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PNT mCrelail(- a | ae ee Ee eat | eg) / Alain Garnier Municipalidad de La Plata Laboratorio de Investi del Te de la presente edicién imer centenario de la fundacién de La Plata motivé Meir deidiverses trabajas quetoomer CP hatiral, intos propésitos. Si hiciéramos abstraceién de las disecciones impulsadas por la mera curiosidad ifica o la bisqueda de méritos académicos y iramos en que, como dice Alain Garnier, para un 1a escribir una monografia acerca de una ciudad tun acto pasional, no deberé olvidarse que los pasionales pueden responder a miltiples os. icimos desde las frias disecciones hasta las siones que pueden reputarse de actos pasionales de que sus autores han nacido, vivido y sufrido fa 0 se han enamorado de ella, como confiesa 0 Fernando de Terin. Quienes nos hallamos ‘easos corremos ciertamente el riesgo de perder idad necesaria para juzgar los errores y bondades ta Restaba un trabajo eserito con la pasiin del fadero, que permitiese una justa evaluacién de syeualidades asl como sugerencias para corregir pvalorar lo bueno. tivo bdsico de Alain Garnier es hacer conocer ‘elmundo de habla francesa. Pero lo hace como 70, que nos estima de verdad exté dispuesto , eapaz de la critica mas dura, expresando lo que muchos piensan y no se atreven a decirnos (Tomemos al azar su crudo:”...Mal inspirés par le mouvement moderne e par les CIAM, les architectes des anneés ‘inguante a septante ont cru pouvoir faire table rase du tracé de 1982 et, emportés par une frénésie incontrolée, ils ont proprement massacré léquilibre du systeme urbain platense..."), pero también de su consejo para que no ppersistamos en los errores que el tiempo consolida y torna irreversibles, disminuyendo la posibilidad de una buena calidad de vida urbana. Amigo que hasta aporta lo que Platén peda: informaciones itiles para la gestién de la ciudad. Nos hallamos, pues, ante una obra que completa con autoridad y solvencia, ast como con los atributos de la amistad, el espectro de trabajos referidos a la ciudad de La Plata, Agradecemos al amigo Alain por su valiosisima coniribucién y manifestamos que, por todo lo expuesto, el Laboratorio de Investigaciones del Territorio y del Ambiente ha considerado importante difundir la misma a través de la presente traduccién. Sélo resta expresar ‘muestro reconocimiento a 1a Municipalidad de La Plata, que ha hecho posible su publicacién. La Plata, abril de 1992 Julio A. Morosi Introduccién 10 re s o 2 ~ 2 . La Argentina y su sistema urbano 12 . Los origenes de la ciudad nueva La Plata 22 Los antecedentes histéricos de la trazadeLaPlata 32 . La traza urbana incial de 1882 46 . La edificacin de las primeras construcciones 60 . Desarrollo y distorsion 92 . De la ciudad ideal a la ciudad real 102 . de Hacienda, Obeorvatoria setondmice, Monte de. Pe. ropertciones 4 que lon edlficioe corres: anes | presupuestos serén presentados al PE dent de para adoptar las medidas conducenes 6 #1 exémen y 5} 60 sin modiiea _Ditise guanant oot & Ton Prenidntes de fs Bancor Pro ‘con igual objeto Comuniquese, publiguese 6 insétese en et RO. Fecha Cerlos D'tmico Francisco Unbura del 7 de mayo de 1881 1do la decision de crear la nueva la Plata e impartiendo 5 (J. Moros, F. de Terén le Plata, p. 94) ca, en parte, la extraordinaria rapidez.con la que fue realizada la ciudad nueva La Plata. El plan era habil pero no alcanzarfa resultados. Dardo Rocha firmé el 7 de mayo de 1881, den- tro de la semana que siguié a su instalacién a la ca- beza de la provincia, un decreto por el que ordena- ba los estudios preliminares que comenzarfan de inmediato y durarian slo un afo. En esa época el ejercicio del poder no era una palabra hueca y Dardo Rocha demostré que sabfa hacer uso del mismo. Ayudado y sostenido por una administra- cidn fuerte, tomé rapidamente una serie de medi das adecuadas para realizar sin tardanzas su ambi: cioso proyecto. Desde el inicio la ciudad nueva de- bfa ser algo mas que un simple complejo adminis. trativo para transformarse en un verdadero centro provincial. Rocha habia estudiado muchas ciuda- des modernas del siglo XIX, correspondientes a distintos paises europeos. En ellas se inspira para establecer un listado de condiciones muy sucinto: la ciudad nueva deberia ser moderna y satisfacer los nuevos imperativos de la higiene y de la estética admitidos en Europa. No deberfa estar ni demasi do cerca ni demasiado lejos de Buenos Aires y de- berfa ser Ficilmente accesible. Deberia poser, igualmente, una situacién central en relaci6n a la provincia y contar, por cierto, con un puerto sus- ceptible de ser desarrollado. EI decreto inicial del 7 de mayo de 1881 insti- tuia tres comisiones encargadas de preparar las di- ferentes operaciones de esa planificacién: ~ la primera tenia por misién el estudio de las dife- rentes localizaciones posibles para esa nueva cit: dad, la investigacin en ellas de sus posibilidades de suministro de agua, la evaluacién de sus venta- _jas comparativas (estudios de impacto). ~ Ta segunda comisin estuvo encargada de organi: zar un concurso internacional de arquit ; para seis grandes edificios publicos de la ciudad, 4 2. LOS ORIGENES DE LA CIUDAD NUEVA LA PLATA Jans35 re Esquema del romal ferroviario Buenos Aires-La Plata en 1882. el tercer mandato fue confiado a la administra cin provincial (Departamento