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LOS HIJOS DE LA ÉLITE® [Bloody#1] ✔

PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO. by gabiiamc


Category: Mystery / Thriller
Genre: amor, badboy, blood, drama, elite, familia, humor, instituto,
love, millonario, misterio, novelajuvenil, poligamia, ricos, romance,
secretos, sentimientos, sexys, suspenso
Language: Español
Status: Completed
Published: 2019-09-17
Updated: 2022-03-22
Packaged: 2022-04-16 14:16:49
Chapters: 111
Words: 333,558
Publisher: www.wattpad.com
Summary: Caras lindas, sonrisas perfectas, cuentas bancarias
desbordantes, mentiras y oscuros secretos son lo único que rodean
a los Hijos de la Élite en la ciudad de Hiverdele. Código de registro
de la obra en Safe Creative: 2111299931154 ********************
*FALTAS ORTOGRÁFICAS/REDACCIÓN. *CONTENIDO ADULTO.
*VIOLENCIA. *GORE. ******************** PROHIBIDA LA COPIA O
ADAPTACIÓN DE LA NOVELA, ES SOLAMENTE DE MI AUTORÍA
Y NO DUDARE EN TOMAR ACCIONES LEGALES SI LA COPIAS
DE UNA U OTRA FORMA. #USATUIMAGINACIÓN #NOTECOPIES
Language: Español
Read Count: 14,179,602
ANTES DE LEER
Antes que nada: no romantizo nada de lo que escribo, esta novela
no es para personas sensibles por los temas que se trataran aquí y
de ante mano, es un borrador. No tiene correcciones de expertos,
habrán fallas ortográficas, uno que otro error al tiempo de narrar
(PASADO Y PRESENTE), se que los nombres son un poco difíciles,
habrán acciones que no son buenas y no porque sean los
protagonistas, debemos aceptarlas o dejarlas pasar.

Cada acción tiene su consecuencia y así como se tocan ciertos


temas, se dejan criticas dentro del libro mismo porque no intento
hacerles creer que todo lo que verán aquí es "bueno", "normal" ni
"ideal".

Espero que te guste y si no es así, fácilmente puedes dejar de leer


sin ningún problema, evitando dejar comentarios de mal gusto que
solamente me harán sentir mal a mi e incomodaran la lectura de
otras personas.

Termine oficialmente el libro en el 2019 pero decidí hacer una


"nueva edición" el 21 de Febrero del 2021 cambiando muchas cosas
porque antes no me sentía cómoda con lo que había escrito, no
tenia sentido o al menos para mi así que decidí reescribir
completamente todo, mejorando y cambiando la trama y agregando
cosas que antes no estaban.

Este libro es el primero de una saga titulada Bloody:

Los hijos de la élite (#1)

Los secretos de la élite (#2)

LOS CAPÍTULOS QUE TENGAN (*) SIGNIFICAN QUE


ESTÁN EDITADOS

El siguiente libro contiene contenido +21:


Contenido para adulto.

Romance oscuro.

Violaciones.

Morbo.

Enfermedades mentales.

Su propia cultura; leyes, un nuevo código moral.

Incesto.

Poligamia.

Tengo libros de temas diferentes en mi biografía.

Agradezco su apoyo infinitamente.

Los amo.

Gabi
La siguiente novela está registrada con derechos de autor, código
de Safe Creative de registro: 2111299931154. Cualquier adaptación
o distribución será llevada a juicio, ya que los derechos de autor
SON MÍOS.

Créditos por la portada a: @covers_phoenix22 en instagram y a las


personas que están detrás de ella @Me_Follo_A_Mason_Xd y a
@MilaBenitez2110
Prólogo (*)
16 DE NOVIEMBRE

09:23 PM

MANSIÓN FAIRCHILD, HIVERDELE

CONSUS FAIRCHILD KELLOGG

-Una chica llegara a casa, mañana- anuncia una de nuestras


madres desde su asiento en la gran mesa.

La mirada de todos mis hermanos cae sobre ella, quien nos sonríe
con suficiencia antes de tomarle del brazo al hombre con traje a su
lado.

—Sé que será algo nuevo para ustedes— comienza el hombre a su


lado, quien es mi padre, antes toma la copa de vino con su mano
libre y bebérsela de un trago sin despegar la vista de nosotros
haciendo algo tenso el ambiente— Pero no es difícil ni imposible,
solo tendrán que aceptar a la chica de intercambio y tratarla bien,
enseñarle la mansión, los horarios y llevarla con ustedes al Colegio.
Hacerla parte de su día a día, integrarla...

Al terminar la oración, Cristian empieza a toser mientras Caelus le


da palmadas fuertes en la espalda. No puedo evitar poner mala cara
ante la "gran noticia" que nos están brindando en esta cena.

— ¿Qué acabas de decir? — pregunta mi hermano con poco aliento


debido a que prácticamente podría morir por atragantarse con el
vino cómo un completo estúpido. Observo a Caebrán luchando
contra las ganas de reírse ante tal situación, pero mi mirada basta
para qué no lo haga.

—Tu padre acaba de decir que tendrás que ser cordial y amable,
Cristian— explica Teodora, la segunda esposa de nuestro padre
desde su silla como si fuésemos estúpidos, aunque algunas veces
mis hermanos menores en verdad sean unos.

Luchó contra una sonrisa, Cristian rueda los ojos y yo me tenso en


mi asiento cuando veo los ojos de mi padre.

Queda claro que su atención está sobre mí, soy el mayor. Espera lo
mejor de mí, no puedo solamente dejarme llevar y arruinar su plan,
no otra vez.

Margaret, nuestra señora de servicio entra al comedor y coloca unos


platos de pavo recién hecho sobre la mesa de vidrio del gigante
comedor, sirviendo cómo distracción por un momento incómodo que
comenzara a hacerse en el ambiente.

—No tiene sentido— dice Caelus y mi padre le da una mala mirada.


En situaciones como está, mis hermanos tardan en reaccionar y no
pueden evitar soltar la jodida lengua que deberían tener bien
amarrada.

—De hecho, si la tiene, Caelus — habla por primera vez Caebrán,


asombrándonos porqué definitivamente él no es el hermano
razonable— Papá quiere que está chica de intercambio, viva con
nosotros para hacer algo así como una obra de caridad y los del
gobierno lo vean de ejemplo para las elecciones, — explica. Caelus
asiente sobre su asiento, entendiendo perfectamente las palabras
de Caebrán— ¿No es así, padre? Quieres que los del consulado
olviden lo que le hizo Consus a esa chica.

Y ahí está. Mi hermano juega con su Piercing mientras me mira. No


podría tardar en ser un imbécil por mucho tiempo. Quiero golpear su
cabeza contra la mesa, pero a la voz de Teodora suena en mis
oídos antes de que haga algo descabellado.

—Caebrán... — advierte ella y mi hermano sonríe burlón.

—Déjalo madre, aún no madura—suelto yo y Caelus suelta una risa.


— A ti todavía no te crece— se burla Cristian y yo le lanzo una
mirada furiosa a ambos.

— ¿Quieres que Consus te la meta, Cristian? Así verificas el tamaño


y la profundidad — pregunta Crono antes de rodar los ojos y yo
suelto una carcajada antes sus palabras.

—Apuesto que ni la sentiría— responde mi hermano a la defensiva.

Abrí mi boca para comentar algo, pero la voz de mi padre resuena


furiosa por todo el comedor, haciendo que Margaret salga
prácticamente corriendo del comedor.

— Cállense ya, ¡Joder! —grita mi padre antes de darle un golpe


fuerte a la mesa de vidrio, haciendo que todos callemos de
inmediato y apriete mis puños esperando que la mesa se parta o
aún peor, su ira caiga sobre nosotros — Sí no soportan estar juntos
en una estúpida mesa, ¿podré confiar en ustedes como equipo para
llevar el plan o también se pondrán a pelear por quien la tiene más
grande? — pregunta enojado y todos nos miramos las caras, sin
saber que decir.

Teodora se levanta y toma del hombro de nuestro padre, haciéndolo


tranquilizar de alguna manera y sentándolo en la silla sin rechistar
porque de un momento a otro estaba levantado al mismo tiempo
que nos miraba con desaprobación.

— ¿Saben lo que tienen que hacer? — pregunta Camille, nuestra


primera madre con extremada clama desde su asiento luego de
unos minutos en completo silencio y ahí está la clara señal de que
debemos dejar de comportarnos como unos adolescentes, aunque
eso es lo que somos prácticamente.

Existe cosas en las que debemos pensar con la cabeza fría y por
alguna razón está es una de ellas; Cristian es el primero en asentir.

—Cuidar a esa chica cómo si fuese un puto trofeo— digo, tomando


las primeras palabras. Tal vez mis palabras a otros podrían
parecerles estúpidas, pero sé perfectamente de qué hablo mientras
miro a Caelus.

—Hacerla creer que está aquí porque queremos— dice él y Cristian


rueda los ojos porque eso definitivamente no era necesario pero mi
padre lo deja pasar.

—Aunque su estadía aquí sólo sea una estrategia para conseguir


más dinero como empresarios y diplomáticos— termina Caebrán.
Nuestro padre sonríe antes de tomar otro trago de su vino en
silencio aparentemente calmado y contento.

—Esos son mis chicos— dice y todos terminamos de comer en


silencio porqué hay ciertas cosas que nunca debemos hacer y esa
es una de ellas: desafiar a nuestro padre.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Booktrailer del libro:

https://www.youtube.com/watch?v=XRzE4ZKAYNM
Capítulo 1 (*)
LUCY

Bienvenidos a la ciudad de Hiverdele

Esas simples palabras puestas en un letrero negro con letras


doradas, a mano derecha de la carretera hicieron que mis manos
sudaran y de pronto sintiera un frío inmenso, aunque la calefacción
del auto estuviera encendida.

En silencio intenté mantener mi mente en blanco; calmándome


mientras miraba por la ventanilla empañada del taxi que había
tomado luego de llegar al pequeño aeropuerto de este pueblo.

¡Pero carajo que sí que era imposible! Mi cabeza era un caos,


mansiones lujosas pasaban a través del vidrio cómo si de basura se
tratasen y era imposible no sentirme extraña en este pueblito
aparentemente con árboles de dólares; ya que todo era lujoso y
grande.

— ¿Usted es de aquí? — pregunte al chófer regordete del taxi


queriendo calmar todo el caos de mis pensamientos.

— ¿Parezco de aquí? — pregunto él con burla y yo rodee los ojos.

—Intento pensar que las apariencias no lo son todo señor, por eso le
pregunto — digo y el señor ríe ante mis palabras, haciendo que
frunza mis cejas mientras siento que el frío quema mis mejillas, mi
nariz y mi frente.

—No, no lo soy —dice finalmente y yo asiento ante sus palabras


algo perdida en la ventanilla llena de empañada — ¿Usted lo es?

Yo niego con mi cabeza automáticamente, sabiendo que está


observándome a través del retrovisor
—Intercambio- digo mientras meneo un sobre amarillo con la planilla
de transferencia, mis documentos y un gran logo en el centro con
las iniciales HS.

Él asiente en silencio, sin decir nada más y ahí la pequeña


conversación muere. Me muerdo mi labio inferior mientras me
adentro en mis pensamientos esperando que el tiempo pase y esa
angustia dentro de mi pecho desaparezca.

Luego de más y más mansiones, carros lujosos y un bosque


extenso, junto con neblina, el auto amarillo con casco se estacionó
frente a unas gigantes estatuas de caballos anticuados y un gran
portón dorado algo oxidado que podría ser una portada perfecta
para una película de terror.

Miré un poco perpleja la estructura sintiéndome diminuta y le pagué


unos cuantos dólares al hombre del taxi antes de escuchar el sonido
de las llantas del auto, anunciando su partida junto a un pequeño
desastre de tierra.

Tomé una gran bocana de aire, queriendo abrazarme a mí misma y


volver por donde vine, tomé mi maleta del suelo antes de caminar
hasta el portón gigante y presionar un botón en la pared blanca que
servía para soporte de ella.

Di un paso hacia atrás cuando un chirrido de metal oxidado anuncio


que las puertas del portón empezaron a abrirse de par en par, solas.

Tragué saliva cuando un grupo de cinco chicos y cuatro adultos


aparecieron detrás de está. No pude evitar sentirme extraña, ¿por
qué tantas personas estaban esperándome?

— ¿Lucy Beckett? —preguntó el hombre con acento extraño y traje


elegante, mirándome.

— La misma — tartamudeé y las tres señoras sonrieron dulcemente


ante mi estupidez.
—Bienvenida, cariño — dijo la de cabello rubio antes de acercarse a
mí y estrecharme en un abrazo el cual no sé lo respondí porqué me
encontraba bastante perpleja con la situación. Me sentía
anonadada, asustada y confusa mientras miraba a las personas
delante a mí sin entender sí me había equivocado de casa, pero era
estúpido. El GPS del taxi me había llevado justo aquí.

Ni siquiera reparé en ver a los chicos o en las otras señoras vestidas


casi de manera idéntica, aunque era tan diferente en el físico
cuándo sentí que el aire me faltaba por el abrazo exagerado de la
rubia con olor a fresas y almendras.

—Déjala, Teodora— dijo el hombre y la señora subía me soltó, con


una expresión algo apenada por su abrazo asfixiante.

—Creo que necesita entrar, carga muy poca ropa para este clima,
Caleth— dijo la señora rubia mientras se abrazaba a sí misma y el
tal Caleth asintió.

No me di cuenta cuando empezamos a caminar, pero ya estábamos


frente a unas grandes puertas de madera. Apretaba mi maleta con
fuerza.

—Esté será tu hogar a partir de ahora, Lucy— dijo la señora de


cabello negro y yo asentí en silencio. No había mucho que decir,
debería decirles algo educado cómo «gracias» pero no me sentía
capaz. La puerta se abrió, una decoración elegante impacto contra
mi rostro al igual que un clima menos frío, y cuándo iba a dar un
paso, la mano de Caleth me la impidió.

Lo miré confundida y él suavizó el agarré cuando notó que estaba


comenzando a lastimarme.

— Antes de que te mostremos la casa, quería presentarte a los


chicos y a mis esposas.

La mención de la palabra esposas no me pasó desapercibida, pero


intente forzar una sonrisa. No me gustaba juzgar a las personas,
pero aún así era extraño.

No encontrabas a cualquier persona practicando la poligamia a


menudo.

Confundida y asombrada a la vez, fije mí vista por primera vez en


los cinco chicos detrás del hombre y de las que son sus esposas.

Intentando apaciguar todas las preguntas que surgían en mi cabeza,


entrecerré los ojos prestándole atención a la voz de Caleth quien me
sonreía.

— Ella es mi primera esposa, Camille— dijo señalando a la señora


de cabello negro y vestido formal- Ella es mi segunda esposa,
Teodora— esta vez señalaba a la señora rubia empalagosa con
vestido blanco— Y ella es Sophia, mi tercera esposa— y señalo a la
castaña con anteojos.

Le sonreí a cada una y me abracé a mí misma por el frio, él chico de


ojos azules me miro mientras hacia ese movimiento y desvié la
mirada rápidamente.

— Ellos son mis hijos— dijo mientras en su voz pude notar alguna
emoción, con aparente orgullo en el rostro— Consus — señalo a el
chico formado de ojos grises y cabello negro desordenado con
pantalón bluyín y camisa de vestir blanca— Caelus— señalo al de
ojos azules con mirada extraña, piel pálida y cabello negro, vestido
con una camiseta negra y una chaqueta de cuero— Caebrán —
señalo al chico con ojos cafés, cabello negro desordenado y tatuajes
por su cuello y brazos junto a un Piercing en el labio— Cristian —
señaló aparentemente al más joven, de cabello café claro y ojos
marrones— ... y Crono— señaló por ultimo al de chaqueta gris,
pantalones de vestir negros y ojos verdes, perdidos en el suelo.

Todos blancos, lindos y sacados de una revista para adolescentes


con hormonas.
— Bienvenida a Hiverdele, Lucy— dijeron todos en un coro extraño
y aparentemente ensayado excepto Crono y yo sonreí falsamente
antes de seguir a una de las señoras de limpieza para perderme
dentro de la mansión, aunque en el fondo me sentía intrigada por la
falsedad en las caras de estos chicos, descarté la idea,
recordándome internamente venía a estudiar, no a enrollarme con
ningún. No permitiría que me pasara como en el otro intercambio,
está vez tenía que ser diferente.

Y así fue.
Capítulo 2 (*)
LUCY

Me tape los odios con las cómodas y suaves almohadas de la cama


en dónde me encontraba acostada mientras me retorcía de
desagrado por los molestos sonidos que sonaban desde hace varias
horas.

Un gruñido sale de mis labios antes de darme por vencida y tirar la


almohada lejos. No iba a dormir, no podía hacerlo y por fin lo admitía
luego de una gran tortura.

Me siento en la cama y me hundo en el colchón, sin lograr


acostumbrarme por completo a la suavidad de esté. Con los ojos
soñolientos, suelto un bostezo y maldigo internamente, antes de fijar
la vista en la habitación blanca llena de lujos, pero de alguna
manera frívola y simple, en la que me encontraba.

¿Quién se pone a escuchar Heavy metal para empezar el día? Fue


lo primero que invadió mi cabeza antes de levantarme y colocar mis
pies descalzos en la cerámica blanca brillante del suelo.

Un escalofrió recorre mi cuerpo de inmediato y me vuelvo a sentar


en la cama mientras agarró mi teléfono con algo de molestia y
enciendo la pantalla.

Cinco notificaciones de Facebook para una persona la cual es algo


invisible en las redes sociales.

Coloco la contraseña en la pantalla y abrí la famosa aplicación de


Facebook que me lleva al inicio de esta. Historias y publicaciones
aparecen de inmediato, pero me dirijo a la opción de solicitudes de
amistad porqué de ahí vienen las únicas notificaciones que hay en
mi bandeja y abro la boca sorprendida a leer lo que dice.
Consus Fairchild Kellogg te ha enviado una solicitud de
amistad (Confirmar) (Eliminar)

Caelus Fairchild Kellogg te ha enviado una solicitud de amistad


(Confirmar) (Eliminar)

Caebrán Fairchild Kellogg te ha enviado una solicitud de


amistad (Confirmar) (Eliminar)

Crono Fairchild Kellogg te ha enviado una solicitud de amistad


(Confirmar) (Eliminar)

Cristian Fairchild Kellogg te ha enviado una solicitud de


amistad (Confirmar) (Eliminar)

Ruedo los ojos mientras apago el teléfono y miro hacia la puerta,


antes de levantarme y dirigirme al baño para ducharme y colocarme
el horrible uniforme gris con azul que cuelga de un perchero la
esquina de la habitación.

Las palabras de la Teodora, la segunda esposa de Caleth quedaron


grabadas en mi mente como un tatuaje permanente: Debes estar
lista a las 6:30 para bajar a desayunar y luego irte con uno de los
chicos al colegio.

Luego de apresurarme en la ducha y arreglarme, me colocó el


uniforme y me miro al espejo antes de tomar mi mochila y mi celular.

Todo saldrá bien Lucy, todo saldrá bien. Me repetí mentalmente más
de diez veces antes de tomar el valor y abrir la puerta de la
habitación para salir de ella.

Me paré en seco cuando el chico de ojos verdes y uniforme escolar,


con audífonos salió de la habitación de al lado con un costoso
celular en su mano. La música por fin había acabado al igual que la
tortura y quise gritarle cuando me pasó a un lado sin siquiera notar
mi presencia y ahogué un insulto mordiéndome la lengua.
Con que tú eres el imbécil que no me dejo dormir escuchando
Heavy metal, ¿eh? ¡Qué lindo!, me dan ganas de estrangularte por
hacerme perder mis preciadas horas de sueño, cabrón de mierda.

Le seguí el paso hasta bajar las escaleras y llegué al comedor


diciendo palabras coloridas en mi cabeza, pero alcé la vista para
encontrarme a todos los aparentes integrantes de está mansión;
menos él tortura oídos y yo.

—Buenos días, Lucy—dijo Caleth y sus esposas sonrieron de


manera automática.

Desvié el sentimiento extraño en mi estómago por eso y forcé una


sonrisa — Buenos días — dije para todos, aunque cada uno de los
chicos me ignoró.

Malditos ricos y su pensamiento de creerse superiores al resto.

Me senté en la mesa entre Crono y Consus, y empecé a comer en


silencio. Los alimentos estaban tan deliciosos que las quejas, las
molestias y todo el caos en mi cabeza desapareció, quería alabar a
quien hubiera preparado tan espectacular comida y así fue todo el
desayuno, sumido en silencio cómo si cada quien estuviese en su
mundo y no le interesará en lo más mínimo regresar a la realidad.

— ¿Quién llevara a Lucy? — la voz de Camille, hace que todos


levantemos la vista de nuestros platos, todos los chicos sonríen
mirándose entre ellos, menos Crono, aunque su cara no muestra
expresión alguna, imagino que le desagrada mi presencia al igual
que el resto.

Soy la nueva, siempre molesta eso. Que llegué alguien nuevo a


nuestras vidas, más sí fue de la nada y no lo elegiste tú, sino otros,
pero debes vivir con ellos.

— ¿Quién llevara a Lucy? — pregunta está vez Caleth al ver que


Camille no consigue respuestas y me sorprendo cuándo el chico
lleno de tatuajes, cabello desordenado y un Piercing en el labio
levanta la mano cómo si fuese una subasta.

La mirada de Caleth se suaviza y un atavismo de sonrisa amenaza


con salir en su serio rostro.

—Entonces Caebrán llevará a Lucy y la traerá por hoy— dice y yo


vuelvo la vista a mi comida— ¿Te parece, Lucy? — pregunta y yo
asiento sin dudarlo, tampoco podría negarme y luchó contra las
ganas de decirle lo estúpido que fue hacer esa pregunta.

Tan rápido como empezó la pequeña interacción, se acabó. Todo


volvió a ser silencio hasta que el chico de tatuajes se levantó y me
toco el hombro.

Levante la vista para toparme con sus ojos café miel y una sonrisa
juguetona en su rostro: — ¿Nos vamos?

Su voz ronca y labios humedecidos con ese piercing me hicieron


querer ser esa actriz de novelas adolescentes que se dejan llevar
por las hormonas y tienen romances con cualquier hombre como
este: ricos, lindos y deseables. Recuperando el control de mis
hormonas y dándome con un martillo mentalmente, me levanté de la
silla y me concentré en seguir al chico de tatuajes hasta salir de la
mansión.

Un gran auto negro esperaba en el frente de está y abrí los ojos


mientras lo único que puedo pensar es cuánto costaría tener un auto
así.

—¿Te gusta? — pregunta el chico de tatuajes, alardeando y yo


asiento sin dudarlo —Fue mi regalo para mi cumpleaños número
trece— dice arrogante y yo digo un "ah" ocasionando que él suelte
una carcajada antes de meterse en el jeep y abrir la puerta de
copiloto.

—¿Nos vamos, Lucy? — preguntó y yo tragué saliva, sintiendo mis


mejillas calentarse.
¿Podría negarme?
Capítulo 3 (*)
LUCY

Lujo y misterio.

Eso era lo que gritaba Hiverdele: Un pequeño pueblo localizado en


Estados Unidos, dónde viven empresarios, diplomáticos y personas
adineradas sin leyes y reglas.

Eso era lo que Caebrán Fairchild se encargaba de decirme mientras


iba a 120 kilómetros por hora en un jeep negro de camino a lo que
será mi nueva escuela por las calles mientras yo apretaba mis
manos en puños por la velocidad.

— ¿Y tiene novio, Lucy?— preguntó el pelinegro mientras jugaba


con su piercing.

Quité la mirada de su rostro para fijarla en la carretera de nuevo.


Suspiré y me mordí el labio debatiendo si responderle o no.

— No, no tengo novio— respondí finalmente luego de unos


segundos.

— ¿Sí?—preguntó fingiendo asombro y yo me encogí de hombros.

—Sí, ¿crees que perdería mi tiempo en una relación a distancia?—


pregunté y él asintió.

—Buen punto— dijo y yo está vez fui yo quién asintió— pero las
relaciones a distancia sí funcionan, Lucy.

«Es algo discriminante que generalices, pequeña. Algunas personas


pueden molestarse con tus palabras. Ellas sí funcionan si las
personas quieren que lo haga.
Me quedo callada, abriendo mis ojos sorprendida por sus palabras—
¿Tú tienes una, Caebrán?— pregunté confundida y él negó
rápidamente.

-¡No! — prácticamente gritó él y yo rodé mis ojos —No me van las


relaciones—dice de inmediato y yo no me molesto en expresar
nada, así que el continua: —Pero mis padres sí, tengo madres en el
extranjero por motivos de trabajo y papá siempre está de un lado a
otro, también así que sí funcionan Lucy, solo que las personas no
saben cómo llevarlo.

Yo me muerdo el labio mientras aprieto la maleta sobre mis piernas.

¿Madres en el extranjero? Eso quiere decir que... no son las únicas


esposas que Caleth tiene.

Interesante.

— ¿Cuantas madres tienes Caebrán?— pregunte y el pelinegro hizo


una mueca.

— Llegamos—anuncia ignorando mi pregunta y yo ruedo los ojos


desviando mi vista de su rostro y poniéndola sobre... ¡Mierda!

La gigante estructura frente a mí me hace perder el aliento y quedar


sin palabras: Fuente, un lado, paredes de vidrio y chicos ricos
caminando de un lado a otro la mini plaza que hay en el centro.

— ¿Es aquí?— pregunte sin poder creerlo y Caebrán sonrió de


manera arrogante.

—Sí, esto es Hiverdele School— dijo él y yo asentí aun asombrada.

Caebrán salió del jeep y dio la vuelta hasta llegar a mi puerta y


abrirla.

— ¿Quieres un recorrido?— pregunto mientras me extendía una


mano y yo la tome algo confundida.
En cuanto baje del jeep negro, pude sentir las miradas sobre mí,
pero sonreí mientras agarrada de la mano camina como una jodida
reina hacia esa majestuosa y gigantesca escuela.

Mi escuela.

Todo era confuso, pero no podía quejarme; por alguna razón sentía
que esto solo era el comienzo de acciones que cambiarían mi vida
por completo.

Solo que no tenía idea de cuánto... Eso me asustaba pero me deje


guiar por Caebrán por la hermosa escuela.
Capítulo 4 (*)
CAEBRÁN

—Está es el área de piscina, usualmente lo utilizamos los viernes


antes de salir de clases— le digo a una asombrada Lucy alias
"intrusa temporal en mi familia".

Hemos recorrido la mayoría de los rincones importantes de la


escuela; le he enseñado desde los baños a los jardines, los salones,
la cafetería, la cancha de tenis y el estacionamiento. Giró mi rostro
para observarla.

¿Enserio se siente tan asombrada por... esto? ¿Una simple


escuela?

Quisiera reírme a carcajadas por las muecas de su rostro. Está


completamente diferente a la chica temerosa que entró a mi jeep o a
la chica que llegó ayer y se encerró en la habitación. Me relamo los
labios pensando en las diferentes facetas de Lucy Beckett mientras
juego con el piercing de mi labio mientras quisiera preguntarle sí
Crono la dejo dormir con su peculiar música, pero me ahorro la
pregunta, simplemente deshornándome el cabello y siguiendo su
mirada perdida en una de las piscinas.

—Es tan... precioso y deslumbrante — dice y yo quisiera rodar los


ojos, pero al final opto por dar un suspiro y tomándola del brazo,
haciéndola brincar sobre su sitio de una manera bastante cómica, la
guio para mostrarle otro lugar

— Está en el área de gimnasia para chicas, entraras aquí si en el


grupo de Recreación eliges gimnasia. En general los salones varían
dependiendo de por cuál especialidad optes — explicó mientras
pasamos por los vidrios que hacen de paredes en toda la escuela—
Allá esta la cancha de fútbol americano y por aquí — la jalo dentro
de un pasillo— están los casilleros y las oficinas de los directivos.
En cuánto termino de decirlo, Lucy se lanza sobre mí y me da un
abrazo que me toma sorprendido.

— ¡Gracias, Caebrán! has sido muy amable— dice pegada a mi


cuello y yo le correspondí el abrazo algo confundido.

—¡Bueno! eso fue muy cursi— dice una voz masculina detrás de mí
y yo hago una mueca al reconocerla perfectamente mientras me
separo de Lucy y rasco mi nuca jugando con mi piercing.

— Joseph —refunfuño antes de darme la vuelta y ver a mi amigo.

— ¿Quién es esta belleza? — pregunta el peliblanco, ignorando mi


saludo antes de echarle una mirada descarada a Lucy
prácticamente desvistiéndola, quien saca su dedo del medio y le
lanza una mirada asesina, haciéndome reír a carcajadas
completamente deslumbrado con las facetas de esta chica.

—Alguien que nunca podrás tocar, por supuesto— dice


sorprendiéndome aún más antes de empezar a caminar— ¡Imbécil,
niño rico! — grita haciendo que unas chicas nos miren y yo le doy un
golpe a Joseph en el hombro quien levanta las manos al aire y
parece dibujar el cuerpo de Lucy.

—Esta chica es...— empieza a decir mientras abrí mi casillero,


sacando tres cuadernos de él.

— ¿Impresionante? ¿Bonita? ¿Deslumbrante? — preguntó antes de


sacar un cigarrillo, encenderlo y llevármelo a la boca mientras
camino por el pasillo, saludando a varios chicos y chicas.

— Rara.

Meneé mi cabeza al escuchar su respuesta e intento ignorarlo


mientras caminamos. El efecto en nuestra presencia se hace notar y
un grupo de personas se nos quedan mirando sin saludarnos.
Joseph es lo suficiente elocuente para alzar su mano y saludarlos él.
Porqué así es Joseph, demasiado sociable.
— ¿De qué me perdí? — pregunta Cristian cuando llega detrás de
nosotros, arreglándose la mochila.

—Hablábamos sobre la nueva— dice Joseph perdido en su teléfono.

— ¿Nueva? — pregunta mi hermano confundido y Joseph rueda los


ojos al mismo tiempo que deja de caminar.

—Sí bro, la nueva— repite para Cristian antes de posar la vista


sobre mí — ¿Irás a la fiesta?

— ¿Cuál fiesta? — inquiere Cristian con el ceño fruncido haciendo


que Joseph y yo rodemos los ojos.

—Deja de comer mocos y presta atención por una puta vez en tu


vida, imbécil— digo antes de volver a caminar con mi cigarrillo en la
boca hasta el salón de clases siendo seguido por Joseph cómo la
garrapata que es y más atrás, Cristian chillando sobre nuestro
"maltrato".

— ¿Iras o no? — pregunta el peliblanco de manera insistente y yo


meneo la cabeza mientras me siento en mi pupitre, apagó el
cigarrillo y lo tiro a la papelera. Giro mi cabeza y chasqueo la
lengua.

—No lo sé, quedé de verme con Dove— le digo y mi amigo levanta


una ceja.

— ¡Hoy habrá sexo!

— ¿Quién sabe? No es nada seguro además no eres el dueño de


mi pene.

Me encojo de hombros.

— Sabes lo fácil que es Dove

—Más fácil eres tú —suelta una voz femenina desde atrás y Joseph
rueda sus ojos.
— ¿Fácil o deseable? No es mi culpa que todas quieran conmigo —
es su simple respuesta mirando detrás de mí— ¿Llevarás a la
nueva?

Lo ignoro con facilidad mientras observo llegar profesor de ciencias


con su portátil en mano.

— ¡Buenos días, jóvenes! — saluda haciendo notar su presencia y


por primera vez me doy cuenta del bullicio que había en el salón. Me
relamo los labios cuando el profesor anuncia que dará las notas del
último examen y justo en ese momento; una cabellera blanca cómo
la de Joseph entra dando traspiés al salón.

Ella hace una mueca y espera pacientemente al que el profesor


anuncie que puede entrar. No puedo evitar sonreír al ver sus mejillas
sonrojadas, Joseph frunce el ceño hacia su hermana y ella se
encoge de hombros.

Finalmente, el profesor la deja entrar y ella se sienta a dos puestos


de nosotros, nos ignora completamente durante el resto de la clase
y es citada para hablar de sus bajas notas al final.

Saco mi celular y escribo directamente al grupo de WhatsApp:

Caebrán: ¿Entonces Jake es capaz de sacar simples ceros en


ciencias?

CAEBRÁN CAMBIO EL NOMBRE DEL GRUPO

Joseph y ella sacan el celular al mismo tiempo, de inmediato veo un


escribiendo y quiero reír a carcajadas al ver la respuesta.

Jake Jake: ¿En serio, Caebrán?

Jake Jake: ¿Jake es una burra en ciencias? Quita ese nombre.

Jake Jake: M a d u r a

Cristian: Estoy en examen :( ¡Ayuda!


Crono: ¿Me importa?

Levanto la vista del celular cuando el profesor me nombra y me


levanto jugando con piercing.
Capítulo 5 (*)
LUCY

La campana suena y dejó de admirar el gigante cuadro lleno de


trofeos en la pared llena de cuadros escolares algo antiguos. Juego
con el peso de mi cuerpo cambiando de pie mientras tengo la vista
pegada en cada uno de los trofeos.

«Campeonato de esgrima, Pruslas F. 2015» Decido dejar de ser rara


e ignorar el hecho de que ese nombre me trae escalofríos o una
sensación extraña. Dejo de mirar el trofeo cuando un grupo de
chicas pasan detrás de mí hablando sobre temas sin sentido.

Miro el techo y maldigo mentalmente queriéndome tirar al suelo y


gritar: ¿Dónde queda mi puta aula? Rayos...

— ¡Hola! — una voz dulce algo chillona hace que salga de mis
pensamientos y vuelva a la realidad. Giró algo alerta y forzó una
sonrisa.

— ¿Hola? — inquiero algo confundida antes de fijar la vista en una


chica castaña con anteojos y mejillas rosadas.

— Eres nueva — dice porque definitivamente no suena como una


pregunta. Ella lo está afirmando así que solamente asiento con mi
cabeza, rápidamente.

— Lo soy — digo yo entre risas nerviosas y algo tensas haciendo


que ella empieza a reír también.

—Somos de la misma clase— me hace saber y yo paro de reír para


mirarla de forma rara.

— ¿Ah? — pregunto sintiendo algo de confusión.


— Soy la hija de la directora, por eso lo sé, además mi madre me
pidió ayudarte ya que seguramente Crono no te enseñaría los
salones ni nada de eso — explica apresurada y yo hago una mueca
completamente enredada con su trabalenguas. Arregla sus lentes,
subiéndolos por el puente de su nariz y me regala una sonrisa
tensa.

— ¿No me entendiste, cierto? — me preguntó y yo sonreí


forzadamente.

—Ni puta mierda, pero tranqui— digo y le toco el hombro haciendo


que ella se estremezca—No te preocupes por el recorrido, ya
Caebrán me enseñó el lugar y eso... ¡Todo esto es demasiado para
una escuela! pero me acostumbraré.

— ¿Caebrán? —pregunta atónita y yo asiento extrañada.

— Todos son lindos, pero el que mejor me cae es Caebrán y el peor


es ese tal Crono— le digo, meneando mi cabeza y ella me mira
curiosa incitándome a seguir— Crono es....

— Extraño— termina por mí y yo asiento, concordando con ella de


inmediato — ¿Cómo es vivir con los hijos de la Élite? — me
pregunta mientras caminamos por el pasillo para llegar al salón B3,
el mismo que curiosamente Caebrán me había enseñado.

— No lo sé — respondo con la mirada perdida en la puerta y ella


asiente

Paramos en una puerta blanca y yo la miro curiosa.

— ¿Es aquí?—le preguntó y ella asiente.

Cuando estoy dispuesta a dar un paso y abrir la puerta, su voz me


detiene: — ¿Cómo te llamas?

— Lucy.
— Mi nombre es Marta Cox— dice y tomo el picaporte para luego
girarlo y así abrir la puerta para entrar al salón.

Nota: Los capítulos son cortos pero en ellos hay información


importante :)
Capítulo 6 (*)
LUCY

Al entrar, todas las miradas se dirigieron a nosotras. Todas menos la


de unas mesas compartidas al fondo del salón, pude distinguir a
Crono entre ellos, el único que me miraba atentamente desde su
silla luego de unos minutos, antes de volverla a colocar en el suelo.

Los otros tres chicos miraban sus cuadernos, cómo si lo que pasase
a su alrededor no fuera merecedor de su atención. Era extraño y el
ambiente que daban también lo era. Parecía que fueran de otro
planeta y emanaran una energía superior a la del resto.

Tragando algo de saliva de forma dificultosa me dispuse a examinar


el castaño con comportamiento extraño:

Sus pies estaban cruzados debajo de la mesa, su chaqueta gris


estaba perfectamente planchada, una corbata celeste que hacia
juego con la camiseta azul claro, su cabello estaba perfectamente
peinado hacia atrás y sus ojos verdes estaban algo claros,
mirándome por qué ahora lo hacía.

Me relamí los labios, incómoda mientras mi corazón latía con fuerza


contra mi caja torácica haciendo que mis vellos se erizaran. Por
alguna razón este chico gritaba misterio e intriga junto a su
comportamiento borde y su mal gusto de musical que no me dejo
dormir. Su piel pálida lo hacía relucir aún más; se veía cremosa,
limpia y perfecta. Lo descubrí gracias a que lo miraba atentamente;
él movía su pie debajo de la mesa sin despegar los ojos de mí, era
extraño como sentía que estaba acorralándome, quizá enviándome
vibras negativas ya que me sentía indefensa o amenazada. Él se
relamió los labios y pude ver una pequeña sonrisa siniestra en
aquellos labios rosados y carnosos. Mis ojos se abrieron lo
suficiente mientras apretaba mis puños sin razón hasta que la voz
de Marta me saco del extraño trance en el que me encontraba
perdida en aquellos iris verdosos.

— Ándale, siéntate a mi lado— dijo en voz baja antes de jalarme del


brazo y sentarse en el pupitre acolchado.

En silencio, aturdida hice exactamente lo que me había ordenado:


me senté a su lado y traté de fijar la vista en el pizarrón mientras la
profesora explicaba algo respecto a números y ecuaciones que no
logré entender por completo ya que me encontraba perdida en mis
pensamientos hacia otra persona.

Mordí mi lapicero mientras miraba disimuladamente al culpable de


mi falta de atención a la clase cuando me sentí con la suficiente
fuerza para hacerlo. Sus compañeros de mesa intercambiaban
palabra debes en cuando, menos él lo que me hacía preguntarme sí
tenía algún problema social o era apático a compartir el oxígeno con
otros.

Él estaba callado y en el momento que nuestras miradas chocaron.


Tragué mordiendo con fuerza el lapicero al sentir sus ojos verdes
mirándome fríamente. Me removí sombre mi asiento, volviendo la
atención al pizarrón como un cachorro indefenso.

— ¿Estás incomoda?— la pregunta por parte de Marta me hizo


fruncir los labios.

—Tal vez— dije y ella asintió, mientras terminaba de copiar unos


dígitos en su cuaderno.

— Es normal, Lucy pero no pareces tan afectada cómo lo hace el


resto.

— ¿Qué? ¿De qué hablas?

—Es normal sentirse incómoda— susurró y yo me confundí aún más


— Eso es lo que hace Crono: distraerte y hacerte sentir incomoda.
No puedo explicar la mirada confundida que le mande pero sentí
ganas de alejarme de ella por las cosas extrañas que decía desde
los cortos minutos que llevo conociéndola. Ella continuó hablando:
— Cada uno de los hermanos son diferentes, lo único cierto es que
tienen esa esencia que te hace sentirte incomoda y confundida, de
pronto quieres saber que ocultan, qué pasa con ellos, y por qué son
así...— hace una pausa— Son raros, misteriosos y jodidamente
buenos pero lo más real de todos ellos es que: son peligrosos y es
mejor estar muy lejos de ellos así nunca podrían hacerte daño.

Se acomoda los lentes y vuelve su vista al pizarrón. Me quedo


observándola mientras todas esas palabras confusas y junto con la
confesión se recopilan en mi cabeza. Una sensación extraña llena
en mi boca.

— ¿Te gusta uno de ellos?— pregunté luego de unos minutos y ella


niega rápidamente mientras le echa una mirada a Crono antes de
volverla hacia mí de forma sospechosa.

—No pero a alguien que conocí si le gusto uno de ellos y término


muy mal.

Las últimas palabras me toman desprevenida y dejo de jugar con mi


cuaderno para cruzarme de brazos y mirarla.

— ¿Qué tan mal? — le pregunto sin rodeos y ella traga saliva.

— Muerte — responde y mis vellos se erizan por un momento— eso


es lo que le paso a...—se calla y menea la cabeza.

La miro con ojos con ojos desorbitados mientras la tomo del brazo.

— ¿Quién, Marta?— le pregunto y ella niega.

—Olvídalo, ¿sí? Es mejor que no te metas en esto — pide en un


hilito de voz antes de levantarse y salir corriendo del salón haciendo
que la profesora me miré al igual que todo el salón pero yo solo giro
la cabeza para encontrarme con los ojos verdes de Crono y los de
sus amigos sobre mí.

Mientras lo único que pienso en es: ¿Qué mierda es lo que acaba


de pasar y qué está sucediendo en este pueblo?
Capítulo 7 (*)
LUCY

Observé en cámara lenta como todos se levantaron de sus pupitres


en cuanto la campana sonó. A diferencia de otros colegios, ellos se
levantaron tranquilos y salieron charlando en voz baja aunque
algunos se quedaron ahí hablando con la profesora de cálculo algo
sobre un próximo examen.

Él y su grupo de amigos se quedaron ahí.

Lo supe porque podía sentir sus miradas en mi espalda; tentándome


a voltear o tal vez era yo dejándome influenciar por las ideas de
Marta Cox quien había salido del salón de una forma bastante
extraña, sí antes pensaba que Hiverdele era extraño, con lo que
paso con la castaña de anteojos me confirmo la teoría pero estaba
segurísima de algo: no quería sentir eso, no quería sentir lo que la
extraña presencia de Crono hacia despertar en mí.

Así que tomando todo lo de la mesa, me levanté y camine hacia la


puerta, con el corazón en la mano por alguna extraña razón pero la
voz de la profesora me hizo parar en seco.

Giré sobre mis talones y coloqué mis ojos azules sobre ella: Era una
mujer de edad media, con los ojos negros, el cabello cortó hasta los
hombros, un fleco y anteojos. A pesar de verse algo mayor,
resultaba atractiva y la sonrisa que me dio fue bastante agradable.

Me hizo un ademán con una de sus manos en la cual pude notar un


anillo algo brillante al mismo tiempo que se sentaba de regreso a su
silla detrás del escritorio algo grande en donde reposaban algunas
hojas dispersadas.

Mire hacia el lado del salón donde se encontraba Crono junto a su


grupo y está vez ellos estaban levantándose. Regresé la vista hacia
la profesora al mismo tiempo que decidí caminar hacia ella para
evitar toparme con el castaño de ojos verdes.

— ¿Eres Lucy?

Su voz era bastante baja hasta dulce y lo había confirmado durante


toda la clase. Me coloqué a su lado y asentí con mi cabeza. Ella se
quitó los anteojos y frunció los labios, examinándome.

— No habíamos tenido una nueva estudiante en Hiverdele desde


Katherine — hay un toqué extraño en su voz está vez pero ella
sonríe, pestañeando: — ¿Cómo te pareció la clase? ¿Te has
adaptado al pueblo?

— Ha sido estupenda y espero adaptarme cuanto antes, profesora.

Ella asiente y mira a Crono junto a su grupo saliendo de clases. Por


la expresión de su rostro temo que ella sea una de ese "grupo de
chicas deslumbradas" de las que hablaba Marta mientras examino
su rostro. Le toma algunos minutos componerse y veo cómo se
menea la cabeza antes de soltar:

— Ten cuidado, aquí algunas cosas no son lo que parecen.

A pesar de sus tiernas palabras o al menos el tono que intenta usar,


frunzo el ceño.

— ¿Por qué me harían daño?

— Nunca sabemos verdaderamente quien nos rodea, tómalo como


un consejo, Lucy.

— Nadie me hará daño, profesora y gracias por sus consejos, ahora


debo irme.

Yo seguía mintiendo, rugiendo y repitiendo una y otra vez que


estaba a punto de huir de aquí porque todo era muy extraño en este
pueblo. No dejé a la extraña profesora de cálculo seguir hablando
porque salí rápidamente del salón decidiendo que iría al baño pero
la escena que vi en los casilleros me dejo petrificada.

Una chica de cabello rojo brillante y largo le daba una cachetada a


Caebrán y él gritaba un par de palabras coloridas hacia ella quien
volvía a estampar su mano contra la mejilla del castaño. Parecía
una completa fiera mientras lo apuntaba con el dedo y gruñía
haciendo un gran escándalo en medio del pasillo.

— ¡Eres un imbécil!— grito y todos empezaron a mirarlos aún más si


eso fuese posible. Estar con uno de ellos traía mucha atención y lo
había deducido cuando Caebrán me había enseñado algunas cosas
de "la pequeña escuela" de la que ahora formaba parte.

Caebrán le sostuvo la mano cuando la quinta bofetada estaba por


venir a su rostro y la miro con furia o es lo que supuse al ver como
ella pasaba de ser una fiera a un cachorro indefenso.

Una chica de cabello azul llego corriendo a dónde se encontraba


Caebrán y la pelirroja brillante.

— ¡Cálmate, Dove!— chilla la de cabello azul mientras agarra del


brazo a la histérica de cabello rojo que ahora quiere forcejear con
Caebrán.

— ¿Por qué lo hiciste?—pregunta alterada la pelirroja, quien según


la de cabello azul se llama Dove.

— Dove, ¡vayámonos, ya! — soltó la de cabello azul, jalándola del


brazo.

— ¡No, Rose!— chillo Dove, antes de mirar a Caebrán con furia—


¿Por qué publicaste ese vídeo?

— Quería hacerlo y lo hice— fue su respuesta entonces Dove brinco


sobre él y comenzó a golpearlo.
Una rubia platinada llega al lado del idiota de ésta mañana y separa
a la pelirroja de Caebrán con ayuda de Rose.

— ¡Eres un asqueroso! Era nuestra privacidad — grito la pelirroja


mientras las otras dos chicas la llevaban a rastras hasta perderse en
el baño que era mi destino.

Me quede estática, observando como llegaban los hermanos de


Caebrán. Consus le dio una mirada envenenada a Caebrán al
mismo tiempo que Cristian le susurraba algo oído. Loquísimo al
igual que la situación extraña que acababa de pasar. Caelus le dio
una mirada al grupo de personas que miraban a los chicos haciendo
que este se dispersara en automático y entonces pasó; Los
hermanos voltearon a verme y juro que lo más que desee en ese
momento fue desaparecer.

Pero mientras yo me maldecía mentalmente, los hermanos de la


élite se acercaban a mí, lentamente, mirándome al igual que el resto
de los estudiantes que se encontraban cerca por el drama de la tal
Dove con Caebrán que involucraba un extraño video del cual no
tenía ni idea de lo que representaba pero por la manera en la que
ella actuaba, debido ser algo demasiado fuerte.

Respiré con fuerza dispuesta a darme la vuelta e huir; pero eso


sería demasiado tonto de mi parte. No podía salir corriendo así que
mentalmente me prepare para dejar lejos mis planes de ir al baño y
lo único que pude hacer fue ver a los cuatro chicos venir hacia mí.
Capítulo 8 (*)
CAELUS

— ¿Quieres irte con nosotros?

La voz amigable y bastante irritable de Cristian resonó en mis oídos


al mismo tiempo que los ojos azules de Lucy se abrieron con
sorpresa y ella miro detrás de nosotros antes de asentir lentamente.

No es que tuviera otra opción, pero mi hermano menor era lo


bastante amable para preguntarle algo a lo que ella debía acceder si
quería regresar a la mansión en una manera bastante cómoda.

Chasquee mi lengua, esperando moverme pero ninguno de mis


hermanos lo hacía. Lucy estaba agarrando las hojas entre sus
manos con demasiada fuerza que fácilmente podría romperlas lo
que me llevaba a pensar que se sentía incomoda con toda la
atención sobre ella, lo que me hizo sonreír por un momento pero la
sonrisa se borró cuando Caebrán dijo algo que no estaba en la lista
de planes: "¿Lucy quieres ir a la fiesta de hoy?"

Abrí mis ojos lo suficiente para molestarle a mi hermano de una


manera nada disimulada lo que acababa de hacer y cuánto me
cabreaba. La acababa de joder con Dove y lo volvía a hacer. Ella
asintió de nuevo como un robot y quise gritar, eso definitivamente
nos ponía junto a ella por más tiempo del deseado.

Pero Consus decidió concordar con Caebrán, luego Cristian lo hice


y solamente me encogí de hombros cuando todos me miraron.

***

Miré a Lucy por sexta vez en el viaje, efectivamente estábamos en


camino a la fiesta.
Sus ojos azules estaban perdidos en la ventana del auto, y la verdad
no me intereso ese hecho. Solo quería verla, ver cada facción de su
rostro de perfil; su nariz, sus labios, sus pestañas, sus ojos azules,
sus pómulos y sus cejas.

Sentía odio. Odio por ella pero había un sentimiento contradictorio


dentro de mí. No la quería aquí, ni siquiera sabía por qué mi padre
había ideado todo este teatro y traer a una niña desconocida a
convivir con nosotros cuando siempre nos había dado la idea de ser
exclusivos y no establecer contacto con cualquiera.

No sabíamos de donde era, ni su edad, sus padres, su nacionalidad.


Estábamos en blanco; al menos nosotros. Mi padre no sería tan
estúpido para traer a alguien desconocido a nuestra mansión, y
aunque nos había explicado su magnífico plan no tenía sentido.

— Llegamos— anuncio Consus antes de aparcar la camioneta


frente a la mansión de Joseph y Jake. Quise protestar sobre venir
aquí en vez de ir directo a la fiesta pero no lo hice.

— ¿Qué haremos aquí?—inquirió la intrusa al mismo tiempo que me


miraba por primera vez.

— Nada — respondí antes de poner los ojos en blanco haciendo


que ella entrecerrara los suyos.

— Vinimos a buscar a unos amigos— dijo Consus mirando por el


retrovisor— ¿Puedes bajar a buscarlos, Cristian?

Cristian se bajó refunfuñando y dando zancadas, molesto por todo


esto tanto como yo o al menos fue lo que supuse.

¿Porque ella? ¿Qué significaba? ¿Qué ganaríamos? ¿Dinero?


¿Fama?

Ya lo teníamos todo; ¿Por qué mis padres siguen teniendo sed de


más? ¿Nunca estarían conformes? ¿Qué sería lo siguiente a lo que
nos obligarían? Podría hacer una lista de las cosas por las cuales
estaba en desacuerdo sobre todo esto y

La cabellera de Jake apareció en mi campo de visión e hice una


mueca.

—Hola hermanos— nos saludó Joseph de inmediato antes de fijar la


vista en Lucy, quien rodó los ojos automáticamente. Él abrió la
puerta y se recostó a ella— Hola, preciosa.

— Hola, imbécil — contraataco y casi reí porque no tenía humor


para hacerlo en este momento. No cuanto la pelea de Caebrán
había hecho que ciertos rumores molestos ahora estuvieran sueltos
por todo el pueblo tampoco lo estaba gracias a la petición de mi
padre, tener que aguantar a la intrusa, ahora también debía soportar
a Joseph y sus estupideces podrían hacerme perder la poca
paciencia que me quedaba.

Y lo siguiente fue cuánto los planes de la fiesta se fueron al carajo:


el drama de Rose Bush con Caebrán había sido lo suficiente para
"exponernos" el día de hoy según las palabras de Consus cuando
mi padre lo llamo a los pocos minutos. Me enojé aun más;
volveríamos a pagar por las estupideces de Caebrán y por si eso
fuese poco Jake estaba toda intensa dándole miradas extrañas a
Lucy mientras escribía en su teléfono.

¡Genial! Este día iba de maravilla, ¿algo más para poder volverme
loco y acabar con mi paciencia?

Consus arrancó la camioneta y protesté pero fui perfectamente


ignorado.
Capítulo 9 (*)
LUCY

En cuanto Consus aparco el auto enfrente de la mansión, sentí un


alivio: él ambiente tenso del auto y las miradas de odio que recibía
por parte de Caelus y de Jake me empezaban a molestarme. Baje
del auto y entre a la mansión desesperada tropezando con una
chica de servicio a la cual le di una mirada apenada.

Agradecí internamente que Caleth y sus esposas no estuvieran


mientras caminaba con prisa por las escaleras porque no me creía
lo suficiente segura para fingir una sonrisa para ellos. Estaba
completamente confundida con la situación en este segundo día en
el pueblo.

Era tan extraño, los chicos parecían odiarme, la chillona de cabello


rojo, la profesora de Cálculo me había dado una advertencia sin
razón y Marta había despertado una curiosidad peligrosa junto a un
sentimiento extraño en la clase. Además ese nombre en el trofeo, lo
lujoso que era todo junto a lo que había sucedido era lo suficiente
para volver completamente intenso mi primer día.

Cuando llegue al pasillo, una música heavy metal a todo volumen


resonaba y la puerta de mi habitación abierta me hizo fruncir el ceño
mientras me acercaba con cuidado hasta entrar a la habitación, de
forma alerta.

Tiré mi bolso de vestir en la cama y caminé hasta la puerta que daba


al pequeño balcón, que también estaba abierta de manera sigilosa
estando atenta de cualquier situación fuera de lo normal. Un Crono
sin camiseta y fumando cigarrillo recostado a la pequeña pared
blanca me hizo parar en seco y subir mis cejas bastante confundida.

Los músculos en su pálida espalda se marcaban mientras estaban


pegadas a la pared; su pantalón de vestir estaba suelto y sus pies
estaban descalzos mientras su mirada verde se encontraba perdida.
Di unos cuantos pasos, acercándome al chico casi desnudo en mi
balcón al mismo tiempo que me colocaba a su lado y con mis
manos, me aferraba a la pequeña pared que evitaba que cayera del
balcón.

Me coloque a su lado, mientras lo veía expulsar el humo del


cigarrillo mientras tenía su mirada perdida en algún punto del
paisaje. La neblina era densa al igual que el bosque húmedo y algo
tenebroso.

Además de descubrir que el pueblo era bastante peculiar, me di


cuenta que el clima siempre era frió y por su ubicación parecían un
pequeño grupo de personas cerradas, efectivamente lo era. Tenía
sentido al ser "el hogar de los hijos de la élite" Entendí que todos
tenían dinero, hijos de algunos famosos, diplomáticos o de
empresarios. Quizá los tres, quizá solo uno pero su cuenta bancaria
era desbordante. No venia de una familia rica pero tampoco de una
pobre, en su momento disfrute de cosas extraordinarias pero: una
escuela con piscina, regalos de cumpleaños con autos de lujos,
fumar en el colegio hacían llevar todo a otro nivel y eso que había
obviado cosas. No había reglas, podías hacer lo que quisiera y las
personas aquí actuaban extraño. Tan extraño que me llevo a
preguntarle al intruso:

-¿Qué haces en mi habitación?— pregunte y él me ignoro. Su aura


misteriosa y extraña estaba más fuerte que nunca y culpe a mis
nervios mientras el humo de cigarrillo salía sus labios lo que le hacía
ver jodidamente sexy, repetí la pregunta haciendo que sus ojos se
posaran sobre mí de manera cansada.

Había ojeras debajo de sus ojos, se veía agotado aunque eso no le


restara lo atractivo en lo más mínimo.

— ¿Qué haces tú aquí?— soltó y mis vellos se erizaron al escuchar


su voz.

Su voz...
Su voz era melodiosa, roca, extraña, adictiva, misteriosa.... al igual
que él.

Abrí mi boca dispuesta a decir algo pero simplemente tartamudee.


Lo miré sorprendida, sin saber lo que quería decir pero al final dije
algo no tan ingenioso cómo quería: — Esa pregunta debería
hacértela a ti, estás en lo que temporalmente será mi habitación.

Él siguió fumando en silencio, termino el cigarrillo y lo lanzo lejos,


antes de girarse y acercarse a mí lo suficiente para poder juntar
nuestras respiraciones.

La tensión en el aire creció de manera automática, quise gritar o


hacer algo para que mi pobre corazón dejara de latir tan rápido. Él
meneo la cabeza y se dio la vuelta, dejándome con la respiración
hecha un desastre y me tire al suelo, cuando lo vi salir de mi
habitación y cerrar la puerta.

Definitivamente eso fue... extraño y mi vista se quedo perdida por


dónde Crono camino antes de salir. Tenia un mal presentimiento
sobre todo esto pero luego de unos minutos decidí levantarme y me
arrastre prácticamente para caer en la cama mientras me obligaba a
dejar de pensar.

Al menos dejar de pensar en él y lo cerca que estuvimos.


Capítulo 10 (*)
LUCY

—Tienes que estar bromeando — murmuré con los ojos muy


abiertos.

Ella se acostó con todos ellos.

Se está aprovechando de la situación.

Escuché que se enredó hasta con el padre.

Dicen que hace orgías por dinero.

Escuche que le gusta drogarse con Consus.

Ayer la vi besándose con Caebrán.

¿Qué tiene esa estúpida que nosotras no?

¿Por qué ellos le hablan?

Dicen que da buenas mamadas.

Dicen, sabes, escuche y vi, esas simples palabras estaban


rondando mi mente desde que Marta Cox me contó los rumores que
recorrían el colegio de Hiverdele desde el primer día que lo pise. Mi
cabeza dolía mientras lo único que podía pensar era: ¿Por qué las
personas son así de dañinas?

—No puedo creerlo — susurré aparentando calma aunque tenía un


tic nervioso en uno de mis ojos, antes de cerrarlos y pegar mí frente
a la mesa de la cafetería, queriendo ahorcar a cada persona por
hablar tantas blasfemias de mí.
Te haré un resumen de lo sucedido: Había llegado al colegio
acompañada de Consus, las miradas estaban puestas sobre mí y
comenzaba a acostumbrarme a ello debido a que ellos eran una
especie de personas importantes en este pueblo. Así que estaba en
medio de los ojos de cada estudiante al igual que cada profesor
hasta que choqué con Marta cerca del salón de lenguas extranjeras.
Olvidando por un momento el extraño suceso de ayer con su
declaración de "termino mal y muerta" con la que terminó huyendo
de clases. Hable con ella sobre algunos temas banales y
terminamos juntas en la primera aula en la que veríamos una
asignatura, luego decidimos ir a la cafetería y justo al sentarnos ella
había decidido soltar toda la sopa.

Era la noticia nueva del Colegio Privado de Hiverdele, y por lo tanto;


el blanco para las críticas y burlas.

—Pues créelo, Lucy... — exclamó ella pero antes de callarse al


instante cómo si hubiesen oprimido un interruptor en su sistema.
Algo confundida levanto la cabeza de la mesa y sigo la dirección en
la que la castaña de anteojos tiene su vista puesta.

La mueca en su rostro me hace querer inquirir todas las preguntas


que hay dentro de mi casa. Ella está tan tensa mientras se endereza
y deja el plato de pastel de fresas a un lado.

— ¿Quiénes son ellas?

Mi pregunta no tenía que ver con sus nombres porque ya los sabía.
Mi pregunta tenía un toque más de "¿Qué representan ellas?" no
pronunciada. Marta giró su rostro hacia mí y otra vez esa mirada
lunática llenaba sus ojos, creó que captando el destino de mi
pregunta.

La pelirroja alterada que golpeaba a Caebrán, la del cabello azul con


facciones delgadas hasta podría decir esqueléticas y la rubia
platinada; la misma hermana del imbécil con piropos malos estaban
en un grupo de sólo tres en una mesa de diez personas. Era
magnifico y loquísimo. Todos pasaban a su lado y ni se atrevían a
mirarlas, tenían vestidos que las hacían diferenciar del resto, porque
no llevaban el uniforme y las telas de estos daban un toqué carísimo
cómo un mensaje claro a tu billetera de: no podrás tenerme, de esos
que solo se ven en internet y te duelen hasta en el alma.

Tenían estilo y eso era indudable. Las repase repetidas veces,


prestando atención hasta qué habían en sus platos casi vacíos y
sólo encontré unas cuantas frutas en estos.

Volví a mirar a Marta y está se acomodó los anteojos, encorvándose


para decir: — Son vegetarianas, al menos dos de ellas, lo son. —
ella hace un ademán extraño con su mano antes de añadir: — La
otra sólo finge hacerlo porque ama los dulces y las carnes.

Asentí con mi cabeza, incapaz de decir alguna palabra al mismo


tiempo que concentraba todas mis energías intentando no parecer
sospechosa ante la idea que rondaba en mi cabeza. Al parecer
Marta tenía un letrero de "pregúntame todo sobre cada persona aquí
y te lo diré sin pestañear" porque definitivamente asustaba su
exceso de información sobre cada estudiante al igual que esa
mirada lunática que ponía cada vez que miraba a alguien.

Está era la segunda vez que ella lograba crear esa desconfianza en
mi sistema pero repetí internamente lo que dije en mi cabeza luego
del extraño encuentro con Crono ayer por la tardé: sólo estás
paranoica.

— Las hermanas Bush son hijas de un empresario Francés llamado


Rodrigo quién es algo peculiar y extraño mientras que su madre es
la única que viene a las reuniones escolares; ella es una diseñadora
de modas latina de grandes curvas y aura divertida. En general, sus
padres nunca se encuentran en el pueblo por motivo de trabajo al
igual que los Jake y respectivamente Joseph — responde Marta
mientras traga saliva rápidamente — Ellos son unos políticos de
Inglaterra reconocidos a nivel mundial. Los hermanos Calandra son
unos gemelos bastante unidos y todos ellos son el único grupo de
los hermanos Fairchild incluyendo a las hermanas quién de alguna
manera han sido vinculadas con varios hermanos en ámbitos
"amorosos"

Vuelvo a asentir cómo una máquina, ella abre sus ojos rápidamente
mirando hacia la dirección de las hermanas y la rubia platinada.
Hago exactamente lo mismo y las consigo mirando en nuestra
diversión con unas vibras nada amigables.

¿A estas qué mosca le pico? — me pregunto internamente pero la


voz de Marta me hace salir de mis pensamientos.

— ¡Vienen hacia nosotras!

No me pasa desapercibido aquel tono aterrado de ella y todo el


ruido de la cafetería termina teatralmente al mismo tiempo que las
tres chicas aparentemente muy importantes se ponen delante,

— Entonces eres tú la perra por la cual me dejo mi Caebrán — chilla


la pelirroja mientras se cruza de hombros y mi cara podría ser un
meme viral en Facebook.

Abrí mi boca para defenderme de la estupidez de la pelirroja pero


algo impidió que lo hiciera: su mano. Y no estoy hablando de su
mano específicamente, sino hablo de lo que ella hizo con su mano.

Una bofetada.

Ella me abofeteo sin razón delante de todos.

Podría explicar en cámara lenta cómo sentí mi rostro voltearse


mientras su fina pero fuerte mano se estampo contra mi mejilla o el
ardor en ella cuando sentí el golpe también podría explicar el hecho
de qué produjo esa bofetada en mi sistema, así mismo los
murmullos de todos al ver lo que sucedió mientras lo único que
podía pensar era: Oh mierda; ¿Algún problema más que quiera
aparecer en mi vida? ¿No? Aquí los espero, esto no sé puede poner
peor al mismo tiempo que también decía; ¿Estás loca, perra?
¿Quieres que te asesiné al punto que ni los gusanos querrán
comerte?

— Voy a matarte — susurré queriéndome lanzarme sobre ella pero


Marta me tomó del brazo, haciéndome girar el rostro hacia ella. El
contacto de su mano con mi brazo me produzco escalofríos y ahí
me di cuenta de la estupidez que estaba haciendo.

Dove intento lanzarse sobre mí pero Rose se lo interrumpió quizá


sólo por el hecho de mi amenaza que para otro podría parecer
simple y por la ira del momento; pero para mí tenía otro significado y
supongo que para ella también porque su rostro cambia
completamente.

Me obligué a sonreír y a pesar de querer hacerle cosas muy


desagradables le permití irse porque Rose técnicamente le obligo.
Jake me miro y no pude describir lo que transmitía su mirada pero
las tres prácticamente huyeron luego de hacer dicho espectáculo. La
cafetería volvió a ser la misma. Mire a Marta antes de levantarme e
ir al lado contrario por donde se fueron ellas y estalle cuando me
encontré completamente sola.
Capítulo 11 (*)
DOVE

— ¡Cálmate! — gritó Rose mientras me mira completamente


colorada — ¿Crees que te ves muy linda golpeando a todos? ¡Oh,
dios mío! ¡Oh, dios mío! Es que has perdido la cabeza, Rose. No
puedo contigo... — chilla y se agarra el cabello azulado tintado,
frustrada —No pareces una Bush.

Yo ruedo mis ojos sin responderle.

¿Quién es ella para decirme cómo se debe ser una Bush? ¿Desde
cuándo Rose se ha convertido en la hermana perfecta? ¿Por qué
quiere aparentar perfección cuándo es tan jodida al igual que yo?
Suelto aire por la nariz ruidosamente y me giro para observarme en
el espejo.

Inhalo, exhalo. En mi cabeza la voz de mi padre diciendo que


debemos ser perfectas y no podemos dejar que alguien nos pase
por encima así que justifico mis decisiones y mis actos.

Tuve que golpearla. Él es mío. Ella no es nadie. Él me pertenece.


Ella sólo es una estúpida.

— ¡Cállate de una puta vez, Rose! — suelto con hastío mientras me


levanto de la mesa, enojada — Yo hago lo que quiero, golpeo a
quien quiero y hago drama si quiero. Eso no es tu problema, así que
déjame en paz, ¿vale, Rose? No quiero sacar tus trapitos al sol.

— Todo por una perra indefensa por alguien que no te quiere — dice
burlona mientras me observa detenidamente y ahí ya no está
frustrada ni molesta. Ahora está con ganas de burlándose de mi —
Ahora hasta pareces Katherine.

— No soy ni seré como Katherine — escupo con la mandíbula


presando.
— Quien sabe — escupe — todo por un estúpido hermano Fairchild,
¿no es así? En verdad pensé que nunca caerías tan bajo.

Yo suelto una carcajada falsa — No tienes moral para juzgarme


cuándo hiciste exactamente lo mismo. También caíste.

— De hecho, sí la tengo — dice y yo meneo la cabeza con fastidio,


¿desdé cuándo hace el rol de hermana mayor? — Me enredé y tuve
una pequeña relación con Consus y salí ilesa, hermanita. Pero la
pregunta aquí es... ¿tú podrás? Te veo demasiado ilusionada con él.

— ¿Consus? — Pregunto divertida — ¿Llamas enredarte con follar


un solo día? — yo niego mientras me acerco más a ella — No, sólo
te lo follaste y ya, o necesitas que te recuerde cómo te arrastrabas y
competías con Katherine.

Rose me mira y entrecierra los ojos — Eres una...

— ¿Una qué, hermanita? — le preguntó antes de sonreír y colocar


mi mano en su mejilla, acariciándola.

— Una perra asquerosa — suelta y yo me encojó de hombros


mientras me pintó los labios de rojo mate de manera distraída.

— Gracias — digo, guardando el labial en mi bolso antes de darle


un beso en la mejilla y darme la vuelta, dejándola sola en el baño de
chicas.

Cuándo todos los chicos en sus casilleros voltean a verme. Meneó


mis caderas, sonrió y saludo con mis manos a cada uno de ellos
mientras pienso: Yo no terminaré como Katherine, hermanita, yo no
caeré tan bajo, pero lo que sí sé es que Caebrán será mío de nuevo
y ni tú, ni la perra asquerosa de la nueva, lo impedirán.

Por algo soy Dove Bush y lo que una Bush quiere, siempre lo
consigue, sin importar el precio.

Mi celular suena y respondo sin ver el nombre.


— ¿Dónde está mi princesita? — una voz ronca suena detrás de la
línea telefónica y siento algo agridulce dentro de mí antes de sonreír
o al menos intentarlo mientras camino.

— ¡Hola, papi!

Hay unas voces y luego un mandato en Francés por parte de mi


papi, me recuesto a una de las paredes lo suficiente alejadas y
cerrando los ojos, presiono mis labios en una fina línea.

— Borré el vídeo, Dove. No hay rastro de ello. Puedes estar


tranquila, no sé difundió, actuamos de manera rápida.

— Me alegra que lo hicieras, papi.

— Tu madre se volvió loca al verlo — anuncia antes de reír a


carcajadas.

Tragó saliva.

— No puedo imaginarlo... — susurró y no puedo evitar preguntar: —


¿Tú te sorprendiste, papi?

— Nunca lo haría, bebé — evitó pensar en los escalofríos que me


produce la voz de mi padre. Suelto aire por la boca de forma lenta y
abrí mis ojos porque mantenerlos cerrados significa pensar en todo
lo que ha sucedido. Tiemblo y escuchó a unos estudiantes pasar,
asiento con mi cabeza hacia los saludos de todos y actuó perfecto
porque verme alterada de esa forma no puedo permitirlo — Tú
madre dijo que deberías alejarte de ese muchacho por el vídeo,
pero ambos sabemos que no debes hacerlo, pequeña. Arruinarías
todos nuestros planes, eres una alianza y eres mi bebé favorita.
Nunca me defraudarías, tú nunca lo harías y estoy tan seguro que
eso.

«Me gusta divertirme contigo, eres especial hija. Muy especial.

— Nunca lo haría, papi. Jamás te defraudaría.


— En eso confió, pequeña. Eres mi pequeña niña.

Me obligo a responder como lo hacía cuando estaba pequeña.


Puedo escuchar un suspiro y unas voces. Mi papi dice cosas para
otras personas pero no logró entenderlo y cuando él vuelve a la
línea, digo:

— Tú eres mi rey, papi.

— Nunca se debe desobedecer a tu rey, pequeña o habrán


consecuencias.

Para este tiempo mis piernas tiemblan y veo a mi hermana


acercarse. Recuerdo por un momento cosas antes de reprimirlas y
Rose llega finalmente al lado de mí, su expresión me muestra lo
confundida que se encuentra pero cuando suelto las siguientes
palabras, la mueca en su rostro me enseña que sabe con quién y de
qué hablo:

— Las consecuencias las he probado, papi y sabes que nunca más


lo haría.
Capítulo 12 (*)
LUCY

— ¿Te duele la mejilla?

Yo ruedo los ojos por sexta vez, antes de negar.

— ¿Es qué nunca dejaras de preguntar?— escupo y la castaña baja


la cabeza, apenada.

— Lo siento... — susurró antes de quitarse los lentes y colocar su


rostro entre sus manos.

Suelto un bufido mientras me llevo un pedazo de pan en la boca,


acababa de explotar y cuando me sentí lo suficientemente lista;
regresé aquí porque podía estar muy enojada aún pero seguía
teniendo hambre y por ninguna razón permitiría pasarme una
comida por algún drama.

¿Todas las chicas de aquí son así de dramáticas? ¿En serio creen
que yo me enredo o enredé con Caebrán? ¡Oh, dios mío! No tengo
tres días en este pueblo y ya he tenido problemas. Podría insultar a
todos con palabras coloridas y quedaría corta; todos parecían
superarse cada vez más.

Fruncí mi ceño, casi podría tener un calambre en mi rostro por la


manera molesta en la que me sentía. Mi mejilla seguía ardiendo y
golpear una banca con mi mano, no había sido una buena idea.
Desde luego cuando me enojaba no era una buena idea; solía ser
una persona impulsiva que explotaba por cualquier cosa.

Explotar generaba caos en mi sistema y me volvía una fiera. No lo


llevemos al romanticismo pero es algo inevitable admitir que por
algunas razones solía tener métodos extraños para descargar toda
la frustración de algún momento y lo que sucedió en mi anterior
intercambio, lo rectifico.
Menee mi cabeza evitando pensar en aquello, y me sobresalte
cuando sentí una mano fría en mi hombro, de inmediato me pongo
alerta y tomo el tenedor con fuerza dispuesta a clavarlo en cualquier
persona.

Por un momento, pienso en Dove o Rose, pero cuando una voz


masculina algo familiar viene acompañada del tacto. Bajo el tenedor
y me tenso dándome cuenta de que efectivamente no sólo estoy
acompañada de Marta; ahora el grupo de idiotas causantes de
revueltas adolescentes con hormonas por doquier y manos
voladoras impactantes contra mejillas inocentes, se encuentra frente
a mí, mirándome todos con una gran preocupación falsa en el
rostro, excepto Crono, él solo mira su celular cómo si no le
interesara lo que pasará, como si nunca hubiera rozado nuestros
labios y ahí viene la idea extraña en mi cabeza.

¿Sí mi habitación se estuviera incendiando él saldría en busca de


ayuda o se quedaría allí sin hacer nada mientras mi cuerpo se
incendia y fallezco en llamas? Bastante trágico y molesto tener una
muerte tan dolorosa y salgo de mis pensamientos banales cuándo
otra voz algo más ronca suena:

— ¿Es verdad lo qué dicen?— pregunta Caebrán mientras eleva


una ceja, Caelus frunce el ceño, Cristian suelta un bufido, Crono
mira su celular y Consus se cruzada de brazos esperando mi
respuesta.

Bastante bipolares sus estados de ánimo pero decido abrir mi boca


para responder de manera ingeniosa mientras alejo la mano de
Caebrán de mi hombro. Marta se remueve sobre su asiento, coloco
mi mano en su muslo, tranquilizándola de alguna forma antes de
fijar mi mirada envenenada en el grupo de cinco idiotas frente a mí.

— ¿Es verdad que tú estúpida novia me abofeteo? Pues sí,


Caebrán. Te aconsejo que debieras aprender a controlar a tus
perras, ¿no crees? Eso de que le estén dando bofetadas a cualquier
chica que se te acerque está algo jodido.... En fin, está vez pudo ser
mi pobre mejilla la victima pero imagina si de pronto ahora ella
golpea a una profesora o a la madre de Marta quién es la directora.

Caebrán soltó una carcajada, antes de fijar sus ojos cafés curiosos
en mi acompañante al ver que nombre quién es su madre. Llegó a
pensar sí se conocen aunque técnicamente lo descarto de manera
rápida al ver lo rígida que ella se coloca bajo la atenta mirada del
castaño.

— Dove no es mi novia ni tampoco es una de mis perras, Lucy —


dice mientras rueda los ojos con la vista aún puesta en Marta y yo
muevo mi cabeza algo aburrida por la situación consiguiendo que
Crono levante la vista del celular.

— Espero que ustedes tampoco tengan novias celopatas con manos


voladoras— digo y Cristian se muerde el labio— No me gustaría
rociarle gas pimienta a una de sus perras.

— ¿Te dolió mucho?— la voz del de ojos azules me hace sonreír


falsamente.

No respondo. Consus mueve una silla y se sienta frente a mí sin


pedir permiso, profanando de esta manera nuestra mesa.

Sus ojos camuflados con ese par de lentes circulares de color café,
haciéndolo ver como un estudiante bueno pero sus músculos
prensados en esa camiseta blanca es algo contradictorio pero que
de alguna manera le sienta bien.

— ¿Les molesta que almorcemos con ustedes?— pregunto Caebrán


luego de sentar al lado de Consus y quisiera reírme de esa pregunta
tan estúpida.

— No —respondo mientras miro sonriente a Marta a mi lado, quien


está más que tensa que antes por alguna razón. Quisiera
preguntarle sí está cumpliendo un sueño de hablar de quienes
aparentemente sabe tanta información pero me ahorro el comentario
y me obligo a volver a acariciar su muslo de forma amigable y ella
sonríe luego de un rato. Alejo mi mano, arreglo los mechones de
cabello negro que están sobre mi rostro para luego observar como
cuatro de ellos se sienta frente a mí, ocupando todas las sillas de
frente.

Crono me observa y lentamente la conversación extraña, corta de


ayer empieza a rondar en mi cabeza al mismo tiempo que siento sus
labios rozando los míos de manera inconsciente mientras lo veo
caminar lentamente hasta llegar a mi lado y sentarse sobre la única
silla libre.
Capítulo 13 (*)
LUCY

Caminaba al lado de Marta entre los cinco idiotas misteriosos.

Yo sonreía mientras sacaba mi dedo medio para apuntárselos a los


adolescentes mimados y las chicas de cabello fantasía que tenían
sus miradas juzgadoras y envenenadas sobre nosotros mientras
llegábamos al auto que nos llevaría a la mansión, que resulto ser
nada más y nada menos que una gran limusina que pertenecía a los
hermanos Fairchild.

Me pregunté internamente hasta dónde llegarían los lujos


excéntricos de estos chicos: ¿Era real o estaba viviendo una
fantasía? Parecía una película de adolescentes pero dentro de mí
sabía que nada podría ser tan rosa.

Una familia no podía ser del todo feliz.

No podías amar completamente a nadie.

Nunca llegabas a conocer realmente a una persona.

Un matrimonio siempre tenía que tener una dificultad.

En algún momento podrías morir.

El dinero siempre terminaba acabándose.

Caelus abrió la puerta y puso su mirada azulada sobre mí.

— Adelante...

Con una sonrisa me adentré a la limusina, pero no pude evitar la


mueca de asombro: nunca antes había estado en un auto así
aunque los lujos en mi familia nunca fueron pocos, tampoco
teníamos esté tipo de... regalías.

Asientos negros impecables, una mesa con bebidas en el centro, un


mini televisor y aire acondicionado. Un auto perfecto para una noche
de fiestas e impresionar chicas.

¿Inteligentes estos idiotas, eh?

— Gracias —soltó Marta antes de entrar y ponerse a mi lado.

Sus ojos viajaron tan rápido por el interior y ella sonrió, igual de
asombrada que yo. Los cinco idiotas se subieron y cerraron la
puerta detrás de ellos. Desde el vidrio polarizado pude ver cómo
todos nos miraban, curiosos y me imaginé lo que decían en sus
mentes: ¿Qué harán dos simples chicas en un auto como ese con
cinco dioses romanos?

Touché, mucho más de lo que ustedes harían sí, pensé.

— ¿De quién es esta limusina?—soltó en voz baja Marta mientras


miraba a los hermanos con intensidad.

— Es Mía— dijo un egocéntrico Cristian, levantando su mano—


Regalo adelantado de cumpleaños.

— ¿Qué?

— Mañana es mi cumpleaños número Dieciséis— anuncio y yo


asentí sin poder creerlo.

— ¿Dieciséis años? ¿Es enserio? ¡Vamos! Pareces de unos


dieciocho, Cristian— digo y todos sueltan una carcajada menos
Crono, como siempre. Ya empezaba a dudar del sentido del humor
de este chico. ¿Por qué siempre estaba serio y distante? Pero no
podía poner en duda algunas cosas: él si hablaba.

— Sí, todas me dicen eso—dice Cristian con ego y yo ruedo los


ojos, sin despegar la vista del de ojos verdes.
— ¿Qué edad crees que tengo, Marta?— pregunto Caebrán
directamente a mi amiga, que dejo de sonreír automáticamente para
mirarle con confusión y con esa pregunta empezó un juego de
preguntas al azar para todos.

—No lo sé— respondió ella de manera seca, haciendo que yo


quedé ligeramente confusa.

Pasado, pasado, pasado, ¿qué hicieron estos idiotas para que la


castaña sea así?

—Anda, quiero ver que tan viejo crees que soy— él es insiste y
Marta chasqueaba la lengua está vez.

— ¿Diecisiete? ¿Dieciocho? ¿Dieciséis?— suelta pero notó esa


chispa de mentira en su voz y Caebrán eleva una ceja hacia ella.

No puedo creérmelo. Loquísimo, ella finge no saber nada de ellos


cuando técnicamente aparenta saberlo todo.

—Elije una sola edad, nena—dijo Caebrán y Marta frunce el ceño


sin despegar su vista de él.

— Diecisiete— dice mi amiga finalmente y Caebrán sonríe, jugando


con su Piercing del labio.

— ¡Bingo!

En silenció desvió mi vista hacia el vidrio polarizado y me dispongo


a admirar el paisaje húmedo de bosque y neblina de manera
perdida. Escucho algunas risas y preguntas hacia Marta de las
cuales no presto atención realmente hasta que escucho mi nombre.
Giró mi rostro y elevo mis cejas.

— ¿Qué edad crees que tengo, Lucy?

Unos botones de su camisa blanca sueltos y su cabello


desordenado, sus lentes y esos músculos prensados, junto con la
sonrisa pícara en sus labios hacen que mis hormonas se alboroten
un momento.

— Dieciocho— digo y él se relame los labios.

— Buena jugada — dice y yo sonrió con suficiencia.

—No es tan difícil...— digo encogiéndome de hombros y él eleva


una ceja.

— ¿Qué edad tengo? — pregunta Caelus desde su asiento y yo


pongo mi mirada sobre él.

Sus ojos azules están desafiantes sobre mí, sus cejas pobladas
levantadas ligeramente y sus labios rosados e hinchados haciendo
resaltar perfectamente su piel blanca cremosa.

— Dieciséis— digo y asiente con su mirada puesta en mí, pero


rompí el contacto visual para observar a Crono.

Esperando una palabra, sintiendo curiosidad por él y su edad.

¿Diecisiete? ¿Dieciocho? No le calculo más ni menos.

Debe estar entre esas dos cifras y yo me muerdo el labio,


esperando una palabra de su parte.

Una palabra que nunca llega y logra descontrolar mis nervios. El


ambiente se torna algo tenso cuando ellos dejan de hacer preguntas
y Marta mira al suelo. Ni siquiera me pregunto quién maneja la
limusina porque de pronto me siento con la extraña curiosidad de
saber por qué Marta se siente diminuta gracias a ellos y sí le
intimidan... ¿por qué sabe tanto de ellos?
Capítulo 14 (*)
LUCY

Llegamos a la mansión Fairchild luego de unos minutos de viaje, los


cuales transcurrieron en un silencio denso e incómodo por parte de
todos mientras Marta se movía sobre su asiento en el auto, mientras
jugueteaba con sus manos inquietas sobre su regazo. Sus ojos se
movían por cada uno de los chicos, pero nunca llegaban a Crono.
Nunca y eso hizo que una curiosidad extraña creciera en mí.

Sus palabras, su oración no terminaba y cómo se expresaba cuando


hablaba sobre ellos y la incomodidad o su grupo de amigos, la
manera en la que actuaba cerca de ellos eran solo pequeñas cosas
que me llevaban a pensar que la chica castaña de anteojos ocultaba
algo y lo iba a descubrir, tarde o temprano y de eso estaba segura.

Bajamos de la limusina de Cristian cuando esta se aparcó frente a la


gigante mansión Fairchild y corrimos dentro porque de un momento
a otro estaba lloviendo a cantaros, dándole un ambiente algo
macabro a la gigante estructura frente a nuestros ojos y seguimos
finalmente a Consus, quien caminaba delante de nosotros actuando
así como el dueño de todo mientras decía cosas sin importancia que
tenía a Marta a mi lado aparentando ser un cachorro vulnerable
queriendo escapar de unos dueños abusivos.

— ¿Quieren comer algo?

Preguntó Consus mirándonos desde su omnipotente altura cuando


se dio la vuelta haciendo que dejáramos de caminar. Había un
silencio denso en toda la mansión junto a que ninguno de nosotros
hablábamos, lo que resultaba inquietante pero que era eliminando
con el sonido de nuestras pisadas.

De un momento a otro, haber decidido venir aquí con Marta


resultaba erróneo, equivocado y tenía un mal presentimiento; ahí
estaba esa punzada dentro de mi pecho y quería ir a mi nueva
habitación en ésta mansión, colocarme debajo de las sabanas e
intentar calmar todos los recuerdos.

Sentía que la historia se repetía, y eso me aterraba. Había huido


porque quería un cambio y ahora lo sentía de nuevo. Me estaba
equivocando y eso me carcomía. Pasé mi mirada lascivamente para
cada uno de ellos y me repetí mentalmente que sólo eran unos
niños ricos, que no había peligro y que sólo estaba siendo
paranoica.

— Sí —respondí finalmente cuando todos me observaban


esperando mi respuesta, ya que aparentemente todo lo habían
hecho, y el asiente con su cabeza antes de darse la vuelta y
caminar seguramente hasta la cocina.

Nos quedamos estáticos esperando qué hacer en este momento, y


cuándo había decidido finalmente ir a mi habitación inventando una
buena excusa en mi cabeza, la voz angelical con un toqué
inexplicable de malicia de Caelus me sorprendió y congelo sobre mi
pies.

— Podríamos ir al cuarto de juegos— dijo intentando actuar de


manera despreocupada y sus hermanos lo miraron al igual que
nosotras.

Quisiera en este momento tener ese súper poder de eliminarlo con


la mirada o hacerlo cambiar de opinión. Algo me grita que es una
mala idea y comienzo a cuestionarme qué han hecho para que esa
paranoia dentro de mí estuviese activada.

Culpo al cambio drástico de mi vida junto está familia extraña y


adinerada también Marta con sus comentarios inconclusos, la
profesora de cálculo, la indiferencia de Crono, al pasado y cuándo
mis pensamientos me traicionan tengo que enderezarme y forzar
una sonrisa mientras siento el tic nervioso en uno de mis ojos.
— Supongo que está bien —expreso y Caelus rueda sus ojos al
cielo.

— ¿Quieres ir?— preguntó Cristian mirándome, está eran una de


las cortas veces en las cuales él me dirigía la palabra y asentí con
mis ojos perdidos en el pasillo por el cuál desapareció de repente
Crono de manera sigilosa mientras Caebrán y Caelus en facetas de
egocéntricos molestos hablaban sobre cuáles eran los mejores
juegos en aquel cuarto al cual nunca había entrado.

No me paso desapercibido las palabras con doble sentido que


ambos soltaban de vez en cuando mientras caminábamos detrás de
ellos, tampoco las miradas extrañas que Marta hacia mientras
caminábamos por un largo pasillo.

Bajamos unas cuantas escaleras, pasamos unas puertas y cuando


me di cuenta, ya estábamos en el gigante y lujoso cuarto de juegos.

Me sorprendió que no dudaran en ningún momento la dirección


exacta donde se encontraba ya que parecía un completo acertijo sin
fin. Conté mentalmente alrededor de 12 puertas o quizá más y cinco
pasillos lo que me llevo a preguntarme: ¿Cuantas habitaciones y
pasillos tiene está mansión?

Un gran plasma, sofás azules con gris, una estante llena de botellas
de Whisky de diferentes marcas, vinos y algunos otros más que no
logro describir, una mesa grande de ping pong y otra de billar, una
pecera recta con luces led dentro de ella, un PlayStation y más,
llenaban el humilde — véase el sarcasmo— cuarto de juegos de los
hermanos Fairchild. Ellos vociferaban sobre ello y lo único que podía
hacer era quedarme en silencio.

¿Por qué todo aquí debía ser lujo y más lujo? ¿Es que no había
nada normal en este pueblo?

Todo estaba pulcro, y no había ninguna cosa desordenada lo que


sólo tenía dos explicaciones: alguna mujer de limpieza se encargaba
de esto o ellos eran extremadamente maniáticos con el orden.
Observe a Marta, quien se encontraba mirando hacia todos lados
menos a ellos.

— ¿Te gusta?— inquirió muy cerca Cristian porque en algún


momento Caelus se había sentado en unos de los sofás y había
sacado su celular, Caebrán había prendido el plasma y Marta se
había sentado en el fondo.

—Está muy fascinante, la verdad— confesé y él se relamió los


labios con la mirada puesta en mí — aunque pensé qué se referían
a un pequeño cuarto con juegos de mesa.

—Las cosas en Hiverdele son diferentes, Lucy— explica con


diversión en la voz y vuelvo a notar otro sentido en su oración pero
meneo la cabeza alejando esos pensamientos, recordándome que
resulto ser muy paranoica y no todo tiene que tener un trasfondo
macabro.

— ¿Sí?— inquiero sin despegar mis ojos de los suyos, tratando de


olvidar lo que mi mente grita cosa sin sentido y la cercanía de
ambos para este momento.

—Sí...— responde él y siento por primera vez su aliento sabor a


menta debido a que está tan cerca, embriagándome a su paso. Sus
ojos bajan a mis labios y los míos bajas a los suyos.

Rosados, hinchados y apetecibles, así son los labios de Cristian


Fairchild.

Estos se abren ligeramente y yo me relamo los míos, ansiando un


contacto extraño que nunca llega gracias a que Caelus grita su
nombre haciendo que ambos tomemos distancia de inmediato.
Rompo el contacto visual mientras me muerdo el labio inferior,
viendo como el castaño me da la espalda y camina hacia donde sus
hermanos y Marta se encuentran, frente al televisor.

¿Qué estaba a punto de hacer?— inquiero mentalmente queriendo


darme una bofetada por siempre caer en unos juegos absurdos.
Debo mantener distancia, ellos no son peligrosos hasta ahora pero
el peligro real no son ellos: soy yo y me obligo a caminar para
sentarme al lado de Marta quien evita mí mirada de inmediato.
Capítulo 15 (*)
LUCY

Cabeceo al ritmo de Psycho de Mia Rodríguez mientras mantengo


las ganas de seguir la letra de la canción en voz alta.

— ¿Qué quieren jugar?— pregunta Consus desde su asiento en el


mueble, antes de darle un trago a su bebida de color rojo haciendo
que deje de prestar atención a la canción que retumba por toda la
habitación.

No puedo explicar lo qué es porque de un momento a otro, él


interrumpió en el cuarto de juegos llegando con varios vasos en una
bandeja. Podría ignorar el hecho de qué cuándo lo hizo, parecía un
sirviente caliente capaz de volver papilla tus hormonas pero no lo
hice ya que resultaba algo imposible pasarlo por alto.

— Verdad o reto—dice Marta y todos la miramos de inmediato. Es la


primera vez que dice una simple palabra desde que llegamos y abrí
mis ojos, atónita.

— No creo que sea una buena idea — escupo de inmediato


mientras le doy un trago a mi vaso de vodka, porque sí, eso fue lo
que pedí.

Nunca he sido una buena amiga de la bebida alcohólica, suelo


descontrolarme y no tener filtro cuando ésta está dentro de mi
sistema y por eso mi elección contradictoria sobre el vaso dulce
sobre mis palmas que puede ser fácilmente un peligro si lo ingieres
con demencia y sin precaución.

—Sí es una buena idea— contraataca Caelus con una sonrisa


maliciosa en su rostro y no puedo evitar hacer una mueca.

— No voy a jugar —anuncio mientras bebo de mi vaso para luego,


levantar mis palmas y todos sueltan un bufido en desacuerdo con mi
decisión.

— ¿Por qué tan aburrida, Lucy?—pregunta Cristian desde su lado


en el sofá— ¿Te da miedo?

Me encojo de hombros y dejo la bebida en la pequeña mesa que


divide que estemos realmente cerca. Cristian acaba de oprimir ese
botón en mi sistema que no acepta una apuesta y sonrió diciendo:
— No, adelante... Juguemos si tanto quieren hacerlo—escupo y
todos sonríen mientras veo levantarse a Consus y tomar una botella
de la barra y colocarla en la mesita de vidrio en dónde había puesto
mi vaso de vodka.

Caelus es el primero en girarla, ruedo los ojos cuando entre a Marta


y yo.

— ¿Verdad o Reto?— le pregunto a la castaña y ella toma de un


trago su vaso.

— Reto— responde ella sin ninguna vergüenza, haciéndome querer


preguntarle "¿dónde dejo a la chica tímida con acciones extraña?"
pero me cohíbo, sonrió y es en ese momento cuando Consus
aplaude divertido.

—Te reto a que le des un beso a Caebrán.

Ella abrió sus ojos bastante sorprendida. Se hizo en gran silencio en


el ambiente, Caelus dejó de sonreír, Consus bebido de su bebida
roja, Cristian hizo una mueca y pongo mí vista en el chico tatuado
cerca de mí.

El desagrado en su rostro es evidente, pero aun así lo veo


levantarse y llegar hasta se encuentra la castaña y decirle algo en el
oído antes de jugar sus labios con los de ella dándose así un corto
beso que hace que Consus, Caelus y Cristian abran un poco sus
ojos.
Una sonrisa se apodera en mi rostro y le guiño el ojos a Marta quien
se sonroja, colocando mis manos en mi regazo mientras ronroneo
en mi cabeza ¿Querías el beso, cierto? antes de poner la botella en
la mesa de regreso.

Consus gira la botella está vez y veo como para entre Caelus y mi
persona. Se hace un denso silencio que es roto por su voz con una
maliciosa sonrisa:

— ¿Verdad o Reto, Lucia?

Abrí mis ojos y apreté tanto el vaso de vidrio con mis manos que
pudo romperse. Todos me miraron expectantes y sentí un sudor frió
recorrer mi espina dorsal, mi corazón latió con tanta rapidez que
pudo salirse fácilmente de mi pecho y seguramente me coloque tan
pálida que Marta tuvo que arreglar sus lentes que comenzaban a
salirse del puente de su nariz.

Él me dijo...

Sentí ganas de salir corriendo de este lugar. Observé cada esquina


esperando que algo sucediera. Sentí pánico.

— ¿Cómo me has llamado?

Él hizo una mueca.

— Lucy, ¿no es ese tú nombre?

Asentí con extrañeza, culpando a mi paranoia por escuchar mal e


intentando despejar mi mente respondí finalmente: Reto.

Caelus sonríe con malicia y tragué saliva mientras me llevo el vaso


a los labios de vodka a los labios esperando mi reto.

—Te reto a que le des un beso a Consus y... — abrí los ojos
esperando a que continúe y casi me atraganto cuando dice: — a
Caebrán, te reto a que se den un beso los tres.
Capítulo 16 (*)
LUCY BECKETT

Mi corazón late mientras una gran cantidad de vodka baja por mi


garganta, quemando y dándome un poco valor al mismo tiempo. Mi
cabeza podría explotar y mis neuronas colapsar pero observé como
Consus miraba a Caebrán al mismo tiempo que en mi cabeza una
alarma se había activado.

Sabía que el resultado de estos juegos nunca traería cosas buenas;


y ser besada por dos hombres atractivos no era el problema. El
problema consistía que eso abriría una caja y luego sería imposible
volverla a cerrar.

Ambos hermanos me miraban intensamente desde sus puestos, con


unas sonrisas picaras puestas en sus rostros.

En mi cabeza había un caos y las preguntas que más se repetían


eran aquellas referentes al reto:

¿Lo hago o no lo hago?

¿Qué pasaría después de esto?

¿Quiero hacerlo?

De cualquier forma, me convencí a mí misma que estaba haciendo


de algo pequeño una cosa gigantesca. No podría tener miedo, no de
un simple reto adolescente y la forma en la que el ambiente se
colocó tenso después de las palabras de Caelus me traía un sabor
amargado.

— ¿Lucy?— la voz de Caelus hace que caiga en la realidad y tragué


ruidosamente mientras me acomodo en mi asiento repetitivas veces.
—Debes cumplir— dice una Marta comenzando a estar borracha
por los tragos de ron que se ha dado y quisiera arrancarle la lengua
en este momento.

Evito pensar en las miles de sospechas, para concentrarme solo en


los dos adonices que debo besar y finalmente me levanto y me
arreglo la corta falda del uniforme mientras camino hasta dónde se
encuentra Consus y le doy una mano para indicarle que se levante
con una sonrisa porque estoy lista y dispuesta de cumplir el reto
aunque por dentro mi corazón lata con tanta fuerza.

Él toma mi mano e ignoró la corriente eléctrica que recorre mi


cuerpo gracias al contacto de nuestra piel y lo jalo, caminando hasta
el otro lado del sofá, donde Caebrán se encuentra y hago lo mismo
con mi mano entrelazada a la de Consus. Él se levanta y nos
quedamos mirando fijamente. Los dos me observan desde sus
estaturas gigantes y por un momento me siento indefensa, pero éste
pasa tan rápido cuando siento en peso del momento y mi decisión.

Nunca he sido de cohibir mis pensamientos, gustos y decisiones.


Siempre he tenido la mente abierta ante cualquier situación y no
presto mucha atención a los resultados; vivo el momento y eso
algunas veces funciona pero en éste caso, la intensidad es tan
grande que un montón de oraciones locas se forman en mi cabeza:

Los besare a ambos.

Al mismo tiempo.

Me relamo los labios mientras me acercó y colocó mis manos en el


cuello de Caebrán al mismo tiempo que pongo mis pies en puntas,
quiero decir algo pero silenció con un beso, y su lengua me follo
apasionadamente de ella. Se apartó un rato y me miró con sus ojos
abiertos. Algo en mi pecho crece al sentir el contacto, el simple roce
inocente que pretendía hacer para palpar el ambiente y ligera la
tensión se fue al carajo cuando su lengua se adentra en mi boca,
explorándome y evitando que el aire pase a mis pulmones, jalo su
pelo con fuerza y controlo mis hormonas para no soltar un gemido
cuando siento sus manos en mi cintura, presionándome con fuerza.

Mi excitación crece sintiendo lo delicioso que resulta su piercing en


medio del beso y luego de unos segundos, cuando siento su mano
por debajo de mi falda contengo las ganas de enrollar mis piernas
en su cintura y llegar a un paso más.

Es ahí cuando me doy cuenta lo peligroso que resulta eso mientras


mis neuronas solo funcionan para alabar el don de Caebrán con su
santa boca. Me separó cuando siento que podría enloquecer y con
las mejillas sonrojadas me volteo para mirar a Consus al mismo
tiempo que me pierdo en sus ojos grises por un momento antes de
atacar también sus labios de forma salvaje.

El beso es rudo, adictivo y extrañamente necesitado, a diferencia de


Caebrán, Consus se adentra en mi boca embriagándome de su
sabor a ron, para luego morderme justo donde su hermano había
hecho y hacerme soltar un pequeño gimoteo.

El beso resulta algo corto pero con una intensidad arrolladora, y con
la respiración acelerada, coloco una mano en la cabeza de Caebrán
y luego otra en la de Consus al mismo tiempo que los miro antes de
juntar nuestros labios, los tres al mismo tiempo.

En el momento que nuestras bocas se conectan veo el cielo y siento


las estrellas en mi mano, el ritmo del beso aumenta, nuestros labios
chocando, nuestras lenguas bailando y nuestros sabores
mezclándose me hacen perder el control ligeramente, y junto más
nuestros cuerpos, jalándoles el cabello fuerte.

Ellos gruñes en respuesta y un escalofrió recorre mi espina dorsal


cuando siento cuatro manos debajo de mi falda, ahogo un gemido
porque las emociones son arrolladoras cuándo siento una de estas
jugar con el elástico de mi braga. Loquísimo, ni siquiera puedo
recordar nada.
Todo desaparece y al final, por necesidad de oxígeno, sin aliento me
separo de ambos y les doy un beso casto en modo de despedida
antes de regresar a mi asiento y tomarme un vaso de vodka que se
encontraba en la mesa de un solo tragó, sintiendo todas las miradas
sobre mí y mis mejillas ardientes por lo ocurrido.

Es ahí cuando me doy cuenta de tres cosas; había más personas,


mi ropa interior se ha dado de baja y definitivamente me costará
olvidar este momento en mi memoria.

Evitó los ojos de Caebrán y Consus al mismo tiempo que Caelus


sonríe cómo un demonio y Cristian menea su cabeza, quizá aturdido
mientras suelto aire por los labios ruidosamente, sintiéndolos
deliciosamente hinchados y cuándo los ojos de Marta caen sobre
mí, sólo soy capaz de elevar el vaso de vodka en forma de brindis y
tomármelo de un tragó sintiendo mi mundo tambalearse por
segunda vez.
Capítulo 17 (*)
LUCY

— ¡Otro! ¡Otro! ¡Otro! —grita un eufórico Caebrán mientras una


ebria Marta toma repetidos vasos de tequila de golpe que se
encontraban sobre la mesa de ping pong.

Seguro se preguntarán: ¿En qué momento llegamos a esto?

Pero la respuesta es tan simple: el alcohol es capaz de cambiar a


las personas y fue así cómo finalmente Marta terminó hablando sin
preámbulos con Caebrán al mismo tiempo que bebía sin parar, que
Caelus sonreía y reía por cualquier situación, que Consus hablaba
sobre libros de historia sin parar y Caebrán alardeaba sobre la idea
de hacerse un apadravya.

Seguí bebiendo de mi vodka mientras intercalaba la mirada en cada


uno de ellos preguntándome internamente por qué eran tan temidos
e idolatrados en todo el pueblo sí resultaban ser adolescentes
comunes capaces de ser superados por una simple bebida
alcohólica como cualquier otro terrestre con más o menos dinero del
que ellos tenían.

También en este tiempo llegué a pensar en el beso de tres que


compartí con Consus y Caebrán. Me pregunté internamente la
habilidad que ambos hermanos tenían para besar y me repetí
internamente qué antes de irme de esté pueblo, debía probar ambos
pares de labios una vez más porque esas cosas sencillas eran una
de los pocos placeres de la vida.

Nunca llegué a pensar que un simple beso podría tener tanto poder
en una persona pero... eso no era un beso, eso resultaba ser el
beso y no podía ser tan insensible para pasarlo por alto ni mucho
menos podía recriminarme lo que había hecho. Sí, los besé a
ambos y lo disfruté. Estaba tan segura que muchas personas
desearían estar en mí puesto que me alabe internamente por ser
capaz de soportar eso.

Mientras veía a Marta sonreírle a Caebrán de una manera torpe


descubrí que seguramente se arrepentiría de haberlo hecho, de
gritar y abrazarlo cuando terminó la larga fila de vasos que el joven
tatuado había puesto para ella. Cuando mi vista viajo a Cristian supe
que había bebido lo suficiente para quedar inconsciente pero que
definitivamente tenía una buena relación con la bebida a pesar de
su corta edad y Caelus, el chico de ojos azules sonreía y reía a cada
comentario que su hermano soltaba sobre algún tema
extremadamente estudioso o de algún libro que lo hacía valer aún
más; ya que resultaba ser un hombre culto con muchos
conocimientos y no solo una masa de músculos capaz de derretir
tus hormonas y pisotearlas a su gusto. Definitivamente estos
hermanos podían hacer cambiar tu perspectiva de ellos cuándo
convives por más de un día entero junto a ellos.

Son tan extraordinarios que apostaría que tienen tanto ingenio para
ser electos presidentes de un país y cambiar la economía de forma
automática. Resultaban atractivos y rompían el estereotipo de
hombres con músculos y caras bonitas vacíos de cerebros porque
sus neuronas funcionaban a la perfección y se veía en la forma en la
que actuaban y hablaban.

Tragué vodka y sentí el agridulce de la bebida, cerré mis ojos y solté


aire por los labios.

Definitivamente mi amistad con la bebida alcohólica era reciente y


solía ser muy mala copa pero sorprendentemente me encontraba en
perfecto estado después de varios vasos de vodka y algunos de ron.
Alguien se tiró a mi lado y abrí mis ojos, Marta colocó su cabeza
sobre mi hombro y se sacó los anteojos mientras limpiaba una ligera
capa de sudor sobre su frente.

Sus mejillas estaba sonrojadas lo suficiente para darle vida a su


pálido rostro que algunas veces resulta enfermo y demacrado. En la
punta de mi lengua se encontraron una serie de preguntas que me
obligué a callar aunque algunas de ellas fueron inevitables: ¿Dónde
dormirá? ¿Por qué actúa tan extraño? ¿Debería sacarle
información? ¿Es confiable?

Aleje mis pensamientos cuando sentí la mirada pesada de Consus


desde su lado del mueble, expulsando con clase el humo del
cigarrillo y ahogó una risa cuando veo a Cristian vomitar hasta las
ideas en el boté de basura, Caebrán va a ayudarlo y a pesar del
asqueroso sonido, es divertido cómo en medio de la faena, ambos
se insultan y Caelus golpea la espalda de Cristian para que no se
atragante.

— Oh, mierda — dice un borracho Cristian antes de sentarse en el


mueble y tomar su celular luego de haber botado hasta las ideas.

Se lleva un vaso de agua a los labios y se limpia con su camisa.

— ¿Qué vas a hacer, Cristian? — inquiere Caelus mientras le


arrebata el celular al castaño y él abre sus ojos

— ¡Dame mi puto celular, animal! — gruñó antes de quitarle el


celular al de ojos azules con enojó haciendo que él otro se levanté y
caminé a zancadas, saliendo de la habitación.

Caebrán mira confundido a Consus y esté se encoje de hombros


ante la situación. En mi cabeza no deja de haber un gran caos sobre
qué iba a hacer Cristian y por qué Caelus se lo impidió.

— Ya se le pasará — suelta Consus y entrecierro mis ojos sin poder


creerlo.

—Tranquilos, yo me encargó de Cristian— dice Marta,


asombrándonos luego de un largo silencio mientras Caelus coloca
sus ojos en blanco, luego de decir "cómo sea"

Me quedó en silenció observando como Marta sale de la habitación


y me deja con tres de los hermanos. Sigo tomando de mi vaso de
vodka después de recárgalo mientras observo el suelo, perdida en
mis pensamientos.

— ¿Qué haremos ahora?

La voz de Consus llega a mis oídos y levantó la vista.

— No lo sé — responde Caebrán al mismo tiempo que se sienta a


mi lado y yo me ruedo de inmediato, evitando estar cerca de él por
alguna extraña razón.

Eleva una ceja divertido — ¿Huyendo, Lucy?

— Para nada — digo y él suelta una carcajada.

— ¿Estarás así por un simple beso? — pregunta Caelus con sus


ojos azulados fijos en mí y yo ruedo los ojos, sirviéndome más
vodka en el vaso porque me lo había bebido completo. Me mareó un
poco pero rio al final diciendo:

— ¿Beso? Eso no fue un beso, ni siquiera llego a gustarme.

Caelus empieza a reír al igual que Caebrán mientras Consus coloca


su vista finja en mí.

— Sí, claro, — comenta burlón el ojos grises — ¿Por eso estabas


mojadita? ¿Por qué no te gusto sentir nuestras lenguas dentro de tu
boca?

Yo abro los ojos sorprendida y Caelus ríe más fuerte. Me llevo el


vaso a la boca y tomó un tragó de vodka, tomando el valor para
levantarme del sofá.

— Voy a buscar a Marta— anunció porque mi final sé ve algo cerca


estando a solas con ellos y no recibo respuesta, ya que salgó del
cuarto de juegos rápidamente. Tomo una gran bocana de aire y me
acabo el vaso de vodka antes de mirar el largo pasillo frente a mí.
Camino descalza entré estrechas paredes de color blanco y
candelabros amarillos pero paro en seco cuando escuchó un
gemido en la biblioteca.

Me tambaleo porque finalmente no puedo soportar tanto y abrí la


puerta ligeramente sin hacer ruido para saciar mi curiosidad.

La escena dentro de ella me deja perpleja y aprieto el vaso de vidrio


sobre mis manos sin poder creerlo lo que ven mis ojos. Pestañeó y
por un momento mi ebria cabeza se culpa de alucinaciones pero
todo luce tan real que resulta imposible:

Gemidos y gemidos salen, el sonido de dos cuerpos chocando y


libros moviéndose me hace taparme la boca y cerrar la puerta para
recostarme a ella en estado de shock, sin poder creerlo.

Santa mierda, ¿Qué es lo que acabo de ver?

Cristian y Marta están follando.

Follando en la puta biblioteca.


Capítulo 18 (*)
LUCY

— ¿Estás escuchado, Lucy?— la voz de la Camille Fairchild


retumba en mi mente, como un chillido molesto una y otra vez que
me hacía salir de mis pensamientos regresándome a la realidad de
golpe. Un golpe al cual caí de culo y seguramente me dejaría un
gran moretón poco después.

Asentí aunque fuese una completa mentira mientras me llevaba el


vaso de vidrio lleno del jugo de naranja más delicioso que había
probado en toda mi vida a los labios y tome un pequeño sorbo de
esté, sin despegar la vista de Cristian porque mis pensamientos me
traicionaban al igual que mis acciones y recuerdos.

El dolor en mi cabeza aumentaba en grandes zancadas al igual que


el precio de unos zapatos de tacón con diamantes, así que coloco el
vaso de nuevo en la mesa y trato de sonreír para no parecen una
extraña ante la conversación que se estaba llevando a cabo.

— Mañana será la cena de beneficencia anual—anuncia Teodora


con una gran sonrisa.

—Los seis deben estar aquí antes de las ocho— prosigue Sophia
desde su asiento, antes de llevarse un pedazo de pollo a los labios
pintados de un color rojo intenso que la hacía contraste a su piel
cremosa y pálida.

Ella comienza a explicar cuáles serán los objetivos de aquella


"beneficencia" y cuando convives con los anfitriones de fiestas de
ese tipo, te das cuenta las verdaderas intenciones de aquellas
personas al realizar celebraciones con excusas baratas cuando
fácilmente podrían donarles dinero de su gigantesca fortuna a las
personas que verdaderamente lo necesiten.
Mientras su boca se mueve, observo la escena, y llevo rápidamente
la vista a mi plato aun intacto. Una sensación extraña se posa en mi
estómago. Me tapo la boca inmediatamente, antes de levantarme y
salir corriendo hacia mi habitación sin poder terminar de escuchar
las pintadas ayudas beneficiosas que dan los ricos a las personas
pobres.

Abrí la puerta del baño y apenas alcanzo a abrazar el inodoro pulcro


y blanco cuando una arcada llega y mi estómago expulsa revuelto
parte del contenido de mi estómago. Vomitó una vez y luego mi
mundo se desestabiliza, mientras lo único que soy capaz de pensar
es que siento un ardor en mi garganta debido a la irritación y el
asqueroso sabor de las comidas revueltas para que otra arcada
venga y vuelva a expulsar, una y otra vez hasta lo único que puedo
hacer es expulsar saliva.

En cuánto terminó, cierro los ojos antes de tomar aire repetidas


veces, reuniendo fuerzas logró levantarme, lavo mi boca en el
lavamanos luego bajo el inodoro como un robot mientras me siento
en la tapa y me agarro la cabeza con ambas manos. El dolor en mi
cabeza disminuye de forma rápida, abrí mis ojos buscando claridad
y me tensé cuando observe de forma borrosa a una figura alta,
pegada a la puerta.

— ¿Estás bien?— las palabras salidas de la boca de Crono hicieron


que dudara un poco de mi cabeza, no podía ser real.

¿Crono está hablándome? ¡Santo cielo! ¿Esto es un milagro?

— ¿Estabas aquí cuando vomite?— fue lo único que fui capaz de


soltar y el negó inmediatamente en silencio.

Camino hacia la puerta del baño y le paso por un lado para tirarme
en la cama, cerrando los ojos pero los abro levemente cuando lo
siento hundirse en el suave colchón a mi lado.

Al principio, no habla. Se queda ahí sentado a mi lado mientras mi


cabeza quiere explotar por una parte y la otra no deja de repetir los
recuerdos de los labios de Crono cerca de los míos pero la magia
desaparece cuando escuchó sus palabras:

—No— es mi respuesta automática hacia la pregunta formulada.


Crono posa sus ojos verdes extraños con toques azules en mí antes
de meter su mano en la chaqueta escolar y sacar una caja de
cigarrillos con un encendedor.

— Es malo mentir, Lucy— susurra él con aparente desagrado y lo


único que puedo hacer es entornar mis ojos.

— No estoy mintiendo, Crono— suelto de inmediato, él me observa


en silencio antes de llevarse un cigarrillo a la boca y encenderlo con
sus ojos puestos en los míos.

La forma en la que hace que el humo salga de su boca


es....enigmática.

Rompí el contacto visual sintiéndome incomoda y me levanto de la


cama para empezar a caminar de un lado a otro, ignorando que la
mirada verdosa de Crono este puesta sobre mí de una manera
extraña y qu seguramente este comportamiento me hace ver como
una completa lunática.

¿Me habrá visto? ¿Se lo dirá? No fue mi culpa, estaba buscando a


Marta y ¡pum! ellos estaban follando en la biblioteca.

— ¿Qué te inquieta tanto?— pregunto el susodicho y yo no puedo


evitar mirarlo.

— ¿Por qué quieres tener una conversación conmigo? — le


pregunto, confundida— Siempre eres... — no termino la frase y el
bota el humo del cigarrillo antes de levantarse y colocarse frente a
mí, muy cerca.

Mi corazón empieza a latir fuerte y....


No sé que es lo que irá a hacer, pero lo único que puedo pensar es:
ALERTA, ALERTA, ALERTA en letras rojas y grandes al mismo
tiempo mis neuronas dejan de funcionar. Siento que me asfixia que
este tan cerca y soy incapaz de describir lo que me hace sentir. Él
toma un mechón de mi cabello y bota el humo del cigarrillo sobre mi
cara.

Doy un paso hacia atrás y no tosí debido a que estoy acostumbrada


al olor y al cigarrillo en general, abrí mis labios para decir algo pero
un llamo a mi nombre hace que pegue un brinco y me separé aun
más de él.

— ¿Lucy? — la voz de Marta hace que me dé la vuelta de


inmediato.

Una castaña de anteojos aparece en mi cambio de visión y me mira


confundida cuando posa la mirada en el chico detrás de mí, quien
no duda en darle otra calada a su cigarrillo y echarme un vistazo
antes de pasarme por el lado y luego por el de Marta para
desaparecer. Y desvió mi mirada mientras suelto aire por la nariz y
me tiró en la cama.

Marta entrecierra sus ojos y se sienta frente a mí. Abre su boca y


posiblemente quiera preguntar lo que ha presenciado pero la cierra
cuando poso mis ojos sobre los suyos en advertencia.

— ¿Estudiaste para el examen?

Pregunta desviando el tema, y en parte lo agradezco, asiento y trato


de obviar que es la primera vez que la veo después de la noche en
la que la encontré en la biblioteca follando con Cristian contra un
estante de libros.
Capítulo 19 (*)
LUCY

Salí del baño con una toalla sobre mi dorso y fije mi vista confundida
en el vestido azul marino que se encontraba arriba de la cama al
mismo tiempo que me acerque lentamente y lo tome entre mis
manos.

La tela fina me daba un ligero cosquilleo en las palmas, al mismo


tiempo que me encargaba de deslizar mi dedo para sentir la
suavidad de está. Era algo alucinante la textura y el color brillante
combinaba perfectamente con el color de mis ojos claros.

¿Desde cuándo soy así? ¿Desde cuándo me rodeo de cosas así?

Las mismas preguntas que había estado rondando mi cabeza desde


algunas horas, seguían atormentándome de alguna manera. No
podía recriminarme ni sentir mucha admiración hacia las "pequeñas
cosas" que sucedían aquí que para cualquier persona fácilmente
podría ser fascinante.

Me recordé internamente mis límites y que no pertenecía aquí. No


tendría que adaptarme a un tipo de vida completamente diferente al
mío pero era algo inquietante lo bien que se sentía estar dentro de
esto. Era una corriente bastante intrigante, reconfortante. Parecía
ser importante porque estaba con personas importantes.

Repace internamente lo que había sucedió, los beso y las pequeñas


cosas que sucedieron desde que llegué a este extraño pueblo se
fueron reproduciendo en mi cabeza.

Inhalo, exhalo. En mi cabeza evoco las voces de todos los que han
estado rodeándome desde que llegué aquí. Recuerdo cada cosa
extraña, cada comportamiento extraño.
Las manos de Consus, los labios de Caebrán, la cercanía de
Cristian, el aliento de Crono, los ojos de Caelus, el comportamiento
extraño de Marta, las chicas de cabello de colores, los escándalos,
el frio clima, las esposas, la ropa costosa...

Moviendo la cabeza, camino y suelto el amarre de la toalla para


quedar desnuda delante del espejo. La toalla cae a mis pies, mi piel
aún húmeda y pálida resplandece gracias a la tenue luz mientras
recorrí la cicatriz en mi costilla con mi dedo índice. Me relamí los
labios, cierro los ojos por un momento, permitiéndome así recordar
escenas reprimidas en mi mente sin dejar de tocar la parte algo
abultada de la cicatriz persistente de hace algunos años.

Recuerdo cosas; los músculos de mi cuerpo se flexionándose, el


color de sus ojos, su sonrisa y de pronto me sentí abrumada por una
sensación familiar de paz y control al mismo tiempo que crecía un
terror ajeno dentro de mí. Las cortas escenas felices dentro de mis
recuerdos desaparecieron tan rápido como llegaron. Recordé el
dolor de mi cuerpo, los gritos, la sangre manchando el blanco suelo
de cerámica....

Basta.

Abrí mis ojos y me concentré completamente en mi reflejo. Mi silueta


era débil, una contradicción. Mi altura no era tan impresionante, mi
piel era bastante clara, mis ojos de un color azul intenso, mi cabello
tan negro como la noche más oscura, mis pómulos algo levantados,
mi nariz perfilada, mis cejas perfectas de manera natural y mis
pestañas eran el bosque que cuidaba mis ojos, mi delgadez era a
una línea de ser extrema y mis senos eran levantados, al igual que
mi trasero, mi cintura era algo estrecha y en un costado, Alejé el
dedo de mi cicatriz y todas las emociones innecesarias
desaparecieron. Respiré repetidas veces y di una vuelta sobre mis
talones para caminar hacia las gavetas y sacar una ropa interior de
encaje de color gris.

Vuelvo la vista al vestido y sin admíralo demasiado, me lo coloco en


silencio, enfundándome en él sin perder el tiempo para luego sacar
una pequeña caja de mi bolso escolar y tirar su contenido sobre las
sabanas de la cama perfectamente dobladas por una de las mujeres
de servicio.

Tomo un labial pálido de color rosado y lo llevo a mis labios para


llenarlos de este de forma sutil, luego procedo con la máscara de
pestañas y un rubor sin colocar ningún polvo antes.

En mis pies, me coloco unos zapatos de plataforma de color blanco


y me levanto de la cama, me relamo los labios y me observo de
arriba abajo en el espejo al mismo tiempo que saboreo lo diferente
que me observo.

Está soy yo, está es la verdadera Lucy Beckett. Me repitió una voz
ajena en mi cabeza muchas veces, haciendo que mi corazón
cabalgase dentro de mi pecho al mismo tiempo que tomaba mi
celular, anotaba la clave y fuese a los mensajes archivados.

Sentí por un momento como mi corazón se hundía en mi pecho, me


relamí los labios de forma inconsciente y cuando iba a entrar en uno
de ellos, una llamada entrante llega de repente, alumbrando mi
pantalla en un número desconocido.

— ¿Estás lista?

La voz detrás de la llamada era demandante, acentuada. Me


observé en el espejo y respondí de manera afirmativa con dos
palabras.

La llamada terminó tan rápido como comenzó, la puerta de mi


habitación se abrió y cinco hombres en trajes ajustados y dignos de
una revista, entraron.

Me levanté de la cama y caminé hasta ellos sin decir ninguna


palabra. Cuando llegué, tuve que levantar un poco mi cabeza para
observar los ojos azules de Caelus que me observaban con cierto
recelo en su mirada desde su imponente altura. Le regalé una
sonrisa y di un paso hacia atrás para mirarlos a todos.
Podría ser perfectamente el paraíso de cualquier joven, Podrían
alucinar y estar así en sus mejores sueños, y de alguna manera,
estaba aquí con ellos.

No hablaba sólo del dinero y la clase de vida que había presenciado


desde que había llegado, también hablaba del aura enigmática y los
extraños comportamientos que los rodeaban.

Su físico, el físico de cada uno podría ser una creación divina, un


retrato de un ángel pero dicen las leyendas que los ángeles no son
lo que aparentan, ellos aterrorizan tu vida, te dejan sin habla, son
tan extraños y misteriosos que sería difícil describirlos. Cambian,
distorsionan todo a su paso y las extrañas palabras de Marta
resonaron en mi cabeza.

¿Esté pueblo podría ser aún más extraño de lo que parece?

— ¿Nos vamos? — inquirió Caebrán desde su lado. Asentí,


relamiéndome los labios y di un paso al frente al mismo, luego otro y
logré salir por la puerta ya abierta cuando sentí una mano en mi
cintura. Mis vellos se erizaron al encontrar una mirada verdosa y
solté ligeramente aire por la nariz.

Asentí y comenzamos a caminar mientras no podía ignorar la


adrenalina y el poder que me recorría en éste momento no tenía
comparación. De pronto, todas las palabras que habían estado
rondando mi mente parecían erróneas.

Me gustaba el poder que sentía aquí.


Capítulo 20 (*)
MARTA COX

Lujo, lujo y lujo.

Todos los hijos de la élite del pueblo asistirían a la cena de


beneficencia anual que daba la familia Fairchild y aunque
precisamente no era miembro de ese privilegiado grupo social,
estaba invitada como hija de la directora del Colegio del pueblo y
solo por una noche, podía vestir algo de gala, maquillarme de forma
perfecta y aparentar tener el dinero que en verdad no tendría ni en
diez años en ahorros.

En mi mente pasaron muchas cosas la primera vez que recibí esa


invitación cuando tenía doce años, mamá acababa de subir de
puesto, había ganado una especie de concurso en el Colegio y
había subido su rango de la noche a la mañana. La paga era el triple
de alta, las deudas desaparecerían, papá ya no tendría el cargo de
la casa junto a mis medicamentos. Ahora las cuentas serian más
cómodas, podríamos darnos "lujos" que antes no teníamos, todo
esto porque ahora ella había subido bastantes jerarquías de un
momento a otro, como un verdadero "milagro de Dios". Mi madre
seria la directora del Colegio. Su paga seria el triple de alta que la
de mi padre, y recuerdo perfectamente lo alegres que estábamos
esa noche cuando recibimos la invitación de la familia Fairchild en
nuestra puerta.

Querida familia Cox.

Es un placer invitarlos a la cena de beneficencia anual para los más


necesitados del país, una noche en dónde nuestras familias se unen
como orgullosos y unos verdaderos ejemplos a seguir para dar un
poco de lo que tantos nos sobra para esas personas necesitadas sin
un ángel que los amparé.
Nos alegra tenerlos como unos invitados más en está noche
tradicional y esperamos que sea así por mucho tiempo.

Los esperamos.

Mi mamá casi lloraba de la emoción gracias a la pequeña carta de


letra cursiva de color marrón, y mi padre había estado tan alegré
que había gastado todo su suelto para darlo en la cena.

Y así pasaron la primera cena, la segunda, hasta la tercera cena.


Los años habían pasado y cada uno de ellos recibíamos la misma
carta, con el mismo sello y el escudo familiar Fairchild de color
dorado.

Las mismas letras, con lo mismo pero siempre sentíamos esa


emoción. Una familia tan alta e influyente no solo en el pueblo, ni el
país, hasta podría decirse a nivel mundial nos tomaban en cuenta
para una de sus tantas fiestas que muchas veces salían en revistas
y televisión.

Pero la verdad, detrás de toda la alegría y emoción, siempre las


mismas preguntas rondaban mi cabeza: ¿La merecía? ¿Debería ir?
¿Era afortunada? ¿Debería sentirme orgullosa? ¿Pertenecía ahí?

Sentía tantas contradicciones dentro de mí, la alegría era alta al


igual que el miedo pero al final del día, todos los años, esas noches,
me colocaba la mejor de mis ropas, me arreglaba como ningún día
del año y aparentaba tener una vida que no me pertenecía en lo
absoluto.

Me mordí mi labio inferior el mismo tiempo que chocaba la palma de


mi mano derecha sobre mi pierna izquierda cubierta por una tela
sedosa de color marfil. El bosque denso y nubloso, tan verde y tan
oscuro que rodeaba todo el pequeño pueblo pasaba rápidamente
por la ventanilla húmeda y empañada del carro de mi padre.

Me remuevo sobre mi asiento, y luego de unos minutos es imposible


tomar una bocana de aire cuando veo la mansión Fairchild aparecer
en mi cambio de visión.

El carro de mi padre aparca detrás de un auto en la ligera fila para


entrar y le doy un beso en la mejilla como siempre hacia en noches
como estas. Quizá para calmar mis nervios o sólo para mostrar
afecto, de todas maneras el beso era lleno de afecto único y
verdadero

— Sabes que te amo muchísimo, hija.

Sonreí. — Yo te amo muchísimo más, papá.

Su celular comenzó a sonar y lo atendió sin revisar quién era. La


mueca de su rostro fue evidente y de la corta conversación de unos
pequeños minutos sólo soltó "iré para allá, solo dame unos minutos"

Él me observo y asentí en silencio.

— Debo irme, es la primera vez que no te acompañamos en esto.

— Lo sé. Está bien, no hay ningún problema, papá.

Él asintió, rascándose la nuca.

— ¿Estás segura?

Me relamí los labios y abrí la puerta del auto. Aún faltaban dos para
entrar pero sería egoísta hacer esperar tanto a mi padre, tomé mi
abrigo y me lo coloqué, botando vaho por los labios debido al frio.

— Lo estoy, te quiero. Te llamaré si sucede algo.

Cerré la puerta antes de que dijera algo más y comencé a caminar


con la vista al frente. Mostré mi invitación cuando un hombre robusto
me observo de arriba abajo y seguí caminando hasta llegar a las
gigantes puertas que se encontraban abiertas de la mansión.

Varios estudiantes del Colegio estaban aquí; algunas hijos de


empresarios y diplomáticos que lucían realmente deslumbrantes. La
decoración era fascinante, de ensueño. Todo parecía brillar y el
ambiente frio del exterior fue contrarrestado por uno cálido.

Las hermanas Bush estaban a unos cuentos centímetros de mí, fue


inevitable observarlas, y como todos los años sus vestidos hacían
juego con los colores de sus cabellos.

Moviendo mi cabeza, mi vista cae sobre el deslumbrante hermano


Jake Calandra tomando de una copa con su vista perdida en algún
lugar. Su traje es azul marino ajustado y su cabello tan blanco como
la nieve lo hacen brillar y de alguna forma, hacerlo llamativo.

Tragando saliva, me doy cuenta que una mujer de cabello rubio


aparece y sólo por un momento llego a pensar que es una de las de
servicio, hasta que me doy cuenta en su atuendo y el aura que
emana.

Abrí mis ojos algo sorprendida y la sonrisa que ella me regalo me


dejo completamente helada. Apreté mis manos y la cabeza me
zumbaba con sangre, oí los latidos de mi corazón y pensé que
estaba a punto de desmayarme. Estaba oscureciendo ante mis ojos
debido a los nervios.

Era la primera vez que una de ellas se acercaba a mí.

— Buenas noches — dijo ella con sus ojos sobre mí. El acento
francés era tan evidente, sus ojos eran de color marrón claro con un
brillo extraño. Mi piel se erizo y sin poder evitarlo, pongo mis ojos en
algún otro lugar para evitar el contacto visual.

— Buenos noches, Señora Fairchild — le respondí.

Ella se alejó de mí tan rápido como llegó, y solo fue así que pude
mirarla mientras caminaba. Fue tan extraño para mí tener su
atención, o tener la de alguien en especial en este evento que me
aterraba tener que socializar con alguien más.
Estaba acostumbrada a mirar a todos, pero nunca hablaba. Podría
aparentar tener dinero y merecerme estar aquí, pero jamás perdería
la timidez que parecía ser mi mejor amiga.

— Mis hijos llegaran en unos segundos— dijo una mujer al


micrófono y todos quedaron en silencio.

La intriga se sembró en mi estómago mientras miraba a todos con


curiosidad. Está era la señal de que la cena comenzaba, en
cualquier momento los cinco hermanos Fairchild llegarían y darían
una charla que haría llorar a alguna persona de este lugar, luego
tocaría el baile y al final, la cena en donde se daría la recaudación
anual.

Me acerque a la mesa de comida y pedí un vaso de ponche al


hombre de uniforme frente a mí. Una balada lenta empezó a sonar
al mismo tiempo que las luces se apagaban y unos focos
alumbraban las escaleras conocidas para mí.

Me llevé el vaso a la boca y tomé un trago de ponche, luego dos y


para el tercero, me atoré, escupiéndolo en el vaso de nuevo al ver la
escena en cámara lenta pasar frente a mis ojos junto a los miles de
aplausos.

La sorpresa no sólo era mía, si no de varias personas que aun


aplaudiendo, murmuraban cosas al ver a la misma Lucy bajar las
escaleras, con una sonrisa perfecta rodeada de los hijos de la élite y
en sus ojos podría brillar el poder, la perfección y la belleza porque
se veía perfecta:

Como una puta reina.


Capítulo 21 (*)
LUCY

En cuanto pisamos el primer escalón, la luz se acabó y un foco nos


alumbró, dejándonos como el objeto de atención para todas esas
personas vestidas con prendas caras y relucientes. La música lenta
siguió sonando, haciendo un ambiente romántico y sonreí cuando
sentí las miradas de todos puestas en nosotros con cada paso que
dábamos.

Tomando aire empecé a bajar escalones al mismo ritmo que los


cinco chicos que me acompañaban, estaban cerca, sin separarnos,
de alguna manera, sincronizados.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo cuando sentí la mano de Caebrán


en mi cintura y la de Caelus en mi hombro, pero no me detuve,
seguí bajando junto con ellos hasta llegar al suelo y ver como las
luces volvían a su normalidad.

Teodora sonreía feliz desde su lado y tomó el micrófono una vez


más.

— ¿Seguimos caminando? — pregunté cuando disimuladamente la


mano de Caelus me empujo para que siguiera caminando.

— Pensé que mi madre te había explicado todo — Cristian dijo.

— Quizá lo hizo pero no escuché — respondí con una sonrisa


divertida en voz baja mientras llegábamos hasta donde las madres y
Caleth se encontraban sentados, separados de todos en una
especie de escenario que los ponía en una especie de lugar
privilegiado, un altar donde podrían verlos más no tocarlos.

Ahora las luces los enfocaban a ellos, y llegamos ahí. Teodora nos
sonrió antes de entregarle el micrófono a Consus, después de darle
un beso en la mejilla.
Él nos observó antes de comenzó a hablar: — Nos enorgullece
tenerlos a todos aquí presentes en una noche tan especial para
nuestra familia. Está cena ha sido una tradición para nosotros desde
que mi padre estaba en el vientre de su madre y hemos luchado
para hacerlos parte de ella durante estos años.

Consus sonríe y le pasa el micrófono a Caelus: — Es un completo


orgullo tenerlos aquí, que sean parte de esto.

— La cena de beneficencia Fairchild es también de ustedes —


ahora quien habla es Caebrán y pienso que es bastante intrigante la
forma en la que se complementan al hablar. Ellos sonríen como si
tuvieran el mundo a sus pies, como si fueran dueños de un todo.

— Recordemos que hoy todos somos familia, — recuerda Cristian.

— Una familia unida para un mismo objetivo — concluye Crono y


todos aplauden.

Cuando pienso que todo termino, el extiende el micrófono hacia mí.


Abro mis ojos un poco sorprendida pero Caelus entrecierra los
suyos.

Los observo a todos y sonrió mientras digo, levantando mi barbilla y


esperando que no me equivoqué en ningún momento: — Es para un
objetivo puro, llena de esperanza. Darle ayuda a los necesitados, un
pedazo de pan al que no puede tenerlo. Por eso estamos reunidos
aquí, para brindar esperanza y amor al que no tiene, porque en
nuestros corazones existe la bondad, porque queremos ayudar y no
hay una mejor manera que hacerlo en aquí, en está cena de
beneficencia anual que está honorable familia se encarga de
preparar cada año.

Hay un pequeño silencio, las luces se encienden y todos comienzan


a aplaudir con una sonrisa, Caleth se levanta y enseña su copa,
antes de darle un trago y todos siguen aplaudiendo cuando suelto
aire por la nariz, sonriendo.
Lo he hecho bien.

— ¡Que comience el baile! — dijo una de las esposas y una canción


más lenta comenzó a sonar. Bajamos del escenario y miré hacia
todos lados, esperando conocer a alguien, porque de un momento a
otro había quedado sola.

Los chicos se habían dispersado y realmente no conocía al grupo de


personas que me rodeaba, bailando con sus parejas de un lado a
otro, de manera sincronizada para este momento hasta que pose mi
vista en unos ojos azules cielo que me miraban desde la distancia,
penetrantes y misteriosos.

Cerré mis ojos por un momento dejándome llevar por la melodiosa


voz de una mujer desconocida y empecé a mover mis pies al ritmo
de la canción, para abrir los ojos y mirar hacia la misma dirección
pero el chico de ojos azules que ya conocía, no se encontraba.

Sentí un escalofrió recorrerme cuando una mano fría tomó mi


cintura y de golpe, me pegó a un duro cuerpo masculino. Conocía
esa voz y sobre todo ese acento distintivo cuando dijo a mi oído: —
¿Me concederías esté baile? — Esas palabras me quitaron el aire
de los pulmones por unos segundos. Su voz dulce pero varonil junto
a su aliento caliente pegar al mismo tiempo en mi oreja solo produjo
que mi corazón latiera con fuerza contra mis costillas.

Sentí su mano deslizándome por mi cintura, luego tomar la mía y


hacerme dar una vuelta sobre mi misma para pegar nuestros
pechos.

Sus cejas pobladas están peinadas de manera perfecta y sus


pestañas salvajes estaban hechas como un camuflaje a sus ojos
azul cielo intenso. Su costoso traje haciéndolo ver elegante y su piel
cremosa resaltando como siempre solo hacía ver impresionante a
Caelus Fairchild.

La cercanía me resultaba asfixiante pero a la vez era una delicia,


mis manos picaban en alejarlo pero también en acercarlo. Era algo
contradictorio que comenzaba a disfrutar cuando se relamió los
labios y dijo:

— Te ves muy hermosa, Lucy.

Caelus sostenía mi mano con delicadeza mientras damos pasos


lentos y cuidadosos, sin perder el contacto visual, él observándome
con profundidad; su mirada azulada puesta sobre mí y yo
perdiéndome en sus ojos intensos preguntándome qué hacia aquí
tan cerca y por qué permitía que lo estuviera.

Las alarmas sonaban en mi cabeza, la voz de la cantante pasando


realmente a segundo grado mientras me relamo los labios al mismo
tiempo que puedo ver una sonrisa en sus labios, mostrando sus
perfectos y relucientes dientes blancos.

Seguimos moviéndonos, al mismo ritmo, lento, pegados uno con el


otro y me es inevitable mirar detrás para encontrar a las personas
bailando en perfecta sincronía. La canción se vuelve un poco más
movida, el sonido violín provocando un cambio drástico en la balada
lenta y Caelus sonríe, acercando más mi cuerpo y mirando hacia
nuestros pies.

Lo sigo con la mirada y el da un paso brusco, que hace que frunza


el ceño.

— ¿Nunca habías bailado Foxtrot?

— ¿Tengo cara de que lo he bailado? — frunzo mi ceño y él rueda


los ojos, dando un paso más largo, que hace que quedemos en el
centro del salón.

— Es similar al Vals — susurra cuando me hace girar — Solo debes


dar más movimientos largos y continuos. Es algo tradicional en
nuestra familia.

No me queda tiempo para decir algo sobre ese Foxtrot y mencionar


que en realidad, no soy ni seré buena bailarina al menos que en mi
otra vida, sea dotada con aquella bendición para el baile pues me
toma fuertemente de la cintura y me hace quedar de espaldas a él.

— Observa a mi padre; — susurra a mi oído y yo busco con la


mirada al Señor Caleth Fairchild de manera automática — no nos
quita la vista de encima.

— ¿Por qué escucho diversión en tu voz? — digo cuando quedamos


de frente y la música se vuelve aún más movida.

Una pareja de jóvenes que jamás había visto son los primeros en
dar el primer gran paso.

La chica se mueve de manera rápida y empodera, con una sonrisa


en el rostro mientas el chico le sigue el movimiento sin dar ningún
traspié. De repente todos comienzan a bailar y me quedo tensa,
regresando los ojos a Caelus.

— Yo no bailaré....

— El Quickstep es el baile preferido de mi madre Teodora — dice,


tomando mi mano derecha y dando un paso hacia atrás, luego
dando uno hacia delante y pisando mi pie en el proceso
ocasionando que haga una mueca pero él lo ignora diciendo: — Es
un estilo alegre, rápido gracias a las melodías optimistas que
resuenan por todos lados. En todas las fiestas, va a sonar al menos
dos piezas de Quickstep o ella se molestaría con Sophia por no dar
la orden de ese baile. — La sonrisa en su rostro es contagiosa y
olvido por un momento lo extraño que resulta su actitud alegre y
empática porque definitivamente, Caelus había actuado apático y
grosero desde que llegué aquí. Al verme tiesa como un tronco en
medio de todos bailando de un lado a otro, brincando y dando
vueltas, él se inclina y susurra peligrosamente cerca de mi rostro —
Vamos Lucy, inténtalo. No es tan difícil.

— Pero es difícil.
Asiento con duda y él suelta una carcajada mientras toma mi mano
y me indica el siguiente movimiento.

Muevo un pie, luego muevo otro y otro hasta que me encuentro


moviendo de un lado a otro, con una sonrisa en el rostro y mis ojos
puestos en los suyos.

— Creó que me dolerán los pies luego de esto — digo cuando me


da una vuelta y quedo pegada a su pecho.

— Yo también lo creó — dice, sonriendo y retomamos el baile.

Siento una capa de sudor en mi espalda, mis mejillas sonrojadas y


mi cuerpo acalorado luego de algunos minutos en donde sin decir
ninguna palabra, no dejamos de movernos.

Encuentro a Joseph, bailando con su hermana cuando nos rozamos


en algún momento del baile pero Caelus nos hace ir a otro lado del
salón antes de que podamos dejar de bailar ya que la pista acaba.

Sonrió. Sus ojos azules brillando.

— Jamás había bailado así.

— Es algo tradicional, en todas las fiestas que hacen mis madres,


hay bailes así — dice y su tono no era superficial. Su sonrisa es tan
hermosa y me preguntó qué es lo que corre en los genes Fairchild
de un momento a otro para crear seres tan hermosos.

Asiento y él se relame los labios, tomando mi cintura.

— ¿Empezará otro baile? — pregunto entre risas sin sentido y él


menea su cabeza.

— Quizá.

Me pregunté si ese quizá bastaba o no. Simplemente sonreí una vez


más y quise ignorar el hecho de que la distancia era tan palpable,
que sus ojos brillaban y que su frente brillaba ligeramente en sudor
por el baile. Su mandíbula cuadrada se apretó un poco al igual que
su agarre en mi cintura. Sentí mi abdomen contra el suyo, su aliento
sobre el mío y un extraño sentimiento me invadió: como si esa
cercanía fuese peligrosa.

— Lucy... — susurró. Abrí mis ojos esperando algo hasta que


simplemente dejó caer luego de unos minutos con una voz
completamente neutral: — ¿Te gustan mis hermanos?

Esa corta pregunta me congeló. Todo mi cuerpo se puso rígido, y


entré en pánico, sin tener idea de por qué reaccioné así y por qué
ha preguntado eso.

Busco la manera de alejarme de él, y cuando no lo consigo, abrí mi


boca pero luego la cerré para decir lo evidente. No lo hacían, al
menos no sentía que lo hacían pero algo me impedía decirlo con la
misma naturalidad que lo pensaba.

— Yo... — comencé a decir y él simplemente asintió.

— Está bien.

— ¿Está bien? — pregunté sin entender nada y él se encogió de


hombros.

— Sí, lo está.

— Caelus, en verdad no sé porque piensas eso además no tendría


por qué darte una explicación y si hiciste todo eso del baile para
preguntarlo, pienso que...

— Silencio, Lucy. Silencio.

Dejé de hablar de inmediato y entrecerré mis ojos sin entender, y


cuando pensé en alejarme de sus brazos, él tomo mi barbilla, me
miro a los ojos y sin decir nada más junto sus labios con los míos.
Capítulo 22 (*)
JAKECALANDRA

Observar a Caelus besar a la nueva produjo que mi estómago se


revolviera y me levantará de la silla rápidamente para huir de
aquella tortuosa escena que me molestaba ocasionando que Dove y
Rose me miraran curiosas al igual que mi hermano al mismo tiempo
que huía, sentí el frío clima pegar contra mis mejillas haciéndome
titiritar.

Me sentía extraña, con sentimientos contradictorios porque odiaba


la cercanía y el beso pero mi mente estaba en otra persona que no
salía de mi cabeza y en vez de Caelus besando a Lucy, mi mente
imaginaba a esa otra persona besando a una de mis amigas de la
infancia. Me ordené mantener la calma, caminé de un lado a otro,
contando de uno al diez en busca de ordenar el desastre que era mi
cabeza y me repetí que estaba mal sentirme así.

«Quieres a Caelus» «Te duele que Caelus la besé» «Te gusta


Caelus» Me repetí internamente queriendo obligarme a sentirme así
para apaciguar la culpa y los recuerdos de la última conversación
que tuvimos se repitió en mi mente mientras salía de la mansión,
llegando al jardín, abrazándome a mi misma por el frío y las
lágrimas comienzan a salir de mis mejillas porque la culpa era algo
que me ahogaba desde pequeña.

—¿Qué pasó ayer? — una voz femenina conocida hace que dejé de
llorar, limpiándome las lágrimas con recelo para luego dejar de
caminar de inmediato, nerviosa.

—No pasó nada — respondió una voz masculina y me apresuré a


esconderme entre los arbusto con el corazón a mil mientras la culpa
se escondía y dejaba de torturarme con recuerdos que me hacían
daño. Tenia tanta urgencia de irme de aquí porque escuchar algo
que no debía siempre me había traído problemas pero no podía
salir. No tenía por dónde así que me asomé lo suficiente para ver a
las personas que estaban a unos metros.

La escena frente a mí me hizo sentir curiosidad; Observé cómo


Marta enfrentaba a Cristian con los brazos cruzados y di un paso
hacia atrás sintiendo la tensión de ambos.

—¿Nada? — Preguntó ella con calma fingida haciendo que se me


erizaran los vellos de cuerpo. Él menor de loa Fairchild sonrió
mientras movía la cabeza y ella lo apuntó en el pecho con su dedo
— ¡Follamos en la puta biblioteca, Cristian! ¿Te parece nada eso?

Abrí la boca sorprendida y pestañee varias veces cuando ella dijo


aquello. Esperé que él se burlara o que le dijera que estaba
soñando mucho pero su silencio me confirmó aquello.

«Ellos habían follado» Tragué saliva con cierta confusión pero la voz
del castaño me hizo salir de mis pensamientos: — Piensa lo que
quieras — dijo — ¿Por qué te enrollas tanto? Te recuerdo que tú lo
pediste —Se desordena el cabello con aburrimiento y es algo que
todos los hermanos hacen cuando el tema no es lo suficiente
relevante y lo sé por vivir desdé pequeña rodeada de ellos —
Además tu dijiste; "Cristian, puedo ayudarte con tus problemas"

Marta pestañea incrédula y sé qué el hastió que desprende Cristian


hace que quieras sacarle los ojos pero ella sólo habla más,
empeorándolo porque muestra que le afecta y eso nunca debes
mostrarlo delante de ellos:

—Estaba ebria — dice ella mientras mueve las manos,


justificándose sin razón — Deja lo imbécil, no te lo pedí además
quién comenzó fuiste tú — acusa está y él sonríe.

—"Puedo ayudarte a calmar la ira que sientes, Cristian"— imita


burlón la voz de Marta y está se sonroja de inmediato.

La escena lejos de extrañarme, me asombra y confunde a los


mismo niveles. Él busca acercarse y ella retrocede.
—¡Cállate! —chilla la castaña sonrojada y reprimo una risa
tapándome la boca por la situación.
—¿Pero te gustó? — él comienza — estabas tan húmeda que no
necesite más de tres besos para estimularte porque estabas lista
para recibirme.

Él se acerca, ella retrocede pero el espacio le queda corto cuándo


pega su espalda contra la pared.

—Sólo no te enrolles; tuvimos sexo, estábamos ebrios y nadie nos


vio. Nadie dirá y nadie hablará porque nunca nos han visto juntos—
ella traga saliva y él toma su mejilla — ¿Por qué no puedes ser
cómo Lucy?

Lejos de comprender, me confundo y la cara de la castaña también


lo demuestra. Muevo mis tacones tratando que no hundirlos en la
tierra y me doy cuenta que he escuchado de más pero no tengo
escapatoria.

—¿Qué dices?— pregunta Marta de forma lenta y Cristian sonríe


con burla.

—Ella se dejó tocar por Caebrán y por Consus, Marta— dice


Cristian como si fuera lo más evidente y no puedo creerlo porque no
los había visto compartir a alguien desde hace años pero él sigue
hablando: —...y ahora se estaba besando con Caelus, ¿entiendes?
No hay remordimientos, no hay problemas. Ella sólo disfruta de ellos
y así deberías sentirte porque...

La mano de Marta impacta en la mejilla del castaño, haciendo que


dejé la oración a la mitad, su rostro se mueva a un lado y tragó
saliva, pasando el sabor de bilis que se presentó en mi garganta
gracias a la mención de los ojos azules y de la nueva, de ellos
compartiendo a la misma y la posibilidad de que pueda repetirse lo
que paso hace años me hace erizar los vellos del cuerpo y está vez
no es por el frío.
—¡No hables así porque parece que le dijeras que es una puta y
saber que no lo es!— grita Marta antes de empujarlo y darle otra
bofetada que suena más fuerte que la anterior.
Marta lo mira furiosa y antes de que él pueda decir algo, se marcha.

Me quedó en silencio esperando que él también lo haga para salir


de mi escondite entre los arbustos y me prometo olvidar lo que
escuché y vi porque demostrar que lo sé sólo me traerá problemas.

Escucho una maldición en francés y luego como la mesa de vidrio


cae al suelo, partiéndose en el instante. Suelta golpes, gruñidos y mi
corazón late con fuerza cuando arroja algo para los arbustos y eso
aterriza en mis pies.

Me sobresaltó por el sonido de los vidrios quebrándose, de lo que


me ha rozado y por el miedo me enredó con una rama, cayendo al
suelo y maldigo lentamente cuándo siento los ojos de Cristian sobre
mí que ahora luce estático y sereno a diferencia de hace unos
minutos porque solo muestra lo obvio:

Me ha pillado y estoy en problemas.

En unos problemas muy grandes que se hacen aún más cuando


Cristian me saluda desdé arriba con una sonrisa llena de burla.

Burla que me eriza la piel porque sé que es lo que me espera.

No respondí. Parece que me fuera quedado muda de un momento a


otro y el pánico se adueña de mi sistema porque he visto de qué son
capaces. Él al verme en el suelo, pálida y sin decir nada , comienza
a decir, mientras se mueve de un lado a otro: — ¿Estás consciente
de que es malo escuchar conversaciones ajenas? — preguntó con
sátira y me levantó del suelo rápidamente cuándo sus ojos o mejor
dicho; el poder que tiene su mirada me hace retroceder.

—No estaba escuchando nada— miento porque es la única arma


que consigo para librarme pero sé que él no es estúpido.
—Oh sí, claro— murmuró con gracia — ¿Se te perdió algo entré los
arbustos?

—Estaba vomitando— mentí y sé que no es la mejor idea. Si


hubiera estado vomitando el sonido hubiera despertado las
advertencias pero no hubo sonido así como no hubo vómito pero no
voy a decirlo en voz alta.

Me aferró a la única excusa que tengo y él sigue burlándose: —


Claro, voy a intentar creerte.
No refutó, ni me exasperó por el sonido de su voz. Mantengo la
espalda recta y hago lo mejor que sé hacer; fingir y me salé a la
perfección.

—No he escuchado absolutamente nada, si es lo que preocupa.


Solo necesitaba coger aire y terminé en los arbustos, vomitando
porque la tensión de la fiesta fue mucha para soportar, Cristian y tú
lo sabes.

«No lo sabe» Pero prefiero que piense que sí. Guardo le miedo,
guardo el pánico y me hago la loca porque él que nada teme, nada
debe y sé supone que no sé ni oí nada.

Él eleva una ceja con diversión— ¿Estás segura de eso?

—Segurísima. Solo llegue a ver cómo te cacheteaban — carcajeo


sin ganas— Por cierto, ¿te dolió?

Él no responde. Me mira de arriba abajo y se acerca, no retrocedo


porque sí no sabe que vi y escuche no puede lastimarme así de lo
enfrento.

Sus ojos marrones brillan y su rostro angelical es completamente


diferente a lo que en realidad resulta ser Cristian Fairchild.

Él toma mi barbilla con fuerza y la aprieta. La aprieta con fuerza y


me obligo a tragar saliva y mantener el contacto visual porque he
visto cosas peores pero sus ojos me dan un ataque de pánico que
me obligo a controlar.

—Más de lo que te dolió a ti ver a mi hermano besuqueándose a


Lucy, no lo creo— dice y siento una vacío porque no me duele como
debería.

Entonces caigo en cuenta que salí de la fiesta para fingir que sí me


molesta porque no es normal que me quedé ahí observándolos
como si no me molestará porque no lo hace pero nadie debe saberlo
porque seria un problema más a la lista y no quiero eso.

Tampoco como no quiero verme involucrada en otros por andar de


chismosa, entonces busco la manera desesperada de buscar una
excusa.

—Lo que haga tu hermano, no me interesa — le hago saber lo que


tanto me tengo guardado y sé que le da gracia pero la verdad es
que no se imagina que estoy diciendo la verdad y eso me satisface.

—¿Estás segura de eso?

—Lo estoy — tomó su muñeca y clavo mis uñas en ella haciendo


que me duele la barbilla que siento entumecida.

Él no se queja y le suelto la muñeca, girándome para hacer lo que


he querido hacer desdé que los vi llegar aquí pero él habla asiento
que me quedé estática.

—Sabemos muy bien que escuchaste todo — dijo— Espero, por tu


bien que si no quieres que nada malo te pase, será mejor que
cierres tu linda boca y no le cuentes a nadie lo que escuchaste,
¿entendido?

El modo en el que habla me eriza la piel y me dan ganas de salir


corriendo pero le regalo una sonrisa.
—Ojalá fuera escuchado para saber qué es lo que tanto te preocupa
que sepa — le hago saber y él menea la cabeza.

—No intentes verme la cara porque sabes que no eres más


inteligente que yo — comienza —Acepto que creas que me trago tu
mentira y puedes largarte porque no tengo ánimos para lidear con
tus metidas de pata.

Me regala una sonrisa, se acerca y me besa la mejilla antes de


seguir de largo y miro el desastre a unos centímetros así como
enderezó mi espalda y caminó de vuelta a la fiesta intentando
convencerme de mi misma mentira y que estoy a salvo.

Nada malo sucederá


Extra
CRISTIANFAIRCHILDKELLOGG

Escena de Cristian y Marta en la biblioteca


Advertencia de contenido

No pienso, no proceso, sólo camino tambaleándome hacia la


biblioteca preso de la rabia sin explicación que se adueñó de mi
cuerpo.

Me duele la cabeza y me tiró en el sofá, cerrando los ojos, dispuesto


a dormir pero el sonido de la puerta hace que abra mis ojos y
consiga a Marta Cox caminando hacía mí como si dudará de cada
paso que da y eso me hace sonreír.

Sigo enojado, sigo con las ganas de querer partir cada cosa que se
me atraviese y no me guste pero ella se ve tan inocente cuando
mueve mis pies para sentarse en el mismo sofá a pesar de que hay
otros tres.

—¿Qué quieres? — pregunté de inmediato porque no tenía ánimos


para manejar situaciones absurdas y si ella buscaba algo de aquella
vez; la iba a correr tan rápido cómo había llegado.
Se quito los lentes dejándome confundido y con manos temblorosas
los colocó en la mesa que se encontraba a su lado.

Ella se relamió los labios.

—Puedo ayudarte — dijo de repente y me quedé callado detallando


su rostro a la perfección.
Sus ojos eran marrones claros, su nariz perfilada, con pómulos algo
levantados y un sonrojo cubriéndolos mientras que sus pestañas no
eran tan grandes y sus cejas finas al igual que sus labios.

Era linda, sí. Era linda pero no llegaba a ser tan linda como Lucy o
como una de mis madres pero eso no significaba que fuera
atractiva.

Era frágil o al menos así aparentaba su cuerpo y era mayor.

Era mayor que yo y eso me gustaba porque me encendían las


mujeres mayores, y aunque su edad era mayor que la mía, sabia
que no era madura y que posiblemente sin experiencia por cómo
movía sus manos por su falda y cómo me miraba.

«¿Había algo en lo que podía ayudarme?» La respuesta era no


porque no había traído algo o alguien a quién golpear y dudo que
ella se ofrezca como tributo.

Mi silencio la pone nerviosa y me lo expresan sus movimientos; la


forma en morderse el labio, cómo mueve sus hombros, su
respiración y aquella chispa en sus ojos apagados.

—¿Cómo puedes ayudarme? — inquirí y ella respondió de


inmediato:

—Puedo ayudarte con toda esa ira que tienes — dijo y capté qué
era lo que quería.

Le regalé una sonrisa y me acomodé en el sofá, sentándome. Ella


tragó saliva y me acerqué un poco disfrutando de jugar con sus
nervios.

—¿Vas a ayudarme, Marta?

—Sí, quiero ayudarte Cristian.

Quedamos tan cerca que podría rozar sus labios con los míos pero;
no lo hice.
Me gustaba esperar y sí ella quería ayudarme, tenía que hacerlo a
mi modo porque en mis dieciséis años había descubierto que me
gustaba desesperar y impacientar porque así me esperaban e
ansiaban más.
Ella junto sus rodillas y me imaginé a su coño húmedo queriendo
que mi lengua pasará por esté.
Me levanté, le di la mano y planee rápidamente lo que quería hacer.

—Quítate toda la ropa — dije. Ella me miró y asintió porque no se lo


estaba preguntando; era una orden.

Se quito la zapatos, la falda y luego la camisa bajo mi atenta


mirada.

Su senos estaban apretados gracias al sostén blanco simple y las


bragas combinaban a la perfección. Ella se ruborizó al notar que la
estaba observando y quise colocar mis ojos en blanco pero no lo
hice.

Estaba ebrio, sí pero podía armar perfectamente un plan y sabia qué


era lo que me gustaba del sexo así como sabia que ella no estaba
acostumbrada y que posiblemente no se esperará lo que vendría
porque para un Fairchild el sexo era algo místico, algo esencial.

Con el sexo podrías descubrir los secretos de una persona, el sexo


te volvía débil y en el mismo se mostraban cuáles eran tus
debilidades así como ahora notaba el papel de sumisa que tenía la
castaña.

—Sujétate el cabello — ordené y ella hace lo que le pido sin objetar


—Arrodíllate, flexiona las piernas y mírame a los ojos en todo
momento.

Me echó hacia atrás mientras comienzo a desabotonar mi camisa


lentamente. Le regalo una sonrisa y mientras lo hago tiró la camisa
a un lado.

Me relamo los labios, muevo mi cuello en busca de elasticidad y mis


ojos se quedan en su sostén blanco que la hace ver tan pura
haciendo que el morbo se apodere de mi y quiera corromperla.
Las ganas de marcar su piel con una fusta, de golpear sus glúteos
tantas veces que queden rojos y de morderla y chuparla me hacen
dudar de mis planes por un segundo.

—Quítate el sostén y las bragas, te quiero expuesta ante mí.

Ella lo hace y sus senos pequeños salen a la luz. Su coño está libre
de un solo vello y luce tan rosado que me relamo los labios.

Comienzo a desabotonar el pantalón y juego con el elástico de mis


bóxer antes de meter mi mano y sacar el miembro erecto que la
hace lamerse los labios.

Muevo mi mano a través de él masturbándome y las ganas de


metérselo en esa pequeña boca y hundírselo hasta el fondo para
ahogarla y medir hasta dónde llega su garganta me amenazan
porque a pesar de no haber cumplido la edad necesaria para
convertirme verdaderamente en un Fairchild conozco tanto sobre
sexo y he experimentar que me considero un hombre.

La belleza de las personas en el sexo consiste en su libertad de


dejarse llevar por el morbo y complacer sus fantasías más oscuras
pero eso sólo se logra con la persona indicada a la cuál a pesar de
ver e monstruo, no salga corriendo despavorida.

A mi corta edad he experimentado tanto que no lo considero como


el resto de personas en el mundo a mi edad; el sexo tiene poder y el
sexo doblega a cualquiera, inclusive a la persona que ha probado
todo en el mundo.

—Quiero alimentarte, Marta — suelto de repente y ella pestañea. No


habla, no refuta y también se que no es virgen pero sí es sumisa.

No me pregunto el origen de su sumisión ni quiero saber qué


sucedió para que sea así, sólo dejo llevar mi fantasía mientras
espero que ella se mueva y con las manos temblorosas tome mi
miembro mientras traga saliva por el tamaño y lo erecto que está.
Saca la lengua y mirándome le da la primera lamida que hace que
mis muslos se tensen y quiera agarrarle el cabello y obligarla a
mamarla con rapidez y es lo que hago.

Sus labios son suaves y sin contemplaciones ni preguntar si puede;


se la meto completo y disfruto de su mirada consternada mientras
me follo su boca con rapidez mientras hilos de saliva escurren por
todo mi miembro.

Con ambas manos masajes mis bolas y la levanto con fuerza del
cabello para luego empujarla hacia la mesa llena de libros que
seguramente habría dejado Consus y los tiro todos al suelo al
mismo tiempo que tomo su cintura y la colocó ahí.

Le abro las piernas y miro su húmedo coño mientras lo rozo con mis
dedos.

Está tan dilatada, tan urgida que me coloco de rodillas y acerco mi


rostro. Abro la boca y escupo justo en el centro, donde quería y la
miro solo para sonreírle antes de comenzar a comérmela con la
boca.

Meto mi lengua, estimulo con mis dedos y chupo en el punto exacto


escuchando sus gemidos y sus manos en mi cabello, jalándolo y
haciendo prisión en mis hebras.

Siento como sus muslos se tensan y me levanto dejando un beso en


su muslo.

Me relamo los labios disfrutando de su sabor y con la voz roca digo:


— Antes de salir — la sujeto del cabello y la hago levantarse con las
piernas temblorosas pero no me importa. Ya decidí donde voy a
follarla y no pienso cargarla hasta ahí — Vas a ir conmigo y delante
de mí vas a tomarte una pastilla anticonceptiva, ¿lo entiendes,
Marta?

La hago girar y su espalda pega contra la estantería de libros. Ella


no responde y ladeó mi cabeza.
—¿Escuchaste lo que te dije?

No responde y llevo mi mano a su entrepierna y meto un dedo. Ella


se muerde el labio y sin moverlos, introduzco el segundo.

—¿Entendiste, Marta? — vuelvo a insistir y ella asiente. Sonrió


satisfecho, saco mis dedos y hago que abra las piernas mientras
acomoda su trasero empujando algunos libros para estar cómoda.
Tomo mi miembro y viéndola a los ojos se lo introduzco completo,
con fuerza.

El gemido que suelta me hace erizar la piel y empiezo a embestir


con fuerza porque el sonido de nuestras pieles chocando es
satisfactorio y a pesar de no lograr ni cumplir con todas mis metas
en el sexo, se diferenciar los límites que tengo porque no puedo
mostrarme delante de ella como lo que realmente soy.

El nivel de alcohol en mi sistema solo me hace enfocarme en lo


carnal; en cómo su coño apretado me envuelve, en sus gemidos y
como la repisa de libros vibra gracias a mis embestidas sin
contemplaciones.

La escucho susurrar mi nombre a la vez que busca mi boca pero la


evado, solo quiero su coño, no su boca y por no conocerla
perfectamente quiero dejarle en claro que solo estamos follando
porque esto es así; no hay lazos, no hay confesiones de amor y
mucho menos con ella solo disfruto de lo estrecha que es y me dejo
llevar, embistiendola.
Capítulo 23 (*)
LUCY

Puedes saber perfectamente cuando las cosas están mal y pueden


pasar a peor: la mente humana es maravillosa al momento de crear
advertencias para evitar metidas de pata y aún así, preferimos
seguir nuestro instinto en lugar de pensar con cabeza fría para luego
encerrarnos a llorar y recriminarnos que por seguir instintos sin
analizar las cosas antes nacen los verdaderos problemas donde ni
Jesucristo volviendo a revivir podría ayudarte.

Me siento extraña al besar con un salvajismo intenso a Caelus


aunque en mi conciencia hay una gran advertencia de "DEJA DE
HACERLO" porque te vas a arrepentir y aún así, a pesar de los mil y
un escenarios malos que pueden desencadenar estos choques de
labios de forma frenética, no me aparto. Aunque eso sólo liberé lo
que tanto me esfuerzo por esconder.

Siento su lengua dentro, sus manos apretando mi cintura, por mi


espalda, tomando con fuerza mi nuca y soy una completa
desesperada a la hora de acercarme aún más queriendo fundirme
con él sin importar nada.

Me quedo sin aliento y me separo de él por unos segundos donde


mis pulmones se recargan y está vez soy yo la que se le tira encima
sin importarme que estemos dando un espectutaculo en medio de la
fiesta o el beso raye a lo obsceno y pornográfico.

No pienso con claridad, no razono, solo me lo como vivo con un


hambre mezclado con odio inexplicable que no sabía que tenía
hasta que probé sus labios. El chupa mi labio inferior y le entierro las
uñas en los hombros con desespero, queriendo pasar a un segundo
plano donde me lo pueda devorar sin ropa ni personas a nuestro
alrededor.
Él aprieta mi trasero de una forma leve y es suficiente para que
dentro de mi algo haga clic y me mentalicé para pedir lo que tanto
ahnelo y es a uno de ellos en mi cama porque después de haber
probado los labios de Caebrán y Consus, algo dento de mi está
amenazando con salir y destruir todo a su paso.

A pesar de que conozco los resultados desastrosos de dejar fluir mis


instintos, siento que no quiero contenerlo y la decisión ya está
tomada porque la forma con la que él responde con el mismo
salvajismo y braveza me deja en claro que siente los mismos
deseos y ahnela lo mismo que yo.

- Lucy - una voz femenina familiar hace que me separé de Caelus


rápidamente como si nos fueran alejado tres metros y me hubieras
regresado a la realidad de golpe, aturdiendome en el acto. Miro
hacia todos lados y la vista de algunos invitados están sobre
nosotros, respiró hondo y siento que la separación me repugna
porque no llegue hasta donde quería.

Mis labios hinchados duelen y recupero el aire perdido por el intenso


beso, sin perder el tiempo y mucho menos sin mirar al pelinegro,
poso mis ojos en la hermosa castaña a centímetros de mí con una
mezcla de agradecimiento y odio por su interrupción.

La tenue luz del salón hace que su vestido rosa palo se vea
realmente hermoso al igual que ella, pero mi ceño se frunce al ver la
mueca en su rostro y los ojos aguados.

Elevo mi mentón hacia los adolescentes riquillos que me acribillan


con la mirada y soy tan descarada que coloco una mano en el pecho
de Caelus para saludar a la chica que me clava los ojos de
inmediato.

Parece que va a explotar y Caelus besa mi mejilla en un gesto que


aunque se ve dulce, no lo siento así por el bulto gigante que roza
contra la mitad de mi trasero. Tengo ganas de hacer algo y no me
cohibo a la hora de menear las caderas sutilmente hacia atrás para
sentirlo más.
Al parecer nadie se da cuenta y sonrió de manera perfecta porque
no hay una mejor actriz que Lucy Beckett y siento que voy a explotar
por el deseo descontrolado que uno de los cinco hermanos ha
desatado.

- ¿Me la prestas un momento, Caelus? - pregunta Marta con sus


ojos fijos en el contacto que ambos estamos haciendo. Tengo ganas
de reír porque la pregunta está tan mal formulada porque si me
quiero ir, me voy así me este besuqueando a Caelus o el mismísimo
presidente.

- No hemos terminado, Lucy -susurra a mi oído y me giro para


estampar mis labios contra los suyos.

- Ten eso por seguro, Caelus.

El pelinegro sonríe, le devuelvo la sonrisa y se retira cambiando de


forma elegante y altiva.

Una balada extraña empieza a sonar en el ambiente y miro


confundida a la castaña cuando me toma de la cintura y empieza a
mover sus pies al ritmo de la música. Extraño a Caelus en el
momento en que siento la ausencia de sus indicaciones a bailar y
me aseguró internamente que es por eso y no por querer terminar el
baile besándolo como si me fuese a morir hoy mismo de sed por sus
labios.

- ¿Qué sucede? - le pregunto de inmediato tropezando con sus pies


un par de veces. Está gente y sus bailes elegantes me hacen sentir
en un castillo o en un baile de la realeza.

Ella no habla, solo se mueve con destreza y me asombra en el


momento que me da una vuelta y hace pegar nuestros pechos. La
agilidad con la que mueve sus pies al ritmo de la música es
alucinante.

Sigo moviendo mis pies, sonrió y puedo notar diferentes


sentimientos expresados en su rostro, trato de seguirle el paso
aunque resulte difícil y lo logró siguiendo su ritmo.

Decido no atosigarla, me quedo callada con las ganas de irme


detrás de Caelus y besarlo otra vez.

- Me he acostado con Cristian - confiesa la castaña y me tomo unos


segundos para reaccionar porque mi imaginación estaba ocupada
en reacrear escenas que en una película para todo horario podrían
ser censuradas. No muestro ninguna emoción en el rostro y ella me
mira expectante; sus ojos marrones son tan expresivos que podría
adivinar qué pasa por su cabeza en este preciso momento solo por
ver el brillo que hay en ellos así como sé y presiento que una carga
emocional enorme está de forma imaginaria sobre sus hombros.
Pienso qué podría decir e ignorando el hecho de que desde el
primer momento Marta Cox siempre me fue fácil de leer y ya lo
sabía, pero aun así, abro la boca fingiendo asombro sin parar de
bailar porque no puedo decirle que la espíe de manera inconsciente.

- ¿Cuándo? - pregunté.

- Ayer, en la biblioteca - dice asiento.

«Sí, yo los vi»Me muerdo la lengua porque no puedo decir que lo sé


por obvias razones y la más resaltante de todas es que ví más de lo
que tenía que ver.

- Vale, es normal Marta - digo y ella se relame los labios, mirándome


- Todos los jóvenes follan alguna vez y eso no significa nada ni
deberías preocuparte.

- ¡Pero no es eso! - chilla y me sobresalto, dejando de bailar.

- Entonces si no es por el hecho de que hayas tenido relaciones


sexuales con Cristian... ¿Por qué estas así?

- Nunca debí acostarme con él.


- Lo hiciste y ahora no hay vuelta atrás. Solo sonríe y sigue con tu
vida.

Ella entrecierra sus ojos, comenzamos a movernos al ritmo de la


música clásica que comienza a ser movida de un momento a otro.
Observo cómo en la pista de baile en la cual transformaron el salón
varias parejas bailan moviéndose de un lado a otro, otros dan
vueltas y otros se separan para cambiar de pareja.

La mano de Marta se coloca en mi cintura, le regalo una pequeña


sonrisa antes de dar una vuelta y terminar en los brazos de un chico
que no conozco mientras que Marta baila con Joseph Calandra.

Se me dificulta entender el baile pero trato de seguir el ritmo sin


dejar de pensar en Marta y su enrollada con Cristian Fairchild. El
chico se mantiene inexpresivo y me hace dar la vuelta para cambiar
de pareja y es impresionante la manera en la que todos se
sincronizan y hacen el cambio al mismo instante.

El aroma dulce de Marta es lo primero que me hace saber que esta


frente a mí y está vez la música baja de tono, las personas a nuestro
al rededor comienzan a bailar de forma suave como si fuera un vals
y lo hago también, está vez tomando la iniciativa y la hago moverse
conmigo.

La noto tensa y lo corroboro en sus ojos cafés comprimidos con una


tristeza eterna. Me muerdo la lengua porque no seré la primera en
hablar pero ella parece tampoco querer hacerlo.

Seguimos bailando, cambiando de pasos constantemente pues esté


tipo de fiestas de clase élite es una mezcla entre bailes clásicos y
modernos que resultan perfectos y estilizados. El lugar se ve
místico, las personas vestidas con prendas caras y coloridas
contrastan el ambiente dorado con blanco que le brinda elegancia a
la mansión y parece que estuviéramos en un castillo de la realeza o
en una época pasada por ver a los mesoneros pasar vestidos de
camisa blanca y pantalones de vestir negros con una gran bandeja
de bebidas o comidas en sus manos de manera elegante.
- ¿Alguna vez creíste que harías parte de algo así?

La voz de Marta me hace dejar de bailar. Mis pies comienzan a doler


y mi garganta pide algo de líquido para aliviarla. Sus ojos se
encuentran con los míos y encuentro la mesa de bebidas a unos
pasos de nosotras. La vuelvo a mirar y soy la primera en caminar
sintiéndola detrás de mí.

Llego hasta la mesa y tomo un vaso de cristal para pedirle a la mujer


que sirve bebidas que me lo llené y no preguntó qué es;
simplemente le agradezco con un asentimiento y me humedezco los
labios con el contenido burbujeante antes de girarme hacia Cox.

- Si lo dices por los chicos, te diría que no lo sé pero si lo dices por


el destino te diría que; sí. Cuando me nombraron la opción de venir
de intercambio supuse en cierta parte seria una versión mejorada de
Dubai sin reglas y gente importante con sangre de oro - le sonrió
con la copa en la mano - Así que en cierta parte me imaginé que
seria así... ¿y tú?

- Hiverdele es todo lo que conozco y es donde nací - sus ojos cafés


se conectan con el azúl de los míos - Mi padre llego aquí cuando se
graduó de la policía y luego conoció a mi madre. Fueron una pareja
simple y joven; ella era hija de una empleada y él un policía con
muchos sueños que renunciaría a todo por un amor de película con
la mala versión televisiva en la cual las deudas sobrepasan la
felicidad rompiendo la armonía del hogar. Después de muchas
adversidades llegué al mundo y cuando crecí, mi madre quedó para
ser la directora del Colegio y de pronto tuvimos la oportunidad de
pertenecer a esté grupo de selectas personas.

- ¿Sólo porque tú madre empezó a tener un mejor sueldo?

Ella menea su cabeza tomando también una de las copas y


llevándola a los labios para beberse el líquido espumoso que aún
sigue intacto en mi vaso.
- Sólo porque mi madre ahora era la directora y necesitaban tenerla
de sus lado para que ella dejará pasar todo lo que pasa referente a
sus hijos - se encoge de hombros aunque en su voz hay reproche -
Así es la vida; el dinero da poder y el poder traspasa las líneas de
«bueno» y «malo» que alguna vez la sociedad se encargo de crear
para hacer un balance pero la verdad de todo es que cuando tienes
dinero, no existen límites ni reglas para ti.

- ¿Te molesta eso, Marta? - inquiero y ella sonríe.

- Aún así me molestará sólo me tocaría aceptarlo.

- ¿Por qué?

- Porque el que se interpone en su camino, tiene solo dos finales;


rendirse o morir.

En silencio, con sus ojos sobre los míos me llevo el vaso a los labios
y me permito sorber el contenido de forma lenta. Jake llega y pasa
por nuestro lado, haciendo que la siga con la mirada para luego
volver a mirar a Marta.

- ¿Tienes ejemplo de ello? Te escucho muy segura.

- Más que un ejemplo tengo una experiencia desgarradora.

- ¿Cuál es?

- Mi amiga - responde en un hilo de voz y aparta la mirada pero no


pierdo el tiempo:

- ¿Quién es tu amiga?

- Katherine.

- ¿Por ella es que estás confundida referente al tema de Cristian?


No lo entiendo...
- No es eso, Lucy - dice con cierto desesperó - Lo único es que no
quiero terminar como ella.

- ¿Cómo terminó ella?

- Muy mal.

- ¿Por qué o por quién?

Marta no responde, solo dirige sus ojos hacia el grupo de cinco


adolescentes que se acerca a saludar a los Calandra y las Bush. Me
quedó quita y solo puedo preguntarme:

¿Quién es Katherine?
Capítulo 24 (*)
LUCY

Sabes perfectamente cuando algo no está bien a tu alrededor.

No es necesario ser un genio, ser muy observador o tener algún


poder sobrenatural para deducir cosas que son demasiado obvias.
No es necesario tener un gran intelecto para darte cuenta de que,
en un lugar, especialmente, en este lugar, hay secretos que las
personas se esfuerzan por mantener enterrados pero que tarde o
temprano van a salir a la luz.

Y seré la persona encargada de descubrir cada uno de ellos.

Marta reacciona a los minutos y se endereza, sonriendo como si


minutos antes no hubiera dicho cosas que para cualquiera
resultarían espeluznantes y hubiera actuado como una completa
psicótica nombrando a su supuesta amiga y lo mal que terminó. Me
toma de la mano y me hace caminar hacia la mesa de bebidas que
se encuentra libre y a nuestra disposición.

— Te queda muy bien ese vestido — deja ir y asiento tomando una


copa que me sirven sin preguntar de qué es.

Tomo un sorbo antes de decir: — Gracias, también te ves bien.

Ella me regala una sonrisa genuina que no respondo, meneando el


trago entre mis dedos mientras mi vista viaja hacia la mesa con los
hijos de la élite de Hiverdele reunidos como un pequeño grupo de
adolescentes privilegiados que parecían exactamente lo que eran:
niños ricos nacidos en una cama de oro.

Evalué la forma en la que se comunicaban entre ellos olvidándome


completamente de la existencia de Marta hasta que la nombrada
suspiró como si algo nuevo hubiera encajado en su cabeza y toco
mi hombro, haciendo que girara mi rostro hacia ella con una ceja
enarcada.

— ¿Podría venir mañana para estudiar contigo para el examen de


literatura? — inquirió — Es en pareja y pensé que tu...

—Sí, — respondí, interrumpiéndola — Te enviaré un mensaje.

Ella asiente y siento la manera en la que su cuerpo se tensa cuando


deja la copa intacta de vuelta a la mesa y como la angustia toma sus
ojos. La observo confundida pero la confusión dura poco al ver la
persona que se coloca a su lado con una sonrisa genuina y el
vestido lleno de tierra.

Su cabello rubio ceniza se encuentra en una coleta alta y si antes,


de lejos, me parecía linda, cerca lo era más. Tenía un parecido
extremo al de su hermano y solamente que su nariz era más
perfilada y que sus ojos eran más claros a los de el, un azul que era
completamente diferente al mío que se asemejaba al océano
mientras que el suyo era más claro que el cielo de un día soleado en
primavera, un hermoso celeste.

Tenía los ojos aguados y una sonrisa vacilante en sus labios. Nos
sonrió y solo yo le respondí ya que Marta estaba muy ocupada
mirándola con el ceño fruncido como si la chica fuera una mala
imitación de una muñeca que ella quería comprar, algo así como el
regalo de navidad que siempre querías y que tus padres te
intentaban suplantar con algo que no le llegaba ni a los talones.

Ella tomo un vaso de golpe sin arrugar la cara y mi mente recordó


las cortas veces que la vi en el colegio junto con las Bush, alias las
chicas de colores, el escuadrón de arpías my little pony, las
explosivas y las que te dan una bofetada solamente por respirar,
pero esta vez Jake no se encontraba con ellas, estaba aquí y codeé
a Marta de forma sutil para que dejara de hacer esas caras.

— Hola, mi nombre es Jakeline — dijo luego de unos minutos, ella


con una sonrisa solamente extendiendo su mano hacia mí. Sonreí
para lucir amable y la estreché antes de mirar a Marta que asintió
con su cabeza mirando a la rubia.

— Jake — fue lo único que dijo y sus ojos por un momento se


volvían extraños como cuando hablaba sin parar sobre los
hermanos teniendo más información que Google o cuando se ponía
psicótica hablando de lo mal que les va a las chicas que están
alrededor de ellos, pero, sonrió de forma forzosa, sonrisa que Jake
le correspondió de la misma manera.

— Marta, me alegra verte.

Sabia su nombre, era un avance. Ambas se miraron raro y me


pregunté internamente si ella también era así... rara, pero a
diferencia de ese día que estábamos todos en el carro, ella no lucia
odiosa ni molesta lo que me hizo darle una segunda oportunidad o
simplemente averiguar si también tendría que rociarle gas pimienta
o ella también tenía un enamoramiento obsesivo hacia los
hermanos.

— Lucy — dice mi nombre, mientras sonríe de forma amable —


Hare un café en mi casa, ¿quieres ir?

— Veré si puedo — respondo con cierta duda. «¿Desde cuándo ella


me invitaba a ir a su casa a tomar café?» — ¿Marta puede ir? No
me quiero sentir sola...

— ¡Claro! — la rubia exclamo — Ella sabe que es bienvenida en mi


casa.

Observo curiosa a Marta que mira hacia otro lado y Jake sonríe
cuando su hermano se acerca. Él me mira y ruedo mis ojos con
fastidio ya que las primeras impresiones nunca se olvidan, y a
diferencia de su hermana que parece un copo de azúcar, el actuó
como un imbécil sin cerebro.

— Haciendo nuevas amigas — comenta con cierta burla mirando en


especial a Marta y su hermana lo golpea en el hombro haciendo que
él se queje dramáticamente, regresando su atención a ella antes de
soltar en un tono agudo: — ¡Que agresiva, Jake Jake!

— Calla, Joseph — ella lo mira de cierta forma que lo hace reír


sutilmente y luego ella también.

— Dove quería preguntarte algo — Dijo mirándola de cierta forma y


ella asintió despidiéndose de nosotras rápidamente con un beso en
la mejilla y tomando a su hermano del brazo, llevándoselo con ella.

Los observo irse y mi vista se concentra en Marta.

— ¿Qué sucede ahora? — inquiero y ella simplemente se encoje de


hombros tomándose el trago sin decirme nada más y mi humor
cambia cuando veo a una de las madres acercarse a mí con una
sonrisa y una carta entre sus manos.

Marta lo nota también y me mira sin decir nada. Sophia llega hasta
nosotras con esa aura elegante que les caracteriza y nos sonríe,
aunque su vista solamente se encuentre en mí.

— Estaba buscándote... — dice ojeando solo por unos segundos a


Marta, antes de mirarme a mí y solo por un segundo pienso que va
a regañarme por el beso, pero ella luce tan gentil que el sentimiento
se me pasa mientras mi acompañante esta que se muere de un
infarto por lo pálida que se ve y temo que se desmaye justo aquí.
Sonrió de forma incomoda por la actitud de Marta y Sophia me toma
de las manos con una sonrisa genuina ignorándola por completo.

— Te necesito en el escenario.

— ¿Para qué?

— Caleth quiere que digas la cifra que hemos recaudado y para


dónde ira el dinero — explica de forma rápida — Recuerda que mi
esposo es ministro de Seguridad y no solamente hay personas
adineradas aquí, también están sus contrincantes y personas que
tienen influencia en el mundo del gobierno, confió en ti y que harás
un excelente trabajo allí arriba como lo hiciste hace unas horas al
presentarte con los chicos.

— ¿Eso no lo hacían sus hijos? — inquiere Marta con los ojos muy
abiertos mientras se acomoda los lentes que iban a salirse del
puente de su nariz. Sophia la mira de arriba abajo antes de decir:

— Pero ahora lo hará Lucy — es su respuesta — ¿Algún problema


con eso? — la mira esperando una respuesta, pero debido al tono
de Sophia Fairchild, Marta baja su cabeza y la señora sonríe con
suficiencia enfocando sus ojos en mí, me toma del brazo y me aleja
prácticamente a rastras de una Marta de mirada gacha sin dejarme
despedir.

Caminamos y saludamos a todos los que se atraviesen, ella me


presenta con una sonrisa y todos me tratan como una Fairchild más
lo que me hace sentir confundida. Me gusta el poder que
extrañamente me da y actuó con amabilidad, sonriendo, abrazando
y dándole besos a las señoras adineradas que alagan mi vestido y
mi belleza.

Llegamos hasta donde se encuentra Caleth hablando con un Señor


de aproximadamente unos cuarenta y tantos, que me mira de arriba
abajo, Teodora y Camille se encuentran a su lado y Caleth me toma
de la mano con delicadeza.

— No había tenido tiempo de decirte que te ves grandiosa

Me sonríe y me siento como una niña perfecta que todos quieren ver
y consentir.

—Gracias, Caleth — él mira al hombre y Sophia llama a un sirviente


para pedir bebidas.

—Ella es Lucy — me presenta hacia el hombre de pelo verde que


extiende su mano llena de anillos y tatuajes — Rodrigo Bush, mi
socio.
«Bush» El apellido de Dove y Rose. Mi mente recopila toda la
informal en cuestión de segundos. El hombre besa mi mano y sonríe
mostrando una dentadura de oro que me deja sin nada que decir,
apretando el sobre que tengo entre mis manos.

—Un gusto conocerte, Lucy... — me suelta y junto mis manos. Mira


a Caleth mientras Sophia le extiende una copa que acepta y bebe
gustoso — Es bastante hermosa como decías.

—Lo es — responde Camille por su esposo — Es un gusto tenerla


aquí con los chicos.

—Será la encargada de anunciar la recaudación esté mes — Caleth


dice y los ojos de Rodrigo se posan en mí por segunda vez.

Hablan sobre temas que no me interesan, mencionan empresas que


reconozco y unas que no tanto, hablan sobre tener una reunión con
una de las bandas más importantes a nivel mundial y me sorprende
los contactos que tiene esta familia.

La fiesta sigue mientras me quedo con ellos. Noto como en medio


de todo el afán, Dove y Rose se acercan y confirmo que Rodrigo es
su padre cuando me las presenta como si no nos hubiéramos
conocido. Actuó como si así fuera y ellas también, aunque Dove me
mira mal.

—Rose Bush — me da su mano y cuando la aprieto, me encargo de


clavar mis uñas en su muñeca con una sonrisa perfecta mientras
ella se aleja con rapidez.

«No lo olvido» Ella traga saliva y continuó siendo la chica perfecta


que Los Fairchild quieren, ellas se van minutos después seguidas
de su padre y a las horas de hablar con gente importante que no me
importan para nada, Caleth me avisa que debo ir y hacer el anuncio.

—Lo harás bien — dice mientras me engancho a su brazo y


comienzo a caminar junto a él. «Si sentí que la atención estaba en
mi cuando estaba con los chicos, no sabía cómo sería al estar con
el padre» — ¿Estás lista?

Sonrió en todo momento y asiento cuando llegamos a la tarima. Los


chicos están detrás de mí y las madres alineadas una detrás de
otra, Caleth a mi lado. La música deja de sonar y la atención de
todos, se posa en mí.

Paseo mi mirada por todo el lugar, buscando a una cabellera


castaña que no consigo y abriendo el sobre, tomó el micrófono
leyendo lo que está dentro del sobre:

— Gracias a todos por su presencia en esta feria de recaudación


anual que brinda la familia Fairchild un año más — tomo aire y
continúo sin equivocarme: — Recordemos una vez más que las
intenciones son las que cuentan y que somos bendecidos por tener
el dinero que otros no tienen por eso Caleth Fairchild este año ha
decidido juntar todo lo que ustedes con fe y corazón ha decidido
donar con un regalo por parte de la familia de 50,000,000,00
millones de dólares para los necesitados de este país — se hace un
denso silencio y me relamí los labios concentrada en las líneas: —
Es un honor, una virtud y un sentimiento de tranquilidad el saber que
podemos ayudar a personas que no tienen, que podemos dar un
pan al que no tiene y dar recursos para apoyar, las escuelas
públicas de cada rincón del país también tendrán nuestra mano
amiga y daremos puestos para trabajar en las empresas de
diferentes suburbios como lo son la concesionarias, contadurías y
agencias inmobiliarias. Nuestro lema es ayudar al que no tiene y
este año haremos posible todo lo que tenemos en nuestras manos
para bajar la tasa de desempleo a nivel nacional.

Todos rompen en aplausos cuando termino y sonrió de forma


genuina, recibiendo las felicitaciones por parte de todos y
regocijándome de la atención, posando al lado de Caleth, entre los
chicos y las esposas para la foto que días después veo en televisión
con la coronilla de «la familia Élite cada día nos sorprende más»
Capítulo 25 (*)
LUCY

El clima de Hiverdele pronosticaba sucesos trágicos solamente al


ver como se movían los arbustos por el fuerte viento, como caía la
lluvia con fuerza y los relámpagos azotando el cielo de forma feroz.

Me quede quieta en la gigante ventana que daba al balcón,


observando cómo caían las gotas de lluvia mientras disfrutaba del
ambiente nostálgico que se pintaba.

«Los días grises siempre fueron mis favoritos» La lluvia, los truenos
y los relámpagos eran para mí, lo más hermoso que había de la
naturaleza. Podría pasar horas sentada observando solamente
cómo el cielo mostraba su peor cara y no me aburriría.

Todo era relajante. La mansión se encontraba en silencio, apagada,


como si la feria de recaudación anual fuera agotado el brillo que le
caracterizaba y ahora todo era silencio, tranquilidad y oscuridad
permitiendo que solo mis pensamientos con el sonido de mi
respiración fuera lo único que escuchara.

Estaba sentada en la silla con un cuaderno de literatura en la mano.


Marta había cancelado por mensaje venir a estudiar porque el clima
no le permitía salir de su casa y no le pregunté por qué desapareció
como un fantasma, tampoco. No sentía esa confianza, era como si
estuviera recelosa de todos al ver cómo actuaban y aunque Marta
no había actuado de mala forma, había cosas de ella que no me
encajaban.

Dejé de mirar las letras que no entendía para observar de nuevo el


cielo y me quedé quieta por varios minutos, tal vez unas dos horas
en esa posición hasta que dos toques fuertes sonaron en la puerta
de mi habitación.
Levanté la vista, pensativa. Ese sonido había roto la paz que había
creado en mi interior, me levanté y caminé hacia la puerta tirando el
cuaderno en la cama que estaba perfectamente doblada gracias a
una de las sirvientas que se habían presentado esta mañana.

Levanté mis cejas cuando conseguí unos grises con lentes frente a
mí.

— Consus — solté con una sonrisa en los labios.

— Lucy — respondió él mirándome de arriba abajo.

Es inevitable recordar ciertas cosas cuando lo tengo enfrente y una


de ellas son sus manos debajo de mi falda y sus labios
consumiéndome. «No es mi culpa añorar y recordar cosas
deliciosas» así que no pienso dos veces para darle paso a mi
habitación sin preguntarle nada más.

Entra abrazando una pila de libros que ojeo levemente y cierro la


puerta detrás de él. En el cielo se forma un relámpago que hace
fallar la electricidad por un segundo en el cual el deja los libros
sobre mi cama ordenando el cuaderno que antes había tirado sin
más.

Se sienta y observa la ventana abierta, prestándole atención a lo


que duré horas viendo sin pensar.

— ¿Te gusta la lluvia? — preguntó sacándose los lentes. Llevaba


una camisa negra que se adhería a su torso como una segunda piel
resaltando los músculos fornidos y trabajados que había en su
cuerpo, un mono deportivo y unos tenis Adidas blancos.

Los lentes de lectura eran algo que lo hacían ver como Clark Kent
en Superman dejándolo ver como un sexy cerebrito de músculos
que con gusto chuparías como a la más rica paleta.

Menee mi cabeza, alejando esos pensamientos abrazándome a mí


misma por el frío.
— Es relajante — respondí y él asintió sentándose en la cama.

— ¿Estás aburrida?

— Un poco — dije sentándome en la silla en la que antes me


encontraba — ¿Y tú?

— Lo suficiente para que ni los libros me diviertan — respondió,


rascándose la ceja de manera distraída.

— ...Entonces tuviste una gran idea y fue venir aquí — solté y él


sonrió de forma encantadora al entender la ironía de mis palabras.

— Eras la única persona a la que puedo hablarle — se encogió de


hombros restándole importancia y asentí haciéndome la que le
creía.

Se quedó mirándome unos segundos antes de ponerse los lentes y


abrir uno de los libros que trajo. «Cumbres Borrascosas» Leí en la
tapa en voz alta y él sonrió, mirándome.

— ¿Lo leíste? Es uno de mis clásicos favoritos.

«Sexy, musculoso, inteligente y le gusta leer» Saboree antes de


soltar:

— No soy tan fan, pero me gustó. Diría que existen mejores.

— ¿Qué te parece Orgullo y Prejuicio? — sacó otro clásico y me


levanté caminando hacia él.

— Me encantó, pero nunca lo terminé de leer — confesé cuando me


lo extendió sintiendo la pasta dura y pasando mis dedos por las
hojas con cierto sabor agridulce en la boca.

— ¿Quieres? — preguntó y lo miré confundida.

— ¿Qué?
— ¿Quieres leerlo? — preguntó de nuevo y asentí de inmediato.

— Cuídalo mucho, fue un regalo de cumpleaños — dijo y abrí el


libro encontrándome que en la primera hoja estaba estampada la
firma de la mismísima Jane Austen.

— Original y firmado — lo miré — ¿Te sientes orgulloso de esto? Si


fuera mío ni siquiera lo dejaría ver de nadie más, esto es
prácticamente... Oro.

Él comenzó a reír y se encogió de hombros.

— Confió en que no lo vas a dañar.

— ¿Qué pasa si lo hago? — elevo una ceja divertida y él se muerde


el labio.

— Tendré que castigarte.

«No soy una santa» Culpo al gen que recorre su familia cuando
siento mi entrepierna mojada y me le quedo viendo mientras mi
cerebro repite una y otra vez la escena que se ha convertido en una
de mis fantasías y recuerdos más atesorados sintiendo calor en mi
cuerpo a pesar del frío clima.

Relamí mis labios sin dejar de mirarlo y él se levantó dejando la pila


de libros sobre mi cama.

— Debo ir al gimnasio — anunció, rompiendo la tensión que había


surgido de repente y asentí en silencio viéndolo caminar hacia la
puerta.

La abrió y ahí estaba Caelus a punto de tocar. Miró a su hermano,


luego me miró a mí y luego volvió a su hermano.

— Hola, hermanito — Saludó Consus de lo más normal con una


palmada en el hombro al hombre de ojos azules que no dejaba de
mirarme.
— Pensé que estabas en el gimnasio — comentó Caelus y Consus
sonrió.

— Estaba justo por irme — respondió girándose hacía mí — Adiós,


Lucy.

— Adiós, Consus — me despedí con la mano y él volvió a darle otra


palmada a su hermano antes de empezar a caminar.

«—¿Te gustan mis hermanos?» Sus palabras se repitieron en mi


cabeza y lo miré esperando que dijera la primera palabra.

Entró a la habitación, observó todo con detalle y se quedó enfrente


de mí. Sus ojos azules brillaban de la misma forma que cuándo nos
estamos besando y contuve las ganas de tirármele encima para
repetir lo de esa noche.

«Tengo un serio problema con estos chicos» Fui sincera conmigo


misma y me di la vuelta para colocar el libro en una de las gavetas.

No iba a hablar primero, de eso estaba segura así que lo ignoré por
completo pasándole por un lado para recoger el resto de libros que
Consus había traído y me detuve a pensar lo extraño que estaban
actuando todos a diferencia de hace algunos días.

Cuando estaba por guardar el resto de los libros, Caelus me tomó


del brazo y me hizo girar para observarlo.

— ¿Recuerdas lo de esa noche? — preguntó con los ojos fijos en


los míos y si estaba caliente por su hermano, él termino de arruinar
mis bragas.

Sonreí — ¿Cómo no recordarlo?

Sus ojos se encienden y me libero de su agarre con un movimiento


brusco que lo deja mirándome sin decir nada, termino de guardar los
libros dándome una nota mental que los leeré luego y cuando me
giró, sigue ahí mirándome como un completo lunático.
Abrí la boca para decir algo, pero él soltó dejándome con las
palabras en la boca:

— Tú amiga esta mojada y parece un espanta pájaros afuera


pidiendo que la dejen pasar.

Arrugo mi ceño sin entender y él se comienza a reír como si fuera


dicho lo más divertido del mundo.

— ¿Amiga? — inquiero confundida y él vuelve a ser odioso, rodando


sus ojos.

— La que se besó con Caebrán — soltó con aburrimiento y mi


cabeza hizo clic de inmediato.

«Y cogió con Cristian» Pienso mientras sonrió, pero rápidamente la


sonrisa se borra cuando recuerdo sus palabras.

Observo el clima y luego vuelvo a mirarlo. «Mojada y a fuera» es lo


único que repite mi cabeza mientras lo miró mal.

— ¿Por qué no la dejaste pasar?

— ¿Por qué dejaría pasar a alguien que no es mi amiga, conocida o


familiar a mi casa? — inquiere y me dan ganas de pegarle con la
silla.

— ¡Es Marta! — digo como si fuera más claro que el agua y él se


encoje de hombros — No es la primera vez que vine aquí.

— Es insignificante porque para mí no significa nada así que


agradece que vine a avisarte — dice en ese tono burlón que le
caracteriza.

Me doy por vencida y suelto un suspiro.

— Iré por ella — es lo único que digo tomando una toalla del cajón y
dejándolo en mi habitación mientras prácticamente corro escaleras
abajo pregúntame qué tan mal se debe estar de la cabeza para
venir viendo el clima y conociendo los hijos de puta que son las
personas que conoces más que sus propios padres.

Llego hasta la puerta y le hago una señal a la mujer que la abre,


Marta aparece como la mala versión de un indigente y camino hasta
ella entregándole la toalla con la que arropa su cuerpo mientras
titiritea del frío.

— Gracias — dice y asiento sin cuidado mientras caminamos de


vuelta a mi habitación.
Capítulo 26 (*)
LUCY

Ella se deshace de la ropa mojada quedando desnuda frente a mí.


Me observa y le extiendo una muda de ropa limpia que conseguí en
uno de los cajones y se la coloca bajo mi atenta mirada mientras
detallando cada uno de las cortadas que hay en su piel trigueña.
«Muslos, brazos y abdomen» grandes y pequeñas que han
cicatrizado y otras recientes.

Se sienta frente a mí, ya vestida y me regala una sonrisa mientras


se seca el cabello castaño con la toalla.

— Gracias por dejarme entrar.

— Dijiste que no ibas a venir — es lo que le respondí con los ojos


puestos en ella — Ni siquiera me llamaste, sabiendo el clima y todo
viniste sin avisar y si no fuera por Caelus te fueras quedado afuera
quién sabe hasta cuándo...

— Quería venir a verte — es su respuesta. Doy la vuelta


tragándome todas las palabras haciendo que ella suspire y camino
por toda la habitación unos minutos hasta que ella camina y toca
con sus dedos el cuaderno de literatura que hay encima del
pequeño escritorio.

— ¿Estabas estudiando? — inquiere y asiento en silencio.

— Es fácil... — digo y ella asiente en silencio.

— ¿Cómo terminó la fiesta? — inquiere con los ojos entrecerrados y


la miro como si estuviera loca.

— ¿Cómo?
— La fiesta — repite pasando los dedos por las hojas llenas de
garabatos — ¿Cómo terminó?

— ¿Te fuiste?

— Me sentí mal cuando la señora Fairchild me respondió así, — sus


ojos se encuentran con los míos — ¿Disté las últimas palabras?

Asiento con una sonrisa y ella hace una mueca que ignoro porque
hoy no estoy de ánimos para sus actitudes extrañas. Dejo de mirarla
para concentrarme en la lluvia que azota la ventana queriendo
retroceder el tiempo y seguir disfrutando de la calma que me
produce la tempestad.

— ¿Y qué mentira dijeron está vez? — susurró y la ojee con cierto


recelo, pero la sinceridad en sus ojos era tanta que me costaba
tildarla de loca como me había dicho la señora Fairchild antes de
llegar hacia donde los chicos, cuando me tenía agarrada del brazo
con una sonrisa perfecta para todos que yo imitaba a la perfección.

«— ¿Te juntas con ella? — preguntó y saludé al hombre de corbata


y ojos negros que se acercó hacia nosotras con una mujer rubia
enganchada a su hombro con un beso en la mejilla a los pocos
pasos.

— Wolf — lo abrazó Sophia y no se preocupó en saludar a la mujer,


como si fuera insignificante y no mereciera su atención — Es un
placer tenerte aquí.

— El placer es mío, después de todo estamos aquí para ayudar a


las pobres almas que necesitan nuestro apoyo — Dijo èl con una
sonrisa que me envió malas sensaciones al cuerpo, era como si
detrás de sus palabras hubiera miles de cosas ocultas. Sophia
sonrió, asintiendo y no tardamos mucho con ellos porque volvimos a
caminar.

— ¿A qué se refiere con juntarme con ella? — murmure curiosa


mirando hacia todos con una sonrisa y ella vuelve a tomar mi brazo.
— Esa niña que es mejor tenerla de lejos — fue su respuesta —
¿Desde cuándo hablas con ella?

— Fue la única que se mostró amable cuando llegué.

— No justifiques amabilidad con saber distinguir quienes son las


personas importantes — ella me miro a los ojos — ¿Por qué crees
que lo hizo? No lo hizo por ser amable contigo, solamente supo que
eras importante y quiso sacarle provecho a eso.

— ¿De qué habla?

Ella se relamió los labios, deteniéndose cerca de la mesa donde se


encontraban sus hijos junto con las Bush y Jake y su hermano.

— Existen clases sociales, Lucy — sonrió — códigos, reglas y


estatus que no se pueden romper.

— ¿Qué tiene que ver mi amistad con Marta en eso? — inquirí,


aunque verdaderamente, no la consideraba mi amiga. Sophia soltó
una risita como si le acabara de decir algún chiste muy divertido
mirando hacia todos lados. Yo estaba sonriente, aunque por dentro
me encontraba en un enredo de emociones y es que entendí solo
con verla por qué siempre sonreía y era amable con todos.

«Fachadas» Solamente se trataba de apariencia y si era lo que


tenía que hacer, lo haría bien así que sin necesidad de que me
mandara, lo hacía.

— Esta loca y te traerá problemas además que está aquí solamente


por caridad — fue su simple respuesta.

— ¿Qué?

— Su familia recibiría un porcentaje para que ella pueda pagar sus


medicamentos ya que no tienen el dinero suficiente para costear los
gastos y mi marido ha decidido ayudar al Sheriff.

¿Sheriff?
— ¿De qué habla?

— Marta tiene problemas mentales — respondió mirando a sus hijos


— ¿No lo sabias? Creo que es algo muy obvio.

«Lo obvio aquí es que todos ocultan cosas» Mi sonrisa flaqueo solo
por un segundo y ella se encogió de hombros, como si no me fuera
dado una acusación grabe sobre Marta, jalándome para que
llegáramos hasta donde Caleth que me recibía con una sonrisa y
ella actuaba normal, como si nada hubiera sucedido»

— ¿Por qué tendrían que decir mentiras? — pregunté, regresando a


la realidad. Sus ojos cafés se posaron sobre los míos y su labio
inferior tembló, la pregunta que tanto rondaba en mi cabeza a punto
de salir.

— Las personas dicen que no todo el dinero va hacia los centros de


ayuda — respondió.

— ¿Sabes que siempre va a existir la corrupción? La hay de todos


los colores, formas y sabores, así que no debería sorprenderte.

— ¿Lo justificas?

— No, solamente soy consciente de cómo son las cosas y las


personas en realidad.

— Eso es prácticamente justificarlo.

— Eso es solamente abrir los ojos y no sorprenderte cuando sabes


hasta dónde puede llegar una persona para cumplir sus deseos —
refute — ¿Qué esperas? Todo el mundo tiene deseos ocultos detrás
de sus acciones, siempre va a existir una causa para un fin. Nadie
es amigo de nadie sin querer algo de vuelta, nadie brinda la mano
sin esperar que se la den después, nadie da un trabajo para esperar
resultados y así...
Ella agacho la mirada y me entraron ganas de levantarle la barbilla
con fuerza, «actuando así solamente mostraba que era débil y los
débiles en este mundo sencillamente, no sobreviven» y si lo que
Sophia había dicho era cierto, las cosas para ella eran peores de las
pronosticadas.

Levanto la mirada y en sus labios se formó una sonrisa. «Cambios


de actitudes en cuestión de segundos que ahora tenían explicación»

— ¿Quieres estudiar? — me preguntó y asentí acercándome a la


cama y sentándome frente ella.
LAZOS PROHIBIDOS
Joseph

Soportar a Rose algunas veces agota mi paciencia. Me despido con


un simple asentimiento de cabeza mientras la fuerte lluvia azota con
fuerza contra el pueblo y ni siquiera nos hemos dado un beso,
aunque técnicamente somos novios ante todo el mundo.

El frío de afuera chocando contra la calidez de mi hogar, el auto


llevándosela lejos de mi vista y es así como siento un peso menos
cuando desaparece.

Las puertas mecánicas que hacen exclusiva la mansión se cierran y


solo me quedo observando como los arbustos se mueven con
fuerza debido al viento y como las gotas de agua que caen del cielo
chocan con fuerza contra el suelo.

Cierro la puerta de la mansión y camino en completo silencio


repasando el patrón dorado y blanco que hay por todas partes. «Mis
padres tienen cierta fascinación por el oro» y como su digno hijo
repaso la sala que me ha visto crecer. Sala que está llena de
pequeños detalles en oro como el candelabro, el marco y la estatua
de Jake y yo que reposa en el centro del lugar con flores de
tulipanes alrededor.

«Oro puro que está fundiendo en la imagen viva de ambos, uno al


lado de otro» Ella con una sonrisa perfecta con su mano entrelazada
a mía sobre su regazo mientras estoy besando su mejilla.

Una obra que nos hicieron en Italia hacía tres años y de la cual mis
padres están enamorados tanto como nosotros siendo lo primero
que observas cuando entras en la mansión.

Una canción de piano comienza a sonar y dejo de observar la


estatua para perseguir el lugar donde proviene el sonido. No duro
más de dos minutos cuando encuentro de dónde proviene y mis ojos
se concentran en la persona que es completamente diferente a mi
"novia": carismática, hermosa y el deseo más oscuro que tengo
tocando las notas del piano con los ojos cerrados. Su cabello largo
cae en forma de cascada y un vestido holgado de flores que le llega
más arriba de sus rodillas la hace ver como un ángel caído del cielo
tocando una sonata perfecta sin esquivarse en ningún momento.

Me recuesto al marco completamente concentrado en ella; la forma


en la que puede sus dedos con agilidad en las teclas, como frunce
las cejas y como suelta aire por la boca con fuerza cuando termina
de forma limpia el clásico que me hace aplaudir orgulloso. Se
sobresalta, sonrojándose de forma ligera y regalándome una sonrisa
que me derrite de inmediato mientras me acerco.

—¿Es nueva? — pregunto y ella se hace un lado, permitiendo que


me siente en el espacio que dejó

—La aprendí el fin de meses — responde y asiento tocando las


teclas con la yema de mis dedos.

—¿Ya se fue? — pregunta bajito y...

—Sí, ya se fue — levanté la mirada y me encontré con la suya.

—Joseph yo... — comienza con los ojos puestos en mí, brillantes


mientras acaricio su mejilla con dulzura. No me gusta la mueca que
hace así que espero paciente que suelte lo que tenga que decir,
hasta que por fin lo dice: — ¿Es cierto lo que hablaban? Un
compromiso es algo apresurado...

—¿Estabas espiándonos?

—Solo estaba ahí y escuché esa parte por casualidad.

—¿Qué opinas sobre eso?


—Siento que es muy pronto — es su simple respuesta — No hay
una necesidad tan grande de llegar a esos extremos...

—La familia lo es todo — recuerdo las palabras de mi padre —


¿Entiendes? Y si debo sacrificar mi vida por estar en un compromiso
que no quiero, lo haré.

Ella se levanta molesta, alejando la mano que acariciaba su mejilla.


Parece que va a llorar y me levanto de inmediato para atraerla a mí
porque no me gusta que este así.
«Son las cosas que más me joden» Que mis acciones la lastimen y
ella se aleja como si mi toque le quemara, empeorando la situación.

—¿Qué pasa...? — inquiero buscando su atención — Vamos,


Jake... Sólo es una opción, no es algo definitivo.

—¡No necesitamos de ellos! — estalla esquivándome por segunda


vez cuando intento tomarla.

—¡La alianza es necesaria! — grito de vuelta y ella suelta una


carcajada seca.

—¿También van a obligarme a estar con uno de los chicos? —


pregunta en gritos — Seguro también me van a obligar porque
según ustedes 'las alianzas son necesarias'

Me acerco a ella y la tomo de la mandíbula con violencia.

«¿Qué le pasa?» Jamás permitiría que la obliguen a estar con


alguien por una alianza y lejos de sentir temor por lo que ello
representa, me da repulsión saber que alguien más puede tenerla
de la forma que tanto deseo.

—No vas a estar con nadie — la obligo a mirarme y ella forcejea


para liberarse.

—¿Qué harás? — pregunta con ironía — ¿Me vas a obligar...?


—Haré lo que sea necesario porque la idea de que otros te tengan
me enferma — es mi respuesta y ella me empuja con brusquedad.

—¿Pero tú si puedes tener a otras? — grita y me le voy encima


queriendo que deje de decir estupideces.

—Sabes que todo lo hago por nosotros...

—Lo haces por la avaricia de mis padres que te ha enfermado la


cabeza...— trata de salirse del agarre, pero se lo impido tomándola
de la cadera con fuerza, enterrando mis dedos — Estamos bien,
estaremos bien, no veo necesario todo el circo que están armando y
yo no sé hasta dónde voy a soportar esto; Verte con ella, que se
besen frente a mí y saber que se encierran en tu maldita habitación,
voy a explotar y créeme que no quieres verlo.

—¡Entiéndeme!

—Entiéndeme tú que no puedo soportarlo...

—No la amo — suelto y ella niega, intenta liberarse de nuevo y no


se lo permito agarrándola con fuerza.

—Joseph...

—Sabes que no la amo — repito y ella se queda quieta como si


esas palabras fueran necesarias. Saber que Rose para mí no es
más que un peón del ajedrez, que desde que comenzamos todo
esto solamente lo hacemos para beneficios de ambas familias y que
me ofrecí para evitar que ella tuviera que hacer lo mismo con los
únicos con tanto o más dinero del que tenemos nosotros — Sabes
que ni siquiera la aprecio, que solamente es parte de un plan, que
no la deseo y nunca la desearé como te deseo a ti.

Me mira a los ojos y en ellos veo tantas emociones pasar, se relame


los labios que tanto me gustan y aunque sea incorrecto, pecaminoso
y prohibido, cumplo los deseos que anhela mi corazón besando sus
labios sin pedir permiso antes.
Me corresponde el beso al segundo, con las mismas ganas
agarrándome del cuello y trayéndome a ella con necesidad.
Chupando y mordiendo mi labio inferior gritándome que esta tan
perdida como yo y mis manos viajan al culo de mi propia hermana
para apretar sus nalgas con fuerzas.

Su mano estruja mi camisa como si quisiera reprimir todo en ese


apto y nos separamos solamente por unos cortos segundos antes
de volver a devorarnos con ansías.

«Desear a tu hermana está mal, pero es imposible no hacerlo


cuando es una de las mujeres más hermosas que he visto» Se
piernas se enrollan en mi cintura y camino hasta el piano que no
esta tan lejos sin dejar de besarla. La dejo caer con cuidado y sus
labios brillan cuando nos separamos.

No nos decimos nada porque a este punto las palabras no son


necesarias y haciendo lo que he querido hacer por semanas,
disfrutando internamente que nuestros padres no se encuentren y
que nadie está para interrumpir, me dejo caer de rodillas y ella abre
sus piernas de manera automática.

No me importa nada, no pienso en nada ni evalúo lo que puede


ocasionar mis actos. Dejo fluir mis más oscuros deseos y mi mano
viaja por sus muslos mientras ella me observa desde arriba.
La misma mujer que nació el mismo día que yo, la misma que me
comparte mi sangre, mi apellido y cada uno de mis recuerdos. Mi
hermana y mi mayor fantasía, mi verdadero amor.
Subo el vestido, enrollando la tela hacia arriba mientras descubro la
pieza rectangular de color blanco que no esconde para nada la
humedad. Me relamí los labios observándola antes de observar ese
punto que tanto quiero devorar como pocas veces he podido hacer,
acerco mi mano y bajo la ropa interior que me muestra el paraíso de
la belleza femenina escupiendo justo en ese punto.

«Su coño húmedo y delicioso» La erección dolorosa se presiona con


fuerza contra el pantalón, pero no me importa. Las bragas caen al
suelo y ella suelta un suspiro cuando comienzo a dejar besos
húmedos por sus muslos pálidos hasta llegar a ese punto. Gimotea
y mi cabeza esta aturdida por lo turbio del asunto, percibiendo solo
su dulce sabor y como coloca una pierna en mi hombro, inclinando
sus caderas hacia mí mientras chupo, lamo y succiono su punto
sensible.

Gime mi nombre con fuerza como música para mis oídos haciendo
que los movimientos se vuelvan más bruscos mientras ella tiembla
cuando mis dedos entran en acción.

Hago movimientos circulares sin dejar de comérmela y sus gritos me


complacen. Introduzco un dedo, doy movimientos circulares y me
trago todo cuando termina, pero sigo atacando con chupetones que
le hacen agarrarme con más fuerza del cuello.

Se escucha un carraspeo y me alejo un poco sintiendo como Jake


se tensa.

—Sus padres acaban de llegar — avisa una voz y me limpio la


barbilla, levantándome. Jake se acomoda el vestido con las mejillas
sonrojadas y asiento hacia la mujer de servicio que nos observa con
la cabeza gacha.

—Gracias — respondemos ambos y ella no dice nada, solamente se


da la vuelta y Jake se levanta y sin mirarme, la sigue porque a este
punto, la voz de nuestra madre se escucha en la sala y yo no sé qué
hacer con mi erección.

[HERMANOS CALANDRA EN MULTIMEDIA] :D


Capítulo 27 (*)
LUCY

Mis ojos se concentran en la persona que tengo en frente mientras


en el ambiente se hace un silencio absoluto. Nadie habla y no sé si
es por incomodidad o que es nadie necesita socializar.

Solamente se escuchan los cubiertos al tocar la cerámica fina y el


sonido del vidrio del vaso contra la mesa rectangular de color
dorado brillante de esté comedor lujoso al estilo de época de los
noventa.

El clima está igual o peor que todos los días, la lluvia azota con
fuerza contra Hiverdele como si el cielo supiera todas las cosas que
suceden en este pueblo que no aparece en el mapa de Estados
Unidos, luciendo como lo que es; misterioso, aislado y el lugar sin
normas donde viven las personas más adineradas del planeta.

— ¿Quieren postre? — inquiere una sonriente Jake Calandra


haciendo que la mire de inmediato. Mi plato aún está intacto, los
cinco ni siquiera le prestan atención a lo que dice, Marta está con la
mirada gacha como si estuviera obligada a estar aquí y su hermano
es el único que le responde con una sonrisa que ella corresponde
de inmediato.

Mueve su mano hacia la mujer de cabello castaño y uniforme de


servidumbre que apareció desde que llegamos, reacciona como si
hubieran oprimido un interruptor y de inmediatamente sale de la
habitación, con una orden clara sin dejar de lucir programada.

Jake toma un vaso de agua y es entonces cuando Caebrán Fairchild


decide dejar de jugar con el piercing de su labio inferior para decir
con los ojos en el imbécil de cabello rubio ceniza, llegando al blanco
perlado: — ¿Visitaras a Rose?
— Creo — respondió y no me pasó desapercibida la mirada que le
mando Jake, flaqueando por un momento su perfecta sonrisa antes
de recomponerse en cuestión de segundos.

Consus estaba en completo silencio observándonos a todos, Crono


tenía cara de querer suicidarse, Caelus estaba entretenido en su
teléfono al igual que Cristian y me lleve una cucharada de puré a los
labios sin mirar a Marta, escuchando todo.

— Dijiste que ibas a acompañarme, — susurró su hermana


limpiándose los labios con una servilleta — ¿Vas a defraudarme,
Joseph?

Él se encogió de hombros bajo la mirada de Caebrán.

— Debo ir, Jake — dijo Joseph en respuesta y Caebrán sonrió como


un auténtico demonio.

— A ver a TÚ novia — soltó Caebrán, énfasis en la 'u' de forma


exagerada, como si fuera necesario decirlo y Jake se enderezo en
su puesto, tensando sus hombros y otra vez flaqueo su sonrisa que
se asemejaba al Gato de Cheshire — ¿Por qué no le pides a Caelus
que te acompañe, Jake? Él estaría satisfecho de hacerlo.

— ¿Qué? — pregunto Caelus con sus ojos azules fijos en su


hermano que se encogía de hombros, apagando por primera vez
desde que nos sentamos aquí, la pantalla de su celular.

— Acompañaras a Jake porque Joseph ira a ver a su hermosa novia


— fue lo que dijo y Joseph negó de inmediato.

— No es necesario... — comenzó, pero Jake lo interrumpió:

— Sí lo es — dijo ella con una sonrisa mirando al de ojos azules que


la miro con aburrimiento.

— ¿Desde cuándo tú...? — pregunto Joseph mirando a su hermana


que se encogió de hombros.
— No sé qué te sorprende — respondió ella a la defensiva, Caelus
volvió a revisar su celular luego de quedárseles mirando por unos
cortos segundos y entonces la cara de Caebrán era de satisfacción,
como si estuviera orgulloso del pequeño drama que no entendía
pero que él había creado, entonces añadió sorprendiéndome: —
Todos saben que Caelus me gusta.

Deje el tenedor en la mesa y ojee sutilmente a Marta que miraba


todo fascinada. Después de la fuerte declaración de Jake, Caelus
levantó por segunda vez y le regalo una sonrisa que hizo acentuar
aún más la mala cara que puso Joseph de repente, como si esa
simple declaración fuese una fuerte patada a sus pelotas.

— ¡Cállate! — Joseph dijo y le dio un pequeño golpe a la mesa que


hizo vibrar todo.

Se hizo un largo silencio en donde Cristian era ajeno a todo en su


teléfono, Consus todavía no hablaba, luciendo serio con sus lentes
de lectura que le otorgaban más años de lo que realmente tenia,
Caebrán estaba todo sonrisas de demonio, Caelus miraba a Jake
sin decir ninguna palabra hiriente a las que siempre decía y Crono
lucia aburrido del drama, como si la situación no fuese lo suficiente
para obtener su atención, así que luego de unos segundos, se
levantó llevándose la atención de todos, hasta de Marta que se
arregló los lentes que querían salirse del puente de su nariz.

— Voy a fumar — fue lo único que dijo con esa voz ronca y
perezosa con ese acento extraño que todos tenían. Nadie le
respondió y tampoco se puede decir que esperó, solamente se fue
por un pasillo como si conociera esta mansión tanto como la suya.

Cuando desapareció, regrese mi vista a los hermanos Calandra que


se enviaban miradas extrañas que, al parecer, Caelus y Caebrán
entendían a la perfección. Mire a Marta, pero ella lucia igual o más
desconcertada que yo.

El teléfono de Caebrán sonó y Jake lo miro.


Uno, dos, tres pitidos que comenzaban a aturdirme. La horrible
canción, el horrible sonido y la tensión del ambiente me hizo...

— ¿No vas a contestar? — pregunté finalmente y los ojos de todos,


incluyendo a Cristian que al parecer salió de su trance, se posaron
sobre mí. Me encogí de hombros restándole importancia y el
molesto sonido terminó, finalmente.

— Lucy... — murmuró Caelus con sus ojos sobre mí y mi idea de


seguir siendo una oyente más no una participante, se fueron al
carajo tan rápido como la siguiente llamada al teléfono de Caebran,
pero esta vez, el nombre fue visible.

Dove Bush.

— ¿Dónde estará el postre? — Jake preguntó y se intentó de


levantar, pero Joseph la sentó de golpe con un manotazo que la hizo
abrir sus ojos con fuerza. Caelus ahogo una risa y Jake me miro a
Marta y a mí, antes de mirar a su hermano.

— No te vas — dijo con decisión, Joseph el tono de voz que


seguramente utilizaban los hermanos mayores, algo así como
sobreprotección que en este caso no tenía sentido porque 1; eran
gemelos, 2; era su propia casa, ¿qué podría pasarle?

— ¿No puedo ni siquiera buscar el postre en mi propia casa? —


soltó ella a la defensiva y aquí, ahora, actuaban tan diferente que en
la corta interacción que tuvimos en la fiesta.

— ¿Tienes miedo de qué se la coman los monstruos, Joseph? —


preguntó Caelus con cierta malicia en los ojos haciendo que el resto
de sus hermanos que quedaban en la mesa, se comenzaran a reír
como si fuera dicho el chiste más divertido.

Palabras con segundos significados que hicieron a Jake sonrojarse


y a su hermano gemelo poner mala cara.

— Deja lo imbécil.
— Déjala ir, aquí no podría pasarle nada más de lo que ya le pasó
— Consus habla por primera vez y Joseph se tensa.

— No sé de qué hablas — Jake se levantó de la silla, nerviosa y la


sirvienta apareció con galletas y leche haciendo que volviera a
sentarse — Recoge todo esto — demando ella señalando la mesa y
la mujer asintió, tomando los platos con comida y llevándoselos,
dejando solo el jugo, las galletas y la leche.

Los ojos grises de Consus se posaron en mí y me relamí los labios


tomando una galleta.

— ¿Qué tal la estas pasando? — pregunto Jake con una sonrisa,


ignorando que no soy solamente yo aquí.

— Cambia de tema — se burló Cristian hablando por primera vez y


ella rodó sus ojos.

— ¿Lucy?

— La estamos pasando bien, supongo — respondí ojeando a Marta.

— Sí, bien — murmuró como un jodido robot haciendo que me


dieran ganas de abofetearla.

«Tal vez es por su enfermedad» Enfermedad que desconozco pero


que voy a investigar tarde o temprano.

— Cuéntame algo de ti... — Jake habla y mastico la galleta sin dejar


de mirarla.

— No hay cosas interesantes que contar.

— Se dice eso cuando se esconde algo — murmura Caelus y


sonrió.

— ¿Sería la primera persona con secretos aquí? — inquiero y nadie


responde. Bingo, la sonrisa en mi rostro se ensancha.
— Quiero saber con quién vivo — Caebrán soltó con una sonrisa y
menee mi cabeza.

— Sabes mi nombre y si necesitas saber algo más, pídele a tu


padre mi información — fue mi respuesta. Respuesta que hizo reír a
Marta.

— ¿Desde cuándo estabas aquí, Cox? — inquirió Caelus y Marta se


encogió sobre su asiento, pálida, quizá recordando lo que sucedió
ayer, cómo Caelus no la dejo entrar a pesar de la horrible
tempestad.

— Nací en Rusia — dije para que la atención pasará de Marta a mí,


como efectivamente sucedió a los segundos que dije mi país de
nacimiento.

— Extranjera — Consus me miro y me enderece en el asiento.

— Efectivamente — le di la razón — Pero llegué a Estados Unidos


cuando tenía tres.

— He viajado a Rusia una vez — Jake comento y su hermano la


miro con cierto brillo en los ojos — Inolvidable, ¿cierto, Joseph?

— Sí.

— ¿Cuál fue su linda experiencia fraternal? — Cristian preguntó con


burla y la sonrisa que adornaba el rostro de Joseph al ver a su
hermana, desapareció.

— Basta, ya — Jake tomó una galleta y se la llevo a la boca.

Cuando el silencio volvía a reinar en el ambiente, el teléfono de


Caebrán volvió a sonar, pero esta vez, a diferencia de las otras dos,
sí respondió. Se lo llevo a la oreja, escucho lo que sea que le
estuviera diciendo Dove y respondió un corto; más tarde. Se quedó
callado otra vez, rodó sus ojos y finalmente la llamada termino.

Posiblemente la llamada más corta de todos los tiempos.


— Rose quiere que vayas a su casa, iré a ver a Dove, puedes irte
conmigo — fue lo único que dijo y Joseph asintió.

Jake se levantó y miro a Caelus — ¿Me acompañas?

Él la miro mientras yo esperaba algún comentario sarcástico o una


negación, pero para mi sorpresa se levantó, le susurró algo a
Consus que estaba a su lado y mirándome, camino hacia Jake que
ignoraba la extraña mirada de su hermano.

Comenzaron a caminar y cuando estaban por desaparecer por el


mismo pasillo que había utilizado Crono minutos antes, ella dijo, de
alguna manera provocando a Joseph: — No te quiero ver aquí
cuando regresemos.

Desaparecen y yo miro a Marta sin entender nada de lo que acaba


de pasar. Nadie más habla y solamente Consus me dirige la palabra
cuando es el momento de irnos, él, Cristian, Marta y yo dejando a
los demás.
Capítulo 28 (*)
CAEBRÁN

—Iré a ver a Dove — es lo único que digo tomando las llaves de la


moto y mirando a Joseph que está a punto de explotar en el
comedor.

—No nos iremos hasta que Jake regrese.

—Ella dijo claramente que no quería verte aquí — le recuerdo — así


que, vamos que Dove me está reventando el maldito teléfono.

—No te importa Dove — me mira y suelto una carcajada al ver la


frustración en su rostro —Además, no dejaré a Jake aquí con
Caelus.

—Crono se quedará — le hago saber y mi teléfono vibra en mi


bolsillo por novena vez. No respondo y Joseph rueda sus ojos.

—Prácticamente es como si no estuviera nadie y lo sabes.

—¿Qué te preocupa? — Me mira y suelto una carcajada — Ya se la


cogió, ¿qué problema tienes con eso?

—Simplemente le evito traumas a mi hermana y no la quiero


enredada con nadie que tenga tu apellido.

—Simplemente estás celoso y no quieres que te la quiten — me


burlo de su excusa, ni siquiera me mira ni lo desmiente, solamente
se desordena el cabello y se levanta, caminando hacia la sala.

—Nos iremos — es lo único que dice y asiento con una sonrisa.


«Me gusta desesperarlo y me encanta jugar con su punto sensible»
Jake brilla por su ausencia al igual que Caelus y Crono no aparece
por ningún lado.
Pasamos por la gigante estatua de oro que me produce ganas de
reír. Le guiño el ojo a una de las sirvientas que se sonroja de
inmediato y Joseph ni siquiera lo nota debido a su colapso. Me
desordenó el cabello saliendo de la lujosa mansión forrada en oro y
llegamos a la moto, la lluvia ha desaparecido pero el frío sigue.

Soy el primero en montarme, la enciendo y el rugido del motor es


música divina para mis oídos. Observo a Joseph que mira su
mansión con ganas de regresar corriendo y no pierdo el tiempo para
burlarme.

—¿Vas a arruinarle el polvo a tu hermana?

Suelta un resoplido y se monta detrás. Hago rugir el motor otra vez y


arranco a toda velocidad.
Las puertas de acero gigantes se abren y salimos a la única
carretera vacía y sin baches que hay en el pueblo. Es un lugar
pequeño, así que todo queda en la vía y no es necesario desviarse.

Pasamos la cafetería, el pequeño centro comercial, un par de casas


y llegamos a la mansión de color gris que está a unas cuadras de la
escuela, que conecta con el denso bosque, como todo en este
pueblo.

—¿Ya te arrepentiste? — me burlo y no me responde, las puertas se


abren y le dan paso a un jardín perfectamente podado.

Nada que no haya visto antes, así que entramos y estaciono la moto
justo en frente de la puerta que se abre dejando salir dos cabelleras
de colores con ropa de invierno.

Joseph es el primero en bajarse y Rose se acerca a abrazarlo, pero


él pasa de largo entrando a la mansión. La hermana Bush mayor de
cabello azúl me sonríe y se va detrás de quien hace llamarse "su
novio" y apago la moto, guardando las llaves en mi bolsillo mirando
a Dove recostada de brazos cruzados en su puerta.
—Me ignoraste — es lo primero que dice y juego con mi piercing
mirándola con aburrimiento. «Hace tiempo dejaron de ser divertidos
los shows de celos» — ¿Con quién estabas?

—Con Lucy — es la única respuesta que le doy y ella se endereza,


mirándome como una jodida gata en celo lo que me produce tanta
diversión.

—¿Qué hacías con ella...?

—No preguntes cosas que te harán poner celosa — suelto una risita
acercándome y ella se pone de puntillas para darme un beso en la
boca, que esquivo y termina en mi mejilla lo que hace resoplar y
seguirme adentro, molesta.

No pierdo tiempo detallando el lugar que ha sido remodelado desde


la última vez que vine que fueron hace dos semanas, solo me siento
en el sofá de color rojo y repaso las paredes negras. Joseph está
fumando a mi lado y me pasa el cigarrillo para que le dé una calada.
Dove aparece de nuevo con Rose y una mujer con una bandeja de
comida.

—Ya comimos — respondemos ambos al mismo tiempo y pongo en


cuenta regresiva mi paciencia cuando Dove comienza a lanzar
indirectas.

Tantas mujeres quieren tener su puesto de juguete, tantas chicas en


el colegio queriendo ser lo insignificante que ella representa en mi
vida y así se comporta. «Inmadura» Tiene la edad de Cristian pero
actúa como si tuviera seis y no le basta, cada cosa que dice la
supera y cuando habla y habla, levanto la mano pidiendo que se
calle.

Me duelen los oídos.

—Me largo — es lo único que digo y Rose, se sienta arriba de


Joseph mirándome con súplica.
—Caebrán, Dove quería enseñarte algo en su habitación... —
comienza y ruedo mis ojos, hastiado.

—Por favor... — insiste y me levanto mirando a Joseph que tiene


cara de borrego degollado.

—Rápido — le doy una mirada a Dove y me toma la de la mano


antes de caminar con rapidez. Subimos las escaleras, en el medio
del pasillo donde se dividen las invitaciones, se encuentra el gigante
cuadro de Dove, Rose, su padre y dos mujeres, castañas e
idénticas, una más joven que la otra por varios años, las cuales
reconozco a la perfección y que lo curioso de todo es que la pintura,
la hizo el mismo pintor del gigante cuadro que hay en mi casa y el
retrato que está escondido en el sótano.

Llegamos a su habitación y ella cierra la puerta con seguro antes de


girarse y notó el pequeño retrato de la única foto que ambos
tenemos en su mesa de noche. Su cuarto es blanco con detalles
rojos como el color de su cabello, me siento en la cama cómoda y
acolchada con almohadas de color dorado.

—¿Qué era lo que ibas a mostrarme?

No me responde. Camina hasta uno de los cajones y saca una


pequeña caja de terciopelo de color rojo. Con un brillo en los ojos
me la extiende y la abro con aburrimiento, encontrándome con un
collar de oro con mi nombre en diamantes y eso no me sorprende, lo
que me hace tener un mal sabor en la boca es que haya tenido los
ovarios de hacerlo parecido al collar que portan todas las mujeres
de mi familia, solo que en vez de «Fairchild» Ella colocó mi nombre.
Cuando pienso que ha perdido la cabeza, se supera una vez más.
Se lo extiendo de nuevo y ella al ver la expresión en mi rostro dice
con una sonrisa:

—Lo hice para mí.

—¿Llevarás tu obsesión por mí a esos niveles?


—Era algo que quería hacer desde hace mucho tiempo.

—Muy bonito el diseño — digo con ironía y ella lo saca de la caja,


ignorando lo que dije.

—¿Me lo colocas? — pregunta con los ojos brillando y siento que ya


me estoy cansando de esté teatro.

«Mi padre va a matarme si ve que una Bush con un collar así» Es el


maldito collar de la iniciación, collar que solo pueden tenerlos las
mujeres fuertes, inteligentes y dignas de mi apellido.

—No — respondí tocándome el puente de la nariz, contando hasta


diez mentalmente para no arrancarle la cabeza.

—Caebrán, por favor...

—No porque cada día más te vuelves más fantasiosa con cosas que
no van a pasar.

—¿No van a pasar? — inquiere con un hilo de voz y la miro de mala


gana.

—No y lo sabes — me levanto cansando de este tema,


arrepintiéndome de haber venido.

—¡Dame una maldita razón para entender...! — comienza a hablar y


la miro desde arriba, tomándola del cuello haciendo que se retuerza.
Es tan frágil y pequeña lo que me llega a preguntarme cómo un
pequeño cuerpo que podría partir en dos con facilidad, alberga algo
tan irritante.

—¿Quieres una razón? — pregunto con los ojos puestos en los de


ella. Se queda quieta mientras bajo la cabeza lo suficiente para
sentir su respiración chocando contra la mía sin dejar de ahorcarla
— ¿Quieres que te recuerde la razón por la cual nadie de tu
asquerosa familia estará alguna vez vinculada con la mía?
—Los errores de mi padre... — comienza y presiono con más fuerza
lo que la hace callar de inmediato. No quiero escuchar su molesta
voz, no quiero que hable.

—Los errores de tu padre te han convertido en esto — la miro con


asco — y para tu desgracia, la familia para nosotros es sagrada y no
podría estar con alguien que se atreve a lastimar a uno de los suyos
por envidia. ¿Crees que lo olvido? ¿Crees que no recuerdo lo que
hiciste?

—¡Lo hice por ti! — lloriquea y no me produce nada. Solamente me


demuestra una vez más que nunca podrá ser una de nosotros, que
jamás podrá tener el puesto que, en un futuro, tendrá la mujer que
me acompañe el resto de mi vida.

—Ella era tu maldita familia — le recrimino apretándola con más


fuerza y parece que se va a ahogar. No me importa, solo la miro y la
suelto cuando comienza a temblar.

—Yo sólo quería tenerte.

—¿Y me tienes? — le pregunto con los dientes apretados — ¿Me


tienes, Dove? ¿Valió la pena cada una de las cosas que tuviste que
hacer por mí? Porque a pesar de todo, solo me produces asco y con
lo que le hiciste a Lucy perdiste lo poco que tenías así que ya no es
necesario que sigas arrastrándote y mendigar algo que no voy a
darte.

—¿Me vas a dejar por una recién llegada? — es lo único que su


cerebro entiende.

—Esa recién llegada al parecer es más mujer que tú — sonrió sobre


su boca y ella me empuja, sin lograr ni siquiera moverme.

—Ella no haría lo que hice por ti — sonríe y nunca había tenido


tantas ganas de borrar la sonrisa del rostro de alguien.
—¿Te escuchas? — le pregunto — Además de ser una basura y
una poca mujer, eres una maldita arrastrada que no entiende que,
solo te usé y que mientras tú soñabas como una boda, yo sólo
quería saciar mis ganas, cogerte... Y ni siquiera para eso serviste.

Cuando termino de hablar, las lágrimas salen de sus ojos y me le


quedo mirando, queriendo entender qué es lo que tiene en su
cabeza, cuándo entenderá que nunca habrá un nosotros, que nunca
compartiría mi vida con ella.

Le suelto con asco y ella se abraza a si misma temblorosa.

«No debí perder el tiempo aquí» Comienzo a caminar decidido con


cortar lo que sea que en algún momento hubo y cuando abro la
puerta, digo:

—Los Fairchild tiene una sola debilidad en su vida, podrán pasar los
años y seguirá siendo la misma, sin importar nada. Es una manera
de marcar de por vida a uno de nosotros y Dove — la miro — Te
aseguro que no eres ni serás la mía y por tu bien, deshazte de ese
collar antes de que alguien de mi familia, lo vea.
Capítulo 29 (*)
LUCY

El día de hoy es soleado, lo que resulta tan extraño como el hecho


de que Dove y Rose Bush junto a su padre se presenten justo al
mediodía frente a la gigante puerta de la mansión Fairchild.

Ambas vestidas con colores negros, lucen más pálidas de lo normal


y están, ambas, enganchadas a los brazos de Rodrigo Bush que
muestras sus asquerosos dientes de oro.

Han pasado dos días sin verlas porque es el número tres de


descanso, ya que aquí se va al Colegio de miércoles a viernes. Los
hermanos no han salido de la mansión y me la he pasado encerrada
en mi habitación estudiando, algunas veces texteándome con Marta
y otras ayudando a las madres, conociendo lugares como la
biblioteca, el jardín y la cocina por lo que me he salvado de dolores
de cabeza y bofetadas que me hacen hervir la sangre.

«No lo voy a superar» Rose ni siquiera me mira y recuerdo la


satisfacción al sentir mis uñas enterrarse en su carne y me imagino
cómo sería de divertido hacerle lo mismo o algo peor a Dove que
me mira de la misma forma que me ha visto desde que cruce las
puertas del Colegio con Caebrán el primer día: envidia, celos y odio.

Me encargo de sonreírle con satisfacción que les borro la sonrisa de


inmediato, «verme con una de las madres hacia el tema más serio»
y quizá para ellas, era algo inaceptable porque mientras Sophia
estaba a mi lado, ni siquiera las determina e invita directamente a
Rodrigo como si ellas no existieran, Teodora aparece con Caleth
cuando los Bush entran a la mansión porque prácticamente Dove y
Rose son jaladas por su padre. Los chicos no están por ningún lado
y no sé para esté punto si debo irme o quedarme aquí, pero me
gusta arruinarles el día así que me siento en el sillón, justo al lado
de Caleth que me sonríe antes de cambiar su rostro a uno
indiferente cuando ve a Rodrigo, otra vez, ignorando a sus hijas.

—Una sorpresa tenerte aquí.

—Gracias por dejarnos entrar — Rodrigo lo mira y Caleth se encoje


de hombros, cruzándose de piernas de forma elegante. Lleva unos
pantalones de vestir gris con una camisa desabotonada de color
petróleo.

El atractivo del patriarca Fairchild era igual o más que el de los


chicos. Como si cada uno de los miembros de esa familia fueran
creados con una belleza sobrenatural con diversidad. Eran tan
hermosos que cualquier persona podría sentirse fea, ellos no tenían
imperfecciones y si existía Dios, ellos serían sus favoritos a
diferencia de Los Bush que no tenían lo exótico que tenían los
hermanos Calandra. Dove era una de esas chicas normales; blanca,
delgada, con cejas finas, pestañas largas, ojos verdes y cabello rojo
fuego que no era natural desde luego y Rose era exactamente lo
mismo, pero más delgada y con el cabello azul mientras que su
padre, era un cuarentón con arrugas, tatuajes de mala calidad de
ojos cafés y cabello verde. No tenía el físico de Caleth Fairchild ni su
porte, era como las dos diferentes y extremas definiciones del
prototipo de millonarios que podías encontrar en el mundo.

—¿A qué se debe tu visita? — Sophia preguntó y él hombre sonrió


de forma ladina enfocando sus ojos en mí.

—No creo que sea prudente hablarlo aquí.

Abrí mi boca para protestar, pero Caleth se adelantó:

—Si es sobre los negocios, sabes que existe alguien que se


encarga de ellos desde hace más de dos años.

Por un momento, la sonrisa de Rodrigo, flaqueó.

—Lo tengo entendido, solo quería felicitar a mi socio.


—No necesitamos tus felicitaciones — Teodora le dio una sonrisa de
boca cerrada y Rodrigo apartó las manos de sus hijas, dejándolas
libres por primera vez.

—Lo entiendo, pero no puedo evitar tenerles un aprecio especial —


Rodrigo dijo y por alguna razón, no le creí nada. Quizá era porque
me costaba creer en las personas en general o que él en especial,
me generaba tanta desconfianza desde que me lo presentaron en la
fiesta — Felicitaciones Caleth, otro año siendo noticia internacional
por tus actos benéficos.

—Mi marido merece el reconocimiento que tiene — Sophia sonrió


mirando a Caleth y él le sonrió de vuelta. Ese pequeño fragmento de
tiempo donde dejaba de parecer indiferente, frío y serio para mostrar
alguna emoción al igual que había hecho conmigo, y como esa vez,
cuando regreso la vista al hombre que según era su "socio" volvió a
ser el tempano de hielo que era el ministro de seguridad en Estados
Unidos desde hace más de dos años.

—¿Y ese collar?

La voz de Camille sonó desdé atrás de los sofás, desde el pasillo.


Caleth giró hacia su esposa y las dos madres que se encontraban
sentadas observaron exactamente el cuello de Dove Bush con
atención.

Se veía desde lejos que era oro, lo que no me sorprendió, desde


que vi la estatua de los Calandra y los detalles de su casa, nada que
sea de oro podría ser lo suficiente ostentoso. El collar era fino y con
una forma que había visto antes. Giré mi cabeza un poco para ver el
cuello de Sophia y ahí estaba, al igual que en el de Camille y
Teodora. Eran prácticamente iguales a diferencia del nombre que
Dove lucía «Caebrán»

—¿Quién te lo dio? — la voz de Caleth estaba tan fría como su


rostro que no tenía ninguna emoción.
—¿Caebrán? — indagó Sophia con la misma rudeza en la voz que
había utilizado ese día de la feria anual, cuando le respondió a
Marta.

Dove Bush en ese momento, no tenía la sonrisa de suficiencia que


siempre cargaba ni la valentía que tuvo al golpearme. Ahí, parecía
un estúpido renacuajo encogido sin saber que hacer.
Sea lo que sea que significará ese collar, era importante por la forma
en la que se habían puesto ellos al verlo.

—Él se lo regalo hace dos días — Rose respondió por su hermana y


mi cabeza rápidamente hizo cálculos, «hace dos días estábamos en
casa de Jake y Caebrán dijo que iría a visitarla» Dove abrió la boca
como si fuera a decir algo, pero su padre levantó la mano, mirando a
Caleth.

—¿Qué pasa con el collar? ¿Caebrán se lo robó? — preguntó con


una carcajada que resonó por todo el lugar y que nadie respondió.

Camille se sentó al lado de Sophia mirando fijamente el collar de


Dove.

—Es algo familiar — respondió Caleth mirándolo también — Y


realmente, no creo que Caebrán sea tan estúpido para regalar algo
así sabiendo el significado que tiene.

—¿Eso me convierte en su mujer? — Dove preguntó y no sé si soy


exagerada o parecía emocionada por eso.

—¿La mujer de quién? — la voz de Caebrán nos sorprendió a


todos, en especial a Dove que mágicamente perdió la sonrisa que
se había adueñado de su rostro. «¿Eso me convierte en su mujer?»
Repitió mi cabeza. Sea lo que sea que significaba ese collar era
importante y Caebrán borro la sonrisa burlona al ver la expresión de
todos.

—¿Le regalaste el collar? — su padre directamente le preguntó sin


rodeos y él miro a Dove con algo extraño tiñendo sus ojos marrones.
—Jamás le daría algo así.

—¿Entonces por qué Rose dijo que fuiste tú? — pregunte y los ojos
de Rodrigo Bush se colocaron sobre mí.

No sabía si hablar era buena idea, pero tampoco podía estar callada
toda la tarde. Esperé algún comentario de Caleth pero no dijo nada
ni sus esposas tampoco así que me crucé de piernas también.

—¿Qué?

—Lo que oíste, Caebrán — la voz de Camille era diferente.

Caebrán se acercó y se colocó frente a Dove, dándonos la espalda


a Caleth y las tres madres y se escuchó un crujido y luego el collar
cayendo al suelo.

Él giró su rostro para mirar a su padre y no entendí la expresión de


su rostro.

—Ya se acabó el circo — fue lo único que dijo, hablando y actuando


diferente al Caebrán que estaba acostumbrada desde que llegué.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Coloque mis manos en los bolsillos de mi pantalón, luego de la


escena donde los Bush fueron los protagonistas de una patética
historia, Caleth los había prácticamente echado de la mansión y me
sorprendió que Rodrigo no hubiera defendido a sus hijas.

Caebrán había desaparecido y Camille se había ido con Teodora


hacía no sé dónde. Caleth se había ido a su despacho y otra vez era
Sophia la que me hacía compañía.

«—¿Qué significa? — pregunté, con mis ojos en el collar que una de


las sirvientas recogía del suelo y lo echaba a la bolsa.
—Es un símbolo familiar — respondió ella relamiéndose los labios
— Lo usan las esposas, las mujeres Fairchild fuertes, poderosas,
inteligentes que pasan la iniciación.

—¿Por qué las esposas?

—Porque no han existido mujeres de sangre Fairchild desde hace


más de dos décadas.

—¿Cómo? — pregunté sin poder creerlo.

Ella sonrió, respondiendo— Es tan raro como lo oyes, Lucy y


sencillamente, no tiene explicación»

Luego de ese extraño incidente, donde conocí un poco más sobre la


familia y vi cómo humillaban a las Bush frente a mis ojos, dos
semanas pasaron de forma pacífica, pero sabía perfectamente que
lo pacífico siempre llamabas cosas desastrosas. Jake y su hermano
pasaban los recesos con nosotros y almorzábamos con los cinco
junto con Marta.

Salí bien en los exámenes, Caleth había marchado una de las


noches y según había escuchado, tenía cosas que hacer fuera del
país. Las madres casi nunca estaban en la mansión y las Bush no
habían ido al Colegio, era como si se las hubiera tragado la tierra.

La campana anunció que Biología había terminado y todos


comenzaron a salir del salón, Marta anotó unos datos en su
cuaderno antes de girarse hacia mí.

—¿Nos veremos mañana en mi casa?

—Le pediré a Consus que me llevé — dije, guardando todo en la


mochila — ¿Por qué?

—Le diré a mi madre que prepare galletas.

—Que no sean de canela porque soy alérgica — comente y ella


soltó una risita, asintiendo.
Nos levantamos y caminamos, una al lado de la otra. Ya comenzaba
a acostumbrarme a su forma de ser, aunque algunas veces, las
palabras de Sophia me rondaban por la cabeza.

Menee mi cabeza, saludando a uno de los chicos del último año que
se me quedó mirando. Marta miro el movimiento y enarco una de
sus cejas.

—¿Qué?

Ella sacudió su cabeza y no respondió. Decidiendo ignorarla


comencé a caminar y vi a Caebrán salir de su salón con una sonrisa
burlona en su rostro acompañado de Joseph que iban adelante
mientras Caelus y Jake estaban atrás conversando.

—¿Segura que no son nada? — pregunté ojeando a Marta que


arreglo sus lentes para mirar mejor.

—Como te dije aquella vez, solamente hubo rumores de que se


acostaron a principios de año, pero ahora sé dice que son mejores
amigos.

—¿Así como lo son Dove y Caebrán? — prácticamente me burle y


Marta negó de inmediato.

—Lo de ellos fue evidente — comento en voz baja cuando los


observo acercarse — hasta hay un vídeo pornográfico que
misteriosamente desapareció de la noche a la mañana.

—¿Lo viste? — inquiero y sus mejillas se sonrojan.

