Pero lo expuesto hasta aquí nos permite todavía agraria dado el paralelismo entre las dos, el cual
detenernos en dos componentes esenciales del car- se hace evidente en que la comedia normalmente

48
de la acción dramática, cuando
se logra, es simbolizada por el
estado feliz de reconciliación y
armonía que se muestra al fi-
nal, y que en ocasiones (p.e., en
Los arcanienses de Aristófanes)
es simbolizado por el mundo de
la fiesta dionisíaca, con todo su
libertinaje y excesos orgiásti-
cos, derivados del ritual agrario.
Además, en la comedia, la ima-
gen de la felicidad está construi-
da sobre la posibilidad de lo pro-
hibido y por la proclamación de
los valores pacíficos y comuni-
tarios, la evitación de cualquier
pugnacidad, como corresponde
Archivo de Dario Moreu, 1998

al espíritu de comunión carac-


terístico de toda práctica ritual
colectiva.

La comedia y el carnaval
comparten un ambiente de
permisividad que se encuentra
atravesado por las mismas cla-
ves: un mundo puesto al revés
comienza con una situación desesperada que im- en que se rompen las importunas prescripciones
pulsa al hombre a buscar su superación instau- de la moral y la decencia, licencia sexual, sátira,
rando un «mundo mejor» —finalidad igualmente travestismo, falta de respeto por lo que ordinaria-
de los ritos agrarios—. Generalmente la polis está mente es sagrado (sermones entre burlas, ridicu-
sumida en una guerra dolorosa, o sufre subyuga- lización de ceremonias sagradas, etc.), excesos en
da por los políticos corrompidos o por causa de la la comida y en las bebidas y, como puede muy bien
injusticia o por obra de poetas y filósofos decaden- ser apreciado, toda la documentación sobre car-
tes. Es el marco de la comedia aristofánica, por naval abunda en detalles en torno al universo de
ejemplo, que en general adopta una actitud crítica prodigalidad y despilfarro, caos y crítica que le per-
y, podría decirse, detractora de la realidad políti- tenece en propiedad a este certamen, igual al del
co-social contemporánea suya. La comedia hurga transcurso de la acción dramática de los cómicos,
en los defectos y miserias de esa realidad y los convertido en su paraíso también intemporal.
expone a la opinión pública con desenfado, acom-
pañada por el tolerado «todo decir» o parresia tam- LA RISA Y EL CARNAVAL
bién del cómico, de modo similar al que hemos
presentado como entronización suya en el seno de Ahora bien, tanto en la sacra orgía de la fiesta
la fiesta. dionisíaca, en la trama jocosa de la comedia, así
como en el extravío carnavalesco, hay un elemen-
El héroe cómico es el responsable de poner fin a to esencial común, convencionalmente definido
la realidad criticada. Dicho propósito es logrado me- como el estímulo que provoca la risa: lo cómico. El
diante una serie de actos rituales como invocaciones humano es el único animal que ríe, y la risa, como
e himnos a los dioses, luchas y cantos festivos de todo lo lúdico, carece de propósito extraño a ella
triunfo, expresados en forma ligera, agradable y a misma, pero necesariamente debe ser motivada por
menudo ridícula. Hay recurso a lo fantástico, lo má- algo externo. El clima de disipación y alegría que
gico, al engaño y a toda suerte de tramas. El resul- envuelve a estos tres acontecimientos, y que cons-
tado es siempre propiciatorio, benigno: la liberación, tituye la apoteosis de la risa, es motivado por el
pero no sólo del héroe, sino de la comunidad. La predominio de la parresia en tono bromista y falto
salvación de la comunidad que se busca a lo largo de seriedad, lo cual configura la comicidad que le

49
es inherente. El cómico y su público se encuen- regla. Nuestro disfrute por la violación de la regla
tran unidos como formando una cadena, dada la se suma al placer que nos proporciona la desgra-
necesidad de ambos de la gratificación producida cia de un individuo animalesco y, al mismo tiem-
por la presencia de un mecanismo liberador. «El po, nos es indiferente la defensa de la regla, así
chiste, la ocurrencia cómica, el rasgo de ingenio como no compadecemos a un ser tan inferior.
—dice Luis Gil—, presuponen la creación intelec-
tual de un mensaje con esa posibilidad de doble Esta definición de lo cómico la transporta
intelección y su simultáneo desciframiento por Umberto Eco al concepto de carnaval, pues, ¿bajo
parte del receptor en un acto recreativo de la mis- qué circunstancias dejan de preocuparnos las re-
ma índole. La captación de lo transmitido en el glas, básicamente cuando estas se encuentran
doble plano de referencia, si emisor y receptor ope- anudadas al control moral? Cuando el mundo ha
ran con un mismo código, se efectúa inmediata- sido puesto al revés: es el momento en que «los
mente, y la señal de que se ha interpretado co- tontos son coronados» y somos efectivamente «li-
rrectamente el mensaje es la risa, en la que se bres», sobre todo porque nos emancipamos de la
descarga la tensión de la expectación, liberada al existencia de reglas. La máscara de carnaval es
efectuarse la transferencia de una línea de pensa- la garantía del «tránsito sin riesgos» —si se nos
miento de un contexto al otro.» Adicionalmente, permite— gracias al cual podemos cometer cual-
dado que fiesta agraria, comedia y carnaval, son quier pecado y permanecer inocentes. Todos po-
realizaciones colectivas, en ellas la risa exhibe su demos comportarnos cómicamente, como los per-
naturaleza social de carácter expansivo y conta- sonajes animalescos de la comedia. El carnaval
gioso; la risa es «risa de grupo» y lo cómico es tam- es el teatro natural en que animales y seres ani-
bién un hecho social. Así podemos considerar que malescos toman el poder y se convierten en los
la risa y lo cómico constituyen una unidad de ele- dirigentes. En el carnaval hasta los reyes se com-
mentos que, dentro del fenómeno discutido, posee portan como el pueblo.
una función generadora de comunión. Pero, ¿qué
es propiamente lo cómico asociado al carnaval? La conducta cómica —censurable y vituperable
en tiempos no carnestoléndicos—, el mundo vuel-
Existen numerosas teorías sobre la naturale- to al revés, pasan a ser la norma. Se sucede una
za del carnaval, pero difícilmente alguna podría total «inversión de los opuestos», que es la situa-
prescindir de hacer consideraciones sobre lo có- ción auténtica de carnaval. Los individuos normal-
mico y la risa que van asociados a la inmoderada mente considerados inferiores despliegan ritos
trifulca y al bullicio formidable en que transcu- acompañados de una conducta gestual y verbal
rre. La ya madura tradición de análisis semióticos vulgar, y es el momento de tratar a sus superio-
ha contribuido a la comprensión de los rituales res, los cuales pueden ser las personas respeta-
carnestoléndicos, presentando, entre sus diver- bles de la sociedad, burlonamente ridiculizándo-
sas cuestiones, una interesante manera de tema- los y provocándolos con obscenidades.
tización de la comicidad. Es el caso de Umberto
Eco, quien, en su ensayo Los marcos de la «liber- Pero un «buen» carnaval sólo es posible si el
tad» cómica, trata de aclarar una definición de car- transgresor viola la regla mediante comportamien-
naval mediante una conceptualización bien deli- tos absolutamente prohibidos, siendo el transgre-
mitada de lo cómico. sor plenamente consciente de la prohibición, y res-
petuoso de ella en la vida no carnavalesca; ade-
Según Eco, el efecto cómico se obtiene cuando más, ésta debe ser una transgresión autorizada
es violada una regla, preferiblemente de etiqueta. (recuérdese la licencia y permisividad otorgada por
Esta violación es normalmente cometida por al- los individuos que fungen de «reyes» y «reinas» a la
guien con quien no simpatizamos, porque es un lectura del «bando» con el cual comienza el desor-
personaje innoble, inferior y repulsivo (animalesco), den del carnaval). El carnaval debe ser también
factor que nos hace sentir superiores a su mala muy breve, en comparación con la vida ordinaria
conducta y a su pena por haber transgredido la de observancia de reglas, y debe permitirse una
regla. Si bien reconocemos que ha sido rota una sola vez al año, pues una carnavalización total de
regla, el hecho no nos preocupa y, por el contra- la vida es el anti-carnaval: la transgresión y la con-
rio, damos la bienvenida a la violación y reconoce- ducta libertina se volverían normas, y dejarían de
mos que el personaje cómico ha tomado desquite estar al borde de lo socialmente aceptado.
por nosotros al desafiar el poderío represivo de la

50
UNA TEOLOGÍA
DE CARNAVAL

Ahora, dado que he-


mos intentado argu-
mentar a favor de la
tesis de que el carna-
val, como rito pagano
puramente lúdico, es
derivación de las an-
tiguas ceremonias sa-

Foto de Javier Diazgranados, 1996


cras, no podríamos
concluir sin detener-
nos a mirar cómo los
elementos del carna-
val, como los de la
fiesta agraria, están
articulados a una teo-
logía, lo cual configu-
ra una teología de car-
naval.
Un señor muy viejo con unas La Boda, de Darío Moreu.
El carnaval consti- alas muy grandes, 1995
tuye una especie de
«culto» que busca en un lapso determinado hacer mediante el sarcasmo y la crítica. En armonía con
tangibles las relaciones del hombre con sus divi- su origen envuelto en nocturnidad, sus adoradores
nidades, como en toda teofanía (apariciones o ma- son noctívagos que andan corriendo por la noche,
nifestaciones sensibles de una divinidad). El cul- con antorchas encendidas, coronados con flores,
to, en el sentido más estricto, es la verdadera ac- enmascarados y entonando cadenciosas salmodias
tualización de lo divino, es decir, la realización, al compás de instrumentos musicales. Habitual-
dentro del mundo humano, de la naturaleza esen- mente se le representa vestido de arlequín, oculto
cial de la divinidad, vivencia cuyo cimiento lo cons- tras una máscara y acompañando cada una de sus
tituye la experiencia religiosa de los hombres. La manifestaciones con un palitroque cuyo extremo su-
divinidad a la cual se rinde «culto» durante los días perior es una cabeza de muñeco, símbolo de la lo-
de carnaval, Momo, es también de origen griego, y cura. Es el padrino de los escritores y los poetas.
el carnaval es la envoltura atmosférica en que
Momo, la divinidad, se actualiza, compareciendo Su fama se sigue del haber sido escogido como
él ante los hombres, no sin sus «efectos especia- juez para poner fin a la controversia en que esta-
les» en tesitura carnavalesca: relámpagos y true- ban trenzados Zeus, Prometeo (o Hefesto) y Atenea,
nos, fuego y humo, clamor de corneta y temblor quienes se disputaban el honor de haber alcanza-
de tierra. Por consiguiente, si el carnaval está ca- do la perfección en razón de sendos inventos rea-
racterísticamente determinado por un tejido es- lizados por ellos: Zeus hizo un toro, Prometeo un
pecífico de sus hilos que hace de él una pausa que hombre, y Atenea una casa. Momo, celoso de sus
rompe violentamente con la monotonía de los acon- obras, dijo que Zeus se equivocó al no colocar los
tecimientos, se impone como un transitorio reino ojos del toro en los cuernos, a fin de que viera
de la alegría y transgrede deliberadamente la mo- dónde embestir; que Prometeo cometió un error al
ralidad hegemónica, ello es consecuencia del ca- no dejar una ventana en el costado izquierdo del
rácter del dios venerado durante su celebración. hombre, a fin de que pudieran ser conocidos sus
sentimientos e intenciones, y que Atenea hizo muy
Cuenta el mito que Momo nació de la unión de pesada la casa y que debió colocarle rodajas con el
Hypnos (Sueño) y Nyx (Noche). Su abuelo es Caos, objeto de que en caso de la presencia de un vecino
y es identificado como el dios de los chistes, la bur- indeseable, su morador pudiese trasladarla. Zeus,
la inteligente y las bromas. Se divierte sacando a vehementemente enfadado por su envidia, lo ex-
los hombres y a los propios dioses de sus errores pulsó del Olimpo.

51
Pero independientemente de «datos biográficos» de drama deriva en sucesivos conflictos con auto-
y rasgos del dios Momo, los cuales nos dejan ver ridades y funcionarios de la moral, con las tradi-
enormes coincidencias con las principales mani- ciones, las convenciones y las prohibiciones que
festaciones del carnaval, la tradición deja ver tam- pretenden atar a cada categoría y a todo espectá-
bién que esta divinidad homenajeada en las car- culo público», dice Gustavo Remedi.
nestolendas es una síntesis del dios Momo propia-
mente dicho y Dioniso. Esta combinación desem- Comedia y carnaval son, por tanto, ocasión para
boca entonces en una teología que erige como feti- la violación de la regla, pero el mismo análisis
che la figura de un Momo dionisíaco. Oriundo de semiótico del que hemos hablado antes facilita los
«cuna oscura» es natural que sea una divinidad argumentos para pensar que el efecto buscado a
carnal en extremo, libidinal, lascivo e insaciable, través de ellos puede ser también el contrario. Se-
rodeado de sátiros y cuyo templo sea el pecado; gún parece, carnaval y comedia sólo existen para
por tanto, el «culto» carnestoléndico es dionisíaco, recordarnos la existencia omnipresente de la regla
aunque el licencioso Dioniso se esconde y, con ello, inversamente, funcionan como meca-
burlescamente tras una máscara de Momo. Se pro- nismos de reforzamiento de la ley. En numerosas
duce de esta manera un movimiento sincrético se- épocas de crisis en la historia de la humanidad el
mejante al de muchos cultos de orden religioso poder —sea cual fuere su naturaleza—, se ha ser-
que, por razones diversas, disfrazan a las verda- vido del espectáculo del circo y sus cómicos para
deras divinidades adoradas en los rituales. sosegar el hervidero de los gobernados. Es éste el
significado de la siguiente reflexión de Umberto
Por su carácter dual, este dios se mezcla entre Eco: «[...] por qué las dictaduras más represivas
los carnavaleantes regocijándose por igual con el han censurado siempre las parodias y las sátiras,
pitorreo, la broma y la crítica, atributos de Momo, pero no las payasadas; por qué el humor es sospe-
y con una experiencia desaforada —de palabra choso, pero el circo es inocente; por qué hoy en
procaz— y sensual. Tomando posesión de los día los medios masivos de comunicación, que sin
intervinientes en la bacanal, sugiere que todos ce- duda son instrumentos de control social (aún cuan-
lebren ditirámbicamente sus cuerpos, exploren sus do no dependen de un argumento explícito) se ba-
sentidos, persigan el deseo, el placer y el pecado, san principalmente en lo chistoso, en lo ridículo, o
que atiendan a sus fuerzas interiores y vitales, y sea, en la carnavalización continua de la vida. Para
que se salgan de sí sin resistencia al éxtasis del apoyar el mundo de los negocios no hay mejor ne-
delirio colectivo. Esta propensión concupiscente gocio que el espectáculo.»
es lo que expresan los versos que Gustavo Remedi,
investigador del carnaval del Uruguay, destaca en- Estaría entonces por decidirse, según el pesi-
tre las tonadas de una murga: «dicen que yo soy mista acento del semiólogo, si el carnaval —así
un dios pagano / pero eso a mí me importa un ble- como la comedia— es instancia de transgresión
do / disfruto cuanto puedo lo mundano / y siempre real o, si contrariamente, como los comediantes
estoy en celo.» de circo, no va más allá de la simulación.

Este Momo dionisíaco, quien se hace rodear de REFERENCIAS


un séquito de sátiros, afirma con su demasía el
predominio de la vida (Eros) sobre la muerte ECO, Humberto, «Los límites de la ‘libertad’ cómica», en:
(Thánatos), haciendo de la fertilidad y la fecundi- ¡Carnaval!, México, F.C.E., 1989.
dad una experiencia sublime que lleva al coro de FRAZER, J.G., El folklore en el antiguo testamento, México,
F.C.E., 1981.
celebrantes a la plenitud. GASTER, Th., FRAZER, J., Mito, leyenda y costumbre en el li-
bro del Génesis, Barcelona, Barral, 1973.
Pero toda esta descarga lujuriosa intoxicada de GIL F., Luis, Aristófanes, Madrid, Gredos, 1996.
vino y gozo desmedido de placeres terrenales que KERÉNYI, Karl, La religión antigua, Madrid, Revista de Occi-
dente, 1972.
es el «drama» dionisíaco del carnaval, conlleva el NILSSON, Martín P., Historia de la religiosidad griega, Ma-
delicado tino del humor que le identifica con la drid, Gredos, 1953.
comedia, «y se caracteriza por una búsqueda que PUECH, Henri-Charles, «Las religiones antiguas», vol. II, en:
presta poca atención a las convenciones y los re- Historia de las religiones, Madrid, Siglo XXI, 1983.
RODRÍGUEZ ADRADOS, Francisco, Fiesta, comedia y tragedia,
glamentos de carnaval como no sea para parodiar- Madrid, Alianza, 1983.
los y transgredirlos. Por su oposición a la buro- TRÍAS, Eugenio, Filosofía y carnaval y otros textos afines,
cratización, al concurso, al reglamento, este tipo Barcelona, Anagrama, 1984.

52
La música de carnaval:
espíritu sonoro y rítmico de nuestra fiesta

Jairo Solano Alonso*


Rafael Bassi Labarrera**

El carnaval de Ba-
rranquilla es, por de-
finición, un abrazo
musical, una convo-
catoria festiva para
que todos los pueblos
de la Costa Caribe
colombiana se con-
greguen en un en-
cuentro sonoro y rít-
mico, mostrando lo
mejor de su arte y
cultura populares.
Por ello, el carnaval
siempre ha tenido el
eco bullicioso de
sones de todos los
confines de la macro-
región Caribe, inclui-
da la cuenca antilla- Foto de Rafael Iglesias

na, nuestro entorno


natural. na, sin que los bailarines quieran, el Miércoles de
Ceniza. El carnaval presenta diversas estructu-
De esta manera, no es extraño que con el aro- ras invariantes de orden sociológico y cultural que
ma de las primeras brisas, bálsamo habitual para permanecen en el tiempo, y son el sello caracte-
olvidar inviernos rigurosos, a veces emisarios de rístico de la fiesta; una de ellas es el cultivo de
tragedias, emerja, como incienso para un colecti- las expresiones danzarias y su soporte fundamen-
vo rito pagano, un conjunto armonioso de notas tal: la Música.
explosivas que induce a la fiesta que sólo culmi-
Este escrito es una invitación para reflexionar
* Sociólogo, magíster en sociología, U. de Antioquia, y en sobre la música como aspecto central del carna-
dirección universitaria, U. de los Andes, profesor investiga- val, y una de sus notas predominantes. Sin músi-
dor CSIC, Universidad de Valencia (España). Director de cien- ca no hay cumbiamba, comparsa ni danza, y has-
cias básicas y humanas, Universidad Simón Bolívar
** Ingeniero químico, magíster en química, Universidad ta el disfraz pierde la gracia, exclamaba un folclo-
del Valle. Gestor cultural, y programador y realizador musi- rista en una Noche de Tambó en la Plaza de la Paz
cal independiente en Uninorte FM Estéreo. en Barranquilla. Se proponen algunos puntos de
Este artículo fue escrito especialmente para Huellas.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 53-66: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
53
reflexión derivados de ese fenómeno sociológico, por emigrantes de todos los orígenes y confines, era
como lo es la tensión entre el elemento rural y el muy factible la presencia de la música europea, como
urbano, o, lo que es lo mismo, entre tradición y se deduce del instrumental descrito; sin embargo, se
renovación, entre lo folclórico y lo moderno. Lo sor- advierte un contraste entre los aires importados y se
prendente de los hallazgos históricos es que, ayer presagia la existencia de una música nacional.
como hoy, coexisten los dos elementos en las cele-
braciones anuales respecto a la música. La disposición social de los bailes se advierte en
las crónicas de 1889: “Como era de esperarse en los
La prensa de la ciudad en el siglo XIX nos ofrece tres días del Carnaval, ha reinado en los diversos gru-
vestigios diáfanos sobre esta inclinación original muy pos en que está dividida nuestra sociedad el mayor
propia de la magna fiesta. En uno de los primeros orden y entusiasmo más grande, pocas veces hemos
periódicos que circularon en la cuidad hacia 1852, El visto reunidas como en esta ocasión seis bandas de
Picol,1 se describe uno de los bailes llamados de “pri- música para los seis salones que se han hecho para
mera” en el artículo “Costumbres”. El autor, que adop- los bailes de máscaras. Estos han quedado espléndi-
ta el seudónimo de Cándido, escribe: “Comenzaban dos y muy animados, así esperamos que continua-
los invitados a formarse en dos filas de frente, las rán los que faltan hasta cerrar la gran fiesta del pue-
señoras a un lado, los hombres al otro y cuando blo de Barranquilla.”2 Era tal la avidez por el baile
hubiéronse dispuesto en batalla, un redoble, especie que el carnaval traspasaba el miércoles de ceniza y
de atención, con que se da a conocer que va a comen- sólo concluía después de tres bailes de prórroga, el
zar la música, precedida de una algazara de clarines, último de los cuales era de piñata y en el cual se
trompas, cornetas y otros militares instrumentos [...] escogía al responsable del baile de cierre, todos presi-
me hicieron conocer que iba a bailarse una danza, didos por las magníficas bandas de la ciudad.
baile de moda importado no sé de dónde.” El elemen-
to modernizante de los aires europeos y norteameri- Como puede advertirse, había agrupaciones mu-
canos impulsado por las élites, cohabitaba con las sicales institucionalizadas en la Barranquilla de en-
raíces folclóricas de indígenas, blancos y africanos tonces. Ello se ratifica con esta mención: “A las ocho
amalgamadas en tambores y pitos de nuestros cam- a.m. la juventud que forma nuestra high life con la
pos, que se tomaban las calles con sus cantos consis- banda que dirige tan inteligentemente el Sr. Juan
tentes en coplas y décimas picarescas que invitaban Maldonado se lanzó también a la calle y comenzó la
al baile y la sonrisa. sesión pintura”, es decir que todos los actos de nues-
tro carnaval estaban amenizados con música para el
La integración social de las herencias musicales exigente público.
de cada conjunto cultural que habitaba la ciudad
fue cuestión de tiempo. A pesar de la presencia de Se describen en la prensa, hacia 1890,3 concen-
ideas y sociedades democráticas que promovían traciones de festivos asistentes a las retretas que te-
una convivencia de clases, persistió la clasifica- nían lugar en el Camellón Abello. Una de ellas en-
ción de los bailes en de “primera, segunda y terce- frentaba en duelo musical a “dos bandas de música
ra”, que era una costumbre de las fiestas de la Can- filarmónica: La de Baranoa y la Banda Militar de Ba-
delaria de Cartagena. Es así como en Barranqui- rranquilla. Ambas gozan de gran prestigio: La banda
lla rivalizaban entonces los salones de la aristo- de Baranoa deleitó a la concurrencia con escogidos
cracia y los de los grupos democráticos, y cada uno trozos de música clásica admirablemente ejecutados,
se esforzaba en hacer los mejores. basta decir que el director de dicha banda es el inteli-
gente músico y compositor señor Don V. Villa.” Prosi-
CONVOCATORIA A LOS PUEBLOS gue el cronista: “en cuanto a nuestra Banda militar
conocida es la fama que goza su repertorio de buena
Había intercambios musicales con otros municipios música y la componen 24 músicos dentro de los cua-
del Norte de Tierradentro. Desde la víspera de las fes- les se encuentran Maldonado, Galofre, Altamar,
tividades, la música acompañaba los regocijos popu- Álvarez, Calderón y otros más que son prácticos y
lares. En 1888, en El Promotor se lee: “El 18 de febre- que hacen arrancar a sus instrumentos notas dulcí-
ro el Camellón a las 7 p.m., presentaba el más ani- simas y sabrosas melodías.” Por la crónica podemos
mado aspecto. La admirable Banda de Baranoa, diri- saber que “esta Banda tocó siete piezas gustando
gida por el señor Villa, obsequiándonos al oído mag- mucho los grandes y armoniosos vals llamados
níficos vals, brillantes polkas y cadenciosas danzas.” ‘Hidropaten’ y ‘Sirenas’.”
Hay que admitir que en una población compuesta

54
Entre las agrupaciones más destacadas en ca se funda también la Danza del Torito y la Danza
aquellas décadas encontramos la “Banda Frater- del Congo Grande, que tenían también su organo-
nidad”.4 El cronista felicita calurosamente a los logía y tonadas musicales.
miembros que componen esta banda de música
“por el buen gusto que han desplegado en la tem- Desde siempre es significativa la presencia de
porada de Carnaval dejando oír el sinnúmero de la provincia atlanticense, y el destacado papel de
piezas con que cuenta su repertorio. Que siga como Baranoa con su banda culta y festiva. Se encuen-
hasta aquí dicha banda mereciendo los elogios a tra asimismo vestigio de desplazamiento de músi-
los que es acreedora y nosotros como amantes que cos trashumantes en celebraciones carnestolén-
somos del progreso de nuestra Barranquilla le de- dicas de pueblos del río y de lo que hoy es el Atlán-
cimos: Banda Fraternidad, hijos de Rossini, Verdi tico, como Tubará, Galapa y Baranoa.6
y Paganini: ¡Adelante!”
En una apretada síntesis, la mú-
Y es que desde entonces la mú- sica del carnaval en el siglo XIX
sica del mundo surcaba el cielo de muestra a una Barranquilla eufóri-
nuestro carnaval y a la vez ya po- ca, cuyos habitantes sufren una ex-
seíamos reconocidos intérpretes y traña conmoción que excede los tres
compositores, entre ellos, el italia- días de fiesta. “Se sienten ya los su-
no Antonio Mazzoranna, quien ade- surros del carnaval, la bullita del
más de música europea, interpre- Dios Momo, todos se preparan para
taba aires nacionales. Este aspec- sus bailes, que siga la parranda.”
to hace pensar que bien pudo ha-
ber ejecutado música del interior Salvador Camacho Roldán de
del país, como los bambucos y pa- paso por la ciudad reconocía: “Y bien
sillos conocidos desde la guerra de el carnaval no dura en Barranquilla
independencia, danzas criollas o solo los tres días de carne que pre-
números originales de la región. ceden al miércoles de ceniza, sino
Foto de Chila Arévalo

que se prolonga desde el primer día


LA MÚSICA POPULAR de la cuaresma hasta el domingo si-
EN EL CARNAVAL guiente... ocho días de agitación con-
tinua, de bailes de salón, de paseos,
En los carnavales de Barranquilla de diversiones bulliciosas, de furio-
desde la década del cincuenta del so delirio, de exaltaciones del espíri-
siglo XIX, se presentan hechos que tu que, sin embargo, no producen
Champeteando.
denotan división social en lo que perturbación alguna, excepción he-
concierne a las categorías de los cha de alguna que otra afección en
bailes. No obstante, hay agrupaciones del pueblo que la membrana pituitaria y algunas dolencias origi-
se toman las calles en la sana convivencia de la fies- nadas por los pisotones.”7
ta y en el torbellino multicolor de disfraces e instru-
mentos musicales: “Aquí se presentan los indios, allá Y es que la música acompañaba todo el festejo
los negros, más allá un grupo de danzas obstruyen desde el bando del 20 de enero hasta las fiestas de
la calle al son del tambor o de la gaita.” prórroga o repeticiones de los bailes que se reali-
zaban ocho y quince días después del martes de
También se reseña: A las ocho de la noche em- carnaval, con igual energía.
pezaban los salones, “allí las máscaras lo vuelven
a uno loco y es aquello una confusión de gritos, LA MÚSICA DE CARNAVAL
campanas cantos y tambores.” Por ello no es raro EN EL SIGLO XX
que en uno de los más antiguos distritos de en-
tonces, como lo era Soledad, hubiese surgido un Nuestra música de carnaval en el siglo XX se ini-
16 de junio de 1877 la Cumbia Soledeña. Según cia siguiendo las tendencias internacionales del
testimonio de su director actual, Efraín Mejía,5 fue hemisferio en la “Belle époque”. Era común ver los
conformada por un grupo de campesinos soledeños salones de baile repletos de joviales danzarines aco-
que tocaban en las calles y que estaban dirigidos giendo, ayer como hoy, los aires de moda. Y es que
por su bisabuelo Desiderio Barceló. Para esa épo- con la euforia de las dos primeras décadas del si-

55
glo los barranquilleros se despla- Desde la segunda mitad de
zaron de los apacibles ritmos los años 20 del siglo pasado, la
europeos a la dinámica de la música cubana influyó decisiva-
música norteamericana. Ello no mente en Barranquilla, gracias

Foto de Chila Arévalo


impedía que los aires terrígenos a la avanzada radiodifusión cu-
estuviesen reinando en la calle bana que permitía que se escu-
con la majestad del tambor, el charan, en decenas de recepto-
mensaje aborigen de la gaita o el res locales, los programas que
júbilo incontenible de la flauta de emitían las emisoras de la isla;
millo, y se produjera una amal- la aceptación popular del son cu-
gama frenética de ritmos y melo- bano se basaba en la ambigüe-
días que sólo en el Caribe mesti- dad valores que proponía. Los
zo podría entenderse. temas hablaban del descubri-
miento de la ciudad por músi-
Por ello, cuando en 1923 José cos de origen rural que se adap-
Víctor Dugand trajo la Panamá taban a las urbes, lo que era
Jazz Band para un baile de car- muy afín al proceso que vivía Ba-
naval en el Club ABC, es bien rranquilla, centro urbano ascen-
acogida en una ciudad acostum- dente en su modernidad, que re-
brada a la innovación musical, cibe ritmos de la provincia cos-
puesto que fue recibida por una teña para transformarlos con su

Foto de Gustavo J. García


orquesta criolla de 14 músicos impronta citadina.
que interpretaba, como los visi-
tantes, valses, foxtrots, one step, Es así como la oferta cubana
pasodobles y pasillos, culminan- de danzones, sones y boleros,
do su actuación con la promo- entre los que se encontraban El
ción del ritmo de moda a la sa- son de la loma, La mujer de An-
zón, el charlestón. Algunos mú- tonio, El manicero y muchos más,
sicos de la Panamá Jazz Band Mane Arrieta (abajo), y su hijo (arriba).
empiezan a incidir decisivamen-
se quedan en la prospera ciudad te en nuestras salas de baile.
de entonces animando carnava-
les y eventos culturales; es así como Simón Gómez La música cubana y los ascendentes aires de la
dirigirá la Jazz Band Atlántico hacia los años 30. Costa fueron desplazando para otras épocas del
año la diversidad de números de Hispanoamérica
Los músicos barranquilleros pronto se adaptan representados en pasodobles españoles, tangos ar-
a los cambios continentales. Por ello, no es extra- gentinos, huapangos y rancheras mexicanas. Sa-
ño que adopten el modelo norteamericano, y se len del escenario de carnaval los aires criollos de
denomine Barranquilla Jazz Band a la orquesta Colombia como danzas, bambucos y pasillos. Sin
del maestro Luis Felipe Sosa que actuó en la ciu- embargo, permanecería en la fiesta la música de
dad entre 1925 y 1932. Esta agrupación logra rom- Puerto Rico y Santo Domingo, especialmente su
per el esquema de las “Liras”, más apegadas a los merengue apambichao, marcando una nota que
valses y pasillos criollos. permanecerá en el inconsciente colectivo: el car-
naval es folclórico, tropical y afrocaribe.
Hacia finales de la década del 20, y con el adve-
nimiento del acetato y la puesta en el aire de nues- Los clubes sociales no son inmunes a la demo-
tra primera emisora, la HKD La Voz de Barranqui- cratización de las opciones musicales, y pronto una
lla, ya empieza a insinuarse el intercambio musi- música de banda originada en las ricas sabanas
cal con el Gran Caribe. Los carnavales empiezan a tabacaleras y ganaderas de Bolívar que había su-
disfrutar la presencia antillana, especialmente frido un proceso de adaptación y trasformación al
cubana, puertorriqueña y dominicana. Los formato de las orquestas tipo jazz band criollas
avezados danzarines sucumben ante la magia del empieza a brindar nuevas sonoridades con sus ex-
son de Matamoros y las guarachas de la Casino de plosivos porros y fandangos,8 como La vaca vieja,
la Playa y las composiciones de los boricuas Ra- número ligado a las faenas del campo que se en-
fael Hernández y Pedro Flores. troniza para siempre en los carnavales.

56
Los escenarios para el bailador también se de- dro Laza y sus Pelayeros, y la de Rufo Garrido, que
mocratizan y, además de los exclusivos clubes so- impusieron innumerables éxitos en el Carnaval
ciales, se utilizan los teatros Apolo, Cisneros y Co- entre ellos Pelayo (1953) y El cebú (1954) Pié pelúo
lombia. Asimismo, se establecen en la ciudad sa- (1955) El mochilero y otros más.
lones de bailes especialmente dirigidos a las cla-
ses medias.9 Como impulsores de la idea de mo- Pedro Laza era una concentración de estrellas
dernización e innovación, en éstos se afianzaba la porque tenían sus propias orquestas es el caso de
idea de origen beisbolero de “el último hit” musi- Rufo Garrido, cuya alegría desbordante lo hacían
cal, tan arraigada entre los barranquilleros. insustituible en los carnavales. Saxofonista bri-
llante y virtuoso, en sus solos cumplió memora-
LAS ORQUESTAS CRIOLLAS bles actuaciones en la sala de baile “Mi Kiosquito”
y nos legó grandes éxitos de carnaval que le die-
La relación con Cartagena, que instala su casa ron nombre a bailes como Ten con ten, Mujé, Ron y
disquera “Fuentes” hacia 1934, permite la presen- pastel, Que toque Rufo y tantos otros. Con Rufo y
cia de temas carnavaleros interpretados por orques- Pedro Laza actuaron vocalistas de la talla de
tas como la Caribe dirigida por Lucho Bermúdez, la Crescencio Camacho, Pibe Velasco Tony Zúñiga,
A Nº 1 de Pianetta Pitalúa, y la orquesta de Emiso- festivas voces que marcan la esencia de una mú-
ras Fuentes. Porros imperecederos como El clarine- sica sabanera con letras llenas de figuras alusivas
te de Simón, El negrito Tapetuza y Sebastián, rómpete a la faena campesina y a la inserción de aquellos
el cuero de Daniel Lemaître, son populares en aque- campesinos y vaqueros al llegar a las ciudades
llos carnavales. El impulso a las orquestas tipo jazz costeñas.
band se empezó a sentir desde las décadas del 20
al 30, cuando compiten en la ciudad la Jazz Band Es música que nunca muere puesto que se
Barranquilla (1927), la Orquesta Nuevo Horizonte revitaliza cada año con las evocaciones raizales.
de Francisco Tomás Rodríguez (1929),10 también en- En la constelación de Discos Fuentes encontra-
contramos la orquesta de la recién fundada HKD, mos al saxofonista Pedro Salcedo, director de su
La Voz de Barranquilla, la Orquesta Sosa (1934) y orquesta que se hizo inmortal con La pollera colorá
la Orquesta de Julio Lastra de la Voz de la Patria, la (1962), uno de los temas más internacionales de
orquesta Blanco y Negro de Gilberto Lascarro, la nuestro Caribe, Clímaco Sarmiento clarinetista de
Pájaro Azul de Soledad, etc. tantos solos jubilosos, quien con su agrupación
nos legó La cigarra y múltiples arreglos para el sello.
Ya para entonces empezaban a destacarse dos Con Clímaco tocaba su hijo Michi, quien va a des-
músicos que van a ser actores de primera línea de collar en la época de la salsa criolla con su Combo
los carnavales, los trompetistas Pacho Galán y An- Bravo. Otro de los músicos de la época protago-
tonio María Peñalosa. El primero, creativo infatiga- nista de muchos carnavales es Simón Mendoza,
ble, organiza su orquesta sobre la base de la Nuevo director de la Sonora Cordobesa, recordada agru-
Horizonte de los Hermanos Rodríguez en los albo- pación que vinculó a nuestra fiesta las resonan-
res de los años 50, y el segundo aporta además de cias del Sinú como el sabroso Bocachico sinuano,
su papel como compositor y arreglista de su propia interpretado por el Indio Chaves y La mafafa (1960)
orquesta que instala en Bogotá, el gran himno del donde empieza a despuntar la voz del prolífico y
carnaval, el tema Te olvidé, sobre una letra del es- graciosos compositor que se consagrará con Los
pañol Mariano San Ildefonso, en 1954. Corraleros de Majagual, Eliseo Herrera.

Las décadas del 50 al 60 son quizás las más pro- Para la época descollaban otras orquestas
líficas para la música colombiana de baile, de lo cartageneras como los Trovadores de Barú, a la
cual saldrá beneficiado el carnaval. Se podría decir que se vincularon colosos como José Barros, Pacho
que nuestros músicos de entonces producían sus y Armando Galán, Antonio María Peñalosa, la So-
temas para esa época festiva. Incluso, como tam- nora Curro, que está asociada a la grabación de
bién incursionan en nuestras fiestas las orquestas Te olvidé (1954), insignia del Carnaval que inter-
cartageneras, éstas producen temas tanto para las preta Alberto Fernández. Otras agrupaciones como
fiestas de noviembre como para navidad y carna- la “A Nº 1” de Pianetta Pitalúa legan temas como
val, que desde siempre ha constituido un pasadizo La gigantona, insustituible en cualquier noviem-
multicolor de música y alegría contagiosa que todo bre o carnaval.
lo impregna. Recordamos orquestas como la de Pe-

57
Capítulo aparte merece el aporte sostenido para tas folclóricas y como tal producía temas para ese
los carnavales de siempre pero, en particular de instrumento, como es el caso de Joselito Carna-
este periodo glorioso del gran músico integral val, que es insustituible en cada fiesta, como tam-
soledeño Pacho Galán, creador del merecumbé, que bién lo es Carmen de Bolívar, homenaje a su pue-
había descollado con la Emisora Atlántico Jazz blo, quizás la pieza más interpretada en cualquier
Band. Basta recordar el tema Ay, cosita linda, (1956) baile de salón.
que se cubrió de gloria con múltiples versiones, El
sapo (1957), Ay, qué rico amor, El monito, Noches de Lucho Bermúdez transpiraba tanta calidad y sa-
Caracas, Tico Noguera y tantos otros números de piencia con su clarinete y con sus arreglos que le
baile que surgieron bajo la atmósfera mágica de fue posible conquistar un publico tan exigente como
nuestra fiesta e invadieron el continente en pleno el cubano, llegando incluso a dirigir la orquesta de
auge de las orquestas cubanas. Pacho Galán es el Bebo Valdés en La Habana. Junto a Lucho, siem-
coloso productor que se pudo enfrentar a Dámaso pre brillaron sus vocalistas en la época de oro, como
Pérez Prado en la cresta exitosa del mambo, y gene- Bobby Ruiz y Matilde Díaz. Precisamente, la can-
ró una propuesta de gran calidad que lo consagra tante de Icononzo, se destacó en la Isla y se ganó el
como estandarte de todo carnaval. respeto de Miguelito Valdés y Celia Cruz.

Pacho Galán fue, además, un insomne arreglista Entre las agrupaciones de gran calidad de la
que brindó sus trabajos a muchas orquestas de época, encontramos la del pianista cienaguero Ra-
América, en especial toda la que quisiera conquis- món Ropaín quien escribe para 1962 una página
tar una plaza, exigente y conocedora, como Barran- memorable, El carnaval de Julieta. Posteriormen-
quilla en su tiempo, entre ellas la Billos Caracas te, con su Combo Bonito nos brindó temas impe-
Boys, que debuta en el carnaval de 1964, e inicia la recederos como La mecedora y Currucuteando.
época de las casetas. El periplo ascendente de Pacho
llega hasta principios de los años 70, cuando em- En la plaza disfrutábamos de agrupaciones de
pieza a imponerse la música afroantillana, que tam- gran calidad, como la de Julio Ojito, originaria de
poco es indiferente a su orquesta. Polonuevo, autor del éxito carnavalero El conejo
cotilino, y José Nuncira Machado, que brindó un
Por la sección de vocalistas de la orquesta de número imperecedero de carnaval en 1967: Los amo-
Pacho Galán pasaron cantantes como Tomasito res de Petrona, de Julián Pérez Carvajalino. Nuncira
Rodríguez, Jairo Likasalle, Gil Echeverría, Fernan- brindó su marco orquestal a festivas interpretacio-
do Barceló, Alci Acosta, Pepe Molina, y voces fe- nes carnavaleras de Tony Zúñiga como el tema Juan
meninas como Emilia Valencia. Pacho consagra de Acosta, dedicado a ese floreciente municipio del
su vida a complejos movimientos de pentagrama Atlántico. La orquesta de Marcial Marchena, Car-
que le dan el sello durante una década a la música los Haayen, Pedro Movilla, y muchos más convida-
de algunos compositores como Rafael Campo Mi- dos de excepción en cada carnaval.
randa, quienes reconocen su liderazgo en una es-
pecial escuela atlanticense que aporta poesía a los GRUPOS FOLCLÓRICOS
temas impecablemente arreglados, que los distin- Y CONJUNTOS DE ACORDEÓN
guen de la espontaneidad expresiva del porro sa-
banero, donde predominan las figuras libres. En Hemos sostenido que el carnaval es una convocatoria
esta escuela se encuentran Esther Forero, Rafael festiva a un sentimiento colectivo de la región que
Mejía, Rafael Campo Miranda y Mario Gareña, en tiene la nostalgia de lo raizal. Por ello, es propicio para
temas bien logrados como Boquita salá, Lamento que, como ocurría en el siglo XIX, los músicos se to-
náufrago, Playa, Entre palmeras, Luna barranqui- men la calle y den rienda suelta a su creatividad.
llera, Volvió Juanita, Qué linda y Tres perlas, entre
otros, que se distanciaban de los explosivos La vaca Los conjuntos de millo y gaita que animan el
vieja, El toro negro, El toro balay, etc. desfile acompasado de las cumbiambas, son in-
dispensables para la lógica de las noches lumino-
Otra orquesta colombiana siempre exitosa en sas de espermas encendidas. Cumbiambas como
Carnaval fue la del maestro Lucho Bermúdez, que La Revoltosa, El Gallo Giro, El Cumbión de Oro,
radicó en Medellín y Bogotá, pero que era invitada El Cañonazo, La Arenosa, La Sabrosa, así como
constante al Carnaval. El clarinete de Bermúdez los grupos de danza del garabato, están acompa-
había elevado a la partitura la melodía de las gai- ñados de conjuntos folclóricos que nos han legado

58
Foto de Chila Arévalo

temas irrenunciables en cada carnaval: La Cumbia tradicional, o los conjuntos clarinete y bombardino,
Soledeña con su tema clásico, Puya loca, Mi flau- han sido indispensables en la música de carnaval.
ta, El mapalé y El garabato. La Cumbia Moderna Es memorable el Trío Serenata con su tema Martha
de Pedro Ramayá Beltrán con su Mico ojón y La la Reina, original de Rafael Mejía Romani, vocali-
teniente Rada, juegos de palabra ingeniosos para zado por Leandro Torres, éxito del carnaval de
la comedia universal de la fiesta; Los Campesinos 1963. Antolín y su combo imponen La tabaquera,
de Baranoa y su Puya arranca pellejo; de la zona en 1964.
del río Magdalena y de los pueblos de la sabana
concurren también al carnaval como a La Meca a En el principio eran los grupos de acordeón,
cumplir la cita anual con sus pitos, como en el que desde los años 40 accedieron al acetato, pero
caso de “Mane” Arrieta y muchos anónimos músi- se dedicaban a los mensajes de la provincia del
cos que alientan nuestro regocijo. Magdalena como correos humanos de noticias,
amores y desventuras, remembranzas de trabajo
Recientemente, los grupos folclóricos se han ac- y duelos legendarios.
tualizado e internacionalizan sus producciones. Se
trata de estudiosos de la gaita, la flauta y todo tipo El acordeón siempre fue un instrumento versátil
de alternativas sonoras, como el Grupo Tambó de que sirvió para todo propósito; es así como de Los
Lisandro Polo, Los Chamanes de Robinson Liñán, Vallenatos del Magdalena, de los Hermanos
y otros más, seguidores de las gestas musicales e Velásquez y los Román, surge el genial intérprete
investigativas de Carlos Franco y Totó la Mompo- del instrumento Aníbal Velásquez, que siempre con
sina. Una mención especial merecen Irene Martínez su hermano Cheo ha sido protagonista del carnaval
y la “Niña” Emilia Herrera que nos trajeron a los hasta la actualidad. Su música predominantemente
carnavales la música terrígena de su natal Gamero, citadina se refiere a temas que son verdaderos dis-
con el Grupo los Soneros coordinado por Wadi fraces rítmicos, y acuarelas costumbristas. Alicia la
Badrán, y que fueron verdaderas triunfadoras con flaca, La vieja cachiporra, El turco perro, El perro de
temas irreverentes y muy dinámicos: El lobo, El Juana, Me voy pa’ la China, Guaracha en España,
coroncoro, Mambaco ... son temas que se bailan en todo carnaval.

En cuanto a los conjuntos mixtos, ya sea de Con una picaresca más subida de tono que
pitos y bajo o guitarra eléctrica con organología Aníbal Velásquez, encontramos a otros carnavale-

59
ros que incluso ganaron audiencia internacional; después La cumbiamberita, y sobre todo el tema
es el caso de José María Peñaranda, autor, entre carnavalero Tamborito de carnaval. Como en el
otros, de temas como Se va el caimán, que ha re- pasado, al disolverse los integrantes de los Corra-
corrido el orbe con el nombre de Barranquilla; al leros, por sí solos tenían calidad para encabezar
igual que Me voy pa’ Cataca,* que con el nombre sus propias agrupaciones, que tributarían temas
de Me voy pa’ La Habana sería el tema insignia de indelebles. Lisandro Meza impuso el éxito de car-
Nelson Pinedo con la Sonora Matancera. Peñaranda naval Las tapas y el parrandero Guayabo de La
es reconocido en la recocha carnavalera por su in- Ye”, entre otros; Alfredo Gutiérrez se impuso con
cursión en la música de doble sentido, como Las una fusión que llamó pasebol, para después deci-
secretarias, La inyección, y las inmortales coplas dirse por el vallenato con el que triunfó siempre
de la Ópera del mondongo, de la misma estirpe de que quiso. Este coloso del instrumento ha inter-
las letanías criollas de carnaval. pretado todos los aires nacionales e internaciona-
les y continúa haciéndolo con singular calidad.
De la misma orientación picante y sabrosa de
Peñaranda, surge también hacia finales de los se- En los que concierne a las agrupaciones valle-
senta Dolcey Gutierrez, que compone un tema pi- natas, se requieren algunas precisiones. Los
caresco en cada carnaval que alude a circunstan- vallenatos clásicos son invitados sin discusión en
cias que sólo la hermenéutica de los iniciados pue- cualquier baile de carnaval, así: Guillermo Buitra-
de comprender: Ron pa’ to’ el mundo, Guayabo en go, Alejo Durán, Juancho Polo, Luis Enrique Mar-
technicolor, Kenal gotas, El entierro ‘e Tite, y mu- tínez y Bovea y sus Vallenatos. La generación in-
chos más que constituyen una colección de la pi- termedia de Jorge Oñate, Los Hermanos López, Los
caresca criolla. Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, Los Betos e Iván
Villazón, entre otros, tienen su público apasiona-
Pero la verdadera síntesis de la música de acor- do y tradicionalista que los reclama. Y los román-
deón con elementos de banda, son los Corraleros ticos representados por El Binomio de Oro, Peter
de Majagual, conjunto concebido por Toño Fuentes Manjarrés, Silvestre Dangond y otros predominan-
para enfrentar al exitoso Aníbal Velásquez. Los Co- temente románticos, tienen un público afín con
rraleros de Majagual, animador de muchos carna- otros valores. Todos son invitados a las diferentes
vales, estaba conformado por el habilidoso fiestas de carnaval, que se tornó diverso en la pro-
acordeonista Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa, Cé- pia ciudad repleta de emigrantes de la provincia y
sar Castro, Eliseo Herrera y Lisandro Meza, Ma- del interior amantes de esta música. En la actua-
nuel Cervantes, Lucho Pérez, Fruko, Nacho Pare- lidad, los conjuntos vallenatos para acceder con
des, Julio Erazo, y todo un grupo de estrellas que fortuna a las pistas de baile del carnaval, han op-
impusieron éxitos alusivos a las alegres experien- tado por incorporar aires sabaneros para conquis-
cias de provincianos en el campo y la ciudad, con tar mayor aceptación entre el público de danzari-
una trayectoria ascendente que los llevó a triunfar nes de Barranquilla y la región
en Nueva York en la cúspide de la salsa de los años
70 ya convertidos en una banda internacional. En lo que concierne a las bandas, hay que decir
que desde el propio siglo pasado se vino gestando
Son tan numerosos los éxitos de los Corraleros una música de estirpe sabanera, a partir de ban-
para el carnaval que sería prolijo enumerarlos. das de viento completas que cultivan porros
Desde su propio inicio imponen Majagual, Tres paliteaos, o tapaos, que nos hablan de sabana y
puntá, La paloma guarumera, Festival en Guararé, fiesta de corraleja, de toros y vaquería. Allí descue-
llan los clarinetes y bombardinos, las trompetas y
* Cataca es el nombre original de la patria chica del premio los redoblantes, los platillos y el bombo. El ruedo
Nobel Gabriel García Márquez, el filólogo Gonzalo González –
Gog– y algunas otras insignes figuras de las letras y las artes
está abierto y presto a escuchar temas emblemáticos
de Colombia. Es voz caribe compuesta de ‘ara’, río, y ‘Cataca’ o como María Varilla, 20 de enero, Río Sinú, El perro
‘Catacua’, nombre del cacique que encontraron en el lugar los negro, El sindicato, etc. La alborada nos sorprende
españoles. El prefijo ‘ara’ se halla en voces como Arauca, con el tributo sublime de sonidos celestiales. Ban-
Araracuara, Ariguaní. La adopción del nombre Aracataca para
la población, se debió a uno de los primeros geógrafos nacio-
das como la Bajera de San Pelayo, la 19 de Marzo
nales que al redactar su Geografía de Colombia le pareció más de Laguneta, la de Mangelito, la de Colomboy, la
eufónico Aracataca que Cataca, que es el nombre como, aún Juvenil de Chochó, y en el pasado la orquesta Rit-
hoy día, en toda la zona bananera del Magdalena y en la Pro- mo Sabanas y la orquesta Sincelejo, traen a la me-
vincia de Valledupar, se conoce a este municipio, cuyo gentili-
cio oficial es “cataquero”. AM
moria carnavales felices y bulliciosos.

60
Después vendrían sín- de Venezuela hasta Cen-
tesis orquestales como troamérica y Yucatán. En
Antolín de Ciénaga de Oro, el fondo tenemos el mismo
que aporta La tabaquera y mar.
Sonia, con la vocalización
de la cieguita Lucy Gonzá- Hemos mencionado los
lez, y el conjunto de Pablo canales de la entronización
Flórez con Los sabores del de la música cubana a tra-
porro, todos estos temas vés de la onda corta, y sólo
irremplazables en cual- resta decir que desde la vi-
quier carnaval. sita del Trío Matamoros y
la Casino de la Playa, ha-
Uno de los músicos que cia 1935 y 1939, respecti-
ha cultivado con gran éxi- vamente, se reafirma la vo-
to la música sabanera al cación afrocaribe del car-
punto de situarla siempre naval y la tónica que ha de
en los primeros planos de predominar, porque esa
los carnavales, ha sido música también era nues-
Juan Piña Valderrama. tra con su clave y su bongó,
Este intérprete excepcio- y la incorporamos sin de-

Archivo de Rafael Bassi


nal de porros y fandangos, mora, sin discusión, a
en compañía de su her- nuestro carnaval.
mano Carlos Piña, clari-
netista de gran calidad, El buen humor de los
legó temas insustituibles músicos caribeños, su
para la fiesta que repre- fraseo y su actitud ante la
sentaron la puesta en es- vida los hicieron muy
Estercita Forero
cena de la fiesta sabane- nuestros, al punto que la
ra: La rama del tamarin- barranquillera Miriam Sojo
do, La patizamba, La tumbacatre, La canillona y Zambrano llegó a ser reina del Carnaval de La
muchas más, se convirtieron hacia los años 1980 Habana en 1949. La picaresca de la guaracha per-
en joyas que permanecen en la memoria de los mitía a los habitantes del Caribe colombiano dia-
parranderos. logar con sus hermanos isleños y del litoral, so-
bre tremas afines que todos amaban: la mujer, el
Para la misma época triunfaba entre nosotros béisbol, el baile, la parranda, con un marco obli-
el compositor barranquillero Adolfo Echeverría, gado de percusión, piano y trompetas, como el
quien con sus Mayorales nos hizo partícipes de su impuesto por la Sonora Matancera, el decano de
gran creatividad, al punto de brindarnos el tema los conjuntos de América, que había nacido en
que abre la temporada festiva desde las Velitas has- 1924 pero que hacia los años 50 era el arquetipo
ta el Miércoles de Ceniza: Las cuatro fiestas. Tam- con sus legendarios cantantes Daniel Santos,
bién nos regaló otros números como Amanecien- Bienvenido Granda, Alberto Beltrán, Celia Cruz y
do, La Inmaculada, La gota gorda y muchos más. Celio González, quienes visitaron la ciudad en la
década del 50.
EVOCACIÓN DE LA SALSA COLOMBIANA
EN CARNAVALES La Sonora, modelo de otros conjuntos tropica-
les similares, había adoptado a nuestro Nelson
Ningún carnavalero barranquillero ha sido inmu- Pinedo, quien aportó los aires de nuestra tierra,
ne a la artillería musical antillana, cuyo gusto especialmente porros y paseos vallenatos que se
siempre ha existido entre nosotros. Los colom- universalizaron con un toquecito de guaracha.
bianos del Caribe hemos sentido como nuestras Toda esta música se bailó en los carnavales de
las distintas expresiones musicales de las islas aquella época, como también se impuso la domi-
mayores Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo, pero nicana A lo oscuro, La empalizá, Heroína y otros
a la vez reclamamos como nuestros los aires mu- merengues apambichaos más, con Ángel Viloria y
sicales tropicales que han nacido en el litoral des- su Conjunto Típico Cibaeño.

61
nían versatilidad
para pasar de un rit-
mo a otro, y en eso
aventajaban incluso
a las cubanas, cuyo
“tumbao” no podía
asimilar con facilidad
la propuesta del po-
rro, la cumbia y el
fandango colombia-
nos. Hay que desta-
car también es esta
época el esfuerzo de-
nodado de los músi-
cos costeños de com-
petir con la arrollado-
ra avalancha de rit-
mos cubanos, en
cuya cúspide, hacia
mediados de los años
50, se encontraba el
La Cumbia Soledeña de Efraín Mejía. Mambo.

No era extraño, entonces, que en los carnavales Además de Pacho Galán, quien se impuso la
celebrados a finales de los años cuarenta, la Emi- meta de crear nuevos ritmos que tuvieran más agi-
sora Atlántico Jazz Band tuviese a Castillita como lidad y por ende más aceptación internacional que
cantante de guarachas e hiciera marco a una can- el porro y el paseo, otros músicos ensayaron ca-
tante cubana, Zoraida Marrero para sus presenta- minos alternativos. Es el caso de Francisco Zuma-
ciones en los clubes barranquilleros. Tampoco es qué, que nos brindó la Macumba, misteriosa y cam-
extraño que se adoptara el formato de Sonora por pestre mezcla de mapalé y cumbia. Carlos Martelo
parte de nuestros músicos. Un rápido vistazo nos nos ofreció el jalaíto. Clímaco Sarmiento sacó una
permite identificar en Barranquilla la Sonora del versión moderna del que llamó Porro Buré. El mis-
Caribe, de César Pompeyo, que acompañará al rey mo Lucho Bermúdez, crítico acérrimo de las alter-
de la guaracha, Daniel Santos; la Sonora Sensa- nativas de Pacho Galán, acudió también a la fu-
ción de Platanito, la Sonora Tropical de Juancho sión con el patacumbia.
Esquivel, que brindó marco a Bienvenido Granda
en su exilio inicial en la Arenosa. En Cartagena, Por su parte, las agrupaciones de acordeoneros
por su parte, los Fuentes, Toño y Curro, fundan también incursionaron en la fusión. El más creativo
Los Trovadores de Barú, similar al Conjunto Casi- de aquellos jóvenes fue Aníbal Velásquez, cuyas atre-
no y el Conjunto de Sociedad de Daniel Santos, la vidas incursiones melódicas y rítmicas, unidas a su
Sonora Dinamita, con Lucho Argaín, la Sonora Ba- genialidad en el manejo del acordeón, lo convirtie-
rulera, la Sonora Curro. Todas, sin excepción, im- ron en el primer explorador de sonidos urbanos. Un
pusieron temas carnavaleros. solo vistazo a su discografía revela temas que exhi-
bían danzón chachachá, corridos texanos, ritmo ola,
A su vez, Pedro Laza en algunas ocasiones se merecumbés, chiquichás, rock lento, rock chachachá,
presenta con formato de Sonora para brindarnos chandés, rock and roll, mambos y guarachas.
soberbias guarachas, con el piano estupendo de Lalo
Orozco, la percusión de Clodomiro Montes y las vo- Aníbal se desplazó a Venezuela, pero prosiguie-
ces de Henry Castro, Félix Matos y Crescencio Ca- ron los Curramberos de Guayabal, y continuaron su
macho. Los Trovadores de Barú nos legaron estam- propuesta de guaracha urbana Morgan Blanco, Car-
pas musicales antillanas con Tito Cortés, y los Román, Dolcey Gutiérrez hasta llegar a un mo-
terrígenas con José Barros y Alberto Fernández. mento de tránsito a los combos, como Ariza y Duque
y su Combo.
Como puede advertirse, nuestras orquestas te-

62
El punto de fuga de los Corraleros, especialis- cartagenero Joe Madrid, que traía el roce salsero
tas en un sucedáneo criollo de la guaracha llama- de Nueva York, con la orquesta Harlow y Mongo
do paseaíto, fue su reto salsero que, a juicio de Santamaría, que había interactuado con Justo Al-
algunos, jamás lograron plenamente, salvo en la mario para darnos una versión matizada y univer-
interpretación del tema Mondongo, con la vocali- sal de la cumbia típica, sólo entonces, cuando pro-
zación de Tony Zúñiga. Esta grabación, que se rea- ducen el album Pasadísismo, se realiza el cantan-
liza en Nueva York, cuenta con la intervención en te al culminar su peregrinar de búsquedas con su
el piano del joven cartagenero Joe Madrid, que se inmersión en la salsa.
destaca en el instrumento. Mondongo significa la
búsqueda del paradigma de la salsa asumida por Después del magisterio de Likasalle, surgirían
el bajista antioqueño. No obstante, un ex-corralero, los nuevos cantantes de principios de los setenta
Chico Cervantes, se decide al cambio, y con su en Cartagena, el Supercombo los Platinos y Michi
nueva banda produce su tema de iniciación: Tie- Sarmiento, excelso saxofonista hijo de Clímaco, que
nes que quererme, contenido en el l.p. Paisaje de constituye su Combo Bravo. Barranquilla, que ha-
pescadores, donde se destaca un bajo protagónico bía recibido el bautismo de fuego con la presencia
de Jesús M. Leal. innovadora de los jóvenes Bobby Cruz y Ricardo
Ray, en el carnaval de 1967, irrumpe con agrupa-
Pero retrocedamos a las orquestas urbanas. In- ciones propias que recogen un legado más juvenil
fluidos por el cubano Rolando La Serie, cantante y caracterizado del nuevo movimiento. La ruptura
irreverente que introduce un nuevo fraseo y hace se produce con El Afrocombo de Pete Vicentini y
explotar el tiempo en el bolero y la guaracha pro- La Protesta de Colombia, protagonistas de nues-
poniendo un nuevo estilo de rubateo libre, algu- tra fiesta en los años 70.
nos músicos costeños acogen su propuesta. Es el
caso de los cantantes de la Sonora del Caribe, Ma- La primera de las agrupaciones se inspiró en la
nuel Iriarte, el Gran Jabao, y en especial a nues- estructura de aquel Combo de Puerto Rico here-
tro pionero de la salsa, Jairo Likasalle. La música dero de Cortijo. Tenía una representación inter-
afrocaribe no sería la misma después de La Serie, nacional con dos peruanos en las trompetas, dos
y en especial de Ismael rivera, quien irrumpía con sanandresanos, y la infaltable fusión entre barran-
violencia quebrando los esquemas de la Sonora y quilleros y cartageneros. Con la conducción de Pete
sus réplicas en América, para proponer el canto Vicentini, El Afrocombo sorprende por su vigor e
que se desplazaba libre sobre saxos y trompetas. iniciativa juvenil y por la vocalización solvente y
Encaramado en un coro, enseñó a “sonear” y a sabrosa de Jackie Carazzo.
improvisar con sabrosura.
La Protesta de Colombia había elegido el for-
Esta rica amalgama presidió la aparición de mato de un combo de trompetas, trombones, pia-
Likasalle, el hermano mayor de todos los salseros no y percusión. En su fase original, la orquesta
colombianos. Jairo transitó el camino quijotesco cuenta con la dirección musical del peruano
de proponer una nueva forma de cantar aun Julio Aurelio Mendoza y del pianista Mario
desde los moldes cerrados de nuestras or- Fontalvo, y con la administración de
questas tradicionales. Allí donde interpre- Leandro Boiga “el Pulpo”; contó asimis-
taba una cumbia o un porro ya estaba in- mo con músicos de Cartagena y Barran-
troduciendo innovaciones en el fraseo, el quilla, entre los que se destacan Charlie Plá,
rubateo y los pregones. Era la salsa dentro Johnny Arzuza y Jimmy Boogalloo. Con ella
del molde de lo tradicional. se inicia el aún adolescente Joe Arroyo.

El barranquillero Likasalle fue protagonista de En forma paralela a La Protesta de Barranqui-


muchos carnavales con temas como El hombre li- lla, surge en Medellín la agrupación de Fruko y
bre. Él brincó en todas las orquestas de renombre: sus Tesos, bajo la dirección de Julio Ernesto
Pacho Galán, Clímaco Sarmiento, Nuncira Macha- Estrada, creativo bajista que emprende la tarea
do, la Tropibomba, y a todas brindó un nuevo so- de conformar el sello institucional de Discos Fuen-
nido; todas se esforzaron por atender de la mejor tes, primero en estudio, y después de cara al pú-
manera las irreverencias de este showman inter- blico, que lo aceptó. Conformado por músicos y
nacional, que se sobraba en cada nueva interpre- arreglistas antioqueños, vallunos y costeños, el
tación. Por eso, cuando une su voz al piano del grupo emerge con el vocalista del Pacífico Edulfamit

63
Díaz “Peeper-Pimienta”, quien graba el tema A la al Grupo Niche, que con Jairo Varela y muy bue-
memoria del muerto, pero muy pronto acuden al nos profesionales nacionales y extranjeros ingre-
cartagenero Joe Arroyo, quien inicia el periplo as- saron en el pasadizo de la fama y la aceptación
cendente de la salsa y su proyección internacional. hemisférica con su salsa preñada de sabor y sen-
timiento. Niche forja cantantes como Adalberto del
Fruko y sus Tesos contó también con la voz de Castillo, Moncho Santana, Charlie Cardona, Ja-
tabaco y ron de Wilson Manyoma Saoko, y los vier Vásquez y el propio Carlos Sánchez, e invita a
caribeños Joseíto Martínez, Juan Carlos Coronel, músicos barranquilleros como Alberto Barros y
Nando Malo y Delfo Ballestas, radicándose por Saulo Sánchez. Tras algunas deserciones, escisio-
mucho tiempo en Estados Unidos. Hay que seña- nes y recomposiciones, Niche se transforma en un
lar que el sello Fuentes había hecho esfuerzos pre- grupo internacional que seduce a pesos pesados
cedentes de incorporarse a la salsa a partir de la de la salsa como los hermanos Monje y al cantan-
evolución de Los Corraleros de Majagual, pero en te puertorriqueño Tito Gómez. Con algunos músi-
éstos había predominado la vocación rural con las cos de Niche se forman Los Niches y Guayacán,
charangas y los pompos campesinos. orquesta dirigida por el trombonista y guitarrista
Alexis Lozano, que se pasearon triunfantes por el
Hay que señalar que hacia principios de los años país a finales de los años 80.
80, Joe Arroyo toma una decisión trascendental
en la historia de la salsa, y fue la de generar con Por la misma época, los carnavaleros de Ba-
su orquesta La Verdad, fusiones con la música de rranquilla contemplan la aparición del Grupo Raí-
la Costa colombiana y diversas opciones de las an- ces de Colombia, dirigido por Gregorio Mendoza,
tillas anglófonas y francófonas. Por esa vía, signi- que le dio un sello internacional a su propuesta
ficó un retorno enriquecido en sentido dialéctico en la vocalización muy antillana y versátil de
hacia el origen, con un nuevo sonido. El resultado Charlie Gómez, Roberto Urquijo y Ray Palacio. Raí-
han sido casi dos décadas ininterrumpidas de ces impone temas de mucho arraigo y exhibe un
triunfos en Colombia y el exterior, que han consa- profesionalismo a toda prueba.
grado al mulato cartagenero como la máxima figu-
ra de un género que debió tener en cuenta no sólo La Arenosa también da lugar al nacimiento de
el tumbao cubano, sino también la polirritmia co- un grupo de mucha aceptación como fueron Los
lombiana, que podía incorporarse sin restriccio- Titanes, al que estuvieron asociados el promotor
nes en el escenario continental. Por ello, su or- Ley Martin, el trombonista Alberto barros y can-
questa interpreta con facilidad fandangos joesones, tantes como Saulo Sánchez, en la primera época,
ritmos caribeños, y su sentir se asocia al origen de y Álvaro Paba en la segunda.
la champeta criolla.
En la actualidad, la fusión y la experimenta-
Después de Joe Arroyo, han surgido agrupa- ción hacia el eje folclor o hacia el jazz están al
ciones mixtas de mucha calidad que alguna vez orden del día. Los artistas colombianos ya se si-
estuvieron asociadas a su creatividad. Es el caso túan en el exterior para triunfar, como Justo Al-
de Hugo Molinares, Checo Acosta, Juan Carlos Co- mario, Roberto Plá, Yury Buenaventura o Totó la
ronel, la Fuerza Latina de Freddy Cruz, Los Rum- Momposina. Barranquilla sigue contando con gue-
beros de Barrio y muchas más. rreros que desafían la adversidad y la piratería
como Charlie Plá, Los Bravos de la Esquina, El
Pero vayamos al Valle del Cauca. Allí se produ- Trabuco, La Charanga Almendra, Jorge Emilio
jo, según cuentan Andrés Caicedo y Rafael Quin- Fadul, que, al igual que Shakira y Carlos Vives,
tero, un rechazo radical a lo que se llamó el ritmo representan ante el mundo una forma de sentir el
gallego paisa de Los Hispanos y Los Graduados, y Caribe que grita en voz alta lo que somos.
se optó por la propuesta renovada de Richie Ray,
que situó en su lugar el idilio con la Sonora EL ARROLLADOR JOE ARROYO
Matancera y el tango. Se conformaron conjuntos
como Julián y su Combo y Peregoyo y su Combo Si algún artista nació predestinado para el carna-
Vacaná. val de Barranquilla, ha sido Joe Arroyo. Cuando
niño, en el barrio de Nariño de su nativa Cartage-
Todo ese influjo negro de Buenaventura y na, aprendió de sus mayores historias de esclavi-
Quibdó, con reminiscencias de currulao dio lugar tud y cimarronaje, entendió el reto cotidiano de

64
Los carnavales de la década de 1970
encontraron en la vigorosa voz del car-
tagenero de 20 años el intérprete ideal
para emular a la constelación de can-
tantes del imperio Fania Records, y Joe
recorrió triunfante todos los confines del
hemisferio representando a su ciudad
nativa y a la elegida de su corazón.

Desde entonces, ningún carnaval es


completo si el Joe no interpreta El au-

Foto de Chila Arévalo


sente, original de su mentor atlanticen-
se Isaac Villanueva. El joven cantautor
que se abría paso desde la pobreza ha-
cia el éxito, pudo moldear temas tan
queridos en la Arenosa como Tania,
Julio López Confundido y Nadando, del empresa-
rio radial Miguel Char, y tantos éxitos
que entregaba la ciudad a su mejor in-
los pescadores que apelaban a la dinamita para térprete, al que encumbraba en la gloria de su
afrontar la miseria y soñó con elevar su voz en un fiesta eterna.
escenario para salir de la pobreza. Como muchos
de su generación, utilizó sus puños para abrirse Más tarde, vendría la apuesta definitiva de Joe
paso en el ring traicionero de la vida. Fue una vida con su propio ancestro cultural. La salsa no des-
dura, llena de privaciones, que no ahogó su voz de aparecía de su horizonte, sólo que con su propia
contralto que rivalizaba con Celia Cruz, Pete agrupación “La Verdad” señala un nuevo derrote-
Rodríguez o Bobby Cruz. Al mirar el inmenso mar ro a su destino al apelar a la fusión con lo caribeño
desde Tesca o Chambacú, se nutrió para siempre y lo terrígeno. Aparecen el fandango, el chandé, la
del sabor de las Antillas. primigenia champeta, crea el joeson y empieza a
“arrollar” con su innegable talento en cada carna-
Ya en su adolescencia, recorrió la geografía de val. Escribe para el primer larga duración con La
la Costa llenándose de motivos viscerales para can- Verdad este soberbio poema al carnaval de su ciu-
tar. Conoció las bandas jubilosas de la sabana, y dad deseada: Imaginé el globo azul turquí / cuando
la poesía y la picaresca del acordeón corralero. En- llegué al carnaval / en mi primera vez... / carnaval
tonces sucedió el encuentro más inesperado. En de Barranquilla, / yo quiero volverte a ver... / [in-
Barranquilla se enteraron de que había un joven- troduce su vocal percutivo] / Carnaval... carnaval...
cito que nada tenía que envidiar a los monstruos carnaval del Congo de oro, / cómo me eriza la piel...
de la salsa neoyorkina, incluido Héctor Lavoe. Su / yo no me quiero morir / sin bailarte otra vez...”
indumentaria era la de un mulato hippie con pan- Luego un tres invita a danzar y prosigue Joe con
talones cortos y toda una parafernalia propicia para calidez y ternura: engalanada mi tierra tropical, /
el escenario de la verbena de carnaval. Eros hizo cinco días mi ciudad / de murga vivirá / y una nin-
el resto: la joven urbe con alma salsera encontró fa de mil colores / es la barranquillera en Carna-
por fin el ídolo que había buscado en Jairo val; finalmente, nos convoca: Sálvenlo ahora a
Likasalle, en Jackie Carazzo, en los cantantes de Joselito Carnaval, / para que no acabe jamás nues-
Pacho o de la gran Sonora del Caribe. Álvaro José tro festejo / en América Latina siempre el primero.
se convirtió en la voz de un sentimiento innovador
que pronto alcanzó talla internacional. Además, el Joe, enamorado de Barranquilla, concibió es-
Joe que triunfaba en las pastas sonoras eligió a tos versos a la bella ciudad que eligió como mora-
Barranquilla como objeto de sus deseos y sus pre- da al pregonar: “En Barranquilla me quedo.” El
gones, y la ciudad lo reclama desde entonces en gran Álvaro José se ha hecho acompañar de nues-
cada celebración carnestoléndica, pidiéndole temas tros mejores músicos, como Charlie Plá, Alberto
salseros y música irreverente para la remembran- Barros, Hugo Molinares, Chelito de Castro,
za pagana de Baco convertido en dios Momo. Juventino Ojito, Ricardo “el Pink” Ojeda, Álvaro
Paba, Carlos Piña y otros tantos, para brindar fe-

65
licidad a los bailadores barranquilleros y sus hués- folclórica con electrónica, en la que hay sintetiza-
pedes con su La rumbera, Musa original, El dores, acordeones, gaitas, flautas de millo, secuen-
tumbatecho, Echao pa’lante, Abandonaron el cam- cias, filtros, percusión y elementos que enrique-
po, y la parábola histórica de su raza La rebelión, cen los ritmos autóctonos.
que le abrió las puertas de Europa y lo hizo un
bardo universal. Como corolario de lo expuesto las diversas evi-
dencias musicales de cada carnaval nos permiten
Joe es un artista que describe para nuestro rego- afirmar con contundencia que el Carnaval de Ba-
cijo el firmamento turquesa del Caribe en una Noche rranquilla desde su adopción como la fiesta em-
de arreboles, que canta con tanta ternura a la mujer blema de la ciudad, siempre ha estado acompaña-
costeña, que propone nuevas formas de disfrutar los do de la música en toda su variedad multicolor:
cantos del río, en los homenajes a las juglares Irene Desde los viejos tiempos de Camellón Abello hasta
Martínez, Estefanía Caicedo, que exalta en cada fan- la presentación actual con toda la tecnología del
dango con gratitud a la plaza de Majagual en espectáculo de masas ha sido una convocatoria
Sincelejo, y que invita a los bailadores a brindar un para que se exhiban en su proscenio privilegiado
festivo homenaje y una oración a Papá Dios. compositores, intérpretes y cantantes especialmen-
te identificados con el sentir del caribe en sus di-
Anclado en el carnaval, mezcla temas folclóricos versas resonancias.
con irreverencias, como es el caso de La fundillo
loco, éxito del carnaval del 2004. Si se examinan Como no se concibe nuestro carnaval sin la dan-
viejos temas asociados a la fiesta del mundo al za como expresión fértil de la actitud libérrima ante
revés, de la letanía punzante en que los oprimidos la vida en esta época especial, la música que suele
se “vengan”, con satíricos versos heredados de las ocupar todos los espacios en la cotidianidad de
chirigotas de la Cádiz de los poderosos, que entra- esta ciudad, adquiere una sonoridad especial cuan-
ron desde tiempos inmemoriales en el juego de la do el cielo se viste de turquesa y florecen la lluvia
máscara y el disfraz, se entenderá la lógica mor- de oro, la trinitaria y la cayena, entonces en el
daz de la gran farsa que encontramos en las alu- ritual del carnaval, ritmo y melodía se alían para
siones irónicas en pilanderas momposinas, pres- cantarle al optimismo del caribe concentrado en
cripciones de kenal gotas, óperas del mondongo, la gran convocatoria festiva de Barranquilla.
que reaparecen en Joselito el Borrachón, El caimán,
imprecaciones en La vieja cachiporra... e infinidad
de temas de cuestionamiento a las parejas, como
NOTAS
la Culebra cascabel. 1
El Picol, nº 7, 29 de septiembre de 1852, p. 2.
2
El Promotor, nº 921, sábado 9 de marzo de 1889. Archivo
Finalmente, hay una generación de jóvenes can- Histórico Departamental del Atlántico, AHDA.
3
tantes y arreglistas que descolló en cada carnaval El Promotor, jueves 11 de marzo de 1890, AHDA.
4
El Promotor, nº 974 del 1º de marzo de 1890, AHDA.
para emular a sus mayores. Es el caso de Juan 5
Entrevista a Efraín Mejía, director de la Cumbia Soledeña.
Carlos Coronel, Checo Acosta, Chelito de Castro, el “Inicialmente se llamó Cumbiamba de Soledad, posteriormente
Grupo Bananas y Humberto Pernet, que aportan se le cambia el nombre a Cumbia Soledeña, preservándose
cada vez más temas para que siga viviendo siempre así por muchísimo tiempo. Llevo más de 50 años dirigiéndo-
la.” (Así suena nuestro Caribe, nº 25, Uninorte FM Estéreo.)
nuestra magna fiesta en clave musical. Checo de- 6
Refiriéndose al contagio de El trapiche, Gabriel Ujueta y
fiende “lo nuestro”, lo raizal, con ropaje novedoso; Joaquín Vengoechea atribuyen la transmisión de la epidemia
son famosas sus checumbias, y chemapalés, que a músicos que iban de pueblo en pueblo.
7
reinan en los últimos carnavales, a tiempo que Juan Viaje de O Drasil: De Bogotá a Barranquilla.
8
Es así nuestras orquestas como la Nuevo Horizonte de
Carlos con su gran versatilidad retoma y transfor- Francisco Tomás Rodríguez del maestro Luis Felipe Sosa pos-
ma viejos temas para hacerlos oír y valorar por la teriormente dirigida por el romano Pedro Biava, la Blanco y
juventud a través de mosaicos de gran factura. Negro, del maestro Gilberto Lascarro y posteriormente las
Pernet es el nuevo sonido que mezcla maquinitas agrupaciones de las emisoras como la Emisora Atlántico Jazz
Band y la orquesta de Julio Lastra
con ancestrales tambores. 9
Nos referimos al Carioca, el Arlequín, el Jardín Águila, el
Bar Americano, el Salón Noel y el de Las Quintas.
Mientras que “Pernett & The Caribbean Ravers” 10
Padre de Francisco, Lucho, Efraín, Tomasito y Pompilio,
encarnan el novedoso sonido que mezcla música que después será la base de la Orquesta de Pacho Galán.

