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Gancho #1 de Donde Vengo
Gancho #1 de Donde Vengo
Recordemos cuando en el primer día de nuestro Eslabón, luego del plomo El Sentido de
la Vida, se nos hicieron tres preguntas:
Esas tres preguntas fueron contestadas por cada uno de nosotros, según criterios
propios.
Ahora, este “gancho” que es el primero del Enganche, pretende retrotraernos en el
tiempo, para darnos otros argumentos y así poder contestar con más ciencia y fe, a la
pregunta: DE DÓNDE VENGO.
La teología nos dice que “venimos de Dios” y luego de completar un ciclo, “volvemos a
Dios”. Pero para partir de un punto cero, vamos a suponer que nada sabemos de
teología, ni de catequesis y que muy poco hemos sentido hablar de Dios. Que es muy
poco nuestro conocimiento sobre este Ser Supremo Creador. Y entonces vendrá a
nuestra inteligencia esta pregunta que muchos sabios y ateos se hicieron en su
oportunidad.
EL MACROCOSMOS
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Arquímedes de Siracusa, el gran geómetra (286 al 232 a.C.) en su curiosa obra Arenario
o granos de arena, se expresa así: “Aristarco de Samos en sus escritos ha emitido ciertas
hipótesis, cuyos argumentos obligarían a admitir que el mundo es mucho más extenso
de lo que se creía hasta ahora”. En efecto, supone que las estrellas fijas y el Sol
permanecen inmóviles (nótese bien que no dice que el Sol esté inmóvil, lo que no
tendría sentido, sino que lo está respecto a las estrellas), que la Tierra describe una
circunferencia alrededor del Sol, el cual está situado en el centro de la órbita terrestre,
en fin, que el tamaño de las estrellas fijas, dispuesta alrededor del mismo centro que el
del Sol, es tal, que el círculo cuya circunferencia se supone describe la Tierra, guarda la
misma relación con la distancia de las estrellas fijas que el centro de una esfera con su
superficie.
Pero es el mismo Arquímedes el que sale al paso de tales errores diciendo: “Es evidente
que ello es imposible, puesto que, por no poseer dimensiones el centro de una esfera, no
se puede admitir que tenga relación alguna con superficie de dicha esfera”. Ello
equivaldría a aceptar que la distancia de las estrellas a la Tierra es infinita, por serlo la
relación por cociente de la superficie de la esfera a su centro (de dimensiones nulas).
Arquímedes no acepta implícitamente que el infinito entre en juego como medida de
distancias estelares.
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El gran geómetra, físico y filósofo Blas Pascal (1623-1662) en sus celebres “Pensees”,
guiado por aquel espíritu exquisito que en tan alto grado poseía, trató de situar al
hombre entre lo que el llamaba “los dos infinitos”. Estos son algunos de los párrafos del
gran pensador: “Que el hombre contemple la naturaleza entera en su alta y plena
majestad, que aleje su mirada de los objetos que le rodean…que la Tierra le
parezca como un punto enfrente del vasto recorrido que este astro describe y que
llegue a asombrarse de que tan enorme trayectoria , a su vez, no es más que un
minúsculo punto comparada con las que abarcan los astros que evolución por el
firmamento…Pues bien, todo ese mundo visible no es mas que un trazo
imperceptible en la inmensidad del seno de la Naturaleza, esta es una esfera
infinita, cuyo centro esta en todas partes y la circunferencia en ninguna…”
Hoy sabemos que nuestro sistema solar constituye un recinto diminuto situado en el
borde exterior de nuestra Galaxia o Vía Láctea. Y esta a su vez, considerada hasta
principios de este siglo como la totalidad del Universo, no es más que una unidad, una
de tantas en un enjambre de millones de galaxias, ligadas entre si por la gravitación y
girando al unísono en el espacio hasta las profundidades que nuestros mas gigantescos
telescopios pueden alcanzar. Pero lo que más impresiona y asombra, tras de haber
logrado llevar aquellos límites hasta unos 2.000.000 de años-luz, no es únicamente la
grandiosidad del Universo, sino los enigmas que se ponen de manifiesto, patentizando
que no estamos autorizados para aplicar sin más a los abismos del espacio y el tiempo
las leyes físicas que rigen a nuestra escala; hay pruebas de que todos nuestros sistemas
de medida fracasan al aplicarlos a las remotas profundidades del Cosmos.
Al levantar la mirada al espacio intuimos vagamente la infinitud, la eternidad, etc. En la
que confluyen la ciencia y nuestro espíritu: “caeli enarrant gloriam Dei”. Recordemos
también la bellísima frase de Schiller: “El Universo es un pensamiento de Dios”.
