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RESUMEN TEXTOS Educación Institucionalizada
RESUMEN TEXTOS Educación Institucionalizada
En segundo lugar, la organización del trabajo que hoy conocemos es el resultado de una
larga cadena de conflictos globales, sector a sector, industria a industria, fábrica a fábrica y
taller a taller entre los patronos y los trabajadores. Estos conflictos se desarrollaron -y se
desarrollan todavía- en el lugar de trabajo mismo, y sólo muy lentamente fueron saldándose
con victoria tras victoria de los patronos.
En todo este proceso, los patronos pudieron valerse no sólo de su prepotencia económica,
sino también y mucho del poder policial, judicial y militar del Estado.
En cuarto y último lugar, fue preciso asegurar los mecanismos institucionales para que cada
nuevo individuo, antes de incorporarse al trabajo, recorriera en años el camino que sus
antecesores habían recorrido en siglos. Este mecanismo no podía estar en el trabajo
mismo, pues las leyes sobre el empleo de los niños en las fábricas rompieron la única
posibilidad: el aprendizaje que, intensamente degradado a partir de sus formas artesanales,
se había convertido en pura y simple superexplotación de la infancia. Tampoco podía estar
en la familia, pues ésta ha conservado, aunque diluidas, muchas de las pautas de
comportamientos y relaciones que la caracterizaban cuando eran una unidad de producción
agrícola o artesanal, y algunas incluso reforzadas desde que dejó de serlo y se liberó de la
carga del trabajo. Había que inventar algo, y se inventó la escuela: se crearon escuelas
donde no las había, se reformaron las existentes y se metió por la fuerza a toda la población
infantil en ellas.
TEXTO DURKHEIM
1) LAS DEFINICIONES DE EDUCACIÓN.
La acción que los adultos ejercen sobre los más jóvenes. Es esta la única que nos interesa.
aquí y, por consiguiente, a ella conviene reservar la palabra educación.
No podemos y no debemos entregarnos todos al mismo género de vida; según nuestras
aptitudes, tenemos funciones diferentes que cumplir, y es necesario que nos pongamos en
armonía con aquella que nos incumbe.
Por supuesto, esta especialización no excluye una cierta base común, y,
consecuentemente, una cierta fluctuación en las funciones tanto orgánicas como psíquicas,
a falta de la cual la salud del individuo se vería en peligro, al propio tiempo que la cohesión
social.
La educación ha variado muchísimo a través de los tiempos y según los países. En las
ciudades griegas y latinas, la educación enseñaba al individuo a subordinarse ciegamente a
la colectividad, a convertirse en esclavo de la sociedad. Hoy en día, se esfuerza en hacer
del individuo una personalidad autónoma.
Sin embargo, y de hecho, cada sociedad, tomada en un momento determinado de su
desarrollo, dispone de un sistema educacional que se impone a los individuos con una
fuerza por lo general irresistible. Resulta baladí el creer que podemos educar a nuestros
hijos como lo desearíamos. Existen unas costumbres a las que nos vemos obligados a
someternos. Si tratamos de soslayarlas en demasía, acaban vengándose sobre nuestros
hijos. Estos, al llegar a la edad adulta, no se encuentran en condiciones de vivir en medio de
sus contemporáneos, por no comulgar con sus ideas. Que hayan sido educados según
normas o demasiado arcaicas o demasiado vanguardistas, poco importa para el caso; tanto
en un caso como en el otro, no pertenecen a su tiempo y, por consiguiente, no se
encuentran en condiciones de vida normal.
Sin embargo, los hábitos y las ideas que determinan ese tipo educacional no somos
nosotros quienes, individualmente, los hemos creado. Son fruto de la vida en común y
expresan las exigencias de esta. Incluso, en su mayor parte, son obra de las generaciones
anteriores.
Cuando se estudia históricamente la manera en que se han formado
y desarrollado los sistemas educativos, se percata uno que dependen estrechamente de la
religión, de la organización política, del nivel de desarrollo de las ciencias, del estado de la
industria, etcétera. Si se les separa de todas esas causas históricas, se toman
incomprensibles.
2) DEFINICIÓN DE EDUCACIÓN
Para que haya educación, es necesaria la presencia de una generación de adultos y una
generación de jóvenes, así como de una acción ejercida por los primeros sobre los
segundos. Nos queda por definir la naturaleza de dicha acción.
No existe, por así decirlo, sociedad alguna en la que el sistema educacional no presente un
doble aspecto: es, a la vez, único y múltiple.
Es múltiple. En efecto, y en cierto sentido se puede decir que hay tantos tipos diferentes de
educación como capas sociales diferentes en la sociedad. Acaso está compuesta de
castas? La educación varía de una casta a otra;
Dado que el niño debe estar preparado con vistas a la función que está llamado a
desempeñar el día de mañana, la educación, a partir de una cierta edad, no puede ser la
misma para todos los sujetos a los que se aplica. Este es el motivo por el cual vemos que
en todos los países civilizados la educación tiende a diversif-rarse cada vez más y a
especializarse;
Sin embargo, sea cual sea la importancia de esas educaciones especiales, no representan
per se la educación entera.
Se asientan todas ellas sobre una base común.
En el transcurso de nuestra historia, se ha ido constituyendo todo un conjunto de ideas
sobre la naturaleza humana, sobre la importancia respectiva de nuestras diversas
facultades, sobre el derecho y sobre el deber, sobre la sociedad, sobre el individuo, sobre el
progreso, sobre la ciencia, sobre el arte, etc., que constituyen la base misma de nuestro
espíritu nacional; toda educación, De todos esos hechos resulta que cada sociedad se labra
un cierto ideal del hombre, de lo que debe ser éste, tanto desde el punto de vista intelectual
como físico y moral; que ese ideal es, en cierta medida, el mismo para todos los ciudadanos
de un país; que a partir de un determinado punto. se diferencia según los ámbitos
particulares que toda sociedad alberga en su seno. Es ese ideal, a la vez único y diverso el
que representa el polo de la educación. Esta tiene, por tanto, por misión la de suscitar en el
niño: 1. Un cierto número de estados físicos y mentales que la sociedad a la que pertenece
considera que deben florecer en cada uno de sus miembros. Ciertos estados físicos y
mentales que el grupo social específico (casta, clase, familia, profesión) considera asimismo
que deben existir en todos aquellos que lo constituyen. Por consiguiente, es la sociedad, en
su conjunto, y cada ámbito social específico los que determinan ese ideal que la educación
realiza. La sociedad no puede subsistir más que si existe entre sus miembros una
homogeneidad suficiente: la educación perpetúa y refuerza dicha homogeneidad, fijando por
adelantado en el alma del niño las similitudes esenciales que requiere la vida colectiva. Sin
embargo, por otra parte. sin una cierta diversidad toda cooperación resultaría imposible: la
educación asegura la persistencia de esa diversidad necesaria, diversificándose por sí
mismo y especializándose.
La educación no es, pues, para la sociedad más que el medio a través del cual prepara en
el espíritu de los niños las condiciones esenciales de su propia existencia.
La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han
alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el
suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales
que exigen de él tanto la sociedad política en su conjunto como el medio ambiente
específico de que está especialmente destinado.
2)La otra en cambio descubrió que esos mismos sistemas de educación formal contribuyen
a la reproducción social transmitiendo ideologías con ese propósito distribuyendo
diferencialmente conocimientos.
2) fue consensual en cada uno de los momentos consecutivos, pues fueron muy pocos
quienes en el primer momento cuestionaron la potencialidad transformadora del sistema y
en el segundo su éxito reproductor; y
Los primeros subsumían la respuesta a la crisis del sistema educativo en una propuesta
revolucionaria de reemplazo de la estructura de la sociedad latinoamericana por otra,
asumiendo implícita o explícitamente que tal cambio traería aparejada en forma más o
menos automática la transformación del sistema educativo en el sentido de la superación de
su crisis. Los segundos vinculaban estrechamente la crisis del sistema educativo a los
problemas de crecimiento de la sociedad capitalista.
Otros sectores elaboran las que pueden llamarse "propuestas mesiánicas": un nuevo
método pedagógico, una acción social, una tecnología educativa o una estructura probada
en otros países pueden salvar al sistema.
1) el carácter social
El primero las lleva a obviar que la crisis del sistema educativo se articula con la crisis de la
economía y la política y se refiere a la disconformidad de ciertos grupos o sectores sociales
o políticos con las funciones que cumple el sistema educativo en su perjuicio o beneficio. Es
así como, por ejemplo, todos los sectores sociales pueden coincidir en que el sistema
educativo de su país está en crisis, pero los aspectos del sistema que están en crisis y la
manera en que los afecta son distintos para cada uno de ellos. El segundo aspecto alerta
contra el trasplante de tecnologías, estructuras u otro tipo de innovaciones.
Todo sistema de educación formal cumple al menos las si guientes funciones sociales en
relación a su matrícula:
1) discriminar las funciones sociales del sistema educativo en relación al cuerpo social y a
cada uno de los sectores que lo componen,
Aceptar el carácter específico de la crisis de los sistemas educativos conlleva aceptar que
su comprensión requiere:
Según aquellos partidarios bastaba con ofrecer a todos los niños la misma educación para
garantizar la contribución de los sistemas educativos a la justicia social y a la participación
política de los ciudadanos, contribución que por otra parte se consideraba definitiva. Unidad
se entendía entonces en sus dos dimensiones: 1) como un camino único, iguales
contenidos e iguales métodos para la educación general de toda la población y 2)
orientación y conducción centralizada de todos los niveles del sistema educativo.
Cuando en cambio pueden igualarse los puntos de partida, el único camino garantiza la
equidad de educación. Es decir entonces que tanto la tendencia a la unidad horizontal como
a la diferenciación horizontal del sistema educativo pueden actuar en condiciones
determinadas en dirección a crear oportunidades educativas que promuevan la
conservación o el rompimiento del monopolio de la educación en sectores minoritarios de la
población.
1.1. ROUSSEAU
Jean Jacques Rousseau (1712-1778) es la figura clave para comprender las implicaciones
del naturalismo en la educación.
Defendió el naturalismo en el sentido de considerar que el hombre y, en consecuencia, el
niño es bueno de acuerdo con la naturaleza. Y hay que entender la naturaleza del ser
humano como las disposiciones, inclinaciones y conductas primarias que posee de manera
innata, antes de ser alterado por la convivencia.
Creía y respetaba a Dios, pero no necesitaba las iglesias y el clero para gobernar el
universo mediante las leyes y derechos naturales humanos evidentes.
La educación natural que propone Rousseau trata de enseñar al discípulo por medio de la
intervención personal (y natural) a guiarse en el mundo y resolver sus propios problemas,
antes que disciplinarlo conforme a reglas que le indiquen sus mayores o preceptores.
Late debajo de este pensamiento un idealismo que acentúa el concepto de libertad y
autonomía del educando, relacionándolo con el concepto ron cántico de desarrollo.
El hombre era bueno por naturaleza y que era la sociedad quien lo corrompía.
Es decir, para Rousseau las desigualdades entre
Los hombres no tienen su origen en la naturaleza sino en la sociedad.
Si Dios ha criado a los hombres libres e iguales son los hombres los que en libertad e
igualdad deben propiciarse sus propias leyes.
Rousseau aboga en favor de una educación estatal; cuyo objetivo es la formación de la
clase del ciudadano que mejor pueda servir a los intereses del Estado.
