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Lesiones causadas por la radiación

Las lesiones por radiación son el daño producido en los tejidos a causa de una exposición a
radiaciones.
Por lo general, la radiación se refiere a ondas o partículas de alta energía emitidas por fuentes
naturales o artificiales (generadas por el hombre). Las lesiones de los tejidos pueden ser
causadas por una breve exposición a altos valores de radiación, o bien por una exposición
prolongada a bajos niveles. Algunos efectos adversos de la radiación sólo duran poco tiempo;
otros producen enfermedades crónicas. Los primeros efectos de dosis elevadas resultan obvios
en cuestión de minutos o en los días posteriores a la exposición. Otros efectos no resultan
evidentes hasta semanas, meses e incluso años después. Las mutaciones del material genético
celular de los órganos sexuales pueden resultar evidentes sólo si una persona expuesta a la
radiación tiene hijos; estos niños pueden nacer con defectos genéticos.

Causas

En el pasado, las fuentes perjudiciales de radiación incluían sólo los rayos X y los materiales
radiactivos naturales como el uranio y el radón. Los rayos X que se utilizan en la actualidad para
las pruebas de diagnóstico causan mucho menos efectos radiactivos que los utilizados en el
pasado. Las fuentes más comunes de exposición a altos valores de radiación son los materiales
radiactivos elaborados por el hombre que se utilizan en diversos tratamientos médicos,
laboratorios científicos, industrias y reactores de energía nuclear.
Se han escapado accidentalmente grandes cantidades de radiación de las plantas de energía
nuclear, como la de Three Mile Island en Pennsylvania (EE.UU) en 1 979 y la de Chernobyl
(Ucrania) en 1 986. El accidente de Three Mile Island no provocó una gran exposición radiactiva;
de hecho, las personas que vivían a una distancia aproximada de 1,5 km de la planta recibieron
menos radiación que la cantidad de rayos X que recibe una persona, por término medio, en 1 año.
Sin embargo, las personas que vivían cerca de la planta de Chernobyl fueron expuestas a mucha
más radiactividad. Más de 30 afectados murieron y muchos otros sufrieron heridas. La radiación
de ese accidente llegó a Europa, Asia y los Estados Unidos.
En total, la exposición a la radiación generada por reactores en los primeros 40 años de uso de la
energía nuclear, excluyendo Chernobyl, ha provocado 35 exposiciones graves con 10 muertos,
aunque ningún caso se asoció a las plantas de energía. En los países industrializados, los
reactores de energía nuclear deben cumplir estrictas medidas gubernamentales que limitan la
cantidad de material radiactivo liberado a valores extremadamente bajos.
La radiación se mide en unidades diferentes. El roentgen (R) mide la cantidad de ésta en el aire.
El gray (Gy) es la cantidad de energía realmente absorbida por cualquier tejido o sustancia tras
una exposición a la radiación. Como algunos tipos de radiación pueden afectar a unos
organismos biológicos más que a otros, para describir la intensidad de los efectos que la
radiación produce sobre el cuerpo, a cantidades equivalentes de energía absorbida, se utiliza el
sievert (SV).
Los efectos perjudiciales de la radiación dependen de la cantidad (dosis), la duración y el grado
de exposición. Una única dosis rápida de radiación puede ser mortal, pero la misma dosis total
aplicada en un lapso de semanas o meses puede producir efectos mínimos. La dosis total y el
grado de exposición determinan los efectos inmediatos sobre el material genético de las células.
Se llama dosis a la cantidad de radiación a la que está expuesta una persona durante un
determinado período de tiempo. La dosis de radiación ambiental que resulta inevitable es baja,
alrededor de 1 a 2 miligrays (1 miligray equivale a 1/1000 gray) al año, y no produce efectos
detectables sobre el organismo. Por otra parte, los efectos de la radiación son acumulativos, es
decir, cada exposición se suma a las anteriores hasta determinar la dosis total y su probable
efecto sobre el organismo. De la misma forma, a medida que aumenta la proporción de la dosis o
la dosis total, también aumenta la probabilidad de que se produzcan efectos detectables.
Los efectos de la radiación también dependen del porcentaje del organismo que resulta expuesto.
Por ejemplo, más de 6 grays suelen causar la muerte cuando la radiación se distribuye sobre toda
la superficie corporal. Sin embargo, cuando se restringe a un área pequeña, como sucede en la
terapia contra el cáncer, es posible aplicar tres o cuatro veces esta cantidad sin que se
produzcan daños graves en el organismo. La distribución de la radiación en el cuerpo también es
importante. Las partes del mismo en las que las células se multiplican rápidamente, como el
intestino y la médula ósea, resultan más dañadas por la radiación que los tejidos cuyas células se
multiplican más lentamente, como los músculos y los tendones. Durante la radioterapia contra el
cáncer se hace todo lo posible por proteger las partes más vulnerables del organismo, con el fin
de pasar a utilizar dosis más elevadas.
Síntomas

