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Trastorno disocial: un origen de la agresividad patológica

La agresión ha sido definida como “la producción de un estímulo aversivo de una persona a otra,
con intención de dañar y con una expectativa de causar tal daño” (Geen, ). Moyer intentó definir
distintos tipos de agresión; propuso definiciones operacionales de la agresión según la
configuración de distintos ambientes: agresión inducida por el miedo, materna, inter-machos,
irritable, relacionada con el sexo y predatoria (Weinshenker & Siegel).

TRASTORNO DISOCIAL (TD)

Definido por la Asociación Psiquiátrica Americana como “un patrón persistente de


comportamiento en el cual los derechos básicos de los otros o las normas sociales principales
apropiadas a la edad son violados”, el TD es considerado como una forma disruptiva que se
distingue frecuentemente por comportamientos agresivos que, en un elevado porcentaje, se
convierten en trastorno antisocial de la personalidad, caracterizado por comportamientos
agresivos en la edad adulta.

Se ha señalado que los niños muy agresivos son también propensos a mostrar otras conductas
antisociales (Kazdin & Buela-Casal): entre 2 y 4% de los que son diagnosticados con TD
muestran comportamientos repetitivos cuya finalidad es dañar a personas, animales o
propiedades. Este trastorno se caracteriza por repetidas violaciones de los derechos personales y
normas sociales mediante comportamientos violentos.

EPIDEMIOLOGÍA DEL TDC

El TD es uno de los más diagnosticados tanto en el ámbito de la salud mental como en el entorno
hospitalario; su prevalencia parece ir en aumento, sobre todo en contextos urbanos. En los
varones, la prevalencia aumenta a lo largo del desarrollo hasta alcanzar entre 5 y 9% a los 15
años de edad, luego se mantiene estable; en las mujeres, la prevalencia decae después de
alcanzada dicha edad. Un estudio realizado en Colombia reportó una prevalencia del TD de 8.8%
en hombres y 2.7% en mujeres.

COMORBILIDAD Y PROBLEMAS ASOCIADOS AL TD

Alrededor de una tercera parte de los niños que padecen trastorno por déficit de atención con
hiperactividad (TDAH) severo seguirá una trayectoria hacia un TD de instalación temprana
durante la niñez tardía y adolescencia.

Se ha reportado la coexistencia de TDC con trastornos depresivos y de ansiedad (Zoccolillo),


trastorno límite de la personalidad y trastornos psicóticos e incluso con el síndrome de Tourette
(Comings), trastornos del aprendizaje, trastornos de estado de ánimo y trastornos disociativos.
Varios tipos de disfunciones del sistema nervioso central y los trastornos esquizofrénicos pueden
manifestarse como tras- tornos del comportamiento.

Según el DSM-IV-TR el rendimiento académico, especialmente en lectura y otras habilidades


verbales, suele situarse por debajo del nivel esperado en función de la edad e inteligencia del
sujeto, lo cual justifica el diagnóstico adicional de trastorno del aprendizaje o de la
comunicación. En este sentido se ha descrito la relación del TD con los bajos logros académicos,
si bien esto puede deberse en gran parte a la presencia de TDAH asociado.

Se comparó la prevalencia de diversos trastornos en el TDAH y el TC se encontró que las


personas con TC tenían mayores probabilidades de repetir años escolares, ser expulsadas de la
escuela, iniciar su dependencia del alcohol a temprana edad y tener un mayor número de
tratamientos por abuso de sustancias.

ETIOLOGÍA DEL TDC

En relación con los factores de riesgo, se considera que los factores genéticos aumentan el riesgo
y modifican la manera en que se expresa el trastorno. El abuso de sustancias por parte de los
padres, el estatus socioeconómico bajo y el comportamiento oposicional son también factores
clave en la progresión hacia un TD.

Como prácticamente todos los trastornos mentales, el TD es un trastorno multicausal. Distintos


estudios han dado a conocer diversos factores relacionados con la causa y mantenimiento del
trastorno: los biológicos y los ambientales.

Factores biológicos

 Temperamento infantil. Se considera que las características del temperamento infantil


tienen un origen genético y muestran cierta consistencia. Se ha observado que tanto el
temperamento como la personalidad pueden ser factores que predisponen al TD.
 Se ha observado mayor prevalencia de partos traumáticos y traumatismos
craneoencefálicos en niños y adolescentes con trastorno disocial de la conducta, así como
mayor presencia de signos neurológicos blandos.
 Niveles anormales de serotonina altos niveles de testosterona e interacción del ambiente
con genes relacionados con la dopamina se relacionan con conductas agresivas (físicas y
no físicas), violentas e impulsivas, características del TD.
 Alteraciones neurológicas. Las lesiones en los lóbulos frontales y/o alteraciones en las
regiones del cerebro que controlan la capacidad de razonamiento, la previsión, el control
de impulsos y el reconocimiento de estímulos interpersonales pueden generar problemas
de comportamiento y conductas violentas.
 De acuerdo con estudios psicofisiológicos, se deduce que las personas afectadas por el
trastorno tienen dificultades de activación fisiológica, es decir, un déficit de activación, lo
cual les lleva a tener pobre reconocimiento del significado emocional ante estimulación
aversiva.

