Arqueología de Las Misiones Jesuitas

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Etiopía

Arqueología de las misiones jesuitas


ibéricas en Etiopía (1614-1633)
Víctor M . Fernández M artínez
Universidad Complutense de M adrid

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Introducción puesto que las primeras lluvias ya estaban empezando a


cerrar los caminos, a la iglesia de Gorgora Nova, el más
En diciembre de 2003 la embajada española en Addis conocido resto de los jesuitas en la zona (Figura 1). La
Abeba organizó un seminario internacional dedicado a uno impresión que nos produjo ver aquella iglesia renacentista,
de los primeros exploradores del África subsahariana: el con una rica decoración arquitectónica, casi completamente
jesuita madrileño Pedro Páez, que justo 400 años antes había arruinada en el corazón del África subsahariana y a muchos
conseguido entrar en el reino abisinio tras un largo y peligro- cientos de kilómetros de las costas, única zona dónde los
so viaje desde la colonia portuguesa de Goa en la costa occi- europeos se instalaran hasta bien entrado el XIX, fue tan
dental de la India. Esta fue la primera reacción oficial a la lla- grande que inmediatamente empezamos a pensar en un
mada de atención que poco antes había hecho el periodista proyecto de investigación que al menos dejara constancia de
Javier Reverte, con su muy vendido libro sobre el primer esos restos antes de su inminente desaparición.
europeo que visitó las fuentes del Nilo Azul, en 1618, mucho Puestos en contacto con los dos especialistas más cono-
antes que los hoy más famosos exploradores del siglo XIX cidos, el historiador francés Hervé Pennec (CNRS, Aix-en-
(Reverte 2001, VV.AA. 2007) Provence) y el antropólogo portugués Manuel Joao Ramos
El equipo arqueológico de la Universidad Complutense (ISCTE, Lisboa) (Pennec 2003; Ramos y Boavida 2004),
que durante los años noventa había trabajado en la zona del decidimos plantear un proyecto conjunto al Instituto del
Sudán Central, acababa justo por entonces de terminar su Patrimonio Histórico Español, además de entrar a formar
exploración de la región etíope de Benishangul, en la fron- parte de un proyecto más amplio dedicado a todo el Cuerno
tera occidental de Etiopía (Fernández y otros 2007; de África y financiado por la Agence Nationale de la Recherche
González Ruibal y Fernández 2007). En junio de 2005, tras francesa. En estas líneas se resumirán brevemente los resul-
una exploración preliminar de otra zona fronteriza, la de tados de las dos primeras campañas en algunas de las ruinas
Metekkel al norte del Nilo Azul, visitamos la ciudad histó- conocidas de las misiones jesuitas al norte y sur del lago Tana
rica de Gondar y conseguimos llegar, con gran esfuerzo (siete en total, los textos hablan también de otras siete que
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Figura 1. Bóveda conservada de la iglesia jesuita de Gorgora Nova, en una pequeña península al norte del lago Tana.

aún no han sido localizadas), desarrolladas en septiembre- y sobre todo del monacato (cristianos orientales), llevó a una
octubre de 2006 y noviembre-diciembre de 2007. cruenta guerra civil, la renuncia de Susenyos en 1632 y la
vuelta a la religión tradicional bajo el reinado de su hijo
Fasilidas, y la expulsión final de los padres del país en 1633.
La prospección del espacio de las m isiones Con este fracaso se acabó con el sueño de contar con una
potencia aliada católica en la retaguardia del imperio turco, y
Nuestra primera tarea fue visitar todos los yacimientos el país africano se cerró a toda influencia exterior durante un
conocidos, con el fin de registrar fotográficamente el estado par de siglos hasta la llegada de los nuevos contactos con
de las ruinas, evaluar su potencial arqueológico y comenzar Europa en los inicios de la colonización del continente.
los levantamientos topográficos y fotogramétricos. En Los sitios prospectados fueron: 1) Azäzo, con iglesia y
muchos de ellos además de los restos misioneros se conser- fuerte jesuita, palacio y estanque real, 2) Dänqäz, iglesia jesui-
van también los de la realeza y la aristocracia abisinias de la ta y palacio real, 3) Däbsan-Guzara, residencia jesuita y pala-
época, cerca de la cual siempre se movieron los jesuitas en la cio real, 4) Däkana, campo real (en cuyas proximidades está
intención de convertir primero a las clases dominantes como la primera residencia jesuita, levantada por Pedro Páez en
vía más rápida de evangelizar al país entero. Como es bien 1612 y que aún no ha sido localizda), 5) Gorgora Nova, pala-
sabido, la empresa resultó un éxito al principio, cuando Pedro cio-residencia e iglesia jesuita, 6) Aringo, campo real fortifi-
Páez logró la conversión al catolicismo del rey Susenyos y cado, 7) Tis-Abbay, puente de piedra de posible origen por-
una parte de la corte real y aristocracia más próximas, en tugués, 8) Yebaba, campo real fortificado, 9) Ghimb Giyorgis
1621, pero más tarde la reacción de la iglesia ortodoxa local y Ghimb Maryam, iglesia jesuita y residencia aristocrática, 10)
El estado de los edificios

