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El desgaste de Xóchitl Gálvez y el Foxismo

Las campañas presidenciales obsequian insumos propicios para la honda evaluación de los candidatos.
Sus reacciones, apoyos y silencios permiten anticipar los futuros colores y matices del poder. Esta
semana, los grises, negros y rojos de Xóchitl Gálvez se agolparon. La candidata del PAN acumula en
temprana fase un desgaste significativo que empieza a sonar las alarmas del Frente Amplio.
El fuego amigo contra Xóchitl Gálvez arde y en público. Las sospechas en su contra y la mala
reacción de la contratista y senadora panista exhibieron lo que parecería un vacío o abandono de un
nutrido contingente de opositores a la 4T, como señaló el 17 de julio Salvador Camarena (El Financiero).
Como antesala, uno de los primeros cuestionadores de Xóchitl Gálvez fue el ultraconservador
Eduardo Verástegui, quien aseguró el 5 de julio que “mataron al PAN con una escopeta modelo Xóchitl”.
En días recientes, Gilberto Lozano (FRENA) atizó las críticas (Sin Embargo): “nos están engañando con
Xóchitl…es una persona corrupta… sin principios ni valores”. La derecha dura parece inconforme con su
candidata natural.
Podría pensarse que una puerta (o dos) cerradas abren posibilidades. Empero, en horas aún
frescas Vicente Fox propinó nuevos reveses a la candidatura de su pupila – él la invitó a la política en su
sexenio – con sus habituales imprudencias. El exmandatario confesó a Latinus que Xóchitl podría
devolverle su pensión de expresidente. Fox aprovechó para reforzar el marco y artificio populista de
derechas que ha venido usando Gálvez como candidata: los chingones (nosotros) contra ellos (los
huevones). No había la indignación amainado tras la entrevista cuando el expresidente tuiteó que Xóchitl
es auténtica mexicana y descalificó a Claudia Sheinbaum como “judía búlgara”, desatando feroces
críticas por antisemitismo. Se fraguó un clásico no-me-ayudes-compadre.
El desatinado portavoz metió a la candidata en un predicamento catastrófico. Dado que Gálvez no
puede distanciarse de él – no lo ha hecho – porque 1) Fox es su padrino político, 2) una parte de ella lo
defiende y estima y 3) sus apoyos en la derecha dura son delgados, parece condenada a arrastrar de la
cuna a la tumba su pasado panista. Será casi imposible que Xóchitl niegue su origen partidista, quedando
la imagen de outsider que buscaba proyectar al instante deslegitimada por una acumulación de reveses
que incluye la suma de apoyos bumerán como los de Alito Moreno, Rosario Robles y Roberto Madrazo.
A este cardumen de impresentables que Viri Ríos llama “parvada de buitres” (Milenio) se agrega
una errática defensa ante señalamientos por corrupción. No habiendo sorteado con solvencia las
acusaciones por conflictos de interés y omisiones en sus declaraciones patrimoniales y de intereses,
Gálvez viró de página con inconvincente respuesta. Resultará casi imposible zanjar el asunto sin rastro de
heridas y cicatrices.
Ante el apresurado desgaste de la contratista y aún senadora, el Frente Amplio tiene dos sopas
enfrente: 1) sustituir a Gálvez por un perfil de reducida estridencia e historial pulcro o 2) por una mezcla
de orgullo, inercia y preferencia de la militancia convencida (mas no de apartidistas), redoblar el tibio
apoyo a Xóchitl y jugársela con ella hasta el final como el Capitán Smith al timón del Titanic.
Peras o manzanas, Morena se frota las manos. Las erráticas declaraciones de Gálvez contribuyen
a desmitificar el artificioso perfil que intentaban construir sus publicistas. La acumulación de
contradicciones obsequia a Morena mayor espacio de contraste. Acaso en días próximos vendrán más
cuestionamientos a sus posicionamientos políticos, habiendo votado Xóchitl contra la reforma educativa,
cambios a la industria eléctrica y la extinción del fuero presidencial, y habiéndose ausentado para prohibir
condonaciones de impuestos. Gálvez quedará más temprano que tarde encuadrada como cómplice de una
élite foxista que lucha por sobrevivir ante el creciente rechazo de un nutrido contingente de mexicanos
cansados de ser humillados por una corriente conservadora que envejece como la leche.

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