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Nos hemos hecho alguna vez la excitante pregunta: ¿Cual es en realidad el contenido
del Universo? ¿Hemos podido darnos alguna respuesta que en alguna medida nos dejara
satisfechos?
Veamos lo que nos dice la ciencia, en la medida que Dios ha permitido su avance.
Veamos las distintas clases de aglomeraciones con que la materia se manifiesta en el
espacio sidéreo y los fenómenos que la acompañan. Hoy es del dominio vulgar que la
materia contenida en el Universo afecta, ya sea la forma microscópica del polvillo
cósmico, meteoritos de mayor o menos tamaño, astros y galaxias; ya sea constituyendo
los gases interestelares en “estado plasmático” (principalmente hidrógeno ionizado a
razón de unas cinco a diez partículas por milímetro). Además, el espacio esta surcado
por “energía electromagnética radiante”, en sus múltiples y variadas formas – desde los
rayos γ (gamma) y X, pasando por los infrarrojos, la luz visible, la luz ultravioleta, las
ondas radioeléctricas ultracortas, medias de baja o audiofrecuencia (whistlers). Que nos
aporta valiosísima información del exterior, aunque no siempre fácil de descifrar. A
estos mensajeros del “más allá” hay que añadir la todavía enigmática “radiación
cósmica”, constituida por partículas principalmente protones o núcleos de hidrógeno y
otros núcleos de elementos químicos más pesados, aunque menos abundantes que los
primeros y dotadas de altísimas energías (pueden alcanzar hasta trillones de
electrovolts), las “cascadas o chaparrones” de electrones y positrones, los mesones
(piones y muones) y otras partículas nucleares “extrañas”, además de lo singulares
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neutrinos, partículas sin masa ni carga procedentes de las reacciones nucleares que tiene
lugar en ciertas estrellas.
“El silencio eterno de esos espacios infinitos me aterra”, escribió atónito el pensador y
filosofo Pascal hace más de dos siglos. Pero es silencio para nuestros burdos oídos,
ineptos para captar la “armonía” de las esferas, que hasta el segundo tercio de este siglo
el hombre no supo descubrir bajo la encubierta forma de los “radio-ruidos” cósmicos y
que podemos decir traducen en cierto modo la incesante actividad de los componentes
del plasma interestelar.
El estudio de la información suministrada por los mensajeros inmateriales, pueden
condensarse en cinco conclusiones muy generales:
1. La materia cósmica esta constituida por doquier por los mismos tipo de
átomos que se encuentran en la tierra, aunque más o menos condensados
dentro de una amplísima gama; así existen estrellas muchos más densas
que nuestro Sol (106 la densidad del agua, que es igual a 1).
2. Tan lejos como se alcanza a ver con ayuda de los más potentes
telescopios, las aglomeraciones de materia, o sea las estrellas, las
galaxias y los cúmulos de galaxia, ofrecen las mismas características
físicas y químicas.
3. La distribución de galaxias y de sus aglomeraciones en el espacio es
completamente al azar y el número de diferentes aglomeraciones por
unidad de volumen, es el mismo a todas las distancias. Si existen
heterogeneidades aparentes, son debidas a efectos de oscurecimiento
causado por nubes de polvo interestelar y a nubes de polvo intergaláctico
recientemente descubierto.
4. Cuanto más concentradas y macizas son las asociaciones de materia,
tanto mayores son las velocidades de los elementos constituyentes de
tales asociaciones. Por ejemplo, las velocidades de las estrellas en una
galaxia son del orden de 10 kilómetros/segundo, mientras que las
velocidades de las galaxias, en los grupos densos de galaxias, son del
orden de 100 kilómetros/segundo, y aun más, llegando a alcanzar los
1000 kilómetros/segundo o más en las mayores aglomeraciones de
galaxias, tales como la de la Cabellera de Berenice.
Y la pregunta se impone: ¿De donde provienen las estrellas y las galaxias? ¿Qué va a
ser de ellas en el futuro? ¿En virtud de que procesos se condensan en sistemas dobles,
triples o múltiples, girando mutuamente alrededor unos de otros, según configuraciones
gravitatorialmente estables?
Estas preguntas, por el momento solo pueden tener respuestas teóricas; pero sí podemos
adelantar en este momento que existe un corrimiento que aumenta con la distancia de
las galaxias, animadas de una velocidad general de “fuga”, lo cual conduce a la idea de
la “expansión del Universo”.
Y ahora, ¿Qué podemos decir sobre el origen del Universo y sus modelos?
Si como acabamos de ver, es posible admitir que la materia cósmica que hoy forma
parte de las estrellas y de las galaxias, hace unos 4 o 5 mil millones de años (cifras que
algunos elevan hasta decenas), estaba extraordinariamente condensada en el espacio….
