Está en la página 1de 22
Ist Carlos Monge LA REFORMA AGRARIA Y EL MOVIMIENTO CAMPESINO contexto y las caracterfsticas de la movilizacién campesina que por la tierra y nuevas condiciones de trabajo se desarrollaba en el pafs desde la década del 50. Al hacerlo, senté las bases de un movimiento nacional campesino articulado en torno a la demanda por mejores términos de insercién en el mercado y por el acceso a la condicién de ciudadanfa. La lucha campesina desarrollada precisamente durante los afios 70, y particularmente la que se enmarca dentro de la Confederacién Campesina del Peri (CCP), tuvo un cardcter transicional, ubicdndose a mitad de cami- no entre dos momentos diferentes de la evolucién del movimiento campesi- no peruano. La lucha de los 70 siguié siendo por tierra y contra relaciones semifeudales de trabajo, pero aceler6 el trénsito hacia una nueva estructura agraria y hacia la redefinici6n sustantiva del movimiento, sus demandas y sus formas organizativas'. Los campesinos y sus organizaciones recupera- ron y reafirmaron tradiciones e identidades antiterratenientes y antifeuda- les, pero lo hicieron justamente cuando la gran propiedad terrateniente y las relaciones serviles de trabajo entraban en su crisis final, cuando se hacia necesario ir dando respuesta a los nuevos retos que su desenvolvimiento en una estructura agraria radicalmente distinta a la anterior le planteaba. L a reforma iniciada en junio de 1969 alter6 de manera sustancial el ANTECEDENTES La agremiacién campesina en el Peri contempordnco se remonta a la década de 1920, cuando se funda la Federacién General de Yanaconas y 1. Un tratamiento més exhaustivo del tema demanda una discusién més amplia en tomo a reformas agrarias y movimientos campesinos, incorporando al debate las relaciones entre unos y otros desde a década de 1960. Ello, sin embargo, escapa a las posibilidades de este trabajo. Respecto a la Comisi6n para la Reforma Agraria y la Vivienda del Gobiemo de Prado, la Ley 14444 del gobiemo de Pérez Godoy y la Ley 15037 del primer gobierno de Femando Belatnde, ver MATOS MAR, José y MEIIA, José Manuel: La reforma agraria en el Peri. Lima, IEP, 1981. DEBATE AGRARIO /7 63 Campesinos del Peri (FGYCP), impulsada por el dirigente iquefio Juan Hip6lito Pévez Oliveros*, La Federacién no logré consolidarse, y la crisis de 1930-31 y los gobiernos autoritarios y represivos que siguieron a dicha crisis frustraron esta primera experiencia de organizacién nacional campe- sina. Con el ascenso al poder del Frente Democrtico (1945-1948) hubo un muevo esfuerzo en este sentido. El 11 de abril de 1947 se fund6 la Confede- raci6n Campesina del Pert (CCP), la que en diciembre de ese mismo afio realiz6 su primer congreso, eligiendo a Pévez como su secretario general. La fundaci6n de 1a CCP fue un intento por agrupar la lucha campesina que se habfa reiniciado con la apertura democratica de 1945, y que tuvo como ejes centrales la protesta contra los despojos de tierras y abusos por parte de los poderes locales’, La dictadura militar del general Manuel A. Odria (1948-1956) terminé con dicha “apertura” y, al igual que la FGYCP después de la crisis del 30, la CCP no logré sobrevivir al ambiente de represi6n que se instauré con el régimen odrifsta, y practicamente desapare- cit, LUCHA Y AGREMIACION CAMPESINA EN LOS 60 A fines de la década de 1950 se reiniciaron el movimiento y la agremia- cién campesinos. A ello contribuyeron regimenes representativos y més democriticos, contradicciones entre los hacendados tradicionales y fraccio- nes burguesas y medias con afanes de cambio y modemizacién, y la expansi6n de las econom{as campesinas y su insercidn en cl mercado*. Las luchas més importantes fueron contra los hacendados en La Con- venci6n y Lares (Cusco) y contra la Cerro de Pasco Corporation y otras haciendas en Pasco y Junin, y las de los trabajadores de haciendas costefias por su derecho a la sindicalizacién y a mejores condiciones de vida y de trabajo. La exhaustiva recopilacién de informacién period{stica en tomo a conflictos y demandas campesinas realizada por Virginia Guzmdan y Virgi- nia Vargas permite una discusién detallada de las caracterfsticas del movi- miento campesino de esos afios®. Dicha informacién sirve de base a la reflexién que sigue sobre las luchas campesinas entre 1956 y 1964. 2. Ver PEVEZ, Juan H.: Memorias. 1.LA, Lima, 1984. 3. . Al respecio puede verse La Tribuna, Srgano del Pando Aprista, y Labor, érgano del Partido Comunista Peruano, en los ntimeros correspondientes al periodo 1945-1948. 