El modelo pedagógico de Rousseau resulta revolucionario para la época. Se basaba en dos
principios básicos; que son los que más han influido en las corrientes pedagógicas
posteriores y en distintos
"autores de la contemporaneidad:
A) «La educación debe llevarse a cabo según la naturaleza».
Este principio hay que entenderlo en el sentido de que las experiencias practicadas por el
niño no deben ser guiadas por la instrucción de los demás, sino por su propia naturaleza.
B) «La primera educación debe ser negativa». En el sentido de que no hay que enseñar al
sujeto los principios de la virtud sino que él solo, y bajo su libertad, irá descubriendo la
verdad de las cosas.
No se trata de una falta absoluta de educación, sino una clase de educación diferente a la
admitida en la práctica. Rousseau distinguía la «educación positiva», que tiende a formar
prematuramente el espíritu del niño y a instruirse en los deberes que corresponden al
hombre, de la «educación negativa» que perfeccionaría los órganos que son los
instrumentos del conocimiento, antes de darle contenido alguno, por lo que procura preparar
el camino a la razón por el ejercicio adecuado de los sentidos.
1.2. PESTALOZZI
Pestalozzi justificó siempre la necesidad e importancia de la educación al servicio de la
educación del pueblo porque la consideraba como el mejor instrumento para la reforma
social: Es el primer pedagogo que concibió la educación como el mecanismo para
transformar las condiciones de vida de los más menesterosos, por ello es un claro
adelantado de la educación social. Es importante destacar que Pestalozzi distingue dos
objetivos diferentes. Por un lado considera que existe la necesidad de una formación
humana general que justifique la educación del hombre, por otro reclama una educación
variable; ligada a las circunstancias de lugar y tiempo, de carácter profesional, que debe
educar para un ambiente social concreto y para las circunstancias sociales de cada sujeto.
La educación elemental es otra de las preocupaciones de Pesta-lozzi, porque cree que lo
importante es educar para el desarrollo de las facultades humanas en lugar de la típica
formación ilustrada de carácter enciclopédico; que se limitaba a imponer conocimientos.
La educación es para Pestalozzi un despliegue armónico y de mutuo
-apoyo de las fuerzas intelectuales morales y físicas: Por ello, a pesar del concepto de
unidad que preside todo su pensamiento, también nos habla de educación intelectual, física
y moral, lo que lleva a la educación integral.
Toda la pedagogía de Pestalozzi está concebida para lograr este último objetivo, el de la
vida social.
Con Pestalozzi se empieza a pensar que la tarea educativa puede hacer desaparecer la
ignorancia y, en definitiva, la miseria del pueblo. Comienza también a revalorizarse
socialmente al niño, desde la perspectiva de sus verdaderos intereses y sobre todo; desde
el principio de la actividad y de las facultades creadoras que posee.
1.3. FROEBEL
Se apoya por una parte en el idealismo roussoniano, según el cual el niño es bueno por
naturaleza y la educación ha de desarrollar las potencialidades que lleva en su interior, y por
otro en la práctica de Pestalozzi.
Considera que la infancia es una etapa con alta capacidad creativa, que hay que despertar
con estímulos pero manteniendo siempre la espontaneidad, en consonancia con los
principios naturalistas de Rousseau. De ahí que el instrumento básico del aprendizaje sea el
juego, dado que es una necesidad espontánea del niño que le produce agrado. El juego se
considera, pues, la base de la preparación para la vida adulta. Dividido el desarrollo en
infancia, niñez, adolescencia y madurez, cada etapa tiene sus propias exigencias que hay
que satisfacer para evolucionar de manera óptima. Así el juego es una preparación para el
trabajo adulto.
HERBART
Con claro rigor indica que ante todo hay que diferenciar la «pedagogía como ciencia», del
«arte de la educación».
La Pedagogía ha de partir del estudio del educando como portador del desarrollo que en
potencia tiene; esto es, de su sensibilidad, memoria, capacidad de juicio y sentimientos, que
se van desarrollando a través de las distintas etapas. La Pedagogía es ciencia de la
educación y la educación es un proceso de construcción o formación del carácter a partir de
las representaciones exteriores, del mundo real. La educación compromete al hombre total
y futuro que hay en cada sujeto. El educador tiene que ver representado en el niño al
hombre futuro y encaminar sus esfuerzos presentes a los fines que el alumno tendrá como
había, preparándolo para ello. El fin supremo es la moralidad.
Será a través de la instrucción cómo el hombre crea y ordena el mundo y las ideas, La
instrucción avanza tanto por el conocimiento como a través del elemento afectivo del
espíritu. Ambos elementos
Forman un sistema de coordenadas con respecto al cual se determinan los diferentes
objetos y contenidos del currículum escolar. Es así. cómo se llega a construir una teoría
cognitiva del aprendizaje.
De la combinación de todas estas manifestaciones de la atención, para adecuarse a la
plasticidad propia de la mente infantil, se derivan los cuatro grados o etapas de la
enseñanza:
1. Clarificación del objeto o aprehensión estática durante la cual el alumno contempla
claramente el objeto.
.2. Asociación o comparación, que supone relacionar lo ya sabido con los nuevos
conocimientos observados.
3.. Sistematización o generalización, que es la comprensión y ordenación sistemática de los
diversos objetos analizados y observados.
4. Método o aplicación; que es el proceso de la conciencia para aplicar el conocimiento
adquirido; en la práctica del aprendizaje.
Es producto del desarrollo histórico concreto: la escuela y los sistemas educativos que se
configuran desde fines del siglo XIX, cuando el Estado asume la función docente.
Ante el avance de la acción docente del Estado el interés se centró en el dictado de las
leyes que permitieran organizar y consolidar las instituciones educacionales, al menos en
teoría, de alcance masivo.
Desde fines del siglo XVIII y hasta las dos últimas décadas del siglo XIX se gestaron y
organizaron los modernos sistemas masivos de educación pública, en que el Estado disputa
el monopolio que las iglesias habían tenido en materia de educación.
A quienes les asiste el derecho de educar en una sociedad, cómo y en qué circunstancias
se fijan los contenidos obligatorios y cómo se reconoce la validez de los títulos.
Desde fines del siglo XVIII y hasta las dos últimas décadas del siglo XIX se gestaron y
organizaron los modernos sistemas masivos de educación pública, en que el Estado disputa
el monopolio que las iglesias habían tenido en materia de educación.
A quienes les asiste el derecho de educar en una sociedad, cómo y en qué circunstancias
se fijan los contenidos obligatorios y cómo se reconoce la validez de los títulos.
Los temas de estudio predominantes en los contenidos de la disciplina fueron aquellos que
permitían el estudio de los propósitos explícitos y de las medidas mediante las cuales los
poderes del gobierno de un Estado configuran y desarrollan los sistemas educativos.
• el derecho de enseñar. El rol del Estado, el lugar de las iglesias y de los particulares;
• la distribución de atribuciones entre las distintas instancias del gobierno según las formas
de organización política adoptada (el gobierno federal, los gobiernos de provincia y los
municipios);
• las fuentes, los montos y la distribución de los recursos públicos para el financiamiento del
sistema educativo.
Política Educacional. A las tres áreas temáticas clásicas se incorpora una cuarta: "el
panorama de la situación educativa". En ella se incluye, fundamentalmente, un análisis de
los alcances reales en la población de los sistemas educativos formales; es decir, intenta
realizar una evaluación de la expansión y distribución de la educación en la sociedad.
Con respecto a «la planificación de la educación», existen dos formas de incluirla dentro de
las disciplinas que conforman las
Ciencias de la Educación: la ejecución de las políticas del Estado; otra, que se nutre en las
corrientes anglosajonas de administración la incluyen como la primera fase de la
administración, esta última tiende a colocar fuera la fijación de las políticas porque
consideran que están determinadas por el mercado, y no por el Estado.
Las visiones predominantes fueron las de la 'educación como restauradora del orden" del
"orden natural" del "personalismo" y del "estudio de los agentes de la educación"; en
particular, se desarrollaron e impartieron los contenidos de las corrientes destinadas a
propiciar un rol central para los particulares y las iglesias en la configuración de los sistemas
educativos, destinados a fundamentar las posiciones subsidiarias del papel del Estado en
materia de educación.
Entre los desarrollos recientes interesa destacar aquellos que, a partir de una revisión
interna de las teorías crítico-reproductivistas, intentan encontrar respuestas diferentes a la
relación de los sistemas educativos y los sectores populares y buscan nuevas respuestas
acerca de cómo éstos pueden apropiarse de la escuela, del espacio educativo.
Las orientaciones actuales intentan comprender los cambios, los movimientos y las
coyunturas y no, únicamente, el largo plazo o su cristalización en un punto determinado.
Sintetizando, considero que dentro de las Ciencias de la Educación hoy, la óptica principal
de la Política Educacional como disciplina es el estudio de la «gobernabilidad», de cómo se
da sentido y dirección a la práctica institucionalizada de la educación, poniendo énfasis en
el Estado como actor central. Más específicamente la Política Educacional es el estudio del
conjunto de fuerzas que intentan dar direccionalidad al proceso educativo y de las
relaciones que se dan dentro del Estado -entendido éste como la intersección entre la
sociedad política y la sociedad civil- para la configuración y control de la práctica
institucionalizada de la educación, dentro de una formación histórica determinada.
Por otro lado, en relación con la pugna social por la apropiación del saber, los desarrollos
futuros tienen que propender a mejorar las herramientas para estudiar las estrategias
individuales y familiares que los sectores populares desarrollan frente a los sistemas
educacionales tal como éstos están estructurados y, por otro, sus demandas tal como las
expresan. Asimismo, se deben conocer más acabadamente las respuestas de las
instituciones y de los propios actores del propio sistema educativo para conocer los grados
de aceptación, adaptación o resistencia que generan frente a las políticas públicas
hegemónicas.
TEXTO GALVANI
El desarrollismo pedagógico de los años sesenta-setenta.
Esa utopía, en su vertiente pedagógica, se generó en un marco ideológico referencial: «el
desarrollo socio-económico» y con una categoría educativa «escolarización». La
movilización de recursos humanos y físicos se apoyó en el concepto de subdesarrollo como
expresión de un estadio superable «en línea recta». en cuyo «otro extremo» se encontraba
el desarrollo.
Obviamente, el papel dominante correspondía a «un» modelo de desarrollo -el de los países
hegemónicos-- y el subdesarrollo (o su estadio intermedio, el de «en vías de desarrollo»)
aparecía como una serie de carencias en relación con el modelo acabado.
La contraposición más sólida a esta corriente de pensamiento fue la que se fundó en la
noción de «dependencia»,
Pero quizá la misma situación de dependencia determinó que ante la dualidad de
interpretaciones - teoría del desarrollo y teoría de la dependencia-, que originaron dos
posiciones pedagógicas - la pedagogía desarrollista y la pedagogía de la liberación, esta
última con diversos matices ante el tema central del cambio social y las posiciones sobre
desescolarización. extraescolaridad o contra escolaridad (Illich o Freire, por ejemplo)-, se
impuso claramente la primera.
En correspondencia con la figura de un Estado modernizador y a partir de la idea de que el
desarrollo económico produciría inevitablemente, de por sí, el pasaje de una sociedad
tradicional a una moderna en un proceso idéntico en todos los países latinoamericanos se
concibió a la educación como un mecanismo fundamental para el cambio.