La exposición a la radiación produce dos tipos de lesiones: agudas


(inmediatas) y crónicas (retardadas). Los síndromes de radiación
agudos pueden afectar a diferentes órganos.
El síndrome cerebral se produce cuando la dosis total de radiación es
extremadamente alta (más de 30 grays). Siempre resulta mortal. Los
primeros síntomas, náuseas y vómitos, se siguen de apatía,
somnolencia y, en algunos casos, coma. Estos síntomas están
causados, muy probablemente, por la inflamación del tejido cerebral.
En pocas horas se producen estremecimientos (temblores),
convulsiones, incapacidad para caminar y finalmente, la muerte.
El síndrome gastrointestinal se produce a partir de dosis menores de
radiación pero igualmente altas (4 grays o más) . Los síntomas
consisten en náuseas, vómitos y diarreas graves, que causan gran
deshidratación. Inicialmente, el síndrome es causado por la muerte de
las células que recubren el tracto gastrointestinal (mucosa). Los
síntomas persisten debido al desprendimiento progresivo del
revestimiento mucoso y al desarrollo de infecciones bacterianas. Finalmente, las células que
absorben nutrientes quedan completamente destruidas y se produce pérdida de sangre desde la
zona lesionada hacia el interior del intestino, por lo general, en grandes cantidades. Entre 4 y 6
días después de la exposición a la radiación pueden crecer nuevas células. Pero, aunque así sea,
las víctimas que padecen este síndrome probablemente mueran a causa de una insuficiencia de
la médula ósea, entre 2 y 3 semanas más tarde.
El síndrome hematopoyético afecta a la médula ósea, al bazo y a los ganglios linfáticos, que son
los principales centros de producción de células sanguíneas (hematopoyesis). Se manifiesta tras
una exposición de 2 a 10 grays de radiación y se inicia con pérdida de apetito (anorexia), apatía,
náuseas y vómitos. Estos síntomas son más graves al cabo de 6 a 12 horas después de la
exposición y pueden remitir completamente entre 24 y 36 horas más tarde. Durante este período
en que no hay síntomas, las células productoras de sangre localizadas en los ganglios linfáticos,
el bazo y la médula ósea comienzan a desgastarse, a disminuir y no se forman de nuevo, lo que
conlleva una grave carencia de glóbulos blancos y rojos. La falta de glóbulos blancos (que
combaten las infecciones) suele producir infecciones graves.
Si la dosis total de radiación es de más de 6 grays, las insuficiencias hematopoyéticas y
gastrointestinales suelen ser mortales.
El síndrome radiactivo de tipo agudo se produce en una pequeña proporción de pacientes
después de un tratamiento con radiación (radioterapia), especialmente si ha sido aplicada sobre
el abdomen. Los síntomas comprenden náuseas, vómitos, diarrea, pérdida de apetito, dolor de
cabeza, sensación de malestar general y un ritmo cardíaco acelerado (taquicardia). Suelen remitir
en un lapso de horas o de pocos días. La causa de este síndrome no se conoce con precisión.
Una exposición prolongada o repetida a bajas dosis de radiación proveniente de implantes
radiactivos o de fuentes externas puede provocar la interrupción de los períodos menstruales
(amenorrea), así como una menor fertilidad tanto en los hombres como en las mujeres. También