4, Cabe siempre preguntarse por la existencia de otros factores que explicarfan el “reflujo” del movimiento campesino desde la crisis del 30 hasta el ascenso al gobiemo del Frente Democritico en 1945 y, después, a consecuencia del golpe militar de 1948. En ambos casos se plantea a la discusién el tema de las relaciones entre determinaciones estructurales y procesos politicos de coyuntura, Ver la breve pero sustantiva discusién y la muy completa bibliografia de Pedro Gibaja: 10 campesino peruano (1945-1964). Algunos elementos de andlisis y una aproximacién réfica. Lima, CEPES, 1983. . 0p. cit. 6. Ver GUZMAN, Virginia y VARGAS, Virginia: El campesinado en la historia. Cronologia de los movimientos campesinos, 1956-1964. Lima, IDEAS, 1981. 64 En dicho perfodo las demandas campesinas mds frecuentes fueron por la tierra (38.3%), contra o hacia el Estado (29.7%) y por mejores relaciones de trabajo (17.8%). Los afios 1962, 1963 y 1964 marcan el punto més alto del movimiento, concentrando casi el 45% de toda la informacién recabada (ver cuadro 1). Cuadro 1 Demandas campesinas, 1956-64 Demanda 1956 '57 ‘58 ‘59 ‘60 ‘61 ‘62 ‘63 ‘64 Total % Tierra 23 27 26 22 34 30 54 58 56 330 383 Econ.-prod. 0 03 2042 10 2 16 Agua ra ee 21 24 Relac. de trabajo oe ee ee Servicios 0 0 10 0 0 7 1 1 4 of Estado 9 24 38 23 32 18 55 15 40 254 29.7 Proteccién contra desastres 0 0 300 100 0 4 o4 Recursos 000001000 G of Poder local 2 i 6 417 4 6 6 10 6 70 Vida gremial © 0 0 0 1 01 7 § i 13 Total 41 95 101 65 99 74 151 105 125 856 100 Puente: Guzmén y Vargas: op. cit. Elaboracién propia, En cuanto a la distribucién espacial de los conflictos, resalta la impor- tancia del Cusco (13.4%), Pasco y Junin (con un agregado de 14.3%), y de Jas zonas azucareras de Ancash, La Libertad y Lambayeque (agregado de 21.20%): estos departamentos fueron los centros del movimiento campesi- no por Ja tierra y de los trabajadores por la sindicalizacién, En departamen- tos del oriente peruano como Loreto, Ucayali o San Martin —que en la actualidad ocupan un lugar preponderante en la jerarqufa del conflicto rural— no habfa un desarrollo productivo ni presencia campesina que se expresase en conflictos rurales en némero relevante (ver cuadro 2). Sfllama la atencién, en cambio, que Lima ocupe (con el 15.7% del total) el primer lugar entre los departamentos con mas conflictos rurales. Por su proximidad fisica y social al poder central, Lima puede haber recibido una atencién desproporcionada, pero cabe recordar que en esos afios casi todas Ja Areas hoy dfa urbanizadas eran agricolas, y que la informacién recogida no se refiere s6lo a conflictos en propiedades de personajes importantes en la sociedad y la polftica nacionales. 65 Cuadro 2 Demandas por departamento, 1956-64 Departamento 1956 '57 '58 '59 '60 ‘61 '62 '63 '64 Total % Amazonas 1 2 0001302 9 10 Ancash 902 471636 G Apurimac 29 2 4 23 52 7s 30 ee Arequipa 9 6 5°52 17°53 °0 10 4 3 Ayacucho 173 112 09 7 4 «44 51 Cusco 0 8 10 12 9 8 2% 10 31 114 134 Cajamarca 1810 2 1 5 6 2 6 35 43 Huancavelica 010433619 w 43 Hudnuco 1 0 2 0 5,0 8 1 1 18 22 Ica 902 2 1 0 2 36 3 i 25 Junin 6 te 4 84 La Libertad Soe 65 7.6 Lambayeque B05 2 44 4 5 4 G6 so. 65 Lima 6 2 21 8 20 9 27 7 13 134 157 Madre de Dios © 300 600 0 0 4 Oo Pasco 0 45 35756 8 4 4 55 Piura 6 15°27 1°35 6 46 54 Puno 292 4 12 7 1 4 2 «2 29 San Martin © 10006000 0 G7 of Tumbes 0 00000 1 6 0 1 O02 Ucayali 0 10000000 1 09 Total 41 95 101 65 99 74 151 105 125 856 100 Fuente: Guzmén y Vargas: op. cit. Elaboracién propia. En cuanto a las demandas y acciones por tierra, se puede anotar que casi el 80% de ellas se dirigié contra haciendas de propiedad privada. S6lo un 8% se realiz6 contra el Estado o contra la Iglesia, y otro 8% tuvo su origen en problemas de linderos entre comunidades o grupos campesinos (ver cuadro 3). También es notoria la escasez de reclamos por titulacién o reconocimiento legal de comunidades, pese a que es comtinmente asumido que éste fue un aspecto central de la dindmica campesina de los afios 40 y 50. Esta ausencia podria deberse a la falta de interés mostrada por los medios de comunicacién acerca de esos temas, quiz4 porque los percibfan como “no conflictivos”, o a que —como parece suceder en la actualidad con el reclamo por servicios— el movimiento campesino de entonces no se haya construido sobre 1a base del conjunto de las demandas del momento, Sino sélo en torno a algunas de ellas. 66 Cuadro3 Demandas por tierra, 1956-64 Demandas 1956 '57 '58 '59 '60 ‘61 '62 '63 ‘64 Total % Contra haciendas 10 16 23 14 31 27 44 SO 47 262 79.3 Contra el Estado 3 Li 3) 0 3 3 19 5.7 Contra la Iglesia 1 oo 1 1 0 5 0 2 10 3.1 Por linderos a7 208 2 8 27 82 Por colonizacién 3270 0 0 0 0 1 oO 6 19 Por titulaci6n 1 10-0 00 60 oO 3. 