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ae ee Ee eat | eg)
/Alain Garnier
Municipalidad de La Plata
Laboratorio de Investi
del Tede la presente edicién
imer centenario de la fundacién de La Plata motivé
Meir deidiverses trabajas quetoomer CP hatiral,
intos propésitos. Si hiciéramos abstraceién de las
disecciones impulsadas por la mera curiosidad
ifica o la bisqueda de méritos académicos y
iramos en que, como dice Alain Garnier, para un
1a escribir una monografia acerca de una ciudad
tun acto pasional, no deberé olvidarse que los
pasionales pueden responder a miltiples
os.
icimos desde las frias disecciones hasta las
siones que pueden reputarse de actos pasionales
de que sus autores han nacido, vivido y sufrido
fa 0 se han enamorado de ella, como confiesa
0 Fernando de Terin. Quienes nos hallamos
‘easos corremos ciertamente el riesgo de perder
idad necesaria para juzgar los errores y bondades
ta Restaba un trabajo eserito con la pasiin del
fadero, que permitiese una justa evaluacién de
syeualidades asl como sugerencias para corregir
pvalorar lo bueno.
tivo bdsico de Alain Garnier es hacer conocer
‘elmundo de habla francesa. Pero lo hace como
70, que nos estima de verdad exté dispuesto
, eapaz de la critica mas dura, expresando lo
que muchos piensan y no se atreven a decirnos (Tomemos
al azar su crudo:”...Mal inspirés par le mouvement
moderne e par les CIAM, les architectes des anneés
‘inguante a septante ont cru pouvoir faire table rase du
tracé de 1982 et, emportés par une frénésie incontrolée,
ils ont proprement massacré léquilibre du systeme urbain
platense..."), pero también de su consejo para que no
ppersistamos en los errores que el tiempo consolida y torna
irreversibles, disminuyendo la posibilidad de una buena
calidad de vida urbana. Amigo que hasta aporta lo que
Platén peda: informaciones itiles para la gestién de la
ciudad.
Nos hallamos, pues, ante una obra que completa con
autoridad y solvencia, ast como con los atributos de la
amistad, el espectro de trabajos referidos a la ciudad de
La Plata,
Agradecemos al amigo Alain por su valiosisima
coniribucién y manifestamos que, por todo lo expuesto, el
Laboratorio de Investigaciones del Territorio y del
Ambiente ha considerado importante difundir la misma a
través de la presente traduccién. Sélo resta expresar
‘muestro reconocimiento a 1a Municipalidad de La Plata,
que ha hecho posible su publicacién.
La Plata, abril de 1992
Julio A. MorosiIntroduccién 10
re
s
o
2
~
2
. La Argentina y su sistema urbano 12
. Los origenes de la ciudad nueva La Plata 22
Los antecedentes histéricos de la trazadeLaPlata 32
. La traza urbana incial de 1882 46
. La edificacin de las primeras construcciones 60
. Desarrollo y distorsion 92
. De la ciudad ideal a la ciudad real 102
. de Hacienda, Obeorvatoria setondmice, Monte de. Pe.
ropertciones 4 que lon edlficioe corres:
anes | presupuestos serén presentados al PE dent de
para adoptar las medidas conducenes 6 #1 exémen y
5} 60 sin modiiea
_Ditise guanant oot & Ton Prenidntes de fs Bancor Pro
‘con igual objeto
Comuniquese, publiguese 6 insétese en et RO.
Fecha
Cerlos D'tmico
Francisco Unbura
del 7 de mayo de 1881
1do la decision de crear la
nueva la Plata e impartiendo
5 (J. Moros, F. de Terén
le Plata, p. 94)
ca, en parte, la extraordinaria rapidez.con la que
fue realizada la ciudad nueva La Plata. El plan era
habil pero no alcanzarfa resultados.
Dardo Rocha firmé el 7 de mayo de 1881, den-
tro de la semana que siguié a su instalacién a la ca-
beza de la provincia, un decreto por el que ordena-
ba los estudios preliminares que comenzarfan de
inmediato y durarian slo un afo. En esa época el
ejercicio del poder no era una palabra hueca y
Dardo Rocha demostré que sabfa hacer uso del
mismo. Ayudado y sostenido por una administra-
cidn fuerte, tomé rapidamente una serie de medi
das adecuadas para realizar sin tardanzas su ambi:
cioso proyecto. Desde el inicio la ciudad nueva de-
bfa ser algo mas que un simple complejo adminis.
trativo para transformarse en un verdadero centro
provincial. Rocha habia estudiado muchas ciuda-
des modernas del siglo XIX, correspondientes a
distintos paises europeos. En ellas se inspira para
establecer un listado de condiciones muy sucinto:
la ciudad nueva deberia ser moderna y satisfacer
los nuevos imperativos de la higiene y de la estética
admitidos en Europa. No deberfa estar ni demasi
do cerca ni demasiado lejos de Buenos Aires y de-
berfa ser Ficilmente accesible. Deberia poser,
igualmente, una situacién central en relaci6n a la
provincia y contar, por cierto, con un puerto sus-
ceptible de ser desarrollado.
EI decreto inicial del 7 de mayo de 1881 insti-
tuia tres comisiones encargadas de preparar las di-
ferentes operaciones de esa planificacién:
~ la primera tenia por misién el estudio de las dife-
rentes localizaciones posibles para esa nueva cit:
dad, la investigacin en ellas de sus posibilidades
de suministro de agua, la evaluacién de sus venta-
_jas comparativas (estudios de impacto).
~ Ta segunda comisin estuvo encargada de organi:
zar un concurso internacional de arquit ;
para seis grandes edificios publicos de la
ciudad,
42. LOS ORIGENES DE LA CIUDAD NUEVA LA PLATA
Jans35
re
Esquema del romal ferroviario
Buenos Aires-La Plata en 1882.
el tercer mandato fue confiado a la administra
cin provincial (Departamento de Ingenicros),
cuya tarea seria la de trazar la nueva ciudad asi
como la de disefiar otros doce edificios piblicos.
