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ADOLPHE GERARD - JOSÉ DE SAN MARTÍN

GERARDO BARTOLOMÉ

MEMORIAS
DE JOSÉ DE SAN MARTÍN
Basado en lo relatado por el Libertador
en Boulogne-sur-Mer

Colección Entendiendo la Historia


EH DICIONES
ISTÓRICAS
Bartolomé, Gerardo Miguel
Memorias de José de San Martín / Gerardo Miguel Bartolomé. - 1a ed . -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Gerardo Miguel Bartolomé, 2018.
88 p. ; 22 x 15 cm.

ISBN 978-987-42-7710-7

1. Historia Argentina. 2. Biografía. I. Título.


CDD 920

A Paula, mi mujer
y Francisco, mi hijo,
por su apoyo y paciencia.

© 2018 GERARDO BARTOLOMÉ


ISBN 978-987-42-7710-7

Textos originales de Adolphe Gerard, traducidos del francés por Gerardo


Bartolomé.
Textos complementarios escritos por Gerardo Bartolomé.
Diseño y diagramación: Ricardo A. Dorr.
Corrección de textos y edición: Teresita Valdettaro.

Todos los derechos reservados. Este libro no puede reproducirse, total o


parcialmente, por ningún método gráfico, electrónico o mecánico, incluyendo
los sistemas de fotocopia, registro magnetofónico o de alimentación de datos
sin expreso consentimiento por escrito de los editores. Impreso en la Argentina
en abril de 2018 por Gráfica Prosa, Abraham J. Luppi 1453, Ciudad Autónoma
de Buenos Aires. Tirada: 2.000 ejemplares. Aunque el autor y los editores han
investigado exhaustivamente las fuentes para asegurar exactitud en los textos
y fotos contenidos en este libro, ellos no asumen responsabilidad alguna por
errores, inexactitudes, omisiones o cualquier inconsistencia incluida. Cualquier
agravio a personas, empresas o instituciones es completamente involuntario.
Introducción
San Martín, ese personaje misterioso
El 21 de agosto de 1850, apenas cuatro días después de la muerte de
José de San Martín, apareció, en el periódico de Boulogne-sur-Mer,
la ciudad francesa donde él vivía, una «Necrología» de varias pági-
nas con un interesantísimo relato de su vida. Esta había sido escrita
por Adolphe Gerard, dueño de la casa donde San Martín vivió su
último año y medio.
La extensión, su minuciosidad y la original visión de hechos que
solo el anciano General conocía, hacen que este texto sea mucho
más que una mera «Necrología». Gerard, apasionado de la historia
y fascinado por tener cerca a una figura descollante de la indepen-
dencia americana, había mantenido con San Martín largas charlas
sobre los hechos descollantes de su pasado. En algún momento de
ese año y medio Gerard decidió llevar esos recuerdos al papel, qui-
zás previendo la muerte cercana del general.
Hace unos meses, buscando alguna conexión entre San Martín
y los oficiales ingleses que participaron de las invasiones a Buenos
Aires en 1806 y 1807, volví a leer ese texto, que conocía desde hace
tiempo. Al hacerlo, sentí que detrás de la pluma de Adolphe Gerard
escuchaba la voz del Libertador relatando hechos históricos. El es-
crito me llamaba la atención no tanto por la precisión de los acon-
tecimientos sino más bien por el particular punto de vista, que me
acercaba a ese misterioso personaje llamado José de San Martín.

