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Movimientos Círculos de Juventud Arquidiócesis de San Juan

GANCHO Nº 1: DE DÓNDE VENGO

Recordemos cuando en el primer día de nuestro Eslabón, luego del plomo El Sentido de
la Vida, se nos hicieron tres preguntas:

-¿De dónde vengo?


- ¿Quién soy?
- y ¿A dónde voy?

Esas tres preguntas fueron contestadas por cada uno de nosotros, según criterios
propios.
Ahora, este “gancho” que es el primero del Enganche, pretende retrotraernos en el
tiempo, para darnos otros argumentos y así poder contestar con más ciencia y fe, a la
pregunta: DE DÓNDE VENGO.

La teología nos dice que “venimos de Dios” y luego de completar un ciclo, “volvemos a
Dios”. Pero para partir de un punto cero, vamos a suponer que nada sabemos de
teología, ni de catequesis y que muy poco hemos sentido hablar de Dios. Que es muy
poco nuestro conocimiento sobre este Ser Supremo Creador. Y entonces vendrá a
nuestra inteligencia esta pregunta que muchos sabios y ateos se hicieron en su
oportunidad.

- ¿Qué hace el hombre en el tiempo y en el espacio?”


La podemos analizar de dos maneras:
1. Estudiando todo lo que hay y se mueve alrededor del hombre, hasta la
inmensidad de los espacios en la distancia y tamaño de las cosas, y lo infinito en
el tiempo que se mueven esas cosas. En una palabra, lo que se llama
MACROCOSMOS.
2. Estudiando todo lo que hay y se mueve alrededor del hombre, en su infinita
pequeñez en el tamaño y en el misterio no develado, aún por el hombre de su
estructura microscópica, en una palabra, el MICROCOSMOS.

EL MACROCOSMOS

Comenzaremos por analizar lo primero, el MACROCOSMOS. En nuestra infancia, y


aún para el creyente profundo sin ninguna formación científica, le bastará la bella
descripción de la creación por el Supremo Hacedor, que se nos da en el relato del
Génesis; pero la contemplación del cielo estrellado sobrecoge y arrebata el alma
humana, despertando en ella la admiración y el entusiasmo.
H. Poincarge en su libro, “Lecciones sobre las hipótesis cosmogónicas” expresa: “El
problema del origen del mundo en todos los tiempos, preocupó a todos los hombres en
sus reflexiones; es imposible contemplar el espectáculo del universo estrellado, sin
preguntarse como él se formó”.
Es que es verdaderamente admirable la confianza del hombre de todos los tiempos en la
inteligibilidad del Cosmos y su creencia en que toda la fenomenología de la materia
obedece a leyes cuya esencia trata desentrañar.

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De este deseo surge la astronomía teórica, rama de la moderna Física Matemática. La


aparición de ella en la segunda década de este siglo, de la Teoría de la Relatividad de
Einstein, fruto maduro del principio enunciado con anterioridad por el genial precursor
vienés Mach, señala la aportación de nuevas ideas que nos ayudan a profundizar en la
esencia del Cosmos, en su estructura, etc. Son un paso hacia delante en el conocimiento
de las normas matemáticas que rigen los movimientos y los procesos cósmicos,
reveladores de las leyes necesarias que, con poder y sabiduría, gobiernan su marcha en
la sucesión de los tiempos.

Prescindiendo de la folklórica mitología que dominó los albores de la civilización


helénica, parece ser que Aristarco de Samos (320 al 250 a.C.) e Hiparco (160 al 125
a.C.), fueron los precursores en preocuparse de la cuestión de las dimensiones o escala
del espacio cósmico, señalando ya el modo de medir las distancias relativas entre los
astros que forman parte del sistema solar. Sus métodos de la triangulación han
perdurado, con diversos perfeccionamientos hasta 1963; en que los técnicos del “Jet
Propulsion Laboratory” del Instituto Tecnológico de California, determinaron la
distancia de la Tierra a Venus, y por lo tanto la unidad astronómica, la distancia de la
Tierra al Sol, por medio del radar con una precisión no alcanzada hasta entonces (en el
orden de unos +/- 1000 km., en 150 millones de kilómetros).

Arquímedes de Siracusa, el gran geómetra (286 al 232 a.C.) en su curiosa obra Arenario
o granos de arena, se expresa así: “Aristarco de Samos en sus escritos ha emitido ciertas
hipótesis, cuyos argumentos obligarían a admitir que el mundo es mucho más extenso
de lo que se creía hasta ahora”. En efecto, supone que las estrellas fijas y el Sol
permanecen inmóviles (nótese bien que no dice que el Sol esté inmóvil, lo que no
tendría sentido, sino que lo está respecto a las estrellas), que la Tierra describe una
circunferencia alrededor del Sol, el cual está situado en el centro de la órbita terrestre,
en fin, que el tamaño de las estrellas fijas, dispuesta alrededor del mismo centro que el
del Sol, es tal, que el círculo cuya circunferencia se supone describe la Tierra, guarda la
misma relación con la distancia de las estrellas fijas que el centro de una esfera con su
superficie.
Pero es el mismo Arquímedes el que sale al paso de tales errores diciendo: “Es evidente
que ello es imposible, puesto que, por no poseer dimensiones el centro de una esfera, no
se puede admitir que tenga relación alguna con superficie de dicha esfera”. Ello
equivaldría a aceptar que la distancia de las estrellas a la Tierra es infinita, por serlo la
relación por cociente de la superficie de la esfera a su centro (de dimensiones nulas).
Arquímedes no acepta implícitamente que el infinito entre en juego como medida de
distancias estelares.