Ya mencionamos la situación de ruina avanzada de


muchos de los sitios. En su inmensa mayoría, éstos se
hallan totalmente abandonados por las autoridades locales
y centrales, las cuales, por otro lado, sólo en los últimos
decenios han contado con financiación, casi siempre exte-
rior, para proteger y reparar los edificios más importantes
de Etiopía, atractivo turístico y motivo de orgullo naciona-
lista en todo el país, como los monolitos de Axum (I mile-
nio a.C.), las iglesias rupestres de Lalibela (siglo XIII) o los
palacios de Gondar (siglos XVII y XVIII). En 1995 se pro-
dujo el derrumbe casi total de lo que quedaba de la bóveda
y nave de la gran iglesia de Gorgora Nova, levantada por el
hermano Juan Martínez, español originario de Corpa
(Madrid), en 1627. Hoy solo queda un fragmento de la
pequeña bóveda, con cajetones decorados por rosetas, de
la capilla (Figura 1), de la cual, en algún momento entre
nuestra primera y segunda visita al sitio, es decir en poco

Figura 2. Distribución de las misiones y otros yacimientos prospectados


por el equipo español alrededor del lago Tana.

Weyzazrt Kidane Mehret, posible iglesia jesuita, 11) Ginb


Kidane Mehret, posible iglesia jesuita y residencia aristocráti-
ca, 12) Märtula Maryam, iglesia jesuita (Figura 2).
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La primera impresión de los sitios fue de una gran rique-
za arquitectónica y arqueológica, con multitud de ruinas,
muchas de edificios de piedra y mortero de cal, una técnica
introducida en el país por los jesuitas, y otras de piedra seca
seguramente dedicadas a miembros locales de las comunida-
des católicas. En los sitios más importantes destaca un mode-
lo estratégico común: la iglesia y/o residencia jesuitas están
colocadas a corta distancia y con control visual de los edifi-
cios laicos que alojaban el poder real o aristocrático etíope,
casi siempre construidos con la técnica y bajo la dirección de
los misioneros. Esta disposición obedece a un patrón de con-
trol del territorio, en otras partes urbano aunque aquí fuera
rural, por parte de los padres y siguiendo instrucciones pre-
cisas de Ignacio de Loyola desde los inicios de la orden (que,
no olvidemos, decidió adoptar un nombre militar: “compa-
ñía” de Jesús) (Lucas 1997). Asimismo pudimos catalogar
todos los motivos decorativos aún visibles en las ruinas, con
predominio de ciertos temas (rosetas, flores de lis, vegetales,
querubines alados, etc.) que aunque cuentan con paralelos
muy claros en el arte religioso europeo del siglo XVI, tam-
bién son parecidos, en especial los dos primeros, a las deco-
raciones más abundantes en las iglesias aún conservadas de la
Edad Media etíope (región de Tigray), lo que muestra de nue-
vo el carácter eminentemente práctico y adaptable de la for-
Figura 3. Puerta decorada de comunicación entre las naves laterales y la
ma de evangelización de los jesuitas (el “modo nostro”). central en la iglesia de M ärtula M aryam.
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Figura 4. Vista de la excavación del recinto palacial de Azäzo al final de los trabajos.

