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Planta

l peyote sigue siendo fundamental en las tradiciones de los wixárika -más conocidos
como huicholes-, nativos de la Sierra Madre Occidental, en el noroeste de México. El
peyote forma parte de su historia de origen y se considera una forma de conectar
con los ancestros, las deidades y el mundo natural. Estos ritos sagrados
pueden remontarse a miles de años atrás.

Sin embargo, la escasez se cierne sobre este cactus sin espinas y con forma de
botón, que ocasionalmente produce flores rosas pero que, por lo demás,
permanece camuflado bajo los arbustos del desierto. Esto se debe tanto a la
creciente demanda de peyote como a la deforestación causada por la expansión del
sector agroindustrial en el estado central de San Luis Potosí (y más allá).

Aquí se encuentra Wirikuta, parte del desierto donde crece el peyote y donde los
wixárika creen que se creó el mundo . Los wixárika realizan peregrinaciones periódicas a
este lugar sagrado para acceder a la planta medicinal.

Donde antes crecían vastas franjas de densa vegetación, incluido el peyote, ahora
hay colosales invernaderos, gigantescos rectángulos de tierra cultivada y millones
de pollos y cerdos enjaulados en unidades industriales. Los expertos afirman que hoy
en día es más difícil encontrar peyote endémico.

"El peyote ya estaba amenazado por la sobreexplotación y el tráfico ilegal, pero en


los últimos diez años se han perdido cientos de hectáreas de este ecosistema
desértico único, debido a la expansión de invernaderos agrícolas industriales y
monocultivos para la producción de millas de toneladas de tomates y pimientos
para el mercado estadounidense", afirma el consultor en agroecología Gerardo Ruiz
Smith, que ha realizado investigaciones independientes en la zona.

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