de Ingenicros), cuya tarea seria la de trazar la nueva ciudad asi como la de disefiar otros doce edificios piblicos. Esos tres mandatos fueron conducidos paralela e independientemente unos de otros. Se disefiaron los principales edificios sin conocerse la traza de la futura ciudad nueva y esta tiltima fue concebida sin que se hubiese fijado atin el sitio donde se la debia realizar. Este proceder podria parecernos hoy una ligereza, pero si lo situamos en el contexto del academicismo de fines del siglo XIX, puede comprendérselo mejor. La eleccién del partido de Ja Ensenada para implantar la futura La Plata fue establecida por decreto del 1° de mayo de 1882. El conjunto de planes de las tres comisiones fueron hechos piblicos por Dardo Rocha el 19 de mayo de 1882, 0 sea un afio después de comenzados los estudios. La mayor parte de esos planes se han per dido, pero ha subsistido una traza general de la ciudad basada en un rectangulo de 5195 metros por 4360 metros (plano primitivo). El plano defini- tivo del 19 de noviembre de 1882, basado en cua- drado perfecto de 5196 metros por lado (com- prendiendo el bulevar periférico), s6lo se concreté sobre la marcha. Los historiadores distinguen asi el plano primitivo de 22.645.000 metros cuadrados (mayo de 1882) del plano fundacional de 26 26.998.420 metros cuadrados (comprendiendo al Bosque) (noviembre de 1882) (J. Morosi, 1979, p. 111-117) (J. Morosi, 1980, p. 5470). El plano pri- mitivo prevefa la distribucién de usos del suelo si guientes: 61% para la construccién, 35 % para las vias circulatorias y el 4% para las plazas. El plano fundacional, que seria el ejecutado, reserva 58% de su superficie para la construccién, 35% para los espacios circulatorios y 9% para las plazas y par- ques, lo que més tarde haria de La Plata la ciudad més verde de la Argentina En realidad, no conocemos con certeza al autor de la traza de La Plata. Es probable que la misma sea el resultado de un trabajo en equipo de varios ingenieros urbanistas de la administracién provin- cial de la época. Sin embargo, Ia tradicién quiere que se atribuya la paternidad de los planos de la ciudad al primer director de los trabajos de edifica- Gién de la ciudad de La Plata, Pedro Benoit, inge- niero argentino hijo de un inmigrante francés. Pe- ro ciertos autores, como De Paula (p.84), insisten sobre el papel determinante del arquitecto Juan Martin Burgos quien, en abril de 1882, habfa pu- blicado un esquema basado en un cuadrado per- fecto, del que el Departamento de Ingenieros se habria inspirado ampliamente. Para la historia menuda, se dice que el nombre de la futura ciudad nueva, La Plata, fue sugerido 3. LOS ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA TRAZA DE LA PLATA Plane de indianépolis, 1821 palacios del triunfal siglo XVIII. Las ciudades exis- tentes sufrieron en menor medida Ia influencia de los principios barrocos. Asi, el plan de Christopher Wren para Londres (1666) introduce ya el princi- pio de las calles radiales rectas, convergentes hacia los edificios piblicos de cardcter simbélico fuerte- mente marcado. Mumford dice, refiriéndose. al surgimiento del barroco, (p. 470): «La regularidad de la avenida pone en valor el alineamiento de las. unidades en marcha. Un regimiento desfilando en buen orden proporciona, entonces, una impresin de poder tal que nada pareciera poder detenerlo. 36 Eso es exactamente lo que pretenden sugerir los principes y los militares a la masa del pueblo; su orden se impone, de tal modo, sin golpes que hie- ran (...) . La ciudad barroca ofrece cotidianamente el espectaculo de esa parada de los grandes de este mundo, que el joven repartidor de la panaderia contempla con su cesto de reparto sobre su cabeza ». Sin duda, como lo destaca J.W. Reps, la plan- ta de Wren ha inspirado fuertemente a Pierre Charles L’Enfant para su plano de Washington de 1792. Ciertamente, este iltimo habria llamado la atencién de los autores de la traza de La Plata, quienes, indudablemente, habrian observado tam: bién la planta cuadrada de Indiandpolis (1821) 0 la de Detroit (1807). La ciudad industrial La waza de La Plata no podia limitarse a una sim- ple composicién formal inspirada por una actitud roméntica hacia las ciudades ideales 0 hacia el es piritu barroco. Como ciudad de fines del siglo XIX, La Plata debia ser adaptada a las exigencias de la era industrial en pleno desarrollo. De tal mo- do, su esquema circulatorio, muy elaborado, preve una disposicién de sus vias que garantiza un acceso fécil de los productos agricolas de la periferia ha- cia los barrios y hacia el centro. La red ferroviaria es concebida para servir a la vez a la ciudad y ala zona portuaria, en torno a la cual se planteaba el desarrollo de las zonas industriales. Los principios higienistas ligados al concepto de la ciudad indus trial del siglo XIX se manifiestan en el ancho de las avenidas, en la multiplicacin de los espacios verdes y en la promulgacién de normas sanitarias que debfan guiar el desarrollo de la ciudad en el interior de su traza. La concepcién de Gerda para el plan de Barcelo- na (1859) tuvo influencia, sin dudas, sobre Rocha. Cerda deseaba crear una ciudad igualitaria, en la abril de 1882 por el senador provincial José jernandez, el famoso autor del Martin Fierro. jerndndez, justificaba su propuesta mediante con- leraciones histéricas ligadas a la