Todos estos conocimientos o deducciones, quedaron olvidados ante las enseñanzas de


Ptolomeo (150 a.C.) cuya obra cumbre el “Almagesto”, fue durante casi catorce
siglos el texto intangible de Astronomía, en el que se situaba a la Tierra como
centro del Universo y el Sol girando en torno a ella.
El sistema de Ptolomeo estaba todavía en boga en 1512, cuando el gran Copérnico
después de treinta años de estudio, se convenció de que la Tierra era un cuerpo
“errante” que como los demás planetas, gira alrededor del sol describiendo una
orbita circular. Kepler un siglo después descubría que dichas ópticas eran elípticas, y
luego Newton formuló las leyes físicas que determinan el comportamiento de dichos
astros, sentando las bases de la entonces considerada “enigmática” teoría de la

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gravitación (Humani generi decus), según se lee en el epitafio de la tumba de su genial


autor.
Giordano Bruno (1548-1600) fue el primero en “atravesar simbólicamente la bóveda
celeste y las ideas de los antepasados”. Supera el concepto de espacio que contiene sólo
al Sol y los planetas, identificando las estrellas como cuerpos luminosos y enormemente
alejados en un espacio extraplanetario prácticamente ilimitado, donde la Vía Láctea
representa un sistema estelar enorme que contiene miríadas de estrellas.
Este filósofo fue condenado por el Tribunal de la Inquisición a morir en la hoguera por
herejía. Durante estos cuatro siglos, Bruno ha sido para algunos “el símbolo de la
libertad de pensamiento frente a la intolerancia dogmática de la Iglesia”. Pero el teólogo
Rino Fisichella, a quien Juan Pablo II nombrara como obispo auxiliar de Roma,
manifestó que “Una vez constatada la incompatibilidad de la filosofía de Bruno con el
pensamiento cristiano, es necesario confirmar el respeto a la persona y a su dignidad.
Bruno no puede ser rehabilitado como pensador católico, pues simplemente su
pensamiento no lo era: desde el inicio negaba el dogma de la Trinidad, o la unicidad del
alma personal... En su caso, la petición de perdón a Dios, por parte de la Iglesia, afecta a
los medios que se utilizaron para la defensa de la verdad”.

Poco después de la invención del telescopio en el 1600por parte de Galileo, el glorioso


genio florentino descubrió numerosas características del sistema solar: las montañas de
la Luna, las fases de Venus, los satélites de Júpiter y las manchas solares. Al
perfeccionarse estos instrumentos, los astrónomos han ido ahondando el espacio y
gradualmente fueron percatándose de la inmensidad del Cosmos y de la profundidad de
hogueras siderales inextinguibles.

El gran geómetra, físico y filósofo Blas Pascal (1623-1662) en sus celebres “Pensees”,
guiado por aquel espíritu exquisito que en tan alto grado poseía, trató de situar al
hombre entre lo que el llamaba “los dos infinitos”. Estos son algunos de los párrafos del
gran pensador: “Que el hombre contemple la naturaleza entera en su alta y plena
majestad, que aleje su mirada de los objetos que le rodean…que la Tierra le
parezca como un punto enfrente del vasto recorrido que este astro describe y que
llegue a asombrarse de que tan enorme trayectoria , a su vez, no es más que un
minúsculo punto comparada con las que abarcan los astros que evolución por el
firmamento…Pues bien, todo ese mundo visible no es mas que un trazo
imperceptible en la inmensidad del seno de la Naturaleza, esta es una esfera
infinita, cuyo centro esta en todas partes y la circunferencia en ninguna…”
Hoy sabemos que nuestro sistema solar constituye un recinto diminuto situado en el
borde exterior de nuestra Galaxia o Vía Láctea. Y esta a su vez, considerada hasta
principios de este siglo como la totalidad del Universo, no es más que una unidad, una
de tantas en un enjambre de millones de galaxias, ligadas entre si por la gravitación y
girando al unísono en el espacio hasta las profundidades que nuestros mas gigantescos
telescopios pueden alcanzar. Pero lo que más impresiona y asombra, tras de haber
logrado llevar aquellos límites hasta unos 2.000.000 de años-luz, no es únicamente la
grandiosidad del Universo, sino los enigmas que se ponen de manifiesto, patentizando
que no estamos autorizados para aplicar sin más a los abismos del espacio y el tiempo
las leyes físicas que rigen a nuestra escala; hay pruebas de que todos nuestros sistemas
de medida fracasan al aplicarlos a las remotas profundidades del Cosmos.
Al levantar la mirada al espacio intuimos vagamente la infinitud, la eternidad, etc. En la
que confluyen la ciencia y nuestro espíritu: “caeli enarrant gloriam Dei”. Recordemos
también la bellísima frase de Schiller: “El Universo es un pensamiento de Dios”.

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Finalmente en 1919, el gran astrónomo sueco Kart Lundmark (1889-1958) comprobó