puede aparecer un menor impulso sexual (libido), cataratas y una disminución en la cantidad de
glóbulos rojos (anemia), glóbulos blancos (leucopenia) y plaquetas (trombocitopenia). Las dosis
muy elevadas aplicadas sobre zonas limitadas del cuerpo causan la caída del cabello,
debilitamento de la piel y formación de llagas abiertas (úlceras), callos y venas aracniformes
(pequeñas áreas enrojecidas que contienen vasos sanguíneos dilatados que se encuentran bajo
la piel, o arañas vasculares). Con el tiempo, este tipo de exposiciones puede provocar cáncer de
células escamosas (una variedad de cáncer). Años después de la ingestión de ciertos compuestos
radiactivos, como las sales de radio, pueden formarse tumores óseos.
En algunos casos, cierto tiempo después de finalizada la radioterapia contra el cáncer, se
producen graves lesiones en los órganos que estuvieron expuestos a la misma.
La función renal puede alterarse tras un período (período latente) de 6 meses a 1 año tras una
exposición a dosis extremadamente altas de radiación; también puede aparecer anemia y un
aumento de la presión arterial.
En los músculos, la acumulación de grandes dosis puede causar una enfemedad dolorosa que
incluye debilitamiento muscular (atrofia) y la formación de depósitos de calcio. En pocas
ocasiones estos cambios provocan tumores musculares malignos. La radiación aplicada sobre los
tumores pulmonares puede causar inflamación de los mismos (neumonitis radiactiva) y una gran
dosis causaría graves cicatrizaciones (fibrosis) en el tejido pulmonar, lo cual puede ser mortal. El
corazón y su envoltura (pericardio) pueden inflamarse despuésde una radiación extensa sobre el
esternón y el tórax. Grandes dosis acumuladas sobre la columna dorsal pueden causar un daño
gravísimo, que puede acabar en parálisis. La radiación sobre el abdomen (contra el cáncer de
ganglios linfáticos, testículos u ovarios) puede provocar úlceras crónicas, cicatrización y
perforación intestinal. La radiación altera el material genético de las células que se multiplican.
En las células que no pertenecen al sistema reproductor, estas alteraciones pueden causar
anomalías en el crecimiento celular, como cáncer o cataratas.
Cuando los ovarios y los testículos son expuestos a la radiación, la posibilidad de que la
descendencia presente anomalías genéticas (mutaciones) aumenta en los animales de
laboratorio, pero este efecto no ha sido aún debidamente comprobado en los seres humanos.
Algunos investigadores afirman que la radiación resulta inofensiva por debajo de cierta dosis
(umbral), mientras que otros opinan lo contrario y piensan que cualquier índice de radiación sobre
los ovarios o los testículos puede ser perjudicial. Como todavía no hay datos definitivos al
respecto, la mayoría de las autoridades sanitarias recomiendan que la exposición a radiación
médica y laboral no sobrepase un determinado nivel. En cualquier caso, la posibilidad de contraer
enfermedades o mutaciones genéticas relacionadas con la radiación está estimada en 1 entre 100
por cada gray de exposición, y cada persona recibe sólo una media de 0,002 grays de radiación
al año.

