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Era la primera mañana de diciembre, estaba fresco y el sol pegaba fuerte sobre el tejado de la casa

esquinera frente a la mía, haciendo que se enfocará la luz en el espejo atreves de mi ventana,
haciendo que el destello me despertar, eran las 5:00 apenas, pero ya estaba acostumbrada y solo
esperaba unos 30 minutos para que mi madre terminará de despertarme con su frase cliché
matutina.

-Levantarse es obligatorio, hoy es un buen día para sonreír- dijo, quitando la pila de cobijas que
me cubrían – Bea.

Me di la vuelta intentando ignorarla solo para alargar un poco más la estancia en mi cómoda y
caliente cama. Gemí descontenta y posteriormente me digne a bajar los pies y erguir mi espalda,
torpemente me puse las pantuflas al revés y después las acomode, antes de levantarme y poner
todo mi peso sobre mis piernas me tire en mi cama por última vez dejando caer mi peso en seco.
Mientras mi cuerpo rebotaba, sonó un estruendo en la cocina, mi mamá ya estaba abajo por lo
cual supuse que se trataba de una olla de la cocina que se había caido, alguna taza, plato o algo
similar entonces quedé tendida en el mismo lugar, a lo pocos segundos sonó otro estruendo más
fuerte que hizo que me levantará de mi cama de prisa, escuche los gritos de mi mamá en la cocina
y no pude contener el miedo al asomarme y ver a dos hombre blancos atentando contra la vida de
mi mamá y si se daban cuenta de que yo me encontraba en la casa en ese momento también
atentaría contra la mía.

Logré captar la indirecta que mi madre me lanzó con su mirada, por lo general era <<en la casa
hablamos>> pero está vez era <<sálvense>> .

Mi sobrina estaba en la casa y por ser solo 4 años menos que yo a ella no la levantan a las 5:30 en
punto por los que estaba dormida aún siendo las 6:00 . De prisa y en silencio me puse brasier y
busque las cosas esenciales, mi teléfono, laptop, cargadores, un bolso, dinero, ropa interior y una
muda de ropa para mi y para mí sobrina, claro que a ella le quedaba mi ropa un poco más ajustada
entonces busque algo cómodo. Eso fue lo único que se me ocurrió, tendí mi cama para que no
sospecharan que dormí allí y me dirigí a la habitación de mi sobrina de 12 años, la desperté
intentando que hiciera el mínimo ruido y le comenté aún estando ella somnolienta lo que sucedía
y lo que tendríamos que hacer.

-Amy tu abuela está en peligro hay 2 hombres blancos de 1.70 y 1.60 calculadamente, no tienen
tatuajes no tienen perforaciones, el más bajo tiene pelo rulo rojo natural y el otro es un catire
teñido con raíces marrones, se que tenemos que hacer, tu abuela es una agente que tiene
información clasificada de la CIA que puede ser de gran ayuda para la economía mundial y
también para la destrucción económica – ambas éramos muy inteligente y ella logró captar todo y
después de llorar en silencio por miedo tomo un cepillo de dientes y unas colas par el pelo que se
puso en la muñeca, se recogió el cabello rizado a duras penas con la poca fuerza que tenía por
estar recién despierta. Se puso zapatos deportivos y un brasier, tomo 2 chaquetas y me aventó
una. Me dirigí a abrí la ventana de la habitación mientras Amy buscaba unos libros para mantener
la mente activa, unos audífonos, sus artefactos eléctricos, dinero y snacks.

- hace cuanto está eso allí en esa gaveta?- le dije con cara de disgusto mientras aguantaba la risa

- desde que llegué, me quedo desvelada y tengo que sobrevivir de algo- me giño el ojo y siguió
metiendo cosas al bolso
La ventana dirigía al patio trasero y había una soga en la ventana que tenía ataduras para poner
los pies y bajar, desde la cocina no nos verían.

-escúchame con atención, esto tendrá que ser rápido y afuera hazme las preguntas que quieras.
Baja con cuidado, no hay afán ellos estarán en la oficina de mami o en la cocina rebuscando entre
los papeles de la mesa, baja y corre en silencio hasta la puerta que vez allí - señale una puerta de
madera que se abría solo con un poco de viento – ábrela y yo estaré detrás de ti.

La misión imposible duro 10 minutos, cuando Amy empezó a correr yo empecé a bajar con la
diferencia de que solo me deslice porque tenía guantes, corrimos y al cerrar la puerta escuché un
estruendo igual que el que había escuchado más temprano; nunca había escuchado un sonido
igual pero atando los cabos y recordando los agujeros que ví entre los papeles de mi madre llegué
a la conclusión de que era una bala.

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