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¿Qué le falta a mi familia?

Introducción

De Tal Palo Tal Astilla

Durante muchos años se estudiaron con mucho cuidado a dos familias del estado
de Nueva York. Una fue la familia de Max Jukes, y la otra la familia de Jonathan
Edwards. Lo que descubrieron en este estudio es asombroso: de tal palo tal astilla.

Max Jukes fue un hombre no creyente que se casó con una mujer de carácter
parecido la cual carecía de principios. Entre los descendientes conocidos, se
estudiaron más de 1200.

Trescientos diez se convirtieron en vagos profesionales; cuatrocientos cuarenta


destruyeron físicamente sus vidas debido a la vida libertina; ciento treinta fueron a
la cárcel por un promedio de trece años cada uno, siete de ellos por asesinatos.

Hubo más de cien que fueron alcohólicos, sesenta fueron ladrones habituales,
ciento noventa fueron prostitutas públicas. De los veinte que aprendieron un oficio,
diez de ellos los aprendieron en la prisión estatal.

Le costó al estado como un millón y medio de dólares y no hicieron ninguna


contribución a la sociedad.

Más o menos en la misma época la familia de Jonathan Edwards llegó a la escena.


Jonathan Edwards, hombre de Dios, se casó con una mujer de carácter parecido,
y su familia llegó a ser parte de este estudio que se hizo.

Trescientos llegaron a ser ministros, misioneros y profesores de teología; más de


cien llegaron a ser profesores universitarios; más de cien fueron abogados, treinta
de ellos fueron jueces; sesenta fueron médicos, más de sesenta fueron autores de
buenos libros clásicos, catorce llegaron a ser rectores de universidades.
Hubo numerosos gigantes en la industria de los Estados Unidos que surgió de esta
familia. Tres llegaron a ser congresistas de los Estados Unidos de América, y uno
llegó a ser vicepresidente de la nación.

J. Oswald Sanders, A Spiritual Clinic.

Vemos dos tipos de familia, en la que a una le hace falta lo más importante: Dios.

“La vida familiar determina en gran medida el carácter y el destino de cada uno de
los integrantes”

B.B. 2 Crónicas 7:13-14

“13 Si yo cierro los cielos para que no haya lluvia, y si mando a la langosta que
consuma la tierra, o si envío pestilencia a mi pueblo; 14 si se humilla mi pueblo, sobre
el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus
malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré
su tierra.”

Si esta tarde les preguntara ¿qué hace falta en tu familia? ¿Cuál sería su respuesta?
Posiblemente muchos se enfocarían en lo material, quizás responderíamos que lo
que hace falta en nuestra familia es más dinero, o más trabajo, o más espacio en
nuestra casa, un carro, un cuarto más, etc.

Pero si analizamos él texto que hemos leído para comenzar podemos reconocer
que la pregunta no está enfocada en las cosas materiales, sino sobre qué le hace
falta a nuestra familia para enfrentar la dificultad, para enfrentar las pruebas y las
crisis de la vida (vers. 13)

Este versículo nos habla sobre cielos cerrados, sobre langostas que consumen la
tierra y sobre pestilencia sobre el pueblo, es decir sobre situaciones que no están
bajo nuestro control, sobre situaciones que tarde o temprano pueden afectar a
nuestra familia. Y todos en algún momento hemos estado en una situación así, en
la que sentimos ya no poder más, y quisiéramos tirar la toalla porque nuestra familia
esta siendo afectada.
¿Qué le hace falta a mi familia para poder enfrentar las dificultades, para poder
enfrentar las crisis de la vida? Veamos lo que nos enseña la palabra de Dios en el
vers. 14 sobre los que nos hace falta a muchos de nosotros en nuestras familias:

I. LA FAMILIA – NOS HACE FALTA HUMILDAD (vers. 14A)

Lo primero que el Señor quería de su pueblo es que se humillaran, y esto significa


que había mucha soberbia en el corazón de su pueblo.

Lastimosamente en muchas familias cristianas lo que más hace falta es la humildad,


y en los tiempos de crisis y dificultad la humildad es necesaria en dos direcciones,
Horizontal y vertical…

a) Vertical. Hacia Dios. Salmos 138.6


b) Horizontal. Hacia el hombre.