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El lector se sorprenderá de que considere «misterioso» al principal
protagonista de nuestra historia, pero es así. Muchos puntos de la
vida y la personalidad del «Padre de la Patria» nos resultan virtual-
mente desconocidos. Algunos de esos misterios son: por qué volvió
a la Argentina en 1812; qué pasó entre él y Bolívar; por qué volvió a
Buenos Aires en 1829, pero no desembarcó; por qué vivió tantos años
recluido, sin participar de la vida de los países que él ayudo a inde-
pendizar, entre otras inquietudes.
Cuando releí el texto de Gerard, creí encontrar la respuesta a mu-
chos de estos interrogantes y entendí la importancia que tenía. Lue-
go supe que este escrito nunca había sido publicado en castellano,
razón por la cual me propuse traducirlo para que fueran muchos los
lectores argentinos, e hispanoparlantes en general, que pudieran te-
ner al verdadero San Martín más cerca, para entenderlo.
Así nació Memorias de José de San Martín. No dudé en conside-
rar al mismísimo Libertador como uno de sus autores ya que fue él,
en sus conversaciones, quien proporcionó el contenido a Gerard.
Es decir, que a mi juicio, los autores son ambos: San Martín, por el
contenido y Adolphe Gerard, por la iniciativa de escribirlo y elegir las
palabras para llevarlo al papel. Al traducirlo, me encontré con que
era tan grande el número de observaciones que debía hacer para
contextualizar al lector en esa época tan especial, que decidí escri-
bir varios artículos que permitieran interpretar lo que se relataba.
Fue así como me convertí en el tercer autor de este singular libro.
Con esta publicación aspiro a lograr que muchos dejen de consi-
derar a San Martín arriba de un pedestal y vean en él a una persona
que logró hechos enormes, pero sin olvidar que se trata de una per-
sona como cualquiera de nosotros, lo que vuelve al Libertador en
más grande aún.
Espero que este libro no solo llegue a amantes de la historia,
sino también a estudiantes que quieran ver algo más que fechas y
batallas, que quieran conocer a las personas que lograron hechos
transformadores y fueron los fundadores de nuestra Patria, pero en-
tendiendo los «por qué» del acontecer histórico. Ese debería ser mi
pequeño aporte.
Ojalá lo logre.

Buenos Aires, octubre de 2017

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PARTE II
Su experiencia militar en España

C
uando eclosionó, en 1808, la Guerra de la In-
dependencia Española, tan traumática para
Francia, él servía con esa función bajo las ór-
denes del malhadado Solano, marqués del Socorro,
capitán general de Andalucía y comandante en Jefe
del Ejército del sur de España. Conocemos, sobre
todo por el noveno tomo de Historia del Consulado e
Imperio de M Thiers, la historia del levantamiento de
Cádiz, durante el cual, en el mes de mayo de 1808 la
población pretendió forzar al general Solano prime-
ro a proclamarse contrario a Francia y luego atacar
a la flota del almirante Rosily que, desde hacía tres
años, anclaba en las aguas del puerto de esa ciudad.
Furiosa por sus dudas y cavilaciones, y excitada por
las imprecaciones de un cura al que un espíritu de
patriotismo exaltado lo acercaba al estado de demen-
cia, una multitud se trasladó a la casa del Goberna-
dor. No encontrándolo allí, la turba se dirigió a la
mansión de un reconocido irlandés donde el citado
General se había refugiado. Secuestrado por la mul-
titud fue herido y mutilado, sucumbiendo cerca de
las murallas a un golpe mortal. «Fue así –relata M.
Thiers– como el pueblo español se preparó para su
resistencia a los franceses, asesinando a uno de sus
más ilustres y mejores generales».

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. Testigo de ese crimen, y luego de haber realiza-
do vanos esfuerzos por salvar al infortunado General,
José de San Martín no escapó sino con gran esfuerzo,
al ataque de los asesinos. El recuerdo de esa jornada
sangrienta no se borró jamás de su memoria. Aquella
experiencia lo marcó al punto de que, junto a su cul-
to a la libertad de los pueblos, el pavor a las revueltas
populares fue fundamental en la definición de su ca-
rácter político, ordenándolo y guiándolo en todas sus
acciones.
Si en el transcurso de su larga e ilustre carrera él
no hizo la menor concesión a sus principios; si él sa-
bía y afirmaba, con más convicción que nadie, que el
gobierno de este mundo depende de la inteligencia; si,
según él, la libertad política no puede ser salvaguarda-
da más que por el mantenimiento inflexible del orden;
todo eso no se debe más que a las fuertes impresiones
causadas en su, entonces, joven alma por aquel levan-
tamiento de Cádiz y los crímenes atroces que produjo.
Los corazones endurecidos, como el bronce, guardan
para siempre las marcas de las heridas que recibieron.
A pesar de todo, las fuertes impresiones que es-
tos crímenes le causaron no pudieron desviarlo de la
obligación que él sentía por España, su país1 en aquel
entonces, por lo que no abandonó el servicio y conti-
nuó luchando bajo las órdenes de generales como De
la Romana, Francisco Javier Castaños y el general emi-
grado de Coupigny2. Entre 1808 y 1811, participó de
la parte más activa de la guerra contra los franceses y se

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distinguió en numerosas acciones bélicas. En julio de
1808, el día de la batalla de Bailén, luego de la funes-
ta capitulación del ejército francés, el nombre de San
Martín fue incluido en la orden del día y ascendido al
rango de teniente coronel. El 16 de mayo de 1811, du-
rante la batalla de Albuera, fue ascendido a coronel en
el mismísimo campo de batalla.