denominacién Virreinato del Rio de La Plata. Proceso de ejecucién titerios de evaluacién empleados por la comi- encargada de estudiar los emplazamientos po- s derivaban directamente del contenido del to del 7 de mayo de 1881: tajas y desventajas de la localizacién para sus \ciones administrativas (centralidad). lidad de las tierras para la fundacién de los lificios como para la agricultura. tencia de fuentes de agua potable en canti suficiente, tencia de vias de comunicacién con la Capi: Federal y posibilidad de desarrollarlas. ibilidad de ejecutar las obras necesarias para irar buenas condiciones higiénicas para la poblacién. meses después del comienzo de sus trabajos, isin presenta sus conclusiones proponicndo, primer grupo, a las comunas de Campana, 'y Ensenada. Dardo Rocha, en posesién de lio, decide su eleccién por la Ensenada y lidar esa decision por el Poder Legislati- Provincia el 27 de abril de 1882, El decreto n lleva fecha del 12 de mayo de 1882 wuna de Ensenada, situada a unos 60 kilé- sudeste de Buenos Aires, reunia numero- 5. Junto al rio, el sitio elegido poseia ya natural formado por un pequenio estua- ‘ada) utilizado desde el siglo XVI y desa- @ partir de 1823. Pero la verdadera cons- del nuevo puerto comenzé en 1883 y el 0 amarré ¢l 15 de mayo de 1887. El puerto de La Plata fue realizado por el ingeniero holandés Juan Abel Waldorp. Desafort- nadamente la crisis econémica de 1890 afect6 fuer- temente la construccién de este puerto. El mismo fue considerado, desde el comienzo de los traba- jos, como un competidor serio del moderno puer- to Madero de Buenos Aires y, en 1904, el gobierno federal procedié a la nacionalizaci6n del puerto de La Plata. En este contexto, el nimero de navios in- tercontinentales que amarraban-en Ensenada era significativo: en 1886 esa cifra se elevaba ya a alre- dedor de 300 unidades; diez afios mas tarde, eran 710 los barcos que cargaban o descargaban en este puerto. Ese ntimero cae a 200 unida inmediata- mente después de su nacionalizacién en 1904. Hoy se trata apenas de algunas decenas de navios, sobre todo petroleros, que hacen atin escala en La Plata. Ademas de la presencia de un puerto, ia comu- na de Ensenada estaba ligada desde 1872 a Buenos Aires mediante una linea férrea construida por los ingleses. Por otra parte habjan sido igualmente to- madas en consideracién otras ventajas como la to- pografia general, la calidad de los suelos agricolas cercanos, la salubridad del microclima. La Plata se construiria sobre una ligera elevacion situada a unos diez kilémetros de la costa y denominada “lo- ‘mas de la Ensenada’. Para realizar esta ciudad nueva, Rocha hizo apro- bar el 1° de mayo de 1882 una ley que le permitiria expropiar unas 9.500 hectareas (segiin De Paula 16.000 hectéreas, (p.75), excediendo largamente las 2.500 hectareas necesarias para la sola traza de la ciudad. Una media docena de estancieros fueron afectados por esta medida, en particular la familia Iraola, que posefa toda la regién de Tolosa. Los trabajos para fundacién de la ciudad nueva arrancaron répidamente. Fl plano primitivo de ma- yo de 1882 fue aprobado por el Poder Ejecutivo mediante decreto del 5 de junio de 1882. El 19 de noviembre del mismo afio se colocé la piedra fun- damental en medio de grandes festejos. Entre 1888 27 ‘2. LOS ORIGENES DE LA CIUDAD NUEVA LA PLATA y 1884, los trabajos de construccién se desarrolla- ban en doce secciones de la ciudad (sectores de 800 por 800 metros). A fines de 1884, cuatro de ellas estaban ya concluidas y las tareas continuaban ‘en las restantes ocho secciones en curso de ejecu- cién. A comienzos de 1886, veintitin secciones so- bre las treinta y cuatro con que contaba entonces la planta urbana estaban ocupadas por un total de 3859 edificios piblicos y privados. La mas destaca- da actividad de la construccion se concentraba en- tonces en torno a la actual plaza San Martin. Desde 1 inicio de los trabajos se construyé la primera via férrea que ligaba las instalaciones porturias proviso- centro de La Plata. Los materiales de cons- llegados por via maritima fueron transpor- tados por esa via férrea. En 1884, La Plata era reco- rrida por una linea de tranvia de veinte kilémetros de extensiGn, servida por dieciocho unidades y que transportaba ya 30.000 pasajeros por mes. El arribo de los primeros habitantes Hasta 1882, la comuna de Ensenada estuvo poco poblada, a pesar de su proximidad con Buenos Ai- res y de la existencia de las actividades portuarias. Su poblacién estaba concentrada en dos pueblos: Tolosa y Ensenada. El Departamento de Ingeni ros de la provincia demand6, a partir del comien- 20 de los trabajos, una gran cantidad de operarios. Estos eran principalmente inmigrantes llegados poco antes ala Argentina, atraidos por el milagro econémico de fines de la década del sesenta. Des- de el inicio de las construcciones preliminares, esa mano de obra proveniente de Buenos Aires 0 de ‘sus alrededores, llegé a Tolosa y a Ensenada por fe- rrocarril 0 por los caminos. Més tarde, los nuevos inmigrantes llegaron directamente en barco. Fue- ron instalados de inmediato en albergues prefabri- cados alzados alrededor de los obradores y poste- riormente ocuparon modestas viviendas, que ellos 28 oe Plano del loteo del pueblo de Tolosa en 1871, vilizado por su propietorio (Martin Irgola) para la venta de las pporcalae. En