2.1. El bienestar animal mejora la calidad cárnica.
Por NATÀLIA GIMFERRER MORATÓ 1 de febrero de 2010 En los últimos años, además de exigir que los alimentos no supongan ningún riesgo para la salud, los consumidores también se interesan por el trato que reciben los animales de los cuales proceden los productos que adquieren. Se ha cuestionado el funcionamiento de las granjas de producción intensiva, donde se someten a un estrés innecesario para conseguir una mayor producción, y se ha acentuado la preocupación sobre la contaminación ambiental que esto supone. La producción de carne se enfrenta ahora a un nuevo reto, ya que se prevé un crecimiento de su consumo en todo el mundo. Está previsto que España sea uno de los principales proveedores al resto de la Unión Europea. Uno de los objetivos es que esta aportación se complete con una mejora del bienestar de los animales antes y durante su sacrificio, pero sobre todo en el transporte. Elevadas tasas de mortalidad animal y una mala calidad de la carne son dos de los principales problemas del maltrato a los animales. Su cuidado, por tanto, debe ser continuo. Cualquier manejo equivocado durante la carga, el transporte, la descarga o el sacrificio puede provocarles estrés y afectar a la calidad del producto final. Por el contrario, todas las mejoras que se aplican en este ámbito repercuten de forma favorable en su bienestar y se traducen en una carne sana, segura y saludable. Alteraciones en la carne El estrés es el principal causante de los defectos en la carne de los animales. En función de la intensidad y la duración, los efectos negativos aumentan. Uno de poca duración y agudo supone un aumento de la concentración de catecolaminas, unas hormonas liberadas en la sangre en momentos de estrés físico o emocional (las principales son la dopamina y la adrenalina). También se origina una estimulación de la glicólisis y de la producción de ácido láctico antes del desangrado. Estas subidas provocan un descenso del pH muscular durante la primera hora post mórtem. Esta rápida bajada del pH, cuando la temperatura de la canal -el cuerpo sacrificado- aún es elevada (unos 38ºC), causa una desnaturalización de las proteínas musculares y una elevada retención del agua. El resultado es una carne mucho más pálida, blanda y exudativa, denominada PSE ("pale, soft and exudative"). Si, por el contrario, el estrés al que está sometido el animal se prolonga durante varias horas con una intensidad constante, la cantidad de glicógeno es muy elevada, con lo que el pH no desciende en el post mórtem. Como consecuencia, la carne es de aspecto oscuro, seco y duro. Este defecto se conoce como DFD ("dry, firm and dark"). En estas condiciones es más fácil el crecimiento de bacterias, sobre todo, si no se conserva de forma adecuada. Garantía de un transporte correcto Esta etapa es una de las más importantes para evitar el estrés. Los sistemas diseñados para este fin deben garantizar que los animales no sufran, lo que se traduce en una mejor vida para ellos y una calidad cárnica superior tras su sacrificio. Nunca se deben mezclar especies de diferentes corrales en los mismos camiones. Antes de empezar cualquier viaje, los animales deben estar en ayunas de 12:00h a 14:00h horas para evitar que se mareen y vomiten. Es aconsejable una distribución similar a la de los corrales en los camiones y mataderos para no causar confusión. De la misma manera que en las granjas, los animales deben estar separados para evitar peleas. Las rampas para subir y bajar tendrán una pendiente de 15º para que se desplacen sin obstáculos y carecerán de picas eléctricas. Una vez en el camión, el techo y las paredes deben ser de un material que asegure una protección contra las adversidades climatológicas y disponer de un sistema de ventilación para que el aire se renueve de manera constante. El suelo no debe ser deslizante y su diseño ha de permitir una limpieza cómoda después de cada trayecto. En el caso de los cerdos, es importante destacar la densidad de la carga. Estos deben tener un espacio suficiente que les