—¿Ver qué? — Jake preguntó y sonreí mirando a Cristian


acercarse. Marta puso esa cara extraña que siempre hacia cuando
lo veía y fue inevitable mirarlo sin recordar la manera en la que la
embestía con fuerza contra el estante de libros.

Me acerqué a Caebrán y besé su mejilla haciendo contacto visual


con Caelus. Sonreí y sentí exactamente lo que quería; la mirada de
todos sobre nosotros porque no solo estaba rodeada de los hijos de
la élite, también me gustaba alimentar los chismes sobre los
supuestos amoríos que tenía y hoy me tocaba alimentar el de
Caebrán.

Hace dos días, besé a Consus en la cafetería, hace tres me


manosee con Caelus en gimnasia frente a todos, con Cristian en
natación hablamos dado un espectáculo al besarnos debajo del
agua, hecho que Marta misteriosamente no se ha enterado o sé
hace la que no y con Crono... solamente había sido vista entrando a
su auto y eso era los suficiente raro para que hablaran sobre un
posible nosotros que tal vez, jamás existiría.

—El vídeo de Dove y tú — confieso y Caebrán levanta una ceja —


No sabía que eras actor porno.

—Puedo mostrarte mi trabajo cuando gustes — su voz se escucha


divertida y reí golpeando literalmente su hombro.

—¿Vamos a la cafetería? — Preguntó Jake y todos a sentimientos.


Su hermano beso de manera ruidosa su mejilla y caminaron
agarrados de la mano, llamando la atención de todos que
literalmente no nos quitaban la mirada de encima.

Note entonces que a Marta no le gusta la presión que sentía cuando


estamos juntos, cuando en vez de pasar desapercibidos éramos el
jodido centro de atención en todos lados, ese pequeño grupo al que
todos querían pertenecer pero que quizá o no, estoy muy segura,
ocultaba grandes secretos.
Capítulo 30 (*)
LUCY

La envidia se puede ver en distintas maneras y formas, y justamente


la envidia es el gusano que te carcome de adentro hacia fuera,
pudriéndote y dejándote en la nada.

Mis labios están pintados de color rojo, algo que no es muy usual
mientras mis ojos se concentran en la imagen que me brinda el
gigante espejo en las cuatro paredes que ocultan el lugar lleno de
lujos al cual llamo habitación desde hace un mes.

Mi chaqueta de cuero, mi top blanco y mis pantalones ceñidos al


cuerpo resaltan cada una de las curvas de mi piel pálida. Mis ojos
están delineados de negro y la razón por la cual estoy aquí, ya me
parece surreal.

Me doy la vuelta ligeramente notando lo ceñido que me queda el


pantalón y cómo me realza el culpo que se ve más grande de lo
normal. Suelto un suspiro y camino hacia la puerta, hoy es un día de
esos que me gusta arreglarme y cuando consigo a Caebrán en la
puerta a punto de tocar, sonrió de forma coqueta que le hacen brillar
los ojos cafés mientras juega con su piercing.

—¿Para dónde tan bonita? — pregunta con una sonrisa que me


hace relamer mis labios. Caebrán coqueto es más peligroso de lo
normal y el hecho que desdé que llegué, exactamente hace un mes,
él haya sido posiblemente el más gentil y más divertido me da esa
extraña sensación de comodidad y frescura.

—Iré a una cita — digo a modo de broma y la sonrisa de su rostro


desaparece por arte de magia, en cuestión de segundos. Me
comienza a gustar su reacción, así como la extraña forma en la que
entre ellos dejen que juegue con todos a la vez y no digan nada.
Pestañeo de forma inocente, aunque mis palabras hayan sido para
un fin, para una respuesta que he querido buscar desde hace dos
días y es que la acabo de conseguir de forma sutil e inmediata.

«¿Te gusto, Caebrán? Porque yo creo que sí»

Sus ojos me observan de arriba abajo y la sonrisa coqueta vuelve


como si en su cabeza algo hubiera echo 'clic'.

—¿En serio? — pregunta con esa voz, ese tono ronco con acento
que me derrite — Y yo que pensaba invitarte a salir...

—Tengo una cita a la cuál falte por el clima desde hace días — mis
ojos se concentran en los suyos y no puedo evitar pensar que se ve
atractivo en esa chaqueta de cuero y pantalones negros de
motociclista — Debo ir a la casa de Marta — suelto y él hace un
puchero adorable que va en contra de todos los estereotipos de
chicos rudos que representa por su manera de vestir y tatuajes,
aunque en sus ojos se haya puesto una especie de alivió.

—¿Quién te va a llevar?

—Consus — digo y él chasquea la lengua.

—Puedo llevarte yo.

—¿Quieres?

—Sí, y no preguntes tanto que después me arrepiento.

Suelto una carcajada pasándole, por un lado, ignorando lo que


acaba de decir.

—Si te arrepiente elegiría a uno de tus hermanos — es mi


respuesta. Me encojo de hombros y esta vez es él quien suelta una
carcajada siguiéndome.

—¿Entonces soy una de tus opciones?


—Tengo cinco, contándote — le sonrió y él rueda los ojos, sin
desmentir lo que acabo de decir.
Bajamos las escaleras y Camille viene acompañada de Caleth que
se me quedan mirando y luego a Caebrán.

—¿Van a salir? — pregunta ella, sonriendo viéndose hermosa con


un vestido floreado y zapatos deportivos.

En los días que he estado aquí he notado muchas cosas y es que al


igual que cada uno de los cinco que tienen su estilo y actitud
diferente, las madres son diversas. Así que mientras Sophia es de
vestidos elegantes y ropa de marca, Camille es más veraniega, de
colores vivos y alegres a Teodora le gusta la ropa formal y siempre
llevar el cabello recogido mientras Caleth es de trajes y ropa formal
con colores oscuros como el petróleo, el azul y el negro que parece
ser su favorito, que le dan ese toque de empresario conservado y
atractivo.

—Iré a llevar a Lucy — la voz de Caebrán me saca de mis


pensamientos y ella asiente.

—¿Para dónde?

—La casa de Marta Cox — digo y ella parece sorprendida por una
facción de segundo, haciendo una mueca ligera que noto antes de
que la disfrace con una sonrisa perfecta.

—No les quito más tiempo — ella suelta una risita, acercándose a
su hijo y dándole un beso en la mejilla y luego hacer exactamente lo
mismo conmigo.

Desaparece y Caebrán me toma de la mano para jalarme -


literalmente- y comenzamos a reír mientras caminamos hacia el
estacionamiento subterráneo que no sabía que existía.

Bajamos las escaleras, cruzamos varias puertas y finalmente


llegamos a la colección gigante de carros de toda formas, colores,
marcas y tamaños hasta llegar a la motocicleta de Honda RC213V-
S de color negro que señala con una sonrisa, orgulloso.

Me olvido de Consus y que posiblemente, en este momento esté


tocando la puerta de mi habitación para llevarme y veo cómo
Caebrán enciende la moto con una agilidad que me hace agua la
boca. Pone a rugir el motor y me señala el puesto de atrás con una
sonrisa.

—Móntate — demanda y elevo mis cejas llévame mis pensamientos


a cosas malas que lo hacen reír.

—¿Qué quieres que monté?

—La moto, pero si quieres, puedes montar otra cosa, preciosa —


me guiña el ojo y suelto a reír, montándome y agarrándome de su
cintura sintiendo la adrenalina que comienza cuando salimos
disparados hacia la carretera de piedras que le da la vuelta a la
mansión y llegamos al portón eléctrico que se abre de manera
rápida.

Acelera y siento como se me sube el corazón a la garganta cuando


hace que la motocicleta se coloque en una rueda, haciendo lo que
se conoce vulgarmente como "caballito". Suelto un grito y aprieto las
piernas para no caerme, la moto vuelve a caer en su posición inicial
y arranca con más fuerza.

Siento la brisa contra mi rostro, el frío pegando contra mis pómulos


contrarrestando el calor que inunda mi cuerpo al sentir que, si
Caebrán hace un mal movimiento, podemos morir.

Disfruto la adrenalina y él esquiva el único auto que conseguimos en


la carretera, siguiendo de largo donde según queda la casa de
Marta haciéndome que pegué un grito porque ha pasado mi destino
y no le importa.

Solamente se comienza a reír sin perder la vista de la carretera, sin


bajar la velocidad y manejando como un profesional con seguridad y
porte que me hace palpitar y no el corazón.

—¿Vas a raptarme? — grito y él niega. La brisa pegando contra


nosotros y la motocicleta aumentando de velocidad.

—¿Tengo que obligarte o vienes por tu propia voluntad?

—¡Pasamos la casa de Marta!

—Te dije que te llevaría, pero no para dónde.

No respondo. Él se desvía por una carretera de piedras y árboles


grandes que impiden ver el cielo. Baja lo velocidad, pero aún no me
siento segura porque va a más de 100 km/h. Se siente extraño la
manera en la que brincamos por las piedras del suelo y la arena me
hace pensar que en cualquier momento podríamos caernos, pero él
luce tan seguro que sé que no lo haremos.
No sé exactamente para dónde vamos, pero lo lejos que quedan las
casas y las personas me hacen tener un sabor extraño en la boca.
Vamos bajando la velocidad cuando se ve desde lejos un gran
letrero que dice "Hasta pronto, Hiverdele" no sé qué sucede. Él se
desvía por un lugar lleno de vegetación y la manera en la que la
motocicleta brinca me hace cerrar los ojos y pegarme más a él.

Escucho su risa y finalmente como la vibración termina, la


motocicleta rueda un poco más y finalmente deja de andar haciendo
que abra los ojos de golpe observando con detenimiento dónde nos
encontramos.

Él lugar es sombrío, lleno de árboles y neblina. Me abrazo a mí


misma y bajo de la motocicleta, él le quita la llave y se baja también
desordenándose el cabello con una sonrisa que hace latir mi
corazón a mil.

«Estamos solos y no hay nadie que me salvé o lo salve a él» Desvío


la mirada para observar el lugar otra vez y...

—¿Te da miedo?
—¿Por qué debería darme miedo? — lo miro de vuelta y él suelta
una carcajada.

—Estamos solos — comienza — Donde tus gritos de auxilio nadie


los puede escuchar — se acerca y no le quito los ojos de encima —
En un lugar donde ocurrió el peor desastre de Hiverdele.

—¿Qué sucedió?

—Un asesinato.

—¿De quién? — lo miro y él juega con el piercing del labio.

Las sensaciones que debería sentir, bien alejadas en este momento


y las prohibidas a flor de piel.

—Una joven que se cruzó con las personas equivocadas — se


acerca más y queda de frente a mí. A una pequeña distancia donde
un simple movimiento me hace tener contacto con su cuerpo. Lejos
de asustarme, me intriga saber qué fue el peor desastre que pudo
ocurrir en esté pueblo que al parecer tiene más secretos que
personas. Él suspira de forma teatral y añade: — Se dice que el
cuerpo fue destruido a tal punto que fue casi imposible reconocer de
quién se trataba.

—Espeluznante — es mi respuesta y él relame los labios.

—Te aseguro que lo fue.

—¿Cómo estás tan seguro? — pregunto y un brillo extraño se


coloca en sus ojos cafés volviéndolos de alguna manera, más
oscuros.

Se hace un silencio donde lo único que se escucha es el sonido de


los animales y una brisa fría pasa, haciendo que todos mis vellos se
ericen. De alguna forma, como si el ambiente quisiera decirme de lo
que fue testigo.
Caebrán no responde, pero, se acerca y coloca sus labios sobre los
míos de forma fugaz antes de separarse.

—Esa curiosidad podría traerte problemas — dice cuando se aleja y


no puedo evitar sonreír.

—¿Quién dijo que le tengo miedo a los problemas?

—Deberías — es su respuesta y me acerco un poco más.

—¿Sabes qué deberías hacer tú? — pregunto y él relame los labios


con sus ojos puestos en los míos.

—¿Qué debería, Lucy?

—Dejar de despertar mi curiosidad porque podría ser peligroso para


ti — es lo único que digo y sin darle tiempo a pesar, está vez soy yo
la que estampó mis labios contra los suyos.

No pierde tiempo, su mano toma mi cabello y me presiona con


fiereza hacia él mientras su lengua invade mi boca.

El beso sabe a tantas sensaciones que el frío se desaparece y un


calor extraño me recorre el cuerpo.

Su boca me avasalla en el lugar dónde según, ocurrió una de las


peores desgracias de este pueblo, pero no puedo temerle a nada ni
pensar como alguien normal ya que mi cabeza solo es consciente
de la manera en la que sus grandes manos aprietan mis glúteos y
en la forma en la que se siente el piercing en medio del beso
agresivo que me hace palpitar cada neurona de mi cabeza.

Mis piernas se enrollan en su cintura y siento como me presiona


contra un árbol, ni siquiera sé en qué momento caminamos, pero
meto mis manos en su cabello y jalo los mechones negros sintiendo
como me falta el aire, pero todo es compensado cuando su boca se
está comiendo a la mía en un beso que supera todo y es que de los
que he compartido con sus hermanos, esté está ganando la corona.
Me deja respirar, separándose solo un poco, dejándome en el suelo
de nuevo y mi mano recorre su brazo lleno de figuras en color negro
que resaltan lo pálido de su piel mientras me tranquilizo,
relamiéndome los labios que siento hinchados por el beso agresivo
que cuenta como diez.

Se separa actuando como si minutos antes no me estuviera


comiendo la boca y me pongo de puntillas para darle un pico que le
oscurecen más lo ojos. Sonrió, empujándolo para poder caminar y
miro el lugar una vez más, imaginando lo que pudo haber pasado
sin llegar a una conclusión mientras siento su mano en mi cintura.

Me empuja un poco para poder caminar y sin decirme nada, lo


hacemos. Me lleva por el sendero que se adentra más el bosque y
el camino que hay, lo que reconozco como pisadas, es lo que me
confirma que es un lugar transcurrido a pesar de lo lejos y
escondido que es.

Se escucha agua chocando contra las rocas y apresuro el paso,


pasamos árboles y me quedo quieta cuando veo el final del camino
y un acantilado gigante es lo único que se ve además del mar azul
con olas violentas que chocan contra la superficie.

Él se separa para caminar hacia el acantilado y cuando puedo que


va a lanzarse, se sienta en la orilla, justo donde un falso movimiento
podría acabar con su vida y gira su rostro, regalándome un perfil
varonil perfecto con una sonrisa seductora.

«Los Fairchild son sinónimos de dioses» Las palabras de una de las


estudiantes en gimnasia me resuenan en la cabeza y no tengo cómo
contradecir verdades.

—¿Vienes o el beso te dejó desorientada? — pregunta con burla y


me arreglo la chaqueta de cuero, acercándome sin decir nada,
observando el lugar que podría matar del susto a una persona que
sufra vértigo con solo mirar.
Aquí, el ambiente es más frío y me siento a su lado, dejando que
mis pies queden al vacío mientras él se carcajea luciendo como un
demonio con sonrisa de ángel.

—¿Por aquí lanzaron el cuerpo? — pregunto con sarcasmo y él


niega sin dejar de sonreír.

—El cuerpo apareció justo donde nos besamos.

—¿Entonces tuvimos un beso siniestro? — inquiero levantando una


ceja, mirándolo y él mira el mar antes de responder:

—Y caliente.

—¿Muy caliente?

—Lo suficiente para querer repetir.

Ruedo mis ojos, entendiendo una parte de Dove Bush; «Caebrán es


delicioso» y no podría imaginarme probando el paraíso y luego
siendo desechada de él como ella lo es. Pero existen cosas que nos
alejan demasiado y es que ella ha sido desechada y yo soy la que
se encarga de desechar.

Eso es lo que pasa cuando conoces tu potencial y yo sé


exactamente cuál es el mío. Me relamí los labios sintiendo las
manos de Caebrán en mi culo y es inevitable compararlo con sus
hermanos.

«¿Qué haré cuando el jueguito me saqué factura?» Meneo mi


cabeza, escuchando sus palabras:

—¿Sientes lo mismo que yo?

—¿Qué?

—Esa calidez que brinda esté lugar siniestro.


—¿Te brinda calidez un lugar dónde asesinaron a alguien? —
inquiero y él se relame los labios.

—Sí.

—Bonito.

—Tan bonito como tu culo.

—¿Eres poeta?

—Algunas veces me salé.

—¿Conmigo o con todas?

—Digamos que estoy haciendo excepciones por la chica que llegó


de intercambio a mi familia.
Me hace reír y se levanta para darme la mano. La tomo sin pensar y
nos quedamos uno al frente del otro a centímetros de caer al
acantilado.

Me gusta la adrenalina que se siente y él me presiona la cintura,


jugando con su piercing.

—Un movimiento en falso y morimos.

—¿Intentas darme miedo?

—¿Te daría miedo morir?

—Creo que merezco una muerte más deslumbrante que caer por el
acantilado por tus ideas suicidas.

Besa mis labios empujándome un poco y siento que, si hay otro


movimiento, podríamos morir, pero sonrió, demostrándole que no
me aterra lo que le hace darme un pico antes de soltarme y caminar
conmigo de regreso, dejando el acantilado atrás mientras en mi
cabeza hay otra incógnita que me encargaré de descubrir mientras
hay una lucha interna en mí, si lo que ha dicho es solo para
infligirme miedo, pero hay una contradicción al recordar la forma y el
brillo que tenían sus ojos cuando lo decía.
Capítulo 31 (*)
LUCY

Camino con una sonrisa con una Marta de mirada gacha, a mi lado.
La campana suena y hoy es uno de esos días donde las miradas
juzgadoras por parte de los niños ricos de Hiverdele están sobre mí.

Marta se acerca al conjunto de lockers de metal, y cuando consigue


el suyo, lo abre con la llave que siempre lleva colgada en su cuello.

—¿Por qué no fuiste a mi casa? — pregunta en voz baja haciendo


que levante una ceja, mirándola.

—Estaba ocupada — es mi respuesta y ella saca el cuaderno de


biología antes de soltar aire por la boca, mirando los demás libros
que tiene ahí.

—¿Ocupada visitando el acantilado Hernos?

«¿Hernos?»

—¿Me espiaste?

—Te vieron salir de allí con Caebrán el mismo día que dijiste que
irías a mi casa.

—¿Qué?

Ella cierra el lockers con fuerza, haciendo que mis hombros se


tensen. Los alumnos que pasaban se nos quedan mirando y ella
simplemente me mira con una expresión seria.

—En esté pueblo todo se sabe — dice — ¿Cómo crees que me


sentí al ver que me mentiste?

—¿Dé qué hablas?


—Preferiste ir allí a estar conmigo y por eso hoy todos están
mirándote.

—Puedo ir hoy — me encojo de hombros — Tampoco debes hacer


tanto drama por un simple paseo turístico.

—¿Paseo turístico en el lugar más peligroso de Hiverdele?

—No lo sabía — es mi única respuesta y ella se arregla los lentes.

— Todos los que viven aquí, lo saben.

—Pero yo no — miento y ella ladea su cabeza cuando saco la llave


de mi bolsillo y abro el lockers que me corresponde del otro lado del
pasillo. Ella se queda parada como una estatua y le doy la espalda,
sintiendo como pasa un ligero grupo pequeño que cuchichea hasta
seguir por el pasillo, entonces pasando el dedo por los libros, digo:
— Si ese lugar es tan famoso, cuéntame su historia, Marta.

La observo de reojo por el rabillo del hombro y ella mira el suelo,


apretando los cuadernos contra sí.

—Sé exactamente lo que todos en Hiverdele saben.

—¿Eso es?

—Lo que sucedió el primero de abril del 2015 — dice en voz baja y
cierro el lockers para concentrar mi atención en ella.

El tic nervioso de su ojo se hace presente y ella se relame los labios


mirando hacía el vacío.
«No voy a quedarme a oscuras está vez» así que si la única forma
de saber sobre lo que me propuse es presionándola, lo haré.

Me acerco a ella a pasos lentos y cuando llegó a su lado, sigue con


la mirada perdida como en una especie de trance.

—¿Qué sucedió ese día? — pregunto y ella levanta la vista de


golpe, conectando sus ojos con los míos. Esa perturbación tiñendo
sus iris cafés dilatando sus pupilas.

—Un asesinato — suelta y mi cabeza conecta los puntos de


inmediato.

—¿Una chica? — la pregunta deja mis labios recordando las


palabras de Caebrán y ella tiembla como si eso trajera recuerdos
horribles a su perturbada mente.

¿Qué tanto sabes, Marta? No dejo de mirarla queriendo que


entienda que no me quedare quieta hasta ver una respuesta de su
parte y ella mira el suelo antes de responder finalmente:.

—Sí.

—¿Sabes el motivo?

—Todos lo saben.

—¿Cuál fue el motivo, Marta?

—Venganza — es lo que dice y coloca su mano en mi brazo


apretando con fuerza— Eso es lo que dicen todos, yo no lo sé...

—¿Quién fue?

—¿Qué?

—¿Quién fue la chica?

Ella niega enterrando sus uñas en mi brazo mientras su respiración


se vuelve rápida, como si estuviera a punto de tener un ataque de
pánico —¿Por qué quieres saberlo? No debería estar hablándote
sobre esto...

—Somos amigas — le sonrió quitando la mano de mi brazo sin


prestarle atención al ardor— Y las amigas, Marta, se cuentan todo.

—¿Somos amigas?
—Claro que sí.

Su labio inferior tiembla y cuando un aroma dulzón llena a mis fosas


nasales, coloco mi mejor sonrisa girándome, actuando como si
nada.

Jake viene con una falsa blanca que le llega más arriba de los
muslos y la camisa del uniforme. Su cabello rubio ceniza cae en
cascada por su espalda, alisado de forma perfecta, brillante e
hidratado, de esos cabellos que aparecen en televisión, mientras
Caelus tiene la mochila enganchada en su hombro con los ojos
azules enfocados en mí.

—Actúa natural — es lo único que susurro hacia Marta, ignorándola


cuando Jake me abraza y besa mi mejilla antes de mirarla a ella.
Caelus se acerca y frente a Jake, me da un pico en los labios.

—Buenos días, Lucy — sonríe de forma encantadora mientras Jake


saluda a Marta que sigue en su trance.

—¿Cómo están? — inquiere Jake y me relamí los labios antes de


responder.

—Perfectamente, Jake.

—¿Han visto a Joseph?

—Estaba por el gimnasio está mañana cuando llegamos — es mi


respuesta y ella asiente con una sonrisa.

—No lo veo desde que llegué.

—Tan lindo la preocupación de hermanos gemelos encantadores y


rubios ceniza — dice Caelus con burla y ella lo ignora hablando con
Marta sobre temas que no llaman mi atención como el próximo baile
de invierno que se hará el sábado.

Miro a Caelus y me relamí los labios, soltando un suspiro que hace


llamar la atención de todos.
—Se me olvidó el libro de historia.

—En la biblioteca hay varios ejemplares — suelta Jake — Recuerdo


que cuando estaba en tu grado, Joseph y yo visitábamos la
biblioteca todos los días porque se nos olvidaban.

—Son dos tomos — Caelus habla haciendo que enarque una ceja
— Historia general e historia de Hiverdele.

—¿Puedes acompañarme? — pregunto mirándolo y Jake suelta una


risita volviendo a hablar con Marta.

«Sigo esperando alguna falla, pero al parecer, solamente son


amigos» Mis intentos por descubrir si entre Jake y Caelus existe
algo, son tan nulos como tratar de evitar los ataques sin sentido de
Marta.

Caelus comienza a caminar y lo alcanzo, aunque sé perfectamente


que es el lado incorrecto para ir hacia la biblioteca, pero no digo
nada porque mágicamente recuerdo que hoy no tenemos historia y
dentro de mi admito, en lo más hondo, que lo único que quería era
un momento a solas con el odioso, grosero e irresistible chico de
ojos azules que tengo al lado.

Todo lo que deseo, me encargo de obtenerlo y disfruto las miradas


que me lanzan, aunque perfectamente, podría ignorarlas. Caelus me
mira por su hombro y me muerdo mi labio inferior dispuesta a hablar
como exactamente lo hago, dejando de caminar cuando el pasillo
queda desolado.

—¿Olvidas lo que me dijiste esa noche?

Él también se detiene, dándome la espalda, permitiéndome una


vista perfecta de su espalda ancha forrada en la tela color gris de su
camisa y su trasero en aquel pantalón beige pegando que resulta
delicioso y un pecado para las pobres hormonas.
—Verdaderamente no he olvidado nada de esa noche — se gira y
las emociones que me abarcan me hacen dar un paso hacia al
frente que lo hacen mirarme de arriba abajo.

—Créeme que yo tampoco.

Él suelta una risa que me eriza los vellos de cuerpo.

—Recuerdo cada momento del beso — dice mientras se acerca y


doy otro paso más quedando justo al frente, a unos centímetros —
También recuerdo esa mirada hambrienta que me diste, la misma
mirada que me rogaba que de alguna forma, te llevará a una de las
habitaciones y te pusiera a gritar porque esa mirada, no era de la
niña buena que aparentas ser con todos.

—Pensé que Consus era el de los castigos — digo y él ladea su


cabeza, mirando al techo antes de regresar su mirada a mí.

—Cada uno de nosotros tiene esa faceta.

—¿Te gusta ser rudo?

—Me gusta el poder — dice y se relame los labios antes de bajar su


cabeza lo suficiente para que su respiración choque con la mía. Sus
ojos se ven más hermosos desde cerca y el brillo de su piel pálida
hace deslumbrar cada pedazo de su rostro sin ninguna imperfección
— ¿Y sabes también qué me gusta?

—¿Qué?

—Ver cómo juegas con todos sin saber que ese mismo jueguito te
puede hacer perder todo en cuestión de segundos.

Rozo mis labios contra los suyos antes de sonreír de manera


coqueta.

—Me estoy divirtiendo y eso es lo que realmente importa —


chasqueo mi lengua y él me agarra del cuello con fuerza
presionando sus labios contra los míos.
—¿Por qué me das esa sensación de que esa faceta que cargas es
solo el envoltorio de algo realmente malo? — susurra y paso mi
lengua por sus labios haciendo que esa misma mirada se adueñe
del azul como el día de la feria de recaudación anual.

—¿Alguna vez escuchaste que las peores aberraciones que han


existido vienen envueltas en seres hermoso, Caelus?

Él no responde, pero me suelta del cuello y cuando pienso que va a


dejarme, me empuja hacia la pared con fuerza y se adueña de mi
boca con un beso que me hace temblar todo.

La urgencia de su beso es la misma con la que mis manos se


adueñan de su cabeza mientras comienzo a jalar su cabello
azabache mientras él me aprieta el culo con sus manos grandes al
mismo tiempo que su lengua se apodera de mi boca y no le doy
contienda porque me gusta ser activa y sus besos me ponen el
libido al cien.

Me aferro a sus hombros anchos, sintiendo la suavidad de la tela


mientras el contacto en nuestras bocas me enloquece. «Si tuviera
que describir a Caelus Fairchild diría que es caliente, odioso y duro»

Los minutos se me hacen eternos, mis manos no se contienen y


bajar por su torso duro, palmando la musculatura que me hace
querer sentir más piel que tela. No sé de dónde saco el descaro que
se apodera de mí y muerdo su labio inferior mientras dejo su
abdomen para tomar encima de su pantalón, justo ahí, sintiendo el
bulto que me hace soltar aire y abrir los ojos mientras detallo sus
labios hinchados, rojos, su rostro serio y sus ojos brillando.

No digo nada, solamente desabotono el pantalón y suelto la hebilla


de la correa con agilidad mientras él está quieto, mirándome. Meto
mi mano dentro de su pantalón sintiendo la dureza que me hace
palpitar y miro hacia todos lados, asegurándome que no haya nadie.

—Merde*, Lucy — suelta cuando se la saco y comienzo a mover mi


mano mientras él besa mi cuello, robándome un gimoteo cuando
muerde y luego continúa chupando.

—Me gusta... — digo sin dejar de masturbarlo, moviendo mi mano


de arriba hacia abajo con mis ojos puestos en el movimiento que me
humedece la ropa interior y me hace saliva la boca.

«Es grande» Mi mano no logra cubrir por completo el falo grueso y


venoso que mis manos intentan complacer. Caelus muerde el lóbulo
de mi oreja y jadeo sintiendo la humedad de su boca, viendo como
el líquido que sale de su miembro y me hace querer arrodillar.
Roza mis pezones erectos por encima de la tela con sus manos,
apretando mis tetas y la adrenalina que me abarca cuando escucho
pasos no tiene comparación. Él se adueña de mi boca, robándome
el aliento mientras no dejo de masturbarlo.

Los minutos pasas, la siento tan grande y gruesa que es inevitable


contornear mi cadera como si quisiera un acercamiento, el gruñe en
mi oído y siento el chorro del líquido caliente en mis manos y él se
separa para ver el desastre.

Se guarda el miembro y me mira antes de decir:

— Tenemos que limpiar este desastre.

Y justo en ese momento, un grupo de chicos pasan y nosotros nos


dirigimos al baño sin decir nada.
Capítulo 32 (*)

LUCY

La alarma me perfora el tímpano del oído cada vez que suena y doy
vueltas en la cama queriendo que el molesto sonido acabe.

Son las seis de la mañana y Crono Fairchild me estuvo


atormentando toda la noche con sus canciones de rock, además
tenía insomnio y mi cabeza no dejaba de juntar puntos sobre los
aparentes misterios que tiene este extraño y privilegiado pueblo que
no aparece en el mapa de Estados Unidos. Tanto fue así que recurrí
a internet sin conseguir ninguna noticia relevante además de las
columnas de chismes y especulaciones sobre cómo se sentiría
respirar el mismo aire de las personas con más dinero del mundo,
cómo se sentiría estudiar en la mejor escuela del mundo y cómo se
sentiría gozar de los privilegios.

No encontré nada, era como si no hubiera evidencia de


absolutamente nada y finalmente me quedé dormida cuando Crono
dejó de escuchar su música y mi cerebro entro en colapso por
tantas preguntas sin respuestas.

El sonido de la alarma vuelve y me levanto masajeando mis sienes


mientras apago la alarma y cierro mis ojos disfrutando de la falta de
sonido en el ambiente que me relaja de inmediato. Suelto una
bocana de aire y me desheredo el cabello mientras camino hacia el
baño.
Me ducho saliendo con la toalla amarrada en mi cabello y camino
hacia el espejo que adora la pared detallando cada porción de mi
piel.

«No es vanidad cuando sabes lo que vales» Me relamí los labios y


me visto para volver a acostarme a leer uno de los libros que me
dejo Consus sin tener planes para hoy.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Me despierto cuando escucho sonidos detrás de la puerta y me


coloco alerta, de repente, mirando hacia todos lados a la espera de
algo que nunca pasa y suspiró, recordándome que estoy aquí y
nada va a suceder, calmándome y recuperando el control de los
latidos de mi corazón.

— ¿Lucy? — escucho detrás de la puerta y me levanto rápidamente,


arreglándome el cabello y mirando mi atuendo.

No he salido ni siquiera para comer, bostezo y abro la puerta


encontrándome a Consus con una camisa blanca pegada a su torso
y unos pantalones de vestir negros. Se dibuja una sonrisa en su
rostro serio e impenetrable cuando me ve y coloco las manos en mi
cintura sonriendo.

— ¿Te desperté? — pregunta y asiento con la cabeza, él se acerca,


baja su cabeza y besa mi mejilla mirando detrás de mí, dentro de la
habitación.

— ¿Te está gustando Orgullo y Prejuicio? — pregunta.

— Sí, creo que está superando la prueba — bromeo y se escucha la


voz de Cristian que llega a los segundos, detrás de él.

También luce una camisa blanca, pero lleva un jean azul que se le
ciñe como una segunda piel a las piernas moldeadas y gruesas. Se
desordena el cabello castaño antes de sonreírme, mirándome a mí y
a su hermano que se encuentra cerca.

— ¿Ya le dijiste? —pregunta el menor de los Fairchild y Consus


niega.

— ¿Decirme qué?
— Los Calandra están cumpliendo años — habla Cristian y abro mis
ojos algo sorprendida.

— No lo sabía... — digo y Consus sonríe antes de decir:

— Pensé que Jake te había dicho, pero ella me comento que se le


olvidó así que — mira su reloj — tienes una hora para estar lista.

Asiento entrando a la habitación, cerrando la puerta en sus caras y


camino hacia el closet sacando un vestido gris de lentejuelas con la
espalda completamente descubierta, unos tacones de aguja negros,
unas bragas de hilo blancas y por el modelo del vestido, no uso
sostén.

Me doy una ducha rápida, me cepillo, me maquillo y me arreglo el


cabello antes de que la hora que Consus me dio, culmine. Doy un
suspiro al ver lo que logre de forma rápida y me admiro en el espejo
viendo mis piernas largas desnudas y lo sensual que me veo
usando el vestido.

Camino hacia la puerta y cuando voy a abrirla, Crono está ahí con
ojeras y la misma cara de siempre. Me observa de arriba abajo y
abro la boca para decir algo, pero él se adelanta:

— Te irás conmigo.

Se da la vuelta sin esperar que le diga algo más y niego con la


cabeza, siguiéndolo mientras me juro que, en algún momento,
estaré anotando en mi diario que no sé qué es lo que tiene Crono
pero definitivamente, su voz es algo de otro planeta.

Bajamos las escaleras y saludo al resto de los hermanos, a Caleth y


a Sophia antes de seguir a Crono hasta el estacionamiento,
montarme en su Volvo negro que huele a nicotina y perfume varonil
antes de salir hacia la casa de Jake y Joseph.

El camino es en completo silencio, él manejando con una sola mano


y la vista al frente de forma aburrida, mientras miro por la ventana y
mirándolo de reojo.

— ¿Te obligaron o tú quisiste? — pregunto cuando ya la mansión es


visible. Él hace la pequeña fila de autos que hay para entrar
mientras presiona la corneta haciendo que los autos que estaban
adelante se quiten y él pueda pasar sin importarle el bululú que hizo
solamente por no querer esperar que avanzara la fila.

Él no muestra ninguna expresión y gira, estacionando el auto de


forma perfecta antes de girar su rostro y mirarme. Esos ojos verdes
veneno observándome, haciendo que trague saliva y menea su
cabeza con aburrimiento, apagando el motor.

— ¿Es necesaria la respuesta?

— Sí.

Suelta un suspiro como si estuviera cansado y saca un cigarrillo del


bolsillo de su chaqueta, lo enciende y le da una calada antes de
mirarme otra vez.

— Yo quise — es lo único que dice antes de bajarse y me le quedo


mirando unos cuantos segundos antes de seguirlo. Entramos a la
fiesta llevándonos las miradas por lo que hizo Crono pero nadie se
atreve a reclamarle, solamente lo miran desde lejos y me le
engancho al brazo cuando él muestra una carta de invitación que ni
siquiera sabía que tenía cuando estamos en la puerta de la
mansión.

Hay tantas personas que podría compararlo con la feria anual, la


música pop suena desde la entrada y el olor a sudor, nicotina y
alcohol es lo primero que siento. Cruzamos una especie de cueva
que nos adentra a una fiesta con temática azul y gris con brillos.

La mansión Calandra completamente transformada en una fiesta


juvenil de niños ricos bailando, drogándose y gritando. Las luces
neón le dan un toque especial al ambiente y la música fuerte es
perfecta.
Avanzamos hacia la mesa que hay luego de pasar el bululú de
gente y reconozco a Joseph, Jake, Marta, Caelus, Consus, Caebrán
y Cristian acompañados de unos chicos que no conozco pero que
tampoco saludo. Me acerco a los hermanos y les doy un beso en la
mejilla a cada uno separándome de Crono, sin perder de vista la
mirada que me dieron al verme llegar de tal forma y abrazo a Marta
antes de mirar a Jake que luce hermosa con un vestido azul
eléctrico.

— ¡Feliz Cumpleaños! — digo y ella me abraza con una sonrisa.

— ¡Gracias! — grita en mi oído porque la música es demasiado


fuerte — Me alegra que estés aquí.

Me separo para mirar al imbécil de Joseph y le doy un beso en la


mejilla haciendo que él sonría.

— Siéntete afortunado por el beso — susurro y él rueda sus ojos


haciendo que me comience a reír y diga antes de separarme: —
¡Feliz Cumpleaños, imbécil!

Me siento al lado de Marta y observo cómo todos bailan, brincan y


gritan cuando cambian la música para una electrónica que pone a
vibrar el piso. Cristian me pasa un trago que recibo con una sonrisa
y comienzo a beber, dándole miraditas a cada uno de los hermanos
de vez en cuando.

Joseph y Jake salen a bailar y dejo la bebida de nuevo en la mesa


cuando observo a las dos mujeres que vienen hacia nosotros.

— Las resucitadas — suelto y Caebrán se les queda mirando junto


con los otros haciendo que enarque una ceja.

Dove utiliza un vestido rojo y Rose uno negro del mismo modelo,
cargan antifaces y llegan hasta la mesa con una sonrisa de
superioridad que me encantaría borrarles.
«Ese sentimiento que te abarca cuando llegan las personas que te
caen mal» Hago una mueca y ellas saludan a cada uno de los
hermanos ignorándome a mí y a Marta. Desde aquí veo la mala cara
que pone Jake lo que me hace confundirme porque tenía entendida
que eran amigas y Joseph regresa a la mesa junto con su hermana
convirtiéndose en el foco de atención de las hermanas de cabellos
de colores.

Muevo los dedos con aburrimiento contra la mesa y Dove mira a


Caebrán mirando Rose besa a Joseph delante de Jake que tiene
una cara monumental. El ambiente divertido de la fiesta desaparece
y Marta bebe de su trago en completo silencio.

— Existe gente que no tiene dignidad ni amor propio, ¿no crees,


Marta? — inquiero cuando Dove besa la mejilla de Caebrán que
tiene mala cara.

Dove me mira de mala gana y noto el morado en su cuello. Sonrió y


ella rueda sus ojos sentándose al lado de Crono que ni siquiera le
determina.

La fiesta sigue y el ambiente se hace pesado. Rose resulta ser una


de esas mujeres que le gusta las demostraciones en público
besándose con Joseph y montándosele encima, Consus comienza a
fumar al igual que Caebrán y Caelus junto con uno de los chicos
nuevos comienzan a jugar cartas.

Crono se levanta en algún momento y me levanto también,


alcánzalo cuando estamos a la mitad de la pista, adentrándonos al
bululú de gente.

— ¡Oye! — Grito, por encima de la música y él me voltea a ver con


el rostro inexpresivo — ¿Quieres bailar?

Me mira y cuando pienso que va a decirme que no, se acerca lo


suficiente para ver sentir su aroma a nicotina con perfume Victorino
y me agarra de la cintura, pegándome a su cuerpo.
— No me gustan los bailes — es su respuesta y rozo nuestros
labios sin dejar de hacer contacto visual.

— Puedes intentarlo — musito perdida en sus ojos y sonríe


haciendo que mi mente aislé la música, la gente y solamente me
concentre en él.

— ¿Me darías algo a cambio?

Me muerdo el labio inferior y él es quien roza nuestros labios está


vez.

— Puedo darte lo que quieras — es mi respuesta y estampo mis


labios contra los suyos probando lo que tanto quería desde hace
días.

Si los besos con Caebrán saben a fuego, los de Caelus son


adictivos, los de Consus son rudos, los de Cristian son picantes y
divertidos, los de Crono son inexplicables.

La forma en la que sus labios se mueven sobre los míos, cómo su


mano aprieta mi trasero, su aroma, su cabello y sus ojos verdes
mirándome fijamente.

Siento que voy a explotar y me separo para buscar aire. Mis labios
se sienten hinchados y Crono se acerca, besa mi mejilla y se va
dejándome ahí sin saber qué fue lo que sucedió realmente.

No lo busco, ni lo persigo, solamente me le quedo mirando y regreso


a la mesa ignorando la extraña mirada que me da Marta.

Jake suspira acercándome y me sonríe antes de golpear mi brazo


ligeramente.

— ¿Me das un autógrafo? — se ríe y ruedo mis ojos, tomando un


trago de tequila sin decir nada más.

Uno de los chicos nuevos, se levantan y miran a Jake ofreciéndole


su mano y por alguna razón, Joseph aleja a Rose haciéndola que
caiga de culo en la silla.

— ¿Quieres bailar conmigo? — le pregunta el chico a Jake y ella


abre su boca para responder, pero Joseph se adelanta:

— Ella no quiere bailar con nadie, Peter.

— ¿Por qué no? — rueda sus ojos Jake y Joseph la mira da mala
gana, levantándose.

— Porque vas a bailar conmigo.

— Sigue con tu novia, que yo voy a bailar con Peter.

Jake se levanta dispuesta a tomar la mano del pelinegro que se


llama "Peter". Joseph se lo impide tomándola primero haciendo que
Jake se queje.

— ¡Déjame, estúpido!

— Te dije que no.

— A mí no me importa lo que tú digas.

— ¿Cómo?

— ¡Que no me importa una mierda, Joseph!

— No me hagas... — empieza a decir Joseph pero Jake lo empuja y


él la toma del cuello mirándola de una forma extraña que no puedo
describir. Caelus suelta a reír como si la situación fuese muy
divertida y Joseph suelta a su hermana alisándose el traje actuando
como si nada pasara.

Peter se sienta al darse cuenta que no podrá bailar con Jake y


Joseph toma a su hermana del brazo jalándola hacia el bululú de
gente, dejando a Rose sin ni siquiera despedirse.
Dove no deja de mirar a Caebrán y me dan ganas de joderle la
noche, así como ella y su hermana jodieron todo con su llegada y
me levanto ofreciéndole mi mano a Caebrán Fairchild que deja de
fumar para mirarme con una sonrisa traviesa.

— Me dieron ganas de bailar — digo y él deja el cigarrillo, tirándolo


para levantarse y llevarme a la pista.

Comenzamos a bailar al ritmo de la música, pegando nuestros


cuerpos y sintiendo la gente brincando a nuestro alrededor y me
comienzo a reír cuando me toma de la cintura pegándome.

Nuestras narices rozan y no me importa haberme besado a Crono


minutos antes, simplemente lo beso sintiendo la mirada de Dove
Bush en mi espalda.

Quiero que me odie más de lo que ya hace.

Caebrán se separa de mí para seguir bailando y Dove llega


posándose a nuestro lado con los ojos brillosos.

— Pero, ¿qué haces? — comienza y Caebrán la ignora, siguiendo


bailando y yo no soy quién para negarme, así que seguimos
moviéndonos sin importar que la arrastrada esté ahí — ¡Caebrán no
es justo...! — dice otra vez Dove y Caebrán la mira como si fuese
alguien insignificante.

Lo agarro por la cintura y susurro — Ve, aquí te voy a esperar.

Él maldice y se desordena el cabello, agarrando a Dove por el brazo


con fuerza y jalándola hacía la esquina. Tropieza con algunos, pero
al parecer no le importa, la suelta cuando llega hacia la pared y
empiezan a discutir, ella mueve sus manos con desesperación
mientras él habla señalándola con el dedo.

— ¿Te gusta ser espectadora de las desgracias ajenas? — la voz de


Caelus manda corriente a todo mi cuerpo y cuando siento su mano
en mi cintura, me palpita con fuerza el corazón contra la caja
torácica.

— Quizá.

— Siempre sucede — dice mirando hacia Dove que contrae su


rostro como si las palabras de Caebrán fueran demasiado dolorosas
y enarco una ceja al ver que intenta abrazarlo, pero él no se lo
permite — Ella hace algún drama, él se molesta, la trata mal y luego
ella vuelve a él sabiendo que, para mi hermano, realmente, ella no
es nada.

— ¿Le gusta que él la trate mal?

— Supongo que ella esta tan obsesionada de él para soportar eso y


más.

— Entonces, ella me odia por eso.

— Sí, porque desdé que llegaste solamente él la ha ignorado y el


poco tiempo que están juntos es donde ella termina llorando o
siendo humillada — Caelus me mira de reojo — Supongo que él
quiere ser un miembro activo en tu juego y por fin ha decidido
romper ese estúpido acercamiento que le llenaban la cabeza de
cucarachas.

— Tal vez — respondo inocentemente quedándome con sus últimas


palabras y él rueda sus ojos azules hacia el cielo, como si hubiera
dicho la cosa más estúpida.

— Más que un, tal vez, es un hecho y tú lo sabes.

— No contradigo verdades — le regalo una sonrisa y él se relame


los labios.

Vuelvo mi vista hacia Dove Bush que finalmente se abraza a sí


misma y sale corriendo, tropezando con todos. Caebrán se le queda
mirando y se desordena el cabello, mirándonos y relamiéndose los
labios, hace ademán de acercarse.

— Ya vengo — digo mirando a Caelus, comenzando a caminar


hacia el lugar para donde ella se dirige y la veo a entrar al baño de
mujeres a paso apresurado. Saludo a un chico de séptimo con un
beso y entro al baño finalmente, encontrándola ahí, frente al espejo.

Doy solamente dos pasos para adentrarme al baño costoso y tres


para cerrar la puerta. Se gira solamente para ver que soy yo y suelta
una risita como si tuviera mucha diversión sobre la situación.

Me relamo los labios esperando que hable, que diga lo que tanto
quiere decir y saque ese veneno que le corre por las venas como la
arpía que es, hasta que finalmente, lo hace:

—Hubo una vez una niña que fue manchada injustamente por culpa
de sus padres — comienza, retocándose el labial de manera
perfecta y la observo sin decir nada. «La paciencia es una virtud» y
si quiero conseguir algo, debo saber manejar las cartas. Dove me
observa a través del espejo y siento que, ella sabía que iba a
seguirla— Esa misma niña creció en un ambiente donde era
necesario ser la favorita para sobrevivir, aunque eso también hiciera
las manchas más grandes, pero no importaba. Ser la niña más
envidiada de su escuela era más divertido, que todos la saludarán y
le preguntaran sobre ella y quisieran su opinión era la mejor
sensación, era... de alguna forma, algo que hacía a esa niña darse
cuenta que valía la pena competir con sus propias hermanas para
lograr... eso que ella tenía y que no quería dejar ir. Esa niña pronto
se convirtió en una pequeña mujer y sus padres decidieron mudarse
a un nuevo lugar porque duplicaron su fortuna haciendo las mismas
manchas que habían marcado a la niña cuando era solo una bebé.
Le tomó más de seis meses llegar a tener lo que tenía antes solo
que está vez, no era suficiente. Ya las manchas no podían ser más
grandes y ella no encontraba consuelo en las cosas materiales
porque tenía todos los caprichos, pero una de sus hermanas, la que
más detestaba y no merecía estar en su familia, llamó la atención de
aquella extraña y selecta familia que ella admiraba y deseaba desde
lejos — deja el labial y me mira antes de relamerse los labios —
¿Sabes cómo se siente que te arrebaten lo que tanto te costó? Ella
que sacrifico todas las cosas importantes que tenía solo por
conseguir lo que tanto deseaba, que hizo las peores cosas que te
imaginas por conseguir la atención y que de un momento a otro,
cuando todo estaba perfecto apareciera una persona ajena a todo,
que no pertenecía a su mundo ni merecía lo que todos le estaban
dando, se lo arrebatará haciendo que todos sus esfuerzos se fueran
a la basura.

Un recuerdo fugaz pasa por mi cabeza logrando que mi corazón lata


con fuerza contra mi caja torácica, pero tan rápido como llego, el
recuerdo pasó y la serenidad volvió a mi cuerpo porque la calma era
algo que no podía permitirme perder. Entendí cada una de sus
palabras e ignorando su indirecta, sonreí.

—No podría saberlo si todo lo que he querido ha salido tal cual lo


planee.

—Siempre hay una falla en el plan.

—No la hay si evalúas bien tus tácticas — es mi respuesta de


manera automática. Ella sonríe girándose y notó una sola lágrima
que sale de su ojo derecho que limpia de inmediato.

«Sea lo que sea que le dijo Caebrán la tiene herida, aunque la


sonrisa en su rostro diga lo contrario» Pero no va a engañarme,
alguien que ha fingido toda su vida puede descubrir cada una de las
máscaras de otra que hace exactamente lo mismo.

— ¿Sabes de lo que sería capaz por lograr lo que quiero, Lucy?

—Me gustaría ver cómo te arrastras para conseguir algo que no te


quieren dar — ella se endereza al escuchar mis palabras y da un
paso al frente con la barbilla levantada.

—No te acostumbres tanto a algo que no te pertenece...


—Y tú deja de soñar con cosas que no van a pasar — suelto una
risa encima de su rostro que se coloca rojo de la ira, el dolor o quizá
lo difícil que es aceptar la realidad — Tú y tu historia triste no me
conmueven, así que, por mí, esa pobre niña puede seguir sufriendo
y ahogándose con su envidia.

—No me conoces... — levanta su mano dispuesta a darme una


bofetada, pero anticipo sus movimientos tomándola de la muñeca e
impidiendo que siga el movimiento.

Ella se tensa y yo sonrió con más ganas, sintiendo eso que tengo
escondido no por vergüenzas, si no por supervivencia del resto, no
de mí. Aprieto con fuerza y clavo mis uñas en su muñeca
disfrutando la mueca de dolor que hace y el brillo que significa
miedo puro que tiñen sus ojos verdes.

«¿Ya no eres tan valiente, Dove?»

—Créeme que tampoco me conoces a mí.

—Tú no harías lo que yo hice... — comienza a forcejear y agarro la


otra mano cuando intenta defenderse, inmovilizándola.

— ¿Conoces lo que dicen del anticristo? — pregunto ejerciendo


presión — Si no lo sabes, búscalo y asócialo con mi nombre porque
así suelen llamarme cuándo aquello que tengo guardado en el fondo
de mi ser, sale a la luz y créeme que no quieres conocerlo.

No le doy tiempo a responder, porque soy yo la que está vez, volteó


su rostro de una sonora bofetada que me hace picar la palma de la
mano, pero no me importa, la felicidad que me llena el cuerpo al ver
que por fin es el momento de demostrarle que no soy de las que se
deja pisotear.

La suelto y me doy la vuelta caminando hacia la puerta y cuando


voy a abrirla, Caebrán está ahí con una sonrisa que correspondo
actuando como si nada hubiera pasado y a su lado está Caelus con
el rostro serio.
— ¿Nos vamos?

Él asiente, besando mi mejilla y Dove sale del baño tropezando con


mi hombro, Caebrán se le queda mirando y me gusta como ella
huye porque ya se dio cuenta de con quién está jugando.

Caebrán eleva sus cejas, pero me engancho de su cuello,


poniéndome en puntillas, y sin cerrar los ojos, mirando directamente
a Dove que aún no ha desaparecido y Caelus que no deja de
mirarme, le doy un beso en los labios que lo toma desprevenido,
pero no por mucho tiempo porque aprovecha de poner sus manos
en mi culo y meter su lengua en mi boca, chupando mi labio inferior
luego.

Es obsceno, delicioso y un beso que grita la tensión sexual que se


creó desdé el día de los retos, desde aquel beso de tres que
compartí con su hermano y que guardo en mis mejores recuerdos.
Me alejo para buscar aire y él sonríe dándome un pico y
separándose. Dove termina por irse y Caebrán no dice nada,
solamente me mira y es que, si lo acabo de usar, él ha tenido un
premio y una muestra más de lo que en algún momento, lo volverá
loco porque es uno de mis planes y, lo que deseo simplemente se
cumple. Caelus no dice nada y me acerco a él, para darle un pico
que lo hace mirarme con tal intensidad que me hace recordar lo que
sucedió en el pasillo y sonriendo, comienzo a caminar sintiéndolos a
ambos, detrás de mí.
Découverte du démon

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

DOVE

—Ella es peligrosa, muy peligrosa — murmuro — Sé que algo


oculta, algo debe ocultar.

Camino de un lado a otro por la habitación. Rose se pinta las uñas


de los pies sin prestarme atención arriba de mi cama y me jalo los
pelos sintiendo mi corazón latir con fuerza.

—¿Y qué?

—¿Y qué? — me burlo de su estúpida pregunta. Me duele la cabeza


de tanto pensar y sé que mi hermana no me entenderá. Masajeo
mis sienes mientras mi cabeza repite sus palabras demasiadas
veces, como si ella se hubiera metido en mi cabeza.

Veo su cara deformada, su sonrisa endemoniada y tengo miedo de


lo que esa maldita puta pueda hacer. Mi cuero cabelludo pica y mi
mejilla también recordando el maldito golpe que me doy la zorra que
está conviviendo con los Fairchild al mismo tiempo que me toco el
cuello sintiendo las marcas que me dejo el collar por culpa de
Caebrán, Rose sigue en su mundo y yo estoy a punto de explotar
por el montón de teorías que surgen de repente en mi cabeza.
Todos los momentos que he compartido junto con ella por desgracia
pasan en mi cabeza y miro a mi hermana.

—¿No tienes información sobre ella?

Rose deja de pintarse las uñas para mirarme con una ceja
levantada.

—¿Vas a espiarla?
—Necesito saber qué es lo que ella oculta — me siento al lado de
mi hermana que tiene ojeras y está despierta a las cuatro de la
madrugada por lo mismo que yo.

«Pesadillas que cada vez se hacen más fuertes» Ella tiene un gran
moretón en la pierna y uno en la mejilla que es la respuesta a
nuestra desaparición desde hace dos semanas hasta ayer que
fuimos a la reunión de cumpleaños de los gemelos Calandra y...

Meneo mi cabeza, las palabras de Caebrán picando y los recuerdos


de Lucy Beckett atormentándome la cabeza. Cierro mis ojos y siento
la mano de Rose en mi mejilla.

— ¿Te atormenta mucho?

— ¿El castigo de papi o lo de Lucy? — pregunto abriendo mis ojos y


ella me da una mirada dura antes de alejarse y terminar con la
caricia.

— Papi no tiene nada que ver con eso... — comienza y me masajeo


la sien buscando paciencia.

— Claro que sí pero no quieres aceptarlo.

— ¿Para qué? Eso no arreglaría nada — se cruza de piernas


haciendo que se vea la cicatriz que tiene desde hace dos años y
que nunca me ha querido explicar. Busque por mucho tiempo si lo
del robo fue cierto, pero ella siempre se rehusó a hablar sobre ello,
alegando que no quería recordar nada de ese día.

Recuerdo también que me gane un castigo con papi por investigar si


él había tenido algo que ver, pero lo negó, alegando que, si en algún
momento le hiciera algo a Rose, yo sería la primera en saberlo.

Reprimo los recuerdos que se apoderan de mi mente y digo,


intentando inútilmente quitar ese sentimiento extraño que se
apodera de mi cuerpo cada vez que pienso en lo que sucede.
— Ahora entraras en negación...

— No es negación, Dove — deja de pintarse las uñas para mirarme


y en sus ojos encuentro el dolor que quizá, también tiñen los míos
— Es querer aparentar que no sucede nada para evitarse más
traumas.

— ¿Eso arreglará las cosas, Rose?

Ella no responde y tampoco lo hago, me quedo quieta perdiéndome


en mis pensamientos hasta que ella me mira haciendo que me
levante ligeramente. Me sonríe y señala la MacBook Pro que se
encuentra encima de mi mesa de noche.

— ¿Cuál es la mejor forma de investigar cosas? — pregunta como


si hace dos minutos no hubiéramos hablado de forma ligera sobre
nuestros peores secretos. Sé lo que intenta y es desviar su cabeza
de los verdaderos problemas, de lo que ocasionaron cada una de
sus cicatrices porque desde pequeña sentí que Rose ocultaba más
cosas que los dos secretos que nos unen, así que enarco una ceja,
sintiendo esas punzadas en mi cabeza.

— Internet.

Ella asiente cerrando la pintura de uñas — No hay nada que no se


pueda descubrir ahí, además, no existe persona en el mundo que,
de alguna forma u otra, tenga, aunque sea una mínima interacción
en la red.

— ¿Eso quiere decir qué?

— Si querías descubrir algo sobre Lucy...

— ... Podría investigarlo ahí — continuo y en mi cabeza algo hace


"clic". Me levanto y tomo la MacBook Pro, encendiéndola y
colocándola entre mis piernas.
— ¿Qué es lo que quieres buscar, Dove? — pregunta enarcando
una ceja y coloco en el buscador su nombre sin responderle.

Dura aproximadamente dos segundos antes de arrojar resultados en


la web, presiono en cada una de las paginas, pero no consigo
absolutamente nada además de su Facebook donde tiene más de
2.4350 amigos y cuatro fotos de ella en Nueva York, Moscú y la
última, en la feria de recaudación con los Fairchild luciendo como
una más de ellos.

— Se ve linda... — suelta Rose y le doy una mala mirada que la


hace hacer una mueca.

Investigo en sus amigos y no hay nada interesante, no comparte


absolutamente nada, no sigue ni le da like a nadie, no tiene
etiquetas, ni ha etiquetado a nadie desde que creó su Facebook en
agosto del año pasado. Es como si fuera un fantasma y Rose me
quita la MackBook intentando buscar en el registro de personas en
Estados Unidos y su nombre arroja error de inmediato.

Intentamos tres veces más y no aparece. Buscamos en la base de


datos de emigración y tampoco aparece.

La boca se me seca y Rose suspira, chasqueando la lengua.

— Puede ser un error de sistema...

— ¿Por qué no aparece en nada, Rose? — niego — Eso no es un


error de sistema.

— Intentare con algo más — es lo único que dice tecleando con el


ceño fruncido. Viaja entre varias pestañas, coloca códigos con los
ojos puestos en la pantalla, moviendo los dedos con agilidad en las
teclas sin necesidad de mirarlas y no digo nada cuando la web en
vez de blanca se vuelve negra y comienzan a aparecer avisos
extraños que me dan un sentimiento de inquietud.
Coloca el nombre en el buscador y arroja la imagen de una mujer de
cabello negro y ojos azules, madura con una sonrisa siniestra que
tiene un parecido inquietante a Lucy.

«Alukah Barone Beckett» Rose pasa las fotos y cada vez se hacen
más espeluznantes vestida de negro y apuntándole a personas,
acabando con su vida aparentemente. Me tapo la boca cuando un
vídeo comienza a reproducirse y la mujer saluda a la cámara,
llamando a una niña en un idioma extraño, la niña aparece de
espaldas mientras la mujer le señala el cuerpo de un hombre que
guinda del techo como un animal. Le comienza a disparar mientras
se ríe y la niña se queda quieta, mirando todo. El vídeo se corta y
las imágenes se repiten en mi cabeza mientras sintiendo un sabor
extraño en mi boca.

La mujer aparece con un anuncio de 'Se busca' y Rose le da clic a


otro vídeo, de la misma mujer mientras acaba con la vida de un
hombre que tiene la cabeza tapada con una capucha negra que
impide verlo. Le corta los brazos con una agilidad espeluznante y lo
tortura.

Ella muestra una tabla llena de púas. Se ríe y lo golpea con él, las
puntas afiladísimas golpeándole en los brazos, en las piernas, en la
barriga y en el pecho, haciendo que mis vellos se ericen. La imagen
es tan desagradable, tan horrible que no tengo cómo describir el
reguero de sangre, la forma en la que la mujer lo hace, haciendo
que el hombre haga un gran griterío que al parecer ella disfruta.

No le basta, hace todo lo posible con cuchillos, el bate y sus puños


para crear arroyuelos de sangre, carne cruda, viscosa y amorfa
mezclada con astillas de huesos rotos de las piernas para abajo.

El hombre sigue vivo a pesar de la brutalidad de las torturas, algo


me zumba en los oídos y los gritos me hacen cerrar la pantalla de
golpe y miro a Rose que está igual de aturdida mientras un recuerdo
llega a mi mente. Los desgarradores alaridos del hombre
reproduciéndose en mi cabeza mientras las imágenes pasan como
una película de terror.
«La maldad de las personas no tiene límite» Esa mujer parece el
mismísimo diablo y las palabras de Lucy se reproducen en mi
cabeza, «Anticristo» y esa mirada espeluznante que me dio
mientras me lastimaba, esa misma mirada que se adueña de sus
ojos mientras besaba a Caebrán frente a mí como si disfrutara
hacerme daño.

La mujer tiene la misma mirada, la misma contextura, el mismo


cabello, los mismos ojos y la única diferencia es lo madura que se
ve. No puede ser ella, pero...

— ¿Qué tiene ver Lucy con ella? — pregunto y Rose se abraza a si


misma mirándome sin saber qué responder, aunque la respuesta
este en mi cabeza, me niego a pensar que el verdadero diablo haya
decidido venir a nuestro pueblo.

«No puede ser real» Me niego a que sea real pero la angustia se
adueña de mi cuerpo y si es cierto, no sé qué es lo que haremos
para detenerla.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
Capítulo 33 (*)

LUCY

—Para el nuevo proyecto escolar una de las familias más


importantes del pueblo ha prestado una cabaña — la profesora de
Sociedad sonrió y todos seguíamos en completo silencio esperando
que terminará de decir lo que sea que tuviera que decir. Ella escribió
en su portátil y en el pizarrón electrónico se reflejó el mismo apellido
con el que me relacionaba desde hace más de un mes.

El salón estaba en completo silencio y Marta se relamió los labios


leyéndolo lo mismo que yo y que toda la clase.

«Fairchild»

—Crono — ella dijo y todos giraron sus rostros hacia el chico de


cabello negro, ojeras debajo de esos ojos verdes que siempre lucían
cansados cuando se levantó. No sonrió como hacia Caebrán, ni
puso esa mueca de burla en su rostro como Cristian y Caelus
ponían. En cambio, él tenía esa expresión sería que no era como la
de Consus cuando observaba todo sin hablar, él, Crono, tenía esa
expresión seria que gritaba "No me importa una mierda lo que vayas
a decirme", algo así como si tener la atención de todos le cansará,
la profesora sonrió y él simplemente la miró cuando ella dijo: —
Gracias por la generosidad de brindarnos una estructura e idea
nueva para este año, Señor Fairchild.

Ella aplaudió y todos los hicieron, incluyendo Marta que pareció


reaccionar luego de unos segundos. Me quede quieta evaluando
todo, sin entender en qué momento se había elegido esto.

La profesora caminó hacia su mesa y le doy clic a algo en su


portátil. Una diapositiva paso y mis ojos se movieron con rapidez
sobre cada una de las líneas que llamaban la atención de todos.

Cronograma del Proyecto Escolar de Séptimo año.

Obligatorio: Tener el permiso de tus padres o representantes

— Como todos saben, cada año debemos hacer por obligación, en


cumplimiento al artículo 13 de Hiverdele, un proyecto escolar de
más de setenta y ocho horas — la profesora camina de un lado a
otro, mirándonos. Crono sigue levantado, mostrando su educación y
observo de reojo como varias de las alumnas lo miran sonrojándose
como estúpidas, aunque él no les dedique no una sola mirada. La
profesora pasa la diapositiva y se ve la foto que fue tomada por uno
de los fotógrafos el día de la feria anual.

«Caleth, Sophia, Teodora, Camille, Consus, Crono, Caebrán,


Caelus, Cristian y yo» Siento las miradas sobre mí, incluyendo a
Marta y me relamí los labios cuando siento una mirada en especial
atravesándome la espalda.

—La familia Fairchild, esté año ha decidido prestar por cuatro días
una de sus propiedades a las afueras del pueblo para nosotros,
Octavo, Noveno y Quinto — ella sonríe — Por primera vez en toda
la historia hemos decidido, junto con la directora Cox hacerlo juntos.
La razón es porque cada sección que irá es donde pertenecen los
Fairchild como todos saben — ella mira a Crono — puedes sentarte.

Él no dice nada, simplemente hace lo que ella dice y continúa: —


Necesitamos permiso de sus padres y que cada uno de ustedes se
reúnan con el grupo que, en conjunto con la directora, elegimos para
hacer un proyecto de teatro con filmación. Los puntos que se
evaluarán serán; puntualidad a la hora de entrega, desarrollo de la
trama y personajes, edición que se dividirá en dos partes: audio y
sonido. Como es en grupo se hacen seleccionado de todas las
secciones que irán y se darán a conocer a final de hora en el salón
de conferencias.
Ella termina y justo en ese momento, la campana suena y todos se
levantan sin decir nada más.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

—¿Es una de ellos? He visto la foto y nunca antes alguien que no


perteneciera a esa familia ha posado de esa forma con ellos y
menos en algo así... — captan mis oídos mientras camino al lado de
Crono que luce tan serio como siempre. Marta al parecer no soporta
la presión y me ha parecido raro que me haya preguntado por
Cristian antes de irse en dirección contraria a mí.

Me divierte tanto cómo son las personas simples, «Cuando tienen


envidia son capaces de hacer todo» y eso explica la razón por la
que Dove me miré desde lejos cuando entro a la cafetería en
compañía de Crono.

Sonrió, aunque en su rostro no haya ninguna emoción, pero la


sorpresa de todos es tan evidente. Así como Rose que se encoje
sobre su asiento como una sucia garrapata cuando ve que vamos
hacia ellas y Crono, en un simple movimiento me toma de la mano
recordándome de la corta conversación que tuvimos cuando lo
aborde antes de salir. Estaba en compañía con Peter, el mismo de la
fiesta que había ocasionado una pensión extraña entre Jake y
Joseph y un par más que desaparecieron cuando me vieron.

«Si me deshecha no sé qué haría con mi vida» El beso que


compartimos ronda por mi cabeza y debo admitir que eso que
sucedió en la fiesta de cumpleaños de los gemelos, solamente hizo
prender el fuego que comienza a consumirme.

«—¿Vas a la cafetería?

Él me miro con pereza, respondiendo una pregunta con otra:

—¿Necesitas que esté ahí?

Ladee mi cabeza — La verdad es que sí.


—¿No tienes a uno de mis hermanos para eso?

—Quizá, pero te quiero ahí.

—¿Y si no quiero?

—Te convenceré.

—¿Con qué?

— Te lo dije esa noche y te lo repetiré ahora — le dije inclinándome


sobre la mesa, acercándome a su rostro porque aún estaba sentado
—Lo que quieras.

—¿Estás segura?

—Te sorprenderías.

—¿Y qué es lo que quieres de mí?

—Muchas cosas para serte sincera — me relamí los labios sintiendo


como sus ojos bajaban hacia ese lugar que gritaba por querer su
atención —Pero ahora solo necesito que me acompañes a la
cafetería y me tomes de la mano.

—¿Para qué

—Le daré la razón a Caelus — dije con una sonrisa sintiendo su


respiración en mi nariz. Con un solo movimiento podría juntar sus
labios contra los míos, pero, no lo haría, no porque no quisiera sino
era, porque quería que él fuera quien me besará está vez. Sus ojos
se encontraron con los míos y de cerca, ese verde que se veía
como el peor de los venenos, era claro y hermoso, una completa
contradicción — ¿Sabes por qué? Porque en este momento creó
que es cierto lo del juego, no voy a actuar como una mojigata
mintiendo lo que, en verdad, resulta mucho más claro que el agua.

—Te gusta jugar con fuego.


— Gran descubrimiento — dije, relamiendo mis labios.

—Un juego en el cuál te puedes quemar.

—¿Quién dijo que me quemaré y no ustedes? — fue lo último que le


dije»

Me separé y él se levantó sin decir nada más. Pensé en una


fracción de segundo que quizá, iba a ignorarme o desaparecer como
siempre hacía, pero me esperó y salimos juntos, lo que me llevó a
estar aquí.

Dove y Rose miran con fijación al igual que el resto, la unión de


nuestras manos y si se asombran por eso, no puedo imaginar lo que
les pasará cuando todos mis planes se hagan realidad. Cuando
parece que estamos por llegar a su mesa, cruzamos y llegamos a la
nuestra.
Jake y Joseph hablan animadamente y el resto de los Fairchild se
encuentran ahí. Los saludo a cada uno con un beso y me siento en
medio de Jake y su hermano que hacen bromas entre ellos.

— ¿Y tu novia? — le pregunto a Joseph que deja de sonreír para


mirarme.

—Querrás decir prometida — dice Cristian y Jake mira con los ojos
abiertos al menor de los Fairchild.

—¿Qué has dicho?

—Se ha corrido el rumor por todo el Colegio — él cruza sus manos


sobre la mesa y Jake se endereza mirando a su hermano — ¿No lo
sabían? Una vez más nuestro querido grupo es el foco de
conversación de todo el lugar; La escandalosa foto de mi familia con
Lucy que ha sacado especulaciones ridículas sobre cosas que ni
siquiera voy a decir, el compromiso de Joseph con Rose que ella
misma se ha encargado de decir todo el día en el salón y el hecho
de que nuestra familia haya decidido dar gentilmente la cabaña para
el proyecto escolar que tiene a todos hablando sobre mi padre
queriendo comprar también el Colegio, Jake dejándose montar los
cuernos en su propia cara porque Lucy se ha besado con Caelus
muchas veces...

—¿Y te enteraste de eso en dónde? — pregunto con burla y Cristian


se relame los labios.

—Me gusta saber qué cosa nueva inventa este pueblo sobre
nosotros.

—¿Lo de la boda ya es oficial? — pregunta Jake ignorando el resto.


Es como si su pequeña cabeza solo le prestara atención al hecho de
que su hermano estará caminando hacia el altar con una de las
Bush. Joseph se lleva el casi de agua a la boca sin contestar y Jake
se masajes las sienes — Fantástico...

—Aún no es oficial — dice Joseph y Jake suelta una carcajada.

—Eso díselo a tu novia — suelta ella y él la mira con esa expresión


extraña que me hace tener un montón de dudas.

«¿Si te comprometes con alguien es por...?» Ni siquiera termino la


pregunta en mi cabeza porque la respuesta llega de manera
automática, «dinero, alianzas» y las palabras de Sophia Fairchild se
repiten en mi cabeza: «Existen códigos sociales, reglas que no
pueden romperse, clases» y me imagino las ganas de querer
ampliar el patrimonio familiar. «¿De qué manera?» Una boda, una
alianza con dos apellidos importantes que duplicará todo por diez
mil, pero hay algo en todo esto que no me cuadra, empezando por
la negación de Jake hacia la relación que seguro lleva más meses
de los que llevo aquí.

«¿Entonces por qué...?» La observo queriendo entender y ella


levanta el rostro luego de unos minutos. Nos mira a todos y se
levanta, utilizando la estúpida excusa que irá al baño. Marta no está
por ningún lado y es uno de esos momentos donde me gustaría que
estuviera para ver y descubrir si sus acciones demuestran que sabe
más de lo que aparenta.
Joseph corre detrás de su hermana sin importarle en lo absoluto su
novia dejándola como una estúpida y meneo mi cabeza. «Viene de
familia» Mientras en mi cabeza no cabe el por qué una mujer es
capaz de dejarse sabotear por un hombre.

Mi mirada se pasea por los cincos demonios que tengo al frente y


me llevo una fresa a la boca, que estaba en el plato de Jake, sin
dejar de mirarlos.

—Eso fue extraño — digo y Cristian sonríe.

—No para nosotros.

Asiento con la duda creciendo en mi interior.

—Entonces estaremos cuatro días en una cabaña — juego con una


de las fresas y Consus suelta una risita.

—¿Nerviosa por lo que pueda pasar?

Me levanto y me inclino sobre la mesa mirándolos. Sintiendo los


ojos de Rose y Bush sobre mí.

—Yo tendría que preguntarle eso a ustedes — me llevo una fresa a


la boca y salgo de la cafetería, saludando a algunos chicos que me
sonríen sintiendo los ojos de los cinco en mi espalda.

Tarareo una canción al mismo tiempo que camino por el pasillo


desolado. Todos están en la cafetería o en el campus, nadie está en
el pasillo y me quedo mirando el pasillo de trofeos, notando algo que
no había visto la primera vez.

«Pruslas y Calend F. 2013, Ganadores de Esgrima, medalla de oro»


La foto que está al lado de las dos medallas son dos hombres altos,
hermosos con el uniforme escolar. Mi dedo toca el vidrio como si
quisiera sentir la textura de la foto y en mi cabeza se graba cada
uno de los detalles de ambos hombres; el porte, el aura y la sonrisa
de suficiencia del más alto.
La foto está en blanco y negro así que no puedo ver el color de ojos
de ambos, pero algo me dice que tienen un parecido a los únicos
que son capaces de ser así de atractivos. Me relamí los labios y...

—Esté colegio además de instruir a los hijos de la élite también se


encargan de explotar el máximo coeficiente de cada uno de sus
alumnos — una voz rasgada, varonil, acentuada y un tanto siniestra
se escucha detrás de mí. Miro de reojo por encima de mi hombro y
me consigo a un hombre de aproximadamente treinta y tantos, con
ropa deportiva, con las manos dentro de sus bolsillos y con una
sonrisa burlona. Sus ojos verdes son hermosos pero siniestros y se
acerca a mí, quedando a centímetros, mirando lo que había
capturado mi atención segundos antes.

—¿Los conoces? — pregunto y él asiente logrando que un


escalofrío se extienda por mi espina dorsal cuando siento su mano
en mi cintura.

—Aún más de lo que me gustaría decir — mira de nuevo la foto —


Calend y Pruslas eran los mejores en esgrima, se llevaron el trofeo
por varios años consecutivos.

—¿Cómo lo sabes? — pregunto y el menea su cabeza, acariciando


mi cintura por encima de la tela del uniforme.

—Eran un gran equipo, ambos el orgullo de sus padres y sus


familias — continúa ignorando mi pregunta — Tan inteligentes,
audaces y dignos de su apellido. Eran parte del selecto grupo donde
todos querían estar, pero nadie se les atrevía a acercarse, ¿te
parece conocido?

La respuesta viene de inmediato en mi cabeza. «Ellos» Me separo


cuando sintiendo que es necesario y él sonríe, chasqueando su
lengua.

—¿Ya te dio miedo?


—¿Por qué deberías darme miedo? — es mi respuesta y él se
relame los labios. «Parece que estuviera enfermo por el tono de su
piel, pero aun así no puedo evitar decir que es hermoso» No tanto
como ellos, pero sí lo es, esa aura de que si estas muy cerca de él
algo malo podría pasarte es tan tentadora.

—Tan hermosa como para ser uno de ellos — me toma de la


mandíbula con fuerza y me quedo quieta embriagándome de su
aroma a 1 Million original — Me recuerdas tanto a Pondra, esa
determinación en los ojos, ese aroma a cazador y no a presa, esa
valentía...

Me suelta cuando se escucha un murmullo y mis ojos captan a nada


más y nada menos que el padre de Las Bush, el cabello verde está
desordenado y luce un traje azul, nos sonríe a ambos y por como lo
mira, sé que se conocen.

—Rodrigo Bush — él hombre de ojos verdes le da la mano al


hombre que se acerca sin dejar de mirarme.

—Marcus Bundy, no pensé jamás volver a verte en esté pueblo.

Él sonríe — Es inevitable querer venir a casa.

—Pensé que la reunión iba a ser solo de nosotros dos — dice


Rodrigo Bush y él hombre de ojos verdes suelta una risa que me da
escalofríos.

—Fue inevitable ver a está belleza y acercarme, pero ya llegó el


triste momento de dejar de deleitar mis ojos con esta obra de arte.

Él toma mi mano entré las suyas y se inclina, como en la época


victoria en una reverencia, besándola.

—Espero pronto volver a verte, Lucy — dice y no muestro ninguna


expresión porque sepa mi nombre aun cuando no se lo haya dicho.
Rodrigo se da la vuelta y comienzan a caminar, dejándome ahí
parada.
Miro otra vez la vitrina de trofeos y mis ojos se concentran en la foto
que está en un rincón junto con dos coronas; «Reyes del baile;
Marcus y Pondra, 2011» al mismo que solamente soy consciente de
una cosa:

En este pueblo, todo está conectado y debo descubrir el por qué.


Capítulo 34 (*)
LUCY

Cristian se tira de un chapuzón a la piscina y me salpica de agua.


Me acomodo los lentes mientras siento el sol quemarme la piel. El
traje de baño es de dos piezas y de color rojo. Tapa exactamente lo
necesario y acomodo la toalla, acostándome de nuevo.

Es uno de esos pocos días donde el clima tormentoso de Hiverdele,


es soleado y a pesar de que adore la lluvia, no puedo evitar pensar
que existen momentos donde es necesario el sol como hoy.

Jake se sienta a mi lado con un traje de una sola pieza de color


negro, trae lentes y el cabello recogido en un moño alto. Me sonríe
destapando la botella de vino rosa y me da una copa que recibo de
inmediato.

«Desde que llegué aquí he probado más alcohol que el resto de mi


vida» En un mes y medio he subido mi tolerancia de alcohol y he
descubierto que es imposible rechazar una botella de vino rosado.

Cristian nada como un experto a lo largo de la piscina que parece


olímpica por su profundidad y me relamí los labios dándole un trago
a mi copa, pero antes Jake la extiende haciendo que el vidrio de su
copa choque contra la mía.

— ¡Salud! — decimos al mismo tiempo con una sonrisa y bebemos


todo el recipiente de un solo trago.

Se relame los labios cuando nota que Caelus llega con solo unos
shorts de piscina de color negro y el dorso descubierto, ni siquiera
nos repara y se tira en un clavado perfecto dando vueltas antes de
chocar contra el agua.

— ¿Por qué no te bañas?


—Quiero broncearme antes — es lo único que digo y ella asiente.

— ¿Vendrá Rose?

—No lo sé... — digo jugando con el líquido que queda en la copa —


¿Por qué, te molesta?

—Un poco — dice mientras se toma otra copa de vino sin arrugar la
cara — Es que ella no combina con mi hermano y no quiero que él
esté obligado a estar con alguien que no quiere.

—Pensé que eran amigas.

Ella me mira — Quizá en algún momento me sentí bien en su grupo,


pero luego, cuando llegaste, tomé la iniciativa de acercarme y
descubrí que nunca me sentí realmente cómoda con ellas — suspira
— No sé si en algún momento tuviste esa experiencia en tu anterior
escuela.

Los recuerdos de mi pasado se reproducen con fuerza, incluyendo a


los fantasmas que me esfuerzo por mantener lejos. Le regalo una
sonrisa falsa a Jake mientras está vez soy yo la que se sirve más en
la copa, a casi rebosar y me la bebo de un solo trago.

—No podría decirte con seguridad... — me relamí los labios


sintiendo el sabor agrió bajar por mi garganta — Mis anteriores
escuelas fueron algo peculiares.

— ¿Anteriores?

—Sí, no es la primera vez que estoy de intercambio.

Ella asiente, quitándose los lentes y dejándome ver ese celeste


hermoso y exótico al igual que su belleza.

— ¿Cuántos antes de llegar a Hiverdele?

—Tres y las experiencias no fueron tan agradables — es lo único


que digo con el tono de "no quiero hablar más del tema" que, al
parecer, Jakeline entiende de inmediato.

— Viví y nací en Italia, Florencia exactamente hasta que cumplí los


diez — dice mirando a Caelus que sumerge del agua y a Cristian
que luchar por salir ya que su hermano lo empuja de regreso,
ahogándolo — Papá siempre tuvo una propiedad aquí, pero por el
trabajo de mamá estábamos más allá que aquí. Recuerdo lo felices
que nos pusimos Joseph y yo cuando se hizo oficial que teníamos
un que vivir aquí. Luego conocimos a los cinco y prácticamente nos
hicimos inseparables.

— ¿Las Bush también estaban en ese momento con ellos? —


inquiero recordando el relato de Dove.

— ¿De qué forma? Porque no sabía de sus existencias hasta... —


ella me mira frunciendo el ceño, meneando su cabeza — Recuerdo
que no eran mis amigas en ese momento, Joseph y yo fuimos de
vacaciones a Moscú durante un año y al regresar, ellas eran
miembros del grupo.

— ¿Qué año exactamente?

—2014 pero regresamos a finales del 2015 — responde con duda


— ¿Por qué?

—Curiosidad — dije y ella asintió. La duda que había estado


rondando en mi cabeza desde ayer a punto de estallar: — ¿Pondra
era también parte de su grupo?

Ella deja la copa de vidrio en el suelo. Sus ojos celestes me


observan con detenimiento. Esa máscara perfecta que siempre
carga en el rostro desapareciendo por una fracción de segundo, que
es lo que le toma recobrar su sonrisa característica.

—Ella era mayor que nosotros — dice, relamiéndose los labios —


Era algo así como un familiar de los Fairchild, no la vi muchas
veces, pero cuando regresé, ella ni estaba.
— ¿Tienes ideas del por qué?

—No lo sé, — se recoge el mechón de cabello que salió de su moño


— No pregunté sobre ello tampoco, solamente supe que se había
ido y que no regresaría.

— ¿Tal vez era una de las madres?

— ¿De los chicos? — Preguntó y asentí — No, eso sí sé que no.


Era muy joven y no tenía ese estilo de madre, además ella siempre
estaba con él y no me recuerdo verla de alguna manera con
Caleth...

Creo entender a quién se refiere con él, así que no le pregunto más.
Me relamo los labios mientras Caelus intenta llegar hasta nosotras,
pero Cristian lo jala de los pies, haciendo que trague agua mientras
ahora es el menor de los cinco que sonríe con victoria.

— ¿Y Katherine? — inquiero sin dejar de observar la escena y Jake


se tensa, apretando la copa y dejando de reír como minutos antes al
ver la escena.

— ¿Quién te contó sobre ella?

— Rumores, simples rumores.

—Sea lo que sea que te hayan dicho no lo creas — ella me mira de


forma extraña y empieza a molestarme que cuando nombre a esa
chica, actúen como si fuese un ente maldito — Las personas aquí
inventan demasiado.

—Lo sé y lo tengo claro.

—Entonces evita preguntar sobre ella... — dice y la miro con un


gran signo de interrogación estampado en la frente de forma
imaginaria. Ella suelta una risita falsa mientras hace ademán de
levantarse, pero se lo impido tomándola de la mano y haciendo que
caiga de golpe.
— ¿Ella fue quien murió en el acantilado Hernos, Jake?

— ¿Cómo sabes del acantilado?

— Alguien me llevó.

— Debes tener cuidado es un lugar peligroso — ella mira el agarre


que tengo sobre su muñeca — Es preferible que evites ir allí por tu
propio bien.

— Para poder entender tus advertencias necesito saber qué fue lo


que sucedió allí exactamente, Jake y lo sabes — la miro — Estando
a ciegas no entendería nada

—No hay nada que pueda decirte con exactitud — trata de liberar el
agarre, pero no se lo permito acercándome como si fuéramos
intimas amigas que quieren darse un abrazo — No estaba aquí
cuando eso sucedió y sé lo que sabe todo el pueblo.

— ¿Qué sabe todo el pueblo, Jake? — me acerco y ella mira hacia


todos lados sonriendo.

— Que ella murió porque la asesinaron de una forma cruel y


espeluznante, pero nada más — dice y la libero porque me ha dicho
más que Marta en dos segundos. La abrazo tomándola por sorpresa
y sonrió acariciándole el cabello de una forma que la hace temblar y
alejarse rápido.

— ¿Y quién la asesino?

—No lo sé, pero solo se sabe que hubo dos grupos de sospechosos
— dice — Sus hermanas y sus amigos...

— ¿De qué hablan? —Caelus sale del agua, chispeando agua y


bajo los lentes para que pueda ver mis ojos. Me arreglo un poco y
Jake sonríe mirándolo.

— Estábamos hablando sobre el proyecto — dice ella y sonrió


porque no solo he descubierto posiblemente quién es Katherine y la
tal Pondra, sino que también me he dado cuenta que Jakeline
Calandra tiene una agilidad nata para ocultar sus sentimientos y
mentir. Caelus me observa esperando que diga algo, tapando el sol
y me relamí los labios, sonriendo.

— ¿Preparado para hacer el papel de un detective que intenta


descubrir un sangriento asesinato? — pregunto con burla. Él se
desordena el cabello negro, sentándose también y Cristian llega
hasta donde estamos, secándose con una toalla, sentándose al lado
de Jake.

— No puedo creer que en verdad haremos eso — dice el menor de


los Fairchild y Jake se ríe.

— ¿También les va a asombrar que justamente nuestro grupo sea el


de siempre? — Jake prácticamente se burla — Tuve que fingir mi
cara de asombro al ver con quienes haríamos el vídeo.

— Tenemos dos semanas antes de ir a la cabaña — me cruzo de


piernas y no pierdo desapercibido hacia dónde van los ojos de
Caelus y Cristian de inmediato.

— ¿La falta de tiempo es la culpable de esa horrible trama? — se


burla Cristian y le doy una mirada de aburrimiento.

— ¿Te parece aburrido un sexy detective de ojos azules que


investiga un asesinato que el mismo cometió porque tiene un
trastorno de identidad disociativo? Yo siento que es muy interesante.

— Yo también — Jake dijo — Será algo así como un Thriller y habrá


escenas de sexo porque quiero el premio este año.

— ¿Quién dijo sexo? — Joseph preguntó llegando hacia nosotros


junto con Caebrán y Consus, detrás de ellos dos mujeres con
mirada gacha y uniforme de servidumbre que cargaban bandejas de
comidas y licores. Se acercaron a nosotros mientras los chicos nos
saludaban y una melodía electrónica comenzó a sonar cuando una
de ellas coloco el reproductor de música.
— Te ves tan hermosa — dijo Joseph besando a su hermana en la
mejilla. Ella sonríe y los miro el torso de los dioses que tengo al
frente sin ningún disimulo mientras siento las miradas de ellos en
mis tetas por el bikini que no deja demasiado a la imaginación.

— Entonces esto será algo así como la celebración de nuestra


película — dijo Consus flexionando sus músculos fuertes y no pude
evitar ese pensamiento que, si en algún momento se da el
momento, voy a lamerlos.

— Película porno con drama interesante — se burla Caebrán y


ruedo mis ojos.

— ¿Cada uno tiene el papel claro de lo que hará? — inquiero


tomando una fresa y mi mente por un momento se percata de la
ausencia de Crono Fairchild que al parecer tiene alergia al sol y
evita todo contacto con piscinas.

— Seré el sexy asesino— comienza Caelus.

— Yo seré el padre preocupado por su hijo imbécil que está a punto


de volverse loco cuando descubra que está investigándose a el
mismo — dice Consus prendiendo un abano y suelto a reír.

— Yo seré la victima crucial que al final siempre sobrevivirá — Jake


habla.

— Consus, Cristian y Caebrán serán amigos del detective — digo —


Crono sera algo así como mi amante ya que mi verdadera pareja
sera Caelus, Rose es la hermana de Jake que quiere justicia y Dove
hará de detective.

— Me encargare de la edición — Joseph dice y todos asienten —


Rose podría ayudarme ya que se le da bien todo eso de manejar
internet y me encargare de todo quede excelente.

Jake coloca una cara rara cuando su hermano nombra a la que


supuestamente es su novia y la fiesta comienza cuando una de las
mujeres de servicio abre una botella verde y sirve en pequeños
vasos dándonos a cada uno haciendo que el ambiente se vuelva
alocado y comience a marearme.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

El frió de la noche me hace abrazarme a mí misma, la pequeña


fiesta se hizo algo grande cuando gente ajena a nuestro grupo
comenzó a llegar. A pesar del frió había personas bañándose en la
piscina y me acorruco con la sabana cuando mi cabeza comienza a
dar vueltas.

A pesar la bebida verde tenía algo que me había caído mal y no me


sorprendo cuando un par de chicos, se drogan frente a mí. Los
chicos en algún momento se han esparcido y recuerdo que he
despertado hace algunos minutos en una de las tumbonas.

Observo todo el lugar y el ruido que comienza a aturdirme, camino


abrazándome a mí misma y agradezco la calefacción de la mansión,
paso a las chicas que me miran porque mi cabeza es un caos
mientras intento recordar que fue lo que sucedió.

Camino hasta llegar a las escaleras e intento subir a mi habitación,


pero escucho sonidos en el baño que está detrás de las escaleras y
haciendo silencio me acerco, quedándome quieta observando por la
puerta entreabierta la escena que me hace relamerme los labios.

«Tengo un don con ver a personas teniendo relaciones sexuales»


Pero nunca ese don se había utilizado en unos gemelos. Mis ojos
capturan la imagen que se muestra delante de mis ojos y todas las
escenas que me habían parecido extrañas comienzan a tener
sentido en mi cabeza cuando observo la manera en la que Jake
gimotea con las tetas al aire mientras su hermano se la folla contra
el lavamanos.

Se besan con violencia mientras Joseph no deja de estamparla con


fuerza y lejos de perturbadora, me resulta excitante la manera en la
que ambos se comen entre en si como dos animales feroces. Jake
lo toma de las nalgas mientras el susurra un "eres adictiva,
hermanita" con voz ronca sin dejar de embestirla. El sonido crudo de
ambos cuerpos chocando debido a las embestidas veraces que él le
propina a ella y ella acepta gustosa contorneándose como una felina
en celo.

Joseph le chupa las tetas con un hambre mientras Jake se


contornea con los ojos cerrados queriendo que la sigan empalando.
Siento que abrirá los ojos en cualquier momento y me separo de la
puerta, caminando con rapidez por las escaleras con ese sabor
extraño en la boca y esa sensación en mi vientre al repetir las
imágenes de ambos hermanos cogiendo mientras repito la palabra
«incesto».

¿Qué tanto estará pasando sobre mis narices?

Me abrazo a mí misma afanándome por llegar a la puerta de mi


habitación y cuando la abro me quedo quieta mirando a Marta
sentada sobre mi cama con la foto que tenía escondida en uno de
los cajones debajo de la ropa.

¿Pero cómo...? Ni siquiera pienso con claridad ya que me le acercó


y le arranco el marco de las manos, abrazándolo contra mí misma
mientras le doy una mirada furiosa de la que ni siquiera parece
darse cuenta. «Esta en un trance» Pero esta vez no siento que
valga la excusa a la hora de querer darle una bofetada.

Ni siquiera reparo la foto, solamente controlo mis impulsos


escondiéndola de nuevo antes de girarme a mirarla con todo el lío
de los hermanos Calandra en mi cabeza, la laguna mental y el
hecho de que ella haya conseguido algo tan íntimo.

— ¿Qué haces aquí? — pregunte mirándola y ella observa el suelo,


perdida. Levanto mi mano dispuesta a golpearla para que reaccione,
pero lo que dice me hace bajar la mano de manera automática.

— ¿Son tus padres?


— Mis padres están muertos — es mi respuesta automática con
dureza. Ella deja de estar en el limbo para mirarme a los ojos y...

— ¿Por qué ocultas la foto?

— ¿Cómo la descubriste, Marta?

— Me enviaron un mensaje diciendo que la tenías ahí — se levanta


de la cama y camina hacia mí.

Un sabor a bilis se coloca en mi garganta cuando escucho aquello.

— ¿De qué hablas?

— El mensaje era claro y cuando vine encontré la habitación sin


seguro.

— No tiene sentido que vinieras a mi habitación, violaras mi


privacidad y revisaras mis malditas cosas por un mensaje.

— No te molestes, pero tenía curiosidad.

— ¡Que parte de privacidad no entiendes!

— No lo volveré a hacer...

— Mas te vale porque no comienzo a creerte — la miro, pasándole,


por un lado — No tiene sentido tu excusa.

— Lucy, yo...—

— No existe una excusa coherente.

— Vine aquí porque tenía pesadillas con personas muertas — suelta


de repente y la miro como si le hubiera salido un cuerno en medio
de la cara — No es la primera vez que me sucede y yo quería que
estuvieras para mí.
— Y también querías revisar mis cosas, de pasó — me burlo y ella
se abraza a sí misma.

— No es eso lo que yo—

— Es mejor que te vayas, te acompañaré a la salida, me arde el


cuerpo del sol y me duele la cabeza por el drástico cambio de
temperatura — me masajeo la sien y ella no dice nada, siguiéndome
escaleras abajo. Conseguimos a Jake y a Joseph saliendo del baño
como si nada hubiera pasado y no tengo cabeza para pensar sobre
ellos cuando siento la angustia de lo que pasara si las personas se
enteran de...

Marta va por el lado contrario de donde debería y empujo a una


chica cuando la pierdo de vista, la sigo hasta volver hacia la piscina
y la observo caminar a la orilla.

— No quiero que pienses que no soy tu amiga — dice mirando el


agua y camine solo un poco para escuchar su voz por encima de la
música. Algunas personas se nos quedaron viendo, pero luego,
cuando quizá decidieron que la situación era lo suficiente aburrida
para su atención, volvieron a su mundo.

— ¿Sabes nadar? Porque eso es muy hondo...

— Yo solo quiero que seamos amigas, ¿sí? — Me mira de reojo —


No quiero que tú también me abandones o que pienses que estoy
loca.

— Marta, aléjate de ahí...

— En verdad quiero que seamos amigas Lucy y que me tomes en


serio como solía hacerlo ella — dice y comienza a dolerme la
cabeza por lo extraño que actúa esta gente. Solloza y repito la
advertencia cuando ella se abraza a si misma — No quiero que
también te vayas como ella se fue ni que me mires como lo hacen el
resto de los chicos del colegio.
— Marta...

— ¡Quiero que me entiendas! — grita y me le quedo mirando.

— No puedo entenderte sino me dices qué sucede...

— Si lo sabes vas a dejarme — dice, negando con la cabeza.


«Ataque» Lo reconozco de una vez cuando comienza a jalarse el
cabello llorando y sea lo que sea que sucedió o si en realidad las
pesadillas fueron fuertes, lograron desestabilizarla al punto que
entrara en un colapso nervioso.

— Marta, aléjate...

Ella niega con la cabeza y todo pasa rápidamente, ignora mi


segunda advertencia, no me escuchó ni me oyó. En algún momento
se resbaló y se cayó al agua sin ningún tipo de equilibrio. Las
personas comenzaron a gritar y ninguna intento ayudarla.

— ¡Maldita sea! — empecé a correr, actuando rápido. Me quité los


zapatos de los pies y salté al agua.

Sentí el frió colarme los huesos y el ruido de todos, el cuerpo de


Marta se hundía y no estaba visible por la cantidad de personas en
la piscina, los empuje mientras sentía el conteo de oxígeno
acabándose en mis pulmones y baje hasta que la encontré,
ahogándose, la tome con fuerza, nadando para salir a la superficie
donde aparentemente éramos el espectáculo de todos.

Sus labios lucían morados, aunque no había durado mucho en el


agua y grite con fuerza hacia el grupo de personas que comenzaban
a acercarse con sus teléfonos a punto de grabarnos. Se alejaron
cuando Crono se acercó a nosotras y ni siquiera me importo que él
estuviera ahí, solamente tome el rostro de Marta y pegue mis labios
contra los suyos intentando pasarle oxígeno.

Me alejé, tape su nariz con la mano y tome aire antes de rodear mis
labios contra la boca y soplar lentamente. Me separe y repetí el
movimiento sin lograr resultados, comenzaba a desesperarme y
cuando sentí que ella apretó mi mano, me separe.

Crono se encarga de alejar a las personas que intentan acercarse


solo con su presencia.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó en voz baja cuando escupe agua y


le quito el cabello empapado de la cara.

— Tranquila, respira — le acaricio el rostro, ignorando lo que sucede


alrededor solamente para concentrarme en ella y lo que ella me ha
preguntado— Tranquila, no debes pensar en nada ahora, solamente
respira...

Sigue tosiendo y miro al cielo oscuro para dar una bocana de aire,
sintiendo el frio pegar contra mi cuerpo erizándome el cabello y mis
ojos se conectan con los de Crono cuando siento la presencia del
resto de los hermanos detrás de mí.

Marta tiembla del frio, agarrando mis manos mientras lucha por
mantener los ojos abiertos.

La fiesta continúa como si nada hubiera pasado y solamente soy


consciente cuando Joseph toma a Marta entre los brazos y como
Jake me cubre con una camisa grande que me llega hasta los
muslos.
Capítulo 35 (*)
CONSUS

Se dice que el término déjà vu, fue creado por el psíquico francés
Émile Boirac a principios del siglo XX. Cruzo mis piernas recordando
una de las citas que he leído en alguna parte; el déjà vu es una
sensación normal de extrañeza temporal de haber vivido el mismo
momento en el pasado.

Saco el abano de mis labios, expulsando el humo mientras una de


las doctoras de confianza de la familia sale de la habitación de Lucy,
cerrando la puerta. Caelus está adentro al igual que Caebran
mientras Cristian se encarga de despedir a todos los que llegaron,
Jake y Joseph se acomodan para dormir en una de las habitaciones
de huéspedes y Crono desapareció de un momento a otro como un
fantasma.

— Ella está bien, solamente fue un ataque de ansiedad y pánico —


ella se arregla los lentes diciendo cuando se acerca hasta mi — ¿Es
un familiar? Porque su estado me resulta inquietante, tiene marcas
por todo el cuerpo, se automedica y parece tener algún tipo de
TEPT con algo más grave que no logro descubrir ya que necesito
tiempo y...

— ¿Va a seguir viva? Es lo que realmente importa — le corto el


rollo, volviendo a fumar y ella traga saliva, apretando la libreta
medica contra sí.

— Señor Consus, la vida de esa chica está en peligro si...—

— La vida de esa chica no me importa, doctora así que solamente


quiero saber si no va a morir en mi casa.

— No, — responde — pero aconsejo que se pongan en contacto


con sus padres y la internen antes de que ocurra una desgracia.
Me levanto, mirándola con aburrimiento, sintiendo el de déjà vu de
aquellos momentos en los que al presenciar algo tenemos la
sensación de haberlo vivido previamente y con exactitud; «las
mismas palabras para la misma persona que luego de dos años
sigue viva»

— No quiero que le diga nada de estos a mi padre, yo mismo me


encargaré de darle el dinero por venir aquí — le entrego el sobre
que estaba entre mis piernas. Ella lo ojea viendo lo que hay dentro y
sonríe olvidando las objeciones de minutos antes.

— Fue un placer trabajar con usted — dice, acercándose y me


quedo quieto cuando toca mi pecho por encima de la camisa con las
intenciones claras de besarme y los recuerdos de ella gimiendo
contra mi cama hace un año se reproducen en mi cabeza.

— Consus — una voz femenina hace que ella se separe sin llegar a
cumplir su cometido y los ojos azules de Lucy se colocan sobre la
doctora que se sonroja, bajando la cabeza y despareciendo por el
pasillo de inmediato, prácticamente corriendo cuando ella se acerca.

Lucy me mira, abrazándose a sí misma. Esos ojos azules oscuros


brillando cuando me observa de arriba abajo y dejo el abano en el
cenicero, aplastándolo cuando se acerca.

— ¿Te dijo algo relevante o solamente quería besarte?

— Marta estará bien si es lo que te preocupa.

— ¿Dónde está, Jake? Necesito hablar con ella...

— Jake está bien, pero tú necesitas cambiarte y tomar un baño.

Se acerca, negando ligeramente con la cabeza y su olor me eriza la


piel. Ella a pesar de estar desarreglada luce bien y que me preocupe
por su salud me parece tan extraño como el hecho de que la
"doctora" haya huido cuando ella apareció.
— Marta está sensible y según la doctora debo darle espacio para
que se tranquilice — dice — ¿Te dijo algo más que deba informarme
al padre de Marta?

— No le dirás nada.

— ¿Perdón?

— Lo que escuchaste — esta vez soy yo quien se acerca a ella,


mirándola desde arriba porque es de estatura pequeña — Te
prestare mi habitación para que te des un baño y evites un resfriado.

Le paso por al lado y ella me toma del brazo. Su pequeña mano


delicada ni siquiera puede con la dureza de mis músculos y por un
momento mi cabeza se desvía para otra parte del cuerpo y el morbo
de eso me hace salivar la boca.

«Debo controlarme» Mis ojos grises se concentran con los suyos y


las ganas de besarla surgen, pero ella deja de tocarme, rompiendo
de alguna manera el hechizo.

— ¿Me estas ocultando algo? — dice.

— ¿Qué?

— Siento que hay algo más del diagnóstico que no quieres decirme.

Meneo mi cabeza, sonriendo con burla — La única razón por la que


te pido que evites comentar algo de lo sucedido a sus padres es
porque no quiero que mis padres sepan que ella estuvo aquí.

— ¿Por qué?

— Lo sabes — levanto mi mano para acariciar su rostro — Sé lo que


te dijo Sophia y creo que eres inteligente para deducir que no
quieren a mi familia vinculada con ella.

Lucy piensa antes de responder.


— Aceptaré la oferta de tomar el baño en tu habitación y Consus, —
me sonríe — no creo que sea muy profesional por parte de la
supuesta doctora besar a un menor.

Me hace reír cuando comienza a caminar en dirección a mi


habitación que al parecer conoce y no digo nada cuando abre la
puerta. Suspira, mirándome de reojo y siento la señal clara de
"sígueme" en sus ojos.

Me adentro a mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí.

— Es muy amable de tu parte, — dijo ella, quitándose la camisa


grande de Joseph que Jake le había puesto en medio del afán,
quedando en el sostén rojo de bikini que me hizo tragar duro — Y
quiero darte las gracias por... traer a esa mujer para que examinara
a Marta.

— ¿Has presenciado más de esos ataques?

— No — responde de inmediato — pero tu madre me dijo sobre la


ayuda que le dan a ella por su enfermedad.

Contengo la risa al escuchar su inocencia. No hemos ayudado


nunca a la familia de Marta por su enfermedad, mi familia solamente
se encarga de darle una cuota mensual al Sheriff, que es su padre
por permitir las cosas que pasan en este pueblo, en especial la
libertad de nuestra familia.

«Que Sophia haya querido demostrar otra cosa solamente me dan


ganas de reír» Pero hay algo en la mirada de Lucy que me dice que
no cree que hagamos un acto benéfico solamente porque salga de
nuestros puros corazones.

— Claro — digo y ella rueda sus ojos.

— Lo que no tiene sentido en absoluto — suelta, sacándose los


shorts de jean.
— ¿Escuchaste alguna vez que los millonarios nunca tienen buenas
intenciones?

— Es algo muy cliché que...

— Quizá —le interrumpí acercándome como un imán, mirando sus


tetas, en especial esos picos levantados que se notaban a través de
la tela roja, tal vez por el frio — Pero es cierto, ya que cuando tienes
dinero, no existe nada que te llene realmente y más, cuando naces
en una cuna de oro sin necesidades, donde todo lo que quieras, lo
tienes sin el mayor esfuerzo y llega un momento en el cual disfrazas
todos tus actos por mantener tu imagen.

— ¿Quieres decir que la feria de beneficencia fue una farsa?

Ladeo mi cabeza, sentándome en el juego de muebles que hay en


un rincón de mi habitación, pasándole, por un lado.

— Creo que eres inteligente y sabes sacar conclusiones.

Ella se sentó frente a mí, cruzando sus piernas de tal manera que
podía ver como el hilo del traje de baño se perdía en la raja de su
culo.

— ¿Qué tal si quiero que tú mismo admitas que todo lo que hiciste
tú y tu familia, no es más que un fraude?

Me relamo los labios, sonriendo.

— El placer está en descubrir las cosas por ti misma, aunque sea


peligroso — la miro a los ojos — ¿Sería divertido si te digo todo de
una sola vez? Porque yo creo que no.

— Estas tentándome, ¿no es así? Quieres que investigue y no


sabes lo peligroso que eso podría ser para ustedes...

—¿Qué estás diciendo? —pregunto, y cambio ligeramente de


posición en mi mueble con mis pies. Lucy golpea las palmas de las
manos frente a ella, las apoya en sus rodillas y se inclina hacia mí.
— Me gusta jugar, Consus y me acabas de dar una carta blanca
para iniciar.

— Debes tener cuidado porque existen juegos que no puedes ganar,


Lucy y lo sabes.

Ella suelta una risa irónica.

— ¿Ya te dio miedo que pueda descubrir todo y los que pierdan
sean ustedes está vez?

— Recuerda que todo tiene un límite, précieux.

— ¿Qué pasaría si para mí no existieran? —se acomoda sobre el


mueble y juro que debo apretar mis manos o las ganas de brincarle
encima ya me hubieran ganado. «Es muy hermosa» Las tetas
grandes, el culo grande, ese tono de piel pálido que quedaría rojo si
la azoto con fuerza, su cabello negro como la noche, su sonrisa, el
color de sus ojos y ese aroma a peligro que podría traerme
problemas.

«Ya Caelus la tuvo primero de alguna forma» Lo sé al igual que sé


que fue lo que ella le hizo porque entre nosotros nunca nos tenemos
secretos. «El manoseo que ella le dio en el pasillo» Mi boca se hace
agua porque la pose vulgar que tiene solamente me deja ver lo que
esconde el diminuto traje de baño y...

Las palabras de mi hermano, la anécdota y la tensión que ha tenido


mi cuerpo, conteniéndose todos estos días para evitar hacer una
locura.

— Es mejor que tengas cuidado porque puede pasarte algo


realmente malo — digo.

Los ojos de Lucy se volvieron helados al escuchar mis palabras, el


azul volviéndose animal, la sonrisa desapareció de su cara. Fue
reemplazado por una máscara de seriedad e intransigencia que ya
conocía porque así mismo actuaba yo.
— ¿Es una amenaza?

— Es una simple advertencia porque tal vez estas siendo muy ciega
y quieres meter tu hermosa nariz en cosas que no te corresponden.

— Solamente lo empeoras.

— Todo lo que te digo es por tu bien.

— ¿Por mi bien o por mantener todos los secretos oscuros que los
rodean escondidos? Porque he descubierto unos pocos y cada vez
se hacen más turbios.

Me relamo los labios.

— La curiosidad mato el gato, Lucy.

— Pero en esté lindo cuento soy la curiosidad y no el gato, — se


levanta de la silla, acercándose a mí y pego mi espalda contra el
mueble — así que puedes predecir el final.

— ¿Eso quiere decir...? — pregunté hipnotizado mirando sus


piernas tonificadas, aunque nunca la había visto ejercitándose. Ella
sonrió con burla inclinándose hacia mí, con sus manos en ambos
costados y con su rostro cerca del mío.

El azul de sus ojos viéndose oscuro, peligroso y sus labios


provocativos.

— Que nada va a impedir que descubra lo que ocultan cada uno de


ustedes hasta conseguirlo — roza nuestros labios y no contengo las
ganas de tomarla de la cintura, y hacer que quede a horcadas sobre
mí.

— Te voir comme ça, parler comme ça et agir comme ça me donne


seulement envie de te baiser fort jusqu'à ce que tu saignes.

Digo en frases todas estas palabras que pasaban por mi cabeza sin
tener idea que ella las entendiera o no, y sus caderas se frotaron
rítmicamente contra mi cuerpo. Me di cuenta de que el juego en el
que estaba a punto de participar acababa de empezar y como no
era ningún pasivo, le toqué el culo gustoso, sintiendo la piel fría con
ganas mis grandes manos.

Ella me besó con violencia, metiendo su lengua dentro de mi boca


mientras le apretujaba el culo con una mano y con la otra intentaba
quitar la tira del sostén para poder ver sus pechos.

Le chupe el labio inferior, cuando ella misma me ayudo a quitárselo


y me levante, con ella entre mis piernas como un peso insignificante
y la lleve hasta la cama que estaba a unos pocos pasos sin dejar de
besarla con el mismo frenesí que ella.

La deje con sutileza en la cama, tomando aire y ella me miro desde


abajo con los labios rojos por la fricción, haciendo que mi falo se
presionara con fuerza contra mi pantalón, lastimándome.

No eran necesarias las palabras, ella tenía esa cara de que sabía lo
que haríamos desde que acepto tomar el baño en mi habitación y
las palabras de mi padre se reproducen en mi cabeza:

«—No la quiero ver involucrada con ninguno de ustedes de ninguna


forma» Pero ya esas palabras eran tan insignificantes luego de que
a los pocos días hayamos compartido un beso de tres, que desde
que llegó solamente demostró ser más que una niña tonta queriendo
meterse en mi familia, además lo hermosa que es, lo inteligente y
sensual que el aparente odio que le teníamos se desvaneció tan
rápido como la idea de que ella quisiera quitarnos dinero, porque no
ella no era nada de lo que nos imaginamos, definitivamente.

Sentía un zumbido en los oídos y solamente me le quedé mirando


las tetas con hambre, ella se relamió los labios mirándome y le metí
mi dedo gordo entre los labios, entreabriendo los míos cuando ella
lo chupó poniendo esa cara que me hizo apresurarme a
deshacerme de mi correa y desabrochar mi pantalón.
Lo saque y ella lo miro sin ningún disimulo. La tenía gruesa y sentía
como me palpitaba, le saque el dedo y como estaba lleno de saliva,
me lo pase por el miembro sin dejar de mirarla.

Bienheureuse belle femme.

Ella lo tomo entre sus manos y la imagen era tal cual la imagine;
morbo puro.

Ella con esa mirada felina, esas pequeñas manos luchando contra la
dureza y se lo metió a la boca, «la misma boca que se la había
comido a mi hermano y que ahora me la estaba comiendo a mi» Me
miro desde abajo mientras se la metía completa, aunque fuera
grande y en ningún momento flaqueo.

La saco y el hilo de saliva que desprendió su boca solamente me


hizo tragar duro y empujarla contra la cama. La idea de metérsela
me la tenía más dura que verla mamándomela, aunque no mentiría
al decir que la imagen decepcionara, pero tenía esa urgencia, esas
ganas de perforarle ese coño y saber si era tan delicioso como me
lo imaginaba.

Ella se abrió de piernas y le moví el traje de baño, mirando ese coño


rosado, depilado y húmedo que me hizo salivar con fuerza. Ella
misma se tocó, jugando con su humedad soltando gemidos graves
que me la ponían más dura y se llevó el dedo a los labios,
chupándose su propia crema femenina.

«Joder» Me sujete el miembro y le besé los labios con fuerza


mientras me adentraba en ella de una sola estocada sintiendo la
satisfacción de que la recibiera toda. Se contorneo, soltando
quejidos y me quedé quieto para que se adaptara al tamaño y
cuando comenzó a moverse, me moví.

Quería darle con violencia, quería azotar su culo, quería... tragué


saliva, besándola otra vez mientras me le enterraba con fuerza,
saliendo y entrando, escuchando la música carnal de nuestras
pieles chocando contra sí.
Repartí besos por su barbilla, por su cuello, chupando y
mordisqueando mientras ella misma movía las caderas
desesperadas cuando llegue a sus tetas, se las magree con fuerza,
chupándolas, mordiéndoselas y volviéndoselas a chupar mientras
sigo embistiéndola mientras Lucy grita como una puta.

Me descontrolé cuando ella parecía soportar el voltaje y la ahorqué


mientras la penetraba mientras ella entreabría sus labios para gemir.

Sentí como se sentía apretada, como movía sus caderas, la forma


en la que le rebotaban las tetas o como se erizaba sus vellos
cuando las mordía y el grito que dio cuando sentí tu orgasmo
solamente me hizo darle más fuerte mientras el sonido encharcado
y carnal me hacía también tener el mío.

Me quede quieto sintiendo la descarga y le besé la frente, saliendo


de ella que tenía la piel roja y me sonrió, esta vez, cambiando de
posición, ella ahorcadas sobre mí, volviéndose a encajar en mi
verga y cabalgándome mientras sentía que iba a perder la poca
cordura que me quedaba al ver sus tetas rebotar por los pequeños
saltos, la imagen de su coño insertándose y recibiendo mi pene y
sus gritos de satisfacción mientras me besaba con la misma hambre
que había despertado en mí desde el primer día que la besé.
Capítulo 36 (*)

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

NARRADOR OMNISCIENTE

El clima de Hiverdele es soleado y para muchos, un día perfecto


como para los hermanos Calandra que se despiertan entre besos y
gemidos en una de las habitaciones de la gigante mansión Fairchild
pero mientras ellos disfrutan de una pasión prohibida, escandalosa y
llena de dificultades que los unen además de la sangre y los
secretos Lucy Beckett despierta entre los brazos del hermano mayor
Fairchild que la folla sin ningún tipo de contemplación luego de
hacerla tomar la pastilla del día después porque puede ser caliente y
pervertido, pero no es pendejo y sabe lo que sucedería si ella
llegase a tener un hijo con él.

Y mientras unas disfrutan con placeres libidinosos, Marta Cox


despierta entre vómitos y mareos porque le han caído mal los
calmantes como le podría caer cualquier otra pastilla que no sea su
medicación. Se sienta en la tapa del inodoro y se masajea las
sienes tratando de recordar qué es lo que ha sucedido para que se
encuentre así, pero todos sus recuerdos son borrosos y los intentos
inútiles porque parece que le hubieran configurado el cerebro
dejándola con recuerdos borrosos sobre la noche de ayer.

La desesperación comienza al darse cuenta de las lagunas y el


hecho de que se encuentre sola en la habitación de Lucy le hace
perder el control, buscando entre los cajones de la pelinegra de ojos
azules algún implemento para lastimarse.

«El dolor físico ayuda contra el dolor emocional» Saber que estas
defectuosa y que no recuerdas nada de lo que hiciste empeora la
situación y cuando consigue una pequeña navaja al lado del marco
pequeño con una fotografía, lo toma y se baja los pantalones,
viendo las marcas que la hacen llorar porque recuerda cada uno de
sus dolores debido a la misma sensación de vacío al no poder
recordar, sentándose en la cama y cortándose en los muslos,
sintiendo quizá u obligándose a sentir que el ardor físico es el
analgésico necesario para hacerla olvidar del dolor que le produce
estar sin su medicación y no poder recordar nada. La sangre salé de
la cortada haciéndola suspirar tomando con manos temblorosas la
fotografía que llena de sangre mientras recuerdos fugaces llegan a
su cabeza notando a una mujer de cabello negro con ojos azules
idéntica a Lucy cargando a una bebe, sonriendo hacia la cámara al
lado de un hombre de rostro serio y ojos negros.

Un sabor extraño se adueña de su boca y la cara de decepción de


Lucy junto con una voz extraña repitiéndose en su cabeza, hacen
que la pobre Marta vomite el suelo sin dejar de tocar el marco.

Así que mientras Marta llora observando el desastre que hizo y la


fotografía presa de todos los recuerdos que se encarga por tener el
en fondo más recóndito de su mente, Caelus recibe a Dove Bush y a
su hermana que llegan de sorpresa, utilizando una ropa de verano
seguramente costosa que combinan con su cabello a juego.

Ellas adoran combinar las prendas que usan con su color de


cabello, por eso algunas personas de Hiverdele, en especial las
jóvenes que las observan desde lejos con envidia, le llaman el clan
de arpías my little pony aunque la pobre serie de televisión infantil
estadounidense no tiene culpa de ser comparada con semejantes
hermanas que parecen unas víboras fuera de su habitad natural.

— ¿Dónde está Caebrán? — es lo primero que le pregunta la dolor


de cabeza 1 a Caelus que las mira con tedio sin poder entender
cuántos desplantes necesitan por parte de ellos, para alejarse.

— ¿Joseph también está aquí? Escuchamos sobre una fiesta a la


que no fuimos invitadas y por casualidades del destino no he visto a
mi prometido desde hace dos días — Rose Bush se arregla el
vestido de dos piezas veraniego de color azul con flores blancas.

Caelus Fairchild suelta un bufido preguntándose cuál fue su karma


para encontrárselas justamente hoy mientras en las habitaciones de
huéspedes, Joseph y Jake disfrutan de la pasión incestuosa que los
tiene enredados desde que tenían diez.

— Eres la mujer más hermosa que mis ojos han visto — susurra
Joseph, mirando a su hermana mientras le besa la frente y la
embiste con estocadas lentas.

Ella se sonroja, besándolo sin saber que Joseph nunca jamás pensó
decirle esas palabras a nadie ni mucho menos estar así, con otra
mujer que no sea su propia hermana.

Y es que, para ambos, en este momento, nada importa más que


demostrase con libertad el amor prohibido y puro que se tienen por
unas horas. Así que mientras unos se confianzan el amor prohibido
en medio de sexo, otros gimen como es el caso de Lucy que ha
conocido la potencia sexual que el hermano Fairchild se carga, ya
que desde que empezaron en la media noche, no han parado ni ha
dejado de tocarla, besarla y follarla.

— ¿Qué pasa? — pregunta Caebrán Fairchild cuando es


interrumpido por Cristian en el gimnasio. Su hermano menor hace
una mueca, llevándose la botella de vodka a los labios y él se quita
los guantes de boxeo, limpiándose el sudor que le recorre la frente
debido al entrenamiento ardió al que se ha sometido el mismo
pegándole al saco de arena desde que se levantó.

Cristian siente un nudo en la garganta que lo hace recordar al


pasado, se comienza a desesperar y tira la botella al suelo,
haciendo que se rompa en miles de pedazos pequeños de
fragmentos de vidrio que hacen que Caebrán lo mire como si se
hubiese vuelto loco sin comprender a su hermano que cae de
rodillas al suelo, comenzando a llorar
Crono por su parte, ajeno al mundo exterior como siempre, se
inclina sobre la mesita de noche en su habitación, con solamente la
luz led roja encendida, y suspira, sintiendo la electricidad tomar cada
célula de su cuerpo cuando inhala la línea blanca de coca que le ha
vendido Rodrigo Bush como los años anteriores.

Se deja caer en la cama, cerrando los ojos y para un niño que juega
a ser hombre como el resto de sus hermanos, la carga que tiene en
los hombros se hace presente una vez más cuando los recuerdos
de su infancia se reproducen en su cabeza haciendo que apriete los
puños, sentándose de golpe cuando siente que es demasiado. Se
jala el cabello negro lo suficiente para sentir dolor y se levanta
dispuesto a ir al lugar que le piden a gritos sus pensamientos cosa
que lo confunde ya que nunca se había sentido de esa manera, pero
se encuentra con una gran sorpresa cuando no es esa persona la
que encuentra en el lugar donde debería estar.

Así que mientras Marta Cox en su dolor, desesperación y zozobra


es ajena al hecho de que Crono Fairchild la observe como un
depredado desde lejos, Cristian Fairchild le dice a Caebrán lo que le
ha atormentado desde hace días.

Y es que, para los hermanos, la lealtad y conocer cada uno de los


secretos del otro es indispensable entre ellos, más como una
estrategia que un acto de hermandad, pero existen cosas que son
realmente vergonzosas y las personas prefieren mantener en
secreto, pero para lastima de Cristian, Hiverdele es su pueblo y
Fairchild su familia, así que, por ende, no tiene escapatoria.

— El día de los juegos... — comienza Cristian, mirando desde el


suelo a su hermano — Marta y yo nos acostamos.

Un secreto a voces que, según Cristian, nadie más que él y la


implicada sabían hasta el momento en el que la lista de personas se
hizo más grande, porque ahora también Caebrán lo sabía.

Y quizá, para muchos, resulte insignificante el hecho de que un


joven haya tenido relaciones sexuales con una jovencita, dejando
las hormonas ser las protagonistas del momento, pero para
desgracia de todos, no estamos hablando de un joven cualquiera,
estamos hablando de un Fairchild y Marta Cox.

— Solamente fue un acostón — intenta decir Caebrán pero Cristian


lo interrumpe.

— Ella lo recuerda, Caebrán, me lo dijo.

Caebrán mira a su hermano, intentando entender la magnitud del


asunto y lo único que puede hacer, es lanzar un puñetazo a la bolsa
de arena que cae al suelo por la violencia y la fuerza del golpe.

Mira a Cristian conteniendo las ganas de golpearlo y...

— ¿Qué tanto recuerda? — pregunta y Cristian baja la cabeza,


porque hubo una conversación después del sexo que Lucy ni Crono
vieron pero que ha atormentado a Cristian desde ese día y ha sido
la razón por la cual, la trato como lo hizo el día de la feria.

Y a pesar de que Marta, aparentemente no recuerde lo que dijo, el


pasado nunca está tan lejos como pensamos y eso es lo que hace a
Caebrán salir del gimnasio dejando a Cristian arrodillado en el suelo
y prácticamente correr sin camisa, descalzo y lleno de sudor por
toda su casa, pasándole de largo a Rose y a Dove, solamente
llamando en francés a Caelus que lo sigue sin entender qué es lo
que sucede ya que existen conexiones que jamás se romperán
mientras ambos consiguen a Crono en medio del afán y juntos
buscan a Consus por la biblioteca, el estacionamiento y la cocina sin
obtener resultados.

Caminan juntos hacia el único lugar donde podría estar su hermano


y cuando Crono va a abrir la puerta, Caelus lo interrumpe de un
empujón haciendo que caiga a un lado.

Se escucha un grito de satisfacción dentro junto a un gruñido y la


persona que había sido la dueña de los pensamientos de Crono
llega de inmediato a su mente. La misma persona que no estaba en
su habitación donde debería.

Caelus y Caebrán también parecen entender y es que dos más dos


son cuatro y los hermanos se miran entre sí, reconociendo esa voz
que se escucha dentro del cuarto de su hermano mayor, ajena a
todo lo que sucede en su exterior al igual que Consus Fairchild, que
de lo único que es consciente es que Lucy Beckett es más adictiva
de lo que pensaba y eso que no es consciente de lo que puede
pasar cuando llegue al límite.

Así que mientras unos disfrutan entre sudor y gemidos, otros lloran
por sus errores, unas son ignoradas ocasionando una punzada
dolorosa justamente en el ego, otros se lastiman demostrando una
vez más que el peor enemigo que podría tener el ser humano es él
mismo, otros se confianza un amor prohibido, unos descubren que
hay alguien que se ha llevado la corona en todo esto y es que nadie
les advirtió las reglas del juego a los hermanos cuando los
involucraron en él.

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Nota rápida: Mañana subiré el maratón y gracias por el apoyo que


le están dando a esta nueva edición, para las nuevas lectoras este
libro no esta terminado pero antes si estaba y por eso dice "En
edición" Si seguiré subiendo capítulos, de hecho, lo estoy haciendo
a diario.

Mi instagram es: @gabiiamc <3

Ahí estaré respondiendo mensajes sobre el libro y +


Capítulo 37 (*)
LUCY

Soy plenamente consciente de la forma en la que me duele cada


musculo del cuerpo mientras me llevo una fruta a la boca bajo la
atenta mirada de los cinco hermanos Fairchild que se encuentran
sentados en la mesa del amplio comedor.

Solamente he tomado una ducha, he acompañado a Marta que ha


querido irse a su casa sin decirme una palabra sobre el desastre de
sangre que conseguí en mi habitación y regrese aquí junto con
Joseph. Dove y Bush estuvieron en la mañana según lo que me
entere y los hermanos Calandra están "descansando" en una de las
habitaciones de huéspedes.

El silencio del ambiente comienza a agotarme y les regalo una


sonrisa a todos antes de preguntar:

— ¿Qué sucede?

Caebrán mira a su hermano mayor aparentemente irritado y...

— ¿Por qué Consus? — pregunta Cristian haciendo que mis ojos


caigan en él. Luce una camisa blanca con los primeros botones
abiertos que me permite ver su pálido pecho, tiene ojeras como si
hubiera pasado una noche realmente mala y cuando coloca sus
manos sobre la mesa, observo lo que son sus nudillos rojos y
lastimados.

— ¿Qué? — me hago la desentendida y el silencio del ambiente


sigue igual.

— ¿Por qué fue el primero? — insiste y me llevo un pedazo de fruta


a los labios sin perder la sonrisa del rostro aunque en verdad tenga
sueño y la falta de energía por culpa del mastodonte que Consus es
en la cama me este sacando factura.
— ¿Hay algún problema con que haya decidido acostarme con
Consus?

— Lo hay cuando decidiste jugar con todos nosotros a la vez —


declara Crono desde su asiento, con esos ojos verdes sobre mí y no
muestro ninguna expresión en mi rostro, jugando con las frutas.

«Actuó como si no me volviera nerviosa tener la atención de los


cinco sobre mi» Pero hay algo que le gana a los nervios y es el
poder que siento al ver que de alguna manera, les afecta. No espere
esta conversación y a decir verdad, solamente ha pasado un mes de
mi llegada aquí pero...

— No les pedí participar pero los vi muy gustosos con ello, además
en ningún momento escondí lo que estaba haciendo — es lo único
que digo y me levanto de la silla dispuesta a acostarme un poco
antes de tener que soportar a Dove y a Rose por la grabación el
vídeo.

Marta no quedo con nosotros, lo que me extraño realmente cuando


nos dieron la lista de nombres hace dos días. Caebrán me mira
desde su sitio y le sonrió con coquetería a Consus, ignorándolo.
Cristian suelta un bufido, Caelus me observa sin ninguna expresión
al igual que Crono que está a su lado.

Estoy dispuesta a irme cuando la voz de Caebrán me hace quedar


quieta sin dar un paso más.

— Al menos dinos las reglas y hasta dónde estás dispuesta a llegar.

— ¿Son necesarias? — pregunto con burla.

Caelus es quien responde está vez — En todo juego las hay.

— ¿Qué tal si quiero que todos estén para mí solamente? —


Empiezo — Algo así como una exclusividad por parte de todos
ustedes mientras disfrutamos de esto, donde yo soy de cada uno de
ustedes y ustedes son míos. No pido que me amen ni que se
enamoren de mi porque sería muy estúpido ya que soy plenamente
consciente que a final de año regresare a Nueva York y ustedes
seguramente tendrán relaciones perfectas con mujeres de aquí,
como es el caso de Caebrán con Dove y la hermosa pareja que
hacen — me encargo de que se note la burla en mis palabras al
mismo tiempo que esclarezco: — La poliandria no es algo que
debería escandalizarlos y es que para ser sincera con ustedes, no
elegiré a ninguno porque los quiero a todos.

— ¿Es la única regla? — Consus pregunta y meneo mi cabeza.

— ¿Quieren otra? — contesto y me relamo los labios esperando


alguna respuesta por parte de ellos y cuando no lo hacen, lo único
que digo comenzando a caminar hacia mi habitación es: — Será
divertido, se los aseguro.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Cuando dejas las cartas sobre la mesa, esperas que las otras
personas se den cuenta de al menos, la mitad de tus intenciones.
Así que mientras Joseph nos graba a Caelus y a mí en una charla
aburrida que va en el guion, Rose resopla de forma molesta
haciendo que Jake vuelva a decir "corte" como por sexta vez en la
tarde.

Hemos intentado la toma como diez veces, Caelus se desordena el


cabello de forma desesperada. Estamos en el área de la piscina y
actuó de forma normal como la conversación que tuvimos en el
comedor no hubiese existido.

Ya dije lo que quería y no voy a arrepentirme. Creo que mis


intenciones eran clarísimas desde el primer momento y es que no
voy a negar la conexión que tengo con cada uno de ellos y aunque
en el primer momento, mi única idea era aprovechar el intercambio
de manera sana sin involucrarme con nadie, fue prácticamente
imposible después de que las miraditas de odio pasaran a miraditas
lujuriosas que me encargaba de incrementar.
— ¿Qué sucede está vez? — Jakeline pregunta girándose hacia
Rose que se encoje de hombros, arreglándose los lentes de sol.

— No me gusta la actuación, la escena se ve forzada.

«Forzada tu relación con Joseph que se tira a su propia hermana en


tus narices» Me relamo los labios sin decir nada, aunque siempre
sea la misma excusa para las escenas donde aparezco. Desde lejos
se nota las ganas de joder que ella y su hermana tienen, pero no
seré quien explote, de pronto siento esas ganas de que Caebrán
vuelva a hacer sentir mal a Dove y que Rose sea excluida por parte
de su "prometido".

— ¿Otra vez, Rose? — Caelus pregunta y la mencionada rueda sus


ojos.

— Solamente estoy siendo sincera — comienza a lanzar su veneno


y me quedo quieta siendo inmune porque si el de ellas pica, el mío
puede matar con solo una probadita — Lucy no tiene conexión
contigo y el papel de detective no te queda.

Huelo su mentira y ninguno de los presentes dice nada. Crono


desapareció luego de hacer su escena, Caebrán está fumando al
igual que Consus y Cristian habla con ellos en un rincón.

— Entonces ven y tu haz esa mierda sola porque me estoy


cansando — se exaspera Caelus y la sonrisa en mis labios hacen
que Dove se coloque roja — Si eres tan perfecta, ven y actúa tu sola
que, por mi parte, si vuelves a interrumpir la bendita escena que
tenemos grabando desde hace dos horas, renuncio y no me interesa
si debo hacer trabajo extra por no aparecer en este maldito vídeo.

Se hace un silencio y Joseph susurra un "comiencen por última vez"


haciendo que Caelus se vuelva a colocar el estúpido sombrero
negro que le queda de maravilla al igual que la ropa que carga, la
escena refleja al protagonista tratando de conquistar a una joven
universitaria y seré esa típica chica que se encarga de esconder sus
deseos.
— No lo sé, Tom... siento que esto no está bien — digo con ese tono
agudo estúpido que le estoy copiando a Dove, Caelus sonríe con
coquetería y es que si malhumorado y con su auténtica cara de culo
derrite corazones, coqueto derrite bragas y corazones juntos.

— Vamos, Annellise — dice, acercándose y yo retrocedo, aunque


mis verdaderas ganas serian tirármele encima — Sabes que me
gustas desde el primer día que te vi — me toca el rostro y conecto
con esos ojos azules que brillan — No he podido olvidar esa boca,
esa risa ni esa forma de suspirar cuando estábamos juntos en la
oscuridad de mi habitación.

— Lo de nosotros es imposible — suelto sintiendo la tensión del


ambiente y él sonríe.

— Al menos vamos a intentarlo... — sigue el guion de forma


perfecta y...

— ¿Eso quieres? — pregunto cambiando completamente la trama.


Veo de reojo como Rose se levanta dispuesta a interrumpir la
escena, pero Jake la golpea con el marco que tiene entre las
manos, haciendo que se siente tan rápido como se levantó.

— Es lo quiero — él se acerca más y Joseph se mueve captando la


escena. Sé que he cometido un gran error en la trama, que debería
parar, pero agarro el cuello de Caelus y me relamo los labios,
susurrando un "yo también lo quiero, aunque no sea correcto" antes
de besarlo con ganas.

Siento como me toma de la cintura y como su lengua se adentra a


mi boca al mismo tiempo que los latidos de mi corazón se
incrementaban al sentir la presión de sus labios contra los míos. El
contacto en ningún momento es suave y como si necesitara más,
me aprieta contra si haciéndome muy consciente del bulto que hay
en su pantalón.

La temperatura sube, sentí ligeros escalofríos placer por todo mi


cuerpo sin importarme realmente la atención que seguramente
teníamos y es que saber que ellos lo aceptaban, me encendía
porque el que Caelus me siguiera el juego solamente significaba
una cosa:

Los tendría para mí.

— Corte — Joseph dice dejando de grabar y me separo de Caelus


luego de morderle el labio, relamiendo los míos que se sienten
hinchados.

Rose rueda sus ojos levantándose y Jake mira de reojo a su


hermano, tomando el lugar que Caelus y yo teníamos antes,
arreglándose y practicando antes de anunciar que están listas para
grabar siendo ellas las protagonistas de la escena.

Me abrazo a mí misma sintiendo los ojos de Dove sobre mí y me


siento a su lado adrede, solo para disfrutar la cara de odio que
coloca y la sonrisa de satisfacción que se adueña de mis labios.

Caelus camina hacia sus hermanos que siguen charlando y me le


quedo mirando el culo sin ningún disimulo.

— Y cuando pienso que eres muy perra, — comienza — haces esto


y no podría decirte que me sorprende porque de una ramera como
tú, es lo único que se espera.

— Me alegra mucho que tengas las cosas claras porque veras


cosas como esas muy a menudo...

Me mira indignada y lo disfruto tanto que me acerco para darle un


beso en la mejilla esperando alguna reacción violenta, pero al ver mi
cercanía se queda quieta lo que hace que sonría mientras beso de
forma rápida su mejilla, soplando el lugar donde la bese de forma
ligera.

— ¿Ya buscaste el significado? — Comienzo sintiendo como aprieta


los puños sin moverse — Oh, que inteligente eres Dove.
Me separo un poco y ella no responde así que continúo:

— Me encargaré de besar a Caebrán frente a ti para que no se


pierda la costumbre.

— No seas tan...

— Pensé que ya tenías las expectativas puestas, no sé qué es lo


que te sorprende — me burlo y ella me mira con desprecio.
Comienzo a reír porque la situación me divierte lo suficiente y me
levanto cuando Rose se aproxima, sonriéndole a ella también.

— ¿Continuamos, Caelus? — pregunto y él se acerca de inmediato,


colocándome la mano en la cintura y giro mi cabeza para darle una
sonrisa a las Bush que parecen que van a ahogarse con su propio
veneno.
Capítulo 38 (*)
CRISTIAN

Salgo del salón de clases, saludando a unos chicos que estudian


con Consus antes de caminar hacia el salón de Crono donde sale
Lucy charlando con Marta sobre algo a lo cual no le presto la
mínima atención.

Al principio, ella no se da cuenta que estoy acercándome hasta que


Marta Cox mira al suelo como cada vez que nos cruzamos en los
pasillos, en mi casa o en algún otro lado.

No la determino porque realmente después de la conversación que


tuve con mis hermanos lo menos que quiero hacer es involucrarme
con ella. Sí, me deje llevar por el momento aquel día y me acosté
con ella, pero no voy a poner en juego todo por andar de cachondo
con quien no debería.

«— Lo único que puedes hacer es alejarte de ella lo más que


puedas — Consus habla botando el humo del cigarrillo y asiento sin
decir nada más.

He aprendido de mis errores y no voy a protestar cuando sé que lo


que él dice es lo más cuerdo y lo mejor que puedo hacer y aunque
no pueda alejarla completamente porque Lucy esta con ella la
mayoría del tiempo, actuare como si no hubiera sucedido nada y le
sacare provecho a las lagunas mentales que ella tiene.

Las mismas lagunas mentales que le han hecho olvidar lo único que
nos incluye a ella y a nosotros antes de Lucy.

— ¿Y qué pasa si ella recuerda todo como en ese momento? —


pregunto lo que tanto me ha carcomido la cabeza y Caelus sonríe
con burla.
— Actuar como actuaste ese día, Cristian. Sacándole provecho a su
amnesia y negando cada uno de los hechos que supone recordar
diciendo que son erróneos, que nunca sucedieron y que debería
tomar algo para la cabeza porque es una maldita loca.

— ¿Cómo explicas que ella lo haya recordado? — inquiero y


Consus me pasa el cigarrillo para que le dé una calada. Caebrán
está serio al igual que Crono, que mira el suelo como si allí
encontraría la maldita respuesta a todos nuestros problemas lo que
hace que le dé una calada al cigarrillo con cierta rabia en mi
sistema.

Mientras unos nos preocupamos por nuestra familia y buscamos la


manera de salvarnos el culo, mi querido hermano antisocial
supervisa el suelo como si fuese necesario descubrir alguna mierda
allí.

— Quizá fue el libido que la hizo delirar — comenta Caebrán y niego


de inmediato recordando lo que sucedió ese día.

— Ella dijo exactamente; Cristian, ¿por qué lo hiciste? Yo tenía


razones, pero ustedes no. Ella se veía feliz con ustedes y lucia muy
cuerda mientras relataba todo lo que sucedió ese día y créeme que
no estaba delirando porque todo lo que dijo era cierto y real.

— ¿Todo? — Caelus pregunta y yo asiento.

— Exactamente todo.

— ¿Hasta lo que ella misma hizo? — Crono habla por primera vez y
me le quedo mirando.

— Si y salió corriendo luego de decirlo — esclarezco — No la


detuve y tuve miedo de que le contara todo a Lucy, pero en la feria
de recaudación solamente hablo sobre el acostón más no sobre lo
que me dijo. Era como si nunca hubiera sucedido, pero hay algo en
todo esto que no me cuadra.
— ¿Qué no te cuadra? Marta está mal de la cabeza y esa es la
respuesta a todo.

— ¿Ustedes no se preguntan por qué ella lo hizo? — pregunto y la


mirada dura de Consus cae sobre mí.

— Es mejor que no te preguntes cosas que no ayudarán en nada y


si por ti, la loca pudo recordar, serás el maldito culpable y tendrás
que encargarte tu solo de eso porque no pensamos ayudar si ella
decide abrir su boca para contar lo que ha tenido reprimido desde
hace dos años»

— Hola, Cristian — la voz de Lucy sale como un ronroneo que hace


que salga de mis pensamientos. Le regalo una sonrisa,
acercándome para besar sus labios sin importarme la mirada
extraña que Marta me da y luego le doy dos besos a sus mejillas
separándome.

— Te iras a casa conmigo hoy — digo y Lucy mira a Marta, pero


añado rápidamente; — Los otros se fueron y Crono se quedará
hasta más tarde, así que dudo que quieras esperar tanto.

— Tienes razón — ella dice y siento un peso menos mientras ella


mira a su "amiga" — ¿Con quién te iras o necesitas un aventón?

— Tengo que salir con mi mamá — ella dice y Lucy le da un abrazo


antes de despedirse.

Comienzo a caminar con ella mientras Marta va por el lado contrario


y llegamos al estacionamiento. Jake nos saluda desde lejos al
mismo tiempo que Joseph hace rugir el motor de su auto y salen del
Colegio levantando una nube de arena.

Saco la llave de mi auto y me encargo de encender el motor


mientras Lucy se sienta a mi lado observando todo el interior de mi
nuevo regalo de cumpleaños.
Mi Prius, Toyota de color rojo es tan perfecto por fuera como por
dentro y cilindraje que se carga mi nuevo bebé es tan... exquisito.
Hago rugir el motor mientras me pongo al volante y salgo del
estacionamiento llevándome las miradas de las mismas personas
que no se atreven a decirme ninguna palabra por ser simplemente
un Fairchild.

Lucy no dice nada en todo el trayecto y para ser sincero, disfruto del
silencio agradable que hay en el ambiente. Me muerdo el labio
inferior estacionando el auto frente a la mansión y apago el motor.

Ella abre la puerta y no dice nada más, simplemente entra a la


mansión. Suelto un suspiro y saco la llave, tirándosela a la mujer
que siempre está al lado de la puerta mientras a otra le entrego la
mochila con mis útiles.

Pido dos tazas de chocolate frio para lidiar con el calor y pregunto
en voz alta el camino por el que se fue Lucy.

— La señorita se fue para su habitación — dice y no le doy las


gracias ni nada, solamente corro prácticamente por las escaleras
hasta llegar a la habitación de Lucy que está a seis de las mías y
exactamente al lado de la de Crono al final del pasillo.

La puerta está abierta así que solamente me desordeno el cabello,


entrando a la habitación y Lucy está sentada sobre su cama,
dándome la espalda.

— ¿Quieres chocolate? — pregunto relamiéndome los labios y ella


me mira de reojo, sonriendo.

— ¿No crees que el clima de Hiverdele está muy extraño? —


pregunta al ver el sol y es que en este pueblo no se ve muy a
menudo otra cosa que no sea lluvia y relámpagos.

— Una o dos veces por mes hay días así — le hago saber mientras
me acerco con las manos en mi bolsillo — Recuerdo que, cuando
estaba pequeño, adoraba el sol porque la lluvia me ponía triste y si
había sol, podíamos jugar en la piscina y para mí, no había nada
mejor que jugar en la piscina con cualquiera de nuestras madres, mi
padre o uno de mis hermanos.

Me siento a su lado y observo la ventana grande de vidrio que


usualmente y antes, siempre estaba tapada con cortinas, pero Lucy
mantiene abierta dejando que el sol entre a su habitación.

— Siempre fui amante de los climas tormentosos — suelta, mirando


el reflejo del sol — Siempre he vivido en lugares así con climas así.

— ¿No te pone triste? — intento bromear y ella niega, mirándome.

— Para serte sincera me hace sentir en paz.

Abro la boca para decir algo, pero una de las mujeres de servicio
entra con una bandeja y nuestros chocolates. Supongo que hay
cosas que nunca me harán madurar y el chocolate, el sol y la
piscina son una de ellas.

La despido con la mano ordenando que cierre la puerta con pestillo


antes de irse y efectivamente así lo hace. Me echo solo un poco
para alcanzar la taza de chocolate frio que le extiendo a Lucy y
luego tomo una para mi antes de llevármela a los labios sintiendo la
explosión deliciosa en mi boca.

— ¿Qué otra cosa te hace sentir en paz? — pregunto y ella le da un


sorbo a la taza, antes de contestar.

— Tener el control.

— ¿Sobre todos y sobre todo?

— Exactamente — sonríe y bebe otra vez.

— Me di cuenta — le hago saber antes de tomar un sorbo —


También me di cuenta que te gusta tener el control sobre nosotros,
esa única regla que pusiste solamente demostró las intenciones que
tienes con cada uno de nosotros.
Ella deja la tasa en la mesa de noche y me mira, levantando sus
cejas.

— ¿Y cuáles intenciones tengo según tú...? — pregunta con ese


tono que me hace sentir algo extraño en el vientre.

No es normal que me sienta así con chicas ni mucho menos que la


tensión del ambiente sea tan fuerte. No nos hemos besado además
de aquel día donde me agarro y lo hizo frente a todos. Recuerdo lo
que sucedió el día en el cuarto de juegos y lo cerca que estuvimos
de besarnos si no fuéramos sido interrumpidos.

Es mayor, hermosa y parece ser lo suficiente lista como para querer


jugar con nosotros, aunque eso le cueste la vida y para mí, Cristian
Fairchild no hay algo más atractivo en una mujer que su seguridad y
que sus deseos sean claros sin importar el qué dirán.

No puedo evitar pensar en aquella mujer adulta que se encargó de


quitar mi virginidad, la misma que me hizo doblegarme lo suficiente
para no desear jamás que una mujer volviese a hacer lo mismo
conmigo y es que Irina Brouth, fue en su momento mi mayor
fantasía y mi peor pesadilla.

Lucy me mira esperando algo y tomo un trago más de chocolate


antes de mirarla.

— Quieres que solamente estemos para ti — la miro a los ojos y


dejo la tasa a un lado también mientras me acerco solamente lo
suficiente para ver esos ojos azules oscuros que albergan al
parecer, tantos secretos — Quieres, no, deseas ser la dueña de
cada uno de nuestros pensamientos, ser peor que el cáncer y
volverte el centro de nuestro mundo — siento su respiración en mis
labios y ladeo mi cabeza — ¿Cierto? Por eso jugar con cada uno de
nosotros a la vez, por eso la bomba que lanzaste ayer y es que el
descaro que te cargas en vez de hacerme aborrecerte, me hace
desearte y eso lo sabes. Sabes y estas consciente del poder que
tienes y del deseo que emanas. Estas consciente de cada una de
tus cualidades y al ver que nos dejaste sin habla, sonreíste y te
fuiste dejando el caos y resguardándote en tu caja de cristal
porque...

Ella se relame los labios y mi vista baja hacia ahí.

— ¿Por qué Cristian? — insiste y me acerco un poco más.

— Porque lo sabes, sabes que estábamos dispuestos a ello mucho


antes de que lo propusieras.

Ella sonríe y se acerca un poco más, al punto en que nuestras


narices chocan y sus labios quedan a escasos centímetros de los
míos. Ella pasa su lengua por los míos y no me da tiempo a pesar
porque me besa.

Lucy Beckett me besa convirtiéndome en uno más de su lista.

Y lejos de molestarme, lo disfruto porque ella me enciende lo


suficiente para apretarle la cintura y dejar que me bese, aunque odie
que lo hagan. Siento su lengua en mi boca y el poder que tiene me
abruma al mismo tiempo que la hago tumbar en la cama, me siento
a horcadas sobre ella dejándola de besar y ella me mira desde
abajo mientras tomo la taza de chocolate, le doy un sorbo y dejo
caer un poco sobre su mejilla.

Ríe de forma juguetona y me mira alzando una ceja, esos ojos


azules brillando.

— ¿No piensas limpiar eso, Cristian?

Meneo mi cabeza y me acerco lo suficiente a su rostro y haciendo


contacto visual, limpio con mi lengua la mancha de chocolate
mientras con mis manos le saco la camisa de la falda, dejando un
pedazo de su abdomen expuesto.

Con la taza, dejo caer un poco más de chocolate y me muerdo el


labio pasando mis dedos hacia su ombligo, haciendo un camino de
chocolate que bajo su atenta mirada me encargo de limpiar con la
lengua haciendo que se retuerza y su respiración se vuelva pesada.

Hago esa cosa con el chocolate una vez más, esta vez en el valle
de sus senos, por encima del sostén porque me encargue de
desabotonarle esa parte de la camisa, exponiendo un poco más de
piel y chupo, robándole un pequeño gemido que disfruto mientras
mis dedos pican por meterme por debajo de su falda.

Sigo con el juego de dejar chocolate en ciertos lugares y chupo,


recogiendo todo y dejándola limpia mientras ella me observa y me
sorprende cuando me quita el frasco y me hace dar la vuelta.

— Quítate la camisa — demanda y mi corazón late con fuerza


mientras recuerdo ese sentimiento de ser el que doblega y no tiene
el control. Lo aborrezco, de hecho, no hay nada que odie más que
ser el dominante, pero por alguna razón, le hago caso y me quito la
camisa dejando mi pecho al desnudo y siento mis vellos erizarse
cuando es ella quien deja caer chocolate en mis pectorales y baja a
lamerlos, sin romper el contacto visual mientras su entrepierna se
roza contra la mía y me encargo de que sienta la dureza que
ocasiono.

Hay un arte en verla a ella haciendo eso que no puedo explicar y


cuando llega mi "V" chorreándola de chocolate, suelto aire, dejando
que limpie el desastre, pero cuando piensa seguir, hago que el
frasco caiga al suelo y la volteo sonriéndole.

— Creo que ya es necesario... — comienzo y ella asiente mientras


desesperada busca desabotonar mi pantalón.

— ¿Tomas anticonceptivos? — pregunto porque es algo que me he


prometido a mismo desde Irina. Ella niega y le regalo una sonrisa,
cambiando los planes en mi cabeza rápidamente.

Saco el miembro de mi pantalón y se lo muestro, presumiendo de la


dureza que tengo y agradeciendo a los genes de mi familia por el
tamaño, ella se saca las tetas del sostén y se las agarra haciendo
que suelte una maldición en francés antes de tirármele encima y
chuparlos mientras tanteo su excitación haciendo a un lado su ropa
interior sin quitársela.

Los dedos se me resbalan y muerdo sus pechos logrando que


arquee la espalda mientras me acomodo y le introduzco mi miembro
de un solo golpe soltando lo primero que se me viene a la cabeza:

— Lucy, deviens folle.

Hago que arquee la espalda mientras le doy estocadas veraces


disfrutando de lo estrecho que es su coño y perdiendo la cabeza
porque se lo entierro todo y no se queja. Grita cuando le doy con
más fuerza y dejo que me toque, me bese y me agarre el culo sin
dejar sus tetas.

Siento como se agita y con mi dedo le toco ese punto sensible por
encima sin dejar de metérsela.

— ¿Así? ¿Te gusta, Lucy? — pregunto mirándola a los ojos y ella


me regala una sonrisa que me hace darle con más fuerza.

— Más rápido... — pide y me vuelve loco su humedad, como


flexiona sus piernas, sus labios, sus pechos, sus gemidos y la forma
en la que grita mi nombre mientras se deja penetrar con violencia
sin quejarse y es que comienzo a entender a mis hermanos.

Lucy es peor que un afrodisíaco y vale la pena romper las reglas


que alguna vez nos impusimos por ella.
Catarsis

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Catarsis es una palabra descrita en la definición de tragedia en la


Poética de Aristóteles como purificación emocional, corporal, mental
y espiritual. Mediante la experiencia de la piedad y el temor, los
espectadores de la tragedia experimentarían la purificación del alma
de esas pasiones.

MARTA

— ¿Cómo te encuentras hoy?

Junto mis piernas, con la mirada y la frente en alto.

— Excelente, muchas gracias por preguntar.

Golpeo mi palma repetidas veces contra mi muslo, sintiendo el ardor


que me genera, pero ella no lo nota, así como no sabe que he
estado cortándome en partes que no son visibles y que he pasado
de mi medicación. Escribe algo en su cuaderno como es de
costumbre, le sonrió actuando una vez más.

«Las cosas cambiaron para mi desde hace dos años» Y no importa


el esfuerzo ni las ganas que quiera ponerle ni que quiera cambiar
eso, soy y siempre seré una defectuosa pero no volveré a pedir
ayuda porque solamente lo empeoran.

Así que hago exactamente lo que mis padres quieren y es venir aquí
cada domingo, como llevo haciéndolo desde que tuve el colapso,
dos meses después del acontecimiento.
— ¿Cómo te ha caído la nueva dosis? — pregunta y solamente soy
consciente del sonido que hacen las agujas del reloj que se
encuentra en la pared.

— Me marean, pero todo está bajo control.

— Me alegra muchísimo — ella me mira dándome esa sonrisa de


calidez falsa que me revuelve el estómago, queriendo aparentar que
me comprende y que va a escuchar todos mis problemas solamente
por dinero — ¿Alguna nueva amistad de la que quieras hablarme?

— Si.

— Tu madre me ha contado sobre una chica que mencionas mucho


últimamente — insiste al ver que no le di mucha información y
aprieto mis palmas con fuerza.

— La chica se llama Lucy.

— ¿Y Lucy es de tu curso o uno mayor? — habla mientras escribe y


miro hacia el suelo sintiendo ansiedad.

— Es de mi curso.

— Oh, eso es estupendo.

— Lo es, ella es maravillosa.

— ¿Por qué se han hecho amigas?

— ¿Qué?

— ¿Qué te hizo llevar a ser su amiga?

— La aborde el día que llego de nueva al Colegio — digo con


simpleza — Le dije mi nombre y que sabía que iba a estudiar
conmigo porque mamá me lo había dicho.

— Cuéntame sobre ella.


— ¿Para qué quieres saber sobre ella?

Ella levanta la vista de la libreta, relamiéndose esos labios finos


pintados de color cereza. Es joven, atractiva y siempre utiliza lentes.

— Me interesa tu nuevo círculo de amigos, recuerda que no te había


escuchado hablar de nadie más que no sea...—

— Lucy está viviendo con los Fairchild — digo, interrumpiéndola y


ella anota algo en su cuaderno mientras decido internamente que lo
mejor que podría hacer por mí y mi mascara de "estoy bien" es
contarle lo que quiere o comenzara a sacar temas que me hacen
perder el control y nadie quiere eso.

— ¿Entonces...?

— Es por eso que he estado con ellos últimamente.

— ¿No te hace sentir mal estar cerca de ellos?

— No, — pienso en Cristian y los recuerdos fugaces que tengo de la


biblioteca porque como la mayoría de cosas que me suceden, las
olvido — De hecho, me siento cómoda la mayoría del tiempo.

— Es un gran avance.

— Lo es.

— ¿Y tu amiga sabe de la medicación y de nuestras citas?

Enderezo mi espalda en la silla.

— No, ¿debería saberlo...? — temo de la respuesta.

Ella cierra el cuaderno y me mira a los ojos — Es tu decisión, Marta.

— Ok.

— ¿Qué tal las lagunas mentales?


— No he tenido ninguna en mucho tiempo — miento y ella ladea su
cabeza.

— ¿Pesadillas?

Siento sudor frío recorrerme la espina dorsal.

— ¿Ganas de lastimarte?

Niego, tragando saliva y ella se relame los labios sin quitarme la


vista de encima.

— ¿Ganas de lastimar a otros?

— No.

— ¿Recuerdos? — insiste — Esa sensación de asfixia de la que


hemos hablado, voces, ese vació en el pecho porque no sabes lo
que te sucede y quizá, las ganas de lastimar a Lucy porque te
recuerda a ella.

— No — es mi respuesta y ella se echa hacia atrás, en esa pose


despreocupada que quisiera imitar.

— ¿Estás segura? Porque quizá Lucy se pueda parecer a...

— Lucy es muy diferente a ella, en todo aspecto y no podría


compararlas nunca — digo en un hilo de voz.

— Ella tiene nombre, Marta.

— Lo sé, pero no quiero decirlo.

— Es necesario para que pasemos a la etapa de aceptación — me


suelta.

— No quiero decirlo y no lo diré — esclarezco y hace un leve gesto


con la cabeza — Ya acepté, superé y sané, no es necesario traer a
los fantasmas del pasado — cito lo que ella me dijo en la primera
cita que tuvimos y ella menea su cabeza.

— El que no digas su nombre me hace pensar que es todo lo


contrario a lo que dices — explica tensándome en el acto — Ella,
Marta, no va a regresa y es necesario que en algún momento me
digas que lo superaste y tu misma te lo creas, porque aunque
sientas que me estas mintiendo a mí, la única realidad aquí es que
te estas mintiendo a ti, creando un mundo de fantasía que no te
ayuda en lo absoluto y el primer paso para que todo lo que hemos
conversado a lo largo de estos dos años es que aceptes que la
muerte de Katherine no es tu culpa.

Me quedo quieta, mirándola y pestañeo repetidas veces sintiendo el


chillido en mis oídos que logra erizarme la piel. Comienzo a respirar
con rapidez cosa que ella nota de inmediato y meneo la cabeza de
forma leve, negando al mismo tiempo que empuño mis manos
sintiendo esa necesidad de infringirme dolor.

«Si lo hago en frente de ella todo lo que estuve haciendo en todo


este tiempo no servirá para nada» Recuerdo su voz, su olor y lejos
de sentirme bien, siento asco y pánico puro que disfrazo con el
movimiento constante de mis palmas como un tic nervioso.

— Tiene razón.

— ¿Eso crees?

— Si.

— ¿No recuerdas nada de esa noche, todavía? — pregunta y


meneo la cabeza lentamente — Esa es la manera en la que nuestro
inconsciente, en un afán de protegernos frente a situaciones
traumáticas que hayamos vivido, bloquea estos recuerdos para
evitarnos el sufrimiento diario de revivir el dolor de aquellos
momentos. ... El dolor, la pena, el miedo o la rabia continúan
presentes en nosotros y eso es justamente lo que te sucede a ti,
Marta. Ya te lo he dicho muchas veces y no me cansare de repetirlo.
— Pero ya han pasado dos años y no recuerdo nada de esa noche.

— No te juzgues por eso, llegara un momento donde te sientas


segura y lo recordaras.

Asiento, relamiéndome los labios y detrás de ella veo una figura que
me hace pestañear repetidas veces. Siento la manera en la que mi
corazón comienza a latir con fuerza y esa brisa fría que me acaricia
la nuca me hace soltar aire de forma dificultosa.

No disimulo a la hora de mirar y la psiquiatra que me ha visto


durante estos dos años, mira hacia los lados antes de mirarme a mí.

— ¿Y las alucinaciones?

— ¿Cuáles? — pregunto en un hilo de voz con la vista fija en la


mujer parada al lado de la doctora, quedándome quieta. Ella me
sonríe y solamente pestañeo cuando veo los gusanos moverse
sobre su piel amarilla, como sangre sale de su boca y de sus ojos.

— Con ella, con Katherine.

Suelto aire por la boca mirando exactamente a Katherine tocar el


hombro de la doctora mientras me sonríe de esa forma que me
produce nauseas. Es lo único que recuerdo de ella y esa noche, la
forma en la que quedo su cuerpo que se hace presente casi todo el
tiempo como si no pudiera dejarme en paz.

— No he tenido ninguna.

— ¿Segura?

— Si.

— ¿No está aquí?

— ¿Quién?

— Sabes de quién hablo.


— No.

Ella se levanta, acercándose a mí y me quedo quieta.

— No te mientas a ti misma, recuérdalo.

— No lo hago, yo... soy sincera.

— ¿Sí? Porque no me parece, Marta.

— Yo... — comienzo, pero ella me interrumpe.

— Estoy viendo un atraso — dice y mi cabeza repite esas palabras


varias veces.

«El atraso podría empeorar todo y yo lo sé» Sé lo que sucedería si


vuelvo a caer, como tendría que internarme de nuevo, como tendría
que perder el curso y dejar a Lucy.

— Estoy bien.

— No lo estas — ella suelta con dulzura — La negación a la realidad


solo empeora tu condición.

— Estoy bien — repito y ella niega.

— Estarás bien cuando seas sincera y te des cuenta que la única


razón por la que no recuerdas es porque algo doloroso pasó y en el
fondo de ti, lo sabes y yo creo que eso está conectado con
Katherine y todo lo que te atormenta...

— Levantemos la sesión — pido en un hilo de voz y a ella no le


importa. Sigue y sigue hablando sobre cosas que para mí no tienen
sentido y solamente soy consciente de la lluvia de sentimientos que
se apodera de mi organismo.

Odio, miedo, rechazo, pánico, terror, tristeza y... Me tapo los oídos
porque quiero que deje de hablar, pero ella insiste en hacer presión
sacando cosas a colisión que no me interesan.
— Es mejor aceptar la realidad, eso ayudara a todo el proceso... —
comienza y niego de inmediato, pero ella insiste con lo mismo,
tomándome de las manos mientras siento la voz de Katherine en mi
oído.

«Lastímala»

Niego con la cabeza y siento su mano en mi hombro mientras


solamente puedo ver cómo la doctora mueve los labios, pero no soy
consciente de nada de lo que dice.

«Lastímala y así nos harás feliz a él y a mi»

Comienzo a hiperventilar y mis ojos se concentran en el


sacacorchos que hay encima de la mesa.

«Lastímala, Marta»

Niego otra vez, pero un impulso se adueña de mí, haciendo que me


levante mientras lloro negando con la cabeza porque no quiero
hacerle daño. La doctora levanta las manos y dice cosas que no
entiendo mientras solamente soy consciente de la voz.

«Vamos, Marta, lastímala»

Suelto un grito que hace retroceder aún más a la doctora y tomo el


sacacorchos sintiendo los pitidos en mis oídos mientras solamente
soy consciente de la sangre que tengo en las manos que me llevo a
la cabeza, cayendo de rodillas mientras observo el cuerpo de la
doctora con el sacacorchos en medio de ambas cejas.

Lloro y cuando la puerta se abre, mi padre y mi madre me miran y...

— Lo siento, lo siento, lo siento... — es lo único que digo antes


arrancándome el cabello y mi madre se aproxima a mi para
abrazarme mientras lloro negando con la cabeza, la figura de
Katherine sonriéndome e intento hacerme daño con las uñas en el
rostro, pero mi madre me lo impide mientras siento una punzada en
el cuello y mi vista se coloca borrosa mientras de lo único que soy
consciente antes de perderme en la oscuridad en mi padre
alejándose con una inyección en la mano.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
Capítulo 39 (*)
LUCY

Recuesto la espalda en una de las paredes del Colegio mientras


seguía observando la vitrina con trofeos, medallas y
reconocimientos de todos los prodigios que han pasado por el
Colegio Privado de Hiverdele, recordando las palabras de ese
extraño, atractivo y enigmático hombre.

«—Esté colegio además de instruir a los hijos de la élite también se


encargan de explotar el máximo coeficiente de cada uno de sus
alumnos» Y es que eso era tan cierto como el rumor que corría
sobre todos desde hace algunos días.

Lucy Beckett se ha acostado con un Fairchild y es una zorra por


eso.

Una sonrisa se dibuja en mis labios porque no ha sido con uno, ha


sido ya con dos y me faltan tres para completar mi lista.

Mis ojos evalúan el trofeo, el nombre se repite en mi cabeza y


levanto la mirada encontrando a Crono Fairchild caminando hacia
mí y parando finalmente cuando quedamos frente a frente.

No hay mucho por decir; él simplemente se relame los labios y me


ve con esa inexpresividad que es al parecer, lo único que hay dentro
de él sin contar los órganos que lo hacen estar presente justo en
este momento frente a mí. Porque por fuera era mucho más que un
hermoso hombre de diecisiete que podría deslumbrar a cualquiera,
Crono era tan diferente a sus hermanos que algunas veces juraría
que podría ser adoptado si no tuviera el mismo poder de
superioridad y ese gen de belleza inexplicable recorriendo por sus
venas gracias al apellido que tenía.
Exploto el chicle que segundos antes estaba mascando y mis ojos
vuelven a la vitrina como si en ella pudiera descubrir el mayor de los
secretos. Por unos momentos pienso que se ira al ver que no le doy
atención, pero para mi sorpresa, se coloca más cerca y siento como
deja de mirarme para mirar exactamente el lugar donde están mis
ojos.

Sé que he faltado a una clase, lo que explica lo desolado que este


todo y que él esté aquí solamente significa que también se escapó o
simplemente nunca entró al igual que yo.

— ¿Conociste a Pruslas? — pregunto finalmente, dejando de


masticar el chicle.

Él simplemente se queda quieto mirando exactamente el lugar


donde se encuentra el gigante trofeo que parece ser muy importante
para convertirte en su centro de atención.

— Si — suelta luego de unos minutos y miro su perfil; la simetría


benditamente perfecta de su rostro junto a sus ojos verdes felinos
que se colocan sobre mi cuando nota que lo estoy mirando si ningún
disimulo.

— ¿Y quién era él?

— ¿Es necesario hacer tantas preguntas? — contraataca haciendo


que me relama los labios.

— ¿Cómo te explico que, si quiero algo, consigo ese algo y si te


estoy preguntando es por la sencilla razón de que quiero
respuestas? — no lo miro cuando digo ello y cuando siento una risa
ronca, los vellos de mi cuerpo se erizan porque jamás lo había
escuchado reír.

Eso que cualquier persona hace una o dos veces al día, reír; quizá
no tan natural, quizá solamente para caer bien o porque la situación
lo amerita, él lo hace de una forma tan diferente que me hace
humectar mis labios, volviendo a jugar con el chicle de fresa dentro
de mi boca como si esa sencilla risa no hubiera aumentado los
latidos de mi corazón por una milésima de segundo.

— ¿Te gusta mucho jugar a tener el poder con todos? — pregunta y,


ahí están otras palabras de la persona que ignora a todos, anda
siempre en su mundo pero que me habla exactamente a mí.

— No me gusta jugar a tener el poder con todos — lo miro de reojo


— Lo tengo, me gusta y lo disfruto que son dos cosas
completamente diferentes.

No responde, simplemente continúa mirando la vitrina. Mis ojos se


concentran en la foto de anuario en un marco de cristal. «Marcus y
Pondra» Ella rubia, de ojos cafés y una sonrisa deslumbrante al lado
de un chico de ojos verdes, piel extremadamente pálida, sonrisa
diabólica mientras la tiene agarrada de la cintura, él con un
esmoquin que lo hace lucir delicioso y ella con un vestido negro que
realza cada una de sus curvas.

Él, ese chico de esa foto es el mismo hombre que conocí esa noche
y que el padre de Rose y Dove saludo como si fueran íntimos
amigos, poniendo la misma cara de lamebotas que le ponía a Caleth
Fairchild el día de la feria de recaudación anual o cuando fue a
visitarlo con sus dos hijas predilectas.

Y esa misma cara me hizo cuestionarme si ese hombre tenía el


mismo poder que aparentemente tenía un Fairchild en este pueblo,
aunque prácticamente pareciera algo complemente estúpido. No
había conocido a alguien en este pueblo que tuviera el mismo nivel
de poder ellos, ni siquiera los que están alrededor como los
Calandra y las Bush que eran los que más se le asemejaban.

No entendí demasiado pero sencillamente algo me decía que


estaban conectados. Ese hombre, sabia mi nombre y dudo mucho
que sea por los rumores que corren más que el viento en este
pequeño pero infernal pueblo de árboles con dólares, inodoros de
oro y jóvenes deslumbrantes.
Como si fueran el día y la noche, vuelvo a mirar la foto
percatándome del brillo en los ojos de la mujer, que no tiene
parecido a un Fairchild aunque eso no significara que no fuera
bonita, porque a pesar de la calidad de la foto, ella lo era y
demasiado, lo que no tenía sentido porque si ella era un familiar o
alguien de la familia, porqué Sophia me había dicho que por varias
décadas no han existido mujeres de sangre Fairchild, lo que me
hacía cuestionarme lo que me había dicho Jake hace varios días ya
que sencillamente nada de eso tenía sentido y cuando siento la voz
de Crono otra vez, no muestro ninguna expresión:

— ¿Aunque eso solamente sea peligroso para ti?

— La respuesta sigue siendo si porque no me importa sacrificar


cosas con tal de conseguir lo que quiero — me encojo de hombros
— Pero ¿qué podría ser lo suficiente peligroso en este pueblo para
asustarme, Crono?

La ironía en mi voz es evidente y él tuerce los labios solamente un


poco, en una mueca. Los ojos verdes le brillan y los recuerdos del
beso me hacen querer besarlo de nuevo, pero me contengo porque
quiero información que espero sacarle de alguna manera u otra.

Lo miro de reojo y conectamos solamente por unos minutos. Él


aparta la mirada, no por la tensión del ambiente, sino porque vuelve
a mirar la foto y me le quedo viendo, esperando alguna expresión
física que pueda responder a todas las preguntas que inundan mi
mente.

Pero nada sucede, él simplemente regresa la vista hacia el trofeo y


exploto el chicle otra vez haciendo un fuerte sonido que hace que
mire y me concentro en esos ojos verdes que, a pesar de ser tan
bonitos, lucen apagados, fríos como si no tuvieran vida y no me
pierdo de vista sus pupilas dilatas.

— ¿Te gusta jugar con nosotros? — pregunta y no me pasa


desapercibido el tono tajante en su pregunta — ¿Ese juego de que
todos estemos para ti es una fantasía nueva que quieres cumplir?
— Si y por lo que veo, a ustedes les gusta complacerme — le regalo
una sonrisa y él menea la cabeza como si no pudiera creerse mi
descaro, pero me acerco a él un poco más, levantando la mirada
para concentrarme en sus ojos y poder verle el rostro porque
apenas le llego un poco más abajo de los hombros.

— Si tan solo supieras que las cosas son más complejas de lo que
piensas — baja la cara para que pueda mirarlo mejor y me relamo
los labios, jugando de nuevo con el chicle.

— ¿Sí? Explícamelas, entonces — respondo y sonríe, mostrando


sus dientes que son realmente blancos y perfectos.

— Como me gustaría borrarte esa sonrisa del rostro — confiesa e


ignoro los miles de voltios que me recorren el cuerpo con esa
confesión que podría ser un juego para cualquiera, pero no para mí
y mucho menos con el tono que él lo ha dicho.

— Inténtalo y quizá... el que se queme en todo este juego, serás tú.

Ladea la cabeza, acercándose un poco más. Permitiéndome notar


los pequeños detalles de su rostro, como lo perfilada que era su
nariz y las cuatro pecas que había en cada una de sus mejillas
puestas de forma específica quizá por Dios o el que sea que se
encargó de crear a estos seres que me hacían comprender a los
que decían que "los Fairchild son sinónimo de los Dioses" y vaya
que sí.

— ¿Estás muy segura, Lucy?

— Tanto como para decirte que, — coloque la mano en su pecho,


justo en el lugar donde se sentían los latidos de su corazón — no
tienes cómo ganarme.

Me alejé un poco y cuando lo sentí detrás de mí, fijé la vista en la


vitrina concentrándome exactamente en el reflejo de ambos.
— Cuando llegaste me pareciste tan aburrida — comienza — Pensé
lo que cada uno de mis hermanos pensó, exactamente y era que
ibas a ser un molesto grano en el culo. No te quería aquí, es más,
creo que ninguno de nosotros te queríamos aquí pero cuando...
mostraste que podías ser mucho más que una cara bonita y
angelical, te metiste en mi cabeza y créeme que no hay cosa que
odie más.

— No voy a disculparme por eso.

— No espero que lo hagas, solamente quiero que sepas que ese


poder y esas acciones te pueden traer problemas. Es mejor que te
alejes.

— ¿Y qué pasa si no quiero hacerlo?

— Tendrás que atenerte a las consecuencias.

— Puedo lidiar con ellas...

— Es algo que te sobrepasa a ti — susurra acercándose más y


puedo sentir su aliento en mi oreja — No tienes idea de nada y es
mejor que quede así.

— ¿Por qué?

— Porque si te tengo, no te suelto y no quieres eso.

— ¿A eso es que debo tenerle miedo? — pregunto con burla y...

— No — siento sus labios sobre mi piel y ladeo la cabeza sintiendo


el beso justo por encima de la región carotidea de mi cuello que me
hace soltar aire — Deberías tenerle miedo a lo que no ves y no
sabes, porque déjame advertirte que hay cosas que tu pequeña
cabeza no podía entender.

— ¿Me estás subestimando?


— Solamente estoy advirtiéndote para que puedas disfrutar de tu
estadía aquí y sigas con tus planes de vida sin tener problemas
luego. Además, creo que eres lo suficiente inteligente para saber
que, si las cosas están ocultas, son por algo.

— No me importa y no tengo miedo — suelto y se separa solo un


poco de mi cuello, mirando el vidrio de la vitrina y se relame los
labios, mirándome ahí al igual que yo.

— Lo que decidas realmente es tu decisión.

— ¿Y si quiero saber todo?

— Tendrás que quedarte aquí y si te vas, no es con vida — suelta y


vuelve la vista a mi cuello. Acercándose y pregunto con claridad:

— ¿A qué costo?

— No te imaginas... — susurra y me relamo los labios.

— Estoy dispuesta a pagarlo.

— ¿Eso crees?

— No tienes idea de nada y mucho menos de lo que soy capaz —


respondo sintiendo sus manos rozar mi culo por encima de la falda y
lo tomarme de las caderas, pegándome más a él. Eso de que me
advierta cosas sin sentido que logren erizarme la piel, que me diga
más de tres palabras y actué como una persona normal en cierto
sentido me hace sentir completamente confundida y la imagen que
brinda el espejo es... indescriptible.

— Tu ne sais pas ce que tu dis, belle— dice y la forma en la que


habla en francés con esa voz ronca me hace morderme el labio.

No sé cuánto pasa, no sé realmente lo que haya dicho, pero siento


como ha subido la temperatura y digo con seguridad para que se dé
cuenta que no voy a salir corriendo, que no tiene idea realmente de
nada:
— Yo tome una decisión y conseguiré lo que quiero cueste lo que
cueste.

Ríe por encima de mi piel y...

— Uno de nosotros — me susurra en el oído, dejando un beso


húmedo justo en el lóbulo de mi oreja antes de morder, puedo sentir
su aliento justo ahí mandándome cosquillas al vientre y sentir sus
manos en mi cadera, me chupa otra vez dejando un leve mordisco
que me hace tensar las piernas y se separa, alejándose simples
cuatro pasos que es lo que me cuesta regresar a la normalidad,
cuando la campana suena haciéndome sobresaltar y todos
comienzan a salir de sus salones, haciendo que lo pierda de vista y
forcé una sonrisa cuando Marta se me acerca preguntándome la
razón por la que no entré a clases.
Capítulo 39 (para los que no les deja comentar y
no les aparece)

LUCY

Recuesto la espalda en una de las paredes del Colegio mientras


seguía observando la vitrina con trofeos, medallas y
reconocimientos de todos los prodigios que han pasado por el
Colegio Privado de Hiverdele, recordando las palabras de ese
extraño, atractivo y enigmático hombre.

«—Esté colegio además de instruir a los hijos de la élite también se


encargan de explotar el máximo coeficiente de cada uno de sus
alumnos» Y es que eso era tan cierto como el rumor que corría
sobre todos desde hace algunos días.

Lucy Beckett se ha acostado con un Fairchild y es una zorra por


eso.

Una sonrisa se dibuja en mis labios porque no ha sido con uno, ha


sido ya con dos y me faltan tres para completar mi lista.

Mis ojos evalúan el trofeo, el nombre se repite en mi cabeza y


levanto la mirada encontrando a Crono Fairchild caminando hacia
mí y parando finalmente cuando quedamos frente a frente.

No hay mucho por decir; él simplemente se relame los labios y me


ve con esa inexpresividad que es al parecer, lo único que hay dentro
de él sin contar los órganos que lo hacen estar presente justo en
este momento frente a mí. Porque por fuera era mucho más que un
hermoso hombre de diecisiete que podría deslumbrar a cualquiera,
Crono era tan diferente a sus hermanos que algunas veces juraría
que podría ser adoptado si no tuviera el mismo poder de
superioridad y ese gen de belleza inexplicable recorriendo por sus
venas gracias al apellido que tenía.

Exploto el chicle que segundos antes estaba mascando y mis ojos


vuelven a la vitrina como si en ella pudiera descubrir el mayor de los
secretos. Por unos momentos pienso que se ira al ver que no le doy
atención, pero para mi sorpresa, se coloca más cerca y siento como
deja de mirarme para mirar exactamente el lugar donde están mis
ojos.

Sé que he faltado a una clase, lo que explica lo desolado que este


todo y que él esté aquí solamente significa que también se escapó o
simplemente nunca entró al igual que yo.

— ¿Conociste a Pruslas? — pregunto finalmente, dejando de


masticar el chicle.

Él simplemente se queda quieto mirando exactamente el lugar


donde se encuentra el gigante trofeo que parece ser muy importante
para convertirte en su centro de atención.

— Si — suelta luego de unos minutos y miro su perfil; la simetría


benditamente perfecta de su rostro junto a sus ojos verdes felinos
que se colocan sobre mi cuando nota que lo estoy mirando si ningún
disimulo.

— ¿Y quién era él?

— ¿Es necesario hacer tantas preguntas? — contraataca haciendo


que me relama los labios.

— ¿Cómo te explico que, si quiero algo, consigo ese algo y si te


estoy preguntando es por la sencilla razón de que quiero
respuestas? — no lo miro cuando digo ello y cuando siento una risa
ronca, los vellos de mi cuerpo se erizan porque jamás lo había
escuchado reír.
Eso que cualquier persona hace una o dos veces al día, reír; quizá
no tan natural, quizá solamente para caer bien o porque la situación
lo amerita, él lo hace de una forma tan diferente que me hace
humectar mis labios, volviendo a jugar con el chicle de fresa dentro
de mi boca como si esa sencilla risa no hubiera aumentado los
latidos de mi corazón por una milésima de segundo.

— ¿Te gusta mucho jugar a tener el poder con todos? — pregunta y,


ahí están otras palabras de la persona que ignora a todos, anda
siempre en su mundo pero que me habla exactamente a mí.

— No me gusta jugar a tener el poder con todos — lo miro de reojo


— Lo tengo, me gusta y lo disfruto que son dos cosas
completamente diferentes.

No responde, simplemente continúa mirando la vitrina. Mis ojos se


concentran en la foto de anuario en un marco de cristal. «Marcus y
Pondra» Ella rubia, de ojos cafés y una sonrisa deslumbrante al lado
de un chico de ojos verdes, piel extremadamente pálida, sonrisa
diabólica mientras la tiene agarrada de la cintura, él con un
esmoquin que lo hace lucir delicioso y ella con un vestido negro que
realza cada una de sus curvas.

Él, ese chico de esa foto es el mismo hombre que conocí esa noche
y que el padre de Rose y Dove saludo como si fueran íntimos
amigos, poniendo la misma cara de lamebotas que le ponía a Caleth
Fairchild el día de la feria de recaudación anual o cuando fue a
visitarlo con sus dos hijas predilectas.

Y esa misma cara me hizo cuestionarme si ese hombre tenía el


mismo poder que aparentemente tenía un Fairchild en este pueblo,
aunque prácticamente pareciera algo complemente estúpido. No
había conocido a alguien en este pueblo que tuviera el mismo nivel
de poder ellos, ni siquiera los que están alrededor como los
Calandra y las Bush que eran los que más se le asemejaban.

No entendí demasiado pero sencillamente algo me decía que


estaban conectados. Ese hombre, sabia mi nombre y dudo mucho
que sea por los rumores que corren más que el viento en este
pequeño pero infernal pueblo de árboles con dólares, inodoros de
oro y jóvenes deslumbrantes.

Como si fueran el día y la noche, vuelvo a mirar la foto


percatándome del brillo en los ojos de la mujer, que no tiene
parecido a un Fairchild aunque eso no significara que no fuera
bonita, porque a pesar de la calidad de la foto, ella lo era y
demasiado, lo que no tenía sentido porque si ella era un familiar o
alguien de la familia, porqué Sophia me había dicho que por varias
décadas no han existido mujeres de sangre Fairchild, lo que me
hacía cuestionarme lo que me había dicho Jake hace varios días ya
que sencillamente nada de eso tenía sentido y cuando siento la voz
de Crono otra vez, no muestro ninguna expresión:

— ¿Aunque eso solamente sea peligroso para ti?

— La respuesta sigue siendo si porque no me importa sacrificar


cosas con tal de conseguir lo que quiero — me encojo de hombros
— Pero ¿qué podría ser lo suficiente peligroso en este pueblo para
asustarme, Crono?

La ironía en mi voz es evidente y él tuerce los labios solamente un


poco, en una mueca. Los ojos verdes le brillan y los recuerdos del
beso me hacen querer besarlo de nuevo, pero me contengo porque
quiero información que espero sacarle de alguna manera u otra.

Lo miro de reojo y conectamos solamente por unos minutos. Él


aparta la mirada, no por la tensión del ambiente, sino porque vuelve
a mirar la foto y me le quedo viendo, esperando alguna expresión
física que pueda responder a todas las preguntas que inundan mi
mente.

Pero nada sucede, él simplemente regresa la vista hacia el trofeo y


exploto el chicle otra vez haciendo un fuerte sonido que hace que
mire y me concentro en esos ojos verdes que, a pesar de ser tan
bonitos, lucen apagados, fríos como si no tuvieran vida y no me
pierdo de vista sus pupilas dilatas.
— ¿Te gusta jugar con nosotros? — pregunta y no me pasa
desapercibido el tono tajante en su pregunta — ¿Ese juego de que
todos estemos para ti es una fantasía nueva que quieres cumplir?

— Si y por lo que veo, a ustedes les gusta complacerme — le regalo


una sonrisa y él menea la cabeza como si no pudiera creerse mi
descaro, pero me acerco a él un poco más, levantando la mirada
para concentrarme en sus ojos y poder verle el rostro porque
apenas le llego un poco más abajo de los hombros.

— Si tan solo supieras que las cosas son más complejas de lo que
piensas — baja la cara para que pueda mirarlo mejor y me relamo
los labios, jugando de nuevo con el chicle.

— ¿Sí? Explícamelas, entonces — respondo y sonríe, mostrando


sus dientes que son realmente blancos y perfectos.

— Como me gustaría borrarte esa sonrisa del rostro — confiesa e


ignoro los miles de voltios que me recorren el cuerpo con esa
confesión que podría ser un juego para cualquiera, pero no para mí
y mucho menos con el tono que él lo ha dicho.

— Inténtalo y quizá... el que se queme en todo este juego, serás tú.

Ladea la cabeza, acercándose un poco más. Permitiéndome notar


los pequeños detalles de su rostro, como lo perfilada que era su
nariz y las cuatro pecas que había en cada una de sus mejillas
puestas de forma específica quizá por Dios o el que sea que se
encargó de crear a estos seres que me hacían comprender a los
que decían que "los Fairchild son sinónimo de los Dioses" y vaya
que sí.

— ¿Estás muy segura, Lucy?

— Tanto como para decirte que, — coloque la mano en su pecho,


justo en el lugar donde se sentían los latidos de su corazón — no
tienes cómo ganarme.
Me alejé un poco y cuando lo sentí detrás de mí, fijé la vista en la
vitrina concentrándome exactamente en el reflejo de ambos.

— Cuando llegaste me pareciste tan aburrida — comienza — Pensé


lo que cada uno de mis hermanos pensó, exactamente y era que
ibas a ser un molesto grano en el culo. No te quería aquí, es más,
creo que ninguno de nosotros te queríamos aquí pero cuando...
mostraste que podías ser mucho más que una cara bonita y
angelical, te metiste en mi cabeza y créeme que no hay cosa que
odie más.

— No voy a disculparme por eso.

— No espero que lo hagas, solamente quiero que sepas que ese


poder y esas acciones te pueden traer problemas. Es mejor que te
alejes.

— ¿Y qué pasa si no quiero hacerlo?

— Tendrás que atenerte a las consecuencias.

— Puedo lidiar con ellas...

— Es algo que te sobrepasa a ti — susurra acercándose más y


puedo sentir su aliento en mi oreja — No tienes idea de nada y es
mejor que quede así.

— ¿Por qué?

— Porque si te tengo, no te suelto y no quieres eso.

— ¿A eso es que debo tenerle miedo? — pregunto con burla y...

— No — siento sus labios sobre mi piel y ladeo la cabeza sintiendo


el beso justo por encima de la región carotidea de mi cuello que me
hace soltar aire — Deberías tenerle miedo a lo que no ves y no
sabes, porque déjame advertirte que hay cosas que tu pequeña
cabeza no podía entender.
— ¿Me estás subestimando?

— Solamente estoy advirtiéndote para que puedas disfrutar de tu


estadía aquí y sigas con tus planes de vida sin tener problemas
luego. Además, creo que eres lo suficiente inteligente para saber
que, si las cosas están ocultas, son por algo.

— No me importa y no tengo miedo — suelto y se separa solo un


poco de mi cuello, mirando el vidrio de la vitrina y se relame los
labios, mirándome ahí al igual que yo.

— Lo que decidas realmente es tu decisión.

— ¿Y si quiero saber todo?

— Tendrás que quedarte aquí y si te vas, no es con vida — suelta y


vuelve la vista a mi cuello. Acercándose y pregunto con claridad:

— ¿A qué costo?

— No te imaginas... — susurra y me relamo los labios.

— Estoy dispuesta a pagarlo.

— ¿Eso crees?

— No tienes idea de nada y mucho menos de lo que soy capaz —


respondo sintiendo sus manos rozar mi culo por encima de la falda y
lo tomarme de las caderas, pegándome más a él. Eso de que me
advierta cosas sin sentido que logren erizarme la piel, que me diga
más de tres palabras y actué como una persona normal en cierto
sentido me hace sentir completamente confundida y la imagen que
brinda el espejo es... indescriptible.

— Tu ne sais pas ce que tu dis, belle— dice y la forma en la que


habla en francés con esa voz ronca me hace morderme el labio.

No sé cuánto pasa, no sé realmente lo que haya dicho, pero siento


como ha subido la temperatura y digo con seguridad para que se dé
cuenta que no voy a salir corriendo, que no tiene idea realmente de
nada:

— Yo tome una decisión y conseguiré lo que quiero cueste lo que


cueste.

Ríe por encima de mi piel y...

— Uno de nosotros — me susurra en el oído, dejando un beso


húmedo justo en el lóbulo de mi oreja antes de morder, puedo sentir
su aliento justo ahí mandándome cosquillas al vientre y sentir sus
manos en mi cadera, me chupa otra vez dejando un leve mordisco
que me hace tensar las piernas y se separa, alejándose simples
cuatro pasos que es lo que me cuesta regresar a la normalidad,
cuando la campana suena haciéndome sobresaltar y todos
comienzan a salir de sus salones, haciendo que lo pierda de vista y
forcé una sonrisa cuando Marta se me acerca preguntándome la
razón por la que no entré a clases.
Capítulo 40 (*)
LUCY

Marta hablaba sobre lo entusiasmada que estaba sobre la idea de ir


a la cabaña mientras Jake se tomaba fotos con su IPhone último
modelo utilizando los filtros de Instagram que realmente ella no
necesitaba.

Joseph no estaba y ninguno de los cinco se había tenido tiempo de


acercarse a nosotras porque todos los hombres del Colegio estaban
en el salón general. No había hormonas masculinas por los aires y
era abrumador el silencio que había en el comedor. Me lleve una
pastilla que saque de mi bolso a los labios y me la trague con
bastante agua haciendo mala cara porque odiaba cualquier tipo de
medicamento.

- ¿Qué es eso? - pregunto Jake y me relamí los labios recordando la


escenita de ayer: la doctora ginecóloga que los hermanos Fairchild
habían elegido para mi llegando a la mansión de sorpresa, entrando
a mi habitación sin pedir permiso y detrás de ella, dos enfermeras
cargando el material necesario para convertir mi habitación en un
consultorio de ginecología. Los cinco parados uno al lado del otro,
todos con expresiones indiferentes mientras Caelus era el
encargado de hacer las preguntas a la doctora que le respondía de
forma inmediata mientras el resto de sus hermanos lucían
impasibles, en blanco.

- Vitaminas - respondí con una sonrisa y ambas asintieron, aunque


las "vitaminas" eran pastillas anticonceptivas realmente que
comencé a tomar desde ayer.

- Me pasas más tarde el nombre - Jake dijo y asentí con tranquilidad


- Creo que las necesito, últimamente se me cae mucho el cabello...
Dejó de hablar cuando sintió una mano colocarse en su hombro y
las tres elevamos la mirada al mismo tiempo para encontrar a Rose
Bush con una sonrisa de suficiencia en el rostro, enfocando sus ojos
verdes oscuros en Jake.

- ¡Hola, cuñada! - soltó con ese tono chillón molesto que le


caracterizaba a ella y a su hermana. No nos determinó y me lleve un
pedazo de pan tostado a la boca porque comer era mucho más
importante que determinarla.

- Hola - respondió Jake con cierta tensión notable en sus cuerdas


vocales. Rose pareció ser tan insensible como su hermana al no
notar que cada expresión corporal de la rubia gritaba "VETE DE
AQUI" y sin importarle, se sentó al lado de ella, haciendo un molesto
sonido con la silla logrando que varias personas giraran sus rostros
hacia nosotras.

Marta me ojeo, arreglándose los lentes por el puente de su nariz y


cuando creí que las Bush eran realmente estúpidas, Rose logro
superarse solo un poco al preguntar:

- ¿Me puedes ayudar?

Levanté la vista para mirar a Rose. Su cabello azul estaba en un


moño y lucia el uniforme común solamente que la chaqueta negra
que cargaba tenía un gran estampado LOUIS VUITTON en la parte
de atrás.

- ¿A qué? - pregunto Jake, mirándola con una seriedad que jamás


había visto plasmada en su rostro delgado y afeminado.

- Quiero hacer una fiesta de anuncio al compromiso que tendremos


Joseph y yo - explicó Rose, mostrando el anillo fino de color blanco
en su dedo anular. Jake también observo el anillo con detenimiento
y mastiqué con tranquilidad entendiendo las expresiones que se
colocaron en su rostro solo por una décima de segundos que fue lo
que le costó volver a colocarse impasible entonces Rose continúo
ajena a lo que sucedía sobre sus narices: - Se lo he planteado
varias veces, pero siempre saca una excusa tonta. Mi padre fue el
de la idea, él quiere que todos sepan que me uniré en matrimonio
con tu hermano y como tú lo conoces tanto, quería tu ayuda.

- Está bien - respondió ella con una sonrisa fresca. Me sorprendió


que en ningún momento flaqueó o demostró lo que seguramente
ella sentía: envidia, celos y traición porque siempre ella tendría que
conformarse con las migajas del amor que Joseph le daba a
escondidas mientras a Rose la mostraría ante el mundo como su
mano derecha y su mujer.

Rose le dio un beso en la mejilla y dándome una mirada llena de


desprecio que respondí con una sonrisa llena de burla, se levantó y
camino de regreso hacia la mesa de arpías donde se encontraba su
hermana y unas chicas que jamás había determinado.

- Eso fue extraño... - dijo Marta y Jake apretó el tenedor antes de


llevarse un trozo de lechuga a los labios haciendo que recordara lo
que me había dicho Marta el primer día que las vi y es que siempre
veía a Jake comiendo verduras.

- Si... - fue lo único que respondió, sonriéndonos a ambas,


encogiéndose de hombros tratándole de restar importancia.

Se comió su ensalada mientras yo dejaba mi plato de pudin de


chocolate sin nada. Marta saco un libro de literatura y Jake se
levantó haciendo que la mirara con el ceño fruncido.

- Tengo ganas de ir al baño... - se excusó sin darme tiempo a


replicar, porque tomo su bolso y su teléfono, caminando hacia la
salida.

Marta levanto la vista y me encogí de hombros, haciendo que ella


volviera a leer el texto que tenía resaltado con marcador amarillo
fosforescente.

- Creo que esto saldrá en el examen... - dijo señalándome la parte


del libro donde explicaba con pelos y señales cada parte del
modernismo.

- Si.

- ¿Ya estudiaste? -pregunto cerrando el libro y colocando sus ojos


cafes en mi.

- Lo hice ayer con Crono -respondí y ella trago saliva,


enderezándose en el asiento.

- ¿Crono? - pregunto con cierta confusión que me hizo soltar una


risita.

- ¿También vas a criticarme? - le reproché con un puchero en los


labios y ella giró los ojos al cielo.

- Sabes que no lo haría... es solo que él es el más extraño de ellos y


no pensé que...

- No pensaste que también fuera a estar conmigo - le interrumpí y


ella torció los labios al escuchar la verdad - Como también está
Cristian, Consus y el mismísimo Caelus, como están los cinco...
conmigo.

Lo último lo dije con una sonrisa en los labios y lo suficiente fuerte


para ganarme las miradas de varios. Marta no respondió, solamente
se me quedo mirando con detenimiento y volvió la vista a su libro,
suspirando.

Me incliné un poco sobre la silla con aburrimiento, y busqué la hora


en el reloj de la pared, gigante.

- Ya vuelvo - dije y me levanté, dándole un beso en la mejilla antes


de caminar hacia el lugar que había tenido en mente desde que
Jake se levantó.

Camine pasando el dedo por las paredes y sintiendo las texturas de


los lockes. Llego al baño y abrí la puerta en silencio escuchando el
tintineo del metal chocar contra la cerradura.
Los sollozos son tan evidentes, tan desgarrados, pero no me
producen lastima ni siquiera ver lo que ultima la máscara de una
mentirosa profesional.

Jake estaba justo ahí como la esperaba encontrar, llorando mirando


su reflejo en el espejo como si en el consiguiera las respuestas que
quizá necesita para cada uno de sus problemas. Repudiando lo
débil que se ve en ese estado, dejando a un lado su faceta y
aceptando que no se encuentra bien con todo esto y es que lo único
malo de retenerse a sí mismo es que cuando explotas, será muy
doloroso... lo suficiente para hacerte volver a levantar los muros que
te ayudan a mantener a flote, pero solo que está vez, con más
fuerza.

Se endereza cuando me ve y le regalo una sonrisa que la hace dejar


de llorar de inmediato, mirándome a través del reflejo que le regala
el vidrio gigante que cubre toda la pared arriba de los diez
lavamanos blancos y limpios.

Trata de limpiarse las lágrimas del rostro, pero mi voz le hace


congelar la mano quedando la intención en el aire:

- ¿Te avergüenzan? -pregunto y ella se tensa.

- La comida me hizo mal -miente sin responder a mi pregunta y no


muestro ninguna expresión. Ella hace lo que quería hacer antes de
que mi voz la interrumpiera y se limpia el rostro, girándose hacia mi
sin ninguna lágrima, pero con la evidencia de que estaba llorando en
su rostro al ver lo rojo que está.

- ¿Segura? - inquirí. Ella asiente resoplando y volviéndome a dar la


espalda mientras abre el grifo y coloca ambas manos debajo de él.
El agua se acumula y ella se inclina lo suficiente, antes de echarse
el agua en el rostro y lavárselo.

Se limpia con una toalla que saca de su bolso y saca los utensilios
de maquillaje para tapar las ojeras violetas que tiene debajo de sus
ojos demostrando que no duerme en las noches o al menos, no lo
hace bien.

Dejo que se maquille en silencio mientras veo como le tiemblan las


manos, pero aun así todo le queda perfecto; el rímel, el labial, el
polvo compacto y el rubor. Se peina quedando perfecta, pero, aun
así, no deja de temblar.

- Creo que deberías esperar más aquí porque se nota que no estás
bien.

- ¿Tú crees? - ella pregunta con preocupación y asiento. Ella mira


sus manos que no dejan de temblar y suspira, aun dándome la
espalda. Inhaló hondo y cerró los ojos.

- Te sientes así por algo más, ¿no es así?

- Es la comida - respondió de inmediato aun con los ojos cerrados y


sonreí, aunque ella no pudiera verme.

- ¿La comida o el hecho de que te guste tu hermano? - solté sin


ninguna intención de seguir con rodeos.

Abre los ojos de golpe, me mira por el espejo y ahí está, la


perturbación de que conozco su secreto cruzando cada centímetro
de su rostro y la seguridad que siempre le caracteriza, flaqueando
porque no es más que otra de sus máscaras.

- No sé de qué hablas... - comienza, pero meneo mi cabeza, con


aburrimiento.

- Es mejor que lo admitas, eso te hará lucir como la mujer que


quieres hacerle creer a todos que eres.

- ¿De qué hablas? - se hace la desentendida, intentando hacerme


creer que mis deducciones son erróneas pero a pesar de que ella
sepa mentir bien, ya mis ojos fueron testigos de lo que sucede y
ante los hechos, las palabras sobran.
- Al principio no lo entendía, se suponía que Rose era tu amiga y
siempre actuabas mal cuando se trataba de su relación con tu
hermano -comienzo- Y no me tomo mucho para jugar los cables y
descubrir el motivo por el cual él y tu actuaban extraño la mayoría
del tiempo.

- Yo no sé...

- Sí sabes - le interrumpo - y no es necesario que me mientas.

- Enamorarse de tu hermano es una aberración - ella suelta una risa


sarcástica - No pienses que yo haría tal cosa...

-No es necesario que te mientas a ti misma.

- ¡No pienses cosas que no son, Lucy! A mí no me gusta...

- Te gusta y creo que es mucho más que gustar.

- Yo no... - vuelve a excusarse y meneo la cabeza acercándome un


poco más.

- Los vi - le hago saber - Estaban cogiendo y no es necesario que te


expliqué cada una de las cosas que vi.

Se hace un largo silencio en el que veo cómo debate con sí misma,


como lucha con el hecho de que sé la verdad que tanto intenta
ocultarles a todos.

- ¿Cuándo? -pregunta ella sin mirarme y yo ladeo la cabeza -


¿Cuándo lo descubriste?

- No voy a juzgarte, Jake.

- No lo entiendes... - se gira y me acerco lo suficiente para tomar su


rostro entre mis manos. Las lágrimas están que salen de sus ojos y
ella niega repetidas veces.
- Nadie tiene culpa de lo que siente -susurro -¿Por qué juzgarte
entonces?

- Esta mal...

- Depende de la perspectiva en la que lo veas - le digo con


sinceridad - Las personas suelen decir que todo está mal por envidia
de que el resto si pueda tener lo que ellos no pueden.

Ella se queda quieta y me quita las manos de su rostro.

- Solamente te voy a pedir que no le digas a nadie.

- Está bien - respondo y ella suelta una risita antes de negar con la
cabeza.

- Creo que sabes el peor secreto de mi vida -dice y me relamo los


labios.

- De eso no estoy tan segura.

Ella me mira otra vez y toma su bolso, justo en el momento en que


Rose y Dove entran al baño, haciendo que ella coloque mala cara y
yo sonría con burla.
L'inizio di tutto

«La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella»

Oscar Wilde.

El origen de todo.

Jake

Cuando era pequeña, papá siempre solía decirme que era la luz de
sus ojos mientras mi madre siempre se inclinaba más hacia Joseph.

Nunca tuve problemas con ello, de hecho, se sentía bien saber que
había cierto equilibrio en nuestra familia. Papá era diplomático y
mamá era una de esas mujeres que habían tenido la suerte del
destino y el don de la belleza que la hicieron encontrarse con mi
padre cuando él tenía veintitrés y ella veinte en una fiesta en las
calles de Roma, Italia.

No puedo explicar bien cómo fue que se enamoraron o si llegaron a


hacerlo en algún momento, pero papá siempre dice que ella lo salvó
de muchas cosas y empezaron un romance cuando la carrera de mi
padre estaba empezando. Se casaron y a los dos años de ese
suceso mi madre salió embarazada de gemelos y el resultado ya
todos los sabemos; Joseph y yo.

Tengo recuerdos fugaces de nuestra infancia, nunca nos faltó nada


y éramos la luz de los ojos de nuestros padres y en general, de toda
nuestra numerosa familia. Papá complacía todos nuestros caprichos
y nunca descuido nuestra familia ni su trabajo. Mamá se volvió
empresaria y de una forma u otra, nuestra fortuna se fue duplicando
con cada negocio que hacían.
Vivimos nuestra infancia entre Italia y Estados Unidos. Cuando
cumplimos diez mi padre quiso llevarnos a Moscú y decidió estando
allí, que viviríamos un año porque el apostolado político lo
necesitaba ahí.

No fue un gran cambio, pero lo que sucedió una noche sí cambio las
cosas para nuestras vidas.
Papá y mamá se iban, casi nunca estaban y nuestra niñera era
tranquila. Éramos niños ejemplares y a pesar de que mi madre me
quiso inculcar ese gen de superioridad, siempre pensé que no era
necesario tratar mal a nadie que me hiciera daño a mí.

Joseph era distraído, feliz y elocuente mientras yo era tímida,


desinteresada y tenía una leve obsesión por el piano. Él amaba
escucharme tocar, tanto así que se sentaba por horas con una
sonrisa plasmada en el rostro mientras yo me encargaba de tocar y
tocar dejando mi huella en cada partitura.

—¡Felicidades! — recuerdo que él grito, siempre se alegraba igual,


aunque nunca tuviera un error. Se acercó y me beso la mejilla,
aplastándome en un abrazo fuerte que me hizo reír.

—Te quiero — dije y él se separó para besar el puente de mi nariz.

—Eres muy bonita —soltó y para mí era algo normal pero esa vez,
hubo algo extraño. Me besó castamente los labios y se separó con
una sonrisa pícara que me hizo sonrojar.

Y para mí, los besos que mi hermano me daba eran normales,


comunes e intensos hasta el punto en que dejaron de ser
ocasionales y eran diarios, hasta algunas veces yo era la de la
iniciativa. Por alguna extraña razón, siempre nos escondíamos
porque había algo que nos decía que estaba mal hasta que ese día,
Joseph y yo estábamos en el patio de nuestra gigante mansión,
estaba nevando y él se giró hacia la niñera que siempre estaba ahí
para nosotros, aunque casi nunca la necesitábamos.
—¿Alguna vez besó a su hermano? — le preguntó y la mujer negó
de inmediato con una expresión horrorizada. Miré a Joseph y él se
encogió de hombros. Teníamos diez, pero siempre sentía que él
actuaba como papá algunas veces y no como los niños de mi edad.

—Eso es un pecado.

—¿Por qué?

—Se denomina incesto y no está bien — fue su simple respuesta,


de forma tajante — ¿Por qué, señor Joseph? ¿Conoce usted a
alguien que haga eso?

Lo miré apretando mis puños por debajo de la mesa y él sonrió


como si nada sucediera.

— No, solamente vi un documental en Disney.

— ¿Sacan películas sobre incesto en Disney? —pregunto ella con


esa tilde de horror y el simplemente se encogió de hombros
restándole importancia.

Recuerdo perfectamente como seguí en mi silla, con ese


sentimiento de que tal vez lo que Joseph y yo hacíamos nos
convertía en monstruos y cuando Joseph fue a buscar algo en su
habitación, me levanté y caminé hacia la mujer que utilizaba su
teléfono de forma despreocupada.

— Nada de ese tema a nuestros padres — dije con una sonrisa en


el rostro y ella me miro como si no entendiera a qué me refería.

— ¿Qué?

— No quiero que le digas nada de lo que Joseph te preguntó —


solté con determinación y ella pestañeo con confusión — Si le dices,
le diré lo que haces y cómo te escapas estando trabajando y dudo
que puedas conseguir un trabajo que te pagué también como este
así que si quieres mantenerlo, es mejor que hagas exactamente lo
que te digo.

Ella lo entendió y creo que en ese momento supo que la simple


pregunta que mi hermano le hizo era algo que sucedía, pero no dijo
nada más. Le regale una sonrisa y me alejé persiguiendo a Joseph
hasta llegar a su habitación y pedirle que dejara de hacer lo que
hacía porque estaba mal y recuerdo sus palabras como si estuviera
en ese preciso momento:"— No puedo controlarlo" y ahí fue el
comienzo de las mentiras que se convertirían en el pan diario de mi
vida junto con la angustia de que algo estaba mal conmigo, con
nosotros porque me sentía igual o peor que él y no encontraba
respuestas para ellos.

Era malo, tan malo que dure toda la noche en vela leyendo en
internet sobre lo que nos sucedía, encontrando entender la
respuesta a todo ello y sintiendo un nudo en la garganta cuando leí
aquellas palabras que hacían un enorme agujero en mi corazón y
que jamás olvidare:

«El incesto es una práctica condenada culturalmente, con más tabú


e incluso prohibida legalmente en casi la totalidad de las
civilizaciones, que han preferido siempre la exogamia a la
endogamia.

Sin embargo, hubo célebres casos de incesto en la historia de la


civilización, tales como gobernantes excéntricos o castas
aristocráticas muy cerradas, que buscaban preservar la "pureza" de
su linaje. Aun en esos casos se los menciona como algo
extravagante y moralmente reprobable.

Una explicación biológica de la prohibición del incesto apuntaría a


que los individuos que presentan nexos sanguíneos estrechos
comparten un alto porcentaje de su genoma, por lo que su unión
empobrecería el pozo genético de la persona disminuye la
diversidad genética de las futuras generaciones, incrementando la
de enfermedades, o taras hereditarias»
Recuerdo cómo llore esa noche y al día siguiente, intente alejarme
de mi hermano, pero él no me lo permitía alegando que nuestra
niñera no entendía las cosas y justo ahora, me pregunto cómo unos
simples niños de diez podían sentir y vivir semejantes cosas, pero
luego recuerdo que nunca actuamos como deberíamos y que vimos
cosas que jamás tendríamos que haber visto.

Los besos se volvieron un secreto a voces, los celos comenzaron


cuando papá trajo a una niña a casa y se la presento con segundas
intenciones que entendí perfectamente. Recuerdo cómo aguanté
todo el teatro sin flaquear la sonrisa en ningún momento y cuando
todos dormían, me escabullí a la habitación de mi hermano.

Abrí la puerta y la cerré detrás de mí. La habitación estaba en


completo silencio y me abrace a mí misma sintiendo el frío que
entraba por la ventana que estaba abierta, él estaba sentado de
espaldas, mirando la ventana y me acerque a èl a pasos lentos y
cuando su aroma llego a mis fosas nasales, solté un suspiro que lo
hizo mirarme con detenimiento.

Sus ojos celestes lucían oscuros y su cabello rubio ceniza tan


parecido al mío, estaba desordenado.

— No me gusta que estés cerca de esa niña — solté con


determinación y él se relamió los labios.

— ¿Por qué?

— Simplemente no quiero — dije colocándome a su lado y tomando


su rostro entre tus manos — Se supone que solamente debes
mirarme de esa forma a mi porque así mira papá a mamá y a nadie
más.

— ¿Quieres que seamos cómo papá y mamá?

Negué porque si alguien se enteraba de lo que sentíamos podrían


decir que éramos unos engendros y cuando él quiso volver a hablar,
lo besé callándolo.
Había algo diferente que se adueñaba de mi pecho cuando sentía
los labios de Joseph contra los míos, un sentimiento que se volvía
cada día más fuerte y me senté a horcadas sobre él, sintiendo sus
besos bajar por mi barbilla y quedar en mi cuello.

Una tensión se adueñó de mi vientre y por instinto comencé a


restregarme contra él mientras sus dedos bajaban las mangas de mi
vestido haciendo que un escalofrió me recorriera el cuerpo porque
estábamos haciendo algo que nos condenaría mucho más de lo que
ya estábamos, pero no pude pararlo, aunque en el fondo quería.

Quería salvarlo a él y a mí, pero había algo que no me lo permitía.

Me toco los pechos, me beso el cuello y los labios mientras yo


sentía que iba a morir en una hoguera por lo que hacíamos. No solo
había buscado el nombre a nuestra enfermedad, sino que también
descubrí lo que le hacían en los tiempos de antes y qué podría
suceder si alguien se enteraba de ello, pero no podía detenerlo.

También lo quería.

Me quede dormida entre sus brazos y la niñera entro a la habitación,


encontrándonos justo en esa posición y lo único que hizo fue bajar
la cabeza porque sabía que ambos podríamos negar lo que ella vio
y la única que perdería todo, seria ella.

Las cosas siguieron así, nos besábamos y nos tocábamos en la


oscuridad, sin llegar a hacer algo más hasta que cumplimos quince
y en una noche estando en Hiverdele, luego de nuestra pelea
porque él se había besado con Rose frente a mis narices.

Actué como si no me dolería que mi hermano se besará con alguien


más y le robe un beso a Caelus Fairchild. Todo lo que sucedió ese
día lo recuerdo, como Joseph dejo a un lado a Rose por mí y quiso
empezar una pelea con Caelus solamente porque él no sabía
controlar los celos.
Se justifico con que era su hermana y no quería verme involucrada
con ninguno de ellos porque Katherine había cambiado mucho
desde que se enredó con ellos y ambos lo sabíamos, pero yo
solamente quería molestarlo, quería que sintiera exactamente lo
mismo que yo cuando otras le coqueteaban. Joseph no me hablo en
todo el camino de regreso a casa, como era de esperarse nadie
estaba además de nuestra niñera que nos recibió con una sonrisa
en el rostro que ninguno de nosotros respondimos.

Me encerré en mi habitación y a media noche comenzó a tocar con


tanta fuerza que tuve que taparme los oídos con las almohadas para
ignorarlo mientras él gritaba enfurecido que lo dejará entrar, pero no
lo hice hasta que tumbo la puerta con una silla y entro vociferando
que dejará de evitarlo porque no había nada que le dolía más.

Llore cuando intento besarme pidiendo que se alejara porque cada


vez que nos acercábamos más, me lastimaba y él me besó el rostro,
mientras me miraba con tanta intensidad que no podía respirar.

— Ti amo sorella e voglio dimostrarlo — susurró y negué tratando


de zafarme, de alejarlo.

— Questo non va bene — solté y el negó limpiando las lágrimas que


salían de mis ojos con sus dedos, rozando su nariz contra mi mejilla
buscando el cariño que me negaba a darle mientras sentía un gran
vació en el pecho.

— Per favore smettila di piangere che mi spezzi il cuore — pidió


pegando su frente contra la mía y besando mis labios castamente.

— Stai lontano... questo non è giusto e ci farà male entrambi.

— ¿Cuándo estuvo bien? — pregunto de vuelta volviendo a besar


mis labios y las lágrimas seguían saliendo de mis ojos, aunque
intentaba detenerlas — Nadie tiene culpa de lo que siente y sabes
que no puedes pedirme que me alejé, porque sencillamente nunca
podré hacerlo.
Sus palabras solamente me dolían y lo atraje hacia mí para que
evitara decir algo más. Me beso los labios mientras desabotonaba
mi bata de dormir rosa y yo le intentaba quitar la camisa con
desespero.

Quería calmar lo que había dentro de mí y ni siquiera fui consciente


en el momento en que ambos nos desnudamos. Me miro con esa
adoración que jamás le había visto en los ojos mientras me besaba
cada parte del cuerpo, tocando aquello que nadie más que él había
tocado y besando mis pechos, haciéndome erizar cada vello del
cuerpo y soltar gemidos involuntarios que el callo besándome con
frenesí.

Se adentro a mi robándome un pequeño grito de dolor que silencio


con besos y se quedó quieto hasta que me acostumbrara. Vi en sus
ojos aquella misma chispa que me hizo latir el corazón con fuerza y
se comenzó a mover, entrando y saliendo de mi interior mientras me
repetía una y otra vez que me amaba y que nunca se sentiría con
nadie más.

Esa noche, la luna y las paredes de mi habitación fueron testigos de


una pasión prohibida que solamente tomaba más intensidad con el
pasar de los días hasta el punto donde no habría retorno y nadie
podría salvarnos de nuestros sentimientos.

Lo hacíamos cada noche, él ignoraba a Rose y yo me mantenía a


raya con Caelus Fairchild hasta un día que me abordo en los baños
del Colegio.

Sus ojos eran azules, pero no tenían esa chispa que tenían los de
mi hermano, su cabello era negro, tanto como la peor de las noches
y me quede quieta cuando se acercó.

Éramos amigos porque de alguna manera u otra, nuestros padres


insistían en juntarnos todo el tiempo. Él era odioso con todos,
incluyéndome y me molestaba esa sonrisa de suficiencia en los
labios que siempre cargaba como si él supiera algo que los otros no.
— ¿Qué necesitas? — pregunte a la defensiva y él se acercó,
poniéndose peligrosamente cerca.

— A ti.

Abrí mis ojos con sorpresa y él sonrió, mirándome los labios.

— Estás loco.

— No.

— Aléjate por favor, no quiero problemas — lo empuje y él volvió


acercarse, tomándome del cuello y sonriendo sobre mi boca,
calentando mi boca con su aliento.

— ¿Problemas por qué? Estás soltera...

— Caelus —advierto, pero me no me deja hablar más ya que me


besa los labios, abriéndose paso a boca, metiéndome la lengua y
acercándome más a él al punto que me restriega la potente erección
en el ombligo que me hace latir con el corazón con fuerza mientras
siento un nudo en el pecho.

No puedo...

Intento alejarlo mientras los "te amo" de mi hermano llegan a mi


cabeza haciéndome sentir mal mientras Caelus me besa en cuello y
con sus manos se encarga de alzar mi falda.

Suelto un jadeo involuntario cuando se abre paso en mi ropa interior,


me toca y me avergüenza que este tan mojada que los dedos se les
resbalan. Lo empujo haciendo que caiga de culo en la silla y me le
quedo viendo como saca un condón de su bolsillo y se saca el
miembro erecto que le llega hasta el ombligo mientras se cubre con
el látex.

Mi boca se seca y a pesar de todo, me le siento encima, besándole


los labios y él se adentra a mi haciendo que ondee las caderas y
voltee los ojos. Me maltrata su tamaño, pero me la meto toda al
punto que siento sus bolas y me relamo los labios, brincando sobre
ella haciendo que él suelte gruñido que me erizan la piel.

Me besa el cuello y la boca, me toca las tetas por encima de la


camisa y no sé cuánto tiempo pasa cuando el clímax llega y él se
viene en el condón.

El libido se me baja de golpe al darme cuenta lo que he hecho y me


quedo quieta mirándole a los ojos.

— No eres virgen — dijo más para sí mismo que para mí y yo lo


alejé, saliendo de él y colocándome la ropa con rapidez mientras él
simplemente me miraba con una estúpida sonrisa.

— ¿Hay algún problema con eso? — pregunte a la defensiva,


cruzándome de brazos y él se guardó el miembro, quitándose el
condón, lo desecha arreglándose la camisa sin ordenarse el cabello
que es un completo desastre por culpas de mis manos.

— No, pero me resulta muy interesante — se relame los labios y


trato de regular los latidos de mi corazón cuando se acerca — Tu
hermano siempre intenta protegerte de todos, te prohíbe estar cerca
de los hombres, pero ya te han follado.

— Piensa lo que quieras.

Trago saliva, encogiéndome de hombros, actuando como si no me


importara lo que acaba de decir, pero me impide moverme
acorralándome contra la pared de las duchas.

— ¿Sabes lo que pienso, Jakeline? — pregunto cerca de mi rostro y


mire hacia sus labios sin poder controlarlo.

Solamente había besado y follado con Joseph, hacerlo con Caelus


me hacía sentir como si estuviera cometiendo algún tipo de
adulterio, pero técnicamente no estaba dentro de ninguna relación.
— No me importa lo que pienses — respondí y él me sonrió muy
cerca de los labios, haciéndome latir con rapidez el corazón.

— Yo creo que esto si te va a importar — suelta relamiéndose los


labios — Porque acabas de darme la respuesta que tanto estaba
buscando sin necesidad de preguntar.

Me quedo estática y él me besa los labios con rapidez haciendo que


lo empuje con fuerza para que se aleje.

— En tu vida vuelvas a besarme — lo señale con mi dedo y él se


carcajeo como si hubiera dicho lo más divertido de mi vida.

— ¿Correrás a decirle a tu hermano que lo hice o se lo contaras a tu


papi?

— ¡Solamente aléjate y ya, Caelus! — dije y él rodó sus ojos al cielo


como si hubiera dicho lo más estúpido del mundo.

— ¿Mucha culpa? Acabamos de coger y debo admitir que no me


decepcionaste, pero tampoco es necesario todo este drama.

— No quiero volver a hacerlo — le deje en claro y él sonrió, burlón.

— ¿Por qué? — insistió — ¿Te pesa haberle sido infiel a tu


hermanito?

Me quedo estática y volteo su rostro de una bofetada.

— Deja de decir majaderías.

Sonríe mientras endereza el rostro y se acerca un poco, soltando


encima de mi boca:

— ¿Te aterra que lo haya descubierto?

— No descubriste nada porque solo lo estas imaginando.


— Si lo estoy imaginando — suelta — Sal conmigo agarrada de la
mano y le dices que acabamos de coger.

— No — digo de inmediato con horror porque no podría imaginarme


la cara de Joseph y él sonríe con victoria.

El miedo de que le diga a todos crece y el hecho de que soy una


enferma me hace apretar mis puños.

— ¿Ya se te acabo lo valiente? — se burla y levanto la mano para


volver a abofetearlo, pero él me lo impide, tomando el brazo de
inmediato con unos reflejos que me producen escalofríos. Sus ojos
se vuelven oscuros y la sonrisa en su rostro escalofriante.

— Siamo tutti malati — suelta en un italiano perfecto que me eriza


los vellos del cuerpo porque entiendo de inmediato a qué se refiere.
Las lágrimas se acumulan en mis ojos y...

— No le diré a nadie que lo sé, Jake — dice y me besa la mejilla


mientras me suelta la mano que cae a mis costados como si hubiera
perdido la fuerza. Solamente puedo mirarlo mientras siento el olor a
chantaje en cada uno de sus movimientos y cuando me susurra en
el oído, sé que estoy jodida: — No lo haré porque tú también me
guardaras un secreto.

Y se va, dejándome con las emociones encontradas que no entendí


en ese momento hasta que el año siguiente, me confeso lo que
había hecho con una sonrisa en el rostro como si supiera desde
hace tanto tiempo qué es lo que haría y cuál sería el final de todo
haciendo que la frase que me dijo aquella vez, tuviera
completamente sentido.

Siamo tutti malati.


Capítulo 41 (*)
LUCY

El olor a envidia, miedo y desprecio son peculiares y cuando se


juntan los tres resulta tan asqueroso que te producen nauseas.

La mente humana es tan compleja y es capaz de lo inimaginable;


«El verdadero monstruo al que deberías tenerle es a ti mismo
porque solamente tú eres capaz de hacer realidad tus peores
pesadillas» Es algo que es tan cierto que nadie ha sido capaz de
negarlo.

Jake vuelve a colocar esa máscara de que todo en su vida está


bien, incluyendo el hecho de que le joda que su hermano esté
comprometido con Rose Bush quien sonríe dándome una mirada de
desprecio que no tiene sentido, pero bien dicen que las víboras
andan en grupo y que si lastimas a una de ellas, todas vendrán
contra ti.

Quisiera advertirle que está cometiendo el peor error de su vida y lo


tensa que está me explica que el miedo es inferior a la envidia y el
desprecio de todo lo que me estoy comiendo frente a ellas porque
demuestra ser un ser humano promedio. Una estúpida persona
incapaz de analizar su entorno, sus contrincantes y sus posibles
finales porque toma más en cuenta los sentimientos que las
situaciones.

Mi intención fue clara a la hora de pedirle a los cinco que los quería
para mí, pero ellos tenían también el derecho de decir que no y es
tan obvio que no lo dijeron lo que me dijo de inmediato lo mismo que
el mismísimo Cristian Fairchild me confirmo esa tarde antes de que
termináramos sudados entre gemidos y un dulce y frío chocolate
derramado sobre nuestro cuerpo.
«Sabias que íbamos a decir que sí» Una sonrisa se coloca en mi
rostro porque hay ventajas de saber jugar con tus opciones, con las
cartas que te da la vida porque todo es un estúpido e insignificante
juego de póker donde puedes perder todo o salir victorioso y Dove
se acerca a Jake, se inclina y le susurra algo que la deja helada.
Jake me mira de reojo y Dove se endereza con una sonrisa mientras
su hermana, se relame los labios mirándome de arriba abajo.

— Te invitaré a la fiesta — suelta Rose — solamente para que veas


cómo Caebrán se arrepiente de haber dejado a mi hermana por una
mosquita muerta como tú.

Jake menea su cabeza ante las estúpidas palabras de Rose y


cuando ella está dispuesta a quizá, defenderme, levantó la mano
porque sencillamente no necesito de nadie para darme mi lugar y le
regalo una sonrisa dulce porque ella no tiene culpa de nada aquí y
cuando miro a las Bush, cualquier atavismo de dulzura desaparece
de mi rostro y me coloco completamente seria.

Me acerco a Rose, porque a pesar de estar hablando por su


hermana, queriendo recuperarle la dignidad que no tiene ni tendrá,
es la que se está metiendo en un juego y en un problema que no le
corresponde queriendo insultarme cada que puede.

No me molesta que lo haga, pero... existen cosas que me gustan


muchísimo y una de ellas es aterrizar a las personas de culo para
que entiendan la realidad que se niegan a aceptar.

— ¿Qué tanto amor propio les falta para aceptar que son la segunda
oportunidad de todos?

Le sonrió al ver la expresión de odio que le toma el rostro que se le


coloca tan rojo como un tomate. El hecho de que presione las
manos a sus costados, pero sea incapaz de golpearme como lo
habría hecho semanas antes me demuestra que su hermana fue a
chillarle sobre la pequeña conversación que tuvimos en el baño y
que a ella le quedo claro que escondo algo detrás de mi cara bonita.
— ¿Ya no eres tan valiente? — pregunto acercando mi rostro al
suyo lo suficiente para sentir mis labios rozando contra los míos
mientras hablo. Susurro lo suficiente bajo para que sea un murmullo
apenas audible para ella y la tensión de Dove Bush que esta
estática al lado de Jake Calandra me hace sonreír mirando a Rose
— ¿Por qué no lo haces? — insisto — Golpearme e intentar
pasarme por encima porque con mi llegada están perdiendo el poco
poder que tenían aquí y solo por elegir el bando incorrecto.

Sus ojos verdes destilan furia y me paso la lengua por los labios
antes de rozarlos otra vez. Cualquiera que nos vea podría decir que
nos estamos besando, empezando ese juego previo que podría
hacernos subir a un siguiente nivel de placer en cualquier momento,
pero la tensión que irradia su cuerpo y el de las dos personas que
están aquí además de mí, demuestra que nada es lo que parece.

Me gusta incitar a las personas, me gusta llevarlas al límite hasta


que exploten y Rose podría hacerlo, pero hay algo que la hace
contenerse.

Ese algo me demuestra que no es tan estúpida como parece.

— Hazlo — vuelvo a tentarla y ella suelta aire por la nariz como un


toro sin ser capaz de alejarse ni romper el contacto de nuestros
ojos.

— Sé que escondes algo — suelta y sonrió de forma ladeada


maravillada porque las cosas están saliendo mejor de lo planeado
— Y voy a destruirte cuando descubra toda la verdad.

— ¿Será un juego de ver quién descubre la verdad primero? Porque


creo que, en este pueblo, no soy la única que esconde cosas.

Eso parece hacer que en su pequeño cerebro ocurra algo, una


especie de bombillo imaginario se prenda y que su rostro se
contraiga me demuestra que no es Jake, que ella no sabe fingir y
que es una estúpida porque es fácil leerla si sabes analizar sus
movimientos.
— ¿Ahora qué te parece el juego, Rose? — digo y beso sus labios
separándome un poco para poder disfrutar su cara — Tu y yo
compitiendo por descubrir los secretos, solamente que tienes una
pequeña desventaja en todo esto y es que no me gusta perder.
Verás, soy un poco vanidosa y ya he descubierto muchas cosas
como para dejarme ganar por alguien como tú así que te tocara
esforzarte un poquito más.

— No sabes... — comienza y suelto una risita, ojeando a su


hermana y a Jake que no quitan los ojos de la escena.

Hago un "sh" antes de acercarme otra vez.

— Deja de amenazar que no le tengo miedo a nada y mucho menos


a ti, bebé — esta vez beso su mejilla inspirando el olor cítrico que
desprende su cuerpo, siento cómo se retuerce, cómo los escalofríos
toman su delgado cuerpo y cuando me separo, le regalo una sonrisa
de suficiencia. Sus nudillos están rojos de tanto apretar sus puños y
me encanta que sea incapaz de hacer algo, que demuestre que no
es más que una cobarde, una estúpida que se deje manejar.

Me regocijo en su miseria y...

— Púdrete, zorra — escupe y contra todo pronóstico quizá para


alguien ajeno a la pequeña y amistosa conversación que tuvimos
hace unos minutos, Rose Bush se da la vuelta y sale del baño
haciendo que Dove suelte un chillido mientras se va detrás de su
hermana revoloteando como una estúpida abeja, Jake me mira y
simplemente me encojo de hombros volviéndome a ver en el espejo,
arreglándome el cabello como si nada hubiera pasado.
Capítulo 42 (*)
LUCY

La manera en la que Jake actúa los días siguientes a que fuera


descubierta, es realmente fresca y agradable. Como si le hubiera
quitado un peso imaginario de los hombros y aunque no hemos
hablado de ello, cuando estamos a solas, puedo sentir esa chispa
en sus ojos que me dice que tengo algo muy preciado para ella
entre mis manos y que, si llego a lastimarla con ello, me convertiría
en un completo monstruo y acabaría con su vida.

No lo haría y una parte de ella lo sabía; así como ella tenía claro que
después de todo no la iba a juzgar por la relación que mantiene con
su hermano, así como ella no había dicho ninguna palabra acerca
de los sucesos que habían transcurridos a los días siguientes que
involucraban a los cinco Fairchild y nuestra aparente relación de la
que todos hablaban.

Jake no había dicho ninguna palabra sobre la escena del baño que
incluía a las hermanas Bush y solamente un día se sentó con ellas
porque Rose no dejaba de molestarla sobre la supuesta fiesta de
compromiso y al día siguiente la invitación estaba entre mis manos
de la manera más ridícula y simple, dándome a entender una vez
más que no podría ser más que una estúpida fachada:

Joseph Calandra y Rose Bush te invitan para su fiesta de anuncio


de Compromiso que se hará en la mansión Bush este sábado
porque ambos quieren gritar al mundo que están perdidamente
enamorados y que unirán sus vidas para siempre.

No podría ser más seco y sin emoción. La carta era de letra cursiva
azul y el fondo gris, sin detalles. Rose se la entregó a todos,
incluyendo a los que no eran de su clase, a los dos becados que
nadie notaba y que asistían al Colegio por obra de Dios.
Esos dos chicos invisibles que tenían aspectos de nerds, siempre
estaban juntos y tenían la mirada gacha porque era el centro de
burla de todos por su estatus inferior.

Y no me sorprendió que Rose los invitara, después de todo, ella


simplemente quería que el mundo supiera con quién iba a casarse,
porque después de todo, la familia Calandra era la que le seguía a
los Fairchild en dinero y posición.

Todos estaban en sus mundos, todos querían ir y escuché a una de


las chicas en pintura y artes plásticas preguntarle a Marta:

— ¿También irás a la fiesta?

— Recibí la invitación — fue su respuesta, ojeándome y la chica no


me miro, así como tampoco lo hacían con ninguno de los Fairchild y
nadie en general.

La chica simplemente asintió.

— La temática será divertida, estilo retro... hum, debo admitir que


las fiestas de las Bush siempre han dado de qué hablar.

Marta codeándome, preguntó:

— ¿También iras?

— Si ellos van... — fue mi respuesta y la chica se permitió mirarme


por una milésima de segundo antes de bajar la cabeza lo que me
produjo cierta diversión.

Todos podían inventar chismes, pero eran incapaces de dirigirme la


palabra o simplemente mirarme y no sabía si era por el estatus
económico o porque todos aquí los creían como una especie de
Dioses inmortales.

— Lucy ella es Daria — la prestó y la chica se sonrojo mirándome a


los ojos. Era bonita, utilizaba un gancho con una "D" en su cabello
rubio — Hija de un político.
— Lucy Beckett — me presente extendiendo mi mano y ella la
estrechó. La vista de las demás chicas sobre nosotras sin dejar de
perderse el intercambio.

— La afortunada que vive con los hijos de la élite... — comienza y


meneo mi cabeza.

— La misma que se los coge y que los tiene solo para ella — digo
en el mismo tono despectivo que ella y suelto su mano haciendo
que ella abra los ojos. Se hace un amplio silencio y suelto una risita
antes de añadir: — Ellos afortunados de vivir conmigo, déjame
decir...

Marta suelta una risita nerviosa y la chica que suelta cualquier


excusa para alejarse. Termino de arreglar mis cosas y me quito el
delantal que está repleto de pintura antes de mirar a Marta que no
me ha quitado la mirada de encima desde que la tal Dorian se fue.

— ¿Qué? — pregunto cuando siento que es muy intensa esa mirada


que me da y ella menea su cabeza, regresando a la realidad.

— No debes actuar así — es lo único que dice y dejo de recoger las


pinturas para mirarla como si le hubiera salido un cuerno rosado en
medio de la frente.

— ¿Perdón?

— Lo que escuchaste — ella dice, arreglándose los lentes — Es


incomodo que digas eso — menea la cabeza cuando ve mi cara
descolocada, corrigiéndose: — ... bueno, quiero decir que no es
bueno que le digas a todos sobre eso. Es como si alardearas que
solamente tú puedes conseguir lo que nadie más ha podido.

— ¿Estas sugiriendo que debía aceptar que ella me dijera que era
afortunada por vivir con ellos en vez de decir algo sobre mí? ¿Qué
aceptará el estúpido termino y asintiera hacia sus palabras como
una estúpida?
— No es para que te molestes... — comienza, pero la interrumpo.

— ¡Claro! Lo que quieres decir es que actúe más como tu — la burla


clara en mi voz — Pero déjame decirte que no me gustan las
etiquetas y "afortunada por..." van en esa lista.

— Esa chica es una de las más adineradas de Hiverdele — susurra


y me encojo de hombros.

— ¿Crees que el dinero va a impresionarme? — me burlo y ella se


endereza, recogiendo las pinturas con rabia y haciendo que varias
de ellas se mezclen y haga un desastre.

Resopla y se pasa la mano por el cabello antes de apuntarme con el


dedo:

— No eres la misma que conocí en el pasillo — recrimina y me


encojo de hombros.

— No puedes pensar que las personas sean las mismas siempre —


la miro con seriedad — Somos seres cambiantes, ¿en serio crees
que voy a actuar igual que hace más de un mes?

— Esta bien — dijo finalmente, demostrándome una vez más que es


una de esas personas incapaz de tener y mantener su punto de
vista firme a pesar de las circunstancias.

La dejo quieta mientras ella arregla todo sin decirle ninguna palabra
más. La profesora nos da el resultado de nuestras calificaciones,
evalúa la pintura y la campana anuncia que es el último día de
clases de la semana diciendo que la próxima semana, exactamente
el viernes, estaremos en la cabaña, defendiendo el proyecto
comunitario. Salimos del salón y Jake se apresura a llegar hasta
donde estamos, con el cabello mojado y el uniforme arrugado.

— ¿Cómo les fue? —pregunta y Marta mira el suelo como es de


costumbre. Yo sonrío besándole ambas mejillas a la rubia que esta
fría con las mejillas sonrojadas y cuando nota que la estoy mirando,
se apresura a decir: — Natación.

— Ya nos anunciaron cuándo vamos a partir a la cabaña — digo y


ella asiente, haciendo una mueca y caminando junto a nosotras por
todo el pasillo.

— A nosotros también — repuso — Pero Caelus dijo que nosotros


nos iríamos... antes.

— ¿Antes? — pregunto con cierta confusión mientras abro el locker


y guardo los cuadernos allí. Jake asiente mientras Marta abre el
suyo que queda del otro lado de la pared y cuando cierro el mío, ella
está a mi lado, mirando a Jake.

— Caelus dijo que luego de la fiesta de Cristian, partiríamos para


allá y estaríamos desde el lunes disfrutando las instalaciones y
luego nos iríamos junto con los otros.

Ahí fue que recordé la famosa fiesta de Cristian que Teodora había
anunciado en la noche del día anterior con mucho y excesivo
entusiasmo y que no tenía sentido porque Cristian había cumplido el
diecisiete de febrero y estábamos en marzo, casi los últimos a
exactamente cuatro días del cumpleaños número dieciocho de
Caebrán. Pero exactamente, Teodora había dicho "los dieciséis de
Cristian" y no sé si era preferencia, pero durante el resto del día,
todos en la mansión estuvieron hablando sobre ello, hasta el
mismísimo Caleth que lucía orgulloso, como si en esa familia,
cumplir dieciséis fuese lo más importante del mundo.

— No lo sabía — dije finalmente y Jake se encogió de hombros,


restándole importancia.

— Lo decidieron en el salón — comento con simpleza, comenzando


a caminar junto conmigo y Marta que, al parecer, no tenía ánimos de
hablar ni comentar nada extraño como el resto de los días.
Algunas veces me sorprendía la confianza que tenía Jake para
soltar cosas frente a ella. Algo así como si se conocieran desde
hace años y eso hacía que otros puntos comenzaran a unirse
porque según Marta, su amiga era Katherine y Katherine fue la
misma que murió en el acantilado Hernos.

Una de las tantas palabras extrañas de Marta comenzó a


reproducirse en mi cabeza, exactamente, la que dijo el primer día;
«Alguien que conocí terminó muy mal porque le gusto uno de ellos»
Y aunque ese día pensé que se trataba de un corazón roto, luego
deduje, con cada pequeña pista que iba recolectando, que se refería
a una muerte.

No tenía pruebas, siempre que preguntaba, se comportaban


extraños como si ese nombre estuviera maldito y tenía un pequeño
plan en mente, porque quería conocer la verdadera historia detrás
de esa chica, la razón de su muerte y qué conexión tenía con los
cinco.

Dejé de hacer teorías conspirativas dentro de mi cabeza cuando


sentí una mano en mi cintura.

Caebrán me beso la mejilla, cerquísima de los labios y le dio a Jake


un golpecito en la cabeza haciendo que ella le diera una mala
mirada antes de reír. Marta al parecer reacciono cuando Caebrán
llegó y le dio un asentimiento a él pelinegro que sonrió antes de
pasar su brazo por mi hombro.

Y ahí estaban de nuevo, las miraditas, los cuchicheos que parecían


un programa repetitivo que nunca podría acabarse y empeoró
cuando el resto de los hermanos, incluyendo a Crono llegaron junto
con Joseph que abrazo a su hermana besando su frente.

Un acto dulce que podría parecer fraternal para cualquiera, pero era
imposible para mí porque conocía el secreto, la razón detrás de
ellos que los unía sin contar la sangre y el apellido. Jake sonrió y
esa simple sonrisa que duro aproximadamente sesenta segundos,
fue genuina, pero se acabó tan rápido porque ni siquiera terminó de
saludarnos, cuando las Bush se acercaron acabando con la
pequeña burbuja de felicidad de Jake con sus presencias y fue
entonces cuando me pregunte internamente: ¿cómo sería la vida de
Jakeline sin las Bush? Quizá menos complicada, pero siempre seria
la misma, quizá con otras personas, diferentes circunstancias, quizá
con unas chicas menos intensas y venenosas, pero estaba tan
segura que el destino, le pondría las mismas piedras en el camino
porque así era él; cruel, indeciso y enigmático.

— Supongo que ya tienen la ropa lista para hoy — soltó Rose,


después de darle un beso a su "prometido". Dove miraba
exactamente el brazo de Caebrán sobre mis hombros y solamente
para molestarle, le di un pequeño beso en la mejilla que él
profundizo cuando me tomo del rostro con su mano libre y giro mi
rostro para darme un beso en los labios.

El resto de sus hermanos estaban con el rostro impasible. Rose


abrazó a Joseph y él le respondió el abrazo de mala gana, Jake
sonrío como si la situación no le afectará y Dove entrecerró sus ojos
hacia mí.

Marta era una espectadora ajena a todo el revuelto que apenas


estaba por comenzar y lo corrobore cuando Rose lanzo la primera
daga: — Se debe venir en pareja.

— Yo tengo la mía, gracias — dije mirándola con una sonrisa en el


rostro y Dove miró a Caebrán con atención excesiva, pero él la
ignoraba como si ella no existiera.

Pobre, Dove.

— Iré con Caelus — Jake soltó y no dije nada. Él me miro y me


encogí de hombros regalándole una sonrisa.

Había puesto términos, reglas, exactamente una y era la


exclusividad por parte de ellos, pero sabía que entre Jake y él no
sucedería nada porque ella estaba enamorada de su hermano.
Joseph puso mala cara de inmediato y me gusto tanto que ella le
diera una cucharada de su propio jarabe, demostrando que no
agacharía la cabeza y que ser mujer no significara que pudiera
también hacerse valer.

— ¿Empezaran una relación? — pregunto Rose con cierta burla en


la voz, mirándome. Estaba tan segura de que ella al igual que todos
había escuchado los rumores sobre la relación poliamorosa y que
intentaba de alguna manera producirme celos, pero me mantuve
con la sonrisa, sin vacilarla en ningún momento porque no le daría la
satisfacción y porque, primeramente, sabia el secreto de Jake.

— ¿Es problema tuyo? —inquiero ella a la defensiva, ni negándolo,


ni aceptándolo y los ojos de Joseph no se le quitaban de encima.
Era tan obvio, pero lo único que te evitaba descubrir que detrás de
esas miraditas había algo más era el simple hecho de que podría
fácilmente excusarse en que era un hermano celoso como me
imaginaba que todos pensaban de él.

— Pobre Lucy que se deja montar el cuerno... — soltó Dove y me


encogí de hombros.

— ¿Pobre por qué si todavía me quedan cuatro? — contraataque


con una ceja levantada haciendo un puchero tonto en los labios.

Cristian soltó una carcajada y ambas hermanas pusieron mala cara


al ver que ellos no decían nada respecto a eso. Dove resoplo,
arreglándose la chaqueta que cargaba y su teléfono comenzó a
sonar.

Rose la miro, los cinco comenzaron a hablar entre ellos sobre algún
tema que no entendí realmente y Dove se tensó contestando la
llamada.

Jake hablaba con Marta preguntándole sobre el proyecto y si estaba


a gusto con quienes estaba y mientras Dove contestaba la llamada
con un "papi" muy agudo, Marta solamente comentó: —Daria es
muy amable al igual que sus amigos.
Entonces entendí que todo el show de horas antes y la razón por la
que Daria le hablaba, era porque habían hecho la película juntas.

— ¿Dónde estoy? — Dove pregunto, pareciendo un fantasma,


colocándose más pálida de lo normal, pero con una sonrisa en el
rostro, sonrisa que flaqueaba cada vez que su parte le respondía
aparentemente algo en la línea — Rose se irá directamente con
Joseph. Sí, los que contrataste irán para allá... hum, está bien. Te
esperaré aquí entonces.

Colgó la llamada y se percató que la estaba mirando. Rodo sus ojos


y miro a su hermana, interrumpiéndola porque ella y Joseph
hablaban sobre la aparente fiesta de compromiso: — Voy a irme.

Rose se echó el cabello azul para atrás. Los cinco seguían hablando
y Jake y Marta, estaban mirando a las Bush al igual que yo.

— Papi quiere que me divierta con él.

Jake hizo una línea fina con sus labios, Marta simplemente bajo la
cabeza y Joseph miro a Rose que trago saliva, relamiéndose los
labios y mirando a su hermana le preguntó:

— ¿Estás segura que quiere estar con papi?

— Si, ¿por qué no debería estarlo? —pregunto con una ceja


levantada, mirándome a mí y su hermana soltó una risita nerviosa,
negando con la cabeza como si se hubiera acordado de algo.

— Ok, nos vemos más tarde.

Dove asintió, miro a Caebrán que la miro también y ella


simplemente soltó aire por la boca de forma ruidosa y se dio la
vuelta, caminando lejos de nosotros.

Los cinco dejaron de hablar y Consus dijo que tenían que ir hacia
algún lado, pidiéndole a Jake que en su auto me llevé a la mansión
y cada uno se despidió de mí, con un beso en los labios de forma
casta, llevándose las miradas de todos en el lugar hasta que fue el
turno de Crono, que se colocó frente a mí.

Levante la cabeza y le regale una sonrisa pícara mientras él me


miraba de forma extraña, tan extraña que podría decir que no era la
que siempre tenía, con la que miraba a todos con esa expresión de
aburrimiento y vacío, está, exactamente con la que me miraba, se
trataba de la misma que había puesto cuando me vio levemente
cuando estábamos en su auto, antes de bajar y entrar a la fiesta de
los Calandra.

— ¿No vas a despedirte? — pregunte mientras seguíamos con el


duelo de miradas.

Se relamió los labios y sus pupilas estaban dilatadas como siempre,


lo que me llevó a preguntarme si siempre estaba dopado. Era algo
que todos decían y que poco a poco, aunque no le prestaba mucha
atención, comenzaba a creer. Lo que tal vez explicaba su extraña de
ser y cómo siempre estaban sus ojos verdes venenosos.

— ¿Es necesario que lo haga? —pregunto y me mordí el labio,


acercándome un poco.

Era tan consciente de que todos me miraban, incluyendo a Rose


que dejó de hablar con Joseph, el resto de los cinco, Jake, Marta y
los demás estudiantes que estaban en el pasillo como podía sentir
la extraña tensión que siempre había cuando él y yo hablábamos,
interactuábamos o simplemente estábamos cerca.

Una tensión peor de la que tenía con sus hermanos mientras me


miraba, esos ojos atormentados y cansados, de un color verde
extraño, que tal vez podría lucir escalofriante, un verde que a mí...
me gustaba.

— Claro que lo es. Se supone que son míos, ¿no? Además quiero
que me saludes.

— ¿Así que, si tú quieres que te salude, debo hacerlo?


— Si.

Él sonrío de forma vacilante y exactamente, esta era la segunda vez


que lo veía sonreír. Sus bonitos dientes eran blancos, relucientes y
me gustaba su cara de antisocial, su aire de
«nomejodasotemetountenedorporelculo» pero... su sonrisa era muy
bonita y extraña, porque no era ni parecía feliz, era simplemente un
simple gesto, vacío, como al parecer él se sentía.

Espere que me dejara hablando sola, que me pasara por al lado y


es que confiaba en mis alcances, no era una persona insegura,
sabía lo que valía, lo que significaba y el impacto que podría tener
yo en la vida de otro, pero... Crono era tan enigmático, extraño y
raro que, en mi lista de cosas y misterios por descubrir, él estaba
ahí, pero para mi sorpresa, se inclinó y me miró a los ojos,
enviándome chispas por todo el cuerpo y se acercó a mi mejilla,
dejando un beso cerca de mis labios y susurrando sobre mi piel:

— Nos vemos en la fiesta, Lucy.

Me relamí los labios, quedando extasiada por su aroma suave


similar a roble o madera, con nicotina y un olor dulce, pero acido
que no pude describir. Se alejó y me dio una última mirada de pies a
cabeza, alejándose y me gire sobre mis talones, para mirar a Jake y
por el rabillo del ojo, mirar como los cinco que eran tan diferentes
entre ellos, se iban en su pequeño y selecto grupo, luciendo
terriblemente irresistibles, misteriosos y deliciosos.
Capítulo 43 (*)
LUCY

El agua recorría cada centímetro de mi piel. Las gotas se


resbalaban y cerré los ojos, pasándome el jabón por el cuerpo como
una especie de relajación, aunque era en realidad una forma de
canalizar mis recuerdos, aquello que no me permitía dejar salir ni
pensar por nada del mundo pero que algunas veces, hacia
excepciones.

Recordé los gritos, el sonido de la sirena y su sonrisa a pesar de


estar cubierto de sangre, mis manos manchadas y esa sensación de
euforia que me recorría cada centímetro de mi piel.

Seguí pasándome el jabón por el cuerpo, escuchando el salpicar de


las gotas que caían de mi cuerpo chocar contra el suelo y destruirse
al mismo tiempo que mis vellos se erizaban y los recuerdos pasaban
por mi cabeza, aunque me esforzara por olvidarlos, seguían ahí;
presentes, molestos y dolorosos.

Siento las lágrimas en mis ojos, un escalofrió me recorre el cuerpo y


cuando escucho la voz en mis oídos, mi corazón late con mucha
fuerza contra mi caja torácica.

Cuando más te esfuerzas en luchar contra tu propia naturaleza,


existen puntos de quiebre. Lo sé, lo entiendo y estoy tan segura de
ello que suelto un chillido agudo porque es doloroso, desastroso e
intento controlarme, pero la voz está ahí, se repite como todos los
días cuando me permito tener un quiebre:

«El pasado nunca se olvida, Lucy y del gen que corre por tu sangre,
no se huye» Siento el tiempo en regresiva, un sabor metálico se
extiende por mi boca, parece que mi oído está tapado, me comienzo
a marear al mismo tiempo que siento ardor exactamente en la
cicatriz. Escucho todo de cerca, reviviendo aquello que me esfuerzo
por mantener enterrado, estoy tan quieta que soy consciente de
cada gota de agua cayendo por mi cuerpo mientras siento pánico
recorriendo cada espacio de mi ser.

Siento que me estoy ahogando y suelto un grito que me hace vibrar


el pecho, que resuena por todas las paredes, me hace doler las
cuerdas vocales por la fuerza con la que intento soltar todo lo que
tengo acumulado y refleja todos los sentimientos que me inundan el
cuerpo.

Abro mis ojos y mis manos tiemblan, el jabón cae al suelo y caigo de
culo en la ducha, el sonido de mi cuerpo chocando con la cerámica
es un eco y trato de estabilizar mi respiración, pero siento
demasiado, en especial; pánico.

Un sabor a bilis se apodera de mi garganta, trato de levantarme,


pero caigo por lo resbalado que esta el piso y la falta de fuerzas en
mis piernas.

La puerta del baño gigante se abre, veo mi reflejo en uno de los


espejos de la pared, así como noto a Consus caminar hacia mí en
mi visión borrosa. Mi pecho sube y baja, un pitido se apodera de mis
oídos y solamente soy consciente como la regadera se cierra, soy
levantada y sacada del baño en brazos mientras cierro los ojos y me
sumo a la oscuridad mientras mi subconsciente trata de recordarme
que no es real, que es una pesadilla, pero hay algo que me recuerda
que no lo es.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Abro los ojos con lentitud, la oscuridad desaparece y poco a poco


vuelvo a la realidad, adaptándome a la luz que me hace entrecerrar
los ojos un poco con molestia.

