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ie Langages, marzo de 1995, N° 117 Dominique MAINGUENEAU Université d? Amiens Frédéric COSSUTTA Collage Internacional de Philosophie El andlisis de los discursos constitayentes Este articulo articula con un enfoque sobre cl discurso que estamos claborando desde los aos "70 por caminos complementarios: a partir de una reflexin, por un lado, sobre el anilisis del discurso! y, por el otro, sobre el discurso filas6fico®. A partir de Ia convergencia de estas investigaciones, nos ha parecido necesario proponer, en el intesior de la produccién enunciativa de una sociedad, un estatus especifico para cic tipos de discurso que pretenden un papel, para devirlo répidamente, fundador y que nosotros Iamaremos.constituyente, Delimitar este conjunto es formular la hipétesis de que estos discursos cOfiparten una determinada cantidad de obligaciones en cuanto a sus condiciones de emergencia y funcionamiento. En este articulo, vamos a presentar la problematica de Ia “constiucion”, sin caracterizar en detale los distintos discursos constiuyentes. En el estado actual de rucstras Investigaciones, presentaremos un ‘programa®antes que la sintesis de un conjunto de resultados. Los discursos constituyentes “ Los discursos constituyentes se atribuyen la pretensin.de.fundar y no ser fundados. Esto no significa que todos los otros miitiples tipos de cnunciaciones (las conversaciones, la prensa, los documentos administrativos, etc.) no actien sobre ellos, por el contrario, hay una interaceién continua entre discursos constituyentes ¥ no Constituyentes, ast como entre discursos constityentes. Pero esti en la naturaleza de estos ‘ltimos negar esta interaccién o pretender somctcrla a cierios principios. Los simple vector de.ideas;-representamla instituciéraretdiscurso, al mismo tiempo que le dan forma af egitimarlo (0 destegitimarioerrel universo social-donde-sevinscribent Hay constitucién precisamente en la medida en la que un dispositivo cnunciativo funda, de luna manera performativa, su propia posibilidad, haciendo simulténeamente como si tomara esta legitimidad de un fuente que solamente encarnaria (el Verbo revelado, Ia Razén, la Ley). Hay asi una circularidad constitutiva enire la imagen que da a ver de su propia instauracién y la validaciOn retrospective de una determinada configuracién de redes de comunicacion, de difusion de saberes, de distribucién de la autoridad, de Sr pderac gti, deri mfr gn ena Estriees.epeeu ion ata en tes rogistrs: (Fe Uiscurso'einst — un investir angela ue oT Toce de éste iiltimo el lugar de una representacién de su propia situacién enunciativa; — un investir en un eédigo lingilistico permite, actuando sobre la diversidad imeducible de zonas y de registros de la lengua, producir un efecto preserito que resulta de la conveniencia entre el ejercicio det lenguaje que implica el texio y el tniverso de sentido que despliega; — un investi imaginario da al discurso una voz, que atestigua el espesor de un ceuerpo, que fjaasiel ethos asociado a la escenografiay al e6digo linglistico. Escenografia angBissin deemuncncién no es un simple marco empire, ext constuda como escenografia® a través de la enunciacién. Aqui la grafia es proceso de inscripcion legitimante que traza una curva paradéjica: el discurso implica un enunciador y un ‘coenunciador, un lugar y un momento de enunciacién que valide la instancia misma que permite plantearlos. Desde este punto de vista, a escenografia es, al mismo tiempo, un antes y un después de la obra. Ei Discurso de! método supone una escenografia en la que un sujeto afirma la cexcelencia del “método”, del encadenamiento de razonamientos para un lector del que presupone s6lo una propiedad: estar dotado de “razén”, Esta relacion es inseparable de lun uso de la lengua que esté planteado como transparente al pensamiento. En cuanto ala escenografia de las Cartas provinciales, ésta asocia un enunciador y un lector presentes como personas honradas “neutras”, a través de un uso de Ia lengua también “neutro”, fundado sobre las prictieas lingOlstieas de una élite, garantizadas ademas por la ‘Academia. El texto da testimonio de la excelencia de lo que lo hizo posible, a saber, Ia colaboracién de un ge6metra honrado (Pascal) y teblogos (Arnauld, Nicole). No hay aqui un eélculo retérico, sino la puesta en espacio de un dispositivo enunciativo que forma una unidad con el “contenido” argumeniativo del texto. La figura del “provincial”, el lugar del tercero neutro asignado al lector, aparece como inseparable de aquel del autor. Este aitimo es una conciencia individual soberana, libre de toda sujecién a una comunidad y que toma su legitimidad de su dominio de las reglas de la razin. Por su manera de