que en las fotografías obtenidas con los telescopios más potentes existen miles de
millones de sistemas estelares gigantes, de forma lenticular, es decir “galaxias”
exteriores a la Vía Láctea, cada una de las cuales contiene unos 100.000.000 de
estrellas, cuyas dimensiones determinadas por Shapley, son del orden de 100.000 años-
luz (1 año luz = 933 x 109 kilómetros por segundo). Lundmark deducía por comparación
que la distancia a nosotros, de una de las más cercanas y mayores galaxias la gran
nebulosa espiral de “Andrómeda”, debe ser de unos 650.000 años-luz; lo que equivale
decir que los rayos luminosos que hoy captamos de esa galaxia, fueron emitidos hace
exactamente ese tiempo, o sea 650.000 x 933 x 109 kilómetros por segundo.
Después de Lundmark, los astrónomos han observado y contado millones de galaxias y
miles de millones de enjambres o cúmulos de galaxias; los más alejados entre ellos se
encuentran a distancias enormes de la Tierra, a muchos miles de millones de años-luz, y
también se las denomina Universos-islas.
Abundan las llamadas “radiogalaxias”, por su potente emisión radioeléctrica, que captan
los modernos “radiotelescopios”.
A simple vista distinguimos las estrellas, unas de otras, por su brillo (o luminancia)
“aparente” o “fotométrica”, según una escala cuyo origen se remonta a Hiparco y
Ptolomeo.
Y así podríamos seguir detallando muchos otros más aspectos del universo, pero
sintetizando podemos decir, que después de los tres avances del conocimiento del
Cosmos, dados por Aristarco, Bruno y Lundmark, no vivimos todavía en aquel “mundo
sin secretos, no barreras” que Bohr, el famoso físico danés, evocaba en una celebrada
carta que dirigía a la ONU en 1950. Queda por dar el decisivo paso para descubrir los
“test” o pruebas que permitirían descubrir si el Universo no es un recinto cerrado o si
todavía es mucho mayor que el espacio conocido mediante el gran telescopio Hale (U.
S. A) de 5 metros de abertura (diámetro).

Nos hemos hecho alguna vez la excitante pregunta: ¿Cual es en realidad el contenido
del Universo? ¿Hemos podido darnos alguna respuesta que en alguna medida nos dejara
satisfechos?
Veamos lo que nos dice la ciencia, en la medida que Dios ha permitido su avance.
Veamos las distintas clases de aglomeraciones con que la materia se manifiesta en el
espacio sidéreo y los fenómenos que la acompañan. Hoy es del dominio vulgar que la
materia contenida en el Universo afecta, ya sea la forma microscópica del polvillo
cósmico, meteoritos de mayor o menos tamaño, astros y galaxias; ya sea constituyendo
los gases interestelares en “estado plasmático” (principalmente hidrógeno ionizado a
razón de unas cinco a diez partículas por milímetro). Además, el espacio esta surcado
por “energía electromagnética radiante”, en sus múltiples y variadas formas – desde los
rayos γ (gamma) y X, pasando por los infrarrojos, la luz visible, la luz ultravioleta, las
ondas radioeléctricas ultracortas, medias de baja o audiofrecuencia (whistlers). Que nos
aporta valiosísima información del exterior, aunque no siempre fácil de descifrar. A
estos mensajeros del “más allá” hay que añadir la todavía enigmática “radiación
cósmica”, constituida por partículas principalmente protones o núcleos de hidrógeno y
otros núcleos de elementos químicos más pesados, aunque menos abundantes que los
primeros y dotadas de altísimas energías (pueden alcanzar hasta trillones de
electrovolts), las “cascadas o chaparrones” de electrones y positrones, los mesones
(piones y muones) y otras partículas nucleares “extrañas”, además de lo singulares

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neutrinos, partículas sin masa ni carga procedentes de las reacciones nucleares que tiene
lugar en ciertas estrellas.
“El silencio eterno de esos espacios infinitos me aterra”, escribió atónito el pensador y
filosofo Pascal hace más de dos siglos. Pero es silencio para nuestros burdos oídos,
ineptos para captar la “armonía” de las esferas, que hasta el segundo tercio de este siglo
el hombre no supo descubrir bajo la encubierta forma de los “radio-ruidos” cósmicos y
que podemos decir traducen en cierto modo la incesante actividad de los componentes
del plasma interestelar.
El estudio de la información suministrada por los mensajeros inmateriales, pueden
condensarse en cinco conclusiones muy generales:
1. La materia cósmica esta constituida por doquier por los mismos tipo de
átomos que se encuentran en la tierra, aunque más o menos condensados
dentro de una amplísima gama; así existen estrellas muchos más densas
que nuestro Sol (106 la densidad del agua, que es igual a 1).
2. Tan lejos como se alcanza a ver con ayuda de los más potentes
telescopios, las aglomeraciones de materia, o sea las estrellas, las
galaxias y los cúmulos de galaxia, ofrecen las mismas características
físicas y químicas.
3. La distribución de galaxias y de sus aglomeraciones en el espacio es
completamente al azar y el número de diferentes aglomeraciones por
unidad de volumen, es el mismo a todas las distancias. Si existen
heterogeneidades aparentes, son debidas a efectos de oscurecimiento
causado por nubes de polvo interestelar y a nubes de polvo intergaláctico
recientemente descubierto.
4. Cuanto más concentradas y macizas son las asociaciones de materia,
tanto mayores son las velocidades de los elementos constituyentes de
tales asociaciones. Por ejemplo, las velocidades de las estrellas en una
galaxia son del orden de 10 kilómetros/segundo, mientras que las
velocidades de las galaxias, en los grupos densos de galaxias, son del
orden de 100 kilómetros/segundo, y aun más, llegando a alcanzar los
1000 kilómetros/segundo o más en las mayores aglomeraciones de
galaxias, tales como la de la Cabellera de Berenice.

Y la pregunta se impone: ¿De donde provienen las estrellas y las galaxias? ¿Qué va a
ser de ellas en el futuro? ¿En virtud de que procesos se condensan en sistemas dobles,
triples o múltiples, girando mutuamente alrededor unos de otros, según configuraciones
gravitatorialmente estables?
Estas preguntas, por el momento solo pueden tener respuestas teóricas; pero sí podemos
adelantar en este momento que existe un corrimiento que aumenta con la distancia de
las galaxias, animadas de una velocidad general de “fuga”, lo cual conduce a la idea de
la “expansión del Universo”.

5. Aunque la mayoría de las galaxias sean de un tipo irregular o


semiirregular, existen estructuras de una belleza y de una simetría
verdaderamente sorprendente.