Siento mis labios secos y antes de que pueda moverme, siento la


mano de Consus en mi brazo, reconozco que estoy en mi
habitación, así como tengo una pequeña venda en mi brazo. Siento
un ardor en la parte posterior de mi cabeza, hago una mueca porque
al parecer lo que sea que me sucedió en el baño fue más fuerte de
lo que pensé y Consus me mira, relamiéndose los labios.

«No fue una pesadilla» Es lo único que repite mi cerebro cuando


logro adaptarme a la situación. Mi cuarto está en completo silencio y
estoy envuelta en una toalla.

— Tuviste un ataque de pánico por alguna razón mientras te


duchabas y te caíste por el agua, el golpe te llevo al desmayo
porque te golpeaste la cabeza contra la cerámica y te tomo media
hora despertar, te aplique un suero por intravenosa para hidratar tu
cuerpo mientras estabas inconsciente y revise que la contusión no
fuera demasiado fuerte y no necesitara llamar a ningún doctor —
explica mirándome, ajustándose los lentes y asiento con lentitud,
soltando aire por la boca.

— ¿Cómo sabes...? — pregunto incorporándome, tratando de


ignorar el hecho de que el ataque de pánico haya sido lo suficiente
fuerte para que todo aquello sucediera y que ahora, no puedo
mentirme con que son pesadillas y no es real. Él me ayuda
sonriendo mientras se encoje de hombros, restándole importancia.

— Me gusta ver Grey's Anatomy.

— ¿Es eso o tu coeficiente intelectual elevado que te hace tener


clases de mucho más avanzadas de las que ves en el Colegio? —
enarco una ceja y él suelta una risita ronca que me eriza los vellos
del cuerpo mientras continúo, tratando de ignorar el dolor en la parte
baja de mi cabeza: — Eso sin contar que escuche a la madre de
Marta diciéndole a Caelus que te volviera a decir que no es
necesario para ti seguir viendo clases cuando perfectamente
podrías estar graduándote de algo en la Universidad.

Consus enarca una ceja, mirándome por unos minutos y me abrazo


a mí misma, viendo la oscuridad de la noche por la ventana.

— ¿Iras a la fiesta? — inquiere viendo el vestido que está colocado


detrás de él, justo en el estante. Vestido que estoy segura que no
pertenecía a guarda ropas y que no compre.

— ¿Fiesta? — pregunto sin entender. Él hace un asentimiento sin


dejar de mirarme con atención y hago tronar mi cuello moviéndolo
de un lado a otro — ¿Qué dice el doctor? — pregunto en tono
juguetón cuando recuerdo de qué habla — ¿Puedo ir a la fiesta?

— Si te sientes bien...

— Por supuesto que estoy bien — sonrió y él asiente, levantándose.


Se quita los lentes y se relame los labios.

— Ya todos se fueron y Sophia fue quien eligió el vestido que


llevaras esta noche — dice — Es de época, así que dijo que le
avisara a la chica que está abajo esperando para maquillarte.

Comienza a caminar hacia la puerta y asiento, intentando


levantarme.

— Gracias — digo cuando él está por abrir la puerta y se gira,


encogiéndose de hombros restándole importancia.

Abre la puerta y gira su rostro para mirarme.

— Me avisas cuando estés lista porque te iras conmigo.

— ¿Y los otros? — pregunto antes de que cierre la puerta y él me


regala una sonrisa.

— Nos alcanzaran y entraremos los seis juntos — no me da tiempo


de responder porque cierra la puerta y me levanto, sintiendo el frío
del piso entrando a mis pies. Tengo el cabello húmedo y me
masajeo la parte posterior de la cabeza mientras llego hasta el
vestido y toco las lentejuelas negras que cubren todo el vestido.

Es corto, con escote y elegante. El color negro con las lentejuelas


me fascina y al lado están los tacones de aguja que llevare junto con
una pequeña carta en letra cursiva que abro mientras la puerta se
abre y una mujer de ojos claros entra seguida de dos hombres con
secadores, bolsos y peines.

— Pero eres una muñequita... — es lo que dice la mujer mirándome


de arriba abajo — ¡Stefan! Alista el secador — le grita al hombre de
cabello rubio que me sonríe.

La puerta se cierra y mientras ellos me arreglan, moviéndome de un


lado a otro como una telenovela, me encargo de leer la carta
repetidas veces:

Espero seas la sensación de la noche, Lucy.

Parecerás una de nosotros.

S.F

— ¡Eres una maldita obra de arte! — la mujer dice luego de soltar un


suspiro teatral y me rocían perfume antes de dejarme libre.

Me calzo los tacones, sonrió y uno de los chicos dos chicos, Stefan,
me ayuda a levantarme mientras la puerta se abre y Consus
aparece colocándose un saco de color negro. Tiene corbata, una
camisa blanca y unos pantalones de vestir ajustados que resaltan
cada centímetro de su cuerpo, me sonríe cuando me ve y sus ojos
grises brillan. Se arregla el cabello y a pesar de que la habitación
huele a mi perfume, el suyo le gana y me relamo los labios porque
huele condenadamente bien.

Se acerca mientras la mujer se despide junto con los chicos y me


toma de la mano, haciéndome dar una vuelta sobre mis talones
mientras no me pasa desapercibida la forma en la que me mira.

— ¿Qué tal? — pregunto con una sonrisa y él se acerca, tomando


mi rostro entre sus manos antes de darme un casto beso en los
labios mientras presiona su pelvis contra la mía.
— Estoy dudando asistir a esa estúpida fiesta — me confiesa y me
muerdo el labio inferior, ladeando la cabeza al ver aquella necesidad
en sus ojos.

« ¿Tan rápido Consus?» No puedo juzgarlo, pero me divierte


aquella chispa que veo en sus ojos. Intenta besarme otra vez, me
hago ligeramente hacia atrás pero me toma con fuerza de la cadera
y me pega a su cuerpo, tomándome del cuello y besándome los
labios al mismo tiempo que los recuerdos de aquel día donde no le
dio descanso a mi cuerpo, donde me demostró una fase de sí que
pasaba de ser excesivamente lujuriosa pero placentera, llegan a mi
mente al mismo tiempo que siento un cosquilleo en mi entrepierna y
siento como se humedece la tanga blanca de encaje que estoy
usando debajo del vestido.

Deja de besarme para buscar aire y le paso la lengua por los labios
antes de alejarme lo suficiente para poder hablar. Veo que intenta
buscarme otra vez, pero le pongo fin, regalándole una sonrisa llena
de picardía, dando un paso hacia atrás para poder ver bien su
rostro.

— Quiero conquistarlos a todos en esa fiesta y si no asistimos, no


voy a lograrlo — confieso en un tono mimado, tomándolo del saco,
luego palpando su camisa, sintiendo los duros que son sus
abdominales debajo de la tela suave. El gris en sus ojos se vuelve
oscuro cuando lo hago y me relamo los labios, sintiendo
exactamente su atención ahí, tal cual como quiero— Pero tú quieres
ser egoísta, ¿no es así? Quieres tenerme para ti como ese día que
a puesto que no olvidas...

— No voy a negar mis deseos — dice con voz ronca y sonrió,


pasando mi lengua por mis dientes cuando da un paso hacia mí,
recuperando la distancia pequeña que puse.

— Yo tampoco, pero... siento que deberíamos ir.

Me toma de la cintura y juego con la tensión pasando mi mano por


su cuello.
— Puedes decir que te sentías mal — comienza y ladeo la cabeza
porque me gusta saber que le es difícil controlarse, que el bulto en
su pantalón me demuestra que tiene ganas y continua, intentando
convencerme: — Que el golpe que te disté, aparentemente fue más
fuerte de lo que pensé y que querías descansar...

Beso sus labios, callándolo, pero esta vez, soy la que profundiza el
beso un poco más dejando entrar su lengua en mi boca y él juega,
chupeteando mi labio inferior antes de soltarlo. Toco su mejilla de
forma gentil y me coloco de puntillas para besarlo otra vez antes de
separarme sintiendo mis labios hinchados, mirándolo por encima de
mi hombro mientras camino hacia la puerta, alejándome y viendo
cómo se desespera porque no voy a cambiar de opinión.

— En verdad quiero ir a esa fiesta— confieso y él suspira,


desordenándose el cabello y me sigue sin decir nada más.

La tensión en el ambiente es tanta que podría cortarse fácilmente


con un cuchillo. Entramos al auto que ya estaba preparado gracias a
uno de los sirvientes y conducimos en completo silencio hacia la
mansión Bush, pero en vez de seguir la larga fila de autos, se hace
a un lado, estaciona el auto y cuando voy a preguntar qué sucede,
Crono, Caebrán, Caelus y Cristian se acercan a nosotros, todos con
trajes luciendo como lo que son: millonarios, sexys y misteriosos.

Me muerdo el labio inferior y Cristian abre la puerta, entrando al


Audi R8 de color negro con llantas de aleación doradas y cuando los
cuatro entran en el auto. Consus me mira y con una sonrisa hace
rugir el motor, dando una vuelta en U que hace chillar las ruedas
contra el pavimento y toca la bocina a los autos que se apartan y
entra, sin hacer la fila.

Los faros LED al frente que lanzan una luz láser que Consus
enciende hacen que todos miren aún más al lujoso auto que hace
quedar mal a todos los que están aquí. Apaga el motor y me mira
antes de sacar la llave que se guarda en el bolsillo del saco.
Los cuatro se bajan sin decir nada y Consus lo hace también.
Suspiro y cuando voy a hacerlo, la puerta se abre y Caebrán me
sonríe, dándome la mano que tomo para sacar primero un pie y
luego otro.

La atención de las pocas personas que están afuera de la fiesta cae


sobre nosotros y Caebrán me besa cuando logro salir del auto,
tomándome de la cintura. Profundiza el beso, dejando entrar su
lengua en mi boca, sintiendo delicioso el piercing y cuando siento
una mano que no son las de él posarse en mi cintura, abro mis ojos
y noto a Caelus con el rostro en blanco y los otros tres mirándome
sin ningún disimulo. No descuido el beso, lo profundizo volviendo a
cerrar los ojos y cuando Caebrán me deja ir luego de morderme el
labio, sonrió pasándome la lengua por los labios, relamiéndomelos y
mirando a los cinco hijos de la élite que lucen realmente atractivos
vestidos así.

Crono no mira el suelo como suele hacerlo, me mira a mí y Caebrán


me besa la mejilla antes de sonreírme haciendo que deje de mirar a
su hermano por unos cortos segundos.

— Te ves hermosa, Lucy — dice y sonrió tomando su brazo,


entrelazándolo con el mío.

— Gracias, Caebrán.

Sonríe mirando a sus hermanos y como si no fuese necesario


decirlo, comenzamos a caminar hacia la puerta que se encuentra
abierta con gente alrededor pero antes de ella, hay una larga
alfombra roja que pasamos, los cinco detrás de mí mientras camino
al frente con una sonrisa deslumbrante.

Los fotógrafos apuntas sus cámaras hacia nosotros y flash por todos
lados. Caminamos, pero no dejamos de sonreír, están cerca, tan
cerca que cuando Crono me toma de la cintura y me coloca entre él
y Caelus con Consus y Cristian en las puntas mientras Caebrán está
al lado de Caelus se hace un ligero silencio de las personas que
están detrás, pero los fotógrafos capturan el momento y también lo
hacen cuando Caelus me gira el rostro para darme un beso, aunque
su hermano me tenga agarrada de la cintura.

El beso es fugas, pero él sonríe comenzando a caminar un poco


más cerca de la puerta, donde siguen las fotos.

— Pensé que era de época — digo entre dientes y Caelus sonríe


mirando a la cámara al igual que sus hermanos al mismo tiempo
que nos toman otra fotografía.

— Creo que más que de época quiso hacerlo como una imitación a
Hollywood o una entrega de premios — es su respuesta antes de
caminar un poco más y pasar la puerta, siendo el único momento
donde él va adelante y los otros cuatro detrás de mí.

La música retumba con fuerza y la decoración es estupenda


mientras recuerdo las palabras de una de las chicas: «Las fiestas de
las Bush son increíbles» pero no tanto como las de las madres
Fairchild.

Hay globos dorados guindando del techo, las mesas están


colocadas en el sitio específico. El lugar da un aire de época retro
con pequeños detalles blancos y dorados por todos lados. La gente
baila en el centro y sonrió, entrelazando mi mano a la de Cristian
que se encuentra a mi lado mientras sus hermanos están detrás.

Se acerca una mujer con unos guantes, vestido blanco largo y


plumas en el cabello con una bandeja de bebidas.

— Bienvenidos a la celebración de unión — dice con una sonrisa y


acepto la bebida de color rojo mientras los cinco también toman una
cada uno, dejando la bandeja vacía.

La chica se da la vuelta y me tomo todo de un trago y no arrugo la


cara, sorprendiéndome, siendo consciente de una cosa;
«definitivamente mis niveles de alcohol han subido a niveles
gigantes» pero eso no significaría que iba a tomarme diez botellas
porque el control era algo que no podía perder. Cristian suelta una
risita y Consus me mira con una sonrisa. Caelus mira al frente al
igual que Caebrán y Crono y cuando lo hago también noto la
cabellera roja acercarse a nosotros y eso no me sorprende; lo que
me sorprende es que Marta este al lado de Dove con una expresión
relajada junto con la misma rubia que había dicho muchas
estupideces juntas en una oración.

Marta me miro y sonrió de forma leve. Trate de no hacer ninguna


mueca, es más, deje mi rostro sin ninguna expresión mientras me
preguntaba en qué momento ellas eran unidas o desde cuándo se
hablaban.

Daria o Dorian, como sea, la rubia quisquillosa se colocó en frente.


Ella lucía un conjunto gris de lentejuelas de dos piezas mientras que
Dove y Marta usaban vestidos. El de Dove era rojo como el color de
su cabello y su labial, con una corona dorada en su cabello mientras
el de Marta era un verde claro con escote en "v" que mostraba la
mitad de cada uno de sus senos mientras en su cabeza había una
pañoleta.

Lucían bonitas, las luces de colores les daban un toque interesantes


y Marta se acercó a mí, besando mi mejilla y Cristian no me soltó la
mano ni siquiera en ese momento.

Sentí la mirada de ella ahí, justo en la unión de nuestras manos. Su


sonrisa flaqueo, pero la compuso rápidamente. Ella lucia diferente,
no como la misma chica trastornada de siempre y no había rastro de
sus lentes de lectura.

Se veía atractiva con ese peinado y a pesar de que estaba con


Dove Bush y la rubia que no sabía de dónde había salido, le sonreí
porque a pesar de que no la considerara mi amiga, era quizá lo más
cercano que podría tener al igual que Jake.

— Te ves muy... wow —dijo ella y Caelus soltó una risita haciendo
que Marta se tensara. Dove lo miro con una expresión extraña
mientras la rubia era algo así como una espectadora con mirada
gacha que le daba miraditas a cada uno de los Fairchild en
ocasiones.

— Se lo hemos dicho mucho, créeme, — miro a su hermano y Marta


me soltó la mano, justo cuando escuchó: — ¿cierto, Cristian?

Caelus puso esa sonrisa maquiavélica y Cristian me beso la mejilla


bajo la atenta mirada de Marta que no se perdía ningún movimiento
lo que me llevo a pensar que luego de que ellos follaran en la
biblioteca, no había visto que ninguno hablará más, pero sí había
notado a ella dándole miraditas que él no respondía.

Recordé también cuando ella me preguntaba sobre él, exactamente


dónde estaba o con quién y cuándo intento acercársele en uno de
los almuerzos, pero él la ignoró.

— Es muy cierto, hermano — respondió el menor de los Fairchild y


Marta tragó saliva. Espere que dijera algo, pero ella se relamió los
labios y Dove dio un paso al frente, mirando a Caebrán.

«Aquí vamos de nuevo»

— Los novios vendrán en unos minutos — soltó para todos, pero


ella lo miraba exactamente a él como si esperara algo, pero cuando
no lo consiguió, rodo sus ojos con frustración y me miró — Ahí están
nuestros padres... es algo así para la familia, ¿tú tienes una o
también debes buscar un intercambio para eso? — solté la mano de
Cristian y me alisé el vestido a un costado con lentitud. La mire sin
decir nada y ella siguió, soltando su veneno mientras hacia una
estúpida mueca y se tapaba la boca mirando a la rubia estúpida que
soltó una risita sin sentido — ¡Oh! Ya recordé que eres huérfana
porque tus padres murieron.

«Huérfana» No me molestó el termino, ni lo que dijo realmente.


Estuve quieta, con una sonrisa ligera porque me acababa de
demostrar que había buscado sobre mí. Me había investigado y
quizá no era muy inteligente para entender las cosas. No me alteré,
no me defendí ni dije nada, simplemente la observé con atención
mientras sentí por un segundo la mirada de Marta sobre mí al
enterarse de una de muchas cosas que no le he contado a nadie
sobre mí, pero ella me mira porque sé que recuerda lo de la foto. La
única foto que tengo con mi familia, la misma foto que ella lleno de
su sangre luego de cortarse al igual que el piso de mi habitación.

— Quiero recordarte, señorita Bush que Lucy pertenece a nuestra


familia mientras esté viviendo bajo el techo de mi mansión y conviva
con mis hijos— dijo una voz detrás de ella logrando que abra sus
ojos verdes al punto que podría parecerse a un estúpido búho. Solo
moví la cabeza un poco y los chicos no dijeron nada cuando Caleth
Fairchild apareció con Camille y Teodora guindadas de su brazo con
los rostros impasibles, pero con esa mirada dura de políticos que
podrían hacerte llorar — Así que voy a pedirte amablemente que no
vuelvas a decir lo que dijiste porque no quiero hablar de familias
disfuncionales y nombrar a la tuya en la misma oración.

Él sonrió como un auténtico demonio al darse cuenta que con su


presencia había ocasionado que el tema que estaba por empezar ni
siquiera lo hiciera y Dove palideció, esfumándose su valentía falsa y
fue ahí cuando me di cuenta que la rubia había desaparecido
cuando el patriarca Fairchild había hecho acto de presencia.

Le pasó por un lado a Dove y a Marta, dándoles la espalda y nos


miró al igual que sus dos esposas que lucían hermosas. Me sonrió,
estando y actuando completamente diferente a como hace con el
resto del mundo.

— Una diosa, me alegra que el buen gusto de mi esposa te quedará


de maravilla — dijo acercándose y sonreí cuando me abrazo de
forma rápida.

No sabía por qué era así conmigo, pero recuerdo perfectamente que
fue él mismo quien pidió el intercambio a este pueblo y fue él quien
me buscó. En un principio pensé que las cosas serían realmente
diferentes, pero ahora... es extraño. No logró entender la verdadera
razón de tanta atención, pero, me gusta tenerla.
— No dejes que ella te haga sentir inferior. Solamente está llena de
envidia porque... pareces y actúas como una de nosotros, cosa que
jamás, ni siquiera en sus mejores sueños de fantasiosa
empedernida, haría— susurro antes de alejarse y volver a tomar de
los brazos a sus esposas, darles un asentimiento a sus hijos como
si estuviera rectificando algo y siguió de largo, directamente hacia
una de las mesas.

Dove no cabía en la vergüenza para ese momento. El resto burlón


de Caelus era una clara advertencia de que, si ella decía o hacia
algo más, él explotaría y le tiraría todo el veneno encima y como si
ella fuese inteligente por única vez en su vida, se fue, caminando en
grandes zancadas mientras se alejaba entre la multitud luego de
resoplar con disgusto. Marta simplemente no dijo nada quizá,
porque ella también había sido el blanco de un Fairchild y había
quedado igual o peor que Dove que con simples palabras quedo en
el suelo como un sucio coleto.

— ¿Bailamos? — pregunto Cristian y sus hermanos asintieron al


igual que yo con una sonrisa plasmada en el rostro. Marta se quedó
mirándome y la tome de la mano mientras caminábamos al medio
de la pista con personas frotándose entre ellos, bailando y brincando
con las canciones movidas. Al lado de las cornetas de música, había
flamas de fuego y humo que hacía de la pista algo realmente
espectacular y pasando el intento de mal rato que Dove Bush quiso
hacer, comencé a bailar con Marta mientras brincábamos.

A los minutos de baile, Marta se consiguió a un chico y me di la


vuelta consiguiendo a mis cinco chicos detrás de mí, mirándome.
Me acerqué a ellos y comencé a moverme al ritmo de la música
mientras cerraba los ojos, sintiendo aun así la explosión de colores
por las luces y cuando sentí varias manos recorrerme el cuerpo, abrí
los ojos y ahí los vi: tenía las manos de Consus, Cristian, Caelus y
Caebrán, al mismo tiempo que se movían para mi mientras Crono
Fairchild estaba mirándome sin moverse.

Disfrute de la música y cuando bese a Consus realmente lo disfrute,


al igual cuando lo hice con Cristian y luego los cuatro intentamos al
mismo tiempo. Se sintió un grito y me separe de ellos con una
sonrisa, sintiendo mis labios hinchados y Crono estaba más cerca,
junto detrás de mí.

— Es tu turno — soltó Caelus mirando a su hermano mientras los


cuatro me dejaban espacio libre y cuando Crono se acercó, esa
bendita luz neón de color azul encima de su rostro, luego roja, verde
y luego otra vez azul mientras caminaba con lentitud y con esa
mirada era completamente extraña era una combinación peligrosa
que mandaba miles de voltios a mi sistema nervioso.

Se colocó enfrente de mí. Sabía lo que vendría, era su turno


después de todo y me mordí el labio inferior esperando un
movimiento, algo que ayudara con todas esas mariposas en mi
estómago y la música, las personas moviéndose a nuestro lado y
Crono Fairchild con su atención solamente en mi fue inexplicable.

— Pensé que no te gustaba bailar— solté y él se acercó un poco


más, al punto donde podía sentir su aroma con fuerza a pesar del
gentío.

— No estoy bailando.

— Estas aquí, eso es un avance realmente y más para alguien


como tú que parece odiar a todo el mundo y... — no pude terminar.
Crono me tomo de la cintura y sentí todo en cámara lenta, levanto la
comisura derecha de su boca mientras sobre mí soltó:

— Bienvenue en enfer* — en un francés perfecto y ronco con ese


acento que siempre le caracterizaba. No supe lo que dijo, pero lo
sentí tan caliente al igual que sus labios al momento que chocaron
con los míos haciéndome olvidar completamente del tiempo y
espacio porque había logrado lo que quería:

Había besado a Crono Fairchild por segunda vez.


Capítulo 44 (*)
LUCY

Podría describir con una simple palabra lo que me hizo sentir Crono
Fairchild en el momento en que choco sus labios con los míos:
Эйфория.

Exactamente en ruso, porque cuando lo utilizo, es porque no puedo


controlar lo que me hace sentir las cosas que estoy viviendo,
cuando dejo de tener las riendas de mi propia vida por un sabotaje.
El idioma materno en mi significa muchas cosas; una de ellas es
que somos seres, animales de costumbre, rutina y que cuando
pierdes el control de tu vida, la rutina se desvanece y simplemente
ocasiona una catástrofe.

Lo utilizo para no olvidar lo que soy, pero también para recordarme


que debo seguir mis reglas, que la rutina no puede destruirse
porque el desastre eminente debe evitarse lo más que puedas.

No por miedo sino por inteligencia.

Las luces de colores no ayudan al sentimiento de éxtasis que brinda


la euforia del beso mientras descubro que Crono le gusta ser
dominante en el beso, que me toma de la cintura con fuerza con una
de sus grandes manos y presiona mi cuello con la otra mientras es
él quien decide el ritmo, los movimientos y el rumbo de su lengua
contra la mía, de los chupetones y del pequeño mordisco que le da
a mi labio inferior antes de separarse solo por unos cortos segundos
antes de volver a besarme con la misma fuerza.

Es desesperado, necesitado y con un sabor a tensión, desastre y a


él junto con un sabor lejano sabor Whisky y menta que me hacía
delirar. Ese beso fue más efusivo que el anterior, al punto que mis
manos se presionaron contra su camisa blanca de traje, palpando
mientras acercaba mi cuerpo un poco más, sintiendo los músculos
de su pecho al mismo tiempo que sentía la textura de la tela de su
camisa.

Él no dejo de besarme ni de presionarme el cuello hasta que la


canción cambio. Las personas seguían moviéndose alrededor de
nosotros y tenía los ojos cerrados para disfrutar completamente lo
que él y yo compartíamos hasta que se separó buscando aire y
permitiéndome regresar a la realidad.

Me dio una sonrisa ladina, levantando la comisura derecha de su


boca y su sonrisa no era dulce, era llena de malicia, una que no le
había visto jamás al mismo tiempo que esos ojos verdes felinos que
siempre lucían atormentados y dilatados, se veían más asombrosos
de lo que eran.

La música era algo que mi cerebro había alejado, solo era como un
pequeño y molesto sonido. Me pase la lengua por los labios
hinchados y le sonreí de la misma forma que él lo hizo, Sentí una
mano en la espalda baja y me gire para encontrar a Caebrán que se
movía al ritmo de la música.

Voltee a mirar a los lados y ahí estaban Cristian, Consus y Caelus


también. Crono se acercó más, sin importarle mucho que su
hermano estuviera bailándome atrás y me tomo del cuello otra vez.
Me quedé quieta esperando un beso, pero me susurró con la voz
ronca y lenta, con ese acento exquisito que tenía por encima de los
labios, consiguiendo que un escalofrió me recorra la espina dorsal
mientras Caebrán se encarga de hacerme sentir el potente bulto de
su pantalón sin ninguna intención de disfrazarlo.

— ¿Esto era lo que querías?

— ¿Qué? — pregunte con los ojos sobre los de él, sin romper el
contacto visual, aunque sabía perfectamente a lo que se refería.

Al mismo tiempo que admitía que podría decir que me gustan


muchas cosas y su voz es una de ellas. Tan suave, estilizada, ronca,
lenta y con ese acento que la hacía sonar tan enigmática, tan
peligrosa.

Él volvió a sonreír. Dos sonrisas en una noche que habían sido para
mí.

— ¿Vas a actuar como una tonta? — preguntó sobre mis labios.


Sentir su respiración chocar justo en mis labios era el estimulante
para hacerme ansiar más otro de sus besos — ¿Vas a hacerme
decir lo evidente?

— Solamente quiero que me ilumines, Crono porque no sé a qué te


refieres.

«Mentira»

Apretó con más fuerza mi cuello al punto que el oxígeno fue un poco
difícil de pasar para mis pulmones. Sonreí para demostrarle que me
gustaba y él trago saliva, esa deliciosa nuez de adán que se
notaban bastante en la parte de la protuberancia en el cuello, bajo la
garganta.

— Esto es justamente lo que quieres, — y no lo decía con simpleza,


lo admitía con fuerza y escucharlo de su boca, en sus palabras,
eran... inexplicable y que él lo haya descubierto también lo era—
que le demuestres a todos que tienes poder y que eres mucho más
que una cara bonita capaz de conquistarnos a todos y ser tan
valiente para decidir que no quieres quemarte en uno, que te
quemaras con los cinco porque fuimos tan ingenuos al pensar que
vendrías por nuestra fortuna, cuando lo que quieres es volvernos
locos a todos y salir inmune.

— ¿Y eso está mal? — pregunto con una sonrisa, rozando nuestros


labios y él ladea la cabeza.

— Lo es si no eres capaz de aguantar lo que se viene, si tu


definición de valentía está en jugar con los cinco y solamente follar.
— Sabes que no es así.

— Eso es tan claro como ese algo dentro de mí, me dice que
escondes algo

Solté una risita. Era como si nos fuésemos alejados a otra atmósfera
y que jugáramos a rozarnos los labios en vez de romper con la
maldita tensión que había tomado más fuerza.

— ¿Y qué? — Pregunte — ¿Te aterra que el verdadero infierno sea


el mío en vez del tuyo o el de ustedes?

Esos ojos verdes brillaron mientras se quedaba callado mientras me


observaba con fijeza, analizándome y cuando al parecer encontró lo
que quería, me soltó rompiendo así con la burbuja en la que me
encontraba.

Sentía todavía su mano en mi cuello y antes de separarse, se inclinó


un poco, bajo la cabeza y susurro en mi oído:

— No me aterra, solamente me tienta y eso es peligroso.

Sonreí, se alejó y comencé a bailar con Caebrán al mismo tiempo


que todos menos Crono me acorralaron.

Disfrute cada momento del baile hasta que me canse. Necesitaba


aire y una bebida para hidratarme así que le di un beso a cada uno y
seguida de ellos, caminamos a la barra. La fiesta estaba igual o más
movida de cuando llegamos y Caleth nos miraba desde su mesa,
sonriéndonos a los seis.

Miré la pista de baile y me di cuenta que donde estábamos, en


medio de todo el bululú, no éramos visibles. Recordé las palabras
de Crono dándole una mirada leve y cuando la música bajo, las
personas dejaron la pista de baile y Rodrigo Bush al lado de una
mujer de cabello rubio largo y ojos verdes que no había visto
guindada de su brazo apareció en la especie de tarima en donde
estaba el DJ.
Sonrío, mirando a todos sus invitados y la diferencia de clase social
que existía a la fiesta de los Fairchild a la de ellos, era abismal y el
ambiente era completamente diferente porque mientras aquí todo
era más juvenil y desordenado, en la mansión Fairchild era todo
elegante y con estilo.

— Bienvenidos sean todos a nuestra celebración — dijo Rodrigo


mostrando sus dientes de oro hacia todos hablando por el
micrófono. Caelus puso una expresión aburrida a mi lado, jugando
con el trago y le prestó atención, detallando a la mujer que está a su
lado — Estamos muy felices por tenerlos a todos aquí, como
testigos de uno de los anuncios más importantes de nuestra
familia...

— ¿Quién es ella? — pregunto mirando a Consus que está a mi


derecha y Caelus suelta una risita, respondiendo antes que él:

— Irene Bush — dice — La madre de las Bush.

Vuelvo la vista hacia la mujer. Luce un vestido blanco largo y a


diferencia de su esposo, es hermosa. Alta, con las piernas esbeltas
y una sonrisa que derrite con muchas curvas que me recuerda a las
palabras de Marta: «latina»

—...Con ustedes mi hija Rose y su prometido Joseph Calandra —


Rodrigo dice en algún punto del discurso, aplaudiendo y todos lo
hacen de inmediato. Las luces enfocan la entrada y justo en ese
momento aparece Rose Bush es un vestido azul como su cabello
largo y de corset con escote de corazón. Tiene una diadema en el
cabello y sonríe mirando a todos mientras los mismos fotógrafos de
la entrada la apuntan a ella y a Joseph que luce más serio que
nunca, con el cabello peinado hacia atrás y un traje azul marino a la
medida con un reloj de oro en la muñeca.

Busco en la multitud a Jake que no encuentro y Marta se acerca


seguida de Dove con una sonrisa que mira a su hermana con
alguna especie de orgullo. En algún punto, cuando Rose y Joseph
llegan al centro del salón, una música lenta suena por todo el lugar y
al parecer, los padres de Joseph aparecen con Jake.

Ambos rubios de ojos azules, solo que ellos no tienen el cabello


plateado y se ven mayores y serios. Van uno al lado de otro, la
mujer es pequeña y delgada mientras el hombre es alto y
musculoso, algo así como la estatura de Caleth Fairchild y cuando
llegan hasta donde su hijo, es Jake que con una sonrisa perfecta le
entrega a su hermano algo en la mano antes de darle un beso en la
mejilla.

Todos rompen en aplausos cuando eso sucede, pero siento la


tensión que hay entre ambos hermanos, aunque actúen
perfectamente bien; «eso pasa cuando conoces toda la verdad que
las personas ocultan» Descubres hasta las mínimas cosas detrás de
unos simples actos, como el abrazo que se dan y todo toma sentido.

Jake se aleja. Rodrigo y su esposa ahora también están al frente de


los padres de los gemelos. Joseph se arregla la corbata, mira a
Rose y Dove aparece al lado de su madre mientras Marta está a
unos centímetros de mí, alejada porque los hermanos Fairchild
están como unos escudos a mis lados.

Ella me mira y le regalo una pequeña sonrisa que corresponde de


forma temblorosa y cuando Joseph habla, el sonido de su voz se
escucha en todos los rincones gracias al equipo de sonido ubicado
en los lugares específicos.

Él no luce alegre, ni con ninguna expresión en el rostro en general.


Esta serio hasta en el momento en que se arrodilla y muestra un
anillo que brilla y caigo en cuenta que eso fue lo que le dio Jake.

— Rose Bush, ¿quieres casarte conmigo? — pregunta de inmediato


sin ningún tipo de anestesia. Luce tan serio que parece que fuera a
hacer un borrego para degollar y Rose asiente, extendiendo su
mano hacia él.
— Acepto — dice y todos rompen en aplausos cuando él le coloca el
anillo. Se levanta y ni siquiera la determina. Rodrigo abraza a la
madre de Joseph y Jake que le sonríe y cuando es el momento de
Irene, besa las mejillas de su hija.

Jake sonríe para todos y abraza a la madre de las Bush que le dice
algo en el oído, acción que Joseph no pierde de vista y él solamente
le da un asentimiento a Rose que intenta darle un abrazo, pero él la
esquiva.

La música vuelve a su ritmo movido, todos comienzan a bailar y


Caelus toma mi mano mirando a sus padres.

— Tenemos que ir para allá — dice y comenzamos a caminar, sus


hermanos detrás y cuando llego a la gigante mesa, Caleth me
señala la silla a su lado. Crono se coloca enfrente y el resto en las
sillas sobrantes.

Teodora conversa con Camille sobre la fiesta de mañana, soltando


algunos detalles y diciendo lo que ya sé: voy a ayudarlas a terminar
de organizar todo mientras Sophia me sonríe elevando su copa de
Champagne.

— ¡Por la nueva familia que esta por surgir! — dice antes de darle
un trago, la burla en cada una de sus palabras tan clara como el
agua y Cristian suelta a reír al escuchar a su madre.

— Por favor que alguien diga otro chiste... — Cristian bebe un trago
de su copa y Caelus rueda sus ojos mientras observo como la
familia Bush completa y la Calandra se acercan a nosotros.

Las esposas dejan de conversan entre ellas y Sophia sonríe


enfocando sus ojos en las ocho personas que se acercan a
nosotros. Jake me sonríe y Joseph se acerca a saludar a los
hermanos Fairchild, dejando su cara de
«voydirectoalmatadero3000» por unos minutos donde es el mismo
Joseph Calandra de siempre, el imbécil niño rico de piropos malos.
Me saluda con un beso en la mejilla. Sus padres, los Bush y Jake
dejaron de caminar porque una chica les habla y cuando Joseph va
a separarse, lo tomo de la mano, impidiéndoselo.

— ¿Estas tan feliz como tu prometida? — pregunto con una sonrisa


y Caelus ríe a mi lado.

— Vete al carajo, Lucy — gruñe zafándose y Caleth le da una mala


mirada, haciendo que Sophia suelte a reír muy gustosa.

— ¿Qué sucede? — inquiero sin entender y Caleth responde de


inmediato mirando a Joseph que se arregla el traje sentándose en
una de las sillas libres de la mesa.

— Así no se le dice a una dama y menos a una que viva en mi casa


— sus ojos grises como el acero se concentran en Joseph y mis
mejillas se ruborizan porque el patriarca acaba de defenderme por
algo tan estúpido pero que me resulta adorable.

Le regalo una sonrisa y Camille suelta una risita mirando a su


esposo. Los hermanos Fairchild se colocan serios y cuando Caleth
también lo hace, noto que las dos familias "más importantes" de
Hiverdele después de los Fairchild ya están en nuestra mesa.

Rodrigo se coloca detrás de Sophia que lo mira de arriba abajo,


levantándose de la silla al igual que todos, incluyéndome, menos
Joseph y de alguna manera, Caleth se posiciona frente a todos,
dando la cara por la familia Fairchild y no me pasa desapercibidas
las miradas por parte de la madre de las Bush. Quedo en medio de
todos ellos y no me siento incomoda, simplemente tengo el rostro en
blanco estando al lado de Crono y Caebrán, detrás de Caleth.

— Me alegra muchísimo la presencia del mismísimo Caleth Fairchild


en esta noche especial para nuestras familias — habla la mujer por
primera vez. Sonríe extendiendo su mano hacia el patriarca Fairchild
que la toma y le da un beso en su palma, igual que esa noche de la
feria de recaudación anual Rodrigo Bush hizo conmigo.
— Irene Bush, no pensé verte en Hiverdele por mucho tiempo —
dijo él mirando a la mujer rubia madura que menea su cabeza,
mirando a Rose que está a su lado.

— Era un día especial para mi princesa mayor, tenía que estar aquí
— secundo ella y Rose sonrió como si las palabras de su madre
fueran muy importantes. Sophia rodo sus ojos y miro a la mujer que
estaba al lado de Jake, su madre.

— Señora Calandra, me alegra verla por aquí — dijo ella, dándole


un corto abrazo a la mujer que sonrió de inmediato.

— Sophia, un placer verte aquí presente — dijo mientras se


separaba y volvía a entrelazar su brazo con el de su esposo, el
padre de Jake y Joseph.

— Es una alegría que todos estemos juntos de nuevo — hablo


Rodrigo y Irene Bush soltó una risita mirando a Caleth.

— En una celebración que no es un funeral, eso debe sorprenderlos


— soltó y por alguna razón, sentí la indirecta. Camille miró con
dureza a la mujer mientras la madre de los Calandra intento
alivianar el ambiente pidiendo que nos sentemos en la mesa para
hacer un brindis.

Volví a puesto, justo donde estaba antes y no sé si era yo


solamente, pero sentí que algo había cambiado desde la indirecta
muy directa de la mujer. Mi mente trato de entender a qué funeral se
refería y si eso era algo más que debía descubrir.

Caelus me toco la pierna por debajo de la mesa y lo mire,


relamiéndome los labios.

Un mesero llego con una bandeja de copas y una botella de


Champagne dentro de una cubeta de hielo especializada para ello.
Le paso la botella a Rodrigo que la abrió con facilidad y coloco cada
una de las copas frente a cada uno de nosotros.
Rodrigo sirvió el trago y levanto su copa cuando cada uno de los
que estaban en la mesa tuvieran la suya llena. Todos la levantaron y
él sonrió mostrando esos dientes tan superficiales.

— ¡Salud por esta nueva alianza!

— ¡Salud! — respondieron todos, incluyéndome.

Cada uno de nosotros bebimos el contenido de la copa y Caleth


miro a Joseph, elevando el poco contenido que quedaba de
Champagne en su copa.

— ¡Salud por esta alianza que te tiene con ganas de correr!

Irene abrió sus ojos al escuchar las palabras de Caleth y tape mi


sonrisa con la copa. Caelus, Cristian y Caebrán soltaron una
carcajada luego de las palabras de su padre y Rodrigo se ajustó la
corbata.

— ¿Por qué Joseph estaría con ganas de correr si está uniéndose a


una de las mejores mujeres que pueden existir en el planeta? —
pregunto Rodrigo mirando a Joseph que lucía con el rostro en
blanco. Toda la atención estaba en él, incluyendo la de sus padres y
la de su hermana.

Se hizo un largo silencio.

— Creo que la cara de mi hermano se debe a que está siendo


obligado a contraer matrimonio con una arpía — soltó Jake
haciendo que abra mis ojos y Caelus sonrió como si sus palabras lo
hubieran orgullecido. Irene la miro con desdén y su madre, soltó una
risita nerviosa.

— Jake quiso decir un chiste para alivianar el ambiente tenso —


secundo la Señora Calandra y Teodora Fairchild rodo sus ojos.

— ¿Está segura? A mí no me dio nadita de risa.


— Eso es porque el sentido del humor de usted es muy aburrido —
chillo Dove mirando su plato y me acomode en el asiento porque
estaba segura que no iba a ser nada tranquila esta cena.

Sophia miro a Dove como si fuese el suelo sucio y manchado que


estuviera debajo de su zapato y ella lo quiere pisar con tanta fuerza
que podría hacer un agujero, tanto así por el desprecio que le
dedico con esa simple mirada que casi me hizo sentir mal, casi.

— Si el sentido del humor de Teodora es aburrido, quiero saber


cómo es el tuyo que soporta quedar como una payasa cada vez que
te arrastrar por mi hijo y no consigues más que desplantes.

— ¡Sophia! — Irene soltó mirando a su hija y espere que Rodrigo la


defendiera, pero simplemente tomo de su trago actuando como un
completo cobarde.

— ¿Qué pasó, Irene? Solamente estoy dando mi humilde opinión


como tu hija la dio sobre mi hermana.

— Estas en mi casa, lo que significa que debes respetar... —


comienza la madre de las Bush y Rodrigo le da una dura mirada a
su esposa que la hace callarse de inmediato.

Teodora y Sophia se miran entre sí, para luego mirar a Irene que
tiene una sonrisa fingida y seguramente los puños entrecerrados por
debajo de la mesa.

— No es necesario que se pongan a pelear en un día tan especial


— dice y Caebrán suelta a reír haciendo que todos lo miren. Él se
encoje de hombros.

— ¿Día especial para quién, Rodrigo? — Inquiere con una sonrisa


maliciosa — ¿Para ti y tu billetera que como no pudiste meterme a
Dove por los ojos, hiciste que el pobre Joseph tuviera que cargar
con ese muerto?
— ¡Caebrán respeta a mis hijas! — Irene chilla y me parece tan
idéntica a sus hijas, que entiendo perfectamente que los chillonas,
superficiales y estúpidas viene de genética — ¡Caleth! Dile algo a tu
hijo...

— No voy a respetar a una loca que está obsesionada por mí y a


otra loca que no acepta que Joseph no la quiere ni siquiera en
pintura — suelta con burla Caebrán y Caleth no dice nada.

Es más, parece a gusto con lo que sucede al igual que sus esposas.
Crono está mirando su plato, ajeno a todo y cuando siento un
resoplido sin sentido de la madre de las Bush, levanto la mirada
solamente para encontrármela señalándome.

— No quiero que dejes en ridículo a mis hijas delante de esta


desconocida — dice con desprecio y la miro con aburrimiento. Lidiar
con sus dos hijas es una cosa, pero ella... es más estresante.

— Esa desconocida hace parte de nuestra familia — Caleth


Fairchild habla por primera vez y con la firmeza que lo hace, Rodrigo
lo mira con detenimiento. Los hermanos también lo hacen, pero las
esposas actúan como si eso que acaba de decir no fuera algo nuevo
y simplemente me mentalizo que solamente se esfuerza por
hacerme sentir bien.

— Pero... — está vez habla Dove y su padre es quien la manda a


callar con una mirada dura.

— Mejor cenemos — propone y le hace señal a uno de los meseros.

Los demás invitados están ajenos a lo que sucede, bailan, gozan y


comen. Veo a Marta en una esquina observándome, luciendo como
si estuviera al borde de un ataque y sale caminando hacia un pasillo
que está detrás del escenario.

— Voy a ir al baño — le susurro a Caelus que está a mi lado,


dándole una mirada a Caleth y me levanto, llevándome todas las
miradas conmigo.
Camino con seguridad, siguiendo el camino por el cual se fue Marta
y lo encuentro completamente desolado. No hay rastro de ella y
camino dentro, siguiendo las fotos familiares en donde observo a
Rose, Dove y una castaña en varias fotografías.

En la mitad veo a una pareja de jóvenes besándose y les paso por


un lado sin importancia. Ellos tampoco me notan y me pregunto en
dónde se habrá metido Marta Cox.

Paso una puerta que me lleva a una pequeña sala que tiene unas
escaleras. Dudo por unos cortos segundos si seguir buscándola o
regresar a la mesa donde seguramente voy a recibir miradas de
odio por parte de las Bush y su madre.

Al final decido que debo buscarla y me aventuro a subir las


escaleras de vidrio. El ambiente aquí es algo tosco y tengo una
sensación rara porque la mansión tiene esa vibra extraña que trato
de ignorar.

Me quedo quieta cuando al final de las escaleras, en el lugar donde


se dividen dos pasillos; uno a la derecha y otro a la izquierda hay un
gran cuadro en la pared. Una pintura para ser exacta de cinco
personas.

Rodrigo en el medio, con su usual y llamativo color de cabello verde


y una sonrisa blanca, deslumbrante con un traje de color dorado
varonil y a la medida, al lado de él está la rubia alta y llena de
curvas, Irene y a su lado esta una rubia de cabello corto y otra de
cabello largo, al parecer Dove y Rose junto con la misma castaña
que resalta por ser tan diferente a ellas que parecen una copia
desmejorada de su madre.

Arriba dice en letras rojas "FAMILLE BUSH" lo que me da a


entender de inmediato que se trata de un cuadro familiar pero lo que
no encaja dentro de mi cabeza es quién es la castaña. Me relamo
los labios y no me sobresalto cuando noto a la persona que está a
mi derecha, observando el mismo cuadro.
Lleva un traje azul, el cabello desordenado y ese bendito aroma que
me hace de inmediato mirarlo. Sonríe devolviéndome la mirada y no
me sorprendo de encontrarlo aquí, en la fiesta, en esta mansión.

Después de todo, vine porque quería verlo solamente que no sabía


exactamente en qué momento ni en qué lugar. Se acerca un poco a
mí, sonriéndome y me observa de arriba abajo sin ningún disimulo.

«Quiero descubrir quién es» No muestro ninguna emoción al verlo


frente a mí. Se inclina un poco y toma mi mano derecha entre las
suyas que están frías. Observa mi manicura y pasa la yema de sus
dedos por mis uñas pintadas de rojo.

Me ve a los ojos mientras lo hace. Quizá quiere que le tema, que


salga corriendo o flaquee, pero me muestro impasible y, sobre todo;
no sorprendida.

Supuse que lo vería porque al parecer tiene algún tipo de conexión


con Rodrigo Bush y al tenerla, obligatoriamente tendría que estar
aquí. Me relamo los labios viendo cómo se inclina en una reverencia
y lo miro desde arriba intentando descifrar qué significa él en todo
esto.

— Lucy Beckett — mi nombre en su voz me manda miles de voltios


al cuerpo mientras él hace exactamente lo que hizo la última vez:

Besa el dorso de mi mano haciendo una reverencia mientras sus


ojos vacíos, como si estuvieran sin vida, me observan con fijeza.

Le regalo una sonrisa y hago exactamente lo mismo; haciendo que


por un momento una chispa de confusión cruce por su rostro
mientras digo su nombre con lentitud, saboreándolo en mi boca:

— Marcus Bundy

Y él recupera la sonrisa de inmediato porque sí, no solamente sé su


nombre y creó que él lo sabe.
Capítulo 45 (*)
LUCY

El miedo no sirve de nada.

Recordé las palabras de mi madre mientras el hombre enfrente de


mí, sonrió soltando mi mano y observando con atención obsesiva
cada centímetro de mi rostro como si quisiera encontrar algo. No
dijo nada y yo tampoco mientras hacía lo mismo que él, pero mi
atención estaba de nuevo en ese cuadro, fijándome en la chica que
jamás había visto y que trataba de entender quién era mientras la
música se escuchaba lejana y me preguntaba en qué momento los
chicos vendrían a buscarme al ver que tardaba tanto y en dónde se
habría metido Marta.

Eran muchas preguntas que cruzaban por mi cabeza y la mayoría


de ellas no tenían respuestas, pero eso no significaba que me
quedaría de brazos cruzados ni que me daría por vencida porque
había decidido unir todos los puntos y descubrir lo que pasaba en
este pueblo cueste lo que cueste.

— ¿Me investigaste? — preguntó y simplemente solté un suspiro


dejando de observar el cuadro para mirarlo a él.

— Quizá, — dije mientras me giré y entonces estaba más cerca de


lo que pensaba. Su aroma era delicioso y a pesar de ser mayor, no
podría llegar a los cuarenta y si los tenía, sencillamente no los
aparentaba— ¿te molesta?

— ¿Eso cambiaría el hecho de que ya lo sabes?

Sonreí con burla y él también, aunque sus ojos seguían luciendo


apagados.

— No es necesario responder eso — fue mi respuesta y él se


relamió los labios, haciendo su cabeza hacia un lado.
— Pero sí es necesario que me digas todo lo que sabes de mi —
dijo y se acercó más.

Él era alto, tan alto como uno de los chicos y que se viera tan...
extraño y enfermo por el aspecto de su piel junto con esa sonrisa
extraña que se adueñaba de su rostro, no significaba que dejaba de
verse atractivo, pero no cualquier atractivo.

Un atractivo peligroso. Un hombre mayor que al parecer, era malo.


Muy malo y lo sabias con solo verlo. Me relamí los labios
demostrándole que no iba a huir, que no le tenía miedo ni siquiera
después de descubrir que él era posiblemente una de las piezas
claves para descubrir la verdad.

Cuando lo vi, lo supe y simplemente lo corrobore cuando soborne a


una alumna de último año que parecía estar alejadas de todos,
llevándola hacia la parte de los trofeos, exactamente donde lo vi por
primera vez y donde estaba esa fotografía del baile de ese año.

«— ¿Sabes sobre estudiantes que se hayan graduado? — recuerdo


que le pregunte y ella me miro como si estuviera loca, pero sonrió
porque le había prometido almorzar conmigo y con los chicos
mañana.

No tenía dinero para hacerlo porque lo poco que recibía al mes por
parte de la beca no alcanzaba ni para un café en este pueblo porque
sí, no solamente todos eran ricos, sino que cada cosa que aquí
vendían tenía un precio exageradamente elevado.

No me afectaba porque todos mis gastos los costeaba la familia


Fairchild por elección propia. Esa era la razón por la que usaba ropa
de marca y mis zapatos estaban a la moda. No solía hablar de eso y
al parecer ellos tampoco porque se escuchan rumores sobre que
era un familiar lejano o una amiga íntima de la familia.

De igual forma, por estar con ellos era considerada una más y
gracias al patriarca junto con la fama que me he creado por hacer
pequeños shows con cada uno de los hermanos, soy igual o más
importante que ellos.

Por eso la chica acepto un estúpido almuerzo a cambio de


información y era por eso que ella estaba aquí, solamente para
cumplir mis caprichos y poder decir que se había sentado a
almorzar con los hijos de la élite como una película cliché.

— Te traje aquí porque quería información — fue lo primero que le


dije y ella me miro, esperando que continuara porque al parecer no
entendía nada.

— ¿Y eso que quieres saber es...?

— Información sobre un estudiante que se haya graduado aquí y


creo que será fácil porque todos recuerdan a los reyes del baile,
¿no?

Ella no dijo nada. Simplemente me miro esperando que continuara


porque al parecer no entendía nada. Me desordene el cabello y la
mire como si comenzara a darme cuenta que estaba perdiendo el
tiempo con ella, mire la foto y ella siguió la mirada y sentí como se
colocaba tensa a mi lado, haciéndola que la observe con curiosidad.

— ¿Qué sucede? — pregunto y ella señala a Marcus.

— Me da miedo.

— ¿Por qué?

— Se dice que se obsesiono con ella. Marcus siempre fue un chico


problema y ella inteligente, bonita y.... con un terrible gusto para
elegir chicos que la llevo a estar con él en una relación que a leguas
era tormentosa. Al principio todo fue de color rosa, él le daba todo lo
que quería hasta que ella termino su relación por motivos que todos
desconocen y él se volvió prácticamente loco — me mira — Todos
hablaron sobre eso cuando sucedió, fue hace dos años que la
obsesión se fue a otro nivel y acabo con su vida junto con uno de
ellos»

Ella no me dijo nada más porque no sabía nada, pero eso era
suficiente.

Marcus no aparentaba ser malo, él lo era. Lo poco que esa chica me


había dicho concordaba con lo que tenía en mente.

Uno de ellos... «¿Ella lo era?»

Y si lo era, « ¿por qué Sophia había dicho eso? o tal vez se trataba
de Pruslas» Coloque mis ojos en el hombre frente a mí y sonrío
como si saber que sé lo que hizo fuera algo magnifico. De nuevo
intento acercarse un poco más y levante la barbilla porque bajar la
mirada ante un hombre era una de las cosas que jamás haría ni me
perdonaría hacer.

— ¿La mataste? — pregunte con firmeza y de forma directa.

Él sonrió, levantando la comisura de su boca de forma maliciosa. Me


toco la mejilla y se relamió los labios con la vista fija en mis ojos
mientras no podía dejar de pensar en cómo se vería cubierto de
sangre y si lo que me dijo esa chica era verdad.

¿Por qué tuvo que matar a uno de ellos y.... quién era ella
realmente?

— Existen muchas maneras de acabar con la vida de una persona


— fue su respuesta y rodé mis ojos al cielo, aun sintiendo su tacto.

— Creo que me parece muy estúpido — le hago saber — Sabes


que lo sé y no te veo preocupado de que se lo cuente a alguien.

— ¿Crees que me acercaría a ti si no hubiera pensado esas


posibilidades antes? — aprieta mi mandíbula y la mirada dura que le
envió no lo hace ni espabilar. No puedo evitar pensar que luce
atractivo ni me cuesta reconocerlo, esa aura de misterio que está en
los chicos también está alrededor de él, pero... se lo que quiero y no
es acostarme con él.

Quiero la verdad, quiero descubrir lo que sucede, aunque eso me


cueste caro y no es por nada realmente, solamente es curiosidad de
desenmascarar y descubrir los secretos que recorren este frio y
aislado pueblo.

— Parece que no solamente yo investigue sobre ti.

— Creo que eres inteligente para saberlo — me dice — De hecho,


se más que muchos aquí y no voy a contar tus secretos si tu no
cuestas los míos, trabajamos juntos y nadie sale herido.

— No tengo nada que ocultar.

Me acaricia la mejilla y suelta una risa ronca al escuchar mis


palabras. Me deja de tocar y da un paso hacia atrás para
observarme el cuerpo y suelta un suspiro cuando llega a mi rostro.
Ignoro el hecho de que me ha amenazado indirectamente y...

— ¿Estás segura? — pregunta con burla.

— Lo estoy — respondo con firmeza, que no huya creo que le dicen


muchas cosas y la chispa que se apodera de sus ojos me dice que
sabe mucho más que yo sobre él, que me está llevando la delantera
y mi cerebro sopesa que quizá hay algo más oscuro oculto de lo que
pienso en todo esto.

— ¿Escuchaste el mito sobre el ángel más hermosa que vivía en el


cielo? — inquiere mirándome directamente a los ojos y no me da
tiempo a responder, porque comienza: — Esa que era hermosa,
perfecta, pulcra. Todos querían estar con ella, confiaban en ella y no
pensaba que detrás de esa silueta sensual, esa cara llena de
ternura y esas buenas acciones que disfrazaban el verdadero
demonio que traicionaría a todos al final de día, dejando salir su
verdadera naturaleza que la transformo y la hizo aún más irresistible
con fuego, cuernos y un tridente — dice — Hizo un desastre
colocando a los ángeles en su contra, haciendo que la desearan
aquellos que no podían hacerlo y sedujo a todos para conseguir lo
que quería.

«Un arma mortal de cuerpo perfecto y ojos angelicales que


disfrazaban el verdadero demonio que era en un ángel. Consiguió
todo lo que quiso y volvió el cielo un lugar oscuro solamente por
placer. Una bomba de tiempo, eso era ella y nadie se lo esperaba...
el perfecto terror de Dios, un ángel que era el mismísimo anticristo y
que dejaron entrar llevándose por su apariencia y su facilidad por
mentir — suspira con pesar fingido y ni pestañeo cuando dice: —
pero creo que ya lo sabes.

La sonrisa que me regala mientras continua su relato me hace


quedar quieta y por alguna razón siento que me está comparando
con el cuento que narra al igual que afirma que ya lo sé. Me sonríe y
se pasa la lengua por los labios volviendo a mirar el gigante cuadro.

— Nadie se esperó lo que ella hizo porque para todos era el mejor
de los ángeles, la hija perfecta de Dios — me mira continuando
como si fuera muy importante mientras tengo un sabor agridulce en
la boca— Muchos han cambiado la historia y han dicho que el
anticristo es un hombre, pero no es así; es una mujer. La mujer más
peligrosa que ha existido en el mundo, aquella que fue capaz de
burlarse del creador y salirse con la suya. Nadie pudo detenerla,
creo su propio cielo que todos conocen como el infierno que no es
más que una mentira barata para obligarnos a seguir el "camino del
bien" pero muchos eligen seguirla a ella y disfrutan del poder que
tiene. Muchos dicen que se encarga de reencarnar en mujeres que
crea a su imagen y semejanza porque ella con los años, se convirtió
en algo mucho más poderoso que Dios.

— ¿Con eso quieres decir qué...? — lo miro ignorando las indirectas


y no me corresponde ya que está concentrado en la pintura.

— Podría jurar que ella era así — dice y se de inmediato a quién se


refiere: «Pondra» Me mira y por primera vez veo una chispa de
humanidad en su rostro frívolo. Me observa en silencio y me
mantengo en mi sitio sin mover un musculo.

« ¿Quién le contó ese relato?» Ignoro las alertas que me envían mi


sistema nervioso y el sentimiento agridulce en mi boca. Me mira y
trato de olvidar lo que se adueña de mi mente mientras me
concentro en otra cosa; mi objetivo.

Mi madre siempre me enseñó a leer las expresiones corporales de


las personas, es por eso que comprendo la suya de inmediato;
nostalgia. No la disfraza ni la mantiene oculta como estoy segura
que podría hacer, en cambio, la hacen visible, dándole vida a sus
ojos verdes que me observan como si pudiera leer mi alma y yo
trato de entender la razón exacta por la que acabo con su vida ya
que algo me dice que no era una simple obsesión o quizá una que
cualquier persona no podría entender, una obsesión oscura,
enfermiza de esas que no podrías entender, comprender o sin
siquiera imaginar. Aquella que solamente puede tenerla un monstruo
y que podría comprenderla otro.

Me relamo los labios, su silencio es una respuesta y la pregunta que


me hago no es necesario formularla y al parecer lo entiende porque
me da una leve sonrisa y no me impresionaría que lo diga, que
confiese el motivo del supuesto asesinato a su ex novia porque no
sería algo complicado, lo complicado seria las razones que tiene
para decírmelas, a mí que soy una desconocida en este pueblo pero
que, por alguna razón, no parece.

Nos quedamos en silencio hasta que habla:

— Pondra era mi mujer, pero decidió, dejarme por otro — comienza


y pienso de inmediato en Pruslas, recuerdo el momento exacto
donde Crono me confeso de que él era uno de ellos. « ¿Primo?
¿Hermano? ¿Tío?» Sea lo que sea, si Pondra dejo a Marcus por el
quizá fue el motivo más no el detonante y espero que me siga
contando, incluso aunque su rostro se haya colocado rojo y la nuez
de adán se le mueva con fuerza en la garganta al mismo tiempo que
me señala — Lo soporte, ¿sabes? No me importo al principio hasta
que ella se comprometió con él, ignoro mis demandas y no le
importaron las advertencias. La asesine con un arma, disfrute cada
disparo que le di a su cuerpo y luego asesine al otro que intento
detenerlo. Tengo grabado sus ojos, su aroma y su acento en mi
cabeza al igual que su mueca de dolor cuando la destruí como se lo
prometí. La sangre salió de su cuerpo y ella intento tapar la herida
con su mano de forma estúpida mientras se resguardaba en él otro
en vez de venir a mí porque sabía que era algo imposible detener,
ya su destino estaba escrito y ella lo había aceptado al intentar
ignorarme —la descripción gráfica no me sorprende y la dice con
tanta naturalidad que parece estar seguro de que no voy a
alarmarme como definitivamente sucede.

Me observa y sonríe como si segundos antes no hubiera descrito la


forma en la que asesino a una persona. Me quedo quieta, ignorando
la forma en la que me mira, esperando que salga corriendo y se
relame los labios cuando se da cuenta que no es así.

— ¿Sabes que lo que me cautivo de ella? — pregunta y no


respondo así que él suelta una risa mirando el techo antes de volver
a poner sus ojos en mí y cuando lo hace, continua: — La misma
chispa que veo en tus ojos fue lo que me hizo permitirle conocer
todo sobre mi, pero a diferencia de ella, tu — me señala — tienes
esa chispa con más fuerza, es dominante en tus ojos. Lo noto,
aunque aparentes que no sabes de qué hablo, sé que en el fondo sí
y por eso, cuando descubras todo te convertirás en lo que realmente
está escrito en tu destino.

Sonrío con sorna mientras aliso mi vestido al escuchar sus palabras


con atención. Mi cabeza maquina cada una de ellas y me acerco un
paso, con la barbilla en alto aun cuando mi corazón late con fuerza
contra mi caja torácica.

— ¿Eso significa que soy el anticristo de tu historia? — pregunto y él


asiente, tocándome la mejilla y me quedo quieta sintiendo su tacto
con sutileza. Me observa con adoración, quizá en su cabeza
pensando que soy aquella mujer que él mismo asesino y se lo
permito.
— Estoy seguro que lo sabes mucho antes de que te lo contara —
responde con la voz ronca y no digo nada. Mira el techo como si
buscara algo ahí, perdido y suelta una risita antes de volver sus ojos
a mi rostro, sigue con el tacto y me mantengo impasible de manera
perfecta.

— Tal vez — respondo luego de unos minutos y cuando siento que


es demasiado, detengo el movimiento agarrando su mano con
fuerza y enterrando mis uñas en sus palmas mientras lo miro a los
ojos. No se sorprende de lo que hago y no muestra ninguna
expresión, aunque mis uñas se entierren y le saquen sangre, en
cambio, observa la escena con atención y aprovecho para
relamerme los labios y decir lo que tanto da vueltas por mi cabeza:
— ¿Qué tienes que ver con Rodrigo Bush?

— Le debo todo — es su respuesta y meneo mi cabeza.

Necesito más.

— ¿Huyes de ellos?

— ¿Tan predecible soy? — sonríe y aunque le hago más daño, su


sonrisa se ensancha y cuando una gota de su sangre cae en mi
vestido, lo suelto.

Miro mis uñas y trago saliva, él simplemente me observa y me


arreglo el cabello porque no quiero tener ninguna imperfección.

— ¿Qué quieres de mí? — soy directa y cuando da un paso hacia


mí, acortando la poca distancia que había, no muevo ni un musculo
y eso parece encantarle por la forma en la que me mira.

— Solamente quiero que explotes tu potencial — es su simple


respuesta.

— No sé de qué hablas.
— Vamos, Lucy, creo que no es necesario que juegues a la niña
buena conmigo después de que todo este tiempo tus ojos han
perdido esa chispa angelical que siempre tratas de cargar — dice —
Pero si tanto quieres jugar por el lado aburrido, hare que te creo y
que no reconozco quién eres realmente.

Se inclina y besa mi mejilla con sutileza. El simple toque de sus


labios fríos me hace apretar los puños y se aleja tan rápido como se
acercó, pero antes, susurra en mi oído en mi lengua materna que
me hace erizar la piel — Помните, что среди монстров мы
знаем друг друга и в этом городе нас больше, чем вы
думаете*.

Me relamo los labios y él sonríe mirando el movimiento. Es un duelo


de miradas y cuando se escucha un carraspeo, se rompe la
conexión. Marta tiene la mirada en el suelo y el no luce asustado ni
asombrado.

Me sonríe y se da la vuelta, pero se vuelve a girar, tomando mi


mano y dándole un casto beso en el dorso.

— Nos volveremos a ver Lucy y espero que en ese momento ya no


existan tantas mascaras.

— Hasta pronto, Marcus — es mi corta respuesta y sonríe,


alejándose por uno de los pasillos.

Marta sigue mirando el suelo como si encontrara la cura mundial


para el cáncer ahí y no digo nada porque en mi cabeza hay una
lluvia de ideas. Aprieto mis puños porque hay cosas que no me
gustan y una de ellas es que me alteren el rumbo de las cosas o que
se adelanten.

Marcus está haciendo exactamente las dos y aunque pareciera que


no me hubiera dicho nada, desde luego que sí lo hizo. Me aliso el
vestido y bajo las escaleras llegando hasta donde se encuentra
Marta y cuando ella me mira, se escuchan unos pasos y son los
cinco que entran también al salón.
Les regalo una sonrisa fresca y me miran junto con Marta. Ella al
parecer sigue en un trance y la tomo del brazo aparentando que
estábamos hablando y las miradas de alertas que ellos tenían,
desaparecen.

Caebrán es quien da un paso adelante.

— Tardaste mucho y nos preocupamos — dice y sonrió para bajar la


tensión del ambiente.

— Marta necesitaba respirar — digo y todos asienten, pero es Crono


quien me observa con atención sin mostrar ninguna emoción.

No muestro ningún nervio o emoción, actuó normal como si lo que


dije fuera la más de las sinceras verdades y solamente soy
consciente de que tenía razón: Las cosas aquí son más turbias de lo
que parecen y más que nunca debo descubrir qué es porque una de
las indirectas de Marcus fue muy clara; hay otros y más que nunca
debo cuidarme la espalda.

— Ya estamos bien — digo para que no haya ninguna alarma y


Cristian codea a Caebrán que asiente como si se le hubiera olvidado
algo mientras no tengo ánimos de descubrir realmente qué es todo
el misterio que tienen.

— ¿Regresamos a la fiesta? — pregunto y Caebrán niega haciendo


que levante una ceja.

— Primero debes conocer a alguien — dice y justo en ese momento,


la puerta se vuelve abrir y un hombre blanco de aproximadamente
1,85 entra. Marta parece salir de su trance al sentir su presencia y
sus ojos oscuros como la más oscuras de las noches, su cabello
negro desordenado y los anillos de oro en cada uno de sus largos
dedos solamente es un simple accesorio para la sonrisa torcida que
tiene en el rostro.

Consus da un paso y se coloca a mi lado. Marta me aprieta el brazo


y el chico se coloca frente a mí, al lado de Crono mirándome
descaradamente de arriba abajo para luego mirar a los chicos.

— Tienen buen gusto — es lo que dice y me quedo seria esperando


una explicación, pero la expresión corporal de Marta me hace saber
que lo conoce. Pienso que tal vez es un hermano perdido de los
Calandra, aunque nada de eso tiene sentido por el tono de cabello y
por el acento hasta pienso por cortos segundos si él es Pruslas pero
se ve de nuestra edad y dudo que pueda tratarse de él.

Tengo miles de teorías, pero todas se rompen cuando es Caelus


quien acaba con el suspenso y rompe con la mirada picara que me
da el pelinegro.

— Ella es Lucy — dice y el chico sonríe antes de aplaudir sin razón


alguna. Tiene algo extraño y es lo primero que noto.

— Cousin ou proie?* — dice y la forma en que habla me parece


burlona. Caelus y el resto pone mala cara y él ríe como si hubiera
dicho lo más divertido del mundo, pero al ver mi rostro, menea la
cabeza — No me digas que tienes un horrible sentido del humor
porque con roquita seca me basta.

No sé de quién habla y Cristian menea la cabeza, él chico rueda los


ojos y se pasan las manos por el traje quitando arrugas imaginarias
porque lo tiene perfecto y me pide la mano.

Lo observo con desconfianza hasta que finalmente se la doy y me


besa el dorso de ella, soplando junto donde dio el beso. La
reverencia que hace es estilizada, con clase y masculina, muy
diferente a la de Marcus y se relame los labios sin soltarme.

— Ángel Fairchild; el mejor y más apuesto, inteligente, elegante y


perfecto primo, novio, hijo, hermano, amigo y Fairchild que podrías
conocer en toda tu vida.

Marta traga saliva y le doy una media sonrisa, recuperando mi mano


con sutileza.
— Ya sabes mi nombre, pero, soy Lucy Beckett y supongo que
debería sentirme alagada por tu presencia así que, — hago una
reverencia también — el placer aquí es mutuo porque cualquiera no
me saluda y mucho menos obtiene mi atención.

Me observa y aplaude mirando a Caelus para luego palmear su


espalda.

— Me agrada, primo.

Cristian suelta una carcajada y no sé qué hace el aquí o que


significa, pero lo observo con atención esperando la explicación de
la presencia de otro Fairchild que no tenía ni idea que existía.
Capítulo 46 (*)
LUCY

Ángel resulta ser demasiado elocuente la mayoría del tiempo con


una personalidad explosiva y llena de picardía mientras insinúa
cosas a cada nada.

Volvemos a la mesa y descubro que no solamente ha llegado el


pelinegro, sino que otro hombre y una mujer de cabello rubio están a
su lado. Los padres de los Calandra se han ido a saludar a no sé
quién y hay un silencio incomodo en la mesa cuando llegamos
mientras los ojos de Rodrigo Bush se quedan sobre mí al igual que
los nuevos integrantes.

Ángel se sienta a mi lado y doy un vistazo hacia atrás para


corroborar que Marta este donde dijo que estaría y ahí mismo la
encuentro hablando con un chico de cabello negro cerca de la barra.
Caleth Fairchild me presenta a su hermano y a una de sus cuñadas
bajo la atenta mirada de todos y sonrió, extendiendo mi mano hacia
el señor de ojos negros que me observa con atención.

— Lucy Beckett — dije y él hombre sonrió estrechando mi mano.

— Ken Fairchild y mi esposa Yane.

— Encantada — sonreí hacia ambos y Caleth tomo de su vino.

— ¿Ya conoces a mi sobrino? — me pregunto y no me paso por alto


que Rodrigo Bush no me quite la mirada de encima.

— Si — dije recordando su llegada mientras miraba a Caleth que


sonrió y Ángel soltó una risita peculiar que hizo que todos menos los
Fairchild, lo observaran.

— Toda una belleza, tío — Ángel me miro tomando de su jugo


mientras Jake lo miraba con una ceja enarcada. Él sonrió tirándole
un beso antes de añadir: — Tú también preciosa, no te coloques
celosita.

Joseph rodó sus ojos al escuchar aquello y la atención de Ángel se


colocó en él lo que hizo que Caelus sonriera a mi lado como si eso
fuera algo muy divertido.

— ¿Y cómo están esas emociones por casarse con semejante


bruja, Joseph? — pregunto el pelinegro sin importarle que Rodrigo y
su esposa estaba aquí. Dove abrió su boca sorprendida y Rose lo
miro como si él fuera una cucaracha, pero la mirada que él le dio fue
de repudio puro mientras ni siquiera determinaba a su padre por
alguna razón.

— ¡Estamos aquí! — Irene Bush soltó y Ángel rodó sus ojos.

— A nadie le interesa, Irene, por favor, deja de hablar que tu voz


molesta me hace doler los oídos — Caebrán hablo y Ángel levanto
su palma para que Caebrán la chocara con la suya como un niño
pequeño y cuando lo hizo, soltó a reír.

Irene se levantó de la mesa molesta al ver que ni su esposo se


atrevía a darle su puesto y sus dos hijas la siguieron de inmediato
dejando solamente a Rodrigo aquí.

En verdad espere que las defendiera o simplemente dijera algo,


pero luego de darle un asentimiento a Caleth se levantó poniendo la
estúpida excusa que tenía que atender algo del trabajo y se fue
haciendo que lo siguiera con la mirada mientras pensaba que, de
alguna forma, iría a encontrarse con Marcus.

Las ganas de seguirlo crecieron en mi interior, pero la voz de Caleth


anunciando que debíamos irnos porque ya lo importante había
pasado, acabaron con mis planes. Nos despedimos de Jake y
Joseph, no encontré a Marta por ningún lado y me fui con Caleth y
sus esposas mientras los chicos se fueron con el nuevo Fairchild y
sus padres.
— ¿Qué tal la noche? — pregunto Sophia cuando el chófer
estacionaba el auto al frente de la mansión.

— Estupenda — los mire — Muchas gracias por hacerme sentir


como de la familia.

Caleth sonrió.

— Eres de la familia mientras vivas aquí.

Le correspondí la sonrisa, me despedí de ellos y salí del auto


sintiéndolos caminar detrás de mí.

Los tacones me cansaban y cuando subí las escaleras, quería


quitármelos ya. Llegué a la puerta de mi habitación y la abrí, la luz
estaba apagada y no me importo. Cerré la puerta y me saque los
tacones y camine descalza por la habitación hasta prender la luz y
los tacones que tenía en mis manos, se cayeron al encontrar a
Crono sentado en mi cama, con la mirada perdida en el suelo.

— Pero ¿qué...? — comencé, pero la mirada que me dio me hizo


callarme de inmediato.

— ¿Puedes dejar hablar? A veces tu voz me hace doler la cabeza.

— Entonces si te duele la cabeza no sé qué es lo que haces en mí


habitación — le dije, regresándole el ataque.

No respondió, simplemente abrió la bolsa con los dientes que antes


se encontraba entre sus manos y me quede quieta viendo cómo la
tiraba en la mesa de noche y se inclinaba para aspirar una línea sin
decirme nada.

Echo la cabeza hacia atrás y cerró los ojos mientras me quedaba


estática mirándolo.

— ¿Quieres? — preguntó señalándola cuando abrió los ojos y


camine hacia la mesa, me hinque y aspire una sola línea. Cerré los
ojos, me quedé quieta en esa posición mientras sentí ese efecto
eufórico que me hizo abrir los ojos y saborearme los labios.

— ¿Desde cuándo lo haces?

— Desde que tengo doce — soltó y me senté a su lado sin decir


nada más.

— Deje de hacerlo hace un año — lo mire — No era adicta, pero me


gustaba hacerlo en mi anterior intercambio porque a mi novio le
gustaba, de hecho, él la vendía.

Sonreí de manera falsa, no me gusta hablar de los fantasmas del


pasado y temo que he hablado de más, pero la forma en la que me
mira por unos segundos sin decir nada más, me dice que realmente
no le importa lo que le acabo de decir.

Me dejo caer en la cama y cierro los ojos recordando todo lo que ha


pasado esta noche; el baile con los chicos, Marcus, la pintura de la
familia Bush, la llegada de un nuevo Fairchild, el compromiso de
Joseph y Rose, la muerte de Pondra a manos de Marcus, el cuento
de mi madre y me duele la cabeza de tanto pensar.

El sentimiento de que las cosas aquí no son lo que parecen sigue


ahí y espabilo cuando Crono se deja caer a mi lado. Abro los ojos y
lo consigo mirándome demasiada cerca permitiéndome así ver que
sus ojos son más claros de lo que pensé.

Me toca los labios con los dedos fríos y cuando me introduce uno en
la boca, lo succiono sin despegar el contacto visual. Mi corazón late
como loco en mi pecho y él le paso la lengua cuando me los saca.

Se le dilatan más las pupilas y cuando voy a hablar, me lo impide


tapando mi boca con la palma de su mano.

— ¿Puedes callarte? Voy a.... voy a hacer algo y no quiero que


hables, no quiero que tu voz me haga doler la cabeza porque a
veces eres muy ruidosa...
No digo nada, solamente lo veo levantarse y lo miro desde arriba, el
cabello negro lo tiene desordenado y los ojos verdes le brillan. Se
desabotona la camisa mientras yo me quedo quieta en la cama,
agarra la corbata y cuando voy a preguntar qué hará con ella, me da
una mirada dura que lejos de asustarme me manda miles de voltios
al cuerpo y me hace una mordaza en la boca que me impide hablar
mientras hace un gran nudo en la parte detrás de mi cabeza.

Se quita la correa y me hace voltear, no sé qué va a hacer, pero


cuando me obliga poner el culo en pompa el corazón me late con
fuerza y ruedo los ojos, sintiendo el latigazo que va directo a mis
glúteos sobre el vestido.

Me pica, me quema y todo me vibra.

No puedo gritar como debería y no me da descanso, vuelve a darme


otro latigazo y flexiono las piernas y cuando ve que no dejo las
manos quietas, me las sujeta por encima con las manos mientras
me hace voltear otra vez.

Mi pecho sube y baja con fuerza. Solamente fueron dos azotes con
la correa y puedo sentir que mis nalgas están rojas. Como me mira
me hace latir hasta la entrepierna y no sé de dónde saco este modo
ni que fetiches tiene, pero me tiene fascinada.

Me agarra las manos y las coloca por encima de mi cabeza,


agarrando la correa y poniéndomela en mis muñecas para impedir
que pueda moverlas y las amarra en el cabezal de la cama para
después mirarme.

— No te quedas quieta, Lucy... y así no puedo hacerte nada.

El tono que usa me hace apretar las piernas.

Se me hunde el corazón cuando noto la vehemencia y la furia que


gritan sus ojos, me abre de piernas mientras lucho contra la venda
que tengo entre los labios y la que me sujeta las manos impidiendo
que pueda moverme y cuando me rompe el vestido, arqueo la
espalda mientras todo el cuerpo me cosquillea, me quita las bragas
de un tirón y me mira desde arriba la desnudez por unos minutos
donde no siento inseguridades a pesar de que puede ver cada
centímetro de mi cuerpo.

Me toma del mentón obligando que lo mire — ¿Ves cómo todo


funciona mejor cuando dejas de hacer tantas preguntas?

«¿Qué harás?» La pregunta está ahí pero no puedo hablar y no


entiendo nada hasta que se quita los zapatos de un puntapié, se
baja los pantalones y la camisa la tira a un lado junto con el saco. El
bóxer negro marca la hombría que me hace tragar saliva y cuando
vuelve a la cama, me abre las piernas y acerca su cara a mi muslo,
inconscientemente muevo las manos y eso solamente hace que me
lastime las muñecas.

Muerdo la tela de la corbata y cuando me muerde en la cara interna


del muslo, blanqueo los ojos. Él suelta aire por la boca y se acerca
un poco más hacia mi entrepierna haciendo que quiera jalar su
cabello con mis manos, pero estar amarrada es una tortura y
cuando su lengua toca mi punto sensible me muevo porque quiero
soltarme, pero siento como sonríe sobre mí.

Pasa la lengua y levanto la cadera, me chupa y muerde justo ahí


antes de comenzar a lamer haciendo que todo vibre dentro de mí.
Las ganas por tocarlo me hacen picar las manos y chupa con una
agilidad que me derrite.

Es repetitivo; chupa, hace movimientos circulares con su lengua,


lame, chupa, movimientos circulares con su lengua, lame y vuelve a
chupar con rapidez. No sé cuánto tiempo pasa, me duelen las
muñecas de tanto forcejear, salivo y los muslos se me tensan
mientras siento que soy precoz cuando el orgasmo llega tan rápido y
que él se lo trague todo me hace latir el corazón con fuerza.

No sé cómo reaccionar y se levanta, se limpia la barbilla y me da


una sonrisa que me desarma mientras estoy indefensa sin poder
moverme, pero al parecer lo disfruta; tenerme inmóvil y sin poder
hablar porque su miembro esta aún más levantando y se le marca
completo en la tela negra.

No me da descanso, ni siquiera puedo espabilar cuando me aprieta


los pechos, lo palpa y se lo mete a la boca mordisqueándolo,
chupándolo y lamiéndolo, enrollando la lengua en la punta y
apretando el otro mientras los jadeos lo reprimen la tela al igual que
los grito.

Me contorneo la pelvis buscando un roce y él no deja mis pechos


hasta que me duelen y los siento rojo. Me observa con una sonrisa
ladeada y verme tan maltratada me coloca mal.

Mira su erección y baja el elástico liberándola toda. El tamaño me


hace apretar la mandíbula mientras recuerdo que, si la de Consus
era grande, esta es... gigantesca.

Mis ojos la captan toda; rosada, venosa, grande, tiesa, gruesa y él la


toma entre sus manos, presumiéndola y la boca me saliva mientras
imagino su sabor al mismo tiempo que me pregunto si podría
metérmela toda en la boca.

«Además de ser perfectos físicamente tienen unas vergas grandes


que te van a dejar adolorida» Olvido que en este pueblo hay muchos
secretos, que posiblemente haya asesinatos en medio y que hay
cosas más fuertes de lo que parece porque solamente soy
consciente de ello.

Se masturba un poco delante de mis ojos y la imagen es tan erótica


que siento que así podría correrme. Nunca había estado tan
humead y cuando me abre de piernas y me hace flexionarlas; se
desliza dentro.

La invasión me hace rodar los ojos mientras entra de una sola


estocada y siento que, si tenía algún espacio virginal en mi cuerpo,
ya no está, «toda» y no me deja acostumbrarme porque comienza a
moverse con fuerza mientras aprieta mis pechos con sus manos y
besa mi cuello, chupándolo y mordiéndolo mientras solamente me
abro más porque sentirlo es una de las cosas que más me han
gustado y las ganas de besarlo me hacen brillar los ojos por las
lágrimas.

— ¡Joder! — suelta con la voz ronca en mi oído y los vellos del


cuerpo se me erizan porque sigue dándome estocadas violentas,
estrellándose con fuerza y saliendo con la misma antes de volver a
entrar — Eres... eres más deliciosa de lo que pensé.

Sigue, me mueve a su antojo y no sé ni quien soy cuando acabo


viendo las estrellas. Me abofetea y gimo, aunque la tela impide que
se escuche y ruedo mis ojos por segunda vez, acabado junto con él,
pero sigue tan duro como entro y me hace abrir más las piernas
para volver a metérmela mientras me toma del mentón.

— Observa — me señala la imagen que me hace sentir


contracciones en el vientre — Observa y recuerda cómo te voy a
partir...

Mi sexo chorrea y él le da palmaditas que me hacen contornee con


fuerza, pero me hace girar, colocándome en cuatro y haciendo que
levante el culo.

Sale de mi interior solamente para pegarme en las nalgas con las


manos abiertas y el sonido seco me hace morder con fuerza la tela.
Me invade en esa posición y me nalguea así haciendo hasta que
siento las nalgas tan calientes...

Me toma de la cadera dándome descanso y me estrella con fuerza.


Quiero liberarme y volvemos a acabar al mismo tiempo y caigo con
los ojos cerrados mientras mis muslos tiemblan y me libera las
manos, la venda de la boca y con la poca fuerza que me queda, lo
agarró del cuello y lo traigo a mi boca mientras él me entierra el
miembro otra vez y jadeo sobre sus labios enterrándole las uñas en
la espalda.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
Me levanté con un pequeño dolor de cabeza y sentí un brazo
alrededor de mi cintura mientras los recuerdos de la noche anterior
llegaban a mi cabeza.

Me costó regresar a la realidad y acostumbrarme a la molesta luz,


pero la calidez del cuerpo de Crono me hizo acurrucarme un poco
más.

«Habíamos pasado la noche juntos» Era un hecho, así como los


morados en el valle de mis senos y en mis muñecas como el ardor
que tenía en la entrepierna era el mejor recordatorio de lo que
habíamos hecho cuando llegamos de la estúpida fiesta de
compromiso de Joseph y Rose.

Mire el reloj que había en la pared para ver qué hora era y trague
saliva al ver que efectivamente era cercano al medio día. Recordé
que Sophia y Camille querían que las ayudara para la fiesta, pero mi
cuerpo estaba agotado, así como mi cerebro de tanto pensar sobre
lo que había descubierto.

Más Fairchild de lo que pensaba, Ángel siendo siniestramente


extraño, Marcus siendo un asesino y seguramente siendo un
enemigo de la familia Fairchild y Rodrigo Bush siendo su "salvador"
lo que significa que está confabulando en contra a su "socios" lo que
no tiene sentido y Pondra siendo un gran signo de interrogación en
la lista, Marcus sabiéndose el cuento que mi madre me contaba
todas las noches, Katherine al parecer teniendo conexión con las
Bush y la chica castaña del cuatro familiar que podría ser...

Dejo de pensar cuando Crono se mueve y eso hace que la sabana


lo haga también, dejando ver su miembro erecto que me hace
salivar. Los cuadros de su abdomen están tensos y su piel
enrojecida al mismo tiempo que observo rasguños y trago saliva
porque al parecer él no fue el único salvaje.

Su rostro luce sereno a diferencia de cómo se encuentra todo el


tiempo y su respiración es lenta. Cierro los ojos también porque
tengo sueño, pero pego un brinco cuando escucho un toque en la
puerta que me hace abrir los ojos de inmediato y tensarme.

— ¡Lucy! — escucho la voz de Camille e intento deshacerme del


brazo de Crono, pero tampoco quiero despertarlo y me encuentro en
una encrucijada cuando un segunde toque a la puerta, está vez más
fuerte llega: — ¿Estás bien, cariño? ¿Puedo pasar...?

— ¡No! — respondo en un grito y me tapo la boca porque el tono de


voz me delata.

— ¿No? — pregunta ella con extrañeza y me muerdo la lengua


mirando a Crono y pensando seriamente en tirarlo al piso y obligarlo
a meterse debajo de la cama.

— ¡Quiero decir que no es necesario porque ya estoy por salir! —


me corrijo y escucho una risita por parte de ella que me coloca de
los nervios.

— ¿Segura?

— ¡Segurísima!

— Entonces te esperare en el salón. La mayoría de las cosas están


listas, pero quiero que me des tu visto bueno y me ayudes con algo
que falta ya que mis hermanas salieron con los chicos y no consigo
a Crono por ningún lado... — dice y me masajeo la cabeza mientras
muevo el brazo del susodicho y él ni se inmuta.

El miedo de que posiblemente haya tenido una sobredosis me


palpita en la sien porque recuerdo perfectamente como inhalo varias
líneas de coca y como también inhale con él. Camille vuelve a tocar
empeorándome los nervios mientras toco la mejilla de su hijo y me
doy cuenta que está dormido como un bebé profundamente
mientras yo estoy que me muero y no sé qué hacer.

— ¡Sí! Déjame terminar de vestirme y salir.


— Okey, el desayuno te acompañare a tomarlo.

— Gracias — es lo último que digo y escucho el repicar de sus


tacones contra la cerámica del suelo.

Me levanto de la cama y recojo el vestido, su pantalón, su camisa,


su ropa interior y la mía y la tiro en la silla mientras me recojo el
cabello en un moño y lo miro ahí, durmiendo en mi cama pareciendo
un ángel inocente libre de todo pecado del mundo cuando resulta
ser un demonio.

Lo arropo y me quedo quieta con las ganas de hacer lo que cruza


por mi cabeza, pero algo me dice que no puedo hacerlo, pero... las
ganas no puedo resistirlas y le doy un casto beso en los labios
agradeciendo que está dormido y soltando un resoplido porque
siento que ha sido muy dulce de mi parte, aún desnuda, corro al
baño y me doy una ducha rápida, me cepillo los dientes y me miro al
espejo.

Parece que me hubiera mordido un vampiro por las ojeras, la cara


demacrada que demuestra la noche que tuve y que hubiera tenido
una batalla para libertar un país por cada uno de los hematomas
que tengo en el cuerpo... Las más notorias son mis muñecas que
están moradas por el amarre que tenía en ellas, me duelen los
glúteos y están rojos, al igual que mis mejillas al darme cuenta que
no tengo cómo explicar los chupones que tengo en el cuello, el
pecho y el abdomen.

Suelto un suspiro y salgo del baño, me quito la toalla tirándola en el


suelo y camino directo al closet; saco lo primero que consigo que es
un vestido suelto y me lo coloco después de ponerme el sostén y
unas bragas rosas de encaje que consigo en uno de los cajones
porque el clima de hoy es fresco y salió el sol.

Busco el maquillaje en uno de los cajones y cuando consigo el


corrector, lo abro dispuesta a tapar las marcas, pero se me resbala
cuando escucho un suspiro en la parte detrás de mí oreja.
— ¿Para dónde vas?

Crono pregunto cuando me di la vuelta y tuve que dar un paso hacia


atrás para poder verlo a la cara, aunque su desnudez era bastante
distractora, lo logré.

Tenía el cabello desordenado, ojeras y el ceño ligeramente fruncido


mientras sus ojos estaban enrojecidos. Trague saliva y me agache
para buscar el corrector dispuesta a bajar rápido antes que Camille
subiera por mí.

— Ayudare a tu madre — fue lo único que dije y no me importo tener


que ponerle el trasero justo en su erección matutina hasta me hice
un poco hacia atrás para sentirla más y él soltó aire por la nariz,
olfateando mi cabello mientras en el reflejo del espejo veía
perfectamente su imagen y la mía que me hizo tragar saliva
mientras pasaba el corrector por el cuello.

— ¿Te avergüenzan? — pregunto sobre mi cabello y negué,


dejando el corrector a un lado y buscando una brocha para
difuminarlo.

— No.

— ¿Entonces?

— ¿Qué dirá tu madre cuando me vea con marcas así? — Lo mire


— ¿Qué me violo un vampiro o qué?

Rodo sus ojos.

— Me duele la cabeza — dijo y lo contemple por unos segundos


antes de volver a mi trabajo que era ocultar lo que habíamos hecho
por sentido común. Se alejó y no dije nada, pensé que iba a vestirse
o algo así pero simplemente se inclinó, tomo su pantalón y seguí en
lo mío hasta que la curiosidad de saber lo que hacía gano y me
voltee para mirarlo.
Sacó una bolsa de plástico del bolsillo de su pantalón,
completamente desnudo y vertió polvo blanco en la mesa de noche,
formó dos líneas con los dedos y se las metió mirándome. Se
levantó, colocándose el bóxer y acostándose de nuevo en mí cama
tejió sus manos detrás de su cabeza y dijo: —Me siento mucho
mejor.

Me quedé en blanco y me mordí el labio inferior porque la vista era...


majestuosa. Estaba desnudo en mi cama, con una erección y...

— ¿A qué hora te vas? — pregunte buscando mis zapatos y


simplemente me miro.

— ¿Me corres en mi propia casa?

— No, solamente no quiero que tus padres sepan de esto...

— ¿Y qué es esto?

— Que me los estoy cogiendo a los cinco por igual — lo mire


cuando termine de calzarme los zapatos y coloque mi mano en mi
cintura mirándolo.

— ¿Te damos vergüenza? — pregunto luego de unos minutos y gire


los ojos.

— ¿Si me dieran vergüenza estaría con ustedes?

No respondió y decidí que no iba a perder más tiempo. Camine


hacia la mesa de noche y tome mi teléfono, me coloque perfume y lo
observe unos cuantos segundos donde él también lo hizo.

La coca que quedaba en la mesita de noche era la evidencia de que


lo primero que había tocado su organismo era droga y sin saber
muy bien si preocuparme o dejarlo pasar, me giré sobre mis talones,
comencé a caminar hacia la puerta.

— Lucy... — voltee a mirarlo cuando me nombro y la sonrisa que me


dio me hizo apretar los puños para después añadir: — Gracias por
el beso.

Ruedo mis ojos porque fui una estúpida al pensar que estaba
dormido y me doy la vuelta, cerrando la puerta de golpe para no
avergonzarme más y mentalizándome lo que debo hacer comienzo
a caminar por el pasillo y es:

Ayudar a Camille Fairchild a organizarla fiesta número 16 de Cristian


QUIEBRE
JAKE

Mis ojos se concentran en él resaltando cada una de las cosas que


me han hecho caer una y otra vez en el mismo hueco sin importar
las advertencias que haya en mi mente, sin prestarle atención al
lado razonable que tengo ahí y que por más que intente escuchar,
nunca lo hago.

Se sumerge en la piscina climatizada de un chapuzón haciendo que


el agua me salpique. Hago una mueca porque por su culpa la revista
de moda que se encontraba entre mis manos ahora está mojada y
no me importa el hecho de que no la estaba ni mirando, coloco mala
cara y eso solamente lo hace sonreír cuando me observa porque me
gusta hacerle berrinches y a él le gustan mis berrinches.

Su cabello húmedo se pega a su frente, sus ojos azules brillan y


nada hacia la orilla para impulsarse con las manos con agilidad y
salir haciendo que trague saliva al ver su torso pálido trabajado,
cada musculo de su cuerpo flexionándose por el movimiento y las
gotas de agua recorriendo cada centímetro de su piel me hace agua
la boca.

La imagen que me da es realmente erótica y la pantaloneta de baño


negra no le hace justicia a su hombría que resulta muy notoria
porque se le marca toda. Trago saliva y solamente señalo la revista
con las intenciones de hacer un drama mientras intento ignorar
todas las cosas perversas que me imagino y que desde luego no
debería imaginarme.

— La dañaste como todo lo que tocas — suelto y él rueda sus ojos,


acercándose más y cuando veo sus intenciones, lo empujo con los
pies, pero Joseph me impide los movimientos sentándose arriba de
mis piernas haciendo que suelte un chillido porque el agua esta fría
y lo empeora, abrazándome.
— Te veo muy bonita y eso que te he tocado.

— ¡Joseph! — lo reprendo porque alguien de la servidumbre puede


oírnos e intenta besarme, pero lo esquivo. Suelta un resoplido y me
muevo para volver a impedir el beso.

La revista cae al suelo y lo empujo haciendo que caiga de culo al


suelo. Me levanto con las mejillas sonrojadas y le lanzo una patada
que él esquiva y cuando intento darle otra, me toma del pie, pierdo
el equilibrio y solamente escucho un quejido de su parte cuando
caigo encima de él llevándome el mantel de la pequeña mesa
cuando intento sujetarme inútilmente para no caer, donde había
comida que una de las sirvientas había puesto hacia puesto hace
unas horas.

Los platos caen al suelo y todo se parte, la fruta se esparce por el


suelo y los jugos cítricos se esparcen en la grama.

Me golpeo el brazo con la caída y cierro los ojos quedándome quieta


mientras puedo imaginarme el desastre que me niego a mirar con
más atención. Estamos en una posición realmente extraña,
parecemos unas cucarachas y comenzamos a reír cuando nos
damos cuenta de lo que acabamos de hacer.

— Te odio — digo girándome para quedar boca abajo y ver su


rostro. Tiene los ojos cerrados y no resisto la tentación de tocar su
rostro y lo hago; paso mi dedo por su mandíbula haciendo que
trague saliva y así, en esa posición, con los ojos cerrados, dice:

— No me odias, me amas y lo sabes — abre los ojos y me quedo


quieta cuando su azul choca contra el mío — Lo dicen tus ojos, tú
forma de tratarme y la historia que tenemos detrás y la que
seguramente tendremos adelante.

La seguridad con la que se expresa me hace tragar saliva. No sé


qué decir y tenemos ese duelo de miradas donde no me atrevo a
hablar y él tampoco hasta que la posición se vuelve incomoda y me
levanto, arreglando la tira del traje de baño y él estirándose porque
seguramente tiene un calambre en la espalda.

Miro el suelo, exactamente el desastre de comida y cuando siento


que se va a levantar y seguramente se alejará como lo ha hecho
desde un día antes de la genial fiesta de compromiso donde se hizo
más que realidad el hecho de que tendrá que vivir con Rose,
acostarse con Rose y que seguramente en unos años tendrán dos
hijos y seis gatos y que tendré que conformarme con quererlos
desde lejos como su tía mientras amo a su padre en secreto.
Reprimo un suspiro y cuando siento que las cosas están más que
claras entre nosotros, está vez, cambiando todas las ideas en mi
cabeza, me toma el rostro con su mano y me obliga a mirarlo.

Siempre he dicho que la conexión de miradas dice mucho más que


mil palabras y que no miras a todas las personas de manera igual
por eso es que algo en mi pecho se extiende al ver la forma en la
que Joseph me mira y es que encuentro esa chispa ahí en sus ojos
azules que jamás había visto cuando miraba a alguien más y ese
sentimiento que se apodera de mi pecho porque siempre me ha
visto así a mí, en vez de aliviarme, me lastima.

«No hay nada peor que recibir las cosas a medias» Pero aun así
noto devoción, amor, compresión y dolor en sus ojos que me parece
fascinante. Mucho dolor que logro entender de inmediato y cuando
se inclina para besarme, digo en el momento justo en que sus labios
están por conectarse con los míos en un susurro que solamente él
podría oír, aunque estamos técnicamente solos:

— No podemos hacerlo más.

— ¿Por qué? Sabes que ella no me importa...

— Pero a mí sí — le interrumpo y la expresión que cruza por su


rostro me demuestra que mis palabras lo lastiman, pero estoy
segura que nunca podrá llegar a dolerle como me duele a mi verlo
fingir que ama a otra delante de mis narices por eso continuo sin
importarme realmente si lo que ha estado rondando por mi cabeza
desde la noche de la fiesta logre acabar con lo poco que nos queda
y es que estoy cansada de recibir migajas de un amor que me
lastima: — Sabes que ya el tiempo caduco, que decidiste seguir lo
que nuestros padres te pidieron y no te pido que renuncies a ello por
mi o que le confieses al mundo que estas enfermo porque te gusta
tu propia hermana; solamente quiero que entiendas que cada vez
que te veo junto a ella, siento una puñalada en el pecho y tus besos
solamente son un pañito de agua tibia para calmar el dolor
momentáneamente como un analgésico pero cuando no lo recibo, el
dolor se multiplica y se vuelve insoportable porque te voy a repetir lo
que aquella noche te dije y es que duele más anhelar algo que ya
tuviste a algo que solamente imaginas, porque cuando lo tienes
pruebas las emociones que te hacen sentir y eso hace la espera
más dolorosa e insoportable y yo no estoy dispuesta a seguir
jugando a esto cuando las cosas están más que claras entre
nosotros, il mio amore*

— No puedes ponerle fin a esto — fue lo único que respondió


mientras me tomaba de la mandíbula con fuerza obligando a que lo
observará. Era algo que hacia la mayoría del tiempo porque sabía
que mirarlo a los ojos me desarmaba y me colocaba el mundo de
cabezas, pero está vez, estaba mucho más convencida que antes y
por eso lo intente una vez más.

— Por favor solamente te pido que no lo hagas más doloroso.

— Lo dice quien está clavándome un puñal directo al corazón


porque no es capaz de resistir un poco más — dijo y mis ojos se
llenan de lágrimas al ver su mirada dura llena de reproche.

— ¿Estas escuchándote? — pregunte mientras intentaba alejarme,


pero él logro que me colocara sobre su regazo, impidiendo así que
pudiera moverme y fue peor porque estábamos más cerca. Me
agarro la cintura desnuda con ambas manos y sentir su respiración
chocando con la mía no ayudaba en nada, pero tenía algo en mente
y trataría de cumplirlo sin importar las interrupciones ni tener que
destruirle el corazón en el camino.
Pero había algo que me decía que no sería posible porque Joseph
era terco y no se dejaba doblegar porque mientras yo me rendía
fácil, él siempre quería buscarles el lado bueno todas las cosas y
era por eso que éramos tan distintos que nunca entrabamos en un
acuerdo.

— ¿Cuándo será el día que dejes de cruzarte de brazos cuando ves


el mínimo inconveniente? — pregunto y quise levantarme, pero me
lo impidió.

En esa posición no podía pensar bien y tenerlo tan cerca hacía que
recordara cada una de las cosas que habíamos hecho y que desde
luego nunca tuvimos que hacer. Sentí como mi respiración se
ralentizo dentro de mi caja torácica y como crecía ese nudo en mi
garganta, pero era ahora o nunca y con todas mis fuerzas, dije:

— ¿Cuándo será el día que vas a entender que no quiero luchar por
algo que no tiene futuro? — sentí como la fuerza en el agarre de mi
cintura disminuir, esa chispa de dolor cruzo por su rostro y seguí
porque no habría otra oportunidad mientras trataba de convencerme
que esto era lo mejor para ambos: — Te vas a casar y ella será tu
esposa, tu mano derecha y tu mejor amiga mientras yo estaré feliz
por ti mirando desde lejos porque no pienso seguir siendo la otra, no
pienso seguir conformándome con lo que me das en la oscuridad
porque no puedes darme más.

«No lo merezco, Joseph, así como tú no mereces renunciar a tu


futuro por esto que no es sano, no es bueno y no es bien visto ante
ninguna persona cuerda que tome en cuenta todo lo que significa
amar a tu propio hermano de una manera retorcida; desearlo,
quererlo solamente para ti y soñar que, si tuvieran otra vida,
pudieran profesar su amor de forma libre sin tener miedo de los
prejuicios, pero esos son eso, sueños. Unos simples sueños que
jamás se harán realidad porque está es la nuestra y nadie podrá
cambiarla— lo tomo del rostro para que me mire y se dé cuenta que
no estoy jugando, que entienda de una buena vez que debemos
madurar y dejar los juegos de lado — Esto está mal, tan mal como
los secretos que cargamos en los hombros por juntarnos con
quienes no debemos pero que lo hacemos. Pecamos de muchas
formas, hicimos daño y vimos cómo les hacían daño a otros... Por
eso y por muchas cosas más estamos enfermos, Joseph, esto que
hacemos y sentimos es una aberración y la única manera de
curarnos es estar lo más lejos del otro que podemos porque
terminaremos mal...

— No puedo dejarte — me interrumpe y la firmeza en su voz me


desarma.

— Sí puedes, vas a hacerlo y todo será más fácil así.

— Solamente lo dices porque no quieres sufrir más — dice y me


quedo quieta — Quieres un amor fácil, quieres que no haya
complicaciones, pero nada en la vida puede ser color de rosas.

— ¿Eso quiere decir que debo conformarme con lo que tanto me


lastima? — niego con la cabeza mientras lo digo y me intento
levantar, lo consigo cuando me suelta y podría estar dramatizando
todo, pero duele como la mierda que aquello que tanto te haga feliz,
te haga daño en la misma intensidad.

Cuando estoy de pie, me desordeno el cabello mientras se levanta.

Las cosas siempre tienen que ser difíciles para nosotros y fue muy
estúpido de mi parte pensar que él iba a entender mi dolor, me iba a
dejar ir e iba a quedarse de brazos cruzados porque simplemente se
lo pedí porque mientras él quiere luchar, yo no tengo ánimos ni
fuerzas para hacerlo.

Me mira y yo lo miro de vuelta. Me cruzo de brazos y doy unos


pasos hacia atrás para evitar estar en contacto con su piel porque
eso significa un quiebre más y sé que un paso en falso podría
arruinarlo todo otra vez.

— Iremos a la fiesta de Cristian y mañana partiremos a la cabaña


como si nada porque nadie debe enterarse de lo que sucede ni lo
que sucedió en algún momento entre nosotros porque todo se
acabó, en especial tu prometida y Dove que seguramente harían un
escándalo si llegaran a enterarse que nos hemos estado acostando
— digo mirando el agua de la piscina y siento como se acerca lo que
hace que se me erice el cuerpo.

— ¿Por qué no cuentas a Lucy?

— Porque ella ya lo sabe — le hago saber y volteo a mirarlo cuando


siento su vista clavada en mi culo sin ningún disimulo lo que me
hace colocar mala cara porque ni siquiera le interesa que alguien
además de los Fairchild lo sepan.

— ¡Espabila y concéntrate por el amor de Dios! — le doy un golpe y


él rueda sus ojos mirándome de nuevo el rostro.

— Sí, Jake... lo que tú digas — mueve las manos y suelto un


resoplido.

— Solamente te voy a pedir que dejes de colocarte celoso cuando


este cerca de Caelus o que intentes tocarme porque tome una
decisión y no voy a cambiarla — trato de lucir segura de lo que digo.

No responde. Simplemente me observa en silencio y eso solamente


me coloca los pelos de punta, «odio cuando hace eso». Me siento
acechada y trato de tranquilizarme mentalmente porque solamente
es Joseph, mi hermano, el hombre que amo y...

— No me interesa — dice finalmente y mis ojos se abren al punto


que podría parecer un estúpido búho.

— ¿Perdón?

— Lo que escuchas — repite segurísimo de las estupideces que


dice y que continúe y se escuche tan seguro de lo que dice empeora
las cosas: — No voy a hacerte caso porque yo no tengo ganas de
seguir tu maravilloso plan que consiste en rendirte como siempre
quieres hacerlo porque cuando ves que las cosas que quieres son
difíciles de conseguir, decides quedarte de brazos cruzados y no
hacer nada como siempre para conseguirlo — da un paso al frente y
yo doy un paso atrás como la cobarde que soy lo que le hace
levantar la comisura de su boca y darme una sonrisa de boca
cerrada que me eriza la piel — No soy un cobarde Jakeline, yo si
estoy dispuesto a luchar por ti sin importar el costo y no observaré
desde lejos cómo Caelus intenta volver a acostarse contigo porque,
aunque no lo creas, no he tocado a Rose desde hace más de un
año como tú me lo pediste.

— Será tu esposa... — trato de recordarle y...

— Solamente es un papel, un título que no significa nada para mí


porque la única mujer que respeto, respetaría, amo y amaré en toda
mi vida serás tú.

— Está mal, esto está mal...

— ¿Solamente porque así dice la gente? — pregunta — ¿Porque


leíste eso en Google y porque a algún estúpido se le ocurrió un día
decir que amar a alguien de tu misma sangre este mal aun así sea
consensuado? Eso me parece tan aberrante como aquel que dice
que el aborto debe ser algo ilegal con la única excusa que la
maternidad es lo más preciado que existe. Que una mujer debe ser
obligada a ser madre con esa simple excusa cuando aun así ella no
quiera serlo y lo peor es que las personas no se dan cuenta que es
mejor no traer a un niño al mundo a sufrir porque no fue planificado,
porque no lo quieren o simplemente no tienen la capacidad
psicológica y económica para tenerlo cuando fácilmente pueden
ahorrarle todo el dolor a esa criatura interrumpiendo su nacimiento.

«Me duele que tenga tanta razón» Mis ojos pican y solamente soy
capaz de decir: — No sigas, por favor... déjame ir.

— ¿Eso es lo que quieres realmente? — se acerca más y si doy otro


paso hacia atrás, podría caer a la piscina.

— Sí.
Trato de lucir segura. En verdad que lo intento, pero la sonrisa que
me da me desarma porque recuerdo que como soy capaz de leer
cada acción que él hace, él también puede leerme a mí porque eso
pasa cuando conoces tanto a una persona y cuando están
conectados de distintas maneras.

Huele la mentira y dice de forma arrogante:

— No te creo.

— ¡Ya te dije que no y creo que eso es suficiente! — es mi única


excusa.

Me coloco a la defensiva y él me responde de la misma manera: con


gritos que me hacen sentir pequeña porque esto es lo que no me
gusta; que nunca sepamos respetar las decisiones de otros.

— ¡Entonces dime que no me amas y que quieres que desaparezca


de tu vida! — me mira con dureza — Que quieres a alguien más y
que nunca me has correspondido... Vamos Jake, rómpeme el
corazón como aquella vez que descubrí que te habías acostado con
Caelus cuando yo no había estado con nadie más que no fueras tú y
te haré caso de una maldita vez, aceptando que tu decisión es esa y
te dejaré en paz.

Las palabras se me atoran de la garganta y recuerdo cada uno de


sus gritos cuando descubrió de no sé qué forma que me había
enredado con un Fairchild, que lo había traicionado y no me defendí,
solamente agaché la cabeza en ese momento porque había
cometido un error y no podía hacerme la victima cuando había
tenido la culpa.

Recuerdo perfectamente sus lágrimas porque no existe nada más


doloroso que alguien que quieras llore por un corazón roto y sea por
tu culpa. Mis manos tiemblan a mis costados y que lo saque en este
momento, luego de que me haya perdonado por eso y que haya
hecho exactamente lo mismo como venganza, empeora todo.
El quiebre que siento en mi sistema me colapsa los nervios y lo
empujo con mis manos porque no quiero verlo, pero ni siquiera se
mueve para mi desgracia mientras lo vuelvo a golpear otra vez en el
pecho con la rabia tomando cada una de mis neuronas.

Odio puro es lo que me recorre porque siempre que intento acabar


con lo que tanto me lastima y me hace feliz a la vez, él nunca me
comprende y dice o hace algo para que los papeles se cambien.

— Eres un maldito imbécil — la voz me tiembla mientras lloro sin


dejar de golpearlo y no me importa verme como una lunática —
¡Todo fuera más fácil si dejaras de ser tan cabezota y me dejaras ir!
Entiende de una buena vez que no quiero seguir sufriendo a tu
lado... ¡No es sano ni mucho menos algo bueno! Me haces daño y
yo te lo hago, nosotros solamente queremos salvar algo que no
tiene cura y que más que una aberración parece un cáncer porque
nos está destruyendo... — pierdo la fuerza y me sigue mirando con
firmeza, demostrándome que nada de lo que diga podrá hacerlo
cambiar de parecer y me duele la cabeza porque quiero que por
primera vez en su vida me entienda.

— Puedes decir lo que quieras, pero no estoy dispuesto a renunciar


a esto — nos señala cuando dejo de golpearlo y ver su pecho rojo
por los golpes me hace sentir mal.

— Deberías...

— ¿Y desde cuando hacemos lo que deberíamos hacer Jake? —


me toma del rostro para que lo mire y limpia las lágrimas con su
pulgar sin importarle que sigan saliendo otras — ¿Cuándo?
¿Cuándo lo hemos hecho, hermanita? Porque no me acuerdo de
ninguna vez...

— Yo... — lo miro y él menea la cabeza.

— Silencio — pone su dedo índice en mis labios y susurra


inclinándose hacia mí: — Cargamos con el peso de secretos que no
nos pertenece, somos tan culpables como lo son ellos y creo que
merecemos ser felices al menos un pequeño segundo; permitirnos
estar en la burbuja para recargar energías y pensar con claridad
porque estoy muy seguro de algo y es que nunca me permitiría
dejarte, aunque para no hacerlo tenga que renunciar a todo lo que
tengo solamente para verte sonreír.

A pesar de sus tiernas palabras, yo seguía mintiéndome, rugiendo y


repitiendo una y otra vez en mi cabeza que estaba segura de querer
huir de lo que teníamos y que no se necesitaba a nadie ni mucho
menos de él para ser feliz, aunque fuese una completa mentira,
porque era verdad que de la misma manera que me sacaba una
sonrisa, me sacaba lágrimas y no sabía si eso terminaría
matándome en algún momento.

— Sabes que mis padres nos quitarían todo si se enteran que sus
hijos son una aberración del demonio.

— ¿Y ellos donde quedan al participar en las cosas que participan,


Jake? — hago un puchero porque no sé qué decir y cuando siento
que me va a besar se me tranca la respiración, pero solamente
coloca su frente contra la mía, cierro los ojos para tranquilizarme y
que continúe empeora todo: — Solamente somos los que pagamos
los pecados de nuestros padres, los que tenemos que aceptar las
manchas de las acciones que tiene nuestro apellido y sabes que no
podemos luchar contra eso...

—... así como no podemos luchar contra lo que tenemos — continuo


porque estoy tan segura que iba a decir eso y cuando abro mis ojos
y veo los suyos, mi corazón late con fuerza.

— Te amo, Jakeline.

— ¿Aunque ese amor sea el cuchillo que terminará enterrándose en


mi garganta y acabando con mi vida, Joseph? — le regalo una
sonrisa triste y él menea su cabeza besando castamente mis labios
contra los suyos.
— Prefiero pensar que en algún punto dejaremos de sufrir y
podremos amarnos libremente como merecemos hacerlo porque no
le hacemos daño a nadie — susurra sobre ellos y lo beso otra vez
profundizándolo un poco más, dándome cuenta que hasta que él no
se rinda, no podre alejarme.

Es como si estuviera atada a Joseph con cadenas y solamente él


tuviera la llave que se niega a darme. No importa cuánto quiera salir,
cuánto forcejee o le pida que me libere, no quiere hacerlo y me
duele tanto ser su prisionera como me dolería dejar de serlo.

— Acabarás conmigo — le hago saber cuándo siento que me toma


de los glúteos y abro los ojos solamente para que se dé cuenta del
daño que nos hace, pero niega con la cabeza, besándome otra vez.

— No puedo soltarte — es su excusa, nuestros ojos se encuentran y


mis latidos pierden ritmo mientras dice entre besos y lo abrazo con
fuerza colocándome de puntillas.

El sol extraño de esta mañana choca contra mi piel y cuando brinco


para enrollar mis piernas en su cintura, pierde el equilibrio y suelto
un grito cuando nos hundimos en el agua.

Llegamos al fondo y se impulsa con sus pies haciendo que ambos


salgamos y comienzo a toser mientras él tiene una estúpida sonrisa
en el rostro que me encantaría quitarle porque me gusta y no puede
gustarme.

«Es tan jodido cuando eres adicto a lo que te destruye» Lo beso con
ansias mientras mi subconsciente no deja de recordarme que
solamente empeoro la enfermedad dejándolo entrar una vez más,
pero nada importa porque flotamos gracias a él y cuando me agarra
las tetas con ansias mientras su boca se adentra a la mía pierdo el
sentido común y la realidad. Siento una succión y me muerde el
labio inferior antes de soltarme los labios y volverme a atacar
mientras con sus manos masajea mis tetas con brío mientras siento
el bulto en el pantalón que me restriega mientras estamos en el
medio de la piscina.
— ¿Lo notas? — pregunta sobre mis labios en un susurro — No
podemos dejarlo, no puedo dejarte y tú no puedes dejarme a mí
porque mira cómo me pones con un simple beso...

Suelto un suspiro cuando me comienza a besar el cuello y duele


tanto como me gusta la maldita porquería que sentimos. Me chupa
la piel húmeda y mordisquea mientras le entierro las uñas en la
espalda con desespero.

Me marca la piel, así como me tiene marcada desde el alma y me


aterra que siempre ha sido y será él: mi hermano, mi sangre, mi
verdugo, mi motivo de felicidad y de tristeza, el único capaz de
levantarme y destruirme con la misma fuerza que me deja sin habla,
con la mente en blanco sin la capacidad de terminar lo que
comencé.

Como puedo, libero su erección y la masajeo por debajo del agua


mientras él suelta pequeños gruñidos en mi cuello mordiéndolo con
fuerza. Me muevo de manera inconsciente y no necesito tocarme
para comprobar que estoy lista porque soy tan estúpida que lo he
estado desde que salió de la piscina, así que hago a un lado la parte
inferior el bikini sin quitarlo y subo un poco para luego bajar,
enterrándomelo todo y soltando un pequeño grito mientras coloco
los ojos en blanco y echo la cabeza hacia atrás al sentir la invasión.

Comienzo a brincar, pero el agua hace que sea un poco incómodo,


pero no dejo de sentirlo como siempre: grande, grueso y delicioso.
Me besa la boca y cuando pega mi espalda contra la pared de
cerámica de la piscina es que me doy cuenta que hemos nadado
hasta allá y salimos sin dejar de estar conectados.

Me quedo acostada y no sé cómo es capaz de moverse, pero lo


hace porque me la entierra con fuerza mientras susurra palabras en
italiano que me hace soltar gemidos involuntarios que no puedo
callar mientras lo observo así: mojado, con la nuez de adán
subiendo y bajando, con el cabello desordenado y los ojos cerrados.
Muevo mis caderas también y él toca mis pechos, apretándolos con
sus manos y cuando abre los ojos, los tiene dilatados y me besa los
labios con fuerza al igual que cada estocada que me da, en donde
me la entierra completa y no me da tiempo a respirar porque me
toma del cuello y sigue empalándome así.

Gimoteo porque me gusta, me vuelve loca que sea violento, que le


gusta hundirse en mí y me retuerzo cuando abro la boca y él me
escupe haciendo que grite, aunque me tiene presionada de la
garganta como me gusta.

Abro más las piernas y le entierro los talones en las nalgas y cuando
siento que voy a acabar, grito su nombre y ni así se detiene, me da
más duro y cierro los ojos porque acabamos al mismo tiempo y me
besa los labios con fuerza mientras siento cómo la humedad me
escurre por la entre pierna.

— Te amo muchísimo, hermanita — dice y lo abrazo mientras vuelve


a moverse otra vez porque le hago saber que quiero más cuando
me muevo y aunque no se lo digo, él sabe que lo amo tanto como él
me ama a mí y que daría mi vida por él, aunque estemos fundidos
en una toxicidad que terminara acabándonos.
Capítulo 47 (*)

LUCY

— ¿¡Quién puso esto aquí!?

El grito de Camille Fairchild es lo primero que captan mis oídos


antes de abrir un poco la boca al ver la transformación que ha tenido
la mitad de la mansión en menos de diez horas.

La decoración es elegante, exactamente de un azul eléctrico con


toques dorados. Los sofás de la sala fueron sustituidos por varias
mesas con diversos puestos. Hay mujeres de servicio caminando de
un lado a otro, cargando cajas mientras Camille da vueltas sobre
sus talones, con un conjunto de dos piezas de color negro que se le
ciñe al cuerpo mientras unos lentes de color negro están en su
cabeza como si fuese una diadema.

Da otras instrucciones sin percatarse de mi presencia y debo admitir


que luce bastante bien mandando a todos sin hacer absolutamente
nada. A su lado esta una mujer de cabeza gacha con una bandeja
de comida entre sus manos.

Camino hacia ellas y varias de las que están terminando de


organizar, se me quedan mirando. Ella me observa cuando estoy al
frente de ella y hace una mueca que disfraza con una sonrisa,
aunque la preocupación es clara en sus ojos.

— ¿Tuviste una mala noche? — es lo primero que pregunta


mientras hace una señal para que la mesa que está más cerca de
nosotros, quede desocupada y cuando lo hace, se sienta y hago lo
mismo mientras la mujer a su lado coloca la bandeja de comida
frente a mí, sobre la mesa.
Observo la tostada junto a la ensalada y un jugo de naranja en un
vaso de vidrio. Hay un pequeño pastel decorado y cuando vuelvo la
vista al rostro de Camille, ella me sonríe mostrando sus perfectos
dientes mientras me mira con atención.

— Danos espacio — le dice a la mujer que está a su lado, la misma


que cargaba la bandeja y que curiosamente siempre se encuentra
detrás o cerca de ella. Pienso que puede ser una especie de
secretaria privada y la mujer se aleja lo suficiente para darnos
espacio.

Me quedo mirando la decoración que resulta ser realmente


fantástica que te hace sentir en otro lugar, donde todo es elegante y
brillante. Me llevo un pedazo de tostada a la boca y mientras
mastico, Camille sonríe mirando al rededor; lo que ella creo.

Todo está técnicamente perfecto, no entiendo qué es lo que necesita


de mí y se me hace adorable cuando me extiende una servilleta
para limpiarme.

— ¿Qué tal fue la fiesta de ayer...? — me miró— Quería preguntarte


ayer, pero llegó mi cuñado y no tuve un momento para estar a solas.

— Estuvo genial obviando las miradas extrañas por parte de las


Bush y la horrible cara de velorio que tenía Joseph.

Camille suelta una risita.

— ¿Y cómo te sientes con nosotros? ¿Cómo te hacen sentir los


chicos?

— Estupenda — respondí con una sonrisa — Me hacen sentir


cómoda entre ellos.

«Tanto que hasta tengo una relación con ellos» Coloco mis manos
en mi regazo y ella sonríe mirándome con cuidado, sin perder
ninguna de las cosas que digo como si para ella fuese muy
importante prestarme atención.
Conversa conmigo sobre algunos temas triviales, me pregunta sobre
mis calificaciones en el colegio y si alguna de las Bush me ha
molestado a lo que respondo una gran mentira: no. Digo que no
solamente porque no quiero que nadie más que yo tome cartas en el
asunto y es que no olvido las cosas que me hicieron, aunque fuesen
muy insignificantes.

Camille me pregunta sobre la decoración cuando termino de comer


y le hace una seña a la mujer que se acerca para retirar el plato de
comida en tiempo récord para alejarse de nuevo.

— Es verdaderamente estupenda — digo con sinceridad y ella


levanta la barbilla con orgullo — Me gusta la decoración que le diste
es... elegante y muy Cristian.

Ella suelta una carcajada que acompaño y lo último lo digo por el


azul que hace que mires cada uno de los detalles; los garrones en el
centro de las mesas, las luces decolores, la forma en la que están
colocadas cada una de los retratos del cumpleañero en las paredes,
los globos que están por todos lados... todo es egocéntrico, elegante
y juvenil como el menor de los Fairchild.

— Lo mejor para mis hijos — ella sonríe — ¿Estás segura que te


gusta? Las chicas se molestan de que les pregunte si está bien o no
cuando según ellas mis decoraciones son perfectas...

— Lo son — soy sincera — En verdad está y la decoración de la


feria fue... estupenda.

— Es que los cumpleaños dieciséis de los integrantes de la familia


son importantes — dice — El vestido que usaras y los tacones junto
con el maquillaje lo traerá Sophia porque vas a arreglarte con
nosotras.

— ¿Por qué son importantes? — pregunto porque esa parte me ha


dado curiosidad para luego agregar un pequeño "Gracias" por la
molestia que ellas toman para que siempre luzca como una más.
Camille sonríe de forma esplendida como si esa pregunta fuese
súper importante y me muevo sobre el asiento, pegando mi espalda
para estar recta.

— Verás, Lucy... nosotros no solamente somos una familia


adinerada y la élite del país — comienza y por la forma en que lo
hacía, parecía que era una de las reporteras de televisión a punto
de dar uno de sus casos más importantes: — La familia de mi
esposo ha existido desde hace varias generaciones y todos ellos
han sido tan adinerados como él y como Ken que es su hermano,
exactamente el hermano con el que mejor se lleva y más tiene
contacto.

— Entonces existen más Fairchild en el mundo...

— Sí, unos famosos y otros que prefieren mantenerse en anonimato


y aparecer de vez en cuando en reuniones familiares.

— ¿Esto de cumplir dieciséis es importante entonces por...?

— Porque es el primer paso para ser tomado en cuenta por nuestra


cultura — repuso ella y fruncí el ceño mientras veía cómo
arrastraban una gigante fuente de chocolate hacia el centro del
lugar.

— ¿Cultura?

— Si, la cultura Fairchild.

— ¿Qué es la cultura Fairchild? — pregunto y ella me regala una


sonrisa como si fuera hecho la pregunta adecuada.

— Una de las cosas que hace a nuestra familia única entre la


multitud y no hablo de las cuentas desbordantes de dinero ni la
clase social que tenemos — dijo — Lo que nos hace distintos y
especiales, diferentes al resto y excepcionales es aquello que casi
nadie sabe o imagina y es que desde que nuestros hijos nacen son
inculcados con cada una de las reglas y pruebas que deben tener
cada uno de nuestros integrantes para que pueda ganarse el
derecho de tener el apellido y no ser una desgracia. Con esto quiero
decir que tener dinero no nos hace unos estúpidos, que debemos
ser cuidadosos y agradecidos con cada una de las cosas que
tenemos y para esto existen las reglas.

«Cuando cumples dieciséis se le hace una "prueba" donde se


supone que ya sabes y haz practicado nuestra forma de pensar y
actuar durante mucho tiempo y solamente la "prueba" es para ver si
puede o no tomar decisiones en el consejo y para ello debe pasar
una iniciación pero existen dos de ellas: — ella ríe como si eso le
recordara a algo y mi cabeza solamente sopesa cada una de sus
palabras — Están una para los Fairchild de sangre, que durante
todo este tiempo han sido varones porque no ha existido una mujer
en el linaje desde hace mucho tiempo y está otra que es la iniciación
que se hace para las esposas y sí, son varias porque los hombre en
esta familia tienden a practicar la poligamia.

— ¿Tuviste que pasar por ella? — pregunto y ella asiente con


orgullo puro en los ojos y toma el dije que guinda en el collar en su
cuello, mostrándomelo.

Un pequeño recuerdo llega a mi cabeza: el collar por el que se hizo


gran escándalo al ver a Dove Bush con una imitación de él, pero con
el nombre de Caebrán y ahora todo cobra sentido.

Es importante para ellas y fue una gran ofensa que ella hiciera tal
estupidez.

— Pase la prueba y por eso soy una mujer de la familia, al igual que
mis hermanas.

— ¿Cuantas son?

— Somos quince en total — ella dice y me relamo los labios porque


pensé tontamente que solamente podrían llegar a ser seis — Caleth
ha sido el hombre con más esposas en nuestra familia y la iniciación
nos prepara a cada una de nosotras para estar a la altura y aunque
suene misógino, realmente no lo es.
— ¿Y la iniciación es...?

— Una serie de términos que debes pasar para mostrar que eres
digna de ser una mujer Fairchild — explica — Y no es denigrante ni
nada de eso como dije antes; las mujeres aquí solemos ser hasta
más fundamentales que los hombres, de hecho, la primera Fairchild
fue una mujer y ella fue la que creo nuestra ideología, las reglas y
todo lo que conocemos hasta el mismísimo consejo.

— Supongo que en ese consejo están todos los que portan el


apellido.

— Si y por ello Cristian debe hacer su iniciación para que pueda


tomar decisiones en él — me mira — Porque si no lo hace, seguirá
siendo y viéndose como un niño mientras ninguno tomara en cuenta
su opinión.

— ¿Todos los chicos la hicieron?

— Si y todos la pasaron.

— ¿Qué hay que hacer con exactitud? — pregunto con intriga y ella
se relame los labios.

— Hay ciertas cosas que solamente los miembros de nuestra familia


pueden saber — dice de forma dura, aunque quiera disfrazarlo con
una sonrisa. No la culpo, por cómo habla y me ha dado entender,
son cerrados hasta el punto que no tenía ni idea de que eso estaba
sucediendo en mis propias narices pero que lo entienda no significa
que me quedare con esa respuesta. Ella añade rápidamente: —
Pero una de los "obstáculos" que debes pasar es dejarte de lado del
tabú porque en nuestra cultura no existe esa palabra. Aceptamos
cualquier sexualidad y estamos abiertos a cada cosa que pueda
verse en el mundo sexual, por eso se les prohíbe a nuestros hijos
tener relaciones hasta que cumplan los dieciséis, aunque ninguno
de ellos haya cumplido esa regla, se deja pasar, pero eso no
significa que...
— ¿Qué...? — la miro y ella me da una sonrisa de boca cerrada.

— ¿Eres de mente abierta o sueles alarmarte por cualquier cosa


que veas? Hablo de algo que no pasa por tu cabeza ni en las más
locas ideas...

— He visto cosas y estoy bien con ellas — es lo único que


respondo, queriendo pasar el trago amargo que se me acumula en
la garganta, pero me muestro serena y ella me toma la mano por
encima de la mesa.

Sus uñas están pintadas de un rojo y lucen preciosas mientras


entrelaza nuestras manos.

Camille me da una sonrisa tierna y ella realmente, lo es. Es recta y


tierna mientras Teodora es más elegante y Sophia, lo es mucho
más. No me hace sentir mal como ninguna de ellas y por alguna
razón siento que es muy importante lo que me acaba de explicar y
es que antes sabía que los cinco no eran los típicos jóvenes
adinerados, después descubrí que había secretos oscuros alrededor
de ellos y ahora esto... es realmente fascinante.

— Cristian deberá tener relaciones sexuales con más de una


persona esta noche, frente a nosotros, sus padres para pasar la
prueba y no es solamente eso. Él tendrá que demostrarnos que
puede con cada una de las cosas, de las "fantasías" para mostrar
mente abierta y pasar a los otros "niveles" para finalmente tener el
derecho de decidir y formar su propia familia.

Mi cabeza absorbe cada una de las palabras que me ha dicho y no


me sorprendo ni alarmo como debería mientras lo único que me
hace ruido en la cabeza es:

— ¿Y si no la pasa...?

— Tendrá un castigo y será aborrecido por nuestra familia.

— ¿No te asusta que eso pueda suceder?


— Confió en la preparación que le dimos a cada uno de nuestros
hijos, Lucy, además, se las capacidades de Cristian además que no
ha existido un Fairchild que no la haya pasado.

— ¿Por qué?

— Porque existen cosas que vienen de sangre además que no se


puede tapar el sol con un dedo. Las pruebas son específicas y
fáciles para quien acepte su verdadero linaje, sepa lo que significa
ser uno de nosotros y explote cada una de sus cualidades al mismo
tiempo que recupera el control — ella sonrió — Son diez fases, diez
pruebas que cada vez son más difíciles de superar.

— ¿Dónde la harán?

— Esta misma noche — es su respuesta.

Abro la boca para preguntar algo más, pero la voz de Ángel hace
que cierre la boca y me cohíba. Camille mira detrás de mi cabeza y
me suelta con delicadeza las manos para levantarse y darle un beso
en ambas mejillas al pelinegro que acaba de llegar.

Levanto la cabeza para mirarlo y tiene el cabello azabache


desordenado, ojeras y una sonrisa pícara en los labios cuando toma
mi mano y se inclina para darme un beso en el dorso de ella.

Aún estoy sentada, pero parece no importarle y Camille sonríe como


si le gustara el intercambio de miradas que Ángel y yo tenemos por
unos cortos segundos. Ella vuelve a sentarse frente a mí y él lo hace
a su lado.

— Está quedando todo estupendo — soltó él y Camille sonrió con


orgullo.

— Lo mejor para mi hijo, Angui.

— Y lo mejor para la familia... — él secundo por alguna razón


mirándome — Además, hoy el pequeño Cristian se convertirá
oficialmente en un hombre Fairchild.

— Eso me tiene muy emocionada.

— A todos — él suelta una risita que hace que Camille enarque una
ceja y cuando pienso que es por él, ella se levanta y señala con el
entrecejo fruncido hacia una de las mujeres que siguen moviendo
cosas para la decoración.

Les da una mirada realmente dura antes de gritar:

— ¡Eso no va ahí! — ella soltó con firmeza y ni nos miró, solamente


comenzó a caminar a zancadas hacia la pobre mujer que había
colocado un arreglo de globos azules en el medio, cerca de la
cascada de chocolate.

Regresé la vista hacia al frente y conseguí a Ángel mirándome con


atención.

— ¿Qué? — pregunto y él sonríe, meneando la cabeza.

— Solamente admiro la belleza femenina — soltó con simpleza — Y


tú eres una gran muestra de ello.

No supe que responder. Solamente lo mire con atención y él lo hizo


también, creando así un juego de miradas mientras los gritos de
Camille Fairchild dando indicaciones era un eco en mi oído.

Ángel se cruzó de brazos sobre la mesa, resaltando los músculos de


su pecho que se pegaban a la camisa blanca que cargaba y la
sonrisa ladina que había en su rostro solamente hacia juego con esa
mirada pícara que habitaba en sus ojos negros como la más oscura
de las noches.

Definitivamente era un Fairchild, porque a pesar de no tener los ojos


de algún color excepcional, su negro era diferente y llamativo al
igual que su físico que resultaba ser delgado pero ejercitado a la
vez. Ese físico que marcaba la diferencia de un ser común, aunque
ellos en todos los aspectos no lo eran, podría decir que el físico era
una de las cosas que los hacia diferentes.

Ángel era extraño, hablador y un pícaro en su máximo esplendor,


aunque había algo que sentía que no encajaba en él; me caía bien.
Las pocas palabras que compartimos en la fiesta me habían dejado
muy claro su personalidad que resultaba ser llamativa y volátil.

— Camille puede ser tan bonita como es tan mandona — dijo y le di


un pequeño asentamiento colocando mis manos entrelazadas sobre
mi regazo por debajo de la mesa mientras observaba como todas
las empleadas trabajaban sin descanso alguno para dejar todo
perfecto, aunque para decir verdad, ya lo estaba.

Camille gritaba sin dejar de verse elegante y cuando ella se


acercaba a corroborar que todo estuviera tal cómo lo dijo, las
empleadas se asustaban como si les tuvieran miedo a sus
represalias y podría entenderlas porque en ese modo, se veía
aterrorizante y sofisticada.

— Estoy segura de ello — dije finalmente y Ángel soltó una risita.

— Siempre es exigente con las celebraciones — me miró —


Pareciera que fuese una de las cosas más importantes para ella.

— ¿Y para ti no lo es...?

— ¿La decoración o la iniciación de Cristian? — preguntó y me


relamí los labios.

— Ambas.

— Siento que ya está bien así, pero Camille es... especial y le gusta
que sean especiales cada una de las celebraciones que da su
familia. Realmente, ella adora cada una de los elogios que recibe
por su gran gusto para decorar — respondió mirando a la susodicha
y luego me miró a mí, con atención con el rostro serio, pero no lo
suficiente para lucir amargado — Y la iniciación... ¿ya te hablaron de
ella? Bueno, sí lo hicieron sé que debes entender lo grande e
importante que es eso para cada uno de nosotros, cada miembro de
esta familia así que sí, desde luego que lo es tanto como si fuese la
mía y si no lo sabes, es una desgracia porque no puedo decirte
nada de ella porque yo no te traje aquí.

— ¿De qué hablas? — pregunté y él sonrió con burla.

— Ah, sí lo sabes — dijo más para sí mismo antes de menear la


cabeza — Entonces debes entender que cada uno de nosotros
somos especiales y las reglas también lo son. Así que eso quiere
decir, querida Lucy que la más importante aquí es que nadie tiene
derecho a influir en las decisiones de una persona que no hayas
traído tú — lo miré sin entender nada y él continúo de inmediato: —
Un ejemplo fácil es que, si Cristian llega a tener una novia luego de
pasar la iniciación, nadie de la familia podrá influir en su decisión ni
podrá explicarle nuestra cultura ni reglas si él no lo decide a esa
"novia" — hace comillas con sus largos dedos pálidos llenos de
anillos —. Ni siquiera se puede tratar de quitársela o intentar
alejarla. Es por eso que no puedo contarte nada come exactitud
porque no eres mía y no quiero lidiar con los castigos por arruinarles
el juego a mis primos.

Lo miré mientras entendía que las reglas y los códigos de su cultura


eran más complejos de lo que parecían sin embargo no me gustaba
que me catalogaran como un objeto.

— No soy tuya pero tampoco soy de ellos — dije dejando claro mi


pensamiento y él sonrió ante mis palabras.

— Eso lo veremos, precioso ángel de ojos azules... — dijo.

— Por eso prefiero que me digan que son míos porque para ser
sincera, nunca seré de nadie y menos de ellos— refuté de nuevo
ignorando su cumplido y él no dejaba de sonreír ni un segundo,
aunque esa sonrisa no fuese ni dulce ni divertida, por alguna razón
sentí que era oscura, así como la chispa que ahora tenían sus ojos.
— ¿Mis primitos saben con lo que se están metiendo? — soltó con
doble sentido, rodé mis ojos colocando mi brazo encima de la mesa
con delicadeza y miré mis uñas antes de decidir que responder.

— Eso espero o nada funcionará.

— ¿Tan segura estás?

— Tan segura como que intentas analizarme con cada una de las
palabras que dices — lo miré porque era algo que noté desde que lo
conocí y no sé sorprendió ni un poco de lo que acaba de decir.

— Además de hermosa, inteligente...

— Es cuestión de observar — dije — Pero... ¿con y para qué


necesidad me analizas, Ángel?

— No es mi culpa ser observador — es su excusa.

— Entonces la mía no será evadir cada una de tus cartas porque no


pienso caer en tu juego.

— ¿Ah sí?

— Sí — fui sincera — Además de que fuiste muy evidente buscando


una mínima expresión mía mientras contabas lo que significa "ser
de uno de ustedes" como si esperarás que me sorprendiera o
actuará como una tonta por su cultura o sus reglas cuando
solamente enciende una pequeña chispa de curiosidad.

— La curiosidad es peligrosa.

Ahí estaba lo que esperaba y eso era; «un resbalón». Sonreí porque
solamente me confirmaba que había cosas ocultas en la cultura y
eso de las reglas. Cosas que desde que Camille me contó sobre su
existencia supuse que existirían.

Le regale una sonrisa porque la curiosidad no era peligrosa


comparada con mis ganas de descubrir las cosas que pasaban aquí,
cosas que cada vez eran más que se sumaban a la lista.

— A veces no importa realmente lo peligroso que puedan ser las


cosas con tal de divertirse — me encogí de hombros y él me miró
con atención por unos segundos como si su cabeza entendiera el
doble sentido de mis palabras.

— Cuando me contaron que había una chica viviendo entre ellos no


les creí hasta que me llevaron a verte y ahí estabas. Realmente
lucias hermosa con ese vestido ayer, pero eso no fue lo que llamó
mi atención; lo que me hizo sentir curiosidad sobre ti fue por esa
chispa que tienes en los ojos — soltó de repente.

— ¿Eso se supone que...? — pregunto y él suelta una risita

— Se supone Lucy que algo dentro de mí me dice que debo decirles


a ellos que tengan cuidado contigo en vez de decirte que tengas
cuidado a ti — se relame los labios y me mira directamente a los
ojos — Y espero que no me esté equivocando porque sería una
completa lástima que me equivoque por primera vez cuando mi
instinto me dice algo y es que je reconnais l'un des miens d'un
simple regard, mon amour*

Lo miré sin entender lo último y él sonrió con sorna como si lo que


hubiese dicho haya sido fascinante para él. Me incline sobre la mesa
solamente un poco, dispuesta a descubrir qué era lo que había
dicho mientras las ganas de aprender francés aumentaban en mi
cabeza cada vez más pero no dije nada cuando escuché la voz de
Camille cerca de nosotros.

Me arregle sobre el asiento de inmediato.

— Ya debemos irnos, Lucy — soltó Camille mientras se acercaba a


nosotros y Ángel me sonrió con malicia mientras yo lo miraba con
fijeza.

Y me levanté luego de unos segundos dispuesta a seguir las


palabras de Camille y era, arreglarme para la lujosa fiesta de
Cristian, pero cuando estaba al lado de Camille, me gire para mirar
a Ángel y le regale una sonrisa.

— Нам еще есть о чем поговорить*

Camille me miró sin decir nada y él sonrió mordiéndose el labio


antes de articular moviendo su mano con burla:

— Adiós, mon amour*.


Capítulo 48 (*)

"Más cuerdo es, el que acepta su propia locura".

Edgar Allan Poe

LUCY

Escuche el sonido del secador por última vez hace pocos segundos.

Las orejas las tenía calientes por el vapor y comenzaba a dolerme la


cabeza por los tirones sutiles de mi cabello que tenía que hacer la
estilista para el peinado que había elegido. Me retocaron el
maquillaje y me ayudaron a colocarme los tacones antes de dejarme
libre por primera vez en toda la tarde.

Nunca pensé realmente que tendría varias personas a mi


disposición para arreglarme ni ayudarme a cumplir mis necesidades,
aunque ciertamente nada sería como hacerlo tú misma a tu tiempo
sin ninguna demanda o exigencia.

Camille, Sophia y Teodora habían estado conmigo mientras nos


arreglaban las uñas, elegíamos el vestido y el peinado que
combinaría, pero ellas terminaron unas dos horas antes porque para
mi sorpresa, lo que sentí como unas cortas horas fueron suficientes
para que los invitados comenzaran a llegar.

Mi habitación se había convertido en un salón de belleza, spa y


tienda de ropa, aunque suene exagerado. Me relamo los labios
mientras camino hacia el espejo mientras escucho los elogios que
hacen las chicas que me ayudaron a arreglarme, elogios que hacen
por mi belleza y la forma en la que me queda el vestido color dorado
largo que se me ciñe al cuerpo como una segunda piel.
El escote es pronunciado, tanto que deja prácticamente la mitad de
mis pechos expuestos y me observo en el espejo, admirándome con
una sonrisa plasmada en el rostro en el preciso momento que las
tres madres entran hablando entre ellas, pero se callan al verme al
mismo tiempo que me giro para que observen el resultado del
trabajo que Stefan y las chicas hicieron con esfuerzo durante varias
horas.

— Recuérdame la razón por la que siempre serán el equipo de


belleza de esta familia — Teodora habla y el chico suelta una
carcajada, colocando sus manos en su cintura.

— Porque somos los mejores resaltando la belleza de las mujeres


de esta familia — soltó y Camille sonrió de inmediato, acercándose
al chico y dándole un beso en la mejilla.

— Te pagaremos el doble de la cantidad — dijo Sophia y él sonrió,


acercándose a mí.

— Espero hacer magia contigo pronto, muñequita — hablo y me


abrazo, cuidando de que no arruinara el vestido ni el peinado ni el
maquillaje y le hizo una señal a las mujeres para que comenzaran a
sacar todas las cosas que se encontraban en mi habitación.

No tardaron más de diez minutos y cuando salieron por la puerta,


Sophia sonrió hacia mí acercándose.

— No tengo palabras — dijo y Camille cerró la puerta de la


habitación.

— Yo les dije que el dorado era su color.

— Yo creo que todos son sus colores — secundo Teodora y las tres
soltaron unas carcajadas que terminaron contagiándome al mismo
tiempo que recibía cumplidos por parte de las tres mujeres que
lucían más jóvenes de la edad que seguramente tendrían.
Y es que no solamente los hombres Fairchild eran apuestos, ellas
también lo eran en la igual magnitud como dignas madres
sofisticadas, elegantes y estilizadas. Algo así como el prototipo de
mujer exitosa con hijos y una vida feliz que cualquier mujer con hijos
debería tener porque ellas tenían chispa, eran alegres y únicas, pero
al mismo tiempo me había dado cuenta que se preocupaban por sus
hijos, su familia y su esposo, aunque no tenía claro si ellas eran las
madres biológicas de los cinco en realidad.

— ¿Ya llegaron todos los invitados? — pregunto y Sophia es quien


asiente de inmediato.

— Les dimos la bienvenida a la mayoría de ellos — soltó — Pero


nuestra entrada verdadera será en unos segundos junto con Caleth,
los chicos y mi sobrino.

Asiento porque no tengo nada que opinar sobre eso mientras me


imagino los chismes que correrán por los pasillos del Colegio
cuando otra aparición luciendo como un integrante más de la familia
Fairchild genere ruido entre los miembros de este pequeño pueblo,
pero mentiría si no disfruto al saber que quizá piensan más en mí y
en mi vida que en las suyas propias.

Teodora responde una llamada telefónica hablando en un francés


fluido mientras Sophia y Camille dan elogios sobre mi vestido y yo lo
hago con el de ellas mientras admito en mi cabeza que nunca llegue
a pensar cuando la posibilidad de venir aquí y estar de intercambio
surgió, que me llevaría tan bien con las madres o que me tomaran
en cuenta tanto como al parecer toman a los chicos.

Otra cosa que también hace ruido en mi cabeza son los chicos ya
que no pensé principalmente que me enrollaría con todos a la vez y
serian "míos" mientras lo que sea que tengamos dure.

Tengo claro que pedí fidelidad y exclusividad así como no me


enrollaría con otros pero sé que no puedo influir en lo que
posiblemente sucederá esta noche con Cristian, cosa que entiendo
perfectamente porque es un requisito que tendrá que cumplir y que
va más allá de mis "reglas" y por supuesto que la supuesta
iniciación que ha sido la dueña de mis pensamientos desde la
mañana a la vez que el chico de ojos verdes con el que desperté,
dejé en mi habitación y cuando regrese no estaba ni el rastro que
había estado aquí, lo que me hace pensar que quizá lo imagine pero
recuerdo que es el culpable de las marcas que tuve que tapar con
maquillaje con ayuda de Stefan y que definitivamente no pude
hacerme esas marcas yo sola.

Los diez minutos suceden rápido y solamente soy consciente


cuando camino al frente, con Camille, Teodora y una Sophia
sonriente detrás de mí mientras salimos de mi habitación y las
manos me pican cuando veo a ocho hombres completamente
diferentes, pero a la vez tan hermosos, irresistibles y
condenadamente buenos caminar desde el lado opuesto al pasillo.

Nos miramos entre todos; los cinco lucen como un pedazo de pan
para un hambriento, es decir, como una maldita maravilla caída del
cielo y los patriarcas no se quedan atrás mientras Ángel sonríe con
picardía mirándome.

Caleth me sonríe, yo no sé a quién mirar con atención porque si por


separado causan revueltas de hormonas, juntos causan infartos por
la belleza que emanan que es imposible de ignorar junto con esa
aura enigmática que cada uno de ellos tienen.

Los cinco se ponen detrás de mí y tomo un respiro mientras doy el


primer paso que es bajar el primer escalón donde todavía no somos
visibles. Los nervios se me ponen a flor de piel porque una cosa fue
entrar solamente con los cinco el día de la feria y otra muy distinta
es estar con todos ellos y cuando me caigo en cuenta, ya he bajado
lo suficiente para que la multitud que está repartida por el salón
dejen de hacer lo que hacen para prestarle atención al principio del
espectáculo que inicia con una lluvia de flashes y aplausos cuando
bajamos.

Sonrió en todo momento con la frente en alto mientras disfruto el


momento que me hace sentir tan importante como uno de ellos.
CRISTIAN

Los aplausos son ecos en mis oídos y las felicitaciones llueven


mientras sonrió siendo amable en todo momento mientras mi familia
no se separa de mí y Lucy menos, estando a mi lado, recibiendo
también elogios al igual que mis madres por lo bella que se ven.

Me tomo fotos con todos mientras me dicen que ya dejaron los


regalos en la mesa especial que Camille preparo para las cosas que
seguramente nunca veré o utilizare en mi vida, pero sonrió y doy las
gracias porque debo parecer un ángel caído del cielo, en especial
con los socios de mi padre y los políticos que por muy estúpido que
parezca, se esfuerzan por llamar mi atención alardeando con los
regalos que me han dado y que realmente no me interesan.

Saludan a Lucy, presentándose y pasamos el principio de la fiesta


así; saludando a todos porque mi padre así lo ha pedido con
palabras claras mientras siento un nudo en el pecho porque hoy es
el día por el cual me he estado preparando por dieciséis años.

Mis hermanos no se me separan, mis padres tampoco y tengo que


soportar a Ángel con sus típicas risitas sin ningún contexto, incluso,
debo saludar a chicas del Colegio que ni siquiera sabía que existían,
solamente para quedar bien y que como ha pasado desde hace un
año, los votos para la candidatura de mi padre vuelvan a estar a su
favor.

Se jugar con el papel de ser dulce y lindo con todos aunque ni


siquiera me importen sus presencias solamente porque es una
estrategia que debo seguir al pie de la letra, así como lo hace cada
uno de mis hermanos, incluyendo a Lucy que inconscientemente es
linda y dulce con todos como si esa fuera su verdadera
personalidad, Caelus hace bromas estúpidas que sonrojan a las
chicas, Caebrán hace lo que mejor sabe hacer y es coquetear
mientras Consus es diplomático luciendo como el hermano mayor
perfecto que todo padre desearía tener mientras Crono se mantiene
serio porque bueno... no importa las mierdas que mi padre pida u
ordene, Crono no socializara con cualquiera así porque si, sin
importar que la situación sea de vida o muerte, pero demuestra
respeto hacia mi padre estando junto a nosotros, como una estatua,
poniendo de su parte de alguna manera demostrando que, a pesar
de su repudio a las aglomeraciones de gente, está aquí como todos.

Camille se esponja como un puto pavo cuando dicen que las


mejores celebraciones de la alta sociedad siempre las organizara
ella y es que mi madre es una estrella entre las viejas ricas porque
ninguna ha logrado hacer semejantes decoraciones como lo hace
ella.

Sophia habla con Lucy de vez en cuando y me mantengo serio


cuando logro escuchar que se ríen de algunas invitadas como si
fuesen mejores amigas, Teodora se les une algunas veces y trato de
no sorprenderme cuando hasta mi padre se ríe antes de volverse
serio como siempre cuando una de las peores familias de este
pueblo se acerca a nosotros.

Pido una copa de champagne y me la bebo de un trago sin


importarme demasiado las miradas que me manda mi padre porque
él explícitamente pidió que no perdiéramos el enfoque, además de
que tendré que superar una de las pruebas más importantes de
alguien como yo en unas horas.

Sonrío alzando lo copa haciendo un brindis que solamente Ángel


entiende y de forma rápida, me bebo lo queda de trago y me relamo
los labios mientras Dove y Rose llegan junto con Rodrigo y su
esposa haciendo que Lucy se coloque rígida y la de cabello rojo la
recorra de arriba abajo al notarla entre nosotros, pero quizá le presta
más atención al hecho de que se encuentre al lado de Caebrán.

— Ángel Fairchild, que bueno es verte de nuevo — Rodrigo dice,


saboreando el nombre de mi primo que lo mira con aburrimiento —
¿Piensas quedarte o te iras de nuevo? Tu presencia en el pueblo
me hace tener recuerdos...

— Rodrigo Bush, que tristeza tener que soportar tu presencia al


mismo tiempo que contaminas mi vista con tu asqueroso rostro de
viejo pedófilo — soltó el pelinegro mirándolo con hastió y nadie dijo
nada, ni siquiera su padre mientras Lucy abría un poco la boca al
escuchar las palabras duras de Ángel que ahora lucia
completamente serio mirando a Rodrigo como si fuese una maldita
cucaracha que se moría por aplastar — ¿Te molesta que este aquí o
es que sigues con las ideas estúpidas de tener fantasías conmigo
siendo tu amigo y aceptándote en el negocio?

— Eso fue muy gracioso, Ángel... — Rodrigo rió, pero nuestros


rostros estaban serios hasta el de sus propias hijas y su molesta e
irritante esposa, Irene y cuando se dio cuenta, meneo la cabeza,
extendiendo su mano hacia mí y cuando varias personas nos
miraron, sonreí y se la estreché con fuerza mientras imaginaba que
se la cortaba.

— Feliz Cumpleaños, Cristian, espero que Dios derrame muchas


bendiciones sobre ti.

— No las necesito — solté hastiado de este hombre tanto como de


sus hijas — Pero gracias por tus bendiciones, ojalá se te devuelvan
con la misma fuerza.

Lo solté y Rose se me quedo mirando con atención mientras me


disculpaba y caminaba hacia la barra de bebidas.

— ¿Qué desea, Señor Cristian? — me pregunto la mujer que servía


y entrecerré los ojos.

«No puedo emborracharme»

— Agua— respondí finalmente y no dije nada cuando sentí una


pequeña mano tomar mi brazo.

La mire por unos cortos segundos antes de tomar la copa con agua
y llevármela a los labios para humedecérmelos nada más antes de
colocarla sobre la barra otra vez, pero no duró mucho tiempo ahí
pues Lucy la toma con su mano libre y ella sí se la bebe de un solo
trago.
Me le quedo mirando y ella se encoje de hombros antes de darme
una sonrisa.

— ¿Qué? Tenía sed — se excusó y menee la cabeza para restarle


importancia porque después de todo, no iba a beber nada ni dejaría
que otros me vieran bebiendo agua en mi propia fiesta.

Ella siguió así, agarrada de mi brazo por unos pequeños minutos de


silencio, donde seguía dándole la espalda a todos y solamente
observaba cómo preparaban los tragos que se llevaban para
dárselos a los invitados.

— ¿Estás nervioso? — inquirió ella, rompiendo el silencio y la mire


con atención detallando cada una de sus facciones finas y
delicadas.

— Es solamente una fiesta — solté para restarle importancia y ella


me dio una mirada extraña.

— No hablo de la fiesta — masculla.

— ¿No? — Inquirí — ¿Entonces de qué hablas?

Ella me miro a los ojos como si en verdad no creyera que la estaba


tomando de imbécil mientras apretaba un poco el agarre que tenía
en mi brazo, clavándome con sutileza las uñas.

— La iniciación, Cristian y el peso que debes tener en los hombros


por ser seguramente el paso más importante para un miembro de tu
cultura.

Me le quedé mirando mientras trataba de entender quién le había


dicho sobre eso y desvié la mirada de ella para mirar por encima de
su cabeza, exactamente a Jake y Joseph entrando a la fiestas,
agarrados de la mano actuando como unos buenos hermanos,
aunque sabía que detrás de ese acto bonito y fraternal, había algo
más.
No era necesario ser muy observador además de que cuando
Joseph miraba a su hermana prácticamente le salían malditos
corazones de los ojos, el resto era demasiado evidente porque eran
descuidados y muchas veces después de las fiestas, los habíamos
encontrado besándose o prácticamente follando.

Era un secreto a voces que "Joseph sobreprotegía a su hermana".


Todos en el pueblo hablaban sobre ello solamente que... ninguno
había llegado al verdadero punto, de que ambos habían estado
enamorados y estaban en una relación tóxica porque Joseph tenía
el deber de hacer lo que sus padres le pidieran, incluyendo casarse
con la bruja de Rose Bush.

Tengo un sentimiento agridulce con esa familia y en algunas


ocasiones, no puedo controlar el asco que me produce cualquiera
de esas ratas, por eso es que trato de lucir inmaduro cuando estoy
con ellas para poder excusarme de mi comportamiento, aunque soy
lo suficientemente maduro para "jugar" así.

Por eso aprovecho que ellas crean que soy el estúpido hermano
menor Fairchild para poder insultarlas cada vez que puedo o
hacerles bromas pesadas; como esa vez que por accidente casi
ahogué a Dove en la piscina o le cerré la puerta en la cara a Rose,
lastimándole el dedo que ojalá hubiera partido, cuando vomité a
Irene en un evento cuando Caebrán pensaba con el pene y
soportaba a Dove... pero con Rodrigo, hay algo que me hace
recordar una y otra vez que no es de confianza, que no lo soporto y
que jamás aceptaré que sea uno de "los socios" de la familia.

Pero tengo claro que es mejor tener a los enemigos cerca y que, así
como me siento yo, se sienten mis padres y podría jurar que hasta
mis hermanos.

Lucy hace un sonido con la boca, exactamente, chasquea la lengua


y no puedo evitar recordar su pequeña boca contra la mía mientras
le permitía besarme porque sus besos eran malditamente deliciosos
y podría soportarlo, así como soporte que en ocasiones tuviera el
control mientras me jalaba el cabello y yo le chupaba los pechos que
estaban cubiertos de chocolate.

Recuerdo esas escenas cada vez que la veo y no puedo evitar


preguntar lo que tanto me atormenta:

— ¿Qué tanto sabes de la iniciación?

Me miró — Lo suficiente.

Trato de no preocuparme. «Mis padres no son estúpidos» Dudó que


digan algo de lo que luego puedan arrepentirse y lo único que se me
ocurre que pueda saber, me hace poner una sonrisa torcida que la
hace rodar los ojos al cielo.

— ¿No te da celos?

Me refiero a eso y ella se encoje de hombros, mirando hacia la pista


de baile dónde Caebrán baila con Camille.

— Sé diferenciar querer con deber — me mira — Solamente espero


que valga la pena y no tenga que ser una decepción porque sería
una lástima perder a uno de mis novios.

Solté una carcajada y ella se acercó un poco más a mí.

— ¿Eso significa que te preocupas por mí, Lucy?

Elevó una ceja, sonriendo con provocación — ¿Quieres que me


preocupe por ti, Cristian?

— Quizá — solté — Preocuparte por mí, quererme a mí y besarme a


mí...

— Esos son muchos deseos.

— Es lo que pido de cumpleaños para serte sincero.


Soltó una risita leve y jamás había escuchado una risa tan dulce y
pícara a la vez además que mi cerebro no podía dejar de repetir lo
hermosa que se veía sonriendo, lo hermosa que se veía siempre en
realidad.

Sonreí también, admirando cada una de sus facciones.

Mi cabeza me traicionó cuando la recordé a ella y la sonrisa se borró


de mi rostro mientras mi subconsciente me recordaba que
entregarme a alguien no era bueno ni lo más inteligente, no cuando
la última vez que lo hice me apuñalaron por la espalda viéndome la
cara de estúpido porque solamente era un niño jugando a ser
grande, un niño esperando que una mujer con Irina lo quisiera.

Lucy se percata de mi cambio de ánimo, pero no me suelta ni pone


distancia, solamente me mira como si quisiera descifrar lo que pasa
por mi cabeza.

— ¿Tienes miedo...?

— No — respondí de inmediato — No podría tenerle miedo a lo que


corre por mi sangre.

— ¿Eso quiere decir que estás así por...?

— Porque es una verdadera lástima que no puedas ser tú una de


las chicas a las que tendré que follarme está noche — la mire y ella
me soltó el brazo haciendo que sonriera con burla mientras
continúe: — Me gustaría que estuvieras así, que te entregarás a mí
y todos supieran que te hice mía de muchas formas como pienso
hacerte.

— Si tú lo haces conmigo, ellos tendrían que hacerlo también —


hablo y la miré a los ojos mientras una electricidad me recorría el
cuerpo con solo pensarlo.

— ¿Lo harías?
— ¿Lo harían? — contraatacó y sonríe porque hacerlo juntos sería ir
un paso más allá y condenarla a ella.

No fue necesario responder y ella lo entendió. Sé que lo hizo por la


forma en la que se relame los labios con la mirada que le dedicó y
cuando Ángel coloca su mano en su hombro, Lucy gira a mirarlo con
los puños cerrados.

— ¡Upsi!, no quería asustarte ángel del Inframundo — soltó el


pelinegro antes de reír haciendo que Lucy lo mirará de arriba abajo.

No sabía desde cuándo ella tenía un apodo así, pero Ángel parecía
embelesado con la mirada dura que le dio Lucy y de inmediato me
puse alerta odiando la chispa de molestia que me causaba que ella
le correspondiera las miradas.

«Una cosa es soportarla con mis hermanos» Aunque eso no


significará que fuese fácil o gratificante el tener que compartir... Y
era estúpido porque ya lo habíamos hecho una vez, sí pero con ella
era diferente tanto que algunas veces no podía evitar sentirme un
poco celoso de la atención que ella les daba a mis otros hermanos.

— ¿Qué haces aquí? — le pregunté a Ángel y se encogió de


hombros.

— Vine a ver cómo te convertirás en un hombre de verdad — dijo y


capté de inmediato a qué se refería.

Quise responderle, pero no podía, Lucy estando cerca me hacía


contenerme y solamente me regalé una sonrisa llena de burla.

«Desde los seis ya soy un hombre» Tengo las manos manchadas


por lo que sé que no será difícil hacer las cosas que debo hacer hoy
para superar la iniciativa que no es más que una excusa para
mantenernos con límites para evitar caos.

— Dove le dijo a mi padre que eras una arrastrada — Ángel soltó


mientras tomaba una copa de vino y Lucy lo miro con atención al
igual que yo, él meneo la copa antes de soltar una carcajada y decir:
— Caleth la humilló y lo único que pudo hacer fue pedir perdón,
darse la vuelta y regresarse hacia donde su padre con la cabeza
gacha.

— ¿Qué más dijo?

— Solamente eso — la miro con una ceja enarcada — ¿Tenía que


decir algo más?

Lucy rodó los ojos y me miró, acercándose lo suficientemente para


abrazarme y se colocó de puntillas para que llegará a mi oído.

— Que tengas suerte en tu aventura, Cristian — dijo y le apreté la


cintura, bajando la mano lo suficiente para tocarle el culo por encima
del vestido.

— ¿Te estás despidiendo?

— No puedo quedarme solamente contigo aquí.

— Pero soy el cumpleañero...

— Solamente suerte, Cristian — beso mi mejilla y aunque quiso


apartarse, no la dejé odiando el hecho de que tenía que estar visible
para todos porque si no...

— La mejor suerte que podrías darme sería besándome — confesé.

— Los besos te los daré mañana si superas la iniciación.

— ¿Y si no lo hago? — bromeé y ella hizo un falso puchero con sus


labios.

— Tendré que buscarme otro novio que te suplante entonces.

Me regaló una sonrisa y la solté, ella se dio la vuelta y vi cómo se


alejaba mientras el idiota de Ángel me dio palmaditas en el hombro
mientras reía como si estuviera en un maldito circo.
— Y yo que pensaba que ella era una presa... — soltó
prácticamente cantando y lo alejé de un manotazo.

— Cállate.

— No lo niegas — me miró — Eso es sorprendente.

— ¿Sabes los qué es sorprendente? Que Rodrigo Bush siga


respirando y tú estés aquí como si nada después de todo.

Ángel rodó sus ojos.

— Solo es cuestión de tiempo — me miró y a pesar de que parecía


que se burlaba, sabía que hablaba en serio — Y estoy aquí por mi
padre, no por ti... Hiverdele me trae malos recuerdos.

— Es tu hogar.

— Lo era — bufó — Quizá lo sea en algún momento otra vez, pero


tengo un lugar en mente para vivir.

— ¿No te quedarás?

— Vine solamente por la iniciación y aprovecharé para ir a la cabaña


con ustedes — me miró — Luego, regresaré a Francia y partiré al
pueblo que tengo en mente.

— Estás peor que él...

Hizo una mueca — Él no está aquí por la penitencia — sonrió — Yo


puedo estar, pero la razón es que no quiero, ya está.

— ¿Qué harás?

— Tranquilo que será lo suficiente malo para no dejar mal al nombre


de la familia — sonrió de manera torcida — ¿Qué harás tú?

— Estoy bien aquí, gracias — mascullo.


— ¿Y qué harás con Lucy?

— ¿Qué haré de qué? — pregunto y él chasquea la lengua como si


mi pregunta lo cansará, pero creo saber a qué se refiere, solamente
quiero que lo diga, aunque espero que no...

— ¿Cuándo le vas a decir a Caleth? — me miró mientras tomaba


otra copa pidiendo que le sirvieran más. Mire como bailaban todos
sin pensar que estábamos teniendo está conversación y
sencillamente no sabía qué responder — ¿Qué quieren con ella?
¿Harán que haga la iniciación...?

— No.

— ¿No?

— No creo que ella pueda soportarla — lo mire y me extiendo de la


copa que bebía para que lo hiciera también — No hemos hablado
de ello, pero siento que ella no podría estar en nuestro mundo.

Comenzó a reír. Ángel se comenzó a reír a carcajadas fuertes como


lo que le acababa de decir fuese lo más chistoso del mundo.

Se reía tan fuerte que la atención de varios se colocó en nosotros y


no supe ni dónde meterme. Solamente lo mire como si estuviera
loco y cuando se le pasó, negó con la cabeza.

— A veces me preguntó si en verdad son mi familia...

— ¿Por qué lo dices? — pregunto y él responde de inmediato:

— ¿Acaso no la ves o se obligan a no verlo? Ella es más de lo que


creen, cada segundo estoy convencido de eso por muchas razones
y lo que me confirmo todo fue que fuese capaz de descubrir que
decía las cosas con doble sentido, evitando así caer en mi juego
como si tuviera esa capacidad mental para hacerlo.

— ¿Y eso...?
— Eso significa que tal vez no sea tan inocente como parezca,
Cristian y es mejor que lo descubran antes de que ocurra un
desastre.

Hice una mueca y no respondí porque mi padre se acercaba y lo


menos que quería era que descubriera sobre nuestra relación con
Lucy, ya que las advertencias eran claras, los límites que impuso
estúpidos y por esa razón, como algunas veces, no cumplimos.

— Ya es hora — dijo con una sonrisa de padre orgulloso mirándome


como pocas veces lo hacía y Ángel le palmeo el hombro.

— Nos vemos, tío — dijo antes de mirarme — Nos vemos, Cris.

Asentí, con las palabras de Ángel en mi cabeza y miré a mi padre


antes de seguirlo.

Sabía lo que sucedería, había presenciado la fiesta de mis


hermanos y había escuchado sus anécdotas muchas veces, tanto
que no me pareció extraño que bajáramos al sótano, directo a las
mazmorras cuando pasamos varias puertas, dejando el ambiente de
fiesta y elegante de la mansión atrás porque este lugar era todo
menos lindo.

Olía a sangre, las manos me picaron nerviosas y mi corazón latió


sobre mi pecho.

«Nervios» Tenía nervios y sabía que no eran buenos, pero tampoco


podía evitarlos.

Haría lo más importante para alguien como yo. Luego de años y


años entrenando para convertirme en esto, haría la primera prueba
delante de mis padres porque ser un Fairchild conlleva
responsabilidad del poder que tienes.

Sophia, Camille y Teodora estaban al final del pasillo. «No pudieron


venir todas las madres» Pero había recibido las felicitaciones de
cada una de ellas junto con cartas y regalos por mi cumpleaños.
No estaban aquí, pero sabía que de alguna manera estaría presente
y mi padre me dio una mirada lenta antes de darme lo que tenía en
su mano, exactamente lo que agarro cuando entramos a las
mazmorras donde habíamos sido preparados para esto desde que
nacimos.

— Je te fais confiance, fils*

— Merci Monsieur* — dije y él me dio un abrazo corto con palmadas


en la espalda que hicieron a Sophia soltar unas lágrimas antes de
reír.

— Ya no serás un niño — Camille dio un paso hacia mí y papá se


apartó para que ella pudiera abrazarme.

Realmente no sabía si esto había sucedido con mis hermanos, pero


podía entenderlas, era el menor, su "pequeño" y supongo que eso
les causa sentimiento.

Besé la coronilla de las tres antes de dar un paso atrás y mirar a mi


padre.

— No los defraudaré.

— Lo sabemos, Cris — sonrió Teodora y solté aire por la boca,


desarreglándome la corbata y enfrentando la puerta de metal que se
abrió gracias a mi padre.

«Es hora, Cristian»

Sin importarme si estaban detrás de mí, entré y no mostré ni una


expresión al ver lo que había alrededor.

«El otro lado de moneda» Así solía llamarlo Caebrán mientras que
Caelus prefería decir; «La verdad detrás de nuestro apellido» y para
ser sincero, ambos tenían razón.

Lo que tanto ocultábamos, lo que nadie sabía, lo que jamás se


imaginaron.
Recorrí con la mirada todo el lugar, desde las presas con la cabeza
gacha, temblando, desnudas en el suelo hasta las armas para
acabar con su vida que había en el tablero.

«La primera fase» Me enrosqué la camisa hasta llegar a mi


antebrazo, me iba a arruinar el traje, de eso estaba seguro y sonreí
de forma torcida mientras meneaba el cuchillo entre mis manos
apuntando a quién acabaré primero mientras sentía la presencia de
mis padres detrás, observando todo.

Para ser un miembro tenía que demostrar ser tan sanguinario como
lo eran ellos y me coloque el cuchillo en los labios antes de elegir la
rata que iba a matar y cuando lo hice, la jale hacia mí sin
importarme las pataletas o los intentos de huir mientras parecía que
veía en rojo y mi corazón latía con fuerza.

— ¿Por qué huyes? — acaricie la cabeza de la rata y ella sollozaba,


haciendo que mis oídos transformaran eso en deliciosos sonidos
que solamente ayudaban a la erección que crecía en mi pantalón.

«Hay que ser muy sucio para excitarse por el sufrimiento ajeno»
Agarre la cabeza de la rata y con el cuchillo hice la inicial de mi
nombre en su frente, porque quería que tuvieran claro que fui el
culpable de su muerte, que yo la marque y cree su dolor.

Sollozo, al igual que las otras al ver que les pasaría lo mismo y le
pase la lengua por la mejilla probando la sangre que soltaba antes
de hacer otro corte, está vez en su costado que mancho mi camisa
blanca mientras solamente podría repetir que el dolor de las ratas
me gustaba.

Le corté en el abdomen, haciendo un corte largo que llegó a su


pecho sin importar cuánto tratará de evitarlo y metí la mano dentro
de su pecho sacando el corazón de golpe y girándome para que mis
padres lo vieran por detrás del vidrio.

Sonreí y lo solté mirando a las otras, a las cuales les haría lo mismo,
pero antes tenía que cumplir la otra fase.
Me quité el cinturón del pantalón, sintiendo el bulto en mi pantalón y
por un segundo me imaginé a Lucy bañada en sangre con una
sonrisa, pero tan rápido como llego el pensamiento lo descarté,
Ángel había logrado meterme la idea en la cabeza, pero ahora, en
este momento tenía cosas más importantes.

Me solté los botones del pantalón, masajee por encima del bóxer el
miembro endurecido y jale de las piernas a una de las ratas que se
abrió de piernas porque habían sido entrenadas para esto.

Las circunstancias tenían que ser así, tan sucias como los secretos
que guardamos los integrantes de esta familia por culpa del gen que
corre por nuestra sangre y que nos hace unos monstruos de rostros
bonitos y cuerpos esbeltos.

Me saque el miembro, las ratas estaban limpias para evitar cualquier


enfermedad y mientras una recibía de una estocada mi pene en su
coño, a la otra le chupaba las tetas con brío mientras otra rata
disfrutaba de que una de ellas le comiera el coño.

Se retorcían mientras trataba de tener acción con todas, la


embestía, luego embestía a la otra mientras no sabía quién era yo y
cuando estaba por acabar, le clave el cuchillo en la garganta a la
que estaba embistiendo con fuerza haciendo que la sangre salpicara
mi rostro y el de las ratas.

No sé detuvieron, siguieron y yo seguí embistiendo el cuerpo de la


rata que estaba muerta con los ojos abiertos mientras me miraba.

«Tenía que hacer todo» Exactamente eso hacía y salí del cuerpo de
la rata muerta para metérselo a otra mientras me comía el coño a
otra.

Gemían y yo solamente soltaba gruñidos pensando en Lucy, Lucy


con sangre, Lucy observando todo esto, Lucy ayudándome y
cuando me di cuenta, un derrame largo callo sobre el abdomen de
una de las ratas.
Me levanté, las mire y camine con el miembro a fuera, tan duro
como lo tenía al principio y tome la motosierra, encendiéndola.

Las ratas parecieron reaccionar y comenzaron a gritar, solté una


carcajada y le corté la cabeza de un tajo perfecto a una haciendo
que cayera en mis pies.

La pateé y solté la motosierra, mirando a la rata que quedaba. Con


las manos de sangre me guarde el miembro y ella sollozaba
mientras solamente podría ver mis manos llenas de sangre, al igual
que mi ropa, mi rostro y todo el lugar.

Me enamore del desastre, de la sangre y de poder sucumbir mi


mayor fantasía sin tener el miedo de ser juzgado porque todos en mi
familia teníamos el mismo síndrome, todos padecíamos de lo
mismo, aunque nadie se imaginaba lo que ocultábamos, lo que
éramos y lo que podíamos hacer.

Me acerque de nuevo con el cuchillo hacia la que quedaba y le


arranque los ojos con los dedos mientras disfrutaba de los gritos de
dolor de la rata, le clave el cuchillo en el pecho y el abdomen
repetidas veces mientras sentía un pitido en mi oído, luego fui al
rostro e hice cortadas en todos lados dejándola irreconocible y me
levanté, dándole la espalda al desastre y la puerta se abrió, mi
padre entrando a la habitación seguido de mis madres que me
sonreían con orgullo.

— Nous sommes fiers, Cristian* — soltó papá y solamente asentí


mientras dentro de mi sentía un peso menos porque nada se
sentiría tan bien como aceptar lo que tienes dentro, sin importar el
caos que eso pueda ocasionar.
Capítulo 49 (*)
LUCY

—¿Cómo te sientes?

La pregunta salió de mi boca tan rápido como lo que tardó la cabeza


de Jake en girarse hacia mí.

—Bien, excelente y magníficamente bien — rodó sus ojos sin ocultar


la tristeza en su voz mientras decía posiblemente una de las
mayores mentiras de su vida.

Torcí mis labios mientras observaba sentada en la silla, cómo Rose


y Joseph bailaban en medio de la pista de baile y cómo Marta
también lo hacía con un chico de estatura baja y cabello rubio que
se me hacía conocido, pero la confusión duro poco cuando recuerdo
que era uno de los que hacían parte de su grupo del vídeo y él
exactamente era el hermano de Daría, la chica de cabello rubio que
me parecía molesta e irritante. Aburrida, volví a poner la atención en
Rose y el imbécil de piropos malos: Él con el rostro serio mientras
ella sonreía en exceso mientras lo único que podía preguntarme era;
« ¿Es que no se da cuenta? ¿En verdad es TAN estúpida para no
darse cuenta que no la quieren?» Me relamí los labios mientras
Joseph parece un borrego para sacrificio y la muy estúpida parece
que estuviera viviendo el mejor día de su vida.

Jake los miró con atención detallando la forma en la que él tomaba


la cintura de la peli azul, como ella recostaba su cabeza a su pecho
mientras se movían al ritmo de la canción lenta como una autentica
pareja perfecta...

—La odio — siseó y sonreí con burla al escuchar sus palabras.

—¿Sabes lo horrible que suena que odies a una mujer por un simple
hombre? — enarque una ceja cuando me miró para luego añadir: —
Te resta glamour y elegancia.

—No solamente la odio por eso — volvió a mirar a la pista de baile y


suspiró, como si lo que estuviera por decir fuese muy difícil o
doloroso — La odio porque sé que, en el fondo, solamente lo hace
para molestarme solamente porque ella es la misma niña de
siempre que es abusada por su padre, que tiene que destruirles la
vida a otros solamente porque ella no es feliz...

«Abuso» Las palabras hicieron eco en mi mente y recordé entonces


las palabras de Dove, su historia... Ella me había dicho lo que
sucede en su vida mientras trata de disfrazar que solamente es así
por culpa de sus padres, él mismo hombre que ayudo de alguna
manera a Marcus, el mismo hombre que Ángel llamo pedófilo y que
es el socio de Caleth.

Trato de pensar cómo ellos permiten que algo así suceda en sus
propias narices y recuerdo mis propias palabras. «Nada es prohibido
cuando tienes dinero e influencias» Incluso abusar de tus hijas
dejaría de ser relevante solamente por tu poder.

«El sucio poder que trae el dinero»

Y sí Jake lo sabía, los chicos también y seguramente hasta las


madres. En mi cabeza hizo ruido la pregunta más importante;
«¿Entonces por qué no hacen algo?» y la respuesta no tardó en
llegar:
«No hacían nada porque no les importaba» Quizá no era relevante o
simplemente importante, aunque la única verdad es que ya nadie
podía salvarlas porque estaban manchadas, tenían el cáncer, esa
bacteria junto con los miles de problemas que pueden venir después
de un abuso.
Me tragué las preguntas, Jake me miró esperando que le dijera algo
y con una sonrisa en los labios, solté: —¿Tú eres feliz?

Me refería a la última parte y ella ni siquiera me miró para


responder.
—Si fuese feliz no estaría aquí.

—¿No?

—No, estaría con Joseph en la playa, no fuéramos hermanos...


quizá lo hubiese conocido en algún evento, nos enamoramos a
primera vista porque siempre hemos sido almas gemelas...— tomo
su copa y se la llevó a los labios tomándose así todo el whisky de un
solo trago — Dejaría que me bese, me haga suya y me dé un anillo
bajo el atardecer y eso, podría definirse como mi maldito lugar feliz.

—Son lindos sueños... — solté y ella soltó aire de forma ruidosa.

—No es necesario que me recuerdes que estoy enferma y que mis


sueños no son más que planes suicidas.

—¿Enferma porque alguien más dice que lo que sientes está mal?
— inquiero — Solamente creo que mientras no existan abusos, todo
está bien... es decir, ¿Joseph te obliga? ¿Te toca sin tu
consentimiento? ¿Abusa de ti?

—¡Por supuesto que no!

—Entonces no encuentro los problemas — solté — y sí esperas que


la sociedad te acepté, Jake, nunca serás feliz porque el ser humano
siempre criticará las cosas, así estén perfectamente bien porque
para nosotros, lo desconocido y ajeno es pecado, aberración...

—Está mal.

—¿Qué en este pueblo no está mal? — pregunto y ella me mira con


atención, enfocando sus ojos celestes en mi como si quisiera
entender algo, especialmente lo que acabo de decir.

—¿Qué tanto sabes...?

—Lo suficiente — le di una sonrisa de boca cerrada y ella se tensó,


colocando sus manos en su regazo.
—No sé de qué hablas...—

—El cómplice es tan culpable como el que lo hace, Jake Jake.

—Eso es una lástima — siseó — Pero como no sé nada...—

—¿No sabes nada de qué, Jakeline?

Jake coloco sus labios en una línea fina y le di una sonrisa dulce a
Caelus que se sentó frente a nosotras observándonos con una ceja
levantada.

—Jake no sabe si Rose y Dove irán a la cabaña — lo mire, dándole


una mirada burlona a ambos y Jake asintió de inmediato, siendo la
perfecta mentirosa que es y actuando de maravilla, como si
segundos antes no he dicho entre palabras que tengo teorías de
que ella junto a su hermano, han hecho cosas y saben más de lo
que intenta hacerme creer que saben sobre los secretos que corren
por este extraño y elitista pueblo.

—Me parece una pregunta estúpida cuando sabes que Joseph tiene
que invitarla así no quiera — soltó y miré a Jake, dándole una
sonrisa — prácticamente Rose lo acompaña hasta para el baño...

—Puedes decirle a Joseph que le diga que iremos el martes, así


tienes un día a solas con tu hermano... — propuse y Caelus elevó
una ceja, sorprendido y solamente le di una sonrisa a Jake para
darle ánimos.

—¿Es una buena idea?

—Sabes que sí — mascullo y ella me mira indecisa, entonces


continuo: — Es lo mejor que puede pasar y si le dices justo ahora,
podrás... — no pude seguir porque Jake ya se había levantado y
caminaba a largas zancadas hasta llegar a la pista y decirle algo a
Joseph que de inmediato hizo que soltará a Rose y mirara a su
hermana, dándole brillo en los ojos y dejando la cara de muerto
solamente para seguirla mientras Rose solamente se les quedaba
mirando con un gran signo de interrogación entre ceja y ceja.

—¿Y eso ha sido...?

—Una estrategia, una solución para amortiguar el dolor de Jake —


lo miré y él se quedó quieto, observándome con atención — Lo sé y
supongo que tú lo sabes...—

—¿Desde cuándo...? —

—Desde hace varios días — confieso.

—¿No te sorprendió? — me miró buscando algo — ¿No la


juzgaste? ¿No te pareció... mal?

—¿Tienes esa percepción de mí?

—La verdad es que no sé mucho sobre ti, pero me alegra que no


hayas hecho sentir mal a Jake por eso — dijo y algo hizo brillar sus
ojos mientras parecía sincero, no como el Caelus que siempre era
burlón y odioso lo que me causo curiosidad — Eso es importante
para ella además de que es algo muy privado...

—Lo entiendo y no pienso decirle a nadie, Caelus — sonreí —


Solamente espero que ella se dé cuenta que amar a alguien nunca
será una enfermedad.

—¿Amaste a alguien alguna vez?

La pregunta me dejo quieta sin saber que responder porque había


enterrado mi pasado en los rincones de mi cabeza, con llave y
responderle significa recordar cosas que me amargarían el rato,
pero sabía que no hacerlo, levantaría alarmas con las que no estaba
dispuesta a lidiar.

—Creo que nunca lo he hecho... — respondí sintiendo un nudo


imaginario en mi estomago mientras sin poder controlar mi mente,
los recuerdos llovían y me hacían apretar la palma de mi mano por
debajo de la mesa, pero, aun así, sonreí— Tal vez eso para mí no
sea muy importante.

—¿Eso significa que nunca habías tenido un novio del cual


enamorarte como en las películas?

—No. Eso significa que quizá para mí el amor no exista o no sea


importante — solté y de inmediato añadí: — ¿El amor? El amor es
solo un pretexto para lastimar a las personas.

—¿Te niegas a amar a una persona, Lucy? — preguntó con los ojos
sobre los míos y me relamí los labios.

—No — hablo mientras noto como Caleth habla con los padres de
Jake y Joseph a unos pasos de nosotros— Solamente que no lo he
sentido ni tengo esa necesidad absurda de hacerlo... de entregarme
a alguien para que al final, termine defraudándome o dándome una
puñalada directo al corazón.

—Son palabras muy oscuras.

—Son las palabras que las personas se niegan a decir — me encogí


de hombros — ¿Amaste tu a alguien alguna vez? — repito su
pregunta queriendo dejar de ser la protagonista y de inmediato, él
sonríe de forma torcida, mirándome con atención.

—No amamos a nadie —dijo y no mostré nunca expresión al


escucharlo hablar en plural— En mi familia solamente tenemos
debilidades porque así es como nosotros vemos "el amor" —hizo
comillas con los dedos—...y la debilidad en nuestras vidas
solamente llega una vez. Esa debilidad se tatúa en tu piel, te marca
la mente y a pesar de lo que pase con ella, jamás podrás olvidarla o
cambiarla además que, así como puede darte felicidad, puede
destruirte y hacerte cenizas.

— ¿La eliges? — inquiero — ¿Eliges tener una debilidad por una


persona?
—Claro que no —se relamió los labios y coloco sus manos grandes
encima de le mesa, entrelazándolas y en su dedo medio, había un
anillo de oro con la inicial de su apellido— Son cosas que suceden,
que no pueden contenerse... Además de que, ¿quién en su sano
juicio elegiría la manera de autodestruirse?

—Alguien que cree en el amor y que desea sentirlo— respondí


antes de colocar una sonrisa en mis labios que él correspondió.

Nos quedamos callados, mirándonos sin decirnos nada mientras


hacíamos un duelo de miradas que no podía explicar. Sus ojos
azules lucían más oscuros que siempre y cuando Jake y Joseph
aparecieron, llevándose la atención de varios, incluyendo de sus
padres y Caleth, fueron directo a la pista.

Se acercaron lo suficiente para seguir la melodía de la orquesta que


había conseguido Camille y comenzaron a bailar la especie de vals
que tenía a varios de los invitados en la pista, incluyéndolos.

Caelus se levantó y me miro con una sonrisa malévola en el rostro,


antes de inclinar su mano hacia mi haciéndome una propuesta
evidente que no dude en aceptar mientras los recuerdos de la feria
de la recaudación anual, el baile y el beso candente que
compartimos, se repite en mi cabeza.

Tomo su mano mientras caminamos hacia la pista; «ahí fue cuando


lo bese por primera vez». Me mira porque al parecer no soy la única
que lo recuerda y me hace abrir la boca solamente un poco cuando
hace pegar su cuerpo al mío cuando lo empuja de forma sutil.

Levanto la cabeza para poder mirarlo a los ojos y puedo jurar que el
azul que tiñe sus ojos no es el mismo por lo oscuro que se ve, lo
que hace que una chispa de electricidad me recorra la espina dorsal
porque los pechos están que se me salen por lo pegada que me
tiene a él. Se relame los labios rosados mirando justo ahí sin ningún
descaro y su aroma pega contra mi rostro cuando comenzamos a
mover los pies de manera perfecta y sincronizada mientras me
cruzo de dedos en mi cabeza para no pisarlo.
—No sabía que tenías segundas intenciones con esto— digo y él
suelta una pequeña y ronca risa que me hace latir el corazón porque
es realmente deliciosa.

Escucharlo reír me gusta.

—¿Cuándo hago las cosas sin segundas intenciones? — pregunta y


ruedo mis ojos mientras suelto una pequeña carcajada sin dejar de
moverme.

Veo como Caleth se nos queda mirando y cuando la música


aumenta solamente un poco, Caelus hace que me separe de golpe
de él y con una destreza me hace girar sobre mis pies antes de
volver a pegarme a su cuerpo.

Nos separamos un poco y volvemos a juntarnos mientras no


dejamos de bailar por varios minutos y paramos cuando la canción
acaba, quedando tan cerca cuando el baja su rostro que
prácticamente podríamos besarnos si alguno de los dos tomamos la
iniciativa.

Todos aplauden y me relamo los labios sin mover ni un solo


musculo, detallando sus facciones y traga saliva sin romper el
contacto visual.

«No puedo más»

Otra melodía comienza y me despego de su cuerpo, ocasionando


que me suelte las manos y comienzo a caminar alejándome,
dándole una mirada cuando volteo un poco el rostro a los pocos
pasos y la sonrisa que me da me hace apretar las piernas porque
definitivamente lo entiende.

Cojo aire con fuerza y comienzo a caminar no sin antes darle una
mirada dulce a Caleth y Camille que me miran antes de seguir hacia
mi destino que me hace cruzar toda la fiesta y pasando por un lado
de Marta que se me queda mirando, pero no me importa, subo las
escaleras, apresurada sin mirar atrás.
Llego al pasillo y mis manos pican cuando veo la puerta de mi
habitación. Corro hacia ella y la abro con agilidad, entro y cierro la
puerta detrás de mí mientras me paso la mano por el cabello con
desespero caminando de un lado a otro sin saber lo que me pasa.

El corazón me late con fuerza contra la caja torácica y la puerta se


abre dejando entrar a la persona que me sonríe como un auténtico
demonio haciendo que fácilmente pueda sufrir de un infarto por la
rapidez en la que me late el corazón antes de cerrarla detrás de él
sin colocar el seguro y ni siquiera eso me importa, solamente suelto
aire por la boca de forma ruidosa.

—¡Al carajo! —digo y lo único que proceso es que me acerco


corriendo a él y me encaramo en su cuerpo, enrollando mis piernas
en su cintura mientras ataco sus los labios aunque fácilmente podría
decirse que él también lo hace conmigo y por primera vez admito en
mi cabeza que desde que lo vi sentarse en la mesa, interrumpiendo
la conversación que tenía con Jake he querido besarle como
justamente lo hago, desordenándole el cabello y mordiendo su labio
inferior antes de alejarme para mirarlo y luego volver a besarle con
las mismas ansias con las que él me aprieta el culo por debajo del
vestido.

Me aprieta las nalgas y solamente nos separamos cuando me pega


a la pared para tener equilibrio, aunque parece que mi peso no le
afecta en nada.

—¿Sabes que voy a cogerte? — pregunta entre los besos y le jalo el


cabello mientras siento su lengua entrar en mi boca.

—¿Sabes que no me importa? —contraataco y juro que sonríe


antes de chuparme el labio inferior mientras me aprieta tanto las
nalgas que puedo sentir que me quedara la marca.

—Eres una diosa...— susurra y el corazón me late con fuerza


cuando sus besos bajan por mi barbilla y llegan a mi cuello.
«Las marcas que me dejo Crono» Es lo que pienso de inmediato,
pero no me importa. Cierro los ojos para disfrutar del momento y
cuando me muerde, suelto un pequeño jadeo que lo hace sonreír
sobre mi piel antes de chupar y no me importa si ya las vio, si sabe
que me acosté con su hermano la noche anterior y cabalgué su
polla hasta que el sueño me venció.

Pensar en eso hace que sienta como mis bragas se humedecen


más de lo que ya estaban desde que lo vi a todos con esos trajes.
No soporto la lejanía que de pronto se vuelve insoportable, mis
labios están hinchados y pican porque vuelva a comerme la boca y
lo traigo a ello cuando lo jalo del cabello azabache un poco.

No es necesario decirle nada porque lo entiende y lo hace; me


muerde el labio inferior con los ojos abiertos mientras me restriego
en su evidente erección mientras los pechos me duelen por la
excitación sin romper el contacto visual que lo prende más y nos
alejamos de la pared solamente para que me deje de caer en la
cama y me mire desde arriba mientras se saca el saco, se quita la
corbata y recuerdo como en la noche estuve amarrada por la de su
hermano.

Aprieto las piernas y cuando me voy a quitar los tacones, niega con
la cabeza haciendo que levante una ceja.

—¿Fetiche?

—Necesidad— responde y trago saliva cuando cae de rodillas


mientras con sus palmas separa mis piernas haciendo que las
bragas queden expuestas. «Se me ha subido el vestido» Ve el
cuadro de tela que no tapa demasiado ni esconde el hecho de que
estoy tan mojada que la tela se pega y se relame los labios antes de
mirarme.

—¿Te mueres por mí?

—Necesidad— repito su respuesta mientras observo como baja las


bragas y se las guarda en el bolsillo sin dejar de mirarme.
Me abre más las piernas, se acerca más y cuando toca ese punto
sensible, me regala una sonrisa torcida que me hace tragar saliva.

—Yo necesito lamer esto— es lo que dice antes de inclinarse y


poner su boca junto ahí mientras siento su lengua tocando el lugar
que me hace blanquear los ojos y de manera inconsciente o tal vez
no, jalar su cabello mientras empujo un poco su cabeza para que
tenga mayor contacto con mi clítoris.

Verlo así, arrodillado y con su cabeza entre mis piernas me hace


alucinar mientras chupa, muerde y succiona mis jugos femeninos
haciéndome un oral magnifico porque tiene una agilidad
indescriptible para mover la lengua y chupar en los lugares
específicos al mismo tiempo que se ayuda con la mano derecha
mientras con la otra me aprieta el muslo, enrojeciendo mi piel.

Contengo los pequeños gemidos que quieren escaparse mordiendo


mi lengua y él lo hace con brío, chupando, moviendo los dedos y la
lengua con rapidez haciendo que sea imposible contenerme.

Me eriza los vellos del cuerpo y aprieto las piernas cuando da un


mordico que me hace vibrar todo el cuerpo mientras siento que voy
a desfallecer porque no me da descanso hasta que las piernas me
tiemblan, la cabeza me da vueltas, suelto gemidos en gritos que lo
hacen ser más rudo con las lamidas y los jugos que suelto luego no
los puedo contener, se lo advierto con palabras torpes pero ni así se
separa hasta que vuelvo a la realidad y él se aleja, con los ojos
brillantes, los labios hinchados y se limpia la barbilla mientras se
lleva los dedos que tenía justo ahí a la boca y los lame sin despegar
los ojos de los míos para luego darme una sonrisa torcida.

—Tu ne m'as pas laissé tomber, précieux*— soltó y no le entendí un


carajo, pero la voz ronca era suficiente porque mi cabeza solamente
podía pensar que estaba diciendo cosas calientes— Tu as un goût
délicieux*

—Solamente follame —prácticamente ruego en un pequeño siseo


mientras mi cabeza no es consciente de que luzco como una
maldita desesperada y si lo soy, realmente no me importa y si no le
quedó claro; se lo repito: — Quiero que me folles, mierda.

Soltó una risita y como pude me levante de la cama para quitarme el


vestido mientras lo observe desvestirse, quedando como dios lo
trajo al mundo al igual que yo y cuando se sentó en la cama, trague
saliva.

«Benditos sean los genes que hacen que estos hombres tengas
estas vergas»

Me relamí los labios y me coloqué a horcadas sintiéndolo piel a piel


y moví mi pelvis, sintiéndolo recto y grueso debajo de mi mientras
colocaba mis manos en sus hombros y él apretaba mis pechos con
sus manos antes de besarme.

Su lengua entro a mi boca y el sabor saladito que había en su boca


solamente me hizo recordar donde había estado antes pero no me
importaba, solamente quería... lo quiera.

Sonríe sobre mi boca y se separa mientras sus manos dejan de


apretar y jugar con la punta de mis pechos para tomar mi cintura y
levantarme mientras con la otra se levanta el miembro mientras mis
ojos se concentran en ello porque quiero grabarme el momento en
que ambos encajemos.

El tiempo trascurre como si fuese horas, aunque soy consciente que


son pequeños segundos donde me mira sin dejar de sonreír.

—¿Quién te los hizo?

—¿Qué? —pregunto aturdida y él ve directamente a mi cuello.

—Crono— respondo y no dice nada, solamente me deja caer y


suelto un grito cuando siento la invasión de su miembro en mí
entrepierna.
Me besa los labios y comienzo a brincar sobre su polla mientras mis
senos rebotan con cada movimiento. Caigo y vuelvo a subir
mientras lo siento completo, no me importa nada porque solamente
soy consciente de que me está empalando y dejamos de besarnos
para mirar ambos exactamente lo mismo.

No decimos nada, pero es realmente deliciosa la imagen y cuando


me doy cuenta me hizo dar la vuelta, dejándome sobre el colchón
mientras él hace que abra mis piernas y me la entierra en
empellones brutos que hace un sonido carnal que resuena por todo
el lugar.

Suelto jadeos, palabras incoherentes juntando el ruso con el inglés


mientras él susurra cosas en francés o no sé qué diablos y no sé
cuándo tiempo pasa, pero sé que ahora estoy en cuatro mientras
me entierra las manos en la cadera, me da nalgadas y vuelve a
enterrarme las manos en la cadera al mismo tiempo que me
penetra.

Siento que voy a tener el segundo orgasmos y parece saberlo


también porque me da tan duro que no se diferenciar si lo que hace
es lastimarme o darme placer, pero estoy tan ida que grito y
mientras siento un líquido recorrerme el muslo, la puerta de la
habitación se abre y Cristian aparece con el cabello húmedo como si
se hubiese bañado, con un traje completamente distinto y solamente
abre los ojos mientras Caelus me aprieta la cadera impidiendo que
me mueva y en vez de alejarse, me sigue penetrando mientras yo
solamente puedo mirar a Cristian que entra a la habitación y cierra
la puerta detrás de él.

—Esto sí que es una sorpresa —suelta mientras se sienta en uno de


los muebles y solamente nos observa mientras Caelus parece
enfurecido dispuesto a dejarme invalida con la fuerza en la que me
penetra y cuando me jala el cabello, abro la boca mientras veo a
Cristian abrir el cierre de su pantalón.

«Por dios...» No sé qué sentir cuando se saca el miembro que luce


erecto y cuando creo que se va a masturbar ahí sentando, dispuesto
a seguir con el voyeurismo, se acerca y se acaricia justo en frente
de mi cara mientras me presume el miembro que me hace salivar
mientras suelto pequeños ecos por las embestidas de Caelus.

—¿Quieres chuparla? — pregunta y solamente soy capaz de asentir


porque no puedo hablar cosas coherentes y solamente siento como
se adentra a mi boca mientras las embestidas de su hermano me
hacen vibrar.

El vaivén me conecta con los movimientos y mientras Caelus me


folla, Cristian lo hace con mi boca en sincronía.

No sé en qué acción enfocarme porque siento que voy a enloquecer


y la sonrisa que me da Cristian junto con los gruñidos de Caelus me
colocan en tiempo regresivo porque soy consciente de que mientras
uno me lo mete hasta la garganta, siento una arcada y me lo vuelve
a sacar dejándome respirar otro me la entierra toda con una
brutalidad que me desarma y me hace colocar el culo en pompa
porque estoy enloquecida.

Cuando siento que se va a venir en mi boca, me esmero por dar lo


mejor de mí y me la mete tanto que rozo las bolas con los labios
mientras trato de no vomitar mientras son una gran distracción las
embestidas de Caelus.

Cuando las piernas me tiemblan y siento que voy a llegar al clímax.


Caelus sale de mí y Cristian también me quita el miembro de la boca
que antes comía como una deliciosa paleta. Ambos se miran y
Caelus se cuesta en la cama haciendo que trague saliva y mire a
Cristian sin entender.

—Menáge à trois?— Caelus pregunta con la voz gruesa luego y


Cristian lo mira al igual que yo mientras suelta una pequeña
carcajada.

—¿No te vas a subir? — pregunta el pelinegro con una sonrisa


siniestra en los labios y me coloco sobre mis rodillas mirándolo
mientras los engranajes de mi cabeza tratan de entender lo que
sucede o está a punto de suceder.

Aún estaba de pie y espabilo recordando lo de la iniciación, que este


aquí significa que la paso y lo agarró del cuello para darle un beso
corto antes de sonreírle sobre los labios.

—Felicidades— digo y Cristian me acaricia la mejilla mientras los


ojos le brillan.

—¿Me darás mi regalo? — pregunta sobre mis labios y asiento,


sonriendo y me separo para mirar a Caelus.

Se lo que tengo que hacer o al menos lo descubro cuando me


coloco a horcadas de Caelus.

—Me gusta la vista— dice y no digo nada cuando mis pechos


quedan arriba de su rostro.

Su miembro sigue erecto y miro de un lado como Cristian se quita


los zapatos, la camisa y se sube a la cama masajeándose el
miembro. Trago saliva cuando Caelus me penetra y Cristian me
ayuda a colocar el culo en pompa.

Caelus comienza a moverse, estoy tan excitada que parezco un


charco y el hecho de pensar que los tengo a los dos en la misma
cama es el peor de los afrodisíacos de todos mientras sin dejar de
sentir las embestidas de Caelus, Cristian pasa los jugos hasta...
trago saliva pendiente de todo pero las estocadas veraces me
desconcentran y cuando Cristian se levanta sobre sus rodillas, su
miembro me recorre las nalgas sin importarle que su hermano me
esté penetrando y suelto un grito cuando comienza a introducirme
su miembro por la parte anal que me hace rodar los ojos.

Me adapto al tamaño mientras siento que voy a explotar mientras


Caelus juega con los pechos que me vibran, todo sucede tan rápido
que solamente soy consciente de que me van a partir en dos, las
piernas se me debilitan y estoy siendo debilitada por todos los
puntos sensibles que puedo tener que me dejo ir cayendo sobre el
pecho de Caelus que sigue penetrándome al igual que su hermano.

Cierro los ojos, todo es tan exquisito como doloroso y se vienen


ambos al mismo tiempo mientras no sé qué sucede, solamente sé
que soy un desastre de fluidos y sonrío como estúpida porque sé
que no me van a dar descanso.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Siento el cuerpo entumecido y poco a poco voy abriendo los ojos.

Me remuevo sobre la cama, buscando comodidad y cuando no la


encuentro por el corto espacio con el que cuento, me muevo un
poco pero siento un quejido que me coloca alerta y abro los ojos
para encontrar el rostro de Caelus a unos centímetros porque tengo
la cabeza en su pecho mientras Cristian me abraza en la cintura,
sus piernas entre las mías mientras tiene los ojos cerrados al igual
que su hermano y entonces recuerdo todo lo que sucedió en la
noche: los besos, como fui embestida a la misma vez, como tuve
que mamársela a ambos y como luego llevamos todo al baño ,
volvimos a la cama y caí desmayada por tanto.

Me levanto como puedo sin despertarlos a ambos y los observo sin


poder creer que todo lo que sucedió anoche fue cierto mientras me
pregunto si alguien noto nuestra desaparición en la fiesta.

Me observo en el espejo dándome cuenta que si antes parecía


violada, ahora parezco que haya sido empalada por todas partes.
Tengo rasguños, moretones y mi cabello parece un nido de pájaros
mientras observo mi cuerpo completo, de pies a cabeza, en especial
la cicatriz que me trae agrios recuerdos.

Me doy la vuelta dispuesta a darme un baño cuando tocan en la


puerta y miro a los dos hombres desnudos que tengo en mi cama.

«¡Por favor que no sea ninguna de las madres...!» Prácticamente


pongo velas y bailo para que no pase lo mismo que sucedió con
Crono y...

—¡Lucy! — la voz de Jake inunda mis oídos— ¡Ya casi nos vamos!

«La cabaña» Abro los ojos y doy la vuelta en mis talones para
encontrar a Cristian y Caelus mirándome.

—¡Ya voy...! — grito y los señalo a ambos y a la ropa de ellos en el


suelo.

No me importa la desnudez, no me importan las marcas de mi piel,


mi rostro de muerta y me mentalizo que no me importan las
erecciones que tienen ambos para no caer en la tentación.

—¿Te espero aquí?

—¡No! — respondo de inmediato— Yo voy sola... ¿dónde estarán?

—Estamos desayunando y nos vamos — responde — ¿Sabes


dónde está Cristian y Caelus?

—No, ¿por qué debería saberlo? — respondo y me tenso cuando


Cristian sonríe con burla al igual que Caelus.

—¡Olvídalo! — parece que maldice y luego le da otro golpe a la


puerta— Te espero abajo.

Se escuchan sus pisadas y señalo a ambos adonices con los dedos


antes de decir en un siseo: —¡Lárguense de aquí!

—¿Nos usaste y nos corres?

—¡Lárgate, Caelus! — suelto mientras camino hacia el closet para


buscar una toalla para cubrir mi cuerpo.

—Hay distracciones...— comienza Cristian y volteo a mirarlo con


una ceja enarcada que lo hace soltar una carcajada.
Ambos se levantan y se estiran solamente para hacerme tragar
saliva y casi cambio de opinión, pensando que es mejor llegar tarde
o posponer el viaje por día más...

Agarro un zapato y se lo lanzo a Caelus que se coloca el bóxer


desesperadamente lento.

—¡Lárguense de aquí! — los mire mientras enrollaba la toalla en mi


cintura mientras caminaba hacia el baño y cuando tuve la cerradura
en la mano, los mire a ambos. Cristian se estaba subiendo los
pantalones mientras Caelus se abotonaba la camisa —No los quiero
ver aquí cuando vuelva.

Entre al baño y cerré la puerta con seguro para evitar problemas


mientras tiraba la toalla y caminaba hacia la ducha para espabilar y
dejar de pensar cochinadas porque debo apurarme para el viaje
mientras la palabra trío, embestidas dobles, orales dobles y
posiblemente la mejor actividad sexual que he tenido se repite en mi
cabeza, pero se cambia por la idea de ir a la cabaña con los cinco y
Ángel mientras algo me dice que... nada será igual después de ese
viaje..
Capítulo 50 (*)
LUCY

Bajo las escaleras apretando las piernas porque caminar me


molesta y mi mal humor aumenta cuando siento que con cada paso
duele más y tengo que soltar aire mientras dejo caer las maletas en
las escaleras dándome cuenta que mi cuerpo me está sacando
factura por lo que sucedió ayer.

Una de las sirvientas se apresura a ayudarme y tengo que forzar


una sonrisa que sale más como una mueca cuando ella sin mirarme
a los ojos, mostrando sumisión absoluta como el resto, recoge
ambas maletas del suelo sin la necesidad de pedírselo.

—¿Necesita algo más? — pregunta y la observo apretando mis


manos odiando las escaleras y por un segundo casi suelto:
«cargarme porque en este momento siento que caminar es un
suplicio».

Me recuerdo que soy fuerte y que ser follada por dos sementales a
la vez no es suficiente para hacerme sentir débil y tomo una
respiración profunda antes de caminar de nuevo, bajar las escaleras
y cruzar el pasillo mientras observo cómo tres empleadas cargan un
cuatro, gigante que está tapado con una sábana que llevan hacia
algún lugar de la mansión.

Distraigo mi mente para olvidarme del dolor físico y finalmente


funciona. Me obligo a una sonrisa este en mi rostro cuando llego
caminando con la espalda recta, el mentón en alto ignorando el
dolor que me produce cada paso que doy y no muestro ninguna
expresión además de la sonrisa, ignorando las miradas que me dan
Caelus y Cristian que desayunan en la gran mesa como si nada.

Jake deja de hablar con Ángel para mirarme y se levanta caminando


hacia mí. Tiene un top rojo que cubre apenas lo suficiente de sus
pechos, dejando su espalda completamente descotada al igual que
todo su abdomen, haciendo así que un pequeño tatuaje en forma de
corazón fracturado de color rojo en una de sus costillas vea la luz,
un pantalón negro de cuerina que se le ciñe al cuerpo y el cabello
platinado cae como una cascada por su espalda.

No tiene maquillaje porque sencillamente no lo necesita porque no


hay ni una imperfección en su rostro y me abraza, embriagándome
con su aroma dulzón que a veces puede ser excesivamente molesto
pero que ahora es agradable.

Me doy cuenta el cambio drástico que ha dado mi vida cuando ella


besa mis mejillas y me deja ver a los seis hombres que levantan la
mirada solamente para recorrerme con ella. Joseph deja su celular y
me regala una pequeña sonrisa haciendo que apriete mis manos por
la forma en la que los Fairchild –incluyendo a Ángel– me observan
con atención, especialmente la parte de mi cuello que deje
expuesta, donde las marcas moradas son tan evidentes y que Jake
por un momento al fijarse también, hace una pequeña "o" con sus
labios antes de menear la cabeza con diversión.

Le doy una mirada dura dejándole claro que no quiero preguntas y


ella me da una sonrisa dulce como si me entendiera, suspira y
entonces suelta: — ¿Lista para divertirnos?

El tono chillón que usa me hace sonreír, luce excesivamente feliz,


cruza nuestros brazos para darme un pequeño jalón que, a su vez,
me obliga a caminar y podría jurar que Cristian y Caelus observan
con atención cada paso que doy esperando que camine coja o
muestre la incomodidad que siento, pero en cambio, les doy una
sonrisa de suficiencia porque necesitaran mucho más para verme
lastimada.

—¿Dónde te metiste anoche? — la pregunta que hace Jake es en


voz baja mientras nos sentamos una al lado de la otra, en el sofá en
frente de los chicos y Joseph.
—Me dio sueño— es lo único que respondo y ella menea la cabeza
como si no creyera lo que le dije y me encojo de hombros, porque
no voy a hacerle creer lo contrario o le voy a dar explicaciones sobre
lo que hice ayer.

—¿Tienes hambre? — pregunta Caebrán mientras se lleva un


pedazo de pan tostado con mermelada de fresa a la boca y asiento.

—¿Quieres algo de aquí o quieres otra cosa? — suelta Caelus en


su sitio, Consus levanta la vista del periódico que leía mientras
Cristian sigue comiendo, engullendo todo lo que se le atraviese en la
mesa.

Crono se ha levantado a fumar un cigarrillo en una esquina, cerca


de la ventana que deja ver la piscina y el sol que acompaña las
nubes en el cielo azul de hoy, regreso la vista a los alimentos que
son demasiados y...

—Con eso está bien— respondo y Caelus asiente.

Hago acopio de todas mis fuerzas para levantarme del sillón y


caminar hacia la mesa, tomar un poco de cada una de las cosas que
hay ahí, en especial muchas fresas, mermelada de fresa y pan
tostado antes de sentarme en la silla.

Me llevo un pedazo de pan a la boca y Cristian sirve jugo de fresa


en uno de los vasos antes de pasármelo y volver a comer,
exactamente siendo el único momento que deja de tragar como si
hubiese comido en años y Jake comienza a hablar con Joseph
sobre ir a Italia en algún momento de las vacaciones.

—¿Y van a llevar a Rose de invitada? — la voz de Caelus hace que


la sonrisa de la rubia se borre de inmediato antes de mirarlo con
rabia mezclada con tristeza en sus ojos celestes. Ella menea la
cabeza, sacando su celular y escribiendo algo en él.

—Los planes se cancelan — es lo único que dice mientras escribe y


Joseph le da una mirada dura a Caelus que se lleva el vaso de jugo
de fresas a los labios, encogiéndose de hombros.

—¿Es necesario que me recalquen todos a cada segundo que me


voy a casar?

—Es el destino que escogiste— Jake ni siquiera lo mira cuando dice


y Caebrán suelta una carcajada mientras se cruza de brazos sobre
la mesa viéndome comer siendo una espectadora del pequeño
drama que se está creando.

—Debo admitir que eso me dolió y no fue dirigido hacia mí — Ángel


hablo luego de soltar una carcajada y el rubio platinado se
desordena el cabello, levantándose molesto y mirándolos a todos
con rabia, suelta:

—Voy a estar en el auto.

—Nadie te va a pedir que te quedes — Jake deja de mirar su


teléfono por cortos segundos donde le regala una mirada hastiada a
su hermano — Así que puedes irte también a la casa de Rose, si
quieres...

—Por favor, no seas estúpida...— la mira, enojado y ella alza su


teléfono para tomarse una selfie seguramente con filtros bonitos de
Instagram.

— ¡A mí no me hables así! — es lo que dice luego de que se saque


la primera foto y lo mira por unos cortos segundos haciendo que él
cierre la boca y se vaya antes de decir algo más.

—Es un bebito dominado— Ángel se ríe y Caelus me pasa una


servilleta para limpiarme la boca cuando termino.

—Claro que no... — Jake se relame los labios y Ángel se levanta


para tomarse una foto con ella. La capturan y ella se ríe sola antes
de añadir: — Solamente sabe lo que le puede pasar si trata de
llevarme la contraria.
— ¿Eso significa que todos te deben tener miedo, Jake?

Ella apaga la pantalla de su celular y lo mira a los ojos antes de


responder.

—No. Eso significa que la Jake molesta es peligrosa y Joseph la ha


conocido...

— ¿Celos de hermanos sobreprotectores? — inquiero con una


sonrisa en los labios, Caebrán hace un movimiento con la mano que
hace entrar a una sirvienta con la cabeza gacha y la mirada en el
suelo que recoge los alimentos de la mesa de inmediato y la rubia
blanquea los ojos.

—No es chistoso — Jake se queja y Ángel me mira con una sonrisa


que no correspondo mientras busco a Crono con la mirada y sigue
en el mismo sitio, lo que me sorprende porque la mayoría del tiempo
desaparece o se aísla.

— ¿Ya todos comieron? — pregunto y asienten la mayoría, a la vez.

—Estábamos esperándolos — Caebrán habla — Caelus, Cristian y


tu fueron los últimos en bajar...

Ignoro la forma en la que lo dice "últimos en bajar" porque siento


que me está queriendo decir algo, exactamente insinuar algo y me
encojo de hombros para restarle importancia al tema que en verdad
no tiene nada de relevancia aquí.

—No es mi culpa quedarme dormida— le suelto para que se calle


antes de preguntar en general, a todos: — ¿Y las maletas?

—Están en los autos — responde Cristian con la boca llena y ni


siquiera eso lo hace lucir menos elegante o lindo. Solamente se ve
adorable, aunque me es difícil aceptar esa percepción de él, luego
de... que casi me deja invalida junto con su hermano.
— Hablando de autos...— Consus deja de leer para sacarse los
lentes y levantarse, haciéndome salir de mis pensamientos y me
asombra que nada de esto me resulte extraño; hablando de autos,
de la servidumbre, de que alguien más me cargo las maletas como
si fuese alguien de la realeza.

Espero que diga lo que sea que va a decir; Ángel lo mira con
atención hasta Crono lo hace lo que me hace también hacerlo
porque me intriga y...

— ¿Qué apostaremos en la carrera?

— ¿Carrera? — pregunto con curiosidad y Jake sonríe con


entusiasmo repentino.

—Las carreras son cool — suelta — Hacemos carreras de autos


cada vez que salimos juntos con apuestas...

— ¿Tú también? — le pregunto y Cristian ríe ante mi pregunta.

—Ganó trescientos por cada uno de nosotros en navidad— me


explica.

—Y lo invertí en mi negocio — Jake suelta orgullosa de si — Tengo


una línea de maquillaje para tener mi propio dinero y no ser como
Joseph que debe casarse con alguien por mis padres...

Ángel suelta una carcajada, como si la situación le divirtiera mucho y


Jake se levanta, sacando una llave del bolsillo de su pantalón con
un llavero rojo, que parece ser de su auto. La mueve y Consus se
levanta al igual que todos.

—Te voy a ganar...— Jake señala a Caelus y él rueda los ojos.

— ¿Cuánto apuestas? — le pregunta Caebrán a su hermano y


Caelus se ríe.

—Doy dos millones — suelta Jake como si estuvieran hablando con


ella y me sorprende que todos la tomen en cuenta, que no le den
desplantes como suelen hacerlo con las Bush y no me sorprendo de
la cifra ya que seguramente tiene multiplicado por cuatrocientos la
cifra, continúa, añadiendo: — A cada uno si me ganan.

— ¿Estás dispuesta a perder tanto dinero...? — pregunto y ella


chasquea la lengua.

— ¿Perder? — pregunta y es la primera vez que la veo tan segura


de sí misma — No voy a perder porque estoy segurísima de mi
potencial en las carreras.

—Yo juego también — Ángel habla y Crono asiente cuando lo miran


dejando en claro que también está dentro del juego de las apuestas.
Me quedo quieta en la silla escuchándolos hablar algunas cosas y
cuando todos se levantan, me tardo un poco más para hacerlo y
cuando lo hago, recuerdo que olvide algo en la habitación,
exactamente mis pastillas y cuando los observo en el pasillo, les
digo que los alcanzare.

Comienzo a caminar, paso los pasillos y subo las escaleras, llego a


mi habitación y rebusco en mis gavetas las pastillas que consigo y
me meto una a la boca porque soy consciente de la actividad sexual
que tengo.

Cierro mi habitación, bajo las escaleras y cuando estoy por llegar al


final, escucho una conversación en ruso que me hace quedar
quieta, quedándome un escalón por bajar.

— ¿En dónde estás? — reconozco la voz de Ángel de inmediato y


cuando asomo mi cabeza, está en la puerta del baño donde
conseguí a Joseph y Jake teniendo relaciones sexuales.

Algo me dice que debo irme, bajar el escalón o dejarle en claro que
estoy aquí, pero...

—No he visto a Marcus — dice mientras se desordena el cabello


mientras habla por teléfono. Ese nombre me hace latir el corazón
mientras aprieto mis manos esperando que continuara y cuando lo
hace:

— ¿Con Rodrigo Bush...? — pregunta a quien sea con quién está


hablando con burla clara en la voz, como si no pudiera sopesar tal
idea y que él lo conozca, él que acaba de llegar me parece tan
extraño como el hecho de que está hablando en ruso — ¿Eso
crees? No lo sé, siento que no sería tan estúpido para hacer tal cosa
sabiendo lo que podríamos hacerle por encubrir al asesino de la
muerte de Pruslas y tu mujer.

«Tu mujer»

Me hace ruido hasta por la forma en la que lo dice y la sonrisa


siniestra que coloca no se compara con la que carga siempre. De
alguna manera me confirma lo que he estado pensando de él y es
que es extraño, siniestro y enigmático.

Ángel se queda callado, haciendo muecas por seguramente lo que


le dicen al teléfono y las ansias por saber con quién habla crecen
con cada palabra que dice haciendo que los engranajes de mi
cabeza comiencen a crear teorías que seguramente me llevaran a
dar vueltas en círculos como todo en este pueblo, ya que cada una
de las pistas me llevan al primer lugar porque todo se conecta, todo
parece ser por alguien, por ese alguien que descubriré cueste lo que
cueste.

— Vine a Hiverdele por un propósito, no fue por vacaciones y tú lo


sabes — soltó con un tono serio. No el juguetón y burlón que
siempre le había visto desde que lo conocí, convirtiéndole en otra
persona completamente — ¿Crees que haya tenido las bolas de
venir aquí? — ya no hablaba en ruso, comenzaba a hablar en
inglés, pero lo que dijo a continuación, volvió a estar en ruso cuando
una empleada cruzo la sala, era como si él no quisiera ser
entendido.

— Sabes que, si lo veo, lo cazo — dijo Ángel — Y no me interesa


que también quieras venganza. El error fue tuyo y estoy siendo
benevolente... pasaron dos años y no has conseguido nada. Te
estas tardando y estoy dudando de la inteligencia que dices tener al
permitir que un estúpido con problemas de temperamento te vea la
cara de payaso, arruinas nuestro apellido no soy mi padre. No voy a
perdonar tus errores.

Lucia molesto con cada cosa que decía, miro hacia donde estaba
porque había asomado un poco la cabeza y me hice a un lado para
evitar ser descubierta mientras hacia los cálculos en mi cabeza de
cuánto tardaría en correr hacia arriba para hacer como si estuviese
bajando.

Se quedó quieto, no camino ni dio un paso lo que me hizo quedarme


quieta.

— Está bien — parecía cansado con el tema — ¿Te preocupan?


Ellos están bien... no son como tú.

Al principio no entendía el significado de sus palabras, pero después


de unos segundos, llegué a lo que estaba hablando. «Los
hermanos» Lo que me hizo pensar que quizá, se trataba de una
madre con quien estaba hablando... lo que significaba que una
madre sabia sobre Marcus.

Lo que no tenía sentido era la forma en la que Ángel se refería a él,


como si lo estuviese repeliendo, odiando, asqueando...

— Sé que no sospechan que los manipulaste para hacerlo que


hicieron, pero debes saber que ellos no son tan estúpidos como
crees, — camina de un lado a otro mientras habla — Te dije que, si
lo veo, lo mato y es mejor que se siga escondiendo como la rata que
es para que haga este juego más divertido.

La mandíbula se me descuelga, la cabeza comienza a darme


vueltas y...

— ¿Qué? — pregunta con burla en inglés — No me importa


realmente, averiguare lo que me pides solamente porque estoy
aburrido y espero no perder el tiempo, te llamare.

Colgó la llamada y me apresure a bajar como si no hubiese estado


espiando su conversación y accidentalmente, choque con su pecho
como había previsto, enterrando la nariz en el centro de él y
embriagándome con su aroma varonil. Solté un quejido falso y me
aleje de él de inmediato, haciéndome la sorprendida, aunque él me
miro con la ceja enarcada y una sonrisa burlona en los labios.

— ¿Qué hacías allá arriba?

Me miro y le respondí de manera automática: — Buscando algo


importante.

Estaba tan nerviosa que mi estómago parecía más un nudo que un


cubo sin fondo. Le di una sonrisa porque no podía permitir que
dudara sobre lo que le acababa de decir y me encogí de hombros
mientras le mostraba las pastillas sin ningún tipo de vergüenza.

—No puedo dejarlas.

—Entiendo — me miro con detenimiento y me mostré serena,


aunque era un caos de nervios.

—Sí.

Nos miramos el uno al otro hasta que la voz de Caebrán nos hizo
girar, se acercó a mí y miro a su primo con una ceja elevada
mientras jugaba con su piercing.

— ¿Qué sucede?

—Nada — respondimos los dos al unísono y mire a Ángel mientras


Caebrán nos miraba a los dos.

Abrió la boca como si pensara decir algo, pero la cerró y quitó la


sonrisa de su rostro, me miró y luego meneo la cabeza como si lo
que estuviera pensando fuera muy estúpido. Se colocó tan serio
como cuando enfrentó a Dove Bush y me soltó a secas: — ¿Quieres
ir conmigo en la carrera?

Por alguna razón no me gustaba su tono y le respondí seco


también: — Si quieres.

—Te estoy preguntando por algo— se defendió y no sé si estaba


paranoica o los nervios me habían afectado, pero el tono de voz fue
grosero y le di una mirada despectiva.

—Si estas así, es mejor que vaya con uno de tus hermanos y se
acaba el problema.

Di un paso hacia la puerta, pero su mano me detuvo, haciendo que


girara a verlo. Le lance una mirada molesta porque no era Dove ni
mucho menos iba a aguantar sus malos tratos, los ojos cafés le
brillaron y el contraste de su mano pálida con la tinta negra lo hacía
lucir realmente delicioso, cargaba una camisa negra y unos
pantalones jean de color azul marino junto con unos tenis blancos.

—Quiero que vayas conmigo...— me miró y Ángel soltó una risita


que hizo que ambos lo miráramos y él se encogió de hombros.

—Solamente me da ternura ver al cucarachón malévolo siendo cursi


— se excusó y casi reí, casi.

—Por favor, Ángel... chúpame la polla y deja de joder — Caebrán


rodó sus ojos y el pelinegro le paso, por un lado, casi orinándose de
la risa que al parecer solamente a él le daba.

Cuando vi su espalda ancha y sus piernas largas desaparecer por el


pasillo, mire el agarre que todavía Caebrán tenía en mi brazo y sin
decir nada, le agarré la cara con ambas manos, obligando a que
bajara para estar a mi altura y le empujé la lengua por la garganta,
mordiéndole los labios de vez en cuando con frenesí. Las manos de
Caebrán subieron a mis nalgas, rozándolas, pero de un solo golpe
las dejé caer para que volvieran a colgar a sus costados.
—No me toques...— hablo entre besos. —A menos que te lo diga,
¿sí? Me molesto tu actitud...

Me siguió besando, interrumpiéndome como si mis demandas no le


interesaran y cuando me comenzó a faltar el oxígeno, nos separé y
sin decir nada comencé a caminar haciendo acopio de todas mis
fuerzas para no hacerlo raro por la molestia que tenía en mi
entrepierna.

Llegamos a la puerta y no me asombre por los autos que estaban al


frente de la mansión. Altos de alta gama, lujosos y seguramente de
esos que solamente podrías admirar en películas y revistas, pero
que tenía justo en frente y Jake se montó en su Lamborghini
Veneno Roadster de color rojo y ella asoma su cabeza por la
ventana mientras el resto de los chicos entran en sus respectivos
autos.

— ¡Les voy a ganar, scemo*!

Me hace soltar una carcajada y le doy un pequeño vistazo a Ángel


que entra al auto con Crono mientras lo que dijo en la llamada se
repite en mi cabeza.

—Vamos — Caebrán me empujo y entramos al auto de color negro.


Encendió el motor y lo hizo rugir mientras se apresuraba a estar en
la línea recta que hacían los otros autos, exactamente los siete que
rugen y cuando llegamos, Jake es la que grita como una
desquiciada.

— ¡Nueve...! — comienza el conteo regresivo y miro a Caebrán con


una ceja enarcada que me regala una sonrisa pícara, tiene los
labios hinchados por el beso y juega con su piercing al tiempo que
arranca llevándose la delantera.

Los neumáticos hacen un sonido que me pone el corazón a mil,


parecen ser expertos en ello y efectivamente Jake y Caebrán luchan
por llevarse la delantera mientras Crono se pega tanto que, si
acelera más, podría chocarnos.
Joseph trata de pasarnos al igual que Caelus, Cristian y Consus
pero Caebrán logra pasar a Jake que de inmediato le saca el dedo
medio lo que me hace reír.

— ¿Si gano me darás un regalo? — preguntó y lo mire. Tenía la


vista fija en el camino, manejaba con una sola mano y ni me
preocupe en mirar el velocímetro para mortificarme.

Los otros venían atrás, pero les habíamos agarrado ventaja y para
mi sorpresa, ya habíamos pasado la escuela y la casa de las Bush.

— ¿Qué quieres de regalo? — pregunto y él me regala una sonrisa


torcida que me hace apretar las piernas.

—Creo que no me gusta ser el único que no ha probado más que


tus besos — confiesa y me relamo los labios, coloca su mano libre
en mi muslo y lo acaricia mientras pisa el acelerador más y Jake se
acerca más que antes, haciendo que ruede sus ojos con fastidio.

— ¿Sabes que ella hará lo posible por ganarte? — pregunto y


Caebrán suelta una risita mientras pasamos una curva que deja ver
el barranco.

—Pero yo tengo un intensivo para ganar — respondió.

— ¿Los millones que te tendrán que dar?

—El dinero no me importa — sonrió — La recompensa que quiero


eres tú.

No pude describir lo que sintió mi corazón que comenzó a latir como


loco y me quedé callada sin decir nada mirando por la ventana.
Caebrán no saco otro tema de conversación, siguió siendo el de la
delantera y para mi sorpresa cuando estábamos por llegar, Jake lo
paso estacionando el auto de mala manera y salió dando brinquitos
mientras todos se estacionaban.
— ¡En sus caras! — grito completamente feliz y me acerque a ella
para darle un abrazo, Caebrán se encogió de hombros detrás de mí
y lo abrace también, colocándome de puntillas.

—Igual te voy a dar tu regalo — susurre y me beso la frente antes


de separarme, entonces me doy la vuelta y...

—¡Bienvenidos a la cabaña! — Ángel destapa la botella de


champagne que carga en la mano llegando por detrás y lo que
imagine como algo pequeño, acogedor y familiar, en realidad es
prácticamente del mismo tamaño de la mansión con una decoración
rustica, llena de vegetación y fuentes artificiales de agua por todos
lados.

Jake suelta una carcajada y de la emoción por haber ganado la


carrera, agarra el rostro de su hermano antes de estamparle un
beso que hace que todos los miremos y ella simplemente se encoje
de hombros, mirando a Caelus.

—Creo que dejar de ocultar una de las tantas cosas con las que
debo cargar por unas horas no dañara a nadie...— es su excusa y
sonrió, al entender sus palabras.

Joseph luce extasiado y abraza a su hermana, pasándole el brazo


por los hombros mientras me relamo los labios, colocando un pie
adentro de la lujosa cabaña de los Fairchild Kellogg antes de ser
seguida por todos y cuando escucho como la puerta se cierra, Jake
vuelve a besar a su hermano mientras Ángel observa todo el
alrededor con una sonrisa extraña en el rostro.

No tengo palabras para describir la excéntrica decoración y me


sobresalto cuando siento los brazos de Caebrán abrazar mi cintura
por detrás y besar mi mejilla mientras los otros se pierden por los
largos pasillos seguramente para decidir cuáles serán sus
habitaciones.

—Bienvenida a la cabaña de mi familia, bonita — susurra en mi oído


y me doy la vuelta para mirarlo a los ojos.
— ¿Me darás una bienvenida? — pregunto. Él comenzó a jugar con
ese bendito piercing antes de desordenarse el cabello y darme una
sonrisa que podría derretir a cualquiera.

—Todas las que quieras— alcanzo a responder antes de que un


sonido sordo inundara el lugar.

Di varios pasos atrás mientras note cómo Joseph y Jake se dejaban


de comer la boca para caer en cuenta del extraño sonido y me
sorprendió que Caebrán solamente se dejó caer en el sofá,
despreocupado y entonces, Ángel y Cristian entraron con varias
botellas en las manos que dejaron caer en la redonda mesa de
cristal que había en el medio de la sala mientras Caelus prendía un
interruptor que transformaba la luz artificial normal en luces led de
color azul que titilaban combinándose con rojo y una música
electrónica comenzó a sonar del gigante equipo de sonido que
estaba detrás de Crono que apareció con el rostro en blanco
mientras la sala de la cabaña se convertía en una club de fiesta, la
puerta sonó y Cristian corrió a abrirla dejando entrar así a un bululú
de gente que me hizo apretar los puños porque no entendía
absolutamente nada.

Jake se acercó a mí mientras la gente comenzaba a brincar en el


centro y otros tomaban de las botellas como si fuesen robots. Todo
se ve más pequeño, la gente comienza a besarse en todos lados, el
ambiente tranquilo y lujoso desaparece y...

— ¿Qué mierda es esto...? — pregunto en gritos y Ángel Fairchild


es el que me responde, colocándose muy cerca mío, lo suficiente
para escucharlo por encima del ruido, los gritos y el descontrol.

— ¡Una bienvenida! — es su respuesta y abro mis ojos como si


fuese un búho cuando Joseph se acerca a su hermana y la toma del
rostro antes de estampar sus labios contra los suyos delante de las
personas que, para mi sorpresa, ni siquiera le prestan atención.

Parece que todos están enfocados en lo suyo mientras pienso; «Los


van a ver...» Pero a él no le parece importar y Jake lo empuja
apartándose cuando pierde el efecto del beso.

— ¿Qué te sucede...? — grita ella golpeando su pecho para alejarlo


y su hermano niega con la cabeza intentando besarla otra vez.

— ¡Nadie de esta gente nos conoce, Jake...! — brinco al sonido de


la música, la máquina de humo que no sé de dónde carajos salió
hace que todo se vea más animal— ¡Podemos ser libres aquí sin
miedo a que nos juzguen! — el tono de voz con el que lo dice hace
que ella haga una mueca a la vez que me mira y observo el
alrededor comprobándolo; «no conozco a nadie aquí». Ángel se
acerca más y me aparto, cuando noto a los cinco acercarse a
nosotros haciéndome tragar saliva porque no entiendo con qué fin
hicieron esto...

«Supongo que esto es por la cabaña, pero no tiene sentido la gente


que no sé de dónde salió» Todo es un descontrol, las cosas
suceden muy rápido, soy arrastrada por una chica de cabello negro
y vestido rasgado al medio y me aturdo cuando todos me gritan
"shot" repetidas veces, miro hacia todos lados preguntándome cómo
esto paso en cuestión de dos minutos y tengo que empinarme varios
tragos de un solo golpe que me hacen tambalear cuando siento que
la presión es demasiada.

Jake parece que va a hacer strippers con Joseph en el sofá, menea


su cadera mientras se les restriega sin dejar de comerse la boca
mientras tienen prácticamente sexo con ropa y que los cinco me
miren como depredador buscando una presa me hace latir el
corazón.

Ángel baila en la pista con una morena mientras la besa con


descaro, todos brincan en la pista y... los cinco se acercan mientras
tomo del pico de la botella, la incomodidad para moverme
desaparece al igual que todas las advertencias que hay en mi
cabeza por la sensacion que se adueña de mi cuerpo gracias al
alcohol.
Todos lucen extasiados, drogados, dopados como si fuesen zombis
y mis ojos captan como Ángel acorrala a la morena en la pared y le
saca las tetas del vestido sin importarle que este en público. Cada
quien está en lo suyo, mi cabeza da vueltas y tengo que agarrarme
de alguien para no caer, no sé cuantos minutos o horas han pasado,
todo es un desastre y...

Olvido la conversación que espié, las miles de preguntas que se


alojaban en mi cabeza desaparece también y solamente me relamo
los labios cuando quedan frente a mí, les regalo una sonrisa torcida
levantando la comisura derecha de mi boca, el alcohol en mi
sistema no ayuda como tampoco que las luces los hagan ver como
seres de otro mundo y solamente espero que lo que suceda esta
noche, no haga un cambio drástico en la historia mientras todo es
un jodido descontrol que ni siquiera sé cómo sucedió.

Nota de la autora: Las actualizaciones son diarias o día por medio


para las personas que preguntan en los comentarios, no exageren,
actualizo seguido, así que... calma y paciencia que más que una
nueva edición, estoy escribiendo el libro completamente de nuevo.

(EN MIS REDES SIEMPRE ESTOY AVISANDO)

Son pocas las cosas que son iguales, es una edición


completamente diferente, hay CAMBIOS DRÁSTICOS, tengo una
vida aparte de Wattpad pero me esfuerzo de todo corazón a
actualizar porque quiero que lean, porque es una promesa y quiero
terminar esta historia pero existen veces que se me escapa de las
manos.

Gracias por el apoyo que me están dando en mis redes, por la


paciencia y los comentarios, las nuevas leídas y los votos. POR
FAVOR, no dejen spoilers en los comentarios porque confundirán a
los nuevos, cambie demasiadas cosas así que técnicamente, no hay
#R en las cosas nuevas, así que... sin peleas, por favor.
Quiero darles las gracias a las chicas del grupo de WhatsApp, por
estar conmigo y apoyarme en todo momento, feliz cumpleaños
atrasado a Sabina y una dedicatoria a todas mis mujeres; Alec,
Salma, Nicole, Emily, Valen, Valeria, Fran, Mara, Alexa, Evelyn,
Graciel, Magda, Ayelen, Laura, Kary, Lara, Ori, Lucero, Yullis,
Gabriela, Hannia, Abril, Daniela, Ailyn, Alejandra, las dos Alexas,
Las cuatro Anas, Anielka, Araceli, Ariana, Ariadna, Ashanty, Ashley,
Aurora, Azly, Belu, Bianca, Cande, Carla, Carolina, Cata, Citlaly,
Clara, Coni, Dai, Danna, Dariuska, Diana, Eliza, Elizabeth, Evelyn,
Fabi, Fernanda, Frida, Gemma, Gloria, Graciel, Isa, Isabel, Isabella,
Javi, Jazmina, Jenny, Karla, Karla, Karol, Kary, Keylin, Kriss, Lara,
Lorena, Luana, Lucia, Luisa, Mari, Maria, Maria Victoria, Mariana,
Maya, Mia, Montserrat, Naomi, Naomi, Natasha, Naya, Nicole,
Pamela, Paula, Paulina, Pilar, Priscila, Regin, Romina, Roraima,
Sanem, Sarai, Scarleth, Sofia, Tatiana, Valeria, Verenice, Veronica,
Vikmelis, Yineska, Briseida, Yijan, Ximena, Laura, Areli y todas las
que me faltan por agregar....

Las amo muchísimo.

Los amo a ustedes por leerme y apoyarme.

Recuerden seguirme en ig y twitter <3


Capítulo 51 (*)
LUCY

Me muevo al ritmo de la música como si cada vibración que se


siente en el suelo gracias a las bocinas gigante que reproducen uno
de los éxitos de Calvin Harris fueran un latido de mi corazón. Brinco
y agito las manos, pasándomelas por los pechos, la cintura y cada
curva de mi cuerpo mientras las luces led de color azul iluminan a
todas las personas que están a mí alrededor.

Los cinco se acercan a paso lento, haciendo la espera insoportable


y no digo nada cuando me empujan al centro del bululú y me pasan
una botella que no alcanzo a leer pero que el líquido es púrpura y
todos gritan "¡Toda, toda, toda!" haciendo que por acción mecánica
me la llevé a los labios y comience a bebérmela mientras todos
hacen un coro y brincan al ritmo del subidón de electricidad por
culpa de la música.

Alejo la botella con las manos temblorosas y una sonrisa estúpida


se me dibuja en el rostro mientras no sé cómo rayos fue que
sucedió algo así, en qué momento llegó tanta gente y cuál es la
razón por la que los invitaron aquí...

Todo me da vueltas y sigo bailando, me muevo y cuando alguien se


me pega en la espalda, le restriego el trasero antes de agitar las
manos y brincar. Siento como me recorre la cintura con las manos,
me hace sentir su erección y cuando la canción está en su mejor
momento, suelto un grito de emoción y comienzo a brincar con una
euforia que no puedo describir.

Las cosas son borrosas, siento unos labios en mi cuello y lo único


que hago es reír mientras en algún momento, cuando mis ojos se
concentran especialmente en un lugar, en medio de la gente, noto la
cara que colocan los cinco, pero mi cabeza está tan alcoholizada
que no es capaz de juntar las piezas. Noto a Ángel a un lado y ya no
es la misma chica, ahora son dos que besa a la vez mientras me
toma de la parte trasera del cuello.

Sigo bailando y a pocos pasos está Jake con Joseph besándose


con violencia mientras él la tiene agarra del trasero y siento la falta
de la persona que tenía atrás de un momento a otro, haciéndome
girar y siento como Caebrán me toma del cuello mirándome a los
ojos mientras observo como Crono y Cristian patean a un chico que
se retuerce en el suelo.

La gente está tan drogada que no sé percata de lo que sucede y


Consus observa todo junto con Caelus. La violencia que ejercen los
otros dos es tanta que el pobre hombre termina sangrando cuando
Crono le da un puñetazo en la boca que me hace hacer una mueca
y Cristian termina de empeorarlos colocando su pie contra su cara.

Le dicen algo, el hombre tiembla y me mira, pero Caebrán toma mi


rostro con fuerza obligándome a mirarlo.

— ¿Por qué te dejas tocar por una rata? — pregunta sobre mis
labios y sonrío porque no entiendo sus palabras.

Sigo moviéndome y me paraliza con sus manos pegándome a su


cuerpo. Me siento pequeña delante de su altura y...

— ¿Sabes lo que le haremos a esa rata por tocarte? — pregunta y


trato de moverme otra vez, pero me interrumpe, soltando sobre mi
boca otra vez: — De solo imaginar la boca de otro que no seamos
nosotros sobre ti, nos enferma y él... él intento hacerlo en nuestra
propia casa.

—Quiero bailar.... — hago un puchero, me duele la sien pero la


euforia sigue por mi cuerpo. Caebrán se muerde el labio inferior,
siento su mano en mi culo y no dice nada más, solamente roza
nuestros labios mientras tengo los ojos bien abiertos.

Las luces de colores dan un sentimiento indescriptible, no sé qué


sucede o que bebí, pero las ganas de bailar desaparecen, pero el
libido crece y que no me bese, me hace tomarle el cuello y pegarlo
más, pero pone resistencia.

—Quiero besarte... — susurra.

— ¿Por qué no lo haces, entonces?

—Otro te toco.

— ¿Y?

—Eso significa que estás sucia... — suelta y cuando voy a protestar,


decirle que está loco y que lo que dice parecen celos, me toma de la
cintura y me impulsa hacia arriba haciendo que quede en su hombro
mientras mí cara está en su culo.

No sé qué sucede, el movimiento me hace tener náuseas y observo


como Consus hace lo mismo con el chico que jamás había visto en
mi vida pero que luce irreconocible por los golpes que tiene en el
rostro, hay sangre en el suelo y mientras Caebrán me carga con
sutileza, él lo carga como un costal de porquería porque medio
sostiene sus pies y cuando da un paso, el moribundo se cae
haciendo que, por encima de la música, el crujido de la cabeza del
joven de cabello negro y rostro común, suene.

Abro mis ojos con fuerza y comienzo a lanzarle golpes a la espalda


de Caebrán para que me baje. «Muerto» El sentimiento que se
apoderan de mi cuerpo cuando siento que podría estarlo me pone a
latir el corazón a mil y que actúen tan tranquilos me enfurece. No
entiendo nada, no puedo pensar con claridad, los murmullos por
parte de ellos son lo único que medio entiendo por encima de la
música y la mirada dura que me da Crono me hace golpear a
Caebrán con más fuerza porque quiero liberarme, pero me lo
impide, comenzando a atravesar la gente con sus hermanos y el
muerto atrás.

Nadie se da cuenta de lo que sucede y si lo hacen, parece no


importarles al mismo tiempo que nos abren paso y siguen en lo
suyo. Pasamos un pasillo y sigo moviéndome porque no me gusta
sentirme como un costal de papas y Caebrán me da una nalgada,
suelto un pequeño grito y mi venganza es que le pellizco el culo
haciendo que Cristian suelte una carcajada mientras los otros
vienen atrás con caras serías de velorio.

La música comienza a escucharse lejos, Consus cierra la puerta


detrás de él cuando todos pasamos y la luz de la noche pega contra
mi cara. «Anocheció» Me dejan sobre mis pies y tiran al hombre en
un contenedor de basura que hay cerca de la piscina y cuando voy a
reaccionar, Caebrán me empuja al agua haciendo que me sumerja.

Siento que todo está en otro nivel, que mi cabeza no procesa


ninguna idea coherente, mi cuerpo se desconecta de mi mente y no
puedo moverme ni luchar para salir a la superficie, solamente me
quedo quieta, la luz de la luna se filtra en el agua, todo es sereno
hasta que siento que varias personas se meten al agua y cuando
siento el agua entrar a mis pulmones, soy jalada a la superficie por
unas manos cálidas.

Abro la boca con desespero y tomo todo el aire que puedo mientras
escupo agua y comienzo a toser mientras floto en la piscina gracias
a la ayuda que recibo. Mis ojos captan todo borroso y tengo que
pestañear para poder ver con claridad. Mi cabeza parece reaccionar
cuando observo los ojos verdes de Crono y siento manos en mi
cintura, sobre la ropa mojada que se pega a mi cuerpo.

— ¿Te ibas a ahogar? —la voz de Crono llega a mis oídos y suelto
una risita porque caigo en cuenta que, si no fuese por él, estaría en
mi lecho de muerte.

—Gracias por salvarme... — murmuro y medio volteo para darme


cuenta que los cinco están en la piscina. Los cinco están ahí,
mirándome con atención mientras están tan mojados que yo porque
también se metieron a la piscina con agua y la protesta de que me
hayan tirado a la piscina sin mi autorización muere en mi boca
cuando Caebrán toma mi rostro entre sus manos y aún con mis
piernas en la cintura de Crono, sus manos en mi cadera, su
hermano mete su lengua a mi boca dándome un beso que
correspondía de inmediato.

«Sabe a ron y fresa». El piercing es un afrodisíaco y él lleva el


control del beso mientras siento los labios de Crono besarme el
cuello y dar pequeños chupetones que hacen recordar el estúpido
apodo que pensé colocarle por unos minutos luego de que
estuvimos juntos; «vampiro».

Caelus, Consus y Cristian están observando y dejo de besarme con


Caebrán para besar a Caelus y luego a Cristian. Consus se queda
mirándome y me sujeta de la parte trasera de mi cabeza, jalándome
un poco el cabello antes de besarme con fiereza mientras siento una
mano estimulando mi entrepierna.

Me dejan respirar, pero me agarra otro y reconozco el sabor de


Cristian de inmediato, Crono sigue besándome el cuello y bajan la
copa de mi sostén, dejando mis pechos expuestos.
Me separó para ver cómo Crono se los lleva a la boca. Hecho la
cabeza hacia atrás, tiene la lengua fría o es la temperatura del agua,
pero no me importa, estoy caliente, mojada y que los cinco estén
aquí es suficiente para que pueda volverme loca.

Aisló todos mis pensamientos, me olvidó de todo y solamente soy


consciente de que tengo a cinco hombres a mi disposición, que son
míos y mientras Crono juega con mis pechos, chupando y
mordiendo las areolas rojas, me restriego contra el bulto de su
pantalón mientras flotamos en la piscina.

Me beso con Consus, luego con Caelus y en algún momento estoy


besándome con Crono. Me separó cuando siento que es
necesitaría, en algún momento paso a los brazos de Caebrán como
si fuese una muñeca de porcelana que no pesa absolutamente nada
y...

—Me gusta esto — susurro sobre la boca de Caebrán, los otros


cuatros aprovechan para tocarme también y me llevo las manos a la
entrepierna, restregando porque a pesar de estar en la piscina,
estoy mojada.

Caebrán siente el movimiento y me toma la mano, impidiendo que


me masturbe mientras alguien me besa la espalda y otro toma mis
pechos mientras me aferro al cuerpo de Caebrán.

— ¿Crees que voy a dejar que te toques ahí sin mí?

—Estoy caliente...

—Y yo también.

— ¿Por qué no me follas, entonces? — pregunto con una sonrisa en


el rostro al ver cómo se relame los labios y añado de inmediato: —
¿Por qué no me follan todos?

—Es peligroso — soltó Crono a mi lado, dejó mis pechos y lo miré,


con aburrimiento y un puchero en los labios.

— ¿Creen que me importa?

—No podemos hacerlos todos... — Caebrán me tomó el rostro con


gentileza y me hizo mirarlo a los ojos.

—Es algo sobre nuestra cultura, Lucy... algo que no entenderías —


Consus habló en mi oído y rodé mis ojos al cielo, fastidiada.

—Acaban de matar a alguien — los miré — ¿Qué importa que sea


peligroso que hagamos lo que tanto queremos?

—Existen reglas.

—Las reglas se hicieron para romperse, Caelus — lo miro con una


sonrisita en los labios que lo hace besarme un poco más, dejando a
un lado la pequeña discusión que teníamos, alguien me tocó los
pechos y otro me besó el cuello mientras me restriego contra la
erección de Caebrán que me toca la entrepierna, jugando con mis
pliegues y haciéndome retorcer un poco.
—Es peligroso para ti.

Caebrán habló. Me separé de Caelus y los miré a todos.

—No me importa las consecuencias — solté — Solamente quiero


que me cojan aquí y luego en la habitación...

Baje mis manos con la idea clara en mi cabeza y Caebrán no me


detuvo; se lo saqué y lo coloque justo en el lugar antes de levantar
las caderas e impulsarme hacia abajo enterrándomela toda.
Solté un gemido mientras eché la cabeza hacia atrás. Se sentía
grande, duro y comencé a mover las caderas mientras Crono beso
mi espalda y los otros tres miraban. Me tomé los pechos y los apreté
mientras Caebrán comenzaba a darme estocadas duras y veraces,
haciendo que la presión del agua con el movimiento me erizará la
piel y...

— ¡Oh, joder! — chillé presa de la sensación que se adueñó de mi


cuerpo, y besé los labios de Crono con desespero mientras Caebrán
me follaba.

Saber que me estaban mirando, fue el mejor de los afrodisíacos y


cuando sentí que Caebrán jugaba con ese punto sensible junto con
cada estocada que me daba, cerré los ojos sin dejar de sentir los
besos de Crono.

El clímax se apoderó de mi cuerpo y...

