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Arqueología de Las Misiones Jesuitas
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Arqueología de Las Misiones Jesuitas
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Figura 1. Bóveda conservada de la iglesia jesuita de Gorgora Nova, en una pequeña península al norte del lago Tana.
aún no han sido localizadas), desarrolladas en septiembre- y sobre todo del monacato (cristianos orientales), llevó a una
octubre de 2006 y noviembre-diciembre de 2007. cruenta guerra civil, la renuncia de Susenyos en 1632 y la
vuelta a la religión tradicional bajo el reinado de su hijo
Fasilidas, y la expulsión final de los padres del país en 1633.
La prospección del espacio de las m isiones Con este fracaso se acabó con el sueño de contar con una
potencia aliada católica en la retaguardia del imperio turco, y
Nuestra primera tarea fue visitar todos los yacimientos el país africano se cerró a toda influencia exterior durante un
conocidos, con el fin de registrar fotográficamente el estado par de siglos hasta la llegada de los nuevos contactos con
de las ruinas, evaluar su potencial arqueológico y comenzar Europa en los inicios de la colonización del continente.
los levantamientos topográficos y fotogramétricos. En Los sitios prospectados fueron: 1) Azäzo, con iglesia y
muchos de ellos además de los restos misioneros se conser- fuerte jesuita, palacio y estanque real, 2) Dänqäz, iglesia jesui-
van también los de la realeza y la aristocracia abisinias de la ta y palacio real, 3) Däbsan-Guzara, residencia jesuita y pala-
época, cerca de la cual siempre se movieron los jesuitas en la cio real, 4) Däkana, campo real (en cuyas proximidades está
intención de convertir primero a las clases dominantes como la primera residencia jesuita, levantada por Pedro Páez en
vía más rápida de evangelizar al país entero. Como es bien 1612 y que aún no ha sido localizda), 5) Gorgora Nova, pala-
sabido, la empresa resultó un éxito al principio, cuando Pedro cio-residencia e iglesia jesuita, 6) Aringo, campo real fortifi-
Páez logró la conversión al catolicismo del rey Susenyos y cado, 7) Tis-Abbay, puente de piedra de posible origen por-
una parte de la corte real y aristocracia más próximas, en tugués, 8) Yebaba, campo real fortificado, 9) Ghimb Giyorgis
1621, pero más tarde la reacción de la iglesia ortodoxa local y Ghimb Maryam, iglesia jesuita y residencia aristocrática, 10)
El estado de los edificios
Figura 4. Vista de la excavación del recinto palacial de Azäzo al final de los trabajos.
y gran extensión. En una de ellas se conservaba un sistema contradictorios con la propia información histórica. Así, la
de conducción de agua a través de unas canalizaciones que propia disposición de los centros jesuitas, tratando de contro-
posiblemente correspondan a una letrina (Figura 6). Los lar el espacio del poder abisinio, y la presencia ubicua de for-
materiales hallados en ambas catas son muy similares, casi tificaciones nos hablan de una situación más complicada que
todos pertenecientes a una cerámica con gran variación de la que ofrecen los relatos de los misioneros, que aunque muy
formas y dos tipos de pasta, una gruesa y otra fina, en la tra- apreciados por la información científica que suministran
dición de la cerámica Amhara actual pero mucho más rica. sobre numerosos temas, ofrecen lógicamente una imagen en
De momento no se han encontrado materiales importados exceso optimista de su labor misionera, minimizando u ocul-
de fuera de Etiopía (Asia, Europa) como ocurre en otros tando los conflictos existentes. En este tema, la versión que
establecimientos coloniales de la época en la costa del Índico, ofrecen los historiadores etíopes (p.ej. Merid Wolde Aregay
marcando quizás el aislamiento del reino cristiano en aquella 1996), e incluso los autores “etiopianistas” extranjeros como
época de absoluto predominio turco en la región. Richard Pankhurst o Donald Crummey, contradice claramen-
te la de la historiografía jesuita (Caraman 1985), ofreciendo
una imagen muy negativa de la intromisión misionera. Esta es
Conclusiones la idea que ha prevalecido en Etiopía desde entonces, anima-
da por la influyente iglesia ortodoxa, la cual está en el origen
Como arqueólogos que aspiramos a reconstruir las socie- del desinterés oficial por los yacimientos jesuitas. Nosotros
dades cuyos restos excavamos, el hacer arqueología histórica tal vez podamos contribuir a aclarar un poco el panorama,
supone contar con la inestimable ventaja de la información descubriendo la base económica de los asentamientos, las
escrita, aunque la concordancia entre ambos tipos de eviden- posibles influencias en la cultura material local y cómo los
cia suele ser problemática. También ocurre que nuestros avances tecnológicos introducidos desde España y Portugal
datos materiales muchas veces añaden efectos imprevistos y ayudaron al desarrollo posterior de la realeza y la sociedad
etíopes. Aunque admitamos su naturaleza proto-colonial, no González-Ruibal, A.; Fernández Martínez, V.M. (2007):
podemos dejar de sentir cierta simpatía por aquellos aventu- “Exhibiting cultures of contact: a museum for Benishangul-
reros que dedicaron su vida entera a recorrer unas tierras Gumuz (Ethiopia)”, Archaeology, Ethics, and Globalization,
durísimas y a intervenir decisivamente en la historia local. Por Stanford Archaeology Center, Stanford University, 18-19
otro lado, como ha señalado el historiador español Andreu Febrero, 2006 (Stanford Archaeological Review, 2007).
Martínez (2004), el conocimiento del centenario y legendario Lucas, T. (1997): Landmarking: City, Church and Jesuit Urban
reino “del Preste Juan” que los jesuitas trajeron a Europa fue Strategy, Chicago: Loyola.
decisivo en el aprecio que existió siempre aquí por aquellas Martínez Alós-Moner, A. (2004): “Christian Ethiopia:
tierras, y en cierta forma salvó a Etiopía de la atroz experien- The Temptation of an African Polity”, Studia Ethiopica in
cia colonialista de los siglos XIX y XX, cuyos perniciosos Honour of Siegbert Uhlig on the Occasion of his 65th Birthday (V.
efectos aún siguen asolando el continente. Boll, D. Nosnitsin, T. Rave, W. Smidt, E. Sokolinskaia, eds.),
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