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na serie de nuevas hipétesis -fundamentalmente articuladas a través de la prictica psicoanalitica con niftos de patologia grave- sobre las funciones mas tempranas del jugar en la constitucién del psiquismo. Dichas funciones no se inician con el célebre juego del carretel (fort/da) como en la concepcién clasica En cambio, la importancia de este juego se ve reestructurada y remitida a operaciones aun més tempranas que permiten Al bebé construir su cuerpo a nivel simbélico a través de una mirfada de jugares durante el primer afi de vida. A su vez, el adolescente retoma todas y cada una de aquellas operaciones en su propio nivel de desarrollo psiquico y en una nueva direcci6n, que en lo esencial apunta a que el deseo inconsciente, eje del jugar, invista el campo del trabajo, de lo contrario abandonado a la mera adaptacion, Desde el mirador de la clinica psicoanalitica, ‘que es también un taller, innumerables materiales de la vida cotidiana (concernientes, por ejemplo, a la formacién de habitos, asf como ulteriores situaciones de aprendizaje) reciben una luz distinta. Esto vuelve al texto convocante para otros especialistas en ciencias humanas adémas del psicoanalista: pediatras, educadores, ete., como asimismoa los padres. Una revisién critica y un balance oxhaustive de los usos y direcciones de Ja teorfa del significante con las relaciones con las problematicas de la nifiez y de la adolescencia van teniendo su lugar en el curso de las nuevas ideas expuestas, EL NINO Y EL SIGNIFICANTE Un estudio sobre las funciones del jugar en la constitucion temprana gy i 3 3 2 a x) a } He Paidés Psicologia Profunda Ricardo Rodulfo trabaja como psicoanalista a partir de 1966. Desde 1986 es Profesor Titular de Clinica con Ninos y Adolescentes en la Facultad de Psicologia de la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado tres voltimenes en diversas, coautorias -entre ellos, Clinica psicoanalitica con nirtos y tadolescentes, con Marisa Rodulfo-, como asimismo ‘numerosos articulos en distintas publicaciones especializadas sobre temas clinicos, institucionales y epistemol6gicos del psicoandlisis. Ricardo Rodulfo pibfioteea-FEHyCS-UNaM iblioteca- FCS Pace. oso AMUN / BIBLIOTEA Paidés Iso o50-12.41095 ream WI Ail HM Al Profunda 133 Ricardo Rodulfo EL NINO Y EL SIGNIFICANTE Un estudio sobre las funciones del jugar en la constitucién temprana Prélogo de Maria Lucila Pelento » PAIDOS Buenos Aires Barcelona, ‘México CCubierta do Gustavo Macri ee =| 4, Paleelog inant = TRulo | 1 eliton, 1989 1 reimpresién, 2890, 2 pimpresiin 1881 5° reimpresén, 1993, {F rsimpresin, 1996 ‘5 rumprecion, 1999 65" reimpresidn, 2001 > femipresion, 2004 (© 1989 de todas ls ediciones Editorial Paldsa SAIC Dosfenss 599, Buenos Aires email litaraia@editaralpaios.com sr ‘wor paidosargentina.com.ar queda hecho el depsito que previene Ia Ley Tmproso en In Argentina - Printed in Argentina Impresa en Verlap S.A. Comandante Spurr 653, Avellaneda, en agueto do 2004 ‘Tirada: 1250 elemplares ISBN 950.12-4133.5, INDICE Prélogo de la Dra. Maria Lucila Pelento Introduccién . 1 LA PREGUNTA POR EL NINO Y LA CLINICA PSICOANALITICA {DONDE VIVENLOS NINOS? SIGNIFICANTE DEL SUJETO/ SIGNIFICANTE DEL SUPERYO: LAS OPOSICIONES, LAS AMBIGUEDADES IMPLICANCIAS Y FUNCIONES DE LA FALIZACION TEMPRANA EL NINO Y SUS DESTINOS: FALO, SINTOMA, FANTASMA SOBRE EL AGUJERO LAS TESIS SOBRE EL JUGAR (0: MAS ACA DEL JUEGO DEL CARRETEL LAS TESIS SOBRE EL JUGAR (ID: EL ESPACIO DE LAS DISTANCIAS ABOLIDAS ..... LAS TESIS SOBRE EL JUGAR (UI: LA DESAPARICION SIMBOLIZADA 138 134 10. LAS TESIS SOBRE EL JUGAR (IV): PEQUENOS COMIENZOS DE GRANDES PATOLOGIAS ....... 11, LAS TESIS SOBRE EL JUGAR (V): ie ‘TRANSICIONALIDADES 12, DONDE EL JUGARERA, on EL TRABAJAR DEBE ADVENIR 13, LAS CONDICIONES ie DE UNA METAMORPOS! . 27 NOTAS ... AGRADECIMIENTOS Se puede oscilar entre una variante clisica y una mis con- temporiinea en cuanto a los “agradecimientos”: Ia segunda los sabe con un “ombligo” que se dispersa en lo desconocido; la primera aconseja sensatamente acotarlos un poco. En ese tren, ¥y apoydindose en inciertos jirones de frases y Iugares a un tiempo méviles y repetitivos, como también en otros que han sido y son posibilitaciones, es ineludible una célida deuda con miesposa Marisa Rodulfo: circunstancias concretas renuevan aqui el socorrido cliché que reza “sin cuyo...”, etc,, etc. La sefiora Laura Pound trabajé largas horas para hacer legible un ‘manuscrito que al parecer no lo era tanto y la sefiora Silvia Goicoa Ia ayudé en esto y otros detalles con prolijidad y paciencia. Por su parte, la sefiora Irma Ruiz. Aused, de ia Editorial Paid6s, aport6 sugerencias realmente valiosas: incli narse por escribir “falizar”, en reemplazo del usual galicismo “falicizar”, como asf también la bella expresi6n “demasia” en lugar de “plus”. Por tiltimo, mi reconocimiento especial al Dr. Raiil Mejia, padrino de tesis, tan discreto y amable como alentador. Enumerar estas circunstancias excede la conven- in formal: quien escribe hace su propia experiencia sobre la necesariedad de los apuntalamientos. ADVERTENCIA DEL. AUTOR Alo largo del texto, las comillas dobles enmarcan dichos textuales de pacientes o pequefias citas, también textuales, de otros autores. En cambio, las comillas simples puntian giros relativamente tfpicos, genéricos, 0 ciertos efectos de entona- ibn, por ejemplo irénica. A Marisa PROLOGO No siempre la publicaci6n de un texto encuentra su lugar y su tiempo apropiados. Las raras y bienvenidas ocasiones en ‘que ese encuentro se produce, revelan que el autor pudo captar con lucidez un momento eritico, aquel Kairos de los antiguos, y formular su respuesta personal. En Ia historia de nuestra disciplina —el psicoandlisis— algunas de esas circunstancias criticas se vinculan con el movimiento al que parecen estar sujetas las teorfas. Como se ‘observa una y otra vez, el advenimiento de una nueva teorfa conmueve los cimientos de conceptos hasta ese momento vigentes. Sin embargo, muy rpidamente los nuevos concep- tos se emblematizan, perdiendo su carécter revulsivo y crea- dor. Este circuito, casi inexorable, no obliga a resignarse a sus efectos. Por el contrario, exige una lucha para correrse del deslumbramiento que produce lo nuevo, asf como de la trivia- lizaci6n a la que conduce su transformacién en emblema, Eneste texto, justamente, Ricardo Rodulfo toma la decision de revisar algunos de los efectos de un momento revoluciona- rioy critico: el que se inicié en nuestro paiscon laintroduccién de ia teorfa del significante, uno de los elementos cruciales de Ja conceptualizacién lacaniana. Acompafiado por la profunda conviccién de que en el mbito cientifico los conceptos son herramientas para pensar, y no mandatos a seguir ni fdolos a sacralizar, revisa en este texto las consecuencias de una lectura “demasiado lineal” de ul Sell Jateorfa del significante en la préctica con los nifios y adoles- ccentes Esta reflexién critica de un tipo de lectura, que condujo segiin el autor a“ pasivizar al sujeto” desdibujando su diferen- tia, lo lleva a desplegar sus propias hipétesis. Hipotesis que fen suconjunto permiten ir aprehendiendo “lascuestiones fun- damentales” de este autor (P. Aulagnier, 1984). "Asumiendo