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Normalmente, el ojo crea una imagen clara porque la córnea y el cristalino desvían (refractan) los
rayos de luz que penetran para centralizarlos en la retina. La forma de la córnea es fija, pero el
cristalino cambia de forma para enfocar objetos situados a distintas distancias del ojo. La forma
del globo ocular también ayuda a crear una clara imagen sobre la retina.
Las personas hipermétropes tienen dificultades para ver objetos de cerca y las miopes no
consiguen enfocar los objetos distantes. Cuando las personas llegan a los 40 años, el cristalino
se torna cada vez más rígido, por lo que no puede enfocar los objetos cercanos, una enfermedad
llamada presbiopía. Si a una persona se le ha extirpado el cristalino para tratar sus cataratas,
pero no se le ha implantado otro cristalino, los objetos le parecerán borrosos sea cual sea la
distancia; la ausencia de cristalino recibe el nombre de afaquia. Una córnea de forma imperfecta
puede causar distorsión visual (astigmatismo).
Todo el mundo debería someterse a exámenes visuales por parte de su médico, sea internista,
oftalmólogo u optometrista. Se examinan los dos ojos simultáneamente y también cada uno de
manera independiente. El examen visual también suele incluir evaluaciones no relacionadas con
los errores de refracción, como por ejemplo una prueba de capacidad para distinguir los colores.
Tratamiento
El tratamiento habitual para los errores de refracción es el uso de lentes correctoras. Sin
embargo, ciertos procedimientos quirúrgicos y tratamientos con láser, que cambian la forma de la
córnea, también pueden corregir errores de refracción.
Lentes correctoras
Los errores de refracción pueden ser corregidos con lentes de cristal o de plástico, montadas
sobre un marco (gafas), o mediante pequeñas piezas de plástico colocadas directamente sobre la
córnea (lentes de contacto). Para la mayoría de las personas, la elección es una cuestión de
estética, conveniencia y comodidad.
Las lentes de plástico para las gafas son más ligeras, pero se rayan con facilidad; las lentes de
cristal duran más, pero corren más riesgo de romperse. Ambas pueden ser de color o estar
tratadas con un producto químico que las oscurece automáticamente ante la exposición a la luz
solar. Las lentes también pueden ser de mayor espesor para reducir la cantidad de luz ultravioleta
potencialmente nociva que llega al ojo. Las bifocales contienen dos lentes, una superior que
corrige la miopía y otra inferior que corrige la hipermetropía.
Muchas personas creen que las lentes de contacto son más atractivas (elegantes) que las gafas y
también que con ellas la visión es más natural. Sin embargo, las lentes de contacto requieren
más cuidado que las gafas, pueden dañar el ojo y en algunas personas pueden no corregir la
visión de forma tan adecuada como las gafas. Los ancianos y las personas con artritis pueden
tener dificultades para manipular las lentes de contacto y colocárselas en los ojos.
Las lentes de contacto duras (rígidas) son finos discos hechos con plástico rígido. Hay lentes que
son permeables al aire, hechas de silicona y otros compuestos; son rígidas, pero permiten una
mejor llegada de oxígeno a la córnea. Las lentes de contacto blandas hidrófilas, hechas de
plástico flexible, son más grandes y cubren la totalidad de la córnea. Las lentes más blandas no
hidrófilas están hechas con silicona. Los ancianos en general consideran que las lentes blandas
son más fáciles de manipular porque son más grandes. También tienen menos probabilidades que
las lentes rígidas de salirse o de atrapar el polvo y otras partículas debajo de ellas. Además, las
lentes de contacto blandas resultan generalmente cómodas desde la primera vez que se usan.
Sin embargo, requieren un cuidado escrupuloso.
En general es necesario usar el primer par de lentes de contacto rígidas durante una semana
antes de sentirse a gusto con ellas durante un período prolongado. Las lentes se usan durante un
número gradualmente mayor de horas al día. A pesar de que pueden resultar incómodas al
principio, no deberían provocar dolor. El dolor indica que se han colocado incorrectamente.
La mayoría de las lentes de contacto deben quitarse y limpiarse a diario. Como alternativa, la
persona puede usar lentes desechables, algunas de las cuales se reemplazan una o dos veces
por semana, mientras que otras deben cambiarse todos los días. El uso de las lentes desechables
evita la necesidad de limpiarlas y guardarlas, ya que cada lente se sustituye por una nueva.
El uso de cualquier clase de lentes de contacto acarrea un riesgo de sufrir graves y dolorosas
complicaciones, como úlceras de córnea provocadas por una infección, que pueden acabar en
una pérdida de la visión. Los riesgos pueden ser mucho menores si se siguen las instrucciones
del fabricante y el oftalmólogo, y se usa el sentido
común. Todas las lentes de contacto de uso frecuente La refracción
deben ser esterilizadas y desinfectadas; la limpieza con Estas ilustraciones muestran cómo la córnea y el
enzimas no puede sustituir la esterilización y la cristalino centran la luz sobre la retina cuando la
desinfección. El riesgo de sufrir infecciones graves visión es normal y anormal y, en éste último caso, sin
aumenta al limpiar las lentes de contacto con una corregir y corregida con ayuda de gafas o lentes de
solución salina casera, con saliva o con agua del grifo o contacto.
destilada, y al nadar con las lentes de contacto
colocadas. No es recomendable dormir con las lentes
de contacto blandas (sean de uso diario, de uso
prolongado o las desechables) por la noche, a menos
que exista una razón especial para hacerlo. Si una
persona siente malestar, un lagrimeo excesivo, cambios
en la visión o enrojecimiento del ojo, debe quitarse las
lentes de inmediato. Si los síntomas no desaparecen
rápidamente, debe ponerse en contacto con un
oftalmólogo.