66
Viñetas sobre el carnaval de Barranquilla

Adolfo González Henríquez*

PRIMERA VIÑETA: segundo lugar, la llegada de los «desgraciados» (como


MESTIZAJE, CATOLICISMO, SAN MAMERTO los llamó alguna vez Germán Arciniegas), aventure-
Y DESGRACIADOS ros que traían su bagaje de fiestas surtidas (carna-
vales, fiestas de locos, procesiones, liturgias danzadas
Los antecedentes del carnaval de Barranquilla se re- y demás), mezclas de antiguos paganismos y cristia-
montan a la llegada de los primeros conquistadores nismos, es decir, de numerosos portadores de la cul-
a Tierra Firme, es decir, a los inicios de la historia tura popular de la Edad Media, cuya expresión más
mestiza del Caribe importante era el
colombiano. Con carnaval.2 Y en ter-
ellos, llegaron los cer lugar, la presen-
primeros agentes cia de los «mas des-
del mestizaje: en graciados», del com-
primer lugar, la re- ponente negro, pro-
ligión católica, a cedente de múltiples
través del principio culturas africanas, y
de la igualdad fun- del componente in-
damental de todos dio, procedente del
ante Dios, y de su trauma más espec-
realismo político tacular que hayan
milenario, que le in- conocido los siglos;
Revista Barranquilla Gráfica

dicaba la conve- las presencias de


niencia de ganar ambos se perciben
adeptos utilizando en su conocimiento
el afecto antes que del entorno y su
la razón; como sím- aporte de materiales
bolo inicial signifi- físicos, elementos de
cativo, la acostum- música y danza, re-
brada misa de ac- latos, máscaras, dis-
ción de gracias, po- fraces.
cos minutos des- Comparsa Calipso Trinidad del Club Barranquilla, 1973.
pués del desembar- Durante la Colo-
co, con sus cantos responsoriales entre el sacerdote nia, la primera festividad organizada que incor-
y los feligreses que inflamó la imaginación de los pora elementos folclóricos es la procesión del Cor-
aborígenes, dada su fascinación por el ritual.1 En pus Christi, donde la intención piadosa coincidía
con caballos, toros, bailes y disfraces.3 Una con-
* Abogado de la Universidad Libre, y Sociólogo de la tinuación del realismo político medieval católico,
Universidad Nacional, Bogotá. Profesor de la Universidad
que utilizaba el ritual como instrumento de con-
del Atlántico y de la Universidad del Norte. Este artículo fue
escrito especialmente para Huellas. trol social, evidenciado en las procesiones viene-

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 67-72: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
67
sas con flores y dragones del obispo san Mamerto la ciudad más aburrida de todas las que he cono-
en el siglo VI.4 Las celebraciones del Corpus Christi cido.» Sin embargo, cuando se tuvieron noticias
en el Caribe colombiano incluyeron danzas como la sobre las victorias logradas en Maracaibo por las
de los diablitos, y la Conquista, especie de auto fuerzas republicanas mandadas por José Pruden-
guerrero que recuerda la gesta conquistadora me- cio Padilla, se alegraron hasta los samarios:
diante la escenificación callejera de un choque en-
tre indios disparando flechas y militares haciendo Cuando a la una de la mañana la gente supo la
tiros al aire, y todos cantando en tonos melancóli- noticia, comenzó a festejar en la forma más estrepi-
cos o triunfales, visibles en las procesiones de tosa [...] grupos de personas desfilaban cantando
Chiriguaná y Mompox.5 Y en la Barranquilla de 1799 por las calles y tocando en todas las puertas [...] La
algo relajado, inconcebible pero no subversivo: la banda desfiló por las calles, se encendieron foga-
presencia simbólica del Maligno en predios litúrgicos tas y se lanzó pólvora por todas partes. En mi vida
con los disfraces de matachines y diablos que ter- había oído ruidos tan disonantes y ensordecedores.
minaban entrando en la catedral postrados hasta 15 de julio. Hoy todos los almacenes están cerra-
el pie del altar; allí, como también ocurría, fuma- dos y el regocijo general continúa en todo su furor.
ban tabaco, bebían, comían y bailaban.6 Este rea- 16 de julio. El pueblo expresó su alborozo en la for-
lismo político eclesiástico, a la postre terminó legi- ma más increíble. Por la noche en la guarnición de
timando el relajo. oficiales se ofreció un baile que me dio la oportuni-
dad de conocer algunas de las principales familias
SEGUNDA VIÑETA: de Santa Marta. Las mujeres son muy morenas y,
REPÚBLICA Y CARNAVAL en general, bastante feas, descuidadas en el vesti-
do y en su persona y de maneras muy poco atracti-
El Caribe colombiano saludó el nacimiento de la vas. Les gustan muchísimo los bailes populares es-
nueva república grancolombiana en el estilo del pañoles y el vals; bailan con gran animación y cier-
carnaval. En octubre de 1821, Barranquilla cele- ta elegancia, especialmente las danzas españolas
bró la liberación de Cartagena por el ejército re- que son tan variadas y bonitas. Una cosa curiosa
belde del general Montilla, verdadero comienzo en estas fiestas es que están abiertas al público;
de nuestra vida independiente. La descripción de cuando la gente oye música en cualquier parte, no
las fiestas fue tomada de la Gaceta de Santa Mar- tiene inconvenientes en ir entrando a mirar la fiesta
ta, un periódico de la época: y lo raro es que, en vez de despedir al intruso, se le
permite estar entre los invitados.8
A pesar de haber llegado la noticia oficial a las
diez de la noche del día 12 [de octubre de 1821], Entre 1825 y 1826 estuvo por estas tierras el
por un movimiento espontáneo el pueblo la convir- funcionario oficial sueco Carl August Gosselman,
tió en día prorrumpiendo en vivas, danzas y todo quien llegó a la conclusión de que el baile y los
género de diversiones hasta la mañana en que se juegos de salón eran el único entretenimiento de
publicó un bando muy solemne a que asistieron las clases altas cartageneras: «Puedo decir con ra-
todas las autoridades civiles y militares, renovan- zón que los colombianos durante la mitad del año
do el pueblo cada momento sus vivas y aclamacio- tienen días de fiesta y el otro medio año no hacen
nes a nuestros dignos generales. El día 14 hubo nada.» Posteriormente, también observó que cele-
función de iglesia, y salieron por las calles dos ca- braban el aniversario de la liberación de Cartage-
rros en contraste: el uno brillantemente adornado na con ambiente de feria: desfiles, música, mu-
con damascos y espejos en que una hermosa niña chos niños en las calles, y donde el baile coincide
rica-mente vestida figuraba a Colombia triunfan- con el juego de azar. Constató la celebración de «el
te, y otras jóvenes que la iban asistiendo y lleva- carnaval de Navidad» y las fiestas del 20 de enero,
ban sus jeroglíficos; y otro carro estudiadamente eventos que describe como muy musicales, y don-
ruin y maltratado, en que se veía a Fernando VII de registra el impacto que le produce la costumbre
abatido y moribundo, con su cetro y corona caí- de empolvarse la cara con harina blanca.9
dos, y sus ministros y satélites en una desespera-
da confusión.7 TERCERA VIÑETA:
CARTAGENA 1824 Y BARRANQUILLA 1829
Dos años después, el 14 de julio de 1823, un
anónimo súbdito británico llegó a Santa Marta para Por esos mismos años empezaron a llegar extran-
calificarla con esta frase cierta y demoledora: «es jeros, el signo de los nuevos tiempos republica-

68
nos, los síntomas de la futura pujanza que al- sonas que, rodeadas de una multitud que tiene li-
canzaría Barranquilla. El viajero norteamericano bre acceso, colocan la fantasía en sus pies y se
Rensselaer van Rensselaer consigna sus impre- sumergen en un vals vertiginoso y, de vez en cuan-
siones sobre las fiestas navideñas de Cartagena, do, se detienen a observar la explosión de alguna
las cuales sugieren algún parecido con ciertos car- espléndida exhibición pirotécnica. Sólo la clase más
navales europeos: rica usa máscara y seguramente la gran mayoría
asiste sin poder costearse una. Los vestidos usua-
Las fiestas, o celebraciones de las vacaciones, em- les de las damas suelen ser muy costosos y ele-
piezan un poco antes de Navidad y continúan unos gantes; el principal adorno de cabeza es una pei-
diez o doce días después, durante los cuales hay neta grande hecha de concha de nácar cubierta
una parálisis laboral casi completa; incluso para con una lujosa mantilla negra; ornamentos de oro
ciertos períodos la ley prohíbe efectuar transaccio- alrededor del cuello, vestidos blancos, medias de
nes comerciales. Durante estas fiestas, se mantie- seda con encajes y zapatillas de satín constituyen
nen bailes y disfraces en la plaza pública todas aquí la vestimenta para todos los climas. Nunca se
las noches hasta el amanecer y no se permiten fies- usan bonetes por el calor y la sofocación extrema-
tas privadas; allí, bajo un amplio pabellón sosteni- dos. El vestido de los caballeros es de un material
do por postes, puede admirarse semejante condu- blanco y los niños de las clases más pobres an-
mio de «espíritus blancos y negros, espíritus azu- dan por las calles con los vestidos que la naturale-
les y grises». Allí se puede mirar a cientos de per- za les dio y nada más. Las damas, al disfrazarse,
Archivo de la familia Dugand Renowitzky

Comparsa Viva México del Country Club, 1971.

69
están más interesadas en per- picante, porque las damas pre-
manecer de incógnito que en re- ferían al anonimato a efectuar
presentar a su personaje, como la representación del disfraz, la
es la usanza en Europa. Por esa aventura de ocasión sobre el tea-
razón, no estaba tan contento, tro. Por otra parte, está el fan-
pero sí había algunos disfraces dango que los esclavos organi-
que representaban a su perso- zaron marginados en una esqui-
naje razonablemente bien. Entre na de la plaza, quienes se divier-
ellos, un indio norteamericano ten imitando a «quienes son me-
con su hacha, su correa de cuen- jores que ellos», cosa poco exac-
tas, cuchillo y rifle, una monja Archivo de la Casa del Carnaval, ACC ta a todas luces. Un fandango
de apariencia grave, un sexa- esta bien lejos del ambiente so-
genario gotoso con dos bellas fisticado de las clases altas. Y la
hijas, cada una de las cuales imitación de los populares era
buscaba evidentemente la opor- una reubicación de los ritos eli-
tunidad de escaparse con algún tistas dentro de su propia cul-
amante buen mozo. El pobre vie- tura, caricatura, si se quiere,
jo no veía mucho más allá de sus pero nunca copia exacta.
narices y, cuando ellas bailaban,
tenía que ir a buscarlas hasta También de estos mismos
que la tos lo obligaba a regresar años es el desaparecido carna-
a su silla. También había un val de Cartagena descrito por
mico con sus dos amos, pero lo Carnaval de los niños. el general Posada Gutiérrez,
mejor fue un bajá con su sultana, donde había exhibición de dis-
ricamente vestidos en sus atuendos orientales y que fraces y manifestación de los cabildos. Entre éstos
representaban muy bien a sus personajes. Cuando había mandinga, carabalí, congo, mina y demás, y
pasaron al lado de nosotros, comenté al capitán Fish a semejanza de lo que ocurría en Cuba con el día
lo que pensaba de ellos, agregando que no me sorpren- de Reyes, los amos permitían que sus esclavos pu-
día el buen gusto del bajá al dedicarse a la compañía dieran expresarse libremente durante estas efe-
de una sola señora que pudiera desempeñarse tan bien mérides. La narración de Posada Gutiérrez se re-
como la sultana. Al cabo de un rato, el disfrazado se fiere al domingo de carnaval:
dirigió a mí diciendo: «¿Cómo está usted, señor inglés?»:
de donde deduje que había entendido mi observación. En ese día [...] imitando con alegría las costum-
No pude averiguar de quién se trataba, pero por la es- bres de su patria [...] embrazando grandes escu-
tatura y figura supuse que era un tal Mr. Bunch, el dos de madera forrados en papel de colores, lle-
inglés más rico del lugar, a quien me habían presenta- vando delantales de cuero de tigre; en la cabeza
do anteriormente. Los disfrazados raras veces salu- una especie de rodete de cartón guarnecido de
dan a un extraño o a una persona que no conozcan, plumas de colores vivos; la cara, el pecho, los bra-
pero siempre contestan cuando se les saluda. El do- zos, y las piernas pintadas de labores rojas y em-
mingo es el día de gala, se pasa revista general y se puñando espadas y sables desenvainados; sa-
fuman muchos cigarros. Una esquina de la plaza es lían de la ciudad a las ocho de la mañana y bajo
utilizada por los esclavos durante «las fiestas»: y éstos, el fuego abrasador del sol [...] iban cantando, bai-
a imitación de quienes son mejores que ellos, se divier- lando, dando brincos y haciendo contorsiones al
ten a su manera bailando unos monótonos «fandan- son de tambores, panderetas con cascabeles, y
gos» durante las festividades.10 golpeando platillos y almireces de cobre; y con
semejante estruendo y tan terrible agitación, al-
Por lo que se aprecia, estas celebraciones tenían gunos haciendo tiros con escopetas y carabinas
carácter masivo, total, callejero, compartiendo la pla- por todo el camino, llegaban a la Popa bañados
za pública con delimitación espacial que también es en sudor, pero sin cansarse. Las mujeres no iban
de clase y raza: los sectores populares (generalmen- vestidas a la africana, esto es, no iban casi des-
te negros, mestizos e indios) estaban bien diferen- nudas; sus amas se esmeraban en adornarlas con
ciados de los espacios de las clases altas. En éstas, sus propias alhajas, porque hasta en esto entra-
una imitación de los carnavales europeos, como lo ba la emulación y la competencia. Las reinas de
evidencian los motivos de los disfraces, no sin toque cada cabildo marchaban erguidas, deslumbran-

70
tes de pedrería y galones
de oro, con la corona de
reina guarnecida de dia-
mantes, de esmeraldas,
de perlas, y la negra bo-
zal se veía que con la ri-
queza que llevaban enci-
ma habría podido liberar-
se ella y su familia, y que
pasadas las fiestas vol-
vía triste y abatida a su-
frir el agudo dolor moral
y las penalidades físicas
de la esclavitud. Sólo el
rey y la reina podían lle-
var paraguas, como un
privilegio exclusivo de la
majestad real. Las prin-
cesas y damas de la cor-
te no pudiendo llevar

ACC
sombreros se cargaban la
cabeza de guirnaldas y
ramos de flores, tanto por Danza del Garabato.
alivio como por adorno.
Aquellos eran los días de casi libertad para los ro norteamericano escribió una carta a su padre
esclavos. Siendo ellos protegidos por la venera- en la cual capta el espíritu de este carnaval con
ción que se tenía a la mujer escogida por Dios para un estilo que ya desearían tener los modernos
«consuelo de los afligidos» sus amos les daban cronistas del tema:
solaz y holganza, y no habrían podido hacer lo
contrario aunque hubiera querido, porque la cos- Tuvimos la fiesta del Carnaval que en Italia dura
tumbre y la opinión los obligaba a ello, y la auto- varias semanas, pero en este lugar, donde tantos
ridad misma lo exigía. Oída la misa solemne a dependen de la labor cotidiana, ha sido pruden-
las doce del día, bajaban todos llenos de conten- temente reducida a tres días durante los cuales
to y unción religiosa, con la misma agitación con no es del caso trabajar porque todo es alegría y
que habían subido y entraban a la ciudad como a travesura. No podría decir ahora sobre el motivo
las tres de la tarde [...] y las reinas y princesas que originó el festival, si fue el paganismo o al-
se apresuraban a devolver a sus amos las valio- gún evento eclesiástico. Aquí parece que el lugar
sas alhajas de su adorno, temblando de haber principal lo tienen los aborígenes del país con sus
perdido algunas, lo que no sucedió jamás. Desde trajes antiguos [...] Observé que los numerosos
aquel momento, hombres y mujeres quedaban disfraces que pasaban en grupos se golpeaban
completamente libres para divertirse en sus ca- unos a otros con palos y que la ropa vuela en pe-
bildos hasta las seis de la mañana del miércoles, dazos cuando hay riña alrededor de cualquier
que oían misa en San Diego, en el altar de san fruslería, pero sólo en una ocasión vi que alguien
Benito el negro, en la que el sacerdote les impri- perdió el buen humor y al pobre diablo le cobra-
mía en la frente la cruz de la ceniza.11 ron muy cara su aspereza. Una muchedumbre dis-
frazada lo agarró y, después de frotarle la cara
Por su parte, Rensselaer describe el carnaval con una yerba urticante, unos lo tomaron de los
de Barranquilla de 1829, haciendo un temprano tobillos hasta ponerlo boca abajo y otros lo gol-
registro que contradice las afirmaciones usua- pearon sin misericordia en una parte innombrable.
les sobre el inicio de esta fiesta a mediados del La lección del caso era mostrar que, del mismo
siglo. Apenas iniciaba Juan Bernardo Elbers sus modo que no se había intentado infligir un daño
aventuras pioneras con la navegación en vapor real, nadie debía enfadarse por las triquiñuelas
por el río Magdalena, y la ciudad era poco más que sufriera. Recordé esta lección cuando, en el
que bodegas rodeadas de arena, cuando el viaje- transcurso de la mañana, un disfrazado me lan-

71
zó un huevo que me golpeó pleno en el pecho sobre dientos de sangre, dejaba una impresión no muy
mi inmaculado lino blanco y se rompió pero, para fácil de erradicar.12
mi satisfacción, encontré que sólo contenía agua
pura; la yema y la clara se le habían extraído pre- Otra vez la Conquista, consagrada a recordar la
cisamente con ese propósito [...] Entre todos los sangrienta gesta española, la lucha entre aboríge-
grupos que llamaron mi atención, ninguno capturó nes y conquistadores, la violencia simbólica que
mi fantasía por la originalidad y lo apropiado de recrea los orígenes de la cultura. Muy atinadamen-
su disfraz como dos grupos de indígenas: el pri- te, Van Rensselaer capta la presencia de los ele-
mer grupo, dirigido por un cacique nombrado es- mentos aborígenes, como si ésta fuera una oca-
pecialmente para la ocasión, fue escogido de entre sión para resucitar todos los fantasmas y pabello-
los descendientes del pueblo desafortunado que nes que intentó sepultar la violencia conquistado-
representan; el otro grupo, que eran los indígenas ra. Razón tenía en percibir «ecos ancestrales» y
civilizados, actuaban de acuerdo con el ejército. El otras cosas que le dejaron «una impresión no muy
objetivo de los dos grupos era mostrar la subyuga- fácil de erradicar». Y no era para menos. Descen-
ción del país por los españoles sobre los primiti- dientes de aborígenes y esclavos que utilizaban sus
vos aborígenes que habían sido los únicos «due- danzas vernáculas como mecanismo de memoria
ños de la tierra». Los dos grupos evitaron cuidado- colectiva, para que nadie se olvidara del rostro del
samente encontrarse hasta la noche del tercer día; enemigo. Van Rensselaer nos dice que el ambiente
mientras tanto todos se dedicaban a divertirse lo estaba marcado por música interpretada por el con-
mejor posible. La tribu no sometida se vistió con junto de gaitas, que tenía una melodía entre sal-
toda la grandeza aborigen; cada guerrero llevaba vaje y alegre evocadora de antepasados tribales y
arco y cargas y ocasionalmente bailaba en las ca- de anhelos libertarios.
lles al sonido de su música nativa, producida en
una especie de flauta por dos intérpretes. Estas NOTAS
flautas tenían tres pies de largo; la primera contie- 1
Natalio Galán, Cuba y sus sones, Valencia, Editorial
ne cuatro huecos para colocar los dedos y produce Pre-Textos, 1997, p. 21; Joseph Arbena, Henry Schmidt y
un aire melodioso, salvaje y alegre que la gente David Vassberg, Regionalism and the Musical Heritage of
adora en exceso. La otra flauta no tiene sino uno o Latin America, Institute of Latin American Studies, Uni-
dos huecos para los dedos y con una calabaza lle- versity of Texas, Central Duplicating, 1980, p. 54.
2
Mijail Bajtin, La cultura popular de la Edad Media y
na de granos se utiliza por la segunda persona Renacimiento, Madrid, Alianza Editorial, 1990.
como acompañante de la primera. Las danzas para 3
Fernando Ortiz, Los viejos carnavales habaneros: Estu-
esta música se desarrollaron sistemática y regu- dios etnosociológicos, La Habana, Editorial de Ciencias So-
larmente, y el tono familiar de un grito de guerra ciales. 1991, p. 202-221.
4
Jacques Le Goff, Tiempo, trabajo y cultura en el Occi-
especialmente profundo hacía renacer ecos ances- dente medieval, Madrid, Ediciones Taurus, 1983, p. 251-
trales. Los vistosos trajes de esta tribu salvaje se 260.
5
hacían más llamativos todavía con una profusión Susana Friedman, Las fiestas de junio en el Nuevo Rei-
de plumas brillantes sobre las cuales desplega- no, [s.c.], Editorial Kelly, 1983, p. 38-41
6
Gabriel Martínez Reyes (comp.), Cartas de los obispos
ban el arco y la flecha, sus armas originales, y de Cartagena de Indias durante el período hispánico, 1534-
que le imprimían una apariencia grotesca Y más 1820. Medellín, Publicaciones de la Academia Colombiana
bien espléndida en conjunto. Al anochecer del ter- de Historia Eclesiástica, 1986, p. 491-492, 498, 647.
7
cer día, las tropas y sus amigos indígenas mar- Néstor Madrid-Malo, «De la reconquista a la libertad»,
Diario del Caribe, Barranquilla, 1987, p. 16.
charon juntos hacia un espacio abierto donde es- 8
Anónimo, Cartas escritas desde Colombia durante un
taban las tribus salvajes, allí tuvo lugar una bata- viaje de Caracas a Bogotá, y desde allí a Santa Marta en
lla en la cual estos últimos fueron completamente 1823. Bogotá, Banco de la República, 1975, p. 123-124.
9
derrotados y hechos prisioneros y el espectáculo Carl August Gosselman, Viaje por Colombia: 1825 y
1826, Bogotá, Banco de la República, p. 91, 92; 115-116.
termina con el bautizo de uno de los cautivos. No 10
Catharina V. R. Bonney, A Legacy of Historical
había sido sino un burlesco simulacro de pelea con Gleanings, Albany, 1875, Vol. 1, p. 447-448. Traducción de
muchos gritos y unos cuantos golpes de lanza y, Adolfo González Henríquez.
11
sin embargo, el espectáculo despertaba una serie Joaquín Posada Gutiérrez, Memorias histórico-políti-
cas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1929, p. 208, 209.
de ideas que, naturalmente, asociadas con el trato 12
Catharina V. R. Bonney, A Legacy of Historical
antinatural y cruel que los antepasados de esta Gleanings, Albany, 1875, Vol. 1, p. 467-468. Traducción de
misma gente recibieron de sus conquistadores se- Adolfo González Henríquez.

72
El carnaval: vida para vencer a la muerte
Crónica de una “cachaca en Curramba”

Paloma Pérez Sastre*

Todas las imágenes del carnaval son dobles, reúnen acercan y crece la expectativa por lo que se verá
en sí ambos polos del cambio y de la crisis: nacimien- cuando el avión salga de la crema de nubes, pero
to y muerte, bendición y maldición, elogio e injuria, me aterrorizo con la turbulencia. Cuál miedo,
juventud y vejez, alto y bajo, cara y trasero, estupi- “cuando estoy en la parranda no me acuerdo de la
dez y sabiduría. Mijail Bajtin muerte”. Me imagino, entonces, que estoy en un
simulador de cohete espacial. Se abre un claro,
DE MAÑANA, VOLAR aparece el gran río y una ciénaga color pantano.

“Crean comando de perros para detectar fosas co- En el aeropuerto, una marimonda1 y un mono-
munes” es el titular que me asalta en la primera cuco2 nos entregan los equipajes y, en el barrio el
página de El tiempo en el aeropuerto, cuando aún Prado, avenidas amplias llenas de guayacanes ro-
renegaba de la ma- sados florecidos nos
drugada. He dejado dan la bienvenida.
por descuido el reloj
sobre la mesa de no- DE NOCHE,
che. Menos mal, por- VER BAILAR
que la noche ante-
rior, ya acostada, y al A la manera de bai-
rato de pronunciar lar de los antioque-
las palabras rituales ños le sobra o le fal-
de víspera de viaje “lo ta un movimiento de
que se quedó se que- caderas. Sospecho
dó”, me di cuenta de que lo segundo, y
que no había empa- que la añadidura
cado los pasajes. obedece a la incapa-
Buen augurio, perde- cidad insuperable de
ría el tiempo, pero no hacerlo bien, es de-
las alas. De olvidar y cir, como los coste-
salirse de sí se trata ños o los caleños.
en carnaval. “Extra- Nos sobreactuamos
Foto de Vivian Saad
ña muerte de pre- al bailar. Qué se le
mier”, Tánatos insiste en el periódico, yo voy a en- va a hacer, somos tiesos; no por prejuicio, sino
contrarme con el rey Momo. por física tara. Dos piendamosinas exhiben pare-
cida torpeza. Esas representantes de otra especie
Mientras me concentro en el suelo movedizo de de cachacos, han aparecido llevadas por un paisa
agua evaporada, la pareja de adelante se besa, otra canoso de familia distinguida. Dos chicas pobres
forma de estar en blanco. Hora y media después que se había levantado en el Carnaval de Negros y
aparece en el espacio la silueta de una cordillera;
1
montañas, similares a nubes fijas y oscuras, se Una especie de elefante que expresa el origen africano y
el cruce de culturas. Caricaturiza a las viejas chismosas
“lengüilargas” barranquilleras. La forma fálica de las másca-
* Profesora de la Universidad de Antioquia. Este artículo ras, le dan un toque sexual.
2
fue escrito especialmente para Huellas. Traje árabe con máscara y velo.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 73-75: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
73
Blancos en Pasto el mes anterior. Las había pre- ral con un motivo submarino de Nemo, el pescadito de
sentado como un trofeo y había exigido con mali- la película gringa.
cia la complicidad del hombre que nos acompaña.
Con expresión de perfecto disfrute, un grupo de
Definitivamente, lo más interesante está en la niñas forma coreografías. Una que otra pareja se sa-
concurrencia local, en la felicidad que resplande- cude en movimientos de mapalé; otras, muy pegadas
ce en los rostros de los invitados al jolgorio con los dan pasos menuditos, y ¡cómo se coquetean! No to-
sombreros vueltiaos, las flores artificiales en las dos bailan, ni todos los que bailan mueven los hom-
pavas, la ropa de colores estridentes, las gafas os- bros, pero ¡cuando los mueven…! un motor se les en-
curas con bombillitos de colores y los grupos de ciende en los hombros y se transmite a todo el cuerpo,
amigos uniformados en el disfraz. Una pareja de despacio, con una sensualidad que hace imposible
poncho de seda blanco, pantalón del mismo mate- concebir otra noción de ella. Con la cintura como eje,
rial con boleros verde, rojo y amarillo para com- un movimiento de brazada de ave acuática se apode-
pletar los colores de la bandera de Barranquilla, ra de los brazos; y una cadencia de delirante suavi-
baila pegadita. Me antojo de una bolsita en forma dad, de las caderas. Las manos giran y se enroscan
de marimonda, tejida en maya para colgarse el ce- andaluzas. Es el dichoso momento en que el mestiza-
lular. También quiero ponerme colgandejos de je de árabes, negros y españoles estalla en ritmo. ¡Qué
torito, tigre y congo, encima de una blusa de fusión maravillosa!
colorinches.
Vuelve la estridencia del equipo de sonido con mez-
Es una fiesta organizada por un grupo de compa- clas de músicas en las que reconozco retazos de
ñeras de colegio, señoras cercanas a los sesenta años; mapalé, regae y rap. Al deseo de seguir mirando, pro-
algunas vienen de otras ciudades. El volumen inve- testan los oídos maltratados. Hay que sacrificar los
rosímil nos repele desde la puerta y presagia un es- ojos, e irse a dormir de caminada. Entonces, la piel
collo para nuestros propósitos rumberos. Los oídos sale ganando en el regodeo con la brisa.
empiezan a entumecerse. Nos sentamos lejos de los
parlantes, pero como al que no quiere caldo… al rato DE TARDE, BATALLA
llega un disfrazado a poner uno enfrente. Las buenas
intenciones empiezan a resquebrajarse, y las ganas Alegría, jolgorio, recocha, un tiempo corto de vida
de ahorcar se alivian cuando llega un grupo de flauta para vencer a la muerte. Fiesta desbordada, eso es
de millo, tambor y guache. Un refresco de hermoso el carnaval. Es el espíritu que mueve multitudes
sonido acústico, natural; un gozoso paraje de identi- hacia el “cumbiódromo” a presenciar la “Batalla de
ficación en medio de la extrañeza. flores”. Por tres días consecutivos, con el río de fon-
do, en tardes radiantes, alumbran las camisas vis-
Yo te amé con gran delirio, tosas, los disfraces y, sobre todo, las risas y los cuer-
y pasión desenfrenada... pos dispuestos para la batalla, ¿de flores?, no, de
y te olvidé, te olvidé, te olvidé… espuma. Mientras las comparsas desfilan, en las
te reías del martirio, graderías, al ritmo de tambor y flauta de millo, el
te reías del martiri licor pasa de mano en mano y la gente, armada de
o de mi pobre corazón… aerosoles, dispara a desconocidos y amigos. El es-
y sin embargo cuantas veces te rogué… pectáculo de la calle: carrozas, reinas, danzas,
toritos, congos y marimondas, pierde protagonismo.
Ya más liviana, y oyendo detrás de un eco, me Tan esperado habrá sido el ritual, que ni ellos ni
sitúo en un aquí y ahora de patio con almendro y sus bolsillos (un aerosol vale 5 ó 6 mil pesos) se
cielo estrellado. El clima es el más agradable que re- cansan. La tarde entera pintan de blanco lo que
cuerde, tibio y fresco por la brisa que no falta. Brisa llama su atención. Observo cómo los hombres po-
del mar, viento del río, qué ubicación privilegiada la nen la mira en los pechos y estómagos descubiertos
de esta ciudad. En uno de los inquietos recorridos de de las mujeres que pasan y en los rostros y genitales
los ojos que no quieren perderse nada, me encuen- de los amigos, ¿sublimación? Todo vale en carna-
tro con una bandera inmensa de los Estados Unidos val. Cuando alguien nos descubre, tan limpitos y
clavada en la pared del corredor que conduce al patio, quietos, se corre la voz “cachacos”, y por arte de
al lado de una pequeña de Colombia. Estamos en un magia quedamos convertidos en risueños muñecos
jardín infantil bilingüe del que es propietaria una de de nieve.
las anfitrionas; en el salón de al lado observo un mu-

74
Esta es la puya loca…
esta es la puya loca…

DANZAS DE RELACIÓN

En un kiosco ubicado al lado del teatro


Amira de la Rosa se presentan estas con-
movedoras expresiones de cultura popular
procedentes de los pueblos del Atlántico. Se
representan escenas de la vida diaria de
las personas, así como la zoología local. Me
llaman la atención, además de la
emblemática “Danza del garabato”, herede-
ra de las danzas macabras de las ferias me-
dievales, la de “Los coyongos”, unas garzas
de Ciénaga. Las aves son unos conos in-
mensos rematados en cabeza de pájaro, con
pico de madera. La danza consiste en no
dejarse alcanzar por el cazador; en cambio,
y como símbolo de victoria de la vida sobre
Foto de Enrique García
la muerte, los coyongos se comen un
bocachico de papel de aluminio. Los picos hacen las esposa bailando en amacise con un tigre de Bengala.
veces de instrumentos de madera que suenan como En otro carnaval, un lunes, sucedió el crimen impre-
claves, y recuerdan la “Danza del paloteo”. sionante de tres damas distinguidas, abuela, hija y
nieta, muertas a trancazos por un estudiante de me-
Sigue la “Danza de los micos y las micas”. Los tra- dicina que dio lugar a la novela El pez en el espejo de
jes son mamelucos de peluche con máscaras del mis- Alberto Duque López.
mo material ¡con este calor!, ellas con faldas; todos
con mochilas de fique de colores terciadas. Mientras JOSELITO, HOMBRE/MUJER
bailan, al principio en silencio, luego con grupo de tam-
bores, imitan los movimientos de los primates hacien- El evento más divertido, y el que tal vez expresa mejor
do énfasis en los comportamientos sexuales. Mien- el placer del disfraz y el goce de la trasgresión, es el
tras tanto se oyen los comentarios de los asistentes entierro de Joselito, el martes por la tarde. Grupos de
divertidos interpretando los gestos: espulgar, corte- amigos proponen sus cortejos-comparsa a un jurado.
jar, copular, pelear… Más tarde los volveríamos a en- Las viudas, en su mayoría, hombres vestidos de mu-
contrar haciendo monerías y pidiendo monedas cuan- jer, algunas embarazadas, lloran la muerte del carna-
do esperábamos el cortejo de Joselito Carnaval. val. Los atuendos y las caras delatan las clases socia-
les. Un rico industrial, que frisa los setenta, desfila
MUERTE, A PESAR DE TODO con un traje negro escotado y moño en la cabellera
canosa recogida en cola de caballo; con los labios pin-
Te olvidé, te olvide… suena por todas partes, parece tados, llorando, muy orgulloso, al lado de sus hijos, tam-
ser el himno del carnaval. Qué mayor liberación que bién disfrazados, en un carro de los años sesenta.
olvidar un mal amor… pero, como no todas las trage-
dias son de amores, no podía faltar el horror en car- DESPEDIDA SIDERAL
naval. La muerte encuentra la manera de colarse y
hacer de las suyas en la misma proporción de la risa. Esa noche, la última, volvemos a la casa cami-
Este año, una niña de dos años fue violada y “apuña- nando. Arriba, una dichosa conjunción de brisa
lada con un destornillador” en la cara por varios hom- de mar y viento de río mueve las nubes con tal
bres borrachos. Causa escalofrío contarlo. Dice El Uni- fuerza, que el cielo se convierte en escenario de
versal que la madre salió a buscar al padre una lluvia de estrellas fugaces. El miércoles, al-
emparrandado y dejó a sus tres pequeños solos. Hace gunos llevarán una cruz de ceniza en la frente y
mucho tiempo sonó “El crimen del capuchón rojo”, empezará la espera, 40 días de sacrificio, que des-
cuando un hombre reconoció el capuchón rojo de su embocará en padecimiento.

75
Documentos para una historia del carnaval
de Barranquilla*

Luis Alarcón Meneses**

PRESENTACIÓN de trabajos de investi-


gación histórica que
La declaración del car- obedezcan a una línea
naval de Barranquilla de investigación siste-
como «obra maestra mática que supere el
del patrimonio oral e coyunturalismo y el vo-
inmaterial de la huma- luntarismo que ha ca-

Archivo Historico
nidad» por parte de la racterizado la mayoría
Unesco, supone varios de los trabajos que cen-
compromisos y retos tran su atención en el
que deben emprender carnaval de Barranqui-
las distintas institucio- lla, algunos de los cua-
nes y los actores que de una u otra forma están les no alcanzan a superar el carácter meramente
involucrados en esta manifestación cultural. Pero divulgativo y apologético. Urge entonces la reali-
estas acciones deben ir más allá de las formas zación de estudios históricos que vayan más allá
organizativas y el manejo del espacio para los dis- del mito de los orígenes para ocuparse de su de-
tintos desfiles que han proliferado en los últimos sarrollo, así como también de las vicisitudes, con-
años, pues de lo que se trata es de generar, desde flictos, reelaboraciones. Trabajos que permitan
los espacios académicos, una serie de trabajos de construir puentes de diálogo entre pasado y pre-
investigación que nos permitan estudiar a fondo y sente, y contribuyan a conocer, entender, expli-
con rigor nuestra fiesta, lo cual en la práctica, ade- car y comprender el carnaval, paso fundamental
más de contribuir a su conocimiento, permitiría su- para su valoración.
perar el presentismo que en ocasiones se le ha ve-
nido otorgando al carnaval, olvidándose así de de Estos trabajos que se realicen en el campo his-
la existencia de unos cimientos sobre los que se tórico, así como los que se lleven a cabo desde otras
soporta esta construcción colectiva. disciplinas y métodos, deben balancear los aspec-
tos conceptuales y empíricos, para no caer en es-
En efecto, una de las prioridades es la realiza- peculaciones o reproducción de modelos explicati-
ción, conjuntamente con otras áreas del saber, vos de carácter general, procurando adentrarse en
las particularidades, los detalles y los ritmos de
* Este trabajo es un avance, especial para Huellas, del vida. Es necesario tener en cuenta que la historia
proyecto de investigación «Carnaval, sociedad y política en es la vida en toda su complejidad y diversidad; por
Barranquilla 1849-1950» desarrollado por el Grupo de Inves- lo tanto, historiar el carnaval es, en la práctica,
tigaciones Históricas sobre Educación e Identidad Nacional.
** Profesor de la Universidad del Atlántico. Director del un intento por captar la realidad viva del pasado,
Grupo de Investigaciones Históricas sobre Educación e Iden- y en primer lugar, intereses y pasiones del hom-
tidad Nacional. E-mail: lalarcon@metrotel.net.co bre común, que es quien vive el carnaval y quien

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


76 p. 76-89: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
lo ha construido a lo largo del tiempo, y en el es- una cuestión mecánica, pues ello implica también
pacio local y regional. revalorar el significado y la utilidad de la fuente
para entenderla más como un artefacto cultural que
Pero para que la labor de investigación sobre el como un dato incontrovertible.1
carnaval se desarrolle en buena forma y con la
seguridad de obtener excelentes resultados, espe- Pretender construir la historia de cualquier as-
cialmente en lo que tiene que ver con los estudios pecto o periodo del carnaval sin el uso de fuentes,
históricos, es necesario tener una noción clara, terminaría por ser una fábula o un mito, y en el
no sólo sobre lo que debe ser investigado y cómo mejor de los casos un «sublime ejercicio de crea-
debe efectuarse, sino que, además, debe tenerse ción», pero nunca historia u otro trabajo con pre-
en cuenta con base en qué información documen- tensiones científicas.2
tal se realizarán estos trabajos. Ello supone que el
investigador, o quien funja las veces de tal, debe En sentido contrario, suponer que los documen-
tener a su alcance, además de las herramientas tos, cualquiera sea su tipo, y las fuentes en gene-
conceptuales, la materia prima sobre la cual ha ral constituyen la esencia de los hechos históri-
de concretar su labor de interrogar al pasado. cos, razón por la que hay que emprender una loca
carrera sólo por su recuperación y publicación, sin
Esta materia prima del historiador, y de mu- utilizarlas cómo materia prima para construir la
chos otros investigadores sociales, está constitui- historia, es quedarse en el primer escalón, en el
da por las llamadas fuentes, cualquiera que sea umbral de la puerta sin penetrar en el fantástico
su tipo, las que van desde los restos, vestigios e mundo de la historia. Para nadie, entonces, es un
indicios del pasado que se pretende abordar. secreto que la historia debe hacerse basada en
fuentes, y que cualesquiera sean los métodos o
Identificar, censar y valorar las fuentes para la teorías que adopte, el estudioso no merecerá el
historia del carnaval es, desde luego, un paso fun- nombre de historiador a menos que conozca las
damental para alcanzar el éxito en los estudios so- fuentes y base en ellas su discurso interpretativo.
bre el particular, y para garantizar la recuperación
de la memoria histórica de este proceso histórico. Por esta razón, una de las prioridades que se
Sin caer en la exageración positivista o neopositivista impone, para empezar a llenar los vacíos de la his-
de considerar que las fuentes por sí solas explican toria del carnaval con abundantes y excelentes pro-
los problemas que debe abordar el investigador, sa- ducciones, es el establecimiento de los llamados
bemos que en ellas están presentes los datos y he- conocimientos previos, es decir, iniciar una bús-
chos necesarios para encontrar la coherencia, y con queda de las fuentes para de esta manera reunir
ella el camino para la explicación y la comprensión la materia prima fundamental con la cual el histo-
de los fenómenos histó-
ricos relacionados con
el carnaval.

Ésta es una labor


prioritaria para superar
el problema de la poca
tradición en el uso sis-
temático de las fuentes
por parte de algunos de
los estudiosos de nues-
tro carnaval. Esto no es

Comparsa
La Belle Epoque del
Country Club,
1968.

Archivo de la Familia Dugand Renowitzky

77
riador ha de trabajar en su labor de interrogar al tadística, etc. La prensa es, en definitiva, memo-
pasado. ria histórica que se enriquece con el paso del tiem-
po, según el criterio metodológico empleado y el
Éste es un trabajo heurístico, que hay que em- propósito con que se aborde su estudio.4
prender urgentemente, pues es necesario buscar
y reunir las fuentes para la investigación históri- En las páginas de periódicos como El Promotor,
ca, lo cual se constituye en el primer paso para El Estandarte, El Rigoletto, El Nacional, El Liberal,
recuperar e interpretar la memoria histórica alu- Diario del Comercio, La Prensa, El Heraldo y Diario
siva al carnaval. del Caribe, los que reposan en el Archivo Histórico
del Departamento del Atlántico, encontramos nu-
Pues, en contra de lo que creen algunos «inves- merosas claves útiles para despejar muchas de las
tigadores de domingo», existe una gran variedad y incógnitas de nuestra historia local y regional. Sin
volumen importante de fuentes que están a la es- embargo, tal como lo afirman algunos historiado-
pera de ser utilizadas por los estudiosos del pasa- res con una larga experiencia en su utilización,
do para, con base en ellas, desarrollar múltiples ésta no deja de tener una serie de limitaciones,
estudios relativos al carnaval. La existencia de entre las que sobresale la referente a su vulnera-
fuentes, aún inexploradas, se convierte en otro ca- bilidad frente a los procesos de apreciación objeti-
mino de motivaciones para el desarrollo de la his- va a la que pretenden llegar algunas técnicas de
toriografía sobre el carnaval, pues si bien es cierto investigación, y a su relativa juventud en nuestro
la historia de los grandes hitos nacionales tiene medio, hecho que implica necesariamente que su
múltiples y organizadas huellas para el docto ejer- uso debe entrecruzarse con otras topologías docu-
cicio del historiador, la historia menuda y cotidia- mentales que amplíen el horizonte de respuestas
na del carnaval tiene también sus fuentes docu- a los problemas e interrogantes planteados en la
mentales, entre las que se destacan los testimo- investigación.
nios orales,3 documentación notarial, fotografías,
informes de autoridades y prensa, entre otros dis- Como un indicativo de la importancia que tiene
cretos pero valiosos testimonios del ayer. la prensa como fuente del carnaval de Barranqui-
lla, queremos mostrar algunas informaciones do-
Dentro de las huellas con se que cuenta para cumentales que se pueden encontrar en estas pu-
construir la historia del carnaval se destaca la blicaciones locales. En esta ocasión, presentamos
prensa, pues ella constituye una de las fuentes cuatro de estos documentos aparecidos en el pe-
más abundantes y de gran valor para el estudio riódico El Promotor, el cual circuló en la ciudad
del desarrollo histórico del carnaval. El valor de la entre 1870 y 1907, constituyéndose en una de las
prensa como fuente documental es verdaderamente principales publicaciones de la época y destacán-
inagotable, en ella no sólo el historiador, sino tam- dose además por sus notas sobre la vida local y
bién cualquier otro investigador social, en- regional.
cuentra gran variedad de información que,
debidamente procesada y analizada, se con- Los documentos que a continuación
vierte en materia prima de primer orden transcribimos, los cuales datan de finales
para los estudios sociales, económicos, po- del siglo XIX, hacen parte de una serie de
líticos y culturales relacionados con nues- crónicas y descripciones que El Promotor
tra fiesta. solía publicar sobre diversos aspectos de
la vida local, pues así como en él se encuen-
La prensa, así como otras fuentes de ca- tran extensas referencias al carnaval, redac-
rácter hemerográfico, ofrecen al historiador tadas al parecer por su director Domingo González
un campo fecundo de estudio a través de una in- Rubio, aparecen también sobre otros aspectos pre-
formación muy puntual y relativamente ordena- sentes en la sociedad de la época, tales como festi-
da. Ella es testigo de sucesos, intérprete de acon- vidades religiosas, conmemoraciones patrias, fes-
tecimientos, reproductora de datos, medio para tejos gremiales, crímenes, elecciones, administra-
establecer secuencias cronológicas, medio de ex- ción pública y transporte, por mencionar sólo al-
presión de sectores sociales, portadora de discur- gunas de las informaciones con que se puede en-
sos políticos, difusora de ideas modernas o contrar el investigador, y lo cual le puede permitir
reafirmadora de las tradiciones, termómetro de adentrarse en las prácticas sociales y culturales
la opinión pública, portadora de información es- de una población que para aquel entonces apenas

78
Archivo de la Casa del Carnaval

Danza de los goleros de Sabanalarga

podría considerarse un villorrio con ínfulas de ciu- ban a los sectores sociales y lo étnico. Describe con
dad republicana. detalle las prácticas festivas que se sucedían en la
calle, así como las que se llevaban a cabo en las
* casas donde se realizaban los populares asaltos.
CARNAVAL Este material documental puede ser útil para
adentrarse en las formas como se fue estratificando
El primero de estos cuatro documentos, que data socialmente el carnaval, el tipo de instrumentos
de 1873, es una amena y aguda descripción cos- musicales utilizados y los aspectos que fueron
tumbrista que nos habla del carnaval local, pero construyéndose como lo distintivo del carnaval.
al mismo tiempo alude, a manera de comparación,
a otros carnavales del mundo, lo cual puede ser *
considerado como uno de los primeros intentos ALGO MÁS SOBRE EL CARNAVAL DE 1888
de reconocimiento desde la sociedad local de la
importancia y trascendencia de esta fiesta tradi- El tercer documento, correspondiente también a
cional, a la que muestra, sin ahondar en disqui- 1888, nos acerca a la presencia de los pueblos en
siciones filosóficas, como una teatralidad y una el carnaval, la musical interpretada, los tipos de
mascarada que se nutre de la vida local. Éste pue- bailes de la élite, las formas en que se desarrolla-
de ser útil para conocer el tipo de disfraces, más- ban los festejos, en los cuales se realizaba la hoy
caras y comparsas de la época, así como también desaparecida alborada musical. Muestra algunos
para ver qué tipo de participación tenía la mujer actores o animadores de la fiesta, así como la lla-
y las formas de diversión colectiva presentes en mada costumbre de la «prórroga», que permitía con-
los carnavales. tinuar los bailes aún después de terminar los cua-
tro días de carnaval.
*
CRÓNICA DEL CARNAVAL *
SUELTOS DEL CARNAVAL
El segundo documento, fechado en 1888, consti-
tuye una crónica en que se da cuenta de las for- «Sueltos del carnaval» es el cuarto y más corto de
mas y prácticas a través de las cuales la élite local los documentos relacionados, el cual data de 1897
celebraba el carnaval, el tipo de bebidas que inge- y en el que se nos describe el tipo de danzas pre-
rían, así como las formas en que estas representa- sentes, a la vez que ya se quejaba de la pérdida de

79
las «antiguas costumbres» y de cómo los proble- Bogotá, T.M. Editores, 1997, p. 88.
2
mas económicos afectaban la celebración de las Lozano, Jorge. El discurso histórico. Madrid, Alianza, 1994,
p. 63.
fiestas. Llama la atención la referencia que se hace 3
Sobre las fuentes orales, véase: Alarcón, Luis. «Oralidad
a la batalla de flores y a las prácticas que realiza- y carnaval». En: Puerta, Laurean (comp.) Carnaval en la Are-
ban los niños durante el carnaval, y de las cuales nosa. Barranquilla, Fondo de Publicaciones Universidad del
se queja el periódico. Atlántico, 1999, p. 87-100.
4
Eloy Fernández, Clemente. La prensa material de trabajo
para el historiador. Citado por: Martínez Riaza, Ascensión. «La
NOTAS prensa fuente documental para la independencia Hispano-
americana». En: Del Pino Díaz, Fermín. Ensayos de metodolo-
1
Colmenares, Germán. «Sobre fuentes, temporalidades y gía histórica en el campo americanista. Madrid, Consejo Supe-
escritura de la historia». En: Ensayos sobre Historiografía. rior de Investigaciones Científicas, 1985, p. 169.

Documento N 1
Carnaval
Se queja contra ti, buen Promotor, el bello sexo de da exterior se arregló de un modo satisfactorio (para
Barranquilla, pues dice, y con razón, que en los los acreedores), y lo de que el gran General no acaba
largos días que cuentas de existencia, no has teni- de morirse jamás, y lo de que el Cauca se embo-
do para él ni un artículo siquiera de lectura ame- chincha y embochincha, y el mito aquel del ferro-
na, ni una línea siquiera que hable al corazón, y carril del norte; da tregua a tan áridos temas, y
tú sabes que las mujeres tienen la cabeza en el habla de amor, de goces y placeres, que ése es el
corazón; agrega también ese bello sexo que tus co- lenguaje que hablan las hijas de Eva y el único
lumnas jamás han registrado nada que te haga idioma que comprenden.
digno y merecedor de ser leído con interés por unos
de esos ojos negros y chispeantes, que si miran La ocasión se te presenta propicia. Ya se acer-
queman, y si no miran matan; ni nada que hagan ca, ya está encima el deseado carnaval, la gran
sonreír algunos de esos labios de carmín, que tan fiesta que mete aquí tanta bulla, y que marca era
dulcemente saben sonreír. Y, francamente, a esas en los fastos barranquilleros. Vamos, pues, a ha-
hijas de Eva les asiste justicia para decir de ti lo blarles de carnaval. La fiesta de carnaval, que cada
que de ti dicen. Si mal doblado te encuentran por pueblo celebra a su manera, por aquello de que
ahí sobre una mesa, a donde te arrojó al acaso el cada cual tiene su modo de matar pulgas, y perdó-
primero que se fastidió de leerte, te cogen con sus neseme la mención del asqueroso animalejo, en
preciosas manecitas, te desdoblan y con ojo in- gracia de lo muy a pelo que viene el refrán, ha sido
quieto, recorren tus páginas para ver si en ellas definida compendiosamente por alguno que lo en-
encuentran algo de sustancial que las entretenga; tiende, diciendo que es una locura universal que
pero como lo sustancial para ellas es todo lo in- dura tres días, después de los cuales, cada uno
sustancial, y tú sólo te ocupas de política, inmi- recobra su respectivo juicio, si es que no lo ha per-
gración, comercio, y qué sé yo que más zarandajas dido definitivamente durante la parranda, y los
por el estilo pronto te arrojan, no ya sobre la mesa católicos se pintan una cruz de ceniza, en la fren-
donde te encontraron, sino al suelo, con un des- te, de seguro para espantar al diablo que han te-
dén capaz de despertar ideas de suicidio en el alma nido dentro del cuerpo.
del más timorato católico. De ahí te recogen y te
destinan a envolver cominos, o a otros objetos más Otro ha definido el carnaval diciendo que es una
degradantes e indignos bajo todos los aspectos, de época del año en que todo el mundo se disfraza el
la alta misión que te ha traído al mundo. cuerpo y se desdisfraza el alma. Profundo pensa-
miento filosófico de incuestionante exactitud. Amar-
Trata, pues, ¡oh Promotor!, de enmendar la pla- ga verdad que nos demuestra que vivimos en per-
na, y procura ver cómo halagas, siquiera por una petua mascarada, y que aprovechamos esos días
sola vez, los oídos de nuestras bellas desconten- de locura del carnaval para ocultar esta careta de
tas. Deja para otra ocasión aquello de que la deu- carne y hueso que siempre llevamos y que tanto

80
sabe aparentar lo que no siente, En aquellos lugares tienen
tras una rígida y fría de cartón o especial gracia y gusto, y como
de alambre, que nos permita dar quien dice, palito para disfra-
ensanche a lo que sinceramen- zarse. Grandes comparsas sa-
te sentimos, y poner en práctica len en coche a recorrer las ca-
lo que sinceramente pensamos. lles de la población, y traban
Sí, máscara es esta que de con- unas con otras, combates en
tinuo llevamos, como ella no hay que los proyectiles son flores y
ninguna que se preste más a grageas; y se grita y se canta y
aparentar lo que no sentimos, a se baila y se enamora, y de mo-
encubrir nuestros pensamien- mento en momento se suceden
tos. Ella ríe cuando el corazón los lances más originales, los
llora, ella se muestra satisfecha más chistosos chascos, y se
y gozosa cuando quizá mil sufren las más celebres equivo-
pulsantes aguijones desgarran el caciones y se reciben las más
alma. Y ella sabe también verter agradables (o desagradables)
lágrimas y representar la mími- sorpresas. Y aquel conjunto in-
ca del más profundo sentimien- forme de figuras estrafalarias,
to, cuando el corazón late de ale- de bellezas sin tacha, de feici-
gría y el alma rebosa de placer. dios sin enmienda, de ángeles,
de náyades, sirenas, pastoras y
Haced eso, representad tama- pastores, revueltos en confuso
ña ficción con una careta de cera tropel con legiones enteras de
o de alambre; ellas sí que no se dioses mitológicos, de héroes de
prestan a simular nada, ni apa- la antigüedad, de granaderos y
rentar nada que no sea un pen- frailes, de polichinelas y mari-
samiento íntimo, un deseo since- nos, es capaz de causar admi-
ro del que la lleva puesta, porque ración y hacer reír al inglés más
cabalmente las escogemos y nos Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo).
lleno de spleen.
las ponemos para poder, aprove-
chando la ocasión, dar franca ex- Ése es el conjunto que, en
pansión a nuestros interiores impulsos. cuanto a los detalles, podemos estudiarlos un poco,
si me acompañas, querida lectora. Mira, tras aque-
Quedemos, pues, convenidos, querida lectora, lla bella careta y aquel precioso disfraz de Diana
en que disfrazados estamos todo el año, y que en la cazadora, se oculta una esquelética cuarento-
los tres días del carnaval, nos quitamos los disfra- na, que con todo el dolor de su alma ha dado la
ces; y sigamos hablando de las fiestas, sin meter- vuelta a la esquina de la juventud, y que hoy tra-
nos en cuestiones filosóficas, y juzgándolas sim- ta, aprovechando el carnaval, de dar una virada
plemente cual las vemos con los ojos del cuerpo. de bordo para arribar de nuevo a ese puerto feliz
que dejó atrás. ¡Empeño vano!, el huracán de los
Ya te dije que cada pueblo tiene su modo de años infla las velas de esa existencia, y viento en
festejar el carnaval; en algunos es una diversión popa, lo conduce a ese último puerto en que hace-
muy agradable y muy decente, en otros es muy mos escala los mortales sobre la Tierra: a la tum-
bárbara, y en otros no es ni bárbara ni agradable ba. Sin embargo, la esperanza es lo último que se
ni de ningún modo, porque no la hay, como por pierde, y nuestra pobre cuarentona da pancadas
ejemplo, en Santafé de Bogota y en nuestras po- de ahogado. Lo que en ella era hueso se ha con-
blaciones del interior, que no tienen ni siquiera vertido en carne, gracias al disfraz; y el pecho se
noticias que de tal fiesta existe. En la bella Italia, alza mórbido y voluptuoso, y las arrugas han des-
y sobre todo en Venecia, Roma y Nápoles, se goza aparecido, y el carmín asoma, y el cabello, negro
mucho en ese tiempo, según me han dicho, pues con el ébano, flota en ondas sobre unos hombros,
yo no lo he visto; pero lo creo, que si uno fuera a cuya blancura envidiaría el precioso granito de
creer solamente lo que ve, yo no creería ni en mi Carrara, y cuya perfección tomaría por modelo un
bisabuelo, pues, no lo conocí. estatuario.

81
Allí la tierna niña que apenas si
alza los ojos para contestar con ti-
midez un saludo, y que se ruboriza
al escuchar la más mesurada ga-
lantería, abusa de la ceguedad de
Cupido, y lansa a diestra y sinies-
tra los agudos dardos, provocando
con brava intrepidez la reciproci-
dad de los que se sienten heridos
por ella. Más allá, un rodillón cuya
boca sepulcral apenas guarda al-
gún derruido colmillo, cuya calvi-
cie espanta, y cuyas gruesas canas,
matizando el desteñido bigote, cau-
san asco, se pavonea, convertido en
el más apuesto galán, y persigue y
molesta e importuna a las inquie-
tas mascaritas.

Y aquella careta de viejo, y aquel abdomen ex- ancha corbata está hecho con todo el descuido de
traordinario, y aquella joroba desmedida, ocultan quien se viste pensado en el tanto por ciento. Aho-
a un airoso doncel, que impaciente asecha la oca- ra, lectora amada, ¿quieres saber quién es ese ban-
sión de acercarse y trabar lenguas, con aquella quero, y quién ese mendigo?
reverenda monja, que gazmoña y cabizbaja da vuel-
tas entre sus blancas y aristocráticas manos, a Pues el mendigo es un potentado que está des-
las gruesas cuentas de su largo rosario. ¿Qué verá cansando de ser rico, porque todo cansa en este
el viejo tras la blanca toca? ¿Qué verá la monja mundo, y se ha disfrazado de pobre para dar tre-
tras la careta de viejo? gua a la monotonía de su opulenta vida, y ha des-
trozado, para simular esos harapos, ricas telas de
Y aquel soldado medio ebrio, que con el kepis batista, y, mira, son de brillantes los broches con
echado atrás, y dando tremendas zancadas, sigue que sujeta los zurcidos jirones de su remendada
la pista a una bailarina, que apenas oculta sus camisa.
formas tras escasa y transparente gasa, es, ¡no lo
has de creer!, querida lectora, un fraile francisca- Y ese que viste de banquero, es un pobre escri-
no, que siempre lleva la mirada fija en el suelo, las biente de notaría que quiere también dar tregua a
manos cruzadas sobre el pecho y un rostro de com- la vida de miseria que ha arrastrado, y aunque
punción, que provoca a recogimiento. sea suponerse por un momento lo que toda su vida
ha soñado ser. Y en ese disfraz ha empleado por lo
Mas, apartemos la vista de ese lado y volvá- menos la mitad de su escaso sueldo de un año.
mosla hacia aquel grupo, en que un tembloroso
mendigo pide limosna, con gangosa voz, a un esti- Y, en fin, tras aquella careta que representa un
rado banquero. Ambos están admirablemente dis- rostro suave y perfilado, se esconde un chato, cu-
frazados. Nada falta al pordiosero para hacer com- yas facciones parecen hechas a pellizcos y corregi-
pleta la ficción: escuálido y macilento el rostro, das a cachetadas. Y aquellos ojos grandes y sere-
negras las prolongadas ojeras, vaga, triste y me- nos, ocultan la torva mirada de un tuerto, de esos
lancólica la mirada, vacilante el paso, harapiento que lo mantienen a uno en continua duda, pues no
el vestido. El banquero, por su parte, muestra esa se sabe cuándo nos miran y cuándo no nos miran.
expresión fisonómica, entre austera y satisfecha, Y aquel robusto marino que allí se contonea, como
que marca la continua transición en que vive de la si estuviera en su nave aguantando un temporal,
alza y baja de sus billetes. no es otro que un raquítico galán de esquina, que
apenas tiene carne para una albóndiga; y velo ahí,
Viste lujosa casaca de punta ancha y prolonga- tan intrépido echando declaraciones de amor por
da, chaleco blanco, las puntas de su estirado cue- cada poro, y sin careta no es capaz de dar unas
llo parecen dos orejas de burro, y el lazo de su buenas tardes completas sin pasar saliva.

82
gracias a Dios, si lue-
go no lo revuelcan en-
tre harina o tierra.
Pero, por supuesto,
que al que tal cosa le
pase, le queda el de-
recho, que no se le
niega, de ir a buscar
venganza hasta en la
misma recamara de
las damas, y allí ejer-
cerla entera y cumpli-
da, con agua, con
pintura o con lo que
pueda.

Ésa podrá ser di-


versión, pero a mí no
me gusta. Aquí en Ba-
rranquilla, bella lecto-
ra, la cosa es diferen-
te y no tendremos las
gratísimas diversio-
nes que en Italia; pero
Archivo de la Casa del Carnaval Foto de Claudia Cuello (El Heraldo) tan poco los frenéticos
arrebatos de Caracas.
Pero dejemos las alegres comparsas de esas gen- Sin embargo, bueno será que tratemos de enmen-
tes que se divierten tanto, y vamos a ver en qué dar ciertos abusos que cometemos en el carnaval
forma celebran el carnaval en otras partes. para que nuestra fiesta quede mejor.

En Venezuela, y sobre todo en Caracas, el car- En primer lugar, debemos protestar, y creo que
naval es una diversión tan bárbara como poco ame- con nosotros lo hacen todas las damas, contra la
na. Consiste esa diversión en que todo el mundo maldita pintura. El que guste de ella, que se pinte
está autorizado para mojar, pintar, embadurnar y él solo, o que pinte al que en ello lleve agrado. Pero
enlodar a todo el mundo. Allí no hay en los días ir en son de diversión a pintar y manosear el ros-
del carnaval fuero ni cuartel para nadie. Las ban- tro de una niña, para quien tal cosa es un tormen-
dadas de gente decente y de gente del pueblo an- to, nos parece un abuso; y todo abuso debe corre-
dan por las calles con el aspecto más amenazador; girse. A un lado, pues, la pintura forzada.
cargan consigo grandes barriles llenos de agua,
pintura y otras porquerías; y llevan así mismo enor- En cuanto a bailes, muy bonitos y animados son
mes jeringas, que lanzan a mucha distancia grue- los que en tiempo de carnaval se efectúan aquí;
sos chorros de agua de distintos olores y colores, y pero más lucidos y bonitos quedarían, si las mas-
el solo aspecto de semejantes legiones es capaz de caritas guardaran más compostura, y si suprimie-
meter miedo al más animoso. ran esas constantes carreras en los salones, que
a nada conducen, sino es a estropearlo a uno an-
Allí sí que es una verdadera locura, pero locura tes de tiempo; aparte de lo impropio que es eso en
frenética, el tal carnaval. Muy raro es el que no una niña, por más que esté disfrazada; y perdó-
gusta de tomar parte en la diversión, y a ella se nenme este consejo de amigo, mis bellas lectoras.
entregan con entusiasmo las niñas, los jóvenes,
los muchachos y hasta los viejos. Al más pintado A algunos de los jóvenes que se disfrazan les
visitante se le conspiran los habitantes de una suplicaríamos un poco de más cuidado en el vesti-
casa, y entre amas y sirvientes, inclusive la coci- do que llevan, pues la cuestión no es simplemente
nera, cogen a mi hombre y bonitamente lo meten ir disfrazados y de mojigangas, sino que también
de cabeza en una tina llena de agua, y debe dar es necesario presentarse de un modo digno de la

83
sociedad entre la cual va uno a estar. Hay infini- bir a ese caballero que tanto se ha hecho desear.
dad de buenos disfraces; pero no todos ellos son
decorosos ni aparentes para llevarlos puestos cuan- Y si has tenido, bella mía, la paciencia de leer-
do se va a bailar con señoritas. me hasta aquí, págame este artículo con una son-
risa, y recibe un respetuoso saludo de El Promotor.
Por lo demás, querida lectora, por ahora no te
(El Promotor, edición n° 102, Barranquilla, sábado 15 de
es permitido pensar en otra cosa que en el próxi- febrero, 1873, p. 1-2. Fondo de Prensa del Archivo Histórico
mo carnaval; vamos a idear el mejor modo de reci- del Atlántico.)

Documento N 2
Crónica del carnaval

La semana que hoy termina ha sido en su mayor luta confianza entre todos es el gran distintivo del
parte destinada a la celebración del carnaval, que carnaval de Barranquilla. Se rompen los juegos y
de tiempos atrás es, puede decirse, la gran fiesta no queda una cara que no esté pintada; se dispo-
de esta ciudad. En esos días cada cual toma su ne de la casa del amigo y allí se baila; y no hay
parte para festejarlo: éste se siente complacido de quien se oponga.
que sus amigos le invadan su casa, para allí brin-
darles una copa del mejor jerez, o un vaso de ex- La sociedad que llaman de primera, pasó el pri-
quisita Lager Beer, aquel con un sombrero de tren- mer día en la casa de la señora Ana R. de Salzedo,
za y con la cara parecida a la de un habitante del el 2º en la casa del señor Eduardo Gerlein y el 3º
interior del África, acude a buscar un baile en don- en la del señor don Pedro Noguera; sería llenar las
de amenizar las contrariedades del trabajo coti- columnas de este periódico si fuéramos a descri-
diano; aquí se presentan los indios, allá los ne- bir una por una las atenciones de esas tres fami-
gros, más allá un grupo de danzas obstruyen la lias; puede decirse que ha habido competencia en
calle al son del tambor o de la gaita; todo en con- finura; en todas las tres casas se bailó hasta las
junto hace de la ciudad una especie de Babilonia cinco de la tarde, hora en que cada cual iba a des-
en que el inglés como el alemán, el francés como cansar un rato para emprender la parranda noc-
el yankee, el rico como el pobre, todos confundi- turna, pues a las ocho p.m. empiezan los salones;
dos, concurren con una cordialidad poco común, allí las máscaras lo vuelven a uno loco y es aquello
no sólo a dar a la fiesta grano animación, sino a una confusión de gritos, campanas, cantos, tam-
mostrarnos a la vista del transeúnte como un pue- bores, etc. Allí pasa un habitante del Celeste Im-
blo civilizado que sabe comportarse en los momen- perio, acá un negro, más allá van infinidad de lo-
tos de goce. ros, por acá aldeanos que unidos corren, lo toman
a uno y se divierten en ocultar el nombre de la
Desde el sábado a medio día empezó a sentirse amiga que va debajo de la careta.
el deseo de abandonar el trabajo para entregarse
a la fiesta, y un paseo de estimables caballeros Todos los bailes han quedado esplendidos, pero
que componían la junta directiva, empezó a anun- notamos una nueva costumbre que, no debemos
ciar las vísperas de la ya tradicional celebración, ocultar, es muy desagradable: todas las señoritas
que anualmente se hace en esta tierra simpática. van con sus programas en que tienen anotado la 1ª
Por la noche varios jovencitos dieron un baile de pieza con fulanito para todas los salones, la 2ª con
máscaras en casa del señor don Jorge Chullets, zutanito, etc. Preguntamos: un extranjero que ven-
simpático hijo adoptivo de esta población, quien ga a pasar esos días para divertirse, ¿con quién
con su estimable señora y toda su familia llenaron baila? ¡Oh! Esto no es corriente; pero no es eso solo:
de atenciones, con su acostumbrada fineza, a to- la detestable costumbre se ha llevado al extremo de
dos los que concurrieron a su casa. que hay ya caballeros (y no son pocos) que invitan
a tal señorita para tal pieza, compromiso para to-
El domingo, lunes y martes han sido días de dos los bailes en que se puedan encontrar.
plena parranda; acabó la seriedad de unos, el mal
humor de otros y la etiqueta para todos; la abso- Veamos, caballeros y señoritas, hay necesidad

84
de corregir este mal, antes que pieza con cuatro y con cinco
se haga cómico para que el car- jóvenes, cosa que naturalmen-
naval de Barranquilla no tenga te es poco agradable a ellas.
ningún pero.
Si sobre los bailes de este
Pasemos a los otros bailes. salón, podemos decir que tra-
ta de conservarse, mejorándo-
Los bailes que han tenido lu- la, la tradicional costumbre de
gar en el «Salón Fraternidad» bailar en esa fiesta, sensible
han quedado muy lucidos; allí es ver la decadencia en el sa-
hubo mucha animación y reinó lón del pueblo, de ese pueblo
también la mayor armonía. En que recoge la última gota de
estos bailes hay casi siempre su sudor al ponerse el sol de
mayor número de disfraces y es las vísperas, para recibir su
de notarse el gusto con que se salario e invertirlo al día si-
arreglan las señoritas que con- guiente en sus goces. Este sa-
curren; pero este año han falta- lón no ha sido este año ni la
do aquellos grupos de indios y sombra de lo que era en años
otros que daban mayor anima- anteriores. De desearse sería
ción en años anteriores, con los que se tomara interés siempre
chistes y las chanzonetas pro- en que el pueblo encontrara
pios de tales disfraces. Mucho un lugar donde poder divertir-
agrada el orden que ha habido, se bien, contando allí con de-
debido en su mayor parte a la cencia apetecible. Esto es lo
cultura de los jóvenes que han Foto de Enrique García que deseamos y ojalá que el
asistido y a la derrota completa próximo año no suceda en ese
en que ha salido Baco de esos bailes. sentido lo que en éste.
(El Promotor, edición n° 866. Barranquilla, sábado 18 de
Hay que ver cómo se da en tierra con el tal ba- febrero de 1888, p. 2. Fondo de Prensa del Archivo Histó-
rato, pues ya sucede que las señoritas bailan cada rico del Atlántico.)

Documento N 3
Algo más sobre el carnaval de 1888

I arrojando a la cabeza de los espectadores profu-


sión de diminutos y dorados papelitos.
El sábado 18 del mes en curso el extranjero que
por primera vez hubiera llegado a esta ciudad, se- Allá un mono haciendo mil graciosas contorsio-
guros estamos que se habría sentido poseído de nes, y más lejos un enjambre de enmascarados gri-
justa admiración, al ver el bullicio y la animación tando, gesticulando, corriendo, todos aturdiéndolo
que en ella reinaban. Pero su admiración habría a uno con mil preguntas a los que ellos mismos por
cesado al saber que era la víspera de carnaval, de fortuna daban respuestas. El cuadro era animado,
la gran fiesta de este pueblo, que se entrega a ella pintoresco y el espectáculo duró hasta las nueve
con toda expansión y sin rodeos. a.m., hora en que la mayoría de los concurrentes
se retiró, los unos al baile de trajes que los jóvenes
El Camellón a las 7 p.m. de aquel día, presen- de 15 y 16 años daban en casa del señor don Jorge
taba el más animado espectáculo. La admirable Cholet y los otros a casa del señor don Manuel
banda de Baranoa dirigida por el Sr. Villa, obse- Insignares S., que esa noche obsequió a la juven-
quiándonos el oído con magníficos vals, brillantes tud con un magnífico baile. Del primero hemos oído
polkas y cadenciosas danzas, muchas señoritas que quedó muy bueno y así tenía que ser, siendo

85
en casa del Sr. Cholet; y del segundo podemos decir El aspecto del salón momentos antes de comen-
que las horas que allí pasamos fueron de verdadero zar el baile era verdaderamente encantador. Aquí
solaz y que al retirarnos a nuestras casas llevamos una partida de señoritas admirablemente disfra-
en el alma muy hondas y gratas impresiones causa- zadas de papagayos que gritaban, reían, y habla-
das por la amabilidad de la familia Insignares. ban como verdaderas cotorras de mil cosas a la
vez; allá un grupo de trivelinas, disfraz muy pare-
*** cido al de estudiantes de Salamanca; más allá un
El sol del domingo 12, al aparecer en el oriente, grupo de damas de la época de Carlomagno; y para
brillante y esplendoroso, no alumbró como en pa- que nada faltara a aquel animado cuadro, había
sados años un cuadro espantoso, el aspecto que elegantes damas vestidas ricamente de baile; chi-
presenta un campo de batalla después del comba- nos, japoneses; gran número de dominó y mucho
te, y lo que es aún más después de un combate caballeros vestidos con el tétrico frac como para
entre colombianos, no, aquel sol bello, más bello servir de sombra al cuadro. Hubo también en aquel
que el de «Marengo y Austerlitz», alumbró un cua- baile dos señoritas disfrazadas de noche, disfraz
dro admirable por lo hermoso, formado por los ha- que nos hizo admirar un fenómeno: ¡las señoritas
bitantes todos de esta localidad que unidos en fra- estaban tan bellas que nos parecían noches con
ternal abrazo se entregaban por completo al goce sol! En fin, el baile del domingo fue bellísimo y allí
y al placer. Desde las 5 a.m. pululaban las parti- nos sentimos transportados a las regiones encan-
das de negros, indios goajiros, comanches y tadoras de lo ideal, nos sentimos apartados por
apaches, perros, tigres, monos, y todos alegres, seis horas del materialismo de la Tierra, pues el
todos bulliciosos y lo que es aún más grato, todos placer, tomando por asalto nuestra alma, ¡arrojó
tolerantes. A las 8 a.m. la juventud que forma nues- de ella toda sombra de dolor, de pena y de disgus-
tra high-life, con la banda que dirige tan inteligen- to! ¡Felices los que conservan en su pecho las ilu-
temente el señor Juan Maldonado, se lanzó tam- siones que en él brotaron en aquella noche!
bién a la calle y comenzó la sesión de pintura. Era
de verse el espectáculo que ofrecían los hombres ***
más serios de esta ciudad completamente pinta- El lunes 13 comenzó si es posible con mayor entu-
dos de verde, azul y colorado. Aquello fue un ver- siasmo. Desde las seis a.m. salió la juventud a pin-
dadero furor, verdadero furor, verdadera fiebre de tar, entretenimiento que duró hasta las ocho, hora
entusiasmo en que tomaron parte los señores en que se dirigieron a casa del Sr. D. José M.ª de
Vengoechea, Rodríguez, Echeverría, Vives, Sojo, Castro Rada, que los obsequió con cocktails y sand-
Insignares, Carbonell, Espriella, Castro, Salzedo wiches: reinó allí como en todas partes la cordiali-
y en fin toda le gente respetable que estuvo en esa dad más completa y la alegría más espontánea.
mañana loca de entusiasmo y de alegría.
A la una de la tarde la sociedad se dio cita en
Durante el medio día tuvo lugar un famoso baile casa del Sr. D. Eduardo Gerlein, que en unión de
en casa de la Sra. D.ª Ana Ramón su distinguida familia obsequió es-
de Salzedo, y en obsequio de él, pléndidamente y colmó de atencio-
tan sólo nos permitimos decir que nes a los que tuvieron la fortuna de
la familia Salzedo estuvo a la al- asistir a su casa.
tura de su reputación de culta y
educada, y que allí estuvimos También se bailó ese día en casa
abrumados bajo el peso de la ama- de la Sra. D.ª Rita B. de Palacio y
bilidad de tan apreciable y distin- sabemos que las horas que pasa-
guida familia. ron allí algunos afortunados fueron
verdaderamente deliciosas.
Por la noche, en el admirable
salón hecho al efecto por el con- Por la noche, baile otra vez, y
tratista don D. Pereira, gran bai- otra vez convertido el salón en mag-
le, el que no trataremos de des- nífico edén poblado de encantado-
cribir porque sería empresa de- ras hadas que repartían por doquie-
masiado ardua y del que sólo di- ra la dicha y el placer. Este baile
remos cuatro palabras. quedó más animado que el anterior,
y nos pareció digno de encomio el

86
la diferencia única que
muere con más fuerza que
aquella con que nace, lan-
zando al expirar, no débi-
les quejidos, sino gritos de
tempestad. Es como un re-
medo de esos volcanes
cuya mayor erupción es la
última, con la que inundan
de lava los campos y cu-
bren de cenizas las ciuda-
des. «Aprovechemos el
tiempo, que es el último
día,» decían todos los mar-
tes de carnaval, y a fe que
cumplieron su propósito,
pues la mañana de aquel
día fue verdaderamente
Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)
borrascosa. La juventud
disfraz que llevaron muchas damas de florentinas no anduvo unida como los otros días, sino que se
de la época del Renacimiento, y el de «aldeanos dividió en partidas numerosas, que con bandas de
búlgaras». En aquella noche tuvimos la prueba más música a la cabeza, recorrieron las calles entrando
elocuente de que el entusiasmo por el carnaval en- de casa en casa y formando bailes, como en casa de
loquece a la mayoría de los habitantes de esta ciu- don Diego J. de Castro, donde se bailó hasta las 12
dad. En una partida de negros africanos que esa del día, hora en que los que pudieron hacerlo, des-
noche asistió al baile, entre otros caballeros hijos filaron con rumbo a su casa, a prepararse para el
del país, estaba Otto Flor, un hijo de la flemática baile del medio día de la tarde, al cual asistimos y
Alemania, con su rostro teñido de negro humo, del que brevemente nos ocuparemos.
sus pantalones y su chamarra de tela blanca co-
mún y su grotesco sombrero de paja ordinaria. Basta decir, para que se comprenda, que aquel
baile fue espléndido, que tuvo lugar en casa del
¡Digno era ver aquel negro de ojos azules y cabellos señor don Pedro Noguera, quien lo mismo que su
rubios! A la una a.m. del martes, todo había termina- digna familia, se esmeró en atender de la manera
do. El salón, momentos antes lleno de bulliciosas y más fina a los que asistieron a su casa.
alegres máscaras que poblaban el aire con sus gritos
de alegría y sus francas carcajadas; aquel salón que Se puede decir que, de ella, la sociedad se dirigió
momentos antes presentaba un aspecto bello y tan al salón, pues entre uno y otro baile no hubo sino
animado, tan lleno de luz y colorido, se vio de pronto el intervalo necesario para cambiarse de trajes. Des-
solo, triste, sumido en incompleta oscuridad, pues hasta de las ocho p.m., estaba lleno aquel salón, que como
las lámparas parecían fatigadas y las luces extinguíanse las noches anteriores, ofreció un animado e intere-
poco a poco. Así está todo en el mundo, sujeto a la ley sante cuadro, más o menos igual a los que hemos
inexorable de las compensaciones: ¡el tedio sucedien- tratado de describir, por lo cual sólo diremos que
do a la alegría, como a la algazara de la vida sucede el hubo varios elegantes disfraces, como el de Pierrot,
mutismo imponente de la tumbas! tomado de una ópera cómica francesa, y el de mú-
sicos ambulantes; muchos ricos trajes de baile y
Nosotros también nos retiramos fatigado el cuer- algunos dominó. A las 12 m. terminó este baile.
po, sin una ilusión en el alma, sin una esperanza
en el corazón y lo que aún es más, sin un recuerdo ***
en el pensamiento. Ahora nos ocuparemos de los llamados de prórroga.
El primero de ellos tuvo lugar el jueves 16 como es-
II taba anunciado, y de él sólo diremos que estuvo ani-
mado, aunque las damas a él invitadas tuvieron a
El carnaval, como todo, tiene su término, muere a bien... no asistir. Ocuparon su lugar caballeros con
impulsos de los golpes que le asesta el tiempo, con trajes femeniles: ¡a falta de pan buenas son tortas!

87
El segundo baile de prórroga, que tuvo lugar el
sábado 18, nada dejó que desear. Entre los disfra-
ces de esa noche recordamos el de damas búlgaras
muy chic, el de jardineras, que no nos pareció bien
elegido por las damas que lo llevaron, pues nunca
hemos visto flores vendiendo flores; el de ciervos,
que juzgamos elegante, aunque nos sorprendió que
los mismos ciervos llevaran las trompetas de caza;
y el de cazadores que llevaron algunos caballeros,
habiendo tenido el raro gusto de llevar consigo un
perro, lo que creemos no de muy buen tono.

A propósito de perros, debemos decir que es de-


testable la costumbre que tienen algunas familias
de llevarlos a los bailes. Volviendo al del 18, dire-
mos que a diferencia del anterior estuvo verdade-
ramente animado, pues hasta el haberse prendido
un poco de kerosene a consecuencia de haberse
roto una lámpara, contribuyó a comunicarle mu-
cha animación porque después de la alarma que
difundió este accidente, quedaron los comentarios
y las relaciones que de sus proezas en el incendio
hicieron algunos bravos.

Desde el 23 debió tener lugar el último de los


bailes de prórroga; pero acontecimientos desgra-
ciados, que han conmovido a esta sociedad, lo vi-
nieron transfiriendo hasta el 29 del pasado mes,
que fue cuando se llevó a cabo.

Aunque la concurrencia no fue tan numerosa


como en las otras ocasiones, este baile creemos
que es el que más lucido ha quedado, pues aun-
que faltó allí la animada algarabía de las másca-
ras, hubo en cambio esa seriedad de buen tono
característica de los bailes de rigurosa etiqueta.
Así fue en efecto el baile de que nos ocupamos,
pues las damas que a él concurrieron, compitie-
ron en lujo, en riqueza y en elegancia; y los caba-
lleros, todos, vistieron frac, y calzaron guante blan-
co. Se nos olvidaba decir que este baile fue el lla-
mado de piñata, la que rompieron algunos caba-
lleros a las doce de la noche, sin que se designara
a los que debían dar el baile que aquí es de estilo
después del carnaval, y que todos esperábamos.
Con este baile ha terminado el carnaval... pero no,
decimos mal, el carnaval no ha terminado, pues el
mundo no es otra cosa que un perpetuo carnesto-
lendas, donde cada cual se presenta con la más-
cara que mejor le sienta. [CEDA]

(El Promotor, nos 867 y 869, Barranquilla, sábado 25 de


febrero de 1888, p. 2-3 / sábado 10 de marzo, p. 2-3. Fondo
de Prensa del Archivo Histórico del Atlántico.)

88
Documento N 4
Sueltos del carnaval

Pasó ya no sin algunos reprobables desagrados y cios —hasta los servicios públicos— sufren.
desgracias. Entre estas últimas se cuenta la de un
pobre hombre que hacía parte de la danza de los Las quejas que se oyen de todos los servicios
pajaritos a quien el cazador mató con el disparo de domésticos son innumerables. Los niños no quie-
una escopeta que se creía descargada. ren ir a las escuelas, los sirvientes desertan de las
casa y la locura se apodera como una epidemia
Por lo demás, la fiesta se ha resentido un poco hasta de los hombres más serios y viejos y viejas.
del cuasigeneral luto por recientes pérdidas ocu-
rridas en algunas familias extensamente relacio- Al entrar la Cuaresma justo es que todo vuelva
nadas. Se nota también ya cierta resistencia a se- a su normal estado y que se pague el tributo debi-
guir las antiguas costumbres de esa fiesta y no do a la religión por los pecados cometidos durante
será extraño que otro género de diversiones susti- la pagana fiesta.
tuyan los tradicionales usos de las pinturas y pa-
seos por las calles a pleno sol y plena arena. A propósito de los niños, así como son gracio-
sos y agradables en lo ordinario con sus turbulen-
De mejor gusto sería, y las señoras y caballeros cias y juegos infantiles, se hacen antipáticos cuan-
gozarían más, en conformidad con su culta edu- do andan impertinando por partidas en las calles,
cación, que se hicieran batallas de flores y bailes fumando cigarrillo y echándolas de pichones de
campestres diurnos, sin encumbramiento. tenorios, al propio tiempo que arrojando piedras y
jugando al toro sin cachos. Una buena reprimen-
Ignoramos si en otros lugares el carnaval em- da no les sentaría mal.
pieza el 20 de enero para concluir el miércoles de (El Promotor, n° 1.291, Barranquilla, sábado 6 de marzo
ceniza y muchas veces después, como acontece en de 1897, p. 3. Fondo de Prensa del Archivo Histórico del At-
esta ciudad, pero es lo cierto que muchos servi- lántico.)
Foto de Enrique García

89
Un poco de historia del
carnaval de Barranquilla y sus danzas

Emiliano Vengoechea Díaz Granados*

Sin duda, nuestros carnavales datan de mediados del carnaval era gobernado por un presidente y un vice-
siglo pasado, y sus danzas de origen afro-español se presidente, una presidenta y una vicepresidenta. En
arraigan en los departamentos del Magdalena y Bolí- los años posteriores, la reina era coronada en el Tea-
var allá por los años de 1865 ó 1870. Segregado At- tro Apolo —hoy cine Metro—. Luego vino el Salón
lántico de Bolívar, fue aquí en Barranquilla y sus mu- Carioca, y los teatros Cisneros y Colombia también
nicipios donde mayor impulso tomaron las danzas. los acondicionaban como salones de baile, e inclusive
Hasta los primeros años de este siglo, los bailes de la este último fue además convertido en salón de pati-
sociedad se celebraban en el Teatro Emiliano, esqui- nes, que hoy nuevamente están de moda con peligro
na de Comercio con Cuartel (hoy, calle 32 con carrera de los patinadores porque lo hacen en las calles.
44, donde funcionó la Ferretería Muvdi).
El mismo día de la coronación de la reina, se cele-
El primer baile se celebró en el año 1892. Asistie- braba en el Club Barranquilla el baile de la corona-
ron el doctor Abel Carbonell y sus her- ción. Desde cuando empezaron a funcio-
manos; Gabriel, Emiliano, Pablo y Pe- nar los salones —nunca debemos decir
dro Vengoechea; Wil-frido Roncallo y casetas, llamados así en el interior del
hermanos; los hermanos Aycardi; los país— comenzó a decaer el carnaval en
Insignares Vieco, y muchos otros. las calles y los asaltos en las residencias
particulares, como también se fueran
El pueblo bailaba en el Salón Burre- achicando las célebres y grandes danzas,
ro, en la calle de las Vacas. El que estas que antes estaban formadas por 200 y
líneas escribe, a la edad de 12 ó 13 años hasta más hombres, con unos invertidos
tenía la osadía de bailar allí, así como (hoy locas) que iban vestidos de mujer.
también en esos tiempos nuestras tra- Estas danzas ahora, las más grandes, a
dicionales danzas se conformaban de lo sumo, se componen máximo de 40 pa-
200 ó 300 hombres, y unos cuantos in- rejas, ya últimamente están conformadas
vertidos disfrazados de mujer. ¿Por qué por hombres y mujeres.
se llamaba Salón Burrero? Supongo yo
que como en ese entonces no había ve- Foto de María Páez Además de las danzas también salían
hículos de tracción mecánica, los asis- grandes comedias. Sin duda, lo que cons-
tentes concurrían en asnos. Por aquellos tiempos, el tituye lo original del Carnaval Popular de Barranqui-
lla son sus danzas y comedias, que lo hacen verdade-
* Barranquilla, 1912-1991. Destacada figura del carnaval ramente típico y que lo diferencian de las fiestas re-
de Barranquilla. Fundador e impulsador, desde 1939, de la gionales de otras partes del país.
danza del Garabato del Country Club, que hoy bajo la direc-
ción de sus hijos, sigue siendo una expresión cultural repre-
sentativa de la fiesta carnestoléndica. Este artículo fue cedido Muchas de las comedias llevan nombre raros y
por sus herederos especialmente para Huellas. sus argumentos hacen mención de la vida del pue-

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


90 p. 90-95: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
blo y de sus labores. Como
he leído, en el departamen-
to del Magdalena, según la
historia, las fiestas de la Vir-
gen de la Candelaria comen-
zaban el 20 de enero, por
eso es que ese día el alcalde
de la ciudad promulga el
Bando, dando principio al
carnaval. También en Bolí-
var, desde el mismo siglo
XVIII, durante las novenas
de la Virgen, se celebraban
Archivo de la familia Vengoechea González

suntuosos bailes.