—No podemos evitarlo... — escuché como Caelus soltaba— Putain


les règles*

Caebrán salió de mí y me cargo hasta la orilla. Cristian me ayudó a


salir y me arregle el vestido mojada y chorreando agua
comenzamos a caminar hacia la fiesta en completo silencio.

Ellos parecían un escudo, no permitían que nadie me tuviera a la


vista y sin decir nada; pasamos por el bululú de gente que ni
siquiera notó que estábamos mojados y llegamos a un pasillo que
estaba desierto, Caebrán abrió una de las puertas dejando una
habitación a la vista.
Era amplia, elegante y la cama era mucho más grande que la de mi
habitación.

No les preste mucha atención a los detalles porque vi cómo


comenzaron a desvestirse cada uno de los chicos y apreté las
piernas, sentándome en la cama y quitándome la ropa también
quedando completamente desnuda.

«Siempre debes estar segura de ti misma, Lucy» Las palabras de mi


madre se repitieron en mi cabeza y culpe mi mente alcoholizada por
recordar uno de tantos consejos que ella me dio antes de partir de
este mundo.

Caebrán se acercó, acariciándose el miembro dándome una imagen


completamente erótica y los otros cuatro también.

Uno al lado del otro y me relamí los labios tomando dos con mis
manos mientras las comencé a estimular mientras besaba una, me
la llevé hasta la garganta y pasé a las otras dos mientras con mi
mano masturbaba las otras.

Quería que todos tuvieran atención, así que me esmere por chupar
y lamer hasta la garganta, con cada una y cuando las manos y la
boca comenzaron a dolerme, me dejé caer en la cama, los cinco se
metieron en la cama y Consus comenzó a tocarme los pechos,
Cristian me besaba mientras sentí como jugaban con mis pliegues,
tocaban ese punto sensible y hacían círculos haciéndome temblar
las piernas.

El juego previo fue rápido porque estaba lista e imité la posición que
hice con Caelus y Cristian, pero está vez Consus y Caebrán eran los
que me empalaban, Caebrán debajo de mí y Consus apretando mis
caderas con cada estocada en aquel lugar estrecho que dolía, pero
era exquisito.
Mi boca se adueñó del miembro de Crono mientras estaba siendo
empalada por los dos sementales y Cristian se masturbaba viendo
la imagen que le brindábamos.

No podía describir cómo me sentía, solamente salían y entraban a


su antojo mientras sentía la polla de Crono en mi garganta, las bolas
en mi boca y salive tanto mientras sentía una presión en el abdomen
bajo, justo en el vientre y explote a la vez que Crono se venía en mi
boca y Cristian me untaba en la espalda.

Caebrán y Consus no le dieron descanso a mi cuerpo, Crono me


besó los labios y Cristian estaba absorto viendo la imagen.
«Voyerismo» Tal cual como lo describa la primera vez y ambos
acabaron uno detrás del otro al mismo tiempo que me venía
también.

Chorreé, las piernas me temblaron y caí sobre el cuerpo de Caebrán


mientras Consus salía de mí y Caebrán aún dentro, comenzó a
chupar mis areola y pezón haciéndome estremecer.

Sentí unas palmadas en los glúteos, gemí y comencé a moverme


mientras soltaban palabras en francés que me colocaban el libido a
mil.

Caí sobre Caebrán cuando no pude más luego de unas horas de


intercambiar con Crono, Cristian, Consus, Caelus y Caebrán otra
vez, siendo follada, azotada, escupida y besada por todos lados.

Nos acostamos mientras se turnaban para usar el baño y el vestido


húmedo me cubría el cuerpo, aunque no cargaba nada abajo.

—¿No es que no iban a hacerlo? — pregunto con burla y Cristian


rueda sus ojos, tiene el torso descubierto y está en su teléfono
mientras Crono fuma un cigarrillo mientras sus hermanos están en
la ducha.

—Las cosas cambiaron — Consus soltó saliendo del baño con una
toalla amarrada a su cintura, dejando a la vista toda la musculatura
que toqué y besé hace unos minutos y...
—Solamente descubrí que me van las orgías — solté — y al parecer
a ustedes también.

—No sé trata de eso — Cristian habló — Lo que hicimos es algo


más...

—¿Algo más cómo qué...? — inquiero sin entender nada mientras


me incorporo sobre mis pies y me mareo en el acto.

El alcohol en mi sistema y el dolor que se adueña de mi entrepierna


por lo que sucedió. Caebrán es el que me logra alcanzar antes de
que caiga al suelo y me ayuda a caminar hacia el baño.

—Hicimos algo que debimos pensar antes de hacer— Caebrán


habla mientras me ayuda— Acabas de acostarte con todos, Lucy.

—¿Qué pasa con eso?

—Que es uno de los pasos para una iniciación — Crono responde


mi pregunta y dejo de caminar, a un paso de entrar al baño y aprieto
mis manos sin poder creer lo que dice.

—Solo cogimos... — digo para restarle importancia. Estoy ebria pero


no tanto para dejar pasar lo que dice.

—Es que es más que follar para nosotros — Caelus habla — Y


nunca habíamos hecho eso antes.

—¿Nunca habían compartido a alguien?

—Nunca habíamos perdido la razón a tal magnitud con alguien —


Consus habla — Contigo lo hicimos sabiendo las consecuencias.

—¿Cuáles consecuencias?

—Que estás marcada por nosotros — Caelus siguió: — Que hiciste


la primera fase de la iniciación y la soportaste, son algo que no
podemos ignorar. No cualquiera es capaz de soportarnos y actuar
como tú actúas.
—¿Cómo actuó? — pregunto en un hilo de voz y Crono expulso el
humo del cigarrillo por los labios y me miro como si supiera que no
necesito preguntar porque soy tan inteligente como para entender
las cosas, ebria o no, pero algo dentro de mi quería escucharlo de
sus propios labios.

—Como si no te importáramos o no fuésemos tan importante—


habló — Actúas como si para ti no fuese la gran cosa tenernos
comiendo de tu mano porque así nos tienes; rendidos a los pies de
una joven con una belleza indescriptible y una mente enigmática
que nos usa y nos desecha como si no fuésemos quienes somos.

«Ahora sucede esto que para alguien fuera de nuestra familia


parece algo normal y sin importancia, pero para nosotros no y ese
es el gran y jodido problema. —le da una calada a su cigarrillo y
observo mis pies que están en un charco de agua que ha hecho mi
ropa mojada que estila gotas y gotas que me escurren por las
piernas desnudas. Vuelvo la atención a sus ojos verdes y paso por
cada uno de ellos, los mismos que me hicieron gemir y que
gruñeron arriba, a un lado o encima de mí, mirándome o tocándome,
dentro o fuera completamente serios, dándome a entender que
Crono no está exagerando las cosas y que abrí una puerta a algo
quizá más grande lo que me imagino, pero eso no significa que
quiera huir o arrepentirme.

Les doy una sonrisa llena de suficiencia.

— ¿Entonces deberíamos seguir el siguiente paso para la


iniciación? — inquiero.

—Las cosas no son tan fáciles.

—Nunca dije que lo fueran, Cristian. — lo mire con seriedad—


Solamente trato de alivianar el ambiente.

—Necesitamos pensar — Consus soltó y me gire sobre mis talones,


dando un paso hacia el baño.
—Entonces me voy a bañar y regresar a la fiesta —tome el pomo de
la puerta dispuesta a entrar y la mano de Caebrán en mi brazo me
hizo dar un paso hacia atrás.

Lo mire esperando una explicación y él me beso los labios.

—Siento que todos nosotros no tenemos que pensar mucho — se


sinceró— Solamente hacemos esto porque nunca nos habíamos
sentido así.

— ¿Cómo? — inquiero mirándolos a todos y Caebrán que está a mi


lado sonríe de medio lado.

—Extrañamente interesados en una chica que llegó a colocarnos el


mundo de cabeza —se burla Consus antes de continuar: — Por eso
es que estamos así, porque no solamente fue un acostón
extraordinario, fue la química y lo oscuro que fue lo que hicimos sin
prestarle atención a los tabús.

—Ustedes tiraron a alguien a la basura, eso fue oscuro...

—Esa rata te estaba tocando — Crono habla y ruedo mis ojos.

—Era una persona — recuerdo, aunque solamente lo hago por


joderlos y...

—Una rata que quería tocar los que nos pertenece — Caebrán
habla y meneo mi cabeza haciendo que ellos me observen con
atención.

—No soy de ustedes — les dejo claro — Ustedes son míos y eso es
diferente.

No dicen nada ni protestan y eso me hace sonreír. Que tengan claro


como son las cosas y luego del pequeño drama post-acostón, quiero
una ducha para poder quedar completamente limpia y seguir
disfrutando de la excéntrica fiesta que sigue encendida allá afuera,
cabe declarar que fue idea de Ángel y eso definitivamente hago
luego de volver a estar en la cama con los cinco sementales una vez
más.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Me levanto con un dolor de cabeza terrible mientras siento varias


cabezas en mi estómago mientras mi almohada se mueve en un ir y
venir que me hace abrir los ojos de inmediato.

La luz choca contra mis ojos y consigo a Consus, Crono y Cristian


utilizándome de almohada mientras Caelus es la mía.

Estamos en la cama mientras Caebrán duerme como un bebe en el


suelo y quiero recordarme de cómo fue que terminamos aquí pero
mi cerebro no recuerda nada en lo absoluto más que imágenes
vacías.

Me levanto como puedo sin despertar a los chicos y camino hacia la


puerta, rascándome el cuero cabelludo que me pica y arde como si
me hubieran dado un fuerte jalón. Abro la puerta y no me sorprendo
al ver el desastre que hay.

Personas en el suelo inconscientes, comida en el suelo, botellas,


latas de cerveza y como algunos chicos y chicas van saliendo,
arrastrando los pies mientras consigo a Ángel entusiasta en la
cocina observando como una mujer de servicio de la mansión, la
cual reconozco por el uniforme, está limpiando el desastre mientras
la otra despierta a los invitados y hace lo mismo en la sala.

— ¡Buenos días, alegría! — Ángel sonríe esplendido al verme y no


disimulo la cara de culo.

Me duele la cabeza y no quiero aguantar su cara ni sus palabras


con doble sentido, así que levanto la mano caminando hacia el
refrigerador para buscar una botella de agua porque siento como si
hubiera corrido un maratón.

—No estoy de humor— dejo ir y él no quita la sonrisa de su rostro.


— ¿Cuándo lo estás? Pensé que no eras tan amargada.

—Es este momento no me preocupa si lo soy o no —me llevo la


botella a los labios mientras sigo buscando en mi mente algún
recuerdo que me explique cómo termino la noche.

— ¡Buenos días! —Jake aparece con un vestido de flores y una


sonrisa en el rostro. Esta sin maquillaje y tiene el cabello recogido
en un moño mientras su hermano llega por detrás, abrazándola.

—Son tan lindos que casi se me olvida que son gemelos —Ángel
suelta y me limpio la barbilla, recostándome al mesón.

— ¿Gemelos? — la pregunta deja mis labios y continúo cuando


Jake me da una mirada confundida: — ¿No deberían ser mellizos?

—No — Jake responde de inmediato — Somos el resultado de la


fecundación de un único óvulo y un único espermatozoide; eso
explica que seamos tan parecido y es raro, pero, no somos del
mismo sexo, pero somos gemelos por esa simple razón.

Hago una "o" en mi boca y Ángel suelta una risita de las suyas. Me
masajeo la cien porque el dolor de cabeza comienza a ser
insoportable. Joseph también camina hacia el refrigerador para
buscar algo y Jake dan un paso para seguir su camino, pero el
timbre suena, todos nos miramos y ella finalmente decidí abrir la
puerta, borrando la sonrisa de su rostro al ver como la atropellan las
hermanas Bush que observan con critica todo el lugar, hasta llegar a
mi mientras solamente pienso en que no deberían estar aquí y no
tengo paciencia para soportarlas hoy.

Estoy como un punto cerillo a punto de encender y rezo para que no


abran la boca, pero finalmente lo hacen, haciendo que aguante las
ganas de vomitar que se apoderan de mi garganta mientras la
molesta voz de Dove me retumba en el cerebro:

— ¿Qué fue lo que sucedió aquí?


Capítulo 52 (*)

LUCY

Junte toda mi energía y buena vibra para no tirarle agua en la cara a


Dove o insultar a Rose por besarse a Joseph delante de Jake,
aunque también estaba esa parte de mí que quería pegarle a él con
una silla por permitir tal estupidez.

Mi migraña empeoro cuando Dove comenzó criticar todo, diciendo


sandeces que a duras penas mi cabeza podría procesar ya que su
voz era tan irritante que me hacían doler los oídos con cada palabra
que decía.

Ángel observaba todo con una sonrisa en el rostro y solté un bufido


cuando no pude controlar el disgusto que su molesta voz me
producía. Decía tantas cosas; criticaba el hecho de que hayan
hecho una fiesta tan fuera de glamour y hayan dejado la cabaña así,
que todo sea un desastre y que le habíamos mentido para
retrasarlas un día, para poder hacer todo este "desastre" que no era
digno de alguien con el estatus social que manejaba el "grupo" que
según ella todos eran.

Jake no tenía ninguna sonrisa en el rostro y Joseph había vuelto a


ser un borrego viviente, quedándose callando mientras su prometida
habla al mismo tiempo que su hermana sobre lo entusiasta que esta
con aquella boda ficticia que solamente no es más que un tapadero
de una alianza, aunque su pequeña cabeza no logra comprenderlo o
prefiere hacerse la estúpida.

Caebrán sale de la habitación, desordenándose el cabello y Dove


deja de hablar como un radio para quedarse completamente callada,
me masajeo la sien porque siento que la cabeza me va a explotar y
el timbre suena haciendo que todos miremos hacia la puerta, sin
entender absolutamente nada.
— ¿Otra payasa que quiera unirse al circo? — inquiero con fastidio
y Dove abre sus ojos al entender la indirecta extremadamente
directa que no me molesto por ocultar. Ángel suelta una carcajada y
es quien abre la puerta, ya no hay nadie en la sala aparte de
nosotros y las sirvientas que se esmeran y dejar todo tal cual lo
encontramos al llegar.

Ángel suelta un pequeño silbido mientras se gira hacia nosotros


dándole paso a la persona que entra con la cabeza gacha, en un
suéter y una falda de color gris con tenis blancos.

Se abraza a sí misma y su mirada de inmediato conecta con la mía,


pestañeo un poco para asegurarme que no lo estoy imaginando.
Trato de entender porque está llorando y qué es lo que hace aquí.

—Esto sí que no me lo esperaba — Ángel dice y Marta solloza para


empeorar las circunstancias.

Se hace un silencio absoluto en la sala, Caebrán busca mi mirada


confundida volteándose hacia mí, Rose se queda quieta al igual que
su hermana mientras Joseph mira a Jake que luce absorta mirando
a Marta con el ceño ligeramente fruncido.

No sé qué es lo que debería hacer y me apresuro a llegar hasta ella,


tomándola del brazo y no digo nada cuando siento la tela húmeda y
la pequeña mancha de sangre que se nota sobre la tela del suéter,
especialmente en la parte de sus brazos.

Trato de entender cómo supo que estábamos aquí o sencillamente


la dirección, pero recuerdo que la pregunta no puede ser más
estúpida ya que su padre es el jefe de la policía y todos los
estudiantes tiene bocetos con la dirección del lugar.

Me apresuro a una de las habitaciones mientras cada paso que doy


duele más que ayer y cierro la puerta con seguro antes de girarme
hacia ella con un gran signo de interrogación imaginario entre las
cejas porque no entiendo absolutamente nada.
Parece tener un colapso porque lo único que hace es llorar sin razón
alguna, me desespera al punto de pasarme las manos por el rostro
al no tener la menor idea de lo que sucedió o lo que debo hacer y le
tomo ambas manos mientras sin dejar de mirarla, levanto las
mangas del suéter encontrando cortadas en cada parte de sus
brazos.

Verticales, largas, profundas y abiertas que parecen recientes. Hay


sangre, su sangre y ella sigue llorando mientras coloca su vista en
las cortadas que ella misma se hizo.

— ¿Qué fue lo que sucedió? — pregunto con calma y ella menea la


cabeza en negación mientras la atraigo a mi pecho para darle algo
de afecto. Tengo cuidado de no lastimarle los brazos y hago que
caminemos a la cama, donde nos separamos y la hago sentarse
mientras hago exactamente lo mismo, a su lado.

Agradezco que su llegada me haya alejado de Dove y Rose, pero


eso no deja que tenga una espinita en el pecho al ver la forma
extraña en la que cada vez más Marta Cox actúa.

Recuerdo lo distante que ha estado, su nueva amiga y lo extraña


que estuvo el día de la fiesta de compromiso de Joseph y Rose
hablando y estando con Dove Bush, aunque esta ni siquiera se
levantó o fue a ayudarla, lo que ciertamente me produce cierta
molestia y dejo de pensar en todas las posibilidades que hayan
hecho que Marta viniera aquí en este estado cuando noto cierta
aflicción en su rostro antes de tartamudear, confundiéndome:

—No quería hacerlo...

— ¿Qué no querías hacer? — pregunto con tranquilidad, aunque en


el fondo, lo menos que estoy es eso.

Tengo tantas cosas en la cabeza, tantas preguntas que debo


resolver y cada vez se le unen más cuando Marta comienza a actuar
como una demente y entonces, un flashback se adueña de mi
mente, dejándome paralizada:
«— ¿Qué hicieron con ese chico? — pregunto sin dejar de brincar
en la pista, todo me duele, pero aún tengo energía y las ganas de
bailar no las puedo ignorar así porque sí.

«Como tampoco podría ignorar la comida» Beso a Consus y luego a


Caelus mientras Crono me observa desde su puesto, fumando. Ya
amaneció, hay gente en el suelo y Cristian y Caebrán fueron a hacer
algo que no quisieron explicarme.

— Sigue bailando... no te preocupes por eso.

— ¿Lo mataron? — pregunto de nuevo, colocando mis manos en el


cuello de Consus mientras siento las manos de Caelus en mi
cintura. Hago un puchero sin razón y los ojos grises de Consus
brillan cuando baja su vista a mis labios antes de relamerse los
suyos.

—Era una rata y se atrevió a tocarte— la voz de Caelus sonó cerca


de mi oído— Las ratas merecen morir y más las ratas que hacen
eso»

Pestañeo regresando a la realidad y Marta me observa sin dejar de


llorar. Su labio inferior tiembla y trago saliva recordando una de las
cosas que sucedieron en la noche, después de que mágicamente
perdiera los recuerdos luego de bañarme y regresar a la fiesta con
los cinco detrás.

Me abraza, colocando su cabeza en mi pecho y aliso su cabello, sin


saber qué más hacer.

Siento como sus lágrimas mojan mi camisa, como se aferra a mí


con fuerza antes de soltar con la voz temblorosa: — Tengo miedo,
pero no tuve opción. — no digo nada, solamente acaricio su espalda
escuchando lo que dice y ella continúa: — Él siempre logra que
haga lo que quiera y ella lo ayuda, dándome órdenes y
recordándome que soy un monstruo... Siempre me obligan a hacer
cosas que no quiero, siempre me obligan a mancharme las manos y
ahora ella sabe sobre ti.
— ¿Y qué te dice? — pregunto en un hilo de voz y ella se separa
solamente para mirarme, dándome un vistazo de sus ojos que lucen
un color café turbio. Toma mi mano entre las suyas sin dejar de
llorar y las aprieta tanto que comienzo a sentir dolor, pero no se lo
demuestro.

Debo saber lo que quiere decirme para entender y aunque nada de


lo que me diga parezca tener sentido, sé que en el fondo lo tiene...
quizá hasta este conectado con algo como todo en este pueblo que
te hace correr en círculos regresándote a las mismas pistas de
siempre.

Luce tan atormentada que no puedo creer que sean solo


alucinaciones o producto de su enfermedad.

—Quiere que te cuides de ellos — habla mientras aprieta mi mano,


clavándome las uñas en la piel produciéndome ardor que no
demuestro — Ellos son más peligrosos de lo que crees y él... él
quiere volverme a llevar consigo, aunque me prometió libertad,
quiere volver a colocar sus cadenas, sus grilletes en mis pies y
tengo miedo de eso ya que no lo veía desde hace mucho tiempo.

— ¿Él te da miedo, Marta?

—Él me obliga a hacer cosas que no quiero, siempre me obliga a


lastimar a los que quiero... le gusta que haga sufrir a las personas,
le gusta que infunda miedo y dice que me ayuda a mostrar mi
verdadero yo, pero sé que todo es mentira, que quiere jugar con mi
cerebro para hacerme creer que estoy enferma, que estoy loca... —
tiembla y cuando ve que sus uñas han logrado sacarme sangre,
suelta mis manos de golpe mirando lo que hizo horrorizada —Lo
siento mucho...—

Se levanta de la cama y se mira las manos con horror. Me levanto


también y doy un paso hacia ella, levantando las manos para que
vea que no voy a hacerle daño.

—No hay ningún problema, Marta, estoy bien.


—Te lastime.

—No me duele, ¿sí? — Le enseño la mano con una sonrisa —


Déjame ayudarte y habla conmigo.

— ¡Va a llevarte también si te cuento algo! — me señala con horror


— ¡Va a llevarte y te convertirá en un gusano como hizo con ella!

Siguen llorando. Ella niega con la cabeza, repetidas veces entrando


en negación demostrando los cambios drásticos que puede tener en
cuestión de segundos. Parece que va a entrar en colapso y cuando
pienso que va a atacarme por la mirada que me da, comienza a
golpearse ella misma con el puño cerrado.

—Soy un monstruo, soy un monstruo, soy un monstruo — repite


mientras se golpea y busco la manera de impedir que se lastime
caminando hacia ella y haciéndola caer sobre sus rodillas,
colocando su cabeza en el suelo mientras inmovilizo sus manos,
pero comienza a golpear su cabeza contra el suelo haciendo que su
cráneo choque contra la cerámica.

—¡Basta! — grito mientras tomo su cabeza para evitar que se


lastime cuando veo sangre salpicar el suelo por los golpes que se
ha dado y sus manos me aruñan para que me aleje, pero me niego
a hacerlo, ejerciendo presión y fuerza para inmovilizarla mientras
tomo su rostro entre mis manos y la obligo a mirar — Mírame, soy
yo, Lucy —repito— Soy Lucy.

Pestañea y deja de moverse mientras parece reconocerme. No me


asombro de que pueda cambiar de ánimo tan rápido o que vuelva a
llorar porque está enferma mientras ayudo a levantarla cuando dice
mi nombre.

Caminamos hacia la cama y la puerta se abre, mostrando a Jake


que abre sus ojos al ver la sangre en el suelo y en el desastre que
se ha convertido Marta. Los rasguños que tengo en los brazos por el
forcejeo que pareció de unos pocos minutos, pero se sintieron como
una eternidad.
Por la forma en la que la mira me da a entender que no es la
primera vez que presencia uno de sus ataques y eso me hace ruido.
Ella cierra la puerta detrás de ella antes de entrar por completo a la
habitación y camina hacia mí mientras me encargo de arropar a
Marta que luce quieta como si se fuese quedado sin energía.

— ¿Estás bien? — pregunta a la vez que se coloca a mi lado y...

—Yo sí, pero ella no — soy sincera — ¿Crees que deberíamos


llamar a sus padres?

La mención de ellos hace que Marta niegue con la cabeza y cuando


siento que va a comenzar con otro ataque, le doy una sonrisa
mientras con la sabana limpio la sangre que sale de su cabeza.

— Está bien — digo y Jake me mira sin entender de qué estoy


hablando: — Vas a estar aquí, conmigo y con Jake sin tus padres.

Marta cierra sus ojos y Jake me mira con la ceja enarcada.

Me cercioro de que la castaña este calmada y me miro las manos


que las tengo manchadas de sangre. Tomo a Jake del brazo sin
importar que la ensucie también y me alejo lo suficiente para poder
hablar con ella sin que Marta escuche o pueda volver a entrar en un
colapso.

—Rose y Joseph se fueron — anuncia la rubia, adelantándose


haciendo que la mire sin entender absolutamente nada — El padre
de Rose la llamó, pero aseguraron que vendrían mañana a primera
hora para estar aquí cuando todos los estudiantes vengan.

— ¿Y Dove?

—Ella se quedó hablándole a Caebrán que la ignora como si no


existiera.

Meneo mi cabeza. «Que este aquí no me gusta en lo absoluto» No


por celos, sino porque no la soporto la mayoría de las veces y no sé
si pueda aguantar su molesta voz por un día entero para compartir
con ella dos más además de que seguramente estará
insinuándosele a Caebrán y...

— ¿Qué sucedió con ella? — Jake pregunta haciendo que salga de


mis pensamientos y fijo la vista en la castaña que está en la cama
en posición recta y mirando el techo.

«Otra incógnita a la lista» Observo mis brazos rasguñados y


recuerdo lo que decía mientras tenía el ataque que puedo excusar
como efectos de la enfermedad que tiene pero que sigo sin saber
exactamente cuál es y estoy segura que lo que dijo no fueron
divagaciones o en su mayoría no.

—No lo está. — Susurro, seria y la mirada que la rubia me da, me lo


confirma todo — Pero ya tú lo sabias, ¿no?

—Lucy...—

—Sabias que estaba enferma pero la pregunta es desde cuándo y


por qué — la miro antes de continuar: — Cuando llegue a Hiverdele
eras una más de las arpías, luego mágicamente cambiaste de
bando y no olvido que insinuaste que tu casa siempre estaría de
puertas abiertas para ella aunque se supone que no eran amigas,
sin contar que eran de diferentes estatus sociales, que la mirabas
por encima del hombro utilizando esa mascara que siempre te
obligas a cargar pero Marta sabia muchas cosas de ti y al parecer tu
muchas de ellas mientras tus pequeños resbalones Jake, me
demuestran que sabes más cosas de las que aparentas.

La rubia me observo por unos minutos sin decir nada mientras lo


único que repetía mi mente era que lo que rodeaba a los hijos de la
élite era oscuro, peligroso y desde un principio lo sospeché. Ahora
algunas cosas comenzaban a tener sentido y otras a volverse más
confusas logrando confundirme y producirme un extraño sabor en la
boca.
—No puedo decirte, Lucy — soltó mientras miraba a Marta que
estaba postrada en la cama y su negación no me sorprendió porque
la esperaba, así como esperaba lo que dijo a continuación: — Esto
es más grande que nosotros y no puedo meterte en algo que
seguramente ni siquiera imaginas.

—Acabas de elevar mis ganas por descubrir las cosas que ocultan
en este pueblo elitista, Jake.

— ¿Por qué quieres involucrarte en algo que no te pertenece? —


Me observa — ¿Cuáles son las ganas de complicarte la vida, Lucy?
No eres tonta, no eres estúpida. Eres inteligente, sospechas cosas
que en el fondo sabes que son ciertas y... ¿por qué continuas
entonces si sabes que puedes joderte cuando estas perfectamente
bien así? — Sus palabras sonaban duras, aunque su voz era
nostálgica y llena de preocupación con tristeza — A veces la mejor
manera de ganar es seguir siendo un ciego ante la verdad.

Abrí la boca dispuesta a responderle, pero no pude porque de


pronto, Marta soltó un quejido en gritos fuertes y agónicos que
solamente dejaban el claro el dolor que sentía que repicaban las
paredes de la fría habitación mientras se sentaba en la cama y
comenzaba a vomitar un líquido carmesí y espeso en el suelo.

El sonido era tan asqueroso como la imagen que repetían mis ojos y
Jake solamente se giró hacia mí con los ojos entornados.

— ¡Búscame agua!

Ni siquiera Jake termino de gritarme con desesperación cuando salí


corriendo de la habitación y pasé por los pasillos, empujando a una
de las sirvientas y llegando a cocina con desespero. Tome una jarra
de agua y me gire sobre mis talones con el corazón latiendo a mil.

Crono estaba en el sofá junto con Ángel y Dove que estaba con los
ojos abiertos al ver mi aspecto.
Había luchado con Marta para evitar que se lastimara más y
seguramente había ganado unos cuantos golpes, pero mi aspecto
físico no tenía sentido ahora ni la pregunta que la pelirroja hizo y no
alcance a escuchar porque ya estaba a dos pasos de entrar a la
habitación.

Entré. Marta estaba de pie observando el desastre de sangre con


coágulos extraños de color blancos que había salido de su cuerpo y
Jake le acariciaba la espalda mientras Marta tenía otra arcada, la
rubia le recogió el cabello y ella vomito otra vez, salpicándose las
piernas y salpicando a Jake de sangre que no sabía de dónde le
salía o si era alarmante.

Cuando termino, me acerqué a pasos lentos y le extendí la jarra de


agua a la rubia.

—Debes tomar esto porque puedes deshidratarte — Jake la obligo a


sentarse en la cama con cuidado mientras actuaba como una madre
preocupada por la salud de su pequeño hijo. Marta no dijo nada y se
dejó limpiar, tomo agua y a los minutos Jake le pregunto si le
apetecía un baño para limpiarse a lo que ella dio un pequeño
asentimiento, luciendo pálida.

Jake la desvistió, mostrándose serena y tranquila sin prestarle


atención a las marcas diversas que había en la piel pálida de Marta
y cuando estaba completamente desnuda, la hizo caminar al baño y
yo fui detrás de ellas.

Jake ayudo a ducharla, le paso el bajón por el cuerpo mientras


limpiaba las heridas que se había hecho en los brazos y en el
abdomen. El cuerpo de Marta era un sin fin de marcas cicatrizadas y
otras no tanto de cortadas que seguramente se había hecho en un
intento de desahogar todo lo que sentía y cuando terminó, le pase
una de las toallas que habían en el cajón del baño y la rubia se la
colocó en el cuerpo, tapando la desnudez.

Salimos del baño, ellas adelante y yo detrás. Jake me miro antes de


decir que saldría por una de sus ropas y me quede sola en la
habitación con Marta que solamente tenía la mirada perdida, estaba
pálida y Jake regreso con un vestido blanco que le ayudo a colocar
junto con unas bragas y un sostén.

— ¿Tienes sueño? ¿Hambre? ¿Quieres caminar o algo...? —


pregunto mirando a la castaña que luce perdida y Jake me regala
una sonrisa corta.

—Quiero dormir — dice Marta en un hilo de voz y ayudo a Jake a


llevarla tomándola del brazo mientras salimos de esta habitación y
entramos en otra. La arropamos y apagamos la luz mirándola,
acostada.

Cierra los ojos y...

—Estaremos pendiente de ti — le hago saber y Jake asiente a mi


lado como si estuviera de acuerdo con mis palabras. Marta no
responde, aunque se perfectamente que me escuchó y ambas
salimos de la habitación dejando la puerta abierta.

Llamo a una de las sirvientas y le señalo el cuarto donde ocurrió


todo el desastre.

—Necesito que por favor limpie todo lo que paso ahí y no quede
ningún rastro — digo y ella asiente de inmediato mientras a la otra le
indico que cuide de Marta, quedándose parada en la puerta de la
habitación.

Jake me mira y sin decir nada más, caminamos hasta la sala donde
solamente esta Ángel leyendo algo sin camiseta mientras se
escucha chapuzones y gritos que vienen de los pasillos.

—Están en la piscina — dice sin necesidad de que ambas le


preguntemos y levanta la vista de la revista solamente para enarcar
una de sus cejas gruesas tan negras como sus ojos y el color de su
cabello — ¿Qué paso con la desquiciada? Escuche un grito.
—Marta no es una desquiciada — Jake suelta mirando con dureza a
Ángel que ríe como si ella fuese dicho lo más cómico del universo.

—No recuerdo precisamente eso... — se burla el pelinegro y ella lo


señala con el dedo.

—No te atrevas a juzgarla cuando ninguno de ustedes es muy


cuerdo.

El pelinegro menea la cabeza.

—Más cuerdo es, el que acepta su propia locura, Jakeline —cita y la


rubia suelta un resoplido.

—No es el momento de citar a Edgar Allan Poe, Ángel Fairchild.


Marta vomitó sangre con coágulos blancos sin ningún tipo de
explicación — Jake lucia molesta — ¿Qué puedes pensar sobre
eso? No es normal, es preocupante además de que se golpeó la
cabeza contra la cerámica del suelo, se lastimó con sus propias
uñas y lastimó a Lucy.

Lo último no se lo había dicho, pero era evidente y tan claro como el


agua. Ángel dejó de observar lo que sea que leía en el periódico y
enarco una de sus cejas mientras levantaba la comisura de sus
labios con diversión, mirándome.

—Моим кузенам это не понравится*

No mostré ninguna expresión al escuchar que hablaba en mi lengua


materna. «Ruso», Jake lo miro como si no entendiera lo que
acababa de decir y con el rostro en blanco, solté: —Зачем тебе
говорить на моем родном языке?*

—Me divierte, mon amour* — respondió con una sonrisa en los


labios. La rubia nos miró a ambos y...

—No entiendo taka taka — nos señaló — Así que, hablen en un


idioma que comprenda para no quedar como una payasa.
Ángel soltó una carcajada y sonreí, pero Jake solamente se colocó
las manos en la cadera luciendo incrédula y nuevamente, volvió a
mirar a Ángel.

—Ya no es como antes — dijo y su tono no me gusto. Al parecer a


Ángel tampoco porque se cruzó de piernas en el sofá y le dio toda
su atención — Siento que lo que le sucede a Marta se está saliendo
de control...

No entendía absolutamente nada. «Otra pregunta sin respuesta»


pero... Jake acababa de confirmarme que no era la primera vez que
algo le pasaba a Marta, que quizá ella era más cercana a ellos y que
lo de admiradora en potencia no era más que una mentira, pero...

Nada tenía sentido en este punto porque entonces si Marta conocía


y era parte del grupo de los Fairchild; ¿por qué Sophia me dijo que
me alejara de ella? ¿Por qué los chicos actúan como si ella no le
importara? Y en primer lugar.... ¿por qué Jake se alejó de ella?

La rubia había respondido una de mis preguntas sin darse cuenta,


pero había creado diez más a la vez. Ángel borro la sonrisa de su
rostro y miro a Jake con seriedad, la misma seriedad que le había
visto cuando estaba hablando por teléfono y había nombrado a
Marcus.

—No podemos hacer nada contra eso — soltó con seriedad — Lo


sabes Jake, no podemos meternos en cosas que no nos incumben.

—Pero ella está sufriendo...—

—Ella no es nuestro problema — dijo y me miro — Sin ofender


ángel de ojos azules, creo que deberías elegir mejor tus amistades.

Mis labios hicieron una línea fina y Ángel se levantó, pasándole por
un lado a Jake y caminando hacia el pasillo que llevaba hacia la
piscina.
La rubia puso una cara de cachorrito triste y me miro mientras se
pasaba las manos por la cara con desespero. Aún tenía vomito en
su ropa y luego de darme una mirada profunda, dijo: — Voy a
bañarme a ver si dejo de pensar tanto que voy a colapsar.

Asentí y ella me dio una pequeña sonrisa o al menos lo intento,


haciendo una mueca y se dio la vuelta mientras caminaba hacia los
pasillos dejándome sola. El periódico que Ángel leía estaba
enrollado sobre el sofá y lo tome mientras iba caminando hacia la
cocina para comer algo.

Lo abrí solamente por curiosidad, pero la curiosidad se transformó


en pasmo cuando en la página principal había una foto y un gran
cabezal:

"Se consigue cuerpo de la mujer rusa más buscada por las


autoridades a nivel mundial"

Apreté las hojas mientras busqué la fecha del periódico sin


percatarme en la cruda foto que mostraba un cuerpo tapado con una
bolsa negra como si fuese un animal en vez de una persona y un
escalofrió me recorrió la espalda al ver la fecha del periódico:

"Diez de diciembre del 2010"

Trague saliva sin poder entender qué hacía Ángel con un periódico
de hace siete años. Lo arrugue por instinto propio mientras sentía
ganas de vomitar y lo eche a la basura, con una necesidad sorda.

Me hacía ruido que estuviera leyendo eso precisamente. Ese


periódico que daba noticias de hace años que no tenía ningún
sentido.

Me pase las manos por la cara y mi estómago se revolvió al ver la


imagen en mi cabeza del periódico por la confusión. No tenía
sentido, nada de eso tenía sentido y...

—Miren nada más quién está aquí...


La voz chillona de Dove me hizo abrir los ojos de inmediato. Estaba
recostada al marco de la puerta con una expresión burlona en el
rostro mientras me miraba con asco que no le respondí porque tenía
muchas cosas en la cabeza como para rebajarme a seguir su juego.

—Lamento decepcionarte, pero Caebrán no está conmigo en este


momento — solté — Tampoco tengo ánimos de soportarte así que,
si quieres seguir arrastrándote por un hombre que no deja de
tratarte como una basura, puedes ir a la piscina y confesarle tu amor
frente a todos para que te vuelvan a pisotear el orgullo como tanto te
gusta. — sonreí al final y ella dio un paso adentro de la cocina,
mirándome de arriba abajo.

—No sé qué te ven... — comenzó y levante la mano con


aburrimiento.

—Cada palabra que dices me hace doler aún más la cabeza — digo
— No tengo ánimos ni fuerzas para soportarte, Dove así que lárgate
o...

— ¿O.... vas a amenazarme otra vez? — preguntó con burla y le


lance una mirada dura mientras ella daba un paso más hacia mí
antes de continuar: — ¿Vas a decir que eres la hija de Superman
está vez para darme miedo?

—Estas equivocada si crees que necesito darte miedo utilizando el


nombre de alguien más — la miré —Pero ya me di cuenta que no
eres inteligente, que no entiendes las advertencias y que tu pequeño
cerebro no entiende que delante de ti esta alguien mucho más
grande de lo que parece.

— ¿Crees que me intimidas, zorra?

—Ni siquiera debo esforzarme en hacerte creer que puedo hacerlo


porque sé que lo estás... Estas completamente aterrada de lo que
soy y de lo que crees que sabes sobre mí.
—Nunca me resignare a darte el camino libre con Caebrán — me
señalo con el dedo y sentí un pinchazo en la cabeza porque la
migraña aún estaba ahí.

— ¿Entonces me odias por un hombre? — pregunto con burla —


Por un hombre que ni siquiera te quiere ni respeta, un hombre por el
cual te debes arrastrar como la garrapata que eres en busca de
afecto...

Me miro con los ojos entornados y levanto la mano con las


intenciones claras, pero le di una mirada que la hizo quedarse quieta
sin terminar sus intenciones.

—No te lo recomiendo, Dove...— sonreí y ella apretó los puños


mirándome con asco.

—No me das miedo — siseo — Nunca me darás miedo, nunca te


quedaras con lo que me pertenece y nunca podrás pasarme por
encima, zorra mentirosa.

—Atrévete a dar el primer golpe, vamos. Demuestra que eres una


estúpida una vez más.

—Se lo que ocultas, ¿sabes? — Me miro — Y no me da miedo toda


esa estúpida historia, ni que seas una incógnita sin pasado porque
he hecho cosas peores que tú y me he ganado mi puesto como para
que una puta recién aparecida con gen psicópata quiera quitármelo.

— ¿Por qué tu estúpida cabeza piensa que quiero tu preciado


puesto cuando ese me quedaría tan pequeño porque no soy tu,
porque yo merezco mucho más de lo que supuestamente tienes?

Me miro con tanta rabia que me divirtió y lo siguiente que hizo fue
posiblemente el error más grande su vida, haciendo lo que una
persona con al menos un gramo de inteligencia no hubiese hecho y
me golpeó.
Su puño se estrelló en mi barbilla haciendo que de dos pasos atrás,
saboreando mi propia sangre en mi boca y no le bastó, se me lanzó
encima como una jodida gata en celo mientras soltaba estupideces
y ardiendo de rabia, le jale el cabello también arrancándole las
extensiones rojas.

Chilló, pero me golpeó otra vez y al darme cuenta de sus


intenciones, cerré los ojos disfrutando el golpe que permití que me
diera en la barbilla antes de abrir los ojos y agarrarla del cuello
mientras sentía mi corazón late con fuerza.

Comencé a apretarle el cuello con ambas manos, tirándomele


encima y haciendo que cayéramos al suelo, impidiendo que el
oxígeno pasara por su boca mientras ella me rasguñaba y levante
su cabeza solamente para hacer que se golpeara contra el suelo
mientras trataba de quitarme de encima sin poder conseguirlo
mientras veía en rojo y solamente tenía un objetivo en mente,
latiéndome en la sien.
Capítulo 53 (*)
LUCY

La violencia podía tomar tu cuerpo, privarte del raciocinio y llevarte a


hacer cosas que seguramente luego podrías arrepentirte.

Te podías convertir en la marioneta de esas emociones que no


podías controlar porque el reprimirse es solamente un botón de
retraso a lo inevitable.

La verdad era que no sabía qué era lo que estaba haciendo.

Algo se había adueñado de mi cuerpo o era lo que mi subconsciente


quería hacerme creer porque la santa muerte había tomado mi alma
y me había privado de inteligencia porque no tenía el control de mis
acciones, cada sollozo de Dove, cada rasguño o intento de alejarme
era como un alimento a la sed que había tenido que aguantar
durante mucho tiempo.

No por mí, sino por el resto.

Recordé en medio del afán las palabras que mi madre me cantaba


al oído todas las noches porque ella era de esas madres con
creencias que muchas veces no tenían sentido con su trabajo y
estilo de vida, pero, aun así, se encargó de inculcarme todo lo que
pudo, de hacerme creer en lo que ella creía y explicarme cosas que
seguramente podrían servirme para un futuro.

El anticristo no era su única historia, había una que aseguraba que


era aún más real y palpable; la santa muerte.

Para ella, eran todas las mujeres de cabello negro, ojos azules y
rostro angelical las mismas que cargaban un alma podrida, un
corazón negro y frívolo y tenían el poder de consumir las almas de
cada persona que las conociera.
Aparecían en las noches, con vestidos largos y ceñidos al cuerpo de
color rojo que atraía a los hombres acomodados del siglo VII para
luego consumir su alma. Eran espíritus femeninos que, según la
leyenda que mi madre cantaba, se aparecen a las personas
solamente para atraer con su exótica e irresistible belleza para luego
matarlas. Eran consideradas la imagen viva de la destrucción y la
masacre, eran mensajeras de la muerte y catástrofe que existirían
en todo el mundo hasta el fin de este.

Creo en la leyenda, así como creo en el anticristo que tiene las


mismas conexiones porque ambas historias son prácticamente las
mismas, mi madre lo decía, ella explicaba cada vez que podía que
éramos más que una cara bonita, que teníamos que cargar con un
secreto, con las leyendas que recorrían nuestro linaje desde mucho
antes que nosotras y...

Así como existían los cuentos que me cantaba por las noches, así
me explicaba lo importante que era saber controlarse y así había
hecho en algunas ocasiones, pero... Es imposible detener el
monstruo que quiere salir por más barreras que le pongas.

Dove me lanza una patada que logra hacer que caiga de culo hacia
el suelo y ella se levanta con rapidez y agilidad mientras siento
como se me nubla la vista porque me golpee la cabeza contra uno
de los cajones.

Mis ojos se cierran porque a parecer el golpe fue mucho más grande
de lo que pende mientras mi cabeza procesa la imagen que hay
delante de mis ojos al igual que el siguiente movimiento de la
pelirroja que sangra por la boca y por la nariz.

Agarra uno de los cuchillos de la mesa y me levanto lentamente


mientras ella me lo señala como si eso fuese a causarme terror,
pero le regalo una sonrisa torcida que la hace dar un paso hacia
atrás como una cobarde mientras me trato de levantar mientras
siento que me sale un pequeño hilo de líquido por la nariz y me lo
toco, mis ojos observan el líquido carmesí entre mis dedos:
«Sangre».
— ¡Lo sabía...! ¡Sabía que eras una maldita desquiciada de mierda!
— el grito por parte de Dove me hace dejar de observar la sangre
que me ha salido de la nariz seguramente por la contusión y si antes
quería algo, ahora lo anhelo al ver que es tan estúpida como para
amenazarme.

— ¿Me vas a matar? —pregunto con una sonrisa en los labios


mientras limpio la sangre de mis manos en la camisa sin dejar de
observarla.

Ella trata de lucir fuerte y aterrorizante con ese cuchillo, pero... «me
tiene miedo». Es una verdad, es tan evidente y lo sé por la forma en
la que las manos le tiemblan y como retrocede cuando doy un paso
al frente.

La hoja del cuchillo brilla y se vería aún más bonito bañado en


sangre, especialmente en la suya. La observo a los ojos sin dejar de
sonreír y ella solloza sin poder evitarlo porque se da cuenta de lo
que está a punto de suceder mientras evaluó la manera de tirármele
encima sin salir lastimada y...

—Eres un engendro del demonio — solloza y es curioso que la que


tenga el cuchillo en la mano sea ella.

—No lo soy — la miro dando un paso al frente y ella dos atrás


demostrando lo mucho que le afecta la situación — No soy un
engendro, Dove... yo soy el demonio.

Estoy a punto de brincarle encima porque conseguí un punto débil,


pero...

— ¡Igual que la loca de tú madre! — me grita y me quedo quieta con


la mención de la mujer que me dio la vida y ella continua mientras
estoy aturdida: — Eres igual de enferma que ella, una aberración...
¡Ahora que lo sé mucho menos voy a permitirte tener mi puesto!
Luché contra todos por conseguirlo, sacrifique hasta a mi familia
manchándome las manos como para que una desquiciada incapaz
de contener la locura que corre por sus venas, aparezca y me quite
todo lo que tengo...

Me le voy encima dándole un puñetazo en la nariz que le hace soltar


el cuchillo porque es muy lenta y no se lo esperaba mientras con
una mano la asfixio y con la otra le golpeo el rostro con el puño
cerrado escuchando el pequeño «clic» que hace su nariz dejándome
claro que esta fracturada.

Trata de liberarse, verla sangrar no me basta porque esta vez estoy


peor que antes por la mención de mi madre.

«Loca» La palabra se repite miles de veces en mi cabeza le entierro


las uñas en el cuello mientras ella comienza a toser. Tengo sangre
en las manos y me empuja mientras tose, caigo a un lado y trata de
agarrar el cuchillo, pero le doy una patada en las costillas haciendo
que sea yo quien tome el cuchillo y me le voy encima mientras sus
intentos de alejarse al arrastrarse en el suelo como un gusano son
inútiles.

Me aferro a su cuello, haciendo que su espalda esté recta y le piso


las manos logrando que chille de dolor cuando la hoja de brillante
salta sus ojos verdes asquerosos cuando se la paso por el rostro
mientras sonrío.

No tiene fuerza para defenderse y lo poco que trata de moverse, se


lo impido mientras no deja de llorar, patalear y chillar en vano
porque no me importa ni me causa absolutamente nada de
remordimiento; es como si mi cerebro aislara el dolor que tiñe sus
ojos, me quitara la humanidad que podía estar en mi cuerpo y lo
suplantara por satisfacción al ver el desastre que hay en su rostro
junto con el olor a sangre que tanto recordaba logrando que mi
corazón latiera con fuerza por la adrenalina del momento.

— ¿Qué más viste? — pregunto en un susurro mientras observo


como cierra los ojos cuando siente que le voy a enterrar la hoja del
cuchillo en la garganta.
Estoy encima de ella, puedo sentir cada espasmo que tiene su
cuerpo y cuando me mira, el terror que hay en sus ojos me hace
relamer los labios y...

—Lo suficiente para saber que lo que le paso se lo mereció — sisea


con la voz débil y el agarre en su cabello lo hago más fuerte
ocasionando que haga una mueca — Era una lunática, mereció lo
que le paso y ojalá le fueran hecho sufrir más porque siento que no
fue suficiente... también tenían que haberte triturado a ti para acabar
con la maldición que traen consigo, malditas brujas.

—No somos brujas — suelto con una sonrisa sobre su boca


mientras el cuchillo lo paso por su cuello, justamente en el lugar que
podría acabar con su vida en cuestión de segundos y al no recibir
respuesta, continúo: — Мы святая смерть, Dove*

Me escupe sangre en el rostro y en un pequeño movimiento le


entierro el cuchillo en el ojo derecho lo que le hace gritar con fuerza
mientras las piernas las mueve con desespero al igual que las
manos intentando librarse de mí.

—No debiste ver el sufrimiento de mi madre, Dove — susurro


mientras muevo el mango del cuchillo logrando que abra la boca y el
desastre de sangre que escurre por su ojo me hace sonreír y paso
al otro enterrándolo con la misma fuerza, arrancándoselos — No lo
merecías...

Disfruto la sangre caliente que se cola por mis dedos, que me


mancha la ropa y la suelto solamente para ver como en un vil
intento, se lleva las manos a la cara y trata de detener la sangre que
sale de los órganos que jamás mereció, los mismo que la hicieron
ver aquello que no merecía.

Se intenta alejar mientras llorar con la poca fuerza que le queda y la


jalo de los talones mientras disfruto los pequeños gritos de
sufrimiento que suelta cuando le entierro el cuchillo en el abdomen
con el tórax desbocado por la adrenalina que llena cada parte de mi
cuerpo junto con el sentimiento familiar que se apodera de mi
pecho.

Remuevo la hoja antes de sacarla y volvérsela enterrar, una y otra


vez mientras dejo irreconocible su torso y paso a su cara siendo
consciente del entrar y salir del cuchillo mientras la sangre me
salpica.

Veo sus órganos y se los saco mientras me encarnizo con el cuerpo


inerte de Dove Bush mientras lo único que quiero es dejarla más
irreconocible de lo que ya es y no me importa la brutalidad de la
imagen que podía hacer vomitar a cualquiera.

Levanto el cuchillo con fuerza y se lo clavo en el cuello unas tres


veces hasta que su cabeza se separa del cuerpo, cae al suelo
mientras la tomo con una sonrisa en los labios mientras me paso las
manos llenas de sangre por el rostro con el corazón latiéndome con
fuerza.

—Я убил ее за то, что она запятнала твое имя, мама*— suelto


con una sonrisa en los labios que ni siquiera se borra cuando a mis
narices llega el olor a cigarrillo obligándome a levantar la mirada y lo
encuentro ahí, de brazos cruzados mientras observa todo con las
pupilas dilatas.

«Crono»

Me levanto con la cabeza de Dove entre las manos y dejo caer el


cuchillo mientras observo el desastre de sangre que hay en el suelo,
manchando por completo la cerámica blanca.

No dice nada, ni siquiera luce asombrado por lo que sucedió y...

— ¿No podías hacerlo en otro lado? — pregunta con naturalidad


mientras se saca el cigarrillo de los labios expulsando el humo sin
dejar de mirarme antes de añadir: — Ahora tenemos que limpiar ese
desastre.
No respondo. Dejo caer la cabeza de Dove al suelo y camino hacia
el en completo silencio mientras siento el subidón de electricidad en
mi cuerpo. Tengo el corazón desbocado, estoy bañada en sangre y
que me mire de una forma que me da contracciones en el vientre
me hace tomarlo del rostro y no dice nada cuando lo ensucio de
sangre mientras tira el cigarrillo al suelo y me toma de la cintura
mirándome a los ojos.

—No sé qué pensar— suelta y me relamo los labios, colocándome


de puntillas y dándole una sonrisa torcida.

— ¿Y si no piensas en nada porque ella sencillamente para mí era


una rata? — pregunto y él no responde, solamente estampa sus
labios contra los míos mientras me aferro a su cuello, enrollando mis
piernas en su cintura sin importarme absolutamente nada que un
cadáver decapitado este a unos pasos de nosotros.

CRONO

La sostengo agarrándola de la cintura mientras me besa con frenesí


y desespero que correspondo con las mismas ansias sin saber
explicarme la razón por la que actuó como un animal necesitado
mientras la estrello contra la pared dejando de besarla para bajar
hasta su cuello y chuparlo como tanto me gusta mientras el sabor
metálico de la sangre con la que está salpicada.

«Sangre de la hija de Rodrigo Bush»

Mi cabeza solamente repite la imagen que tengo de Lucy bañada


con sangre de Dove y sin ningún golpe extraordinario que
demuestre que fue herida por la pelirroja como si supiera
defenderse para salir ilesa junto con el hecho de que actué tan fría
sobre el asesinato de alguien es la gota que colma el vaso que
comenzó a llenarse desde el cumpleaños de Joseph y Jake.

No puedo controlar el sentimiento que se me adueña del cuerpo y le


toco los pechos mientras ella me jala el cabello. La mirada turbia
que se adueña del azul de sus ojos que me da me hace sacarle las
tetas de la camisa cuando necesito contacto con su piel y se los
muerdo mientras mi mano pellizca el otro haciendo que se retuerza
mientras una sed que no sabía que tenía se extiende por mi
garganta con el único objetivo que se repite en mi cabeza.

«Ella» La quiero a ella. La necesidad me desarma y camino hasta el


mesón con ella, cargándola y la dejo sobre la superficie alejándome
solo para bajarme los pantalones y sacar el miembro que me palpita
y que le muestro al mismo tiempo que me lo acaricio viendo cómo
se relame los labios dándome una mirada hambrienta que le
respondo con la misma intensidad.

Mis ojos captan el cuerpo inerte y el charco de sangre, está


destrozado, con los órganos afuera y la imagen es tan cruda que
trago saliva. Ella la observa también y me da una sonrisa como si
estuviese orgullosa de lo que hizo, como si tratara de decirme con la
mirada que no fue un accidente, que lo quería y descarta así todas
las teorías que llegue a pensar cuando la encontré enterrando el
cuchillo una y otra vez como si no pudiese detenerse.

—Ven — pide y el fogaje que se adueña de cada rincón de mi


cuerpo, el mismo que me manda punzadas a la polla que esta
hinchada y dura como un tronco me hace mirar al techo antes de ver
cómo se abre de piernas y me recibe, tomándola ella misma e
insertándose en ella mientras me deslizo dentro y su estrechez me
hace besarla mientras me aferro a su cabello con fuerza.

Esta tan mojada que parece un río y con cada empellón gime con
fuerza mientras me come la boca y yo sé la como a ella con las
mismas ansias. Sus manos aprietan mi cuello y las cosas del mesón
caen al suelo cuando la acuesto, ella se abre más y se la entierro
completa mientras se aprieta los pechos y coloca los ojos en blanco.

— ¡Más! — grita y sus paredes me aprietan mientras mi corazón late


con tanta fuerza que no me siento yo.

—Quiero romperte...— suelto en medio de gruñidos mientras la


tomo de las caderas y la impulso con fuerza, entrando y saliendo.
—Quiero que me rompas—responde tan idea como yo y no me
aburre, no me canso ni dejo de mirarla mientras siento que es el
mejor afrodisíaco a la vez que no sé cómo describir lo que se
adueña de mi cuando la atraigo con fuerza y la beso mientras siento
que se corre y a la vez siento mi derrame.

Me coloca los talones en los glúteos, enroscando las piernas en mi


cintura y me araña los hombros mientras chupo, lamo y muerdo su
cuello mientras me muevo con más rapidez porque siento que no
voy a saciarme y ver el desastre que ella causo es el motivo final
para el segundo derrame que me toma a la vez que ella.

Me besa, la beso y nos besamos con hambre mientras la hago girar,


dejándola de cara contra la cerámica y la muy sínica coloca el culo
en pompa cuando le meto el miembro con violencia y la nalgueo,
disfrutando de lo rápido que se marcan mis manos en su piel por lo
pálida que es.

El sonido carnal de la unión de nuestros cuerpos me hace soltar


palabras en francés mientras no me siento como yo al no poder
controlar las emociones que se adueñan de mí por... ella.

El tercer derrame me toma a la vez que ella y salgo, me guardo el


miembro aturdido por todo lo que sucede en mi cabeza, por las
emociones que no estoy acostumbrado a sentir y la volteo para
besarla mientras le guardo los pechos que tiene rojos en la camisa y
le subo el pantalón.

Me abraza y la cargo, dispuesto a seguir esto en la habitación, pero


cuando giro me consigo a mis hermanos observando el desastre.

Lo primero que hacen es mirarme porque estoy tan manchado de


sangre como ella y cuando estoy dispuesto a caminar a la
habitación con ella entre mis brazos, Caebrán es quien lo impide
colocando una mano en mi hombro que observo con atención.

— ¿Qué hiciste? — pregunta y me encojo de hombros porque no


voy a darle explicaciones.
Consus observa todo tan petrificado como Cristian y se
perfectamente que no es por la escena, sino por la víctima en ella y
Lucy se remueve con los ojos abiertos.

Su peso no es molestia pero que la mirada que me da Caebrán si lo


es mientras que Caelus solamente está en blanco observando todo,
seguramente calculando los problemas que la muerte de otra Bush
en nuestras manos podría ocasionar porque siempre eso es lo que
él hace; encargarse de nuestros desastres.

Caebrán se desordena el cabello, Lucy vuelve a moverse en mis


brazos como si quisiera ponerse de pie y me da una mirada, una
orden silenciosa que acoto sin pensarlo dos veces mientras la dejo
sobre sus pies mientras me desconozco.

Las ganas de alejarme de todos como siempre están ahí, pero... no


me muevo, solamente me quedo al lado de Lucy como si ella fuese
un imán y yo un metal atraído por su poder magnético.

—No lo entiendo — Cristian se pasa las manos por la cara con


frustración— No entiendo qué motivos tuvo Crono para asesinar a
Dove.

— ¡Nos metiste en problemas! — Caebrán suelta y los observo a


todos con aburrimiento porque están actuando como unos imbéciles
insignificantes que no saben pensar.

En mi cabeza se repite una y otra vez el sonido del cuerpo de Lucy y


el mío chocando con cada embestida, sus gemidos y el sabor de su
boca lo tengo en los labios mientras también otra imagen latente:
ella enterrándole el cuchillo a Dove repetidas veces como si tuviera
una necesidad de ver más sangre, luego lo normal que actuó como
si lo hubiese hecho antes y...

Mis hermanos hablan y hablan, me culpan de algo que no hice pero


que tampoco voy a negar mientras no dejo de ver a la pelinegra que
al parecer ellos olvidan, esa misma que con una sonrisa torcida en
los labios escucha el desespero de mis hermanos y solamente me
quedo en blanco porque la vida de Dove nunca me importo, ahora
mucho menos y no muevo ni un musculo hasta que:

—No lo hizo Crono, lo hice yo — Lucy habla con tranquilidad


mirando a Caebrán que la observa con atención al igual que el resto
cuando ella decide acabar con todo el drama.

La observan y luego me observan a mí como si esperaran un chiste


que nunca llega. Caelus es quien la observa con atención como si
estuviera estudiándola y cuando me mira a los ojos, entiendo
perfectamente las expresiones de su rostro porque convivir con ellos
me ha hecho deducir cosas con expresiones que a otros les podrían
parecer insignificantes.

«Asesino a Dove» Eso es algo que ya sabía, pero Caelus me dice


con la mirada lo otro que no me había interesado con exactitud.
Repito las imágenes de cómo la encontré cuando llegué, la cara de
satisfacción que tenía cuando lastimaba el cuerpo inerte de la
pelirroja y...

«Ya lo había hecho antes» Es algo que está más que claro, las
advertencias se disparan en mi cabeza y no soy razonable cuando
caigo en cuenta que ese simple hecho, que no solamente yo
pensara eso le da cabida a un pensamiento sucio al igual que el
deseo que siento por ella sin poder explicarlo.

— ¿Lo hiciste tú? — Consus pregunta como si necesitara una


confirmación mientras observa todo el desastre que hay detrás de
ella porque es tan sangriento que no podrías imaginarte que alguien
como ella fuese capaz de hacer algo así.

—Me defendí— se excusa y mi cabeza repite la imagen que tengo


plasmada en la cabeza.

«Eso no es defenderse» Lo que ella hacía ya no entraba en el


motivo de defensa y que actué así, tan natural como si no fuese
descuartizado y dejado irreconocible a Dove me hace relamer los
labios.
— ¿Así? — Caelus señala todo y ella se encoge de hombros.

— ¿Algún problema con ello?

—La verdad es que no tengo ninguno porque la sangre y ese golpe


en el pómulo te favorecen — Cristian suelta y Lucy sonríe como si
se esperaba que actuara así, así como sabia de alguna forma que
no nos alarmaríamos por lo que hizo.

Caebrán la observa al igual que todos y ella mira el desastre de


sangre que hay detrás de ella antes de mirarme y...

—Debemos deshacernos del cuerpo— Lucy espeta y que lo diga en


plural solamente hace que la observe sin decir nada al igual que mis
hermanos, ella nos da una mirada decidida como si esperara de
verdad nuestra ayuda o la demandara, entonces Caelus saca su
teléfono celular mientras Cristian sale a buscar a Ángel para que se
encargue de Jake mientras Caebrán, Consus y yo nos quedamos en
la cocina con ella mientras Consus dice la historia que el mundo
sabrá sobre la muerte de Dove Bush.

Lucy escucha todo con atención y el que armemos todo tan fácil en
una hora, Ángel se lleve de la cabaña a Jake con una excusa de
que lo acompañe a buscar medicina para Marta en la mansión,
mintamos con facilidad y nos encarguemos del cuerpo junto con la
evidencia, me recuerdan sensaciones que siempre tengo presentes
y a la mañana siguiente la terrible noticia toma el periódico de
Hiverdele.

Un terrible accidente de auto que termina en incendio por fallas


mecánicas destruye la vida la joven Dove Bush, muerte que
conmociona a nuestro pueblo.

La joven Dove Bush, hija del empresario Rodrigo Bush murió


calcinada tras sufrir un trágico accidente suscitado la madrugada de
tarde en el puente a desnivel que conduce hacia la salida vieja a
Cruzal, a las afueras de Hiverdele.
Según información de la Dirección Local de Vialidad y Transporte,
Dove conducía a alta velocidad, por lo que perdió el control del
volante del automotor y fue a impactar en la pared de concreto del
puente.

Se conoció que el vehículo quedó prendido en llamas y fue apagado


por el Cuerpo de Bomberos Oficial de Hiverdele.

Las autoridades manifestaron que por las condiciones en las que


quedó el cuerpo de la víctima fue imposible obtener la identidad del
mismo hasta que el número de placa del vehículo nos dio indicios
que luego con una investigación nos corroboro que se trataba de la
joven de dieciséis años que quería regresar a su casa pero que
tristemente nunca regresó.

Se les envían fuerzas a la familia y a los amigos.

Dove siempre vivirá en nuestros corazones, siendo una joven


risueña y gentil que no merecía partir tan joven porque tenía una
larga vida por delante.

Se le recuerda con estos a todos los adolescentes que conducir a


tanta velocidad solamente trae problemas y desgracias, recuerden
tomar conciencia para que no vuelva a suceder otro accidente como
este.
Querida Rose
Querida Rose

Siempre voy a recordar los abrazos que me diste, las palabras de


aliento y cómo limpiabas mis lágrimas, aunque tú también estuvieras
llorando siendo fuerte para mí, aunque estuvieras tan jodida y
desmoronada como yo.

Siempre me preguntaré en el fondo; "¿Por qué nosotras?" "¿Por qué


nos hicieron daño?" pero recuerdo tus palabras; "porque sabían que
éramos fuertes para soportarlo" aunque eso ni tu misma te lo crees.

Intento creerte, intento en el fondo darme cuenta que, en algún


momento valdrá la pena cada uno de mis sacrificios para obtener lo
que quiero, para ser feliz y ni siquiera sé con qué fin estoy haciendo
esto, si la leeré delante de ti o la quemaré al darme cuenta que
todas nuestras sospechas son tontas y falsas porque ella no podría
ser lo que pensamos.

Una parte de mi está asustada mientras la otra quiere creer que lo


que vimos y descubrimos no es más que falacias, montajes o.... un
gran error de nuestra parte al suponer que una recién llegada pueda
ser capaz de tanto.

Hoy es tu fiesta de compromiso y a los dos días iremos a la cabaña


de los Fairchild y buscaré la manera de quitarle la máscara a Lucy
Beckett para descubrir cada una de las cosas que oculta solamente
para disfrutar la cara de los cinco Fairchild por subestimarnos una
vez más y diré que todo esto lo hice por ti, porque lo mereces y no
debes aguantar los desplantes ni las burlas que ellos te hacen y me
hacen por culpa de nuestro padre.

«No fueron nuestros errores» Pero estamos tan manchadas como si


fuésemos las culpables y ni tú ni yo podemos ser felices. Pareciera
que nuestro único destino en el mundo es salir lastimadas y siempre
se esfuerzan por hacernos sentir así.

No le he dicho nada a papá, pero descubrí que Joseph y Jake hacen


y sienten cosas que no deberían por ser hermanos. No puedo
entender qué tan jodido es para ellos y por qué Jake decidió de un
momento a otro alejarse de nosotras, pero ahora lo entiendo, así
como entiendo a Caebrán.

Me dejó por una mosquita muerta que al parecer tiene más secretos
que todos nosotros juntos.
Sospecho la razón de su llegada a este pueblo porque Caleth
Fairchild nunca sería tan condescendiente por ganar algo que ya
tiene asegurado y no sé si sabe o sospecha lo mismo que nosotras,
pero hay algo que no tiene sentido en todo esto.

Como siempre las segundas intenciones están ahí y no me creo el


cuento de la becada para estrategia política, tampoco entiendo por
qué Lucy logró lo que ella jamás hizo y no sé cómo sentirme al
respecto.

«Nosotras pusimos muchas cosas en riesgo para poder hacer lo que


hicimos esa noche» Eso que nos unió a ti, a mí y a todos, haciendo
la misma marca en cada uno y demostrando lo jodidos que estamos.

¿Cómo ellos olvidan eso? ¿Cómo ignoran todo lo que hicimos por
estar juntos?

Caebrán me dejó sin importarle todo lo que me quité y puse en


juego por él mientras Joseph te ve la cara de estúpida amando a su
propia hermana en tus narices y no sé si eres muy ciega o tratas de
ignorar las señales claras que siempre habían estado ahí pero que
nunca entendimos.

Sé que tienes miedo y sé que, de ambas, eres la que más ha sufrido


sin merecerlo y es por eso que soy la que va a sacrificarse por ti y
seguir el plan que cree solamente para desenmascarar a Lucy.
Voy a provocarla, voy a decirle que sé lo que es y que no le tengo
miedo esperando que se quité la máscara o me demuestre que
estoy equivocada.

No voy a pesar mucho en ello, sé lo que haré y si hay algún fallo en


el plan, si ella resulta ser aún más peor de lo que pensamos, quizá
en algún momento encuentres está carta y sepas que no le di el
gusto a papi a destruirme como hizo y seguramente sigue haciendo
con ellas.

Demuéstrale a Joseph que vales más de lo que él cree, que no


conseguirá a nadie como tú, alguien que hace sacrificios sin
importar el costo por las personas que ama y sal del yugo de papi
tan rápido como puedas porque sé que no lo soportas, que odias
cada una de las cosas que él te obliga a hacer, pero debes entender
que es su manera de amarnos.

Es jodida y dañina, sí, pero hasta mamá lo sabe y lo entiende. Papi


no nos quiere hacer daño, solamente nos quiere demostrar su
manera de amarnos y entiendo perfectamente que la odies, que te
dé asco y es por eso que me esforcé en ganarme su atención para
que no tuvieras que soportarlo.

Joseph lo sabe al igual que ellos, Caebrán lo supo y cuando se lo


conté me dolió tanto que en sus ojos no hubiera comprensión ni
dolor, solo hubiera asco, pero sé que Joseph no es así, que de
alguna manera te quiere y te ayudará a salir de ahí para que puedas
sanar.

Sé que no olvidarás, que tendrás pesadillas y que pensarás que el


costo por tener lo que tenemos es muy elevado, pero no podemos
luchar contra la corriente, debemos redimirnos y aceptar nuestro
destino, aunque suene muy estúpido; cada causa tiene un fin y cada
sacrificio al final tiene su recompensa.

«No es tu culpa los errores de papi» Así como no es mi culpa lo que


tuvimos que hacer esa noche para ganarnos la confianza de ellos y,
aun así, no les bastó porque nos tratan como si fuésemos basura
inservible, aunque en el fondo solamente estén juzgándonos por el
apellido.

No somos él, pero estamos sucias por su culpa, pero tenemos


esperanza, sé que sí. Tú la tienes y cuando desenmascare a Lucy
se darán cuenta que han estado muy equivocados con nosotras.

Joseph te querrá, toma las riendas y métete en su cabeza, así como


Jake lo hace y déjale en claro que tú tienes el poder y tú sabes su
más sucio secreto mientras yo lucharé por ganarnos nuestro puedo
demostrándoles que una Bush debe merecer respeto y que,
nosotras no somos papi.

Si llegas encontrar esto en algún momento y algo sucedió conmigo,


sabrás quienes fueron los culpables y si estoy equivocada, nos
reiremos juntas por creer tales estupideces.

Con mucho amor.

Dove.
Capítulo 54 (*)
ROSE

Los sollozos por parte de mi madre me hacen bajar la cabeza y


jugar con mis manos en mi regazo mientras sentí el estómago
revuelto por el cambio drástico que había pasado en mi vida en
cuestión de segundos.

«Accidente de auto» se repite en mi mente; «falla mecánica». Ahora


siento un nudo en mi garganta, las lágrimas silenciosas que salen
de mis ojos caen en la tela de mi vestido gris, «calcinada, cuerpo
irreconocible, una trágica muerte».

La puerta de la habitación se abre y mis pensamientos se


esfumaron cuando entra la persona que logra que sienta alivio y
pánico a la vez.

«Papi»

-Hice todos los arreglos necesarios - informa secamente mientras


sus ojos negros, igual a la más oscuras de las noches se fijan en mí.
Ignora a mi madre como siempre suele hacerlo y ella se levanta
cuando la persona que está detrás de él aparece en la habitación
haciendo que ella se limpié las lágrimas y se enderece como si nada
estuviera pasando.

«Me da asco» Es lo único que sé y tengo seguro cuando ella se


endereza como si segundos antes no lloraba la muerte de su hija.

Algo me dice que no le importa, que solamente estaba fingiendo, así


como siempre estuvo indiferente con respecto a nosotras, dónde lo
único que le importaba era que papi tuviera su cuenta bancaria al
tope y pudiera alardear sobre cada una de las cosas que tenía.

Mamá siempre fue el tipo de mujer que con tal que tuviera las
comodidades materiales que ella consideraba "necesarias" aunque
fuese completamente absurdas, estaba bien y su imagen solamente
me recuerda a Dove, queriendo sobresalir en todo y fijándose en el
dinero, la ropa, el maquillaje y los autos para olvidar las cosas que
pasaban en casa, los problemas emocionales y...

Recuerdo la primera vez que me obligó a hablar con los Fairchild


solamente porque ella lo había hecho y como siempre nunca Dove
podía quedarse atrás. La fijación con Caebrán fue automática y que
él le correspondiera en cosas mínimas solamente empeoraba la
situación.

No ganaba nada diciéndole que él no la quería porque Dove nunca


iba a entenderlo, su cabeza nunca iba a aceptar un «no» y muchos
menos un «él no es para ti», entonces los desplantes por parte de
él, hacía ella se volvieron comunes, él la hacía llorar y luego tenía
que limpiar sus lágrimas en la noche para al día siguiente verla
abrazada con él en el almuerzo y como siempre, debía callar.

No había ni un momento de mi vida que dejará de hacerlo. Era algo


repetitivo para mí; callar y mentir, mentir y callar, callar otra vez,
mentir otra vez y bajar la cabeza cada vez que era necesario
mientras me obligaba a reprimir mis sentimientos actuando como un
clon de Dove porque eso la hacía feliz y nada me hacía tan feliz
como verla a ella así.

Seguí cada uno de sus planes, aunque al final solamente eso nos
dejará pisoteadas, calle cada vez que Jake se molestaba conmigo
por estúpidas razones y aguanté los comentarios denigrantes de los
cinco solamente porque eso quería Dove; ella quería ser parte de
ellos, que ellos la quisieran y la tomarán en cuenta, se preocuparan
por ella y...

Aguantar todo lo que hicimos no significó nada cuando Lucy llegó y


cambio las cosas drásticamente. Dove estuvo afectada desde el
primer momento, las cosas con Caebrán se fueron en picada y
ahora no había reconciliaciones, solamente había llantos y un humor
terrible mientras la fijación de mi hermana era la nueva y misteriosa
chica que llegó de intercambio a la mansión Fairchild,
embrujándolos a todos y colocándolos a sus pies en cuestión de
segundos, cosa que nadie había hecho, ni siquiera ella.

Ella. Otro agridulce recuerdo que me obligo a callar e ignorar como


si solamente fuera producto de mi mente, aunque estoy consciente
de que es más que una realidad.

Me muerdo la lengua para que no salgan sollozos y siento la falta


que me hace mi hermana en cada respiro que doy mientras el hecho
de que haya pasado un accidente no tiene sentido en mi cabeza
mientras el recuerdo de cuando recibí la peor noticia de mi vida
hace unas horas:

«Joseph está en su teléfono mientras sonríe como si lo que


estuviera viendo es muy divertido. Hace expresiones raras, frunce el
ceño y hasta hace un puchero mientras veo cómo se toma selfies y
las envía. Un sin sabor se adueña de mi boca y me cruzo de brazos
mientras me recuerdo que prefiero su indiferencia a estar con papi,
aunque eso no signifique que el hecho de que mi prometido me
ignore como si fuese un cuadro sin sentido en la pared.

Me levanto y camino hasta sentarme en sus piernas y él me hace a


un lado mientras coloca mala cara y apaga la pantalla del teléfono
impidiendo que pueda ver con quién habla.

-¿No notas que hay más sillas como para que vengas a sentarte
arriba de mí?

El desdén en su voz es tan evidente y a pesar de todo sonrío


mientras intento volver a sentarme arriba de él, pero vuelve a
rechazarme, haciendo que caiga en el otro sillón y él se levanta
mientras la pantalla de su teléfono brilla junto al fondo de pantalla
que tiene.

«Él abrazando a Jake mientras se ve el atardecer detrás». Jamás


había visto esa foto y trato de no colocar mala cara, pero el hecho
de que la tenga a ella en vez de a mí en algo que no me gusta ni me
ha hecho sentir cómoda desde hace mucho.
-No entiendo tu afán de aparentar algo que no existe cuando
estamos solos - suelta mientras se desordena el cabello y me mira
con odio. El mismo odio que me agarró desde que en una cena sus
padres propusieron la idea de casarnos a los míos - Entiendo
perfectamente que debamos hacerlo delante de todos, pero aquí...
¿no te basta con tenerme como tú garrapata todo el día? ¿También
quieres besarme y aparentar que me quieres cuando sabes
perfectamente que no es así?

-¿Qué diablos te sucede? - me levanté y lo miré con los ojos


entonados - Solamente quiero afecto de mi prometido.

-Falso prometido - corrige y hace una mueca de disgusto como el


hecho de tener que decir lo que es más que evidente sea un
sacrificio muy grande para él. Me mira y se guarda el teléfono en el
bolsillo del jean antes de darse la vuelta y comenzar a caminar hacia
la puerta, suelta: - Y si tanto quieres afecto, búscate un bendito
amante que yo no soy tu jodido padre.

Cierra la puerta de un portazo y me levanto mientras me pasó las


manos por la cara sin saber qué pensar.

«Siempre es lo mismo» Me paseo por la habitación pasando el trago


amargo del desplante y me fijo en todos los cuadros que hay en la
pequeña sala después de su cuarto en el último piso de la mansión
Calandra.

«Joseph y Jake» Fotos de ambos en cada lugar, en cada cuadro o


simplemente fotos de ella sonriendo, ella tocando el piano, ella en la
playa, ella jugando con la nieve... ella acostada mientras se ríe y
tapa su cara mientras parece solo estar tapada con la sábana para
evitar mostrar su desnudez.

Esa foto me resulta interesante y que esté en la esquina de uno de


los marcos gigantes dónde solamente podrías verla si eres muy
observador, me hace crecer la curiosidad.
Es impresa y le doy la vuelta encontrando un beso de labial rojo y un
pequeño mensaje.

Te amaré por siempre.

La luna guardará nuestro secreto como lo hizo la primera vez.

Jake.

La vuelvo a poner en su sitio mientras la puerta se abre y es Joseph


que entra y ni siquiera me mira, simplemente agarra su billetera que
estaba encima de la mesa y se vuelve a ir.

Me quedo quieta mientras escucho los pasos que demuestran que


se aleja y vuelvo a tomar la foto observándola con más atención.

«Es su hermana...» Lo es y siempre me ha parecido extraño que


ambos sean tan posesivos y que se den miradas extrañas, que
Joseph se moleste tanto cuando Jake menciona a Caelus o
simplemente cuando lo ve junto a él como si fuese algo prohibido y
realmente malo.

Siempre han sido así. Dejo la foto donde estaba y me aliso el


vestido mientras me pregunto la razón por la que hay tantas fotos de
Jake, aunque está no es habitación ni su sala.

Me abrazo a mí misma y decido salir de aquí porque tanta obsesión


por Jake me agota y me hace pensar disparates. Alcanzo a llegar a
la puerta y giro la manilla, doy un paso al frente y consigo a la mujer
de servicio que siempre he visto aquí desde que tengo uso de
razón.

-Hola - saludo y ella levanta la mirada solamente para fruncir el


ceño.

-Hola, señora - responde y abro mis ojos mientras mis mejillas se


me enrojecen.
-Aún no soy una señora - digo y ella no dice nada, solamente vuelve
a bajar la cabeza cuando Joseph aparece con el entrecejo levantado
cuando ve que estoy hablando con la sirvienta.

La mira con atención y menea la cabeza mientras rueda los ojos y


me da una mirada cansada.

-¿Le pides a la servidumbre que espíe lo que hago cuando no


estés? - pregunta con burla y ni siquiera me preocupa su tono
grosero.

-Mi obsesión por ti no llegaría a esos niveles - suelto y la sirvienta da


unos pasos alejándose - Creo que con tu hermana me basta.

-¿Qué? - inquiere de inmediato y coloco mis manos en mi cintura.

-Lo que escuchaste - lo miro - ¿Sabes lo incómodo que es ver qué


tú prometido quiera más a su hermana y la idolatre mientras que a ti
te deteste sin que le hagas nada? Ahora súmale a eso que descubra
que tienes una amante...

-Nunca tendría una amante.

-¡Que considerado! - me burlo y él mueve la mano.

-No por ti - dice e imaginariamente se me hace un signo de


interrogación entré ceja y ceja.
-Resulta que ahora tienes una novia - suelto y la sirvienta aprieta los
puños antes de levantar la cabeza y mirarme a los ojos.

-Permiso para retirarme.

Siento que quiere decirme algo y la miro esperando conseguir en


sus ojos las respuestas de lo que sea que sucede por su cabeza y
pienso que quizá ella ha visto a la otra, Joseph suelta que se largue
y la tomo se la muñeca impidiéndoselo.

«Al menos un nombre» pido en mi cabeza haciendo plegarias y...


El teléfono de Joseph suena y se lo lleva a la oreja mientras hace
una mueca, lo ignoro y vuelvo a mirar a la señora de servicio y voy a
abrir la boca para preguntarle si ha visto algo sospechoso o a
alguien, pero Joseph me toca en el hombro y me pasa su teléfono.

Lo observo confundida soltando a la sirvienta y que haya aflicción en


sus ojos me da mala espina, pero su insistencia termina por
ganarme y lo tomo llevándomelo a la oreja.

-¿Aló?

-Rose - la voz de papi me hace tragar saliva y mirar a Joseph


confundida, pero él simplemente se desordena el cabello mientras
escucho como papi solloza a través de la línea lo que me confunde
de inmediato.

-¿Qué pasó?

-Dove - alcanza a responder y podría tener algún problema con el


corazón en este momento.

-¿Qué pasó con ella? - aprieto el teléfono.

-Un accidente, Rose - habla y se escucha cada uno de sus sollozos


mientras me llevo la mano a la boca para tapármela al mismo
tiempo que no puedo creer lo que dice papi: -Hubo una falla
mecánica y provocó un accidente con Dove dentro.

-¿Pero ella está bien? - siento los ojos llenos de lágrimas y


solamente puedo pensar en Dove.

Se hace un molesto silencio en la línea, escucho el sonido de la


ambulancia y luego como papi parece maldecir antes de soltar con
lentitud: -He perdido a otra hija, Rose.

-No es gracioso - digo, aunque siento que el mundo se me mueve y


que diga eso empeora todo.

-No es un juego, Rose... yo nunca jugaría con Dove.


-Pero ella no...- sigo con la negación.

-Ella no pudo salir del auto - suelta - Murió calcinada dentro de él,
bebé... Ella no pudo escapar, fue una falla mecánica que junto con
el golpe hizo explotar el auto y Dove se fue.

Alejo el teléfono de mi oreja con las manos temblorosas y solamente


alcanzó a mirar a Joseph que por primera vez en mucho tiempo me
mira con algo más que no sea asco u odio mientras el teléfono cae
al suelo y él me cubre con sus brazos antes de que también lo haga
yo.
Meneo la cabeza mientras siento las lágrimas rodar por mis mejillas.

-Mi hermana, Joseph... - susurro y él me acaricia el cabello mientras


siento mi corazón partirse al mismo tiempo que varias imágenes
pasan delante de mis ojos.

«Dove guardándome un puesto en la cafetería»

«Dove abrazándome y diciendo que todo iba a estar bien»

«Dove haciendo lo posible para que papi no me eligiera a mí»

«Dove enseñándome a maquillar las heridas para que nadie las


notará»

«Dove presentándome a Joseph esa tarde»

«Dove siento mi escudo»

«Dove guardando mis secretos»

«Dove enseñándome a ser fuerte»

«Dove aprendiendo a hacer mi postre favorito»

«Dove...»
Recuerdo cada una de nuestras peleas, nuestras conversaciones,
su sonrisa, su fortaleza y su terquedad. El estómago se me revuelve
y se me nubla la vista mientras siento que me quitan el corazón de
un tajón.

-Mi hermanita no - sollozo negando y Joseph besa mi frente


acariciando mi espalda.

-Estarás bien, Rose - dice - Eres fuerte.

Estoy tan aturdida que intento levantarme porque la posición me


incómoda al igual que siento que todo me estorba.

«Dove» Las lágrimas salen de mis ojos y solamente soy consciente


de que la mamá de Joseph aparece y dice cosas que no alcanzo a
escuchar mientras estoy sumergida en la perdida y el dolor tan
abrupto que jamás había sentido en mi vida»

Regreso a la realidad cuando papi comienza a discutir con mamá


mientras Marcus observa todo desde la esquina con esos ojos que
tanto me recuerdan a la persona que he bloqueado de mi mente
desde la noche en la que me hizo una cicatriz sin ninguna razón.

«Él fue el principio de mis tragedias» Su promesa algunas veces se


repite en mi cabeza y bajo la cabeza cuando mis padres mencionan
a Dove en la conversación.

-¡Actúas como una puta sin importar que tú hija acaba de morir! -
suelta papá mientras la bofetada viene detrás de sus gritos hacia
mamá y no sé qué es lo que dicho para que él actúe así, pero ella
cae al suelo y él la patea mientras ella aguanta los golpes que
vienen después de ese y luego, papi hace lo mismo de siempre; le
tira unos billetes que ella recibe como un animal necesitado.

La escena solamente me atormenta como la mirada que papi me da.

«Por favor, no hoy» Mis ojos se llenan aún más de lágrimas y


cuando siento que seré en nuevo foco, Marcus entra a la habitación
y palmea el hombro de papi mientras me mira.

-¿No crees que deberías darle un día de luto?

-Es mi hija - papi da un paso al frente y yo aprieto las piernas


mientras siento las náuseas en mi garganta mientras me repito que
no tengo fuerzas para soportar los juegos, hoy no...

-Soy tu socio -Marcus obliga que Papi lo mire mientras mamá ya ha


salido de la habitación con la frente en alto y un fajo de billetes entre
sus manos - Quiero lo mejor para ti y siento que Rose es una
inservible en este estado.

-Necesito desquitar la perdida - responde mientras se acerca y me


obliga a levantarme. Me hace dar la vuelta sobre mis talones y
aprieto mi mano libre clavándome las uñas en la palma de la mano.
Me besa la mejilla produciéndome asco y lloro más, soltando
sollozos que no puedo evitar - Pero podemos hacerlo luego del
entierro de Dove, ¿cierto, bebé?

-Sí papi - respondo con la voz entrecortada y él me suelta,


arreglándose el traje.

-Iré a ver qué hace la puta de tu madre, princesita - dice antes de


darme una larga mirada y siento un peso menos en los hombros
cuando se aleja cruzando la puerta.

Me abrazo a mí misma mientras me limpio la mejilla con las manos,


exactamente la parte donde me besó sin dejar de llorar, aunque
hacerlo me moleste.

«Dove en este momento me abrazaría y diría que estoy bien»

No puedo dejar de sentir asco conmigo misma y me martiriza que


cada momento que pasa extrañe más a mi hermana mientras las
fotos del auto completamente hecho un desastre, prácticamente
destruido y hecho cenizas se repiten en mi cabeza.
-Las muertes catastróficas son las que más duelen y las más
dramáticas... - hablan a mis espaldas y me giro para encontrarlo ahí,
parado con las manos en el bolsillo de su pantalón y que sea el
socio de papi no es lo que me produce ese cosquilleo y miedo en el
estómago; lo que lo produce son los recuerdos.

«Marcus Bundy» Su nombre solamente es una pequeña muestra del


daño cerebral que tiene esté hombre. Recuerdo cada una de las
cosas que me niego a recordar porque verlo siempre es abrir una
caja de Pandora que siempre se abre sin mi consentimiento.

Todavía no entiendo qué es lo que hace él aquí porque si ellos se


enteran... no puedo imaginar lo que sucedería y recuerdo a mi
hermana preguntándomelo una noche.

«-¿Viste quién llegó? - cierra la puerta de mi habitación detrás de


ella y...

-¿Mamá?

Rueda sus ojos como si hubiese dicho la cosa más estúpida y se


sienta frente a mí, agarrando mis manos entre las suyas antes de
darme esa mirada lunática que siempre me daba cuando estaba a
punto de soltar algo que para ella fuese muy extraordinario.

-¡Adivina!

-¿Pediste algo por internet y no me dijiste?

-¡Negativo! - me golpea la frente - Inténtalo otra vez.

-¿Caebrán?

Vuelve a golpearme.

-Sabes que estamos peleados.

-Ustedes siempre están peleando y él siempre viene y...


-¡Calla! - me golpea la frente y ríe negando con la cabeza - Él no es.

Sonrío y dejo la laptop a un lado mientras los códigos se van


generando.

«Me gusta navegar en internet» Papi describió mi don cuando tenía


diez y desde entonces me encargo de hacer cosas por él en la red.

-No tengo idea de quién hablas - la miro.

-¡Tenemos mucho tiempo sin verlo!

-Okey... ¿Un amigo lejano? Recuerda que no tenemos conecto con


ningún familiar.
Ella rueda sus ojos.

-Te daré una pista; es uno de los nombres más temidos de la


Ciudad.

-¿Su apellido es Faichild? - pregunto con burlas mientras siento un


nudo en la garganta rogando que no sea quién pienso que es.

-¡No!

-¿Entonces...?

-¡Marcus, tonta!

-¿Qué?

-Marcus.

La miro con extrañeza mientras recuerdo al pelinegro de ojos verdes


que siempre actuaba extraño y era callado, él mismo hombre que
estaba enamorado de Pondra, la mujer más bonita de la ciudad, la
más deseada y la prometida de...

-¿Cómo que está aquí? - la miro con los ojos entornados


recordando los rumores que corren por el pueblo:
«Marcus Bundy asesino a su exnovia»

-Parece algo ilógico, pero está aquí - Dove dice e ignoro lo


alucinada que luce con el tema.

-¿Está aquí? ¿Está aquí luego de que tiene una amenaza de muerte
por parte de ellos al ser el asesino de Pondra?

-Parece algo ilógico, pero papi lo trajo - me mira - Escuché su


conversación; él dijo que tenía que regresar por lo que era suyo y
que la leyenda lo trajo aquí de nuevo.

-¿De qué habla?

-No lo sé, es lo que escuché - se cruza de brazos - Pero papi le dejó


claro que no lo volvería a ayudar a escapar.

-Ya no hay amenaza... - digo y ella suelta una carcajada seca como
si hubiera dicho una gran estupidez.

-La hay si se enteran que papi ayudo a Marcus aquella vez y que,
aunque el plan no salió como pensábamos, ganamos.

-¿Qué ganamos?

-Que los Fairchild pensaran que no éramos culpables, aunque papi


fue quien financió y ayudo a Marcus a planear todo»

Miro a Marcus.

Recordar a mi hermana con cada cosa solamente es más leña al


incendio. Él está despreocupado como si no le importará mi estado
y trato de limpiar las lágrimas que salen de mis ojos porque me
avergüenzan.

«A Dove no le gustaría verme tan débil» Pero no puedo evitarlo y...

-¿Actuarás como eres realmente o seguirás siendo la marioneta de


tu hermana después de muerta?
La pregunta que hace me deja descolocada y solamente me
molesta el tono burlón que emplea cuando dice «muerta».

-No es necesario que me recuerdes lo que pasó.

Sonríe de forma ladina dando un paso hacía mí.

-¿Sabías que hacer como si no hubiese pasado o ignorarlo


solamente empeora el duelo?
Lo miro apretando los puños.

-No sabía, pero gracias por el dato.

-Ahora actúas como Dove.

-No actuó como mi hermana...-

-Eres su clon - hace una mueca - ¿No sabías? Juntas eran


insoportables porque eran dos Dove y si una sola era capaz de
romperte los huevos...

-No estoy de ánimo para tus bromas - suelto, dispuesta a salir de


aquí para tomar un poco de aire antes de que tengamos que ir al
funeral.

-Pero yo sí - mira la ventana y observa el cielo azul claro junto a las


nubes- Es un hermoso día.

-Es el peor día de mi vida - lo miro - ¡Y ni siquiera sé qué hago


hablando contigo!

-Porque ya eres tú y no el clon de Dove - sonríe - Ahora quizá


sientas más libertad y hagas cosas sin pensar qué pensaría tu
hermana sobre ellas.

-Yo nunca...

Levanta la mano, interrumpiéndome - No te atrevas.


-¿Qué?

-No te atrevas a decir que nunca lo harías porque sabes que sí -


habla - Eras el clon de Dove, pensabas y hacías por ella y cuando
no, lo hacías por tú padre dejando a un lado todo el potencial que
tienes.

-¿Qué quieres decir con eso?

Ni siquiera sé porque mi voz sale baja o porqué temo a la respuesta.

Sonríe de forma maliciosa mientras se acerca. Su aroma choca


contra mi rostro y no sé qué ni porqué me late tan deprisa el corazón
al no encontrar ninguna expresión en su rostro y nada en sus ojos.

«Como si no sintiera nada» Lo contrario a mí que en este momento


soy un caos de emociones mezcladas con un dolor inexplicable que
se junta con el "¿por qué ella y no yo?".

-Quiero decir, Rose que quizá necesitaba suceder el homicidio de tu


hermana para que abrieras los ojos y te dieras cuenta que estabas
actuando por ellos y no por ti, reprimiendo cada uno de tus
sentimientos y haciendo que hiciste hace unos minutos; permitir que
te pasen por encima, que te manipulen y te hagan daño.

-¿Homicidio? - la palabra se repite en mi mente y él simplemente me


sonríe haciendo que se me revuelva el estómago.

«Es un loco, no le hagas caso Rose, tu hermana murió por un


accidente de auto...»

-¿Sabes qué veo en tus ojos? - me mira haciendo que todo el caos
que comenzaba a formarse en mi mente desapareciera - Potencial y
sufrimiento.

-¿Por qué dices que fue un homicidio? - gazno y que se me burle en


la cara solamente me hace retorcer el estómago y suelto de nuevo
con dureza: - La policía dijo que era un accidente.
-¿Desde cuándo se le cree lo que dice la policía, Rose? - inquiere
con burla - ¿Desde cuándo y más en este pueblo?

-No voy a creer lo que dices - me doy la vuelta, dándole la espalda y


me pasó las manos por la cara - Tengo tantas cosas en las que
pensar como para creer tus teorías y enredarme más.

«Aunque sé perfectamente que tendré la espinita ahí»

-Solamente espero que seas inteligente.

-¿Qué quieres? - lo miro por encima del hombro - Dime en esté


precioso momento qué es lo que vienes a hacer aquí y qué rayos es
lo que quieres porque no entiendo nada mientras intentas jugar con
mi cabeza.

Se relame los labios.

-Quiero muchas cosas y unas de ellas que no entenderías.

-¿Tiene que ver con la leyenda? - pregunto y ni siquiera nuestra


alguna expresión porque lo sé.

-¿Escuchas conversaciones ajenas?

-Es mi casa.

-Es la casa de tu "papi" - se burla y la barbilla me tiembla porque


hay están otra vez las ganas de llorar.

Marcus disfruta lo que ocasiona, lo sé por la forma en la que me


mira y vuelvo a limpiarme las lágrimas antes de que sean más
notorias.

-No voy a perder más tiempo contigo, tengo que ir a ver a Joseph
y... - comienzo y la carcajada que suelta suena por todo el lugar.

-¿Ahora sacas al prometido que no te quiere para huir?


-Al menos él está conmigo - suelto sin titubear y siento cómo me
clava los ojos en la espalda mientras miro la puerta por la que voy a
salir para enfrentar seguramente el caos que hay afuera.

«Papi es empresario y alguien muy reconocido en el país y


seguramente todos querrán venir a verlo»

-Pondra no estaba conmigo por él.

-No estaba contigo porque no te quería - suelto - así que no tienes


qué más decir.

-Por eso la maté - suelta y la frialdad con la que habla me hace


erizará la piel - ¿Iba a ser tú? No. No iba a mendigar su amor, si ella
no me quería me encargaría de encontrar la forma con la que no
pudiera querer a nadie.

-Eso te hace un monstruo.

-¿Por qué se escucha como si me señalarás cuando haz hecho


exactamente lo mismo?

-Nunca sería tan egoísta.

-Aún no.

Me volteo y lo miro apretando los puños. Lo observo con tanta fijeza


grabándome cada centímetro de su rostro en la cabeza y...

-Te matarán.

-Lo haré yo primero.

-¿Por qué luego de tanto tiempo?

-Porque él también volverá - sonríe - No voy a dejarle el crédito ni el


camino libre, Rose.
-Son más inteligentes que tú - lo miro - Van a destruirte, van a
hacerte pedazos y luego van a dejarte en burla con todos porque no
van a cometer los errores del pasado y si piensas que sí, estás muy
equivocado.

-Tienen un punto débil y es ahí por dónde voy a atacar.

-No lo creo - soy sincera - Y de todo corazón espero que lo que


planeas nunca lo logres.

-¿Debo asustarme o huir porque al parecer la sumisa de Rose


piensa cambiar de bando?

-Debes actuar con más precaución porque ellos no son él - es lo


único que digo mientras me apresuro a la puerta y no me importa si
dice algo más, solamente tomo una respiración profunda reuniendo
todas las fuerzas que me quedan y salgo de aquí, quedando en
blanco cuando veo a Joseph entrando con un traje negro.

Sus ojos azules me examinan y no dice nada, no luce como está


mañana mandándome odio, simplemente me mira y camino hacia él
para evitar que quiera entrar a la sala y encontrar a Marcus ahí
porque él tampoco puede verlo.

-¿Cómo estás? - pregunta mientras me deja envolverlo con un


abrazo.

-¿Cómo se supone que debería estar después de que mi hermana


muriera?

-Lo siento mucho, Rose - dice cuando nos separamos - Sé que


duele, no me imagino realmente cuánto, pero espero y confío en
que podrás soportarlo.

-Sé que la mayoría de veces Dove era insoportable y molesta, pero


ella era mi hermana - le doy una sonrisa triste - La amaré siempre y
jamás voy a dejar de sentir el vacío que su perdida me causó.
Trato de no llorar y vuelve a abrazarme mientras me acaricia el
cabello.

Estos son los momentos donde sé que a pesar de todo Joseph tiene
un corazón noble y que puedo contar con él, con alguien que me
apoye y me brinde confort en la tempestad.

-¿Sabes que igual tendremos que ir mañana a la cabaña y seguir


con las clases? - pregunta y asiento sobre su pecho
embriagándome con su aroma, luchando contra las lágrimas
mientras algunas de me escapan sin poder evitarlo.

-Lo sé.

-¿Quieres ir?

-Tengo que ir - digo y me separo solamente para mirarlo a los ojos -


Sabes que a Dove no le gustaría que dejará de seguir la rutina por
nada del mundo.

-¿Siempre será así?

Sé de inmediato a qué se refiere.

-No lo sé.

-En algún momento tendrás que avanzar.

-Pero ahora no quiero...

-¡Joseph! -se escucha un grito y ambos volteamos para conseguir a


Jake con un vestido negro y tacones con el cabello suelto.

Mi prometido se aleja de mi haciéndome a un lado y Jake se le tira a


los brazos mientras lo abraza mientras observo la manera en la que
ambos se miran mientras algo me hace ruido.
Recuerdo la foto y las palabras que había escritas en ella. Ambos se
separan y Jake me mira mientras me da un asentimiento de cabeza.
-Lo siento tanto - suelta mientras Joseph se coloca a su lado - No
me imagino lo triste que debe ser, pero sé fuerte, aunque esas sean
unas palabras de aliento horribles.

Le doy una sonrisa triste.

-Gracias, Jake - miro a Joseph - Iré a tomar aire y luego...-

-Está bien - me corta y mira a su hermana - ¿Cómo estuvo el


camino de regreso? ¿Con quién viniste?

-Caelus me trajo.

Joseph coloca mala cara y me siento como una intrusa escuchando


la conversación.

-Caelus.

-Párala, Joseph. No es el momento - Jake lo mira y él rueda sus


ojos volviéndola a abrazar mientras ella se queja de que lo hace
muy fuerte y no la deja respirar.

Me doy la vuelta sobre mis talones mientras me abrazo a mí misma


mientras recuerdo las palabras de Marcus que siguen en mi cabeza,
por más que intente alejarlas, pero la verdad de todo es que, no sé
qué creer.
Capítulo 55 (*)
¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces cometiendo una
acción estúpida o vil, por la única razón de que 'no debe' cometerla?
¿Acaso no existe en nosotros una eterna inclinación, a despecho de
la excelencia de nuestro juicio, a violar 'la ley' simplemente porque
reconocemos que es la ley?

Edgar Allan Poe

LUCY

Las ramas de los árboles se agitan, la brisa es abrupta erizándome


la piel mientras el cielo solamente predice el inminente desastre que
está a punto de comenzar como si pudiera saber lo que sucedería,
como si la naturaleza intuía que justo aquí estaba la santa muerte
entre unos simples mortales.

Han pasado doce horas desde que sucedió el pequeño incidente; es


lo único que repite mi cabeza como un disco rayado a la vez que un
sentimiento que tanto conocía se apoderaba de mi pecho,
haciéndome latir el corazón con frenesí contra mi caja torácica,
aunque la única verdad es que:

«Han pasado ya doce horas desde que llene mis manos de sangre
otra vez».

Llevo un vestido negro corto que a duras penas llega siete dedos
arriba de mi rodilla y unos tacones de aguja mientras estoy envuelta
en un abrigo del mismo color de mi vestido. Llevo un gorro, el
cabello negro suelto y mis manos están cubiertas con unos guantes
de seda.

Tengo la frente en alto mientras observo el gran gentío que hay en


medio del cementerio, debajo de una cubierta de lona roja que los
obliga a estar todos en un espacio pequeño, hay guardias a los
lados y adolescentes estirados observando todo con mirada
juzgadora mientras el padre se encarga de comenzar una pequeña
misa.

No reconozco a nadie desde lo lejos, volteo solamente para ver que


los cinco ya bajaron del auto y Caleth se estira arreglándose el traje
de color petróleo mientras Camille alisa cerciorándose de que no
haya ninguna arruga en su traje de color rojo.

«¿Es el color digno para un velorio? ¿Rompería aún más códigos


sociales?» Ella me miro como si hubiese escuchado mis
pensamientos y me regalo una sonrisa esplendida mientras se
enganchaba al brazo de su esposo. Sus hijos se alinean y me
coloco en el medio de ellos mientras comenzamos a caminar al
mismo tiempo sin decir nada y en cámara lenta, todos dejan de
prestarle atención a la familia que aparenta lucir devastada, para
mirarnos con atención y muchas emociones juntas.

Una de ellas, la más clara de todas; envidia.

Las miradas llenas de eso, admiración y desconfianza se colocaron


sobre nosotros al momento en que irrumpimos en la gran reunión
por la trágica muerte de Dove Bush. Quise mentirme y decir que
Camille no disfrutaba la atención que recibía, que Caleth mostró
alguna emoción, que Crono levanto la mirada del suelo, que Cristian
dejó de sonreír, al igual que, Caebrán, Caelus y Consus.

Rodrigo emergió de la multitud con su esposa enganchada del brazo


mientras Rose estaba detrás de ellos. Ella tenía la mirada en el
suelo, perdida mientras su rostro solamente demostraba lo
devastada que estaba por la sorpresiva muerte de Dove Bush.

—Lamento mucho la perdida, Rodrigo — Camille dio un paso al


frente y Rodrigo la miró asintiendo.

También lucia mal, tenía el cabello verde desordenado y el traje un


poco arrugado. Tenía la mirada cansada, como si tuviera mucho
desgasto mental, pero, aun así, note las miradas que me daba,
cómo me recorría de pies a cabeza y Caelus se colocó a mi lado,
entrelazando nuestros dedos.

Las personas estaban observando todo con atención, era como si


fuésemos el centro de atención y el padre dejó de hablar al
percatarse que, con nuestra llegada, nadie le prestaba absoluta
atención y Caleth le entregó un sobre de color gris a Rodrigo que lo
acepto de inmediato.

—Esto es de parte de toda nuestra familia — el patriarca habló


mientras su esposa se enganchó de nuevo a su brazo y todos los
miraban con admiración porque parecían un balance de poder y
belleza — Mis hijos, mis esposas y en nombre de toda la Familia
Fairchild te damos el dinero suficiente para que puedas cubrir todos
los gastos que seguramente has tenido con este inesperado
incidente. Lo material no aliviará la perdida y el dolor, pero te dará
un dolor de cabeza menos porque como socio sé que no será fácil,
después de todo era tu hija, pero debes levantarte, ningún mal
durará mil años.

—Muchas gracias por esto— Rodrigo guardó el sobre mientras se


enderezaba — Aprecio el apoyo que me estás dando.

Camille sonrió.

—Es de parte de todos nosotros — ella se encogió de hombros


restándole importancia — Solamente queremos ayudar.

—Apreciamos toda la ayuda y más en este momento de crisis... —


Rodrigo comenzó, pero Irene entorno los ojos con altivez haciendo
que él callara.

—El segundo en menos de tres años — soltó la mujer,


interrumpiéndolo y su esposo la miró de una forma que solamente
podía explicar como si ella fuese una sucia cucaracha.

Irene se encogió de hombros y por alguna razón, parecía que lo que


decía lo hacía con segundas intenciones y eso hizo que Rose
levantara la mirada del piso para mirarme con atención.

Sus ojos verdes transmitían sufrimiento y no había rastro de la chica


superficial que tanto causa irritación. Ahora solamente era la imagen
viva de una segunda Marta sin episodios psicóticos.

Entonces recordé que luego de que los cinco hicieran el plan para
encubrir el homicidio de Dove, Ángel junto con Caelus se
encargaron de sacar a Jake de la casa y luego llevar a Marta a la
suya mientras un equipo de limpieza llegaba a la cabaña y limpiaba
las evidencias, quemaba la ropa y se deshacía del arma homicida
mientras el "incidente" se llevaba a cabo.

Se ocuparon de las cámaras de tránsito, de las fallas del auto, de


ocasionar el incendio y que el cuerpo quedara lo suficiente destruido
como para poder encontrar alguna evidencia de lo que en verdad
había sucedido mientras observaba como actuaban con tanta
naturalidad, armaban todo con tanta planeación percatándose de
todas las posibles fallas para que no hubiera ninguna y no me
sorprendió que horas después Caleth llegara a la cabaña junto con
Ken, Ángel había regresado y solamente tuvieron que verme para
que los cinco abogaran por mí.

Espere algún signo de alarma o una interrogación, pero ellos


aceptaron la versión más estúpida de todas y es que "defenderse"
jamás llevaría a algo como lo que hice y de lo cual no me arrepiento
en lo absoluto porque solamente fue una pequeña muestra de lo
que puedo hacer.

Los cinco no mencionaron nada después de que su padre se me


quedara mirando con una chispa en los ojos y solamente fuimos
trasladados a la mansión en completo silencio en camionetas
separadas mientras cada uno recibíamos las cuartadas necesarias
porque íbamos a ser interrogados por ser los últimos en ver con vida
a Dove Bush.

Su muerte oficial era una "falla mecánica" pero eso no significaba


que teníamos que testificar pues el motivo de la salida de Dove de la
cabaña era un misterio para los policías y el Sheriff, Marco Cox fue
el encargado de llevar el caso junto con las interrogaciones.

Dijimos lo que Sophia nos pidió y fue que Dove quería regresar a su
casa porque había tenido una discusión boba con Caebrán y no me
sorprendió cuando Jake lo corroboro, aunque ella no tenía ni idea de
lo que había sucedido.

Salimos de la comisaria tan rápido como entramos mientras


recibimos disculpas por las molestias que nos causaron y fuimos
escoltados de regreso a la mansión mientras pregunte por Marta lo
que hizo que el Sheriff sonriera diciendo que estaba bien, un poco
conmovida por la inesperada muerte de Dove lo que me hizo
preguntarme si ese hombre tenía presente lo que sufría su hija y si
era así, ¿por qué no la había internado antes?

Como siempre, preguntas sin respuestas que me encargaría de


conseguir porque en este pueblo al parecer, nada es lo que parece
en realidad, todos tienen pasados oscuros que conectan todos.

Tuve que aguantar las miradas burlonas de Ángel durante un corto


tiempo y no compartí ni una sola palabra con los hermanos.
Solamente entre a mi habitación, me di un baño, me depile y
humecte mi piel mientras recordaba la sangre caliente en mis manos
con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

Me maquille, me encargue de conseguir un abrigo que tapara los


rasguños que Dove me había dejado en los brazos para defenderse
inútilmente y cubrí el golpe en el pómulo con maquillaje.

Abrí la puerta de mi habitación y ya estaban esperándome para ir al


funeral en el cual asistiríamos todos menos Sophia, Teodora, Ken,
su esposa y Ángel. Entramos a la limusina y en silencio llegamos
aquí.

No hicieron más preguntas y actuaron como si no les importara que


hubiera asesinado a una persona, a la hija de su socio con
exactitud. Caleth ni siquiera pensó demasiado y cuando dije que "las
ratas debían morir" pareció fascinado al igual que su hermano.

Eso confirmo algo dentro de mí, al igual que vuelve a haber otra
confirmación al ver que Caleth actúa como si no supiera que la
verdadera asesina de la hija de Rodrigo está detrás de él mientras
soy tan cínica y bajo la mirada de todos, me acerco a Rose y le doy
un corto abrazo que ella acepta.

—Lamento mucho la perdida — suelto mientras beso su mejilla y


ella me mira como si quisiera buscar algo en mis ojos.

—Ahora tendrás el camino libre —soltó cuando estaba a punto de


separarme, tan bajo para que nadie, ni siquiera los que estaban
detrás de ella la escucharan y no pude evitar hacer una sonrisa
torcida mientras me relamía los labios con diversión.

—¿No lo tenía ya? — pregunto con burla y ella no tiene ni ánimos


para responder, solamente se da la vuelta mientras mira al padre
que observa todo desde un pequeño escenario al lado de una urna
de color dorado, cerrada.

—Empiece la misa, necesitamos pedir por el alma de mi hermana —


pide y por cómo suena, todos se voltean y dejan de prestarle
atención a lo que hacemos para escuchar al padre que pide que
comience el coro celestial de la iglesia.

Observo todo sin moverme, escucho como Rodrigo habla con


Caleth y siento una mano en mi cintura que ni siquiera me
sobresalta porque sin mirar, reconozco de quien se trata.

—¿Observando el sufrimiento que has causado? — pregunta


Caelus con burla clara en su voz y ni siquiera lo miro, continuo con
la vista fija en el padre que pide por el alma de alguien que no
merecía diciendo que murió de forma injusta sin saber realmente
cómo fue.
Me divierte que actué como si le importara realmente ser el
intermediario de un alma que dejo de existir en el momento exacto
que le saque el corazón, los ojos o cuando le corte la cabeza y me
pregunto cuánto habrá cobrado para estar aquí, fingiendo algo por
alguien que jamás conoció mientras los que observan y piden por
ella, no son más que unos hipócritas que están aquí solamente para
conseguir algo, sea apoyo, reconocimiento o una alianza porque el
mejor momento para aprovecharse de alguien es cuando está débil,
sufriendo y con una gran pérdida.

—Observando lo superficiales que son en este pueblo— respondo


finalmente mientras suelto un suspiro teatral.

—Es divertido.

—¿Qué con exactitud?

—Ver la cantidad de mentiras que se dirán aquí y la falsedad de


todos los presentes a los cuales no les importa realmente la muerte
de Dove.

El padre pide juntar las manos y lo hago, haciendo que Caelus me


observe con una ceja levantada mientras le doy una sonrisa de boca
cerrada.

—Igualmente pidámosle a Dios por su alma.

Cierro los ojos.

—Dove debe estar revolcándose en el infierno — suelta y sonrío


antes de abrir mis ojos cuando el padre lo pide.

—Me gustaría ver eso, además, creo que se lo merece —respondo


cuando comienzan a rogar por el perdón de Dios para cada uno de
los pecados de la difunda Dove.

También lo hago, repito las oraciones mientras Caelus no deja de


mirarme y sonreír con burla mientras noto varias miradas puestas en
mí, incluyendo la de Rose al ver lo que hago mientras contengo las
ganas de reírme.

—...Que Dios tenga el alma de Dove entre sus manos y le permita


entrar en el cielo, amén — repito las palabras del sacerdote y sonrió
mirando a Caelus que rueda los ojos.

—Acabo de conocer otro nivel de cinismo — suelta mientras ambos


nos giramos y comenzamos a caminar hacia donde están unas
bancas, libres del gentío y el olor a incienso.

—¿Sorprendido? — pregunto mirando el césped.

—Un poco, jamás pensé que harías eso y ahora simplemente me


sorprende y me intriga a la vez —responde— Es algo así como un
sentimiento agridulce dentro de mi pecho porque... ¿qué más
ocultas, Lucy? Eso es lo que todos nos preguntamos.

—¿Todos o solamente tú? — pregunto con cierta burla cuando me


cruzo de piernas observando como Rose se despide del cuerpo de
su hermana, colocando una rosa roja en la urna y llorando
desconsoladamente mientras Joseph la retiene.

Jake está al lado de su madre observando todo en su debida


distancia mientras Caleth, Camille y Rodrigo están al frente mientras
Irene está sentada en una de las sillas, alejada.

Bajan la urna y la entierran mientras el padre hecha agua bendita y


Rose llora, grita y se desgarra la garganta soltando que nada será
igual sin ella, que nunca pudo despedirse y que prefiere mil veces
ser ella la que está en esa caja, la que estuvo en el auto haciendo
un show que entretiene a todos sin lograr producirme nada, ni
siquiera cuando cae al suelo mientras se niega a aceptar que debe
decirle adiós.

«Sé que no finge» Pero eso no quiere decir que me importe lo que
sucede o no en realidad, cuando acabas con la vida de alguien
debes suponer que no solamente le causarás daño a esa persona,
destruyendo su vida, robándole el último aliento, sino que el peor
daño se lo harás a sus conocidos, a sus familiares, a las personas
que no se imaginaban que perderían a un ser querido.

Ese es el verdadero poder que tienes en las manos, no solamente


es matar, hay más cosas detrás de ellos, una ciencia más oscura,
unas razones que nadie entendería.

«Gozar el sufrir ajeno» Tener el poder de desestabilizar vidas, de


cambiar el final de una historia, de convertirte en un dios, de hacer y
deshacer a tu antojo.

—Creo que sabes las respuestas a esa pregunta, Lucy— suelta


Caelus luego de un largo tiempo y levanto la comisura de mi labio
mientras no dejo de observarlo.

Sus ojos azules brillan mientras me observa con la misma atención


que le doy.

—Quizá solamente fue un accidente — lo miro — Un pequeño


accidente del cual no me arrepiento en lo absoluto.

—No soy estúpido, Lucy — se levanta mirándome desde arriba y me


relamí los labios porque eso era algo que supe desde la primera vez
que lo vi— No intentes engañarme porque, así como sé que intentas
buscas respuestas, eso mismo haré yo después de lo que sucedió.
Ni siquiera muestro algún signo de alarma al escuchar sus palabras
porque era algo que contemplaba después de todo.

—Espero que cuando lo descubras, lo entiendas por completo —


respondo con la mirada al frente — Hay cosas que son más
profundas de lo que parecen y detrás de pequeñas acciones, hay
una gran historia que se niegan a contar.

—¿Eso significa que voy a sorprenderme?

—Eso significa que tal vez no te lo esperes.


—Entonces veremos quién huye finalmente de quién — me mira con
atención — Porque solamente voy a decirte una cosa, Lucy; no
esperes que te dejemos libres luego de esto.

—¿Ahora soy una prisionera? — pregunto con burla y él rueda sus


ojos, desordenándose el cabello negro espeso haciendo que los
músculos de su pecho se peguen a camisa blanca de su traje,
resaltando lo trabajado que es su cuerpo, aunque no es como
Consus.

Caelus puede ser el segundo en trabajar tanto su cuerpo porque


tiene los músculos correctos en los lugares correctos mientras su
hermano mayor es más voluptuoso, él es más delgado, pero eso no
quiere decir que deja de lucir irresistible o apuesto.

Sus ojos azules le dan un toque de dulzura a las facciones maduras


de su rostro, el cabello negro siempre lo lleva desordenando, un
desastre de hebras que muchas veces están en su frente y la
palidez de su tez sin una marca de acné solamente demuestran que
es más perfecto físicamente de lo que podría ser realmente.

—Nunca podrías ser una — se oye tan sincero que no puedo


explicar la explosión que siento en mi pecho al escucharlo — Pero
eso no quiera decir que te soltaremos porque poco a poco nos
damos cuenta que es más que atracción sexual.

—¿Se enamoraron? — pregunto con una sonrisa y los ojos le brillan


mientras se desordena el cabello y mira al frente.

—Disfruta el funeral y evita matar a otra Bush por un arranque de


rabia — se burla y antes de que pueda responder, comienza a
caminar dejándome ahí mientras observo cómo se reúne con sus
hermanos mientras Crono se aleja a fumar un cigarrillo mientras me
relamí los labios admitiendo dentro de mí que, definitivamente las
cosas no serían tan fáciles después de todo.

Cada acción tiene su consecuencia y aunque me niegue a admitirlo,


solamente oprimí el botón de sospechas posiblemente
complicándome el juego, aunque solamente empeoraría las cosas o
las haría aún más divertidas.

No podía esperar que se quedaran tranquilos o que no tuvieran


sospechas sobre mi luego de lo que hice, no ellos, no
definitivamente cuando parecían tan familiarizados con mi
naturaleza, cuando actuaban así y eran literalmente así, cuando
cargaban el mismo gramo de belleza que corría por sus genes como
los secretos así que sencillamente, era estúpido esperar que luego
de lo que hice, ellos actuaran indiferente.

No después de que demostré un poco de lo que soy capaz, dejando


en claro que, detrás de las caras bonitas y auras angelicales, se
esconden los peores demonios que han existido en el mundo
aunque ciertamente no sé si ellos se lo esperaban o no.

Lo cierto es que, ahora debo saber jugar con las cartas y fijo la vista
en la próxima persona que voy a aprovechar, porque pienso ganar si
o si este juego, descubrir todos los secretos que oculta este pueblo.

Comenzando por la chica del cuadro familia de los Bush.


Capítulo 56 (*)
LUCY

Mis ojos se concentraron en los estudiantes que entraron a la


cabaña en fila, unos detrás de otros mientras la Señora Cox estaba
junto a Marta, hablando con un Caleth Fairchild en traje, mientras
sus hijos estaban detrás de él con el rostro en blanco.

Parecen hablar sobre algo muy importante, la Señora Cox quien es


la directora del Colegio asiente mientras entrelaza su mano con la
de su hija que en ningún momento me da una mirada mientras a su
vez, tres sirvientas de la mansión entran con arreglos florales que se
colocaran en la sala junto con el cuadro gigante de una foto de Dove
que Rose se encargó de conseguir para rendir en su honor.

«Han pasado dos días desde su partida». Pero el directivo del


Colegio fue claro al decir que no iba a pararse por nada, ni siquiera
la muerte de uno de sus socios. Es así como al parecer funcionan
los Colegios que se encargan de sacarles el máximo provecho a sus
estudiantes.

Jake está en una esquina, hablando con Caelus mientras agita sus
manos al aire mientras tienen una aparente discusión que no
despierta ninguna curiosidad en mí, en la esquina donde nadie
parece de percatarse de lo que sucede entre ambos.

Todos llevamos el uniforme oficial del Colegio, todos, absolutamente


todos y mi cabeza evoca el recuerdo de la primera vez que vi a
Crono con él, saliendo de su habitación al segundo día de haber
llegado al pueblo.

«Parece mentira que el tiempo pase tan rápido» Ya estamos a


principios de septiembre y recuerdo perfectamente que llegué a
Hiverdele en enero. Mis ojos evalúan todo, Caleth se da la vuelta y
se despide de todos porque por motivos de trabajo que desconozco,
tendrá que partir a Washington D. C. esta misma tarde o es lo que
escuche mientras veníamos en el camino.

Me regala una pequeña sonrisa antes de adentrarse al auto donde


el chófer le cierra la puerta y él simplemente se coloca unos lentes
negros aviadores y navega en su teléfono, concentrando la vista en
el mientras el motor ruge y el auto se pierde de vista por los
bosques y la calle de asfalto.

Se escucha un bullicio adentro de la cabaña. Crono se aleja


mientras enciende un cigarrillo que se lleva a la boca, Consus,
Cristian y Caebrán desaparecen entrando a la cabaña, Joseph
observa desde la puerta a Jake hablar con Caelus y cuando ambos
terminan, ella mira a su hermano con los ojos entornados
caminando en zancadas hacia él dejando a Caelus parado con una
sonrisa torcida en los labios mientras pienso que jamás me he
puesto a pensar exactamente qué son o qué fueron ellos dos.

Hay algo que me hace mirar a Caelus mientras intento entender qué
hubo entre él y Jake para que en algunos momentos sienta que
tienen una conexión extrema, esa que jamás le había visto con
alguien más, como si fuese muy íntimos, como si ocultaran algo
entre los dos que los une y la espinita crece cada vez que veo que
Joseph se siente amenazado cuando ambos están juntos.

«Como si temiera que algo suceda entre ellos»

Ni siquiera me sobresalto cuando siento la presencia detrás de


alguien atrás de mí haciendo que salga de mis pensamientos
mientras me pregunto internamente si no se cansa de sonreír con
sorna, como si todo lo que sucediera fuese extremadamente
divertido para él.

Él.

Sus ojos negros se concentran en los míos. Tiene el cabello


azabache desordenado, la piel pálida brillando bajo el poco de sol
que deja ver las nubes en el cielo y es el único que utiliza una ropa
distinta al uniforme, marcando alguna diferencia en el lugar como si
su físico o su mera presencia no fuese ya difícil de sobrellevar.

—¿Evaluando a las personas, Lucy? — pregunta con burla mientras


me examina y noto por el rabillo del ojo como Jake y Joseph
también entran a la cabaña. Caelus me mira un poco antes de
girarse y caminar hacia Crono que está al lado de un gran árbol de
roble, recostado fumando mientras tiene la mirada perdida y dejo de
mirarlos a ambos cuando me concentro en la otra persona que me
resulta curiosa.

No le respondo, pero él sí que me está mirando a mí.

«Ángel»

Ángel Fairchild me mira enarcado una ceja mientras observo cada


una de sus facciones, sé que quiere decirme algo porque lo
traduzco cuando me mira así y tampoco lo oculta aunque
perfectamente puede hacerlo, así que finalmente, cuando
relamiéndose los labios, suelta no muestro ninguna expresión de
asombro y el no intenta maquillar lo que dice:

—¿Cómo te sientes al respecto con lo que hiciste?

Lo miro enfocando mis ojos azules en él y esta vez sí decido


responder mientras me mira como si fuese un idiota, como si no
quisiera descubrir algo y como si yo no fuese tan inteligente para
descubrir sus intenciones mucho antes de que lleve a cabo su plan.
Suelto un suspiro porque puedo leerlo con claridad ya que resulta
tan transparente como el agua para mí en algunas cosas como
estas o es que simplemente no se molesta en ocultar lo que desea.

Sea lo que sea, sé que no puedo bajar la guardia con él porque no


puedo subestimarlo ni subestimar a nadie con exactitud porque las
personas son como una moneda y cada una tiene dos caras. Unos
saben utilizarlas, le sacan provecho a eso y otros no saben las que
las tienen, no saben explotar el potencial y a esos, es a los que hay
que tenerles más cuidado.
Me encojo de hombros, restándole importancia, aunque desde luego
que la tiene.

—No puedo andar lamentándome por algo que hice— es lo único


que respondo.

—Entonces no te arrepientes —saca la conclusión y comienzo a


caminar hacia la puerta cuando la profesora de Artes y Cultura
Social sale a pedir que todos los que están afuera, entren porque el
acto está por comenzar.

— ¿Me ves cara de arrepentida?— suelto. Lo estaría si tuviera que


estar encargándome del cuerpo pero desde luego que no lo hice
porque ellos se hicieron cargo como si se tratase de comprar una
camisa nueva para una amiga en navidad y él sonríe de medio lado
dándome esa sonrisa característica que me hace sentir su nombre
como algo completamente absurdo.

«Ángel, pero de eso no tiene nada»

Suelta una risita.

Pasamos el marco de la puerta y ni siquiera me sorprendo de la


cantidad de alumnos que hay. El lugar es tan grande que no parece
una cabaña familiar y la foto gigante en la pared de Dove que da
directo a la cocina me hace sonreír de manera inconsciente porque
bueno, es como si ella misma estuviera viendo el lugar donde murió.

Trato de no pensar mucho en ello. Dove murió, ella murió por un


accidente de auto donde tristemente ocurrió una falla mecánica que
la llevo a un incendio donde no pudo salir y quedo calcinada
dentro... desastroso y se escucha tan horrible como lo que
seguramente fue para ella y para cualquier persona que se vea en
su misma situación.

La cara de Rose me da jaqueca porque sé que no está actuando,


ella luce tan destruida por la muerte de su hermana que casi me
siento mal por ella, casi. Joseph se acerca a ella porque es su deber
actuar como un buen novio-prometido falso delante de todos, le dice
algo a lo que ella solamente asiente como un robot mientras Jake se
acerca a mí y a Ángel que luce tan callado, cosa que no me hace
bajar la guardia porque sé que eso solamente significa que está
planeando algo pero me muestro tranquila, recibiendo a mi amiga
que se sienta a mi lado porque estamos en los primeros puestos,
exactamente donde los Fairchild y sus amigos cercanos pueden
sentarse mientras los otros deben estar seis pies atrás.

«Nada clasista por su puesto». Pero para sorpresa mía, la misma


directora, madre de Marta fue la que decidió que así estuvieran
distribuidas las sillas, como si hasta en eso fuese necesario dejar en
claro las distintas clases sociales que habían, en este pueblo.

La ceremonia comienza, todos se quedan en silencio mientras le


prestan atención a la Señora estirada que mira a su hija que está al
lado de Rose y Joseph, con la mirada perdida mientras me pregunto
lo mismo.

«¿No lo sabrán?»

—¿Qué tal el duelo, Jake? — se burla Ángel mirando a Jake y la


rubia se relame los labios, mirándome de reojo.

—...Las personas aquí presentes queremos que el alma de Dove


Bush descanse en paz, que su familia consiga el duelo que necesita
y especialmente quiero que todos recordemos a Dove como lo que
era; una persona feliz, llena de buena vibra, inteligente, carismática,
gentil y con una vida larga por delante que murió injustamente... —
la madre de Marta continua y...

—Es triste que la supuesta falla mecánica que todos creen se haya
llevado su vida sin avisar antes— me mira Jake mientras habla por
encima de la voz de la Señora Cox solamente para que nosotros
dos la escuchemos y Jake continua: — Igualmente no creo lo que
dicen y me parece que, a pesar de ser una persona difícil, Dove era
fuerte y no merecía morir por una estupidez.
Una gran indirecta.

No digo nada, actuó como si no supiera que me está señalando,


ninguno de los cinco está presente y la directora le pasa el
micrófono a Rose que se acerca seguida de Joseph.

Agarra el artefacto con fuerza mientras pasea la vista por todo el


lugar, está nerviosa, se nota tanto. Da un paso hacia al frente,
Joseph se coloca a su lado como si le estuviera dando apoyo de
alguna manera lo que me hace observarlos con atención, Rose
vuelve a apretar el micrófono, seguramente no puede creer que esté
sucediendo esto, ella a punto de hablar sobre la muerte de su
hermana, muerte que no se esperaba por su puesto ni pensaba que
estaba tan cerca, el hecho de hablar sobre algo intimo delante de
todos, personas que son tan superficiales que no les importara
realmente lo que vas a decir pero tienes que hacerlo. Me ves,
aprietas el micrófono, te veo también y sonríes y saludas a todos
aparentando ser fuerte, aunque tu voz se escucha quebrada, te ves
tan fresca, clara y lista pero tus ojos solamente demuestran lo
destruidas que estas, muerdes tu labio inferior y...

—No tengo palabras para explicar lo que siento en este momento,


esto solamente me hace sentir... una lluvia de contradicciones
dentro de mí para ser exacta. Seguramente ustedes no conocieron a
la Dove que yo conocí, pero, —pestañea como si tratara de
contener las lágrimas, Joseph se coloca más cerca, le da una
sonrisa pequeña que la hace sonreír de manera ligera también y
Jake se coloca tensa a mi lado mientras Rose continua: — Ella era
maravillosa, inteligente y una persona muy fuerte que sacaba ganas
para luchar día a día sin importar el infierno que pudiera estar
viviendo. Era mi ejemplo a seguir, mi mayor orgullo, mi hermana y
sé que nadie está preparado para dejar a la persona que tanto
quiere, decirle adiós y todas esas cosas, pero sé que a Dove no le
gustaría verme así. Me imagino lo molesta que estaría al ver que
estoy destruida por su partida, ella solamente querría que siguiera
con lo que ella había comenzado, que les recordara a todos que
Dove Bush era maravillosa con un excelente estilo de la moda
porque así es que quiero que recuerden a mi hermana: como la
persona genial que pocos tuvieron el placer de conocer, esa
persona que no merecía morir tan joven sin siquiera cumplir la mitad
de sus sueños pero bueno, la muerte es tan pero tan injusta que...
no podemos nunca luchar contra ella.

Rose solloza y le entrega el micrófono a Joseph que lo recibe de


inmediato con el rostro en blanco. Se siente lo emotivo de sus
palabras, que le duele la pérdida de su hermana y Jake suspira
mirándome de reojo como si quisiera decirme algo, haciendo que
Ángel suelte una pequeña risa que solamente nosotros podemos
escuchar.

—Así es como la vamos a recordar, Rose— la directora sonríe —


Ahora quiero recordarles que el itinerario será el siguiente;
tendremos la primera exposición en media hora, el grupo será el de
Marta Cox, Dorian y el resto de los estudiantes, prepárense y nos
vemos en un rato.

Todos aplauden, ella apaga el micrófono y todos se levantan


caminando hacia las habitaciones, nos quedamos solos, los chicos
aparecen por el pasillo, Rose se va con Joseph detrás de la
directora y noto como Jake intenta levantarse para ir detrás de ellos,
pero...

—Eso sí que sería muy predecible— la miro enarcando una ceja y


no me importa en realidad que Ángel este pendiente de todo esto—
¿No te da miedo que Rose sospeche en algún punto?

—Ella no va a sospechar nada.

—¿Segura? — insisto y...

—¡No puede sospechar nada porque nada está sucediendo!

Levanto las manos dándole una sonrisa boba que la hace mirarme
con los ojos entornados.
—No era necesario que te alteres, Jake Jake.

Ángel suelta una carcajada al escuchar mi tono y los chicos se


acercan sentándose en las sillas que les correspondían, pero las
arreglan para que se haga un pequeño círculo entre nosotros. De
reojo varias de las chicas del salón de Cristian, cuchichean
observándonos desde la esquina y cuando Ángel les da una sonrisa
y ella se ríen como si eso fuese lo suficiente para conquistarlas.

—¿Qué sucede? — pregunta Caelus y me encojo de hombros


mirando a la rubia que sigue mirando de vez en cuando el lugar por
donde se fue su hermano.

—¿Qué sucede de qué? — me hago la desentendida.

— ¿Dónde estaban ustedes? — Jake pregunta arreglándose en la


silla, cambiando el tema.

—Haciendo cosas — responde Cristian con una sonrisa en los


labios y Crono está mirándome a mí solamente mientras Consus
está navegando en su teléfono, Caebrán observa todo al igual que
Caelus y Ángel sigue coqueteando de forma leve con las alumnas.

—Es toda la información que está buscando— Jake rueda sus ojos
y Cristian sonríe, esplendido.

—De nada, Jakeline, recuerda que siempre a tu orden.

—¿Se nota que algunas veces que Cris es un odioso? — Ángel ríe y
Jake rueda sus ojos.

—Creo que deberíamos comportarnos aquí.

—¿Por qué? —inquiero queriendo entender de lo que habla y ella


sacude su cabeza.

—Dove murió y nos estamos riendo.

—Ahora eres muy recta...— Ángel se vuelve a burlar.


—Le tengo respeto a los muertos, Ángel y creo que deberías hacer
lo mismo.

—¿Eso desde cuándo, Jake...? — Ángel continúa: — Porque


cuando me fui no te recordaba así o quizá es que hubieras preferido
que fuese otra Bush la que falleciera en ese pobre auto.

— ¡Cállate!

Todos reímos, incluida yo. Jake entorna los ojos, pero al final
termina riendo también porque no puede resistirlo.

El humor negro de ellos es contagioso y ni siquiera me preocupo en


la indirecta de Ángel que estuvo ahí, justo ahí y que solamente
había que sopesarla para prestarle atención. Jake no la niega, no
dice nada sobre eso y eso solamente significa que, está afirmando
lo que dice.

«Hubo otra muerte que los unió a todos»

Comienzo a prestarle atención a los pequeños detalles que tal vez


no parezcan importantes pero que desde luego si lo son y...

—Ya estamos siendo muy crueles.

Jake menea la cabeza.

—Es el humor de los millonarios; ser crueles, hacer bromas crueles


y aparentar como si eso fuese divertido — Ángel se encoje de
hombros mientras lo dice.

—Pero lo es — suelto, todos me miran.

—¿Presentaremos nuestro proyecto? — pregunta Caelus y todos


asentimientos mientras Ángel eleva una ceja haciendo una mueca
con sus labios.

—Por favor que no sea como el año pasado.


—¿Qué paso el año pasado? — pregunto — ¿Estudiabas aquí?

—Me fui oficialmente de Hiverdele el año pasado, pero del resto, mi


estadía aquí es muy intermitente porque siempre viajamos.

—¿Por qué es intermitente?

—Porque ocurren cosas feas siempre que llego a un lugar, es como


si tuviera un demonio detrás que me persigue para donde vaya—
usa un tono sombrío y todos ríen como si hubiese dicho la mejor de
las bromas, menos yo.

Se me queda mirando; Jake habla sobre algo con Caelus pero me


quedo estática en mi puesto escuchando todo, pero a la vez nada.
Es como si hubiera entrando en un trance mientras mi cabeza junta
cosas.

Hablan entre ellos tanto que no se percatan de que la hora


estipulada de la directora llega y todos los alumnos vuelven al salón.
Se sientan en sus puestos tomando debida distancia de nosotros
como si fuésemos una especie de privilegio y es que todos
LITERALMENTE, los ven a ellos así.

Me pregunto si solamente es el físico o por el dinero la especie de


fanatismo que tienen estas personas con ellos, aunque todo resulta
ilógico porque bueno... para estar aquí, los demás deben tener el
dinero suficiente para costear los gastos de este Dubái exagerado,
privilegiado, cerrado y en exceso con árboles de dólares, lo que me
lleva a pensar, que el resto de los habitantes tiene más dinero que el
promedio de las personas normales entonces... ¿por qué actúan
así?

Son cosas simples que son pequeñas, que hay que ser muy
observador como para descubrirlas, un ejemplo de ello es que Ángel
le gusta ser coqueto, carismático y con frases de doble sentido cada
vez que habla, pero por alguna razón, el Ángel de la llamada, el
Ángel que espié es completamente diferente.
Es como si la persona que estuviera a mi lado fuese un joven Ángel
y el de la llamada fuese un adulto serio con problemas a la hora de
referirse a Marcus como lo hizo.

Entiendo que quizá para ellos, sea una rata porque asesino a la
mujer que idolatraba porque otro la tenía, otro de esa familia... ¿el
chico que me confirmo Crono ser parte de ellos?

Marcus se refiero a que ella estaba con otro hombre, su razón


principal fue esa, los celos lo consumieron como una novela clásica
de amor donde acababa con una muerte trágica y mi cabeza
solamente arroja una respuesta: Pruslas.

La incógnita numero dos mil.

La conexión número cuatro mil.

Me arreglo el cabello, cerciorándome que no se me haya salido


ningún cabello de la cola alta que hice con él y Marta entra a la sala
seguida de la rubia quisquillosa y otros chicos que había visto.

Sonríe.

Me da una pequeña sonrisa mientras encienden la pantalla gigante


que estaba en frente de nosotros desde que llegamos, porque la
sala rustica y elegante de la cabaña Fairchild se convirtió en un
salón de conferencias al parecer.

Los chicos están al lado de mí, arreglaron las sillas, rompiendo el


pequeño círculo, Jake no disimula como siempre cuando Joseph
entra seguido de Rose y que la peli azul tenga las mejillas rojas y los
labios hinchados no ayuda.

Puedo sentir la tensión que emana la rubia mientras prácticamente


le tira cuchillos por los ojos a su hermano y eso hace reír a Ángel
como si el sufrimiento ajeno es lo que le alimenta.
Maldito Ángel: una completa caja de pandora, un maldito enigma.
Quién lo diría, ¿verdad?

—Este será el primer vídeo del Articulo trece, mi hija y su grupo se


ha esmerado por crearlo y espero supere las expectativas como los
suyos— habla la directora y el grupo de Marta se queda en la
esquina con sus nuevos amigos.

Las luces se apagan, todos quedan en completo silencio, el vídeo


comienza, pero para ser sincera no le presto mucha atención porque
cuando Crono se levanta y me mira de reojo, me levanto también.

Enciende un cigarrillo que saca de su bolsillo y me da una última


mirada antes de comenzar a caminar hacia los pasillos, nadie le dice
nada ni a mí por la interrupción, así que solamente le doy una
mirada a Marta antes de ir detrás de él.

El pasillo esta desolado y solamente veo su ancha espalda perderse


mientras le sigo.

«Sé exactamente hacia dónde va». Me relamo los labios y aprieto


mis puños sintiendo mi corazón latir con fuerza contra mi caja
torácica como si pudiera predecir que algo malo está a punto de
suceder.

Hay recuerdos que siempre estarán en tu mente, no puedo hacerme


la ciega ante eso ni ante la lujuria latente que me hace tragar saliva
mientras salgo, cruzando la puerta y viendo la piscina donde lo hice
con todos a la vez.

Me relamo los labios y lo veo, de espaldas, mirando el agua de la


piscina con una expresión perdida mientras le da caladas al
cigarrillo. Ni siquiera pienso mucho, escucho el sonido de la puerta
cerrándose cuando la suelto y camino hacia él, el sol de la tarde
anunciando que la noche está por llegar y que la luna tomara su
lugar.
—Los imbéciles y ciegos siempre están desconcertados cuando se
restablece el orden del universo, cuando se les hace responsables
de sus maneras cobardes, pretenciosas y estúpidas de actuar —
suelta justo cuando llego a su lado.

Su voz ronca es como melodía para mis oídos, no respondo porque


no sé qué es lo que le ha hecho hablar tanto en una oración, pero él
continua, sorprendiéndome:

—¿Sabes lo irritante que es soportar a unos estúpidos lame-botas


estar detrás de nosotros solamente por ser quiénes somos? Algunas
veces me dan ganas de estrangularlos o sencillamente ir y hacer
algo que acabe con mi sufrimiento de una vez.

—¿Qué es eso?

—Meter un tenedor en el tomacorriente tal vez y así acabar con


todos los problemas.

—Siento que ahogarse en la bañera sería algo más dramático—


suelto y me mira de reojo antes de botar el humo del cigarrillo.

—Dramático es morir calcinado en un auto.

—También que te asesinen en un acantilado y que hablar sobre tu


muerte sea como invocar al diablo en persona y verlo— sonrió
porque obtengo su atención de inmediato.

«Bingo»

La indirecta está ahí, que la tome quien sienta que es para él y...

—Podrías ser más directa y preguntar.

Respuesta simple y que esperaba, pero sé que no podría ser tan


fácil. No con ellos, no con él.

—¿Me darías respuestas?


—¿Las quieres?

—¿Por qué uno pregunta, ¿eh? — contraataco y sonríes. Me das


una sonrisa, dos en un corto lapso de quince minutos y eso es...
interesante.

Siento como si algo hubiera cambiado, lo sentí desde que lo besé


justo después de haber acabado con la vida de aquella rata, lo
corrobore con las miradas que me dabas en el funeral, durante el
camino y ahora... es como si lo estuvieras afirmando sin que tuviera
la necesidad de afirmar.

Él habla.

—Existen cosas que es mejor tenerlas justo donde estabas— vuelve


a mirar la piscina, como si el agua cristalina fuese la cura para el
cáncer justo delante de tus ojos, en este precioso momento y hasta
pienso que te vas a callar, pero continúas: — ¿Sabes que la
curiosidad es mala? Ya lo sabes, ya te lo dije y hablas tanto que me
dijiste que no te daba miedo quemarte, que querías conseguir lo que
te proponías o al menos eso me disté a entender, pero... Ahora
puedo creerte, puedo entender tus palabras mejor...

— ¿Y eso significa qué...?

Bota el humo del cigarrillo.

—Que quizá podrías comprender algunas cosas o que podemos


explicártelas en su debido tiempo.

«Pero quiero saberlo ahora»

Se acerca un poco. Me observa como si estuviera analizándome y


para ser sincera, lo he estado haciendo con él desde que cruce el
umbral de la puerta.

—Seguramente no entiendes de qué hablo—suelta y su aliento a


nicotina y menta choca contra mi rostro junto con su colonia — Pero
cuando entiendas todos los puntos, sabrás toda la historia.

—No ayudas en nada— hago un puchero falso en mis labios.

—Cuando entiendas todo... Esas palabras son más importantes de


las que crees — vuelve a mirar la piscina— Es mejor que no creas
mucho en los rumores, que descubras las cosas por ti misma y al
final podremos ver si tanto eres la curiosidad que matara al gato en
la historia, Lucy.

«Porque para lo que a otros puede parecerle simple, a nosotros no y


eso es lo interesante justo como lo que sucedió la noche que
llegamos aquí— sigue mirando la piscina — Las cosas que hicieron
llevar todo a lo que paso finalmente, los factores que hacen las
cosas posibles como lo que paso con ese pobre chico.

Entiendo perfectamente de qué me habla y entonces caigo en la


realidad.

— ¿Mataron a alguien solamente porque me tocó?

—Se le corta las manos a todo aquel que toque lo nuestro— ni


siquiera me mira cuando lo dice, sigue perdido, fumando,
aferrándose al tabaco como si al final no fuese un veneno silencioso
— Se le saca los ojos al que tenga la osadía de mirar lo que nos
corresponde, se le queman los labios al que te toque con ellos, se le
corta la lengua al que ensucie tu santo nombre porque eres nuestra.

«Ustedes son míos».

Se saca el cigarrillo de los labios y me da una sonrisa de medio


lado. No le respondo, no me escandalizo con lo que acaba de decir
y...

— ¿Te parece poético? A mí me gusta, Lucy.

— ¿Sí?
—Sí. Tanto como me gusta ver ese azul en tus ojos y como saber
que cada vez te acercas más a la verdad — sus ojos verdes son tan
claros, pero podría jurar que ocultan tantas cosas — Y si sigues así
vas a descubrir que lo que sucedió en el acantilado no es nada
comparado con el resto porque hay más cosas que nos unen a
todos de las que parecen.

Sopeso todo y no respondo. No porque no merezca una respuesta,


sino es que ha dicho suficiente y tampoco quiero parecer intensa.
Las cosas me las voy a conseguir por mí misma y solamente me
acaba de ayudar, lo sé, es inteligente y sabe que me acaba de
confirmar que lo que sucedió en el acantilado, la muerte de
Katherine los unió, pero aún quedan preguntas.

¿Quién era ella? ¿Qué significaba ella? ¿Qué razón tenían para
matarla...? ¿O es Pondra? Un pecho porcentaje dentro de mi
cabeza afirma que quizá, en los casos más locos Pondra haya sido
la que murió en el Acantilado, pero nada de eso tendría sentido...

¿Pondra es la chica del cuatro? La pregunta muere en mi cerebro,


pero queda ahí, como una pequeña espina. Miro a Crono, me
relamo los labios me giro sobre mis talones cuando escucho el
sonido del tintineo del metal anunciando que alguien ha llegado
hasta aquí, mis ojos evalúan y consigo a Marta mirándome con los
ojos perdidos como cada vez que está a punto de tener un colapso.

Recuerdo la sangre que vómito, recuerdo que la llevaron a su casa y


recuerdo la vez que mancho la foto de mi madre junto a mí en mi
niñez cuando ella misma se lastimo en un arranque de locura, la
única foto que tenemos juntas mi madre y yo, el único recuerdo que
tengo de ella, que es solo mio y que Marta mancho de sangre, lo
ensucio, lo profano y lo descubrió por un mensaje que alguien
desconocido le envió.

Recuerdo también que últimamente he pensado mucho en ella:


«Mamá» He permitido que entre en mi mente, he sentido y
recordado su aroma, su sonrisa, el tono de su voz... Lo permití
solamente porque la situación lo ha a meritado y no me siento feliz
con eso.

Siento como Crono también voltea y agarro a Marta del brazo


cuando estoy delante de ella, no dice nada, no digo nada y
caminamos hacia una de las habitaciones en silencio y no he
cerrado la puerta cuando comienza a llorar golpeándose la cabeza
con las manos, pero esta vez hay algo diferente.

Veo cómo se cae un papel de sus manos.

Queda entre abierto permitiendo ver lo que dice y me quedo estática


viendo las letras rojas que están escritas en una caligrafía perfecta.
Marta cae al suelo y parece que no puedo moverme porque no dejo
de leer el texto sintiendo mi corazón latir con fuerza.

¿Pero qué mierda...?


Capítulo 57 (*)
LUCY

El poder de las palabras es tan genuino, algunas pueden alegrarte


tanto y otras... destruir lo que tanto te costó conseguir en simples
segundos.

Me relamí los labios, escuchando ese familiar sonido en mis oídos


que solamente deja en claro algo: «Colapso».

Un colapso que no puedo permitirme en este momento, por


supuesto, pero existen cosas que siempre te van a perseguir y
huyendo, llorando y teniendo un berrinche sobre ello jamás
conseguirás algo con exactitud así que, ordeno a mi mente
mantener el control, algo que puedes hacer cuando te conoces, te
estudias y sabes tu potencial.

Con la vista nublada, me agacho, obligándome a dejar de temblar y


tomo el papel entre mis manos, aplastándolo con toda mi fuerza, lo
escondo en mi sostén y con la otra tomo a Marta, levantándola y
acostándola en la cama. Se sigue moviendo, como si tuviera un
ataque de epilepsia, coloca los ojos en blanco, sigue golpeándose,
se rasguña y le doy una bofetada colocándome arriba de ella.

Inmovilizo sus manos, ella intenta morderme, golpearme, balbucea,


sus ojos cafés lucen dilatados, pero al final se calma o al menos
deja de agredirse a sí misma luego de que repito su nombre varias
veces como si eso fuese una especie de tranquilizante que la saca
de su estado, pero aún sigue en el suelo. Se mira las manos con
horror al ver su misma piel en sus uñas y sus labios hacen una línea
recta mientras parece que va a llorar, pero por alguna razón no lo
hace.

«¿Qué tan jodidos hay que estar para lastimarte a ti mismo?»


Comienzo a darme cuenta que las enfermedades que la llevan a
estar así son peores de lo que pensé y por eso debo pensar con
más claridad para no pasar cosas por algo como estas porque no
puedo permitirme quedar vulnerable.

Mi cabeza me recuerda el error que cometí al reaccionar así por


unas estúpidas palabras, pero no puedo reprocharme tanto porque
sencillamente... no lo esperaba.

Pero el factor sorpresa siempre será el peor de todos y no puedo


permitírmelo, no cuando las cosas parecen ser más serias de lo que
pienso o de lo que parecen.

Su pecho se mueve con fuerza y cuando sus ojos encuentran los


míos, pasa lo que tanto esperé:

Llora.

Llora y la traigo a mi pecho mientras susurro que todo estará bien,


tratando de calmarla. Acaricio su cabello y ella se aferra a mí,
abrazándome con fuerza para que no me aleje por nada del mundo
mostrando lo vulnerable que es en este preciso momento.

Me relamo los labios, Marta llora contra mi pecho y yo sigo


acariciándola porque no puedo permitir que tenga otro ataque, no
ahora y en especial, no cuando desconozco qué es lo que los
detona.

Otro de las cosas que se han convertido en mi problema porque lo


que he pensado que resulto ser una casualidad, es mucho más que
eso porque Marta parece saber más de lo que parece o la persona
que la manipula también.

«Porque al parecer no soy la única investigando y queriendo


descubrir los secretos»

Sé que necesita su espacio y esa es la razón principal por la que la


consuelo en vez de preguntarle qué es lo que hace con exactitud
para terminar así. Sigue sollozando en mi pecho mientras cierro los
ojos, recordando las palabras que había en el pedazo de papel en
mi lengua materna.

Trato de alejar la angustia y la ira que me produce que otras


personas intenten sabotear mis planes y cuando Marta se aleja,
abro los ojos y parece que me están susurrando las mismas
palabras de pedazo de papel en el oído, porque me siento aturdida.

—¿Qué sucedió esta vez? — es lo primero que le pregunto. Marta


se limpia las lágrimas y me da esa mirada de cachorrito lastimado
que me hace entornar los ojos, pero no digo nada recordándome
que debo tener paciencia para conseguir lo que quiero finalmente.

Espero que todo en su cabeza vuelva a tener sentido, me hago a un


lado sentándome sobre la cama, bajándome de su regazo y ella se
abraza a sí misma, acariciando las lesiones que se hizo en los
brazos y en el cuello en medio del ataque psicótico.

¿Cuál es el detonante? La pregunta está ahí rondando en mi cabeza


y...

—Lo vi otra vez.

Levanto la mirada para concentrarla en la de ella.

—¿A quién?

—A él. Lo vi — me mira y vuelve a poner esa expresión que


fácilmente podría asustar a cualquiera.

No entiendo absolutamente nada de lo que dice y mi cabeza no


descarta que pueden ser alucinaciones, pero... hay algo que me
dice que es algo más.

Algunas veces los locos están más cuerdos que los normales y es
por eso que no lo descarto, no lo hago porque debo pensar en todas
las posibilidades para poder salir ilesa en todo esto, más cuando
ahora...
Admitirlo resulta más difícil de lo que pensé y me siento como una
estúpida al pensar que no tendría problemas porque toda causa
tiene su consecuencia, tarde o temprano.

—¿Y qué te dijo? — pregunto.

—Me pidió que lo hiciera — responde y la miro con un signo de


interrogación entre ceja y ceja porque cada vez que habla me
confunde aún más.

—¿Qué hiciste?

Marta rompe el contacto visual y se relame los labios resecos y


mordidos. Sea lo que sea que le sucede empeora cada vez más
porque cuando llegue a Hiverdele no estaba así y entonces las
dudas vuelven a surgir; ¿Su mamá lo sabe? y si lo sabe... ¿Por qué
no hará nada al respecto?

Abre la boca como si quisiera decir algo, pero se pasa las manos
por el resto como si estuviera en algún conflicto interno, pero me
acerco y le acaricio la espalda, cosa que la hace mirarme y consigo
tristeza y arrepentimiento en esos ojos cafés atormentados.

—La lastimé.

No muevo ni un musculo, sea lo que sea que está diciendo parece


llevarla al borde y espero lo suficiente para no ahogarla con las
miles de preguntas que invaden mi mente mientras lucho por
descubrir por sus expresiones si son alucinaciones o está hablando
con la verdad.

Alguna verdad retorcida en su cabeza por la enfermedad porque de


alguna manera su cerebro este ayudándola a mantenerla a flote por
alguna extraña razón.

—¿Por qué?

—Él dijo que tenía que hacerlo.


—¿Tenias qué?

Busco en sus ojos la lógica a lo que dice y...

—Si. Tenía que hacerlo por ti.

Me relamo los labios mirándola con atención.

«Ahí esta lo que necesitaba» Hay una persona detrás de esto, hay
una persona que le dio ese papel.

Una persona que sabe más de lo que debería y que está usando la
inestabilidad de Marta para salirse con las suyas.

—No quería lastimarla, pero yo... — solloza — No puedo negarme


porque él siempre consigue doblegarme y cuando me resisto
demasiado, ella viene detrás de él.

—Lo entiendo... — le doy una sonrisa compresiva mientras acaricio


su mejilla — Sé lo que se siente que jueguen con tu cabeza, pero
debes ser fuerte porque los débiles no resisten la oscuridad que hay
en el mundo, Marta y nadie estará para recibir la puñalada por ti
porque los que dicen estar contigo siempre, son los primeros que
intentaran dártela justo en el corazón para quitarte de su camino y
acabar contigo.

—Pero le hice daño...

Se limpia las lágrimas y la miro.

—Algunos daños son necesarios.

—No intentes justificar lo que hice.

—No puedo entender algo que no me dices.

Voltea a mirarme y hace una mueca mientras toma mi mano con la


suya temblorosa.
—La ensucié.

—¿A quién, Marta?

—Lo siento mucho, no quería hacerlo, yo... —menea la cabeza


mientras me da a entender que no me dirá absolutamente nada y
contengo las ganas de irme de aquí porque intentar consolarla no
me ayudara en nada, pero ella continua: — Pero no le digas a
mamá, ella y papá deben saber que estoy bien, que todo está
progresando... Solo es que algunas veces es difícil, ¿sabes?
Escucho tantas cosas que no sé a qué prestarle atención.

«¿Hablará de su enfermedad?» Acaricio su espalda, asiento


aparentando que la entiendo y que me importa lo que está diciendo
mientras lo único que quiero saber es que es lo que sabe con
exactitud y la razón que tiene para hacer como si no supiera nada.

Aunque hay otra posibilidad y es que quizá, las lagunas mentales


son más explosivas de lo que pensaba, lo que me complicaría un
poco más las cosas.

Comienza a temblar y la atraigo a mi pecho, abrazándola mientras


mentalmente me asquea lo inestable que es, lo manipulable que es
en este estado, siendo tan débil, siendo una presa en vez de un
cazador.

Me levanto y cuando me mira, le ofrezco mi mano que toma sin


dudarlo y comenzamos a caminar hacia el baño que esta
entreabierto, entramos y le doy una mirada.

La mirada que le hace soltar los brazos y me acerco, tomo el borde


de su camisa y se la saco estando en blanco cuando noto los cortes
recientes en su abdomen, cortes que están abiertos y sangrando.

No le digo nada, solamente proceso a desabotonar su pantalón de


jean y cuando voy a bajárselo, niega, impidiendo que lo haga y se lo
quita ella misma quedando en ropa interior.
Me acerco y le doy la vuelta desabotonando el sostén mientras el
plan que tengo en mente comienzo a llevarlo a cabo porque jamás
voy a actuar sin pensar en las consecuencias ni lo que voy a
obtener por hacer lo que hago.

Es por eso que en este momento soy lo que ella necesita, una
ayuda y sé que se siente sucia porque así se sienten las personas
que no se aceptan a sí mismas, que han sufrido y que se asquean
de ellas mismas.

Es tan fácil predecirlo, por eso me doy cuenta que la persona que ha
jugado con Marta la ha convertido a ella misma en su peor enemigo
y su mente no intenta protegerla, solamente es que así la
programaron y así actuara siempre dándole la apariencia de lo que
es.

Un completo caos.

Me relamo los labios y le doy espacio para que quede sin nada de
ropa, mostrando completamente su desnudez y señalo la regadera
que abro mientras ella entra y cierra los ojos.

No muestra ninguna expresión, es como si las heridas que ella


misma se hizo no le dolerían en lo absoluto. Busco jabón y
shampoo, se lo esparzo y comienzo a limpiar su cuerpo como si así
limpiara su alma.

Abre los ojos y me da una mirada que me dice miles de cosas, una
de ellas es que estoy acertando en el plan que construí en cuestión
de segundos, pero, aun así, me muestro seria en todo momento
porque Marta no quiere que la trate con lastima ni que le tema,
solamente quiere que la entienda y sea su compañía, cosa que voy
a hacer para conseguir lo que quiero y cuando termino de limpiarla,
ella misma se quita el jabón mientras le paso dos toallas que secan
su cuerpo y su cabello.

Salimos y busco un suéter que consigo en las gavetas de madera


que hay en la esquina derecha porque cada habitación de esta
cabaña tiene ropa extra por alguna razón, cosa que me dijo una de
las madres antes de venir aquí y cuando volteo, Marta ya tiene ropa
interior puesta y el mismo pantalón que tenía antes.

Le extiendo el suéter.

—Así nadie notará tus marcas — digo y ella se asiente con los ojos
llorosos.

—Gracias — dice y me encojo de hombros, restándole importancia


mientras la veo colocarse el suéter y regresar a la cama para
sentarse solamente dándome a entender que no recuerda lo que
tenía en su mano y dejó caer.

Pero yo sí lo recuerdo.

Me siento a su lado, no digo nada porque espero que ella lo haga.


Me encargo de estar tan seria que mi rostro no puede descifrarse
por ninguna razón y ella me mira queriendo entender qué es lo que
sucede por mi cabeza, pero es un enigma tan grande como lo es
para mí querer saber qué es lo que la conecta a ella con todo esto y
no sé porque la hija de la directora, la chica callada que sabia todo
sobre los hijos de la élite termino siendo más extraña de lo que
pensaba.

«Y uno de los hilos que conectan a todos en esté cerrado pueblo»

—Gracias por estar para mí. Sé que seguramente no entiendes


nada, la mayoría de las veces yo tampoco porque todo es tan
confuso en mi cabeza, pero quiero que sepas esto antes que
alguien te lo cuente por mi — suspira. La observo con atención sin
decir absolutamente nada y creo que esa es la principal razón por la
que se pasa las manos por el rostro como si la simple razón de
hablar o abrirse ante mi le costara muchísimo. Leo su rostro,
exactamente esas expresiones que me muestran lo confundida que
esta y termina por volver a suspirar antes de añadir: — Voy a terapia
cuatro veces a la semana porque sufro de lagunas mentales.
«¿Solo eso?»

—Es algo que casi nadie sabe... Además de que también tomo
medicación porque tengo pesadillas con algo que no recuerdo con
exactitud —se masajea la sien — Sufrí un evento traumático porque
mi mejor amiga murió y estaba ahí, pero no recuerdo nada de lo que
sucedió porque todo es borroso en mi mente, solamente sé que
llegue a la oficina de mi padre cubierta de sangre y con golpes en el
rostro que nadie puedo explicar.

La miro con atención mientras debato internamente si habla de


Katherine o de Pondra.

«Solamente necesito el nombre...»

—Aun lucho contra eso. Estuve retenida en un hospital mental dos


meses y ni siquiera pude asistir a su funeral y aun intento darle
respuestas a todo lo que sucede en mi cabeza porque no recuerdo
absolutamente nada de ese día, es como si me hubiera borrado la
memoria, como si mi cerebro quisiera aislar el recuerdo para no
enloquecerme...—ella hace una pausa como si recordar todo la
lastimara, o al menos recordar alguna parte de la historia.

Me quedo callada y ella continúa entonces:

—Katherine murió hace dos años y no recuerdo nada, Lucy, pero


yo... yo estaba ahí —hace una mueca, al mismo tiempo que se pasa
las manos por la cara con desespero mientras contengo la sonrisa.
«Sabía que era ella»: — Algunas veces recuerdo cosas, otras
simplemente alucino con su cuerpo en descomposición
persiguiéndome y luego pidiéndome hacer cosas que no recuerdo
después. La mayoría del tiempo, las lagunas me hacen lastimarme a
mí misma porque me da ansiedad saber que ni siquiera tengo
control de mi propia mente.

Me mira y simplemente asiento como si comprendiera todo lo que


dice o como si me importara ver el dolor que le causa no poder
controlarse a sí misma mientras una pequeña yo está en mi cabeza
bailando tango con estilo porque por primera vez desde que la
conocí, Marta Cox me ha dicho más de lo que creía y no me dejo
con dudas.

O al menos, no muchas.

Parece no recordar que cuando llegue, en el salón de clases se


refirió a Katherine muerta por los hermanos y que luego me dijo que
eran peligros, que debía alejarme de ellos como si... de alguna
forma culpara a los Fairchild por la muerte de Katherine.

Solamente tenía una encrucijada porque tenía dos vacantes para


ser la tercera chica en el cuadro familiar de las Bush:

¿Pondra o Katherine?

Entonces, cuando descubriera quien de ellas era la tercera Bush, tal


vez, solo tal vez podría entender la razón por la que Irene, la madre
de Rose y la difunta Dove, dio aquella indirecta en el funeral, pero
había algo que no tenía sentido.

¿Si Pondra era hija de Rodrigo por qué había salvado al asesino de
su hija?

Marta me abrazo haciéndome salir de mis pensamientos y le


acaricie la espalda sonriendo sobre su cabeza.

—Gracias por escucharme... y por comprenderme, Lucy.

—Eso es lo que hacen las amigas, ¿no?

Se alejó y me sonrió.

—Entonces me alegra ser tu amiga.

Volvió a abrazarme y no dije nada más. Mi cabeza estaba ocupada


haciendo teorías, descantando otras mientras seguía teniendo una
pregunta detrás de todo esto.
¿Quién era la persona que estaba detrás de Marta? ¿Qué razones
tenía para hacerlo y porque de pronto intentaban señalarme a mí
también?

Las palabras de la pequeña página mal recortada, palabras


insignificantes escritas en tinta roja solamente hicieron sentir un
poco de molestia dentro de mí y...

La puerta se abre y Caelus aparece con el cabello desordenado,


observando con atención la forma en la que Marta esta pegada en
mí, aferrada, como si quisiera que le trasmitiera la fuerza que no
tiene, la fuerza que gasto al decirme quizá lo que más le atormenta,
lo que le quita la fuerza que no tiene y posiblemente nunca tendrá,
pero algo toma el azul de él al ver lo que estoy haciendo.

No dice nada, simplemente entra y cierra la puerta detrás de él.


Marta se aleja un poco y se limpia las lágrimas que no sabía que
habían salido de sus ojos hasta que la veo y bajando la cabeza, se
levanta dispuesta a huir como una rata asquerosa que teme que la
aniquilen.

Se abraza a sí misma mientras pienso lo diferente que todo fuera


para ella si dejara de ser así, de dar lastima y ahogarse en un dolor
que no le traerá absolutamente nada, pero se comienza a alejar y...

—Marta —menciono su nombre logrando que me observe y Caelus


también mientras me relamo los labios soltando: — Si él vuelve a
aparecer, yo estoy aquí y puedo ayudarte.

Ella entiende automáticamente a lo que me refiero cuando me mira,


baja la cabeza y pasa por al lado de Caelus, abriendo la puerta y me
pregunto cuándo será el próximo ataque psicótico y qué es lo que
hará esta vez.

La puerta se cierra y simplemente me levanto dispuesta a salir de la


habitación, pero cuando estoy por llegar a la puerta Caelus me
agarra del brazo haciendo que choque contra su pecho y me toma la
parte trasera del cuello con fuerza.
—¿Qué crees que vas a hacer?

Sonrío mirándolo a los ojos porque está actuando tal cual espere
porque realmente no me importa ayudar a nadie a luchar contra sus
propios problemas porque nadie más que uno mismo puede
salvarse del mismísimo calvario, pero sabía que, si lo decía, iba a
tener una reacción así.

—Lo que me da la gana — respondo con una sonrisa llena de burla


y su agarre se hace más fuerte mientras me hace girar y me pega
contra la pared.

Los ojos le brillan y lo único que sé es que, él sabe algo porque


después de todo, las alucinaciones de Marta no son solo
alucinaciones y prácticamente me lo acaba de confirmar.

Comienza a tener sentido las advertencias de las madres porque


ellas no querían que estuviera con Marta no por el estatus social,
sino porque Marta es inestable y en algún momento, en medio de un
ataque psicótico o no, terminara contándome todo.

Hasta lo que no debería.

—No vas a ayudar a nadie

Me le burlo en la cara.

—¿Eso que escucho en tu voz es preocupación?

—Eso que escuchas es la clara advertencia de que hay cosas que


no te incumben y, por ende, deberías dejar de parecer dora
buscando los secretos en la selva.

Ruedo mis ojos, pero roza nuestros labios, pero no me besa


mientras empezamos ese duelo de miradas sin que él me suelte.

Parece ser tan ajeno a lo que en verdad quiero y es que, si antes


solamente era por diversión, ahora hay algo más que me incita a
descubrirlo todo mientras sigue sin importarme verdaderamente el
precio que tenga que pegar por ello.

—Si no hago eso, le quito la diversión a mi vida — confieso con una


sonrisa y me relamo los labios solamente para crear más tensión de
la que hay.

—Pero te estoy pidiendo que no lo hagas porque eso no es


problema de nosotros... — vuelve a hablar y esta vez sí parece que
me va a besar, pero...

—Y te estoy diciendo que haré lo que me dé la gana sin importar


que quieran o no.

Lo empujo para alejarme y la puerta se abre dándole paso a Ángel


Fairchild que luce completamente serio y lo único que dice es:

—Tenemos un cuerpo.
Capítulo 58 (*)

LUCY

No sé qué pensar.

Ni sé lo que hago con exactitud a continuación.

Solamente sé que Caelus me obliga a ir con el mientras Ángel luce


tan serio que me produce escalofríos y el hecho de que haya un
cuerpo me hace enderezar la espalda porque esta vez, no fui yo.

Recuerdo a Marta, pienso en lo que me dijo y tal vez, solamente tal


vez pienso que ella lo hizo, que asesino a alguien, pero...
¿exactamente a quién y por qué?

«—Él dijo que tenía que hacerlo.

—¿Tenias qué?

Busco en sus ojos la lógica a lo que dice y...

—Sí. Tenía que hacerlo por ti.»

Mierda, algunas cosas comenzaron a tener sentido en mi cabeza,


los engranajes de ella funcionando mientras intentaba buscarle el
lado lógico a todo esto, pero solamente tenía su nombre, su
expresión y la necesidad de saber quién era la persona que la
estaba controlando, que la hacía hacer estas cosas y.... qué era lo
que quería de mí también.

Apresure el paso, Caelus se desordena el cabello espeso y negro


otra vez, como si fuese una especie de tic nervioso que lo hiciera
controlar lo que siente y pasamos por el salón principal donde los
estudiantes del salón de Cristian están presentando su vídeo.
La madre de Marta está ahí y ella está a su lado, con la cabeza
gacha y el cabello húmedo por el baño,

Todo luce aparentemente tranquilo, lo que no tiene sentido en mi


cabeza... veo a los chicos, a Jake y a Joseph en la puerta de la
habitación donde dormimos los cinco y yo por última vez, el día de la
fiesta, el día donde asesine a Dove y la mirada que me da Jake
solamente me hace tragar saliva.

Ángel deja de caminar y se gira hacia Caelus antes de mirar la


puerta entreabierta.

—¿Quién consiguió el cuerpo? — hago la pregunta más importante,


adelantándome a todos antes de dar un paso dentro de la habitación
y Jake levanta la mano.

Tiene los ojos cristalizados pero el rostro en blanco, como si de


alguna manera no le preocupara mucho lo que sucede o eso intenta
fingir mientras las dudas que tuve en algún momento se esfuman en
mi cabeza porque ella y su hermano parecen de alguna manera
familiarizados con ello.

—Entre a la habitación porque necesitaba hablar con Joseph y


había sangre saliendo debajo de la cama. No quise ver quien era,
solamente llamé a Ángel y él consiguió que todos vinieran.

—¿No viste a nadie salir del cuarto antes de que entraran? —


pregunto y Jake menea la cabeza.

No había pisado esa habitación desde hace un día, donde todos


partimos al pueblo por el funeral y cuando regresamos, no me había
dado tiempo de entrar aquí lo que me daba un mal sabor en la boca.

—No lo hemos visto, aún. Estábamos esperando que todos


estuviéramos completos para pensar con exactitud qué es lo que
vamos a hacer con él o qué fue lo que sucedió con exactitud —
Crono habla con sus ojos verdes sobre mí y Jake se abraza a sí
misma meneando la cabeza haciendo que la atención de todos
caiga sobre ella.

Una chica pasa con una pila de cuadernos charlando con otra y
Jake baja la voz hablando entre dientes cuando la chica se aleja lo
suficiente:

—No quiero ver ningún cuerpo hoy— soltó con determinación—


Prefiero esperarlos en la sala o salir a tomar aire.

—¿Es eso o es que te trae malos recuerdos, Jakeline? —Ángel se


burló y Joseph lo miró con los ojos entrecerrados antes de mirarme
a mí como si quisiera recordarle mi presencia a Ángel.

Pero el pelinegro rodó sus ojos con burla mientras se relamió los
labios.

—Sencillamente no me siento bien viendo muertos — Jake chilló


cortando el tema— Además de que no quiero verme involucrada en
nada de esto.

Y después de decir eso, se giró y comenzó a caminar en línea recta


por el pasillo sin importarle escuchar las respuestas. Joseph nos dio
una larga mirada y se encogió de hombros haciendo una mueca al
ver la actitud de Jake, pero nadie la juzgo, en cambio, ellos parecían
familiarizados con ella actuara así en estas situaciones.

Como si estuvieran acostumbrados.

Jake huyo porque sencillamente no le gustaban los cadáveres o no


era uno de ellos con exactitud porque desde luego que sí podrían
existir personas un tanto normales en este pueblo, no todos tenían
que ser asesinos seriales y que ella estuviera enamorada de su
hermano y que se juntara con los hijos de la élite, no la hacía una
demente con sed de sangre o simplemente alguien insensible hacia
ese tipo de temas.

Y entonces, Joseph rompió el silencio:


—Estoy aquí por si necesitan mi ayuda, pero debo ir detrás de ella—
soltó y Caelus asintió mientras Joseph comenzaba a caminar en la
misma dirección que se fue su hermana, prácticamente corriendo y
ahí estaba otro dato curioso:

A él tampoco le gustaban los cadáveres.

Nos quedamos en silencio, me pase las manos por los costados y


no espere que nadie dijera nada, solamente comencé a caminar,
pasando por el marco de la puerta y mis ojos se fueron exactamente
por el mismo lugar donde describió Jake la sangre y.... ahí estaba.

No muestro ninguna emoción, un charco de sangre sale por debajo


de la cama y se puede ver un dedo pálido de un pie que por la
posición solamente explica que el cuerpo de quien sea la persona
que está debajo de la cama, esta boca abajo.

Escucho como se cierra la puerta, me giro y solamente están los


cinco dentro y antes de que pregunte por Ángel, Cristian en un tono
extremadamente serio, suelta:

—Alguien debe cerciorarse que nadie entre— deja ir y asiento.

—¿Quién va a sacarlo? — la pregunta deja mis labios y...

Caelus se agacha y lo saca con cuidado mientras trago saliva al


mismo tiempo que todas las palabras comienzan a tener sentido en
mi cabeza.

«La lastimé» «Pero le hice daño...» y todo toma sentido porque ella
no estaba alucinando después de todo.

La identidad del cuerpo queda visible, un tiro entre ceja y ceja por el
cual sale la sangre seguramente siendo su causa de muerte
mientras tiene los ojos abiertos. Aprieto mis puños porque después
de todo, jamás pensé que sería esta persona de toda la pequeña
lista que se armó en mi cabeza y no entiendo absolutamente nada.
Tiene una equis en los labios de color negro con una especie de
tinta que escurre por sus mejillas, las manos una arriba de las otra
sobre su pecho mientras un clavo le atraviesa la piel y no estaba
boca abajo, la razón por la que vi su piel al revés es porque
definitivamente esta al revés.

Aprieto mis puños porque es completamente extraña la forma en la


que colocaron el cuerpo y desde luego que aquí no pudo haber sido
la escena del crimen porque todo está en su sitio correcto, hasta la
botella encima de una de las gavetas que Cristian dejo en algún
momento de la noche.

El corazón me late con fuerza mientras mi cabeza intenta buscar


respuestas.

Doy un paso al frente cuando noto en medio de sus manos un


pedazo blanco que se asemeja a un papel y soy consciente de que
todos observan mis movimientos. Me arrodillo en el suelo, mientras
me relamo los labios al mismo tiempo que dirijo mis manos al
objetivo que me hace latir el corazón contra pecho con fuerza.

«¿Será lo que creo que es...?» Me muero por recibir un 'no' o reírme
internamente al pensar tal estupidez, pero cuando toco la piel fría,
separando las manos un poco, logrando que salga sangre de sus
dedos, el papel blanco queda descubierto y lo tomo mientras siento
una electricidad recorrerme la espina dorsal.

Una alerta se manda a mi cabeza y de inmediato me llevo las


manos dentro de la camisa, sacando el papel que tenía en mi
pecho, arrugado y lo extiendo con fuerza percatándome de que no
se rompa, pero que la tinta pueda leerse por las arrugas, lo coloco
en el suelo y...

Мы знаем, что вы это сделали.

Мы знаем, что они вам помогли.


Siento algo extraño en el pecho, las palabras se repiten en mi mente
causándome el mismo efecto desde la primera vez que lo vi
mientras tomo el que está encima de su pecho, cubierto un poco de
su misma sangre, como si la persona que lo dejo justo ahí sabía que
al sacarlo se mancharía a propósito de sangre y lo dejo justo ahí
para que sea visible, para que yo lo viera y entonces, no me
sorprende que encajen como si esa fuese la pieza que le faltaba al
rompecabezas, el papel rasgado concuerda con el otro y la tinta
continua como si hubiesen cortado el papel en dos con intención.

«Como si ya hubieran planeado todo esto» Me siento estúpida,


usada e inútil porque jamás contemple que algo así podría suceder.
No me gusta cómo se siente el saber que alguien va un paso
adelante y vuelvo la misma al otro pedazo de papel con las manos
temblorosas.

La letra es la misma y lo que dice...

Вы будете платить так же, как они, потому что на этот раз
никто не нарушит правила.

«Hijo de puta»

Volteo mientras todo sucede tan rápido en mi cabeza. Me grabo el


rostro de los chicos y solamente soy capaz de extenderles los
papeles de manera automática queriendo descifrar en mi cabeza
qué fue lo que pase por alto para que algo así sucediera.

—¿Lo reconocen? — pregunto refiriéndome al cuerpo mientras cada


uno de ellos examina lo que tengo en ambas manos.

No sé si saben mi lengua materna, pero lo hago solamente para ver


si fue uno de ellos, pero no consigo más que rostros en blancos y no
sé si son expertos en fingir o de verdad no saben hablar ruso y no
entienden la magnitud del problema que representa lo que tengo
entre mis manos.
—Es el hermano de Dorian —Consus habla y sus hermanos le
prestan atención al igual que yo que reconocí al chico de inmediato
recordando que lo vi en la fiesta de compromiso de Rose y Joseph
con Marta y él fue amable, con una sonrisa siendo tan diferente a la
molesta de su hermana y entonces, Consus añade:— Lo sé porque
ella se acostó conmigo un par de veces hace dos años pero no le
volví a hablar, hice como si no existiera como el resto de las chicas
porque era un acostón simple y no entiendo qué es lo que lo llevo a
estar...

—Dorian hizo el vídeo con Marta y su hermano también. Los vi con


Dove unas veces en los pasillos, Dorian es irritante y la única
impresión que tuve con ella me dejo eso tan claro que no me
quedaron ganas de repetir otra conversación— solté recordando las
veces que me había cruzado con la rubia molesta y entonces,
suspiré soltando: — La vi aquí, en el funeral también... pero no vi a
su hermano después de la fiesta de compromiso.

Pensé en evadir el hecho de que Marta me había dicho en medio de


su ataque que había lastimado a alguien porque el cuerpo de su
mejor amiga muerta le daba órdenes o que había mencionado a un
"él" que la obligaba a hacer cosas que no quería. Evite pensar y
mucho menos decir; «lo hice por ti...» porque eso solamente
empeoraría las cosas aún más porque eso significaba que sea quien
sea la persona que controle y juegue con la mente de Marta Cox le
pidió hacer algo por mí.

También evito comentarles que se sobre Katherine, que


posiblemente el hecho de que sean un espanto y que todas las
personas tengan miedo de nombrarla es porque su asesinato fue
realmente cruel, despiadado y trágico, que cuando Jake me dijo que
"sus amigos y sus hermanas" eran los principales sospechosos,
pensé en ellos.

Recuerdo entonces el cuento de Dove, su historia distorsionada que


me contó queriendo hacerme sentir miedo de ella y la chica del
cuadro al mismo tiempo que mi cabeza parece hacer una especie
de clic mientras algo comienza a tener sentido en mi cabeza al
mismo tiempo que otras preguntas se disparan:

Katherine era hermana de Rose y Dove, es un hecho, una verdad,


aunque no tenga las pruebas para comprobarlo y por alguna razón,
siento que ellos la mataron y ellas ayudaron a hacerlo también.

Eso comienza a tener más sentido porque Marcus queda


descartado como el asesino de Katherine, sigue la incógnita de
Pondra y Pruslas, la razón exacta más allá de los celos por la cual
Marcus asesino al amor de su vida, por la que los Fairchild quieren
matarlo o al menos Ángel quiere hacerlo mientras sigo sin entender
con quién hablaba Ángel por teléfono, con qué razones Rodrigo
Bush ayudo a Marcus Bundy y la más grande de todas:

¿Quién controla a Marta Cox y porque ahora parece fijarse en mí?

—¿Tienes alguna idea de quien lo hizo? — Cristian pregunta y lo


miro levantando la mirada del suelo.

No respondo.

Marta ayudo a hacerlo, pero siento que no lo hizo sola lo que


significa que la persona que la controla esta entre nosotros, jugando
con nuestras mentes, intentando pasarse de listo en todo esto para
llevarnos la delantera, pero solamente empeora mis ganas de
descubrir todo lo que sucede aquí porque de una u otra forma todo
se ha vuelto más personal.

Sé que tomará tiempo abrir todos los secretos en este pueblo


lentamente, algo así como pétalo por pétalo, como se abren las
flores en primavera.

Pero se van a abrir finalmente y voy a descubrir todo, tal cual lo


planee, sin importar nada ni nadie porque nunca me ha gustado
perder y esta no será una excepción.
—No— respondo finalmente mientras le levanto del suelo dándole
una mirada de soslayo al cuerpo inerte del hermano de Dorian que
ha sido solamente una pieza de ajedrez en la jugada. No creo que
interese realmente el cuerpo, pero de alguna forma quieren darnos
un mensaje o quieren darme un mensaje a mí, porque reconozco la
cruz en los labios desde que vi que la tenía.

—¿Entonces? — Caebrán pregunta como si quisiera entender lo


que pasa por mi cabeza, pero solamente puedo recordar a la
persona que enterré en el fondo del baúl de mis recuerdos pero que,
por alguna maldita razón, debo recordar a cada nada porque hay
coincidencias que me resultan asquerosas como lo de la equis.

Me muerdo el interior de la boca y...

«—¿Qué significa esa equis en negro para ti, mamá? — pregunto


mientras paso mis dedos por el metal de la tabla que había en el
sótano y que ella usaba para trabajar.

Ella sonríe, limpiándose el rostro con un pañuelo blanco que queda


sucio y manchado de manera automática. Se arregla el vestido
porque a mamá nunca le gusta verse mal y menos en su trabajo y
cuando sea grande como ella, voy a ser así.

—Esa equis en negro significa para nosotras liberación, que


finalizamos el arte que teníamos que hacer por nuestros dones y
cuando las personas las vean, sabrán quienes la hicieron— soltó y
no me paso por alto que dijera "nosotras" en vez de "mi o yo". Ella
me dio una de esas miradas que me hacía mirarla con atención
mientras ella miraba con asco el lugar donde estaba la equis y esa
mirada cambiaba por completo cuando me miraba a mí.

Pero a mí me gustaba que mirara así a sus lienzos. Mamá decía


que los lienzos luego de que hiciéramos nuestra arte debían ser
quemados y borrados porque nadie más que nosotras
apreciaríamos esa arte.
Yo amaba como mamá hacia arte y cuando sea grande, siempre voy
a seguir sus pasos haciendo el arte igual de hermoso como ella.

—¿Es necesario hacerla siempre, mami? — inquiero levantando


una de mis cejas y mamá se acerca a mí, peinando mi cabello
mientras me mira con adoración porque para mamá soy lo más
importante que tiene en el mundo.

—Cuando aprendas a hacer arte, debes hacerla porque eso


significa que hiciste el trabajo que te corresponde como...— elevo
una ceja esperando que continuara por ella y sonreí porque sabía la
continuación como sabía que mamá era la mujer más valiente y
talentosa del mundo.

—¡Nuestro papel en la leyenda! — solté con mucha emoción y ella


acaricio mi mejilla.

Se agacho y me alzo, haciendo que abrazara su cuello. Bese su


mejilla mientras aspiraba su aroma dulce y frotaba mi mejilla contra
la suya mientras ambas mirábamos el lienzo nuevo de mamá.

—¿Eso tendré que hacer?

—Sí, pequeña.

—¿Y lo haré tan bien como tú?

—Estoy segura que lo harás mucho mejor que yo»

Pierdo el enfoque, saliendo de mis pensamientos y reacciono.

—No sabemos quién lo hizo, pero esa persona si sabe qué fue lo
que hicimos nosotros— los miro y Crono me observa con atención al
igual que los otros.

—¿De qué hablas, Lucy? — Caebrán pregunta y le extiendo los dos


papeles.

Lo observan confundidos otra vez y...


—Porque ahí lo dice— solté volviendo a mostrar los papeles— Las
palabras son claras y ahí dice exactamente— hago ademan de
volver a leer, aunque las palabras parecen estar tatuadas en mi
cabeza: — Sabemos que lo hiciste. Sabemos que te ayudaron —
paso al otro papel y los junto para que se den cuenta que son el
mismo. Una maldita pieza de rompecabezas, no espero que me
digan algo y continúo, empeorándolo todo porque diciéndolo en voz
alta significa que los problemas definitivamente son más grandes de
lo que pensaba: — Pagarás lo mismo que ellos porque nadie
romperá las reglas esta vez.

Levanto la mirada y nada.

Hay un silencio tenso en el lugar. Se siente como si las paredes de


la habitación nos estuvieran escuchando, respirando, esperando a
que dijéramos algo o como si en este momento ellos entendieran la
magnitud del problema en el que todos estamos manchados,
indirectamente o no. Ninguno de nosotros dice algo y vuelvo a
aplastar los papeles que hay en mis manos como si eso pudiera
borrar el hecho de que alguien sabe lo que pasó.

Y no solamente hablo de Dove.

—Debemos encargarnos del cuerpo — suelta Crono desde su sitio y


levanto la mirada para encontrarme con la suya que me hace latir el
pecho.

—Eso es lo que quiere — digo y Consus levanta una ceja.

—¿Quién?

—La persona que hizo esto— hablo y no me importa que les


parezca sospechoso o no, pero sé que las palabras se pueden
interpretar de muchas formas por lo que entiendo como una
amenaza y una advertencia lo que dice el papel.

—¿Entonces qué hacemos? — Cristian pregunta.


Dejo caer los papeles y me paso las manos por el cabello,
peinándolo.

—Ocuparnos nosotros mismos— soy sincera— El que alguien más


se encargara del cuerpo de Dove fue un completo error, ahora
alguien quiere chantajearnos con eso o simplemente quiere
venganza por ella o algo así.

No me creo completamente lo que digo, pero no miento o al menos,


no en parte. Después de descubrir que haremos con el cadáver del
hermano de Dorian y encontrar la razón por la que fue él, debo
hablar con Marta.

—¿Cómo sacaremos su cuerpo cuando hay alumnos del Colegio y


directivos por todos lados? — pregunta Cristian otra vez y Caelus
suelta un bufido como si la pregunta fuese muy estúpida.

Por alguna razón, es el que menos ha hablado o preguntado. Él


simplemente se ha quedado callado observando todo, estudiándolo
como si mientras yo hablaba, su cabeza maquinaba una idea para
solucionar todo.

—Es una pregunta tan estúpida, Cristian que a veces me pregunto


si te cambiaron en el hospital, pero luego recuerdo que cada parto
de nuestras madres fue en nuestra propia casa con un médico
especial así que eres un maldito defectuoso— Caelus suelta otro
bufido y se despeina el cabello antes de añadir en un tono irónico:
— ¿Qué es lo que vamos a hacer? Es simple.

—¿Qué tan simple? — Pregunta Caebrán.

Caelus se encoje de hombros.

—Esperar que anochezca, envolver el cuerpo en bolsas negras y


sacarlo por la ventana — la señala— Mientras alguien este vigilando
los pasillos, las entradas y otros bloqueando las ventanas de las
demás habitaciones con el protocolo de seguridad que papá mando
a colocar, se apagan las cámaras que vigilan los exteriores mientras
Crono, Lucy y yo llevamos el cuerpo al bosque y lo descuartizamos,
nos deshacemos de los dientes para evitar que se reconozca,
desfiguramos el rostro y lo enterramos en diversos sitios y algunas
partes las quemamos.

Por la forma en la que habla, tan seria y fría me hace preguntarme


qué es lo que los hace ser así, la duda crece en mi, pero la
contengo porque tengo cosas más importantes en las que pensar
mientras me paso las manos por la cara y siguiendo el plan de
Caelus, salgo de la habitación actuando normal seguida de Cristian
y Caebrán mientras los otros se quedan en la habitación.

Ángel me da una mirada antes de entrar a la habitación y no puedo


evitar sentir desconfianza porque de todos, él es quien habla ruso.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

La noche toma el cielo, remplazando la luz por la oscuridad y


seguimos el plan. Ángel cuida la entrada de la casa junto con
Caebrán, Consus se encarga del sistema de seguridad, Cristian,
Jake y Joseph vigilan los pasillos porque son cómplices en todo esto
y no me tomo mucho entenderlo porque siento que lo hacen por
alguna especie de amor que sienten hacia los chicos. Son sus
amigos, su familia y por la familia se hace todo, incluyendo ayudar a
desaparecer un cadáver.

Crono se encarga de sacar el cuerpo por la ventana, Caelus lo


agarra y lo ayudo a cargarlo hasta que entramos al bosque donde
Crono llega minutos después con el cabello pegado a la frente y las
mejillas sonrojadas por correr.

El vaho sale de su boca al igual que la mía y la de Caelus por el


drástico cambio de temperatura y me abrazo a mí misma mientras
recuerdo la mochila que tengo en mi espalda con los cuchillos con
los implementos que necesitaremos.

—Todo está en orden— es lo único que dice Crono y proceden a


cargar el cuerpo mientras lo sigo justo a un lado.
Caminamos no sé por cuanto tiempo en silencio, donde lo único que
se escucha son los sonidos de los búhos y el pisar de nuestros
zapatos, aplastando las hojas. Miro hacia todos lados y miro hacia
atrás, hemos caminado tanto que siento mis piernas entumecidas y
los chicos dejan caer el cuerpo sin ningún tipo de sutileza.

Crono se inclina y con la navaja que tiene en su bolsillo derecho. La


muestra, el filo parece brillar ante mis ojos y corta la bolsa que cubre
al hermano de Dorian mientras abro la mochila y saco el pañuelo
que extiendo en el suelo dejando ver todos los cuchillos.

«Ángel lo eligió...» No dije nada ni nadie lo hizo cuando me lo


extendió, pero sé que, en algún momento, las preguntas saldrán y
así como quiero descubrir sus secretos, ellos intentarán descubrir
los míos.

Paso la mano por los mangos, hay dagas de hoja corta, ancha,
puntiagudas, largas, con contornos, cuchillos de diferentes formas y
colores y termino eligiendo el más grande mientras toco la hoja
metálica con mis dedos.

Me doy la vuelta y ya el cuerpo esta visible, tomo una respiración


profunda y ellos me dan mi espacio, dando uno o dos pasos hacia
atrás para no salpicarse cuando elevo el cuchillo con tanta fuerza
que con dos golpes hago despegar el brazo derecho.

Continuo, en completo silencio mientras solamente se escucha el


crujir de los huesos y cuando me salpica la sangre, lo disfruto y lo
hago hasta que Crono y Caelus deciden ayudarme mientras los tres
nos manchamos de sangre.

Sonrío porque me gusta hacerlo y no me molesto en ocultar la


satisfacción que me da hacer este lienzo tal cual como lo haría mi
madre mientras pienso muchas cosas y una de esas; ella.

Evado la nostalgia, la tristeza y todas las emociones que se


adueñan de mi cuerpo y cuando termino, me dejo caer en el suelo
mientras me paso las manos por el rostro sin importar llenarme de
sangre.

Crono saca un líquido de la mochila y lo esparce por las partes del


cuerpo que se van a quemar mientras y enciende un cerrillo que tira
haciendo que el fuego brille en mis ojos. Mete en la bolsa los muslos
y los pies, pero se lo quito y lo tiro en el fuego para evitarnos más
trabajo.

No dicen nada y mientras el fuego consume el cuerpo, me quito el


suéter, los pantalones y camisa, quedando en sostén y bragas, ellos
también se quitan la ropa, me limpio la cara con las prendas, las
manos y todo antes de tirarla y verla como se consume también.

Camino hasta la mochila y saco las prendas de ropa que le extiendo


sin avergonzarme de mi desnudez porque no es nada que no hayan
visto antes y me coloco un suéter y un chándal gris. Me abrazo a mí
misma y nos encargamos de las cenizas metiéndolas en un frasco y
enterrándolo debajo de las raíces de un árbol antes de regresar en
completo silencio mientras siento algo extraño en el pecho.

Entramos a la cabaña, todo vuelve a la normalidad, limpiamos la


sangre, eliminamos cualquier evidencia y duermo en las dos camas
grandes pegadas con los chicos mientras Joseph debe ir a la
habitación de Rose a media noche lo que hace a Jake quedarse con
Ángel solamente para molestarlo.

Y dos días después, volvemos al pueblo, pero algo ha cambiado,


hay algo extraño en el ambiente y todo se siente así y no hablo
porque hayamos descuartizado un cuerpo, hay algo más en todo
esto y cuando llegamos a la escuela, volantes de la desaparición del
hermano de Dorian están por todas partes, en todas las paredes, en
cada lugar.

SE BUSCA ADOLESCENTE DESAPARECIDO EN HIVERDELE.

Toda nuestra comunidad esta conmovida, cosas así no


suceden todos los días.
Joe era un muchacho de diecisiete años con una larga vida por
delante, ¡AYÚDANOS A ENCONTRARLO!

Si conoce su paradero, por favor informar a autoridades o


familiares.

Recompensa a quien de información útil sobre Joe Bonnet


hasta de: $1,000,000.00
Capítulo 59 (*)

LUCY

Los siguientes días después de que todo el pueblo estuviera lleno


de avisos y afiches sobre la desaparición de Joe, el hermano de
Dorian, pasaron con tranquilidad.

Una absorta tranquilidad que me preocupaba.

Marta actuaba normal, sonreía y almorzaba con nosotros todos los


días mientras los chicos ni Joseph ni Jake volvieron a nombrar lo
que pasó esa noche y lo que hicimos con el cuerpo, era como si lo
hubieran borrado de su cabeza, como si nunca hubiera existido.
Rose se había ido de vacaciones por una semana a la capital
dándole unos días de tranquilidad a Jake porque según ella, así no
tenía que soportar ver cómo Joseph era obligado a hacer algo que
no quería.

Dorian había faltado a clases, en los pasillos se rumoreaba que Joe


había escapado de su casa por motivos familiares mientras otros
aseguraban que había caído en un grave problema de drogas
porque para ellos, eso era tan normal como comprar pastel de
arándanos para las meriendas los viernes.

La recompensa seguía ahí, el afiche iba perdiendo color como la


noticia iba quedando en el olvido mientras esa mañana, oficialmente
en las paredes fuera de la dirección, estaba la lista oficial de los
ganadores de la película para el Artículo trece.

Jake se acercó sonriendo, llegaba el cabello suelto y un nuevo lápiz


labial que hacía destacar aún más su blanca piel.

—¡Por fin te consigo! — suelta mientras me da un corto abrazo que


correspondo de inmediato y cuando nos separamos, su vista se
concentra en el bululú de alumnos luchando por ver quiénes son los
ganadores.

—¿Qué necesitas? — pregunto y ella menea la cabeza, desviando


la atención para volver a concentrarla en mí.

—Pensé que podías acompañarme a hacer algunas compras. —


comienza — Papá acaba de llegar de Alemania y quiere hacer una
cena familiar pero no sé qué ponerme y se me ocurrió la idea de qué
me acompañaras.

Hago una mueca.

—La verdad es que Sophia dijo que quería salir conmigo y...—suelto
una risita— ya sabes que no puedo decirle que no porque bueno,
gracias a ellas estoy aquí.

—Oh... ¿una tarde con tus suegras?

Ruedo los ojos.

—Preferiría no llamarlas así.

Jake engancha su brazo con el mío cuando comenzamos a caminar.

—¿Por qué no? — le sonríe a un grupo de chicos que la saludan


embobados y ella suelta una pequeña risita como si le divirtiera las
reacciones mientras vuelve a darme atención.

Jake es un poco más alta y esbelta mientras no puedo culpar a los


chicos que la observan porque tiene una belleza exótica, con ese
cabello rubio platinado por naturaleza que luce largo y brillante, unos
ojos celestes que parecen el más puros de los manantiales que
junto con su sonrisa dulce, hacen el juego perfecto para conquistar a
cualquiera con una sola mirada lo que me lleva a preguntarme:

«¿Qué la hizo llegar a ser la segunda opción de su propio


hermano?» Ella que llama la atención en cualquier lugar que pisa,
que es tan agradable y dulce que podría derretirte. No digo nada,
solamente continúo caminando, pasamos los salones, la piscina y la
cafetería.

—... ¿Y me estás escuchando, Lucy? — Jake enarca una ceja en


algún momento, exactamente cuándo se separa de mi brazo para
sentarse en una de las bancas que hay debajo de un gran roble en
medio del jardín.

—Claro — respondo con una sonrisa y ella rueda los ojos.

—¿Qué decía? — inquiere mientras se cruza de brazos de forma


infantil y observo gracias a la pared de vidrio que divide al jardín con
el área de piscinas para hombres, Caelus y Joseph se dan un
clavado perfecto que hace aplaudir a todos los hombres que
esperan su turno mientras el profesor anota en su laptop algo antes
de utilizar su silbato.

—¿Quién? — pregunto con los ojos enfocados en el Fairchild que


sale estilando agua, con una pantaloneta de baño de color negro
que le completamente el paquete con el que fue bendecido mientras
se despeina el cabello espeso que se le pega a la frente mientras
sonríe hacia Joseph que sale a su lado, luciendo igual de perfecto
con el mismo color de cabello que su hermana mientras descubro
entonces que tiene un tatuaje en el centro del pecho: «Una araña de
color rojo»

Jake me golpea el brazo haciendo la miré con una ceja enarcada


mientras ella rueda sus ojos.
—Pero que descarada, Lucy Beckett— chilla y suelto una pequeña
sonrisa.

—Solamente admiraba uno de los bombones que me como —


suelto antes de encogerme de hombros y ella suelta a reír.

—¿Puedo decir lo mismo? — se rasca el cuello y enarco una ceja.

—¿Por cuál de los dos?


Entorna los ojos.

—Oh, no... — menea la cabeza, levantando las manos en señal de


paz —: Esas cosas quedaron en el pasado y eso es una promesa.

La miro con atención y...

—Siempre mis dudas sobre si tú y Caelus... — comienzo y ella se


muere el labio inferior.

—Nunca existió un "Tú y Caelus" para ser exacta — se ríe de


manera amarga antes de continuar: — Solamente se puede decir
que lo utilicé y que él me utilizó de la misma manera, — suspira —
Me acosté con él sin pensarlo y le falle a Joseph por primera vez
porque bueno, él no había estado con nadie más que yo y lo primero
que hice fue acostarme con Caelus que solamente lo hizo para
comprar que no era virgen y que definitivamente, la había perdido
con mi propio hermano.

Se pasa las manos por el rostro antes de continuar, mirando a su


hermano darse otro clavado perfecto y comenzar a nadar hacia el
otro extremo de la piscina.

—Caelus es mi único amigo — me mira — Y Joseph mi único amor,


destruí prácticamente a uno por probar el otro pero luego las cosas
se arreglaron por un tiempo, Joseph me perdono pero seamos
sinceras; realmente las cosas nunca se olvidan de verdad y hay días
dónde de manera indirecta o no, me lo recuerda y no puedo culparlo
o decirle egoísta porque tiene todo el derecho de reprocharme las
veces que quiera lo que hice aunque de venganza hubiera hecho lo
mismo y eso es lo jodido de ambos, que somos tan orgullosos que
nunca queremos quedarnos atrás y que cuando me acosté con
Caelus, Joseph fue y buscó a Rose para desquitarse, entonces me
moleste y me bese con Caelus frente a él y al día siguiente Rose
estaba en nuestra casa merendando con mamá.

Suspira.
—A veces pienso que soy una estúpida al quejarme porque... Por
nuestra culpa las cosas están así.

—La culpa no te llevará a nada, Jake.

—Lo sé — suelta una pequeña risa — Pero es inevitable pensar


cómo serían las cosas de diferentes si no hubiera hecho algunas
cosas.

—Le quitaría lo divertido a tu vida.

—No. Le quitaría problemas y quizá en vez de estar mendigando un


amor imposible estuviera siendo novia de algún chico del Colegio
que me quiera de verdad, nadie intentaría entrometerse en nuestra
relación y todo sería más feliz.

—Pero no serías tú.

Mis ojos se concentran con los de ella y es uno de esos momentos


donde me permito recordar cosas. Jake puede ser inmadura
algunas veces, tener esa apariencia de ser esa chica insoportable
que siempre hay en algún lugar, pero en ella puedo ver sacrificios y
tristeza porque a pesar de todo, no es realmente feliz.

—Muchas veces, en algún punto de mi vida pensé de la misma


forma en la que piensas tú pero luego me di cuenta que si cambiaba
algo, alteraba completamente mi vida y no estaría aquí sentada, ni
sería yo — coloco mi mano sobre la suya — No tuviera las
enseñanzas que tengo, ni las anécdotas, ni hubiera hecho los
sacrificios que me llevaron a ser quien soy y ciertamente, no me
gustaría ser otra persona en este momento porque siento que todo
lo que he hecho, de alguna forma ha valido la pena incluyendo
aquellas que en algún momento dude de hacer y que me trajeron
problemas o fueron realmente dolorosas.

—Algunas veces me gustaría saber completamente tu historia —


deja ir y le sonreí.
—Algunas veces es mejor seguir siendo un ciego ante la verdad,
Jake — cito sus palabras y ella suelta un suspiro mientras vemos
como Ángel Fairchild camina hacia nosotras llevándose la atención
de varios que están alrededor.

Luce un chándal de color gris con una camisa negra y unos zapatos
Adidas blancos mientras en su cuello reposa una cadena de oro con
la inicial de su nombre. «Egocéntrico, enigmático, elegante y
llamativo»

Una rara combinación que queda perfecta porque resulta ser él


mismo Ángel del infierno que camina hacia nosotras con una sonrisa
pícara evocando los recuerdos de su cara sería y su tono maduro a
la hora de algún problema.

«Como si fuesen dos personas completamente diferentes»

Me levanto y él llega hacia nosotras antes de abrazar y darle un


beso en la mejilla a Jake.
Nadie pierde de vista el intercambio, ni siquiera los chicos que
hacían nado sincronizado que observan con atención la llegada de
Ángel, incluyendo a Joseph, que mira la forma en la que su hermana
y el misterioso y sexy Fairchild de ojos negros están agarrados del
brazo mientras Caelus nada libremente en la piscina como si nada
le importara.

—¿A qué se debe el honor de tenerte por aquí? — inquiere Jake en


algún momento mientras luego de darle un corto abrazo a Ángel,
vuelvo a sentarme en la banca.

—Estudiaré aquí de nuevo — Ángel suelta y Jake suelta una


carcajada que lo hace reír a él también antes de añadir: — Sería
muy divertido que eso llegué a suceder, pero la verdad es que... —
sus ojos negros se concentran en mí antes de darme una sonrisa
ladeada que hace que Jake lo mire expectante: — Vine a buscar a
Lucy porque así Caleth lo pidió.
Jake parece descolocada pero luego sonríe mientras se pasa las
manos alisando las arrugas inexistentes de su falda.

—Oh — es lo único que suelta y me levanto con una sonrisa,


enganchando la mochila que tenía colgada desde que salí del salón.

—Entonces deberíamos irnos — digo y me acerco a Jake para


abrazarla y beso su mejilla.
«Por alguna razón es de las que menos sospecho» Ella me
responde el abrazo y susurra un corto "saldremos de compras
pronto porque no te vas a librar de mí" antes de alejarse y comenzar
a caminar hacia la cafetería saludando a un grupo de chicas de
segundo grado que se esponjan de alguna manera por la corta
atención que tienen por parte de Jake

—¿Lista? — inquiere Ángel dándome su brazo para engancharme y


ruedo los ojos.

—Nací lista para muchas cosas — me encojo de hombros y le paso,


por un lado, haciendo que suelte una carcajada y me siga en
completo silencio.

Pasamos el bululú de gente y llegamos al estacionamiento donde un


llamativo auto que no logro describir de color negro con llantas
doradas que suelta la alarma cuando Ángel presiona el control que
tiene en la mano.

Las puertas se abren de manera automática y me echa un vistazo


antes de desordenarse el cabello y entrar al auto dejándome ahí.

Ruedo mis ojos cuando hace rugir el motor y camino hacia la puerta,
entrando en el auto que luce igual de asombroso.

—Bienvenido Señor Ángel Fairchild — se escucha la voz robótica


que viene directamente del auto y en verdad trato de no lucir
impresionada — ¿Para dónde desea ir? El auto se encuentra en
perfectas condiciones y el tanque está llenó. Solamente esperamos
órdenes y lo llegaremos al lugar que desee con un solo chasquido
de dedos.

—Llévame a la mansión Fairchild, — impone Ángel mientras se


coloca unos lentes de sol y las bocinas interiores del auto titilan
colores rojos lo que lo hace sonreír.

—¿Y sus modales? — pregunta la computadora y me relamo los


labios, un poco confundida lo que lo hace reír.

—Jodete, Saly — Ángel suelta y las bocinas titilan un poco más pero
el auto comienza a moverse, esquivando los autos mientras
enderezó mi espalda en el asiento cuando saca su teléfono y se
entretiene en él al mismo tiempo que el auto se maneja por sí solo.

Concentro mi vida en la ventana, al mismo tiempo que un silencio se


extiende en el ambiente y me relamo los labios viendo los árboles y
las mansiones pasar delante de mis ojos al mismo tiempo que me
repito lo ridículo que resulta tener un auto de este calibre y no
manejarlo.

«Es como tener a la abuela y tenerla muerta» El mal chiste que


acabo de inventar me da ganas de sonreír porque en realidad es
bastante malo y no muevo ni un músculo cuando la voz de
aterciopelada de Ángel llega a mis oídos.

«Hablando ruso otra vez»

—Mi padre no es político como mi tío, él prefiere la tecnología y esto


que vez aquí, es uno de sus grandes descubrimientos — el acento
es perfecto, la pronunciación intacta sin un solo error y no me atrevo
a mirarlo así que continúa: —Saly es una computadora con vida
propia que sirve de GPS, piloto automático, sistema de seguridad...
¿te recuerdas las computadoras que tuvimos que intervenir para
que las cámaras de seguridad no los descubrieran con el cuerpo?
Era Saly, porque mi padre ha implementado su sistema robótico en
prácticamente todas las cosas de la familia.
Volteo a mirarlo un flashback pasa delante de mis ojos:

«—¿Son las cámaras de seguridad? — pregunté cuando veníamos


de regreso. Aún tenía mi corazón latiendo con fuerza dentro de mi
pecho porque había un desastre de emociones dentro de mí.

—Solamente los miembros de nuestra familia saben dónde están —


Caelus siguió y...
Aún podía sentir la sangre en mis manos... no supe explicar la
expresión de liberación que había experimentado, que se había
adueñado de mi cuerpo cuando en silencio ayudé a deshacernos de
la evidencia de un asesinato que no habíamos cometido, pero del
cual teníamos que encargarnos.

Caelus señaló las cámaras que estaban ahora moviéndose de un


lado a otro, apuntando a varias direcciones mientras estaban
pegadas a la pared. Eran grandes, tan visibles, pero a la vez tan
inexistentes porque no eran simples cámaras, eran búhos.

Búhos que parecían reales, animales colgados del techo que hasta
hacían sonidos para darle más realidad a lo que según eran.

—¿Son...?

—Sí — Crono soltó lo evidente y simplemente le di un pequeño


vistazo.

—¿Entonces podremos saber quién fue la persona que hizo eso?

Caelus se desordeno el cabello.

—Si las cosas fueran tan fáciles... — murmuró — Pero al parecer,


no estamos liderando con un imbécil sin cerebro porque supo cómo
apagarlas y luego encenderlas, exactamente como hicimos
nosotros.

Lo miré.
—¿No acabas de decir que las personas de la familia conocían el
sitio de las cámaras? — repetí.
Sus ojos azules se entrecerraron. Estábamos esperando detrás de
unos árboles que todo estuviera en la normalidad para que
pudiéramos salir. Era parte del plan, esas letras pequeñas que eran
extremadamente molestas, pero no menos importantes.

—Entonces hay algo más en todo esto — solté.

Crono me miró al igual que su hermano.

—Eso lo sabías antes, ¿no? — inquirió el de ojos verdes que


definitivamente sí podía hablar pero que ni así dejaba de verse tan
indiferente a todo lo que sucediera a su alrededor — Porque se
siente como una confirmación más no como una duda.

—Puede ser ambas, tal vez — me encogí de hombros y Caelus


soltó una pequeña risita.
—Quizá — soltó vacilante — Solamente espero que sepas que no
somos unos estúpidos, Lucy.
Me mostré indiferente ante sus palabras.

—Solamente espero que sí son tan inteligentes busquen quién es la


persona que asesino a Joe — los miré a ambos — Y así se
solucionan los problemas que también los involucran porque yo
pude haber asesinado a Dove, pero ustedes me ayudaron a
encubrirlo y... sinceramente a mí no me apetece estar en la cárcel y
mucho menos por acabar con una rata.

Sonreí al ver la mirada que se adueñó de ambos, exactamente, lo


cambiada que se tornaba la mirada de alguno de ellos cuando me
refería de aquella forma. Igual como Caleth Fairchild actuó, hasta
como su hermano Ken... que actuaron indiferente hacia el hecho de
que había hecho lo que hice con Dove, ni siquiera dijeron nada
sobre la forma en la que quedó en cuerpo, solamente dieron
órdenes como si estuvieran acostumbrados a lidiar con cosas así a
diario.
Ángel sale, luce un suéter negro y se lleva el cigarrillo a los labios,
encendiéndolo, haciendo que dé un paso al frente mientras actuó
natural. «Esa es la señal que necesitábamos» Los chicos vienen
detrás de mí y por cómo estamos vestidos, parecemos simples
jóvenes después de un ardiente revolcón.

Le doy una mirada a Ángel antes de entrar a la casa y no me


sorprende encontrar a Jake y a Joseph abrazados ni como Jake se
aleja de su hermano para caminar hacia Caelus y abrazarlo a él
también como si necesitara de su apoyo.

Me quedo sería y simplemente escucho las cortas palabras de


Crono antes de desaparecer.
"Ya está hecho" pero algo dentro de mí, por alguna razón, me decía
que las cosas estaban muy lejos de eso»

—¿Si es su sistema por qué borrar las evidencias de lo que hicimos


esa vez cuando quedó más que claro que no es la primera vez que
se encargan de un cuerpo? — pregunto y Ángel deja de mirar su
celular para prestarme completa atención.

—Nunca se deben dejar evidencias, ni las mínimas porque esas de


una manera u otra, podrían arruinarte por completo — musitó — La
compañía de mi padre es de él, sí, pero es legítima y, por ende, un
servicio que se puede vender, por la que cualquier persona que la
adquiera puede meter sus narices en los datos de otro.

—¿Entonces los usuarios no tienen privacidad?

—Nadie que tenga un teléfono y una cámara puede tener privacidad


— me mira — Y mucho menos si colocas tus datos en línea porque
las cosas que ahí se suben, nunca se borran, hagas lo que hagas.

Me quedé quieta, mirándolo. «Otra vez las palabras con doble


sentido, las oraciones con esperanza de provocarme». Asentí
porque tenía razón después de todo y simplemente le regalé una
sonrisa cuando noté la entrada de la mansión, las puertas se
abrieron y ahí estaba lo excéntrica y perfecta que era el hogar de
Los Hijos de Élite.
Ángel no dijo nada y yo tampoco hasta que el auto se estacionó y no
me sorprendió ver a Sophia y a Caleth en la entrada, esperándonos.

Hice ademán de abrir la puerta, pero la mano de Ángel me impidió


terminar el cometido. Voltee a mirarlo con los ojos entrecerrados y
ahí estaba esa maldita sonrisa en su rostro, haciéndolo ver cómo un
maldito psíquico, un dios o como alguien que va delante de todos.

—Lo sabes — soltó con tranquilidad y coloqué mi mano sobre la


suya para que la quitará mientras lo miré con dureza.

Ahí no estaba hablando ruso y por alguna razón eso lo empeoraba.

—Sé muchas cosas — dije y él meneo la cabeza con burla.

—Solamente espero la bomba de tiempo exploté finalmente para


poder reírme con gusto porque después de todo, lo descubrí sin
necesidad de utilizar ni la mitad de mis fuerzas y la verdad siempre
termina saliendo a la luz, porque nada es para siempre.

—Suéltame — apreté su mano para quitarla y ni siquiera pestañeo,


solamente sonrió de forma ladeada con malicia como... como si se
esperaba esa palabra o es reacción.

—No eres la única que puede leer a personas aquí, Lucy, solamente
ten en cuenta eso y que... si lo que querías era pasar en el
anonimato, tuviste que ser un poco más inteligente porque ahora no
solamente yo voy a descubrir las cosas que ocultas, ahora lo harán
todos y me pregunto si todo volverá a ser igual después de todo.

—No necesito pasar ni aparentar absolutamente nada— escupo con


una rabia inexplicable y manoteo para alejarlo, consiguiéndolo y
antes de que pueda abrir la boca una vez más, salgo de carro y
sonrío de manera perfecta cuando Sophia se acerca con Caleth, ella
enganchada de su brazo.

Me paso las manos por los brazos y forzo una sonrisa en mis labios
mientras me obligó a guardar la rabia que tengo en el pecho justo
con la confusión.

«Ángel me genera desconfianza» Las alarmas se disparan en mi


cabeza y solamente pestañeo cuando ya Sophia está abrazándome
y escucho detrás el motor del auto y luego siento como se aleja.

Caleth me abraza también, que esté él aquí me confunde un poco


porque se supone que pasaría la tarde con las madres y recuerdo
las palabras de Jake; «Suegras». Alejo esos pensamientos de mi
cabeza porque volveré a Nueva York cuando acabe el año escolar y
esto solamente será una experiencia más, una anécdota...

—¿Entramos? — Sophia pregunta mientras se engancha a mi brazo


como si fuésemos amigas desde hace años y Caleth es todo
sonrisas, un hombre completamente diferente al que demuestra
ante todos.

Cruzamos la puerta y la empleada me quita el bolso escolar cómo


es de costumbre. Le quitan el abrigo a Sophia y caminamos hacia la
sala donde está Teodora hablando por teléfono.

La mansión está en completo silencio porque todos los chicos están


en clases, miro a Sophia y Caleth toma mi mano haciéndome
pestañear.

—Sophia y Camille me dieron una idea estupenda, Lucy y me


parece estupenda — comienza mientras lo observo con atención
queriendo entender qué es lo 'estupendo' y cuál es la 'genial idea' —
Tal vez para ti el motivo por el cual los Fairchild llegamos a ser
quiénes somos es invisible y es por eso que me acompañarás a la
ciudad y conocerás al menos una parte de la razón por la cual
somos la familia más billonaria que existe.

Asiento sin decir nada más mientras aparece una mujer con
uniforme de sirvienta que le habla a Caleth en francés. Teodora
cuelga y se gira hacia mí con una sonrisa.
—Te ves muy hermosa, que te vaya bien — suelta y asiento dándole
una pequeña sonrisa que ella corresponde, le da un beso a Caleth
en los labios y se despide de Sophia con un abrazo mientras se
aleja hacia uno de los pasillos.

Me quedo quieta en mi lugar sin mover un músculo mientras mi


cabeza me traiciona y recuerdo las palabras de Ángel que de alguna
forma se repiten una y otra vez, como un cassette rayado. Caleth
atiende una pequeña llamada, Sophia pide que alisten el "C.C"
confundiéndome y soy jalada en medio de ambos hacia un auto,
igual de lujoso como el de Caebrán, el de Ángel, el de Crono o el de
cualquiera de los otros quedado atrás y ambos adelante.

Caleth maneja mientras me pregunta cosas triviales que respondo


de forma corta cómo cuál es la materia que más me cuesta o si he
salido mal en algún examen. En ningún momento pregunta sobre
mis padres y lo agradezco.

«Ellos saben al menos una parte de la historia» La palabra huérfana


creo que va antes que mi propio nombre y aunque algunas veces
me cuestiono la razón por la que fui elegida para venir aquí, siempre
recuerdo que mi coeficiente es lo suficientemente alto como para
que sea la razón por la que fui elegida.

«Lo merezco». Quedamos unos minutos en silencio, me concentro


en mirar por la ventanilla del auto mientras ellos comienzan a hablar
sobre la desaparición de Joe, el hermano de Dorian haciendo que
me enderezca en el asiento.

Las mansiones comienzan a desaparecer y recuerdo la palabra


«Ciudad». Vamos a seguramente hacer un viaje en auto.

—La familia está muy consternada —Sophia habla mirando su


teléfono — Duplicaron la cantidad, pero aún no se consigue rastro
alguno de su paradero.

—Quizá quiso escaparse de casa, Soph y no quiere ser encontrado


nunca más— Caleth gira el auto haciendo que entremos a una
carretera de piedras donde rápidamente volvemos a entrar en
asfalto y trato de no mostrar ninguna emoción en mi rostro al ver el
gigante avión que espera a lo lejos al lado de un auto negro y dos
personas.

Entre más nos acercamos, más descubro que las dos personas son
unas sirvientas y cuando Caleth estaciona el auto, un hombre de
traje sale del avión y las sirvientas se apresuran a abrir nuestras
puertas mientras bajo y me abrazo a mí misma observando las
letras en dorado que llaman tanto la atención como la estructura
perfecta y elegante del avión.

«C.C FAIRCHILD»

Miro a Caleth y él sonríe dándole una palmada al hombre en el


hombro mientras Sophia pasa de largo, entrando seguida de las
sirvientas.

—Las 'C' son por mis hijos y por mi — comenta detrás como si fuese
algún dato importante y doy un paso dentro asombrándome por la
decoración excéntrica y a la vez elegante. Es espacioso y grita lujo
por todas partes y Sophia ya está sentada en uno de los asientos
con una sonrisa en el rostro.

—Bienvenida a nuestro pequeño jeep — Sophia se ríe y Caleth se


sienta al lado de su esposa y yo lo hago justo al frente, cruzándome
de piernas y tal como en las películas, una de las dos mujeres trae
una bandeja llena de comida y galletas con jugo de fresa que es lo
primero que tomo.

Se siente un poco de turbulencia y dejo el vaso vacío de nuevo en la


bandeja cuando me lo termino con pocos tragos.

«Adoro la fresa»

En un momento vulnerable recuerdo que era una de las tantas


cosas que compartía con mi madre y que cada vez que terminaba
de pintar sus lienzos, me llamaba mientras tenía un vaso de jugo de
fresa con una tarta en forma de corazón de fresas también.

—La ciudad de San Lucifer es el lugar a dónde iremos — Caleth


habla — Solamente son diez minutos en avión y si hubiéramos ido
en auto, fueran sido dos horas de camino.

—Nunca había escuchado de ella — dejo ir mientras termino una de


las galletas y Sophia sonríe.
—Es la Ciudad de operaciones para los empresarios — habla —
Mayormente las empresas de cada uno de los más adinerados de
Hiverdele o cualquier parte del mundo están ahí y...

—Ahí tienen la suya — completo y Sophia se ríe al igual que Caleth.

—Aprendes rápido, Lucy — comenta el hombre y solamente meneo


la cabeza sintiendo como descendemos otra vez y hay una ligera
turbulencia.

Él sonríe porque es evidente que hemos llegado y solamente me


encojo de hombros cuando se levantan haciéndolo yo también.

—Me gusta juntar las piezas nada más — es lo último que digo
antes de seguirlos y bajar del avión.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Hay sol, me coloco las gafas que Sophia me extiende mientras


camino a la par con ambos mientras dos hombres que salieron del
auto que nos estaba esperando en la pequeña pista privada de una
mansión que también era de ellos, nos siguen detrás.

«Nos están custodiando» Caleth vuelve a ser el empresario serio,


pero ahora en vez de un traje, tiene un uniforme militar con muchas
estrellas e insignias que lo hacen ver más grande e imponente de lo
que es.
Sophia está enganchada a su hombro, voy justo al lado de ella y
entramos al edificio más grande de todos que tiene el nombre
FAIRCHILD C.A en grande, de letras doradas. No entiendo
absolutamente nada, pero el edificio por dentro parece una ciudad,
hay una pantalla plana gigante que pasa la foto de la familia
Fairchild dando noticias sobre ellos mientras trato de no lucir
impresionada al ver que en la foto principal estoy yo allí.

Varios hombres y mujeres se acercan a Caleth con carpetas y


tablets.

—¡Ministro! — habla un hombre de ojos cafés que nos atropella


cuando estamos por llegar al ascensor— Las inversiones que
hicimos en minería nos han triplicado las cifras, realmente un éxito
rotundo... no pudimos haber invertido mejor.

—¿Pasaste todas las cuentas exactas, Reinaldo? — Sophia


inquiere con voz fría y él hombre asiente de inmediato.

—Claro que sí, señora Fairchild — responde — Además de que


envíe toda la investigación sobre la nueva inversión, pero me
gustaría conversar con usted sobre el oro y los diamantes que
compramos junto con la nueva mina en San Francisco y qué es lo
que haremos con el petróleo que nos corresponde de Venezuela.

—¿El presidente ha llamado? — Caleth pregunta y el tal Reinaldo


niega — Cuando lo haga, agenda una cita y le dices que iré hasta
allá de manera extraoficial, sin prensa y sin medios enterados de mi
visita. Tenemos que arreglar algunas cuentas y me apetece hacerlo
personalmente.

No deja que el hombre responda, solamente entra al ascensor y lo


hago con ellos en silencio un poco asombrada por todo lo que
sucede en general mientras me siento estúpida porque jamás pensé
los alcances que tenía la familia Fairchild.

Salimos del ascensor y una mujer rubia de casi dos metros y falda
larga y camisa blanca se levanta caminando con prisa hasta
nosotros.

—¡No pensé verla hoy! — suelta mirando a Sophia y ella sonríe


mientras Caleth se aleja a hablar con otro hombre mientras los
guardaespaldas o custodios que parecen del ejército están detrás
de nosotros.

La mujer rubia se llamada Candace y voltea hacia mí cuando Sophia


me señala. Me examinan de arriba abajo y sonríe como si lo que
vieran sus ojos, le gustara o convenciera de alguna forma lo que me
genera desconfianza.

—Es tan hermosa como en la foto — habla y de inmediato sé que se


refiere a la de la pantalla gigante que es lo primero que ves cuando
entrar en este gigante edificio. Me intenta abrazar, pero uno de los
custodios se opone, colocándose delante de mí lo que me confunde
tanto como a ella.

«¿Pero ¿qué...?»

—Caleth dio órdenes claras de que nadie se le acercará más de lo


necesario — suelta y me confundo más mientras el hombre que me
"cuida" parece una estatua o un estúpido escudo delante de mí.

—¿Es la reina? — se burla la mujer y Sophia coloca una mueca de


disgusto hacía ella.

—Y si lo fuera, Candece no fuese tu problema tampoco.

Le da una mirada de arriba abajo y mira al hombre que se mueve


dejándome libre y Sophia me toma del brazo caminando conmigo
dejando a la tal Candece con una expresión confundida detrás.

Entramos a la oficina y el ventanal deja ver toda la ciudad diminuta


debajo, dando una expresión de que hasta el mundo es muy
pequeño para el que viera desde ahí y me giro hacia Sophia que
cierra la puerta mientras veo cómo los hombres se colocan al lado
de ella, como si tuvieran que estar alertas.
—¿Qué fue eso? — pregunto y Sophia camina hacia tirarse al sofá.

—Ordenes de mi esposo — dice ella con una sonrisa pero me


quedo quieta, esperando algo más que al final suelta con simpleza:
— Solamente te cuidamos de que alguno de nuestros enemigos de
campaña quiera aprovechar que llegaste para sabotearnos... Sé que
no sabes nada sobre esto pero que Caleth sea Ministro consecutivo
por otro par de años más coloca a algunos contrincantes celosos y
pueden valerse de cualquier desliz para jodernos y si es por los
guardaespaldas, en Hiverdele no son necesarios pero aquí
sencillamente sí, siempre que alguno de mis hijos viene o cualquiera
de nosotras, Caleth se encarga de tener a al menos una docena de
hombres cuidándonos.

—Solamente veo dos...— dejo ir y Sophia sonríe.

—Así como la persona que tenga la osadía de atacarnos verá


solamente dos mientras el resto que está camuflajeado entre la
gente siendo nuestro factor sorpresa.

No tengo nada que decir y me siento a su lado al menos


tragándome sus excusas y ella se levanta cuando su teléfono
comienza a sonar.

—No te quedarás aquí, solamente estamos esperando que Caleth


haga algunas cosas y luego iremos a conocer cada rincón del
edificio y de los otros.

—¿Tienen otros? — inquiero y ella sonríe llevándose el teléfono a la


oreja mientras abre la puerta.

—Este es el más pequeño — suelta y cierra la puerta detrás de ella


dejándome sola en una oficina que puede ser diez veces más
grande que mi habitación –y mi habitación es bastante grande–.

Me levanto cuando siento que ya han pasado lo suficientes minutos


y cuando sé que me he aburrido de ver la puerta esperando que
Sophia entre. Trato de despejar mi mente y me giro sobre mis
talones caminando hacia la pared que hay en el fondo, detrás del
gigante escritorio de roble y la silla gigante de color negro que ha
detrás de él.

Examino el cuadro, una familia, la familia Fairchild. Abarca toda la


pared porque el lienzo es la pared con exactitud y mis ojos se
concentran en las quince mujeres que están una al lado de otras;
blancas, morenas, negras, rubias, pelinegras, pelirrojas, altas,
pequeñas, voluptuosas, con lentes, sin lentes, asiáticas, latinas,
europeas...

«¿Son las madres?» No me alarma ni me asombra en lo absoluto,


solamente continúo detallando, pero es lo que me pregunto
internamente cuando siento la textura del lienzo, los colores y lo
excelente que es que prácticamente podría ser una fotografía con
una calidad inexplicable. Veo a Sophia, Teodora y Camille ahí y a
Caleth al lado de toda la fila luciendo una camisa petróleo y un
pantalón de vestir negro, justo a un lado de él, están los cinco en
orden de nacimiento: Consus, Caelus, Caebrán, Crono y Cristian
con el rostro serio mientras a su lado solamente está Ken y Ángel,
sin ninguna esposa al lado de ninguno.

Eso me confunde un poco. Veo la firma del cuadro y mi cabeza me


hace una mala pasada, recordando el cuadro en la casa de los Bush
y el cuadro de Caleth con los cinco que hay en la sala.

«Iguales» Parecen ser hechas por el mismo pintor y me alejo


pasando el dedo por el escritorio y veo un retrato de Caleth con
todas sus medallas del ejército y me pregunto cómo hizo para
conseguirlas si no es tan viejo.

Me relamo los labios y al lado está otra. «La foto» Mis ojos se
concentran en ella, la cena de recaudación anual y ahí estoy yo
justo como en la foto que está al entrar. Me observo ahí, parezco
realmente una más de ellos y es que me acoplo tanto sin saber la
razón.
Hay unas carpetas arriba de la mesa, la MacBook dorada está
cerrada y al ver la palabra «Confidencial» se despierta una pequeña
chispa en mí que no puedo ignorar.

Miro hacia la ventana y la abro notando hojas sobre desapariciones


de mujeres extranjeras, pasaportes y toda la información sobre cada
una y al final hay un recorte de periódico.

«Las calles de Rusia vuelven a mancharse de sangre» La fecha es


de hace cinco días y...

Hay un monstruo en nuestras calles que nos coloca en alarma roja


por femicidios estando en el primer puesto a nivel mundial junto con
México, Panamá y Estados Unidos. Un mismo patrón, el mismo
modo de asesinar, el mismo monstruo que se creó en Rusia
manchando otros países.¿Cuándo va a parar? ¿Será está la
reencarnación del ángel de la muerte que años atrás aterraba
nuestra nación?...

Cierro el periódico sintiendo algo en el pecho mientras veo las fotos


del estado de las víctimas y todas son rubias de ojos cafés, que se
encuentran en camas de hotel con una sábana blanca encima.

«Sandeces» Camino hacia el ventanal para despejar mi mente


mientras trato de alejar todo lo que nubla mi cabeza mientras
concentro la vista en cómo se ve todo desde aquí, un vacío se
adueña de mi estómago y solamente sé que no es por el vértigo
inexistente para mí.

Cierro los ojos y presiono la frente en el vidrio tratando de despejar


las pintadas que se adueña de mi sien.

Solamente debo calmarme, pero las preguntas comienzan a


adueñarse de mí.

¿Qué hace con eso? ¿Quién es el "monstruo de Rusia"? ¿Por


qué...?
«Basta, Lucy» Meneo mi cabeza y abro los ojos cuando la puerta se
abre y me quedo quieta cuando siento la voz de Sophia y Caleth
detrás.

—Lamentamos haberte dejado sola — suelta Caleth y me giro sobre


mis talones con una sonrisa en el rostro mientras obligo a mi
cerebro a dejar de intentar sabotearme.
Aprieto mis puños y las uñas me lastiman la palma de las manos,
pero no lo suficiente para hacerme sangrar y eso es lo que me
ayuda a concentrarme, «dolor».

—Tranquilos, entiendo que tengan trabajo — suelto y sonrío


mientras camino hacia ellos que asienten.

—Igual para compensarte, iremos por un helado.

—Voy a parecer una niña mimada con unos atractivos padres —


bromeo y ellos ríen a mis palabras mientras pasamos por el pasillo
donde varias personas se mueven de un lado a otro, ocupadas y no
pierdo de vista la manera en la que Candece me mira.
Le doy una larga mirada y entramos al ascensor mientras le doy una
sonrisa burlona llena de malicia mientras las puertas se cierran y
ella palidece dándome esa última imagen de ella antes de que me
giré hacia Caleth y Sophia.

—¿Te gusta la estructura?

—Es muy wow — es lo único que puedo soltar y Sophia se ríe.

—Ángel participó en el la decoración y en la idea de la estructura —


habla Caleth — Es el más nuevo de mis edificios, pero no el menos
importante, aquí hay más planeación y personal mientras en los
otros hay más laboratorios sobre las distintas áreas en las que
invertimos.

—¿De ahí proviene el dinero?


Caleth menea la cabeza mientras Sophia se engancha a su brazo y
las puertas del ascensor se abren y comenzamos a caminar: —
Nuestra familia siempre ha sido acomodada y mi herencia fue un
billón de dólares que recibí por parte de mis padres, al igual que el
resto de mis hermanos pero me encargue de multiplicar la cifra
invirtiendo en música —señala el lado del piso donde hay personas
con trajes de seguridad perfeccionando guitarras y otros
instrumentos musicales — Deportes — señala el espacio que hay al
otro lado con hombres dentro de máquinas donde corren y balones
que salen de una gigantesca máquina — Y minería junto con
recursos naturales pero eso sí están en otros lugares junto con la
agricultura.
Desde luego que no estamos en el lugar por donde entramos, pero
volvemos a entrar a un ascensor y bajamos, en completo silencio
mientras Caleth dice uno que otro dato curioso como que cada uno
de sus hijos empezó desde los doce a invertir; Crono se fue por la
industria y médica, haciendo clínicas, Consus por la literaria,
adueñándose y creando editoriales, Caebrán por el arte, haciendo
escuelas de pintura y siendo dueño de galerías de arte, museos;
Caelus se fue por el área de autos, concesionaria y por el tono de
voz de Caleth, está a un pequeño paso de sacar su propia línea de
carros de lujo mientras Cristian tiene una pasión culinaria que lo ha
llevado a ser crítico y dueño de una cadena de restaurantes con
solo dieciséis años.

—Un helado de fresa — Caleth pide para mí como si me leyera la


mente y me siento al lado de Sophia mientras ella pide uno de
chocolate y él de maní.

—¿Los Bush tienen edificios aquí? — pregunto y Caleth niega de


inmediato.

—Ellos tienen otro tipo de empresas.

Es su corta respuesta y mientras un camarero trae los helados,


Sophia responde.

—Los Calandra sí, por eso son socios.


«Pero los Bush también» No digo nada y acepto el helado con una
sonrisa mientras Caleth pide que le cuente algo de mí.

—Soy rusa — digo y Sophia rueda sus ojos.

—Eso lo sabemos ya, Lucy... solamente queremos saber algo que


no esté en el papelito, algún dato curioso sobre ti — suelta.

«Me acuesto con sus hijos»

Reprimo la sonrisa que me produce pensar en ello justo en este


momento, comiendo la fresa que hay arriba de la crema de
mantecado y me encojo de hombros.

—Soy buena jugando cartas, me gusta observar a las personas,


hablo tres idiomas, pero creo que eso sí estaba en los papeles,
tengo una leve obsesión por las fresas y soy derecha.

—Por ahora eso es necesario — Caleth sonríe y Sophia come su


helado también antes de que suelte algún chiste intentando hablar
ruso, pero la verdad es que le sale tan mal la pronunciación que
terminamos riendo a carcajadas.

Terminamos y vamos al centro comercial, Sophia me obliga a entrar


algunas tiendas mientras Caleth se sienta y navega en su teléfono.
Me obliga a colocarme un vestido azul pegado al cuerpo y me suelta
el cabello mientras ella se coloca uno gris suelto.

Nos miramos en el espejo y ella sonríe, arreglando la cadena que


siempre tiene sobre su cuello, la misma cadena que significa que
pasó la iniciación.

Salimos del vestidor.

—¡Míranos! — Sophia llama la atención del ministro Caleth Fairchild


y cuando levanta la mirada, se levanta.

—No puedo elegir cuál de ambas se ve mejor — suelta y Soph


camina hacia él dándole un beso en los labios.
Por alguna razón, Caleth puede ser un hombre intimidante pero
cuando ve a sus esposas o a sus hijos, se convierte en otro
completamente diferente.

Sophia me mira mientras se engancha al brazo de Caleth.

—Lucy parece una diosa.

Me sonrojo.

—Es una diosa — Caleth elogia y saca su teléfono mientras Sophia


se coloca a mi lado.

—Yo no... — comienzo y Sophia menea la cabeza.

—¿Cómo qué no? — me obliga a arreglarme y sonrío hacia la


cámara mientras nos tomamos varias fotos.

Todo es tan agradable que el tiempo pasa volando hasta que


regresamos al avión y ya es de noche, cierro un poco los ojos
mientras Soph abraza a Caleth y llegamos a la mansión que tiene
todas las luces encendidas.

Llevo algunas bolsas de ropa porque Sophia insistió en llevarse la


mitad de la tienda y cuando cruzamos la puerta, todo está en
completo silencio.

No hay rastro de los chicos por ningún lado y me despido


caminando hacia mí habitación. Abro la puerta y la cierro con el pie
mientras dejo las bolsas en el suelo, enciendo la luz y todo está en
perfecto orden.

Me despeino el cabello, dispuesta a darme una ducha y dormir, pero


cuando voy a buscar algo en la mesa de noche, el sobre que está
arriba de la cama me hace tener un escalofrío.
Lo tomo y me siento en la cama, mirando hacia todos lados porque
siento que me están observando y camino hacia el baño donde me
encierro colocándole seguro a la puerta y la incertidumbre se
adueña de mi cuerpo acabando con la calidez y la paz que había
experimentado en la tarde.

Lo abro rasgando el papel con los dedos y al suelo cae lo que


estaba dentro.

«Tres fotografías» Y solamente me llevo las manos a la boca


cuando mis ojos se concentran en la imagen del cuerpo de mi
madre en diferentes tomas haciendo que el corazón me lata con
fuerza contra la caja torácica y los ojos se me llenen de lágrimas
porque, aunque tenga esa fotografía viva en mi mente, verla otra
vez es tan doloroso.

Las manos me tiemblan y no sé quién fue quién la dejo aquí, pero


algo se me adueña de mi pecho mientras sollozo.
INMOLACIÓN
Inmolación:

Gran sacrificio hecho en beneficio de un ideal, de una causa o del


bien de otras personas.

Jake

Algunas veces existen alteraciones en la rutina que son necesarias.

Juego Candy Crush Saga Soda en mi teléfono mientras me quito el


esmalte de las uñas con los dientes porque puedo tener una
manicurista profesional a una llamada de distancia, pero es una
manía que no puedo quitar y que tengo desde que tengo uso de
razón.

Estoy nerviosa, es algo que sé y no puedo evitar. Pierdo en el tercer


intento porque el nivel me resulta difícil o es que mi cerebro está en
otro lado y no en el juego, veo a unos estudiantes pasar y pego un
salto en mi puesto haciendo que el teléfono se resbale de mis
manos y se caiga.

—¡Pero tampoco soy tan feo para que te asustes tanto, tonta! —
Joseph rueda sus ojos y solamente me agacho a agarrar el teléfono
que está intacto gracias a las fuerzas divinas de Dios.

Pero cuando le doy la vuelta, justo al lado de la cámara, frunzo los


labios.

«Solamente fue una rayita» Pero igual sé que seguramente eso será
el mal augurio para que después se haga una más grande y
finalmente quede completamente destruido y le lanzo una mirada de
muerte a mi hermano.

—Eres un imbécil.
—Amas a este imbécil — se ríe y besa mi mejilla, pero eso me
congela en mi sitio.

«Es tu hermano, puede besarte Jake»

Siguen pasando estudiantes, las clases terminaron, pero este es


uno de esos días donde sencillamente no quiero ir a casa y no me
interesa fingir que todo está perfecto o que somos una familia
perfecta delante de mis padres.

Han estado pasando cosas, la muerte de Dove a manos de Lucy es


un trago amargo porque me recuerda el secreto que he cargado
sobre mis hombros, pero que no me corresponde de ninguna
manera por supuesto, pero vamos, nada ha sido justo para Jake y
nunca lo será.

—Puedes irte sin mí— dejo ir y le sonrío a un grupo de chicos que


pasan haciendo que Joseph levante una ceja con esa mirada de
«enmipropiacaraJakelineCalandra» pero la ignoro porque desde
luego él ha estado haciendo de las suyas con su hermosa prometida
y yo no puedo decir nada, además, un simple coqueteo con chicos
que seguramente ni siquiera han follado no arruinara mi existencia
más de lo que ya está.

Me sigue mirando, lo ignoro volviendo la atención al juego de Candy


Crush y...

—¡Deja de joder! — le grito moviendo las manos y ni siquiera se


sobresalta por el tono.

—¿En serio le sonríes a los de tercero? Eso se podría llamar


pedofilia — suelta y volteo a mirarlo con cara de
«Ytodaviateatrevescareverga»

—Oh dios, cállate porque aparte de ser un maldito descarado, eres


un imbécil dramático y celoso— me levanto con intenciones de irme
y me alcanza jalándome del brazo.
Nadie nos presta atención porque estos pequeños shows de
hermanos que no se soportan son algo normal y en especial, en
nosotros así que aprovecho para darle la mirada que grita por todos
lados un alto y en negrita: ¡BASTA!, pero me sonríe de esa formita
que... me dan ganas de ahorcarlo, si, definitivamente sí.

—Lasciami andare*— suelto y menea la cabeza mientras acerca


peligrosamente su rostro al mío.

—Hacer este show solamente nos resta tiempo...— contesta y eso


simplemente me da dolor de cabeza.

—¿Para qué? — ataco de una vez cansada con el tema. Joseph ha


estado toda la mañana persiguiéndome y lo he ignorado como si
fuese un virus letal y yo una pobre niña sin defensas —Si estás tan
apurado en escuchar a nuestros padres hablar sobre lo maravilloso
que serán los hijos de Joseph y Rose, corre y pídeles que adelanten
la maldita cena.

—No empieces, Jake...

Trato de zafarme, pero me agarra del cuello con más fuerza— ¡Y lo


dices todavía, descarado!

Me toma del rostro obligando a que lo mire.

—In che lingua gli faccio capire che è un completo martirio per me
stare con Rose?*— declara y la sinceridad que veo en sus ojos me
hacen bajar las manos y me suelta.

Me arreglo el uniforme y miro hacia todos lados con la paranoia a


mil porque... Alguien puede saber italiano y entender la mierda que
decimos y desde luego, no puedo ni quiero dejar que todos se
enteren de que el maldito compromiso es una farsa o un maldito
trueque entre familias que aún no me convence.

—Está bien— suelto finalmente y me da una media sonrisa. Me doy


la vuelta y tomo mi bolso del banco y guardo mi teléfono en el
mientras Joseph me toma de la mano, haciendo que me tense
porque he tratado de ignorarlo o de evitar tener contacto con él para
no volver a caer en el mismo círculo vicioso donde hay más
tormentos y sacrificios que felicidad.

—Calandra— saluda una de las chicas que pasa por nuestro lado y
Joseph ni siquiera las mira, continuando hacia mi auto porque hoy él
no trajo el suyo porque llegó con Caebrán. No decimos nada y me
suelta solamente para que entre al auto y encienda el motor.

Aprieto el volante cuando lo veo entrar de copiloto y le tiro el bolso


encima que lo hace hacer una mueca mientras cierra la puerta.

Estar en un sitio tan pequeño, juntos y con vidrios polarizados me


hace latir el corazón con fuerza y para que no lo note, enciendo el
auto y voy de retroceso cambiando las velocidades y quitando el
freno de mano para arrancar.

El motor ruge y prácticamente se queja porque elegí la velocidad


mal y la cambio mientras salimos del Colegio y comenzamos a
pasar las casas.

—No quiero — suelto como un pequeño berrinche sin razón y me


voltea a mirar.

—¿No quieres qué?

—Ir a casa — respondo de inmediato y añado: — Quiero ir de


compras, iba a ir con Lucy, pero ella se fue con Ángel porque iba a ir
a hacer no sé qué con las esposas de Caleth...

—Vamos— ni siquiera me deja terminar y volteo a mirarlo como si le


hubiera salido un cuerno en la frente.

—¿Uh?

—Vamos a ir de compras, Jake.

—¿Tú y yo? — pregunto — ¿Tú conmigo? ¿Yo contigo?


Rueda los ojos mientras vuelvo a poner la vista al frente.

—Por algo lo estoy diciendo, ¿no?

—Dijiste que no te gustaba salir de compras...— comienzo porque


recuerdo cada cosa que dice o hace sin poder evitarlo y suelta un
resoplido que me hace darle una mala mirada.

—Te estoy diciendo que quiero ir de compras, Jake— contesta — Y


si lo estoy diciendo es porque quiero hacerlo además de que
tampoco quiero ir a la cena y hacer como si estuviera enamorado de
Rose cuando ambos sabemos que...

—Okay, vamos de compras— le interrumpo porque escucharlo otra


vez, exactamente "eso" es un granito más para quedarme sin
estabilidad emocional y tampoco es que me quede mucha que
digamos.

No dice nada por la interrupción y hago girar el auto hacía cambiar


de carretera porque iba a usar el jeep de mis padres Lucy iba a ir
conmigo, pero a vista de que ni siquiera planifique el viaje, verifico el
tanque de combustible y le doy una pequeña mirada a Joseph que
ha abierto mi bolso y está ordenando los marcadores y colores en la
cartuchera.

No digo nada más y enciendo la radio para que no haya silencios


incómodos que por supuesto no me voy a encargar de eliminar y...

—Joe era un chico carismático, alegre, inteligente y hoy Joe cumple


seis días de haber desaparecido. Recuerda que hoy es Joe y
mañana puedes ser un familiar o un amigo, si tienes algún dato que
ayude a la investigación, dilo. Se ha duplicado oficialmente la
recompensa a quien sepa el paradero de este chico que lo espera
una familia en casa...— la voz del locutor me hace apagar de
inmediato la radio y apretar el volante.

«Joe nunca volverá a casa por nuestra culpa» Se me hacen agua


los ojos porque era una persona, alguien como yo, como cualquiera
de mis amigos que murió de forma injusta y pensar en lo que
hicieron para hacer desaparecer su cuerpo me producen náuseas y
me revuelve el estómago.

Pienso en sus padres, su hermana y es inevitable recordar a Dove.


Era loca, molesta e irritante, pero era así por todos los problemas
que tenía que enfrentar y desde luego no tenía que terminar como
terminó.

—Otra vez lo volvimos a hacer— susurro y Joseph deja de hacer lo


que hace para mirarme.

Me concentro en la carretera porque sé que, si lo miro, rompo a


llorar y sencillamente no quiero.

—Pensé que ya habíamos hablado sobre eso.

—Era una persona.

—Ya estaba muerto, Jake... Ellos no lo asesinaron.

—¡Pero lo descuartizaron! — suelto y ni siquiera responde.

Tengo ese pequeño conflicto interno y me siento sucia. No veo


normal asesinar, no veo normal lo que hacemos, pero no tengo otra
alternativa porque... No elegí esta vida, ni elegí lo que soy. Me
siento tan mal como me hace sentir lo que siento por mi propio
hermano y las ganas de vomitar vuelven porque soy una aberración,
hago todo lo que está mal y.... estoy mal.

—No lo hicimos nosotros— dice y eso me hace girar los ojos porque
lo que ha dicho es lo más estúpido del mundo.

—Estamos igual de sucios que ellos, Joseph.

Aprieto el volante mientras piso el acelerador y...

—Son nuestros amigos, Jake.


Volteo a mirarlo mientras paso un auto cambiando de carril por unos
cortos segundos.

—Somos iguales de monstruos que ellos — es lo único que digo —


Ayudarlos solamente nos mancha más de mierda, pero es una
lástima porque desde hace tiempo estamos marcados, ¿no? Pero
de todas fuerzas sé que, para mí, esto que hacen no es normal, no
me gusta Joseph, no veo normal que arrebaten la vida de una
persona porque mierda... ¡ES UNA PERSONA! Tiene los mismos
derechos que tengo yo, que tienes tú, que tienen ellos y no
podemos ignorar que lo que ayudamos a encubrir está mal.

—No podemos meternos en esto, Jake y lo sabes.

Sé que es la clara señal de «NO VOY A HABLAR MÁS SOBRE EL


TEMA». Joseph es cerrado con respecto a ellos al igual que yo,
pero mientras él prefiere hacerse de vista gorda ante las cosas que
suceden y son demasiado obvias, yo no puedo dejar de pensar en lo
horrible que es lo que ayudamos a encubrir o a hacer.

No hablo más, todo se mantiene en silencio donde lo único que se


escucha es la respiración de ambos y el sonido de los neumáticos
contra el pavimento hasta que la ciudad de San Lucifer queda frente
a nosotros.

Salir de Hiverdele tal vez pueda ayudarme a despejar un poco y


atravesamos la ciudad hasta llegar al centro comercial que siempre
frecuento. Pago el ticket para el estacionamiento y saco del bolso mi
cartera y teléfono mientras Joseph sale del auto y se estira por el
viaje.

Me miro en el espejo, arreglo unos mechones de cabello que se


salieron de mi coleta alta y me coloco humectante en los labios
antes de salir mientras solamente sé que quiero entrar a las tiendas
de ropa y hacer un montón de compras que son innecesarias pero
necesarias a la vez.
Joseph me sigue sin decir nada y mantengo distancia entrando a la
tienda de cosas del cabello porque siempre me gusta husmear ahí,
aunque no sepa exactamente que comprar o para que utilizar las
cosas y volteo a mirar a Joseph que observa las pelucas de
diferentes colores con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa? — pregunto mientras me acerco y me voltea a mirar


con una chispa que me asusta en los ojos.

