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ANTOLOGIA BASICA CONSTRUCCION SOCIAL DEL CONOCIMIENTO Y_ TEORIAS DE LA EDUCACION LICENCIATURA EN EDUCACION PLAN 1994 UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL Primera edicién, México 1994. © Derechos reservados por Universidad Pedagégica Nacional Carretera al Ajusco No. 24 Col. Héroes de Padierna Delegacién Tlalpan, C. P. 14200 México 22, D. F. Impreso en México ISBN 968-29-7747-9 (Obra C.) 968-29-7748-7 . PRESENTACION GENERAL UNIDAD 1 CONSTRUCCION DE CONOCIMIENTO CIENTIFICO. .. . paca50 : 2 Introducci6n «6.66... ee cee 9 Lecturas: La formacion del espiritu cientifico. (G. Bachelard)........ 10 El camino hacia la ciencia normal. (T.S. Kuhn)..... +. 25 Naturaleza y necesidad de las revoluciones cientificas. (TS. Kuhn) 3 Las dos tradiciones cientificas. (Pourtois-Desmet) .. 0... 44 La legitimacién de los conocimientos (Pourtois-Desmet) a ee 56 UNIDAD II. LA CONSTRUCCION DEL CONOCIMIENTO DE LO SOCIAL. dobodd fe seve 71 Introducci6n : oe sees 1 B Lecturas: Reglas relativas a la observacién de los hechos sociales. (Emile Durkheim). 74 La ilision positivista de una ciencia sin supuestos. (Max Weber) .... cece 83 Los tipos ideales y las leyes de la ciencia, (Max Weber). . 89 Tesis sobre Feuerbach. (Carlos Marx) .....0500- 05+ 92 Qué es la praxis. (Adolfo Sanchez Vazquez) ..... 2 95 Unidad de la teoria y la practica. (Adolfo Sanchez Vazquez). . 102 EI método psicogenético y la epistemologia genética. (Gean|Claged ee veeees 109 UNIDAD Ill, USO SOCIAL DEL CONOCIMIENTO....... 117 Introducci6n ... cee — seseeeee 119) Lecturas: Definicion de educaci6n. (Emile Durkheim) ........ 120 Valor econémico de la educacién: Formacién del Capital Humano, inversion y desarrollo. (Theodore schultz) . vee ppnece EU) La familia y el grupo de iguales (Talcott Parsons) La escuela como fuerza conservadora: desigualdades escolares y culturales. (Pierre Bourdieu)........... Ensefianza y teorias de la resistencia. (Henry Giroux). Hacia una teoria de la resistencia, (Henry Giroux) Reproduccién y resistencia en el aula: la interpretacién de la evidencia sociolingiistica. (Elsie Rockwell) 133 140 149 153 PRESENTACION GENERAL L 2 2rtolosia Basica ara e! curso de Construccion social del conoci- miento y teorias de la educacién, que pertenece a la linea psicope dagégica y que se desarrolla durante el ill nivel de la Licenciatura en Educacién 1994, consiste en una recopilacién de lecturas que contribuyen al logro del propésito central del curso: “Que el profesor alumno ad- quiera elementos tedricos metodolégicos relacionados con la construc- cién social del conocimiento y aplique estos elementos en el analisis y la explicacion de diferentes teorias educativas para la reconceptua- lizaci6n, reflexion, andlisis e innovacién de su practica docente”’ Las lecturas que integran esta antologia se encuentran distribuidas de manera especifica en las 3 unidades que conforman el curso y cuyos titulos correspondientes son: UNIDAD 1. Construccién del conocimiento cientifico. UNIDAD 2. La construccién del conocimiento de lo social. UNIDAD 3, Uso social de! conocimiento. Los principales criterios que se han seguido para seleccionar las lecturas en cada una de las unidades han sido los siguientes: 1) Que las lecturas integren unidades lgicamente articuladas y signi- ficativas. 2) Que sean adecuadas y relevantes para el logro del propésito del curso. La amplia gama de contenidos que abarca esta disciplina requirié de una extensa coleccién de lecturas para su cabal tratamiento. Por razones didacticas estas lecturas se distribuyeron en dos antologias: una Antologia Basica que a juicio de los antologadores contiene lecturas fundamentales y otra Antologia Complementaria con lecturas que contri- buyen a proporcionar una visién més integrada y completa del curso. las lecturas de ambas antologias han sido extraidas de algunas obras de la bibliografia que al final se presenta. En algunos casos lo extenso y complejo de estas lecturas ha obligado a los antologadores a presentar sélo las partes mas importantes de las mismas. Sin embargo, se ha cuidado que estos extractos conserven su congruencia y sentido originales. El estudio de las lecturas de la Antologia Basica puede significarle al estudiante la apropiacién de un minimo aceptable de contenidos. Con las lecturas de la Antologia Complementaria se puede enriquecer la informacién antes estudiada Finalmente, si el profesoralumno desea adquirir una vision atin mas profunda ¢ integral del tema en cuestidn, entonces puede acudir a las obras enlistadas en la Bibliografia General. En la recopilaci6n de las lecturas para esta antologia, siempre que ha sido posible los antologadores han procurado remitir a los estudiantes a Ja lectura de las fuentes originales y a los autores clisicos del tema en cuestién con el propésito de evitar distorsiones interpretivas y de poner en contacto al profesoralumno con los maestros de las respectivas co- rrientes de pensamiento, Le aa U N | D A D CONSTRUCCION DEL CONOCIMIENTO CIENTIFICO “cONSTRUCCI SOCAL OL CONOCIMENIO ¥ HORS DE LA EBUCACION: ANTOLOGHABASICA Introduccién En esta unidad se hace tuna presentacién del proceso de construccién del conocimiento cien- tifico, desde sus orfgenes, como conocimiento cotidiano, hasta una perspectiva actual amplia que incluye a las ciencias humanas dentro de este tipo de conocimiento. En el seguimiento de este proceso se abordan también t6picos relativos a la naturaleza, historia, alcances y limitaciones del método cientifico. ‘Més adelante se estudia el problema de la legitimacin de los conocimientos, en otras palabras, se intenta responder a la cuestién de saber cuéndo un conocimiento puede ser considerado como cientifico. Finalmente, se muestra cémo los diversos elementos hist6ricos, teéricos y metodolégicos adquiridos en las primeras lecturas, también estén presentes en las posibilidades de sistema- tizaci6n, legitimaci6n e innovacién de la Pedagogia en general y de la practica docente del profesor-alumno en particular. Los contenidos que integran esta primera unidad estén articulados dentro de lo posible en un doble sentido: — De lo general a lo particular, esto es, desde el conocimiento general cotidiano hasta el conocimiento particular pedagégico. — Siguiendo una secuencia hist6rica, es decir, atendiendo a la socio-génesis del conoci- miento cientifico. Es importante sefialar que las lecturas de esta unidad I, pueden contribuir a que el estu- diante tenga una mejor comprensién acerca de la naturaleza, tipo, ubicacién, aspecto social, requisitos de legitimaci6n y fines asociados a su propio proceso de titulacién dentro de la Licenciatura en Educacién. Para ejemplificar lo afirmado transcribimos 3 pérrafos de la tiltima lectura. “La cientifizacién de la Pedagogfa, con la profesionalizacién y la institucionalizacién que son sti correlato, esté acompafiada de ciertas operaciones encaminadas a establecer una cierta homogeneidad en la produccién y la transmisi6n del saber”. “Cualquier investigacién se inserta en un contexto te6rico, metodologico y paradigmati- camente complejo y tiene necesidad, en ocasiones, de hacer explicita esa insercién”. “Cuando un trabajo de investigacién “normal” explicita sus supuestos epistemol6gicos, aunque sea para ajustarse a lo que es dominante y maximamente admitido en el sector, esta realizando operaciones de legitimacién’. ‘onstaUccioN bet conocaunTo cnr, TEMA 1. Conocimiento cotidiano, conocimiento pre-cientifico, obstaculo epistemolégico y conocimiento cientifico iatv9 LA FORMACION DEL ESPIRITU CIENTIFICO* PRESENTACION Para el logro del propésito del curso, en lo que concierne al primer tema se han seleccionado tres lecturas. Una de ellas se encuentra ubicada en Ia Antologia Basica y las otras en la Antologia Complementaria, En este primer tema titulado “Conocimiento cotidiano, pensamiento pre-cientifico, obstéculos epistemologicos y pensamiento cientifico” se in- tenta mostrar como el saber cotidiano va esbo- zando ya la posterior construccién social del co- nocimiento cientifico. En un sentido negativo para Gaston Bachelard que lo considera como un obsticulo epistemolégico (una barrera contra el conocimiento cientifico) y en un sentido positivo para Agnes Heller que lo considera como el ger- men del pensamiento teorético. En este punto es ilustrativo recordar el afo- rismo de F. Bacon: “La verdad surge més ficil- mente del error que de la confusion’. Asi, un conocimiento cotidiano aun en el su- puesto de que fuese erréneo, al abandonar la con- fusién, representa ya un avance en el proceso de construccién del conocimiento ya que facilita el surgimiento del conocimiento verdadero. EI texto de Gaston Bachelard, se encuentra uubicado en la Antologia Bésica y es un extracto de su libro "La formacién del espiritu cientifico”. En este texto, a través de ejemplos tomados de Ia historia de la ciencia, se presenta la concepcién de Bachelard sobre la relacién conocimiento coti- diano-conocimiento cientifico. * Gaston Bachelard. Fragmentos del libro La formacién del captitu cientifico. México, Sigio XXI Editores, 1988. pp. 15-258. La tesis de Bachelard es que el saber cotidiano constituye un obstdculo epistemolégico que debe superarse para poder construir el conocimiento cientifico. Es importante agregar que la nocién de obs- téculo epistemolégico, posee también importancia pedagégica, las barreras u obstaculos epistemo! gicos suelen aparecer también en la construccién del conocimiento al interior del aula escolar, CAPITULO 1. LA NOCION DE OBSTACULO EPISTEMOLOGICO _ uando se investigan las condiciones psico- logicas del progreso de la ciencia, se llega muy pronto a la conviccién de que hay que plan- tear el problema del conocimiento cientifico en tér- minos de obstéculos. No se trata de considerar los obstaculos externos, como la complejidad o la fugacidad de los fenémenos, ni de incriminar a la debilidad de los sentidos 0 del espiritu hu- mano: es en el acto mismo de conocer, intima- mente, donde aparecen, por una especie de ne- cesidad funcional, los entorpecimientos y las confusiones. Es ahi donde mostraremos causas de estancamiento y hasta de retroceso, es ahi donde discerniremos causas de inercia que Ila- maremos obstéculos epistemolégicos. El cono- cimiento de lo real es una luz que siempre pro- yecta alguna sombra. Jamés es inmediata y plena. Las revelaciones de lo real son siempre recurrentes. Lo real no es jamas “lo que podria creerse”, sino siempre lo que debiera haber pensado||...] En efecto, se conoce en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conoci- mientos mal adquiridos 0 superando aquello que, en el espiritu mismo, obstaculiza a la es- piritualizacién|...] Frente a lo real, lo que cree saberse clara- mente ofusca lo que debiera saberse. Cuando se presenta ante la cultura cientifica, el espiritu ‘const#ucoOn soci OF CONOCIMENTO Y TEORAS OFLA EOUCACION ANTOLOGIAwAstea Introduccion En esta unidad se hace una presentacién del proceso de construccién del conocimiento cien- tifico, desde sus orfgenes, como conocimiento cotidiano, hasta una perspectiva actual amplia que incluye a las ciencias humanas dentro de este tipo de conocimiento. En el seguimiento de este proceso se abordan también tépicos relativos a la naturaleza, historia, alcances y limitaciones del método cientifico. ‘Mas adelante se estudia el problema de la legitimacin de los conocimientos, en otras palabras, se intenta responder a la cuestin de saber cudndo un conocimiento puede ser considerado como cientifico. Finalmente, se muestra cémo los diversos elementos histéricos, tedricos y metodolégicos adquiridos en las primeras lecturas, también estn presentes en las posibilidades de sistema- tizacién, legitimaci6n e innovacién de la Pedagogfa en general y de la préctica docente del profesor-alumno en particular. Los contenidos que integran esta primera unidad estan articulados dentro de lo posible en un doble sentido: — De lo general a lo particular, esto es, desde el conocimiento general cotidiano hasta el conocimiento particular pedagégico. — Siguiendo una secuencia hist6rica, es decir, atendiendo a la socio-génesis del conoci- miento cientifico. Es importante seftalar que las lecturas de esta unidad I, pueden contribuir a que el estu- diante tenga una mejor comprensin acerca de la naturaleza, tipo, ubicacién, aspecto social, requisitos de legitimaci6n y fines asociados a su propio proceso de titulacién dentro de la Licenciatura en Educacién. Para ejemplificar lo afirmado transcribimos 3 parrafos de la tiltima lectura. “La cientifizacién de la Pedagogia, con la profesionalizacién y la institucionalizacién que son su correlato, estd acompafiada de ciertas operaciones encaminadas a establecer una cierta homogeneidad en la produccién y la transmisi6n del saber”. “Cualquier investigaci6n se inserta en un contexto tedrico, metodol6gico y paradigmati- camente complejo y tiene necesidad, en ocasiones, de hacer explicita esa inserci6n”. “Cuando un trabajo de investigacién “normal” explicita sus supuestos epistemol6gicos, aunque sea para ajustarse a lo que es dominante y méximamente admitido en el sector, esta realizando operaciones de legitimaci6n”. onSHRUCCION SOCAL UL CONEIMIENTOY TETAS BELA FOUCACION: ANTONOGIAHASIEA jamés es joven. Hasta es muy viejo, pues tiene Ta edad de sus prejuicios. Tener acceso a la cien- cia es rejuvenecer espiritualmente, es aceptar una mutacién brusca que ha de contradecir a un pasado. La ciencia, tanto en su principio como en su necesidad de coronamiento, se opone en abso- luto a la opinion. Si en alguna cuestién parti- cular debe legitimar la opinién, lo hace por ra- zones distintas de las que fundamentan la opinién; de manera que la opinién, de derecho, jams tiene raz6n. La opini6n piensa mal; no piensa; traduce necesidades en conocimientos. ‘Al designar a los objetos por su utilidad, ella se prohibe el conocerlos. Nada puede fundarse sobre la opinién: ante todo es necesario des- truirla, Ella es el primer obstaculo a superar. No es stificiente, por ejemplo, rectificarla en ca- sos particulares, manteniendo, como una espe- cie de moral provisoria, un conocimiento vul- gar provisorio. El espfritu cientifico nos impide tener opinién sobre cuestiones que no com- prendemos, sobre cuestiones que no sabemos formular claramente. Ante todo es necesario sa- ber plantear los problemas. Y digase lo que se quiera, en la vida cientifica los problemas