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Analizar el movimiento es analizar el universo

El movimiento dentro del cuerpo como fuera de él, es trascendental, o sea, no


depende de que ninguno de nosotros esté de acuerdo con una concepción o
determinado entendimiento, simplemente sucede y seguirá sucediendo de por sí y
para sí. Es cierto que como civilización occidental, la cual conformamos desde una
manera de concebir el conocimiento, hemos encontrado relatos con respecto a lo que
sucede con el movimiento y los cuerpos en este universo.
Previo a Newton y el surgimiento de la ciencia como principio epistemológico,
observamos el discurso religioso como el responsable de dar explicaciones al
movimiento de los astros, así como intento de modelar el comportamiento de los
cuerpos humanos. Es con Newton que comenzamos a hablar de gravedad y de leyes
del movimiento. Continúa la ciencia y nuestro entendimiento con las leyes de la
relatividad de Einstein y en la actualidad la física cuántica. Abriendo paradigmas aún
inexplorados desde el punto de vista práctico, aunque ya sabemos que no es
únicamente una teoría del movimiento de las partículas a nivel subatómico.

Existe subyacente, una explicación arquetípica de las formas y sus desarrollos.


Expresado, entre otros, en los sólidos platónicos (tomados por Laban), y su diseño
perenne de expresión en la materia de este universo. En este sentido cuestiono la
concepción lineal del conocimiento, en cuanto a un relato evolutivo, que coloca a la
ciencia como un espacio de llegada, como el medio que valida y construye el
conocimiento. Delegando otras formas de investigar y acercarse a los objetos de
estudio, a lugares desprestigiados dentro de la academia. En ese lugar habita la gran
mayoría del quehacer artístico sea de la disciplina que sea. La inutilidad del arte
genera un conflicto, tanto laboral como existencial de los artistas. Inmersos en una
sociedad que solo valora las cosas, los productos. Las obras de arte no tienen un
valor real de cambio, adquiere valor en torno al contexto que le brinda el mismo.
Entonces ahora me pregunto cómo podemos tomar lo que la ciencia, en este caso del
movimiento, nos habilita como conocimiento, para rearmar los cimientos de un arte
que sirva a todos. Cómo podemos nutrir el quehacer creativo, desde una manera de
proyectar que cuenta con reconocimiento de logro para la realización de un proceso
con ciertos fines. A partir de cumplir con los principios del entrenamiento,
entendiendo los mismos, como una sistematización del trabajo en el cuerpo
prolongado en determinado tiempo.
Qué pasa con los procesos y las cargas en el quehacer artístico, qué verdaderamente
deja exhausto a un actor, o un pintor, si su acción motora tal vez no active casi nunca
su sistema energético ATP-PC. En la danza es más sencillo que le encontremos sus
caminos de entrada en este sentido, pero en el otro: el de entender cuáles son sus
cargas y su más sincera especificidad, comprometiéndonos aún más con los
principios que nos plantea el entrenamiento.
Que me pasa cuando ya entiendo el movimiento como Laban, que me pasa en este
intento de ser artista y no máquina. Con el surgimiento y auge de la inteligencia
artificial generativa, por ahora más desarrollado en programas, pero en breve
veremos ese desarrollo en cuerpos. Que va a pasar cuando aparezcan las primeras
inteligencias artificiales capaces de una motricidad tan fina como la humana. Que va a
pasar cuando aparezcan esos cuerpos que no sentirán dolor ninguno, pero si potencia
plena.

Eppur si muove (Galilei, 1633).

Lo que pienso luego de una relectura de los principios de entrenamiento, los análisis
de los sistemas energéticos, el estudio y forma de notación del cuerpo humano en
movimiento de Rudolf Von Laban; es que afirmar que estos métodos funcionan,
resulta evidente en nuestros tiempos. La pregunta es a donde dirigimos este
proyecto.
Al parecer el cuerpo, frente a un proceso sistematizado de trabajo, responde
maravillosamente. Entonces cuál es la labor del artista. Que entrena alguien que en
realidad, por cierta curiosidad, estudio y trabajo entiende que el mundo no va por el
camino correcto. Por donde se mire se observa la corrupción de un diseño que es
verdaderamente maravilloso, una fuente de creatividad al alcance de todos. Cada
eslabón que se revela de este diseño, afecta todo nuestro contexto. Entonces qué
hacemos. Que espacio tiempo habilita una vez más, el intento de congeniar: lo que
hacemos con un proyecto.

Claro, el deseo, es el deseo por que ese proyecto sea realidad (parafraseando el
primer principio del entrenamiento, según Hadfield (citado en Bernal-Reyes, et. al.,
2014, p.44)), la idea y la confianza en ella es el fundamento para el éxito de cualquier
proyecto. Entonces qué entrenamos, hacer los mejores, los más ágiles, los más
veloces, aquí la pregunta es profunda; qué artista necesita este mundo, En ese
camino, utilicemos todo lo que sabemos, para dar lo mejor de una vez pero por todas.
Referencias bibliográficas:

Bernal-Reyes, F., Peralta-Mendívil, A., Gavotto-Nogales, H., Placencia-Camacho, L.


(2014) Principios de entrenamiento deportivo para la mejora de las capacidades
físicas. Biotecnia, Volumen 16, núm. 3, pp. 42-49. Universidad de Sonora.

Roldán Aguilar, E. (2009) Bases fisiológicas de los principios del entrenamiento


deportivo. Revista Politécnica, Año 5, Número 8. p. 84-93.

Ros, A. (2009) Laban Movement Analysis. Una herramienta para la teoría y la


práctica del movimiento. Estudis escènics: quaderns de l’Institut del Teatre. Núm. 35,
p. 350-357.

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