GUERRA CIVIL
MUCHOS ENCLAVES HAN JALONADO LA TALASOCRACIA DEL IMPERIO BRITANICO,
DESDE EL ASIATICO HONG KONG HASTA EL MAS DESCONOCIDO BRIMSTONE HILL,
EN LAS ANTILLAS CARIBENAS. PERO NINGUNA COLONIA PUEDE COMPARARSE EN
SINGULARIDAD AL EXTRAORDINARIO PENON DE GIBRALTAR, CAPRICHO DE LA
GEOGRAFIA Y CONDENSACION DE CULTURAS E HISTORIA.
JULIO PONCE ALBERCA, univeasonnpesevtis
UDESTACADA ra-
reza fue de nuevo
puesta en evidencia
durante la guerra ci-
vil espafiola, Aquel
cestratégico punto de
la costa andaluza —en manos britni-
cas desde 1704—se encontréen medio
de una cruel guerra civil que llegs hasta
Jas puertas de su frontera, penetrden la
bbahfade Algeciras transformariaa vida
delos habitantesdel Petién durante m-
chos meses. Cierto es que el Pefién fue
testigo tradicional del trasiego de hete-
rodoxos espatioles que encontraron te-
fugio ala sombra de la enorme roca, so-
bre todo en el siglo XIX. También en la
siguiente centuria hubo un notable flu-
jodeexiiados, sobre todo duranteladic-
tadura de Primode Rivera yla Segunda
Repiblica. Unosasilados con ideas poll-
ticas diversas, pues por all pasaron des-
de Diego Martinez Bario (el liderre-
publicano sevillano que pas6 por el
Pefién camino del exlio pocoantes de
la proclamacién de la Repiblica) a
Juan March (el magnate que se esca-
6 dela cércel de Alcala de Henares
en noviembre de 1933), desde el in-
fante Carlos de Borb6n y don Juan (re-
fagiados provisionalmente trasel 14 de
abril) hasta el politico republicanocor-
dobés Eloy Vaquero (ministrodelaGo-
ENERO 2007 77bernaci6n durante larevohucién deoc-
tubre de 1934, al que las iequierdas se
la tenfan jurada en 1936).
Muchos hombres de empresa y a-
caudalacos propietatios habfan acudi-
doal Pefién en medio de ls turbulen-
cias de la Espatia de los ios treinta,
Buscaban proteccién y seguridad, pero
no faltaban entre los refugiados los
dlispuestosa organizar una conjuracon-
tala Repablica. Alisedieroncita hom
bres como el conde de fos Andes (ex
rministo de Primo de Rivera), el general
Sanjuro, Carlos Pia, afar del con-
ddede Mejorada, lo Larios y miembros
dela familia Yarra, entre otros nume-
rosos personajes de laburguesia yl aris-
tocracia espaitola. Personas todas ellas
‘que, como dijera Francisco Camby:
*buscaban, bajo la bandera ingles una
broteccién, una garanta, que no encon-
‘rabun ensue pes, huérfao de atoidal”,
Corea Ia primavera de 1936y el golpe
de Estado estaba a la vuelta de la es-
uina,
Aguellos espafioles se encontraron
trasel 18 de juliocon una nueva olea-
dda de compatriota, si bien de signo
{deokigico contrari. Republicanos,so-
cialistas, comumnistas, masones y todo
elque pudo hur temfa alguna repre-
sala enti en el Pefin. Era la sefal
ins evidente dela conquista de Alge-
cirasy La Linea por parte de las tropas
suiblevadas que, reforzadas con otras
procedentes de Protectorado matto-
uf pasaron a controlar las dos orillas
del Estrecho desde las primeras sema-
nas del conflict. Las autoridades in-
less se emplearon a fondo para alojar
alosmiles de refupiacs espailes,eva-
cuar alos sitditosbriténicosque aslo
solicitasen y preservar la integridad
fronterizareforzando la guardia. ese
alos controles de la verja hubo otros
refugiados que consiguieron alcanzar
cl Pefién en boteso, incluso, a nado.
78 ANDALUCIA EN LA HISTORA
Tiompos de distensin. Cambio de guarda en I fontra, Mo 1934
‘Algobernador Charles Harington se le
complicé notablemente el plécido man-
dato que venia desempefiando desde
1933. Experimentado militar de espiritu
cconservaclor, rechazaba los desérdenes
de la Repitblica coincidiendo con el ya
centenario Gibratar Chronicle cuando
tachaba los republicanos simplemente
dereds (rojos). La marea de huidos fue
improvisadamente alojada en tiendas de
campatiastuadas ena inclemente zona