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HABLAR DE LA POESIA Lo primero fue descubrir una oquedad: algo faltaba, sen- cillamente, Pero, de pronto, todo podia dar un giro, y las cosas, sin abandonar su sitio, empezaban ya a estar en otro. ra mien lo nuevo desconocido sino La poesia no estaba p en-una dimensién nueva de lo conocido, 6 acaso, en una dimensién desconocida de lo evidente. Entoneces trataba de reconstruir, a partir de aquella oquedad, el trasluz en- trevisto, anunciador, Relampago del todo en lo fragmen rio, apareeia y cerraba de pronto, como el relampago. Los espacios y vacios del verso reflejaban bien aquel vacto, aquella irrupeion, Un libro de verdadera poesia de feli- ma parecia tener tenia el encantamiento, Salyo en aquellos instant ces de sus subitas visitas, la belleza mi como una limitacion. El mar que tenia delante de los ojos. era solo aquel mar. En el misterioso deseo, en la nostal- gia imprecisa, sentfa una mayor intensidad de presencia. El mar en un verso de Keats se acercaba mas a aquel mar total, bramador como el deseo o la esperanza. Estaba a la vez cerca y lejos, dejando oir su “viejo son oscuro” y esta- Mando alla donde la espuma, elevandose contra las rocas, rompia a cantar como el coro de las ninfas. La poesia para 33 yuna sola, estaba alli dond mf, la viviente y la escrita, € ; | tiempos de la presencl . la nostalgia y ¢| encendiendo no sé qué sed. se reunian los tr deseo, sobrepasindolos, Mas que en lo que tenia delante de los ojos de detener lo sucesivo, encontra- ba en la memoria ese poder mayor tocarlo en el hombro y hacerle volver el rostro. Recuerdo que una calle a la salida del colegio, una calle lateral que daba al mar, con un gran arbol aftoso en su centro, que yo vefa a diario con indiferencia, me produjo una vez, al so- brevenirme de pronto su memoria, como una sensacién de bienaventuranza. En su nostalgia no habia deseo de re- torno al pasado sino como una promesa desconocida: el deseo era como un desapego més bien y la sensacion de presencia mucho mas intensa que cuando lo tuve todo real- mente delante de los ojos. Como Cristo a los diseipulos de Enmaus, cierta revelacién de lo real s6lo me ha sido reco- nocible a precio de desaparecer. No puedo decir que fuera aquel un paraje especialmen- te bello. Nunca he sentido la belleza como una cualidad que puedan tener o no tener las cosas sino como su esen- cia constante sosteniéndolas, que puede revelérsenos 0 no. Por esto la poesia y “lo poético” me parecen en reali- dad cosas antitéticas. Lo que encuentro “poético” est ya limitado por mi particular eleccién 6 propésito embellece- dor. Es algo demasiado excluyente, caprichoso, tempera mental. La belleza, o lo es todo, o seria la misma cosa que la injusticia, Ahora siento menos que en la adolescencia ese impe- rio de la memoria y el deseo. El hoy humi arece: el verdadero alimento, sae Pan nuestro de cada dia, no lo ex: to incesante, menudo o magn, escamotea muchas veces su mana precioso sosteniéndonos. Que ningtin acto que realicemos en el dia, ni atin el mas modesto, sea mecani- co. Que podamos tender la cama con la misma inspi cién con que antes se ibaa ver la caida del crepisculo, La mujer que cose un roto, la que enciende el fuego, la que barre el polyo, contribuye también al orden del mundo, a lac ridad mas misteriosa: sirve a la luz. Esto no excluye otros 6rdenes y otras érdenes de mas vasto aleance. Se trata de rescatarlo todo, no s6lo lo que no poseemos avin sino lo que poseiamos sin darnos cuenta. Se trata también del servicio misterioso. No se debiera tener “una” pottica. En la postica pe sonal debieran entrar todas las otras poéticas posibles. Que el sinsonte y “el divino doctor” no se recelen mutuamen- te. Que el arte directo no excluya el viejo preciosismo. La naturaleza cr elala para el yuelo pero, después, la deco- ra. El realismo verdadero debiera abarcar el suciio y el no-sueiio, lo que tiene un fin y lo que no tiene ninguno, el cacharro doméstico y la Vfa Lactea. Ningtin otro realis- mo que el de la misericordia, El bromista Cocteau dijo una de las cosas mas licidas que se han dicho de la poesia: yo sé que la poe ia sirve para algo, lo que pasa es que