Esos tres mandatos fueron conducidos paralela e
independientemente unos de otros. Se disefiaron
los principales edificios sin conocerse la traza de la
futura ciudad nueva y esta tiltima fue concebida
sin que se hubiese fijado atin el sitio donde se la
debia realizar. Este proceder podria parecernos
hoy una ligereza, pero si lo situamos en el contexto
del academicismo de fines del siglo XIX, puede
comprendérselo mejor. La eleccién del partido de
Ja Ensenada para implantar la futura La Plata fue
establecida por decreto del 1° de mayo de 1882. El
conjunto de planes de las tres comisiones fueron
hechos piblicos por Dardo Rocha el 19 de mayo
de 1882, 0 sea un afio después de comenzados los
estudios. La mayor parte de esos planes se han per
dido, pero ha subsistido una traza general de la
ciudad basada en un rectangulo de 5195 metros
por 4360 metros (plano primitivo). El plano defini-
tivo del 19 de noviembre de 1882, basado en cua-
drado perfecto de 5196 metros por lado (com-
prendiendo el bulevar periférico), s6lo se concreté
sobre la marcha. Los historiadores distinguen asi el
plano primitivo de 22.645.000 metros cuadrados
(mayo de 1882) del plano fundacional de
26
26.998.420 metros cuadrados (comprendiendo al
Bosque) (noviembre de 1882) (J. Morosi, 1979, p.
111-117) (J. Morosi, 1980, p. 5470). El plano pri-
mitivo prevefa la distribucién de usos del suelo si
guientes: 61% para la construccién, 35 % para las
vias circulatorias y el 4% para las plazas. El plano
fundacional, que seria el ejecutado, reserva 58%
de su superficie para la construccién, 35% para los
espacios circulatorios y 9% para las plazas y par-
ques, lo que més tarde haria de La Plata la ciudad
més verde de la Argentina
En realidad, no conocemos con certeza al autor
de la traza de La Plata. Es probable que la misma
sea el resultado de un trabajo en equipo de varios
ingenieros urbanistas de la administracién provin-
cial de la época. Sin embargo, Ia tradicién quiere
que se atribuya la paternidad de los planos de la
ciudad al primer director de los trabajos de edifica-
Gién de la ciudad de La Plata, Pedro Benoit, inge-
niero argentino hijo de un inmigrante francés. Pe-
ro ciertos autores, como De Paula (p.84), insisten
sobre el papel determinante del arquitecto Juan
Martin Burgos quien, en abril de 1882, habfa pu-
blicado un esquema basado en un cuadrado per-
fecto, del que el Departamento de Ingenieros se
habria inspirado ampliamente.
Para la historia menuda, se dice que el nombre
de la futura ciudad nueva, La Plata, fue sugerido3. LOS ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA TRAZA DE LA PLATA
Plane de indianépolis, 1821
palacios del triunfal siglo XVIII. Las ciudades exis-
tentes sufrieron en menor medida Ia influencia de
los principios barrocos. Asi, el plan de Christopher
Wren para Londres (1666) introduce ya el princi-
pio de las calles radiales rectas, convergentes hacia
los edificios piblicos de cardcter simbélico fuerte-
mente marcado. Mumford dice, refiriéndose. al
surgimiento del barroco, (p. 470): «La regularidad
de la avenida pone en valor el alineamiento de las.
unidades en marcha. Un regimiento desfilando en
buen orden proporciona, entonces, una impresin
de poder tal que nada pareciera poder detenerlo.
36
Eso es exactamente lo que pretenden sugerir los
principes y los militares a la masa del pueblo; su
orden se impone, de tal modo, sin golpes que hie-
ran (...) . La ciudad barroca ofrece cotidianamente
el espectaculo de esa parada de los grandes de este
mundo, que el joven repartidor de la panaderia
contempla con su cesto de reparto sobre su cabeza
». Sin duda, como lo destaca J.W. Reps, la plan-
ta de Wren ha inspirado fuertemente a Pierre
Charles L’Enfant para su plano de Washington de
1792. Ciertamente, este iltimo habria llamado la
atencién de los autores de la traza de La Plata,
quienes, indudablemente, habrian observado tam:
bién la planta cuadrada de Indiandpolis (1821) 0
la de Detroit (1807).
La ciudad industrial
La waza de La Plata no podia limitarse a una sim-
ple composicién formal inspirada por una actitud
roméntica hacia las ciudades ideales 0 hacia el es
piritu barroco. Como ciudad de fines del siglo
XIX, La Plata debia ser adaptada a las exigencias
de la era industrial en pleno desarrollo. De tal mo-
do, su esquema circulatorio, muy elaborado, preve
una disposicién de sus vias que garantiza un acceso
fécil de los productos agricolas de la periferia ha-
cia los barrios y hacia el centro. La red ferroviaria
es concebida para servir a la vez a la ciudad y ala
zona portuaria, en torno a la cual se planteaba el
desarrollo de las zonas industriales. Los principios
higienistas ligados al concepto de la ciudad indus
trial del siglo XIX se manifiestan en el ancho de
las avenidas, en la multiplicacin de los espacios
verdes y en la promulgacién de normas sanitarias
que debfan guiar el desarrollo de la ciudad en el
interior de su traza.
La concepcién de Gerda para el plan de Barcelo-
na (1859) tuvo influencia, sin dudas, sobre Rocha.
Cerda deseaba crear una ciudad igualitaria, en laabril de 1882 por el senador provincial José
jernandez, el famoso autor del Martin Fierro.
jerndndez, justificaba su propuesta mediante con-
leraciones histéricas ligadas a la denominacién
Virreinato del Rio de La Plata.