En un momento en que la educación se transformaba en un servicio público casi masivo y
en un sector clave del funcionamiento social, la reflexión sobre su papel en la sociedad fue
marcadamente débil.
La argumentación desarrollista se manejó en América Latina con las categorías duras y
simples de tecnificación, eficiencia, racionalización. Buscó el cambio educativo -y social- por
la vía de la preparación de «recursos humanos para el desarrollo» mirando hacia un cierto
tipo de industrialización dependiente. Y las técnicas de la planificación «integral» de la
educación fueron uno de los instrumentos para lograr un estilo de desarrollo educacional en
correspondencia con una imagen de desarrollo social.
Alcances y logros:
Por el contrario, a partir de la escuela como organización formalizada se emprendió un
proceso educativo acelerado - prácticamente en tres o cuatro décadas bajo la hegemonía
de la ideología del desarrollo y sobre sociedades que históricamente se fueron
estructurando conforme a pautas de marginación cultural, bilingüismo, dominación
estamental y polarización política y económica.
El desarrollo de los sistemas educativos en los países latinoamericanos fue, a la postre,
más un resultado de la demanda social de los sectores más fuertes, que de la planificación.
Y los grupos urbanos medios consiguieron los mayores servicios de enseñanza, tendiendo
el sistema a reproducir la heterogeneidad estructural y la polarización social de América
Latina.
La pedagogía desarrollista, al poner énfasis en los problemas de cobertura y dar mucha
menos importancia a la calidad del conocimiento, a cómo educar, a quién y para qué
educarlo, no pudo plantear ni abordar esas contradicciones. Los «factores sociales» fueron
reconocidos únicamente como «obstáculos para el cambio».
También ignoró que existían, potencialmente, muchos «estilos de desarrollo» en la región,
para los cuales las aproximaciones de una planificación podían y debían ser
necesariamente diferentes.
El presente:
Ya no es suficiente la fe en la universalización de la educación ni solicitar mayor
democratización en el acceso al sistema; ni considerar que la educación es el «ámbito
neutral» en el que se desarrollan todos los individuos para una mejora de oportunidades, al
margen de las situaciones de poder, clase o sistema económico dominante en su sociedad.
La merma de oportunidades educativas en cantidad y calidad derivada de todos esos
condicionantes es una realidad para las generaciones que están hoy en edad escolar. Para
éstas y para las que vendrán existe una necesidad de elaborar alternativas.
TEXTO FREIRE
Cuanto más analizamos las relaciones educador-educandos dominantes en la escuela
actual, en cualquiera de sus niveles (o fuera de ella), más nos convencemos de que estas
relaciones presentan un carácter especial y determinante el de ser relaciones de naturaleza
fundamentalmente narrativa, discursiva, disertadora.
Narración o disertación que implica un sujeto el que narra- y objetos pacientes, oyentes los
educandos.
La narración, cuyo sujeto es el educador, conduce a los educandos a la memorización
mecánica del contenido narrado. Más aún, la narración los transforma en "vasijas", en
recipientes que deben ser «llenados" por el educador. Cuando más vaya llenando los
recipientes con sus "depósitos", tanto mejor educador será. Cuanto más se dejen "llenar"
dócilmente, tanto mejor educandos serán.
Tal es la concepción "bancaria" de la educación en que el único margen de acción que se
ofrece a los educandos es el de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos. Margen que
sólo les permite ser coleccionistas o ficheros de cosas que archivan.
En la visión "bancaria" de la educación, el "saber", el conocimiento, es una donación de
aquellos que juzgan sabios a los que juzgan ignorantes.
Donación que se basa en una de las manifestaciones instrumentales de la ideología de la
opresión: la absolutización de la ignorancia, que constituye lo que llamamos alienación de la
ignorancia, según la cual ésta se encuentra siempre en el otro.
La rigidez de estas posiciones niega a la educación y al conocimiento como procesos de
búsqueda.
En verdad, como discutiremos más adelante, la razón de ser de la educación libertadora
radica en su impulso inicial conciliador. La educación debe comenzar por la superación de la
contradicción educador-educando.
En la concepción "bancaria" que estamos criticando, para la cual la educación es el acto de
depositar, de transferir, de transmitir valores y conocimientos, no se verifica, ni puede
verificarse esta superación.
Saber que deja de ser un saber de "experiencia realizada" para ser el saber de experiencia
narrada o transmitida.
En verdad, lo que pretenden los opresores «es transformar la mentalidad de los oprimidos y
no la situación que los oprime. A fin de lograr una mejor adaptación a la situación que, a la
vez, permita una mejor forma de dominación.
Los oprimidos son la patología de las sociedades sanas, que precisan por esto mismo
ajustarlos a ella, transformando sus mentalidades de hombres "ineptos y perezosos".
Dado que en esta visión los hombres son ya seres pasivos, al recibir el mundo que en ellos
penetra, sólo cabe a la educación apaciguarlos más aún y adaptarlos al mundo. Para la
concepción "bancaria", cuanto más adaptados estén los hombres tanto más "educados"
serán en tanto adecuados al mundo.
En verdad, no sería posible llevar a cabo la educación problematizadora, que rompe con los
esquemas verticales característicos de la educación bancaria, ni realizarse como práctica
de la libertad sin superar la contradicción entre el educador y los educandos. Como
tampoco sería posible realizarla al margen del diálogo.
A través de éste se opera la superación de la que resulta un nuevo término: no ya educador
del educando; no ya educando del educador, sino educador-educando con
educando-educador.
De este modo, el educador ya no es sólo el que educa sino aquel que, en tanto educa, es
educado a través del diálogo con el educando, quien, al ser educado, también educa.
Es así como, mientras la práctica "bancaria" , como recalcamos, implica una especie de
anestésico, inhibiendo el poder creador de los educandos, la educación problematizadora,
de carácter auténticamente reflexivo, implica un acto permanente de descubrimiento de la
realidad.
Una vez más se vuelven antagónicas las dos concepciones y las dos prácticas que estamos
analizando.
La "bancaria", por razones obvias, insiste en mantener ocultas ciertas razones que explican
la manera como están siendo los hombres en el mundo y para esto, mitifican la realidad.
La problematizadora, comprometida con la liberación, se empeña en la desmitificación. Por
ello, la primera niega el diálogo en tanto que la segunda tiene en él la relación indispensable
con el acto cognoscente, descubridor de la realidad.
Para la práctica "bancaria" lo fundamental es, en la mejor de las hipótesis, suavizar esta
situación manteniendo sin embargo las conciencias inmersas en ella. Para la educación
problematizadora, en tanto que hacer humanista y liberador, la importancia radica en que
los hombres sometidos a la dominación luchen por su emancipación.
Es por esto por lo que esta educación, en la que educadores y educandos se hacen sujetos
de su proceso, superando el intelectualismo alienante,superando el autoritarismo del
educador "bancario", supera también la falsa
conciencia del mundo.
El mundo ahora, ya no es algo sobre lo que se habla con falsas palabras, sino el
mediatizador de los sujetos de la educación, la incidencia de la acción transformadora de
los hombres, de la cual resulta su humanización.
Esta es la razón por la cual la concepción problematizadora de la educación no puede servir
al opresor.
TEXTO HIRSCH Y RÍO
Las «teorías de la resistencia» surgidas en los 80º y 90º apuntaron a mostrar el potencial
transformador de la escuela a partir del desarrollo de una pedagogía crítica, en discusión
con las denominadas «corias de la reproducción» de los 70 que denunciaban el papel
reproductor de la escuela en el capitalismo. Este artículo se propone revisar esta discusión
y particularmente, la forma antagónica que han asumido, desde una perspectiva
materialista. Para ello, se revisarán los planteos clásicos de ambos grupos teóricos
identificando que, aunque parecen antagónicos, coinciden en un punto central: consideran
que las relaciones sociales capitalistas son exteriores a los sujetos, es decir, que se les
imponen sobre su libre subjetividad.
1 Introducción
Es posible identificar un debate al interior del pensamiento pedagógico respecto de si la
escuela puede constituir un espacio de transformación social.
Debate que en ocasiones se ha cristalizado en dos posiciones conocidas como las teorías
de la reproducción y las teorías de la resistencia. Las primeras, surgidas a fines de la
década del 60° y principios de los 70', apuntaron a develar la función reproductivista de la
institución escolar dentro del modo de producción capitalista.
Las pedagogías de la resistencia surgieron en las décadas del 70° y 80' de algún modo
como forma de respuesta a estas teorías. Si bien muchos de sus autores acordaban con la
función reproductivista de la escuela, plantearon una crítica al supuesto carácter
determinista de estas últimas, poniendo el énfasis en la noción de resistencia como apuesta
a la transformación social dentro de la institución escolar.
5. Consideraciones finales.
El desarrollo precedente nos permite afirmar, contradiciendo a los teóricos de la
reproducción, que el papel de la escuela no es reproducir las relaciones sociales de
producción para garantizar la dominación de una clase sobre la otra eternamente hasta que
la lucha de clases, gestada por fuera de la institución esco-lar, se intensifique y la clase
trabajadora logre tomar el poder el de Estado y con SIlo aniquilar al capital. Su rol es
reproducir el proceso de organización social, mediante la producción y reproducción de
atributos necesarios para ello. Un proceso de organización social, que tal como
desarrollamos se topa con límites y en su intento por superarlos va derribo ándolos, y en
esa dirección avanzando
hacia su superación.
Asimismo, disentimos con las teorías de la resistencia cuando plantean que dentro del
sistema escolar es posible resistir la cultura dominante, plantear alternativas para el cambio
social, en tanto son afirmaciones que se establecen bajo el supuesto de que los individuos
están dotados de una conciencia libre que tiene el poder de gestarse a sí misma y a las
condiciones materiales de vida. Así, a pesar del esfuerzo por distanciarse de los planteos de
la reproducción, terminan sosteniendo lo mismo: las relaciones sociales capitalistas tienen
por objetivo dominar a un sector de la población -nótese que en estos planteos es notorio
cómo la oposición de clase es una más entre tantas-, pero existe la posibilidad de ofrecer
resistencia a esta dominación.
En ambos casos la propia relación social se presenta exteriormente como algo que domina
porque se impone sobre la subjetividad libre oprimiéndola.
Lo que no se ve es que, precisamente, esas son las relaciones sociales que los hombres
entablamos para vivir -para organizar el proceso de trabajo social-. La imposición externa de
estas relaciones sociales es una apariencia en tanto nuestra conciencia está enajenada.
TEXTO SAVIANI
LAS TEORÍAS DE LA EDUCACIÓN Y EL PROBLEMA DE LA MARGINALIDAD EN
AMÉRICA LATINA.
A grandes rasgos podemos decir que, en lo que respecta a la cuestión de la marginalidad,
las teorías educacionales pueden ser clasificadas en dos grupos.
En el primero tenemos aquellas teorías que entienden que la educación es un instrumento
de igualación social, por lo tanto, de superación de la marginalidad.
En un segundo grupo están las teorías que entienden que la educación es un instrumento
de discriminación social, luego, un factor de marginación.
Así, para el primer grupo, la sociedad es concebida como esencialmente armoniosa,
tendiendo a la integración de sus miembros. La marginalidad es, entonces, un fenómeno
accidental que afecta individualmente a un número más o menos grande de sus miembros,
lo que constituye un desvío, una distorsión que no sólo puede sino que debe ser corregida.
La educación aparece allí como un instrumento de corrección de esas distorsiones.
