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© - LAS TASAS Y ORDENANZAS © SOBRE EL, _ “TRABAJO DE LOS INDIOS EN CHILE ; POR JULIO HEISE GONZALEZ (Continuacién) VIL—DON LOPE DE ULLOA Y LEMOS Y LA ABOLICION DEL SERVICIO PERSONAL via, envolvia una doble reforma: la gue- rra defensiva propiamente tal que dice relacién con los indios de guerra y la abo- licién del servicio personal obligatorio’ a que esta- ban sometidos los indios de paz, que es la que mas directamente nos interesa para el estudio que ha- cemos en la presente memoria. La abolicién del servicio personal fué en un principio desatendida. Desde la instalacién de la Real Audiencia en Santiago no se habian vuelto a ocupar de este asunto las autoridades espaiiolas. Todas las actividades del gobernador y del padre Visitador—titulo que trafa el padre Luis de Valdi- via para ejecutar estas reformas—se concentraron en un principio en la ejecucién de la primera de estas reformas, esto es, en la suspensién de las hos- ‘tilidades y en el esfuerzo por someter a los arauca- nos por medio de la predicacién religiosa. Sélo el Dd’ que el proyecto del. padre Valdi- 972. JULIO HEISE GONZSLEZ afio 1618 el gobierno de don Lope de Ulloa y Lemos - hace un’esfuerzo decisivo para terminar, con el ger- / vicio personal. Pero muy luego se dié cuenta el go- bernador de las inmensas difieultades que debia ‘veneer para llegar a implantar la nueva. reforma. «No hay ocho personas en todo el reino que me ayu- den a lilo» eseribia el gobernador al Rey el afio 1618. En realidad esta reforma era tan impracti- cable como la misma guerra defensive. Ya hemos visto sus inconvenientes. A més de dejar a los en- comenderos sin trabajadores para sus campos y sus industrias tenia el inconveniente de no ser adaptable a la situacién social del indigena. Este -se encontraba absolutamente incapacitade para comprender esta reforma, no podia apreciar las ventajas que le traerfa y aunque las apreciara—lo que no sucedia—su estado social, sus costumbres y su carécter, le impedia cumplir la reforma, porque ésta sipone un trabajo libre, regularmente orga- nizado, que permita reunir el dinero necesario para pagar el tributo que vendria a reemplazar al ser- _ vielo personal obligatorio. El mismo gohernador Ulloa y Lemos se dié cuenta de esto y apenas thabia decretado la orde- nanza que suprime tel servicio personal convirtién- dolo en una contribucién en dinero que el indio de- bia pagar al encomendero concedid apelacién de su resolucién ante el -virrey del Perti y ante el Rey de Espafia; aplazando al mismo tiempo el cumplimien- to de la ordenanza. : Poco mas tarde y viendo talvez que el servicio personal era indispensable si se queria disponer de trabajadores, propuso al rey para salvar ‘esta di- . BL TRABAJO DE LOS INDIOS EN CHILE * 973 ficultad, el envio de 1,000 esclavos negiros que reem- plazarian a los indios de servicio. ‘En Ja corte nadie conocia la verdadera situacién del indigena ghileno, nadie sabfa lo indispensable que era el mantenimiento del servicio personal obligatorio, si se querian mantener las pocas in- dustrias coloniales. Todos crefan en Madrid que aboliendo el servicio personal terminarian todos los males incluso el de la guerra, ewya causa prin- cipal era el maltrato que se daba a los indiés de servicio, El Rey no aprobé la conducta del gobernador Ulloa y en términos perentorios le pide que se cum- plan las érdenes dadas por el monarca en carta fe- - chada el veinticinco de Julio de 1620. En esa carta se lee lo siguiente: «El Rey. Don Lope de Ulloa ¥ Lemus, mi gobernador y capitan general de las pro- *vincias de Chile, y presidente de mi Audiencia Real que en ellas reside. He sido informado que, habien- do levado orden de mi virrey del Pert para qui- tar el servicio personal a los indios y entablar la tasa, no lo habéis puesto hasta ahora en ejecucién ; y porque ésta es la cosa més substancial de vues- tro gobierno, y que tanto importa paracla pacifi- ecacién de esas provincias y que los indios de ellas estén sujetos, mando que ejecutéis lo que esté or- _ denado precisa y puntualmente, pues siendo éste el fundamento sobre que carga la esperanza de los buenos efectos, si no se comienza por eHa, serd im- posible que se consiga. Fecha en Madrid a 25 de _ Julio de 1620 afios. Yo el Rey.