09 Contraurbanizadoras 2 0 0 0 0 1 0 0 0 3 09 Total 23° 27 26 22 34 30 54 58 56 330 100 Fuente: Guamén y Vargas: op. ct. Elaboracién propia. Esta movilizacién campesina dio lugar a un proceso de organizacién local, provincial y departamental que, si bien fue intenso, no conté con una hegemonfa politica claramente establecida. A fines de los 50 surgieron 0 se generalizaron organizaciones como la Federacién Provincial de La Con- venci6n y Lares y la departamental del Cusco, con liderazgo izquierdista; la Federacién de Puno, con liderazgo socialcristiano; sindicatos de cafieros, federaciones de braceros desde Lima hasta Lambayeque y organizaciones y federaciones de comunidades en la sierra central, donde la izquierda y el APRA se disputaban la conduccién, y federaciones en Piura y Cajamarca, con liderazgo populista y aprista, respectivamente. Hubo también intentos de centralizacién nacional de este movimiento y de estas organizaciones campesinas: en 1962 tanto la CCP como la Federa- ci6n Nacional de Campesinos del Peri (HENCAP) Ilevaron a cabo congre- sos nacionales. Sin embargo, pese a que la recuperacién de tierras, el cambio de relaciones de trabajo y la conquista del derecho a organizarse eran demandas comunes a todos, el movimiento como tal y sus intentos de constituirse —a través de organizaciones gremiales nacionales— en un actor permanente en la escena social y polftica del pafs, no tuvieron éxito. La lucha campesina de los 50 y los 60 precipité la crisis final de la dominaci6n terrateniente, pero los campesinos organizados no lograron liderar, con propuestas propias, el proceso de cambios que sus mismas luchas impusieron en la sociedad rural, A ello contribuyeron varios facto- Tes. f La capacidad de respuesta represiva de los terratenientes tradicionales a Ja movilizacién campesina era ain muy grande. De la informacién recopi- lada por Guzman y Vargas se desprende que casi el 70% de las relaciones entre campesinos y Estado se refiere a acciones represivas y abusos de 67 autoridad del segundo contra los primeros; y otro 22% son demandas por el reconocimiento oficial de los derechos sindicales de los trabajadores agrf- colas (ver cuadro 4). Cuadro 4 Demandas contra el Estado, 1956-64 Demandas 1956 '57 '58 '59 '60 ‘61 '62 ‘63 '64 Total % Por represién 3°13 19 12 16 9 33 13 27 M5 572 Por abuso D2) 4 4) 6 3 0 31 (122 Por derechos sindicales 1 9 14 6 9 3 12 0 3 57 224 Por corrupci6n O70 1 151 3 04 0 5 157 30. Por reconocimiento legal 0 0 60 0 0 0 1 0 0 1 04 Por legislacion O70 0 0 0 0 0 2 3 519 Total 9 24 38 23 32 18 55 15 40 254 100 Fuente: Guzmén y Vargas: op. cit. Elaboraci6n propia. Otro factor limitante fue la propia naturaleza de las demandas y ldgicas de movilizacién de los campesinos. Pese a que de 1930 en adelante habfa habido una creciente integracién econémica, social y polftica del pafs y un cierto desarrollo del mercado intemo, la lucha campesina por la tierra y la del proletariado agricola por sus derechos sindicales respondfan a dindmi- cas més bien locales, resultado de las peculiaridades de los ciclos agricolas, procesos productivos, coyunturas sociales y polfticas de cada localidad o regién. Hubo también problemas de formacién de un liderazgo gremial y polftico unitario. Por los afios 60 se desarrollé una fuerte pugna entre la izquierda (la CCP) y el APRA (la FENCAP) por la conduccién del movi- miento, pugna que no logré resolverse con claridad a favor de una u otra. Al mismo tiempo, se produjo una aguda divisién en el seno de la izquierda, que afecté el desarrollo de la CCP. El surgimiento del APRA Rebelde (después MIR) y el fraccionamiento del PCP, ademds de otras opciones, impidieron que 1a izquierda tuviera capacidad para conformar una vanguardia polftica unificada que le disputa- ra al APRA y a la FENCAP la influencia que atin mantenfa en amplios sectores del campesinado y que diera coherencia y orientacién nacional al conjunto del movimiento. Esta incapacidad alimenté atin mAs la tendencia a la fragmentaci6n: el surgimiento del Frente de Izquierda Revolucionaria 68 (FIR) en La Convencidn y Lares y del Movimiento Comunal del Centro en Ja sierra central se explica por la necesidad de los dos movimientos campe- sinos de mayor envergadura de generar sus propios liderazgos en ausencia de una vanguardia —gremial y polfticamente unificada— del movimiento campesino como tal. La propia CCP carecié de lineamientos que le permitiesen orientar unitaria y centralizadamente al movimiento. Frente