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ARTE Sumavo. ALDABA ..... LO INUTIL .. ACERCA DEL CINE ITALIANO: VITTORIO DE SICA .. Colahoran en ENRIQUE CARLOS BASUALDO (h.) : Poeta rosarino inédito. Con este poema “ARTE LITORAL” inicia la publicacién de trabajos de autores noveles, criterio que también seré sustentado en lo fu- turo como uno de sus objetivos primor- diales. JOSE CARLOS GALLARDO: Poeta granadino residente en Rosario. Integra el grupo de poetas espafioles conocido por “‘generacién puente” y escribe tam- bién teatro, ensayo, cuento y novela. Ha colaborado en “Poesia Espanola” (Espa- fa), “Cahier du Sud’ (Francia), “Et Pais” (Uruguay) y otros. GUILLERMO E. SCARABINO: Inicié sus estudios musicales con Emilio Ales- sio en 1947. En 1954 encara con el Pbro. Machado los cursos de armonia y composicién. Esté actualmente bajo la guia de Arminda C. de Farruggia en lo que se refiere a técnica pianistica y del mismo Machado en contrapunto. Tuyo a su cargo durante algtin tiem- po la pagina de misica: del diario local “La Accién. Estrené asimismo pequenas obras para piano, voz y coro y en 1957 dié a conocer en “Amigos del Arte” su primera sonata. MANUEL LOTERSZTEIN. Miembro de “Cine-Club’ de nuestra ciudad. Al igual que Enrique C. Basualdo (h.) es ésta su primera publicacién. DANIEL GIRIBALDI: Poeta y prosis- ta. Nacié en Buenos Aires. Publicé este afio “Villa de Dios no se Entrega’ (re- latos) y daré a conocer “Agua reunida’’ (poemas). Ha colaborado en numerosas publicaciones locales como “La Capital’, este Gime: “La Tribuna”’ y “Democracia’’ y las re vistas “Espiga’’, “Proa’’ y “'Sintesis’”. Cuentan también con trabajos suyos “Ventana de Buenos Aires”, “Vigilia’’ y otras de la Capital Federal y “Deslin- de” (Uruguay), ‘Caballo de Fuego” (Chile) y “Panorames” (Suiza). Resi- deen Rosario donde centré principal mente su labor. LUIS LEON DE LOS SANTOS: Con- ferencista y coleccionista de obras téricas. El Museo Provincial de Santa Fe “Rosa Gallisteo de Rodriguez’ ha enri- quecido su ¢oleccién con Ias importan- tes donaciones que efectuara desde 1942 a fa fecha. Las obras se encuentran reu- nidas en un salén que lleva su nombre. Creé el Museo de Pintura Argentina en el Distrito Escolar de la Boca (Pro- vincia de Buenos Aires). Reside actualmente en San José del Rincén (Santa Fe). JORGE MARTINEZ RAMSEYER: Pin- tor rosarino. Obtuvo el primer premio en el Salén de Arte Moderno organizado por “Amigos del Arte” en 1956. Ha realizado muestras individuales y colectivas. Reside en nuestra ciudad. CARMELINA DE CASTELLANOS PEDRO GIACAGLIA GABRIEL LETIER (Encargados de Redaccién de “ARTE LITORAL”) . Iustraciones: ALBERTO PEDROTTI JORGE MARTINEZ RAMSEYER. (Hoja suelta) . ADHESIONES Han colaborado para la aparicién de este numero: Silberstein y Dobry Ferninando Ri Cotonea Argentina S.R.L. Casa Jacobo Peuser Leonardo Ordonez R.G. Ec. -B. “Atlansur 8. A. Casa Saivatierra CASA LEONE IMPORTADORES INSTRUMENTOS EN GENERAL Créditos ° Rioja 1135 Tel. 29369 Role sre HAldaba = Llevas los mismos anos caminando parado ante una puerta, Interminable, Uamas, gong ‘de todo el brazo. Llamas, perforas, hundes tu peso entero. Acaso, tw altura quede siempre mds abajo ¥ tu pez aguijén vaya sin agua. Llamas de nuevo, lejania, cuerno de voz; hieres paredes; Uagas la distanc Ante la puerta, ta claridad te envia sélo sombra. Llevas la misma vida, Uevas el mismo Sueno, igual torrente queriendo detenerlo tras la puerta. Mas acé o mas alld. No importa un lugar de videncia. Pides sitio, escotilla, derrumbe 0 lejania Para salir. Lo estés pidiendo los mismos aftos que uno cualquiera de nosotros. Caminas. Las ciudades descienden como momias en tu oido. Sélo los puertos van contigo: los faros y los pdjaros. Pero el candado de tu tentativa, el mds alld del otro paso y ese polvo de nadie del camino, équién los consume? Llevas los mismos afios intentando abrir profundamente tu figura. Pero, gde