—~Por mandado del Rey vuestro sefior, Pedro de Ledesmay. (1) (1) Miguel Luis Amundtegui, «Los precursores de la In- - dependeneia de Chiles. Tomo Il. pag. 175. Anales 1929-Tercer Trimestre—8 OT4 JULIO HEISE GONZALEZ Y pow una Real Orden que lleva la misma fecha de esta carta prohibia la transferencia y venta de les eneomiendas de indios bajo severas penas. Sin embargo, Ulloa y Lemos no pudo dar cum- plimiento a estas érdenes terminantes. Todos sus esfuerzos se estrellaban contra los intereses de los encomenderos. Y viendo la imposibilidad de poner en prdctica la tasa que deeretaba la abclicién del servicio personal, propoue al Rey—como lo habia hecho el capitin Gonzélez de Najera en su obra_ «Desdén y Repavo de la Guerra de Chile» y el agustino Bascones—traer a nuestro pais, por cuen- ta de la corona, 1,000 negros esclavos; pero la si- tuacién del tesoro real, no permitiéd adoptar esta medida. (1) : : . Al sucesor de Ulloa y Lemos, don Gristébal de la Gerda, le tocéd pregonar, en Febrero de 1621 la ordenanza que suprime el servicio personal, y que’ lleva el nombre de «asa de Esquilachey. Esta ordenanza consta de 78 articulos que re- glamenta minuciosamente todas las relaciones en- tre los indios y sus encomenderos. Este eddigo fué redactado por el Padre Valdivia y el virrey de Lima principe de Esquilache, quien la envid al gobernador Ulloa, para que la pusiera en practica. Fi servicio personal se suprimia totalmente én esta ordenanza. Parva el efecto de determinar el tribu- to pecuniario, a que estaban obligados los indios se dividian éstos en tres categorfas atiendiendo a sus riquezas. (1) Creseente Errazuriz, «Continuacién de los Seis Afios de Historia de Chiles. EL TRABAJO DE LOS INDIOS BN CHILE 975 Los indies que vivian en el norte de nuestro pais entre el Copiapé y el Bio- -Bio, esto es en la region pacificada, que se consideraba la més rica, debian pagar ocho pesos y medio de tributo al afio: de los cuales seis correspondian al encomenderd y me- dio al cura, medio al protector de indigenas y ‘el otro medio al corregidor. La segunda categoria la formaban los indios de Ja provincia de Cuyo, que sélo pagarian ocho pe- sos; cinco y medio para el encomendero y el res- to se distribuia igual como entre Jos indios de San- tiago. La tercera categoria la formaban los indios de Chiloé que, como mas pobres y miserables, paga- ban sdlo siete pesos y dos reales distribuidos de la siguiente manera: cinco y medio para el encomen- dero, un peso para el cura y dos reales para el pro- tector de indigenas. Los jornales, para las labores agrfcolas,—-el tra- bajo en las minas estaba expresamente prohibido por la ordenanza—los reglamenta esta tasa sobre la base de la divisién en, tres categorias, en que, para, el efecto del pago de los tributos, se habian dividi- do a los indios, «Fl jornal diario para-los natura-- les de la Serena, Santiago, Chillan y Concepeién seria de real y medio, con mAs la comida; para los de Mendoza, San Juan y San Luis, de real y cuar- tillo y la comida, y para los de Chiloé, de real + cuartillo, pero sin comida, en atencién a la pobre- “na de esta comarca». (1) (1) Domingo Amunategui. «Las Encomiendas de Indige- nas en Chiles. Tomo L pag. 415. 