no se plantean por s{ mismos. Es precisamente este sentido del problema el que sindica el verdadero espfritu cientifico. Para un espiritu cientifico todo conocimiento es una respuesta a una pre- gunta. Si no hubo pregunta, no puede haber conocimiento cientifico. Nada es espontaneo. Nada esta dado. Todo se construye...] La nocién de obsticulo epistemolégico puede ser estudiada en el desarrollo historico del pen- samiento cientifico y en la practica de la edu- cacién. En uno y iro caso, este estudio no es cémodo. La historia, por principio, es en efecto hostil a todo juicio normativo. Sin embargo, si se quiere juzgar la eficacia de un pensamiento, hay que colocarse en un punto de vista norma- tivo. Todo lo que se encuentra en la historia del pensamiento cientifico, dista mucho de servir efectivamente a la evolucién de este pensa- miento. Ciertos conocimientos aun justos, de- tienen demasiado pronto a investigaciones titi- les. El epistemélogo debe, pues, seleccionar los documentos recogidos por el historiador. Debe juzgarlos desde el punto de vista de la raz6n y hasta de la razén evolucionada, pues solamente en nuestros dias es cuando podemos juzgar plenamente los errores del pasado espiritual. Por otra parte, aun en las ciencias experimen- tales, es siempre la interpretacién racional la que ubica los hechos en su lugar exacto. Es so- bre el eje experiencia-razén, y en el sentido de Ia racionalizacién, donde se encuentran, al mis- mo tiempo, el riesgo y el éxito. Sélo la razon dinamiza a la investigaci6n, pues sélo ella su- giere, més alla de la experiencia comin (inme- diata y espaciosa), la experiencia cientifica (in- directa y fecunda). Es, pues, el esfuerzo de racionalidad y de construccién el que debe atraer la atencidn del epistemélogo. El historia- dor de la ciencia debe tomar las ideas como he- chos. Fl epistemélogo debe tomar los hechos como ideas, inserténdolas en un sistema de pensamiento. Un hecho mal interpretado por una época, sigue siendo un hecho para el histo- riador. Segtin el epistemdlogo es un obstéculo, un contrapensamiento. Ser, sobre todo, profundizando la nocién de obstaculo epistemolégico cémo se otorgaré su pleno valor espiritual a la historia del pen- samiento cientifico.{..] Elepistemélogo tendré, pues, que esforzarse en captar los conceptos cientificos en efectivas sintesis psicol6gicas; vale decir, en sintesis psi- colégicas progresivas, estableciendo, respecto de cada noci6n, una escala de conceptos, mos- trando cémo un concepto produce otro, como se vincula con otro. Entonces tendré cierta po- sibilidad de apreciar una eficacia epistemol6gi- ca. Y de inmediato el pensamiento se presenta- 14 como una dificultad vencida, como un obstaculo superado. En la educaci6n, la nocién de obstaculo pe- dagégico es igualmente desconocida. Frecuen- temente me ha chocado el hecho de que los pro- fesores de ciencias, atin mas que los otros si cabe, no comprendan que no se comprenda. Son poco numerosos los que han sondeado la psicologia del error, de la ignorancia y de la irreflexi6n. El libro de Gerard-Varet no ha te- constRUcei6% out Conoco cinco nido resonancia’, Los profesores de ciencias se imaginan que el espiritu comienza como una leccién, que siempre puede rehacerse una cul- tura perezosa repitiendo una clase, que puede hacerse comprender una demostracién repi- tiéndola punto por punto. No han reflexionado sobre el hecho de que el adolecente Ilega al cur- 80 de Fisica con conocimientos empiricos ya constituidos; no se trata, pues, de adguirir una cultura experimental, sino de cambiar una cul- tura experimental, de derribar los obstdculos amontonados por la vida cotidiana. De ahi que toda cultura cientifica deba co- menzar, como lo explicaremos ampliamente, por una catarsis intelectual y afectiva. Queda luego la tarea més dificil: poner la cultura cien- tifica en estado de movilizacién permanente, reemplazar el saber cerrado y estatico por un conocimiento abierto y dindmico, dialectizar todas las variables experimentales, dar final- mente a la raz6n motivos para evolucionar. Por otra parte, estas observaciones pueden ser generalizadas; ellas son mas visibles en la ensefianza cientifica, pero tienen cabida en todo esfuerzo educativo. En el transcurso de una ca- trera ya larga y variada, jamés he visto a un educador cambiar de método de educacién. Un educador no tiene el sentido del fracaso, preci- samente porque se cree un maestro. Quien en- sefia manda. De ahi una oleada de instintos. Von Monakow y Mourgue han observado justamente esta dificultad de reforma en los métodos de educaci6n, invocando el peso de los instintos en los educadores*. “Hay indivi- duos para los cuales todo consejo relativo a los errores de educacién que cometen, es absoluta- mente intitil porque esos lamados errores no son sino la expresién de un comportamiento instintivo.”[...] EL PRIMER OBSTACULO: LA EXPERIENCIA BASICA En la formacién de un espiritu cientifico, el pri- mer obstéculo es la experiencia basica, es la ex- periencia colocada por delante y por encima de la critica, que, ésta si, es necesariamente un ele- mento integrante del espiritu cientffico. Puesto que la critica no ha obrado explicitamente, en ningtin caso la experiencia basica puede ser un apoyo seguro. Ofreceremos numerosas prue- bas de la fragilidad de los conocimientos basi- cos, pero desde ya nos interesa oponernos cla- ramente a esa filosofia facil que se apoya sobre un sensualismo més 0 menos franco, mas 0 me- nos novelesco, y que pretende recibir directa- mente sus lecciones de un dato claro, limpio, seguro, constante, siempre ofreciéndose a un espititu siempre abierto. He aqui entonces la tesis filoséfica que sos- tendremos: el espiritu cientifico debe formarse en contra de la Naturaleza, en contra de lo que ¢s, dentro y fuera de nosotros, impulso y ense- fianza de la Naturaleza, en contra del entusias- mo natural, en contra del hecho coloreado y vario. El espiritu cientifico debe formarse refor- méndose. Frente a la Naturaleza sélo puede instruirse purificando las sustancias naturales y ordenando los fenémenos revueltos. La mis- ma Psicologia se tornarfa cientifica si se tornara discursiva como la Fisica, si advirtiera que en Nosotros mismos, como fuera de nosotros, com- prendemos la Naturaleza resistiéndole [..}. Un autor importante, de Marivertz, cuya obra ha ejercido una gran influencia en el siglo XVIII ha desarrollado teorfas grandiosas apoyén- dose sobre tales imagenes inconsistentes. Propu- 50 una cosmogonfa fundada sobre la rotacién del sol sobre si mismo. Es esa rotacién la que de- termina los movimientos de los planetas. De Marivetz considera los movimientos planetarios como movimientos en espiral “tanto menos cur- vados cuanto mas los planetas se alejan del Sol”. No titubea pues, a fines del siglo XVIII, a opo- nerse a la ciencia newtoniana. En este caso, tampoco se va muy lejos para buscar las prue. bas que se estiman suficientes. “Los soles que construyen los pirotécnicos ofrecen una imagen sensible de las precesiones y de las espirales de las cuales estamos hablando. Para producir esos efectos, es suficiente que los cohetes que adornan la circunferencia no estén dirigidos ha- cia el centro , pues en ese caso el sol no podria CONSTRUCEION SOCIAL 1 CONDCIMIENTO'Y HORAS OFLA EDUCACION ANFOLOGIABASICA girar alrededor de su eje y las trayectorias de cada cohete formarfan rayos rectilineos; pero si los cohetes son oblicuos a la circunferencia, el movimiento de rotacién se une al de la explo- sién de los cohetes, y la trayectoria se convierte en.una espiral que es tanto menos curva, cuanto se hunde més lejos del centro”. Que curioso vaivén de las imagenes! El sol de los pirotécnicos ha recibido su nombre del astro solar. Y he aqui que, por una recurrencia extrafia, jofrece una imagen para ilustrar una teoria del sol! Tales cruzamientos entre las imagenes son frecuentes cuando no se psicoanaliza la imagina- cién. Una ciencia que acepta las imagenes es, mas que cualquier otra, victima de las metAforas. Por eso el espiritu cientifico debe incesantemente lu- char en contra de las imagenes, en contra de las analogias, en contra de las metaforas. EL CONOCIMIENTO GENERAL COMO OBSTACULO PARA EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO ! Nada ha retardado més el progreso del conoci- miento cientifico que la falsa doctrina de lo general, que ha reinado desde Aristételes a Bacon inclusive, y que atin para tantos espfritus, como ‘una doctrina fundamental del saber:[..] Conocer el fenémeno general, prevalerse de ello para comprender todo, ino es, a la manera de otra decadencia “gozar como la-masa, del mito in- luido en toda trivialidad?” (Mallarmé, Dioaga- tions, p. 21). Hay en efecto un goce intelectual pe- ligroso en una generalizacién precoz y faci Para poner bien de manifiesto la inmo' dad de los restimenes demasiado generales, to- memos de inmediato un ejemplo. Con frecuen- cia, con el fin de indicar de una manera sencilla cémo el raciocinio inductivo llega a la ley cien- tifica general sobre la base de un conjunto de casos particulares, los profesores de filosofia describen répidamente la caida de diversos cuerpos y concluyen: todos los cuerpos caen. Para disculparse por esta trivialidad, ellos pre- tenden mostrar que un ejemplo semejante les ofrece todo lo que necesitan para seftalar un progreso decisivo en la marcha del pensamien- to cientifico. En efecto, en este caso, el pensamien- to moderno se presenta frente al pensamiento aristotélico como una generalidad rectificada, como una generalidad ampliada. Aristételes en- sefiaba que los cuerpos livianos, humos y va- pores, fuego y llama, encontraban en el empi- reo su lugar natural, mientras que los graves buscaban maturalmente la tierra. En cambio nuestros profesores ensefian que todos los cuerpos caen sin excepcién. He ahi fundamenta- da, creen ellos, la sana doctrina de la gravita- cién. En efecto, en este caso, se trata de una gene- ralidad adecuada y es por esto mismo que co- menzamos con un ejemplo que muestra a nues- tra polémica en toda su sinceridad.[...] Pero nuestras observaciones parecerén sin duda mas demostrativas si estudiamos los nume- rrosos casos en los que la generalidad es evidente- mente inadecuada. Tal es el caso casi siempre de las generalidades de primera intencién El fenémeno tan especial de la coagulacién nos mostrar cémo se constituye un mal tema de generalidad. En 1669, la Academia propone en estos términos un estudio sobre el hecho ge- neral de la coagulaci6n*: “No es comtin a todo el mundo asombrarse porque la leche cuaja. No es una experiencia rara... es algo tan poco ex- traordinario que casi es despreciable. No obs- tante un filésofo puede encontrar en ella materia de reflexion; cuanto més se examina la cosa, tanto més se torna maravillosa, y es la ciencia la que entonces es la madre de la admiraci6n. La Aca- demia no juzga que sea indigno de ella estudiar cémo se produce la coagulacién; pero ella quiso abarcar todas las especies diferentes para extraer mayores luces mediante la comparacién de las unas con las otras’. El ideal baconiano es aqui bastante puro como para dispensarnos de insistir. Veremos entonces los fenémenos més diversos, Jos mas heter6clitos incorporarse bajo la riibrica: coagulacién. Entre estos fendmenos, los pro- ductos complejos extrafdos de la economia ani- mal desempefiaran, como es frecuente, el papel constaUciow oF conoemTO ceNTiNCO de primeros instructores. Tal es uno de los carac- teres del obsticulo animista, que sefialamos al pa- sar, pero sobre el cual volveremos mas adelante. La Academia estudia pues la coagulacién sobre laleche, la sangre, la hiel, las grasas. Para las grasas que se solidifican en nuestros platos, el enfria- miento es una causa bastante visible. Entonces la Academia se ocupard de la solidificacién de los metales fundidos. A continuaci6n la congelacion del agua se coloca en el nivel de una coagullacién. La transicion es tan natural, entrafia tan poca di- ficultad, que no puede desconocerse la accién persuasiva del lenguaje. Insensiblemente se resbala de la coagulacién a la congelacién. Para conocer mejor las congelaciones natu- rales, se considera “conveniente tratar algunas de las que se producen artificialmente”. Du Clos recuerda, aunque sin salir garante de ello, que “Glauber... habla de una cierta sal, que tie- ne la virtud de congelar en forma de hielo, no s6lo el agua comtin, sino las acuosidades de los aceites, del vino, de la cerveza, del aguardiente, del vinagre, etc... Hasta convierte la madera en piedra” (p. 88-89). Esta referencia a experien- ias no precisadas es muy caracteristica del es- piritu precientifico. Ella sefala precisamente la detestable solidaridad de la erudicién con la ciencia, de la opinién con la experiencia. Pero he aqui la generalidad extrema, la gene- ralidad pedante, tipo evidente de un pensamiento que se admira (p. 88). “Cuando la savia de los Arboles se convierte en madera, y el quilo adquie- re en los animales la solidez de sus miembros, es debido a una especie de coagulacién. Es ésta la més extendida de todas y, tie acuerdo al sefior Du Clos, puede llamarse transmutativa”. Como se ve, es en la regién de la maxima extension don- de se producen los errores mas groseros. Se habia partido de los liquidos organicos. Y después de un rodeo a través del mundo ina- nimado, se ha vuelto a los fenémenos orgéni- cos, prueba cabal de que el problema no ha avanzado, que no se ha precisado y que no ha encontrado una ordenaci6n de las formas concep- tuales. Puede por lo demas juzgarse, con este ejemplo, los estragos producidos por una apli- cacién demasiado répida del principio de iden- tidad. Esté demas decir que la Academia, apli- cando tan fécilmente el principio de identidad a fenémenos dispares mas o menos bien preci- sados, comprendia el fenémeno de la coagula- cién. Pero debe agregarse de inmediato que esta manera de comprender es anticientifica. [...] Para ilustrar la diferencia entre el espiritu precientifico, mas 0 menos valorizador, y el esp- ritu cientifico, bastaria, respecto del concepto exa- minado, considerar algunos trabajos contempo- rineos sobre los coloides y sobre los geles. Como se dijot, un cientifico modemo tiende mas bien a limitar su dominio experimental, més que a mul- tiplicar los ejemplos. En posesién de un fenémeno bien definido trata de determinar sus variaciones Esas variaciones fenomenolégicas designan las va- tiables matematicas