—Algunas veces te he escuchado quejarte sobre ser tu y tener que


lidiar con lo nuestro— suelta — ¿Te gustaría dejar de ser tu y ser
libre solamente por unas horas, Jake?

—Joseph...— advierto y me toma de las manos dándome un pico en


los labios que me hace colocar roja porque la que atiende nos mira
con el ceño fruncido.

—No todo tiene que ser malo, ¿sabes, Jake? — me acaricia la


mejilla — Creo que merecemos una chispa de felicidad después de
aguantar tanto.

—¿Eso crees? — susurro y me vuelve a besar los labios asintiendo.

Me vuelvo tan vulnerable que me olvido de todo y solamente


comienzo a reír sobre lo absurdo que es la idea de Joseph, pero
termino cediendo tomando una peluca de cabello azabache corto y
le pido a la que atiende que me ayude a ponérmelo mientras mi
hermano suelta estupideces diciendo que con el negro me veo como
una sexy abogada con una vida oculta.

—Está loco...— le digo a la chica y ella ríe al ver la cara de niño


mimado que pone Joseph.

—Así me amas, tonta.

—Hum sí, claro...— ruedo mis ojos y se cruza de brazos


haciéndome reír otra vez.
—Ya está listo— dice la mujer y le doy la gracias junto con un
abrazo antes de darle una propina exagerada que la hace mirarme
con las mejillas sonrojadas y me niego a un rembolso porque sé que
ella seguramente lo necesita aún más que yo.

Joseph me agarra de la mano y caminamos hacia una de las tiendas


entre risas, besos cortos y abrazos mientras escojo ropa negra que
es completamente diferente a los colores vivos que suelo utilizar y
salgo del vestido con una minifalda y un top rojo que hacen que mi
hermano deje el teléfono para mirarme con los ojos bien abiertos.

La mirada que me dedica me hace sentir la humedad inevitable en


mi ropa interior.

—Te queda... bien— suelta y levanto una ceja haciendo que se


rasque la barbilla, pensativo.

—¿Solamente «me queda bien»?

—Si— se encoje de hombros — Pero deberías arreglarte más la


falda.

—¿Ah sí? — prácticamente quiero llorar porque espere causar algo


más que «te queda bien».

—Si — se acerca y me toma del brazo haciendo que regrese al


vestidor confundida— Ven y te ayudo.

Cierra la puerta y miramos nuestro reflejo en el espejo antes de que


se me tire encima como un animal hambriento. No sé qué es lo que
le pasa, pero bloqueo todos los pensamientos coherentes cuando
respondo el beso con la misma hambre como una adicta con la
posibilidad de probar un poco de su droga preferida.

Y eso es tan mierda como se escucha, pero no puedo evitarlo. Me le


restriego y le jalo el cabello con las manos mientras me desabotona
con una experiencia la falta y baja lo suficiente el top para que mis
pechos queden a la vista.
Baja los besos a mi cuello y siento que voy a explotar.

—Joseph...—susurro y me tapa la boca con la mano mientras me


restriega la erección en el abdomen haciéndome gemir.

—Mira cómo estoy. — restriega aún más la erección— Necesito...


necesito meterla, Jake, no puedo soportar más porque siento que
voy a enloquecer y tú vas a callar, porque sé que también quieres y
vamos a dejar de lado toda la mierda que tenemos encima porque
quiero estar con mi chica sin pensar en todo lo que ocasiona lo que
siento.

No puedo protestar ni decir nada, solamente me suelta la boca y soy


yo la que lo besa con desesperación mientras siento como se
deshace de la correa y saca el miembro que esta tan duro como una
roca.

Se lo toco mientras me chupa y muerde los pechos y.... no puede


ser que algo tan mal se sienta tan malditamente bien. Ruedo los
ojos cuando siento como juega con la punta de mis senos y me
arrodillo viendo desde abajo la verga erecta que me hace saborear
los labios.

Esta mal, estoy mal, pero... me la meto a la boca con unas ansias
que no puedo controlar y lo escucho gemir mientras los espejos
solamente causan que me moje más al vernos en todos los ángulos
posibles mientras mis manos estimulan también.

Chupo la punta, el hilo de saliva sale de mi boca y vuelvo a


metérmela completa sintiendo que voy a vomitar, pero me la saco y
me la vuelvo a meter entera, viendo como crece dentro de mi boca y
me agarra del cabello acelerando los movimientos.

Suelta maldiciones, dice que me ama y tantas cosas a la vez que


cuando siento que se va a venir, me esmero más, pero me detiene
haciendo que me levante y me ataca los labios mientras pega mi
espalda contra los vidrios.
—Voglio la tua figa*

—¿Sí? — Jadeo entre los besos y me muerde el labio inferior antes


de apretarme el cuello.

—¿Cómo no querer taladrarte ese coño? — me toca por encima de


la tela y jadeo porque estoy tan mojada que siento los líquidos
derramarse por mis muslos.

—Hazlo, hazlo por favor...

Se lo agarra y me abro de piernas dispuesta a recibirlo, pero...

—¿De quién es, Jake?

Me tortura pasándolo por mis labios y lo miro con suplica en los


ojos.

—¿De quién es? — vuelve y lo atraigo a mi boca para besarlo


mientras me restriego porque quiero que entre ya.

—Tuyo— suelto y entra de una sola estocada haciendo que suelte


un grito que calla con sus besos.

Me da empellones veraces mientras siento que voy a colapsar por


tantas cosas. Juega con mis pechos, me besa y me embiste con
tanta violencia que siento que me va a partir en dos, pero aun así
quiero más y más porque cada vez que pruebo esto solamente
empeora mi adicción, mi enfermedad y nos venimos al mismo
tiempo alcanzando el clímax.

Suelto aire por la boca y sigue embistiéndome porque esta duro aun
y me ayuda a levantar una pierna dejándola estirada recostada a su
hombro y me embiste así, jugando con mi punto sensible mientras le
da palmadas al coño rosado y ver cómo entra y sale solamente que
vuelve más y más hambrienta de lo prohibido, de lo insano, de lo
inmoral que es lo que sentimos y hacemos porque somos todo lo
que está mal en este mundo.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Camino al lado de Joseph con una sonrisa y le beso los labios


atrayéndolo hacia mi mientras estamos en un museo acuático. Es
hermosa la vista, los pesces nadando a nuestro alrededor, los
corales y todos están asombrados y el lugar realmente es más
hermoso que las fotos que vi de el en Instagram.

Parece que estuviéramos en el océano, es hermoso, relajante y la


belleza de la naturaleza me enamora una vez más.

Joseph corresponde el beso y en momentos así, es que quiero


quedarme siempre donde nada malo nos ensucia, todo es perfecto y
el mayor problema que podríamos tener es la indecisión de ambos a
la hora de elegir lo que vamos a cenar.

Pero los momentos lindos siempre se acaban y los nuestros siempre


con más rapidez, así que tenemos que regresar a casa porque mis
padres nos llaman a cada nada, no saben dónde estamos y aunque
eso no sea nuevo, parecen enojados porque nos llenan el buzón de
cien llamadas a ambos.

No respondo los mensajes y bloqueo el numero al igual que Joseph


mientras se seca el cabello con una toalla. Alquilamos una
habitación, ya es de noche y sería prudente quedarnos aquí, pero
algo me dice que debemos regresar así que de mala gana me
coloco un vestido de flores dejando en la basura la ropa gótica con
la peluca que utilice durante todo el día y por alguna extraña razón
siento que he dejado la burbuja que me había sacado de la realidad
o la hubiera arrancado de mi pecho sin anestesia.

Nos besamos un poco más y Joseph carga todas las bolsas


mientras caminamos hacia el auto y esta vez es el quien conduce de
regreso a casa mientras me quedo dormida no sé por cuánto tiempo
hasta que siento que el auto se estaciona.

Abro los ojos un poco aturdida y él me sonríe mientras me acaricia


la mejilla, ambos salimos del auto y como si estuvieran viendo por la
ventana, mis padres salen con unas caras de culo que me producen
jaqueca.

Invento de inmediato una excusa para no escucharlos ni estar


presente en el seguro regaño que nos darán, pero las cosas
cambian cuando detrás aparece Rose abrasada a sí misma
mientras su padre y su madre están detrás de ella.

Joseph y yo nos miramos sin entender, un miedo extraño se


extiende en mi estómago y cuando nos acercamos, mama baja y le
voltea el rostro a Joseph de una bofetada haciendo que me
sobresalte.

Rose tiene los ojos hinchados como si hubiese llorado mucho por
alguna razón y la posible opción que lo hayan descubierto me hiela
la sangre y baja la tensión.

—¡Recuérdame los valores que te inculque, Joseph porque en este


preciso momento te desconozco! — mi mama grita y el pecho se me
encoje porque no puede ser posible que...

Papá me da una mirada llena de decepción y el alma se me cae a


los pies.

—Eres una alcahueta, Jakeline, estoy muy decepcionado de ti.

—¡Le eres infiel a tu prometida, Joseph! — vuelve a vociferar mamá


y todo pasa tan rápido que no puedo procesarlo — ¡Y tu hermana te
ayuda a encubrirlo, pero ya no más...!

Mamá se da la vuelta y entra a la mansión, Rose me da una mirada


y sus padres siguen a mi madre mientras papa también se da la
vuelta y Joseph y yo nos miramos antes de entrar también.

Cerramos la puerta y llegamos al comedor donde hay un montón de


fotografías de hoy y la tensión se me baja cuando estoy besando a
Joseph con la peluca.
En ninguna se ve mi rostro, pero somos nosotros. Nosotros
comiendo helado, nosotros besándonos y toqueteándonos en el
parque de atracciones, nosotros en el cine, nosotros... ¡nosotros!

Miro a Joseph con el corazón desbocado y mamá señala todo con el


rostro rojo de la ira.

—Quiero explicaciones de quién es esta mujer y donde estaba Jake


mientras tú te besuqueabas y hacías quien sabe qué con otra que
no es tu mujer.

El corazón se me va a salir del pecho y aprieto mis puños con la


mirada iracunda de Irene Bush y la llena de decepción de mi padre
mientras siento que voy a desfallecer porque esa no es otra mujer,
esa soy yo con mi propio hermano.
Capítulo 60 (*)
Un día antes...

ROSE

Las manos me tiemblan mientras Marcus sonríe como un completo


estúpido mientras aguanto las lágrimas que quieren salir de mis ojos
porque hoy es uno de esos días donde solamente quiero estar en mi
cama, abrazada con una almohada llorando hasta que los ojos me
ardan, pero debo estar aquí, almorzando con mi "familia".

Papá está tan mirando su teléfono, es algo que siempre hace


mientras mamá tiene esa mirada extraña concentrada en Marcus
que me revuelve el estómago porque son unas ganas de follar que
no se encarga de ocultar en lo absoluto cosa que me hace apretar el
tenedor con fuerza mientras juego con la ensalada y los granos de
arroz y pollo.

«¿Dove comería esto?» No puedo evitar preguntarme y de


inmediato sé la respuesta que resulta ser un frío y rotundo: no.

Dove no comería algo como eso porque el pollo tenía 239 calorías,
algo que por supuesto ella no aceptaría en su dieta alimenticia
estricta que algunas veces solamente era agua y la técnica de
aguantar la respiración cada vez que le daba hambre porque ella no
podía ser gorda porque las gordas eran feas y a Caebrán no lo
conquistaría siendo una de esas asquerosas con quilos de más que
parecían ballenas además que Dove no le gustaría comerse a un
animal.

Ella estaba en contra de eso y papá nunca habría permitido tener un


pollo cocido delante de ella porque Dove haría un drama tan grande
que siempre tenía dos finales:
La ignoraba yéndose de casa o la castigaba y cualquiera de las dos
era más horrible.

El estómago me suena porque no he comido absolutamente nada


por dos días, este absurdo viaje me tiene de mal humor y solamente
ha empeorado el vacío que me ha causado haber perdido a mi
hermana y todo es peor porque ella había estado hablando sobre
este viaje con tanto entusiasmo que me parece tan horrible estar
aquí y que ella no este.

Quisiera decirle que no es como las fotos de Instagram y que


definitivamente la asistencia del hotel es realmente cuestionable,
pero... no puedo hacerlo y eso es lo que tanto me jode.

—Lo siento, pero yo no puedo estar aquí...— digo mientras me llevo


la servilleta a los labios para callar los sollozos que salen de mi boca
y antes de recibir respuesta, ya estoy corriendo hacia mi habitación
llevándome a varios turistas por adelante.

Tengo los ojos llenos de lágrimas que salen y escurren por mis
mejillas sin previo aviso. Tengo un vacío en el pecho que
sencillamente no puedo explicar, solamente sé que me siento tan
mal que hasta caminar es un suplicio y no sé si estoy exagerando,
pero así es como me siento... como si estuviera de alguna manera,
muerta en vida.

Nada tiene sentido para mí, respiro por respirar y cuando logro
entrar a mi habitación, en vez de tener calma solamente caigo al
suelo sin poder controlar en llanto que me hace abrazar mis rodillas
mientras mantengo la vista fija en la cama donde papá lo hizo otra
vez.

Ni siquiera le importa cómo estoy, ni a él, ni a mi madre y me levanto


conteniendo las náuseas que me llevan al baño y alcanzo a abrazar
el retrete cuando las contracciones me hacen vomitar agua mientras
siento cómo se me contraen las costillas.
«No puedo vomitar porque no he comido absolutamente nada» Pero
eso no parece entenderlo mi estómago porque las arcadas me
hacen sentir un dolor horrible en el centro de estómago mientras
siento que me quedo sin aire.

El sabor a bilis que se adueña de mi boca es tan asqueroso como


los recuerdos vividos de las manos de Papi sobre mi cuerpo
mientras solamente era consciente de que me estaba ensuciando
mientras me negaba a ver exactamente lo que me hacía, pero eso
empeoraba todo.

Los sentidos los tenía a flor de piel, sentir su aliento contra mi piel
era algo tan asqueroso mientras sollozaba en silencio. A este punto
ya no le pedía que parara o dejara de hacerlo ni forcejeaba para que
me dejara porque entre menos me resistía, más rápido terminaba la
pesadilla.

Sentí como se vació dentro de mí, era tan asqueroso que me moví
incómoda ignorando el ardor que sentía en mi entrepierna porque
nunca estaba lubricada ni preparada para sentirlo y luego... venían
los golpes.

Esa era la parte donde me pateaba y decía que no servía para


satisfacerlo como debería hacerlo por ser su hija. Los golpes en mis
costillas, los jalones de cabello y al final, me escupía cuando no
dejaba de llorar teniendo cuidado de no golpear mi rostro para no
levantar evidencias.

Se colocaba el pantalón y se fue dejándome ahí, abrazándome a mí


misma mientras estaba en posición fetal sintiéndome sucia, enferma
y muerta mientras todo me temblaba. Algunas veces sangraba y hoy
era una de esas.

Estaba así, sin preocuparme en vestirme o lavarme porque ya todo


me daba igual cuando la puerta de mi habitación se abrió y entro
mamá solamente para pedirme que me vistiera porque teníamos
que cenar y ella no se percató de mi estado, solamente me dio una
larga mirada fría y se dio la vuelta como si no le interesara en lo
absoluto lo que me pasaba.

Me levanté y me di una corta ducha mientras no podía evitar llorar


mientras me restregaba el jabón con fuerza contra el cuerpo
intentando quitar el olor asqueroso a tabaco y perfume barato que
siempre usaba papi.

E hice lo mismo ahora, me quito la ropa cuando dejo de tener las


arcadas molestas y dolorosas y arrastro los pies hasta meterme
dentro de la ducha. La abro y cuando el agua cae sobre mi cuerpo,
cierro los ojos sintiendo las gotas recorrer cada espacio de mi piel
pálida llena de moretones.

El maquillaje que cubría mi cuello y tapaba las visibles marcas


desapareció con el agua y cuando sentí que estaba lista, salí
escurriendo agua hasta posarme frente al espejo y la imagen que
proyecto solamente me hizo temblar mientras las lágrimas seguían
cayendo.

«Estoy tan... mal» Los ojos me recorren de arriba abajo en la


imagen que me brinda el espejo y solamente me doy cuenta de
cómo se me ven las costillas, de los moretones en ellas, en el
abdomen, en las rodillas, en las piernas y el cuello me escuece
porque ahí está marcado la mano de mi papi y de mi peor pesadilla.

Tomo una toalla cuando la imagen me da tanto asco que siento otra
vez las ganas de vomitar y me cubro con ella mientras salgo del
cuarto de baño y camino hacia la mesita de noche tomando el
teléfono que desbloqueo tratando de ignorar la foto de pantalla para
evitar quebrarme más.

Marco el número de teléfono que me sé de memoria mientras


enciendo la cámara.

«Solamente quiero que conteste» Uno, dos y tres pitidos que me


mandan el alma al suelo hasta que aparece la opción reconectando
en color verde que me hace tener un poco de esperanza mientras
me dejo caer en el suelo juntando las piernas aun en toalla.

La imagen tarda solamente un poco y Joseph se desordena el


cabello quitando la sonrisa de su rostro cuando ve mi estado, esta
sin camisa y tiene unos audífonos de colores en las orejas mientras
coloca el teléfono a un lado, haciendo que, en vez de mirarlo a él,
mire el techo blanco de la habitación.

—Voy a abandonar el juego...— escucho como suelta y cuando


vuelve a agarrar el teléfono, ya no lleva audífonos.

No decimos nada y rompo a llorar porque estos días después de la


muerte de mi hermana, Joseph ha estado para mí lo suficiente para
darme cuenta de que sigue siendo aquel chico dulce que me pidió
salir en medio de una fiesta hace dos años y de manera
inconsciente me paso la mano por la cicatriz que tengo en el
abdomen que me eriza la piel porque hace dos años fue la última
vez que lo vi.

El miedo sigue carcomiéndome el pecho, la mentira que le dije a


todos para evitar ser involucrada con el peor monstruo de todos por
pánico a que vuelva y pueda hacerme algo peor aún sigue en mi
pecho, aunque trato de alejar todos esos recuerdos, bloqueándolos.

«Está muerto, está muerto y.... no puede hacerme daño». Procuro


mirar a Joseph mientras intento calmar los sollozos y mi respiración
errática, debo concentrarme, debo dejar el pasado en el pasado,
pero la pregunta que siempre ha estado ahí, en el fondo de mi
mente vuelve:

¿Por qué yo? ¿Qué lo llevo hacia mí?

La respuesta llega de inmediato y es que siempre he estado


rodeada de monstruos que han logrado destruirme, pisotearme y me
han llevado al infierno, pero, aunque han pasado años, sigo sin
entenderlo.
Tengo sus palabras marcadas en la mente, no he olvidado el sonido
de su voz, creo que jamás podría hacerlo y cuando la puerta se
estremece con los golpes que le dan desde afuera, miro la pantalla
con terror en los ojos.

Por un momento pienso que es él, pero me siento estúpida de


inmediato cuando escucho la voz de papi, pero eso no quita el
hecho de que me asuste ni me haga sollozar con más fuerza porque
sé que no voy a poder resistirlo otra vez.

—¡Abre esa maldita puerta, hija de puta! — escucho como grita y los
labios me tiemblan — No vas a librarte, Rose... ¡No seas una
cobarde! Así no crie a mis hijas así que abre esa puerta de una
buena vez.

El pecho me tiembla y los golpes en la puerta no cesan mientras


Joseph coloca el rostro serio, temo que papi haga trizas la puerta y
me vuelva a lastimar, pero se calma de un momento a otro,
aparentemente dándose por vencido lo que me hace sentir un alivio
momentáneo.

—¿Otra vez, Rose? — la voz de Joseph me hace apretar el


teléfono, el tono que usa me hace estragos en el corazón y sollozo
otra vez.

—No puedo detenerlo...— es lo único que digo y menea la cabeza,


dejando de estar serio para darme esa mirada que demuestra que
después de todo, no es tan indiferente y que desde que lo supo,
este tema para él se ha convertido en algo realmente serio.

—Claro que puedes, ya te he dado varias opciones.

Meneo la cabeza, tratando de no quebrarme más.

—La única coherente es cuando podamos vivir juntos y así papi


detenga sus juegos.
—Por favor, deja de llamarlo así que es tan repugnante...— suelta y
me relamo los labios sintiendo el sabor agrio de las lágrimas que
siguen saliendo de mis ojos.

—Él nos hacía llamarlo así mientras nos azotaba.

Aprieta su mandíbula, desordenándose el cabello.

—No mereces lo que te hace.

—Pero es su manera de demostrarnos amor — mi voz cada vez se


escucha menos por la congestión y los ojos me pesan por las
lágrimas. Suelto: — Tú eres mi única esperanza.

«Lo eres cuando en mí misma he visto cómo es el infierno».

Hay algo en sus ojos que me hace sentir triste porque la forma en la
que me mira es tan distinta a la devoción que desbordan ellos
cuando mira a Jake.

Trato de pasar el amargo sabor a celos y me siento estúpida


pensando que tal vez... Meneo mi cabeza y limpio las lágrimas lo
que lo hace sonreír un poco o al menos lo suficiente para que esa
pequeña arruga en su mejilla se note porque lo hace solamente
cuando él sonríe.

Esas pequeñas cosas que se me hacen darme cuenta de que en


vez me gusta Joseph y espero que en algún momento él también lo
haga porque sé que puede hacerlo, que puede ayudarme a sanar y
que, así como esta para mí en estos momentos, si pone de su parte
hace de la farsa algo diferente porque sé que puede hacerlo.

«Solamente quiero sentir un amor que no me lastime»

«Solamente quiero sentirme amada»

«Solamente quiero dejar de estar tan sucia y manchada por mi


papi»
Suelto aire por la boca, los ojos se me nublan y tengo que restregar
un poco mi mano por mi rostro para que las lágrimas logren
desaparecer al menos un poco. Joseph no dice nada mientras me
levanto y dejo el teléfono mirando al techo mientras elijo rápido un
vestido y unas bragas.

Me lo coloco y vuelvo a tomar el teléfono mientras me siento de


nuevo en el piso porque no quiero estar en esa cama, las sábanas
todavía están llenas de su olor y eso me produce náuseas que no
puedo controlar.

—¿Te duele? — pregunta luego de unos minutos en completo


silencio y sé que se refiere a las marcas de mi cuello y eso que no
ha visto el resto de mi cuerpo y meneo la cabeza, haciéndolo fruncir
el ceño.

—Duelen más las heridas externas — le doy una sonrisa triste —


Desde hace años las que están alrededor de mi cuerpo dejaron de
existir para mí porque el verdadero dolor es el que se siente dentro
de mi pecho al saber que la forma de amar de papi es tan dañina
que acabo con la vida de tres niñas indefensas manchándolas con
sus perversiones sin pensar en las consecuencias de sus actos,
pero yo pensé que era normal, ¿sabes? Tan jodido como suena, lo
hice porque era el único amor de mierda que recibía hasta que me
di cuenta de que los padres de las otras niñas no las obligaban a
metérselo en su boca, a dejarse tocar o jugar sin ropa en las noches
y el mío sí...

—Rose...— advierte y meneo la cabeza, continuando:

—Dove era su preferida, Joseph. Ella se ganaba su atención para


evitar que me hiciera lo mismo a mí, pero era algo que no podíamos
evitar. Papi venía siempre a comernos y a hacernos parte de su
juego porque para él, era divertido vernos llorar y pedir que se
alejara porque en verdad, dolía... —agrego— Estoy buscando e
intento comprender las razones que papi tiene para hacerlo, pero
solamente al recordar las cosas que me obliga a ser, me dan ganas
de lanzarme por un balcón porque no sé qué hacer con ello, los
recuerdos son tan dolorosos y definitivamente no quiero quedarme
con lo que he vivido, pero no puedo cerrar los ojos porque hay están
las imágenes, el dolor y la sensación nauseabunda...

—Rose, basta.

—Quiero decirlo, ¿sí? — lo miro a través de la pantalla y entonces,


continuo: — Cuando lo hicimos, la primera vez me esforcé en
disfrutarlo, pero cada vez que me tocabas recordaba a papi, me
daba asco, pero aun así hice todo lo posible para que terminaras y
agradecí que te fueras luego porque solamente quería vomitar — se
me corta la voz — Tú no lo viste, ¿cierto? Las indirectas estaban
ahí, las señales y no fue hasta que te lo dije que me disté esa
mirada llena de lástima que solamente me avergonzó porque en tus
ojos recordé la mirada de la maestra de preescolar que no pudo
hacer nada porque papi iba a sabotear su trabajo si intentaba
ayudarme.

—Tu vida es una mierda, todo lo que dices solamente me hace


querer arrancarle los ojos a Rodrigo y es lo menos que se merece,
porque si puedo en algún momento, Rose, me lo voy a cargar y haré
lo que le prometí a Jake nunca hacer.

«Jakeline» Su mención solamente me incomoda y creo que lo nota


porque suspira como si no pudiera evitarlo. Siempre es así, siempre
debe nombrarla o decir algo sobre ella y siento ese sabor amargo en
la boca porque no puedo evitar sentirme terriblemente mal.

«¿En algún momento dejará de estar tan presente en su cabeza?»


Tal vez es que estoy siendo paranoica, pero hay algo que me
confunde en todo esto. Joseph se relame los labios, me intento
convencer de que quizá para él Jake es como una Dove para mí,
pero...

—¿Cuándo vas a volver?

—¿Me extrañas?
Hace una línea recta en sus labios y quisiera quitar la incomodidad
que toman sus facciones.

—Mañana — miento porque lo haremos hoy en la tarde y nos


tomara menos de dos horas regresar a Hiverdele, pero quiero llegar
de sorpresa a su casa y quedarme ahí para no tener que dormir en
la mía.

Escuche que Irene dijo que sus padres han regresado de Alemania
y que harán una cena entre ellos y pienso aparecer porque sé que
papi no podría negarse a que me quede en la casa de mi prometido.
Joseph suelta algunas cosas más mientras veo como intenta dejar
de mirar las marcas de mí cuelo, pero le resulta difícil.

Yo también lo hacía, era por eso que siempre maquillaba mi piel


para desaparecerlas, pero ahora desde que Dove se ha ido, las
ganas de todo también lo han hecho con ella. Me abrazo a mí
misma y la llamada se termina mientras me tengo que levantar,
arreglar las cosas en el bolso al día siguiente y salir de mi habitación
cuando Marcus viene por mí con esa sonrisa que tanto me produce
escalofríos.

No sé qué es lo que hace aquí o porque papá ha decidido traerlo


como un perro faldero, pero trato de pasarle de largo porque he
evitado a toda costa estar a minutos a solas con el mientras
recuerdo sus palabras.

Su indirecta con exactitud.

—¿Hablar con tu novio ha solucionado esa cara de velorio, Rose?


— pregunta mientras me sigue de cerca y aprieto mis manos
mientras intento no llorar.

Irene se acerca con Rodrigo y me mantengo seria.

—Cállate.

—¿Entonces eso es un sí?


—Eso es un «cállate», imbécil.

Levanta las manos con una sonrisa.

—Parece que hoy amanecimos de mal humor...

—¡Aléjate! — le digo mientras lo señalo con un dedo cuando intenta


tocarme y vuelve a alzar las manos.

—Yo no soy tu papi, Rose...

—Igual eres tan asqueroso y dañino como lo es él — escupo con


rudeza mientras procuro caminar hacia el auto donde entra después
seguido de un chofer y mis padres.

Me mantengo callada en mi sitio porque lo menos que quiero hacer


es llamar la atención mientras siento el desespero de llegar a
Hiverdele para ir a ver a Joseph por alguna razón.

El viaje se me hace rígido e incómodo, pero al final aterrizamos y


abordo un auto diferente pidiéndole a uno de los obreros de mi
padre que me lleve a la mansión Calandra donde cuento los minutos
para llegar.

—Espérame aquí — le digo al hombre de rostro serio que responde


un "si señorita" en voz baja. Aprieto mi bolso mientras cuento los
pasos y cuando llego a la puerta, se abre y la Señora Calandra
enarca una ceja antes de darme una sonrisa.

Me veo pálida, pero las marcas han desaparecido por el maquillaje y


ella me da un corto abrazo que respondo mientras me deja entrar.

—No esperaba verte hoy...

—Extrañaba a mi prometido — es la respuesta que le doy y ella


sonríe, pero la sonrisa se le borra cuando recuerda algo.

—No está aquí, Rose.


—¿No?

—No sé para donde se fue, pero él y Jake dejaron la escuela lo que


nos tiene algo preocupados — me mira y parece tan sincera — He
intentado llamarla, pero me manda al buzón. Solamente espero que
llegue a tiempo para la cena.

Si no está aquí no tengo nada que hacer en este lugar y le invento


una excusa a la Señora Calandra mientras me devuelvo al auto con
el alma en los pies. Me siento como una ridícula porque mientras yo
contaba los minutos para verlo, él se va quién sabe a dónde con
Jake y llego a casa con el alma en los pies.

La mansión está en completo silencio y camino hacia mi habitación


para encerrarme, entro y cierro la puerta detrás de mí y cuando
volteo, el bolso se me cae al ver a Marcus cruzado de piernas
mirando un sobre que tiene entre las manos.

Levanta la mirada solamente para sonreírme haciendo que se me


erice la piel, abro la boca dispuesta a correrlo, pero lo que suelta me
congela en mi sitio:

—¿Cómo te sentirías con una infidelidad?

—¿De qué mierda estás hablando?

—¿Cómo te sentirías descubriendo que mientras tú contabas los


minutos para ver a alguien, esa otra persona estaba follado y
besando a otra sin ni siquiera pensar en ti un segundo?

«Joseph» Trato de ignorar el trago amargo que se adueña de mi


boca, pero es imposible. Menea el sobre con burla y la forma en la
que me mira solamente me hace sentir como una cucaracha.

—Yo no lo sé...— respondo y él menea la cabeza, chasqueando la


lengua.

—Claro que lo sabes — me mira — Dime cómo te sentirías.


Pienso y...

—Sería horrible, realmente sería horrible. Dolería mucho, me


sentiría decepcionada, burlada, insuficiente...

—Entonces no te gustará ver esto.

—¿Qué es?

Mi insistencia solamente le divierte y me dan ganas de ahorcarlo por


eso.

—Verás Rose, mientras tú llorabas en tu habitación, a mí se me


ocurrió una idea divertida y más divertido fue que busque cobre y
termine encontrando oro puro.

—Al grano, Marcus.

Suelta una risita.

—¿Tan desesperada estas por descubrir algo que te cambie la


forma en la que ves a Joseph?

—Yo no...

Levanta la mano, interrumpiéndome — Todo es más divertido si vas


un paso delante de todos, Rose y en momento como este me
pregunto qué fue lo que te vio, si eras un juego o porque te marcó y
se fue así sin más...

Me congelo en mi sitio y él sonríe con burla.

—Lo sabes... Tú, tú lo sabes.

La idea me causa terror y que sonría así lo empeora todo.

—Claro que lo sé. —me mira— No hay nada que se me escape de


las manos y es por eso que fue tan fácil descubrir esto.
Me tira el sobre que atrapo en el aire y lo miro antes de rasgarlo con
los dientes. Saco las imágenes impresas y los ojos se me llenan de
lágrimas cuando veo a Joseph besándose con una mujer de cabello
negro que no logro reconocer.

Paso a una, a otra y me siento tan estúpida mientras los ojos se me


empañan.

«Sé que no somos nada en realidad, pero... tenía mis esperanzas»

—¿Quién es ella?

—La mujer que realmente ama tu falso prometido, por supuesto —


sonríe — ¿No lo sabías en verdad, Rose? Creo que era muy claro
que mientras tú soñabas con que en algún momento por fin te
aceptara en realidad, él estaba amando a otra... —menea la cabeza
— Tu príncipe azul que termino siendo otro plebeyo que te
terminaría lastimando el corazón porque obviamente no te amaría ni
te ayudaría a sanar como tú quieres que te ayuden porque su
corazón es de otra y no puedes hacer nada contra eso.

Meneo la cabeza y Marcus se levanta, caminando hacia mí.

—Me causa tanta gracia verte llorar, solamente demuestra que eres
débil y no soportas nada— suspira teatralmente y mis ojos vuelven a
la foto, a ellas en general— Es por eso que haremos esto divertido
para que no seas solamente la Rose que baja la cabeza, ante todo,
ya no eres la sombra de Dove, así que debemos agradecer a la
persona que acabo con su vida...

Me toma del rostro y su toque me produce escalofríos, las fotos se


me caen y que me mire a los ojos con tanta intensidad me da miedo.

—¿Quieres seguir siendo la tonta Rose o quieres ayudarme en mi


plan? — inquiere — Porque veo potencial en ti, eres más que este
manojo de lágrimas y asco, lo sé y sé que él también lo vio... Es tan
dramático, pero te ayudaré a explotar todo eso, Rose, al punto que
serás invencible y fuerte.
»¿Quieres seguir dejando que te vean la cara? ¿O quieres por
primera vez en tu vida demostrar que el nombre de Rose Bush no
se pisotea ni se pasa por encima? Porque si la respuesta es: sí. Yo
estoy dispuesto a ayudarte con una condición.

Tiemblo porque no sé qué decir ni hacer. Estoy en el limbo y una


parte de mí quiere correr y llorar mientras otra se cuestiona una y
otra vez sus palabras, en especial la indirecta grande al referirse
otra vez como un homicidio la muerte de mi hermana.

Los ojos se me llenan de lágrimas y lo miro haciendo que sonría y


se aleje, aplaudiendo porque no necesito responderle con palabras.
Estoy molesta, cansada y sucia. Muerta emocionalmente y dolida
por fuera, no tengo lugar a donde ir, Joseph... Joseph era mi
esperanza, pero no puedo creer en alguien que no fue capaz de
decirme que amaba a alguien más.

Todo comienza a tener sentido en mi cabeza y me limpio las


lágrimas con rudeza antes de mirar a Marcus con firmeza antes de
decir sin muchas fuerzas:

—¿Qué es lo que debo hacer para ayudarte?

Y él sonríe mientras dentro de mí sé que no dejaré que me vuelvan


a joder nunca más. Ya no más y realmente, no me importa lo que
deba hacer porque solamente quiero dejar de sentirme así.

Quiero dejar de ser esta sombra de persona.

Quiero dejar de sentir que algo está mal conmigo.

Y no más importante... Quiero dejar de ser esta Rose.


Capítulo 61 (*)

LUCY

Estoy mareada, desorientada y aturdida. No he podido pegar el ojo


desde que llegué y estoy en posición fetal sobre la cama mirando el
gran ventanal junto a la puerta alerta de que la misma persona que
dejó las fotos se le ocurra aparecer.

«Hay cosas que me cuestan procesar». Una de estas, es mi madre


y que la estén utilizando me resulta tan bajo que la ira se ha
multiplicado y tomado cada centímetro de mi cuerpo mientras la
confusión sigue ahí, las preguntas sin respuestas, el sabor amargo
que estén jugando con algo tan privado solamente para tomar
ventaja porque no son capaces de jugar limpio...

Se escucha un trueno afuera mientras un rayo cae cerca del portón


alumbrando todo el lugar que vuelve a quedar en penumbras. El
cielo parece sentir lo que me llena el pecho porque comienza a
llover con fuerza haciendo que los árboles se muevan de un lado a
otro, las hojas caigan y me abrace a mí misma, recordando aquello
que me niego a recordar pero que es inevitable:

«El sol está en todo su esplendor, tengo una sonrisa en el rostro


porque la maestra ha dicho que soy muy inteligente y me ha dado
un 10/10 en el examen dónde todos los niños tontos han sacado 3.

Suelto una melodía que me he aprendido de memoria desde que


nací mientras doy saltos en vez de pasos. Mamá dice que cada vez
que necesite tomar el control de lo que siento, sea alegría extrema o
tristeza, la mejor manera es cantar la melodía que tanto nos ayuda a
tener el control de nosotras mismas. Las mejillas las tengo
sonrojadas porque mi piel es sensible y no está acostumbrada al sol
ni al calor porque siempre he estado en lugares fríos y nunca había
salido de mi país hasta ahora.

10 meses fuera de Moscú, 304.369 días, 7304.85 horas, 4.383.000


minutos.

Enarco una de mis cejas cuando veo la puerta entreabierta y dejo de


cantar cuando de manera automática dobló la hoja de examen y la
guardo en el bolsillo de mi falda escolar optando por una pose alerta
donde puedo extender de alguna manera mis sentidos.

«Mami nunca dejaría la puerta abierta» Eso hace que alertas se


disparen en mi pequeña cabeza y las palabras de la profesora
hacen eco en mi mente: «Eres una niña tan inteligente tiene cinco,
pero actúas como alguien de doce». Pero ella no sabe que debo ser
aún más madura, porque mamá no necesita una niña, mamá
necesita una mujer que la ayude y la comprenda, que sea su
espada y su escudo, que en algún momento sea digna de tomar su
puesto.

Suelto su nombre, la puerta hace un molesto chirrido y doy un paso


más para entrar completamente. Las luces apagadas porque a
mamá le gusta la oscuridad, dice que así se concentra mejor y doy
dos pasos, luego tres y se escucha un grito que me eriza la piel.

«No es ella»

Es lo único que sé porque reconocería su voz en primer lugar, sigo


apretando los puños mientras cruzo la sala completamente, la foto
de ambas en una fotografía grande pegada a la pared mientras lo
otro son recortes de periódicos dónde nombran el arte de mi madre,
sus lienzos y el impacto que ella causa con ellos porque las
personas no entienden lo que significa su arte, se dejan llevar por el
miedo que les produce ver los lienzos y no se detienen a pensar la
razón que hay detrás de todos ellos.

«Mamá siempre dice que hay una razón»


Llego hasta la cocina y veo su espalda, está levantada, lleva una
camisa roja y un pantalón negro con tacones porque nunca le gusta
verse mal, ni siquiera estando en casa. El cabello negro pegado a
su espalda, como una cascada divina y doy un paso atrás cuando la
veo levantar algo y una parte del cuerpo del lienzo cae.

Hay gritos por parte de él, un líquido salpica todo el lugar


manchando las baldosas blancas, «pintura» y mamá vuelve a utilizar
su fuerza mientras mis ojos absorben todo como la mejor de las
aprendices. Ella vuelve a hacerlo, parece enojada, suelta palabras
en nuestro idioma natal mientras pinta y pinta hasta que no hay
gritos, sollozos ni lamentos, solamente la muestra de un arte que
solamente las mujeres como ella y yo somos capaces de hacer.

—¿Qué te he dicho de mirar? — pregunta haciendo que se me erice


la piel y se voltea, deja caer su herramienta y luce tan hermosa
manchada que los ojos se me agrandan.

«Quiero ser como ella». Controlo los latidos de mi corazón


desbocado, tengo esa pequeña molestia en mi cabeza, me duele,
pero no lo suficiente para decírselo porque no quiero preocuparla y
mucho menos quiero que se moleste al saber la razón del pequeño
dolor.

Me relamo los labios, le doy una pequeña sonrisa que ella


corresponde de inmediato.
Y cuando se agacha abriendo sus brazos, corro hacia ella sin
importarme que esté sucia o que también pueda mancharme
mientras pego mi cabeza a su pecho antes de que ella me cargue,
levantándome del suelo.

La abrazo con fuerza mientras ella me hace girar. Abro los ojos y
veo el lienzo con detenimiento mientras el corazón me late con
fuerza y me mantengo en blanco porque mamá siempre dice que
debemos ocultar nuestras emociones.

En especial, sobre ellos porque no podemos permitir que nos


influyan o nos controlen, jamás.
—¿Cómo te fue? — pregunta mientras me saca de la cocina
dejando el lienzo atrás y recuerdo lo feliz que estaba porque
sobresalí una vez más en clases.

—¡Saque diez!

Me deja en el suelo mientras se limpia el rostro y los brazos con un


paño.

—¿Ah sí? — enarca una ceja y sonrío.

—¡Sí! — respondo con entusiasmo.

—Muéstrame, hija— pide.

Me apresuro a sacar el examen de mi pantalón y se lo extiendo


mientras ella lee la pequeña nota que hay arriba del examen. La
profesora insistió en hacerla y mamá se sienta en el mueble
mientras coloca sus pies sobre él también.

—... Querida representante, queríamos decirle con todo respeto que


su hija tiene un potencial nato que nos gustaría explotar en las
nacionales de ciencias dónde competiría con adolescentes de
dieciséis. El coeficiente intelectual de su hija es de alguien que está
terminando el bachillerato y sería un gusto si nos diera el permiso
también de adelantarla porque ella es de esas que fácilmente podría
graduarse de la universidad a los doce. Estaremos esperando su
respuesta, le rogamos que la tomara en cuenta. Atentamente: la
dirección— termina de leer en voz alta y me da una sonrisa de esas
que demuestran que está orgullosa de que sea su hija.

—¿Llamando la atención cómo siempre, D'yavol?— pregunta con


una sonrisa y mis mejillas se sonrojan.

—Mamá, yo...

—Entiendo que no puedas evitarlo, pero...


«Siempre hay un "pero"» Trato de no demostrar lo mucho que me
molesta que lo haya, pero es inútil, ella me conoce tanto como yo a
ella, no puedo encubrir lo que siento porque entre nosotras nunca
podremos fingir y ella hace ese puchero adorable con sus labios,
imitándome porque suelo hacerlo cuando algo no me gusta o no
estoy a gusto con los resultados que obtengo.

—Está en nosotras llamar la atención — comienza — Pero tanto tú


como yo sabemos que la atención no siempre es buena, en especial
por lo que hacemos. Eres inteligente, D'yavol y me encargaré de
explotar eso al máximo, pero sabemos que no podrás ir a esas
nacionales son imposibles, ¿cierto?

—Cierto— respondo y ella me abre sus brazos.

—Ven aquí mi dulce smert' y quita esa cara porque tendré que
castigarte si la sigues colocando»

Me relamo los labios tomando las fotografías otra vez, aunque eso
solo signifique que me gusta de alguna manera torturarme con ellas
y paso los dedos por ella como si pudiera sentir su calor, su cuerpo
y como de manera inevitable recuerdo sus gritos, mis manos
manchadas de sangre y el vacío tomando mi pecho haciendo que
apriete mis manos mientras levanto la vista para concentrarla en la
imagen que me brinda el espejo de pared completa.

«No me gustan lo que ven mis ojos» Me siento sucia y de alguna


manera derrotada mientras me sumerjo en mi propio dolor, dejando
que las emociones me sobrepasen y los ojos se me llenan de
lágrimas sin poder evitarlo y solo lo dejo ir...

Lloro lo que es necesario mientras me aferro a las sábanas,


apretándolas con fuerza, odiando que pueda sentir y que eso me
convierta en alguien tan débil como los otros mientras mi cabeza
repasa que me he dejado llevar la delantera por estar tan ciega ante
algunas cosas y paso así toda la noche hasta que la lluvia
desaparece, el sol toma el cielo y alguien toca la puerta.
—¿Lucy, estás despierta?

Estoy despierta, claro que lo estoy. Vuelven a tocar y no tengo más


remedio que sentarme sobre la cama mientras me limpio las
lágrimas secas con la tela de mi camisa, me levanto sintiendo el
cuerpo como una pluma, frágil y manejable mientras guardo las
fotografías donde tengo la única foto con mi madre, en el cajón
debajo de toda la ropa y paso el dedo por la sangre seca que hay en
el marco azul que ayuda a sostener el pequeño trozo de vidrio que
deja intacta la foto y lo recuerdo:

«Marta lastimándose y diciendo que alguien le había pedido por


mensaje que se metiera en mi privacidad» Cosas que no sentí
relevante pero que ahora sí lo son y cuando vuelven a tocar, miro la
puerta con rabia.

—Aquí estoy.

—¿Puedo pasar? — la voz de Jake se escucha tan débil que me


apresuro a caminar hacia la puerta y la abro sin importarme
realmente lo que ella pueda pensar de mi estado, de las ojeras que
seguramente están debajo de mis ojos, de lo hinchados que deben
estar por tanto llorar ni lo roja que debo estar.

El sueño no me hace falta y cuando mis ojos se topan con la rubia,


ella simplemente me abraza haciendo que dé un paso hacia atrás al
no estar preparada por su sorpresiva muestra de afecto.

Comienza a llorar y cierro la puerta como puedo para evitar que


alguien más no vea así y la abrazo, sintiendo toda la tensión y el
dolor que tiene y que aparentemente la consume. Dejo que llore
sobre mi pecho mientras solamente comienzo a maquinar alguna
respuesta para tal alteración en su balance y la idea que hayan
dejado fotografías también sobre su cama, me hace tensarme.

Llora, llora y solamente la consuelo quedándome quieta y siendo de


alguna manera su desahogo sin juzgarla porque eso es lo que
necesita. Jake se separa de mí y me doy cuenta que su cabeza
atormentada no la deja darse cuenta que tengo el rostro demacrado
ni que llore como una completa inútil toda la noche.

Agradezco eso porque lo menos que querría es tener que evadir


preguntas, así que la llevo a sentarse sobre la cama mientras me
quedo en silencio dándole su espacio, se pasa las manos por la
cara como una clara señal de frustración y es tan predecible al no
aceptar lo que siente que me doy cuenta con la mirada que me da
que todo se trata sobre Joseph.

«Eso sucede cuando no te aceptas como eres, cuando te obligas a


seguir un código inútil que solamente les sirve a los estúpidos que
se niegan a seguir sus sentimientos, aceptar su naturaleza y
prefieren ser una marioneta nadando por la misma corriente de
todos».

Eso le sucede a Jake, que se niega a aceptarse como es y por eso


carga tanto en los hombros.

La observo con atención mientras sus muros han caído, es tan


evidente, aquello que la mantenía fuerte de alguna manera ha
desaparecido y ella se limpia las lágrimas con rabia como si las
odiara, como si detestara sentirse débil y serlo aún más.

Soy una espectadora de alguien que por alguna razón toda su vida
se ha encargado de aparentar ser feliz, de ser fuerte cuando no lo
es y ahora que sus muros han caído, ella no consigue cómo
sentirse, cómo manejar la realidad de su vida, porque todo dentro de
ella es un caos, una tormenta desatando un torbellino de emociones
que se lleva todo a su paso, consumiéndolo...

—¿Qué sucedió...? — pregunto mientras tomo sus manos, quiero


que se calme y hago la pregunta exacta que la hace llorar con más
fuerza, como si hubiera tocado el botón de autodestrucción dentro
de sí misma.

Pero eso era necesario, tanto como la mirada llena de comprensión


que le doy.
Necesito que se abra, que diga lo que sucede y se limpia el rostro
otra vez mientras toma aire intentando no sollozar.

—Algo pasó —murmuró y esperé paciente a que se sintiera lista


para soltar todo como hizo finalmente, congelándome: —Ella lo
sabe, Lucy. Rose sabe sobre lo que sucede entre Joseph y yo,
ahora tengo miedo de que sepa algo más, como...

Mi mirada se cruzó con la de ella antes de completar lo que quería


decir, en un siseo automático:

—Como lo que sucedió con Joe.

Y eso definitivamente, era tan jodido como sonaba.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Me coloque maquillaje en el rostro, tratando de tapar las ojeras que


tenía ahí porque una cosa es tener un desastre internamente y otra
muy distinta es hacer que otros lo sepan porque nunca podría dejar
que algo así sucediera, mucho menos que alteraran los movimientos
en el tablero de ajedrez porque solamente yo podría tener ese
poder.

El juego era mío.

Nadie podía cambiar las reglas y si la persona que intentaba


pasarse de listo haciendo todo esto pensaba que podría verme
derrotada, llorando o siendo un completo desastre, estaba tan
equivocado.

Me coloqué el pantalón de cuerina, había tenido el tiempo suficiente


para ser un desastre, pero ese tiempo solamente me había servido
para armar un nuevo plan en mi cabeza porque lastimosamente
nunca había perdido y jamás me daría la opción de hacerlo.

Jake estaba atrás de mí, con un vestido de flores que solamente


mostraba lo que todo el mundo quería; esa faceta dulce de Jake,
esa actitud de niña buena, educada e inteligente, extremadamente
perfecta que les hacía creer a todos que nada estaba mal, que
controlaba todo en su perfecta y envidiable vida, incluyendo lo que
sentía, pero nadie se imaginaba realmente lo que pasaba.

Y para eso ella estaba bien, entendí que tenía esa manía de
controlar todo, de aparentar que todo estaba bien, lo que hizo que
mi cabeza hiciera clic y que muchas cosas tomaran sentido:

Esa negación hacia sus propios sentimientos tildándose de enferma,


sucia, aberración, demonio.

Esa sumisión que hacía parte de ella, esa derrota de aceptar los
códigos y las normas porque están "bien" y así tenían que quedarse,
sin importar nada.

Ese miedo a ser juzgada, señalada porque ella prefería ser la


adorada, un ejemplo, aquella persona que todos tenían en un
pedestal, que era la hermana, amiga e hija perfecta cuando la
verdadera realidad es que no es así y que está muy lejos de serlo.

Me quedo quieta, Jake sonríe o al menos intenta hacerlo, sé que


está asustada, tiene miedo de que toda la farsa termine por caérsele
y tristemente no podrá hacer absolutamente nada por evitarlo,
solamente evitar lo inevitable, retrasarlo, pero no borrarlo.

—¿Lista? — inquiero con una sonrisa y ella niega llevándose las


manos al rostro antes de soltar un suspiro en exceso lleno de
dramatismo.

—En verdad siento que deberíamos quedarnos aquí, que me


consueles y yo me coloque a llorar como una magdalena. Tú me
escuches, yo diga que voy a morir y que mis padres van a llevarme
a un manicomio, me dejen sin herencia y adelanten el matrimonio de
Joseph con Rose porque ellos podrán ser todo lo que quieran, pero
no aceptarán "eso". Nadie lo hará, todo es mi culpa por dejarlo
pasar cada vez, pero es que...
—¿Vas a seguir? — suelto, hastiada de lo mismo y ella suelta un
bufido.

—¿Qué?

—No voy a escucharte hablar estupideces, —soy sincera— Te dije


lo que haré, tú dijiste que ibas a ayudarme así que no me digas que
ahora eres una cobarde que prefiere encerrarse entre cuatro
paredes y agachar la cabeza dejando que otra persona tenga lo que
mereces, solamente porque no tienes el valor suficiente para luchar
por lo que te pertenece.

—No entenderías...— comienza, pero meneo la cabeza, tomando el


bolso de mano donde está mi teléfono y las llaves del auto de Jake
sin importarme realmente si se quedará y será una cobarde o si me
acompañará y por primera vez en su vida, luchará por lo que es
suyo.

Salgo de mi habitación, comienzo a bajar las escaleras y sonrío


cuando siento que está detrás de mí porque eso era lo que
necesitaba, alguien que le diera un pequeño empujón e ignoro sus
protestas porque tengo algo más importante en mente, pero me
relamo los labios cuando Caebrán camina hacia nosotras con el
torso descubierto, lleno de sudor y tatuajes que relucen en esa piel
cremosa.

Los abdominales se le marcan en el abdomen y recuerdo cómo le


pasé la lengua por ese lugar mientras él soltaba pequeños gruñidos
varoniles que terminaban calentándome más. Jake hace silencio
detrás de mí, dejando el berrinche y Caebrán sonríe como un
auténtico demonio cuando llega hasta nosotras.

—Voy a ignorar que lucen sospechosas — suelta y las fantasías que


pasaban en mi cabeza desaparecen cuando Ángel igual de sudado
y sin sudadera viene detrás de él.

La mala espina sigue ahí, la duda ha crecido monumentalmente


luego de lo que ha sucedido y el problema −porque desde luego que
sí hay un problema− es algo de lo que debo encargarme, porque
tengo una principal sospechosa en todo esto y es Rose.

Jake me explicó exactamente lo que sucedió, incluyendo las partes


que no quería saber y que supe desde luego como las veces que se
revolcaron en San Lucifer, la idea de la peluca y la sorpresa que se
llevaron cuando al llegar a casa consiguieron a nada más y nada
menos que a Rose, Irene y Rodrigo Bush con unas fotografías
donde misteriosamente no se veía el rostro de Jake.

Sus padres en este momento la odian porque piensas que ella está
encubrieron la infidelidad de Joseph hacia Rose, que es tan absurdo
porque es un matrimonio arreglado, es decir, una farsa donde lo
único que importa que ante el mundo entero ellos se "amen" y sean
una pareja realmente linda delante de todos, pero al parecer, en
realidad, los padres de ambos piensan que en algún momento
ambos se van a enamorar de verdad.

Lo que me hace eco en la cabeza es la magnitud de lo que hizo


Rose, lo que demuestra que definitivamente no es tan estúpida
como parece, pero si lo que quería era desenmascarar a Joseph y a
Jake...

¿Por qué hizo que el rostro de la rubia no fuese visible ante las
fotos? ¿Qué ganaba con eso?

Jake asegura que con la mirada que le dio, ella sabía que eran ellos,
Joseph se tuvo que quedar en la mansión lidiando con todo,
incluyendo el adelanto de la boda que se efectuaría en dos meses
por culpa de la infidelidad y boda que ella debe ayudar a planear por
"castigo".

Regresando a la realidad, Jake responde a la defensiva que no


estamos a la defensiva y que Ángel no me quita la mirada de
encima me incomoda, las palabras que dijo rondando por mi mente,
esa alerta de que tiene algo que ver, lo del periódico, las fotos...
Y la sospecha de que este ayudando a Rose, me carcomen por
dentro, aunque también está Marcus, del cual no he sabido
absolutamente nada desde la fiesta de compromiso de Rose y
Joseph, él que tiene motivos para destruir a los Fairchild o que al
menos, eso entiendo de todo esto y la verdad es que, estoy más
confundida de lo que esperaba.

—¿Entonces para dónde van? — Caebrán pregunta y Jake rueda


sus ojos, parece estar a la defensiva con todos y lo demuestra
respondido:

—No te interesa.

Ángel coloca esa sonrisa que tanto me gustaría borrarle por alguna
razón y...

—¿Sabes qué eso solamente lo hace sonar más sospechoso? —


inquiere Ángel y Jake se cruza de brazos, solamente demorando las
cosas porque Ángel tiene razón, con esa actitud demuestra que algo
no está bien y...

—Solamente vamos a dar una vuelva, veremos a Marta para ver


cómo está y luego regresaremos porque hoy Jake va a quedarse
conmigo...— suelto con total tranquilidad, dándole una sonrisa a
ambos hombres mientras la rubia a mi lado está a un pequeño roce
para explotar. Entonces previendo lo que puede suceder, añado
rápidamente: — ¿Por qué? ¿Quieren acompañarnos?

Caebrán levanta las manos, rodando los ojos.

—No pienso lidiar con locas — es su respuesta mientras Ángel está


a su lado, en completo silencio.

Sonrío, complacida con su respuesta porque la verdad es que fue


un tiro a ciegas. Si hubiesen aceptado, todo el plan que hice junto a
Jake se fuese ido al completo carajo. Caebrán me jala del cuello y
me da un beso corto en los labios antes de dejarme ir, tomo a Jake
del brazo y sin darle opción a nadie de reaccionar, comienzo a
caminar hacia la puerta.

—Deberías aprender a controlar tus sentimientos, inclusive cuando


estas al borde del colapso porque algunas veces eres tan...
predecible — suelto mientras nos adentramos al auto y Jake es
quien comienza a conducir en completo silencio hacia nuestro
destino.

—¿Estás segura de esto? — pregunta cuando el lugar hacia donde


dirigimos queda visible y sonrío con burla.

—¿Ya te dio miedo, Jake Jake?

Ella rueda sus ojos.

—Claro que no, es solo que no estoy conforme con el plan...

—Entonces podemos devolvernos y esperar como unas estúpidas a


que todos sepan que te acuestan con tu hermano, ¿te parece?

Voltea a mirarme mientras cruza, haciendo rechinar los neumáticos


por el giro inesperado y me divierte tanto que, con las simples
palabras correctas, pueda manejar a Jakeline Calandra sin ni
siquiera pensarlo demasiado.

«Tan fácil de manipular para vivir en un pueblo como este» Aprieta


el volante y me da una mirada dura antes de estacionarse una
cuadra antes, tal cual se lo pedí unas horas antes porque no pienso
volver a improvisar.

Se baja del auto y suelto una pequeña risita, antes de hacerlo


también.

—¿Y ahora qué haremos? — pregunta y me relamo los labios.

—Solamente seguir el plan.

—¿Estás segura que va a funcionar?


Doy un vistazo al frente.

—Aprende a mentir más y a ocultar ese miedo estúpido que aburre,


Jake— suelto con un poco de hastío.

—No todas somos tan manipuladoras, observadoras, maniáticas ni


sabemos ocultar lo que sentimos aparentando que nada nos afecta,
Lucy — contraataca.

Miro al frente ignorando sus palabras.

—¿Conoces esa casa?

Jake suspira.

—Supongo que sí, —suena dudosa— venía mucho cuando Dove


era mi amiga, pasaba tarde enteras con ellas y...

—Katherine y Marta— finalizo por ella. Siento como se tensa, pero


lo ignoro porque tengo cosas más importantes en las que pensar en
estos momentos, aunque eso no signifique que guarde la reacción
que se adueña de su rostro al escuchar lo que sé— ¿Entonces eso
es un sí? Porque tenemos que encontrar la manera de entrar ahí.

—¿Qué?

Le sonrío antes de mirarla.

—Te dije que iba a ayudarte, Jake y eso es lo que voy a hacer —
vuelvo a mirar hacia la mansión Bush.

—Pero yo no pensé que entraríamos a escondidas, eso es un


delito...

—¿Sí o no, Jake? — suelto y ella traga saliva antes de responder un


lento sí lleno de duda y no la culpo. Comenzamos a caminar y
encontramos la manera de pasar por detrás ya que todas las
mansiones de este pueblo se conectan con el bosque y Jake me
señala el lugar por donde ella y las Bush solían entrar cuando se
escapaban para ir a media noche a la mansión Fairchild.

Es angosto, pero logramos pasar y quedamos entre la puerta de la


cocina y el pasillo por donde Marta se perdió, el mismo lugar que me
llevo al cuadro y la última vez donde vi a Marcus Bundy.

—¡Nos van a ver! — Jake chilló y rodé mis ojos.

—Si dejas de quejarte...— solté antes de mirar hacia ambos lados.


Estábamos en un blanco fácil para ser descubiertas, aunque en esta
mansión no hubiera ni un sirviente.

—¿Hacia dónde vamos ahora? — pregunto mirando hacia varios


lados...

—¡Que voy a saber yo!

Volteo a mirarla como si estuviera loca.

—¡¡Debiste pensar eso antes de entrar aquí!! — contuve las ganas


de ahorcarla y ella abrió la boca, ofendida.

—¡Tú fuiste la de la idea!

—¡Y tú dijiste que conocías la mansión!

—¡Pero de los nervios no puedo pensar! — se quejó y cuando


escuchamos una voz, Jake me jaló mirándome con temor: — Oh
dios, voy a ir a la cárcel tan joven... ¡¡A la cárcel!!

—¡Cállate y corre! —le di un empujón.

Corrimos cuando Irene Bush apareció concentrada en su teléfono,


tanto que no se dio cuenta que estábamos detrás de una estatua en
esa horrible sala y al final, quedamos detrás de varios objetos que
servían de escondite para evitar que fuéramos vistas, pero el
espacio era muy pequeño e incómodo, en una esquina en esa sala
gigante, las escaleras en el fondo, el cuadro y los sofás alineados.
—¿Qué vamos a hacer ahora? — pregunto Jake en voz baja y me
encogí de hombros mirando por el pequeño hueco que nos daba
visibilidad.

—Esperar.

Jake soltó un bufido, pero me quedé quieta, hasta que sentí que mis
piernas se estaban congelando por el frío porque la calefacción de
esta mansión era en definitiva un asco, como toda la decoración y
en general, el lugar.

—Creo que es una idea pésima...— comenzó otra vez y le di una


mirada realmente molesta porque parecía una niña pequeña que se
negaba a esperar, que era tan impaciente que me daban ganas de
golpearla en la cabeza para que quedará inconsciente, pero...

Dejé de pensar cosas desagradables cuando Jake me dio un golpe


ligero en el brazo que me hizo reaccionar y ambas miramos por el
pequeño lugar donde salía Rodrigo Bush de una puerta, lo poco que
se veía detrás de él era una oficina.

—¿Entonces estás seguro de trabajar con Rose? — inquirió el


hombre de cabello verde y Jake apretó mi mano cuando detrás de él
salió un hombre y la mismísima Rose.

—Pero qué...— medio soltó Jake, entre asustada y petrificada, pero


me concentré en escuchar la conversación de Rodrigo, Rose y...
Marcus.

Porque ahí estaba él, con el cabello desordenado y ropa deportiva


luciendo igual de extraño y misterioso junto con aparentar ser un
peligro eminente como siempre. Rose se cruzó de brazos, ella
luciendo completamente diferente a la Rose demacrada y lastimaba
por la muerte de su hermana, incluso su cabello, lucia brillante, de
un azul más oscuro del que ya tenía, largo, porque aparentemente
se había puesto extensiones.

—Si te estamos diciendo que vamos a trabajar juntos, es por algo.


Rodrigo se desordeno el cabello...

—No estoy muy convencido, princesa.

Marcus rodó sus ojos colocando su mano en el hombro del hombre.

—¿Por qué no? — preguntó — Viste que ambos hacemos un buen


equipo además de que soy tu socio, quiero lo mejor para ti y si
ayudo a entrenar a Rose te restaré un peso de encima...

Rose asintió.

«¿Desde cuándo estos dos son secuaces?»

—Marcus va a cuidarme, me va a enseñar todo lo que necesito y no


olvides que me ayudo con lo de...— comenzó Rose, pero su padre
levanto la mano, interrumpiéndola y Jake se colocó tan pálida como
un papel.

—Lo de la infidelidad de Joseph es algo muy estúpido y lo sabes—


soltó — Era tan evidente, princesa que no voy a contarlo como algo
extraordinario del cual deba enorgullecerme...

—Pero Marcus me ayudó — ella ronroneo mientras se acercaba a


su padre y...

Lo besó. Rose tomo del cuello a Rodrigo y le dio un beso en los


labios. Él respondió de inmediato, tomándola de la cintura y
pegándola a su cuerpo mientras sentí repulsión en el estómago
junto con una confusión grande.

Ella se separó y le dio un beso en la mejilla, dándole una mirada a


Marcus que sonrió como si de alguna manera estuviera orgulloso.

—Papi, te pido que por favor lo tomes en cuenta...

Rodrigo tragó saliva.

—¿Eso es lo que quieres?


—Sí, ya te lo dije. Marcus me ha ayudado a abrir los ojos y me está
ayudando a ser diferente, a ser la hija que mereces.

Rodrigo se arregló la corbata, asintiendo.

—Si mi princesa quiere...— murmuró colocando los ojos en Marcus


— Pero no olvides los límites, ni las restricciones, ni que debemos
seguir un plan...

El plan.

Miré a Jake y Rodrigo palmeó el hombro de Marcus volviendo a su


oficina con su hija dejando a Marcus ahí. Se encerraron y Marcus se
despeino el cabello mirando hacia todos lados mientras Jake me
apretaba la mano con fuerza.

Soltó una carcajada y movió los labios, soltando: «Soy el rey del
juego, arrodíllate ante mí D'yavol porque es conmigo o sin mí,
boom» y que mirará hacia donde estaba me erizo la piel. Comenzó
a reír como un lunático y esta vez fui yo la que apreté la mano de
Jake mientras veía cómo Marcus se alejaba por el pasillo.

Ella estaba con el rostro en blanco, tal cual lo esperé porque eso
solamente me demuestra que lo conoce y cuando llega el momento,
la jalo del brazo mientras comenzamos a correr para salir de este
lugar.

Lo que quería saber, ya lo sé y tengo ese horrible presentimiento


que empeora cuando llegamos al auto de Jake y este tiene las
llantas neumáticas destruidas, junto con el vidrio del auto y leo lo
que dice en el capo pintado con color rojo que escurre...

No es pintura, es sangre y lo noto porque podría diferenciarlas a


kilómetros y mis ojos recorren una y otra vez lo que dice:

Выбери свою сторону, или я разорву тебя на части, потому


что это со мной или со мной
Jake se acerca y la jalo del brazo.

—¡Corre!

Ella me mira sin entender, el corazón me late desbocado en el


pecho y tengo la sonrisa de Marcus en mi cabeza, su sonrisa.

Explota.

Explota.

Explota.

Boom.

Mi cabeza hace cortocircuito, me siento estúpida porque las señales


siempre han estado ahí e intento alejar a la rubia lo más que puedo
del auto, pero es tarde, se escucha un pequeño sonido y luego de lo
único que soy consciente es que hay mucho calor y el golpe que me
llevo cuando mi cuerpo es arrojado lejos por culpa de la explosión
del auto.

Entreabro los ojos, la luz es intermitente y noto a Jake lejos de mí,


en el suelo con el rostro lleno de raspones y un charco de sangre.
Me duele el pecho, no siento las piernas y siento cómo soy alzada
mientras piden que se alejen, no puedo luchar más y siento mis
labios resecos mientras todo me da vueltas y finalmente, me dejo
caer en la oscuridad.
Capítulo 62 (*)

CAELUS

Consus levanta las mancuernas una seguida de la otra haciendo


que los músculos se le hinchen, cada levantamiento que hacen
coloca sus músculos como si estuvieran a punto de reventarse,
parece un animal levantando peso sin parar, esta sin camiseta y el
sudor le escurre por todo el pecho mientras me despeino el cabello
húmedo porque también estoy sudado y es molesto la forma en la
que mi cabello se pega a mi frente por el mismo.

El calor en el gimnasio personalizado que hay en la mansión es


sofocante, Caebrán llega detrás de mi hermano junto con Ángel, que
me mira llevándose la botella de agua a la boca y me la avienta
luego de que bebe de la misma, haciendo que la tome justo antes
de que caiga al suelo.

—¿Terminaste? — pregunta Caebrán mientras hago que el agua de


la botella me empape la cara y me escurra por el pecho para
intentar refrescarme.

No respondo, solamente meneo la cabeza haciendo que el cabello


me gotee agua escuchando los gruñidos de Consus porque se auto
exige más que el resto, por eso es que las venas se le marca en la
frente y en el cuerpo y luego me paso la mano por mi cabello, me
relamo los labios y me levanto, pero la cara de mi hermano me hace
mirarlo con atención.

«Toda mi vida viviendo y salvándoles el culo a estos imbéciles que


hasta las jodidas muecas que hacen, sé descifrarlas»

Sé que algo no anda bien cuando Ángel deja las sonrisitas


estúpidas sin sentido o cuando Cristian que odia ejercitarse cuando
estamos cerca aparece en ropa deportiva y el rostro serio con el
pecho agitado como si hubiera corrido una maldita maratón. Espero
una toalla, una botella de agua o algo por parte de él que desmienta
todo lo que comienza a pasa por mi cabeza, pero no tiene nada.

«Nada» Se nota que no viene a ejercitarse y la hoja que tira


solamente me hace colocar una cara para nada amigable porque las
sorpresas no me gustan y menos las que implican a mis simios de
mis hermanos. Consus deja de levantar pesas como un maniático
cuando se da cuenta de lo que sucede y sin mirar la hoja, pasó la
mirada por mis hermanos y Ángel esperando la explicación de lo
que sea que sucede.

—La encontré.

Cristian es el que se atreve a hablar y estoy completamente serio


evaluándolos a todos. Sé que tengo posiblemente la jodida
respuesta en mi mano derecha, pero quiero escucharlo de sus
propias bocas para ver quién es el que la cagó esta vez.

—¿Qué encontraste?

—Eso— señala la hoja— Y me cagué tanto que vine corriendo hasta


aquí.

Consus se seca el sudor con la toalla, atento a todo.

—¿Y qué es?

Cristian se desordena el cabello, soltando aire de forma ruidosa con


hastío. Suele desesperarse con facilidad, algo que tan bueno como
malo y desdoblo la hoja.

—Lo tienes ahí, deja de preguntar estupideces y apresúrate que


siento que nos están respirando en la nuca y no sabíamos.

Ignoro lo que dice y lo que captan mis ojos es suficiente para que la
bilis me suba a la garganta.
«Hace tiempo no veía una cosa así» El papel es blanco, perfecto y
los recortes de letras de revistas solamente demuestran lo evidente
y es que algo no está bien, no recibes mensajes así todos los días y
lo que dice es suficiente para que un pequeño gramo de molestia se
perpetúe en mi pecho:

Hay tres cosas que no se pueden ocultar: la verdad, la suciedad que


corre por las venas de los enfermos y las desfachateces que hacen
e intentan tapar con culpar su naturaleza. No importa lo mucho que
lo intentes, jamás podrás esconder esas cosas para siempre.

El reloj se ha puesto en regresiva, los plebeyos se alzan pidiendo un


verdadero rey y como siempre la verdad sale a la luz, el guerrero
mostrando su brillante armadura, cortando las cabezas que sean
necesarias para demostrar que la justicia les llega a todos, sin
importar nada.

—¿Dónde encontraste esta mierda?

Mis ojos se concentran en Cristian, las palabras que leí repitiéndose


como un puto DVD viejo y rayado, una y otra vez en mi cabeza
como una pesadilla junto con el sentimiento que más odio y es
sentirme burlado porque esta mierda no es una simple amenaza,
miro a Caebrán con los ojos entornados esperando que su estúpida
mueca en su espantoso rostro se daba por lo mismo que sabía
Cristian, pero que se quede callado como un jodido mudo me coloca
el conteo de rabia imaginario al mil.

—Si vas a decir algo, dilo ya que los malditos rodeos a mí no me


gustan ni nada de esas mierdas— suelto mientras doblo el papel y
Ángel es quien abre la boca:

—Lucy y Jakeline salieron de aquí, sospechosas y eso no es todo.


Revise las cámaras y hubo un lapso de tiempo donde la cámara que
vigila el pasillo por las habitaciones fue apagada o de alguna
manera hackeada porque sucede lo mismo que en la cabaña. Se
repite una y otra vez un fragmento de tiempo hasta que todo vuelve
a la normalidad, Lucy entra y luego Jake llega llorando para que
después de seis horas salgan ambas de la habitación como si nada
—habla empeorándolo todo y la simple idea de que también hayan
recibido una carta me hace latir la sien, lleno de rabia o lo que he
estado evadiendo a toda costa y que en este momento me hace
sentir como un estúpido y es que no conozco para nada a Lucy o lo
que pasa por su cabeza.

No me gustan este tipo de problemas, es por eso que evito a toda


costa que las cosas se nos salgan de las manos y que cosas así
sucedan solamente me joden el día, el mes, el año y hasta la
existencia.

Mirar con odio a los inútiles de mis hermanos no es suficiente,


necesito arreglar todo esto antes de que empeore y no haya
remedio.

—¿Qué dice el papel? — Consus pregunta y le lanzo una mirada


dura mientras una sonrisa burlona se me extiende en el rostro.

—Si quieres leer la mierda, ensúciate también— escupo y se lo


extiendo con rabia.

No dicen nada, ni siquiera Crono que aparece de un momento a otro


con el rostro en blanco, ojeras y un cigarrillo entre los labios. «De
todos nosotros es quien es más obsesivo a la hora de fumar» No lo
culpo, ni de eso ni de que se meta coca hasta para poder respirar,
ya que todo lo que nos hace ser quienes somos es por la misma
razón y entiendo que mientras Consus se volvió obsesivo a la hora
de ejercitarse como una bestia, consiguiendo músculos de acero,
Caebrán prefiera llenarse de tinta y yo deba mantener todo bajo
control mientras Cristian es feliz llenándose de pintura y comiendo
chocolates porque es nuestra retorcida manera de lidiar con los que
nos tocó.

Es por eso que esto no me gusta lo que sucede cuando las cosas se
me salen de las manos y mucho menos el que Ángel haya creado la
pequeña posibilidad en mi cabeza de que Lucy y Jake también
pudieron haber recibido una de estas cartas, lo que hace que mi
cabeza no deje de maquinar lo que podría suceder si las tocan a
ellas de alguna forma. Consus hace lo que yo no y es leerla en voz
alta para que todos escuchen y escucharlo otra vez, por alguien que
no soy yo es capaz de retorcerme el estómago y las manos me
pican porque tengo el desespero de mantener todo en constante
orden en mi vida para no explotar.

—¿Y qué haremos? — Consus inquiere mirándome.

Suelto un bufido.

—¿Qué haremos o qué haré yo porque siempre esperan que de las


órdenes porque son unos inútiles?

—Que las mierdas no siempre sean como tú quieres no significa


que debes insultarnos porque ninguno de nosotros pensó que algo
así sucedería— suelta Crono y no puedo evitar soltar una carcajada
mientras Ángel se burla:

—La roquita seca es capaz de hablar más de tres palabras...—


utiliza un tono afeminado tan ridículo como el apodo que insiste en
usar, aunque una vez mi hermano casi le da una puñalada y lo
ignoro porque no puedo pensar en humor o risas en este momento.

—¡Eso nos pasa porque todo me lo dejan a mí! — bramo enfurecido

—No vengas a joder ahora que tú eres el que pide y jode a cada
nada para que todo esté en tus manos porque te crees un genio y
dios todopoderoso capaz de que nada se salga de tus manos—
Crono vuelve a hablar mientras me mira con aburrimiento y eso
hace que el corazón me palpite dentro del pecho con fuerza porque
no me gusta sentirme como un estúpido, pero él continúa:— Pero la
verdad es que siempre habrá algo que no puedas controlar y lo que
está escrito ahí es el ejemplo más claro de eso porque olvidas que
cinco mentes piensan mejor que una, que insultándonos porque las
cosas no salgan como a ti te den la gana, no arreglará nada y que
pelear entre nosotros solamente nos restará tiempo.
No soy capaz de refutar eso, pero igual tengo ese tic nervioso que
me hace cerrar los puños mientras lo observo a cada uno con
atención y me concentro en la carta que tiene Consus en sus
manos, la misma carta que tiene una amenaza tan clara y la forma
en la que brilla en una esquina por un pequeño segundo es
suficiente para que se la arranque de las manos y mi cabeza
comienza a maquinar cosas que ni siquiera sé con claridad de
donde salen.

No puedo controlar mis pensamientos, es algo de lo cual he


intentado ocuparme, pero al final no consigo más que dolores de
cabeza porque cuando me reprimo lo único que consigo al final es
que nada más que horribles desastres.

Aparecen jodidas imágenes delante de mis ojos o al menos es así


como siento que son las cosas que pasan por mi cabeza tan rápido
que no soy capaz ni siquiera de procesarlo -tal vez es que estoy tan
loco que debería estar en un psiquiátrico- y me relamo los labios
cuando un bombillo imaginario se enciende encima de mi cabeza
haciendo que los ojos me brillen o así es como lo siento.

E ignoremos que eso suene realmente estúpido, son ese tipo de


cosas que por ninguna jodida y maldita razón diré en voz alta.

—¿Qué sucede? — pregunta Caebrán.

—Hay algo ahí.

—¿Ahí? — señala el papel y asiento con una sonrisa mientras le


doy una mirada a Crono.

—Ven conmigo— pido y no responde, pero que me dé la espalda


solamente me deja clarísimo una cosa y es que va a acompañarme.
Le doy una mirada a Caebrán, Consus, Cristian y Ángel que no
quiero que se muevan de aquí hasta que regresemos.

Ángel levanta las manos sentándose en una de las bancas de acero


y sigo a Crono que ya comenzó a caminar y que me ha dejado
atrás.

«Les pedí que se quedaran en el gimnasio porque los necesito a


todos juntos»

Pasamos los pasillos casi trotando y me dirijo hacia el lugar que


grita mi mente. No sé con exactitud qué es lo que quiero encontrar,
pero lo hago con afán cuando la oficina de mi padre queda frente a
nosotros y cuando intento mover el pomo de la puerta, no cede
porque como era de esperarse está cerrado.

La alarma roja aparece y Crono es quien se mueve hasta la estatua


de un ángel en arcilla que hay arriba de una de las mesas y mirando
a ambos lados del pasillo para percatarse de que nadie lo ha visto,
la levanta con sutileza y saca un juego de llaves mientras me da una
mínima sonrisa encogiéndose de hombros.

Introduce una de las llaves en la cerradura y como es vieja, coloca


su dedo presionando el pequeño botón rojo antes de empujar un
poco hacia afuera. Hay un sonido de "clic", por un momento pienso
que no va a funcionar, pero la puerta se abre y una vez me dio
cuenta que el supuesto sistema impenetrable de seguridad de Ken
Fairchild no sirve para una mierda.

La oficina de mi padre se muestra ante nuestros ojos y que tenga el


gigante cuadro familiar que había en la sala hace dos años, con
todos los integrantes de la familia, incluyendo aquellos que no están
presentes o jamás van a volver, me hace arrugar la cara.

«Pensé que se había desasido de él» Pero ahí está, intacto.

Las agujas del reloj de la oficina se acercan un poco más a las tres
en punto, y yo sigo su trayectoria con una impotente sensación de
inquietud mientras decido dejar de buscar la razón por la cual mi
padre sigue teniendo ese cuadro, cuando todas las fotos fueron
borradas, los recuerdos cambiados. Recorro los ojos por la
habitación y camino hacia uno de los cajones.
—Entonces eras tú el que se metía aquí— suelto refiriéndome a las
miles de millones de veces que papá había dejado claro que sentía
que alguien husmeaba en su oficina mientras rebusco en los
cajones que no están con llave lo que necesito y levanto la mirada
cuando lo consigo.

«Aquí está»

—¿Era yo qué? — inquiere despacio y levanto la comisura derecha


de mi labio.

—¿Para qué husmeabas esta oficina? — pregunto mientras le


enseño el foco de luz led que papá siempre tiene en uno de sus
cajones porque él fue quien me enseñó a descubrir lo que hice hace
unos minutos.

—No tengo que darte explicaciones de lo que haga o no— es lo


único que responde y me encojo de hombros restándole
importancia.

Le paso por un lado y él es quien cierra la puerta, deja la llave justo


en el lugar donde la encontró y...

—No hay cámaras en este pasillo— dice y los fríos ojos verdes de
Crono se percatan de que mis zancadas son cada vez más largas.

—¿Eso significa algo relevante?

—Quizá— suelta y no volvemos a hablar hasta que llegamos al


gimnasio donde todos nos esperan en silencio. No han pasado ni
doce minutos, fuimos y llegamos lo más rápido que pudimos y
apago las luces dejando todo en penumbras mientras saco el papel,
lo volteo dejando los recortes de revistas boca abajo y enciendo la
pequeña lámpara led.

Coloco el papel en una posición que la luz no le pegue directamente


porque eso no mostraría nada, ya que debo dejar un espacio para
que la tinta especial que esté oculta pueda descubrirse. Papá es
fanático de este tipo de cosas y siempre me lo inculco, lo llamó
alguna vez «el poder que tiene la mirada de un observador» y
aunque en su momento me pareció banal e insignificante, ahora me
resulta tan interesante porque si no me hubiera convertido en ese
tipo de personas que observan absolutamente todo, que no se les
escapa ningún detalle, no hubiera encontrado la pequeña marca que
siempre queda visible cuando se utiliza este tipo de tinta "invisible".

La luz tarda un poco en mostrar el mensaje y me alejo un poco


dejando el papel en medio de nosotros y cuando la imagen poco a
poco se va mostrando, si lo que quería era encontrar algo que
aliviara de alguna forma lo que me corría por el cuerpo, lo que sale a
la luz empeora todo.

«No» Me niego a creer que ese estúpido dibujo signifique algo, pero
las palabras de Ángel se repiten en mi cabeza. Lucy y Jake saliendo
sospechosas hacia algún lado, repaso el dibujo con mis ojos
mientras aprieto los puños...

Son líneas, líneas que forman a dos muñecos simples, pero el


nombre que hay encima de ambas cabezas me resulta inquietante
«Lucy, Jake», intento pasar por alto el hecho de que ambas tengan
equis en los ojos, como si estuvieran muertas,un auto que
aparentemente va a explotar por la nube que hay arriba de él y la
palabra boom.

Todo es tan siniestro, inclusive para nosotros que nos quedamos en


silencio, al menos un corto tiempo donde cada uno de nosotros
absorbe la mierda que está delante de nosotros y si antes pensaba
en tomarme las cosas serias por el maldito mensaje, ahora
solamente sé que la persona que hizo esto sabía que me daría
cuenta de la tinta en la esquina, invisible para muchos, pero visible
para mí, me levanto, corriendo hacia el interruptor de luz que
enciendo haciendo que todo vuelva a estar igual de iluminado y soy
tan consciente de mis palabras que me gustaría estar equivocado,
pero no podría estarlo, no cuando las cosas son tan explícitas que
no necesito algo más.
Consus se coloca la camisa, Caebrán toma la estúpida carta,
Cristian, Crono y Ángel me observa y me despeino el cabello.

—Si lo que estaba en esa mierda es cierto, debemos hacer algo—


Consus habla y asiento dándole la razón.

—¿Qué haremos? — pregunta Ángel y los miro porque la pregunta


está de más.

—Salvarlas, — es tan evidente porque no podría perdonarme que


algo les sucediera— Eso es lo que haremos y luego, cuando estén a
salvo, descubriremos quién es la rata que intenta pasarse de listo
con nosotros

—¿La vamos a castigar? — Cristian inquiere desde su sitio, no


como el niño que es. Lo hace con ese tono que me demuestra que
ninguno de nosotros actuamos y pensamos como personas de
nuestra edad y le doy una mirada hastiada porque no pienso
sentarme a tomar té con una rata.

«Menos cuando amenaza a las personas que son importantes para


mí»

—Haremos que cada segundo de su vida sea un recordatorio de


que por tomar las acciones equivocadas tendrá que pagar con
creces lo que hizo, convertiremos su vida en un calvario porque la
muerte nunca es suficiente para estos casos— contesto — Ahora
llama a Joseph porque la vida de Jake también está en riesgo y
movámonos rápido que no puedo pensar ni siquiera la opción de
que alguna de ellas este como en ese maldito dibujo...

Ángel es quien se encarga de contactar al rubio mientras salimos,


enciendo mi volvo, tengo varios lugares en mente y como son tantos
nos dividimos, Crono viene conmigo mientras Ángel va para la
cabaña, Caebrán a la casa de Marta Cox, Joseph para el Colegio,
Cristian para el salón de belleza que queda a unas cuadras de la
mansión Calandra. Joseph afirma que no están en su casa, así que
nadie va para allá y queda un solo lugar en mi mente...
Piso el acelerador, siento que es una completa estupidez ir hacia
allá porque no tiene sentido, pero igualmente voy, Crono mira por la
ventanilla del auto, maniobro entre el pequeño tráfico, no me
interesa exceder el límite de velocidad y...

Las veo, ambas salen de la mansión Bush o de la parte del bosque


que conecta con ese maldito lugar, lucen asustadas o al menos
Jake, porque la conozco tan bien que puedo ver el terror en sus ojos
aunque trate de ocultarlo mientras Lucy esta de manera ida, con los
ojos puestos en el vidrio del auto de Jake y recuerdo el maldito
dibujo mientras apago el auto y Crono se baja al igual que yo, Lucy
luce frenética jalando a Jake, el auto explota y somos mandados
hacia atrás por culpa de esa dilatación expansiva que es la causa de
las ondas de presión por el fuego y el impacto de la explosión.

Los oídos me chillan, caemos de culo, los ojos me arden al igual que
la pierna derecha, la gente sale de sus casas y se acercan, todo se
vuelve un completo caos mientras me levanto con solo un objetivo
en mente y es encontrar a Lucy y a Jake.

Si algo les sucede no me lo perdonaría nunca y empujo a la gente


que toma fotografías e intenta estar cerca como si estuvieran
presenciando una firma de actores.

—¡Está muerta! ¡La chica está muerta! — escucho como gritan y


empujo con más fuerza a la gente que no tengo idea de donde salió,
pero que me estorban.

—¡Denme espacio! — grito— ¡Aléjense, mierda! ¡Aléjense!

«No pueden estar muertas», me niego, «nadie va a morir». Empujo


a la última persona que me estorba, la imagen me impacta, Lucy
tiene los ojos cerrados, el rostro lleno de golpes y hay sangre
saliendo de su nariz, parece que veo todo en rojo y Crono es quien
se acerca y la toma entre brazos mientras mis ojos se concentran en
Jake mientras el corazón me late desbocado al ver el charco de
sangre que sale de su cabeza. Es mucha y jalo al chico que intenta
hacerle respiración boca a boca porque no quiero que nadie se le
acerque.

«Me la suda todo» La gente comienza a dispersarse cuando a lo


lejos se escucha la patrulla de policía y busco el pulso de la rubia
mientras siento un poco de alivio porque Crono se encargará de
Lucy.

Jake me preocupa y cuando no consigo el pulso siento que el


mundo se me cae, el sentimiento que jamás había sentido en mi
vida me recorre todo el cuerpo. El terror se apodera de mí al igual
que el miedo, pero cuando consigo un inestable latido, sonrío o al
menos intento hacerlo.

Me alejan, unos brazos me hacen a un lado mientras veo como


llegan paramédicos. Le colocan una máscara de oxígeno y cuando
volteo, a lo lejos en la ambulancia veo a Lucy conectada a unos
cables dentro de una camilla.

También quiero ir por ella, pero no podría dejar a Jake sola aquí.
«Jake», recuerdo todas las veces que estuvo para mí, que me dio
esa sonrisa arrogante, volteo los ojos o dijo que era un imbécil
mientras cargaba el peso de mis secretos en sus hombros porque
yo también cargaba los suyos.

El paramédico suelta cosas que no puedo entender, en este


momento solamente soy consciente de lo que sucede ante mis ojos
y veo como intenta de alguna manera reanimarla mientras otra
persona la coloca en una camilla.

—Vamos, Jake, resiste... —susurro cuando veo que se esmeran en


hacerle presión en el pecho.

La levantan y que parezca muerta me deja un sin sabor en el


estómago.

—¡Perdí el pulso! —grita el paramédico de la ambulancia y


solamente veo como intentan reanimar a Lucy, hacen lo mismo con
Jake y cuando intento acercarme, me alejan lo que me desespera.

Mi cabeza solamente arroja resultados de todos los libros que leí


sobre medicina, las veces que junto con Crono visite las clínicas y
hospitales, tanto que me doy cuenta de que están haciendo todo
mal porque no le prestan atención a la herida en la cabeza de Jake.

Siento un peso menos cuando gritan que Lucy vuelve a tener pulso
y en medio del ajetreo grito:

—¡Intenten tapar la maldita herida que va a morir por eso!

Uno de los paramédicos que voltea a mirar.

—Quiten a este adolescente alterado de aquí.

Intenta alejarme, pero los empujo de vuelta. Necesitan detener la


hemorragia, ver si con la caída se fracturó alguna costilla, pero
solamente se concentran en el pulso que tiene, pero inestable.

—¡Este adolescente alterado sabe más que todos ustedes juntos! —


bramo mientras los alejo y se quedan callados cuando alguien al
que reconozco de inmediato le das una orden.

Mi cabeza no da para pensar en otra cosa que no sea en Jake o en


Lucy, estoy alerta mientras doy algunas especificaciones y el rostro
de la rubia vuelve a tener color cuando hacen lo que indico y me
desordeno el cabello viendo al oficial Marco Cox con el rostro serio.

—¡Está estable! Necesita una clínica— dice y asiento mientras la


llevan hasta la ambulancia, ignoro al Sheriff que intenta hablarme y
observo a Crono a una esquina.

Siento la molestia de no haber estado pendiente de Lucy, pero la


mirada que me da mi hermano me tranquiliza.

—¿Cómo está?
—La llevarán a la clínica, ya llamé a papá para dejar el piso
solamente para nosotros y tener a disposición los mejores médicos.
Tuvo una hemorragia y se dio un fuerte golpe en la cabeza...—
suelta y aun en situaciones como esta, luce despreocupado y
aburrido, pero sé que no es así, al menos un grado de intranquilidad
debe haber en su sistema para que haya actuado tan rápido.

—Gracias por ayudarla— digo mientras veo como cierran la puerta


de la ambulancia y como mis hermanos junto con Ángel y Joseph
llegan en diferentes autos.

—Ce n'est pas seulement le vôtre, c'est aussi mon problème*—


musita mientras me da una corta mirada y no digo nada, solamente
veo como Joseph se acerca con el rostro completamente rojo y los
ojos aguados.

Ve nuestros aspectos, el lugar es un completo desastre y aún hay


gente murmurando sobre lo ocurrido, el papa de Marta está al lado
de su patrulla y mi rostro está en blanco cuando me concentro en
Rose, Irine y Rodrigo observando todo desde la acera de su
mansión.

«Algo tuvo que pasar, por alguna razón Lucy y Jake vinieron aquí»
Las caras de moscos muertos que colocan los Bush no me las trago
y juro que si me llego a enterar de que tuvieron algo que ver con la
explosión o con la jodida carta donde decían que «íbamos a pagar
nuestros pecados», los voy a cortar en pedacitos y les daré un
castigo que les haga lamentarse el momento en que decidieron
jugarnos sucio porque para mí no son más que unas mulas, unos
peones con un fin para mover a nuestro antojo y puedo eliminarlos
en un chasquido de dedos, sacándolos del juego donde creen que
son importantes.

Golpeo el hombro de Joseph y mis hermanos y Ángel están en


silencio. No hay mucho que explicar, el maldito dibujo era solamente
una advertencia, algo para hacernos perdernos tiempo y si tan solo
hubiéramos llegado tan rápido...
Crono les explica la situación de Lucy a mis hermanos y a mi primo
en resumidas palabras y dice que papá se alteró cuando lo llamo.
Trato de ignorar la espinita que eso también me produce porque
desde hace tiempo he venido sospechando la forma en la que él y
mis madres la tratan, pero hasta pensarlo me resulta absurdo.

—¿Qué le paso? — pregunta Joseph cuando se me acerca y


contengo las ganas de voltearle el rostro.

—Está bien, es lo que te interesa— lo miro.

—No me mires así que no tuve nada que ver...

—Tuviste que ver absolutamente todo porque no eres capaz de


darle su puesto— pausé y lo mire con determinación porque
necesitaba decirlo, hace unos minutos estaba viendo como Jake
luchaba con su vida y lo único que quiero es decirle a la persona
que le ha causado tantos problemas lo que siento sobre eso.

Crono suelta que irán a la clínica y yo también quiero ir porque


quiero ver a Lucy y sostener su mano, cosa que no hice por estar al
lado de la única chica a la que consideraría mi amiga, pero no
puedo sentirme mal por eso, es una... una de las mejores cosas que
ha salido y saldrá de mí.

No puedo pedir que esperen cosas buenas de alguien que ha


estado acostumbrado a hacer todo mal. Es algo que nos inculcan,
hasta mucho antes que dar nuestros primeros pasos y es por eso
que sé que me importa tanto alguien cuando me preocupe tanto,
cuando me sentí estúpido y mal al no poder hacer más de lo que
hice, cuando desee no haber llegado tarde para no ver el bonito
rostro de Lucy lleno de moretones ni a Jake en un charco de sangre.

Tuve miedo, miedo de perderlas y es algo que jamás voy a decir en


voz alta. Me odio a mí por no haber llegado antes, por no prever que
estoy sucedería, pero odio a Joseph por lastimar a la persona que
dice amar.
—Yo entiendo que...— comienza mientras me ve esperando
encontrar algo en mi cara y meneo la cabeza porque jamás
encontrara lo que sea que quiere buscar.

«Si empieza con los celos juro que le parto la cara»

—Tú no entiendes nada— soy tajante — Si entendieras, no hubieras


aceptado el compromiso, fueras luchado por Jakeline sin importar la
mierda que iban a pensar tus padres o el mundo en general. No me
jode que te la folles, que la ames o que sea el amor de tu maldita e
insignificante vida, lo que me jode es que ni la sueltas ni la tienes y
ella no lo merece. No merece esperar que tú decidas tener el valor
suficiente para luchar por ella... ¿Es enfermo? Si lo es, pero si le
hace bien a ambos no entiendo la razón por la cual deben prestarle
atención a lo que los demás opinen así que te advierto de una
buena vez: te decides o te decides porque no pienso ver como ella
se hunde en la mierda mientras tú estás de magdalena y luego vas y
te follas a Rose porque es tu maldita prometida y los malditos
prometidos follan.

No le doy tiempo a responder, siento que tengo menos encima y me


enfoco en lo que me importa y es saber sobre la salud Lucy y Jake.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

La clínica nos recibe y ver a los escoltas de mi padre me hace saber


que está presente. Las sirvientas se nos atraviesan queriendo
ayudarnos mientras me señalan que tengo una cortada en la frente
que no sé cómo mierda me hice, pero las ignoro mientras camino
hacia el ascensor.

Nos metemos todos ahí, nadie dice nada porque en este momento
lo menos que queremos en socializar y Joseph es el que está más
pálido haciendo que Ángel le dé sonrisitas burlonas que aliviana un
poco el ambiente.

La pregunta que seguramente está en la cabeza de todos mis


hermanos y la mía es la que más incómoda y es:
¿Qué mierda es lo que está pasando?

Primero lo de Joe, el hermano de Dorian, Marta y sus "actitudes


raras", luego lo de la carta con los recortes de revistas, la manera en
la que estaba ocultado el maldito dibujo, la explosión, la razón por la
que Lucy y Jake estaban ahí... Son tantas cosas que se me han
salido de las manos, cosas que seguramente tiene conexiones
como todo lo que hay en este maldito pueblo.

El ascensor se abre y ahí está mi padre. Voltea hacia nosotros, nos


examina de arriba abajo.

Nuestros ojos se cruzan, pero él no dice nada, solo se limita a


inclinar la silla un poco más. Está a un milímetro de caerse de
espaldas, lleva el uniforme del ejército, todas esas placas reluciendo
en su pecho y los rostros preocupados de mis madres solamente
me hace tener un vacío en el estómago.

Mi padre se levanta de la silla y se acerca a mí. Doy un paso al


frente porque tengo el presentimiento de que es lo que va a suceder
y ni siquiera dice nada cuando...

El sonido del golpe de su puño contra mi mandíbula se escucha por


todo el lugar y se me llena la boca de sangre cuando me va otro.
Las imágenes pasan en cámara lenta por mis ojos y no digo nada
porque sé que lo merezco.

Se aleja y que no se haya alterado ni un poco solamente me


demuestra el temple y el control que tiene sobre sí mismo, pero
después de todo, es un Fairchild y es un militar, la violencia para él
es la mejor forma de reprender y pude haber pasado la iniciación,
ser un hombre Fairchild con orgullo, pero sigue siendo mi padre y a
mi padre siempre hay que tenerle respeto.

Escupo la sangre.

—Quiero escuchar la excusa de mierda que me van a decir— suelta


— Porque si a Lucy le llega a pasar algo, haré que todos ustedes
estén colgados desnudos recibiendo azotes sin comer ni tomar nada
por seis días.

Bajamos la cabeza, incluyendo Joseph y mi padre se arregla el traje


que no tiene ni una sola arruga.

—Fue mi culpa...—comienzo porque desde luego que lo es, fui el


del genial plan y por mi culpa llegamos tarde y él menea la cabeza.

—Ya no son unos niños ni están jugando con carros de juguete


cuerdas de imbéciles, ahora todos deben pensar y saber cómo
actuar para que cosas así no sucedan...

—Recibimos una carta— Cristian suelta haciendo que mi padre lo


mire con atención— Muéstrasela, Caebrán.

Había olvidado que mi hermano la tenía hasta que la saca y se la


extiende a mi padre. Él se la arranca de las manos y la lee. Sus ojos
pasando por cada línea mientras no muestra ninguna expresión y...

—En la parte de atrás hay un dibujo oculto que solamente puede


verse cuando...— comienzo.

—Colocas luces led en un ángulo perfecto y solamente puede verse


en la oscuridad. — termina mi padre mientras se relame los labios.
Vuelve a extenderle el papel a Caebrán — ¿Tienen idea de quién
fue?

—La persona que lo hizo también dejo el cuerpo de Joe en la


cabaña— dice Crono— Y seguramente también hizo que Jake y
Lucy llegaran hasta allá porque en el dibujo predecía lo que iba a
suceder, solamente que llegamos tarde y no pudimos evitarlo.

Mi padre asiente y me masajeo la mandíbula, me duele. Papá va a


volver a hablar, pero Camille lo llama cuando tres doctores
aparecen.
—La salud de Lucy Beckett está estable— comienza la doctora más
joven dirigiéndose a mi padre y siento un peso menos encima, una
especie de alivio— Solamente fue una contusión, la hemorragia que
salía de su nariz puede deberse a eso, tiene una costilla lastimada,
pero no llego a tocar el pulmón, el resto solamente fueron golpes
superficiales y en la tomografía todo salió en el rango de lo normal lo
que quiere decir que el golpe no afecto el cerebro.

—¿Y Jakeline Calandra? — pregunta Joseph y el doctor regordete


le da una sonrisa extraña que no entiendo.

—¿Es usted su hermano?

—Sí. — responde Joseph sé inmediato y el doctor vuelve a sonreír.

—¿Sabe usted quien de ellos es la pareja de su hermana? —


inquiere y mi padre coloca mala cara.

—Ninguno de mis hijos tiene novia...— suelta y le doy una mirada


dura a Cristian cuando le veo intenciones de abrir la boca para
protestar porque mi padre desde luego no puede aún enterarse
sobre Lucy y menos con lo que acaba de pasar.

Más cuando hemos desobedecido la regla que no se cansa de


repetir y es que no nos quiere cerca de ella, pero ahora eso es
sencillamente imposible.

—¿Entonces quién es la pareja?

—¿Por qué quiere saber sobre la vida amorosa de mi hermana?

El doctor regordete menea la cabeza, pero el moreno se le adelanta:

—Ella y el bebé están bien, por un milagro gracias a Dios.

Joseph se agarra del hombro de Ángel cuando escucha lo que dice


el doctor y mis madres se levantan cuando escuchan lo que dice.
—¿De qué bebé habla? — pregunto esperando escuchar que se ha
equivocado, pero el doctor regordete sonríe como si estuviera
soltando la maldita cura para el cáncer con tomarse dos simples
pastillas.

—El de la señorita rubia... — repite — Tiene cuatro semanas y es


muy fuerte porque a pesar del golpe que recibió, el bebé está tan
sano, aunque eso no significa que debamos hacerles unos estudios.
¿No lo sabían?

Todos permanecemos inmóviles, contemplando la escena mientras


solamente puedo mirar a Joseph que está a punto de desmayarse,
nadie responde porque la noticia es como un jodido balde de agua
fría y volteo a ver a Joseph que, si no es por Ángel, ya estuviera en
el suelo.

NOTA DE LA AUTORA:

¡Feliz cumpleaños Maya! Super atrasado, yo sé, pero ayer se me


presento un inconveniente y no pude actualizar que era tu
cumpleaños. Lo hago hoy, tarde pero seguro y sé que te debo la
actualización doble, por ahora conformémonos con esto. Poquito
pero ese poquito son quince páginas en Word.

Les agradezco su apoyo, a Maya y a todas las chicas del grupo de


WhatsApp y a ustedes que me dan de un granito de arena para
cumplir mi sueño. LOS AMO MUCHO y estoy muy feliz por todo lo
que está pasando, jamás me imagine que iban a estar tantas
personitas leyendo, haciendo teorías y dándome de su tiempo...

Si quieres ayudarme aún más, puedes seguirme en mis redes


sociales:

@gabiiamc en Instagram y @gabriamc_ en Twitter. ¡Siempre estoy


activa! Así podrás también estar al tanto sobre las actualizaciones,
los demás libros y conocer sobre mí.
LAS ACTUALIZACIONES SON DIA DE POR MEDIO, ALGUNAS
VECES DIARIAS, PERO NO DURO MAS DE TRES DIAS SIN
ACTUALIZAR, ASI QUE NO SE DESESPEREN.

Paciencia, amor y besos con sabor a drama, sangre, romance


oscuro y misterio.

Los amo.

Gabi.
LEY DEL KARMA Y DARMA
La ley del karma es una interpretación energética de la ley física de
causa y efecto, y asegura que cada individuo vive las
consecuencias de sus propios actos, ya sean positivos o negativos.
La palabra karma significa 'acción', y esta se refiere a nuestras
acciones físicas, verbales y mentales

JOSEPH

¿Alguna vez has experimentado ese sentimiento que te llena el


cuerpo cuando aquello que jamás imaginaste está a punto de
suceder? Lo sabes, lo sientes y aun así entras en esa negación
porque jamás imaginaste que algo así te sucedería.

Pero sucede.

Y eso es tan jodido y extraño que no hay palabras para describir lo


que sientes en ese momento.

Las palabras del doctor se repiten en mi cabeza; «Un bebé» Mis


manos se sienten frías y Ángel Fairchild me sonríe con burla
mientras me pasa una taza de café helado. Solamente sé dos
cosas: Me duele la cabeza y me siento extraño cuando sin poder
evitarlo me imagino a Jake embarazada tocando el piano con un
vestido de flores. Se le nota el embarazo. Me sonríe y camino hasta
ella para abrazarla y darle un beso en los labios.

Me llevo el café a los labios y ni siquiera puedo bebérmelo porque


sabe asqueroso. Se lo devuelvo con una mueca y el pelinegro suelta
carcajadas que resuenan por todo el lugar haciendo que Caleth
Fairchild y sus esposas se fijen en nosotros.

Los cinco están en una esquina, el doctor continúa hablando con el


patriarca Fairchild y sé que van a llamar a mis padres, también sé
que el embarazo no se podrá ocultar, que ellos no son estúpidos y
que los padres de mis amigos saben lo que sucede entre Jake y yo.

Inclusive recuerdo esa vez cuando Sophia nos preguntó lo que


sentíamos el uno por el otro. No hubo acusaciones ni esa expresión
horrorizada como la que puso nuestra sirvienta cuando éramos unos
niños y le hice aquella pregunta. Sophia se mostró gentil, incluso
nos dijo que nadie era culpable de lo que sentía y que no había un
parámetro para medir aquello hasta llevarlo a lo incorrecto y que, si
no hacíamos daño a nadie, no teníamos por qué escondernos.

Pero no era fácil y menos para nosotros.

—Voy a divertirme mucho cuando le explica a Jake la reacción que


tuviste al enterarte sobre el asunto — la voz de Ángel es lenta,
entrelaza las manos frente a él y pasea la mirada por la mesa—
Casi te desmayas.

—No es necesario que me lo recuerdes.

—¿Por qué no si a mí me divierte?

—Entonces tu sentido del humor es un asco.

Golpea mi hombro en palmadas y se ríe haciendo que sus ojos de


por sí achinados se entrecierren aún más.

—No me gusta ser un aburrido, Joseph— confeso, encogiéndose de


hombros.

—No eres aburrido, eres inoportuno y eso es diferente.

—¿Inoportuno yo o el embarazo de tu hermanita? — ladea una


sonrisa que me encantaría borrársela a golpes porque está
insinuando que Jake lo ha hecho a propósito cuando sé
perfectamente que no es así.

Incluso aunque la noticia haya caído como una bomba sobre mí, no
puedo tomármela para mal, aunque tengo esa duda sobre su
reacción porque supongo que no lo sabe aún, pero me encargaré de
decírselo cuando pueda hablar con ella.

—Vuelves a insinuar eso y te voy a caer a golpes.

—¿Tú a mí? — la burla con la que lo dice me molesta.

Voy a responder que me paso por el culo que todos ellos han sido
entrenados como si fuesen militares y es que es obvio que nunca
ganaría una contienda, pero de igual forma lo haría, haría todo con
tal de defender a Jake.

Voy a responderle que se puede ir a la mierda, pero mis ojos notan


la figura del patriarca Fairchild acercándose. Está serio como
siempre, recuerdo la amenaza que lanzó, el golpe que le dio a
Caelus no porque fuese el mayor, porque Consus lo era, sino
porque Caleth sabía que la idea había sido de Caelus y como había
sido un intento fallido, era él que tenía que pagar.

—El doctor me informo que puedes ir a ver a tu hermana— soltó y


hasta hablando me resultaba imponente.

Tengo que tragar saliva un par de veces porque me acojona el aura


del patriarca, su mirada gris es fría como un acero y a pesar de
convivir con él durante muchos años, no pierdo ese temor pequeño
que se adueña de mi cuerpo porque soy consciente de todo lo que
es capaz y que, por él, así son sus hijos.

No los culpo ni los señalo, la crianza de los Fairchild viene regida


por sus propias normas, son parte de una cultura que para muchos
podría ser enferma, retorcida, pero solamente los prepara para las
cosas que tienen que ver y manejar a lo largo de su vida.

No soy como ellos, sé que nunca seré como ellos, pero he roto
muchas reglas morales por mis amigos, por su familia y lo seguiría
haciendo porque son como mi familia y muchas veces, me han
salvado el culo.
—¿Quieres ir a verla?

—Sí.

Él se voltea y hace una señal a la enfermera que se acerca.

—Ella te llevará a la habitación de Jake.

Asiento. La muchacha me hace una señal para que la siga, pero me


giro para mirar a Caleth que está al lado de Ángel que observa todo
con una sonrisita, como si todo le divirtiera o por alguna razón fuese
consciente de algo que nosotros no.

Siempre llego a incomodarme eso, pero luego me fui acoplando


porque él siempre era así. Era como por así decirlo lo que le
caracterizaba, junto con ese humor negro que compartía con Crono
solo que mientras el de ojos verde prefería estar en la oscuridad y
en silencio, Ángel amaba ser el centro de atención y las sonrisas era
lo suyo, no dejaba de hacerlas en ningún momento.

—Gracias por esto y por todo— digo mirando a Caleth Fairchild —


Nunca olvidaré lo que hace por nosotros.

No le doy tiempo a responder y me giro siguiendo a la muchacha


que camina en silencio, paso por al lado de los chicos que están en
silencio también, sentados y me pregunto quién será el primero en
entrar a ver a Lucy y no puedo evitar pensar que jamás los había
visto así por una chica o en general por nadie.

Pasamos unos pasillos hasta que llegamos a una puerta y la chica


me mira de reojo antes de abrirla.

Entro en silencio, solamente se escucha el molesto sonido de la


máquina de pulso y me paso la palma de las manos por los
costados para limpiar el sudor que tengo. Estoy nervioso como la
mierda y me desordeno el cabello mientras la enfermera voltea.
—No va a responderte ni despertar porque le colocamos un sedante
lo que la hará estar dormida hasta que sigamos haciéndole los
exámenes y despertar luego de cuarenta y ocho horas— dijo— Pero
puedes hablarle, algunas personas creen que escuchan y que
cuando los hacen sentir queridos, por alguna razón no tiene lesiones
más graves o alguna cosa así.

Asiento mientras volteo a mirarla en la camilla y quedo petrificado en


mi sitio sin poder moverme. La enfermera se acerca y verifica que el
medidor de pulso y el suero que entra por vía intravenosa esté bien,
voltea a mirarme y me da una pequeña sonrisa.

—Su hermana es muy fuerte— suelta mientras me pasa, por un lado


— Si necesita algo o algo sucede, puede presionar el botón rojo que
está al lado de la máquina— señala— Vendremos en segundo por
ella.

El sonido de la puerta cerrándose me hace tragar saliva y el silencio


es molesto al igual que la angustia que se apodera de mi cuerpo al
ver su rostro, sus manos y... Las marcas de los golpes son visibles,
tanto que me producen un vacío en el estómago junto con verla
conectada a una máquina.

Sé que está bien, pero que esté aquí significa que no lo está del
todo, tiene una venda en la parte de su frente porque según lo que
pude entender, se dio un fuerte golpe en la cabeza donde tuvo una
pequeña hemorragia. Tiene el labio partido, los pómulos hinchados
y sus rodillas lastimadas.

A pesar de todo, no sé cómo, sigue viéndose bien. Demasiado bien,


incluso al verse ahí como una muerta. No puedo evitar llevar mis
ojos hacia su estómago y mi imaginación vuelve a hacerme una
pasada cuando me imagino el vientre abultado porque el bebé está
por salir.

Llevo mi mano hasta ahí. Siento el corazón desbocado dentro de mi


pecho y mis ojos se concentran en el rostro de la mujer más
hermosa que he visto alguna vez. Los raspones por los golpes que
se dio al caer en el asfalto me molestan porque su perfecta piel de
porcelana nunca debería verse lastimada, pero aun en ese estado
sigue llamando la atención, su cabello está suelto y me relamo los
labios viendo la tranquilidad que hay en su rostro.

«No sé qué habría hecho si te fuera pasado algo»

Me acerco y le doy un beso en la frente mientras siento que el amor


que le tenía se ha triplicado. Vuelvo a tocarle el vientre mientras
cierro los ojos juntando nuestras frentes y esa molestia me llena el
pecho porque Caelus tenía razón.

Aunque sé que hice lo que tenía que hacer, y aunque últimamente


he tratado de hacer feliz a todos, esto es la gota que ha colmado el
vaso. Pensar lo que puede sufrir Jake al estar en ese estado, la
tristeza que sé que carga sobre los hombros por mis acciones, por
seguir lo que nuestros padres dicen, por no darle la espalda a Rose
cuando desde un primer momento tuve que decirle las cosas claras,
tal vez actuar como un jodido canalla para que por ella misma
desistiera sobre la idea del compromiso para poder estar con Jake.

«En la oscuridad porque soy un jodido cobarde» Pero ahora algo ha


cambiado y si este era el empujón que necesitaba, de alguna forma
lo agradezco y...

—Voy a luchar por ti y por nuestro bebé— susurro mientras le doy


un beso en los labios antes de alejarme para sentarme. Mis ojos se
concentran en cada centímetro de su rostro mientras tomo su mano
— Sé que he sido un estúpido y sé que es mío. ¿Jodido?
¿Enfermo? ¿Inmoral? Puede ser eso y mucho más, pero no pienso
seguir ocultándolo porque no voy a permitir que nos avergoncemos
de nuestro bebé.

»Me siento tan extraño, ¿sabes? Nunca tuve esa posibilidad, pero
ambos sabemos lo que hemos hecho. Las pastillas anticonceptivas
no funcionaron, pero eso no significa que voy a huir de esto, Jake.
Ambos lo hicimos y ambos somos responsables. No te voy a dejar y
si no decides tenerlo, igual estaré para ti porque respetaré tu
decisión y tu cuerpo, pero, aun así, me encargaré de lo que tengo
que hacer para que te des cuenta de que esto para mí no es un
juego y voy a encontrar a la persona que hizo que tu auto favorito
explotara y que tuvieras ese accidente, así como terminaré con
Rose.

Rose.

Esa chica que no merece lo que sucede y que me vio en algún


momento como esa luz que podía encontrar al final del túnel. Beso,
la mano de Jake pensando las cosas que he estado haciendo mal y
una de ellas es darle falsas esperanzas a Rose, hacerle creer que
conmigo podía salir de las garras del asqueroso de su padre con
ese matrimonio, pero...

No puedo, simplemente yo no puedo ser lo que ella necesita y


quiere. Y no lo digo por el bebé que ha estado en el vientre de mi
hermana desde hace cuatro semanas, es porque jamás he sido
aquello que Rose necesita, mi corazón siempre le ha pertenecido a
Jake, la angustia que me tomo el cuerpo cuando recibí la llamada de
que había ocurrido algo y luego al ver lo que le había pasado, como
existía la pequeña posibilidad de que ella pudiera morir, me hizo
darme cuenta de que es el momento de tomar la decisión más
grande de mi vida.

Además de que Caelus tenía razón: La dejo ir o me decido y nunca


podría ni siquiera pensar en la primera.

Suelto el aire que contenía en los pulmones con un pequeño suspiro


e imagino que la puerta se abre dejando ver a mis padres, aunque
sé que posiblemente tendrán que pasar varias horas para que
vengan. Ambos entran apresurados y me molestaría tanto las
expresiones que seguramente tendrían en sus rostros, como si en
realidad les importara Jake cuando lo primero que hicieron fue
señalarla cuando Rose llego con esas fotos.

La hicieron sentir tan mal que no aguante y explote. Insulte a mi


padre por permitir que toda esta mierda de circo y Rose y yo
casándonos en algún momento porque fue idea suya en primer
lugar y luego insulte Rodrigo Bush, le dije lo que era y recibí una
bofetada de mi madre porque para ella decirle pedófilo, violador y
enfermo era grosero.

Pero la verdad es que esas palabras le quedaban tan cortas a un


ser tan asqueroso como lo que representaba ese hombre. Sentí ese
impulso de pedirles ayuda a los chicos, de dejarme llevar por esos
pensamientos oscuros que surgían en algunos momentos, pero que
me negaba a aceptar, esas dudas de que, si era capaz de hacerlo
que mis amigos hacían, de cómo manejaría la situación cuando
tomara justicia por mis propias manos.

Pero también estaba esa molestia de que ellos ya lo sabían y no


hacían absolutamente nada para detenerlo, pero después de todo,
ellos no eran vengadores ni ningunos salvadores y eso, yo lo sabía.

Es un poco patético saber que, después de todo, Dove y Rose


tienen motivos de sobra para actuar como actuaban y comprendo a
Rose porque según lo que me ha dicho, Dove no era tan horrible
después de todo solamente que se equivocó al meterse con
Caebrán que no iba a tener compasión con ella o la ayudaría porque
desde luego él iba a joderlo todo aún más.

Sé que Lucy la asesino y los chicos tienen sus razones para


ayudarla a ocultar todo, lo sé también por qué ayude un poco a
hacer toda la noticia falsa y como siempre a ocultar evidencia a
escondidas de Jake, pasando por alto las equivocaciones de las
Bush porque después de todo, sin importar qué, Dove no merecía
morir y que todo el rollo del auto incendiado solamente fue...

Abro los ojos mirando a Jake que sigue con los ojos cerrados, pero
tengo un mal presentimiento en el pecho. Le doy una mirada antes
de levantarme, me concentro un poco en su vientre y salgo de la
habitación con prisa encontrándome a los chicos en el pasillo.

Están por entrar a una habitación y me imagino que es la de Lucy,


pero no puedo pensar en eso, ya que tengo ese vacío en el
estómago. Quizá ya lo saben, quizá ya lo pensaron, pero necesito
decirlo así que lo digo:

—¿El auto exploto?

Caelus rueda sus ojos como si la pregunta que acabo de hacer es


tan estúpido como preguntar si uno más uno da de resultado dos.

—Oye bro, muy interesante la pregunta, pero quiero ir a ver a Lucy


— Cristian suelta y...

—No, solamente hizo boom y volvió a arreglarse por arte de magia


luego de casi matar a tu hermana y a Lucy, ya sabes... lo que
sucede todos los días— Caelus se burla ignorando lo que ha dicho
su hermano menor.

—Todo el mundo tiene secretos —suelto, ignorando su sarcasmo—.


¿Verdad?

—¿Y qué interesa que las personas tengan secretos? — inquiere


Caebrán con desdén.

—Tenemos muchos secretos— los miro— Y el más reciente, aparte


de lo del hermano de Dorian es que hicimos explotar el auto de
Dove con su cuerpo adentro para encubrir el asesinato— contesto
— ¿Creen que ha sido casualidad lo que sucedió...?

Consus frunce el ceño: —Lo pensé, pero la idea me resultaba


estúpida, pero ahora que recuerdo, la carta se refería a hacernos
pagar nuestros pecados, ¿no? Prácticamente diciendo que harían
justicia propia.

Caelus se desordena el cabello. Crono está con los ojos en el suelo


y Ángel

—Entonces lo de Lucy y Jake solamente fueron daños colaterales o


un intento de lastimarnos porque...—Crono habla.
—Porque saben que son nuestros puntos débiles y para ganar un
juego hay que atacarlos puntos débiles porque eso debilita al
oponente— Caelus prosigue frunciendo el ceño — Además de que
Lucy y Jake no son ángeles del señor porque también tienen que
ver en todo, están involucradas tanto como nosotros.

—¿Se imaginan que Lucy y Jake fueran estado dentro del auto? —
odio la pregunta, pero es necesario hacerla— Porque existía esa
posibilidad, pero por alguna razón no lo estaban y eso es suerte o
casualidad.

—Ya estaba planeado así— Caebrán opina— Porque en el maldito


dibujo estaban fuera del auto, no dentro de él.

—Eso significa que no querían matarlas— Crono habla con la


mirada aun en el suelo y trago saliva.

—¿Entonces qué mierda significa? — pregunto.

—Es solo diversión— Caelus responde— Nos quieren ver la cara,


quieren vernos desesperados y querían ver cómo nos afectaba ver a
nuestras novias más allá del lecho de muerte si hubiéramos llegado
más tarde, pero eso también estaba calculado.

—Lo único que sabemos es que no querían matarlas— y decirlo no


calma ninguna de mis alarmas.

Crono levanta la mirada del suelo.

—¿Entienden lo que está por suceder o lo que apenas está


comenzando? Por alguna razón la persona que nos dejó la carta,
sabía lo de Dove, posiblemente hizo lo de Joe y no es ningún
estúpido porque juega con nosotros.

—No podemos permitir que juegue con nosotros— contesto y todos


me miran mientras añado: — Porque este no es nuestro único
secreto y estaremos jodidos si todo llega a salir a la luz.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Me bajo del auto, me arremango la camisa azul de mangas largas


hasta mis codos y guardo la llave del Volvo blanco en mi bolsillo.
Estar frente a esta mansión no me gusta como tampoco haber
dejado a Jake con mis padres que hicieron exactamente lo que
predije y me guardé las ganas de insultarlos porque francamente,
tenía muchas cosas en las que pensar.

Como esperar a que Jake despertara, mi hijo, los problemas que


tenemos encima y lo que estoy a punto de hacer, que según yo
dejará de formar parte de la lista de problemas, aunque sé que no
será tan fácil.

Me acerco e introduzco el dedo en el timbre porque no me anime a


escribirle a Rose. No tengo su número agendado y es ella la que me
hace videollamadas por Facebook cuando las cosas se salen de
control en su vida o simplemente cuando según ella necesita "ver mi
rostro y olvidarse de la mierda que la mancha".

Vuelvo a tocar y me desordeno el cabello pensando que tal vez no


están, me doy la vuelta porque entonces iré a la clínica, pero la
puerta gigante se abre o desliza —mejor dicho— cuando estoy
bajando el primer escalón.

Me volteo y recorro con la mirada a Rose que luce extrañamente


fresca, tiene el cabello azul suelto, lleva un vestido rojo que se le
ciñe al cuerpo y me concentro en los labios hinchados que tiene
como si hubiera estado besuqueándose con alguien.

Trato de bajar el asco que me sube por la garganta cuando pienso


que lo estaba haciendo con su padre, pero luce tan tranquila,
diferente a las veces que me llamo llorando porque él lo había vuelto
a hacer y pensar que ha tenido que aguantar tantas veces abusos
por parte del engendro que suele llamar de forma tan desagradable,
me da lástima e impotencia.
—No te esperaba por aquí — suelta mientras se arregla el vestido y
me concentro en su rostro.

Juro que podría utilizar la excusa de que estoy celoso con tal de
poder golpear a su padre.

—Necesito hablar contigo— digo por qué es a lo que vine,


ignorando lo que acabo de pensar hace unos segundos y ella se
encoge de hombros, haciéndose a un lado para que pase.

—Adelante, prometido.

No me pasa desapercibida la forma en la que dice lo último de forma


burlona y me resulta tan extraño, pero lo dejo pasar.

Entramos, la sala esta tan sola que nos sentamos en los sillones. No
hay rastro de su padre ni de nadie en general así que mientras ella
se cruza de piernas, suelto:

—Necesito que me escuches y luego, sea lo que sea que pienses,


lo digas, pero mi decisión no es reversible, ¿vale?

Ella ni siquiera luce sorprendida.

—Vale.

Me relamo los labios.

—Sabes que realmente, nunca te he amado, podría decirse que te


tengo aprecio, que admiro lo fuerte que eres, pero desde luego que
no comparto las ideas que le metieron tú y tu hermana a Jake sobre
la comida ni sus actitudes. Luego de que me contaras lo que
sucede, el asunto de tu padre puede decirse que comprendí un poco
lo que sucede, pero eso no justifica tus actos. Sabes que nunca he
estado feliz sobre el acuerdo y que desde luego que no quería nada
comprometerme realmente contigo. —tomo un respiro— No eres tú,
Rose, porque sé que puedes conseguir a alguien que te amé y te
merezca, pero sencillamente nunca me he visto a tu lado, nunca
podría quererte o tomarte en serio porque mi corazón le pertenece a
alguien más y no puedes forzarme a hacerlo y no puedo fingir más,
así que vine para decirte que oficialmente, por mi parte, el
compromiso está cancelado porque no pienso seguir con él.

Siento que tengo un peso menos encima cuando termino y ella


simplemente me mira.

No dice nada y hasta podría jurar que ni siquiera pestañea y espero


que haga un drama o que ella se coloque frenética, pero
simplemente asiente, levantándose.

—¿Eso es todo? — pregunta mirándome con... ¿Hastío?

—¿Qué? — pregunto confundido.

—Que si eso es todo— contesta— Porque tengo muchas cosas que


hacer y tú... debes ir a ver al amor de tu vida en el hospital, ¿no?

Me tenso y ella se encoge de hombros.

—Tampoco es que era algo que jamás iba a saber— suelta— Pero
hubiera sido mejor que me lo hubieras dicho antes de que me
ilusionara como una estúpida, ¿sabes? Y cuando lo supe, entendí
absolutamente todas las señales que estaban ahí y que me negaba
a ver. — Suelta una risita— Pero bueno, un secreto más, uno oscuro
que nos unirá, Joseph...

—Rose...

Levanta la mano.

—No necesito que me digas nada— se relame los labios — Y


tampoco voy a decírselo a nadie, pero lo que sí quiero es que te
largues de mi casa.

Me levanto.
—Sabes que puedes contar conmigo, puedo ayudarte con lo de tu
padre...

—¿Qué sucede con papi? — inquiere utilizando el mismo tono de


voz que Dove— Él no está aquí y no me parece correcto que utilices
su nombre ni lo que creas que sucede y estate quieto, Joseph que el
pez cae por su propio peso.

Y sin más, comienza a caminar dejándome solo en la sala, sin


entender qué rayos es lo que acaba de suceder.
Capítulo 63 (*)

LUCY

«Mamá se levanta y corre hacia mí, tiene esa expresión que jamás
le había visto en su bonito rostro, no me gusta para nada. Parece
preocupada y me revisa de pies a cabeza como si quisiera encontrar
algo y escucho pequeños sollozos por su parte y quizá es por lo de
su lienzo o los problemas que ha tenido con papá.

Papá.

Solamente he escuchado su voz por llamada, mami nunca me deja


ver su rostro porque solamente seremos ella y yo, pero papá
siempre ha dicho que está orgulloso de ambas y eso me gusta.
Algunas veces mamá dice que papá es un mal hombre, pero otras
veces me hace creer lo contrario diciendo que él es lo que debo
aspirar en algún momento, cuando este grande y pueda tener un
novio.

Pero mamá me ha dejado claro que no puedo ser novia de


cualquiera porque nadie entendería lo que viene en mi sangre,
aquella arte que nos hace hacer los lienzos, así como no puedo
tener amigas porque son las primeras en lastimarte.

—¿Qué es lo que sucede, mami? — pregunto y ella me abraza,


pero no me gusta cómo se siente este abrazo por alguna razón.

Mamá me toma del rostro y me mira a los ojos mientras limpio sus
lágrimas con mis deditos.

—Nunca debes alejarte de mí— dice — Nunca debes hacerlo,


nunca.

Meneo la cabeza. —Mamá si es por...


—¿Qué te hizo?

Me da esa mirada que da miedo y recuerdo la razón por la que


corrió hasta aquí. Agacho la cabeza, pero ella me obliga a levantarla
porque odia que baje la mirada porque eso me hace parecer tonta y
ninguna mujer de su familia puede ser tonta y mucho menos su hija.

—¿Qué te hizo? — insiste y...

Sé que habla de su lienzo.

—Solamente me dijo que me acercara, mami, pero no me hizo nada


— digo, pero luego lo recuerdo. Ella me da esa mirada dura porque
sabe que estoy ocultando algo así que añado rápidamente porque lo
menos que quiero es defraudar a mi mamá: — Solamente quiso ver
mi cara y luego...

Siento un extraño sentimiento en mi pecho porque había caído en la


trampa del lienzo de mami, había sentido curiosidad y había hecho
lo que me había pedido. Me toco el rostro, lo hizo y dijo que era tan
linda como lo era mi madre, que tenía los ojos más hermosos que
había visto, pero lo había dicho con rabia antes de que me hubiera
intentado morder mientras agitaba sus brazos, haciendo que pintura
saliera de su cuerpo.

Los lienzos de mamá siempre estaban protegidos, porque su arte


era peligrosa y yo no podía bajar si ella no estaba conmigo, pero...

Lo hice y por eso ese lienzo me asusto. Dijo que me iba a sacar los
ojos y el corazón porque era una perra asquerosa, ¿cómo podía ser
una perra si solamente tenía dos piernas? ¿Por qué lo había dicho
con molestia?

Yo había gritado cuando vi que podía caer sobre mí, parecía furioso
y había dicho que lo que hacía mi madre en algún momento le
pasaría a ella y salí corriendo cerrando la puerta detrás de mí. Por
eso mamá había venido y era por eso que me hacía esa pregunta.
Dude por un momento si debía decirle la verdad, pero no puedo
ocultarle nada, no a ella.

—Solamente dijo que iba a arrancarme los ojos y el corazón y que le


iba a echar sal para romper la maldición y que era una perra
asquerosa— digo exactamente lo que dijo y ella solamente me besa
la frente.

Ya dejo de llorar y me alza haciendo que enrolle mis piernas en su


abdomen y mis brazos en su cuello. Ella no dice nada, solamente
empuja la puerta que cerré con esmero cuando sentí que el lienzo
iba a hacerme daño y el lienzo cae cuando mamá le da un tiro en la
pierna.

—Ты собираешься возиться с моей дочерью, сукин сын?*

Mamá me sostiene y ni siquiera me aterra la forma en la que se


convierte. Sé lo que hace mami cuando está con sus lienzos y mi
cabeza guarda cada una de sus miradas, movimientos y seguridad a
la hora de hablar.

Me baja en algún momento, el lienzo se arrastra en el suelo


mientras grita cosas que prefiero ignorar porque no son verdades.
Sé lo que es mi mami y ningún lienzo puede venir a decirme lo
contrario, ni siquiera de una forma tan grosera porque mami no
merece que la traten así.

Me gusta que se vea lastimado porque merece sufrir luego de decir


tantas cosas y asustarme porque lo hizo, me asustó y sé que debo
corregir eso. En la profecía decía que siempre teníamos que ser
seguras y yo había sentido pánico cuando pensé que iba a hacerme
daño y me aterraba que, si mi mamá se enterara de eso, se
decepcionara de mí.

Así que di un paso al frente, coloqué mis manitos como puños y me


relamí los labios que estaban resecos mientras sentía una pequeña
adrenalina en el pecho.
—¡Déjame participar mami!

El grito es lo suficientemente duro para que mamá voltee a mirarme.


Esconde su arma en la parte trasera de su pantalón y camina hacia
la mesa donde está todo lo que siempre utiliza.

—Esa niña va a sufrir por lo que haces, ¡me voy a encargar de eso!
— escucho como tose el lienzo y ambas ignoramos lo que dice.

Mamá pasa el dedo y saca uno de sus pinceles. «Es afilado y la


hoja brilla» Se lo pasa por los labios, cierra los ojos y mira el lienzo
chasqueando la lengua de forma ruidosa.

—¿Ves que está sufriendo? — preguntó y su voz sonaba ácida—


¿Crees que voy a permitir que mi hija sufra?

—Pero, ¿qué pasará cuando no estés para protegerla?

—Me encargaré de prepararla lo suficiente para que sepa cómo


defenderse, — mamá se encogió de hombros— No necesitas
preocuparte por eso.

—Van a intentar matarla y ojalá eso pase antes de que se


reproduzca, — él grita cuando mamá me enseña lo que debo utilizar
y sé lo que debo hacer, no es la primera vez que la ayudo, pero es
la primera vez que la veo hablando con uno de ellos. Mamá besa mi
mejilla y se hace un lado, doy un paso al frente y me concentro en
las indicaciones que me da mamá — ¡Ojalá la quemen a ella y a
todas ustedes! ¡Ojalá lo hagan!

—Los plebeyos callan, la reina se alza y la santa muerte decide el


final de aquellos que osaron amenazarla haciendo del mundo un
lugar lleno de orden por su santa palabra— Mamá habla despacio
mientras doy otro paso — Nadie puede escapar de nosotras, somos
el susurro de la muerte, su entidad, su imagen y semejanza...

— Somos El Dios y el Creador, el lobo y el cazador, la verdad y la


mentira, la luz y la oscuridad. — termino por ella antes de enterrar el
pincel en el cuerpo de lienzo. Escucho cómo llora, como se queja y
como dice que voy a morir al igual que mi madre, pero sé que es
mentira, sé que está asustado y me gusta.

Vuelvo a lastimarlo, mamá está detrás de mí orgullosa y me lleno las


manos mientras sonrió volviéndolo a hacer»

Abro los ojos, me pitan los oídos y no sé qué es lo que ha sucedido


con exactitud, la cabeza me da vueltas, el corazón se me acelera y
el estómago me da un vuelco cuando lo único que puedo hacer es
medio levantarme, apretar la sabana con la que estoy cubierta y
vomitar el suelo.

Es como si de alguna forma mi estómago quisiera botar todo lo que


sucede en mi cabeza o lo que siento, no sé qué es lo que pasa, pero
todo me duele y soy consciente de que alguien que quita el cabello
de la cara mientras volteo los ojos vaciándome en vómito.

El sonido de todo cayendo y chocando contra la cerámica, el olor y


el nudo que tengo en el estómago me hace vomitar otra vez, como
si de alguna forma pudiera botar más de lo que ya boté y siento que
me quedo sin aire.

Un escalofrío me recorre la espina dorsal, noto un hormigueo en la


nuca, un hormigueo que no presagia nada bueno. Tenso todos los
músculos y tengo arcadas con saliva porque al parecer mi estómago
ya no tiene nada que expulsar.

Me siento mareada y escucho a lo lejos que me piden acostarme,


alguien trae agua y noto los ojos de Crono mirándome en la
esquina, hay más personas en la habitación y reconozco la voz de
Sophia mientras me dan agua, pero todo es borroso, es como si
pudiera captar imágenes pixeladas ante mis ojos y nada más.

No sé dónde estoy, solamente sé que me siento tan mal que los ojos
se me cierran sin poder evitarlo y escucho voces a lo lejos mientras
todo vuelve a ponerse negro otra vez.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

El corazón me retumba otra vez contra las costillas, hace


aproximadamente doce minutos que desperté y me he quedado
mirando la blanca habitación esperando encontrar la respuesta a
todo el caos que tengo en mi cabeza.

Al principio, no recordaba absolutamente nada, era como si hubiera


cogido un borrador y me la hubieran dejado completamente vacía.
Me sentía extraña, vacía hasta que los recuerdos comenzaron a
llegar como el final inminente de tu novela favorita y que será
catastrófico, lo sabes, pero no puedes hacer nada para evitarlo.

Recordé entonces lo que sucedió, lo que vi junto con Jake y lo que


había pasado luego. La explosión, el golpe que me di en la cabeza y
cómo todo se volvió borroso después de eso.

«Jake» Un sentimiento similar al miedo se colocó en mi estómago,


uno que jamás había sentido y surge la duda de que es lo que
sucedió con ella luego de que quede en el limbo de la oscuridad.

No sé qué es lo que ha pasado, pero siento que voy a enloquecer si


no veo a nadie.

La habitación está terriblemente limpia y brillante, hay un ramo de


rosas rojas en la mesita y nada más. Tengo una aguja enterrada en
la vena que conecta con el suero que aparentemente me están
colocando y me quedo quieta, tratando de estar serena hasta que la
puerta se abre y no digo nada cuando los cinco aparecen.

Tienen el cabello mojado, lucen bien y llamativos como siempre al


ser tan diferentes, pero compartir tantas cosas en común como el
apellido que les da prestigio con solo cargarlo y pronunciarlo. Que
estén aquí hace que sienta algo en el pecho y Consus es el último
en entrar y cerrar la puerta con pestillo detrás de él.

No digo nada y ellos tampoco hasta el momento en que se sientan


en los muebles blancos que están frente a la camilla donde estoy
acostada como un Jesucristo.

—¿Dónde está Jake?

La pregunta deja mis labios. Ambas estuvimos en eso, los pequeños


recuerdos borrosos que tengo la dejaban ver bastante mal y, ya que
prácticamente la arrastré hasta ir a la mansión Bush y también me
preocupa el hecho de que le haya hablado de Marcus a los chicos,
pero no lo demuestro porque estoy tranquila o al menos lo suficiente
porque ella no sabe que ya lo conocía, que prácticamente me invito
a estar en su lado del juego y que se fue quien asesino a Pondra.

—A tres habitaciones de aquí — responde Caelus y solamente me


quedo callada porque al menos eso significa que está bien, lo que
de alguna forma extraña me reconforta.

No me molestaría que alguien muriera en general, la vida de otras


personas me resultaba insignificante por muchas razones, pero
ella... Jake de alguna manera era un poco más importante que el
resto de las personas, al igual que los chicos.

—¿Puedo verla? — pregunto y esta vez es Cristian que responde:

—No.

—¿Sufrió algún problema?

—Solamente está en una especie de coma temporal que terminara


en doce horas— Caebrán explica y no sé cómo sentirme con lo que
dice y luego él frunce los labios en una línea severa. — Aunque eso
también se debe a que le siguen haciendo exámenes para
determinar si el embarazo está en tan bien estado como parece.

—¿Embarazo? — pregunto mientras intento sentarme, pero Crono


menea la cabeza como si quisiera decirme «no lo hagas porque te
vas a hacer daño» y por alguna razón me quedo quieta y no lo hago.

—Jake tiene cuatro semanas de embarazo, Lucy.


«Cuatro semanas de embarazo»

—¿Joseph lo sabe? — inquiero y Caelus asiente mientras se


levanta y camina hacia mí.

—¿Tú lo sabías?

—No.

—¿Segura?

—¿Crees que estoy mintiendo? — contraataco mirando a los otros


que están expectantes.

—Solamente estoy preguntando si no lo sabías.

—Pero lo estás insinuando.

—¿Cómo te sientes? — pregunta Cristian detrás de Caelus y él se


mueve lo suficiente para que pueda ver a los otros.

—Un poco adolorida — digo y él asiente.

—¿No quieres algo?

—Agua— pido y se levanta mientras le da una mirada no disimulada


a Caelus que se va junto con él a buscarme el agua.

Solamente queda Consus, Crono y Caebrán, pero por alguna razón


siento que las cosas no están como antes, es como si algo hubiera
cambiado luego de la explosión.

—¿Qué hacían allá?

Y desde luego que la pregunta de Consus, que quizá no puede


contener mucho más suelta en algún momento, justo antes que la
puerta se abra, dejando entrar a Cristian y Caelus con agua, jugo y
comida, no me sorprende.
Me muestro serena y no respondo, recibo la comida de Cristian y el
jugo que me extiende Caelus y no me importa realmente la tensión,
el estómago me ruge de hambre y no sé si es adecuado comer, pero
lo hago porque sentir el estómago vacío es completamente
repugnante.

La comida es ligera, un sándwich de ensalada y pollo. E jugo es de


fresas y dejo la botella de agua para después, ellos me observan
comer y no me incomoda tener la atención de ellos sobre mí.

Me limpio los labios con la servilleta evitando que haya algún rastro
de comida en mi boca o cerca de ella, no sé cómo me vea
realmente, pero siento los golpes en mi rostro y lo hinchado que
puede estar al igual que sentí una pequeña molestia al tragar, como
si me doliera mover la mandíbula de alguna forma.

—Decidimos entrar a la mansión Bush porque Jake me había


comentado que Rose se había enterado sobre todo el asunto con
Joseph, pero vamos, es Rose y ambas teníamos el presentimiento
de que ella no podía haberlo hecho sola entonces nos escabullimos
y luego vimos a Rose con un hombre y Rodrigo, hablaban sobre
algo de entrenarla y luego ella... besó a su propio padre. Jake por
alguna razón lucia extraña al ver al hombre con el que los Bush
estaban, quizá lo reconoció y cuando salimos, reconocí en ruso algo
sobre una explotación y junte las piezas en mi cabeza, pero no fui lo
suficientemente rápida porque no pudimos alejarnos tanto al final.

—¿Por qué me mentiste? — Caebrán pregunta de inmediato luego


de escucharme el cuento que no es mentira, pero tampoco la
completa verdad y me encojo de hombros.

—Solamente supe la forma en la que reaccionarían si les hubiera


dicho lo que tenía en mente— digo como excusa y parecen
creerme, pero sé que no son estúpidos al igual que sé que hay
muchas cosas de las que debemos hablar, pero no lo hacemos.

Ellos saben algo que tarde o temprano descubriré y solamente sé


que la forma en la que actúan los días siguientes, inclusive después
de que me dan de alta en la clínica y logro ver a Jake, es que todo
ha cambiado.

Están extraños, alertas como si quisieran cuidarme de algo que


pueda suceder al igual que Caleth y las esposas y no es hasta que
debemos regresar a clases, que todo toma un giro inesperado o al
menos eso es lo que parece cuando un nuevo problema se incluye a
la lista y ese problema tiene nombre y es Dorian Bonnet.

La hermana de Joe.
More Bad Than Good

Jake

Tengo cosas en mi cabeza que por más que trato de ignorar, por
alguna razón, haga lo que haga, siempre están ahí y se niegan a
dejarme en paz a la vez que mi subconsciente es muy feliz a la hora
de recordarme cada uno de mis errores.

Errores.

Sé que tengo muchos, lo reconozco, pero eso no significa que


puedo dejar de sentirme mal por las consecuencias que tienen mis
actos. No me estoy victimizando o al menos no me siento así, pero
es difícil explicar mi situación.

Joseph conduce en silencio, está justo al lado de mí, pero siento


que estamos a miles de metros, no hemos hablado desde que
desperté, mis padres frente a mí diciendo exactamente: «Estás
embarazada Jake» con un Joseph completamente serio en una de
las esquinas de la habitación.

No tuve tiempo para procesar la noticia, solamente estuve en blanco


asumiendo que tenía a una persona creciendo dentro de mí
mientras luego los cinco entraron a la habitación horas más tarde
para hablar sobre la explosión.

Tengo recuerdos borrosos sobre lo que sucedió en el momento


exacto cuando el auto exploto. Solamente sé que un miedo me
pasmo el cuerpo y que Lucy estaba desesperada por alejarse, como
si predijera de alguna manera el futuro, sabiendo a leguas que todo
estallaría, jalándome del brazo en un pequeño lapso de tiempo que,
para desgracia de ambas, nos alejó lo suficiente para librarnos de la
muerte, pero no para no salir ilesas.

Aún tengo golpes que me recuerdan lo que paso, tuve un golpe en


la cabeza que al parecer no fue nada grave, pero bien dicen que las
consecuencias de cosas así se ven a futuro, me lastimé una costilla
y mi rostro es un asco lleno de moretones y un raspón en la
mandíbula por la caída.

«¿Qué hacíamos ahí?» Los chicos habían preguntado, Caelus


mirándome con atención de esa forma que solamente me dejaba en
claro que estaba estudiándome, al punto que sabría en cualquier
momento si le mentía o pasaba algo por alto.

Entonces recuerde a quien vi en la mansión Bush. La idea me había


parecido descabellada, pero también tenía miedo de que mi mayor
secreto fuese revelado por Rose y Lucy tenía razón, Rose no era
tan inteligente para hacer eso ella sola y entonces lo vi...

Marcus estaba con ellos.

Rose despotricaba sobre que él la había ayudado con lo de Joseph


y luego vi a Rose besando a su padre como si ya no hubiera tenido
suficiente. No pude evitar sentir miedo porque Marcus siempre me
había aparecido una aberración, el culpable de la muerte de Pondra
Ryakhovsky y la prometida de...

Meneo la cabeza recordando todas las veces que escuche a Caelus


hablar sobre ello y como sé que se podría Ángel si descubriera que
Caleth le ha estado dando la mano al mismo hombre que ha
permitido que bajo su techo este aquel hombre marcado por toda la
familia Fairchild y que hizo todo aquel holocausto.

Las veces que le pregunte a Caelus sobre la razón por la que


estaba vivo fue que solamente alargaban la muerte inevitable
además de que a ellos no le correspondía matarlo. No lo entendí,
pero lo que, si se es que, si Marcus es inteligente, debería de estar
miles de metros de Hiverdele.
Rodrigo Bush ayudándolo me hace ruido y cuando se los conté,
solamente asintieron y luego se fueron, aunque sé que eso no sería
todo, estos días han trascurrido extrañamente normal a excepción
de la aparición de Dorian que, según los rumores, se había mudado
de Hiverdele.

—¿Estás lista? — la voz de Joseph y luego recuerdo la razón por la


que hemos estado en un mismo sitio desde que sucedió la
explosión.

Me ha intentado buscar, pero lo esquivo como si fuese ácido sin


entender la razón por la que lo hago, pero no puedo evitarlo.

Me aliso el vestido mirando por la ventanilla.

La clínica privada de Hiverdele aparece delante de mis ojos, aquí


están los mejores médicos del mundo y es aquí donde las personas
del resto del mundo vienen a tratarse y donde veré mi primera
asistencia ginecológica estando embarazada.

No miro a Joseph, bajo del auto cerrando los ojos un poco cuando el
sol me deja ciega y me coloco los lentes de sol, escuchando como
mi hermano cierra la puerta y aparece a mi lado usando ropa
deportiva y el cabello desordenado mientras tiene una carpeta en la
mano.

Mi madre era la que iba a estar conmigo hoy, aunque no tienen la


remota idea de quién es el padre, pero al final, tuvieron que asistir a
una reunión en la ciudad y cómo andan paranoicos, Joseph tuvo
que acompañarme.

Pero algo me dice que lo planeó así.

Comenzamos a caminar hacia la entrada, hay gente entrando y


saliendo, camillas, enfermeros y ambos llamamos la atención
cuando ponemos un pie dentro porque para nadie es un secreto que
somos Los hermanos Calandra y que somos la segunda familia más
rica de Hiverdele, del mundo.
Me relamo los labios cuando estamos en la recepción, Joseph habla
como todo un diplomático hacia la enfermera de al menos unos
treinta años y de cabello castaño.

—¿Tiene alguna cita? — pregunta la mujer tecleando y Joseph


sonríe.

—Sí. La consulta está a nombre de Jakeline Samantha Calandra y


seremos atendidos por la doctora Grace Dimer, ginecóloga.

La mujer no nos mira, solamente sigue tecleando hasta que parece


encontrar algo, levanta la vista y sonríe.

—Los está esperando en el piso dieciséis, consultorio B67.

—Gracias— mi voz apenas es audible y Joseph comienza a caminar


hacia el ascensor. Lo sigo y afortunadamente entramos solamente
ambos, aunque me coloco nerviosa de inmediato cuando caigo en
cuenta de lo que estoy a punto de hacer.

«Voy a ir al ginecólogo y estoy embarazada»

Aún me parece irreal y vuelvo a obligarme a caminar cuando el


ascensor se abre, las manos me sudan porque me siento mal de
repente y quiero huir, encerrarme en mi habitación y quedarme en
posición fetal hasta que alguien me diga que tuve un mal sueño y
que mi vida sigue igual de perfecta que hace un año, que sigo
teniendo el peso de los secretos que no me pertenecen y que
algunos sí, pero que todo está bien, que solamente debo aguantar a
Dove y a Rose, molestar a Joseph con Caelus y esmerarme a salir
bien en todas las materias para conseguir otra vez uno de los
puestos más altos en el salón, pero aquí estoy, a simples cuatro
pasos que se convierten en uno y luego aparece la doctora Grace
que fue quien me receto las pastillas anticonceptivas desde los
quince.

El sitio es cómodo y grande y de un color rosa pálido junto con


beige. Hay títulos universitarios, trofeos, medallas y galardones en
todos lados y la incertidumbre se me sienta en el estómago cuando
me pregunto cómo le explicaré a la doctora que estoy embarazada
pero no solamente eso, que estoy esperando un hijo de mi propio
hermano gemelo.

—¡Qué alegría tenerte por aquí!

La doctora Grace sonríe mientras su cabello rubio cae como una


cascada por su espalda, se quita los anteojos y se levanta utilizando
el uniforme de la clínica dándome un abrazo y dándoselo también a
Joseph porque él algunas veces me trajo a las consultas y ella nos
conoce desde hace varios años, la única ginecóloga que he tenido.

Quisiera decir lo mismo, pienso. Ella no menciona nada acerca de lo


que sucedió conmigo, los moretones o los raspones que tengo,
solamente actúa normal fingiendo que no existen o es que ya los
rumores sobre la explosión le llegaron y no necesita preguntarlo.

—Pueden sentarse si quieren— habla y lo hacemos.

—Pensé que aún faltaban seis meses para volver a tener una
consulta— ella habla sentándose de nuevo detrás de su escritorio—
¿Qué sucede?

Juego con mis manos sobre mi regazo.

—Las pastillas...—comienzo y ella levanta una ceja.

—¿Te cayeron mal?

—Dejaron de funcionar realmente— suelto — Porque ahora tengo


cuatro semanas de embarazo.

Ella abre la boca un poco sorprendida y Joseph coloca la carpeta


encima de sus piernas.

—Eso es algo extraño...— ella menea su cabeza— Es la mejor que


conozco, Jake y nos había servido el último año, ¿se te olvido
tomártela?, porque solamente existía un 1% de falla como todos los
métodos anticonceptivos.

Niego.

—Ni un solo día, lo he hecho a las horas correspondientes, pero


supongo que ese 1% de falla quiso fallar justamente conmigo.

Ella asiente pensativa y mira a Joseph.

—Creo que esto es algo privado y sería mejor que esperaras afuera
mientras examino a tu hermana.

Joseph menea la cabeza y volteo a mirarlo al igual que la doctora,


pero él extiende la carpeta hacia la doctora y coloca la mano sobre
ella mientras la mira con esa expresión de abogado luchando por los
derechos de su cliente a mordiscos y golpes lo que me confunde
totalmente porque no entiendo su comportamiento.

—Hay algo que debo aclararle antes de que vaya a esperar afuera
porque si pienso hacerlo a menos que Jake me lo pida.

La doctora menea la cabeza y yo siento que voy a fallecer cuando


entiendo el significado de sus palabras.

—La única persona que puede estar con Jake, con todo respeto, es
el padre del bebé y no lo veo por aquí...

—Está delante de él ahora mismo, doctora Grace.

Ella pestañea y ríe como si hubiera escuchado una broma, pero se


coloca seria cuando ve mi rostro pálido y a Joseph completamente
serio.

—En esta carpeta encontrará un contrato para que nada de lo que


digamos o vea aquí salga a la luz o se lo comenté a nadie. Necesito
la integridad de Jake tal como está y si ninguno de nosotros
queremos decir que soy el padre de ese bebé, usted ni nadie que la
ayude a atenderla debe hacerlo. Está en una de las cláusulas que
deja muy claro la ley de silencio que se exige al aceptar llevar su
control clínico, al igual que la cantidad de dinero que deberá
pagarse por incumplir las normativas junto con la otra que no es
menos importante; quitar esa mirada horrorizada que tiene justo
ahora porque esta frente a dos personas, Doctora Grace, no delante
unos monstruos abomínales y dejar de lado sus valores morales
porque este niño si llega a nacer no será ni responsabilidad suya ni
le causará problemas como para que opine más allá del punto de
vista médico así que si no puede lidiar con ello, puede colocar
alguna excusa a nuestros padres y buscaremos otro ginecólogo que
esté dispuesto a cumplir estas pequeñas normas y ganar un millón
de dólares cada consulta.

Joseph sonríe cuando termina y le extiende la carpeta que la


doctora toma sin pensarlo dos veces.

Ella agarra un bolígrafo y firma el documento antes de extendérselo


a mi hermano que sonríe como si nada hubiera pasado.

La doctora Grace me mira y no sé si es por las palabras de Joseph,


pero ella simplemente actúa normal arreglándose los lentes y
sacando una libreta.

—Queda más que claro que acepté las normas, pero les voy a ser
sincera; las posibilidades que existen de que el feto desarrolle
malformaciones son muy altas porque los parientes de primer grado
de consanguinidad que son padres con hijos o entre hermanos,
tienen 50% de sus genes en común, entonces el riesgo de
malformaciones o de muertes infantiles es de 30%. ... Esto significa
que los riesgos de malformación crecen hasta 27% en "los hijos del
incesto" sin nombrar que ustedes son gemelos lo que aumentaría
aún más los riegos.

Aprieto mis manos sobre mi regazo sintiendo como me quitan el aire


y Joseph solamente se acomoda sobre la silla.

—¿Eso afectaría su salud?


Se refiere a mí y la doctora se encoge de hombros.

—En los embarazos producto de relaciones incestuosas se


incrementa el riesgo de que los bebés ni siquiera lleguen a nacer,
pues son mucho más propensos a tener problemas de crecimiento o
morir dentro del útero o por aborto, cualquiera de los casos
definitivamente pondría en riesgo la salud de Jake sin contar el
hecho de que es un embarazo precoz, porque ella aún es una
adolescente — explica— Tendríamos por ese lado también riesgos
como la pre eclampsia y eclampsia. Riesgo de fístula obstétrica, una
lesión invisibilidad y con efectos devastadores, alta mortalidad en la
madre que lleva el feto, es decir Jake, complicaciones debido a los
abortos clandestinos que pueden surgir si dejamos de lado todos los
problemas que significa el embarazo incestuoso podríamos tener
problemas como sepsis o hemorragias graves y ahora juntemos
todos los problemas y tenemos el gran resultado.

—Mi embarazo es muy riesgoso— asimilo en voz alta y la doctora


Grace asiente.

—Desde el punto de vista médico sí, Jake.

Miro a Joseph mientras siento el corazón desbocado en mi pecho.

—¿Qué recomienda? — pregunto en voz baja.

—Un aborto podría solucionar los problemas — propone—El aborto


es libre dentro de las catorce primeras semanas de gestación y se
puede ampliar el plazo para abortar hasta la semana veintidós y me
dijiste que tenías cuatro semanas, pero tendría que revisarte para
corroborarlo por mí misma, pero del resto, según mi punto de vista
médico siento que es la mejor opción porque sería un cupón 2x1; te
librarías de un problema y salvarías tu vida dejándola sin
complicaciones.

Me quedo quieta y Joseph se desordena el cabello, mirándome.


Consigue algo en mis ojos que lo hace soltar aire y mirar a la
doctora Grace serio.

—¿Podría dejarnos solos?

—Claro que sí.

Ella se levanta y coloca su mano en mi hombro cuando pasa por mi


lado.

—Espero que tomes la mejor decisión para tu vida, Jake.

No respondo y ella se aleja cerrando la puerta cuando sale de la


habitación. Me quedo quieta sin decir ni pensar nada, esto es mucho
para mí y siento que voy a hiperventilar por alguna razón que no
entiendo y cuando volteo, Joseph acerca su silla a la mía y me toma
del rostro.

Su cercanía me saca factura, las manos me pican por abrazarlo y


veo tantos sentimientos en sus ojos azules que siento las ganas de
romper el contacto visual porque siento que me estoy ahogando,
pero me lo impide, obligándome a mirarlo.

—Termine mi compromiso con Rose— habla haciendo que todos los


vellos del cuerpo se me ericen cuando escucho sus palabras — Y
no lo hice por el embarazo, lo hice porque me di cuenta de que no
puedo pensar ni siquiera en compartir mi vida con alguien que no
seas tú.

—Joseph...—

Odio que la voz se me quiebre y él se acerca a darme un beso en


los labios.

—Te amo Jake y si decides no tener ese bebé, te apoyaré y si


decides tenerlo, lo haré también porque entenderé tus razones y te
apoyaré en todo.
—Se lo dijiste a la doctora Grace...— hablo y él suelta una pequeña
risita mientras limpia las dos lágrimas que se me han salido de los
ojos.

—Sé lo diré a todo el mundo si tú decides que así sea— dice — Ya


el tiempo de escondernos pasó, ahora solamente quiero luchar por ti
y por lo nuestro sin importar toda la mierda que tengamos encima.

—¿Estás seguro? Porque sé que...— comienzo, pero me calla


colocando su mano sobre mis labios.

—Mírame Jake, — sus ojos se concentran en los míos con tanta


intensidad que siento que voy a quedar sin aire — ¿Ves que tengo
alguna duda sobre lo que digo? ¿Crees que diría lo que te dije y
luego me echaría para atrás como el más grande de los cobardes?
Te estoy diciendo la verdad y más que palabras, te estoy
demostrando con hechos que no me avergüenzas y que estoy
orgulloso de lo que tenemos.

—Soy tu hermana...—

—Y también el amor de mi vida, hermosa y no voy a renunciar a ello


nunca más.

Lo atraigo a mis brazos y coloco mi cabeza en su pecho mientras


aspiro su aroma. Huele tan bien como siempre y cierro los ojos
mientras siento su aliento en mi cabello, me rodea en un abrazo que
solamente me deja claro que sigue siendo tan terco como siempre
que no va a escuchar los peros que le dé, solamente se va a dejar
guiar por su manera de pensar y no habrá nada ni nadie que lo haga
cambiar de opinión.

—Tengo miedo— confieso — Tengo miedo de equivocarme


queriendo tener este bebé y morir en el intento.

—Cállate — me obliga a mirarlo — Nadie va a morir y menos tú.


—¿Y si no soy lo suficiente fuerte para tener este bebé? — pregunto
con la voz quebrada— ¿Si nace mal? ¿Si tiene problemas por mi
egoísmo al soltarlo porque siento en el fondo que quizá sea lo único
bueno que he tenido durante estos años? Sé que es algo estúpido,
que me aferro a algo que puede terminar matándome, pero estoy
tan aterrada como de alguna manera entusiasmada por esto.

—Esperemos que la doctora dictamine el caso, amore* y si hay


muchas complicaciones, sabes lo que debes hacer...—

Asiento sin decir nada más y la puerta se abre haciendo que nos
alejemos.

—¿Ya tomaron una decisión?

Tengo dinero necesario para él y para mí, para vivir, dinero propio
por mi imperio, tengo las ganas de tenerlo y aunque sé que es una
decisión descabellada, al menos por ahora estoy segura de mi
decisión y me recuerdo que tengo una, dos, tres o un poco más
semanas para arrepentirme.

—Voy a tenerlo— mi voz es firme, aunque se nota que estaba


llorando o aún lo estoy y la doctora asiente colocándose unos
guantes de látex.

—Entonces cámbiate y acuéstate en la camilla que veremos qué es


lo que tenemos en esa barriguita.

Me levanto y camino hacia el vestidor con las manos picándome del


miedo mientras siento los ojos de Joseph en mi espalda.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Camino en completo silencio al lado de Joseph, acabamos de salir


de la prueba ginecológica y según la doctora, por ahora todo está
bien, aunque dijo que deberíamos esperar un poco más. Le creí
todo lo que dijo y solamente vi manchas que no entendí, pero ella
aseguró que está creciendo bien y que es fuerte por lo que sucedió
con la explosión.

Me recetó unas vitaminas y vuelvo a entrar en el auto mientras


coloco instintivamente mi mano en mi vientre sintiéndome extraña
porque jamás imagine que podría estar embarazada, pero lo estoy,
no son suposiciones y definitivamente no estoy en un sueño.

Lo de Joseph terminando con Rose es agridulce porque siento que


ella no es la misma y que en cualquier momento va a soltar todo sin
importarle el daño que nos haga. Tengo miedo de que ella ahora
esté con Marcus porque sé las capacidades de ese monstruo y
tengo miedo de que le haga daño a ella también.

Luego recuerdo el beso que presencié y no puedo dejar de sentir


que es desagradable.

«Tal vez así nos vemos Joseph y yo cuando estamos juntos».

Paso el sabor amargo que se me coloca en el estómago dándome


náuseas porque la comparación es horrible, pero inevitable, pero no
podrían ser iguales nunca. No cuando sé que Rodrigo ha estado
dañando las mentes de sus hijas desde que eran unas niñas
indefensas, que jugó con ellas al punto de pervertirlas y hacerles
creer que los abusos son normales y son su forma de expresar su
amor, pero no es así.

La brecha larga que nos separa a ellos y a nosotros es que ninguno


de los dos nos obligamos a nada, pero que él sí lo hizo con ellas y
que no pueda hacer nada por ellas es jodido. No después de tantos
años, cuando no hay vuelta atrás, cuando ya es muy tarde.

—¿Para dónde vamos? — pregunto cuando veo que cruzamos por


la calle equivocada porque por ahí no es nuestra casa y Joseph me
da un vistazo leve antes de volver a mirar hacia la carretera.

—A cenar.
Asiento porque tengo hambre, ya que no desayune ni almorcé, la
idea de ir a consulta me quito el apetito completamente y me quedo
quieta en el asiento mirando por la ventanilla hasta que se ve uno de
los restaurantes elegantes que hay en esta parte del pueblo.
Estaciona frente a uno y se baja del auto dándole la vuelta,
quedando frente a mí y abre la puerta dándome una pequeña
sonrisa.

No se la devuelvo, pero si le doy mi mano que toma sin pensarlo


dos veces y coloco los pies en la acera mientras se encarga de
cerrar la puerta.

—¿Tienes frío? — pregunta al ver que me abrazo a mí misma y


niego con la cabeza porque el clima es agradable.

—Estoy bien así, gracias.

Aprieta los labios, sé que no le gusta la manera en la que me estoy


comportando, pero me aferro a su brazo mientras comenzamos a
caminar hacia la puerta del restaurante que abren y mis pies se
congelan cuando noto a Ángel sentando en una de las mesas.

—¿Qué sucede, Jake? — pregunta Joseph mirándome con el ceño


fruncido cuando me niego a caminar y la pregunta se me hace tan
absurda.

—¿Vamos a cenar con él?

Mis ojos se concentran en la espalda ancha de Ángel Fairchild y el


padre de mi futuro hijo asiente con despreocupación.

—¿Tienes algún problema con ello?

—Pensé que solamente cenaríamos tú y yo— aferro mi mano a su


brazo y sus ojos intentan encontrar algo en las expresiones de mi
rostro.
—Mientras te hacían los exámenes de sangre, Ángel me llamo para
ver la posibilidad de venir a comer— explica y asiento sin ganas.

—Está bien.

—¿Segura?

No respondo y solamente doy un paso al frente. Entiendo eso o al


menos finge hacerlo y comenzamos a caminar mientras siento que
la sangre se me acumula en los pies cuando Ángel voltea a
mirarnos.

Sonríe con malicia como siempre suele hacerlo y aprieto mis puños.
Me separo de Joseph sintiéndome extraña al no estar pegada a su
brazo y me saca una silla donde me siento, colocando mis manos
sobre mi regazo.

La mirada del pelinegro está concentrada en mí y cuando Joseph se


va a sentar a mi lado, el teléfono le comienza a vibrar.

Maldigo por mis adentro, él ignora la llamada con la mirada que le


doy hasta que el sonido es tan molesto que deja la carta del menú
que tenía entre las manos y saca el iPhone dorado. El nombre de
«Papá» alumbra la pantalla y se relame los labios contestando.

Se queda en silencio y hace una mueca mientras tapa el auricular y


nos da una mirada a ambos antes de soltar:

—No tardaré.

Se levanta y me quedo mirando su espalda mientras desaparece


hacia el baño de caballeros. Aprieto mis palmas mientras me obligo
a mirar a Ángel que tiene esa sonrisita que tanto me molesta y los
ojos puestos en mí con suma atención.

«Lo sabe...» Seguramente se lo dijeron y me entra la paranoia de


que comience a hacerme preguntas que no sabré responder, tengo
miedo de que también sepa el otro asunto porque, aunque somos
"amigos", ni siquiera he tenido el valor de decírselo a Lucy que la he
visto una sola vez.

—Si vas a hacerme preguntas, es mejor que las hagas de una vez—
suelto sin rodeos, encarándolo.

Ángel levanta las palmas soltando una risita.

—No me digas que las hormonas del embarazo te colocan a la


defensiva, Jake...—

Ignoro la punzada en mi vientre.

—No seas ridículo y dime de una vez lo que quieres decirme por
qué ese cuento de querer cenar conmigo de repente no me lo creo.

—Pensé que podía cenar contigo sin tener otras intenciones...—


comienza y ruedo mis ojos.

—Tú siempre tienes otras intenciones así que no me vengas a mí


con ese cuento — le reclamo en siseos — Es mejor que te ahorres y
me ahorres pasar un mal rato y lo sueltes porque verte retrasando lo
inevitable solamente me coloca los pelos de punta.

—¿Acaso te da miedo algo, preciosa? — busca mis ojos mientras


sonríe de forma ladeada.

Me canso.

—¡Suéltalo ya!

—Solamente quería comer con la futura madre del grupo...—

Le doy una mirada envenenada.

—No te hagas el estúpido porque no te queda, imbécil.

—Ahora eres una embarazada agresiva, vaya...— comienza y


parece voy a echar chispas por los ojos.
—¡Cállate que eso no tiene nada que ver aquí!

«Odio que me repita cada vez que puede que estoy embarazada»

—¿Por qué insistes en que estoy tramando algo cuando estoy


tranquilito como un angelito decidiendo si pedir algo lleno de grasa o
algo saludable para cenar?

Le señalo con un dedo porque eso no sé lo cree ni el mismo.

—Suéltalo o me voy, Ángel y es la última advertencia que te daré —


lo miro con tanta intensidad que suelta carcajadas completamente
divertidas, pero al ver que estoy hablando en serio, se coloca en
blanco y extiende su mano pálida llena de anillos dorados.

Se me queda mirando mientras yo solamente me repito


internamente que no estoy matando a alguien si digo lo que sé por
qué bueno... es como si fuese una chismosa que no sabe todo el
problema que hará soltando lo que supone o vio y no puede callarse
para sí misma.

—¿Lo viste?

La pregunta lo hace con un tono tan despectivo que se me eriza la


piel. Ya no es el Ángel que sonríe y dice todo lleno de diversión,
ahora es el que tanto he visto muchas veces y que no me gusta
para nada porque me aterra.

Hay algo en él que lo hace tan diferente a sus primos y eso lo hace
muy peligroso.

—Sí.

—¿Es cierto, entonces Jake? — pregunta con sus ojos sobre los
míos — La rata juntándose con sus secuaces y queriendo escapar
del cazador, pero está soñando muy alto si podrá ganar otra vez.

—¿Le harás algo? — inquiero al escuchar su tono, sabe a quién me


refiero y se relame los labios colocando sus codos sobre la mesa.
—¿Y qué hacía? ¿Qué escuchaste? — suelta ignorando lo que le
pregunte antes y aprieto mis puños.

—Hablaba sobre entrenar a Rose.

—Al final todas esas putas son lo mismo que su padre, ¿no? Así
que no me sorprende — dice — Así que se le dará caza sin perdón
a ninguno de esos asquerosos animales, Jake y me saciaré cuando
patee sus cabezas y le saque los ojos porque a mí no me joden dos
veces.

—Ángel...—

—La muerte no es el mayor castigo, Jake— sonríe flexionándose


hacia mí — ¿Vas a ayudarme cómo aquella vez, Jake? Porque
fuiste de mucha ayuda...

Se me revuelve el estómago.

—¿En qué va a ayudarte, Ángel?

La voz de Joseph llega detrás de mí y Ángel se acomoda en su


asiento sin dejar de sonreír.

—En elegir la comida, ¿qué más?

Joseph me da una ojeada y se sienta al lado de mí mientras me


obligo a sonreír mientras siento que voy a vomitar porque no me
creo capaz de hacer algo como eso otra vez, no ahora, no cuando
me he estado reprochando lo que hice tantas veces.

Ángel toma la carta del menú y pide algo al azar cuando me quedo
callada y Joseph pide por mí, colocando su mano en mi muslo por
debajo de la mesa en un intento de obtener cercanía.

Llaman al camarero y cuando nos traen los platos, ellos comienzan


a hablar sobre negocios mientras yo solamente miro los alimentos,
jugando con ellos sin ser capaz de comer nada más porque he
perdido el apetito una vez más y solamente me repito que jamás
volveré a hacer lo que hice.

«No lo haré nunca más» Me prometo internamente mientras siento


asco de mí misma.

Ángel sonríe mientras me mira y Joseph no se percata de eso


porque está muy sumergido en su debate sobre bolsa de valores
que Ángel escucha atento como si le importara lo que dice, pero
desde luego que yo sí me doy cuenta evocando aquellos recuerdos
que tenía escondidos sintiéndome estúpida al pensar que jamás lo
sacaría otra vez.

Nunca olvidaré cuando intente ayudar haciendo daño ni el sacrificio


que tuve que hacer por lo que hice. Ángel me da esa mirada que es
capaz de retorcerme el estómago al punto que me levanto y salgo
corriendo al baño sin decir nada y cuando logro llegar a uno de los
inodoros, lo abrazo vomitando.

Siento como todo se me contrae y los ojos se me llenan de lágrimas


mientras me imagino haciéndolo otra vez, pero le huyo a ese
pensamiento tanto como a que los demás se enteren de lo que hice.

No puede, no pueden y siento como se me nubla la vista cuando los


brazos me pierden fuerza y caigo a un lado vomitándome encima y
me comienza a faltar el aire cuando la puerta se abre a la fuerza y
veo como Joseph se agacha y me voltea con una mirada
horrorizada, pero no puedo controlarlo.

La boca se me llena de saliva y lucho por mantener los ojos


abiertos, pero se me cierran y escucho a lo lejos la voz de mi
hermano mientras siento que me levantan en brazos mientras siento
que los huesos se me parten y comienzo a temblar.
Capítulo 64 (*)

LUCY

Es día de ir al colegio. Hay sol y por eso Crono se coloca lentes


cuando aborda su BMW de color negro, no ha dicho ninguna
palabra desde que me lo cruce y esta es la rutina desde hace dos
semanas, me voy con él, me vengo con él o abordamos todos en
una de las limusinas para ir al colegio.

Las cosas han estado distantes y la idea de aguantar otra vez los
ojos quisquillosos de Dorian sobre mí en clase de Artes me hace
doler la cabeza. Los golpes y raspones de mi rostro han estado
mermando un poco y Sophia es muy intensa al momento de ir cada
noche a mi habitación para ayudarme a colocar las cremas.

Directamente ninguno me ha preguntado nada de la explosión y los


chicos han estado cada quien en su mundo. De hecho, hace dos
días Cristian, Caelus y Consus partieron con Caleth a San Lucifer a
"trabajar" cosa que tiene a Teodora al teléfono pendiente de su
esposo mientras Camille fue con ellos.

Me veo el pelo por el retrovisor, está brillante y perfecto y mi rostro


algo brillante también porque me eche crema solar porque los días
soleados debo cuidarme, ya que tengo piel sensible, tengo un
morado en el pómulo que no me molesto en ocultar ni los pequeños
raspones. Le echo un vistazo a las noticias del New YorkTimes
algunos minutos mientras Crono conduce en silencio. Compruebo si
tengo correo electrónico, alguna solicitud de Facebook, reviso las
últimas actualizaciones de mis amigos en esa aplicación, me
aseguro de tener la batería del móvil cargada al cien por cien y
repaso el horario entrando a galería hasta que el auto se estaciona y
levanto la vista para encontrar a Crono mirándome
Ya hemos llegado. No puedo ver sus ojos por los lentes oscuros,
pero igual siento el poder de su mirada y antes de que pueda
reaccionar me atrae a su boca, agarrándome del cuello y de repente
sus labios se estrellan contra mi boca con una fuerza que me deja
sin aire.

Parece que estuviera urgido de alguna forma, como si fuese una


necesidad que no entiendo atacar mis labios y respondo de
inmediato el beso con las mismas ganas con las que él lo hace. No
sé qué es lo que hacemos, pero es deliciosa la forma en la que su
lengua explora mi boca y como finalmente me da un mordisco en el
labio inferior.

Aprieto las piernas mientras siento su mano presionar mi garganta y


me levanto sentándome sobre él mientras corre el asiento del
copiloto hacia atrás y lo reclina lo más posible mientras no dejo su
boca y me froto contra el bulto de su pantalón meneando la pelvis.

—Qué rápido —le digo entre besos y me comienza a chupar el


cuello mientras me aprieta las caderas —. Me esperaba más
resistencia, ¿sabes?

—Ya he perdido demasiado tiempo.

Sé a qué se refiere. No hemos tenido contacto alguno más que la


indiferencia por parte de ambos y sabía que iba a terminar
explotando. El bulto en su pantalón me lo demuestra y me levanto lo
suficiente para que pueda desabotonarse el pantalón de vestir y
mete la mano dentro sacando el miembro erecto que mide veintiséis
centímetros.

Trago saliva porque el tamaño es... no tiene descripción que pueda


valerle y las venas que adornan el tronco me hacen agua la boca.
Me mira con una pequeña sonrisa y como llevo la falda del colegio
hace mi ropa interior a un lado con agilidad mientras siente mi
humedad.
—Qué rápido— dice lo mismo que yo y lo atraigo a mi boca mientras
me aprieta los pechos por encima de la tela.

Baja por mi mandíbula dejando besos y me chupa y lave el cuello


mientras echo la cabeza hacia atrás. Sé que dejara marca, pero no
me importa, es delicioso y comienzo a masturbarlo mientras me
mantengo arriba sin dejarme caer en su miembro.

Estoy tan mojada que siento que soy una piscina y...

—Voy a follarte. — su voz esta ronca y quisiera ver el morbo que sé


que tendrán sus ojos verdes en este momento, pero los lentes lo
impiden.

No pido que se los quite, pero quisiera que lo hiciera.

—Yo quiero que me folles.

Suelta una risita que me eriza la piel y me levanta la camisa para


luego sacarme las tetas del sostén. Me las aprieta mientras me besa
y me dejo caer sobre su miembro erecto haciendo que me invada
completamente.

Ahogo un gemido sobre su boca, siento que todo me vibra y Crono


deja mis pechos para tomarme de las caderas e impulsarme antes
de hacerme caer con fuerza sobre su polla otra vez. Repite el
proceso y blanqueo los ojos mientras en una de las estocadas, se
lleva mi pecho derecho a la boca y lo lame mientras su mano juega
con la punta del izquierdo.

—Es muy grande— suelto entre jadeos y me muerde el cuello, pero


lo siento sonreír y por eso no sé si estoy alucinando.

—Tu coño es adictivo.

No respondo porque sencillamente las neuronas se me fueron. Lo


único que puedo pensar es en él y lo que estamos haciendo.
No puedo evitar controlar algunos gemidos y él los gruñidos
mientras me hace brincar sobre su miembro, enterrándolo y
sacándolo con fuerza y violencia. Me hace ir y venir, esponjo el culo
para darle más libertad a la hora de estrellarse contra mí sin ningún
tipo de precaución ni medidor de fuerza y él me muerde el cuello
mientras me empala a la vez que siento que me va a partir en dos
por la fuerza que emana.

Ruedo los ojos, el sonido de nuestros cuerpos chocando, la invasión


y sus besos me hacen temblar mientras siento en cualquier
momento voy a tener un orgasmo, pero él me agarra del cuello
alejándose mientras se entierra con más fuerza.

No puedo evitar soltar gemidos y palabras incoherentes, siento que


tengo hipersensible todo el cuerpo y lo único que pienso es lo bien
que se siente estar así con él.

—Tienes tu coño empapado — susurra entre besos y siento que voy


a enloquecer —Estás chorreando, Lucy...

Me muerdo el labio inferior para callar los gemidos mientras me


aprieta las nalgas y estrellas sus palmas contra ellas. El sonido me
pone a vibrar hasta el pelo y ruedo mis ojos cuando estoy tan cerca
que lo único que hago es traerlo hacia mi boca y besarlo con ganas.

El abdomen se me contrae, siento como acelera si es que eso es


posible y el derrame viene por parte de ambos mientras él suelta
palabras en francés con su tono de voz ronco que no entiendo, pero
que parecen el mejor estimulante.

Le jalo el cabello, metiendo mis dedos en esas hebras negras y


siento su derrame dentro calentándome aún más. Escondo mi cara
en su cuello mientras siento el subidón de energía que me deja con
la respiración hecha un desastre y me da besos cortos en la
clavícula, mordisqueando justo ahí.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
La campana suena y me dirijo a clases de Arte finalmente mientras
Crono está al lado de mí. Faltamos las dos primeras horas porque
estábamos ocupados haciendo cosas interesantes que tomaron un
poco más tiempo del planeado y ahora por alguna razón, debemos
estar cerca y es esa la razón por la cual tenemos las manos
entrelazadas.

Camina a mi lado y las miradas de todos están sobre nosotros —


como es de costumbre—. No me molesta ni me incomoda, en
cambio de alguna manera podría decirse que me encanta la
atención que me dan, al punto que dejan de hacer cualquier cosa
que están haciendo con tal de mirarme pasar, cuchichear, mirarme
con odio o simplemente admirarme.

Siento que es algo normal para mí, porque he estado


acostumbrándome todo este tiempo. Sea lo que sea la normalidad
para mí ahora al menos, siento que eso lo es.

Crono aun carga los lentes, su altura a mi lado es demasiada y


supongo que verlo así, junto a mí para muchos es algo realmente
extraño porque no se permiten ni un segundo dejar de mirar, como
si sus insignificantes vidas dependiesen de ver la corta caminata
que nos toma del salón de Biología avanzada en la cual no está
Marta a pesar de estar en nuestro mismo salón a Artes y Expresión
donde si esta.

Cruzamos la puerta y mágicamente todos dejan de hablar. La


profesora arregla sus lentes y continúa haciendo lo que sea que
hace en su iPad.

Marta se levanta cuando ve que llegamos y deja de hablar con


Dorian. La castaña se acerca a nosotros con las mejillas encendidas
y la vista en el suelo como es de costumbre y no le importa que esté
con mi mano entrelazada a la de Crono, me da un abrazo que tardó
en responder porque me ha tomado de sorpresa.

—Lamento no haber podido ir a visitarte a la clínica o ir a la mansión


los tres días que estuviste de reposo— dice mientras aún sigue
abrazándome y aun así, Crono no me suelta.

—Tranquila, entiendo que seguro estabas ocupada...—

—¡Soy tu amiga, debí haber ido porque eso hacen las amigas!

Me da vueltas la cabeza y la alejo un poco sin hacer que se sienta


mal. Le doy una sonrisa tensa e ignoro por completo las ojeras que
tiene como si no hubiera dormido en días y me recuerdo la última
vez que la vi, cuando desapareció mágicamente luego de decirme
que había lastimado a alguien.

Pienso en el hermano de Dorian, la idea de que quizá lo hizo sigue


en algún lugar de mi cabeza, pero está más que claro que las cosas
que sucedieron tienen mucho más trasfondo del que creo y para
descubrirlo, debo seguir el plan.

—Te perdono por eso.

Ella sonríe y mira a Crono, pero parece recordar que él no es


Cristian ni Caebrán, no va a mirarla ni mucho menos saludarla ni por
educación así que simplemente se encoge de hombros mirando por
unos segundos nuestras manos entrelazadas.

—¿Vamos a sentarnos? — pregunta con entusiasmo, tanto que me


resulta obsesivo, pero Crono se quita los lentes, mirándome
haciendo que, a su vez, Marta de un paso hacia atrás.

—¿Puedes apurarte? Quiero que nos sentemos ya en nuestra


mesa.

Deja muy claro él: «nuestra mesa». Así que volteo a mirar a Marta
antes de darle una pequeña sonrisa de boca cerrada.

—Si quieres puedes sentarte cerca— le digo y ella asiente con una
sonrisa que da miedo.

—Lo haré.
—Bien.

Crono comienza a caminar y me jala con él. Veo como varios se


percatan de las manchas moradas que tengo en el cuello y que
desde luego no son producto de la explosión.

Es claro de qué son y las chicas no dejan de lanzar las típicas


miradas juzgadoras que me hacen sonreírles de vuelta.

Crono saca su teléfono, Marta se sienta dos puestos delante de


nosotros y la profesora de Artes se levanta con el iPad entre las
manos.

—Por favor, comencemos con las clases y la persona que tienen al


lado será su compañero para realizar la Venus de Willendorf, la
escultura que haremos hoy— se pasea de un lado a otro por el
salón y comienza a explicar: — La venus de Willendorf es una venus
paleolítica datada entre los años 27.500 y 25.000 a. C. Fue hallada
en 1908 por el trabajador Johann Veran o Josef Veran durante las
excavaciones dirigidas por los arqueólogos Josef Szombathy, Hugo
Obermaier y Josef Bayer en un yacimiento paleolítico cerca de
Willendorf (Austria) a la orilla del Danubrio. Actualmente se conserva
en el Museo de Historia Natural de Viena, Austria. La figura proviene
del territorio moravo, actualmente parte de la República Checa...—

Dejo de prestarle atención cuando siento la mano de Crono en mi


muslo y aprieto las piernas. Tiene la vista puesta en la profesora,
pero sé que es muy consciente de lo que hace cuando intenta meter
su mano un poco más, colocándola encima de mi entrepierna.

—... Muy poco se sabe de su origen, método de creación o


significado cultural— escucho a lo lejos la voz de la profesora —
Tendrán treinta minutos para hacer la escultura y eso significará el
cuarenta porcentaje de la nota final, les deseo suerte y estaré
sentada ahí esperando cualquier consulta.
Veo la arcilla frente a nosotros, porque en cada mesa compartida
hay y mis ojos se concentran en la persona que tengo al lado, que
luce completamente ajeno a lo que está intentando hacer.

Me relamo los labios mientras sus dedos presionan la tela de la falta


y mi ropa interior contra mi intimidad. Es un movimiento sutil que
podría pasar desapercibido y, pero... siento mariposas en el vientre
cuando mi mente se da cuenta de lo que está haciendo.

Me toca por encima de la tela mientras tomo la arcilla con ambas


manos. No sé qué es lo que estamos haciendo en realidad, pero sé
que es suficiente para que sienta la humedad que me hace juntar
los labios en una línea fina.

Que varios nos miren empeora todo, aunque sé que no se percatan


de lo que sucede debajo de la mesa y de lo que hace la mano
derecha de Crono Fairchild.

—Estamos en clases de Arte...— hablo en voz baja y se encoge de


hombros dándome una pequeña mirada.

—¿Eso significa algo relevante?

—Nos podrían ver— contesto tratando de dejar de lado su tono


tajante y mientras me presiona el dedo medio en ese punto sensible
haciéndome palpitar todo el cuerpo, levanta la comisura de sus
labios en una pequeña sonrisa engreída que se desvanece tan
rápido como se creó.

—¿Crees que eso a mí me importa?

Eso me envió cientos de voltios por todo el cuerpo justo al momento


que sentí su dedo por debajo de la falda, en mi ropa interior,
presionando ese punto sensible como si quisiera torturarme y eso
era precisamente lo que estaba haciendo.

Después de que tuvimos sexo en el auto, solamente nos besamos


un poco y luego salimos de él como si nada, aunque teníamos cara
de recién follados y eso era algo que no podíamos ocultar, pero que
tampoco nos molestamos demasiado en hacer.

Era como si nos gustara de alguna forma mostrar al mundo lo que


habíamos estado haciendo y así era como sucedía mi relación con
los cinco.

—¿Comienzas tú o comienzo yo?

Su voz me saco de mis pensamientos y tampoco es que podía


concentrarme mucho cuando sentía su mano justo ahí.

—¿Eh?

—La venus — dice como si nada mientras me relamo los labios.

—Tú— contesto y no dice nada, solamente siento como acelera el


ritmo de sus dedos abajo y extiende su mano libre para tomar la
arcilla. En las portátiles que hay siempre en las mesas hay
información sobre lo que tenemos que hacer junto con una imagen
de la escultura en 3D.

No encuentro como contener las emociones que me abarcan


mientras concentro la vista en el perfil del hombre que tengo a mi
lado. Completamente perfecto y cuando Marta voltea hacia mí,
siento que me voy a morir.

—¿Ya comenzaste? — pregunta y asiento mordiéndome el labio,


colocando las palmas sobre la mesa mientras intento que nadie se
dé cuenta de que me están tocando debajo de la mesa.

—Estamos en ello— respondo con la voz un poco entrecortada y


ella se percata en lo que hace Crono con una sola mano. Marta
asiente y se gira cuando me muerdo la palma de la mano mientras
abro un poco las piernas para que, en vez de un dedo, me
introduzca dos.
Una oleada de calor me recorre el cuerpo, sus dedos allá abajo, sus
ojos sobre mí, que en cualquier momento puedan darse cuenta de lo
que hacemos y que estoy a punto de correrme en el mejor
afrodisiaco que pueda pedir.

—Crono...— su nombre deja mis labios en un hilito de voz y aleja la


mano mientras aprieto las piernas y me muerdo la lengua para
contener el gemido que quiere salir de mí cuando siento la explosión
de emociones allá abajo.

Las piernas me tiemblan y que se lleve el dedo húmedo a los labios


y lo chupe con sus ojos sobre los míos como si nada me empeora
mí ya afectada respiración.

Se concentra en la venus dejándome pasmada y cuando recupero


un poco de fuerza, hago exactamente lo mismo llenándome las
manos de arcilla en completo silencio hasta que luego de unos
minutos, con diez de anticipación, terminamos la venus en segundo
lugar.

Marta fue la primera y cuando nos levantamos a llevársela a la


profesora, comienzo a caminar, pero algo se me atraviesa de la
nada, no estaba preparada, el impacto de mi pie me hace perder el
equilibrio y la escultura se me resbala de las manos mientras estoy
a segundos de caer al suelo también, pero las manos de Crono en
mi cintura lo interrumpen.

Miro la venus destruida en el suelo mientras se hace un silencio en


el salón. Marta tiene una expresión rara en la cara y Crono me
suelta un poco cuando siente que estoy bien. El corazón me late con
fuerza contra la caja torácica y...

—¡Lo siento mucho! — la voz de Dorian llega a mis oídos mientras


volteo a mirarla. Tiene una cara de mojigata que no me la trago y
hace un puchero estúpido cuando ve el desastre en el suelo— Iba a
levantarme y estabas pasando, no fue con intención.
De inmediato capto todo y es que la verdad de todo es que me
metió el pie para que cayera al suelo. No digo nada, pero sonrío
mientras controlo las ganas de golpear su cráneo tantas veces
contra el suelo que se le haga un agujero.

—Tranquila, no pasa nada.

Ella sonríe como si entendiera el sarcasmo de mis palabras y se


levanta, quedando frente a mí. Somos del mismo tamaño y por
alguna razón, ahora es mucho más molesta de lo que era antes de
la muerte de su hermano Joe.

—Los accidentes existen— se encoge de hombros y por alguna


razón, siento que lo dice con doble sentido, pero lo dejo pasar,
actuando como si nada.

Me le quedo mirando, queriendo entender la estúpida razón por la


que hizo lo que hizo y espero de verdad que no se convierta en un
molesto grano en el trasero porque sé que nada me costara
deshacerme de ella y que ahora sus pobres padres no busquen un
solo hijo, ahora busquen dos que misteriosamente desaparecieron.

Siento la presencia de Crono detrás de mí, Marta está a un lado


observando el intercambio de miradas que deja muy en claro las
emociones que cruzan por el rostro de Dorian que por alguna razón
está buscando un adelanto de su muerte.

—Les daremos la puntuación porque lo hicieron, que haya ocurrido


un pequeño inconveniente se les sale de las manos— la profesora
habla a nuestras espaldas haciendo que me gire para encararla,
dándole la espalda a la rubia quisquillosa. La profesora sonríe como
si nada hubiera pasado mientras una de las mujeres de servicio del
Colegio recoge los restos de la arcilla.

—Los accidentes existen— repito las palabras de Dorian que se ha


puesto a mi lado mientras me imagino la cara de impotencia que
pudo haber puesto al ver que le daba la espalda.
Crono está en blanco a mi lado, la profesora por alguna razón
parece nerviosa y la campana suena cuando ella está a punto de
decir algo.

—¡En la clase siguiente trabajaremos con pintura así que traigan


ropa de cambio!

Todos responden un «está bien profesora» antes de salir del salón,


incluyendo a Dorian que me choca el hombro mientras se aleja y
solamente la sigo con la mirada mientras comienzo a caminar hacia
la salida del salón sintiendo a Crono detrás de mí.

—¡Lucy! — la voz de Marta me hace dejar de caminar y en el


pasillo, veo como por la parte derecha Jake viene caminando al lado
de Joseph como si nada.

«No había venido a clases desde la explosión». Luce normal


dejando a un lado los evidentes golpes y me siento estúpida por un
momento cuando me permití pensar que la vería como una enorme
barriga de embarazada y los pies hinchados.

—¿Quieres almorzar conmigo? — pregunta la castaña mientras se


arregla las gafas que estaban a punto de salirse por el puente de su
nariz.

—Lo haremos en la mesa de siempre, Marta— le recuerdo y ella


asiente mientras Jake se acerca junto con Joseph.

Por alguna razón, Marta baja la cabeza cuando la ve y no la saluda,


pero Jake me abraza, haciendo que arrugue la nariz al instante de
oler ese perfume irritantemente dulzón.

Parece feliz por así decirlo y Joseph le da un golpe en el hombro a


Crono que ni siquiera lo mira.

—No pensé verte por aquí— digo y por un segundo, veo como la
mirada de Jake flaquea.
—Pero aquí estoy— suelta encogiéndose de hombros y suelto una
pequeña risa.

—Ya veo que sí.

Joseph me pregunta sobre los chicos a lo que respondo lo que sé.


Se encoge de hombros diciendo que tiene que hacer lo mismo en
unos días mientras lanza una indirecta muy directa de que quiere
mudarse de la mansión a una casa propia.

Por un momento pienso que está hablando de su compromiso con


Rose, pero la forma en la que lo mira Jake sé que se refiere a otra
cosa, o es lo que quiero pensar. Marta se desaparece de un
momento a otro y cuando comienzan a caminar hacia la cafetería,
me entran ganas de ir a hacer pis lo que me hace decirles a los
chicos que los alcanzaré después.

Le doy un pequeño beso a Crono en la mejilla y practicante corro al


baño que está completamente vacía. Entro a uno de los cubículos y
vacío mi vejiga cerrando los ojos.

Escucho como la puerta se abre y me subo la falda tirando el papel


higiénico a la papelera mientras siento una incomodidad en la ropa
interior por lo que sucedió unos minutos antes con Crono en el salón
de clases y cuando estoy por abrir la puerta, me congelo al
reconocer la voz que habla perfectamente.

—Lo siento mucho, me he estado equivocando y lo reconozco...—


Marta habla en voz baja, pero lo suficiente para que la escuche y
aprieto mis puños cuando se escucha una bofetada.

Estoy por salir para ver lo que está sucediendo cuando...

—¡Los errores me están costando caro es a mí! — Dorian vocifera y


no entiendo absolutamente nada.

¿Qué mierda?
—Voy a intentar compensarlo, perdón — Marta soltó y se escuchó
una risita burlona.

—No vas a intentar compensar nada, tú vas a hacerlo o te atendrás


a las consecuencias y ambas sabemos que no son para nada
lindas... ¿O sí?

El tono que usa suena amenazante y la voz de Marta cada vez se


escucha más baja.

—No quiero que él me castigue.

—Te va a castigar si no cumples sus deseos, ¿lo sabes?

—¡Claro que lo sé!

—Entonces sé inteligente y dame resultados o ya sabes lo que


sucederá.

—¿Pero le harás algo a ella?

Dorian suelta una carcajada.

—A ti no te incumbe eso, Marta o la próxima que estalle serás tú y


no volveré a advertirte más.

Los dedos se me congelan sobre la cerradura, una oleada gélida me


recorre cuando lo que acabo de escuchar penetra en mi cerebro y
se asienta allí, apartando todo lo demás.

Escucho que la puerta se cierra luego de eso. Por el sonido del


repicar de unos tacones contra la cerámica del suelo sé que se trata
de Dorian y cuando escucho el sonido del lavamanos abriéndose,
me apresuro a abrir la puerta porque quiero encarar a Marta.

Siento muchas emociones invadiéndome el cuerpo a la vez que


tengo un sin sabor en la boca y Marta se gira con fuerza cuando se
da cuenta de que estoy detrás de ella al verse en el gigante espejo
que es del tamaño de toda la pared.
—¿Estabas aquí? — hace la pregunta apretando los puños y
colocando esa mirada lunática.

Me encojo de hombros, señalando la puerta porque lo menos que


quiero es que entre en un colapso nervioso que la haga golpearse a
sí misma o hacerme daño.

Parece... nerviosa. Mi cerebro grita: «Pregunta, pregunta,


pregunta», pero mi boca no obedece porque sé que sería algo muy
estúpido teniendo en cuenta quien acababa de salir del baño y el
estado en que se encuentra.

—Acabo de entrar— digo con tranquilidad y ella se me queda


mirando como si me acabaran de salir alas y le estuviera hablando
en chino.

—¿Sí?

—Sí, ¿por qué?

—Por nada.

Suelta aire por la boca de forma ruidosa como si de alguna manera


eso la aliviara y no sé qué decir con exactitud así que solamente la
veo dirigirse a la puerta mientras me quedo estática mirando mi
reflejo en el espejo porque sé que es en vano preguntarle cuando
tan fácil pude manipularla.

Pero ahora sé, que algo no anda bien y que Dorian, quizá no es tan
estúpida como parece porque todas las señales que creía entender
ahora solamente han desaparecido.
Capítulo 65 (*)

LUCY

Me concentro en la fotografía que tengo entre mis manos.

Paso el dedo por el marco dorado que poco a poco va perdiendo el


color. Por alguna razón, siento nostalgia del momento en el cual
tomaron esa foto y me siento estúpida porque sé que mi madre se
sentiría muy avergonzada de mí si supiera lo que está pasando en
mis narices.

Mis ojos recorren la imagen, como si quisiera percatarme de


pequeños detalles que ya descubrí. Es magnífica la manera en la
que una cámara puede captar todo en una fotografía; una sonrisa, el
viento, un movimiento que delante de los ojos humanos quizá nunca
pasó, pero desde luego que sí lo hizo y no tengo palabras para
expresar el sentimiento que se me aloja en el pecho cuando mis
ojos se concentran en la sonrisa de mamá.

Esa que perdura a pesar del tiempo gracias a la fotografía, la forma


en la que me abraza, pegando a una pequeña versión de mí a su
pecho, como si quisiera protegerme de todo lo malo del mundo, esa
pequeña arruga que se hacía a un costado de su rostro, pequeña e
insignificante, pero que yo sabía que estaba ahí y que por alguna
razón era importante. La forma en la que se entrecerraban sus ojos
cuando sonreía, los iris azules brillantes llenos de vida y cálidos
cada vez que me miraba.

Fríos cuando miraba a otros que no fuera yo.

Pasé la mirada por la fotografía recordándolo todo: el olor a flores


porque estábamos en primavera, el sol pegando contra mi rostro, el
sudor que me recorría el cuerpo porque había mucho calor, los
niños jugando a mi alrededor como avispas desesperadas por entrar
a su avispero, algo que me molestaba mucho porque no me gustaba
jugar con los otros niños, eran tontos, inútiles, se reían de cosas sin
sentido, lloraban por todo y en general, ni siquiera me gustaba estar
rodeadas de ellos porque todo me fastidiaba y mamá se reía de mí
porque decía que era una pequeña gruñona, que si fuese una niña
normal actuaría justamente así y eso me molestaba más porque ni
siquiera podía permitirme pensar eso. Nunca pensaba cómo sería
mi vida si mamá no fuera mi mamá, si ella no hiciera su arte, si no
tuviera un trabajo que la obligaba a casi nunca salir de casa, que
fuese como las otras mamás porque... estaba bien así. No
necesitaba ser alguien más. Jamás.

El momento exacto donde nos tomamos la foto, ambas sentadas en


una banca blanca un poco desgastada. Mamá había insistido tanto
en tomárnosla y estábamos juntas en un parque porque ella así lo
había decidido. No me gustaban los parques, no me gustaba estar
rodeada de niños y no me gustaba el sol, pero ahí... estábamos las
dos. Me dijo que tenía que sonreír o me encerraría en el sótano
antes de hacerme cosquillas porque yo sabía que era una broma,
que siempre decía que haría eso, pero que nunca lo haría.

Mamá nunca me encerraría en el sótano.

Mamá nunca me haría daño.

Recuerdo que fue una mujer la que nos tomó la fotografía. Había
alagado a mi mamá porque era joven y bonita, había dicho que le
gustaba el color de mis ojos y que le gustaba mi sonrisa. Mamá fue
amable con ella y le dio las gracias por la fotografía. Estuvimos un
rato más en el parque y mi pequeña cabeza no entendía que lo que
ella intentaba hacer era pasar tiempo conmigo, algo para atesorar...
una especie de despedida.

Regresamos a casa, mamá hizo galletas y vimos una serie hasta


que papá llamó y luego, todo se volvió un desastre. La fotografía
siendo lo único que podía tener de mi madre, un cambio radical en
mi vida y un caos que no podía resolverse.

Me relamo los labios. Levantándome y volviendo a colocar la


fotografía en el fondo de mis gavetas, pero esta vez, una de ellas,
tenía llave y era ahí donde guardaría la fotografía. Ahora que
desconfiaba un poco más de Marta, que había algo que no
cuadraba -o al menos que resaltaba más-, que tenía que descubrir
que tenía que ver Dorian en todo esto, Marcus, qué era lo que sabía
Ángel y la razón por el cambio drástico de Rose, por qué Jake había
reconocido a Marcus al instante...

Saque una libreta del Colegio. Esa misma que estaba en el fondo de
mi mochila y que era la que menos usaba. Un lápiz, un borrador y
un marcador de color rojo.

Abrí la libreta, busqué la última página y escribí:

*Dorian.

*Marta.

*Los hermanos Calandra.

*Las hermanas Bush.

*Los hermanos Fairchild.

*Ángel.

*Marcus.

*Katherine.

*Pondra.

*Otro integrante Fairchild (?)

*Él (persona que manipula a Marta).


Me llevé el marcador a la boca, cruzándome de piernas encima de
la cama mientras mordisqueaba la tapa. No sabía realmente lo que
hacía, pero casi podía escuchar la voz de mi madre en mi cabeza.

«—Los sucesos siempre tiene una conexión. Nada sucede por


casualidad, recuerda eso siempre. Hasta las cosas más
insignificantes son importantes, eso es lo que necesitas saber para
descubrir todo lo que te propongas.»

Los engranajes de mi cabeza empiezan a dar vueltas. Las ideas me


aturdieron, los sucesos se repitieron en mi cabeza, todo llego tan
rápido que mientras las palabras comenzaban a sonar en mi
cerebro, las iba escribiendo como si fuese dos personas distintas.
Una escribía ajeno a todo y otra dictaba siendo muy consciente de
todo.

«¿Qué los une?» escribí en el centro de la hoja, en marcador rojo,


justo encima de los nombres. «Motivos»: estaba debajo de los
nombres. Utilice otra vez el marcador rojo para hacer rayitas debajo
de cada persona, mientras escribía, comenzando por la primera.

Dorian.

Dorian Bonnet.

«Dorian perdió a su hermano». Meneé la cabeza, ¿eso realmente es


un motivo? Por alguna razón recordé el tono de su voz mientras
estaba escondida en el baño y.... sonaba resentida, molesta,
completamente diferente a la chillona rubia molesta que había
conocido hace poco y que realmente no consideré importante hasta
que reconocí el cadáver como su hermano.

¿Eso tenía alguna conexión? ¿Significaba algo realmente?

Borro y vuelvo a escribir:

Es amiga de Marta o al menos eso parecía antes. También hablaba


con Dove. Amenazo a Marta diciéndole que él va a castigarla y que
todos los errores que comete la castaña, ella tiene que pagarlos. La
abofeteo y al parecer, es más de lo que aparenta. Su hermano fue el
cadáver que conseguimos en la cabaña. Parece conocer a él. Tiene
algo que ver con la explosión.

Marta.

Marta Cox.

Tiene ataques psicóticos. Trastornos mentales. La utilizan o juegan


con su mente aprovechándose o haciendo las lagunas mentales. En
sus delirios dijo que fue quien asesino a Joe por mí y todo porque él
la obliga. Parece tenerle pánico a él, (sufre de ataques más
frecuentes cuando se nombra a él o a su amiga muerta). Katherine
de alguna forma tiene una conexión con Marta, Marta fue
"expulsada" por alguna razón del grupo. Tiene delirios, pero algunas
veces no son tan delirios. Alguien, posiblemente él le pidió entrar a
mi habitación, encontró la fotografía de mi madre. Siempre dice que
ellos me lastimaran.

Los hermanos Calandra.

Joseph y Jake.

Parecen ajenos a todos. Parecen que no ocultan secretos, pero


desde luego que sí, comenzando por el más oscuro y es la relación
amorosa que los une más allá de la sangre. Joseph es cómplice al
igual que Jake en todas las cosas que hagan los hermanos
Fairchild, los que los hace tan culpables con ellos sin mencionar que
Jake tiene cierta lastimada de Marta, como si algo le pasara
respecto a ella. Posiblemente también fueron amigos de Katherine y
quizá, también ayudaron a encubrir su asesinato, aunque no
estaban en Hiverdele en día que sucedieron los sucesos o eso dijo
Jake. Ambos están esperando un hijo y... Tienen cierta conexión con
la familia Bush por el compromiso o ex compromiso de Joseph y
Rose. Jake era amiga de las hermanas Bush.

Las hermanas Bush.


Rose, Dove y... ¿Katherine?

Rodrigo Bush abusa de ellas desde pequeñas. Marcus Bundy vive


en su casa. Rose siempre tuvo a Dove como su coraza, su barrera.
Aunque no está confirmado que Katherine sea la tercera hermana,
estoy segura de que lo es. Parece que ellas fueron también las
culpables de la muerte de su hermana lo que tiene un trasfondo más
grande de lo que parece. ¿Amigas o enemigas de Jake? Rose
puede contar lo de la relación de Joseph y Jake por venganza, Rose
posiblemente haya ayudado a la explosión o a ponerle la carta a los
chicos. Tiene motivos para querer matarme si descubre lo que le
hice a su hermana. Eran parte del grupo de Los Hermanos Fairchild.
Por alguna razón, ese apellido que cargan es repudiado por todos
los integrantes de la familia Fairchild, pero los siguen teniendo como
socios.

Los hermanos Fairchild.

Consus, Caebrán, Caelus, Crono y Cristian.

Encantadores, lindos y llenos de secretos tanto como dinero en sus


cuentas bancarias. Posiblemente tienen la conexión más importante,
tal vez sean el centro de todo, los que los hace más peligrosos de lo
que parecen. Todos quieren estar a su alrededor, pero no todos son
capaces de soportar el peso de lo que conlleva hacer eso.

¿Me equivoqué al enredarme con ellos o hice el juego más difícil


involucrándome?

¿Desconfió de ellos? No sé qué responder a eso y dejo el espacio


en blanco en mi cabeza, pasando al siguiente nombre en el papel.

Ángel.

Ángel Fairchild.

Primo de Los cinco. Apareció de la nada, vivía antes en Hiverdele.


Sabe más de lo que aparenta, es extraño. Desconfía de mi tanto
como desconfío de él, tiene una razón para querer la muerte de
Marcus. Estaba leyendo el periódico de la muerte de mi madre.

Marcus.

Marcus Bundy.

Apareció de la nada con problemas detrás de él. Es peligroso.


Enemigo de la familia Fairchild, conspira a favor propio sin
importarle usar a las personas y eso lo hace peligroso. Está con
Rodrigo, pero sé que personas como él solamente estarán para sí
mismas. Sabe sobre la leyenda, sabía sobre la explosión, lanzó una
muy clara amenaza. ¿Tendrá algo que ver con lo que sucedió?
¿Además de matar a Pondra, qué es lo que hizo para merecer el
odio de los Fairchild? ¿Por qué tiene una alianza con Rodrigo Bush?
¿Conocerá a Dorian? ¿Qué tanto sabe sobre la leyenda de mi
familia?, y la razón no más importante... ¿Por qué lo sabe?

Katherine.

No sé mucho sobre ella. Todos actúan como si nunca hubiera


existido o si la recuerdan, parece que estuvieran por invocar el
nombre de una entidad maldita. Es una incógnita. ¿Tuvo algo que
ver con los Fairchild? ¿Cuál fue el motivo real de su muerte? ¿Marta
la asesino? ¿Qué es lo que pinta en todo esto?

Pondra.

Otra incógnita al igual que el presunto otro integrante de la Familia


Fairchild. Fue víctima de Marcus, tenía algo que ver con los cinco.

El otro integrante Fairchild y el famoso él.

Ambos son un misterio. Pero sé que no son alucinaciones ni


especulaciones. Debo descubrir más sobre ello y saber si son los
motivos que me ayudaran finalmente a encontrar las respuestas a
todo. ¿Por qué el cuerpo de Joe?
Dejo el lápiz. Repaso todo lo que he escrito con lentitud, recordando
algunos detalles que seguramente pase por alto y si lo hago, me
encargo de escribirlo mientras en mi cabeza coloco una lista de
prioridades, dándole vuelta a lo más importante porque también
debería estar en esa lista.

Recibí las fotografías del cuerpo de mi madre. Intentaron matarme o


asustarme y quizá exista la posibilidad de que sepan que... asesiné
a Dove Bush o algo más allá, que involucre a mi pasado.

Abrazo mis rodillas buscando la persona que pueda ser la pieza que
una todo el rompecabezas. Aceptando que francamente, no puedo
permitirme un desliz ni perder de ninguna forma lo que se ha
convertido este juego. Debo descubrir todo, antes y desde luego,
pase lo que pase porque ahora no hay punto de retorno.

Es ganar o ganar porque yo, nunca pierdo.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Tengo el cabello húmedo y levanto la mirada de la libreta cuando


escucho un toque en la puerta de mi habitación. Tengo desde ayer
que no salgo, la comida me la han traído hasta la puerta y luego
recogen los platos vacíos.

Me he pasado la mañana completa pensando sobre cada momento


que he pasado desde que llegue a Hiverdele. El cambio que ha
dado mi vida, la forma en la que poco a poco he estado
convirtiéndome en una especie de novia para los cinco dejándome
llevar por la pasión carnal.

Como a medida que pasa el tiempo descubro cosas que ni siquiera


imagine que sucedían. La forma en la que me mostré ante ellos, lo
que sucedió con Dove luego lo que sucedió en el bosque. Aquello
que me dejo en evidencia, que mostró alguna parte de mí que había
mantenido oculta, pero que finalmente deje salir.
«No se puede huir de lo que te corre por las venas». Soy tan
consciente de eso como del recuerdo que he recuperado hace
algunas horas, del día en que murió Dove, tan insignificante que ni
siquiera me había llamado la atención hasta ahora: La mirada que
me había dado Crono cuando se dio cuenta de lo que estaba
haciendo, la forma en la que actuó, como si verme haciendo aquello
fuese necesario para encender una chispa en su interior. Lo que
hicimos, con el cadáver a metros de nosotros, yo cubierta de sangre
y no le importó. Así como los chicos se fijaron en cosas estúpidas en
vez de lo que realmente era "importante" y es que había asesinado
a alguien. La forma en la que por alguna razón Caleth y Ken
Fairchild habían actuado normal referente a eso. Tuve mis dudas al
saber que los chicos iban a decírselos, pero recuerdo perfectamente
las palabras de Cristian, despreocupado: «Es necesario decirle a
nuestro padre, Lucy, pero tranquila que no se alarmara. Después de
todo es algo normal para él». Así fue, ni siquiera hubo preguntas por
su parte. No le importaba saber el motivo, se deshizo del cuerpo
como si fuese una basura y actuó como si en vez de matar a
alguien, hubiera copiado en un examen.

Sin más.

No pensé mucho en eso, realmente no lo hice hasta que me puse a


recordar todo. Desde el inicio había cosas que no tenían sentido y
otra cosa era cómo todo comenzó con los chicos.

No hay explicación coherente. Solamente que había una extraña


atracción entre todos, momento que vivimos por separado y luego
juntos. Química con cada uno de ellos a la vez que atesoro los
recuerdos de los primeros besos, toqueteos y acostones juntos y
separados. Me sentía bien con todos juntos o con cada uno
separado. Podía fácilmente ir a pasar en motocicleta con Caebrán,
leer libros con Consus, estar en un silencio denso con Crono, hablar
con Caelus o escuchar hablar a Cristian sin incomodidad. No fingía,
era algo que salía desde dentro de mí y que sencillamente no tenía
explicación. No era amor, porque sabía que desde luego que no lo
era, pero si era algo más que pronto me encargaría de descubrir
luego de arreglar todas las piezas del molesto rompecabezas que
parece no tener final.

Vuelven a tocar la puerta, me levanto y camino hacia la puerta. La


abro y me consigo a Caelus con las manos dentro de los bolsillos y
una expresión despreocupada. No sabía que iban a volver de su
viaje y me levanto en puntillas para darle un casto beso en los labios
que profundiza cuando coloca sus manos en mi cintura.

—Buenas tardes, Lucy— dice cuando deja de besarme y entierro mi


cabeza en su pecho lo suficiente para sentir su aroma y los latidos
de su corazón.

—Buenas tardes, Caelus— respondo cuando puedo alejarme, estar


fuera de sus brazos y me recorre de pies a cabezas con la mirada
sin ningún disimulo.

Estoy en un pijama de satín rojo.

—Pensé que ya estabas lista.

—¿Para qué?

Arrugo el ceño un poco mientras me recuesto al marco de la puerta


y él simplemente me observa.

—No sabes...— parece que lo dice más para sí mismo y yo no


entendí a qué se refería.

—¿Qué debería saber?

—Pensábamos salir— soltó.

—¿Salir...?

—Sí. Salir contigo.

—¿Todos?
—Sí— respondió. — Joseph va a ir con Jake también.

—Supongo que Ángel también...—alegué como si fuese necesario


decirlo y él hundió un poco el ceño.

—Él también irá— contesto medio pensativo y asentí.

—Entonces debo vestirme.

—Supongo que si a menos que quieras ir así— dijo — Pero igual te


ves bien así.

—Medio me muevo y quedo desnuda— solté.

—Eso no es un problema para mí, ¿sabes?

Entorne los ojos.

—Bien. — dije.

—Bien. — repitió y luego puso esa sonrisita que gritaba: «soy


odiosito, pero también soy irresistible»

Me puse de puntillas y le di otro beso.

—Me voy a vestir para salir— dije sobre sus labios y él ladeó una
sonrisa.

—¿Te ayudo?

—Está vez, no— respondí fingiendo que no vi la manera en la que


me miro cuando respondí y antes de que pudiera decir algo, lo
empujé un poco de manera juguetona y le cerré la puerta en la cara,
dándome la vuelta mientras caminaba hacia el closet.

Ahora solo debo buscar algo que me gusté y se vea lindo.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
Bajo las escaleras con aburrimiento fingido, aunque la verdad estoy
un poco nerviosa o llena de sentimientos raros que no me gustan.

Sophia está hablando con Caleth y Camille en los sofás. Se siente


como si hubiera vida cuando todos están en la mansión y hay
sirvientas de aquí para allá, caminando de un lado a otro. El
patriarca se gira y me da una sonrisa cuando llego hasta ellos.

Dejan de hablar y concentran su atención en mí.

—Que linda te ves, ya casi estás completamente sana— dice Caleth


cuando me cubre con sus brazos y me da un pequeño beso en la
mejilla. Se a qué se refiere y es a los golpes, de alguna forma siento
que los odia tanto como yo.

Sonrío.

—Muchas gracias.

—Yo le dije que el rojo era su color— comenta Sophia y Camille


rueda sus ojos.

—Todos los colores le quedan bien, Soph.

—Pero el rojo la hace ver poderosa— insiste y sonrío hacia ambas.

—Ustedes también se ven bien— comento y ellas se ríen.

—Siempre debemos estar bien, ¿no ves el esposo que tenemos? —


pregunta Soph con una sonrisita boba y Caleth coloca mala cara.

—Ya va a empezar...— dice intentando sonar molesto, pero suena


gracioso y Camille llama a una de las sirvientas mientras se ríe.

—Tráenos té— ordena antes de mirarme y preguntar: — ¿Quieres


algo?

Abro la boca para responder, pero...


—Ella no quiere nada porque ya nos vamos— hablan a mis
espaldas y sé perfectamente de quién se trata.

Caleth mira con atención detrás de mi cabeza. La sirvienta se retira


cuando Camille le hace una señal y Soph se cruza de piernas de
manera elegante a la vez que volteo para ver quién más está detrás
y me los consigo a todos, incluyendo a Jake y Joseph.

—¿Para dónde van, Consus?— pregunta Caleth con el rostro


ligeramente serio y me percato que tiene el uniforme del ejército
puesto.

—Para un parque de atracciones— responde Consus como si nada


y Caleth asiente.

—¿En San Lucifer?

—Tomaremos el Jeep— responde Cristian está vez, como


afirmando la pregunta anterior de alguna forma y su padre
solamente los mira.

—Quédense allá— nos mira a todos— El hotel de Cristian tiene


bastantes habitaciones, ¿no?

Prácticamente se burló por como lo que dijo y Cristian rodó los ojos.

—De todas maneras, eso estábamos pensando, papá.

—Bueno váyanse ya, igualmente le avisaré a Ken que piensa llegar


más tarde dónde es que están todos y evítense meter en problemas,
¿entendido? — y por la forma en la que lo dijo, parecía que más que
una advertencia, era una orden que los hizo callar a todos.

Nadie respondió. Él movió la mano y me levanté, les di una sonrisa


a las madres y una a Caleth antes de seguir a los chicos que ya
estaban comenzando a caminar y que comenzaban a dejarme atrás,
menos Jake que esperaba paciente con su mano derecha en su
cadera mientras utilizaba un vestido azul con flores grises.
En definitiva, Jake tenía cierta obsesión por los vestidos cortos de
verano lleno de flores.

—¿Qué tal todo? — pregunto mientras enroscaba su brazo al mío.

Desconfío de muchas cosas, tengo un mal presentimiento y durante


todo el día hice una lista sobre todos los que me parecían
sospechosos o tenían motivos extraños en este pueblo que los
resume a todos.

—Bien y... ¿Tú? — respondí con una sonrisa y ella suspiró.

Ya estábamos en saliendo por la puerta principal y cuando Consus


se giró hacia nosotras. Jake levantó la mano.

—Lucy vendrá conmigo— exigió, aunque fue más una especie de


afirmación de alguna forma.

Él ni siquiera respondió, me dio una mirada y luego se adentró a uno


de los autos mientras Crono estaba con Joseph y Caelus en otro
mientras Caebrán y Cristian iban con él.

—Espero que está vez no haya bombas— mencioné mientras


entrabamos en un bonito Lamborghini rosa.

—Muy chistosita, Lucy Beckett— rodó sus ojos celestes, arrugando


la nariz mientras encendía el motor.

—Solamente es una simple pregunta— contesté con tranquilidad y


Jake arrancó sobrepasando el auto de Crono con agilidad.

A ella le gustaban las carreras de autos también.

Me quede callada, mirando por la ventanilla del auto. Viendo cómo


los chicos venían detrás de ella por varios kilómetros.

—¿Entonces, cómo estás? — pregunto en tono bajo y ella suspira


otra vez.
—Supongo que mejor que ayer.

Volteo a mirarla.

—¿Eso es bueno o malo?

—Depende de tu definición de ambos.

—¿Qué sucedió?

Ella apretó el volante, sus perfectas uñas rosas sobre él.

—El bebé está en riesgo— contestó lentamente y en verdad, no me


esperaba eso.

Jake ha sido bastante resguardada sobre ello. No lo ha mencionado,


es más, actúa como si nunca se hubiera enterado sobre ello y
ahora... es extraño que lo diga.

—¿Cómo lo sabes?

—Hace cinco días fui a una consulta, —comienza— la doctora me


explicó todos los riegos que podían existir y salí bien en todos los
exámenes, pero luego tuve una especie de convulsión que casi se
convierte en un aborto.

No supe qué responder.

No sabía sobre ello, principalmente y tampoco tenía el tacto


necesario para responderle de una manera fingida que entendía
todo lo que sentía. Por alguna razón no quería ser hipócrita o fingir
algo con ella, así que me quede callada.

Ella siguió manejando, llevando la delantera.

—Joseph dijo que iba a apoyarme en todo, pero quiero tener ese
bebé por alguna razón— soltó luego de un rato— Pero en este
preciso momento tengo mucho miedo, Lucy...
—¿Por perder el bebé? — pregunto y ella suspira de nuevo.

—Por eso y por...— se quedó callada como si le costara de alguna


forma decir lo que sea que iba a decir.

—¿Por qué? — insistí.

—Se supone que nadie sabe sobre el bebé, solamente ustedes, mis
padres, Ángel y los padres de los chicos— dijo con una lentitud que
exasperaba, pero me quede quieta. No iba a obligarla a hablar sobre
ello si no quería, pero finalmente lo dijo: — Pero solamente ustedes
saben que el bebé es de Joseph y está mañana recibí algo que me
hizo vomitar hasta que casi quedé inconsciente.

Mi mente se queda en blanco y ella continúa cuando estaciona el


auto. El Jeep privado está a unos veinte pasos y Ángel se encuentra
sentado en las escaleras con un gorro de lana, ropa negra y el
cabello desordenado, como si nos estuviera esperando.

Jake se gira hacia mí y me toma ambas manos, mirándome a los


ojos.

—Prométeme que no le dirás a nadie lo que vas a ver— dice —


Tengo miedo de las reacciones de Joseph o de la forma en la que
los chicos se vuelvan cuando vean lo que recibí...

—¿Qué recibiste?

—Promételo, Lucy— insiste como si fuese algo de vida o muerte


para ella.

—¿Pero por qué no quieres decirle a nadie? — pregunto y no


entiendo nada de lo que me quiere decir.

Ella menea la cabeza.

—Tengo mis razones— dice — Además que no quiero que los


problemas se hagan más grandes de los que ya tenemos encima.
Me relamo los labios.

—Lo prometo, Jake— contesto finalmente y ella parece encontrar


algo de paz en sus atormentados ojos. Se inclina y con las manos
temblorosas abre un compartimiento debajo de su asiento y saca un
pedazo de papel doblado y me lo extiende.

El papel tiembla entre mis manos mientras leo, grabándome cada


detalle de lo que dice ahí:

Esto es lo primero que quiero que sepas Jake: sé que odias tu vida
y me encargaré de ayudarte a que se acabe tu sufrimiento porque
soy un alma buena y benevolente, aunque sé que no lo mereces.

Eres tan mala como ellos y me divierte que intentes fingir que no lo
eres. Eso te hace tan hipócrita, asquerosa, despreciable y vil porque
hasta al amor de tu vida le ocultas lo que has hecho y si, también sé
quién es el amor de tu vida, aunque...

¿Amor es dependencia emocional enfermiza? Deberían arreglar


entonces el significado en el diccionario, entonces porque el nuevo
término sobre el amor es revolucionario.

Yo creo que hemos estado confundiendo las cosas porque ahora


pudo decirte con tranquilidad que siempre me ha parecido
asquerosa la forma en la que Joseph te sobre cuida y tú siempre
intentas que solamente tenga sus ojos en ti.

No lo amas, sé que no lo amas y que él no te ama a ti, pero ambos


están tan locos que creen que lo que tienen es amor. Pero te abriré
los ojos Jake.

No mereces ni siquiera el amor de tu hermano ni mereces estar


embarazada de ese engendro.

¿Sorprendida? Pues espero que sepas que no es la única sorpresa


que te tengo.
Tic tac. Vas a pagar. Tic tac. El precio será tan caro como tus
errores. Tic tac. Esta vez nadie podrá salvarte.

¿Cómo se dice en bonitas palabras a alguien que va a perder un


hijo?

Ve despidiéndote de ese engendro que cargas en la barriga, Jake


porque no vas a liberarte de mí castigo y vas a rogar tanto que
querrás haber aceptado esa voz en tu cabeza que te decía que
debías suicidarte.

Me gustaría decirte que deberías hacerlo ahora, pero eso no sería


divertido y en verdad quiero ver esa linda carita tuya llena de sangre
y lágrimas porque abortaste a tu engendro y luego tendrás que
comértelo porque así lo decidí.

Pintoresco.

Y no olvides decirle a Lucy que voy por ella y todos también.

Levanto la vista del papel.

Jake tiene los ojos puestos en el dibujo hecho con color ojo de una
mujer abierta de piernas y líquido rojo saliendo de ella. La imagen es
abrupta y vuelvo a leer la nota, justo en el final sin poder creer lo
que estoy leyendo.

Se me empieza a acumular saliva en el fondo de la garganta. Siento


que las punzadas en la cabeza van a enloquecerme, aprieto el papel
y lo doblo mientras pienso abrir la boca para decir algo, pero tocan
la ventanilla haciendo que ambas brinquemos sobre nuestro sitio.

Escondo la página en el bolsillo de mi pantalón y agradezco que los


vidrios sean polarizados cuando Caelus y Crono están esperando
que salgamos del auto.

Veo que ya no queda nadie, el Jeep parece estar listo para


despegar y ni siquiera le doy una mirada a Jake, solamente abro la
puerta y sonrío mirando a Caelus y vampirito ignorando los latidos
de mi corazón dentro de mi pecho.

Es la misma persona que envió la foto y recuerdo las palabras que


estaban escritas en la página y dejaban muy claro que sea quien
sea que este detrás de todo esto: «vendrá por mí». Aprieto mis
puños y acepto el beso corto de Caelus mientras Crono tiene lentes
y mira hacia otro lugar que no seamos nosotros.

—¿Pasa algo? — pregunta Caelus, pero Jake suelta una sonrisita.

—Absolutamente nada— responde y se encoge de hombros


comenzando a caminar hacia el Jeep.

Caelus la sigue con la mirada con una expresión extraña y le agarro


la mano a él y a Crono para que lo que sea que esté pensando, deje
de hacerlo.

—¿Vamos o no? — pregunto como si nada y él me ve como si


quisiera encontrar algo en mi rostro, pero Crono me besa de repente
antes de comenzar a caminar y yo lo sigo, junto con Caelus en
silencio antes de entrar al Jeep que sigue igual de lujoso como la
primera vez que vine aquí.
Capítulo 66 (*)

LUCY

El parque de atracciones Fantastic world era casi tan grande como


el pueblo.

Había personas caminando de un lado a otro, niños corriendo,


luces, camas elásticas, carruseles, payasos, atracciones mecánicas
y música por todos lados. Jake sonrió como una niña pequeña y se
giró hacia nosotros.

—¡Vamos primero a los carros mecánicos! — soltó como una niña


pequeña prácticamente brincando sobre su sitio y Caelus rodó sus
ojos.

—¿En serio quieres ser madre? — se burló.

—¡Cállate, Caelus Fairchild! — le dio un golpe en el brazo y luego,


Jake me tomo de la mano, jalándome hacia adelante ocasionando
que Ángel soltara una de sus risitas al ver mi expresión confundida.

En definitiva, no podía saber si las emociones que estaban en el


rostro de Jake en este momento eran ciertas, pero ella lo hacía
parecer que sí hasta abriendo sus ojos de forma exagerada como
una niña feliz de recibir un dulce.

Caminamos un poco hasta que quedamos frente a los carros


mecánicos. Había fila, pero ella me hizo saltármela mientras sentía
a los chicos detrás como unos perritos falderos.

—Quiero montarme ahí y quiero ganarles a todos porque soy una


perra poderosa en las carreras de todo tipo— dijo como si eso fuese
algún dato muy importante y seguidamente, saco de su pequeño
bolsito rosa una tarjeta dorada que le extiendo al chico que atendía
la fila.

La miró de arriba abajo y luego se fijó en mí. Hasta creí que me


sonrió de alguna forma, pero luego la sonrisa se le borró
rápidamente cuando vio que alguien se posaba detrás de mí y luego
ese alguien, puso su mano en mi cintura como una forma no muy
grotesca de decir: «ya está ocupada, baby».

Ni siquiera tuve que girarme para reconocer el varonil rostro


perfilado y el piercing negro en el labio inferior.

—¿Qué se les ofrece? — preguntó el chico, mirándome fijamente y


Jake le extendió la tarjeta.

—Quiero tickets para poder patearles el trasero a estos idiotas—


Jake soltó con algo de molestia, moviéndole la tarjeta casi en la
cara.

—Ok. El tiempo límite es...— comenzó a decir el chico, pero Jake


soltó un resoplido.

—Quiero toda la atracción para mí hasta que me canse y creo que


para eso pasará mucho para que suceda— le interrumpió.

El chico la miro como si le estuvieran saliendo pájaros del cabello.

—¿Perdón?

—Quiero— hizo una pausa dramática. — Toda la atracción. — volvió


a hacer una pausa y está vez, rodó los ojos — Para mí.

—¿Está jugando conmigo, señorita? — el chico sonaba atónito y no


podía culparlo. Seguramente su cerebro estaba maquinando la
cantidad de dinero que costaría alquilar la atracción de los carros
mecánicos para una sola persona y por un segundo creí que iba a
llamar a seguridad para que sacaran a Jake por delirar.
El pobre seguro no sabía que estaba delante de una billonaria de
diecisiete años que ahora parecía extrañamente ofendida por la
duda del chico. Jake iba a decirle algo, pero Joseph se acercó a él y
habló, adelantándosele.

—Ella no puede agarrar adrenalina ni rabias así que, por favor, pase
la tarjeta por el dígito que sea necesario y déjenos entrar antes de
que mi hermana se impaciente.

El chico lo miró y no supe si le creyó o no, ya que solamente le quitó


la tarjeta a Jake y sacó un aparato digital de su bolsillo. No dijo nada
más y tecleo algo antes de pasar la tarjeta por arriba de la pantalla y
se mostró extrañamente contrariado cuando le devolvió la tarjeta a
la rubia.

—¿Gracias por su compra? — preguntó con cierta extrañez


mientras sacaba unos brazaletes rojos que nos extendió a cada uno
y Jake solamente le quitó la tarjeta de las manos y entro a la
atracción con rapidez como si estuviera desesperada.

El chico entró con nosotros también.

—Recuerden colocarse los cascos— señalo hacia el lugar donde


estaban— Y no ser demasiado bruscos porque podrían ocasionar
un accidente.

Joseph dio un paso al frente mientras veía como Jake se montaba


en uno de los autos mecánicos.

—¿Las embarazadas pueden montarse ahí?

El chico se rascó la ceja con confusión antes de responder:

—Creo que no.

Joseph volteó a mirar a Jake con los ojos muy abiertos.

—¡Bájate de ahí que es peligroso para tu estado, Jakeline!


Jake ni siquiera lo escuchó.

—¿Se van a montar o me tienen miedo, débiles?

—¿Qué me darás a cambio si te gano una partida? — Ángel le


preguntó mientras tomaba uno de los cascos y elegía un auto
mecánico.

—¿Te parece quinientos? — soltó ella y él rodó los ojos.

—¿Tan poco? —graznó Ángel mientras ponía las manos al volante y


aún tenía ese gorro de lana negro sobre su cabeza.

Jake resopló.

—¿Un millón? — anunció medio pensativa y el chico aún los miraba


como si no pudiese creer la facilidad con la que hablaban sobre
cifras exorbitantes como si estuvieran hablando de vacas.

Vacas huesudas que no valen ni un centavo.

—Un millón, me parece bien—aceptó Ángel finalmente.

—Jake, por favor bájate de ahí— volvió a pedir Joseph, pero volvió
a ser terriblemente ignorado por la rubia que concentró sus ojos en
mí y en los chicos.

—¿Van a jugar o son unos débiles?

—Voy a fumar— fue lo que medio dijo Crono mientras lo vi


alejándose, como si solamente hubiera tomado la idea de anunciarlo
en vez de desaparecer de repente y Caelus se encogió de hombros
tomando un casco y eligiendo un auto.

—Solo para alimentar los delirios de una loca embarazada — se


burló medio con aburrimiento y Jake hizo como si no lo hubiera
escuchado.

O al menos eso entendí al ver su expresión tranquila.


—¿Ustedes qué?

Consus y Cristian fueron a tomar un casco, un claro y no dicho: sí


vamos a jugar Jake que la hizo sonreír.

Quedamos solamente Caebrán y yo parados, uno detrás del otro,


sin decidir realmente si íbamos a jugar o no.

Y aún seguía teniendo su mano en mi cintura.

Voltee a mirarle y me dio una sonrisa ladeada encantadora que me


hizo sonreírle de vuelta mientras se acercó un poco más.

—¿Vas a jugar? — pregunto mirándole a los ojos y se relame los


labios.

—¿Hay algo más divertido para hacer que eso? — preguntó y


menee la cabeza.

Estábamos hablando bajito y sabía que nos estaban mirando, pero


eso no me importó.

—Se me ocurren algunas ideas— mencioné y él me dio un pico en


los labios.

Caebrán vaciló un momento, juguetón antes de responder:

—De seguro que sí, Lucy.

—¿Sí...? — pregunto y realmente no sé qué es lo que quiero que


responda.

—Sí, porque curiosamente también me las imagino.

—¿Cuáles te imaginas? — pregunto con cierto interés y sus ojos


cafés claros se vuelven oscuros de una forma maliciosa a la vez que
dice, susurrándome al oído con la voz ronca:
—Me imagino que te arranco la ropa en uno de los baños de este
mágico parque de atracciones, beso cada centímetro de tu cuerpo
mientras te retuerces de placer por cada una de las embestidas que
te daré contra la puerta con fuerza. Estás abierta de piernas,
recibiéndolo todo sin quejarte por el tamaño en ningún momento.
Luego te vienes porque no puedes resistir más y me vengo también
en la misma sintonía porque eres realmente deliciosa. Te diré
palabras muy sucias mientras a su vez, te dejaré las nalgas rojas y
las piernas temblando.

Me relamo los labios mirándolo a los ojos.

—Es muy creativa tu imaginación.

Me toma del cuello y me da un beso en los labios.

—Y eso que aún no has visto nada— susurra sobre ellos.

Me agarré de su cuello y profundicé el beso que él comenzó,


sintiendo como había ese roce de lenguas y lo delicioso que se
sentía el piercing en medio de todo eso.

—¡Si quieren les consigo un hotel! — se burla Jake haciendo que


sonría entre el beso y Caebrán me muerde el labio inferior antes de
dejarme ir.

Volteo a mirar a Jake con una sonrisa. El chico aún está ahí
mirándonos y si no me afectan las miradas de los chicos, desde
luego que no me van a afectar las miradas de un chico que no
conozco y no me importa en lo absoluto.

—¿Jugarán o no? — Jake insiste con impaciencia y Joseph resopla


cuando ve que su hermana ni siquiera lo mira.

—Me iré porque aquí nadie me presta atención— suelta y sale


prácticamente corriendo.

Jake se encoge de hombros restándole importancia.


—Anda hormonal— exclama con dramatismo y menea la cabeza—
Pero, por fin... ¿Sí o qué? — vuelve a insistir de inmediato.

Asiento y Caebrán camina a mi lado tomando dos cascos y uno me


lo extiende a mí mientras caminamos hacia los autos y nos
montamos cada uno en uno de ellos por separado. El chico le da a
un botón rojo y se muestra una pista que debemos recorrer.

—Colóquense en una línea recta— habla y encendemos los autos,


moviéndonos hacia la línea que dice: «salida». El chico continúa
cuando lo hacemos: — Deben darle seis vueltas y el que gane...

—El que gane se lleva un millón de dólares por parte mía y de Ángel
— Jake le interrumpe mientras suelta una risita— Pero como nadie
va a ganar...

Ángel se ríe.

—Eso piensas tú.

Se hace un silencio luego de eso y aparece el anuncio de la cuenta


regresiva encima de nosotros como alguna forma de callarlos y
dejar de perder tiempo. Sé que cada minuto que pasa son minutos
restados para la cantidad que sea que pagó Jake y por eso debe ser
que el chico quiere apurarnos.

—... ¡1...2...3! — El chico pulsa otro botón y salimos disparados


mientras comenzamos la carrera y me gusta la adrenalina que se
adueña de mi cuerpo cuando muevo el volante cuando llega una de
las curvas y disfruto del sonido de los neumáticos re chillando contra
el pavimento.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Jake no deja de alardear de que ganó cada una de las carreras y


hasta le da un abrazo al chico que nos atendió de la emoción. Ángel
ignora todos los insultos que la rubia le lanza pasando de largo
hasta donde esta Crono sentado en una banca, con la mirada
perdida mientras se lleva un cigarrillo a los labios.

Ángel se sienta a su lado y se lo pide. Por un momento pienso que


no se lo va a pasar, pero luego de darle una calada, se lo extiende
sin mirarlo y el pelinegro se desordena el cabello mientras me da
una sonrisa torcida, maliciosa mientras le da una calada al cigarrillo
antes de extendérselo de regreso a Crono.

Me sobresalto cuando siento una mano en mi cintura y de inmediato


reconozco a Caelus justo ahí. Jake habla animadamente con
Cristian señalando la rueda de la fortuna que tiene todas las luces
encendidas.

Hay algunos niños llorando, parejas tomándose fotos y a lo lejos


noto dos hombres vestidos de negro a lo lejos, mirándonos. Ya ha
anochecido lo suficiente para saber que pasamos más de seis horas
alimentando los delirios de Jake con los carros mecánicos y que
definitivamente, es tan buena como le gusta alardear, aunque no me
quede atrás y siempre fui la segunda en llegar a la meta.

Joseph esta de brazos cruzados en una esquina, Caebrán se le


acerca, Consus está viendo la vitrina de golosinas a lo lejos
mientras tiene su teléfono en la mano. Vuelvo la vista a los hombres
que está vez parecen haberse multiplicado cuando los veo del otro
lado del parque y Caelus nota el lugar donde esta mirada.

—Debemos tener seguridad cuando no estamos en el pueblo—


dice, bajito y volteo a mirarlo, concentrándome en el azul de sus
ojos.

Mi mente me hace una mala pasada y recuerdo lo que tengo en el


bolsillo trasero del pantalón.

«Las amenazas no me gustan y sentir que alguien va delante de mí


tampoco». Desconozco las reglas del juego al que estoy lanzando
fichas sin siquiera saber si lo estoy haciendo bien o no. En un
momento siento que tengo todo bajo control y luego siento que
estoy más perdida que caminando descalza en el desierto a media
noche sin ninguna compañía humana.

Jake ríe mientras le da un empujoncito a Cristian que se desordena


el cabello dando esa sonrisa juvenil que derrite. Joseph
posiblemente va a tener un calambre en la cara por lo amargado
que esta y no sé si lo que hace Jake es ignorarlo para evitar
recordar lo de la carta, pero sea lo que sea, lo hace tan bien que
nadie pensaría que algo así ha llegado a su casa de manera
misteriosa.

—¿Tu padre la mandó? — pregunto mirando los ojos de Caelus que


asiente antes de concentrar sus ojos otra vez en los hombres que
casi pasan desapercibido a lo lejos.

—Ahora ha pedido que reforcemos todo luego de la explosión y no


quiere que salgas de casa sin nosotros. —Cuando me vuelve a ver
la cara, añade—: Creo que nunca había visto a mi padre así.

Y no sé por qué siento que quiere decir algo con eso.

—Supongo que también sabe sobre las amenazas que recibieron—


contesto de regreso y él menea la cabeza.

—Todavía hay algo que no me cuadra con eso.

—La verdad es que a mí tampoco— digo y lo pienso de verdad.

Caelus no responde. Creo que es lo máximo que hemos hablado


sobre lo de la explosión y suspiro cuando Jake pide que vayamos a
comer antes de venir a elegir una nueva atracción.

Ella habla hasta por los codos demostrando lo feliz que se


encuentra por este viaje y me vuelvo a repetir:

¿De verdad esta es la misma chica que me mostró la amenaza que


le llego a su casa y en donde dejaban claro que pretendían sabotear
su embarazo?
Parece que nada malo pasara con su vida y me doy cuenta de que
es tan buena mentirosa. Joseph nos sigue desde atrás, distante y
Caebrán me da un beso en la mejilla mientras Ángel se burla de
Crono por la cara de culo que trae en estos momentos.

Cristian está al lado de Jake, Consus metido en su teléfono de


cabeza mientras Caelus está a mi lado mirando a Jake que actúa
como alguien ajena a todo el desastre que tenemos encima y aun
así, hasta parezco creérmelo porque ninguno de nosotros menciona
lo que pasa.

Jake me dedica una luminosa sonrisa cuando estamos por entrar


una especie de cafetería nocturna, como si nuestra conversación en
el auto de ella nunca hubiera tenido lugar.

Hay música electrónica resonando por los parlantes y algunas


mesas están llenas. La presencia de nosotros hace que algunos
volteen a mirarnos, no como lo hacen en Hiverdele ni en el Colegio,
porque las miradas de estas personas no son quisquillosas ni llenas
de envidia, solamente aquí parecen como admirados o extrañados
de que tantos adolescentes extrañamente perfectos físicamente
estén juntos en un solo lugar.

Soy consciente de los llamativos que pueden ser los cinco o los
Calandra con toda esa belleza exótica y extrañamente rara, además
de que sé que no me quedo atrás.

Jake se apresura a llegar a la recepción y le sonríe a la muchacha


que nos mira, atenta.

—Quiero tres hamburguesas grandes llenas de queso amarillo por


encima y una Coca Cola de dos litros, papas fritas, nuggets de pollo
crujientes y...— menea la cabeza y voltea a mirarnos— ¿Qué van a
pedir para ustedes?

Ángel suelta a reír en carcajadas.


—¿Y tú estás embarazada o vas a alimentar a una ballena? —
pregunta entre risitas y Jake le saca el dedo medio.

—Cállate que no te estoy pidiendo dinero para comprar mi comida


— le recrimina volviendo a mirarnos a todos con insistencia y vuelve
a preguntar: — ¿Qué es lo que van a pedir? Porque a nadie le daré
de mi comida.

—Quiero un jugo de fresas y una hamburguesa— digo,


encogiéndome de hombros y Jake levanta su dedo pulgar.

—¿Y ustedes mastodontes?

—Lo mismo que tú— habla Cristian con simpleza y Crono comienza
a caminar hacia una de las mesas, demostrando que le da igual con
un aire distante.

Parecía un alma en pena ahí, de esas que le pesaba el karma que


tenían sobre los hombros y que se quedaban habitando en la tierra
solo para asustar a los humanos por las noches.

Pero yo sabía que él no era tan así en algunos momentos.

En especial en esos momentos.

—¿Seguro que quieren lo mismo? — pregunto Jake como si


quisiera cerciorarse y Caelus asintió.

—Sí, todos queremos lo mismo que tú, fastidiosa— soltó mientras


comenzaba a caminar hacia la mesa donde estaba Crono sentado
observando el vacío.

—¡Fastidiosas tus nalgas, imbécil! — grito Jake sin importarle que


varios de los comensales se le quedaran mirando como si tuviera
siete tetas y cuatro brazos.

Joseph la miró como si no pudiera creer la manera en la que estaba


actuando Jake y la verdad es que ella nunca había actuado así.
Nunca la había escuchado decir tantas malas palabras juntas y no
pensé nunca que actuaría como una niña chiquita como lo hace en
esta ocasión.

Siento el empujoncito de Caebrán en mi cintura, indicándome que


debemos ir a sentarnos y me giro para caminar al lado de él hasta
llegar a la mesa donde me siento al lado de Caelus y Cristian.

Joseph espera a que Jake pague o haga lo que sea que está
haciendo y ella no lo mira. Aun no entiendo qué es lo que pretende
ignorándolo ni que fue lo que sucedió con exactitud y por un
momento recuerdo algo que decía en la cara.

«Ve despidiéndote de ese engendro que cargas en la barriga, Jake


porque no vas a liberarte de mí castigo y vas a rogar tanto que
querrás haber aceptado esa voz en tu cabeza que te decía que
debías suicidarte.»

Tenía las palabras de esa carta marcadas en mi cerebro y cuando


Jake se sentó frente a mí, al lado de Caelus y Consus con una
sonrisa, no pude evitar preguntarme si lo que decía la carta era
cierto.

¿Ella quería suicidarse? Y la pregunta más importante: ¿por qué


quería hacerlo?

En la carta también decía que ella había hecho algo malo y la veo.
Sus ojos azules están llenos de alegría y justo ahí, actuando como
una niña pequeña que se le ensanchan los ojos cuando traen la
comida, no sé si creer que es capaz de hacer algo malo o al menos
disfrutarlo.

Pero sé perfectamente que los peores monstruos que han pisado la


tierra vienen ocultos en cáscaras perfectas que nunca te hacen
pensar ni por un segundo que están tan dañados y malditos.

¿Jake es un monstruo?

Y si lo es... ¿Qué clase de monstruo es?


Agarra con ambas manos la hamburguesa mientras tomo de mi jugo
de fresas. Cada quien está concentrado en su comida, Cristian en
especial que parece que había pasado siete días sin probar algún
alimento por la forma desesperada en la que se come todo
terminando de último.

—Todo estaba delicioso— Cristian suelta y Ángel comienza a reír.

—Créeme que si no me dices, no me doy cuenta.

Jake termina de tragarse todo minutos después y se toma la Coca


Cola con una cara llena de satisfacción.

—Comer es un paraíso— exclama y por alguna razón, noto lo ácida


que suena su voz: — No sé cómo pude dejar de hacerlo por querer
encajar con otras...

Eso me hace alejar la bebida de mi boca, recordando las palabras


de Marta sobre que Jake fingía ser vegetariana para encajar con las
Bush, lo que no me termina de cuadrar en la cabeza porque
fácilmente, ella pudo estar siempre con los cinco sin necesidad de
ser parte del grupo de las Bush, pero supongo que hay cosas que
no me van a cuadrar nunca hasta que termine por descubrirlas.

—Voy al baño— dice Jake luego de unos minutos y me levanto con


ella, dándole una pequeña sonrisa.

—Te acompaño.

Les doy una mirada a los chicos e ignoro la forma extraña en la que
Ángel me ve mientras le doy la espalda. Jake no dice nada y ambas
llegamos al baño de damas a unos pasos de distancia que se
encuentra vacío.

—Me estoy haciendo pis. — me hace saber y entra rápidamente al


cubículo y acto seguido escucho como vacía su vejiga en el inodoro.
Abro la llave del agua y me enjabono las manos mientras me
concentro en mi reflejo en el espejo.

Jake sale del baño y también se acerca a lavarse las manos. No


digo nada y ella tampoco lo hace, solamente recuerdo lo que me dijo
dentro del auto. La carta que he tenido encima todo el día y en la
que no dejo de pensar por alguna razón.

Hay cosas que no me encajan. Que Jake no quiera contarle a nadie


sobre eso, pero que haya decidido decírmelo a mí, me hace entrar
en una pequeña encrucijada cuando no sé qué pensar realmente.

He visto cómo la mira Joseph, como si fuese el puto mundo para él


e incluso he visto como Caelus la mira, como los cinco lo hacen
como si fuese su hermana pequeña o alguien al menos con un
grado de importancia para ellos y es por eso que no me entra en el
cerebro la verdadera razón por la que se niega a decir lo que
recibió.

Entiendo que tenga miedo, pero sé también que ellos pueden


tenerla a salvo y que, si se enteran luego, posiblemente ya haya
ocurrido una desgracia que no se puede revertir y noto a Jake tan
tranquila, que no sé si realmente o es muy buena ocultando todo o
en verdad no está tan asustada como me hizo sentir.

—¿Qué pasa, Lucy? — pregunta cuando me le quedo mirando y me


relamo los labios.

—Solamente intento entender algunas cosas que no me cuadran.

Ella se seca las manos, cerrando la llave.

—¿Qué intentas entender? — inquiere mientras se arregla un poco


el cabello mirándose en el espejo.

—La razón por la que prefieres callar sobre la amenaza que te


dejaron, aunque sabes perfectamente que eso podría joderte mucho
más de lo que ya estas.
Siento como se tensa, aprieta los labios y...

—Tienes razón, pero a la vez no— suelta — No entenderías las


razones por las que decido callar, Lucy, pero confío realmente en
que no le vas a decir a nadie y no traicionarías mi confianza como
yo no lo haría con la tuya.

—¿Aunque eso acabe con tu vida, Jake? — pregunto mirando su


reflejo en el espejo, buscando algo que responda las preguntas que
hay en mi cabeza, pero no consigo nada en su rostro ni sus
expresiones así que continuo: — Porque por más que lo pienso, no
logro entender realmente tus supuestas razones.

—Todos tenemos secretos y hay algunos que deben estar tan


ocultos como podamos, aunque eso implica hacer sacrificios.

—Hay algo que no me estás contando y así no puedo ayudarte...

—Hay cosas que tú tampoco me cuentas y no te lo recrimino—


confiesa— Así que espero que me entiendas o al menos, intentes
hacerlo.

—¿Nunca me lo dirás, cierto?

Ella sabe a lo que me refiero. Hablo del mensaje subliminal de la


carta y Jake sacude la cabeza, con los ojos brillantes.

—Algunas cosas son mejor callárselas para uno mismo.

—Entonces espero que sepas actuar cuando todo se te venga


encima.

—Eso también espero yo— sonríe o al menos intenta hacerlo en un


pequeño intento que al final, no logra concretar porque parece que
se ha derrumbado: — Y si no logro sobrevivir, seré feliz de llevarme
aquello que tanto me avergüenza a la tumba.

«Tiene que ser serio para que tenga una decisión tan drástica». Me
quedo quieta e intento que mi cara no refleje expresión alguna, pero
Jake si demuestra que está asustada o aterrada, aunque al parecer,
no piensa cambiar de opinión.