qué te sirve Ia sirena angustiando pensiones y montaiias?, éde qué te sirve alzar a Dios en una mano y abrirle el vuelo en busca de su rama?... Llamards otra vez. Los mismos afos que Uamarén los otros, porque naces para ir hasta una puerta y preguntar diariamente por dénde es la salida. José Carlos Gallardo (De “haciendo tiempo”,. inédito), _ : Chopin y sus intérpretes Hasta dénde puede separarse al ar- tista de su obra? Partiendo del hecho admitido de la ibilidad de hacer abstraccién del hombre creador en un grado tal que se disocie, se desvincule completamente de la obra creada, con el artista-musico se plantea un interesante problema, De un poeta, un pintor o un escultor conoce- mos la ‘creacién’; la percepcién de su obra se opera en nosotros directa, in- mediatamente. La obra de un artista- miusico esta escrita y necesita de la ejecucién para perfeccionarse. Y para llegar a la audicién, que es el momen- to en que se verifica en su totalidad el fenémeno de Ia obra de arte musical, suelen intervenir otros factores: revisi6n e interpretacién (ésta es, légicamente, imprescindible). De tal manera, a tra- vés de la ejecucién de una obra de un rto autor por determinado intérprete, conocemos la ‘recreacién’ de la obra de arte, que en ese momento vibra en la plenitud. Cabe preguntarse entonces: es esto realmente la traduccién de lo que cred el autor, es esto lo que él com- puso, es ésta la finalidad estética que perseguia en la creacién de la obra? En la actualidad, los autores son muy minuciosos, en lo relativo a la interpre- tacién, cuando escriben su musica: apuntan el fraseo, la intensidad, la di- namizacién, el ‘tempo’, etcétera. Ade- mas, los autores-intérpretes tienen la facilidad de grabar en el disco sus pro- pios registros. Esto va configurando ma- neras interpretativas que pueden catalo- garse como tipicas para cada obra. Con). la, ,mtisica: dele siglo pasado sno. Sudede 16 mismo.’ En- el” periodo-roman 2 GUILLERMO E. SCARABINO Chopin, hijo querido de Jas musas, eres Polaco por el nacimiento; alemin por Ia poe ja, italiano por el arte, francés por Ia cla- tidad y clegancia. Pero eres universal y nos perteneces a todos. HEINE tico, y George Sand lo atestigua en al- guno de sus escritos, era frecuente que los musicos, ‘inspirados’ por una idea creadora, compusieran sus obras sobre el teclado. Chopin no escapé a ello, y de ese componer arrebatado sobre el instrumento pudo surgir una escritura incompleta o defectuosa, aun cuando no- tablemente pianistica. Esto da, a su vez, motivo a la intervencién del revisor, que en muchos casos impone a la partitura ‘sus’ ideas en materia estilistica. De ahi a desvirtuar la creacién del genio, no hay sino un paso muy corto... El ‘caso Chopin’ es tipico: de su mu- sica no puede decirse que haya ‘mane- ra’ interpretativa. Es un autor que da gran margen a la personalidad de sus intérpretes, y no opone, casi, restriccién a las mas exageradas tendencias. El es- pecialisimo momento en que transcurrié su vida, y las caracteristicas musicales de su obra, siempre inspiradas, llevan actualmente a dispares posiciones inter- pretativas. Y no es demasiado aventu- rado afirmar que la concepcién del pro- blema interpretativo de Chopin ha va- riado mucho en los Ultimos afos, a tal punto que, y en general, puede hablar- se ya de dos tipos de interpretacién chopiniana; la tendencia_antigua y la tendéricta “mhoderma En 1831, y hasta mucho después, lo roméntico hierve con furor. El sentir, volcado en las ideas apasionadas, en el teatro, en la poesia, en la vida toda de la Europa Occidental, impulsa también el genio creador de Chopin. Y la socie: dad parisina, a tono, hace del polaco su idolo roméntico: los salones se lo dispu tan, los aspirantes a su tutela se mul tiplican. Hay un vocablo alemdn que ti- pifica exactamente este estado de dni- mo. Es el ‘sehnsucht’, casi intraduci- ble, que equivale a anhelo, ansiedad, sentimiento