del fenémeno. Las variables matemiticas estén solidarizadas intuitivamen- te en curvas, solidarizadas en funciones, En esta coordinacién matematica, pueden apare- cer causas de variacién que se han mantenido perezosas, apagadas 0 degeneradas en el fené- meno medido. El fisico intentaré provocarlas. Intentara completar el fenémeno, realizar ciertas posibilidades que el estudio matematico ha reve- lado. En una palabra, el cientifico contemporéneo se funda sobre una comprensién matemaitica del concepto fenoménico y, a este respecto, se esfuer- za en igualar la raz6n y la experiencia. Lo que retiene su atenciGn ya no es el fenémeno general; es el fenémeno organico, jerérquico, portador del signo de una esencia y de una forma, y, como tal, permeable al pensamiento matematico. UN EJEMPLO DE OBSTACULO VERBAL: LA ESPONJA EXTENSION ABUSIVA DE LAS IMAGENES FAMILIARES Acabamos de estudiar, a manera de ejemplos, dos temas generales del conocimiento precien. tifico para mostrar con qué facilidad el espiritu ptecientifico se deja llevar hacia generalizacio- nes indefinidas. En este breve capitulo queremos consRUCION SOCIAL FL CONOEIMIENTO Y ORAS DELA EOUCACION AMTOLOGLA NACA ser atin més precisos y considerar un caso en el que una sola imagen, hasta una sola palabra, cons- fituye toda la explicacién. Pretendemos caracteri- zat de esta manera, como obstdculos del pensa- miento cientifico, habitos puramente verbales. Por lo demés tendremos ocasién de desarrollar las mismas ideas de resultas de nuestro capitulo sobre el obstéculo sustancialista. Entonces se tra- tard de una explicaci6n verbal por referencia aun sustantivo cargado de epftetos, sustituto de una sustancia rica en poderes. Aqui, tomaremos la po- bre palabra esponja y veremos que permite expre- sar los fenémenos més variados. Esos fenémenos se expresan: se cree entonces explicarlos. Se les reconoce: se cree entonces conocerlos. Sin embar- go en los fenémenos designados por la palabra esponja, el espiritu no es la victima de una potencia sustancial. La funcién de la esponja es de una evi- dencia tan clara y distinta que ni se siente la ne- cesidad de explicarla. Al explicar los fenémenos mediante la palabra esponja, no se tendré pues la impresion de caer en un sustancialismo oscuro; tampoco se tendré la impresién de que se esta haciendo teorias puesto que aquella funcién es totalmente experimental. Dirijamonos ante todo a un autor importan- te, refiriéndonos a un articulo de Réaumur apa- recido en las Mémories de I' Académie des Sciences en 1731 (p. 281): “Una idea bastante vulgar es la de considerar el aire como algodén, como lana, como esponja, y mucho mAs esponjosa que todos los demas cuerpos o reunién de cuer- pos con los que se pueda comparar. Esta idea es muy apropiada para explicar por qué el aire se deja comprimir notablemente mediante pesos, por qué puede ser también enrarecido conside- rablemente, y aparecer bajo un volumen que so- brepasa en mucho aquél en el cual lo habfamos visto anteriormente”. Provisto con esta bateria metaforica, Réaumur replicard a Mariotte que, con todo, habia aportado alguna luz al asimilar el fenémeno de la disolucién del aire en el agua, a la disolucion de una sal. “Yo pienso —dice Ré- aumur (pagina 382)— que Mariotte ha llevado su suposicién més lejos de lo necesario; me parece que en lugar de suponer que el agua puede di- solver el aire, disolucién por lo demés bastante a dificil de concebir, con limitarse a suponer que ella lo penetra, lo moja, se tiene todo lo que hace falta para dar cuenta de los fen6menos que aqui deben explicarse”. Siguiendo en todos sus detalles la explicacién de Réaumur, capta- remos muy bien qué es una imagen generalizada, expresada con una sola palabra, leit-motiv de una intuicién sin valor. “Continuaremos consideran- do el aire como semejante por su estructura a los cuerpos esponjosos, y que sea de aquellos que el agua puede penetrar, que pueden embeberse de agua, y ya dejard de sorprendernos que el aire, que esté contenido en el agua, no es mas com- prensible, y que ocupe tan poco lugar en ella. Si envuelvo una esponja en una membrana a través de la cual el agua no pueda penetrar, y mantengo suspendida esta esponja en el agua, mediante un hilo fijado en el fondo del vaso, entonces la esponja seguird siendo tan com- prensible como lo era en medio del aire. Si con un pistén, o de otra manera, comprimo el agua, esta descender4, la esponja se vera obligada a ocupar tn volumen mucho menor, sus partes se veran forzadas a alojarse en los vacios que tien- den a conservarse, y el agua ocupard el lugar que las partes de la esponja habran abandonado. Ce- semos de comprimir el agua, y la esponja resta- bleceré su estado primitivo... Si luego quitamos a nuestra esponja la envoltura con la que la ha- biamos cubierto, sera posible al agua insinuarse en su interior; démosle el tiempo necesario para que Ilene todos los vacios existentes entre las membranas esponjosas, después de lo cual si acudimos nuevamente al pistén para compri- mir el agua, veremos que la esponja ya no cede, como lo hizo la primera vez, 0 que cederé muy poco, La esponja se ha vuelto entonces incom- prensible, 0 casi incomprensible; sus partes comprimidas ya no encuentran lugares vacios donde alojarse, el agua los ha lenado; la parte alojada detiene el esfuerzo de la parte que tien- dea expulsarla. Si el aire, como la esponja, pue- de pues ser penetrada por el agua, si puede lle- nar los vacfos que estan entre sus partes, he ahi que deja de ser comprensible”. Nos sentimos obligados de disculparnos frente al lector por haber citado esta pagina in- ‘CoNsTEUCOOY ont coNocHENTO ClNTiNEO terminable, esta pagina tan mal escrita, de un autor célebre. Pero le hemos ahorrado muchas otras, del mismo estilo, donde Réaumur explica interminablemente los fenémenos mediante el cardcter esponjoso. Nos hacia falta sin embargo aportar un ejemplo algo largo donde la acumu- lacién de las imagenes violentara evidentemen- tea la raz6n, y en el que lo concreto acumulado sin prudencia obstaculiza a la visién abstracta y clara de los problemas reales....] EL CONOCIMIENTO UNITARIO Y PRAGMATICO COMO OBSTACULO PARA EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO Hemos estudiado la funcién generalizante y sus peligros a través de experiencias e intuiciones bien determinadas, como la coagulacién, la fer- mentacién, la funcién meramente mecénica de la esponja. Pero puede captarse la seduccién de ge- neralidades atin més vastas. Ahora ya no se tra- ta de pensamiento empirico, sino verdadera- mente de pensamiento filoséfico. Un dulce Jetargo inmoviliza ahora a la experiencia: todas las cuestiones se sosiegan en una vasta Weltans- chauung; todas las dificultades se resuelven ante una visién general del mundo, mediante una sim- ple referencia a un principio general de la Natu- raleza. Es asi como en el siglo XVIII Ia idea de una Naturaleza homogénea, arménica, tutelar anula todas las singularidades, todas las con- tradicciones, todas las hostilidades a la expe- riencia. Mostraremos cémo una generalidad se- mejante —y generalidades conexas— son de hecho obstaculos para el pensamiento cientifi- co. No le dedicaremos sino unas paginas, pues a prueba es fécil. Y, en particular, para no alar- gar excesivamente a nuestro libro, renunciare- mos a citar a los escritores y a los fil6sofos.[..] Para el espiritu precientifico la unidad es un principio siempre deseado, siempre realizado con poco esfuerzo. No hace falta mas que una maytiscula. Las distintas actividades naturales se convierten asf en manifestaciones variadas de una tinica y misma Naturaleza. No se puede concebir que la experiencia se contradiga y tampoco que se separe en compartimientos. Lo que es verdad para lo grande debe ser verda- dero para lo pequefio e inversamente. Frente a la menor dualidad se sospecha un error. Esta exigencia de unidad plantea una cantidad de falsos problemas|...] Uno de los obstaculos epistemolégicos rela- cionados con la unidad y poder de la naturale- za, es el cosficiente de realidad que el espiritu pre- cientifico atribuye a todo lo que es natural. Hay en esto una valorizaci6n indiscutida, invocada sin cesar en la vida diaria y que, en definitiva, es una causa de confusién para la experiencia y el pensamiento cientifico. Asi Réaumur atribuye a los liquidos natura- les una aptitud especial para resistir el frio’. “Nosotros no nos sorprendemos que liquidos inflamables, como el espiritu de vino, y quiz4 tengamos que sorprendernos aun més, que los poderosos espiritus acidos y que las aguas mis- mas muy cargadas de sales conserven su licua- bilidad en contra de los frios excesivos. Pero la naturaleza sabe componer liquidos que de nin- gtin modo son inflamables, que no tiene acidez sensible para nosotros, y que sin embargo estén en condiciones de resistir a muy grandes frios. Me refiero a esa especie de sangre que circula en los insectos de tantas especies; por su color, por Su gusto, nuestros sentidos groseros jurarian que es agua, o por lo menos un Ifquido extre- madamente acuoso.” Como ciertas orugas han resistido a los mayores frios, y a menos de 17 gra- dos Réaumur ellas se mantenian flexibles. “La sangre y los principales liquidos que se encuen- tran en el cuerpo de estos insectos, por acuosos que parezcan, son pues de una naturaleza tal que resisten un frio excesivo sin congelarse.” Se siente bastante claramente que Réaumur prejuzga sobre la experiencia y que su intuicién animista no lo predispone a estudiar in vitro, como es el caso de hacer, los fenémenos de la congelacién de las soluciones salinas. También la utilidad ofrece una especie de induccién muy particular que podria llamarse in- duccién utilitaria. Ella conduce a generalizaciones .oNstRUCCION SOCAL DAL CONDEIMENTO Y HORIA DE LA EDUCACION: ANTOLOGIABASICA exageradas. Se puede partir entonces de un he- cho comprobado, hasta se puede llegar a una extension feliz, Pero el empuje utilitario condu- ciré casi infaliblemente demasiado lejos. Todo ptagmatismo, por el mero hecho de ser un pen- samiento mutilado, lleva fatalmente a la exage- racién. El hombre no sabe limitar lo til. Lo util por su valorizacién se capitaliza sin cesar. He aqui un ejemplo en el que la inducci6n utilitaria no es nada feliz. Para Réaumur las crisdlidas de oruga “trans- piran”. Es esta comunicacién con el exterior que mantiene la vida sorda de la crisdlida y le permite evolucionar. Basta recubrir una crisdlida con bar- niz para que el desarrollo se retarde o se detenga. ‘Ahora bien, piensa Réaumur con una atrevida in- duccién, los huevos son una “especie de crisAli- das”. Propone pues proteger con sebo 0 con bamniz a los huevos que deban conservarse. Todas Jas amas de casa emplean hoy un buen procedi- miento basado sobre una generalizacién dudosa. Mas la induccién utilitaria zse detendra ahi? jse limitard a este primer éxito? El historiador de la ‘Academia se atreve a ir més lejos. Quiz se tenga el derecho de concluir’ “que los hombres po- drian también conservarse més tiempo aplican- dose alguna especie de barniz adecuado, como hacfan antes los Atletas, como hacen hoy los salvajes, aunque quizé con otras intenciones.” No es ésta una idea aislada. Ya Bacon conside- raba la disminucion de la transpiracién como un medio para prolongar la vida. En 1776, Bert- hollet (Observations sur I'air, p. 31) no titubea en escribir: “Creo que si se suprimiera la transpi- racién durante los primeros'afios de la vida (en los nifios pequefios) los conductos de la orina se agrandarian, y los humores establecerfan para siempre un curso més abundante”, En todos los fenémenos se busca la utilidad humana, no s6lo por la ventaja positiva que pueda procurar, sino como principio de expli- cacién. Encontrar una utilidad, es encontrar una razon. [...] Es a todos los detalles de un fenémeno que se trata de atribuir una utilidad caracteristica. Si una utilidad no caracteriza un rasgo particu- lar, parece que ese caracter no esta explicado. a Para el racionalismo pragmético una nota sin utilidad es un irracional.[..] La necesidad de generalizar hasta el extre- ‘mo, a veces mediante un solo concepto, arrastra a ciertas ideas sintéticas que estén lejos de per- der su poder de seduccién. Con todo, en nues- tra época, cierta prudencia retiene al espiritu cientifico. Ya no quedan sino fildsofos que bus- can, si no la piedra filosofal, por lo menos la idea filosofica que ha de explicar al mundo. Para el espiritu precientifico, la seduccién de la unidad de explicacién mediante un solo carac- ter es todopoderosa. Veamos ejemplos. En 1786 aparece el libro del Conde de Tressan, libro en verdad escrito en 1747. Este libro pretende ex- plicar todos los fenémenos del Universo me- diante la acci6n del fluido eléctrico. En particu- lar, para de Tressan, la ley de la gravitaci6n es una ley de equilibrio eléctrico. Mas, todo equi- librio es por esencia eléctrico. La propiedad esencial del fluido eléctrico, a la que se refieren constantemente los dos gruesos tomos “es ten- der siempre a equilibrarse consigo mismo”. Por Jo demas, donde hay equilibrio, hay presencia eléctrica. Tal es el tinico teorema de una inani- dad desconcertante, y del cual se extraeran las conclusiones mas inverosfmiles. Puesto que la tierra gira alrededor del sol sin acercarse jamas, a él, existe equilibrio entre la electricidad de los dos astros. De una manera més precisa, los ve- les sefalarén el equilibrio de la electricidad que irradia del suelo y de la electricidad de los rayos solares’. “Todos los cuerpos posibles que tocan a la tierra, asi como los que estén implan- tados en ella, son otros tantos conductores que reciben y transmiten la electricidad terrestre en relacién con la fuerza naciente que puede en- tonces tener, segiin la oblicuidad 0 verticalidad de los rayos solares.” EL OBSTACULO SUSTANCIALISTA. 