como idea rectora que el “nifio no recibe pasivamente significantes ya hechos sino que recibe un ma {erial significante que activamente extrae y procesa”, resign fica, investiga cuidadosamente las fuentes de ese material sig- nificante, sus posibles destinos, asf como las operaciones esenciales que realiza el bebé. En la investigaciGn de esas fuentes ocupa un lugar primor- dial el concepto de “mito”, concepto que sufrié en nuestro medio —bueno es recordarlo— vicisitudes particulares. Enarbolado en un primer momento para seftalarel terreno No explorado por Klein, fue, con el correr del tiempo, relegado a otras formas de terapia o trivializado y vaciado de compleji- dad, o simplemente olvidado o desestimado. Ta fulgurante definicién del mito como archivo que evoca el autor, su propia idea del mito familiar como lugar, su ‘onceptualizacién como “pufiado de significantes dispuestos decierta manera”, el modelo que propone a partir del término “collage”, la denuncia acerca de los efectos clinicos negativos alos que conduce mantener la disociacisn cuerpo/mito, ete; todos estos elementos vivifican notablemente este concepto. (Onra consideracién que introduce, siguiendo una inspira~ cién de R. y R. Lefort, es aquella que se refiere a dos tipos de funcionamiento diferente del significante: como significan- tes del superyé o como significantes del yo. Siguiendo el en- cadenamiento de sus reflexiones, se puede apreciar la fuerza questa diferenciacién posee para producir inteligencia sobre diversos hechos: tanto los que hacen a la préctica como a otra indole de problemas —tales como los de la produccién y Ta censefianza del psicoandlisis—. 'Al detallado estudio sobre fuente y destino del material significante, le sigue en esta investigaci6n una cuestin capi- 2 tal: ndela funciéno funciones que hacen posible la extraccién y tramitacién de significantes y sus efectos. El desarrollo de esta cuestidn—ami entender, fundamental—abarca y extien- deel significado de la pregunta que D. Winnicott formulé, con sencillez, en 1945, sobre cuando comienzan a suceder las cosas importantes y cules son las funciones que ponen en marcha esos procesos estructurantes esenciales. Las articula- ciones que propone R. Rodulfo ofrecen una respuesta precisa yy detallada: esas “cosas importantes” suceden antes y desde el nacimiento, y el playing winnicottiano es ese eje de transfor- ‘maciones que permite la estructuracién del psiquismo. La definici6n del juego como “agujerear” (agujero cuyos efectos imaginarios describié notablemente Klein) la discr- minacién de funciones en el jugar anteriores al fort-da, la puntualizacién de las invariantes estructurales a las que dan Iugar, su confluencia en la construccién de la categorfa de ‘cuerpo, su resignificacién en la adolescencia asf como las relaciones entre juego y trabajo, constituyen un inapreciable porte (entendiendo por “aporte” un lugar de encuentro —sea de acuerdo, 0 cuestionamiento, 0 desacuerdo— que puede ‘ofrecer un material te6rico). ‘Antes de darle la palabra al autor haré dos iltimas conside- raciones: ante todo, deseo sefialar que el fino entramado de Conceptos que el autor analiza a lo largo de este texto, permite advertir su capacidad para recibir y trabajar lo que D. Winni- colt, en su carta de 1952, bautiz6 como “los gestos creadores” de otros autores, Soportando la tensién que el contacto vivo con estos “otros gestos” produce, R. Rodulfo pudo elaborar y asumir su propia posicisn. Tomade posicisn que,amicriterio, lo aleja del peligro de oficializar una torre de Babel. Por el contrario, lo condujo a plasmar hipstesis coherentes, pronun- ciiindose en una serie de cruciales problemas, Entre ellos uno central, como es el referido al debate entre historia oestructura, suscitado en las ciencias del hombre bajo la presién del estructuralismo. Coincidiendo en este punto con autores como ‘A.Green (o M. Ducheten el campo antropolégico), R. Rodulfo se define presentando elementos tedricos que, a su juicio, B permiten salirdel encierro generado por la oposicisn historia/ estructura Por tiltimo, se puede advertir que “las cuestiones funda- ‘mentales” que este autor plantea—aquellas que P. Aulagnier desctibié como “el punto conjugado de fascinaciGn y resis- tencia que singulariza la relacién de un autor con la teoria analitiea”—no giran sobre sfmismas. Estén, en cambio, Fuer- temente apoyadas en una biisqueda de intcligibilidad de aque- ascondiciones psicopatol6gicas que, desbordando el campo de las neurosis, muestran, con mayor © menor rigor, los efectos de fallos en la estructuracién psiquica. ‘Maria Lucila Pelento 4 INTRODUCCION Este libro ha sido amasado con los materiales de un largo seminario dictado por mi durante 1985 en la Facultad de Psicologia de la Universidad de Buenos Aires como profesor, alasaz6n adjunto ¢ interino de la Cétedra de Clinica de Nifios y Adolescentes, de la que desde 1986 soy titular concursado. Mas alla de esa coyuntura, al reunir unos cuantos afios de in- vestigacién y ahondamiento en desarrollos tedricos persona- les, ¢s también mi tesis de doctorado presentada en la Univer- sidad del Salvador. E texto fue reescrito en su totalidad y la situacién de seminario—su “fondo representativo” segdin la excelente expresi6n de Aulagnier—que implica tanto pregun- tas y asociaciones como desvios y necesarias digresiones ‘qued6 incorporada a su estructura bajo una modalidad estilis- tica diferente. Lapuntuacidn de este itinerario, cuyocomienzo reales lapricticaclfnica del psicoandlisis, acaso valga la pena: de la primera transcripcién oral a la segunda en letra, dicho ‘material recibe no sélo las determinaciones de la elaboracién secundaria (que la elaboracién secundaria misma se esfuerza por velar, apelando a lo que Barthes denominaba “indices de realidad”), sino también la oportunidad de entrarenescenas de escritura que implican espacios de reflexiGn diferentes y precisos, espacios que no se limitan a “poner en palabras”: ponen a prueba. De entre los muchos caminos que en general siempre abre todo libro, y que dependen de encuentros y transferencias Particulares, en éste remarcaria al menos tres. En primer 15 término retoma el tema del desarrollo de algunas ideas y hallazgos clinicos expuestos en otro libro, particularmente en cuanto a la naturaleza del jugar!. Por otra parte el texto aborda, no sé con qué fortuna, teméticas y puntos de vista quiz4 un poco nuevos, por ejemplo lo que concierne a una ‘concepciGn no impresionista de la adolescencia. Last but not Teast (y para el autor es esto lo que tiene més resonancia respecio de la posicidn teérica), el texto prepara el terreno para.un balance histérico que es también un ajuste de cuentas con la teorfa del significante y su incidencia en la ardua investigacién analitica sobre la constitucién subjetiva. Aqui esta introduccién se acota, en el horizonte de otro libro. Ricardo Rodulfo, noviembre de 1988 * Clinica psiconnalitica con nosy adolescenes: una introduecién, Marisa Roulfo y Ricardo Rodulfo, Editorial Lager, Buenos Aires, 1986. : ™ Sobve el eoncepto de posicién consiliese “Mitopolitieas TIL: Yo deseo, ti seas. tdos deseamos a Sehreber padre (inca y posiién en psicoanslsis)", R Rodulfo, Actuaidad Psicoldgica, Buenos Aires, agosto de 1987. 