nostalgico, Las sensibilida- des roménticas de poetas, misicos y pu- blico se amalgaman estrechamente. Al decir de Salazar, resulta dificil saber quién es el mas romantico de ellos. Es una competencia de sensaciones y per- cepciones: es la invasién roméntica. Los grandes virtuosos del teclado abundan, y bajo su influjo no es extrafo que la musica de Chopin, tan pianistica, sea vehiculo para exhibiciones espectacula- res, en las que poco cuenta el espiritu del autor, y que el lirismo roméntico de éste, exagerado y deformado, se con- vierta en afeminado gemir de un mu- sico moribundo. En el siglo XX, en la aparicién de pienistas integrales de la talla de Gie- seking o Serkin, la concepcién interpre- tative de Chopin sufrié un pronunciado vuelco. Se prefirié el estudio a la inter- pretacién empirica, la vida interior al efectismo epidérmico, la técnica sdlida y racionalista al virtuosismo espectacular y superficial. Asi aparecen los grandes térpretes de Chopin en la concepcién del siglo XX, a mi juicio los mejores. Aquéllos que ven en el misico polaco a un hombre, fos que hacen abstrac- cién de circunstancias ambientales y va- lorizan la obra de Chopin en su meta- centro, cincelandola, despojéndola de to- da adherencia extra-musical, los que sirven a la musica y no se aprovechan de ella para ganarse una efimera po- pularidad y la adhesién de auditorios de- lirantes; los que saben qué se proponen y cémo llegar a ello. No obstante, hay contemporéneamen~ te quien prefiere interpretar a Chopin Segiin Ja, antigua tencenciay Recuerdo)en este MOmuHtd clio! Ue los wopecfolis= tas’ deymayen .renercusion: RoRY!ary que dijo es “A Chopin no basta ‘aprenderlo’: preciso, ademas, ‘sentirlo’...“'. é¥ por qué hacer con Chopin una. distin= cién tan antipatica? ¢Es que no debe ‘sentirse’ también a Bach, a Mozart, a Beethoven, a Strawinsky?é Cémo pue- de pretenderse interpretar a Chopin sin conocer su vida y su época, con sélo ‘sentirlo’? De estas dos posiciones encontradas, que coexisten, surgen las opiniones de los que juzgan a Chopin segtin sus in- térpretes, Es asi muy factible que los que puedan tildarlo de ‘aferninado’ fo hagan fundados en una interpretacién de Cortot, por ejemplo. Y es posible que los que se identifican con el Cho- pin del octogenario pianista francés opi- nen que los que prefieren al Chopin de Dinu Lipatti o Guiomar Novaes ca- recen de ‘sensibilidad’. Empero, creo conveniente opinar que Chopin merece la interpretacion viril, equilibrada, sin desbordes, que le brindan estos dos grandes intérpretes de la tendencia mo- derna. A la escuela antigua, la de Liszt, Ro- senthal o Paderewsky, pertenecen los chopinianos de mayor repercusién po- pular: los Godowsky, Cortot, los Brai- lowsky © Malcuzynski. Cortot (1877), por ejemplo, es un gran virtuoso del teclado, de grandes méritos musicales en_ investigaciones, publicaciones, ensayos y estudios diver- sos. Es también un espiritu definida- mente roméntico. De ahi que. sus in- terpretaciones de Chopin sean, por lo comin, exageradamente sensibles, con licencias y fraseos increiblemente tem- peramontales. Sus ‘rubato’ y ‘acceleran- do’ pertenecen al pasado. “Chopin es Chopin, y Cortot es su profeta’', se di- jo en cierta oportunidad. Mas que pro- feta, Cortot es apéstol infatigable del romanticismo en el siglo XX; pero la evolucién estética, siempre _incesante, fest vigencia a su estilo interpretativo. Godowsky (1870-1938), poseedor de una técnica notable, fue mas bien su- perficial. Sus grabaciones, quizés de- fectuosas, asi lo prueban. Brailowsky (1896), en cambio, es un espiritu: que Reprefieté acChbpiny pon sfinided de sen- sibilidades. Menos espectacular en sus 3 arrestos de virtuosismo, es todavia ex- cesivamente sensible a los impulsos ro- ménticos del genio de Varsovia. Malcuzynski (1916), es uno de lcs mas jévenes entre los chopinianos de la vieja tendencia acreedores a una Cierta