Proceso de ejecucién
titerios de evaluacién empleados por la comi-
encargada de estudiar los emplazamientos po-
s derivaban directamente del contenido del
to del 7 de mayo de 1881:
tajas y desventajas de la localizacién para sus
\ciones administrativas (centralidad).
lidad de las tierras para la fundacién de los
lificios como para la agricultura.
tencia de fuentes de agua potable en canti
suficiente,
tencia de vias de comunicacién con la Capi:
Federal y posibilidad de desarrollarlas.
ibilidad de ejecutar las obras necesarias para
irar buenas condiciones higiénicas para la
poblacién.
meses después del comienzo de sus trabajos,
isin presenta sus conclusiones proponicndo,
primer grupo, a las comunas de Campana,
'y Ensenada. Dardo Rocha, en posesién de
lio, decide su eleccién por la Ensenada y
lidar esa decision por el Poder Legislati-
Provincia el 27 de abril de 1882, El decreto
n lleva fecha del 12 de mayo de 1882
wuna de Ensenada, situada a unos 60 kilé-
sudeste de Buenos Aires, reunia numero-
5. Junto al rio, el sitio elegido poseia ya
natural formado por un pequenio estua-
‘ada) utilizado desde el siglo XVI y desa-
@ partir de 1823. Pero la verdadera cons-
del nuevo puerto comenzé en 1883 y el
0 amarré ¢l 15 de mayo de 1887. El
puerto de La Plata fue realizado por el
ingeniero holandés Juan Abel Waldorp. Desafort-
nadamente la crisis econémica de 1890 afect6 fuer-
temente la construccién de este puerto. El mismo
fue considerado, desde el comienzo de los traba-
jos, como un competidor serio del moderno puer-
to Madero de Buenos Aires y, en 1904, el gobierno
federal procedié a la nacionalizaci6n del puerto de
La Plata. En este contexto, el nimero de navios in-
tercontinentales que amarraban-en Ensenada era
significativo: en 1886 esa cifra se elevaba ya a alre-
dedor de 300 unidades; diez afios mas tarde, eran
710 los barcos que cargaban o descargaban en este
puerto. Ese ntimero cae a 200 unida inmediata-
mente después de su nacionalizacién en 1904. Hoy
se trata apenas de algunas decenas de navios, sobre
todo petroleros, que hacen atin escala en La Plata.
Ademas de la presencia de un puerto, ia comu-
na de Ensenada estaba ligada desde 1872 a Buenos
Aires mediante una linea férrea construida por los
ingleses. Por otra parte habjan sido igualmente to-
madas en consideracién otras ventajas como la to-
pografia general, la calidad de los suelos agricolas
cercanos, la salubridad del microclima. La Plata se
construiria sobre una ligera elevacion situada a
unos diez kilémetros de la costa y denominada “lo-
‘mas de la Ensenada’.
Para realizar esta ciudad nueva, Rocha hizo apro-
bar el 1° de mayo de 1882 una ley que le permitiria
expropiar unas 9.500 hectareas (segiin De Paula
16.000 hectéreas, (p.75), excediendo largamente
las 2.500 hectareas necesarias para la sola traza de
la ciudad. Una media docena de estancieros fueron
afectados por esta medida, en particular la familia
Iraola, que posefa toda la regién de Tolosa.
Los trabajos para fundacién de la ciudad nueva
arrancaron répidamente. Fl plano primitivo de ma-
yo de 1882 fue aprobado por el Poder Ejecutivo
mediante decreto del 5 de junio de 1882. El 19 de
noviembre del mismo afio se colocé la piedra fun-
damental en medio de grandes festejos. Entre 1888
27‘2. LOS ORIGENES DE LA CIUDAD NUEVA LA PLATA
y 1884, los trabajos de construccién se desarrolla-
ban en doce secciones de la ciudad (sectores de
800 por 800 metros). A fines de 1884, cuatro de
ellas estaban ya concluidas y las tareas continuaban
‘en las restantes ocho secciones en curso de ejecu-
cién. A comienzos de 1886, veintitin secciones so-
bre las treinta y cuatro con que contaba entonces la
planta urbana estaban ocupadas por un total de
3859 edificios piblicos y privados. La mas destaca-
da actividad de la construccion se concentraba en-
tonces en torno a la actual plaza San Martin. Desde
1 inicio de los trabajos se construyé la primera via
férrea que ligaba las instalaciones porturias proviso-
centro de La Plata. Los materiales de cons-
llegados por via maritima fueron transpor-
tados por esa via férrea. En 1884, La Plata era reco-
rrida por una linea de tranvia de veinte kilémetros
de extensiGn, servida por dieciocho unidades y que
transportaba ya 30.000 pasajeros por mes.
El arribo de los primeros habitantes
Hasta 1882, la comuna de Ensenada estuvo poco
poblada, a pesar de su proximidad con Buenos Ai-
res y de la existencia de las actividades portuarias.
Su poblacién estaba concentrada en dos pueblos:
Tolosa y Ensenada. El Departamento de Ingeni
ros de la provincia demand6, a partir del comien-
20 de los trabajos, una gran cantidad de operarios.
Estos eran principalmente inmigrantes llegados
poco antes ala Argentina, atraidos por el milagro
econémico de fines de la década del sesenta. Des-
de el inicio de las construcciones preliminares, esa
mano de obra proveniente de Buenos Aires 0 de
‘sus alrededores, llegé a Tolosa y a Ensenada por fe-
rrocarril 0 por los caminos. Més tarde, los nuevos
inmigrantes llegaron directamente en barco. Fue-
ron instalados de inmediato en albergues prefabri-
cados alzados alrededor de los obradores y poste-
riormente ocuparon modestas viviendas, que ellos
28
oe
Plano del loteo del pueblo de Tolosa en
1871, vilizado por su propietorio
(Martin Irgola) para la venta de las
pporcalae. En froma gris: al angule norte
e la Futura ciudad de La Plato, Lox
morzanesrectngulres de Telos
fubsiston ain hoy en lo pare ubica
fuera de la traza de la nueve cluded, La
Plaza de Tolesa ha sido corada en dos
+ le linea ferrea que penetra hacia La
lata por fa ovenida | (Ivente: Laborde:
Breve Historia de Tolosa.ficial del ovo de fundacién
oviembre de 1862, Eecuto-
Be bose de uns fotografia
Wyalierada alos exigencios
Eis (fenle: Misco y Archivo
dhe de lo Pos2. LOS ORIGENES DE LA CIUDAD NUEVA LA PLATA
mismos a veces se construfan en los primeros lote-
os de la ciudad. Se trataba sobre todo de una po-
blacién extranjera masculina.