16 1, LA PREGUNTA PO, YLACLINICA PSICOAN. Si volvemos a reflexionar sobre la clinica con nifios y adolescentes, es ahora esencial reconsiderar la cuestiGn de los significantes en relaci6n a qué llegamos a entender por nifioen psicoandlisis. Aparentemente, es muy facil seftalar qué es un nifio, pero desde el punto de vista del psicoanalista, alli comienzan los problemas. Si nos situamos en un plano obser- vacional o conductista, cl nifio aparece como una determinada entidad psicofisica. Uno de los autores mas creativos en este campo, Donald Winnicott, problematiz6 tal evidencia a través de una paradoja: “los bebés no existen”. Lo importante de esto esque lleva.a.un cuestionamientoradical en nuestra praxis con respecto a lo que aparece tan dado por sentado como ser (de) nifio. Cuando se cree saberlo sin més trémite y ocurre que un nifio ‘de verdad’ es traido a la consulta, no se nos ocurre mirar mis alld de él, echar un vistazo a sus costados, por ejemplo (hay gente all); de ahf los tests u otras formas de acopio de datos a fin de escudrifiar cémo siente, c6mo piensa, cémo fantasea el chico en cuestién, poniendo de relieve que se entiende por ‘nifio’ algo que empieza y termina en las fronteras de su cuerpo, la célebre entidad psicofisica. Sucede que este método es cl origen de muchos errores, como inventarle una enferme- dadal nifio, inventarle una patologfa para tratarlo, sin plantear- se qué pasa allf donde el chico vive, o qué pasa con la escuela adonde concurre. No es nada facil determinar psicoanalitica- mente lo que por lo comiin se designa al decir ‘nifio’. Exige 7 ee movilizar una serie de conceptos, dar no pocos rodeos, resultando finalmente que las cosas clinicas no coinci den del todo con las ideas previas que se tenian. Si se considera la historia del psicoandlisis, una de las primeras cosas que se ponen en e] candelero respecto del nif en el siglo XIX es su sexualidad, pero en manos del psicoandlisis el tema de la sexualidad del nifto Jo hizo notar Foucault) se convierte en un cuestionamiento de la sexualidad del adulto, Es un viraje muy importante en cuyo centro 0 epicentro podemos ubiear la época en que Freud publica los Tres ensayos sobre una teorfa sexual. ‘La cuestién de qué es un nifio, en qué consiste un nifo, conduce a la prehistoria, toméndola no sélo en el sentido que Freud le otorga (primeros afios de vida que luego sucumben ‘ala amnesia), sino la prehistoria en direccién a las generacio- nes anteriores (padres, abuelos, etc) la historia de esa fami- lia, su folklore, especialmente a partir del momento en que al psicoandlisis le concierne la problematica de las psicosis en un sentido amplio,\o de los trastornos narcisistas en un sentido nis amuplio aun. La historia del chico deja de sor un reenento de todo lo que él puede fantasear 0 no, lo cual eonduce por sf solo a toda la problemtica de la prehistoria, esto es, Jo que lo precede, los modos y gradientes de lo ocurrido determinantes para ese nitfo, antes de que propiamente exista Esta serie de rodeos se dirige a alortar sobre el peligro que {implica tomar al nino en el sentido més estrecho y cotidiano, fa Ja manera tradicional de las pruebas psicoldgicas: a qué ‘edad el chico dio tal paso, cémo rinde en tal esfera, medicién de su cociente intelectual, develamiento de sus fantasias proyectivas, No es que todo esto deba ser masivamente recha- zado a prior, sino que sera muy insuficente, en particular en ‘aquellos casos donde nos enfrentamos a una patologia grave, del orden de obstruir radiealmente el crecimiento, el desarro- Io, el advenimiento de ese sujeto. Para entender a un chico ‘0 a un adolescente (de hecho, incluso a un adulto), tenemos que retroceder a donde él no estaba atin. ‘ Hay dos movimientos en psicoandlisis. Uno se populariz ‘mucho, se volvié su representacin vulgar: es el retorno del 18 psicoandlisis a lo que fue la infancia, a temticas como por ejemplo, las fantasfas tempranas, los traumas precoces, interés en fin por retroceder tanto como se pueda, Esto es suficientemente conocido y ademés conserva toda su importancia y toda su validez; el psicoandlisis sigue invo- lucrado en esas cuestiones, pero su gravitacién ha quedado reposicionada en un segundo movimiento mas amplio, donde nuestra disciplina se interesa particularmente en ciertas pato- logias (verbigracia, las psicosis). Este segundo viraje se va produciendo lentamente a partir de la década de 1950 y esta ‘estrechamente relacionado con el desplazamiento de la cl{nica mis allé de las neurosis (fuertemente “mds alld...”), a las mérgenes ambiguas y fronterizas, alos trastornos narcisistas, esquizofrenias, adicciones, etc Introduciré un pequefio ejem- plo: se trata de un paciente que empieza su anilisis en los liltimos afiosdelaadolescencia. El problemacentral que lotrae al tratamiento es una celotipia que lo atormenta, habiendo fasesen las que llega aevitar todo contacto de su novia y élcon el exterior: salidas, amigos, ir a un cine. El punto no son s6lo las complicaciones pricticas, considerando el estado anfmico que se desencadena,en el que queda atrapado por una creencia enceguecedora: ella se arregla no para agradarle sino para.otro, que en algiin momento ubica al azar entre la multitud. El segundo paso es una requisicién absoluta de la mirada de su novia. Y siempre encuentra (inventa) algtin soporte, momen- toclectivo en el cual se encarna la suposicién de que ella mira con deseo al que nunca es él. Uno de los problemas mas dificiles que abordamos en la clinica es cémo se encuentra a quien se necesita para autodestruirse, para desplegar sus sinto- mas o para encontrar cierta complementariedad cerrada sobre si misma, Por otro lado, el paciente repara (de manera discontinua) en loabsurdode sus suposiciones, pero la intensidad de lacerteza, sobre todo en el momento que lo captura su fantasmitica, es absoluta, llega a tener caracterfsticas de una construccién delirante en el sentido de resistir toda duda, toda critica 0 distanciamiento, toda diferencia entre él y su creencia. Hay todo un plano de andlisis en el que no avanza mayormente y 9 ‘queconcierne alorelacionado con la imagen de la mujer, o de su novia; por otra parte, durante un tiempo nada significativo se produce para que se esclarezca la cuestién. Elegf este fragmento porque las claves principales caen del lado de Ta prehistoria, En un momento dado me di cuenta que en st familia, que constitufa lo que a primera vista pareefa un hogar comiin y corriente, sin embargo se podian descubrir perfiles ‘menos genéricos, como por ejemplo un episodio psicético posparto de la madre, una depresi6n intensisima y larga. Esta madre, que aparece en principio con la fisonomfa de una ama de casa convencional, sélo se arregla en el sentido que habitualmente consideramos ‘femenino’ es decir s6lo delata cierto deseo de gustar, de querer estar linda, cuando se trata de salir a la calle; contrasta su apariencia deslucida dentro de la asa, lo cual por lo demas ocurre la mayoria del tiempo, en tanto que cuando tiene que dejar su hogar hay un especial cuidado para nada, porque en general se trata de hacer alguna compra. Descubrimos allf un aspecto muy importante en relacién con lo erdtico: Ia madre no juegs esta imagen con el padre, sino en el émbito de una mirada andnima, fantasmatica. El