inscribirse en el espacio de comunicacién, atestigua la cexistencia de esta comunidad ul6pica de personas razonables que desbarata las fronteras, que traza la costumbre. La “extranjeria” del autor Pascal, la del hombre de “razén” que por una preteniacign ms deallada de este concepo, vet Mainguencau (1993: cap. 6) atraviesa la teologa, es también la del personaje de la narraciGn: para eserbir las Cartas rovinciales two que enftentarse, armado solamente de la logica, a una serie de Posicionamientos teolégicos replegados sobre su discurso. El texto eelebra, por otra Parte, esta neutralidad apartada de toda sujeci6n que lo hace posible: [No os temo por mi ni por ningin otro, puesto que no estoy atado a ninguna comunidad, ni a ningin individuo, Segin mi opini6n, todo el erédito que Ud. puede tener es intl No exparo nada del mundo, no temo nade, no estoy avergonzado por nada, no tengo necesidad, por Ia gracia de Dios, ni dela buena voluniad ni de la autoridad de nad Las Cartas provinciales al igual que el Discurso del método construyen su Jegitimidad sobrepasando las fronieras normalmente impartidas a la filosofia o a la teologia. Uno y otro ubican en la posicién de autoridad a las mujeres, a la gente de ‘mundo y no a tos pares. La conelusin del Discurso del método lo muestra claramente: Y si escribo en franoés, que es la lengua de mi pats, antes que en latin, que es ta de mis Preceplores, es porque espero que aquellos que se sirven pura y simplemente de su ‘razén natural juzgarin mejor mis opiniones que aquellos que séio creen en las libros cantiguos.” Desde este punto de vista, Ia abundante correspondencia enire Descartes y la princesa Isabel no es anecdética: al cartearse con una mujer de mundo, el fl6sofo alestigua, de una forma performativa, que su filosofla excede su efrculo tradicional de difusiOn, que su destinatario es todo ser dotado de razén y aplicado al estudio. De la misma manera, la carta de la mujer de mundo al comienzo de la tercera carta provincial atestigua la legitimidad de la escenografia instaurada por el text. No podemos conformarnos, por lo tanto, con hablar de “difusién” de un “contenido” ‘que seria independiente de la escenografia: esta dltima forma parte del posicionamiento, al igual que los “contenidos”. El discurso interviene asi en el mundo que se supone que representa. El Discurso del método sblo parece querer Negar a un piblico mis am pero de esta forma modifica el contenido mismo de la filosofia. Las Cartas provinciales fingen poner al corriente a los hombres de bien de una querella de tedlogos pero, al hacerlo, cambian el estatus del discurso teol6gico. El desplazamiento del debate teolégico hacia una escenografia de tipo racionalista es el indicio de una reconfiguracién del espacio constituyente teol6gico. La jerarquia de la autoridad de los discursos constituyentes bascula: el teblogo se encuentra sometido a la doble jurisdicci6n de la Academia para la lengua y de la Razin para los criterios de veridiccion, Céidigo lingistico Este espacio enunciativo coman, donde el sujeto, libre de todo aparato, instituye una relacién con un coenunciador que es su doble, se une a un cierto uso de la lengua, transparente a los encadenamientos de la razén. Se admite habitualmente que Descartes realizé una innovacién al escribir filosofia “en francés”. De hecho, el Discurso del método no se desarrolla en lo compacto de una lengua, el francés, sino a través de un e6digo lingiistico que se elabora en una interlengua, el espacio de conffontacién de las variedades lingtisticas: variedades S17 Lame”, Oesvres comptes, Seu p. 484 * uae phiosophiques,p. 69. £1 subrayad cs nuestro, “internas” (usos sociales variados, niveles de lengua, dialectos) o variedades “externas” (idiomas “extranjeros”)'*. Distincién, por lo demés, relativa puesto que la separacion entre lengua “extranjera” y “no extranjera” no es algo dado, sino que es asignado por cada posicionamiento: para un filésofo de comienzos del siglo XVII el latin no es una lengua “extranjera”. En esta nocién de “cédigo lingiistico” se asocian Ia acepcién de sistema semidtico que permite la comunicacién y el de cédigo prescrito: et cédigo lingtistico que moviliza el discurso es, en efecto, aquel por medio del cual se pretende que se debe enunciar, el dnico legitimo en consideracién al universo de sentido que instaura. Este e6digo linghistco retroaeciona sobre la interlengua: al darle al francés el estatus de idioma de la filosofia, el discurso de Descartes eontribuye a redistribuir las relaciones de fuerza. ‘Ahora bien, en esta época el francés era el objeto de una estrategia ideolbgica que participa de la misma dindmica que aquella que espera promover el Discurso del ‘método. El trabajo de depuracién que