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Ars narrativa"! En mi caso se trata menos de un arte de la narra que de un arte a secas, Nunca me importé relatary en general hacer nada que espere el lector; mis libn son novelas por accidente; aproveché el azar hist6 (ealvo que este no es un azar accidental) de que nuestro tiempo la palabra “novela” es un passepa que lo cubre casi todo. Mi ideal son libros La temporada en el infierno, los Cantos de Maldoror, Divina comedia o el Libro de la almohada, a todos cuales no tenemos inconvenientes en rotular “n las” hoy en dia. Mi modo de vivir y de escribir se ha ajus siempre a ese denigrado procedimiento de la “h hacia adelante”. Eso es una fatalidad de caricter, a que me resigné hace mucho, y sucede que en la vela encontré su medio perfecto. Con la novela, de que se trata, cuando uno no se propone mera 10-72. Caracas. 41. Criterion, n? 8, enero de 1994, pp. 7! . lefda durante la IT Bienal de Literatura “Mariano Picén Salas", Méi septiembre de 1993. producir novelas como todas las novelas, es de seguir escribiendo, de que no se acabe en la segunda pagina, © en la tercera, lo que tenemos que escribir. Descubri que si uno hace las cosas bien, todo pue- de terminarse demasiado pronto; al menos pueden terminarse las ganas de seguir, el motivo o estimulo valido, dejando en su lugar una inercia mecénica. De modo que haciéndolo no tan bien (0 mejor: hacién- dolo mal) quedaba una raz6n genuina para seguir adelante: justificar 0 redimir con lo que escribo hoy lo que escribi ayer. Hacer un capitulo dos que sea la raz6n de ser de las flaquezas del capitulo uno, y dejar que las del capfculo dos las arregle el tres... Mi estilo de “huida hacia adelante”, mi pereza, mi pro- crastinacién, me hacen preferible este método al de volver atris y corregir; he legado a no corregir nada, a dejar todo tal como sale, a la completa improvisa- cién definitiva. Mas que eso: encontré en este pro- cedimiento el modo de escribir novelas, novelas que avanzan en espiral, volviendo atris sin volver, avan- zando siempre, identificadas con un tiempo orgéni- co... Novelas bidnicas, mutantes... No creo haberme apartado mucho de la esencia de la novela, género autojustificatorio por excelencia. El método admite una acentuacién extremista, y por supuesto que me precipité por ese rumbo. Si las flaquezas del capitulo luno son graves, si son de veras aberrantes, la exten- sion que habré que cubrir en el capitulo dos para re dimirlas sera muy grande, se abrir a lo sideral; todo surrealismo es poco; y los disparates en que habri que incurrir para hacerlo obligaran a un capitulo tres de mutaciones ya insospechadas, a una expansion de 17 ee las fronteras imaginativas més alli de nuestras! mi- serables capacidades. Directamente empieza a pare cerse a la realidad. ¥ lo mejor es que después vendré el capitulo cuatro... La exaltacion a que da lugar el procedimiento hace parecer melancélica en compa- raci6n la prudencia de escribir bien, razonablemente, con una cautela que desde esta perspectiva podemos ver como estéril y en titima instancia mortifera, por lo inadecuada a la economia temporal de los seres vivos, buena solo para los objetos. De todos modos, la novela es un género literario entre otros, y tomirselo muy en serio puede ser gra~ ve para la libertad constitutiva de nuestro oficio, la libertad que hace al éscritor. Ante cualquier amenaza, ala libertad, la estrategia favorita del que huye hacia adelante es la renuncia, el abandono. ¥ no solo de él; abandonar suele ser lo mas eficaz cuando se trata de seguir viviendo, y el artista casi siempre lo es del arte de sobrevivir: su: momento mis caracteristico s el de haber sobrevivido para poder contar lo que pas6. Yo diria que los géneros no tienen més funcién, para cl escritor, que darle algo concreto que abando= nar. La sed de abandono del escritor, ese movimiento que es su vida, se acelera con los