COMEDIAS

La de los «Conquistadores»
o los «Españoles», importa-
da de Mompós, con este
verso:

Santa Cruz se llama


Santa Cruz,
la Villa de Mompós,
Flavia Santoro, reina del carnaval, y Emiliano Vengoechea, 1984.
porque así lo puso el
conquistador...
(siguen más versos) cuando no eran la inmundicia de hoy—. Los cai-
manes, que ya pocos hay, se comían los perros y
DANZAS otros animales, y hasta los niños que las madres
dejaban dormidos en la orilla. La danza represen-
La «Danza de los 12 Pares de Francia», ya extin- ta un caimán grande de cartón y madera rodeado
guida, hacía referencia a la expedición de Carlo- de lavanderas que cantan:
magno al norte de la frontera con Francia. A su
regreso, mientras cruzaba los Pirineos, los vascos Mjjita, cuida a tu hermana
destruyeron su retaguardia. que yo me voy a lavá...
a ver si puedo gozá
«La Danza de las Pilanderas», van con un pilón el frescor de la mañana.
de madera. Las mujeres componentes usan vesti- Mijita, ¿‘ónde está tu hermana?
dos de colores vivos con camisas bien escotadas El caimán se la comió...
que permiten ver su robusto pecho. Sus versos ¡Por lavá unos trapitos!
son: ¡Sea por el amor de Dios!
Pila, pila, pilandera El caimán está en la laguna
que me voy mañana, esperando su carná...
los bollos calientes le ha venido la fortuna
pa’ mi prima hermana. y se ha llevado a mi pelá.
¡Ay!, pilá, pilandera
Ay, molé, molendera. El cazador:
Yo soy el abanderado
LA DANZA DEL CAIMÁN
de estas pobres lavanderas
que si no fuera por mí
Se refiere a las lavanderas que iban a la orilla del el caimán se las comiera.
río Magdalena o a los caños de Barranquilla —

91
LA DANZA DE LOS GALLINAZOS Refieren que a un pájaro se le olvidó el verso, y
Turquel, célebre poeta borracho permanente que
Sus componentes van vesti-dos de negro de una iba con los güiros, le escribió en un papelito, y le
sola pieza. Pantalón abombado debajo de la rodi- dijo: —Lee, marica:
lla. Las mangas de la camisa no tienen boca, así
que las manos quedan encerradas. El rey va total- Estos pájaros de carajo
mente de blanco, llevan máscaras semejando es- me tienen muy fregao,
tas aves, y con pico grande y fuerte. no hace más que llegá la noche
y to’e el palo lo han ensuciao.
¿De dónde vienes gallinazo,
con tus alas coloradas? LA DANZA DE LOS INDIOS FAROTOS
Vengo de las sabanas
de comerme unos venados... Esta danza la bailan en Usiacurí, Isabel López y
Barranquilla. Las muchachas con adornos de pa-
Coro: Croy, croy, croy. loma en la cabeza igual que los hombres. El vesti-
do consiste en una camisa de color con grande
El rey pregunta a otro que se ha plantado escote y sin mangas. Llevan collares con semillas
junto al burro muerto: de frutas. Los hombres van con arcos y flechas.
Bailan suave y rítmicamente al compás de la ca-
¿De dónde vienes gallinazo, ñita de millo y el tambor.
con tus alas amarillas?
Vengo de las sabanas DANZA DE LOS INDIOS CHIMILAS
de comerme unas novillas...
(Siguen más versos.) La vestimenta es parecida a la de los indios farotos.
Como que es de tradición española porque cantan
LA DANZA DE LOS PÁJAROS versos tradicionales de ese país. Cantan en coro:

Esta danza es muy vistosa y alegre, y muy varia- Vamos, mi chimila


dos sus vestidos con los colores del pájaro que re- vamos a bailar
presentan. Llevan máscaras de cartón de acuerdo tejiendo la trenza
al pájaro correspondiente, y van acompañados de del día del carnaval.
una jardinera y un cazador; ella engalanada con
muchas flores y una regadera en la mano. La trenza se teje
con mucha afición
Cuentan que hace muchos años ocurrió un la- tejamos la trenza
mentable accidente, pues la vieja y anticuada es- de la encarnación.
copeta del cazador se disparó y mató al pájaro que
le apuntaba. LA DANZA DE LAS CULEBROS

Representada por unos negros en una finca. Los


De los pájaros del monte vestidos son de franela con manchas y rayas se-
yo quisiera ser el toche, mejando dichos animales. Sus cantos son muy va-
y quisiera pasar contigo riados.
las horas de la noche.
Antes de seguir detallando las principales dan-
De los pájaros del monte zas, debo dejar registrado que la dirección de ellas
yo quisiera ser canario, es costumbre que pasa de generación en genera-
para estar contigo ción, como lo vamos a ver en algunas de las que
en el monte solitario. sigo describiendo.

Yo soy el pájaro vaco DANZA DEL CONGO GRANDE


que viene de Mamatoco
con una pluma en el saco También llamada Negros del Toro porque llevan
y otra clavá en el... coco. consigo un disfraz de toro. Se dice que esta danza

92
nació el año 1870 y fue creada por un señor Macías.
Con la danza van disfrazados de toda clase de ani-
males. Tambores de cumbia y cañas de millo, ban-
deras representando la cabeza de toro.

EL TORITO RIBEÑO O EL TORITO

Fundada por Campo Elías Fontalvo, nació en Ba-


rranquilla en 1866 y murió en mayo de 1934. Su
hijo, del mismo nombre, es su director actual, y
presidente honorario mi primo Pedro Vengoechea
G. Esta danza es muy popular. Llevan bandera de
raso blanco en la cual va pintado un árbol de
Trupillo y un tigre encaramado en el palo, y deba-
jo un perro y una mujer.

Se distingue porque todos los años hacen dis-


fraz cambiando los colores. Antiguamente, vestían
pantalón rojo con grandes bolsillos amarillos a la
altura de las rodillas, camisa amarilla, gola azul y

Archivo de la familia Vengoechea González


turbante alto hecho con flores. Versos:

El año setenta y ocho


el torito se fundó
y en recuerdo de su padre
Campo Elías lo prosiguió;
de Barranquilla y sus danzas
el torito es el campión.

En el Pase’ de Bolívar
se decide la cuestión. Emiliano Vengoechea.
En el Pase’ de Bolívar
él es el que ronca y brama,
y es orgullo de mi tierra Necesariamente, esta danza se divide en dos
el conjunto de esta danza. etapas. La primera, que data del año 1870, como
casi todas nuestras danzas fundadas por José
Además de las danzas mencionadas hay mu- Therán, quien murió asesinado en el año 1947. Y
chas otras como la Burra mocha, el Toro, el Congo la segunda, la que yo he denominado de la nueva
chico, la Chiva, los Collongos, el Perro, el Garaba- era garabatera, a partir del año 1937. ¿Qué es el
to, que detallo al final de este escrito por ser la Garabato, qué signi-fica el garabato? El garabato
mía, así como también figuran las cumbiambas el es un adminículo o gancho de madera que usan
Tanganazo, el Cañonazo, Curramba la Bella, Bri- nuestros campesinos para hurgar el burro y tam-
sas de Santo Domingo, la Güepajé, la Arenosa y bién para cortar las malezas llevándolo en la mano
Agua pa’ mí. izquierda, y en la derecha el machete.

Bueno, y ahora sí viene la real historia de la ¿Cómo se fundó, y quién fundó este gara-bato?
célebre, vistosa, alegre y popularísima Danza del Pues resulta que allá a finales del año 36, cuando
Garabato, en la cual echo el resto por ser la danza todavía se tomaba el whisky en copitas chiquitas
de mis amores, alegrías, satisfacciones, y también de vidrio, y salían a la calle las mujeres con las
preocupaciones y dolores de cabeza, como que en chazas en la cabeza con sus pregones anunciando
este año de 1981 voy a cumplir 45 años consecu- las ventas de maríaluisa, los caballitos de cuca,
tivos, ininterrumpidos, de estar participando en las bolas de harina, las natillas, que hacían donde
ella como lo veremos más adelante. las Oliveros. Bella época en que los guineos eran a
centavo (1 chivito). Pues bien, un grupo de jóve-

93
nes y señoritas que nos reunía-
mos casi todas las noches, algu-
nas veces sentándonos en la ver-
ja de la quinta de mi tío Pedro
Vengoechea Dávila en la calle de
Caracas, exactamente donde hoy
está el parqueadero de Sears (ca-
lle 53, carrera 50), y otras veces
nos reuníamos en casa de don
Luis Vives P., en Murillo entre
Cuartel y Líbano (calle 45 entre
carreras 44 y 45).

En una de esas veladas resol-


vimos hacer una comparsa, y hay
quien dice que fue misia Soledad
Román de Vives —distinguida
dama Cartagenera— quien lanzó
la idea de plagiar una de nues-
Foto de Vivian Saad
tras danzas populares, y alguien
dijo: saquemos el Garabato. La idea fue aprobada David Montes. Poma Vengoechea, Regina Vives,
y manos a la obra. Buscamos al hoy desaparecido Conchita Vengoechea, Rita García, Maruja y Anita
maestro Rodolfo Villalba, músico director de la dan- Llanos, Lucy García, Lolita Prieto, Josefina Vera-
za popular del Garabato. no, Enriquetica Vélez, Olguita García Herreros,
Carmen Sofia Ucrós, Eulalia Emiliani Román,
El vestido de garabato es muy vistoso. Los hom- Marina Salas, Elvira Vengoechea, Josefina Dugand.
bres llevan sombrero forrado en tela blanca con Descritos sus componentes fundadores, nadie pue-
flores de color y alrededor una larga cinta que cae de apropiarse la paternidad actual de la danza.
sobre la espalda: pantalón negro hasta las rodillas
con encajes anchos en la boca pierna; a lo largo Fueron sus primeros capitanes —año 37— Paco
del calzón y por la parte superior también lleva Salive y mi recordada y tristemente desaparecida
encajes; camisa amarilla con peto azul bordado en Poma Vengoechea. En el año 38 lo fueron Juan
lentejuelas, una pequeña capa roja del lado supe- David Montes y Regina Vives R. A partir de ese
rior, y verde del lado de abajo. La capa igualmente año y hasta nuestros días, hemos sido sus capita-
bordada con lentejuela y letín alrededor de ella. nes o directores el autor de estas líneas, y como
Medias largas rosadas o blancas, y cada individuo capitana del año 43 en adelante mi señora Gloria
lleva un garabato. González de Vengoechea. La primera salida, el año
37, partimos de la casa de don Luis Vives toman-
Las mujeres llevan falda negra con volantes de color do Murillo, bajando 20 de Julio hasta la casa de
y blusa roja con escote de palangana y volantes don José María Verano en la calle Obando esqui-
alrededor del escote. Mangas revocadas, también na, y de allí a casa de don Santander Márquez en
con volanticos. La cabeza adornada con flores, y Jesús, Cuartel y Líbano. En ambas residencias fui-
tanto hombres como mujeres van con espejuelos mos espléndidamente agasajados. Finalmente, de
negros y chapas rojas. Como güiros llevan tambo- allí hicimos nuestra entrada en el Club Barran-
ra de cumbia con flauta y maracas. quilla, el centro social de moda donde se hacía el
baile de coronación de la reina, pues en ese enton-
Este nuevo Garabato salió por primera vez en ces el Country puede decirse que era exclusiva-
el carnaval del año 37, y si la memoria no me falla mente un club deportivo con casa de madera pin-
fueron sus componentes: Paco Salive E., Antonio, tada de verde y forrada en anjeo.
Manuel y Urbano Vives, Emiliano Vengoechea, Pe-
dro Vengoechea, Álvaro Verano, Mario Márquez, Desde el año 1942 la danza ha sido encabezada
Andrés García, Ricardo Stefens, Pito Pérez, Joa- por la Reina del Carnaval, que lo fue en ese año
quín Senior, Pepe Recio, Marquito Vanegas, Jai- Lolita Obregón, lanzada como candidata por el ex-
me Riveira, Juancho García, Pepillo Vergara y Juan tinto Club Riomar y apoyada unánimemente por

94
Poma Vengoechea. Como la dan-
za tuvo resonancia en el ambien-
te social, en el año de 1938 salió
nuevamente bajo la capitanía del
Dr. Juancho Montes y doña Regi-
na Vives. Y después del año 38 ha
sido propiedad exclusiva de su
principal animador y capitán, don
Emiliano Vengoechea Díaz Gra-
nados y su señora Gloria Gonzá-
lez de Vengoechea, quienes de año
en año y con una constancia dig-
na de los más entusiastas elogios,
ha venido presentándola sin falle-
cimientos. Por eso ahora en 1961
cumple airosamente su veiticin-
coava salida.»

En el año 1967 por gentil invi-


Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)
tación de don Juan Noguera Dávila
todos los centros sociales de la ciudad. De allí en como director de la Oficina de Turismo de nuestra
adelante la danza ha contado en sus filas con la hermana ciudad de Santa Marta, la danza se pre-
reina del carnaval. En los primeros años de vida de sentó exitosamente en la ciudad de Bastidas con
este nuevo Garabato, tradicionalmente terminaba un total de 65 parejas. Y ya para finalizar, como
en el Club Barranquilla, y desde el mismo año 1942 dice en la T.V. Darío Silva, que tiene un bigote que
también terminaba en el Country, y en muchas oca- parece se hubiera tragado un caballo y se le quedó
siones fue invitada por el Club Alemán. Puede de- la cola afuera, los versos de la danza son:
cirse que la participación de nuestras mujeres en
las danzas populares se inició al haberla instituido Vamos que va a llové
así nuestra comparsa en el año 37. y el camino es culebrero,
yo sembré la yerbabuena
Nuestra danza no ha concursado nunca para donde el agua no corría
disputarle a las otras populares premios donados y le di mi corazón
por la Junta, pero sí ha sido galardonada con dos a quien no correspondía.
Congos de Oro, dos Joselitos de Oro y finalmente
un Garabato de Plata ofrendado por el Country Buenas tardes, presidente,
siendo su presidente don Rafael Gerlein y Villate, buenas tardes, ¿cómo está?
en 1961, al cumplir nuestras Bodas de Plata. aquí viene el Garabato
que lo quiere saludá.
Con este motivo tuvimos un almuerzo de toda
la garabatería en el Club Barranquilla, de allí se- ¿Dónde está Emiliano,
guimos al Club Alemán para terminar en el con su cabeza peiná?
Country. Al celebrarse las Bodas de Plata conta- Yo canto verso bonito
mos con la gran colaboración de la señora de don en domingo de carnavá.
Alfonso Sánchez y doña Isa Llinás de Díaz
Granados, quienes organizaron los Garabatos in- Las cosas de Barranquilla
fantil y juvenil, que sumados al Garabato mayor, causan admiración:
salimos en esa fecha un gran total de 250 parejas. una reina dictadora
y un reicito borrachón.
Tomamos de la Revista del Country Club: «En
el año de 1937, un grupo de jóvenes de nuestra Esto dijo la babilla
sociedad presentó por primera vez al público de en el puente de Rebolo,
Barranquilla la Danza del Garabato. En esta pri- la que le comió la costilla
mera ocasión sus capitanes fueron Paco Salive y a la esposa de Bartolo.

95
Lo popular en el carnaval de Barranquilla*

Rodrigo Vengoechea Dávila

El año de 1850 marca el punto final de la villa La clase de «segunda» efectuaba sus fiestas en
para dar principio a la ciudad del porvenir, que el salón «Fraternidad», situado en la carrera del
empieza a delinearse en un horizonte despejado y Progreso o en los amplios patios de la «Niña Nico-
luminoso. Fue en este año cuando samarios y car- lasa», anciana que celaba la escuela de varones
tageneros empezaron a trasladar sus lares en tor- que funcionaba en los locales que ocuparon los
no a nuestra querida y primitiva iglesita de san juzgados municipales, en la calle del Comercio; y
Nicolás de Tolentino. Con ellos se inició un comer- la masa del pueblo, en el salón «Burrero», amplio
cio más próspero, una más activa industria y una cercado cubierto de una enramada de palmeras,
vida social menos rudimentaria. La colonia samaria con piso de tierra apisonada, adornando con lar-
dio mayor y rápido impulso a la cultura y a los gas cintas de papel de colores y flores artificiales.
actos sociales organizando festividades, bailes de Las cumbiambas se realizaban en las plazoletas,
etiqueta y «charros». Eran estos bailes semifami- en distintos sectores de la ciudad. Aún recorda-
liares a los que se concurría con vestidos senci- mos una que se bailaba en la plazuela de la Adua-
llos y disfraces extravagantes y que se verifi- na, el día 2 de febrero, festejando a la Virgen de
caban en salones acondicionados en los pa- la Candelaria, y otra en el lugar donde se en-
tios de las casas grandes. cuentra hoy el Salón Metro, además de la de
la calle de Las Vacas, y no sería osado avan-
En esta época se ideó la construcción zar que en honor de dicha virgen llevaban
de un teatro que sirviera para la repre- las muchachas primitivamente en las
sentación de toda clase de espectáculos y cumbias sus haces de velas encendi-
para bailes. Gracias a la iniciativa y a la das, ya que es ella la Virgen de las can-
tesonera labor del señor Emiliano Vengoechea delas o de las velas benditas.
pudo realizarse esta grande obra, y, en agra-
decimiento, la Compañía Anónima del Teatro le Estos festejos tradicionales se iniciaban aún
dio el nombre de Teatro Emiliano. Allí se verificó el hace pocos años el día 20 de enero, con un hermo-
primer baile de disfraces, en el año de 1892, y acu- so baile en el que se hacía la elección de las digni-
dieron a él todos los niños de la ciudad, ataviados dades dirigentes del carnaval, en el Club Barran-
con ricos y vistosos disfraces. Allí asistieron: el quilla.
doctor Abel Carbonell y sus hermanos; Emiliano,
Pablo y Pedro Vengoechea; Wilfrido Roncallo, los Es de notar que en el departamento del Magda-
hermanos Aycardi, los hermanos Insignares Vieco, lena, según datos históricos que hemos recogido,
los hermanos Roncallo y muchos otros más que las fiestas de la Virgen de la Candelaria, a media-
sería prolijo mencionar. Todos ellos iban acompa- dos del siglo XVIII, principiaban el 20 de enero y
ñados por una pléyade de lindas niñitas, primoro- terminaban con las carnestolendas. El día 8º de
samente disfrazadas. Estas fiestas o bailes, se rea- las novenas, salía la procesión de la Virgen, que
lizaban en el Teatro Emiliano con el objeto de re- iba precedida de una partida de hombres disfra-
unir fondos para la terminación del mismo teatro. zados de conquistadores, armados de arcabuces,
y al llegar a las boca-calles eran asaltados por otra
*Tomado de la revista Carnaval de Barranquilla, 1958. partida disfrazados de indios guajiros que les lan-

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


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zaban sus flechas y aquellos se defendían a tiros, adornados con multitud de flores naturales y artifi-
recordando los combates de la conquista. ciales, colocados en dos opuestas líneas, encabeza-
da la una por el presidente y la presidenta, seguidos
En Bolívar, a principios del mismo siglo XVIII, de ministros del carnaval y particulares, la otra por
durante las novenas de la Virgen, se celebraban el vicepresidente acompañado de la vicepresidenta,
suntuosos bailes, correspondiendo el primero de el resto del ministerio y público en general.
cada serie de tres, a las blancas llamadas de Cas-
tilla, el segundo a las pardas y el tercero a las ne- Estas líneas de combate iban bien apertrecha-
gras libres. La gente pobre, libres y esclavos, par- das de flores, bombones, saquillos de confeti, cas-
dos y negros, verificaban los suyos al aire libre al carillas de huevos llenas de aguas perfumadas y
son del tambor africano. El Domingo de Carnaval polvos de colores, y al encontrarse las dos líneas
correspondía a los negros bozales —traídos de Áfri- adversas en diferentes calles, descargaban unos
ca—, que eran muchos. Tenían éstos sus cabildos contra otros sus andanadas de flores y perfumes.
de mandingas, caravalíes y congos con sus reyes y Hoy tal batalla no existe. Se efectúa un largo pa-
príncipes. Rememorando las costumbres de su le- seo en el que participan bellísimas carrozas prece-
jana patria, se cubrían con pieles de tigres, em- didas por la reina en su trono rodeada de prince-
brazando grandes escudos; en la cabeza una es- sas y las de las reinas de los barrios y capitanas
pecie de rodete guarnecido de plumas, y la cara, del Centro Árabe, y una fila de miles de automóvi-
pecho, brazos y piernas, pintados de labores ro- les herméticamente cerrados y de camiones con
jas, y empuñando sables y espadas recorrían las comparsas que se dirigen al Estadio, donde un ju-
calles bailando, saltando, haciendo contorsiones, rado calificador otorga premios a las más bellas.
simulando combates, al son de sus tambores.
Pero lo que constituye la originalidad del car-
Las reinas, ataviadas con las alhajas de sus naval popular de Barranquilla, y lo hace muy típi-
amas, iban erguidas, como verdaderas reinas de co son sus danzas. El carnaval es muy antiguo y
su país. Presumimos que tales costumbres y bailes se celebra en todas partes, pero seguramente en
de negros fueron traídos a esta ciudad por nues- ninguna tiene el sabor de la tierra como el de Ba-
tros vecinos y han dado origen a algunas de nues- rranquilla; no hay en ninguna parte nada
tras danzas, como las del «Congo», de «El Torito», tan característicamente nuestro
etc., y la celebración de las fiestas de la Candelaria como este carnaval.
y del carnaval explican por qué nuestro carnaval
comienza el 20 de enero, como hemos anotado arri-
ba, y no se limita a los tres días como en Europa.

Hoy las fiestas se inician el sábado con


la célebre Batalla de Flores. Antigua-
mente ésta se efectuaba en coches
tirados por caballos, unos figuran-
do lindas alegorías, otros
Archivo de la familia Dugand Renowitzky

Comparsa El matrimonio, del Club Barranquilla, 1972.

97
LAS DANZAS Y COMEDIAS «Cabalgante» y el «Magor»,
a la Francia destruiré
Estas danzas, que llevan a veces nombres increí- y también al emperador.
bles, cuyos argumentos se refieren a la vida case-
ra del pueblo, a sus labores en la ciudad y en el Habla Carlomagno:
campo, a episodios a veces dolorosos de su vida y —Destruir a Francia es imposible,
a veces históricos y extranjeros, como también a aunque venga el almirante;
las costumbres de los animales, recorren la ciu- Carlomagno será triunfante
dad y penetran en los salones y patios de las ca- en el puente de «Amantible».
sas grandes, donde representan sus comedias para Por mi bandera y mi lanza,
recoger algún dinero. Entre las históricas, figura jamás he sido vencido;
la de los «Conquistadores» o los «Españoles», im- no ha habido un moro atrevido
portada de Mompós, especie de comedia en la que que no se rinda a mi planta;
se representa a éstos cuando fundaron esa villa, yo, que no gusto de chanza,
vestidos con calzones, jubón y medias de colores, y esto me va por raza,
un casco guerrero de cartón sobre sus hombros, vuelvo y me salgo a la plaza
amplias capas de seda de diversos colores, y van con los moros a pelear,
armados de espadas y lanzas de madera. y venimos a obsequiar
a los dueños de esta casa.
Estos son algunos de los versos de esta come-
dia (cantados): Argumento: En la primavera del año 778 Car-
lomagno hizo una expedición al norte de España.
Santa Cruz, se llama Santa Cruz, Se apoderó de Pamplona, ciudad cristiana, y de
la Villa de Mompós algunas otras poblaciones sarracenas, pero fraca-
porque así la puso el conquistador. só ante Zaragoza. De regreso a su patria, mien-
Se rindió a la España con mucha alegría tras su ejército cruzaba los Pirineos, los vascos,
queriendo ganar a los indios de guía. montañeses emboscados, atacaron su retaguardia,
Ya somos cristianos, gracias al Señor. destruyéndola en Roncesvalles, donde pereció su
Gracias a Dios damos y al conquistador. sobrino Rolando. A esta expedición se refiere la
danza de los doce pares de Francia.
LA DANZA DE LOS DOCE PARES DE FRANCIA
LA DANZA DE LAS PILANDERAS
En la danza de los «Doce Pares de Francia» apare-
cen el emperador Carlomagno y sus doce pares Llevan consigo un pilón con sus respectivas «ma-
luchando contra los moros de España. El empera- nos». Consiste este instrumento en un tronco de
dor se presenta con su gran manto de color mora- madera de carito o de banco labrada, adelgazado
do, su corona de cartón dorado y su larga espada. en el centro a manera de cintura; una de sus extre-
He aquí los versos de esta danza: midades es plana para que sirva de base, y la su-
perficie socavada, formando una especie de taza.
Habla el Emperador: Tiene, más o menos, 1.20 m de alto por 0.50 m de
—Oh Virgen Santa María diámetro. En esa concavidad echan el maíz que han
sin pecado original, de pilar para hacer los bollos o las arepas, remo-
alabado sea Jesús jándolo para evitar que salte fuera del tazón al reci-
sacramento del altar. bir el golpe de la «mano». Lo machucan entre dos y
aún tres pilanderas a la vez. La «mano» tiene aproxi-
Y el Moro con quien combate, cubierto con su madamente 1.20 m de largo por 0.10 m de diáme-
albornoz blanco y armado de su cimitarra de ma- tro. Su forma es cilíndrica, de madera pesada (de
dera, contesta: guayacán, canalete o dividivi), algo más grueso en
sus extremidades; una de estas extremidades la
—Oh Mahoma tan poderoso usan para descascarar el grano, la otra para redu-
de un Dios con garantía, cirlo a polvo, según el uso a que se destine. Cuan-
ya perdió el imperio do una de las pilanderas ha dado repetidas veces
su gran cristianía. golpe al grano, levanta rápidamente la «mano» lan-
Por mis dioses «Apolín», zándola al aire, mientras humedece sus manos en

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una totuma que tiene al lado, para
evitar las quemaduras que le pro-
duciría la fricción, la otra pilandera
deja caer la suya inmediatamente
de modo que los golpes sean rápi-
dos y continuos y así, seguidamen-
te, con una graciosa inclinación del
busto y de la cintura producida por
el esfuerzo que hacen. Cada golpe
va acompañado de una especie de
ronquido que sale con la fuerte res-
piración, parecido al del leñador
cuando maneja el hacha. Cuando
una de ellas se cansa, tira al aire
sobre su cabeza la «mano» apartán-
dose del pilón y sin que se pierda el
ritmo un solo instante, una compa-
ñera lo recibe, tomando su lugar, y
continúa la trituración sin interrup- Foto de Vivian Saad
ción alguna.
males que dormían a las orillas. Así aconteció más
En la danza van vestidos de vivos colores; las de una vez con seres humanos. Mientras las mu-
camisas escotadas dejan ver sus fuertes brazos jeres lavaban, dejaban incautamente a sus niñi-
desnudos hasta los hombros. Llevan collares de tos dormidos sobre una estera bajo un árbol, sin
cuentas de colores en su garganta y flores que ador- darse cuenta de que el caimán acecha, o permi-
nan sus cabellos negros y lacios. Mientras tanto, tían a los más grandecitos bañarse sobre una pie-
el resto de la comparsa canta acompañada de flauta dra dentro del agua. La danza representa un in-
de millo y de tambores. menso caimán de cartón y madera, rodeado de la-
vanderas y de un cazador, y cantan:
Pila, pila, pilandera,
que me voy mañana. Mijita, cuida a tu hermana
¡Los bollos calientes que yo me boy a lavá...
pa mi prima hermana! a ver si puedo gozá
el frescor de la mañana.
¡Ay, pilá, pilandera,
ay, molé, molendera! Mijita, ¿’onde está tu hermana?
¡Pilá, pilandera, El caimán se la comió...
que viene la noche buena! ¡Por lavá unos trapitos!
¡Sea por el amor de Dios!
Pilá, Juana María,
los bollos calientes El caimán está en la laguna
pa el señó Juan Andía... esperando su carná...
Pilá, que te coge el día. Le ha venido la fortuna
y se ha llevado a mi pelá...
La música de esta danza ha sido tomada para
hacer música moderna de baile, el «Porro», imitan- ¡Adiós, mija Tomasita!
do también sus versos. encomiéndola a María,
que este malvado caimán
LA DANZA DEL CAIMÁN se ha llevado a la hija mía.

Recuerda ésta, accidentes ocurridos a las lavan- La muerte de este caimán


deras que iban a lavar sus ropas al «Consejo» o a ha de ser en Riofrío.
la orilla del río o de los caños de Barranquilla. Es- Que en un rápido playón
tos saurios solían llevarse los perros y otros ani- se lo coma el Pío-Pío.

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La muerte de este caimán Y el rey pregunta a otro que se ha plantado junto
ha de ser de un balazo. al burro:
Que en un rápido playón —¿De dónde vienes gallinazo
se lo coma el gallinazo... con tus alas amarillas?
Vengo de las sabanas
El cazador: de comerme unas novillas...
—Yo soy el abanderado
de estas pobres lavanderas, Y el grupo repite:
que si no fuera por mí, Croj ... croj... croj...
el caimán se las comiera.
Otro recita:
LA DANZA DE LOS GALLINAZOS —Yo soy un viejo golero
que estuvo en bosque y llanos,
Los componentes de esta danza van vestidos de y traigo el buche repleto
negro. La camisa es combinada con el pantalón ¡de tanto comer marranos!...
formando una sola pieza. El pantalón es abomba-
do y llega debajo de las rodillas. Las mangas de la Otro recita:
camisa no tienen boca, de modo que las manos —Yo soy un pobre viajero
quedan encerradas. Llevan medias negras; las alas que nada en busca de sustento,
se desprenden del cuerpo de la camisa, y de las mi ambición es el carnero,
mangas se extienden al alzar los brazos. El rey va por eso me ven contento
enteramente de blanco. Llevan máscaras que fi- cuando voy al matadero.
guran la cabeza de estas aves, con pico fuerte y
corvo. Bailan formando un semicírculo, sin mo- Otro recita:
verse de sus respectivos puestos, al compás de un —Yo soy el golero pichón
acordeón y de un tambor. Al principiar el baile los nacido el viernes santo,
hombres tienden los pies derechos, y un, dos, se y aunque mi color es negro,
mueven acompasadamente, lentamente, dando un visto siempre de blanco.
cuarto de giro alternativamente a la izquierda y a
la derecha, de acuerdo con el pie que saquen, así: Al final de cada recitación la banda entera bate
vuelven el pie derecho haría la derecha, de modo las alas y grita: Croj... croj... croj... y luego repite su
que forme una escuadra con el izquierdo, quedan- baile.
do los talones cerca uno de otro; el cuerpo se incli-
na un poco hacia el lado derecho o
el izquierdo según el ritmo del pie,
las alas abiertas y la cabeza incli-
nada, mirando el burro que está
en el suelo, y que es uno de la com-
parsa, imitando un burro. Luego,
uno de los gallinazos, el primero de
la fila, al cesar el baile salta al cen-
tro, colocando las piernas a uno y
otro lado del animal muerto, dan-
do a entender que está posado so-
bre éste.
Archivo de la Casa del Carnaval

El rey le pregunta:
—¿De dónde vienes gallinazo,
con tus alas coloradas?
Vengo de la sabana
de comerme unas venadas...

Y todo el grupo en coro grita:


Croj, croj, croj... Las pilanderas.

100
LA DANZA DE LOS PÁJAROS visitando los jardines
para chupar su fragancia,
Tan curiosa como bonita, es esta danza; cada in- mi plumaje es de elegancia,
dividuo va en la misma forma que los gallinazos, que exportan al extranjero,
pero sus vestidos son de vivos colores, iguales a y cogen mucho dinero
los del pájaro que representa; en la parte posterior porque soy muy apreciado
del calzón llevan cosida una cola hecha de cartón por mis colores variados,
más o menos larga, y forrada de plumas, la cabeza en casi el mundo entero.
cubierta con un pañuelo de color y el rostro con
una máscara de pájaro imitativa del ave corres- Como rey, cuando yo bajo
pondiente. Acompañan a los pájaros dos persona- sobre mí tienden bandera,
jes importantes: son éstos una jardinera y un ca- y tiembla la jardinera,
zador. Van metidos dentro de un pequeño cercado porque le cuesta trabajo;
con algunas macetas con flores; ella va adornada de manzanas pido un tajo
con muchas flores y tiene una regadera en la mano; como rey de gran valor,
él con chaqueta corta, polainas, sombrero de fiel- alerto mis compañeros
tro y espejuelos oscuros; lleva una escopeta ter- que allá viene el cazador.
ciada. Hace muchos años ocurrió un percance fa-
tal durante la representación de esta danza, pues Cuando cada pájaro termina su verso, vuelve a
la escopeta del cazador, un arma ya anticuada, su puesto, y todos abren las alas y cantan en coro:
inesperadamente hizo fuego, matando al pájaro ¡Chrrrrrr!
sobre el cual apuntaba.
LA DANZA DE LOS INDIOS FAROTOS
De los pájaros del monte
a mí me llaman el toche, Esta danza se baila en Usiacurí, Isabel López y
y quisiera pasar contigo Barranquilla, siendo muy notable y bella por el
las horas de la noche. modo de bailarse en Usiacurí.

Cuando sopla el vendaval Van las muchachas con adornos de palmas en la


me hallo siempre en grande apuro, cabeza, lo mismo que los hombres. Su vestido con-
¡porque el plátano maduro siste en una camisa de color, escotada y sin man-
es comida del turpial! gas. La garganta adornada con cuentas de colores y
collares de semillas de frutas; las faldas por encima
Como rey que soy, de las rodillas y las piernas enrejadas con cintas de
no hay quien me pueda igualar: distintos colores, Los hombres llevan también cami-
soy mayor en el cantar, sas de color. Todos van armados de arcos y flechas.
y hasta en bosques alemanes; El baile es acompasado, suave y rítmico en la mujer,
a mis amigos galanes que despliega toda la gracia de sus formas y movi-
les advierto con rigor mientos, ladeándose a derecha e izquierda: el cuer-
que miren alrededor, po inclinado hacia adelante, sigue con perfección el
del florido manzanar, compás de la flauta de mijo y el tambor, lanzando
porque puede disparar apagados y cortos gritos guturales que marcan el
de repente el cazador. compás del baile, y a veces ululantes, que interrum-
pen dándose rápidos golpecitos en la boca con la
En el copo de un manzano palma de la mano; el hombre baila a su alrededor
estaba una tarde oscura, saltando y haciendo increíbles y rápidas contorsio-
vi pasar una figura nes, bailando una veces hacia atrás y otras incli-
que se venía acercando a mí, nándose casi hasta el suelo. El cacique lleva una
y a pesar de ser muy tarde larga vara entre las manos, la que maneja con mu-
yo dije para sí: cha gracia mientras baila. Se distingue también,
—Matarás a otro, cobarde, como su compañera, por su gran adorno de hermo-
que yo a volar aprendí. sas plumas en la cabeza. Los caciques son los de
más edad, y transmiten a los jóvenes la tradición del
Soy el ave que viajo por los confines baile de esta danza.

101
Así era nuestro carnaval
Tradiciones y costumbres *

Alfredo de la Espriella

EN EL PRINCIPIO ERA EL BANDO PASAPORTES

Imitando la vieja costumbre de origen medieval de A fines del siglo pasado, acostumbraban los or-
anunciar los acontecimientos por medio de ban- ganizadores del carnaval proveer a la gente de
dos, el carnaval barranquillero fue popularmente un especial salvoconducto a manera de pasapor-
promulgado por ese medio; siendo siempre muy cu- te, el cual costaba un peso. Persona sorprendi-
rioso el tradicional ceremonial del 20 de enero cuan- da en la calle que no mostrara el suyo, era pues-
do en la plaza principal se daba a conocer lo dis- to preso y multado; con cuyo dinero se contri-
puesto por la autoridad. Posteriormente, después buía para los gastos generales de la fiesta. Todo
del anuncio, fue costumbre pasearse el bando una esto, naturalmente dentro de un ambiente de hu-
vez conocido el pregón. Distinguidas damas y ca- mor y cordialidad.
balleros en sus lujosos coches,
victorias, etc., recorrían las ca-
lles principales de la población
presididos por el bando y con-
juntos populares de danzas,
terminando el recorrido en la
residencia de aquella que, a jui-
cio de los organizadores, era es-
cogida para presidir las festivi-
dades. Poco a poco se fue olvi-
dando esta tradición; limitán-
dose al anuncio solamente, a
los avisos de prensa y radio.
Archivo del Museo Romántico.

Este año, reviviendo la vieja


costumbre, el alcalde, la sobe-
rana del carnaval y candidatas
populares, leyeron el decreto el
20 de enero en pleno Paseo de
Bolívar, declarando oficialmen-
te abierta la temporada.

* Tomado de la revista Carnaval


de Barranquilla, 1967. Coronación de Leonor González MacCausland, 1949.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


102 p. 102-105: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
ASALTOS
Bando de 1949 *
Costumbre muy generalizada como el propio signi-
ficado en cualquier baile sin aviso oportuno. En Yo, rey Momo del barrio Abajo,
Barranquilla fueron muy populares. Generalmen- ordeno y mando al carajo
te, las residencias de los presidentes del carnaval a todo aquel maretira
eran asaltadas por sus amigos, los que, en com- que se las tira
parsa a partir del 20 de enero, cuando se abría ofi- de café con leche
cialmente la temporada, sorprendían a sus dueños, y se atreva... ¡eche!
muchas veces obligándolos a aceptar los cargos que a salir en pleno carnaval
ofrecían los organizadores de las festividades. Aun sin disfraz, careta, capuchón,
cuando ahora no es tan común ni tiene la gracia ni máscara o antifaz.
la ingenuidad de la sorpresa que tenían antes, por Porque, sin ninguna contemplación
temporada se promueven asaltos, pero ya con la mis “indios de trenza” los llevarán
diferencia de que los dueños de una casa previa- a la picota de la “vara santa”
mente avisados se preparaban así de un todo para donde pagarán caución
el acto, perdiendo de esta manera su auténtico ca- y no los soltarán
rácter de asalto para convertirse en recepción. hasta que sufran la condena
y cancelen la pena
LA CONQUISTA por faltarle el respeto
a la tradición.
Costumbre tradicional de las danzas y de todos Porque, en esta tierra bochinchera,
los conjuntos que participan en el carnaval de reu- tampoco es que a cualquiera
nirse el martes en las horas de la tarde en un de- por más creído que sea
terminado sitio en pos de la conquista de las ban- se le va a permitir violar
deras, de manera que la que mayor número arre- la ley de disfrutar
batase, esa obtenía el premio. Antiguamente, esto como se debe parrandear
ocurría en la plaza de Armas, en la 7 de Abril, en el el carnaval de “la Arenosa”,
parque El Centenario. Como quiera que les pre- ¡que no es cualquier cosa!
mios los otorgan ahora el domingo de carnaval, la Así que, ya sabe la concurrencia,
Conquista propiamente dicha ha perdido su tradi- no tendremos clemencia
cional característica. Muchas veces ocurrían des- con ningún pelafustán
órdenes, terminando en una verdadera batalla bien sea un badulaque de primera
campal en la cual participaban todas las danzas, un macabí de segunda
comparsas, y disfraces individuales. o un mequetrefe de tercera.
Los convido a disfrutar
PIÑATAS el “salón burrero”
la “guacherna” y la “cumbiamba”
Hacia 1882 y poco más o menos hasta la época de hasta el martes de “la conquista”.
la guerra civil de los Mil Días, había licencia para Cuando se acaba la guachafita
continuar celebrando carnaval las dos primeras se agota el ron trompá
semanas de Cuaresma. Siendo igualmente muy y enterramos a la maricaíta
animados los bailes de los días jueves, sábados y de Joselito Carnavá
domingos. en la plaza “7 de Abril”.
Yo, el rey Momo del carnaval,
El último de todos era llamado precisamente de mi tierra guapachosa
de «Piñata». Refiere en sus crónicas Manuel Abello cordial y generosa
Palacio que «la Piñata» consistía en una vasija de y ¡gracias mil!
barro pequeña forrada de papel de color y con cin-
tas multicolores; estaba llena de dulces y con pa- * Fue en el carnaval de 1949, coronación de la reina de ese año, Leonor
González McCausland, cuando por vez primera en el programa oficial que se
lomas blancas dentro. Los caballeros elegidos para llevó a efecto en el Teatro Murillo, Alfredo de la Espriella, autor del libreto El
sueño del rey Momo, escribió el primer Bando a las soberanas de nuestras
romperlas iban vendados, blandiendo un palo; el carnestolendas. En aquel espectáculo inspirado en las viejas tradiciones del
que lograba despedazarla le tocaba dar el baile. carnaval de la Arenosa, dicho bando lo leyó el joven Humberto Jimeno Gon-
zález, quien caracterizó el celebre personaje de la farsa barranquillera.

103
Bando de 1980

Yo, la reina del Carnaval de Barranquilla


por la gracia de Momo, del pueblo coste-
ño y Joselito Carnaval,

ORDENO Y MANDO
“IPSO FACTO”:

Primero: Declárese en toda Curramba


la Bella el estado de sitio carnavalesco.

Segundo: Amnistía general para los al-


zados en copas.

Tercero: Tomar conciencia de lo que


significa el carnaval como expresión au-
tóctona de un pueblo que estimula sus
tradiciones y respeta su folclor.

Cuarto: Consigna de mi imperio: el Dis-


fraz. Todo aquel que cometa infracción
de no llevar careta o capuchón que iden-
tifique su originalidad, será puesto a las
Archivo del Museo Romántico

órdenes de los negros pintados y de los


indios de trenza para que aprendan a res-
petar.

Quinto: Créanse dos máximos galar-


dones para la temporada: “Alcohólicos
Epónimos” y “Mutuo Auxilio de Engua-
yabados”.

Sexto: Que mis huestes sean dignas Rey Momo de 1995, Enrique Salcedo (izq.)
de la fiesta popular, contribuyendo con
su entusiasmo a demostrar al país, una vez más, te constituido, por el voto jacarandoso del pueblo
que Barranquilla sabe cantar y sobre el yunque eufórico y soberano, se le impondrá la pena máxi-
martillar. ma contra la tierra currambera, ceñida de agua y
madurada al sol; tres días a medio palo, sin recur-
Séptimo: A partir de la fecha quedan abiertas de so de “hábeas corpus carnavalescum”.
par en par las cisternas de Gordolobo de palacio y
mi viejo arsenal etílico a disposición de quien le pro- Décimo: Elévase a la categoría de delito público
voque asaltar. la corronchería y falta de civismo mientras dure la
emergencia del estado de sitio carnavalesco.
Octavo: Nombro grandes mariscales de campo
a los danceros y cumbiamberos, y princesas de mi Dado en mi palacio real de La Arenosa el 20 de
reino encantado, a las pilanderas y reinas de los enero, día de San Sebastián.
zafarranchos en los barrios.
Ejecútese a la mayor brevedad, ¡pilas! ¡Viva el
Noveno: Aquellos que se les sorprenda atentan- carnaval de Barranquilla!
do contra la seriedad pública, dando malos ejem-
plos con su sobriedad o contribuyendo con su jartera Yo, la Reina.
a la depresión del estado de carnaval legítimamen-

104
Decreto bando del 2005

Yo, por la gracia de Momo


y con la venia de mi pueblo
cordial, y currambero, so-
berana del carnaval ba-
rranquillero ordeno, man-
do, dispongo y ejecuto:

Primera resolución: A
preparar con todas las ar-
mas de percusión tambo-
res, flautas de millo, gai-
tas y maracas la desmo-
vilización y toma recur-
siva de la ciudad para li-
brar la gran Batalla de
Flores y consolidar la vo-
Archivo del Museo Romántico

luntad de convivencia que


tiene que reinar al ritmo
de las cumbias, porros,
mapalés y merecumbés
de nuestro belicoso terri-
torio folclórico de fama in-
ternacional.
El Bando de Jaime Lallemand.

Segunda instancia: Uni-


forme de mi ejército de gala: el Capuchón. Santo y Quinta sugerencia: Ahora, por último, les hago
seña: el Antifaz. Trinchera general: la Plaza de la una pregunta estratégica a manera de referéndum
Paz. Líderes de la revolución de la risa y despar- carnavalescum: Como quiera que este año el car-
pajo general: Marimondas del Barrio Abajo. naval ha sido muy corto, ¿les parece bien seguir
la lucha constante todo este año y el entrante pa-
Tercera provocación: Mis tropas faranduleras de ra compensar el tiempo que nos toca para defen-
asalto y mis fieles compañeros de guachafita tie- der el prestigio de esta fiesta con la verraquera
nen mi apoyo farnofélico incondicional para liqui- que sabemos?... ¿Sí?... ¿Lo aprueban?... Aproba-
dar todo el arsenal etílico de Palacio. do por la sicopatía general y disoluta del pueblo
currambero.
Cuarta obligación: Extradítense de mis territo-
rios parranderos a todos aquellos majaderos, agua- Sexta providencia: De ahora en adelante, quiero
fiestas, coralibes, payasos, mamertos, guacamayos, que le pongan todo el corazón de patilla y de me-
barbules y corronchos que no se disfracen duran- lón a la fiesta para que este carnaval del centena-
te el festejo popular, faltándole por esa causa el rio quede de ataque y todos lo pasemos de infarto.
respeto al patrimonio oral e intangible de la hu-
manidad. Un título legal que no es de simple papel Dado en mi Palacio de la convivencia popular.
de bla, bla, bla, sino un cartel internacional que Publíquese y cúmplase al pie de la botella. ¡Viva el
honra la categoría de nuestra fiesta vernácula, la pueblo barranquillero y mis tropas de asalto
calidad de nuestro pueblo sano que la estimula y currambero!
los méritos de la cultura cívica que la engalana
con esta tradición autóctona, democrática y repu- Yo, la Reina.
blicana.

105
Visión de la mujer barranquillera:
La reina del carnaval y las capitanas de la sociedad
Habla la reina del carnaval y las capitanas de los Clubs Riomar,
Country y Barranquilla*

Manuel Góngora Echenique

Barranquilla se ha vestido de gala. Barranquilla Y nombró una Junta compuesta por Juan de Dios
desborda de alegría y los pueblos que se emborra- Abello, ya fallecido, Rafael Salcedo Villarreal y Celio
chan de risas son pueblos sanos, eufóricos de vida. Villalba R., para que organizaran tan simpática
Es que ha llegado el carnaval, la fiesta tradicional fiesta. Y entonces se hizo un carnaval que superó
de este pueblo costeño que abona con su contento a todos.
la dicha de vivir.
Después... la gobernación ha sido encargada de
Desde que Barranquilla era villa, el carnaval se nombrar la junta organizadora, que este año pre-
verificó con suntuosidad. Luego, en 1936 la Socie- side Raúl Fuenmayor Arrázola, secretario de ha-
dad de Mejoras Públicas, se preocupó de revivirlo. cienda departamental, que se ha propuesto hacer
“una fiesta de cultura y de arte que testimonie la
civilidad de los barranquilleros.” Integra también
la junta el alcalde Rafael Borelly, el más popular
de los alcaldes que ha tenido Barranquilla; y por
los clubs sociales el gran arquitecto Fernando J.
Restrepo, que quiere “enfocar” el carnaval en un
sentido elevado que ponga de manifiesto la alegría
temperamental de este pueblo. También hay un
representante de la Sociedad de Mejoras Públicas,
otro de las clases populares, de las industrias, del
comercio, etc.
Por segunda vez en pocos meses vuelve nuestro
cordial saludo a la ciudad de Barranquilla a Se iniciaron las carnestolendas en el Club
través de las páginas de Estampa. Ahora, con Riomar, el Club de la Juventud, que preside Raúl
motivo de los alegres carnavales que compen- Galofre, espíritu selecto, que organizó un magnifico
dian el alma de la gente barranquillera. Llega baile, “Una noche en Xochimilco”, en que hubo
esta edición a la capital del Atlántico llevando derroche de belleza, lujo, elegancia y arte.
nuestro cálido mensaje. Porque esta que hemos
querido llamar la Puerta Norte de Colombia se Luego vino la coronación de la reina Judith Pri-
enorgullece de su fiesta, que es para sus mera, en el Apolo. Una fiesta soberbia organizada
habitantes tradicional, y celebra con generoso por el formidable Paco de la Riera, el gran tenor,
regocijo la mascarada en donde el pueblo y la en la que participó la Orquesta Sinfónica que diri-
sociedad se reúnen para vivir la vida amable, ge el Maestro Biava; coadyuvaron Tina de Altamar
ejerciendo la mejor función de la democracia. y la exquisita Zoraida.
A esa sociedad y ese pueblo va nuestro saludo
en esta fecha de alegría. A continuación se realizó un imponente desfile
ante el Club Barranquilla y el pueblo aclamó en
* Tomado de Estampa, n° 320, Bogotá, feb. 3, 1945. Archivo las calles a su reina, a esta reina delicada, espiri-
de Gustavo J. García. tual, bella, de tenue sonrisa, de egregia figura, que

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


106 p. 106-112: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
Ida Manotas Vallarino Judith Blanco D’Andreis Margot de Hart Ethel de la Peña

simboliza a la mujer barranquillera llena de atrac- Juguetea inquieta con sus manecitas. Aparta
tivos, de gracia, de personalidad. sus crenchas que caen en su frente amplia. Y ar-
guye.
Y continúa la fiesta, que adquirirá su período
álgido el sábado, domingo, lunes y martes de car- —Como soy alegre me preocupa proporcionar
naval, en que el pueblo invadirá las calles luciendo alegría a los que carecen de ella, a los necesitados,
sus disfraces y las comparsas “desfilarán” bailando a los menesterosos, a los que la vida no fue ama-
al compás de sus congas. Todo es bullicio algara- ble con ellos...
bía, derroche de vidas, ¡carnaval barranquillero eres —¿Practica el deporte?
símbolo del espíritu juvenil de un pueblo! —Sí, el tenis y la natación.
—¿Cuál es su mayor anhelo?
LA REINA DEL CARNAVAL: —Hacer una gira por España, cuando se haya
JUDITH BLANCO D’ANDRÉIS implantado la República y haya las mismas liber-
tades que en mi país.
Un salón adornado con gusto repleto de flores y de
cuadros, de estatuas, de bibelots. La reina, de pres- LA CAPITANA DEL CLUB RIOMAR:
tancia arrogante, joven eurítmica, nos tiende sus IDA MANOTAS VALLARINO
manos. Y comenzamos a hablar.
—¿Qué emoción le produjo el haber sido nom- Ida Manotas, de grandes ojos negros y de cabelle-
brada reina? ra de ébano, es profundamente emotiva. Le ha cau-
—Fue una sorpresa, contesta resuelta. sado gran placer ser elegida capitana del Club
—¿Cree usted que la mujer debe cultivarse para Riomar, el Club de la Juventud, que preside el gran
colaborar con el hombre en la lucha por la vida? Raúl Galofre, espíritu selecto a quien el mayor elo-
—Yo acabo de salir del colegio, poco sé de la vida. gio es llamarle barranquillero.
Pero mi opinión sincera es que debe, igual que el
hombre, tener una profesión, y aptitudes para el ho- Al preguntarle cuál es su mayor ideal contesta:
gar, al objeto de poder libremente elegir al esposo. —¡Tengo tantos ideales!
—¿Le place leer? Y entorna sus ojos. Y quedadamente dice:
—Mucho. Mis autores favoritos son Martínez —¿Quién no tiene ideales? ¡Si es el porqué de
Sierra, Benavente, Azorín, y mis poetas preferidos la vida! Hay que soñar, soñar siempre, alegrarlo
Campoamor y Julio Flórez. todo para hacerlo más hermoso. Yo no sé, pero la
—¿Cuáles son sus propósitos como reina? mujer barranquillera es así y por eso es feliz.
—Sembrar el entusiasmo en toda la ciudad, —¿Su mayor anhelo?
sembrar alegría alegremente, que las gentes —Viajar, viajar mucho, vivir diferentes ambien-
expansionen su espíritu en estos días de carnes- tes, conocer muchos países, y hacer de cada uno
tolendas... No crea, yo como toda mujer barran- de ellos un grato recuerdo.
quillera soy muy animosa, me place bailar y reír. —¿Qué deporte prefiere?
La risa es una bendición de Dios. —Me encanta el fútbol. Y practico los bolos. Soy
una campeona. También monto a caballo y me se-

107
duce con locura el campo. El contacto con la natu- LA CAPITANA DEL CLUB BARRANQUILLA:
raleza incita a la bondad y al sentimentalismo. Yo ETHEL DE LA PEÑA
soy a veces romántica.
—¿Le gusta leer? Esbelta, delicada, de porte señorial. Es una figulina
—Me encanta, pero con preferencia novelas. aristocrática. Ingenua. Bella. Con grandes ojos
garzos...
LA CAPITANA DEL COUNTRY CLUB: Al preguntarle qué piensa de la mujer barran-
MARGOT DE HART quillera:
—Acabo de salir del colegio, acabo de ser pre-
De figura alabastrina, de cabellos de oro, de voz sentada en sociedad, y en verdad poco podría de-
queda, de inefable sonrisa. Al preguntarla cuál cir de ella, pero a mí me parece muy alegre y la
es su ideal, exclama con gran entusiasmo: mejor compañera del hombre, por su espíritu de
—¡Que sean felices todos! ¡No puede haber su- sacrificio y por su gran bondad.
prema dicha! —¿Sus ideales en la vida?
Margot de Hart se ha llevado a nuestros ojos —Procurar que sean felices todos los que me
con tal ideario. Ella cree que debe ser así: que to- rodean.
dos debemos laborar porque todos seamos felices. —¿Debe cultivarse la mujer?
Sueños de juventud. ¡Bendita juventud! —Mi opinión sincera es que debe estudiar para
—¿Es usted partidaria de que la mujer tenga adquirir una posición independiente.
iguales derechos que el varón? —¿Practica el deporte?
—No. Lo más noble en la mujer es el hogar. De —Soy una “amateur” del básquet y la equita-
ahí que tampoco sea partidaria del voto femenino. ción.
La mujer debe ayudar al hombre en la lucha, dán- —¿Lee mucho?
dole aliento, confortándole con optimismo. Si se —Solamente he leído aquellos libros que me han
cultiva, que sea para atraer al esposo en las horas permitido leer mis profesoras.
tediosas, para poder conversar con más tino, para ¡Y mis profesoras eran monjas!
comprenderle e identificarse más con él... —¿Le gustan las bellas artes?
—¿Qué deportes practica? —Especialmente la música y la pintura. Y me
—El tenis, la natación. apasiona Schubert.
—¿Cuál ha sido el día de mayor emoción en —¿Es usted sentimental?
su vida? —A veces, casi siempre.
—El día que hice la primera comunión.

Los clubes sociales y el carnaval

Barranquilla celebra siempre sus carnavales den- quillera. El Club Barranquilla fue el primero en
tro de una extraordinaria alegría y entusiasmo. Y efectuar su baile, siguiéndole el Country Club y el
los de este año se han desarrollado siguiendo la Riomar, y a continuación todas las demás asocia-
tradicional hidalguía, cultura y elegancia que en ciones de su género.
todas las épocas ha presidido el desarrollo de esa
festividad en la maravillosa capital del Atlántico. Al son de las mejores orquestas, que ejecuta-
ban al lado de los boleros sentimentales las ale-
Los clubes sociales más distinguidos de la ciu- gres melodías costeñas —el porro, el paseo y
dad fueron los que iniciaron los preliminares de la otras— los bailes se prolongaron dentro de la ma-
fiesta del carnaval. Cada uno dio un gran baile, en yor animación hasta las siete y ocho de la mañana
el que predominaron la distinción, elegancia y ale- del siguiente día.
gría que han hecho notable a la sociedad barran-

108
La iniciativa que tomaron los clubes
despertó el regocijo popular y todas las gen-
tes se sumaron a la vasta marea humana
que proclamaba la extinción de la tristeza
y quizá una especie de íntima obligación
de alegrarse. Para decirlo de una vez, a
pesar de que tiene ya sentado un prece-
dente de sólido prestigio nacional, el car-
naval de Barranquilla, aparte de ser uno
de los más espléndidos espectáculos de que
se tenga noticia, constituye un certamen
de civismo, de elegancia y de distinción.

La serie de gráficas que publicamos en es-


tas páginas son solamente el resultado de una
rápida incursión de los fotógrafos destaca-
dos especialmente por Estampa con este fin,
por los salones de los clubes Barranquilla,
Riomar, y Country Club. Como puede notarse
por las fotos, la sociedad barranquillera co-
rresponde amplia y entusiastamente a sos-
tener el prestigio de que gozan todas sus fies-
Álvaro Cepeda Samudio, al centro. tas y especialmente estas de carnaval.

El desbordante entusiasmo del que todos los Por otra parte, siendo esta edición dedicada por
elementos de la sociedad hicieron gala, sin distin- completo a la preclara ciudad y sus festividades
ción de edades —pues al lado de las briosas ju- carnestoléndicas, no podía faltar en ellas nuestra
ventudes barranquilleras y junto con ellas baila- voz de felicitación para todos los barranquilleros
ban los caballeros y damas que son respetables que de manera tan completa realizan anualmente
padres de familia—, puso una nota multicolor y su carnaval, que es a la vez un estímulo y un ejem-
gallarda en este comienzo de carnavales. plo para las demás ciudades colombianas.

¿Qué opina usted del


carnaval de Barranquilla?

—¡A través de los carnavales se conoce el alma rranquilleros. Edgardo Salas, campeón tenista e in-
de este pueblo...! Rafael Borelly, alcalde de la ciudad. dustrial.

—Es el prototipo de una fiesta de cultura y de arte —Es una fiesta a la que hay que dar tonalidad
que pone de testimonio la civilidad de Barranquilla. artística y popular al mismo tiempo. Es algo tem-
Raúl Fuenmayor Arrázola, secretario de hacienda. peramental de este pueblo. Hay que coadyuvar a
que siempre sea algo grandioso, que atraiga a los
—Es una fiesta a la que hay que dar realce para visitantes a esta tierra del sol, de alegría y de mu-
atraer el turismo nacional. Rafael Salcedo Villarreal, jeres bonitas. Fernando J. Restrepo, arquitecto.
secretario de la Sociedad de Mejoras Públicas.
—El carnaval es la vibración del espíritu alegre
—Debemos propender año tras año por atraer de este pueblo que sueña despierto y trabaja can-
el turismo nacional y extranjero con motivo de esta tando. Felix A. Barrios, diputado y representante de
simpática fiesta que revela el espíritu de los ba- las clases populares en la junta del carnaval.

109
—El carnaval de Barranquilla es para Colom- —El carnaval de Barranquilla puede y debe
bia lo mismo que el carnaval de Niza para los ha- igualarse a los que se celebran en Nueva Orleáns,
bitantes del mundo que visitan a Francia; los ha- Río de Janeiro y Panamá. Es un espectáculo bri-
bitantes de los departamentos y los americanos llante, de sano humorismo que revela el tempera-
del Caribe deben venir a Barranquilla; los unos a mento de este pueblo cordial. Julio Gerlein Comelín,
desgrasar las toxinas de la altura; los otros a cal- rotario y empresario.
mar los nervios destrozados por la lucha del año...
Barranquilla es la única ciudad que puede brin- —Este año será un éxito debido a la reina, que
dar toda clase de alegrías. Enrique Bernal, Socie- es toda alegría, simpatía y belleza. Blas Movilla,
dad de Mejoras Públicas. industrial.

Aquellos carnavales...*

Víctor Echeverría

Cuando uno recuerda los tiempos mozos,


cuando uno rememora sus años idos,
siente cierta nostalgia, que le hace presu-
mir que aquella vida de antaño era más
sencilla, más hogareña, más cordial, más
buena...

Yo recuerdo los carnavales de mi épo-


ca juvenil con fruición. Aquellos carna-
vales en que todos nos disfrazábamos e
íbamos a bailar al Teatro Municipal y más
tarde al Club Barranquilla admirando a
nuestro paso por las calles la alegría de
aquel pueblo sano, que se solazaba con
sus danzas tradicionales como el Congo,
que rememoraba motivos africanos, o la
del Toro, más alegre, más autóctona, más
indígena... Era algo típico, sustancial.
Aquellos días de loca alegría, una alegría unísona, Momo. Y a pesar de que se libaba con profusión
son imborrables... no había ni un caso de sangre, ni se registra en la
actualidad. Esos tres días consecutivos en que to-
Y después aquel “baile de los Veteranos de la dos se “entregan” a la vorágine de la alegría, se
Guardia” en que hombres sesudos, casados, se olvida todo. Que nada turbe nuestro contento en
entregaban a las delicias de Terpsícore dibujándo- esas horas de ensueño.
se en sus rostros marchitos la sonrisa inefable del
bienestar, de la dicha conquistada sin zarpazos... Aquellos carnavales en que todos nos conocía-
mos, desconociéndonos bajo los antifaces, no eran
Todos, nativos y extranjeros, oficiaban en aque- mejores que éstos, pero tenían para mí el “sabor”
llos días de carnestolenda en los altares del dios de los pocos años. Entonces se marchaba con su
presidente y una presidenta; hoy una reina, y ca-
* Tomado de Estampa, n° 320, Bogotá, sáb. 3, feb. 1945. pitanas y princesas. Entonces había un solo salón
Archivo de Gustavo J. García. de baile y un solo club; hoy hay múltiples salones

110
y tres clubs. Aquello era más recogido, más ínti- sadumbre de pensar en las horas de tribulación
mo. Hoy se ha extinguido. Pero el espíritu de las por que atravesamos...
gentes es el mismo. La tradición ha seguido. Y
Barranquilla se viste de fiesta estos días de car- Entonces, en mi época, la vida era más plácida,
naval; y abre sus brazos a todos los hombres de más limpia de pasiones. Por eso yo recuerdo aque-
buena voluntad —sin limitación de regiones ni de llos carnavales... con entusiasmo porque me place-
nacionalidades— para que vengan a buscar en ría retrotraerme a una existencia menos áspera...
su seno una sana alegría que haga olvidar la pe-

Trailer de Barranquilla*

Félix Orejuela

Barranquilla, una ciudad con más de 220.000 al- nacional, dan prestancia a la ciudad. La ciudad
mas, con el mejor aeropuerto del país, se extien- fabril merece mención honorífica. La fábrica de
de por todos los puntos cardinales en un esfuerzo Obregón, con más de 1.500 trabajadores; Mata-
de superación y de pujanza. raso, el industrial millonario brasilero, se ha in-

Hablar de los barrios de Barranquilla es una


redundancia; el Prado con sus magníficas quin-
tas, sus casas señoriales, de jardines primorosos,
trae reminiscencias de Granada. Además del Pra-
do, Boston, las Delicias, el Recreo, hacen de la
ciudad una verdadera urbe moderna. El Paseo Bo-
lívar, el Broadway de Barranquilla, es su arteria
comercial más importante.

El espíritu de sus gentes, su laborar tenaz y


sin estridencias, hace de esta ciudad del Caribe,
acogedora y simpática, un centro de atracción para
el turista colombiano, que este año ha buscado
las costas, lo mismo que el comerciante para di-
vertirse, comprar sus mercaderías. Las maneras
desenfadadas y cordiales de la gente costeña, lle-
van el sello de una idiosincrasia franca y sin am-
bages, sin par con el resto de las gentes colom-
bianas.

Las mujeres de Barranquilla, llevan doquiera


la gracia y el donaire congénito de las costeñas.
Su voz de timbre suave cala muy hondo en los
hombres del interior.

El Club Barranquilla, “el rendez vous” de la


gente bien, y el Hotel del Prado, “meeting” inter-

«Motivo hecho especialmente para esta edición por el pintor


* Tomado de Estampa, n° 377, Bogotá, sáb. 16, mar. 1946. barranquillero Alejandro Obregón, inspirado en su cuadro
Archivo de Gustavo J. García. La cumbia.»

111
corporado al panorama industrial de Barranqui- La pequeña industria de Barranquilla merece
lla construyendo una inmensa fábrica que hoy mencionarse. Artífices ignorados trabajan con pri-
está en pleno auge. mor una madera dura como el guayacán, que lla-
man carreto, y ofrecen al turista ceniceros, cande-
Los chóferes de Barranquilla, son sus mejores labros, etc., a precios moderados. Gargantillas de
cicerones. Enseñan con lujo de detalles sus edifi- conchas engarzadas con maestría, formando ca-
cios, sus paseos, todo matizado en una jerga exa- nastas y trabajos en cuerno y plumas de aves, son
gerada y jovial que se oye con gusto. los objetos que los coleccionistas de recuerdos en-
cuentran a menudo. En estos meses, Barranqui-
Puerto Colombia es la válvula de escape al mar. lla se olvida que tiene un clima ardiente y se da el
Líneas de buses llevan continuamente toda clase lujo de una brisa retozona, que arrecia en las ho-
de gentes que van al puerto a darse un baño de ras de la tarde, formando remolinos cantantes en
agua salada. Sobre las playas, una multitud pin- sus calles y avenidas. Es una brisa indiscreta que
toresca se tuesta la piel en el bravo sol del Caribe. juega con los trajes de las damas, que les alborota
Los chicos retozan y los mayores consumen cerve- el peinado y que les dice en secreto muchas cosas.
za Barranquilla y “chicharrones bogotanos”. Es una brisa impertinente, que se cuela por los
postigos y que en las oficinas, como un rapaz tra-
El trafico de Barranquilla es un ejemplo para el vieso, revuelve papeles y desarregla todo. Es una
resto de las grandes ciudades de Colombia, o me- pícara brisa que hace que el turista pesque más
jor dicho para la ciudades como Bogotá, Medellín de un resfriado. Estas noches barranquilleras son
y Cali. Sus líneas de buses tienen carros cómodos frescas, agradables, casi frías. Más de un bogota-
con cupo para 36 pasajeros, en nada parecidos a no, ha pedido una manta extra en los hoteles. Ba-
esos estrechos e incómodos de Cali, por ejemplo, rranquilla de hoy es una realidad dentro del pano-
donde el pasajero se ve siempre en posiciones for- rama colombiano. Es una ciudad franca y abierta
zadas y ridículas. para todos, cuyo escudo debía ser un campo azul.

Barranquilla y sus carnavales

Volvemos hoy la mirada a Barranquilla, norte rranquilla moderna, progresista, acogedora y


geográfico y potencial de la patria, dotada por la esencialmente colombiana, se debe principal-
naturaleza y por el esfuerzo de sus gallardas gen- mente al eco que hemos hallado en todas las es-
tes de excepcionales atributos. Estas páginas lle- feras de la gran ciudad. Invitamos al lector a re-
gan a la ciudad eminentísima en momentos en correr estas páginas con el mismo orgullo con
que su alegría se desborda a todos los vientos que nosotros registramos el adelanto industrial
en alas del raudo carnaval, que constituye cabal y cultural, el progreso del comercio y del muni-
expresión de su ánimo cordial y entusiasta, ple- cipio como entidad urbana, el notable avance de
no de vida y colmado de placer de vivirla. la instrucción pública y del gobierno del Atlánti-
co. Y decimos que orgullosamente, porque Ba-
La acogida que Estampa siempre ha tenido en rranquilla, siendo como es la puerta principal
Barranquilla constituye una tradición que nos de Colombia, lleva muy en alto nuestro nombre
honra y enorgullece a la vez. Por lo tanto, quere- ante los visitantes extranjeros y con su sola pre-
mos expresar en estas líneas nuestro agradeci- sencia poderosa y acogedora, hace patria. En el
miento a sus hombres de gobierno, a su pulcra mejor sentido de la palabra.
y brillante prensa de todos los matices políticos,
a su gentilísima sociedad, a su pujante y nota- Que al llegar en medio de la maravillosa fa-
ble industria, quienes nos han prestado su apo- rándula del carnaval, esta edición a Barranqui-
yo y amistad para el desempeño de nuestra mi- lla, constituya para la ensoñada capital del At-
sión. Si algún mérito tuviere este esfuerzo que lántico un mensaje fervoroso de saludo y un voto
ahora hacemos para presentar al país una Ba- sincero por la continuidad de su progreso.

112
Tres culturas en el carnaval de Barranquilla

Margarita Abello Villalba


Mirtha Buelvas Aldana
Antonio Caballero Villa

Este artículo fue uno de nuestros primeros acerca- cuentran transformados y filtrados por las demás cul-
mientos a la comprensión de los orígenes de las ma- turas que participaron en la fusión, y que lo máximo
nifestaciones culturales populares del Carnaval de que se puede señalar sobre ellos es su origen en una
Barranquilla, en el Caribe colombiano, publicado ori- cultura determinada, porque ninguno de estos vesti-
ginalmente en Huellas, vol. 3, Nº 5, en marzo de 1982, gios se encuentra en estado puro. La dinámica de la
condición esta que nos lleva a agregar unas anota- historia ha ido mezclando, transformando, recrean-
ciones en la nueva publicación. do y fundiendo los aportes de las propuestas cultu-
En el ensayo se plantea el concurso de tres etnias rales primigenias que se contactaron en el Caribe
—la aborigen, la española y la africana— en la ma- colombiano.
triz inicial de la cultura del Caribe colombiano. Al res- En el ensayo se señala la presencia de la flauta
pecto, es importante puntualizar que cada uno de en la cumbia como aporte exclusivo de las etnias abo-
estos grupos humanos portaba más de una cultura, rígenes; sin embargo, nuevos estudios registran que
lo que significa que la construcción de la cultura del las flautas traversas de lengüeta libre, se encuen-
Caribe fue multicultural y no triétnica. tran también en las sabanas del África occidental,
Dado que, en su momento, el objetivo del docu- en territorios donde se cultiva el millo, el que también
mento fue distinguir las herencias de las culturas fue traído a América desde ese continente.
primigenias que participaron en la construcción de la Esta reedición la dedicamos a la memoria de nues-
cultura del Caribe colombiano en las manifestacio- tro compañero de trabajo en este ensayo, Antonio Ca-
nes culturales populares del carnaval de Barranqui- ballero Villa.
lla, en el ensayo estas influencias se señalaron por Margarita Abello Villalba
separado. Sin embargo, es importante reafirmar hoy Mirtha Buelvas Aldana
que, en la realidad, estos vestigios culturales se en-

Por más de ciento cincuenta años, el carna-


val de Barranquilla ha servido como medio
apropiado para la proliferación de las ex-
presiones culturales populares concernien-
tes a toda la Costa Atlántica de Colombia.
Su acontecer recoge el ser social e histórico
de una región donde el ancestro indígena se
conjugó con las inmigraciones africanas y
europeas para dar paso a una nueva cultu-
ra, resultado del ensamblaje de las tres
etnias mencionadas.

Esta simbiosis cultural hizo que en el li-


toral norte colombiano, al igual que en otras
regiones de Sur América, el hombre nuestro,
zambo o mulato, junto a su entorno cultu-
Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 113-117: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
113
ral, se forjara como un ser social
completamente nuevo que ya no
fue más europeo, indio o africano.

Desde luego, la fuente europea


impuso su prevalencia a fuerza
del implacable dominio político,
económico y social que le deparó
el sistema colonial. No obstante,
como ocurre en toda la región ca-
ribe, el elemento africano dejó
una impronta sobresaliente y par-
ticular que se observa fácilmente
en las manifestaciones culturales
más auténticas de la zona. La ra-
zón estriba en el carácter de cen-
tro negrero que tenía Cartagena
de Indias, erigida en puerta prin-
cipal del tráfico de esclavos no
sólo para el Nuevo Reino de Gra-
nada, sino también para otras
áreas del continente. Archivo de la Casa del Carnaval

La procedencia triétnica de las manifestaciones ta el estribillo, todo acompañado de las palmas. Al


culturales populares del carnaval de Barranquilla, respecto, María Teresa Linares observa: “En casi toda
está plenamente respaldada por las expresiones la música apegada al antecedente africano encon-
musicales y coreográficas de las danzas y cumbias. traremos como esquema formal la alternancia de solo
En las danzas de congos, como el Congo Grande y y coro. Esta característica la presentan tanto las
El Torito, los cantos se inspiran en la copla españo- danzas como los rezos y la música cantada” (1974:
la. Sabemos que los españoles trajeron consigo ro- 14). Son cantos de tipo responsorial frecuentes en la
mances, cantos navideños, tonadillas, villancicos, música africana, que en América fueron utilizados
pregones y un incontable arsenal de coplas. Según por los esclavos para acompañar los trabajos colec-
Flérida de Nolasco, en 1597 se remitieron de Sevi- tivos e individuales, en celebraciones religiosas o de
lla a Santo Domingo dos mil pliegos de coplas que simple esparcimiento. Igualmente, el carácter im-
se extenderían por el territorio americano para plan- provisado de las letras de las coplas responde a una
tar una tradición que todavía hoy conserva, sobre particularidad en las culturas africanas, tal como lo
todo en los sectores rurales, toda su fuerza pri- enseña el Padre Labad (1742: II: 55s., citado por J.
migenia (Locatelli 1977: 44). Compuestas confor- Jahn 1963: 107). Con mayor pureza que en los con-
me a la versificación clásica española de cuartetas gos, ese tipo de cantos se encuentra hoy en aquellas
octosílabas, libres en el primero y en el tercer ver- comunidades con alta concentración de población
sos, y con rima en el segundo y cuarto, su estruc- negra. Es el caso del bullerengue que se interpreta
tura original aún subsiste, pero la interpretación en Arboletes, costa de Antioquia, y en Palenque de
que hacen los congos tiene una marcada influencia San Basilio, departamento de Bolívar. Lo mismo ocu-
africana. Se trata de un diálogo cantado estableci- rre con los “cantos de pajarito” y cantos de pascua,
do entre el solista y el coro, con acompañamiento aún interpretados en Altillos del Rosario, población
de palmoteos y con instrumento de percusión. “Toca, ribereña de Bolívar.
toca tamborero (solo) / y no dejes de tocá (coro) /,
toca, toca sin descanso (solo) / no te vayas a cansá La organología en los grupos de congos está com-
(coro)”, es una copla del Congo Grande ilustrativa puesta por un tambor y una guacharaca. La forma
del fenómeno señalado. cónica del tambor, su monomembrana, la manera
de tocarlo con las dos manos y el temple del par-
Característica de los cantos rituales africanos, es che con ataduras de cabuya y cuñas adosadas,
la intervención de un solista que se inicia con un son características propias del tambor africano.
grito agudo y provoca la respuesta del coro que can- Nada más identificatorio del espíritu musical afri-

114
Respecto al vestuario de los con-
gos, el disfraz corresponde al atuendo
utilizado por portugueses de la época
en sus colonias de África que, trans-
formado y adaptado por tribus de ese
continente, fue transplantado a Amé-
rica por los esclavos negros. Las más-
caras de madera, representativas de
animales, son reminiscencias totémi-
cas de las culturas africanas. El ele-
fante, los peces, el búfalo, las aves, el
buey, entre otros, han sido tótems re-
presentados por máscaras de made-
ra en el África. Allí, las máscaras de
animales han servido a los cazadores
para aplacar el espíritu de los anima-
les cazados, mientras que los pueblos
Foto de Claudia Cuello (El Heraldo) agricultores lo han utilizado para pro-
piciar lluvias y nuevas cosechas, y
cano que el tambor. En formas cónicas, cilíndricas, hasta han servido como atuendos en la guerra
de barril o de reloj de arena, los milenarios tambores (Friedemann 1976: 6). La migración africana es-
de uno o dos parches repitieron en América el toque clava se adaptó a la fauna americana y con base
que se oía resonar más allá del Atlántico. En su cuna en ella creó sus máscaras de divertimento. Hoy, en
africana, los tambores emergieron con diversidad de el carnaval de Barranquilla, en vez de elefantes,
formas y conocieron múltiples sistemas de tensión. leopardos o búfalos, las máscaras representan
Su célebre cuerpo de madera pasaba sin sorpresa chivos, burros, tigres, perros y toros.
desde la mayor simplicidad hasta la más rica orna-
mentación. Paralelamente, cumplía, unas veces, ele- La coreografía tiene su origen en las expresio-
mentales funciones, y otras, tenía asignados papeles nes danzarias que le fueron permitidas a la escla-
tan esotéricos que permanecía cuidadosamente ocul- vitud negra. El sello identificatorio del baile afri-
to a quienes no hacían parte del rito religioso que le cano en su enorme carga de significación. Claro
animaba. Contra lo que pudiera pensarse, las varian- está que el ritmo, los pasos, la pantomima, los mo-
tes tímbricas de esos percutientes membranófonos cu- vimientos, las posiciones, los gestos, le imprimen
bren una gama de posibilidades amplísimas. Para lo- características inconfundibles. Pero es el sentido
grarlo, importan tanto el tipo de tambor como la téc- de la danza lo que en definitiva no puede ser igua-
nica del toque. Lejos de ser una reiteración estática y lado por los bailes occidentales y casi que ni si-
monótona, el toque se articula en una composición quiera imitado. En el arte danzario africano, no
discursiva que, al decir de Argeliers León, “tanto la existen gestos ni movimientos gratuitos. Cada ac-
extensa gama de recursos tímbricos como la sistema- titud, cada contorsión, cada mímica es un símbo-
tización discursiva del ritmo, está en estrecha rela- lo con connotaciones precisas. En el campo sagra-
ción con la estructura lingüística general de las len- do, la danza consagrada a Ochún, la mujer de
guas africanas” (1979: 66). Changó, por ejemplo, es una representación pan-
tomímica de la leyenda de la diosa, donde a través
El golpe del cuero repercutió para acompasar en de gestos se indican los manantiales, o se sugiere
América el mismo rito religioso que acompañaba la caída del agua moviendo las manos de arriba
las ceremonias en África. Como se les había ense- hacia abajo (Jahn 1963: 115).
ñado en su lugar de nacimiento, los africanos reco-
nocían en los nuevos tambores la presencia del “es- Si la danza ritual dispone de una simbología pre-
píritu invisible” animador de la vida terrenal. Si fal- cisa, la profana no se queda atrás. La calinda,
taba la libertad, estaba como paliativo el candomblé, calenda o caringa, reconocida como el baile más
la macumba, el vudú, el ñañigismo, el changó y la común entre los esclavos de Cuba, describe paso
santería como tabla de salvación a la cual se afe- tras paso una parábola galante que, en opinión del
rraban quienes se veían morir apresuradamente padre Labat, su carácter lascivo obligó a los amos
bajo la avasallante esclavitud. decentes prohibirla a sus esclavos (1742: 55s., ci-

115
tado por Hanheinz Jahn
1963: 107). Cabe agregar
que Fernando Ortiz radi-
ca el antecedente de la
rumba en la “yuka” que a
su vez proviene de la
calinda (1955: 196s.) Al
igual que la calinda, las
demás danzas profanas de
origen africano siempre
expresan algo que general-
mente tiene que ver con el
coqueteo y la seducción.