976 SUIO HEISE GONZALES Para el caso de que el indio no pudiese. pagar su tributo, establece y veglamenta la ordenanza el -trabajo pagado a que era permitido someter al indigena en este. caso. - : . El tributo pecuniario, o la tasa de tributo, se- gin la expresién técnica que se usaba en aquella época,—volvemos a repetirlo—era una reforma ab- solutamente impracticable. Ofrecia tantas o qui- zis mayores dificultades que la misma guerra de- fensiva. Para los encomenderos cumplir esta reforma sig- nificaba su-ruina y con élla la ruina de las pocas actividades industriales, agricolas y mineras de la colonia; porque los indios—tmnicos trabajadores de _ que disponia el encomendero—tan pronto como se veian libres volvian a su primitiva vida de salva- jismo y ociosidad, De ahi que en la practica no se pudiese aplicar esta ordenanza, a pesar del empefio que ponia en ello el gohernador. Jaa misma ordenanza, en virtud de una de sus digxposiciones, autorizaba a los encomenderos para someter a trabajo al indigena que no pagaba su tributo. Esta disposicidn—obligando a los indios a trabajar personalmente, en caso de no pagar el tributo—permitiéd que se mantuvieran todos los abusos apoyados en apariencias en la misma ley; y esto nos demuestra, hasta qué punto, el padre Valdivia—autor de esta tasa—habia cambiado su manera de pensar. Lilegé a convencerse este flus- tre jesuita que eva imposible suprimir de una vez por todas el servicio personal, EL TRABAJO DE LOS INDIOS EN CHILE 97 : VIIL—LUIS FERNANDEZ DE CORDOBA Y LA CESA. CION DE LA GUERRA DEFENSIVA No tard6 en reconocerse, que tanto la guerra de- fensiva como la abolicién del servicio personal, en nada mejoraban la situacién de la colonia; sino por ‘el contrario, sdlo contribuyeron a aumentar los pe- ligros y Ja intranquilidad, din ningtim provecho para los espafioles ni para los indios. Los colonos terminaron por convencerse, des- pués de una larga y dolorosa experiencia, euanta desconfianza debian imgpirar las paces que ofire- eian los araucanos, indios desconfiados, implacables enemigos del conquistador, que empleaban toda su astucia, toda su admirable tenacidad, en mantener una porfiada resistencia; haciendo victimas a los espafioles de las més horribles traiciones. Elicura es un ejemplo, Con la abolicién del servicio personal pasaba otro tanto. Los mismos defensores de este sistema, empezaron a reconocer el ningtin provecho que le “reportaba al indigena y los efectos ruinosos’ qué ejercia sobte las actividades indusiriales, El gobernador Luis Fernandez de Cérdoba, nom- brado por su tio el virrey del Pert para suceder a Osores de Ulloa, antes de llegar a nuestro pais se habfa impuesto de los resultados negativos de la guerra defensiva y a poco de hacerse cargo del mando, el 25 de Enero de 1626, proclama en San- tiago la cesacién de la guerra defensiva (1) y eon (1) Solérzano Pereira, «La politica’ indiana» —Viendo, : dice Solérzano, por la experiencia de més de diez aiios frus- 978 dul wHIsE GONZALEZ ella, el restablecimiento de la real cédula del 26 de Mayo de 1608, que autorizaba a los espafioles para reducir a eselavitud a los indios prisioneros en la guerra. Iista medida. excité la actividad militar de los espafioles y se presté a los abusos més escanda- losos. La venta de los esclavos resultaha una es- peeulacién provechosa; no sélo se reducian a es- clavitud, a los indios rebeldes, sino también a los pacificos. Se efectuaban verdaderas cacerias de Indios, que eran herradds y genevalmente embar- cados para Lima, donde se obtenfa un mejor pre- cio por ellos. El antecesor de Fernandez, el gobernador Osores de Ulloa, habia ya modificado-—a pesar de la con-* firmacién real—la tasa de Esquilache en favor de los encomenderos; autorizando ef trabajo de los indios en las minas, expresamente probibido en esa. tasa. (1) Decretando Ferndndez de Cérdoba la ce- sacién de la guerra defensiva, derogaba al mismo - tiempo la tasa de Esquilache, redactada, como que- da dicho, por el padre Luis de Valdivia, de acuer- trados sus pensamientos, y que se habian hecho més inso- lentes estos indios con la impunidad, haciéndonos muchos dafios, y matando algunos religiosos compafieros del dicho padre, se volvié a mandar por cédula de 13 de abril de 1625, despachada por e] rey don Felipe TV ‘nuestro sefior, que Dios guarde, precediendo para ello muchas y graves juntas ¥ consultas, que