1 El obstaculo sustancialista, como todos los obstaculos epistemoldgicos, es polimorfo. Se construc x conocer cenrinco, compone de la reunién de las instituciones mas alejadas y hasta las més opuestas. Por una ten- dencia casi natural, el espiritu precientifico cen- tra sobre un objeto todos los conocimientos en los que ese objeto desempefie un papel, sin Preocuparse por las jerarquias de los papeles empiricos. Une directamente a la sustancia las distintas cualidades, ya sea una cualidad profun- da como una cualidad superficial, ya sea una cua- lidad manifiesta como una cualidad oculta. La sustancializacién de una cualidad inme- diata, captada en una intuici6n directa, no traba menos al progreso ulterior del pensamiento cientifico que la afirmacién de una cualidad cculta o intima, pues tal sustancializacién da lugar a una explicacién tan breve como perento- tia. Carece del rodeo te6rico que obliga al espfritu cientifico a criticar a la sensacién. En efecto, para el espiritu cientifico, todo fendmeno es un mo- mento del pensamiento teérico, un estadio en el pensamiento discursivo, un resultado prepara- do. Es més producido que inducido. El espiritu cientifico no puede satisfacerse ligando pura y simplemente los elementos descriptivos de un fenémeno con una sustancia sin esfuerzo algu- no de jerarquia, sin determinacién precisa y de- tallada de las relaciones con los demds objetos. Para mostrar claramente el carécter completa- mente insuficiente de la atribucion directa siguien- do el métocio inmediato, daremos varios ejemplos. As{ mostraremos también cémo se constituyen las falsas explicaciones sustancialistas ...] Uno de los sintomas més claros de la seduc- cién sustancialista, es la acumulacién de adje- tivos para un mismo sustantivo: las cualidades se ligan a la sustancia tan directamente que pueden yuxtaponerse sin mayor preocupacién Por sus relaciones mutuas. Hay en esto un tran- quilo empirismo muy lejos de suscitar experien- cias. Cree que realiza esfuerzos multiplicando os sinénimos. Ya vimos un ejemplo con el ca- racter glutinoso, untuoso y tenaz del fluido eléctrico. Es una tendencia general, de la cual Por otra parte se encontrarian rastros en secto- Tes no muy alejados del pensamiento cientifico, como la psicologia y la literatura: cuanto menos precisa es una idea tanto mas se encuentran pa- labras para expresarla. En definitiva, el progre- so del pensamiento consiste en disminuir el numero de adjetivos que convienen a un sus- tantivo y no en aumentarlo. Se piensa cienti camente en los atributos jerarquizéndolos, mas no yuxtaponiéndolos. Naturalmente, es en las ciencias atrasadas, como la medicina, donde este empirismo deta. Mado es més aparente. En el siglo XVIII, un me- dicamento se cubre literalmente de adjetivos. He aqui algunos ejemplos entre mil: "El azufre do- rado es pues emenagogo, hepatico, mesentéri- ©0, béquico, febrifugo, cefélico, diaforético y alexifarmaco”. (Encyclopédie, Art. Antimoine). El aguardiente de ginebra es “sudorifico, cor dial, histérico, estoméquico, carminativo, ape- ritivo, béquico”*. Los “simples” son particular- mente complejos. Segtin la Encyclopédie s6lo la raiz del cardo santo es vomitiva, purgativa, diurética, sudorifica, expectorante, emenagoga, alexitera, cordial, estomaquica, hepatica, antia. poplética, antiepiléptica, antipleuritica, febrifu- 8a, vermifuga, vulneraria y afrodisiaca, vale decir 17 propiedades farmacéuticas. La fumaria tiene 7, el aceite de almendras dulces tiene 9, el limén 8, la bet6nica 7, el alcanfor 8, etc. EL OBSTACULO ANIMISTA I El problema preciso que deseamos tratar en este capitulo es el siguiente: zC6mo la intuicién de la vida, cuyo cardcter invasor mostraremos, ha podido ser encerrada en su dominio propio? En particular gc6mo se han desembarazado las ciencias fisicas de las lecciones animistas? ¢Cémo ha podido rectifi- carse la jerarquia del saber apartando la consi- deracion primitiva de ese objeto privilegiado que es nuestro cuerpo? Para que nuestro examen sea titil, ha de ser muy restringido. En particular, no es nuestra intenci6n estudiar la vida en su verdadero do- minio, y nos apartaremos de toda critica sobre la legitimidad de una intuicién propiamente vi- “consTRUCCION SOCAL EL CONOCIMINIO ¥TEDRAS DELAEDUCACION ANTOLOGIABASICA exageradas. Se puede partir entonces de un he- cho comprobado, hasta se puede llegar a una extensi6n feliz. Pero el empuje utilitario condu- cird casi infaliblemente demasiado lejos. Todo pragmatismo, por el mero hecho de ser un pen- samiento mutilado, lleva fatalmente a la exage- raci6n. El hombre no sabe limitar lo util. Lo titil por su valorizacion se capitaliza sin cesar. He aqui un ejemplo en el que la induccién utilitaria no es nada feliz. Para Réaumur las crisélidas de oruga “trans- piran”. Es esta comunicaci6n con el exterior que mantiene la vida sorda de la crisélida y le permite evolucionar. Basta recubrir una crisélida con bar- niz para que el desarrollo se retarde o se detenga. ‘Ahora bien, piensa Réaumur con una atrevida duccién, los huevos son una “especie de crisdli- das”. Propone pues proteger con sebo o con barniz alos huevos que deban conservarse. Todas Jas amas de casa emplean hoy un buen procedi- miento basado sobre una generalizacion dudosa. ‘Mas la inducci6n utilitaria zse detendra ahi? gse limitard a este primer éxito? El historiador de la ‘Academia se atreve a ir mas lejos. Quiza se tenga el derecho de concluir* “que los hombres po- drfan también conservarse més tiempo aplicén- dose alguna especie de barniz adecuado, como hhacfan antes los Atletas, como hacen hoy los salvajes, aunque quiz con otras intenciones.” No es ésta una idea aislada. Ya Bacon conside- raba la disminucién de la transpiracién como un medio para prolongar la vida. En 1776, Bert- hollet (Observations sur V'air, p. 31) no titubea en escribir: “Creo que si se suprimiera la transpi- racién durante los primeros‘afios de la vida (en. los nifios pequefios) los conductos de la orina se agrandarian, y los humores establecerian para siempre un curso més abundante”. En todos los fenémenos se busca la utilidad humana, no sélo por la ventaja positiva que pueda procurar, sino como principio de expli- cacién. Encontrar una utilidad, es encontrar una raz6n. [..] Es a todos los detalles de un fenémeno que se trata de atribuir una utilidad caracteristica. Si una utilidad no caracteriza un rasgo particu- lar, parece que ese cardcter no esté explicado. Para el racionalismo pragmatico una nota sin utilidad es un irracional[-.] La necesidad de generalizar hasta el extre- ‘mo, a veces mediante un solo concepto, arrastra a ciertas ideas sintéticas que estén lejos de per- der su poder de seduccién. Con todo, en nues- tra época, cierta prudencia retiene al espiritu cientifico, Ya no quedan sino filésofos que bus- can, si no la piedra filosofal, por lo menos la idea filosofica que ha de explicar al mundo. Para el espiritu precientifico, la seduccion de la unidad de explicacién mediante un solo caréc- ter es todopoderosa. Veamos ejemplos. En 1786 aparece el libro del Conde de Tressan, libro en verdad escrito en 1747. Este libro pretende ex- plicar todos los fenémenos del Universo me- diante la acci6n del fluido eléctrico. En particu- lar, para de Tressan, la ley de la gravitacién es una ley de equilibrio eléctrico. Mas, todo equi- librio es por esencia eléctrico. La propiedad esencial del fluido eléctrico, a la que se refieren constantemente los dos gruesos tomos “es ten- der siempre a equilibrarse consigo mismo”. Por lo demés, donde hay equilibrio, hay presencia eléctrica, Tal es el tinico teorema de una inani- dad desconcertante, y del cual se extraerdn las conclusiones més inverosimiles. Puesto que la tierra gira alrededor del sol sin acercarse jamés a él, existe equilibrio entre la electricidad de los, dos astros. De una manera més precisa, los ve- getales sefalardn el equilibrio de la electricidad que irradia del suelo y de la electricidad de los rayos solares’. “Todos los cuerpos posibles que tocan a la tierra, asi como los que estan implan- tados en ella, son otros tantos conductores que reciben y transmiten la electricidad terrestre en relacién con la fuerza naciente que puede en- tonces tener, segiin la oblicuidad o verticalidad de los rayos solares.” EL OBSTACULO SUSTANCIALISTA. 1 El obstculo sustancialista, como todos los obstaculos epistemolégicos, es polimorfo. Se ‘CONSTRUCCION SOCIAL OL CONOCIMHNTO ¥TEDRAS OF LA EDUC: ANTOLOGHA BASICS talista cuando esta intuicién se dirige a los fe- némenos mismos de la vida. Los conocimientos biolégicos atraeran nuestra atencion en la medida en que se comportan como obstaculos a la obje- tividad de la fenomenologia fisica. Los fenémenos biolégicos no nos interesardn sino en aquellos do- minios en que su ciencia suene a hueco, en los que esa ciencia, mas o menos bien asegurada, responde a preguntas que no se le han formu- lado. En resumen, a las trabas casi normales que encuentra la objetividad en las ciencias pu- ramente materiales ha de agregarse una intui- cién enceguecedora que toma la vida como un dato claro y general. De inmediato se funda so- bre esa intuicién una ciencia general, que confia en la unidad de su objeto; y esta ciencia Hama —débil apoyo—a la biologia naciente en ayuda de una quimica y de una fisica que, por lo de- més, ya han obtenido resultados positivos. Se ve entonces constituirse un verdadero fetichis- mo de la vida, de comportamiento totalmente cientifico, que persiste en épocas y dominios en Jos que asombra que no haya producido mayor escdndalo. De ahi que tomaremos la mayoria de nuestros ejemplos de la ciencia del siglo XVIII, norma casi absoluta que en definitiva he- mos adoptado en todo este libro. Seria eviden- temente demasiado facil discernir una confu- sién entre lo vital y lo material, dirigiéndose a Ja ciencia antigua 0 a la ciencia medieval. Nues- tra labor solo puede ser util si se ubica en el instante en que la intuicin se divide, en el que el pensamiento objetivo se retracta y se precisa, en el que el espiritu cientifico hace su esfuerzo de andlisis y de distincién y en el que determina el alcance exacto de sus métodos. La palabra vida es una palabra magica. Es una palabra valorizada. Todo otto principio pa- lidece cuando se puede invocar un principio vi- tal. El libro del conde de Tressan (2 tomos de 400 paginas cada uno) establece una sintesis que retine todos los fenémenos bajo Ja tinica intuicién de una materia vio que dirige a una materia muerta. Y es porque tal materia viva es el fluido eléctrico que anima y mueve a todo el universo, a los astros y a las plantas, a los co- razones y los gérmenés... Es la fuente de todo empuje, de toda fermentacién, de todo creci- miento, pues es “repulsivo a sf mismo" . En un libro semejante, se puede facilmente sorpren- der la intuicién con una intensidad en cierto modo indefinida, inagotable, mediante la cual el autor condensa un calor vital sobre un mate- rial infinitamente pequeno. Sin prueba alguna, por la simple seduccién de una afirmacién va- lorizante, el autor atribuye un poder sin limite a elementos. Hasta el hecho de librarse de la experiencia es un signo de poder. “La materia muerta es inerte y sin forma organica, la mate- ria viva un millén de veces més tenue que Ja més pequefia molécula de la materia muerta, que el mejor microscopio nos permita percibir.” En vano se buscar en el enorme tratado del conde de Tressan algo que pueda probar esa tenuidad, algo que por lo menos pueda legiti- mar esa sustancializacién de un empuje vital. No hay ahi, una vez més, sino las seductoras metéforas de la vida. Esta intuici6n no es de un solo atitor. El conde de La Cépéde da como un axioma, en 1781: “la expansibilidad no puede convenir de manera alguna a la materia muer- ta. Todo empuje es vital.[..] LOS OBSTACULOS DEL CONOCIMIENTO CUANTITATIVO Un conocimiento objetivo inmediato, por el he- cho mismo de ser cualitativo, es necesariamen- te falaz. Aporta un error que ha de rectificarse. Carga fatalmente al objeto con impresiones subjetivas; habré pues, que descargar el cono- cimiento objetivo; habré que psicoanalizarlo. Un conocimiento inmediato es, en principio, subjetivo. Apropidndose de la realidad como de un bien, proporciona certidumbres prema- turas que traban, mas que ayudan, al conoci- miento objetivo. Tal es la conclusién filoséfica que estimamos que puede deducirse del con- junto de los capitulos precedentes. Por otra par- te nos engafiariamos si penséramos que un co- nocimiento cuantitativo escapa en principio al {onstaLccos pu conocer ciyrinco. peligro del conocimiento cualitativo. La magni- tud no es objetiva automaticamente y es sufi- ciente apartarse de los objetos usuales para dar cabida a las determinaciones geométricas mas bizarras, a las determinaciones cuantitativas més fantasiosas. Como en ciertos aspectos el objeto cientifico es siempre un objeto nuevo, se comprende de inmediato que las primeras de- terminaciones sean casi fatalmente inadecua- das. Son necesarios largos estudios para que un fenémeno nuevo haga aparecer la variable con- veniente. Asi, siguiendo la evolucién de las me- didas eléctricas, es asombroso el cardcter tardio de los trabajos de Coulomb. Todavia, bastante avanzado el siglo, se propondran vitalémetros, vale decir aparatos basados sobre una accién eléctrica sin duda importante e inmediata, pero complicados y por tanto inapropiados para el estudio objetivo del fenémeno. Concepciones aparentemente muy objetivas, dibujadas muy claramente, insertadas en forma evidente en una geometria precisa, como la Fisica cartesia- na, carecen curiosamente de una doctrina de la medida. Cuando se leen los Principes, podria casi decirse que la cantidad es una cualidad de Ja extension. Aun tratindose de profesores vi- gorosos y claros como Rohault, la explicacin precientifica no parece engranar con una doc- trina netamente matemética. Es un punto que ha sefialado muy bien Mouy en su: hermoso libro sobre el desarrollo de Ia Fisica Cartesiana': “La fisica cartesiana es una fisica matematica sin matemética. Es una geometria concreta”, Este geometrismo inmediato, que carece de una Algebra discursiva y explicativa, encuentra la manera de no ser en verdad un matematismo Estas observaciones se tornaran mas perti- nentes cuando se caracterice bien la influencia del orden de magnitud humano sobre todos nuestros juicios de valor. No es necesario repe- tir la demostracién tan frecuentemente expues- ta que la revolucién copernicana ha puesto al hombre frente a una nueva escala del mundo. A lo largo de los siglos XVI y XVIII, se plantes el mismo problema, pero en el otro extremo de los fenémenos, con los descubrimientos mi- crosc6picos. En la actualidad tales rupturas de escalas no han hecho sino acentuarse. Mas el pro- blema filos6fico se ha revelado siempre el mismo: obligar al hombre a prescindir de las magnitudes comunes, de sus propias magnitudes; obligarlo también a pensar las magnitudes en su relativi- dad respecto de los métodos de medida; en una Palabra tomar claramente