permita permanecer de pie y en su posición natural o, si lo prefieren, tumbarse. De acuerdo con la legislación europea, la densidad de carga en los cerdos de 100 kilos de peso es de 235 kg/m2, unos 0,42 m2 por animal. Una vez en el matadero, se descargarán de manera inmediata sin el uso de picas eléctricas. EL SACRIFICIO Desde el 1 de mayo de 1999, los animales se consideran seres sensibles y se obliga a las autoridades a tener en cuenta su bienestar y las costumbres culturales de cada país. Con estos parámetros, que recoge el Tratado de Ámsterdam, diversos organismos como la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), el Consejo de Europa, la Unión Europea y España han elaborado nuevas normativas sobre el bienestar animal durante todas las fases de la producción. Se entiende el sacrificio como una de las más importantes. Los animales destinados a la producción de carne tienen que criarse de manera específica mediante la aplicación de reglas en etapas de desplazamiento, estabulación, sujeción, aturdimiento, sacrificio y matanza. El objetivo es evitar sufrimiento al animal. Para facilitar esta tarea, los mataderos deben disponer de equipos e instalaciones adecuados tanto para la matanza como para la descarga. Si cuando los animales llegan no se pueden descargar de forma inmediata, deben estar protegidos de las condiciones climatológicas desfavorables con un perfecto sistema de ventilación. En el caso de que algún animal sufra lesiones durante el transporte, tiene prioridad para un sacrificio inmediato; de no ser posible, se mantendrá aislado y se sacrificará tan rápido como se pueda. Los equipos e instalaciones del matadero deben diseñarse para este fin y mantenerse limpios en todo momento. Por norma general, las autoridades de cada comunidad autónoma realizan las inspecciones correspondientes para que todo esté bajo control. De la misma manera, el personal que interviene en cualquiera de las fases del sacrificio debe estar preparado para llevarlo a cabo de una manera humanitaria y eficaz.
2. 2. ¿Qué es la maduración de la carne?
Por MARTA CHAVARRÍAS 10 de marzo de 2016 La carne procede de las partes comestibles de animales de las especies bovina, porcina, ovina y caprina que se han sometido a condiciones higiénicas muy controladas. La carne se obtiene tras la cría adecuada de estos animales, su sacrificio posterior y una manipulación higiénica de los mismos y sus canales. Dentro de este proceso de producción se incluye la maduración. Si, tras el sacrificio del animal, la carne destinada al consumo no permanece en reposo, el resultado es un producto duro y fibroso. El tiempo que debe dejarse en reposo varía en función del tipo de carne. El artículo explica en qué consiste el proceso de maduración y qué ocurre cuando la maduración es extrema. Conseguir que la carne para el consumo tenga un aspecto, sabor y dureza óptimos requiere que se sigan unos pasos muy determinados desde la granja hasta el matadero. Para que la carne sea un alimento agradable al paladar, debe pasar un tiempo entre el sacrificio y el consumo. El tiempo difiere para los distintos tipos de carne, ya que el pollo solo necesita unas horas mientras que la carne de vacuno u ovino precisa algunos días. Debe tenerse en cuenta que la carne está formada, sobre todo, de músculo, una parte que para que pueda comerse debe dejarse madurar después del sacrificio del animal. En el momento en que este muere, se frena la circulación de la sangre en los músculos y se acaban las reservas de energía de las fibras musculares. Esto favorece que las fibras se endurezcan y sean más fibrosas. Deben transcurrir de dos a tres días para que se reblandezcan. Maduración de la carne o cómo ganar jugosidad El proceso de maduración de la carne, que puede alargarse en función de si se desea aumentar la jugosidad, se realiza con la canal colgando en cámaras en las que se mantiene una temperatura que frena la formación de bacterias y que fomenta la libre circulación de aire en todas las piezas. Tras el sacrificio del animal, la carne empieza a sufrir