Y ahora, ¿Qué podemos decir sobre el origen del Universo y sus modelos?
Si como acabamos de ver, es posible admitir que la materia cósmica que hoy forma
parte de las estrellas y de las galaxias, hace unos 4 o 5 mil millones de años (cifras que
algunos elevan hasta decenas), estaba extraordinariamente condensada en el espacio….

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¿Fue una explosión (Big- Bang, teoría aceptada por la iglesia católica) el origen de la
dispersión de la materia primaria (ylem), que posteriormente ha evolucionado,
originando galaxias y estrellas?

Técnicamente, se trata del concepto de expansión del universo desde un "átomo"


primigenio, donde la expansión de éste se deduce de una colección de soluciones de las
ecuaciones de la relatividad general, llamados modelos de Friedmann- Lemaître -
Robertson - Walker. Los telescopios ópticos alcanzan más de 4500 millones de años del
tiempo pasado, y esto autoriza a pensar en esta explicación, sobre el origen y expansión
del universo.
Y ¿Cuál es la edad entonces del Universo? De acuerdo a la ancianidad de las más viejas
rocas, podemos sugerir que la edad del universo estaría en algunos miles de millones de
años; lo que estaría corroborado también por la edad de la más antigua de las estrellas,
de acuerdo con las teorías usuales concernientes a la génesis de su energía por
reacciones nucleares. Pero esta apreciación no es del todo completa. Existen algunos
interrogantes que no han sido contestados hasta el presente. Como ser, no se explica
fácilmente como las grandes aglomeraciones galaxiales, que poseen una simetría
esférica perfecta y en las que las velocidades de las galaxias allí contenidas están
distribuidas como en una estructura en equilibrio estático, han podido formarse en
menos de “un millón de miles de millones de años”. También es difícil de admitir la
hipótesis de que la edad de las estrellas sea del mismo orden de magnitud que la de las
aglomeraciones de galaxias, es decir, del “millar de billones de años”, en vez de algunos
miles de millones solamente.
No obstante lo dicho, la dificultad de referencia puede quedar eliminada en tanto
aceptemos la teoría de Zwicky, quien propicia la teoría de que la existencia de las
estrellas puede “prolongarse indefinidamente”, gracias a la sucesión de los
acontecimientos siguientes. En efecto, las estrellas se forman originalmente por
condensación de nubes de gas, polvo cósmico, etc. Las reacciones nucleares que tienen
lugar en ellas producen la energía necesaria para mantener sus elevadas temperaturas y
sus radiaciones. Estas estrellas, con el correr del tiempo, van penetrando en los núcleos
de las galaxias, en donde sus masas van disminuyendo por evaporización; después de
ser expulsadas de aquellos núcleos, deben capturar gases interestelares o intergalácticos,
y recomienzan una nueva vida, hasta volver a ser captadas por el núcleo de otra galaxia,
y así sucesivamente.

 La mecánica celeste
En el Universo no existe la inmovilidad, siendo el estado estacionario un ideal del que la
realidad apenas nos da ejemplo. No obstante, las apariencias son distintas, y las estrellas

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parecen inmóviles, lo mismo que la forma de constelaciones da la sensación de ser


inmutables trabes de los años. Pero si pudiéramos comprimir el tiempo de manera que
10.000 años transcurrieran en 1 segundo, veríamos las estrellas, lanzadas en una carrera
desenfrenada. Este torbellino contemplado desde la Tierra, no seria sino el curso de las
estrellas en la Galaxia. La Galaxia es como un disco aplanado que reúne unas
200.000.000 de estrellas con un diámetro de 100.000 años luz (933x109x104) o sea, que
para atravesar a una velocidad de 300.000 Km. /seg. (7 veces y media la vuelta a la
Tierra en un segundo), la luz tardaría 10.000 años o sea 100 siglos.
Todas estas estrellas giran en la Galaxia con tanta más rapidez cuanto mas cerca se
hallen del centro. A 30.000 años-luz del centro (en una especia de suburbio, pues la
densidad de población disminuye hacia la periferia) esta velocidad es aún de 250 km
/seg.
En esta región, una estrella más bien débil se mueve entre las demás. Nada de particular
la distingue de modo especial, y un observador situado en el exterior ni siquiera
repararía en ella. No obstante, esta estrella tiene gran importancia para los habitantes de
la Tierra, pues nos ilumina y le debemos la vida y el calor. Es el Sol, al que acompaña
un cortejo de minúsculos planetas entre los cuales, la Tierra no es más que el quinto en
cuanto a masa y dimensiones. Los demás soles las estrellas, están tan lejos que tarda
más de cuatro años en llegar la luz hasta nosotros que emite la más próxima de ellas, la
“Alfa del Centauro”, la estrella más brillante de una constelación del cielo austral. Las
demás todavía están lejos; no debemos pues, admirarnos de que las velocidades
relativas con respecto al Sol, del orden de varias decenas de km/ seg, no produzcan
desplazamientos sensibles sino al cabo de varios años. En cuanto a la Galaxia, la vemos
en forma de un reguero luminoso, la Vía Láctea, que da la vuelta al ciclo. El aspecto de
disco o de tarta de esta galaxia no se distingue claramente pues estamos en su interior,
pero si estuviéramos fuera de ella, la veríamos poco más o menos como una de tantas
galaxia (su número se estima en más de 1.000.000.000) que ocupan la parte conocida
del Universo. Esto se conoce desde hace pocos años.
Actualmente, incluidos los asteroides, se citan más de 1.700 “planetas” todos los cuales
giran alrededor del sol; varios centenares de “cometas” que hacen otro tanto y treinta y
dos “satélites” que giran en torno a planetas (como la luna).
Todos estos cuerpos constituyen el Sistema Solar. Comparativamente con las distancias
que se hallan las estrellas, estos astros están amontonados en la proximidad inmediata
del Sol. El planeta más alejado, plutón, se mueve por termino medio a unos
6.000.000.000 de Km. del Sol o sea a menos de seis horas luz, de donde se deduce que
se encuentra 6.000 veces mas cerca que Alfa del Centauro.
Los asteroides de mayor tamaño, Ceres, Vesta y Palas tienen 500 Km. de diámetro, pero
la mayoría con rocas de solo una decena de km., o menos.
Se sostiene por la Ley que descubriera Newton que: “Dos cuerpos se atraen con la
fuerza directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional
(fuerza centrifuga) al cuadrado de las distancias que los separa”.