—Respeto tu decisión, pero...— la miro a los ojos, girándome para


encararla directamente y dejarla de mirar por el reflejo del vidrio del
baño— Ahí no solamente te nombraban a ti.

—Lo sé y es por eso que te voy a pedir que me ayudas a encontrar


quien es la persona que me envió esa espeluznante carta.

«Y también quien envió las fotos del cadáver de mi madre y que


posiblemente también tenga algo que ver con la explosión porque
presiento que es la misma persona». Asiento y toma mis manos
entre las suyas.

—¿Tienes alguien en mente?

Ella suspira y siento como hay emociones en sus ojos para que al
final, responda un corto y frío:

—Sí. — ella habla lento como si decirlo le doliera de alguna forma:


—Tengo a alguien en mente.

—¿Quién? — busco sus ojos y ella se niega al contacto visual


fijando la vista en sus manos.

Se hace un silencio denso e incómodo porque la ansiedad de saber


a quién se refiere está ahí, pero ella no habla. Es como si de alguna
forma, primero estuviera aceptando mentalmente lo que sea que
está pasando por su cerebro y estoy a la espera de la dichosa
persona en la que ella desconfía.

Tengo muchas en que pensar y hasta la incluyo a ella porque


finalmente me he dado cuenta de que nadie en este pueblo es lo
que aparenta.

Que Jake prefiera morir antes de contar su secreto es algo que deja
mucho que pensar, debe ser algo fuerte, oscuro y realmente malo
como para que tome ese rumbo de las cosas y...

La persona que hizo esa carta lo sabía. Así como sabía cosas que
ni siquiera me imaginaba. Es como si supiera cosas que nadie más
que nosotros mismos sabe, lo que es completamente enredoso
porque no tiene sentido y por un momento me pregunto si los chicos
también han recibido cartas, si también los han amenazado, si
también se sienten amenazados.

Y Jake levanta la mirada y me da una mirada completamente


extraña a la vez que aprieta sus puños y dice el nombre que jamás
pensé que escucharía de salir de su boca.

Pero que definitivamente, salió.


Capítulo 67 (*)

LUCY

—¿Estás completamente segura de lo que dices?

Mi voz sale alta, casi demandante y Jake baja la cabeza, jugando


con sus manos.

—Sí...—

—¿Por qué? — pregunto buscando en sus ojos alguna respuesta—


Debe existir un motivo para que sospeches...

«Desde luego que yo también sospecho de él». Pero que Jake lo


haya dicho es como si me hubiera caído un balde de agua fría
encima y yo tengo mis razones, pero... ¿Qué razones tiene ella con
exactitud para sospechar sobre alguien que se supone que es su
amigo?

¿O ha estado mintiendo sobre ello? ¿Es otra de las cosas que Jake
oculta?

Me quedo mirándole e intentando buscar en su cara algo que me


resulte familiar o algo que me dé a entender lo que ha dicho, pero
no consigo nada. Solamente tiene esa estúpida aflicción en el rostro
y del resto, todo es blanco.

—Es que son muchas cosas.

—Entonces deberías decirme esas cosas para entender.

Ella suspira.

—Ya te dije que desconfió de él.


—En un Fairchild— le recuerdo— ¿Cómo vas a desconfiar...?

—Porque él nunca ha sido quien parece — responde de inmediato


como si la pregunta de alguna manera le ofendiera — Si tan solo
supieras lo que es capaz de hacer...

—¿Entonces él fue quien nos puso la bomba en el auto? —


pregunto — ¿Les envió la carta a los chicos y te envió la nota a ti?

Ella frunce el ceño.

—Puede ser...—

—¿Entonces estás segura de que Ángel es el culpable de todo


esto?

Ella se tensó.

—Segura no, pero tengo mis sospechas.

—Por la forma en la que te referiste antes, se escuchaba como si


conocieras algo de él que más nadie sabe— digo y ella menea la
mano.

—Claro que no.

Ruedo mis ojos.

—Claro que sí. — insisto porque desde luego que sí y eso parece
irritarle. Abre otra vez la llave del agua y se moja las manos que ya
estaban limpias.

La boca se le tuerce en un gesto de amargura mientras se coloca


jabón otra vez y prácticamente resopla.

—No te he dicho todo esto para que discutas conmigo —rezonga.

—No discuto contigo, estamos hablando, Jake y en ningún momento


quiero que te sientas atacada— le hago saber y lo digo en serio.
Quizá lo más en serio que puedo decirle en mucho tiempo: —
Solamente quiero entender la razón por la que sospechas de Ángel.

«Además quiero saber si son las mismas que tengo yo...»

—Desde que él llegó fue que empezó todo esto y siento que es la
razón más válida que puedo darte— contesta luego de unos
minutos.

—Entonces debemos descubrir si nuestras sospechas son ciertas...


— digo y evito preguntarle qué razones tendría Ángel para hacerla
perder al bebé, cosa que, al parecer, ella no recuerda o intenta no
pensar demasiado.

—¿Cómo lo hacemos?

—Tendré que pensar en algo.

Asiente secándose las manos otra vez.

—Está bien...— suspira y comienza a caminar hacia la puerta y


cuando va a abrirla, se gira y me da una pequeña sonrisa: —
Gracias por entenderme, Lucy. De verdad, muchísimas gracias.

—No hay de qué, Jake— respondo y ella sale del baño dejándome
ahí parada con muchas cosas encima.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Cuando llegamos al hotel, es realmente lujoso como me lo esperaba


así que no me sorprende, tanto y Jake le da un beso a Joseph antes
de bajarse del auto. Ya hemos durado la mayoría de la noche en el
parque de atracciones, no hemos hablado más sobre el asunto y he
trato de despejar mi mente con los chicos.

Siento las manos de Caebrán en mi cintura, su cabeza enterrada en


mi cuello, estoy encima de él y es Ángel quien aparca el auto,
apagando el motor. Me remuevo un poco, sintiendo los pequeños
besos que deja sobre mi piel caliente y me levanto, saliendo del auto
cuando ya están Crono, Caelus y Cristian esperándonos en la
entrada.

Caebrán se queja, pero me deja ir finalmente cuando me suelta una


nalgada que me hace mirarlo y Ángel se ríe haciendo que tenga un
mal sabor en la boca porque puedo pensar en otras cosas, pero no
he olvidado lo que sucede.

Ahora tengo las alarmas encendidas con respecto a él, mucho más
de las que tenía antes y Joseph entrelaza su mano con la de Jake
que suelta una risita por algo que él ha dicho. En algún momento
dejaron de ignorarse y comenzaron a estar uno encima del otro,
inclusive en el momento en que entramos a una cabina de fotos,
una de las últimas cosas que hicimos, se sacaron varias metiéndose
la lengua hasta el fondo.

«—¡Entremos todos ahí! — Jake pidió señalando la cabina de fotos


y Crono estaba a punto de alejarse, pero lo jalé del brazo.

—No vas a huir— le dejé en claro porque la idea de la cabina de


fotos me llamaba mucho la atención y entramos, uno arriba de otros.

Cristian fue el último en sentarse porque le toco presionar el botón


para las fotos y gire el rostro de Crono para darle un beso mientras
sentía el flash.

Estaba encima de Caelus con las piernas sobre las de Consus.


Caebrán estaba al lado de Joseph que tenía a Jake sobre sus
piernas, besándose y Cristian se puso sobre mis piernas haciendo
que soltara varias carcajadas. Crono escondió su rostro entre mi
cuello y en la siguiente recta de fotos, estaba besando a Caelus y
luego besaba a Consus y Caelus a la vez.

—¡Me estoy asando aquí! — Jake soltó de repente entre risas y se


levantó acercando la cara hacia la cámara haciendo que Ángel se
burló preguntándole si estaba borracha.
Ah, y Ángel estaba al lado de Caebrán que alejo a Jake de la
cámara y me tomo del rostro, besándome también cuando sus
hermanos me liberaron a la vez que sentía las manos de Crono en
mi culo»

Menee la cabeza, saliendo de mis recuerdos y Cristian nos invita a


pasar a todos hacia dentro del hotel donde hay varias personas
entrando y saliendo también.

La que atiende, (o una de ellas, mejor dicho) lo reconoce de


inmediato y le da una espléndida sonrisa que me hace cercarme y
colocar mi cabeza en su hombro mientras siento cómo me abrazan
desde atrás.

Caebrán.

—Cindy, ¿cómo estás? — pregunta Cristian y por alguna razón,


Cindy sonríe como si estuviera delante de algún Dios.

—Muy bien, Señor Fairchild... Un gusto tenerlo por aquí.

Cristian le regala una sonrisa.

Y a mí de repente me molesta esa sonrisa.

—¿Qué se le ofrece? — pregunta Cindy y Cristian comienza a


hablar.

—Queremos tres habitaciones, las más grandes y que estén en el


último piso— explica— Aunque ya le avisé a Alana está mañana
sobre eso.

Cindy asiente porque al parecer conoce a la tal Alana y comienza a


escribir algo en la especie de computadora que tiene y luego vuelve
a sonreírle a Cristian o quizá solamente son suposiciones mías.

—Listo. — dice Cindy — ¿También pidió ir a la fiesta?


Ya son pasadas las dos de la mañana y Cristian asiente con una
sonrisa.

—¡Por supuesto!

Cindy le extiende tres especies de llaves en forma de una "C" en


dorado y...

—Perdón por ser tan entrometida, pero... ¿No son muy pocas
habitaciones, Señor Cristian?

Y por alguna razón, Cindy me mira a mí cuando dice eso.

—No porque una para los rubios, —enumera con sus dedos— otra
para mi primo y una para nuestra novia y esas son solamente tres
habitaciones, Cindy— suelta con simpleza prácticamente
arrancándole las llaves a Cindy que pestañea.

«Nuestra novia». Por alguna razón siento algo en el pecho y no


aguanto las ganas de darle un beso a Cristian que responde
inmediato bajo la mirada de... Cindy y me gustaría que Alana
también estuviera aquí.

—Espero tenga una estadía perfecta, Señor Fairchild— vuelve a


hablar Cindy y por alguna razón, se escucha... ¿Afectada? La
verdad es que no me importa y sonrío hacia ella.

Ignoro lo que comienzo a sentir en ese momento y Cristian


comienza a caminar hacia el gigante ascensor en donde entramos.
Jake abraza a Joseph por el cuello diciendo algunas cosas tontas a
las cuales no presto atención, Ángel está en una esquina con su
teléfono y Cristian se gira extendiéndole las dos llaves restantes
antes que el ascensor se abra.

—Recuerden estar a las tres y media listos para ir a la fiesta— habla


Cristian y Jake, Joseph y Ángel asienten comenzando a caminar por
el pasillo entrando a sus dichosas habitaciones. Se escucha como
cierra con seguro la puerta y sigo a Cristian que nos lleva hasta la
última que hay al final del pasillo.

Tiene una corona en la cerradura y pasa la "C" por ahí. La puerta


hace una especie de clic y se abre dejando ver una cama realmente
gigante y una habitación espaciosa llena de dorado con blanco.

Los chicos pasan y no digo nada cuando los veo quitarse las
camisas. Es como si mi cerebro se preparase de inmediato a lo que
está a punto de suceder y no necesito decir nada, porque cierro la
puerta detrás de mí y me quito mi camisa también junto con el
pantalón quedando en ropa interior.

Cristian es el primero que se acerca y es el primero que beso


mientras siento cómo me late el corazón con fuerza a la vez que
siento sus manos grandes en mi espalda y siento que voy a
desfallecer cuando siento a alguien más detrás de mí y siento
aquello que envía punzadas a mi vientre.

No sé si esto es algo incorrecto, pero me gusta y me separo de


Cristian para ver a la persona que tengo detrás rozándome el falo
duro que se le marca en el bóxer negro.

«Caebrán». Lo beso también mientras siento los besos de Cristian


en mi cuello a la vez que siento otras manos que no son las de
Caebrán tocando mis pechos que aún siguen cubiertos con un
sujetador rojo que hace relucir aún más mi piel pálida.

Nadie habla, pero siento los latidos de mi corazón y la respiración de


cada uno. Caebrán me deja de besar en algún momento y me
consigo a Crono cerca, frente a mí y con una agilidad, Consus me
saca el sostén por detrás dejando un beso en mi cabello.

Caelus está sentado en la cama, con las piernas ligeramente


abiertas y cuando el sostén cae al suelo, mis pechos quedan
expuestos y me concentro en la imagen del hermano que está
sentado a unos metros: con el falo duro y grueso afuera, moviendo
su mano de arriba abajo sobre él mientras veo como la punta se
enrojece y la boca se me hace saliva mientras me imagino de
rodilla, intentando meterme todo eso a la boca mientras lo lleno de
mi saliva y él me lleva de su sabor.

Siento besos en mi espalda, mi cuello, y las manos de los cuatro por


mi cuerpo y se me eriza la piel cuando Crono rompe las bragas con
una facilidad alarmante. Los pedazos de tela caen al suelo y me
obligan a caer de rodillas mientras veo cómo se sacan las vergas
duras, gruesas y grandes que me ponen a temblar de placer.

Siento mi entrepierna palpitar y Crono es quien me jala el cabello


mientras me obliga a abrir la boca mientras me la mete de una sola
estocada a la boca. La siento en mi garganta y antes que pueda
tener una arcada, la saca haciendo que un hilo de saliva le escurra.

No me avergüenza, en cambio, me prende y con mis manos agarro


la de Cristian y la de Caebrán mientras Consus se masturba cerca
esperando para que sea su turno y en este momento me gustaría
tener más manos de las que tengo.

Me entierro el miembro de Crono en la boca o al menos intento


hacerlo todo, pero la verdad es que es tan grande que no me entra
por completo mientras masturbo las otras dos con mis manos.

Crono me jala el cabello, veo cómo mueve su nuez de adán al verlo


tragar saliva y paso al miembro de Cristian, pasando la lengua por el
tronco antes de repetir el movimiento antes de metérmelo a mí boca
mientras me esmero por complacer a las otras.

El sonido de los gruñidos de todos me va a enloquecer y no llego a


la de Caebrán cuando me obligan a levantarme y Caebrán estrella
su mano en mi glúteo haciendo que pegue un brinco. Siento su
mano ahí aun cuando ya no está y me arde al momento en que me
obligan a acostarme en la cama.

Caelus se levanta, me obligan a abrirme de piernas y Crono pasa su


dedo por mi entrepierna llenándose de mi humedad. Me flexionan
las piernas, tanto que las agarro con mis manos y las pego a mi
pecho mientras Crono se me viene encima y me introduce el
miembro de una estocada que me hace rodar los ojos. Caelus,
Cristian, Caebrán y Consus se colocan de rodillas en la cama
mientras me obligo a levantar un poco la cabeza y uno por uno van
metiendo sus miembros en mi boca mientras Crono me folla con
estocadas veraces y duras que me colocan a chillar.

Aprietan mis pechos, pasan los minutos que parecen horas por el
placer que siento, estoy a una raya de explotar y Cristian acaba en
mi cara mientras Caebrán lo hace en mi pecho y Crono sale de mí
haciéndome a un lado. El orgasmo no llega y Caelus es quien se
acuesta, me coloco encima de él, en cuatro y lo veo a los ojos
cuando me dejo caer sobre su miembro, haciendo la cabeza hacia
atrás.

Comienzo a brincar, Caelus me aprieta los pechos y coloco en culo


en pompa cuando siento el miembro de Consus llegar hasta ese
punto que comienza a estimular y luego, me penetra con tanta
fuerza que me hace chillar.

«Los siento a los dos al mismo tiempo». Siento que estoy a punto de
enloquecer, no puedo captar lo que dicen por qué solamente sé que
se siente tan delicioso y abro la boca recibiendo el miembro de
Caebrán en mi boca mientras abajo siento que me van a partir por la
fuerza en la que emplean.

—Eres tan deliciosa...— escucho en algún punto, pero no reconozco


la voz porque siento todo tan fuerte. Las emociones me van a hacer
enloquecer, la saliva se me acumula en la boca, las manos de
Caelus me aprietan los pechos y se lleva uno a la boca, luego lo
escupe, los amasa, los muerde y los chupa haciéndome rodar los
ojos, los siento tan sensibles... Consus me da una nalgada sin
ningún tipo de piedad que me hace vibrar y Caebrán me entierra
todo el miembro hasta que lo siento raspándome en la garganta. Lo
saca y veo cómo Cristian y Crono se están masturbando encima de
mí, pendiente de todo.
Bajo la mirada, veo como es la unión de mi cuerpo con la de Caelus
y moriría por ver cómo se ven los dos dentro de mí al mismo tiempo
y cierro los ojos, dejándome ir a la vez que siento la humedad
escurriéndome los muslos.

Jadeo sin aire y Crono me acaba en la boca mientras Cristian lo


hace minutos luego en la cara. Me lo trago todo y enseño mi lengua
con una sonrisa a la vez que siento cómo se vienen los dos dentro
de mí y beso a Caelus escuchando los gruñidos de Consus atrás
junto con las nalgadas que suelta erizándome la piel.

Y no sé cómo soy capaz de soportar tanto.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Termino de ducharme y aprieto las piernas ignorando esa pequeña


molestia en mi entrepierna mientras veo el vestido de color rojo y los
tacones dentro del baño porque me he traído la ropa hasta acá
porque sé lo que pasaría si salgo desnuda y están ellos ahí.

Mi pantalón está ahí, en el suelo y saco la carta que doble y que


estaba en mi bolsillo trasero.

Los ojos me pesan, no he tenido tiempo para descansar y siento


que no tengo energía, pienso la posibilidad de quedarme dormida,
pero mi teléfono vibra con un mensaje de Jake.

«¿Ya estás lista?»

Me muerdo el labio inferior, recuesto mi trasero al lavamanos, pero


siento la incomodidad de inmediato y tecleo:

«No, aún me falta vestirme... ¿Tú?»

La respuesta llega de inmediato.

«Ya estoy lista, tuve que salir de la habitación o Joseph en


realidad no iba a dejarme ir»
Respondo:

«Creo que me pasa algo como eso además que me duele TODO»

Y pongo todo en mayúsculas para que vea que hablo en serio.

«Al menos eso significa que nos follan bien ja, ja, ja»

«Confirmo al 100%»

Tarda unos minutos en responder. Minutos que ocupo vistiéndome y


cuando voy a amarrarme el cabello en una coleta alta, ella escribe:

«Oye...»

«¿Qué paso?»

«En serio creo que deberías venir»

«¿Por qué?»

«Creo que es el mejor momento para descubrir las sospechas


sobre Ángel además...»

Enarco una ceja cuando veo que me ha dejado con la duda.

«¿ADEMÁS?»

Lo escribo en mayúsculas para que se dé cuenta de que estoy


impaciente.

«¡¡ACABA DE LLEGAR ROSE!!»

Aprieto el teléfono entre mis manos y leo lo que escribió varias


veces para asegurarme de que no sea una mala jugada de mi
mente. El sueño que tenía se esfuma y otro mensaje llega.

Pero no es de Jake, es de un número desconocido y entro por


curiosidad.
«El juego apenas comienza»

La piel se me eriza y cuando voy a responder, llega otro mensaje del


mismo número. Es una foto y reconozco de inmediato lo que dice
sin leerlo cuando veo el comienzo de lo que dice.

Es una fotografía de una carta y los ojos se me llenan de lágrimas


cuando comienzo leer:

El número lo dice todo, sé que es algo que solamente conocíamos


ella y yo. Lo llamábamos nuestros código y...

666

Moscú, Rusia.

Querida D'yavol, mi dulce smert'...


666

Se cree que la denominación 666 (seiscientos sesenta y seis) es


una base numérica para denotar al anticristo.

Moscú, Rusia.

Querida D'yavol, mi dulce smert'...

Quisiera decirte muchas cosas en este momento, pero siento que no


tengo palabras suficientes para dejarte en claro todo lo que siempre
significaras para mí.

Eres mi vida entera, mi mayor orgullo y sé que vas a ser tan fuerte,
poderosa y grande que dejaras nuestro legado en alto.

Nunca he tenido dudas sobre eso y quiero que en ningún momento


tú las tengas también. La confianza es lo que hace a una mujer
poderosa y mucho más atractiva de lo que ya es y no importa
absolutamente que sepas mucho, que seas inteligente si no confías
en ti, en tu potencial y en lo que eres capaz de hacer.

Espero que me recuerdes, que tengas la imagen de una mujer


fuerte en tu cabeza, esa mujer fuerte que fue tu madre y que te
adoró, enseñó y dio todo de sí misma para que fueses feliz el poco
tiempo que estuvimos juntas.

Siempre supe que iba a partir antes de tiempo y es por eso que me
esmeré por enseñarte todo lo que sabía, por dejarte en claro
nuestros valores y nuestro lugar en la leyenda.

Sé que no cometerás mis errores, que no te doblegaras ante el


amor y que vas a ser la peor destrucción que haya tocado la tierra.
El mundo arderá en cenizas cuando tengan la osadía de
subestimarte y hasta el peor de los monstruos, va a arrodillarse
frente a ti porque eres la reina, la santa muerte, eres el anticristo, la
maldad que jamás había pisado la tierra y que hará temblar la
misma.

Harás que todos nos teman, incluso, harás todo muchísimo mejor
que yo. Estoy tan segura de eso desde el primer momento que
abriste los ojos, que diste el primer latido y que lloraste cuando
saliste de mi vientre.

Seguro van a haber altas y bajas, habrá momentos donde


seguramente te encontraras sin salida, no creerás en ti y no sabrás
qué hacer, pero cree en tu instinto, cree en ti sin importar lo que
suceda porque yo lo hago y lo haré siempre así deje de respirar.

Mamá te adora con todo su corazón y va a amarte siempre.

No odies al culpable de mi muerte. Solamente aprende de mis


errores y sé fuerte por mí, por ti y por las dos evitando cometer los
mismos errores que yo.

Guarda esta carta para cuando te encuentres sin salida, para


cuando sientas que no puedes seguir o no entiendas lo que sucede.
El destino es sabio, sabe que, si te pone ciertos obstáculos, los vas
a pasar, aunque te sientas cegada y creas que no puedes, yo sé
que, si y confío en ti, tus capacidades y tu poder.

Recuerda que nadie está completamente para nadie, que las cosas
se pegan y que cada uno de tus actos tendrá su costo al final y por
eso usa tu poder con sabiduría, no desperdicies energías en cosas
que no valen la pena y no demuestres nada, porque no necesitas
demostrarle a nadie de lo que eres capaz.

Siempre habrá personas que querrán dañarte y es por eso que


debes ser inteligente.

Atácalos.
Destrúyelos.

Mátalos.

Y haz todo eso antes que ellos.

Sé que puedes, confío en ti, así como confiabas en mí. Entiende


que mi partida era necesaria, pero que hice un sacrifico para que
quedaras con vida y no me arrepentiré nunca. Tal vez me equivoqué
en algunas cosas, pero hice lo que creí correcto en su momento y tú
lo entenderás en el futuro.

No necesitas de nadie para ser indestructible y ni siquiera necesitas


de mí, mi amor y yo sé que serás tan letal que el mundo temblara
solo al escuchar tu nombre.

Recuerda que mami murió por ti no por lo que ellos dicen.

Recuerda que mami te amo hasta su último respiro.

Recuerda que mami siempre confiará en tus capacidades.

Recuerda que mami siempre estará para ti, en alma y cuerpo.

Recuerda que siempre fuimos tú y yo.

Y no menos importante, recuerda que hay secretos que se deben


guardar bajo llave y que eso no nos hace cobardes, eso nos hace
inteligentes.

Solamente te tienes a ti a partir de ahora.

Sé que sabrás sobre mi muerte, sé que odiaras la manera en la que


sucedió, pero déjame decirte que no fue lo peor para mí. Lo peor
sería verte sufrir y es por eso que hice todo para que fueran contra
mí y te oculte por tu bienestar.

Recuerda que mami te ama y que mami murió feliz sabiendo que
estarías viva, sana y salva de aquellos que no aceptaban lo que
somos y eso es lo que importa, nada más.

Mami jamás te olvidará mi pequeña y tú jamás olvidarás a mami mi


pequeño ángel.

Atentamente,

Alukah, mami.
Capítulo 68 (*)

LUCY

Había una sola cosa que jamás me perdonaría y era la muerte de mi


madre.

Era esa cosa que por más que intentaba alejar, olvidar o dejar pasar,
por alguna manera volvía siempre a mí.

Estoy sentada arriba de la tapa del inodoro, tengo la cara entre las
manos y un nudo que no me gusta para nada en la garganta. Los
sentimientos con los que tanto lucho para tenerlos encerrados en
una caja al fondo ahora están en la superficie y no sé si seré capaz
de controlarlos o volverlos a meter ahí.

«¿Cómo encontraron la carta?». Aprieto mis puños con fuerza presa


de la rabia; «¿Por qué se meten con ella?», y me siento estúpida
cuando la respuesta me la doy yo misma al instante:

Porque es tu punto débil, Lucy y es ahí por donde van a atacarte.

Los ojos se me llenan de lágrimas, mamá se molestaría si me viera


en este estado, pero no sé qué hacer ni puedo pensar con claridad
porque solamente puedo recordar su cuerpo, sus gritos y la forma
en la que poco a poco fue perdiendo la vida en mis brazos.

Mamá intentó separarme de su muerte, sí, pero al final nunca pudo


hacerlo. Creo que ella no se imaginó lo que sucedería y es por eso
que las palabras de esa carta me molestan porque no pudo
mantenerme a salvo y no puedo aceptar su muerte cuando estuve
presente y la vi partir sin poder hacer nada más que ser una inútil.

Hay recuerdos que mi mente bloquea, pero hay cosas que recuerdo
a la perfección.
Una cosa es hacer daño y otra ver cómo te lo hacen a ti. El destino
es una mierda y hasta los peores monstruos deben pagar por sus
pecados, con intereses que algunas veces ni sentido tienen. El
balance de las cosas es enigmático y extraño, nadie puede librarse
de la muerte, ni siquiera aquellos que se encargan de hacerla
realidad antes de tiempo y eso lo sé con exactitud, tanta que me
aturde y es ahí cuando a veces me gustaría ser una ciega ante
ciertas cosas.

No saber lo que sé.

No sentirme así.

Dejar de ser así.

No quería recordarlo, de verdad que no quería recordarlo, pero mi


cerebro no recibió la orden a tiempo y podía sentir el frío, los gritos
de mamá y el llanto, no por lo que le hacían, sino al ver que estaba
presente.

A ella no le jodió lo que tenía que pagar, ella solamente estaba


enojada porque nada había salido como lo había planeado.

Eso lo sé con exactitud porque se le salió de las manos. No puedo


juzgarla, no sería capaz de hacerlo, pero...

Solo tenía ocho años.

Tenía ocho años, a seis meses de cumplir los nueve para ser
exactos y acababa de llegar feliz a casa porque una vez más había
ganado el premio a la primera y más alta calificación.

Abro los ojos, no quiero recordar. El sabor amargo en mi boca


porque no quiero recordar, no quiero volver a estar ahí, pero un
sabor a déjà vu toma mi boca, aprieto los puños mientras siento las
lágrimas rodar por mis mejillas, no es tristeza, es ira y esa emoción
es mucho más peligrosa que cualquier otra...
Estaba tan feliz, otra vez, otra vez era la primera en clases. Sé que
mamá me ha dicho que no puedo sobresalir en todo porque eso
solamente aumenta el hecho de que podamos ser descubiertas y
traerá muchos problemas.

«Problemas»

A mamá no le gustaban y a mí tampoco porque los problemas


solamente los tienen los inútiles. Nosotras debíamos tener todo bajo
control, en todo ámbito de nuestra vida, nada podía salirse del
margen, todo debía tener un balance.

Las leyes estaban para cumplirse, nuestras propias leyes que quizá
para otros eran muy descabelladas, para nosotras eran las correctas
y por eso mamá siempre decía que nadie nos entendería y que
debíamos ser inteligentes, mantenernos ocultas no por miedo, sino
para ser más letales porque nada teme al que no ve y cuando
apareces de repente, eres capaz de enloquecer a cualquiera.

El verdadero miedo se infunde explotando tus capacidades. Mamá


siempre repetía que no éramos normales, que debíamos ser
conscientes de lo que significábamos y yo me pregunta muchas
veces por qué debíamos huir si éramos tan poderosas, pero mamá
me había dicho que éramos la profecía, pero que no éramos
inmortales y debíamos cuidarnos de los que nos querías hacer daño
y supongo que estaba muy pequeña o aún conservaba un gramo de
inocencia porque nunca me di cuenta de nada.

No podíamos morir tan jóvenes, pero debíamos ser conscientes de


que en algún momento lo haríamos y eso lo repetía tantas veces. Yo
nunca quería que ella me dejara, la idea me enfermaba porque no
sabía qué es lo que haría con mi vida si ella no estaba.

«Ni siquiera me atrevía a pensar en eso».

Abrí la puerta de la casa, nos habíamos mudado de vecindario y ya


me había acostumbrado al sol, pero aún extrañaba el frío. Nada era
como Rusia, mamá se reía de eso muchas veces, porque mi cara se
ponía muy roja cuando me irritaba tanto calor y decía que era la
cosa más adorable y que nadie se imaginaría lo que corre por mis
venas.

Cerré la puerta detrás de mí, estaba tarareando en mi cabeza, una


estrofa de esa canción rusa que mi mamá me cantaba antes de
dormir todas las noches y cuando estaba por colocar la llave encima
de la repisa que había a un lado de la puerta, colocándome de
puntillas porque era mucho más alta que yo, escuché un sonido
seco que me hizo girar alerta.

Me mordí la lengua mientras me agachaba y buscaba la pequeña


navaja que siempre tenía oculta entre la media y el pantalón. El
corazón me latía con fuerza y pensé por un momento gritar su
nombre, pero había algo que no entendía.

«Mamá ya fuese venido a abrazarme y que no estuviera aquí


levantaba mis alarmas». Camine en completo silencio hasta llegar al
cajón que había a unos cuantos metros, miraba hacia todos lados
alerta porque había personas que nos querían hacer daño o querían
hacerme daño a mí para herir a mi mami.

No entendía por qué querían lastimarme, pero mami decía que era
por su trabajo— todo se trataba por de él—. También decía que
había personas que la envidiaban, que querían lo que ella tenía:
dinero, poder y a mí. Al parecer, eso era muy importante porque ella
decía que era su descendiente, su sangre y que en mis venas corría
un poder que muchos envidiarían. Pero a mí me gustaba su trabajo
y no veía nada malo en ello, eso la hacía especial, que mi mami
fuese tan talentosa, perfecta y bonita que marcaba una diferencia
gigante con las otras madres aburridas de los niños tontos de mi
salón.

Aun así, luego ella me repetía que nadie nos entendería y debía
hacerle caso porque mami siempre tenía la razón y siempre se
esforzaba por nosotras.
Recuerdo sus palabras y las siento calientes en mi oído: «si no
estoy en casa, busca el arma y defiéndete. Nunca permitas que
alguien te haga daño». No lo entendía, pero igual saqué el arma
pesada y comencé a apuntar hacia todos lados mientras caminaba.

La sala estaba oscura y escondí en arma detrás porque era un


factor sorpresa. Mamá me había explicado las posibilidades de
ganar si tu objetivo pensaba que eras indefensa, cómo el factor
sorpresa jugaría a tu favor y era exactamente lo que estaba
haciendo.

«¿Es verdad o es solo uno de los entrenamientos de mami?» De


igual forma, encendí la navaja y el arma la sentía atrás. Miraba
hacia todos lados alerta y cuando llegue al comedor, había una rosa
negra y una carta encima de la mesa.

Mis ojos se abrieron curiosos y tomé la carta con cuidado. Mire


hacia todos lados porque seguía estando alerta, el sonido no
saliendo de mi cabeza y cuando desdoble el papel blanco, la tinta
negra y la caligrafía perfecta quedo a la vista al igual que los tres
números que me hicieron latir el corazón con fuerza.

Seis, seis y seis.

Mis ojos recorrieron las letras, grabándome cada una de ellas y


sintiendo asco en la garganta. Náuseas mientras sentía como se me
retorcía el estómago y quería sentarme a llorar en el suelo.

«No podía ser real» «Mamá nunca me dejaría sola». La visión se


me coloco borrosa por las lágrimas y apreté la hoja contra mí
mientras me repetía que este era un sueño, una pesadilla horrible
y...

—¡Mami ya no me gusta este juego...! — grité a la vez que sentía mi


garganta quemándose. Las manos me temblaban y mi pecho se
movía con fuerza, fruncí los labios y miré hacia todos lados
esperando encontrar a mamá caminando hacia mí con una sonrisa
burlona en el rostro, pero no había nada.
La casa seguía en silencio, tanto que comencé a sentir pequeña,
asfixiante y di unos pasos mientras miraba hacia todos lados,
esperando que ella saliera de algún lado.

—¡Mami! — volví a gritar cuando no conseguí respuesta. Mi voz


cada vez escuchándose más afectada: — ¡Mami sal del escondite y
ven aquí que ya no me gusta! Ya no quiero jugar...

«Mami tengo miedo» Corro hasta la cocina, no consigo nada, todo


está en silencio y oscuro tanto que me produce tortícolis, voy a su
cuarto, tampoco hay nada y el miedo incrementa a niveles
expansivos por todo mi cuerpo.

Solamente me queda un lugar por visitar. No puedo evitar sollozar y


espero que pueda encontrarla ahí porque no sabría qué hacer si
ella... si ella en verdad se ha ido.

«Debo ir a mi habitación». Comienzo a correr por las escaleras y el


sonido de mis pequeños zapatos se escucha al repicar con la
madera del piso, pero solamente quiero encontrar a mi mami, nada
más me importa y siento como si me hubiera quitado el aire
cuando...

—¡Mami! — grito cuando veo cómo del último cuarto, debajo de la


puerta, sale un charco de sangre. Mis ojos se abren y por instinto,
corro hacia la puerta y sin importar mancharme los zapatos, abro la
puerta con desesperación, llenándome de sangre.

—Mamá, no...— digo cuando consigo el cuerpo de una mujer rubia


en el suelo. La sangre proviene de ella, de su cabeza con exactitud.
Hay un golpe contundente en él, de donde sale la sangre y me
quedo quieta, sin saber qué hacer ni poder evitar los sollozos ni que
el nombre de mi mami salga de mi boca.

Ella no es, pero la idea de que ella sea la que esté en el suelo,
sangrando me congela y solamente comienzo a temblar cuando del
baño, sale una persona con una sonrisa mientras se limpia las
manos con un pañuelo blanco que mancha completamente de
sangre.

—No soy tu mami— dice esa persona con una sonrisa que me
produce náuseas y se acerca a mí. El arma que tengo en la espalda
se siente pesada y solamente quiero usarla si esa persona le ha
hecho daño a mi mami.

—Devuélveme a mi mami— le digo y se agacha hasta quedar de mi


tamaño y menea la cabeza.

—No puedo...— contesta y por alguna razón, me da miedo. Mucho


miedo y no puedo evitarlo— Tu mami hizo cosas malas y está
pagándolo ahora.

Dice mi nombre y niego con la cabeza, sintiendo las lágrimas rodar


por mis mejillas.

—Quiero a mami, devuélvemela o...—

—¿O qué? — se burla y doy un paso hacia atrás. Sonríe porque


piensa que voy a correr, pero en un movimiento ágil saco el arma y
coloco el dedo encima del gatillo como mi mami me enseñó
mientras ahora es quien retrocede con las manos en alto.

A punto directo a su corazón, se mueve y disparo. La sonrisa en su


rostro me da ganas de borrarla y advierto con la voz grave sin dejar
de llorar.

—Te voy a matar.

«Haré todo por mi mami» y solamente me interesa recuperarla, así


que doy un paso al frente, segura y la persona uno atrás. Sabe que
no estoy jugando y aunque estoy llorando, tengo miedo y quiero a
mi mami, haré todo por ella.

Sin importar nada.


Un sabor metálico me llena la boca y me suelto el labio que había
estado mordiendo con tanta fuerza como para hacerme sangrar
mientras recordaba posiblemente el principio de todo el desastre.
Tocan en la puerta y por eso me levanto, apagando la pantalla del
teléfono y mirándome al espejo.

«Se nota que he estado llorando». Abro el lavabo, lleno mis manos
de agua y me la echo en el rostro mientras vuelven a tocar.

Tengo muchas cosas en la cabeza, estoy sensible y llena de rabia.

—¿Lucy, estás bien?

No respondo. Solamente me miro al espejo, mi rostro hinchado de


lágrimas y mis ojos apagados.

«No me siento bien, Cristian y desde luego que no estoy bien».


Aprieto mis palmas y sé que no puedo encerrarme aquí a esperar
que todo en mi cabeza vuelva a estar en su sitio, pero también sé
que es un gran error salir en este estado donde cualquier mínima
cosa puede hacerme explotar.

Debato mis opciones. Si me quedo encerrada actuaré como una


patética y alertaré a los cinco que no tardaran en buscar información
sobre mí que no quiero que se sepa por nada del mundo, pero si
salgo, posiblemente en algún momento no voy a poder aguantar y...

No me gusta que las cosas se me salgan de las manos.

—¡Ya salgo! — contesto dejando mi decisión más que clara y


escucho un murmullo que no alcanzo a escuchar.

«Es lo mejor que puedo hacer». Me convenzo a mí misma, voy a


descubrir la conexión que hay con mi madre y luego... luego me
encargaré de solucionar el desastre que hay en mi cabeza.

—Los chicos bajaron...— dice — Porque Joseph llegó diciendo que


Rose había llegado hasta aquí.
Otro jodido problema.

Recojo la ropa del suelo y la coloco en la maleta pequeña,


escondiendo la carta en el fondo y me la engancho al brazo
mientras tomo una toalla y me seco el rostro con ella mientras con la
mano libre que me queda, abro la puerta y me consigo al castaño de
brazos cruzados, mirándome con atención.

Sus ojos cafés me evalúan cada centímetro del rostro y si consigue


algo en él, no dice nada. Ni siquiera menciona el hecho evidente y
es que mi rostro sonrojado y mis ojos hinchados demuestran que he
estado llorando.

Le paso, por un lado, agradeciendo que no comience a hacer


preguntas cuando ahora debo pensar en cosas más importantes en
vez de que les estoy ocultando algo o que sea lo que somos en
realidad.

«¿Qué es lo que somos, Cristian?»

«¿Qué es lo que somos nosotros, incluyendo a tus hermanos?»

Coloque la maleta debajo de la cama. Agachándome para dejarla


fuera de vista y me imaginé que no serían tan extraños para meter
sus manos en ropa sucia y otra no tan sucia.

Me incorporé, arreglando el largo del vestido que me quedaba unos


cuantos dedos encima de la rodilla. Con unos simples movimientos,
se me podía ver el trasero y me observé en el espejo de la pared
mientras veía mi reflejo.

Sí, había estado llorando y si sabías observar bien—aunque eso es


prácticamente imposible— te darías cuenta de que algo no está bien
conmigo en este preciso momento y seguramente pensarías cosas
erradas, darías vueltas en círculos y cuando creyeras saber algo
sobre mí, te darías cuenta de que no es más que una idea errónea
porque nadie nunca me conocería en realidad.
Me observé en el espejo.

Mi rostro estaba sin una gota de maquillaje y no lo necesitaba. Mi


piel brillaba sin una imperfección, mi cabello negro como la noche
más oscura y ya lo hinchado de mis ojos comenzaba a desaparecer,
tenía ese sonrojo natural en las mejillas, los ojos azules parecían
dos gemas brillantes que transmitían poder y no dije nada, ni
siquiera me moví, cuando Cristian me abrazo por detrás, colocando
su rostro en mi hombro.

Era tan alto como sus hermanos y yo seguía siendo pequeña


porque mi estatura también ayudaba a esa faceta angelical que era
de alguna forma mi disfraz. Me beso los labios, haciendo girar un
poco mi rostro y me mordió el labio inferior con fuerza al punto de
casi lastimarme, antes de soltarme.

Mis ojos se concentraban en el reflejo que nos brindaba el espejo y


combinábamos tan bien. Ellos parecían hechos para mí, todos
siendo tan diferentes e iguales a la vez y todos gustándome de la
misma forma.

—Te ves hermosa, Lucy— soltó en mi oído y sonreí con todas mis
ganas porque nadie debería enterarse de que estaba en un conflicto
interno que ponía en juego mi cordura, mis decisiones y mi destino.

—Gracias— conteste mientras me giraba para mirarlo a los ojos a la


vez que colocaba mis brazos en su cuello.

Sonrió, mostrando el pequeño hoyuelo que se le hacía en el lado


derecho de su mejilla y mis dedos se metieron entre las hebras
castañas de su cabello. Me miro a los ojos con tanta intensidad que
no pude explicar las sensaciones extrañas que sentí en el
estómago.

—Me gustas tanto— soltó de repente sobre mis labios y nos


acerqué un poco más, empujando su cabeza para que así con un
simple movimiento, nuestros labios se juntaran.
—A mí también me gustan.

Sus ojos cafés de un momento a otro se oscurecieron y junté


nuestros labios de forma rápida mientras él profundizaba todo
apretando mi trasero y era tan delicioso que no pude evitar querer
pegar más su cuerpo al mío —como si eso fuese posible—. Sentí
que todos los músculos de mi cuerpo se flexionaban y me sentí
abrumada por una sensación familiar de paz y control que me llegó
de repente. Era inexplicable y me separé cuando ya estaba por
quedarme sin aire.

Di un paso hacia atrás y lo observé. Tenía ese traje color vino y la


camisa blanca que le quedaban de maravilla mientras me
preguntaba cómo era capaz de aparentar el doble de la edad que
tenía.

—Creo que deberíamos ir a la fiesta...—dice y junta sus labios con


los míos una vez más mientras me paga a su cuerpo al mío.

Me dejo llevar por el sentimiento y los recuerdos de hace algunas


horas, donde estábamos todos juntos y solamente era capaz de
concentrarme en las emociones que llenaban mi cuerpo mientras los
sentía a todos a la vez, cambiando de posición, turnándose para
tenerme, para besarme y para empalarme.

Mis ojos se concentraron en los de Cristian embocando los


recuerdos de la primera vez que estuvimos juntos, el chocolate frío y
líquido sobre el cuerpo de ambos a la vez que sentí un calor de
repente.

Cris me tomo de la mano, juntando sus dedos con los míos y me dio
un beso en la palma de la misma antes de abrir la puerta y
ofrecerme que saliera primero tal y como hice. El hechizo mágico en
el que había estado unos pequeños segundos donde había
bloqueado todas las cosas que están pasando justo en este
momento en mi cabeza, desapareció.
Comenzamos a caminar hacia el ascensor y el silencio era
agradable, pero mi cabeza no dejaba de maquinar las cosas que
posiblemente pueden cambiar esta noche.

«¿Y si Ángel se alió con Rose?» «¿Ángel sabrá entonces...?» Aleje


esas ideas de mi cabeza, eran muy estúpidas y nadie podría
sospechar de algo que solamente tres personas en el mundo sabían
y dos de ellas estaban muertas mientras la tercera era yo misma.

Me sentí intranquila, como si de alguna forma pudiera tener ese


presentimiento extraño de que algo malo esta por pasar y mire a
Cristian mientras por primera vez admitía mentalmente que les
ocultaba tantas cosas como ellos me ocultaban a mí y no sabía
realmente si eso sería un problema para nuestra relación.

¿Lo sería?

Recordé que entre todas las cosas que les he estado ocultando,
Marcus es una de ellas, he estado callando para mí que lo conozco
y que sé que asesinó a Pondra, que le debe la vida a Rodrigo Bush
y que desde hace tiempo ha estado viviendo en Hiverdele, incluso
oculte que una parte de mí siente que tuvo algo que ver con la
explosión, aunque eso no tenía sentido.

Pienso en Marta, también les he ocultado las cosas que dicen en


medio de los delirios y que desde luego es solamente una forma de
distorsionar su realidad. Que Dorian también tiene mis sospechas y
que ahora Jake también prefiere callar a que su "secreto" se sepa.

Sé que mi relación con los chicos no es honesta y que desde que


llegue a Hiverdele no he hecho más que mentir, pero también sé
que no soy la única que oculta cosas así. Cristian me regala una
sonrisa corta y cuando las puertas se abren, estamos en un nuevo
lugar.

La música electrónica resuena por todo el lugar y la temática del


lugar es colores brillantes, donde predomina el morado y el plateado
por todo el lugar. La gente está bailando en el centro de la pista,
parece una especie de discoteca de lujo y me sorprende la cantidad
de personas que hay en el lugar.

Bailan, cantan y algunos se besan.

Hay mesas distribuidas en todo el lugar y en la esquina, consigo a


las personas que estaba buscando:

Los cinco, Ángel, Joseph, Jake y... Rose, pero lo que no esperaba
era ver a Rose llorando, siento de alguna forma... ¿Consolándola?,
Jake que acaricia su espalda y miro a Cristian sin entender lo que
sucede.

Todo es tan extraño, incluyendo la sonrisa que me da Ángel desde


su sitio y otra vez veo en esos ojos negros un destello de maldad.

¿Qué es lo que sabe? Rose levanta la cabeza del hombro de Jake y


por alguna razón, me ve con miedo y solamente la observo con
dureza hasta que rompe el contacto visual.
Capítulo 69 (*)
CAELUS

Rose había llegado de repente y Joseph era el que por desgracia se


la había encontrado cuando iba camino al casino. Jake me comento
que se lo había dicho a Lucy porque estaban mensajeándose, pero
de un momento a otro, Lucy le dejo de responder.

«Todavía seguía buscando las respuestas porque algunas veces,


Lucy actuaba completamente extraño». Casi siempre estaba sumida
en sus pensamientos, siempre iba un paso adelante de todos, esas
ganas de saber algo que no le incumbe y que fácilmente podría
destruirla, esa oscuridad que aparentemente habitaba en ella, ese
rostro perfecto que la hacía parecer como un ángel, aunque yo
sabía que ella no era eso...

No, claro que no, Lucy no podía ser un ángel. No sabía si la idea me
sorprendía o me entristecía porque la parte retorcida de mí, quería
mancharla, ensuciarla y retorcerla al punto de que fuese igual a mí o
a uno de mis hermanos, pero al parecer, ella está manchada desde
hace tiempo y era peligrosa. Lo sabía, lo intuía, pero tampoco me
molestaba en terminar lo que sea que tenemos.

Es un juego peligroso que me gusta. Ella me gusta. Ella nos gusta y


al parecer ella disfruta tener ese efecto en nosotros, a mí me gusta
que lo tenga, que sea tan fuerte para jugar con los cinco a la vez,
pero sabía perfectamente que llegaría el momento donde
querríamos más.

¿Ella nos daría más?

Pero también estaba esa intensidad por parte de nuestro padre:


«Aléjense de ella, no es juego, Lucy no es un juego y si se atreven a
tocarla, van a pagar caro». No lo entendía por más que lo pasaba si
Lucy llegó aquí porque papá quería ganar votos, —o era eso lo que
nos había hecho creer— demostrar también que podemos ser
caritativos con las personas que no tenían nada y el plan
fundamental era ese solamente que se distorsionó. Traer a una
chica nueva de intercambio, huérfana y darle educación de calidad,
dinero y hospedaje, pero ahora no solamente es la chica que vive
con nosotros, parece —o podría jurar— que hasta es un miembro
más de la familia. Ella no era la chica que esperábamos y cuando
pensábamos que no podía sorprendernos, asesinó a Dove Bush.

Desde luego que eso trajo problemas y fantasmas del pasado que
ya creíamos extintos, empeorándolo todo.

Jake observa con atención a Rose que aún no ha dicho como fue
que nos encontró aquí. Sé que está nerviosa por la forma en la que
frunce el ceño al ver a Rose llorar y Jake finalmente se levanta sin
poder controlarlo.

Camina hasta la barra de bebidas y veo cómo Joseph tiene


intenciones de levantarse e ir por ella, pero le coloco una mano en el
hombro.

—Me encargo yo— le digo y no le doy tiempo para responder.


Simplemente camino hacia Jake que le pide algo al barman rubio
que tiene purpurina brillante en los parpados y en el cuello.

El chico me da una mirada rápida antes de alejarse, quizá


reconociéndome y me coloco al lado de Jake que parece a un borde
de algún colapso nervioso por la forma en la que coloca sus manos
sobre su regazo.

Tiene un vestido blanco simple y aún no se le nota el embarazo. Su


cabello está amarrado en una coleta alta y tiene un labial rojo, los
ojos delineados de un color azul y se ve realmente bien a pesar de
los golpes que aún le quedan pequeños rastros en el rostro.

«Lucy recibió menos golpes que Jake». La rubia se llevó la peor


parte de la explosión y es por eso que algunos golpes no han
sanado.
Me imagino qué vestido habrá elegido Lucy y miro a Jake esperando
que hable, pero como no lo hace, coloco mi mano en su hombro y
ella se tensa porque no se esperaba el contacto físico y la duda que
he tenido toda esta semana carcomiéndome la cabeza sale de mis
labios:

—¿Qué ocultas?

La pregunta deja mis labios y ella voltea a mirarme. Sus ojos


celestes brillando bajo las luces de colores. Parece serena, como si
nada sucediera y me sonríe para juntarlo con el efecto de «no pasa
nada» pero sencillamente no me lo creo.

—No oculto nada, Caelus— dice y sonrío con burla.

—No te creo.

Ella fingió tranquilidad. Sé que fingió porque la conozco como la


palma de mi mano. No va a engañarme y por eso, vuelvo a insistir
porque desde hace días he estado notando extraños
comportamientos por su parte que no pienso seguir pasando por
alto.

No cuando sé que todos nos conecta, cuando sus secretos son los
míos y ahora que es amiga de Lucy, debo tener cuidado porque no
me permitiría que a ella le sucediera algo.

—No necesito que me creas, yo sé que no estoy mintiendo y eso es


lo que importa.

Subí mi mano de su hombro a su rostro y acaricié su barbilla,


mirándola. Concentrando mis ojos en los suyos y su máscara, por
un segundo flaqueó.

—Eres muy mala para mentir delante de mí— susurré con una
sonrisa burlona que ella respondió con una mirada cargada de odio.
Ella movió su rostro y el contacto de mi piel con su tersa piel, se
rompió obligándome a bajar la mano.

—No voy a hablar sobre nada así que deja de insistir.

—Entonces si ocultas algo.

—¿El embarazo? Pues sí, pero suponía que ya lo sabías. — soltó


con burla y rodé mis ojos porque algunas veces actúa como una
completa estúpida o es lo que intenta hacerme creer, pero está muy
mal de la cabeza si cree que seré tan imbécil para creerme su cara
de mosca muerta.

Le di una oportunidad para decírmelo, pero no lo hizo, lo que


solamente me deja pensar que es más importante de lo que parece
y seguramente más peligroso y que tarde o temprano va a salirse de
sus manos. Ya le salvé el culo una vez, lo volvería a hacer sin
dudarlo porque más que una amiga, la considero mi familia.

Me le quedo viendo por unos minutos que transcurren en silencio al


menos entre nosotros, porque la música está muy alta y la gente
grita siguiendo el coro de una canción de pop.

—¿Se lo vas a decir a tus padres? — pregunto finalmente,


desistiendo del tema y ella suspira, colocando su rostro entre sus
manos.

—Aún no lo sé.

«Eso pensé». Me quedo callado hasta que ella voltea hacia mí,
frunciendo ligeramente sus labios carnosos llenos de color carmesí
por la pintura y cuando mueve su cabeza, ligeramente se ve la
marca en su cuello.

Un chupetón.

—¿Qué? — pregunta arrugando el ceño y...

—Sigues permitiéndote el puesto de segunda opción, ¿no?


Ella se tensa.

—Joseph terminó el compromiso...—comienza y sonrío aguantando


las carcajadas que al final no puedo evitar soltar.

Jake muchas veces es tan ingenua que me pregunto cómo es capaz


de convivir entre monstruos. Como es que con esas actitudes ha
sobrevivido sin un rasguño, pero luego recuerdo que no todo el
tiempo fue así.

Una de las cosas que nos guardamos. Una de las cosas que
descubrí y que no le dije, pero que sé perfectamente que sabe y es
consciente y por un momento pienso que se trata de ello.

¿Habrá recibido una amenaza sobre eso?

—No entiendo qué es lo que te da risa— suelta tajante y me relamo


los labios.

—¿Crees que las cosas son tan fáciles, Jake?

—Joseph dijo...—

Meneo la cabeza, interrumpiéndola:

—Joseph puede decir misa, pero ambos sabemos quiénes son los
que toman las decisiones aquí— mis ojos viajan a Rose que tiene la
mirada perdida en el suelo, otra mosca muerta que no me trago
porque sé que es más de lo que aparenta y por eso no las
subestimo. Simplemente soy paciente y espero que muestre sus
verdaderas facetas para saber cómo operar y vuelvo a mirar a la
rubia que me mira con los ojos muy abiertos, a la vez que continúo.
Sé que le duele, sé que le molesta, pero no me importa. Prefiero eso
a que crea las promesas vacías del otro estúpido: — Lo sabes Jake,
Joseph es el títere de tus padres que a su vez le chupan las medias
a Rodrigo Bush y a él no le conviene romper el compromiso.
Agarro un vaso de Whisky que me sirve el barman y me lo bebo de
un solo trago, queriendo sentir la nicotina en mis fosas nasales y
garganta, pero controlo las ansias de fumar. Es uno de mis
problemas y mayores adicciones, al igual que mis hermanos,
obsesionados con los cigarrillos y los habanos, pero a diferencia de
ellos, trato de controlarlo.

—Yo sé que piensas Caelus que Joseph está intentando jugar


conmigo, pero créeme cuando te digo que está decidido en luchar
por nosotros...—

Sello los labios conteniendo la risa que eso me produce y con una
mirada le indico al hombre que me sirva otro trago.

—Entiendo, así que cuéntame más de tus sueños fantásticos e


imposibles, por favor...—

Ella golpea mi hombro con disgusto.

—¡Deja de burlarte de mí!

—Es que hasta pareces una payasa pensando todas las


estupideces que te dicen.

Voltea los ojos.

—Tú no lo entenderías— suelta de repente.

—Claro que no entendería cómo eres tan estúpida— contesto con


ironía y le doy una mirada dura— Sabes que Rodrigo no va a
permitir que se acabe el lazo porque está quedando en banca rota
porque el tráfico de mujeres se le está yendo al carajo por una mal
inversión que hizo y su salvavidas es tu padre, que es inteligente y
va a apoyar la trata de blancas porque eso le triplicara el dinero
cuando vuelva a resurgir.

Ella se tensa.

—Yo no quiero saber sobre ese tipo de negocios, Caelus.


—Pues deberías porque exactamente es lo que hará tu hermanito
cuando al final termine desposando a Rose Bush.

Tuerce los labios.

—Sabes que no todos tenemos que meternos en esos negocios


turbios...— habla y levanto la mano para que se calle.

Nunca había dicho tantas estupideces en un solo día.

—Sabes que todos tenemos al menos un porciento de nuestra


fortuna gracias a ello.

—La trata de mujeres es desagradable, espantosa...—dice mientras


coloca las manos en su cintura y tuerzo los labios con burla.

—Y de eso se encarga tu padre— le recuerdo lo que la hace soltar


un suspiro de frustración. Lo sabe y no puede hacer nada contra
eso.

Sabe que, en este mundo, se debe tener alianzas en los dos


mundos y nadie, jamás, logra montar un imperio sin tener acciones
en el bajo mundo.

Ella se queda callada, al menos unos segundos donde su cabeza


parece funcionar y me mira con cierta intensidad.

—Voy a tener el bebé— vuelve a decir y me encojo de hombros.

—Ok.

Agarro el vaso de Whisky y me lo llevo a los labios.

—Si algo me pasa, quiero que tú te hagas cargo...— pide y el trago


me queda en la garganta. Mis ojos se concentran en los de ella y
trago de un solo golpe sintiendo cómo me quema la garganta el licor
y repite: — Hablo en serio, Caelus.

Dejo el vaso de nuevo en la barra.


—¿Según tú qué te va a pasar?

—No sé, sabes que ahora que estamos recibiendo amenazas nunca
sabemos lo que pueda suceder y si esta vez no quieren asustarnos
y quieren matarnos finalmente...— dice, pero sé que es mentira. Lo
huelo, lo siento y lo veo por la forma en la que dice cada palabra,
confirmando aún más mis sospechas.

«Algo está pasando». La idea de que Lucy también esté involucrada


me produce tortícolis y dolor en los huevos porque no me
perdonaría nunca que algo les pasara a ambas.

—¿Sabes que puedes confiar en mí? — solté mirándola a los ojos—


Somos un equipo, Jake, aunque ya no tengamos diez años, lo
seguimos siendo y puedo ayudarte, protegerte y estar para ti sin
importar lo que suceda.

Ella rompe el contacto visual, mirando hacia las bebidas.

—No en todo.

—¿Qué?

—No en todo puedes salvarme y protegerme, Caelus.

Se a qué se refiere y en el fondo, también sé que ella sabe que lo


sé. Se acerca y me cubre con sus brazos, colocando su cabeza en
el centro de mi pecho por ser más pequeña.

—Siamo tutti malati e ci prendiamo cura gli uni degli altri come una
famiglia, Caelus*—susurra y le correspondo el abrazo.

—Siamo una famiglia, Jake*— respondo con la voz ronca— La


famiglia non ha mai segreti*

Ella levanta la cabeza de mi pecho y me mira a los ojos aun sin


separarse.
—Algunos secretos se llevan a la tumba y nadie puede interferir en
ellos.

Me da una sonrisa triste y se aleja mientras me da una última


mirada y comienza a caminar hacia donde están los otros. Ángel se
me queda mirando y me tomo el tercer vaso de Whisky de un solo
trago mientras comienzo a caminar también hacia donde está el
resto del grupo y Rose.

Ángel cruza miradas conmigo. Sé que está conteniéndose porque lo


único que quiere hacer es preguntarle a Rose sobre el hijo de puta
de Marcus, pero no lo hace. Tenemos una pequeña ventaja y es que
los Bush aún no saben que descubrimos que las ratas nunca se
pueden domesticar.

No importa los beneficios que les des, las ratas son ratas, siempre
terminaran traicionándote porque así es su maldita naturaleza,
asquerosa y traicionera y es por eso que todas merecen ser
quemadas, cortadas y degolladas.

Rose continúa llorando como una magdalena, luciendo más patética


de lo que es y cuando ve que Jake está a su lado, la abraza,
recostándose a ella.

No entiendo nada, sé que no son amigas, pero Jake es de un


corazón excesivamente noble —lo que resulta en exceso una
desventaja para ella— y le corresponde el abrazo mientras intenta
consolarla.

No lo hace de manera falsa, en verdad la abraza y le peina el


cabello como si fuesen amigas de toda la vida y en verdad le
importara lo que sea que le sucede a la peli azul. Rose solloza y
Joseph esta de todos los colores sin saber qué hacer o qué decir, es
entendible y Ángel solamente tiene una sonrisa en el rostro. Crono
no se ve por ningún lado, Cristian está con Lucy, Consus está
sentando en una esquina de piernas cruzadas observando todo
mientras Caebrán no disimula la cara de aburrimiento.
«¿Cómo sabías que estábamos aquí, Rose?» Mis ojos se
concentran en ella y no puedo evitar pensar en Marcus.

Las ratas cuidando a otra rata, conspirando contra los cazadores


que le dieron el privilegio de vivir sirviendo para ellos mientras una
vez más me doy cuenta de que papá a veces es muy
condescendiente cuando lo primero que tenía que hacer era cortarle
las cabezas a toda esa maldita familia

Pero no lo hizo y por eso debemos aguantar cosas como estas.

—¿Qué sucede, Rose? — Jake pregunta con cuidado, como si de


alguna manera no quisiera alarmarla o empeorar su estado y
cuando Rose va a responder, se calla al ver quien viene saliendo del
ascensor.

Lucy parece una completa diosa agarra de la mano con Cristian. El


cabello negro le cae por los hombros, los ojos azules le brillan con
suspicacia, los labios carnosos viéndose más llamativos de lo que
son por alguna razón y la tela del vestido luchando con mantener
sus tetas perfectas en el sitio correcto.

Lucy sonríe de forma torcida y reconozco la mirada aterrorizada de


Rose que deja de llorar como si hubiese visto al mismísimo diablo
mientras aprieta el brazo de Jake que nos mira a todos sin entender
qué hacer o qué decir.

Rose comienza a temblar por alguna razón, pero estoy muy


embelesado en la diosa que va acompañada de mi hermano menor
como para prestarle mucha atención. Ella en ningún momento le
quita la mirada de encima a Rose y se acerca a Consus —que es el
que está más cerca— alejándose de Cristian para darle un beso en
los labios. Luego pasa a Caebrán que le toca el culo en medio del
beso, noto cómo le echa un vistazo al lugar, dándole una sonrisa de
boca cerrada a Joseph, un asentimiento a Jake y se acerca a mí,
besándome de inmediato.
—Hola, linda— susurro sobre sus labios y la siento sonreír en medio
del beso efusivo y con lengua que nos estamos dando.

Me gusta el aroma natural que desprende su cuerpo y no tiene una


gota de maquillaje, pero Lucy luce tan perfecta que es imposible no
admirar su belleza natural. Varios la miran, porque parece un puto
bombillo en medio de la oscuridad y hay chicas que inclusive le dan
miraditas.

Se separa terminando el beso y mira hacia todos lados de manera


tranquila, haciéndome sonreír.

—Sé a quién buscas— digo con ironía y ella sonríe.

—¿Dónde está mi quinto novio?

—Metiéndose Coca, supongo— respondo con un encogimiento de


hombros y ella simplemente me da una mirada sin mostrar ninguna
expresión. No oculto lo que es evidente y ella tampoco parece
sorprendida sobre la adicción que tiene Crono y que resulta
demasiado— en exceso— evidente.

Lucy voltea el rostro y concentra sus ojos azules en Jake que


abraza a Rose. Ángel no le quita la mirada de encima y le coloco la
mano en la cintura por impulso, pero ella no parece asombrada por
ello ni incómoda, en cambio se acerca un poco más.

«No es que esté celoso», pienso. Eso sería muy estúpido.

—¿Quién te dio la dirección, Rose? — pregunta Jake y la


mencionada sorbe los mocos de su nariz, mientras lucha con las
lágrimas inútiles y hago una mueca por lo inestable y estúpida que
se ve.

—Caleth...— responde y de inmediato sé que es mentira.

Lucy parece saberlo o al menos entenderlo también, porque me


mira de soslayo y las ganas de enterrarle un tiro a Rose aumentan.
Porque yo siempre dije que las dos Bush eran un grano en el culo.

—No mientas, que te ves ridícula— Joseph suelta con dureza y ella
se limpia las lágrimas con torpeza.

—No me importa verme ridícula porque en este momento no tengo


fuerzas...— comienza y Ángel suelta una carcajada haciendo que
ella se encoja.

No es tan estúpida al parecer, porque entiende de inmediato la


mirada que mi primo le da y hasta aquí se huele el estúpido miedo
de rata inmunda que tiene.

—¿Qué es lo que haces aquí, Rose? — pregunto y...

—¿Por qué nos dañaste la noche? — pregunta mi novia, a mi lado


haciendo que se encoja como una garrapata.

Eso es lo que es, un gusano incapaz de defenderse. Ya sabía yo


que por sí sola no podía ser inteligente, ni fuerte. Debí pensar que
alguien además del zopenco de su padre la estaba manipulando y
resulto ser la cereza del pastel de ratas, para mi gran sorpresa.

La rata mayor: Marcus Bundy.

El nombre me produce asco, tortícolis y ganas de degollar cualquier


persona que se me atraviese el camino. Ese ser tan repugnante que
sigue respirando porque no nos pertenece su muerte, pero no fuese
así...

Yo mismo hubiera acabo con su vida y hubiese creado un infierno


para las ratas Bush.

Un infierno personal donde pudieran recordarse de sus estúpidas


decisiones. Donde tuvieran un calvario porque muchas veces, la
muerte no es el peor castigo.

—Ustedes son mis amigos...— dice y Joseph niega con la cabeza y


a mí no me pasa desapercibida la forma en la que ella lo mira con
dolor.

«Debe ser jodido que siempre te rechacen». Pero eso le pasa por
siempre estar detrás de alguien que siempre la trato como segunda
opción y no puedo sentir nada sobre ello, ella es una rata y a mí las
ratas lo único que me producen son repulsión.

—No somos tus amigos, Rose... Nunca lo hemos sido— dice


Joseph, tajante y sé que lo hace por Jake, por el bebé porque de no
ser así, estuviese chupándole los pies a Rose, aunque diga que no
es así.

—Yo pensé...— vuelve a hablar ella, pero él menea la cabeza.

—Pensaste muchas cosas y quizá en algún momento lo fuimos,


más por una de tus hermanas que por ti, pero ahora que
seguramente estás involucrada en la explosión...—continúa Joseph
y por primera vez, lo escucho molesto a tal magnitud y quizá Jake
tenía razón.

—¡Yo no hice la explosión! — Rose se defiende y Jake se aleja un


poco de ella o al menos lo suficiente para quedar al lado de Ángel.
Lo hizo lentamente, no como si la estuviera esquivando y quizá es
por eso que Rose no se dio cuenta.

—¿Qué tenemos de garantía sobre eso? ¡No sabemos nada!


Fácilmente puedes estar mintiendo ahora. — Joseph suelta y Rose
lo señala con el dedo. Tiene las mejillas rojas y los ojos hinchados.

—¡Que haya descubierto que te acuestas con tu hermana no


significa que haya mandado a poner una bomba en el puto auto! —
exclama y Jake se coloca pálida.

«Sorpresa».

—¡Eso no tiene nada que ver aquí! — él escupe y ella menea la


cabeza, con los ojos llenos de lágrimas.
—Tiene que ver todo porque siempre me pisoteaste, me hiciste
daño y me mentías a la cara mientras me usabas.

—Nunca te prometí fidelidad— él resopló— ¡Jamás, Rose! Además


de que lo nuestro en realidad era algo por obligación, sabes que
nunca te amé ni te quise y no es mi culpa que hayas pensado cosas
que no son cuando siempre te dejaba en cara que no podía
corresponderte.

—Podías al menos intentarlo...— ella susurra mirando a Jake que


no mueve ni un músculo.

—No podía porque jamás voy a poder amar a otra persona que no
sea Jake.

La confesión hace que Rose se quede estática y no me importa el


absurdo drama que está pasando, solamente quiero saber qué
mierda es lo que hace aquí y que es lo que sabe.

—No vine por eso— ella se limpia las lágrimas y nos mira a todos—
Sé que no confían en mí, pero necesito su ayuda y tal vez tengan
muchas dudas, pero quiero que recuerden que hay un secreto que
nos une a todos y por eso, por lo que hicimos y callamos, les voy a
pedir que me brinden la mano.

No muestro ni una emoción. Nadie lo hace y veo como Jake aprieta


sus palmas, presa de las emociones porque es el secreto que le
compartí, que la obligué a cargar en los hombros como si fuese
suyo y que también la manchó de mierda.

Rose pone su peor cara de cordero. Pretende que así nos va a


causar lástima sin saber que todos aquí sabemos lo que oculta su
familia, pero a veces hay que darle un giro inesperado al juego.
Hacerle creer a tu enemigo que va a ganar, que te rindes o que
sencillamente caíste en su trampa mal elaborada para ganar al final.

Se llama efecto sorpresa.


Alejo la mano de la cintura de Lucy y...

—¿En qué quieres nuestra ayuda? — digo como si su discurso


barato me ha hecho cambiar de opinión y me da risa ver cómo veo
esperanza en sus ojos mientras ella no se da cuenta de que
solamente me estoy burlando de ella, que sencillamente no me
interesa las desgracias que esté pasando —como nunca me ha
importado— y que pretenda que la ayudemos, es tan patético de su
parte.

Pedirles ayuda a unos monstruos disfrazados de ángeles que


solamente esperan que te descuides para devorar tu alma,
seguramente es la peor idea que se le ha podido ocurrir a su
estúpida cabeza, pero le doy lo que quiere:

Atención y esperanza, aunque no tenga ni la más mínima gana de


ayudarla.

—Sucedió otra vez. — dice en voz baja.

—¿Qué sucedió, Rose?

Ella levanta la mirada cristalizada y se concentra en la mía mientras


dice un nombre:

—Marta.

Y de inmediato, sé a lo que se refiere.


Capítulo 70 (*)

LUCY

Mis ojos se concentran en Rose mientras me preguntaba


internamente: ¿En verdad ella había dicho eso?

Mi cabeza era una batalla de teorías, recuerdos y problemas que


nadie debería saber, pero que ahora saben —o al menos una
persona— que ha estado jugando con ello, aprovechándose como si
supieran que es mi punto débil, la forma más fácil de debilitar la
cáscara que protegía al monstruo mientras internamente me reía de
lo que había dicho Rose, luciendo tan débil que resultaba patética y
no había rastro de aquella Rose que mágicamente se había
transformado en una mujer fuerte que en el fondo, solamente era lo
que Marcus quería que fuera.

Porque eso lo sabía. De alguna forma Marcus estaba jugando con


Rose. Lo supe desde qué los escuché hablando y esa son una de
las razones por los que no les he contado a los chicos que sabía
desde antes que Marcus estaba refugiándose con los Bush y que
quizá, en el fondo estén armando y preparándose para hacer un
complot en contra de los Fairchild cosa que desde luego no iba a
permitir.

Sabía que debía decirles, pero también sabía que, si lo hacía,


habría cosas que no me dirían, que me ocultarían justamente como
lo hacen ahora. Que Rose esté aquí me da mala espina y que ellos,
en especial Ángel, no hayan explotado en contra de la peli azul y le
hayan cantado las mañanitas deja mucho que pensar, pero igual sé
que nada bueno sucederá después de que Rose salga de aquí.

Está aquí por una razón, no es tan estúpida o no son estúpidos los
que juegan con ella, consiguió la dirección y sé que Caleth Fairchild
jamás le diría donde estábamos porque estoy segura de que ni
siquiera la escucharía tres segundos. Lo viví, sé cómo las tratan y
seguramente Marcus la manipulo otra vez para que viniera aquí. No
creo sus lágrimas, no creo la expresión de dolor que tiene en el
rostro y disfruto que evite mirarme porque cuando lo hace, es tan
evidente el miedo patético que llena sus pupilas.

Y yo que pensaba que Dove era estúpida...

Pero luego soltó aquello que me dejo estática al igual que los otros
que dejaron la máscara de indiferencia a un lado, pero que se cayó
al suelo en fragmentos pequeños, destruyéndose y recordé unas
palabras muy sabias de mi madre: «A todo mentiroso le llega la hora
de enfrentarse a la verdad» Era tan irónico, porque jamás ni siquiera
los mejores mentirosos del mundo podían escapar de ese momento
donde te quedas sin arsenal, donde así sea por un segundo, tu
máscara se derrumba siendo así al menos por unos momentos
donde se ve realmente cómo te afectan las cosas y no podía estar
más de acuerdo en ello.

Siempre había un quiebre, un error porque nada en la vida podía ser


tan perfecto, ni fácil.

Esta vez sí lucían afectados, como si algo malo estuviera pasando y


que no se burlaran de ella como podrían haber hecho en otras
ocasiones, me lo confirmo. Crono apareció detrás de Rose, tenía los
ojos rojos, apagados e indiferentes y sorbió por la nariz mientras les
daba un vistazo a todos y solamente soltó de forma seca y aburrida
como si no le interesara en absoluto lo que estaba pasando, pero de
igual forma, tenía que preguntar:

—¿Qué sucedió?

Nadie le respondió, Jake se agarraba de Ángel como si estuviera a


punto de desmayarse— o no tan a punto porque en verdad parecía
que estaba en el proceso de hacerlo— mientras Joseph estaba
pálido, Ángel tenía ese rostro en blanco que no mostraba ninguna
emoción a diferencia de como siempre era, no tenía ni la sonrisa
burlona ni esa malicia en los ojos, Caelus simplemente estaba
procesando la información, como si necesitara sumirse en sus
pensamientos para encontrar una solución a lo que sea que sucede,
Consus observando todo desde su sitio al igual que Cristian que
había desaparecido de su rostro esa sonrisa juguetona que siempre
cargaba en él. Caebrán tenía un trago en su mano, pero también
tenía esa cara que gritaba algo así como: «me acaban de golpear
dos veces en las pelotas y no he hecho nada para detenerlo».

Crudo e inesperado para todos inclusive para mí.

Así se sentía la atmósfera, como si fuese un molesto grano en el


trasero que te incomoda, caminar, sentarse y hasta pensar, como si
todo fuese pesado, molesto, hostil, como si tal y como decía mi
madre, les hubiera llegado la hora de enfrentarse al precio de sus
actos. Crono no dijo nada por el silencio y solamente le dio una
larga y excesiva mirada a Caelus y luego, asintió o al menos así lo
entendí. Era como si hubiera obtenido una respuesta a partir de la
mirada y se sentó en la silla libre que había en la mesa, mirando las
dos botellas de Whisky como si fuesen más importante que lo que
estaba sucediendo justo aquí y como siempre, solo basta una
simple aguja pequeña para destruir un globo que esta vez estaba
lleno de drama, secretos y mentiras que no solamente involucraba a
uno.

Los involucraba a todos y eso era tan jodido...

Así también con algo insignificante se puede destruir un silencio


incómodo y lleno de tensión.

Pero esta vez, como si fuese necesario llenar de más drama todo,
Jake preguntó:

—¿Otra vez?

No dije nada, pero si estaba algo confundida, pero también podía


ser que debajo de lado los mensajes, la carta, las fotos y todas las
cosas que han estado explotando —y eso lo pienso con ironía en
ese momento— no puedo evitar la sonrisa que se forma en mi
rostro, en un corto lapso de menos de tres semanas donde era
como si el destino a su vez quisiera poner de su parte para que
todos los secretos salieran a la luz sin ningún tipo de anestesia.

Porque el destino —o mejor dicho las personas que lo utilizaban a


su favor— jugaban sucio, muy sucio.

Al parecer ese simple y estúpido; «otra vez» de Jake significaba


más de lo que parecía porque Rose soltó entre sollozos:

—Sí y no he podido evitarlo.

Sea lo que sea que eso significaba hizo que Jake suspirara. Joseph
la miro y Caelus en automático camino hasta ella y le saco una de
las sillas para que ella se sentara en ella mientras se abanicaba el
rostro.

—¡Ella no puede estresarse! — soltó Joseph hacia Caelus como


una reprimenda. Rose se sorbió los mocos y los miro con confusión,
entonces Caelus miro al rubio que a su vez miraba a su hermana
que estaba tan pálida —aún más de lo que naturalmente ya era—
con miedo.

En cierta parte, lo entendía. El embarazo de Jake era tan vulnerable


y claramente ella no ayudaba mucho—mejor dicho, las situaciones
que la involucraba— y solamente eso empeoraba el riesgo de
abortar o.... perder la vida en los peores de los casos. Ella en verdad
lucia demasiado débil y no era exagerado, desde luego que no.

—Búscame agua— pidió Caelus cuando Jake suelto un pequeño


quejido mientras luchaba por mantener los ojos abiertos a Cristian
con un tono extremadamente tranquilo, pero notaba en sus
facciones que definitivamente estaba por dentro hecho un caos. El
castaño se levantó dispuesto a seguir la orden de su hermano,
pero...
—Aquí hay ron— sugirió Rose cuando vio que Cristian estaba por ir
a la barra de bebidas y Joseph volteo a mirarla furioso y en verdad
pensé que no sería tan estúpido, pero...

—¡Jake no puede ingerir alcohol, estúpida! — soltó con rabia,


señalándola con el dedo. Tan dramático que en verdad no podía
creérmelo.

Caelus le dio una mirada dura al rubio platinado que sello sus labios
cuando se dio cuenta de lo que había dicho. Definitivamente si era
tan estúpido e incluso Jake que estaba con los labios ligeramente
fruncidos y la frente arrugada, con una mirada cansada al igual que
su tono de voz, le dijo:

—Deberías callarte mejor.

Pero ya era tarde. Rose los miro a ambos y luego abrió sus ojos
verdes mucho, énfasis en demasiado como si en su pequeño
cerebro, —si es que existía uno— un bombillo hubiera encendido,
los cables hubieran hecho conexión y pum... pareció entender lo que
sucedía ante sus ojos.

No fui la única en darse cuenta por qué Jake abrió la boca y la cerró
como si estuviera buscando oxígeno para llenar sus pulmones
mientras apretaba la mano de Caelus que la miro de una forma tan
extraña que hasta se me resolvió el estómago.

No era una mirada de amor, pero era una mirada que dejaba en
claro que, para él, ella era importante. Tal vez más de lo que llegue
a imaginar y Joseph quiso acercarse, pero Ángel coloco su mano en
el pecho del rubio que lo miro confundido, pero el pelinegro ladeo la
cabeza y negó con ella.

Rose abrió la boca para seguramente decir algo, quizá de lo que era
más que evidente, pero Caelus se le adelantó al ver que Jake se
estremecía en la silla, de alguna manera empeorando:
—Cristian, ve a traer la maldita agua— prácticamente gruño y el
castaño corrió hacia el barman, pidiéndole algo y como era el dueño
del lugar, rápidamente dos mucamas hasta el mismísimo barman,
llegaron hacia nosotros con una cubeta y unas medicinas que
consiguieron en cuestión de minutos.

Cristian se alisó la camisa, Consus se acercó y le indico a la


mucama —que no era Cindy gracias a Dios— algo que no alcance a
escuchar porque prácticamente se lo susurro al oído y lo justifique
con que había una rata entre nosotros.

O quizá, había dos o más de las que parecía o pensaba.

Le dieron las pastillas a Jake, agua y vi cómo el barman le pasó un


caramelo que Caelus desenvolvió y se lo dio en la boca. Jake lo
abrazo o intento hacerlo, pegando su cabeza al pecho de Caelus
mientras Joseph miraba todo con celos tan aparentes que me
pregunte internamente cómo Rose había vivido cegada ante lo que
aparentemente sucedía por tanto tiempo.
Por mi parte, no sentía celos. Sabía exactamente lo que significaban
el uno para el otro y no podía molestarme sobre eso. Entendía
también que Jake tenía una seria dependencia emocional con
Joseph como para fijarse en Caelus de otra forma y también sabía
que había tenido muchas oportunidades para hacerlo, pero que no
lo hizo.

Eso no quiere decir que no se hayan acostado un par de veces o


que ambos se han utilizado porque eso lo sé. Inclusive, Jake una
vez me lo contó delante de Marta obviando las partes de que lo
había hecho para poner celoso a Joseph.

«Marta» Un sin sabor me llena la boca y mientras todos atienden a


Jake, me concentro en Rose dándome cuenta de que no la voy a
dejar ir hasta que me cuente a las malas o a las buenas lo que sea
que sucedió.

Ella esquiva mi mirada como si me temiera y lo que no sabe es que


eso alimenta algo dentro de mí. No me hace sentir menos, no me
hace sentir mal solamente me hace saber que... me gusta ser la
mala y por mi cabeza pasa que ella se entere —si es que ya no lo
ha hecho— de que por mi culpa su hermana está muerta.

Quizá esa sea la respuesta que necesito, tal vez ella me teme por
eso y sería inteligente si lo hace porque sabe tal vez de lo que soy
capaz o al menos una pequeña parte de ello y no me da miedo. Ni
siquiera me aterra que pueda ser ella la persona que esté
mandando las cartas, aunque técnicamente me resulta imposible,
Rose es muy estúpida para hacer todo eso, pero bien dicen que las
personas nunca son lo que aparentan y en este pueblo, menos lo
son.

Por eso no la descarto. Por eso no descarto que lo de Marta solo


sean alucinaciones, no descarto lo de Jake y su amenaza porque a
pesar de todo lo que puede venírsele encima, prefiere callar e
inclusive morir antes de decirlo lo que deja más que claro la
magnitud de las cosas que los conectan a todos.

Porque desde luego que todos los conectan y ahora también me


conecta a mí.

—Creo que Jake debería irse a su habitación— comenta Ángel y la


rubia, que ahora luce con un poco más de color mientras las
mucamas y el barman se alejan, niega con la cabeza.

—No me quiero ir.

—Puedo acompañarte— propone Joseph y ella niega.

—Ya dije que no me quiero ir.

Caelus se aleja un poco, Consus vuelve a su sitio y Cristian es el


primero en mirar a Rose. Luego todos lo hacen, inclusive yo y
aunque me gustaría hablar, decir algo o sacarle la información a la
fuerza a Rose, no lo hago porque quiero ser paciente. Hay que ser
paciente para ganar y poco a poco, las cosas se van soltando solas
sin necesidad alguna de forzarlas.
—¿Puedes contarnos qué es lo que le sucede a Marta? — pregunta
Jake, lento y Rose limpia las lágrimas que aún se resbalan por sus
mejillas.

—¿Estás embaraza? — inquiere ella con una nota de voz extraña y


Joseph suelta un resoplido, pero Jake se le adelanta:

—¿Y esas ideas tan estúpidas, Rose?

—Pues pensé que...— comienza, pero...

—Pensaste bien porque si está embarazada y el bebé es mío. —


Joseph escupe y Jake voltea a mirarlo como si fuese el exorcista.
Caelus se queda en blanco mientras una pequeña sonrisa se me
forma en los labios al igual que Ángel mientras el resto solamente
son espectadores de lo que sucede.

«Está cumpliendo la promesa de contárselo a todos» o algo así


había escuchado de Jake, solamente que no sabe que eso la coloca
en riesgo. De igual forma, de una muy retorcida, es adorable, pero
Jake parece que va a desmayarse otra vez.

—Pero... ¡qué es lo que has dicho!

—¡La verdad! — Joseph se defiende y mira a Rose que parece una


hoja de papel en el agua; pálida y fea mientras suelta: — Esta
embaraza de mí, la preñé y vamos a tener el bebé y es mejor que lo
vayas asimilando desde este momento porque estoy cansado de
que siempre tenga que doblegar mis deseos y sentimientos para
contentar a alguien más. No lo voy a hacer, Rose. No lo voy a hacer
más y si quieres ir y contárselos a todos, no me interesa porque ya
estoy listo para que el mundo sepa lo que ha estado pasando desde
hace muchos años.

—Es algo tan... asqueroso— suelta Rose entre dientes y Jake se


coloca la mano en el vientre mientras la mira con rabia.
—No te metas con el bebé porque no tiene culpa de lo que suceda
entre Joseph y yo.

—¡Pero de igual forma sigue siendo asqueroso y perturbador porque


es el resultado de algo enfermo! — ella exclama horrorizada y...

—No tienes moral para decir eso— Jake la señala y de verdad


jamás la había visto así: molesta y tan débil, pero de igual forma,
hasta se ve intimidante dejando a un lado la Jake dulce y chillona
que alguna vez fue y conocí. Esta Jake que está sentada ahí es tan
diferente que no creería si me dijeran como era ella antes — ¡No
tienes derecho ni siquiera a pensarlo después de lo que Dove y tú
hicieron!

Rose se queda sin palabras y Cristian se levanta, mirándolas a


ambas.

—De eso no se puede hablar aquí.

—¿Por qué no si ya estoy cansada de que siempre sea lo mismo?


— Jake prácticamente gruñe, ignorándolo— Todos hacen cosas
horribles, pero siempre supe que se iban a fijar en lo que me sucede
a mí... ¡No es necesario que me lo recuerden porque soy muy
consciente!

—Pero de igual forma podrías haber abortado a ese engendro...—


Rose dice, entre irritada y asqueada y Jake casi se le va encima si
no es porque Caelus le coloca una mano en el hombro,
regresándola a su puesto.

Sigue viéndose débil, pero ahora parece una jodida gata en celo
sacando hasta las uñas y los dientes para atacar.

«Es una versión de Jake que no conocía, pero no deja de


encantarme». Esa que ahora parece está en el límite y que actúa
como espere en su momento que actuara con todos los prejuicios
que tiene encima.
Rose la ve como si estuviese loca y Jake la señala con el dedo.

—¡No tienes derecho a decir nada cuando le tapas las mierdas a tu


padre al igual que se lo tapaban tus malditas hermanas!

Y ahí está otra vez: «hermanas». No una, dos y solamente me cruzo


de dedos para que digan el nombre que tanto ansió escuchar.

Rose abre los ojos —tanto que casi se salen— y menea la cabeza,
mientras a su vez se le llenan de lágrimas que no duda en soltar.
Parece una jodida magdalena y parece que Jake le ha dado en su
punto sensible porque se defiende:

—No digas lo que no sabes.

—¿Lo que no sé? — Jake se carcajea con burla — ¡Lávate la jodida


boca porque sé más de las cosas que me gustarían! Todos son unos
enfermos y nadie tiene derecho a juzgarme... ¡Nadie! ¡Escúchenme
bien! Mucho menos tú que eres una resentida doble cara al igual
que tu hermana, el jodido monigote de tu asqueroso, retorcido y
enfermo padre que deberían matarlo por lo que nos hizo a todos.

La última parte queda en mi cabeza, la duda sembrándose y Rose


se levanta, limpiándose las lágrimas con rabia.

—¡Yo nunca estuve de acuerdo con lo que hacía mi padre! — Rose


intervino en un tono molesto y de alguna forma, dolido. Al menos así
sonaba, como si escuchar esas palabras de Jake le dolieran más
que saber que su "prometido" le había estado engañando en sus
narices durante tanto tiempo con...

Con su hermana.

—¡Pero de igual forma lo permitiste y eso te hace tan culpable como


lo es él y lo son todos! — Jake le devuelve, contraatacando, pero
ella solamente suena molesta, irritada y ofendida, como si ver a
Rose aquí o a Rose criticando lo que Jake tenía dentro del vientre
fuese algo... ¿Absurdo? O al menos eso era lo que sentía o
pensaba, en las divagaciones de mi cabeza.

No entendía nada, pero esto... esto se estaba volviendo más


interesante de lo que pensé.

—¡Ya no quiero volver a hacerlo! — Rose señalo a todos, inclusive a


mí o es porque yo estaba al lado de Cristian y agradecí que la
música estuviera tan alta, que las personas que estaban en el bar
fuesen ajenas a todo lo que estaba sucediendo en este rincón.

—¡No te creo una puta mierda, Rose!

—¡No me interesa que me creas y por eso vine hasta aquí! — Rose
rebatió. — ¡No por ti! ¡No por Joseph!... Vine hasta aquí porque por
primera vez, quiero dejar de agachar la cabeza ante las cosas que
hace mi padre.

Jake se quedó callada y entonces, la peli azul continuó:

—No me importa que ustedes hayan ignorado lo que me sucedía a


mí y a Dove, que no hicieran nada por nosotras... ni siquiera por
lástima. — ella dice y siento la mentira en sus palabras, lo resentida
que suena me lo confirma y siento que se refiere a las cosas que
Rodrigo las obligaba a hacer, como según el relato de Dove, fueron
"manchadas" desde niñas.

Nunca voy a justificar eso, pero tampoco puedo sentir lástima ni


decir que siento los que le sucedió porque... hay castigos que son
peores, pero de igual forma, ellas fueron lentas. Prefirieron asumir
los que les pasaba, ni siquiera lucharon por cambiarlo, solamente lo
aceptaron... porque son débiles y eso les sucede a las personas así
que dejan de luchar, que se someten y aceptan un supuesto destino
sin saber que realmente el destino es una mierda y que tú puedes
cambiarlo cuando te plazca.

Lo haces con cada acción, con cada palabra que dices, incluso
cuando despiertas. Eres tú quien decide lo que pasa con tu vida,
cuando permites que algo comience y tú mismo eres quien decide
terminarlo, nadie más. Solamente tú.

Pero desde luego que habrá personas que no lo sabe, que no se


dan cuenta de que todos dentro de sí mismo tenemos poder. Ese
poder.

—No somos justicieros, Rose. — la voz de Caebrán suena seca,


como si no le interesara la historia y Rose lo mira con tanto
sentimiento, el dolor llenando sus pupilas otra vez.

Quizá son los recuerdos que la atormentan y que seguirán


haciéndolo hasta que no los deje ir.

—Ella te lo dijo y tú la ignoraste. — Ella replicó — Pero de igual


forma, sé que pueden ayudarme a salvarla.

—¿Salvar a quién? — pregunto, hablando por primera vez y Rose


responde, con la voz tensa al igual que cada músculo de su cuerpo.

—A Marta— respondió ella, lentamente.

—No somos justicieros ni superhéroes, ni mucho menos los buenos,


Rose — Crono habló desde su silla, con la mirada perdida en el
techo antes de colocarla en Rose que palideció cuando se dio
cuenta de ello — ¿Por qué mejor no te vas y dejas de dar lástima,
mentirosa?

—Sé que no me van a ayudar a mí, pero lo harán por Marta—


musitó la peli azul, muy segura. Por alguna razón miraba a Jake y la
duda crecía dentro de mí.

«Es justamente lo que estoy esperando». El famoso quiebre que


siempre llega y es inevitable. La conexión que nunca se deja pasar
por alto y es que siempre habrá una persona que se delate con su
sentimentalismo, siempre habrá una falla.

Ángel soltó una carcajada. Rose lo miró con asco a él también.


—Estás muy mal si crees que a mí me importa la vida de esa... loca.
— Soltó el pelinegro con indiferencia— No soy el puto Capitán
América y no soy un rescata locas, Rose.

—Sé que no puedo esperar nada de ustedes— ella dijo con ironía
— Después de todo, son unas mierdas de personas que solamente
les interesan ustedes mismos y nadie más.

—¿Qué le pasa a Marta? — Jake pregunta de repente,


adelantándosele a Caelus, pero el pelinegro rodó los ojos como si la
pregunta fuese muy estúpida.

—¿Qué más le va a pasar, Jake? Esta loca de remate y necesita un


manicomio.

—¿Dónde está ella, Rose? — volvió a preguntar Jake y...

—Tú no vas a meterte en lo que no te incumbe— Joseph soltó


mirando a su hermana con decisión y ella resopló, molesta.

—¡Claro que si me incumbe cuando ella está así de jodida por la


culpa de todos nosotros!

—Solamente adelantamos su locura, bonita...—Ángel soltó y Jake le


lanzo dagas por los ojos antes de mirar a Rose.

—¿Dónde mierda esta?

—Él la tiene otra vez. — respondió ella en un susurro y Ángel


entrecerró los ojos. Todos, inclusive a Crono miraron a Rose y algo
hizo cortocircuito en mi cabeza.

Él...

Él es real, muy real y que ellos sepan quien es un giro inesperado


que, en definitiva, no me esperaba.

El rostro de los chicos de nuevo dejo de parecer indiferente.


Después de todo no eran tan perfectos y había fallas en sus
fachadas inquebrantables que desde luego que no lo eran porque
en realidad nada en sí lo era. Era molesto que a pesar de que no
importase lo que te esforzaras, siempre habría un factor falla que,
en el peor de los casos, sería tu final.

Las cosas eran muy enredosas —en exceso— porque aquí todos
tenían una conexión, inclusive los delirios de Marta que no eran tan
delirios, sino que eran tal cual lo pensé: una forma retorcida de decir
la verdad o hechos que ha vivido, la forma en la que representa sus
recuerdos y no pude evitar pensar que sus padres también tenían
algo que ver con esto.

Ella tenía ataques y si los había visto yo, que no estaba todo el
tiempo con ella, seguramente ellos también y si fuesen normales,
padres responsables que quieren que la salud de su hija sea buena
y estable, Marta tendría que estar reprimida en un hospital para
salud mental, pero ella no estaba...

Tal vez ese era el problema.

Jake se culpó a ella misma y a todos por lo que a Marta le pasaba y


entonces recordé el evento traumático que Marta sufrió con...
Katherine.

La muerte de Katherine que seguía siendo un misterio, pero que al


parecer era uno de los hilos que llevaría hasta el final de todo este
extraño pueblo lleno de mentiras retorcidas y secretos oscuro.
Según Marta, ella salió ilesa de esa muerte, que estaba ahí y no lo
recuerda, pero...

Siento que, si lo hace y que Jake se culpe, inclusive culpe a Rose y


a Dove que según mis teorías son las otras dos Bush me resulta
extraño... ¿Ellos tuvieron algo que ver con la muerte de Katherine?,
y... ¿Ellas... sus hermanas, también?

—¡Se lo permitiste! — Jake soltó y sonaba dolida por eso. Rose bajo
la cabeza y yo no entendía nada.
—No pude hacer nada...— ella se excusó y Jake le lanzó una
mirada llena de odio.

—Entonces vienes hasta aquí porque crees que vamos a ayudarte a


salvarla. — Caelus soltó y sonaba tan irónico que Ángel no pudo
evitar reírse.

—Entiéndanme que...—

—¡No puedo entender nada por qué es tu maldito padre el que hace
toda esta pesadilla! — Jake vociferó y Rose levanto la cabeza, los
ojos empañados y...

«¿Rodrigo es... él?»

Ángel volteó a mirarme. Jake lo hizo también y casi pude ver el


arrepentimiento de haber soltado aquello delante de mí, pero me
mantuve serena, sin permitirme ni siquiera que se me viera algún
sentimiento en el rostro.

Por mi cabeza pasaban muchas cosas, pero por fuera parecía que
estaba en blanco. Eso me gustaba, que yo fuese la excepción en
eso de que todo tiene una falla porque nadie jamás podría leerme a
menos que yo así se lo permitiera.

Mami solía llamarlo: «don de las mujeres de la leyenda» pero yo


prefiero llamarle; inteligencia.

—No creo que debamos seguir teniendo esta conversación aquí...—


comenzó a decir Rose y la mire como si fuese un escarabajo feo,
asqueroso y que estuviese a punto de morir porque iba a pisarlo con
toda la fuerza que tuviera en el organismo.

—¿Por qué no si ya las cosas dejaron de ser solamente contra


ustedes y me involucran a mí también? — pregunto con una sonrisa
— No me quejo, pero me parece injusto que mis propios novios me
oculten tantas cosas...
La sonrisa que estaba en mi rostro era irónica, burlona. Caelus se
giró levemente hacia mí y sonrió un poco, de una forma torcida
como si estuviese orgulloso de mis palabras o al menos eso fue lo
que preferí creer.

Sabía que no me iban a contar todos los secretos porque no eran


estúpidos, sé que han comenzado a tener dudas sobre mí, ya que
no saben nada, absolutamente nada, pero Rose tragó al ver que
Caelus la miro.

Quería que continuara con su historia y así exactamente lo hizo,


después de tragar saliva:

—Rodrigo volvió a jugar con ella y tengo miedo de detenerlo porque


ahora parece que... que en verdad quiere destruirla.
Capítulo 71 (*)
LUCY

Rose.

Tengo sentimientos contradictorios con respecto a ella.

Quizá puedo decir que le creo, que no le creo, pero lo que sienta
realmente no importa porque ellos definitivamente se ven afectado o
al menos Jake y eso hace que Caelus nos obligue a todos a
regresar a nuestras habitaciones, Cristian dándole a Rose una para
que se quede con nosotros mientras ellos piensan que hacer.

Ángel habla un momento a solas con Caelus y le palmea la espalda


como esos tipos básicos mientras sonríe hacia mí, con burla y sello
mis labios mirándolo con intensidad porque sigue esa espinita en mi
pecho, algo con él no me cuadra y no lo puedo pasar por alto.

Caelus se voltea hacia nosotros. No digo nada mientras soy


arrastrada a la habitación con ellos, ninguno dice nada y el silencio
es incómodo porque siento que, si no estuviera aquí, Caebrán
explotaría y Cristian soltaría lo primero que le pasaría por la cabeza
sin medirse en lo absoluto mientras Consus fuese el más maduro
con respecto a su opinión, Caelus buscara la solución sobre todo y
Crono simplemente los observaría con aburrimiento sin decir más de
cuatro palabras.

No es necesario admitirlo en voz alta. Entramos a la habitación,


Caebrán abriéndome la puerta para que entre de primera y siendo él
el último en hacerlo, el sonido de la puerta cerrándose me hace
sentarme en la misma cama donde una vez más estuve con ellos,
todos juntos, a la vez.

Me cruzo de piernas, relamiéndome los labios mientras los cinco


concentran su atención en mí y sé que, si solamente fuésemos
adolescentes calenturientos, estuviéramos en este preciso
momento, comiéndonos la boca y el panorama es demasiado
caliente en mi cabeza:

Caebrán besándome, a la vez que siento ese delicioso piercing


contra mis labios. Sus manos me dejan desnuda de la cintura para
arriba, Consus toma mis pechos desde atrás, Caelus besa mi cuello
mientras Cristian y Crono se sacan los miembros a la vez que
comienzan a masturbarse frente a mí, luego voy y les doy una
probadita a cada uno...

Meneo la cabeza saliendo de mis pensamientos que me producen


un fuerte fogaje que ignoro, pero que resulta evidente y las
reacciones de mi cuerpo hormonal lo confirman. Siento los pezones
sensibles, pero más sensible está la situación en mi cabeza,
inclusive podría decirse que también lo que sucede entre nosotros si
es que existe uno...

Hay tantos secretos, tantas mentiras que solamente espero que


hablen primero. Sé que seguramente podría preguntarles con
tranquilidad, pero no recibiría la respuesta real y verdadera que en
verdad quiero. Las cosas no son tan fáciles y no podría pedirles que
abran la caja de pandora que han estado ocultando desde hace
años solamente porque así lo quiero, no sería tan fácil porque
entonces, no serían ellos.

—¿No piensas decirnos nada? — preguntó Caelus rompiendo el


silencio. También sabía que él iba a ser quien hablaría primero y por
eso no me sorprendió.

«Podrían ser muy inteligentes, pero eso no significaba que dejaban


de tener ciertos patrones que eran fáciles de descubrir». Parecían
tener ciertas leyes, ciertas cosas que siempre se repetían y Caelus
siempre era el que se preocupaba por todo e incluso se hacía
responsable, aunque no fuese el culpable.

Era exactamente lo que hacía, de alguna forma era el líder y...


—No porque espero que ustedes me lo expliquen— conteste con
tranquilidad y con una sonrisa en el rostro que dejaba muy claro que
no estaba ni asustada, ni con miedo de lo que podía pasar a
continuación.

—No tenemos nada que explicarte— dijo Consus, serio con los
brazos cruzados sobre su pecho. —Pero apuesto que tú si debes
contarnos algo.

Los miré como con aburrimiento.

—¿Qué les debo contar? — pregunto con burla — ¿Con quién tuve
mi primera vez o a quién le di mi primer beso?

—No estamos jugando, Lucy...— soltó Cristian e hice un puchero.

—Créanme que yo tampoco...

—Estamos hablando en serio— Consus me interrumpió— Creemos


que hay muchas cosas que no nos has dicho.

Coloque una sonrisa falsa en mi rostro antes de responder:

—Ustedes tampoco así que estamos a mano.

—No creo que las cosas tengan que ser así— dijo Cristian desde su
sitio y lo mire, borrando la sonrisa de burla de mi rostro porque, en
definitiva, no me gustaba su tono.

—Define «cosas» y «ser así» porque no estoy entendiendo nada.

—No eres estúpida— Crono repuso desde su lugar, parado ahí


cerca de la puerta con la mirada perdida en el suelo antes de fijarla
sobre mí: — Incluso me atrevería a pensar que eres más inteligente
que todos nosotros así que sabes a lo que nos referimos. Las cosas
se están poniendo jodidas y los putos fantasmas del pasado están
resurgiendo dándonos dolor de culo, ahora resulta que debemos
salvar locas y acabamos de darnos cuenta de que hemos estado
conviviendo con una completa desconocida que está descubriendo
nuestros secretos mientras nosotros no sabemos ninguno de los
tuyos.

Me quede en blanco y ellos me miraron expectantes. Sabía que esa


conversación llegaría en algún momento y no me sorprendió que lo
hicieran ahora que se ven amenazados, que todo ha salido de su
control y no puede hacer nada más que intentar recuperarlo de
nuevo.

—Quizá yo intenté averiguarlos, pero eso no quiere decir que sepa


todos los secretos que hay en su mundo— los mire — Así que
técnicamente, ustedes son tan desconocidos para mí como lo soy
yo para ustedes.

Me levanté de la cama. Estaba segura de que el rostro de cada uno


demostraba una emoción diferente porque definitivamente nunca me
cansaría de decirlo; eran tan iguales como diferentes a la vez.

—Tienes que decirnos...— Caelus dijo y menee la cabeza con


diversión.

—¿Ustedes me van a decir todo también? — inquiero — Sin obviar


ningún detalle, contándome cada cosa sin mentir sin importar nada.
Si lo hacen tal cual les pido, les prometo que conocerán cada detalle
de mí de la misma forma y si se atreven a mentirme, lo descubriré y
sea lo que sea que tengamos se acaba tan rápido como se
comenzó.

Los vi a cada uno, en sus rostros, muy clara la respuesta y era por
eso que había ocultado algunas cosas porque sabía que aún no
podíamos confiar en nosotros o también era que nunca podría
confiar en nadie.

Sin importar que pareciera que sí, en la única persona que confiaría
ciegamente, murió y se llevó con ella mi capacidad de creer en las
personas.
—Las cosas no son tan fáciles...— Caebrán habló y les di una
sonrisa divertida dando unos pasos hacia el baño.

—Entonces no pidas algo que no vas a dar—respondí con simpleza


— Solamente busquen y espero que sean tan buenos consiguiendo
respuestas como son ocultando secretos.

—Las familias no tienes secretos— Caelus soltó y lo miré como si le


hubieran salido cuatro ojos.

Había tocado sin saberlo una vena sensible que me hizo parpadear.
Ignore el significado de sus palabras en general, pero no pude
hacerlo con la palabra fundamental; «familia» y la verdad es que
jamás había tenido una que no fuese mi madre.

—Nosotros no somos familia. — dejo en claro con la voz


extremadamente tranquila, conteniendo todo lo que siento en este
justo momento en el pecho y lo que pasa por mi cabeza.

—¿No has pensado ni siquiera en que podríamos serlo en algún


momento? — continúa y de verdad no sé de dónde saca ideas tan
locas.

—¿Eres consciente de que tenemos tantos secretos que jamás


podremos serla de verdad si tienes esa regla para ser familia? — lo
mire y luego mire a sus hermanos. Quería que entendieran mis
palabras porque pensaba decirlas una sola vez: — No puedes ser
familia de alguien en quien no confías, no crees ni conoces
absolutamente nada y adivinen... todo eso y más nos pasa a
nosotros.

Nos señalé haciendo énfasis en nosotros para que les quedara muy
claromientras sentía que las palabras que había dicho Caelus, en
especial esa propuesta disfrazada que me producía dolor de
huesos. Era muy ridículo que habláramos de eso justo en este
momento, cuando parece que todo está saliendo de la caja de los
secretos que teníamos guardada bajo llave.
Crono suspiró con dramatismo, rompiendo el silencio denso que se
había creado, cayendo de culo al sofá también y cruzándose de
piernas. La tela negra de su pantalón de vestir se le aferró más a la
carne maciza de sus piernas.

—De igual manera, aunque sé que a nadie le importa, pero igual lo


diré porque me saben a culo sus opiniones; a mí me gustaría
casarme con un fantasma, — me miró en todo momento — porque
eso es lo que eres tú, ¿no?

Esa corta confesión me congeló. Cristian echó a reír, pero todo mi


cuerpo se puso rígido, y de alguna forma entré en pánico o al menos
así me sentí justo en ese momento. Lo miré como si estuviese loco
y él simplemente se encogió de hombros.

—No desvíen el tema— prácticamente pedí entre dientes y la


mirada traviesa de Caebrán me hizo sentir cosas extrañas en el
estómago.

—Tiene razón, coloquémonos serios. — Caelus pidió, pero sus


hermanos a excepción de Crono, comenzaron a reírse y hacer
bromas dejando a un lado lo serios que se supone que deberíamos
estar haciendo.

Ellos parecieron olvidar lo de Rose, lo que sucedía o al menos fue la


estrategia que consiguieron para que me alejara y quizá así ellos
pudieran hablar. En verdad no me importo porque tenía muchas
cosas en las que pensar, encabezando la lista la incógnita de "él" y
lo que según había entendido, era Rodrigo Bush.

Algo que no me encajaba del todo, por supuesto.

Rodé mis ojos caminando hacia el baño cuando me di cuenta de


que no llegaríamos a nada, pero la voz de Cristian encima de la de
sus hermanos los hizo callar justo cuando menciono mi nombre. Me
giré a verlo, con la manija de la puerta entre mis manos y...

—¿Por qué será que siento que sabes más de lo que aparentas?
—Porque quizá, sea así. — respondí mientras abría la puerta y
entraba en el baño, cerrándola detrás de mí, dejándolos afuera,
perplejos y quizá llenos de tantas dudas como yo en este momento.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Mamá había tratado de salvarme, ella de verdad había intentado


alejarme de todo lo que malo que en algún momento podría
pasarme. Me enseño cada una de las cosas, sean buenas o malas
para defenderme e inclusive, a los nueve años ella decía que era
mucho más fuerte, inteligente y capaz que una persona de veinte.

Había visto cosas que estaba muy segura que nadie que no fuese
como nosotras; «mujeres de la leyenda» entenderían por qué había
algo que nos incitaba a dañar y salvar en la misma forma.

Mamá había dicho que era arte, que cada acción que hacíamos y en
especial eso, era arte puro. Cada lienzo era valioso y por eso
debíamos adorarlo, cuidarlo y esconderlo del mundo cuando ya se
nos acabara la diversión con él.

Teníamos que desecharlo. Ella me había explicado, ya a los cinco,


que técnicas había para hacerlo. En ningún momento me dio miedo
mancharme las manos, disfrutaba el crujir del sonido de la madera
del lienzo pareciéndose, de la pintura cayendo al suelo o inclusive
de esa llenándome la ropa y la piel.

Me gustaba ver como se podía destruir a un punto que desaparecía,


porque eso era así; un inicio, un final. Nada más, pero mamá nunca
me dejo hacerlo con mis compañeros de clase que muchas veces
eran molestos y llorones.

—¡Quiero hacer de Benji un lienzo! — le dije a mamá mientras ella


preparaba mis galletas favoritas llenas de fresa y chocolate.

Ella volteó a mirarme, ceñuda.


—¿Qué te he dicho? — dijo mi nombre y luego ese apodo que
siempre le gustaba ponerme.

Arrugue la frente.

—Benji es molesto, mami. — comente, molesta.

—¿Es lo suficiente molesto como para que hagas arte con él?

Mire cómo colocaba una pequeña porción de masa de galletas en


su mano y hacia una forma de corazón con ella y la colocaba en la
pequeña tabla donde reposaban más de diez esperando para ser
horneadas.

—Tal vez— respondí dudosa. — Pero de igual forma me gustaría


intentarlo, mami.

Ella suspiró y me dio una mirada llena de sentimiento. Dijo mi


nombre, lentamente y luego soltó:

—Te he dicho que no podemos hacer las cosas sin pensar. —


reprochó— Mucho menos delante de las personas y tú le enterraste
un lápiz a ese niño en la palma de la mano, hija.

—Él me dijo que mi dibujo era terrorífico.

Ella abrió los ojos e hizo una mueca divertida que me hizo reír. Ella
siempre me hacía reír.

—¿Y qué fue lo que dibujaste, mi pequeña?

—¡Un lienzo y le salía pintura de la cabeza! — fruncí el ceño — Era


muy bonito, mami y ese tonto...

Mamá soltó a reír.

—Mi pequeña loquita...— me lleno la nariz de harina cuando me la


tocó y también comencé a reír.
—¡Tuya!

Ella asintió.

—Solamente mía, ¿cierto? Porque si no es así, voy a enfadarme


mucho y sabes qué es lo que pasa cuando eso sucede.

Puso su cara de enfadada, pero ahora yo fui la que agarre harina


del molde y le eche en la cara haciendo que hiciera una mueca,
pero me le lance encima, pasando por arriba del mesón y la abrace.

Ella me recibió con sus brazos, su dulce aroma llenando mis fosas
nasales mientras enterraba mi cabeza en su cuello. Su cabello del
mismo color del mío, sus ojos azules llenos de experiencia y belleza,
su rostro perfecto.

Todo lo que en algún momento me gustaría ser y...

—Solamente tuya, mami. — le afirmé porque quería que lo supiera.


Ella me comenzó a hacer cosquillas en la pancita y no pude evitar
reír con mucha fuerza y se me salió un gas.

Mi cara se puso roja de la vergüenza y ella me beso la frente antes


de proceder a llenarme el rostro también. «Ataques» así solía
llamarlos y me gustaba mucho porque me llenaba tanto de besos
que me sentía muy feliz.

Ambas sonreímos. Estábamos muy felices, pero de un momento a


otro la puerta se abrió y mamá me dio una mirada para que me
bajara de su regazo. La sonrisa en su rostro desapareció y la
persona que entro, nos dio una mirada rápida.

Esa persona no me gustaba, odiaba cuando se aparecía y como


mamá se ponía cuando llegaba, pero no podía quejarme...

Mamá era también alguien muy aclamada y muchas personas como


nosotras, la querían. No eran mujeres de la leyenda y si lo eran, no
actuaban como tales. Eran sucias, eran para mí, muy parecidas a
Benji: repugnantes y perfectas para ser un lienzo.

Mamá dijo mi nombre, pero eso no fue lo que me molesto, fue su


tono y la forma en la que dijo lo siguiente:

—¡Ve a tu habitación y no salgas!

Fruncí el ceño.

—¡Pero no quiero ir, mami!

La persona colocó una sonrisa burlona.

—¿Así es como crías a tu criatura, Alukah? Mamá estaría muy


decepcionada.

Que nombraran a una mamá que no conocía me enfado y me cruce


de bracitos, para que esa persona se diera cuenta de que no me
gustaba su visita y que mamá supiera que no me gustaba su tono.

Ella ignoró a la persona y se agachó hacia mí.

—Ve y acuéstate un rato, mi pequeña, por favor.

—¿Cómo voy a acostarme sin que me leas un cuento?

—¡Pero miren lo patética que está criando el engendrito, Alukah! De


verdad que mamá se moriría al ver lo patética que es.

Mamá volteó a mirar a la persona con rabia y yo la señalé.

—¡No soy ningún engendrito! — repuse con rabia.

La persona sonrió con burla. Su sonrisa me dio asco, era la más fea
que había visto en el mundo, de pronto Benji era muy estúpido
delante esta persona y sentía muchas ganas de convertirla en un
lienzo...
—No, desde luego que no— ella soltó dándome una mirada
despectiva — Eres asquerosa, patética y estúpida.

La miré con los ojos muy abiertos y mamá me llevo a su pecho,


acunándome en él

—Ve y acuéstate, pequeña, mami se encargará de la basura


mientras tú duermes. — susurro y le sonríe, fijándome en su rostro.

Confiaba en ella, pero me giré hacia la persona. La odie y la señale


con mi dedito llena de rabia y coraje.

—Vas a pagar.

—Pagarás tu primero, puta. — soltó y miré cómo mamá apretó sus


puños, llena de ira.

—¡Cállate y a mi hija no le hables así!

—Oh, pero miren lo sensible que te ha puesto ese gusano con


coletas, Alukah. Te desconozco.

—Me desconocerás más si sigues metiéndote con ella— Mamá


saco su arma que siempre estaba detrás de su pantalón y le apunto.
El cañón le quedo en el pecho y la persona sonrió con burla,
levantando las manos.

—Ты убьешь свою сестру за этого червя?*

Mamá sonrió al escuchar sus palabras y me gustó mucho su


sonrisa. Yo estaba entre sus piernas, mirando todo y aprendiendo
de lo fuerte que se veía mamá así. Tan hermosa que me dieron
ganas de ser ella, porque era lo mejor del mundo.

—Mataré a todo el que se atreva a tocarle así sea un cabello—


mamá respondió y luego continuó en ruso: — Даже если этот
человек ты*
Entendía lo que decía. Mamá dio un paso hacia atrás y de pronto se
llenó todo de sangre. Ahora el cañón estaba en el pecho de mami y
era yo quien lo sostenía. Ella tenía el rostro lleno de golpes, sus
ojitos no podían verse por lo hinchados que estaban, su labio
goteaba sangre y...

La pistola se me cayó de las manos, pero se escuchó el sonido de


una bala. Sé que no fui yo, no podría hacerlo nunca, pero mamá se
agarró el pecho, la bala perforándolo y la sangre saliendo de la
herida. Mamá solamente lloro, no dijo nada más y yo me sentía tan
sucia.

No, no... yo nunca podría hacerle daño a mami.

«Si puedes» escuche una voz que me hizo sentir náuseas, pero
seguía en negación. Eso era imposible, me miré las manos, llena de
sangre y el cuerpo de mami en el suelo, por mí. La persona me
miraba sonriente, ella quería esto y supe que la voz venía de ella.
Se agachó, me coloco la mano en el hombro, sentí escalofríos y
susurro:

—Si puedes y ya lo hiciste.

Una pequeña versión de mi paso ante mis ojos: yo sentada en un


rincón mientras a mami le lanzaban patadas, la escupían y le daban
tablazos. Su cuerpo estaba tan destruido, ella estaba tan débil y yo
no podía hablar, llorar ni sentir nada.

Tenía la boca tapada gracias al bozal que reprimía las palabras que
no había soltado ni pensaba soltar. Mis manitos como puños, las
uñas clavándose en mis palmas. Mis piernas, mi pecho y todo mi
cuerpo completamente desnudo. Tenía las piernitas ligeramente
abiertas, ya no sentía pena por mí desnudes, me había
acostumbrado y solamente le lancé una mirada fría a esa persona
que daba todas órdenes.

Mami volteó hacia mí con la poca fuerza que tenía y solamente la


mire sin sentir nada. De pronto el bozal ya no estaba en mi boca,
ahora un bonito vestido azul cubría mi desnudez y entonces solté:

—Mátenla.

Pero sabía que no podía ser fácil. La persona a mi lado sonrió, tal
vez orgulloso de mi decisión y me pasó un hacha grande, pesada y
concentre toda mi fuerza mientras la levantaba y luego la dejaba
caer en el cuello de mami. El sonido sordo me lleno los oídos y su
linda cabeza se despegó de su cuello ocasionando un charco de
sangre que me mancho mis lindos zapatos.

Todo cambio de nuevo; ahora mami era la que ordenaba que me


mataran y yo lloraba sin entender que era lo que había pasado, cuál
era el precio que tenía que pagar solamente por el peso que
significaba lo que tenía en la sangre.

Pero ahora tenía miedo, tenía miedo de los que se acercaban con
ganas de tocar mi cuerpo o de las decisiones de mami que ahora
lucia completamente cambiada, distante y ya no era la mujer que
quería ser.

Ahora mami era diferente, mala y lo era conmigo, aunque me había


prometido que jamás lo sería. Tal vez las promesas nunca se
cumplen, pero de igual forma me daban ganas de llorar porque me
sentía débil y quería sus abrazos, pero por alguna razón, no los
podía tener.

Mamá me miró con asco y me lanzo una patada en la cabeza que


me hizo cerrar los ojos. Me sentí gélida, extraña y un escalofrío me
lleno el cuerpo porque no sentí dolor, solamente sentí paz, pero la
paz se transformó en suplicio cuando todo cambio otra vez y esta
vez era yo quien le enterraba una daga en el estómago a mi madre.
Capítulo 72 (*)
LUCY

Siento mis latidos débiles, mis ojos llenándose de lágrimas y las


manitos me tiemblan. Los sollozos de mi madre me erizan la piel y
forcejeo con las cadenas que tengo envolviéndome el cuerpo
desnudo.

Estoy amarrada a una silla, hay hombres por todos lados mirando mi
cuerpo de forma extraña y no sé qué hacer. La zozobra se siembra
en mi sistema, mamá siempre dijo que era capaz de hacer muchas
cosas, que éramos fuertes, pero aquí siento que soy nada, que soy
basura.

El sonido seco de los huesos rompiéndose me hace cerrar los ojos,


pero de inmediato siento la corriente eléctrica que me retuerce cada
parte del cuerpo. Siento como si me quemaran el cerebro y mis
dientes chocan entre sí, a la vez que siento un vacío extraño en el
estómago.

—¡Te ordené mantener los ojos abiertos, perra! — grita la persona


que es el culpable de todo esto y aleja la vara que transmite
corrientes eléctricas que siento que me quema cada célula del
cuerpo. Siento la comezón que me produce la quemadura y abro los
ojos cuando su puño se impacta contra mi mejilla. El bozal cae al
suelo, siento mi boca libre por primera vez.

Veo borroso, pero puedo escuchar con perfección y no sé si eso es


lo peor de todo esto.

—¡Déjala! — mamá grita — ¡Déjala que ella no tiene culpa de nada


de esto!

La persona menea la cabeza, los hombres que están detrás de él se


giran y van en contra de mami dándole golpes con sus pies, la
escupen y le dicen palabras muy feas que decido ignorar. Se puede
escuchar el sonido sordo que sucede mientras dan cada golpe, los
llantos de mami cada vez son más bajos y ella se retuerce en el
suelo, vomitando un líquido rojo y espeso que empeora el dolor que
siento al ver lo que está pasando.

La persona se gira hacia mí y sonríe. Sonríe y se acerca tomando


mi rostro con sus sucias manos. Tengo frío porque estoy desnuda,
pero a la vez siento calor por la rabia que tengo dentro.

—¿Cuándo vas a decidir, matarla mi reina? — pregunta mientras


sus ojos se concentran en los míos, pero puedo seguir viendo todo
lo que le hacen a mami sin poder hacer nada para detenerlo.

Meneo la cabeza.

—No quiero que se vaya— digo con la voz entrecortada y el agarre


en mi mandíbula se aprieta.

—Entonces sigue viendo lo que le hacen por tu culpa— suelta y me


obliga a mirar como esta vez, uno de ellos toma a mamá de los
hombros y le golpea tanto la cabeza que ella cierra los ojos, pero
aun así logro escuchar como dice:

—Te amo, te amo y nada de esto es tu culpa...—

—¡Suéltenla! — me muevo con rabia, las cadenas enterrándose en


mi piel, pero no importa. Solamente quiero ser yo la que esté ahí,
quiero evitar que sufra, quiero... quiero ser tan poderosa como
mamá solía decirme que era para poder impedir esto. Pero no lo
soy. Eso es lo que me molesta y lo único que puedo hacer es gritar:
— ¡Suéltenla! ¡Suéltenla!

Pero no lo hacen.

Ellos no lo hacen porque ellos quieren que me sienta culpable. Le


colocan el pie en su rostro bonito que ahora luce destruido. No me
gusta verla así y voltea a mirarme, o al menos intenta hacerlo y
vuelvo a luchar con las cadenas que me mantienen inmóvil.

La mano de esa persona obligándome a mirar todo, mientras siento


la vara que envía electricidad entre mis piernas, en esa parte que
está desnuda y expuesta, pero que no me avergüenza porque tengo
cosas mucho más importantes en las que pensar.

—¡Suéltala! — chillo — ¡Suéltala, por favor...! Haré lo que quieras,


pero... deja a mi mami en paz. Déjala en paz, por favor, no le hagas
más daño...

Me siento patética, me siento débil, pero no me escuchan. Siguen


haciéndole daño y...

—¡Suéltenla! — grito tan fuerte que la garganta se me desgarra


mientras me levanto o al menos es lo que siento que hago. Estoy
desorientada, no sé dónde estoy a la vez que siento como unos
brazos cálidos, me cubren por atrás mientras las personas que
están conmigo se incorporan para ver qué es lo que sucede, pero
nada me importa porque lo único que puedo pensar es en mi mami.

Quiero salvar a mi mami.

—¡Suéltenla! — vuelvo a gritar mientras siento el sudor


escurriéndome por el cuerpo y unas manos frías toman mi rostro,
obligando que mire unos ojos verdes que lucen enrojecidos. Mueve
los labios hablando, pero no puedo entender lo que dice por el
zumbido de mis oídos hasta qué...

—Tranquila, tranquila...— susurra o al menos es lo que escucho y


meneo la cabeza mientras estoy tan aturdida que no sé lo que
sucede y eso me jode.

Estoy en una habitación grande, mamá no está por ningún lado,


ellos tampoco, pero si veo como a cinco chicos que... mientras uno
de ellos me obliga a colocar mi mejilla en su pecho, me acaricia el
cabello los otros cuatro me miran atentos y entonces caigo en
cuenta de lo que estaba sucediendo: «pesadillas».

Trato de controlar mi respiración, siento un sabor metálico en la


boca y las lágrimas salen de mis ojos sin poder evitarlo. Me siento
tan extraña, tan fuera de sí mientras los recuerdos pasan delante de
mis ojos, las pesadillas que desde luego no son tan pesadillas,
solamente recuerdos distorsionados de lo que alguna vez tuve que
presenciar y vivir.

Entonces caigo en la realidad luego de un largo silencio donde


ninguno de ellos dice nada.

Crono es quien me tiene contra su pecho, es su mano quien acaricia


mi cabello con una gentileza que desconocida. Consus está
sentado, en el borde de la cama, con los pies fuera de ella,
observándome. Tengo mis piernas encima de las de Caebrán,
Cristian tiene una almohada sobre su pecho, también sentado y
Caelus me observa con una atención obsesiva, a mi izquierda.

Estábamos durmiendo o eso es lo que recuerdo. Todos en la misma


cama porque juntaron dos para que pudiéramos caber en ella y en
sus rostros están la clara señal de que por mi culpa se despertaron.
Las luces están apagadas, pero puedo ver con claridad sus rostros
por la luz del sol que entra por la ventana.

Tienen los cabellos desordenados, los torsos descubiertos menos


Crono que tiene una camisa negra y están en bóxer. Algunos
recuerdos llegan a mi cabeza: yo besándolos, ellos besándome y
luego como volvimos a estar juntos otra vez luego que de que salí
del baño porque si, después de todo no dejábamos de ser
adolescentes hormonales.

Quede rendida en algún momento, recuerdo que fue encima de los


músculos del pecho macizo de Consus y luego... llegaron las
pesadillas. Siento como Crono me limpia las lágrimas son sus dedos
y tomo una gran bocana de aire repitiéndome que solamente eran
pesadillas, que no es real o que al menos, no lo es ahora.
Estoy bien, estoy a salvo. Nadie va a dañarme. Digo en mi cabeza y
lo repito otra vez: Estoy bien, estoy a salvo. Nadie va a dañarme.

Todos se mantienen en silencio hasta que quiero incorporarme, pero


Crono no me deja.

—Puedes quedarte así si es lo que necesitas— dice y no respondo,


solamente me acurruco más a él mientras me acomodo un poco
para que los otros puedan acostarse y me agrada de alguna forma
que no hagan preguntas por qué sencillamente, sé que no voy a
poder responderlas.

Se acomodan, Caebrán queda a mi lado mientras Crono se acuesta


y quedo sobre su pecho. Consus está al lado de él, sus ojos
pendientes del movimiento que realiza la mano derecha de Crono
sobre mi cabello, Caelus a mi derecha, Cristian a su lado y nos
quedamos en silencio hasta que la mano de Crono deja de tocarme
el cabello y es lo que necesito para saber que está dormido.

Y por más que intento cerrar los ojos para dormirme, cuando lo hago
solamente soy consciente de que las pesadillas vuelven así que
duro toda la noche, con los ojos abiertos y un gran vacío en el
estómago mientras vuelvo a sentirme como me sentía hace varios
años.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

El desayuno llega hasta la cama. Cristian está duchándose, Caelus


se está vistiendo mientras Crono está fumando en el balcón,
Caebrán navega en su teléfono y Consus es quien acepta las
bandejas de comida de la mucama que entra en la habitación la
mirada gacha.

No dice nada, solamente me extiende un jugo de naranja y una


pastilla que aún se encuentra en su caja.

Mis ojos se concentran en el nombre: «Aspirina». Levanto la vista


para ver como la mucama sale de la habitación y Consus se sienta
en la cama. Su rostro es impenetrable, el teléfono de Caelus suena
y él lo toma, mirando la pantalla antes de contestar.

Responde en francés, por lo que no presto atención y Cristian sale


del baño con una toalla amarrada en su cintura. Su cabello castaño
pegándose a su frente y...

—Pedí que trajeran esa pastilla porque supuse que como no


dormiste, tenías dolor de cabeza además de que hoy será un día
lleno de muchas emociones, siento que lo mejor es que la tomes y si
te sientes mal, podrías decírnoslo y nos quedamos aquí un día más
para que te mejores. — Consus dice y le doy una pequeña sonrisa.
Ya estoy vestida, fui la primera en hacerlo y la primera en darme una
ducha.

—Gracias. — contesto — Creo que con eso está bien, no es


necesario que se preocupen tanto por mí.

—Si lo es. — Crono responde entrando a la habitación, botando el


humo del cigarrillo por la boca mientras camina hacia el baño.

No digo nada más.

—Aquí hay comida. — dice Consus y Cristian se sienta a mi lado


dándome un beso en la mejilla y agarrando uno de los pasteles de la
bandeja.

—Yo quiero. — suelta y Consus rueda sus ojos.

—Ya nos dimos cuenta— se burla mientras se levanta y decido abrir


la caja para sacar la pequeña pastilla que coloco en la punta de mi
lengua y me llevo el jugo para tragármela y cuando lo hago, tomo
uno de los pasteles y me los llevo a la boca. Caelus se acerca y
toma uno también mientras se escucha el sonido de la ducha
abriéndose dentro del baño.

No decimos nada, solamente comemos en silencio y Caebrán se


levanta diciendo que Ángel le ha mandado un mensaje y debe hacer
algo aquí antes de volver al pueblo, Cristian lo sigue y cuando
termino de comer, me levanto y voy hacia el balcón.

Hay sol, mucho sol y arrugo la frente cuando por un momento quedo
cegada. Soy consciente de lo pálida que me debo ver en este
preciso momento y coloco mis codos en la baranda.

Estamos en el último piso, el vértigo inexistente que solamente me


eriza la piel al ver como todo se ve tan pequeño desde esta altura.
El cielo teniendo unos colores amarillos y azules degradados, ya
son casi las tres de la tarde y aún no sé qué es lo que vamos a
hacer al partir de aquí.

Trato de no pensar en las pesadillas, el cansancio que debería tener


en este momento no está y solamente me concentro en el panorama
que hay delante de mis ojos: autos moviéndose de un lado a otro,
personas caminando metidas en sus vidas, siendo ajenas a lo que
sucede donde quizá el mayor problema de sus vidas sea pagar la
renta o que sus parejas lo han dejado.

Sea lo que sea, me concentro en ellos. Con vidas tan simples,


viéndose tan pequeños e insignificantes allá abajo y no digo nada
cuando noto que hay alguien a mi lado. Ese alguien hace lo mismo
que hago yo; mirar a las personas que se encuentran ensimismadas
en su vida y volteo a mirar su perfil.

«Caelus»

Ojos azules, rostro extrañamente perfecto, simétrico, varonil y el


cabello negro, uno muy espeso que se le pega a la frente y que le
queda perfectamente bien. Tiene una camisa color petróleo y un
pantalón caqui que hacen una perfecta combinación. Un reloj de oro
en su muñeca, una pequeña cadena en su cuello y cuando nota que
lo estoy mirando, hace exactamente lo mismo. Concentrando su
atención en mí.

Tengo los labios resecos, así que los relamo y él sigue ese
movimiento con sus ojos. El aire de pronto se siente denso, pesado
y extraño. No es incómodo, pero sé que hay mucha tensión y...

—¿Sabes que voy a investigarte? — pregunta con su voz áspera —


¿Sabes que no voy a descansar hasta conocerte realmente, Lucy?
Porque siento que eres tan compleja, tan extraña y tan rara que eso
solamente me incita a saber todo sobre ti con las mismas ganas con
las que tú has estado investigándonos a fondo todos estos meses.
— busca algo en mis ojos con intensidad y cuando parece no
conseguirlo, añade: — Ya sabes, resolver todo el rompecabezas y
creo que en eso somos iguales.

—Nunca conocerás realmente a las personas. — contesto con


tranquilidad, pausando cada una de las palabras— ¿Por qué crees
que me conocerás a mí entonces?

—Porque sé que ese dicho es mentira — contraatacó y sus labios


se ensancharon en una pequeña sonrisa que dejó a la vista sus
dientes blancos, perfectos y esa pequeña sonrisa, por alguna razón
estaba llena de malicia, así como lo que dijo después: — ¿Te da
miedo que descubra todos tus secretos, Lucy?

Deje de mirarlo para volverme a concentrar en el paisaje. Esta vez


no miraba a las personas, miraba las nubes que estaba formadas en
altoestratos en el cielo y se veían tan lindas e imperturbables. Tan
lejos que nadie podía dañarlas, nadie podría mancharlas y tan lejos
que lo único que podías hacer es admirarlas.

—No me daría miedo. — respondo lentamente mientras apretaba


mis manos en el barandal de metal que impedían que cayeras por el
precipicio y luego suspire, con pesar y volví a mirarlo a los ojos
antes de soltar: — Tendría miedo por ustedes, porque no sé si
podrían soportar lo que encuentren en realidad.

Lo dije con tanta tranquilidad que la amanezca que lancé


silenciosamente y disfrazada, quizá perdió peso y pasó
desapercibida, pero eso no significaba que fuese menos letal.

—¿Eso crees?
—No, de eso estoy segura.

Él deja escapar una breve carcajada.

—Eso solamente empeora mi curiosidad.

—¿No escuchaste alguna vez ese dicho que dice que "la curiosidad
mató al gato"? — pregunto con una pequeña sonrisa de burla en los
labios y él da un paso hacia mí.

—En esta historia soy la curiosidad. — respondió al igual que yo


cuando no dejaban de decir que iba a quemarme con fuego y
sonreí.

—Te deseo suerte entonces.

—No la necesito. — respondió.

—Eso es lo que tú crees.

Dio un paso hacia adelante, acercándose lo suficiente para que me


obligara a mirarlo, haciendo la cabeza ligeramente hacia atrás. La
diferencia de estatura siendo tan evidente en estos momentos, pero
no me hacía sentir menos. Yo sabía que no.

—¿Eso es una amenaza? — preguntó colocando sus manos en mi


cintura. Sus ojos azules brillaban en contraste con los míos.

—Una simple advertencia, nada más. — respondí con una sonrisa


— Solamente esperemos quien de los dos consigue las preguntas
primero y así veremos luego como el juego finaliza.

—¿Y si hay un empate? — preguntó y menee la cabeza sintiendo


como su mano se situaba en mi espalda baja.

—No creo que pueda existir algo como eso. — contesté — Sería tan
aburrido, le quitaría la diversión completamente al juego.
—Lo dices porque estuviste haciendo trampa todo este tiempo —
dijo y me pegó un poco más a su cuerpo. La luz del sol chocando
contra nuestros rostros.

Puse mi mejor cara de ofendida.

—¿Haciendo trampa?

—Si — soltó muy seguro de sus palabras — Lo has estado


haciendo desde hace mucho tiempo, adelantándote y estoy tan
seguro que sabes mucho más de lo que aparentas.

—¿Eso es malo?

—No.

—¿No?

—No — repitió y entonces dijo con una voz completamente


acentuada y áspera: — Eso solamente aumenta mis ganas de saber
todo sobre ti, de descubrir realmente quien es Lucy Beckett porque
ya el papel de novia fantasma me está cansando. Quiero saber de ti
tanto como tú deseas saber sobre nosotros y descubrir cada uno de
tus secretos, comprenderlos y poder ayudarte en cada uno de tus
problemas porque...

—¿Por qué? — pregunto en un susurro y él se acerca a mis labios.


Los roza, pero no me besa y...

—Porque quizá dentro de nosotros tenemos esa idea loca de que


nos gustas mucho más de lo que pensamos.

—Todo esto se acabará cuando el año termine. — mencione y él


ladeó la cabeza, aun con ese juego de rozar nuestros labios
haciéndome olvidar de todos los recuerdos dolorosos que ahora
estaban torturándome.

—Eso no lo crees ni tu misma — murmuró — Creo que deberías


dejar de mentirte con eso porque ambos estamos tan conscientes
que desde el momento en que lo hicimos todo por primera vez, la
idea de solamente jugar con fuego paso a segundo plano porque
ahora queremos más.

—¿Qué es lo que quieren?

Y entonces, él respondió segundos antes de jugar nuestros labios


como si de alguna forma, haciendo eso evitara que respondiera o
pusiera alguna propuesta a sus palabras exactas que ocasionaron
un desastre —peor del que ya sentía— dentro de mí: — A ti.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Bajamos de la habitación en completo silencio, aún siento las


pequeñas contracciones en el vientre por las palabras de Caelus.
Los labios los tengo hinchados por los besos y recuerdo que nos
separamos solamente porque Jake llego a la habitación un poco
alterada porque según Rose, Rodrigo la había llamado para que ella
también tuviera algo que ver con lo que sea que le hacían a Marta.

Eso me resulto irónico y extraño, inclusive absurdo, pero Jake


resultaba bastante afectada por eso y más que nunca quería sacar a
Marta de las garras de Rodrigo Bush, o era lo que había entendido
mientras entrabamos al ascensor.

Llegamos al salón principal, ella salió prácticamente corriendo hacia


donde Joseph y Rose estaba sentada al lado de la pequeña fuente
que había cerca de la recepción. Ángel estaba hablando con Cindy,
pero se giró hacia nosotros cuando vio que estábamos aquí. Cristian
apareció por uno de los pasillos y Caebrán simplemente se acercó.
Terminamos de estar todos juntos luego de unos segundos,
formando así un pequeño círculo y entonces, hable, mirando a Jake:

—Si quieres salvar a Marta de lo que sea que sucede, hay


solamente dos opciones. — mire a Rose que palideció. Tenía la
misma ropa que ayer y la mirada la tenía apagada, pero su
expresión corporal paso a una de alerta cuando se dio cuenta de
que tenía mi atención. — Es tu padre, ¿no? Creo que podrías
pedirle que... la deje ir.

Ella tragó saliva, negando ligeramente con la cabeza.

—No. — respondió muy segura y eso me sonó sospechoso o al


menos para mí— No hay manera alguna de que le diga que la deje
ir porque se supone que, en primer lugar, nunca debí haber venido a
contarles.

—¿Entonces que excusa pusiste para venir aquí? — pregunto con


las cejas ligeramente arqueadas, sin importarme realmente que se
sienta acusada porque es lo que estoy tratando de hacer.

Dejo muy en claro que no confío en ella.

—Le dije a papá que había venido porque quería arreglar las cosas
con Joseph. — suelta y se sonroja mirando al suelo. Jake le clava la
mirada encima y Joseph se endereza. Creo que no soy la única a la
cual le parecen tan ridículas sus palabras que ella cuando se
percata del silencio, añade: — Pero fue una excusa, claro.

—¿Cuál es la otra opción?

Ángel pregunta mirándome divertido. Tiene las manos dentro de los


bolsillos y una pose despreocupada a diferencia de ayer, parece
hasta ser el mismo Ángel que conocí: juguetón, burlón y perspicaz.

«El Ángel en el que no confío tampoco»

—Podríamos hacer un plan. — indique y mire a Jake que pareció


entender mis palabras.

—¿Un plan como cuál? — Caelus preguntó y Jake le respondió:

—Podríamos entrar y de alguna forma sacarla de ahí. — miró a


Rose — Porque tú sabes dónde están, ¿no?
—¿Qué haremos después de intentar hacer un mal remix de Los
Vengadores? — preguntó Crono desde su sitio, adelantándose a
Rose que estaba por responder. El tono irónico y aburrido de Crono
sin poder pasarse desapercibido: — Rescatamos a la loca, sí,
pero... ¿Después? Rodrigo no es estúpido y creo que toda esta
historia fantástica no va a terminar bien y les puedo asegurar que no
quiero morir como la Viuda Negra en End Game en una épica y
emotiva escena esa donde la Viuda suelta la mano de Barton y cae
al vacío o como Tony Stark muere de forma heroica salvando a
todos de Thanos, fulminando con un chasquido de dedos a los
ejércitos del Titán porque no me apetece ser ni el bueno y desde
luego, no me apetece morir y menos... por una loca.

El tono despectivo final es la cereza del pastel y Ángel comienza a


reír mientras solamente miro a Crono dándome cuenta de que
delante de mí, está un gran fan de Marvel en cubierto.

—Roquita seca... hasta aquí se puede oler lo dolido que estás


todavía sobre eso. Creo que deberías superar la muerte de Tony—
Ángel se burló y como siempre, Crono lo ignoró.

Jake rodó sus ojos.

—Marta no es ninguna loca.

—¿Estás segura de eso? Porque de verdad, siendo muy sincero,


siento que la pobre debería estar bien internada en un psiquiátrico
desde hace varios años— preguntó con burla Ángel otra vez
soltando una de sus risitas y Jake le enseñó el dedo medio.

Caelus iba a decir algo, pero entonces Rose se le adelantó:

—Es mi culpa — soltó — Por eso yo me encargaré de mi padre.

—¿Por qué será que no te creo? — pregunto en voz alta y ella evita
mirarme.
—Les doy mi palabra, pero como sé que no les importa... prefiero
demostrarle con hechos que no pienso permitir una vez más que mi
padre le haga daño a alguien que no lo merece.

«¿Rodrigo es él?» No sé por qué tenía ese extraño presentimiento


que era una contradicción porque a la vez sentía que no podía ser
tan fácil. Tenía que haber algo detrás o quizá solamente era mi
mente queriendo conspirar o retorcer las cosas.

—¿Tienes algo en mente? — Caelus le preguntó desde su sitio.

Rose tragó saliva, pasándose las manos por los costados.

—Solamente que ustedes logren sacarla de ahí mientras me


encargo de despistarlo y luego solamente diremos que ella se
escapó.

Hice una mueca.

—Es el plan más estúpido que he escuchado— digo con total


sinceridad y Ángel levanta su dedo pulgar.

—Apoyo a Lucy.

Rodé mis ojos.

—Creo que suena estúpido, pero si hacemos algunos cambios...


quizá pueda servir — Jake dijo y Joseph la miró de inmediato.
Dejando de lado completamente el actuar como simples hermanos,
ahora hasta sentía que al menos a él le valía madres que Rose
estuviera viendo todo esto.

—Tú no vas a ponerte en peligro.

Ella resopló: — Debo salvar a Marta, te guste o no.

Joseph hizo que sus labios formaran una línea fina y Caelus se
apresuró a decir:
—Si quieren de verdad rescatar a Marta, debemos apurarnos
porque ya va a anochecer y si amanece, perderemos la oportunidad.

—¿Qué pasa si se hace mañana y no la hemos rescatado? — miré


a Rose y solté la duda que tenía en mi cabeza desde ya hace un
rato: — ¿Morirá?

—No, pero el daño será peor... Debemos hacer lo que sea para
sacarla de ahí. — respondió y Cristian meneo la cabeza.

—¿Qué sucederá cuando Rodrigo vea que su presa no está? —


inquirió —Sabrá que alguien la ayudo a salir porque si fuese fácil
hacerlo por sí mismo, ella se hubiera ido desde hace tiempo, pero
no, está ahí, sigue ahí y si tú estarás con él... ¿Quién más la
ayudaría a escapar?

La pregunta era irónica y por eso nadie respondió. Creo que todos lo
hicimos en nuestra cabeza porque la respuesta era tan evidente:
nosotros. Él iba a pensar que éramos nosotros y, en definitiva,
tendría razón.

—No les hará nada — Rose aseguro colocándose de pie — Papá


sabe que son intocable porque Caleth podría matarlo en un
chasquido de dedos, es su socio y ambos sabemos lo importante
que él es para mi padre.

Ahí hubo una falla. Una pequeña falla de la que yo no solamente,


me percate.

Creo que todos se dieron cuenta de que la lealtad de Rodrigo era


muy cuestionable y que Rose no estaba diciendo toda la verdad
porque si Rodrigo tenía a Marcus en su propia casa, Marcus quien
era enemigo de sus socios, el supuesto culpable de una desgracia
para los Fairchild y lo tenía debajo de su techo, quedaba claro que a
Rodrigo no le importaba Caleth, solamente quería su dinero y su
poder.
Los chicos se dieron cuenta, inclusive Jake y Joseph porque ya
todos sabían sobre Marcus. Ángel miró a Rose de una forma
extraña y por un momento pensé que le diría que sabía todo. Incluso
creí que iba a burlarse pero sonrió.

Sonrió como en realidad si le creyera todo su discurso barato y que


ninguno de los otros— incluyendo a Joseph y Jake— fallaran ni
hicieran nada que los dejara en evidencia, me sorprendió.

Actuaron normal, como si no supieran nada y...

—¿Estás segura, Rose?

—Sí, solamente quiero que me ayuden a sacar a Marta y sé que


papá no se acercara a ella por un tiempo hasta que logremos
encontrar una solución.

—La solución sería matar a tu asqueroso padre— Jake soltó y ella,


abrió los ojos luego al darse cuenta de lo que había dicho. Rose no
dijo nada, pero si se movió con incomodidad y Caelus dio un paso al
frente y soltó colocando su rostro serio:

—Bien, entonces hagamos un plan y rescatemos a la loca.


Capítulo 73 (*)
LUCY

Todos abordamos el jet privado de los Fairchild que nos llevara de


regreso a Hiverdele mientras Caelus consiguió un papel y un lápiz
donde traza una especie de plan rente a todos.

Exactamente, "el plan".

Parecíamos de esos chicos que aparecían en un programa de


televisión, que intentaban resolver un gran misterio o una mala
película de espías. Rose estaba mirando por la ventanilla mientras
Ángel estaba al lado de Caelus entre él y Jake. Los tres soltaban
cosas que Caelus anotaba, Caebrán estaba dormido en uno de los
asientos, Cristian jugaba Candy Crush con los pies encima de la
pequeña barra donde hay varias bebidas dentro de una cubeta llena
de hielo. Crono fue al baño con cierta urgencia y no me pasó
desapercibido el pequeño sobre de polvo blanco que sacó de su
chaqueta. Consus lee un libro y Joseph parece uno de esos niños
caprichosos cuando no obtienen lo que quieren; brazos cruzados,
mirada fija en Jake, Caelus y Ángel mientras casi, pero casi hace un
puchero.

—Creo que deberíamos empezar por donde todo comenzó. —


Ángel prácticamente canturrea con una voz excesivamente grave
que suena chillona como si quisiera de alguna forma asemejar su
voz a la de Jake y Caelus levanta la vista de los papeles y le da una
mirada envenenada.

—Creo que deberías callarte si no aportaras nada importante. —


responde, tajante y la rubia coloca sus ojos en blanco.

—No nos desviemos del tema. — Pide y le da una mirada a Ángel


— Creo que entiendes que, en realidad, recordar las cosas del
pasado no nos ayudaran en nada porque estamos pensando cómo
entrar a la finca de Rodrigo, no cómo asesinar fantasmas.

—Entonces si es lo que hacen... ¿Por qué no le piden ayuda a


Rose? — digo y Rose deja de mirar por la ventanilla para darme una
mirada, tensa.

—Yo ya dije lo que tenía que decir.

—Lo que se resume a nada, ya que la dirección ya la sabíamos. —


responde con ironía Cristian dejando de jugar Candy Crush.

Rose traga saliva y baja la vista.

—De igual forma lo más importante lo haré yo— contesta — Ya les


expliqué: tengo que entrar antes, hacer que mi padre salga de la
finca y ustedes entran, se deshacen de los guardias y salvan a
Marta.

—¿Te escuchas? — Joseph pregunta desde su sitio — Porque a


mis oídos, es el peor plan que he escuchado en toda mi puta vida.

—¡Es lo único que se me ocurre! — ella le responde a la defensiva y


él rueda sus ojos, sin darse cuenta de que Jake ha levantado la
vista del papel y que todos hacemos lo mismo que ella: mirarlos.

—La verdad es que no confío en ti y por esa maldita razón no quiero


que Jake pise esa finca — soltó él y por un pequeño momento, en el
rostro de Rose se vio reflejado un horrible, frío e inesperado: dolor.

Tal vez se trataba que las palabras vinieran de la misma persona


con la que ella soñaba compartir toda su vida o al menos eso es lo
que había entendido. Ella, incluso sabiendo que todo era una farsa,
un contrato para que ambas familias se aliaran por alguna razón que
no entendía, Rose pensaba que iba a cumplir ese estúpido cliché
dónde al final, las personas como ella, como él que tienen padres
que los obligan a una alianza, en este caso contraer un matrimonio
no deseado, se rinden y aceptan su destino, enamorándose de las
personas que él o en este caso sus padres colocaron en su camino.

Quizá era por esa razón que estaba cegada. Rose quizá pensó que
ese sería su caso y prefirió hacerse la ciega ante las miles de
millones de señales que dejaban muy en claro que Joseph no
estaba interesado en ella o al menos, no de una forma romántica.

Es triste como le sucede lo mismo que le sucedía a su hermana,


solo que Joseph no era tan radical como Caebrán y que Rose no es
tan intensa como Dove.

—No me importa que confíes en mí — soltó ella, unos segundos


después colocando su rostro inexpresivo, pero su voz la delataba.
Era tan claro que le dolían las palabras de Joseph que resultaba
patético su intento de actuar como si no le interesara y al ver que él
la miro como si fuese una loca, añadió: — No me interesa la
compasión ni la compresión de ninguno de ustedes. Traicioné a mi
propia familia una vez más porque me he dado cuenta de las
injustas cosas que sufren los daños colaterales de nuestros actos.
Ya me queda claro que nunca fui nadie para ustedes, ni siquiera
para la persona que una vez creía mi amiga y me traicionó sin
importarle nada — hizo una pausa y ahí pude notar la indirecta que
hizo enderezar a Jake y siguió, con una nota agria en la voz: — Lo
único que quiero es que logren sacar a Marta de ahí y no interesa si
al darse cuenta de que eso sucede, mi padre acabe conmigo.

Ángel aplaudió con una sonrisa burlesca en el rostro acto seguido


que Rose terminará su discurso:

—Muy conmovedor, pero lástima que todos aquí seamos unos hijos
de puta, Rose y creo que tú lo sabías desde hace mucho por lo que
no entiendo qué es lo que te sorprende si incluso tú eres parte de
ese divertido paquete.

—Vete al infierno, Ángel— ella apretó sus manos volviendo a mirar a


la ventanilla y él soltó una de sus características risitas.
—Si de ahí vengo, chiquita.

—¿Entonces llegaremos y...? — Jake le preguntó a Caelus con


cierta impaciencia. Él la miró y luego miró el papelito que tenía
colores.

—Vamos a matar a todos los hijos de puta que se nos atraviesen


porque resulta que somos mafiosos y tenemos superpoderes
destinados a salvar locas — Crono contestó por su hermano con las
manos en los bolsillos, saliendo del baño a la vez que se sorbió la
nariz.

—Eso suena... tan estúpido — Jake arrugó la nariz y Crono se


encogió de hombros.

—Pues así se siente toda esta mierda. — soltó, tirándose en el


asiento que quedaba a mi lado. Su colonia llegó a mi nariz e
instintivamente, coloqué mi mano en su muslo.

—Prosigamos... — Caelus dijo ignorando lo que había dicho Crono


y levantó el papelito, colocándolo entre sus manos y comenzó a
leer: — Rose debe partir en el auto que nos estará esperando
cuando aterricemos en Hiverdele, hará lo que tenga que hacer para
hacer qué Rodrigo salga de la finca dejándola solamente con los
guardias y rescatamos a Marta.

—Fácil y rápido — Jake sonrió acercándose a Joseph y se sentó a


su lado colocando su cabeza en su hombro de forma
despreocupada.

Sentí cómo Rose se tensaba al ver el pequeño acercamiento, pero


no dijo nada. Crono colocó su grande mano sobre la mía y me tomo
de la mandíbula, girándome el rostro para que acto seguido;
nuestros labios chocaran.

Sentí su húmeda lengua dentro de mi boca, la forma en la que


ambos parecíamos encajar rápidamente y ambos luchábamos por el
control del beso que terminó en él dándome un mordisco en el labio
inferior luego de succionarlo.

Le sonreí y me alejé un poco para mirar a Rose, sabía que


quedaban aproximadamente cinco minutos para aterrizar y me
levanté, caminando hacia ella. Sentí los ojos de Crono en mi trasero
y la mirada de todos, incluyendo la de Jake y Joseph sobre mí
cuando tomé asiento al lado de la peli azul que se tensó de
inmediato.

—¿Crees que la explosión fue planificada, Rose? — la miro cuando


le pregunto, pero ella continúa esquivando mis ojos mirando por el
ventanal.

—¿La que sucedió cerca de mi casa o la de mi hermana? — ataca


ella de inmediato y no puedo evitar la sonrisa que se forma en mis
labios.

«Bingo»

—Amabas fueron realmente horribles — solté, con tranquilidad —


Pero creo que ambas sabemos que una de ellas no fue... Accidente.

Espere que volteara su rostro hacia mí y espere ese fruncimiento


ligero en sus cejas que definitivamente, sucedió. Hizo de sus finos y
pálidos labios una línea fina y ella no era Jake, no ocultaba sus
emociones y si lo hacía, se delataba aún más fácil que la rubia.

—No sé de qué hablas.

—¿No? — Respondí irónicamente — ¿Tampoco sabes de las


cartas?

Ella frunció los labios.

—¿Cartas? — preguntó y...


Ahí estaba lo que necesitaba. Esa pequeña expresión facial que me
dejaba en claro que no podía ser tan inteligente para hacer algo
como eso.

—Cartas, recuerdo unas cartas— solté, asintiendo y ella lució


realmente confundida así que añadí: — O bueno, quizá es que estoy
imaginando cosas por el golpe.

—¿Eso crees? — Contestó ella — ¿Y qué decían?

—Que tú habías ayudado a colocar la bomba en el auto de Jake —


digo con tranquilidad y ella apretó los puños.

—¿Por qué lo dices? No tienes ninguna prueba...—

—Cálmate, Rose que solamente te estoy diciendo lo que vi en las


cartas que imaginé...— me relamí los labios — Pero no sé por qué
te alteras si según tú, no tienes nada que ver.

Ella resopló antes de responder:

—No le haría eso a Jake.

—¿Estás segura de eso? — pregunto — Y además... ¿Por qué


parece que tienes de frente al diablo que eres incapaz de sostener
mi mirada?

Tal cual esperaba, sus ojos se concentraron en los míos y sonreí


con burla porque era tan fácil manipularla.

Comenzaba a preguntarme qué es lo que quería Marcus con ella sin


con tres palabras específicas lograbas meterte en la cabeza de
Rose con tanta facilidad. Ella me miró, pero noté la forma en la que
movió sus piernas con incomodidad para luego, romper el contacto
visual.

«¿Qué es lo que sabes, Rose?»

—No te tengo miedo — soltó volviendo a mirar por la ventana.


—¿Segura? — pregunto con una sonrisa y ella suelta aire
ruidosamente por la nariz.

—Tanto como el hecho de que mi hermana no murió en la explosión


de su auto — voltea a mirarme y mi sonrisa no flaquea ni por un
segundo a pesar de lo que dice.

—¿En serio? — abro mis ojos con sorpresa — Esas son


acusaciones muy graves, Rose.

—Tú hiciste lo mismo, — responde a la defensiva — Acabas de


decirme que crees que tuve algo que ver en la exposición dónde
casi mueres tú y Jake.

La miro. Me quedo mirándola por unos segundos mientras pienso


realmente qué es lo que voy a responder. Siento que he conseguido
mucho y que ella ha quedado descartada o al menos en todo ese
asunto de las amenazas y las cartas porque su expresión corporal
me demostraba que ni siquiera sabía que existían, pero lo de la
explosión...

Pero sé de ante mano que las personas son capaces de fingir todo y
no me sorprendería que ella actuará de esta forma para despistarme
y es por eso que no lo descarto, pero de igual forma, hay más
personas detrás de esto y no solamente Rose.

«Hay algo que no me cuadra». Siento que existe algo que no estoy
viendo y que ahora ella sospeche sobre lo de Dove me tiene sin
cuidado.

No me importa realmente que lo sepa porque sé que no hará nada o


al menos... no logrará nada porque ella también está sucia.

No puedo caer yo sin que todos caigan conmigo. Me arreglo en el


asiento y amplío la sonrisa de mi rostro, escondiendo lo que siento y
continúo jugando con su cabeza:

—¿Me equivoco, Rose?


Ella abre la boca para responder, pero la voz del piloto la
interrumpe.

—Ya vamos a aterrizar, arreglen sus cinturones.

Ella no responde y me levanto antes de que lo haga, camino hasta


mi puesto y me siento al lado de Crono, abrochándome al cinturón y
de inmediato se siente la pequeña turbulencia que deja muy en
claro, que acabamos de aterrizar.

Acto seguido aparece la azafata privada que siempre la veo en el jet


y con una sonrisa dice que ya podemos salir. Todos comienzan a
bajar del jet y quedó de última, entre Jake y Crono que va detrás.

Ya anocheció, tal cual lo predijo Caelus y hay dos autos.

Uno pequeño y una limusina que nos espera con su respectivo


chófer afuera. Ambos con el uniforme que le he visto a la
servidumbre de la mansión y ambos asienten, imperturbables
cuando Caelus los mira y dice:

—Rose, él te llevará hasta tu casa y luego tú misma te encaras de


todo mientras estaremos en la mansión esperando tu mensaje.
Tienes dos horas para sacar a tu padre de la finca, decirnos dónde
está exactamente Marta y si la vigilancia está en los mismos
puestos de la última vez que pisamos ese lugar

La peli azul caminó hacia el auto más pequeño y asintió.

—Nos vemos en dos horas, entonces.

El chófer le abrió la puerta y ella entró. Él se acercó y soltó algo en


francés que no logré entender, le dio la mano a Caelus y entró al
auto.

Cuando arrancó y comenzó a verse lejos, me giré hacia todos y


pregunté:

—¿Ya nos vamos?


Cristian sonrío con burla mirando también cómo se perdía de vista el
pequeño auto donde iba Rose.

—¿A la mansión? — preguntó y asentí, pero él negó con una


sonrisita de niño malo: —No.

—¿No?

—No porque todo lo que le hemos dicho a Rose es mentira —


Caelus vio cómo el hombre abría la puerta de la limusina y se giró
levemente hacia mí, levantando la comisura derecha de su boca:

—No confiamos en Rose y desde luego... no somos tan estúpidos


para decir lo que realmente tenemos planeado.

Los miré y no pude evitar sonreír también porque definitivamente, no


creía nada de eso de ellos haciendo planes con el enemigo, porque,
en definitiva, Rose lo era.

Caelus entró a la limusina y Jake le siguió, Ángel, Joseph, Cristian,


Consus e iba a ser el turno de Caebrán, pero se giró y me pidió que
entrara antes dándome un corto beso en los labios antes de dejarme
ir.

Crono y él fueron los últimos en entrar y Caelus saco el mismo


papelito, pero lo partió a la mitad y de ahí salió otro, que extendió en
la pequeña mesa que había en medio de todo.

—Esto es lo que haremos — comenzó a hablar con suma


concentración — Desde luego que no vamos a ir a la mansión
porque no queremos involucrar a nuestro padre en todo esto.
Nosotros no somos los buenos, ni siquiera queremos serlo, pero...
— miró a Jake — Hacemos esto por ti y quiero que sepas que el
precio vas a pagarlo en algún momento porque, aunque seas
nuestra amiga, no haremos nada gratis y mucho menos eso.

—Yo solamente la quiero libre.


—Lo entiendo, pero debes saber lo que vendrá después — Consus
habló por primera vez — Rodrigo no es estúpido Jake, Joseph le
importa, pero tú... Si Rose le cuenta lo que sabe, si no es que ya lo
hizo, sabes perfectamente lo que él hará.

Jake se encoge de hombros y por un momento parece que recuerda


algo que no quisiera recordar cuando hace una mueca extraña, pero
luego dice: — Entiendo y agradezco lo que hacen...

—Desde luego que lo haces. — Ángel se burló. — Y lo seguirás


haciendo mientras una vez más, nos debes algo.

Ella tensó los hombros, señalándolo.

—A ti no te debo nada.

—¿Segura? — él se burló, pero Joseph decidió intervenir cuando


parecía que iba a formarse la tercera guerra mundial entre la rubia y
Ángel.

—¿Para dónde iremos, Caelus?— preguntó Joseph colocando su


mano en el hombro de Jake para así de alguna manera calmarla.
Ella le dio una mirada matadora a Ángel y meneo la cabeza como si
quisiera olvidar lo que sea que sus palabras hubieran
desencadenado en su cabeza, pero la zozobra por alguna razón
seguía ahí.

—Para la fortaleza. — Caelus sonrió mientras sentí como pasamos


del asfalto a una carretera de piedras por la forma en la que todo el
auto vibraba y entonces él añade, mirando a Jake: — Al lugar donde
teníamos que haber ido desde la primera vez que sentimos que algo
como esto iba a suceder.

Jake se coloca pálida, pero no dice nada, solamente recuesta su


espalda al asiento y se concentra en mirar por la ventana del auto.
No entiendo a que se refieren, pero actuó como si no sintiera mucha
inquietud porque cada vez descubro que hay más misterios en este
lugar de lo que parecen.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

La Fortaleza, en realidad era una pequeña casa del mismo tamaño


de la cabaña.

Y acabo de pensar que «pequeña» para esta familia, es una


objeción muy estúpida porque cuando Caebrán me describió La
Fortaleza, en realidad creí que sería una pequeña casa de cuatro
cuartos y una salita que se conectaba con el comedor y la cocina,
pero... No paso por mi cabeza que sería tan grande como la cabaña
e incluso me atrevería a decir que mucho más; un lugar que estaba
a la mitad del bosque de Hiverdele, donde tuvimos que caminar en
la oscuridad por quince minutos para poder llegar.

Rejas grandes, inmensas que estaban por todo el lugar, haciendo


una especie de cerca, incluso había enredaderas y césped lleno de
hojas secas al rededor y sobre las rejas de color negro. Le daba un
toque de abandonado, parecía que nadie había puesto un pie ahí
por años y que los búhos cantaran justo cuando nos colocamos
frente a ella, le daba un aire extraño y enigmático al lugar.

Jake se había puesto un abrigo, hacía frío y yo tenía el saco de


Consus sobre mis hombros protegiéndome del calor. Sentía la nariz
fría y las mejillas encendidas mientras la rubia alumbraba con la
única linterna que había el lugar donde se suponía que estaba la
puerta, aunque estaba tan llena de enredaderas que ni se veía.

Éramos como hormigas delante de tal majestuosidad de


instalaciones, Caebrán y Cristian comenzaron a jalar, haciendo que
las hojas secas y verdes caigan al suelo y se ve claramente una
especie de puerta de acero donde hay un pequeño aparato rojo que
lo único que hace es titilar.

—¿Qué eso? — le pregunto a Jake que está a mi lado y Caelus se


acerca colocando el dedo en el aparato.

—La cerradura— responde la rubia con ironía y Ángel se ríe, pero


no dice nada más.
Se escucha un sonido sordo que me hace dar un paso hacia atrás
instintivamente cuando las rejas comienzan a moverse y así queda
a la vista una especie de pequeño edificio de color negro con
contrastes dorados.

Jake toma aire con fuerza y Caelus es el primero en entrar, pasando


por encima de las enredaderas y las hojas, le siguen Ángel, Cristian,
Consus, Joseph, Crono, Caebrán y Jake voltea a mirarme
frunciendo los labios con una mirada indecisa sin dejar de alumbrar
con la linterna el camino por donde los chicos comenzaron a
caminar.

—¿Juntas? — pregunta y le doy una pequeña sonrisa.

—Juntas. —contesto, tomándola de la mano y ambas pasamos por


encima de las hojas también y seguimos a los chicos en completo
silencio a la vez que siento cómo Jake aprieta la mano mientras
vamos acercándonos y Caelus abre la puerta colocando su ojo en el
pequeño interruptor de luz verde.

La cerradura gigante de la puerta de metal similar a la que


acabamos de pasar, empieza a girar y se abre dejando a la vista
una sala que se ilumina poco a poco hasta quedar completamente
alumbrada.

Ellos entrando como si nada y doy un paso, pero volteo a ver a Jake
que no se mueve ni un músculo mientras tiene la mirada fija en el
lugar y...

—¿Qué sucede? — pregunto y ella bota aire por la nariz de forma


ruidosa.

—Tengo un sabor amargo en la boca— responde mirándome a los


ojos, apagando la linterna porque ya hay la iluminación suficiente
como para que no fuese necesaria la linterna.

—¿Por qué?
Jake se muerde el labio.

—No tengo lindos recuerdos en este lugar— es lo que contesta,


pero menea la cabeza cuando Caelus nos observa desde la
distancia.

Abro la boca para responderle, pero...

—¿Se van a quedar ahí chicas?

—¡No! — Jake responde de inmediato y ahora es ella quien jala mi


mano para que la siga sin decir ni una palabra más.

Ignorando el hecho de que su comportamiento desde que


mencionaron la famosa "Fortaleza" es realmente extraño, la sigo y
trato de no impresionarme por la decoración gótica del lugar donde
predominan el color negro, más negro y gris.

Los sillones parecen ser de cuero, el candelabro que cuelga del


techo tiene unas especies de gotas de cristal y hay un cuadro de
Caleth con sus quince esposas en el medio del lugar.

Es lo primero que ves cuando entras, además de todos los aparatos


de lujos junto con la pecera que se adueña de toda la pared
principal. La puerta cierra detrás de nosotras y seguimos a Caelus y
hay distintos peces en perfecto estado nadando de un lado a otro y
no digo nada cuando veo un tiburón nodriza saliendo de algún lugar
mientras vamos caminando.

La pecera es más grande de lo que pienso y no me molesto en


preguntarme cuanto costo hacer algo como esto. Ya hemos pasado
más de cinco paredes completas y la pecera gigante sigue con
nosotros hasta que termina cuando aparece una puerta de color
negro que Cristian abre y unas escaleras muestran una especie de
sótano.

Los chicos bajan en silencio y Jake cada vez está más pálida.
Bajamos las escaleras y ella retira su mano de la mía para
pasársela por la chaqueta porque está sudando, aunque aquí
también se siente frío, aunque ella parece que estuviera en el
mismísimo desierto caminando bajo el sol.

Bajamos las escaleras y no me sorprende encontrar lo que hay en


cada una de las paredes:

Armas.

Armas de fuego de todo calibre y colores; pequeñas, medianas,


grandes, blancas, negras, rojas, azules y las que reconozco son las
Metralletas, Carabinas. Fusiles, escopetas. Casquillos, cartuchos y
de las armas blancas; dagas, armas cortas, espaldas, sables y un
asta larga.

Mis ojos recorren todo el lugar y en el centro hay una pintura de


Caleth con una metralleta en el pecho y su uniforme lleno de
estrellas. El que hizo la pintura supo realmente como congelar la
mirada de acero, frívola y llena de poder del patriarca de la familia y
debajo de él, en el marco, en letras doradas dice:

Comandante en jefe Caleth Fairchild.

—El pequeño arsenal de armas de mi padre. — Consus dice y por


alguna razón, siento que lo dice con ironía.

—¿Qué hacemos aquí? — Jake pregunta aun sin entrar


completamente al lugar y Ángel suelta una risita, pero Cristian es
quien responde:

—Necesitamos cosas de aquí.

—¿Cómo que necesitamos? — Jake parece que va a quedar sin


ojos por la forma en la que amplía su mirada como si hubiera
escuchado un mal chiste y Caelus asiente caminando por toda la
pared llena de armas de fuego y elige una de las pistolas, la mueve
en su mano y luego apunta hacia su primo con una sonrisa,
clavándole el cañón en la sien.
Ángel ni se inmuta, ni se asusta. Solamente suelta a reír como si no
estuviera jodidamente siento apuntado y Jake se agarra de la pared,
para no caerse.

—No me digas que...— dice ella con la voz jadeante y Caelus sonríe
asintiendo a la vez que retira el cañón de la sien de su propio primo.

—Te digo que sí. — él dice como si entendiera a lo que ella se


refiere. — Vamos a salvar a la loca, pero no vamos a ir indefensos.

—¿Sabes utilizar una de esas? — pregunto y Caelus rueda sus ojos


como si mi pregunta fuese muy estúpida.

—Por supuesto que sí, pero tú...— comienza a decir, pero antes de
que termine, una bala es disparada y le roza el brazo.

Todos voltean a mirarme, alarmados y con una sonrisa vuelvo a


colocar la pistola en la estantería.

—Por supuesto que sí— contesto con el mismo tono de sabelotodo


que él estaba empleando y se lleva la mano hacia la pequeña herida
que se le hizo en el brazo.

Sé que lo que acabo de hacer solamente levantara más sospechas,


pero me encojo de hombros y vuelvo a mirar las armas paseándome
por el lugar como si no le hubiese acabado de disparar a Caelus.

«Uno de mis tantos secretos...». No me preocupa ni un poco que


eso les parezca extraño porque lo es y continuo como si nada
mirando todo como si nada. Paso mis dedos por las rendijas que
deja cada arma en su sitio y creo que ahora les queda claro que no
me conocen ni un poco y mientras siento la adrenalina que me
produce estar en lugar lleno de estas cosas, Caelus habla como si
nada:

—Debemos tomar cada uno un arma porque no sabemos que es lo


que nos encontraremos en esa finca del demonio. — Habla como
todo un presidente de forma pausada y no me pasa desapercibido el
hecho de que debemos estar armados — Sabemos lo que hace
Rodrigo y que habrá hombres cuidando esa mierda. No nos
molestaremos en dormirlos como Rose piensa porque vamos a
matarlos si nos estorban y sacamos a la loca antes de que pidan
refuerzos o nos vean las caras.

—¿Cómo haremos para que no nos reconozcan?

Ángel sonríe al escuchar la pregunta de Joseph.

—Utilizaremos máscaras como si fuésemos a hacer un cover de la


casa de papel.

Crono rueda sus ojos y Ángel se ríe canturreando:

—O también podemos ser Los vengadores, roquita seca... No te


molestes que podemos disfrazarnos de hasta Barbie para ser todo
lo que queramos ser, pero yo pido de ante mano ser Thanos.

—¿El villano? — pregunto y él sonríe de forma maquiavélica.

—Los villanos me gustan más.

—¿Por qué vamos a matarlos? — Jake pregunta desde su sitio, en


un hilo de voz y Caelus se encoge de hombros.

—Ellos están con Rodrigo...— empieza y...

—Y Rodrigo está con Marcus— termina Cristian como si fuese algo


muy simple.

Se hace un ligero silencio en el lugar. Uno que se convierte en tenso


por Jake donde Caelus continúa explicando la forma en la que
vamos a entrar y vamos a salir mientras sigo concentrándome en las
armas.

«Mamá las llamaba pinceles». Mis ojos se pasean por ellas,


recordando los momentos de mi vida en donde la tenía a ella
conmigo y también aprendía a usar su colección de pinceles. En
este preciso momento creo y me permito pensar que quizá esa era
la forma de en la que mi madre evitaba que una pequeña Lucy les
contara a todos lo que ella hacía con ellas.

Su arte.

Meneo la cabeza, saliendo de mis pensamientos cuando escuchó


que Caelus me llama. Volteo a mirarlo y consigo que todos me
miran.

—¿Puedes acompañar a Jake a que se tome la pastilla que le toca?


— Joseph pregunta directamente mientras me extiende una caja de
pastillas.

Vitaminas prenatales. Alcanzo a leer rápidamente: Ácido fólico - 600


mcg.

—Por supuesto. — contesto aceptándolas y el rubio me da una


pequeña sonrisa ojeando a su hermana de soslayo, por encima de
los hombros antes de concentrar la vista en el mapa que hay encima
de la pequeña mesa.

Supongo que es el mapa de la finca tomado desde un satélite, pero


tampoco pienso mucho en la razón por las que unos adolescentes
tendrían algo como eso y estarían planeando "rescatar" a Marta
como si Rodrigo fuese un peligro eminente y matar gente a su gente
como si se trataran de recoger huevos de pascua en un jardín.

Una actividad normal y común.

Miro a Jake y sintiendo la mirada de todos sobre mí, camino hacia la


rubia que parece que va a desmayarse en cualquier momento. Creo
que tal vez son los efectos del embarazo o que la consciencia es el
peor de los verdugos.

Le ofrezco mi mano y ella la toma con la suya temblorosa a la vez


que comenzamos a subir las escaleras regresando a la gran sala y
veo la pecera.
—¿Para dónde vamos? — pregunto y ella señala el pasillo que está
a mi derecha.

—Por ahí queda la cocina— responde lentamente y asiento


encaminándome hacia allá.

Ella no dice nada, pero la siento completamente tensa en cada


respiro y cada paso que da, como si estar aquí fuese un suplicio y
efectivamente llegamos a una cocina de mármol que es dos veces
más grande que mi habitación —y mi habitación es bastante grande
—.

Jake se sienta en uno de los taburetes negros y camino hacia la


nevera. La abro y consigo frutas frescas, botella de agua mineral y
dulces.

—¿Alguien vive aquí? — pregunto mientras saco dos botellas y una


fresa que me llevo a la boca luego de limpiarla con mi dedo.

Le extiendo la botella y de la caja saco una tableta. Elijo la primera


pastilla y se la entrego luego de sacarla del pequeño envoltorio.

Ella la recibe y suspira.

—No. — responde de inmediato y continua: — Es una fortaleza de


los Fairchild, está a doce minutos lejos del pueblo y cinco minutos
lejos de la cabaña. En general, nadie sabe realmente como llegar
hasta este lugar a excepción de los miembros de la familia y para el
resto de los habitantes de Hiverdele, es una leyenda urbana.

—¿Qué? — suelto sin poder creerlo o al menos, es lo que le hago


creer.

—Tal como lo escuchas— ella abre la botella y se mete la pastilla en


la punta de la lengua antes de tragarla y luego pasarla con agua—
Creo que ellos prefieren mantenerla así para poderla usarla en
momentos especiales como estos. La ubicación es desconocida y si
por alguna razón quieren atacarlos; este es el mejor lugar para
esconderse porque para el resto es algo fantasioso.

—Pero existe.

—Pero, de todas formas, nadie cree realmente que exista o todos


piensan que es una de sus propiedades en Francia.

Abro la botella y me empino un trago de agua, refrescándome


sintiendo el sabor a fresa en mi paladar.

—¿Por qué habría alguien que quiere atacarlos?

Ella suspira.

—Creo que ya es muy evidente que no todo es lo que aparenta


aquí. — Dice — No sé qué tanto es lo que te han dicho los chicos,
pero algunas veces nos vemos involucrados en cosas que... no son
para nada buenas y de alguna forma, tener tanto dinero y estar en el
ojo público nos trae ciertos problemas y enemigos.

—¿Rose es uno de los enemigos, Jake?

—Eso... Bueno, creo que de eso no estoy muy segura.

—¿Por qué?

—Porque conozco a Rose y sé que ha vivido mucho y ha estado


muy involucrada con nosotros, quizá en este momento parezca que
es una completa desconocida para ti, pero la familia Bush también
hace parte de nosotros... —Casi se ahoga con las palabras que dice
y la miro con atención.

No puedo evitar sentir que hay trasfondo en ello, suponiendo que


eso es un patrón. O una conexión, o lo que sea y...

—¿Es por eso que aceptaste de inmediato ayudar a Marta?


Ella asiente con lentitud, sus ojos celestes llenos de cierto... ¿Dolor?
Jake se encoge de hombros, como si estuviera recordando algo que
preferiría olvidar.

—Marta es alguien muy importante para mí.

—¿Por qué?

—Sencillamente se convirtió en ello y creo que no merece todas las


cosas que pasan por culpa de nuestros errores.

Parece muy segura de lo que dice, tanto que me resulta


sospechoso.

—Todo lo que le sucedió a Marta comenzó con la muerte de


Katherine, ¿no es así?

Que haya dicho esto en este preciso momento ha dado en una tecla
muy sensible para Jake que levanta la mirada y concentra sus ojos
en mí. Creo que me he cansado de fingir que no se sobre eso y
antes de que ella pregunte como fue que lo sé, añado:

—Marta me lo contó.

—¿Qué fue lo que te contó? — pregunta ella demasiado tensa y


tengo que admitir que delante de mí no está la Jake que oculta
todos sus problemas hacia el mundo, sino que está una especie de
impostora que parece que va a colapsar con el mínimo movimiento.

—Solamente me dijo que ella estaba con Katherine cuando murió,


pero no lo recuerda... ¿Hay algo que debería saber sobre eso,
Jake? Porque casi te da un infarto.

Ella se pasa las palmas por la chaqueta, otra vez.

—Nada de lo que no te hayas enterado.

Eso me hace rodar los ojos.


—Pues la verdad es que no me he enterado de nada porque cada
vez que creo que voy a entenderlo todo, algo nuevo aparece y me
confunde más en todo este lío.

—Quizá es mejor así.

Eso por alguna razón, me molesta.

—No, no lo es cuando sabes muy bien que este lío nos está
manchando a todos por igual.

Jake suelta ruidosamente aire por la boca, no es un resoplido, pero


podría parecer que sí, pero sus ojos se concentran en los míos con
algo de preocupación.

—¿Te ha llegado una carta?

Carta, no. Mensajes, fotos y son peores que una estúpida amenaza.

—Sí, — respondo con seriedad — No se lo he dicho a nadie, pero


creo que ya entiendes que ya todo esto dejo de ser un capricho mío
porque se están metiendo con cosas que son muy importantes para
mí.

—¿Cómo cuáles?

—Mi pasado — respondo con tranquilidad, aunque por dentro estoy


a una pulgada de hacer un desastre.

Ella traga saliva y juega con sus manos encima de su regazo.

—Entonces creo que deberíamos ayudarnos porque no queremos


involucrar a los chicos...— dice.

—Creo que yo puedo sola con lo mío, pero tú...— la miro — ¿Vas a
poder incluso cuando han dejado muy claro que piensan hacerte
tragar a tu propio feto?

Ella hace una cara rara.


—Ambas podríamos salir de esto si trabajamos juntas.

—Para eso tendría que saber todo lo que sucede — contesto a su


fabulosa propuesta — Empezando por la razón que esta Marta con
Rodrigo Bush y por qué todos actúan como si él fuese un mafioso
loco y peligroso al estilo de Pablo Escobar.

—Porque lo es— ella responde con un hilo de voz, parece que le


cuesta mucho decir aquello, pero no me sorprende, era una de las
primeras cosas que imagine cuando escuche a Caelus hablando
como un militar a punto de lanzar una emboscada — No todos
tienen negocios legales en Hiverdele y... Rodrigo Bush es uno de
ellos. Todos lo saben, pero nadie habla de ello, es un narcotraficante
de esos que tiene el lujo de convivir con mandatarios del ejército
que son corruptos tanto o más que él.

—¿Entonces vamos a ir a la finca de un narcotraficante? —


pregunto con ironía y...

—No solo eso, vamos a ir a la finca donde se empaqueta la coca y


la marihuana que él distribuye en todo el país, Colombia, Chile,
Costa Rica, Venezuela y México.

La miro con atención.

—¿Qué tiene que ver Marta en todo esto, Jake? — pregunto de


inmediato con la voz pacifica — ¿Por qué actúas tan sospechosa
cuando se trata de ello? ¿Hay algo que te haga sentir culpable?

El terror que se trasluce en su cara me divierte y recuerdo las


palabras de Rose: «Traicioné a mi propia familia una vez más
porque me he dado cuenta de las injustas cosas que sufren los
daños colaterales de nuestros actos».

¿Eso es lo que es Marta? ¿Un daño colateral? Solamente necesito


un pequeño indicio para confirmar o eliminar mi teoría y...
—Marta ha estado pagando muy caro nuestros errores y Rodrigo
Bush es una asquerosa rata que no merece respirar en este mundo
por todo el daño que ha hecho...—aprieta sus palmas, con rabia
cuando lo dice— Nunca voy a perdonarme que, por nuestra culpa,
Marta tenga tantos problemas psicológicos, Lucy... ni siquiera voy a
poder dormir en paz jamás por lo que le hemos hecho.

Siento que me quiere decir algo y tomo sus manos con las mías,
dándole la mejor mirada comprensiva que tengo.

—¿Qué significa, Jake?

Se le cristalizan los ojos.

—Marta ha estado siendo abusada por un hombre, ¿sabes? — Dice


y por el tono que toma su rostro, parece que va a hiperventilar —
Ella solamente estuvo en el lugar incorrecto un día y por eso le ha
tocado pagar con creces ese pequeño error. Pensar que otras
chicas hayan pasado lo mismo que ella me produce tantas náuseas
y más náuseas me da que hombres como Rodrigo existan.
Personas que son parásitos, ratas, engendros que deberían morir
quemados por abusar de tres niñas pequeñas las cuales eran
indefensas, sus hijas que no pidieron llegar al mundo para sufrir lo
que les toco solamente por su asqueroso padre y luego esta Marta
que... fue el daño colateral convirtiéndose en el monigote de ese
hombre.

La noticia me hace solamente abrir los ojos un poco. Hay tanta


información que mi cerebro procesa con rapidez y Jake sigue con
rabia mientras creo que ni siquiera se da cuenta de lo que dice:

—Katherine, Dove y Rose fueron las tres hijas de Rodrigo e Irene


LaForte que tuvieron que aguantar las violaciones de su propio
padre. Marta fue la niña ingenua que se hizo amiga de Katherine sin
saber que eso solamente la llevaba a la boca de un lobo feroz que
no le pesaría destruirle la vida, solamente por diversión.
«Katherine es la tercera hermana». Eso es lo que repite mi cerebro
una y otra vez.

No respondo y realmente por primera vez en mi vida, no sé qué


decir. Mi mente está completamente en blanco excepto por el
remolino de ansiedad y preguntas que la invade rápidamente.

Quisiera preguntarle qué es lo que Katherine significa para todos o


por qué siguen permitiendo que Rodrigo este por ahí, como si nada,
pero luego recuerdo que la justicia realmente no existe y que nadie
está para salvar a nadie.

—¿Por eso vas a salvar a Marta?

Ella baja la cabeza y suelta mis manos con lentitud.

—No la voy a salvar, Lucy... solamente voy a atrasar lo inevitable un


poco más.

—¿Por qué?

—Porque tengo un cargo de conciencia horrible que me reitera que


Marta empeoro por mi culpa.

Abro la boca para preguntarle, pero la voz de Ángel hace que ella se
limpie la única lágrima que había salido de su ojo y se enderece en
el taburete, colocando una expresión completamente diferente,
colocándose así la máscara.

Ángel aparece junto con Joseph y Consus.

—¿Qué sucede? — pregunta el pelinegro, Consus se acerca a


abrazarme por detrás y Joseph besa la mejilla de Jake.

—¿Ya está todo listo? — pregunta Jake y Ángel asiente con una
sonrisa.

—Ya estamos listos para ser Los Vengadores en acción.


Y no me pasa desapercibido, el tono irónico que emplea en sus
palabras antes de que llegue el resto de los chicos, solamente
dejando en claro una cosa:

Ya están listos para ir a la finca de Los Bush y ese simple hecho


podría definir el futuro de todos, aunque suene muy a melodrama
con tragedia incluida al final.

NOTA:

¡Feliz Cumpleaños, Emily! Te quiero mucho, gracias por leerme, por


darme de tu tiempo y de todo corazón espero que tengas un lindo
cumpleaños. Sé que no es mucho, pero es trabajo honesto.

Gracias a todos por el apoyo, no tengo palabras, son tan hermosos


por seguirme, por leerme y por aguantar mis locuras.

¡Son los mejores!

Recuerden que siempre estoy activa en Instagram y en Twitter


encontraran la versión más informal de mí.
Capítulo 74 (*)

TIC TAC

CAEBRÁN

Tengo cierta incertidumbre en el pecho. Caelus me pasa el arma


que lleno de balas y soplo la última, terminando de meterlas en el
cargador. El corazón me late desbocado en el pecho, la garganta
me pica y...

«Esto no es lo que hacemos» me repito; «Papá no puede enterarse


de esto porque nosotros no salvamos a nadie que no seamos
nosotros mismos».

Lucy nos observa desde la esquina, está hablando con Jake que
ahora luce relativamente mejor, pero noto la mirada de soslayo que
le da el imbécil de Joseph y solamente para molestarlo, me acerco
colocando el arma sobre la mesa.

Trato de despejar mi mente de las cosas que me inquietan y le


sonrío con burla a Joseph que luce realmente pálido, tanto que
hasta podría jurar que el embarazo es él y no su propia hermana.

—¿Tienes miedo? — pregunto con una sonrisa burlona en mis


labios y él termina de limpiar la daga, escondiéndosela en el
pantalón.

Se gira hacia mí colocándose completamente serio.

—Solamente espero que, de todo este plan de mierda, nadie salga


herido— suelta como si eso fuera lo que le estaba preguntando y
giro mis ojos, tomando el arma entre mis manos.
Sé que se refiere a Jake y también he escuchado la pequeña
discusión que tuvo con Caelus sobre dejarla ir o no, pero la rubia fue
bastante intensa en dejar claro que iría con nosotros o sin nosotros
porque quería salvar a la loca.

Esa era otra cosa que me jodía.

La bendita loca.

Ahora por ella debemos ser salvadores, aunque todos sabemos en


el problema en el que nos estamos metiendo. Caelus reitero que no
podría haber una falla en el plan y estamos esperando la llamada de
Rose porque la vamos a utilizar a nuestro beneficio, las cosas están
trazadas para que solamente duremos treinta minutos dentro de la
finca, rescatemos a Marta Cox y en menos de cinco estemos afuera.

Tendremos motocicletas esperándonos, en el bosque y la idea


principal es no llamar la atención, pero iremos armados porque
Rodrigo es estúpido, pero sigue siendo peligroso y no queremos
lidiar con la muerte de ninguno de nosotros por andar siendo
vengadores de locas jodidas que deberían estar en el manicomio.

No entiendo realmente cuál es el afán de Jake en sacar a Marta de


ahí cuando sabe perfectamente que es mejor dejar que Rodrigo
acabe con ella de una vez por todas a retrasarlo y así hacerla sufrir
más.

Si no la ayudó cuando todo comenzó... ¿Por qué ayudarla ahora?


No tenía sentido, pero una vez más estábamos haciéndole caso al
idiota de Caelus que parecía tener todo bajo control y una vez más
estábamos actuando en contra de las reglas de nuestra familia cosa
que seguramente nos iba a costar lo suficientemente caro como
para no quererlo hacer otra vez, pero sé que es mentira, igual
volveremos a hacer mierdas a escondidas y luego cuando los
problemas se nos vengan encima, nos volveremos locos y
encontraremos la peor forma de lidiar con todo; nuestro padre se
enteraría y todo sería un jodido lío.
—Ella no se quedará, bro y no puedes hacer nada contra ello así
que mejor supéralo.

Joseph aprieta la mandíbula.

—¡Es que ella es tan terca!

Levanto las manos con burla, en señal de rendición y él me da una


mala mirada.

—Si te da miedo, puedes ir y correr para donde tu papi. — hago un


puchero con los labios y él me da un golpe en el brazo.

—Jódete, Caebrán.

Eso me hace reír, pero la risa muere cuando Ángel entra con una
caja que sé que es lo que tiene. La coloca encima de la mesa y
engancho en arma en la parte trasera de la cintura de mi pantalón,
escondiéndola cuando estiro la camisa negra para que cubra el
pequeño bulto que hace la pistola entre mi pantalón y mi espalda.

Ángel sonríe como si hubiera encontrado diamantes y muestra las


máscaras de color negro junto con los pasamontañas de
algodónque hace juego por el color. Veo de reojo como todos están
concentrados en eso y él las mueve sobre sus manos con una
especie de orgullo.

—Lo que ven aquí, es nuestro símbolo como un equipo. — dice y


suelta una de sus risitas que me dan dolor en las pelotas porque son
tan jodidamente fastidiosas que me dan hasta ganas de suicidarme
— Acepto sugerencias para los nombres, así cuando aparezcamos
en el periódico de Hiverdele, en la primera plana; seamos tan
memorables y temidos como lo somos desde lo que sucedió en el
acantilado Hernos.

Se lleva la mano a la boca como un estúpido y hace como si se le


hubiera escapado algo muy importante y se ríe otra vez.
—¡Cierto que nadie sabe que fuimos nosotros!

Todos se quedan en silencio y.... volteo por inercia a ver a Lucy que
se da cuenta de que la estoy mirando. Concentra sus bonitos ojos
azules que ahora parecen un tímpano de hielo, sin ningún tipo de
expresión que delate lo que sucede en su cabeza y son de esos
momentos donde siento que es una completa desconocida a la que
me gusta besar a cada nada.

Jake parece que le han metido un palo en el culo por la expresión


que pone, Caelus rueda los ojos y le arranca las máscaras y los
pasamontañas, extendiéndolos para que todos veamos y luego
expone mejor que mi padre cuando se mete en su faceta de político
ejemplar:

—Nos colocaremos esto, así nuestros cabellos no quedarán a la


vista al igual que nuestros rostros lo que será difícil para los demás
reconocernos. La ropa ya nos las cambiamos, todos vamos de
negro táctico y...

—¡Podemos llamarnos "Los salvadores de locas jodidas que


deberían estar en un manicomio"! — Ángel expone frunciendo el
ceño y Caelus se gira hacia él apretando el pasamontaña con
fuerza, pero el gilipollas, ni se inmuta, solamente abre sus ojos
negros como si se le hubiera ocurrido una brillante idea y nos señala
— Creo que deberíamos usar algo más... sangriento porque ese
suena muy ridículo. —menea su cabeza como si fuese algo muy
importante — Hummm, ¿qué opinan de Los sangrientos salva
locas? ¿El escuadrón macabro...? ¿Los siniestros sin-rostro? ¿El
escuadrón sin rostro? ¡Soy tan malo para los nombres!

—Los equipos ya lo sabemos, pero voy a repetírselos porque


algunos de los presentes son unos jodidos idiotas que no entienden
lo que estamos a punto de hacer; — Caelus se voltea hacia
nosotros otra vez dejando de tirarle veneno por los ojos a nuestro
primo. — Caebrán y Lucy, Ángel y Cristian, Consus con Crono, Jake
con Joseph y yo iré solo. Son cinco motocicletas, no tenemos
tiempo para practicar la forma en la que podemos defendernos ahí
adentro, pero creo que todos sabemos hacerlo así que quedara en
nuestras manos, evitar que un desastre suceda. Debemos ser
rápidos, inteligentes y tratar de pasar desapercibidos, pero si nos
ven...

—Le volamos la cabeza al que nos estorbe, fácil— culmino por él


con una sonrisa tomando una de las dagas y jugando con ellas con
mis manos. Caelus arruga la cara, pero me sabe a mierda lo que
sea que suceda por su cabeza en este momento, solamente quiero
ir y salir de todo esto antes de que algo suceda.

—¿Creen que existan fallas? — Jake pregunta sutilmente, no la


estoy mirando, pero siento lo tensa que suena su voz.

Caelus comienza a repartir las máscaras y los pasamontañas, con el


rostro en blanco. La pregunta de Jake, solamente forma un silencio
en el lugar, es algo que todos tenemos presente, las fallas que
puedan jodernos todo por andar de salvadores, pero que nadie se
atreve a decir.

A Joseph le jode que Jake vaya, pero Jake es tan terca que no va a
doblegar sus deseos de salvar a alguien que no tiene salvación. Lo
mejor que pueden hacer por ella es matarla para que deje de sufrir
tanta mierda, pero sé que no lo harán.

Se supone que no teníamos que meternos en nada más, que la


familia Bush solamente sería un peón en el juego de ajedrez y que
no nos ensuciaríamos las manos, pero aquí estamos, rompiendo
una vez más las reglas de mi padre y poniendo en peligro a Lucy,
involucrándola en algo que primeramente ni siquiera tuvo que
enterarse de que existía.

Pero Marta es una garrapata que comenzó a chuparle la sangre


poco a poco, no sé si toda la mierda que dice Jake también la
piensa Lucy, pero no hay manera de decirle que se quede aquí
porque tenemos miedo de que algo le suceda porque eso sonaría
muy marica y...
No podemos hacerlo, sencillamente porque también sabemos que
hay otra cosa que nos está respirando en la nuca y que papá se
está encargando de rastrear con ayuda de sus contactos. Hay
muchas cosas en juego y estamos salvando locas como si nos
importara la vida de Marta Cox y por un momento me permito
pensar que dejarla viva fue un error.

—No. — responde muy seguro luego de unos minutos— En mi plan


nunca hay fallas.

Pero yo sé, que élmiente.

Nadie dice nada más hasta que el teléfono de Jake suena y el


nombre de Rose Bush se ve claramente reflejado en la pantalla. El
ambiente está tenso, la pregunta de por qué Lucy sabe disparar
armas, queda en mi cabeza cuando Caelus le extiende un arma y
ella le sonríe con picardía, escondiéndola en su espalda. Me coloco
el pasamontañas y me arreglo la chaqueta de cuero que cubre mis
hombros por encima del uniforme táctico negro antibalas que mi
padre tiene para las veces que nos trae a "practicar" cada vez que
visitamos la fortaleza y debo tragarme el sabor amargo que me llena
la boca cuando Jake contesta, colocándolo en alta voz.

—Ya está todo listo. — es lo único que dice. Veo la incertidumbre en


los ojos de la rubia que suspira y...

—¿Sin muros en la costa? — pregunta Ángel como si estuviéramos


jugando y Caelus le da un golpe en la cabeza que él le regresa.

—¿Qué? — Rose pregunta. Su voz se oye como un pequeño


susurro y la conozco tan bien como para darme cuenta de que
estaba llorando. — Tienen una hora, papi va a volver a ir a la finca y
ya sé los planes que tiene con Marta.

—¿Cuáles planes? — Lucy pregunta y la línea se silencia por unos


segundos.
—Terminar lo que empezó. — responde y se escucha un sonido
extraño, se escucha un sollozo y Rose añade con tono apresurado:
— Espero que lo logren, porque ya debo irme y no sé qué haría sí...

La llamada termina y todos voltean a ver a Caelus que fue quien


colgó la llamada. Se encoge de hombros y hace sonar el cargador
de su pistola glock 9 mm.

—No podemos perder tiempo. — es su respuesta — Así que


andando.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Todos estamos listos, el rugir del motor de la motocicleta me hace


sentir a gusto porque es una de las cosas que más me gustan y el
frío de la noche ni lo siento por todo lo que cargo encima. Jake y
Lucy se dan un pequeño abrazo y luego se alejan.

Lucy viene hasta a mí, Jake va hasta su hermano. Solamente


nosotros somos capaces de diferenciarnos porque parecemos
jodidas copias si no fuesen por la estatura y la forma del cuerpo.

La idea de todo esto sigue pareciéndome estúpida, la causa no me


produce ganas de participar, pero no voy a gastar saliva en estas
cosas. La decisión ya está tomada y somos un equipo en todo.

Así como algunas veces me salvaron el culo, así debo también


salvarles el culo a mis hermanos y por eso sigo aquí. Lucy me
abraza por la espalda, pegando sus pechos a ella y comienzo a
odiar la máscara porque volteo la cara para poder ver la suya y no
veo nada.

Todos están listos para partir y juego con el piercing de mi labio


sintiéndome ligeramente asfixiado por tener tanta tela encima, pero
volteo el rostro concentrándome en la carretera de piedras que
vamos a cruzar para llegar a la finca de los Bush.
No tengo recuerdos bonitos ahí, solamente la he pisado tres veces y
una de ellas fue cuando papá amenazó con cortarle las pelotas a
Rodrigo Bush si seguía dándole Coca a Crono. Creo que a nuestro
padre le jode lo que le sucede, pero tampoco es capaz de poner
mano dura con su... enfermedad.

Rodrigo le prometió que no iba a volverlo a hacer, pero sé que lo


sigue haciendo, así como es más que claro que Crono sigue
consumiendo incluso mucho más que antes. Él les vende la Coca a
todos los del pueblo y creo que mi hermano es su mejor cliente.

Eso me produce un sabor amargo y por un pequeño segundo, la


imagen de Dove Bush pasa por mis ojos, pero la alejo rápidamente
mientras su homicida recuesta el rostro de medio lado a mi espalda.
La gélida brisa, el sonido de los búhos y el chirrido del neumático de
la motocicleta que utiliza Ángel suena anunciando que el juego
comienza y arranco haciendo que Lucy suelte un pequeño gritico de
sorpresa por la velocidad que tomo de inmediato sobrepasándolos a
todos.

Son cinco minutos de viaje donde ella se aferra a mí como si fuese


oxígeno, pero cuando vamos llegando, se suelta y cuando volteo de
medio lado, la bendita máscara vuelve a estorbarme porque me
impide observar su hermoso rostro. Se sostiene con fuerza con sus
piernas, los brazos los lleva al aire y si su cabello largo cabello
negro no estuviera recogido en un moño, sé que estuviera volando
también gracias al viento, ella no se cae y me abraza solamente
cuando se da cuenta de que tenemos que pasar una curva que
tomo con agilidad y luego freno de golpe quedando en el lugar justo.

Los otros no tardan en llegar, Crono es el primero en saltar y bajarse


de la moto y luego todos nos colocamos en una línea recta, viendo
la finca que tiene vida a estas horas. Están empacando el nuevo
cargamento de Coca, lo que tiene a todos en un punto específico
que es el lado opuesto del lugar donde se supone que se encuentra
Marta y Caelus extiende un mapa en el césped, sobre las hojas, las
rocas y los bichos.
Señala un punto que tiene un círculo que está con marcador rojo.

—Ahí es donde ella esta — explica y hace que dedo viaje hacia el
otro extremo— Aquí es donde estamos y debemos llegar hasta allá
en menos de treinta minutos.

—No iremos todos... ¿O sí? — la pregunta viene de Cristian que


arregla la metralleta que tiene en el pecho y en verdad parecemos
una jodida banda de delincuentes de una mala película de asesinos.

—Por supuesto que no. — mi hermano contesta — Debemos ser


inteligente, alguien se quedará aquí y creo que esa persona podrías
ser tú. Estarás pendiente de todo desde aquí y tendrás esto que nos
comunica a todos.

Le extiende un aparato que saca de su bolsillo. Es pequeño, pero lo


reconozco de inmediato.

Hay cosas que en nuestra familia son tan necesarias como aprender
a caminar; pelear y reconocer los artefactos de tecnología y armas
de la familia son una de ellas.

Caelus no le explica a Cristian lo que tiene en las manos es porque


desde luego que él lo sabe. Debe saberlo y si no lo hace, es una
burla para todos, ya que es una de los requisitos que hay en la
iniciación y una de las reglas de la familia...

«Reglas». Sé lo que sucedería si se enteraran de lo que hemos


hecho y el mero pensar me da dolor de huevos tanto que creo que
tendré un problema de erección.

Me siento estúpido al pensar eso y caigo en cuenta de que Caelus


está hablando así que solamente alcanzo a escuchar:

—Caebrán, Crono, Lucy y Jake vendrán conmigo— dice y hago


como si lo hubiera escuchado desde el principio. Arruga el mapa y lo
dobla tanto que lo coloca en el bolsillo de su chaqueta.
Comenzamos a caminar, pero por el rabillo del ojo veo como Joseph
para a Jake y le da un abrazo corto antes de dejarla ir.

Volteo a mirar a Lucy que se me ha adelantado y me coloco al lado


de Jake, bajamos el pequeño cerro, evitando no rodar como pelotas
y cuando llegamos a la cerca, Ángel es quien coloca con extremo
cuidado un pequeño artefacto que hace un pequeño sonido y es así
como la electricidad que había en ella, se acaba.

—Magia...— exclama el pelinegro mientras hace un agujero en la


cerca con el mismo aparato y pasamos agachados.

Todo esto parece una película de superhéroes, pero solamente


somos los malos intentando parecer los buenos, pero no hay que
confundirse, nunca haremos algo bueno porque está en nuestra
naturaleza corromper las cosas y es por eso que detrás de la
máscara, tengo una sonrisa porque Jake solamente intenta tapar su
cagada, porque ella es la culpable de que Marta esté aquí, así y en
estas circunstancias.

Seguimos caminando, camuflándonos gracias a la noche y la


maleza porque Rodrigo Bush mantenía esta porquería como si
fuese una propiedad abandonada. Tengo la mano a un movimiento
de sacar el arma y maldigo a mis adentros cuando...

Hay un camión, ese camión definitivamente no estaba en el mapa y


volteo a mirar a Caelus o no sé quién carajos es porque todos
somos iguales, odio confundirme y volteo a mirar al otro lado y
meneo la cabeza, esto es un jodido enredo y ya me siento estúpido
con esta mierda en la cara, vuelvo a mirar a mi derecha y cuando se
lleva el dedo índice a los labios y se arrodilla en el suelo, sé que es
él.

O al menos eso es lo que pienso. Es una jodida señal y le hago


caso cuando...

—¿La carga esta lista...? — escucho la voz de un hombre, todos


nos tiramos al suelo, con las rodillas flexionadas y las manos que
están cubiertas con los guantes de látex que combinan con nuestro
disfraz no puedo creer que toda la mierda militar que nuestro padre
nos obligó a aprender a los diez años en verdad sirva para algo.

El hombre es un regordete que tiene el arma visible. Bota el


cigarrillo y se lleva la mano a la barba, rascándosela.

—Rodrigo ya pagó, solamente debemos llevar su mierda hacia la


frontera y dijo que unos búlgaros se encargaran. Bien, me parece
bien toda esa mierda solamente hace falta que me confirmes el
pago para hacer lo mismo contigo y tu mierda... — sigue hablando el
hombre y comienzo a impacientarme.

Los minutos que ese imbécil dure hablando pendejadas, son


minutos que cuentan para que todo se haga mierda y nos
manchemos de ella si estamos aquí, casi me lleve las manos a la
cabeza para masajearme la ceja y me mordí el labio inferior, pero
era incómodo además de que el pasamontaña me asfixiaba, pero de
repente, el hombre cayó al suelo, sorprendiéndome.

Quizá le dio un patatús, eso llegue a pensar por unos cuantos


segundos, pero... Todos volteamos a ver a la persona que... ¿Había
disparado? Inclusive escuché un jadeo de horror por parte de Jake y
Ángel se levantó, dándole la mano a Lucy que ella no tomó.

—¿Qué mierda hiciste? — escucho el susurro melodramático de


Caelus y casi, casi juraría que Ángel rodó sus ojos.

—Me encargué del problema— respondió él con tranquilidad


encogiéndose de hombros y se giró hacia Jake, o a la que supuse
era Jake por lo que dijo después: —Tranquila, chiquita que no lo
mate. Solamente lo puse a tomar una linda siesta.

Todos nos levantamos y comenzamos a caminar otra vez. Ángel iba


liderando con Caelus y yo sabía que había mentido porque en todo
el arsenal de mi padre, no había ni un jodido dardo para dormir.
—Consus se queda en cinco. — Caelus soltó cuando nos tocó
correr porque ya la maleza se había acabado. Era un pequeño
tramo, el faro alumbraba cada diez segundos por dónde íbamos a
pasar y si nos alumbraba mientras estábamos ahí, quedaríamos
visibles ante todos.

Coloque un pie adelante y...

—Uno... Dos... Tres — dije en voz alta y todos corrimos después de


la pequeña cuenta regresiva como unas jodidas vacas locas y
cuando Joseph que fue el último, puso un pie del otro lado, la jodida
luz alumbro, pero no logro captarnos.

—Estuvo cerca— murmuró el rubio, pero todos lo ignoramos.

Consus se quedó tal cual Caelus lo planeo, era importante tener a


varios de nosotros en puntos específicos que pudieran sernos de
ayuda si algo sucedía y seguimos caminando. Ya se veía la
pequeña casita al lado del establo que tenía todas las luces
encendidas y podíamos caminar con más tranquilidad porque los
tipos que trabajaban para la rata de Rodrigo Bush ya habían
quedado atrás.

Pero eso no significaba que debíamos dejar de estar alertas. Sabía


que cualquier cosa que aparezca de sorpresa sería mucho peor que
verla con anticipación, y de repente fue el momento de que Joseph
se quedara y Ángel sería el último en quedarse porque de todos los
que ya estaban en su punto específico, era el que mejor utilizaba las
armas y podía actuar con rapidez porque mi primo podría ser
estúpido, molesto e irritante, pero era inteligente y astuto, tanto que
hasta lo admiraba, aunque eso sonaba tan marica que jamás voy a
decirlo en voz alta.

Jake le dio un corto abrazo al rubio, le susurro algo que no alcance


a escuchar y...

—Prométeme que vas a cuidar a nuestro hijo. — susurró Joseph.


—¡Oh dios! Voy a derretirme como una paleta de helado en verano
con tanta cursilería de película romántica de los noventa...— Ángel
bromea, todos lo ignoramos, pero él se ríe porque sabe que siempre
tiene lo necesario para ser el centro de atención y todos le
prestamos atención, aunque decidamos ignorarlo la mayoría de las
veces y Jake se apresuró a responder, haciendo como si Ángel no
hubiera dicho aquello.

—Lo prometo.

Ángel aplaude y Caelus le da una mala mirada. No podemos hacer


ruido y el muy imbécil se pone a aplaudir como tarado.

Concentro mi atención en Jake. Sabiendo a leguas que ella no


podía decir eso porque nadie estaba completamente seguro de
ninguna mierda y seguimos caminando, apretando el culo porque
faltaban veinte minutos para salir de aquí y aún nos faltaba camino.

Inclusive hasta pensé por un momento el castigo que nos daría mi


padre si se enterara de que hicimos todo esto y que salió mal y creo
que la linda vez que dijo que nos colgaría desnudos si algo le
pasaba a Lucy sería algo muy estúpido con lo que haría realmente
si algo malo sucediera.

Menee mi cabeza, sintiendo el arma y nos tocó gatear como unos


bebés para pasar un área roja o así la había llamado Caelus. Según
Rose tenía censor de movimiento si pasábamos parados y es que
nos estábamos acercando a la casita donde ni siquiera los tipos que
trabajan para Marcus tienen permitido pisar.

Lucy iba delante de mí y no pude evitar mirarle el culo redondo que


se le marcaba con ese pantalón de licra negro de cuerina que
parecía su segunda piel y sentí como mi amiguito también le
gustaba la vista.

Me mordí el labio inferior. «Ese es el culo que a mí me gusta follar»,


y no pude evitar fantasear con tenerlo en mi cara mientras le hacía
una mamada a uno de mis hermanos.
Siempre he sabido que soy de esos chicos que le gusta explorar
cada ámbito del sexo, mi primera vez y la de mis hermanos fue con
la misma mujer que termino siendo una de las ratas que se
atrevieron a voltearle la moneda a mi familia.

Todo el que actué en contra de mi familia, es mi enemigo y esa


maldita perra lo es. Claro que ahora se la están comiendo los
gusanos y aunque la odio, no puedo evitar pensar que fue una
buena maestra.

En nuestra cultura no es permitido tener relaciones antes de los


dieciséis. Es una de esas cláusulas que nadie cumple o al menos
que ninguno de nosotros cumplió, por eso se supone que hicimos un
poquito de trampa a la hora de pasar la fase dos de la iniciación
para ser un hombre Fairchild:

«Tener relaciones sexuales delante de tus padres con más de una


persona». Se supone que así se ve la manera de pensar y actuar
abierta de un miembro de mi familia, pero nosotros adelantamos
todo eso acostándonos con cierta rata que se está pudriendo en el
infierno.

La pasamos con tanta facilidad porque ya teníamos experiencia y el


recuerdo de mi iniciación es uno de mis favoritos. Pude ampliar mi
sexualidad todo lo que quería, dándome cuenta de que me gusta ser
la diversión en grupo y es por eso que cuando por primera vez lo
intentamos, no tuve ningún problema, pero Lucy es diferente a todo
lo que alguna vez tuvimos y pudimos hacer.

La forma en la que ella es capaz de aguantarnos, de sobrellevar


todo demostrando que es más fuerte que todos nosotros juntos, de
ser tan deliciosa y caliente a la vez, borrando la lista de chicas que
alguna vez pasaron por mi cama porque jamás había estado con
alguien como ella y siento como el deseo cada vez va creciendo.

La cosa es que me gusta mucho. Sé que les gusta a mis hermanos


y ahora que sabemos que no es tan común como parece, algunas
preguntas se responden, pero siguen quedando dudas porque
realmente, ella es una incógnita para nosotros y el fruto prohibido
que nuestro padre nos reitera una y otra vez que no podemos tocar,
ni mirar, pero no sabe que lo menos que hacemos es mirar porque
nos gusta follárnosla y mucho más que eso.

No es Dove. Es tan diferente a Dove y a todo lo que he conocido


que siento cosas ridículas que jamás creí sentir por alguien. Sería
perfecta como una mujer de la familia porque tiene todo, pero dejo
de pensar estupideces.

«Seguro es la adrenalina que me tiene pendejo», pienso.

Nos incorporamos y antes de que dé un paso, me le pego por detrás


y le recalco la pequeña erección que comienza a crecerme. Creo
que pensar en cosas calientes no me ayuda en nada y coloco mi
cabeza en el arco de su cuello mientras Caelus le da las
instrucciones a Ángel y cada segundo más maldigo que estemos
aquí y no sigamos en San Lucifer, donde mi única preocupación es
si me decido porque me haga una mamada o se la hago a ella.

—Después de esto te voy a follar tan duro que te va a doler caminar


por días —le susurro y casi puedo sentir que sonríe por debajo del
antifaz y el pasamontaña.

—Creo que tendrías que esforzarte mucho porque tengo una muy
buena resistencia— contesta y me alejo con una sonrisa en el rostro
que, por desgracia, ella no puede ver.

Me acomodo la erección y Ángel se ríe al notarla. No me interesa y


saco el arma apuntándolo. Él hace lo mismo y...

—Pum— suelto con burla y él también lo hace. Caelus refunfuña


que somos unos imbéciles y pienso que el pobre gruñón va a tener
muchas arrugas a los treinta por ser tan amargado. Dejamos a
Ángel ahí y Caelus reitera que solamente necesita hablar para que
escuchemos todo y caigo en cuenta que la conversación fantasiosa
de que me quiero follar a nuestra novia hasta Jake la escuchó.
Me sabe a culo y ahora entiendo la risa del pelinegro que dejamos
atrás.

—¿Cómo está todo? — Caelus pregunta al aire y luego de unos


momentos, cuando estamos por llegar a la casa, responden por el
auricular.

—Cristian, confirmando posición. Todo en orden. — responden.

—Consus, confirmando posición. Nadie a la vista. — secundan.

—Joseph, confirmando posición. Pensé que alguien vendría, pero


se devolvió. Todo en orden por ahora — suelta y Ángel no confirma
nada porque desde aquí lo podemos ver y tiene el dedo medio
apuntándonos.

—Estás demente, Ángel. Deberías ir a un psicólogo o mejor dicho a


un psiquiatra— escuché que decía Jake, pero estaba muy
concentrado en ver cómo diablos íbamos a pasar de aquí hasta allá
para que nadie nos pillara.

—Supongo que esta mierda no la pensaste— solté mirando a


Caelus que seguro estaría arrugando el ceño tanto para que unas
arrugas de expresión que no tenía que tener por su edad, se le
notaran.

—¡¡No tengo que pensar todo yo!!— exclamo él y de verdad si no


fuese algo prohibido para mí, le disparara uno de esos dardos que
ponen a dormir para siempre a mi propio hermano.

«Ese pendejo de verdad muchas veces parecía un tipo de ochenta


atrapado en cuerpo de un joven de diecisiete».

—Supongo que podríamos...— comencé, pero Lucy señaló un


camino lleno de maleza.

—Por ahí podemos pasar, nadie nos verá y por ahí mismo podemos
regresar.
Crono se quedó mirando ese lugar, pero no dijo nada. Seguro
estaba soñando que bailaba con Michael Jackson, tomaba café con
Elvis Presley y cantaba con Selena Quintanilla, en resumen; andaba
en sus viajes astrales donde nadie podía meterse o.... se alteraba.

—Me parece buena idea— secundó Jake y miro su reloj. El reloj que
tenía en el brazo derecho y añadió: — Faltan quince minutos.

—Andando— Caelus soltó e hicimos exactamente lo que sugirió


Lucy. Fue incómodo porque definitivamente no se sentía como las
películas de espías que pasaban en la televisión y cuando nos
levantamos, un hombre venía saliendo por la puerta trasera de la
casa y cuando abrió la boca al vernos, antes de que dijera algo, en
cámara rápida actúe dejándome llevar por mis reflejos.

—¡Boom! — solté con una sonrisa apuntándole y...

Lo mandé a dormir por toda la vida.

Papá estaría orgulloso por mi tiro certero, pero luego se enojaría


porque estamos haciendo algo completamente diferente a lo que se
supone que hacemos y para los que nos educó.

—Era un estorbo. —me defiendo levantando las manos y nadie dice


nada. No tenemos tiempo para pensar y Jake se traga sus palabras.
Pasamos por encima del tipo y abrimos la puerta con lentitud.

Me toca mirar a ambos lados para asegurarme que nadie venga y...

—¿Ven un pasillo? — escucho la voz de Cristian. — Deben ir por


ese pasillo.

—Hay un solo pasillo, imbécil. — le respondo con ironía entrando


con la pistola en la mano, alerta por cualquier cosa.

—Bueno, pero cállate— él resopla— Luego de que pasen el pasillo,


según Rose hay una puerta blanca.
—Las dos son blancas— Lucy responde. Esta casa no es una casa,
ni siquiera tiene una jodida cocina y parece como una caja fuerte
grande y eso me produce tortícolis.

—Bueno... una tiene una manija dorada. Ahí es donde deben entrar.
— Cristian contesta e indica.

—¿Y si Rose nos tendió una trampa? — Jake pregunta y Caelus es


quien le responde.

—Pues, Ángel, Cristian, Consus y tu novio-hermano van a pegarle


un tiro.

Lucy se acerca ignorando la respuesta irónica de Caelus hacia Jake


y miro hacia atrás para prevenir que venga alguien. Se escucha el
sonido de un clic y efectivamente, la puerta se abre.

—¿Qué procede, Cristian? — pregunta Caelus, esperando la


respuesta de nuestro hermano que llega rápidamente:

—¿Ven unas escaleras? — pregunta por el auricular. — Bueno, si la


ven, deben bajar por ellas, al final usaran la llave que Rose le dio a
Caelus abrirá la puerta de la habitación donde se encuentra recluida
Marta y recuerden que les queda solamente doce minutos...

Bajamos por la puesta y la escalera con rapidez. Teníamos el tiempo


contado y ninguno se quiso quedar cuidando por si alguien venía.
Se suponía que Ángel se encargaría de eso y fue Jake quien suelto
una maldición esta vez cuando frente a nosotros no había dos
puertas, había seis.

Seis malditas puertas.

—¿Es un maldito juego de laberintos o qué? — soltó Caelus.

Eso tampoco estaba en el mapa.

—Me parece extraño que esto tenga tantas puertas. — comente.


—Rodrigo es un maldito extraño así que no me sorprende — Jake
soltó quitándole las llaves a Caelus y comenzando a probar
comenzando por la puerta derecha.

La llave no cedió, paso a la segunda, que tampoco lo hizo y luego a


la tercera del lado izquierdo que se abrió.

La cerradura soltó un pequeño clic que demostraba que se había


abierto. Jake se giró hacia nosotros y eso fue muy estúpido porque
ninguno podía ver las expresiones del otro, pero ella empujó la
puerta lo suficiente para que quedara entreabierta y Lucy se colocó
a su lado dando un paso al frente y fueron las primeras en entrar.

Nosotros la seguimos y apreté el arma de mi mano, cuando vi la


persona que guindaba desnuda del techo, sollozando.

«Jodida y asquerosa mierda».


Capítulo 75 (*)

LUCY

Abrimos la puerta y mi estómago se retuerce al ver la persona que


cuelga del techo, completamente desnuda. Llora, pero los sollozos
se tapan gracias al bozal que tiene en la boca que la impide emitir
palabra alguna.

Tiene los dedos de los pies sin uñas, una cortada que va desde su
pecho hasta su ombligo con la letra B de la cual le sale sangre que
gotea hasta el pecho, pero no es lo suficiente profunda para matarla.
Moretones en el pecho, los muslos llenos de sangre que escurre y
gotea en el suelo, las rodillas llenas de raspones y se retuerce
mientras los ojos se le llenan de pánico al ver que estamos aquí.

La entiendo, no sabe quiénes somos y abre tantos los ojos que


podrían salirse de su órbita. El pecho se le mueve rápido y tiene un
ojo tan hinchado que casi está cerrado.

Está tan destruida que jamás imagine verla así. Inclusive, las
marcas que le vi la última vez están empeoradas y se intenta zafar,
pero no lo logra. Patalea, niega con la cabeza llena de miedo, el
sudor le escurre por la frente y...

No es la imagen, ni lo que le sucede. Son los recuerdos que llegan a


mi cabeza sin poder evitarlo lo que me hace tomar una bocana de
aire para calmarme. Jake se agarra de Caelus porque la imagen
es... Es difícil de procesar para quien no esté preparado
psicológicamente para cosas como estas y siento que ella lo es.

Caebrán es quien toma la iniciativa de acercarse porque siento un


nudo en mi garganta. Puedo escuchar sollozos, pero los sollozos no
son de Marta y de pronto, una imagen completamente diferente
toma mis ojos; puedo imaginar que soy una versión pequeña de mí
misma mientras veo como azotan a mi madre como un animal,
como la torturan, como le meten clavos en la cabeza de forma
específica para que pueda seguir con vida, como vienen las torturas
con electroshock que tuve que presenciar, como ella aun así, en su
estado y condición, pedía que cerrara los ojitos porque no podía ver
lo que le hacían a mami, que esto era una pesadilla y que ella como
siempre, iba a salvarme de todo.

«Pero se equivocó». Caebrán logra soltar la cadena, Caelus recoge


el cuerpo convaleciente que comienza a retorcerse, pero
rápidamente Caebrán llega y ayuda a calmar a Marta que, aun así,
estando como esta, intenta defenderse inútilmente.

No sabíamos que iba a estar desnuda, no trajimos nada para


cubrirla y Jake abre la puerta cuando logra salirse de su espasmo.
Los alaridos son horribles, Jakeline empuja la misma puerta con las
manos temblorosas que esta sin cerrojo a un costado de esta
habitación. Hay una mesa que tiene implementos de tortura que
seguramente utilizaron con la castaña que luce completamente
diferente a la joven que me abordo por primera vez cuando llegue al
Colegio y no puedo sentir lástima por ella, ni compresión ni tristeza.

Hay cosas que puedo aparentar sentir, pero que sé que no sentiría y
Jake se afana en encontrar algo con tapar el cuerpo de Marta que
comienza a gritar cuando Crono le saca el bozal. Entre los tres la
retienen y aunque sigue débil, está dando pelea inútilmente porque
podrían matarla con facilidad.

Me quedo estática sin hacer absolutamente nada, concentrándome


en las marcas que tiene en la piel, en los golpes, en los rasguños y
en sus pies que no tienen uñas. Se las arrancaron y la marca que
tiene él en torso se la hicieron tan profunda como para que hiciera
una cicatriz.

Quiero entender qué es lo que significa. Si Rodrigo Bush hizo todo


esto... tuvo que haber tenido una razón y si es él, podríamos estar
en peligro.

«Yo podría estar en peligro».

Cristian habla por el auricular, todos se reportan, aparentemente


todo está en orden y Ángel le inyecta algo a Marta en el cuello que
logra calmarla, los alaridos terminar y ella cierra los ojos levemente.
No sé qué es lo que le inyecto, pero funciona y la deja en un estado
burbuja donde aparentemente está calmada, mirando hacia todos
lados y en últimas instancias, decido ayudar a Jake porque hay algo
que no me huele bien.

Siento el arma en mi espalda, lista para que la tome y dispare si


algo se sale de control. Todo un respiro y doy unos cuantos pasos.

—¿Qué sucede? — pregunto cuando entro a la pequeñita


habitación, Jake se da la vuelta y aunque no puedo ver su rostro por
la máscara, veo como le tiemblan las manos cuando me extiende
una fotografía pequeña.

Mis ojos se concentran en ella. Era un poco difícil ver por todo lo
que tenía encima, pero aun así las imágenes se recibían con algún
deje de claridad. Ella negó con la cabeza y señalo su oído.

Entonces recordé que todos teníamos un auricular. Cualquier cosa


que dijéramos, todos lo escucharían y tome la fotografía con mis
manos.

Había cinco niñas, sentada en una fila. Las cinco tenían unas
sonrisas perfectas y ese típico peinado de dos colitas altas que
mamá siempre intento hacerme, pero nunca me deje. La cabellera
rubia platinada de Jake, que ahí tiraba más a lo blanco, sus
pestañas y cejas del mismo color, sus ojos celestes y ese tono de
piel pálido resaltaba con ese vestidito de color rosa que cargaba.
Abrazaba a otra niña, la que estaba a su lado.

Rose. Lo supe por sus facciones y su cuerpo, solamente que ahí


tenía los ojos verdes y el cabello rubio. ¿Ese es en realidad su
cabello natural? La pregunta quedó en mi cabeza. Era tan delgada
que me sorprendió que, aun así, con esa edad que quizá no pasaba
de los diez años, era tan igual como lo es ahora. Quizá ella era de
esas personas que seguían siendo iguales que en su infancia,
solamente que la diferencia la hacía su cabello azul que
ciertamente... no le quedaba mal.

A su lado estaba Dove porque ella, la niña que estaba sonriendo


ahí, era Dove. Reconocería el rostro de una de mis víctimas en
cualquier momento porque se me marcaban a la piel como un
tatuaje. El sufrimiento de sus ojos en el momento en que le enterré
el cuchillo por primera vez, disfrutando la sensación que me recorrió
la espina dorsal era muy diferente a la sonrisa y la chispa de
felicidad que había en sus ojos. También tenía el cabello rubio, corto
hasta los hombros, los ojos verdes y una sonrisa ancha en su rostro.
A su lado estaba Marta o supuse que era ella.

Cabello castaño, ojos cafés, la piel tersa y unos lentes de pasta de


color rojo. Ella no abrazaba a Dove, pero si estaba cerquita y si
abrazaba a la persona que estaba a su lado. Katherine. Una
castaña, de cabello ondulado leve que le llegaba a la cintura. Era
largo, brillante y ella también lo era. Llamativa, posiblemente la más
bonita de las cinco sin contar la belleza exótica de Jake, sonreía,
tanto que se le notaban dos hoyuelos en las mejillas que la hacían
muy adorable.

Ella es la tercera Bush, la chica del cuadro y Jake me arranca la


fotografía enmarcada de las manos señalando lo que dice en una
esquina.

Las amaré por siempre chicas, juntas hasta el final.

Kathe B. LaForte.

El pequeño mensaje me resultaba tan empalagoso e insignificante


que no lo entendí a la primera. Las manos de Jake temblaban y
volvió a apuntar lo que decía como si fuese importante y entonces
intente encontrarle otro sentido a las palabras que estaban escritas
ahí.

No lo había. Solamente era una pequeña niña expresando los


sentimientos que sentía sobre sus amigas. Ese «juntas hasta el
final» que realmente nunca se haría realidad y el caso de ella no fue
la excepción.

Murió o al menos es lo que parece. Su «juntas al final» se convirtió


en «solamente mi final» porque el resto seguían vivas, a excepción
de Dove por unas terribles circunstancias. Concentre mis ojos en
Jake, la máscara que no expresaba nada. Solamente un rostro frío,
sombrío y en blanco y luego regrese a ver la letra.

La letra...

Algo hizo clic en mi cabeza porque era la misma caligrafía. La


misma forma de hacer las «a» y el resto de las letras. La forma
curvada que hacia las «o». Jake asintió como una loca y cuando
escuchamos la voz de Ángel, detrás de nosotras, volvió a colocar la
fotografía donde se supone que la encontró.

—¿Ya consiguieron como taparla? — preguntó el pelinegro y Jake


asintió, tomando una manta gris que hasta ese momento no había
visto.

—¿Crees que servirá? — inquirió y él asintió.

—Supongo que sí. — contestó.

—¡Ya debemos salir de aquí! — Caelus llegó por detrás — Se nos


va a hacer tarde y debemos salir de esta porquería.

—Por supuesto— Jake se afanó en salir y me quede quieta viendo


cómo me daban la espalda. La conexión que no había pensado
dando vueltas en mi mente y menee mi cabeza, recordando la
caligrafía de la letra.
¿Había manera de qué...?

—¿Qué sucede? — Crono preguntó. Volteé a mirarlo, aunque


solamente tuve la misma impresión de la máscara que cargamos
todos.

—Nada. — respondí y le pasé, por un lado. Apretando mis puños


ligeramente cuando sentí su mano en mi cintura, haciéndome
retroceder.

—¿Sabes cuál es la cosa que más odio en el mundo? — soltó


cuando me pegó a su cuerpo. Se podía ver cómo Jake envolvía a
Marta con la especie de sabana que consiguió, como Caelus le
daba unas instrucciones a Cristian y estábamos en la puerta, en el
marco del pequeño cuarto —si era que eso podría llamarse cuarto
—.

—No lo sé. Creo que no conozco muchas cosas de ti. —respondí y


me hubiera gustado que no tuviéramos las máscaras para ver si por
alguna razón pasaba una emoción por su rostro.

—Que me oculten cosas que son muy evidentes, ¿sabes? Eso me


da mucha jaqueca. — dijo, pero luego suspiró como si estuviera
cansado de algo, del mundo o de respirar en general y me quitó la
mano de la cintura, alejándose.

Me quede estática por unos segundos y cuando escuche la voz de


Caelus anunciando que debíamos irnos, comencé a caminar.

Esta vez, tenía un mal sabor en mi boca. Jake abrazaba a Marta


mientras la ayudaba a caminar porque habían dejado muy en claro
que no iban a cargarla. En algún momento me tocó ayudar a Jake
cuando íbamos a subir por las escaleras.

—Todo esto es mi culpa...— escuché que la rubia susurró, pero


nadie dijo nada. Solamente se escuchó la risa de Ángel por el
auricular como si la situación le divirtiera lo suficiente.
Todos estamos apurados en salir de aquí, el ambiente era bastante
tenso y cuando íbamos por el cuarto escalón, Joseph habló:

—Hay un problema.

—¿Ahora qué? — Caebrán pregunto entre aburrido y tenso.

—Alguien va para allá. Busquen donde esconderse.

Todos nos quedamos quietos hasta que Caelus se apuró en salir de


la especie de sótano donde estábamos, hasta nos ayudó a sacar a
Marta que soltaba incoherencias entre balbuceos. Lo que sea que le
habían inyectado parecía ser como una droga.

—Está es la mierda que yo estaba pensando — comenzó Caebrán


señalando a Caelus cuando buscábamos donde escondernos. —
¡Yo si sabía que rescatar a Marta nos traería problemas, pero resulta
que somos vengadores!

—¡Cálmate, joder! — Caelus refunfuño — No pienses en esa mierda


ahora, así que espabílate y dime donde mierda podemos meternos.

—¡¿Y por qué yo?!— Caebrán escupió intentando ver donde


podíamos meternos, pero no había ninguna puerta.

—¡Porque tú debes ayudar también! — Caelus respondió mientras


Crono nos ayudaba a cargar a Marta.

«Teníamos que salir de aquí». Eso era lo único que pensaba e


ignore la pequeña discusión que comenzó entre Caebrán y Caelus
buscando alguna puerta. Ya habíamos salido, estábamos en los
pasillos donde estaba la pecera gigante y...

—¡Por aquí! — Jake soltó señalando lo que parecía una puerta y


Caelus se apresuró a empujar, moviendo la cerradura hasta que la
zafo. La puerta se abrió y era una pequeña habitación donde no
dudamos en entrar, cerrando la puerta detrás de nosotros.
Colocamos a Marta sobre la pequeña cama que ahí había y Caelus
saco el arma por si alguien entraba.

—¿Alguna novedad? — preguntó Caebrán por el auricular. —


Porque siento que se me subieron las pelotas hasta la garganta.

—Acaba de pasar delante de mí el hombre — Ángel soltó y por


alguna razón, su voz sonaba seria. Era como si la chispa del Ángel
que había conocido durante estas semanas hubiera desaparecido.

—¿Lo reconociste? — pregunté y entonces Ángel soltó una


carcajada.

—Junte todas mis fuerzas para evitar darle un tiro...— siguió. — Fue
bastante duro, pero lo logré. Ahora no me queda duda alguna que
hay que exterminar a todas las ratas despellejándolas lentamente
estando vivas para que se retuerzan y pidan perdón por todo lo que
hicieron.

—¿Quién mierda es? — Caelus graznó y su primo respondió otra


vez.

—¿Quién más va a ser?

Pensé que sería Rodrigo, pero añadió el nombre de la persona,


rápidamente mientras sentí que todo se me tensaba al darme
cuenta que todo estaba jodido.

Incluso más de lo que pensé que estaría en un principio.

MARCUS

Existen dos cosas que me llaman la atención: la vida y la muerte.

El límite de ambas es... extraordinario, crucial y algunas veces cruel.


Te quitaba poder porque o es una o es la otra, nunca puedes tener
ambas y si vives, sufres, pero si mueres solamente demuestra a
otros la propia condición de mortales que tenemos y la
vulnerabilidad de los seres humanos.
Algunas veces siento que es lo mismo. Algunas personas dicen
estar muertas en vida, otras quizá estén muertas, pero deseen estar
vivos, todo un completo lío sin respuestas, pero ya eso es otro tema
que te hace recorrer una y otra vez un laberinto sin salida porque
realmente nunca sabremos la verdad detrás de todo.

Sonrío.

A mí me gusta crear y me gusta destruir de la misma forma. ¿Eso


me convierte en un dios? Si lo soy, solamente espero que todos se
arrodillen cuando me vean pasar y me pidan perdón porque si no
enviare las plagas para que los coman vivos y les demuestren una
vez más que la muerte es el camino más fácil.

Coloco mis manos en los bolsillos de mi pantalón. Saludo a los


seguidores de la persona que me ha ayudado todo este tiempo
mientras saboreo la victoria de que una vez más las cosas salgan tal
cual lo planee.

Miro por encima de mi hombro, el frío de la noche chocando contra


mis mejillas y el aire fresco es liberador luego de estar escondido
por mucho tiempo, calculando las cosas, reteniéndote y esperando,
siendo paciente.

Aunque eso no signifique que haya cosas que aún me sorprenden o


que esperaba.

Me he llevado unas cuantas sorpresas últimamente. La sonrisa


sigue en mis labios y la pregunta deja los mismos.

—¿Todo está listo para el envío?

El chico de unos veinte años que aún no sabe en lo que se mete,


asiente seguro limpiándose la frente de sudor.

—Las mujeres y la heroína están listos. — contesta — Solamente


estamos terminando el otro cargamento y zarparemos por el océano
para evitar que nos vean, aunque tengo entendido que el jefe tiene
los puntos específicos pagados para evitar que la policía se meta en
esto.

Una sonrisa burlona se adueña de mis labios.

—Claro. El jefe sabe lo que hace.

El chico asiente.

—¡Alek!— lo llaman uno de los hombres que terminan de guardar


las cajas, pero la expresión de su rostro es de completo horror
cuando guarda el teléfono en su bolsillo.

—¿Qué?

—¡Ramiro consiguió a Sergio con un disparo! — le dice el tipo y


Alek se gira hacia mí con los ojos entornados, pero la sonrisa sigue
en mi rostro lo que le confunde. Este chico es tan predecible que
sería muy fácil jugar con su mente que sería muy divertido.

Me gustan las personas que tengan resistencia, así la victoria es


más dulce y el sufrimiento para ellos peor porque lo corrompiste, le
hiciste trizas la vida a tu antojo.

—¿Deberíamos llamar al...?

—Yo me encargo, muchacho — le doy una palmada en el hombro.


— Eso no es nada.

—Pero Sergio...—

—Lo de Sergio es lamentable, — hago un puchero — Pero sería


más lamentable si tú, siendo tan joven y bonito muera sin ni siquiera
cumplir tu sueño de tener dinero como tu jefe.

Da un paso hacia atrás, colocándose rígido.

—¿Usted cree que deberíamos alertarnos? — continúa — Quizá


podríamos llamar al jefe. Si le dispararon a uno de los nuestros es
porque hay alguien entre nosotros...—

«Desde luego que hay alguien entre nosotros, Alek, pero las cosas
no serían tan divertidas si cortamos el juego aquí». Menee mi
cabeza mirando con cierta atención lo suficiente para colocarlo
nervioso.

—¿Acaso no confías en mí? — le pregunto y él traga saliva.

—Por supuesto que sí, señor, pero creo que el jefe debería...—

Saco la navaja que siempre tengo escondida en mi bolsillo y antes


de que se dé cuenta; se la entierro en la garganta.

Su amigo, el tipo que le dijo lo que le hacía pasado al tal Sergio,


abre los ojos tanto que le sonrío mientras Alek intenta inútilmente
detener la hemorragia que me mancha las manos del líquido
caliente que no deja de salir.

Da pasos para atrás cuando se la saco de un jalón, ocasionando


que la herida empeore y abre la boca, pero no puede terminar
porque cae al suelo y hago un mohín mirando como lucha con la
muerte que está tocando su puerta.

—Te dije que no y no me hiciste caso, Alek que desperdicio...— digo


y elevo la vista, limpiando la navaja y mirándola con cierto cariño
antes de volverla a guardar.

—¿Se les perdió algo? — le pregunto a los otros estúpidos que me


miran como si estuviese loco y sonrío con sorna. — ¿Quieren
acompañar a Alek o prefieren seguir respirando?

—¡Continúen el trabajo, chicos! — grita el mismo que le dio la


noticia al ya Alek muerto y lo señalo con mis manos llenas de
sangre.

—¿Le dirás algo del disparo al jefe?


Lo último lo digo lleno de burla. Estoy tan seguro que escuchó todo
lo que le estaba diciendo a su compañero y él niega con la cabeza
siendo un porciento más inteligente que Alek.

—Claro que no, señor.

Sonrío.

—Eso es. — volteo a mirar a los otros que realmente no me


importan mientras me agacho y limpio mis manos en la camisa de
Alek el muerto antes de levantarme y gritar: — ¡Encárguense de
este cuerpo! No lo quiero aquí.

—¡Háganle caso! — dice el tipo y me da tanta risa que no puedo


contenerla. Otros dos arrastran el cuerpo inerte de Alek por todo el
suelo y su "amigo" sigue como si nada, demostrando una vez más
que las personas son tan miserables que no merecen vivir.

No me sorprende, ni me sorprende lo que está sucediendo aquí.


Continúo caminando, ya mi ropa está arruinada y me imagino a ella
molesta por eso. No le gustaba que estuviera sucio, pero a él si lo
aceptaba e idolatraba así...

Meneo la cabeza sacando esos pensamientos que solamente me


harán cometer una locura y ciertamente no tengo tantas ganas de
salirme de mi propio plan, no cuando ya llevo dos años pensando en
él, jugando con las fichas que llegaron de sorpresa y logrando que
todo suceda tal cual lo espere.

Sería un completo desperdicio dañar todo en este momento.

El teléfono vibra en mi pantalón. Son imágenes, las imágenes que


estaba esperando y una vez más me gusta todo el caos que estoy
logrando hacer. Nada más divertido que poder lograr lo que nadie ha
podido y seguir invicto.

Camino y sonrío. El dulce el sabor de causar caos a otras personas


y miro hacia una dirección exacta sin dejar de caminar.
«Sé que me ves. Quiero que me veas». Continúo caminando y
guardo mi teléfono cuando paso un punto específico donde sonrío
hacia la oscuridad. La casa estando cerca y si no lo conociera tanto,
si fuese un estúpido que se deja llevar por sus emociones, me
imagino que ya explotaría.

Pero él no es estúpido y por eso desperdicia quizá el mejor


momento para intentar acabar conmigo.

Veo el cadáver de alguien que no es Sergio y me agacho para tocar


el orificio que se le hizo entre ceja y ceja gracias a la bala que saco
con mis uñas viéndola.

«Es imposible no reconocerlas». El recuerdo me trae sentimientos


que me hacen soltarla con algo de asco y miro el cuerpo antes de
inclinarme, sacar mi navaja y ver los ojos perdidos y fríos sin vida
del hombre serio que le hace falta una sonrisa así que se la hago
con sumo cuidado gracias a la navaja.

Me levanto y le doy una patada en las costillas porque es basura y


la basura se trata así antes de seguir mi camino. La puerta está
abierta y continuo tranquilo, sé lo que hago aquí y también sé lo que
hacen aquí y eso me produce mucha diversión.

«Es tan irónico». Salvando a la persona que ellos arrastraron a esto


y mentiría si esto me trajera ciertos problemas con Rodrigo Bush
porque después de todo, Marta Cox es su juguete preferido inclusive
mucho más que sus propias hijas.

Pero Rodrigo no sopesa que dentro de su círculo de confianza lo


traicionan constantemente ni se da cuenta de que se está jodiendo
el mismo. Jugar con Rose ha sido muy divertido, ver que detrás de
esa chica con apariencia triste y manipulable hay alguien que, si se
le interviene de forma correcta y retorcida, sale a la luz dejando a
muchos boquiabiertos.

Ella es una pequeña bomba de tiempo que no tardara en explotar,


pero que no elige para que bando jugar. Ya sabe que su hermanita
no murió en un accidente y que sus "amigos" nunca la consideraron
ni la mitad de eso, pero ella... sigue y es divertido ver cómo, aun así,
dándose cuenta de cómo son las cosas realmente intenta darle
vueltas porque su deseo frustrado es ser aceptada por alguien.

«Ahora lo entiendo». Rose no es tan estúpida como pensé al


principio y admito que me asombro lo suficiente para tenerle un
pequeño gramo de admiración, pero... he visto monstruos peores
que su pequeño gramo de locura no me sorprende lo suficiente para
unirla a mi equipo.

Pero si hay alguien que quiero conmigo, alguien que me gusta y me


trae esa sensación que creí no volver a sentir jamás. Alguien que
aceptaría en todo, incluso pensaría hasta dejarla ganar si decide
estar conmigo...

Inclusive cuando hay otras personas jugando y que creen que ya no


existen.

Pongo un pie dentro de la casa. Recuerdo que Rodrigo me explicó


cada rincón de ella y la razón por la que su estructura es así.

«—Es un juego mental. — explico fumando de su abanó. Dove se le


engañaba del brazo como si fuese un bolso, pero a él no le parecía
importarle.

Ni eso ni la forma en la que vestía su hija de dieciséis años.

—¿Lo es?

—Sí. Por eso la mandé a hacer así... es difícil encontrarles el


verdadero sentido a las cosas y es por eso que decidí que fuera así,
— él soltó una pequeña risa ronca — además que sería difícil para
la policía encontrar los lugares interesantes en este lugar.

Lo miré. Estos dos años me he dado cuenta de que no es tan


estúpido como parece.
—¿Y qué hay de interesante según tú? — le pregunte mirando
como Dove apretaba las manos a sus costados.

Ella siempre estaba con él y me había costado solo minutos para


darme cuenta quien era su hijita preferida, pero creo que no era muy
difícil darse cuenta el trato especial que mi socio les daba a sus
princesas.

Él tomó el rostro de su hija y le dio un beso en la boca mientras


Dove le correspondió como si estuviera muy acostumbrada a ello.

—Explícale a Marcus, mi princesa. — Rodrigo dijo segundos


después de separarse de la boca de su hija y ella sé bajo el vestido
excesivamente corto que su padre le había obligado a usar.

Ella sonrió.

—Papi tiene siete habitaciones de juegos aquí — respondió y


Rodrigo la agarró de los glúteos atrayéndola a él mientras enterró su
cabeza en el cuello de la pelirroja— La primera es donde a veces
nos quedamos a dormir. La puerta esta camuflajeada con la pared y
hay que ser muy observador para encontrarla. La segunda es donde
se hace los químicos, es como una especie de laboratorio que está
escondida detrás del acuario —lo señala — La tercera, es para sus
trabajos, lleva a la quinta, sexta y séptima donde están sus
implementos y me gusta llamarla las habitaciones del destino.

—¿Por qué? — pregunto con una sonrisa y ella suelta un suspiro


cuando su papá le toca los pechos por encima de la ropa y no me
sorprende porque es algo que hace muy a menudo, inclusive
delante de su propia esposa que ni siquiera le interesa las cosas
que suceden en su casa.

—Papi — ella exclama con tono mimado cuando Rodrigo la aprieta


muy fuerte mientras se sonroja — Marcus está aquí, viendo todo...
Lo sabes, ¿no?

Rodrigo medio se aleja y sonríe.


—Él sabe lo que sucede, princesa y él nunca va a mirarte con otros
ojos porque sabe lo que sucedería.

Levanto mis manos en señal de paz y eso hace reír a la pelirroja.

—¿Por qué es la habitación del destino, Dove?

—Porque ahí mi papi decide qué es lo que les pasaran a las otras
personas...— ella contesta fantaseada o al menos lo que aparenta
porque por un segundo recuerdo las veces que la he escuchado
llorando a ella y a su hermana es su habitación.

—¿Inclusive el destino de tus amigas? — pregunto cuando vemos


como uno de los trabajadores de Rodrigo trae a una castaña
completamente desnuda y la sonrisa de Dove flaquea.

Y no me sorprende para nada».

Vuelvo a la realidad, suelto un pequeño silbido y paso mis manos


por la pared sintiendo la textura de la pintura. El acuario mantiene a
todos los peces nadando ajenos a lo que sucede y la verdad es que
es una estructura realmente bonita.

Me gusta admirar el arte y este es uno de ellos. Los corales, las


luces y los peces de distintos colores son tan hermosos como lo
sería una mujer atractiva cubierta completamente de sangre o una
mujer atractiva, inteligente y cruel por naturaleza dejando fluir sus
demonios sin importarle realmente el daño que alguna vez podría
hacer por ello.

Sé a dónde dirigirme, pero no lo hago, me desvío y bajo para


comprobar lo que ya sé y me encargo de hacer el ruido suficiente
para que parezca que estoy en otro lugar cuando no es así.

Siento que las manos me pican porque me gusta... me gusta mucho


jugar con las personas y cuando siento que lo que pensé, ya
sucedió, regreso caminando con elegancia y una sonrisa burlona se
adueña de mi boca al ver lo que hay delante de mis ojos.
Uno de ellos se gira hacia mí, el traje y el antifaz siendo bastante
creativo para que nadie pueda reconocerlos, pero yo... yo los
conocería hasta con los ojos cerrados. Han sido tantos años
conociéndolos, estudiándolos y luego esperando para devolverles lo
que me han hecho que hasta por la altura y expresión corporal sé
quiénes están delante de mí.

Hago un puchero al ver a Marta que aun estando sedada —o es lo


que parece— reconoce uno de sus verdugos soltando incoherencias
que hace que la persona que le sostiene o una de ellas, le tape la
boca.

—¿Me equivoqué de fecha y ya es Halloween? — pregunto con


burla y nadie responde tal cual lo esperé.

Concentro mi vida en una persona en especial. Esa figura curvilínea


y esos ojos azules que no puedo ver y sin decir nada, muevo mis
labios dándole a entender lo que sé que ella va a captar tal cual
como ese día en la mansión Bush donde se escabullo con Jake en
un intento de estupidez.

«Voy a joderte tanto, Lucy si no me eliges a mí como lo hizo Pondra


que será doloroso, inclusive para mí...»

Por su expresión corporal sé que lo entiende y el resto se queda


estático. Sé la razón por la que no me disparan y es que en su
familia hay tanta moralidad que resulta ridículo y luego ella me
sorprendió dando un paso al frente.

La pobre Marta se quedó con la persona que supe identifican como


Jake y a su lado, Crono Fairchild. Levante mis manos cuando vi que
Lucy me apuntaba con su arma.

—Quid scis?*— ella preguntó en un latín perfecto y al ver que sonreí


con más ganas, continuo: —Dic quid scis motherfucker aut glandem
in capite tuo dabo*

—Aún no es nuestro tiempo. — dije — Aún no lo es...


Ella apretó el arma al darse cuenta de que todos tendrían dudas
sobre este intercambio.

—Fecisti id* — ella siguió y su voz sonaba completamente tensa.

«Al límite tal cual quería escucharla».

—No estoy solo yo queriendo descubrir tus secretos, Lucy. — solté y


ella apretó los puños mientras hizo lo que esperé: me disparó.

El sonido de la bala fue casi insonoro. Era de las que Caleth


Fairchild tenía en su arsenal tal cual lo esperé y caí al suelo
mientras sentí el ardor familiar.

—Pero qué hiciste...— soltó Caebrán desde su sitio.

Escuche un grito de horror al ver lo que sucedía, las piernas me


comenzaron a flaquear, la sangre me lleno el pantalón y... Otro
disparo. Esta vez fue en mi pecho y me llevé la mano al lugar sin
perder la sonrisa. El dolor era subjetivo, eso lo había aprendido
durante toda mi vida.

—¡Vamos de aquí! — escuché como Caelus decía jalándola por el


brazo cuando ella iba a darme otro disparo y no podía estar más
feliz.

Había conseguido lo que quería.

Comenzaron a moverse, le arrancaron la pistola de las manos y la


obligaron a correr. Me quede quieto mirando como ella se iba y me
arrastre por el suelo sacando mi teléfono y marcando el primer
número en mis contactos.

—Marta Cox huyó — dije cuando respondieron luego del primer


pitido— Me hirieron y necesito que vengas para acá.

—¿Crees que Rose tiene algo que ver? — soltó mientras escuchaba
como mandaba a alguien para acá y con la poca fuerza que me
comenzaba a quedar el pecho, suspiré.
—¿No confías en tu hija, Rodrigo?

—Ya van para allá— fue lo que respondió con cierta molestia y
luego, colgó.

La sonrisa no se fue de mi rostro y me imaginaba lo que sucedería a


partir de ahora que, por fin, las cosas iban a tomar su curso
haciendo, todo lo que había investigado y estudiado, el tiempo que
espere pacientemente, valiendo la pena después de todo.