discursivo aquello que se ofrece en la intuicién més inmediata. Pero como los obstaculos epistemolégicos van por parejas, en el reino mismo de la cantidad veremos oponerse a la atraccién de un matema- tismo demasiado vago, la atraccin de un mate- matismo demasiado preciso. Trataremos de ca- racterizar estos dos obstaculos bajo sus formas elementales, mediante los ejemplos mas simples posibles, pues si quisiéramos determinar todas las dificultades de informaci6n del fendmeno a través de las matematicas, habria que escribir todo un libro. Ese libro iria més allé del pro- blema de la formacién inicial del espiritu cientifico que queremos describir en esta obra. El exceso de precisién, en el reino de la canti- dad, corresponde muy exactamente al exceso de lo pintoresco, en el reino de la cualidad. La precision numérica es frecuentemente un motin de cifras, como lo pintoresco es, para hablar como Baudelaire, “un motin de detalles”. Pue- de verse en ella uno de los signos més claros de un espiritu no cientifico en el instante mismo en que ese espiritu pretende la objetividad cien- tifica. En efecto, una de las exigencias primor- diales del espiritu cientifico, es que la precision de una medida debe referirse constantemente a la sensibilidad del método de medida y que ha de tener en cuenta naturalmente las condi- ciones de permanencia del objeto medido, Medi exactamente un objeto fugaz o indeterminado, medir exactamente un objeto fijo y bien determi. nado con un instrumento grosero, he ahi dos tipos de ocupacién vana que la disciplina cien- tifica rechaza de inmediato. En este problema de la medida, aparente- mente tan pobre, puede captarse también el di- vorcio entre el pensamiento del realista y el pensamiento del cientifico. El realista toma en seguida el objeto particular en el hueco de la mano. Lo describe y lo mide por lo que posee. ‘Agota su medida hasta la tiltima decimal, como un notario cuenta una fortuna hasta el xiltimo centavo. En cambio, el cientifico se aproxima a este objeto primitivamente mal definido. Luego se apresia a medirlo, Discute las condiciones de su estudio; determina la sensibilidad y el alcan- ce de sus instrumentos. Finalmente, més que al objeto de su medida, el cientifico describe el mé- todo de medida. El objeto medido ya no es sino un grado particular de la aproximacién del mé- todo de medida. El cientffico cree mas en el rea- lismo de la medida que en la realidad del objeto. El objeto puede entonces variar de naturaleza cuando cambia el grado de aproximacién. Pre- tender agotar de golpe la determinacién cuan- titativa, es dejar escapar las relaciones del objeto. Cuando mas numerosas son las relaciones del objeto con otros objetos, tanto mas instructivo es su estudio, Pero en cuanto las relaciones son numerosas, ellas estan sometidas a interferen- cias y de pronto la busqueda discursiva de las aproximaciones se convierte en una necesidad metodolégica. Entonces la objetividad se afir- ma como método discursivo, més acd de la me- dida y no mas alla de la medida, como intuicién directa de un objeto. Hay que reflexionar para medir y no medir para reflexionar. Si se quisie- ra hacer una metafisica de los métodos de me- dida, habria que dirigirse al criticismo y no al realismo. : Mas veamos al espiritu precientifico precipi tarse en lo real y afirmarse en precisiones ex- cepcionales. Pueden hacerse estas observacio- nes ya en la experiencia pedagégica cotidiana, ya en la historia de la ciencia, ya en la practica de ciertas ciencias nacientes. ‘Los problemas de fisica del bachillerato pro- porcionarian una mina inagotable de ejemplos de esta precisin mal fundada. La mayor par- te de las aplicaciones numéricas se realizan con un descuido absoluto del problema de los erro- res, Basta una divisién que “no resulta”, 0 un célculo que “no da justo” para que el candidato 10 S01 EL CONOCINHENTO Y TEORAS DE LA EDUCAGION: AMTOLOGHA BASIC se desoriente. Y se encarniza con divisiones in- terminables, en la esperanza de un resultado exacto. Si se detiene cree que el mérito de la solucién se mide por el mimero de decimales indicados. No reflexiona que si una precision en un resultado va mas alla de la precision de los datos experimentales, es exactamente la deter- minacién de la nada. Los decimales del célculo no pertenecen al objeto. En cuanto interfieren dos disciplinas, como la disciplina de las ma- teméticas y la disciplina de la fisica es casi se- guro que los alumnos no armonizan ambas “precisiones”. Asi, teniendo en vista la educa- cién de las aproximaciones adecuadas, frecuen- temente he dado el siguiente problema sencillo: calcular con la precisién de un centimetro el radio medio de un roble de 150 centimetros de circunferencia. La gran mayoria de la clase utilizaba para el célculo el valor estereotipado de =3.1416 que evidentemente se aleja de la precisién posible. En el mismo orden de ideas, he mostrado en otro lugar, comentando una lu- minosa pagina de Borel, la desarmonfa de las precisiones que exigen que se pague en Paris un terreno a edificar con la aproximacién del céntimo, cuando se le mide, a lo sumo, con la aproximaci6n del decimetro cuadrado y que el precio de un decimetro cuadrado afecta a la ci- fra de los francs. Esta préctica recuerda la chanza de Dulong que al referirse a un experi- mentador decfa: esta seguro de la tercera deci- mal, es sobre la primera que duda. En el siglo XVIII, el exceso completamente gratuito en la precisién es la regla. Daremos so- Iamente algunos ejemplos para fijar las ideas. Por ejemplo, Buffon llega “a la conclusién que hhacia 74,832 afios que la Tierra se habfa des- prendido del Sol debido al choque con un co- meta; y que dentro de 93,291 aftos se habria enfriado de tal manera que en ella la vida ya no serfa posible” Esta prediccién ultraprecisa del célculo es tanto més chocante las leyes fisi- cas que le sirven de base son mas vagas y par- ticulares. En la Encyclopédie, en el articulo Bile, puede leerse esta determinacién precisa sefialada por Hales: los calculos hepaticos dan 648 veces su ‘owstaLcads Det ConocaeNro circ, volumen de aire, los cAlculos urinarios dan 645 veces su volumen. Habituados como estamos a considerar cuidadosamente los errores experi- mentales, en estas cifras diferentes, pero préxi- mas, proporcionadas por una técnica bastante grosera, no verfamos el signo de una diferencia sustancial como hace Hales, sino més bien la prueba de una identidad experimental. La preocupacién por la precisién conduce también a ciertos espiritus a plantear proble- mas insignificantes. He aqui dos pata encua- drar el siglo XVIIL. El Padre Mersenne pregun- ta: “Os ruego me digais cuanto camino haria de mas un hombre de seis pies de altura, si al hacer el circuito de la Tierra caminara con la cabeza en lugar de hacerlo con los pies”. Fuera de la insignificancia total de la cuestiGn, se ad- vierte toda la absurdidad geométrica del pro- blema planteado por el Padre Mersenne, si se piensa en el grosero conocimiento del radio de Ja tierra. A fines del siglo XVIII, Bernardin de Saint-Pierre observa la Vida de las moscas"®. Al- gunas “levantan vuelo, dirigiéndose en contra del viento mediante un mecanismo més o me- hos semejante al de los cometas de papel, que se elevan formando un dngulo con la direccién del viento, creo, de veintidés grados y medio”, Aqui evidentemente se ha tomado 22°5 por ser la mitad de 45°. El escritor ha deseado geome- trizar una visién. La nocién de oblicuidad le ha parecido demasiado vaga. Por otra parte ha es- timado sin duda que la oblicuidad lisa y lana corresponde a 45°. Como se ve, todo un calcul pueril viene en auxilio de una necesidad de precision fuera de cuestion. La biisqueda de una falsa precisién va del brazo con la biisqueda de una falsa sensibili- dad. Mme du Chatelet hace pasar por un pen- samiento cientifico esta reflexi6n™: “Puesto que el fuego dilata todos los cuerpos, puesto que su ausencia los contrae, los cuerpos deben estar més dilatados de dia que de noche, las casas més altas, los hombres mas grandes, etc., de manera que en la naturaleza todo esté en per- petuas oscilaciones de contraccion y de dilata- cién que conservan el movimiento y la vida en el Universo”. Se observa por lo demas, con qué ligereza el espfritu precientifico asocia ideas ge- nerales con hechos particulares insignificantes. Y Mme du Chatelet, prosigue, mezclando los. géneros: “El calor debe dilatar los cuerpos en el Ecuador, y contraerlos en el polo; por eso los Lapones son pequefios y robustos y es muy probable que los animales y vegetales que vi- ven en el Polo murieran en el Ecuador, y aqué- los del Ecuador en el Polo; a menos quie se les transportara a través de gradaciones insensi- bles, como los cometas pasando de su afelio a su perihelio”. A veces se aplica el calculo a determinacio- nes que no le competen. Asi puede leerse en la Encyclopédie en el articulo Air estas increfbles precisiones: “Esté demostrado que menos de 3,000 hombres ubicados en la extension de un arpent de tierra, formarian con su transpiracion en 34 dias una atmésfera de alrededor de 71 pies de altura que si no fuera disipada por los vientos se tornaria pestilente en un instante”, Por tiltimo no son s6lo los escritores del siglo XVIIL ni nuestros bachilleres quienes tropiezan con estas precisiones intempestivas, son cien- cias integras que no han determinado el alcan- ce de sus conceptos y que olvidan que las de- terminaciones numéricas en ningiin caso deben sobrepasar en exactitud a los medios de inves- tigacion. Los manuales de geografia, por ejem- plo, estan actualmente repletos de datos numé- ticos de los cuales ni se fija la variabilidad ni el campo de exactitud. Un manual utilizado en Jas clases de cuarta en contra de alumnos de 13 aiios les inflige precisiones como éstas: la tem- peratura media anual en Menton es de 16°3, Se llega a la paradoja que la media es apreciada hasta el décimo de grado, mientras que la mera utilizaci6n préctica de los datos climatolégicos se conforma con la apreciacién de un grado. El mis- mo autor, como tantos otros, otorga una preci- sién exagerada al concepto de densidad de po- blacién, concepto que es claro y titil si se le deja la indeterminacién conveniente. Se lee en el manual incrimidado: el departamento del Sena tiene una densidad de 9,192 habitantes por ki- lémetro cuadrado. Este mimero fijo para un concepto flotante, cuya validez en la forma exac- ‘CoNSTRUCOON SOCAL Del CONOCIMIENTO Y HOMAS OF LAEOUCACION ANTOLOGIA BASCA vorcio entre el pensamiento del realista y el pensamiento del cientifico. El realista toma en seguida el objeto particular en el hueco de la mano. Lo describe y lo mide por lo que posee. ‘Agota su medida hasta la tiltima decimal, como un notario cuenta una fortuna hasta el tiltimo centavo. En cambio, el cientifico se aproxima a este objeto primitivamente mal definido. Luego se apresta a medirlo. Discute las condiciones de su estudio; determina la sensibilidad y el alcan- ce de sus instrumentos. Finalmente, mas que al objeto de su medida, el cientifico describe el mé- todo de medida. El objeto medido ya no es sino un grado particular de la aproximacién del mé- todo de medida. El cientifico cree mas en el rea- lismo de la medida que en la realidad del objeto. El objeto puede entonces variar de naturaleza cuando cambia el grado de aproximacién. Pre- tender agotar de golpe la determinacin cuan- titativa, es dejar escapar las relaciones del objeto. Cuando mas numerosas son las relaciones del objeto con otros objetos, tanto mas instructivo es su estudio. Pero en cuanto las relaciones son numerosas, ellas estén sometidas a interferen- cias y de pronto la btisqueda discursiva de las aproximaciones se convierte en una necesidad metodol6gica. Entonces la objetividad se afir- ma como método discursivo, mas acé de la me- dida y no mas alld de la medida, como intuicién directa de un objeto. Hay que reflexionar para medir y no medir para reflexionar. Si se quisie- ra hacer una metafisica de los métodos de me- dida, habria que dirigirse al criticismo y no al realismo. : ‘Mas veamos al espfritu precientifico precipi- tarse en lo real y afirmarse en precisiones ex- cepcionales. Puéden hacerse estas observacio- nes ya en la experiencia pedagégica cotidiana, ya en la historia de la ciencia, ya en la practica de ciertas ciencias nacientes. Los problemas de fisica del bachillerato pro- porcionarfan una mina inagotable de ejemplos de esta precisién mal fundada. La mayor par- te de las aplicaciones numéricas se realizan con un descuido absoluto del problema de los erro- res, Basta una division que “no resulta”, o un cdlculo que “no da justo” para que el candidato se desoriente. Y se encarniza con divisiones in- terminables, en la esperanza de un resultado exacto. Si se detiene cree que el mérito de la solucién se mide por el ntimero de decimales indicados. No reflexiona que si una precision en un resultado va més alla de la precision de los datos experimentales, es exactamente la deter- minacién de la nada. Los decimales del célculo no pertenecen al objeto. En cuanto interfieren dos disciplinas, como la disciplina de las ma- tematicas y la disciplina de la fisica es casi se- guro que los alumnos no armonizan ambas “precisiones”. Asi, teniendo en vista la educa- cion de las aproximaciones adecuadas, frecuen- temente he dado el siguiente problema sencillo: calcular con la precision de un centimetro el radio medio de un roble de 150 centimetros de circunferencia. La gran mayoria de la clase utilizaba para el célculo el valor estereotipado de 7=3.1416 que evidentemente se aleja de la precisién posible. En el mismo orden de ideas, hhe mostrado en otro lugar, comentando una lu- minosa pagina de Borel, la desarmonia de las precisiones que exigen que se pague en Paris un terreno a edificar con la aproximacién del céntimo, cuando se le mide, a lo sumo, con la aproximacién del decimetro cuadrado y que el precio de un decimetro cuadrado afecta a la ci- fra de los francos. Esta practica recuerda la chanza de Dulong que al referirse a un experi- mentador decfa: esta seguro de la tercera deci- mal, es sobre la primera que duda. En el siglo XVIII, el exceso completamente gratuito en la precisién es la regla. Daremos Iamente algunos ejemplos para fijar las ideas. Por ejemplo, Buffon llega “a la conclusién que hacia 74,832 afios que la Tierra se habia des- prendido del Sol debido al choque con un co- meta; y que dentro de 93,291 