a las luchas por la tierra y ante las relaciones de trabajo imperantes, y especialmente frente a las respuestas estatales que éstas generaron (ComisiGn para la Reforma Agraria y de la Vivienda, leyes de reforma de Pérez Godoy y Belatinde), la CCP reclam6 una “reforma agraria auténtica”, s6lo posible “después de la revo- luci6n”, pero sin ofrecer altemnativas concretas a la movilizaci6n campesina realmente existent’. En esas condiciones, el movimiento campesino se desorganiz6 r4pida- mente con la represién que la primera administraci6n de Femando Belatin- de desaté en el campo para enfrentar a las guerrillas, y entré en un nuevo teflujo del que s6lo saldrfa en el contexto creado por la reforma agraria de junio de 1969. LA REFORMA AGRARIA Y EL MOVIMIENTO CAMPESINO Los nuevos movimientos campesinos En el perfodo que va de 1965 a los afios iniciales de la década de 1970 no hubo ningtin nivel de movilizaci6n campesina comparable con aquel de 1956-1964. Sélo la implementacién de la reforma agraria permitié relanzar el movimiento, pero los procesos concretos a través de los que éste se dio variaron de caso en caso*. En departamentos como Piura y Cajamarca existfan federaciones cam- pesinas (FEDECAP, FEDECC), pero no la tradici6n ni experiencia de mo- vilizacién de Cusco y Pasco-Junfn. Ahf la reforma agraria propicié nuevos movimientos en un contexto polftico y de relaciones con el Estado distinto al de los afios 60. En él tomaron parte trabajadores sindicalizados que vefan c6mo los hacendados subdividfan 0 descapitalizaban las haciendas a ser afectadas, trabajadores eventuales marginados del reparto que la reforma impulsaba, y comunidades que mantenfan contradicciones con medianos y grandes hacendados. En sus primeros momentos, y marcando una diferencia fundamental con el perfodo anterior, la lucha campesina en Piura y Cajamarca no Iey6 a una contradiccién directa con el Estado. Hubo, mds bien, coincidencia inicial con €len el enfrentamiento a los hacendados, El caso ms saltante fue quizd el de la toma del local de la Liga Agraria de Piura en 1971 por los cam- 7. Ver CCP: I Congreso Nacional Campesino. Lima, 1962. 8. El trabajo de Diego Garcia Sayén Tomas de tierras en el Peri. Lima, DESCO, 1982, es una referencia obligada para entender las luchas campesinas por tierra de la década de 1970. 69 pesinos piuranos de la FEDECAP, con la anuencia y/o apoyo de las autoridades locales®, Luego de un perfodo inicial en el que se produjo una masiva moviliza- cién campesina contra la descapitalizacién de los fundos y por acelerar 0 implementar por cuenta propia la reforma, el movimiento parecié alcanzar sus propios lfmites. La falta de alternativas respecto de qué hacer después de las tomas y las contradicciones politicas entre distintas corrientes al interior de la FEDECAP (que incluso Ilevaron a la divisi6n del gremio) facilitaron la ofensiva ideolégica y orgénica del gobiemo. A partir de 1974 la creciente presencia del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilizacién Social (SINAMOS), asf como Ia formacién de la Federacién Regional Agraria de Piura y Tumbes (FRADEPT) y la continuidad de las luchas cam- pesinas —ahora sf directamente enfiladas contra algunas cooperativas pro- movidas desde el gobiemo— Ilevaron a contradicciones abiertas entre éste y el movimiento campesino. Como resultado de sus propias limitaciones y del cambio de contexto politico, la FEDECAP se debilité hasta desaparecer, afirméndose la hegemonfa de la FRADEPT en el campesinado piurano. La evolucién inicial de las luchas en Cajamarca fue similar. La FEDECC —que existfa desde los afios 60— asumis, a inicios de los 70, una posicién de apoyo incondicional a la reforma agraria impulsada por los militares. Pero ya hacia 1973 el movimiento comenzaba a cuestionar las limitaciones de la reforma, a reclamar la entrega de todas las tierras y a rechazar el pago de la deuda agraria; en la federacién se escuchaban nuevas vaces, que reclamaban mayor independencia frente al gobierno. La cuarta convenci6n, realizada en Huacataz en 1974, signific6 un giro en la vida del gremio y en la evolucién del movimiento. Sus acuerdos formalizaron la tuptura con el proyecto reformista del gobierno y estimularon un vasto movimiento de tomas de tierras, Desde ese momento las relaciones entre el campesinado y el Estado fueron de conflicto. En Piura y Cajamarca el Estado —que en un principio aparecfa como el estimulador, el animador de Ja movilizacién campesina— se convirtié, répidamente, en su principal opositor. El peligro de una expansi6n incontro- lada del movimiento campesino Ievé a una répida recomposicién de alianzas entre el Estado y distintas manifestaciones de los poderes locales para frenar su desarrollo. En Andahuaylas, provincia del departamento de Apurfmac, se producfa también un proceso de dinamizacién de la organizacién y la lucha campesi- na'®, Como ha sefialado Abd6n Palomino, la situacién de Andahuaylas estuvo signada —hasta cinco afios después de su promulgacién oficial— por la “no legada” de la reforma. En respuesta, se dio en la zona un acelerado, proceso de organizacién gremial. En 1973 se constituy6 la 9. Andrés Luna Vargas, citado por Garefa Sayan (op. cit.: 24), menciona la expresa coordinacién con Ja Zona Agraria. 