Las danzas de congos,


inspiradas en los festejos
y celebraciones autoriza-
dos a los cabildos de ne-
gros de nación en Carta-
gena, evidencian una in-
dudable raigambre afri- Archivo de la Casa del Carnaval

cana. En su pantomima,
aunque las significaciones precisas de las danzas La melodía de la flauta confirma la presencia
originales se han diluido en el caudal múltiple del indígena. Existe suficiente consenso sobre el ca-
mestizaje, se sabe que los cabildos constituyeron rácter mágico-religioso que revestía a los instru-
una forma organizativa de los negros, cuyos prin- mentos musicales nativos. Cada uno trataba de
cipales objetivos eran la ayuda mutua y el recreo imitar el sonido natural de los animales elevados
colectivo, al tiempo que mantenían la cohesión so- al rango de deidad. Tanto el croar de la rana como
cial entre los miembros de una misma etnia. De el rugir del jaguar, eran transplantados al orificio
este modo, los cabildos cumplieron la función de de los aerófonos que respondían al soplido del in-
centros de conservación de las tradiciones africa- térprete. Con el nominativo común de fotuto, la
nas correspondientes a la etnia de origen. La trans- trompeta aborigen prolifera en multitud de formas
formación de los desfiles bailados de los cabildos y materiales. Unas veces pequeño, otras veces
en danzas de carnaval, ocurrió no sólo en Colom- enorme, el cuerpo de los fotutos podía ser un sim-
bia, sino que operó igualmente en Cuba, Argenti- ple caracol marino, un cuerno de venado, un trozo
na, Uruguay, Brasil, Venezuela y Panamá (Aretz de calabaza, o también un más elaborado instru-
1977: 242s.). Igualmente, como se acostumbraba mento de arcilla o de metal. De cualquier manera,
en los cabildos cuando salían en procesión, las su grito agudo era de mucha utilidad para llamar
danzas de congo están provistas de banderas que a distancia y hacer oír los recados importantes de
las distinguen, y disponen de un palacio que es la la tribu.
sede de la danza (Linares 1974: 75).
El legado más reconocible de la instrumenta-
Para completar el cuadro triétnico, nada más ción indígena parece ser la flauta. Tal vez no existe
apropiado para invocar a la cumbia, prototipo mu- otro instrumento tan recurrido y de material tan
sical de la fusión de las tres culturas formativas. variado en la organología nativa como la flauta.
En el ámbito organológico, la percusión de los tam- El barro cocido, el hueso, los canutos vegetales,
bores recoge el acento africano. Los tres tambores los tubos de carrizo o de cardón, proporcionaron
que intervienen en la cumbia generan cada uno el material básico que daba nacimiento a una in-
un esquema rítmico independiente, en planos per- finita variedad de flautas, distinguidas ya por el
cutivos que, aunque distintos, están perfectamen- número de agujeros, ora por las hileras de aguje-
te equilibrados. Tal particularidad procede de los ros, ya por la cantidad de tubos o, en fin, por la
tambores africanos, y en un principio resultó exó- forma vertical o travesera como se toque. El an-
tico a los oídos europeos (Linares 1974: 14). cestro de la flauta influye hoy día de modo nota-
ble en el sonido del folclore latinoamericano.

116
También en la coreografía fundamentales. Luego, van
es fácilmente apreciable el surgiendo contradicciones
sincretismo de las tres etnias: entre los elementos opuestos
los movimientos suaves de la de las culturas en contacto,
mujer son atribuido a la as- entablándose una lucha en
cendencia indígena; las con- la cual tienden a eliminarse
torsiones, los gestos y el cor- recíprocamente. Pero, por pa-
tejo del varón corresponden al radoja dialéctica, al mismo
elemento africano; y el baile tiempo se inclinan a interpe-
en parejas y la utilización del netrarse, fundirse y unificar-
sombrero, es propio del an- se. La cuestión se resuelve
cestro español. Los populares por una síntesis identificato-
“bailes con sombrero” difun- ria que supera la contradic-
didos por toda América, pa- ción, creando una identidad
recen hundir sus raíces en la nueva. Así se inicia una nue-
gallarda que vino de Europa va historia con su propio cre-
a invadir los salones aristo- cimiento que, a través de un
cráticos del nuevo reino. A esa sinuoso camino de avance y
estirpe pertenecen el “baile retroceso, llega a convertir la
del sombrerito” en Argentina; cultura recién nacida en fac-
la cumbia de Colombia; el ja- tor dominante. Entonces, las
rabe tapatío en México y la culturas primigenias que le
“montonera” en Perú. Ade- sirvieron de soporte entran
más, el baile en cuanto a la en una etapa de decadencia
fila rememora los regocijos in- hasta llegar a extinguirse
dígenas, pero en cuanto a la como culturas autónomas.
ronda se refiere a los jolgorios
negros ejecutados en derredor BIBLIOGRAFÍA
de una fogata junto a la cual Fedora Escolar ARETZ, Isabel. “Música y danza: Amé-
estaban los músicos. rica Latina continental, excepto Bra-
sil”, en África en América Latina,
Por conveniencia expositiva, los elementos mu- México, Unesco y Siglo XXI, 1977.
DE FRIEDEMAN. Nina S., “Agonía de las máscaras de made-
sicales referentes a cada etnia han sido tratados
ra”, en Magazine Dominical de El Espectador, Bogotá, 1976,
por separado, sin que ello signifique que su fu- abril 25, p. 6-7.
sión fue resultado de una yuxtaposición mecáni- JAHN, Janheinz, Montu: La nueva cultura africana, México,
ca. Por el contrario, el proceso general de acultu- Fondo de Cultura Económica, 1963.
LEÓN, Argeliers, “Un aporte del tambor a la música cuba-
ración cobijó numerosos procesos particulares que
na”, en Revolución y Cultura, N° 82, La Habana, junio, 1979
surgían al chocar los componentes opuestos de p. 66-70.
las culturas diferentes. Tales procesos forman un LINARES, María Teresa, La música y el pueblo, La Habana,
contexto dentro del cual se hallan interconecta- Ed. Pueblo y Educación, Colección Música, Instituto Cubano
del Libro, Ministerio de Educación, 1974.
dos, influyendo y recibiendo influencia durante
LOCATELLI DE PERGAMO, Ana María. La Música en América
todo el desarrollo en el proceso global de acultu- Latina, México, Unesco y Siglo XXI, 1977.
ración. Al comienzo, las distintas culturas coexis- ORTIZ, Fernando. La africanía de la música folklórica de
ten con sus elementos sin sufrir modificaciones Cuba, La Habana, 1951.

117
El carnaval de Barranquilla
Una filosofía del carnaval
o un carnaval de filosofías*

Mirtha Buelvas Aldana**

QUÉ TRAJO ESPAÑA miento, auspiciadas por unas circunstancias dis-


tintas.
Sabemos que la fiesta de carnaval llegó a América
con los españoles, en el bagaje cultural que traje- Las ideas primigenias que alentaron el carna-
ron a cuestas en el momento de la colonia, y no val van a marcar algunas diferencias en el espíri-
exactamente a Barranquilla, en razón a su tardía tu que hoy anima al carnaval de Barranquilla, y el
fundación. A ella llegó con las migraciones proce- de otras fiestas tradicionales de Colombia. Lo an-
dentes de Cartagena y Santa Marta. terior explica por qué hoy en el carnaval de Ba-
rranquilla se reúnen en un mismo espacio hechos
El carnaval que llegó a América respondía a la consagrados por la tradición, como las danzas,
cultura de la Edad Media europea: el hombre me- cumbias, comedias, letanías, y algunos disfraces
dieval europeo vivía entre la formalidad y trascen- con nuevas y originales creaciones de otros disfra-
dencia de las ceremonias de la iglesia y el Estado ces y comparsas también válidas para la fiesta:
feudal, y las fiestas populares que se celebraban puesto que precisamente lo tradicional en el car-
en fechas determinadas, durante las cuales se pre- naval es lo opuesto a este concepto, es decir, el
sentaban espectáculos cómicos, se manejaba otra cambio y renovación.
visión del mundo y se practicaba otra relación en-
tre los hombres. Regresando en el tiempo más allá de la colonia,
podemos darnos cuenta que es de los ritos y las
Al carnaval en Europa lo alentó la filosofía de lo costumbres antiguas de donde le viene este carác-
opuesto, de los contrarios, recogiendo en una uni- ter tan especial que tiene la celebración. El carna-
dad los dos conceptos trascendentes del hombre, val medieval que llega a América habría adquirido
la muerte y la vida, representados en una expre- su perfil a través de siglos de evolución de los ritos
sión festiva que hunde sus raíces en un pasado cómicos de la antigüedad.
histórico remoto, el de las tradiciones de las sa-
turnales, celebración en la que con gran fuerza Ya desde el Renacimiento se pensaba que estas
está presente la idea de la renovación universal. fiestas provenían de las saturnales, de las luper-
Este legado fue transmitido a América como una cales o de las fiestas dionisiacas griegas. El carna-
de las tantas herencias de España. val parece entonces recoger, en una síntesis iden-
tificatoria, las tres celebraciones nombradas; y aún
Esa filosofía de la dialéctica, que animó el car- hoy encontramos en el carnaval de Barranquilla
naval en Europa, de alguna forma estuvo presen- reminiscencias sin el carácter mágico inicial (no pi-
te al llegar a estas nuevas tierras americanas, don- den ni exigen nada) de viejos ritos paganos prove-
de experimentaría otras transformaciones, diferen- nientes de las tres celebraciones.
tes a las que había conocido en su lugar de naci-
Diferente a esta versión del origen del carnaval
*Tomado de Huellas n° 39. encontramos otra, en la que autores como Burck-
**Psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia, donde hardt, por asociación etimológica, relaciona la pa-
también realizó estudios de antropología. labra carnaval con la fiesta celebrada el cinco de

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


118 p. 118-124: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
marzo en Roma en honor de la diosa Isis,
compañera del dios egipcio Osiris, en la
cual se botaba un barco llamado currus
navalis.

Sin embargo, si nos detenemos a re-

Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)


flexionar en la expresión de esta fiesta en
España primero, y aquí en la Costa Atlán-
tica después, encontramos, y de una ma-
nera más atenuada en la última, rezagos
que nos permiten pensar que en la fiesta
de carnaval muchas de sus costumbres
efectivamente proceden de ritos paganos
de las tres celebraciones nombradas, o fies-
tas de invierno de la antigüedad europea.

A partir del solsticio de invierno, de


enero a marzo, principio de año en las
primeras civilizaciones europeas, es co-
nocido que se efectuaban mascaradas con
un contenido mágico cuyo fin, según Caro
Baroja, era el propiciar la buena marcha
del grupo durante el año que se avecina-
ba, y alejar los males de la vecindad. El
objetivo principal de la representación era
garantizar que se cumpliera y reproduje-
ra el ciclo vital humano, animal y vege-
tal. Las calendas de enero, por ejemplo,
son una fiesta con este fin dedicada a
Foto de Vivian Saad

Jano, quien sucede a Dioniso.

Desde el siglo VIII, y probablemente de


origen italiano, comienza a usarse la pala-
bra carnaval en España, en oposición a
penitencia. En el siglo XIV el Arcipreste de
Hita, en De la pelea que ovo don Carnal con
la Quarema, poemario narrativo medieval, se refiere nones de la iglesia, por esa misma época se conde-
a la contraposición entre lo carnal y la cuaresma. naban estas fiestas por considerarlas paganas.

En la Edad Media, don Carnal se asimilaba a Para contrarrestarlas, el cristianismo instituye


Baco, nombre dado por los romanos al dios griego fiestas de santos para las mismas fechas, como la
Dioniso, y para esa época, en toda España, se ce- de san Sebastián, 20 de enero, y la de la Candela-
lebraba el triunfo de la carne sobre el ascetismo ria, 2 de febrero; de esta forma interviene en las
de la cuaresma, período en el cual la iglesia católi- cuestionadas celebraciones, reglamentándolas y
ca, en sus comienzos había prohibido toda señal permitiéndolas bajo su custodia, para luego de-
de vida, como celebraciones de bautizos, matri- clarar un tiempo de penitencia, la cuaresma.
monios, y otros.
Las fiestas religiosas mencionadas se converti-
Los ritos de civilizaciones antiguas europeas, rían después en fiestas tradicionales, con tintes
controlados por la iglesia católica, siguieron el río de jolgorios populares en la Costa Atlántica co-
de la evolución hasta desembocar en el carnaval; lombiana, muy cerca de Barranquilla, y de gran
indicios de ello son las críticas hechas por el obis- influencia en el perfil cultural actual de sus car-
po de España (1369-1390) a las mascaradas cele- navales: la fiesta de la Candelaria en Cartagena, y
bradas en invierno; al igual que, siguiendo los cá- la del Caimán en Ciénaga, Magdalena.

119
SIGNIFICADOS PERDIDOS trucción de las máscaras de madera, ya no de leo-
pardo ni de elefantes, sino inspiradas en la fauna
En el período comprendido entre el siglo III y el VII, americana: le entrega también el ritmo de sus bai-
la iglesia acepta las realidades «paganas» en un pro- les y tambores; por supuesto, todo esto con un sig-
ceso sincrético, considerándolas folclores, anexos nificado diferente al que habían conocido en las
a las fiestas religiosas, quitándoles así el carácter tierras donde nacieron.
de rito y encargándose de diluir su significado.
Estos nuevos lares americanos, y concretamente
El fenómeno anterior se refleja en las nuevas colombianos, que conocen el carnaval, van a mar-
costumbres traídas por España a la Costa Atlánti- car para éste una nueva época y unos nuevos de-
ca. El 20 de enero, día de san Sebastián, en Cié- rroteros; aquí se le van a agregar danzas y disfra-
naga (Magdalena), por ejemplo, también se cele- ces desconocidos por la etnia donde tuvo origen. Y
bra una fiesta popular, la del caimán, con una le- su evolución cambia de rumbo de acuerdo con los
yenda ya no europea sino mestiza, en la cual los nuevos acontecimientos de la historia americana.
protagonistas son el caimán, animal oriundo de
América, y el quehacer de un pueblo pescador; este Los ritos de las tres matrices, la indígena, la eu-
hecho fue posible gracias a que la mayoría de las ropea y la negra, que alimentaron muchas de las
celebraciones cristianas de la época permitían una expresiones de carnaval presentes en esta fiesta en
parte festiva, folclórica, popular y pública. Barranquilla, tienen en común que al llegar a esta
celebración se desvistieron del sentido mágico ori-
En Cartagena, para esa fecha, 20 de enero, en ginal, que los acompañó en su nacimiento, para
la época de la colonia, había festejos previos a la convertirse en hechos de divertimento y recreación
fiesta de la Candelaria, y hasta hace poco relativa- que expresarían con el tiempo la manera de ser de
mente, 25 años o más, era el día tradicional de la un pueblo, el de la Costa Atlántica colombiana.
apertura del carnaval de Barranquilla, con la lec-
tura del bando, remedo de los antiguos edictos co- Los actos de origen mágico-religioso presentes
loniales. en el carnaval de Europa, llegaron aquí sin ese
carácter, pues la iglesia se había encargado de des-
Ajena a lo acontecido en Europa, América reci- pojarlos de sus míticos contenidos antes del arri-
be el carnaval en su seno, y lo alimenta para con- bo a estas tierras. Cuando los españoles inician la
vertirlo en una fiesta que no fue más europea, sino conquista, los residuos rituales implícitos en la fies-
una mezcla cultural de la memoria de los tres pue- ta de carnaval se encontraban en la etapa final,
blos, el indio, el europeo y el africano. en la que se consolidaba la ausencia de su signifi-
cación mágica.
En ese entonces, las tres etnias mencionadas
aportan todos aquellos elementos posibles de ex- El despojo del carácter mágico también estuvo
presarse en esa clase de fiesta, quizás la más presente en los ritos de las dos etnias restantes.
permisiva de la época, y uno de los pocos resqui- Por ejemplo, se sabe que las máscaras de madera
cios donde las dos etnias vencidas podían mos- en África cumplían una misión diferente y, de igual
trar, a la luz pública, sus costumbres y tradicio- forma, la flauta, de tanta presencia en las cum-
nes, diluidas en el jolgorio. biambas del carnaval de Barranquilla, también te-
nía para los indígenas un carácter mágico-religioso
La fiesta y su filosofía llegaron de España con- que desapareció en la revuelta de las fiestas. Este
virtiéndose en el recipiente que recibiría los apor- desprendimiento de lo mágico, en el carnaval, su-
tes de las otras dos matrices, la india y la negra, cedió con las manifestaciones de cualquiera de las
mezclando las más variadas y diferentes expresio- tres matrices intervinientes, y de diferente manera.
nes culturales. América se convierte así en el en-
torno donde un pensamiento exógeno recoge de los El carnaval no fue un acto católico, pero tam-
indígenas y los africanos las tradiciones, tanto en poco tenía el carácter mágico de los ritos de la an-
música como en expresiones danzarias, que tenían tigüedad. Esta situación permitió dar cabida a otras
cabida en la celebración. mani-festaciones diferentes a las europeas, siem-
pre y cuando también se desvistieran de su signi-
Para la fiesta, África aporta además a los dos ficado, y su función se limitara al divertimento,
grupos restantes, entre otros hechos, el uso y cons- perdiendo su original contenido.

120
UN PENSAMIENTO INTERRUMPIDO con los ñáñigos, y en Haití, con el vudú, la másca-
ra sirvió para acompañar similares ritos religiosos
La complejidad de la máscara africana original iba a los de las ceremonias en África.
más allá de la simple creación de un objeto plásti-
co o estético; pero su pertenencia a hombres de Según la tradición africana, se es un muzima o
grillete, en la dominación española, no le permitió un muzimu, pero no las dos cosas al tiempo. En
expresar abiertamente un modo de ser y pensar. Colombia, en los cabildos cartageneros, las más-
Fue por ello que en la Costa Atlántica colombiana caras de madera, que bien pudieron ser un muzimu
terminó siendo parte de la parafernalia de los car- con funciones de culto, se convirtieron en un
navales de Barranquilla. muzima con funciones de divertimento. Los ani-
males que servían de símbolo a los clanes totémicos
El pensamiento africano diferencia dos catego- en África cedieron el paso a los ejemplares de la
rías: kintu, materia prima en bruto que al ser trans- fauna americana. Entonces, en vez de leopardos,
formada por el artista se convierte en kuntu, cuya leones, elefantes o búfalos, las máscaras repre-
connotación es ser símbolo de lo representado. En sentarían chivos, burros, tigres, perros y toros. Co-
la escultura bastaban el trabajo manual y el «nom- menzaba así la amalgama que caracteriza a todas
bramiento» del artista para pasar de kintu a kuntu. nuestras manifestaciones culturales.
No así en las máscaras para el baile, donde además
de lo anterior, el danzante debía hacer un nombra- Un componente inseparable de toda la cultura
miento adicional en el momento de la danza. africana es el ritmo, el cual está presente en la
poesía, en la música y en las artes. Es parte del
Las palabras, tanto del escultor como del baila- kuntu, determina su modo de ser. Sentido y ritmo
rín, determinaban si la máscara de un animal era proporcionan la armonía al kuntu africano. En la
un rnuzima (hombre muerto), cuyo uso estaba casi máscara está presente el ritmo en su diseño y co-
siempre destinado a las fiestas profanas, o un lores. Algunas máscaras del carnaval de Barran-
muzimu reservada al culto. quilla todavía conservan ese ritmo en los colores;
rayas y puntos que la cruzan, en cambio, han aban-
La máscara muzimu puede tener forma de ani- donado su viejo contenido. Hoy, convertidas en
mal y representar un «no rostro» de un antecesor, máscaras de esparcimiento, ocupan un sitio de
o ser el símbolo de aquellas cualidades que posee honor en las danzas de congos del carnaval, como
el animal, trascendiendo lo real. En consecuen- artesanías populares, y no como objetos rituales.
cia, el elefante es la fuerza, la araña es la inteli-
gencia, los cuernos son la
Luna, y ésta es la fertilidad.

La simbología anterior,
propia de la máscara talla-
da en África, desaparece al
desarraigarla de su contex-
to natural, hacerla atrave-
sar el mar y llegar en cali-
dad de esclava a su nueva
patria. Su significado se
desvanece para adaptarse
a la única función que le
fue permitida en la organi-
zación colonial: servir de
regocijo en los cabildos de
negros de nación, como un
recurso para no perder la
identidad y como un re-
cuerdo de la tierra que se
había dejado atrás. Sólo en
algunos sitios como Cuba,
Foto de Vivian Saad

121
ALGUNOS VESTIGIOS permitiéndoles comer con sus amos, para recor-
DE LAS CELEBRACIONES EUROPEAS dar los tiempos de abundancia de su reinado.
EN LA COSTA ATLÁNTICA COLOMBIANA
Como herencia de las saturnales, en España se
Los festejos de carnaval, con todos sus actos y ri- permitía a los moros y negros conversos partici-
tos cómicos, fueron muy importantes para el hom- par en el carnaval, como una transgresión del sis-
bre medieval europeo. Así llega al nuevo continen- tema establecido. Estas costumbres fueron traí-
te. En la Costa Atlántica colombiana, en particu- das a Cartagena para celebrar las fiestas de san
lar, se transforma y se mezcla con otros hechos Sebastián y la Candelaria, en la época colonial.
que aportan las culturas nombradas, para confor- Durante esos días se les daba licencia a los escla-
mar toda la parafernalia contenida en los carna- vos agrupados en cabildos de nación, y se les per-
vales de la región. mitía expresar su música y sus bailes, según las
crónicas del general Posada Gutiérrez.
Deteniéndonos en las tres celebraciones anti-
guas que nutrieron el carnaval de España, encon- En las saturnales también era costumbre elegir
tramos vestigios de ellas trasladados a América y un rey entre los jóvenes para que reinara durante
que podemos descubrir en los carnavales de la las fiestas. Después, generalmente se le asesinaba
Costa Atlántica. o se le obligaba a suicidarse, para darle paso a la
renovación, con lo cual se cumplía con el principio
Actos reseñados en el carnaval español, como dialéctico de «muerte y vida». Cuando el rey enveje-
arrojar harina, colgar objetos como mazos, vejigas ce hay que matarlo para que renazca la vida. Esta
a la cola de perros y gatos, arrojar agua, golpear expresión va a disfrazarse, en el carnaval de Ba-
con huevos o simulacro de ellos, fustigar y apo- rranquilla, en los reyes que presidían las fiestas en
rrear con vejigas, producir ruidos con tapas de ollas tiempos pasados, donde cada año sólo les era per-
u otros, son, muchos de ellos, restos de ritos de mitido reinar en términos burlescos durante «su»
fertilidad o expulsión de males, y tienen su símil carnaval. Más tarde fueron reemplazados por un
en los carnavales de estas tierras de la Costa, es- presidente, como reflejo de la situación política del
parcidos por toda la región. Algunos ya han des- país, y en la actualidad por una reina, quien ad-
aparecido, otros sobreviven en poblaciones menos quiere cada vez más un status institucional.
urbanas que Barranquilla, y otros en esta última,
adonde esta tradición del carnaval llegó de ciuda- Bajo este mismo concepto, encontramos en el
des coloniales, para afianzarse y desarrollarse a carnaval barranquillero el monigote de «Joselito»,
plenitud. quien muere el martes, último día de carnaval, la
víspera del miércoles de ceniza. Esta tradición es
Los orígenes del carnaval de Barranquilla pare- de procedencia española, adonde llegó de Roma.
cen remontarse a la ceremonia que se cumpliera Ano-tamos, sin embargo, que existe una leyenda
el 20 de enero, día de San Sebastián, patrono de local que le atribuye un origen diferente.
Cartagena. En ese día era costumbre, en el vi-
rreinato, conceder permiso a los negros esclavos En España se construían muñecos de trapo lla-
para su fiesta, que se prolongaba hasta la fiesta mados peleles, nombre deformado de pilae, muñe-
de Nuestra Señora de la Candelaria (el 2 de febre- cos que hacían los esclavos de Roma para reem-
ro) para luego conceder una prórroga, hasta em- plazar viejos ritos con víctimas humanas. En Es-
patar con el carnaval pre-cuaresmal. Con estas paña también tomaron otros. Así, en Castilla se
dos fiestas religiosas, decíamos, la iglesia quiso les conoce como Pedro Pérez, en Cáceres y otros
reemplazar las saturnales y las lupercales. sitios se les llama Peropalo; en Salamanca se les
llama Panza, de donde parece tomar Cervantes el
Las saturnales eran fiestas romanas celebra- nombre de su famoso personaje. Por qué aquí se
das en honor de Saturno, dios de la agricultura, a le llamó Joselito, es aún una incógnita.
quien más tarde se le relacionó con Jano, de quien
se pensaba había reinado en Lacio, cuando todos En toda España se celebraba, como anotaba, el
los hombres eran iguales. Las fiestas se vivían como triunfo del carnaval en su lucha con la cuaresma.
un retomo transitorio al país de la edad de oro, Famosos fueron los carnavales en Madrid hasta
cuando reinaba Saturno. Este acto se recordaba comienzos de la guerra civil, durante los cuales se
dejando temporalmente en libertad a los esclavos, celebraba el entierro de la sardina, al que se le

122
bre en el virreinato que los cabildos
de las diferentes nacionalidades afri-
canas salieran a danzar en las ca-
lles, costumbre que generó, en épo-
ca posterior, las danzas de los «Con-
gos» barranquilleros. Es de anotar
cómo dos manifestaciones de proce-
dencias diferentes se unen y se in-
terpenetran para crear un producto
nuevo, que ya no es más ninguno de
los dos.

En la Edad Media, el carnaval era


una liberación transitoria, reminis-
cencias de las saturnales; se deja-
ban de lado, con licencia por un
tiempo, los tabúes, las reglas, los pri-
Foto de María Páez vilegios, para establecer relaciones
más humanas entre los hombres.
daba el sentido de morir para renacer el año si- Algo de ello, muy atenuado, alcanzó a llegar a la
guiente, al igual que el «Joselito» barranquillero. Costa Atlántica; recordemos los permisos concedi-
Este último es una de las expresiones criollas de dos a los esclavos en Cartagena para esas fechas.
la filosofía dialéctica de la fiesta.
La primera regla del carnaval era que no había
El carnaval medieval que arribó a estas tie- reglas. Una visión opuesta a todo lo ordenado y
rras estaba muy cerca del espíritu de las satur- previsto, a la inmovilidad y a la eternidad; todo se
nales romanas, fiesta donde reinaba la licencia y percibía como efímero, dinámico y cambiante; nie-
el desorden. Es la fiesta de la época, en la que ga y afirma, amortaja y resucita a la vez. Visión
con mayor fuerza está presente la idea de reno- semejante a la filosofía de la renovación universal
vación universal. de las saturnales.

Las lupercales, otra de las fiestas que dieron El humor carnavalesco es alegre y dicharache-
origen al carnaval, se celebraban el 15 de febrero, ro, festivo pero a la vez burlón, sarcástico, patri-
en honor de Lupercos, matador de lobos, quien monio del pueblo que asume el derecho a reírse de
protegía de este animal a los rebaños. En esas jor- la realidad. Es burlesco como lo era el dios Dioniso.
nadas era costumbre que un grupo de jóvenes sa-
lieran disfrazados, azotando a quienes encontra- El carnaval que arribó a América —el que traje-
ran a su paso, en especial a las mujeres, ya que ron los españoles—, era burlesco como las fiestas
los golpes propiciaban la fertilidad. En los entre- pa-ganas de la antigüedad, y una síntesis de la
meses de Calderón, las «carnestolendas», se anota filosofía de las tres principales celebraciones de
lo de aporrear y fustigar con vejigas. principio de año de las culturas antiguas europeas,
relativamente muy cercanas cronológicamente al
En Barranquilla, desposeída de su intención momento de la Conquista.
inicial, esta acción, posiblemente procedente de
Cartagena, se encuentra en la danza de Congos, Con el correr del tiempo, el carnaval va per-
en la que sus integrantes, durante el carnaval, diendo ese aliento, esa filosofía inicial, y pareciera
fustigan con vejigas de animales. que cada vez más su meta sea reglamentarse, es
decir, suprimir las expresiones creativas y espon-
Esta costumbre posiblemente llegó a Cartage- táneas del arte popular. Prueba de ello es la au-
na a manera de reminiscencia de la fiesta de la sencia, cada vez más marcada, de disfraces indi-
Botarga en España, celebrada en Retiendas, Gua- viduales y colectivos, burlescos y sarcásticos, de
dalajara, el día de la Candelaria, fiesta con la cual los escenarios de carnaval, cuando hasta hace al-
la iglesia quiso sustituir las lupercales. En Carta- gunas décadas la creatividad popular era un invi-
gena, para esas fechas, señalábamos, era costum- tado obligado de las fiestas.

123
Es cierto que desde el prin- conviene, y rechazando lo que
cipio de la colonia no hubo des- repela a nuestra identidad,
control ni confusión; las reglas para, finalmente, volverlas
que se debían seguir eran cla- nuestras recibiendo así lo que
ras: simplemente se cambiaban aportan otras culturas.
las pautas del juego cotidiano
permitiendo la expresión de tra- Como consecuencia de las
diciones, creatividad burlesca anteriores anotaciones, pensa-
popular, individual y social. El mos que en el carnaval es bue-
significado que aquí asumieron no que convivan las expresio-
todas esas reminiscencias de ri- nes carnestoléndicas con sig-
tos antiguos, pasó a engrosar nificaciones folclóricas y tra-
las huestes, en donde el pue- dicionales, sin olvidar las de
blo podía dar rienda suelta al arte popular y creación origi-
goce y la creación, manifesta- nal, las más afectadas y des-
ciones que sólo se les permitía aparecidas actualmente.
en contadas ocasiones.
BIBLIOGRAFÍA
Estas reflexiones de perma-
AGUIRRE BELTRÁN, Gonzalo. «Influencias
nencia de manifestaciones cul-
africanas en el desarrollo de las cultu-
turales, a pesar de su pérdida ras originales del Nuevo Mundo». En:
de contenido mágico, confirman Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)
Sistema de plantaciones en el Nuevo
lo que en alguna ocasión seña- Mundo. Seminario de San Juan, Puer-
to Rico. Washington D.C. Unión Panamericana.
ló Pío Baroja: «casi todas las formas rituales que
ARCIPRESTE DE HITA. Libro del buen amor. Barcelona: Juventud,
poseen un valor estético resisten los embates del 1979.
tiempo.» BACHTIN, Mikhail. La cultura popular en la Edad Media y el Re-
nacimiento. Barcelona: Barral, 1974.
BASTIDE, Roger. Las Américas negras. Madrid: Alianza Edito-
Las anteriores reflexiones sobre el carnaval nos
rial, 1969.
llevan a concluir que la tríada indio, negro y espa- CARO BAROJA, Julio. El carnaval: análisis histórico-cultural. Ma-
ñol realiza en la Costa Atlántica colombiana un en- drid: Taurus, 1965.
cuentro específico entre cada uno de sus elemen- CARPENTIER, Alejo. «Cómo el negro se volvió criollo». En: El Co-
rreo. París: Unesco, ago.-sept., p. 8-13.
tos y de ellos con la naturaleza, lo cual engendra
CASTILLEJO, Roberto. El carnaval en el norte de Colombia. En:
una cultura de peculiaridades regionales que, por Divulgaciones etnológicas. Vol. VI. Barranquilla: Universi-
supuesto, no se detuvo en sus primeros días de dad del Atlántico. p. 64-67.
for-mación, sino que sigue evolucionando con el de- DE LA ESPRIELLA, Alfredo. «Así era nuestro carnaval». En: Revis-
ta Carnaval de Barranquilla, 1967.
curso del tiempo. Cualquier manifestación del car-
——— «20 de enero, día de san Sebastián». En: Revista Carna-
naval popular en Barranquilla es triétnica, y lo máxi- val de Barranquilla, 1967.
mo que de ello podemos señalar es su procedencia, ESCALANTE, Aquiles. Las máscaras de madera en el África y en
puesto que lleva implícita, por mínima que sea, la el carnaval de Barranquilla. Trabajo leído en el primer Con-
greso de la Cultura Negra de las Américas. Cali: agosto
presencia de las otras dos culturas restantes.
24-28, 1967.
EURÍPIDES. Tragedias. México: Concepto, 1978.
El carnaval es un fenómeno vivo y en ebullición, FRIEDEMANN, Nina S. de. «Agonía de las máscaras de madera».
porque lo respalda una filosofía de renovación y cam- En: Magazín Dominical de El Espectador: Bogotá: abril 25,
1976, p. 6-7.
bio; por eso actualmente admite en su interior otros
JAHN, Janheinz. Muntu: Las culturas neoafricanas. México:
aconteceres e influencias foráneas; pero considera- Fondo de Cultura Económica, 1963.
mos que éstas tienen que madurar y no convertirse Lo popular en el carnaval de Barranquilla. Barranquilla: Edito-
en una alienación, que no exige más que copiar e rial Lea, 1958.
MORENO FRAGINALS, Manuel. África en América Latina. México:
imitar, expresando inseguridad en lo propio.
Unesco / Siglo XXI Editores, 1977.
MALDONADO, Luis. Religiosidad popular. Nostalgia de lo mágico.
Consideramos, sin embargo, que las influen- Madrid: Ediciones Cristiandad, 1975.
cias foráneas en el carnaval hay que internalizar- VON MARTIN, Alfred. Sociología del Renacimiento. México: Fon-
las, asumirlas, procesarlas, tomando lo que nos do de Cultura Económica, 1970.

124
El carnaval en las sociedades
hispánicas del Caribe

Raquel Brailowsky

Traducción de Alfredo Marcos María

UNA INTRODUCCIÓN BREVE AL CARNAVAL como un proceso de resistencia a las clases domi-
nantes imperantes, o como un proceso de revitali-
El carnaval es un evento total que integra todos zación social y cultural.
los comportamientos festivos posibles, a menudo
propuestos o reforzados por las tradiciones y expli- El carnaval provee un tiempo y un espacio para
cados por un número infinito de justificaciones. el comportamiento gregario. Las emociones corren
Existe una literatura significativa sobre el carna- como ruedas locas, y la gente tiene licencia para
val, que es diversa por su naturaleza y sus dife- reaccionar ritualmente casi sin restricciones con-
rencias regionales. Los estudios enfocan este even- tra las circunstancias prohibitivas y opresivas de
to desde diferentes perspectivas: como una válvu- la vida cotidiana (Bachtin 1968, Burke 1978, Caro
la de escape para las tensiones sociales, o indivi- Baroja 1965, Da Matta 1986).
duales; como un sistema de regresiones rituales;
La experiencia total se construye alrededor de
* Tomado de Huellas n° 39. fuertes y mundanales emociones que son general-

Foto de Enrique Garcia

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 125-138: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
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mente controladas en el acontecer de la vida dia-
ria. Durante el carnaval la gente tiene derecho a
ciertas licencias de comportamiento que liberan
sentimientos reprimidos.

Bachtin (1968) y Da Matta (1986) demostraron


la importancia de la risa, el placer, lo grotesco y lo
erótico como componentes centrales de la temáti-
ca y los comportamientos del carnaval. Burke
(1978) establece que un tema de gran importancia
es la agresión, la cual llega a ser institucionali-
zada en juegos competitivos, pero es también evi-
dente en las formas poéticas de protesta social, en
las incidencias abiertas de la exacerbación sexual,
y en las hostilidades ritualizadas de clase o de gru-
po. Caro Baroja (1965) detalla cómo se restablece
el control social a través de los otros, tales como la
utilización profusa de chistes vulgares y chanzas
pesadas, los cuales proyectan una aparente aun-
que efímera igualdad social.

La importancia y el atractivo del carnaval radica


en su configuración como un evento total, en cuya
unidad todo tipo de formas de expresión se llegan a
evidenciar en un tiempo límite señalado. El carna-
val incluye poesía, representaciones, baile, cancio-
nes, juegos, mascaradas, carrozas, escenografía, y
cualquier otra actividad en la que los participantes
quieran incursionar. “El carnaval debe ser visto
como una representación gigantesca en la cual... la
ciudad se convierte en un teatro sin paredes y sus Foto de Fernando Mercado
habitantes se transforman en actores y espectado-
res...” (Burke 1978: 182). Los carnavales que se celebran en un contexto
urbano también están libres de las restricciones
La expresión del carnaval, como sea que se con- espaciales. Todas las actividades se llevan a cabo
figure en su especificidad histórica, estriba en la en las calles y en las plazas. Se trata de un aconte-
idea de la inversión de los opuestos. Los partici- cimiento público que no puede ser reducido a la
pantes, aunque sólo sea por unas horas, deberán intimidad de los hogares, al atrio de la iglesia, al
invertir sus roles y posiciones sociales a través de centro comunal o las sedes de los clubes. Durante
sus acciones, vestidos y comportamientos. Al fi- los días de carnaval, las calles, como lugares para
nal, la gente debe retornar a sus condiciones esta- el anonimato temporalmente desprovistos de leyes,
blecidas, y conducirse en la reafirmación de la es- proveen a los individuos de un espacio para la re-
tructura social. gresión y el desorden. Es allí (o en cualquier lugar),
donde una persona puede “portarse mal” y “despil-
La cadena de eventos llamada carnaval está farrar el tiempo”. El derroche y el mal comporta-
comprendida en una franja de tiempo definido de miento son, por supuesto, elementos centrales que
antemano, más largo o más corto según sea el caso, no pueden asociarse con la familia y su buen nom-
y generalmente empieza antes de la cuaresma, épo- bre en la vida diaria (Da Matta 1986: 15-19).
ca de sacrificios y abstinencias. Este sentido del
tiempo es fundamental. El carnaval rompe la se- EL CARNAVAL EN EL CONTEXTO
cuencia temporal del trabajo, toda vez que deter- DEL CARIBE HISPÁNICO
mina un número de días de olvido total. Burke lo
llama “el tiempo del derroche” (1978: 178). En lo que se refiere al carnaval del Caribe hispáni-
co, éste ha sido estudiado en localidades específi-

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cas y respecto a sus múltiples aspectos o configu- Una evaluación muy diferente es presentada, en
raciones. Algunos estudios particularmente inte- el caso de Cuba, por el etnólogo Fernando Ortiz,
resantes son los de Ortiz (1940-46) y Pérez (1981) quien creyó que las tradiciones de carnaval conoci-
en Cuba; Del Castillo y García Arévalo (1987) y das en la España del siglo XVI no fueron transplan-
González (1970) en la República Dominicana, y tadas en Cuba de buenas a primeras, porque los
Vidal (1983) en Puerto Rico. españoles, que venían de todas partes de España,
tenían diferentes tradiciones, de acuerdo a su re-
Estas tres islas del Caribe hispánico tienen gión de origen. Todas estas formas diferentes de
unas fuertes tradiciones de carnaval y de cuares- expresión festiva no conformaron una modalidad
ma. Estas tradiciones nunca fueron una repro- común de fiesta en la colonia. Así pues, la primera
ducción directa de las formas españolas, si bien expresión más parecida al carnaval arraigada en
la emoción y la creatividad pueden compararse Cuba, estaba asociada con las celebraciones ecle-
como se pueden comparar los procesos pertinen- siásticas, similar a las danzas y mascaradas que
tes a la existencia del carnaval como un evento los negros y los esclavos realizaban durante Cor-
social. El etnólogo español Julio Caro Baroja ha pus Christi y otras fiestas (Ortiz 1955: 250).
encontrado que el carnaval, como un evento so-
cial, ha experimentado tres cambios de magni- Era en ciertos días religiosos cuando se les per-
tud. Primero, se da el desarrollo del carnaval den- mitía a los cabildos vestirse de acuerdo con la tra-
tro de la ideología cristiana medieval, que opone dición “africana”, y desfilar por los alrededores de
el bien y el mal en un tiempo que le ha tocado a la ciudad interpretando su música y danzas. Hacia
cada uno, e integra tanto la vida pública como la el siglo diecinueve, muchos mulatos se desligarían
personal. Este carnaval se transformó entonces de los cabildos y su distintivo social y actividades
por el impacto del comportamiento sectarista públicas religiosas en un esfuerzo por armonizar
burgués bajo la forma de clubes sociales restrin- con la sociedad creole. En este período las compar-
gidos que secuestraron la tradicional creatividad sas llegaron a ser abiertamente difamadas y redu-
pública para conducirla hacia un espacio priva- cidas a ejemplos indeseados de salvajismo africa-
do controlado. Y, finalmente, se halla la desinte- no.1 En 1884, con la abolición de la esclavitud, los
gración moderna del carnaval en respuesta al cabildos fueron prohibidos, y llegaron a ser más
aparato del Estado que burocratiza los juegos y bien cofradías eclesiales o sociedades de ayuda
los tolera en forma de eventos nacionales, como mutua. En los años finales del gobierno colonial las
los deportes y la política local. presentaciones festivas callejeras consiguieron. so-
brevivir como comparsas de carnaval.
Al considerar la amplia popularidad del carna-
val en España, es apenas natural que los españo- Estas comparsas deben verse como un evento
les reconstruyeran de la mejor forma posible esta total que incluye gran número de participantes en-
tradición en el Nuevo Mundo. Ya en 1526, en la mascarados y disfrazados de acuerdo con un tema
reciente colonia de Caparra, Puerto Rico se alista- central, que algunas veces portan farolas, tocan
ba para celebrar el carnaval: “... dende el último de tambores y otros instrumentos de alta resonan-
Reyes fasta el miércoles de las Cenizas.”* Con la cia, bailan al unísono y cantan canciones y refra-
colaboración de indios amigos, se divertían bai- nes escogidos, seguidos por coloridas carrozas
lando con castañuelas, los cuerpos pintados con alegóricas. El formato de estos eventos era discu-
bija (nombre científico: Bixa orellana) y disfraza- tido, diseñado y preparado por grupos de la comu-
dos. Al parecer, se hacía un esfuerzo para recrear nidad que debían dedicar largas horas a ensayar
los modelos conocidos de la metrópoli. En este caso con la esperanza de una competencia exitosa con-
específico los españoles estaban unidos a algunos tra los otros grupos. La parte realmente espontá-
indios amigos en la celebración (Llórens Torres nea de los desfiles era la ardorosa participación
1969: 400). Este signo aparente de permisividad del público, que debía bailar, cantar y aplaudir
no es una adaptación del Nuevo Mundo, sino un para corresponder a cada comparsa.
reflejo de cómo se celebraban los eventos en Espa-
ña, donde los negros conversos y los moros toma- Durante los primeros años de gobierno repu-
ban parte importante en las actividades. blicano, las comparsas llegaron a ser controladas
por el aparato del Estado, el cual proclamaba
* En español arcaico en el original. En adelante, todas las anualmente una política que determinaba qué gru-
palabras en cursiva, fueron escritas en español en el docu-
mento en inglés. (N. del T.)
pos desfilaban, y las condiciones y cualidades de

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sus presentaciones; esto es, se manipula y refor- hacia una explicación de por qué, en las naciones
mula lo que previamente habían sido actividades hispánicas del Caribe, las actividades de canto y
de producción popular.2 Las celebraciones calleje- danza no son vistas de muy buen grado como un
ras existían yuxtapuestas a otras celebraciones elemento de identidad nacional. Los aspectos po-
concentradas en los clubes sociales de pueblos y pulares del carnaval tradicionalmente han sido evi-
ciudades. Así pues, durante la primera mitad de tados por las clases más altas, lo que ha dado por
este siglo, el carnaval a menudo remitía a eventos resultado el rechazo por los medios de informa-
selectos reservados para el público en general, cuya ción subordinados a las agencias gubernamenta-
única función era alinearse en las calles para ob- les, y los sectores medios emergentes.
servar el desfile de los miembros del club, sus rei-
nas, y presenciar sus danzas. Se ponía gran énfa- Tres elementos se entremezclan repetidamente
sis en la transformación del rol del público en su en la percepción que le resta importancia al car-
condición pasiva de observadores, y se definía cual- naval. Primero, está la cuestión de gustos en cuan-
quier forma de respuesta del público como un acto to que a las gentes les agraden o les desagraden
de confusión o provocación. Aún después de 1959, los eventos de masas. Está también el asunto de
cuando el carnaval llegó a ser relacionado con las la violencia callejera, fuertemente asociada con la
celebraciones de la revolución, y fue llamado ofi- profusión del consumo de bebidas alcohólicas du-
cialmente Carnaval de la Libertad, los eventos apun- rante las ocasiones festivas, y con un abandono
taron a la retención de elementos de origen popu- general de las restricciones sociales aceptadas (Da
lar3 y de élite (el club social).4 En cuanto a festivi- Matta 1986; Gilmore 1977). Y, tercero, está tam-
dad pública contemporánea, el carnaval “compite” bién la idea de que los eventos locales del carnaval
con los eventos políticos de masa, los cuales utili- están asociados con las clases más bajas, más es-
zan frecuentemente los elementos del carnaval pecíficamente con los intereses y comportamien-
para administrar las conmemoraciones de regoci- tos de la población negra (Ortiz 1946; Pérez 1982).
jo de índole política.5
En general, esta breve evaluación de todo el pro-
Quizás, esta evaluación sucinta de la transfor- ceso también es verdadera para Puerto Rico y la
mación histórica del carnaval cubano, conduce República Dominicana. Con la diferencia de que,

128
en el caso de la República Dominicana, desde hace na tenía un antiguo origen que lo justificaba y dis-
poco, el carnaval ha sido revivido de forma efectiva tinguía de los otros, y daba paso a variaciones en
como una atracción turística a nivel nacional e in- las formas de los eventos según se presentaran ya
ternacional, sin que importe la opinión de la élite. en las actividades para la élite o en las actividades
En el caso de Puerto Rico, el carnaval ha pasado para el público en general. El primer domingo era
virtualmente a ser un evento público del pasado. el domingo de carnaval; el segundo domingo: do-
mingo de la píñata (que representa abundancia); el
CARACTERÍSTICAS DEL CARNAVAL tercero: domingo de la vieja (que representa la cua-
resma); y así el domingo de figurín (o de Adonis); el
Las tradiciones públicas del carnaval en las islas domingo de la sardina (que representa la muerte
caribeñas hispánicas se desarrollaron alrededor de del carnaval); el domingo de la pascua, llamado en
dos conjuntos de componentes a través de los si- Cuba también el domingo de apendicitis (domingo
glos dieciséis y diecinueve. Por un lado, algunas de resurrección o de pascua florida que marca el
actividades fueron abiertamente reconocidas como fin de la cuaresma y el fin de la prohibición de las
pertenecientes a la población europea y blanca de carnes rojas). Cada sábado la administración mu-
clase alta. Éstas eran actividades sociales cerra- nicipal y los clubes sociales organizaban compe-
das que se efectuaban en el interior de los edifi- tencias, tales como carreras de sacos, concursos
cios administrativos, adonde eran invitadas úni- de cocina o vara (engrasada) de premios, para gru-
camente aquellas personas asociadas con las au- pos o individualmente, y fiestas privadas para los
toridades coloniales. A menudo los clubes organi- miembros y amigos. Todos los domingos por la tar-
zaban danzas privadas, competencias cerradas de de, las comparsas, exhibiendo sus danzas, farolas
disfraces alegóricos, y diversas formas de compe- y carrozas, desfilaban por la ciudad (Milne 1965:
tencias públicas, originalmente a caballo, y más 38-39; Ortiz 1955: 251-255).
tarde en coches, carrozas, bicicletas y vehículos a
motor, lo cual descartaba a aquella gente que no Estos dos conjuntos de tradiciones locales a me-
podía costearse tales propiedades. Por otro lado, nudo se intersectan el uno con el otro. Por supues-
algunas actividades del carnaval eran verdadera- to, la administración colonial (como lo harían más
mente de naturaleza popular, y eran patrocinadas tarde los administradores republicanos) permitía o
por otras clases de gentes que existían en las colo- prohibía las actividades. En total, cada segmento
nias españolas del Caribe: los mulatos, negros social observaba, maravillada y regocijada, los even-
libertos y esclavos. Esta gente organizaba masca- tos presentados por los otros. No hay ni una sola
radas que se tomaban las calles en gran número referencia en la literatura relevante en la que am-
de fiestas religiosas escogidas como el Día de Re- bos segmentos sociales se hayan encontrado para
yes (Epifanía), San Miguel, San Juan, y otros. El unirse en la celebración del carnaval. Por el contra-
centro de tales ocasiones eran las comparsas que rio, la sociedad hispánica caribeña está tajantemen-
hasta ahora definen los carnavales. Las compar- te dividida en clases altas y clases bajas, y cada
sas son eventos totales que incluyen una proce- una celebra su propia versión del carnaval. Los ac-
sión de máscaras y disfraces fantásticos, cantos y tos de celebración por un segmento de la población
danzas callejeros en medio de música de tamboras, son observados a distancia por los otros. La intro-
al tiempo que se llevan luces alegóricas, y algunas misión de individuos de un segmento social en el
veces se incluyen carrozas. Pese a que el propio círculo del otro segmento social provocaba compor-
“espectáculo” permite gran espontaneidad del pú- tamientos disociatorios, desaprobación y querellas.
blico participante, la comparsa en sí tiene que ser No obstante, si el intruso era un miembro de la
planeada y ensayada interminablemente antes de clase alta que participaba en los eventos abiertos al
la presentación. público de la clase baja, el comportamiento era re-
chazado como un disparate juvenil, o quizás como
La popularidad del carnaval, tal y como se rea- una debilidad de carácter. Si, por otro lado, el in-
lizaba en La Habana, reside en la distribución dual truso pertenecía a la clase baja, su presencia en las
de varias formas de entretenimiento durante un actividades de la selecta clase alta debía calificarse
período de tiempo prolongado. Así pues, los even- como una ofensa, o aun un crimen.
tos empezaban el domingo antes del miércoles de
Ceniza y continuaban durante varios fines de se- La oposición se hace evidente por regla en facto-
mana, pasando por los días santos de ayuno, esto res externos distintivos, tales como colores diferen-
es, el jueves y el viernes santos. Cada fin de sema- tes, tipo diferente en la forma de cuerno de las más-

129
caras, la presencia o ausencia de componen-
tes del disfraz, la existencia de una identifi-
cación religiosa de los participantes, entre
otras cosas. Pese a que la presencia de gru-
pos opositores es evidente en muchos otros
eventos festivos, y no es un distintivo único
de los eventos de carnaval, ciertamente pa-
rece resaltada por otras características del
carnaval, tal como el anonimato personal de-
trás de las máscaras o entre la multitud.

En la República Dominicana, el uso de


máscaras y los disfraces correspondientes
de colores diferentes y opuestos distingue a
dos barriadas de una comunidad. Esta dife-
renciación, establecida por tradición, es la
razón para la contienda anual entre los gru-
pos. A menudo esta contienda termina en
heridas físicas, y algunas veces la muerte, Foto de Fernando Mercado
como en el caso del enfrentamiento entre los
toros y los civiles en Monte Cristo.6 “Tales formas de conflicto atomístico, si se atienen
a manifestaciones ritualizadas, tienen un efecto
Los diferentes tipos de actividades del carnaval integrador mediante la ayuda a forjar la identidad
producen recompensas de varias formas. Por ejem- de un grupo en medio de una comunidad de igua-
plo, un grupo de danza podía recibir una compen- les sociales y mediante el incremento de las lealta-
sación monetaria de las autoridades o algunas mo- des de clase” (1977: 346-7).
nedas del público en general, o un jinete podía
ganar la pañoleta de cierta dama o el aplauso del También se podría decir que los eventos de más-
público. Sin embargo, al final, la participación en cara sirven como una válvula de alivio emocional
comparsas, carreras de caballos, desfiles u otros para las gentes que se sienten oprimidas por otros
eventos se podría medir más sensiblemente como grupos en la estructura social. Ya en 1675, las
un sentido de pertenencia o identidad, el disfrute autoridades coloniales en Cuba prohibían tales es-
por los individuos participantes o el reconocimiento pectáculos competitivos, ya que los participantes
público como un grupo diferente. disfrazados ridiculizaban aún a las más altas au-
toridades, esto es, el gobernador y el obispo (Ortiz
Entre uno u otro segmento social había una 1955:255). Al final del gobierno español colonial
notable competición entre los individuos o entre en Puerto Rico, las cosas no habían cambiado. Por
grupos locales opositores. Algunas veces la oposi- el contrario, tales expresiones de disfraces del des-
ción se refería a comparsas establecidas alrededor contento popular llegaron a ser formalizadas en
de diferentes líderes, o a diferentes calles o secto- un evento elaborado distintivo del Día de San Pe-
res de la ciudad, o entre la población urbana y la dro. El escritor José A. Daubón recuerda que en
rural; en ocasiones la oposición era entre las au- ese día una procesión consistente en diversos per-
toridades y el pueblo. A pesar de la multiplicidad sonajes disfrazados visitaba a las autoridades y
de clubes u otros grupos, la distinción básica era, les leían una proclama, escrita en términos joco-
en efecto, una estructura de clase. La oposición sos y de mofa, que convertía a la festividad en un
ritualizada servía para intensificar los conflictos evento popular y sin restricciones. Esta proclama
existentes entre los grupos y las clases, durante era, en efecto, un desafío a las restricciones oficia-
un corto período de tiempo, después de lo cual los les impuestas públicamente sobre la población la
miembros del grupo, y los miembros de la clase, noche anterior a las festividades tales como San
retornaban a su condición de separación teniendo Pedro (1904:98-107). Muy a menudo, en eventos
una vez más re-definido el sistema. Jugar el juego de máscaras, la gente disfruta de la oportunidad
provee a los individuos de una repartición social de hacer cosas que no podría permitirse hacer de
distinta; él o ella pertenece o no pertenece a un otra manera diferente o podría hacer únicamente
grupo o a una clase. En palabras de David Gilmore: corriendo un riesgo muy grande. Estos ataques

130
riencia del juego de arrojarse cosas, cada quien se
aproximaba a sus opuestos de una manera
incontenida considerada ofensiva por los más res-
petables miembros de la élite.

En el caso de Cuba, es obvio que los eventos de


máscaras del siglo diecinueve sirvieron a los es-
fuerzos pro-independencia de los creoles repeti-
damente, por lo que las autoridades coloniales es-
taban enteramente paranoicas con respecto a su
resurgimiento anualmente. Por lo menos, las ban-
das de enmascarados opuestas eran a menudo
reconocidas públicamente como azul y punzó (rojo
intenso, sin embargo la palabra es también una
Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)
forma del verbo punzar, que significa clavar o pi-
emocionales, comúnmente dirigidos al centro de la car). Naturalmente, en las batallas de burlas del
autoridad social, son una razón de por qué la cla- carnaval, la banda azul representaba a los loca-
se alta, que, en efecto, es el centro de la autoridad les, y la banda roja a los españoles. Está también
social, rechaza las celebraciones populares de car- el asunto de molestar, mediante el uso de pala-
naval libres y anónimas. bras incisivas en las canciones y refranes ento-
nados durante los desfiles. Y, finalmente, se dan
La oposición de clase subyacente es un elemento los reportes en relación con el movimiento real de
constante en el análisis del carnaval. Siguiendo las armas, los alimentos y la información por par-
los actos de competencias, por regla protagoniza- te de comparsas en favor de los revolucionarios de
dos por hombres, las damas luciendo sus galas finales del siglo diecinueve y mitad del veinte. Du-
desfilarían elegantemente por el pueblo, en lo ge- rante el siglo diecinueve, más específicamente des-
neral acompañadas por sus galanes. Los desfiles pués del Grito de Yara, se dan muchas instancias
eran ya a caballo, como en el caso de Puerto Rico, o en las que los administradores locales encuen-
en carruajes, como en el caso de Cuba. En el mejor tran necesario prohibir las mascaradas anuales
de todos los casos, alegres batallas de confeti, flo- (Pérez 1981; Palacios 1989).
res, cascarones de huevo7 o moldes de cera llenos
de agua perfumada, se originaban entre los jine- Irónicamente, eran también los administrado-
tes y el público que observaba desde los balcones res locales quienes a veces veían preciso promover
de las casas de los ricos. No obstante, los desfiles las celebraciones de carnaval por razones políti-
en carruajes a menudo eran vistos por el pueblo, cas. En Cuba, después del ataque rebelde a Mon-
que miraba desde las calles, como un signo de cada en 1953, el gobierno de Batista hizo un es-
pretención. Así pues, los objetos lanzados a los ji- fuerzo concertado para efectuar las celebraciones
netes eran algunas veces ofensivos. Huevos cru- de carnaval como una manera de mostrar una so-
dos o podridos, cascarones de huevo llenos de ha- ciedad integrada efectiva y felizmente a despecho
rina, y otras cosas indeseables, eran lanzados del trastorno político. Así pues, mientras muchas
desafiantemente a los elegantes jinetes (Ortiz 1955: familias de Santiago estaban aún llorando a sus
256). El escritor portorriqueño Manuel Fernández muertos, el gobierno estaba destinando generosas
Juncos afirmó que en 1879 “ha rayado en locura el contribuciones en efectivo para promover su tra-
entusiasmo carnavalesco” (1958:275) con gente de dicionalmente famoso carnaval. Este fue notable-
todas las clases sociales arrojándose agua y otros mente el caso en 1956 y 1957, cuando unas cuan-
objetos los unos a los otros. Añade: “Tiempo es ya... tas comparsas* fueron presionadas a desfilar se-
que vayamos corrigiendo esta viciada costumbre” gún se esperaba, pero el público, temeroso tanto
(1958:176). Aparentemente, la costumbre, que se de las fuerzas del gobierno como de los rebeldes,
había originado como una válvula de escape por no se acercó (Pérez 1981). En este caso el gobierno
una división de clase estrictamente estructurada, se sintió capaz de estructurar un evento público
se había llegado a convertir también en una vál- supuestamente espontáneo como “debería” ser, lo
vula de escape de las restricciones sociales para cual quiere decir que los oficiales habían pensado
las generaciones más jóvenes y para personas de muy bien en lo que les gustaba a los negros de
ambos sexos. Durante el carnaval, y bajo la apa- clase baja y trataron de reproducir esto como una

131
demostración de satisfacción del público en gene- de otro modo estarían por fuera de la arena social
ral con el sistema. significativa podía obtener reconocimiento, y qui-
zás fama, por la habilidad de su grupo para desem-
Claramente ilustrativas de los componentes po- peñarse en los juegos o producir una comparsa ex-
líticos de las comparsas eran las letras de sus ver- cepcional en el carnaval. En cierto sentido, el con-
sos, que manifestaban las creencias populares, la trol de los eventos del carnaval por los clubes, que,
ingenuidad y, en algunos casos, el descontento pro- en su seno, tenían una política socialmente diviso-
fundo. Las letras son cortos versos ingeniosos, fá- ria, era responsable de la transmisión del carnaval
ciles de recordar. Usualmente concebidos en dos como un evento público.
partes, una es cantada, y la otra parte es la res-
puesta del público. Otra vez, por momentos, estos Con el reconocimiento y el deseo de la pobla-
versos pueden ser abiertamente usados por razo- ción de la participación de los clubes sociales, la
nes de control social. En el caso de los carnavales actividad pública festiva llegó a ser, por naturale-
de Santiago de 1956 y 1957, algunas de las tonadi- za, controlada y resuelta preferentemente por es-
llas eran aparentemente introducidas en las com- tos clubes. El resultado ha sido que las activida-
parsas del desfile por agentes del gobierno. Puesto des festivas se trasladaran de las calles a las se-
que muchos de los originales rebeldes venían de des de los clubes y a los salones de baile. La expo-
familias blancas de clase media, el tema del racis- sición pública festiva libre y fácil de seguir llegó a
mo era recurrentemente usado por los provocadores ser cuestión de algunas horas y en un estilo nota-
en un esfuerzo para dividir la opinión popular. Al- blemente distante, tal como observar un desfile de
gunas de las canciones tenían versos tales como carrozas, que llevaban a las reinas de cada club
“en la guerra de los blancos los negros no saben na” de la ciudad y corporación pública o comercial,
y “los blancos pa la loma y los negros pa la conga” pasar por la calle. Las actividades que durante si-
(Pérez 1981:98). Como se puede ver, ambas tonadi- glos habían sido de creación popular, e invitaban
llas insistían en la segregación de la clase baja, con- a danzar y cantar como formas de manifestación
siderada negra, de la participación política mediante popular, lentamente llegaron a ser privatizadas
el uso del racismo como un motivo. bajo el control de unidades corporativas llamadas
clubes sociales.
CLUBES SOCIALES Y FIESTAS DE CARNAVAL
El control de las festividades de carnaval por
Fue hacia la mitad del siglo diecinueve cuando el los clubes sociales, es la característica más distin-
carnaval asumió presencia diferente en las islas tiva de los carnavales de este siglo en las islas his-
hispánicas del Caribe. Por ese entonces, toda ciu- pánicas del Caribe. El proceso comenzó como una
dad importante tenía clubes sociales que satisfa- modalidad de celebración paralela a las activida-
cían las necesidades de segmentos selectos de la des callejeras de la clase baja, que paulatinamen-
población. A través del año, estos clubes realiza- te ganó importancia y finalmente desintegró el car-
rían danzas y otras actividades sociales para sus naval en baile de disfraces privado y otras activi-
miembros. Originalmente, estos clubes tenían dades auspiciadas por un club.
miembros europeos, en ese entonces todos blan-
cos, ya fueran miembros peninsulares o nacidos en El encuadramiento de las Fiestas por parte de
las islas. Al final del siglo diecinueve algunos clu- los clubes representó un apretado calendario de bai-
bes presentaban mulatos, afiliados por ocupación. les de máscaras y de etiqueta, que se multiplicaron
Todos estos clubes realizaban diversiones asocia- en la medida en que cada una de las nuevas enti-
das con el carnaval. Se ofrecían danzas privadas, dades sociales que se fueron sumando con el co-
exclusivas sólo para los miembros y sus invitados; rrer del siglo... aspiraba a que la reina participara
participaban en cabalgatas de disfraces o carreras con su corte, en por lo menos un evento a efectuar-
de caballos, y presentaban comparsas o carrozas en se en sus salones. (Del Castillo y García Arévalo
los desfiles. En parte, la importancia de pertenecer 1987: 24-25).
a un club determinado otorgaba un sentido de iden-
tidad, y definía la capacidad competitiva de un gru- La descripción de los carnavales de la Repúbli-
po socialmente representativo, ya que las conquis- ca Dominicana testifica esto. En Santiago de los
tas logradas por una representación efectiva podrían Caballeros desde el final del siglo había dos clubes
repartirse en los miembros individuales. De esta sociales, ambos al servicio de la clase alta; éstos
manera, un club que representaba a individuos que eran el “Centro de Recreo” y el “Club Santiago”.

132
Foto de Fernando Mercado

Además, se creaban cada año varias asociaciones Lo mismo pasaba en la ciudad capital de Santo
de miembros para organizar los eventos de carna- Domingo. En el carnaval de 1910, por ejemplo, pues-
val, especialmente las mascaradas que debían pa- to que los organizadores no podían despreciar a
searse por las calles con trajes elegantes, partici- ninguna de dos familias de clase alta en la compe-
par en las batallas de flores y confeti, y competir tencia, finalmente resolvieron tener dos reinas,
por premios en los salones de baile. Durante la ambas hijas de ilustres familias. El evento comple-
temporada de carnaval de 1907, los clubes efec- to llegó a ser una sucesión de actividades suntuo-
tuaron 32 bailes de disfraces, dos bailes regula- sas para la élite, tales como bailes formales, jue-
res, y dos bailes infantiles de disfraces. En 1908 el gos y competencias, que incluyó un paseo en bar-
“Centro de Recreo” eligió una reina y los eventos co por el río Ozama, al que asistió hasta el presi-
del carnaval fueron diseñados en torno a una in- dente (Del Castillo y García Arévalo 1987: 24; Matos
terpretación altamente protocolaria de las activi- Díaz 1985: 109-115).
dades a imitación de la nobleza europea. Esta in-
terpretación del carnaval resultó de los frecuentes Probablemente el más elaborado de todos los
viajes y el contacto directo de miembros de la cla- carnavales auspiciados por un club en Santo Do-
se alta con los Estados Unidos y los países euro- mingo fue uno realizado en 1933. “Las autorida-
peos. El pueblo no participaba en tales celebracio- des ofrecieron todo tipo de facilidades para que el
nes de carnaval, si bien organizaba desfiles y mas- programa de festividades fuera coronado con éxito
caradas separados que llenaban las calles con su (Del Castillo y García Arévalo 1987:31). Y así fue
actividad, un hecho que era calificado por la clase como el presidente del gobierno municipal cere-
alta y la prensa únicamente como aspectos vulga- moniosamente entregó a la reina las llaves de la
res e indeseables de las celebraciones carnesto- ciudad, después de una gran parada que incluía
léndicas (Haché 1973: 94-96; 1974: 65-66). la guarnición de caballería del Ejército nacional,
la banda de músicos del Ejército nacional y otros

133
grupos similares. Esto fue seguido por un “esplén- En las sociedades democráticas, las divisiones
dido” baile. La reina fue coronada en medio de toda sociales evidentes en esta reformulación de las ac-
suerte de festividades y trato real. Y el 27 de febre- tividades públicas de diversión residen fuertemente
ro los eventos culminaron con un Te Déum en la en los intereses económicos. Hay un elemento de
catedral, una visita formal al presidente Trujillo y elección en la adhesión individual a un evento. Por
la primera dama, un desfile de la reina y toda su ejemplo, en un estudio del carnaval de Santiago
corte en la tarde, y un baile en la Casa de España. de los Caballeros en 1967, Nancie L. González en-
Al día siguiente, el presidente y la primera dama, cuentra que los dominicanos ricos asistirían
que habían sido los grandes protectores del reino, entusiastamente a cuatro o cinco eventos donde
asistieron a un almuerzo en la casa de la reina se exigiera un disfraz. Cada disfraz representaba
(1987: 31-34). una inversión de US$50 a US$100 (1970: 332).
Obviamente, la gente con bajos ingresos no podía
Paralelas a las actividades de los clubes, las ce- participar aunque tales actividades fueran consi-
lebraciones callejeras se realizan en toda su capa- deradas abiertas para el público en general. El mis-
cidad. Por ejemplo, en el carnaval de 1933, duran- mo sistema se aplica a otros aspectos del carna-
te los días 18, 19, 25, 26 y 27 de febrero, multitu- val, tales como la elección de la reina:
des de diablos cojuelos se tomaron las calles de día
y de noche; “en muchas casas… se hicieron bailes Una reina del carnaval es elegida por votación cada año,
carnavalescos de familia”; “carros y carrozas ador- supuestamente para representar a la ciudad. Sin em-
nados pasearon por la ciudad”; se organizaron jue- bargo, el club social más importante de la ciudad patro-
gos, carreras y otras competencias; todas las no- cina la elección, y las candidatas, aunque hayan sido
ches había conciertos en el Parque de Colón” y el elegidas por votación pública, son todas hijas de los
Parque de la Independencia; y “se quemaron es- miembros del club. En efecto, este procedimiento asegu-
pectaculares fuegos artificiales” (Del Castillo y ra que una representante de los sectores de la clase alta
García Arévalo 1987: 34-35). será la reina del carnaval. Los gastos para vestir a la
reina, que corren por cuenta de su familia, es un factor
Aliadas a la condición divisoria de los clubes, adicional que limita las candidatas a los sectores más
las administraciones gubernamentales reacciona- ricos, por supuesto (González 1970: 332-333).
ron en consonancia con esta variación. Las dos
razones más importantes para esto es que los ad- La extensión de las actividades de carnaval so-
ministradores mismos representaban la élite, así brevivientes entre los miembros de la clase baja
que a menudo tenían vínculos personales con cier- en la ciudad, son de igual modo condicionadas por
tos clubes y sus miembros. El ejemplo más noto- factores económicos. Los hombres de clase baja
rio en la República Dominicana es el año de 1955 vecinos de la ciudad participan preferentemente
cuando la hija de Trujillo llegó a ser la reina del con el disfraz de carnaval típico dominicano lla-
carnaval y presidía el más suntuoso acontecimien- mado los lechones o diablos cojuelos. Van vestidos
to. Sin embargo, una segunda y, tal vez, más im- con un mono de manga larga de dos colores, cada
portante razón es que este nuevo concepto de car- uno al lado opuesto del cuerpo desde el cuello has-
naval, como un evento segmentado, era más ma- ta los pies, que los mismos hombres hacen. Se po-
nejable en una ciudad en crecimiento. Entre más nen una máscara zoomorfa de cartón y llevan un
grande la ciudad, más grandes y más fragmenta- palo con una vejiga seca de animal con el que gol-
da la población. Como un resultado final, los ad- pean al pasar con intención de asustar a los niños
ministradores públicos tenían que reformular las pequeños. El propósito es pasear por la calles en
políticas oficiales concernientes a los eventos cul- grupos, burlándose de los observadores y pidiendo
turales tales como las actividades de expansión y al público y a los dueños de tiendas dinero o ron.8
recreación de la sociedad. Lo hicieron, pues, de Algunas veces van acompañados por otros hom-
una manera basada en las divisiones inherentes a bres que interpretan instrumentos de percusión,
las estructuras sociales, económicas y geográficas como la tambora o el güiro.
de la sociedad, esto es, basada en la religión, las
filiaciones políticas, la vecindad, los intereses es- También es resultado de los intereses económi-
peciales como los deportes, la música, la aprecia- cos, y de la ingenuidad, de individuos miembros
ción del arte, entre muchas otras. Manejaron, de de la clase baja, la creación de un producto artís-
esta manera, la administración de la diversión pú- tico y comercial relacionado con el carnaval. Esto
blica en una escala menor. es, la comercialización de las máscaras zoomorfas

134
de cartón que son ofrecidas en las calles durante que le impone un nuevo código de validez que eli-
el carnaval, pero que se venden también como mina la autoridad fundamental de validación con-
suvenires en los centros turísticos comerciales y ferida por la experiencia; o sea, el uso del objeto
del gobierno.9 No obstante, quizás, el interés por como parte de la vida social del productor. Ulte-
estas máscaras es también el resultado del valor riores argumentos se pueden desarrollar en torno
que la clase de los artistas y conocedores le han a este problema: la realidad definitiva es que la
otorgado. Las máscaras de la más alta calidad son máscara como una obra de arte no es en efecto
vistas como obras de arte. Los mejores artesanos una máscara en su sentido práctico, sino que ha
compiten en un concurso anual organizado por un sido transformada en un producto comercial (Flo-
museo durante la temporada de carnaval. res 1986; García Canclini 1977).

Las creaciones eran compradas prontamente a La percepción común y corriente de los objetos
buenos precios por miembros de la clase alta y del carnaval como creaciones de arte popular, va-
público extranjero, o eran incluidas en la colec- lidados por las estructuras formales culturales de
ción permanente del museo. Los premios, dona- la sociedad, es evidente en la inclusión de tales
dos por hombres de negocios o industriales oscila- objetos en exposiciones y colecciones privadas y
ban desde $75 para el primer puesto a $25 para de museos. En septiembre de 1978, el Museo del
una mención de honor (González 1979: 337). Hombre Dominicano en Santo Domingo hizo una
exhibición de máscaras de carnaval que incluía
La percepción de un objeto de creación popular 79 máscaras de diferentes pueblos y regiones de
como una obra de arte presenta muchos proble- la República Dominicana y 10 de Puerto Rico. En
mas. Por una parte, la obra de arte es a menudo 1986, fueron presentadas fotografías, máscaras de
creada como una pieza artística, o sea que es refi- dos regiones de la República Dominicana y pintu-
nada para que cumpla los requisitos de compe- ras de artistas dominicanos en el Museo de Arte
tencia, y no porque “sus usos estuviesen ligados de los Pueblos Orientales de Moscú, lo que fue vis-
con la vida social” (Flores 1986: 257) como lo es- to como una exposición fuera de lo común. Estos
tán las máscaras que se utilizan en las activida- son sólo dos ejemplos entre muchos otros.
des callejeras. Asimismo, el valor económico de los
premios no tiene comparación con el valor del ob- Todas estas actividades, tanto en centros de cul-
jeto como una pieza de arte; sin embargo, la asig- tura y arte locales como internacionales, sirven
nación de un premio transforma el valor social y como un medio de re-evaluación y de preserva-
económico de los objetos de creación popular pro- ción de la parafernalia distintiva del carnaval. En
ducidos por el creador recompensado. La obra de cierto sentido, los eventos y objetos que corres-
arte es, entonces, validada por una autoridad di- pondían a las vivas y vibrantes actividades del car-
ferente de quien la produce. Esta autoridad exter- naval, son poco a poco trasladados al interior de
na gana poder sobre el producto simplemente por- los museos en cuanto que llegaron a ser el mate-
Archivo de la Casa del Carnaval, 2003

135
rial evidente de una realidad social del pasado, y resultado del trabajo de investigación de los histo-
son entonces tratados como objetos de arte. riadores y arqueólogos, que ha influido en los siste-
mas educativos y las agencias del gobierno.
ALGUNOS COMENTARIOS FINALES
SOBRE EL CARNAVAL La condición contemporánea del carnaval en las
naciones hispánicas del Caribe presenta una serie
El carnaval como un evento social ha pasado por de eventos que se desintegran lentamente en otras
varios cambios notables a través de los siglos. El formas de creatividad y participación públicas. Los
evento original transplantado a las islas del Cari- resultados de los “nuevos” arreglos asignados por el
be fue transformado desde su llegada al confron- azar a la temporada del carnaval tienen que ser vis-
tar los requisitos de un nuevo ambiente; así pues, tos en el contexto específico de cada país.
aunque los elementos del carnaval pueden ser tra-
zados por las formas europeas, no pueden consi- En Cuba, el gobierno ha rescatado las activida-
derarse iguales, sino que deben ser vistos como des del carnaval como parte de un diseño político
una adaptación particular. Existe asimismo la especifico. Las celebraciones patrias coinciden con
cuestión de la incorporación de los elementos in- las actividades del carnaval. Así pues, cada una
dígenas y africanos en las formas expresivas. de las actividades ha beneficiado a la otra, en el
sentido de que las actividades políticas han llega-
Los carnavales de la República Dominicana han do a ser parte de la diversión relacionada con el
integrado efectivamente la presencia de los indios carnaval, que incorpora desfiles con comparsas de
taínos en sus comparsas. José del Castillo y Manuel enmascarados. Asimismo, se puede decir que los
García Arévalo en su libro Carnaval en Santo Domin- elementos del carnaval han adquirido nuevo sig-
go describen las comparsas de bandas de indios como nificado, pero que también se han beneficiado de
una representación muy popular y frecuente. la capacidad del gobierno para movilizar a multi-
tud de gentes a la plaza pública.
Uno de los rasgos que hace más interesante a
esta comparsa, consiste en el montaje de algunos En la República Dominicana, donde hay una
dramas históricos, basados en episodios de la con- marcada distinción de clase en la manera de cele-
quista de la Isla por parte de los españoles y en la brar el carnaval, se da también una coincidencia
resistencia que opusieron los indios a este proce- en las fechas del calendario, ya que el carnaval
so. Una de las más populares teatralizaciones es finaliza en el día de la independencia. Justifica-
la que presenta la captura del cacique Caonabo… damente, la alegre celebración del carnaval tiene
por parte del temerario Alonso de Ojeda. (Del Cas- un fuerte significado para los dominicanos, que
tillo y García Arévalo 1987: 52). no sólo se toman las calles de sus pueblos y ciu-
dades, sino que también envían una representa-
Una formación similar es documentada por ción de la configuración del carnaval típico de cada
Aretz y Ramón y Rivera en 1963 (p. 179) y tam- localidad a Santo Domingo para una gran final.
bién incluida en el libro Almanaque folklórico do- Los modos “tradicionales” de celebración, es de-
minicano (Domínguez, Castillo y Tejeda 1978: 31, cir, las formas desarrolladas a través de la prime-
37). En este caso, los autores revisan la celebra- ra mitad de este siglo, sobreviven pese al impacto
ción del día de la independencia y el carnaval, que de los intereses elitistas, en la forma de formacio-
coinciden en la República Dominicana, según la nes sectarias específicas, y la comercialización, que
observaron en el pueblo de San Pedro de Macorís. ha producido variaciones notables en los aspectos
Una representación popular consiste en dos gru- externos del evento total.
pos de indios opuestos que utilizan adornos de plu-
mas y llevan arcos y flechas que emplean en si- En Puerto Rico, el carnaval ha sido visto desde
mulacros de batallas los unos contra los otros. el principio del siglo diecinueve como una cosa del
pasado. Su existencia es definitivamente una cons-
En cierto sentido, es sorprendente ver cómo la trucción social de la élite, y, en efecto, concierne
presencia de los indios desaparecidos hace siglos por únicamente a la élite. Solamente en la ciudad
el proceso de la conquista española, ha llegado a ser sureña de Ponce, el carnaval conserva su configu-
en los pasados treinta años más o menos parte de la ración popular. Durante el mes de febrero los típi-
memoria colectiva de los habitantes de las naciones cos vejigantes y otros participantes enmascarados
hispánicas del Caribe. En parte, creo que esto es el y comparsas salen a las calles para escenificar la

136
St. Martln’s, 1979.
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137
V IDAL , Teodoro. Las caretas de cartón del carnaval de 7, aniversario de la muerte de Antonio Maceo. Hay también
Ponce. San Juan: Alba, 1983. otras ocho conmemoraciones, todas las cuales se motivan en
acontecimientos políticos o patrios (Di Perna 1977: 12).
NOTAS 6
En Monte Cristo, durante las tardes de la temporada
del carnaval, grupos de aproximadamente 50 hombres se
1
Esto es lo que Nancy Pérez en su investigación sobre el disfrazan de “toros”. Visten un mameluco de dos colores, el
carnaval de Santiago llama la “leyenda negra” del carnaval. cual es un mono de mangas largas holgado dividido del cue-
La definición de la comparsa como un evento salvaje nació llo a los pies de un color diferente en cada uno de sus
con el reconocimiento por la administración colonial de la lados; se ocultan detrás de una máscara que tiene la forma
población negra y mulata enmascarada como el de un toro con dos cuernos sencillos en la fren-
enemigo en términos políticos y sociales. Los par- te, y llevan un látigo largo. Los “toros”, al en-
ticipantes enmascarados no sólo se mofaban y contrarse con los “civiles”, que no van disfraza-
hacían bromas abiertamente a la élite durante el dos pero que también llevan látigos, establecen
desfile, sino que también llevaban a cabo activi- una pelea a latigazos. El grupo con el más alto
dades subversivas en la confusión de los even- número de bajas pierde y sus adversarios re-
tos (1981). gresan victoriosos al barrio (Lizardo Barinas
Manuel Palacios Estrada halló que durante la 1973: 86-87).
guerra de independencia, el carnaval cubano de La intención original de la pelea llamada “jue-
Santiago sirvió como un espacio para la comuni- go”, era enlazar los cuernos de las máscaras con
cación entre los rebeldes y sus aliados en la ciu- los látigos para de esta manera revelar la identi-
dad. Algunos revolucionarios serían tan atrevidos dad del “toro”. Como el juego ha evolucionado en
como para asistir disfrazados, y presentar alusio- una pelea peligrosa: “En algunas máscaras los
nes políticas y representaciones teatrales cortas. cuernos han sido reemplazados por orejas y las
El gobierno de turno trataba de controlar la situación infil- aberturas de los ojos han sido cubiertas por una malla me-
trando agentes secretos de policía entre los enmascarados, tálica para proteger al toro de los golpes del látigo” (Del
y en 1868 prohibiendo aun el uso de máscaras en el carna- Castillo y García Arévalo 1987:48).
val (1987). 7
El escritor José A. Daubón recuerda que en San Juan,
2
Durante las primeras dos décadas de este siglo, y bajo el hacia 1893, “muchas cocinas” tenían un canasto donde se
control político de los E.U. los cubanos prefirieron las com- guardaban los cascarones de huevos vacíos a través de todo
parsas y las carrozas que representaban el Lejano Oriente y el año. Durante el carnaval y otras festividades se vendían “a
lugares exóticos diferentes de Cuba misma o África. Hasta el buen precio” de acuerdo a si estaban llenos de harina, almi-
punto de que en 1913, el gobierno municipal de La Habana dón en polvo, agua perfumada o agua de tuna (agua elabora-
prohibió el uso de instrumentos de origen africano y exigió el da a partir del fruto del cactus, que da coloración roja). Los
paso marcial en vez de las formas populares de las danzas cascarones de huevo se llenaban a través de un pequeño ori-
rítmicas. Todo esto respondía a un esfuerzo racista concerta- ficio por uno de los extremos que luego de sellaba con cera.
do para blanquear las formas de expresión popular como imi- Los cascarones de huevo eran usados por la “aristocracia co-
tación del gusto y los valores norteamericanos dominantes lonial”; todos los demás arrojaban el agua directo de una dita
(Ortiz 1946: 140). Finalmente, en el carnaval de 1937, tras (recipiente hecho de un calabazo partido por la mitad) o una
un largo periodo de prohibición, el evento fue “cubanizado”, jeringa (1904: 57-58).
esta vez como un producto creado para la atracción turística. Arrojar agua en diferentes maneras a los transeúntes pa-
Al hacer esto, los cubanos mismos fueron otra vez lanzados a rece haber sido un juego popular en el día de san Andrés
un modo de celebración que disfrutaban por completo en las (noviembre 30) en las colonias españolas. César Nicolás
comparsas callejeras. Penson escribió un interesante relato del juego en Santo Do-
3
Por ejemplo, uno de los grupos participantes en 1961 era mingo en 1894 (1978:18-29). Distingue entre jugar culto, que
la comparsa “Las bolleras”, que se refiere a las mujeres de ori- era la manera de manejarse de los miembros de las familias
gen lucumí que, en las calles de La Habana colonial, cocina- tradicionales y de prestigio, que involucraba un negocio no-
ban y vendían comida para los transeúntes. Esta comparsa table de producción de cascarones de huevo entre otras for-
había sido organizada por los vecinos de “Los Sitios” y ofrecía mas de crear un “diluvio artificial”, y el juego como lo jugaba
una colorida imaginación participativa en el resucitado carna- el vulgo, que se centraba básicamente en una guerra de agua,
val de 1937 (Roig de Leuchsenring 1946). Aún antes de esto, completada con otras significativas diferencias de clase.
durante el gobierno español, los ancestros de este grupo de 8
En el carnaval de 1968. Nancie L. González encontró que
vecinos habían integrado la comparsa de la nación Lucumí. todos los Lechones tenían una pequeña etiqueta con un nú-
Hacia 1961, “Las bolleras” tenían su propio local para ensayos mero cosida a sus disfraces. Este número correspondía a un
y fiestas, donde cobraban una modesta entrada durante los registro que se obtiene en la estación local de policía. “La po-
ensayos de febrero y también vendían comidas y bebidas. Con licía y otros informantes han planteado que el registro se es-
este dinero y una pequeña partida de la municipalidad com- tableció porque individuos disfrazados podían cometer crí-
praban los uniformes de baile y equipos, y hacían las farolas menes y su identidad jamás se podría conocer” (336). Su-
para los desfiles del carnaval (Alonso 1961). puestamente, los lechones sin número estaban sujetos a arres-
4
Un reporte de 1966 sobre la situación del carnaval afir- to. Por otro lado, tener un número de registro protegía a los
ma que: “Los domingos, las carrozas motorizadas llevaban lechones de acusaciones falsas. Es interesante notar que la
grupos de bailarines en el desfile por El Prado, siguiendo el gente que se disfrazaba de otros motivos, que generalmente
carruaje de la reina del carnaval y de sus damas” (Rodríguez pertenecían a las clases altas, no tenían que registrarse. Así
Herrera 1966: 26). pues, parece “que las clases bajas, aunque se disfracen, son
5
La Cuba posrevolucionaria tiene cinco fiestas nacionales, en última instancia identificables” (337).
todas las cuales se definen en términos políticos. Éstas son: 9
La máscara como una mercancía existía ya a mediados
enero 1° aniversario del triunfo de la revolución; enero 2, cele- del siglo diecinueve. José A. Daubón menciona que cuando
bración del día de la victoria; mayo 1°, día internacional del era más joven prefería pintarse la cara, ya que: “Las caretas
trabajo; julio 26, aniversario del ataque a Moncada; diciembre baratas de cartón que vendía Benito Monge eran insoportables
por el calor que producían...” (1904: 46).