De tal modo la primera oleada de habitantes de
La Plata estuvo seguramente conformada por los
obreros del sector de la construccién (del puerto,
las rutas, los edificios, etc). Fl 84% de la poblacién
estaba compuesta en 1884 por hombres. Al afio si-
guiente la tasa habia descendido ya al 68%. F] arri-
bo de las mujeres habia sido, pues, relativamente
rapido. Dos atios después del comienzo de los tra-
bajos, la proporcién de argentinos no representa.
ba sino el 22% del total de diez mil obreros. Esos
argentinos llegados directamente de Buenos Aires,
ocupaban los puestos de jefes de los obradores,
contramaestres y técnicos. El 78% restante de los
trabajadores inmigrantes eran de muy diversos ori-
genes, con un neto predominio, sin embargo, de
italianos que representaban casi la mitad de esa
masa laboral. Se comprende, en consecuencia, la
influencia de la cultura italiana sobre ciertos aspec-
tos del desarrollo de la ciudad, especialmente en
el campo de la construccién de las viviendas primi
tivas.
El ritmo de legada de esos trabajadores fue
muy acelerado. Se calcula que el aumento anual
de la poblacion fue, entre 1882 y 1884, de 60%.
Entre 1884 y 1890 esa tasa fue del 25%, lo que per.
i6 alcanzar los 65.610 habitantes en 1890. La
Argentina fue golpeada, en ese momento, por una
grave crisis econémica nacional y la poblacion de
La Plata cayé a 60.991 habitantes en 1895. A pesar
de esta pérdida momentanea de poblacién, La Pla-
ta se habfa convertido en doce afios en la tercera
ciudad de la Argentina, tras Buenos Aires y Rosa-
Dardo Rocha y las autoridades de La Plata habi-
an previsto que la poblacién inicial de la ciudad
nueva estuviese constituida por los obreros de la
construccién y sus familias (decreto del 7 de agos-
30
En primer plano se distingue el antigua pueblo de Tolosa
{9 estcten fprviria Buancs Aires se eneventa en fa”
direcién del Lorde superior de la fotografia,
le estacién de frrocartl “19 de Noviembre”
fen 1884, situada entonces en el actual
templazamiento del Pasaje Dardo Rocha (fuente:
Museo y Archive Dard Rocha de La Plata{ON DE LA CIUDAD NUEVA LA PLATA EN 1884
J. Morosi, F. de Terén et o.: Le Plate, 1983, p. 185
Masculine Femenina Total
1.443 833 2.278
4128 459 4.585
726 143 369,
306 81 387
2.178 102.288
IN DE LA POBLACION DE LA CIUDAD DE LA PLATA,
iia
‘Moros F de Torén et al: La Foto, 1983, p. 185
Argentinos % Exranjeros % Total
219 78,1 10.407
37/3 627 17.171
657 343 65.812
65,5 345 (90.436
DE LOS HABITANTES DE MAS DE 15 ANOS EN 1909
1A COMUNA)
si, F. de Teran eto: La Plato, 1983, p. 185
‘Argentinos Exranjeros Total = %
607 1484-2091 3,5
sancdo 3.350 «4.756 «8106 13,5,
1337 3iasl 5018.83
os 8525 8814 17339 40,7
3272 172 ala 7,5
educacion 1354 "201. 1.555 2.6
9997 11.604 21.601 35,9
28.642 60.204
1883). Ademés para facilitar su instalacién y
itegracién, fue puesta en marcha una politica
en el campo del equipamiento urbano (es-
», comercios, hospitales, ctc.) y se pusieron a
icién. parcelas para la construccién de las vi-
las privadas. Los esfiierzos realizados por las
idades dieron sus frutos, en particular en ma-
teria de instruccién publica, ya que en 1909 sdlo el
20% de la poblacién de L.a Plata era analfabeta.
El nivel de integracién de los inmigrantes de La
Plata puede ser evaluado, en parte, por la observa-
cién de los tipos de matrimonio. Si, entre 1884 y
1890, s6lo en 20% de ellos eran contraidos entre
extranjeros y argentinos, ese porcentaje crecié al
32,2% en 1905, Muchos extranjeros de la primera
generacién adoptaron la nacionalidad argentina y,
con el aporte de las migraciones interna, asistimos
a fin del siglo a cierto equilibrio de la poblacién.
En 1909, la proporcién de extranjeros no alcanza-
ba mas que el 34%.
La poblacién activa estaba compuesta, entre
1882 y 1890, sobre todo por trabajadores con oft
ios vinculados a la construccién y los trabajos pit
blicos. Con la finalizacién de las grandes obras, la
ciudad de La Plata hallé muy rapidamente un nue-
vo equilibrio, inclinéndose hacia el sector terciario.