paciente rememora, con respecto al padre, sus aventuras extraconyugales, de las cuales la madre invariablemente se centera, ya que su marido trabaja cerca y as vive no lejos de ese lugar. Vale decir, todo queda en el mismo barrio, no hay un intento de doble vida. Punto de confluencia: el padre y 1a ‘madre aparecen unidos por un factor comin, la sexualidad esté en Ia calle, fuera de la pareja. Hasta que avanz6 en su anilisis el paciente crefa que cuando la madre se enteraba habfa conmocién verdadera, pero en realidad no ocurrfa nada de eso, aunque se gritara mucho. En esta familia, lo revolucionario, lo cuestionante, lo que alterarfa el equilibrio narcisista hubiera sido que la sexua- lidad estuviese adentro de la casa y en la pareja, no que se la ‘emplazara afuera, actuada o fantaseada, pues estoes lo permi- tido, lo que esté aprobado, y ningtin cimiento se quiebra por tal situacién. ; El paciente recuerda un relato, reprimido, olvidado por él, 20 y que retomado en ese momento gana importancia. En la casa hnabia otro personaje que poco a poco cobra més relevancia en el decurso de su relato: la abuela matema. En el discurso del paciente aparece primeramente como una ‘pacifica anciana’; poco a poco, durante el curso del andlisis esa imagen toma un viraje de ciento ochenta grados. ¥ esto cuando el adolescente advierte que el poder reside del lado de la abuela y, posterior- mente, que las parejas que se arman en la casa pueden ser: la abuela y la madre, ‘contra’ el padre o alguno de los hijos, pero la pareja que nunca se arma es entre el padre y la madre; mas aun, advierte que en los pocos momentos en que se atisba la formacién de algo parecido a una pareja entre ellos, por ejemplo, algiin gesto carifioso 0 que insinie sexualidad, eso queda cercenado porque alguna intervencién sinuosa de Ia abuela provoca una pelea. Asi va captando que hay un orden de cosas, una serie de funciones y de equilibrios que descono- fa. El hecho de que la sexualidad esté en la calle, mantiene a Ja madre en la érbita de la abuela; no hay que olvidar que la madre ¢s una mujer que sufri6 una depresién de magnitud con 1a consiguiente internacién, llevindole un largo afio volver a hacerse cargo de sus hijos. Dadas estas condiciones —el muchacho recuerda—, su madre le conté que, en los primeros afios de su vida matrimo- nial, ella habia comenzado a perder sus inhibiciones y a descubrir el placer, pero un dia dejé la puerta entreabierta y a la mafiana siguiente la abuela— que vivia con ellos desde el principio; esto ocurrié antes de que el paciente naciera— le recriminé écidamente su vida sexual. Lamadre le confi6 al hijo ‘que esto constituyé toda tna interferencia, y que esa interven- ccién nunca habfa sido superada, Disponiendo ya de estas piezas, el paciente se da cuenta, pricticamente por si mismo, que sus accesos celotipicos res- ponden a una ley familiar, esto es, que la sexualidad s6lo pue- de darseen lacalle y no entre los miembros de la pareja oficial, ‘como su novia y él, por ejemplo, ese mismo orden de cosas de- terminaré la creencia de que la mirada de su novia nunca se dirija. él con deseo y, por otra parte, todo lo que tenga que ver en ella con lo erdtico, solo se podr complementar con ese a piblico andnimo que esté en Ia calle y no con el paciente.* ‘A partir de ah empieza a desinflarse todo este aparatejo delirante de la celotipia, a ser més infrecuente, més débil, mas breve, con crecientes posibilidades de critica, no en el sentido de querer contenerse mediante un esfuerzo de voluntad, sino dde que algo pueda caer, dejar de ser una invasién masiva en su psiquismo. “Tal posibilidad se da, observers, al analizar una pieza de la prehistoria donde el paciente como entidad psicofisica no existe; 1os que cuentan son la pareja de los padres, los inicios dde su vida sexual, la vieja relacién que suelda la madre a la ‘abuela, todolo que, por determinadasrazones que Hevaria muy lejos ahondar, se actualiza, se repite en él. Es distinto suponer que se encontrar la clave de la celotipia en una fantasta fmanente al sujeto, producto aut6nomo de su inconsciente. Y no porque se pueda desestimar la validez de este registro, en cl {ue el psicoandlisis esti irrevocablemente comprometido, Que hemos descubierto un orden fantasmatico ineonsciente, que aparece en suefios y en miiltiples formaciones, es una Verdad que ain resiste. Se trata de Io que rebasa, de Io que va ‘mds all, de Lo que nos baste con rastrear en el imaginario del paciente para descifrar la clave cuando hay que reconstruir Thaterial de otras generaciones. En otras palabras, podrfamos decir que se da, desde el punto de vista del psicoandlisis, el ftinerario de un significante, algo significante que se repite bajo transformaciones de generacién en generacién, “rojo Fadién”... Oro caso es una madre que viene a la consulta por su muchacho drogadicto, menor de edad, con antecedentes poli- ciales y penales. Después de ahondar en toda Ia sintomatolo- gia dei muchacho, esto es, qué drogas toma, indole de los epi- Sodios delictivos, inventario de las reprimendas, como al pasar Ta madre dice: “los segundos hijos varones de la familia siempre tienen problemas o van presos”, Por esta via surge un material que concierne a un tfo del paciente, segundo hijo varén, y @ un tio abuelo, de otra rama de ta familia, pero también segundo hijo var6n: todos ellos habfan estado presos por los mas diversos delitos. En estos casos es necesario 2 ubicarse de otro modo, siendo harto insuficiente toma tuenta s6lo lo intrapsiquico; hay algo que se marca a fuego amo repeticidn: a su calor una frase pesa con el peso de lo significante: “los segundos hijos varones dela familia siempre van presos”. “-Entender el concepto de significante en psicoandlisis sin diferirlo del dela lingiistica es incurrir en un error grosero. El sguardapolvo que usa el médico 0 el psicélogo en un centro de salud es un significante: para el que concurre a ese lugar introduce la dicotomiafélica del queestécon y del queestsin Efecto de poder, basta el guardapolvo para que, en cierto tipo de casos, surja algo, con la librea del discurso Amo, de lo que calificamos como sometimiento; es un ejemplo al fin banal, pero que subraya acerca de qué es un significante ‘como fenémeno que no se reduce al terreno de las palabras. Una frase como“los segundos hijos varones siempre tienen problemas” es significante, primero, en la medida en que se repite. No todo lo que un paciente dice es significamte, pero, burgueses de Molitre o no, todos somos y desde pequefios un poco burros flautistas, Para que algo, en psicoandisis. sea onsiderado significante tiene que repetise. Este es un primer eriterio. Enestecasotal condicién se cumplimentaalasclara sin duda se puede enlazar a este muchacho con su tio y con su tio abuelo, no por el contenido de la detencién, de diversa fndole en cada uno (no es que se haya heredado una tendencia a las drogas), sino por el aserto de que el segundo va preso. Es importante, ademAs, tener en cuenta Ia ambigtiedad de la frase, porque sino ahogamos sus resonancias plantea a la escucha analitica la cuestidn de su estatuto: gla madre nos esté descri- biendo, informando, un estadode cosas: ‘mire qué casualidad, Jos segundos varones de la familia fueron presos"? ,Se ducle por