138
Celebraciones para la vida y la muerte ∗
[carnestolengos en Cartagena de Indias]

María Cristina Navarrete**

Los pueblos negros de África y


América han celebrado a través
de su historia con júbilo y rego-
cijo las ceremonias de la vida y
de la muerte. En la separación
imperceptible entre lo sacro y
lo profano que caracterizó la vi-
sión del mundo de estos grupos
en el siglo XVII, es muy difícil
determinar cuándo una celebra-
ción profana guardaba exclusi-
vamente ese significado, por
cuanto el sentimiento de lo sa-
grado acompañaba gran parte
del acontecer cotidiano, y, a su
vez, toda celebración religiosa
traía consigo la sacralización de
Foto de Vivian Saad
los acontecimientos sociales y
de la vida de los individuos. [...] bailes y fiestas los días feriados; con esto se consi-
deraba que acudían más gustosos al trabajo y so-
El gobierno colonial español auspició y legalizó portaban mejor la condición de esclavitud; a uno
la constitución de cabildos, especies de fraterni- de los esclavos se le daba el título de mayoral y
dades donde se agrupaban personas originarias servía de intermediario entre los esclavos y sus
de una misma nación africana; sin embargo, tu- amos; además, colaboraba con los representantes
vieron siempre buen cuidado de que hubiese ca- de la autoridad en dirimir las rencillas.2 [...]
bildos de varias etnias para que ninguno fuese lo
suficientemente poderoso o numeroso que opacase Según Roger Bastide, la política de permitir la
a los demás.1 constitución de cabildos o cofradías, agrupados por
«naciones», correspondía a una idea deliberada por
Los cabildos permitieron la supervivencia de cier- parte de las autoridades con el fin de evitar la for-
tas manifestaciones culturales africanas, a pesar mación de una «conciencia de clase explotada».3 Esta
de las dificultades para evidenciarse con nitidez y política tuvo resultados favorables al sistema
expresarse a través de prácticas religiosas y mági- imperante por cuanto impidió la respuesta colecti-
cas tomadas de la tradición euro-cristiana. [...] va de confrontación beligerante, pero, a su vez, es-
timuló el carácter de asociación, la celebración de
Según legislación de finales del siglo XIII, se festividades y el desarrollo de actividades de soco-
permitió a los esclavos juntarse para celebrar sus rro; las cofradías fueron casi la única posibilidad
de encuentro autorizado para los esclavos africa-
nos. Desde otra perspectiva, las cofradías sirvieron
∗ Apartes de un capítulo del libro Prácticas religiosas de
los negros en la colonia; Cartagena siglo XVII. Cali: Editorial como mecanismos de control ideológico y facilita-
Facultad de Humanidades, Universidad del Valle, 1995, p. ron el camino de aceptación de los esclavos dentro
73-92. Cedido por su autora especialmente para Huellas. de la sociedad mayor a través del cristianismo.
** Profesora titular de la Universidad del Valle.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 139-143: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
139
La formación de cabildos fue un fenómeno ur- El 2 de febrero se trasladaba prácticamente todo
bano. Cartagena, la ciudad más importante de la el pueblo cartagenero hasta el cerro de la Popa,6 a
región Caribe, no estuvo ausente del proceso de las nueve de la mañana para la misa, y en las no-
formación de estas fraternidades; además, su his- ches para las diversiones profanas; los grupos de
toria está relacionada con la configuración social menor capacidad económica celebraban al aire li-
de la ciudad y con la variedad de «naciones» que la bre, y quienes podían costearse los placeres y los
poblaron durante el siglo XVII, la misma que co- trajes de elegancia acorde con la ocasión, lo ha-
rrespondió a la diversidad de grupos que entraron cían en un gran salón construido para ese fin. La
por el puerto. En esta región, no se formaron gran- participación en estas últimas era discriminatoria:
des concentraciones esclavas de africanos de una primero el baile de las blancas, llamadas de Casti-
misma etnia, esto es, pertenecientes a un origen lla, después el de las pardas y otras castas, y pos-
común y cultural. En ciudades como Cartagena, teriormente el de las negras libres; por su parte, la
por su condición de puerto negrero, se fue consti- gente pobre bailaba al descubierto al son de los
tuyendo un estamento social compuesto por es- tambores; formaba una gran rueda en la que hom-
clavos y libres de distintas etnias africanas, por bres y mujeres daban vueltas alrededor de los
negros criollos, mulatos, zambos y otras castas. tamborileros y marcaban el ritmo con palmadas;
los hombres cortejaban su pareja entregándoles
La diversidad de etnias en Cartagena y la au- velas y un pañuelo de color para cogerlas; los in-
sencia de un grupo, suficientemente numeroso, dios también participaban bailando sus ritmos y
como para constituir cabildos poderosos, impidie- al son de la gaita.
ron que éstos se convirtieran en verdaderos cen-
tros de continuidad y preservación de creencias El último día antes del Domingo de Carnaval,
religiosas africanas, como sí aconteció en Cuba y los cabildos de los esclavos bozales realizaban su
en Brasil respecto al ñañiguismo y al candomblé; propia celebración; a ésta se unían esclavos crio-
además, en estos países la afluencia de africanos llos, nacidos en la tierra; ese día, rememorando
y la duración de la esclavitud se prolongaron por tradiciones africanas y vistiendo a la usanza de
más tiempo. sus pueblos de origen, partían en desfile para diri-
girse cantando y bailando hasta la iglesia de la
En relación con los cabildos de Cartagena, es Popa; los tambores, panderetas y cascabeles acom-
muy poca la información existente; según Posada pañaban a los danzantes; los reyes y reinas de los
Gutiérrez, había en Cartagena cabildos de cabildos y la gente de su corte llevaban trajes de
carabalíes, mandingas y congos, cada uno con un acuerdo a su condición; después de la misa que-
rey, una reina y hasta príncipes.4 [...] daban libres para enfiestarse en sus cabildos.7

Las funciones concretas de los cabildos carta- Las celebraciones de carnaval se constituyeron
generos son desconocidas; pero es una realidad en elemento determinante en la cronología de los
que tuvieron una activa participación en las cele- acontecimientos de Cartagena: los mulatos y ne-
braciones religiosas y seculares como la fiesta de gros cuando se referían a hechos ocurridos en la
la Virgen de la Candelaria y las carnestolendas ciudad los relacionaban con el domingo o el lunes
que cronológicamente la seguían. [...] de «carnestolengos».

Para las fiestas de la Candelaria y del Carna- Otras fiestas importantes en Cartagena, eran
val, los esclavos intensificaban la actividad de los la Concepción, que se festejaba con toros, y la de
cabildos; durante aquellos días sus amos y las au- san Pedro Nolasco, que celebraban los frailes de la
toridades municipales les permitían congregarse Merced.8
y divertirse en los respectivos cabildos.5
El africano en suelo americano y sus descen-
LOS FESTEJOS DE LA VIDA dientes desarrollaron fiestas procesionales de ori-
gen ancestral que se entroncaban con las festivi-
Las fiestas de carnaval y la celebración de la dades de tipo semejante que practicaba el pueblo
Virgen de la Candelaria que las precedía, fueron católico. Por lo tanto, al africano no le eran ajenas
consideradas por los pobladores de Cartagena como las fiestas procesionales; en África las había cele-
sus festividades más representativas. brado en diversas ocasiones: en tiempos de cose-
cha, para los festejos de iniciación, prevención de

140
daños, conjurar fuerzas sobrenaturales, etc.; las sidio y otros más, para disfrutar de momentos dig-
había públicas, secretas o colectivas, con la parti- nos de ser recordados.11
cipación de todo el grupo y con delegación de gru-
pos vecinos, en determinadas circunstancias.9 En las juntas de «brujas» negras de Zaragoza,
Tolú y Cartagena no faltaba el baile; formaban un
El cabildo municipal10 de Cartagena, por medio círculo, acompañadas por la música de tambor y
de ordenanzas, prohibió que los esclavos negros acentuando el ritmo con «castañetas», palmas y cas-
se reunieran a cantar y bailar por las calles de cabeles que llevaban en las piernas; en Cartagena,
Cartagena acompañados de tambores; designó si- las mujeres portaban «candelillas» en las manos, o
tios específicos en donde tenían licencia para bai- colocadas, según otras versiones, sobre huesos.12
lar sólo hasta la puesta del sol. Pese a estas res-
tricciones y a las rondas policivas que custodia- El padre Claver era uno de los principales ene-
ban el orden, en las horas de la noche, los escla- migos de las diversiones de los esclavos negros.
vos y libres continuaron reuniéndose y celebran- Trataba por todos los medios de impedir los bailes
do bailes acompañados de tambores; era frecuen- que organizaban, así fuera en el interior de sus
te que las mujeres, negras y mulatas, se entretu- habitaciones; enterado de ellos, tenía por costum-
vieran en bailes y juegos en la casa de alguna de bre aparecerse en forma intempestiva, los amena-
ellas o en espacios abiertos apartados; las autori- zaba con el látigo dispersando a los concurrentes
dades y otra gente lo interpretaron como «reunio- y confiscaba sus tambores. Inicialmente, los es-
nes de brujas»; una noche, el mulato Diego López clavos le obedecían, pero poco a poco comenzaron
fue a buscar a su amiga Juana de Ortencio, con a resistirse; acostumbrados a reunirse al aire li-
quien «trataba deshonestamente» y encontró a va- bre, optaron por sitios encubiertos, como el esta-
rias mujeres, negras y mulatas, bailando y divir- blecimiento de una mujer negra que expendía gua-
tiéndose en el corral de la casa de Elena de Viloria; rapo13 y en donde se organizaban bailes públicos;
curioso por saber qué era aquello, lo invitaron a allí, también acudió el padre Claver cuando los
que fuese la noche del viernes a la ciénaga de los negros estaban en pleno baile, y con las discipli-
Manzanillos, hacia las nueve de la noche, para que nas14 que lo acompañaban disolvió la fiesta, reco-
participara con ellas en el jolgorio. gió los tambores, rompió las botijas de guarapo y
solicitó al gobernador castigara a la propietaria.15
Los negros y otras castas acudían también, a
las estancias vecinas como Chambacú y en una Los tambores y la música en general desempe-
«playeta» se pasaban todo el día «holgándose» y ñaron un papel importante en el proceso de aco-
bailando; allí se reunían mujeres, negras y mu- modación del africano a las nuevas formas de vida
latas, y toda suerte de gente, como en el continente americano. Los instrumen-
carniceros, ayudan- tos musicales facilitaron este ajuste y
tes del pre- preservaron la influencia afri-
cana. El negro tuvo
Archivo de la Casa del Carnaval, 2003

141
que reconstruir sus tambores, dada la imposibili- al gobernador de la provincia le informase sobre
dad del transporte en los barcos negreros; esta re- tales diversiones y si en ellas había manifiesta des-
construcción implicó la adopción de nuevos mate- honestidad. A esta petición, el gobernador contes-
riales y tecnologías y, por lo tanto, la desaparición tó que en esos bundes no había intención descom-
de algunos instrumentos africanos. puesta, puesto que el hombre no tocaba a la mu-
jer ni las coplas eran indecentes; se limitaban a la
Los tambores fueron para los africanos una formación de una rueda, la mitad de hombres y la
manera de dominar los poderes mágicos de aque- otra de mujeres a cuyo centro pasaba una pareja
llas fuerzas naturales que representaban. Igual que se intercambiaba por otra, incorporándose la
función tenían los instrumentos pequeños como primera al espacio dejado por la segunda y así su-
las panderetas y cascabeles, medios sonoros cesivamente hasta el momento en que cesaba el
invocadores de divinidades.16 tambor que los acompañaba. El gobernador ad-
vertía lo difícil que sería reprimir esta costumbre
Los tambores se vendían por las calles de Car- tan vieja y generalizada, puesto que eran muchas
tagena y la gente de castas los adquirían fácil- las personas que la practicaban tanto en las villas
mente; cuando el padre Claver los confiscaba, so- como en los campos. El gobernador y el obispo
lía depositarlos en tiendas para su venta o exigía acordaron prohibir los fandangos por las noches
dinero por el rescate que destinaba a los enfer- en las vísperas de fiestas; para evitar que los es-
mos de lepra. clavos se quedaran descansando durante el día y
no asistieran a misa por la «mala noche» anterior
Como el padre Claver prohibía las fiestas de los que habían pasado.18
esclavos, les organizaba otras en donde pudieran
regocijarse de acuerdo con sus instrucciones. El A comienzos del siglo XVIII, mujeres y hombres,
baile comenzaba a las cinco de la tarde y los parti- negros y mulatos, persistían en sus formas parti-
cipantes llevaban trajes preparados bajo sus con- culares de celebración religiosa. En las casas de
diciones, «engolados pero decentes», se bebía vino los vecinos de Tolú, solían reunirse varias perso-
de palma y ron en cantidades mesuradas, porque nas alrededor de un altar hecho en casa, hasta
«el licor excitaba las pasiones y hacía perder el jui- altas horas de la noche, para conmemorar el día
cio»; los requisitos para la danza estaban determi- de la Santa Cruz. Tenían la cruz adornada con
nados; de un lado, las mujeres y del otro, los hom- cintas, joyas, velas encendidas y el festejo incluía
bres; podían moverse con ritmo y suavidad sin música y cantos, al parecer en forma muy hetero-
acercarse demasiado unos a otros para «no perder doxa, por cuanto provocó la ira de un sacerdote de
el compás». Un esclavo intérprete cuidaba el or- la villa, quien irrumpió en el recinto al oír «voces
den y a las nueve de la noche con la retirada de los descompuestas y cantares deshonestos», y pregun-
músicos, la fiesta terminaba. Si alguno de los asis- tando a los asistentes «si era posible se hiciese
tentes se ponía impertinente y quería continuar la aquello en tierra de cristianos», con gran cólera,
fiesta, el padre irrumpía con disciplina en mano y tiró las velas y tomó la cruz para evitar aquellas
lo obligaba a azotarse en público y a pedir perdón irreverencias al Santo Cristo.19
por la desobediencia.17
Jorge Juan y Antonio Ulloa, en las descripcio-
Estos bailes eran permitidos para la celebra- nes de su viaje a la América Meridional, se refe-
ción de un matrimonio, al final de la pascua o con rían a las fiestas de negros como «fandangos vul-
motivo de la llegada de la flota; pero, estaban pro- gares del populacho», ocasiones para el desorden
hibidos cuando los esclavos querían celebrar con y la bebida, generalmente seguidos de riñas acalo-
baile y música la muerte de uno de los suyos. radas que en la mayoría de los casos terminaban
en desgracia. Eran festejos abiertos para todos,
A pesar de las represiones eclesiásticas, los bai- que los forasteros ayudaban a animar y a costear;
les o fandangos, que en Cartagena la gente de cas- estas diversiones se celebraban los días santos y
tas llamaba bundes, se seguían celebrando de ma- en las épocas de presencia de la flota y de los na-
nera regular entre la población de origen africano. víos de otros reinos españoles que acudían a co-
La poca aceptación de los grupos altos y el recha- merciar en Cartagena.20
zo de las autoridades, especialmente las eclesiás-
ticas, fue de tal magnitud que llegó hasta oídos La pasión de los africanos y sus descendientes
del monarca. En respuesta, el rey decidió solicitar criollos por el baile es parte de la herencia africa-

142
na. Viajeros europeos en el nifestaciones culturales, expre-
África de los siglos colonia- sando una vez más, su poten-
les están de acuerdo en que cial creativo.
«cuando sale la luna toda el
África baila»; Dapper el geó- Notas
grafo holandés que visitó el
África en el siglo XVII, expli- 1
Manuel Moreno Fraginals. «Apor-
caba que cuando las negras tes Culturales y Deculturación». Áfri-
oían el tañido de un tambor ca en América Latina. Bogotá: Siglo XXI.
no podían mantener quieto 1977, p. 16.
2
Diana Iznaga, en el prólogo del
su cuerpo a pesar de llevar
libro de Fernando Ortiz, Los negros
un hijo en el vientre y otro curros. La Habana: Editorial de Cien-
en el pecho.21 cias Sociales. 1986, p. XI.
3
Roger Bastide. Las Américas ne-
gras, p. 15; Navarrete. Esclavitud ne-
Las fiestas y el sentido de
gra e inquisición. Los negros en Colom-
lo teatral han tenido siempre bia. Tesis doctoral inédita. Madrid:
una gran importancia para la Universidad Complutense, p. 427.
4
mayoría de los habitantes del Joaquín Posada Gutiérrez. Memo-
rias histórico-políticas. Bogotá: Impren-
África Occidental; ambas
ta Nacional. 1929. T. II, p. 195 ss. Án-
manifestaciones estaban gel Valtierra (S.J.) El santo que libertó
asociadas al uso de las más- una raza: san Pedro Claver, S.J., su
caras, tan extendido en es- vida y su época. Bogotá: Imprenta Na-
cional. 1954, p. 403-404.
tos pueblos. La música y la 5
Valtierra. El santo... T. I, p. 404.
danza ocupaban en el África 6
En el cerro conocido como de la
no sólo una gran parte del es- Popa los padres agustinos construye-
parcimiento, especialmente Archivo de la Casa del Carnaval, 2001
ron, a comienzos del siglo XVII, una
iglesia y convento en honor de la Vir-
de los jóvenes, sino que in-
gen de la Candelaria. El origen de és-
tervenían en los ritos y a menudo en el trabajo, es tos parece proceder de la orden sobrenatural que recibió fray
decir, eran muy pocas las acciones de la vida que Alonso de la Cruz para que fundara una misión en una ciu-
podían realizarse sin el apoyo del ritmo.22 dad al borde del mar y sobre una colina.
7
Posada Gutiérrez, Joaquín. Memorias histórico-políticas.
Bogotá: Imprenta Nacional. 1929, p. 195-209.
Michelet se refirió a los esclavos negros antilla- 8
Archivo Histórico Nacional de Madrid (en adelante AHNM).
nos y anotaba que después de un día de terrible Legajo 1600, folios. 29-32v. Leg. 1620, fls. 28-32.
9
calor y a pesar de sus fatigas, caminaban seis le- Argeliers Leon. «Música Popular de Origen Africano en
América Latina”. Introducción a la cultura africana en América
guas hasta el lugar a donde se congregaban para
Latina. París: Unesco. 1979, p. 119, 122.
bailar.23 10
Cabildo Municipal: Órgano de administración local para
el gobierno de la ciudad en todos sus aspectos.
11
Los africanos danzaban para expresar lo que AHNM Leg. 1620 nº 7 fls. 4-7; Leg. 1620 nº 7 fls. 45v-
51; Leg. 1620 nº 10 fls. 65-83.
llevaban dentro y para propiciar a los espíritus bue- 12
AHNM Leg. 1620 fls. 19v-21; Libro 1020 fls. 344v-3347.
nos y malos, convocar a las divinidades y fuerzas 13
Guarapo: Bebida fermentada que se prepara con el jugo
naturales, acrecentar los frutos de la tierra; en las que se extrae de la caña.
14
ceremonias de nacimiento, iniciación y muerte con Disciplinas: Correas de castigo o azote.
15
Valtierra, El santo... T. II, p. 217-218.
un carácter religioso, era una forma de comunica- 16
León, «Música Popular...» p. 112, 116, 119.
ción con Dios y una placentera actitud de regocijo 17
Luis Mejía Restrepo. Historias de san Pedro Claver.
colectivo. Manizales: Biblioteca de Escritores Caldenses. 1951, p. 39.
18
Valtierra, El santo... T. II, p. 218-219.
19
AHNM Leg. 1623 fls. 20-24v.
El baile de las esclavas y esclavos negros de la 20
Jorge Juan y Antonio Ulloa, en Eduardo Gutiérrez de
región, el que celebraban en las reuniones de ca- Piñeres. Documentos para la historia del departamento de Bolí-
bildo, en las fiestas patronales y en las juntas de var. Cartagena: Imprenta Departamental. 1924, p. 341.
21
«brujas», se convirtió en una forma de expresar el Dapper, en Valtierra. El santo... T. II, p. 216.
22
Michel Leiris y Jacqueline Delange. África Negra. Ma-
sentido de congregación social y de reafirmar la
drid: Aguilar. 1967, p. 39, 142.
identidad; además, era un medio para preservar 23
Jules Michelet. Historia del satanismo y la brujería. Bue-
la relación con el pasado y construir nuevas ma- nos Aires: Editorial Dédalo, p. 105.

143
Semiótica del sancocho:
aglutinador social de la Costa Caribe colombiana∗

Adela de Castro**
Vilma Gutiérrez de Piñeres

En todos los países cieran de vigilia o


del mundo y durante “magros”.
siglos, las fechas im-
portantes se han Con la llegada de
constituido en la los conquistadores a
gran excusa para la tierras americanas,
celebración de festi- el traslado de cos-
nes culinarios, espe- tumbres no se hizo
ciales para cada oca- esperar, con el agra-
sión y fecha, como la vante de que para se-
Navidad, la Semana guirlas se encontra-
Santa, el Día de Ac- ron con el inconve-
ción de Gracias, el niente del abanico de
Shabat, el Ramadam, posibilidades que
etcétera. nuestros suelos y cul-
tivos ofrecían. El pu-
En la Edad Media chero español, difun-
europea, influyeron dido en toda la Penín-
Archivo de Chila Arévalo
grandemente en la sula Ibérica como pla-
ingestión de alimen- to cotidiano de las
tos las restricciones religiosas, que permitían, se- mesas burguesas y de siervos (con sus variantes
gún las fiestas de guardar, platos “grasos” (a base debidas al poder adquisitivo o socioeconómico),
de carnes) y platos “magros” (con pescados o de campeó por todas las tierras americanas mezclán-
vigilia). El juego gastronómico del cocinero consis- dose con los ingredientes aborígenes hasta alcan-
tía en realzar los sabores de los platos de vigilia y/ zar el estatus de plato imprescindible en las me-
o enmascarar los platos “grasos” para que pare- sas criollas como el bien conocido sancocho.

* La versión original de este artículo fue presentada como El sancocho (esta sopa suculenta de variedad
ponencia en el X Foro Unesco Universidad y Patrimonio “Cul- de carnes, legumbres, verduras y tubérculos) man-
tural Landscapes” en la Universidad de Newcastle (Inglate-
tuvo como línea central a las carnes en su elabo-
rra), en abril del 2005.
** Barranquillera. Estudió Lenguas Modernas en la Uni- ración, incluyendo el maíz americano (de raigam-
versidad de La Salle (Bogotá) y la Especialización en Logopedia bre mística y mágica para nuestros indígenas), la
y Terapia del Lenguaje en el Centro Médico de Ciencias del yuca y el plátano como fuentes de energía, y la
Lenguaje (Madrid-España). Cuentista e investigadora, actual-
variedad de verduras como el cebollín, el ajo y el
mente es profesora de Español y Analista Documental de la
Biblioteca General de la Universidad del Norte, a la que se cilantro, que aromatizan sofisticadamente el sa-
halla vinculada desde 1986. bor de la sopa. Así, los investigadores de la culina-

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


144 p. 144-147: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
ria costeña indican que el puchero tomó de los in-
dígenas los ingredientes necesarios, posteriormen-
te enriquecidos con las costumbres alimenticias
de los africanos, y de esta trietnia nació lo que co-
nocemos actualmente en toda la cuenca del Cari-
be como sancocho. La influencia religiosa hizo que
la variedad de sancochos se diversificara y que apa-
recieran los preparados con pescado y leche de
coco, como una posibilidad del goce gastronómico
imbricado con la abstinencia religiosa.

Con el correr de los años, el sancocho devino


como punto final de la fiesta de carnavales, en don-
de el goce del cuerpo y el desfogue barroco de lo
profano eran la catarsis necesaria para enfrentar
el inicio de la Cuaresma cristiana, el Miércoles de
Ceniza, que metía en cintura a cuanto mortal ron-
dara las zonas costeras del Caribe.

A medida que ha pasado el tiempo, este plato


de fusión triétnica (el tan alabado y nunca bien
ponderado por los gastrónomos actuales) ha
trocado su finalidad primordial en una excusa al-
rededor de la cual se programa y se monta la fies-
ta, sin importar el motivo de la celebración, ya sea
de carácter nacional o independentista, religioso o
el simple disfrute del paladar y del jolgorio.

En la actualidad, la composición de sus ingre-


dientes es bastante ecléctica y varía de acuerdo a
lo cerca o retirada que se encuentre la población
del mar, pues cerca de él, es un delicioso y aromá-
tico caldo de pescado regado con leche de coco;
mientras que lejos, es una vigorosa sopa de tres
tipos de carnes que puede llegar a ser la delicia
hasta del más escéptico; por no hablar y extender-
nos ya en el popular sancocho de guandú, el re-
confortante sancocho de mondongo, y en la
sofisticada variación del sancocho que representa
la sopa de mojarras con candias.

Pero volviendo a nuestro tema, el sancocho ha


Fotos de Giselle Massard
sido desde hace aproximadamente un siglo, y sigue
siendo, la excusa alrededor de la cual se reúnen la turnos tácitos que hacen de su preparación el cen-
familia, los amigos, los compañeros de trabajo, los tro de atención de la reunión social: unos compran
partidarios políticos, las barras de fanáticos del fút- o aportan los ingredientes, otros buscan la leña,
bol, los desplazados, los dolientes, etcétera, para otros cortan los vegetales y las carnes, algunos re-
dirimir problemas, celebrar el haberse encontrado, vuelven la olla, otros sazonan y unos últimos dan
rememorar al difunto o solamente pasar un rato su aprobación al punto de cocción para ser servi-
divertido en donde la música y el sancocho son el do. En el ínterin: se bebe, se baila, se arregla el
aglutinador social en todas las ocasiones. país, se argumenta, se discute, se juega, se ríe, se
reza y se llora, según la ocasión.
En el ritual de su preparación participan to-
dos, grandes y chicos, mujeres y hombres, por En los rituales funerarios de la región, en don-

145
da descomposición debido al calor de nuestra tó-
rrida tierra) para que todas las personas pasen y
le presenten sus condolencias a su familia, arru-
llado todo con el rezo y el llanto de las plañideras,
el resto de la familia organiza en las cocinas im-
provisadas las ollas humeantes de café y contrata
personas que según su oficio manipulan ingentes
cantidades de carnes, legumbres, tubérculos, etc.,
para poder alimentar la romería de visitantes. En

Foto de Giselle Massard


estos nueve días, el sancocho es el principal actor,
aparte del difunto, en esta mise en scène del
submundo, en donde además de loar sus bonda-
des, se ensalza su textura, la calidad de las carnes
y la generosidad de la familia que gana indulgen-
cias populares dependiendo de la munificencia de
su gasto. Aun cuando hay que resaltar que siem-
pre se sirve en totumas, el sancocho también tie-
ne sus bemoles en cuanto estratificación social,
pues el servicio depende del rango de los acompa-
ñantes de la familia, como políticos y funcionarios
Foto de Gustavo J. García

públicos o ídolos populares que se hacen presen-


tes en la velación; así, las mejores “presas” (ya sean
de gallina, cerdo, res, etc.) se servirán a los más
prestantes personajes que lleguen en cada uno de
los días del duelo.

Mientras esto sucede en los sancochos como


agasajo de los vivos en días de muertos, en la re-
gión se considera popular que los gamonales polí-
ticos atraigan a su redil a los cautivos votantes
alimentándolos con pantagruélicos sancochos ro-
ciados en abundante ron. La táctica consiste en
que se promociona el sancocho con el fin de que la
sede política pueda acoger, registrar e incluir en
sus filas a un sinnúmero de personas que serán
los que los lleven a la victoria en las siguientes
elecciones. Es en este caso cuando se denota el
poder del político de acuerdo al gasto y composi-
ción del sancocho, porque en palabras del pueblo,
no quedaría bien presentar un sancocho de costi-
llas de res (que es de las carnes más baratas y
económicas que se encuentran) a la concurrencia,
cuando lo que amerita para convencer al votante
Archivo de Adela de Castro
en ciernes es un sancocho “trifásico”, que contie-
ne tres tipos de carnes y que puede dejar extasia-
de el muerto es reverenciado tanto por sus allega- do al más anacoreta del público. Mientras se come
dos como por sus vecinos o el pueblo entero, se y se liba, se negocia con el político.
determina la prestancia del difunto debido al fasto
que sus familiares hacen en los nueve días de duelo Los nacimientos y bautizos son otras de las ex-
posteriores al deceso. Mientras el difunto descan- cusas para celebrar con sancocho, pues mientras
sa en una sala acondicionada de acuerdo al poder las madres se afanan en atender a las recién naci-
adquisitivo familiar (desde una sala de velación con das criaturas, las tías y las abuelas trasiegan en
aire acondicionado hasta una simple habitación la cocina con el sancocho de rigor, intentando con
con el féretro rodeado de hielo que impida su rápi- su empeño mantener sobrios a los hombres de la

146
familia, que con la celebración han olvidado el
motivo de la fiesta.

Las celebraciones de Navidad y Año Nuevo en


los barrios populares de nuestras ciudades tien-
den a aglutinar a todos los vecinos de la cuadra,
quienes aportan cuotas estipuladas para la pre-
paración de la sopa de rigor. Es así que en estas
ocasiones especiales, mientras los hombres tienen
alimentado el fogón de leña y las mujeres cortan y
van introduciendo las viandas de acuerdo al esta-
do de cocimiento del sancocho, la sofisticación pue-
de llegar a límites insospechados cuando presen-
tan a los comensales una generosa totuma de
sancocho de pato ahumado o de pavo para propi-
ciar la abundancia del año venidero.

Durante los cuatro días de carnaval (fiesta que Archivo de Adela de Castro
se lleva a cabo en los días previos a la Cuaresma
cristiana), que se celebran en muchas poblacio- que no necesariamente será en el mismo sitio, a la
nes de la Costa Caribe colombiana y especialmen- misma hora y con las mismas personas, porque
te en Barranquilla, el pueblo todo, sin distingos de todo depende de las actividades de carnaval de
raza, color o condición social se reúne en multitu- cada uno de los convidados: lo único que es cons-
dinarios desfiles durante el día, en donde si no se tante es el sancocho.
disfraza, baila y bebe, se observa, se bebe y se co-
mentan las novedades de los desfiles; se baila en BIBLIOGRAFÍA
la calle o en los palcos, se planea la rumba noctur-
Diccionario de la lengua española. Madrid: Real Acade-
na y en dónde se terminará el día bailando alrede- mia Española, 1992.
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GARCÍA R IVAS , Heriberto. Cocina prehispánica mexicana.
dedor de la olla, de la mise en place, de las diferen-
México: Panorama, 2003.
tes versiones de preparación (que dependen de las Gran libro de la cocina colombiana. Bogotá: Círculo de
regiones de la Costa de donde provengan los con- Lectores, 1984.
vidados), en la que participan todos, opinando, cor- L AURIOUX , Bruno. Manger au moyen âge. Discours et
pratiques alimentaires aux XIV et XV siècles. París: Hachette,
tando, revolviendo, majando, catando, agregando,
2002.
sirviendo y degustando, mientras el tum-tum de la LAURIOUX, Bruno. “La gastronomía medieval”, en: Investi-
tambora alegra los corazones y las polleras de los gación y Ciencia, nº 320. Barcelona: Scientific American,
vestidos de cumbia revolotean al son de la música. mayo, 2003, p. 58-65.
MORENO BLANCO, Lácydes. “Aportes regionales a la cocina
El ambiente se carga, anima y alegra en la misma
criolla: Supervivencia de los elementos autóctonos frente a
proporción en la que el sancocho adelanta su coc- los cambios de la vida moderna”, en: Revista Credencial
ción, y llega a su punto máximo cuando se avisa a Historia Nº 60, dic. 1994.
los danzantes sudorosos y eufóricos que ya está REDON, Odile; SABBAN, Françoise y SERVENTI, Silvano. La
gastronomie au moyen âge. 150 recettes de France et d’Italie.
listo y las totumas esperan. Mientras la concurren-
Stock, 1991.
cia deleita su paladar y entona sus estómagos para ROMÁN DE ZUREK, Teresita; ROMÁN DE VÉLEZ, Amparo y ROMÁN
acoger el resto de ron de la jornada, se charla y VÉLEZ, Olga. Cartagena de Indias en la olla. Bogotá: Edicio-
prepara la logística del sancocho del día siguiente, nes Gamma, 1974.

147
Dinámica del carnaval
de Barranquilla *

Balseir Guzmán Baena**

El carnaval de Barranquilla es un proceso diná- A la caída del Imperio Romano y su sustitución


mico, lo que permite su análisis desde diferentes por el cristianismo, la Iglesia en su lucha por cam-
disciplinas, tales como la historia, la antropolo- biar la ideología de los pueblos y en particular des-
gía, la sociología, la economía, la sicología y otras terrar el paganismo de las mentes de los hombres
más, considerándolo en todo su movimiento, esto dominados por la nueva ideología, intentó en vano,
es, desde sus orígenes hasta el momento actual, y y con todo su poder, evitar y terminar con este
mostrando las diversas interrelaciones que se dan tipo de festividades. Pero pudo más el deseo y el
entre los actores, las instituciones y la sociedad poder del pueblo, teniendo que renunciar los san-
en general. tos padres a sus pretensiones, para terminar dán-
dole su bendición a la fiesta carnestoléndica, no
Para referirnos al origen del carnaval de Barran- sin antes haber buscado una justificación ideoló-
quilla, debemos remontarnos a las festividades rea- gica, relacionándola con sus prácticas religiosas.
lizadas en la Grecia Antigua, con motivo de agrade-
cer al dios Cronos los buenos resultados de las co- Lo anterior condujo a que en el concilio de
sechas y la fecundidad de hombres y mujeres. Benevento, en el siglo XII, se oficializara el carna-
val fijando como día último de la fiesta el miérco-
Luego, al decaer el imperio griego y ser susti- les de ceniza.
tuido por el romano, también se transforman, o
mejor, se asimilan, los dioses griegos por parte del Una vez terminadas las festividades, el pueblo
pueblo de Roma —Cronos es aho- debería someterse a un proceso de
ra Saturno—, y se establecen o penitencia, consistente en absti-
continúan tales festividades, en nencias de todo tipo durante 40
este caso, las denominadas Satur- días, período que denominaron
nales, con el mismo objeto que las cuaresma, para inmediatamente
griegas. después entrar a celebrar la sema-
na santa. Parece ser que la cua-
Además, a la par de estas fes- resma tuvo su origen en la recor-
tividades, coexistían otras que se dación de los cuarenta días que se-
relacionaban de alguna manera gún los evangelios pasó Jesús en
con las anteriores, tales como las el desierto luchando contra Sata-
bacanales en honor de Baco, el nás, símbolo del mundo y la carne.
dios del vino.
El carnaval más famoso en la
* Tomado de Huellas, n° 39. Europa cristiana fue y sigue sien-
**Magíster en Ciencias, especialidad do el de Venecia, en Italia. Duran-
en Matemáticas, del Instituto Politécnico
Nacional de México, IPN. Ha sido cate-
te su celebración se nombra un rey
drático de la Universidad del Norte, pro- que reinará únicamente en esas
fesor de la Universidad del Atlántico. Foto de Raquel Caridi
festividades. De manera similar,

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


148 p. 148-152: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
pero de diferente sexo, en el de Barranquilla se eli- minara el carnaval. De esta manera, el carnaval
ge reina del carnaval, acompañada por el rey pudo continuar en Europa durante el dominio del
Momo. cristianismo.

A propósito de lo mencionado, esas fusiones de Con el «descubrimiento y conquista», nos llegó


dioses, santos e ídolos es una constante en todo a América en las barcas de los españoles. En Es-
proceso de dominación de un pueblo por otro. De paña estas celebraciones se caracterizaban, en el
esta manera, por ejemplo, los españoles constru- siglo XVII, por dos tipos de fiestas: una, la de los
yeron sus templos cristianos sobre los altares de ricos, muy parecida al carnaval de Venecia, con
sacrificio y de prácticas religiosas de los mayas y desfiles pomposos, cabalgatas fastuosas y farras
de los aztecas en México, así como sobre las de los interminables, muestra de su poderío económico,
incas en el Perú. Por otra parte, los negros africa- y, otra, la de los pobres en el campo, marcada por
nos traídos a América, en la época de la coloniza- sus símbolos religiosos tradicionales, utilizando
ción, asimilaron sus dioses a los santos cristianos, máscaras, harina, agua y hasta el entierro de un
logrando de esta forma preservar sus cultos y fes- muñeco, origen de Joselito Carnaval, para indicar
tividades, dando como resultado fenómenos tan in- el final de la sagrada ceremonia.
teresantes como la «santería» en varios países del
Caribe y en el Brasil. En cada pueblo que fundaron los españoles en
América, y que no fueron pocos, ellos introduje-
Con relación a la carne, esto es, a la sensuali- ron esos dos tipos de fiestas.
dad, la sexualidad y el erotismo, el carnaval, en
italiano carnevale, significa licencia concedida para En las ciudades coloniales del Caribe colom-
que el hombre desarrolle toda su capacidad ama- biano, la gente se agasajaba con unos festejos que
toria sin cortapisas o, como expresa Javier Covo, tenían mucho del carnaval tradicional europeo: en-
«el gozo sabroso en el placer de los sentidos.» tre máscaras y harina se gozaba del arrumaco a
los sones del minué y la contradanza.
Los participantes en el carnaval optaron por dis-
frazarse como una manera de extrovertir sus de- En las zonas rurales, las fiestas tenían que ver
seos de ser alguien distinto a su vida común y, en con los ritos de los indígenas y de los negros escla-
buena parte, para no ser identificados por sus co- vos, ritos y dioses que se fueron colando entre el
nocidos y por sus amantes de ocasión, una vez ter- fragor de las solemnes festividades cristianas.

Durante la colo-
nia, en ciudades co-
mo Cartagena, los es-
pañoles establecieron
las fiestas religiosas
de san Sebastián y de
la virgen de la Cande-
laria, los días 20 de
enero y 2 de febrero,
respectivamente, con
el objeto de que los es-
clavos se «liberaran»
de la opresión a la
cual se hallaban so-
metidos, lo que a la
postre terminó en que
los españoles compar-
tieron con ellos, y se
prolongaran estas fes-
tividades hasta el car-
naval.
Foto de Raquel Caridi Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)

149
con cerca de 18.000 habitantes,
habiéndose triplicado su población
en un período inferior a tres déca-
das. Su importante desarrollo co-
mercial trajo consigo los primeros
tranvías tirados por caballos, el pri-
mer teatro, el primer club de danza
y, en 1876, el primer bando que dio
inicio oficial a las fiestas de carna-
val en Barranquilla.

Desde el comienzo del carnaval,


hubo una confluencia triétnica. Por
el río de la Magdalena bajaron los
pobladores rurales de sus riberas
cargados de disfraces autóctonos de
tradiciones indígenas, y por los ca-
minos llegaron los negros de los pa-
lenques con sus tradiciones musi-
cales y sus danzas, para encontrar-
Foto de Vivian Saad se con los pobladores de Barranqui-
lla y, de esta forma, hacer de este
Esta situación o complicidad entre españoles y carnaval uno de los más importantes en el nivel
negros, llegó a tal punto que el cabildo de Carta- nacional e internacional.
gena le dirigió una carta al virrey Ezpeleta en 1791,
en forma de queja, en la que, entre otras cosas, Lo anterior ha permitido que el carnaval de
manifestaba que el carnaval constituía una ofen- Barranquilla se haya constituido en un fenómeno
sa a Dios. La moral y las buenas costumbres se tan complejo, para cuya total comprensión y de-
hallaban en peligro debido a la participación de sarrollo, se precisa de los esfuerzos y de la partici-
los jóvenes y mujeres españolas en los eventos re- pación de antropólogos, sociólogos, historiadores,
lacionados con estas fiestas, junto con los escla- artistas de todas las expresiones culturales,
vos negros, llegando al extremo de abandonar sus sicólogos, economistas y planificadores.
trabajos y obligaciones.
En las primeras décadas del siglo XX, el carna-
En América los carnavales de más renombre val fue el tinglado donde los sectores pudientes
son el de Nueva Orleáns en Estados Unidos, el de reafirmaban su papel en la sociedad. La gente se
Río de Janeiro en Brasil, caracterizados ambos por conocía y se relacionaba a ritmo de cumbia, parti-
la fuerte influencia negra, y el Carnaval de Ba- cipando en las comparsas de los clubes como el
rranquilla, que como veremos un poco más ade- Barranquilla, el Carib, el ABC o el Alemán.
lante, se caracteriza por un sincretismo triétnico
de blancos, negros e indígenas. Eran unos carnavales acaparados por los gru-
pos sociales que manejaban la actividad comer-
En 1851 Barranquilla contaba con aproxima- cial, financiaban las carrozas y colocaban las rei-
damente 6.000 habitantes y estaba constituida nas. No había desfiles, ni «gran parada» y mucho
como la villa capital del cantón de la provincia de menos cumbiambas en las calles.
Sabanilla, ubicada sobre la ribera del río Magda-
lena y cercana al puerto marítimo de Sabanilla, Sin embargo, a la par de esta aristocracia que
por donde entraron los inmigrantes de Europa, Asia hacía el carnaval en los clubes sociales, el pueblo
y África, trayendo mercancías para la venta. Gra- raso barranquillero desarrollaba sus actividades
cias a estos inmigrantes, Barranquilla logró un en los llamados «salones burreros», que eran im-
rápido crecimiento, convirtiéndose en 1869 en el provisadas pistas de baile, donde las gentes de
puerto más importante del Caribe colombiano. Galapa, Soledad y La Playa llegaban disfrazados
de tigres, toritos y diablos para involucrarse en
En la década de 1870, Barranquilla ya contaba la paranoia colectiva y bailar sus ritmos africa-

150
inmigrantes que se quedan en
Barranquilla, una vez asimilan
el modo de ser de sus habitan-
tes, terminan anteponiendo a
su propio gentilicio el de ba-
rranquillero.

Lo anterior se debe en gran


parte a que Barranquilla no
fue fundada por los españo-
les, como bien lo expresaba
Álvaro Cepeda Samudio,
cuando afirmaba que «... ni
tuvo la fortuna de que sus are-
nales fueran hollados por las
gastadas botas de un barbu-
do conquistador español», ni
tampoco por los paisas que a
ritmo de tiple, machete y ha-
Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo) cha, fundaron pueblos y colo-
nizaron casi medio país.
nos y aborígenes al sonido de tamboras y pa-
payeras. Nuestra ciudad surgió como mezcla de inmi-
grantes europeos y asiáticos, de negros palenque-
Al paso del tiempo, las cosas fueron cambiando ros, de indígenas de las riberas del río de la Mag-
hasta que se democratizó el carnaval. Es así como dalena, y de exiliados de diferentes partes del país.
empezaron a bailarse en los clubes sociales la En últimas, nuestra ciudad es producto de una
cumbia y la danza del garabato con disfraces de mezcla muy variada de gentes diversas.
tigres y de diablos sacados de la más exquisita
inspiración popular. Esta última observación ha hecho del barran-
quillero un ser receptivo, abierto, extrovertido y
En este proceso jugó papel fundamental el ba- hedonista por excelencia, muchas veces irreveren-
rrio de Rebolo, en donde nacieron las danzas del te, pero con un magnífico buen humor, caracte-
Toro Grande, el Torito, los Pájaros, la Danza de rística esta última que se conoce como magallismo
Barranquilla y el Garabato. Gracias a este barrio, en el argot popular.
el carnaval es lo que es hoy en día, como dice Covo,
un tremendo parrandón popular. En gran medida el carnaval es responsable de
esta forma de ser del barranquillero: la violencia,
En 1943, la Asamblea Departamental es la en- que ha sido una cruel constante en nuestro país,
cargada de elegir a la junta organizadora del car- no ha podido enseñorearse de la ciudad. Gloria
naval, habiendo éste adquirido status en el esta- Triana, antropóloga de la Universidad Nacional de
blecimiento. Gracias a la gestión del escritor Alfredo Colombia y una de las investigadoras más conoce-
de la Espriella, se creó el reinado popular en los doras del fenómeno del carnaval, opina que éste
barrios, lo cual le dio un gran impulso a las festi- constituye una terapia colectiva.
vidades carnestoléndicas.
En el carnaval han existido intervenciones tan-
El barranquillero no tiene una tipología defini- to positivas como negativas, y siempre se podrá
da, como otros pobladores de nuestro país, tales intervenir positivamente en el proceso.
como el cundinamarqués, el boyacense, el paisa, el
llanero o el tolimense. Sin embargo, se caracteriza Una de las intervenciones negativas consiste en
por otras virtudes distintas a la raza o al abolengo, tratar de entrometer la politiquería en el evento,
lo cual lo hace diferente del resto de colombianos, y tal como ocurrió en la década del 60, cuando se
aun de otros pobladores del Caribe colombiano ta- implementó la compra de votos en la elección de
les como el cartagenero y el samario. Los las reinas populares, los auxilios parlamentarios

151
y los premios de disfraces y danzas, realizados por el majestuoso desfile de la Gran Parada, hasta el
los políticos regionales. martes con el entierro de Joselito. Personalmente,
creo que todos tienen la razón.
Entre las intervenciones positivas, está la con-
formación de la Corporación Autónoma del Car- Aunque el carnaval se sigue por una regla ge-
naval, que lo organizó a mediados de la década de neral, que es precisamente la «carencia total de
los 70, con métodos distintos a los oficiales. Otra, reglas», es un desorden organizado.
ha sido el impulso dado al carnaval por parte de
algunos intelectuales barranquilleros que decidie- Los espectadores son actores y viceversa, el ín-
ron, además de investigar acerca del carnaval, res- dice de criminalidad, durante el evento, disminu-
catar disfraces y danzas tradicionales que esta- ye considerablemente en relación con lo «normal».
ban desapareciendo del evento, como el maestro La unidad del pueblo barranquillero durante es-
Carlos Franco, ya desaparecido, con su escuela de tos días de sabrosura, es realmente admirable.
danzas folclóricas, y como todos aquellos que con Es interesante mencionar que aunque todos es-
un fin similar, que incluye el gozo del carnaval, tén disfrutando de las fiestas carnestoléndicas,
conformaron la comparsa «Disfrázate como quie- el pueblo no pierde oportunidad para realizar la
ras», la cual es ya tradicional en el desfile de la crítica social y aprovecha las festividades para re-
Batalla de Flores. presentar y caricaturizar los hechos más relevan-
tes de la actividad de los dirigentes del país, la
Los actores fundamentales del carnaval son los región y la ciudad, mediante la conformación de
pobladores de Barranquilla. Es en realidad una fies- comparsas con motivos políticos y la recitación
ta popular donde toda la población se integra sin de letanías.
distingo de clases sociales, ni de razas, ni de ideo-
logías, como se enuncia en el bando leído por la De lo antes expuesto, se puede concluir que el
reina del Carnaval, el día 20 de enero de cada año. carnaval de Barranquilla es de gran importancia
no sólo para los pobladores de esta mágica ciu-
La única licencia que tiene el barranquillero es dad, sino para todo el país, para el Caribe latino-
la de rumbear durante cuatro días sin parar, que americano y, en general, para el mundo cristiano
empiezan el sábado de la batalla de flores y termi- u occidental. En él se conservan las antiguas tra-
nan el martes anterior al miércoles de ceniza, con diciones griegas, romanas y cristianas, se reco-
el entierro de Joselito Carnaval, que renacerá, cual gen las manifestaciones culturales y folclóricas
ave fénix, en el siguiente carnaval de los primeros pobladores de América, y de los
pueblos africanos que fueron sacados de sus te-
Desde el punto de vista socioeconómico, el car- rritorios, ultrajados, maltratados y vendidos a los
naval mueve a la sociedad al incremento y a la pro- colonizadores de nuestro continente. Además de
ducción de bienes y servicios, tanto económicos constituir un paliativo terapéutico, aunque míni-
como culturales, tales como aquellos relacionados mo, para el cáncer social de la violencia que nos
con el turismo, la producción de disfraces y carro- está corroyendo incansablemente, producto de los
zas, el mantenimiento y creación de grupos de dan- odios engendrados por la injusticia y la intole-
zas y comparsas, la producción musical, etc., ade- rancia en nuestro país.
más del aumento en el consumo de licores y ciga-
rrillos, renta fundamental del departamento. BIBLIOGRAFÍA
La duración del carnaval es una incógnita difí- COVO, Javier. Carnaval de Barranquilla. Texto ilustrado.
cil de despejar. Algunos piensan que comienza don- Asociación Carbocol-Intercor. 1988.
de termina el anterior, otros que empieza con los ABELLO, Margarita; BUELVAS, Mirta y CABALLERO, Antonio. «Car-
naval de Barranquilla: gajos de corozo, flores de La Habana».
ensayos de las cumbiambas y grupos de danzas Suplemento del Caribe, febrero 18 de 1979.
folclóricas antes de la lectura del bando el 20 de CEPEDA S., Álvaro. «Barranquilla y la historia». Huellas 51-
enero, otros consideran que este día es el inicio 52-53. Uninorte. 1998.
del carnaval, otros que empieza en la noche de SAMPER, Diego; BUELVAS, Mirta. Carnaval caribe. Andes edi-
tores. Bogotá, 1994.
Guacherna una semana antes de la Batalla de Flo- DE LA ESPRIELLA, Alfredo. «Así era nuestro carnaval». Revista
res, mientras que otros consideran que consiste Carnaval de Barranquilla, 1967.
en los cuatro días oficiales que van del sábado de MALDONADO, Luis. Religiosidad popular: nostalgia de lo má-
la Batalla de Flores pasando por el domingo, con gico. Ediciones cristiandad. Madrid, 1975.

152
Lo cotidiano y el carnaval

Moisés E. Saade Márquez*

Es preciso reconocer, aunque no es el objetivo cen- de Ceniza. Tampoco es extraño —y corrobora con
tral de este artículo, algo de los ancestros del car- lo que aquí se dice—, que en Pasto, el carnaval o
naval. Poco antes de 1900, apareció el carnaval en “Fiesta de Negros y Blancos”, se inicie desde el 2
Barranquilla, y, ya en 1902, en el camellón Abello, de enero hasta el 6 del mismo mes, día tradicional
llamado luego paseo Colón y hoy paseo Bolívar, se de los Reyes.
daban manifestaciones incipientes de lo que pu-
diera ser más tarde este magno acontecimiento, En Argentina y Bolivia, celebran “el Carnavali-
podemos decir que con pequeñas muestras igno- to”, especie de danzas y música vernáculas. En
tas de bailes y disfraces; para muchos, con pocos Barranquilla, en algunos barrios, en pueblos del
participantes, que pareciera que éstos y los espec- Atlántico y del Magdalena ocurre lo mismo. Es
tadores fueran previamente determinados. decir, nos impregnamos de aquella cultura y la
aprehendimos como nuestra; algo más, la trans-
Estos eventos aún no lograban mezclar todo el formamos tanto que la vida de los barranquilleros
tradicionalismo popularista que hoy engendra y de quienes viven aquí en Barranquilla está afec-
nuestro folclor. Es más, conviene recordar cómo tada por el carnaval. No es difícil identificar el tin-
todas estas festividades vienen precedidas de otras te festivo propio del carnaval que se le pone coti-
culturas no autóctonas: pero muy significativas y dianamente a casi todos los eventos donde tenga-
ligadas a lo que hoy vivimos
en nuestra bella Curramba.
Por ejemplo, en España en-
tre los siglos XV y XVI, el tea-
tro lopesco ya asomaba
muestras características de lo
que aquí se inició.

No podemos descartar el
carácter religioso provenien-
te de Roma, donde se hacían
festejos y la gente se divertía
en honor a los Reyes Magos,
en lo que llamaban “día de los
Reyes”, lo cual comprendía
desde ahí hasta el Miércoles

* Licenciado en Filología e Idio-


mas, Universidad Libre, Bogotá.
Magíster en Educación, Universi-
dad del Norte - Universidad Jave-
riana. Docente de la Universidad Foto de Fernando Mercado
del Atlántico.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 153-157: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
153
Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)

mos que participar; da la impresión de que llevára- rio Júnior se coronó campeón de la Copa Mustang
mos el carnaval impregnado en nuestros sentidos, 2004 al vencer en el Atanasio Girardot, por la vía
en el gusto, en el olfato, en el tacto, en el oído, etc., de los penaltis, al coloso Atlético Nacional. Espec-
como si no pudiéramos apartarnos de él. táculo similar al que se hace cada año en la Gran
Parada o en la Batalla de Flores; pero que se repite
¿Qué costeño podría negar que esta festivi- cuando la Selección Colombia de Fútbol pone en
dad y los triunfos del Júnior constituyen la cele- alto los colores de nuestros símbolos patrios. Y,
bración más importante y representativa de la en ese momento, es innegable nuestro ancestro
región? carnestoléndico, y la relación que estas fiestas tie-
nen con nuestras actividades cotidianas, y con la
No hace mucho, la avenida 84, escenario per- sociedad.
manente del actual carnaval barranquillero, se
convirtió nuevamente en un grandioso espectácu- El carnaval es embrujante. Para la vida de los
lo, en epicentro de emociones, de sentimientos coterráneos tiene una significación profunda. Tanto
unidos llenos de alegría, cuando la fanaticada del es el embrujo que, cada año, las orquestas nacio-
Atlético Junior, la misma que año tras año celebra nales e internacionales hacen parodias a los mo-
el carnaval, se convidó allí, con pitos, tambores y delos musicales, los cuales se han convertido en
banderas, con caras pintadas con los colores del muestra paradigmática de la tradición carnavale-
Júnior o untados de la infalible maizena, y en una ra de nuestro pueblo, tales como: La guacherna
muestra palmaria de regocijo y satisfacción en carnaval, La danza del garabato, Joselito Car-
coreaban la consigna: “Oh le le, oh la la, Júnior tu naval, Luna barranquillera (que dicen es la novia
papá, lo demás no vale... na’”; cuando el legenda- del puente Pumarejo), entre otros.

154
En cada actividad de los habitantes de estas gamada (en la pluralidad étnica), por el anhelo de
comarcas va implícito el tono humorístico, como unificación y el deseo, siempre ferviente, de con-
si las acciones humanas se tornaran al revés, es servar latente el sello de pueblo amante de la paz,
decir, lo formal, es informal, lo serio, inserio, lo del folclor, de la “cheveridad”, de la bacanería, de
mentiroso, verdadero, lo claro, oscuro, el llanto la alegría y buen humor.
es risa, y este llanto, tristeza, la alegría, y lo
poco. Tanto. Lo cotidiano también lo constituye el amor, la
admiración y respeto por la cayena (flor heráldi-
En plena fiesta, nos volvemos incrédulos, por- ca), los palitos de matarratón, los robles, las acacias
que todo es una gran broma: como dijera el poeta multicolores, que aún perduran para engalanar las
y dramaturgo mexicano Juan de Dios Peza, en Reír calles raídas de este espacio cuna del carnaval de
llorando: “El carnaval de la vida engaña tanto, / la Costa y, ¿por qué no?, de Colombia. ¿Acaso no
que las cosas son leves mascaradas, / aquí apren- es en nuestro país donde más folclor hay, dónde
demos a reír con llanto / y también a llorar con más reinados se celebran? Igual a los eventos y
carcajadas.” muestras de participación de toda clase de reinas,
que Gabriel García Márquez nombra en su obra
Eso que dice el poeta parece nuestra realidad. Los funerales de la Mamá Grande.
Aquí o se acepta y se participa del carnaval o se
encierra por cuatro días: no existe otra alternativa El carnaval es nuestra identidad, es la expre-
(a menos que se vaya de la ciudad). Pero partici- sión folclórica más representativa del país. Patri-
par significa aceptar todas las condiciones y re- monio oral y cultural de nuestras costumbres lle-
glas impuestas por la tradición. Desde la lectura nas de sensibilidad, y afirmamos que es interna-
del bando, se abre el camino para que los dioses cional no sólo por la presencia de reinas y turistas
Momo y Baco, principalmente, impongan las re- que cada año vienen a admirar y gozar el carna-
glas. Desde este instante el ridículo es la pauta, val, sino también por la participación de los gru-
Barranquilla queda a merced de lo indecible (por pos folclóricos propios en eventos internacionales
lo complejo, variable y riqueza expresiva de este significativos: el 19 de abril del 2004, se presenta-
magno acontecimiento), y en el desenfreno de la ron en el auditorio de la Unesco, entre otras, La
jarana lo jacarandoso pone el orden, la nota de pollera colorá, la Cumbiamba del gallo giro, Na-
sabor constante. cimiento de Palenque, la Danza del congo refor-
mado, y el ballet de Gloria Peña, que ejecutó dis-
Decir “indecible”, así, parecería un contra sen- tintas expresiones de los variadísimos matices que
tido. Y aunque decir “indecible” parezca un con- tienen nuestra música, bailes y representaciones
trasentido, lo señalamos aquí por la alta carga de autóctonas.
expresividad, representatividad, y semantismo que
de la alegría tiene el carnaval (tal vez por su gran- No pueden faltar aquí aspectos sobresalientes
diosidad). Allí está el sello del folclor, la marca de y representativos del carnaval en el Magdalena
una cultura con raíces legendarias, míticas, tan Grande, donde un caimán se convirtió en hombre
popularizadas que es casi imposible evadirlas y y en leyenda, como así lo muestra el licenciado
negar su tradición. César Herrera en su libro Plato, sus leyendas y
relatos: “Don Virgilio Di Filippo, tal vez caminó
Es de resaltar que entre los espectáculos más mucho para escoger un caimán, antes que un
llamativos, populares y sumamente atractivos, se manatí o simplemente el mono de Darwin; se ve
encuentran, indudablemente, la batalla de flores, clara la expresión de Di Filippo, tal vez, el manatí
la gran parada, y el entierro del legendario “Joselito mamífero, más cercano al hombre o el mono, casi
Carnaval”. Eventos aglutinadores de esta tradición pariente hubiera podido expresar más nítidamen-
fiestera y jacarandosa de nuestra bella tierra. Aquí te esta historia que hoy se llama ‘Hombre caimán’,
se muestra la capacidad creadora e imaginativa de que nació en la isla llamada El Bote, una vía que
los barranquilleros, con las famosas letanías y las llegaba a Zárate, territorio del municipio de Pla-
“plañideras de Joselito Carnaval”. to.” Aquí se inicia la historia o, propiamente, le-
yenda, llena de coloridos y acordes musicales que
Finalmente, redundando un poco, en lo real- se manifiestan en el baile, en la expresión histrió-
mente cotidiano debe resaltarse el respeto a las nica, cuando se escuchan los tambores, las flau-
insignias representativas de una identidad amal- tas u otros instrumentos y coreografía, interpre-

155
tando el tema El caimán del compositor José María Lo más importante, ahora, es cómo este caimán
Peñaranda, el cual transcribo: ha recorrido el mundo y, justo, el estribillo señala
la incursión del hombre caimán en este esplendo-
El caimán roso carnaval costeño: “Se va el caimán, se va el
caimán, se va para Barranquilla”, y aquí se que-
Voy a contar mi relato dó, se hizo historia, se metió en el corazón del
con alegría y con afán currambero, del cienaguero y de todos los colom-
que en la población de plato bianos que en sus momentos festivos. Con esta
se volvió un hombre caimán (bis). canción del caimán, como con la del “Amor amor”,
Se va el caimán, se va el caimán, muchos hacen parodias y versean como se mues-
se va para Barranquilla. tra aquí. “Este es el amor amor, el amor que me
Ayer me fui a bañar divierte, cuando estoy en la parranda no me acuer-
por la mañana temprano, do de la muerte”: “Yo conocí a este caimán / en las
vi un caimán muy singular aguas del Sevilla, / y lo saqué a parrandear / en el
con cara de ser humano. carnaval de Barranquilla.”
Se va el caimán, se va el caimán,
se va para Barranquilla. Es más, los versos del caimán los podríamos
Al verlo tan cerquita comparar con los de la Guantanamera de José
le vi el rabo como de toro, Martí, que han recorrido el mundo entero. El hom-
le diré que en la boquita bre caimán y su canción, se pasean y se escuchan
tenía tres dientes de oro. en los salones de París.
Se va el caimán, se va el caimán,
se va para Barranquilla. Carnaval que se respete, saca el caimán a reco-
Voy a traer de Barranquilla rrer la Batalla de Flores y cuanto evento se pre-
ese monstruo tan sapiente senta, por ello éste, como otros temas y disfraces,
que es una maravilla se convirtió en símbolo del carnaval currambero.
en pleno siglo veinte.
Se va el caimán, se va el caimán, En Ciénaga, donde cada 20 de enero celebran
se va para Barranquilla. la fiesta del caimán y de san Sebastián, cantan
Si tú te quieres casar esta versión del caimán:
piénsalo bien, mi hermano,
que hay cosas que lucen nuevas Hoy día de san Sebastián
y son de segunda mano. cumple años Tomasita.
La camisa, es la camisa, Este maldito caimán
la corbata es la corbata, se ha llevado a mi hermanita.
el cuello, siempre es el cuello Ay, manito lindo,
y aquello siempre es aquello. ¿‘ónde está tu hermana?
Una vieja se sentó El caimán se la llevó.
encima de una sepultura,
el muerto sacó la mano Aquí se maldice al caimán, pero el caimán es
y le preguntó la hora. recochero, es currambero y no debe faltar en nin-
Del plateño con amor gún carnaval.
puedes conseguir lo que quieras
pero si te portas mal En la canción de Peñaranda el caimán es hom-
te pone en la carretera. bre y el hombre es caimán, y ambos son folclóricos.
Lo que come ese caimán Lo que come este caimán, es digno de admiración;
es digno de admiración: come queso y come pan y pide tragos de ron. Así
come queso y come pan es nuestro caimán, el bacano que representa la
y pide tragos de ron. acción de la carnavalada; que “come queso y pide
La cuestión no es tan sencilla, tragos de ron”. El caimán vive el carnaval, lo goza
sépalo bien mi hermano, y cada uno lo personifica a su manera, cuando
que también hay en Barranquilla celebra el día del caimán, 20 de enero, época muy
caimanes de tierra firme. unida a la lectura tradicional del “Bando en Ba-
rranquilla”.

156
Pero, ¿cuántos caima-
nes salen en el desfile y
durante los cuatro o cin-
co días, que dura el feste-
jo? Innumerables; de
pronto, debido a su extin-
ción, es difícil que se sa-
que al verdadero caimán,
claro, sacan muchas figu-
ras mitificadas de éste.

Todavía me acuerdo
que en Aracataca y en los
pueblos de la zona bana-
nera lo presentaban al
natural; muchos hombres
se turnaban para cargar-
lo, cuando no lo sacaban
vivo y lo arrastraban por
las calles. Y, a pesar de
ello, su leyenda y su pre- Foto de Fernando Mercado
sencia en la acción
folclórica, vive para engalanar más estas festivi- rece llena de todas las mejores expresiones artísti-
dades. Ojalá que el caimán, no desaparezca de la cas y carnavaleras.
ciudad de Barranquilla.
De ahí que sea tan llamativa y significativa “la
Existe otra leyenda, que se quiere perder, “La llorona loca”, como lo es la bella leyenda del famo-
llorona loca”, la cual cuenta que primitivamente so caimán, las cuales deben rescatarse para el
aparecía en las noches por las calles de Tamala- carnaval barranquillero, no sólo porque en algu-
meque; también se comenta que últimamente la nos pueblos todavía sigue saliendo “la llorona loca”,
han visto bañándose en las playas de Taganga; y, sino porque ya es hora de que el caimán y la lloro-
por las noches, esa llorona que se volvió canción, na loca, se junten para que salgan a bailar el car-
también recorre las pedregosas y empinadas ca- naval, y así resalten la tradición, para que se revi-
lles de la bahía de Taganga. va y se repita la transmisión oral de éstas y de
otras leyendas, también importantes y dignas de
Esta leyenda ligada al carnaval, en algunas re- admiración.
presentaciones, vive y se siente en cada carnaval
y en muchas festividades cuando escuchamos no- El carnaval gana sentido, en la broma propia
tas como estas: Por las calles de Tamalameque, di- de lo carnavalesco, en la farándula, y en el desen-
cen que sale una llorona loca, que corre por aquí, que freno de la música y el baile.
corre por allá, con un tabaco prendido en la boca, a
mí me salió una noche, una noche en carnaval, y BIBLIOGRAFÍA
meneaba la cintura como iguana en matorral; clara ALAIN, Pierrot y DESTABEAUX, Jean. Dictionnaire de la Langue
invitación, a darle rienda suelta a las emociones, Française. Informatique Editoriale.
incontenibles, la mayoría de las veces; para salir EL TIEMPO. Bogotá, 01-26-98 “La Homilía de Juan Pablo II
en la Plaza de la Revolución.
el espíritu travieso de la locura, locura sana, y en- DE RIQUER, Martín y VALVERDE, José María. Historia de la
volverse en el remolino de la danza hasta el éxta- Literatura Universal. Barcelona, Editorial Planeta, 1976.
sis, máxima expresión del encantamiento y del pla- LAROUSSE. Diccionario de la Lengua Española. Madrid. 1994.
cer, placer que se siente, cuando escuchas los tam- LABALLOS PRADO, José. Breve Manual de Cubanismo. La Ha-
bana, Cuba. 1994.
bores, las maracas, las gaitas o la flauta de millo; ESTUDIANTES DE I SEMESTRE DE IDIOMAS. Compilación de Térmi-
por lo que la “llorona loca” aprovecha para salir de nos Populares del Habla Regional. Universidad del Atlántico,
noche, en pleno fulgor de la fiesta, fiesta que apa- Barranquilla, 1997.

157
El carnaval,
una actividad saludable *

Jaime Abello Banfi**

Desde hace más de mil años los seres humanos de la fiesta, que prefigura la auténtica tristeza del
repiten en distintas latitudes un rito anual carac- obligatorio retorno a la rutina productiva de una
terizado por extrañas prácticas, tales como: vida sujeta a las normas y las jerarquías sociales.

• suplantar otras identidades y esconder la pro- En la antigüedad, en la edad media, en la era


pia bajo una máscara o un disfraz; moderna y en la época contemporánea, tanto en
• ridiculizar a las autoridades y a los podero- Europa como en América, particularmente en los
sos; países de estirpe latina y católica, a este juego de
• invertir simbólicamente los órdenes sociales, locura colectiva se le llama carnaval. El carnaval
convirtiendo a los hombres en mujeres, a los po- es la fiesta popular por antonomasia, donde cada
bres en ricos de oropel, a los sanos en locos de persona se transforma en protagonista, y si no es
atar, a los viejos en niños, y viceversa; la más alegre, sí la más libre.
• agredir al otro de manera burlesca, embadur-
nándole, tirándole agua, azotándole con vejigas de Ciertamente, para que no se asusten, esa ver-
animales secas e infladas o pasando a las manos sión orgiástica y esencialmente rural de lo carna-
en verdaderas batallas campales; valesco, tal como la acabo describir, ha sido
• eludir el tabú para dar rienda suelta a la morigerada por la hegemonía social del capital, con
pulsión sexual; su pretensión de encuadrar, embellecer y hacer
• comer y beber en exceso, especialmente ali- rendir toda inversión de tiempo y dinero. De un
mentos flatulentos, como los fríjoles guandules; carnaval dionisíaco y desordenado, la civilización
• producir ruidos grotescos, como la imitación cristiana ha pasado a un carnaval apolíneo y or-
de pedos o verdaderos pedos; denado, cuya imagen global más famosa es el paso
• producir música festiva y danzar hasta ago- de hierro de las escolas do samba en Río de Janeiro,
tarse; cronometrado y milimetrado
• hacer la parodia de un para la fascinación de una au-
entierro del monigote de una diencia internacional que paga
persona o animal, en un due- carísimo los puestos en el sam-
lo de caricatura para el final bódromo o que sigue la trans-
misión de televisión por vía sa-
* Conferencia ante los participan- télite en medio de avisos tam-
tes en el Congreso de la Asociación bién carísimos.
de Reumatólogos de Centroamérica,
el Caribe y Área Andina, Barranqui- El carnaval de Barranquilla,
lla, 4 de febrero de 2005. Cedida por
su autor especialmente para Huellas. que muchos de ustedes van a
** Director de la Fundación Nue- conocer por primera vez, gra-
vo Periodismo. cias a la iniciativa del grupo de
Foto de Vivian Saad

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


158 p. 158-162: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
médicos que ha orga-
nizado este congreso,
tiene un poco de am-
bas versiones, debido a
una síntesis peculiar
de influencias, que ha
permitido que a estas
alturas del siglo XXI en
este rincón del mundo
sobreviva una fiesta
mestiza de alto conte-
nido folclórico, tan es-
pecial que fue incluida
en noviembre de 2003
por la Unesco en la lis-
ta de obras maestras
del patrimonio oral e
inmaterial de la huma-
nidad. El honor y la Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)
obligación de proteger
el patrimonio cultural que tal declaratoria entra- del entierro y muerte del carnaval, en vísperas del
ña, son compartidos únicamente con el carnaval miércoles de ceniza, con el cual se iniciaba el pe-
andino de las diabladas de Oruro en Bolivia, y con ríodo de ayuno y abstinencia de la Cuaresma.
el carnaval europeo de los callejones medievales
de Binche, en Bélgica. Fiesta móvil, las fechas del carnaval se fijaban
en ese entonces, como ahora, de acuerdo con el
¿Pero cómo fue que se aclimató en la América calendario lunar y la tradición cristiana que dis-
intertropical, en las regiones del eterno verano, pone que la Pascua ocurra en la primera Luna lle-
como el Caribe, una fiesta europea cuyos orígenes na de la primavera boreal y por lo tanto que el
remotos algunos atribuyen a la superposición del martes de carnaval sea la última Luna nueva de
santoral católico sobre el estrato pagano de las fies- invierno, en un lapso que en distintos años puede
tas romanas de invierno, como las saturnalias y ir desde el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria, la
las lupercalias, en las cuales jóvenes completamen- Virgen de las luces, hasta cualquier martes den-
te desnudos golpeaban a las mujeres con azotes tro de los cuarenta días siguientes. Por ejemplo, y
de macho cabrío para hacerla fecundas? para que se programen desde ahora, el martes de
carnaval de 2006 será el 28 de febrero y la Batalla
Como casi todas las manifestaciones lúdicas que de Flores será el sábado anterior, 25 de febrero.
se desarrollaron en nuestro continente, el carna-
val nos llegó por vía de España. Para la época del Sin embargo, esta versión de un carnaval ex-
descubrimiento de América, las fiestas de carna- tendido en todos los confines de las Indias no nos
val habían adquirido gran popularidad y formas ayuda a explicar nuestro caso (Barranquilla), sim-
definidas, que cruzaron el océano como parte del plemente porque esta no fue una ciudad fundada
equipaje cultural de los conquistadores, para asen- de acuerdo con las reglas coloniales, sino una pe-
tarse en todos los territorios, desde la Patagonia queña aldea a la orilla de la desembocadura del
hasta la Nueva España. Los primeros testimonios río Magdalena, una barranca o puerto rústico tan
de regulación del carnaval se hallan en las orde- insignificante que la costumbre reemplazó con el
nanzas de Hernán Cortés. En toda la América Es- nombre de Barranquilla el más pomposo de Ba-
pañola las carnestolendas gozaron de gran vitali- rrancas de San Nicolás.
dad y se caracterizaron por elementos comunes
como el uso de las máscaras y disfraces, tanto por Los censos coloniales clasificaron como sitio de
hombres como por mujeres —para las cuales esto libres a Barranquilla, cuya creación fue atribuida
significaba un espacio excepcional de libertad—, por la leyenda a la búsqueda de mejores tierras
así como la práctica de arrojar agua, barro, hari- por parte de pastores venidos en el siglo XVII del
na u objetos poco contundentes, y la ceremonia pueblo de indios de Galapa. Retrospectivamente,

159
con una óptica contemporánea basada en los de- ciones campesinas difíciles de controlar y de ha-
rechos humanos, ser sitio de libres no es poca cosa cer vivir según la recta moral. El cimarronismo de
en el ámbito de un régimen esclavista, de castas y los esclavos fugados, la desobediencia a las nor-
de separación racial. Hay en esa denominación un mas sobre separación de razas, el concubinato, la
perfume de libertad que nos ayuda a entender la trasgresión del celibato sacerdotal, son los sínto-
dinámica social y económica de la que se convir- mas de un desorden social conocido como
tió, con la llegada de la República, en la población arrochelados, grupos considerados en estado de
de más rápido crecimiento en el siglo XIX, hasta relajo e indecencia, contra los cuales constan en
llegar a ser el primer puerto marítimo y fluvial de distintos documentos las quejas de obispos y
Colombia, centro de atracción de la inmigración jerarcas coloniales establecidos en las ciudades de
extranjera y regional, pionera en la urbanización, Cartagena y Santa Marta.
los servicios públicos e iniciativas empresariales
como la creación de la primera empresa de trans- Hay registros desde fines del siglo XVII en Carta-
porte aéreo de América del Sur, por poner un ejem- gena, la ciudad más importante de la región, puerto
plo. Barranquilla se ha caracterizado en Colombia negrero en el que recalaba la flota de galeones,
por ser un espacio de convivencia y tolerancia, sobre los bailes populares llamados bundes y fan-
donde se abrió el primer cementerio con secciones dangos y sobre la conformación de cabildos entre
para protestantes y judíos además de los católi- los esclavos, de acuerdo a su origen, en la época
cos, donde las colonias extranjeras de europeos, de carnaval.
árabes y chinos se integraron perfectamente pues
los foráneos siempre han sido acogidos con respe- “En los cabildos, permitidos y a veces estimu-
to y amabilidad. Un verdadero sitio de libres. lados por los dueños, los africanos podían cele-
brar sus bailes y fiestas tradicionales y se apaci-
Para poner las cosas en contexto, tengamos pre- guaba la amenaza de rebelión y de fuga a los pa-
sente que demográfica y culturalmente Barranqui- lenques. La danza y el toque de tambor con los
lla ha sido el polo receptor de los aportes humanos que se divertían los negros en las calles de Carta-
de toda la región Caribe colombiana. Hablamos de gena, fueron llevados a la fiesta de la Virgen de la
una región cuya cultura y composición étnica sur- Candelaria. El Rey y la reina de cada cabildo des-
gen de la mezcla entre la población aborigen, los filaban acompañados de sus dignatarios, vestidos
colonizadores —provenientes en su mayoría del Sur con trajes de colores y formando una comparsa
de España— y el acento distintivo de una fuerte danzante que competía con las demás. A partir
influencia africana que le pone sabor y color a la del 2 de febrero, después de la procesión de la Vir-
vida. Una característica histórica de esta región ha gen de la Candelaria se seguían celebrando dia-
sido la pobreza y la desigualdad de ingresos, que riamente fiestas de los diferentes gremios en la
ha venido agudizándose en las últimas décadas, iglesia hasta el domingo de carnaval cuando les
hasta llegar a cifras de vergüenza: el 65% de los correspondía el turno a los negros bozales congre-
costeños viven bajo la línea de pobreza. Sin embar- gados en cabildos: Mandinga, Carabalí, Congo,
go, las carencias materiales y la injusticia social se Minas, etc.”
contrarrestan con una actitud vitalista no exenta
de melancolía y con un cierto espíritu libertario e Estos y otros testimonios históricos muestran
igualitario que están en la base psicosocial de una cómo se fue creando en el Caribe colombiano “una
cultura popular de gran dignidad, sobre la cual religiosidad poco ortodoxa, donde el silencio, la ora-
Gabriel García Márquez me dijo en una ocasión que ción interior y el rezo en familia tenían poca cabi-
era la verdadera fuente de inspiración de su obra da. En su defecto, la música, el baile, las corridas
literaria. Ya verán ustedes cómo ricos y pobres y de toros, las varas de premio, los disfraces, la que-
los de la mitad comparten en este carnaval la ale- ma de pólvora y velas, y las carreras de caballos
gría, la danza y la rumba en un mágico paréntesis se convirtieron en elementos centrales de las fies-
que desestratifica la vida social. tas que al mismo tiempo que rinden culto a las
divinidad, promovían la diversión de la comuni-
La Costa Caribe colombiana es una región ex- dad, reforzaban lazos de solidaridad y consolida-
tensa, de clima cálido mixto con una temporada ban la fundación de poblados, que se dieron a co-
seca y otra muy, pero muy húmeda, en la que co- nocer a través de sus fiestas.” (Artículo Las fiestas
existían desde la época colonial grandes hacien- en el Caribe colombiano, 2002, por: Sandra Turbay
das ganaderas de latifundio con pequeñas pobla- y otros.)

160
La creación popular de esta región encontró un económica y demográfica de la que es desde 1905
modo de expresión privilegiado en la música, cuyo capital del departamento del Atlántico, que cumple
ritmo matriz es la cumbia. La cumbia transplan- este año el centenario. La ciudad nueva, sin fiestas
tada por la industria cultural del disco a México, religiosas tradicionales, con una población com-
Centroamérica, Perú, Chile o Argentina, tiene los puesta por gente de los más diversos orígenes, hizo
mismos orígenes en el folclor del Caribe colombia- suya, con fervor, esta fiesta pagana donde había
no que la cumbia de carnaval y otras maravillosas espacio para todos, tanto para la creatividad indi-
variantes como la tambora, el bullerengue, el vidual inspirada por la fantasía y las imágenes de
chandé y los bailes de pajarito que han animado un mundo ancho y ajeno que empezaba a difundir-
desde siglos las fiestas patronales y las danzas se por el cinematógrafo y otros medios mecánicos
vernáculas, especialmente de las poblaciones ribe- de reproducción, así como la herencia cultural traí-
reñas de donde provienen gran parte de los gru- da desde diversas partes de la región.
pos tradicionales del carnaval de Barranquilla.
Poco a poco se despliegan los elementos distin-
Por la dinámica de su desarrollo, Barranquilla tivos del carnaval, tal como lo conocemos hoy día:
pasó de ser una ciudad de provincia subordinada a los desfiles, los carros alegóricos, la reina como
Cartagena, a una capital política y urbe captadora figura central que sustituyó al presidente del car-
de población y por lo tanto de las tradiciones de los naval —que en los últimos años es acompañada
antiguos estados soberanos de Bolívar y Magdalena. por un Rey Momo de origen popular—, los espec-

Archivo de la Casa del Carnaval, 2003

Desde principios del siglo XIX se registra la táculos musicales en casetas, clubes y concentra-
celebración del carnaval en Barranquilla. Los gru- ciones populares como verbenas y Festival de Or-
pos más antiguos que perviven hasta nuestros questas, las máscaras zoomorfas de remoto ori-
días son las danzas de congos, directamente em- gen africano (toros, tigres, chivos, micos, perros,
parentadas con los cabildos de negros de Carta- guacamayas...) y, principalmente, los grupos de
gena. Por ejemplo, la célebre danza de congo lla- carnaval, de los cuales este año se han inscrito
mada El Torito fue creada en enero de 1878 como formalmente 495, con 23.655 miembros, clasifi-
una escisión de la danza El Toro Grande, por el cados en categorías como agrupaciones de adul-
maestro Elías Fontalvo Jiménez, antepasado de tos mayores, infantiles, disfraces colectivos, tradi-
Alfonso Fontalvo, actual director de El Torito y cionales (congos, cumbias, danzas afrocolombia-
rey Momo del Carnaval 2005. nas, danzas de relación, garabatos, etc.), compar-
sas de nuevas tendencias, entre otros. Es precisa-
El carnaval de Barranquilla crece y se consolida mente la pervivencia de quince tipos de grupos tra-
en el siglo XX en directa proporción a la expansión dicionales de carnaval, amenazados de extinción,

161
lo que fundamentó la candidatura de Barranqui- - El mal de la pobreza, al trasmutar esta condi-
lla ante la Unesco. ción social en riqueza cultural. El carnaval da sen-
tido de dignidad y convierte en patrimonio colecti-
Desde el punto de vista de la economía la fiesta vo la tradición folclórica trasmitida por generacio-
moviliza muchos miles de millones de pesos en nes en el seno de familias de bajos ingresos y
confección de disfraces, palcos, artesanías, comi- carentes de posesiones materiales. El carnaval es
da, alojamiento hotelero y por supuesto licor. un regalo de los más pobres para toda la sociedad.