consideracién. Pero, actualmente, en su personalidad puede adivinarse una evolucién. Tras su primitivo enquista- miento en Chopin pasé por una. cri terrible —ineptitud técnica, hipersen- sibilizacién estética— y parece enca- ‘arse ahora hacia el estudio serio y consciente que permite entrever la in- clusién de obras como la enjundiosa Séptima Sonata de Prokofieff en sus programas. En mi opinién, los grandes intér- pretes de Chopin, son muy poco cono- cidos por el gran publico, y varios de ellos tienen origen latino: Dinu Lipatti, Giomar Novaes, Robert Casadesus, y, con alguna reserva, Yves Nat. A ellos hay que agregar los escasos pianistas completos que abordan a Chcpin y se ubican en su justo centro con la mis- ma idoneidad que con Beethoven, Re- ‘vel o Brahms; Gieseking, Serkin, Fir- ‘kusny, Arrau, Backhaus... ~Lipatti (1916-1950), fue conocido en Europa, el disco trajo su arte ma- halter os or todo, sus ee han sido, lamentablemente, as: los valses, algunas mazurcas, y ‘sonata Op. 58. Aqui alcanz6 Estas obras prueban el sano eclecticis- | mo de Lipatti, que estaba llamado a ser de los grandes; pero no desmien- ten su vocacién chopinesca. Frente a su tumba, y al gran artista que alli yace, cabe pensar en las esperanzas que con él fueron sepultadas. Guiomar Novaes es una distinguidi- sima pianista brasileia que se encuen- | tra actualmente en la plenitud de su madurez. Nuestro ptiblico no la conoce atin personalmente, pero Norteamérica y Europa han apiaudido su arte singular, y_ desde alli, por medio de la fonogra- fia, nos Ilegan sus interpretaciones mo- delo. Guiomar Novaes tiene versiones integrales de los valses, preludios y al- gunos estudios del gran polaco, todas ellas, al igual que las sonatas 2 y 3, | maravillosas. Han sido interpretadas con rara soltura, vuelo y penetrante musi- calidad. Es un Chopin renovado, puri- ficado de toda ingerencia extra-musical; varonil y generador de un romanti: varonil. EI veterano, estudioso y activo Ro- bert Casadesus (1899) es bien conox do por nuestro ptiblico, por lo menos a través del disco, ya que no visita la Argentina desde 1931. En rigor de ver- dad, no es especialista chopiniano, y lo mismo puede decirse de su compa- triota Nat (1890), en la medida que lo son un Lupatti_ aa tienen v Vibré en mi alrededor todo ame el espanty del ocaso Mas una a ung— en ef j WO Nolan de: Ricrbiy inatil yt} RT Y¥ las hojas crecieron: erecieron en junco, espiga y drbol; entonces me busqué en ellas, ¥ cuando las tuve en mis manos no pude encontrar mi Ianto. Enrique C, Basualdo th) 5 acerca del cine italiano Oittoro Pe Sica un canto a la solidaridad, un camino a proseguir MANUEL LOTERSZTEIN No puede considerarse insistente o extemporéneo referirse a una persona- lidad tan vastamente conocida como Vittorio de Sica en momentos en que el cine italiano se debate en honda c1 sis y amenaza al buen espectador. con una Iluvia de films burdamente comer- ciales en los que las banalidades y el erotismo juegan desenfrenada carrera en procura del abultamiento de los bol- sillos de los productores. Resulta complejo y arriesgado expli- car las causas de la decadencia del nec- rrealismo —decadencia y no desapari cién— considerando asimismo que casi toda la cinematografia mundial adolece de los males que afectan al cine itélico que este andlisis pretende enjuiciar. Se ha hablado de su evidente limita cién temiética, de la censura —dios bi- fronte que instituyeron los gobernan- tes—, la ausencia de medidas legales que protegieran eficazmente a esta in- dustria, la necesidad evasiva del publ co, la. intromisién de Hollywood, ese colega topoderoso y rapaz que no ad- mite ninguna competencia, el agota- miento de sus creadores. (No olvide- mos que en cine una década de pros- peridad es hasta ahora un periodo muy largo). No podria remarcar una causa sin olvidar otras para extraer de ellas conclusiones sobre el futuro del cine ita liano, del cual