froma gris: al angule norte e la Futura ciudad de La Plato, Lox morzanesrectngulres de Telos fubsiston ain hoy en lo pare ubica fuera de la traza de la nueve cluded, La Plaza de Tolesa ha sido corada en dos + le linea ferrea que penetra hacia La lata por fa ovenida | (Ivente: Laborde: Breve Historia de Tolosa. ficial del ovo de fundacién oviembre de 1862, Eecuto- Be bose de uns fotografia Wyalierada alos exigencios Eis (fenle: Misco y Archivo dhe de lo Pos 2. LOS ORIGENES DE LA CIUDAD NUEVA LA PLATA mismos a veces se construfan en los primeros lote- os de la ciudad. Se trataba sobre todo de una po- blacién extranjera masculina. De tal modo la primera oleada de habitantes de La Plata estuvo seguramente conformada por los obreros del sector de la construccién (del puerto, las rutas, los edificios, etc). Fl 84% de la poblacién estaba compuesta en 1884 por hombres. Al afio si- guiente la tasa habia descendido ya al 68%. F] arri- bo de las mujeres habia sido, pues, relativamente rapido. Dos atios después del comienzo de los tra- bajos, la proporcién de argentinos no representa. ba sino el 22% del total de diez mil obreros. Esos argentinos llegados directamente de Buenos Aires, ocupaban los puestos de jefes de los obradores, contramaestres y técnicos. El 78% restante de los trabajadores inmigrantes eran de muy diversos ori- genes, con un neto predominio, sin embargo, de italianos que representaban casi la mitad de esa masa laboral. Se comprende, en consecuencia, la influencia de la cultura italiana sobre ciertos aspec- tos del desarrollo de la ciudad, especialmente en el campo de la construccién de las viviendas primi tivas. El ritmo de legada de esos trabajadores fue muy acelerado. Se calcula que el aumento anual de la poblacion fue, entre 1882 y 1884, de 60%. Entre 1884 y 1890 esa tasa fue del 25%, lo que per. i6 alcanzar los 65.610 habitantes en 1890. La Argentina fue golpeada, en ese momento, por una grave crisis econémica nacional y la poblacion de La Plata cayé a 60.991 habitantes en 1895. A pesar de esta pérdida momentanea de poblacién, La Pla- ta se habfa convertido en doce afios en la tercera ciudad de la Argentina, tras Buenos Aires y Rosa- Dardo Rocha y las autoridades de La Plata habi- an previsto que la poblacién inicial de la ciudad nueva estuviese constituida por los obreros de la construccién y sus familias (decreto del 7 de agos- 30 En primer plano se distingue el antigua pueblo de Tolosa {9 estcten fprviria Buancs Aires se eneventa en fa” direcién del Lorde superior de la fotografia, le estacién de frrocartl “19 de Noviembre” fen 1884, situada entonces en el actual templazamiento del Pasaje Dardo Rocha (fuente: Museo y Archive Dard Rocha de La Plata {ON DE LA CIUDAD NUEVA LA PLATA EN 1884 J. Morosi, F. de Terén et o.: Le Plate, 1983, p. 185 Masculine Femenina Total 1.443 833 2.278 4128 459 4.585 726 143 369, 306 81 387 2.178 102.288 IN DE LA POBLACION DE LA CIUDAD DE LA PLATA, iia ‘Moros F de Torén et al: La Foto, 1983, p. 185 Argentinos % Exranjeros % Total 219 78,1 10.407 37/3 627 17.171 657 343 65.812 65,5 345 (90.436 DE LOS HABITANTES DE MAS DE 15 ANOS EN 1909 1A COMUNA) si, F. de Teran eto: La Plato, 1983, p. 185 ‘Argentinos Exranjeros Total = % 607 1484-2091 3,5 sancdo 3.350 «4.756 «8106 13,5, 1337 3iasl 5018.83 os 8525 8814 17339 40,7 3272 172 ala 7,5 educacion 1354 "201. 1.555 2.6 9997 11.604 21.601 35,9 28.642 60.204 1883). Ademés para facilitar su instalacién y itegracién, fue puesta en marcha una politica en el campo del equipamiento urbano (es- », comercios, hospitales, ctc.) y se pusieron a icién. parcelas para la construccién de las vi- las privadas. Los esfiierzos realizados por las idades dieron sus frutos, en particular en ma- teria de instruccién publica, ya que en 1909 sdlo el 20% de la poblacién de L.a Plata era analfabeta. El nivel de integracién de los inmigrantes de La Plata puede ser evaluado, en parte, por la observa- cién de los tipos de matrimonio. Si, entre 1884 y 1890, s6lo en 20% de ellos eran contraidos entre extranjeros y argentinos, ese porcentaje crecié al 32,2% en 1905, Muchos extranjeros de la primera generacién adoptaron la nacionalidad argentina y, con el aporte de las migraciones interna, asistimos a fin del siglo a cierto equilibrio de la poblacién. En 1909, la proporcién de extranjeros no alcanza- ba mas que el 34%. La poblacién activa estaba compuesta, entre 1882 y 1890, sobre todo por trabajadores con oft ios vinculados a la construccién y los trabajos pit blicos. Con la finalizacién de las grandes obras, la ciudad de La Plata hallé muy rapidamente un nue- vo equilibrio, inclinéndose hacia el sector terciario. El censo de 1909 arroja, para el conjunto de la co- muna de La Plata, una poblaci6n de 95.126 habi- tantes. Para la ciudad de La Plata solamente, la misma fuente sefiala 65.812 habitantes. La pobla j6n activa representa entonces el 56%. En 1909, més del 83% de los activos actuaban ya en el sector terciario. Estas cifras muestran una transformacién muy rapida de la economia local. Los sectores pri- mario y secundario, como el comercio, eran domi- nados entonces por los extranjeros, en tanto que el sector terciario, como la administracién y Ia ense~ fanza eran ocupados principalmente por argenti- nos. El proceso de creacién y luego de consolida- cién de La Plata, hicieron de esta ciudad nueva un verdadero centro regional hasta fines de Ia primera. década del siglo XX. Posteriormente, la fuerte competencia de Buenos Aires destruiria ese fragil equilibrio y reduciria a La Plata a una funciém suburbio de la gran metrépoli. 