El carnaval marca la vida de los barranquille- - La enfermedad de la segregación humana al


ros y es una referencia fundamental en las artes romper las barreras sociales en una gran ágora
de Barranquilla. Es un tema que ha inspirado no- que hace encontrarse cada año a distintos secto-
velas, películas cinematográficas, obras pictóricas res de la sociedad. El carnaval rescata a los viejos
y fotografía. de los ancianatos, convierte a los niños en figu-
ras; pone a bailar al patrón y al obrero; a blancos
El carnaval es hoy en día un elemento de iden- y negros, a ricos y pobres.
tidad y principal orgullo de los habitantes de esta
ciudad. Por eso mismo, su manejo es tema de de- - La amenaza de la locura, esa psicosis latente de
bate público, especialmente cuando se requieren una sociedad desgarrada por el conflicto, a la cual el
programas serios para la preservación de los gru- carnaval combate de manera homeopática con do-
pos tradicionales que fundamentaron la declara- sis individuales de locura formulada en los días de
toria de la Unesco, la cual había sido precedida la fiesta. En una sociedad con factores de estrés como
por una ley que calificó al carnaval de Barranqui- la del desempleo, la falta de protección social, la vio-
lla como patrimonio cultural de la nación colom- lencia de grupos armados y criminalidad urbana y
biana. la propensión al éxito y el consumo, el carnaval es
una pausa de desahogo, de desfogue, de catarsis.
Para terminar no resisto la tentación de rece- Una rica borrachera que sirve para sacudir
tarles a ustedes, profesionales de la medicina, una pendejadas y recargar baterías para todo el año.
buena dosis de carnaval. Las carnestolendas son
una especie de terapia que sirve para combatir Los invito a hacer realidad el lema de nuestro
varios males, en particular tres de las peores en- carnaval: ¡Quien lo vive es quien lo goza! Yo agre-
fermedades que padecemos colectivamente. Me garía: ¡Quien lo goza es un barranquillero más y
refiero a: no importa donde haya nacido!

162
Crónica de Te olvidé
contada por sus protagonistas*

Adlai Stevenson Samper

Durante la presentación
de la orquesta de Peñalosa
en el Country Club de Ba-
rranquilla en los carnava-
les de 1951, Nelson Pine-
do, cantante estelar de la
agrupación, recuerda que
en ese centro social “estre-
namos los temas Te olvidé,
el chandé, el garabato y el
currulao.” La apreciación
es parcialmente cierta si
Revista Barranquilla Gráfica, 1973

nos atenemos a una com-


posición olvidada de Peña-
losa en homenaje a Ceci-
lia Gómez, soberana del
carnaval ese año, y del que
no se tienen mayores no-
ticias. Bien pudo el tema
musical aludido en las re-
membranzas de Nelson
haber sido el germen de la Pacho Galán, Antonio María Peñalosa y Lucho Bermúdez, Festival de Orquestas, 1973.
posterior grabación efec-
tuada en Bogotá de Te olvidé, con la sonora inven- losa cuando se le pregunta sobre el sentido filosófi-
tada por la disquera de Curro Fuentes. Los gritos y co de la canción— en un poético español sumado a
los vivas a la danza del garabato y al carnaval en una musicalidad festiva de indudable origen negro,
un tema amoroso que habla de amor con delirio, manifiesta desde la perspectiva del proceso de crea-
pasión desenfrenada, martirio, desengaño y revan- ción de Peñalosa, una curiosa lógica que explicaría
cha, así parecen confirmarlo. después el definitivo éxito intemporal de la canción
en el marco del Carnaval de Barranquilla.
La aparente contradicción que encierra la na-
rración de una historia amorosa —el anverso y re- Ese texto tan inolvidable a los barranquilleros
verso de la vida, como dice invariablemente Peña- fue suministrado por el periodista y poeta español
Mariano San Ildefonso residenciado en la década
de los cincuenta en Bogotá. Su oficio regular en
* Tomado del libro Peñalosa en Tono Mayor, editado por la
Fundación Nueva Música. Se publica con autorización de su
esos tiempos era escribir comentarios hípicos en
autor. la revista La Meta en la que Juan Danielson, pro-

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 163-167: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
163
pietario de La Casbah, el
bar en que tocaba el con-
junto de Peñalosa, tenía
acciones. No es extraño,
dada la propensión de
Peñalosa hacia las apues-
tas y los juegos, que lo co-
nociera en una de sus vi-
sitas al Hipódromo o en
una juerga del español
San Ildefonso en La
Casbah, el bar de su jefe.

—El caso es que San


Ildefonso sabía que yo era
arreglista musical y, mo-
tivado por ello, me enseñó
varias poesías para que yo
les pusiera música —sos-
tiene Peñalosa—. Me trajo
como veinte, pero sólo me Foto de Enrique García
gustó Te olvidé. Las demás
eran flojongas. la segunda trompeta. Ése es el grupo de planta del
bar El Gong que aparece en la grabación de Te olvi-
El primer paso en la composición fue el de aco- dé como la famosa Sonora Curro.
modar la letra de San Ildefonso al concepto musi-
cal de ritmo de Garabato usando como base unos —Un día en Bogotá me encontré con ese mu-
arreglos musicales jazzísticos. “Demoré varios días chacho Curro Fuentes y me dijo que quería que yo
puliendo la letra, cortando aquí, agregando allá”, le hiciera los arreglos de una música de José Ba-
dice Peñalosa. “Para hacerle los arreglos me ayu- rros —aclara Peñalosa—. “¿Cuanto me cobra?”…
dó un trío de jazz de Panamá que se llamaba Set acordamos mil o quinientos pesos. Yo le hice cin-
Rose Trío. Le pusimos un ritmo muy propio de la co melodías y entonces él ya estaba un poco fallo
Costa Atlántica, alegórico al carnaval de Barran- de plata. Me dijo: “Oye Peñalosa, ¿tú de casuali-
quilla. Yo quería hacer algo que trascendiera. Se dad no tienes por ahí un numerito tuyo? Yo le dije
me ocurrió bautizarlo danza de Garabato y no ‘del’ que sí. Cogí el tambor y toqué toda la letra. Me
Garabato como suele decírsele erróneamente.” dijo: “Hombe, Peñalosa, eso no va. Eso es más lar-
go que el himno nacional, eso no se lo aprende
Si a Nelson Pinedo no lo contrata la orquesta nadie. Bueno, no va, no va.”
española Casino de Sevilla para cantar en La Ha-
bana en 1952, se hubiese convertido, por imposi- —Yo fui a buscar en Bogotá a Alberto Fernán-
ción justiciera de Peñalosa, en el cantante para la dez para que me ayudara a conseguir música y
grabación de Te olvidé. él me llevó donde Peñalosa —replica Curro Fuen-
tes—. Él estaba acostado. Lo saludé: “Hola
A principios de 1953, Peñalosa acepta una nue- Peñalosa, ¿cómo estás? Y enseguida me dijo:
va oferta de trabajo de Juan Danielson. Esta vez se “Cómo voy a estar... con hambre.” Le expliqué que
trata de organizar un conjunto para su nuevo res- necesitaba música y él me respondió: “Tengo
taurante-bar al que le coloca un sonoro nombre: El esto”. Yo creo que le di algo de plata.
Gong. Estaba ubicado frente al Teatro Lux en la
carrera 8 con calle 20 en Bogotá. Peñalosa, fiel a su —Se fue —señala Peñalosa refiriéndose al Cu-
estilo de montar propuestas musicales innovado- rro— pero a la semana volvió por al apartamento.
ras, contrata a un grupo panameño de jazz que se Me preguntó si tenía más. Después me dijo: “Lo
encuentra de paso por Bogotá denominado Set Rose que pasa, Peñalosa, es que tú eres muy fregao.
Trío, al cual se agrega él en calidad de primera trom- Contigo no se puede. ¿No tienes más?... Enton-
peta, y el cucuteño Jorge “Cantabonito” Benítez en ces; ¡graba esa porquería!”

164
un paso sin mucho éxito por
la orquesta de Emisoras
Fuentes de Cartagena, de
donde salió a probar suerte
a Medellín. De allí partió a
Bogotá, en donde fue reque-
rido con urgencia en la gra-
bación de Te olvidé ante la
“voladura” de Tito Cortés.
Era un viejo conocido de
Peñalosa que mantenía bue-
nas relaciones con los mú-
sicos del viejo Magdalena
grande y artífice del contac-
to suyo con Curro Fuentes
en Bogotá.

Lo corrobora Curro al
recordar que estando en Bo-
gotá se acordó que Fonta-
Foto de María Páez nilla —celebre guitarrista,
acompañante durante una
Para Curro, avezado empresario, todo se redu- temporada de Guillermo Buitrago y sus muchachos
cía a una cuestión de estrategia comercial. “Cuan- y colega en los tríos de son cienaguero en que can-
do yo escuché el tema”, afirma Curro, “nunca pensé taba Alberto Fernández— le había dicho que Ra-
que iba a llegar tan lejos. Si le digo a Peñalosa que fael Escalona, el mismo “Tigre” al que después
el tema me gustó me hubiera cobrado en dólares. Peñalosa le dedicaría una canción con ese apodo,
Cuando el disco llegó a Cartagena para las fiestas le había contado sobre el especial talento
novembrinas de 1953, la gente hacía cola para com- compositivo del maestro Peñalosa.
prarlo. Se terminaron los discos disponibles y se
le daba a la gente un papelito para que reclamara El compositor Peñalosa sale al paso cuando a
el disco después. Peñalosa nunca se apareció por alguna persona se le da por relievar de una forma
Cartagena para apersonarse del éxito de su disco. exagerada los meritos de Mariano San Ildefonso:
Yo escuché el disco y me pareció largo. Le dije que “No era ningún poeta. Yo manejaba el idioma me-
lo recortara porque los discos de 78 rpm tenían jor que él, porque yo le cogí muchos errores.” Aun-
sus limitaciones. De dos minutos y medio aproxi- que parezca bravata es rigurosamente cierto, pues
madamente. Te olvidé era para un long play. Pe- Peñalosa siempre ha sido un lector obsesivo y ri-
ñalosa sabía que yo tenía razón. Al final, Peñalosa guroso de literatura, historia y filosofía que se ufa-
me dijo que lo que me había mostrado era la mitad naba de su formación en artes tipográficas, oficio
del tema.” en que se necesitan sólidos conocimientos del idio-
ma español.
Para la grabación del tema se alquilaron los es-
tudios de La Voz de Colombia ubicados en la ca- La aparición de Te olvidé en los carnavales de
rrera 8 con calle 17 en Bogotá. El cantante origi- Barranquilla en 1954 opaca, en ese y en los años
nal de la grabación era el caleño Tito Cortés, pero siguientes, a cualquier otro tema musical. Luchó
ese día, para su infortunio musical, amaneció con en el favoritismo del público con el tema domini-
un perfecto guayabo producto de la parranda de cano Al oscuro, interpretado por Ángel Viloria y su
la noche anterior. Para Peñalosa, Cortés “Andaba Conjunto Típico Cibaeño. Sobrevivió en la década
bastante raro.” Curro Fuentes recuerda que “Es- del cincuenta los embates del mambo y del criollo
taba como en las nubes. Cuando llegó al estudio merecumbé, entrando en el imaginario cultural
nos dijo: ‘No me toquen las alas’.” barranquillero como himno perenne del carnaval.

Por ese episodio, entró de emergente el cantan- En la década del cincuenta la industria disco-
te de Valledupar Alberto Fernández. Había tenido gráfica colombiana no había aún desarrollado el

165
concepto de consumo imponiendo discos
desechables de temporada, por lo que era común
la figuración de una canción como éxito durante
varios años con ventas continuas del tema.
Te olvidé
Tal situación le sucedió a Te olvidé durante la
época de carnaval. La indudable calidad de la can-
Juei, juei, jueijua... ción y su propuesta innovadora de fusionar inteli-
gentemente el garabato con el jazz le confería una
Yo te amé con gran delirio permanente frescura que la convertía, todos los
de pasión desenfrenada, años, en una pieza fundamental para ambientar a
te reías del martirio, Barranquilla en su festividad tradicional. Además,
te reías del martirio la canción presenta valores musicales muy apega-
dos a la historia de la ciudad: la actitud cosmopo-
de mi pobre corazón. lita, la vigencia de criterios innovadores y pione-
Y si yo te preguntaba ros en el desarrollo de la modernidad.
el por qué no me querías,
tú sin contestarme nada En el plano musical, Peñalosa inicia el tema
con un guapirreo muy sentido y pleno de referen-
solamente te reías cias a su ancestro geográfico y a su pasado musi-
destrozando mi ilusión. cal. A continuación, entra la batería con un toque
Te pedí que vinieras a mi lado muy particular de garabato acompañado rítmica-
y en vano tantas veces te rogué, mente por maracas. Lo curioso en la ejecución del
baterista panameño es que no supo recoger, en
que por haberme tu burla ya curado opinión de Peñalosa, el sentido rítmico que impo-
te olvidé, te olvidé, te olvidé, nía el garabato original obligando al compositor y
te olvidé, te olvidé. arreglista a diseñarle un esquema apropiado para
[Viva el carnavá, su técnica musical interpretativa. Ese toque adap-
tado creado por Peñalosa es el que recogen las or-
que vivan los discos Curro,
questas de Joe Arroyo, Checo Acosta, Juan Piña,
que viva la danza del garabato, Juan Carlos Coronel y otras en la década de los
viva el carnavá.] ochenta y noventa como chandé, denominación rít-
De la vida que tuviste mica que no es del agrado de Peñalosa, negando
incluso la posibilidad de su existencia.
al fin sé que te has casado
y ahora ya quien está triste, Tras la introducción rítmica de la canción, en-
y ahora ya quien está triste tra en pleno el resto del combo con el bajo, un
es tu pobre corazón. piano percusivo que apoya a la batería y las trom-
petas que delinean el “riff” o línea melódica, dan-
Y aunque digas que me quieres do paso a los versos cantados por Fernández, se-
yo de ti nunca me fío. guido, tras cada intervención suya, de un diálogo
Y aunque tú te desesperes, responsorial con la trompeta de Peñalosa. Si hay
ahora soy yo quien me río alguna duda sobre las intenciones jazzísticas de
Peñalosa en el concepto general de orquestación,
de tu desesperación. basta escuchar las definitivas referencias que ex-
Te pedí que vinieras a mi lado pone en el solo de trompeta que sirve de elemento
y en vano tantas veces te rogué, introductorio al segmento intermedio de la can-
que por haberme tu burla ya curado ción. Después, se silencia el diálogo de la trompe-
ta y el cantante para irrumpir la voz de Peñalosa,
te olvidé, te olvidé, te olvidé, ronco y emocionado, dando vivas al carnaval y a
te olvidé... la danza del garabato. Nuevamente se reinicia el
diálogo cantante-trompeta hasta el final del tema
que termina dramáticamente con la repetición del
estribillo: “Te olvidé, te olvidé, te olvidé...”

166
No hubo temas en la década del
sesenta y del setenta que alcanza-
ran la popularidad apoteósica de Te
olvidé. A lo sumo alcanzaban la glo-
ria efímera de convertirse en éxito
durante un carnaval, para poste-
riormente desaparecer. En cambio,
cada año crecía la audiencia de Te
olvidé, que igual a Joselito Carna-
val, resucita como ave fénix de sus
cenizas mostrando su esplendor en
la inminencia de la festividad, aco-
gido por el pueblo como el Leitmotiv
musical del jolgorio producto de un
consenso espontáneo: Te olvidé y el
carnaval de Barranquilla son la mis-
ma cosa.

En 1979, la Junta Permanente


del Carnaval hizo un gran desplie-
gue publicitario con el propósito de
convocar un concurso para elegir el
himno del carnaval de ese y de otros
años. La idea era que cada año la
convocatoria produjera un tema que
“reinara” durante la temporada. Pe-
ñalosa entro en franca cólera ante
la propuesta:

—Ya existe —dijo—. Se llama Te


olvidé.
Fotos de Julio Charris

Cortejo fúnebre
del maestro
Antonio María Peñalosa.

167
La danza
en el carnaval de Barranquilla

Carlos Franco Medina

La danza, al igual que la música, la comedia, las les de antaño alegrando los barrios populares; no
letanías y los disfraces, constituyen el elemento existían, en ese entonces, pretensiones de gran-
esencial del carnaval barranquillero, siendo ésta des eventos ni desfiles, sólo se registra “la Bata-
la expresión popular que mayor atención despier- lla de flores” sin la mayor participación de estas
ta en el asistente a los grandes eventos oficiales danzas, y la “Conquista”, evento que se realizaba
del carnaval, o en el habitante desprevenido de el martes de carnaval y donde convergían para
cualquier barrio de la ciudad. simular una batalla. Allí se defendía todo, inclu-
so el vestido; cada danza trataba de arrebatar las
Muchas de estas danzas tienen vigencia en el banderas de las otras y desarmar sus filas. Se
carnaval desde el siglo pasado, como es el caso del celebraba en sitios estratégicos estableciéndose
Congo Grande, que fuera creada en 1876 por Joa- en diferentes lugares como la plaza de la Tenería,
quín Brache, y la danza del Torito, por Elías la plaza 7 de Abril, hoy día parque Almendra, la
Fontalvo en 1878. Existen además otras danzas plaza Sucre (cerca de lo que es hoy el Colegio
como la del Toro grande, la de la Burra mocha, el Salesiano), y desde 1949 en adelante en el Paseo
Garabato, los Negros del Bolívar. La conquista des-
tiznao, la del Ternero, la apareció porque degeneró
de las Lisas, la de los en verdaderas batallas
Goleros o Gallinazos, la campales ocasionando re-
de los Siete colores, la sultados fatales, suman-
del Paloteo, la del Indio; do a esto el desplazamien-
y cumbiambas como el to del carnaval a la parte
Agua p’a mí, los Patu- norte de la ciudad en las
lecos, la Gigantona, el décadas del 60 y 70,
Tanganazo, el Güepajé, cuando toman auge los
Discos Daro. Archivo de Rafael Bassi

los Caracoles, el Páramo grandes eventos oficiales


de las nieves y otras. y desfiles.

Actualmente, mu- ORIGEN Y PROCEDENCIA


chas de estas danzas DE LAS DANZAS
han desaparecido y
otras se han multiplica- El proceso de desarrollo
do, como es el caso de de la Costa Atlántica, la
la danza del Congo, las importancia que toma
danzas de paloteo y las Barranquilla en la región,
cumbiambas, que parti- Carlos Franco baila al son de Pedro «Ramaýa» Beltrán debido a su posición es-
ciparon en los carnava- y Los Cañamilleros de Soledad. tratégica, el rápido creci-

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


168 p. 168-172: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
Foto de Vivian Saad Foto de Enrique García

miento y los factores provocados por las alteracio- las Pilanderas y el Paloteo, que en sus inicios fue-
nes en la naturaleza, como lo fue la gran creciente ra una danza de Hábeas Christi, festividad que
que sucedió en 1916, son las causantes de que perdió vigencia al haber cumplido con su misión
Barranquilla se convirtiera en polo de atracción y evangelizadora; esto condujo a que danzas que se
recibiera a los pobladores de la región, quienes tra- celebraban en tal festividad, como el Paloteo, que-
jeron consigo sus manifestaciones tradicionales, daran sueltas y se integraran posteriormente a los
asentándose en ella y constituyendo los barrios carnavales de la región.
populares. Este proceso contribuyó al enriqueci-
miento y desarrollo del carnaval aportándole di- 4. Encontramos las manifestaciones rurales del
versos elementos etnoculturales de los cuales po- departamento del Atlántico, con danzas caracte-
demos precisar su origen a través de los siguien- rísticas de contenido agrario y vivencias locales,
tes flujos: como lo son la danza de las Mariposas, los Negros
campesinos, los Pájaros o el Imperio de las aves,
1. El proveniente de Cartagena de Indias, don- los Ovejos, los Siete colores, las Camisas, las Jar-
de se realizaron los grandes cabildos interpreta- dineras, que por su proximidad a Barranquilla se
dos por los antiguos esclavos africanos y que fue- desplazaron, algunas de ellas, con mayor frecuen-
ron base para lo que hoy conocemos como la dan- cia y facilidad al carnaval.
za del Congo, el baile Negro y el baile de Casa.
CLASIFICACIÓN DE LAS DANZAS
2. Los provenientes de la depresión momposina, EN EL CARNAVAL DE BARRANQUILLA
con influencia indígena y española, como fueron:
la danza de los Goleros, los Coyongos, los Doce Conociendo las diferentes características que pre-
pares de Francia, las danzas de Indio, las Pilande- sentan las danzas con sus variantes en el canto,
ras momposinas, etc. en la música, en el contenido y en los factores et-
noculturales de los cuales provienen, se han to-
3. Los provenientes del área de la Cienaga Gran- mado como base los elementos identificativos por
de, con influencias mestizas (indio-español) y de afinidad para elaborar esta clasificación, donde se
los antiguos carnavales que se celebraron en la hace referencia a las danzas que existen actual-
ciudad de Santa Marta, que nos aportaron danzas mente en el carnaval de Barranquilla.
como el Caimán, las Maestranzas, los Diablitos,

169
1. Danzas dramatizadas con cantos de tradi- hacen en cuadrillas alrededor de los músicos. Los
ción oral: animales y banderas se desplazan con mayor li-
a) Guerreras. bertad anunciando la danza, y el güiro, que cum-
b) Vestigios agrarios. ple con su función de acompañante. El segundo,
2. Danzas dramatizadas con relaciones: que es el baile de casa, se realiza en la sede de la
a) Caracterización de animales. danza, antiguamente “el Palacio de los presiden-
b) Carácter guerrero. tes” y en la casa de los negros componentes, de-
c) Carácter de laboreo agrario. sarrollando el baile alterno de parejas que es ca-
3. Danzas de representación étnicas. racterístico de los bailes cantados que era inicia-
4. Danzas de carácter cómico. do y terminado por el viejo y la vieja, elementos
5. Cumbiambas. de la danza ya desaparecidos. Este esquema ha
6. Comparsas: sufrido transformaciones a raíz de la participa-
a) Influenciadas por aspectos culturales ex- ción en los eventos oficiales, ya que solamente
ternos. tienen derecho a un estrecho margen de tiempo
b) Basadas en las tradiciones culturales. durante la presentación ante los jurados, sumán-
dose a esto el desconocimiento de las caracterís-
1. DANZAS DRAMATIZADAS CON CANTOS ticas físicas de la danza por parte de los organi-
zadores del carnaval, lo cual trae como conse-
DE TRADICIÓN ORAL
cuencia que no se interprete en su orden lógico
participando los bailadores a la vez.
a) GUERRERAS
Entre las danzas de congo más importante en-
Encontramos las danzas de congo, que son evo- contramos: el Congo grande, el Torito, el Congo
cadoras de las tribus guerreras congolesas. Se reformado, el Toro grande, el Congolandia, el Con-
originaron en los cabildos de los negros africanos go moderno, el Perro negro, el Toro negro, la Gran
que se celebraran en Cartagena de Indias a par- danza de Barranquilla, el Congo caribe, el Espejo
tir del siglo XVI, con motivo de las festividades de de Carrizal, y algunas provenientes del municipio
la Virgen de la Candelaria, de las cuales da testi- de Galapa, como son: el Congo campesino del Atlán-
monio en su memoria histórica y política el cro- tico, el Congo tigre de Galapa y el Congo grande de
nista de la época Joaquín Posada Gutiérrez; po- Galapa.
seen las características de los bailes cantados;
su origen jerárquico está comandado por un jefe b) VESTIGIOS AGRARIOS
o cabeza seguido por un subdirector o segundo
jefe y siguiendo el orden de jefes que sea necesa- Encontramos la danza del garabato, la cual posee
rio en la danza; éstos de acuerdo a su magnitud, vestigios de carácter agrario como lo es el “gara-
son quienes rigen a los negros rasos, y una jefe bato”, elemento utilizado por los campesinos en el
de cuadrilla que comanda a las negras rasas que desmonte. Observa casi las mismas característi-
antiguamente eran hombres vestidos de mujer. cas coreográficas y jerárquicas de las danzas del
Encontramos la cuadrilla de animales (burros, Congo, diferenciándose en el vestuario del hom-
chivos, perros, etc.) que representan el sentido bre, ya que no lleva turbante, y pantalón a media
clánico y totémico-africano, los músicos compues- pierna (moruno).
tos por los cantadores, el tamborero y el guacha-
raquero; finalmente el güiro que no tiene que ir Cabe destacar esta danza como un fenómeno
disfrazado necesariamente y que está conforma- especial: fue creada por el señor José Therán, sien-
do por vecinos y parientes del sector. do eminentemente popular, y luego fue vendida al
señor Emiliano Vengoechea, quien la saca poste-
Desarrollo coreográfico. Observamos dos as- riormente en el Country Club, saltando la expre-
pectos: sión popular de la base de la pirámide social a la
- El baile de calle, o sea la marcha. cúspide, sin sufrir el proceso lógico ascendente o
- El baile de casa. descendente de las expresiones populares, desapa-
reciendo por completo de su medio de origen, “la
En el baile de calle los negros van en filas de clase popular”.
dos desarrollando circulaciones y culebreros y
cruce de filas; las mujeres o negras de la danza lo

170
2. DANZAS DRAMATIZADAS CON RELACIONES danza de indio, de trenza, la danza de las farotas,
provenientes de Talaigua Vieja (Bolívar), vincula-
Estas se caracterizan por tener argumento con da recientemente al carnaval.
parlamento, presentando multiplicidad de temas
como la guerra, la defensa ecológica, el sentido 4. DANZAS DE CARÁCTER CÓMICO
agrario, el sentido dramático, etc. Tienen, además,
un desarrollo coreográfico, que por lo general es Estas danzas poseen un gran sentido pantomímico,
lineal, y su desarrollo musical. como es el caso de la danza de los micos y micas
costeños, selva africana, danza de los diablos ar-
Pertenecen a estas danzas: el imperio de las lequines, quienes hacen alegorías al tema que re-
aves, la danza del paloteo (paloteo mixto, el paloteo presentan.
de Barranquilla, el paloteo pirata) la danza de los
negros campesinos, la danza de los coyongos, la 5. CUMBIAMBAS
danza de los gallinazos (provenientes de
Sabanalarga y Soledad) y la danza del caimán. La cumbia, que no siendo una danza de carnaval
aparece en él, presentando variantes coreográficas
3. DANZAS DE REPRESENTACIONES ÉTNICAS debido a los desplazamientos en los grandes desfi-
les (batalla de flores y gran parada), pero conser-
Al igual que las anteriores, evocan hechos cultu- vando a la vez la tradicional rueda de carácter es-
rales y del medio que son transmitidos de genera- tacionario; los cumbiamberos, al ejecutar las
ción en generación por medio de la tradición oral y bailadas, antiguamente salían por las calles a ma-
familiar; no poseen relaciones o versos ni cantos nera de guachernas, alumbrándose con las lám-
pero su argumentación se expresa y desarrolla, paras de gas, hecho que se realizaba el día viernes
danzada, a través de un esquema coreográfico tra- de la semana anterior a la batalla de flores. Han
dicional que puede presentar variantes; con su sido muy famosas las cumbiambas de los barrios
interpretación musical respectiva, encontramos la de Rebolo, Las Nieves y las del Barrio Abajo.
Foto de Enrique García

171
Actualmente presentan dos
aspectos: uno ajeno a nuestra cul-
tura popular, con tendencia a imi-
tar las elaboradas para los clu-
bes sociales, y otras, basadas en
la esencia tradicional, dando paso
a las nuevas creaciones que ga-
rantizan trascendencia y evolu-
ción de nuestras manifestaciones
culturales danzadas; son carac-
terísticas de esta clasificación las
comparsas: Ventoleras del carna-
val, Fanfarrias del carnaval,
Contratapas, Mestizaje, Naci-
miento de Palenque, y las repre-
sentadas por la Escuela de la
Danza Folclórica de Barranquilla,
como las Marimondas y Negritas,
Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)
el Cabildo colonial y Carnaval.

Es de anotar que paralela-


Entre las principales cumbiambas encontra- mente a estas expresiones danzarías, dinámicas,
mos: la Arenosa, Curramba la bella, el Cañonazo, vitales y esencias del carnaval, se desarrolla el as-
la Candela, la Candela viva, el Cumbión de oro, el pecto social y económico, cualificándose y cuantifi-
Gallo giro, la Revoltosa, la Sabrosa, la Poderosa de cándose la identidad cultural de los moradores de
Simón Bolívar, Brisas de Santo Domingo, Venda- los estratos populares de la ciudad y generándose,
val en Simón Bolívar, Cumbión costeño, y otras. a la vez, el trabajo para los artesanos populares.

6. COMPARSAS A pesar de los factores externos influyentes y


del desconocimiento de sus contenidos y formas,
El origen de las comparsas es proveniente de los se conservan, gracias a la tradición oral y familiar
carnavales venecianos, pero al establecerse el car- y al celo con que sus generadores e intérpretes
naval en América toman características del desa- hacen de ellas. Siendo signo de garantía para su
rrollo cultural de ésta, transformándose de acuer- continuidad la participación de jóvenes y niños
do a las necesidades de expresión local. desde temprana edad.

172
El abc del carnaval de Barranquilla
Vocablos, tÈrminos y definiciones para gozarse el carnaval
sin parecer for∙neo, no hacer el oso y estar en la jugada *

Pepe Enciso

Este “manual de supervivencia carnavalera” no lo de personas que lo rodearán los cuatro días de
encontrará el lector ni en las agencias de viaje, ni fiestas.
en las sillas de los aviones y mucho menos en las *
mesas de noche de los hoteles de Barranquilla. Por
eso, le sugerimos que si va para el carnaval guar- Guardando el espíritu trasgresor del carnaval no
de en su maleta, al lado de sus objetos personales, empezaremos por la letra A sino por la C, puesto
este número de Loft, que en buena hora decidió que con ella no sólo se escribe carnaval, Curramba
incluir este glosario en sus páginas para lecto- y comparsa, sino muchas de las expresio-
res nacionales y extranjeros. nes de esta inmensa “farnofelia”.

Elaborarlo fue fácil, pues- Por ejemplo, carnestoléndico, adjeti-


to que a pesar de que, o gra- vo que califica a todo lo que tenga que
cias a que, el lenguaje costeño ver con el carnaval.
es dinámico y cambiante, el vo-
cabulario del carnaval perma- También congo, una de las
nece incólume, inmutable e danzas más tradicionales del
invulnerable a modas y ten- evento, de vistosa vestimenta,
dencias lingüísticas. turbante y gafas oscuras y
acompañada por disfraces
De modo que, sin pre- de animales tales como
tender invadir los terre- toros, tigres y burros.
nos de Lévi-Strauss,
Roland Barthes y demás Cumbia, ritmo por
semiólogos, ni intentar excelencia no sólo del
escudriñar los laberin- carnaval, sino de toda
tos de los metalenguajes, Colombia. Identifica la
le garantizamos al visi- musicalidad del colom-
tante, portador de esta biano en el mundo y pro-
Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)

edición, un desempeño viene de las poblaciones


decoroso y un desenvol- ribereñas del Magdalena
vimiento apropiado en y sus afluentes.
medio de los dos millones
Cumbiamba se refie-
re al grupo de bailado-
* El artículo se publicó en res de cumbia, y cum-
Loft, n° 31. Esta versión fue biódromo a los cinco ki-
tomada del original del autor. lómetros habilitados en

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 173-176: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
173
la Vía 40 de Barranquilla para los
dos principales desfiles de carna-
val: la Batalla de Flores y la Gran
Parada.

Con C se escribe capuchón, el dis-


fraz del monocuco, túnica de raso con
capucha y antifaz. Tan antiguo como
el carnaval. También la encontra-
mos en coyongo, un atuendo de pa-
jarraco de tres metros de altura y
con un largo pico de madera, cuyo
tableteo va marcando el ritmo de
esta comparsa.

Rendido este homenaje a la letra


C, retomemos el orden lógico y alfa-
bético. Foto de Fernando Mercado

*
*
Con A se escribe Arenosa, La. Junto con Curramba
y Quilla uno de los apodos de la Puerta de Oro. Y Con D escribimos disfraz, para referirnos al atuen-
también arroz de lisa, un pescado seco de río. Se do que religiosamente se usa en carnaval, y dan-
sirve en hojas de bijao, en porciones de 500, 1.000 za, grupo de parejas con disfraz y argumento co-
ó 2.000 pesos y se encuentra en todas las esqui- mún. Las hay de tradición, como la del garabato y
nas de la ciudad. Junto con el sancocho de guandú la del congo, o de relación como las del caimán y
y la butifarra con bollo de yuca, son los reyes de la los coyongos.
gastronomía carnavalera por su alto poder recons- *
tituyente. Si el Mardi Gras de New Orleans tiene
su blackened fish, el carnaval de Barranquilla tie- La letra E la encontramos en expresiones como
ne su arroz de lisa. ¡eche!, muletilla multiuso con la cual el barran-
quillero da comienzo a todas sus frases, por ejem-
* plo: “Eche, pásame el ron”, y ‘erda, apócope y eufe-
En cuanto a la B, con ella se escribe butifarra, em- mismo de otra palabreja menos santa, usada en
butido oriundo del vecino municipio de Soledad. frases tales como: “’erda, qué tronco de disfraz”.
Usted puede comprar un metro o un kilómetro de Ni se le ocurra pronunciar el “usté” cundiboya-
este manjar ensartado como collar y acompañarlo cense, el “ala” bogotano, ni mucho menos el “eh,
con bollo de yuca. ave María” paisa.
*
Batalla de flores, también con B, es el desfile
más importante del carnaval. Se realiza el sábado La F da inicio a fanfarria, que es una comparsa de
y congrega carrozas, comparsas, danzas y disfra- fantasía de lujoso vestuario y espectacular coreo-
ces en el más multitudinario evento de este país y grafía, y farotas, una danza que hace referencia a
cualquier otro. los indios farotos, quienes se disfrazaron de muje-
res para engañar a los lascivos españoles y darles
* muerte.
La Ch da inicio a chévere, vocablo que a estas al-
turas y dada su popularidad en todo el Caribe y el También con F, escribimos fandango, una inter-
mundo, no necesita explicación; en cambio, chandé minable rueda de bailadores de porro.
sí es bueno que el visitante sepa que se trata de *
un ritmo ribereño que invade todos los ámbitos
carnavaleros puesto que Te olvidé, el himno del La letra G encabeza guacherna, ese kilométrico des-
carnaval, lo mismo que el Garabato, se enmarcan file nocturno creado por Esthercita Forero y que
en este género. congrega, el penúltimo viernes de pre-carnaval, a

174
todos los actores y expresiones de dicha fiesta Rezo
alumbrados por faroles. Se originó en el Barrio Ahora mismo Wiston Valle
Abajo. tras un traguito de whisky
les contará con detalle
La gaita, ese largo instrumento de viento extraí- lo que es Mónica Lewinski.
do del cardón y con boquilla de pluma de pavo, que
se hace acompañar de tambora y maracas para Coro
entonar cumbias, y de indudable ascendencia in- Cuando toca el instrumento
dígena, también se escribe con esta letra; lo mis- ella se infla de la dicha,
mo que gran parada, nombre que define el desfile pero pasado el momento
del domingo de carnaval en el cumbiódromo y que entonces vuelve y se espicha.
es el de mayor riqueza cultural de las festividades
*
de Momo.
El vocablo más importante escrito con M es, sin
No podemos olvidar güepa, ese grito que emiten duda, Momo, el verdadero rey del carnaval, mo-
los bailadores de cumbia en pleno éxtasis y que se narca de la burla, el sarcasmo y la ironía, repre-
pronuncia con una interminable e: ¡Güeeeeeeeee- sentado a la manera de bufón y que con los años
eeeeeeeeeepa! Una variante de este término es se ha hecho acreedor a su propio desfile en la calle
güepa je. 17. En cada carnaval, su nombramiento recae en
algún personaje con larga trayectoria en el campo
Aquí incluímos garabato, que se refiere no sólo del folclor y la cultura popular.
a la danza del mismo nombre que escenifica el
triunfo de la vida sobre la muerte, sino también el También con esta letra se escribe morrocotudo,
bastón que portan sus danzantes y que da nom- adjetivo sinónimo de jacarandoso y guapachoso que
bre a la danza. se aplica generalmente a los bailes y fiestas de car-
naval.
Por último, encontramos güandú, sopa de, que
es un potaje, verdadero “levantamuerto”, a base Ni hablar de la palabra millo. Con ella se desig-
de un fríjol parecido a la lenteja, yuca, plátano y na una flauta de origen indígena, fabricada con
carne salada (el coco rayado es opcional), y que rama de corozo y que, junto a la tambora, el tam-
junto con el arroz de lisa y la butifarra constituye bor alegre, el llamador y el guache, constituye el
el menú carnavalero. Le recomendamos no bus- grupo musical por excelencia del folclor costeño.
car ni bandeja paisa ni ajiaco santafereño.
¿Cómo omitir marimonda? Uno de los disfraces
*
más tradicionales y representativos de la recocha
Con J se escribe, nada más y nada menos, Joselito, y la mamadera de gallo carnestoléndica. Su atuen-
ese personaje que resucita cada sábado de carna- do original consistía en los harapos más raídos
val, se rumbea los cuatro días y muere el martes. del baúl currambero, una máscara con grandes
Su entierro, en medio de viudas, amantes, hijos y orejas y obscena nariz, y un pito de caucho llama-
plañideras señala el fin de las fiestas y el verdade- do pea-pea. Su presencia en fiestas y desfiles es
ro comienzo del año para los barranquilleros con sinónimo de desorden e irreverencia.
la seguridad de que, 365 días más adelante,
Joselito resucitará. ¿Y qué decir del monocuco? Vestido de capu-
chón y colega de la marimonda en el arte del dis-
*
turbio y el desorden, este personaje del carnaval
Las letanías, hablando de la letra L, son grupos posee el más rancio abolengo en el reino de Momo
tradicionales que entonan versos acerca de la ac- por su tradición y permanencia en el imaginario
tualidad local, nacional e internacional. No dejan de sus fiestas.
títere con cabeza y, si usted es famoso, resígnese
*
a ser incluido en el repertorio. Los más conocidos
son Los Lenguamocha y Los Turpiales de Tubará. Con P escribimos porro. No, queridos visitantes ibé-
De estos últimos son los siguientes versos, como ricos, no se hagan ilusiones. Si usted pide un “po-
muestra de su lírica: rro” en carnaval no obtendrá uno de esos “cilín-
dricos cigarrillos rellenos de uno de nuestros pro-

175
Unesco a las fiestas de Momo por su invaluable
acervo cultural, la riqueza de sus expresiones y el
valor de sus tradiciones.
*
La R, de ron, da comienzo a relación, danza de. Con
este término se designan las danzas con argumento
que se relata durante su ejecución. Al momento
de su interpretación son estacionarias y, entre
otras, encontramos la del Caimán, la de los Goleros
y el Paloteo. Y por supuesto, también escribimos
reina del carnaval y rey Momo, monarcas indiscu-
tibles, autoridades máximas de las festividades por
encima del alcalde, gobernador, concejo y asam-
blea, y ante quienes barranquilleros, costeños y
colombianos se someten como súbditos incondi-
cionales en el Estado carnestoléndico.
*
Te olvidé, hablando de la T, es tal vez, como lo
Marimonda, acuarela de Roberto Angulo.
mencionamos antes, el número 1 del hit parade
por estas épocas. Himno del carnaval en ritmo de
ductos nacionales”, recibirá más bien un caden- chandé y compuesto por Antonio María Peñaloza
cioso ritmo procedente de las sabanas del Sinú e hace medio siglo. Con innumerables versiones, se
interpretado por bandas de viento y percusión. Con destacan las de Bienvenido Granda con la orques-
P también se inicia pea-pea, ese fastidioso pito de ta de René Touzet, la de Los Blanco de Venezuela,
caucho y sonido flatulento usado por las mari- y muchas más.
mondas en su constante irreverencia. Y Peñalosa,
Antonio María, leyenda musical viviente, autor de No menos importante, con T se escribe Torito,
Te olvidé, el himno indiscutible del carnaval y cuya danza del; junto con la danza del Congo, nació con
frecuencia interpretativa en estas épocas desban- el carnaval y es sinónimo de él.
ca al mismísimo happy birthday del primer pues-
*
to. El maestro Peñalosa, músico exquisito e inte-
gral, es una de las grandes glorias del pentagrama Por fin, llegamos a la Z, y encontramos que con
colombiano. ésta se escribe zafarrancho, sinónimo de desorden,
recocha, relajo, pleque pleque, y coje coje.
No olvidemos pajarito, que no es un ave sino un
ritmo, como la cumbia, el chandé y el porro, pro- Si el lector ha llegado hasta aquí, se ha gradua-
cedente de playones y favorito de grandes juglares do con honores. Es acreedor al summa cum laude
costeños, como Petrona y Totó. y a un honoris causa en el carnaval de Barranqui-
lla, y sólo necesita de los cuatro días de internado
Y por último patrimonio oral e inmaterial de la que La Arenosa, Curramba o Quilla le brindan en
humanidad, merecidísimo título otorgado por la el mes de febrero. Las matrículas están abiertas.

176
En tiempo de carnaval
Unas miradas bizcas
sobre la Barranquilla de mis novelas

Ramón Illán Bacca

Uno de mis más vívidos recuerdos de infancia fue San Nicolás ardía. El cantante logró gritar un: “Pero,
mi primera llegada a Barranquilla, desde mi nati- ché, si yo soy Leo Marini”, a lo que la multitud rugió
va Santa Marta. Acompañado de una de mis tías con un: “Que lo demuestre.” Y entonces nuestro bo-
llegué al sitio del embarcadero de vapores en San lerista interpretó su más emocionada versión de
Juan Bautista de la Ciénaga, donde una vecina Humo en los ojos.
que también iba a Barranquilla me esperaba para
llevarme. Al tercer pitazo de La Veloz, como se lla- Esta escena la describo en Maracas en la ópera
maba el vapor, mi tía me dio el beso de despedida, aunque en Disfrázate como quieras relato un 9 de
no sin advertirme que me iba a suceder lo mismo abril transcurrido en un internado de curas. ¿Cuál
que a mi primo José Rafael que cuando llegaba a de las dos experiencias viví realmente? Ya no me
la place de la Concorde en París gritaba al taxista acuerdo y dentro de la novela todo es verdad.
que se detuviera, se ba-
jaba del vehículo, y ex- UNA CIUDAD
clamaba: ¡Qué bello! Mi SIN HISTORIA
tía añadía: “A ti te pasa-
rá lo mismo cuando veas Desde pequeño se me dijo
el Paseo Bolívar.” Al ba- que al lado de la heroica
jar del vapor y llegar al Cartagena y la hidalga San-
Paseo Bolívar sólo me ta Marta, Barranquilla era
impresionó el edificio una ciudad sin historia, in-
Palma, un edificio con cluso los manuales de ci-
cúpulas, de los que lla- vismo en primaria —des-
man de arquitectura re- pués de hacerle aprender
publicana. Fue una de a los niños el himno de Ba-
mis primeras miradas rranquilla con letra de
bizcas a esa ciudad que Amira de la Rosa que la
algunos años después tilda de “procera e inmor-
sería la mía. tal”—, pasaba de inmedia-
to a decir que en realidad
Era 1948, y también la la ciudad se había funda-
ciudad me recibió conmo- do porque unos vaqueros
cionada con la muerte de de Galapa conducían sus
Gaitán. Una de las anéc- vacas a un lugar que se lla-
dotas que los contertulios maba Barrancas de San
de sobremesa relataban Nicolás para que abrevara
asustados era cuando la el ganado. Esta tesis fue
multitud enardecida in- sostenida y pregonada con
vadió las “Emisoras Uni- orgullo por mucho tiempo.
das” y agarró y zarandeó Los del Grupo de Barran-
al cantante que estaba en quilla, por ejemplo, en sus
el escenario. En ese mo- artículos se jactaban del
mento, la iglesia vecina de Archivo de la Casa del Carnaval
ancestro vacuno.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 177-185: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
177
“Cuando alguien se refiere al origen de Barran- ¿Y cómo fue el incidente con el arzobispo cuan-
quilla siempre se habla de unas vacas y unos pasto- do Cecilia Primera? Esto es imposible de olvidar,
res que en una época imprecisa y en un verano ex- pues ella era aviadora aficionada y llegó a la ciu-
cesivamente cruel buscaron la proximidad del agua. dad desde Bogotá piloteando su pequeño mono-
De este modo se acercaron al agua dulce y al agua motor. La ciudad deliró de entusiasmo y orgullo.
salada y se quedaron. Pero la verdad es que Barran- Haciéndose eco del sentir público fue declarada
quilla no tiene historia”, afirmaba en un artículo en por la alcaldía “Reina de los cielos de Colombia“.
la revista Semana Alfonso Fuenmayor en 1953. Pero no contaban con las fuerzas del orden, y así
fue como hubo una encendida protesta del arzo-
En forma más lacónica, el investigador Teodoro bispo, pues reina de los cielos sólo era la Virgen.
Nichols en su libro El surgimiento de Barranquilla, Se produjo entonces un contra-decreto por el que
publicado en 1954, nos dice: “Los orígenes de Ba- se la declaraba tan solo “Capitana de los cielos de
rranquilla son tan oscuros como famosos los de Colombia”.
Cartagena y Santa Marta... Las circunstancias del
nacimiento de Barranquilla son inciertas.” En otra ocasión y más de acuerdo al sentir del
arzobispo, la reina del carnaval Edith Primera, el
Sin embargo, desde hace pocos años hay una mismo miércoles de ceniza, tomó los hábitos de
revisión histórica en la que se ennoblece la funda- monja y saludaba llena de felicidad a los curiosos
ción de la ciudad. Se dice que ella tuvo su origen que la aplaudían bajo el balcón, algunos de ellos
en ser la confluencia de ciertos grupos marginales todavía con capuchones.
en la estructura colonial: españoles sin oficio, in-
dios galaperos y malambos, indios concertados, es- Y quién puede olvidar aquella cumbia famosa
clavos cimarrones, o sea, un sitio de hombres li- que decía:
bres. Que algún aragonés estuvo por ahí metido
se infiere por la terminación ‘illa’ y por eso es Ba- Era Marta la reina
rranquilla y no Barranquita. que mi mente soñaba,
era Marta la reina
También se preguntan si fue una premonición el la mujer esperada,
poema en el que Juan de Castellanos o Gonzalo Fer- carrusel de colores
nández de Oviedo, un cronista de indias en todo caso, parecía una cumbiamba.
hace al pasar por el pueblo de indios de Galapa y
después pernoctar en un atracadero de canoas. ¿Tuvo Pensamos, mi editor y yo, que si mi última no-
el pálpito de que allí iba a quedar Barranquilla? vela la titulábamos Era Marta la reina sólo los cos-
teños mayores de cuarenta años serían sus lecto-
Los arqueólogos han encontrado rastros de res. Se tituló Disfrázate como quieras, que es más
asentamientos indígenas por debajo de las calles universal, pero el año es el de Marta Ligia Prime-
de la ciudad. La cultura barrancoide, malambo y ra, y entre barranquilleros todos saben a qué año
otras, se asentaron alguna vez allí. Al paso que va, me refiero.
Barranquilla va a resultar más antigua que Roma.
Cuando veo las imágenes del documental Un
TIEMPO DE CARNAVAL carnaval para toda la vida trato de hallar la ima-
gen del joven angustiado que era yo en ese enton-
En esta Barranquilla que me ha tocado vivir y que ces, expulsado de la universidad confesional don-
es el escenario de mis novelas Maracas en la ópera y de estaba y preguntándome cuál sería mi destino.
Disfrázate como quieras, he comprendido con el paso La música de fondo, inolvidable como todo ese car-
del tiempo cierto elementos específicos. Así, hay que naval, tenía la letra retadora que decía: “Los car-
entender que el tiempo no se cuenta en Barranqui- navales de Julieta y que nadie más se meta”, debi-
lla por fechas de años, sino por reinas de carnaval. do a algún incidente entre los organizadores del
carnaval. Ahora sólo lo recuerdan los viejos de la
“¿No hubo un himno en el carnaval de Marvel Luz tribu. ¿No fue también para esos años que con el
Primera?”, me indaga alguien que hace un estudio nombramiento de una reina con atributos muy pos-
sobre la vida de esa escritora, la barranquillera más tizos se puso de moda el merecumbé de Pacho
conocida internacionalmente después de Shakira. No Galán titulado La engañadora?
hace referencia al año, pues supone yo debo saberlo.

178
Y hablando de vejez ya no recuerdo los nombres Recuerdo haber leído con avidez Clarín, un se-
de las últimas reinas y disfruto cada vez menos de manario sensacionalista de la época. Las crónicas
ese carnaval que ya se está convirtiendo en una eran la apoteosis del rumor. Daban cuenta de cómo
feria de las tantas que tiene el país. Para empeo- el vecino al reconocer el capuchón avisó al mari-
rar el asunto el mal humor nacional y la violencia do; de cómo una quiromántica, en esos días pre-
también se han “posicionado” (como se dice ahora) vios, le había leído la mano a ella y le había adver-
en Barranquilla. tido que no saliera de casa; de cómo con ese mis-
mo disfraz el tigre de Bengala había saltado de un
En mis dos novelas con escenario en ella, hay balcón huyendo de otro marido armado. El caso
algunas escenas de carnaval de los sesenta para sirvió para ambientar una radionovela años des-
atrás. Años de cuando era posible encontrar ron- pués, y de ella se han tomado estos datos.
cando en una mesa del Paseo Bolívar al pintor Ale-
jandro Obregón y a la periodista Rosita Marrero, alias Pero si el anterior caso tiene algunos elementos
Nakonia (por la reina de los orangutanes en las his- de la picaresca, no los tiene, o son subsumidos
torietas de Tarzán), sin que nadie les tocara un pelo. por el horror, el impresionante crimen de las tres
También era la época en que los maridos solventes damas, abuela, hija y nieta, muertas a trancazos
sacaban a bailar a sus esposas el sábado y domingo por un joven estudiante de medicina. Afuera, los
de carnaval, pero el lunes lle-
vaban a sus queridas al Patio
Andaluz del Hotel del Prado.
Muchas de las esposas enarde-
cidas los esperaban a la salida
del baile, y la cosa se ponía
como para alquilar balcones.

CARNAVALES SANGRIENTOS

Pero al lado de este anecdotario


simpático estaba el monstruo
acechando. Los más terroríficos
crímenes también se han dado
en estas fechas. En los cuaren-
tas se dio el crimen del capu-
chón rojo que coincidió con la
Archivo de Chila Arévalo

inauguración de un lugar de di-


versiones. El lugar —abierto
como alternativa de la clase
media, crucificada entre los clu-
bes sociales a los que no podía
acceder y los salones populares
que menospreciaba— fue sacu-
dido en un sábado de carnaval Algunos miembros de la comparsa Disfrázate como quieras.
cuando en un lleno de capucho-
nes (que se alquilaban en las
tiendas de la esquina) y cuando la orquesta Aragón picós de las verbenas con su estridencia apaga-
interpretaba El manicero, un marido celoso recono- ban los gritos.
ció en ese capuchón rojo a su bella esposa que esta-
ba aferrada amorosamente a un tigre de bengala. El pez en el espejo, de Alberto Duque López, fue
una novela inspirada en ese crimen. En una com-
El cornudo sacó su Walter PPK (¿por qué esa posición polifónica en la que se oyen las voces de
arma de dotación alemana? Lo ignoro.) Los tiros las víctimas y el victimario, el autor trata de expli-
mataron a la mujer y a su tigre. Esto “malditizó” el car la profunda motivación de los crímenes. El re-
sitio, que nunca pudo convertirse en el rendez- sultado, un tanto consabido, explica el caso por
vous de la clase media que aspiraba ser. un complejo de Edipo mal planteado. Como el au-

179
tor publicó la novela antes del juicio al asesino, país. Que esa actitud estaba respaldada por la clase
no registró las audiencias con un abogado defen- dirigente barranquillera, lo ilustra la anécdota del
sor que se desmayaba por insuficiencia de azú- gobernador Eduardo Carbonell Insignares (1951-
car, y que atendían, con puñados de caramelos, 1952). Este funcionario conservador al saber que
un ejercito de enfermeras uniformadas con tocas el gobierno central iba a enviar un destacamento
blancas. Ni tampoco registró la presencia de los de la policía chulavita, una policía ferozmente
locutores de las cadenas radiales que transmi- politizada y sanguinaria, cercó el aeropuerto con
tían el juicio, mientras preguntaban al público si el ejército, no dejó salir al contingente y los envió
el debate tenía “cañaña jurídica”. En la plaza cada de regreso al interior. La ciudad respiró aliviada y
cual daba su versión de lo que en realidad había el agradecimiento colectivo acompañó al goberna-
ocurrido. Tales lances le hubieran enriquecido el dor hasta su muerte.
tema. A lo último, hubo vasos comunicantes en-
tre la novela y la realidad. Uno de los abogados No son éstos los aires del presente. La ciudad,
leyó apartes de la novela de Duque López en el desde los finales de los años setentas, con la llega-
juicio, y el acusado amenazó al autor porque, se- da de la llamada “bonanza marimbera” arroja un
gún él, había ofendido a su mamá. Un entreverarse índice de violencia tan alto como, Bogotá, Medellín
entre novela y realidad. y Cali. En mis novelas hay miradas nostálgicas
hacia la Barranquilla que se fué y un hondo temor
En esa relación muerte-carnaval, los basurie- hacia el que se vive y se espera.
gos muertos a palo por celadores de una universi-
dad para vender a precios módicos los órganos ex- EL DIAGNOSTICO DE LOS SOCIÓLOGOS
traídos a los cadáveres, es una historia de horror
que está en busca de autor. En una conversación informal con algunos soció-
logos, éstos me hablaban de la necesidad de darle
También, y en el reverso de la medalla, se dan a esta charla lo que denominan un “marco teóri-
las muertes “carnavalescas”, como la de “Figuri- co”. No se me ocurre otra cosa, sino dar algunas
ta”, el pintor amigo del Grupo de Barranquilla, especificaciones que rompen con las característi-
quien murió un sábado de carnaval desnucado al cas comunes que se dan en todas las ciudades.
caerse de una carroza en la que había desfilado
disfrazado de reina de Bolivia; o la muerte de Víctor Durante mucho tiempo Barranquilla miró hacia
Manuel García Herreros atropellado por un carro afuera y no hacia el interior del país, porque la ciu-
de mula en una batalla de flores mientras recitaba dad se realizaba con el esfuerzo de una burguesía
en alta voz versos de Cátulo en latín. nativa perspicaz y unos extranjeros de todas las lati-
tudes. Así, vivíamos las ondas de las radios que en la
LA CIUDAD PACÍFICA QUE DEJÓ DE SERLO misma banda local sintonizaban a la Cuba pre-revo-
lucionaria y sus grandes orquestas (la orquesta de
El barranquillero era pacífico y gozón. Un colum- las Chicas Méndez en los veintes, y la orquesta Aragón
nista nos recordó, con orgullo, que en la guerra de con sus dolly sisters en los cincuentas) un país desde
los Mil días el líder liberal Rafael Uribe Uribe estu- donde nos venía hasta la moda para los zapatos de
vo en la ciudad haciendo un llamamiento a sus los albañiles, como el zapato de dos tonos y tacón
copartidarios para que se enrolaran en su ejérci- cubano. También se trasmitían los últimos hits mu-
to. Esperaba mil voluntarios, sólo acudieron ocho. sicales de Norteamérica, y los datos sobre los batatazos
El general, airado, les recriminó diciéndoles que de Baby Ruth encabezaban los titulares de los perió-
tenían horchata en las venas. Tenían sangre pero dicos. La Prensa publicaba las primeras historietas
no tenían vocación para la guerra, nos aclaró el en colores los sábados. Buck Rogers en el siglo veinti-
columnista, y concluyó: “Los pudientes se fueron cinco inspiró a José Antonio Osorio Lizarazo a escri-
para Inglaterra y Norteamérica y al volver intro- bir su Barranquilla 2132, la primera novela de anti-
dujeron el fútbol y el béisbol. Los demás se escon- cipación escrita en el país. Había el constante arribo
dieron, pero matarse, no mi general.“ de extranjeros de todas las latitudes y religiones: eu-
ropeos, árabes, chinos y hasta hindúes en algún mo-
La piedra de toque de ese temperamento fue la mento. Casi todos con capitales de aventura. Pacífi-
violencia política que del 48 al 58 incendió al país. cos y avenidos árabes y judíos, chinos y japoneses,
Barranquilla fue un oasis de paz y un refugio para alemanes e ingleses le daban una fisonomía propia a
los desplazados de la violencia en el interior del la ciudad. Recuérdese que en los cincuentas, la mi-

180
tad de la población ex- UNA CIUDAD DE
tranjera del país estaba POCOS LECTORES
en Barranquilla.
A diferencia de los aho-
Para bien o para ra lejanos cincuentas,
mal sus conexiones con ya no hay libros de
los elementos cultura- Vargas Vila, y muy po-
les que constituían cos de Nietzsche, en las
nuestras característi- ventas de los sardineles
cas nacionales eran del Paseo Bolívar. Hay,
más débiles, quiero de- como siempre, textos
cir, la gramática, la ur- escolares, códigos de
banidad y el catolicis- toda especie, nuevas
mo. En esta ciudad se leyes, lo consabido.
conjugan muy bien los Foto de Fernando Mercado
verbos, y las eses que En resumen, en es-
se comen en la conversación se corrigen en la es- tas ventas callejeras no se encontrará ninguna sor-
critura. Pero a su vez, en ese momento de princi- presa, sino lo que se pide en el mercado escolar.
pios del siglo veinte, los barranquilleros estaban Podría decirse que hay una tendencia a desesti-
dispuestos a aceptar todos los extranjerismos, mo- mular las bibliotecas privadas. Los jóvenes no es-
dismos y jergas, sin atender los reclamos de los tán comprando libros; la solución que se está dan-
gramáticos. Ni Cuervo, ni Caro, ni Suárez, eran do es la de fotocopia, que por definición es algo que
muy populares y mucho menos leídos. De hecho, no se conserva.
la fuerte presencia alemana y norteamericana en
el comercio e industria imponía sus palabras de En las librerías de la carrera 53, que están agru-
germanía. padas en una acera como solución providencial en
esta Barranquilla de largas distancias, la casi uná-
La informalidad y la familiaridad con los desco- nime respuesta es que la sección de libros que más
nocidos, el tuteo igualitario era todo lo opuesto a vende es la de “superación y autoayuda”, siendo los
las reglas de urbanidad de Carreño. Lo coloquial y gringos Deepak Chopra y los mexicanos Carlos
el trato casi familiar era lo dado. Aunque hay que Cuauhtémoc Sánchez y Miguel Ángel Cornejo los más
aceptar que también hubo su exceso. Sin embar- vendidos. Estrategias para triunfar, del último de los
go, para las familias patricias los buenos modales citados, está arrollando. La otra sección que mueve
eran un símbolo de diferencia. Y la clase media me- la caja registradora es la de esoterismo, aunque me
lindrosa también encarecía la lectura de Carreño. negué a profundizar ese dato. Pero puedo anticipar
Todavía recuerdo a mis vecinas victorianas laván- que la venezolana Connie Méndez, y no madame
dole la boca con jabón a su sobrino porque había Blavatsky, es la que encabeza las ventas.
cantado ante ellas aquella guaracha que decía:
No hay librerías de viejo, ya es imposible conse-
Te lo vi, guir Raquel, la judía, una novela que endulzó mis
te lo vi. quince años. El escritor Jairo Mercado refiere la anéc-
No lo escondas dota de cómo, al ir al partido Perú-Colombia en el
que te lo vi. Metropolitano, llevaba un libro recién comprado muy
caro. Al salir, se dio cuenta de que lo había olvidado.
(No estoy seguro, pero creo que la composición Alguien le dijo: “Devuélvete a buscarlo”. No podía
es del barranquillero José María Peñaranda.) creerlo: había habido sesenta mil espectadores, pero
su libro estaba allí intacto esperándolo.
El catolicismo fue durante mucho tiempo la re-
ligión oficial que reunía más gente que otras ex- No logré ni que los integrantes de la comparsa ni
presiones religiosas; pero el protestantismo, la san- los dueños de los estaderos de nombre “Disfrázate
tería, o la condenada masonería, también tenían como quieras“, me compraran mi novela del mismo
una fuerza y una presencia mayor que en el resto nombre. Alguien me dijo que si hubiera acompaña-
del país. do el libro con un cd de las canciones que menciono
en él me hubiera ido mejor en las ventas. Estoy

181
rumiando esa idea, pero ya se sabe que en la mayo- De cómo se da la presencia de Barranquilla en
ría de las veces aquí no hay reediciones de los libros; mis novelas Maracas en la ópera y Disfrázate como
en el mejor de los casos, se fotocopian. quieras les corresponde decirlo a los críticos. So-
bre Déborah Kruel, mi otra novela, hay un consen-
La ciudad de Barranquilla ha sido vista en las so de que se desarrolla en Santa Marta, aunque
novelas en diversas formas. Entre las que más me en la novela eso no está explícito. Pero alguien en
han interesado, se halla la ciudad esotérica que estos días me dijo: “Son personajes que están en
retrata Abraham Zacarías López-Penha en La des- otro escenario pero hablan como barranquilleros.”
posada de una sombra (1903), en la que la prota- Estoy rumiando el concepto.
gonista se enamora de la proyección ectoplasmática
de uno de sus admiradores. Llena de digresiones De todos modos, en estas novelas el escenario
teosóficas, la novela se hunde en un mar ocultista es Barranquilla, pero hay capítulos que se desa-
y con una ciudad irreconocible rrollan en Hamburgo y en Shangai. Un Shangai
que conozco a través de aquellas películas de los
Más cercana en el tiempo es la novela El cadáver cuarentas producidas por Pandro S. Bergmann,
de papá, de Jaime Manrique Ardila (1978). El argu- como Expreso a Shangai o El esplendor de Shangai.
mento se desarrolla en su totalidad el martes de car-
naval. El protagonista, al amanecer, asesina a su padre No creo que la Barranquilla de mis novelas sir-
enfermo asfixiándolo con una almohada en el hospi- va para una guía de turismo.
tal. Después él y su mujer esquizoide salen disfraza-
dos de marimondas y casi son linchados. Él va ense- Alguien me habló de “los jardines caníbales” de
guida a Pradomar y allí tiene un encuentro sexual en la ciudad no como un refugio de los enamorados,
la playa con un negro fornido. Posteriormente, se dis- sino como los que algunos excéntricos —pienso
fraza de mujer, va al Country Club y trata de seducir en el pianista Bob Prieto— cultivaban con flores
al suegro. Por último, al enterrar al padre, se encuen- carnívoras de unos colores intensos y bellísimos
tra que el cadáver ha desaparecido y ha sido que al mediodía eran un recreo para la vista. Por
remplazado por piedras en el féretro. Al final de la la noche producían un hedor impresionante mien-
lectura, abrumados, dan ganas de gritar un ¡basta! tras se abrían y arrojaban los cadáveres de los in-
Tengo que reconocer que no lo hice, sino que le pro- sectos atrapados durante el día. Tal vez ésa sea la
puse al autor que se escribiera otro libro con el titulo mejor imagen de cómo miro esta ciudad, que amo
de Regresa el cadáver de papá. y doy miradas bizcas.

Disfrázate como quieras


Ramón Illán Bacca

El secreto de ser aburrido es decirlo todo. Voltaire de todo ya le había tocado acostumbrarse a ese ruido.
Era Marta la reina / que mi mente soñaba / era Marta la ¿No había escrito una carta abierta a El Nacional pro-
reina / la mujer esperada, / carrusel de colores / parecía testando por esos atentados a la tranquilidad de los
una cumbiamba. Rafael Mejía Romani, Cumbia
ciudadanos cultos y lo único que se había ganado era
[ sobre el mar, 1963.
Piensa lo peor y acertarás. Mi tía Queta que el presidente de la comparsa del Congo Grande lo
hubiera señalado como enemigo del carnaval? No, lo
Capítulo uno que le había hecho tirar el block al suelo y asomarse al
EL MUERTO SE LLAMABASAVONAROLA balcón fue que le diera de pronto como un presenti-
miento extraño, un susto inopinado. Descubrió que todo
I eso no era tan gratuito al percibir esa figura informe,
que correteaba por la vecina azotea del Hotel Alhambra.
El profesor Clemente Narro suspendió la escritura en Lanzó un juramento cuando cayó en la cuenta de que
su antigua máquina de escribir Remington. La música no podía ver sino bultos borrosos, pues sus gafas se le
que venía del Salón Carioca era ensordecedora. Sin habían roto y que sólo después del miércoles de Ceniza
embargo, no era eso lo que le había distraído; después le entregarían unas nuevas. Así pues, se empezó a es-

182
ra. Estaba atónito y tem-
blando. A su vez se pre-
guntó: ¿Cómo había podi-
do bajar la larga pared lisa
del vitral que cubría varios
pisos del hotel? Se sintió
pávido. Los restos del
cuerpo del animal sacrifi-
cado eran la única demos-
tración de que lo ocurrido
había sido real.
Tomó la bocina del te-
léfono con el propósito de
llamar a la policía. Pero —
y dudó en ese instante—
¿qué iba a decirles? ¿Y si
llamara a la administra-
ción del hotel? Dudó de
nuevo; además, sus rela-
ciones no eran cordiales,
pues sus sucesivas quejas
por los gritos de las lavan-
Archivo de Chila Arévalo
deras al colgar la ropa en
tirar los párpados y esforzar la vista para tratar de ver la azotea le habían clasificado como un vecino proble-
algo a través de la neblina de su avanzada miopía. El mático. No, no podía exponerse a una respuesta burlo-
cielo estaba especialmente estrellado. Es la noche de la na. Ahora en el Carioca sonaba una tambora a la que
Máxima Constellatio en el calendario cátaro, recordó el sin querer acompañó mentalmente en sus estruendo-
profesor. sos y primitivos golpes. Por un instante el asustado
El bulto, aún borroso, se acercó al centro de la azo- profesor volvió a ser el erudito y conocido antropólogo
tea y se hizo más perceptible. Era un disfrazado, con internacional “el Schliemann del trópico”, como lo ha-
un ropaje que no podía tomarse exactamente como ca- bía bautizado la prensa local.
puchón y en la cara no tenía una máscara, sino como Volvió al presente y a su susto. El alba encontró
un tatuaje. De todas maneras, era difícil detallarlo pues despierto al profesor sin haber podido pegar, un solo
la figura se movía dando saltos por toda la azotea. ¿Es- segundo, los ojos.
taba bailando? En ese momento se alcanzaba a oír el
tema Era Marta la reina, el éxito de la temporada. Pero II
no era eso lo que bailaba, pues las vueltas del extraño
tenían algo de acompasado pero sin el ritmo de la mú- Sócrates Bruno Manos Albas, un juez instructor, apo-
sica que se oía. Era algo que podría calificarse de litúr- dado sin embargo como el Inspector, por su parecido
gico. Esforzó más la vista; el ropón parecía como de con Spencer Tracy en una película de los años cuaren-
chamán con su corona de plumas; o un brujo indíge- ta, madrugó ese martes de carnaval a la oficina. (En
na. Tendría que consultar su Enciclopedia Británica o realidad todo el mundo lo conocía como Bruno, y tan
su colección de revistas del Museo Antropológico. Des- sólo los íntimos como Sócrates. En su firma ponía una
pués de todo, podría ser una original creación para una discreta “S.” que algunos despistados suponían signifi-
comparsa del Country Club, bromeó para sí el profe- caba Spencer.) No había podido dormir ni un solo ins-
sor, que deseaba quitarle misterio al asunto. Pero sus tante pensando que el jueves le darían el resultado del
pensamientos fueron bruscamente interrumpidos cuan- laboratorio, y aunque el médico especialista le había
do el desconocido sacó de algún lado un inmenso cu- dicho que la cosa no era para alarmarse, él supo desde
chillo mata-ganado. “¿Se irá a inmolar?”, pensó horro- el primer instante que sí era grave. No quiso decirle
rizado el profesor. El arma refulgió con luz propia, y que ese movimiento dubitativo de la cabeza al leer las
acto seguido, de un bulto en un rincón, y que no había primeras pruebas era más que elocuente. Siempre ha-
distinguido antes, sacó un pequeño animal dormido. bía pensado en la muerte como un inmenso témpano
¿Cuál? En ese momento no pudo precisar pues, de un de hielo más allá del horizonte, pero en esa duermevela
tajo seco, el disfrazado lo mató. Acto seguido, y ante el de la noche anterior lo había visto, blanco y gigantesco
horror creciente del único testigo, se roció todo el cuer- deslizarse enfrente y allí transformarse en la clásica
po con la sangre mientras entonaba preces en un idio- figura del sudario blanco con brazos sarmentosos diri-
ma al parecer indígena. gidos hacia él. Pero la catástrofe no había venido sola;
El profesor cerró la puerta del balcón y se refugió en su amante, Marta Larissa, se había ido; peor aún, se
la pieza. Por la ventana ojo de buey alcanzó a ver una había fugado con otro. No era una pelea más con esa
deformación grotesca antes de que desapareciera la figu- joven rica y mimada. ¿Qué era? El horóscopo del día

183
no avisaba ninguna crisis. Además, él era Acuario y entrevistas. El carnaval se volvía cada vez más cosmo-
ella Tauro, ¿no eran dos signos compatibles? ¿Alguno polita. Ya frente al hotel, una burda imitación de la
de sus caprichos amoroso? ¿Y cómo es él? El informe Alhambra, encontró que había un pequeño público
de Robespierre Vaquero, su secretario —a quien había agrupado frente a los dos leones de piedra de la puerta.
puesto a indagar—, reposaba sobre su mesa sin haber Mientras ordenaba despejar la zona a dos policías, con
sido leído. Decidió llamar al profesor Narro, el profesor rastros de la juerga de la noche anterior todavía en la
de historia de ella y su confidente. Para eso tenía que cara, pensó en su herencia oriental por el lado de ma-
madrugar a la oficina, encerrarse y hablar por teléfono dre y la que su otra familia se había dado a la tarea de
sin moros en la costa y no como en esa pensión barata, borrar. ¿Sería posible que todo lo que le quedaba fuera
donde cada palabra era registrada por los demás in- su afición a las películas orientales con María Montes y
quilinos. la memorización de los mejores cuentos de Las mil y
Se sorprendió cuando al llegar encontró en la puerta una noches? ¿Sólo eso, a pesar de que hasta los cinco
del juzgado a un grupo de disfrazados, una comparsa años su abuelo lo llamaba con el nombre de Mustafá?
árabe, que al verlo corrió a su encuentro. Estaba enca- También quedaba su afición a la comida árabe, placer
bezado por un hombre disfrazado de Sherazada, y en que se daba recortando pagos en su estrecho sueldo y
quien reconoció al gerente del Hotel Alhambra. En for- comiendo en El Trípoli todos los fines de semana. Aho-
ma atropellada éste le contó que esa mañana al tocar en ra, mientras observaba los arabescos de los mosaicos
la pieza 301, para el tinto mañanero cortesía de la casa, del corredor, se preguntó si esa admiración por los cuer-
no había habido respuesta, por eso, y temiendo lo peor, pos masculinos no tendría algo qué ver con esa carga.
tumbaron la puerta para encontrarse con el espectáculo “Oh, árabes, os he dicho que la mujer es lo que más os
de dos cadáveres. El del hombre correspondía a una per- conviene pero vosotros sois tercos”, había resaltado en
sona madura y el de ella al de una mujer todavía en sus su libro Arabian Nights leído en ingles, y en la traduc-
papeles. Así por encima parecían muertos de bala, pero ción de Richard Burton. En realidad había subrayado
lo más extraño eran los disfraces. Él, con una sotana de las frases aledañas, pero no pudo engañar a Marta
monje, y ella con una máscara muy extraña. Claro que Larissa, quien le hizo notar que con frecuencia lo que
se había dado la orden de no tocar nada, pero usted, se quería destacar se dejaba en blanco. ”Soy una in-
señor inspector, sabe cómo son las mujeres, y Zunilda, vestigadora de la historia, recuerda”, le dijo en medio
mi mujer, en un descuido ha trapeado el piso porque no de la discusión. Podía preguntarse si el mismo hecho
soportaba el mal olor, pero de todos modos vengo a ur- de haberse enamorado de ella y su figura andrógina,
gir a la autoridad para que haga el levantamiento, o lo no fuese parte de esa confusión. “Tiene más triángulos
que se necesite, pues el negocio bastante perjuicio que que curvas”, la había definido José Rafael Hernández,
va a tener con este asunto. el dueño del Bar-bar-O. Sin embargo, se sentía libre de
Bruno decidió no seguir prestándole atención, sino culpa; no era ningún heterosexual por disciplina, no ha-
que ordenó a su secretario entrar al carro del gerente bía tenido sino pecados veniales, como él haber perdido
para ir rápido al hotel. Más pálido que nunca y acucio- adrede el maratón intercolegial por quedarse admiran-
so como de costumbre, hizo lo pedido y cargó con la do las espléndidas nalgas del corredor del Colegio Pascal
máquina de escribir y su sempiterno manual de proce- o el haberle llevado durante un año, todos los miércoles
dimiento. Tenía al parecer dudas muy fundadas sobre sin falta, historietas de aventuras al efebo que trabaja en
los conocimientos de su superior. la cafetería de la universidad. Ése era su orientalismo.
Mientras recorrían las calles adormecidas de ese ¿Justificaba el que Marta Larissa lo abandonara y lo cam-
martes de carnaval, “La danza de la muerte” se atrave- biara por ese sujeto de quien ignoraba hasta el nombre?
só frente al vehículo mientras, moviendo rítmi- Y no se puede decir que no había intentado
camente las guadañas, cantaban: combatir esas malas tendencias. ¿No se ha-
Estaba la calavera bía hecho un tratamiento con el sicoanalista
sentada en su butaca, Ricardo del Grial? ¿No había experimentado
vino la muerte y le dijo: el nuevo tratamiento de los sueños induci-
¿Por qué estas tan flaca? dos? Bajo hipnosis se le decía que pensara
Estaba empezando a cambiar de ánimo y en el muchacho de la cafetería y después a
sentirse un tanto divertido, cuando una figura aca- esa figura se le iba, mediante palabras estimula-
paró su atención. Era un hombre cuyo disfraz consis- doras, contorneando una figura de mujer. Los cabellos
tía en una peluca compuesta de cintas de máquina de se alargaban, aparecían senos, los pómulos eran los
escribir. Reparó en el tipo. Esa cara la había visto en mismos pero ahora con una boca de un rojo subido.
alguna parte. No alcanzó a observarlo con más detalle Pero cuando volvió a ver al efebo en la cafetería, sintió
porque el vehículo lo dejó atrás, pero sí vio cuando el una llamarada por dentro que tuvo que reconocer que
extraño se metió en un callejón lateral. Quiso retroce- era de deseo. A pesar de que invocó a la figura de la
der, pero la severa mirada de Robespierre le disuadió. mujer de sus sueños, el remezón no se le quitó. En defi-
De repente se le hizo la luz. Claro, era el poeta ruso nitiva, el tratamiento no caminaba. Peor fue cuando al
Evtuchenko, una especie de embajador volante de su conversar informalmente con su médico, y preguntarle
país. El mismo que había cancelado su recital en esos por su apellido, aquél le comentó que se debía a Ber-
días, y que los diarios tanto habían destacado en sus nardo del Grial, un cruzado cuya tumba estaba en

184
Carcasona, Francia. hombre joven, moreno, alto,
—¿Y tú sabes de quién era delgado, de pelo lacio y gafas
descendiente el caballero Ber- doradas que ocultaban unos
nardo? ojos azules que contrastaban
Ante la negativa de Bruno con su color prieto, el coro en-
vino la revelación: tonó un:
—De los reyes merovingios. Gloria et laus
—¿Y qué hay con eso? —se et honor tibi sit
atrevió a preguntar un Bruno Mientras él cantaba, veía
perplejo. cómo el joven sacerdote adop-
—Nada menos que estos re- taba una actitud de profundo
yes eran los descendientes direc- recogimiento y movía los labios
tos del hijo natural de María como en una oración. Detrás de
Magdalena con Jesucristo —fue él, Andrés Bello, un bogotano
la respuesta. apodado Bellum por su lengua
Bruno no volvió más al trata- viperina, rezongaba: ”Nos han
miento. ¿Se quedaría con sus traído un místico”; más adelan-
proclividades, malas tendencias te lanzó su dardo: “¿Y por qué
y presuntas sexo-escapadas? le estamos cantando un mote-
No pudo contestarse porque te de la misa del papa Marcelo?,
en esos momentos el gerente ese tipo es muy negrito para lle-
abrió la puerta de una habita- gar a ser siquiera obispo.” Bru-
ción y el par de cadáveres se hizo no no le contestó, sino que miró
presente ante sus ojos. de hito en hito a ese ejemplar
Ya Robespierre estaba to- de la raza chibcha y se devol-
mando datos y el aún no se re- vió a sus oraciones.
cuperaba del todo. Ese hombre, Foto de Claudia Cuello (El Heraldo) Al día siguiente, y durante
con un tiro en el ojo, un dardo la misa de ordenación de un
sobre la tetilla izquierda e indicios de haberse tomado nuevo sacerdote, todos los del internado voltearon la
la botella de vino Château Lafitte que estaba sobre la cabeza cuando la viudita de enfrente, La Señora Tenta-
mesa de noche, además de estar revestido con un há- ción —como había sido apodada—, entró a la capilla.
bito de fraile capuchino, era Savonarola, su prefecto de Su fragancia, inolvidable, era el componente más in-
disciplina en el seminario. La mujer era la dueña de tenso de la intranquilidad que desataba. El coro ento-
Arcana y Esotérica, un almacén de objetos de santería naba el motete: “Tú eres sacerdote hasta la eternidad,
muy conocido. Tenía una máscara veneciana y un tra- según la orden de Melquisedec.” Todo muy elevado, pero
je como de china inmigrante en el Brasil, de esos que con la viuda alegre (Cleopatra, Popea y Mesalina que
se veían en las telenovelas brasileñas que la televisión ella las reunía a todas), la causa de todas sus mastur-
—recién inaugurada— presentaba a todas horas. No baciones —con la palma desnuda, las ensalivadas en
pudo hacer nada, sino sentarse anonadado y ver a su el glande, la danza del derviche—, desapareció la onda
secretario demostrar su eficiencia. Al terminar el le- espiritual y apareció la fragancia del pecado. Miró va-
vantamiento y salir, como en una nube, encontró que rias veces atrás, y de pronto hizo algo insólito, se salió
todavía la comparsa danzaba en un corrillo mientras de la banca donde estaba y fue donde la viuda alegre a
cantaba una variación del estribillo: entregarle el folleto donde estaba la antífona que se
Astaba la calavara cantaba. Al observarla de cerca, juzgó que ese vestido
santada an sa bataca... de seda nunca había estado mejor puesto pues revela-
Durante el regreso estuvo silencioso y meditabun- ba lo caderona y apetitosa que estaba, y que ella dis-
do. No le respondió a su secretario cuando éste le pre- frutaba con el sufrimiento de todo el internado. Su pelo
guntó un “¿Cree que son varios los asesinos?”, seguido rubio estaba recogido hacia arriba y su cuerpo destila-
de “¿Cómo pudieron concitar tanto odio?”, y un “¿A ba una fragancia divina llamada Narciso Negro. Por eso,
quién querían matar, a él o a ella?” No le respondió en el momento en que el nuevo sacerdote se sentó en el
sumido como estaba en sus cavilaciones. altar, de cara al público, con las manos vendadas y
Muchos años atrás, e interno en el seminario, el perfumadas de óleo y mirra para ser besadas, Bruno
padre prefecto los reunió y les dijo: “Va a llegar el padre siempre tuvo superpuestas, en el recuerdo, la imagen
Jerónimo Carazúa, mi reemplazo por unos meses”, y del joven levita y el perfume de la pecadora.
paso seguido les ordenó formar filas. Cuando se desta- Bruno fue interrumpido en sus recuerdos al frenar brus-
có en el umbral de la puerta del salón la figura de ese camente el vehículo ante la puerta del Centro Cívico.