Diagnóstico y pronóstico

Debe temerse una lesión por radiación cuando una persona comienza a sentirse mal tras haber
sido sometida a radioterapia, o después de haber estado expuesta a una radiación accidental. No
existen pruebas específicas para diagnosticar esta enfermedad, a pesar de que se pueden utilizar
diversos análisis para detectar inflamaciones o el mal funcionamiento de algún órgano. El
pronóstico depende de la dosis, de la cantidad de radiación y su distribución en el cuerpo. Los
análisis de sangre y de la médula ósea pueden ofrecer información adicional acerca de la
gravedad de la lesión.
Cuando se presenta el síndrome cerebral o gastrointestinal, el diagnóstico es claro y el
pronóstico poco alentador. El síndrome cerebral resulta mortal en un período de tiempo que oscila
entre horas y pocos días y el síndrome gastrointestinal, por lo general, resulta mortal en un lapso
de 3 a 10 días, a pesar de que algunas personas sobreviven algunas semanas. El síndrome
hematopoyético suele causar la muerte en períodos de 8 a 50 días; la muerte puede producirse
por una infección grave en un lapso de 2 a 4 semanas o por una masiva pérdida de sangre
(hemorragia) de 3 a 6 semanas tras la exposición.
El diagnóstico de lesiones crónicas por radiación resulta difícil o imposible si se desconoce o se
pasa por alto el origen de la exposición. Si se sospecha que existe una lesión por radiación, el
médico investiga sobre posibles exposiciones laborales, quizás consultando los archivos de las
instituciones estatales o gubernamentales que mantienen registros de las exposiciones
radiactivas. El médico también puede examinar periódicamente los cromosomas, que contienen el
material genético celular, en busca de determinadas anomalías que suelen tener lugar tras una
significativa exposición radiactiva. Sin embargo, los resultados de estos exámenes no suelen ser
concluyentes. Si los ojos han estado expuestos a radiación, deben examinarse periódicamente en
busca de cataratas.

Tratamiento

La piel contaminada por materiales radiactivos debería lavarse de inmediato con abundante agua
y, si es posible, con una solución específicamente fabricada a tal fin.
Cualquier herida, por pequeña que sea, debería limpiarse enérgicamente para eliminar toda
partícula radiactiva, aunque el hecho de frotarlas produzca dolor. Si la persona ha tragado
material radiactivo momentos antes, debería provocarse el vómito. Las personas expuestas a una
excesiva radiación pueden ser controladas con análisis del aire espirado y de orina en busca de
señales de radiactividad.
Como el síndrome cerebral agudo siempre es mortal, el tratamiento tiene la finalidad de evitar el
sufrimiento aliviando el dolor, la ansiedad y las dificultades respiratorias. También se aplican
sedantes para controlar las convulsiones.
Los síntomas de tipo agudo de la enfermedad por radiación, causada por radioterapia abdominal,
pueden mitigarse tomando fármacos contra las náuseas y los vómitos (antieméticos) antes de
iniciar la radioterapia.
El síndrome gastrointestinal puede aliviarse administrando antieméticos, sedantes y una dieta
blanda. Deben reemplazarse todos los líquidos necesarios. Durante los primeros 4 o 6 días
después de la exposición también se realizan transfusiones de sangre y se administran
antibióticos para mantener viva a la persona, hasta que comiencen a crecer nuevas células en el
tracto gastrointestinal.
En los casos de síndrome hematopoyético, las células sanguíneas se reponenmediante
transfusiones. Los esfuerzos por evitar las infecciones incluyen el tratamiento con antibióticos y
el aislamiento, para que el paciente se mantenga alejado de otros posibles portadores de
microorganismos que produzcan enfermedades. En ciertos casos se realiza un trasplante de
médula ósea, pero el índice de éxito es bajo, a menos que el donante sea un gemelo idéntico.
Para tratar los efectos más tardíos de la exposición crónica, el primer paso es eliminar la fuente
de radiación. Ciertas sustancias radiactivas, como el radio, el torio y el estroncio, pueden ser
eliminadas del cuerpo con medicamentos que se adhieren a estas sustancias y luego son
excretadas por la orina. Sin embargo, dichos medicamentos consiguen mejores resultados si se
administran poco después de la exposición. Las llagas y los cánceres se extirpan o reparan
quirúrgicamente. El tratamiento de la leucemia provocada por radiación es el mismo que para
cualquier caso de leucemia (quimioterapia). Las células sanguíneas se reponenmediante
transfusiones, pero esta medida sólo es temporal, porque es muy poco probable que la médula
ósea dañada por radiación se regenere. Ningún tratamiento puede revertir la esterilidad, pero el
funcionamiento ovárico y testicular anormal que produce bajas concentraciones de hormonas
sexuales puede tratarse con la administración de dichas hormonas.

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