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 Como ejemplos veamos algunos datos útiles:

Nombre Distancia Diámetro Masa Duración Velocidad Numero Observ


de la media al en miles (masa de de la media en de
estrella o
sol en de la revolución Km. /seg. satélites
planeta millones kilómetros Tierra=1) sobre su conocidos
de orbita
kilómetros
Mercurio 58 4,8 0,056 88 ds. 47,8 -
Venus 108 12,3 0,81 225ds. 35,00 -
Tierra 150 12,8 1,00 1 año 29,8 1 (luna)
Marte 228 6,8 0,108 1 año y 24,1 2
322 ds.
Júpiter 778 142,8 318,4 11 años y 13,1 12
315 ds.
Saturno 1430 119,9 95,2 29 años y 9,6 10 y 1
167 ds. anillo
Urano 2880 51 14,6 84 años y 6,8 5
7 ds.
Neptuno 4500 44,6 17,3 164 años 5,4 2
y 280 ds.
Plutón 5900 67 0,1 247 años 4,7 -
y 254 ds.
Sol - 1391 332,300 - - -
Luna - 3,5 0,012 29 dias y 1,02 -
32 hs.

Es tanta la exactitud en el desplazamiento de estos cuerpos, que si uno de ellos alterara


en un segundo su trayectoria, en menos de un mes podría quedar destruido
nuestro sistema solar entero por un choque en cadena. Y este sistema planetario es
tan exacto en sus movimientos, que los astrónomos pueden calcular con precisión total
el día y hora en que un astro estará en tal o cual lugar. Esto no sólo posibilita calcular la
trayectoria de un cohete o cápsula espacial, sino también calcular eclipses y pasos de
cometas. Así, el cometa Halley que, como se había previsto en el siglo pasado, pasó
junto a la Tierra en el año 1910, y volvió a pasar en 1985. Como pasa cada 75 o 76
años, se pronostica que pasará en el año 2061.

¿Y todo esto se ha hecho solo? Todo esto tan perfecto que maravilla a científicos
sinceros, ¿es obra de la casualidad?
En los años que la humanidad lleva de historia escrita ¿ha podido describir algo perfecto
que se haya hecho por casualidad?
No absolutamente nada. ¡Qué soberbio es el hombre que quiera negar esto como obra de
Dios!
Por eso toman fuerza aquellas palabras de Newton: “el que no cree en un Dios es un
loco”. O la confesión de Eddison “Soy un admirador de todos los ingenieros del mundo,
pero en especial del mayor de todos, Dios”. O de Voltaire:”Si me demuestran que el
ingeniero que construyó el magnífico orden del mundo es el Dios de los Cristianos,
creeré en Él”.

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Es que ninguna persona que no sea soberbio puede dejar de caer de rodillas ante la
magnitud de la obra. ¡Qué pequeños somos los terráqueos comparados con semejante
creación!

¿Y todo esto se ha hecho sólo?


La Ciencia también ha demostrado que todo el mundo de los vivientes, incluyendo el
armazón físico-químico-astronómico que lo sostiene, todo, ha tenido un principio y esto
se remonta a más o menos 10 mil millones de años. Esto está demostrado por las fugas
de las Galaxias, como calculando la edad de muestras fósiles, a través de métodos de
datación como el carbono 14(C 14) y otros más; ya que elementos como el uranio
(U 238) emiten partículas radiactivas (fenómeno de radiactividad) y se transforman en
otros elementos químicos como el plomo (Pb 206), el actinio en plomo (Pb 207) y el
Thorio (Th 232) en plomo (Pb 208).

También la vida ha tenido su principio:


1. Porque antes de existir el Universo no podían moverse seres vivientes
provistos de cuerpo.
2. Porque cuando la materia cósmica estuvo toda incandescente, a
temperaturas de millones de grados habría sido imposible la existencia de
la vida.
3. Y además, porque los estratos terrestres acusan la aparición de los
primeros vivientes, los organismos más sencillos hace 2000 millones y
medio de años.

¡QUÉ EXTRAORDINARIO PLANIFICADOR Y EJECUTOR!

EL MICROCOSMOS

Si verdaderamente es maravilloso el Macrocosmo, no lo es menos el Microcosmo.


Comenzaremos hablando del átomo (á-tomo significa indivisible) componente de la
materia, concepto que nace en Grecia V siglos a. C., de manos de antiguos filósofos
como Demócrito de la escuela “atomista”. Estas ideas se oponían a los elementalistas
que afirmaban que la materia estaba constituida por: fuego, aire, agua y tierra.
A principios del siglo XIX, trece siglos después, Dalton desarrolló una teoría atómica,
en la que proponía que cada elemento químico estaba compuesto por átomos iguales, y
que aunque indivisibles e indestructibles, se podían asociar para formar estructuras más
complejas, que eran los compuestos químicos. En 1789, Lavoisier formula la ley de
conservación de la masa y Proust en 1799, la ley de las proporciones definidas, básicas
para la química.
Si bien hasta ese momento, se creía que los átomos eran la partícula más pequeña que
constituía la materia, Thompson descubrió el electrón mediante su experimento con
tubos de rayos catódicos. Bombardea una lámina de oro muy fina con partículas
positivas alfa (sustancia radiactiva), luego de lo cual surge el átomo nuclear, modelo
que se asemeja a un pequeño sistema solar, con el núcleo en el centro y los electrones
girando alrededor de el.
Los electrones (carga eléctrica negativa igual a 1,6 x 10 -19 coulombios y una masa en
reposo de 9,1 x 10 -28 g) se desplazan en volúmenes alrededor del núcleo llamados