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¿Fue una explosión (Big- Bang, teoría aceptada por la iglesia católica) el origen de la
dispersión de la materia primaria (ylem), que posteriormente ha evolucionado,
originando galaxias y estrellas?
La mecánica celeste
En el Universo no existe la inmovilidad, siendo el estado estacionario un ideal del que la
realidad apenas nos da ejemplo. No obstante, las apariencias son distintas, y las estrellas
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¿Y todo esto se ha hecho solo? Todo esto tan perfecto que maravilla a científicos
sinceros, ¿es obra de la casualidad?
En los años que la humanidad lleva de historia escrita ¿ha podido describir algo perfecto
que se haya hecho por casualidad?
No absolutamente nada. ¡Qué soberbio es el hombre que quiera negar esto como obra de
Dios!
Por eso toman fuerza aquellas palabras de Newton: “el que no cree en un Dios es un
loco”. O la confesión de Eddison “Soy un admirador de todos los ingenieros del mundo,
pero en especial del mayor de todos, Dios”. O de Voltaire:”Si me demuestran que el
ingeniero que construyó el magnífico orden del mundo es el Dios de los Cristianos,
creeré en Él”.
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Es que ninguna persona que no sea soberbio puede dejar de caer de rodillas ante la
magnitud de la obra. ¡Qué pequeños somos los terráqueos comparados con semejante
creación!
EL MICROCOSMOS
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“orbitales”, con velocidad y precisión. El núcleo está constituido por protones (carga
eléctrica positiva de 1,6 x -19 C) y neutrones (carga eléctrica neutra), de masa similar
(1,00898 u.a.m. el primero y 1,00759 u.a.m, siendo esta unidad la unidad atómica de
masa. Actualmente existe un nuevo nuevo modelo, el de Schrodinger, que nace
posteriormente al principio de Incertidumbre. Y todo
esto tan complejo, tampoco se hizo sólo.
Imagen de la estructura de un cristal,
vista por un microscopio electrónico
STEM. (Foto: Cornell University)
Fig. El átomo
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Y si una célula es maravilla, veamos ahora un conjunto de ellas formando los tejidos.
¿Saben Uds., cuantos glóbulos rojos tiene en su sangre una persona adulta?
Un mm3 (milímetro cúbico) contiene unos 5.000.000 de glóbulos rojos y entre 5- 10.000
glóbulos blancos.
Un adulto tiene más o menos cinco litros (5000 ml = 5000 cm3 = 5.000.000 mm3) de
sangre. Entonces, si a los glóbulos rojos los pusiéramos uno al lado del otro formando
un collar, lograríamos que diera dos vueltas y media la tierra.
¿Cómo es posible meter tanto en tan poco espacio? Indudablemente todo esto, no puede
ser sino obra de una mente superior a la humana.
Si analizamos los pulmones, sabemos que son dos órganos que caben en el tórax
y que están constituidos por unidades llamados alvéolos pulmonares, rodeados de una
tupida red de capilares sanguíneos, donde se produce el intercambio gaseoso. Cada
pulmón tiene entre 300 y 400.000.000 de alvéolos. ¿Han imaginado Uds. alguna vez
cuánta superficie se cubriría si pusiéramos todos los alvéolos pulmonares uno al lado
del otro? Se cubriría una superficie de 7000 m 2, la superficie de una manzana. El que
entre tanta superficie en tan poco espacio es otro signo de perfección.
Ahora bien, pensemos en las maravillas de la digestión: podríamos compararla con una
gran fábrica con un automatismo extraordinario.
A continuación haremos un recorrido por los distintos órganos que componen el
Sistema Digestivo: en la boca los dientes inician la digestión mediante la masticación.
Al mismo tiempo, un conjunto de seis glándulas ubicadas alrededor de la boca, secreta
saliva a esa cavidad. Esta, al mezclarse con el alimento ingerido lo transforma en el
bolo alimenticio. La lengua cumple varias funciones: colabora con sus movimientos en
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Tierra gira alrededor del Sol. ¿Por qué? Porque se ajusta a la ley del
movimiento de los planetas en el espacio. Y ¿Por qué? ¿Por qué? Y así
sucesivamente, hasta que al final sólo nos queda decir: "Porque Dios lo hizo".
Y si Dios hizo este extraordinario engranaje que es el macrocosmos,
donde cada uno de los elementos tiene una misión determinada, que de no
cumplirla provocaría grandes desórdenes en el cosmos, y si a cada uno de los
elementos del microcosmos, nuestro cuerpo entre ellos, se le ha
encomendado una misión tan importante, iQué extraordinaria y sublime
debe ser la MISIÓN que se le ha encomendado al hombre, que es el ser
superior de toda la creación!
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Bendigan al Señor.
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