Factores ambientales

 Se ha propuesto que el papel de las diversas pautas de crianza puede ser crucial. En
general, los patrones que muestren al niño el mundo como un lugar frío y desolador
generarán con mayor probabilidad falta de sensibilidad y de sentimientos de apego, así
como de empatía.
 La presencia de psicopatología en los padres, de conductas criminales y de una
inadecuada y confusa relación paterno-filial aumenta el riesgo de TD en los niños.
 Se considera que formas de aprendizaje no adecuadas pueden conducir a un trastorno de
conducta. Una conducta agresiva y vengativa desprecia el afecto y la cooperación, por lo
que es posible que aumenten los sentimientos de inferioridad y el temor a la dominación
y a la explotación por parte de otras personas.
 Factores familiares y socioeconómicos.
 Factores escolares.
 Abuso y negligencia.

EVALUACIÓN DEL TRASTORNO DISOCIAL

En la actualidad, pocos instrumentos evalúan de manera específica el TD. Entre los más
conocidos y estandarizados se encuentran el Cuestionario breve para el diagnóstico del trastorno
disocial de la conducta.

Cuestionario breve para el diagnóstico del trastorno disocial de la conducta de acuerdo con el
DSM-IVCuestionario muy breve de 14 reactivos que se derivan directamente de los criterios del
DSM-IV. Este instrumento proporciona información indirecta de la duración y frecuencia de los
síntomas. Se cuenta con una versión estandarizada en población colombiana.

Cuestionario A-D (Conductas antisociales delictivas) Cuestionario de 40 reactivos que recogen


una amplia gama de comportamientos sociales indicativos de propensión o presencia de
conductas delictivas. Con base en análisis factoriales, se determinaron las dimensiones que cubre
el cuestionario: un factor de conducta delictiva o delincuente (D), es decir, comportamientos
ilegales, y un factor de conductas antisociales (A) que rozan la frontera de lo que cae fuera de la
ley.

CURSO Y PRONÓSTICO DEL TRASTORNO DISOCIAL

El TD puede presentarse a partir de los 5 o 6 años de edad, pero usualmente se observa al final
de la infancia o al inicio de la adolescencia. El curso del TD es variable; en un porcentaje
importante de sujetos, el trastorno remite en la vida adulta. Sin embargo, una proporción
sustancial continúa manifestando en la etapa adulta comportamientos que cumplen criterios de
trastorno antisocial de la personalidad.

Muchos sujetos con TD, particularmente los del tipo de inicio adolescente y quienes presentan
síntomas leves y escasos, alcanzan en la vida adulta una adaptación social y laboral adecuada.
Un inicio precoz es un mal pronóstico y un riesgo creciente en la vida adulta de sufrir un
trastorno antisocial de la personalidad y trastornos por consumo de sustancias.

PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO DEL TRASTORNO DISOCIAL DE LA


CONDUCTA

Debido a su carácter complejo, tanto de la etiología como de la manifestación de las conductas


disociales, no existe un tratamiento exclusivo del trastorno disocial de la conducta, pero sí una
serie de programas y tratamientos que pueden contribuir a su remisión total o parcial.

Se han propuesto siete categorías para evaluar su impacto:

1) adherencia al tratamiento, 2) ajuste de los participantes a instituciones donde están en régimen


de tratamiento o reclusión, 3) ajuste psicológico de algunos rasgos de la personalidad (psicopatía,
hostilidad, etc.) y actitudes, 4) ajuste académico, 5) ajuste laboral, 6) impacto en las habilidades e
interacciones sociales y 7) reincidencia.

Prevención del trastorno disocial

De acuerdo con Wicks-Nelson, la formación para padres está entre los enfoques más exitosos
para reducir los comportamientos antisociales y agresivos en niños y adolescentes; este tipo de
programas se implementa con el objetivo de producir cambios en las estrategias de enseñanza
parental a fin de disminuir conductas agresivas y, sobre todo, prevenir la aparición de conductas
disruptivas. Es necesario considerar que cierto nivel de oposición por parte del niño es bueno,
porque le ayuda a descubrir sus propios límites y potencialidades, sobre todo cuando se basa en
conceptos y juicios de valor como la justicia; por lo que no se busca anular la capacidad del niño
para rechazar una instrucción.
Tratamiento del trastorno disocial

Terapia familiar: Existen varios tipos de modelos de terapia familiar para el tratamiento del
trastorno disocial de la conducta; la terapia familiar estructural y la terapia familiar sistémica son
algunos de los más efectivos.

Terapia familiar estructural: Tiene como objetivo modificar patrones desadaptativos de


interacción y comunicación entre los miembros de la familia. Busca el fortalecimiento de
vínculos sanos e íntimos entre los miembros, evitando el aislamiento, la culpa, etc.

Terapia familiar sistémica: La terapia familiar sistémica es importante porque transforma las
pautas interactivas disfuncionales entre individuo y fuerzas sociales significativas en la vida de
una persona y/o un sistema.

Técnicas cognitivas: El terapeuta cognitivo ayuda al paciente a pensar y actuar de un modo más
realista y adaptativo en relación con sus problemas psicológicos, reduciendo o eliminando así los
síntomas. La terapia cognitiva se sirve de una gran variedad de estrategias cognitivas y
conductuales para delimitar los supuestos desadaptativos mediante técnicas de aprendizaje.

Farmacoterapia: La sola intervención farmacológica nunca será suficiente y por ello deben
utilizarse al mismo tiempo otros procedimientos terapéuticos. No se dispone de fármacos
específicos para el TD; sin embargo, se utilizan diversos auxiliares para controlar el
comportamiento u otros aspectos del sujeto con dicho trastorno, como carbonato de litio,
antipsicóticos típicos y atípicos y estimulantes para el manejo general del trastorno.

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