se-les hiciese de nuevo ernda guerra por todas vias y se tomasen por esclavos los que en ella ge pren- diesen y cautivasen, cediendo estos presos y piezas en uti Hdad de los soldados que las ganasen, y que ellos las pudie- sen herrar y vender a su voluntad, en aquel reino y fuera de él». Viéase tomo I, pig. 63. (1) J, T. Medina, «Biblioteca Hispano-Chilena» tomo T. EL TRABAJO DE LOS INDIOS BN CHILE O79 do con el principe de Esquilache y aprobada ex- presamente por Felipe IV. . IX—DON FRANCISCO LAZO DE LA VEGA Y EL SERVICIO PERSONAL DE LOS INDIOS 16 de Abril de 1635 El problema del servicio personal obligatorio, como las guerras de Arauco, parecian eternizarse. .-La primera y mds grande preocupacién de todos tos gobernadores, fueron siempre lag guerras de Arauco y la cuestion del servicio personal. _ Hemos visto en los capitulos anteriores como fracasaron los intentos de numerosos gobernado- “nes para terminar con el servicio personal obliga- torio. Garcia de Mendoza, Franciseo y Pedro de Villagra, Martin Ruiz de Gamboa, Alonso de Ri- vera, Alonso de Sotomayor, etc., intentaron vana- mente reglamentar el servicio personal del indi- -gena. Las ordenanzas generalmente no egaban a dictarse, 0, si'se dictaban, no se cranplian; como oeurrié con la real oédula del 17 de Julio que apro- baba la tasa de Esquilache. La situacién del veino de Chile no cambiaba: el problema del servicio personal parecia insoluble. ~ En vano reclamaban algunos miembros del clero ¥ vanos resultaban los intentos de las autoridades ‘civiles para solucionar esta cuiestién. | En los primeros meses del afio 1634 Hegaba a Chi- je una real cédula firmada por Felipe IV el 14 de 980. JULEO HEISE GONZALES Abril de 1633 en la que—vistos la forma en que habia side desobedecido por Osores de Ulloa—exi- gia el cumplimiento inmediato de las ordenanzas que suprimian el servicio personal. «He tenido par bien ordenar, que luego que esta recibais, trateis de alzar y quitar precisa e inviolablemente el di- cho sérvicio personal en cualyuiera parte y en cualquiera forma que estuviera y se hallare enta- blado en esa provincia, persuadiendo y dando a en- tender a los dichos indios y ericomenderos que esto. jes estd bien y es lo que més les conviene, y dispo- niéndelo con la mayor suavidad que fuere posible. Os juntareis con el Obispo, Oficiales reales, Pre- jJados de las religiones y otras personas entendi- das de esa provincia y platicareis y conferireig en que frutos, cosas y especies se pueden tasar y es- timar cémodamente los tributos de los dichos in- dios que correspondan y equivalgan al interés que justa y legitimamente les pudiere importar el di- “ cho servicio personal, si no excedieren del uso, exaceién y cobranza del y-hecha esta conmmutacidén, hareis que se reparta a cada indio Jo que asi ha de dar y pagar en los dichos frutos, dinero y otras especies, haciendo nuevo padrén de ellos y de la dicha tasa en la forma que se ha referido y que tengan entendido los encomenderos que lo que esto montare y no mas han de pedir, llevar y cobrar de los dichos indios, como se hace en el Peri y Nueva Espafia. ¥ esta tasa la haheis de hacer dentro de seis meses, como esta cédula recibiéredes y poner- - la Inego en ejecucién». (1) (1) Padre Rosales, «Historia General», tomo TI, pag. 114. BL TRABAJO DB LOS INDIOS EN CHIE 981 Jan pronto llegé a Santiago el Gobernador Lazo de la Vega, convoca a reunién a la Real Audiencia, ‘para dar cumplimiento a esta orden terminante del monarea. Extensamente discutié la Real Audien- ‘cia el asunto, después de lo‘eual se Iegé a la re-° daccién de una ordenanza compuesta de 17 ar- ‘ticulos que intentan suprimir el servicio personal y establecer en su lugar un tributo. Reglamenta minuciosamente la manera de pagar este tributo, que se fijé em diez pesos; que podrian pagarse tam- bién en especies: cebo, animales, trigo, maiz, ete. Reconoce esta ordenanza al indio

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