El logro óptimo de su función coincide, entonces, con la superación del fenómeno de la
marginalidad.
El segundo grupo de teorías concibe a la sociedad como esencialmente marcada por la
división entre grupos o clases antagónicas que se relacionan sobre la base de la Fuerza
expresada, fundamentalmente, en las condiciones de producción de la vida material.
En este sentido, la edu. La educación, lejos de ser un instrumento de superación de la
marginalidad, se convierte en un factor de marginación ya que su forma específica de
reproducir la marginalidad social es la producción de marginalidad cultural y,
específicamente, escolar.
Tomando como criterio de "criticidad" la percepción de los condicionantes objetivos,
denominará a las teorías del primer grupo "teorías no críticas" y las del segundo grupo
teoría críticas reproductivistas.
5. POST-SCRIPTUM
Tal extrañeza parece procedente ya que, si hay alguna propuesta educativa íntimamente
ligada a la cuestión de la marginalidad, es la llamada educación compensatoria.
Desde mi punto de vista, la educación compensatoria configura una respuesta no crítica a
las dificultades educacionales puestas en evidencia por las teorías crítico-reproductivistas.
Mientras tanto, para que la escuela cumpla su función igualadora es necesario compensar
las deficiencias cuya persistencia acaba, sistemáticamente, por neutralizar la eficacia de la
acción pedagógica.
Allí está por qué la educación compensatoria comprende un conjunto de programas
destinados a compensar deficiencias de diferentes órdenes: de salud y nutrición, familiares,
emotivas, cognitivas, motoras, lingüísticas, etc. Tales programas acaban colocando bajo la
responsabilidad de la educación una serie de problemas que no son específicamente
educacionales.
En este marco, constatada la existencia de deficiencias específicamente educacionales,
cabría hablar no de educación compensatoria (atribuyendo a la educación la
responsabilidad de compensar todo tipo de deficiencia) sino de compensación educacional.
Y aquí queda, finalmente, evidenciada la no-autonomía teórica de la "educación
compensatoria", en el sentido de suplir las carencias de los educandos, son preocupaciones
propias del tipo de teoría denominada en este texto como pedagogía nueva.
No es por respeto a los derechos de las personas que se pensaba en la perfecta ciudad
griega en la educación pública, sino por los beneficios que ésta supone para los intereses y
necesidades del Estado.
En este sucinto recorrido vemos que los antecedentes de la educación pública son remotos
en la historia de la humanidad, aunque esta educación alcanza sólo a algunos; no es la
polis griega una sociedad de iguales, por lo tanto no hablamos aún de derechos.
Luego la educación será monopolio de las iglesias, también lejos de ser derecho de los
hombres, debemos entenderla más bien como derecho de las iglesias a enseñar. Hasta que
los incipientes estados comienzan a disputarles ese derecho; lo que llamamos hoy derecho
a la educación tiene su origen más bien en una libertad que en un derecho.
Este liberalismo político se caracterizará por proclamar unas libertades que el poder político
deberá respetar y, como contracara, afirmar unos derechos que el Estado deberá garantizar.
Para efectivizar estos principios del liberalismo político surge el "constitucionalismo"; es
decir, la tendencia a institucionalizar en una ley fundamental y escrita el funcionamiento de
los Estados, de la que emanan las leyes regulares y a la que deben ajustarse.
¿educar para qué? Las respuestas darían lugar a contradicciones y luchas en torno al
monopolio de la educación y disputas relativas al derecho individual a la educación.
Había que uniformar el sistema monetario, crear vías de comunicación, eliminar barreras
aduaneras internas (fuente única de recursos para las empobrecidas economías de varias
provincias). Estas tareas no podían realizarse sin el desarrollo de un sistema de
instituciones que fueran nacionales y que contarán con los recursos que sólo podía proveer
la provincia de Buenos Aires.
La educación cumplió así una función básicamente política de consolidación del Estado
liberal decimonónico. Además, es necesario tener en cuenta que hacia mediados del siglo
XIX la Argentina era un país escasamente poblado que intentaba paliar esa situación a
partir de un programa de atracción de trabajadores inmigrantes.
Resulta válido destacar en este punto que no existía un sistema educativo propiamente
dicho, es decir, definido como un conjunto de instituciones articuladas entre sí y que
monopolizarían la instrucción formal.
La escuela secundaria estaba constituida por los estudios que realizaban los jóvenes para
acceder a la universidad.
3.1. Las bases constitucionales de la educación argentina
La Constitución Nacional de 1853 generó las bases para la sanción de una legislación que
tendría como resultado un sistema nacional de educación.
Así, el patrón histórico de relación entre el Estado Nacional y las jurisdicciones provinciales,
en cuanto a la prestación y gobierno del servicio educativo, se caracterizó por constituir un
ejemplo de acción concurrente entre el Estado Nacional y los Estados provinciales.
Esto constituye un buen ejemplo acerca de la centralidad que ejerció el Estado Nacional en
la regulación del sistema educativo en su conjunto, ya que dicha potestad le permitía dirigir
la confección de los planes de estudios, a los cuales las jurisdicciones y la educación
privada debían adaptarse para obtener la validez oficial de sus ofertas educativas
respectivas.
referencia a la educación:
El artículo 14, que garantiza a todos los habitantes el derecho a enseñar y a aprender.
El artículo 5° que reconoce que los gobiernos provinciales deben garantizar la educación
primaria en sus territorios respectivos.
Tomaremos en primer lugar el derecho a enseñar. Este derecho implica varias cuestiones y,
como se señaló antes, tiene que ver con la libertad de enseñanza. El derecho a enseñar es
entendido, entonces, en tres sentidos:
• Como el derecho a expresar libremente las ideas. En este sentido, el derecho a enseñar
también se ha interpretado como libertad de cátedra. Nace como derecho de libertad, de
defensa ante el Estado, donde éste no debe inmiscuirse.
A diferencia del derecho a enseñar, el de aprender tiene un alcance universal, a todos los
hombres. Y, en este sentido, supone una intervención del Estado, una responsabilidad
pública.
En este sentido, la actividad privada tiene los límites que la ley impone para su ejercicio;
esta atribución fue fuertemente resistida por la Iglesia durante todo el siglo XIX.
En segundo lugar, siguiendo con las implicancias de este artículo 14, se desprenden de él
dos posibles roles que el Estado puede desempeñar en materia educativa.
El Estado sólo tiene un papel subsidiario, secundario, debiendo Ilegar allí donde la Iglesia
no puede; es decir, ayudando secundariamente en una tarea que es de otro, en este caso
de la Iglesia.
De esta manera, desempeñar un rol principal supone garantizar el derecho a aprender para
todos, con una educación pública de calidad v en condiciones de igualdad de
oportunidades; a su vez, también supone reconocer la libertad de enseñanza; supervisando,
controlando, regulando e, incluso, estableciendo requisitos y condiciones a la iniciativa
privada.
A partir de la década de 1880 se pueden identificar acciones desde el Estado que dieron
lugar a las primeras leyes educativas sancionadas por el Congreso Nacional. Luego del
primer Congreso Pedagógico Nacional se sancionó la ley N°1420 en el año 1884, cuyo
ámbito de aplicación original estuvo constituido por la Capital Federal, los Territorios
Nacionales y las Escuelas de Aplicación que eran parte de las Escuelas Normales
Nacionales donde se formaban los maestros de educación primaria. Estas instituciones
constituyeron una modalidad de educación secundaria vigente hasta el año 1964. La ley
N°1420 sentó las bases de la educación pública argentina sobre los principios de gratuidad,
obligatoriedad y dispuso su organización bajo la órbita del Consejo Nacional de
Educación.(11] La ley 1420 garantizaba la educación primaria obligatoria, gratuita, gradual
(artículo 2°), mixta (artículo 10º) y establecía un plan de estudios mínimo común (artículo
6º); sus posteriores reglamentaciones por parte de los gobiernos nacionales permiten
afirmar el carácter laico de la educación pública al tornar prácticamente imposible la
enseñanza religiosa católica de forma exclusiva.
Nacional (que ejercía una acción indirecta por medio de leyes de subsidios destinados a la
educación primaria de las provincias) y los Estados provinciales (que tenían una acción
directa en materia de educación primaria). Si nos ubicamos en el plano de la acción, se
puede sostener que a partir del año 1905 la ley N°1420 tuvo una efectiva proyección
nacional cuando el Congreso de la Nación sancionó la ley Láinez (ley N°4.874) por la cual el
Estado Nacional pudo comenzar a fundar escuelas primarias en los territorios de las
provincias que lo solicitaran. Esas escuelas quedaban bajo la órbita del Consejo Nacional
de Educación y, por ende, se regían académicamente según las disposiciones que éste
establecía.
Ello permitió que las autoridades de las escuelas secundarias organizaran con autonomía
suficiente los primeros planes de estudios de estos establecimientos y dispusieran la
organización de la enseñanza secundaria sin mayores regulaciones que las supervisiones
escolares y la aprobación de sus propuestas curriculares por parte de las autoridades
ministeriales. En todos los casos prevaleció la acción educativa del Estado Nacional por
sobre las ofertas de los gobiernos provinciales para este nivel. Es más, las ofertas
educativas postprimarias dependientes de los gobiernos provinciales fueron nacionalizadas
a partir de la década de 1880 y no se registraron ofertas educativas provinciales de nivel
medio hasta la década de 1950.
La educación primaria no fue una prioridad hasta fines del siglo XVIII;
Las escuelas elementales eran de tres categorías: de carácter municipal. sostenidas por los
Cabildos), conventuales y privadas. Sin embargo. la mayor parte de la educación era
religiosa. Hacia fines del siglo XVIII se crearon las escuelas oficiales, llamadas "Escuelas
del Rey", sostenidas por
* Cabildos; en ellas recibía instrucción general una reducida parte de la población de las
ciudades.
Se organizaron las "Escuelas de la Patria", nombre que pasaron a tener las viejas Escuelas
del Rey.
Las escuelas tenían una estructura según la que se dividía a los alumnos en "clases", se
enseñaba en forma colectiva en cada clase. Había generalmente ocho clases según su
progresiva conducta y dedicación al estudio; desde la primera se avanzaba hasta la última,
integrada ésta por los "instructores".
La Asamblea General Constituyente por decreto del 9 de octubre de 1813 declara abolidos
los azotes en las escuelas. Sin embargo, el trato hacia los niños y los métodos de
enseñanza seguían siendo los aplicados en las viejas Escuelas del Rey, que guió
priorizando la capacidad retentiva y memorística en los alumnos.
Una medida relevante del gobierno de Rivadavia fue el decreto del 11 de diciembre de 1821
dado que, hasta ese momento, no existía ninguna estadística educativa oficial. El decreto
establecía: "Todos los maestros de escuelas de ambos sexos pasarán cada tres meses al
jefe de policía y éste al Ministerio una razón de los alumnos que tengan de los que hayan
entrado en los últimos tres meses y de los que hayan salido en dicho período"
Las escuelas de niñas que estaban bajo la dirección de la Sociedad de Beneficencia fueron
fusionadas con las de varones, que se encontraban bajo la dirección de un Inspector
General, el que a su vez dependía del jefe de policía.
la educación ocupó un lugar en las gestiones del gobierno nacional como lo prueban las
subvenciones acordadas y la creación de establecimientos. En la provincia de Buenos Aires
Sarmiento fue nombrado Jefe del Departamento de Escuelas.