más de un año, se ha derrumbado la mitad de un arco infe- Las excavaciones de Azäzo


rior quedando parte de la bóveda en un peligroso voladizo
que no tardará en desmoronarse por completo. Incluso en En la campaña de noviembre-diciembre de 2007 se
edificios relativamente bien conservados, como la residen- comenzó la excavación en área del sitio de Azäzo, en concre-
cia del patriarca Afonso Mendes en Däbsan, hemos com- to junto a las ruinas de una torre y un muro que se suponía
probado cómo en ese mismo tiempo se han desprendido podrían ser un palacio, y en el interior del recinto fortificado
algunas de las placas calizas de las jambas en algunas puer- de la iglesia jesuita (Campbell 2004). Mientras la segunda
tas. El único edificio que las autoridades etíopes han prote- cata ofreció pocos resultados, apenas una serie aislada de
gido, por el sistema, estéticamente horrible pero efectivo, tumbas humanas y un gran muro que parece posterior al perí-
de cubrir con un tejado de tela metálica apoyado en anda- odo jesuita, la primera reveló la existencia de un gran edificio
miaje de madera rodeando la construcción (el mismo rectangular (Figura 4), construido según el método jesuita
método usado en las iglesias de Lalibela), ha sido la iglesia con hiladas horizontales de piedras planas unidas por morte-
de Märtula Maryam (Figura 3), tal vez por ser el más artís- ro (Figura 5), que probablemente corresponde al palacio que
tico y mejor conservado de todos, o también por ser un los misioneros construyeron para el emperador Susenyos en
lugar importante de culto ortodoxo para toda la región, no 1624. Según escribió en 1640 el padre Manoel d’Almeida, “...
sólo después de la expulsión de los jesuitas sino ya desde la no fim do anno de 1624 començou en Ganete Jesus junto a igreia huns
Edad Media. En el momento de escribir este texto nos formosos paços de pedra e cal, de dous sobrados, con seu terrado, duas
planteamos pedir un proyecto de cooperación a la AECID salas, e coatro camaras nos baixos e outras tantas nos altos...”
del Ministerio de Asuntos Exteriores para comenzar un (Beccari 1907, vol. II, p. 390). El edificio excavado contaba,
estudio de restauración que lleve después a que España efectivamente, con dos pisos, habiéndose descubierto parte
pueda subvencionar la consolidación de los edificios a fin de una escalera de subida al superior, no conservado, y varias
de que se mantengan en pie el mayor tiempo posible. habitaciones importantes, con paredes revestidas de mortero
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Figura 5. Vista del muro excavado (abajo) correspondiente al edificio real Figura 6. El suelo de la principal habitación excavada en el recinto palacial
levantado en Azäzo por los jesuitas y el muro conservado en superficie, de Azäzo, con el sistema de conducción de aguas de una letrina.
con técnica diferente (gondarina) y construido en fecha posterior.