no sé para qué. Algunos ven a Cocteau como a un payaso, pero a ellos les recordamos lo serios que son los payasos y cémo, tantas veces, han sido los bufones los tinicos que le dijeron la verdad al rey. En todo yerdadero poema hay un elemento que es- capa a su creador mismo. Senalar fines a la poesia, no importa su bondad intrinseca, es pretender conocer de antemano los limites y contenido de ese impulso necesa- riamente oscuro en su raiz, es ignorar las exigencias de ese 35, ado como desconocido cuya potencia nismo tan deli org ocimiento es tanto mayor cuan. de vi to menos pueda ser m2 4, Elfin no opera « acion viviente, ‘ sélo tiene ka materia que necesita acion viviente no es nunea i6n, profiecta o con snejado por Un sn la poesia, como en a voluntad s empre menos sabia que | modo como opera cualquier otra cre en una miiquina, qu para lograr su objetivo. Una cre ; el resultado de sus elementos formadores sino ese espacio > adiciona un niimero de sia ‘stos sean, es no comprender aque s .sconoeido, Senalar fine la poesia, por elevados que ¢ vivir dentro de ella como dentro de asu gusto, de modo la poesia vive menos dentro de ‘a, como creyo la vieja teologia estaba dentro del cuerpo sino el cuerpo dentro del alma. Es porque la poesia no es otra cosa que el secreto de la vida, por lo que siempre eseapas ria la nocidn de fin visible. El fin no es en ella, como en Ja maquina, el instante ultimo de su movimiento, sino una instancia superior que le es paralela, ac hando, juzgando, ennobleciendo, transparentando lo invisible, Nadie entienda con esto que defendemos el desacredi- tado “arte por el arte”, como si algo pudiera constituirse en que el poeta ha de sede y no que él mane algo que lo exe que se puede decir que A. que él dentro de la poes' que no era el alma la que fin en si mismo sin negar la esencia de la caridad. Debiera cesar la enyejecida polémica de arte puro y arte compro- metido, Ni arte “puro” ni arte “para”. S6lo la mala intencién puede confundir el respeto hacia aquellos cuyos fines nos son desconocidos con la ininteresante pelea entre lo meca- nico y la intrascendencia. La prosa, deefa Brull, se hace con lo que conocemos; la poesia, con lo que desconocenos.— Imagino la poesia como la stibita captacién de aquello que: seguiria existiendo atin cuando yo nolo vies. . ss ‘ ian Poeta es ese extraiio cazador que sélo da en el blanco cuando el pajaro salta, libre. Poesia en incorporar, no des: truir, tener la sospecha de que aquel que no es como no: 10 de nuestro hombre, sotros tiene quizas un seer jSi pudiéramos hablar de la poesia del mismo modo como ella calla su esencia sin proclamacién! Todo poets siente, al trabajar, que sus palabras son moldeadas por un vacio que las esculpe, por un silencio que se retira y a la y toda vez conduce el hilo del canto, y toda su impote su fuerza consiste en la necesidad de desalojar a ese tinico como en la huésped necesario. El silencio es en la poe haturaleza, un medio de expresion. La poesia vive de silen: clos, ¥ lo mas importante, quizis, es ese momento en que ajo. La prosa cl pulso se detiene y yaa li otra linea de sigue siempre, no necesita de esa detencion, en la que se encuentra solo lo que se rompe. Poesia palabrera no es poesia, Cintio me recuerda siempre que la poesia no es de cirlo todo sino decir la mitad, o mas bien, sugerir una to- idad a traves de un limite. Cierto arte ambicioso que quiere aleanzar lo ilimite de primera mano me produce el conoci- siempre un efecto empequenecedor, Denn miento de un limite y la mis simple frase melédiea me puede Hevar de la mano a lo insondable. En lo humano, he sentido siempre la poesia en aque: Hlos raros seres capaces de darnos alegria, que no son siempre, cian iamente, los mas alegres. Atin la existen- is dichosa es tan trigica que la alegria me ha pareci- do siempre lo mas conmovedor, porque quien nos la da también es un mendigo, Adoro esa bondad involuntaria, capaz de sonreir en lam a. esa humildad desgarradora de la alegria. El hogar en que conviven, el sitio por donde pasan seres asi quedan llenos de inspiracién permanen- a to, Un rayo solo de esa luz y el mal retrocede como ant ante un eseudo, Chaplin cucntien su