10. Sobre este proceso, ver GARCIA SAYAN, D.: op. cit, y PALOMINO, Abd6n: “Andahuaylas 1974: Un movimiento de reivindicacién campesina dentro del proceso de reforma agraria", en Allpanchis, XI-XM, 1978, 70 Federacién Provincial de Campesinos de Andahuaylas (FEPCA), la que, un afio mas tarde, impuls6 1a toma de tierras, accién que se desarrollé entre julio y octubre de 1974, ~ Lalucha campesina de Andahuaylas fue la m4s grande movilizacién de masas fuera del control del reformismo militar, y alcanz6 resonancia nacio- nal. Sin embargo, a no mas de un afio de la toma masiva de fundos y haciendas, la represién se desat6 contra sus dirigentes, el gremio no encon- tr6 formulas de continuidad y el movimiento perdié fuerza. La recuperacién de la FEPCA s6lo se darfa afios més tarde, a inicios de los 80, y sobre bases sociales y ejes de movilizaci6n totalmente diferentes. La experiencia de Andahuaylas fue significativamente distinta a las de Piura y Cajamarca. El Estado no fue, ahf, un acompafiante inicial de la movilizacién campesina, ni habfa en esa provincia una organizaci6n gre- mial de grado superior que el movimiento pudiese reorientar". Eso sf: como en Piura y Cajamarca, la extensién del movimiento terminé por enfrentarlo al Estado, que combin6 la negociacin con Ja represi6n a los dirigentes, con la aceleracin de 1a reforma oficial y con la imposicién de sus modelos organizativos y productivos. Durante los primeros afios del proceso reformista, entonces, all{ donde anteriormente no hab{a habido grandes experiencias de movilizaci6n, sur- gieron nuevos movimientos campesinos en respuesta a las condiciones concretas planteadas por la reforma agraria. En sus inicios estos movimien- tos no entraron en contradiccién directa con la aplicacién de la reforma estatal. Siendo sus objetivos inmediatos los mismos, los campesinos pugna- ron por acelerar, extender o profundizar las acciones gubernamentales, pero No se enfrentaron a ellas. El movimiento campesino por ticrras en Piura y Cajamarca alcanz6 su punto més alto entre 1973 y 1975. Después, ambos movimientos enfrenta- Ton sus propias limitaciones (carencia de alternativas respecto de qué hacer después de las tomas) y una contraofensiva guberamental que combin6 la represi6n contra las dirigencias con la imposicién del modelo cooperativo en las tierras tomadas y de organizaciones base de la CNA sobre los gremios aut6nomos entonces existentes. Es decir: s6lo en un segundo momento de la lucha se plante6 una contradiccién directa con el Estado. El destino final de estos tres movimientos —en Piura, Cajamarca y Andahuaylas— y el de las organizaciones que ellos generaron vari de caso en caso. En Piura la FEDECAP se dividi6, lo que dejé el camino libre ala consolidacién de la FRADEPT, gremio que en la actualidad, producto de una serie de redefiniciones internas, mantiene una doble afiliacién: a la CCP y ala CNA. La FEDECC casi desaparecié, y después Cajamarca ha experimentado el desarrollo de las rondas campesinas como su organiza- cién ms dindmica, asf como un proceso complicado y contradictorio de 11, Aunque es importante anotar, como sefiala Palomino, que si existia, desde los 60, un nivel de organizacién de base: los Comités de Campesinos a nivel de distrto, que fueron recuperados para la movilizaciGn y la organizaci6n de la FEPCA. wel recentralizacién gremial que se expresa hoy en la Federacién Unificada de Campesinos y Rondas de Cajamarca (FEDUCARC), la Federaci6n Depar- tamental de Rondas Campesinas y diversas organizaciones provinciales. En Andahuaylas la represi6n desorganiz6 a la FEPCA, la que logré reconsti- tuirse sdlo en los 80, sobre bases organizativas y demandas més ligadas a la produccién. Pero més all4 de dicha diversidad, estas tres experiencias de lucha campesina por la tierra tuvieron en comin el hecho de que el punto mas alto de su desarrollo coincidié siempre con los momentos de