3 Los antecedentes historicos de la traza de La Pl El contexto del siglo XIX argentino Guando Dardo Rocha conffa la concepcién de la traza de la futura capital provincial a su Departa- mento de Ingenieros, se adscribe a la vasta corrien- te industrialista decimonénica. El decenio de 1880 marca, en la Argentina, el pasaje del romanticismo ‘gauchesco al positivismo econdmico. La idea de la Ciudad ideal vinculada al progreso técnico estaban ala orden del dia. El plan Cerda para Barcelona, las grandes obras de Haussmann en Paris, las uto- pias sociales como el Familisterio de Godin eran al- gunas de las realizaciones que nutrian el debate acerca de la ciudad de fines del siglo XIX. Los in- genieros estaban a la cabeza y, en la Argentina en plena expansién econémica, desempefiaban un papel decisivo en la organizacién del pais. Se cons- truyeron puertos, se instal6 la red ferroviaria y se ‘emprendi6 la electrificaci6n urbana. Dardo Rocha queria hacer de la nueva capital una ciudad mo- derna, resueltamente volcada hacia el futuro. Ro- cha se volvié hacia Francia e Inglaterra a la bi queda de nuevos modelos, por reaccién ante la he- rencia colonial espafiola. En sus contactos con Eu- ropa buscaria conocer mejor las diferentes realiza- ciones urbanas contempordneas y extraer de ellas las referencias utilizables para la concepcin del plano de La Plata. Las directivas que impartirfa a Pedro Benoit serfan claras y precisas. Los princi- pios higienistas en vigor en Europa deberian guiar allos creadores de la nueva ciudad. Por cierto, serfa aventurado afirmar aqui que Rocha y Benoit abrevaron de esta o aquella fuente historica para determinar la traza de La Plata. No podria tratarse mas que de especulaciones basadas, en los habitos académicos decimonénicos o en ciertas hip6tesis tedricas. 32 Planta de une ciuded ideo! G. Vasari el Joven (1552-161 plano de una ciudad fortificada Ejempla de ls cludades idesles Renacimiento. Ciudad ideal de Henrichemont Salomén de Brosse (1 608) eee imme radios. Su ree in = 175 ples (lredolor eo frets (t Benevolo,p. 70) Palmanova, tai, 1598. Plania de la ciudad ideal Sforzinda, extrai- ., da del tratedo de Filarete (circa 1 465}. La ciudad ideal del Renacimiento Dardo Rocha adherfa enteramente a las id sanitarismo decimonénico pero, ademas, des hacer de su futura ciudad un simbolo de la nacional. No ocultaba sus ambiciones presides les y dejaba entrever que, una vez a la cabeza de \Nacién, procederfa a un enroque entre Buenos: res y La Plata, con el propésito de otorgar a esta tima el caracter de capital federal. A partir de comprendemos mejor atin su voluntad de o a La Plata un cardcter monumental fuert marcado. Los principios formales a los que Benoit y sus ingenieros se remitieron provi diferentes fuentes. Ellos abrevaron las ideas ciudades ideales de carécter cerrado y no Vo, particularmente del Renacimiento, coi ciudad ideal de Giorgio Vasari el Joven (1 1574) 0 como Henrichemont (1608) de Salom de Brosse. 3. LOS ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA TRAZA DE LA PLATA Plano de Versalles, Le Notre, 1746 Et paraleto que podemos trazar con el plano origi nal de La Plata es sorprendente: esta disefiado co- mo una obra concluida, acabada, perfecta. Su or- ganizacion espacial implica un orden urbano de- terminado y sus espacios estén claramente jerarqui- zados en torno aun centro civico y religioso conce- bido como el corazén de la ciudad. La composi cién es simétrica respecto.de uno 0 de varios ejes. «La geometria como forma de este universo ma- terial constituye en La Plata et tema central. Las ca- racteristicas de esta ciudad no responden solamen- te a un concepto funcional de distribucién, de ca tegorias y de especializaciones, sino que es un mo- do de insertarse en el universo cultural del hom- bre. Este modelo teérico contienen las reflexiones del hombre del Quattrocento. La geometria se in- serta en un conjunto mas amplio de preocupacio- nes y que concierne a las relaciones generales del hombre en el universo. Al observar la visién cos- molégica del mundo helénico donde el hombre se inscribe en el circulo como en el cuadrado, las dos figuras fundamentales del universo geométrico, ve- ‘mos que existe una ley, un misterio de la naturale- za segiin el cual las proporciones reflejan el orden universal» (La Plata: una Obra de Arte, p. 428). La ciudad racional o ideal del Renacimiento es también una ciudad militar. Michel Ragon destaca (p. 166) que, en efecto, «s6lo las ciudades militares semejan las ciudades ut6picas de los fil6sofos (...). Lo asociamos con Platén y con Hipodamo de Mile- to. El primer caso de ciudades ideales es, pues, Sforzinda, poligono de dieciséis lados que Filarete disefia para Francesco Sforza». La ciudad racional responde, ciertamente, a las nuevas exigencias mi- litares, pero también pretende ser, y desde su co- mienzo, una ciudad confortable. La naturaleza ‘ocupa un lugar de privilegio, se la introduce en la ciudad segiin un orden riguroso y disciplinado. Las calles principales se disefian no s6lo para el uso de las tropas sino, también, para permitir la dines Roycles de Chaux on *Senons, Consfitzyen-una de las bs fertaves do aplicacion de os pies de ure orquilectyra lgpica @ fame de ciudad indus por Beds Nicos ledoux (1736-1800). Plano de L'Enfant para Washington, 1791 UW. Reps, p. 238). Percbimos gfifecinente le rgze dees iagonales y 8! ordenamisnio de las plazas principales y secunderies. circulacién de los vehiculos de traccién a sangre. Sin embargo, debe recordarse que estas ciudades ideales quedaron, en su gran mayoria, como mode- los urbanos descriptos por los tratados de autores, como Alberti, Palladio, Filarete y, mas tarde, por ‘Tomas Moro y sus 56 ciudades cuadradas en Uto- pia (1516). Muchas de esas ciudad de papel jamés fueron levadas a la realidad, pero calaron profun- damente en el pensamiento de los urbanistas del sigto XIX. La influencia barroca La voluntad dé Rocha de convertir La Plata en una ciudad simbolo de la Argentina moderna hizo ne- cesario recurrir a otra fuente referencial. En el tra- zado de los espacios piiblicos de La Plata se recono- ce la composicién barroca, basada en la axialidad monumental y en la utilizacién generosa de las dia- gonales. El tratamiento formal de los parques y pla- zas situados en la interseccién de las avenidas otor- gaa la traza un equilibrio destacable. El disefio del eje monumental, tratado como un palacio lineal re- matando en el Bosque y apoyado a ambos lados por una serie de diagonales, confiere al trazado de La Plata un caracter barroco fuertemente marcado. La disposicién romantica del Bosque y el disefio re- dondeado de los angulos del cuadrado perfecto de Ia planta, refuerzan atin més esta imagen. Las refe- rencias te6ricas podrian buscarse en el plano de Le Notre para Versalles o en la traza general de Salines de Chaux de Ledoux o aiin en los tratamientos ba- rrocos de la Viena de fines del siglo XVII. El urbanismo barroco se manifiesta en la forma mas clara en el tratamiento de los palacios situados fuera de las ciudades. Las grandes perspectivas axiales que se abren hacia el horizonte, las plazas, monumentales, la simetria de los voliimenes y de las trazas son, de igual modo, caracteristicas que distinguen la magnificiencia del urbanismo de los 35, iplon de Bercstona (1856), realizado oe Cale Arb: operon. sheggcies dss sen brs im Nal coir urbano, restableclando,seqin Ba igus enretocas es zones de cided Ia calidad de vida fuese la misma para todos y, alli, la utilizacién del damero. Es necesario su. ; sin embargo, que la ocupacién de las man- de 118 metros por lado es concebida por Cer- con un espiritu muy diferente al que tendria lu- tres décadas mas tarde para La Plata, donde las, wanas serian objeto de simples loteos (Cerda, p. J. Cerda verifica que si el sistema en cuadricula ‘gualitario, no Io resulta en lo que conciemne a la ibilidades de acceso a las funciones centrales de cio. Introduce por ello cinco diagonales radia. aque ligan el centro a los barrios periféricos. Este que seria retomado por Pedro Benoit para el lo de las ocho diagonales de La Plata. Pierre lan expresa en este sentido, refiriéndose a las lades americanas del siglo XIX (p. 212): «Fuera esa masa imponente de plantas ortogonales, en iglo XIX, no hallamos mas que algunos ensayos -mejoramiento del sistema mediante diagonales y 0 tres aplicaciones de la formula radio-concén- Uno de los inconvenientes mas indudables { trazado ortogonal es el alargamiento de las co- licaciones. Ello se ha intentado remediar a tra- vés de la introduccién de cierto mimero de diago- nales en la cuadricula. Pero, en tal caso, se generan ngulos agudos dificiles de edificar y, si bien ciertas comunicaciones son mas cortas, la circulacién en general no se ve facilitada. Washington ofrece un ejemplo clasico desde fines del siglo XVII. La im- presidn se repite en cierto ntimero de trazas de ciu- dades americanas del primer tercio del siglo XIX: Buffalo (1803), Indianapolis (1821), Madison (1836), asf como, mucho més tarde, en La Plata (Repiiblica Argentina) en 1882». Hemos visto que la Argentina de la segunda mi- tad del siglo XIX se vuelve resueltamente hacia In- glaterra, que se convertirfa en su principal socio ‘econémico. Los ingleses estuvieron muy presentes en el antiguo Virreinato del Rio de la Plata y parti- ciparon activamente de su revolucién industrial Naturalmente, las enormes dificultades sociales y econémicas a las que se vieron enfrentadas las pri- meras ciudades industriales inglesas (Glasgow, Londres, Manchester, etc.) impresionaron el espiri- tu de los creadores de La Plata. En Los quinientos millones de la Bégum, Julio Verne lo’ pone en la- bios de su personaje el Dr. Sarrasin: «Sefiores, en- tre las causas de la enfermedad, de la miseria y de la muerte que nos rodea, es necesario tomar en cuanta una, a la que creo racional atribuir una gran importancia: se tata de las condiciones higié- nicas deplorables en las que se ha colocado a la mayor parte de los seres humanos. Ellos se hacinan. en las ciudades, en las viviendas frecuentemente faltas de aire y de luz, esos dos agentes indispensa- bles para la vida. Esas aglomeraciones humanas se convierten, a veces, en verdaderos focos infeccio- sos. Aquellos que alli no encuentran la muerte, co- mo minimo son perjudicados en su salud; su po tencial productivo disminuye y la sociedad pierde asi grandes cantidades de trabajo que podrian aplicadas a menesteres mas titiles>. Las