twobiografia C6mo su madre ale. uuro sdtano de la calle Oakley en que vivian e graba el « he prando nareisos con los pocos peniques que cobraban poniéndose sus trajes viejos de actriz de teatro para hacep imitaciones burlescas de los actores que vio trabajar en sy juventud, y nos cuenta que la tarde en que estando él eon. valecionte de fiebres, empez6 su madre a leerle los relatos ‘licos, entre dos luces, deteniéndose sélo para en. evans cender la lampara, encendié también en él la luz mas be- higna que jamas conociera cl mundo, la que diera a luz el amor, todas las grandes obras del teatro y de la poest la compasion, la humanidad, {Quién sabe de qué fuente modesta e inatendida saca cleccidn del bien o del cl hombre para siempre su decisive mal, el desinterés que preside el menor descubrimiento 1 belleza? {Qué alta pe- mado, cientifico, o su ulterior sentido de. dagogia la que respetase el tiempo libre, no progr 5 que no se el tinico quizas, en que se aprenden las ¢o aprenden! 7, de EL mismo Chaplin cuenta del Londres de su nit sus viajes sentado en el 6mnibus de caballos, junto a st mad , intentando aleanzar al paso los arboles llenos de lilas; de los billetes 1 aranja, azul y verde que cubrian el pavimento en las paredes de los omnibus y tranvias: de los domingos melancélicos; de las rubicundas flor en las esquinas del puente de Wertminster que hacian mnitos para la solapa “manipulando con sus habiles dedos ¢! papel de plata y cl tembloroso helecho”; de los “materi@” himeneas les vaporeitos de un penique” que baja : alma al desli rsus cl arse bajo cl puente. Y concluye: “Creo que 1 SB nacio de estas cosas triviales.” ;Qué poeta no podria decir otro tanto? Hay una luz normal de la vida que escapa a toda subli- No se podria oir todas las mafanas la magnifica aria de Tristin macion y que sin embargo es la mas sustentadori e Isolda, y el humilde sinsonte no nos cansa jamas. Sélo un genio podria haber escrito Tristan, pero s6lo un dios podria haber creado la yerba o ensefiado el pan nuestro Silo triste enriquece, contribuye también a la alegria, Lo que ms nos importa, en las cosas y sobre todo en las personas, no son sus ideas, no son sus propésitos, por ele- vados que éstos sean, sino su esencia misma, lo que emana de ellas involuntariamente, como el olor de la resina del tronco. Un enteco maestro, un puritano, puede hacer abo- rrecible la moral a un nifo y un payaso en cambio desper- tarle su sentido del humor, de la compasién, de la simpatia, de la benevolencia. Se reza involuntariamente porque estas cosas no desaparezean del mundo. La literatura, el teatro, la novela, han contribuido muchas veces a hacer atractivos el error, el crimen, el ab- surdo, la profunda necesidad de transgresién que habita en todo hombre. Sélo la poesia tiene el secreto de la fideli- dad al ser y saber atravesar las lindes sin destruirlas, como la luz al cristal. La moral esta mucho mas desacreditada, todo su vocabulario resulta inservible. “Honorable”, “ho- nesto”, sugieren en el joven imagenes de doblez, limitacion © hipocresia manifiesta. Aun la palabra “bueno” resulta deébil, cuando debiera ser una palabra deslumbrante. Las realidades opuestas tienen un vocabulario menos defor- mado y una literatura sin duda superior que no es raro que resulte desgraciadamente mas atractiva. La infideli- dad humana tiene su Tristan e Isolda y la divina su para- 39 bola del hijo prodigo. Nada semejante cuenta ta obedien, cia y todas esas realidades que tienen quizas un nomhye mucho mas bello que el que nos ensenaron, pero que toda la poesia del mundo parece insuficiente para expresg, La poesia debiera crear, de hecho esta tratando de creay siempre, ese otro lenguaje. Menos importante que hacer ae ese lenguaje un lenguaje excepcional 0 un lenguaje comtiy cansa ese juego fatal y al parecer nece ario de las Sreae. que ambos recuerdan lo que debié hab sido el lenguaje natural del hombr ciones a” . Las mismas palabras “grande” . “superior”, “excepcional”, revelan un voe bu lario de enanos.y cualquiera que sea nuestra personal in- credulidad acerca de una caida teolégica, de un eataclis mo inmemor al, bastarfan algunas grietas del idioma o sin llegar siquiera a la