mds aguda contra- diccién entre el Estado y los terratenientes en tomo a la demanda mas sentida por los campesinos: la tierra. Obtenida la tierra y recompuestas —de una u otra manera— las relaciones entre el Estado y los hacendados y poderes locales sobrevivientes a la reforma, el movimiento carecié de claridad de objetivos y de fuerza organizativa necesarias para enfrentar simulténeamente a ambos enemigos y, en perspectiva, responder a los retos que la realidad posreforma le planteaba. En lo que se refiere a las bases costefias de esta reorientacién, se trata practicamente de los mismos trabajadores y de las mismas organizacio- nes que en los 50 y 60 habfan conquistado el derecho a la sindicalizacién, pero que en la nueva coyuntura asumicron como suya la lucha contra los intentos de los duefios de haciendas de evadir la reforma a través de mecanismos como la descapitalizacién y la parcelacién de fundos por iniciativa privada. Los sindicatos agricolas costefios enfrentaron retos particulares. Tenfan una larga tradicién de lucha y conciencia sindical, pero esta tradicién no los prepar6 para enfrentar su nueva situacién de cooperativas. En los primeros afios la mayor parte de los sindicatos se reafirmaron como tales en el techazo a las maniobras de los hacendados para escamotear la reforma, y se convirtieron en una suerte de fiscalizadores de la correcta y consecuente implementacién de la misma frente a las vacilaciones 0 la corrupcién de los funcionarios encargados de aplicarla, Pasado este primer momento, y consolidada ya la cooperativizacién de las haciendas, los sindicatos se reafirmaron como tales en 1a medida en que el manejo gubernamental de las cooperativas permitié el desarrollo de una conciencia y una prdctica sindical “contra el Estado-patrén”. Sin embargo, al cambiar la orientacién de la administraci6n militar, se agudizé la crisis econémica y el Estado perdié el interés polftico que antes tuvo en la cooperativa. Ya no se trataba de un Estado dvido por controlar unas cooperativas en relativa bonanza econémica y de sindicatos que, en oposi- ci6n, aparecfan como defensores de los intereses salariales de los socios, del buen manejo y la autonomfa de la empresa. Se pas6, mAs bien, a una situaci6n de abandono estatal en un contexto de crisis agraria general, lo que oblig6 a los trabajadores a asumir, cada vez con mayor énfasis, su condicién de socios interesados en la viabilidad productiva y empresarial de las cooperativas. Ese trdnsito nunca se logré a plenitud: enfrentados a una polftica semiliberal y sin mediar una voluntad 2 polftica desde el Estado en pro de las cooperativas, la mayor parte ha terminado optando por la parcelacién. En comparaci6n con las relaciones entre auge del movimiento y contra- diccién con el Estado, la situacién del sindicalismo costefio es inversa a aquella antes comentada para los casos de Piura, Cajamarca y Andahuaylas. El sindicalismo agrario encontré terreno para reafirmarse s6lo en la medida €n que procesé contradicciones directas con un Estado que tenfa activa injerencia en las cooperativas. Pero se desintegré cuando el Estado perdié ese interés y las cooperativas quedaron a su suerte. Sin patrén privado, y ante la retirada del “Estado-patrén”, el sindicalismo agrario costefio se vio atrapado en sus propios Ifmites. La CCP de los 50 y 60 estaba asentada en sectores campesinos de Ayacucho y Ancash, asf como en trabajadores sindicalizados del norte chico, bases que habfan desarrollado sus experiencias de lucha antes del proceso de reforma agraria’. En cambio, es sobre estos nuevos movimien- tos campesinos, que arrastraban tradiciones de los 60 pero que surgfan y tomaban forma en el contexto de la reforma agraria, que se constituye la nueva direccién de la CCP y se da su “reorientacién” en el cuarto congreso, realizado en Huaral en 1974. Como se desprende de los cuadros 5 y 6, las delegaciones al cuarto congreso de la CCP expresaban ya la nueva composicién del movimiento. Cuadro 5 Bases campesinas asistentes al IV Congreso Nacional de la CCP Departamento Federa- Sindi- Comu- Coope- Asocia- Total % ciones catos nidades rativas ciones Piura 1 2 3 0 3 9 62 Lambayeque 1 5 2 0 1 9 62 Cajamarca 1 0 3 0 5 9 62 La Libertad 0 1 0 2 4 7 49 ‘Ancash 0 2 1 2 0 5 35 Lima 3 st 6 1 1 Q 4B. Pasco 0 0 2 0 0 2 14 Junin 5 1 4 0 1 il 76 ‘Apurimac 5 0 3 0 0 8 56 Cusco 1 3 9 0 0 3 90 Puno 0 0 6 0 0 6 42 Ica 0 0 0 0 2 2 14 Moguegua 0 0 0 0 1 1 07 Total 7 65 39 5 1 144100 Fuente: Confederacién Campesina del Pert: IV Congreso Nacional Campesino, Informe” Central. Lima, 1974, p. 36. 