no pocos dudaban hace muchos afios con previsible temor. El panorama actual no es precisamente ha- lagiiedip, «pero tampoco: desesperante. -En. 6 un ambiente de cultura y de orienta- cién artistica los valores surgen y se contindan. Nuevos nombres, y algunos de real valia, van integrando la pléyade de cineistas entroncados més 0 menos directamente con el movimiento post- bélico, que por otra parte —y esto es lo realmente importante— no es el resul- tado de una busqueda formal ni del deseo de “sorprender al burgués”, es un testimonio, una denuncia, un men- saje. Su personaje es el hombre; su paisaje, la sociedad. Ese es el funda- mento del neorrealismo que no debe- mos olvidar. Por eso vamos a hablar de De Sica, al encuentro del hombre y del poeta, y de su mundo de seres oscuros, desam- parados y solitarios. . . x eR Desmenuzar los diferentes aspectos que configuran la personalidad del re- levante director, buscar con ansia de ar chivista fechas y nombres constituyend? los estratos evolutivos de su concepcion estética es tarea harto improba que po driamos evitar y resumir en el pensa- miento de Lo Duca: “Vittorio de Sica, del hombre aplaudido a la busqueda del hombre perdido’. En este itinerario del creador en la persecucién de su verdad, la presencia de Zavattini cobra una di- mensién tal que ya no podremos alabar 2 De Sica sin mencionar y aplaudir al rimerisimo autor italiano para quien Fel arte es amor al prdjimo'” y que ex~ presa... “Quiero ser siempre y ante efecto, todo un contempordneo”’. En juego de haber actuado en una trein- tena de films que cimentan su prestigio de galén, De Sica decide en 1939. en- carar la tarea directriz, Cuenta para ello con el libreto de Zavattini “Demos a todos un caballito de madera” que lo entusiasma. El proyecto fracasa, pero de esa labor comun surge una comunién espititual que redundaré en beneficio del séptimo arte. Recién un afio més tarde podrd elaborar su primer film, “Dos docenas de rosas rojas’, cuyo éxito le permite realizar ‘’Magdalena, cero en conducta’’, ‘Teresa Venerdi’’ y “Un garibaldino en ef convento’’. Son peliculas de sobria realizacién y de tono corriente, sin embargo denotan una es- pecial predileccién del director en enfo- car el aspecto humano de las anécdotas argumentales, dandoles un: toque psico- légico y emotivo que se acenttia cdlida= mente en sus dos films posteriores: “Los nifios nos miran’’, el desgarrante drama de Piero, ttima de un hogar destruido por la fragilidad y el egoismo de los adultos, y “La puerta del cielo”; realizada en 1944 luego. de rechazar numerosos ofrecimientos de los ocupan- tes, que narra una peregrinacién a Lour- des. El film podria haber resultado un exponente mds de un género explotado con efectismos y cursilerias,:pero De Si- ca y Zayvattini plasmaron una obra de inteligente factura, rica en descrip nes psicolégicas y ambientales y noble en su mensaje de solidaridad que nos trae una soluci6n humana y cristiana, sin caer en la ortodoxia. El equipo —es necesario_ mencionar al misico Cicognini— ya esta maduro Para emprender obras de mayor aliento, el desafio a una moral burguesa ya esté €chado, y entonces en 1946 surge ‘’Lus- trabotas”, de la cual Georges Altman dijo que “‘ningtin realizador habia alcan- zado un realismo lirico tan puro’. Con un equilibrio en los medios expresivos insuperable, rehuyendo efectos melodra~ Maticos © posiciones panfletisticas “Scius- cia’ denunciaba una .grayisima lacra de a péitgdertas/[@ mines Vaheidd) porcla Tuindad de los adultos y para la cual la sociedad no encuentra ot ie el encierro, La cri Mas. 2, este film como. una excelente le la escuela italiana, sin em. bargo los mas reticentes esperaban Confirmacién del talento de sus auteres y ella Ileg6 en “‘Ladrones de bicicletas’” obra _maestra del neorrealismo, clasicg del séptimo arte, Con angustia apense contenida y sublimada en amor a Ie hu. manidad De Sica y Zavattini