abandonos, iy qué hay mas prictico y ficil de abandonat que un géne= ro? Para eso estén. Comportan un abandono porti= til, indoloro. Emprendemos el trabajo de un género, la novela, el teatro, la poesia, el ensayo, con la sola idea de abandonarlo. Y lo emprendemos con entu= siasmo y esperanza, le dedicamos nuestros mejores, aiios, porque se trata de construir la plataforma de lanzamiento de un abandono, Este entusiasmo pa- 178 rad6jico es necesario porque lamentablemente no se puede abandonar lo que no se tiene; no se abando- na la nada, Trabajamos para darle peso al abando- no, Ahora bien, cuando se han abandonado todos los géneros, uno tras otro, se hace més dificil seguir avanzando. Es una listima que sean tan pocos, Em- prendedores, nos lanzamos a la invenci6n de géneros nuevos; al fin se agota nuestra imaginacién, y em- pezamos a buscar unidades mayores que abandonar. Por lo general en este punto uno se muere, con lo que el problema cesa. zAbandonar la literatura? A. veces se llega a eso también, pero como un suefio imprictico, ya fuera de la vida. En este punto, advierto que me hago una violen- cia restrictiva al limitarme a la literatura, Los mo- delos que yo quise emular cuando empecé a escribir eran obras como El gran vidrio de Duchamp, el Pierrot Lunaire de Schénberg, las peliculas de Godard. No se trat6 en tealidad de literatura, salvo para hacerme entender. Era el suefio de un arte general, un arte de Ja inveneién. Mi formato fue siempre el libro, por simplificaci6n, por fatalidad, a la larga por convic- cién. Eso ya'no va a cambiar, En el libro encontré el soporte magico, el objeto que podia ser todos los ob- Jetos, sin ser ninguno, sin ceder a la légica deprimen- te del objeto. ¥ no el libro sofiado, el libro ideal, pla- ténico, sino el impreso, real, publicado, no importa dénde ni cémo ni con qué fortuna (eso siempre me tuvo sin cuidado, al contrario, siempre preferi el li- bro mis bien secreto). Creo que esa fire mi vocacién, Jo que me gusté hacer, y quizis lo que hice: publicar —— —— 7 —__ oe libros. Lo demés es secundario, por ejemplo escribir los. El proceso esté bien resumido en el lema de mi maestro: “Primero publicar, después escribir”. Ha- cerlo al revés, primero escribir, después publicar, es lo deprimente, porque entonces el libro se desprende de uno, como un producto se desprende de su pro= ductor, al que no le queda més que volverse tonto, envejecer y morirse. Con alguna ingratitud, he dicho y repetido que ‘no me importan los libros, que los considero apenas tun mal necesario en nuestro oficio. Quizis exage- ro, pero la idea es que los libros, por lo menos los mios, no sean tomados como objetos corrientes, de los que circulan en el mercado de los objetos, conde nandome a mi al pasado en el que se supone que los escribi. Me espanta que me juzguen por mis libros, Me siento vagamente insultado, siento el riesgo de una mutilacién, ciando alguien se toma en serio un libro mio. Querria prevenirlo contra ese error, y no encuentro otro modo de hacerlo que publicando un libro més. Preferirfa que vieran en mi un procedimiento, como lo veo en mi amado Raymond Roussel. No es tan facil, porla naturaleza contradictoria o anacréni- ca del procedimiento, que siempre es péstumo, una especie de testamento, como fue en Roussel. ¥ lo que yo busco es un modo de seguir viviendo. No me refiero a nada metafisico al hablar de pro= cedimiento, ni empleo una definicién personal de la palabra. Es el procedimiento tal como lo entienden todos, incluida la mala fama que se le ha hecho, de tuna especie de burocracia artistica, una serie de pa- S08 que se realizan ciegamente, porque asi lo indica el reglamento, Su operador se limita a hacerlo fun. Cionar, sin poner nada extra. Pero ese “extra” no es sino una suma difusa de la inspiracién, el talento, los sentimientos, los recuerdos, las opiniones, es decir ‘oda la panoplia psicol6gica. Toda la pesadilla del