185
LIBROS

Disfrázate como quieras:


la Historia como vértigo y crucigrama

Adalberto Bolaño Sandoval*

petite histoire noire de la Costa Caribe colombiana


B ACCA L INARES , Ramón Illán, Disfrázate como
desmitificada, bajo la que existe un argumento com-
quieras, Bogotá, Seix Barral, Planeta plejo y ambicioso porque en ella desembocan la vida
colombiana, 2002, 205 p. de politiqueros y ricos de provincia, tahúres, madamas
con sus prostitutas, travestis y homosexuales, ex-
Para Ramón Bacca Linares la Historia no está llena tranjeros nacionalizados y el trasfondo de dos gue-
de dolor y temblor sino de dimes y diretes. La litera- rras mundiales. Allí donde otros escritores elaboran
tura representa ese cajón de sastre donde el escritor historias mastodónticas como Timoty Mo y su Una
toma hilos de cualquier color y grosor y los teje des- posesión insular, Roberto Bolaño con Los detectives
de una perspectiva bizca, llena de humo(r), salvajes, Mempo Giardinelli y su Santo oficio de la
pastelazos y encandilamientos, yendo de lo barroco memoria o Ricardo Piglia su Respiración artificial, Ra-
a lo chévere —como él mismo se encarga de reiterar món Bacca, por el contrario, en Disfrázate como quie-
en sus cuentos y novelas—, entre aventuras y tex- ras realiza un abigarrado caleidoscopio de persona-
tura de video y cine, teñidos de un aire entre Mar- jes ambivalentes y ambiguos mediante 203 páginas,
cial La Fuente Estefanía, un Marcel Proust trepi- pues las historias cruzadas con más de 15 persona-
dante junto a una Corín Tellado desleída y un Borges jes principales y no menos de 20 personajes secun-
que se quedó entre los tres chiflados y Cabrera In- darios, confluyen en un argumento que se crece con
fante. espíritu de árbol de muchas ramas y raíces. Bacca
no quiere contar nuevas historias épicas con rego-
Con Disfrázate como quieras (2002) su ímpetu de deos y morosidad descriptiva ni dramatizar tragedias:
contador de historias retoma el impulso de los últi- prefiere melodramas en contextos históricos de to-
mos años —que muchas veces el autor querría verlo nos bajos donde los personajes se busquen a sí mis-
rubricado en el inasible “éxito”—, comoquiera que mos —o se olviden—, quitándoles parte de su
la Eafit publicó sus cuentos de El espía inglés (2001), faramalla existencialista y cualquier búsqueda
la Universidad del Norte la edición completa de su cognoscitiva. Aquí cobra sentido uno de los epígrafes
compilación de la revista Voces (Ediciones Uninorte, de la novela, el de Voltaire, cuando dice que “El se-
2004), y antes de ellos sus ensayos Escribir en Ba- creto de ser aburrido es decirlo todo”, aunque a veces
rranquilla (Uninorte, 1998), sin contar sus primeros no se cumpla siempre. Elipsis, tramas y explicacio-
relatos Marihuana para Goering (1980), Señora Ten- nes insinuadas mediante narraciones indirectas con-
tación (1994) y las novelas Déborah Kruel (1990) y tribuyen a evitar un texto de mayor volumen —que
Maracas en la ópera (1996), y sus Crónicas casi his- sería algunas veces necesario para ilustrar no sólo al
tóricas (1990), libros que dan cuenta de un espíritu lector sino para degustar su prosa.
alegre, burlón e investigador.
Con el fondo del carnaval de Barranquilla, bajo
Disfrázate como quieras es una novela posmoder- la mirada de un testigo excepcional al comienzo, el
na en la que, tras la excusa de diversos asesinatos, profesor Clemente Narro —uno de los alter ego del
se recrean venganzas personales, tribales y políticas, autor—, miope más que bizco, que por su misma
es decir, familiares, pero en realidad, contiene una mala vista dilata los interrogantes de la intriga, ob-
serva de manera borrosa los asesinatos de Jeróni-
*Profesor y editor de la Universidad del Atlántico. mo Carazúa, alias Savonarola, y de Mécoro Montes,

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


186 p. 186-191: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
peregrinar de los personajes de Bacca es libresco
y cinematográfico, más de quietud de estudio y pan-
talla que vivencial. Coinciden en la ironía, en la bur-
la a la academia y a los académicos, en fin, a la
cultura letrada. La literatura del desplazamiento ya
no busca lo cosmopolita sino fusionar lo regional, lo
local y lo mundial, en un diálogo que busca la hibri-
dez y la desentronización, rehaciendo y coloquia-
lizando la cultura que llega al Caribe, canibalizando
bruñidamente, a través de un ritmo proliferante, en
el que el novelista se solaza ladinamente.

Para llevar a cabo esa novela posmoderna, desde


la noción de metaficción historiográfica (concepto in-
troducido por Linda Hutcheon), Bacca Linares, a tra-
vés de los cambios de punto de vista, del juego y la
parodia, el collage y la mise en abyme, se burla de la
“historia oficial”, y de su lenguaje, proponiendo una
historia secreta en la que se encuentran personajes
ficticios y reales (Peter Schultze-Craft, “Figurita”, el
Cabellón Álvaro Cepeda Samudio, el poeta
Evutchenko, Ramón Vinyes, Carlos Angulo Valdés)
y la historia silenciada o tergiversada en que los
ilustres patricios son mostrados con sus desafue-
ros y debilidades, en una biografía que desdra-
matiza sus hieráticas figuras.

Desde los nombres de los personajes (Narro, el


“Schielmann del trópico”, Bruno Manos Albas,
Larissa, Marta Larissa, Marta La Noche, Robespierre
Vaquero, Ricardo del Grial, Jerónimo Carazúa (¿alu-
mientras el asesino huye por el tejado del hotel. Al sión a Vicente Sarasúa, cronista de Barranquilla?),
fondo, y por muchos días sonará el tema “Era Marta Hipólito Carías, cruce de Zacarías López-Penha e
la reina”, como un Leitmotiv que genera más de una Hipólito Farías, Göering Bermúdez Díaz Granados,
asociación entre personajes y narradores. Justamen- Freud Silvestre, Amadís de Gaira, Agamenón Rosa-
te, la novela es una red de asociaciones y homena- do, Marta Gilda Fanti Carrizosa, Andrés Bello,
jes, de juegos y chistes personales, resultado de una Dumitru Cioran y Mircea Negrescu, para solo men-
concepción de la literatura híbrida, excéntrica y cionar unos cuantos nombres) hasta los nombres
abierta, que comienza en Barranquilla, pero que se de locales comerciales o lugares non sanctos, tie-
ramifica de la misma manera que la memoria. A di- nen un aire de carnavalización constante. En igual
ferencia de Déborah Kruel y Maracas en la ópera, don- sentido, el título de uno de los capítulos, “Atridas y
de el espacio regional es la base de la historia, con Altapuyas”, que juega con el cruce greco-guajiro, el
algunos fogonazos de viajes temporales que se re- nombre de Infante de Lara Müller o de “Reflexiones
cuerdan sin muchos detalles, Disfrázate como quie- ante la única página leída de Sören Kierkegaard”,
ras abre más fronteras: Bruselas, Madrid, Berlín y muestran un autor con una imaginación libérrima
Shangai, entre otras. y socarrona, que se manifiesta mediante un barro-
quismo lúdico, y, por ello, también hacia algunos
Esta novela hace parte de esa literatura latinoa- excesos.
mericana contemporánea de los fracasados y del des-
plazamiento (interior y exterior), ecos de los Henry Hay una lucha entre lo alto y lo bajo, un home-
James, Edgar M. Forster, James Joyce o Joseph naje a la cultura popular, al cine mexicano y a las
Conrad, quienes, como en la actualidad Pedro Juan divas norteamericanas: Luis Buñuel, Greta Garbo,
Gutiérrez y Alberto Fuguet, para mencionar sólo al- Rita Hayworth y Marilyn Monroe aparecen y se re-
gunos, hacen de la literatura un exilio escritural y flejan en un largo espejo intertextual donde surgen
temático. Pero a diferencia de Los detectives salvajes la burla y la erudición de tipo borgiano a ritmo de
de Bolaño, o Los impostores de Octavio Gamboa, el bolero o mambo. De esta manera, algunos de los

187
personajes femeninos reencarnan o preceden a las Jano, sólo que Ramón Bacca a esos dramas grie-
estrellas norteamericanas. La máscara, la música, gos les devana las contradicciones existenciales y
el Caribe y la mamadera de gallo forman parte de la las desmitifica. Como en el personaje narrador de
autorreflexión literaria, como cuando escribe la novela El cadáver de papá, de Jaime Manrique
Nakonia en su columna, dando la clave compo- Ardila, y en la propia poesía de éste, la homose-
sicional: “A veces me confundo porque el escenario xualidad es registrada como un fenómeno oculto.
y la acción parecen de tragedia griega, pero cuando Mientras Jaime Bayly o Pedro Juan Gutiérrez ha-
se echa el cuento termina uno empleando una jerga cen de lo bi o de lo homosexual una performance
de película mexicana”, p. 157), pero, además, retoma donde la identidad sexual es un anzuelo de atrac-
los juegos lingüísticos y homenajea a muchos escri- ción comercial, en Bacca Linares es presentada
tores, como a Augusto Monterroso, cuando titula el como fenómeno de incertidumbre y dudas en Ma-
capítulo “De cómo logré deshacerme de quinientos nos Albas. Se trata de expresar con pudor lo que el
libros”, que servirá más tarde de pista para ubicar miedo interior no deja traslucir. Criaturas fraca-
al asesino de Mécoro y Savonarola. sadas, estos personajes se cubren con el secreto y
la discreción, con un supuesto pequeño melodra-
Pero es también el cuestionamiento de la tradi- ma que podría significar una situación trágica si
cional manera de narrar, de sus códigos, para mos- se atienden las ideas de Roland Barthes en Frag-
trar, aunque no extremadamente, el acto escritural: mentos de un discurso amoroso (Siglo XXI, 1991, 41)
supuestos archivos, cartas, artículos, monólogo in- para quien el discurso poético es el “discurso de la
terior, en fin, un editor o transcriptor que hace des- Ausencia” en el que el personaje oscilaría entre
aparecer al narrador en tercera persona, ambigüe- “los brazos levantados del Deseo” y “los brazos ex-
dad del punto de vista, pero por sobre todo, se trata tendidos de la Necesidad”, choque del que surgiría
de darle primacía a las voces de los personajes, por- la conciencia trágica, entre lo que se aspira y lo
que se trata de una obra donde la descripción da que se niega, entre la libertad y su negación. Ellos,
paso a la acción en la que importa más las vicisitu- como Hamlet, se preguntan por su ser insatisfe-
des de los personajes que su entorno. Existe, sin cho, su disyunción y su papel en el drama, anti-
embargo, la conciencia de que la novela es también héroes de una tragedia rebajada a comedia. El
el lugar del artificio, de una maleabilidad metaficticia autor prefiere la libertad de Marta Larissa, quien,
que necesita ser reordenada, de manera que el no- novia de Manos Alba, lo traiciona repetidamente y
velista apela a un lector activo, quien se ocupa de elige a Heleno Rufino para casarse, en una afir-
los diferentes mecanismos re-creativos, para rearmar mación de su sexualidad.
y conjugarlos.
Bruno Manos Albas recuerda en mucho, por su
La muerte de los dos personajes arriba mencio- aire de intelectual e investigador, al inspector Lotton
nados conlleva otros homicidios y, con ello, desta- (transformando fonéticamente el nombre del actor
par una pasado que se supone un tiempo superado, Charles Laughton), quien por su cultura y humor,
pero detrás están los rencores y las venganzas. Como se mueve entre lo culto y lo sarcástico en La cabeza
en Déborah Kruel o Maracas en la ópera, se trata de perdida de Damasceno Monteiro, de Antonio
una visión histórica descentrada, periférica, de pe- Tabucchi. La larga sombra y cita de san Juan de la
queños episodios del acontecer regional cuyos per- Cruz en la que se pregunta por “la oscura noche del
sonajes, oligarcas venidos a menos, extranjeros u alma” cae sobre el bisexualismo no declarado de
oportunistas nacionales, crean sus fortunas a san- Manos Albas, en el que también se perpetúa el in-
gre y fuego, y se ven abocados a huir, merced a si- cesto por su relación sentimental con Marta Larissa.
tuaciones familiares-sexuales. La novela representa Como en otros autores de la Costa Atlántica, como
personajes ambiguos en los que subyace la necesi- Héctor Rojas Herazo, Márvel Moreno, Gómez Jattin
dad de encontrarse a sí mismos. Algunos revelan o García Márquez, el tema hace parte de la estruc-
los conflictos morales de la escisión contemporánea tura mental y cultural de la región, aunque Ramón
del yo, con sus problemas de género en una socie- Bacca lo presenta de manera más sutil.
dad pacata. Tal el caso de Savonarola y Manos Al-
bas, que no logran responderse sus interrogantes Lo que se observa es una literatura-coctel en la
respecto a su identidad sexual —y menos acerca de que las capas históricas son permeadas por las di-
los otros. ferentes voces y acciones, modos y estilos. Se pre-
senta, de igual modo, una especie de regodeo técni-
Ésta es una novela délfica donde la máscara es co y verbal en el que la historia es sobrepasada, abru-
una metáfora que oculta el enigma de Edipo, el de mada por la estructura narrativa. (En carta que di-
Electra, Eros y Cibeles y destaca las dos caras de rige Göering Bermúdez a Sócrates Bruno Manos Al-

188
bas puede encontrarse una explicación al respec- bas, pero esa propuesta tampoco cobra sentido
to: “No fue fácil poner en orden la confusa historia sino como un añadido pesimista. La coexistencia
que Rosario Cerelda contó llena de digresiones, ala- del final con otra interrogación no funciona com-
ridos, malas palabras, paréntesis e interpolaciones pletamente.
que hacían de su exposición un verdadero cruci-
grama”, p. 80). La reordenación de los hechos, las LA HISTORIA EX-CÉNTRICA
analepsis o vueltas al pasado de los personajes
principales, sin embargo —especialmente en los Disfrázate como quieras coincide en muchos elemen-
dos o tres capítulos finales, la interpolación de tos con Respiración artificial, de Ricardo Piglia, pues
datos extensos que pudieron sintetizarse y utili- se quiere descifrar el mensaje secreto de la historia,
zarse antes— restan algún interés a la intriga y al para lo cual, como dice Piglia (Casa de las Améri-
final, que concluye difuminado, como una sonata cas, La Habana, 2000, 22), se apela a estructurar el
a la que se le alargaron los últimos compases. relato como investigación, “como modo básico de
darle forma al material narrativo” para leer —agre-
Quizá una de los problemas estructurales de la ga Fornet en el prólogo de la novela— “en la vida de
novela sea el de develar la identidad del asesino los otros las claves de un enigma histórico” (23).
poco después de los dos tercios de la novela y am- Fueron Raymond Chandler y Dashiell Hammett quie-
pliar las vivencias del inspector Manos Albas, con nes convirtieron la historia policial en un fresco so-
lo cual la intriga decae, como sucede también en cial y de la corrupción, y años más tarde, novelistas
Déborah Kruel, al agregar otras “versiones” de al- como Paco Ignacio Taibo II, Mempo Giardinelli,
gunos personajes. Osvaldo Soriano, Rubem Fonseca, Tabucchi,
Gamboa o Manuel Vásquez Montalbán tomaron el
Con la muerte de Manos Albas sucede igual que género como excusa para experimentar una novela
con el fallecimiento de Funes, el memorioso, en el negra encargada de mostrar una conciencia históri-
cuento del mismo nombre de Borges, lo que hace ca ex-céntrica, retrato de otra historia, de zonas ba-
surgir las siguientes preguntas: funcionalmente, jas y élites corruptas. En Triste, solitario y final So-
¿existía la necesidad de que muriera?, ¿era cohe- riano desarrolla un homenaje a Chandler, al Gordo
rente con sus vicisitudes? Innecesaria también la y el Flaco, y a la vez, realiza un recorrido detectivesco
carta de Bellum, en el último capítulo, que dice que nostálgico como vuelta de página a los padres del
adelantó igual investigación. ¿Agrega algo? Tal vez género, especialmente a Chandler.
que todo llega atrasado, y que la investigación fue
una “trampa” que aceleró la muerte de Manos Al- Mientras la novela de Piglia muestra su sistema
de autoconstrucción y
autorreflexibilidad narra-
tiva, recontextualiza y ho-
menajea a Borges, Witold
Gombrowicz, James Joyce,
Roberto Arlt y a Kafka, pro-
pone nuevas lecturas
ensayística de ellos para fi-
jarlas como una respues-
ta más certera a los des-
afueros de la Historia, y,
Archivo de la familia Dugand Renowitzky, 1965

además, traza los


correlatos que persiguen
los destinos de una nación
que se traiciona a sí mis-
ma por dar la espalda a
propuestas centradas y
ventajosas para su desa-
rrollo, Disfrázate como quie-
ras registra la historia
como parodia y melodra-
ma, resultado del caos y la
fragmentación y dibuja un
mundo variopinto donde la

189
inmigración, la movilidad y la disgregación social inconfesos de tener relaciones con otros hombres.
llegan a su punto apocalíptico con sus últimos re-
presentantes, como también se observa en Cien Otra coincidencia es la disfunción eréctil de Je-
años de soledad, Respirando el verano, En noviem- rónimo Carazúa, Savonarola, y la impotencia de In-
bre llega el arzobispo y Celia se pudre, de Rojas fante Lara Müller, las que, de alguna manera, los
Herazo, así como en algunos cuentos y en la nove- conducen a su propia muerte. Este último, como
la En diciembre llegaban las brisas, de Márvel Mo- Bruno Manos Albas, son hijos adoptados que pasa-
reno. Sólo que en Bacca el tono y las búsquedas ron por la falta de un padre cierto y responsable.
son distintos, porque sus personajes son absorbi- Aún más, Clemente Narro, padre de Infante de Lara
dos por lo cotidiano y ellos lo aceptan como un acto Müller, llega a encontrarse con José de la Trinidad,
de derrota natural, mientras en Piglia sus persona- padre de Bruno en España como voluntarios de la
jes aspiran a convertirse/ser en historia. A diferen- guerra civil española. Igual puede decirse de la bús-
cia de Déborah Kruel y Maracas en la ópera, acá la queda incesante y obsesiva de Gunter Müller por
historia tiene un peso menos fáctico. Larissa, desde Alemania, China y Barranquilla, para
saber que ésta era Marta Gilda Fanti-Carrizosa, bús-
El episodio donde Ramón Bacca “roza” la histo- queda de fantasma como la que emprende
ria —según su visión literaria— es el de la muerte Savonarola por Mécoro Montes y la de Infante Lara
de Gaitán, que transcurre en el colegio de curas, Müller por Marta La Noche. En otro aspecto, la ma-
durante los estudios de Bruno. Mientras la narra- dama Ma Mère del cabaret La Folie, sito en
ción autobiográfica de García Márquez Vivir para Shangai, es una repetición de Emma Bonaplata
contarla mantiene tintes épicos en la que el adoles- en el Shangai, que mutatis mutandi, adoptará otro
cente de la época se ve implicado vivencialmente en nombre en francés, Le Chat Noir. La hija de Gunter
el suceso, en Bacca los curas y adolescentes viven Müller, finalmente, se llamará Marta Larissa, en
la historia desde la ventana, para terminarla de des- homenaje a sus dos —en realidad una— obsesio-
viar hacia un sótano —ejemplo concreto de la com- nes. Porque se trata, en el fondo, de repeticiones,
prensión irónica del autor. de un pequeño círculo vicioso, eterno retorno que
mitifica los fenómenos cotidianos. Los personajes
Pero en un mundo donde la historia debe girar lo de Bacca son actantes de una trama que parece
caótico y lo disperso, se encuentra lleno de sime- repetirse, con el objetivo de reiterar su ambigüe-
trías y de dobles —sin su señor Hyde. Para empe- dad y dobles acciones no realizadas. En el caso de
zar, no hay un döppleganger ominoso como en la las muertes casi al mismo tiempo de Göering
novela gótica. Los dobles en Disfrázate como quieras Bermúdez y Brunos Manos Albas, el destino los
son reflejos o complementos de los personajes prin- cita también en el otro mundo.
cipales. Goering Bermúdez, como Bruno Manos Al-
bas, son intelectuales en ciernes, que gustan de de- De esta simetría hace parte la declaración de
terminados autores. Bruno se identifica también Bermúdez cuando lo interrogan acerca de la sombra
con la cosmovisión pesimista de Goering cuando en que vio en el techo del hotel donde fueron asesina-
una de sus cartas afirma que “el alma humana es dos los dos personajes, y responde que en ese mo-
un arcano” (77) y el juez acepta por su parte, iróni- mento se escuchaba “Era Marta la reina”, cuyos com-
camente, que la “única compañía permanente en pases le recordaron a Vivaldi (22). Al final de la no-
este mundo es el mal y la muerte. Se sonrió para sí vela, un detective bogotano y excompañero de Bru-
mismo, ahora también estaba impregnado de los diá- no Manos Albas, de nombre Andrés Bello, alias
logos de los filmes que veía este joven juez al otro Bellum, después de revelar su función de espía y de
lado de la luna” (78). Y coinciden más adelante, encontrarse vestido como un monje, en los momen-
cuando Bermúdez traslada su labor a su secreta- tos del mismo asesinato, indica que se escuchaba
rio, para que sea éste quien administre la justicia, “un aire que dicen es tradicional de las sabanas de
mientras él lee literatura e historia durante esos Bolívar, pero que a mí me recuerda a Vivaldi” (202).
ocios buscados a propósito. El secretario de Manos En la misma declaración Bermúdez habla de una
Albas es también quien realiza las diligencias judi- extraña pareja cuando se encontraba en el restau-
ciales mientras aquél lee otros manuscritos. rante, caracterizada “por su aura de soledad” (20),
al tiempo que Bellum habla de la calle setenta y dos
Donde se diferencian es en el enfoque sexual por- “con un aura de soledad impresionante” (202).
que a pesar que Manos Albas reconoce un “alma
gemela” en Bermúdez porque no ocultaría “que su No llama la atención sólo esta repetición de situa-
novia supiera de sus aventuras amorosas” (19), su ciones, sino que algunos personajes y el mismo narra-
aceptación es parcial porque a él le interesa, ante dor confluyen en estilos parecidos. Puede verse en la
todo, esconder su naturaleza sexual y sus deseos declaración de Göering Bermúdez que, a pesar de es-

190
autonomía literaria,
sino de un juego inter
e intratextual que sus-
cita —que reitera— el
sentido palimpséstico
descubierto por la crí-
tica desde los años cin-
cuenta, y, con ello, la
creencia de que la lite-
ratura es un juego de
guiños y enigmas, una
especie de novela poli-
cíaca cultural, poten-
ciación de citas —pro-
pias y ajenas— que
van de la cultura popu-
lar —cine, música, ra-
dio, televisión, con sus
protagonistas— a la
Archivo de Chila Arévalo
“alta cultura” a través
de una superposición
tar en primera persona, se conduce como un narra- y tejido de capas, cuyo “efecto cebolla” (Barthes)
dor omnisciente, por sus digresiones y aclaraciones: trasluce las nociones de mestizaje, en un ir y venir
juguetón, en un tono de comedia que ha vencido a
Después me dediqué a lo mío, usted sabe, La No- la tragedia. Se crea, así, una galería variopinta e
che, por negra, bonita y con sus atuendos que ter- irónica, llena de sarcasmo donde la imaginación
minan en esos tacones stilleto que la hacen ver más carnavaliza, libera y pone en juego y burla a la
inmensa, es lo más suculento del momento. (20) (…) política y mitifica la nostalgia, arrincona la memo-
Usted sabe, el hotel es tan sólo la ruina de un pasa- ria, dándole corporeidad histórica sin dejarse atra-
do esplendoroso: escaleras con las losas partidas, par por el archivo, urgiéndola para que muestre la
un ascensor asmático, un patio de leones con un otra historia.
surtidor seco, unas piezas que evocan refinamien-
tos orientales pero que ahora están divididas por Pero detrás se encuentra siempre el trabajo inves-
tabiques delgados para aprovechar el espacio (…) tigativo, los datos que, amonedados, son sometidos
Ahora esas piezas dejan entrar todos los chasqui- a una inteligencia que los criba y adapta al lenguaje
dos, susurros, ruidos del spring, golpes del portero ficticio. Se echa en falta —aunque progresivamente
indicando que se ha acabado el tiempo, algunas ha mejorado— una revisión de la sintaxis, de erro-
bofetadas, algún lloriqueo... (21) [destacado mío]. res gramaticales y alguna que otra repetición. Por lo
demás, en Ramón Bacca el carácter especular de su
La oralidad aparentemente en este caso no permi- narrativa, del ser o no ser, los conflictos de identi-
tiría esos detalles, pero puede excusársele que quien dad y de la otredad, la teatralidad de los gestos, el
declara es también un juez que conoce la importan- esconderse detrás de la máscara, las intrigas y los
cia de los detalles, lo cual haría improcedente seña- secretos, las citas y autocitas, conducen a un crisol
lar las expresiones destacadas, pero precisamente en de razas y de letras, de cultura popular, a unas his-
Disfrázate como quieras borrar las fronteras narrati- torias ocultas, de dimes y diretes, pero que revelan
vas, yuxtaponer voces y presentar el discurso del y una seria investigación para afirmar, una vez más,
de lo Otro como parte de la disolución posmoderna, el carácter de objeto estético y de collage de la litera-
hacen parte de ese sistema irónico y autorreferencial tura, dándole una apariencia surrealista, de liber-
que se propone el autor. No hay centro ni autoridad: tad en la que una conciencia lúcida recrea sus ob-
sólo la hibridez, el borrar las fronteras, manifiestan sesiones y las vuelve humor y gracia trepidantes.
una concepción periférica de la novela. Una literatura caribeña que no tiene parangón algu-
no en Colombia por su carácter desmitificador y bufo,
En Ramón Bacca hay una novela dentro de la pero sobre todo, escrita con la gran responsabilidad
novela, una serie de cajas chinas que permiten de una mirada oblicua que se burla de sí misma,
pensar no sólo en una literatura del vértigo, de la entronizando su fruición, para regocijo de todos.

191
CUENTO

Un viejo cuento de escopeta

José Félix Fuenmayor

Petrona, la mujer de Mar- surada, pero sentando lue-


tín, llegaba a la ciudad — go su marcha en ese inal-
el poblado con sus mora- terable y moroso paso de
dores, anticipándose a la burro que crea en nuestros
realidad que un día debía campesinos la pachorra y
ser la llamaban ya ciu- quizás la ensoñación.
dad—. Llegaba Petrona Petrona miró alejarse la
montada en burra. Un burra, la siguió con los ojos
cajón a lado y lado del si- hasta que, al pasar de la
llón, el espacio entre ellos calle al callejón, la esqui-
rellenado con esterillas, na se la tragó lentamente,
mantas y almohadas. En- de orejas a rabo. Entonces
cima, Petrona. Dos mozos se apretó la frente con las
la escoltaban, a pie, el manos, como para hundir-
uno adelantado como se muy adentro todo un pa-
guía y el otro detrás, em- Facsímil de la nota de prensa que inspiraría este cuento sado del monte que acaba-
puñando un garabato, y que marca los inicios de la literatura urbana en Colom- ba de abandonar, y entró
la burra lo sabía. bia, y que Huellas se enorgullece de ofrecer como resuelta en su ahora de la
Ante una casa grande, autentica primicia a los estudiosos de las letras nacio- ciudad. Con paso menudo
de paredes de ladrillos y nales. (El Promotor, n° 1.291, Barranquilla, sáb. 6 de y ágil se dirigió a la casa;
mar., 1897, p. 3. Fondo de Prensa del Archivo Histórico
techo de tejas, el guía se del Atlántico.) Ver la nota completa en la pág. 88 de esta
recorriéndola en todas sus
detuvo y su parada se co- edición de Huellas. AMM partes, la reconoció minu-
rrió a la burra y al del ga- ciosamente y empezó a dar
rabato. órdenes que hacía cumplir
—Aquí es, niña Petrona. de inmediato.
En el sardinel aguardaban una mujer y un mu- Más tarde se presentó Martín a caballo. Traía atra-
chacho. El guía no los miró, ni parecía haberlos vis- vesada en la silla vaquera una herrumbrosa escopeta.
to; pero mientras bajaba cargada a Petrona, dijo: —Válgame Dios —dijo Petrona—, no debiste traerla.
—Ella es Juana, la cocinera, y él es Eugenio, su —No sé —dijo Martín—, iba a dejarla pero me de-
hijo, para los mandados. Ella tiene las llaves. volví a cogerla. No sé.
De pie en el suelo, podía ver mejor que Petrona Bajó del caballo y lo amarró a la reja de una ven-
era una viejita bajita, delgada, de apariencia muy tana.
débil. Era huesudo, delgado y tan alto, que al lado de su
Donde la puso el guía se quedó, quietecita, se pen- mujer, daba la impresión de que podría metérsela en
saría que esperando a que la llevaban en brazos como un bolsillo de su chaquetón.
a una criaturita. —No me gusta que te la hayas traído.
Los mozos quitaron el relleno del sillón, lo entre- —A mí tampoco. No sé.
garon a Juana y saltaron sobre la burra: el uno cayó Martín conocía muy bien la casa pues la había
en el sillón y cruzó las piernas; el otro en el anca, y inspeccionado cuidadosamente antes de comprarla.
sus pies casi tocaban tierra. Con la escopeta en la balanza pensó un rato y fue
—Adiós, niña Petrona. Que Dios la conserve en a dejarla en un rincón del último cuarto y volvió a la
salud. sala donde Petrona, en una mecedora, quietecita, mi-
El garabato dio una picada. La burra sacudió las raba la pared.
orejas, torció el cuello tratando de echarle un reojo —¿Qué hiciste con la escopeta?
al garabato, y arrancó, en el comienzo un poco apre- —Allá la puse. Un cuarto entero para ella sola, el

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


192 p. 192-196: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
último. No le eché llave a la ces, con un gesto igual al de
puerta. Puede que así sea, Petrona en el momento de des-
pues dicen que hay ladrones. aparecer la burra, se apretó la
—¿Robarse eso, Martín? frente y se enterró en sí mismo
Bueno, será lo que Dios quie- al pasado, un pasado de espe-
ra. Siempre te digo que la bo- ranzas realizadas que ambos
tes, pero hago mal porque yo sepultaban en un presente sin
tampoco me atrevería a botar- ilusiones, como un muerto en
la. Será lo que Dios quiera. un muerto.
Allá, en la finca, adquirió Después de cincuenta años
Martín esa escopeta de un de vida montuna, un día Mar-
modo muy simple aunque ex- tín dijo a Petrona:
traño. Un desconocido se la —Me compran todo esto.
propuso a cambio de una car- ¿Qué te parece?
ga de yucas. Mal negocio, Mar- —¿Tú qué dices?
tín lo vio de una vez; pero lo —Me gustaría venderlo.
hizo. Su mujer se disgustó. —¿No te hará falta?
—Eso no sirve para nada, —No, Petrona. He pensado
Martín, es una mugre. ¿Por que trabajar de necesidad es
qué aceptaste el cambalache? ir en camino a alguna parte;
Mirando, mirando lejos, por que esa parte adonde uno va,
donde el extraño se fué con la trabajando, es el descanso y
carga de yucas montado en un creo que ya hemos llegado.
burro, Martín contestó: «No sé, —Verdad, Martín. Yo tam-
no sé». bién he estado preguntándo-
—Bótala de una vez, Martín. me hasta cuándo y para qué.
Martín cargó con la escope- Vende.
Foto de Fernando Mercado
ta y, como si la botara, la echó —¿Y para dónde cogemos?
al fondo del cobertizo destinado a las herramientas, —Para la ciudad.
materiales y trastos viejos de la finca, y allí quedó Y ya estaban aquí, con casa propia y sobra de di-
olvidada por mucho tiempo. Mas un día Martín la nero para atender sus gastos.
halló a su paso, casualmente, y observó que estaba Petrona se dedicó activamente a la organización
hundida un poco en el suelo de tierra apisonada, don- de la casa y en pocos días estableció un orden do-
de había caído cuando la tiró. méstico, encargó a Juana de su ejecución; y sin des-
—La escopeta se ha hecho una especie de nicho cuidar la vigilancia general pasaba las horas enteras
por sí misma —fué a decirle a su mujer—. Eso pare- en una mecedora de bejuco, dando el frente al patio
ce un milagro de santo. de arena blanca, limpio, sombreado por dos almen-
—Cómo se te ocurre, le increpó Petrona indigna- dros. Su mirada se desvanecía en un espacio inexis-
da. Decir eso es un sacrilegio. Los vellos se me han tente, en un tiempo perdido donde la extinguida rea-
erizado. lidad de su vida en el campo renacía convertida en
Martín sintió que a él también se le erizaban los ensueños, y el viejo Martín, al parecer olvidado por
vellos. completo de la finca, se levantaba muy de mañana,
—Bótala, Martín, bótala. sacaba una silla al sardinel y sentándose con su ta-
—Sí, voy a botarla. baco en la boca, contestaba el saludo de las gentes
Pero la escopeta continuó allí, y otra vez fue olvi- que pasaban y con quienes siempre estaba dispues-
dada, como lo había sido antes, como ocurrió ahora to a hablar si le daban conversación. Cuando el sol
en la ciudad. La preocupación por la escopeta apare- calentaba se iba a estirar las piernas, calle arriba,
cía fugaz pero intensa; un fusilazo muy lejano que hasta la esquina que se tragó al caballo y a la burra.
también podría significar muy hondo. A veces se hacía tragar él mismo y doblaba subiendo
—Vengo por el caballo, señor Martín, anunció una tres cuadras hasta una tienda donde se acostumbró
voz desde afuera. a comprar sus tabacos.
—Está bien, llévatelo, dijo Martín, saliendo a la Cierta vez que hacía allí su provisión llegaron dos
calle. sujetos, quienes después de saludarlo se apartaron
Sin perder tiempo, el que llegaba desató la bestia a hablar entre sí, y Martín oyó que repetían la pala-
y, montando, tomó el mismo camino por donde se bra escopeta. Martín los miró de lado con descon-
fue la burra. Martín estuvo mirando hasta que la es- fianza porque en repentina sospecha malició que sa-
quina se tragó al jinete y su cabalgadura; y enton- brían algo de la suya e intentaban alguna burla.

193
Quiso saber. se—. Martín, no me gustó ese trato que hiciste. Mien-
—¿Qué es lo de la escopeta?, preguntó, pensando: tras no nos metimos con la escopeta, nada pasó. Aho-
ahora vamos a ver. ra, quién sabe: mira por dónde va la cosa, con esa
—Sí, señor Martín. Es para la Danza de los Pájaros. irreverencia. Si te la repiten, Martín, persígnate.
—¿Y qué es eso? Oyendo a Petrona, Martín se preguntó si no esta-
—Bueno, verdad que usted no ha pasado aquí un ría ya pasando algo. A él, por lo menos. Hacía un
carnaval todavía. Es que nosotros somos los de la tiempo, quizá coincidente con el del trato, su buen
Danza y ahí tenemos que sacar una escopeta. Perico apetito desmejoraba. No en las comidas regulares,
venía prestándonos la suya, pero ahora pasa que la pues siempre fue muy sobrio en ellas, igual conti-
vendió para afuera y esa es la cosa: dónde vamos a nuaba siéndolo y por eso su mujer no se daba cuen-
conseguir escopeta. ta del trastorno que sufría. Era en los intermedios,
—¿Y la escopeta para qué? entre el desayuno y el almuerzo, principalmente,
—Mire, señor Martín, es que el Cazador mata al cuando se manifiesta su inapetencia, y esto lo consi-
Gavilán en defensa de la Paloma. Hace como que lo dera una desgracia. Porque en comer y comer a po-
mata, usted me entiende; revienta el fósforo, nada quitos y a cada rato en todo el día golosinas y peda-
más, y el Gavilán se tumba como muerto. Para eso citos de cualquier cosa, había encontrado su vejez la
es la escopeta. felicidad.
Martín pensaba: «Esta es la ocasión, mi viejita se Permanecía de pie, al lado de su mujer. Ella no
alegrará mucho; pero de pronto no la quieren por- necesitó mirarlo para sentir la tristeza de su esposo.
que quién sabe si ni para reventar el fósforo sirve.» —¿Qué te pasa, Martín?
«Vean ustedes —dijo—, yo tengo una. Vengan con- —Estaba por decírtelo, Petrona. Es que me siento
migo para que la lleven de una vez.» mal. Estos dulcecitos, tú sabes, los buñuelitos y to-
—No, señor Martín; es nada más para los tres días. das esas cositas que me gustan, ya no las apetezco.
—No importa, llévensela desde ahora y se quedan —Sí, no estarás bien.
con ella. Yo no la necesito. Guardaron silencio un rato. Petrona pensaba que
—No, señor Martín; prestada, nada más. Martín le pedía ayuda, y pensaba cómo ayudarlo. Un
—Pero si es una escopeta vieja que no vale un cocimiento de manzanilla, no, porque no era indiges-
cuartillo. tión. Decirle que renunciara a esos bocados de niño,
—No, señor Martín. cómo iba a pedírselo si eran la alegría de Martín.
—Está bien, como ustedes quieran, qué voy a ha- Encomendarlo a Dios sería lo mejor.
cer. Pero vamos a verla. —Martín —dijo—, hago esta manda: tú y yo ire-
Los dos hombres acompañaron a Martín, discu- mos juntos a la procesión del Viernes Santo.
tieron un poco y acabaron por aceptarla. Ese día estaba ya muy próximo, y cuando llegó,
—Digo yo —explicó uno de ellos— que hasta me- Martín y Petrona salieron en compañía de Juana a
jor que una nueva será, porque mete más miedo. Yo cumplir la promesa.
me asusté cuando le eché el primer ojo. Al pequeño Eugenio lo dejaron en la casa. Pero el
—Bueno, señor Martín —dijo el otro—. Contamos muchacho sabía de antemano que esto iba a suce-
con ella y Dios se lo pague. der y tenía invitado a Pablito con quien proyectó di-
—¿Para qué metes a Dios en esto?, protestó su vertirse aquellas horas de completa libertad, con toda
compañero. la casa a su disposición. No tardó Pablito en presen-
Llegado el carnaval, salió airosa la escopeta en su tarse; y como Eugenio quería agasajarlo, le dijo:
primera prueba, reventando el fósforo magníficamen- —Tenemos agua de panela pero falta el limón.
te y —como lo imaginó uno de los jefes de la danza— Aguárdeme aquí, que voy a conseguirlo.
su temeroso aspecto coloreó con un espanto adicio- Quedó solo Pablito; y la casa, desierta y callada, le
nal la escena de la muerte del Gavilán. infiltró su misterio. Oyó la llamada de soledad y si-
Por seis años sucesivos la escopeta había seguido lencio. Comenzó a andar de puntillas. Tanteaba las
triunfando en las manos del Cazador cada tempora- puertas que creía tremendamente aseguradas con ce-
da carnestoléndica. Los de la Danza de los Pájaros rrojos y trancas porque imaginaba tras ellas cosas
se enorgullecían con ella. indefinibles, extrañas. Pero todas se iban abriendo,
—El san Nicolás del capitán Glen también sale cada y sintió que en esto de que se le franquearan había
fiesta patronal —le dijo uno de ellos a Martín— como algo mágico. Por entre las hojas que apenas entre-
la escopeta de usted cada carnaval. abría, adelantaba cautelosamente la cabeza y mira-
—Quiere decir que usted es como un capitán Glen ba. Sombras. Sombras, y algunas se movían, vivían,
y la escopeta es como un san Nicolás. fluctuaban en el aire, se desprendían de los rincones
Esto le pareció chistoso a Martín y lo contó a su y lentamente avanzaban sobre él; pero antes de que
mujer. lo alcanzaran cerraba la puerta precipitadamente.
—Otro sacrilegio —exclamó Petrona, santiguándo- Esa tiránica curiosidad que el temor aviva, lo arras-

194
—Buenos días, señor Martín.
—Buenos días.
Se detuvo Sabas. No se paró de frente a Martín
sino de lado, mirando hacia el fin de la calle. Las
dos cabezas —Sabas de pie y Martín sentado— se
nivelaban.
—Cómo irá a ser este carnaval, es lo que me pre-
gunto. Vea usted que el año pasado sólo salió una
Danza de los Diablos, y bien mala. ¿Cuántas saldrán
ahora? Ninguna. Vea que se lo digo: ninguna. Yo me
he puesto a buscar jóvenes para enseñarlos. Conse-
guí algunos pero se me fueron cuando les puse las
uñas de hojalata y las espuelas de puñales. Pendejos.
En mis tiempos...
Sabas calló mientras sus recuerdos se agitaban
Foto de Claudia Cuello (El Heraldo) débilmente y volvía a la quietud de su memoria a
media luz. Y siguió su camino.
—Vea que se lo digo: ninguna. Pendejos.
traba. Y así fue, de estancia en estancia. Hasta que, Y así fue. No hubo ese año ni una sola Danza de
llegando a la última, al atisbar, creyó ver una ex- los Diablos, pero sí las otras que el heroico Sabas
traordinaria criatura negra, sin brazos, muy flaca y seguramente miraba con desprecio.
que recostada a la pared se mantenía parada de ca- Como la de los Patos Cucharas, que hacían table-
beza. Entonces, el valeroso Pablito emprendió la fuga. tear a dos metros de altura sus grandes picos de palo,
Salía ya a la calle cuando tropezó con Eugenio, ya de y bailaban ceremoniosamente, con parsimonia im-
regreso con los limones. Eugenio retuvo a Pablito puesta por los cuidados exigentes de la pesada ar-
asiéndolo de un brazo. mazón que soportaban.
—¿Qué te pasa? Como la de los Doce Pares de Francia, cuyos cam-
—Nada. Suélteme. panudos parlamentos y aparatosos vestidos eran se-
—Pero di, ¿qué tienes? guramente el pintoresco infundio de algún atrevido
—Hoy... es... Viernes Santo..., y se zafó, continuan- remendador de las letras y las modas antiguas.
do su huida. Como la de los Collongos, y la del Gallinazo, y las
Y entró el nuevo año; y un día san Sebastián se grandes Danzas de Toro.
mostró en su cuadrito de los almanaques de pared; y Y como la de los Pájaros ——con la escopeta de
todos lo miraban allí, y, viéndolo, se alegraban sin- Martín—. Y tratándose de ésta será necesario, con
tiendo el primer estremecimiento del carnaval. perdón, detallar un poco.
Y Martín no había recobrado el apetito. Sentado a Era el último de los tres días por la tarde, en la
la puerta de la calle veía a las mujeres con sus chazas sala de la casa de la Niña Filomenita. Los pájaros,
de dulces sobre la cabeza, sin detenerlas, siguiéndo- bastante maltrechos en aquellas postrimerías salien-
las unas veces con la vista, cristianamente resigna- do por turnos al centro despejado de la sala, recita-
do; y otras volviéndoles enfurruñado las espaldas. ban versitos al compás —o no— de un acordeón y
Pasaba el anciano Sabas y saludó: una tamborita.

195
galonados, polainas negras de trapo y birrete de
roja pola con lentejuelas. Apuntó al Gavilán con la
escopeta de Martín:
Mira, Gavilán maldito
esto te imaginas tú
pero no vas a comértela
porque yo te mato: jPun!
El pun no debía decirlo el Cazador. Según el arti-
ficio del poeta que arregló la estrofita, esa exclama-

Archivo de la Casa del Carnaval, 2003


ción se entendería expresada por el estallido del ful-
minante.
Pero esta vez se oyó otra cosa: una violenta deto-
nación que retumbó en el ámbito de la sala; y el Ga-
vilán se desplomó con el cuello destrozado.
Por un instante la muerte hizo un silencio absolu-
to, su profunda pausa. Y pasado aquel momento im-
perceptible, la tragedia se puso en movimiento. Ge-
midos, imprecaciones, gritos, murmullos. El caído,
con la ensangrentada máscara bien sentada en el
rostro y las alas abiertas en cruz, parecía como nun-
ca y extrañamente un verdadero gavilán.
El canto del Papayero, etimológico: —¡La escopeta! ¡Dónde está la escopeta!
Yo quiero comer papaya, Ninguno hizo caso. Nada había que averiguar, si
papaya madura quiero, todos lo sabían: aquello era obra del diablo, que car-
y como papaya como ga las escopetas.
me llaman el Papayero. Mas no le pareció tan simple la cuestión a Pe-
El del Pitirri, onomatopéyico: trona.
Yo, pitirri, pitirreo —Martín..., comenzó a decir, y calló al ver a un
mi pitirra pitirrea hombre que llegaba.
y todos mis pitirritos —Señor Martín, su escopeta mató al Gavilán.
piti-rriti-titi-rrean. —Sí —dijo Martín—, ya vinieron a decírmelo. Es
El del Canario, cristianomoralizador: una desgracia; no sé, no sé, es una desgracia.
Porque canto muy bonito —Señor Martín, la escopeta ha desaparecido y na-
el hombre me coge en trampa die da con ella; pero yo sé dónde está y vengo para que
me quita mi libertad me acompañe porque es usted quien debe recogerla.
y yo le canto en la jaula. Petrona se incorporó en la mecedora y exclamó vi-
Llegó, al fin, el momento de la Paloma. Vestida de vamente:
blanco, zapatos rojos, plumitas en la cabeza, el rostro —No vayas, Martín, no vayas. El Señor me ha re-
descubierto —cómo iba a taparse tan linda cara— y velado una verdad—. Y según su inspiración explicó
bastante aburrida. Cantó su belleza y su inocencia: que el Diablo hizo la primera escopeta y la dejó de
Soy la Palomita blanca muestra a los hombres, porque sabía que son per-
tengo el piquito rosado versos y la multiplicarían de su mano; que el Diablo
y aunque llena de ternura no carga cualquier escopeta sino la suya, la que él
todavía no he empollado. hizo, la de origen satánico; y que nadie puede reco-
Entró en acción el Gavilán. Era el más desmedra- nocerla porque va cambiando de forma y aspecto.
do. La cola se le había descosido en parte y caía como —Ninguna fuerza humana lograría impedir que
un taparrabo fuera del sitio. Con la mano izquierda continúe rodando por el mundo mientras Dios lo per-
levantó su máscara hasta la nariz columpiando el mita. No vayas, Martín, no vayas.
brazo derecho como si empujara adelante y atrás los Mientras hablaba Petrona, el hombre de la invita-
versitos, recitó con lánguida voz de enamorado bobo: ción a Martín se había ido deslizando hasta la puer-
Paloma, mi Palomita ta de la calle y salió.
ya no puedo aguantar más —Martín —dijo Petrona, santiguándose— ¿te fi-
las ganitas que te tengo, jaste en él? Es el mismo del cambalache.
y voy a comerte ya. Martín se asomó a mirar. Ya oscurecía. Y creyó
Entonces saltó el Cazador, y no había perdido los ver que el desconocido se alejaba montado en burro
bríos. Vestía chaquetilla amarilla, calzones cortos y con una carga de yucas.

196
CUENTO

Yo fui Jesucristo

Claudine Bancelin

Ese año yo fui Jesucristo. Judas, acompañado de un sheriff que portaba


Sólo lo supe cuando oí una algarabía, bajé las es- unas esposas, que no fueron usadas, pero que ha-
caleras precipitadamente y, al abrir la puerta de la cían parte de la puesta en escena. No sentí an-
casa para ver qué pasaba, pude percatarme con asom- gustia por la hora cercana; sólo la simple sensa-
bro de la turba encendida que se acercaba a mí. ción de representar un ridículo papel de comedia
Los colores de sus trajes elaborados con lente- de colegio.
juelas y canutillos sobre el satín deslumbrante, el Asediada por todos, secuestrada por aquella
olor a ron que se desprendía de sus bocas alboro- gente que no entendía mis razones de retiro an-
tadas, pero especialmente el arrebato de su áni- cestral, no me dieron tiempo de voltear la cabeza
mo, me perturbó sin remedio. para ver qué dejaba; para decir adiós.
El año anterior la elección había recaído Atrás quedaba esa casa inmensa, llena de si-
en Rafael, aquel político, hijo de políti- lencio, de bibliotecas profundas, de pisadas tran-
co, que decidió militar en la guerrilla a quilas sobre las baldosas negriblancas, las ven-
pesar de un padre patriarca y con- tanas generosas, las paredes altísimas.
servador. Fue un año soberbio por- Me llevaban a rastras, entre ri-
que, según se supo, todas las sú- sas escandalosas; en otras cuadras
plicas se atendieron con solici- me llevaban en hombros,
tud y generosidad. mientras gritaban satisfe-
No entendía mi escogencia. Muy chos porque la aprehensión
joven aún y mujer además, no había sido fácil, y porque
había tenido tiempo de desco- cualquier motivo era cau-
llar en ningún arte ni manejar sa de otro exceso.
ningún artificio. El silencio y Recorrimos el barrio
la timidez envolvían mi Las Delicias, pasamos por
alma, que, de todas formas, el club de la colonia chi-
aspiraba a lo sublime. na, por el castillo del ale-
Ese evento nuevo, que ha- mán inquietante y bajamos
cía parte del carnaval desde hasta la calle 20 de Julio.
tres años atrás, retendía úni- Pero al percatarnos de que
camente excitar aún más los la loma había quedado
ánimos y ampliar la cober- atrás, volvimos a subir al
tura a todos los barrios, ritmo de unos tambores
para que así todos partici- que no oíamos del todo,
paran del desorden general, porque se quedaron reza-
sin ninguna excusa en la gados en busca del son.
cual refugiarse. La palenquera que ca-
Un hombre, con barba minaba debajo de los ár-
negra y abundante, se me boles de matarratón flore-
acercó y me dio un beso cidos, dudó por un instan-
ardiente en la mejilla. Era te en dejar las cocadas en
Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)

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el suelo y unirse al jolgorio, pero mi mirada la de- narían las costureras del Barrio Abajo, y poder así
tuvo en el acto. En la cuadra de enfrente, el señor salir en las comparsas diversas o en la del Congo
de la palangana que venía haciéndola sonar para Grande o, mejor aún, en la de los hombres desca-
anunciar sus butifarras, se arrimó enseguida al bezados.
desorden y se involucró a él. Las caras de angustia de sus pedidos refleja-
Y en cada esquina unos y otros asistían al lla- ban la necesidad profunda que los aquejaba, en
mado o dejaban que el carnaval siguiera sin ellos contraste con aquellos otros que pedían en relajo,
por las calles de la ciudad. sin esperar siquiera una ridícula compensación.
No sé en qué momento me desvistieron y la mini- Nadie pedía por un alcantarillado de aguas llu-
falda verde, la camiseta de flores y el reloj encarna- vias que impidieran los arroyos inmensos que pa-
do, fueron cambiados por una túnica blanca que ralizaban la ciudad llevándose todo, incluso la vida
ceñía el cuerpo vigoroso. Enseguida, me dieron una misma. Tampoco pedían cuadernos o libros para
cruz que no medía más de diez centímetros de largo. los niños, que pronto entrarían al tejemaneje es-
El recorrido no duró mucho. A las pocas cua- colar.
dras, llegamos a una loma arenosa y nos detuvi- Los miré perpleja. No imaginaba aún que las
mos allí. Una cruz inmensa me esperaba. Me ama- necesidades de ese pueblo se centraran atávica-
rraron a ella y la irguieron conmigo, de modo que mente en un agite colectivo, que esperaban con
pude contemplar la chusma alborotada, los alari- avidez durante todo el año.
dos de excitación, los aplausos desordenados y nin- Por un momento me tentó la sensación de ser
guna lágrima de remordimiento. la dueña del universo, de que me rindieran pleite-
Al fondo, se veía Barranquilla, la desemboca- sía; pero el reto no me sedujo, pues contemplé con
dura del río, el agite de las calles, los colores que temor la gran responsabilidad de dirigir un mun-
saltaban desde sus objetos, el retumbar de las do decadente y sin futuro promisorio.
tamboras y las flautas de millo que incitaban al Miré hacia el cielo. La luz encendida había ido
baile, al desenfreno; pero era solamente el prelu- cediendo y el crepúsculo precoz se dibujaba en él.
dio de una fiesta que empezaría al día siguiente. La bóveda celeste se abrió de repente, sólo para
Comencé a oír unos gemidos de asombro, unas mí, y oí la voz que me decía insinuante: “¡Tú tam-
letanías atrasadas, y ruegos desmedidos que bién eres Dios!”
ameritaban la ocasión. Medité entonces sobre los pedidos insulsos, y
Me jalaron la túnica para llamar mi atención y, menosprecié el desperdicio de las oportunidades
enseguida, empezaron los pedidos concretos for- benditas.
mulados en medio de la algarabía general: billete Me desamarré las cuerdas, sin utilizar las ma-
para comprar el ron, para mandar a hacer los dis- nos. Y me elevé al cielo, ante la mirada atónita de
fraces de mono cuco y marimonda, que confeccio- la población.

198
CUENTO

El hombre que recogía sus pasos

Aníbal Tobón

Nunca supo la razón, o la locura, por la que regre- por la bajada del sol, decidió salir hacia la casa
só a Colombia luego de tantos años de ausencia. donde había nacido y vivido con su familia, hasta
Ni tampoco por qué decidió volver a sus raíces y aquel envejecido ayer en que le dio la ventolera
visitar a Barranquilla, ciudad en la que había cre- de irse al extranjero. Estuvo en la calle de su in-
cido, vagado, besado, bebido y amado por primera fancia frente al hogar donde había habitado jun-
vez en su vida. to a sus padres y hermanos, pero el cambio su-
Sólo que, sin saberlo, había llegado a recoger frido, tanto por la casa como por el sector, le im-
sus pasos. primieron a sus recuerdos una sensación de des-
Al mirar la ciudad con sus ojos de pájaro, des- amparo, y le pasaron una pincelada de sucio se-
de el vuelo de avión que lo trajo de vuelta, se dio pia a su memoria.
cuenta que Barranquilla había cambiado. Se veía La otrora zona residencial era ahora comercial,
inmensa desde el aire. Ya
no era la ciudad chica que
abandonó cuando tenía
veinte años, sino más bien
una ciudad grande y de rit-
mo creciente.
“Ojalá sea un infierno chi-
co”, dijo para sus adentros
cuando el aparato tomó pis-
ta para aterrizar, y pensaba
feliz que la temporada de car-
naval se aproximaba.
Como había avisado que
llegaba, lo esperaban unos
primos, que era lo que que-
daba de su familia, junto a
un pequeño grupo de ami-
gos de su juventud. Para su
coleto, musitó que “es me-
jor tenerlos a todos juntos,
y contar en dos horas los
Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)
veinte años fuera del país”
para evitarse repetir la misma historia de emigra- pero de un comercio de pacotilla, de mercancías
do, plena de lugares extraordinarios, de trabajos de contrabando, y artículos de carnaval colgados
sucios, de variopintos idiomas, de tres divorcios y de precarios tenderetes o tirados en la acera. Todo
de un hijo en el extranjero. esto ejercido por una turba vociferante de vende-
Y todavía no sospechaba que estaba recogiendo dores y compradores que le enajenó la tranquili-
sus pasos. dad de sus recuerdos, por lo que dio marcha atrás
Al segundo día de haber arribado, y amparado en su recorrido.

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Los días antes de la Batalla de Flores, recuperó dobles, así avanzaba con pasos de baile, con sal-
el color de algunos amaneceres urbanos y se me- tos, contorsionándose involuntariamente durante
tió de cabeza en cuanta verbena de barrio encon- todo el recorrido de la Batalla de Flores.
tró. Deambuló como sonámbulo por las calles de Sin embargo todavía no notaba su viaje en
La Arenosa que ya no le hacían honor a su sobre- reversa.
nombre. Bebió desde Tapetusa hasta Ron Blanco, El domingo amaneció con un guayabo de padre
pasando por tragos de Ñeque y Gordolobo en me- y señor mío que lo mantuvo alejado de la calle.
dio de una euforia tan espontánea que lo asusta- Sentado, en la solitaria sala de la casa de sus pri-
ba por su ruido y naturalidad. mos, se acordó de una antigua novia que todavía
Al mismo tiempo, recorría los recovecos de su le movía el panorama de su recordatorio amoroso.
infancia y se veía a sí mismo disfrazado de vampi- Afuera pasaba la barahúnda carnestoléndica mien-
ro, de monocuco y de marimonda, que fueron sus tras él refrescaba sus recuerdos con cervezas he-
disfraces preferidos mientras fue joven. Cuando ladas y veía pasar el tiempo.
era niño, su madre siempre lo disfrazó, unas ve- Por la noche decidió salir a caminar la ciudad,
ces de arlequín, otras de pirata y también del Zo- sobre todo esos sitios que le evocaban su juven-
rro. Mientras vivió en el extranjero varias veces tud. Metió una botella de ron en la mochila y fue
sintió, incluso debajo de su piel, esos disfraces hacia el centro de Barranquilla. Transitó calles
infantiles. atestadas de gente, recorrió parques con borra-
Su memoria lo llevó hasta los amigos que se chos dormidos, paseó plazas recién construidas y
travestían como viudas, enfermeras o amantes en el circuló por callejones solitarios, hasta que cayó
cortejo de Joselito Carnaval. Rememoró, como en por casualidad frente a una tienda que le trajo un
una película vieja y borrosa, los Miércoles de Ceniza relámpago de realidad a la borrachera, que poco a
cuando todavía con la borrachera viva se embarca- poco se lo iba ganando.
ban en los buses de Puerto Colombia rumbo a las Se sentó en el bordillo a mirar la cuadra que
playas de Salgar (“ahora le dicen Nalgar”, sonrió para aún a esa hora de la madrugada conservaba trán-
sus adentros), a dormir sus borracheras. sito de peatones disfrazados, casi todos caminan-
En ningún momento sospechó que estuviera do en zigzag. Se le aguaron los ojos y tuvo ganas
recogiendo sus pasos. de quedarse indefinidamente sentado en la acera.
Cuando llegó el sábado de carnaval y se metió Volvió a acordarse de la vieja novia y se prometió
en el maremagno despelote de la Batalla de Flo- que al día siguiente iba a averiguar su dirección,
res, se sintió pleno, feliz, embriagado de momen- si es que aún vivía en la ciudad.
tos que consideraba perdidos. Él, en medio de la El lunes de carnaval amaneció sin el exuberante
apoteosis de la harina que enmascaraba el more- sol de todos los días, y entonces se dirigió hacia la
no tumulto que se derramaba por las calles, en dirección de su antigua novia. Cuando la vio y estu-
medio de las carrozas de las reinas, de los cabezo- vo reflejado ante sus ojos, tuvo una vaga decepción
nes de Almendra Tropical, de los machos y los ante esa mirada prematuramente envejecida, sin el
maricas disfrazados de mujer llevando entre sus inquietante brillo de sus ojos cuando tenía trece años.
manos bebés muñecos, de los congos, toritos, ga- Luego de una visita protocolar y de contarse sus úl-
rabatos, indios, micos, tigres, burras mochas, timos años, en que ella se había casado y separado
cabacletas, biciballos y cuanto animal se le ocu- dos veces, se despidió mientras en la calle comenza-
rriera a la gente en su loca alegría e invención. ba a agitarse el pandemonium del carnaval.
Él, llevado sin son ni ton por el desfile que cre- Sin percatarse, recogía huellas de más de vein-
cía y crecía por cada metro que avanzaba como si te años de transitadas. A estas alturas, su epitafio
fuera una serpiente ondulante que no terminaba era una cuestión de pasos.
de pasar, restregándole a su cuerpo otros cuerpos Decidió pasar la tarde a la orilla el mar y tomó
sudados, danzantes y a veces lascivos, detenién- un bus que lo llevara a las playas de Salgar. Du-
dose de tanto en tanto para poder aceptar tanta rante el viaje pensó en no regresar al lugar de donde
belleza y alegría. Él, borracho y demente, acep- había llegado, y quedarse guarecido bajo la cultu-
tando tragos desconocidos de gente sin conocer, ra que lo había arropado desde niño, pero una equi-
con la cara desdibujada por los efectos de la hari- vocada intuición le dijo que no lo hiciera hasta
na y el sudor, seguía el tropel al que guiaba músi- planificar un definitivo regreso a la Barranquilla
ca para todos los gustos. Por un oído le entraban de sus sueños.
cumbias, puyas locas, mapalés, mientras por el Pasó toda la tarde en una caseta a la orilla de la
otro llegaban guarachas, merecumbés y paso- playa tomando cervezas y comiendo mojarra frita

200
con patacones, que le su- día. Ese día terminaba el
pieron a gloria, a victoria jolgorio carnestoléndico
sobre el tiempo, a manjar con el entierro de Joselito,
mitológico y terminó chu- que simboliza al carnaval
pándose los dedos. En que muere, y a pesar del
Salgar, el carnaval tam- guayabo que cargaba deci-
bién seguía su ritmo y pu- dió jugarse sus restos de
do ver niños disfrazados de energía y partió hacia la
burros que se jalaban la carrera La María a ver los
cola a carcajadas. diversos y divertidos entie-
También habló con una rros bufos.
viejita borracha, que pedía Rió con toda la ampli-
dinero acompañada de un tud de su alegría viendo a
niño bobo disfrazado de los hombres metamorfo-
angelito, a quién le dio al- seados en enfermeras, viu-
gunas monedas y la viejita das, amantes, plañideras y
le echó bendiciones y has- curiosas. Se regocijó con
ta le bailó una puya loca. las mujeres transformadas
Antes de partir se me- en hombres que hacían de
tió al agua hasta las rodi- curas, médicos y amigos del
llas y dejó vagar su mira- difunto. No paraba de reír
da de aguamiel entre el y de tomar dosis exagera-
oleaje y el horizonte. En das de ron blanco, mientras
ese momento sintió que se se dejaba llevar por la mul-
le llenaba un vacío que titud que avanzaba a paso
nunca había tomado en de conga.
cuenta. El mar lo encami- En medio del despelote
nó a los recuerdos más le- sintió una punzada en el
janos, como le sucede a pecho, y un segundo des-
todo el que contempla esa Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo) pués se sintió caer en cá-
inmensidad de agua sala- mara lenta, caleidoscópi-
da. Luego tomó el bus de regreso a la ciudad. camente se acordó de sus padres, su hijo, sus no-
En la noche se encontró con sus amigos y deci- vias, sus amigos y enemigos, los momentos felices
dieron irse de juerga a un bar prostibuloso, en el y amargos de su existencia, se sintió nuevamente
que bailó y bebió hasta el cansancio. Inclusive se llegando a Barranquilla luego de veinte años de
sentó en las rodillas de unos travestidos, que ya ausencia y sus ojos se fueron llenando de lágri-
anunciaban el día de Joselito, para diversión de mas y disfraces, de colores y luces y de un inmen-
sus amigos y de las putas del local. A la salida, se so cielo azul que quedó plasmado en sus ojos muer-
cayó dos veces a consecuencia de la borrachera tos, mientras los curiosos se acercaban.
que cargaba, y llegó a su casa sin saber cómo. El hombre había terminado de recoger sus pa-
El martes de carnaval se levantó casi a medio sos. (Barranquilla 2001)

201
CUENTO

El entierro de la fiesta

Luz María Cabrales Llach

Lola se encarga de mover las fichas sobre la mesa, y mientras el primero consideraba inaceptable que al-
de vez en cuando mira a Mario, que parece tener la guien pudiera dejar de amarlo, así de pronto. La mu-
sonrisa detenida, como en un daguerrotipo. Al verlo, chedumbre se aprieta serpenteante alrededor de la fies-
se reconoce sola; cuenta las fichas y dice: ta, allí fuera, en el asfalto caldeado y Mario siente que
—Podemos jugar sólo cuatro personas. tiene sus figuras dispuestas para comenzar el juego.
Mario Luis se había pintado la cara con un creyón —Autorizan el jolgorio para apaciguar al pueblo
dorado: seguro para darle a sus ojos una expresión —dice Mario y golpea con el seis-seis en blanco y
de novel bufón; para que al desplegar los párpados, negro de fondo.
éstos provocaran una ráfaga de sensaciones. Por eso —Lo que dices suena a subversivo —contesta
sus cejas, delineadas con fuerza, le confieren una Alfredo con el seis-tres.
curva de celo aparente, de inventado interés. La escalera de fichas va encajando, la una con la
Lola está vestida de castellana, y José tiene un otra, mientras las parejas en el bar —incansables—
dibujo raro en la frente y una camisa colorada. Borja, bailan; la armonía rítmica les inyecta una euforia
en cambio, vestido como todos los días, con su me- insoportable. Acompasan las jugadas del grupo en
jor camisa de flores, y sus viejos pantalones caqui. la mesa, mientras se afirman la insolencia de las
Alfredo había localizado a su amigo Mario entre canciones que dicen de cometas milenarios y de ni-
la multitud, cuando las gemelas, vestidas de lloro- ñas enamoradas.
nas lo seguían; bajo los arcos de la plaza iban desli- Lola dice:
zándose junto a guerreros romanos y celtas; extra- —Espérenme que tengo que lavarme las manos.
terrestres con cara de lagarto; dráculas y colombi- Forma esquina con el cuatro-blanco; y se le-
nas ebrias. Se había acomodado la nariz, y silbado vanta.
con un tono agudo y prolongado; porque sabía que —¡Vienen las carrozas!
Mario lo reconocería. Alfredo y José se miran cruzando una nube de
Ni Borja ni las lloronas participan del juego, José sospecha. Mario, el payaso, se diluye entre los bai-
no quiere quedarse por fuera y a esa hora el sabía, larines, la harina, la salsa, detrás de la castellana.
como todos, que Lola había engañado a Mario con Borja, “Voy por una cerveza”, le habían oído decir todos,
pero un singular movimiento convierte el recinto en
un reguero de afanes. Apartan de forma brusca las
sillas, y dejan las mesas de juego pendientes, y las
botellas se las llevan para continuar la borrachera
en la puerta o en la acera. Mario y Lola escuchan
encerrados en el baño el alboroto; pero continúan
meciéndose, el detrás de ella; ella detrás de la puer-
ta agarrada llorando con alegría.
En la calle, la Reina del Barrio Abajo les manda-
ba besos a puñados.
Luego Mario no la volvió a sentir de la misma
forma.
Le pidió a Borja que le permitiera bailar una can-
ción con ella.
“¿Me permites que baile una canción con tu no-
via?”, le oyó decir su amigo Alfredo mientras sacaba
Foto de Fernando Mercado

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los papelillos y la yerba para liarla. —¿Por qué Lola?
Mario la había tomado de la mano y la había sen- Su respuesta le arrancó una carcajada, que rom-
tido sumisa y contraria. Antes, caminaba en un te- pió la paz en el cielo con estrellas. Al principio el
rreno de arenas movedizas. Ahora, su naturaleza lo agua sólo les llegaba hasta los tobillos; al final salta-
atraía como las caras de la luna. Todas diferentes. ron locos las olas invisibles, pero violentas, de ese
Pidió permiso para hacerse un lugar en la improvi- mar excesivo del Caribe; jugaron contra la corriente
sada pista de arena de la verbena, la tomó por el talle que arrastraba: se arrancaron la ropa bajo el agua;
con un abrazo, y permitió que se escuchara su aliento se palparon; se unieron otra vez...
en el pabellón de la oreja de ella. No se dijeron nada. Ahora que el brillo agónico de los luceros indica
No era necesario. La antigua canción se adelantó: que el color del cielo está a punto de nacer, Alfredo
“Yo te amé con gran delirio...» recuerda de forma súbita el Miércoles de Ceniza del
En la verbena, habían convencido a Jacinto, el año pasado; él espera, sabe que hace rato que han
amigo de José, para que los llevara a la playa a ver debido salir; mientras, vuelve a su memoria una se-
cómo amanecía. Jacinto colocó en el plato la can- cuencia de esa mañana que creía olvidada.
ción del adiós: Por la puerta de la calle, al frente del bar donde se
«I’m going down, down, down...» estaban tomando la cerveza de despedida, pasaba la
Dejaron el cuchicheo jocoso regado en las aceras, procesión del cortejo que acompaña la muerte de
y en los jardines de las casas del barrio que queda Joselito Carnaval. Después de bajar con el líquido
antes de llegar a la playa de Sabanilla. Borja se que- helado el humo de los cigarrillos, Alfredo le preguntó:
dó dormido; José y Jacinto desaparecieron cerca de —¿Qué te gustaría hacer antes de morir, Mario?
las dunas, detrás del castillo, y Lola, que ya tenía el Y él sólo se rió de una manera que le pareció como
suave aroma del perfume de la tarde transformado un latido.
en un cierto tufillo trasnochado, corrió a buscar a Ahora que lo pensaba, las tardes en su compañía
Mario. Se metió al agua con él. Se quedaron las za- se hicieron ácidas, intransigentes: él se quedaba
patillas abandonadas sobre la arena. callado o reía poco. Pero siempre de la misma forma
Antes de desaparecer ella también, Alfredo alcanzó en que se rió esa mañana del miércoles después de
a preguntar: Joselito Carnaval.

Lunes de carnaval

Mariamatilde Rodríguez*
Para Z.

Un hombre al borde de sus 78 años sale de su muy bien, pero sabe que algo suena en el fondo
casa disfrazado de anciano que baila. Un som- de la calle, algo que sabe y huele a mañanas de
brero raído y ladeado a la mejor manera de un puertas abiertas, a ciudad trinitaria de amari-
Gardel de río, adorna el rostro que desemboca llo maíz. Las telitas vacías de sus dedos tam-
en el cuello de una camisa blanca con pañuelo borilean el sonido que vuela a través de las is-
rojo. las y se posa silencioso en los alambres de la
luz.
Blancas, como agüitas de arroz, sus manos
temblorosas buscan las monedas que lo lleva- Miles de bocas sonríen con la misma carri-
rán calle abajo. Se mira silencioso. No escucha lera de dientes y una sola carcajada del viejo
recuerda que a veces el animal es un hombre
* Barranquillera. Directora del Encuentro Nacional de
Escritores «Latitud Caribe» que se realiza anualmente en
feroz que defiende el ritmo de un corazón en
San Andrés Islas (Colombia). ruinas.

203
NOVELA

En casa del Pato Rafael*

Rubén Maldonado Ortega**

Durante mucho tiempo se ha indagado sobre las que sin duda conocían, y fue así como contrataron
características del “baile de la pluma”. Si se trata- al disfrazado para que le hiciera un corte de pelo
ba o no de una indecencia. Pero esa estrafalaria anticipándole la paga de su faena. Todo ello ocurría
excentricidad, consistente en bailar un mapalé jalao mientras un grupo de músicos revivía, con longitu-
sosteniendo una pluma de pato con el recto hasta des de onda de cadencia arrebatada, el suceso otrora
que terminara la pieza, la cual venía a coronar la acaecido a una inocente joven que había caído en
aspiración de alcanzar el título de filósofo pragmá- desgracia con un dentista desalmado, quien bajo el
tico en la escuela del “pato” Rafael, no ahuyentó mi señuelo de que le arreglaría la boca sin costo algu-
ímpetu, y fue así como dejé tirada a Lorena en ple- no, la maniató allí mismo en su gabinete, la revol-
na batalla de flores, aprovechando que el hombre có, la empapó de besos indecentes y se la tiró, en-
de la careta ridícula se desentendió del ademán que tre pinzas, algodones, cubetas y olores a dentífrico,
le hice por obtener un cigarrillo. El estaba dester- alcohol y esencia de clavo. A los músicos parecía
nillado de la risa con un monólogo teatral que acae- inspirarlos sobremanera la abundancia de muje-
cía en sus propias barbas, en el que un espontáneo res, ron y pastel, y también la algarabía y el colori-
—se trataba, sin duda, de un disfraz de peluque- do de una tarde plena de sol y maicena.
ro— escenificaba una sofisticada faena de corte de Y mientras el disfrazado de peluquero curucu-
pelo, donde de manera abrupta, y sin dar oportuni- teaba en la cabeza del fulano malgeniado, nos fui-
dad al “cliente” de ubicarse en las coordenadas es- mos enterando, los que allí rodeábamos a los músi-
pacio-temporales del juego actoral, peines, tijeras y cos, que habían sido tres y no una las víctimas del
navajas, arregladas con un tamaño exagerado, dan- dentista desalmado, amigas todas que habían su-
zaban con singular maestría sobre la cabeza del cumbido a la misma patraña, la de canjear por un
escogido. De manera repentina, el beso el arreglo de la boca, con la
“peluquero” desanudó la capa que consecuencia inesperada de la tri-
había amarrado al cuello de su ple violación.
“cliente”, y tomándola entre sus Pero ahora la atención no era
manos lo azotó frenéticamente si- para el cantante de voz añatada
mulando que le estaba sacudien- que nos enteraba con un “yo tam-
do los residuos de cabello que se bién tomé del trago” el nombre de
habían impregnado en su ropa. la tercera víctima, sino para el
Sin duda, la gracia del disfraz con- disfrazado de peluquero, quien ya
sistía en eso. Se trataba de per- desanudaba la capa del cuello de
suadir al indefenso para que en- su cliente y le hacía una venía
tregara unas monedas antes de muy particular para significar que
que terminaran de sacudirlo. En había acabado su trabajo. Sin
eso, precisamente, repararon en duda, adivinó que el viejo era un
un grupo de muchachos muy jó- cascarrabias y lo exoneró de la sa-
venes, quienes tuvieron entonces cudida, así que habiendo recogi-
la ocurrencia de jugarle una bro- do sus implementos y ejecutado
ma a cierto fulano malgeniado al una nueva venia, se marchó con
un trotecito afectado que delata-
*Fragmento de la novela en prepara- ba su villanía, mientras la mucha-
ción Jonrón de piernas. chada le reclamaba entre risas y
**Barranquillero. Filósofo de la Univer- desencanto: “¡Sacúdelo!, ¡sacúde-
sidad Nacional de Colombia. Ph.D. en Fi-
lo!, ¡sacúdelo!”
losofía de la Universidad Javeriana. Pro-
fesor de la Universidad del Norte. Foto de Fernando Mercado

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POESÍA

Cumbiambera

Martha C. Alonso

En el mar agitado de tambores,


tempestad efervescente,
llamadores y alegres
coquetean con la sinuosa gaita
inflamados por el ron de la parranda.

De pronto,
intocable y sagrada
flotando
sobre la espuma musical
de la ola embravecida,
haciendo proa
con las manos en la falda,
serenita,
atravesando la tempestad,
volando,
haciendo alas,
serenita,
levitando,
plácida hembra sonriente.
Irreductible.
Foto de Fernando Mercado

Colombiana.
Orgullosa.
Serenita, cumbiambera, serenita.

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COMEDIAS

Problema social*

Manuel Barrios Lizcano

Fernando (obrero): que me estima todavía... Pues bien, te juraría


Distinguida concurrencia, hacia él con paso lento, que te estaba recordando...
altamente agradecidos pero lleno de confianza, ¿ya conseguiste empleo?..
por el gusto que han tenido me dirijo hacia su estancia
de honrarnos con su presencia. y le diré mis sufrimientos. Fernando:
En nosotros es inmensa ¡Ni por imaginación!,
la alegría, la excitación Abogado: ruina, espanto, ofuscación
por la esmerada atención Señores, como diez años, por doquiera es lo que veo.
que aquí, todos nos dispensan. un cálculo aproximado, Y es tanta mi desesperación
Acto seguido comienza la abogacía he profesado que interiormente me veo.
lo que vamos a tratar con excesivo entusiasmo. ser un pensativo reo
sobre el problema social En los pleitos que he vencido que llevan a ejecución.
y sus varios movimientos con verdadera pericia,
que abate a cada momento la verdad y la justicia Abogado:
al país en general. (Pausa). mis ideales han sido. No atolondres tu cabeza
Diez mil hombres sin trabajo, Por estos dotes sagrados con ideas envilecidas
estando inclusive yo, que son en mí originales, pues sabrás que la pobreza
entre obreros y empleados, mis amigos personales no es un crimen en la vida.
transitan con rumbo vago aprecio me han demostrado. Una mente entorpecida
por esas calles de Dios. Así pues que me han nombrado llena de temor y duda
El arte o la profesión, por mi actitud y criterio, jamás alcanza obra alguna
o el oficio que usted tenga como jefe pulcro y serio de eficacia positiva.
ya no es valiosa prenda de la Oficina del Trabajo,
para esta situación. cuyo nombramiento es dado Fernando:
Sólo vale es el momento por el mismo Ministerio. ¿Qué hace mi capacidad,
lograrlo oportunamente Aquí, esta oficina nueva si no encuentro desarrollo,
y hacer lo que se presente será el apoyo oficial ni un punto firme de apoyo
para ganar el sustento para las clases obreras donde emplear mi actividad?
que con tanto abatimiento contra aquel jefe que quiera
lo ganamos actualmente: al empleado subyugar, Abogado:
Mis íntimas amistades tratándolo de humillar Te sugestionas tú mismo
todas me han abierto paso, de ridícula manera. y así nada encontrarás
y ya nadie me hace caso Queda abierta desde hoy. porque de continuo estás
porque mis necesidades, Obreros: No más engaños con la idea del pesimismo.
base de todos mis males, que aquí en todos sus reclamos Lleva esta carta al instante
me han conducido al fracaso. a sus órdenes estoy. donde este íntimo amigo
El destino en su ironía al que por favor le pido
por favor me ha concedido Fernando: que te emplee, si hay la vacante.
que me quedase un amigo ¡Vicente!...
Fernando:
Abogado: El fracaso ya lo veo
* Documentos cedidos por la familia ¡Hola! Por aquí, Fernando, porque cartas tengo un ciento
Barrios Mejía, especialmente para Huellas.
esto sí es telepatía... que son nada en este tiempo

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


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Representación de Problema social dirigida por Manuel Barrios Mejía, en la Junta de Acción Comunal del barrio San Felipe.

para conseguir empleo, [pausa]: por un caso baladí,


pero sin embargo voy ¡Vicente...! considerándote razón
llevo tu recomendación en lo que dices aquí.
para que no digas que soy Abogado:
un rebelde a tu opinión. ¿Conseguiste algo o nada? Abogado:
Toma, otra carta te doy
*** Fernando: en la que tengo esperanza
Fernando: Conseguí pero el fracaso y excesiva confianza
Caballero, buenas tardes, lo que se espera en estos casos que no pasará el día de hoy
¿es usted aquí el gerente? cuando uno está de malas. sin que consigas empleo,
[pausa y sigue aparte]: Por tu recomendación los cuales son mis deseos
Se nota instantáneamente que a mil colores la pinto, como tu amigo que soy.
que este tío es algo grosero me dieron este cartón
un orgulloso altanero artístico y semilimpio. Fernando:
que trata déspotamente. Otro fracaso humillante
Son estas clases de gentes Abogado: paréceme que oigo ya,
en las esferas sociales Aquí dice: no hay vacante el fatídico no hay vacante,
eternas calamidades por la crisis económica, pero vuelva por acá,
por ser malos exponentes. esto es una causa lógica cuya fórmula ya está
Cómo estaremos hoy día no habiendo nada insultante. íntegra vulgarizada
que este señor ya ni habla, por ser la esperanza vaga
con el fin de ahorrar palabra Fernando: que todo empresario da.
en su plan de economía. Aparentemente no, [Pausa]
Me pone: “Aquí no hay vacante pero sí lo puedo afirmar... “Fábrica de tejidos
en ningún puesto que busca.” e hilados de algodón”.
¡Qué contestación tan brusca! Abogado: Qué bonita dirección,
¡ridícula y humillante!... ¿Qué quieres que haga yo, hacia ella me dirijo
Lentamente me dirijo si no te he podido emplear? aunque, presiento que fijo
donde mi amigo Vicente, sufriré otra decepción.
para ponerlo al corriente Fernando: [pausa]:
de todo lo acontecido. No formemos discusión Caballero, buenas tardes.