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“orbitales”, con velocidad y precisión. El núcleo está constituido por protones (carga
eléctrica positiva de 1,6 x -19 C) y neutrones (carga eléctrica neutra), de masa similar
(1,00898 u.a.m. el primero y 1,00759 u.a.m, siendo esta unidad la unidad atómica de
masa. Actualmente existe un nuevo nuevo modelo, el de Schrodinger, que nace
posteriormente al principio de Incertidumbre. Y todo
esto tan complejo, tampoco se hizo sólo.
Imagen de la estructura de un cristal,
vista por un microscopio electrónico
STEM. (Foto: Cornell University)

Fig. El átomo

Si ahora estudiáramos el organismo humano, ¿qué pasaría?


El cuerpo humano está constituido por órganos, los órganos por tejidos y los
tejidos por células.
Y esta palabra que nos resulta tan familiar, ¿alguna vez nos pusimos a pensar que este
elemento tan diminuto desempeñe funciones tan importantes, que se pueda comparar
con una ciudad?
Veamos: una célula está formada por un núcleo, protoplasma y membrana celular. El
núcleo vendría siendo el gobierno de la ciudad, es quien dirige todas las funciones
vitales, tales como el consumo de energía, eliminación de deshecho, almacenamiento de
alimento, reproducción, etc. El protoplasma sería el pueblo, que hace lo que indica su
gobierno, o sea el núcleo. Y la membrana celular sería gendarmería, que custodia las
fronteras, que cuida de que todo lo que entra y sale sea beneficio de todos; así si quiere
entrar algo nocivo, impide su penetración.
En cada una de nuestras células se producen diariamente miles de funciones distintas,
como en cualquier ciudad. Y así, mientras más estudia el ser humano su mecanismo,
más se maravilla. Así, se llenó de asombro el día que se inventó el microscopio y por
primera vez observó su forma. Aumentó su admiración con el ultramicroscopio y quedó
extasiado cuando se inventó el ultramicroscopio.
Hoy en día se habla de los genes, que rigen toda función celular, como si fuera un
gabinete donde hay miles de sabios trabajando día y noche, planificando como
conservar las tradiciones, las buenas costumbres, etc. Por eso, las células de la piel,
reproducen siempre células de la piel y no del estómago, riñón u otro órgano. Toda esta
ocurre en un espacio de:
1 1μ
½ milicrón = ---------------------------------------- = --------------------------- = 10-9 mm.
1.000.000 μ (micrón o micra) 10 -3 mm.

¿Y todo eso se hizo sólo?

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Y si una célula es maravilla, veamos ahora un conjunto de ellas formando los tejidos.
¿Saben Uds., cuantos glóbulos rojos tiene en su sangre una persona adulta?
Un mm3 (milímetro cúbico) contiene unos 5.000.000 de glóbulos rojos y entre 5- 10.000
glóbulos blancos.
Un adulto tiene más o menos cinco litros (5000 ml = 5000 cm3 = 5.000.000 mm3) de
sangre. Entonces, si a los glóbulos rojos los pusiéramos uno al lado del otro formando
un collar, lograríamos que diera dos vueltas y media la tierra.
¿Cómo es posible meter tanto en tan poco espacio? Indudablemente todo esto, no puede
ser sino obra de una mente superior a la humana.

Si analizamos los pulmones, sabemos que son dos órganos que caben en el tórax
y que están constituidos por unidades llamados alvéolos pulmonares, rodeados de una
tupida red de capilares sanguíneos, donde se produce el intercambio gaseoso. Cada
pulmón tiene entre 300 y 400.000.000 de alvéolos. ¿Han imaginado Uds. alguna vez
cuánta superficie se cubriría si pusiéramos todos los alvéolos pulmonares uno al lado
del otro? Se cubriría una superficie de 7000 m 2, la superficie de una manzana. El que
entre tanta superficie en tan poco espacio es otro signo de perfección.

Veamos ahora el corazón. Es un miembro no mayor que el puño cerrado de una


persona adulta. En esencia está formado por dos bombas que trabajan simultáneamente.
El lado derecho recibe sangre pobre en oxigeno de todo el cuerpo y la envía a los
pulmones. El izquierdo recibe sangren rica en oxigeno de los pulmones y la devuelve al
cuerpo. Este órgano no puede dejar de funcionar más de dos minutos, porque si no la
persona muere.
Ya lo dijo un pensador: "Lo que nos separa de la muerte es sólo un latido del corazón".
Ahora bien, el corazón de una persona de 60 años, ha realizado un trabajo equivalente al
que debe hacer un camión cargado con 30 toneladas para subir el Aconcagua.

Y ahora podemos empezar a preguntarnos ¿Qué es la vida? En realidad nadie ha podido


expresar aún de manera convincente una definición. Por ello desistiremos de una
definición y observaremos los seres vivientes, La vida no es una cosa que exista
libremente en el espacio o en la materia. La vida está siempre unida a organismos, en el
caso más sencillo, al organismo celular. Podemos reconocer que este vive en sus
manifestaciones vitales: en el metabolismo, en la respiración o en la digestión, en el
crecimiento, en el desarrollo, en el envejecimiento y hasta en el morir. Son por lo tanto
funciones que nos indican el fenómeno de la vida.
Pero como acabamos de ver, estas funciones no transcurren libremente en el espacio,
sino siempre en organismos unidos a células, o mejor dicho a la estructura de las
células. Estructura y función, o forma y manifestación vital, son los dos aspectos de la
vida y se motivan mutuamente.
No pueden ni deben tratarse separadamente sin provocar desarmonía en el mundo, pero
pueden y deben ser tratados uno tras otro, sin provocar desarmonía en el mundo.