El censo de 1909 arroja, para el conjunto de la co-
muna de La Plata, una poblaci6n de 95.126 habi-
tantes. Para la ciudad de La Plata solamente, la
misma fuente sefiala 65.812 habitantes. La pobla
j6n activa representa entonces el 56%. En 1909,
més del 83% de los activos actuaban ya en el sector
terciario. Estas cifras muestran una transformacién
muy rapida de la economia local. Los sectores pri-
mario y secundario, como el comercio, eran domi-
nados entonces por los extranjeros, en tanto que el
sector terciario, como la administracién y Ia ense~
fanza eran ocupados principalmente por argenti-
nos. El proceso de creacién y luego de consolida-
cién de La Plata, hicieron de esta ciudad nueva un
verdadero centro regional hasta fines de Ia primera.
década del siglo XX. Posteriormente, la fuerte
competencia de Buenos Aires destruiria ese fragil
equilibrio y reduciria a La Plata a una funciém
suburbio de la gran metrépoli.3 Los antecedentes historicos de la traza de La Pl
El contexto del siglo XIX argentino
Guando Dardo Rocha conffa la concepcién de la
traza de la futura capital provincial a su Departa-
mento de Ingenieros, se adscribe a la vasta corrien-
te industrialista decimonénica. El decenio de 1880
marca, en la Argentina, el pasaje del romanticismo
‘gauchesco al positivismo econdmico. La idea de la
Ciudad ideal vinculada al progreso técnico estaban
ala orden del dia. El plan Cerda para Barcelona,
las grandes obras de Haussmann en Paris, las uto-
pias sociales como el Familisterio de Godin eran al-
gunas de las realizaciones que nutrian el debate
acerca de la ciudad de fines del siglo XIX. Los in-
genieros estaban a la cabeza y, en la Argentina en
plena expansién econémica, desempefiaban un
papel decisivo en la organizacién del pais. Se cons-
truyeron puertos, se instal6 la red ferroviaria y se
‘emprendi6 la electrificaci6n urbana. Dardo Rocha
queria hacer de la nueva capital una ciudad mo-
derna, resueltamente volcada hacia el futuro. Ro-
cha se volvié hacia Francia e Inglaterra a la bi
queda de nuevos modelos, por reaccién ante la he-
rencia colonial espafiola. En sus contactos con Eu-
ropa buscaria conocer mejor las diferentes realiza-
ciones urbanas contempordneas y extraer de ellas
las referencias utilizables para la concepcin del
plano de La Plata. Las directivas que impartirfa a
Pedro Benoit serfan claras y precisas. Los princi-
pios higienistas en vigor en Europa deberian guiar
allos creadores de la nueva ciudad.
Por cierto, serfa aventurado afirmar aqui que
Rocha y Benoit abrevaron de esta o aquella fuente
historica para determinar la traza de La Plata. No
podria tratarse mas que de especulaciones basadas,
en los habitos académicos decimonénicos o en
ciertas hip6tesis tedricas.
32
Planta de une ciuded ideo!
G. Vasari el Joven (1552-161
plano de una ciudad fortificada
Ejempla de ls cludades idesles
Renacimiento.
Ciudad ideal de Henrichemont
Salomén de Brosse (1 608)
eee imme
radios. Su ree in
= 175 ples (lredolor eo
frets (t Benevolo,p. 70)Palmanova, tai, 1598.
Plania de la ciudad ideal Sforzinda, extrai-
., da del tratedo de Filarete (circa 1 465}.
La ciudad ideal del Renacimiento
Dardo Rocha adherfa enteramente a las id
sanitarismo decimonénico pero, ademas, des
hacer de su futura ciudad un simbolo de la
nacional. No ocultaba sus ambiciones presides
les y dejaba entrever que, una vez a la cabeza de
\Nacién, procederfa a un enroque entre Buenos:
res y La Plata, con el propésito de otorgar a esta
tima el caracter de capital federal. A partir de
comprendemos mejor atin su voluntad de o
a La Plata un cardcter monumental fuert
marcado. Los principios formales a los que
Benoit y sus ingenieros se remitieron provi
diferentes fuentes. Ellos abrevaron las ideas
ciudades ideales de carécter cerrado y no
Vo, particularmente del Renacimiento, coi
ciudad ideal de Giorgio Vasari el Joven (1
1574) 0 como Henrichemont (1608) de Salom
de Brosse.3. LOS ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA TRAZA DE LA PLATA
Plano de Versalles, Le Notre, 1746
Et paraleto que podemos trazar con el plano origi
nal de La Plata es sorprendente: esta disefiado co-
mo una obra concluida, acabada, perfecta. Su or-
ganizacion espacial implica un orden urbano de-
terminado y sus espacios estén claramente jerarqui-
zados en torno aun centro civico y religioso conce-
bido como el corazén de la ciudad. La composi
cién es simétrica respecto.de uno 0 de varios ejes.
«La geometria como forma de este universo ma-
terial constituye en La Plata et tema central. Las ca-
racteristicas de esta ciudad no responden solamen-
te a un concepto funcional de distribucién, de ca
tegorias y de especializaciones, sino que es un mo-
do de insertarse en el universo cultural del hom-
bre. Este modelo teérico contienen las reflexiones
del hombre del Quattrocento. La geometria se in-
serta en un conjunto mas amplio de preocupacio-
nes y que concierne a las relaciones generales del
hombre en el universo. Al observar la visién cos-
molégica del mundo helénico donde el hombre se
inscribe en el circulo como en el cuadrado, las dos
figuras fundamentales del universo geométrico, ve-
‘mos que existe una ley, un misterio de la naturale-
za segiin el cual las proporciones reflejan el orden
universal» (La Plata: una Obra de Arte, p. 428).
La ciudad racional o ideal del Renacimiento es
también una ciudad militar. Michel Ragon destaca
(p. 166) que, en efecto, «s6lo las ciudades militares
semejan las ciudades ut6picas de los fil6sofos (...).
Lo asociamos con Platén y con Hipodamo de Mile-
to. El primer caso de ciudades ideales es, pues,
Sforzinda, poligono de dieciséis lados que Filarete
disefia para Francesco Sforza». La ciudad racional
responde, ciertamente, a las nuevas exigencias mi-
litares, pero también pretende ser, y desde su co-
mienzo, una ciudad confortable. La naturaleza
‘ocupa un lugar de privilegio, se la introduce en la
ciudad segiin un orden riguroso y disciplinado.