realizan los letrados y la Academia que acaba de ser fundada es paralelo al desarrollo de un discurso sobre la claridad del francés, sobre ‘su supuesia coriformidad con un orden natural del pensamiento, que no es “exterior” al discurso de Descartes. La dinimica luminosa del método cartesiano inviste una lengua ue esté atravesada por la dindmica de una marcha hacia la claridad. Se produce asi un apuniaiamiento recfproco de dos fuerzas. En el Discurso del método, la lengua francesa 8 atrapada en un cédigo lingiistico que la hace acceder a un nuevo esiatus. Cuando, prolongando el pensamiento cartesiano, Amauld y Lancelot consagran en la Gramética general y razonada de Port-Royal la conformidad del francés al orden de la Razin, onen en evidencia esta curva: las obras cartesianas escritas “en francés” liberan categorias que permiten pensar, precisamente, la singularidad de esta lengua francesa y legitimar, oblicuamenie, la enunciacion filos6fica que se asienta en ela Pero lo esencial es la manera en la que se establece en el Discurso del métado la separacién entre el latin y el francés. Lejos de ser un hecho dado, estable y evidente, «sia separacién depende del posicionamiento cartesiano. Existen, en efecto, infiniias rmaneras de “escribir en francés” y no en latin, En Descartes no hay conflicto, tensién entre el latin y el francés. Su sintaxis, de la que se ha remarcado constantemente el cardcter sumamente hipotéctico, manticne una relacién de parasitismo con la del latin clasico. Escribir en francés no ¢s escribir contra el latin, sino despleger la razén en un espacio lingdistico que es, fundamentalmente, indiferente a la diferencia entre francés y latin. En efecto, Descartes no escribe ni en latin ni en francés, si comprendemos por “francés” un idioma que reivindica su identidad al asociar una estructura y una vision del mundo irreductibles. Escribe en el lenguaje que cs andlisis del pensamicnto. Ahora bien, este lenguaje puede desplegarse en cualquier lengua cuya sintaxis se someta al “método”. Con las personas honradas, el francés accede a la universalidad, con los Ietrados lo hace el latin, pero los dos son una manifestacién de un cédigo de ia Razén. Esta reversibilidad euforica entre francés y latin es posible porque la sintaxis del francés escrito se formé en la época del francés medio, a través de la del latin clésico. Se puede ‘reer que se pasa sin solucién de continuidad de una lengua a la otra. Consideremos ahora las Cartas provinciales. Los comentarios tradicionales distinguen en cl texto de Pascal el razonamiento propiamente dicho, que seria el contenido a “pasar”, y el género de discurso, que seria el instrumento al servicio de este contenido (la ficeién del amigo provincial, cl género cpistolar, la ironia mundana). Pero aqui el “medio” tampoco es neutro, Las Cartas provinciales ruestran, por medio de su "Sobre esos concepios de “cbdigo Ingato” y de “nterlengua’, ver Malnguenca (1993: cap. 5). a : j i cemunciacién, la superioridad de la lengua de las personas honradas sobre la “jerga” replegada sobre si misma de los tedlogos. Esta recusacién de la legitimidad de un discurso opaco se apoya sobre una convergencia entte razonamiento geométrico y lengua de las personas honradas que remite al ideal de formacién del juicio que serd definido en la Légica de Port-Royal. En esta concepcién de la lengua como representacién del pensamiento, hay una unidad profunda entre el francés claro, como el ‘que espera promover la Academia, y la lengua de la logica o las mateméticas. Al comicnzo de la tercera carta provincial esté incluida una carta elogiosa de un miembro de la Academia, que plantea el problema en términos de instancia habilitada para resolver quién de la Sorbonne o de la Academia tiene autoridad en materia de sentido de las palabras. La Academia se plantea como tercero neutro, fundada para asegurar la uunivocidad del siock Iéxico de la comunidad, cuyo poder debe ejercerse sobre la totalidad de las zonas de discurso: Quisiera que Ia Sorbonne, que debe tanto a la memoria del Cardenal, reconociera Ia Jjwisdiccin de su Academia francesa, El autor de la carta estaria contento: puesto que ‘en calidad de académico, yo condenaria con todo mi poder este poder préximo que hace tanto ruido para nade." En el Discurso del método, asi como en las Cartas provinciales, el francés de las Personas honradas esté investido de un poder de claridad asociado al rigor de la emostracién matemética, Pero en este texto de Pascal, la descalificacion del latin se confunde con la de diversas jergas que impiden al pensamiento construirse a través de Jas palabras. Las dos obras euentan cl periplo que lleva de la oscurdad a is luz gracias a Ja geomettia, Pascal lo hace oponiendo el hombre