y gran extensión. En una de ellas se conservaba un sistema contradictorios con la propia información histórica. Así, la
de conducción de agua a través de unas canalizaciones que propia disposición de los centros jesuitas, tratando de contro-
posiblemente correspondan a una letrina (Figura 6). Los lar el espacio del poder abisinio, y la presencia ubicua de for-
materiales hallados en ambas catas son muy similares, casi tificaciones nos hablan de una situación más complicada que
todos pertenecientes a una cerámica con gran variación de la que ofrecen los relatos de los misioneros, que aunque muy
formas y dos tipos de pasta, una gruesa y otra fina, en la tra- apreciados por la información científica que suministran
dición de la cerámica Amhara actual pero mucho más rica. sobre numerosos temas, ofrecen lógicamente una imagen en
De momento no se han encontrado materiales importados exceso optimista de su labor misionera, minimizando u ocul-
de fuera de Etiopía (Asia, Europa) como ocurre en otros tando los conflictos existentes. En este tema, la versión que
establecimientos coloniales de la época en la costa del Índico, ofrecen los historiadores etíopes (p.ej. Merid Wolde Aregay
marcando quizás el aislamiento del reino cristiano en aquella 1996), e incluso los autores “etiopianistas” extranjeros como
época de absoluto predominio turco en la región. Richard Pankhurst o Donald Crummey, contradice claramen-
te la de la historiografía jesuita (Caraman 1985), ofreciendo
una imagen muy negativa de la intromisión misionera. Esta es
Conclusiones la idea que ha prevalecido en Etiopía desde entonces, anima-
da por la influyente iglesia ortodoxa, la cual está en el origen
Como arqueólogos que aspiramos a reconstruir las socie- del desinterés oficial por los yacimientos jesuitas. Nosotros
dades cuyos restos excavamos, el hacer arqueología histórica tal vez podamos contribuir a aclarar un poco el panorama,
supone contar con la inestimable ventaja de la información descubriendo la base económica de los asentamientos, las
escrita, aunque la concordancia entre ambos tipos de eviden- posibles influencias en la cultura material local y cómo los
cia suele ser problemática. También ocurre que nuestros avances tecnológicos introducidos desde España y Portugal
datos materiales muchas veces añaden efectos imprevistos y ayudaron al desarrollo posterior de la realeza y la sociedad
etíopes. Aunque admitamos su naturaleza proto-colonial, no González-Ruibal, A.; Fernández Martínez, V.M. (2007):
podemos dejar de sentir cierta simpatía por aquellos aventu- “Exhibiting cultures of contact: a museum for Benishangul-
reros que dedicaron su vida entera a recorrer unas tierras Gumuz (Ethiopia)”, Archaeology, Ethics, and Globalization,
durísimas y a intervenir decisivamente en la historia local. Por Stanford Archaeology Center, Stanford University, 18-19
otro lado, como ha señalado el historiador español Andreu Febrero, 2006 (Stanford Archaeological Review, 2007).
Martínez (2004), el conocimiento del centenario y legendario Lucas, T. (1997): Landmarking: City, Church and Jesuit Urban
reino “del Preste Juan” que los jesuitas trajeron a Europa fue Strategy, Chicago: Loyola.
decisivo en el aprecio que existió siempre aquí por aquellas Martínez Alós-Moner, A. (2004): “Christian Ethiopia:
tierras, y en cierta forma salvó a Etiopía de la atroz experien- The Temptation of an African Polity”, Studia Ethiopica in
cia colonialista de los siglos XIX y XX, cuyos perniciosos Honour of Siegbert Uhlig on the Occasion of his 65th Birthday (V.
efectos aún siguen asolando el continente. Boll, D. Nosnitsin, T. Rave, W. Smidt, E. Sokolinskaia, eds.),
Harrassowitz Verlag, Wiesbaden, pp. 165-175.
Merid Wolde Aregay (1996): “The legacy of Jesuit
Referencias Missionary Activities in Ethiopia”, The Missionary Factor in
Ethiopia (Getatchew Haile; Lande, A.; Rubenson, S., eds.),
Beccari, C. (ed.) (1903-1917): Rerum Aethiopicarum Lund, pp. 31-56).
Scriptores Occidentales Inediti (15 vols.), Casa editrice italiana, Pennec, H. (2003): Des Jésuites au royaume du Prêtre Jean
Roma. (Éthiopie). Stratégies, rencontres et tentatives d’implantation 1495-
Campbell, I. (2004): “Portuguese and Indian Influences 1633, París : Centre Culturel Calouste Gulbenkian.
on the Architecture of the Lake Tana Region: An Inquiry Ramos, M.J.; Boavida, I. (eds.) (2004): The Indigenous and
into the Role of Gänätä Iyäsus”, En Ramos y Boavida, eds. the Foreign in Christian Ethiopian Art. On Portuguese-Ethiopian
2004: 37-47. Contacts in the 16th- 17th Centuries, Londres: Ashgate.
Caraman, P. (1985): The Lost Empire. The Story of the Jesuits Reverte, J. (2001): Dios, el diablo y la aventura. La historia de Pedro
in Ethiopia 1555-1634. Sidgwick & Jackson, Londres. Páez, el español que descubrió el Nilo Azul, Barcelona: Plaza y Janés.
Fernández, V.M.; Torre, I. de la; Luque, L.; González- VV.AA. (2007): Conmemoración del IV Centenario de la llegada
Ruibal, A.; López-Sáez, A. (2007): “A Late Palaeolithic del sacerdote español Pedro Páez a Etiopía. Actas del Seminario
Sequence from West Ethiopia. The sites of K’aaba and Bel Internacional celebrado en Addis Abeba del 9 al 11 de diciembre de
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Kurk’umu (Assosa, Benishangul-Gumuz)”, Journal of African 2003, Madrid: Agencia Española de Cooperación
Archaeology, 5(1): 91-126. Internacional, Ministerio de Asuntos Exteriores.

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