afios se habria enfriado de tal manera que en ella la vida ya no seria posible”, Esta prediccién ultraprecisa del calculo es tanto mas chocante las leyes fisi- cas que le sirven de base son més vagas y par- ticulares. En la Encyclopédie, en el articulo Bile, puede leerse esta determinacién precisa sefialada por Hales: los calculos hepsticos dan 648 veces su volumen de aire, los célculos urinarios dan 645 veces su volumen. Habituados como estamos a considerar cuidadosamente los errores experi- menitales, en estas cifras diferentes, pero proxi- mas, proporcionadas por una técnica bastante grosera, no veriamos el signo de una diferencia sustancial como hace Hales, sino més bien la prueba de una identidad experimental La preocupacién por la precisién conduce también a ciertos espiritus a plantear proble- mas insignificantes. He aqui dos para encua- drar el siglo XVIIL. El Padre Mersenne pregun- ta: “Os ruego me digéis cuanto camino haria de més un hombre de seis pies de altura, si al hacer el circuito de la Tierra caminara con la cabeza en lugar de hacerlo con los pies”. Fuera de la insignificancia total de la cuestién, se ad- vierte toda la absurdidad geométrica del pro- blema planteado por el Padre Mersenne, si se piensa en el grosero conocimiento del radio de la tierra. A fines del siglo XVIIL, Bernardin de Saint-Pierre observa la vida de las moscas!2. Al- gunas “levantan vuelo, dirigiéndose en contra del viento mediante un mecanismo més 0 me- Ros semejante al de los cometas de papel, que se elevan formando un angulo con la direccién del viento, creo, de veintidés grados y medio” Aqui evidentemente se ha tomado 22°5 por ser la mitad de 45°. El escritor ha deseado geome- trizar una visién. La nocién de oblicuidad le ha parecido demasiado vaga. Por otra parte ha es- timado sin duda que la oblicuidad lisa y llana corresponde a 45°. Como se ve, todo un célculo pueril viene en auxilio de una necesidad de precision fuera de cuestién. La biisqueda de una falsa precisién va del brazo con la busqueda de una falsa sensibili- dad. Mme du Chatelet hace pasar por un pen- samiento cientifico esta reflexién™: “Puesto que el fuego dilata todos los cuerpos, puesto que su ausencia los contrae, los cuerpos deben estar més dilatados de dia que de noche, las casas més altas, los hombres més grandes, etc., de manera que en la naturaleza todo est4 en per- petuas oscilaciones de contraccién y de dilata- cién que conservan el movimiento y la vida en el Universo”. Se observa por lo demas, con qué ligereza el espiritu precientifico asocia ideas ge- nerales con hechos particulares insignificantes. Y Mme du Chatelet, prosigue, mezclando los géneros: “El calor debe dilatar los cuerpos en el Ecuador, y contraerlos en el polo; por eso los. Lapones son pequefios y robustos y es muy probable que los animales y vegetales que vi- ven en el Polo murieran en el Ecuador, y aqué- llos del Ecuador en el Polo; a menos que se les transportara a través de gradaciones insensi- bles, como los cometas pasando de su afelio a su perihelio A veces se aplica el célculo a determinacio- nes que no le competen. Asi puede leerse en la Encyclopédie en el articulo Air estas incretbles precisiones: “Esta demostrado que menos de 3,000 hombres ubicados en la extensién de un arpent de tierra, formarian con su transpiracién en 34 dias una atmésfera de alrededor de 71 pies de altura que si no fuera disipada por los vientos se tornaria pestilente en un instante”, Por tiltimo no son sdlo los escritores del siglo XVIIL ni nuestros bachilleres quienes tropiezan con estas precisiones intempestivas, son cien- cis integras que no han determinado el alcan- ce de sus conceptos y que olvidan que las de- terminaciones numéricas en ningtin caso deben sobrepasar en exactitud a los medios de inves- tigaci6n. Los manuales de geografia, por ejem- plo, estan actualmente repletos de datos numé- icos de los cuales ni se fija la variabilidad ni el campo de exactitud. Un manual utilizado en las clases de cuarta en contra de alumnos de 13, afios les inflige precisiones como éstas: la tem- peratura media anual en Menton es de 16°3. Se Hega a la paradoja que la media es apreciada hasta el décimo de grado, mientras que la mera utilizaci6n practica de los datos climatolégicos se conforma con la apreciacién de un grado. El mis- mo autor, como tantos otros, otorga una preci- sién exagerada al concepto de densidad de po- blacién, concepto que es claro y titil si se le deja Ia indeterminacién conveniente. Se lee en el manual incrimidado: el departamento del Sena tiene una densidad de 9,192 habitantes por ki- lémetro cuadrado. Este nimero fijo para un concepto flotante, cuya validez en la forma exac- coysttucciby soca. et cONCEIMENTO Y TORS OFLA EDUCACION: ANIOLOGIABASICA ta no es ni de una hora, serviré con algunos otros del mismo tipo, a “instruir” a los alumnos durante unos diez afos. El libro de geogratia de primera del mismo autor contiene 3,480 nti- metos que tienen casi todos el mismo valor ientifico, Esta sobrecarga numérica exige a los alumanos retener mas de 100 mimeros por cada clase de una hora. Hay en esto el pretexto de una pedagogia detestable que desafia al sentido comiin, pero que se desarrolla sin encontrar la menor critica en disciplinas que no son cienti- ficas sino por metafora,[...] Vv En este mismo orden de ideas, el espfritu por cientifico abusa de las determinaciones recipro- cas. Segtin él, todas las variables caracteristicas del fenémeno estan en interacci6n y el fenéme- no se considera como igualmente sensibilizado en todas sus variaciones. Ahora bien, atin cuan- do las variables estén ligadas, su sensibilidad no es reciproca. Hay que hacer de cada inves- tigacion un caso especial. Asi procede Ia fisica moderna. Esta no postula el superdeterminis- mo que se toma por indiscutible en el periodo precientifico. Para captar bien estas superdeter- minaciones cuantitativas daremos algunos ejemplos en los que ellas son especialmente chocantes. Retz'* comprobando que no se dis- pone de un instrumento para apreciar la canti- dad de fluido eléctrico contenido en el cuerpo humano sortea la dificultad dirigiéndose al ter- Notas de la lectura 1 GERARD-VaRET: Essai de Psychologie objetive. L'Ignorance et I'Irreflexion. Paris, 1898. 2 VON MONAKOW et MourGue: [Introduction biologique a V’étude de la neurologie et la psicholo- pathologie, p. 89.) 3 Histoire de I’ Académie des Sciences, t. 1, p. 87. + Laepic: loc. cit., p. 119 5 Mémoires de Académie des Sciences, 1734, p. 186. mémetro. La relacién entre las entidades elec- tricidad y calor es hallada muy fécilmente: “Como la materia eléctrica se considera fuego, su influencia en los érganos de los cuerpos vi- vos debe ocasionar calor; la mayor o menor ele- vacién del termémetro aplicado a la piel indi- cara pues la cantidad de fluido eléctrico del cuerpo humano”. Y he aqui todo un trabajo desviado; esfuerzos frecuentemente ingeniosos conducen finalmente al autor a conclusiones in- genuas como ésta (p.25): “En la famosa retirada de Praga el frio riguroso de la estacién privé a muchos soldados de la electricidad y de la vida, silos demas la conservaron fue debido al cuidado que tuvieron los oficiales en excitarlos a marchar, a golpes, y por tanto a electrizarlos’. Hay que observar que la relacién de la electrizacién con la temperatura del cuerpo es falsa, por lo menos frente a la sensibilidad de que disponta la tei mometria del siglo XVIII; no obstante la expe- riencia se hace y se repite por numerosos expe- rimentadores, que registran variaciones termométricas realmente insignificantes. Creen hacer una experiencia de fisica; y estan hacien- do en muy malas condiciones una experiencia sobre la fisiologia de las emociones. Mediante esta idea directora de una correla- cién total de los fenémenos, repugna el espiritu precientifico la concepcién completamente con- temporénea de sistema cerrado. En cuando se plantea un sistema cerrado se deroga semejante audacia y se afirma, mediante una figura de estilo invariable, la solidaridad del sistema se- parado con el gran Todo. © Mémories de I'Académie des Sciences, 1736, p. 19. 7 COMTEDE TRESSAN, un des quarante de I’Ac. fr., membre des Ac. royales des Sciences de Pa- ris, Londres. Edimbourg, Berlin, Nancy, Rouen, Caen, Montpellier, ete. Essai sur le fluide électri- que considéré comme agent universal. 2 vols., Pa- ris, 1786, p. 131. * Sin nombre de autor. Chimie du Gofit et de TOdorat on Principes pour compouser facile- ‘OnstRucaoN pu conocMMINTO aco. ment et a peu de frais les liqueurs a boire et les eaux de senteurs. Paris, 1755, p. 115. ° Come DE La Crepe: Essai sur I'électricité na- turelle et artificielle, 2 vol., Paris, 1781, t. Il, p. 32. © Paut Mouy: Le Développement de la Physi- que Cartesienne, 1646-1712, Paris, 1934, p. 144. ” Cuvigr: Loe. cit, t. II p. 169. ® BERNARDIN De SAINT-PreRRE: Etudes de la Na-~ ture 4° ed., 4 vol., Paris, 1791, t. Lp. 4. ® MMe, Du CHATELET: Dissertation sur la na- ture et Ia propugation du feu, p. 68. ' Retz, Médecin a Paris: Fragments sur I’e- léctricité du corps humain, Amsterdam, 1785, p.3. ‘constRUcoOn soca. 1 CONDEIMIENTO Y TEORAS DEA EDUCACION: ANFOLOGIABASICA TEMA 2. Construccién social de la ciencia: paradigmas y rupturas LECTURA: EL CAMINO HACIA LA CIENCIA NORMAL* PRESENTACION Para el segundo tema de esta unidad, “Construc- cién social de la ciencia: paradigmas y rupturas” en la Antologia Basica se han incluido las lec- turas “El camino hacia la ciencia normal” y “Naturaleza y necesidad de las revoluciones cien- tificas” de Thomas S. Kuhn. En estos textos se describe y explica el proceso social de construc- cin de la ciencia normal a la que Kuhn, mediante ciertas adecuaciones, denomina o conceptualiza como “paradigma”. Afirma Kuhn que, en su proceso de desarrollo, Ia ciencia pasa por distintas etapas (inicial, nor- ‘mal, madura) y que estos estadios estin determi- nados por: — Competencia entre paradigmas distintos. — Adeuisiciin de un paradigma universal- mente aceptado. — Investigaciones basadas en paradigmas compartidos. — Aparicién de “anomalias”. — “Revoluciones cientificas” que transfor- man a los paradigmas. —* Kuhn explica y describe este proceso utilizan- do ejemplos tomados de Ia historia de la ciencia, Una comprensin mas integral de este tema se ogra estudiando las lecturas de la Antologia Complementaria. * Thomas S, Kuhn. "Bl camino hacia la ciencia normal” y *Naturaleza y necesidad de las revoluciones cientificas”, en: KUHN, Thomas §. La estructura de las revoluciones cietificas. México, FCE,, 1991. pp. 33-50 y 149-175 HI, EL CAMINO HACIA LA CIENCIA NORMAL neste ensayo, ‘ciencia normal’ significa in- vestigaci6n basada firmemente en una 0 més realizaciones cientificas pasadas, realiza~ ciones que alguna comunidad cientifica particular reconoce, durante cierto tiempo, como funda- mento para su prictica posterior. En la actuali- dad, esas realizaciones son relatadas, aunque raramente en su forma original, por los libros de texto cientificos, tanto elementales como avanzados. Esos libros de texto exponen el cuerpo de la teoria aceptada, ilustran muchas © todas sus aplicaciones apropiadas y compa- ran éstas con experimentos y observaciones de condicién ejemplar. Antes de que esos libros se popularizaran, a comienzos del siglo XIX (e in- cluso en tiempos més recientes, en las ciencias que han madurado tltimamente), muchos de Ios libros clasicos famosos de ciencia desempe- faban una funcin similar. La Fisica de Aris- toteles, el Almagesto de Tolomee, los Principios y la Optica de Newton, la Electricidad de Franklin, la Quimica de Lavoiser y la Geologia de Lyell —éstas y muchas otras obras sirvieron implici- tamente, durante cierto tiempo, para definir los problemas y métodos legitimos de un campo de la investigacién para generaciones sucesivas de cientificos. Estaban en condiciones de hacerlo asi, debido a que compartian dos caracteristicas esenciales. Su logro carecia suficientemente de precedentes como para haber podido atraer a un grupo duradero de partidarios, alejéndolos de los aspectos de competencia de la actividad cientifica. Simulténeamente, eran lo bastante incompletas para dejar muchos problemas para ser resueltos por el redelimitado grupo de cientificos. Voy a llamar, de ahora en adelante, a las rea- lizaciones que comparten esas dos caracteris- ticas, ‘paradigmas’, término que se relaciona estrechamente con ‘ciencia normal’. Al elegirlo, deseo sugerir que algunos ejemplos aceptados de la practica cientifica real —ejemplos que in- OxstRUCOON Da coNoCIMNTO cexmNCO. cluyen, al mismo tiempo, ley, teoria, aplicacién ¢ instrumentacién— proporcionan modelos de los que surgen tradiciones particularmente cohe- rentes de investigacién cientifica. Esas son las tra- diciones que describen los historiadores bajo ru- bros tales como: ‘astronomfa tolemaica’ (o ‘de Copérnico’), ‘dindmica aristotélica’ (0 ‘newto- niana’), ‘6ptica corpuscular’ (u ‘6ptica de las ondas’), etc. El estudio de los paradigmas, in- cluyendo muchos de los enumerados antes como ilustraci6n, es lo que prepara principalmen- te al estudiante para entrar a formar parte como. miembro de la comunidad cientifica particular con la que trabajara més tarde. Debido a que se retine con hombres que aprenden las bases de su campo cientifico a partir de los mismos modelos concretos, su practica subsiguiente ra- ramente despertaré desacuerdos sobre los fun- damentos claramente expresados. Los hombres cuya investigacién se basa en paradigmas compar- tidos estan sujetos a las mismas reglas y normas para la préctica cientifica. Este compromiso y el consentimiento aparente que provoca son re- quisitos previos para la ciencia normal, es decir, para la génesis y la continuaci6n de una tradi- cién particular de la investigaci6n cientifica. Debido a que en este ensayo el concepto de paradigma reemplazaré frecuentemente a di- versas nociones familiares, serd preciso afiadir algo més respecto a su introduccién. ;Por qué la realizacién cientifica concreta, como foco de entrega profesional, es anterior a los diversos conceptos, leyes, teorfas y puntos de vista que pueden abstraerse de ella? {En qué sentido es el paradigma compartido una unidad fundamen- tal para el estudiante del desarrollo cientifico, una unidad que no puede reducirse plenamente a componentes atémicos légicos que pudieran aplicarse en su ayuda? Cuando las encontre- mos en la Seccién V, las respuestas a esas pre- guntas y a