Ya no era una sombra, ya todos sabían que había vuelto y también


sabían que Lucy Beckett, está bajo mi mira porque el monstruo
solamente acaba de despertar y descubriremos realmente quién es
el verdugo o la víctima o las dos cosas a la vez en mi juego
retorcido.
Capítulo 76 (*)
CAPÍTULO 76 PARTE 1

LUCY

Llegamos al bosque.

Nadie dice nada, aunque soy plenamente consciente de que lo que


sucedió en la casa todos lo escucharon. Siento que voy a explotar
en cualquier momento, la vena de la sien me palpita y me gustaría
haberle metido un tiro en toda la frente a ese hijo de puta.

«Pero no lo hice». Pude haberlo matado, pero algo me impidió


hacerlo y siento que todo es demasiado, necesito un respiro o voy a
terminar haciendo un desastre.

Esto no era lo que quería, cuando llegue a Hiverdele nunca imaginé


que el pasado iba a volver, que las cosas que había enterrado en el
fondo volverían a salir a la luz y me siento estúpida porque me lo
busque, todo esto es culpa mía por querer saber secretos que no
me corresponden, pero que ahora me manchan a mí también.

Quizá el primer error fue permitirme tener algo con los chicos,
involucrarme demasiado y el segundo fue dejar en claro mi
naturaleza frente a ellos, lo que me corre por la sangre y lo que por
más que intente esconder, nunca dejara de esforzarse por salir a la
luz, aunque me niegue.

El balance de las cosas es tan importante que me aferro a la


espalda de Caebrán, Marta va con Jake y Joseph, en el medio de
ambos y dejamos la finca del demonio tan rápido como podemos
mientras siento un sabor metálico en la boca y me suelto el labio
inferior contando los minutos que nos toman del bosque a la
fortaleza.
Soy la primera en bajarme de la motocicleta, inclusive mucho antes
de que Caebrán apague el motor y me quito la máscara y el
pasamontaña sintiendo el frío pegándome contra las mejillas. La
máscara cae al suelo y miro al cielo donde la luna comienza a
esconderse para darle paso al sol que medio comienza a salir entre
las nubes grises.

«No pierdas el control». Me susurra la voz de mi subconsciente y


aprieto mis manos recordando su sonrisa y sus palabras mientras
me doy cuenta de que sabe más de lo que aparenta, que jamás en
mi vida lo he visto, pero que siento que me conoce como si él si lo
hiciera.

Entendió latín, fue un tiro ciego que hice para evitar que los demás
entendieran que lo dije, pero ahora no me preocupa si lo hacen. Sé
que van a querer entender, saber lo que sucede, que posiblemente
voy a tener que decirles o voy a tener que mentirles una vez más
porque hay muchas cosas que están mal en este momento, no
puedo permitirme un desliz, un paso en falso que joda todo aún más
de lo que ya está y sé que lo que hice me traerá problemas, que
ahora es más que evidente que hay algo entre Marcus y yo, que lo
he visto y que hemos hablado y no me molesto en pensar las cosas
que seguramente todos se están imaginando en este momento
porque tengo otras cosas más importantes en las que pensar.

¿Katherine está viva y es la que manda las cartas? No lo sé.

¿Marcus tuvo algo que ver con la muerte de mi madre?


Definitivamente no, pero hay algo que no termino de entender.

¿Marcus sabe algo de mi pasado? Sí.

¿Va a hacerme daño con eso? Sí, pero seré más rápida esta vez
porque no lo dejaré joderme.

Entramos a la fortaleza, Marta se aferra a Jake y soy la única que se


quitó la máscara. El silencio que hay no me importa y me paso las
manos constantemente por la ropa como si quisiera quitar la
suciedad que no tengo en ellas.

Todo está igual como lo dejamos. Jake se quita la máscara y dice


que va a curar a Marta junto con Joseph. Ángel se va para no sé
dónde y solamente soy guiada siguiendo los pasos de los cinco
hasta una habitación, la puerta se cierra detrás de mí gracias a
Crono y todos se quitan las máscaras y los pasamontañas.

Ni siquiera presto atención a la decoración, solamente me quedo


quieta en mi sitio esperando que digan algo, pero solamente me
observan con atención.

«Son tan diferentes, pero iguales a la vez».

Crono me observa con atención, Caelus enarca una ceja, Consus


coloca sus ojos de acero fríos sobre mí, Cristian tiene el rostro serio
y Caebrán juega con el piercing como es de costumbre.

Mis sentidos se agudizan, no sé qué es lo que hago, pero me dejo


caer en la cama, tengo que despejar mis pensamientos y siento
como se acercan a mí dándome a entender que ya esto es
peligroso.

Ahora deberían estar haciéndome un interrogatorio, quizá


molestándose porque es muy evidente que les he estado ocultando
cosas, pero en cambio siento los labios de Consus en mi clavícula
mientras siento las manos de Crono en mi cintura.

Abro los ojos, Cristian se sienta a horcadas sobre mí, me besa y


siento como todos están en la cama, atentos a mí. A mi cuerpo
cuando deberían estar preocupados por lo que acaba de suceder y
yo también, pero relativamente quiero que me besen y quiero
sentirlos a todos para despejarme, para dejar de pensar y solamente
sentir como me aprietan los pechos las manos grandes de Consus o
como el aliento de Caebrán pega en mi oreja. Caelus se quita el
traje, siendo el primero en quedar desnudo y se acaricia la erección,
subiendo y bajando la mano por el falo que esta duro y recto,
completamente orgulloso del tamaño que tiene.

A veces siento que es surreal, que no sé cómo pueden tenerlas tan


grandes y ser tan físicamente perfectos, pero los otros tocándome
es tan estimulante que solamente levanto los brazos cuando me
quitan la parte de arriba, me sacan el sostén y me dejan los pechos
expuestos. Cristian se baja de mí, pero se queda a mi lado para
girarme el rostro y meterme su lengua en mi boca a la vez que
siento como Crono está chupándome y mordisqueándome el cuello.

Unas manos aprietan mis pechos, los masajean y siento como una
corriente eléctrica baja de mi espina dorsal y se queda finalmente en
mi vientre. Siento una especie de punzadas placenteras, pero
dolorosas a la vez que la humedad se toma la parte de abajo
haciendo que me remueva incómoda. Cristian me suelta mordiendo
mi labio inferior y me levanto para yo misma bajarme el pantalón
que se me ciñe al cuerpo con todo y ropa interior.

Ellos hacen lo mismo, dejando a la vista los miembros que me


hacen salivar y me coloco de rodillas mientras Caelus es el primero
que viene a mí. Se pasa la mano, dejando ver el glande rosado y
por inercia, mis talones tocan mis glúteos desnudos y me
humedezco los labios con la lengua.

—Vas a tragártelo todo, — dice con la voz enronquecida mientras la


punta de su miembro toca mis labios y pasó la lengua por el tronco
ladeando la cabeza. — No, voy a hacer que te la tragues toda, así
como te tragas lo que sabes y no nos dices y luego voy a acabarte
en la cara a la vez que mientras uno de mis hermanos te folle con
fuerza, voy a ahorcarte tanto que vas a quedarte casi sin aire, pero
luego voy a soltarte porque no podría dejarte morir, pero sí... si
quiero verte sufrir.

—¿Vas a hacerme daño? — pregunto en un hilo de voz mientras


dejo besos por el tronco y levanto la vista solamente para verlo a los
ojos desde mi posición y luce tan impotente que me gusta.
—Todos vamos a hacerte daño, Lucy. — responden detrás de mí y
volteo hacia un lado mientras justo frente a mi queda el miembro de
Caebrán con su apadravya de color dorado que recorre el glande
rosado de forma vertical que está húmedo y seguramente sabe
delicioso.

La boca se me hace agua y tomo el miembro de Caelus con mi


mano derecha completa y, aun así, me queda grande. Lo miro a los
ojos y me lo meto todo a la boca, sintiendo su sabor salado en mi
boca y cuando me lo saco, el hilo de saliva que sale de mi boca
queda en su miembro me hace mirarlo y sus ojos azules, se
oscurecen al igual que su pupila se dilata.

Muevo la mano sobre él, de arriba para abajo y de abajo para arriba
y me levanto un poco para escupirlo y así humedecerlo más.
Caebrán me hace masajes en los hombros y paso los ojos otros
tres: Consus, Crono y Cristian que están masturbándose sentados
en la cama con la vista fija en lo que estamos haciendo.

Me prende saber que todos están concentrados en mí y Caelus me


obliga a abrir la boca apretando mi mandíbula y me mete su
miembro sin cuidado alguno. Suelto un jadeo porque no estaba
preparada y me agarra del cabello, haciendo una coleta con él y
follándome la boca mientras Caebrán deja besos en mi espalda y
siento su miembro también recorrérmela.

El pedacito de metal es un estimulante y quisiera probarlo a él


también, pero Caelus parece estar muy enojado y lo demuestra con
cada estocada y cada vez lo lleva más al fondo, haciendo que casi
sienta que me quedo sin aire cuando sus pelotas quedan en mis
labios y me aleja rápidamente mientras comienzo a creer que mi
garganta es muy grande para soportar semejante tamaño.

No me da descanso, sus gruñidos varoniles son un gran estimulante


que me va a volver loca mientras siento como un líquido caliente
comienza a recorrerme el paladar y es ahí cuando sus movimientos
se hacen más rápidos.
Cerré mi boca sobre él, saque la lengua en algún momento y chupe
la cabeza con premura admirando lo rico que sabía y luego volvió a
meterme todo el falo de una estocada. Chupe con fuerza, me
gustaba tanto que cuando la mano de Caebrán me apretó
ligeramente la garganta, no me importo.

El sonido encharcado es tan indescriptible y me da una mirada


severa mientras me mantiene ocupada, follando mi boca a su
antojo. Le hago sentir bien, chupando cuando saca y vuelve a meter
el miembro, el glande me gusta y no me importa el dolor de mis
rodillas porque esto es tan placentero y delicioso que estaría así por
muchas horas mientras él presiona duro y fuerte su pene en mi
garganta.

«Jure nunca arrodillarme ante nadie, pero aquí estoy...». Lo haría


mil veces sin importar nada más y mis oídos solamente se
concentran en los jadeos varoniles, quiero mirar hacia la cama, ver
que hacen los otros, pero él no me lo permite.

—Trágatelo todo y demuéstrame por qué eres nuestra novia. —


gruñe, demandante con la voz ronca y sale de mi boca antes de
soltar la lluvia también en mi rostro. No protesto ni nada porque eso
no es un sacrificio para mí cuando es lo que también ansío.

Trago disfrutando de su sabor y me toco los pechos yo misma


mientras le saco la lengua demostrando que cumplí. Caebrán me
levanta por los hombros y me voltea, besándome sin interesarle que
acabara de hacerle un oral a su hermano, siento su lengua dentro
de mi boca, sus manos acariciando mis glúteos y apretándolos.

—Eres tan jodidamente bonita...— soltó mientras volvía a atacar mi


boca y nunca pensé que besar a alguien con un piercing fuese tan
delicioso. Ese ligero choque del metal contra mis labios, la forma en
la que él también compensaba el beso de forma experta, sabiendo
cómo moverse, cuando chupar y cuando mover mi labio era tan
delicioso al igual que el miembro que sentía en mi abdomen y que
quería dentro de mí.
«Tengo tantas cosas en que pensar que no debería estar aquí»,
pero ahora ciertamente no podía pensar en nada más que no fuera
en Caebrán besándome mientras aún sentía el sabor de Caelus en
mi garganta.

Me soltó de repente, dándome un mordisco en el labio inferior que


me sacó sangre y lo hizo sonreír, di un paso hacia atrás, pasmada y
solamente brinqué sobre mi sitio cuando sentí la palmada fuerte en
mi glúteo derecho, que me erizó la piel.

Crono se levantó y sentí como me empujaron hasta que caí en la


cama. Abrieron mis piernas y eché la cabeza hacia atrás mientras la
verga de Consus quedo frente a mis ojos a la vez que Cristian se
masturbaba a su lado, sentí como pasaban un dedo por todo el
camino húmedo de mi entrepierna pasando por encima de los
orificios que pendía ser tocados y penetrados.

Saqué la lengua, pero no llegaba, así que mientras sentía dos pares
de manos en mis piernas, entre mis muslos y en mi entrepierna,
Consus me permitió pasar la lengua por el glande que tenía húmedo
y solo ese simple contacto fue suficiente para que soltara el chorro
que callo entre mis pechos que apreté porque los pezones me
dolían.

Eran tantas emociones a la vez que solamente jadee cuando me


voltearon haciendo que mi cara quede contra el colchón y mis
piernas fuera de la cama. Nunca me había sentido así en el sexo,
jamás imaginé que me gustaría participar en orgías y esta vez, a
diferencia de las otras, estaban siendo más bruscos porque sentí la
palmada sonora otra vez en una de las mejillas de mi trasero.

Solté un pequeño gimoteo y Consus me tomo del cuello,


ahorcándome mientras sonreía con malicia.

—¿Te gusta así? — inquirió con la voz ronca y asentí de inmediato.

—Me encanta así— conteste y luego, su mano me volteo el rostro


en una bofetada que lejos de molestarme, me encendía.
Las piernas les tenían flexionadas y cuando sentí el miembro de
Caebrán recorrerme, ese metal frío que mandaba miles de voltios a
mi cuerpo, solamente coloqué los ojos en blanco a la vez que se
introducía en mí de un solo golpe.

Me jalo el cabello, logrando que echara la cabeza hacia atrás.


Apreté los labios mientras comenzaba a deslizarse dentro y fuera
con rapidez y Cristian se levantó, Consus se hizo a un lado, Crono
apareció frente a mis ojos y Caelus miraba todo desde la distancia
con una sonrisa en el rostro.

No dure mucho en esa posición porque me hicieron voltear. Caebrán


salió justo cuando estaba comenzando a estimularme más y me
obligaron a estar completamente en la cama. Quise tocarme, pero
Crono me manoteo las manos, negando con la cabeza y por la
mirada que me dio, todos los vellos del cuerpo se me erizaron.

Sea lo que sea que estaban intentando esta vez, logro


desesperarme y poco y Cristian soltó una risita al ver mi rostro
porque sabía que era lo que quería, pero por alguna razón, me
estaban haciendo esperar.

—Colócate en cuatro— la voz ronca de Crono sonó en mi oído y por


inercia, me impulsé lo suficiente para hacer lo que me estaba
pidiendo.

Mis codos flexionados contra el colchón y mis rodillas contra el


mismo. Los cinco se colocaron específicamente, de rodillas
alrededor de mí. No sé qué es lo que vamos a hacer peor me dejó
guiar por mi instinto cuando Consus, Cristian y Crono están frente a
mí mientras Caelus y Caebrán están detrás.

Mientras los otros dos me acarician el trasero y juegan con los jugos
que suelta mi humedad, toco los tres miembros erectos que ansían
mi boca. Miro a Cristian cuando toco el suyo con mi mano derecha
mientras la izquierda tiene la de Consus. Crono se acaricia el mismo
y luego toca mis pechos mientras saboreo el miembro de Cristian
con mi boca antes de pasar al de Consus. Me agarran el cabello y
siento tantas manos tocándome que es difícil por un momento
reconocer quien es quien.

—Eres tan exquisitamente deliciosa y placentera...— escucho el


susurro de Caelus y suelto un gimoteo cuando siento cómo me
penetran de golpe. Cristian me golpea con su miembro mientras
mantengo equilibrio y con mis manos, masajeo el de Consus y el de
Crono. Una mano me recorre la espina dorsal, otra me toca los
pechos y me jalan el cabello que es difícil explicar para mí que es
todo lo que siento.

El sonido de nuestros cuerpos chocando es delicioso, de cómo entra


y sale con fuerza que cuando sale de mí y Cristian es quien me
ahorca con tanta fuerza que siento como el aire me falta y ni así
pierdo la sonrisa en el rostro mientras me voltea el mismo con una
bofetada que me hace picar la piel.

—Demuéstranos toda tu resistencia — dice Cristian con una sonrisa


— Demuéstranos que puedes con todos...—

Me levanto lo suficiente para que Caelus se acueste y me coloco a


horcadas sobre él, beso sus labios mientras me dejo caer sobre su
miembro de golpe y suelto un gemido sobre sus labios por la
invasión mientras a su vez Caebrán me levanta el trasero y entra en
mi segundo orificio de golpe haciendo que un pequeño grito salga
de mi boca.

Blanqueo los ojos y sin restricciones, Caebrán me agarró por las


nalgas y comenzó a embestir a la misma vez que su hermano
mientras sentía que iba a explotar por todas las sensaciones que me
abarcaban y cuando pensé que era demasiado.

Crono me hizo dejar de besar a Caelus para abrir la boca y recibir


su miembro que metió en mi boca de una sola estocada.

Comienzan a decir palabras en francés que entiendo como si fuesen


sucias y no dejan de penetrarme por ningún lado. Cristian toca mis
pechos y Consus recorre mi espalda untándome de su semen. El
grosor y el tamaño de Caebrán y Caelus me dan lo que necesito en
ambos lados, los temblores de mi cuerpo aumentan y una capa de
sudor me toma la frente.

Sentí que todos los músculos de mi cuerpo se flexionaban con cada


embestida veros, no podía decir que me concentraba en una cosa
porque eran tantas que podría volverme loca y me sentí abrumada
por una sensación familiar de paz y control cuando mis piernas
temblaban y no pude detener la humedad que me recorrió las
piernas.

Estoy tan dilatada...

Crono acaba en mi boca y se separa dándome tiempo solamente de


tragarlo todo antes de que Caelus me atrajera a la suya para
besarme. La presión es tan deliciosa que siento a Caelus expulsar
un líquido caliente dentro de mí a la vez que Caebrán soltaba
palabras que no entendía y maldecía mi nombre dándome nalgadas
que me hacían vibrar a la vez que acabo también.

Jadee cuando salieron de mi interior y me separe de Caelus


tomando aire mientras caía a un lado mientras las piernas me
temblaban y Cristian fue quien me hizo abrir las piernas y bajo
dando besos por el centro de mi pecho hasta llegar a mi ombligo
como esa vez que estábamos todos llenos de chocolate.

Levante mi cadera un poco sin poder evitarlo y mire como los otros
observan todo. No sé de dónde sacaba fuerzas para todo esto, pero
me gustaba y sabía que aún no había llegado al límite.

¿Estaba mal lo que hacía? ¿Me traería problemas después? Porque


comenzaba a darme cuenta de que no iba a volver a sentirme igual
si ya no sentía este tipo de cosas en mi vida... era como si hubiese
desbloqueado de alguna forma un nuevo nivel sexual que jamás
pensé tener.

Cristian besó mis muslos y solté un pequeño chillido cuando me


beso justo ahí. Se sentía delicioso su lengua y su aliento caliente en
ese punto que aún seguía sensible y Consus se inclinó para besar
mis pechos mientras Crono me metía el dedo pulgar dentro de la
boca.

—Oh...— susurré con la voz entrecortada cuando Cristian también


comenzó a usar sus dedos junto a su lengua. Sus dedos siguen
frotando y siento como me invade con la lengua.

Mis quejidos aumentan contoneándome, es tan doloroso, pero


delicioso y chupo con fuerza el pulgar de Crono mientras siento la
lengua de Consus sobre uno de los pechos. La mirada se me
oscurece y el segundo orgasmo me toma en unos segundos donde
siento que toco el cielo y soy un bendito ángel donde lo único que
hace es follar con estos sementales.

Siento que voy a desfallecer, pero mi cuerpo sigue queriendo más y


Cristian se levanta escupiéndome ante de darme un golpe justo ahí,
en medio de mis piernas y es tan doloroso como delicioso que no sé
por qué me estoy dejando tratar así.

—¿Quieres más? — pregunta Crono con su voz ronca y asiento.

— Quiero mucho más. — contesto y Caelus suelta una risita.

— Por eso digo que...— Consus dice y lo miro cuando me coloco de


rodillas y trato de complacerlos a todos pasando la lengua por el
tronco.

— ¿Qué? — pregunto sobre la verga de Cristian y Consus sonríe.

— Que eres lo que necesitamos, Lucy. Lo que queremos y la mujer


que es capaz soportar todo esto, que no titubea en disparar una
bala como lo hiciste tú ahora... Son una de las pocas cosas que
puedo decir que tú eres. — suelta y por alguna razón, siento que se
me comprime el pecho y me introduzco el miembro completo del
menor de los cinco bajo la atenta mirada de todos a la vez que trato
de alejar mi cabeza sobre esa idea, concentrándome en los deseos
carnales que empeoran cada vez mi estado.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

El agua me recorre el cuerpo adolorido. Siento que estoy


hipersensible, que tengo los sentidos tan estimulados que no sé qué
es lo que me pasa, pero todo lo percibo tan rápido. Me cuesta
moverme, la entrepierna me duele y me coloco champú en el
cabello masajeándome el cuero cabelludo disfrutando de las gotas
recorriéndome el cuerpo y luego cayendo al suelo fundiéndose con
las otras.

Sigo en el mismo estado que ahora y respiré profundamente,


recordando todas las cosas que hice los cinco, dejando de pensar
en todas las cosas que me pasaban y que atormentaban mi cabeza.

Recuerdo que me quede dormida, agotada por todo lo que había


pasado y que incluso había sangrado en algún momento. No era
mentira eso de llevar todo al límite y me sorprendió que lo soporte
todo y que hasta pudiera decirse que soportaría algo más.

Cerré la llave del agua, abriendo los ojos y tomé la toalla blanca
pasándola por mi cuerpo y lo sequé mientras un recuerdo fugas, de
hace algunos días tomo mi cabeza.

Dorian hablando con Marta sobre él y si él era Rodrigo... ¿Qué tenía


que ver Dorian en todo esto? Necesitaba hablar con Marta y hacerlo
también con Jake, sentía que algo más estaba pasando, todo eso
de la letra de Katherine, la posibilidad de que estaba viva —aunque
algo me decía que no— y las ganas de ir hacia donde Marcus
porque desde luego que estaba vivo, para confrontarlo y descubrir
que era lo que sabía.

Me cepillé el cabello, recordando como mamá solía hacerlo cuando


era niña. Era una de las cosas que a ella más le gustaban porque
decía que mi cabello era hermoso y reflejaba nuestra esencia como
mujeres de la leyenda.

Ella lo tenía igual al mío, de un negro intenso, perfectamente


alisado, pero se lo había cortado hasta los hombros. Siempre había
tenido esa imagen de ella y me miré al espejo.

«Éramos tan parecidas». Recuerdo su risa, sus besos por toda mi


cara y el sonido suave de su voz. Ella era tan estilizada, tan perfecta
que recordar la forma en la que dejo este mundo no deja de dolerme
y eso me llena de ira porque tuve que presenciar la muerte de mi
madre, su agonía y la forma en la que poco a poco dejaba la vida
mientras a mí luego me trataban como un conejillo de indias.

—¿Qué es lo que somos? — le pregunto. Estamos viendo una de


sus películas favoritas que a mí me parecían muy aburridas. Era
invierno y aún estábamos en Rusia.

Mamá giró su rostro hacia mí y me beso la nariz.

—¿De dónde ha salido esa pregunta, mi pequeña?

—Solamente siento curiosidad porque siempre dices que somos


importantes, que tenemos algo que nos hace especial y no entiendo
por qué soy igual al resto...— contesto tomando con mis manitas las
suyas para entrelazarlas.

—Eres tan curiosa, hija — mamá soltó una pequeña risa dulce que
sonó tan linda. Me gustaba que sonriera y el sonido de su risa, me
gustaba cuando ella era feliz, cuando yo la hacía feliz. Ella suspiró y
me tomó de la barbilla, diciendo mi nombre con delicadeza: — No
eres igual al resto, ¿sabes por qué? Porque somos elegidas,
especiales y la persona que cargue nuestra sangre, es afortunada.
Es por eso que debes tener cuidado cuando seas grande y quieras
tener un hijo...

—¿Yo voy a tener un hijo? — arrugué mi nariz y mamá rodó sus


ojos.

—Por ahora no.

—¿Eso significa que sí? — me mire la barriga y me imagine una


barriga muy grande con diez bebes adentro. — No quiero tener un
hijo, mami...

—Entonces por ahora no vas a tener un hijo — ella me abrazó —


Pero no es eso lo que te quiero decir.

—¿No? — pregunto — Entonces... ¿Qué es, mami?

—Que no puedes involucrarte con cualquiera. — ella respondió —


Eso y que antes que todo lo que te suceda, debes saber muy bien el
puesto que tienes dentro de la leyenda.

—¿Y si yo no quiero?

Ella sonrió.

—De igual forma lo harás porque no controlaras ciertas cosas, mi


amor. —Suspiró— Eso también viene por nuestra naturaleza, en
algún momento tú tendrás tus propios lienzos y harás tu propia
arte... Seguirás el camino que durante siglos han seguido todas
nosotras y solamente espero que tu nombre sea tan nombrado
como el mío en nuestro mundo. Que todos teman cuando escuchen
sobre ti, mi pequeño ángel...

Sonreí y pestañeé mirándola. Me gustaba lo que decía mi mami.

—¿Puedes contarme la leyenda?

—Estamos viendo una película...— ella dijo, pero hice un puchero


que la hizo golpear mi frente con sus dedos. — ¡Tramposa! Deja de
hacerme esa cara o te voy a castigar.

Enterré mi cabeza en su pecho.

—Cuéntamela, mamá.

Ella me acaricio el cabello y comenzó:

—Cuenta la leyenda que cuando la tierra estaba en la oscuridad,era


siempre de noche. Los más poderosos, que vivían en el cielo, se
reunieron para crear el Sol y que hubiera luz. Se creó el bien, se
creó el mal y todo era perfecto y en armonía. La diosa era quien
gobernaba el mundo, ella de delicada, pero elegante, de piel muy
pálida y con cabello exuberante y largo y negro como la noche. Sus
ojos azules reflejaban el cielo, su tez pálida las nubes. Todos la
adoraban, todos vivían felices con la diosa, nada se salía de control,
todo estaba perfecto hasta una noche donde su propio hijo la
traiciono y la desterró de su propio reino. La diosa no podía creer lo
que le sucedió y se llenó de rabia, toda la pureza que había dentro
de ella se esfumó y poco a poco, fue creando un paraíso perdido,
comenzó a darse cuenta de que había vivido engañada por mucho
tiempo y dejo salir lo que tenía en el pecho. Muchos le dicen que es
el diablo, algunos le llaman satanás y prefieren creer las mentiras
que dijo su propio hijo. Le cambiaron el sexo porque la soberbia de
los hombres no podía creer que una mujer fue quien los creo y ella
comenzó a hacer desastres tanto en la tierra como en el cielo.

Abrí mis ojos. Siempre gustaba esta parte de la historia y siempre


sentía esa molestia hacia el hijo que había traicionado a la diosa,
pero mamá siempre decía que, gracias a él, existíamos.

—¿Y qué fue lo que hizo?

Mamá soltó una pequeña risa. Ella sabía que la historia la había
escuchado muchas veces, pero, aun así, continuó:

—Ella tuvo una pequeña hija e hizo la promesa de que iba a


reencarnar en ella. Nos llaman la santa muerte y el anticristo porque
somos las hijas del diablo, de la diosa que fue desterrada de su
propio reino y que dejo salir todos sus demonios, así como nosotras
hacemos es por eso que, dentro de nosotras, siempre tenemos una
parte de ella que nos hace como somos.

—Y, ¿cómo somos?

—Mensajeras de la muerte, mi amor. El grito de la destrucción, las


mujeres que son capaces de traer la muerte a quien queramos. El
gen terrorífico y macabro viene en nuestra sangre y es por eso que
está en nuestra naturaleza hacer lo que hacemos, no sentimos
remordimiento al hacer daño y siempre queremos sentir la sangre
de otros escurriendo nuestras manos. Se dice que cada vida que
tomas es una ofrenda a nuestra diosa.

—¿Soy la santa muerte, mami?

—El mismísimo anticristo, mi amor... la hija de la diosa que se


convirtió en el diablo. — Ella responde con una sonrisa, besándome
la frente — Es por eso que estoy tan orgullosa de ti.

Enrollé la toalla en mi torso. Esos recuerdos solamente me hacían


sentir vacía y salí del baño tratando de caminar bien.

Crono era quien estaba en el medio de la cama, con las piernas una
arriba de la otra, los zapatos sobre la cama y la mirada pérdida en el
techo mientras un olor a marihuana estaba por toda la habitación.

Había una especie de incienso en la mesita de noche y me quite la


toalla, caminado desnuda hasta el pequeño closet donde saque un
vestido de color negro que deslice sobre mi cuerpo para después
colocarme las bragas de encaje.

Me coloque el cabello espeso y largo por encima de los hombros


para que me cubriera la espalda y camine sentarme a lado de Crono
y cerré mis ojos, recostando mi cabeza a la almohada y respirando
dicho olor que no tardó en hacerme entrar como en una especie de
relajación.

—¿Por qué siempre lo haces? — pregunto lentamente por qué


siempre había tenido esa duda y él no respondió. Abrí mis ojos y me
giré hacia él, colocando mi rostro sobre mi mano y fijándome en
todos los detalles que me daba su perfil.

Su cabello espeso, sus labios carnosos ligeramente fruncidos, sus


ojos verdes que estaban perdidos en el vacío, sus espesas
pestañas que parecían un bosque el cual cubría sus ojos, sus cejas
gruesas y perfectas, el mentón marcado, la nariz perfilada, los
pómulos levantados lo suficiente para que el rostro fuese
completamente atractivo, perfecto y varonil.

Él se giró lo suficiente para mirarme a los ojos y soltó aire por sus
labios. Las ojeras eran muy presentes como bolsas violáceas debajo
de sus ojos y eran muy notables por lo pálido que estaba ahora.

Algunas veces podría pensar que estaba enfermo o que era mudo,
luego su indiferencia desaparecía en ocasiones y levante mi mano,
acariciando su mejilla derecha sintiendo como colocaba su pierna
sobre la mía.

Por impulso me acerqué un poco más.

—¿Qué es lo que ocultas? — preguntó en un susurro. Sus ojos


dilatados y me pregunté si debía preocuparme por ello y luego me
molesto tener tal pensamiento, pero no podía dejar de pensar en
eso junto con las otras cosas.

—Yo...— comencé a decir, pero él, me interrumpió:

—¿De dónde lo conoces?

No tenía que ser muy inteligente para saber que se refería a


Marcus.

—No lo conozco. — respondo y si desconfía de mí, no lo demuestra


ni siquiera un poco, pero la verdad es que no estoy mintiendo.

No conozco a Marcus Bundy más de lo que se supone que debería


saber o lo que no debería saber. Sé que asesinó a su prometida,
que Ángel lo odia, que Rodrigo Bush lo protegió de alguna cosa y
que sabe de mi pasado, que quizá conoció a mi madre, pero sé que
no fue uno de ellos porque ellos no están vivos.

No podía dejar que los asesinos de mi madre estuvieran vivos.


Solamente tenía doce años cuando los comencé a cazar uno por
uno. Ya estaba con mi primera familia adoptiva, era huérfana porque
mi padre nunca figuro en mis documentos y mi madre murió de una
forma desconocida para la policía que la buscaba porque para ellos,
ella era mala. Pero ella solamente era como yo.

No tenía culpa de su naturaleza y eso ellos no lo entendían. Ellos


pensaban que ella estaba loca y como era su hija, me arrastraron a
su calvario también. A las autoridades solamente les importó que
mamá por fin hubiera muerto y no se detuvieron a pensar en mí, que
yo había estado junto a su cuerpo en medio de la nada hasta que
por fin nos encontraron.

No les importó mis heridas, ni lo que me sucedió. Ellos solamente se


enfrascaron en que habían conseguido al monstruo sin darse cuenta
de que poco a poco se iba creando uno, que empeoró al ver todo lo
que le hacían a su mami sin poder evitarlo o hacer algo para
detenerlo.

La primera vez que cacé, fue a los que se atrevieron a hacerle eso a
mí mami y luego arrastré a mi familia adoptiva a ello sin poder
evitarlo. Creo que estuve tan inestable que no me di cuenta de que
los había asesinado en la noche y luego fui de intercambio a otro
estado con otra familia que no tenía ni idea de la persona que
estaba llegando a su familia y se convertía en uno de sus
integrantes.

La idea de que Marcus conozca sobre eso y más, me enferma y es


por eso que decido, no mentirle a Crono o es lo que me hago creer,
mientras continúo acariciando su mejilla que es poco rasposa
porque comienza a salirle un poco de barba.

—No lo conozco, pero si he hablado con él.

—¿Y por qué no nos dijiste?

—Porque tenía miedo— miento con naturalidad porque tampoco


deseo que sepan toda la verdad — Marcus me abordo por primera
vez en el colegio y dijo cosas que no entendí, ese mismo día me dijo
algo sobre tu familia y luego se fue con Rodrigo. Pensé que era otro
socio de tu padre, alguien sin importancia hasta que en la fiesta de
compromiso de Rose y Joseph lo vi otra vez y me dijo cosas que me
dejaron paralizada. Menciono que le había hecho algo a una tal
Pondra... No, mejor dicho, me dijo que la había matado y que era
enemigo de tu familia, menciono cosas de mi pasado que no me
gusta que nadie sepa además de mí y dijo algo sobre reconocer mi
potencial.

—No habías matado a Dove aun...— dice y me acerco un poco más.

—No, por eso me aterró. — suelto — Se supone que nadie sabía las
cosas que podía hacer en algunas ocasiones y luego, cuando
entramos a la mansión Bush Jake y yo, él se giró hacia nosotras,
estábamos escondidas, pero él parecía que sabía que lo estamos
viendo, que estábamos ahí y dijo algo sobre la explosión. Luego
cuando salimos, me di cuenta de que Jake lo conocía y todas las
dudas se confirmaron, pero luego el auto estalló y fue como si él lo
fuese hecho también, aunque es técnicamente absurdo por el lapso
tiempo.

—¿Cuáles dudas? — pregunta con sus labios casi sobre los míos y
me concentro en el color de sus ojos, ese verde veneno que
siempre luce apagado.

—Sobre que Katherine era una Bush y que seguramente, él fue


quien la asesinó también. — respondo y Crono levanta ligeramente
la comisura derecha de su boca, dándome así una sonrisa ladeada
que no entiendo.

—No. — contesta.

—¿No?

—Marcus no fue quien asesinó a Katherine Bush.

—¿Entonces quien fue?


Él se aleja solo un poco y luego dice:
—Nosotros.

NOTA DE LA AUTORA: Ya estamos por la recta final, estoy


emocionada y tengo mucho miedo, por favor, síganme en Twitter y
en Instagram ahí responderé todas sus duditas y explicaré las cosas
que sucedan de aquí al final.

En Twitter expliqué que hay algunas cosas que no van a suceder


AUN, pero que si van a suceder posiblemente en el libro que viene.
No se alteren, téngame paciencia y poco a poco verán que las
cosas suceden por algo.

"Que la anterior versión..." La anterior versión ya no existe, a las


chicas del grupo de WhatsApp se los expliqué, a las que me siguen
en mis redes saben por qué. Por favor, no creas en las #R porque
cambie demasiadas cosas, creo que si llegaste hasta aquí sabes
que es así y si te dejas llevar por otros comentarios, te vas a
confundir.

Si tienes alguna duda, escríbeme a mí. En Twitter siempre ando


colocando cosillas sobre los libros, doy adelantos, digo cuando voy
a actualizar y todas esas cosas. En Instagram me gusta hablar con
ustedes, muestro edits bonitos y videos de las próximas
actualizaciones.

Recuerda que es un borrador, no es perfecto y hay fallas


ortográficas. NO ROMANTIZO NADA DE LO QUE SE PRESENTA
EN EL LIBRO y en ningún momento quiero hacerles pensar lo
contrario.

Las violaciones son violaciones.

El incesto es incesto.

Los asesinatos son asesinatos sin importar que los personajes


piensen que está bien.

Í
NO ES ASÍ.

Por favor, no creas que las actitudes de Lucy o los hermanos están
bien. En las advertencias lo dejé muy claro y bueno... creo que eso
es todo. Era necesario decirlo, ya sabes donde encontrarme.
Gracias por darle una oportunidad a esta locura y creo que sobra
decirles que los amo con todo mi oscuro y sensible corazón de pollo.

Con mucho amor.

Gabi
En otro lado
En otro lado

Jake

Paso la toalla por las heridas, Joseph está en la esquina de brazos


cruzados pendiente de todo y Marta murmura cosa que no logro
entender. Ángel entró a sedarla, pero ya se fue y lo único que puedo
pensar es que cada vez está peor por mi culpa.

«Creo que debería ser yo la que está en el lugar de Marta». Los


pensamientos me carcomen y me gustaría hablar con Lucy porque
siento que hay algo más en todo esto por la forma en que ella actuó
con Marcus.

¿Lo conocerá...? La pregunta queda en mi mente. Le levanto y


recuesto la cabeza de la castaña contra la almohada. Tiene golpes
por todos lados y escucho cómo se queja porque seguramente se
lastima con el roce de las sábanas con las que la arropo para que
no pase frío. Mido su temperatura y peino con cuidado su cabello
castaño que está lleno de sangre y sucio.

Intente bañarla, pero no dejaba de gritar. Las heridas son muy


fuertes y las evidencias de abusos que me eriza la piel, los
pensamientos jugando en mi contra y el cargo de consciencia sobre
mis hombros

Tengo tantas cosas que pensar, mis padres han estado llamándome
todo el día. Quieren saber quién es el padre del bebé, quieren saber
dónde estoy y por qué no he llegado a casa y eso solamente
empeora todo.

Beso, la frente de Marta, arrepintiéndome de todas las cosas que


hice y me prometo a mí misma que voy a tratar de ayudarla para
que al menos, pueda vivir como se lo merece, aunque dentro de mí
haya una voz que me repite que solamente estoy soñando mucho,
ya que, así como dijo Ángel, ella está tan dañada que jamás podrá
ser normal y mucho menos feliz.

«Nosotros la dañamos». Es mi excusa y ni mayor remordimiento.

No puedo evitar reír internamente por lo que pienso cuando las


cosas son tan distintas que solamente es un vil intento mío de tapar
el sol con un dedo porque la verdad detrás de todo esto es que:

«Daño todo lo que toco». Todas las cosas que pasan son por mi
culpa y mis ojos se concentran en mi hermano que me observa con
la misma intensidad que yo.

Sé que he estado actuando muy mal, pero tengo mucho miedo y


lentamente me acerco limpiando mis manos con la tela de mi
vestido y cuando estoy frente a él, levanto la mano derecha para
tocar su rostro, pero él lo aleja mucho antes de que suceda el
contacto.

Hago como si eso no me doliera. Lo miro a los ojos y vuelvo a


intentarlo, pero está vez da un paso al lado dejando muy en claro
que no quiere que lo toque y el nudo que tenía en el estómago se
hace más grande.

No he podido comer desde ayer, todo lo que hicimos me tenía llena


de nervios y la carta me pasa una y otra vez por la cabeza. Ni
siquiera he dormido y sé que eso le hace daño al bebé, soy
consciente de los riegos, pero...

No puedo hacerme la ciega ante estas cosas, hay cosas que no


puedo ignorar y está es una de ellas.

Joseph me rechaza por tercera vez y me doy por vencida. Sé que


no me entendería así se lo explicara y le paso, por un lado, soltando
un suspiro que demuestra que tengo tantas cosas en la cabeza
como para pensar en sus berrinches.
Salgo del cuarto dando un portazo y me deshago de la coleta alta
que tenía en el cabello desde hace varias horas y siento que el
corazón me late como loco cuando siento que me jalan por el brazo
y me tapan la boca con una mano para evitar que salga el grito que
se retiene gracias a la presión contra mi boca.

Mi espalda choca contra un estante de limpieza, varias cosas caen


al suelo y la puerta se cierra tan rápido como se abrió y solamente
aprieto mis puños cuando los ojos negros de Ángel y su respiración
contra mi mejilla me hace darme cuenta de que quién me ha metido
aquí ha sido él.
Pero eso no significa que no esté nerviosa y trato de empujarlo, pero
él me obliga a tener su cuerpo contra el mío dejándome muy en
claro que no me dejará ir.

—¿Sorprendida? — pregunta con una sonrisa que me eriza la piel al


igual que el tono de su voz lleno de malicia que empeora
absolutamente todo. — No podía aguantar un día más sin poder
hablar contigo a solas.

Le doy una mirada de muerte que solamente lo hace sonreír más y


nunca había odiado una sonrisa suya con tantas ganas.

—¿Vas a gritar o te vas a quedar callada, chiquita? — susurra


continuado, ejerciendo presión sobre mi boca con su palma —
Porque por ahora no pienso hacerte daño y sería muy triste que me
obligaras a hacerlo justo ahora, más cuando las cosas están tan
delicadas...

Quiero que se aleje. Su toque me enferma y cuando ve la petición


en mis ojos, se acerca un poco a mi oreja y susurra mordiendo el
óvulo a la vez que su aliento caliente pega contra la piel sensible.

—Consté que ya te advertí — ronronea antes de soltar una pequeña


risa a la vez que aleja la mano con lentitud, pero no se aleja él.

Sigue igual de cerca.


—¿Qué quieres? — pregunto mirándolo con los entornados — Si
alguien se entera...

Se ríe como si lo que hubiera dicho es muy gracioso o al menos


para él y no sé por qué siento tanto odio. Todo era mejor cuando no
estaba aquí y cuando volvió, los problemas llegaron con él.

Tengo suficiente en que pensar para recordar los errores que cometí
en el pasado...

—¿Por qué te da tanto miedo?

—Deja de burlarte de mí.

Él menea la cabeza.

—Me gusta ver cómo te desesperas tan fácil.

—Ángel, sabes que...— comienzo, pero que se acerque a mis labios


y sonría sobre ellos me hace apretar las manos, enterrándole las
uñas en el brazo, pero no sé mueve ni dice nada.

Sonríe con más ganas como si le gustará sentir dolor y no sé ni


siquiera por qué creo que va a entenderme si de todos es él que
está más loco.

—¿Tienes miedo que todos se enteren o que Joseph y Caelus no


hagan? — inquiere y levanta una ceja con picardía — Me imagino la
forma en la que van a reaccionar cuando se enteren de que la
buena Jake después de todo no es tan buena...

—Aléjate, por favor. — pido en un susurro cuando siento como su


mano derecha me arrincona contra el estante y como me pega más
a su cuerpo.

—No. — responde de forma tajante y cierro los ojos cuando siento


su aliento en mi mejilla.
—Pensé que ya lo habías olvidado... — mi voz se oye tan débil que
me avergüenza — Ya no tiene sentido que sigas molestándome,
creo que deberías olvidarlo y dejarlo pasar.

—No.

—Deja de hacerlo tan difícil... — sigo, abriendo mis ojos y


concentrándome en los suyos que lucen aún más negros de lo que
son, reflejando la oscuridad que habita dentro de él, pero vuelve a
reírse.

—¿Cómo me pides que lo olvide cuando tú tampoco lo has hecho?


— pregunta con ironía — Sé que lo piensas tanto como yo.

—Fue un error. — digo y él menea con la cabeza.

—Te salvé.

—No lo hiciste — respondo apretando el agarre en su brazo una vez


más porque no me gustan sus palabras — Tú solamente lo
empeoraste.

—¿Entonces hubieras preferido que yo no hubiera aparecido y que


Rodrigo hubiera...?

—¡Cállate!

Eso lo hace sonreír.

—No, no lo haré. — contesta y comienzo a odiar tanto el tono de su


voz —No entiendo por qué te duele tanto si ahora tú estás bien
gracias a eso.

Un sabor amargo se adueña de mi boca.

—Le hice daño a otra persona para salvarme a mí.

—Las cosas muchas veces suceden así — responde con


tranquilidad — Deberías dejar de reprochártelo cuando lo único que
importa eres tú.

—Le hicimos daño, Ángel...—

—Rodrigo iba a tomarte a ti si yo no hubiera estado ahí, jugando con


Marta Cox esa noche — dice y siento como si me revolvieran el
estómago. — Te salvé porque ni siquiera Caelus hubiera podido
hacerlo, mucho menos tu hermano, pero yo... yo lo hice y por eso
ahora eres tú la que limpia las heridas de ella, no la que está en esa
cama completamente destruida y creo que deberías agradecerme.

—Hice lo que me pediste...— susurro, pero él chasque la lengua


antes de sonreír de forma ladeada.

La malicia en sus facciones es tan notoria que incluso me da miedo


lo que es capaz de hacer.

—Pero eso ya no basta porque veo que no me hiciste caso.

—No podía matar al papá de una de mis mejores amigas — solté en


un hilo de voz y él suelta una pequeña risita mientras se acerca
más, al punto de que si se mueve un poco, el roce de nuestros
labios será inevitable y no me gusta pensar en eso porque no podría
hacerle esto a Joseph.

Le he fallado tanto a todos que siento que les estoy dando una
puñalada en la espalda haciendo las cosas a escondidas, aliándome
con el peor de todos.

Pero no puedo hacer nada contra eso.

—¿Pero si ayudaste a su muerte? — la burla en su voz es muy clara


— Créeme que eso me confunde mucho.

—No entenderías...—

Su mano viaja a mi cuello y lo aprieta con fuerza haciendo que me


ponga de puntillas.
—¿No entendería qué? — se ríe mientras aprieta con fuerza —
Solamente me doy cuenta de que aquí todos son unos mentirosos y
tú... tú eres peor que todos juntos arrepintiéndote de la decisión que
te salvó la vida — me mira — Ese día Rodrigo iba a llevarte a su
finca, iba a violarte porque a él no le importaba que tuvieran catorce
años y tus padres lo sabían. ¿Te iban a salvar? No, porque a ellos
nunca les importó nada más que el dinero, aunque siempre les
hacían pensar lo contrario inclusive hasta habían negociado con mi
padre para que fueses mía, pero no lo quise así, no cuando sabía
que estabas enamorada de tu hermano y que tenías una extraña
relación con Caelus que cada vez se volvía más confusa y la única
razón que encuentro para darle un significado a lo que hice por ti
esa noche, llegando al restaurante donde Katherine y tú estaban
cenando con esa rata, ajenas e ingenuas a lo que iba a pasar, de
mano de Marta, podría decirse que fue el único acto bueno que
alguna vez podría salir de mí.

Siento que el aire comuna a faltarme en los pulmones, pero no le


importa, no le importan las lágrimas que salen de mis ojos ni el dolor
que siento en la espalda por la fricción de mi piel con el metal del
estante.

—Te salvé pidiéndole a Rodrigo que te quería para mí y que no


quería que te pusiera las manos encima, le di a Marta a cambio y
luego, me di cuenta de que el muy imbécil también la quería a ella
mucho antes de que se la ofrecí...—

Me sigue sujetando con fuerza mientras me mantiene pegada a él.


Presa, inmóvil, sin ninguna posibilidad de moverme o alejarlo.

—Ella ha sufrido tanto por nosotros — susurro con el poco aire que
me queda y él me suelta de golpe, pero me toma de la mandíbula
con fuerza.

—Te oyes tan patética cuando sabes perfectamente que de una u


otra manera ella iba a terminar manchada — suelta — Pensar así
solamente te hace ver débil y no soy el único aquí que ama
desesperar a las personas, Jake. Yo te pedí una sola cosa a cambio
de salvar tu vida y tú no lo hiciste...

—¿Qué excusa iba a poner cuando Rodrigo muriera y todos


descubrieran que era mi culpa? — lo miro a los ojos — ¡No tenía
sentido que me pidieras eso cuando sabes perfectamente que no
puedo hacerlo!

—Si puedes, pero no quieres — dice muy seguro de sí mismo —


Vamos Jake, no me mientas a mí que sé que no sería la primera vez
que te mancharías las manos con sangre.

La afirmación me hace tensarme y él aprieta más fuerte mi


mandíbula a la vez que siento su carne en mis uñas cuando alejo el
agarre dejando de lastimarlo.

Se da cuenta de que doy en el punto correcto y como el hijo de puta


que es, continúa:

—Porque no eres tan buena como todos piensan...— la sonrisa en


su rostro se ensancha — Eres tan mala como nosotros y es por eso
que inconscientemente, despiertas la sed de los monstruos que
reconocen a uno de los suyos sin importar las máscaras que tengan
encima.

—Ángel...— advierto, pero él sigue acercándose.

«Esto es muy peligroso». Siento que se me remueven todas las


células que me conforman y...

—La última vez que te hice caso, casi jodo todo lo que me importa
— hablo y él sonríe ensanchando y mostrando la maldad en su
rostro. — No puedo permitirme algo así cuando sé que lo único que
haces es jugar con todos a tu alrededor, que en realidad no te
importa una mierda pero a mí, sí...—

—¿Y qué te importa, Jake? — pregunta presionando con más


fuerza su cuerpo contra el mío y siento que voy a desfallecer cuando
siento el bulto en su pantalón contra mi ombligo.

Es más alto que yo, es todo lo que está mal y sé que no le importa
una mierda lo que podría pasar si caigo en sus juegos, pero estoy
embarazada, alguien está jugando con mis secretos y no podría
hacerle algo así a Joseph.

No cuando me permití hacerle daño una vez con Caelus.

—Aléjate...— digo y él menea la cabeza rozando su nariz contra mi


pómulo.

—¿Sabes qué me gusta? El olor a miedo y contradicciones que tu


cuerpo emana con tanta, pero tanta fuerza que resulte delicioso.

—Ángel, no voy a caer en tus juegos — mi voz suena segura — No


voy a defraudar a Joseph, no le voy a faltar el respeto cuando sé
que dejó a Rose y seguramente se le van a venir mil y un problemas
encima por mí.

—Les restas diversión a las cosas, — dice besando la comisura


derecha de mi boca, tensándome — Siempre me has gustado, Jake.
Me gusta todo ese desastre que tienes, las mentiras que dices y que
hasta te crees, esas contradicciones dentro de ti, lo mal que tanto te
esfuerzas en ocultar que sé que serías poderosa si dejas de
reprimirte tanto...—

—¿Fuiste tú?

Él se ríe meneando con la cabeza, sabe a lo que me refiero y lo


saco justo en este momento para evitar la corriente que me recorre
al escuchar sus palabras.

—Que bien sabes cortar momentos, Jakeline...—

—No me importa nada de lo que digas — trato de empujarlo, pero


no puedo. Él se pega más a mí y yo coloco mis manos en sus
hombros, dispuesta a empujarlo, pero él con su rodilla me hace abrir
las piernas.

—¿Sabes las veces que he pensado qué sabor tienes ahí? —


pregunta mientras mira justo en el medio de mis piernas.

La tela de mis bragas queda al descubierto por el vestido y trato de


cerrar las piernas, pero no puedo. «Esto está muy mal»

—¿Fuiste tú, no es así? — pregunto cuando sus ojos regresan a los


míos y sonríe — ¿Fuiste tú quién mando esa carta?

—¿Para qué mandarte una carta si puedo decirte en personas mis


deseos? — pregunta sobre mis labios y cuando va a besarme, giro
el rostro esquivándolo.

«No es él». Siento un poco de alivio que se convierte en miedo


porque si no es él, quién envió eso en realidad...

—¿Qué está pasando ahora? — pregunta con una sonrisa — ¿No


soy tu único problema y tu único secreto, Jake?

—Tú no eres ningún secreto mío — lo alejo como puedo y se caen


más cosas haciendo ruido.

El lugar es tan pequeño que no puedo empujarlo sin caerme encima


de él y me da tanta rabia porque necesito salir de aquí.

—¿Ah no? Entonces vamos y le dices a Joseph que por ti Marta


esta así, que por eso mismo sientes remordimiento. Sientes que
deberías ser tú aunque eso sea tan estúpido y que una vez me
ayudaste a deshacerme de un problema manchándote las manos.
Que ibas a matar a Rodrigo Bush por mí, pero que tu cobardía lo
impidió...—

Levanto la mano y le volteo el rostro de una bofetada. Su cara se va


hacia un lado y la palma me arde por el contacto.

Se ríe y lo empujo un poco más para tratar de librarme de él.


—Atrévete... — siseo. — Hazlo y...

—¿Y qué? — se ríe — ¿Vas a matarme?

Lo miro con rabia y me concentro en la cerradura. Está detrás de él,


un simple movimiento y puedo salir de aquí, debo salir de aquí.

—No me mancharía las manos, embarazada y mucho menos lo


haría por ti — le hago saber mientras trato de alcanzar la cerradura,
pero él me estampa contra el estante otra vez.

Se caen cosas, el cepillo para barrer y los utensilios de limpieza que


quedaban en su sitio se riegan y cuando voy a maldecirlo, la puerta
se abre y siento que me acaban de dejar sin aire cuando Caelus nos
observa con una ceja levantada.

Cristian llega por detrás y se ríe al ver la forma en la que estoy


presionada, cualquiera pensaría que estábamos haciendo otra cosa
y empujo a Ángel que no se mueve ni lo más mínimo.

—Y nosotros pensando que eran unas ratas, bro...— se burla


Cristian, palmeando el hombro del pelinegro de ojos azules que nos
mira y le doy una mala mirada a Cristian mientras logro salir del
cuartico pasándole por encima a Ángel que se ríe por la situación.

Siento cólera, sé que va a haber problemas por esto, pero ya no


puedo hacer nada. Maldigo a Ángel, lo odio cada día más por sus
estupideces de mierda

Evado la mirada de Caelus y antes de que alguien más vea, camino


con fuerza hacia la habitación consiguiendo a Joseph sentado de
brazos cruzados mirando a Marta dormir.

Trato de regular mi respiración y me siento en la orilla de la cama,


mirando el cabello rubio platinado de mi hermano.

—¿Dónde estabas? — pregunta y coloco mis manos en mi regazo.

«¿Mentira o verdad?»
—Estaba hablando con Ángel — contesto lentamente y él levanta su
mirada para concentrarla en la mía.

No me gusta lo que veo en sus ojos ni lo que tiñe sus facciones.

—¿Y qué hablabas con él?

—Sobre Marta...— digo y él asiente.

Se hace un silencio. No me gusta la tensión y coloco una mano en


su rodilla queriendo decirle todo, pero sé que no puedo. Hay cosas
que no puede saber, así como hay otras que no entendería.

—Dime qué te pasa...— le pregunto y me mira como si estuviese


loca.

—¿Es en serio, Jakeline?

—Quiero saber qué es lo que sucede, Joseph.

—No sucede nada — suelta — Quizá ese sea el problema.

Arrugo mis cejas.

—¿De qué hablas?

—De que parece que no te importara nada en este preciso momento


— su voz suena afectada y yo me siento culpable — Ni siquiera
nuestro hijo, te pones en riesgo cuando sabes que al tomar la
decisión de no interrumpir el embarazo ponías también en riesgo tu
vida.

—Yo...—

—No hay excusa que valga — dice — Realmente no voy a


entenderte por qué siento que estás siento egoísta.

—¿Piensas que no me importa...?


—Lo que yo piense no importa — dice y se levanta — Solamente
espero que no lo dañes, porque no eres la única que coloca cosas
en riesgo.

—Entiende que Marta necesitaba...—

—¡Marta necesita morir! — me grita, interrumpiéndome — Y tú


necesitas poner en orden tus malditas prioridades porque vas a
joderlo todo si continúas así.

Abro la boca para decirle algo, pero se da la vuelta y sale de la


habitación tan rápido que solamente suelto aire por la boca y miro a
Marta. Recuerdo todas las veces que me obligo a sonreír a reír
cuando todo siempre está mal en mi vida por mi culpa.

Quizá sea yo el problema, quizá debería dejar de existir para evitar


tantos problemas. Me levanto y me acerco a Marta, acaricio su
rostro que está completamente lastimado, así como ella.

«Lo siento tanto», pienso. «Lo siento, pero no puedo pensar que la
única solución que hay para ti es morir»

Los ojos se me llenan de lágrimas y me abrazo a mí misma viendo


las marcas en su piel.
Marcas que siento que hice yo misma al permitirle a Ángel salvarme
cuando quizá mi destino era terminar al igual que las Bush.

Recuerdo esas veces donde debo aparenta ser normal. No tener


ningún problema cuando la realidad es que te ríes, pero sientes un
vacío gigante en el pecho que te hace agua los ojos y detrás de toda
esa risa falsa, esa sonrisa y ese positivismo que les haces creer a
todos que es real, es que no estás bien, pero le haces creer a todos
que sí y me gustaría ser una adolescente normal por primera vez en
mi vida porque tengo tantas cosas en los hombros que estoy
cansándome del peso y a nada de darme por vencida.
Capítulo 76 (*)

CAPÍTULO 76 PARTE 2

LUCY

Su confesión me hace quedar quieta. Lo suficiente para sentir su


respiración contra la mía y me pierdo en sus ojos tratando de
entender qué es lo que los hizo hacer aquello, a la vez que la idea
de qué Katherine Bush alguna vez fuese alguien importante para
ellos se destruye en mi cabeza como cuando una bomba nuclear
choca contra el suelo haciendo un inminente desastre que arrasa
con todo a su paso.

Todo se hace cenizas, todo se funde en fuego y luego se convierte


en escombros inservibles que jamás tendrán reparación sin importar
lo que hagas, lo que tengas, lo que seas o lo que querías hacer, no
puedes salvarte del desastre inminente y Crono sonríe de un
momento a otro.

Una sonrisa corta, pequeña y casi inexistente que le hace levantar la


comisura derecha de su boca. Unas pequeñas arrugas se hacen al
lado de sus labios, son casi inexistentes al igual que esas pequeñas
pecas que tiene en las mejillas.

Sigo pensando que su piel es cremosa, pálida, sin ninguna


imperfección o rastro de algún grano de acné que pudo haberles
salido a los trece. Todo es su rostro es tan perfecto al igual que su
cuerpo y recuerdo esa vez que mi madre me dijo que los peores
seres del mundo veníamos en una caja de cristal con una belleza
indescriptible para tener todo lo que queríamos en la vida y poder
salirnos con la nuestra y ciertamente, mamá casi nunca se
equivocaba.
El hombre que tengo cerca de mí, al igual que sus hermanos e
inclusive su familia y grupo de amigos son tan bellos y perfectos,
esos típicos chicos que ves en internet y que admiras sin poder
creerte que personas así existan y si existen, desde luego que lo
hacen, pero están tan dañadas por dentro que la belleza superficial
a veces es nula.

No sé qué pensar con exactitud, pero siento su mano bajando mi


espalda baja a la vez que veo una chispa de emoción en sus ojos
que siempre están apagados. El ambiente se siente ligero, el aroma
a mental y una especie de eucalipto me relaja haciendo que vuelva
a concentrarme en él, en sus ojos.

«Como si fuese la señal que necesito para saber que sí está vivo».
Parece que siente y le acaricio la mejilla con mi mano derecha
mientras no rompo en ningún momento el contacto visual que
ambos creamos hasta que siento que no puedo controlar lo que
ronda por mi cabeza y lo suelto finalmente:

—Cuéntame un secreto, algo que jamás le has contado a nadie —


susurro y él se relame los labios. Me fijo en cada uno de sus
movimientos, pero sigue pareciendo alguien que es incapaz de
sentir y que todo le da pereza.

La pregunta que hice es arriesgada, más cuando algunas veces


parece que prefiere estar en silencio, pero no lo suelto ni muestro la
duda en mi rostro.

— ¿Qué quieres saber? —responde finalmente. Su voz es ronca,


acentuada y aterciopelada, lenta.

Hago como si me lo pensará un segundo, pero desde que lo dije,


pensé lo que quería saber.

Es tan evidente...

Las miles de cosas que necesito saber. Los secretos que puedo
descubrir pero que sé que debo ser paciente para descubrirlos uno
por uno porque no son cosas simples. No puedo abrir una caja de
pandora en menos de dos horas sin estudiar realmente todo y tengo
una oportunidad de saber más o al menos confirmar las cosas junto
en este momento, lo de Katherine Bush rondándome en la cabeza,
pero por alguna razón, pensar que lo estoy usando solamente para
conseguir información me produce cierta incomodidad que termina
dejándome un sin sabor en la boca del estómago.

«No debería de sentirme así». Pero ya hay muchas cosas que no


debería hacer ni sentir que hago desde hace tiempo que me siento
estúpida pensándolo.

Me concentro en él. Escucho cómo menciona mi nombre con


lentitud como si quisiera que le preguntara de inmediato, pero lo
hago esperar un poco más porque quiero que piense que realmente
no es importante para mí, que es una simple curiosidad para que no
se detenga a pensar si es bueno decírmelo o no.

Su voz repica por mis oídos, es un sonido que me gusta muchísimo


y se queda ahí. El contacto visual empeora el desastre dentro de mí.
Su voz es ronca, acentuada y creo que es el que tiene el acento
francés más pronunciado, más parecido a su padre. Me doy cuenta
que no sé nada de ellos, de su infancia, así como ellos no saben de
la mía, pero por alguna razón no me hace sentir mal.

«¿Nuestros secretos serán iguales de grandes?». Me lo pienso,


pero...

—Habla. — menciona lentamente, otra vez y luego suspira como si


estuviera cansado, asiento viendo que por la mueca que hizo, unas
pequeñas e insignificantes arrugas se ven en su frente.

—¿Cualquier cosa?

—A veces me imagino cómo sería matarte — suelta ignorando la


pregunta y una pequeña sonrisa se extiende por mis labios también
y entonces, él continúa: — Tu sangre sobre mis manos, tus labios
fríos que desde luego besaría para robarme tú último aliento, pero
sé que después no sabría cómo sentirme porque ciertamente no
quiero dejarte ir.

Trato de ignorar la corriente que me recorre la espina dorsal.


Realmente no me aterra porque muchas veces también he pensado
lo mismo, saber que también tienen esa extraña indiferencia hacia
participar en un asesinato, esa pequeña sed de sangre hace que el
calor de su cuerpo y su aroma es embriagador y su mano grande
ahuecando mi pequeña cintura definitivamente me guste.

Hay muchas cosas que me gustan de ellos.

—¿Por qué? — mi voz suena grave.

Él suelta una pequeña risa sobre mis labios.

—¿Por qué me cohíbo en matarte? ¿Por qué te estoy hablando?


¿Por qué te deseo tanto? ¿Por qué la matamos? —. Suelta y me
hace acercarme un poco más. Besa mis labios de forma casta sin
darme chance a refutar, pero no profundiza el beso mientras mi
subconsciente me recuerda que no es momento de dejarse llevar
por las hormonas, pero también quiero el contacto, pero no puedo.

«No cuando están pasando tantas cosas».

—Explícamelas todas — respondo con lentitud, pero él menea la


cabeza. Siento curiosidad y...

—Creo que una solamente te importa — contesta — Pero no sé si


pueda decirlo...

—Si puedes — susurro y él simplemente me observa antes de


suspirar.

Parece como si no le importara nada y me molesta que deje de


tocarme, alejándose y mirando el techo y antes de responder, coloca
sus brazos detrás de su cabeza:
—Katherine Bush no fue importante para nosotros, solamente fue un
juego que terminó mal cuando comenzaron a interferir en él sin
nuestro permiso. Ella era la hermana del medio de Rose y Dove,
estuvo en una relación intermitente con nosotros pero jamás
llegamos a estar todos juntos con ella o algunos ni siquiera la
tocamos porque no nos producía nada...— comienza — Los juegos
terminan aburriendo cuando no son lo suficientemente divertidos y
ella dejó de serlo desde que empezó a cuestionarse todo lo que
sucedía a su alrededor, terminó metiéndose en algo que no le
importaba y tuvimos que deshacernos de ella como la rata que era
porque es una ley de vida para nosotros: destruir la escoria que está
a nuestro al rededor. No salvarla ni pretender que sea uno más de
nosotros.

Me fijo en su perfil, en lo desinteresada que se oye su voz, pero en


la información que me proporciona que no deja de recordarme a mi
madre. Todas las veces que me explico lo que para nosotras era un
lienzo, que hacíamos arte que nadie entendería, que cualquiera no
era digno de sufrir bajo nuestras santas manos...

Tanto trasfondo que no logre entender hasta después de su muerte.


La leyenda que escuche toda mi vida comenzó a tener sentido
cuando alguien me la explico. Alguien que precisamente quería
hacerme daño y me di cuenta que lo que corría por nuestras venas
no era un don, como mama solía decirlo, era una maldición.

Una maldición que me gustaba realmente, pero que por tenerla


había que pagar un precio muy alto lo que me lleva a pensar en los
Fairchild. Hay algo que debe haber, una explicación para que su
cultura sea exactamente así, para que los críen así con unas ideas
tan estructuradas, la maldad también corriendo por sus venas
porque cualquier persona no es capaz de hacer lo que ellos hacen
por su cultura ni lo que yo hago por mi naturaleza.

—¿Fue en el acantilado Hernos? — pregunto luego de unos minutos


en silencio. Espero su respuesta, pero no llega, al menos no de
inmediato.
Crono me mira por el rabillo del ojo y vuelve a suspirar.

—¿Quién te dijo eso? — pronunció lentamente.

—¿Fue o no? — refute, con tranquilidad, pero dejando muy en claro


que quería una respuesta concisa porque estaba cansada de tantos
rodeos...

—Sí — respondió luego de unos minutos — Fue un accidente para


todos, pero...—

—No para ustedes — termino por él. — Pero de igual forma siento
que hay algo detrás que no me estás contando.

—¿Por qué quieres saber algo que no es relevante, Lucy? —


pregunta con la mirada perdida en el techo. —Darle importancia a
ella realmente me parece aburrido cuando ni siquiera deberías
mencionarla porque no lo merece.

El incienso está más fuerte que nunca y siento los efectos al sentir
mi cuerpo más liviano. Inclusive podría decirse que mis
pensamientos están en orden, que no tengo un completo desastre
por dentro y que me creo absolutamente todo lo que me está
diciendo, pero hay algo que me dice que no es así.

Que al menos todo, no es así de simple como él lo pinta.

—Porque siento que todo en este pueblo se conecta y quizá ella sea
la pieza clave— le digo después y él suelta una especie de resoplido
que demuestra lo que le hacen sentir mis palabras:

Fastidio.

—Hablar sobre fantasmas del pasado solamente los trae de vuelta


— parece extremadamente aburrido cuando lo dice y me pregunto
cómo es que cambia de estado de ánimo tan rápido. — Es como
una manera de invocarlos.
—¿Y si siento que ya están aquí? — suelto recordando lo que Jake
me enseñó en la finca de Rodrigo Bush.

El cuadro donde estaba la letra de Katherine. La misma letra que


estaba en la carta que le enviaron a Jake dónde no solamente
amenazaban su vida si no la de su hijo. La pequeña posibilidad de
que este viva, aunque me parece absurdo, de que quizá alguien
quiera vengarla, así como hicieron explotar el auto al igual que el
auto de Dove exploto causando su "muerte".

Coincidencias pequeñas, lo que decía en la carta, el periódico que


tenía Angel en la cabaña hablando de mi madre, las palabras de
Dove contando su historia en el baño, el sacrificio de Rose para
salvar a Marta, el afán de Jake por ir a la finca para sacarla, Dorian,
el hermano de Dorian muerto en la cabaña a manos desconocidas,
Rodrigo Bush, quien es Pruslas, ¿será algún hermano o quizá el
hermano de Caleth?

Mis ojos se concentran en Crono mientras la duda de quién era


Pondra para la familia... Todo eso y más es lo que me hace pensar,
que todo se conecta y es por eso que debo entender absolutamente
todo para llegar al final si quiero ganar y si quiero evitar que todo me
chispee más de lo que lo hace.

—Eso es imposible — responde luego de unos minutos y cierra los


ojos — Aún tengo el recuerdo vivido de cómo le enterré el cuchillo
en el pecho y luego cómo le arrancamos el corazón. Nadie puede
sobrevivir a eso.

La confesión no me produce absolutamente nada, pero me levanto,


sentándome y giro mi rostro lo suficiente para ver el rostro de Crono
que sigue con los ojos cerrados.

—Drogarte tanto te hará daño — digo finalmente y él medio sonríe


sin abrir sus ojos, aún.

—Dices eso como si te importara lo que me sucedería si algo


pasara...—
—¿Y si lo hiciera?

Abre sus ojos y medio me mira.

—Me costaría creerte.

—¿Por qué? — pregunto y por alguna razón, lo que dijo me molesta


y no debería molestarme porque no debería importarme lo que él
piense.

Él suspira, pero no deja de mirarme. De pronto siento que hay algo


que me inquieta y es la tranquilidad que hay en sus ojos. Sonríe de
medio lado y esta vez, muestra sus dientes blancos y perfectos.

A veces pienso que sabe cosas que otros no. Otras veces que nada
le importa en la vida y...

—Porque sé que me mentiste — contesta y esa pequeña línea me


deja estática, entonces, él sigue como si no le bastara: — Y tengo
esa pequeña creencia que no se le miente a quien le importas o
quieres.

No respondo, pero él sí que lo hace:

—¿Por qué lo haces? A veces me pregunto eso, las mentiras al final


nunca traerán cosas buenas y creo que todos lo hacemos,
pensamos que nos ocultas y nos mientes tanto tratando de vernos la
cara, pero no somos capaces de decirlo en voz alta porque se
supone que nada se nos puede salir de las manos y tú te nos saliste
desde hace tiempo... — deja ir finalmente.

—No te miento, solamente te oculto cosas por mi bien.

—Eso quiere decir que no confías en nosotros.

—No, eso quiere decir que no confío en nadie y ni siquiera en mí


misma por muchas razones — contesto sin mover ni un músculo.
Parece que se encoge de hombros, aunque es difícil saberlo porque
está acostado y bosteza, volviendo a mirar al techo, pero soy
incapaz de quitarle la mirada de encima hasta que decido que debo
salir de aquí y encontrar las respuestas que me faltan.

Su silencio es un claro: NO ME IMPORTA UNA MIERDA, en


mayúsculas y negrita,pero tengo otras cosas en mente como para
mortificarme por su indiferencia.

Sé que me preguntan más sobre Marcus, que quizá los otros van a
querer más explicación y Jake me debe otras. Lo de Ángel no me
pasa desapercibido. Que todos sepan que conozco a Marcus no me
molesta para nada y siento que tengo una bomba respirándome la
nuca que debo eliminar o esquivar para evitar salir dañada.

El comportamiento de Crono me confunde, pero me levanto,


colocándome los zapatos y caminando hacia la puerta el completo
silencio. El aroma de la habitación me relaja, pero no lo suficiente ni
es tan efectivo para alguien que tiene una relación de años con las
drogas.

Ignoro las preguntas que me hace mi subconsciente porque me he


desviado de mi objetivo varias veces lo que me hace dar vueltas en
círculos porque no me decido si es una cosa o es otra. Tomo el
cerrojo y lo giro hacia un lado escuchando el clic que me demuestra
que la puerta se está abriendo, pero me congelo escuchando las
palabras de Crono.

—Las cosas se colocarán feas y es mejor saber si estamos en el


mismo nivel del juego para poder ganar, Lucy — deja ir luego de
unos minutos. — Porque sé que estás jugando desde hace tiempo,
pero aún hay cosas que no conoces y lo mejor que deberíamos
hacer es una alianza entre nosotros porque si juegas sola estarás
en desventaja.

—¿Por qué se pondrán feas? — pregunto, aunque sé la respuesta y


él no responde, lo que me hace tomar aire y abro la puerta
completamente, cerrándola detrás de mí a la vez que pienso que las
decisiones que tome a partir de ahora, debo pensarla con cuidado
para no cometer errores.

Las cosas estarán feas, sí. Hay miles y una razones para responder
eso y no puedo evitar pensar que el peor factor de falla será Marta
Cox y no tengo ni idea de qué es lo que harán con ella.

Camino por el pasillo y me fijo en el cuadro familiar. En cada uno de


los integrantes que están ahí y en los ojos de cada uno veo la
misma furia y la misma fuerza, determinación y chispa que los
representa a cada uno, aunque físicamente son tan diferentes.

La peculiar familia Fairchild que esconde muchos secretos y sangre


que los mancha a cada uno por su cultura y sus acciones dándome
cuenta que ciertamente jamás imagine que al venir aquí todas las
cosas que han estado pasando, sucederían hasta inclusive una
parte de mi pensó que por fin sería un intercambio normal, sin
inconvenientes ni sangre de por medio.

Pero me equivoque.

Los observo con atención y ni siquiera me produce asombra cuando


escucho gritos que vienen de una de las habitaciones, ni cuando la
puerta principal se abre y veo cómo entra Caleth Fairchild en traje y
con el rostro en blanco al lado de Caelus que tiene el rostro
enrojecido, como si lo hubieran golpeado a la vez que sale sangre
de su nariz que se encarga de limpiar con su mano y Cristian detrás
de ambos, con la mirada gacha y no puedo evitar pensar:

«¿A esto se refería Crono con que todo se iría a la mierda?» Porque
jamás había visto así al patriarca y su mirada es como el acero, se
queda estático ahí y simplemente me observa en silencio cuando
Cristian le pasa por un lado y se apresuran a seguramente a llamar
a los otros mientras los gritos son más fuertes como si estuvieran
torturando a alguien allá dentro, pero cuando esa puerta en
específico se abre, Jake aparece con los ojos aguados y las manos
dentro del bolsillo de su pantalón.
Parece que estaba llorando, pero la persona que viene detrás de
ella da unos cuantos pasos y cae en el suelo. Los alaridos son
insoportables y me muestro indiferente cuando se entierra las uñas
en la garganta. Jake llora y cuando se pasa las manos por la cara,
veo como tiene rasguños en sus brazos pálidos que están todos
rojos.

Nadie mueve ni siquiera un musculo ante el espectáculo.

La mirada de Caleth Fairchild se ensombrece al ver quién está a


unos cuántos metros y Caelus observa el suelo mientras recuerdo
esa pequeña frase que Caebrán soltó mientras estábamos
organizándonos para ir a rescatar a Marta Cox.

«Si nuestro padre se entera de esto nos arrancará la cabeza» Y es


justamente lo que parece que hará cuando el resto de sus hijos
aparece, incluido a Crono que sorbe por su nariz agarrándose de la
pared para no caerse mientras hace una mueca de disgusto
mirando a su padre al lado de su hermano. Caleth lo mira con
atención por unos segundos antes de pasar la mirada por cada uno
de lo que estamos aquí.

No puedo descifrar que es lo que pasa por su cabeza. Parece un


tímpano de hielo impenetrable, sea lo que sea que sienta en este
momento sabe ocultarlo a la vez que los segundos que corren
parecen horas y Joseph aparece junto con Ángel que sonríe como
un estúpido mirando a la rubia que le esquiva la mirada colocándola
en el suelo y el sonido de un arma cargándose me eriza la piel,
cuando todo pasa demasiado rápido ante mis ojos.

La persona que se retuerce en el suelo se levanta como puede o,


mejor dicho, se arrastra y viene hacia mí. La mirada que pone no me
asusta, pero si me produce cierto sin sabor e intuyo sus intenciones
haciéndome a un lado cuando ella grita y vuelve a intentar
agarrarme para seguramente lastimarme. Sus palabras se repiten
por mi cabeza, esos «el me pide que haga daño» me cohíben de
lanzarle una patada y con la poca fuerza que tiene, me agarra de las
piernas y sube temblando.
Su rostro esta tan hinchado por los golpes, su cabello un desastre y
la sangre seca pegada en el vestido que seguramente Jake le puso
para cubrir la desnudez con la que la encontramos. Me agarra de los
brazos y la mirada consternada que me da solamente me produce
asco.

—Va a matarte— susurra mientras me intenta enterrar las uñas,


pero se lo impido inmovilizando sus brazos lo que la hace retorcerse
y gritarme mientras llora: — ¡Va a matarte! ¡Va a matarte! ¡Va a
acabar contigo engendro del demonio que mereció morir cuando
respiro por primera vez! Todo estaba en orden, pero metiste tus
narices y ahora te va a castigar — ella abre sus ojos — ¡Te va a
castigar!

—Marta...— Jake susurra detrás de ella, pero la castaña niega


intentando zafarse de mi agarre sin conseguirlo.

—¡Vamos a matar...! — grita de nuevo, pero no termina la oración


cuando un disparo resuena por todo el lugar.

Mi rostro y mi pecho se manchan de sangre que me salpica y la


castaña o al menos lo que queda de ella, dan unos dos pasos atrás
y toca su pecho donde perforo el metal. Jake grita al ver lo que
sucede a la vez que la castaña se desploma en el suelo y es una
mujer que jamás había visto quien sonríe con el arma en la mano y
unos ojos verdes oscuros en un enterizo negro de látex que se le
ciñe al cuerpo como una segunda piel que da un paso al frente
colocándose al lado de Caleth y Crono.

Pienso que va a quedarse así, pero la misma mujer da un paso al


frente y le vacía el cargador al arma dándole tiros al cuerpo inerte
que está en el suelo lo que me hace agarrar a Jake de los hombros
para evitar que caiga al suelo o intente interponerse. Ella tiembla
mientras mira con odio a la mujer que ni siquiera la determina pero
que tiene sus ojos puestos en mí cuando sonríe mientras mis ojos
se concentran en el desastre que hay en el suelo.
Un sabor metálico se extiende en mi boca y el rostro del patriarca
Fairchild por un segundo deja de parecer insensible y lleno de
dureza cuando posa los ojos en sus hijos que miran a la mujer con
cierta adoración que a ella parece gustarle le gusta.

El ambiente es tan tenso, Jake llora y la sangre mancha nuestros


pies cuando el líquido carmesí que sale de la frente del cuerpo
inerte en el suelo alcanza nuestros pies y definitivamente, todo se
ha ido a la mierda desde este preciso momento cuando veo como la
mujer coloca sus botas dentro del charco de sangre que hay debajo
de sus pies y comienza a hablar.

NOTA: HARE UN LIVE EN INSTAGRAM HOY.

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A los que me sigan, les doy un beso <3


Capítulo 77 (*)
NARRADOR OMNISCIENTE

Hiverdele, pueblo pequeño donde habitan seres poderosos, fríos y


llenos de maldad. Lugar que ha presenciado las peores
aberraciones que es capaz de hacer el ser humano sin ningún ápice
de remordimiento.

Las tierras se han llenado de sangre más de una vez, el clima del
pequeño pueblo con las personas más privilegiadas del mundo
parece saber siempre las cosas que presencia y es que para
muchos, puede ser un sueño vivir ahí junto con personas
adineradas, famosos, políticos, reyes, influyentes de la moda y la
música donde los adolescentes viven la vida al máximo como en las
películas, donde todos luchan por tener atención pero lo que nadie
sabe es los secretos oscuros que los rodean y que están detrás de
esa fachada de personas perfectas.

Las cosas que tienen que hacer para poder sobrevivir nadie se las
imagina y es que cada uno de los integrantes de ese pueblo
privilegiado carga en sus hombros el peso de cada uno de sus
actos.

La ley de pagas lo que haces con intereses y demás en esta vida sin
importar quien seas o que hagas es lo que tiene a Jakeline Calandra
con el corazón cabalgando dentro del pecho al ver lo que sucedió.

Sus pies se llenan de sangre y siente una presión gigante en el


pecho porque no se imaginó que algo así sucedería ni que esa
mujer llegaría pero bien dicen que nadie, ni siquiera ellos, son
capaces de controlar todo lo que sucede en su vida mientras en el
mismo lugar, a centímetros de distancia los hermanos Fairchild se
dan cuenta que llego la hora de pagar el precio de sus actos.
Cada uno de ellos saben lo que hicieron y las consecuencias de
ello. Caelus concentra la mirada en el cuerpo inerte de Marta Cox
que ahora está muerta y desde su sitio siente la impotencia de su
padre porque todos han roto la regla más importante y es nunca
actuar dándole la espalda a la familia, rompiendo sus códigos sin
importar las razones que tengas para hacerlo.

Caleth se cohíbe de hacer una locura cuando posa los ojos en la


mujer de ojos verdes que tiene frente a él. Ella guarda el arma en su
espalda y sonríe colocando su zapato de tacón encima del pecho de
Marta Cox lo que hace a Jake llorar con más fuerza mientras el
resto está en una especie de silencio y asombro.

Lucy Beckett no sabe quién es la mujer, pero parece tener una idea
al darse cuenta que todos la conocen y parecen tenerle respeto.
Jake aprieta sus puños clavándose las uñas en las palmas para
aguantar la impotencia que le llena el cuerpo y es que ella no
entenderá jamás la razón de esa mujer para hacer tal cosa.

Marta era su problema, nadie podía meterse en ello pero a Jake se


le olvidó que ese problema afectaba a todos, inclusive a las
personas que aún no sabían de la inminente muerte de la castaña
que sin lugar a duda, nunca mereció todo lo que le sucedió.

En el centro de Hiverdele, exactamente a 230 kilómetros de la


fortaleza Fairchild, en la mansión Bush el infierno personal de Rose
la ataba con cadenas, grilletes y comenzaba a asfixiarla porque su
padre arremetía contra su cuerpo, entrando y saliendo sin importar
los gritos y las suplicas de que dejara de hacerlo.

«En algún momento pensó que dejaría de dolerle» Pero cada vez
que pasaba sentía lo mismo, nauseas, dolor y ese pensamiento
constante de si merecía todo lo que le tocaba vivir. Rose cerró los
ojos mientras sintió la bilis en su boca cuando su padre acabo y
beso su frente.

Era algo que él siempre hacia, eso y tocarle los pechos cuando
terminaba. Se incorporó y se sacó el condón, sin tener idea del
sufrimiento que le causaba a su hija y si lo tenía, no le importaba
porque Rodrigo Bush tenía ese pensamiento de: son mis hijas y
deben complacerme en todos los aspectos.

Él seguía molesto, sabía que Rose había tenido algo que ver con lo
de Marta pero en vez de discutir, poso sus ojos en su hija que se
abrazaba a si misma intentando tapar la desnudez de su cuerpo lo
que le molesto.

—¿Por qué te tapas? Si siempre te digo que me gusta ver todo de ti,
no debes avergonzarte pequeña... todo lo tienes perfecto — susurró
tomando el rostro de su hija y obligando a que lo mire.

Rose no pudo contener las lágrimas cuando su padre volvió a


besarla. El asco se multiplico dentro de ella a la vez que la lengua
de su padre entrara en su boca, probándola y dejo que volviera a
tocarla porque sabía que no había otra opción, que no tenía
escapatoria y que solamente se sientes abatida, despreciada, como
si no valiera nada cuando en medio de lo que le obliga a hacer
Rodrigo, Rose recuerda que Joseph nunca fue capaz de quererla y
que todo lo fingió.

Un cúmulo enorme de sentimientos se apodera de su pecho, el


darse cuenta que nunca va a poder ser amada y que siempre va a
sentirse así, asquerosa y sucia, culpable porque es su culpa todo lo
que le sucedió.

Así que mientras su cuerpo la traicionaba, humedeciendo su


entrepierna por impulsos que no podía controlar y que odiaba
porque le dolía, su padre sonrió sobre ella volviéndola a estimular
mientras Rose lo único que quería era lanzarse del balcón para
dejar de sufrir de esta manera.

Así como se sentía desde que era una niña, inclusive hasta el punto
donde comenzó a creer que era el afecto que merecía, que era
normal inclusive los abusos constantes porque nadie nunca se
preocupó por ella ni sus hermanas, ni siquiera su propia madre y
todo eso se lo guardó para sí misma una vez más, sin atreverse a
contárselo a nadie cerrando los ojos tratando de pensar en otra
cosa, imaginándose que en algún momento no tan lejano las cosas
cambiaran para ella y que quizá, Marta pueda sanar.

Porque de todos ellos, ella era la que menos merecía llevarse la


peor parte.

El remordimiento solamente es una chorro de gasolina para el


incendio que comienza a propagarse por todos lados mientras el
Sheriff Marco Cox junto a su esposa, cenan tranquilamente mientras
les llega un mensaje de su hija que desde hace siete días ha estado
en un viaje con la familia Fairchild.

Al Sheriff no le gusta mucho que su hija este con esa familia pero a
su esposa si, que cada vez se siente más orgullosa de que su
pequeña lleve el nombre de su familia en alto siento un miembro
más del grupo elite del pueblo.

La directora sabe que si Marta deja de lado todos esos problemas,


lograra ser alguien muy fuerte. Ella sabe que su hija solamente ha
tenido una mala racha y sonríe mostrándole a su esposo la última
foto que se tomaron los tres.

«El sheriff, la directora y Marta» Siendo ajena que en ese preciso


momento, en la fortaleza Fairchild, el cuerpo de su hija seguía en el
suelo encima de un charco de líquido carmesí que había salido del
mismo.

Todas las balas del arma de la mujer de ojos verdes se habían


descargado en el cuerpo de la joven castaña que desde hace más
de dos años había perdido el control de su vida y el pequeño
problema que pensaban sus padres que tenía Marta, era mucho
más que ellos no se atrevían a ver.

Se dice que muchas personas prefieren ser ciegas ante la verdad y


es lo que le sucedía a los padres de Marta que ahora no podrían
enmendar su error y que una vez más, estaban ajenos a lo que
realmente sucedía. Lucy Beckett mientras tanto, miraba con
atención a la mujer que lucía segura de sí misma y que por fin
decidió hablar mirándolos a todos:

—Creo que todos aquí saben que cometieron un gran error al actuar
a espaldas de su padre para salvar a una rata que estaba más que
muerta desde hace tiempo... — dice con el tono calmado pero hay
algo en la voz de la mujer que infunde miedo y que te hace
enderezar la espalda.

Sus ojos verdes deslumbran y Lucy admite que tiene porte para
mandar y hacer que todos te hagan caso con simplemente respirar e
inclusive que hasta le hace recordar en algunos aspectos a su
madre pero Alukah fue una mujer incomparable y perfecta, que
inclusive en los últimos alientos de vida, le hizo saber a su hija que
sería poderosa y que todo lo que quisiera para su vida, lo lograría.

La madre de Lucy tenía razón en muchas cosas y era en que la


naturaleza de su hija era imposible de ocultar. La mujer de ojos
verdes sigue paseándose por el lugar, llenando sus perfectos
zapatos de tacón de aguja de color negro antes de fijar la vista en
Jakeline Calandra que está a una pulgada de tener un colapso o
desmayarse.

—¿Y tú por qué estas así? — Pregunta con una mueca en los labios
que los tiene pintando de rojo mate de forma perfecta — No
entiendo cuál es tu dramatismo, si de igual forma sabias que ella iba
a morir y más bien, fue la muerte menos dolorosa que pudimos
darle... —

—La que merece morir eres tú — Jake tiembla y Lucy la suelta un


poco cuando ve que se esponja mirando a la mujer que
simplemente sonríe con burla al ver las actitudes de la rubia que
realmente son patéticas lo que la hace cuestionarse internamente si
debe disparar las dos balas que le quedan contra Jake.

—Deberías tenerle respeto a los mayores y las reglas que existen,


Jake... — la mujer sonríe y vuelve a mirar a todos, en especial a los
chicos dándole la espalda a la rubia que aprieta sus puños con
fuerza sintiendo un odio inmenso tratando de no mirar el cuerpo
inerte de su amiga que después de todo, no pudo salvar.

La mujer vuelve a gritar, esta vez, hacia todos: — ¡Todos ustedes


deberían respetar las reglas de esta jodida familia y a su padre!

Lucy espera pacientemente algo que le de indicios de quienes pero


no necesita pensar mucho cuando Caelus da un paso al frente, y la
mira.

—Lo sentimos, madre — habla — Sé que no debimos hacer lo que


hicimos y asumiremos los castigos que nos impongan a todos,
inclusive si nos llevan al círculo y se decide lo que harán con
nosotros... —

Caelus no termina cuando es interrumpido por un movimiento de su


padre que le voltea el rostro de un puñetazo. La sangre que escupe
simplemente me hace pestañear y el político y militar Caleth
Fairchild suelta una carcajada llena de ironía por las palabras de su
hijo.

—¿Se te jodieron las malditas neuronas o qué? — Gruñe el hombre


— El único castigo que van a tener es encargarse de Rodrigo y
explicarle a él por qué mierda ustedes metieron sus narices en algo
que no les importaba en lo absoluto... —

Jake sella sus labios y todos están en silencio inclusive Angel esta
serio como si algo muy importante estuviera sucediendo hasta que
da un paso al frente mirando a su tío que reconoce esa chispa en
sus ojos.

Un monstruo reconoce a uno de los suyos solamente con el aroma y


Caleth solamente se le queda mirando a su sobrino mientras Caelus
se masajea ligeramente la mandíbula que le duele tanto como si le
hubiera dado una patada en las bolas.

Lucy solamente es espectadora ante todo y la mujer de ojos verdes


que resulta ser nada más y nada menos una de las madres y que a
un no se sabe su nombre, se relame los labios porque ella también
entiende la mirada de su sobrino.

Hay algo que anda mal y las palabras de su sobrino en francés


hacen que Caleth Fairchild apriete sus puños conteniendo las ganas
de caerle a puñetazos a todos sus hijos por ser tan estúpidos pero
se contiene porque sabe que no es momento de descargar su ira y
que desde luego, no es tan estúpido para hacer algo como eso
cuando sabe que por más imbéciles, estúpidos y ridículos, sus hijos
son lo más valioso que él tiene.

La nueva esposa, asiente también escuchando y entendiendo la


información mientras un nombre y un apellido que había olvidado
desde hace tiempo, retumban en su cabeza mientras Lucy no
entiende lo que hablen pero el resto al saber francés si y es así
como comienza a olerse el fuego que pronto arrasará con todo
dándole un punto decisivo al juego donde pronto se revelaran todos
sus jugares y el reto final.

En el centro del pueblo, justo al mismo tiempo, a la misma hora, del


mismo día del mismo año, una persona se acerca tranquilamente
sintiendo el sol extraño que hay en el cielo que esta medio nublado
pegar contra su rostro mientras se siente en la banca que está en
medio de la plaza cerca de la mansión Bush.

Desde su sitio, se baja los lentes oscuros y percibe ese aroma


familiar que tanto le gusta y le enciende una especie de deseo
dentro del pecho.

No necesita moverse para saber que está a su lado como es de


costumbre y no puede evitar sonreír.

—Pensé que llegarías más tarde— dice y la persona que está a su


lado, suelta una pequeña risa que le resulta agradable a sus oídos.

—Nunca podría perderme una reunión contigo— le hace saber su


acompañante y la persona se relame los labios mientras admite
mentalmente que le gustaría voltear para verle el rostro pero sabe
que no puede hacerlo.

Debe estar siempre en esta posición, mirando hacia la mansión


Bush mientras su acompañante esta de espaldas, del otro lado de la
banca, leyendo el periódico para que así nadie nunca sepa si se
hablan o si solamente es un desconocido que se sentó detrás por
pura coincidencia.

—¿Qué hay que hacer? — le pregunta finalmente dejando pasar el


deseo y su acompañante vuelve a reír.

—¿No vas a preguntarme cómo estoy o si ya comí?

—No, porque tengo los minutos contados y quiero saber qué es lo


que sigue.

Su acompañante suspira, dándose cuenta que eligió a la persona


correcta para seguir sus planes.

—¿Lo ves desde aquí? — pregunta su acompañante y la persona


sonríe porque no puede evitarlo.

—Se ve exactamente el lugar dónde el auto de Jakeline Calandra


explotó. — responde la persona y su acompañante asiente, aunque
la persona no puede ver sus facciones, está satisfecho de todo lo
que han hecho junto como equipo.

—¿Qué se sintió? — pregunta el acompañante...

La persona juega con sus lentes de sol polarizados evocando los


recuerdos.

Los dulces recuerdos de ese día.

—Me gusto ver el desespero de Caelus Fairchild al ver que Jakeline


estaba a punto de morir, su indecisión por si ir por su supuesta novia
o su mejor amiga y fue definitivamente, muy extraño ver a Crono
Fairchild preocupado por alguien.
—Es que Lucy Beckett no es solamente alguien, es... posiblemente
la chica que a ellos le importe realmente.

—¿Y cómo estas tan seguro de eso, desconocido?

Su acompañante coloca un sobre manila encima de la banca


oxidada. Le gusta que usen los apodos que se han puesto y
responde de inmediato.

—Porque investigue mucho, Alfa y te sorprendería todo lo que


encontré.

—¿Hará más divertido el juego?

—Recuerda que ha estado divertido desde que sembramos la


primera duda. — contesta.

—¿La de hace dos años o la de ahora? — le pregunta la persona, el


"Alfa" y el acompañante, su "desconocido"

—La de ahora es más divertida porque son más jugadores, más


dudas que sembrar...— responde — Todo está saliendo tal cual lo
planeamos, Alfa. Pronto haremos nuestro próximo movimiento y
serás tú quien entregue la próxima ficha.

—¿Sera una explosión, un cuerpo, fotografías o cartas como la


última vez?

—Eso lo decidiré cuando vean las acciones de nuestros peones,


Alfa — contesta el acompañante — Porque te aseguro que en este
preciso momento, se están tomando decisiones que nos facilitaran
la tarea de destruirlos porque jamás debieron surgir.

—¿Es un adiós?

—Lo es. Espera mi próxima llamada, Alfa y gracias por ser mi


equipo de venganza. Recuerda todas mis promesas, que las
cumpliré todas...— avisa y jura, dejando a la persona quieta en su
sitio a la vez que siente el frio pegar contra su espalda y la ausencia
de su acompañante de inmediato.

Se coloca los lentes y toma el sobre como si fuese suyo, mira hacia
todos lados con lentitud, viendo la espalda de su acompañante y
camina hacia el pequeño puesto de helados donde pide uno a la vez
que saborea la destrucción que pronto manchara ciertas familias de
este pueblo.

Y es que estamos tan acostumbrados a ver héroes ganando batallas


que se nos olvida el potencial de una persona destrozadas para
luchar y destruir todo a su paso mientras el juego cada vez se pone
más peligroso y los que juegan en él, son ajenos a sus posiciones y
sus desventajas.

Tener enemigos es un problema, que ellos sean silenciosos es uno


muy grande porque puedes tener medio puñal dentro sin darte
cuenta justo en este momento.

En la fortaleza Fairchild, Caleth les pide a los hermanos Calandra


irse a sus habitaciones y a Lucy a la suya porque debe hablar con
sus hijos y su sobrino. La esposa que aprecio dice que acompañara
a la pelinegra y Caleth asiente mientras bajan al sótano, esta vez no
a decidir la forma en la que salvaran a alguien, sino lo que harán a
partir de mañana para tomar ventaja en su propio juego siendo
ajenos de que participan en uno más grande.

Puedes tener dinero, ser inteligente y ser poderoso, pero siempre


habrá una falla en todo. Es mejor se consciente de ello y manejar,
pensar y calcular bien las posibilidades en vez de asumir que todo lo
harás bien.

Así que mientras, los cinco, Ángel y Caleth deciden sus


movimientos, la esposa abre la puerta de la habitación que Lucy
estuvo compartiendo con los cinco.

La pelinegra no puede evitar sentirse a la defensiva, no conoce a la


mujer y para ella es difícil confiar en las personas así que
sigilosamente, camina hacia la cama y se sienta, colocando la mano
debajo de la almohada donde está un arma con balas.

La mujer de ojos verdes pasea la mirada por el lugar antes de


posarla en la pelinegra de ojos azules que tampoco le quita la
mirada de encima.

Hay una especie de guerras de miradas hasta que una de ellas


decide hablar.

—Mi esposo me habló sobre ti, pero no había tenido la oportunidad


de venir a conocerte.

—No sabía de su existencia. — contesta Lucy y la mujer solamente


sonríe dando un paso hacia al frente y extiende su mano.

—Sonia Fairchild, un gusto conocerte Lucy, he escuchado mucho de


ti y espero tener la oportunidad de ver lo que tanto dicen con mis
propios ojos.

—¿Qué dicen? — inquiere de inmediato la pelinegra y Sonia sonríe


volviendo a guardar su mano luego de que se la estrechó la joven.

—Muchas cosas buenas y una de ellas fue la noticia de que


acabaste con tus propias manos a una Bush...— la mujer explica y
por alguna razón, se escucha extasiada.

—Leyó mi expediente así que no sé qué es lo que le sorprende. —


contraataca la pelinegra con cierto humor irónico.

Sonia chasquea la lengua.

—Eres terca, veamos si también eres letal y serás perfecta...—

—¿Perfecta para qué?

La mujer sonríe pero no le responde, solamente se da la vuelta y


sale de la habitación dejando a Lucy sin saber qué pensar.
Mientras Sonia camina por los pasillos de la fortaleza, Jake y
Joseph se miran el uno al otro, Joseph dándose por vencido y
abrazando a su hermana a la vez que le da un beso en la frente y es
que el nunca entendió ese afán por salvar a Marta, sigue molesto
porque siente que su hermana no sabe realmente lo que quiere pero
no puede hacerse el ciego ni ser indiferente hacia su dolor.

Así que mientras Joseph consuela a Jake, el cuerpo de Marta es


arrastrado por una sirvienta bajo la atenta mirada de Sonia Fairchild
que simplemente siente asco por la muchacha que debió morir
desde hace mucho tiempo, exactamente el momento donde
comenzó a meter las narices donde no la llamaban.

Sonia recibe una llamada de una de sus hermanas; Camille. Una de


las esposas y es que para las mujeres de Caleth, todas y cada una
se consideran hermanas así que contesta escuchando las
novedades que hay en la mansión y en los negocios que Sonia dejo
a cargo de sus otras hermanas —las otras esposas— para venir
hasta aquí.

Jake se aferra a su hermano y mira su barriga que aún sigue plana.


Se siente culpable y se recrimina esas emociones que la abarcan en
este momento mientras llena de lágrimas la camisa de su hermano
porque ella no puede ser insensible hacia ciertas cosas y siente ese
remordimiento dentro de su pecho que en algún momento tendrá
que soltar.

—¿Crees que merecía esa muerte? — pregunta Jake a Joseph que


arruga el ceño.

No le gustan esas preguntas y trata de con todas sus fuerzas, no


apartarse de Jake aunque es lo que quiere.

—Siento que no deberías pensar esas cosas porque puedes influir


en el bebé...— suelta el rubio mirando a su hermana — Pero bueno,
es solamente una suposición.

Jake no responde porque sabe que es cierto pero...


—No puedo evitar pensar que no se lo merecía así como muchas
personas no merecían morir solamente porque algunas personas
creen que sí. — dice y Joseph peina su cabello para evitar
responder alguna tontería.

—Sí pero...— él hace una mueca — Lastimosamente no podemos


hacer nada contra ello y si nos ponemos a pensar en ello ahora, que
tenemos tantos problemas encima, entenderás que...—

—Sí, — Jake asiente y él limpia sus lágrimas — Perdón por todo,


Joseph pero es que tengo tanto miedo...—

Jake siente una presión en el pecho, todo le pesa y que Joseph sea
ajeno al verdadero motivo de sus palabras, le jode. Las palabras
que Ángel le dijo se le repiten en la cabeza y ella solamente pega su
cabeza al pecho de su hermano.

—Estoy aquí para ti— Joseph le promete — Nunca te dejare sola


aunque a veces me gustaría pegarte con una silla.

—Te amo y nunca te traicionaría... — Jake dice contra el pecho de


su hermano— Nunca haría algo para dañarte, solamente tengo ojos
para ti...—

—Y yo para ti. — él dice y ella levanta su rostro para mirarlo a los


ojos. Quizá Jake oculte muchas cosas pero no miente al decir que lo
ama con cada célula de su cuerpo aunque sea prohibido, insano y
dañino, él baja la cabeza lo suficiente para besar sus labios como si
escuchara sus pensamientos, esa petición que hace en silencio y
luego, vuelve a abrazarla porque ambos son adictos a algo que
terminara destruyéndolos o haciéndolo inmensamente felices.

Ocultarle cosas a quien amas siempre traerá problemas, más


cuando hay otras personas que conocen tus secretos y esperan
destruirte con ellos.

Es así como en el otro lado del pueblo, en una casa sencilla, la


chimenea está encendida y frente a ella, una persona está de
rodillas, sintiendo el calor que le regalan las brasas que se funden el
fuego, lee una carta que demuestra el lado de la historia que
muchas personas desconocen, pero que ayudara a hacer mejor la
venganza.

En la mansión Bush, Rose se enjabona tantas veces que la piel se


le enrojece al punto de casi sangrarle. Ella intenta de alguna forma
quitar la suciedad que su padre ha dejado junto con el aroma que no
se le quita así se coloque cloro o se eche acido en la piel.

Cuando se da cuenta que es suficiente o sencillamente se cansa y


comienza a darle asco su propia desnudez, sale prácticamente
corriendo de la ducha y se coloca una ropa limpia y nueva porque
cada prenda que su padre toca, ella la quema para evitar tener
malos recuerdos.

—Gracias. — le dice a la sirvienta que cambia las sabanas de la


cama como cada día que Rodrigo viene a hacerle cosas a su hija y
Rose coloca perfume por todo el lugar mientras se sienta frente al
tocador y comienza a maquillarse porque tienen una cena con los
padres de Joseph en unos minutos que debe asistir.

Toma su teléfono, lo desbloquea y le escribe un mensaje a Jake que


ni siquiera queda en recibido.

«Tus padres están aquí, no diré nada pero necesito que me digas
cómo esta Marta»

No recibe respuesta, así que va a galería y como es de costumbre,


ve una foto de su hermana y ella, la última que se tomaron sin poder
evitar ese extraño sabor en su boca que solamente hace más que
evidente que la extraña.

Aun llora por las noches por su partida, pero ha aprendido a lidiar
con el dolor de su partida.

Se levanta y camina con tranquilidad, saliendo de su habitación y


bajando las escaleras pero parando en seco cuando en el otro
extremo, consigue a Marcus Bundy sentado en el último escalón sin
camisa y unas vendas.

Rose sabe lo que le sucedió, pero aun así, se hace la sorprendida.

—¿Qué te paso? — le pregunta pero él no le responde. Tiene la


mirada perdida y parece que la está ignorando.

Rose es consciente de que lo traiciono de alguna forma pero


simplemente suspira y le da la espalda al no recibir respuesta y se
apresura a llegar al comedor donde los padres de Joseph y Jake
esperan.

Ambos me sonríen y forzó una sonrisa también cuando mi madre se


acerca y besa mi mejilla cosa que jamás haría si por ella fuera pero
que hace solamente para dar una imagen.

—Te estábamos esperando, Rose — explica y Rose asiente


tomando su asiento mientras actúan como si nada estuviera
sucediendo.

El padre de Joseph y Jake, el señor José es quien habla por primera


vez.

—Queríamos preguntarte si podías reconsiderar el compromiso de


nuestro hijo — el hombre mira a su esposa y Rose se mantiene
estática porque de verdad no puede creer lo que escucha — Es muy
importante para nosotros esta unión, nos haría técnicamente la
familia más poderosa y tu padre ha dejado muy claro que no seguirá
dándonos de su negocio si no nos hacemos familia...—

—No sé si te enteraste pero Jakeline está embarazada — la señora


Calandra habla y Rose mantiene su rostro en blanco —No sé dónde
está en este preciso momento pero creo que el bebé es de los
Fairchild...— la señora se escucha tan emocionada que a Rose le
dan nauseas.

—¿Qué tiene que ver eso conmigo? — pregunta Rose.


El señor José sonríe llevándose la copa de vino a la boca.

—Que quizá podrías embarazarte a escondidas de Joseph y eso lo


obligué a casarse contigo— explica el hombre y Rose no puede
controlar y jadeo de horror que le producen las palabras del hombre.

Al ver la cara de espanto de Rose, el hombre añade:

—Realmente, no me importa que hasta te embaraces de tu padre y


le hagas creer que es suyo. Lo que necesitamos es que más que
una decisión, se vea obligado a estar contigo porque hemos
intentado congelar sus cuentas bancarias, dejarlo sin herencia y
varias medidas drásticas pero él asegura que no le importa nada,
que no estará contigo y Rose, la verdad es que necesitamos esta
alianza cueste lo que cueste.

Rose no sabe que responder a la frialdad de las palabras que le


acaban de decir, los señores Calandra la ven con intensidad
esperando una respuesta e Irene Bush sonríe porque sabe que si la
alianza se realiza, sera más dinero para ella y para su esposo.

Así que mientras a unos le dan noticias y propuestas que jamás


pensó escuchar, otros, como es el caso de los Fairchild, toman
medidas drásticas mientras el patriarca les advierte que si hay otro
desliz, llevaran todo estos problemas al consejo.

Y ellos saben lo que eso significa, porque hay cosas que la cultura
Fairchild no perdona y son el incumplimiento de las reglas que
hacen posible que todos los monstruos tengan una convivencia
buena y sean lo que son ahora.

La mejor familia a nivel mundial llena de secretos oscuros que nadie


se imagina, pero que definitivamente están y cada vez, se hacen
más presentes.
Capítulo 78 (*)
LUCY

Entorno los ojos y miro mi reflejo en el espejo. Hace quince minutos


Cristian entro a la habitación para avisarme que nos iríamos del
refugio, pero que antes haríamos una cena y que si quería me diera
un baño y me cambiara con la ropa que Sonia trajo para mí.

Paso mi mano por la cicatriz que tengo, la verdad de ella es que


trato de no pensar mucho ni recordar la forma en la que sucedió,
pero ahora por alguna razón no puedo evitar recordar las cosas del
pasado cada que puedo, cuando estuve años ignorando los
recuerdos y evadiéndolos como si fuesen zancudos molestos.

Entonces, recuerdo el momento en que me la hice, exactamente


cinco minutos después de que mamá dejara de respirar para
siempre.

El corazón se me acelera y el estómago me da un vuelco cuando


mis ojos ven lo que ha pasado. La mirada azul de mi madre ahora
esta estática en un solo lugar y que sus piernas estén
completamente destrozadas, colocadas en una forma inhumana
solamente me hace apretar los puños sin poder aceptar que ella...
que ella está... está...

Ella está muerta.

Abro mi boca y la manzana que me obligaron a comer los verdugos


cae al suelo junto con un líquido amarillo que expulsa mi estómago.
Mis ojos lagrimean y no puedo decir absolutamente nada, solamente
espero que todo sea una broma de mami para que sea más fuerte,
pero pasan cinco minutos con tres segundos y ella no mueve ni
siquiera un músculo.
Sangre sale de su boca y la risa de los hombres que observan lo
que han hecho aumenta el pitido que hay en mi cabeza. Se acercan,
patean su cuerpecito como si fuese una pelota y siento que no tengo
fuerzas para gritar que paren, que dejen de hacerle daño, que si
siguen así no va a despertar y yo necesito que ella me cuente la
leyenda de nuestra naturaleza para poder dormir.

«Vamos mami, levántate y hazlos sufrir por hacerte daño. Por


hacerme daño». Pero ella no hace nada.

Sus ojitos siguen abiertos, la chispa de sus ojos se ha ido y que


tenga los labios morados sin haberse puesto un labial me produce
un dolor tan fuerte en el pecho que no puedo evitar apretar mis
puños.

Siento que tengo náuseas, voy a vomitar, pero la verdad es que


solamente son arcadas porque desde que he estado aquí, no he
comido más que esa manzana que me dieron hoy. Me quiero ir a
casa, ya no quiero esta prueba y mamá...

Mamá parece que está durmiendo, pero una parte de mí, me grita
que no sea tonta, que mamá desde luego que no está durmiendo
porque ellos la mataron. Mamá está muerta y una especie de
recuerdo doloroso pasa ante mis ojos, mis oídos no captan el sonido
sordo que producen las patadas que le lanzan a su cuerpo y
recuerdo perfectamente tres cosas.

El frío de Rusia, su nariz roja y sus ojos azules llenos de vida, que
me brindaban paz y esas ganas de ser tan letal como ella.

Siento una mano en mi cuello, lo que me hace salir del recuerdo


más bonito que tengo y mis ojos se concentran en la persona que
está delante de mí. Jamás la había visto, pero ahora con seguridad
puedo decir que jamás olvidaré su rostro, su asquerosa sonrisa y
sus manos ásperas, sus palabras asquerosas, el color de sus ojos y
las órdenes que solamente hacían que mami sufriera más.
Todo lo vi, inclusive las que parecían muy dolorosas y le gritaba que
fuera fuerte porque yo haría que saliéramos de aquí, cuando
escuchaba sus "te amo, pequeño ángel" cada vez que terminaban
con las torturas me sentía con ganas de ser tan poderosa como ella
decía que era, pero me sentía inútil porque no podía salvar a mi
mami.

El hombre que me llamaban reina, el mismo hombre que entró a


nuestra casa, que asesinó a la mujer que jamás había visto y que
daba las órdenes para que le hicieran cosas muy horribles a mi
mami, fue el mismo que me dijo que podía detener todo si dejaba
que mami muriera, pero yo nunca haría algo como eso.

Dijo que haría todo lo que yo quisiera si daba la orden de que mami
fuera eliminada del mundo, pero no pude porque no le haría eso a
mí mami. Él dijo que entonces me costaría muy caro no haber
tomado esa decisión y que entonces mi decisión solo alargaba las
torturas hacia mi mamá.

No le creí, pero al día siguiente o a las horas exactamente, porque


no sabía si era de noche, de día, si nevaba o hacía sol, un hombre
apareció y la hizo meterse una botella de vidrio a su entrepierna que
explotó y la hizo sangrar.

Todo lo veía porque ellos me movían, siempre dejaban el cuerpo de


mi mami frente a mí y así veía cómo la lastimaban, pero ella no
lloraba, ella solo repetía que me amaba y que, si aguantaba, no me
harían daño.

—Tu madre es una débil. — Susurró— Ahora nos toca jugar contigo,
pequeña reina.

Me tomo, sacando los amarres con grilletes y cadenas de acero que


me mantenían contra una silla y camine completamente desnuda en
medio de esas hienas que me veían como un pequeño cordero para
devorar. No dije nada, mis pies, pasando por el vidrio mientras me
negaba dejar de mirar las patadas que le propinaban a mi madre
hasta que el hombre me empujó hacia una habitación.
Era blanca y cojeaba porque tenía un pedazo grande de vidrio
incrustado en mi pie derecho, pero a él no le importó. Creo que
debería importarle, pero pensó que era insignificante.

Había algo sobre la mesa, no supe exactamente que era, pero


parecía de esas cosas que mami decía que utilizaban los doctores.
Otro hombre entró a la habitación también, tenía una bata blanca y
me dio una sonrisa de boca cerrada que no respondí.

—Puedes sentarte ahí— señaló hacia la camilla blanca y me quede


parada.

El hombre que daba las órdenes, soltó una pequeña carcajada.

—Ella es como su madre, doctor.

—¿Y cómo es su madre? — preguntó el hombre de bata blanca


tomando con instrumento de acero que tenía formas cuadradas y
una esfera redonda en un extremo, mientras en el otro tenía una
punta filosa.

—Una maldita terca que hay que tomarla a las malas para
doblegarla. — respondió el de las órdenes mientras se acercaba a
mí y me tomaban de los brazos, obligándome a sentarme.

No fue brusco porque yo no puse resistencia, ya que solamente


pensaba en mi mami y lo que seguramente le estaban haciendo.

—¿Hicieron lo que les pedí? — preguntó el doctor.

El hombre sonrió.

—No ha comido más que una pequeña fruta que vomitó.

—¿Por cuántos días?

—Diez en total, donde solamente se ha alimentado con agua y esas


vitaminas que usted nos dio para que no se deshidratara ni se
muriera por falta de comida.
No respondió, solamente se agachó y conecto el cable que traía
instrumento al pequeño interruptor de corriente. El aparato, en la
parte filosa comenzó a dar vueltas.

Moví mi pie ligeramente, exactamente el que tenía el pedazo de


vidrio incrustado y...

—Acuéstate a la camilla. — me pidió el doctor, pero no me moví.

—¿Cómo su madre? — se burló el doctor y el hombre se acercó a


mí para recostarme.

Se acercó, pero baje mi cabeza, y levante mi pie lo suficiente para


sacar el vidrio. El dolor no lo sentí, solamente la ira me hacía latir el
corazón y cuando llego hasta mí, le clave el pedazo de vidrio en el
brazo jalándolo con fuerza para luego sacarlo. Él gritó, el doctor dio
un paso hacia atrás y cuando iba a clavárselo en el ojo al hombre, él
me dio un puñetazo en la nariz que me hizo soltar el vidrio y luego lo
sentí en mi costilla.

Sentí un ardor, pero más fuerte era el odio que sentía.

—Maldita perra desgraciada— gruñó el hombre mientras me


comenzaba a ahorcar con sus manos.

—Tráigame las esposas—pidió el hombre y el doctor se apresuró a


traerlas.

—Te odio, eso fue por mi madre...— susurré con una sonrisa
cuando el doctor me inmovilizo tomando el control de mis manos por
las cadenas que cerro contra la cama.

Me amarraron las piernas también y el hombre se pasó las manos


por la cara mientras el doctor miraba la herida de su brazo.

—La herida es profunda...— le hizo saber, pero al hombre no le


importó.
—Solamente hágale lo que va a hacerle a esa perra y luego
veremos cómo nos encargamos de mi herida.

Una sonrisa se extendió por mi rostro.

—¿Te duele? — le pregunto lo mismo que él le decía a mi mami


cuando le hacía daño y él simplemente me ignora, acercándose y
sacando el vidrio de mi costilla derecha.

—¿Te duele, reina? — pregunta con burla, pero mi sonrisa no


flaquea lo que le molesta.

Se aleja y el doctor mueve mi cabeza, haciendo que quede de


medio lado. El sonido del aparato es extraño y tenso mi rostro
apretando las manos cuando tantea mi cabello, haciendo un círculo
y luego, acerca el aparato. Mi espalda se arquea y suelto un grito
cuando siento la punzada y cómo siento que me estás arrancando el
cabello cuando el aparato salpica sangre y mis ojos se cierran, sin
poder evitarlo a la vez que pierdo la noción del tiempo y el espacio.

Abro mis ojos de golpe. Una sola lágrima se desliza por mi mejilla.
Mi mano viaja a mi cabello, tocando exactamente ese lugar y puedo
sentir el escalofrío que sentí en ese momento, inclusive el miedo me
abarca, pero me obligo a mantener el control, a la vez que mi
subconsciente me recuerda que es solamente un recuerdo.

Limpio la lágrima con rabia y suelto aire por la boca de forma


ruidosa concentrándome en la transparencia del vestido y la tela
como si eso fuese más importante que lo que pasa por mi cabeza.

La verdad es que son muchas cosas que tengo en las que pensar,
pero sé que en este estado no soy capaz de hacer nada o al menos
no hasta que encuentre un balance. Quiero recordar a mi mamá,
pero eso significa un montón de problemas que no estoy con ganas
de recordar porque hay recuerdos buenos, pero la mayoría son
malos, que me llevan a una época de mi vida que quiero creer que
es lejana cuando no es así.
La puerta suena y se abre dejando entrar a Consus que me dedica
una sonrisa corta cuando me recorre con la mirada. Mi cabeza se
queda en blanco y por inercia le respondo la sonrisa también,
aunque lo único que quiero hacer es desquitar lo que siento y lo que
me atormenta con una persona a la que pueda hacerle tanto daño
que todo el caos en mi interior desaparezca.

Pero cada vez que me dejo llevar, ocurre un problema y no estoy


dispuesta a que pase lo mismo que pasó en los otros intercambios.

Esos son otros recuerdos amargos, pero prefiero concentrar mi


atención en Consus que luce serio, con los lentes de pasta que casi
no utiliza, pero que desde luego le quedan de maravilla.

Él carga la misma ropa y se acerca mientras me cubre con sus


brazos fuertes. La camisa corta que cargo se sube un poco dejando
ver la cicatriz en mi costilla, pero paso el trago amargo que me
trajeron los recuerdos y siento el aparato entrar en mi cerebro
cuando mi rostro queda contra el pecho de uno de mis novios.

Me alejo y besa mis labios lentamente, toma mi mano, mirando mis


ojos por unos segundos, como si quisiera encontrar algo en ellos y
no decimos nada cuando salimos de la habitación, cerrando la
puerta detrás de nosotros.

No hay tensión en el ambiente, pero sé que algo anda mal. Creo


que lo supe desde qué Caleth apareció, desde que llegamos a cabo
el plan de salvar a Marta y desde que Sonia le disparo.

Jake es otra que parece una bomba de tiempo, lo de las cartas no


ha salido de mi cabeza, ni lo de la explosión. Recuerdo la sonrisa de
Marcus, sus palabras y todo lo que me llevo a dispararle, pero no a
darle en un punto vital, aunque fácilmente pude hacerlo.

Ángel es otra de las personas que está en mi lista de problemas. La


muerte de Marta deja un vacío porque ahora será más difícil saber
que era lo que tenían ella y Dorian, si realmente él es Rodrigo Bush
y descubrir realmente que era lo que pintaba Rodrigo Bush en todo
esto, qué había llevado a los cinco a asesinar a Katherine Bush y la
conexión que había con todas las preguntas sin responder que cada
vez, parecían más y más.

La verdad era que, si descubría todo eso, quizá también podría


descubrir quién era la persona que estaba detrás de las amenazas.
Esa persona o esas personas, eran quizá el mayor objetivo que
tengo desde que recibí las fotografías del cuerpo sin vida de mi
madre o su última carta.

Esas eran cosas que me hacían pensar que la persona que estaba
detrás de todo, me conocía, pero eso no tiene sentido, no cuando
todas las personas de mi pasado están muertas y no hay ningún
familiar con vida que quiera perjudicarme.

Pasamos el pasillo, nuestros pasos al mismo tiempo y nuestras


manos entrelazadas. A veces, me pregunto cómo es que llegamos a
esta situación, pero realmente no me pongo a prestarle mucha
atención a ello y me recuerdo que esto que sucede es temporal, que
cuando se cumpla el tiempo límite y deba regresar a Nueva York,
ellos se olvidaran de mí, así como yo me olvidaré de ellos.

Espero que cuando ese momento llegue, todos los problemas y las
incógnitas las haya resuelto porque no pienso dejar cabos sueltos.

Mis ojos se concentran en la escalera que bajamos, exactamente


para el mismo sótano donde estaban las armas, donde le disparé a
Caelus para demostrarle que sabía de armas tanto como sé los
minutos que dura alguien en morir desangrado o los lugares vitales
que pueden ocasionar la muerte de una persona cuando se le
entierra una bala a alguien, cuando se dispara.

Esas son unas de las tantas cosas que mi madre me enseñó.


Diferenciarlas, amarlas y saber utilizarlas era su lema. Recuerdo
que había días donde me tocaba pintar con ella, utilizando sus
herramientas y llenándome de pintura al igual que ella y esos son
los recuerdos que me gustaría siempre tener en mi mente.
Mis labios forman una línea fina cuando mis ojos recorren el mismo
lugar que visite, las mismas armas alineadas, pero esta vez, la mesa
donde estaba el plano de la finca de Rodrigo Bush, donde se
trazaron los puestos, lo que haríamos y se entregaron las máscaras,
hay comida.

Una mesa completa llena de comida, un festín que no se me ocurre


de dónde sacaron. Hay solamente dos sillas vacías, una al lado de
Caleth y otra, al lado de Sonia Fairchild que carga la misma ropa
con la que llegó.

En el momento en que todos giraron hacia nosotros, pude sentir lo


pesado que estaba el ambiente.

La mano de Consus se separó de la mía cuando estábamos por


entrar, supongo que por su parte no quería que Caleth se enterara
de lo que sucedía entre todos nosotros y en eso no iba a oponerme
porque después de todo era algo temporal y ya hay muchos
problemas como para agregar otros.

Están todos a excepción de Ángel, Jake y Joseph lo que realmente


levanta una ligera sospecha dentro de mí. Consus da un paso al
frente, mirándome por encima del hombro y la voz de Caleth
Fairchild resuena por todo el lugar mientras me quedo estática, sin
mover ni un solo músculo de mi cuerpo.

—Te estábamos esperando para cenar — avisa y sus ojos del color
del acero, fríos y calculadores, se ablandan solo un poco cuando
añade: — Ven a sentarte para que empecemos el festín.

Evito mirar a los cinco, inclusive dejo a Consus detrás y cuando


parece que voy a sentarme al lado de Sonia, que está entre Cristian
y Caelus, doy unos pasos más y me siento al lado de Caleth, que
ocupa la cabeza de la mesa.

No sé por qué no estamos en el comedor, pero tampoco es que voy


a preguntarlo. Meto mis pies debajo de la mesa y a mi izquierda,
esta Crono con la atención fija en su comida, pero no toma el
tenedor.

—Buen provecho, ma famille*. — Sonia dice como si fuese la señal


para que todos comenzaran a comer porque es literalmente lo que
hacen, menos Crono que tarda unos minutos en alzar el tenedor y el
cuchillo para comenzar a cortar la carne.

Mis ojos se concentran en el plato frente a mis ojos, la boca se me


hace agua con lo deliciosa que se ve la carne y el olor que hay en el
ambiente es realmente satisfactorio. Levanto la vista mientras
agarro el tenedor y el cuchillo cuando siento que me están mirando,
Caleth es quien lo hace, llevándose la copa de vino a los labios y
rompo el contacto visual cortando y llevándome un pedazo a la
boca.

Mientras mastico, me doy cuenta de que no solamente estamos


nosotros. Una mujer de vestido blanco que es realmente, el
uniforme que utilizan todas las mujeres de servicio de la mansión,
está en la esquina, al otro lado de la habitación, donde no hay
ninguna arma a su alcance. Tiene la mirada gacha y el rostro en
blanco mientras parece que no está aquí e inclusive, parece que ni
respira.

Siempre he tenido esa duda, que todo el personal de esta familia


parece que está muerto en vida, que nunca les he escuchado una
palabra y que siempre son mujeres, entre los treinta y cincuenta,
con vestidos largos que les tapan las rodillas y tienen esa costumbre
de siempre bajar la cabeza, como si ver a la cara a algún integrante
o visitante que pise la mansión o este con la familia, fuese un
verdadero pecado.

Supongo que todo se debe al tipo de familia que son y las


apariencias que deben dar. Me imagino que hay rincones en la
mansión que ni siquiera imagino que existen y como en realidad
nada me sorprende, seguramente también están metidos en
negocios ilícitos porque nada que brilla es oro y definitivamente los
Fairchild, no son lo que aparentan.
—Lucy, queríamos hablar contigo. — la voz de Caleth inunda el
lugar y levanto la mirada del plato que casi está vacío por completo.

Agarro una servilleta y me limpio la boca con ella. No respondo,


pero Sonia sí.

—La razón por la que estamos aquí y no en el comedor es porque


necesitábamos un momento a solas, esta habitación es insonora, lo
que quiere decir que nadie que este afuera puede saber de lo que
hablamos — explica y ninguno de los chicos dice algo, inclusive,
podría decirse que están estáticos mientras comen en silencio.

—Entiendo...—

—Queríamos un momento a solas — Sonia habla, tomando un trago


de su copa de vidrio. El líquido es amarillo y no sé realmente que es
lo que está ingiriendo.

No puedo evitar compararla con Sophia, con Teodora y Camille.


Sonia es completamente lo opuesto a ellas, inclusive tiene ese aire
que te coloca rígido con solo sentir su presencia.

Las otras tres madres influyen una especie de respeto, pero Sonia
influye miedo a cualquier persona y sus ojos verdes me recuerdan
tanto a los de Crono, solamente que los de ella tiene esa chispa de
astucia, dureza y vida que los ojos de Crono le hacen falta, ya que él
siempre parece estar en otro planeta, con ganas de meter un
tenedor en el tomacorriente.

—Ahora estamos aquí. — digo.

—Lo estamos. — Sonia sonríe, colocando sus codos encima de la


mesa — Pero no solamente queríamos cenar tranquilos, también
queríamos hablarte sobre un par de cosas porque por ahora, eres
un miembro más de la familia.

—Ángel también es un miembro de la familia y no lo veo aquí, ¿no?


— rebato — Pero no lo veo aquí presente...—
—Ya hemos hablado con mi sobrino sobre lo que vamos a decirte —
Caleth se le adelantó a su esposa — No vimos como necesidad que
estuviera aquí cuando los temas que vamos a tocar son algo que no
le incumben a él.

Todos están pendientes de la conversación, pero ninguno de los


cinco es capaz de hablar. Eso me sorprende, pero tampoco digo
algo sobre ello y entonces, Caleth al ver que no respondo, continua.

—Creo que te has dado cuenta de que no somos como cualquier


otra familia adinerada.

—No pienso usar lo que he visto o en lo que he estado involucrada


para hacerles problemas a ninguno de ustedes — digo con extrema
tranquilidad, mucho antes de que hiciera alguna insinuación.

Él menea la cabeza.

—No es eso lo que nos preocupa.

—¿Entonces qué es?

No me gusta la sonrisa que veo en el rostro de Sonia, ni sus


palabras.

—Pensamos que quizá sea algo extraño que le hayas disparado a


Marcus Bundy, Lucy— dice — Para serte sincera, eso me levanta
muchas sospechas en especial porque pensar que lo conoces me
resulta realmente extraño porque según tu expediente, no tienes
ningún familiar con vida.

—¿Está insinuando que es mi familiar?

—Es lo que puedo pensar— se apresura a defenderse y la miro sin


demostrar la diversión que me produce su acusación que no puede
ser más falsa.

—Marcus Bundy no es mi familiar.


—¿Entonces por qué lo conoces?

La voz de Caleth inunda mis oídos y volteo a mirarlo.

—Ya le conté a su hijo. — respondo — Me abordo una vez que


estaba en el colegio, me dijo algunas cosas y luego lo volví a ver en
la fiesta de compromiso de Rose y Joseph, ahí habló sobre mi
pasado y dijo algunas cosas sobre su familia que no quise creer,
pero eso no significó que no me asustara, después de todo era un
desconocido que se acercó a mí de repente, cuando lo vi en la
mansión Bush me di cuenta de que algo estaba mal, porque nunca
lo había visto socializando o en alguna fiesta, siempre escondido y
en lugares donde nadie podría verlo, entonces todas las dudas se
confirmaron cuando lo vi en la finca de Rodrigo Bush y me di cuenta
de que el mismo hombre que me había acechado era el enemigo de
su familia.

Cuando termino, la atención de todos está en mí. No puedo sentir


remordimiento por decir ciertas mentiras, pero tampoco bueno decir
toda la verdad cuando sé que lo que sabe Marcus sobre mí es
peligroso y puede ponerme en peligro completamente.

—No sabemos mucho de tu pasado — Sonia dice — Estuve


investigándote y lo poco que he visto, me ha dejado ciertas dudas
porque hasta podría decirse que eres un fantasma.

Ella espera, paciente, a que añada algo. Al ver que no lo hago,


pregunta para todos, pero por alguna razón, no me siento
amenazada ni juzgada: —¿Por qué eso me parece tan sospechoso?

—Creo que lo que necesitan saber está en el expediente que


ustedes firmaron para traerme aquí— sonrío — En las cláusulas no
había nada sobre compartir completamente mi vida en esos
papeles.

—Pero si había ciertas cosas interesantes— Sonia sigue y todo esto


parece una conversación de dos a la que Caleth se mete en
pequeñas ocasiones mientras los cinco solamente son espectadores
y soy muy cuidadosa con las cosas que digo para no meter la pata.

Que ella diga eso no me molesta, porque no me avergüenzo de las


cosas que he hecho, pero si me genera cierta incomodidad.

—Con esas cosas interesantes me aceptaron — respondo y ella


simplemente toma de su trago sin decir nada más hasta que su
esposo vuelve a hablar.

—Hable con mis hijos sobre las cosas que sucedieron últimamente,
desde el homicidio de Dove Bush hasta lo último que ha sucedido; el
plan suicida sin sentido de salvar a alguien que no lo merecía — las
palabras del patriarca son frías— No sé si lo sabías, pero
pertenecemos a una cultura donde para poder estar en ella,
debemos ser fuertes e inteligentes. Tenemos nuestras propias
reglas y hacemos cosas que quizá al resto no le parezcan buenas ni
ideales, pero no nos arrepentimos de ello.

Lo miro con atención y él, continua:

—Tenemos que mantener un margen, Lucy y somos conscientes de


lo que, para nosotros en normal, para el resto no lo es y creo que
sabes ya alguna de las cosas. No somos buenos, ni somos héroes,
solamente somos una familia con reglas que se deben cumplir, pero
que hay veces que algunos de nuestros integrantes no cumples y
eso es un gran problema — mira a sus hijos y luego me mira a mí —
Confío realmente en que no nos vas a defraudar por muchas
razones, pero quiero que tengas dos cosas claras y es que no
permitiré que mis hijos tengan algún parentesco amoroso contigo
por ninguna circunstancia y la otra es que no sé si considerabas a
Marta Cox tu amiga, pero ella merecía morir desde hace tiempo,
solamente que por alguna razón se había librado de lo inevitable.

Apreté mi mandíbula.

—Hay cosas que no se pueden evitar, su muerte era una de ellas.


No lo entenderás seguramente, pero hay ciertas deudas que en
nuestra cultura se cobra con sangre y otras con la misma vida. Ella
era un obstáculo que debíamos eliminar, al igual que la Bush que tú
misma mataste lo que me da a entender que después de todo no
eres tan ajena a las cosas que nosotros hacemos — habla — Y
como ya sabes algunas cosas, es necesario que te diga que hay un
problema pisándonos los talones del cual debemos encargarnos
porque nos involucra a todos.

Sé a qué se refiere de inmediato.

—Soy un político, tengo un alto cargo en la milicia de este país, pero


también soy miembro de la cultura que nos rige como familia, por
ende, hago cosas que para mi trabajo están completamente mal. —
Se arregla la corbata — Es por eso que mantenemos ocultas ciertas
cosas que podrían perjudicar nuestra posición y así como nosotros,
la mayoría de los integrantes del pueblo esconden cosas, pero eso
no significa que sean de confiar.

—¿Los Bush son de confiar? — la pregunta deja mis labios, aunque


sé perfectamente la respuesta y me gusta la mueca que hay en los
labios de Caelus que apareció desde lo primero que dijo su padre y
lo que sé que seguramente nos traerá problemas luego.

—Los Bush son ratas, Lucy y las ratas se eliminan — contesta —


Les expliqué a los chicos lo que haremos, les advertí que no quiero
que actúen a mis espaldas porque no son juegos de niños lo que
hacen, son cosas que van en contra de nuestras reglas y que tienen
castigos que por esta vez deje pasar.

—¿Qué quiere decir eso?

—Que solamente espero que no vuelvan a actuar a mis espaldas y


que todos trabajemos en el mismo bando— responde — De lo
contrario, los castigos serán impuestos por el consejo y no dudaré
en eliminar a quien sea solamente por amenazar a mi familia.

—¿Qué es el consejo?
Sonia sonríe y es quien responde: — Un grupo de personas de
nuestra misma cultura que decide los castigos de las personas que
incumplen nuestras reglas y la muerte, es una de ellas, Lucy y nadie
puede interferir cuando todos llegan a un consenso.

Mis ojos se conectan con lo de Caelus que no dice nada. Parece


que Sonia no miente y no sé cómo sentirme con lo que me acaba de
decir. Al parecer en la cultura Fairchild todo es blanco o negro, no
grises y hay más cosas de las que creí detrás de todo eso.

Me quedo con lo último que dice, la cena continua en silencio, como


si cada uno estuviéramos en nuestros pensamientos y ese mismo
día, todos partimos con Caleth dejando la fortaleza, menos Jake y
Caelus que se quedan juntos y parten en una motocicleta, porque
fueron los únicos que no entraron en la limusina.

No sé qué es lo que hicieron con el cuerpo de Marta y solamente sé


dos cosas: las cosas han cambiado y quizá nada sea igual desde
esa cena donde quedaron claras algunas cosas, pero los chicos me
siguen viendo de la misma forma que los veo a ellos y mi cabeza
intenta buscarle la explicación a una de las advertencias del
patriarca, pero no le encuentro sentido alguno.

Descanso mi cabeza contra el asiento e ignoro la sensación extraña


que tengo en el cuerpo obligándome a dormir, pero al final, no lo
logro o eso es lo que pienso cuando siento como el sudor me
escurre la espalda, pasando por mi espina dorsal cuando el corazón
me late como loco y abro los ojos con la imagen de mi mamá muerta
por mi culpa.

Por no ser tan fuerte como ella merecía.

Me controlo y me doy cuenta de que todos están concentrados en


mí, me acomodo en el asiento y miro por la ventanilla polarizada, el
cartel que dice "Bienvenidos Hiverdele", pero abro mis ojos al punto
de que casi se salen de mis cuencas cuando leo el nombre que está
justo debajo del nombre del pueblo.
Aprieto mis puños y Caleth grita que detengan el auto cuando ve
que abro la puerta, porque quede en el lado de ella y cuando en
medio del frío de la noche y la oscuridad, mis piernas se sienten
como gelatina cuando veo el nombre de mi madre ahí.

Parece que veo en rojo y cuando siento las manos de Caleth en mis
hombros, volteo a mirarlo con los ojos llenos de lágrimas mientras
Crono lee en voz alta:

Alukah merecía una muerte más dolorosa de la que tuvo.


CHANTAJES

JAKE

Es impresionante el poder que unas simples palabras pueden tener


sobre ti, un acto que puede marcar un antes y un después en toda
tu vida.

Son impresionantes las miles de emociones que un ser humano


tiene.

Son impresionantes las emociones que te inundan solo con


mencionar algún punto sensible de tu vida o una persona que fue
parte muy importante de ella, pero ya no está.

Se fue, dejó de existir y no hay manera de que vuelva a existir. No


importa el dinero que tengas, hay dos cosas que no se pueden
comprar y que son más que presentes para mí:

La felicidad y la vida.

Siento la brisa contra mi rostro, Caelus va en exceso de velocidad,


pero no me importa. Me aferro a su torso, abrazándolo mientras
cierro los ojos disfrutando ese miedo que se adueña de cada célula
de mi cuerpo.

El frío toma mi cuerpo sin importar que esté abrigada, parece que mi
subconsciente quiere empeorar el remordimiento que habita en mí
porque la imagen de Marta en medio de un charco de sangre se
repite en mi cabeza, Marta guindada al techo como un animal,
desnuda y torturada, completamente lastimada de la cabeza y abro
los ojos cuando siento que es demasiado.

Los recuerdos empeoran mi estado de ánimo. Me siento hipócrita


porque pude soportar dos años ignorándola, mientras intentaba
encajar en el grupo de Rose y Dove para no sentirme rechazada,
aun sabiendo que había veces que Marta no estaba bien por mi
culpa.

No puedo decir realmente que comprendo su sufrimiento, pero sé


que te sientes ahogada y que parece que te aprietan los órganos.
Nadie nunca entendería las cosas que hacemos por supervivencia y
aunque una parte de mí dice que Ángel Fairchild tiene razón, no
puedo evitar sentirme mal porque no soy insensible y no puedo
evitar sentirme mal.

El corazón lo siento en la garganta cuando Caelus toma una curva


en medio del camino, los neumáticos rechinando contra el asfalto
cuando parece que vamos a caernos, pero él hace una maniobra
que sale perfecta y reconozco perfectamente a donde nos dirigimos
que no es perfectamente al centro de Hiverdele.

Hay vibración cuando pasamos por encima de las rocas, entramos


al bosque y aprieto más el agarre que tengo para evitar caerme
mientras la maleza nos pasa por encima de la cabeza.

Está anocheciendo, pero últimamente anochece tarde y es por eso


que aún hay claridad, aunque son más de siete de la noche. Caelus
estaciona la motocicleta en algún momento y ahora me gustaría
estar en mi cama con la cabeza enterrada en la almohada que estar
aquí, pero no puedo hacer nada y ese es otro problema.

Me mira por encima del hombro, mientras sus pies están haciéndole
estabilidad a la motocicleta para evitar un accidente, se saca el
casco de color negro y apaga el motor.

Es una petición silenciosa a que me baje y es exactamente lo que


hago, estirando mis piernas y tratando de controlar el latido que
tengo en la cabeza.

«No quiero estar aquí». Parece que entiende lo que siento y una
sonrisa burlona se extiende por su rostro. Lo conozco tan bien, que
me gustaría pensar que no disfruta ver la mueca de aflicción en mi
rostro, pero no es así. La disfruta y mucho, tanto que resulta molesto
y no puedo controlar lo que pasa por mi cabeza una y otra vez.

—Estoy cansada, deberías decirme qué es lo que hacemos aquí de


una vez en lugar de andar con rodeos.

Su sonrisa se hace más grande y ladea el rostro mirando el lugar.

—¿No te parece bonito el lugar?

—Es peligroso...—

Mi contestación lo hace carcajear.

—¿Peligroso por qué si sabes perfectamente que los monstruos que


hicieron esa aberración son tus propios amigos? No entiendo que es
lo que debería darte miedo si convives con el enemigo desde hace
años.

Trago saliva, moviendo mi cuello ligeramente, nerviosa.

—Deberíamos volver, Caelus. — repito.

—No hay prisa, todos están en sus mundos y me parecía perfecto


desviarnos solo un poco antes de llevarte a casa para que enfrentes
tus problemas.

—Si querías distraerme podías haberme llevado por un helado. —


comento y él, rueda sus ojos al cielo.

—Eso sería una cita para todos los que nos vean ahí, no tengo
ganas de alimentar rumores sobre un romance que no existe y
menos ahora que tengo novia además de que ya te paso la etapa
esa de «estoy enamorada de Caelus» cuando solamente eran
ganas de joder porque estás bien enamorada por tu propio hermano
prácticamente desde que naciste.

Suelto un bufido.
—No tiene sentido que digas esas estupideces ahora...—

—¿Por qué no si son lindos recuerdos? — sigue y me doy cuenta de


que solamente quiere joder.

Me cruzo de brazos sobre el pecho y le doy una mirada dura.

—Tengo muchas cosas en que pensar como para perder tiempo


aquí.

—¿Perder tiempo? — Inquiere con ironía— Si es divertido estar en


el lugar donde acabamos con la vida de una de tus mejores amigas.

Doy un paso atrás y mis brazos se caen a mis costados, sin fuerza.
Por la forma en la que lo dice no puedo evitar sentir una presión en
el pecho y entorno mis ojos porque nunca habíamos hablado sobre
ello y, de hecho, todos los involucrados habían hecho como si nunca
hubiera sucedido nada.

«Pero desde luego que sí sucedió».

—Deja de poner esa cara de velorio.

—¿Podemos irnos? No me gusta estar aquí.

Menea la cabeza.

—Pues no.

—Caelus, por favor...—

—Deja de rogar porque te ves ridícula.

—¡Ridículo tú que me trajiste aquí sabiendo lo mal que me siento


con lo de Marta para juntar también el remordimiento de Katherine!

—No le hicimos daño a Marta. — me recuerda y siento una punzada


en la cabeza.
Aprieto mis puños.

—¡No tú, pero yo sí! —Exploto y las lágrimas me llenan los ojos—
Entiende que por mi culpa ella estaba así.

Caelus me observa con atención y me doy cuenta lo que he hecho.


Doy un paso atrás, pero él da uno adelante y de repente me aterra
lo que veo en sus ojos a la vez que la noche cada vez más se
aproxima, la claridad comienza a ser nula y el sol se oculta para
darle paso a la luna.

—¿Qué acabas de decir?

Da un paso adelante y yo dos para atrás.

—Vámonos. — insisto.

Menea la cabeza.

—No.

—Caelus...—

—¿Entonces era eso? — sus ojos se concentran en los míos a la


vez que pregunta. — El remordimiento era porque tienes algo que
ver con lo que le sucedió a Marta Cox, que interesante Jake.

—Bájale a esto...—

—¿Por qué voy a bajarle a "esto"? — su voz se escucha decidida y


es muy claro que está irritado. — Solamente quiero entender que es
lo que Ángel sabe que no sé yo para entender todo lo que sucede
porque sé que me estás ocultando cosas, Jakeline y tú me lo vas a
decir.

—Caelus...— mi voz suena baja, como un pequeño hilo a punto de


romperse y la sonrisa torcida que se extiende por su boca no me
gusta ni que dé un paso hacia atrás, pasando la mirada por todo el
lugar.
Sé lo que va a hacer, cuando esconde sus manos dentro de los
bolsillos de su pantalón de jean azul marino. Parece que está
relajado, por la expresión que hay en su rostro, pero que se le
marquen las venas del cuello y del brazo significa todo lo contrario.

Lo conozco tanto para saber que está reprimiendo todo lo que pasa
por su cabeza lo que hará su estallido más catastrófico. Le ocasioné
problemas pidiéndole que salvara a Marta, que Caleth se enterara
fue la cereza del pastel y que Sonia haya matado a Marta lo jode
todo.

Va a explotar el cualquier momento, pero sé lo que hará antes y es


torturarme. Va a encontrar la manera de lastimarme porque conoce
mi punto débil, es mi mejor amigo, pero de igual forma encontrara la
forma de llevarme al precipicio donde casi puedo perder la vida, más
que ahora que sabe que tengo cierta conexión con Ángel.

Su orgullo no va a aceptar que alguien más que no sea él pueda


conocer mis secretos y es por eso que va a jugar sucio, utilizando
mis inseguridades y mis problemas para ganar la batalla. No pienso
luchar contra eso, así que cuando sus ojos se fijan en mí, sé lo que
se viene.

—¿Recuerdas ese día? — su voz se escucha sombría y eso me


hace tragar saliva.

Muevo mis manos, nerviosa.

—¿Cómo voy a olvidar ese día? — pregunto con ironía.

—El día donde nos unimos realmente — prosigue como si nada. —


Te conté mi mayor secreto, porque ya desde hace tiempo estaba
guardando el tuyo.

—Me hiciste culpable también.

Él rodó sus ojos.


—¿Se supone que eso debe hacerme sentir mal? Porque yo no me
arrepiento de nada.

—Lo sé y no estoy pidiendo que lo hagas.

—Que inteligente, Jakeline — sigue — Me gustaría que utilizaras


esas neuronas mucho más que para ser una respondona.

Me cruzo de brazos. Está atacando por los lados y me molesta que


no sea directo.

—¿Y eso qué tiene que ver? — me quejo y entonces, un poco


irritada por todo, más por el hecho evidente que no debería estar
aquí, continuo: — Sé que me trajiste aquí por una razón, así que
suéltala y ya sin rodeos.

—Ok. — una sonrisa burlona se extiende por su rostro —


Permíteme recordarte entonces, que un día como hoy exactamente,
Katherine Bush murió asesinada injustamente en este mismo lugar,
pero su cuerpo fue encontrado dos días después cuando su pobre
mejor amiga, que había pasado la tragedia con ella, fue capaz de
contar entre sus delirios la ubicación del cuerpo y desde ese día, el
acantilado Hernos es considerado el lugar más peligroso del pueblo.

Mis ojos se concentran en su cara, ya está. Ya lo dijo, pero sé que


quiere más, que no es suficiente así que prosigue: — Todos dicen
que fue por problemas de su familia, de hecho, la versión del
periódico y las noticias fue por una deuda que tenía Rodrigo Bush
cuando la verdad detrás de todo es que...—

—Ustedes mismos la asesinaron — finalizo por él. La historia y los


hechos me los sé de memoria, por lo que no es necesario que lo
diga.

—Por nosotros y por sus propias hermanas — dice, como si le diera


satisfacción hacerlo. Una mueca llena de dolor se hace en mi rostro
y la sonrisa no deja el suyo. — Inclusive su propia mejor amiga
participo en ello.
—No estaba aquí. — me defiendo — No estaba aquí cuando eso
sucedió.

—Nos ayudaste con la evidencia y la coartada — Caelus alzó una


ceja, recordando — Lo hiciste cuando fácilmente pudiste ir y decir
toda la verdad. Te pusiste de nuestro lado, nos ayudaste, pero
también lloraste sobre su urna como si no tuvieras idea de quienes
fueron los que acabaron con su vida y déjame decirte que eso es
tan hipócrita de tu parte.

Da un paso al frente.

—Recibiste todos los mensajes de apoyo, pero dejaste de lado a


Marta Cox cuando Katherine murió. — Sigue — Luego,
mágicamente ella nunca fue nada para ti y ahora eras amiga íntima
de las hermanas de tu supuesta mejor amiga que también ayudaron
a matarla porque ellas mismas no soportaban que su propia
hermana fuese un poco más importante que ellas. — Se ríe —Un
círculo de hipócritas, porque una cosa es que Katherine nunca fuese
importante para nosotros y otra muy diferente es que tú, aun
diciendo que la amabas y que nunca te perdonarías lo que
permitiste, seguiste con nosotros y con sus propias homicidas como
si nada.

—Lo hice por...—

—Por sobrevivencia, sí. —Se burla— Pero pudiste fácilmente


alejarte, pero no lo hiciste, Jakeline. Soportaste todas las cosas,
dejaste de lado tus códigos morales estúpidos cuando sabes
perfectamente que muchas de las cosas que haces están mal para
la sociedad. Me pediste ayuda con Marta, te la di...— da un paso
adelante y me quedo quita, sin retroceder perdiéndome en el azul de
su mirada— Pero sabías que no serviría para nada porque ella
estaba muerta desde que Rodrigo Bush la tocó. Tú sabías de eso
también, si tanto la hubieras querido como dices y te recriminas por
no haberla ayudado, cuando todo comenzó hubieras pedido ayuda
para salvarla desde el primer momento que todo sucedió, pero no lo
hiciste... Lo hiciste ahora, cuando era más que evidente que no la
salvarías al menos que le pudieras lavar el cerebro y cambiarla de
cuerpo haciéndola una persona completamente nueva, pero eso es
imposible incluso para nosotros que tenemos tanto dinero, hay
cosas que se nos escapan de las manos, pero sabes perfectamente
que de haber querido ayudar, lo hubieras hecho, pero no lo hiciste,
Jake. Entonces es injusto y estúpido todo lo que dijiste y pensaste,
pero desde luego hay algo que no me estás contando.

—Caelus...—

Se acerca más y toma mi rostro con su mano. El contacto del


material frío de los anillos contra mi piel me da cierto cosquilleo y el
corazón me late con fuerza contra la caja torácica.

—Dímelo.

—No puedo.

Parece que sus ojos se encienden con fuego y su agarre en mi


mandíbula comienza a doler.

—Ah, ¿sí? No puedes, que jodidamente interesante. — La vena de


su frente aparece por lo tenso que esta — Entonces, de ahora en
adelante resolverás tus problemas sola y no vas a meternos en ello
porque, así como no «puedes», yo jodidamente «no quiero».

No respondo. Hay un pequeño duelo de miradas que me duele al


igual que la mandíbula por la fuerza que ejerce y pienso que va a
alejarse, pero no lo hace. Solamente se acerca más y siento como
se pega mi espalda contra un árbol.

—Disfrute tanto matando a la hija de perra de Katherine, ¿sabes?


Me gusto sentir su sangre contra mi mano, me gusto ver el miedo en
sus ojos cuando se dio cuenta de lo que iba a suceder y cuando su
propia hermana fue la primera que le dio una puñalada — la frialdad
de sus palabras solo empeora mis latidos — Ella se dio cuenta de
con quienes estaba jugando y a quienes intento verles la cara,
Jakeline... Katherine pidió que la dejáramos, pero fue Dove quien
termino cortándole la garganta y silenciando sus peticiones.

Su mano libre desciende y se posa en mi cuello.

—¿Te imaginas cómo se sintió?

Con mi mano tomo su muñeca y hago presión para alejarlo.

—Basta.

—¿Te dio miedo?

—No, solamente me da asco imaginarlo.

—No fue asqueroso, fue... placentero ver su rostro lleno de pánico y


que sus peticiones en nombre de clemencia fueran hacia la misma
persona que pidió que hiciéramos eso. — una sonrisa tensa toma su
rostro — Porque te podría decir que fue por mí, pero hicimos eso
por él. Porque él lo pidió y por lo que Marcus ocasionó además de
Katherine quiso jugar con nosotros sin darse cuenta de que siempre
estábamos un paso delante de todo lo que intento.

—¿Katherine te lastimo?

—Katherine me asqueo y creo que merecía una muerte mucho más


dolorosa de la que le dimos.

Siento un nudo en mi garganta.

—Marta no tenía que estar ahí, no tenía que presenciar todo eso...
— susurro, perdida en la imagen que brinda mi cabeza y él sonríe
con burla.

—Marta iba a mancharse así no estuviera ahí ese día— su voz es


lenta, ronca y pausada. — No iba a escapar de las cadenas que
tenía con grilletes en los pies.

—¿Por qué no la mataron?


—Porque no íbamos por ella, Jakeline. — dice y que use mi nombre
completo solamente demuestra que está molesto, quizá tanto que el
agarre en mi mandíbula es tan fuerte que me lastima, pero no soy
capaz de decirle nada. No cuando siento que merezco toda la
violencia que está empleando porque quizá sea una forma del
destino de cobrármelas todas y quizá tiene que ser más cruel.

—Debiste hacerlo...— susurro tratando de ignorar el ardor que toma


mi quijada por hablar y él me observa atento. — Debiste hacerlo, así
ella tal vez hubiera evitado tanto sufrimiento y....—

—¿Por qué te esmeras en creer que somos los buenos? — sisea y


me suelta, haciendo me lleve la mano a la mandíbula para tratar de
aliviar la presión que siento justo ahí. Mira al cielo y suelta una
carcajada antes de mirarme y señalarme con su dedo — Estoy
cansado de esa mierda, ¿sabes? Es como si tu cabeza intentara
disfrazar que hacemos cosas inmorales por el bien de las personas
cuando es muy claro que no es así.

Da un paso hacia mí, recuperando el espacio que había dejado


cuando me soltó.

—No somos buenos, no somos héroes. Matamos, hacemos daño y


nos gusta porque así somos, así nacimos y así es nuestra
naturaleza. No nos importa a quien nos llevemos por delante con tal
de cumplir lo que queremos y no nos molestamos en tratar de
taparlo porque somos malos, Jake. Así nacimos y así moriremos
porque nos gusta ser unos hijos de puta llenos de dinero que hacen
cosas retorcidas por diversión y placer, no vamos a cambiar por
nadie y nunca hacemos algo para un fin bueno ni solidario.

Cada cosa que dice me atormenta y como si no le bastara, sigue:

—Te ayudé a buscar a Marta porque también quería encontrar a


Marcus Bundy ahí, ver cómo actuaria Ángel al ver que su peor
enemigo ha estado entre nosotros como una maldita sombra,
solamente estaba probando la lealtad de todos y dándome cuenta
de que Lucy lo conoce y él la conoce a ella. — Busca mis ojos — No
lo hice por ti ni para salvarla porque realmente que ella haya sufrido
no me importa en lo más mínimo porque no era nadie importante
para mí, solamente era una rata más que merecía...—

—Ser eliminada—respondo con hilo de voz y doy un paso al frente,


levantando mi cabeza ligeramente para poder verlo a los ojos
porque él es más alto que yo — Piensas eso solamente porque
desde pequeño te hicieron creer eso, pero sé que no eres tan malo
o al menos es lo que quiero creer, quedándome con las cosas
buenas que has hecho por mí, por Joseph y la forma en la que
cuidas a tus hermanos y ahora proteges a Lucy.

Me agarra del cuello y sonríe, pero como siempre la alegría o la


burla que aparenta tener, no les llega a los ojos.

—¿Y qué harás con eso? — Se burla — ¿Vas a hacerme cambiar?

—No. —Respondo con firmeza— Porque sé que no lo harás, pero


solamente quiero que entiendas que no soy como tú.

—Eso no te impide hacer cosas malas, Jake porque sé que las has
hecho— susurra — Y pronto voy a descubrirlo todo, así como tú
sabes las cosas que nadie sabe de mí, quiero saber todo incluido lo
que tanto escondes.

—No lo digas como si eso fuese un premio porque también cargo el


peso de tus errores en mis hombros.

—Dejará de ser un peso cuando te des cuenta en qué mundo


naciste y abras los ojos —suelta— Inclusive, te dejara de doler lo de
Katherine y lo de Marta cuando aceptes que todo lo que hiciste es
por pura supervivencia y llegara el momento donde disfrutes tener
tanto poder.

—No creo que eso que dices llegue en algún momento.


—Pues deberías obligarte a cambiar de forma drástica porque
mentir y mentir no te salvara de nada cuando el peor enemigo que
tienes eres tú misma y pronto vendrán otros más que intentaran
destruirte — susurra, con la mirada oscura y el semblante macabro
— Porque si, Jake. Huelo que la destrucción viene a nosotros, que
van a intentar jodernos y que esta vez, tendremos que valernos de
todas nuestras fuerzas para ganar y debo saber si cuento contigo o
si eres una rata que no dudaré en triturar.

No puedo evitar recordarme de la carta. La amenaza clara se repite


en mi cabeza y siento una presión en el pecho a la vez que siento
que debería decirle.

—Todos nos unió desde la muerte de Katherine y no sería capaz de


hacer algo en tu contra...— digo y él me aprieta el cuello con más
fuerza.

—Espero no tener que hacer algo en contra de ti por tu maldita


terquedad y moralismo— habla— Porque si haces algo, Jake... no
dudaré en cortarte la cabeza y sacarte todos los órganos mientras
estés viva.

—Si quieres lo haces ahora— le doy una mala mirada — Si tanto


desconfías de mí, hazlo en este preciso momento.

Sonríe de medio lado.

—¿Así de fácil?

—Así de fácil.

Aprieta con más fuerza y a mí se me encienden los ojos.

—No te tengo miedo.

—¿Crees que te consideraría mi única amiga si me temerías? — Se


burla — Veo el potencial en ti, solamente tienes que dejarte fluir y
dejarte de recriminarte la mierda que no te llevara a nada más que
tu propia muerte.

Mis ojos se concentran en los suyos, las ganas de abrazarlo me


inundan, pero sigue apretando mi cuello y sé que está molesto. Sé
que va a decir pronto lo que en verdad quiere decir y en el mismo
lugar que murió Katherine, junto con uno de sus homicidas y siendo
yo una de las cómplices, no puedo evitar soltar:

—Mis padres quieren saber de quién es el bebé...—

Me mira, sin decir nada más y me coloco de puntillas cuando me


aprieta con más fuerza el cuello, pero no tengo miedo porque sé que
no me haría daño. Al menos no ahora, no cuando sabe que no hay
ningún motivo.

—Les voy a decir la verdad. — Confieso — Tengo miedo, pero creo


que he hecho cosas peores como para tener que ocultarles algo
como eso. Soy consciente de que es algo malo, ¿sabes? Sé que no
es algo normal estar embarazada de tu propio hermano, quererlo y
querer el bebé que crece en mi vientre, pero tampoco es bueno todo
lo que hacemos. Todo lo que ellos hacen.

—¿Y si reaccionan de mala manera?

—Me iré de casa y hablaré con Joseph. Entenderé si él no quiere


irse conmigo o si le aterra lo que nos caerá encima cuando la
prensa se entere de que somos unos engendros.

—Te sorprendería la cantidad de personas que apoyaran lo que


sucede porque el mundo en realidad está muy jodido, pero habrá
otras que estarán en contra y dirán que estás loca...— me mira —
Pero siento que realmente estar loco es relativo, porque para lo que
a ti te parecerá bien, a otros le parecerá mal y tú tienes una ventaja.
Tienes dinero, Jake y el dinero es capaz de hacer todo y cambiar las
reglas a tu favor.

—¿Crees que esté equivocada al tener al bebé? — le hago la


pregunta que más ha rondado en mi mente, la que me persigue en
los sueños y en cada momento.

No responde, solamente me mira por unos segundos donde siento


que quedaré sin aire por su agarre en mi cuello. Su cuerpo denota
salvajismo e ira, pero se contiene.

—La única vez que tuvimos sexo fue para descubrir mis sospechas
de que algo pasaba entre Joseph y tú. Te vi de forma insignificante
hasta que todas esas contradicciones en tu rostro, la forma en la
que mentías y muchas veces dejabas de hacer cosas por ti por
complacer a los demás me hicieron darme cuenta de que no tan
insignificante como parecías y luego te conté mi secreto, te conté lo
que sucedía en mi familia y no te fuiste a pesar de haberte
asustado, seguiste ahí y no le dijiste nada a nadie aunque
fácilmente podrías haberlo hecho— me mira — No me debías nada
y aun así seguiste guardando cosas por mí, así que espero que en
algún momento aceptes como eres y tus decisiones sin importar las
repercusiones que tendrán en otros porque ser egoísta no es tan
malo como hacen creer.

—Los secretos que tengo de ti son los que más pesan.

Eso lo hace sonreír.

—Mi iniciación, la estructura familiar en la que me crie, mis madres y


la terquedad que me llevo a descubrir que mi madre biológica era
Sophia Fairchild, aunque descubrir quién es la biológica está
prohibido. Me ayudaste a descubrir las mierdas que hacía Rodrigo
Bush y que quería joder a mi padre, entendiste mi decisión cuando
Pruslas murió, cuando Marcus asesinó a la prometida de mi
hermano...—

—Unas de las cosas que te llevó a hacer lo de Katherine.

—Voy a darle caza a Marcus y también ayudaré a matarlo porque


también tengo motivos— la frialdad en sus palabras no me
sorprende ni lo que dice, porque era algo que siempre imagine. —
No lo hice hace dos años cuando todo sucedió, pero ahora que
sabemos que se alió con Rodrigo y que tiene tan pocas neuronas
como para meterse a la boca del lobo cuando debería estar en la
Patagonia escondido debajo de una roca intentando hacerse una
jodida hormiga para evitar que lo descuarticemos...—
—¿Los vas... matar?

—Los mataré a todos, inclusive a Rose por ser de esa familia. —


susurra— Mi padre autorizo lo que haremos y les daremos caza
hasta que ningún Bush respire sobre este mundo y colgaré la
cabeza de cada uno en la entrada del pueblo mientras a Marcus lo
dejaré en las mazmorras haciendo su infierno personal por quitarnos
lo más sagrado que tenemos y es nuestra familia.

—Ese es otro de tus tantos secretos. — susurro tratando de


liberarme porque el agarre es muy fuerte, pero él me lo impide.

—No. — Su voz suena grave— Es nuestro secreto porque tú


también lo cargaras en tus hombros y lo sabes.

—Tú también sabes mis secretos.

—No todos. — Sus ojos se concentran en los míos y ladea la


cabeza — ¿Ángel los sabe, no es así? Él los sabe todos.

—Caelus...— advierto cuando su agarre es muy fuerte.

—Jakeline.

—No es lo que seguro piensas.

—Pero sí es algo— sus ojos se buscan algo en los míos — Y que lo


sepa él no me gusta porque sabes que solamente esta para él, para
nadie más y no dudara en joderte si no, le cumples los caprichos y
tú lo sabes.

—No... puedo respirar— murmuro, con él poco de aire que me


queda dentro de mis pulmones y Caelus me suelta de golpe
haciendo que abra la boca para agarrar todo el oxígeno que puedo.
Me duele la garganta, la mandíbula y sé que quedara una marca de
sus manos en mi cuello.

No luce arrepentido, es más, solamente me da una mirada que no


logro entender y se da la vuelta, dándome la espalda.
Por el silencio que hay, puedo escuchar las olas rompiendo contra
las rocas. El acantilado debe estar cerca y ladeo mi cabeza, mis
ojos mirando el cielo donde ya comienzan a verse las estrellas en
toda esa oscuridad que ha remplazado el azul celeste.

—Vámonos. — dice y comienza a andar, dejándome ahí parada,


pero agarro su brazo, haciéndolo detener el paso y voltear a verme.

Cierro mis ojos y las palabras salen por si solas:

—Recibí una carta — suelto con rapidez — recibí una carta cuando
fuimos todos a San Lucifer, era una amenaza donde dejaban muy
claro que no querían que tuviera el bebé, que tendría que pagar
todo lo que he hecho y que sabían todo, Caelus y la letra de la carta
era de... era de Katherine.

No le doy tiempo a responder porque continuo como si eso cesara la


presión que hay en mi pecho ni me pongo a pensar si estoy
cometiendo un error al decírselo.

—¡Sé que es de ella porque reconocería su letra en cualquier lugar!


— exclamo — La recordé al ver un pequeño marco de una fotografía
donde estábamos todas, incluida Marta en el pequeño cuarto donde
encontré las sábanas para tapar la desnudez de la castaña cuando
la rescatamos y es exactamente igual. — Mi mirada se concentra en
la suya — Tengo un presentimiento de que la carta se conecta con
la explosión y que quizá todo eso haya sido obra de Marcus, incluido
el cadáver del hermano de Dorian el cual tuvimos que desaparecer...

—No hay posibilidad de que Katherine este viva — dice,


interrumpiéndome y siento cómo galopea mi corazón enardecido
dentro de mi pecho porque sé que tiene razón. El cuerpo de
Katherine quedo destruido y no estamos en una jodida película
sobrenatural para que los muertos revivan lo que aún es más
peligroso porque...
—La única respuesta que consigo es que alguien se está pasando
por ella. — digo y decirlo en voz alta lo hace más real.

—¿Crees que eso tenga que ver con Marcus?

Yo asiento, pero su gesto hace que el latido constante que noto en


la cabeza empeore.

—Ellos se conocían, ¿no? — pregunto con cierto nerviosismo


esperando que la respuesta sea un rotundo no.

—No tengo idea, pero si Rodrigo y Marcus son socios, seguro lo son
desde hace años y eso implica que se conozcan o que exista una
posibilidad de que ellos se hayan visto o compartido palabras, hasta
quizá algo más...—

—No sabía de Marcus hasta que me lo presentaste— le soy sincera


— Katherine ni sus hermanas hablaron de él nunca.

—No tiene sentido que Marcus intente vengar la muerte de


Katherine cuando sus propias hermanas participaron y su propio
padre aceptó que sucediera algo así— me dice— ¿Entonces qué es
lo que juega Marcus Bundy en todo esto?

Le suelto la mano y miro el lugar. El acantilado Hernos que es tan


conocido como la estatua de la libertad para los miembros de este
pueblo, pero el primero por el incidente perturbador que sucedió
justo aquí.

Regreso la vista a Caelus.

—¿Y si se trata de alguien más y quieren hacernos pensar que es


Marcus?

—No lo sé, pero lo que si se es que esa persona o esas personas


quieren algo y es venirse en contra de todos nosotros y destruirnos
— me mira — Te hicieron explotar el puto auto, pudiste haber
muerto al igual que Lucy y eso solamente demuestra que no nos
quieren asustar, que lo que quieren es matarnos, Jake, lo que
significa que todo lo que me ocultas debes decírmelo porque la vida
de todos está en riesgo.

Siento una contradicción dentro, pero simplemente suspiro y me doy


cuenta de que no tengo otra alternativa porque sola no puedo con
todo.

Quizá contárselo a Caelus me ayude a librarme de Ángel, pero eso


también implica decirle que asesiné a alguien y que no siento
remordimiento por ello, al menos no cuando no lo pienso demasiado
y que estaba a punto de hacerlo otra vez, que no me dio miedo
matar, sino que me pillaran o que me saliera el tiro por la culata
porque Rodrigo Bush no es cualquier estúpido.

Me debato internamente por mis opciones y me doy cuenta de que


no importa realmente lo que diga cuando él ha hecho cosas peores
porque realmente ninguno de nosotros somos lo que parecemos,
inclusive ni siquiera la misma Lucy que al parecer, oculta tanto y
hasta mucho más que nosotros.

Doy un paso hacia atrás, sintiendo las hojas secas partirse debajo
de mis pies.

—Hace un año exactamente, acompañe a Ángel a San Lucifer


porque él me salvó de las garras de Rodrigo Bush mucho antes de
que Katherine fuese asesinada y que todo el desastre sucediera en
tu familia por culpa de Marcus — digo sintiendo un peso menos
encima — Pero no me salvó gratis, a cambio le dio a Marta y le dijo
que yo era él, aunque nunca me ha tocado ni espero que lo haga.
Me di cuenta de que Rodrigo estaba jodiendo a Marta, así como
jodió a sus propias hijas cuando descubrí que Marta comenzó a
cortarse porque el muy hijo de puta la violaba y comenzó a jugar con
su cabeza también. Tuve mucho miedo y cuando Ángel fue a mi
casa a pedirme que lo acompañara a San Lucifer acepte sin saber
que ese mismo día, tendría que matar con mis propias manos a
alguien mientras Ángel me observaba sin hacer nada, solo riendo y
diciendo que estaba creando a un monstruo, pero ese día no
solamente fue una persona, ese día fue una docena de días que
quite porque tu primo tiene negocios raros que su padre financia y
acepta como si se trataran de vender jodidos chocolates. Aún
recuerdo la sangre sobre mis manos y las súplicas de esas
personas para que les diera otra oportunidad, pero Ángel había sido
muy claro en que me dispararía si no lo hacía, entonces, preferí
salvarme una vez más y eso, nadie lo sabía además de él y yo,
hasta ahora...
Capítulo 79 (*)
LUCY

Las rodillas se me debilitan, siento que todo me estorba y que me


están enterrando un cuchillo en el pecho por el dolor que siento
justo ahí.

Eso y la ira que me carcome cada célula del cuerpo. Mi cabeza


solamente procesa lo que Crono dijo y lo que está ahí, pintado en el
letrero con color rojo carmesí. La última letra del nombre de mi
madre escurre y gotea al suelo formando un pequeño charco de
color rojo.

—¿Es sangre? — Escucho que le pregunta Joseph a Caleth, pero


mi cabeza solamente me juega sucio, recordándome cosas que me
colocan a temblar con la vista fija en el letrero. No soy capaz de
escuchar lo que el resto dice, ni siquiera sé quién coloca su mano
en mi hombro.

Tengo los ojos cristalizados, exactamente como los tenía esa vez,
ese día donde estábamos en medio de la nieve en Rusia, pero esa
no era una experiencia linda para mí, porque mi mamá no estaba
sonriendo como a mí me gustaba, mamá en cambio, estaba dormida
en el suelo y de su cabecita salía sangre.

—¿No tienes frío?— pregunté con la voz débil. No sabía que era lo
me habían hecho, pero sentía una punzada horrible en mi cabeza y
había una venda, tapándome la mitad de ella.

Me abrazo a mí misma, y no sé cómo hacer lo mismo con mi mami


que está dormida y sin nada de ropa al igual que yo. No sé cuándo
nos trajeron aquí, no recuerdo casi nada y los dientes me rechinan
por el frío que siento.
—¿Mami? — susurro, arrastrándome con cuidado hasta llegar hacia
ella. —Mami, despierta. No sé qué fue lo que paso, tengo miedo,
mami. Despiértate, por favor.

Mi manito se coloca contra su mejilla. Su cuerpo está tan frío, que


me acerco y trato de cubrirla con mis brazos percatándome de no
hacerle daño porque tiene heridas por todos lados.

Coloco mi mejilla contra su piel y cierro los ojos, encogiéndome


sobre mi lugar, sintiendo como la nieve choca contra mi cuerpo y lo
único que quiero es a mi mami despierta, comer galletas y ver su
sonrisa.

Solamente quiero que abra los ojos...

—Mami, por favor abre los ojos. — digo, con mis ojos cerrándose
solos por el cansancio y me quedo quieta, esperando que ella haga
lo que le pido, pero no lo hace.

Mis ojos se concentran en su nombre, regresando a la realidad y por


mis ojos pasa lo que sucedió después de que despertara en el
bosque de Moscú en donde nos encontrarían tres días después.

—¿Quién es ella? — pregunta el hombre que utiliza un uniforme a la


mujer que me entrego una toalla para cubrir mi desnudez.

—Es su hija, oficial— responde con voz trémula, mirándome de


reojo — La encontramos junto al cuerpo de Alukah que ya entraba
en fase de descomposición.

—¿Ella tenía una hija? — el hombre me observa de arriba abajo,


pero nada me importa porque lo único que quiero es que mami me
abrace— ¿Y qué le sucedió?

—¿A ella o Alukah?

El oficial le da una mala mirada a la mujer y ella se apresura en


responder: — Ella tiene los pies quemados por el hielo, golpes en
los muslos, está deshidratada, tiene una contusión grave en la
cabeza y...

—¿Y qué?

—Creo que le hicieron una especie de trepanación, pero no en el


cráneo. A ella se lo hicieron en la parte posterior izquierda de la
cabeza, pero no entiendo con qué fin le hicieron algo así a una niña
de diez años...

Ambos me miran y yo solamente tengo la vista al frente,


abrazándome a mí misma y pensando en lo único que quiero y es a
mi mami. No respondo las preguntas que hacen, pero si soy llevada
al lugar donde tienen el cuerpo de mi madre que tiene los ojos
abiertos mirando el vacío mientras la palabra muerte se repite por mi
cabeza una y otra vez.

Siento que unos brazos fuertes me sostienen, trayéndome de vuelta


al presente. Muevo mi rostro para concentrarme en los ojos de
Crono que es quien me tiene y siento las lágrimas gruesas que ni
siquiera sabía que estaba soltando, rodar por mis mejillas.

Caleth está a unos pasos de mí, con el teléfono celular pegado a la


oreja. Ángel me observa con sus manos guardadas dentro del
bolsillo y una motocicleta aparta cerca de nosotros, pero estoy
bastante aturdida para ver quiénes son.

Reconozco las nuevas voces que parecen completamente


confundidas de que estemos aquí. Caelus y Jake, pero me
estremezco entre los brazos de Crono queriendo caer de rodillas al
suelo o dejar de ver el nombre de mi madre ahí.

Me siento tan débil, tanto por lo que veo como por lo que recuerdo y
no me gusta sentirme así. No me gusta repetir los recuerdos más
dolorosos que tengo, no me gusta volver a imaginar esos tres días a
la intemperie donde solamente lloraba y trataba de sobrevivir al frío
que me carcomía los huesos, donde me aferraba al cuerpo de mi
madre con la esperanza de que ella despertara, pero la verdad es
que nunca lo haría.

No lo entendí hasta después, cuando la misma mujer que le explico


al oficial que luego supe que era de policía, mi estado y me preguntó
si recordaba lo que me había pasado. Le respondí que no, porque
era cierto y ella dijo que podía ser por lo que tenía en la cabeza.

Esa era otra cosa que no entendí, hasta tiempo después cuando
supe el verdadero significado de lo que me habían hecho. De hecho,
no entendía muchas cosas hasta que una semana después, cuando
estaba en una casa de acogida, en una noche lluviosa donde el
cielo parecía entenderme, recordé aquello que por alguna razón
había olvidado y entonces supe todo lo que tuve que pasar.

Todo lo que ella tuvo que pasar.

Mi madre apareció en los periódicos de toda Rusia con el


sobrenombre del monstruo que caminaba por nuestras calles y
entonces, el diez de diciembre del dos mil diez quedaría marcado
para siempre en mi vida.

En medio del caos que pasaba en mi interior, del efecto que había
tenido esa simple oración para mí, crucé miradas con Ángel
recordando esa vez en la cabaña donde le había visto leyendo ese
periódico que jamás olvidaría en mi vida.

No sabía si él sabía más de lo que aparentaba, lo más probable era


que sí, pero estaba tan afectada como para prestarle atención a ello.
Se podría decir que estaba en una especie de punto quiebre y que
si no fuese por los brazos de Crono, hubiera estado en el suelo de
rodillas con la vista perdida y sin fuerzas.

Pero ahí estaba él, sosteniéndome para evitar que cayera al suelo y
de alguna manera dándome algo de fuerzas.

—Necesito que vengan y quiten lo que hay en el aviso de


bienvenida— la voz de Caleth se escuchaba demandante y
entonces, rugió: — ¡Lo quiero ahora!

No sé si ellos sabían sobre mi madre, si tenían idea de quien era,


pero francamente, eso no me importo. Lo único que quería era
despellejar viva a la persona que había hecho eso, que había
intentado y de alguna forma había logrado joderme y en medio de la
noche, no pasaron ni media hora cuando tres hombres se bajaron
de una camioneta y cambiaron el letrero de bienvenida al pueblo,
metiendo el que tenía el nombre de mi madre, en la maletera.

Caleth se desordenó el cabello y asintió hacia el par de hombres


que le asintió de regreso y volvieron a meterse a la camioneta como
si nada hubiera sucedido mientras yo seguía consternada, fui
llevada de regreso a la limusina y esta vez, quede entre Sonia y
Caleth, que no emitían ninguna palabra al igual que el resto.

Caebrán se fue con Caelus en la motocicleta y en medio de todo lo


que pasaba por mi cabeza, me fije en los ojos de Jake que lucían de
alguna forma abatidos.

Nadie dijo nada mientras yo solamente me quedé quieta sin emitir ni


una sola palabra hasta que aparcamos frente a la mansión, donde
caminé sin mirar atrás hasta la habitación donde me encerré con
pestillo, caminando hasta la cama y escondiéndome debajo de las
sábanas y cerrando los ojos haciendo que pequeños fragmentos
pasaran frente a mis ojos.

Sangre, luces de colores, el sonido de una sirena, el frío de Rusia y


varios cuerpos sin vida pasaron frente a mis ojos antes de que me
quedara dormida o al menos intentara hacerlo, sintiendo mi cuerpo
ligero antes de que una presión se apoderara de mi pecho.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Me siento sobre la cama, pasándome las manos por la cara antes


de pestañear al ver mis manos llenas de sangre.
Mi mente intenta jugarme una mala pasada y la punzada en mi
cabeza me hace quedar quieta hasta que siento que pasa. Me
levanto, pasando mis manos por los costados de la misma ropa que
cargaba ayer como si quisiera cerciorarme de que no hay sangre en
mis manos porque no he matado a nadie.

O al menos, aún no lo he hecho.

Voy al baño, hago mis necesidades y me peino el cabello


tomándome mi tiempo. Mamá solía decir que adoraba el mío, que
era tan largo y tan oscuro que le encantaba, pero nunca entendí por
qué ella se lo había cortado hasta el cuello desde que nací.

Tampoco es que tuve el tiempo necesario para preguntarle esas


cosas y si lo hice, realmente no me recuerdo y eso me molesta.

Saber que mi mamá duro tan poco tiempo conmigo me hace hervir
la sangre y que fue por culpa de unos imbéciles que solamente
querían descubrir que es lo que pasaba por nuestras mentes, que
era lo que nos hacía ser así, me molesta. Que me hayan hecho
daño, me molesta. Que algunas veces no tengo control sobre mi
misma y termino cometiendo una locura, me molesta. Ahora que de
repente, mágicamente alguien ahora esté intentando jugar con mis
puntos débiles, me molesta.

Termino de peinarme y coloco el cepillo sobre el tocador. Me


concentro en la imagen que me brinda el espejo, tengo la nariz
enrojecida y por unos segundos, mi imagen actual cambia a una
niña de diez años llena de golpes con una venda en la cabeza.

Me llevo la mano a la cabeza y la imagen vuelve a cambiar.

Peleo que ese hombre, pero siento que no tengo la fuerza suficiente
para que se aleje.

Quiero que deje de hacerme daño, quiero que no me vuelva a tocar.


Siento algo extraño, es como si percibiría las cosas mejor, pero no
he podido dormir desde que desperté, estoy atada a una camilla y
por más que quiero que las ataduras desaparezcan, que deje de
tocarme y de palpar la herida que siento demasiado profunda, pero
que no puedo ver, es inútil.

Todo lo que intento es inútil porque no puedo salir de aquí.

—¿Y bien? — el hombre que ahora tiene una venda en el brazo, el


mismo que daba las órdenes y el que dijo que me haría daño,
pregunta de alguna forma impaciente.

Siento los labios resecos y tengo mucho frío. Necesito los abrazos
de mi madre, pero ella no está.

Ella no volverá.

—Tenemos que esperar los efectos de lo que le acabamos de hacer


— el doctor respondió enterrándome la jeringa en el cuello sin
ningún tipo de sutileza. Sentí entonces como poco a poco toda la
tensión que tenía en mi cuerpo se iba alejando, pero ahí fue cuando
intenté zafarme de los amarres que me mantenían inmóvil donde lo
único que repetía mi cerebro era que quería era salir de aquí y
abrazar a mi mami.

Necesito a mi mami, pero ella... ella ya no está.

Y cada vez siento que es inútil luchar, porque siento que jamás
saldré de aquí.

Me amarro el cabello en una coleta alta y le doy la espalda al espejo


para colocarme las botas negras que consigo el armario.

Sé que me están esperando abajo, sé que tendré que dar


explicaciones sobre lo que sucedió y que, en algún momento, si
seguimos así, tendré que explicarles realmente sobre mi madre,
sobre las cartas que recibí...

Pero también sé que me encargaré de esas personas o esa persona


que intenta jugar con el nombre de mi madre, que, si antes sentía
una extraña necesidad por descubrir todo, ahora voy a hacerlo sea
como sea porque siento que hay conexiones que no estoy viendo.

Me imagino lo que le haré al que coloco el nombre de mi madre, a


quien jugó con la carta más importante de mi vida y me envió las
fotos que me hicieron recordar todo, algo me dice que esa persona
tiene que ver con la explosión del auto de Jake, con el cadáver del
hermano de Dorian e inclusive con la muerte de Marta.

Camino hacia la puerta con el mentón en alto y controlo mis ganas


de destruir todo porque si algo he aprendido en la vida es que
ganará el más paciente, no el más fuerte ni el más inteligente, pero
eso no significa que la ira que siento desde ayer dejé de tomar el
control de cada célula de mi cuerpo, que no deje de pensar ni en
momento la forma en la que voy a sacarle los ojos al culpable de
todo esto.

Salgo de la habitación, cada paso que doy es un segundo que


cuento para destruir a todo aquel que ha osado ensuciar el nombre
de mi madre en este estúpido juego del gato y el ratón. Me obligo a
sonreír, como si nada hubiera pasado y me repito que nadie podrá
hacerme más daño del que me hicieron y que ese daño, me hizo
mucho más fuerte.

Espero encontrármelos a todos en la mesa, dispuesto a almorzar


como la realeza, pero me consigo otra cosa; Caleth, las cuatro
esposas presentes: Sonia, Camille, Sophia y Teodora, sus hijos, su
sobrino, Ken, la esposa de Ken y un hombre de cabello castaño,
espalda ancha y brazos cubiertos de tatuajes sentando en el sillón,
siendo el único que me da la espalda.

Crono levanta sus ojos de su teléfono, sus hermanos desde que


pise la sala me estaban mirando, el olor a incienso me llega de
inmediato y Caleth se levanta con una sonrisa, caminando hacia mí
lo que hace que la atención de Ken y de su hijo también se coloque
sobre mí.
No sé qué es lo que sucede, pero dejo que sus brazos me cubran
en un abrazo fuerte y luego sus labios besen mis mejillas de forma
sutil mientras hace todo eso con una sonrisa deslumbrante. Yo
sonrío también, aunque lo único que me gustaría estar haciendo en
estos momentos es descuartizar el cuerpo o los cuerpos de quienes
intentan pasarse de listos conmigo y juegan con el nombre de mi
madre.

Caleth me hace caminar hasta el centro donde puedo detallar al


hombre de barba ligera, cejas gruesas, grandes pestañas que
cubren sus ojos azules intensos y camisa roja de mangas cortas que
deja a la vista sus músculos trabajados.

Él se lleva la copa que tiene un líquido de color verde burbujeante y


se da un trago evaluándome de arriba abajo.

—Es ella de quien te estábamos hablando — suelta Sonia desde su


sitio, por alguna razón con un tono quisquilloso y hasta podría
decirse que suena orgullosa de lo que dice y no sé qué es lo que
están haciendo o lo que pretenden hacer.

Busco los ojos de los chicos que tienen los rostros en blanco, que
no esté Jake y Joseph solamente me deja en claro que debieron
haberse ido a su casa y eso me enoja un poco, porque quería
preguntarle un par de cosas a Jake. No entiendo que es lo que
pretende Caleth con todo esto en vez de estar buscando las
respuestas a todo lo que está pasando, pero tampoco siento que
debo exigir respuestas aquí y mucho menos delante de un
desconocido.

—Se parece mucho a la foto. — responde el hombre, colocando la


copa en la mesita de vidrio a su lado y luego, colocando sus codos
sobre sus rodillas que las cubre un pantalón de vestir negro.

Tiene un acento que reconozco de inmediato porque es el mismo


que tenía mi madre y el mismo que tengo yo.
—Por supuesto que sí. — Sophia interfiere moviendo la mano hacia
una de las sirvientas que se acerca. Ella sabe que es lo que la
señora Fairchild va a pedir cuando mueve su copa de vidrio y la
sirvienta le sirve el líquido sin ni siquiera preguntar mientras lo hace,
Sophia continúa mirando al hombre: — ¿Y cuánto crees que te tome
hacerlo?

La pregunta me descoloca y él me recorre de arriba hacia abajo.

—Agregarla a ella creo que serían dos horas más. — es lo que


responde.

La mano de Caleth está en mi espalda baja, no de manera


incómoda, sino como si de alguna forma quisiera protegerme de
algo y soy consciente de que soy el centro de atención de todos,
incluso aunque no haya dicho ni una palabra desde que llegue.

—Creo que deberíamos presentarte al pintor de esta familia. —


Caleth dice, mirándome a los ojos y el hombre se levanta, colocando
una mano en el bolsillo de su pantalón de vestir.

—¿Pintor? — pregunto, mirando al hombre de camisa roja que


sonríe cuando me escucha.

—Es rusa — menciona exactamente lo que pensé de él, mirándome


— Vaya que eso no me lo esperaba.

—Nuestra familia tiene cierta debilidad por las pinturas clásicas, los
retratos de nosotros mismos incluso más que las fotografías—
Consus habla desde su sitio, haciendo que lo miremos. Se encoge
de hombros y se mueve ligeramente desde su sitio del sofá. —
Ralph es el que nos ha venido haciendo las pinturas desde hace
cinco años, exactamente.

—Le pedí que viniera desde España para que les hiciera un retrato
a ustedes siete, — dice Caleth alejándose ligeramente y no muestro
ninguna emoción en el rostro, solamente concentro mis ojos en el
hombre que ha conocido a la familia por más de cinco años.
Recuerdo el retrato familiar que hay en el comedor, la firma y... la
suposición de que sea de él llega rápidamente a mi cabeza mientras
tengo un ligero recuerdo de la fiesta de compromiso de Rose y
Joseph donde también había un retrato, donde me di cuenta de que
no eran solamente dos hermanas Bush y recuerdo entonces que la
firma era la misma.

Una pequeña sonrisa se forma en mis labios y Caleth les pide a sus
hijos que se levanten para ir al salón, que imagino fugazmente cuál
es, aunque a decir verdad, es exorbitante la cantidad de lugares que
hay en esta mansión que hasta siento que no los he conocido todos.

Comenzamos a caminar hacia ese preciso lugar, todos detrás de


Caleth que me mantiene a su lado y cruzamos un arco que lleva al
salón, que está cerca de la habitación de juegos donde podría
decirse que comenzó la tensión entre los cinco y yo.

Parece que todo estaba preparando con anticipación a nuestra


llegada, porque hay un lienzo gigante y pinturas de todos los
colores. Dos sofás de color negro alineados y las persianas abiertas
que dejan a la vista el gran ventanal que muestra el bosque denso y
lleno de secretos como este pueblo.

Me relamo los labios y una cabellera roja se gira hacia nosotros, una
sonrisa tensa se apodera del rostro de la mujer y ella coloca dos
taburetes en el suelo mientras abre la boca ligeramente al vernos.

No sé quién es, pero nos repasa por la mirada a todos como si de


alguna forma no creyera que seamos reales o que esté aquí. Sea
cual sea la razón, Caleth se acerca y como todo un diplomático le
besa el dorso de la mano mientras el pintor está a su lado.

—Bienvenida a Hiverdele, Señorita Whittemore — dice, con el


acento francés marcado y la mujer asiente con lentitud.

—Un placer estar aquí, Señor Fairchild. — contesta y puedo notar


que no es estadounidense por su acento además de sus rasgos.
—Cuando Ralph me comentó que vendría con su asistente, no
imaginé que sería la ganadora del puesto número uno en artes de
España. — comenta Caleth.

Ella se sonroja ligeramente.

—No pensé que usted tenía conocimiento sobre eso. — dice la


pelirroja.

Caleth se gira hacia nosotros.

—Mi hijo Consus es fanático sobre el arte junto con Cristian, así que
algunas veces me entero sobre ciertas cosillas que tratan sobre
pintores sin importar que sean de otro continente— explica y la
mujer pestañea hacia los cinco seguramente tratando de adivinar
quién es quién.

Caleth sonríe palmándole el hombro al pintor.

—Le voy a presentar a mi familia, Ralph — le dice Caleth al castaño


que se encoge de hombros, pero que le da una larga mirada a la
pelirroja.

—Que sea rápido porque tenemos que comenzar a trabajar — dice,


de forma tajante y tenía años sin escuchar ese acento tan marcado
que siempre tendrán las personas que nacen o se crían en mi país
natal.

—Ellas son mis esposas; Sophia, Teodora, Camille y Sonia. —


Habla Caleth y la mujer de cabello rojo les estrecha la mano con una
sonrisa — Mi hermano Ken, su esposa y su hijo Ángel.

—Un placer, Elsa Whittemore.

Ángel le besa el dorso de la mano.

—Lindo nombre para una linda mujer. — habla el pelinegro y la


mujer suelta una pequeña risa.
Hago contacto visual con Caelus antes de que Caleth pase a
presentarlos a los chicos y coloco mi mano de forma distraída en mi
cintura. Los chicos se percatan de ello, Crono se pasa las manos
por el espeso cabello negro y Consus se relame los labios, Caebrán
juega con su piercing, Cristian simplemente sonríe y...

—Mis hijos; Consus, Crono, Caelus, Caebrán y Cristian— Caleth les


presenta a la mujer, pero ellos solamente asienten, no le dan la
mano ni le sonríen, solamente se muestran serios e inexpresivos
hacia la pelirroja.

No entiendo la emoción que se apodera de mi estómago, los chicos


le pasan por el lado y se dirigen a sentarse en los sofás sin que
Caleth les haya mandado, pero el patriarca tampoco dice nada por
sus comportamientos.

Se gira hacia mí y la mujer sonríe de medio lado.

—¿Ella es Lucy?

No sé por qué conoce mi nombre, pero tampoco me muestro


conmocionada por ello y me repito que mientras más rápido
terminemos esto, llegará el momento en que podré hablar a solas
con los chicos.

—¿Y tú eres...? — pregunto mirándola ligeramente y el pintor se


gira hacia nosotras.

Sonia y Sophia sonríen por algo que no logro entender y la mujer se


acerca un poco a mí.

—Elsa Whittemore, ayudaré a Ralph Borísovich a hacerles el retrato


familiar. — explica y me da la mano antes de decir: — Un gusto
conocerla.

Sonrío y Camille se acerca a ambas.


—No vas a aparecer así. Tengo un vestido que mande a traer — le
hace señales a una de las sirvientas que se acerca con una bolsa
de color crema entre las manos — Elsa podría acompañarte
mientras te cambias. Hay una habitación después de esta que es de
invitados.

No entiendo que es lo que no le parece de mi atuendo ni porque ella


debe acompañarme, pero asiento y acepto la bolsa sabiendo que
me podré defender de la pelirroja si intenta hacerme algo.

—Vamos. — le digo a la mujer que asiente y me sigue sin decir


nada mientras nos alejamos, siento la vista de todos en mi espalda.

Salimos del salón y la mujer me sigue. Una de las sirvientas viene


también y es quien se encarga de abrir exactamente la puerta que
está al lado del salón.

La habitación es más pequeña que la mía, con colores simples y


una cama en el medio con las sábanas perfectamente dobladas. No
hay closet, ni estantes ni gavetas ni un espejo, es solamente cuatro
paredes y una cama para descansar.

—Gracias. — le dice la mujer a la sirvienta que no le responde, pero


que se encarga de cerrar la puerta sin pestillo.

Veo la bolsa de color carne y saco de ella un lindo vestido de color


gris de lentejuelas. Camille siempre carga algo de colores llamativos
y brillantes, por lo que no me sorprende el vestido con exactitud y es
muy a mi estilo por lo corto que se ve.

No es necesario maquillaje ni ir a una peluquería para verme bien, lo


sé y siento que ellas lo saben también, así que mientras le doy la
espalda a Elsa, lo coloco sobre la cama y me comienzo a
desabotonar el pantalón.

«Por alguna razón combina con las botas que cargo». Lo que me
lleva a pensar que las madres en realidad piensan en todo y por
desgracia, no puedo admirar lo bello que es cuando lo único que
quiero es que lo que sea que quieren hacer con pintarnos termine
rápido para poder llevar a cabo lo que pensé toda la noche.

«Darles cacería a esos hijos de puta».

—¿Vas a desvestirte delante de mí? — pregunta la pelirroja y volteo


a mirarla de reojo.

—¿Hay algún problema con ello? — inquiero y ella frunce los labios
viéndose realmente inocente.

—Me acabas de conocer y creo que es extraño...— comenta.

«Estuve desnuda por más de diez días delante de unos enfermos


mientras torturaban a mi madre», pienso.

—La desnudez para mí no es algo en la que me pongo a pensar


como algo tabú o algo íntimo que debo mostrar con miedo o con
personas especiales. —suelto y vuelvo a mirar el vestido dándole la
espalda completamente y luego añado con una nota agria: — Para
mí no significa nada en realidad.

—¿Por qué suenas como sí...? — pregunta ella y me saco la


camisa, volteando a mirarla solamente con sujetador.

—¿Cómo sí qué? — rebato con el ceño ligeramente fruncido y sé


que sus ojos se quedan clavados en mi cicatriz, pero luego, mueve
las manos de alguna forma como si estuviera nerviosa y menea la
cabeza dándose la vuelta para darme la espalda.

—Como si nada— suelta y luego suelta una risita antes de añadir:


— El vestido te quedará realmente hermoso.

—Lo eligieron las madres, supongo que sí.

—¿Ellas también son...?

Me saco el pantalón.
—No. — Le contesto — Solamente estoy de intercambio aquí.

Giro sobre mis talones y me pongo el vestido, arreglándome el


sostén y luego decidiendo que debería quitármelo y es lo que hago.

—Debe ser algo realmente irreal. — Ella dice luego de unos


segundos— Algo así como las películas de Hollywood; adolescentes
ricos, atractivos y con vidas de en sueño.

—Quizá— le respondo cuando siento que estoy lista. Ella se gira a


mirarme y abre sus ojos verdes, asintiendo con una sonrisa genuina
en los labios.

—Te ves realmente... hermosa.

—Muchas gracias, Elsa.

—¿Puedo llamarte Lucy?

—Por supuesto que si— le sonrío— ¿Nunca habías venido?

—No, jamás pensé venir a Hiverdele— dice — Mucho menos pensé


que Ralph tendría tantos contactos y clientes, así como ustedes.

Guardo la ropa en la bolsa asimilando la información y fijándome en


el tono de su voz que luce realmente impresionada.

—¿Llevas una relación laboral o íntima con tu jefe? — suelto al ver


que ella siempre lo ha llamado por su nombre y frunce la nariz a la
vez que sus mejillas se enrojecen.

—¿Por qué?

Que pregunte y no lo niegue de inmediato me da una respuesta así


que me encojo de hombros restándole importancia.

—¿No sabías entonces que vendrían? — pregunto agarrando la


bolsa.
Ella niega.

—No, fue hace dos semanas que supe que vendríamos cuando el
Ministro nos contactó.

Asiento y le doy una pequeña sonrisa, mirándola de arriba hacia


abajo. Parece latina y confía demasiado rápido en las personas
además de que no sabe disimular sus sentimientos ni impresiones.

Le hable solamente para saber si ella de alguna forma tenía


información útil sobre Katherine o si había estado presente también
cuando se hizo la pintura con la familia Bush, pero veo que no sabe
nada que pueda interesarme o ayudarme. Que esta cita se haya
hecho con dos semanas de anticipación me genera cierta inquietud,
pero me concentro en otras cosas cuando salgo de la habitación
seguida de Elsa Whittemore que no disimula la tensión que tiene
con el pintor.

Los chicos estaban hablando en francés mientras Crono llega detrás


de nosotras, con los ojos ligeramente rojos y las pupilas dilatadas.
Conozco su comportamiento o al menos sé diferenciar cuando se
acaba de meter droga o esta "limpio". Caleth es el único que está
presente y simplemente mira a su hijo sentarse entre su primo y
Caelus sin decir nada.

El pintor se gira hacia nosotras, le da una larga mirada a la pelirroja.


Hay un puesto en medio de Cristian y Caebrán y es el que supongo
que ocuparé.

—¿Podemos empezar? — le pregunta el pintor al Caleth que


asiente sacando su teléfono del bolsillo de su saco de vestir.

—Por supuesto.

El pintor me mira y camino hasta sentarme en mi puesto.

Elsa carraspea su garganta.


—Quizá ya conozcan el procedimiento, pero deben estar estáticos
en un mismo sitio, tratar de controlar sus expresiones mientras
nosotros dos hacemos la silueta de sus cuerpos. Pueden elegir la
pose que mejor les parezca o cambiar de asientos, justo ahora
antes de que empecemos. —dice con expresión neutral que
esconde su nerviosismo— Trataremos de hacerlos tan parecidos
como sea posible y si quieren que retoquemos algo de su físico,
pueden decirnos justo en este momento.

—Por mí está bien así— le digo y los chicos no dicen nada lo que
parece una señal para ella, ya que se sienta en el taburete detrás
del lienzo junto con Ralph.

Sonrío, enfocándome en mirar al hombre de ojos azules que estudia


nuestros rostros y siento cómo Cristian toma mi mano derecha y
Caebrán la izquierda. No sé si Caleth se da cuenta, pero veo que la
pelirroja y el castaño sí.

Se acaricia la barbilla que tiene barba de forma ligera, como si


tuviera una semana sin afeitarse y luego toma el pincel y comienza
a hacer su arte mientras en mi cabeza no deja de repetirse las
cosas que han pasado últimamente y es que me doy cuenta de que,
en vez de estar siendo retratados, deberíamos estar cazando a las
personas que han intentado jugar con nosotros.

Pienso en Marcus y en que buscare laforma de volverlo a ver,


porque todavía hay cosas que no entiendo de él quepronto entere,
justo antes de matarlo con mis propias manos.

Mis redes: @gabiiamc en Instagram.

@gabriamc_en Twitter.
Capítulo 80 (*)
LUCY

Nunca habían hecho un cuadro o un retrato de mí, inclusive, no soy


de tener fotografías de mí misma ni tengo muchas de mi niñez.

Mis ojos evalúan el lienzo gigante que casi podría abarcar una de
las paredes. Siento mis piernas algo entumecidas por el tiempo que
estuve sentada, tratando de mantener la misma expresión para que
el retrato quedara perfecto.

Tuvimos pequeños recesos, donde nos traían frutas, agua y dulces.


Entre los chicos charlaban un poco, comentando cosas banales
como quien ganaría el partido de juego que habría esta tarde —cosa
que jamás pensé escuchar de ellos—. Parecían chicos
completamente normales y comunes, eso dejando de lado el físico
atractivo y maduro que les hacía parecer mucho más mayores de lo
que en realidad eran. Me quede callada todas las horas que estuve
ahí, escuchando como apostaban también por una carrera de autos
que verían por televisión y me pregunte como podían estar tan
tranquilos y hacer como si nada estuviera sucediendo cuando mi
cabeza no dejaba de recriminarme que estaba perdiendo el tiempo,
sentada con una sonrisa falsa y las manos entrelazadas con dos de
mis cinco novios que ocultan tantas cosas como yo.

Esperé pacientemente que Ralph Borísovich y Elsa Whittemore


hicieran su trabajo, descubriendo que mis sospechas eran acertadas
cuando vi la forma torpe en la que ella algunas veces actuaba
delante de él y como él a pesar de tener un semblante frío, dejaba
de tenerlo cuando la veía a ella de forma distraída.

Supongo que esas son cosas que no puedes ocultar por más que lo
desees.
Ángel en algún momento mientras le lanzaba piropos, le pregunto
sobre cómo era su país natal, España. La pelirroja le contesto de
forma cordial diciendo que le gustaban las calles y la cultura, los
colores que representaba el país para ella haciendo que el primo de
los cinco soltara que pronto iría a visitar España y que esperaba que
ella le diera un paseo por Barcelona.

Ralph se mantuvo serio mientras Ángel atacaba sin ningún tipo de


sutileza a la pelirroja, pero el castaño de quizá unos veintisiete o
veintiséis años se concentró en su trabajo que hizo a la perfección lo
que me hizo darme cuenta de que definitivamente, Caleth Fairchild
tenía razón al decir que era el mejor en su trabajo.

Contengo las manos porque las ganas de tocar la textura que hay
delante de mis ojos no me faltan. Caleth, que lleva en la esquina
concentrado en su teléfono, atendiendo llamadas y de vez en
cuando hablando con Ralph mientras el segundo hacia su trabajo,
se acerca y le da una palmada en el hombro al pintor que lo mira sin
ningún tipo de expresión en el rostro.

—Cada día más sorprendido de tu trabajo, —le dice y sus ojos del
color del acero se fijan en ese pequeño detalle que no pensé que se
vería. Las manos entrelazadas que tenía con sus hijos.

Sus labios se forman en una línea recta, ve a Cristian y luego pasa a


ver a Ralph.

—¿Hay algo que no le gusta? —inquiere el pintor y Caleth


simplemente menea la cabeza, colocando el rostro serio, pero se
gira hacia mí.

—¿Te gustó, Lucy?

Se hace extraña la pregunta y todos me observan esperando mi


respuesta.

Mis ojos se concentran en el retrato y realmente, parece una


fotografía. Todos los detalles, los colores, las sombras y hasta el
más mínimo detalle que hay en el lienzo me sorprende. La forma en
la que supieron Ralph y Elsa en congelar todo en un lienzo es
asombrosa y le doy una sonrisa ladeada concentrando mis ojos en
el pintor.

—Me encantó. — Contesto y luego añado: — No pensé que


quedaría tan idéntico.

Los ojos azules del pintor se colocan sobre mí y recuerdo la firma de


la pintura en la casa de los Bush. Sé que seguramente él lo ha
hecho y por la forma en la que me mira, siento que sabe algo.

Para tener cinco años pintando para la familia, siendo de confianza


y toda esa palabrería barata que el patriarca soltó como si se lo
estuvieran preguntando, me imagino que quizá algo debe saber.

Y quizá ese algo pueda serme útil.

Ralph deja de mirarme para concentrarse en el patriarca. Le da una


sonrisa de boca cerrada a Caleth y le hace una señal ligera con su
cabeza a Elsa, una especie de asentimiento con el rostro en blanco
que la hace levantarse de inmediato del taburete donde estuvo
sentada junto a las pinturas y los pinceles.

—¿Hoy nos quedaremos aquí? — inquiere Ralph con voz neutra.

Caleth asiente mirando de reojo a sus hijos y a la pintura.

—Sí. — Responde y cuando el teléfono le suena dentro del bolsillo


de su saco, lo agarra y mira la pantalla sin ninguna expresión en el
rostro — ¿Hay algún problema con ello, Ralph? Porque puedo
llevarlos a San Lucifer en mi jet privado y luego mandarlos en otro
para que lleguen a España sin necesidad de gastar dinero.

Ralph le palmea el hombro.

—Cualquiera pensaría que haces caridad conmigo cuando también


tengo dinero— le responde el ruso— Inclusive, casi tanto como tú.
Eso hace que Caleth suelte una pequeña risa ronca que jamás le
había escuchado.

—¿Ya se te subieron los humos de Jackson?

Elsa por alguna razón, mueve sus manos como si estuviera


incómoda al escuchar ese nombre. Caleth y Ralph se da cuenta
también del movimiento.

—Será mejor que tomemos un descanso, siento que no tengo


manos de tanto trazar líneas — suelta Elsa mirando al castaño. —
¿Vamos?

Caleth atiende el teléfono que no había dejado de sonar y Ralph no


le responde a la pelirroja, pero comienza a caminar haciendo que
ella me dé una pequeña sonrisa y lo siga dejándome muy en claro
que no solamente son asistente y mentor.

—Creo que no tendrás oportunidad —le susurro a Ángel con una


sonrisa burlona y él simplemente me la responde encogiéndose de
hombros.

—Puedo tener esperanzas, Lucy.

—Eso sería realmente un sueño imposible porque se nota que está


enamoradísima de él.

Crono me mira mientras su padre se aleja unos pasos hablando en


su idioma natal y por sus expresiones, parece que está dando
algunas órdenes que lo tienen algo molesto. Mueve las manos
mientras el acento se le marca cada vez más y regreso la vista a los
chicos que me miran también.

No me importa si en este momento, ellos quieren preguntarme sobre


mi madre porque les preguntaré exactamente qué es lo que significa
Marcus para esta familia y por qué no lo han matado si fácilmente
podrían hacerlo.
También quería saber a qué se refería Sonia Fairchild con que Marta
merecía morir. Aprieto de forma ligera mis puños porque hay tantas
cosas en las que tengo que pensar y las que quiero descubrir, pero
no sé si estoy dispuesta a dejar que sepan todo de mí.

En especial, Ángel.

—Creo que esa es la mirada que grita en muchos idiomas


«queremos hablar algo en pareja y tú sobras»— suelta el pelinegro
y luego mira a sus primos — Jamás pensé que algo así vendría de
ustedes.

—¿Puedes dejar de decir estupideces e irte ya?

Ángel levanta las manos al escuchar el tono de Caelus.

—No hables tan fuerte que después tu papi va a enojarse porque les
prohibió algo que llevan haciendo desde hace mucho tiempo—
suelta con burla clara en la voz y luego fija sus ojos negros como la
más oscura de las noches en Caleth que esta de espaldas hablando
con el teléfono pegado a la oreja— ¿Qué pensara mi tío?

—¿Podrías irte? — soltó Crono con cierto hastió —Tu voz y tus
estupideces me hacen doler la cabeza.

—¿Yo o toda la mierda que te metes?

—¡Que te vayas, joder!

Ángel rodó sus ojos al escuchar el rugido por parte de Caebrán y se


giró sobre sus talones.

—Me sentiré muy ofendido por lo que acaban de hacer— dijo de


forma dramática y luego nos miró a todos de reojo, borrando la
usual sonrisa que siempre estaba en su rostro. Cogió un semblante
serio, sombrío y luego, añadió: —Espero recuerden que no son los
únicos involucrados en esto y que, no encontraremos respuestas si
seguimos actuando por separado.
Lo último lo dijo con sus ojos puestos en mí y sin más, comenzó a
caminar para seguramente salir del salón. Estuve a simples
segundos de caminar hasta el sillón para sentarme y que los demás
me siguieran porque ahí podíamos hablar o al menos, tratar de
hacerlo, pero el «esto sí que es una sorpresa» de Ángel, interrumpe
todos mis planes cuando la persona que menos espere ver, entra al
salón haciendo que Caleth termine la llamada cuando ve quien
viene detrás de su esposa Sonia.

«El oficial Marco Cox».

Definitivamente, no me esperaba verlo aquí. El hombre, castaño al


igual que su hija y de ojos cafés grandes, con un uniforme de policía
y la Glock en el cinturón, entra a la sala logrando que todos los
deseos de una conversación con los cinco se esfumen de mi mente
tan rápido como se creó aquella idea. Ángel viene al lado de la
mujer de ojos verdes, y no me sorprende la sonrisa burlona del
pelinegro.

Sonia viene con una sonrisa espléndida, actuando como si no fuese


la homicida de la hija del jefe de policía de Hiverdele. Caleth nos
mira como si con el simple gesto quisiera decirnos algo y luego se
acerca cuando el oficial se coloca frente a nosotros.

—Buenas tardes, señor Fairchild— saluda estrechando la mano de


Caleth que le devuelve el gesto con el rostro impenetrable.

—Buenas tardes, Marco. — suelta Caleth, dejando de lado los


modales que debería de tener con un jefe de policía, pero luego me
resulta ridículo el pensamiento, porque él es un Comandante en
Jefe de la armada.

—¿Cómo están todos? — pregunta el hombre pasando la vista por


todos nosotros, sin excepción alguna. Recuerdo entonces la única y
primera vez que lo vi, cuando fui a casa de Marta una tarde a
estudiar.
—Todos estamos excelente, Marco. — Sonia responde por todos,
colocando sus manos en su cintura.

El padre de Marta asiente.

—No esperaba verte por aquí, Sonia— soltó y la mujer de ojos


verdes, se encogió de hombros.

—Yo tampoco, pero la vida da muchas vueltas y estar con mi familia


siempre será algo agradable que estar lejos me hace extrañar
muchísimo— contesta con cortesía.

El oficial la mira.

—¿Por qué no viniste al reencuentro de estudiantes del Colegio? —


inquiere, y la mujer de ojos verdes suelta una pequeña risa que
reconozco como falsa, mirando a su esposo.

—Los negocios de nuestra familia a veces me consumen y para esa


fecha, estaba en Alemania firmando unos documentos. — ella le
explica y por alguna razón, siento que se conocen de toda la vida.

Al hablar de reencuentro, quizá se refieran a eso que veía en la


televisión de que hacían fiestas después de varios años de haberse
graduado, lo que significa que quizá —o tal vez— haya la posibilidad
de que Sonia haya nacido y vivido aquí desde su juventud como el
padre de Marta.

¿La amiga de tu infancia asesina a tu hija? Hasta suena como título


de mala película de terror con efectos especiales horribles.

—Fue una lástima, — el oficial medio toca el arma de fuego cuando


coloca sus manos sobre el cinturón— Estábamos casi todos.

—Quizá para el otro año, Sonia pueda estar aquí— Caleth contesta
con una sonrisa tranquila mirando al hombre que, por alguna razón,
parece relajado, pero a la vez tenso.
—La única de tus esposas que nació en este pueblo elitista...—
murmura el oficial con cierto tono que no logro entender y Caleth
asiente colocando su mano en la cintura de su esposa.

—Pues sí. — Suelta— ¿Y cómo está tu esposa, Marco?

Eso hace que, de alguna forma, el oficial se relama los labios


tragando saliva.

—Ella estaba bien hasta que nos dimos cuenta de que Marta lleva
varios días sin llegar a casa— dice— Esa es la razón por la que
estoy aquí, Caleth. Marta antes de irse de casa, nos dijo a mi
esposa y a mí que estaría en un viaje con ustedes, pero... No la he
visto por aquí.

Sonia actúa completamente tranquila, los chicos observan al oficial


con aburrimiento y Ángel suelta una risita haciendo que el oficial
concentre su atención en él.

—¿En serio eso dijo? — inquiere el pelinegro arrugando las cejas.

—Sí. — Contesta el oficial mirándolo con extrañeza — ¿Por qué?

—Porque no la hemos visto— digo, adelantándomele a Ángel y no


me produce nada la mirada que hace el oficial. — Estábamos en la
ciudad de viaje y no he recibido ningún mensaje de ella, así que no
entiendo por qué dijo que saldría con nosotros cuando en realidad,
no es así.

—¿Tuvo algún problema en casa, Marco? — Sonia se mete,


fingiendo un tono afligido. — Quizá se haya escapado con algún
amigo o una amiga para despejar la mente.

El oficial menea la cabeza.

—Marta no es así.

—Ah, ¿no? — Caelus se mete y se rasca la barbilla — En verdad


me parece muy sospechoso oficial, que ella haya mentido diciendo
que iría con nosotros cuando Lucy estuvo solamente con Jakeline.

—¿La señorita Calandra no sabrá de su paradero?

Meneo la cabeza y concentro mi vista en la silueta que camina por


el pasillo. Su cabello rojo llama mucho la atención y Ralph la sigue,
pero noto que ambos se fijan en nosotros y en el agente de policía
que tenemos en frente.

—Jake estuvo todo el fin de semana con nosotros. — Respondo con


la vista fija en el marco de la puerta— Quizá ella sea amiga de Rose
Bush, quizá ella sepa de su paradero...

—No lo creo— el oficial responde de inmediato — La única amiga


de mi hija murió hace dos años y la otra eras tú... Que no esté
contigo y me haya mentido me deja un sin sabor en la boca, para
serles sincero.

Siento que es momento de mirarle a los ojos otra vez. Lo hago y


ahora mismo desprenden tristeza junto con un miedo enorme.

—Quizá solamente quiso tomar un respiro...— Cristian se mete


encogiéndose de hombros — Somos adolescentes, es normal que
muchas veces nos sintamos ahogados con ciertas cosas tontas que
nos suceden, oficial.

—Mi hija no haría algo como eso. — repite con negación y pues
tiene razón, su hija no se escaparía de su casa porque su hija lleva
muerta al menos veinte horas y llevaba secuestrada quizá dos días
en la finca de Rodrigo Bush siendo torturada y violada por el mismo
hijo de puta que tiene a Marcus Bundy escondido en su casa.

¿Cómo no se dieron cuenta de eso, entonces?

La idea de que Marta engañara a sus padres de todas las cosas que
le sucedían me parece absurda, más cuando hasta yo, el mismo día
que la conocí, supe que algo no encajaba en ella.
—Lo del joven Bonnet nos tiene a todos en la oficina confundida
porque aún no lo hemos encontrado y su familia quiere respuestas
que no podemos darles. No hay evidencia, no hay nada que nos
sirva para armar un caso y...— dice con voz emotiva y mira a Sonia
con los ojos ligeramente abiertos — ¿Y si algo así le sucedió a mi
hija?

Se nota el miedo en su voz. Sonia coloca su mano en el hombro del


oficial.

—No tengas ideas tan pesimistas — ella le dice al hombre que la


mira a los ojos — Te prometemos que nuestra familia esta para
ayudarte, así como lo hicimos con la enfermedad mental de Marta
durante todos estos años.

Él traga saliva y asiente.

—Cualquier cosa que necesites estamos aquí para ayudarte. — dice


la mujer de ojos verdes como los de Crono y su esposo, Caleth
Fairchild, asiente respaldando sus palabras.

—Las puertas abiertas de nuestra casa siempre estarán para tu


familia, Marco. — habla y él oficial toma aire ligeramente y asiente.

—Gracias por todo— asiente y luego concentra su atención en


nosotros— Chicos, Lucy.

Asentimos menos Crono, que lo ha ignorado todo este tiempo o es


lo que he notado de reojo. El oficial se da la vuelta, caminando hacia
la puerta, Sonia y Caleth nos miran y lo siguen.

Ángel lo hace también, siguiendo a sus tíos y al padre de Marta que


efectivamente, ya sabe que su hija está desaparecida y pronto,
sabrá que está muerta realmente.

La tercera muerte de miembros del pueblo cercanos a mí que he


presenciado y que casualmente, tiene algo que ver con la familia
Fairchild.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

No hemos podido hablar nada porque cuando lo intentamos,


siempre hay algo que nos interrumpe.

Es de día, el sol parece que no está en el cielo porque unas nubes


grises lo cubren y hay truenos que hacen vibrar a todo lo que se
mueve. Sophia es quien parece que manda en el desayuno, siendo
quien da las instrucciones de lo que vamos a comer y hay dos
nuevos miembros en la mesa.

El pintor y la pelirroja.

Ambos comen en silencio, los cinco tienen el uniforme del Colegio al


igual que yo porque hoy nos toca ir a clases, lo que significa que
veremos a Rose Bush y que poder ver a Dorian y a Jake, también
que se hará más evidente la falta de Marta y que su "desaparición"
comenzara a ser tan cotilleada como lo es la de Joe, el hermano de
Dorian que no han encontrado y que definitivamente, no
encontraran.

—Fue un placer haberlos tenido por aquí, —Sophia dice con la


sonrisa más amable que le he visto desde que la conozco, teniendo
en cuenta todo el veneno que es capaz de soltar en ocasiones.

Elsa se limpia las mejillas con la servilleta.

—Ha sido maravilloso, señora Fairchild. — le responde la pelirroja y


Sophia asiente con una sonrisa.

Caleth no está al igual que Camille, Teodora y Sonia, pero Ken si y


su esposa que casi no habla y me resulta demasiado simple para lo
que he visto que representan las madres de los cinco.

«Pero no será tan simple porque tuvo que pasar por la iniciación
para ser una esposa», pienso a menos de que Ken no sea de la
misma cultura que los cinco, pero eso me parece absurdo tomando
en cuenta que Ángel es más sanguinario de lo que parece y la forma
en la que Ken actuó cuando supo lo que le hice a Dove.

Esas pequeñas cosas me hacen pensar que, si lo son y que quizá


Ken se haya enamorado de esa mujer, pero luego recuerdo que la
primera vez que los vi, era otra esposa.

—Pronto los llamaremos — dice Sophia con una sonrisa espléndida


enfocando sus ojos en Ralph — Habrá que agregar a una persona
más a la pintura.

Él asiente y el desayuno transcurre tranquilo hasta que es momento


que vayamos al colegio y Caelus es quien dice que va a llevarme,
Sophia asiente y me despido de todos con un beso en la mejilla
acción que la madre Fairchild no se pasa desapercibida y cuando
llego a Ángel, parece que le doy un beso en la mejilla, pero no es
así.

—Я собираюсь выяснить, что вы от меня скрываете, и хочу,


чтобы вы знали, что сейчас мое время играть грязно*.

Él sonríe y cuando me estoy alejando, toma mi mano y me mira a


los ojos.

—Entonces es momento de decir los bandos y por alguna razón


siento que no estamos en el mismo, entonces, si es así, no dudaré
en destruirte, Lucy Beckett.

Me suelto de un movimiento brusco, sé que Sophia y todos nos


están mirando —incluyendo a Elsa y a Ralph— pero realmente no
me importa. Les doy una sonrisa de boca cerrada y la sirvienta se
acerca con mi bolso, que me guindo en la espalda y sigo a Caelus
que me da una mirada fría antes de comenzar a caminar
seguramente hacia su auto para ir al Colegio, pero antes de que
logremos salir, siento como me hace a un lado y me arrincona
contra la pared mirándome con los ojos helados y yo le sonrío con
burla porque sus celos son muy evidentes.
Síganme en mis redes y les doy un beso:

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Espero sus mensajitos por allá 🤍


Capítulo 81 (*)

CAELUS

Había muchas cosas que jamás pensé hacer, pero que ahora
efectivamente estoy haciendo y pensando, también.

He estado mirando exactamente el pequeño intercambio de siete


minutos con cuatro segundos que tuvo con Ángel, he visto la forma
en la que él la miraba durante todo el desayuno, las sonrisas que le
daba, aunque parecía estar interesando en Elsa Whittemore, pero
no me engaña, a mí no puede engañarme. También estuve
analizando fijamente la forma en la que ella lo miraba a él. La forma
en la que sostuvo su mano con fuerza cuando ella le susurró algo,
haciendo que las venas de su brazo se notaran y es que lo conozco
bastante bien para saber que de alguna forma siente ira y cuando
siente ira hacia algo, puede pasar a desear destruirlo o doblegarlo
en cuestión de segundos.

No quiero que de ninguna forma él tenga algo con ella y no


soportaría que algo así sucediera. Ella se aleja de él, controlo mis
emociones y lo que tanto grita mi cabeza que haga, ignorando todas
las formas que se me ocurren en las que puedo sacarle los ojos a mi
propio primo solamente por mirar a mi chica.

Mi chica.

He estado pensando mucho si es el término correcto o si es que soy


bastante estúpido para pensar algo que jamás diría en voz alta.
Todo me grita que no la conozco, que puede ser un enemigo, que
nuestro padre nos prohibió estar con ella, que cada vez que se da
cuenta de que hay un mínimo contacto llega una amenaza, las
sospechas que tengo y que me hacen sentir estúpido al pensarlas,
la forma en la que al parecer su cabeza trabaja es desconocida para
mí y todos los secretos que oculta...

Dicen que se irá conmigo o lo digo yo, no estoy tan seguro porque
mi cabeza está concentrada en otra cosa y mi mirada se convierte
en hielo cuando miro a primo y la sonrisa que tiene en el rostro no
me gusta para nada.

«Tengo suficiente con que Jake tenga secretos con Ángel». Esas
son otras cosas que han estado rondando en mi cabeza desde ayer
junto con la reacción de Lucy al ver el nombre de esa mujer en el
cartel.

El caos que tomo sus ojos azules no lo olvidaré jamás, ni la forma


en la que mi padre actuó al verla tan débil y consternada. Era como
si la fuerza que siempre ha caracterizado a Lucy se hubiera hecho
cenizas que mágicamente al día siguiente se convirtieron en una
brillante armadura porque salió de su habitación como si nada
hubiera sucedido.

Nadie dijo nada, ninguno de nosotros nombró o soltó algo sobre la


noche anterior a esa, pero yo sabía que no lo habíamos olvidado,
aunque aparentamos que sí. Papá trajo a Ralph de España
solamente para hacer el jodido cuadro que estará en la sala
principal, suplantando el antiguo donde faltaban solamente dos
personas de nuestro círculo cercano y familiar.

No teníamos que haber estado la mitad del día posando para un


cuadro ni aparentando ser la familia perfecta porque tenemos
muchos problemas encima los cuales debemos resolver, pero la
extraña tranquilidad de mi padre me confunde y por haberlo
defraudado por "salvar" a Marta, aunque yo mismo lo llamé después
para que se deshiciera de ella porque sabía que era un estorbo.

No esperé que Sonia apareciera, ni siquiera en lo más recóndito de


mi mente, lo pensé. No cuando de todas nuestras madres, es la que
se encarga de los negocios en Francia y siempre suele estar fuera,
al menos más de la mitad del año donde casi nunca sabemos de
ella hasta el momento donde aparece en nuestros cumpleaños o
recibimos algún regalo.

La forma en la que nuestra familia funciona es tan compleja como


las leyes que seguimos por ser parte de nuestra cultura. Nunca ha
existido esa conversación entre nuestro padre y nosotros para saber
por qué somos así o porque nuestra familia es así. Fuimos criados
desde pequeños con una sola idea e imagen en mente, las leyes se
cumplen o se cumplen, los que no pasen la iniciación serán
eliminados sin pensar en lazos familiares o si vas a extrañarlo, los
castigos se aceptan, inclusive si es aceptar tu propia muerte al
punto de que no podemos pensar o imaginarnos en otro lugar
viviendo de manera distinta a la que vivimos ahora.

¿Hacemos daño? Sí, pero no pensamos en ello porque a nosotros


no nos importa nadie más que nosotros mismos. No nos importa
salvar a nadie, no nos importa llevarnos a todos por encima con tal
de conseguir lo que deseamos y supongo que será la lucha eterna
que tendré con Jake, al no aceptar quienes están a su alrededor y a
quienes ella eligió como amigos.

Mi madre, Sophia, asiente desde su sitio con sus ojos sobre los
míos. Papá no está porque se fue a San Lucifer a resolver unos
inconvenientes con la mercancía, Sonia seguramente está con las
otras madres preparando todo para el vuelo de Ralph y Elsa, asiento
y soy quien sale primero del comedor sintiendo las palmas de las
manos sudadas y la vena de la sien latiéndome al mismo tiempo
que mi corazón da cada latido.

No sé qué es lo que quiero hacer, pero espero paciente a unos


cuantos pasos de la puerta, en el punto específico en la esquina
donde las cámaras no capturaran nada ni donde pueden vernos
desde el comedor y quedaría a la vista si alguien se acerca para
dejarla ir rápidamente.

Cuento sus pasos, el repicar de sus zapatos contra la cerámica y


mis ojos se encienden en fuego cuando mi mano toma su cuello y lo
aprieto, haciendo chocar su espalda contra la pared.
Sus ojos se abren en sorpresa y una sonrisa no tarda en adueñarse
de su boca. Sus bonitos labios, rosados e hinchados se estiran y
sus dientes blancos y perfectos, se muestran.

No dice nada, pero la estoy apretando lo suficientemente fuerte para


que fácilmente pudiera quejarse o decir algo, pero ella no lo hace.

Tiene la piel caliente, inclusive tanto como yo y me desafía con la


mirada. Siento mi cabeza echa un lío porque jamás me había
sentido así con alguien y a ella parece gustarle mi reacción lo que
me descoloca y me enfada aún más.

Mi cabeza no deja de repetir que estuvo con Ángel, que le susurro


algo y que compartieron ciertas miradas que no me gustaban y
recuerdo perfectamente que el día de la cabaña, cuando la vi
bailando con el chico, fui el primero en darle la idea de matarlo a mis
hermanos.

Me siguieron porque de alguna forma ellos se sentían igual y luego


estuvimos todos juntos, a ella no le importó que hubiéramos matado
a alguien y nosotros solamente queríamos sentirla y tocarla como si
fuésemos adictos a algo que apenas estamos conociendo.

Cada vez que cierro los ojos, la veo a ella de rodillas en el baño del
Colegio, recuerdo cómo en el pasillo, sus manos se movieron sobre
mi miembro y me hizo venirme justo así, sus labios sobre los míos
luego, ese beso en la cena de recaudación anual, su promesa, esa
chisma en sus ojos azules que de alguna forma me irritaba y me
gustaba.

Como odié que alguien nuevo y totalmente desconocido iba a venir


a vivir en Hiverdele, lo intrigado que estuve la primera vez que la vi
porque luciendo ingenua y medio tonta, era realmente hermosa,
inclusive para alguien como yo que siempre ha estado rodeado de
todo tipo de bellezas y razas.

Ella de alguna forma me gustó desde el principio, pero eso no


significo que me irritara menos hasta que ese sentimiento se
convirtió en un ardiente deseo que creí ingenuo, que cuando mi
padre me amenazó esa noche y me advirtió que no quería verme
besándola más, le jure que no lo haría, pero luego lo volví a hacer y
lo he estado haciendo sin importarme realmente, por primera vez las
consecuencias que pueden tener mis actos.

Ese deseo es peligroso para mí, que jamás me había sentido así y
para ella, porque ahora es más que claro que no la dejaremos ir tan
fácilmente.

Ahora veo la burla en sus ojos azules que son tan oscuros como los
secretos que sé que guarda. No he hablado sobre ello con mis
hermanos, es más, no hemos hablado sobre ella porque sabemos
que tenemos algo en mente, pero ninguno es capaz de decirlo o al
menos no ahora, pero sé que llegará el momento y espero que ella
sea tan fuerte como dice ser.

Ahora, mi mente recuerda solamente a Ángel y a Lucy. La idea de


que algo pase entre ellos me enferma y solamente choco mi boca
contra la suya sintiendo celos horribles que calan en lo hondo de mí,
recordándome a la estúpida de Dove arrastrándose por mi hermano
que solamente jugaba con ella, dejándole las cosas claras desde el
principio, así como Consus se lo dejó a Rose, la única y última vez
que se acostaron porque Consus había probado los dulces de
Crono y Rose quería algo con él desde hace tiempo.

Recordar la reacción de Katherine al enterarse de aquello, me


revuelve el estómago y me enfurece aún más.

Ataco sus labios intentando dejarle en claro que estoy molesto por
todo lo que siento y ella se pega a mi cuerpo respondiéndome con la
misma furia que yo tengo, mi cabeza solamente repite que un simple
beso no será suficiente y mis ojos se abren, buscando la puerta que
consigo y donde la empujo después de abrirla, separándome por
una fracción de minutos antes de cerrar la puerta con seguro y
volverla a besar chocando su espalda contra el pequeño closet de
una de las sirvientas.
—Vamos a llegar tarde...— ella susurra cuando bajo por su cuello,
dejando pequeños besos húmedos mientras mis manos aprietan su
cintura.

—¿Crees que eso a mí me importa?

Puedo ver la sonrisa que toma su rostro.

—¿Pero si te importa Ángel, no es así...?

—No me importa él — respondo desabotonando su camisa con


rapidez, mientras le doy una mirada dura tanto como el miembro
que me presiona molestamente dentro del pantalón porque un
simple beso y su cercanía fue capaz de levantar una erección.

—¿Entonces qué te importa, Caelus?

Le saco la camisa del golpe y doy un paso detrás viendo su


abdomen plano y su sostén negro de encaje que contrasta con su
piel extremadamente pálida.

Llevo mis manos a mi correa y deshago la hebilla, quitando los


botones luego mientras sus ojos se fijan en el bulto que es muy
evidente y que se marca.

Me acaricio por encima del pantalón, seguro del voltaje que tengo y
luego lo saco, tocándomelo con una mano mientras recupero la
cercanía.

—¿Qué que me importa? — repito su pregunta con la voz ronca y


ella misma se saca el sostén dejando sus pechos al descubierto,
pero eso no es lo que quiero.

—Sí... —

—Arrodíllate. —demando con mis ojos puestos en sus senos


redondos y deliciosos.

—¿Qué?
—Te dije que te arrodillaras, Lucy. — repito. Mi voz lo
suficientemente ronca y demandante, dejándole claro que quiero
que lo que digo se cumpla sin importar nada mientras mi erección
está más dura que nunca.

Ella abre sus labios y se los relame. Pienso que va a protestar, que
va a decir algo, pero lentamente se deja caer sobre sus rodillas y me
mira desde abajo, sus ojos azules haciéndose más grandes,
dilatados y acaricio su mejilla con mi mano libre, con cuidado.

—No me gusta que toquen o miren lo que me pertenece — susurro


y cuando digo eso, el contacto pasa de ser cuidadoso a volverse
brusco cuando clavo mis dedos en su mandíbula obligándola a
mirarme. — Puedo compartir con mis hermanos, pero mataré a
cualquiera que te toque o te vea de otra forma porque no me gusta
compartir, es por eso que no te quiero cerca de Ángel, que no te
quiero con él de ninguna forma porque seré capaz de matarlo sin
importar las consecuencias.

—¿Matarías a alguien por mí?

La respuesta llega de inmediato a mi mente, pero no se lo diré. Sé


que es inteligente y que es capaz de intentar manejarme si es lo que
desea, que Lucy no es ninguna estúpida y que usara eso en mi
contra porque la verdad detrás de todo es que no la conozco y
realmente no sé de lo que es capaz.

Tengo una idea y quizá es por eso que cada vez me siento atraído
mucho más hacia ella, porque necesitamos a alguien tan letal como
nosotros a nuestro lado.

—¿Mataste a alguien por Katherine? — pregunta y la obligo a abrirle


la boca y meterle el miembro de una sola estocada.

Lo recibe y echo la cabeza hacia atrás, siento el corazón latirme


como loco dentro del pecho y cuando siento sus manos, la miro y
las quito de un manotazo.
—No. — La miro a los ojos — No vas a tocarme, solamente vas a
recibir todo y luego te lo vas a tragar, ¿me entendiste?

Su respuesta es hundírselo todo en la garganta y es como si fuese


lo que necesitaba para comenzar a moverme con fuerza contra su
boca, follándola con violencia escuchando el sonido ahogado que
emite y las pequeñas arcadas que le dan pero que soporta.

Un hilo de saliva escurre por mi miembro, el sonido encharcado de


su boca contra mi miembro, sus ojos abiertos y su nariz sonrojada
con cada jalón de pelo que le doy mientras se lo trato de meter todo
a la boca, pero es demasiado grande, pero ella lo resiste, al menos
hasta donde puede aceptarlo todo y mantiene de forma obediente
sus manos a sus costados.

Sus senos se ven que están duros, que me imagino cómo se


sentiría pasar su lengua por ellos, pero estoy haciendo todo esto
porque estoy enojado con ella por hacerme sentir así y no puedo
controlar el vómito verbal que suelto con cada estocada que doy.

—¿Pensaste en irte con él? Porque si lo haces, voy a matarlo y te


demostraré que los únicos que pueden estar contigo somos
nosotros y nadie más — su boca recibe todo y no me importa la
saliva que cae al suelo, ni que de sus ojos salgan algunas lágrimas
— Eres mía, Lucy. Eres nuestra y debes saberlo siempre, siempre.

Recibe las estocadas finales y cuando siento que el derrame viene,


la obligo a tragársela cuando llega. Saco el miembro de su boca y la
levanto de los hombros con fuerza presionando su cuello con mi
mano.

—Quiero que te quede claro...— digo con la voz ronca y ella sonríe,
pasándose la lengua por los labios.

—No.

—¿No?
—No porque no soy de ustedes — responde segura y luego añade
rápidamente— Ustedes son míos, Caelus y eso es muy diferente.

Se me viene encima chocando sus labios contra los míos y por


alguna razón, no puedo contradecirla no puedo contradecirla,
solamente la hago caer a la cama y mi boca se adueña de su pezón
mientras lo muerdo y chupo sintiendo sus manos en mi cabello.

LUCY

Me arreglo la camisa frente el espejo del pequeño baño que hay en


esta habitación, Caelus llega por detrás y se arregla la corbata del
uniforme mientras amarro mi cabello, en una coleta alta igual que la
tenía cuando salí de mi habitación.

Siento mi entrepierna adolorida, mis senos y mis labios hinchados


por recibirlo en mi boca, la marca que hay en mi cuello no la oculto,
pero sé que sus ojos se concentran en ella, esperando que la
esconda o algo parecido, pero no lo hago.

Las cosas que hicimos, las recuerdo y me doy la vuelta mirándolo a


los ojos.

—¿Nos vamos ya?

—Sí. — es su respuesta y soy la primera en salir, como si nada,


viendo cómo una de las sirvientas se me queda mirando, Caelus
llega detrás de mí y ambos salimos de la mansión, entrando en el
auto rápidamente como si nada hubiera pasado antes.

No sé cuál fue el detonante de los celos de Caelus, pero gusto. De


alguna forma, saber que tengo una especie de poder en él, es algo
que no sabía y que ahora me gusta. La forma clara en la que dejó
dicho que mataría a Ángel si de alguna forma me viera involucrada
con él, solamente deja en claro el poder que tengo sobre ellos,
sobre él.
No decimos nada, solamente estamos en completo silencio en el
auto, hasta que él aparca y veo la hora en el reloj. Ya hemos perdido
las dos primeras clases y tomo mi bolso, dispuesta a bajarme, abro
la puerta, pero su mano se cierra en mi muñeca, obligándome a
mirarlo.

—¿Qué...? — voy a preguntar, pero sus labios se cierran sobre los


míos obligándome a callar.
Sé que nos están viendo porque había estudiantes en el
estacionamiento, pero no me importa. Correspondo el beso y
cuando me suelta, le doy una sonrisa pequeña y salgo del carro,
mirando a todos los que no me quitan los ojos de encima.

Caelus llega detrás de mí y su mano se entrelaza con la mía. Se


coloca unos lentes de sol oscuros y está completamente serio,
ignorando a los que cuchichean y no dejan de mirarnos y aprieto la
mano del ojo azules cuando notó algo en la esquina.

Dorian, que ahora no tiene el cabello rubio como la última vez que la
vi, sino que tiene un estilo completamente diferente. Se lo cortó
hasta los hombros y lo tiene pintado de color negro. A su lado está
Rose, con el cabello azul más opaco y amarrado en una coleta alta.

Ambas estaban hablando, pero voltean a mirarnos cuando se dan


cuenta de que entramos en el pasillo y Caelus actúa con la misma
tranquilidad que yo, aunque lo único que sé es que ese intercambio
me produce mala espina.

Les pasamos por al lado y Caelus me deja frente a la puerta del


salón.

—Crono está ahí — dice — Iré a clases y nos encontraremos todos


en la cafetería porque necesito que hablemos sobre algo.

Asiento y lo suelto, mirando la puerta que se abre cuando la


profesora de ciencias me da una mirada de arriba abajo y luego se
coloca recta al ver a Caelus.
—Buenos días, Señor Fairchild — saluda la maestra, con una
sonrisa que me molesta y coloco mi mano en el pecho de Caelus,
colocándome de puntillas para darle un beso en la boca corto bajo la
atenta mirada de la mujer.

—Nos vemos — Le digo con un tono empalagoso que lo hace


sonreír de medio lado y le paso por al lado a la mujer que se queda
estática y cuando toda la clase concentra su atención en mí, ignoro
que soy el centro de atención y que el puesto de Marta Cox está
vacío, caminando hacia Crono que está en su puesto habitual, con
sus ojos verdes puestos en mí como el resto de la clase.

Tomo asiento a su lado y la profesora entra en el salón, con la


espalda recta y continua con la clase, pero sé que ha cambiado su
forma de verme, cuando empieza a hacerme preguntas sobre cada
tema que dice y para su sorpresa, le respondo sin equivocarme ni
titubear.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

La campana suena y cierro el cuaderno. Mi bolígrafo queda a un


lado de él y levanto la vista para concentrarme en los ojos verdes
que me ven con fijeza.

—¿Qué? — pregunto, relamiéndome los labios.

—¿Qué sucede con la profesora? — su voz suena vacía, lenta y


como si pronunciar cada palabra le costara.

Volteo a verla, no me quita la mirada de encima.

—Creo que está enamorada de Caelus...— respondo,


encogiéndome de hombros tomando el cuaderno para guardarlo
dentro del bolso.

—¿Y qué?

Lo miro a él.
—Pues, lo besé y ella nos vio.

Él toma mi rostro con su mano excesivamente fría y ladea la


cabeza.

—¿Lo besaste?

—Pues sí.

Se acerca un poco más y suspira.

—Bésame a mí. —demanda.

—¿Por qué?

—Porque también soy tu novio— contesta y ladeo la cabeza.

—¿Qué pasa si no quiero besarte? — pregunto con una pequeña


sonrisa y él mueve la silla, acercando más su rostro al mío.

—¿No quieres besarme? — inquiere, con su mano libre, la que no


está tomando mi mandíbula, en mi muslo, por debajo de la falda y
antes de que pueda responder, continua: —Yo creo que sí.

—¿Qué me darás a cambio?

—¿Eso no es lo que hacen las parejas normales? — Se relame los


labios con pereza y suelta vagamente: — Besarse y ya, sin ninguna
razón oculta. Quizá yo solamente quiera un beso de mi novia y ya
está, nada más que decir o admitir.

—Eso significa que me deseas— digo y él simplemente me ve a los


ojos.

—¿En serio necesitas que te responda a eso? Creo que es muy


evidente. — Se relame los labios — Mis hermanos y yo te
deseamos de la misma forma en la que tú nos deseas como una
pareja normal.
—No somos una pareja normal.

—La normalidad está sobrevalorada, Lucy — mientras habla, sus


ojos pasan de mirar los míos a mis labios, concentrando su atención
en ellos— ¿Para qué ser normal cuando puedes marcar la maldita
diferencia en todo?

—Entonces bésame. — digo sintiendo un cosquilleo en mi abdomen


bajo.

—No. — Responde y lo observo tragar saliva — Bésame tú a mí.

Suelto una pequeña risita y tomo su cuello para terminar de hacer el


contacto. Mis manos se meten dentro de su cabello y cuando sus
labios chocan contra los míos, no me importa la voz de la profesora
demandando que nos separemos porque estamos en clase,
solamente me concentro en la forma en la que sus labios se mueven
contra los míos acostumbrándome a ese ligero poder que significa
ser un Fairchild o estar con ellos lo que significa que, de una manera
u otra, puedes romper las reglas a tu antojo y eso comienza ser
adictivo.

Pero después de todo, las cosas no pueden ser tan perfectas para
ser ciertas.

—Les agradezco que se separen porque las muestras de afecto de


ese tipo están prohibidas en el colegio...— comienza la profesora,
prácticamente encima de nosotros y me separo luego de morderle el
labio a Crono.

Ella tiene los ojos fijos en mí, es joven, no debe de llegar ni a treinta
años, pero no sabe usar el cerebro y cree que teniendo el papel de
"Profesora correcta" esconde que le gusta un menor de edad que
además en su alumno.

—¿Sucede algo, Profesora? — pregunto mirándola con el ceño


fruncido y conteniendo las ganas de enterrarle el lápiz entre ceja y
ceja.
—Es prohibido esas muestras de afecto— se esponja — Si vuelve a
hacerlas, la llevaré a dirección porque está incumpliendo las leyes
de esta institución.

Quise reírme en su cara por las estupideces que estaba diciendo.

—¿A ella solamente? — la voz de Crono hace que ella espabile.

—La cosa no es con usted, señor Fairchild.

—¿No lo es? — él inquiere y ella niega con la cabeza, embozándole


una sonrisa que me moriría por borrarle.

—Es ella quien empezó todo...—

—Ella no empezó nada porque yo se lo pedí— él la mira de arriba


abajo— ¿Tiene algún problema con MI novia que no me haya
enterado aun, Profesora?

Deja muy claro él "mi" y ella palidece.

—No sabía que era su novia...— comienza.

—Esas cosas no le incumben, realmente— él deja de mirarla para


levantarse — Si tiene algún problema con ella, podría decírmelo a
mí o mi padre directamente.

Eso hace que ella se tense de inmediato.

—No quiero problemas. — deja en claro.

—Entonces no los busque — Crono le responde antes de mirarme.


— ¿Nos vamos ya? Tengo hambre.

Asiento y me levanto también, terminando de guardar todo en el


bolso y le sigo dejando a la profesora pasmada en su sitio, y eso,
también me gusta realmente.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
Llegamos a la cafetería, la mesa está ocupada por Consus, Cristian,
Caelus y Caebrán. No hay rastro de los mellizos Calandra, y mi
mente me recuerda que no hay posibilidad de que Marta aparezca
porque ella está muerta.

Sonia Fairchild la asesinó.

No puedo decir que me duele lo que le ha sucedido o que la


extrañaré. Solamente creo que me acostumbre de alguna forma a
siempre verla detrás de mí o intentando estar a nuestro alrededor.
Fue la primera que se acercó a mí, la chica excesivamente dulce
que ocultaba tantas cosas que jamás lo pensarías a simple vista.

Los carteles que dicen que des cualquier información sobre Joe
están repartidos por todas las paredes porque no importa que haya
pasado ya un tiempo, supongo que los padres de él no aceptan —
cosa que deberían— la posibilidad de que su hijo este muerto.

Y es que está muerto porque yo misma me encargué de


desmembrar su cuerpo.

La atención se enfocó levemente en nosotros. Las cosas habían


cambiado, el ambiente se respiraba tenso, la atención era más
obsesiva y ya faltaban personas que antes estaban, eso se notaba,
incluso para todos.

Rose estaba en el fondo, sentada, mirando una manzana sin darle


un bocado. Su semblante parecía decaído y me siento al lado de
Crono y Caebrán, dándole un beso corto al segundo a modo de
saludo mientras le sonrío al resto.

—¿Jake vino hoy? — pregunto, pero Consus es quien responde:

—No, creo que tuvo que ir a la clínica a... ya sabes.

Asiento, recibiendo la bandeja de ensaladas, atún y pan que me


extiende Cristian con un jugo de naranja. Entiendo a qué se refiere
de inmediato y porque lo dice de tal forma, todos están pendientes
de nosotros y cualquiera puede escuchar algo sobre eso que no nos
corresponde contar a nosotros.

Me llevo un pedazo de pan tostado a la boca y mientras mastico,


una cabellera negra casi tan idéntica como la mía, solo que la de
ella es más clara, entra a la cafetería haciendo que varios se giren a
verla.

Carga un vestido de color negro y la chaqueta con la insignia del


Colegio. Su cabello suelto y un maquillaje sutil con las mejillas un
poco coloradas, aprieta unas hojas contra su pecho y sé que los
chicos también la están mirando por la misma razón que yo.

Dorian.

No pensé que la vería más pero aquí esta. Había rumores de que se
iría del colegio, pero ya veo que son falsos y mi cabeza evoca el
recuerdo de la última vez que la vi, que fue cuando hablo con Marta
en el baño sobre "él" y las mismas sospechas que sentí en ese
momento se encienden.

¿Quién es Dorian y por qué asesinaron a su hermano?

La pregunta quedó en mi mente. Uno de los tantos misterios que me


esforzaría por resolver en este pueblo, ella no bajo la mirada, tenía
la frente en alto y se acercó a Rose.

Por alguna razón, tenía un mal presentimiento y cobró vida cuando


Rose enfoco sus ojos verdes agua en nosotros. Su semblante
decayó aún más, pero hubo algo nuevo en él que no pude describir,
porque desapareció tan rápido como llego y luego pareció volverse
de piedra y se levantó.

—Algo sucedió. — murmuró Caelus tamboreando los dedos contra


la mesa.

—¿Qué crees que sea? — preguntó Cris.


—Estamos a punto de descubrirlo. — solté, cuando noté que ambas
venían hacia nosotros y justo ahí supe, que las palabras de Ángel
tenían sentido.

El juego apenas comenzaba.

Siganme en mis redes y les doy un besito y un abrazo:

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Instagram: gabiiamc
Legami di sangue

Dividiré el capítulo en dos partes.

ESTA ES LA PARTE 1

JAKE

Me levanto de la silla, la doctora me da una sonrisa amigable y


estrecha mi mano, trato de controlar mis nervios, pero ella se da
cuenta de que se me hace imposible.

—Trata de no estar nerviosa. — Suelta y trata de reconfortarme —


Todo estará bien.

Pero la verdad es que no estoy muy segura de eso.

—¿Cuánto toca la otra consulta? — pregunta mamá, que ha estado


a mi lado todo el día de hoy.

—En quince días. — La doctora responde y luego enfoca sus ojos


en mí — Recuerda lo que te dije: el bebé siente todo lo que tú
sientes. Trata de estar tranquila, relájate y no olvides tomarte todas
las vitaminas.

—Le recordaré— mamá dice, estrechando la mano de la doctora y


contengo la mueca que sus palabras me producen porque nunca
están en casa.

«No sé qué es lo que quiere aparentar». Aprieto mi bolso cuando


me lo entregan y trato de estar "tranquila" tal como dijo la doctora,
aunque eso es técnicamente imposible tomando en cuenta todo lo
que está pasando.
La muerte de Marta, tener a mis padres ansiosos por saber de quién
es el bebé, la idea genial de mis papás queriendo reconciliación
entre Joseph y Rose, lo que le conté a Caelus, Ángel, Marcus Bundy
y el inminente recuerdo de lo que le sucedió a Katherine y todas las
cosas malas que he hecho para salvarme, pero han lastimado a
otros.

—Nos vemos en la próxima cita — susurró la doctora, sentándose


de nuevo en su silla y escribiendo algo en unos papeles. Mamá se
giró a verme y luego comenzó a caminar hacia la puerta,
obligándome a caminar detrás de ella.