algunos cambios: disminuye su dureza y, por tanto, se hace más tierna; se incrementan algunas propiedades organolépticas como el color, el aroma o el sabor; y hay un pequeño aumento de la capacidad de retención de agua, es decir, la carne se vuelve más jugosa. El proceso de maduración de la carne, conocido también como la fase "post-rigor", tiene algunos enemigos que deben evitarse. Está la contaminación microbiológica, que depende en gran medida de la contaminación que ha habido inicialmente, es decir, durante la manipulación del animal vivo, el sacrificio posterior y la preparación de las canales. También influye en este punto las condiciones de conservación como la temperatura; si no se mantiene en todo momento la refrigeración adecuada, aumenta el riesgo de contaminación. También debe hacerse frente, durante la maduración, a la oxidación de la carne, un factor que está relacionado con la presencia de oxígeno, temperatura y luz a la que está expuesta la carne. Durante el periodo de maduración, los músculos pierden consistencia y se reblandecen. Uno de los indicadores de si una carne está en el momento óptimo de maduración es el pH: la carne está en su punto justo de maduración cuando el pH se sitúa alrededor de 5,5 (pasadas unas 24 horas tras el sacrificio). El tiempo varía en función de factores como la raza, el sexo, la genética, la alimentación o el tipo de pieza. Cuando el proceso de maduración no se hace de forma correcta pueden pasar varias cosas: que la carne se vuelva fibrosa y pálida (errores en la temperatura que provoca un aumento del pH) o que la carne se vuelva dura y seca. Cuando la maduración es extrema Una nueva tendencia de consumo de carne tiene más que ver con el tiempo de maduración que con el momento en el que se cocina la pieza. Se trata de dejar madurar una pieza concreta durante semanas e incluso meses en un ambiente con temperatura y humedad controladas para que se produzcan nuevos sabores. A simple vista, esta carne madurada en exceso no es muy apetecible, ya que puede presentar cierto aspecto enmohecido y podrido (el moho del exterior o la capa azulada se retira ante de cocinar la pieza). Los que han probado esta carne aseguran que se aprecian nuevos sabores que recuerdan a la carne de caza y a frutos secos. Esta nueva forma de comer carne, que se ofrece como una delicatesen, tiene muy controlado el tipo de carne que se selecciona, ya que no vale cualquiera sino que tiene que ser de la mejor calidad. Procede sobre todo de reses mayores de vaca vieja y buey que pueden aguantar un largo proceso de maduración en cámara, en condiciones higiénico- sanitarias controladas en todo momento. La carne de ambos animales necesita una larga maduración antes de que se consuman para que se rompan las fibras y pierdan su dureza. Además, durante este proceso la carne va adquiriendo sabores muy particulares. Esta nueva moda de maduración extrema de la carne podría tener sus orígenes en el faisandage, una práctica más antigua que actual, aplicada a la carne de caza. Se da como consecuencia de una reacción química iniciada tras el rigor mortis y antes de que la carne empieza a descomponerse. A pesar de que en algunos casos se genera un olor desagradable, la relación entre la descomposición y el sabor convierten estos productos en curiosas exquisiteces para el paladar. Esta práctica conllevaba algunos riesgos higiénico-sanitarios que han ido desapareciendo. Referencias bibliográficas 1. GIMFERRER, N., (2010, febrero, 1). El bienestar animal mejora la calidad cárnica. Eroski.consumer. Recuperado de http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/ciencia-y-tecnologia/ 2010/02/01/190820.php#sthash.v7zjVUfZ.dpuf 2. CHAVARRÍAS, M. (2016, Marzo, 10). ¿Qué es la maduración de la carne? .Eroski.consumer. Recuperado de http://www.consumer.es/seguridad- alimentaria/ciencia-tecnologia/2016/03/10/223442.php#sthash.VNlbEEDA.dpuf Nota: Cualquier duda o consulta estoy presta a atenderlos en el horario establecido a través de aula virtual o por correo electrónico: ana.siancas@institutocumbre.edu.pe