otras similares resultaran basicas para la comprensién tanto de la ciencia normal como del concepto asociado de los paradigmas. Sin embargo, esa discusién mas abstracta de- pendera de una exposicién previa de ejemplos de la ciencia normal o de los paradigmas en accién. En particular, aclararemos esos dos con- ceptos relacionados, haciendo notar que puede haber cierto tipo de investigacién cientifica sin paradigmas 0, al menos, sin los del tipo tan ine- quivoco y estrecho como los citados con anterio- ridad. La adquisicién de un paradigma y el tipo més esotérico de investigacion que dicho para- digma permite es un signo de madurez en el desarrollo de cualquier campo cientifico dado. Si el historiador sigue la pista en el tiempo al conocimiento cientifico de cualquier grupo seleccionado de fenémenos relacionados, ten- dra probabilidades de encontrarse con alguna variante menor de un patrén que ilustramos aqui a partir de la historia de la éptica fisica. Los libros de texto de fisica, en la actualidad, indican al estudiante que la luz es fotones, es decir, entidades mecénico-cuénticas que mues- tran ciertas caracteristicas de ondas y otras de partfculas. La investigacién se leva a cabo de acuerdo con ello o, mas bien, segtin la caracte- rizacién més elaborada o matematica de la que se deriva esa verbalizaci6n usual. Sin embargo, esta caracterizaci6n de la luz tiene, apenas, me- dio siglo de antigiiedad, Antes de que fuera desarrollada por Planck, Einstein y otros, a comienzos de este siglo, los textos de fisica indicaban que la luz era un mo- vimiento ondulante transversal, concepcién fundada en un paradigma, derivado en ultima instancia, de los escritos sobre éptica de Young, y Fresnel, a comienzos del siglo xix. Tampoco fue la teoria de las ondas la primera adoptada por casi todos los profesionales de la ciencia Optica. Durante el siglo xvm, el paradigma para ese campo fue proporcionado por la Optica de Newton, que ensefiaba que la luz era corptis- culos de materia. En aquella época, los fisicos buscaron pruebas, lo cual no hicieron los pri- meros partidarios de la teoria de las ondas, de la presién ejercida por las particulas luminicas al chocar con cuerpos s6lidos.* Estas transformaciones de los paradigmas de la éptica fisica son revoluciones cientificas y la transici6n sucesiva de un paradigma a otro por medio de una revolucién es el patrén usual de desarrollo de una ciencia madura. Sin em- bargo, no es el patrén caracteristico del periodo anterior a la obra de Newton, y tal es el con- traste, que nos interesa en este caso. No hubo ningiin periodo desde la antigiiedad mas remo- ta hasta fines del siglo xvu,, en que existiera una opinién tinica generalmente aceptada sobre la naturaleza de la luz. En lugar de ello, habia nu- merosas escuelas y subescuelas competidoras, la mayoria de las cuales aceptaba una u otra varian- te de la teoria epictirea, aristotélica o platénica. Uno de los grupos consideraba que la luz estaba compuesta de particulas que emanan de cuerpos materiales; para otro, era una modificacién del medio existente entre el objeto y el ojo; todavia otro explicaba la luz en términos de una inte- raccién entre el medio y una emanacién del ojo; ademés, habia otras combinaciones y modifica- ciones. Cada una de las escuelas correspondientes tomaban fuerza de su relacién con alguna meta- fisica particular y todas realzaban, como observa- ciones paradigmaticas, el conjunto particular de fenémenos dpticos que mejor podia explicar su propia teoria. Otras observaciones eran resuel- tas por medio de elaboraciones ad hioc © perma- necfan como problemas al margen para una in- vestigacién posterior? En varias épocas, todas las escuelas llevaron a cabo contribuciones importantes al cuerpo de conceptos, fenémenos y técnicas del que sacé Newton el primer paradigma casi uniforme- mente aceptado para la 6ptica fisica. Cualquier definicién del cientifico que excluya al menos alos miembros més creadores de esas diversas escuelas, excluird asimismo a sus sucesores mo- demos. Esos hombres eran cientificos. Sin embar- go, cualquiera que examine una investigacién de la Optica fisica anterior a Newton, puede llegar facilmente a la conclusién de que, aunque los profesionales de ese campo eran cientificos, el resultado neto de su actividad era algo que no legaba a ser ciencia. Al tener la posibilidad de no dar por sentado ningtin caudal comin de creencias, cada escritor de 6ptica fisica se sentia obligado a construir su propio campo comple- tamente, desde los cimientos. Al hacerlo asi, su eleccién de observaciones y de experimentos que lo sostuvieran era relativamente lil 2, de- Dido a que no existia ningtin conjunto ordinario ‘CONSTEUCION SOCAL bet CONOCIANTO ¥ TEORIAS DE LA EBUCACION:AMTOLOGIA ASIA de métodos o fendmenos que cada escritor so- bre la 6ptica se sintiera obligado a emplear y explicar. En esas circunstancias, el didlogo de los libros resultantes frecuentemente iba dirig; do tanto a los miembros de otras escuelas como a la naturaleza. Este patron no es desconocido, en la actualidad, en numerosos campos creado- res, ni es incompatible con descubrimientos ¢ inventos importantes. Sin embargo, no es el pa- trén de desarrollo que adquiri6 la éptica fisica después de Newton y que, hoy en dia, recono- cen otras ciencias naturales. La historia de la investigacion eléctrica durante la primera mi- tad del siglo xvm proporciona un ejemplo més concreto y mejor conocido del modo como se desarrolla una ciencia, antes de que cuente con su primer paradigma universalmente acepta- do. Durante ese periodo habia casi tantas opi- niones sobre la naturaleza de la electricidad como experimentadores importantes, hombres como Hauksbee, Gray, Desaguliers, Du Fay, Nollett, Watson, Franklin y otros. Todos sus numerosos conceptos sobre la electricidad te- nfan algo en comin: se derivaban, parcialmente, de una u otra versién de la filosofia mecénico- corpuscular que guiaba todas las investigacio- nes cientificas de aquellos tiempos. Ademés, to- dos eran componentes de teorfas cientificas reales, que en parte habfan sido obtenidas, por medio de experimentos y observaciones, y que determinaron parcialmente la elecci6n y la in- terpretaci6n de problemas adicionales alos que se enfrentaban las investigaciones. No obstante, aunque todos los experimentos eran eléctricos y la mayoria de los experimentadores lefan las obras de los demés, sus teorfas no tenian sino un mero aire de familia? Un grupo temprano de teorfas, seguidoras de la practica del siglo xvi, consideraban la atraccion y la generacién friccional como el fend- meno eléctrico fundamental. Este grupo tenia tendencia a considerar la repulsién como un efecto secundario debido a alguna clase de rebote mecénico y, asimismo, a aplazar cuanto fuera po- sible tanto la discusién como la investigaci6n sis- tematica del recién descubierto efecto de Gray, la conduccién eléctrica. Otros “electricistas” (el ‘Constauciow ort Conoco cunrinco término es de ellos mismos) consideraron la atraccién y la repulsién como manifestacio- nes igualmente elementales de la electricidad y modificaron en consecuencia sus teorfas e in- vestigaciones. (En realidad, este grupo es nota- blemente pequefio: ni siquiera la teoria de Franklin justific nunca completamente la re- pulsin mutua de dos cuerpos cargados nega- tivamente). Pero tuvieron tanta dificultad como el primer grupo para explicar simulténeamente cualesquiera efectos queno fueran los més simples de la conduccién. Sin embargo, esos efectos pro- porcionaron el punto de partida para un tercer grupo, que tenia tendencia a considerar a la elec- tricidad como un “fluido” que podia circular a través de conductores, en lugar de un “efluvio” que emanaba de los no conductores. Este grupo, a su vez, tenia dificultades para reconciliar su teoria con numerosos efectos de atraccién y re- pulsin. Solo por medio de los trabajos de Frank- lin y de sus seguidores inmediatos surgié una teorfa que podia explicar, casi con la misma fa- cilidad, casi todos esos efectos y que, por con- siguiente, podia proporcionar y proporcioné a una generacién subsiguiente de “electricistas” un paradigma comtin para sus investigaciones. Excluyendo los campos, tales como las mate- maticas y la astronomia, en los que los primeros paradigmas firmes datan de la prehistoria, y tam- bién los que, como la bioquimica, surgieron por la division o la combinacién de especialidades ya maduras, las situaciones mencionadas antes son tipicas desde el punto de vista hist6rico. Aunque ello significa que debo continuar em- pleando la simplificacién desafortunada que marca un episodio histérico amplio con un nombre tinico y en cierto modo escogido arbitra- riamente (v.gr., Newton o Franklin), sugiero que desacuerdos fundamentales similares caracteri- zaron, por ejemplo, al estudio del movimiento antes de Aristételes, de la estética antes de Arqui- medes, del calor antes de Black, de la quimica antes de Boyle y Boerhaave y de la geologia his- torica antes de Hutton. En ciertas partes de la biologia —por ejemplo, el estudio de la heren- cia— los primeros paradigmas universalmente aceptados son todavia mas recientes; y queda todavia en pie la pregunta de qué partes de las ciencias sociales han adquirido ya tales paradig- mas. La historia muestra que el camino hacia un concenso firme de investigacién es muy arduo. Sin embargo, la historia sugiere también ciertas razones que explican el porqué de las dificultades encontradas. A falta de un paradig- ma o de algtin candidato a paradigma, todos los hechos que pudieran ser pertinentes para el de- sarrollo de una ciencia dada tienen probabilidades de parecer igualmente importantes. Como re- sultado de ello, la primera reunién de hechos es una actividad mucho més fortuita que la que resulta familiar, después del desarrollo cienti- fico subsiguiente. Ademés, a falta de una raz6n para buscar alguna forma particular de infor- macién més recéndita, la primera reunién de hechos y datos queda limitada habitualmente al caudal de datos de que se dispone. El instru- mental resultante de hechos contiene los acce- sibles a la observacién y a la experimentacion casual, junto con algunos de los datos mas eso- téricos procedentes de artesanias establecidas, tales como la medicina, la confeccién de calen- darios y la metalurgia. Debido a que las arte- sanfas son una fuente accesible de hechos que fortuitamente no podrian descubrirse, la tecno- logia ha desempefiado frecuentemente un pa- pel vital en el surgimiento de nuevas ciencias. Pero, aunque este tipo de reunién de datos ha sido esencial para el origen de muchas cien- cias importantes, cualquiera que examine, por ejemplo, los escritos enciclopédicos de Plinio 0 las historias naturales baconianas del siglo XVII, descubriré que el producto es un marasmo. En cierto modo, uno duda en lamar cientifica a la literatura resultante. Las “historias” baco- nianas sobre el calor, el color, el viento, la mi- neria, etc., estan Ilenas de informes, algunos de ellos rec6nditos. Pero yuxtaponen hechos que mids tarde resultarén reveladores (por ejemplo, el calentamiento por mezcla), junto con otros (v.gr., el calor de los montones de estiércol) que du- rante cierto tiempo continuardn siendo dema- siado complejos como para poder integrarlos en una teoria bien definida* Ademés, puesto que cualquier descripcién debe ser parcial, la “CONSTRUCCION SOCIAL DEL CONOCIMINTO ¥TIORAS DF LAEDUCACION ANTOLOGHABASICA historia natural tfpica con frecuencia omite, de sus informes sumamente circunstanciados, pre- cisamente aquellos detalles que cientificos poste- riores considerarén como fuentes importantes de informes esclarecedores. Por ejemplo, casi nin- guna de las primeras “historias” de la electrici- dad, menciona que las granzas, atraidas a una varilla de vidrio frotado, son despedidas nueva- mente. Ese efecto parecia mecénico, no eléctrico.* Ademés, puesto que quien retine datos casua- les raramente posee el tiempo o la preparacién para ser critico, las historias naturales yuxtapo- nen, a menudo, descripciones como las anterio- res con otras como, por ejemplo, el calentamiento por antiperistasis (0 por enfriamiento), que en la actualidad nos sentimos absolutamente incapaces de confirmar.' Sélo de vez en cuando, como en los casos de la estética, la dinamica y la éptica geométrica antiguas, los hechos reunidos con tan poca guia de una teoria preestablecida ha- blan con suficiente claridad como para permitit el surgimiento de un primer paradigma. Esta es la situacién que crea las escuelas ca- racteristicas de las primeras etapas del desarro- Ilo de una ciencia. No puede interpretarse nin- guna historia natural sin, al menos, cierto caudal implicito de creencias metodolégicas y te6ricas entrelazadas, que permite la seleccién, ia evaluacién y la critica. Si este caudal de creencias no se encuentra ya implicito en la coleccién de hechos —en cuyo caso tendremos a mano algo més que “hechos simples’— deberd ser propor- cionado del exterior, quizd por una metafisica corriente, por otra ciencia o por incidentes perso- nales o hist6ricos. Por consiguiente, no es extraito que, en las primeras etapas del desarrollo de cual- quier ciencia, diferentes hombres, ante la mis- ma gama de fenémenos —pero, habitualmente, no !os mismos fenémenos particulares— los des- criban y los interpreten de modos diferentes. Lo que es sorprendente, y quizé también tinico eneste grado en los campos que llamamos cien- cia, es que esas divergencias iniciales puedan legar a desaparecer en gran parte alguna vez. Pero desaparecen hasta un punto muy consi- derable y, aparentemente, de una vez. por todas. Ademés, su desaparicin es causada, habitual- mente, por el triunfo de una de las escuelas ai teriores al paradigma, que a causa de sus propias creencias y preconcepciones caracteristicas, hace hincapié S6lo en alguna parte especial del con- junto demasiado grande e incoado de informes. Los electricistas que creyeron que la electricidad era un fluido y que, por consiguiente, concedie- ron una importancia especial a la conduccién, proporcionan un ejemplo excelente. Conduci- dos por esa creencia, que apenas podia explicar la conocida multiplicidad de los efectos de atraccién y repulsién, varios de ellos tuvieron la idea de embotellar el fluido eléctrico. El fruto inmediato de sus esfuerzos fue la botella de Leyden, un artefacto que nunca hubiera podido ser descubierto por un hombre que explorara la naturaleza fortuitamente o al azar, pero que, en efecto, fue descubierto independientemente al menos por dos investigadores, en los prime- ros afios de la década de 1740.7 Casi desde el comienzo de sus investigaciones sobre la elec- tricidad, Franklin se interes6 particularmente en explicar el extrafio y, en aquellos tiempos, muy revelador aparato especial. El éxito que tuvo al hacerlo proporcioné el més efectivo de los argumentos para convertir su teoria en un paradigma, aunque éste todavia no podia ex- plicar todos los casos conocidos de repulsién eléctrica.