Ahora bien, pensemos en las maravillas de la digestión: podríamos compararla con una
gran fábrica con un automatismo extraordinario.
A continuación haremos un recorrido por los distintos órganos que componen el
Sistema Digestivo: en la boca los dientes inician la digestión mediante la masticación.
Al mismo tiempo, un conjunto de seis glándulas ubicadas alrededor de la boca, secreta
saliva a esa cavidad. Esta, al mezclarse con el alimento ingerido lo transforma en el
bolo alimenticio. La lengua cumple varias funciones: colabora con sus movimientos en

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el proceso de masticación y en la deglución posterior. Es la responsable del sentido del


gusto y favorece el habla.
El bolo será enviado a la faringe, mediante un movimiento llamado deglución. La
faringe además forma parte del sistema respiratorio, ya que también se comunica con la
tráquea. El bolo alimenticio sigue su camino correcto gracias a que una válvula
llamada epiglotis cierra la vía respiratoria y de esa manera impide que los alimentos
pasen a la tráquea, lo que nos asfixiaría. El esófago es un tubo recto, que recorre el
tórax. Posee la capacidad de empujar el bolo hacia el estómago donde se desarrolla la
digestión gástrica. Las paredes del estómago contienen pequeñas glándulas que secretan
a su interior un jugo que contiene enzimas digestivas y ácido clorhídrico. Las enzimas
del estómago, sólo son activas en el medio ácido aportado por el clorhídrico, el cual
tiene además una función antiséptica. Las células de la pared del estómago están
recubiertas por abundante mucus, secretado por la misma pared, de modo que quedan
protegidas de la acción del jugo gástrico.
Las "enzimas" son sustancias especiales (catalizadores biológicos) que posibilitan la
digestión. Porque prácticamente todos los alimentos no se pueden digerir, si no
intervienen las enzimas. Por ejemplo, en el proceso de digestión de una comida, se
libera tanto amoníaco que éste sería capaz de producirnos la muerte, si no fuera
precisamente por una enzima que instantáneamente sintetiza el amoníaco en
subproductos inofensivos. En un abrir y cerrar de ojos, las enzimas realizan
transformaciones químicas que en el laboratorio resultan sumamente difíciles y a veces
imposible de obtener.
Para transformar un trozo de bife, se necesita hacerlo hervir un día entero en ácido
clorhídrico concentrado. En cambio en el organismo a una temperatura no menor de 37º
y en un par de horas, se produce esta transformación, gracias a las enzimas. Son
específicas, porque cada una de ellas actúa, solamente sobre una determinada sustancia.
Así por ejemplo, la enzima capaz de desdoblar el azúcar, no puede desdoblar la
manteca. Además las enzimas no sólo se limitan a dividir las sustancias, sino que crean
otras nuevas, como el hecho de extraer aminoácidos del flujo sanguíneo, para emplearlo
como material de construcción para producir los tejidos que se necesitan en el
organismo.
Y podríamos pasar así horas y horas hablando del tema. Pero vemos… ¡QUÉ
PEQUEÑOS QUE QUEDAMOS LOS HOMBRES CON LO QUE SOMOS CAPACES
DE HACER INVOLUNTARIAMENTE!

Observemos ahora otra maravilla de nuestro cuerpo: el ojo. Este es


equivalente a una máquina fotográfica automática.
Es una diminuta cámara perfecta, que no sólo produce cientos de fotos en
minutos, sino que tiene el sello inconfundible de que es obra de un Ser
Superior, porque tiene la proyección y el enderezamiento simultáneo. La
cámara fotográfica produce la imagen del objeto en la película, en el ojo
sería en la retina. Si nosotros queremos ver lo que se formó, tenemos que
revelar la película y, si es una diapositiva, proyectarla en una pantalla, y para
ello u sabemos que la diapositiva se coloca en el proyector invertido, para
que aparezca derecha en la pantalla. En el ojo también se forma la imagen
cabeza abajo, como en la cámara fotográfica, pero no se necesita de la

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pantalla para proyectar su imagen, sino que la proyecta en el propio espacio


y no necesita de un proyector, sino que lo hace él mismo.

¡Cuánto le falta al hombre aún, en su trabajo de perfeccionamiento de las


máquinas fotográficas para acercarse a la obra del Gran Maestro! ¡Él ha
hecho una máquina de fotos y el proyector en un espacio de dos centímetros
cuadrados...!
iCuánta perfección tenemos en nuestro cuerpo! Por eso, a medida que
la ciencia avanza, lo único que hace el hombre, es poner al descubierto las
maravillas hechas por Dios. No nos engañemos, el hombre no crea nada, sólo
descubre lo que está hecho por un Ser Supremo. La electricidad, el
petróleo, el átomo, etc., han estado siempre ¿O NO? Y el hombre se
enorgullece cuando contempla los grandes aviones que son obra de su
esfuerzo, pero ¿cuánto le falta para reproducir los "aviones" que hizo Dios
desde un principio: los pájaros? Y estos se reproducen solos, solos se buscan
el alimento, se paran donde y cuando quieren. Por eso, cuánta razón tenía Pío
XII cuando dijo: "Cada avance de la ciencia es una nueva puerta que se abre
para observar la grandeza de Dios".