Hasta aquí, hemos observado en los cuadros el crecimiento que experimentó la educación
primaria pública; de igual manera, puede apreciarse el carácter mixto de la educación que el
artículo 14 de la Constitución Nacional ratificaba.
Por decreto del 28 de enero de 1881 se creó el Consejo Nacional de Educación, encargado
de la dirección facultativa y administración general del distrito escolar de la capital.
Si bien la educación primaria quedó a cargo de cada una de las provincias de acuerdo con
la Constitución, durante los gobiernos antes mencionados se establecieron una serie de
subvenciones adicionales a las provincias para hacer frente a esta obligación constitucional.
Estas acciones indirectas, primero con carácter excepcional y luego más permanente, serán
los antecedentes de la acción directa que el Estado Nacional desempeñará en los territorios
provinciales a comienzos del siglo XX en relación con la educación primaria.
• Ley N°1420, del 8 de julio de 1884. Reglamentó la educación común para la Capital
Federal y los Territorios Nacionales, en los que se establece de manera completa y orgánica
el funcionamiento de la educación común, según los principios de obligatoriedad, gratuidad
y gradualidad.
• Ley N°2737, del 4 de octubre de 1890. Reglamentó las subvenciones nacionales para el
fomento de la educación primaria en las provincias. Como ya fue mencionado, a pesar de
ser una obligación de los gobiernos provinciales el Estado Nacional venía otorgando
subsidios a las provincias para el desarrollo y el sostenimiento de la instrucción primaria.
Ley N°4874, 17 de octubre de 1905. Conocida como Ley Láinez, autorizaba al Consejo
Nacional de Educación a crear escuelas elementales mixtas y rurales en las provincias que
lo solicitaran. La necesidad de esta solicitud respondió a la intención del Estado Nacional de
no interferir en las autonomías provinciales.
Así la concurrencia de la Nación al desarrollo de la educación primaria en las provincias
persiguió el fin de nivelar educativamente a todo el territorio nacional
Hasta aquí se han enumerado las leyes que reglamentaron el derecho a aprender
establecido por el artículo 14 de la Constitución Nacional. en este sentido, la obligatoriedad
y como contracara, la gratuidad de la educación primaria sostenidas en la ley 1420 fueron
los pilares legales que permitieron al Estado la garantía del derecho a la educación, ya que
La Ley 1420, que estuvo vigente durante todo el período estudiado aquí, definía en su
articulado, además de las cuestiones ya referidas, lo que llamamos estructura académica.
En este sentido, regulaba para la educación común los siguientes aspectos comprendidos
dentro de este concepto:
Asimismo, las escuelas primarias nacionales que en virtud de la ley 4874 se crearon en
territorios provinciales a partir de 1905, dependían del Consejo Nacional de Educación al
igual que las escuelas primarias de los territorios nacionales y la Capital Federal.
Dentro de este marco legal, la escuela era vista como la institución fundamental para
cohesionar a la población y conformar una nación.
A principios del siglo XX, una de las propuestas más importantes que llegó a ser debatida
en el Congreso en los años 1915 y 1916, fue la impulsada por el entonces Ministro de
Justicia e Instrucción Pública, Carlos Saavedra Limas.
Para la escuela primaria nacional el Estado definió sus planes de estudio y sus programas,
organizó su funcionamiento y aprobó los libros que funcionarian como textos para las
distintas disciplinas. Esto le otorgó una tendencia a la unidad que se mantuvo durante las
primeras cuatro décadas del siglo XX aunque, como hemos señalado, no sin debates y
críticas. Esos debates serían traducidos en políticas educativas de diferente tipo a partir de
la década de 1930, las que a pesar de mantener la centralidad del Estado en la
organi-ración institucional del sistema educativo nacional se veían influidas por corrientes
antipositivistas, vinculadas con orientaciones pedagógicas más conservadoras.
TEXTO SCHOO
En este marco, en los momentos de formación del Estado nacional argentino, se organizó
un sistema de educación público, garantizando la obligatoriedad, laicidad y gratuidad de la
educación primaria. La educación
XIX, se diferenció de los otros niveles (primario y universitario) porque no tuvo una ley que
le diera un marco legal integral al conjunto de las distintas ofertas que la compusieron.
Tal como lo demuestra el caso argentino, este tipo de ofertas, en un principio, estuvieron
claramente diferenciadas entre sí con un bajo nivel de articulación a pesar de que en
muchas ocasiones convivieron en las mismas instituciones.
La educación secundaria fue sinónimo de aquella formación humanista, "para la vida" y/o
"preparatoria" para seguir estudios superiores, y la enseñanza normal vinculada con la
formación de maestros para la educación primaria, la "educación especial".
La fundación de los colegios nacionales dio inicio a la educación secundaria a cargo del
Estado nacional hacia la década de 1860.
La impronta del director de estudios de este colegio, Amadeo Jacques. fue crucial Así, en su
célebre Memoria, presentada en 1865 a la comisión encargada de elaborar el plan de
instrucción general y universitaria, defendió para la enseñanza secundaria el carácter
formativo general, preparatorio para todas las actividades de la vida, en oposición a la
enseñanza especializada o a la bifurcación de los estudios.
Los planes de estudio que siguieron a éste, al menos hasta la década de 1890 (1874, 1876,
1879, 1884, 1888) mantuvieron esta organización.
A partir de 1882, el alcance de los títulos otorgados por estos colegios sufrió una
modificación al ser las facultades universitarias las encargadas de determinar los
conocimientos requeridos para el ingreso a sus aulas.'
El plan de 1884 respondió a esta nueva disposición, sin dejar de lado la "escuela única",
pero incluyó en el último año asignaturas relacionadas con diferentes carreras
universitarias.
1.2.1. La acción del Estado nacional: concentración de la oferta y regulación de los títulos.
Wilde pensaba que sólo a través de la acción directa del Estado nacional se podría
garantizar la educación en todas las provincias. Esto le sirvió de argumento para la
concreción de un sistema educativo centralizado. A pesar de la tendencia a la uniformidad
en esta oferta (que alcanzaba también al sector particular) y centralidad promovida desde el
Estado nacional, los sucesivos cambios en los planes de estudio establecidos tuvieron
diferentes repercusiones y puestas en marcha en los distintos colegios nacionales,
sosteniendo incluso colegios que no tenían suficiente matrícula por lo que en algunos años,
hubo cursos que no se llegaron a dictar.
Además, el Estado nacional no sólo concentró la oferta pública sino que también logró
regular a la enseñanza privada.
Históricamente el sistema educativo argentino se conformó como un sistema mixto,
compuesto por escuelas públicas y particulares, estas últimas fiscalizadas por el Estado.
Desde la década de 1860 el Estado Nacional habla apoyado la iniciativa privada a través de
subvenciones a diferentes organizaciones y escuelas, así como el reconocimiento de los
estudios realizados en algunas de estas instituciones a condición de que siguieran los
planes de estudio de los colegios nacionales y de ser inspeccionadas por las autoridades
nacionales.
Sin embargo, esta política de colaboración con el sector particular comenzó a cambiar hacia
la segunda mitad de la década de 1870. Primero,
Se impuso a los colegios que quisieran gozar de los "beneficios" de esta ley condiciones
administrativas (serían inspeccionados) y curriculares (tendrían el mismo plan de estudios
que los oficiales) de manera de habilitar a sus alumnos a rendir examen parcial o general en
los colegios nacionales ante un tribunal compuesto por el rector y dos profesores del colegio
nacional y dos profesores del colegio particular.
Dicho colegio obtuvo la validez nacional de sus títulos por estar incorporado al régimen de
la Ley de Libertad de Enseñanza, por lo que su plan de estudios era el mismo vigente en los
colegios nacionales. El colegio fue nacionalizado en 1888 convirtiéndose en el Colegio
Nacional de La Plata (Schoo, 2009).
El Inspector general de los colegios secundarios a cargo en 1892 argumentaba que como
los colegios nacionales constituían estudios preparatorios para las universidades, con dos o
tres de este tipo de instituciones educativas bastaba.
Es decir, era necesario limitar el acceso a este tipo de educación.? Como se verá a
continuación, argumentos de este estilo fueron el fundamento para reducir la cantidad de
colegios nacionales y diversificar el currículum.
En la década de 1890 hubo varios intentos por reformar los planes de estudio (1891, 1893,
1897 y 1898), algunos de ellos propusieron modificar la escuela única e introducir la escuela
"bifurcada", esto es, aquella que
En suma, es posible aseverar que los sucesivos planes de estudio, los diversos proyectos
presentados así como las intervenciones de los rectores de los colegios nacionales
obedecieron a un cuestionamiento recurrente: cuál debería ser la finalidad de la educación
secundaria:
Si bien al inicio del nuevo siglo se intentó introducir un plan "bifucado", se preservaron las
características de estos colegios, de carácter complementario y preparatorio para los
estudios superiores y de ninguna manera profesional. Esa formación ocurría en otro tipo de
escuelas (comerciales, industriales, de minas), el colegio nacional tenía otros fines. En esta
misma línea, en 1912 se estableció un nuevo plan.
De acuerdo con este plan, la educación secundaria no debía pensarse como estudios
preparatorios para la universidad, por el riesgo de "desnaturalizar y frustrar" su función. El
Plan estableció dos categorías de establecimientos de enseñanza secundaria: colegios
elementales y colegios superiores, ubicados en función de la cantidad de habitantes de las
ciudades.
Hacia el año 1916, el Poder Ejecutivo Nacional impulsó una política de reorganización del
sistema educativo nacional. Se redujo la enseñanza primaria de 6 a 4 años y se creó un
nuevo ciclo de enseñanza de tres años de duración, la escuela intermedia.
En febrero de 1917, una vez que asumió el gobierno Hipólito Yrigoyen, se suprimió la
escuela intermedia y se restauró el plan de 1912.
La educación secundaria fue definida oficialmente como fuella "constituida por colegios
nacionales y liceos de señoritas. Su plan es integral, con cinco años de estudios generales,
ampliatorios de los primarios y más necesarios para la vida individual y colectiva".
El Plan Garro tuvo vigencia con modificaciones en los colegios nacionales hasta 1941
cuando fue aprobado un nuevo plan de estudios para los colegios nacionales, liceos de
señoritas, escuelas normales y escuelas comerciales e industriales, conocido como plan
Rothe.29 A través de este plan se concretó, por primera vez, la articulación entre los
estudios del bachillerato con la enseñanza normal a partir de un ciclo común a ambas
ramas con la finalidad de "evitar que los estudiantes se vean obligados a definir
prematuramente su orientación hacia unos u otros estudios".
uniformidad y centralismo
La enseñanza normal se constituyó así como una estrategia de unificación: fue el Estado
nacional el que se encargó de formar a los maestros, directores e inspectores, y éstos,
debían llevar su palabra a través de las escuelas de educación común, en su mayoría
provinciales, a los niños.
Capital Federal y los territorios y colonias nacionales. Dispuso que los títulos de maestros
fueran expedidos por las escuelas normales de la nación o de las provincias, legitimando
así el monopolio de la formación de maestros en estas instituciones.
La preocupación por promover este tipo de formación puede ser rastro (la en las ideas del
plan político de Alberdi quien, haciéndose eco del debate educacional en términos
modernos, sostenía -desde una tradición utilitaria y pragmática- que para lograr el progreso
material del país y en consecuencia se adelanto cultural, era necesario organizar un sistema
educacional que se relacionara directamente con las necesidades de una economía basada
en el comercio de materias primas y en la creación de industrias locales. De este modo, en
1852 había señalado que "el plan de instrucción debía multiplicar las escuelas de comercio
y de la industria, fundándose en pueblos mercantiles".