eso? ,O seesté haciendo portavoz de una ley en el registro deloinconscienteenesa familia deunimperativo ‘and preso, sisos el segundo’, imperativo que vehiculiza un mal desto pa- aese sujeto, que tiene que ver con que fracase, y aun con que se destruya? La frase traspone su mero valor de informacion como elemento de anamnesis psiquidtrica, o como elemento de una entrevista psicologica pautada. B Esta es ademis una frase que, al igual que en el mito, se da en un tiempo activamente presente, Jo cual le otorga una legalidad (y en ocasiones una fatalidad) problemética, Por otra parte, es revelador escuchar, después del muchacho, ‘c6mo todo indicio de esperanza queda abolido, cémo en él lo ineluctable llega aextremos absolutos, lo cual es una compli- cacién muy seria desde el punto de vista de lo que se puede hacer en un andlisis. Para que algo sea significante se tiene que repetir. Es més, lsignificante no reconoce la propiedad privada, noes quesea de alguien; cruza, circula, atraviesa generaciones, traspasa lo individual, lo grupal y lo social; no es pertenencia de algén miembro de una familia; en todo caso es el problema que interpela a cada uno. A veces los analistas nos olvidamos que existen significantes mas felices para designara alguien, pero ‘cuando a un hijo le cae sobre la cabeza un significante como éste, una de las cuestiones que sin excepcién se plantean es en qué términos se entablari relacién con él, sea bajo una ciega repeticidn o —si en la vida de ese sujeto desde nifio algo replica—seaen formade una batalla por cambiar la direcctén de lo que se repite, En otros términos, lo que conceptualiz- nnios como repeticién en tanto diferencia. De primar siempre Ja mds obtusa reiteracién, la capitulacién ante 1o mismo sin posibilidad de desvio alguno, en absoluto podriamos cumplir con aquello que Freud propuso como meta: hacer algo tera- péutico por un paciente. Lo que se juega entonces en una frase como Ia de los segundos hijos varones es intersubjetivo, no mera ni necesa- riamente invencién imaginaria de alguien en particular. Una ‘ver que algo es introducido con la funci6n de significante se produce un poco al menos de /o nuevo, es decir, algo con cierto valor distintivo. ¥ he aqué un segundo criterio: cuando ‘unelementoadquiere gravitacidn significante,en el momento de su introducci6n algo nuevo se traza. Hay un modelo muy desarrollado que me parece 6ptimo para dilucidar la cuestién, yes el que da Lacan, el modelo de la carretera. ‘A pantirdela existencia de una carretera principal una serie de diferencias se generan en los lugares que atraviesa, Lacan 4 subraya todo lo que se itd amontonan autopista: ‘estaciones de servicio, bates pequetea patti ae casas solitarias construidas a la vera del camino. < ‘También es posible plantear la cuesti6n del significante en el terreno de Ia intervencién psicoanaltica, ya que general. mente decimos muchas cosas y pasa como en esos juegos donde damos mas veces en la herradura que en el clavo, Pero hay ciertas intervenciones que demuestran tener una inciden. cia significante, porque después de ellas algo no queda exac- tamente igual, En general hablamos de ello cuando contamos nhuestras experiencias terapéuticas, en términos de nuestros maravillosos triunfos, dejando de lado todas las veces en que lost no fancions tan bien, Wo eal es una sina porque no ayuda en la transmisiGn del psicoandlisis el ejerct syd en a psicoandlisis el ejercicio de la Existe otra forma de reconocer el significante y reside en que €ste no viene con un significado abrochado indisoluble- mente, sino que arrastra efectos de significacién que son imponderables; es decir, no vale porque designe inequivoca- ‘mente cierto significado, sino por las significaciones que se van generando; de manera andloga a la fisién nuclear en tanto encadenamiento de desencadenamicntos tan inevitables como imprevisibles. Un adolescente se sentfa marcado a fuego por la pasivida especialmente en el terreno sexual. Le preocupaba que hubie. se pasado la época en que, segtin él, ya tendria que haber accedido al encuentro con los genitales femeninos, encuentro siempre diferido. En el andlisis, eobré mucho valor una frase que hist6ricamente aparecia puesta en boca de tas y abuelas cuando é1 era pequeiio: “qué lindo que sos”. Lo interesante es que a partir de esta frase, el paciente va dndose cuenta que ‘posa’ continuamente como carilindo, reconoce una provoca- cin inconsciente para que se lo digan y se las compone para que en Ia actualidad lo sigan repitiendo incluso asus espaldas, Por ejemplo, una vez que se cruzé con otra paciente en el consultorio, ésta me dird al acostarse en el divan: “{Qué lindo rmuchacho es l que acaba de salir!” Empiezaaadvertirque ese ser “lindo” pesa como una lipida sobre €l, desoculta un 25 coeficiente de feminizacién en el adjetivo que lo intoxica solapadamente. Digamos que se descubre un trabajo signifi- cante, en donde, por ejemplo, una de las transformaciones inconscientes es ‘qué fracasado y qué impotente que sos’, “qué estéril que sos’, ‘qué poco viril que sos’. La insistencia repetitiva con que en la familia se lo sostiene como “el lindo” através del tiempo lo condena al estatuto de una bella estatua, “chiche’ de las mujeres. Asi, era muy comtin que se volviera el objeto predilecto de cierto tipo de histérica interesada en rehuir la genitalidad, En gonsecuencia, la complementacién era perfecta, y en su inconsciente se inscribfa como impoten- ci Otra de las ramificaciones que se desprenden del ser “indo” y que el piscoandlisis revela, es la imposibilidad de soportary llevar adelante cualquier tipo de proceso (volvere- mos sobre esto mas adelante). Obsérvese que serfa bien distinto si se dijera ‘qué lindo que vas a set’, abriendo la dimensi6n de un trabajo a realizar en la perspectiva, concep- tualmente hablando, del ideal del yo, entrafiando el ira ser lo que nunca se acaba de ser; pero cn nuestro caso, esto ya se ha consumado, pevalece la instancia del yo ideal. El muchacho tratard entonces de revertir esa situaci6n, pero para aprender algo, por ejemplo, va a tener que pasar primero por un tiempo decisivo de asumir la posicién de no saber, De este modo pretende tocar un instrumento, pero le es tan displaciente la fase inicial que a poco lo deja. Era, de paso, una de las razones por las cuales habfa consultado: que todo lo abandonaba, no soportando la temporalidad de cualquier adquisicién, Ocurre que para ser lindo no tiene, en cambio, queefectuar trabajo alguno; ya oes, ledice la frase, y por eso ‘mismo anula cualquier realizacién histérica. Este paciente continué su andlisis siendo adulto y una de sus luchas més arduas gird en torno a la paternidad. Una fra- se esencial en su andlisis lo constituy6 la biisqueda activa de afearse. Se las fue arreglando para romper con el estigma de ser “lindo”, dejdndose la barba, volviéndose temporaria- mentemuy desprolijo, etc, todo lo cual prologaba cambios de importancia, 26 Por supuesto, recurrimos a cierta ficcién expositiva, donde enun dngulo de corte determinada frase resalta especialmente cumpliendoasf las condiciones para ser significante; perodebe semmos claro que una sola frase no resuelve todo un andlisis. Al narrar el caso, la puntuamos, armando una escena de escritura que tendra