12, Los aouerdos de un congreso realizado en Pomacocha, Cangallo (Ayacucho) en 1978 poran sector que se negé a reconocer a la directiva de la CCP elegida en el cuarto congreso de Huaral, se refieren a las luchas de Eccash y Pomacocha como ejemplo de "Reformas Agrarias Auténticas” en contraposicién con la reforma implementada por los militares y las tomas impulsadas por la CCP. Ver CCP-Paredes: Conclusonesy reoluciones del ¥ Congreso Nacional de la CCP "Jutiniano Minaya Sosa” . Pomacocha, 8-10 de octubre de 1978, p. 1. BB Cuadro 6 Delegados de base asistentes al IV Congreso Nacional de la CCP Departamento‘ Federa- Sindi- Comu- Coope- Asocia- Total % Fra- ciones catos nidades _rativas _ciones ternos Piura 5 5 9 0 4 23 its) 12 Lambayeque 3 5 3 0 1 2 61 6 Cajamarca 5 0 5 0 it 86 7 La Libertad 0 2 0 2 1 5 25. 6 ‘Ancash 0 3 2 3 0 6 45 7 Lima 6 37 6 1 7 360 56 Pasco 0 0 2 0 0 2 0 2 Junin 8 1 5 0 15 76 6 ‘Apurimac 20 0 3 0 G33 lig 4 Cusco 2 3 12 0 0 i 86 3 Puno 0 0 4 0 0 479 5 Tea 0 0 0 0 0 0 09 4 Moquegua 0 0 0 0 0 0 00 2 Bases 49 16 51 6 15 197 100 134 coc.ccp 4 1 Total 201 135 Fuente: CCP: IV Congreso Nacional Campesino. Informe Central. Lima, 1974, p. 36. Entre su reorientaci6n (1974) y Ja realizacién de su segundo congreso nacional extraordinario (1975, Querecotillo, Piura), la CCP logré articular- se con importantes movimientos de tomas de tierras, como los de Piura, Cajamarca y Andahuaylas. El segundo congreso extraordinario —a la luz de la experiencia acumulada— hizo un balance de los acuerdos del cuarto congreso de Huaral y ratific6, en lo fundamental, Ja Ifnea gremial de lucha por la tierra, sentando las bases de “el movimiento campesino de los 70”. Como se ha mencionado antes para el caso de Piura, la experiencia de tomas de tierras de hacienda en los momentos iniciales de la reforma agraria —experiencia que se dio en lo sustancial entre 1970 y 1975— se convirtid, en muchos casos, en Ia lucha contra las empresas asociativas surgidas de la reforma. Y si en Piura se habfan producido luchas de campesinos pobres por acceder a tierras no cultivadas de las cooperativas, la movilizaci6n de las comunidades cusquefias cuestion6 de raiz el modelo asociativo impuesto en Ja sierra. El caso del Cusco fue uno de relativamente exitosa implementacién de Ja reforma agraria. Luego del auge del movimiento a inicios de los 60, la represién contra la vanguardia organizada de las tomas de tierras y la sindicalizacién se combin6 con la promulgacién de leyes de reforma agraria que buscaban legalizar y encuadrar lo que los campesinos habfan logrado por sus propios medios y desbordando la institucionalidad vigente. La FDCC quedé debilitada, y en los inicios de la aplicacién de la reforma no tuvo capacidad de resistencia ante el impulso que desde el SINAMOS se 4 dio a la formacién de ligas distritales y provinciales y a la Federacién. Agraria Revolucionaria Tupac Amaru del Cusco (FARTAC)”. Lo mismo se puede decir respecto de la sierra central. Esta desmovilizacién en las zonas en las que sélo una década antes se habfa desarrollado un masivo movimiento campesino abrié las puertas a Ja hegemonfa del proyecto reformista militar en el movimiento campesino cusquefio y del centro del pafs. La movilizacién auténoma del campesinado renaceria s6lo en contradiccién con los limites de la reforma agraria militar, ya pasada la primera mitad de 1a década del setenta. A fines de 1976 se iniciaron, en la pampa de Anta, tomas de tierras que se extendicron después por toda la provincia y también a Urubamba y a otras provincias. Las tomas expresaban una contradicci6n ya no entre cam- pesinos y hacendados, sino entre campesinos y empresas asociativas surgi- das de 1a reforma agraria. La reactivacidn del movimiento cre condiciones para el relanzamiento de la organizacién auténoma. La FDCC mantenfa, hasta mediados de los 70, una existencia casi exclusivamente formal, resultado de una Ifnea gre- mial que oscilaba entre el reclamo Iegal frente a dispositivos gubernamen- tales y la abstencidn de cualquier accién so pretexto del cardcter fascista del régimen y la reforma. Sdlo a partir de 1977 hubo un reactivamiento del gremio, y en marzo de 1978 se realiz6 el tercer congreso de la FDCC. En éste se hizo un balance critico de la experiencia anterior, se produjo un recambio de la direccién gremial y se tomaron acuerdos que, en la linea de los de la CCP, asumfan las tomas de tierras como eje central de accién"*, Poco mis tarde, la realizacién, en Anta, del cuarto congreso de la CCP, fue un nuevo elemento en favor de la consolidacién de la FDCC. A diferencia de otras experiencias