partieron de un hecho casi trivial, el robo de una bicicleta, para entretejer la. sutil malla en la que todos los hilos de la sociedad moderna estén presentes en su envol- tura de civilizacién frustrada. Sin em- bargo no se producira la asfixia. Habrs un intersticio por el cual se deslizar4 el gesto de solidaridad. Ricci se perde- ren la oscuridad de [a multitud; pero se habré producido el milagro de la luz, Pequefio, si, pero suficiente para ilumi- nar una esperanza. tra solucién “Milagro en Milén” aparecié tres afios mas tarde cuando Vittorio De Sica ocupaba un lugar de. privilegio entre los realizadores mundiales. En un mun- do que habia olvidado la fabula, el film desconcertd y sobre todo su final levan- té olas de contradictorias opiniones en aquellos que esperaban soluciones coti- dianas y materiales. No obstante, Ia in- terpretacion era muy simple; el vuelo de los vagabundos sobre sus escobas ha- cia un mundo en el que los “buenos dias” significasen buenos dias, no re- presentaba una evasién, sino la solucién ‘imbélica por la que se entreveia que s6lo la solidaridad podria remediar los males terrenos. Muchas veces se esta blecié. el paralelismo entre la obra e Chaplin y De Sica; ello queda corrobo- rado en “Milagro en Mildn”, farsa cruel eee t en Ia que las lagrimas juegan las pirue- tas del humor. “Humberto D'' llega en inalizando la tetralogia i obra de De Sica y una de las expresio- Fee mas puras del neorrealismo. “‘La- Grones de bicicletas", la supera en pro- yeccién social, pero apoe su aspecto wal y valor emotivo “Humberto D’’ ocu- encia en el ha~ 4 un sitial de pret e ber artistico del tandem. El film narra an no jubilado, agobia- aide de. un) ancia Se Sor aa pobredar !sus! lerfeimedades, 7 la soledad. Sin m&s compafia que su perro, atraviesa la vida como un. gris pasajero en trance de partir. Su agonia es doblemente cruel porque es intitil es- pera, consumacién fisica de una muerte que ya se ha producido para él dentro de la sociedad. Es un resorte que ha dejado de funcionar y que se coloca a un lado de la vida como un noble des- cuido, Pero Zavattini no se limita a una exposicién nihilista de su existencia y como puntualiza Henry Agel —el nota- ble exégeta de Vittorio De Sica— la mayor desgracia de Humberto reside en no escuchar a Maria, la dulce sirvien- tita que le relata sus desventuras; y en la ultima escena, cuando desiste del suicidio y corre tras su perro, hallara lagliberacién en esa maravillosa reve- lacién de amor. Magnifico final que cierra este poema cinematogréfico en el que el lirismo mas acendrado cubre el curso de lo cotidiano y le otorga la ves- idura de lo trascendente. Es que “/Hum- berto D’” sobrepasa lo social para arri- bar a conclusiones metafisicas. Zavatti- ni y De Sica traen a nuestra memoria la visién de la obra de Raquel Forner. “Ni ver, ni_oir, ni hablar” denomina- ' la magnifica artista a uno de sus cuadros més representativos. El mis- mo leit-motiv impregna toda la obra del binomio: 1a dolorosa incomunica- cién de los hombres, imposibilidad de percibir el llamado humano, grito que se transforma en Ilanto en nuestra gar- ganta. Igual concepcién vista a través de los ojos de la vigorosa pintora y de la ternura melancélica de De sica. Luego de haber finalizado el citado film —que fue un magnifico fracaso comercial— el director italiano y su in- separable libretista acarician la idea de filmar “Italia mia‘’, imagen de la vida peninsular. El proyecto —uno mas— fracasa por la carencia de capitales. Vittorio De Sica decide entonces partir @ Estados Unidos, donde una producto- fa norteamericana le garantiza amplia libertad —en el sentido yanqui del vo- cablo— para rodar un film. Pese a las dificultades con las que tropieza, su vo- luntad se impone y realiza con Jenn fer Jones y Montgomery Clift el libro de Zavattini “Stazione Termini”, sim- bélico titulo para una historia de amor See ane imposible, que fué