Y nuevamente la pregunta: ¿Podemos siquiera pensar que en todas las


bellezas que nos muestra la naturaleza no está la mano de DIOS?
¿PODEMOS PENSAR O IMAGINARNOS QUE ESTO SE HIZO SOLO?
Y ya podemos comenzar a preguntarnos ¿y qué es la vida? En
realidad, nadie ha podido expresar aún de manera convincente una
definición total. Por ello, desistiremos de una definición débil y nos
introduciremos en los seres vivientes. La vida no es una cosa que exista
libremente en el espacio o en la materia: la vida está siempre unida a
organismos; en el caso más sencillo, al organismo celular. Podemos reconocer
que éste vive en sus manifestaciones vitales: en el metabolismo, en la
respiración o en la digestión, en el crecimiento, en el desarrollo, en el
envejecer y hasta en el morir. Son por lo tanto funciones que nos indican el
fenómeno de la vida.

¿Cómo ha tratado el ser humano de explicar todo esto?


El origen de la vida
Hay tres posibilidades:
1) El principio de la casualidad.
2) El materialismo dialéctico.
3) El principio de la causalidad.

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El primero, o sea el principio de casualidad sostiene que la


CREACIÓN pudo hacerse por casualidad. Pero las matemáticas nos pueden
decir algo importante sobre esto. Uno de los más grandes matemáticos del
momento Pierre Le Compte du Nouy, ha calculado que, metiendo en una caja
10 bolitas negras y 10 bolitas blancas y mezclándolas, la posibilidad de que
por casualidad se separen para un lado las blancas y para el otro las negras,
es uno sobre 10 seguido de 18 ceros:
___________1___________
10.000.000.000.000.000.000

¿Podemos tomar como cierto que tanto el macrocosmos y el


microcosmos se hicieron por casualidad?

Veamos ahora el segundo, o sea el materialismo dialéctico. Es la


teoría que sostienen los marxistas. Según ellos, en la materia existe la
fuerza para perfeccionarse, es decir, que estaba muerta y se dio vida a sí
misma. Para ellos en todos los casos existen internamente dos fuerzas que
luchan y como resultado de este conflicto, mueren las tendencias viejas y
surgen las nuevas. Así, en los seres vivos, la lucha será entre las tendencias
de la herencia (que trata de ser siempre igual) y la tendencia de la
renovación.
Estas teorías son contrarias a la experiencia y a la lógica. En efecto:
1) Toda cosa dejada a sí misma, sin alguien que la cuide, se deteriora
en lugar de perfeccionarse. Ej. : una maquinaria, un niño.
2) Un ser jamás puede darse lo que no tiene, por ejemplo, a una
piedra puesta un millón de años al sol, jamás le brotará agua.

Finalmente, tenemos el principio de causalidad. Este es el único


principio que la razón humana puede aceptar. Y es el único principio que la
ciencia, con su experiencia, comprueba constantemente. Ya lo usaban los
filósofos de la antigüedad, pero fue Santo Tomás, doctor de la Iglesia,
quien le dio mayor y mejor forma. Él, establecía cinco caminos o "vías" para
llegar a la existencia de Dios por medio de la razón. Nosotros vemos una de
ellas: “de la causalidad". Es decir, que "todo efecto siempre tiene una causa
que lo produce", es imposible que una cosa sea causa de sí misma, un lápiz, el
hombre, una casa, etc., no se hacen a sí mismos; alguien fuera de él es su
causa. Y si nosotros vamos subiendo cada vez más en las causas,
necesariamente tendremos que llegar a la CAUSA PRIMERA que no es
causada por ninguna otra, es decir, esta Causa Primera incausada es llamada
por todos DIOS. Por ejemplo; si cae la hoja del árbol ¿por qué cae? Porque
llegó el otoño, ¿Por qué? Porque existen las estaciones. ¿Por qué? Porque la

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Tierra gira alrededor del Sol. ¿Por qué? Porque se ajusta a la ley del
movimiento de los planetas en el espacio. Y ¿Por qué? ¿Por qué? Y así
sucesivamente, hasta que al final sólo nos queda decir: "Porque Dios lo hizo".
Y si Dios hizo este extraordinario engranaje que es el macrocosmos,
donde cada uno de los elementos tiene una misión determinada, que de no
cumplirla provocaría grandes desórdenes en el cosmos, y si a cada uno de los
elementos del microcosmos, nuestro cuerpo entre ellos, se le ha
encomendado una misión tan importante, iQué extraordinaria y sublime
debe ser la MISIÓN que se le ha encomendado al hombre, que es el ser
superior de toda la creación!

Después de todo lo expresado, quizá, si hemos escuchado este gancho


con toda humildad, podamos ver con claridad, DE DONDE VENIMOS Y
decir con San Agustín: "Señor, porque nos hiciste para Ti, mi corazón no
descansará hasta que vuelva a Ti".

“Yo pongo mi esperanza en ti Señor y confío en tu


palabra”
Salmo 129

CÁNTICO (Daniel 3,57-88.56)

Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,


Alábenlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, cielos,


Aguas del espacio y ejércitos del Señor,

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Bendigan al Señor.

Sol y luna, astros del cielo, Lluvia y rocío, vientos todos,


Bendigan al Señor.

Fuego y calor, fríos y heladas, Rocíos y nevadas, témpanos y


hielos,
Bendigan al Señor.

Escarchas y nieve, noche y día, Luz y tinieblas, rayos y nubes,


Bendigan al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, Alábenlo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres y cuanto germina en la tierra,


Manantiales, mares y ríos, Cetáceos y peces,
aves del cielo, fieras y ganados.
Bendigan al Señor. Alábenlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendigan al Señor,


Almas y espíritus justos, santos y humildes de corazón,
Bendigan al Señor.

Alábenlo con himnos por los siglos,


Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
Alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

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