de la institucién al hombre honrado que esté provisto solamente de los recursos de la légica, mientras de Descartes desarrolla un diseurso que parece no tener exterior. El franeés latinizado (0 el latin affancesado) de Descartes se instaura en la evidencia de encadenamientos de una sintaxis que, de cierta forma, digiere todas las alteridades lingdfstcas. Por su pare, el razonamiento de Pascal se puede reducir a una deduccin de tipo geométrica, como lo demuestra O, Ducrot'*, pero menos por el encadenamiento de razones que por el interés enel poder de discriminacién del razonamiento. Ethos Un posicionamiento no implica solamente la definicion de una situacién de emunciacién y una determinada relacién con el lenguaje; hay que tener en cuenta igualmente ¢l investir el cuerpo, la adhesin “fisica” a un determinado universo de sentido, 1.as “ideas” se presentan, efectivamente, a través de una forma de decir que es también una forma de ser, asociada a representaciones y normas de “presentacién” del cuerpo en sociedad. Discurso de asignacién de referenciales dltimos, construccién de un lugar enunciativo que da sentido a las précticas de los hombres, los discursos cconstituyentes son portadores de una esquematizacién del cuerpo, incluso si niegan esta dimensién, ‘Tal como puede ser concebido desde una perspective pragmética”, el ethos retbrico compete al decir, al “mostrar”: por la manera misma en la que enuncia, el enunciador se "8 (9TI) Para una reflexién critica sobre esta problemtcs, ver Mainguenean (1994) "Ver ©, Ducrot (1984: 200). Para una ulilizacin sstemitic del ethos en el andisis del ditcurso, ver Maingueneeu (1993: cap. 7). ‘otorga una cierta “comporalidad”, El “iono” de voz que construye en su enunciacién implica una cierta determinacién de su propio cuerpo y del que otorga a su coenunciador. La legitimacién del enunciado no pasa solamente por la articulacién de roposiciones, esté asentada en la evidencia de una corporalidad que se da en el movimiento mismo de la lectura. La emunciacién cartesiana avanza serena ¢ inexorablemente como ese viajero del que habla su texto. Un viajero que no es sélo un actante en un programa narrativo, sino también carne vocal y cuerpo en movimiento, El ethos del Discurso del método es el del caminante, su “geomettia” es una toma de posesion mediante el paso por un espacio. Esto es lo que reconoce la conoeida formula de Péguy, otro eminciador viajero, que habla de Descartes como de “ese cabsllero francés que partié a muy buen paso”. Elethas de las primeras Cartas provinciales ¢s bastante diferente. La marcha serena del Discurso del método contrasta con el ethos ironico de un narrador que da volteretas. Este tono irénico no es una “conducts”. Supone la movilidad de un sujeto que no pertenece a ninguna institucién cerrada sobre su discurso y, al mismo tiempo, la movilidad de una Razén que exata su auionomfa en ese puro movimiento de desprendimiento. Ethos que se corresponde con el modo de difusién de estas Cartas rovineiales: clandestinas, inasequibles y omnipresenies, que escapan a redadas de la policia y de los aparatos eclesidsticos. Conclusién No hemos podido dar més que una idea sucinta-de una investigaci6n en curso. ‘Terminamos con una pregunta que es imposible eludir, la de la relacién entre los discursos constituyentes y el andlisis del discurso que se asienta sobre ellos. Este ditimo sth atrapado en una paradoja insalvable ya que al mismo tiempo que da cuenta de un discurso constitayente (cientifico, en este caso), pretende estar suspendido sobre el cardcter constituyente de todo discurso, Si pretendiera negar esta paradoja, el andl del discurso quedaria atrapado en las mismas ingenuidades que la Filosofia, la Teologla, a Ciencia, que en su momento pretendicron reinar sobre el conjunto de lo decible. Si el andlisis del discurso no quiere caer en la tentacién de autoproclamarse la Gnicainstancia de legitimacién, esté obligado a aceptar que esté atrapado en el campo de investigacién que pretende analizar, a dejar que se desarrolle un ida y vuelta eritico entre estos dos polos. BIBLIOGRAFIA cossurtA Bordas, COSSUTTA F., 1994a, «Cetégories discursives et analyse du discours philosophiques », dans S. Moirand, A. Bouache, J.-C. Beacco, A. Collinot éd., Pareours linguistiques de discours spéctalisés, Beme, Peter Lang, COSSUTTA F., 1994b. Le scepticisme, Paris, Que sais-je?, PLULF. DEBRAY R,, 1991. Cours de médiologie générale, Paris, Gallimard, DUCROT O,, 1971. « A propos de la seconde Provinciale » dans Langue francaise nf? 12, p, 90-92, DUCROT O,, 184. Le dire et le dit, Paris, Minuit. DESCARTES R,, 1988, uvres philosophiques, tome I, Paris, Garnier. MAINGUENEAU D., 1984. 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