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MARIO LLERENA
sin embargo,
genes mas bienencontramos otros nombres
de orden hist6rico, situacionescuya virtud consiste
de nuestro agregadoen suscitar
social y su ima,-
evoluci6n, no necesariamente sujetas a limitaci6n de lugar. Esparcidas por la
madre Am6rica pululan una serie de criaturas que tambi6n prestan su colorido al
paisaje-el estanciero, el gamonal, el cura, el caudillo, el politico, el general y otros
que harian la enumeraci6n interminable.
El arte de nuestros novelistas ha consistido en interpretar el alma del paisaje
y transmutarla en ficci6n o leyenda. Lo que da caracter de americanidad a nuestra
literatura novelesca es precisamente la actitud pasiva del autor ante voz que le
viene de fuera de si mismo; escribe mejor el que mejor se acomoda a ese dictado,
a manera de los antiguos profetas de Israel que subyugaban el propio yo para que
la inspiraci6n de Jehovi se les convirtiese en palabra. QuizAs en ninguna otra parte
como en Hispano-am6rica se justifica la frase de Torres-Rioseco de que "la
novela es el espejo de nuestra vida" (2). El primero de nuestros intentos ficcio-
nales que verdaderamente cuaj6 en novela, El Periquillo Sarniento, de Lizardi,
fu6 en la forma una imitaci6n del g6nero picaresco, pasado ya de moda por m4s
de dos siglos en la Peninsula; no obstante su fondo no pudo substraerse a la
expresi6n de lo americano, lo cual se le descubre tanto en el vocabulario como
en la psicologia de los personajes, a pesar de que el ambiente entonces estaba
dominado por el clasicismo acad6mico de los escritores espafiolistas (3). Re-
firi6ndose a las novelas del Romanticismo Luis. Alberto Sanchez nos dird que
"todas tratan deexpresar la verdad nacional," y a este deseo 61 lo califica de "exas-
perado anhelo de afirmaci6n" (4). Lo cierto es, como el propio ejemplo del Peri-
quillo y posteriores lo demuestran, que esa voluntad de afirmaci6n del alma
vernacula es nota tonal que resuena a todo lo largo de nuestra biblioteca de
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BIBLIOGRAFfA
NOTAS
1. Luis Alberto SAnchez: Ambrica, novela sin novelistas, Editorial Ercilla, Sgo. de
1940, 90 y ss.
2. Arturo Torres-Rioseco, La novela en la Ambrica Hispana, University of Californ
Press, Berkeley, 1939, 171.
3. Ibid., 180.
7. Rafael Angarita Arvelo, Historia y crUtica de la novela en Venezuela, Berlin, 1938, Im-
prenta de August Pries Leipzig, 37.
8. Barbagelata, op. cit., 178.
9. Ibid., 33.