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Ensayo Del Concurso 2022 (Viaje Cultural)
Ensayo Del Concurso 2022 (Viaje Cultural)
Es triste no poder tener cerca las personas que amas. Son cinco años que
llevo en la tierra natal de mi madre, Perú, que solo conocí a través de viejas
fotografías, maltratadas por las peripecias que atravesó esta inmigrante peruana en
su viaje hasta Venezuela. Yo nací en Caracas (Venezuela), mis raíces y mi infancia
están allá. En ese país que ahora veo lejano está gran parte de mi familia por parte
de mi padre.
Por eso en este ensayo se pretende demostrar la idea de que las obras de
Arguedas constituyen una muestra de la realidad peruana, en la que un extranjero,
un inmigrante o un peruano, logran conocer las costumbres, tradiciones, lengua
ancestral y diversos aspectos de la problemática social peruana.
Por tal razón, Yawar fiesta, es considerada la primera novela indigenista que
muestra el sincretismo social que se vive en la sierra peruana. “Esta obra no tiene
una visión estereotipada y dualista simple, pues aquí aparecen diversos sectores
sociales, con muy variadas actitudes”. (Cantor, 1996, p. 24) Así se presentan
“indios” que se han apropiado del español para ser oídos, “blancos” que se han
apropiado del quechua para ser obedecidos. Además, se narra con un “español
mestizo”, para ser neutral. En otras palabras, la novela nos presenta el transcurrir
cotidiano del mundo andino y la importancia del quechua por su valor ancestral,
cabe resaltar que, la traducción al español de ciertos términos quechuas, limita su
significado. Respecto a esto, Zarate (2014) dice: “el quechua al igual que muchas
lenguas indígenas dispone de un riquísimo léxico en el campo de las relaciones
familiares, sentimientos religiosos y fenómenos naturales y no tiene comparación
con otras lenguas”. (p. 1)
En todas las esquinas y en las plazas, los dansak’s de K’ollana eran dueños.
No había hombre para el Tankayllu y para el taita «Untu» de K’ollana. Tankayllu
salía a bailar con Nicanor Rojas de arpista y Jacinto Pedraza de violinista. Su
pantalón y su chaleco, espejo y cintura dorada, piñes de todos los colores; sobre la
gran montera llevaba un cuerpo de gavilán, con el pico por delante; sus tijeras de
acero se oían a tres cuadras. Cuando Tankayllu salía a bailar, se juntaba la gente
de los cuatro ayllus; y cuando entraba al jirón Bolívar, tocando sus tijeras, las niñas
y los mistis salían a los balcones. —¡Es un artista este indio! —decían. (Arguedas,
Yawar fiestas, 2011, p. 36)
Como pudimos apreciar, Arguedas presenta este acto con tal detalle, que
sobrecarga el espíritu de cualquier persona. Los estudiosos de su obra afirman que
este tipo de sacrificio es digno de un indígena de la sierra andina, pues su coraje y
ferviente devoción a sus creencias quedan marcadas en una ceremonia. Antonio
Cornejo Polar (1958) afirma que Yawar fiesta es: “La narración del triunfo de este
pueblo en su decisión de conservar su idiosincrasia cultural y ciertos aspectos de
su organización social”. (como se citó en Arguedas, 1968, p.6) Por último, aunque
la novela utiliza el castellano para narrar los sucesos comunes de situaciones
andinas, podemos “notar que el quechua todavía prevalece, ya que los episodios
narrativos están unificados por varios núcleos de expresiones quechuas” (Harrison,
1983, p. 120)
Ernesto en la obra, Los ríos profundos, no nos deja olvidar que el pobre tiene
pocas esperanzas de vencer a la muerte, si se enferma solo tiene algunas
herramientas arcaicas para sobrevivir y luego una fe mestiza que le hace esperar la
muerte entre rezos y llantos. Por eso se afirma que Arguedas, direcciona una crítica
hacia las autoridades sociales y de sanidad, pues no protegen la vida y salud de las
personas de los pueblos andinos. Esto se presenta en el siguiente fragmento:
Junto al fogón de la choza, una chica como de doce años, hurgaba con una
aguja larga en el cuerpo de otra niña más pequeña; le hurgaba en la nalga. La niña
pataleaba sin llorar; tenía el cuerpo desnudo. Ambas estaban muy cerca del fogón.
La mayor levantó la aguja hacia la luz. Miré fuerte, y pude ver en la punta de la aguja
un nido de piques, un nido grande, quizá un cúmulo. Ella se hizo a un lado para
arrojar al fuego el cúmulo de nidos. Vi entonces el ano de la niña, y su sexo
pequeñito, cubierto de bolsas blancas, de granos enormes de piques; las bolsas
blancas colgaban como en el trasero de los chanchos, de los más asquerosos y
abandonados de ese valle meloso. (Arguedas, Los ríos profundos, 2001, p.295)