antes mencionadas, en las que al auge inicial del movimiento en Ja primera mitad de los 70 siguié un perfodo de reflujo del movimiento y de crisis orgénica de sus gremios, en el Cusco la FDCC y el movimiento campesino sf lograron una cierta continuidad después del auge de las luchas por Ja tierra entre 1976 y 1980. Ciertamente, a inicios de los 80 la FDCC parecié encaminarse a una situaci6n similar ala experimentada antes por la FEDECAP, la FEDECC y la FEPCA, dada la ausencia de demandas claras que reemplazaran a la lucha por la tierra como eje ordenador de una movilizacién campesina departamental. Sin embargo, luego de un cuarto congreso realizado en 1983 en-el que no se logré remontar esta situacién, a partir de 1985-1986 el movimiento recobré su vitalidad, ya en torno a demandas y luchas por mejores condiciones econé- micas y productivas para los campesinos de la region. 13. Ver CCP: 1V Congreso, p\1, y RENIQUE, José Luis: “State and Regional Movements in the Peruvian Highlands. The Case of Cusco, 1875-1985”. Tesis para optar el grado de Doctor en Filosofia por la Universidad de Columbia, 1988. Sobre el caso especifico de La Convencién y Lares, ver ENCINAS MARTIN, Alfredo: Organizaci6n campesina y cambio social. La Conven- cién y Lares. Cusco, CERA Las Casas, 1987. 14, Ver informe sobre el III Congreso CCP en Sur, Boletin Informativo Agratio, abril de 1978, y DEL MASTRO, Marco: Luchas campesinas en el Cusco. Lima, CEPES, 1983. 75 Cambios en la sociedad, el Estado y el campesinado Los hechos y eventos que forman parte de estos movimientos surgidos al calor de 1a reforma son, adem4s, indicios de procesos de cambio cuyas implicancias se manifestarfan s6lo después de la reforma misma. La reforma dio el golpe final a la clase terrateniente, que hasta ese momento se habfa constituido en el obstdculo mds importante para la organizacién y movilizacién campesinas. De manera simulténea, produjo cambios fundamentales en cl rol de la agricultura y los campesinos en la economfa nacional y en la ubicacién y rol del Estado en el conflicto rural. La reforma se propuso la constitucién de un mercado intermo que integrara a los campesinos —como consumidores y productores— a un proceso nacional de industrializaci6n. Y, a través del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilizacién Social (SINAMOS) y después con la creacién de Ja Confederacién Nacional Agraria (CNA), se propuso controlar al movi- miento campesino y normar, “desde arriba”, su participacién en el proceso de cambios. Pero la realidad desbord6 las intenciones oficiales. Junto con la modifi- caci6n de la tenencia de la tierra, de Ja reforma resultaron una estructura agraria integrada a un mercado oligop6lico que niega a Ja mayor parte de los campesinos y productores condiciones mfnimas de reproduccién material y social, y un movimiento nacional campesino con importantes niveles de organizacién desde las bases hasta las centrales nacionales. Al eliminar a la clase terrateniente tradicional y redefinir el rol de la agricultura en la economfa nacional, el Estado se encontré frente a un campesinado con nuevos problemas, demandas y ejes de movilizacién. El vacfo de poder originado por esta nueva situaci6n intent ser Ilenado con el despliegue del aparato piblico administrativo, de modo tal que el Estado aparecié como el principal interlocutor y contrincante de ese campesinado, que habfa extendido su participacién hacia nuevos espacios. Las contradicciones que se originan primero entre la CCP y el SINAMOS, la CNA y el gobiemo militar, y después entre los sucesiyos go- biemos y el movin..2nto campesino en su conjunto, son, pues, expresién de un fenémeno més amplio y de mayor significacién: la disputa entre los campesinos y el Estado por la definicién de grandes opciones de politica agraria y por Ilenar el vacfo dejado por la eliminacién de las clases domi- nantes tradicionales en el agro. Otra consecuencia de la reforma ha sido la ampliacién y extensién de las bases sociales del movimiento campesino. Pese a la desmovilizacién tem- poral que en algunas zonas siguié a las tomas de tierras 0 a la implementa- ci6n de la reforma y de formas asociativas de organizaci6n productiva, con el correr del tiempo el resultado fue la ampliacién del movimiento. En zonas como Piura, Cajamarca, Andahuaylas y Cusco el movimiento campe- sino tuvo continuidad o se recompuso sobre nuevas bases; en departamen- tos como Junfn, Pasco y Puno 1a lucha por la reestructuracién de empresas asociativas aliment6 nuevos movimientos desde fines de los 70. En otras 16

También podría gustarte