«el Uruguay desde 1855, dirigida por Larroque, como parte de un plan más amplio. En la
provincia de Buenos Aires, desde la década de 1820, existieron ofertas de este tipo en el
sector particular.
Entre los años 1860 y 70, los estudios comerciales fueron concebidos como parte integral
de la formación de las futuras generaciones.
Los antecedentes de este tipo de oferta pueden ubicarse a fines siglo XVIII cuando Manuel
Belgrano creó la escuela de dibujo en 17862
La escuela dirigida por Otto Krause constituyó el modelo a seguir por las escuelas
industriales que se crearon aunque, a pesar de las argumentaciones del director, no
tuvieron un gran impulso desde el Estado y fueron creadas en grandes centros urbanos.
Hacia la década de 1910, otro tipo de oferta para sectores trabajadores se expandirìa: las
escuelas de artes y oficios que cumplirían con la formación profesional (en oficios) para el
ingreso posterior al trabajo.
Tal como analizaremos en el capítulo sexto, todas estas ofertas fueron reorganizadas
durante la década de 1940. Hasta ese momento constituyeron circuitos educativos
diferenciados entre sí. Fue recién en 1947 cuando el Estado nacional comenzó a crear
activamente escuelas industriales.
4. Comentarios de síntesis
A lo largo de este capítulo se ha evidenciado que la organización de la educación
secundaria, normal y especial encontró distintos orígenes y fue reglamentada por diversas
normas, pero sin una ley que le diera un encuadre general. Cada una de estas ofertas tuvo
funciones propias y se asentaron sobre distintos proyectos. La creación de un colegio
nacional y al menos una escuela normal en cada una de las provincias existentes entre
1860 y 1890 muestra la orientación política así como la centralidad del Estado nacional en
la prestación del servicio educativo.
Para el caso del magisterio, su función fue clara y eminentemente polìtica en: formar a los
maestros y maestras que educarían a los futuros ciudadanos en escuelas nacionales,
provinciales y particulares. Fue el Estado nacional el que se encargó de expandir este tipo
de instituciones, nacionalizando también las escasas iniciativas provinciales preexistentes.
Esta política constituyó una forma de penetración, integración y sistematización, no ya para
la formación de las clases medias y dirigentes sino para una población más amplia.
Por último, la evolución de la cobertura de estos estudios muestra una histórica centralidad
del Estado nacional en la oferta y la concentración de la matrícula en sus escuelas. Sin
embargo, la participación del sector privado fue en aumento en el siglo XX. Igualmente
podemos afirmar que la responsabilidad pública por garantizar el derecho de aprender
dispuesto en la Constitución Nacional fue asumida por el Estado nacional en materia de
educación secundaria, normal y especial al menos hasta la década de 1960 cuando las
provincias comenzaron a desarrollar políticas de extensión de este tipo de ofertas (muy
dispares entre sí) alrededor de la década de 1960.
TEXTO PAVIGLIANITI
La educación como un derecho de las iglesias, como derecho individual y como derecho
social están presentes en nuestra sociedad y forman parte de las disputas centrales de la
política educativa actual. Estas concepciones tienen como base y fundamento distintas
concepciones de la sociedad y el Estado y constituyen las líneas divergentes de la política
educacional argentina.
La quiebra del orden feudal es progresiva y un hito importante es la reforma protestante que
reclama el libre acceso a la lectura de los textos bíblicos, a lo cual la iglesia católica
responde con la contrarreforma organizando órdenes religiosas para la cooptación de la
nobleza y la burguesía ascendente.
Esta nueva concepción está basada en los cambios en los fundamentos del poder político
que se da juntamente con la formación de los estados nacionales bajo las formas políticas
del liberalismo que implican:
4-La consolidación del ESTADO LIBERAL y los términos del debate con la Iglesia Católica
en el siglo XIX
El liberalismo no propondrá nunca que la educación deba estar a cargo exclusivamente del
Estado, pero si se reservará la atribución de la regulación de los alcances y límites de la
participación de las iglesias y los particulares y esta legislación en materia educativa es la
iglesia cuestionó durante el siglo XIX
Para la posición católica, las normas son legítimas o válidas en tanto se ajusten a los
principios del dogma y la fe cristiana y si están reflejadas en sus principios doctrinarios.
Para la posición liberal las normas tendrán validez siempre que estas hayan sido dictadas
de acuerdo con las reglas de juego y procedimientos formales fijados en las constituciones,
todas las fundamentaciones que provienen del liberalismo son de carácter histórico y
jurídico-institucional.
En esta época predominan las recomposiciones regresivas, entre ellas los fascismos. Pero
aun en el liberalismo hay una marcada tendencia a considerar que su única responsabilidad
es la educación elemental (primaria) porque considera que solo esta es la que tiene
mayores efectos sobre la sociedad tanto desde el punto de vista productivo -de
incorporación al estilo de producción capitalista-como para la integración social y política en
los estados nacionales por lo que deja al sector privado la formación del nivel medio y o las
elites.
La crisis del 29 fue interpretada como el límite del desarrollo de las sociedades capitalistas
bajo el régimen del libre mercado que había demostrado ser incapaz de regular la economía
y que la había llevado a una situación de paradoja, de sobreoferta y de depresión de la
demanda. La recomposición del estado capitalista se lleva a cabo bajo la forma del Estado
de Bienestar cuyos rasgos básicos son: intervención del estado en la economía para
asegurar la demanda y el pleno empleo. El estado se reservaba el ordenamiento de las
variables macroeconómicas que regulan la economía a fin de que no se produjeran los
desequilibrios a los que lleva una economía de mercado regida por la competencia
individual. El mercado continúa funcionando, pero el Estado interviene para regular los
desequilibrios de la demanda y el empleo y brinda asistencia a todos los ciudadanos
mediante prestaciones de servicios o dinero para asegurar consumos mínimos a grandes
sectores de la población y para compensar los riesgos de la marginación a la que conduce
una economía de libre mercado. Esto se dio a través de derechos legales que corresponden
a todos los ciudadanos, el reconocimiento de la participación de los sindicatos de
trabajadores y su intervención en determinadas decisiones que regulan la redistribución de
la riqueza, como los colectivos de trabajo y la formulación de políticas públicas sobre los
ingresos y su distribución. Este modelo fue desarrollado por sistemas político-ideológicos
distintos y condiciones diferentes, principalmente por la socialdemocracia, socialcristianismo
y populismo. Regularon las tensiones entre capital y trabajo: se establecieron seguros de
desempleo, salarios mínimos, legislación social para los trabajadores, incremento de
presupuestos públicos para salud y educación y viviendas subvencionadas por el Estado.
Este período constituye el paso del Estado Liberal al Estado social. Se pasa de un estado
de derecho protector represor a uno de derecho promocional. Esto no significa que con
anterioridad el papel del estado solo se hubiera limitado a impedir -función negativa-del
no-estado, típica de la concepción liberal clásica y no haya extendido su función a fomentar
comportamientos útiles para la convivencia, pero lo hacía en cuanto debía proteger a un
individuo de otro, ahora la protección es a todos los individuos en su conjunto, es la función
positiva del Estado: debe promover, orientarse hacia la justicia distributiva con arreglo a
criterios. Esta nueva concepción dio origen y desarrollo de los derechos sociales, entre ellos
la educación.
La ampliación se logró más allá de la educación elemental sobre todo el de las capas
medias y el de las mujeres, pero alcanzó en menos medida a los sectores populares
(promesa incumplida por el estado de bienestar).
A pesar de los avances se está lejos de que el derecho a la educación pueda considerarse
efectivamente cumplido porque:
La asistencia estatal tiene los siguientes efectos: pone en peligro el funcionamiento del libre
mercado en el cual los individuos pueden competir libremente: representan una intromisión
en la libertad individual y contribuyen a minar las bases del sistema que ofrece la posibilidad
de prosperidad general e integración social. Proponen pasar de las prestaciones estatales a
subsidios dirigidos a los individuos de manera que cada uno pueda comprar sus servicios
en el mercado (relación con los bonos).
Siempre van a marcar que el desarrollo del sistema público de educación es perjudicial por
la burocratización implícita que conlleva, van a reducir el gasto público destinado a
educación pública y van a promover y financiar a instituciones del sector público con
recursos públicos.
• • Para los partidarios más extremos lo ideal es que los subsidios vayan dirigidos a las
familias o individuos y no a las instituciones. Esta posición lleva a largo plazo a la abolición
del sistema de educación pública y a su sustitución con un sistema de bonos que pueden
ser empleados en el mercado para comprar educación. En el caso de un fuerte peso las
corporaciones enseñantes -religiosas y laicas-como sucede en nuestro país, se tiende a
sostener un sistema en el que se combinan, según niveles y tipos de enseñanza, el sistema
de subsidio a las instituciones con el sistema de subsidios a las familias e individuos.
• • Para otros partidarios del libre mercado la red de educación pública está destinado a
aquellos que no pueden acceder a la enseñanza privada, se considera indispensable su
existencia para asegurar un mínimo debajo del cual no se debería dejar caer a los
individuos.
En cuanto a los agentes de educación: puesto que los padres han dado vida a sus hijos,
tienen la obligación de educar a la prole y por lo tanto hay que reconocerlos como los
principales educadores de sus hijos y estos requieren la colaboración de toda la sociedad.
Ciertas obligaciones corresponden a la sociedad civil en cuanto a ella compete el bien
común temporal y su deber es proveer varias formas de educación de la juventud, tutelar los
derechos y obligaciones de los padres y de quienes intervienen en la educación y colaboran
con ellos; completar la obra educativa subsidiariamente en caso de que los padres no
puedan y crear escuelas e institutos propios según lo exija el bien común. El deber de la
educación también corresponde a la iglesia no solo por ser una sociedad humana capaz de
educar sino porque tiene el deber de guiar a todos los hombres en el camino de la
salvación.
Los principios generales dados por el concilio son actualizados en términos regionales, pero
luego deben ser expresadas en términos de cada situación nacional. En el caso de nuestro
país el equipo episcopal de educación católica expresó su opinión en el año 95. Este
documento va reiterando y actualizado la posición de la iglesia en nuestro país, lo hace
desde el punto de vista doctrinario y de las propuestas y medidas de política educacional
que propugna para nuestro sistema educativo.
Esto remite al pluralismo escolar que sostiene la iglesia: sostiene que el pluralismo cultural
se traduce en pluralismo escolar que es entendido como la coexistencia de diversas
instituciones escolares que permita a los jóvenes formarse criterios de valoración fundados
en una concepción específica de mundo. El pluralismo se puede llevar a la práctica con
medidas concretas: que la iniciativa social o privada pueda fundar y dirigir establecimientos
educativos en condiciones igualitarias a la escuela pública en materia títulos y estudios y
que deben ser financiadas por el Estado para que todos puedan elegir el establecimiento de
su preferencia.