Las calles principales se disefian no s6lo para el
uso de las tropas sino, también, para permitir ladines Roycles de Chaux on
*Senons, Consfitzyen-una de las
bs fertaves do aplicacion de os
pies de ure orquilectyra lgpica @
fame de ciudad indus por
Beds Nicos ledoux (1736-1800).
Plano de L'Enfant para Washington,
1791 UW. Reps, p. 238). Percbimos
gfifecinente le rgze dees
iagonales y 8! ordenamisnio de las
plazas principales y secunderies.
circulacién de los vehiculos de traccién a sangre.
Sin embargo, debe recordarse que estas ciudades
ideales quedaron, en su gran mayoria, como mode-
los urbanos descriptos por los tratados de autores,
como Alberti, Palladio, Filarete y, mas tarde, por
‘Tomas Moro y sus 56 ciudades cuadradas en Uto-
pia (1516). Muchas de esas ciudad de papel jamés
fueron levadas a la realidad, pero calaron profun-
damente en el pensamiento de los urbanistas del
sigto XIX.
La influencia barroca
La voluntad dé Rocha de convertir La Plata en una
ciudad simbolo de la Argentina moderna hizo ne-
cesario recurrir a otra fuente referencial. En el tra-
zado de los espacios piiblicos de La Plata se recono-
ce la composicién barroca, basada en la axialidad
monumental y en la utilizacién generosa de las dia-
gonales. El tratamiento formal de los parques y pla-
zas situados en la interseccién de las avenidas otor-
gaa la traza un equilibrio destacable. El disefio del
eje monumental, tratado como un palacio lineal re-
matando en el Bosque y apoyado a ambos lados
por una serie de diagonales, confiere al trazado de
La Plata un caracter barroco fuertemente marcado.
La disposicién romantica del Bosque y el disefio re-
dondeado de los angulos del cuadrado perfecto de
Ia planta, refuerzan atin més esta imagen. Las refe-
rencias te6ricas podrian buscarse en el plano de Le
Notre para Versalles o en la traza general de Salines
de Chaux de Ledoux o aiin en los tratamientos ba-
rrocos de la Viena de fines del siglo XVII.
El urbanismo barroco se manifiesta en la forma
mas clara en el tratamiento de los palacios situados
fuera de las ciudades. Las grandes perspectivas
axiales que se abren hacia el horizonte, las plazas,
monumentales, la simetria de los voliimenes y de
las trazas son, de igual modo, caracteristicas que
distinguen la magnificiencia del urbanismo de los
35,iplon de Bercstona (1856), realizado
oe Cale Arb: operon.
sheggcies dss sen brs im
Nal coir urbano, restableclando,seqin
Ba igus enretocas es zones de cided
Ia calidad de vida fuese la misma para todos y,
alli, la utilizacién del damero. Es necesario su.
; sin embargo, que la ocupacién de las man-
de 118 metros por lado es concebida por Cer-
con un espiritu muy diferente al que tendria lu-
tres décadas mas tarde para La Plata, donde las,
wanas serian objeto de simples loteos (Cerda, p.
J. Cerda verifica que si el sistema en cuadricula
‘gualitario, no Io resulta en lo que conciemne a la
ibilidades de acceso a las funciones centrales de
cio. Introduce por ello cinco diagonales radia.
aque ligan el centro a los barrios periféricos. Este
que seria retomado por Pedro Benoit para el
lo de las ocho diagonales de La Plata. Pierre
lan expresa en este sentido, refiriéndose a las
lades americanas del siglo XIX (p. 212): «Fuera
esa masa imponente de plantas ortogonales, en
iglo XIX, no hallamos mas que algunos ensayos
-mejoramiento del sistema mediante diagonales y
0 tres aplicaciones de la formula radio-concén-
Uno de los inconvenientes mas indudables
{ trazado ortogonal es el alargamiento de las co-
licaciones. Ello se ha intentado remediar a tra-
vés de la introduccién de cierto mimero de diago-
nales en la cuadricula. Pero, en tal caso, se generan
ngulos agudos dificiles de edificar y, si bien ciertas
comunicaciones son mas cortas, la circulacién en
general no se ve facilitada. Washington ofrece un
ejemplo clasico desde fines del siglo XVII. La im-
presidn se repite en cierto ntimero de trazas de ciu-
dades americanas del primer tercio del siglo XIX:
Buffalo (1803), Indianapolis (1821), Madison
(1836), asf como, mucho més tarde, en La Plata
(Repiiblica Argentina) en 1882».
Hemos visto que la Argentina de la segunda mi-
tad del siglo XIX se vuelve resueltamente hacia In-
glaterra, que se convertirfa en su principal socio
‘econémico. Los ingleses estuvieron muy presentes
en el antiguo Virreinato del Rio de la Plata y parti-
ciparon activamente de su revolucién industrial
Naturalmente, las enormes dificultades sociales y
econémicas a las que se vieron enfrentadas las pri-
meras ciudades industriales inglesas (Glasgow,
Londres, Manchester, etc.) impresionaron el espiri-
tu de los creadores de La Plata. En Los quinientos
millones de la Bégum, Julio Verne lo’ pone en la-
bios de su personaje el Dr. Sarrasin: «Sefiores, en-
tre las causas de la enfermedad, de la miseria y de
la muerte que nos rodea, es necesario tomar en
cuanta una, a la que creo racional atribuir una
gran importancia: se tata de las condiciones higié-
nicas deplorables en las que se ha colocado a la
mayor parte de los seres humanos. Ellos se hacinan.
en las ciudades, en las viviendas frecuentemente
faltas de aire y de luz, esos dos agentes indispensa-
bles para la vida. Esas aglomeraciones humanas se
convierten, a veces, en verdaderos focos infeccio-
sos. Aquellos que alli no encuentran la muerte, co-
mo minimo son perjudicados en su salud; su po
tencial productivo disminuye y la sociedad pierde
asi grandes cantidades de trabajo que podrian
aplicadas a menesteres mas titiles>.
