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Patricia Gonzalez - Cavilaciones Sobre La Muerte en Mexico, Epoca Prehispanica, El Dia de Muertos y La Santa Muerte
Patricia Gonzalez - Cavilaciones Sobre La Muerte en Mexico, Epoca Prehispanica, El Dia de Muertos y La Santa Muerte
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falto de penas donde nunca faltaban las mazorcas de maíz, las calabazas, chiles
verdes, jitomates, frijoles y flores. El tercer lugar, El Mictlan, era el destino de
todos los que morían de una enfermedad común y por lo tanto era una muerte sin
gloria. Es descrito como un lugar oscuro, frío, maloliente y en permanente
descomposición. El dios de Mictlan era Mitlantecuhtli, el dios de los muertos y se
encontraba al final de los nueve pisos que conformaban el inframundo junto a su
esposa, Mictecacihualt. Para llegar allí, había que pasar obstáculos en cada nivel
y el camino se hacía largo. En las crónicas Primeros Memoriales se dice: “El que
aquí sobre la tierra comía guisado caldoso, allá en Mictlan comía huesos de frutas.
Todos los que van al Mictlan comen abrojos. Todo lo que aquí sobre la tierra no es
comido, allá se come en el Mictlan. Se padece mucha pobreza allá en el Mictlan.”
En cuanto a los festejos que hacia a los difuntos, Fray Bernardino de Sahagún
dice en sus crónicas (en referencia a los mexicas también llamados aztecas) lo
siguiente: “hacían unas saeticas pequeñas a honra de los difuntos. Eran largas
como un jeme o palmo, y poníanlas resina en las puntas, y en el cabo el casquillo
era de un palo. De por ahí ataban cuatro saeticas y cuatro teas con hilo de
algodón flojo, y poníanlas sobre las sepulturas de los difuntos. También ponían
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juntamente un par de Tamales dulces. Todo el día estaba esto en las sepulturas,
y a la puesta del sol encendían las teas, y allí se quemaban las teas y las saetas.”
Otras crónicas hablan de: “....y en este día hacían fiesta de los defunctos,
porque ofrecían por ellos ante el Demonio muchas gallinas y maíz y mantas y
vestidos y comida e otras cosas y en particular cada uno hacía en su casa gran
fiesta y las imágenes que tenían de sus padres o papas defunctos sahumaban con
encienso e sacrificabanse las lenguas y orejas y piernas y brazos y sus partes
(genitales) y con la sangre untaban estos ídolos de sus pasados y cubríanlos con
un papel, y cada año hacían lo mesmo, de manera que en ellos se parecía
cuantos años había que acordaban, tenían memoria de ellos por los papeles que
cada año les ponían.”
Por la descripción anterior, parecía ser que desde entonces existía una época
en la que se hacían ciertas ceremonias a los muertos. Se sabe que la de los niños
se celebraba en el mes octavo y la de los adultos en el mes décimo. Luego esas
dos fiestas se fundieron en una y pasaron a celebrarse en el Día de difuntos de la
iglesia católica, o sea el 1 de noviembre, como todavía se celebran hoy en día en
Oaxaca, zonas rurales y el resto de México.
Hoy en día en el México contemporáneo del siglo XXI, todavía existen muchas
costumbres y manifestaciones de esta herencia y respeto hacia la muerte. Por un
lado existe la tradición del Día de Muertos que se celebra en la mayor parte del
territorio mexicano desde que hay memoria cultural con diferentes
manifestaciones. El Día de Muertos en Oaxaca ha tomado una relevancia mayor
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El Día de Muertos
“Hay que reafirmar que la celebración del Día de Muertos es una celebración a
la memoria. Los rituales reafirman el tiempo sagrado, el tiempo religioso. Ese
tiempo es un tiempo primordial. La memoria reafirma el tiempo de retorno, las
almas de los desaparecidos vienen a convivir con sus familiares. El ritual de las
animas que nos visitan es un acto que privilegia el recuerdo sobre el olvido.”
Cabe señalar aquí que los días son varios. Ya la iglesia católica declaró el 1 y
dos de noviembre como los días de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos,
pero también se celebra en México el 28 de octubre como el día de los
accidentados, ahogados, o muertos de violencia; el 30 de octubre como el día de
los niños que van al limbo porque han muerto sin bautizo; el 31 de octubre como el
día de los que han muerto niños o jóvenes, día de los “angelitos,” y el 1 de
noviembre como el día cuando llegan los adultos.
Dos son los espacios que sirven para unir a la comunidad durante estas fiestas
de muertos. Uno es el espacio familiar, de la casa, donde se construyen los altares
para la vista del público y el otro es el panteón o cementerio, donde la familia
limpia y decora la tumba de sus seres queridos, y pasa la noche rezando,
charlando, a veces hasta tocando y bebiendo en tertulia con sus muertos. Las
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Para los días de muertos, los mexicanos se preparan para recordar, recibir y
festejar a sus muertos y antepasados. Es una fiesta anual en la que participan
todos. Esta celebración en pleno otoño, época de cosecha, es un ritual agrícola
que incorpora elementos de las tradiciones prehispánicas y las católicas de origen
español. Las fiestas se abrazan con tal vigor que constituyen una fuente grande de
ingresos y egresos económicos en la comunidad, sobre todo en las comunidades
rurales. Los panaderos pasan todo el mes de octubre preparándose para el pan de
muertos. Los dulceros, reproduciendo calaveritas de azúcar, los horticultores,
cosechando las flores y así sucesivamente. Hay un derroche de mercancía, todas
ellas con el fin de agradar a los muertos.