conducta) de la simple hermosu: ra del rostro humano, para revelarlo. Al joven literato que se siente mas alld de cierte envejecidas categorias por un desdén, en buena parte legitimo, hacia la hipocresta que ocultan, recordarfamos que si al cortar la cizana, cortan también el trigo, no quedara mas que el hambre sobre la tierra. El hecho de que la poesia no sea de ninguna manera un reino auténomo, “ ‘por encima” de la moral, etcéter® Y que el esteti smo a lo Wilde resulte hoy mas anacrénie? due peligroso o mas desolado que cinico, no debiera Ile Yar a.una tosea programacién, hecha en el seno del poe™ mismo, en que la nobleza o veracidad de la “tesis” exes’ de darle un tratarniento mas hondo, més ihuminador de B® verdaderas relaciones, acaso més misteriosas, de la m0" ta poesia. Cuando Keats cree leer en la urna griega Bett ‘8 truth; truth beauty” nos hace sentir con menos fuer i “ented y belleza de este misterio primigenio que ts 4o hace decir en sus versos aun tordo: Nada sé, y sin embar- go, la tarde me escucha. Ni los apartados “poetas malditos” del XIX, ni los “eom- prometidos” moralistas de hoy nos de an sélo sus propias malas o buenas intenciones: la poesia las atraviesa siem- pre, mis alld, o més aed, de lo que el poeta piensa o decide: ella intenta y logra (o no) otra aventura, y con sus mismas palabras, cuenta otro cuento: ella tiene su propia manera de servir, La poesia no es el reino del “deber ser” sino del ser, de aqui que toda programacién, todo propésito, moral 6 inmoral, rebaje al arte, le dé una cierta limitacién, El mo- ralizador, ese solista, olvic que conmoyer, como dijera Marti, es moralizar, La poesia quizds sea la moral venide- ra, como que es la mas antigua, la que de hecho siempre nos ha educado y mejorado sin pretenderlo, como el hijo es educado y mejorado por la madre no a través de lo que ella le dice sino de lo que no le dice, y él siente, rodeando- lo como un manto. Es esa poesfa invisible la que lo susten- ta todo: la accion mas pura y la mas pura pntemplacion. Su fuente no se sabe: la bondad primera, una voz, un rostro, algo que, quizds, hemos olvidado. La Naturaleza es fuente de inspiracién moral permanente. Todos estamos influidos, sin notarlo, por la belleza natural que nos rodea, las luces que se hunden, las albas que vuelven. Todo poeta sabe que los poetas son los otros, los que no escriben versos, y no s6lo los servidores magnos (como recordaba el poeta Barnet) sino aun los hern mas humildes, la 1a que cose en la habitaci6n de al lado, la bocanada fresea que entra cada mafana cuando abrimos la puerta, el canario en el balen. Una mujer que se sabe bella, ya lo es menos, Del mismo modo, nadie podria “sentirse” poeta sino por se tinico punto en que deja de serlo, y quizas 4 s6lo hemos sido verdaderos poetas en los raros Tstantes en que no nos dimos cuenta de ello. Pensé iniciar estas palabras diciendo que yo no sé Jo que es la poesia, Pero después de la famosa frase del mis s me temo que ésta sea una declara. sabio de los hombr cién demasiado arrogante. A mis diecisiete aiios yo sabia muchisimas cosas mas acerca de la poesia. Como cualquier joven ignorante, lo sabia, naturalmente, todo, Recuerdo que escribi un tratado de unas cuarenta paginas del que ahora hubiera podido valerme si no fuera porque un pobre hom- bre, aprovechando mi previsible distr bolsa que contenia el voluminos ecion, me robé la » trabajo que sélo pude reconstruir después en parte. Por desdicha mia y suya,en la bolsa tenia sélo cinco centayos. Siempre compadeci a aquel ladrén que er -y6 encontrar algo con qué aliviar su miseria y si lo hallé una arrogante disertacién sobre la poesia. Con qué aborrecimiento tirarfa mis papeles a un rincon! Poesia seria para él un plato de sopa bien calien- te. un colchon nuevo, un abrigo. Muchas veces imaginé el miserable cuartin en que debié haber abierto su desolado tesoro y me senti maldecida por aquel desconocido que esperaba, sin duda, otra cosa mejor. Poder reparar de una vez por todas ese error, no defraudar de nuevo es Za, siento que espera es lo tinico que nos daria a todos el derech® para volver a hablar de la poesta. e ul

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