Las soluciones sociales y urbanisticas3, LOS ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA TRAZA DE LA PLATA
por autores como Robert Owen, Charles Fourier y,
més tarde, Jean Baptiste Godin, atraerian la aten-
cién de Benoit, sin que por ello el mismo intentase
reproducir en La Plata los sistemas cerrados de las
‘utopias sociales. Las teorias de los sanitaristas tuvie-
ron una influencia mucho més directa sobre Ro-
cha y Benoit. Estos estudiaron también con aten-
cién los grandes trabajos de Haussmann en Paris,
(1851-1870) y se aplicaron a resolver con cuidado
el sistema circulatorio de la futura capital provin-
Gial. La filosoffa postliberal de la segunda mitad
del siglo XIX legitimé la accién de Rocha y le de-
terminé su cuadro institucional. L. Benevolo (p.
$79) expresa en este contexto: «La burguesia victo-
rriosa instaura asi un nuevo modelo de ciudad (...)
La libertad total acordada a las iniciativas privadas
es, de ahora en adelante, limitada por la interven-
cion de la administracién, que establece las nor-
mas reglamentaria y ejecuta los trabajos piiblicos
(.)». Este modelo goz de un éxito inmediato y
duradero, permitiendo Ia creaci6n de una politica
urbana universalmente adoptada, que atin hoy in-
fluye sobre la gestion de nuestras ciudades.
Debe observarse que, si la ciudad de La Plata se
halla hoy un poco olvidada por los teéricos y por
los historiadores del Urbanismo, no siempre fue
asi. El plano de La Plata y sus principales monu-
‘mentos fueron presentados en la Exposicién Uni-
versal de Paris en 1889, donde aleanzaron un éxito
indudable. Numerosos articulos y comunicaciones
cientificas sobre la ciudad de La Plata fueron re
zados a fines del siglo XIX. El Congreso Interna-
cional de Higiene y Demografia de Viena (1887)
debatiria ampliamente acerca de la mas reciente
de las ciudades nuevas de la época.
La cuadricula colonial
La Plata, ciudad ideal barroca o moderna, conser-
V6, a pesar de todo, el elemento més tradicional
38.
la ciudad romana en cuadricula
iivstracion de 1536 del Tratodo de
(L Benevele, p. 133)
itrwioJe) :
WGomant, Urders ardiftont amon Gelirz ad honewem. nemun luli you sem
Nom etc tv b
Galvez, louisiana, 1778 J. W. Reps,
Bs yex del ices oe roonacet etter
rcvcre evans. Coda uno de esos podia
dito 30 ver on varias parcelas o slares.
del urbanismo de América Latina: la cuadricula.
La organizacién perfectamente ortogonal y regular
de los espacios construidos es una de las caracteris-
ticas dominantes de la ciudad nueva La Plata. Esta
fs una particularidad que, sin embargo, no es pro-
pia de esa ciudad, ya que dicho sistema domina
practicamente en la totalidad de las ciudades ar-
gentinas y, en general, americanas. La organiza-
Gién de los espacios urbanos bajo la forma cuadri-
cular tiene sus origenes en el fondo de los tiempos,
pero es, sin duda, en la época romana en que los
‘ejemplos son mas numerosos. Esa morfologia urba-
‘na se prolongaria a través del tiempo hasta el Re-
‘nacimiento y el principio de la cuadricula se exten-
derfa entonces a todo el nuevo mundo con Ia colo-
nizacion espaiiola. Esta generalizacion del esque-
ma cuadricular fue el resultado de un cuerpo jurt
dico sorprendente para la época: las Leyes de los
Reinos de Indias.
Felipe II promulgé en 1573 las Leyes de Indias
con el objeto de ordenar y sistematizar las dispost-
ciones que se empleaban en la colonizacién del
Nuevo Mundo y en la planificacién de las nuevas
ciudades. Se trataba de establecer verdaderas nor
mas de procedimiento para la urbanizacion y para
€1 ordenamiento del territorio en los dominios co-
Joniales. Esas Leyes de Indias constituyen un fené-
meno tinico en la historia del Urbanismo Los con-
sejeros de Felipe II se inspiraron en los escritos de
Vitruvio (80 a. C.), de Alberti (1485) y de Palladio
para redactar las leyes que los gobernadores y virre-
yes de las colonias espariolas debieron aplicar con
rigor durante siglos. E. Galantay recuerda «que las
Leyes de Indias no fueron establecidas de una vez
sino que fueron la sintesis de una larga serie de ins-
trucciones dadas por la Corona, siendo todo ello el
fruto de las experiencias de medio siglo de funda
cién de ciudades sobre el continente americano».
Dichas Leyes, codificadas en 1573, fueron comple-
tadas en 1685, posteriormente impresas por prime-
ra vez en 1680 y, por ditima vez, para su uso en el
imperio espafiol, en 1791.
‘Ademas de la referencia a los teéricos citados
arriba, los autores de las Leyes de Indias extrajeron
numerosas condusiones de la experiencia acumu-
ada en las nuevas colonias previamente a 1573.
Los primeros colonos describieron, frecuentemen-
te con mucho detalle, las ciudades precolombinas,
también concebidas en cuadricula. Otras experien-
cias urbanisticas, como la ciudad militar de Santa
Fe, disefiada en 1492 para concretar el sitio de Gra-
nada, influyeron ciertamente en forma considera
ble en la formulacién de las Leyes de Indias. Pode
mos citar aqui a J. W. Reps (p-38): «La historia de
las ideas no es jamas simple, sobretodo cuando s=
interesa en los hechos antiguos (...). Podemos d=
cir que las Leyes de Indias, que ofrecen una
nacién tinica, hasta ese momento, de las
del Urbanismo provenientes de fuentes3. LOS ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA TRAZA DE LA PLATA.