TEXTO SCIOSCIOLI
A la tesis de que el Estado debía hacerse cargo de su función educadora, y por tanto, dirigir,
controlar y supervisar la educación sin perjuicio de las libertades de enseñar y aprender y
religión, la libertad de manifestar las convicciones o creencias, sean estas religiosas o
filosóficas, a través de la enseñanza, beneficio especialmente acordado tanto a nacionales
cuanto extranjeros a través del artículo 20 de la Constitución
Art 14 el derecho de enseñar y aprender se ejerce " conforme a las leyes que reglamentan
su ejercicio". En efecto, en orden a los derechos personales, la reglamentación de los
derechos contenidos en la Constitución federal queda en manos del Congreso de la Nación.
Dicha atribución forma parte del ejercicio del poder de policía del Estado federal, en tanto
los derechos pueden ser limitados o restringidos, a condición de que la limitación o
restricción resulte razonable.
El modelo de "Estado docente" no solo influyó en los temas vinculados con la configuración
y dirección del sistema educativo nacional, sino también fuertemente en su contenido y
currículum.
Hacia los comienzos de la constitución del sistema educativo, uno de los problemas de
mayor resonancia lo constituye justamente el conflicto con la Iglesia católica y la enseñanza
religiosa. Señala Bravo que esta tensión suponía plantear nuevamente el problema del
Estado docente, o sea, "cuestionar si el Estado tenía o no el deber y la atribución de crear,
organizar, dirigir y sostener un servicio educativo adecuado a las necesidades e intereses
de todos los habitantes, controvirtiendo también el carácter (principal o supletorio) de la
pertinente intervención" (Bravo, 1988: 45).
La discusión en torno a este punto fue objeto de arduos debates. Uno de ellos tuvo lugar en
oportunidad de la Convención Constituyente en 1853 donde se habían rechazado las
posiciones católicas que tendían a lograr la sanción con jerarquía constitucional de la
religión católica como religión del Estado.
Allí quedó redactado el artículo 2º en cuanto limita la relación entre la Iglesia católica y el
Estado, en lo fundamental, al "sostenimiento" del culto católico solamente."
Así el sistema educativo adoptó en esta instancia su carácter laico, y evitó de esta forma
incidir por medio de los contenidos y el currículo, en la formación religiosa de los niños.
Aunque quedaba claro que sería el "Estado docente quien debía hacerse cargo de su
función educadora, y por tanto, dirigir y controlar la educación, desde los orígenes del
sistema educativo en nuestro país se mantuvo la posibilidad de organizar establecimientos
educativos privados no estatales, si bien limitados en su independencia respecto a los
planes de enseñanza, contenidos y fundamentalmente, validez de sus certificados y títulos;
todo sobre lo cual, el Estado ejercía habilitación y supervisión.
La libertad de enseñanza consagrada implicó la posibilidad del individuo de optar por un tipo
de educación, la de los padres a que sus hijos reciban la formación que deseen -por su
orientación espiritual e ideológica- y la de optar por un establecimiento determinado, distinto
a la escuela pública, dado el reconocimiento de esa enseñanza privada por parte del Estado
en la medida que ella cumpla con las reglamentaciones razonables que este último
establezca en calidad de coordinador del sistema educativo formal.
Hasta aquí, hemos revisado sucintamente cómo ha sido comprendida la materia educativa
desde su inclusión en la parte dogmática en la Constitución histórica. Un denominador
común presente en todos los apartados ya citados, estaría dado por el papel preponderante
que tuvo el rol del Estado docente.
El actual artículo 75 inc. 18 (ex 67 inc. 16) es tradicionalmente conocido como la "cláusula
de la prosperidad" y en él se puntualiza una serie concreta de políticas de fomento, o de
desarrollo del país, meramente enunciativa.
En verdad, estos sostienen que la instrucción general contemplada por la Constitución era
la primaria, y que la instrucción universitaria comprendía la secundaria y superior.
Este criterio tendría el mérito de ser, en función de los antecedentes normativos de aquel
entonces, el que mejor respetaría la voluntad presunta del legislador constituyente.17
Finalmente, la posición representada por los juristas Rodolfo Horacio Rivarola, sostiene que
la instrucción general importaba tanto la educación primaria cuanto la secundaria,
juntamente; al comprender toda aquella que no tenga por fin dar una carrera universitaria.
Bidart Campos (1997:748) por su parte señaló que aquella terminología englobaba "el
lineamiento y la estructura de la educación en todos los niveles y ciclos, para la enseñanza
en jurisdicción federal y provincial, y para la enseñanza privada (no estatal)". Esta última
postura parece ser la que prevalece hasta la actualidad como veremos en el apartado sobre
el desarrollo legislativo en el capítulo II.
Así entonces, de los párrafos anteriores se desprende que los planes de instrucción son las
bases que al Congreso le corresponde sancionar para la orientación y organización de la
enseñanza, en todos los niveles, modalidades, tipos y aspectos. En suma,"los lineamientos
generales dentro de los cuales la enseñanza debe desenvolverse[...]. Tales bases suponen
un contenido mínimo, aunque fundamental"
En este orden de ideas, Paviglianiti (1988: 55) señala que la cláusula constitucional debe
ser interpretada como tendiente a "promover la educación" .
Así, las autoridades y los individuos llegaron a considerar que la enseñanza elemental era
un asunto de incumbencia de las provincias
Solo en las condiciones previstas en el párrafo primero del artículo 5°, el gobierno federal
garantiza a cada provincia el goce y ejercicio de sus instituciones. Esta "garantía federal"
como se le ha dado en llamar, tiende a preservar las autonomías provinciales ante el ataque
de particulares, de otras provincias o de estados extranjeros.Pero por otra parte, esta
cláusula cumple un papel importante cuando se trata de mantener a las autoridades
provinciales en los carriles constitucionales ya que en el artículo 6° aparece el correctivo
que es la intervención federal única forma en que el gobierno federal está facultado para
suspender -excepcional y transitoriamente- la autonomía provincial constitucionalmente
garantizada. 2
En efecto, hacia la consolidación del Estado a fines del siglo XIX, y en el contexto del
Estado docente, el esquema de competencias del Poder Ejecutivo Nacional tuvo un impacto
clave en el surgimiento de una administración nacional fuertemente centralizada, y que
contribuyó al logro de los objetivos del proyecto político del gobierno nacional vertidos en la
educación.
Como parte del gobierno federal, el Poder Ejecutivo nacional tiene importantes funciones en
educación, especialmente de carácter administrativo. Así, la Constitución histórica refería a
él como "jefe supremo que tenía "a su cargo la administración general del país"
* (ex artículo 86 inc. 1). A ello se le suma su facultad reglamentaria referida a la expedición
de "las instrucciones y reglamentos que sean necesarios para la ejecución de las leyes de la
Nación, cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias"
Sin embargo, el derecho a la educación desde su conformación en nuestro país, implicó una
forma de compromiso mayor por parte del Estado argentino que aquel propuesto por el
tradicional
Así, señala que estas deben garantizar la consolidación de la unidad nacional, respetando
las particularidades provinciales y locales. A esta legislación de base se deben agregar
todos los contenidos que el derecho internacional de los derechos humanos dice que deben
estar presentes especialmente en el diseño curricular.(lo que justifica plenamente la
consagración en el artículo 75 inc. 17 respecto del derecho a una educación bilingüe e
intercultural en las escuelas que se ubiquen en comunidades pertenecientes a pueblos
originarios, por ejemplo).
La tesis del "Estado docente" (en su versión liberal local) aspiró a la pretensión de
asegurarle a éste la dirección monopólica del sistema educativo nacional, como se hizo
evidente durante los debates de las Leyes 934 y 1420.
Prevé así una libertad de enseñanza, en tanto implica libertad y pluralismo de cátedra y
transmisión y difusión de conocimientos, ideas y creencias, y una libertad de aprender, que
implica a su vez no ser obligado a recibir una enseñanza determinada. Sin embargo, desde
que es el Estado quien controla todo el sistema educativo formal, cualquier enseñanza
particular que pretenda obtener una validación oficial queda sujeta a la supervisión de este y
a la sujeción de los contenidos que este también fije para la escuela pública.
El hecho que históricamente se pusiera mayor acento en el derecho de enseñar antes que
aprender estaba vinculado con el derecho individual traducido (mayor-mente) en el ejercicio
de una profesión u oficio, es decir, en el derecho de trabajar (y "ejercer toda industria lícita").
Pero también el derecho de enseñar se vinculaba con la libertad de pensamiento y
expresión y otras libertades. En tal sentido, se ha reconocido como parte del derecho a la
libertad de pensamiento, de conciencia el dictado de la legislación, base general del
sistema, tiene el doble carácter de posibilitar el dictado de normas que permiten la "acción
directa" (creación, dirección y construcción de establecimientos) y la "acción indirecta"
(asistencia técnica y financiera).como podrían ser becas, subsidios, créditos, etcétera, sino
de servicios para facilitar la entrada de los más (sic] a la universidad".
Más bien, la noción de equidad que acompaña al principio de gratuidad debe ser entendida
como un complemento de esta última, y no como un fin en sí mismo; a fin de asegurar la
gratuidad de los estudios y coadyuvar en todas aquellas situaciones.
La segunda adición en relación con este punto corresponde a la mención del artículo 125
del texto constitucional, en cuanto en lo que aquí interesa, reconoce la facultad de las
provincias y de la Ciudad de Buenos Aires en orden a
Los Tratados previstos en el art. 75 inc. 22 deben ser tenidos en cuenta "en las condiciones
de su vigencia".
Esto conlleva a considerar a estos con su respectiva jurisprudencia y doctrina emanada por
los órganos competentes supranacionales.
Como dijimos, un dato clave para comprender la importancia de la introducción del derecho
internacional de los derechos humanos en nuestro marco jurídico nacional radica en atender
a la educación desde un enfoque basado en derechos humanos, que desplaza aquellas
visiones fundadas exclusivamente en las necesidades particulares del mercado o en la
prestación de un servicio público.
De este punto se deriva la regla de que los Estados tienen obligaciones específicas que
surgen del derecho a la educación. La educación ya no se concibe en el marco de una mera
política pública, un programa o una finalidad estatal únicamente.
Otra de las obligaciones que asumen los Estados mayormente en materia educativa refiere
a la libertad de enseñanza, plasmada en el reconocimiento de la posibilidad de un sistema
educativo mixto (público y privado) y el derecho de los padres sobre la formación de sus
hijos. Puesto que, en general, se reconoce en los padres su calidad de primeros
educadores, también la mayor parte de ellos prevén el derecho de los padres a elegir la
educación de sus hijos, conforme con su moral o religión, protegiendo de este modo el
pluralismo en la educación y evitando el monopolio estatal en el sistema educativo. Sin
embargo, la libertad de enseñanza en todos sus aspectos queda sujeta a un límite que la
mayoría de los instrumentos explicitan: la educación privada y la educación que los padres
elijan para sus hijos debe respetar las "normas mínimas" que fije el Estado en educación y
ser compatible con el objeto y fin de dichos instrumentos y los objetivos que estos le
asignan a la educación en general.
La ampliación del contenido de la educación como derecho fundamental ocurrió tanto por la
incorporación de normas que expresamente aluden a ella en la redacción de la Constitución
así como por la introducción con jerarquía constitucional de instrumentos internacionales de
derechos humanos claves como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales.
Dicha norma era clara para las provincias en cuanto a la competencia particular y reservada
en la administración de la educación primaria. Sin embargo, muy pronto se corroboró que
las disposiciones constitucionales no eran suficientes para garantizar que la escuela llegará
a todos los habitantes. El principal motivo se vinculaba principalmente, entre muchos otros,
a su financiamiento.