1. No debemos olvidar que, en aquellos tiempos las colonias ame-


ricanas formaban parte del territorio español tanto como la Pe-
nínsula Ibérica y que, por lo tanto, los soldados americanos eran
tan españoles como cualquier peninsular.
2. Antoine Malet Marquise de Coupigny era uno de varios mi-
litares franceses a quienes se llamaba «emigrados». Sirvieron a
las órdenes de los reyes españoles debido al origen francés de la
familia real borbónica, hacia la cual sentían lealtad; especialmente
luego de que la Revolución Francesa volteara la monarquía del
país galo. Así varios de ellos se encontraron peleando contra su
propio país de origen. Parecido es el caso de Santiago de Liniers.

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Contexto histórico (por Gerardo Bartolomé)

La guerra de la Independencia Española


Causa alguna confusión entre los estudiantes de historia argenti-
na el concepto de la guerra de la Independencia Española. Resulta
ilógico pensar que, al mismo tiempo que América luchaba contra
España por su independencia, la «madre patria» también luchaba
una guerra de independencia. ¿Independencia de quién? ¿Contra
quién? ¿Por qué? La historia es la siguiente:
Con la Revolución Francesa (1789) se inicia un proceso por el
cual cae la monarquía más poderosa de Europa, la francesa. El caos
de los primeros años revolucionarios es sustituido por el orden y
el poderío militar que Napoleón Bonaparte le imprime al asumir el
poder. Su genio militar pone en peligro todos los gobiernos monár-
quicos de Europa, los cuales, de a poco el francés los va venciendo.
Inglaterra se convierte en casi el único país que puede oponerle re-
sistencia. España, temerosa de caer bajo las garras de Napoleón, le
ofrece el oro de América a cambio de no ser atacada, de este modo
automáticamente se convirtió en enemiga de Inglaterra. Portugal,
enemigo histórico de España, se alía con Inglaterra y los puertos
portugueses pasaron a convertirse en base de operaciones de la

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poderosa flota inglesa, que así arrinconó los navíos españoles y fran-
ceses, a los que los derrota en la famosa batalla naval de Trafalgar.
Por tal motivo, Napoleón ve necesario invadir Portugal para ex-
pulsar a los ingleses. Temeroso de caer prisionero de Napoleón, el
regente portugués Juan de Braganza y su madre, la reina María, hu-
yen a Brasil en buques ingleses, dejando a Portugal en manos de un
gobernador inglés (noviembre de 1807). Las tropas napoleónicas pi-
den permiso a la Corona Española para cruzar su territorio en trán-
sito hacia Portugal, pero en el camino comienzan a tomar ciudades
españolas y eventualmente, mediante un ardid, toman prisionera a
toda la familia real. Bonaparte nombró a su hermano José, nuevo rey
de España, anexando el país. Corría mayo de 1808 cuando el pueblo
español se levantó en masa contra los franceses a pesar de que
estos contaban con un poderío militar muy superior.
Los rebeldes españoles se aliaron a los ingleses que ocupaban
Portugal en contra de Francia. Así inició España la guerra por su in-
dependencia, junto a portugueses e ingleses, para expulsar al ejér-
cito francés de la península ibérica. Esta guerra de la Independencia
Española tuvo lugar entre 1808 y 1814, y posteriormente repuso en el
trono de España al rey Fernando VII.

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San Martín, como oficial del ejército español, luchó durante tres
años en esta guerra, brillando con varias acciones meritorias. En
una de esas batallas, la de Albuera, combatió bajo las órdenes del
inglés William Carr Beresford, quien había estado a cargo de la in-
vasión a Buenos Aires en 1806. En esta ocasión el argentino, por
su gran desempeño, fue elevado al rango de coronel en el mismo
terreno de batalla.

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