207
Gerente: donde mi amigo Vicente
Muy buenas tardes, señor. para que allí tome nota
de sus cartas influyentes.
Fernando:
¿Con quién tengo el honor de ***
/tratar Vicente!..
y el gusto de presentarme?
Abogado:
Gerente: ¿Conseguiste algo siempre
Habla con el alto empleado [ilegible] has tardado tanto
que esta fábrica gerencia. /tiempo?

Fernando: Fernando:
Excuse Ud. la imprudencia Conseguí únicamente
que ésta le haya ocasionado. el mismo refrán del cuento,
eso de que yo lo siento
Gerente: pero lo tendré presente.
No es nada absolutamente,
si algo desea Ud. hablar Abogado:
conmigo particular Esto se pone más teso,
dígalo inmediatamente. pero no desmayes nunca,
porque si desmayas truncas
Fernando: nuestros hábiles esfuerzos.
No es nada confidencial, Como última jornada vete
es una recomendación. a todos los talleres
y si por donde estuvieres
Gerente: al fin no encontrares nada,
Está bien, puede esperar Gerente: vente aquí, sitio final,
de ella la contestación. Así repentinamente que yo enseguida te ayudo
A ver qué dice la carta. no puedo darle respuesta. sacándote del apuro
“Estimadísimo amigo, en que se encuentra tu hogar.
en prueba de tu amistad Fernando:
te encarezco de verdad ¿Pero si me puede emplear? Fernando:
lo que aquí en esta te pido, Al fin por gracia he encontrado.
siendo tú administrador Gerente:
de tan riquísima empresa Eso es lo que difícil veo Gerente:
te agradecería el favor porque en asuntos de empleo A ver, joven, ¿que busca?
que dieras al portador hoy vamos a retirar.
cualquier empleíto en esa. Esto es un caso que siento Fernando:
El pobre es de obligación, por tratarse de un amigo El empleo que está vacante.
procura emplearlo en algo que por ahora no he podido
que tiene diez meses largos hacerle un servicio a tiempo. Gerente:
que no encuentra ocupación, Vuelva por aquí siempre Bueno, pase adelante
quedándote agradecido que tal vez el mes entrante para ver si éste le gusta.
me suscribo como siempre pueda que haya la vacante Quien aquí se quiera emplear
tu servidor y amigo. y lo empleo inmediatamente. tiene que saber de todo
Manuel María Juan Vicente.” siendo así el único modo
La carta está muy bonita, Fernando: como se pueda aceptar.
no haciéndole falta nada, ¡El mes entrante! Hasta luego. Tiene que ser herrero
porque está bien redactada Con la mente medio loca, un famoso maquinista
y ampliamente se explica. pensativo y cabizbajo mecánico-electricista
como príncipe malvado y ser un buen ingeniero,
Fernando: que ha sufrido una derrota, además ser latonero,
¿Y de ella qué me contesta? me dirijo lentamente entender carpintería

208
y un algo de pailería
y magnífico tornero. Fernando:
Como fin o complemento Qué te parece que sí,
en los ratos de reposo, pero mal remunerado.
trabajará como mozo
para que no pierda tiempo. Fulgencio:
Explícate la razón.
Fernando:
¿Así como es el trabajo, Fernando:
supongo que sea el salario?.. Eso está más que explicado
que todo esto lo hago
Gerente: por la mala situación.
Sí, señor, son cuatro diarios Foto de Vivian Saad
el sueldo que más pago, Fulgencio:
son diez horas en el día Donde poco sueldo ganas
que tiene que trabajar, ¿es empresa principiante? pero también hay que ver
sujeto a no descansar que yo también necesito
porque el empleo perdería. Fernando: porque tengo cuatro chicos
¿Acepta usted todo esto? La Naviera Colombia, y hay que darles de comer.
¿Se encuentra bien preparado? que es una empresa pujante.
***
Fernando: Fulgencio: Buenas tardes, caballero,
Sí, señor, todo lo hago, ¿No habrá modo de un empleo
por dicha razón acepto. para ver si algo consigo?.. Gerente:
Buenas tardes, ¿qué desea?
Gerente: Fernando:
Dispóngase a los talleres. Ese es un caso que veo Fulgencio:
dificilísimo, amigo, Vengo a ver si usted me emplea
Fulgencio: porque la vacante que había de la manera siguiente:
Señores, soy contratista hace unos pocos días es decir: incondicionalmente
conocido en todas partes, que la llenaron conmigo. pagándome lo que sea.
profesando siete artes,
siendo en ellos especialista. Fulgencio: Gerente:
Trabajo bien y barato La crisis que atravesamos Qué contrato repentino
dándole efectivas pruebas nos hace ser exigentes, loco... desaforado,
al empresario que quiera prójimos indolentes siendo éste un desatino
hacer conmigo un contrato. que a nadie consideramos. si usted no está preparado.
Rivales tengo un millar, Todo es conveniencia propia,
como en toda profesión para nadie hay compasión, Fulgencio:
donde reina la ambición vivo con la mente loca Aunque usted me pague un
y la envidia personal. según es mi situación. /centavo
Quien a mí me hiciere un mal Voy a citar un ejemplo tres día le trabajaré,
con otro me lo desquito el colmo del egoísmo, para convencerlo a usted
porque siempre y siempre he cuyo ejemplo soy yo mismo que lo que otro haga, yo hago.
/dicho para que no crean que es
que no hay amigo formal. /cuento. Gerente:
Como Fernando trabaja Para poderlo aceptar
Fernando: ahora me le predispongo me encontraré precisado,
Fulgencio, no hables así a formarle el contrahombro a tener que retirar
porque estás equivocado. de manera solapada. a un señor recién entrado,
Esto no debería ser que a diario gana cuatro pesos
Fulgencio: por tratarse de un amigo siendo éste un sueldo excesivo
Fernando, ¿tú por aquí...? que tiene como seis hijos, porque el negocio, mi amigo,
¿Ya conseguiste trabajo?.. obligado a mantener no da para el pago de eso.

209
Fulgencio: Gerente: le exigiré que me explique
Tres y medio... ¡Está hablando demasiado! de su actuación los motivos.

Gerente: Fernando: Fernando:


Está bien y enseguida Alegando mi derecho Vicente, todo lo he oído
lo favorezco a usted. con el debido respeto concediéndote razón
como ciudadano honrado. viendo en tu recriminación
Fulgencio: que si estimas tus amigos,
Yo volveré por aquí Gerente: si no te había visitado
mientras al otro retira. Está bien, ¿pero qué alega? fue por culpa involuntaria
Explíquese por favor. porque eran diez horas diarias
Gerente: que tenía que ir al trabajo.
Cinco minutos, Fernando, Fernando:
noto que viene atrasado, El mes de sueldo, señor, Abogado:
siendo eso veinte centavos que es lo único que me queda. ¿Por qué dices que tenías?
que se le van regalando.
Gerente: Fernando:
Fernando: ¿Cómo es que el mes de sueldo, Porque ayer tarde el gerente
Después de ruda faena esto si es maravilloso, me despidió bruscamente
en un trabajo forzado, se está usted volviendo loco cuando menos lo creía.
tres minutos atrasados o es que está poco cuerdo?
eso no vale la pena. Abogado:
¿Tú diste algún motivo?
Gerente:
Para usted no vale nada Fernando:
porque es el favorecido, Por tres minutos de atraso.
porque así, en diez semana, Fernando:
¿cuánto la empresa ha perdido? Ni estoy loco, ni poco cuerdo, Abogado:
lo que digo es la verdad ¿Esas son causas acaso
Fernando: y si usted nada me da para que te haya despedido?
Las veces consecutivas de otra manera esto arreglo. Bueno, eso fuera nada
que usted crea que yo lo haga. siendo el jefe absoluto
Gerente: y nadie manda en su gusto
Gerente: Haga usted lo que a bien tenga si el empleado no le agrada.
Su respuesta es abusiva que sin temor todo espero, Pero dime tú una cosa,
no me agrada a mí en nada, porque sé que aquí el obrero ¿la empresa te liquidó?
al contrario sus palabras difícil que se le atienda.
pueden ser su despedida. Fernando:
Fernando: Me trató de loco y poco cuerdo
Fernando: Sí, señor, cuando es un lego cuando eso le digo yo
¡Cómo! ¿Que me retira? y no tiene quien lo defienda, y me dijo que si quería
así pues no le sorprenda que fuera donde quisiera
Gerente: la nota que traiga luego. y donde más me conviniera
Sí, señor, a usted enseguida que todo fracasaría...
pues no puedo soportar Gerente:
que un subalterno me diga ¡Haga usted lo que a bien tenga! Abogado:
lo que se le quiera antojar. Lleva esta nota activa
Abogado: para que aquí comparezca,
Fernando: Seis meses han transcurrido y si nada te contesta
No yo tampoco tolero que Fernando no me visita, te regresas enseguida.
su descarado cinismo suponiendo que esto indica
de obligarme al servilismo que algún empleo ha conseguido. Gerente:
lo que aceptarle no puedo. Si por esta causa ha sido ¿A molestarme ha venido?
cuando algún día me visite,

210
Fernando: es un derecho propio, Abogado:
En nada lo he molestado, que yo muy bien reconozco Palpablemente lo veo
una nota es que he traído y nadie puede evitarlo. pero eso no vale nada,
de la Oficina de Trabajo. Pero lo que se le pide, son jefes de baja escala
por lo que está demandado, que hasta nombrarlos es feo.
Gerente: es que usted no ha cancelado Son hombres que sin pudor
Esta empresa naviera el mes de sueldo que exige hasta pisotean su honor
tiene más prerrogativas, según la ley, el empleado. por conservar el empleo.
más influencia y salida Me parece suficiente
que otra compañía cualquiera. Gerente: con lo que ya hemos hablado
He dejado dicho con esto Esa ley no la comprendo y déle inmediatamente
que su demanda es ociosa ni si diez mil veces la leo. el mes de sueldo pendiente
y no sacará gran cosa que merece el empleado.
por los motivos expuestos. Abogado:
Pero yo sí bien la entiendo Gerente:
Fernando: y haré que la cumpla usted. El mes de sueldo lo pago
Sí, señor, esto sucede evitando así enemistades
y sucederá mil veces, Gerente: y continuas calamidades
porque ustedes no obedecen Para evitar la contienda que tengan cariz variado.
nuestras sancionadas leyes. me acepta una transacción. Ya por último le digo
que esa ley es arbitraria
Gerente: Abogado: y un algo estrafalaria
Bueno, bueno, está muy bien Su absurda proposición sin razonable sentido.
allá lo arreglaremos todo. es de sucias componendas.
* Observe bien lo que ha dicho Abogado:
[En la Oficina del Trabajo]: en su respuesta abusiva Aunque esa su opinión,
¿Es usted el jefe, señor? porque eso sí se castiga no respetar nuestras leyes,
como si fuera un delito. es imposible, no puede
Abogado: porque aquí hay Constitución.
Y abogado defensor Gerente:
de todo obrero y empleado. ¿Esa ley impertinente Fernando:
que al obrero da realce, ¡Felicítote, Vicente
Gerente: no tiene párrafo aparte por tu triunfo alcanzado!
Atendiendo su llamado para jefes y gerentes?
con precisión he venido Abogado:
porque supongo que ha sido Abogado: No me creo felicitado
erróneamente informado No tiene párrafo aparte. por lo que acabo de hacer
respecto a lo acontecido. Ésos en la sombra ocultos pues cumplí con mi deber
son los monstruosos pulpos como un abogado honrado.
Abogado: que sus tentáculos reparte
Explique usted los motivos. al obrerismo confiado Fernando:
que después de aprisionado ¡Vicente!... ¡Vicente!
Gerente: y trabajar noche y día,
Por mí ayer fue retirado lo arrojan sin energías Abogado:
un obrero que tenía a un abismo enlodazado. ¿Qué pasa? ¿Qué ha sucedido?
como diez meses y días
que se le había colocado. Gerente: Fernando:
Procedí de esa manera No creo que son los gerentes Que Fulgencio a quien creía
porque el negocio exige ni empresarios los tiranos, /amigo
doblar las economías porque nosotros nombramos me ha traicionado vilmente;
de cualquier modo que fuera. a otros jefes dirigentes se ha brindado en mi trabajo
cuya facultad le damos ganando un sueldo más bajo
Abogado: y es ahí donde notamos para así formar motivos
El caso de retirarlo la tiranía más candente. que a mí se me retirara

211
de una manera inesperada Fernando: que es más grande la crisis
tal como ha acontecido. Eso, si me dejo dar. /actual
porque allí no se encuentra un
Abogado: Abogado: /hogar
¿Y tú qué piensas con él? De ambos modos es fatal donde no haya tristeza y dolor.
porque al ver el cuerpo Es difícil poder describir
Fernando: /tendido el dolor de aquel padre que ve
Castigarle a sangre fría llegan sus hijos reunidos que sus hijos se van a morir
su vil bellaquería y alto tienen que implorar acosados del hambre y la sed.
que no ha debido hacer. para que así el criminal Esto no puede seguir así
reciba justo castigo, esperemos con serenidad
Abogado: que bien dictarlo ha sabido para que la ruinosa orfandad
Si intentas un altercado el Supremo Tribunal. no se extienda por todo el país.
buscando un final sangriento Es el pueblo quien debe implorar
ponte a pensar un momento, Fernando: aunque débil se encuentre su voz,
tus hijos como han quedado, De ilusiones estoy lleno debe erguirse y sumiso elevar
que esperan del padre amado sin poderte contestar. sus más tristes plegarias a Dios.
rebozando de contento. No podemos aquí enumerar
Si da la fatalidad Abogado: Porque son de una impunidad
que disparando tú yerras Todo debes olvidar los conflictos y mil cosas más
es seguro que por tierra y pasando un rato ameno que ocasiona esta crisis actual.
tu cuerpo rodará. enseguida cantaremos Así pues que para terminar
Porque el adversario está un algo sentimental... y no hacernos extensos aquí,
esperando un solo golpe Le deseamos que pasen feliz
y como veloz resorte Cantado como nunca todo este gran
rápido disparará. Hay regiones en el interior /carnaval.
Fin

***

Amor de madre

Manuel Barrios Lizcano

Filósofo: basado en ciencias, profundo, Filósofo:


Soy filósofo, señores, soy el maestro incansable ¿Que le pasa mi señora?
de una gran profundidad, que le ha dado vuelta al mundo,
siendo mi especialidad y así, por doquiera inmundo, Madre:
dar alivio a los dolores volviéndolos un arcano En la más propicia hora
del sin fin de sin sabores a los cerebros más llanos vengo a pedirle un favor.
que tiene la humanidad. de corazones sin rumbo.
En mí, los cerebros pobres Filósofo:
encuentran una riqueza, Madre: Servir a la humanidad
porque en mi morada lóbrega Distinguido profesor... es mi acérrima misión.
jamás el estudio cesa,

212
instruirlos e internarlos o mejor dicho, no puedo
en su filosófica escuela. quedarme con el dinero
Mejor dicho: en su instituto, que usted en mis manos confía.
donde la ciencia se aprende, Déselos a sus hijos todo,
para no dejarlos brutos alúmbreles un buen camino
si la muerte me sorprende. para que así, de ese modo,
Veo en mis fuerzas deficiencia, procedan a su acomodo
mis ojos se van nublando y elijan sus destinos.
y el hilo de mi existencia
más y más va adelgazando. Madre:
Así pues que si yo muera, Cuanto usted mande lo haré,
bajo a la tumba contenta y para entrar en acción,
porque a mis hijos les dejo hoy mismo los mandaré
el saber como una herencia. a su regia institución.
Despídome cordialmente
Filósofo: para volver sin demora.
Veo su edad muy avanzada
y su voz que algo trepida, Filósofo:
lo que indica que su vida Cuando usted guste señora,
se encuentra muy agotada. aquí a sus órdenes siempre.
Y si de este agotamiento
llega el día que al fin se acaba, Madre:
bajo un fiel juramento, Fidel... Fidel...
yo le daré cumplimiento
a su misión encargada Fidel:
y emprenderé dicha jornada Aquí estoy madre, disponga.
feliz, gozoso y contento...
Yo a sus hijos con empeño Madre:
les daré una alta instrucción, ¿Y Ambrosio?...
Madre: hasta llegar al extremo
Su amable contestación que logren el desempeño Fidel:
un gran consuelo me da, de una noble profesión. No ha llegado todavía...
y desde hoy usted será Y aparte de esto le digo
mi confidente en acción. que si se dan a querer Madre:
jamás caerán en mi olvido, Cuándo, Dios mío, será el día
Filósofo: y siempre los ayudaré que este Ambrosio se componga,
Exponga usted la razón como si fueran mis hijos. hijo desnaturalizado
y nos entenderemos más. que cuando yo sufro él goza,
Madre: tanto palo que le he dado
Madre: Gran filósofo y letrado y todavía la misma cosa...
Explícosela en el acto, que Dios de bienes lo colme, Son las tres de la mañana
para que con precisión, porque a mí usted me ha y aún no se ha presentado
me dé usted la solución /quitado sabiendo que estoy en cama
a mi importante relato. un tremendo peso enorme. y en un peligroso estado.
En sus manos entregaré
Filósofo: esta suma de dinero, Fidel:
Comiéncelo mi señora para que más tarde usted, Madre...
que así usted se aliviará, a mis dos hijos les dé
y más pronto encontrará dicha suma que le entrego, Madre:
lo que de mí quiere ahora. y a usted nada le dejo Hijo...
porque creo no aceptaría.
Madre: Fidel:
Gran maestro, es que quisiera Filósofo: ¿Me permite usted que hable,
a mis hijos educarlos, Como tampoco podría

213
razonando lo que digo?... ¡porque muero abandonada Ambrosio:
para no verte jamás!... ¡Sea del modo que fuere,
Madre: también eres borrachón!...
Si dices lo razonable Fidel:
ni una letra te corrijo. Ni por un pienso, saldré, Fidel:
jamás de aquí daré un paso. Es tan grande tu irrespeto
Fidel: Fue en un acto de arrebato y fulminante osadía,
Dispense el atrevimiento, que dicha frases lancé. que aquí llegará el día
pero es usted la culpable Lo que no quisiera ver de haber un caso funesto...
y directa responsable que martirice su vida
de lo que está sucediendo. por la conciencia podrida Ambrosio:
¡de ese depravable ser! No me amenaces con esto,
Madre: dispón lo que te convenga,
¿De lo que está sucediendo?... Madre: que a lo que sobrevenga
¿Por qué te expresas así?... A pesar de eso, a él y a ti para todo estoy dispuesto.
los tengo que aconsejar,
Fidel: y así mismo repartir Fidel:
Madre, claro que si, lo que les voy a dejar Un honor casi nublado
porque un desastre estoy viendo: de una familia consiste:
Ambrosio viene a tal hora, Fidel: cuando en dicho seno existe
hace lo que le da la gana, No me hable de dinero, un miembro degenerado,
usted gime, torna y llora sólo su restablecimiento pervertido y depravado
y al fin todo queda en nada. es lo único que quiero que la sociedad lo tacha,
Yo, que soy su hermano mayor para encontrarme contento... por ser el sucio y la escarcha
y autónomo en el caso, Parece que oigo unos pasos, de los demás asociados...
le diera unos latigazos ¿será Ambrosio que se acerca?
que de noche viera el sol, Ambrosio:
pero al irlo a hacer fracaso Madre: ¡Fidel! Te impongo que calles,
porque usted mete su brazo Sí, es él, abre la puerta te repito una y mil veces,
por ser el hijo menor. a ese indolente muchacho... porque ofensas de esa especie
¡no se las soporto a nadie!...
Madre: Ambrosio:
¿Pero cómo quieres tú Fidel No necesito del caso Fidel:
que yo quiera que descargues, porque la he encontrado abierta, No tengas tanto cinismo
cuando Ambrosio viene tarde, pudiendo oír el relato que soy tu hermano mayor.
tu soberbia sobre el?... del plan que ambos intentan.
Ambrosio:
Fidel: Fidel: Aquí, nadie es superior,
Ése es el mal de los males, ¡Ese imaginable plan para mí, tú eres lo mismo.
hoy es el día decisivo, que tú crees que uno planea,
se va él o yo me despido es la burda y vil idea Fidel:
para donde no sepa nadie. que tiene todo holgazán!... ¡Vete de aquí vil hermano,
antes que te dé de lleno!...
Madre: Ambrosio:
¡Fidel, te lo prohíbo! ¿Porque soy un borrachón Ambrosio:
Y si sacas de aquí un pie, me tratas de un holgazán? Te equivocas, nos daremos
acto continuo diré Pues, ahí vamos tan con tan pues yo también tengo manos...
que tú eres un mal hijo. pues tú también bebes ron.
Además, te hago presente Madre:
que intentas una locura Fidel: ¡Fidel, Ambrosio!, es la hora
porque tu edad prematura, Pero con moderación, de mis postreros momentos,
es la de un adolescente. sin faltar a mis deberes. que deben hacer silencio
Y si aún insistes y te vas, para hablarles aquí, a solas.
muero sin decirte nada,

214
Fidel: Fidel: ¡íntegramente lo dudo!
Madre, a mí puede contarme; Después de lo que le dio,
neutralice en todo a Ambrosio, ¡acto continuo salió Fidel:
órgano del vicio y ocio probablemente a beber! Yo soy el cuerpo en acción,
que ha querido hasta pegarme. hijo de aquella señora
Madre: que hace unas pocas horas
Madre: ¡Qué ingratitud excesiva, le encargó una fiel misión.
Si a Ambrosio el vicio lo inunda, ojalá que al volver,
a ese hijo lo perdono, mi cuerpo lo encuentre lívido Filósofo:
para no sufrir encono /y yerto ¿Es usted?, de sorprendencia
cuando fría baje a la tumba. sin un átomo de vida!... me pasmo,
siendo para mí tan grato,
Ambrosio: Fidel: que conmigo pase un rato
Es a usted, madre querida Sus monótonas palabras, de verdadero entusiasmo.
a la única que quiero, de dolor mi alma la inunda,
la que con ansia venero porque son frases sagradas, Fidel:
todos los días de mi vida. con delirio pronunciadas Mi espíritu ensimismado
de una madre moribunda. de un paroxismo profundo,
Fidel: Todo lo sabré hacer, no me deja ni un segundo
Tus palabras, que vilmente porque con este dinero, divertirme con agrado.
se envuelven en jesuitismo, iré a un famoso plantel
son tácticas del cinismo para de este modo ser Filósofo:
que guardas interiormente. un estudiante modelo. Los morales sufrimientos
Siendo esto un acto seguido, también tienen su consuelo.
Ambrosio: puedo hoy mismo comenzar,
No me ofendas, ¡te lo exijo! por lo tanto, me despido Fidel:
para pronto regresar... Gran filosofo y maestro
Madre: tiene usted razón en esto,
¡Fidel!, ¡Ambrosio!, ¡cálmense Fidel: cuando son leves aquellos,
/por Dios! Gran filosofo y maestro, pero hay unos que son
y vengan acá los dos; ¿Conoce usted mi saludo?... de suprema gravedad
para que así, estando unidos y gran interioridad,
sigan los sabios consejos Filósofo: que nacen del corazón...
que en este trance tan regio, Le soy franco a este respecto, Comience usted a deducir:
les da una madre a sus hijos.
Les repartiré mis bienes,
pero no en partes iguales,
sino en partes proporcionales
a la edad que ustedes tienen.
De ahí, darán una fracción
al filosofo y letrado
que es el maestro encargado
de darles suma instrucción.

Fidel:
Todo cuanto me aconseje,
seguiré al pie de la letra,
Foto de Fernando Mercado

siempre y siempre en línea recta


sin faltar a mis deberes...

Madre:
¿Dónde está Ambrosio?, Fidel...

215
Tengo un hermano perdido Ambrosio: y sus buenos sentimientos
en el cieno del vicio hundido, Estaba que equivocado, se transforman en crueldad...
y mi madre está al morir. pero ahora no lo dudo, Se ve aquí que es conducido
que es usted el dramaturgo de un amigo que lo lleva,
Filósofo: de quien mi madre me ha donde su mujer lo espera
Nadie es perfecto en la vida, /hablado. en compañía de sus hijos.
elimine el sufrimiento, Pasa, y después que entra
y verá que con el tiempo Filósofo: con un ímpetu de fiera,
todo se borra y se olvida. Así son las coincidencias, tira todo, critica y pega
Vengase a mi institución, supremas casualidades, y a sus hijos los ahuyenta,
que yo aquí le enseñaré, porque se da con la clave porque su aspecto presenta
y de este modo cumpliré cuando uno menos piensa. un loco desaforado,
mi acérrima y fiel misión. del manicomio fugado
Ambrosio: que atropella a quien encuentra.
Fidel: ¿Conoce usted a Fidel?...
Grande es mi agradecimiento Ambrosio:
y a propósito de eso, Filósofo: Pero raros son aquellos
en sus manos entrego esto Sí, y me ha manifestado que encontrándose embriagados
que es lo único que tengo. que se encuentra contrariado se atribulan demasiado
Despídome y al volver, por su vicio tan cruel. y comenten atropellos.
vengo enseguida a quedarme,
es decir, matricularme Ambrosio: Filósofo:
en su famoso plantel... Ya casi lo estoy dejando, Pero esto así sucede
a este repugnante vicio, porque lo que le he explicado
Ambrosio: porque veo el grave perjuicio no es para todo el que bebe,
¿Tiene ron o anisado que me está proporcionando. sino para aquellos seres,
en su famosa cantina? alcohólicos consumados,
Filósofo: que tanto y tanto han tomado,
Filósofo: Fórmese usted una idea que cuando ya degeneran,
Caballero, se ha equivocado, de lo que este cuadro presenta, fíjese usted cómo quedan
lo que usted ha preguntado y al mismo tiempo lea como lo indica el grabado.
lo encontrará en la otra para que se dé más cuenta
/esquina. de los actos desastrosos Ambrosio:
y estados bochornosos Veo en este cuadro tétrico:
Ambrosio: que el borracho representa. Un ciego, un cojo, un manclenco
¡Cómo que en la otra esquina!, y acto seguido un ejemplo
¿y qué significa ese cuadro?... Ambrosio: de un alcohólico epiléptico.
Me ha llamado la atención Más adelante un idiota,
Filósofo: porque veo en él, la gravedad, que desfigurado su físico,
Eso describe al contrario puesto que en una ocasión, se encuentra a la par de un
de lo que usted se imagina. llegué a perder la razón /tísico
y también la voluntad. de enfermedad contagiosa,
Ambrosio: que a todo el mundo repugna,
¿Entonces usted es enemigo Filósofo: que todo el mundo le huye,
de todo el que bebe ron?... Y si sigue usted será. porque su contagio influye
según el grabado indica, hasta después de la tumba.
Filósofo: un alcohólico extremista
Al contrario, soy su amigo, que pierde la dignidad. Filósofo:
y me gusta dar lección, Convénzase usted que es cierto,
en mi regia institución Ambrosio: que yo solo no lo digo,
a aquellos seres perdidos, ¿Que pierdo la dignidad?... sino los profundos libros
los que por fuerza o razón de autores que ya muertos,
en este vicio han caído. Filósofo: fueron sabios cuando vivos
Como el conocimiento, profesores y maestros.

216
Ambrosio:
Ahora sí estoy convencido,
y hoy sumiso volveré,
al hogar que abandoné
para volverme un perdido...

Fidel:
Hoy que a mi hogar he vuelto,
me causa horror y alarma,
al ver su asqueroso aspecto
todo confuso y revuelto

Archivo Famila Barrios XXXXXX


como casa de fantasmas.
¡Qué desenlace tan triste!,
¡sólo esta carta me avisa
y me da la infausta noticia
que mi madre ya no existe!...
Hoy que mi madre está muerta
solo me encuentro en el mundo,
viendo a mi diestra y siniestra
un abismo muy profundo.
Pero sabré sostenerme Las Pilanderas de Manuel Barrios Lizcano, 2003.
en un frágil equilibrio,
de mil cosas abstenerme, ¡Veo que mi negro destino nos dispensan por favor,
lejos de todo peligro. de una crueldad se reviste! que en lo que se va a decir
Seré un joven laborioso cometamos un error.
formando un hogar honrado Fidel:
un hombre pundonoroso ¿Te lamentas? ¿Para qué? Los seres que fueren así
y un anciano venerado. Ya hoy seremos unidos bohemios que pierden la razón,
También seré muy amable y lo mismo te diré, van sembrando para sí
para con esto cumplir, lo que el gran filósofo me dijo: su desmoralización.
las máximas de mi madre “Nadie es perfecto en la vida, Y llegan a repugnar
que me dio, antes de morir. elimina el sufrimiento causando en el ánimo horror,
y verás que con el tiempo, porque son monstruos del hogar,
Ambrosio: todo se borra y se olvida”. sombras de espanto y terror.
¡Tú, por aquí, Fidel? Y algunos degeneran
Dime lo que ha sucedido... Despedida con más ridiculez
Vals - cantado - dos voces. y esos son los que así quedan
Fidel: en estado de idiotez.
Lo único que te digo Todo esto es ejemplar, Y si alguien no lo cree,
es: que nuestra madre no existe. ejemplos de verdad, se lo podemos probar,
sin haber de que tachar, cuyas pruebas van a ver
Ambrosio: porque todo es realidad. en el otro carnaval.
¿Que nuestra madre no existe? Al público de aquí Fin.

217
Carnaval:
soñar, amar y olvidar

Texto y foto de
Hernán Díaz
Cortesía de Ars Antiqua Galería

Somos trópico caribe. Nuestras estaciones


no las rigen el Sol o la Luna porque depen-
demos de nuestro estado de ánimo. Aún no
ha llegado el verano de este año. De vez
en cuando aparece un día azul sin una
nube en que apoyar los ojos, y en la tarde
con la velocidad de una cortina nos cae la
lluvia o el granizo. El tiempo es tan impre-
dictible como nuestro temperamento tropi-
cal. Pasamos de la tristeza a la alegría y a
la euforia sin control, por cualquier motivo.
Nuestro año es diferente y no coincide con
el Año nuevo o la Navidad, porque nuestro
año, como la vida en un vientre, es de nue-
ve meses. Termina una noche de candela-
ria en el mes de diciembre, y comienza en
la mañana triste de un miércoles de Ceni-
za para recordarnos que somos polvo de
carnaval. Diciembre, enero, febrero y algo
más, son para vivir la vida, soñar, amar y
olvidar.
La alegría, como el río Magdalena, nace
en Colombia y desemboca en el Carnaval
de Barranquilla. Es diferente de los otros
carnavales del mundo, porque sucede en
el Caribe, entre los Trópicos de Cáncer y
Capricornio, un ingrediente geográfico que
quisieran tener los carnavales de otras la-
titudes. El calor, el color, el aroma, la mú-
sica y la tesitura de la gente. Mujeres que
por tres días te van a mirar y decir: “Yo
soy la más bella del mundo”, y lo será por-
que es promesa de carnaval. Hombres lim-
pios con máscaras transparentes y sonri-
sa devastadora. Ríos de gente bailando y
cantando en íntimo arrobamiento y cosmos
personal.
Secretamente, pensamos en el próximo
carnaval, porque mientras estemos vivos,
cada uno va a ser mejor que el último.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


218 p. 218-218: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
El Plan decenal de salvaguarda
y protección del carnaval:
un ejercicio de ciudadanía

Pamela Flores*

En Colombia, el Plan Nacional de Cultura ha asu- Esta perspectiva, coherente con las teorías y
mido como tarea principal la promoción de la con- dinámicas culturales de la contemporaneidad, pa-
vivencia entre los diferentes grupos que confor- reciera indicar que nuestra mayor dificultad con-
man la sociedad, lo cual indica que le hemos otor- siste en reconocer la cultura del otro. Y que nues-
gado a la cultura un papel fundamental en la so- tro mayor desafío está en aceptar la diferencia
lución de los problemas asociados a la violencia y cultural y en valorar la diversidad. En los países
en la resolución de los conflictos entre los diver- del Primer Mundo, la preocupación por una ciu-
sos sectores del país. En otras palabras, que te- dadanía multicultural surgió en el momento en
nemos la convicción, o al menos, la esperanza, que se reconoció la existencia de grupos cultura-
de que los planes, proyectos, programas y accio- les minoritarios cuyas representaciones sociales
nes culturales deberán contribuir a la creación colectivas y cuya identidad eran menos aprecia-
de un nuevo tejido so- das por parte del Esta-
cial y de nuevas formas do que las de la deno-
de compartir, discutir, minada cultura oficial.
evaluar y conciliar que Pero esta carencia de
conduzcan a rehacer las aprecio no estaba liga-
maneras de relacionar- da necesariamente a
nos como individuos y una situación de pobre-
como grupos con los za (los quebequeses en
otros individuos y gru- Canadá o los catalanes
pos que conforman la en España) ni a una ex-
sociedad. Y puesto que clusión en términos po-
la cultura es y ha sido, líticos, sociales o cultu-
simultáneamente, agen- rales dentro de las lí-
te de unidad y de dis- neas oficiales, sino a la
tanciamiento e, incluso, imposibilidad de poner
de confrontación, lo que Foto de Vivian Saad en el espacio público
estamos esperando de sus identidades y de
nuestros planes culturales es que promuevan pro- ejercer lo político, social o cultural desde su pro-
cesos de asociación que, incluyendo las diferen- pia tradición. Es decir que se les reconocía como
cias, nos capaciten para compartir sentidos y re- ciudadanos, pero esa ciudadanía debía ejercerse
conocer los valores de la diversidad. dentro de un marco universal de derechos indivi-
duales que no consideraban las diferencias cul-
* Profesora y directora del Grupo de investigación en
comunicación y cultura, del Departamento de Comunica-
turales. De ahí que las conquistas de estos gru-
ción Social de la Universidad del Norte. pos societales minoritarios se hayan centrado en

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


p. 259-263: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537 259
la puesta en marcha de acciones reales y
eficaces es todavía una tarea pendiente y
los grupos societales del continente siguen
siendo víctimas no sólo de la pobreza y de
la exclusión, sino, en muchos casos, de la
violencia política que los hace protagonis-
tas forzosos de una confrontación de la cual
no hacen parte.

La creación por parte de la Unesco de la


categoría Patrimonio Oral e Inmaterial de la
Humanidad apunta a hacer visibles unos
grupos culturales que, de otra manera, es-
tarían en serios riesgos de desaparecer y pre-
sume que dicha visibilidad obligará al Esta-
Foto de Fernando Mercado
do y a la sociedad civil a generar los proce-
sos necesarios para su preservación. Por
conseguir que las políticas públicas en materia de tanto, la declaratoria de patrimonio oral e intangi-
educación y cultura atendieran al derecho a ex- ble impone el reconocimiento de los portadores de
presar la diferencia en el espacio público. La con- la tradición como ciudadanos, es decir, como su-
vivencia se entendió así como la aceptación de la jetos de derechos y, en cuanto nos referimos a una
puesta en la escena pública de la identidad cultu- ciudadanía multicultural, como sujetos de dere-
ral, y como el derecho a ejercer no una ciudadanía chos no sólo individuales sino colectivos.
universal, sino una ciudadanía multicultural.

En América Latina, por el contrario, no ha ha- EL PLAN DECENAL


bido un ejercicio de ciudadanía en los términos DEL CARNAVAL DE BARRANQUILLA
del liberalismo clásico. Inscritas en la tradición COMO EJERCICIO CIUDADANO
excluyente del mundo hispánico, las clases diri-
gentes en nuestros países marginaron de la esce- La noción liberal de ciudadanía construyó un es-
na pública a los grupos mayoritarios de la socie- pacio público con el fin de que se constituyera en
dad, los catalogaron como minorías y construye- el escenario de la cultura universal. Laica, sin
ron una noción de país en la cual las identidades rasgos distintivos, con una lengua común, la ciu-
de las culturales societales no blancas se desva- dad liberal creó las condiciones para el ejercicio
lorizaron, no con el fin de conseguir la unidad del poder del ciudadano. Hoy, el concepto de ciu-
nacional, sino con el propósito de fundamentar dadanía multicultural impone un espacio públi-
las desigualdades y de preservar un orden en el co en donde se desplieguen los signos de la dife-
cual sólo un reducido grupo tenía acceso al uni- rencia y en donde la diversidad del escenario cul-
verso de los derechos. tural sea el signo del reconocimiento de los múl-
tiples grupos que conforman la sociedad.
El reconocimiento de la diversidad como rique-
za de una nación y las contradicciones económi- En este sentido, los planes de salvaguarda y
cas y políticas del proyecto liberal han obligado a preservación del Patrimonio Oral e Intangible de
que, también en el Tercer Mundo, se coloque en la Humanidad implican la puesta en marcha de
la escena pública la multiculturalidad, y han con- procesos que incidan en la construcción de valo-
tribuido a que las diferentes culturas societales res y actitudes propios de la ciudadanía multi-
expresen sus modos de vida, tradiciones y cos- cultural; y el desarrollo de acciones que integren
tumbres, y exijan políticas públicas que contri- a los portadores de la tradición a las dinámicas
buyan a su preservación. sociales, políticas y económicas a partir de la va-
loración de su especificidad cultural.
Durante las dos últimas décadas del siglo pa-
sado, casi todas las naciones de América Latina En el caso del carnaval de Barranquilla, hasta
introdujeron en sus constituciones cambios ten- mediados del siglo XX, nuestro espacio público
dientes a reconocer y proteger la diversidad. Pero de ciudad pequeña podía contener sin problemas

260
una fiesta de origen rural. Pero durante las últi- urbe, con sus dinámicas culturales, políticas y eco-
mas décadas, las características físicas de Barran- nómicas, la que pone en riesgo la preservación de
quilla (es decir, el numero de habitantes, la ex- las tradiciones populares. Pero también son esas
tensión que ocupa, la distribución de sus espa- dinámicas, coherentemente orientadas, las que
cios) hicieron necesario un ordenamiento del car- promueven su protección y hacen posible el desa-
naval que permitiera que, sin dejar de ser expre- rrollo de políticas, planes y acciones que garanti-
sión libre de afirmación y reconocimiento, se lle- cen la inserción de la tradición en la movilidad de
vara a cabo dentro de una organización que ga- la ciudad. Los cuatro programas y quince proyec-
rantizara el desarrollo armónico de las fiestas. tos del Plan decenal de salvaguarda tienen como
Esta situación ha generado debates, desacuerdos objetivos comunes desarrollar el compromiso cívi-
y, sobre todo, decisiones que, en cuanto satisfac- co de los barranquilleros y capacitar a los portado-
torias para algunos de los actores, resultaban in- res de la tradición para el ejercicio de una ciudada-
adecuadas para otros. El carnaval se convirtió, nía que elimine las visiones paternalistas hacia los
así, en un hecho urbano, no sólo porque su espa- sectores populares, y promueva la adquisición de
cio fuera la ciudad, sino porque la discusión alre- destrezas que los integren, de manera equitativa y
dedor de las fiestas se convertía en un tema de autónoma, no sólo a los proyectos relacionados con
interés público local. el carnaval, sino a las diná-
micas de desarrollo de
A partir del 2003, en virtud de la declaratoria la ciudad.
de la Unesco, el debate dejó de ser local para con-
vertirse en nuestra vitrina en el escenario mun-
dial. En consecuencia, la capacidad del Estado y
de la sociedad civil para generar espacios de con-
certación ciudadana alrededor del carnaval, se
constituyen en una oportunidad para demostrar
nuestra solvencia para el ejercicio de lo público,
nuestro sentido de lo colectivo, nuestro real apre-
cio por una tradición que nos define y nuestra
capacidad para tomar decisiones sensatas y equi-
libradas que no sólo preserven y enriquezcan el
carnaval, sino que dinamicen procesos sociales,
económicos y culturales en la ciudad.

De ahí que los acuerdos para adelantar el


plan tengan como requisito una voluntad polí-
tica que involucra ciudadanos, es decir, ejerci-
cio de ciudadanía. El espacio del carnaval es
urbano, es espacio público, y la marcación de
los territorios requiere de una noción de civili-
dad que involucre los valores propios de la vida
política en una urbe.

El Plan decenal de salvaguarda del carnaval


pondrá en evidencia nuestra verdadera y definiti-
va capacidad para ser ciudadanos. Paradojas de
la contemporaneidad, durante el cumplimiento de
las tareas para la preservación de unas manifes-
taciones y tradiciones de origen rural, se colocará
en la escena pública nuestro sentido de la civili-
dad y nuestras competencias para la vida en la
ciudad.

La salvaguarda de las tradiciones es una nece-


sidad que surge con la ciudad. Es la vida en la
Foto de Fernando Mercado

261
RIESGOS Y OPORTUNIDADES rasgos culturales, los cuales, independientemente
PARA UNA CIUDADANÍA MULTICULTURAL de los discursos que construyamos para
autodefinirnos, se expresan en la materialidad de
La declaración de la Unesco al carnaval como pa- la ciudad que hemos construido, en nuestras ac-
trimonio oral e inmaterial implica el reconocimiento ciones comprometidas o no, en nuestra valoración
de unos riesgos de desaparición de la tradición o desvalorización del otro en situaciones de con-
sobre los cuales el plan tiene que actuar. La lista flicto, en la calidad de nuestro espacio público, en
de riesgos enumerados en el dossier de presenta- los modos de negociar desacuerdos y de producir
ción de la candidatura incluye: acuerdos.

• Desplazamiento forzoso de los depositarios de Nuestros distintivos culturales, vale decir, la tan
la tradición generado por el conflicto armado. promulgada alegría, la tan repetida tolerancia, la
• Escasez de recursos económicos que impide a tan publicitada amabilidad, no están a prueba los
los sectores rurales llegar hasta Barranquilla. cuatro días del carnaval. Es en la ejecución del
• Imposición de logotipos comerciales que alte- Plan, en nuestra disposición a convertir la decla-
ran las indumentarias tradicionales. ratoria en una oportunidad para generar una ciu-
• Satanización de expresiones culturales por dad distinta que exhibiremos, queramos o no,
parte de iglesias alternativas. nuestro universo cultural. Ya casi han pasado dos
• Inexistencia de proyectos educativos que pre- años de la Declaratoria. En el 2013, los barran-
serven las tradiciones en los sectores rurales y quilleros seremos evaluados por unas realidades y
populares. unas acciones concretas, específicas y mensura-
• Exigencias de espectacularidad en el desfile. bles. Si el plan funciona, la ciudad contará, entre
otros logros, con un museo que nos confiera iden-
Por otra parte, durante el proceso de perfilación tidad y que sea atractivo como industria del entre-
de los proyectos del Plan decenal de salvaguarda tenimiento; con unas microempresas que generen
se establecieron otros peligros que la ciudadanía bienestar a sectores populares y coloquen nues-
debe conocer y sobre los cuales es imprescindible tros productos simbólicos en mercados interna-
actuar: cionales; con eventos internacionales que
dinamicen nuestros hoteles, restaurantes y demás
• La desconfianza entre los actores del carna- establecimientos de servicios, y construyan vín-
val y las instituciones que lo administran. culos con académicos, investigadores y actores de
• La desconfianza de los organismos interna- otros carnavales; con programas pedagógicos que
cionales, que no tienen la certeza de que el Estado aumenten no nuestro sentido de pertenencia con
invierta los recursos en los proyectos para los cua- nuestro pasado, sino nuestra responsabilidad so-
les están destinados. cial con nuestro futuro; con un ordenamiento vial
• La dispersión de las acciones para la defensa del carnaval que permita la participación festiva
y preservación del patrimonio debido a que cada de amplios sectores y, a la vez, garantice un es-
actor o grupo de actores quiere promover sus pro- pectáculo de calidad a espectadores propios y ex-
pias versiones del plan en lugar de concertar ac- traños; con unos medios de comunicación com-
ciones conjuntas. prometidos en velar por lo público y no por lo pri-
• Las dificultades para recopilar la información y vado y con unas tradiciones que se constituyan
acopiar documentos, sea porque los portadores de en espacio de convivencia ciudadana los 365 días
la tradición habitan en zonas afectadas por la vio- del año. Por ello, el plan es un ejercicio de ciuda-
lencia, por la inexistencia de archivos organizados danía y sus logros tendrán valor en la medida en
en la región o por la carencia de recursos financie- que contribuyan al mejoramiento de las condicio-
ros y técnicos para investigaciones de este tipo. nes de vida en la ciudad, a la construcción de nues-
tra relación con lo público y al desarrollo de una
La manera como afrontemos estas dificultades noción de identidad que implique el compromiso
y la capacidad que demostremos para superar es- con los valores de una ciudadanía multicultural.
tos obstáculos harán evidentes los “rasgos distin-
tivos espirituales, materiales, intelectuales y emo- Por el contrario, si el carnaval se constituye en
cionales que [nos] caracterizan” [según la defini- factor de disolución social, los barranquilleros ha-
ción de cultura de la Ley General de Cultura, Cons- bremos demostrado una vez más, esta vez ante el
titución Política de Colombia], es decir, nuestros mundo, que nuestra alegría sólo es posible en un

262
Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)

irresponsable espacio festivo. Que no valoramos la Programa # 2


alegría de la responsabilidad asumida, del logro Preservación del patrimonio oral e intangible
conquistado, de la riqueza compartida; que nues- del carnaval de Barranquilla
tro sentido de la identidad se agota en la fiesta y
que sólo en medio de la celebración, cuando el yo • Escuela folclórica del carnaval.
se diluye y el otro se hace invisible, podemos con- • Especialización en patrimonio.
vivir. Pero además, si pretendemos que el carna- • Cátedra del Caribe.
val sobreviva a las dinámicas de la contempora-
neidad, tendremos que demostrar que podemos Programa #3
inscribirlo en el marco de un correcto ejercicio de Apoyo a los actores del carnaval
lo público.
• Las micropymes del carnaval.
PLAN DECENAL DE PROTECCIÓN Y SALVAGUARDA • Artesanías del carnaval.
DEL CARNAVAL DE BARRANQUILLA
Programa #4
Programa # 1 Difusión de las expresiones de cultura tradicional
Investigación e inventario del patrimonio oral y popular del carnaval de Barranquilla
e intangible del carnaval de Barranquilla
• Congreso internacional del carnaval.
• Censo de actores. • Carnaval y medios de comunicación.
• Carnaval y el río Magdalena. • Proyectando el carnaval.
• Museo del carnaval (incluye centro de docu- • Musicaribe.
mentación y banco de voces del carnaval). • Circulando el carnaval.

263
Carnaval de Barranquilla:
Patrimonio de la humanidad
Breve historia de una proclamaciÛn

Martha Sofía Lizcano∗


Danny González Cueto∗∗

INTRODUCCIÓN tos, con el fin de comprender la magnitud, no


tanto de las designaciones, como sí, de las res-
El 7 de noviembre del 2003, el diario El Heraldo ponsabilidades que se deben asumir, para valo-
anunciaba con júbilo, al amanecer: Carnaval de rar y mantener esos reconocimientos, a tres años
Barranquilla: Patrimonio de la humanidad1, mien- del otorgado por el Estado colombiano, y uno de
tras a partir de allí, una comunidad, entre ale- la distinción internacional.
gre y sorprendida, empezaba a asimilar los nue-
vos términos. La fiesta por excelencia de los ba- ANTECEDENTES DEL RECONOCIMIENTO
rranquilleros, que los medios de comunicación NACIONAL E INTERNACIONAL DEL CARNAVAL
locales y nacionales repiten, cada vez que llegan
los primeros meses del año, para referirse al car- En la década del setenta, Barranquilla vivió una
naval de Barranquilla. El interés por esta fiesta profunda crisis institucional y política. Natural-
popular, incluso entre los mismos habitantes de mente, esta afectó todo, hasta el carnaval, en as-
la ciudad, no es más que aquel que se despierta pectos tales como su organización, regulación y
cuando es momento de vestirse festivamente, en manejo. Esto llamó la atención de la Cámara de
cuerpo y alma, para “vivirlo y gozarlo”. Se olvi- Comercio de Barranquilla, que a principios de la
dan, fundamentalmente, las razones por las cua- década del ochenta, hizo converger a los sectores
les, todos los años, sin interrupción, se celebra empresarial, social y cultural para reflexionar y
este que los científicos sociales reconocen como proponer posibles soluciones a una problemática
un “hecho cultural”. Hoy, se suman a esto dos que afectaba a los actores de las fiestas. Con ese
circunstancias especiales e históricas: el carna- ánimo, esta institución auspició los llamados “fo-
val es patrimonio cultural nacional y patrimonio ros del carnaval”. En 1983 se celebró el 1er Foro
de la humanidad. Esta aproximación busca re- sobre el carnaval de Barranquilla, organizado por
construir la historia de tales proclamaciones, la Cámara de Comercio en asocio con la Universi-
siguiendo el curso regular de los acontecimien- dad del Atlántico, centrando su atención en los
aspectos históricos y culturales de la fiesta. El 2°
* Ph.D. en Historia, especialidad en Historia de la Cultura, por la
Foro sobre el carnaval de Barranquilla tuvo lugar
Academia Rumana. Especialista en Conservación y Restauración del en 1987. En esta ocasión estuvo dedicado a discu-
Patrimonio, Instituto de Arquitectura Ion Mincu, Bucarest. Master of tir aspectos prácticos, organizativos y financieros,
Arts in History, Universidad de Bucarest. Docente e investigadora de
la Universidad del Norte, docente de la Universidad del Atlántico y de impulsado también por la Cámara de Comercio,
la Universidad Simón Bolívar. Miembro del Grupo de Investigación en conjuntamente con la Asociación de comunicado-
Historia y Arqueología del Caribe Colombiano, Universidad del Norte.
** Comunicador social y periodista cultural, egresado de la res del Atlántico y el Colegio Nacional de Periodis-
Universidad del Norte, Barranquilla. Consultor en temas de comunicación, tas, Seccional Atlántico. Fue durante este evento
cultura y museología. Investigador asociado. Miembro del Grupo de
Investigación en Historia y Arqueología del Caribe Colombiano de la
cuando nació la propuesta de reemplazar a la Cor-
Universidad del Norte, donde actualmente es subdirector y editor de poración Autónoma del Carnaval de Barranquilla
Memorias, revista digital de historia y arqueología del Departamento de por una sociedad de economía mixta, la que más
Historia y Ciencias Sociales.

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquilla


264 p. 264-273: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537
tarde adoptaría el nombre de Carnaval de Barran- ta, y su posterior esfuerzo mancomunado para ob-
quilla S.A. Con la idea de que dichos documentos tener el reconocimiento, nacional e internacional,
históricos fueran consultados por generaciones más adelante.
posteriores, se publicaron en 1989 las memorias
de los foros del carnaval de Barranquilla.2 Las estrategias de las instituciones, privadas
y públicas, se centraron, entonces, en trabajar
En los años siguientes, instituciones de dife- en dos escenarios para obtener dicho reconoci-
rente índole, educativas, sociales y culturales, se miento, en lo que respecta a criterios, esta vez
preocuparon por organizar eventos similares, co- patrimoniales, a dos niveles: nacional e interna-
locando, más tarde, a disposición del público las cional. Aprovechando la presencia de algunos
respectivas memorias. La Caja de Compensación barranquilleros, quienes se desempeñaban en po-
Familiar del Atlántico, Comfamiliar, celebró el 1er siciones destacadas en el Congreso y la Presi-
Ciclo de conferencias El carnaval de Barranqui- dencia de la República, se redactó un proyecto
lla, en 19963; la recién constituida Fundación Car- de ley para que el Estado declarara el carnaval
naval de Barranquilla, el foro taller Guía de eva- patrimonio cultural nacional. Mientras, la Fun-
luación para jurados, en 19974, elaborando el año dación Carnaval de Barranquilla, instando a su
siguiente, la Cartilla del carnaval de Barranqui- divulgación mundial, organizó el 1er Encuentro
lla: para grupos y disfraces5, y la Universidad del internacional de carnavales9, con la participa-
Atlántico el 1er Encuentro de investigadores del ción de especialistas y representantes de varios
carnaval de Barranquilla, en 1998; la Fundación países de América y Europa, en el 2000. La ley
Social preparó una investigación de alto nivel, que fue aprobada en el Congreso de la República y
produjo el documento Cultura técnica, dentro de sancionada, posteriormente, por el presidente
la serie de cuatro Cuadernos para el desarrollo Andrés Pastrana Arango, en el 2001, declarán-
local, constituido por varios estudios, en 19996; dolo Patrimonio Cultural de la Nación, junto con
ese mismo año, la Universidad del Atlántico, en el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto.10 Esto
conjunto con el Centro Cultural Comfamiliar y la condujo a la entrega del expediente de candida-
Corporación Cultural Barranquilla, realizó el foro tura en el 2002, y la proclamación de la fiesta
El carnaval de Barranquilla hacia el siglo XXI7, pro- barranquillera, como Obra maestra del patrimo-
cediendo a publicar tanto las memorias de éste, nio oral e intangible de la humanidad 11 , en el
como las del 1er Encuentro de investigadores.8 Ini- 2003. Pero, ¿cómo evoluciona el concepto de pa-
ciativas a veces aisladas, o en conjunto, fueron trimonio, que en nuestros días exalta tradicio-
incrementando el conocimiento y valora- nes, expresiones y espacios de la cultura popu-
ción —aunque no en la dimensión lar, como el carnaval de Barranquilla? Re-
patrimonial— de la fies- visemos la historia.

Katia Nule Marino,


Reina del carnaval, 1995.
Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)

265
EVOLUCIÓN HISTÓRICA nio cultural intangible. Las personas que recibieron
DEL CONCEPTO DE PATRIMONIO esta distinción fueron honradas con el título de «Te-
soros Nacionales Vivientes».15 Se trató de 52 indivi-
¿Por qué son importantes las cartas de Atenas y duos y 23 colectivos, hasta 1994. Siguió la Repú-
Venecia en relación con el concepto de patrimo- blica de Corea, en 1964, al crear su propio siste-
nio cultural? Porque son el lejano origen en la ma para garantizar la preservación y transmisión
historia del concepto de patrimonio,12 aplicado a de los bienes culturales intangibles a las genera-
la cultura. La Carta de Atenas13 surge como con- ciones venideras. La categoría de «Artistas Nacio-
clusión de la Primera Conferencia Internacional nales», fue reconocida por las Filipinas, mediante
para la Conservación de Monumentos Históri- un Decreto Presidencial de 1973. Continuó
cos, en 1931, que se organizó con el interés de Tailandia en 1985. Rumania contribuyó agregan-
conservar monumentos históricos —recordemos do un sistema regional propio de «tesoros huma-
para comenzar que ‘monumento’ viene de me- nos vivientes», al incluir a los numerosos artistas
moria—, y reunió solamente a países europeos. folclóricos de excepcional valor que preservan las
Con la creación de la Organización para la Edu- tradiciones en su especialidad. Es decir, Europa
cación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones exploró también su tradición oral, pues, para 1994,
Unidas, Unesco —en 1946—, se celebró la Se- Francia confirió a unos 20 creadores el rango de
gunda conferencia internacional para la conser- «Maîtres d’art». Esta distinción es un reconocimien-
vación de monumentos históricos, en Venecia14, to nuevo, destinado a honrar a los artesanos que
en 1964, ampliándose aquí la cobertura de la destacan por su destreza y sus conocimientos.16 La
definición, al incluir la noción de entorno como Unesco creó después un sistema internacional,
monumento, y entorno como elemento necesa- titulado “Tesoros Humanos Vivos”, avalando los
rio de contextualización de un bien cultural, re- anteriores y reglamentando en forma definitiva
uniendo por primera vez a tres países no euro- esta categoría.
peos: México, Perú y Túnez, originando enton-
ces la célebre Carta de Venecia. Atenas y Venecia LA LUCHA POR EL RECONOCIMIENTO
se constituirán así en los pilares que sostendrán UNIVERSAL DE LAS CULTURAS
el andamiaje de los estudios, protección, con- TRADICIONALES Y POPULARES
servación y difusión de la cultura en todas sus
formas, que ahora llamamos patrimonio. Si Eu- La pobreza, la ignorancia y la explotación comer-
ropa hasta ahora dominaba con su tradición es- cial de las producciones folclóricas nacionales
crita y su patrimonio monumental, fácilmente son algunas de las preocupaciones de los inte-
palpables y reconocibles — lectuales de los países en vías de
como diría el arquitecto desarrollo, generalmente con una
Bruno Zevi, los edificios son rica cultura tradicional.
la única historia que se pue-
de tocar— había que reco- En estos países se ha venido re-
nocer, en algún momento, clamando el reconocimiento legis-
que muchos otros países lativo de los derechos sobre las
sólo tienen tradición oral. manifestaciones folclóricas de sus
comunidades autóctonas, a fin de
El tránsito hacia un cri- que no sean utilizadas en condicio-
terio valorativo de la dimen- nes que las desnaturalicen, y se
sión espiritual del patrimo- les retribuyan las explotaciones
nio, sin embargo, vendrá del que de ellas se efectúen. […] Se
Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)

Lejano Oriente. Fue el labo- suscitan entonces algunas cuestio-


rioso Japón, en 1950, el pri- nes delicadas: hasta dónde es po-
mer país en considerar la im- sible controlar la autorización para
portancia de otorgar un re- explotar las expresiones folclóricas
conocimiento especial a quie- y en qué medida la comunidad de
nes poseían ciertas destrezas origen puede participar en las uti-
y técnicas esenciales para la lidades que se obtengan por esa
continuidad de algunas for- explotación.17
mas importantes del patrimo-

266
Por supuesto, en materia de acervos autócto-
nos, riqueza folclórica y preocupación por una
legislación sobre cultura tradicional y popular o
folclórica, el continente africano se lleva las pal-
mas. Así, en lo nacional:

Túnez fue precursor de la adopción de leyes


para salvaguardar la cultura tradicional y po-
pular en 1967. Siguieron Bolivia en 1968 (sólo
respecto del folclore musical), Chile y Marrue-
cos en 1970, Argelia y Senegal en 1973, Kenia
en 1975, Malí en 1977, Burundi y Costa de
Marfil en 1978, Guinea en 1980, Barbados,
Camerún y Congo en 1982, Rwanda en 1983, Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)
Benin y Burkina Faso en 1984, República
Centroafricana en 1985 y Zaire en 1986. Las Desprendiéndose de la Recomendación y
obras de folclore también se incluyeron en la creando una distinción de carácter internacio-
ley tipo de Túnez sobre derecho de autor para nal, aparece el concepto de “Tesoros Humanos
países en desarrollo (1976).18 Vivos”, programa creado por la Unesco en 1996,
siguiendo las pautas de países que ya habían
Igualmente, en lo regional existe una preocu- instaurado estos sistemas de reconocimiento y
pación por la protección del folclore, la Conven- valoración del patrimonio intangible, desde los
ción de la Organización Africana de la Propiedad años cincuenta, como se ha mencionado antes.
Intelectual (texto de Bangui). La organización dispuso la elaboración de una
“Guía de los Tesoros Humanos Vivos”, que los
Un avance significativo en la protección de define como personas que encarnan, en grado
las culturas tradicionales y populares lo cons- máximo, las destrezas y técnicas necesarias para
tituye la producción de documentos jurídicos la manifestación de ciertos aspectos de la vida
por parte de la Conferencia General de la cultural de un pueblo y la perdurabilidad de su
Unesco, los cuales se dividen en varios tipos: patrimonio cultural material.20
las Declaraciones, Convenciones y Recomenda-
ciones. Después de sesenta años de reuniones CREACIÓN DE UN NUEVO CONCEPTO:
y acaloradas discusiones en el seno del orga- EL PATRIMONIO ORAL
nismo, se diseñó, con el beneplácito de la ma-
yoría de los Estados miembros, el primer docu- Todo empezó cuando escribí, hace algunos
mento internacional titulado: Recomendación años, un artículo contra el proyecto de cons-
sobre la Salvaguardia de la Cultura Tradicional trucción de un edificio acristalado de 15 plan-
y Popular —definición en la que se inscribe tar- tas en la plaza [de Xemáa el Fna]. Alcé mi voz
díamente el Carnaval de Barranquilla— adop- porque estoy convencido de que cualquier mo-
tada en 1989. En este documento se aclara el dificación en la plaza pondría en peligro el mi-
término cultura tradicional y popular: lagro que se produce cada día en ella desde
hace cinco siglos. Creo que las autoridades
[...] conjunto de creaciones que emanan de una fueron sensibles a mi razonamiento, a una com-
comunidad cultural fundadas en la tradición, paración que les propuse. Saben que los turis-
expresadas por un grupo o por individuos y que tas acuden a Marraquech para ver, entre otras
reconocidamente responden a las expectativas cosas, Xemáa el Fna, de la misma manera que
de la comunidad en cuanto expresión de su muchos visitan París para visitar la torre Eiffel.
identidad cultural y social; las normas y los “¿Qué pasaría”, les dije, “si amputaran 60 me-
valores se transmiten oralmente, por imitación tros a la Torre?” Esa decisión no concerniría
o de otras maneras. Sus formas comprenden, exclusivamente al ayuntamiento de París, sino a
entre otras, la lengua, la literatura, la música, toda la humanidad. El proyecto se paró.21
la danza, los juegos, la mitología, los ritos, las
costumbres, la artesanía, la arquitectura y Esta reciente historia conocida por todos deja
otras artes.19 en claro que fue por iniciativa de la intelectualidad

267
marroquí y por la del escritor arabista español
Juan Goytisolo,22 quienes —reunidos en el marco
de la Consulta Internacional de Expertos sobre la Pre-
servación de los Espacios Culturales Populares, or-
ganizada por la Unesco en junio de 1997— por pri-
mera vez en la plaza Xemáa el Fna, de Marrakesh,
en Marruecos, propusieron la definición de un
nuevo concepto de antropología cultural, el patri-
monio oral.23 Teniendo en cuenta las recomenda-
ciones de esta reunión de expertos, que había es-
cogido como objeto de estudio la plaza Xemáa el
Fna, y en las consultas realizadas por la División
del Patrimonio Cultural, a través de su Unidad del
Patrimonio Inmaterial, con especialistas de todas
las regiones y con organizaciones no gubernamen-
tales competentes, se elaboró un proyecto de guía
para la preparación de los expedientes de candi-
datura de una probable distinción para valorar las
expresiones y espacios culturales del mundo.24

UN GALARDÓN INTERNACIONAL PARA VALORAR LAS


CULTURAS TRADICIONALES Y POPULARES

En la 29ª Conferencia General, mediante resolu-


ción del Consejo Ejecutivo, en noviembre de 1997,
la Unesco creó una distinción internacional titula-
da Proclamación de las Obras Maestras del Patrimo-
nio Oral de la Humanidad. Durante los debates pos-
teriores, los participantes destacaron que el patri-
monio oral era inseparable del patrimonio inmate-
rial, y por ello el Consejo Ejecutivo de la Unesco
solicitó añadir en el título “e inmaterial” después de
“patrimonio oral”, en 1999. Por lo tanto, esta dis-
tinción se denominará en adelante “Obras maes- Foto de Jairo Buitrago (El Heraldo)
tras del patrimonio oral e inmaterial de la humani-
dad.”25 Con la intención de evaluar el impacto de la tura Tradicional, de 1989: Potestación Local y Co-
“Recomendación de 1989”, se realizaron varias re- operación Internacional”, auspiciado por la Unesco
uniones regionales evaluatorias en 1999.26 La con- y el Instituto Smithsoniano.
sulta regional sobre la protección de las expresio-
nes del folclore en los países de América Latina y el La riqueza acumulada en documentos y expec-
Caribe, organizada por la Ompi y la Unesco, en co- tativas, conduce a que, dos años más tarde, la
laboración con el gobierno de Ecuador, tuvo lugar Unesco elija, el 18 de mayo del 2001, 19 obras
en Quito, del 14 al 16 de junio de 1999. Fue la maestras, entre las que destacamos las pertene-
cuarta consulta regional tras la de África (Pretoria), cientes al mundo iberoamericano: los carnavales
Asia y el Pacífico (Hanoi) y los Estados Árabes (Tú- de Oruro (Bolivia), la lengua, las danzas y la músi-
nez). Participaron en la reunión los representantes ca de los Garifuna (Belice, Honduras y Nicaragua),
de 16 países: Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, el patrimonio oral y las manifestaciones cultura-
Cuba, Ecuador, Guatemala, Haití, Jamaica, Méxi- les de los Zapara (Ecuador y Perú), el Misterio de
co, Nicaragua, Panamá, Perú, República Domini- Elche (España) y el Espacio Cultural de la Her-
cana, Trinidad y Tobago, y Venezuela.27 Como ba- mandad del Espíritu Santo de los Congos de Villa
lance final de todo este programa evaluatorio, se Mella (República Dominicana).28 Una segunda pro-
llevó a cabo en Washington D.C., el mismo año, el clamación de obras maestras, ocurrió, según el ca-
seminario titulado “Evaluación Global de la Reco- lendario acordado, en el 2003.
mendación sobre la Protección del Folclor y la Cul-

268
EL CARNAVAL DE BARRANQUILLA sentimiento de identidad y continuidad y contri-
EN LA LISTA DE LAS OBRAS MAESTRAS buyendo así a promover el respeto de la diversi-
DE LA HUMANIDAD dad cultural y la creatividad humana.31

El Director General, Koichiro Matsuura, procedió a LOS DESAFÍOS Y LAS IMPLICACIONES


esta proclamación en una ceremonia que se cele- DE UNA PROCLAMACIÓN
bró en la Sede de la Organización, en París, en pre-
sencia del presidente del jurado, el escritor español Mientras tanto, ¿cuáles son los desafíos y las
Juan Goytisolo y del resto de los miembros del mis- implicaciones de esta proclamación, que desde
mo. “Estas proclamaciones constituyen una primera hace un año beneficia a nuestro carnaval?
respuesta concreta de la Unesco a la urgencia de
salvaguardar el patrimonio inmaterial”, dijo La globalización económica y la mundialización
Matsuura, que subrayó que “el objetivo de estas de la cultura afectan la preservación y evolución
proclamaciones no es el simple reconocimiento del natural de las culturas. El carnaval de Barranqui-
valor de ciertos elementos del patrimonio inmate- lla, producto de la integración armónica de varios
rial; implica un compromiso por parte de los Esta- troncos culturales del Caribe, está amenazado por
dos de poner en marcha un plan de promoción y de la falta de profundos estudios científicos, la po-
salvaguardia de la obra maestra inscrita.”29 breza, tanto económica como creativa, la penetra-
ción de nuevas costumbres extranjerizantes
Y así, pues, quedamos incluidos en esta segun- facilistas, que rompen con la tradición, y la preca-
da proclamación, acompañados de 27 expresiones riedad de una diversidad dialogante. En su estado
y espacios culturales en 2003.30 original, la noción de patrimonio tangible e intangi-
ble enlazado en la tradición cultural, puede con-
NUEVO INSTRUMENTO JURÍDICO vertirse en factor de identidad e integración, sólo
INTERNACIONAL PARA LAS CULTURAS si existe un plan de acción adecuado a la salva-
TRADICIONALES Y POPULARES: guarda de las expresiones y espacios culturales,
LA CONVENCIÓN DEL PATRIMONIO INMATERIAL como en el caso de nuestra fiesta popular.32

El 17 de octubre del 2003, en la reunión de la 32ª El reto de mantener la distinción otorgada por
Conferencia General de la Unesco, se firmó la Con- la Unesco, nos obliga a tener presentes, ahora más
vención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultu- que nunca, estas palabras de Nelly Decarolis, pre-
ral Inmaterial, instrumento multilateral, del cual sidente de Icofom-Lam, quien sostiene que valori-
no se disponía y que completa eficazmente los zar la memoria individual y colectiva significa cons-
acuerdos, recomendaciones y resoluciones inter- truir símbolos. Los símbolos anuncian la identidad
nacionales existentes —que datan de 1972, en el y comunican a los miembros y no miembros de cada
que se produjo el documento que valoraba sola- grupo quién es y quién no es parte del mismo. Por
mente el patrimonio cultural material, es decir, la medio del reconocimiento de esos símbolos se ge-
Convención sobre la protección del patrimonio mun- neran respuestas adecuadas a la perspectiva del
dial cultural y natural—, resultando nuevas dispo- grupo simbolizado. Es así como el espacio simbóli-
siciones relativas a este tipo de patrimonio. Dicha co de las representaciones resulta decisivo en un
Convención define el patrimonio cultural inmate- contexto donde la cultura actúa como fuente de aper-
rial como: tura e integración.33

[...] los usos, representaciones, expresiones, co- NOTAS


nocimientos y técnicas —junto con los instrumen-
1
Martha Guarín. “Carnaval de Barranquilla, patrimonio de
tos, objetos, artefactos y espacios culturales que
la humanidad” en El Heraldo. Barranquilla, 2003 (7 de noviem-
le son inherentes— que las comunidades, los gru- bre) p. 1C.
pos y en algunos casos los individuos reconoz- 2
Memorias de los foros del carnaval. Cámara de Comercio
can como parte integrante de su patrimonio cul- de Barranquilla, Barranquilla, 1989. (Deyana Acosta-Madiedo
y Adolfo González Henríquez, eds. y comps.)
tural. Este patrimonio cultural inmaterial que se 3
Comfamiliar del Atlántico. 1er Ciclo de conferencias El car-
transmite de generación en generación, es recrea- naval de Barranquilla. Comfamiliar del Atlántico, Barranquilla,
do constantemente por las comunidades y gru- 1996.
4
pos en función de su entorno, su interacción con Foro taller sobre Guía de evaluación para jurados. Funda-
ción Carnaval de Barranquilla. Barranquilla, 1997.
la naturaleza y su historia, infundiéndoles un

269
5 17
Ministerio de Cultura y Fundación Carnaval de Barran- Yves de la Goublaye de Menorval. “Protección, conserva-
quilla. Cartilla del carnaval de Barranquilla: Para grupos y dis- ción y difusión del patrimonio cultural intangible.” En: Memo-
fraces. Barranquilla, 1998. rias Cátedra Unesco. Gestión Integral del Patrimonio en Cen-
6
Fundación Social. Cuadernos para el desarrollo local. Cul- tros Históricos. Unesco, Ministerio de Cultura y Universidad
tura técnica. Barranquilla, 1999. Nacional - Sede Manizales, Manizales, 2001. p. 75
7 18
El carnaval de Barranquilla hacia el siglo XXI: Documento Ídem.
19
final; mesas de trabajo. Universidad del Atlántico, Barranqui- Unesco. Recomendación sobre la salvaguardia de la cul-
lla, 2000. tura tradicional y popular. Unesco, París, 1989. La Recomen-
8
Jaime Padilla Morales y Mariano Torres Montes de Oca dación fue adoptada por la 25º Conferencia General, en París,
(eds.) Memorias del primer encuentro de investigadores del car- el 15 de noviembre de 1989. Disponible en Internet:
naval de Barranquilla. Barranquilla, 1999. http://www.unesco.org/culture/patrimonioinmaterial
9
El 1er Encuentro internacional de carnavales se celebró 20
La “Guía de los Tesoros Humanos Vivos” está disponible
del 15 al 17 de junio del 2000 en Barranquilla, con los auspi- en Internet:
cios del Ministerio de Cultura. Se promocionó con el título “Pen- http://www.unesco.org/culture/heritage/intangible/
sar en carnaval. Tres días de reflexión sin máscara ni capu- treasures.
21
chón.” Asistieron representantes e investigadores de diez car- Juan Goytisolo. “Las mil y una noches de Xemaa el Fna”
navales de ocho países europeos y latinoamericanos, y de ocho en El Correo de la Unesco. París, 2000. (Diciembre) Disponible
carnavales colombianos. En las carpetas promocionales los en Internet: http://www.unesco.org/courier/2000_12
22
organizadores escribieron: En esta “Gran Comparsa del Conoci- Juan Goytisolo. La plaza de Marrakech, patrimonio oral
miento” cada ponente nos regala los colores, las canciones y las de la humanidad. Marrakech, 1997. Disponible en Internet:
tradiciones de su carnaval para que uniendo experiencias y ex- http://www.cnice.mecd.es/tematicas/juangoytisolo (junio de
pectativas conozcamos y valoremos nuestro propio carnaval. Las 1997).
23
memorias de este importante evento aún permanecen inédi- Antecedentes. Obras Maestras del Patrimonio Oral e In-
tas, y su ausencia perjudica el avance del conocimiento sobre material de la Humanidad. Unesco, París, 2001. Disponible en
el folclore del Caribe. Internet:
10
Ministerio de Cultura. Ley 706 del 26 de noviembre del «http://www.unesco.org/culture/heritage/intangible/
2001, por medio de la cual se declaran Patrimonio Cultural de masterp/html_sp/background.shtml»
24
la Nación el carnaval del Distrito Especial, Industrial y Portua- Ampliar en: Unesco. Informe provisional sobre el Proyecto
rio de Barranquilla, y los carnavales de Pasto, y se ordenan de Proclamación por la Unesco de las Obras maestras del patri-
unas obras. Ministerio de Cultura e Instituto Distrital de Cul- monio oral e inmaterial de la humanidad. 157ª reunión del Con-
tura, Barranquilla, 2001. sejo Ejecutivo, París, 8 de septiembre de 1999, p. 2.
11 25
Ante cincuenta y seis candidaturas y después de la eva- Ampliar en: Unesco. Obras maestras del patrimonio oral e
luación y aprobación de dieciocho jurados y ONGs internacio- inmaterial de la humanidad. Información general. París, 2001.
nales delegadas por la Unesco, el carnaval de Barranquilla fue Disponible en Internet:
declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la http://mirror-us.unesco.org/culture/heritage/intangible/html_sp
26
Humanidad. Así lo dio a conocer el director general de la Unesco, En 1999 se fomentó considerablemente el estudio de la
Koichiro Matsuura, en ceremonia realizada en la sede de esta protección jurídica de la cultura tradicional y popular, gene-
organización, en París, el 7 de noviembre del 2003. Disponible ralmente denominada folclore. En colaboración con el gobier-
en Internet: no de Tailandia, se organizaron un simposio subregional y cua-
http://www.carnavaldebarranquilla.org/es/patrimonio.htm tro consultas regionales, en aplicación del plan de acción adop-
12
Martha Sofía Lizcano. Patrimonio, museo, monumento y tado en el Foro mundial Unesco/Ompi sobre la protección del
cultura. Investigación presentada en el marco de los eventos: folclore (Phuket, Tailandia, 8-10 de abril de 1997). En colabo-
“Acerca del patrimonio cultural”, 1ª Jornada Pedagógica del Día ración con la Secretaría General de la Comunidad del Pacífico
Nacional del Patrimonio Cultural, organizado por el Grupo Pa- se organizó el Simposio sobre la protección del saber tradicio-
trimonio Vivo y Semana del Patrimonio Cultural en Uninorte, nal y las expresiones de la cultura tradicional y popular en las
del Centro Cultural Cayena de la Universidad del Norte, ambos islas del Pacífico y en colaboración con la OMPI, las cuatro
organizados por Danny González Cueto, en el 2000. Inédito. consultas regionales sobre la protección de las expresiones del
13
El primer manifiesto internacional sobre conservación folclore: para África, en Pretoria del 23 al 25 de marzo de 1999;
del patrimonio arquitectónico es la Carta de Atenas de 1931, para la región de Asia y el Pacífico, en Hanoi del 21 al 23 de
redactada en la capital griega, bajo los auspicios de la Oficina abril de 1999; para los Estados Árabes, en Túnez del 25 al 27
Internacional de Museos de la Sociedad de las Naciones, la de mayo de 1999; y para América Latina y el Caribe, en Quito
antecesora de Naciones Unidas. Joseph Ballart Hernández y del 14 al 16 de junio de 1999. Participaron en esas reuniones
Jordi Juan i Tresserras. Gestión del patrimonio cultural. Barce- los representantes de 83 Estados y los observadores de 21 or-
lona, 2001. p. 56 y 62. El texto íntegro de la Carta, en inglés, ganizaciones regionales intergubernamentales y no guberna-
está disponible en Internet: mentales. Unesco. Protección del folclore. Derechos de autor.
www.icomos.org/docs/athens_charter.html París, 1999. Disponible en Internet: «http://www.unesco.org/
14
Uno de los pilares del Icomos (Consejo Internacional de culture/copyright/html_sp/index_sp.shtml»
27
Monumentos y Lugares Históricos), será la adopción de la Car- Ampliar en: Unesco. Consulta regional Unesco/OMPI
ta de Venecia, redactada en 1964, en la ciudad italiana. Joseph sobre la protección de las expresiones del folclore en los países
Ballart Hernández y Jordi Juan i Tresserras. Gestión del patri- de América Latina y el Caribe. Quito, Ecuador, 1999. Disponi-
monio cultural. Barcelona, 2001. p. 56 y 62. El texto íntegro de ble en Internet:
la Carta, en inglés, está disponible en Internet: «http://www.unesco.org/culture/copyright/folklore/
www.icomos.org/docs/venice_charter.html» html_sp/quito.shtml»
15 28
Esta información hace parte de la Guía de Tesoros Hu- La lista completa de las Obras maestras proclamadas
manos Vivos de la Unesco. Disponible en Internet: por la Unesco en 2001 es la siguiente: la lengua, la danza y la
«http://www.unesco.org/culture/heritage/intangible/ música de los garifunas (Belice, con el apoyo de Honduras y de
treasures/html_sp/method.shtml#Ejemplos» Nicaragua), el patrimonio oral de Gelede (Benin, con el apoyo
16
Ídem. de Nigeria y Togo), el carnaval de Oruro (Bolivia) La ópera Kun

270
Qu (China), las trompetas Gbofe de Afounkaha: la música y el de trabajo de la madera de los zafimariny (Madagascar), las
espacio cultural de la comunidad Tagbana (Costa de Marfil), el fiestas indígenas dedicadas a los muertos (México), la música
misterio de Elche (España), el espacio cultural y la cultura oral tradicional de Morin Khuur (Mongolia), las tradiciones orales
de los semeskies (Rusia), el canto polifónico georgiano (Georgia), de los pigmeos aka del centro de África (República Centroafri-
el espacio cultural del sosso-bala (Guinea), el teatro sánscrito cana), los cantos épicos pansori (República de Corea), Lakalaka,
Kutiyattam (India), el teatro de marionetas siciliano Opera dei danzas y discursos cantados de Tonga (Tonga), el arte de los
Puppi (Italia), el teatro Nôgaku (Japón), la creación y el narradores públicos meddah (Turquía), los dibujos de arena
simbolismo de las cruces (Lituania, con el apoyo de Letonia), el de Vanuatu (Vanuatu), la música coral vietnamita de Nha Nhac
espacio cultural de la Plaza Xemáa el-Fna (Marruecos), el es- (Viet Nam), los cantos de Sanáa (Yemen). El jurado distinguió
pacio cultural del distrito Boysun (Uzbekistán), los relatos can- además dos candidaturas plurinacionales, que son: las cele-
tados Hudhud de los ifugao (Filipinas), el rito real ancestral y braciones de los cantos y las danzas bálticas (Letonia, Estonia
la música ritual del santuario de Jongmyo (República de Corea), y Lituania), y la música Shashmoqom (Tayikistán y Uzbekistán).
el espacio cultural de la Cofradía de los Congos del Espíritu Además, cinco de estas Obras Maestras fueron distinguidas
Santo de Villa Mella (República Dominicana), y el patrimonio con premios. Se trata de: las tradiciones orales de los pigmeos
oral y las manifestaciones culturales del pueblo zápara (Ecua- aka y los dibujos de arena de Vanuatu, agraciados con el Pre-
dor y Perú) Disponible en Internet: «http://portal.unesco.org/ mio Arirang, creado por la República de Corea. Por su parte, la
culture/en/ev.php» Tumba Francesa de la Caridad de Oriente, en Cuba, recibió el
29
Unescopress. El patrimonio oral e inmaterial de la hu- premio Samarkand Taronasi, creado por Uzbekistán. Por últi-
manidad se enriquece con 28 nuevas obras maestras. París, mo el ballet real de Camboya y la epopeya Al-Sirah al-Hilaliyya
2003 (7 de noviembre) Disponible en Internet: (Egipto), fueron galardonados con el premio Sheik Zayed Bin
http://portal.unesco.org/culture/fr/ev.php@ Sultan Al Nahyan. Este premio creado por los Emiratos Árabes
URL_ID=2226&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html Unidos, será entregado en una ceremonia que tendrá lugar en
30
Las Obras Maestras elegidas son: el Mugham (Azerbaiyán), abril de 2004. Disponible en Internet:
el carnaval de Binche (Bélgica), la cosmovisión andina de los «http://www.unesco.org/culture/heritage/intangible/
kallawaya (Bolivia), las expresiones orales y gráficas de los masterpieces/list2003 »
31
wajapi (Brasil), el ballet real de Camboya (Camboya), el arte Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultu-
musical del Guqin (China), el carnaval de Barranquilla (Co- ral Inmaterial. Unesco, París, 2003. Disponible en Internet:
lombia), la Tumba Francesa de la Caridad de Oriente (Cuba), «http://www.unesco.org/cultura/es/php» p. 3
32
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teatro de marionetas Ningyo Johruri Bunraku (Japón), el arte economicas/noti7.htm»
33
de los akins, cuentistas épicos kirguiz (Kirguistán), la práctica Nelly Decarolis. Museología, patrimonio regional e iden-
Foto de Fernando Mercado

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