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Un par de conceptos fundamentales de Sein und Zeit (Ser y tiempo)

Dasein (ser ahí/ahí del ser): Compuesto por el pronombre indicativo cercano da (ahí) y el verbo
ser (sein), este concepto refiere a la existencia humana en tanto es ahí, vale decir, en su
existencia concreta (“ser-ahí” fue la primera traducción al castellano, de 1951 realizada por
José Gaos). Nótese que Heidegger intenta con esto desplazar el ángulo de su estudio del ser
humano desde una concepción sustancialista, que caracteriza a lo humano como ente (bajo la
pregunta rectora ¿Qué es el hombre?), a una consideración existencial, que busca aprender,
no las características propias del ente humano, sino su peculiar modo de ser (bajo la pregunta
rectora ¿cómo existe? o ¿cómo es lo que es?), es decir, como dijimos, su existencia en tanto es
concretamente ahí. Entonces ya no se interroga por una entidad teórica que sería la
humanidad, sino por las formas concretas de la existencia de los humanos en tanto son ahí. Sin
embargo, el dasein, también puede ser leído como “el ahí del ser”, como el lugar, el ahí, donde
el ser se manifiesta y “tiene lugar”. El humano está en el ser y la existencia, pero también la
manifestación del ser está, podemos decir, en lo humano, dado que este último es el único de
los entes que, además de ser, es siempre ya en una relación con el ser, o lo que es lo mismo
existe.

In-der-Welt-sein (ser en el mundo): el ser en el mundo (o reproduciendo el uso del guion del
propio Heidegger en alemán, el ser-en-el-mundo) es uno de los temas fundamentales de Ser y
tiempo. En principio, podemos decir que este concepto le sirve a Heidegger para oponerse a la
metafísica del sujeto: mientras que sujeto y objeto están uno frente al otro en una relación
abstracta, el dasein está en el mundo, dentro y en torno a él, en una relación practica y vital. El
dasein se encuentra arrojado, yecto, en el mundo, su existencia es finita y el mundo mismo le
aparece como un lugar siempre ya poseedor de significados y sentidos, se le aparece como
facticidad y limite a sus posibilidades; pero al mismo tiempo, el dasein se proyecta a sí mismo,
elige entre las diferentes posibilidades que tiene y en virtud de estas elecciones utiliza a los
entes del mundo. Logra así hacer del mundo, su mundo.

Zuhandendheit (ser a la mano): Uno de los modos primarios y fenomenológicamente


fundamentales del análisis heideggeriano será el ente que se nos manifiesta como usable,
como apropiable con las manos. Con él construirá el dasein la estructura de relaciones inter-
cósicas (que se dan entre cosas, como la madera y los clavos en la viga de un techo) que
necesita para existir. El útil que, como la piedra, es sin mundo, pertenece, sin embargo, a un
mundo: el del dasein y el “plexo de útiles” (Zeugganzheit) o la totalidad de artefactos y seres
técnicos de los que se rodea y sin los cuales no puede existir. La relación entre el dasein y la
técnica es por tanto ontológicamente originaria.

Vorhandenheit (ser ante los ojos): Pero el ser a la mano solo llega hasta donde alcanza la mano
humana, la montaña o el lejano paisaje son en principio inutilizables, fundan otra dimensión
de la manifestabilidad de lo ente, aquello que está Vorhandenheit. En relación a Zuhandenheit
solo cambia el zu por el vor, por lo que bien podríamos entenderlo como el “ser ante la mano”
en contraste con el “ser a la mano”. “Estar ante…” se diferencia de “estar a…”, porque este
último llama a la práctica, al obrar, mientras que el primero invita a la contemplación. Quien
no tiene al ente a su mano, sino ante ella y ante sí, puede percibirlo sin vistas a ningún plan útil
o práctico. De esta instancia originaria, donde lo ente se presenta como “contemplable” y no
ya como usable, sostiene Heidegger que deriva la diferenciación metafísica entre sujeto y
objeto. Porque en su estar en frente de lo contemplado ya se perfila la diferencia gnoseológica
entre sujeto y objeto. Sin embargo, en contra de esta tradición metafísica, Heidegger considera
al ser ante los ojos como una forma sino menos originaria, por lo menos, menos frecuente que
el ser a la mano, lo que no es quizás más que decir una obviedad: pasamos mucho más tiempo
en una relación practica con las cosas que contemplándolas, normalmente estamos
involucrados con el ente. El ser ante los ojos suele aparecer en una interrupción del uso, del
estar comprometido con los entes que están a la mano, cuando, por ejemplo, vamos absortos
en nuestros celulares por un camino y de repente nos sale al paso algún paisaje (unas
montañas o el valle lejano, el mar, la inmensidad de la estepa) que nos invita a detenernos y
contemplarlo, cuando en medio del trabajo una herramienta se rompe y hasta el más
compenetrado trabajador para un momento y contempla el objeto roto.

Mit-sein (ser-con): Pero ¿está el dasein solo en el mundo? Evidentemente no. Entonces en su
trato con el ente, el dasein está en vínculo también con otros dasein con los que co-existe en el
mundo. El “ser con” es también originario, lo que significa que, en tanto el dasein tiene un
mundo, co-existe con otros dasein. Resulta interesante comparar esta idea de la co-
pertenencia originaria del mundo con los planteos de Jean Paul Sartre en El ser y la nada,
donde, retomando en buena medida a Heidegger, el filosofo francés había pensado también
una relación entre la existencia (que él llama para sí) y el mundo (el en sí). Pero para Sartre
sigue en esto el legado hegeliano y no considera que el mundo sea siempre ya un co-mundo,
sino que la otra existencia, el prójimo, aparece en una situación ambigua: por una parte es un
ente de mi mundo pero, por la otra parte, percibo que yo mismo puedo ser un ente de su
mundo, percibo que él no es como la piedra, ni como el animal, sino que consiste en verdadero
misterio, un punto de opacidad en mi mundo, la intromisión, ominosa, de otro mundo en mi
mundo. El conflicto no tarda en aparecer y cada “para sí” está frente al otro en una situación
paradójica, no puede ni acceder a su mundo ni reducirlo a un mero en sí, pero, sin embargo,
intenta relazar estas dos tendencias en una multiplicidad de maneras, desde el amor hasta el
sadismo. Por el contrario, para Heidegger, pareciera que el mundo humano es el mismo para
todos los dasein en tanto co-existen en él. Porque cada uno esta, como dirá en Los conceptos
fundamentales de la metafísica, siempre transpuesto en el lugar del otro. La ambivalencia del
“ser-con” no se da para Heidegger como conflictividad entre las existencias sino como tensión
entre la autenticidad y la caída. Pues el originario co-pertenecer al mundo puede perder al
dasein en los cotilleos y las habladurías, en las novedades triviales, en lo que se dice y se
piensa, o puede, afrontando su propia finitud y su ser mortal, ser para la muerte y existir
auténticamente, apropiándose de su existencia como un proyecto único que tendrá un fin.
Abriéndose a la conciencia de su finitud en el ser para la muerte, el dasein se aproxima a una
autentica comprensión de su temporalidad, y finalmente, a la historicidad como acontecer
originario del ser en tanto se manifiesta para el dasein.

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