una correlacién aproximada con Ia realidad del tratamiento analitico. Por lo demés, a estos nudos que se destacan en una cadena asociativa nos cuidamos de honrarlos con las insignias de causa prima; en psicoandlisis siempre conviene ser mas que cautoal respecto, y no es nada infrecuen- te tropezar con un uso mecdnico de la teoria del significante. Todo lo que puede decirse es que una frase asf indica dénde cierto régimen deseante familiar ubica aun sujeto y d6ndea su tumo él se perpettia, pues no seria justo suponerle a un significante un poder que no deje alternativas. Es como decir que debemos remitirnos a las series comple- mentarias, articulndolas a la dimensién de espontaneidad. El sujeto no es una maquinilla que reacciona segiin suene un sig- nificante u otro; por eso mismo alguien se psicotiza en ciertas condiciones, mientras otro resiste ponerse en ese camino aun siendo aquéllas peores. De manera que no debemos apresurar- nos a suponerle un poder automdtico y omnimodo al signifi- cante, Siempre hace falta esforzarse para alejar del psicoandlisis todoesquema causal lineal. Enlamultiplicidad de senderos del inconsciente jams existe un solo itinerario posible y la expe- riencia nos obliga adefenderel principiode la multiplicidad de respuestas. De hecho, queda fuertemente indeterminado muchas veces por qué un sujeto forjé la que le encontramos, cuando nada parece impedir que, en otro, un “qué lindo que 803” pase y caiga sin dejar rastro significante alguno, Cuando concebimos la precedencia del significante o la prehistoria como una fatalidad, el psicoandlisis se devora a sf mismo, porque, de ser asf, para qué tratar a alguien? Si no hubiera margen para el acontecimiento, si imperase una estructura inm6vil, desapareceria lo histérico como tal y con élel registro dinémico; por lo tanto, no habria cémo pensar lo nuevo. La limitacién més seria de un planteo ‘estructuralista’ —més que a estructural—es reducir el acontecimiento al plano del hecho estructurado. Para sortear estas simplificaciones metodol gicas, no olvidarse de las series complementarias es funda- mental, s6lo que, tal cual las formulara Freud, hoy no nos bastan. Por lo pronto, a minima, conviene incorporar resuel- tamente la prehistoria del sujeto a los factores constituciona- Tes. Junto a ellas el concepto de sobredeterminacién y el de repeticién y diferencia, nos auxilian para no perder de vista que, una vez que hemos establecido el peso significante de una frase como Ja analizada, lo importante es qué hace el sujeto con ella: zla deja tal cual esta?, gintroduce algiin retoque, desvia su direccién? Toda la dindmica de Ia cura gravita en tomo a esto, : En el caso de otro paciente adolescente emerge un motivo fundamental, la frase que funciona como una contrasefia entre: la madre y él cuando vuelve de dar examen: “gte sacaste diez?” La frase simula ser un pregunta, pero el andlisis demuestra su carécter de afirmaci6n, de certidumbre. Mis aun, el muchacho, finalmente, se da cuenta que para él alli se dice algo del deseo de la madre. ara considerar el orden de las transformaciones del signi- ficante digamos que esa frase ha sido sumamente provechosa para él, no tanto por colocarlo en nifio modelo como por estar ‘en labase de sublimaciones exitosas y de intereses intelectua- Jes muy consistentes. Pero ahora, saliendo de la adolescencia, comienza a pelearse con ella, a completarla de un modo que antes no lo hacfa: ‘te sacaste diez para mf y s6lo para mf’, ‘punto en que su talento potencial queda en peligro de verse alienado como regalo a la madre y nada més, vehiculizando la frase toda la dimensién incestosa, colmando a Ja madre ‘con ese maravilloso obsequio que es el nifto del diez. Por eso durante su andlisis empieza a escucharla en su contracara; si se queda adherido por més tiempo a la satisfac~ cién narcisista que proporciona, sus diez siempre van a ser piesentificacién del deseo materno (o sus sustituciones en un sinfin de condensaciones y desplazamientos), pero no los recuperaré de otro modo y para él. He aqui el pleno sentidode 28 produccién significant, mévil, diferidora. Esta restitucidn en andlisis del peso del significante como exigencia de trabajo impulsa al paciente a encarar un rastreo. hist6rico en cuanto susrelaciones desiderativas con la madre, permitiendo afiadir a esa frase puntos suspensivos en lugar de dejarlaen un inmovilismo fatalista. Obviamente, paraque todo este proceso tenga validez, aquella exigencia de trabajo (0 el descubrimiento de ella donde antes slo habia un mandato) no es una propuesta del analista y si un efecto del proceso que se desarrolla durante el andlisis. Precisamente es esencial que sea elpaciente quien déel paso. Una intervencién prematuraenesa direcci6n, forzando el cuestionamiento porque tedricamente parezea vélido, puede intensificar el costado imaginario de la transferencia, por ejemplo, ubiciindome en la serie materna y dedicando en adelante sus “diez” a mf. Pero si el cuestion: miento va surgiendo en él y lo ayudo para que a esa pregunta no la pierda de vista, se reducen muchisimo aquellos riesgos. Debido a esto, la construccién a que en ocasiones el analista se entrega tiene sus contracaras; en tanto el paciente no la acom- paficactivamente, nogeneraun verdadero efectoanalitico sino Jo que Winnicott llama efecto de adoctrinamiento. No es infrecuente encontrarnos con pacientes en estas condiciones, que han pasado muchos afios en tratamiento y aprendicron a parafrasear a su modo la teorfa que les ensefié el analista (a veces desde nifios). En estos casos se exhibe un saber psicoa- nalitico muy minucioso sobre 1a historia, pero no nos asom- brard que sea un saber desprovisto de eficacia alguna ni que siga en pie hasta el mas insignificante de los sintomas. Desde cl punto de vista conceptual, corresponde decir que no hubo una intervenci6n significante como tal. Creo posible sostener que estas dificultades propias del psicoandlisis se inerementan en la clinica con nifios y con adolescentes. ‘Acaso el criterio princeps para reconocer un significante sea la insistencia repetitiva, Por ejemplo, es comtin que el juego de un chico se reproduzca infatigablemente, sin que tengamos la mds minima idea de qué significa eso, excepto que larepeticién nos pone en la pista de un cierto nudo a descifrar. En la produccién hist6rica de significaciones, ademis, hay 29 efectos en los que no sdlo est4 implicado el sujeto, y esto no tiene que ver tinicamente con palabras o frases: con igual frecuencia son determinados actos los que demuestran tener peso significante; apelando a otro material, ‘los hombres dela familia se casan muy jovenes” puede ser el modo de resumir algo que se inscribe en el inconsciente no por ser un dicho sino ‘un procedimiento familiar repetido. Tal inserci6n del signifi- cante loligaalos hechos mas comunes y corrientes de la vida; ‘de modo que no pocos entre nuestros pequeiios intereses y repulsiones resultan funcién del lugar al que nos empuja jncesantemente cierta cadena. Es importante aclararlo, dado que al ser usual que desarrollemos ejemplificaciones clinicas {que a menudo suponen patologia severa,¢s facil olvidar que el habitat significante es la cotidianeidad més banal. « Elsiguiente puntoa precisaresque el significante conduce ‘siempre hacia alguna parte. Puede set hacia un abismo 0 hacia una cumbre, pero cuando algo se gana ese nombre en la historia del sujeto, es que lo inclina hacia determinados ‘caminos preferenciales. Y éste es el tercer criterio: el signifi- ante tiene direccién. La frase “qué lindo que sos”, por ‘ejemplo, llevaba a un lugar muy diferente que la “te sacaste diez”. Aquélla conducfa al paciente,a medida que las exigen- ccias sociales aumentaban, a medida que iba dejando atris su adolescencia, a un callején sin salida, porque una cosa es ser cl nene lindo a los tres afios y otra muy diferente a los ‘yeinticinco; no es haciendo monerias, cabe suponer, la forma como nos vamos a arreglaren la vida. El itinerario del signi- ficante lo extravia en la pasividad de lo esc6pico, lo cual no significa que no pueda salir de alli, la carretera se puede abandonar, hay diversos itinerarios alternativos activables. ‘Silo pensamos bien, en el simple caso del guardapolvo en Ja atencién hospitalaria son descifrables todos estos efectos. De examinar hist6ricamente las relaciones de poder médico/ paciente alo largo de varios siglos, tal como se van configu- rando en la sociedad occidental a partir del 1600, encontra~ ‘mos las notas distintivas de lo que un elemento cualquiera debe poseer para justificar llamarlo significante. En modo alguno esto implica que en la préctica clinica el significante 30 ‘s6lo se hallara en boca del nifio que nos cuando nos preguntamos qué es cl nifo en pelgosndinn Jocalizamos ciertas cosas que denominamos significantes, lag cuales tienen mucha relacién con la formaciGn de ese niio: pero estas cosas no necesariamente son producidas por él, inventadas por él, ni dichas por él; en cambio, solemos encon. tratlas en labios y en acciones de quienes lo rodean. « Una mujer entra a la consulta con un niffo pequefio que luego result6 ser autista. A Ia analista le extraiia que pueda dejarlo solo en a sala de espera, pensando que el chico dificilmonte podria sostenerse en esa situacién, Ante su inte- rrogante, la madre contesta: “No hay problema, él se queda donde yo lo pongo”, Esta frase que sale de In boca de la madre Je da a su hijo un estatuto de infrahumano, como si fuera un mueble o un paraguas. Lo que caracteriza @ un ser humano es que no se queda donde se le indica; esto lo observamos mu bien en los chicos, sise les dice ‘quedate ahi” no nos eonmenie su desobediencia y si acatan una orden demasiado répido, pensamos que estin enfermos; pero cuando esto se muestra verdaderamente repetitivo, lo mas seguro es. que nos aguarda un caso grave. En nuestros términos, lo més terrible que le puede suceder a alguien es quedarse donde lo pusieron deter- minados significantes de la prehistoria, incluso cuando esos significantes aparentemente suenen bien : Pero debemos retroceder un poco para atender a una segun- da polarizacién reduccionista que dejamos en suspenso. Ya sefialamos los problemas que trae darle tanto relieve a la prehistoria que la historia se desvanezca, lo que no dejard de pesar en nuestra intervencién como analistas con un lastre ‘musulmanista’ sobre lo terapéutico: las cartas decisivas ya estarfan jugadas; por este camino acabamos escuchando y atendiendo sélo lo que viene de los padres, de los abuclos, y Is atrs aun, pero ya que no recibimos por lo general genie con una prosapia que justifique un Arbol genealégico, si tuviéramos que contar con saber lo que pas6 a los tatarabuelos en relacién con el significante, abandonarfamos el psicoanali- sis por imposible y nos dedicarfamos a cualquier otra cosa, EL reduccionismo inverso conduce a centrarse exclusiva- 31 mente en le antasmstica qu el io produce, encerrindose cen sus procesos imaginarios. Atender a la dimensién de la fantasfa de los juegos, del grafismo, es muy importante, pero unilateral si se prescinde de las funciones simbélicas y de lo relativo a la prehistoria, Melanic Klein no ignora el hecho é que el chico depende de los padres, pero no lo incorpora al anélisis. A los efectos de lo que ella quiere investigar, que es Ja fantasfa infantil, deja congeladas las dems variables, por ejemplo, el campo de lo prehisisrico apenas To toma en cuenta, Pero su proceder se justifica histéricamente en la medida en que sirvi6 para abrir camino por el que hasta ese momento nadie habfa transitado. 7 Es una limitacién demasiado repetida quedar anacrénica- mente adherido a lo que en un momento historico se formula. Si, por ejemplo, no insertamos los descubrimientos de Mela- nie Klein en un contexto mucho mis amplio, si creemos que Ja fantasia basta para explicarlo todo, podemos llegara pensar «que una psicosis infantil es un proceso autogenerado, como si fuera posible psicotizarse por puro devenir del imaginar. En la clinica, la repeticidn de este simplismonos hace girar en vano, constrefiidos porestrechez epistemologica atratar de producir mutaciones en el mundo interno de un paciente, excluyendo la consideracién de los discursos que circulan en Ia familia sobre un nifio, a quién viene a sustituir, qué sitios hereda, etc.; tantas dimensiones marginadas del andlisis no pueden dejarde ocasionar impasses. Tiene el efectocontrario, el inverso simétrico del que toma la prehistoria como tinico factor causal, despoja de su peso a la vida imaginaria, y s6lo asignavalrimerésatodo loque vamisali del chico atado Jo que est relacionado con las funciones y los mitos familia **pin el aniliss con nits, uno de los aspectos mas dificul- tosos, enel sentido en que genera masresistencia enel analista particularmente en los primeros tiempos, es lo referente a los padres. Es comin encontrar en un terapeuta, por lo dems habil en su trabajo, evitar al maximo el contactocon aquéllos, incluirlos lo menos posible, lo cual no deja de acarrear serios jinconvenientes, segtin la ley de que lo que no se introduce de 32 derecho retorna a Ia larga a la corta bajo la forma de. acting out. Si no tomamos en cuenta el discurso de los padres, sus tansferencias frecuentemente malognan tratamientos que en otro plano andaban bien Nunca es salteable, mas alld de los protocolos tecnobu- rocriticos, escuchar y obrar conforme a lo especifico de cada situacisn, Siendo sensible alas condiciones particulares, pron- tose aprendea establecerla diferencia entre la transferencia en esos padres con suficiente deseo puesto en investir como ser separable al hijo —lo que determina que toleren la situacion analitica sin que haya que ocuparse mayormente de ellos — y aquellos (sobre todo cuando estudiamos problemdticas més alldde las neurosis) en que esta capacidad casi noexiste, donde historia y prehistoria abundan en destructividad, en deseos que tienen que ver con la muerte, con el fracaso y con la locura, Aqui no se puede dejar alos padres de lado; es tan importante trabajar con el chico como con ellos y apostar a la produccién de algiin efecto analitico en el discurso familiar. No hay una regla fija para estas cosas. Puede ser que en algdn momento sea conveniente, por ejemplo, ineorporar una entrevista con los padres, pero esto hay que decidirlo en cada caso; otras veces, durante un cierto perfodo las entrevista con Jos padres se pueden desarrollar paralelamente a las sesiones con el chico; aun en no pocas ocasiones los padres se incluyen en la sesiGn. Es decir, no existe unareceta técnica, ysihay algo que especifica a la clinica psicoanalitica, es la agudizacién de Jo diferencial en cada caso. Lo dificil es justamente mantener esta flexibilidad, lo cual no vale como salvoconducto para intervenirde modo antojadizo, sin respeto por la sobredetermi- nacién. Sea lo que sea, nada hay peor que aquella exclusion a Priori, porque es una comprobacién de hierro en psicoandlisis ue lo que tratamos de sacarnos de encima acaba por aplastar- nos, con tratamiento, dogma y todo. A su vez, si los padres piden una entrevista y el analista est muy pegadoa una cartilla dc estipulaciones, piensa que no bien se la solicitan autométi- camente él debe otorgarla, porque asf se lo enseiiaron, y no reflexiona que, a veces, ciertas demandas de los padres estn relacionadas conel deseo de vigilar, interferir, irrampir enalgo 3 — ado. La asistencia inoportuna one ‘acie cid incremet ‘acierta retraccién, un i .