La doctora me dio una última sonrisa, recordándome cómo de


manera apresurada mientras esperábamos que llegara le pedí que
inventara algo para justificar todos mis problemas con el embarazo
escondiendo que la razón es que estoy embarazada de mi mellizo y
eso hace que tenga problemas y riesgos sin contar que soy muy
joven.

Muy joven para salir embarazada.

Muy joven para vivir lo que he vivido.

Muy joven para tener tanto peso en los hombros, pero supongo que
eso, nadie puede cambiarlo ni nada puede liberarme de todas las
ataduras y las cadenas que tengo solamente por ser quien soy.

Joseph se levantó, desordenándose el cabello cuando nos vio.


Guardó el teléfono en su bolsillo y embozó una pequeña sonrisa que
no pude corresponder.

—¿Cómo salió todo? — preguntó.

—Ella está bien, pero por alguna razón tienen ciertas


complicaciones — mamá rueda sus ojos y voltea a mirarme —¿No
has probado ir al otro doctor? Porque siento que es muy exagerado
lo que están recetándote.
—No, me siento a gusto con ella...— contesto viendo como el
guardaespaldas se acerca y le quita el bolso a mi mamá que se
concentra en su teléfono mientras entramos al ascensor de la
clínica.

—Siento que exagera — mamá dice, arrugando la nariz sin quitar la


vista del teléfono — Tu padre hoy hará una cena y estarán invitados
los Bush, así que mientras voy al SPA, ustedes dos consigan un
atuendo acorde o pídanlo en San Lucifer.

La miré sin poder creerlo.

—Yo iba a ir a ver a Lucy...— suelto y mamá me mira con los ojos
entornados.

—La verás después porque debemos estar todos juntos como


familia en la cena — soltó y fijo sus ojos en Joseph: — Piensa lo que
te dije, hijo. Deja de estar tan rebelde...

El ascensor se abrió y Joseph salió dejándola con las palabras en la


boca.

—No te olvides de que tenemos que hablar sobre el papá de esa


criatura que cargas — mamá me miró con fijeza — No te salvas.

Asentí, sintiendo un vacío en el estómago y salí disparada del


ascensor caminando hacia donde estaba Joseph esperándome
dentro de su auto.

Abrí la puerta y entré. Mamá se metió en la camioneta blindada de


mi padre y se fue en dirección contraria a la que nosotros iríamos.

Pegué mi espalda al espaldar del asiento, apreté mis manos en mi


regazo y mientras pestañeé, recordé la forma en la que Sonia
Fairchild le disparaba a Marta y cómo me sentí cuando vi que
estaban acabando con su vida y no pude hacer nada para evitarlo.
Cómo una vez más, me falle a alguien por ser una cobarde. Las
palabras de Caelus resuenan en mi mente y por más que me niegue
a aceptarlo, de alguna u otra forma Marta moriría y quizá, Sonia le
regaló la más fácil y menos dolorosa de la que seguramente otros le
darían.

Controlo las ganas de llorar por las hormonas y por todo lo que ha
estado pasando últimamente, trato de ser fuerte recordando que
todo se lo estoy trasmitiendo a mi hijo o a mi hija. Joseph no dice
nada en todo el trayecto y se lo agradezco porque no estoy bien ni
mucho menos preparada para pelear o enterarme de algo más.

Me coloco la mano en el vientre e instintivamente recuerdo la


amenaza, en mi mente llega un recuerdo de hace dos noches,
Caelus y yo en el acantilado Hernos, el mismo lugar donde murió
Katherine y donde empezó nuestra cadena de secretos, la primera
cadena que tengo gracias a él.

—Alguien quiere quitarme a mi bebé — susurré, con miedo en todo


mi cuerpo y pánico de solo imaginarlo.

—¿Te das cuenta de que escondiendo cosas solamente lo


empeoras? — Me miró de reojo — Lo de Ángel, que pude ayudarte
y ahora esto que quizá hasta lo dices demasiado tarde.

—Entiende que...—

Él me interrumpe.

—¿Entiende qué? — Suelta con desdén — No puedo entender nada


por qué cada vez te alejas más de la Jake que conocí, la Jake que
consideré como mi amiga y a la cual le tengo respeto.
Siento un nudo en la garganta y él continúa, empeorándolo:

—Hasta parece que no confías en mí — habló — Y realmente, no


me importa eso, pero se me hace muy estúpido, ya que al final,
termino salvándoles a todos de las mierdas tarde o temprano.
—Confío en ti. — le digo y rueda sus ojos al cielo.

«Pero le conté todo primero a Lucy por alguna razón», pienso.

—¿Segura? — inquiere y regresa la vista al acantilado. El agua del


mar, choca contra las rocas con violencia y recuerdo exactamente
qué esas mismas aguas oscuras y profundas, esconden la mayoría
de nuestros secretos.

—Solamente quiero decirte que, no estamos en un buen momento


para que tengas este tipo de comportamientos. — Sus ojos se fijan
en mí — Se aproximan cosas que nos van a joder si no estamos
unidos, Jake y sabes perfectamente qué es lo que sucede en la
guerra.

«El más débil termina muriendo» Regreso a la realidad y dijo los


ojos en mi hermano.
Tantas codas que he querido decirle, pero no he podido por muchas
razones. El miedo a ser juzgada, el temor de agregar otro pecado a
la lista de forma infinito que tengo.

No hemos hablado nada sobre lo que ha pasado, las últimas noches


no he podido dormir y él ha tenido que lidiar con todas las cosas que
de alguna forma le están exigiendo mis padres.

Aparca el auto y mientras apaga el motor, sus ojos se fijan en mí.

—Quería estar ahí y ver todo el proceso. — comenta, sacando la


llave de la ranura.

—Mamá estaba ahí...—

—Sí, pero yo soy el padre y también tenía derecho.

—Solamente fue una consulta regular. — Le miro completamente


abatida porque lo menos que quiero hacer es pelear con él — No te
perdiste de mucho realmente.
Asiente, con la mandíbula tensa y su mano viaja a mi mejilla,
ahuecándola suavemente mientras cierro los ojos sintiendo su
caricia suave y dulce que por un momento, logra alejar la tensión
que hay en mi cuerpo.

—Entiende que no quiero perderme de nada...— susurra — Me


estresa saber que no puedo decirles a todos que tendré un hijo o
hacer cosas tan estúpidas como entrar a consulta contigo porque mi
mamá se antojó de ir. Todo porque no hemos tenido la valentía de
decirles lo que nos sucede.

Abro los ojos y lo miro con los ojos cristalizados, dándome cuenta
de cada detalle de su lindo rostro y sintiendo el hormigueo en mis
labios porque quiero besarlo.

—Tengo miedo.

—Yo también, pero debemos ser fuertes por él — dice y lleva su


mano derecha a mi abdomen.

—¿Y si nos estamos equivocando?

—Pues estamos a tiempo de tomar esa decisión, ¿no?

Sé de inmediato a lo que se refiere: «abortar».

Su mano deja de mejilla, pero no mi abdomen.

—Mamá cree que es de Caelus...— dejo ir, lentamente y siento


cómo se tensa al escucharlo.

—¿Y tú qué le dijiste?

—Que no lo era — contesté de inmediato recordando la


conversación incómoda que tuve con ella.

No acostumbraba a verla sonreírme demasiado o al menos no lo


hacía los últimos años. Mamá siempre fue distante conmigo de
alguna forma y comienzo a sentir pánico cuando veo sus
intenciones.

—¿Qué pasa, mamá? — inquiero enarcando una ceja cuando la


puerta termina de abrirse dejando muy en claro su presencia.

—¿Te pondrás esa ropa tan fea para ir a consulta?

—Sí. — contesto apretando mi teléfono con fuerza mientras mis ojos


se concentran en ella.

—¡Bueno! — Se da por vencida y entra a mi habitación — Le dije a


tu padre que iría a consulta contigo.

—¿Por qué? — no oculto la incomodidad que me produce ello y ella


entrecierra sus ojos.

—¿Hay algún problema?

«Por supuesto que sí».

—No. — finjo una sonrisa tensa.

—¿Y el padre de la criatura irá? — pregunta, caminando por la


habitación.

—Joseph irá.

—¡No habló de tu hermano!

«Pero él es el papá, madre».

—Él es el único que me importa como compañía.

Mamá menea la cabeza.

—¿Por qué Caelus no va a ver cómo está creciendo su hijo?

Eso me deja descolocada.


—¿Qué...?

—No pongas esa cara — me reprende — Algo me dice que es el


padre.

—No lo es — respondo fríamente y ella frunce los labios, meneando


la cabeza y se aleja, anunciando que vamos a irnos a la clínica en
diez minutos

—¿Vamos? — dice Joseph haciéndome salir de mis pensamientos,


abriendo la puerta del auto y asiento lentamente, abriendo la mía
también.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Caminamos uno al lado del otro por las tiendas que hay en el único
centro comercial que hay en Hiverdele.

Reconozco a un par de estudiantes de Colegio y mi teléfono vibra,


haciendo que lo saqué de mi bolsillo.

—Iré a preguntar algo allí — dice Joseph, señala el lugar, pero no le


prestó atención, dándole un asentimiento rápido queriendo darle a
entender que lo entendí cuando no es así.

Desbloqueo la pantalla y es un mensaje de Caelus.

«¿Por qué no viniste hoy?»

Enarco una ceja y le respondo:

«Al menos salúdame, imbécil».

«Tuve consulta con la ginecóloga».

Lee los mensajes rápidamente y contesta:

«¿Y cómo saliste?»


Sonrío mientras me siento en una de las sillas, cruzándome de
piernas con la atención completamente en la pantalla.

«¿En serio te preocupas por mí?»

Sé que va a responderme con sarcasmo, pero me gusta molestarlo.

La respuesta aparece en el chat, tal cual la esperaba.

«Nah, solamente quiero saber si tengo que preparar otra


coartada o alterar evidencia para esconder el motivo real de tu
muerte».

Blanqueo mis ojos por su humor negro.

«Eres un estúpido».

Llega de inmediato la respuesta:

«¿Qué tienes tú con insultarme?»

Le mando una carita blanqueando los ojos.

«¿Qué ha pasado ante mi ausencia? Eso es más interesante».

«Acabo de llevar a Lucy a su salón».

Mis ojos se fijan en la hora con cierta confusión cuando leo su


mensaje.

Le envío:

«¿No es algo tarde?»

Contesta:

«Estábamos ocupados».
Voy a contestarle algo con sarcasmo, pero otro mensaje de él
aparece en el chat.

«Me contaron sobre la cena que hará tu familia».

«¿Cómo te enteras tú de eso?»

Él contesta:

«Cristian en mi hermano, Jake».

Eso me hace reír un poco.

«Todo un chismoso de primera».

Me burlo y luego añado:

«Pues, mis papás harán una cena para intentar arreglar los
problemas que según hay entre Rose y Joseph».

«Necesito que me hagas un favor».

«¿Cuál es?»

Aparece en «escribiendo» por unos cuantos minutos en los que me


quedo quieta esperando su respuesta. Levanto la mirada, viendo
cómo Joseph se aleja hablando por teléfono, pero luego regresa y
mi teléfono vibra anunciando la respuesta de Caelus que me deja
estática.

Joseph me ve con cierta confusión y trato saliva, apagando la


pantalla del teléfono antes de que llegue a ver lo que Caelus me
escribió.

—¿Pasa algo?

—No, solo es mamá preguntando si ya compramos algo...— miento


de forma automática y me odio por eso.
Se me queda mirando y luego asiente lentamente.

—Vi una tienda que tiene los vestidos que te gustan, podemos
entrar ahí.

Ignoro la punzada molesta que se adueña de mi cabeza y me


levanto dándole una pequeña sonrisa.

—Vamos. — digo, tomando su mano por inercia y el contacto me


envía electricidad al cuerpo.
Fija sus ojos celestes en nuestras manos entrelazadas y trago
saliva, con ganas de alejarlas al ver que varias personas nos están
mirando, pero él me lo impide.

—Vamos. — me jala prácticamente y cuando entramos a la tienda,


no puedo dejar de pensar en lo que me ha pedido Caelus.

Pasamos un rato, la encargada es quien nos atiende personalmente


porque nos conoce —¿quién en el pueblo no lo hace? — y se siente
alargada por tenernos aquí.

—Hay vestidos casuales, simples, llamativos y de fiesta — señala la


gran variedad — Diferentes tamaños, formas y colores, señorita.

Ojeo a mi hermano.

—¿Qué color? — suelto lentamente.

Me mira con extrañeza.

—¿Qué color busco? — repito la pregunta y él mira a la encargada


que nos ve algo extrañada.

—Pues, creo que el azul le quedaría bien — dice, rascándose la


barbilla y la encargada asiente pidiéndole a su asistente todos los
vestidos que tiene en ese color.

Joseph se queda mirando a la mujer que manda a sacar


prácticamente la mitad de su mercancía, con una sonrisa en el
rostro afanando a la pobre muchacha de mejillas sonrojadas que
evita mirar a mi hermano. Por instinto, me acerco un poco y abrazo,
dándole un beso en la mejilla antes de descansar mi rostro en su
hombro esperando que terminen de sacar todo.

—¿Por qué elegiste ese color? — pregunto en un susurro minutos


antes de que la encargada se nos volviera a acercar.

—Es el color de nuestros ojos — responde y me mira dándome un


beso en el puente de mi nariz — Y te ves hermosa con él.

—¿Ah sí? — inquiero como si estuviera insegura y él rueda sus


ojos, pero sonríe.

—Sí.

—¡Aquí está todo! — dice la mujer y ambos giramos al ver la


cantidad de vestidos azules de diferentes tonalidades, formas,
largos y tamaños.

Me alejo un poco de mi hermano, dando un paso al frente y él me


toma de los hombros, pegándome a su pecho. La mujer y la chica
que está a su lado, nos miran, pero no dice nada, sobre la forma
cariñosa en la que nos tratamos, aunque minutos antes quería
tenerlo lejos de mí.

Supongo que esas son una de las cosas que no puedo evitar, él tire
y afloja de nuestra "relación" que es más una dependencia que me
lleva al grado de no poder vivir sin verlo o tenerlo cerca y por
primera vez, admito dentro de mí que quiero tener el bebé porque es
como sí, fuese algo nuestro que será puro y limpio por primera vez,
ya que todo lo que nos junta a Joseph y a mí, está corrompido y es
absolutamente malo, oscuro e incorrecto.

—Será una cena — le comunico a la mujer que asiente con


excesivo entusiasmo.

—¿Formal o informal?
—Diría que es familiar. — Joseph responde por mí sin alejarse —
Pero ninguno de los dos estamos emocionados por ir, pero quiero
que ella deslumbre porque será un día importante.

Lo miro sin entender a lo que se refiere y él me da un beso en la


frente.

La chica carraspea su garganta y me mira con cierta timidez.

—¿Puede decirnos qué tono quiere más o menos? — Pregunta —


Si lo quiere corto o largo, pegado o ancho...—

—Un poco ancho y corto, el tono de azul podía ser eléctrico con
algunas lentejuelas...— musito y paso mis ojos sintiendo la
respiración de Joseph por encima de mi cabeza por el montón de
vestidos concentrándome en uno que llama de inmediato mi
atención.

Me quedo mirándolo realmente deslumbrada por la tonalidad de azul


con destellos grises que me engancha. Soy fanática de usar tonos
pasteles porque mi estilo es más vintage, minimal con una mezcla
de Kawaii pastel o Art Hoe porque me gusta jugar con mi estilo y las
paletas de colores o tonos nudes que intento integrar en mi
guardarropa.

Tengo cierta fascinación por la ropa y es por eso que me costaba


mucho adaptarme a las Bush después de lo que sucedió con
Katherine porque ellas eran simples y les gustaban los colores
fuertes y Dove, me sugirió varias veces con colorarme el cabello
como lo hacían ellas y su padre, pero me negué porque creo que
jamás lo haría, ya que siento que es una de las cosas que me hace
sentir diferente.

—¿Le gusta ese? — pregunta la encargada.

—Me encanta. — digo, sin poder evitar sentir un poco de nervios al


ver cuando la chica lo saca del maniquí y se ve el gran escote que
hay en la espalda.
Ojeo a Joseph.

—¿Qué tal?

Asiente con una sonrisa en los labios y me pregunto si es real, si lo


que estamos aparentando como si todo en nuestra vida estuviera
bien, es real. Si lo que siente por mí, es tan real como lo que siento
por él y si él también, me oculta cosas como yo se las oculto.

—Deberías probártelo.

—¡Opino lo mismo! — se mete la encargada y Joseph se aleja un


poco para que la mujer pueda llevarme al probador pequeño de
color rosa fresa y luces led donde me quito la ropa y me coloco el
vestido que se adhiere a mi cuerpo como una segunda piel.

Me veo por unos segundos en el reflejo que me da el espejo e


instintivamente mis ojos se concentran en mi abdomen, esperando
verlo más abultado, pero la verdad es que sigue igual. Mi espalda
llena de pecas está a la vista y no puedo usar sostén por el tipo de
tela.

Me relamo los labios y abro la cortina, pasando de largo las miradas


que me dan la encargada y la chica para concentrarme en lo que
realmente me importa, aunque parezca que no: mi hermano.

Joseph se relame los labios, pasándose la mano por el cabello del


mismo color del mío y veo en sus ojos la chispa que solamente le he
visto cuando me miran a mí.

—Quella è la madre di mio figlio?*— pregunta y abro los ojos


dándole una mirada envenenada porque no puedo creer que lo ha
dicho.

Se acerca un poco y la encargada junto con su asistente nos mira


con confusión, como si no supieran que es lo que ha dicho,
haciendo que, de alguna forma, agradezca que no sepan hablar
italiano o al menos, es lo que espero.
—Perché lo dici qui?*—inquiero y se relame los labios dándome una
mirada descarada.

—Perché sei così fottutamente sexy y bella, amore?*— suelta y mis


mejillas se encienden porque pocas veces le he escuchado decirme
ese pequeño diminutivo que, por alguna forma, me pone a latir el
corazón como loco haciendo que me olvide de lo malo que es lo que
sentimos.

—No entendemos nada...— la encargada se mete y enarca una ceja


mirándome — ¿Le gusto el vestido? Porque si no es así, estaría
muy triste porque le queda de maravilla...—

Suelto una risita.

—Me encanta, creo que voy a llevármelo.

—Con unos zapatos de tacón de aguja negros quedarían perfectos,


si me permite decirle, señorita. — habla la ayudante y asiento
dándome la vuelta y mirándome de nuevo en el espejo.

—Gracias, tomaré en cuenta tu consejo.

—¿Y usted no quiere nada? — Le pregunta la encargada a Joseph


mientras me miro en el espejo — Tenemos un traje para caballero
que hace juego con ese vestido...—

—Tráelo para probármelo. — pide Joseph y ambas mujeres se van


hacia el otro lado de la tienda.

Mi hermano se acerca por mi espalda y me toma de las caderas,


pegándome a su cuerpo, dándome unos pequeños y húmedos
besos en la clavícula.

—Alguien puede vernos...—digo, cuando siento su mano dejar de


tocarme la cadera para centrarse en la parte baja de mi abdomen.

—¿Crees que eso me importa?


—Debería importarte porque estas personas saben quiénes
somos...— le digo, moviendo un poco la cabeza cuando me
chupetea un poco el cuello, el contacto de su lengua contra mi piel
caliente junto a su aliento, me eriza los vellos del cuerpo y me obliga
a cerrar los ojos, apretando las piernas.

—Podría haber cámaras...— sigo, tratando de ser razonable, pero


no me escucha y yo no puedo alejarme por más que mi cerebro me
lo pida, hemos estado alejados todos estos días, ha habido mucha
tensión y muchos problemas, inconveniente y distancia entre
ambos, algo me dice que debo alejarme, que si tanto me quejo de
que lo que hacemos está mal, debería ponerle fin, pero
sencillamente no puedo, le permito que me bese y en medio de toda
la calentura que comienza a mandarme pequeñas punzadas al
vientre, dice con la voz ronca en mi oído presionando el bulto que se
hizo en su pantalón:

—¿Sabes que quiero, hermanita?

La forma en la que lo dice, me hace abrir los ojos y verlo en el reflejo


es... es tan jodidamente caliente que todo se esfuma en mi cabeza:
las dudas, los miedos, los problemas, las cosas que he hecho mal,
las cosas que he permitido, las cosas que he perdonado y he
ocultado, absolutamente todo.

—¿Qué? — musito un poco perdida cuando siento su mano tocar


por encima de ese punto, presionando la tela y por alguna razón, los
nervios de que nos encuentren así me ponen peor y eso ni siquiera
me lo permito reprochármelo.

—Quiero hacerte mía dentro de ese probador — susurra — Quiero


volver a sentir tu aroma, tus besos y quiero olvidarme de todo,
quiero demostrarte que, no importa si lo que hacemos está mal,
porque yo solo te quiero a ti, tú me quieres a mí y nadie debería
meterse u opinar en ello.

—¿Eso quieres...? — inquiero sintiendo la corriente eléctrica que me


produce escalofríos y un pequeño cosquilleo doloroso en el vientre y
viaja rápidamente a mi entrepierna.

«Esta tan mal que esto me haga sentir tan bien...»

—Eso quiero, Jake. — susurra presionando su palma y me pego


más a su cuerpo sintiendo el miembro justo en mi trasero.

—¿Lo harías ahora?

—¿Decirles a todos la verdad o follarte? — inquiere y no sé por qué


las dos ideas me gustan y me aterran tanto.

—Siempre que lo hacemos...— comienzo, moviendo levemente el


cuello para que me bese los labios que lo siento resecos y es lo que
hace.

—Siempre que lo hacemos sale algo mal— termina por mí,


apretando más la palma, haciendo que la sienta y que entreabra los
labios queriendo que la tela deje de ser un impedimento y que mi
cabeza deje de ser mi peor enemigo para poder disfrutar.

—Sí...— susurro, media pérdida y él muerde mi labio inferior


haciendo que me restriegue contra su erección.

—Pero, de todas formas, ya no me importa...— suelta y me obliga a


mirar el reflejo de ambos. Tenemos las mejillas sonrojadas, estamos
en una pose tan comprometedora e íntima que mi cabeza
prácticamente vuela.

—¿No te importa?

—No, no lo hace — contesta, seguro y vuelve a besar mi cuello,


mordisqueando para dejar marca como siempre lo hace.

—¿No...?

—No. — responde y mira el espejo concentrándose en nuestro


reflejo.
El reflejo de unos adolescentes que hacen cosas muy malas, unas
más que otras, que viven arrepentidos la mayoría del tiempo, pero
que no pueden hacer nada porque son egoístas, dependientes el
uno al otro y la representación de lo enfermo e inmoral que hay en el
mundo.

—¿Por qué?

—Porque ya me cansé de fingir que no te amo, Jake — dice — Me


cansé de que tengamos que adaptarnos, escondernos y sé que está
mal...— me mira — Pero también sé que no le hacemos daño a
nadie sintiendo lo que sentimos y que vivimos en un mundo tan
retorcido que debería resbalarnos lo que piensen de nosotros y de
nuestro amor.

—No digas que nuestro amor será aceptado de manera tan fácil, —
prácticamente jadeo cuando muere la piel de mi cuello presionando
más la palma en ese punto sensible que cosquillea y prosigo: —
cuando ambos sabemos que no está bien por muchas razones.

Voltea ligeramente mi rostro.

—Lo sé, pero no estoy dispuesto a dejarte — contesta cuando ve la


duda que ha sembrado en mi rostro, mirándome a los ojos — Y sé
que me hace egoísta...—

—Muy egoísta — lo miro, cuando sus labios se juntan con los míos
y me da un pequeño beso húmedo que me pone a vibrar todo el
cuerpo, y añado: — Ahora lo eres más cuando nos hacemos tanto
daño...—

—No me importa — sentencia — No me importa nadie más, ya


estoy cansado de tener que hacer cosas por los demás, de poner a
mis intereses de lado, de escondernos...—

—Bésame. — pido y me gira de golpe en un movimiento ágil,


pegando su pecho al mío y presionando mi cadera mientras con su
otra mano agarra la parte trasera de mi cuello.
—Quiero que sepas algo, Jakeline — suelta — Nada de lo que
suceda después de hoy me importa, porque te quiero a ti y es lo que
voy a tener sin importar llevarme lo que sea por encima y encontraré
la jodida forma de que te entre en la cabeza que los prejuicios ni
recriminarnos cosas no nos ayudaran para nada, porque
sencillamente, quizá seamos sanos y buenos para lo que nos rodea.

Me atrae a su boca y con las mismas manos que manche de


sangre, que lo ha tocado a él y que han hecho muchas cosas malas,
lo atraigo a mí sintiendo su sabor y su lengua contra la mía. Me toca
el trasero con ambas manos, lo estruja y me restriego a su erección
queriendo sentirla completamente y dentro de mí.

El beso solamente muestra lo que estamos y es desesperados,


ansiosos y molestos con lo que sentimos y lo que somos. Lo quiero,
me quiere y hay muchas cosas en contra de eso, muchos prejuicios,
muchas mentiras y muchos secretos que se demuestran en los
movimientos bruscos que hacemos mientras intentamos acercarnos
mucho más de lo que podemos y cuando escucho los tacones de la
encargada, le doy un golpe ligero mientras me alejo tratando de
regular mi respiración.

—No encontrábamos el traje...— suelta la mujer y me miro al espejo


como si nada.

—Qué bueno que lo encontraron — digo, girándome a verlas y la


mujer y la chica fijan sus ojos en nosotros que parece que
hubiéramos salido de un revolcón.

—¿Paso algo?

—Solamente que hay mucho calor...— responde Joseph, sonriendo


levemente.

—Qué extraño, yo siento que la temperatura está adecuada...—


suelta la chica y me encojo de hombros soltando una risita mientras
le quito de las manos el traje que se probara mi hermano.
—Debe ser los cambios climáticos que son medio bipolares—
respondo y ella asiente levemente.

—Quizá — suelta ella, con cierta duda.

Le entrego el traje a Joseph y él lo toma, entrando rápidamente al


vestidor y les doy una sonrisa a las mujeres que no me quitan los
ojos de encima.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Termino de retocarme el maquillaje, colocando sombra de ojos y un


poco de rímel transparente por el color de mis pestañas.

Calzo mis tacones en mis pies, levantándome de la cama y tomando


mi teléfono, enciendo el flash y elijo un filtro de Instagram para
tomarme la foto, sonriendo a la cámara.

Solamente tomo una, me gusta y es la subo a las historias que de


inmediato se llenan de corazones y comentarios que son de chicos
del Colegio que algunas veces saludo o empresarios o hijos de
ellos, que suelen ser amigos de mis padres o que conozco gracias a
estar dentro del círculo de los Fairchild.

Respiro profundo cuando leo el mensaje de mi hermano.

«Ya debemos irnos»

«¿Puedo irme en mi auto?»

Su respuesta llega de inmediato.

«Le dije a mis papás que te llevaría yo»

«¿Es muy tarde para inventar que el bebé me produce náuseas y


quiero quedarme en casa?»
Lee el mensaje, pero no responde. Me siento en la cama y antes de
que me cruce de piernas, la puerta de mi habitación se abre.

El traje que al final, si compramos y si le quedo estupendo, es el que


carga justo en este momento. Tengo que tomar un respiro cuando lo
veo acercarse a mí con una sonrisa encantadora que me produce
cierto cosquilleo en el estómago.

—¿Te sientes mal? — pregunta mientras me toma del rostro con


ambas manos.

—Era jugando — respondo, haciendo un ligero puchero que sale por


inercia cuando besa mis labios.

—Pensé que el bebé estaba molestando...—

—No ha molestado nunca, pero creo que yo si a él. — respondo con


cierta duda y Joseph ríe un poco.

—Te ves estupenda.

—Preferiría estar en pijama en vez de estar a punto de ir a esa


maldita casa — siseo.

—Yo también, solo que estaría junto a ti y te besaría a cada rato.

—¿Por qué no lo hacemos?

—Porque hoy sencillamente no podemos faltar a esa cena.

Ruedo mis ojos y me da la mano, jalándome para levantarme y


camino hasta el espejo de cuerpo completo mirando cómo nos
vemos y él besa mi mejilla, sacando su teléfono para capturar una
foto que sube de inmediato a Facebook.

—"My soulmate" — leo en voz alta el pie de la foto y sus ojos se


concentran en los míos.

—Es lo que eres, ¿no?


—Así dicen...— suelto con una pequeña sonrisa que lo hace rodar
los ojos.

—Hummm— susurra y se aleja, mirándome de arriba abajo. — Ese


vestido es encantador.

Mis mejillas se sonrojan ligeramente.

—¿Seguro?

—Segurísimo, Jake. — afirma, pero ladea la cabeza.

—¿Qué? — busco sus ojos con cierto nerviosismo por la forma en la


que me mira, busco mi reflejo en el espejo y me veo bien, pero me
consterna su mirada así que pregunto rápidamente: —¿Me
despeiné?

Él suelta una carcajada.

—No, pero te falta algo...—

—¿Qué? — pregunto descolocada, segura de que me coloque todo


lo que necesitaba ponerme.

Toma mis manos y eso me confunde más, pero lo que hace


después, lo hace aún MÁS, y el MÁS va en mayúsculas porque
nunca en mis fantasías más locas me habría imaginado que pasaría
algo así.

Se arrodilla, y me mira desde abajo. La chispa de sus ojos me


trasmite cierto nerviosismo y cuando voy a pedirle que se levante y
deje de ponerme nerviosa, lleva su mano libre al bolsillo de su
pantalón y saca una pequeña cajita de color rojo que me hace latir el
corazón como loco.

Que no sea... que no sea...

La abre bajo mi atenta mirada y el millón de nervios, mariposas y


hasta murciélagos que siento en el jodido estómago y el pequeño
diamante de color azul resplandece bajo mis ojos gracias a la
iluminación de la habitación.

Siento que se me va a salir el corazón y lucho por mantenerme de


pie.

—Joseph, pero qué...— susurro, antes de llevarme la mano que


tengo libre a la boca para ocultar mi asombro y él suelta una
pequeña risita.

—Shhhh— me pide — He estado pensando mucho esto, durante


todos estos días y he llegado a la conclusión que no estaremos
unidos más de lo que ya estamos. Somos sangre, somos cómplices,
somos todo lo que está mal, seremos padres y lo único que nos falta
es tener un título para esto que...—

—No es legal. — digo de inmediato y él me aprieta la mano.

—¿Podrías callarte? — Inquiere con la ceja ligeramente levantada


— Te quiero pedir matrimonio y te colocas así...

—Pero estamos muy jóvenes.

—La edad no define absolutamente nada. — Zanja — Menos


cuando lo de ambos ha existido desde que tenemos raciocinio.

—Estás tan loco...— digo, soltando una pequeña risa nerviosa que
termina en un jadeo cuando saca el pequeño anillo.

—Pero estoy loco por ti y por lo que somos, Jake— suelta — No me


importa que sea malo, que sea inmoral o insano, que sea un pecado
o que nos convierta en una aberración porque soy egoísta y así
como siempre te aleje de otros chicos, así te quiero toda mi vida
junto a mí sin importar lo que opine el resto así que, por eso, haré la
pregunta que más me ha tenido nervioso todo este tiempo — habla
y siento que se me va a salir el corazón— ¿Te quieres casar
conmigo, Jake? ¿Te quieres cansar conmigo, aunque eso este
terriblemente mal, sea un pecado y una aberración? Porque yo
estoy desesperado por poder decir que aparte de mi vida entera,
eres mi esposa y la madre de mi hijo.

—Te he ocultado cosas...— susurro con los ojos llenos de lágrimas y


él menea la cabeza.

—No me importan porque te quiero así — asiente seguro. — ¿Me


quieres también?

—Te quiero muchísimo.

—Entonces acepta ser mi prometida.

—Esto es...— susurro cuando veo el anillo — Esto es tan malo, pero
no puedo evitar sentirme nerviosa y extrañamente feliz, Joseph.

Tomo una bocana de aire.

—¿Qué tan egoísta y loca soy si quiero lo que me pides?

Sonríe de medio lado.

—Te hace la egoísta y loca que siempre ha estado destinada para


mí — suelta — Te prometí que haría las cosas bien, que dejaría de
hacerte a un lado y esto es lo que estoy haciendo, Jake. Dejando de
lado todo solamente por ti, dejando de lado los problemas y las
cosas que están a nuestro alrededor porque no mentía cuando dije
que quería intentarlo.

—Yo también quiero intentarlo, pero tengo miedo...—

—Yo también, pero quiero estar junto a ti.

—También quiero estar junto a ti — digo y se me quiebra la voz.

—¿Entonces eso es sí?

—Eso es un sí, Joseph — susurro y desliza el anillo en mi dedo


antes de levantarse y rápidamente, besarme mientras no puedo
creer lo que acabamos de hacer.

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Legami di sangue

LEGAMI DI SANGUE PARTE 2

Jake

Hay cosas que llegan sin que las esperes y, a decir verdad, esas
son las mejores.

Mi vida completamente ha sido un guion. Debo hacer lo que me


piden, debo adaptarme y encontrar la manera de encontrar
soluciones, debo dejar mis intereses de lado para hacer feliz a los
demás, debo dejar de lado mi moral y mi forma de pensar para
poder sobrevivir, pero entonces, la culpa es la que se adueña de
cada célula de mi cuerpo.

Quizá también me juzgan por eso, pero no puedo evitar juzgarme a


mí por las cosas que he permitido y que seguiré permitiendo para
poder sobrevivir, eso me hace egoísta y aumenta la culpa porque no
importa si tienes dinero o no, hay cosas que te sobrepasarán, habrá
personas que tienen más poder que tú y solamente te tocará
agachar la cabeza y aceptar tu destino.

Así como el asesino acepta sus instintos, así como la sociedad


acepta injusticias por parte de personas con más poder e
influencias, así como cedí a mis impulsos de querer algo que no
debía, de desear algo insano y de mis deseos enfermizos que cada
vez me traen más problemas, pero que, de ese problema, surgió
posiblemente lo mejor que existirá en mi vida.

Mi bebé.

Me estoy aferrando a algo incierto, que quizá traerá más problemas


que felicidades, pero no puedo evitarlo porque es como si hubiera
una pequeña luz después del túnel o es el vago intento de que la
falta de cariño que tengo se verá compensada con ello.

Joseph aprieta mi mano, el anillo reluciendo en mi dedo que deja


más que claro una de las pocas decisiones que he tomado por mí y
no por el resto, pero sé que eso no deja de estar mal, aunque mi
mente quiera disfrazarlo como si solamente fuese un tipo de amor
que las personas todavía no aceptan.

Maneja el auto con su mano entrelazada a la mía, sonríe y la


sonrisa en mi rostro flaquea cuando todos esos remordimientos
vienen a mi mente, pero me obligó a alejarlos alegando que no
podría hacer algo que me condene más de lo que ya estoy.

—¿Para qué crees que será esa cena?

La pregunta deja mis labios y él medio me ojea sin quitar la vista de


la carretera.

—Todavía tienen esperanzas.

Concentro mis ojos en él.

—¿Esperanzas de qué?

Sé a lo que se refiere, pero una parte de mí —demasiado fantasiosa


para ser cierta— espera que mi percepción será errónea.

Joseph tensa la mandíbula y gira el volante.

«Solamente faltan seis cuadras para llegar a la mansión Bush».

—Esperanzas de que pongamos de nuevo en mancha el


compromiso. — responde y traga saliva, como si las palabras que
ha dicho le costarán muchísimo y le hicieran un gran daño.

El anillo me comienza a estorbar.

—¿Y qué harás tú?


—Les diré que no. — Contesta — Porque en mi cabeza no cabe la
posibilidad de ni siquiera pensarlo.

Pego mi espalda al asiento.

—¿Estás seguro? — murmuro.

Baja la velocidad un poco, pasándose al carril lento, apretando mi


mano, la que tenemos entrelazadas.

—¿Crees que después de lo que te pedí voy a ir corriendo a hacer


lo que mis padres desean?

Me relamo los labios que los tengo resecos sintiendo todos los
latidos de mi corazón en los oídos.

—No quiero que te sientas obligado... — lo miro — Si sientes que


debes aceptar lo que te piden mis padres, lo entenderé. El bebé y yo
lo entenderemos y a diferencia de otras veces, no voy a juzgarte
cuando yo también he hecho cosas por otros que me lastiman a mí.

No puedo evitar pensar en Ángel y las cosas que he hecho por su


"favor". En Marta que fue un daño colateral.

Joseph menea la cabeza y aprieta el volante con la mano que le


queda disponible. Las venas se le marcan en el pálido brazo y el
reloj Rolex de color negro brillante.

—Lamento decepcionarte, pero ya basta de dejar lo que quiero por


los demás. — Suelta — No voy a aceptar lo que me digan mis
padres y defenderé lo que quiero sin importar las consecuencias, ya
que de todas formas tenemos quiénes nos defiendan o nos ayuden.
— medio me mira cuando aparca el auto en la acera frente a la
mansión Bush que me produce náuseas. —No voy a dejarte, Jake
sin importar las ideas que intenten meterme y no me importa si está
mal, si es incorrecto o si has hecho cosas malas porque yo también
las he hecho. — apaga el motor.
Trago saliva y toco su mejilla con mi mano.

—Te quiero muchísimo.

—Yo te quiero muchísimo más, amore*. — besa mi frente y cierro


los ojos sintiendo el contacto.
Nos separamos lentamente, Joseph abre la puerta en silencio y son
los únicos segundos dónde nos alejamos. Él vuelve a mi puerta, la
abre y me da su mano con una sonrisa encantadora para que me
ayude a salir.

La acepto y me da cierto impulso para levantarme de su auto, mis


pies quedan en la acera y me arriesgo el abrigo de piel que cargo
encima de los hombros porque ya la noche se adueñó ligeramente
del suelo de este alejado y misterioso pueblo.

Caminamos uno al lado del otro sin compartir ninguna palabra, pero
él me agarra la mano y la entrelaza a la suya con cierta gentileza.
Me relamo los labios pensando si he hecho lo correcto, si le traerá
problemas a mi hermano más de los que ya tenemos, pero ya es
tarde.

Han sucedido tantas cosas, he permitido que sucedan cosas y he


dejado mis deseos de lado. Lo que ha dicho Caelus, esa pequeña
frase de "desconozco a mi amiga" o "debes dejar de creer que
somos los buenos cuando estamos muy lejos de eso", las palabras
de Ángel diciendo que puedo ser más, puedo ser inteligente y ya no
tengo que tratar de salvar a nadie porque Marta ya se fue, no está.

Parece que todo se ha juntado para que de alguna forma explote y


dejé de ser esa Jake que se recriminaba cada una de las cosas que
hace. Y no, las personas no cambian de un segundo a otro, lo hacen
todos los días y yo empecé a cambiar el día en que manché mis
manos de sangre acompañando a Ángel Fairchild a la ciudad.

Mire el cuchillo, las manos me temblaban y si había armas, no


entendía cuál era la necesidad suya de hacerme sufrir este calvario.
—No soy como tú. — susurré, sintiendo mis ojos llenándose de
lágrimas.

Quería irme de aquí, quería... quería dejar de existir porque nunca


pensé que me tocaría hacer algo como esto.

Él soltó una carcajada y ese sonido fue tan horrible que un vacío sé
perpetuo en mi estómago.
—Si no lo haces, te lo haré yo a ti — él respondió, colocando sus
manos dentro de los bolsillos de su pantalón de vestir negro.
Embozó esa maldita sonrisa que en algún momento me llego a
aparecer atractiva solamente por ser miembro de esa familia llena
de secretos y mentiras a la que me había ligado sin darme cuenta.

Ángel era solo dos años mayor que yo y no entendía cómo era
capaz de hacer algo como esto.

—Puedo hacer... puedo hacer lo que tú quieras — solté sintiendo


asco de mis palabras y él volvió a reír viendo con asco a la persona
que se retorcía queriendo zafarse de las ataduras que lo mantenían
inmóvil.

—Yo quiero que lo mates — dijo y de solo escucharlo, sentí como si


me apretaran las entrañas. Él dio un paso al frente, acercándose a
mí — Y tú lo harás porque yo te lo pedí.

—¿Cómo puedes pedirme esto?

—Puedo porque tengo el poder de hacerlo — me miró mientras


hablaba — ¿Sabes, Jake? Siempre supe que eras más de lo que
parecías, incluso muchísimo antes de descubrir que te cogías a tu
hermano — se burló — Y creo que no fui el único que lo vi en ti,
porque Caelus se adelantó y formó una especie de vínculo que en
realidad detesto, ya que yo quería ser quien te demostrará los
verdaderos placeres de la vida y lo que eres capaz de hacer.

—¿Qué?
—Como escuchas — afirmó y luego chasqueo la lengua mirando al
hombre que no paraba de llorar, se acercó y tocó su barbilla,
obligando a mirarlo. Los ojos del hombre al que no conocía, pero no
podía evitar sentir lástima, se abrieron y se llenaron de pánico. —
¿Por qué pones esa cara tan fea? No estamos haciéndote nada
aún...—

Me abracé a mí misma al escucharlo hablar así porque parecía un


completo lunático.

—Ángel, por favor déjalo y pídeme otra cosa — musité, ignorando


los escalofríos que se adueñaron de mi cuerpo — No puedo matar a
alguien.

—¿Por qué no? — Volteo a mirarme y enarco una ceja — ¿Qué te


impide hacerlo?
Abrí mis ojos y lo miré completamente horrorizada.

—Pero... ¿¡qué diablos te sucede!?

—A mí, sin contar mi horrible aburrimiento al verte luchar contigo


misma, absolutamente nada para serte sincero —suspiró y miró al
hombre — Él tiene miedo porque sabe lo que le espera al creer que
podría verme la cara de imbécil por tener diecisiete y manejar mi
propio negocio y tú...— soltó al hombre y me miró de nuevo. — Tú
no aceptas lo que tienes que hacer y eso retrasa el trabajo.

—Esto no es un trabajo.

—¿Cómo qué no?

—¡Me estás pidiendo matar a alguien!

—¿Eso es algo nuevo para ti y tu entorno? — Soltó con cierta burla


— Porque creo que muertes, abusos y mentiras son tu pan de cada
día que no entiendo realmente cuál es el drama que tienes al ceder
por tus impulsos.
—Yo no soy...— comencé, pero negó con la cabeza, llevándose el
dedo entre los labios en una clara señal de «cállate».

—¿No? — se burló — Porque si no lo fueras, no hubieras ni siquiera


sobrevivido un año aquí.

Joseph aprieta el timbre y las puertas se abren, dejando ver a la


sirvienta de traje negro con el cabello recogido de forma elegante.
Embozó una sonrisa que me produce escalofríos y fija sus ojos en
las manos entrelazadas de Joseph y yo.

—Bienvenidos, señores Calandra — dijo y sonrió, haciéndose un


lado para que entráramos a la mansión sintiendo como mi pulso
aumentaba con la cierta zozobra que se adueñaba de mí.

Joseph me miró de soslayo y siguió caminando, obligándome a no


soltarlo y cuando fijé mis ojos en el pequeño estanque con una
fuente de una enorme letra "B" recordé la primera vez que estuve
ahí, pero no estaba sola, Katherine Bush estaba conmigo ese día y
entonces, un recuerdo llegó a mi mente:

El sol había salido y pegaba contra mi rostro, fruncí mi nariz y me


miré las manos que estaban limpias, pero imaginaba llenas de
sangre porque hace dos días, había hecho eso con Ángel.
Katherine dejó de leer el pequeño cuento que Consus le había
obsequiado hace unos días y suspiró.

—¿Por qué pones esa cara? — me preguntó.

—¿Cuál? — enarque una ceja.

—Esa cara que dice «Algo anda mal conmigo» — frunce las cejas
— ¿Hay algo que no me estás contando?

—Nada — respondí de inmediato y para evitar que siguiera


preguntando, solté— ¿Qué tienes tú?
Ella se relamió los labios.

—No me gusta este libro.

—¿Y entonces por qué lo estás leyendo?

—Consus me lo regaló. — respondió y entorno los ojos al ver mi


confusión.

—¿Y?

—Si no lo leo, creo que se molestará.

—¿Por qué si no puede obligarte a qué te guste leer cuando no te


gusta? — enarque una ceja y ella suspiró llevándose las manos al
rostro.

—Es que siento que... — comenzó, pero calló cuando se dio cuenta
de algo que estaba detrás de mí.

Giré mi rostro y mis ojos se concentraron en el hombre de ojos de


color ámbar que nos saludó estando al lado de Marcus Bundy y
Rodrigo Bush, el padre de Katherine que estaba bajo la puerta de la
mansión, con la vista fija en nosotros.

Sentí cierto vacío en el estómago y miré a Katherine, abriendo mi


boca ligeramente al ver esa expresión en su rostro y entonces,
recordé ciertas cosas que había estado notando, pero que había
dejado pasar.

La distancia que tomaba con los chicos.

El desinterés de ellos —que siempre había existido— pero que por


alguna razón ahora era más notorio.

Las ganas de Katherine en tratar de encajar en todo para ser


perfecta para los Fairchild.
Las palabras de Ángel luego de que... luego de que me obligaras a
hacerle daño a todas esas personas mientras me observaba con
una sonrisa.

«¿Katherine era capaz de eso?» me pregunté, pero entonces, al ver


la forma en la que se sonrojaba me respondí de inmediato:

Katherine no era capaz. Katherine LO había hecho y yo sabía por


alguna razón, los problemas que le traería lo que había hecho, pero
no pude decirle nada. Me quedé quieta y fui incapaz de abrir mi
boca y advertirle, de decirle que estaba jodiéndolo todo,
simplemente fue como si alguien me prohibiera abrir la boca.

—¿Me permite su abrigo? — preguntó la mujer de servicio que me


sonrió amablemente.
Miré a mi hermano, que me esperaba sin su abrigo y entonces,
asentí dejando ese miedo de que, por alguna absurda razón,
notarán mi embarazo porque estaba casi segura que había
aumentado unos pequeños kilos de más.

—Por supuesto. — le contesté y ella me ayudó a sacármelo, aún en


el marco de la puerta, sintiendo el cambio de temperatura por la
calefacción y lo fría que estaba la noche.

—Perfecto, pueden seguirme — soltó la misma mujer y Joseph me


desordeno el cabello, tomando mi mano derecha y acariciando el
anillo mientras caminábamos uno al lado del otro porque por alguna
razón, se negaba a soltarme.

Cruzamos la sala, la gigante pintura familiar intacta y sentí cierto


pesar, porque de tres hermanas ahora solamente quedaba una.

«No es mi problema», me repito tratando de creerlo y obligándome a


sentirlo. «Tengo otras prioridades y no puedo enfrascarme en tener
lástima por los demás».

Después de que Joseph me pidiera matrimonio, que yo aceptara sin


importar lo descabellada que era la propuesta, sentí algo que había
estado reprimiendo apoderarse de mi cuerpo y no fue de un
segundo a otro, creo que estuve luchando con ello bastante tiempo
hasta que me rendí.

Me llevo la mano a la cintura, conteniendo de tocarme el vientre


para recordar algo que no puedo olvidar ni pasar por alto, mi nueva
"responsabilidad" y mí más grande secreto hasta ahora.

—¿Qué crees que...? — comienzo a preguntar, en voz baja lo


suficiente para que solamente él me escuche, pero me quedo
estática cuando notó a las personas que están en la mesa y que
dejan de hablar para mirarnos.

—Bienvenidos a la cena— musita la mujer antes de darse una


vuelta e irse por dónde entramos. Aprieto la mano de mi hermano y
aunque sonrío, me cuesta mantener esa sonrisa porque lo único que
quiero es hacer una mueca de asco y confusión.

Marcus Bundy emboza una sonrisa burlona y recuerdo el mensaje


de Caelus.

«Necesito que investigues a Marcus y consigas fotos o algún


material sobre él. Haremos una emboscada y Ángel quiere
matarlo, pero debemos saber antes a qué nos enfrentaremos y
solamente tú puedes ayudarnos. Confío en ti, Jake».

"Investigarlo", pensé que tendría que encontrar la forma de verlo,


pero aquí está, sentado en la silla como si nada con una copa de
champán entre sus manos. Sonríe, mirándome y se me retuercen
las entrañas al verlo sentando en la misma mesa que mis padres
que no lucen asombrados ni descolocados como Joseph y yo.

Rose tiene el rostro en blanco, sin ninguna expresión mirando el


plato donde tiene ensalada y nada más.

—¡Pensé que llegarían más tarde! — soltó papá, levantándose y


señalando las sillas dónde se supone que vamos a sentarnos.
Recuerdo que no debo quedarme estática y suelto una pequeña
risita que parece más como si me estuvieran sacando los ovarios
con un maldito tenedor.

—Es que estábamos eligiendo este atuendo — digo y me muevo un


poco, haciendo que Joseph reaccione y me siga la corriente.

Evito mirar a Marcus porque recuerdo la forma en la que Lucy le


disparó y por alguna razón, una parte de mí esperaba que jamás lo
tendría que volver a ver porque estaría muerto, pero aquí está,
sentado como si nada, como si no hubiera matado a Pondra y como
si no hubiera ocasionado un desastre por su inestabilidad, como si
no fuese enemigo de la familia más poderosa de este pueblo, como
si su cabeza no tuviera precio.

—¿No se ven adorables, José? — inquiere mamá y solamente me


doy cuenta de que noto que estamos vestidos idénticos, solo que yo
llevo un vestido.

—Sí, me recuerdan cuando estaban bebés y los vestimos igual. —


papá, suelta y eso hace reír al imbécil de Rodrigo que rompe a
carcajadas.

—¿Qué esperan para sentarse? — pregunta Irene Bush, una rata


más de la madriguera y Joseph me jala para sentarse a mi lado,
moviendo la silla del puesto que estaba al lado de Rose para ser él
quién quede al lado de Marcus mientras yo estoy al lado de mi
padre.

Juntamos nuestras manos debajo de la mesa y esperamos atentos


a lo que sea que comenzarán a decir.

—¿Qué planes tienen para diciembre? — pregunta Irene enfocando


sus ojos feos y venenosos en mi padre.

—Creo que iremos a Italia — contesta, pero sé que es mentira


porque les dejamos claro que no nos moveríamos de Hiverdele, ni
siquiera para navidad.
—¿Ah, sí? — suelta la madre de Rose y toca el brazo de su esposo
que no siquiera la determina — Nosotros queríamos ir a Dubái.

—Dubái es aburrido, pero supongo que ustedes podrían


conformarse con algo tan simple y un poco de lujos — Joseph soltó
y mi madre giró a verlo como si fuese la niña del exorcista.

Papá soltó una carcajada y entrecerró sus ojos hacia mi hermano.

—¿Vieron el sentido del humor de mi hijo? Es fantástico...—

—No es sentido del humor — Joseph zanjó y papá lo miró cómo si


no lo reconociera.

—¡Qué gracioso estás! — mamá se llevó la copa de vino a los labios


y los Bush, menos Rose que parecía estar en un viaje astral, se
comenzaron a reír.

—¿Por qué estás tan tensa? — inquiero Marcus y mis papás


dejaron de reírse junto con los padres de Rose para enfocar sus
ojos en Bundy.

Sabía que me hablaba a mí, pero lo ignoré y apreté la mano de


Joseph para que se diera cuenta de que no quería la atención en
mí.

—¿Cuál es la razón de esta absurda y estúpida cena? — soltó mi


hermano colocando el rostro completamente serio y la mandíbula de
mi madre se desencajó.

Rodrigo e Irene concentraron su atención en él, inclusive Rose


levantó la vista para fijarla en mi hermano que mantenía el mentón
en alto y la espalda recta con el rostro inexpresivo pero duro.

—¿Cuál es la necesidad de ser tan directo? — preguntó Rodrigo y


Joseph rodó sus ojos.

—Digamos que me cansé de tantas estupideces e ideas que


solamente terminan siendo un asco — respondió — Y no tengo
tiempo para perderlo aquí cuando debería estar haciendo cosas
más importantes.

—¿Cosas más importantes cómo cuáles? — Marcus inquirió y mi


hermano ni siquiera se molestó en mirarlo.

—¿Qué idea estúpida y fantasiosa se les ocurrió ahora? — volvió a


preguntar mi hermano y Rodrigo Bush miro a su hija. Joseph hizo lo
mismo y soltó una carcajada, llevándose la mano libre que tenía al
rostro como si no pudiera creerse lo que acaban de insinuar.

«Reanudar el compromiso». Rose ni siquiera sé digno en mirarme y


lo preferí así, mientras pegaba mi espalda al asiento mientras todos
miraban a mi hermano como si ese fuese el lugar donde debían
atacar o mejor dicho, a quién.

—No. — soltó él y Rodrigo frunció sus cejas.

—¿No? — repitió, mi padre como si no pudiera creerse lo que había


dicho Joseph.

«Y una parte de mí tampoco lo creía para ser sincera».

—No lo haré.

Mi hermano estaba decidido y apretó mi mano, pasando el dedo por


el anillo como si quisiera que supiera que estaba cumpliendo su
promesa y eso me hizo latir el corazón con fuerza contra mi caja
torácica.

—¿Y por qué no lo harás? — Irene preguntó enarcando sus cejas


falsas — ¿Hay algo que no nos estás contando?

—Joseph solamente está confundido... — mamá se metió y cuando


puso su mano en mi hombro, supe que algo saldría mal porque no
quería ser el centro de atención, pero no pude decir nada, ni
siquiera pude detener lo que sabía que saldría de su boca: —
Últimamente hemos tenido sorpresas inesperadas en esta familia.
—¿Cómo cuáles? — preguntó Rodrigo con interés y nunca quise
borrarle tanto la memoria a alguien, pero lastimosamente, no era
una jodida superhéroe ni tenía superpoderes.

—Jake está embarazada.

El rostro de Irene se estiró en sorpresa, Marcus soltó una risita y


Rodrigo abrió sus ojos enfocándolos en mí y no me gustaba su
atención, no cuando sabía que él era el culpable de que la
estabilidad mental de Marta se destruyera ni de todos los traumas
de sus propias hijas.

—¿Jake está embarazada? — el padre de Rose preguntó y mamá


asintió con una sonrisa y enfocó sus ojos en Rose al ver que ella no
estaba sorprendida.

—¿Ya lo sabías, Rose?

—Me enteré hace algunos días, señora — Rose respondió, con una
sonrisa más que falsa que mi madre pareció tragarse.

—¿Y de quién es el niño? — Irene inquirió.

—La tonta aún no nos ha contado — papá se llevó un trago de vino


a los labios — Ahora solamente falta que Joseph y Rose tengan un
hijo para emparejar a Jake...—

Joseph y yo volteamos a mirarlo como si fuese dicho algo tan


estúpido como los argumentos de los infieles cuando son
encontrados en pleno acto.

—Eso no va a suceder — Joseph repuso y Rose por un segundo,


contrajo el rostro como si sus palabras le dolieran de alguna forma.

—Deberías dejar de tener tanta negativa... — Rodrigo dijo — Está


alianza nos sería muy provechosa a todos.

—No lo siento así — Joseph soltó con ironía y miró a Rose — Por
favor, convence a tu padre de que deje de pensar tantas
estupideces porque tú y yo no estaremos juntos jamás.

—¿Por qué tomaste esa decisión tan radical si antes estabas


dispuesto a aceptarlo?

Marcus soltó y ahí me di cuenta de que ha estado mucho tiempo


entre nosotros y que hasta ahora es que nos damos cuenta de su
existencia, que estaba escondido y esperando atacar. Mis ojos se
concentraron en Rose y noté que ella también nos estaba ocultando
cosas desde hace tiempo, pero no pude juzgarla porque yo también
ocultaba cosas, incluso a Joseph.

—Me di cuenta de que todo esto era una estupidez narcisista y


medieval — mi hermano hizo una mueca —Y no estoy dispuesto a
hacer parte de sus planes.

—¿Qué te lo impide? — Rodrigo sisea y Joseph sonríe burlón.

«Que no... que no...», ruego internamente, pero...

—Mi prometida y mi futuro hijo — suelta y trato de no desmayarme.

Se hace un silencio en la mesa. Rose no me quita los ojos de


encima y veo lo mismo que vi en Katherine cuando descubrió lo que
sucedía: esa mirada llena de reproche, ese miedo porque lo que
Joseph y yo sentimos es incorrecto e insano.

—Eres un monstruo, Jake — Katherine me miró con temor mientras


daba un paso hacia atrás.

—No es lo que piensas — solté, con mis manos temblando — No es


lo que piensas, Katherine.

—¿No? — Ella meneó la cabeza — ¡Te vi besando a tu propio


hermano!

—Solamente fue una equivocación — intento reponer, tratando de


que deje de mirarme así.
—Eso no es ninguna equivocación — ella niega con la cabeza y me
mira con horror — ¡No lo es, Jake! Lo que haces está muy mal y tú
sabes que mi hermana lo quiere...—

—¿Tú hermana lo quiere? — abro los ojos, suelto una carcajada y la


señaló — Tú no sabes lo que estás diciendo, Katherine y no tienes
derecho a juzgarme.

—Lo que tú haces no tiene perdón... — suelta y no puedo creer que


mi mejor amiga me esté diciendo esto.

—¡Tú no tienes moral con qué juzgarme!

—Mi hermana lo quiere, Jake... — dice y siento que me aturde con


sus estupideces.

—Yo lo amo — la señalo — Y Rose no lo quiere, Rose solamente


quiere el cariño que no les dio su padre porque es un completo hijo
de puta que lo que haces es dañarlas.

Katherine se endereza y veo cómo se llenan sus ojos de lágrimas.

«¿Me duele verla así?». No sé qué responder a mi propia preguntan


y aprieto mis puños cuando se acerca y me voltea el rostro de una
bofetada.

—¡No tienes derecho a decir eso!

Me agarro la mandíbula y me volteo a mirarla con rabia.

—Tus hermanas te odian y tú las defiendes como una estúpida.

—Eres un asco de persona, Jake. — suelta en un gruñido y


contento las ganas de reírme en su cara.

—Lamento dañarle tú adorada burbuja — le doy una mirada llena de


odio — Pero si tú sacas mis defectos, yo sacaré los tuyos.

—Te desconozco.
Levanta la mano dispuesta a volver a pegarme, pero se la agarró
enterrándole las uñas en su carne.

—No puedes decir eso porque todo lo que te he mostrado ha sido


una mentira.

—¡Eres tan cínica...!

—Y tú tan estúpida — sonrío a pesar de que me duele la mejilla y


siento pequeñas punzadas en la misma.

—¿Por qué te has convertido en eso? — pregunta cuando reconoce


algo en mi mirada y me da risa su tono lleno de temor, pero a la vez
me siento confundida porque nunca había sentido tanto odio por ella
o porque me juzguen.

—¿Por qué le eres infiel a ellos cuando sabes que, si se dan cuenta,
te van a matar? — suelto y ella se llena de pánico —Y lo hiciste con
él, cuando sabes que lo único que te mantiene viva es que aún les
diviertes...

—¿Lo dices por Caelus? Porque yo puedo...—

—Caelus no me importa.

—¿Tu hermano sí? — suelta con asco y no entiendo lo que tiñe su


voz, pero lo odio porque ella no debería juzgarme.

No debería tener esa mirada, no debería haber dicho eso y me


imagino que es lo que ha de pensar de mí. Se dejó llevar por la
reacción que ha tenido al saber mi mayor secreto, la reacción que
todos van a tener cuando lo sepan, cuando me señalen por enferma
y no quiero que eso suceda jamás.

Prefiero callar, aceptar que Rose esté con Joseph, prefiero dejar mi
felicidad porque está mal. Está mal lo que siento y está mal lo que
hacemos mi hermano y yo.
—¿Creíste que nunca me enteraría? — Katherine se ríe — Siempre
lo espere de ti, pero sigue pareciéndome algo muy bajo, ¿qué
necesidad de follarse a Caelus, Jake, intentas alejarlos de mí?
Porque no voy a permitirlo si es así.

—Yo no alejaría a Caelus de ti... — digo viendo cómo se acerca más


a mí y me da una mirada llena de rabia.

—Pero te lo follaste. — me recrimina y por un momento pienso que


Caelus se lo dijo, pero luego recuerdo que él no es así.

Él no haría eso, pero creo que he sido muy evidente. Lo he estado


evadiendo y escuché a Dove susurrarle a Rose que alguien les
había dicho lo que había sucedido en el baño y luego me miraron a
mí.

Es de esas veces que no te nombran, pero sabes que hablan de ti y


en general, suelen ser tan horribles como que te señalen
directamente.

«Prácticamente es la misma mierda y duele mucho cuando vienen


de tus amigas cercanas».
Comienzo a pensar que Caelus tenía razón cuando me dijo que
ninguna de ellas era de confiar y miró a Katherine. Pensé que no me
juzgaría ni me molesto en pensar cómo se enteró, solamente sé que
duele mucho llevarse un estrellón de una persona a la que creías
diferente, pero tenías los estándares muy altos para lo que
realmente es.

—No me gusta, Katherine — intento explicar algo agobiada —


Solamente fue algo de momento, tengo un peso encima de los
hombros por eso, pero no voy a repetirlo ni quiero que vuelva a
suceder. Sé que está mal, pero tú también hiciste algo malo a
acostarte con él cuando tiene prometida...—

—¿Vas a juzgarme por eso, estúpida? — se enfurece y me agarra


del brazo, apretándome.
—¡No te juzgo, pero sé que no va a terminar bien!

—¿Tú qué sabes? Solamente sientes celos.

—¿Sentir celos de ser el monigote de alguien que puede hacerte


mucho daño? — inquiero y ella levanta la mano y me golpea la
mejilla.

La bofetada me hace arder la mejilla y volteo a mirarla.

—¡Tú no sabes nada, Jake! — Suelta — Te follas a tu hermano, te


follaste a Caelus y seguramente te follaras a otros solamente porque
eres una maldita estúpida envidiosa de mí.

—¿Me golpeaste? — susurro, sintiendo un pequeño dolor en la sien.

—Me das tanto asco — sisea y me da una mirada despectiva — Te


mereces más que una simple bofetada.

Las imágenes de lo que viví estando con Ángel, de lo que me hizo


hacer y de cómo me sentí cuando enterraba el cuchillo en el cuerpo
de esa persona, la sangre llenando mis manos y ese latido extraño
apoderándose de mi corazón, la adrenalina y el miedo de estar
disfrutando algo que está mal se repiten en mi cabeza.

Recuerdo las palabras de la sirvienta cuando Joseph y yo éramos


niños, recuerdo las amenazas de Ángel, la mirada llena de asco de
Katherine cuando se enteró de todo, recuerdo lo que mi padre me
ha dicho, que solamente serviré para casarme con un Fairchild y
recuerdo a Rose besando a Joseph y siento como si algo extraño se
adueñara de mi cuerpo.

—¡Tú no puedes juzgarme! — grito, rabiosa y no le permito irse,


porque la agarró del cuello y la estrelló contra la pared sacando
fuerzas de no sé dónde.

Grita y cuando se da cuenta de lo que está sucediendo, intenta


defenderse, pero soy más rápida jalándola del cabello. La quiero
mandar al suelo, pero calculo mal y la mando a las escaleras donde
cae en cámara lenta frente a mis ojos y solamente veo su cuerpo
caer escalón por escalón hasta que llega al último y un sonido sordo
se escucha por todo el lugar.

El corazón me late enloquecido y me quedo estática viendo cómo


sangre salen de sus oídos. Tiene los ojos cerrados y me llevo las
manos a la boca cuando me doy cuenta de lo que he hecho.

«La...» repite mi cerebro, pero soy incapaz de terminar la oración.

No puede estar pasando esto. No puede estar pasando esto, no


puede estar...

Agarro el teléfono de mi bolsillo, sacando con rapidez. Siento que


tengo ganas de vomitar y que todo me da vueltas. Tengo los pelos
de punta, tengo miedo y no quiero moverme porque siento que lo
empeoraré.

No sé a quién le escribo, los mensajes no le llegan y le doy al ícono


de llamadas escuchando los dos pitidos mientras cierro los ojos
porque no quiero ver lo que hice.

No quiero ver qué acabo de empujar a Katherine por las escaleras y


que ella podría estar...
—¿Qué sucede? — responde al sexto pitido y siento cómo me
tiemblan las manos.
No puedo responder y escucho cómo mueve algo.

—¿Me llamaste para no hablarme, Jakeline? — inquiere Ángel y es


en el momento dónde caigo en cuenta que recurrí a la peor persona
de todas para que me ayude.

—Yo...— comienzo a sollozar y...

—¿Qué hiciste?
Aprieto el teléfono y siento cada uno de los latidos de mi corazón, la
piel se me eriza y siento que me quitan el aire, las lágrimas se
deslizan por mi rostro.

—Yo... Yo creo que la maté.

Se hace un silencio en la línea.

—¿A quién mataste, Jake? — pregunta y abro los ojos viendo


fijamente el cuerpo que está al final de las escaleras.

La misma culpa que siento cada vez que tocó a Joseph, la misma
culpa que sentí después de follarme a Caelus, la misma culpa que
sentí cuando maté a esas personas por Ángel, cuando entregué a
Marta para salvarme a mí, cuando lo permití, la misma culpa que
siento en este momento por ser quien soy y por tener que hacer
estás cosas para sobrevivir.

Personas que no hemos visto otro lenguaje que no sea el abuso de


poder y violencia, las libertades que tenemos por ser personas de la
élite, pero las desventajas que eso nos crea, haciéndonos madurar
tan temprano, teniendo cargas en los hombros que no deberíamos
tener, pero tenemos y si ella está...

No me imagino lo que sucedería.

—Jake...— insiste Ángel.

—A ella, a Katherine... — confieso y siento como las piernas se me


debilitan poco a poco, el miedo aumentando.

—¿Dónde estás?

Sollozo.

—En mi casa.

—¿Estás sola?
—Sí, ella descubrió... descubrió y me molesté. No sé qué hice, pero
yo no quería hacerlo, yo...— sollozo otra vez.

—Voy para allá, no hagas nada ni te muevas — contesta en tono


tranquilo y no sé por qué confío en él, pero lo hago.

—¿Prometida? — Rose pregunta con los ojos fijos en Joseph. Su


máscara de frialdad ha decaído y veo cómo se le cristalizan los ojos.

—¿Hay algún problema con eso? — Joseph chasquea la lengua con


una sonrisa burlona. Marcus tiene una expresión de sorpresa por
algunos segundos y luego, sonríe de forma ladeada. Hay algo en él
que siempre me ha dado mala espina, es que él simplemente grita:
soy un monstruo. Se nota que todo lo que tiene dentro y alrededor,
es malo y si te acercas, te destruyes o te mata.

—¿Desde cuándo tú...? — mi padre parece descolocado.

—¿Acabas de decir hijo? — mi madre pregunta agobiada con el


rostro enrojecido y papá le coloca la mano en el hombro.

—Respira...— papá le pide y ella menea la cabeza.

—¡Tendremos dos bastardos en la familia! — ella suelta con


negación y me duele que traté así a mi hijo.

—No tendrán dos — Rose suelta y sus padres, Marcus y mis padres
se voltean hacia ella.

—¿Cómo no...? — papá pregunta confundido y le doy una mirada


llena de odio a la peli azul.

«Que no se le ocurra», pido internamente, pero la expresión de su


rostro me dice que lo hará exactamente. Hay algo que desconozco
en esa mirada, algo como si ella supiera algo que no sé o algo que
espero que no se sepa.

Joseph aprieta mi mano y me da una mirada, meneo la cabeza


ligeramente porque veo que se echará toda la culpa cuando no es
así. Lo hemos hecho los dos, siempre ha sido participación de
ambos y no es justo dejarlo como un punto fácil para salvarme de
alguna forma a mí cuando ha sido la culpa de los dos al dejar que
todo esto pasará.

El anillo me pesa en el dedo, todas las decisiones que tomé, todas


las cosas que dije e hice, todos mis secretos y mi embarazo. Rose
cree que va a ganar, pero no es así, ella no tendrá la fortuna de
sacar a la luz un secreto que no le corresponde y me siento estúpida
al pensar que alguien quien ha traicionado a su propia sangre y ha
apuñalado a su propia hermana hasta llevarla hasta la muerte
podría ser de confianza.

Estamos en una guerra y ella es mi enemigo, Marcus me mira


expectante al igual que los demás presentes y miro a mi padre con
el rostro en blanco.

—No son dos, papá. No son dos bastardos — suelto diciendo el


mismo término que dijo mi mamá.

—¿Abortaste? — pregunta Rodrigo Bush y Rose suelta una


carcajada.

—¿Cómo va a abortar al engendro si ella piensa que es una


reencarnación divina de un amor impuro e incorrecto? — suelta con
ironía y Joseph me aprieta la mano debajo de la mesa que me
lastima.

—¿De qué hablas, Rose? — Irene Bush inquiere.

—Esto es más interesante de lo que esperé...— Marcus murmura


medio extasiado y por alguna razón, me da asco.

—Explícanos, Jake — mi padre pide.

—No entiendo qué sucede. — mamá murmura y siento un nudo en


mi garganta.
—Lo que pasa es simple...— comienzo a hablar y aprieto la mano
de mi hermano con la misma fuerza que mi hermano ejerce — El
bastardo es el mismo, madre.

Todos nos miran y aún veo confusión en sus ojos. En los ojos de
todos y Joseph me mira mientras me relamo los labios que los tengo
resecos.

—¿Cómo que es el mismo? — papá pregunta y Joseph se encoge


de hombros.

—¿En verdad tengo que decirlo yo? Porque todos nosotros somos
tan ciegos cuando queremos que me resulta divertido— Rose
aprieta los puños por encima de la mesa y Marcus no disimula
mirándola con cierta burla.

—No es uno solo, porque el bebé de Jake también es el mío —


Joseph suelta y mis padres pegan un grito de asombro por lo que ha
dicho mi hermano.

—Dios va a castigarnos... — mamá jadea con horror y Rodrigo Bush


se lleva la copa de vino a los labios mientras a Irene se le descuadra
la mandíbula.

—¿Es un chiste de mal gusto, Joseph? — papá sisea con los ojos
fijos en ambos y nunca nos había visto así.

—No es un chiste, suegro porque su hijo se ha estado follando a su


propia hermanita durante casi toda su vida — Rose suelta y Marcus
aplaude mientras suelta carcajadas.

—Definitivamente, hay personas que llegan sorprenderme de


manera gigantesca...— murmura extasiado y mi madre se levanta
dispuesta a tirarse encima de mí para golpearme, pero Joseph es
más rápido y se interpone entre ambas.

—¡No le vas a tocar ni un pelo!


—A ti también debería golpearte hasta dejarte inconsciente porque
lo que acabas de hacer no tiene perdón...— ella amenaza y mi
padre se levanta para agarrarla de los hombros para que se calme,
aunque él nos miré de la misma forma.

—Ellos están jugando...— papá, suelta mirándonos y meneo con la


cabeza.

—Esto no es un juego, papá.

—¿Qué hiciste, Jake? — pregunta él con cierto reproche y mamá


comienza a llorar.

—¡Mientras nosotros hacemos todo por esta maldita familia ustedes


solamente se dejan llevar por el pecado y comenten tantas
barbaridades! — mamá solloza llena de rabia y la familia Bush junto
que Bundy son los espectadores de que uno de los tantos secretos
salga a la luz.

—La culpa no es solo de Jake — Joseph protesta y mi madre niega,


señalándome.

—¡Fue ella la que seguramente te insistió a hacer está mierda para


dejarla preñada! — grita y no sé cómo sentirme al escuchar eso.

—¿Por qué la culpa es de ella cuando yo también insistí muchas


veces? — Joseph parece descolocado — Jake no tiene la culpa de
lo que nos sucede y no entiendo cómo se alarman cuando sabemos
que hacen cosas peores de las cuales no sé arrepienten.

—¡No sé compara con lo que ustedes hicieron!

—¡Pero nosotros no le hacemos daño a nadie sintiendo lo que


sentimos! — le grito cuando siento que no puedo contenerme más y
ella se lanza sobre Joseph para llegar a mí, pero papá se lo impide.

—No puedo creer la estupidez que acabas de decir — soltó


mientras negaba con la cabeza y señaló a Joseph — Ustedes dos,
me han decepcionado tanto.

—¿En serio se asombran? — Rose habla y las ganas de coserle la


boca me inundan — Era de esperanzarse y en verdad espero de
todo corazón, que ese feto nunca nazca y que jamás...— empieza,
pero no puede terminar, porque un plato de vidrio le cae en la
cabeza.

Irene suelta un grito y Rodrigo se levanta al ver que ahora no le voy


a lanzar un plato, le voy a lanzar un cuchillo peo Joseph me lo
impide agarrándome por la cintura.

—¡Jake! ¡Jake, cálmate...! — pide y caigo en cuenta de lo que he


hecho.
El plato se rompió y le hizo una cortada en la frente la cual Irene
ayuda a contener por la sangre que sale. Marcus sonríe con sorna,
mirándome y mis oídos no captan lo que me gritan ni las palabras
llenas de odio que suelta mi madre, ni los reproches de mi papá.

—Eso es Jake, demuéstranos a todos que no eres tan santa y


angelical como pareces — Marcus sonríe y Joseph me atrae a su
pecho dándole una mirada dura a mis padres que no dejan de
vociferar que estamos enfermos, que no es normal lo que sentimos
y que debo abortar porque es fruto de una enfermedad.

Joseph niega, mandándolos a callar en un punto dónde lo único que


quiero es taparme los oídos para dejar de escuchar tantas
estupideces y siento el cuchillo que tengo escondido en la manga de
mi vestido.
Mis ojos se concentran en Rose, su madre la atiende, aunque ella
quiere alejarse, pero se lo impide.
—Nos vamos. — Joseph suelta y me obliga a seguirlo, dejando a
todos atrás, pero sé que no se quedará así y también sé que la
próxima vez, nadie me impedirá enterrarle el cuchillo a Rose porque
es una rata y a las ratas, tenemos que exterminarlas.

—Cálmate... — me pide cuando me obliga a entrar en el carro y me


doy cuenta de que estoy llorando y cuando me veo en el pequeño
espejo del retrovisor mi rostro sonrojado, tengo el pecho acelerado y
venas marcadas del brazo junto a un morado en la muñeca.

Joseph pelea con mis padres que salieron y los gritos me aturden,
me tapo los oídos con los dedos, pero la punzada no desaparece.
Se hace más grande y siento un pequeño cosquilleo en el pequeño,
la vista se me nubla, abro la puerta del auto, logro mantenerme de
pie, pero murmuro el nombre de mi hermano cuando siento que me
quedo sin fuerzas.

Se voltean a verme y...

—¡Jake! — grita mi nombre, pero no puedo responder porque caigo


al suelo sintiendo el contacto de mi cabeza contra el asfalto, el
cuchillo cae al suelo también y los ojos se me cierran mientras el
pitido de mi cabeza se hace más y más grande.

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Hago lives, coloco adelanto y respondo cada una de sus dudas y


mensajes. Hay un grupo de WhatsApp de la novela y todos mis
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Capítulo 82 (*)

LUCY

Se acercan a nosotros.

Cada paso que dan, es unos segundos que resto en mi cabeza para
el ataque inminente y que por fin se descubra y se rompa todo el
suspenso que se ha creado alrededor de nosotros desde que nos
dimos cuenta de que Dorian y Rose venían hacia nosotros.

Recordé entonces que Dove y Dorian charlaban en la fiesta de


compromiso de Rose y Joseph, que Marta bailaba con Joe, el
mismo chico que apareció muerto justo después de que la castaña
tuviera uno de sus ataques y me dieran que lo había hecho por mí.

Son cosas que, por más que pienso, no consigo respuesta para
algunas acciones de Marta que lastimosamente no puedo obtener
porque ella está muerta.

Que Rose este con Dorian me tiene sin cuidado porque aprovecharé
esa "amistad" o "sociedad" para conseguir lo que quiero sin importar
el precio. Me muestro tranquila, sin cuidado al hecho de que todos
se centran en nosotros y en las dos chicas que se acercan hasta
que llegan a nosotros, como era de esperarse.

De cerca, se nota muchísimo más el cambio que hay en Dorian. No


solamente hablo de su cabello negro que levanta ligeras sospechas
en mi porque hasta el corte tiene ligero parecido al mío, sino que
también sus ojos azules y su tez ligeramente pálida la hace parecer
a.... mí.

No soy la única que lo nota, los chicos lo hacen también por la forma
en la que la miran con cierta confusión, Rose a su lado tiene la
mirada cansada y ojeras marcadas, algo de rubor en las mejillas y el
cabello azul que parece más verde porque seguramente no sé ha
retocado el color, lo que significa que ha estado descuidada o que
Dove era la que mantenía también en el equilibrio de eso en su vida.

—Los Fairchild...— habla Dorian— y Lucy.

El tono despectivo que usa para nombrarme solamente me da ideas


muy coloridas para cortar por pedacitos su cuerpo justo como lo hice
con su hermano.

—¿Han sabido algo de Joe? — inquiero con una sonrisa y Crono


toma mi mano por encima de la mesa. La sonrisa de Dorian flaquea
al escuchar el nombre de su hermano y Rose se coloca
completamente seria.

—Por desgracia no, pero no perdemos la esperanza de encontrarlo


con vida — suelta, la última frase diciéndola con fuerza y asiento
colocando una cara de aflicción como si de verdad me interesaba.

—De corazón yo también lo espero — digo — No lo conocí, pero me


imagino que era un buen chico...—

—Era el mejor hermano que pude haber conocido, se sacrificó por


nuestra familia muchas veces y por eso no entiendo qué fue lo que
le sucedió, pero me imagino que algo debe estar oculto en todo este
asunto como cada cosa que sucede en el pueblo.

Asiento y le doy una mirada comprensiva.

—Si hacen un equipo de búsqueda o tienen alguna idea, necesitan


ayuda o algo parecido, cuenten con nosotros. — Caelus habla
llevándose la atención de las dos chicas que aprietan la mandíbula,
pero asienten, demostrando que, si saben algo, son muy cobardes
para enfrentarlos.

—¿Qué necesitan? — Caebrán pregunta enfocando sus ojos


castaños en Rose — ¿Podemos ayudarlas en algo más...?

—¿Les interrumpimos algo? — sisea Dorian y Crono le da una


mirada cansada.

—La verdad es que ambas me dan pena ajena y lo único que quiero
es comer con tranquilidad y con mi novia junto a mis hermanos, no
estar rodeado de estúpidas que no tienen vida propia y andan
pendiente de los demás — suelta y Dorian aprieta su mandíbula
sacando una de las hojas que tenía presionadas contra su pecho.

La coloca en la mesa con fuerza y mis ojos se concentran en el


pequeño afiche de color.

Marta Cox está desaparecida.

¡Ayúdanos a encontrarla!

Los últimos en verla con vida fueron los Fairchild, todos haremos
una búsqueda para encontrar a uno de los pilares fundamentales de
nuestro querido pueblo.

Si tienes alguna información importante, comunícate con el número


que aparece en la esquina y ponle un alto a las desapariciones que
hay en nuestro pueblo.

Merecemos vivir sin miedo.

Queremos que todos los que se extraviaron misteriosamente


regresen a casa.

¡Queremos a nuestra Hiverdele segura de nuevo!

Levanto la vista y mis ojos se concentran en Dorian y Rose.

—¿Es una casualidad o algo que los hechos tratan de decirnos? —


Rose suelta y entiendo de inmediato sus palabras.
«Ella sabe que Marta llegó a la fortaleza con nosotros, pero no
salió». Dorian coloca una mano en la mesa y nos sonríe.

—Esperemos nos ayuden a encontrarla, porque no pienso dejar


pasar lo de mi hermano y mucho menos lo de Marta — se fija en mí
— Encontraremos al culpable de estas desapariciones y lo vamos a
empalar en el centro del pueblo porque ya estamos cansados de
bajar la cabeza y ser unos títeres.

—Cuenten conmigo para la búsqueda — les doy una sonrisa y ella


nos dan una larga mirada y se giran, dándonos la espalda.

Dorian da un paso al frente y enseña uno de los afiches pequeños


que tiene contra su pecho mientras que con la otra mano los
mantiene contra sí.

—¡Estudiantes y profesores de Hiverdele! — Grita y todos la


observan mientras Caelus y Consus tensan sus mandíbulas —
Marta Cox está desaparecida y todos debemos unirnos para
encontrarla, ni ella ni mi hermano pueden quedarse en el olvido,
mucho menos cuando los últimos que los vieron están entre
nosotros como si nada...—

Dorian voltea a mirarnos y todos se quedan en silencio. Su sonrisa


me demuestra que, si pensé que era insignificante, estaba
realmente equivocada. Agarra la mano de Rose y comienza a
repartir los afiches y todos nos ven con sospecha porque
técnicamente acaba de decir que estamos implicados en dos
desapariciones.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Caelus me abre la puerta del auto para bajarme y teclea en su


teléfono distraído mientras Crono se pierde rápidamente dentro de
la mansión. Caebrán se desordena el cabello, Cris juega Candy
Crush y Consus arruga el celo mirando cómo juega su hermano
menor y así han actuado desde que salimos de la cafetería y desde
que Dorian haya dicho aquellas cosas frente a todos.
Es como si de alguna forma no les importará lo que piensan de
nosotros, a mí tampoco, pero en este preciso momento, tener la
atención de todo el pueblo aún más de la que ya teníamos, no está
dentro de mis planes.

Lo que sucedió con mi madre, lo de las burlas, las fotos y todo lo


que esa persona tiene y quiere destruirme con eso, no se me ha
olvidado y es ciertamente, lo que ha estado en mi mente todo el día
y no puedo actuar siendo el foco de atención de todos.

Sonia nos ve y guarda su celular en el bolsillo de su pantalón. Se


acerca y no los abraza como haría Sophia o Camille, solamente
asiente mirando a sus hijos.

—¿En dónde está Crono? — pregunta y Caelus rueda sus ojos.

—¿En serio preguntas eso? — se burla y Sonia lo ve de arriba


abajo. Pienso que le va a decir algo, pero simplemente menea
ligeramente la cabeza como si de alguna forma descartará una idea
que se le ha ocurrido en su cabeza, y dice: — Bajen en dos horas
porque haremos una merienda y quiero que estén todos juntos.

—No podemos — digo y Sonia enarca una ceja de la misma forma


que pocas veces le he visto hacer a Crono.

—¿Por qué no, Lucy?

—Porque tenemos que participar en la búsqueda de Marta Cox —


Caebrán suelta y Sonia entorna sus ojos como si no pudiera creer lo
que acaba de escuchar.

—¿Perdón?

—Como escuchas, mamá — Caebrán se mete y no disimula el tono


burlón de su voz — Dorian Bonnet junto con Rose Bush organizaron
una búsqueda para la desaparecida de Marta Cox y les dijo a todos
técnicamente que los principales sospechosos de su desaparición
éramos...—
—Nosotros — termino por él, adelantándome y ni con eso, la
máscara de tranquilidad y frialdad del rostro de Sonia Fairchild
desaparece.

—No hay pruebas ni testigos — ella dice — No hay nada con lo que
puedan implicarnos y si Rose Bush sigue participando en esto,
confabulando estupideces e intento manchar a nuestro apellido, me
veré obligada a defender a nuestra familia destruyendo la suya
como lo merece desde hace más de tres años.

La forma en la que lo dice solamente deja en claro el poder que


tiene y ninguno de los cinco dice nada, ni yo. Ella suspira y sonríe
por primera vez, una sonrisa vacía y corta que desaparece
rápidamente.

—Les diré a las cocineras que se apuren y llamaré a mis hermanas


para ver si estarán a tiempo... — suelta como si nada y me mira
fijamente — Quiero que me ayudes a preparar todo mientras los
chicos se encargan de tener todo listo para la búsqueda porque
como siempre, seremos los primeros en ayudar porque queremos
encontrar a esa pobre chica.

El cinismo de su voz es muy claro y Caelus no disimula la mueca al


igual que sus hermanos, incluso Cristian deja de jugar Candy Crush
para prestarle atención a una de sus madres.

—¿Qué ganaremos con eso? — inquiere Consus y Sonia fija sus


ojos en mí antes de darse la vuelta.

—¡Te estaré esperando, Lucy! — suelta y se pierde rápidamente por


los pasillos sin darme tiempo a responder nada más porque ella
quiere que la acompañe en la preparación y es lo que haré.

Les doy un vistazo a los chicos y me apresuro a subir las escaleras


para llegar a mi habitación, aunque sé que hay cosas de las que
hablar, siento que no es el momento ni el lugar porque tenemos
problemas peores respirándonos la nuca.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Hay momentos del día donde recuerdo cosas de mi pasado, es


como si desde que he recibido esas pequeñas probaditas de cosas
que me prohibía saborear, ahora no puedo dejar de pensarlas.

Acaricio las imágenes de mi madre mientras en la otra tengo la carta


con su letra, sus últimas palabras escritas para mí a la vez que mis
ojos se concentran en la foto enmarcada de ella y yo sonriendo
hacia una cámara.

Las orillas de la foto están manchadas de sangre, sangre que era de


Marta, la vez que entro a mi habitación porque le habían mandado
un mensaje de que tenía que encontrar algo ahí. Me confíe y pensé
que sería parte de sus alucinaciones, pero ahora pienso con cabeza
fría que tal vez cuando ella entró, quizá no lo hizo sola y que, por
esa foto, alguien tiene el poder de saber de mi pasado y lastimarme
con él.

No lo pensé, son esos pequeños errores que muchas veces cometo


de forma inconsciente, pero que cuando los descubro me pesan de
forma gigantesca porque debo ser cuidadosa, porque no solo es mi
pasado, es el de mi madre y ahora hay una persona jugando con él.

«¿Qué voy a hacer?». Mi cabeza formula la respuesta rápidamente


mientras la yema de mi dedo hace contacto con la fotografía. Las
mismas fotografías que salieron en la prensa, la fotografía que, de
una forma u otra, fue viral en internet cuando el "monstruo de Rusia"
fue encontrado por las autoridades.

—¿Qué haremos con la niña? — le preguntó la mujer de uniforme


blanco que tenía el nombre de Amy, nombre que había descubierto
cuando el agente de policía que se llamaba Bob, que era el
encargado del caso de mi madre, le dijo a la mujer.

Amy a diferencia de Bob había sido dulce, pero no me gustaba la


forma en la que me miraba. Ella de alguna forma me tenía lástima,
decía que yo era fuerte, pero también hablaba de mi madre y eso no
me gustaba.

—¿Qué haremos con ella? — repitió el hombre con cierta burla en la


voz y le dio una mirada severa a la mujer— No me mires así que no
hay manera de que...

No entendí a lo que se refería, pero Amy si y le dio una mirada


molesta, interrumpiéndolo.

—¿Por qué no? Es solo una niña.

—¡Esa niña es la hija de una asesina serial, Amy! — él soltó como si


no pudiera creerse lo que sea que le trata de decir Amy.

A veces Bob era muy grosero con Amy, pero ella aceptaba sus
gritos. Yo no podía meterme, porque recuerdo que mami decía que
no debemos hacer nada si no es nuestro problema, pero yo quería
hacerle algo a Bob, porque Bob era malo.

—Es solo una niña y nosotros queremos una hija — ella entrecerró
sus ojos hacia él. — No creo que sea buena idea que el Estado se
encargue de ella, es tan pequeña y frágil que deberíamos ayudarla,
¿no crees, amor?

Él se llevó la mano derecha a la cabeza y se masajeó la sien como


si le doliera.

—No creo que sea correcto.

—¿Por qué no?

—El daño mental que tiene esa niña debe ser gigantesco — Bob fijo
sus ojos en mí, como si por alguna razón se recordara de que estoy
aquí. Tengo los ojos abiertos, pero puestos en el techo desde que
me di cuenta de que iba a verme, estoy acostada a una camilla
conectada a una máquina como he estado desde que llegue.
No he hablado con él, ni con Amy. Solo he escuchado y visto la
forma en la que se refieren a mí y a mi madre.

—Con más razón deberíamos ayudarla, Bob.

—¡Estás loca! — él siseó — No creo que sea una buena idea, sin
contar todo el papeleo y las excusas que tenemos que darles a
nuestros allegados cuando nos vean llegar con una niña de diez
años con signos visibles de tortura y desnutrición.

—Estaríamos ayudándola y dándole de alguna forma el hogar que


posiblemente nunca tuvo — ella se acercó a la máquina que
contabilizaba mi pulso haciendo pequeñas gráficas y pequeños
sonidos, luego, Amy enfocó sus ojos cafés en mí. — Ella es
solamente una niña Bob, una pequeña niña que ha tenido que sufrir
cosas horribles que aun ni siquiera sabemos siendo tan joven...—

—¿Y si sale igual de loca que su madre?

—Para eso hay exámenes— ella respondió.

Él se desordenó el cabello otra vez, quedándose callado por las


palabras de su esposa. Amy era su esposa, aunque yo no entendía
por qué. La escuché diciéndole a su madre por llamada que lo
amaba, aunque el trabajo de Bob la asustara.

—Nunca me dijiste la razón por la que la presa no sabe de ella. —


soltó Amy, colocando su pequeña y suave mano contra mi mejilla.

—Nos demandarían. — él soltó en un tono algo tenso y ella lo miró,


confundida.

—¿A ustedes?

—Sí.

—¿Por qué?
—Porque sería negligencia del núcleo de seguridad al saber que
Alukah estaba en un bosque, a la intemperie en pleno invierno
porque sea quien sea la persona que se encargó de torturarlas, nos
dejó una nota. Decidimos esperar porque no queríamos
encargarnos de ese monstruo...—

—¡Oh Dios! — ella jadeó con horror dejando de tocarme.

Él ignoró la mirada que ella le lanzo y continuó: — No queríamos


que una persona como esa asesina a sueldo de mierda siguiera
respirando porque los años de cárcel no bastarían como castigo y
es por eso que acudimos cinco días después, la niña estaba
inconsciente y todos entramos en pánico asegurándonos que jamás
le diríamos al mundo que algo así había sucedido.

Amy sollozó y Bob intento acercarse, pero ella se alejó.

—Odiabas tanto a esa mujer cuando tú y tus compañeros


cometieron las mismas atrocidades, Bob que no entiendo como la
juzgas. — Ella negó con la cabeza — No eres un Dios, ni tú, ni tus
compañeros y esa pobre niña casi muere en un bosque, desnuda,
abrazando al cuerpo de su madre que ya entraba a fase de
descomposición que no encuentro justificación para tus actos.

El teléfono de Bob sonó, él se alejó y Amy volvió a mirarme con los


ojos llenos de lágrimas.

—Siento tanto lo que te pasó...— dijo y por primera vez desde que
la conocí, sentí odio por sus palabras porque no haría un cambio
que lo sintiera, no cuando ella seguiría con Bob o cuando no contara
aquello que él le había confesado justo frente a mí.

Levanto la vista de las fotografías y me relamo los labios que los


tengo ligeramente resecos, sintiendo lo mismo que sentí hace siete
años acostada en esa camilla: rabia.

Guardo las fotografías, la carta y el pequeño cuadro debajo de toda


mi ropa, para luego mirarme en el espejo y colocarme un brillo labial
de cereza en el mismo segundo que mi teléfono suena con la
alarma que puse para ir a ayudar a Sonia Fairchild tal cual me lo ha
pedido.

Tomo mi teléfono, veo mi atuendo simple de una chaqueta blanca y


un pantalón jean azul marino que decidí colocarme para la
búsqueda de Marta a la que asistiré con los cinco, pero antes
ayudaré a Sonia y haremos una merienda o es lo que quiero pensar.

Salgo de mi habitación, escuchando la delicada —lo pienso con


sarcasmo— melodía que viene de la habitación de Crono que me
recuerda a mi primer amanecer aquí. Como odie tanto esa música y
como lo odie a él sin imaginar las cosas que sucederían después.

Por una fracción de segundo pienso en desviarme e ir a su


habitación, pero recuerdo que no puedo actuar sin pensar como lo
he hecho los últimos días y prácticamente obligo a mis pies a bajar
las escaleras mientras la mitad de mi cabeza piensa en mis cinco
novios mientras la otra mitad se divide en dos partes: una recopila
toda la información que tengo sobre las cosas que han sucedido en
este pueblo y la otra piensa en Marcus.

Desde que le disparé, no he dejado de pensar en él. En la conexión


que él tiene con todo, inclusive hasta pienso que muchísimo más
que Katherine y no puedo evitar sentir un mal presentimiento.
Marcus dijo que me quería en su equipo y que, si no estaba con él,
tendría problemas y si esa era su manera de decirme: Soy yo. Yo
hice la explosión, yo maté a Joe, yo manejé la mente de Marta y yo
sé de tu pasado. Yo quiero destruirte.

Las ideas en mi cabeza se dispersan cuando mis ojos se concentran


en Sonia Fairchild que esta de espaldas, viendo como tres mujeres
de servicio están ocupadas en la cocina, decorando tortas y
haciendo galletas.

No sé en qué momento llegué a la cocina gigantesca de la mansión,


pero como si de alguna forma Sonia leyera mis pensamientos, se
gira hacia mí y me observa de arriba abajo. No en una acción
despectiva, sino como si de alguna forma estuviera estudiando cada
parte de mí.

—Pensé que no vendrías. — soltó.

—Llegue justamente en el segundo correcto en el cual se cumplen


la hora y media que me pediste — señalo el reloj de la pared y ella
medio sonríe.

—¿Puedes acercarte? Necesito ayuda. — dice y no entiendo que


ayuda necesita cuando técnicamente ella no está haciendo nada.

Pero no soy nadie para protestar. Asiento, aunque sé que no me ve


y me acerco despacio. Una de las cocineras le pregunta si le gusta
el glaseado de chocolate con maní que le está colocando al primer
piso.

Sonia asiente y la mujer continua con su trabajo mientras a mí me


parece exorbitante y exagerada la cantidad de dulce, pero no digo
nada.

—Sé que esto es enorme, — dice. — Pero con el tiempo sientes


que es algo pequeño e insignificante.

Es como si me leyera la mente y sé que se refiere a lo mismo que


estaba pensado.

—Se vuelve insignificante porque no lo haces tú y eso le quita lo


divertido y la pasión a las cosas.

Ella me ojea.

—No sirvo para cocinar. — Contesta — Pero siento como si de


alguna forma estuviera haciéndolo si doy órdenes y me fijo en que
no exista ni un error en el menú...—

—¿Por qué es tanto?


Me refiero a la cantidad de comida. Ella parece pensarlo y luego
responde lentamente como si de alguna forma quisiera decirme algo
con sus palabras:

—Porque esta familia amerita cosas tan grandes como ella.

No sé qué responder a eso.

Los minutos transcurren lentísimos mientras observábamos como


las cocineras se encargan de las galletas, las donas, los pasteles y
los pequeños caramelos bañados en dulce de leche. Mis ojos se
concentran en cada uno de los movimientos de las mujeres que
solamente hablan para preguntarle si están haciendo el trabajo bien
con cierto temor en la voz y Sonia tenía razón, era como si tú lo
hicieras cuando claramente no era así, pero mi cabeza se quedó en
otra cosa.

La forma en la que le hablaban y la miraban, como si le temieran a


Sonia y eso me hace recordar a mi madre. Como sus lienzos, que
luego descubrí realmente que eran víctimas, ratas que merecían ser
lastimadas de las peores formas solamente como mi madre ponía
hacer, la veían.

Le temían, le tenían miedo con solamente escuchar su nombre y me


temían a mí cuando yo la ayudaba. El mismo temor que vi en las
pupilas de Dove cuando la apuñalé y el mismo temor que veo en los
ojos de Rose, aunque los disfraza estúpidamente con odio fingido
que la llevará finalmente por el mismo camino de su hermana si
continúa siendo un obstáculo para mí.

—¿Cómo te has sentido en esta familia, Lucy?

Su pregunta me descoloca y soy cuidadosa a la hora de responder,


porque sabía de alguna forma que me preguntaría cosas así.

—Muy a gusto, no pensé que sería así y que congeniaría con todos
tan rápido. — contesto.
Es diferente a Sophia, ella es un poco más... dura y silenciosa. La
peor y mejor conexión.

—¿Mis hijos como te han tratado? — pregunta ojeándome y soy


rápida al contestarle mientras la cocinera del glaseado de chocolate
y maní termina, pero va a ayudar a la de los caramelos de dulce de
leche.

—Estupendo, tenemos una buena conexión y comunicación. —


también somos novios, pero eso no voy a decírselo.

—¿Cómo es la conexión?

—Hay respeto, me tratan bien y me hicieron parte de su círculo de


amigos. — follamos, nos besamos, mataron a un chico porque bailo
conmigo, aunque eso no lo recuerdo muy bien, todos en el colegio
saben que estamos juntos, ¿en serio usted no lo sabe? Creo que es
muy fácil deducirlo y dejemos de lado por favor lo que dijo Caleth de
«nada de relaciones» porque ya es muy tarde para ese aviso y esa
regla.

—Tengo que admitir que le comenté a mi esposo que de cierta


forma estaba dudosa por como actuarían los chicos contigo. —
confiesa y me mira para estar atenta a mi respuesta.

No siento tensión, aunque sus ojos estén atentos a cada uno de mis
movimientos como si quisiera detectar una mentira.

—Creo que mi carácter no les ha impedido hacerme sentir menos...


— digo y ella sonríe.

—¿Solo eso?

Me doy cuenta de que es la segunda vez que hablamos tanto. La


primera vez estaba de cierta forma conmocionada y tenía un arma
en mi mano debajo de una almohada, solo bastaba un movimiento
para hacerlo sin contar que pensé en dispararle si hacia un
movimiento falso.
—¿Hay algo más y no me he dado cuenta? — inquiero.

Ella suelta una pequeña risita.

—Mataste a Dove Bush, cariño y creo que eso es un gran mensaje


para mis hijos.

La claridad con la que lo dice, no me sorprende ni tampoco de que


lo haya dicho delante de esas mujeres que parecen que no tienen
oídos porque siguen concentradas en su trabajo, sin presentar
ningún signo de alarma.

—La maté...— repito y de inmediato sé que sabe que no hay


remordimiento en mi voz, porque no voy a fingirlo. Ella no es Dorian,
Rose o cualquier imbécil del Colegio que puede complicarme las
cosas.

Ella lo sabe, todos en esta familia lo saben y dudo mucho que pueda
hacerme daño con esa información. No cuando ellos también están
implicados y cuando me han dejado conocer información importante
que podría ponerlos en problemas si decido usarla.

—Me sorprendió, pero luego recordé que había leído tu expediente


y se me pasó. — parece que bromea, pero es tan parecida a Crono
que se me hace difícil creerlo.

—Mi expediente en realidad no dice muchas cosas, pero, aun así,


se me hizo un poco difícil aceptar que iría de intercambio a un
pueblo tan prestigioso con una familia adinerada.

Ella se relame los labios.

—No somos del tipo de familia que le encanta juzgar a las personas
por lo que dice un expediente, ya sabes las mentiras sobre alguien
que se pueden colocar en una hoja y lo diferente que puede ser esa
persona.
Siento que eso también tiene doble sentido y mis ojos se concentran
en la forma en la que una de las cocineras, vierte el dulce de leche
en las pequeñas y redondas donas que luego se encarga de bañar
en azúcar glasé.

—¿Le sorprendió lo que decía en mi expediente?

—Lucy Beckett, 17 años de edad, nació el 3 de septiembre en


Moscú, Rusia. — dice como si estuviera leyendo la hoja y mi
garganta se cierra al darme cuenta de que sabe casi todo. —
Huérfana, sin padres registrados sin contar a los adoptivos cuando
cumpliste los diez años. Bob y Amy Vasiliev que se suicidaron
ambos, cuando tenías doce. Pasaste por casas hogares hasta que
llegaste a tu primer intercambio, tenías catorce y en un accidente de
auto donde casi mueres, murió toda la familia y tú estuviste en coma
dos meses. Te trajeron a Estados Unidos, tus calificaciones siempre
han sido excepcionales y por eso te enviaron a otro intercambio,
exactamente el último antes de venir aquí. Fue en Nueva York, hubo
una muerte que conmociono a la familia que te tenía, exactamente
su hijo mayor que tenía tu misma edad. Se dice que estaba en
malos pasos, vendía droga y lo asesinaron por una deuda, lo
extraño es que tú estabas con él cuando eso sucedió.

Me quedo quieta, con la vista fija en lo que hacen las cocineras y si


ella quiere alguna emoción en mi rostro, no la conocerá ni la tendrá.
Con respecto a que estuve en el mismo lugar y aparecí bañada en
sangre, la sangre de él, Sonia tiene razón. Sucedió y no le metí a
Crono cuando le conté que mi exnovio tenía relaciones con las
drogas porque él las vendía, pero no fue por una deuda que murió.

Él murió porque yo lo asesiné.

Repaso el error en mi cabeza una docena de veces al día. No tuve


que dejarme por mis impulsos y no me dio tiempo de limpiar las
evidencias, pero me las arreglé para quedar sin ningún problema
aparente o ninguna sospecha sobre mí.
—Es como si un espíritu de muerte estuviera detrás de ti...— Sonia
dice, parece que bromea y sonrío restándole importancia.

—La santa muerte. — suelto y ella asiente con una sonrisa pequeña
en los labios sin saber que acabo de decirle el nombre de la leyenda
y lo que tenemos adentro cada una de las mujeres de mi familia.

—No había escuchado de ella, pero puede tener sentido. —


comenta y si había un rastro de cierta duda de que yo era la
culpable de esas muertes, parece desaparecer, aunque estaba en lo
cierto.

Yo lo había hecho, inclusive hasta el "suicidio" de mis padres


adoptivos.

No suelo hablar o pensar en mi pasado porque siento que no lograré


nada pensando mucho en ello, pero cuando lo hago, aprendo de mis
errores. Los errores que cometí y que no puedo arreglar, pero si
aprender de ellos.

—¿Por qué tu apellido es Beckett?

Es el verdadero segundo apellido de mi madre.

—No me gustaba el adoptivo y junto con mi madre adoptiva, Amy


buscamos ese en Google y me ayudo a colocármelo.

Parece creérselo.

—¿La echas de menos?

Su pregunta no me sorprende, pero sé que no está hecha con el


tacto que debería porque a alguien como ella o a alguien de esta
familia no le daría lástima que mi madre se haya suicidado.

—No—, digo yo. —Siento pena por ella, por supuesto, pero no
puedo decir que la extraño porque no la recuerdo mucho. Ella era
enfermera, casi nunca estaba en casa al igual que Bob, que era
agente de policía.
—¿Nunca supiste por qué se suicidaron?

—No. — contesto, pero por supuesto que lo sé.

Ella no pregunta más, de pronto me he dado cuenta de que ha


pasado una hora porque Caelus aparece con su mano dentro del
bolsillo trasero de su pantalón, intercala la mirada de su madre a mí
y entra a la cocina.

Sonia se gira hacia él y ve exactamente que se acerca a darme un


pequeño abrazo. Ella no muestra ninguna expresión por ese
contacto y yo debo admitir mentalmente que no me lo esperaba.

—¿Ya están listos? Porque debemos irnos a la búsqueda.

—Ya están listos, ve a la mesa que Lucy y yo llevaremos todo. —


Sonia demanda y Caelus asiente mirándome levemente de arriba
abajo.

Tiene una camisa negra que resalta su tez pálida, el cabello


azabache lo lleva desordenado y los ojos azules le brillan.

—Estamos todos ahí — dice antes de darse la vuelta y Sonia me


pide que la ayude, aunque solamente, en realidad lo que hacemos
es dar órdenes para las cocineras que se encarguen de llevar todo a
la mesa mientras la madre Fairchild hace como si no hubiéramos
tenido esa conversación, como si no se supiera un poco de mi
información de memoria, como si no me hubiera hecho recordar
todos los hidden bodies que tengo sobre mis hombros, todos los
secretos y todas las cosas que oculto en mi pasado.
Capítulo 83 (*)

LUCY

Llegamos al comedor y efectivamente, tal como había dicho Caelus


estaban todos, pero dentro de ese término, también se refería a
Ángel.

Era de alguna forma, extraña la manera en la que me sentía cuando


el primo de los cinco estaba cerca de mí. Era una especie de
desconfianza, intriga y odio mezclado que no lograba entender, pero
que cada vez se hacía más y más grande.

—¡Mis donas preferidas! — soltó Cris abriendo sus ojos lo suficiente


para que se notara su entusiasmo. Crono simplemente colocó mala
cara ignorando a Sonia y estirando la mano para tomar uno de los
caramelos mientras Consus y Ángel picaban los pasteles, Sonia se
sentaba en la cabeza de la mesa, viendo como Caelus esperaba
pacientemente a que sus hermanos y su primo se pelearan por la
comida.

Me senté al lado de Sonia, a unos puestos de distancia de los


chicos y la madre movió la mano hacia la única sirvienta que se
había quedado que se acercó a un pastel pequeño, para luego
traerlo hacia nosotras.

Era como si de alguna manera Sonia supiera que los cinco se


vuelven los osos revoltosos cuando hay comida y que son capaces
de actuar de manera tan inmadura como pelear por una dona de
chocolate con chispas de colores y azúcar glasé.

—¡Esa es la mía! — Cristian coloca mala cara mirando a Ángel que


es tan descarado y se come la mitad del donut de un solo mordisco.
—Lo lamento mucho, pero ya es mía...— se ríe el pelinegro.

—¡Mamá! — Cristian hace un puchero mirando a Sonia que no dice


nada, pero asiente hacia la misma mujer mientras ella se lleva un
pedazo de pastel a la boca.

Me llevo mi pedazo a mi boca y saboreo la explosión de sabores en


mi paladar. Cierro los ojos unos segundos porque nunca había
probado una crema chantillí de fresa y el dulce de leche en esa
combinación.

—Mande a traer más para que no te quedes cabreado, Cris. —


Sonia soltó en un tono tranquilo, podría decirse hasta dulce y Cris
sonrió como si le hubieran dicho el secreto para la jodida
inmortalidad.

—Siempre va a ser un mimado si sigues tratándolo como un niño


pequeño. — Ángel dijo y Sonia simplemente rodó los ojos
llevándose otro trozo de pastel a la boca con el tenedor.

—¿En qué te afecta?

—En que se va a poner a chillar por cualquier cosa y no hará nada


solo porque siempre alguien más tendrá la solución.

—¿Por qué dices esa mierda cuando tú eres igual? — Cristian se


defendió arrugando la nariz a la vez que recibía el plato que le
entregaba la mujer.

Si estuviésemos en una caricatura, sus ojos se hubieran abierto lo


suficiente para parecer que se podrían salir de su cuenca y juraría
que podrían salir corazones feos y rojos de ellos. Sonrió y sus ojos
se concentraron en Sonia.

—Je t'aime maman*— dijo y Consus soltó una carcajada.

—¿Te afectó el dulce Cristian? — pregunto con burla.


—¡Cállate! — se defendió Cris justo antes de llevarse un donut a la
boca mientras Ángel meneaba la cabeza ligeramente y Crono
acababa prácticamente él solo con la bandeja de caramelos de
chocolate y dulce de leche derretida.

Cristian empezó a insultar a Ángel cuando este dijo que parecía un


niño de cinco años y que terminaría siendo una ballena por comer
tanto a la vez que le pedía el consejo y la fórmula secreta para tener
músculos, verte como si hicieras una dieta extrema y comer como
un elefante.

Sonia parecía un poco orgullosa de que por alguna razón todos


estuvieran en la misma mesa, peleando y se acercó ligeramente a
mí.

—Esto era lo que quería. — dijo y yo volví a mirar a los cinco y a


Ángel que parecían ensimismados en sus mundos donde el pastel,
los donuts y los enrollados de dulce de leche derretida con maní
fuese muy importante.

Admití dentro de mí, que así, parecían unos adolescentes normales


sin ningún tipo de secretos detrás de esas caras bonitas y cuentas
bancarias desbordantes. Regresé mi vista a Sonia.

—Supongo que un poco de normalidad no está mal.

—No es eso.

Enarque una ceja. Hablábamos bajo y ninguno se percataba de que


estamos hablando, Consus, Caebrán, Cristian, Ángel y Caelus
peleaban y Crono miraba un enrollado con mucha concentración.

—¿Entonces qué es? — inquirí.

—Se olvidan por unos minutos de todo lo que pasa, son mis hijos,
los conozco y como están tan acostumbrados a lujos y cosas
exorbitantes, sé que tendría más efecto una merienda simple que ir
a las maldivas por dos semanas para desestresarse y así volver a
tener la cabeza fresca para enfrentarse a todo lo que seguramente
sucederá en la búsqueda.

—¿Cree que pasará algo en la búsqueda?

—No creo que sea algo importante, pero lo que si se es que Dorian
Bonnet está buscando la muerte con sus propias garras al querer
pasarse de lista con mi familia y dejaremos que haga todo lo que
quiera, que crea que está comiéndose el mundo, soltaremos así la
cadena que tiene en el cuello, la misma cadena que sentencia su
muerte y cuando esté volando muy lejos, nos encargaremos de
jalársela y hacerla entrar a la realidad.

Asiento, entiendo sus palabras y me llevo otro pedazo de pastel a la


boca asumiendo que es una promesa silenciosa de lo que sucederá
quizá más cerca de lo que espero.

—¿Crees que habrá problemas con Rose?

—Es una Bush y de la sangre que no se puede correr o esconder.


Supongo que nuestro error garrafal fue pretender que teniendo al
enemigo cerca tendríamos ventaja, pero ahora no solamente le
dimos poder a una rata, sino que la misma ha tenido la osadía de
actuar en nuestra contra mientras nos besaba los pies a la vez...—

—Escuché que Ángel quería hacer algo.

Sonia frunce los labios y me mira. Bajo más la voz y lo que digo lo
digo con el propósito de saber más.

—¿Qué quiere hacer mi sobrino? — ella inquiere tan cuál lo espere.

La sutileza y el disfrazar palabras ya no sirve después de esta tarde.

—Quiere matar a Marcus. — le hago saber, aunque técnicamente es


verdad y ella suelta el tenedor, colocando la espalda más recta que
la tenía y enfocando sus ojos verdes tan parecidos a los de Crono
en su sobrino.
Se queda así unos segundos, el bullicio de los chicos continúa y
ansió un poco más de información. Ella menea ligeramente la
cabeza y enfoca toda su atención en mí.

«Dime algo...»

—Esto parece una prueba — comenta y arrugo el ceño al escuchar


sus palabras, ella añade rápidamente: — ¿Por qué me dices esto,
Lucy? ¿Esperas que te cuente algo así de fácil?

No muestro miedo ni decepción. Sabía que había una posibilidad de


que se diera cuenta de mis intenciones porque no es ninguna
estúpida y solamente sonrío con ingenuidad.

—No lo es, solamente te estoy comentando algo. — digo y ella


simplemente me ve y no dice nada más, aunque sé que he logrado
lo que quería de cierta forma, porque no deja de mirar a Ángel lo
que me confirma que la muerte de Marcus no debe tomarse a la
ligera y que no es tan insignificante como esperaba.

Hay algo que como siempre no sé, pero estoy muy segura de que
voy a descubrirlo.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Llegue en el auto de Crono, de hecho, llegamos de primeros porque


los demás vienen detrás en las motocicletas.

El bosque está igual de denso, silencioso y oscuro como si quisiera


demostrar todos los secretos que guarda entre su maleza, hojas y
tierra húmeda, pero ahora es diferente a las veces que estuve
dentro de él.

Hay mucha bulla, personas del pueblo con sus linternas y no hay
necesidad de más señales de que estamos en el lugar correcto que
ver a Dorian con un enorme letrero de "Busquemos a Marta y a Joe"
#NIUNOMÁS.
Crono no ha hablado durante todo el trayecto, ni siquiera cuando por
mi cuenta me senté en el asiento esperando por él porque era el
único que quería ir en auto, y yo no quería dañar mi peinado con el
viento y eso por supuesto que sonó como si Dove Bush se hubiera
apoderado de mi cuerpo.

Eso es espantoso de solo pensarlo.

Bota la colilla del cigarrillo a un lado y se acerca para agarrarme de


la mandíbula y juntar su boca con la mía. No sé de qué viene ni que
es lo que quiere demostrar besándome frente a todo el pueblo, pero
le correspondo el beso con las mismas ansias como si fuese mi
marca personas de heroína, fuese una jodida adicta y yo fuese su
cocaína especial.

Meto mis manos dentro de los mechones de su cabello


desordenado, le jalo algunos y siento como nuestros pechos se
pegan mientras el vaho del ambiente se mezcla, su aroma, el sabor
a cigarrillo y su olor mezclado con una colonia tosca, pero perfecta
la cual no he podido conseguir el nombre, pero ha entrado a mi lista
de perfumes favoritos encabezando la lista número uno con el
perfume dulce de Cris o el olor de Consus.

Siento como me muerde el labio inferior y como sus manos aprietan


mi cintura. Hay frío, pero no siento nada y parece que todo mi
cerebro se concentra en la forma en la que sus labios atacan los
míos, como su lengua juega con la mía en un beso húmedo que
termina cuando siento las manos de alguien que no es mi chico en
mi cintura.

Él también lo siente y se aleja, luego de mordisquearme el labio


inferior para darnos cuenta de que era mi otro novio. Consus me
sonríe besándome cortamente y puedo escuchar perfectamente uno
de los susurros que viene del público.

«Es una descarada».


Sonrío porque no tienen ni idea del tipo de descaro que puedo ser
capaz de tener, veo a mis otros novios y a Ángel que está recostado
a una de las motocicletas fumando con la atención fija en mí y en la
chica que se nos acerca.

Su cabello negro está amarrado en una coleta alta y tiene los labios
pintados de un color rojo intenso, me ve de arriba abajo y nos
extiende unas especies de banderas fluorescentes.

—¿Para qué es eso? — pregunta Caelus rápidamente y ella por un


segundo deja de ser la Dorian llena de valentía que grita delante de
todos en el almuerzo que, para ella, somos los principales
sospechosos.

—Están aquí para ayudar, ¿no? — Su voz me hace doler los oídos,
pero finjo una sonrisa al ver que todos —y no estoy exagerando
para nada— tienen la vista fija en cada uno de los movimientos que
hacemos y las palabras que decimos.

—Por supuesto que sí, queremos ayudar a la comunidad y por eso


mis novios dieron el material para la búsqueda y personalmente
decidimos venir, aunque teníamos que hacer algo muy importante
en la mansión. — digo lo suficientemente fuerte para que el resto
me escuche y le coloco una mano en el hombro a Dorian, aunque
me gustaría estar sacándole los ojos en vez de estar hablándole en
este momento— Te queremos ayudar, porque Marta también era mi
amiga y a Joe no lo conocía, pero nadie merece perderse y no
regresar a casa. Sé que eres una buena hermana, sé que lo
extrañas y quiero que sepas que no somos enemigas Dorian,
queremos ayudarte.

Traga saliva y da un paso hacia atrás rompiendo con el contacto. Se


pasa las manos por el uniforme, el padre de Marta está a unos
pasos hablando con otros oficiales de policía y no logro entender la
forma en la que nos mira.

No sé si Dorian le metió ideas en la cabeza, pero es lo que menos


me importa. Los chicos no dicen nada de lo que acabo de decirle y
me gusta esta especie de libertad de poder decir lo que quiera
porque es lo que siempre sé que he merecido, no voy a preguntar
por ello y mientras les entrego las banderas, Dorian explica para
todos lo que haremos con ellas, no le presto cuidado porque tengo
un recuerdo fuerte que me ha dejado estática.

Lo quiero, no lo quiero. Lo quiero, no lo quiero y... lo quiero.

Dejo la flor que ahora no tiene pétalos en el césped. Mi novio está


trabajando en el otro lado del parque mientras yo juego con las
flores dejándolas sin pétalos, esperando conseguir una excusa
pequeña que confirme todas mis sospechas.

Él me llama Lu y utiliza el apellido de mi madre adoptiva. No sabe


nada de mi pasado, pero yo sé del suyo, también sé que sus padres
que técnicamente son los míos por un lapso de tiempo se volverían
locos si supieran las cosas que su hijo siente por mí.

Le he dicho a él lo que podría pasar, pero parece no importarle. Es


muy libre y protector, aunque no necesito que nadie me proteja
porque puedo hacerlo sola y sé que soy más fuerte que él, me gusta
que piense que tiene poder sobre mí cuando no es así.

Me dice que soy la luz de sus ojos, que nunca había visto unos ojos
tan bonitos como los míos y no sabe nada de mí, pero él cree que
sí.

Veo como en el otro lado del parque, mientras el sol me golpea el


rostro sin ningún tipo de anestesia, una chica de cabello rojo y tez
morena se acerca a él. Pienso que le va a pedir dulces, pero lo
abraza.

Lo abraza, él se tensa porque sabe que lo estoy viendo y ella lo


toma del rostro y lo besa. Ahí, es cuestión de un pequeño e
insignificante segundo, tengo la señal que tanto quería. Se aleja
muy tarde lo que me demuestra que lo hizo más por compromiso y
presión de saber que estoy aquí, mirando fijamente cada parte de
esa chica y cada parte de él.
Ella frunce el ceño, es bonita y no puedo odiarla a ella cuando es él
quien tiene la culpa de todo. Me levanto y limpio mis rodillas que se
habían llenado de tierra, sintiendo un ligero peso vacío en el
estómago que me produce ganas de vomitar.

Me doy la vuelta y me retiro del parque. El parque que marcó el


destino de nosotros si es que alguna vez existió, sé que no puede
irse porque si no vende todos sus dulces van a hacerle cosas malas
y llego a casa con una sonrisa como si nada hubiera pasado.

Hago las tareas, saco a pasear al perro pulgoso que odio porque
ladra mucho y tiene pulgas, me doy cuenta de que prefiero los gatos
y recuerdo que mamá nunca me dejo tener uno, pero mi madre
adoptiva sí.

Entendí por qué mamá no me dejo tenerlo cuando sentí ganas de


lastimarlo, pero no lo hice. Amaba a los gatos, amaba los animales,
aunque odiaba a las personas y quería hacerle cosas malas.
Aprendí a controlar mis impulsos, pero luego sucedió lo del pequeño
accidente.

Amy no se lo merecía, ella era una buena madre, me quería cuidar,


intento solucionar todo, pero Bob era el problema y ella no lo iba a
dejar. Ella no me iba a perdonar lo que quería hacerle y entonces
decidí.

Amy o mi madre.

Elegí a mi madre como era de esperarse, no dude ni un segundo en


hacerlo y planee pacientemente la forma en la que me iba a
deshacer de ellos porque no recordaba lo que le había confesado
Bob ese día a Amy.

Luego descubrí que la idea originalmente era de él. Él había


ordenado esperar, él había ignorado la carta y él les había dicho a
sus compañeros que buscarían a mi mami después de varios días
para asegurar su muerte porque le tenía miedo, le daba asco y le
aterraba mi mami sin saber que estuvo conviviendo con el fruto de
mi santa madre tratándola como su hija.

No me arrepiento de lo que hice, así como no me arrepentiré de lo


que haré.

Bajo las escaleras, ya paseé el perro, me bañé y estoy lista.

—¿Sabes dónde está Londres?

El nombre es porque ella es de Londres y no supera su ciudad. Yo


nunca le pondría Moscú a mi hijo, pero mi "madre sustituta" si le
puso el lindo nombre de una linda ciudad a un mentiroso infiel.

—No sé, pero puedo ir a buscarlo.

Ella sonríe. Cree que soy muy gentil.

—Por favor, creo que está en el parque...— musita volviendo la vista


a la revista porque ella es fan de los vestidos de moda que jamás se
colocará.

—Vengo en quince minutos— le digo y me despido de ella y de su


esposo con una sonrisa, saliendo por la puerta mientras pienso lo
que sucederá.

Me agacho en algún momento y elijo una de las rocas, la que veo


más grande y pesada, pero práctica para tenerla escondida y
soportar el peso. Espero que se vayan los últimos clientes de sus
dulces, pero me doy cuenta de que deja algunos y eso significa
problemas.

Me acerco, se da cuenta de mi presencia y camina hacia nuestro


lugar privado: detrás del puente, en un rincón donde la iluminación
es muy poca. Va adelante así que no hay manera de que vea la
roca y me gusta que sea así.

Me duele el cerebro. Mis palmas sudan.


Londres me mira y veo arrepiento en sus ojos, pero ya es muy tarde,
tengo una roca en mi mano, escondida en mi espalda. Cree que le
haré drama porque piensa que soy como las otras chicas, pero le
advertí que no lo era y que podía costarle la vida.

Se rio en su momento y me preguntó: —¿Qué vida si no tengo


nada? Prácticamente respiro por respirar y me meto en problemas
para sentir adrenalina.

Tenía cierta razón en sus mentiras.

—Puedo explicarte lo que viste, Lu...— dice y meneo la cabeza


parándome frente a él. Estamos en un punto oscuro donde no hay
cámaras, no es visible y es el mismo lugar donde nos dimos el
primer beso.

—No puedes explicarme Londres, porque yo no quiero saber o


escuchar más de tus mentiras.

—¿Eso significa que terminar conmigo?

Puedo escuchar el cierto dolor en su voz.

—No me amas, Londres.

—¿Cómo estás tan segura de eso, Lu?

—Porque yo tampoco te he amado.

Da un paso atrás como si esa confesión le diera, pero no sé qué es


lo que le sorprende. Era de esperarse cuando es alguien muy simple
y común.

—Podemos arreglarlo de todas formas, yo me equivoqué y no te lo


dije por miedo...—

—Si no te hubiera visto, fueras seguido ocultándomelo, pero te


mientes a ti mismo, Londres. No soy estúpida a diferencia de ti.
—Vasiliev...—

—No es mi apellido. — mis ojos se concentran en los de él,


guardándome en mi memoria el color de sus ojos, la aflicción en su
rostro — Mi apellido es Beckett, Londres y no puedes decirme Lu
porque no me gusta.

—Yo...—

—Tú nada, Londres. Tú no puedes hacer nada. — niego con la


cabeza y levanto la mano donde tengo la roca, me pesa, pero soy
rápida para tirársela en la cabeza y cae al suelo, salpicando sangre,
se mueve y meneo la cabeza porque no quería ensuciarme, pero es
necesario, así que mientras imagino cuál será la explicación de esto,
le doy siete golpes con fuerza hasta que hay un pequeño clic y veo
el interior de su cabeza.

—¿Estás bien? — Caelus me pregunta regresándome a la realidad


y asiento viendo como ya hay tres grupos de personas.

Me incorporo al primero, donde esta Dorian, está el padre de Marta


y los cinco junto con Ángel que ya dejo de fumar mientras estaba en
mi trance, escucho las indicaciones tratando de borrar la imagen de
Londres de mi cabeza y me concentro en las indicaciones.

—... Un grupo de policías estará con cada uno, las banderas sirven
para dejarla donde haya evidencia y el líder del grupo tiene un
teléfono inalámbrico para estar comunicados con los otros grupos.
Rose Bush no pudo estar presente, pero ella me ayudó a que esta
búsqueda fuese posible junto con el padre de Marta — dice Dorian y
su barato discurso parece gustarles a las personas porque aplauden
de alguna forma contentos con lo que ha dicho.

Les doy unos vistazos a los chicos y comenzamos la búsqueda,


caminando por el bosque.

Nos quedamos un poco atrás, alejados de Dorian y sus seguidores.


—Recuérdenme porque estamos perdiendo tiempo aquí cuando
pudiera estar leyéndome un clásico en la comodidad de mi
habitación con un incienso de eucalipto encendido...— soltó Consus
con una mirada aburrida y Caelus sonrió.

—La imagen, primito — Ángel se le adelantó en responder, pero


Caelus no se vio afectado por eso — Creo que esa es la segunda
cosa más importante para nosotros.

—¿Cuál es la primera? — pregunto y él suelta una de sus risitas


molestas. Algunos lo miran por eso, pero responde lo suficiente bajo
para que solamente nosotros lo escuchemos:

—Dinero. El dinero es la razón de nuestra existencia y sin él no


seriamos nada.

—No sabía que eras tan materialista...— soltó burlón Cris y Ángel
rodó sus ojos.

—Lo dices como si no fueses como yo. — dijo, negando con su


cabeza y desordenándose el cabello.

—¿Cómo eres tú? — inquiero y me trago las ganas de decirle


"aparte de ser un misterioso cínico de mierda".

—Un hombre de alto consumo. — respondió burlón y ahora fui yo


quien rodó los ojos al escuchar tal estupidez.

No sé cuándo tiempo caminamos, pero la búsqueda es nula porque


tal como dijo Sonia, no hay nada que encontrar, ni una pequeña
evidencia, ni un testigo a menos que Rose Bush diga la basura que
es su padre delante de todos.

Me relamo los labios, que los tengo resecos y quiero un beso de mis
novios, cualquiera de ellos porque me gustan por igual. No son
como Londres, ellos ya han visto una versión de mí que a cualquiera
le asustaría y no se han ido ni han huido porque ellos son casi
iguales a mí.
—Creo que me duele la panza por comer tanto — Cris dice de
repente, cuando Dorian aparece con el ceño fruncido al ver que no
hay nada.

Es una pérdida de tiempo lo que hacemos, pero es una forma de


que despistar la atención sobre nosotros. Comenzamos a utilizar las
linternas porque ya está anocheciendo, trato de fingir la sonrisa
imperturbable en mi rostro mientras los cinco y Ángel no disimulan la
cara de culo y la molestia que les causa estar en el bosque, con los
mosquitos haciendo de las suyas y chupándonos la sangre.

—¿Crees que deberíamos irnos ya? — Caebrán juega con su


piercing con aburrimiento y le pregunta a Caelus.

—No lo creo, debemos quedarnos hasta el final... — le responde y


me gusta su respuesta porque también pienso así.

Siento que perderemos aproximadamente dos horas más de


nuestras vidas caminando por el bosque hasta que algo inesperado
ocurre.

Dorian suelta un grito que me coloca alerta y de golpe los otros dos
grupos que estaban dispersos se acercan. Los chicos también se
fijan en cada detalle y tenemos que caminar hacia el bululú de gente
que había alrededor de Dorian.

El teléfono de Caelus suena y él lo saca. Lo ojeo mientras nos


acercamos y no me gusta su cara, volteo a ver qué es lo que hizo
que Dorian gritara y siento que me cae un balde de agua fría cuando
veo una parte de un cuerpo humano.

Exactamente una mano, una jodida mano.

Volteo a ver a Caelus, el padre de Marta da órdenes de que nos


alejemos todos para no dañar la posible evidencia y no me gusta ni
lo que está pasando, ni la cara de uno de mis novios.
—¿Qué sucede? — le pregunta Cris por mí, todos atentos a Caelus.
Dorian se gira hacia nosotros y mi cabeza debate que es lo más
importante.

La mano que no se de quien rayos es o lo que sea que le están


diciendo a Caelus.

—¿Será de Marta? — escucho que preguntan.

—Es de una mujer, así que no hay posibilidad de que sea de Joe...
— dice otra persona que no logro reconocer.

Caelus aprieta el teléfono con fuerza, llevándose mi atención. Se


coloca completamente tenso y rígido.

—Jake acaba de entrar de urgencias a la clínica, tiene una posible


amenaza de aborto.

No escucho lo que dice después, solamente me quedo estática


viendo como Dorian lloriquea por la mano de quien sabe quién y
todo se vuelve un desastre porque no se de quien es la mano y eso
es otro problema.

Lo de Jake me da un mal presentimiento y recuerdo la carta,


recuerdo lo que querían que sucediera y me muerdo la lengua
porque no puedo contar nada, y todo se jode cuando pienso que no
podría empeorar.
Contraparte

JOSEPH

El corazón me late apresurado dentro de la caja torácica, las manos


me sudan por los nervios y no sé cómo fui capaz de llegar a la
clínica sin tener un accidente porque lo único que hacía era ver si
Jake estaba bien, si Jake despertaba o me decía algo.

Le salía sangre de los oídos, la noche que pensaba que sería la


mejor de nuestras vidas se ha convertido rápidamente en una
pesadilla y quiero romper y golpear todo porque lo único que me
importa siempre es lo único que sale perjudicado.

No cuento con mis padres porque no aceptan lo que sucede, no


entienden que lejos de todo lo que diga la sociedad sobre lo que
siento por Jake, no estoy dispuesto a dejarlo. Tengo el dinero para
ser independiente, tenemos los recuerdos para cuidar a nuestro hijo
y ahora todo lo que soñaba se desmorona poco a poco.

Tengo miedo, siento que si la pierdo o los pierdo voy a perder el


rumbo de mi vida y maldigo a los Bush, a mis padres y a todas las
personas que juzgan desde su punto de vista perfecto y arcaico sin
saber realmente cómo son las cosas.

No les estaba pidiendo que aceptarán con bombos y platillos lo que


nos sucede a mi hermana y a mí, pero esperaba teniendo en cuenta
el tipo de familia que somos y el entorno que tenemos un poco más
de compresión porque no le hacemos nada malo a nadie y todo ha
sido con consentimiento, nada ha sido a la fuerza, siempre ha
existido ese pequeño deseo entre ambos que parecía una hoguera y
termino apoderándose de cada parte de mí sin poder evitarlo.
Podría explicar en miles de formas lo mucho que la amo, la ilusión
que me hace estar junto a ella sin la necesidad de ocultarnos o tener
que reprimirnos. Sé que me equivoqué dejándome llevar por mis
padres cuando acepté la idea del compromiso con Rose, que debí
ser más maduro cuando todo lo que sucedió con Caelus y Jake
explotó y no debí pagarle con la misma moneda cuando por
despecho terminé de una u otra forma enlazándome a una familia
de mierda y creándole ideas de mierda a mis padres.

Respiró hondo caminando de un lado a otro, fijándome en las agujas


del reloj. Ya han dado dos vueltas, una hora y media desde que
llegué con Jake en brazos y el doctor la recibió en urgencias
mientras ella seguía estando inconsciente.

Me preocupa la sangre, me preocupa toda la adrenalina que tuvo


que soportar hoy, tantos sentimientos encontrados que seguramente
ocasionaron esto y no encuentro la manera de arreglarlo. Cinco
minutos después, dónde sigo martillándome la cabeza y
juzgándome por lo que sucede, las puertas se abren y siete
personas entran.

Los cinco, Lucy y Ángel.

Al último le tengo cierto recelo, pero no importa eso en este


momento, lo único que hago es recibir el abrazo que me da Caelus
que luce pálido más de lo normal mientras tiene las venas del cuello
marcadas.

Lucy me acaricia el brazo, el resto me da un asentimiento de cabeza


y no necesito nada más para sentir al menos una especie de apoyo
porque está es la única familia que tengo además de Jake porque
no cuento con mis padres, ya que siempre lo único que quieren es
manejarnos de una u otra forma y cuando no lo consiguen, nos
hacen de lado.

—¿Qué fue lo que sucedió?


La voz de Caelus resuena por mis oídos. Siento que la cabeza me
va a explotar y me repito la pregunta.

«¿Qué sucedió?» Lo jodí todo como siempre lo hago...

—Mis padres se enteraron de que Jake y yo estamos esperando un


hijo, de nuestra relación y tuvimos que asistir a una cena. La cena
se efectuó en la mansión Bush dónde estaba Rodrigo, Rose, Irene
y... Marcus. El último actuaba como si nada, como si no le diera
miedo lo que le harán ustedes cuando puedan cazarlo y cuando
todo explotó, supongo que la adrenalina fue demasiada porque Jake
se desmayó y yo...— dije, desordenándome el cabello y Lucy
asintió, dándome una mirada tranquilizadora.

—Te entendemos. — me dice con una pequeña sonrisa, pero la


culpa, la rabia y todas las emociones que se adueñan de mi cuerpo
no me sueltan ni se van.

«Nadie entiende cómo me siento».

—¿Cómo se te ocurre? — Caelus pregunta meneando la cabeza —


Sabías que el embarazo era riesgoso y la dejas tener este tipo de
días que no sé ni para qué tienes las jodidas neuronas.

—No era mi intención.

—¡No era tú intención, pero ella ahora está en una clínica y no


sabemos qué mierda fue lo que le sucedió!

Su voz me aturde y Lucy me jala del brazo junto con Cristian para
sentarme en medio de Ángel y Crono que pestañea como si no
tratará de dormirse.

Coloco mis manos en mis rodillas, la cabeza me la sujeto con mis


manos y me masajeo la sien que me palpita con fuerza a la vez que
daría todo por invertir con los papeles: ser yo quien estuviese dentro
y ella estuviese aquí sentada, porque sé que no soy tan fuerte
para...
Ni siquiera puedo pensarlo, la cara de Rose, sus palabras, Dove,
Los Bush, mis padres, lo que me han obligado a hacer por "la
familia", Marcus como un maldito idiota, la cara de Jake al escuchar
las palabras de mis padres... Tengo náuseas y me levanto corriendo
a la cesta de basura que es lo que alcanzo y logro vomitar todo lo
que hay en mi estómago ahí.

Escucho cómo se ríe Ángel, pero no puedo pensar en otra cosa que
la horrible idea de perderla. Tengo un miedo gigantesco que me
carcome los huesos y cuando termino, tomo una bocana de aire y
Caebrán me extiende una botella de agua mineral.

El pecho me vibra con fuerza y me siento en uno de los muebles. La


sala se encuentra completamente sola dónde solamente nosotros
somos lo que estamos aquí y pequeños recuerdos de mi relación
con Jake pasan por mi cabeza.

Nuestro primer beso, como poco a poco íbamos descubriendo lo


que sentíamos, como llego la negación por ambas partes al saber
que estaba mal, nunca pretendimos pensar lo contrario, pero
sencillamente no podíamos dejar de pensar del uno al otro. La vez
que sentí su piel contra la mía por primera vez, la luna siendo testigo
de nuestro amor, sus ojos celestes, la sonrisa que cargaba algunas
veces en el rostro y que grabé en mi memoria, todos nuestros
secretos, todas las cosas que nos unían, ese viaje al pueblo, cómo
nos sentimos pudiendo mostrar nuestro amor de forma libre y luego
cuando la noticia de que esperamos un bebé llegó.

La forma en la que me sentí, la felicidad y el miedo que se adueñó


de mi cuerpo y que hizo que todos los problemas se alejaran de mi
cabeza y que mágicamente todo fuese perfecto. Pensé lo del anillo
desde que ella aceptó tener el bebé, desde que fuimos a consulta
por primera vez, desde que vi el eco, no entendí nada de esas
manchas, pero me sentía tan feliz que no puedo describirlo.

En la cabaña, cuando sucedió todo lo que Marta, las alarmas de que


algo me estaba ocultado se encendieron y aunque no lo sé, sé que
mi prometida es una de esas personas que se deja llevar por la
culpa muchas veces, pero también sé que es grandiosa y que es
muy fuerte, aunque no lo parezca la mayoría del tiempo.

Cuando aceptó me sentí muy feliz, pero odio como la felicidad


puede acabarse en segundos cuando te tomó años conseguirla.

Las puertas del quirófano se abren y salen tres doctores.

Me levanto de inmediato al igual que todos y me limpio la boca con


la palma de la mano esperando no oler a vómito.

No van a preguntar por nosotros porque somos los únicos en esta


sala y la espera me carcome, las manos me sudan y el pecho me
duele impidiéndome hablar.

«Solo pido que esté bien...»

—¿Qué sucedió? — pregunta Caelus y no me gusta la cara que


coloca el doctor que se quita la mascarilla.

—Soy el doctor Román, atendí la emergencia de la señorita Jakeline


y solamente puedo decirles que lastimosamente hubo un problema.

Siento que me sacan el corazón y Ángel me agarra de los hombros


cuando las piernas me flaquean. Me siento como si me hubieran
arrancado las pelotas y me hubieran quitado el corazón de golpe,
siento que todo es surreal y que mi cuerpo es capar de levitar en el
espacio por lo ligero que se siente.

—¿Perdone? — medio pregunto aturdido y se nota lo afecta que


está mi voz.

—Como escuchó, el embarazo de la señorita era múltiple, pero de


muchos riesgos, no sé quién era la doctora que estaba tomando su
control, pero estaba haciendo todo mal, juntándole que las
emociones en exceso son un factor problema en este tipo de casos.
— explica el doctor y nadie es capaz de decir nada.
«¿Embarazo múltiple?», se repite en mi cabeza y la verdad es que
estoy más aturdido que antes.

—No sé a qué situaciones ha estado expuesta, pero le han afectado


muchísimo, tuvo una hemorragia y un intento de aborto que terminó
acabando con la vida de uno de los fetos dejando el otro con
solamente el 67% de posibilidades para sobrevivir. — explica el otro
doctor y miro el techo.

—Su salud está tendiendo de un hilo, tiene que estar conectada a


una máquina para poder sobrevivir porque sin ella fallecería y
déjeme decirle que la trajo justo a tiempo, si fuese llegado un minuto
después lamentablemente Jakeline no hubiera sobrevivido. Todos
los problemas de salud que tiene señalan que pasará la mayoría de
su embarazo conectada a una máquina, luego del parto veremos si
puede o no sobrevivir sin ellas, pero si estado es técnicamente
vegetal porque ella no puede hacerse cargo de su propio cuerpo en
ese estado.

Dejo de escuchar todo y las manos me tiemblan.

«Jake está viva, pero...». Se siente horrible escuchar eso y las


ganas de llorar no las aguanto, haciendo que abrace al primero que
encuentro y es a Ángel mientras el doctor sigue diciendo términos
médicos que no entiendo, pero que sé que no auguran nada bueno.

Prefiero quedarme con la pequeña posibilidad de que ella está viva,


que nuestro hijo está bien y que pronto estaremos juntos.

—¿No hay posibilidad de interrumpir el embarazo? — inquiere uno


de los chicos, pero estoy tan conmocionado que no sé quién es.

—Lamentablemente no a menos que el mismo cuerpo rechacé el


feto — suelta el doctor — Hacer que tenga un aborto en este estado
delicado de salud le produciría la muerte inmediata.

El corazón se me comprime.
Sale una enfermera pidiendo a los doctores y ellos se despiden,
alejándose. La sala queda en silencio sin contar mis sollozos y me
aferro a Ángel como si fuese mi jodida fuerza de voluntad. No me
interesa verme patético cuando es la única forma que tengo de
drenar todo lo que siento.

«Ella está viva». Eso me hace llorar con más fuerzas y Ángel no se
aleja, da palmadas en mi hombro y cuando me calmo, aún no me
alejo.

—¿Terminaste? — pregunta y meneo la cabeza sintiendo cómo las


lágrimas salen otra vez.

—Necesito un momento...— le digo mientras continúo llorando como


si eso de alguna forma quitará todo el peso que tengo encima.

Me alejo luego de unos minutos y no me importa el hecho de que


seguramente estoy hinchado de tanto llorar. Caelus, Caebrán,
Crono, Consus, Cristian y Lucy están sentados en las sillas.

Tres de ellos me miran mientras el resto lo hacen, pero no con


importancia. Sé que al menos les debe importar algo lo que sucede
para estar aquí y valoro que me acompañen en este momento,
aunque nunca lo diré en voz alta.

—¿Ves lo que sucede cuando no sabes lo que quieres? — Caelus


suelta y no respondo.

—Creo que en vez de recriminarnos las cosas que ya sucedieron,


deberíamos pensar en lo que haremos más adelante — Lucy dice,
levantándose — Lo único bueno es que de una u otra forma Jake
está bien y yo sé que es fuerte, ella saldrá de esta, pero también
debemos saber que tenemos problemas respirándonos la nuca y
que también debemos resolverlos mientras Jake toma fuerzas.

Asiento a sus palabras, pero eso no quiere decir que deje de estar
conmocionado por todo esto.
—¿Qué sucedió? — pregunto.

—Se hizo una búsqueda para buscar a Marta Cox organizada por
Rose Bush y Dorian Bonnet y se encontró una mano...— explica
Cristian y tengo que sentarme.

—¿Una mano?

—Sí, llamamos a Sonia y no hay posibilidad de que sea de Marta


Cox porque ella incineró su cuerpo y se deshizo de los registros
dentales. — Caebrán comenta y tomo una respiración.

«El embarazo múltiple, el aborto, la salud de Jake, el hecho de que


deba estar conectada a una máquina, las ineficiencias de la maldita
doctora que casi la llevan a la muerte, mis padres, Rose, Dorian,
Marcus y la mano desconocida». Mi cabeza da vueltas con tantas
cosas.

—Parece que estamos en Halloween y aún nos falta tiempo —


Consus suelta y Ángel se ríe.

—¿De quién es la mano? — pregunto sintiendo un nudo en la


garganta.

Caelus me mira.

—No lo sabemos aún.

Crono parece ausente hasta el momento en que enfoca sus ojos


rojos en mí.

—¿Pero sí sabes lo que significa eso? — inquiere con cierta burla y


por supuesto que lo sé.

—Si hay una mano significa que...— comienzo, y Lucy es quien


termina por mí.

—Hay un cuerpo que no conocemos y que seguramente también


está conectado con todo esto y eso solamente significa problemas.
Problemas gigantes que se suman a la lista y quisiera poder decir
que podemos huir de esto, pero no es cierto. Lo único que quiero es
que cuando Jake pueda dejar de depender de máquinas, el bebé
nazca, todo vuelva a estar "bien", por muy fantasioso que eso suene
es lo único que quiero y lo único que deseo.

—Tenemos que encargarnos de eso. — digo y lo digo en serio,


porque no quiero que se sumen más problemas a la lista que ahora
parece infinita.

Me duele el pecho, pero trato de fingir que no existe ese dolor


porque tengo que ser fuerte por Jake, por el bebé y por nuestra
pequeña e incorrecta familia.

—Nos encargaremos de eso, pero antes debemos eliminar el


problema principal — Caebrán dice y asiento entiendo de inmediato
a lo que se refiere.

«Los Bush»
Capítulo 84 (*)

CAEBRÁN

Los minutos parecen horas, lo único que quiero es regresar a casa,


aunque sé que eso no significa que voy a descansar, pero odio los
hospitales y todo lo que ellos transmiten porque te sientes enfermo y
débil.

Joseph lloró contra el pecho de mi primo por unos cuantos minutos,


se lamentó y luego fue momento de decirle que todo lo que
teníamos encima se multiplicó y que hay alguien que de una u otra
forma, lo único que quiere es incriminarnos de una jodida manera
que no estamos dispuestos a aceptar.

Mi cabeza repasa los últimos momentos que tuve que Dove Bush,
las cosas que me decía y que me hacen reír internamente porque
ella no tenía lo que necesitaba para ser parte de esta familia
empezando por ser una vil rata traicionara a la cual no le importaba
nada más que sus intereses.

Dove era terca y envidiosa, no podía ver algo más grande de lo que
ella tenía porque de inmediato lo quería y hacia cualquier cosa para
lograrlo. Al principio, debo admitir que me divertía de cierta forma y
me llamaba la atención la forma en la que funcionaba su pequeño
cerebro, Katherine era aburrida y nos había traicionado porque la
habíamos descubierto, entre nosotros no teníamos secretos y él era
muy comunicador cuando una vez más, se había adueñado de algo
que no le pertenecía.

Katherine era un pequeño pasatiempo, era divertido conquistar a la


única chica que no parecía interesado en nosotros, pero cuando la
tuvimos, nos dimos cuenta de las cosas que pasaban en su familia y
la forma en la que estaba manchada.
Nunca la quisimos ni respetamos, Consus en su momento se enrolló
con Rose y Dorian en una sola noche, Caelus se acostó con Jake,
Crono se pasaba encerrado en su cuarto y las únicas veces que
veía el sol era cuando nuestro padre lo obligaba a salir con él a la
ciudad de San Lucifer, Cristian tonteo con varias chicas teniendo
cortas e insignificantes noches de sexo mientras yo me acostaba
con Dove Bush, disfrutando la forma en la que apuñalaba por la
espalda a su propia hermana acostándose hipotéticamente con su
novio.

Lo hacíamos porque Katherine para nosotros no era nada, a nuestro


padre le daba igual mientras a nuestras madres les irritaba tenerla
cerca. Nunca fue a una comida familiar, nunca asistió a un evento
junto con nosotros, en el colegio se decía que algo extraño
teníamos, pero nunca se confirmó nada porque cada quien estaba
por su lado.

Tonteábamos con ella, pero nunca llegamos a tener sexo porque


sabíamos lo que significaba. No supo nada de nosotros ni de
nuestra cultura porque la familia para nosotros es tan sagrada como
la iniciación, llegó un punto dónde me daba igual Katherine e
ignoraba lo que me decía, sus visitas y sus mensajes al igual que
mis hermanos porque me daba asco todo lo que venía de ella.

Él la tuvo para ella porque se la dejamos, a nosotros nos dio igual y


esperábamos pacientemente a que Pondra se diera cuenta de lo
que hacía a escondidas con una adolescente aburrida que era el
fruto de un engaño de Irene Bush.

Katherine no era hija de Rodrigo, ella era tan diferente a Rose y


Dove, pero tan parecida a la tonta chica de anteojos que nos
observaba desde la distancia y se acercaba solamente cuando
Katherine la traía a rastras.

Al principio fue insignificante, pero luego descubrimos que se


llamaba Marta y que su padre era el jodido Sheriff del pueblo. No
queríamos tener a la policía sobre nuestras narices, no cuando un
evento tan importante para nuestra familia se acercaba y Katherine
poco a poco se fue alejando refugiándose en el peor de todos, que
solamente saciaba sus ganas y se burlaba de su ingenuidad.

Si ella no era nada para nosotros, para él mucho menos, pero en su


pequeño cerebro no era capaz de darse cuenta de todas las señales
y cuando se enteró de que nos estaba perdiendo, aunque a decir
verdad nunca nos tuvo, se volvió loca y abofeteo a Dove.

Jake en ese momento era callada, se supo lo que tenía con su


hermano y la pequeña amistad que tenía con Katherine se rompió
luego de un accidente en su casa. Ángel fue quién la ayudo y llevó a
la castaña al hospital, nunca entendí realmente qué fue lo que
sucedió, pero cuando Katherine despertó, no quería ver nunca más
a Jake.

Ángel de una u otra manera también tuvo una actuación importante,


aún vivía en Hiverdele y fue el que se dio cuenta de las cosas que
sucedían y estábamos ignorando. Nos ayudó, lo ayudó a él y
cuando todo sucedió, teníamos dos órdenes importantes y una de
ellas era deshacernos de Katherine Bush porque ella representaba
parte del problema.

Su padre, Rodrigo aceptó todo lo que iba a pasar y nos ayudó a


llevarla al acantilado, pero fue un cobarde y no pudo quedarse, no
pudo ser capaz de ver cómo entregaba a su propia hija a los peores
monstruos que han pisado la tierra.

Recuerdo sus ojos, la forma en la que lloraba sin parar, como tenía
pequeños espasmos en el cuerpo y cómo solamente estábamos
nosotros cinco junto a ella, como todo comenzó.

Teníamos ira, teníamos tanta rabia en nuestros cuerpos que cuando


sacamos las dagas de nuestros cinturones, empecé a contar los
segundos para deshacerme de ella que era nada más que una
asquerosa rata.

—Son... ustedes son... — ella tartamudeó, tratando de alejarse y


pegando la espalda contra uno de los árboles. Temblaba de miedo,
pero no me importaba.

—¿Qué somos? — se ríe Caelus señalándola con un cuchillo.

—Son unos monstruos — susurró ella temblando y me provocó


diversión ver su rostro afligido del miedo.

Sabía lo que iba a pasar y esa era la peor de las torturas: contar los
segundos para tu muerte.
Saboreé, salivando y sintiendo el olor de la sangre que pronto
mancharía mis manos. Era un Fairchild y no había nada más
delicioso que aceptar tu propia naturaleza sin pensar en si es
correcto o no, es lo que soy, es lo que somos, aunque parecemos
dioses o personas incapaces de hacer daño.

—Me siento halagado — le confieso con una sonrisa siniestra en los


labios.

Crono, Cristian y Consus se encargaban de dejar todas las armas


de torturas en el suelo, sobre la manta negra. Ella sabía que si
corría le iría peor y era por eso que sus pies se habían congelado y
no podía moverse.

Ella sabía su destino y yo fantaseaba con todas las formas en las


que podía destilar el odio que tenía sobre su pequeño cuerpo.

El luto en nuestra familia actuaba de forma diferente, no nos


sentaríamos a llorar como lo hacía la mayoría de las personas,
lamentándose. Nosotros buscamos soluciones y encontramos la
manera de hacerles pagar a las personas que se equivocaron con
nosotros.

Ángel estaba en otro lado de la ciudad encargándose de la rata


mayor a la que descuartizaremos pedazo por pedazo colocando sus
partes sobre estacas de madera que dejaremos en cada parte del
pueblo a la vez que se le echaba sal para que todos reconocieran
que estaban frente a una rata.
Una rata que había obtenido su merecido.

Caelus me señaló una pinza, me imaginé cómo se la enterraría en


su ojo y sacaría la cuenca disfrutando de la sangre saliendo y
salpicando su pálido rojo. Sus chillidos serían música para mis oídos
y su dolor solamente sería un apaciguador del mío.

Una camioneta derrapa en el asfalto, aparecen dos mujeres. Cabello


rojo fuego y un cabello azul brillante que marca la diferencia y llama
la atención al ser tan peculiar.

—¡Corran! — grita Katherine viendo cómo se acercan y Dove


concentra sus ojos en mí, levantando el arma que dispara al cielo
haciendo que un estruendo suene por todo el lugar.

—Váyanse, por favor...— Katherine susurra y la mujer que venía con


ella en el auto, se quita los lentes levantándose también.

—No nos iremos.

La voz de Rose es fuerte y Katherine no entiende lo que sucede al


igual que nosotros.
Marta Cox se une a las dos Bush que han llegado y ven lo que
estábamos a punto de hacer. Nos retrasan y pienso si debemos
atacarlas porque no podemos dejar cabos sueltos, pero Rose, se
acerca mostrando un cuchillo.

—Queremos participar. — dice y Katherine solloza negando con la


cabeza al ver cómo sus propias hermanas están dispuestas a
hacerle daño.

Ella se da cuenta de lo que va a suceder, de que ha estado viviendo


con personas que son capaces de matarla y no sé cuáles son sus
razones, pero si su propio padre la entrego como un cordero en
busca de paz, no puedo esperar nada de esa asquerosa familia.

Marta Cox sonríe de medio lado, ya no llora como antes y Rose le


pasa un cuchillo también como si supiera lo que le pasa en su
cabeza. No entendemos nada, pero con el segundo tiro al aire
Katherine grita y comienza a correr, y eso es un error.

El león se siente hambriento y corre detrás de su presa que


débilmente cae al suelo. El cabello rojo de Dove se mueve con el
viento, su olor llena a mis narices y me mira de soslayo antes de
levantar el cuchillo y clavárselo en la pierna a su propia hermana
que chilla y se retuerce.

El olor a sangre empeora el hambre y todos somos leones


hambrientos viendo un pedazo de carne. Queremos despedazarla
con nuestros dientes, queremos que sufra porque nos alimentamos
de ello y ahí, en medio del bosque Hernos, se lleva a cabo el
asesinato más sangriento del pueblo y posiblemente todo Estados
Unidos.

Katherine Bush es la víctima y los hijos de la élite del pueblo, los


culpables de tales atrocidades.

Regreso a la realidad y mi mano se mueve sobre la pierna de Lucy,


ella me mira levemente. No nos iremos de aquí hasta que el doctor
vuelva a salir, Joseph está mirando al vacío y Caelus se mueve de
un lado a otro por la habitación, Crono fue al baño, Ángel y el resto
de mis hermanos están sentados esperando prácticamente lo
mismo que yo: un veredicto.

Jake y Joseph se han convertido en nuestras familias por todos los


sacrificios y los secretos que tenemos juntos, por eso mismo no
podemos dejarlos solos y el teléfono de Caelus vibra, debe ser mi
padre, pero no contesta.

El molesto sonido me hace doler los oídos y la cabeza de Lucy se


recuesta a mi hombro, su aroma a fresas y lavanda entrando a mis
fosas nasales y calmando mis nervios. Le doy un beso en la frente,
cierro mis ojos al igual que cierro mi mano contra la suya y sé que
ella no es como Katherine, ella no es un juego, ella no es alguien
insignificante y ella no es Dove, ella no me produce asco, ella me
produce admiración porque veo que es fuerte, veo que es capaz de
hacer más de lo que nos ha demostrado y que es inteligente.

Aún tengo muchas preguntas sin responder, dudas de su pasado,


pero sé que no puedo dejarla ir nunca, no cuando siento las terribles
ganas de siempre tenerla para mí. Mis hermanos sienten el mismo
síndrome y es un problema porque algo que empezó como un juego
se ha convertido en algo tan importante para nosotros en este
momento, sé que hay más cosas es las que tengo que pensar, pero
me imagino el sabor de sus labios y la estrecho contra mí sintiendo
la pequeña electricidad que me recorre y cómo me comienza a
apretar el miembro contra el pantalón.

Tantas mujeres que he visto en el mundo, pero ninguna como las


que son dignas de tener mi apellido y tienen tanta letalidad en la
sangre que es capaz de hacerme perder la cabeza de la misma
forma en la que lo hace ella.

Beso, sus labios cuando siento que lo necesito, no me importa que


me miren ni estar en un jodido hospital. La necesito y por eso me
levanto trayéndola conmigo ignorando las miradas que me dan mis
hermanos, me da Ángel o Joseph.

Las punzadas que emite mi glande son realmente dolorosas que me


resulta agobiante al punto de que necesito al menos sentirla de otra
forma que unos simples besos. No me gusta actuar solo, prefiero
tener relaciones en grupo porque es algo que me gusta, pero
también me gusta sentirla a ella y es lo único que repite mi cabeza.

Eso y la forma en la que sostenía la cabeza de Dove Bush, cómo su


sangre llenaba cada centímetro de su cuerpo, como actúa con
frialdad cuando es necesario, que sepa todo se arman levanta mis
sospechas de dónde puede ser que venga y de su pasado, las
preguntas de quiénes eran sus padres se repiten en mi cabeza y no
me cabe en la cabeza que mi padre haya decidido traerla para lo
que dijo, pero se lo agradezco, porque ahora no me imagino una
vida sin ella.
Abro la puerta del baño, y ni siquiera veo si está solo o no,
solamente la atraigo a mí besando sus labios con hambre mientras
le estrujo con el culo como un desalmado.

—No deberíamos estar haciendo esto — susurra entre besos


húmedos, pero tampoco se aleja, y es lo que me gusta. Que no le
importe si está bien o no, me encanta que resista nuestro voltaje y
que haya pasado la...

La iniciación.

—Tengo mucha hambre de ti — susurro sintiendo el fogaje que se


adueña de mi cuerpo cuando me recuerdo de todo lo que ha
sucedido y lo que sucederá porque es algo de lo que hablamos mis
hermanos y yo; la iniciación de Lucy, las cosas que sucederán en
nuestra relación.

No podemos perder la oportunidad y ha demostrado ser tan fuerte


que lo merece. Merece ser una de nosotros y le aprieto el cuello
sintiendo el contacto de los anillos que cubren mis dedos con su
cuello, siento su lengua experta y la encaramo al lavabo, abriendo
ligeramente sus piernas para poder meterme entre ellas a la vez
que, con mi mano libre, presiono su entrepierna por encima del
pantalón.

Puedo imaginar cómo se siente porque yo también siento mi


miembro lanzar punzadas que me demuestran que la única forma
que dejará de dolerme es si se lo inserto con fuerza y es realmente
lo que haré.
«La deseo tanto», mi cabeza repite dándose cuenta de lo fuerte que
es el deseo, mi boca se seca y ella se saca los pechos
dejándomelos expuestos. Me acerco a ellos, pienso en que a unos
metros debe estar Jake pegada a una máquina, luchando con su
vida, Joseph sintiendo que va a morirse si la pierde y ni así, puedo
bajar el fogaje que se adueña de cada célula de mi cuerpo, las
neuronas no me funcionan y solamente tengo un objetivo: su
cuerpo.
Ella que es tan hermosa, ella que ha logrado cautivarme y hacerme
sentir respeto por ella al ver lo que es capaz de hacer, mordisqueo
el pezón que cosquilleo y ella se toca el otro mientras yo doy
pequeños lengüetazos mientras siento su piel sensible.

Es rosada, sus pezones son jodidamente deliciosos y creo que


tengo cierta obsesión por ellos y por su culo redondo que como
puedo me encargo de apretar. Los escupo, y la ahorcó mientras veo
cómo su piel se enrojece por los mordiscos y los chupetones que
dejarán marcas seguramente.

Jadea, hondeando la pelvis. Chilla mi nombre cuando la ahorcó con


fuerza y mordisqueo su cuello encargándome de que sienta el
piercing frío de mis labios que le produce escalofríos. La idea de que
esté mojada no me permite pensar con calidad y ella misma se
encarga de desbotonar su jean, abre las piernas un poco más y me
alejo dejando de besarla mientras siento las punzadas en mi verga
que cada vez siento más grande.

«Debería pensar de quién es la maldita mano o qué es lo que


intentará el hijo de puta de Marcus...», pienso. Pero es solo eso, un
«debería» porque alucino con la pequeña vagina que me mande de
rodillas al suelo, la miro desde abajo y sonrío al ver sus mejillas
sonrojadas y sus pupilas dilatadas.

Saco mi lengua y recorro su vagina. Los espasmos la toman y veo


cómo se retuerce mientras lamo los jugos que suelta porque está
como un jodido rio y yo soy un maldito sediento que quiero todo lo
que pueda darme. Los recibo, los chupo y no tengo tabús porque la
recorro jugando con mis dedos y penetrándola con mi lengua.

Me hago fan número uno de su sabor, de lo fuerte que es, de lo


mucho que me gusta y debo admitir que saber que es peligrosa es
la chispa que termina encendiendo todo. Me jala el cabello y yo me
lleno la barbilla saboreando y recogiendo todo con mi lengua.

Recorro sus labios, su clítoris, recorro todo lo que puedo con la


lengua y le aprieto los muslos. Me alejo solamente para sonreírle y
le estrello la palma contra su entrepierna haciendo que jadee y me
jale con más fuerza el cabello.

Tiene la vista puesta en algo detrás de mí y cuando me levanto, lo


veo en el espejo y no me sorprende.

Sus mejillas se encienden con más fuerza y me atrae a su boca


haciendo que también la unté de sabor. Aprieto sus pechos,
enrojeciendo más su piel y los ojos verdes de mi hermano se clavan
en nosotros, los siento en mi espalda y los veo en el reflejo que
vibra el espejo.

No voy a parar, ella tampoco lo hará, pero las ganas aumentan


porque hay algo que me encanta y es que me vean, ver a otros
haciéndolo también es una de mis cosas favoritas y es algo que
comparto con mi hermano menor. Aprieto el cuello de Lucy y me
alejo de su boca para besar y mordisquear su cuello mientras ella es
rápida, es experta y desbotona mi pantalón, tomando y sacando el
miembro erecto que toma con sus manos.

—Está muy grande...— susurra con la voz ronca y se relame los


labios.

—Pero eres capaz de soportarla, yo sé que sí mi amor — vuelvo a


besarla y ella se levanta un poco mientras la encajo en mi verga
erecta y sé que el piercing que tengo ahí abajo es un estimulante
más, porque grita y rueda los ojos mientras los muslos le tiemblan.
Su espalda choca contra el vidrio mientras sé que mi hermano está
pendiente de todo, viéndonos y sin perderse ni un moviendo de lo
que hacemos.

Las estocadas demuestran cómo me siento, la beso mientras la


espalda le choca con fuerza contra el vidrio y ella jadea por la
brusquedad en la que entró y salgo necesitando calmar la llama que
se extiende en mi interior haciendo cenizas todo, pero sus paredes
se cierran, mi cabeza se nubla y el derrame me toma tensándome
los músculos.
Grita mi nombre con los ojos fijos en mi hermano y yo entierro mi
cabeza en su cuello, lamiendo y tratando de calmar mi respiración
mientras siento mi cabello pegado a mi frente por el sudor.
Nos quedamos así unos minutos hasta que nos separamos. La beso
y salgo de ella guardando el miembro que aún sigue recto en mi
pantalón. Ve el desastre y Crono se acerca con un papel higiénico
entre las manos, me lo extiende sin quitarle la vista de encima y el
olor a marihuana está alrededor de él.

No dice nada, pero los ojos le brillan. Le abro las piernas a Lucy y
comienzo a limpiarla mientras mi hermano se acerca, le da un beso
en la frente y se va cerrando la puerta detrás de él.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Salimos del baño, agarrados de las manos y la vista de todos se


coloca sobre nosotros por una corta milésima de segundo a la vez
que las puertas se vuelven a abrir y sale solamente un doctor.

Tiene los guantes de látex manchados de sangre y Joseph se tensa.

—¿Paso algo? — pregunta está vez, más calmado y el doctor


menea la cabeza.

—Estamos revisando sus signos vitales, pero todo está bien.


Solamente uno de ustedes puede entrar a verla, las visitas se las
informará la enfermera que había en el primer piso y me gustaría
tomarme el atrevimiento para pedirle que conmigo sea que se
atienda durante el trayecto de tiempo que le queda de embarazo
hasta que mejore de salud.

—Me parece bien — Caelus se adelanta a Joseph y el doctor


asiente.

Nos toma en cuenta, aunque somos jóvenes, él sabe quiénes


somos y no hace preguntas estúpidas.
—Ya sabemos el sexo del bebé...— dice y Joseph se levanta
rápidamente, el doctor continúa: — Eran gemelas. Dos niñas, pero
solamente una de ellas sobrevivió.

Joseph asiente rápidamente, está más pálido de lo normal y no me


lo puedo imaginar a él como un padre, pero supongo que el mundo
está lleno de sorpresas.

—¿Puedo pasar a verla? — pregunta el rubio, ansioso y el doctor


asiente dándose la vuelta.

—Acompáñeme, por favor. — es lo que le contesta.

Joseph lo sigue, Lucy se aleja un poco de mí para abrazarse a sí


misma y Caelus se sienta, llevándose las manos a la cabeza.

—Una niña... — murmura Ángel y frunce el ceño — ¿Se imaginan


una niña pequeña y llorona entre nosotros?

—No, pero ahora toca aceptarlo — Cris arruga la nariz cuando


responde y Caelus rueda los ojos por las estupideces que dicen los
dos.

Se hace un ligero silencio y el teléfono de todos suena con una


notificación. Es extraño y todos nos miramos entre nosotros al ver la
sincronización que resulta extremadamente sospecha y Consus es
el primero en sacar su teléfono.

Arruga el ceño mientras lee y al ver que no dice nada, todos


hacemos lo mismo por la zozobra de saber qué es lo que pasa.

La notificación viene de Facebook y es una invitación, mis ojos


recorren la pequeña imagen animada.

Te invitamos a la mejor fiesta de Halloween del año.

Lugar: Mansión Bush.

Fecha: 31 de octubre.
Hora: 12 pm.

¡No olvides llevar tu disfraz!

Será una noche espeluznante e inolvidable, ¡te esperamos!

Mi vista se concentra en los chicos que me ven y creo que todos


pensamos lo mismo hasta que Ángel lo dice en voz alta.

—Esta es nuestra oportunidad.

Nadie protesta porque tiene razón y eso me hace latir el corazón


con adrenalina porque las cosas no andan bien y algo me dice que
esa estúpida fiesta terminará muy mal.
Capítulo 85 (*)
LUCY

La madruga se mostró y tomó el cielo de Hiverdele. El sol


suplantando la luna y tomando el control de la situación. Joseph
mira por la ventanilla en silencio, soy quien maneja mientras Crono
está aparentemente inconsciente en el asiento de copiloto.

Hay un silencio gigante que no me encargo de eliminar. Se siente


bien manejar y fue mi petición, nadie se negó y Crono me entregó
las llaves del Volvo negro que ahora recorren las calles del pueblo
mientras los demás vienen detrás en las motos.

—¿Cómo te sientes? — preguntó Joseph y me hizo algo de gracia


que fuera él quién hiciera esa pregunta.

—Un poco tranquila ahora que sé que Jake está bien — respondo
porque es cierto. Cuando Caelus dijo que ella estaba en el hospital,
no pude evitar pensar en los peores escenarios donde ella terminara
perdiendo la vida, y ahora de alguna forma siento que tengo un peso
menos encima al saber que de una u otra forma ella está bien o al
menos hay una esperanza.

—Sentí miedo de lo que pudo haber pasado y yo... yo no hubiera


soportado que algo le hubiera pasado — suelta y noto el cansancio
en su voz.

—Es horrible cuando sientes que vas a perder a alguien que amas.
— digo mientras giro el volante hacia la derecha pasando la curva.

El GPS me indica hacia dónde voy a ir.

«Y cuando la pierdes para siempre es peor», pienso, pero no dice ni


digo nada más. Siento que necesita estar en silencio al menos un
tiempo donde pueda procesar todo lo que sucede y pasará. Según
entendí ahora sus padres ya saben que mantiene una relación
incestuosa con Jake, que están esperando un hijo juntos y como era
de esperarse, actuaron de la forma en la que cualquier persona
común actuaría: les espantó.

No digo que los juzgo por ello, pero me parece muy hipócrita que
alguien que pertenece a este círculo, sea capaz de actuar de tal
forma cuando ha presenciado y ha hecho cosas peores. Sus padres
no sé salvan, para ser magnates y hacer parte del círculo de élite
del pueblo de una u otra forma en algún momento tuvieron que
presenciar algo atroz y quizá hasta hacerlo.

No son santos, pero supongo que es mucho para sus cabezas


aceptar que sus hijos mantienen cierta relación que a cualquiera le
aterraría. Para la sociedad es una de las peores cosas, pero no me
parece tan atroz cuando hay consentimiento de ambas partes y no
fue un abuso.

En cambio, lo de Los Bush me resulta asqueroso y tétrico. Un padre


abusa de sus tres hijas haciéndoles creer que es normal, ellas
intentan vivir con eso y con los daños físicos y mentales que generó
cada abuso por parte de sus padres. No les tengo lástima, pero
tampoco siento que sea juzgo que alguien tenga que vivir algo así.

Supongo que las personas no son lo suficientemente fuertes para


luchar contra sus demonios y defenderse. Algunas decidimos
arrancar el problema de raíz, esperamos y actuamos en silencio
dejándole creer a las otras personas que ganaron para después
voltearles el juego. Otras personas son débiles y aceptan lo que les
sucedió, rindiéndose y bajando la cabeza aceptando que son
víctimas y que tienen verdugos.

Estaciono el auto de forma perfecta frente a la acera. Todos nos


quedaremos en la mansión Fairchild y Joseph no tiene pensando
volver a casa según lo que le dijo a Caelus, porque no soporta lo
que su madre le dijo a Jake cuando se enteró.

Dijo que le echó la culpa prácticamente de todo lo que sucedía y dijo


que era por ella que todo había comenzado. Es algo tan típico que
se juzgue solamente al más débil y con el estado de salud de Jake,
lo menos que quiere es lidiar con sus padres cuando tiene
problemas más importantes, entonces no va a ignorarlos, aunque
eso sea una bomba de tiempo porque tarde o temprano tendrá que
verlos y enfrentarlos.

Planeamos asistir a la fiesta de Halloween porque será un punto


decisivo y Joseph ayuda a bajar a Crono que se tambalea
demostrando lo drogado que está.

La mansión se encuentra en silencio y cada uno va directo a su


habitación, porque necesitamos descansar para pensar con claridad
las cosas antes de que exista la pequeña posibilidad de que
perdamos.

Abro la puerta de mi habitación, deshaciéndome de la cola alta que


amarra y sujeta mi cabello. Bostezo porque ha sido un día muy
agitado y lleno de emociones, voy a cerrar la puerta, pero alguien se
me atraviesa y entorno los ojos cuando me fijo en la persona que
me impide cerrar la puerta.

—¿Sucede algo? — pregunto enarcando una ceja y él entra a mi


habitación haciéndome a un lado.

—Solamente quiero dormir — dice, sorbiendo por la nariz y se quita


la camisa tirándola al suelo. Su espalda es ancha, sus músculos se
flexionan cuando se estira y se desestabiliza por un segundo, antes
de mirarme por encima del hombro.

—¿No vienes?

—Pensé que solamente ibas a apoderarte mi cama y tenía que


dormir en el suelo — solté con cierta burla y él rodó los ojos,
haciendo una mueca al escuchar mis palabras.

—Quiero dormir con mi novia. — confesó con la voz ronca.


Miro al techo y se quedó ahí parado como una estatua. No sabía
qué era lo que le pasaba y caminé hacia el closet para sacar una de
mis pijamas mientras mi cuerpo pedía una ducha urgente.

—¿Qué vas a hacer? — me preguntó cuando vio que me quité la


camisa y lo miré, fijándome en su anatomía gracias a la pequeña luz
que daba el sol de la madrugada que entraba por la ventana.
—Voy a ducharme — respondí quitándome los pantalones y
quedando solo en ropa interior.

Me recorrió de arriba abajo y no le di tiempo a responder, porque


caminé hacia el baño, dejé la puerta abierta y me metí a la ducha
abriéndola. Me saqué las bragas y el sostén, tirándolos en el suelo y
él agua no tardó en empaparme.

Cerré los ojos sintiendo las gotas que me recorrían cada parte del
cuerpo y sentí cómo mis bellos se erizaban cuando una mano se
pasó en mi espalda baja. Abrí los ojos de inmediato, pegando mi
trasero a su...

Estaba completamente desnudo, y eché la cabeza hacia atrás


cuando sentí su miembro pegar contra mis glúteos. La respiración
se me entrecortó por unos segundos y me besó el cuello mientras
sus manos apretaban mi cintura.

El agua nos empapaba a ambos y no pude reprimir la sonrisa que


se formó en mis labios cuando recordé algo.

—¿De qué vas a disfrazarte? — susurré sintiendo los pequeños


mordiscos en la parte trasera de mi cuello, — Porque creo que te
iría bien ser un vampirito.

Soltó una especie de bufido.

—¿De dónde sacas ese horrible apodo?

—Me recuerda a la primera vez que estuvimos juntos — solté, junto


con una pequeña risita que terminó en un jadeo cuando su mano
presionó mi entrepierna en una pequeña palmada que mando
corrientes eléctricas a mi cuerpo. Pegué mi espalda a su pecho y el
agua nos empapó aún más mientras yo sentía un fogaje intenso.

—Yo también lo recuerdo... — su voz aterciopelada en mi oreja me


produce escalofríos y en un movimiento ágil me pega contra la
pared. Mis senos quedan presionados con fuerza y me obliga a
separar mis piernas mientras su mano se presiona contra mi cabeza
que está recostada a la pared.

Boto aire por la boca y su dedo recorre mi espina dorsal mandando


corrientes eléctricas a mi cuerpo.

—Me gustas — dijo y me relamí los labios sintiendo el agua, las


emociones y los sentimientos a flor de piel.

—Tú me gustas también. — le confesé, y no mentía.

Él no era Londres, ellos no eran como Londres y yo no era esa Lucy.


Por alguna razón, con ellos podía sentir algo y me gustaba a la vez
que me asustaba, porque no me gustaba bajar la guardia y con ellos
estaba haciéndola.

—Te vi mientras mi hermano te cogía y quería ser yo — confesó,


mientras sentía su miembro entre mis nalgas.

Estaba tan duro como una roca que mi boca se hizo agua.

—¿Por qué no te uniste?

—Porque hay veces dónde debo compartirte y yo aún... aún no sé


lidiar con todo lo que se apodera de mí cuando estoy cerca de ti. Lo
único que pienso es en tenerte cerca y ni con todas las drogas del
mundo me sentiría así de extasiado cuando te toco o cuando te
beso, y eso es un problema para ti.

Entró de una estocada y coloqué mis ojos en blanco. No me dio


tiempo a adaptarme y sabía que no sería gentil, estaba tan dilatada
que parecía un río y él empezó a embestir con fuerza. El sonido de
nuestros cuerpos chocando, la fuerza que ejercía en mi cabeza y las
nalgadas que me daba me hacían gimotear extasiada.

—¿Por qué lo es? — pregunté entre jadeos queriendo conseguir


una respuesta coherente porque no podía pensar con claridad.

Sus embestidas aumentaron y respondió con la voz ronca en mi


oído espumándome cualquier indicio de poder pensar con claridad:
—Porque eso significa que eres mi nueva adicción.

Decir eso fue como una especie de botón de acelerado. Sus


estocadas se volvieron tan violentas que sentía que iba a partirme
en dos y me mordí el labio inferior apretando los dedos de mis pies
sin poder soportarlo.

—¡Oh dios! — grite mientras lleve mi mano hacia ese punto sensible
tratando de controlar todas las emociones que me abarcan y él
parece un poseso, un adicto y un enfermo. Todo me palpita, todo me
vibra y... — ¡Oh dios, Crono! — grito sintiendo la nube de emociones
que me nubla y me hace temblar las rodillas.

El derrame nos toma a ambos y me agarra de los hombros,


girándome y besándome con frenesí mientras siento que voy a
desfallecer.

Me pega a su cuerpo y me agarro de su cuello, dejándome llevar por


las emociones que me abarcan y cuando siento que estoy bien, nos
alejamos un poco. Agarra el jabón y comienza a pasarlo por mi
cuerpo mientras sus ojos no dejan los míos.

Me enjabona en silencio, inclusive en esa parte íntima que taladró


con su miembro tan fuerte que me duele. Deja cortos besos en mi
cuello y se aleja mientras el agua se lleva el jabón y yo lo tomo
haciendo lo mismo con él.

Paso mis manos enjabonadas por los pectorales, por los bíceps y
llego a sus abdominales, a su parte íntima y a su trasero que aprieto
haciendo que una chispa de burla tome sus ojos, pero no logra ser
lo suficiente para que sonría. Beso, sus labios y tomo el champú
pasándoselo por el cabello mientras él agarra mis senos y los
aprieta con fuerza.

Me lavo el cabello también y me peino bajo su atenta mirada, sigue


hablando la tensión sexual, pero siento que ya agotamos nuestras
baterías y el sueño comienza a tomarme. Salgo primero y lo cubro
con una toalla haciendo lo mismo conmigo después.

El baño es un completo desastre de agua, pero no me importa.


Salimos y me coloco el pijama mientras él simplemente se termina
de secar con la toalla y se acuesta completamente desnudo mirando
el techo.

Me acomodo el cabello y me acuesto a su lado, colocando mi


barbilla en su pecho y enrollando mis piernas con las suyas mientras
el sueño me vence y los ojos se me cierran, aunque quiero
preguntarle algo que no alcanzo a decir.

Siento su mano en mi cintura y su aroma es lo único que me queda


porque el sueño me vence y quiero creer que a él también.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Abro los ojos lentamente y siento cómo hacen círculos en mi


espalda baja. Crono está sentado, sin camiseta, pero con un
pantalón de chándal de color gris que cuelga por las caderas.
Me relamo los labios y no se da cuenta de que estoy despierta,
viendo cómo con una mano se saca el cigarrillo de los labios y como
con la otra hace movimiento circular en mi espalda baja con su
dedo, frunce el ceño y parece muy concentrado mientras lo hace.

—Buenos días, vampirito — digo con la voz soñolienta y él suelta el


humo del cigarrillo haciendo una nube de humo en forma de círculo,
perfecta.

—Buenos días, tonta — responde y se inclina para besarme.


Su aliento es una mezcla de menta y nicotina que me gusta.
Bostezo y me incorporo teniendo completamente su atención y mis
ojos se fijan en el reloj. Son las diez y media de la mañana y me
apresuro al baño para hacer mis necesidades dejándolo sentado en
la cama.

Vuelvo y está en la misma posición, el cigarrillo se le ha acabado y


la colilla está sobre el pequeño plato de vidrio dónde hay cuatro
más. Lo miro y no tiene pinta de haberse despertado hace mucho,
pienso algo estúpido y me cohíbo de decírselo.

Me desvisto y me coloco unos pantalones de cuero negro y un top


rojo que apenas alcanza a tapar mis senos.

—¿Qué haremos hoy? — le pregunto y él suspira. No me refiero a


las clases porque estamos en días libres y creo que me entiende por
qué frunce el ceño.

—Caelus subió a decirme que tenemos que ir por los disfraces y


luego hablaran alguna mierda sobre un plan que seguramente
saldrá mal — respondió con pereza y sellé mis labios, rehusándome
a responderle algo.

Asiento, entendiendo el tono borde con el que ha hablado y me


coloco un poco de humectante en los labios, unos zapatos
deportivos que me obsequió Teodora y mi teléfono comienza a tener
una ligera vibración antes de que la pantalla se encienda, en la
mesita de noche.

Crono mira la pared fijamente y me acerco a ver cuál es la


insistencia porque es el tono de llamada. Pienso en que puede ser
Joseph, pero eso, es estúpido porque no tengo su número, Jake
está internada en un hospital y...

Marta.

Siento que me tenso cuando veo su nombre en la llamada. Mis


labios se secan y volteo a mirar a Crono mientras siento que me
congelo.

«Marta Cox te está llamando». Repaso el aviso de llamada entrante


una y otra vez y cuando reacciono, atiendo, pero la llamada se
cuelga.

Siento que me revuelven el estómago y de inmediato un mensaje de


WhatsApp aparece en el buzón.

«Hola, Lucy»

Tecleo rápidamente unos signos de interrogación. Estoy hablando


por WhatsApp con una muerta y siento que es lo más loco he hecho
en mi vida.

Su respuesta no tarda en llegar.

«¿Ya te olvidaste de mí?»

Mi cabeza da vueltas y recuerdo que supuestamente no la he visto.


No puedo responder como si supiera que está muerta porque puede
ser la policía o la persona que está detrás de todo esto, así que soy
cuidadosa.

«¿Dónde estás? Todos estamos buscándote»

Manda un emoticón de una carita riéndose.

«¿Por qué me dejaste morir? Pensé que éramos amigas»

Me siento al lado de Crono, pero él parece estar en un viaje astral


mirando un punto en la pared. Siento los nervios a flor de piel y me
ordeno en mantener la tranquilidad porque lo menos que debo hacer
es cagarla.

«No sé de qué hablas, yo sería incapaz de hacerte daño»

La veo en escribiendo y añado en otro mensaje:


«Vuelve a casa»

«Sabes que no volveré porque morí y tú lo permitiste»

No respondo y envía cuatro mensajes más.

«Somos los mismos y debes tener cuidado»

«Vamos a destruirlos»

«Van a pagar lo que le hicieron a todas esas personas


inocentes y obtendremos venganza»

Me envía una imagen y el corazón se me comprime cuando veo que


es una carta.

Hago zoom y mis ojos se mueven por las líneas juntando cada una
de las letras, memorizado las palabras y la caligrafía.

Querida Rose.

Siempre voy a recordar los abrazos que me diste, las palabras de


aliento y cómo limpiaba mis lágrimas, aunque tú también estabas
llorando, siendo fuerte para mí, aunque estuvieras tan jodida y
desmoronada como yo...

Leo todo y llegó al final de la carta, siento que me retuercen los


intestinos y miro al techo cuando veo que Dove Bush, después de
muerta y decapitada como la maldita rata que era, sigue dando
problemas.

Miro a Crono y le extiendo el teléfono, lo ve un poco confundido,


pero cuando lo toma y comienza a leer, aprieta la mandíbula
levantándose y saliendo de mi habitación con mi teléfono mientras
yo me quedo estática.

«Lo saben, él o esos imbéciles que intentan joderme saben que


asesiné a Dove Bush y tienen una maldita prueba».
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Mañana 01/11/21 haré un live en Instagram, espero verte por allá.


Estaré dando información importante y en Twitter dejando adelantos
del EPÍLOGO 🔥
Capítulo 86 (*)
Violent delights tend to have violent ends — Richard Ramírez.

LUCY

Tengo la garganta incómodamente seca, los chicos manejan en


silencio y Sonia habla sobre los disfraces que vamos a utilizar, lo de
la supuesta carta de Dove Bush no deja de darme vueltas en la
cabeza, ha pasado un día y toda la tranquilidad que conseguí
durmiendo con uno de mis novios se esfumó tan rápido como lo que
dura una bomba nuclear destruyendo todo a su paso con solamente
tener un simple contacto.

Rápido, fugaz y letal.

Ellos, simplemente me dijeron que resolveríamos todo, pero no


puedo esperar sentada a que todo se solucione.

Tomo mi teléfono y le escribo al número de Marta.

«¿Podemos vernos?»

El mensaje ni siquiera le llega y recuerdo la cabeza al asiento del


auto.

Sophia, que también viene porque llego ayer en la noche, gira su


rostro hacia mí y enarca una ceja.

—¿Estás escuchándonos?

No.

—Estoy algo aturdida — miento y Sophia se relame los labios.

Los chicos están con cara de que se metieron un palo en el culo —a


excusión de Ángel que parece que está gozándoselo—,
prácticamente Sophia nos ha obligado a meternos dentro del auto y
ahora no deja de hablar con Sonia sobre las ideas que tienes sobre
los disfraces.

A mí no me importan, porque lo único que quiero es saber realmente


quien es la persona o quienes son las personas que están detrás de
la explosión, las llamadas, los mensajes, las cartas y las amenazas.

Tengo tres nombres, tres nombres rondando en mi cabeza y lo único


que agradezco es que en esa jodida fiesta al menos lograré
enfrentar a mis sospechosos porque nadie jugara conmigo de esta
forma.

Cuento los minutos, asiento y digo algunas cosas banales cuando


Sophia me pregunta y nos bajamos del auto llegando a una tienda
de disfraces donde Sonia medio sonríe mirando a su "hermana".

Sophia se gira hacia mí.

—¡Serán la sensación de la noche! — exclama y asiento como si en


verdad me importara un disfraz, pero hago como si en verdad me
interesara.

La tienda es más como una pequeña mansión decorada de


Halloween, calaveras, cuchillos y "cadáveres" en bolsas negras
guindando del techo junto con telaraña. La música de Måneskin
suena por los altavoces y me relamo los labios viendo como un
hombre con labios pintados de rojo, cabello negro largo y tez
morena aparece.

—¡Philippe! — saluda Sophia con un abrazo al hombre que tal vez


es un conocido. La conozco a ella y sé que a cualquiera no trataría
así con ese entusiasmo, en cambio Sonia le da un pequeño y corto
beso en la mejilla.

—Las estaba esperando — el hombre dice y luego nos ve —


¡Diablos! — Voltea a ver a Sophia y a Sonia — Les quedaran
deliciosos los disfraces, acompáñenme que hasta tengo ganas de
cagar de la emoción que me da.

No sé cómo en dos días pudieron organizar todos los disfraces, pero


seguimos al hombre que nos guía por un pasillo que está lleno de
muñecas decapitadas y hay "sangre" saliendo de sus cuellos.

Llegamos a una especie de salón con luces rojas y hay siete pares
de disfraces guindados y colocados a unos maniquís.

Mis ojos se concentran en el único que hay de mujer, porque el resto


es masculino y Philippe me toma de las manos acercándome a la
tela negra que se ve brillante.

—¿Te gusta, preciosa? — pregunta haciendo un puchero — Porque


Sophia te describió y de una vez pensé en esto...— señala el
atuendo de camisa pegada de látex que se convierte en un enterizo
corto, medias malla de color negro, rodilleras, piezas protectoras de
color gris para los brazos y un cinturón, botas de cuero negras.

Asiento cambiando de opinión ligeramente porque es disfraz es


completamente alucinante y él mira a los chicos antes de decir: —
La Viuda Negra estaba llamada a la lucha contra el mal desde que
nació. Perteneció al servicio secreto ruso de la KGB, se alistó para
trabajar junto a S.H.I.E.L.D. y llegó a liderar Los Vengadores.
Ustedes son los vengadores y ella es su sexy, talentosa Natasha
Romanoff.

Sophia suelta un pequeño grito de emoción y Philippe les explica a


los chicos cuáles serán sus disfraces.

—Consus es Thor, Caelus es Iron Man, Caebrán es Loky, Crono es


el Capitán América, Cristian es Spider-Man y este pelinegro lindo y
misterioso es la muerte — dice y cada uno asiente mientras en
silencio vemos nuestros disfraces, aunque el ambiente está tenso
porque todos queremos lo mismo y no es precisamente asistir a una
fiesta de Halloween.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━

Se siente el ambiente tenso, el día ha pasado volando en


literalmente nada y Joseph llega con su disfraz listo directamente de
la clínica. No quería ir porque no quería pisar esa maldita casa —
según propias sus palabras— pero Caelus le dijo que sea lo que sea
que quisiera o no, necesitábamos su ayuda.

Estamos reunidos en la habitación de Crono, Consus trae una cesta


llena de armas que deja sobre la cama, mientras se ajusta su traje
de Thor. Se le pega al cuerpo y sé realmente bien al igual que sus
hermanos.

Nos maquilló una chica que Sophia contrató, somos los vengadores
y la viuda negra junto con la muerte, pero como es Halloween, el
maquillaje tétrico de sangre y "cortadas" no falta. Parece que tuviera
unos golpes fuertes en la frente del cual me sale sangre, los chicos
tienen morados en el rostro y Ángel un cuchillo enterrado en el
brazo izquierdo mientras Joseph que es Batman, no tiene nada
extravagante, solamente la máscara y el típico disfraz.

—Lucy recibió un mensaje del número de Marta donde decían que


"ella había permitido su muerte" — explica Cris desordenándose el
cabello. Tiene la máscara de Spider-Man en su mano — Además de
que hay una carta con letra de Dove que explica literalmente que
provocaría a Lucy para saber si era quien ella sospechaba. Esa
carta cayó en manos desconocidas o no sabemos si la tiene la
misma Rose e intenta jugar con nosotros.

—Decía que se decidirían las cosas en la fiesta y es por eso que


iremos armados — Caelus continua — Tenemos tres sospechosos:
Rose Bush, Dorian Bonnet y Marcus Bundy. Nuestro único objetivo
es descubrir quiénes están detrás de todo esto y es exactamente lo
que haremos. No importa si tenemos que matar a alguien, debemos
salir de esa fiesta con todas las respuestas y ninguna duda porque
no pienso seguir con el maldito juego.
Caebrán me extiende una glock automática que guardo detrás de mí
cinturón, en la espalda. Parece algo más del traje al igual que los
cuchillos y las dagas que escondo. Nadie me pregunta cómo es que
parezco tener tanta experiencia sobre las armas y los cuchillos, y si
lo hicieran, respondería que mi madre me adiestro y que el imbécil
de Bob tuvo la genial idea de enseñarme defensa personal y
llevarme a clases de tiro para que pudiera defenderme.

Ahora que recuerdo con cierta libertad cosas de mi pasado como


Londres, Bob, Amy y algunas cosas de mi madre, me siento un poco
más ligera, aunque sé que hay otras cosas que me niego
rotundamente a volver a pensar, secretos que me esforzaré toda la
vida en esconder en lo más hondo de mí para que nunca vean la
luz.

Nos vemos por unos segundos y luego soy la primera en salir por la
puerta con la zozobra calando hondo dentro de mí, pero con la furia
haciendo de las suyas.

—¡Se ven perfectos! — Sonia y Sophia aparecen, la segunda con su


teléfono celular en su mano.

—Posen para tomarles una foto, por favor. Esto debe retratarse y
guardarse de por vida — Sophia sonrío y Ángel soltó una risita.

—¿Estás enamorada de nosotros, tía?

Sophia rodó sus ojos colocando mala cara.

—Cállate y colócate junto a tus primos, Joseph y Lucy para la foto.


— lo regaña y él hace exactamente lo que ella dice, aunque no deja
de reírse.

Se coloca en medio de Joseph y Caebrán, estoy al lado de Caelus y


Consus, el flash sale de la cámara y Sophia sonríe como si le
estuvieran tomando la foto a ella lo que hace reír con más ganas a
Ángel.
Nos despedimos y salimos de la mansión, entrando en la limusina
que nos llevará y nos traerá. Se hace un silencio denso, como si
supiéramos que algo malo está a punto de pasar o sucederá esta
noche y Ángel se ríe burlándose de que el espíritu de brujas nos
tiene con caras de culo.

Lo ignoramos, los minutos de camino pasan con rapidez y cuando


bajamos del auto, la música inunda nuestros oídos. La decoración
de la mansión es estupenda y todos están disfrazados. Hay un
gentío afuera, los guardias de seguridad parados en la entrada y
siento la falta de Jake por más que no quiero pensar en eso.

Las manos me cosquillean como si supiera que algo va a suceder y


todos se fijan en nosotros. Hay un pequeño grupo de fotógrafos que
apuntan sus cámaras hacia nosotros, no nos detenemos y entramos
rápidamente a la mansión después de mostrar la imagen de la
invitación a los guardias.

El ambiente dentro es completamente alucinante y casi no se puede


caminar del gentío que hay por todos lados. La decoración de
Halloween es realmente perfecta, cuerpos falsos cuelgan del techo,
brujas, muñecos y las paredes han sido decorados con sangre falsa.

—Shots de bienvenida — dice una calavera andante señalando los


pequeños vasos de cristal con bebidas de distintos colores que
brillan en la oscuridad.

—Gracias — digo tomando uno al igual que los cinco, Joseph y


Ángel.

El líquido que reconozco como vodka quema mi garganta y el DJ


hace que llamas salgan de su equipo de sonido gigante. El piso se
estremece y las paredes retumban, la gente grita completamente
eufórica y comienzan a brincar.

Nos obligan a entrar a la multitud donde pierdo a los chicos por unos
segundos, pero me doy cuenta de una cabellera azul con un vestido
blanco lleno de sangre.
Una futura esposa llena de sangre. Rose tiene una sonrisa fresca en
el rostro mientras la persona que está a su lado, que puede ser
Dorian Bonnet, quien tiene un disfraz de policía con mallas red de
color rojo se lleva un vaso con un líquido rojo a los labios, brinco con
la multitud, pero hay un punto donde ellas sienten mi mirada y
voltean hacia mí.

«Sé que me ves» pienso, mientras levanto mis brazos y sonrío


disfrutando la música electrónica. Siento el cuerpo de alguien,
pegarse contra el mío y cuando volteo veo a un chico vestido de
vampiro que intenta coquetearme.

Me entregan una bebida, la acepto y cuando el vampiro se va y llega


un vaquero diabólico, ya llevo mi sexto trago.

—¿Quieres bailar, bonita?

Está ebrio y siento de inmediato las miradas de los cinco sobre mí.
Están dispersos, pero se juntan cuando ven las intenciones del
chico que quiere besarme. Lo esquivo y le doy una pequeña sonrisa.

—¡Nunca había visto a una mujer tan bella como tú! — dice, con
una sonrisa seductora y se pega más a mi cuerpo. Grave error,
porque veo cómo se acerca Caelus.

—Creo que estarás en problemas — le susurro al chico ahuecando


su mejilla, pero rápidamente lo apartan.

Me hago la sorprendida y Consus me toma del cuello dándome un


beso mientras con los ojos abiertos veo a Caebrán enterrándole una
daga en el abdomen al chico que cae al suelo y comienza a
arrastrarse mientras sangre sale de su herida.

Está tan ebrio que se ríe y termina mirando el techo, algunas


personas lo pisan y nadie se da cuenta de que la sangre que sale de
su camisa no es falsa, es real. Consus me suelta y los veo con una
ceja enarcada.
—¿Celosos? — me rio mientras los observo y Caelus se acerca
rodando los ojos.

—Nadie toca lo que es de nosotros. — sentencia y lo tomo de la


mejilla, soltando una pequeña risa porque ya el alcohol está
haciendo de las suyas. Tengo calor y estoy molesta de repente.

—Por supuesto. — me burlo y luego miro a Cristian — ¿No los has


visto?

Me refiero a nuestros objetivos y menea la cabeza. Eso me molesta,


pero como si el destino quisiera responderme por el mismo, en una
especie de tarima aparece Rose y Dorian.

—¡Gracias a todos por venir aquí! — grita Rose por el micrófono y


todos gritan.

Adolescentes adinerados, llenos de libertades, drogas, secretos,


sexo y alcohol. Una mala combinación, pero perfecta para lo que
tengo en mente. Sonrío mirando como da las gracias y dice que no
habría hecho esto sin su amiga Dorian que me resulta cómico
porque hace más de una semana ni siquiera las veía hablando.

—¿En serio se disfrazó de eso? — pregunta Ángel detrás de


nosotros.

Se refiere a Rose y a su disfraz perfecto que representa lo que es


ella. Una novia frustrada que nunca pudo llegar al altar, está llena de
sangre y tiene un cuchillo en la mano como si hubiese matado a su
prometido en el altar.

Tan tétrico como suena y se ve, pero eso parece encantarle a la


gente que la alaba como si fuese un Dios al igual que a Dorian, por
hacer esta maravillosa fiesta que siento que van a besarles los pies
porque esto es lo que hacen, siempre buscan a alguien para
idolatrar porque si no, no están felices y eso es terriblemente
molesto.
Se alejan de la tarima y espero paciente sin bailar, pero recibiendo
las bebidas que me traen personas que no conozco hasta que
Cristian me impide beberme otro trago y lo tira al suelo. Volteo a
mirarlo y enarco una ceja.

Quiero pelear con él, pero luego recuerdo que es absurdo lo que
estoy haciendo y que no pensaré con claridad con tanto licor
encima.

Ya es tarde para eso, les doy una mirada severa a los chicos que
miran hacia todos lados como unos ventiladores. Me siento aburrida
y planeo formas muy dolorosas de matar a Dorian por chismosa y a
Rose por ser hermana de Dove.

—Iré al baño — les hago saber y camino hacia la multitud que me


empuja y me hace parte del frenesí que siento que alguien se
apodera de mi cuerpo y me hace brincar. La música se siente en mis
venas y grito con la misma euforia que el resto de adolescentes
adinerados que están igual que yo, llevados por los efectos de las
bebidas alcohólicas que reparten como si se tratara de agua.

Pierdo la capacidad de pensar, pero una voz dentro de mí recuerda


que perder el control no es algo bueno porque bajo la guardia. No le
hago caso, sigo bailando, cierro los ojos, siento sudor recorriéndome
la espina dorsal, siento cada brinco que doy, cada músculo que se
mueve, como flexiono mis piernas, como con los parpados cerrados
puedo sentir las luces de colores, como me tocan personas que no
conozco, como de pronto me dan ganas de reírme hasta que siento
que me duele la panza, como siento que de pronto me falta aire y
abro mi boca para poder respirar.

Siento que me aprietan los pulmones y mis ojos se abren de par en


par cuando veo a mi madre parada frente a mí con su vestido negro
favorito, pero no me gusta, no se ve tan brillante como antes y ella,
a ella ni siquiera puedo describirla porque se me hace un nudo en el
pecho.
Muchas veces creí que era incapaz de sentir cosas, luego descubrí
que las reprimía y que tenía ciertas debilidades por algunas
personas y llegué a preguntarme si eso también venía en mi sangre,
pero no tenía respuestas porque no había nadie que pudiera
responderme las preguntas, no había nadie que fuese igual que yo.

Hubo muchas cosas que no pudo contarme mi madre, explicarme


realmente la razón por la que soy quien soy fue una de ellas. Sabía
que era especial porque ella me lo contó al igual que los hijos de
puta que me hicieron daño y que le hicieron daño a ella.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos, pero no puedo llorar. No


delante de ella porque eso la decepcionaría. «Nadie merece mis
lágrimas», solía decirme, ni siquiera ella y nunca entendí realmente
por qué.

Sus ojos azules tan similares a los míos se vuelven a grabar en mi


memoria y a pesar de verse tan tétrica y golpeada, la vívida imagen
de la última vez que la vi, llena de sangre, cansada, destruida sin
una pizca así sea mínima de la persona con la que crecí y a la que
tanto adoré, me sonríe. Ella me da una pequeña sonrisa y de
inmediato siento algo cálido en el pecho que desaparece al igual
casi al instante de sentirlo junto al sentimiento de asfixia cuando
pestañeo y ella no está.

Mamá no está. Ella no ha estado desde que tengo diez años cuando
nos secuestraron y tuve que ver como la torturaban hasta que ella
se rindió, no aguanto más y cerro sus ojos. El peso cayó sobre mí y
me toco ser fuerte por ambas, me toco soportar las cosas que me
hicieron porque no iba a dejar que su muerte fuera en vano.

No lloré, no me permití sentirme triste ni antes ni después de su


muerte, ni de todas las cosas que me obligaron a hacer y un
escalofrío me recorre la columna en el momento en que recuerdo la
voz de ese hijo de puta, susurrándome al oído, tan bajito que casi
me pasa desapercibido, pero que por más que lo intente, no puedo
olvidar:
—Tu mami tenía razón al decir que eras un monstruo porque ni
siquiera entrando a tu cerebro podemos descubrir que es lo que te
hace así, pero eso no es problema para mí, mi reina porque eso
solamente aumenta mis ganas de entenderlo. De entenderte a ti y a
todo tu linaje de porquería.

Los labios se me resecan y me agarro la cabeza sintiendo una


punzada dolorosa en el lado derecho. La música, las personas y la
euforia desaparecen cuando escucho el sonido del aparato filoso
que da vueltas y que aproxima a mi cabeza. No me muevo, no
muevo ni un músculo y solamente cierro los ojos sintiendo como
entra y como siento un dolor inexplicable que me obliga a apretar los
puños.

Todo se siente tan real que tengo que abrir los ojos para recordar
que no estoy ahí y empujo a las personas que me atropellan porque
siguen en su mundo, bailando y gritando como estaba minutos antes
de que la recordara. Necesito aire porque siento que ha pasado el
efecto que me hacía sentir como una pluma, volando y sintiendo lo
mismo que los demás: nada.

Apenas estoy empezando a comprender todo otra vez, recuerdo


cosas que por unos minutos había olvidado, pero hay una cosa que
tengo clarísimas como mi madre y lo que me hicieron después de su
muerte que son recuerdos que, ni siquiera, aunque intentaran
borrarme la memoria, olvidaría.

Me masajeo la cabeza, hay tanta gente, tanto bullicio que el dolor


vuelve a incrementarse y esta vez a niveles galácticos. Quiero callar
ese pitido y quiero... quiero dejar de sentirme así de extraña con los
sentidos hipersensibles. Siento que escucho todo con más fuerza,
que la luz me ciega y quiero solamente aire fresco y ordenar mis
ideas.

Recuerdo que iría al baño, ¿iría al baño? Meneo mi cabeza,


trastabillando y tratando de llegar a mi objetivo. Me preguntan algo,
pero los dejo hablando solos porque necesito ir al baño. Dije que iría
al baño.
Pienso en los chicos, pienso en todos los secretos, en Londres, en
Amy, en ese bosque frío de Moscú, en los abrazos de mi madre, sus
lienzos, Jake y su embarazo, la razón por la que Dove le enviaría
una carta a Rose explicándole que iría a enfrentarme y muchas
cosas que parecían coincidencias comienzan a tener sentidos.

Ellas, o al menos, ella apareció ahí con un objetivo, me provocó y


consiguió lo que quería, pero ni siquiera estando muerta deja de ser
un jodido y asqueroso fastidio. No puedo pensar o en mi cabeza no
cabe la posibilidad de que Rose tenga esa estúpida carta porque ya
fuera intentado que todos lo supieran, pero ciertamente las cosas en
este pueblo son tan extrañas que ni siquiera sé qué creer.

Las puertas del baño se abren mucho antes de que las abra y un
par de chicas vestidas de enfermeras sangrientas salen. Me ven,
sonríen y medio escucho como elogian mi disfraz. Están ebrias y no
saben quién soy, pero las he visto cotilleando cada vez que
aparezco junto a los chicos.

Son parte de ese grupo que muchas veces he visto siempre


alrededor de los chicos, pero nunca siendo capaces de acercarse.
Una vez, las vi con Dove y me imagino que le hablaron para
conseguir compartir al menos una palabra con uno de ellos, pero no
lo lograron y mágicamente las escuchaba criticando a la pelirroja al
igual que su hermana.

—Ustedes también se ven bien. — les digo y una de ellas, suelta


una risita. Se despiden y se alejan, dejándome con la puerta en
frente y siento como me aprietan la vejiga.

Tengo ganas de hacer pis.

Entre, cerré la puerta con seguro y me quede estática, de espaldas


sin moverme cuando escuche un pequeño sonido dentro del baño.
Conté tres segundos; uno, dos y tres. Me giré sobre mis talones y vi
el baño vacío.
No había nada y mi corazón latía con tranquilidad, respire. Camine
hacia el retrete y como pude me saque el disfraz y cuando me
senté, cerré los ojos disfrutando como todo el líquido que tenía
acumulado salía de mí.

Bajé el inodoro, me limpié y me arreglé el vestido. Me lavé las


manos mientras me miré al espejo, sintiendo la corriente fría chocar
contra mis palmas, el jabón que me había colado desapareciendo y
cuando pestañeo, el agua cristalina se convierte en roja.

Me quedo estática, viendo lo que ahora cubre y mancha mis manos.


El líquido espeso y carmesí que sale del tubo de metal en forma de
cisne. Regreso la vista al espejo y me imagino una versión más
joven de mí, en el baño de la casa de mis padres adoptivos,
limpiándome las manos que las tenían llenas de sangre, sangre de
Amy, mi madrastra.

Recuerdo lo que pensé en ese preciso momento, le acaba de cortar


las venas mientras detrás de mí estaba su cadáver, dentro de la tina
de baño. Ella se había suicidado al ver que su esposo lo había
hecho también, dejo una carta donde explicaba por qué lo había
hecho y yo llegué a mi casa y los encontré así.

Hago una cara de dolor, tratando de que se vea convencible todo lo


que paso con la historia que daré, aunque no puedo estar más feliz.
El asesino de mi madre está muerto y Amy... Amy fue una cómplice
y guardo su secreto, era tan culpable como él y siguió siendo su
esposa, aunque sabía lo que había hecho.

Todas sus palabras dejaron de tener sentido porque si perdonas lo


que tanto críticas y señalas, te conviertes en lo mismo que tanto
juzgas. No pude perdonar eso, nunca perdonaría a alguien que le
hiciera daño a mi mami o ensuciara su nombre.

Amy se cortó las venas en la bañera al no poder soportar el dolor


que le causo saber que Bob había sido un policía corrupto que tenía
una familia fuera de su matrimonio. Bob se suicidó con el peso de la
culpa, drogándose y luego guindándose en el techo, dejando así de
respirar.

Delante de mis ojos pasa la imagen, él abriendo la boca al igual que


sus ojos mientras se llevaba las manos al cuello, la soga apretando
e impidiéndole respirar poco a poco. El oxígeno haciendo falta en
sus pulmones, él luchando con la muerte y yo disfrutando su agonía
sentada frente a él sin quitarle los ojos de encima.

Amy vino después, la lleve al baño, le quite la ropa y le cante


mientras tomaba la hojilla y hacia el primer corte. La sangre
comenzó a salir y ella seguía inconsciente, no le dolió, pero si
disfrute como poco a poco la vida iba dejándola.

Me llené de su sangre y luego le di un beso en la frente. Ella fue un


poco importante para mí y todo hubiera sido diferente si no hubiese
perdonado a Bob, incluso, ahora estuviéramos juntas.

Cierro el agua, veo mis manos limpias y respiro con fuerza,


relamiéndome los labios.

Decido que voy a salir del baño, sí. Saldré del baño porque seguiré
imaginando y recordando cosas si me quedo aquí encerrada, debo ir
a ver a los chicos, buscar a Dorian, buscar a Marcus y buscar a...

Aprieto la manija con fuerza cuando la veo.

Rose.

Su vestido blanco, sus ojeras marcadas y el labial rojo que tiene


sobre sus labios. Me ve y yo veo en sus ojos que no es ninguna
casualidad, ella me estaba buscando y me empuja dentro del baño,
cerrando la puerta con llave detrás de ella.

Ladeo la cabeza mientras la comparo con su hermana. Veo lo


mismo que vi en sus ojos, esa determinación estúpida, esa valentía
falsa y esa jodida mierda de querer ser las mejores por sobre todas
las cosas para ocultar que en realidad se dan asco, no pueden
seguir con sus vidas y no son tan fuertes como aparecen.

—¿Qué pretendes encerrándonos aquí? — pregunto sin poder


ocultar la burla en mi voz y sus ojos le brillan mientras aprieta sus
puños.

Se nota tanto la rabia que tiene que me asombra que la pobre no ha


explotado como lo hacen en las comiquitas.

—Solamente quería estar a solas con una mentirosa como tú.

Eso me hace sonreír.

—¿Eso es algo inteligente, Rose? Porque estás encerrada aquí, sin


posibilidades de ganarme en lo absoluto.

—Aprende a no subestimar a los demás. —sisea mientras se le


marcan las venas del cuello de lo tensa que esta.

—Y aprende tú a cuidar tu boquita porque no todos los días estaré


dispuesta a soportar tus estúpidos dramas. — contesto dando un
paso al frente.

Ella mantiene la frente en alto. Ahí, en ese momento veo una


pequeña diferencia entre su hermana y ella. Rose no quiere hacer
daño, pero está dañada, su única forma de autodefensa es
lastimando a otros mientras su hermana lo disfrutaba. A Rose le
dificulta tomar acciones que a Dove no le importarían, porque Dove
era egoísta, Rose solamente fue forzada a serlo.

Pero eso no significa que deje de ser un obstáculo y a los


obstáculos hay que eliminarlos.

—Sé que tienes algo que ver con la muerte de mi hermana.

Veo como tiembla y ladeo la cabeza haciendo un puchero. Se


escucha rota mientras también se ve a una pulgada de explotar.
Las personas rotas suelen ser más peligrosas de lo que aparentan,
lo sé, porque lo de mi madre me rompió y no descanse hasta ver a
Bob consumirse en su propio dolor por ignorar la estúpida carta, por
dejar de lado lo que pensaba para tener ética y hacer su trabajo.

Y eso sería mucho pedir.

Nada es justo. Nadie estará para nadie y todos lucharán por sus
intereses sin importar las leyes que tengan que romper, ni siquiera
les interesara pasar por encima de sus valores, el ser humano es un
asco, las personas son un asco y nadie nunca será tan bueno como
lo pintan ni tan malo como parece.

Solamente luchan por sobrevivir.

Rose lucha con no dar el primer paso y atacarme. Ella no es Dove,


lo sé, pero también sé que llega un punto donde por más que no
quieras, las cosas te terminan corrompiendo.

—¿Eso te sorprende? — pregunto y ella cierra los ojos.

—No, pero me da tanto asco porque me dejaste sin ella cuando era
lo único que me mantenía a flote.

—No me arrepiento ni me da pena lo que te sucede — confieso y


ella abre los ojos y ahí está: Esa chispa, ese dolor que se convierte
en fuerza, esa vocecita de: "hazlo, defiéndete" a la que tarde o
temprano terminaras cediendo porque por más masoquista que
seas llegara un momento donde no podrás soportar más.

—Eres un monstruo...— sisea.

Meneo la cabeza y hago un puchero.

—¿Un monstruo común? Eso sería una ofensa para lo que


represento. Ser un "monstruo" — hago comillas con los dedos y
continuo: — no se compara en lo absoluto con todo lo que soy.

—Mataste a mi hermana...—
—Lo haría otra vez, sin dudarlo. — le regalo una sonrisa y ella
menea la cabeza, una lágrima de dolor saliendo de su ojo mientras
evalúo la opción de abalanzarme sobre ella, pero eso le quitaría lo
divertido a toda esta situación.

Necesito saber que tanto sabe y solo lo conseguiré de una forma.


Me sigo sintiendo extraña, pero de alguna forma liberada porque
reprimirse y actuar como si fueses otra persona común y normal a
diferencia de lo que eres, agota.

Siempre tuve que fingir: fingir a la policía cuando llegaron y vieron el


suicidio de mis padres adoptivos, fingir que el accidente de auto que
termino acabando con la vida de mi familia sustituta era un
accidente, fingir que me dolía ver a Londres llevado en esa camilla
mientras estaba traumatizada y la policía corroboraba mi versión y
se apenaban por lo que tenía que haber presenciado y los golpes
que me dieron— golpes que yo misma me provoque—, pero llega
un punto donde es aburrido si no juegas con las personas. Si no los
ves rompiéndose la cabeza por descubrir las razones por las que
han sucedido las cosas cuando tienen al culpable en sus narices.

—Te detesto tanto, Lucy. Acabaste con lo más importante para mí


con tu llegada; le arrebataste su puesto con los chicos, me dejaste
sin mi hermana, dejaste a Marta morir a manos de esa maldita
familia y luego le metiste ideas a Jake para que me alejara de
Joseph...— suelta y no puedo evitar soltar una carcajada.

—¿Sabes lo patética que suenas cuando Joseph en realidad nunca


te tomo en cuenta? Deberías... Deberías ser más inteligente, darte
cuenta como son las cosas realmente, Dove no te amaba tampoco,
solamente te utilizaba como su juguete y te manejaba a su antojo
como si fueras un títere. — La señalo — Te aliaste con Dorian,
Marcus seguramente jugó con tu cabeza y eres tan tonta que te
dejas manipular por todos cuando lo que en verdad deberías hacer
es deshacerte de tu padre, que, de todos, es quien te hace más
daño.
—No. — niega con la cabeza y veo cómo se llena la última barrita
roja imaginaria sobre su cabeza. El límite llegó al igual que mi parte
preferida.

—¿No? — inquiero y ella se limpia las lágrimas que le han salido de


los ojos.

—¡Marcus no juega conmigo! — Grita — Él juega contigo, él me


quiere a mí en su equipo y yo... yo quiero venganza por todo lo que
han hecho.

—¿Entonces porque no estas con él?

Ella cierra la boca, dándose cuenta de algo en ese momento, pero


me mira con odio y se pasa las manos por el cabello como si
quisiera deshacerse de sus propias ideas.

—Solamente intentas jugar con mi cabeza, ella me lo dijo. Me lo


advirtió y no pienso caer.

—¿Quién te lo dijo, Rose?

—¡No intentes jugar conmigo!

—¿Crees que estoy jugando contigo?

—Quieres verme la cara de estúpida, pero no soy Marta. Yo no


pienso caer, yo esperaré pacientemente tu caída y la de todos ellos,
así como ellos quieren. Así como él se lo merece.

—¿Se supone que debe darme miedo esa amenaza? — inquiero


mientras me acerco y veo como ella da un paso al frente. Ladeo la
boca y sonrío de medio lado mientras exclamo: —Error, Rose. ¡Qué
feo error y qué mala decisión!

—Jódete, Lucy. Conmigo no vas a jugar...— grita enardecida —


Mataste a Joe, mataste a mi hermana, mataste a Marta, pero ya no
más... — anticipo lo que hará y sigue con su discurso moralista
mientras me doy cuenta de su error, porque si sabe algo, no sabe
todo completamente y eso no puede divertirme más: — ¡Ya no vas a
salirte con la tuya!

—¿Eso crees?

—Sí, yo voy a detenerte maldito monstruo que jamás debió pisar


nuestro pueblo.

Se me viene encima, golpeándome en la mandíbula. Me da vueltas


la cabeza y me late el corazón a toda prisa. Abro los ojos y sonrío
con burla mientras le devuelvo el golpe, agarrándola por el cabello y
estrellándola contra el vidrio que se rompe en pequeños pedazos.

Su cuerpo rebota con el impacto, ella grita y siento la adrenalina


apoderándose de mi pecho poco a poco, sintiendo esas ganas de
destruirla tanto como lo hice con su hermana.

—Otro error, Rose. Estuvieras disfrutando de la fiesta en este


momento y mírate...— susurro cuando veo cómo se gira hacia mí,
un pedazo de vidrio clavado en su ceja.

—¡Te odio tanto...! — chilla mientras vuelve a cometer un error:


intentarme golpear otra vez, pero no me dejaré. No me dejo y ella lo
sabe en el momento en que le tuerzo la muñeca y la hago llorar
mientras se arrodilla sin poder soportar el dolor que le causo.

—No te odio, ¿sabes? No sentiría algo por ti. — le confieso mientras


coloco mi zapato encima de su cabeza y el brazo termina por
hacerle un delicioso sonido que me hace saber que es el momento
de soltarlo.

No deja de gritar y sollozar, con esos pequeños golpes ya no hay


rastro de su «te voy a destruir» porque una vez más, no era algo
que quería realmente, era algo que le metieron en la cabeza.

Empieza a palpitarme la cabeza y a revolvérseme el estómago con


una ligera satisfacción cuando la agarro de la cabeza y la golpeo
contra el suelo. El vidrio clavándosele más hondo, la sangre
llenando el suelo mientras jadea de dolor.

—No quería manchar el atuendo...— confieso mientras la suelto de


golpe y ella se arrastra por el suelo.

Se ve irreconocible y me hace gracia su estado, sus sollozos y que


ahora parezca lo que es; una rata.

—¿Me vas a decir quiénes son «ellos», quien es «él»?, porque


estoy cansada de las jodidas adivinanzas, Rose y creo que no me
quieres ver molesta.

—Van a destruirte. — responde débilmente, mientras la sangre llena


el piso mientras se arrastra.

Coloco un pie en su espalda y ella chilla de dolor.

—¿Así como querías tú? — me burlo.

—No vas a poder contra ellos.

—¿Quién dice eso? — inquiero y luego añado presionando mi pie y


viendo cómo se retuerce de dolor como una estúpida rata: — ¿Tú?

—Van a conseguir la justicia que todos merecemos...— empieza y


me hace reír.

—Lo dices como si tú fueses un jodido ángel en medio del infierno,


Rose. No sé qué tantas estupideces dices cuando eres una más del
montón, con un papel de mojigata de mierda que no te queda ni te
luce.

Ella tose y voltea un poco su rostro. Su cara completamente


destruida y su perfecta nariz desviada a su lado.

—¿Te duele?
—Ellos van a destruirlos, inclusive a mí. Ellos tomarán justicia de
todo lo que hicimos sobrepasándonos con nuestro poder...—
continúa y meneo la cabeza, acercándome a ella.

Se retuerce de miedo y chilla de dolor cuando la tomo con fuerza,


apretando mi mano en su mandíbula que está completamente
lastimada y llena de sangre.

—Nadie va a detenerme nunca, Rose o al menos, no tú ni tu


estúpido grupo de mierda que intenta jodernos porque no se los
dejaré fácil ni se los permitiré nunca.

—¿Vas a.... matarme?

Aprieto su mandíbula con más fuerza. Solloza y meneo la cabeza


tomando uno de los pedazos de vidrio.

—No mereces morir tan fácil. —le digo y acto seguido, le entierro el
trozo de vidrio en la mejilla.

Grita con más fuerza y la suelto, pasándole por encima y pisándola


mientras sonrío.

—Feliz noche de Halloween, Rose. Hiciste una fiesta realmente


estupenda...— canturreo mientras cierro la puerta del baño y sonrío
recibiendo un trago que me ofrecen y bebiéndolo de un solo golpe.

Nadie pregunta por la sangre de la que estoy llena, porque puede


hacerse pasar por un efecto del disfraz y bailo con la multitud
mientras una cabellera negra pasa rápidamente por mis ojos.
Levanto las manos mientras los engranajes de mi cabeza dan y dan
vueltas, todas las ideas se organizan y ese frenesí que me da la
bebida ayuda mucho.

No veo a los chicos por ningún lado y... me dejo ir por mis impulsos,
siguiendo a la persona que tengo en mente mientras siento el arma
y el cuchillo dispuestos a que los use y haga arte con ellos como mi
mami me enseño.
Meneé mis caderas, moviéndome al ritmo de la música mientras
miraba el pasillo por donde se perdía el objetivo que tenía en mente,
conté hasta diez y recibí otro trago, tragándomelo de golpe mientras
en una esquina veía a Ángel bailando con una pelirroja.

Los chicos... los chicos no estaban y tampoco iba a buscarlos. Tenía


prioridades y levanté mis manos soltando un pequeño grito por la
euforia que sentía en el pecho mientras contaba cada uno de los
pasos que daba, hasta que llegué al mismo pasillo donde vi a Marta
la vez que estábamos en la fiesta de compromiso.

Pero esta vez no sería Marta, esta vez iría a cazar a un par de ratas
que intentaban confabular en mi contra y tratar de destruirme sin
darse cuenta de que no era ni siquiera la primera parte de lo que
ellos pensaban.

Cuenta la leyenda que cuando la tierra estaba en la oscuridad,era


siempre de noche. Los más poderosos, que vivían en el cielo, se
reunieron para crear el Sol y que hubiera luz. Se creó el bien, se
creó el mal y todo era perfecto y en armonía. La diosa era quien
gobernaba el mundo, ella de delicada, pero elegante, de piel muy
pálida y con cabello exuberante y largo y negro como la noche. Sus
ojos azules reflejaban el cielo, su tez pálida las nubes. Todos la
adoraban, todos vivían felices con la diosa, nada se salía de control,
todo estaba perfecto hasta una noche donde su propio hijo la
traiciono y la desterró de su propio reino. La diosa no podía creer lo
que le sucedió y se llenó de rabia, toda la pureza que había dentro
de ella se esfumó y poco a poco, fue creando un paraíso perdido,
comenzó a darse cuenta de que había vivido engañada por mucho
tiempo y dejo salir lo que tenía en el pecho. Muchos le dicen que es
el diablo, algunos le llaman satanás y prefieren creer las mentiras
que dijo su propio hijo. Le cambiaron el sexo porque la soberbia de
los hombres no podía creer que una mujer fue quien los creo y ella
comenzó a hacer desastres tanto en la tierra como en el cielo.

La respiración se me ralentiza, huelo la sangre, huelo el desastre y


mi subconsciente repite la leyenda con la voz de mi madre.
Ella tuvo una pequeña hija e hizo la promesa de que iba a
reencarnar en ella. Nos llaman la santa muerte y el anticristo porque
somos las hijas del diablo, de la diosa que fue desterrada de su
propio reino y que dejo salir todos sus demonios, así como nosotras
hacemos es por eso que, dentro de nosotras, siempre tenemos una
parte de ella que nos hace como somos.

Me relamo los labios, la tensión me atenaza el cráneo y termina el


pasillo largo cubierto y decorado igual que el resto de la mansión:
Halloween en su máximo esplendor, abro la única puerta que se
acaba de cerrar unos minutos antes y la abrí mientras que
encontraba a la persona que quería de espaldas, observando el
mismo cuadro que yo observé ese día a la vez que lo que faltaba de
la leyenda, sonaba en mi cabeza.

Mensajeras de la muerte. El grito de la destrucción, las mujeres que


son capaces de traer la muerte a quien queramos. El gen terrorífico
y macabro viene en nuestra sangre y es por eso que está en nuestra
naturaleza hacer lo que hacemos, no sentimos remordimiento al
hacer daño y siempre queremos sentir la sangre de otros
escurriendo nuestras manos. Se dice que cada vida que tomas es
una ofrenda a nuestra diosa.

—"La venganza, el bocado más dulce para la boca cocinado en el


infierno." — Dice mientras sigue dándome la espalda — Sir Walter
Scott lo dijo y cuánta razón tuvo. Lo escuché en literatura y fue algo
que se quedó marcado en mí para siempre. Al principio no lo
entendí, supongo que era muy niña e ingenua, pero luego todo fue
tomando sentido. Esa frase tomó sentido para mí.

Ella suspira, y por la forma en la que habla, creo que no soy la única
que acabo de atar cabos. Hay que ser pacientes, hay que esperar
porque el que persevera vence y por eso me muestro invisible,
concentrándome también en la pintura.

El punto que conectaba todo no era Katherine, era la familia Bush.


Esos seres llenos de codicia, sed de poder y envidia. No les
importaba que tenían que hacer con tal de conseguir lo que se
propusieran, pero eso una vez más demuestra las fallas gigantescas
que puede tener un envidioso, sin contar desde que el nacimiento,
los Bush tienen en la sangre toda la mierda que se te podría ocurrir
convirtiéndolos en ratas, una familia completamente manchada.

—¿Ves lo mismo que yo? — pregunta y esta vez, si se voltea y me


ve a la cara, estando unos pasos adelante.

Sus ojos se concentran en los míos y su cabello negro contrasta con


su piel pálida. No respondo y ella hace una mueca, frunciendo
ligeramente la nariz.

No hay rastro de esa Dorian chillona, de esa que dijo muchas


estupideces en la búsqueda ni la que les dijo a todos en la cafetería
que fuimos los últimos en ver a Marta. Las palabras de Rose hacen
eco en mi mente y miro de arriba abajo a Dorian.

¿Ella hace parte del grupo que intenta jodernos o solamente es otra
marioneta más?

La pregunta ronda en mi mente, pero seré paciente. Siento mi boca


salivar porque puedo sentir al menos una parte de lo que podría
suceder si ella al menos hace un movimiento, muestra una señal...

Como si me leyera la mente o el destino quisiera decirme algo,


Dorian suspira pasándose la mano por el rostro.

—¿Mataste a Rose? — pregunta, poniendo su mano derecha en su


cintura.

Bingo.

—Él me advirtió sobre esta acción tuya de autodefensa a la vez que


tratas de estudiarme para conseguir respuestas a todo lo que da
vueltas en tu cabeza—dice despacio— Así que no me sorprende,
pero me divierte.
—No sabes realmente nada de mí.

Las palabras brotan solas de mis labios y ella hace un puchero


como si eso le causara cierta molestia y gracia.

—¿Estás segura de eso, Lucia Alyssa Barone Beckett? — inquiere


levantando una ceja — O debería decirte Luciel Vasiliev, el nombre
que tus padres adoptivos te dieron, que luego cambiaste después
del suicidio de ambos a Lucy Beckett, utilizando el segundo apellido
de Alukah Barone, una sicaria rusa que fue encontrada sin vida en
un bosque de Moscú. — Se relame los labios y sonríe — ¿Te
trajeron recuerdos las fotos que te envié? Porque pensé que sería
un lindo detalle que te prepararía junto con la carta de tu estúpida
madre que por su terquedad tuvo ese trágico final que al final
merecía. Se hizo una limpieza al mundo cuando dejó de respirar.

Dorian suspira luego de terminar y me da la espalda, mirando otra


vez el cuadro familiar. Mi cabeza procesa todo lo que ha dicho, las
cosas comienzan a encajar y siento un escalofrío recorrerme la
espina dorsal.

—Venganza merece Katherine, venganza merece cada una de las


personas que ellos pisotearon y si te hubieras unido a él, lo
entenderías...—

No puedo evitar carcajear.

—No me digas que también piensas que Marcus quiere algo bueno
contigo cuando lo único que hace es jugar con tu mente y si tanto
querían venganza, tuvieron que empezar por el culpable principal de
que Katherine, Dove y Rose tuvieran ese tipo de vida, exactamente
el mismo hombre que las abraza con una sonrisa en esa pintura.

—No entiendes nada Lucy. — Dorian menea la cabeza — Esto no


es solo por venganza, es... es algo que he hecho por justicia y por
tratar de limpiar el nombre de mi hermano.
Como si eso no fuese suficiente para el giro transcendental de la
historia, Marcus Bundy aparece con una sonrisa pequeña en sus
labios. No va disfrazado, lleva una camisa negra simple y un
pantalón de vestir que se ciñe a sus piernas como una segunda piel.
Su aroma llega a mis fosas nasales y Dorian se gira a verlo,
sonriéndole.

Ellos son... ellos son...

Siento que necesito un poco de aire porque esto no me lo esperaba.


Supe que Dorian tenía involucrada más de lo que parecía cuando
Rose me dio todo aquel discurso antes de lo que me obligo hacerle
y ambos, Marcus y Dorian, se acercan.

Ella parece completamente feliz y algunas cosas tienen sentido,


pero otras ni siquiera encajan. Pienso que se van a abrazar mientras
mis piernas pierden cualquier tipo de fuerza que podrían haber
tenido y se escucha un disparo.

Retrocedo y Dorian presiona con ambas manos el lugar en el


abdomen bajo por donde ahora sale sangre. Ella abre la boca sin
poder creérselo y mis ojos se concentran en Marcus que ve a su
"hermana" mientras la pistola que se encuentra entre sus manos, la
sigue apuntando.

—Ya fue suficiente poder para alguien tan simple como tú,
hermanita. — murmura y Dorian menea la cabeza mientras cae de
rodillas y sus ojos se expanden y solloza.

—Pero, ¿qué haz...?

—Nunca me importaste, Alfa. — él suelta una pequeña risa —


Solamente necesitaba tu ayuda, utilice ese pretexto que te
convenció tan fácilmente porque por algo fuiste alejada de mi
familia, ya que no significabas nada para nosotros y te regalaron a
los Bonnet.

—Yo pensé...—
Él la hace callar dando un paso al frente.

—Solamente te utilicé porque nunca te tomaría en cuenta a ti,


realmente. Te reías de que utilizaba a Rose y a Rodrigo, cuando te
obligué a matar a Joe para dejarlo en la cabaña y despistarlos, crear
cierto caos y lo conseguí...— me ve a mí mientras continúa
hablando: — hice que explotaras el auto de Jake, hice que les
dejaras esa alerta a los Fairchild, hice que empeoraras la condición
de Marta, que sembraras dudas entre los chicos, dejaras amenazas
y despistaras a todos para conseguir finalmente esto...

Dorian tose y antes de que pestañee, otro disparo cae en su frente.


Su boca queda abierta y de golpe, cae al suelo formando un charco
de líquido carmesí haciendo que Marcus comience a reírse
apuntándome ahora a mí.

—Es tan divertido como en este pueblo hay tantas marionetas...—


masculla y hace una pequeña mueca, antes de enfocar sus ojos
verdes en mí y recuerdo la primera vez que lo vi. — Seguramente
estás confundida, pero todo tiene una explicación, Lucia. No pude
evitar sentir atracción por la chica misteriosa que llegaba a la
mansión de mis enemigos, así que investigué y encontré oro cuando
buscaba plata. No eras misteriosa, eras... eras aún peor que
Pondra, lo decía tu historial, tu legado, lo que había en tu sangre y
todo lo que eras tú, aunque aparentaras ser otra cosa. Dorian, ella
siempre quería ser parte de mi familia, pero mis padres que en paz
descansen nunca la quisieron, así que la dieron en adopción.
Cuando descubrí quien eras, el monstruo que habitaba en ti, lo que
tenías en la sangre por tu linaje, lo que representabas, idee un
pequeño plan que poco a poco fue tomando sentido cuando los
mismos involucrados me facilitaban el juego dejándome ganar, deje
pistas para que lo descubrieras, pensé que vendrías a mis brazos,
pero hiciste lo mismo que Pondra, los elegiste a ellos, así como ella
lo eligió a él. El primogénito de Caleth Fairchild que arrebató de mis
brazos a mi prometida dejándome sin más opciones que matarla a
ella y al hermano mayor de Ángel cuando me comenzó a estorbar.
Hui porque comenzaron a cazarme como si fuese un animal, cuando
solamente intente defender lo que era mío haciendo un pequeño
desastre dentro de esta maldita familia, esperé y ahora estas tú
aquí, puedes ayudarme a destruirlos Lucia, yo sé que es lo que
tienes dentro y te ayudaré a explotarlo si es lo que quieres.

Doy un paso al frente.

—¿Diste la orden de que Dorian jugara con lo que sentía por mi


madre? — pregunto secamente y a él le brillan los ojos cuando cree
que voy a aceptar su propuesta.

—Solamente fue un paso más del plan, sabía que te llevaría al límite
y...—

—¿Jugaste con eso, Marcus? — inquiero viéndolo a los ojos,


grabándome su color verde y asiente, abriendo la boca, pero no
puede decir nada por qué una bala le perfora el cráneo.

La puntería nunca falla desde que Bob me llevo a clases de tiro, los
ojos se me llenan de lágrimas y suelto el arma, corriendo y tomando
el cuchillo que tengo escondido.

—Eres tan estúpido si crees que iba a aceptar tus mierdas cuando
jugaste conmigo y con lo más valioso que tengo...— entierro el
cuchillo, abriendo su cuello y la sangre no tarda en llenarme las
manos— Eres un hijo de puta tan imbécil si pensaste eso, si creíste
que... que aceptaría algo como eso así que temo decirte que
perdiste tu tiempo. Tu plan nunca me pareció tan impresionante.

Vuelvo a enterrar el cuchillo una y otra vez, salpicándome de sangre


mientras siento la adrenalina a flor de piel. Su rostro se hace un
desastre, su camiseta se rompe por el cuchillo que traza con todo y
piel haciendo heridas profundas que me salpican cada parte del
cuerpo de sangre y me empecino tanto que cuando siento que no
tengo ni siento satisfacción, agarro su cabeza y la golpeo tantas
veces como puedo con la cerámica mientras recuerdo a los
hombres que me mantuvieron como una rata de laboratorio,
intentando descubrir cuál era el detonador real que explicaba mi
"naturaleza".

—No vas a volver a burlarte de ella...— susurro mientras continúo


golpeando — ¡No vas a burlarte de ella porque su nombre se
respeta, a su recuerdo se le teme y a su imagen se le guarda
devoción y respeto!

Siento que me duele el pecho, que me duele la cabeza y me


convierto en algo que desconozco cuando no descanso al ver que
no hay nada más que cortar o desmembrar de su cuerpo y piso sus
restos mientras volteo a ver a Dorian que por alguna razón se
arrastra por el suelo intentando salvarse de algo que no tiene
salvación.

—No mate a Rose porque me queda mucho que cobrarle a ella,


cosa que no pude hacer con su hermana... — le susurro — En
Rusia, exactamente en la mafia hay algo llamado ruleta que marca
la ley sangre por sangre, yo soy la jodida ruleta y a Rose Bush la
marqué y no tenía sentido matarla tan fácil, cuando cada vez que se
vea en el espejo y vea su cicatriz, recuerde quien se la hizo y
exactamente por qué.

Jalo a Dorian de los pies y no importa que chille, patalee o intente


salvarse, la giro y aprieto su cuello mientras tose y balbucea. Sus
pupilas se encogen y su respiración se vuelve superficial sus ojos
giran.

—También fuiste una maldita estúpida y sé que no es todo, que hay


algo más detrás, algo que descubriré, pero por ahora, no quiero que
nadie más sepa sobre mi familia o la jodida mierda que ustedes
investigaron para su estúpido juego, ni podía dormir en paz
recordando que los había dejado libres después de que usaran a mi
madre para desestabilizarme cuando lo que en realidad hicieron fue
darme más fuerza y poder. — La aprieto con más fuerza — La
leyenda no es mentira Dorian y tenías razón cuando hablabas sobre
que la venganza, el bocado más dulce, porque ahora yo me rio
mientras ustedes, que intentaron joderme, enfrentan lo que
representan las mujeres de mi familia, lo que representaba mi
madre, su madre y lo que representaran mis hijas. La muerte no es
un espectro, la muerte son mujeres de ojos azules, piel pálida y
perfecta como la porcelana, cabello negro y aura angelical.

Tomo el cuchillo y se lo clavo en el ojo, sacando la cuenca que


aprieto con mi palma antes de sacar el otro.

—Tres personas pueden guardar un secreto si dos de ellas están


muertas. — susurro recordando la frase de Benjamin Frankin
enterrando el cuchillo por última vez y alejándome para ver lo que
ha pasado. Lo que me han hecho hacer otra vez, y es tan cierto que
no puedo evitar la sonrisa que se forma en mi rostro mientras me
arrodillo viendo todo el desastre que he hecho.

https://youtu.be/ZH5lRE2Icc0
Epílogo
"A la gente le gusta decir que el conflicto está entre el bien y el mal.
El verdadero conflicto está entre la verdad y las mentiras."

Don Miguel Ángel Ruiz Macías

EPÍLOGO

Algunas personas les temen a los monstruos.

Pero qué sucede si tú eres uno de ellos ¿a quién le temes? ¿A ti


mismo? Sí, puedes dañar y lastimar tanto a alguien, si puedes
convertirte en su verdadera pesadilla. Te sientes invencible, pero
también te conviertes en un objetivo fácil, y eso es lo que no todos
entendemos por qué mientras en nuestra cabeza somos seres
invencibles, existen otros que esperan que disfrutes de tu grandeza
temporal y bajes la guardia para poder atacarte en tus peores
debilidades.

No podemos molestarnos por eso porque nosotros también lo


hemos hecho. Hacer las desventajas de otros nuestras ventajas,
estudiar a las personas, utilizar la confianza que colocaron en
nosotros para ganar porque somos malos y es lo único que
queremos sin darnos cuenta de que nosotros somos iguales de
débiles.

Porque sí, hasta los mayores monstruos tienen debilidades. Siempre


habrá algo o alguien que afecte el equilibrio de nuestra naturaleza y
a pesar de tener todo calculado, un error mínimo podría cobrarnos la
vida o peor aún, sacar todos nuestros secretos a la luz y
destruyéndonos con ellos sin ningún tipo de anestesia...

Podemos ser monstruos, pero podemos también ser víctimas.

Y, aun así, el riesgo incrementa cuando los monstruos somos de


carne y hueso, cuando tenemos sentimientos y cuando bajamos la
guardia para intentar parecer normal o por intentar moldearnos a
otros.

Realmente...

¿Quién en el mundo es normal? ¿Quién se ha osado a nombrar


«normalidad» y qué criterios ha tomado para decir aquello? Se le
juzga a las personas que son diferentes cuando ellas son las
mejores al seguir un patrón único que no se repite sin saber
realmente que todos somos extraños, todos llevamos miles de
monstruos dentro y no hemos conseguido las respuestas para
aquellos demonios que nos atormentan, pero intentamos
esconderlos.

Algunos lo sacan a la luz, algunos disfrutan hacer aquello indebido,


algunos comenten las peores atrocidades sin importarles realmente
si van a juzgarlos y cuando se dan cuenta de que les gusta, cuando
toman una pequeña probadita de aquello que es terriblemente malo
e incorrecto, se convierten en monstruos al desear más.

Los seres humanos le temen a lo extraño, a lo que no conocen y por


eso la mayoría esconden sus monstruos y por lo mismo, se crean
dos tipos de ellos que muchas veces, están frente a nosotros, nos
abrazan y siempre están para nosotros, sin saber lo que son, sin
saber que confían ciegamente en eso que se encargan de juzgar y
tachar como malo.

Algunos monstruos pueden actuar silenciosos, esos son lo más


peligroso. No sabes quiénes son, sus jugadas son inciertas y
cuando te das cuenta de lo que son verdaderamente, ya es muy
tarde, no hay salida. Perdiste y te toca aceptarlo.

Algunos solo dejamos sacar nuestra naturaleza y dejarla florecer, no


le tememos a que nos juzguen, disfrutamos lo que somos y
nacemos así, no nos creamos con el tiempo. Corre por nuestras
venas, se adueña de cada célula de nuestro cuerpo y al final termina
tomando el control de nuestras vidas.
Todos tenemos la capacidad de dañar y más en un mundo donde
todos están contra todos, donde todos son leones y no hay ninguna
oveja, así que estás en peligro. Hasta en tu propia familia puede
dañarte. Hasta la persona que menos pienses puede hacerlo, puede
destruirte para su propio beneficio...

Nunca bajes la guardia o todos tus secretos saldrán a la luz.

Nunca bajes la guardia o...

Terminarán matándote de la forma más dolorosa que existe en el


mundo.

Porque esta es la guerra y tú, tú eres un soldado a punto de ser


acribillado por millones de balas sin poder evitarlo.

Eres humano, eres débil no importa lo mucho que intentes evitarlo,


en algún momento habrá un desliz, en algún momento te
equivocaras y todo se vendrá abajo sin importar lo mucho que te
costó crear el mundo perfecto en el que vives.

¿Quién fue y quién te apuñalará primero? Nadie sabrá realmente, tú


no sabrás, solamente te arrepentirás por dejarte conocer y lo único
que te repetirás es que no confiaras nuevamente en nadie.

Aprenderás de tu error, volverás a tomar el cuchillo, llenarte las


manos de sangre, disfrutarlo y esperarás pacientemente a que tu
contrincante se descuide para apuñalarlo. Disfrutarás su agonía,
después de todo él fue quien te apuñaló primero.

Dejarás que se caiga al suelo, lo vas a hundir tanto como puedas y


tendrás un solo objetivo en mente: defenderte y defender lo que es
tuyo. No te dolerá porque después de todo eres unos monstruos y
esa es tu naturaleza.

¿Quién seguirá? Eso solamente lo decides tú, porque aquí, solo


habrá dos destinos y un solo ganador...
Traición, mentira, engaños, secretos y sangre. Eso era lo que creías
que había entre ellos, eso era lo que ellos creían, pero no son los
ganadores del juego, aunque ellos lo hayan inventado. Ahora hay
alguien entre ellos, alguien que va a ganar y van a destruir todo a su
paso, haciendo cenizas lo que dejó atrás.

Ten cuidado, porque el ángel de la muerte, ha renacido de las


cenizas y la tempestad.

HAY UN ANUNCIO MUY IMPORTANTE


>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>
¿Te gustó la historia?

Hola, mis hermosos lectores, aquí su humilde, linda, preciosa y


todopoderosa Gabi, con "i".

Estoy tan feeeeliz, si estás aquí es porque posiblemente te gustó la


historia. Posiblemente estés feliz, triste o neutral como siempre esta
mi queridísimo hijo, Crono Fairchild.

(Quiero aclarar, antes de todo que lo sucedido en el libro no lo


quiero romantizar. Si ves que algo está mal, dímelo de
inmediato y trataré de corregirlo. Soy humano, cometo errores
y lo menos que quiero es tocar un tema sin informarme,
investigué, pero pudo haberse pasado algo por alto y para eso
estás tú. NO DUDES EN ESCRIBIRME Y AYÚDAME A
MEJORAR)

Espero que hayas disfrutado la lectura, que te hayas emocionado,


molestado, llorado, reído y logrado olvidarte de tus problemas, de
aquello que te atormenta, te estresa y te aflige.

Si estás aquí, significa que sobreviviste a la locura, que tu mente es


abierta y entonces, te gustaran los siguientes libros de esta saga
que están publicados en mi perfil.

Acepto toda crítica constructiva, acepto que tal vez los


comportamientos de mis personajes no son lo correcto pero... ¡SON
MIS BEBES Y LOS AMO!

Así como también te amo a ti ;)

Termine esta historia en febrero del 2020 y la comencé en enero del


2019. Y en noviembre del 2020 la edité, colocando las cositas
nuevas que leíste, «corrigiendo» aunque esto no deja de ser un
borrador.
Es el primer libro de la saga Bloody y sí, hay más de Lucy con los
Fairchild, de Joseph y Jake, de Rose Bush...

RECUERDA que tengo libros diferentes en mi perfil, sin tantas


cosas locas, de romance, tristes, de superación y otros de misterio
juvenil que agradecería que le dieras un vistazo y tu apoyo. TE AMO
MUCHÍSIMO y si quieres hablar conmigo, estar al pendiente de
cada noticia mis redes siempre estarán para ti:

Mi Instagram: gabiiamc

Mi Twitter: gabriamc_

EL SIGUIENTE LIBRO SE LLAMARÁ: LOS SECRETOS DE LA


ÉLITE Y ESTARÁ DISPONIBLE EN WATTPAD
Acerca de la autora...

Nací el 29 de diciembre en el año 2004 en Venezuela, un hermoso


país lleno de mujeres fuertes, inteligentes y bellas. Fiel creyente de
la astrología, amante de la música en inglés, los girasoles, el frío, el
romance oscuro, los asesinos seriales, la mitología griega, un poco
ácida para el romance y amante de las cosas diferentes lo que
explica cada uno de mis libros.

Extrovertida, un poco amargada y un tanto intensa. Depende del


clima es mi estado de ánimo, sin música no puedo vivir y el cantante
que más me inspira para escribir es Lana del Rey. Escribo con
pasión y mucha locura, odio los finales simples y nunca puedo hacer
una historia sin meterle algo raro y extraño lo que explica todo y
mucho más.

Empecé a escribir desde los ocho y me animé a crear algo diferente


con los temas más raros que habitaban en mi mente a los catorce lo
que hizo que le diera vida a cinco hermanos y una chica de
intercambio con muchos secretos que empezó toda esta locura.

No romantizo nada de lo que escribo, pero mi imaginación es libre,


no puedo ser simple, no conozco la palabra 'límite' y le encuentro el
lado raro a todo. Sin prejuicios se debe vivir así que aquí
encontrarás de todo un poco en cada libro que leas que he escrito.
Déjate llevar y disfruta, recuerda que la vida es solo una y si no
puedes vivirlo, léelo ya que es prácticamente lo mismo.

Mis redes:
@gabiiamc en Instagram

@gabriamc_ en Twitter
Publicación en físico

Holaaa, aquí yo. En verdad no puedo describir lo que tengo dentro


de mí en este preciso momento, decirlo, por más que me prepare
para hacerlo, no es tan fácil como esperé.

Las emociones no caben dentro de mí, siento que todo es tan


extraño y surreal, ESTOY CUMPLIENDO MI SUEÑO, gracias a
ustedes por creer en mí y gracias a La Editorial Naranja por darme
la oportunidad, por tratarme tan bien y darme mi puesto, tratar como
un bebé a mi hijo mayor, en mis redes:

@gabiiamc en Instagram.

@gabriamc_ en Twitter y en las redes de la editorial, estaremos


dando la información.

Los amo mucho.


.

Hola mis amores

Primeramente, gracias por el apoyo que le han dado a este


libro. Me hacen inmensamente feliz, ya saben que LHDLE saldrá
en físico y quería avisarles, que toda la información, la fecha de
la publicación en físico, curiosidades y avisos sobre las
actualizaciones del resto de mis libros las estaré colocando en
mi Instagram y mi Twitter, así que me ayudarían bastante si me
siguen y ustedes estarían atentos e informados de cualquier
aviso que este colocando.

El segundo libro de LHDLE, ya está disponible en Wattpad, así


que puedes continuar en el mundo lleno de mentiras, engaños
y secretos de Los Fairchild 🖤

Mis redes son: @gabiiamc en Instagram

https://instagram.com/gabiiamc?utm_medium=copy_link

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https://twitter.com/gabriamc_?t=XOajRT9SuGtDIMmaAIn3-Q&s=09

Recuerda que me ayudarías mucho si me sigues 🖤

Te amo inmensamente 🦋🖤

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