sustituido por el de- plorable “‘Indiscretion of an american wife”. El tema plantea el conflicto entre la pasién y el deber encarnados en las fi- guras de Giovanni, modesto profesor, y Mary, mujer casada perteneciente a un sdlido hogar, que decide abandonar a su amante. “Esto sucede en una estacién; no“hay més que un accidente: la vida, una sola victima: el amor’, dird Vitto-~ rio De Sica sobre el film; podriamos agregar también la presencia de dos es- pectadores decisivos: la gente que pasa por esa estacién y el implacable tiempo de relojes. Ambos nos hablan de un or- den que los protagonistas no podran des- conocer y que finalmente impondra la separacién. El ambiente gris y sérdido los rostros ora angustiados, ora dul- cificados por el amor fueron captados por la cémara con verdadera maestria. Sin embargo no fue una obra totalmen- te lograda en la medida que era dable prever. La historia de los dos amantes exigia mayor sutileza en las motivacio- nes psicolégicas que las que proporcio- né Truman Capote, autor del didlogo. Ademés, el sentido del film fue en cier- to modo desvirtuado al modificarse el problema social de los protagonistas que planteaba el libreto original, y en el cual Giovanni era un humilde profesor y Ma- ry pertenecia a la tradicional burguesi italiana. Ello impide la plena expresién de esta obra que, a su vez, permitid a la critica recelosa comprobar la afinada técnica y la madurez lograda por De Si- ca en el dificil quehacer cinematogr- fico. La lucha del binomio —que es !a de toda una posicién estética por sub- sistir— se hace cada vez més cruel. La burguesia desenmascarada, el es- tado desacreditado pretenden destruir las imagenes que reflejan sus torpes fi guras. Y se habla entonces de antipa- triotismo, negativismo 0 infiltracién co- munista. Este rechazo de cierta critica y considerable parte del ptblico toma el cardcter de blasfemia con motivo del estreno de “El oro de Népoles’’. Se acu- sa a De Sica de caricaturizar a los na- politanos y de dar una visién negativa y ridicula del pueblo italiano. Los crit cos extranjeros, cumpliendo con el an- tiquisimo adagio, reciben al film con en- tusiasmo. Es que pocas veces se ha visto sobre la pantalla una pintura de un pue= blo tan vital y plena como El oro de Napoles”. El pincel de De Sica recorre finita gama de matices con zumbona agilidad, con complaciente desenfado. El color que anima, cada escena, el ges- to definitorio de los personajes nos se- meja un magnifico aguafuerte que trae a nuestra memoria en més de un mo- mento el recuerdo de los maestros del realismo espafiol. El elenco “’multieste- lar’ esté compuesto por Paolo Stoppa, Toté, Sofia Loren, Silvana Mangano, Erno Crisa, Marcelino, y por primera vez en sus films (exceptuando una fu- gaz intervencién en “Las puertas del cielo’), acttia De Sica, que realiza una de sus tipicas creaciones. Su presencia como intérprete sigue siendo requerida insistentemente por los productores, que ven en el buen Vittorio un seguro atrac- tivo de taquilla. Y ante la expectativa general participa en un ajio en seis films antes de entregarnos su Ultima obra, “El techo’’, en el que se plantea el pro- blema de la vivienda encuadrando una delicada historia de amor. El derecho al hogar, la promiscuidad a la que se ven obligados los jévenes matrimonios, las deplorables condiciones econémicas en las que se debate toda una clase social italiana han sido reflejados con rasgos precisos a través de una segura linea narrativa, de la que fluye limpida emo- cién. El film, empero no logra ampliar la tetralogia mencionada. La sencillez que imperaba formalmente en los relatos de Zavattini se transforma en simplicidad Por momentos opaca. EI excelente final merecia igualmente una elaboracién mas vigorosa por parte de De Sica. “El te- fué premiada en Moscti y en el Festival de Cannes de 1956 por la Ofi-

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