® Para ser aceptada como paradigma, una teorfa debe parecer mejor que sus compe- tidoras; pero no necesita explicar y, en efecto, nunca Io hace, todos lo hechos que se puedan confrontar con ella. Lo que hizo la teoria del fluido eléctrico por el subgrupo que la sostenia, lo hizo después el paradigma de Franklin por todo el grupo de los electricistas. Sugirié qué experimentos valia la pena llevar a cabo y cuéles no, porque iban encaminados hacia manifestaciones secunda- rias 0 demasiado complejas de la electricidad. Sélo que el paradigma hizo su trabajo de ma- nera mucho més eficaz, en parte debido a que la conclusién del debate interescolar puso pun- to final a la reiteracién constante de fundamen tos y, en parte, debido a que la confianza de que se encontraban en el buen camino animé a los cientificos a emprender trabajos mas preci- sos, esotéricos y consuntivos. Libre de la preo- cupacién por cualquier fenémeno eléctrico y por todos a la vez, el grupo unido de electricistas po- dia ocuparse de fenémenos seleccionados de una manera mucho més detallada, disefiando mucho equipo especial para Ja tarea y empleandolo de manera més tenaz y sistematica de lo que habfan hecho hasta entonces los electricistas. Tanto la reuni6n de datos y hechos como la formulacién de teorias se convirtieron en actividades dirigi das. La efectividad y la eficiencia de la investi- gacién eléctrica aumentaron consecuentemen- te, proporcionando evidencia al apoyo de una versi6n societaria del agudo aforismo metodo- logico de Francis Bacon: “La verdad surge mas facilmente del error que de la confusi6n”.!° Examinaremos la naturaleza de esta investi- gacién dirigida o basada en paradigmas en la seccién siguiente; pero antes, debemos hacer notar brevemente cémo el surgimiento de un paradigma afecta a la estructura del grupo que practica en ese campo. En el desarrollo de una ciencia natural, cuando un individuo 0 grupo produce, por primera vez, una sintesis capaz de atraer a la mayoria de los profesionales de la generaci6n siguiente, las escuelas mas antiguas desaparecen gradualmente. Su desaparicion se debe, en parte, a la conversion de sus miembros al nuevo paradigma. Pero hay siempre hombres que se aferran a alguna de las viejas opiniones y, simplemente, se les excluye de la profesin que, a partir de entonces, pasa por alto sus trabajos. EI nuevo paradigma implica una definicion nueva y més rigida del campo. Quienes no de- seen 0 no sean capaces de ajustar su trabajo a ella deberén continuar en aislamiento 0 unirse a algiin otro grupo."' Histéricamente, a menu- do se han limitado a permanecer en los depar- tamentos de la filosofia de los que han surgido tantas ciencias especiales. Como sugieren estas indicaciones, es a veces s6lo la recepcién de un paradigma la que transforma a un grupo intere- sado previamente en el estudio de Ja naturaleza en una profesiGn o, al menos, en una disciplina. En as ciencias (aunque no en campos tales como la medicina, la tecnologia y el derecho, cuya principal razén de ser es una necesidad social externa), la formacién de periédicos especiali- zados, la fundacién de sociedades de especia- listas y la exigencia de un lugar especial en el conjunto, se han asociado, habitualmente, con la primera aceptaci6n por un grupo de un pa- radigma simple. Al menos, ése era el caso entre el momento, hace siglo y medio, en que se de- sarrollé por primera vez el patrén institucional de la especializacién cientifica y la época muy reciente en que la especializacién adquirié un prestigio propio. La definicién més rigida del grupo cientifico tiene otras consecuencias. Cuando un cienti- fico individual puede dar por sentado un para digma, no necesita ya, en sus trabajos principales, tratar de reconstruir completamente su campo, desde sus principios, y justificar el uso de cada concepto presentado. Esto puede quedar a car- go del escritor de libros de texto. Sin embargo, con un libro de texto, el investigador creador puede iniciar su investigacién donde la aban- dona el libro y asi concentrarse exclusivamente en los aspectos més sutiles y esotéricos de los fenémenos naturales que inferesan a su grupo. Y al hacerlo asi, sus comunicados de investiga- cién comenzarén a cambiar en formas cuya evolucién ha sido muy poco estudiada, pero cuyos productos finales modernos son eviden- tes para todos y abrumadores para muchos. Sus investigaciones no tendran que ser ya incluidas habitualmente en un libro dirigido, como Expe- rimentos... sobre electricidad, de Franklin, 0 el Ori- gen de las especies, de Darwin, a cualquiera que pudiera interesarse por el tema principal del cam- po. En lugar de ello se presentaran normalmente como articulos breves dirigidos s6lo a los colegas profesionales, a los hombres cuyo conocimiento del paradigma compartido puede presumirse Y que son los tinicos capaces de leer los escritos a ellos dirigidos. En la actualidad, en las ciencias, los libros son habitualmente textos o reflexiones retros- pectivas sobre algiin aspecto de la vida cienti- fica. El cientifico que escribe uno de esos libros tiene mayores probabilidades de que su repu- tacién profesional sea daftada que realzada. Sélo en las primeras etapas del desarrollo de CONSTRUE SOCIAL Ou CONOEIMINTO ¥ WORIAS DE LA EOUCATION: ANTOLOCHA BASEN las diversas ciencias, anteriores al paradigma, pose el libro ordinariamente la misma relacién con la realizacién profesional que conserva toda- via en otros campos creativos. Y s6lo en los cam- pos que todavia conservan el libro, con o sin el articulo, como vehiculo para la comunicacién de las investigaciones, se encuentran tan lige- ramente trazadas las lineas de la profesionali- zacién que puede esperar un profano seguir el progreso, leyendo los informes originales de los profesionales. Tanto en la matemdtica como en la astronomia, ya desde la Antigiiedad los informes de investigaciones habian dejado de ser inteligibles para un auditorio de cultura ge- neral. En la dindmica, la investigaci6n se hizo similarmente esotérica a fines de la Edad Media y volvié a recuperar su inteligibilidad, de ma- nera breve, a comienzos del siglo xvi, cuando un nuevo paradigma reemplaz6 al que habfa guiado las investigaciones medievales. Las in- vestigaciones eléctricas comenzaron a requerit ser traducidas para los legos en la materia a fines del siglo xvi y la mayoria de los campos restantes de las ciencias fisicas dejaron de ser generalmente accesibles durante el siglo xix. Durante esos dos mismos siglos, pueden sefia- larse transiciones similares en las diversas par- tes de las ciencias biolégicas; en ciertas partes de las ciencias sociales pueden estarse regis- trando en la actualidad. Aunque se ha hecho habitual y es seguramente apropiado deplorar el abismo cada vez mayor que separa al cienti- fico profesional de sus colegas en otros campos, se dedica demasiado poca atencién a la relacién esencial entre ese abismo y los mecanismos in- trinsecos del progreso cientifico. Desde la Antigiiedad prehistérica, un cam- po de estudio tras otro han ido cruzando la li- nea divisoria entre lo que un historiador pro- dria llamar su prehistoria como ciencia y su historia propiamente dicha. Esas transiciones a la madurez raramente han sido tan repentinas € inequivocas como mi exposicién, necesaria- mente esquematica, pudiera implicar. Pero tampoco han sido histéricamente graduales, 0 sea, coextensivas con el desarrollo total de los campos en cuyo interior tuvieron lugar. Los escritores sobre la electricidad, durante las cuatro primeras décadas del siglo xvmi, posefan muchos més informes sobre los fenémenos eléctricos que sus predecesores del siglo xvi. Durante el medio siglo posterior a 1740, se afiadieron a sus listas muy pocos tipos nuevos de fenéme- nos eléctricos. Sin embargo, en ciertos aspec- tos importantes, los escritos de Cavendish, Coulomb y Volta sobre la electricidad, en el til- timo tercio del siglo xvii parecen mas separa- dos de los de Gray, Du Fay e, incluso, Franklin, que los escritos de los primeros descubridores eléctricos del siglo xvm de aquéllos del siglo xvi En algtin momento, entre 1740 y 1780, pudieron los electricistas, por primera vez, dar por sentadas las bases de su campo. A partir de ese punto, continuaron hacia problemas més concretos y recnditos e informaron cada vez mas de los resultados obtenidos en sus inve: tigaciones en articulos dirigidos a otros electri- cistas, més que en libros dirigidos al mundo instruido en general. Como grupo, alcanzaron Jo que habfan logrado los astronomos en la An- tigiiedad y los estudiosos del movimiento en la Edad Media, los de la éptica fisica a fines del siglo xv y los de la geologia histérica a prin- cipios del siglo xix. O sea, habian obtenido un paradigma capaz de guiar las investigaciones de todo el grupo. Excepto con la ventaja de la visi6n retrospectiva, es dificil encontrar otro ctiterio que proclame con tanta claridad a un campo dado como ciencia. IX, NATURALEZA Y NECESIDAD DE LAS REVOLUCIONES CIENTIFICAS Estas observaciones nos: permiten finalmente considerar los problemas que dan titulo a este ensayo. Qué son las revoluciones cientificas y cual es su funcién en el desarrollo cientifico? Gran parte de la respuesta a esas preguntas ha sido anticipada ya en secciones previas. En par- ticular, la discusién anterior ha indicado que las revoluciones cientificas se consideran aqui como aquellos episodios de desarrollo no acu- mulativo en que un antiguo paradigma es ‘CoNSTRUCAON DHL CONOCMENTO CITC reemplazado, completamente o en parte, por otro nuevo e incompatible. Sin embargo, hay mucho mas que decir al respecto y podemos presentar una parte de ello mediante una pre- gunta més. :Por qué debe llamarse revolucién a un cambio de paradigma? Frente a las dife- rencias tan grandes y esenciales entre el desa- rrollo politico y el cientifico, ;qué paralelismo puede justificar la metéfora que encuentra re- voluciones en ambos? Uno de los aspectos del paralelismo debe ser ya evidente. Las revoluciones politicas se ini- cian por medio de un sentimiento, cada vez ma- yor, restringido frecuentemente a una fracci6n de la comunidad politica, de que las institucio- nes existentes han cesado de satisfacer adecua- damente los problemas planteados por el me- dio ambiente que han contribuido en parte a crear. De manera muy similar, las revoluciones cientificas se inician con un sentimiento cre- ciente, también a menudo restringido a una es- trecha subdivision de la comunidad cientifica, de que un paradigma existente ha dejado de funcionar adecuadamente en la exploracién de un aspecto de la naturaleza, hacia el cual, el mismo paradigma habia previamente mostra- do el camino. Tanto en el desarrollo politico como en el cientifico, el sentimiento de mal fun- cionamiento que puede conducir a la crisis es un requisito previo para la revolucién. Ademés, aunque ello claramente fuerza la metéfora, este paralelismo es no sélo valido para los principales cambios de paradigmas, como los atribuibles a Copérnico 0 a Lavoisier, sino también para los mucho més pequefios, asociados a la asimila- cién de un tipo nuevo de fenémeno, como el oxigeno o los rayos X. Las revoluciones cientifi cas, como hicimos notar al final de la seccién v, s6lo necesitan parecerles revolucionarias a aquellos cuyos paradigmas sean afectados por ellas. Para los observadores exteriores pueden parecer, como las revoluciones balcénicas de comienzos del siglo xx, partes normales del proceso de desarrollo. Los astrénomos, por ejemplo, podian aceptar los rayos X como una adicién simple al conocimiento, debido a que sus paradigmas no fueron afectados por la exis- tencia de la nueva radiaci6n. Pero, para hom- bres como Kelvin, Crookes y Roentgen, cuyas investigaciones trataban de la teoria de la ra- diacin 0 de los tubos de rayos catédicos, la aparicién de los rayos X viol6, necesariamente, un paradigma, creando otro. Es por eso por lo que dichos rayos pudieron ser descubiertos s6lo debido a que habia algo que no iba bien en la investigacién normal. Este aspecto genético del paralelo entre el desarrollo politico y el cientifico no deberia ya dejar lugar a dudas. Sin embargo, dicho para- lelo tiene un segundo aspecto, mas profundo, del que depende la importancia del primero. Las revoluciones politicas tienden a cambiar las instituciones politicas en modos que esas mis- mas instituciones prohiben. Por consiguiente, su éxito exige el abandono parcial de un con- junto de instituciones en favor de otro y, mien- tras tanto, la sociedad no es gobernada comple- tamente por ninguna instituci6n. Inicialmente, es la crisis sola la que atentia el papel de las, instituciones politicas, del mismo modo, como hemos visto ya, que atentia el papel desempe- fado por los paradigmas. En ntimeros crecien- tes, los individuos se alejan cada vez mas de la vida politica y se comportan de manera cada vez més excéntrica en su interior. Luego, al ha- cerse mas profunda la crisis, muchos de esos individuos se comprometen con alguna propo- sicién concreta para la reconstruccién de la so- ciedad en una nueva estructura institucional. En este punto, la sociedad se divide en campos © partidos enfrentados, uno de los cuales trata de defender el cuadro de instituciones anti- guas, mientras que los otros se esfuerzan en es- tablecer otras nuevas. Y, una vez que ha tenido lugar esta polarizacién, el recurso politico fracasa. Debido a que tienen diferencias con respecto a la matriz institucional dentro de la que debe tener lugar y evaluarse el cambio politico, de- bido a que no reconocen ninguna estructura su- prainstitucional para dirimir las diferencias re- volucionarias, las partes de un conflicto revolucionario deben recurrir, finalmente, a las técnicas de persuasién de las masas, incluyen- do frecuentemente el empleo de la fuerza, Aun-

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