Buenos Aires de la época de
én (igo XV, Seg fos,
at Seal
Blano'de la ciudad se arficula en tomo
Gila plaza mayer, sede de los poderas
Gil milion fligioso de a spoca,
40St
SS See
SSS
SSS Sa
DUCUNUOUDU0,
goozaao0acy
‘3
do ung reduccién fundada por los Jesitos
“San José de Chiquitos, Bolivian ol siglo XVIL
diversas, modificadas por la experiencia en las islas
yen el continente hispanoamericano».
Las Leyes de Indias, aunque completadas ulterior-
‘mente, en el siglo XVII, mediante agregados varios,
constituyen un conjunto coherente de disposiciones
que se extienden desde la eleccién del sitio hasta las
reglas para la reparticién de las parcelas entre los co-
Jones, en sus capitulos destinados a regular el proce-
dimiento a adoptar en los nuevos descubrimientos y
poblaciones. El sitio debia incluir buenas tierras,
agricolas, agua potable en abundancia y bosques pa-
ra el combustible. La ciudad debia ser fundada pre-
viamente a toda edificacién y prever su posible desa-
rrollo a largo plazo. Se establecen indicaciones muy
precisas acerca del emplazamiento y la forma de la
Plaza, elemento esencial de la ciudad. Esa plaza de-
bia ser rectangular y sus dimensiones minimas eran
fijadas en 200 por 300 pies, en tanto que las maxi-
mas lo eran en 300 por 800 pies. Se recomendaba
darle a sus lados una proporcién de 2a 3, con el ob-
Jeto de facilitar las fiestas ecuestres (ver Vitruvio).
Segiin la naturaleza del lugar elegido, la plaza debia
estar situada en el centro de la ciudad o sobre la cos
ta, Las cuatro calles principales debian partir de la
prolongacién de los dos ejes de dicha plaza
Ocho calles secundarias debian hacer lo propio
desde los cuatro 4ngulos determinados por la pro-
Tongacién de los costados de la plaza. Esta y las cua-
NOQU0000009%-—- J 0000000
0080000
HUODO000
tro calles principales debian ser bordeadas por arca-
das. Curiosamente las Leyes de Indias no hacen
mencién explicita del sistema en cuadricula, aunque
resulta evidente que ello se encontraba implicito en
las mismas. «La cuadricula es parte del arsenal utili-
zado normalmente para la colonizacién. Los colonos
no podian tomarse el tiempo que demanda el estu-
dio de las particularidades topogréficas de un sitio,
en tanto que la cuadricula les permitia efectuar una
reparticién rapida y fécilmente equitativa del parce
lamiento» (L. Mumford, p. 294). Las Leyes de Indias
proporcionaban, por igual, indicaciones acerca del
‘semplazamiento de los edificios piblicos (Casa Real,
Municipalidad, Aduana, Arsenal, etc.) en torno a la
plaza. La iglesia debia ser emplazada algo apartada
de alli y sobrelevada, salvo en el caso de ciudades
costeras, donde en su papel de fortificacién debia
ubicarse la plaza que enfrentaba al espejo de agua
(J. W. Reps, p. 36). En la practica la iglesia fue local-
zada, casi sin excepci6n, frente a la plaza.
Las parcelas para construir eran repartidas entre
los colonos por sorteo, excepto las que rodeaban la
plaza. A cada parcela urbana le correspondia una
parcela rural de tierra cultivable. Las Leyes de Indias,
no preveian solamente el ordenamiento del sistema
urbano sino que indicaban, por igual, el modo de
ocupar el territorio periférico a la ciudad. Un pri-
mer cintur6n es destinado al aprovisionamiento die
rio y al pastoreo y un segundo cinturén a las tierras
arables. Las Leyes de Indias contenfan tambi
merosas disposiciones relativa ala organizacion de
las actividades de la ciudad, que seria demasiado lar-
go describir aqui. Es necesario subrayar ademas, si
guiendo a J. W. Reps (p. 37), que, en lo que se refie-
Tea la estética, Las Leyes de Indias permanecen en
un planteo muy general: «Procuren cuanto fuere po
sible que los edificios sean de una forma por el
mento de la poblaciéns. Se trata ya, antici
te, de descentralizar las atribuciones en materia
policia de la construccién.Barrio sud de Campana
42
El ejemplo de Campana
EI plan de La Plata de 1882 se inscribe en una
te arquitectonica y urbanistica de la que se pued:
hallar numerosos ejemplos en la Argentina y en
resto de América Latina.
tada sobre un brazo del Paran
largo de la ruta Panamericana, en el tramo que
Buenos Aires a Rosario. Campana cuenta hoy
unos 60.000 habitantes y con dos grandes emp
Una petrolera y la etra siderurgica, Toda une
cién marginal, atraida por esas posibilidades de
pleo, ha venido a engrosar los barrios periféricos
Endo asi rapidamente importantes bolsones de
}. Como en todas
bano permite di
za (ver estudios de G. Cheval
iudades argentinas el espaci
wir el casco urbano (centro
clase pudiente) de los barriot perifricos formas
tanto por las viviendas populares como por las vil
miseria.
Los habitantes
real sentido de
trios, cuyos hal
dad,‘como miembros plenos de la comur
La ciudad de Campana fue fundada en 1876 de
xcuerdo con un plano trazado
asco ignoran con frecuencia (
palabra) la existencia de esos
La planta
ite y la jerar
cida a su més simple expresién.
La creacién de Campana en 1876
cesidad de multiplicar los puertos
objeto de asegurar el embarque de
la pampa hacia Europa. Con ese propésito,
tes establecimientos frigorificos (hoy desqy
fueron construides en proximidades del rie. Como
el caso de Ensenada, el puerto de Campana no re
ria muche tiempo la « stencia de Buenos Aires.
cordemos (ver capitulo 2) que Dardo Recha, en 18:
habia hecho estudiar « Campana como uno de los
sibles lugares para la implantacién de la nueva