soluciones sociales y urbanisticas 3, LOS ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA TRAZA DE LA PLATA por autores como Robert Owen, Charles Fourier y, més tarde, Jean Baptiste Godin, atraerian la aten- cién de Benoit, sin que por ello el mismo intentase reproducir en La Plata los sistemas cerrados de las ‘utopias sociales. Las teorias de los sanitaristas tuvie- ron una influencia mucho més directa sobre Ro- cha y Benoit. Estos estudiaron también con aten- cién los grandes trabajos de Haussmann en Paris, (1851-1870) y se aplicaron a resolver con cuidado el sistema circulatorio de la futura capital provin- Gial. La filosoffa postliberal de la segunda mitad del siglo XIX legitimé la accién de Rocha y le de- terminé su cuadro institucional. L. Benevolo (p. $79) expresa en este contexto: «La burguesia victo- rriosa instaura asi un nuevo modelo de ciudad (...) La libertad total acordada a las iniciativas privadas es, de ahora en adelante, limitada por la interven- cion de la administracién, que establece las nor- mas reglamentaria y ejecuta los trabajos piiblicos (.)». Este modelo goz de un éxito inmediato y duradero, permitiendo Ia creaci6n de una politica urbana universalmente adoptada, que atin hoy in- fluye sobre la gestion de nuestras ciudades. Debe observarse que, si la ciudad de La Plata se halla hoy un poco olvidada por los teéricos y por los historiadores del Urbanismo, no siempre fue asi. El plano de La Plata y sus principales monu- ‘mentos fueron presentados en la Exposicién Uni- versal de Paris en 1889, donde aleanzaron un éxito indudable. Numerosos articulos y comunicaciones cientificas sobre la ciudad de La Plata fueron re zados a fines del siglo XIX. El Congreso Interna- cional de Higiene y Demografia de Viena (1887) debatiria ampliamente acerca de la mas reciente de las ciudades nuevas de la época. La cuadricula colonial La Plata, ciudad ideal barroca o moderna, conser- V6, a pesar de todo, el elemento més tradicional 38. la ciudad romana en cuadricula iivstracion de 1536 del Tratodo de (L Benevele, p. 133) itrwio Je) : WGomant, Urders ardiftont amon Gelirz ad honewem. nemun luli you sem Nom etc tv b Galvez, louisiana, 1778 J. W. Reps, Bs yex del ices oe roonacet etter rcvcre evans. Coda uno de esos podia dito 30 ver on varias parcelas o slares. del urbanismo de América Latina: la cuadricula. La organizacién perfectamente ortogonal y regular de los espacios construidos es una de las caracteris- ticas dominantes de la ciudad nueva La Plata. Esta fs una particularidad que, sin embargo, no es pro- pia de esa ciudad, ya que dicho sistema domina practicamente en la totalidad de las ciudades ar- gentinas y, en general, americanas. La organiza- Gién de los espacios urbanos bajo la forma cuadri- cular tiene sus origenes en el fondo de los tiempos, pero es, sin duda, en la época romana en que los ‘ejemplos son mas numerosos. Esa morfologia urba- ‘na se prolongaria a través del tiempo hasta el Re- ‘nacimiento y el principio de la cuadricula se exten- derfa entonces a todo el nuevo mundo con Ia colo- nizacion espaiiola. Esta generalizacion del esque- ma cuadricular fue el resultado de un cuerpo jurt dico sorprendente para la época: las Leyes de los Reinos de Indias. Felipe II promulgé en 1573 las Leyes de Indias con el objeto de ordenar y sistematizar las dispost- ciones que se empleaban en la colonizacién del Nuevo Mundo y en la planificacién de las nuevas ciudades. Se trataba de establecer verdaderas nor mas de procedimiento para la urbanizacion y para €1 ordenamiento del territorio en los dominios co- Joniales. Esas Leyes de Indias constituyen un fené- meno tinico en la historia del Urbanismo Los con- sejeros de Felipe II se inspiraron en los escritos de Vitruvio (80 a. C.), de Alberti (1485) y de Palladio para redactar las leyes que los gobernadores y virre- yes de las colonias espariolas debieron aplicar con rigor durante siglos. E. Galantay recuerda «que las Leyes de Indias no fueron establecidas de una vez sino que fueron la sintesis de una larga serie de ins- trucciones dadas por la Corona, siendo todo ello el fruto de las experiencias de medio siglo de funda cién de ciudades sobre el continente americano». Dichas Leyes, codificadas en 1573, fueron comple- tadas en 1685, posteriormente impresas por prime- ra vez en 1680 y, por ditima vez, para su uso en el imperio espafiol, en 1791. ‘Ademas de la referencia a los teéricos citados arriba, los autores de las Leyes de Indias extrajeron numerosas condusiones de la experiencia acumu- ada en las nuevas colonias previamente a 1573. Los primeros colonos describieron, frecuentemen- te con mucho detalle, las ciudades precolombinas, también concebidas en cuadricula. Otras experien- cias urbanisticas, como la ciudad militar de Santa Fe, disefiada en 1492 para concretar el sitio de Gra- nada, influyeron ciertamente en forma considera ble en la formulacién de las Leyes de Indias. Pode mos citar aqui a J. W. Reps (p-38): «La historia de las ideas no es jamas simple, sobretodo cuando s= interesa en los hechos antiguos (...). Podemos d= cir que las Leyes de Indias, que ofrecen una nacién tinica, hasta ese momento, de las del Urbanismo provenientes de fuentes 3. LOS ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA TRAZA DE LA PLATA. Buenos Aires de la época de én (igo XV, Seg fos, at Seal Blano'de la ciudad se