yo, de la que trato de despertarme. Se acusa al procedimiento de ser una renuncia a la libertad. Yo creo mas bien que es el uso de la libertad en el momento en que sirve: antes de escribir, en el momento de inventar el procedimiento. Desde esta Perspectiva, podria decir que el artista que no adopta hingéin procedimiento, que sigue solo los dictados de su inspiracién o su talento, esté gozando de un si. mulacro de libertad, y en realidad es un esclavo oun robot, atado de pies y:manos, dominiado, teleguia- do, por entidades tan sospechosas (por misteriosas y oscuras) como la inspiracién o el talento. El proce- dimiento es por definicién claro, transparente: si lo obedecemos, sabemos a qué estamos obedeciendo, En cambio si obedecemos al talento, por ejemplo, 0 sabemos a quién estamos obedeciendo, y- quizés estamos siendo ultracondicionados por determina- iones inconscientes 0 sociales. El procedimiento es la creacién de un juego personal de condicionamien. tos, analégicos, alegoricos, lo que sea; como maqueta © miniatura de la sociedad o el universo. El procedimiento definitivo seria el que permi- tera hacer arte automiticamente, dindole la espalda al talento, Ia inspiraci6n, las intenciones, los recuer_ dos; en una palabra, a todo el siniestro bazar psicol6 gico burgués. Es la salida, al fin, de la individualidad. = 180 — — 181 Lo que hace posible que el arte sea hecho por todos, no por uno. Lo que resulta del procedimiento no seri nunca un objeto-mercancia, porque, si sale realmente car= gado de procedimiento, llevando en si el manual de instrucciones de su propia generaci6n, quien se en= frente a esas obras de arte podra desarmarlas y vol- verlas a armar, se identificard con el creador (que deja de ser una unidad biogrifica) y el arte “seri hecho por todos”. El procedimiento es la forma que toma en noso- tros el destino, y todo el sentido del combate est en evitar que nuestro destino sea individual. Yo busqué las armas en Leibniz, y terminé encontrindolas en el marxismo. Es otra vez la huida hacia adelante; no retroceder del conocimiento, sino avanzar hasta el dogmatismo; no volver la espalda al yo, sino hundir= se en el narcisismo més patético; no abandonar la ra- zén sino acentuarla hasta donde empieza a hacernds reir. Salir por adelante. ¥ salir es dar el salto, caer en medio de la realidad, vuelto real, como los sapos de Marianne Moore, “sapos reales en jardines imagina- trios”. Yo diria: “liebres reales en pampas imagina- ras”, liebres que se echan a correr. Ahi hay algo que hacer, una tarea préctica al fin, inclusive realizable, Caer en la realidad para hacer posible el presente in= finito o la libertad. Sobre una novela de Tanizaki? Se trata de un cuarteto, formado a partir del ena- moramiento apasionado de dos mujeres; Sonoko es casada, Mitsuko tiene un prometido. La primera engafia a su marido con la joven, esta la engaiia a ella con su prometido, el prometido a su vez entra en negociaciones contractuales secretas con la mu- Jer casada y con el marido, el cual termina enamo- rindose de Ja joven. Una vez cerrado el circulo, no queda salida, y los cuatro se disponen a morir, 0 por Jo menos a perder el honor o la razén, Se diria que el diagrama es el de una esvistica: con un poco de imaginacién, la torsién de los brazos de la cruz po- dria representar el cambio de idea o la traicién, A mitad del trayecto de cada personaje hay un giro: 0 bien sus intenciones provocan un efecto inesperado, © bien las circunstancias obligan a tomar un camino ‘transversal, El retorcimiento y la inclinacién violenta son por lo demas connaturales a Tanizaki, La novela se llama Manji, que en japonés quiere decir “esvis- $2, Tokenoma. Thdciony Herta, n° 2, primavera de 1994, pp. 63-68. Buenos Aires. La ola que lee Articulos y resefias (1981-2010) CESAR AIRA Edicién y prélogo de Maria Belén Riveiro LITERATURA RANDOM HOUSE

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