Muchos de los problemas que estamos enfrentando en nuestra familia es por causa
de nuestras propias malas decisiones y no debemos culpar a nuestro Dios
(Proverbios 19:3) sino que con humildad debemos buscar su ayuda

La verdadera solución a los problemas y crisis de nuestra vida está en nuestro Dios,
lo demás son remiendos, salidas de emergencia, falsas ilusiones, vanas promesas,
que al final lo único que traen a nuestra familia es frustración y amargura (Isaías
31:1-3) la verdadera ayuda y protección para nuestra familia solamente viene del
Señor.

Por eso hay que humillarnos delante de ÉL y reconocer que le necesitamos. Que
solos no podemos, que solos nuestra casa se derrumba, porque nuestra casa en Él
permanece porque Él es la Roca.

II. EN LA FAMILIA HACE FALTA ORACIÓN (2 Crónicas 7:14B)

Es triste, pero es una realidad que en muchas familias cristianas aun en tiempos de
crisis lo que menos hay es tiempo para orar en familia.
Lastimosamente en muchas de nuestras familias cristianas lo que hay es
abundancia de televisión, abundancia de redes sociales, abundancia de juegos en
línea, abundancia de música, abundancia de lectura, abundancia de escuela,
abundancia de trabajo, abundancia de relax, pero hay escasez de oración.

Toda nuestra familia tiene que comprender que la oración no es una opción, o una
de las tantas formas para enfrentar las dificultades, sino que es verdaderamente
una necesidad (Lucas 18:1). Necesitamos orar en familia siempre.

La oración nos abre la oportunidad para que nuestra familia reconozca que nuestro
Dios puede hacer posible lo imposible (Marcos 11:24).

Tenemos que comprender que la oración en familia es una conexión directa con el
Reino de los cielos en nuestro hogar (Mateo 18:20). Muchas veces este versículo lo
aplicamos únicamente a la iglesia, pero el primero lugar donde este versículo se
hace realidad es en nuestra propia casa.

“La oración en familia nos ayuda a perdonarnos y poder convivir en armonía con
nuestros familiares (Marcos 11:25) y eso traerá bendición a nuestro hogar.”

III. NOS HACE FALTA BUSCAR A DIOS EN LA IGLESIA (2 Crónicas


7:14C)

Hoy en día las familias están tan afanadas buscando tantas cosas que se han
olvidado de lo principal: Buscar a Dios.

Pasamos las semanas y los meses buscando la provisión material en el trabajo, en


los negocios, que muchas veces no apartamos el tiempo para buscar las cosas de
Dios en la iglesia, porque no hemos creído lo que dice la palabra del Señor (Mateo
6:33. Buscad 1ero el Reino de Dios).

Dios siempre ha querido que le busquemos en familia en el lugar que él ha


establecido (Deuteronomio 12:4-8) y en la actualidad el lugar donde debemos ir en
familia para buscar y a adorar a nuestro Dios es la iglesia donde nos congregamos.
Una familia que no se congrega, que no busca al Señor en su casa, es decir en el
templo, es una familia que está perdiéndose de grandes bendiciones (Salmos
111:2).

No caigamos en la mala costumbre de muchas familias cristianas (Hebreos 10:25).

IV. NOS HACE FALTA DEJAR NUESTROS MALOS CAMINOS (2


Crónicas 7:14D)

Como familia cristiana tenemos que comprender que no solo se trata de llamarnos
cristianos, sino de vivir como hijos de Dios (Filipenses 2:15).

Muchos padres y madres de familia pensamos que podemos vivir como nos da la
gana y ni nuestros hijos ni nadie tiene derecho de decirnos que no está bien lo que
hacemos (Nehemías 9:16).

Igualmente hay hijos e hijas que no reconocen sus malos caminos, sino que en su
propia opinión sus caminos son rectos (Proverbios 30:12).

En muchas familias cristianas ya sus miembros se están congregando con


constancia, algunos ya están sirviendo en ministerios de su iglesia, ya están
ofrendando y diezmando con fidelidad, pero el Señor nos hace un llamado
directamente a nuestra vida (Jeremías 7:1-3).

Conclusión.

Póngase sobre sus pies. Como familia tenemos que tomar la decisión de ya no
seguir viviendo como todos viven, sino que tenemos que marcar la diferencia
(Jeremías 15:19).

Tenemos que reflexionar ¿De quién quiero que mi familia sea amigo, del mundo o
de Dios? (Santiago 4:4). ¡Gente infiel! ¿No saben que amar al mundo es lo mismo
que odiar a Dios? El que quiera convertirse en amigo del mundo se convierte en
enemigo de Dios.

¿Qué les hace falta a nuestras familias?

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