arficula en tomo Gila plaza mayer, sede de los poderas Gil milion fligioso de a spoca, 40 St SS See SSS SSS Sa DUCUNUOUDU0, goozaao0acy ‘3 do ung reduccién fundada por los Jesitos “San José de Chiquitos, Bolivian ol siglo XVIL diversas, modificadas por la experiencia en las islas yen el continente hispanoamericano». Las Leyes de Indias, aunque completadas ulterior- ‘mente, en el siglo XVII, mediante agregados varios, constituyen un conjunto coherente de disposiciones que se extienden desde la eleccién del sitio hasta las reglas para la reparticién de las parcelas entre los co- Jones, en sus capitulos destinados a regular el proce- dimiento a adoptar en los nuevos descubrimientos y poblaciones. El sitio debia incluir buenas tierras, agricolas, agua potable en abundancia y bosques pa- ra el combustible. La ciudad debia ser fundada pre- viamente a toda edificacién y prever su posible desa- rrollo a largo plazo. Se establecen indicaciones muy precisas acerca del emplazamiento y la forma de la Plaza, elemento esencial de la ciudad. Esa plaza de- bia ser rectangular y sus dimensiones minimas eran fijadas en 200 por 300 pies, en tanto que las maxi- mas lo eran en 300 por 800 pies. Se recomendaba darle a sus lados una proporcién de 2a 3, con el ob- Jeto de facilitar las fiestas ecuestres (ver Vitruvio). Segiin la naturaleza del lugar elegido, la plaza debia estar situada en el centro de la ciudad o sobre la cos ta, Las cuatro calles principales debian partir de la prolongacién de los dos ejes de dicha plaza Ocho calles secundarias debian hacer lo propio desde los cuatro 4ngulos determinados por la pro- Tongacién de los costados de la plaza. Esta y las cua- NOQU0000009%-—- J 0000000 0080000 HUODO000 tro calles principales debian ser bordeadas por arca- das. Curiosamente las Leyes de Indias no hacen mencién explicita del sistema en cuadricula, aunque resulta evidente que ello se encontraba implicito en las mismas. «La cuadricula es parte del arsenal utili- zado normalmente para la colonizacién. Los colonos no podian tomarse el tiempo que demanda el estu- dio de las particularidades topogréficas de un sitio, en tanto que la cuadricula les permitia efectuar una reparticién rapida y fécilmente equitativa del parce lamiento» (L. Mumford, p. 294). Las Leyes de Indias proporcionaban, por igual, indicaciones acerca del ‘semplazamiento de los edificios piblicos (Casa Real, Municipalidad, Aduana, Arsenal, etc.) en torno a la plaza. La iglesia debia ser emplazada algo apartada de alli y sobrelevada, salvo en el caso de ciudades costeras, donde en su papel de fortificacién debia ubicarse la plaza que enfrentaba al espejo de agua (J. W. Reps, p. 36). En la practica la iglesia fue local- zada, casi sin excepci6n, frente a la plaza. Las parcelas para construir eran repartidas entre los colonos por sorteo, excepto las que rodeaban la plaza. A cada parcela urbana le correspondia una parcela rural de tierra cultivable. Las Leyes de Indias, no preveian solamente el ordenamiento del sistema urbano sino que indicaban, por igual, el modo de ocupar el territorio periférico a la ciudad. Un pri- mer cintur6n es destinado al aprovisionamiento die rio y al pastoreo y un segundo cinturén a las tierras arables. Las Leyes de Indias contenfan tambi merosas disposiciones relativa ala organizacion de las actividades de la ciudad, que seria demasiado lar- go describir aqui. Es necesario subrayar ademas, si guiendo a J. W. Reps (p. 37), que, en lo que se refie- Tea la estética, Las Leyes de Indias permanecen en un planteo muy general: «Procuren cuanto fuere po sible que los edificios sean de una forma por el mento de la poblaciéns. Se trata ya, antici te, de descentralizar las atribuciones en materia policia de la construccién. Barrio sud de Campana 42 El ejemplo de Campana EI plan de La Plata de 1882 se inscribe en una te arquitectonica y urbanistica de la que se pued: hallar numerosos ejemplos en la Argentina y en resto de América Latina. tada sobre un brazo del Paran largo de la ruta Panamericana, en el tramo que Buenos Aires a Rosario. Campana cuenta hoy unos 60.000 habitantes y con dos grandes emp Una petrolera y la etra siderurgica, Toda une cién marginal, atraida por esas posibilidades de pleo, ha venido a engrosar los barrios periféricos Endo asi rapidamente importantes bolsones de }. Como en todas bano permite di za (ver estudios de G. Cheval iudades argentinas el espaci wir el casco urbano (centro clase pudiente) de los barriot perifricos formas tanto por las viviendas populares como por las vil miseria. Los habitantes real sentido de trios, cuyos hal dad,‘como miembros plenos de la comur La ciudad de Campana fue fundada en 1876 de xcuerdo con un plano trazado asco ignoran con frecuencia ( palabra) la existencia de esos La planta ite y la jerar cida a su més simple expresién. La creacién de Campana en 1876 cesidad de multiplicar los puertos objeto de asegurar el embarque de la pampa hacia Europa. Con ese propésito, tes establecimientos frigorificos (hoy desqy fueron construides en proximidades del rie. Como el caso de Ensenada, el puerto de Campana no re ria muche tiempo la « stencia de Buenos Aires. cordemos (ver capitulo 2) que Dardo Recha, en 18: habia hecho estudiar « Campana como uno de los sibles lugares para la implantacién de la nueva

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