Para construir un altar primero hay que utilizar cajas o bloques para tener
diferentes niveles en forma piramidal. Arriba se colocan las imágenes religiosas y
las fotos de los muertos a los que se rinde homenaje. En los otros dos o tres
niveles que le siguen se colocan las ofrendas de comida y bebida. Hay comidas
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Visita al panteón
La visita al panteón para arreglar las tumbas une a la comunidad en una acción
colectiva que invita a la reflexión sobre el más allá. Por lo general se celebra la
noche del 31 de octubre para el primero de noviembre, pero en algunas
comunidades también se celebra la noche del 1 de noviembre porque a media
noche se despiden a los muertos. La familia acompaña a sus muertos durante
toda la noche. La actividad empieza tal vez unos días antes con la limpieza de las
tumbas, el encargo y recolección de velas y flores y llegado el día señalado, la
familia se dirige al panteón. Allá se une a la comunidad que está en el mismo
quehacer. Las visitas son a los muertos pero también a los vecinos. Las familias, o
por lo general la madre, con la ayuda de sus hijos empieza a decorara con flores
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La Santa Muerte
Otra fuente indica que el culto tal y como se conoce ahora se originó en
Hidalgo alrededor de 1965, y que se fortaleció durante la ultima década.
Actualmente se practica en estados desde el norte hasta el sur como en Veracruz,
Guerrero, Tamaulipas, Campeche, Morelos, Nuevo León, Chihuahua, y el Distrito
Federal principalmente en el barrio de Tepito.
Las personas que desarrollan una devoción por La Santa Muerte son aquellas
que trabajan en ambientes nocturnos y se enfrentan a la muerte a diario. Entre
ellos conductores de taxis, prostitutas, guardaespaldas, narcotraficantes,
delincuentes y toda persona que tenga empleos de alto riesgo. Existe el temor de
morir de forma horrenda y la adoración a La Santa Muerte parece darles la
protección necesaria para que sus temores no se hagan realidad. También se han
unido a este culto, amas de casa y mujeres porque se dice que La Santa Muerte
castiga la infidelidad y protege a los desvalidos. Los afectados por SIDA que
enfrentan la muerte inmediata se envuelven en el manto de la Santa Muerte para
evitar ser consumidos por ella. El culto se ha extendido a las gangas de jóvenes
latinos en California y Chicago que enfrentan la persecución de la policía e
inmigración a diario, y la muerte violenta en las calles por gangas enemigas. Es
tan grande el número de personas que se acogen a la Santa Muerte hoy en día
que parece ser que su culto esta opacando el de Juan Diego, el indígena que se
encontró con la Virgen de Guadalupe en el cerro de Tepeyac donde cortó las
rosas que formaron la milagrosa imagen de su manto.
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“Hoy el mundo padece una guerra “fría” donde la inseguridad, la pobreza, las
drogas, la muerte y los vicios se subliman y ese miedo ha sacado a relucir a la
imagen ex católica de la muerte; la gente demanda su protección contra el nuevo y
más antiguo temor, el dejar de ser.”
La Santa Muerte está representada por un esqueleto humano ataviado con una
túnica por lo general blanca que la cubre hasta los pies. Sobresale solo el rostro,
las manos y los pies del esqueleto. El blanco se relaciona también con el color de
los huesos y simboliza pureza, espiritualidad y virginidad en el aspecto material o
físico. La túnica puede ser también negra, roja, dorada o de diversos colores que
se le viste para rituales específicos y dependiendo de la época del año. La imagen
está encapotada, carga una guadaña y porta una sonrisa escalofriante por ser el
amplio hueso de la mandíbula y sus dientes.
En la ciudad de México se le venera todos los 1 de mes hasta tal punto que
ocasiona trastornos de transito en los lugares de culto.
Los devotos de La Santa Muerte afirman que ella es una entidad espiritual que
ha existido siempre y como tal maneja una energía muy fuerte, la energía de la
muerte. Como energía se materializa en una figura que concentra la fuerza
creadora y destructora del universo. Según Juan Ambrosio, la “Santa Muerte es la
encargada de cerrar y abrir ciclos, de cortarlos o alargarlos; ella nos conducirá por
la puerta de un nuevo conocimiento, en otro plano y en otro cuerpo que ya no
corresponden al físico.”
CONCLUSIONES
Como podemos apreciar, los atributos atribuidos a la Santa Muerte son muy
parecidos a los que se le otorgan a la dualidad de dioses que habitaban el noveno
inframundo del Mictlan: Mictlantecuhtli y Mictecacihualt. Eran devoradores y
constructores. La vida se gestaba en la silenciosa dimensión telúrica-nocturna de
la muerte, en lugares como el Mictlan, el Xibalba del Popol Vuh, y otros.
A finales del siglo XIX, José Guadalupe Posada, maestro del grabado reanimó
el culto a la muerte con su toque humorístico al representar a la cotidianeidad
mexicana en figuras de esqueleto. Inmortalizo la imagen de la calavera, la Muerte
catrina, en el mundo del arte.
BIBLIOGRAFÍA