De este modo, aparecieron las primeras leyes de subvenciones que inaugurarían una
política parcial "de ayuda" tratando de poner un límite a la impotencia financiera (real o
ficticia) de aquellas provincias para afrontar el grado mínimo de instrucción que
constitucionalmente debían asegurar.
La acción del gobierno nacional reviste en este marco un carácter acotado y transitorio; no
cuestiona ni pretende afectar la exclusividad de la competencia provincial en materia
primaria, sino que presta un acción indirecta, sobre la base de lo dispuesto en el actual art.
75 inc. 9 en cuanto le otorga al Congreso Nacional la posibilidad de otorgar subsidios del
Tesoro Nacional a las provincias cuando sus rentas no alcancen a cubrir sus gastos
ordinarios.
A partir de 1868 esta política de subvención se vuelve más fuerte y total. Se elevó el
presupuesto que se distribuía entre las provincias para subvencionar a la educación
primaria y la acción indirecta del gobierno federal se extendió a la creación de escuelas en
las propias provincias, la que si bien asumía siempre un carácter transitorio, dejaba patente
el hecho de que algunas provincias seguían sin poder asegurar la educación primaria, razón
por la cual hallaban el único remedio en el gobierno central.
Así, la educación adquiere un papel central para el logro de las metas del gobierno,
generando por estos años un productivo período de debates y acciones en dicha área. En
este sentido, la necesidad de debatir sobre la situación de la educación promueve en
Buenos Aires en 1882 el primer Congreso Pedagógico Sudamericano. Luego de arduas
deliberaciones, donde confrontan sus ideas distintas tendencias (liberales, conservadores,
laicos, católicos) se acuerdan aspectos de gran importancia como la gratuidad, la
obligatoriedad y la necesidad de educar para la Nación. También se discutió sobre el
carácter estatal o privado que debía tener, pero todos estos puntos se vieron en parte
desplazados por un problema mayor en el que se ponía en juego el carácter laico o religioso
de la enseñanza.
Así es como varios de estos puntos sobre los cuales no parecía haber acuerdo son
finalmente resueltos en el debate parlamentario que da lugar a la sanción de la Ley 1420 de
1884. En ella, el Estado define y ordena la instrucción primaria común, gratuita, obligatoria,
laica y universal, gradual y mixta, y que permitió su organización bajo la órbita del Consejo
Nacional de Educación.
Si bien entonces triunfa la postura del interior, los efectos de la regulación de la Ley 1420
son ciertamente muy fuertes para las provincias. Por un lado, la norma se convirtió
inmediatamente en un modelo de referencia que las provincias tomaron para sancionar o
modificar sus legislaciones en materia de educación común. Por otro lado, la formalización
del Consejo Nacional de Educación permitió que por su intermedio, el Poder Ejecutivo
Nacional comenzará a ejercer poder y control sobre la educación primaria provincial de una
manera más concreta, tal como veremos en un apartado próximo.
Si bien la Ley 1.420 había optado por respetar formalmente la autonomía de las provincias,
dejándoles la conducción de la política educativa en sus territorios, la falta de recursos en la
mayoría de ellas, hizo que el tema educativo fuera nuevamente encarado y analizado por el
gobierno federal.
De acuerdo con esta norma, el Consejo Nacional de Educación establecía escuelas en las
provincias que lo solicitaran. Se trataba de escuelas "elementales, infantiles, mixtas y
rurales".
Así, los salarios de su personal, gastos de mantenimiento de los edificios y compras de
útiles correrían por cuenta de las arcas del Estado nacional. El único aporte que por lo
general efectuaban las provincias era el terreno, usualmente fiscal, donde se edificaba el
establecimiento.
Otro punto interesante que también dio motivos de debate, estuvo vinculado con el hecho
de que en tales escuelas, el "mínimo de enseñanza" se daría de conformidad con las
prescripciones de la Ley 1420. De este modo, la Ley Láinez si bien implicó un fuerte avance
al proyecto de escolarización y a la lucha en contra del analfabetismo,2 a la vez dificultó la
elaboración de propuestas regionales y federalistas llevando a cabo a través de este
proceso una centralización progresiva en tensión con los sistemas escolares provinciales.
Un análisis similar puede trasladarse a un nuevo intento de transferencia entre los años
1968-1970 que, al igual que el anterior, no produjo sus efectos completos.31 Sin embargo, a
pesar de su fracaso, en el año 1970 se derogó la Ley Láinez, lo cual significó que el Estado
nacional no crearía más establecimientos en territorios provinciales.
Puede considerársela como un producto más de las políticas que, en el marco de las
orientaciones hacia la desregulación y subsidiariedad del Estado, el gobierno nacional tomó
siguiendo las recomendaciones y estudios de los organismos multilaterales de crédito
adeptos a las doctrinas de la moderna derecha..
Allí, con una clara tendencia subsidiaria y de descentralización, se desdibujó el papel del
Estado expresando que las acciones educativas "son responsabilidad de la familia, como
agente natural y primario de la Educación, del Estado nacional, como responsable principal,
de las provincias, los municipios, la Iglesia Católica, y las demás confesiones religiosas
oficialmente reconocidas y las organizaciones sociales". La responsabilidad primaria parecía
quedar más a cargo de las instituciones privadas que del propio Estado, que asumía una
función de apoyo y promoción del desarrollo del sector privado a través de diversas
medidas pedagógicas, organizativas y financieras.
El 14 de diciembre del año 2006 fue sancionada la Ley 26206, la nueva "Ley de Educación
Nacional", que derogaría en lo sucesivo el anterior régimen instituido por la Ley 24195,
amén de que sus efectos aún perdurarán por un largo plazo de tiempo.
como funciones distintivas a las asignadas en la Ley Federal las siguientes: a) en caso de
controversia en la implementación jurisdiccional de los principios, fines y objetivos, someterá
la cuestión al dictamen del Consejo Federal y b) puede declarar la emergencia educativa
para brindar asistencia de carácter extraordinario en aquella jurisdicción en la que esté en
riesgo el derecho a la educación de los alumnos que cursan los niveles y ciclos de carácter
obligatorio, conforme a lo establecido por el artículo 2º de la ley.52
La ley innova con el establecimiento de contenidos que obligatoriamente deben prever los
diseños jurisdiccionales. Así se dispone la obligatoriedad de la enseñanza de al menos un
idioma extranjero en todas las escuelas de nivel primario y secundario del país; el necesario
acceso y dominio de las tecnologías de la información y la comunicación, la educación
ambiental y el conocimiento de los derechos del niño, el conocimiento de la diversidad
cultural de los pueblos indígenas y sus derechos, entre otros (artículo 92).
Dos temas que completan el presente análisis general de la ley son el de la formación
docente y del financiamiento. En cuanto al primero, se evidencia una nueva centralización
en la definición de los lineamientos curriculares sobre el tema en la órbita del Ministerio de
Educación a través del Instituto Nacional de Formación Docente con competencias muy
importantes.
En cuanto al segundo punto, la ley no da mayores definiciones sobre el tema ya que remite
expresamente a las metas previstas en la Ley 26075 sobre financiamiento educativo.
de "bien público" está ahora acorde con la responsabilidad principal e indelegable que la ley
confiere al Estado en el sostenimiento del sistema educativo. También esta reorganización
curricular.
ha permitido hacer más permeable el desarrollo de nuevas técnicas pedagógicas, nuevas
herramientas de trabajo y la inclusión de temas claves vinculados con una educación de
calidad que atienda a los desafíos actuales relacionados con los valores democráticos.
Conviene señalar, aunque ello sería objeto de otro estudio, que junto a la descentralización
ocurrida fue imponiéndose un cambio de estructura del ministerio destinado a flexibilizar el
modelo piramidal jerárquico típico de los ministerios latinoamericanos por uno de
organización sistémica en red.
El nivel federal en la organización institucional del sistema educativo está compuesto por el
Consejo Federal de Educación. Desde sus orígenes, asociados a los procesos de
transferencia y desmembramiento del sistema, debido a las diversas condiciones
político-institucionales en que funcionó, es posible visualizar distintas etapas o períodos en
su funcionamiento.
El Consejo Federal de Educación fue creado por decreto-ley 19682 de 1972 durante el
gobierno de facto de Lanusse, con la misión principal de "planificar, coordinar y acordar los
aspectos de la política cultural y educativa que requiera el país y que comprometan la
acción conjunta de la Nación y las provincias".
Conservaría, pues, incluso en esta etapa posterior a 1983 un rasgo de organismo consultor
y no ejecutorio.
La Ley Federal de Educación dispuso un capítulo propio para el Consejo, el cual según sus
objetivos, se buscó recoger las intenciones de la normativa en previa que lo regulaba como
ámbito de coordinación, procurando ampliar al menos formalmente sus márgenes de
acción, atribuyéndole nuevas funciones y extendiendo el marco de temas que debían ser
tratados en ese ámbito. Así pues, el artículo 56 de dicha ley definió las funciones del
Consejo de las que sobresale su especial rol como "ámbito interjurisdiccional".
En este tiempo, el Consejo dictó numerosas resoluciones del tipo normativas y a través de
las cuales se reglamentaban los contenidos de la ley federal y se establecían
las estrategias orientadoras del Sistema Educativo Nacional. Falleti (2001) señala distintos
indicadores que dan cuenta de una mayor actividad del Consejo en este período.
Sobre la base de las experiencias pasadas, la Ley de Educación Nacional pretende plasmar
en el texto cierta "re-jerarquización" del Consejo Federal de Educación.
En el conjunto de la ley, el Consejo es tenido en cuenta como actor relevante para tomar
parte de múltiples tareas, desde las necesarias para la adecuación normativa, hasta la
evaluación y la promoción de la calidad.
Ello tiene una connotación importante en cuanto señala un progreso cierto y sostenido en el
reconocimiento de la educación, como derecho y en todo lo vinculado con su organización
institucional.
Las políticas públicas muchas veces se han desenvuelto en un terreno legal muy distinto a
una concepción de derechos humanos y eso posibilitó que se sometiera a la educación a
regímenes, prestaciones, y procesos que pudieron resultar incompatibles o en el mejor de
los casos con un impacto neutro en el reconocimiento de la educación como derecho
fundamental. Entre aquellas acciones se encuentran los modos en que se llevaron a cabo
los procesos de descentralización y transferencias de los establecimientos educativos, las
pujas financieras entre las distintas jurisdicciones.
Por un lado, ocurre un fenómeno interesante, pues mientras que el piso constitucional
analizado en el derecho argentino en muchos supuestos es claramente superior a los
estándares fijados en los instrumentos internacionales de derechos humanos y otros
documentos afines, al mismo tiempo estos últimos y sus estándares resultan ser más
precisos y otorgan una más clara identidad de derecho que otros textos jurídicos nacionales
no ofrecen, ejerciendo una enorme presión a fin de hacer primar en todo momento la
interpretación más extensiva del derecho y de fijar en concreto modos vinculantes de
cumplimiento de las obligaciones estatales. Por el otro lado, los contenidos fijados en dichas
normas nacionales contribuyen a reafirmar el "piso" del derecho a la educación, que
compromete internacionalmente al Estado, en el sentido de que las obligaciones asumidas
por el Estado respecto de la educación se definen a partir de su reconocimiento normativo
interno como indelegables e insustituibles y ya no resulta posible su posterior
desconocimiento, restricción o limitación sin incurrir en una responsabilidad internacional
por violación del derecho de los tratados y/o los derechos humanos.