¢ puede dar lugar a cie sunlncreneatt a cid +] material as Ja interrupcién del ando. jesconfianza que des palabra ein’ ane sunscreen enc sarmearecetas y procedimientos prefabricados: todo 80 1 debe desconfiar de su sagacidad en cuanto & fentrampamiento. Bachelard y su de su hijo que es priv Lacan 0 Winnicott la Hamado a una “vigilancia’ enitica encuentran aqui su vigencia plet 2. (DONDE VIVEN Los Nios? La pregunta acerca de qué es un nifio en psicoanilisis desemboca en una serie de cuestiones. Particularmente nos detuvimos en la importancia de lo que llamamos prehistoria 0, €n otros términos, importancia del mito familiar. Es preciso aclarar que a partir de aqui, modificamos y ampliamos nues- tras preguntas clinicas, tomando en cuenta las mas bésicas que sirven para situar a un paciente, De esta manera cambia toda la perspectiva de lo que podriamos llamar un diagnéstico cn psicoandlisis, que es alyomuy distinto de loque podria ser, por ejemplo, el diagnéstico para un criterio psiquistrico 0 psicol6gico tradicional, Para empezar a situar al nifio que nos traen y a To que lo rodea’, no procedemos, como tradicionalmente se hacta, are- alizar un inventario de sfntomas, que se conoce como semio- logia. No es que despreciemos hacer un buen rastreo, una buena descripcién del campo y localizar lo que puede llamar- se sintoma, sino que eso solo, para nosotros, a partir del mito familiar, del peso del mito familiar, nos resulta insuficiente. Allidonde otro preguntarfa: ;qué tiene el chico?, y siendo larespuesta: ‘no va bien en la escuela’, ‘se hace pis encima’, ‘sufre terrores noctumos’, y luego procederia a realizar el inventario de todo, nosotros introducimos otras preguntas, por ejemplo, una de las fundamentales bien podria ser: {donde vive este chico? Esta no es una pregunta facil de contestar. Es un criterio importante determinar si un pequefio sigue viviendo atin en el 35 cuerpo de la madre o si ha empezado a vivir en otro tipo de territorio, en otro tipo de espacio. ‘Ora pregunta que nos hacemos es: qué representa este chico para el deseo de los padres? Otra forma de preguntarlo, desde este punto de vista, es para qué se lo desea. La formu Jacidn binaria (ser deseado/no ser desendo) admite mejorta: un ser humano de hecho es deseado para los mis diversos usos ¥ esto cubre una gama asaz.variada y variable, desde las posibi- lidades de productividad que se le brinden @ alguien en su desarrollo, hasta propiciarle la psicosis o I muerte. Entonces ésta también es una cuesti6n nada facil de precisar y muy importante de situar. Una pregunta complementaria al Tespecto es en cuanto al lugar que se le asigna aun chico enel mito familiar. ‘Autoplagiindome 0 autocitindome, diria un poco mas cerea de lo que entendemos por mito familiar, que se puede caracterizarlo por lo que un nifio respira alli donde estd colocado; mito familiar entonces homologable en su funcisn alaire, al oxigeno, homolog(a que apunta més alo isomérfico {ue a lo meramente andlogo. Lo que se respira en un lugar a través de una serie de practicas cotidianas que incluyen actos, dichos, ideologemas, normas educativas, regulaciones del cuerpo, que forman un conjunto donde est presente el mito familiar. Para tomar un ejemplo, cuando uno le dice auna nifia “Bs feo que una nena haga eso’, no hace mas que poner en acci6n el mito familiar, un trozo de ese mito que en este caso concierne a la diferencia sexual. ‘Lo importante es entender que el mito familiar no es ficilmente visualizable; no hemos de esperar ‘verlo” desple- garse ante nosotros como una unidad acabada, congruente, lista para ser examinada, En la préetica—y hace un poco al saber de nuestra tarea y al saber de nuestro trabajo—, el mito familiar hay que sonsacarlo y deducirlo; suele pasar cierto tiempo antes que se filtre algo que reconozcamos como parte de él. A veces escuchamos frases, trozos mas o menos escl recedores, El ejemplo del capitulo anterior, en el cual la madre decta ‘este chico se queda donde yo lo pongo’ pone de entrada sobre Ia mesa algo del orden mitico, constituye una trigica 36 4 definicién de lo que que es un nifio en esa : permanece inmévil alli donde lo ponen, ame neon cuensas muy particule para ee nino en especia Pero, por lo genera areglaes que el mito familiares andlisis lo extraemos de a tr0z0s. No basta con las primeras Salrevistas Jo sumo éstas nos permiten situar algunos de i aspects ysintonizar algo de su tendencia dominante. En cambio, € un concepto que alter profundarent la concep a de las entrevistas iniciales o ° misty is “S$ 0 preliminares: ya es ae de Procurarse informaciones como la de mee ane a emperd a caminare nfo, qué edad le salieron 3s primeros dientes. Este tipo de datos so te on latos slo nos interesaré 2 gnifiados en. un contexto mucho mis amplio, Es muy nar el tratamiento de un nifio— pers Cer io—personalmente lo fa—, mds aun, pronunciarse por si es necesari © No Su tratamiento sin tener un 6 mada des i ‘4 noci6n aproximada de I asgos principales del mito familiar en donde ese niiio ond Posicionado y «dno, Considero muy importante que sede goa finalidad las entrevistas preliminares. He aqui un Clemo punta, muy equemsico, muy tendencos ene sentido que lo he extraido muy al través. Lo quel ravés. Los padres de nitio dieses alos consultan, un poco a in: arbias del pedates gue dice que es hiperkinético; ademds, en la escuela se Inve ae v0 El eentro de gravedad de la entrevista se “spla go al estado de conflicto perm: anente y nuclea entre los miembros de | : 1 incluso la pareja parental la cual califica la transferencia cc ames s ia conmigo, porque casi lo , : . asi lo primero que coe que: aa consultar y el otro no, uno consic ca chico est ‘diez puntos" y el . std que y el otro que el chico esté cargo de problemas. De ahf, es muy importante més . npilar una serie de datos, localiza ste mpilar He datos, ar un elemento. Este hijo es concede desputs de una separa ytestinonia a ioe ciliacién de los padres. Ya dur 5 ; : ante el embarazo arepienten de ambas decisones: la de recone yl ae tener sno de esos casos, nada infrecuentes, en donde un ito a sido destino ni una pareja que anal , por , un gran fracaso, Este nivel conciern fami nde, aun je al mito Famili ims que a la historia a secas; nadie nos dice “estamos eno- 37

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